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Detienen a 20 personas LGTB+ en Malasia durante la fiesta de Halloween: “Culpables de travestirse y fomentar el vicio”

Martes, 8 de noviembre de 2022

FB217C50-F620-48EC-BD38-19F4F454487A(Twitter)

Las autoridades islámicas de Malasia han detenido a 20 personas tras hacer una redada en una fiesta de Halloween para personas LGBTQ+.

Las detenciones se produjeron el sábado (29 de octubre) después de que los funcionarios del Departamento de Religión Islámica de los Territorios Federales (Jawi) hicieran una redada en una fiesta en el local REXKL de Kuala Lumpur, por lo que, según las autoridades, son delitos contemplados en la ley islámica.

Según los implicados en la redada, al menos 40 agentes religiosos respaldados por la policía asaltaron el abarrotado local nocturno.

Las autoridades afirman que durante la redada controlaron al menos a 53 personas y las dividieron en dos grupos: musulmanes y de otras confesiones.

El grupo de musulmanes fue entonces detenido, con los datos de identificación registrados por la policía de Malasia.

El activista Numan Afifi dijo a la AFP que algunos fueron detenidos por “travestirse“, mientras que otros fueron detenidos por “fomentar el vicio”.

Ellos [las autoridades] aislaron a los participantes musulmanes e identificaron a cualquiera que no se vistiera de acuerdo con el género que ellos creían que era”, añadió. “Pero claro, es Halloween, la gente se disfrazaba”.

De las personas detenidas, 18 fueron interrogadas por la policía el lunes (31 de octubre) sobre el evento LGBTQ+ y se les ha pedido que vuelvan para realizar más investigaciones, según Reuters.

El ex diputado de Klang, Charles Santiago, condenó las detenciones en un comunicado en el que pedía a la policía que reconsiderara sus prioridades en materia de detenciones de personas LGBTQ+.

“Esto es un acoso contra una comunidad marginada. ¿Cuándo aprenderemos a respetar y aceptar a las personas por lo que son?“, dijo. “Tenemos personas que aún se tambalean por la pérdida de empleos, el ringgit está débil, la economía necesita resucitar, pero ¿se utilizan recursos para perseguir a personas que estaban en una fiesta de Halloween?

“Insto a las autoridades a que dejen de perseguir [a las personas LGBTQ+] como si fueran delincuentes”.

El estancamiento de la visión de Malasia sobre los derechos LGBTQ+

Varias organizaciones de derechos humanos han expresado su preocupación por la increíblemente arcaica visión de Malasia sobre los derechos de las personas LGBTQ+.

Actualmente, el país encarcela a las personas abiertamente LGBTQ+, además de impedir el matrimonio entre personas del mismo sexo y la transición de género.

Según una encuesta de Ipsos en 2021, Malasia es uno de los peores países en cuanto a la opinión pública sobre las personas LGBTQ+.

En total, el 65% de los ciudadanos malayos cree que no se debe permitir a las parejas del mismo sexo contraer matrimonio ni obtener ningún tipo de reconocimiento legal, como la unión civil.

Por el contrario, sólo un 8% dijo que apoyaba el matrimonio entre personas del mismo sexo.

El país no sólo castiga la homosexualidad con la cárcel, sino que apoya activamente los centros de terapia de conversión con financiación del gobierno.

Un informe de Human Rights Watch reveló que el gobierno de Malasia financia retiros de terapia de conversión sancionados por el Estado, cuyo objetivo es “rehabilitar” a las personas LGBTQ+.

A pesar de que estas instituciones afirman que la orientación sexual puede cambiarse, las identidades LGBTQ+ no pueden curarse, ya que no son enfermedades, ni tampoco enfermedades mentales.

Escalada de LGTBfobia pese al cambio político en Malasia

whipping_bernama_020317_03En entradas anteriores hemos venido hablando de la escalada de LGTBfobia de Estado en Malasia. Dos mujeres malasias, de 22 y 32 años, respectivamente, recibían en septiembre de 2018 seis latigazos por orden de un tribunal, tras ser descubiertas por agentes islámicos en el estado conservador de Terengganu «intentando participar en actos sexuales en un automóvil». El Gobierno, por otra parte, no solo dejaba claro su apoyo a la redada que días antes tenía lugar en un bar de ambiente gay de Kuala Lumpur sino que, en boca del ministro del Territorio Federal, Khalid Samad, expresaba que «esperamos que esta iniciativa pueda mitigar que la cultura LGTB se extienda a nuestra sociedad».

Ya con anterioridad, el nuevo Ejecutivo de Malasia había defraudado las expectativas despertadas cuando insinuó que el colectivo LGTB no debe visibilizarse porque incomoda «a la mayoría» del país. Lo hacía a cuenta de la censura de los retratos de los activistas Pang Khee Teik y Nisha Ayub en una exposición de George Town (ciudad del Estado de Penang) por orden administrativa. Y en 209, el ministro de turismo Datuk Mohamaddin bin Ketapi  afirmaba en un evento en Alemania, que “No hay gays en Malasia”.

Un entorno difícil para las personas LGTB

240_f_91794336_7p8lv2bh0kbuky7jtsfknzjnmrl2bndyMalasia, una de las economías emergentes del sudeste asiático, es un país de variada composición étnico-religiosa, aunque de mayoría musulmana, en el que conviven leyes civiles, de obligado cumplimiento para todos, y leyes islámicas, de aplicación a los ciudadanos musulmanes. Las relaciones homosexuales, en cualquier caso, son ilegales y se castigan con penas de hasta 20 años de cárcel. De hecho, en 2011 nos hacíamos eco de las intenciones de varios líderes musulmanes malasios de endurecer las medidas contra la homosexualidad y en 2015 el entonces primer ministro, Najib Razak, comparaba a las personas LGTB con el Estado Islámico, alegando que carecen de derechos humanos.

La LGTBfobia social y política imperante en Malasia ha llevado a situaciones que rozan el absurdo, y que hemos recogido en esta misma página. En febrero del año 2017, en un vídeo promovido por el Departamento de Desarrollo Islámico de Malasia se sugería a los homosexuales que «aprender» a ser hetero es como iniciarse en la equitación. En febrero de 2018 nos hacíamos eco de un artículo que ejemplificaba la estigmatización de la comunidad LGTB también desde los medios de comunicación. En abril, nos enterábamos de que la Universidad de Ciencias de Malasia (USM) celebró un concurso de carteles para “convertir”alumnos gays en heterosexuales. Y en mayo que el gobierno de Malasia ha comenzado a bloquear páginas LGTB+, incluido el portal Utopia-Asia que es la principal fuente de información para viajeros gais en la región.

Otros ejemplos son el anuncio de censura de programas con personajes homosexuales; la censura de una escena de La Bella y la Bestia, de la que ya hemos hablado, y de una canción de Lady Gaga o la cancelación de un Festival que se celebraba desde 2008 para promover el respeto a la diversidad sexual. En 2021, una mujer trans enfrenta años de prisión por usar ropa de mujer .

Especialmente preocupante fue lo sucedido en 2012, cuando un joven gay musulmán recibió amenazas de muerte por difundir un vídeo en el que animaba a otros homosexuales a salir del armario. En junio del año pasado conocíamos la muerte de un adolescente, T. Nhaveen, después de cinco días en coma y sufrir una dura agresión de carácter homofóbica que le había dejado con varias heridas y quemaduras en la espalda, además de ser sodomizado con una barra. T. Nhaveen, de dieciocho años de edad, había quedado con su mejor amigo, T. Previin, de 19 años de edad, el sábado, 10 de junio, alrededor de las 11 de la mañana en una hamburguesería de Gelugor, un zona residencial de George Town, en Penang, para celebrar que iba a comenzar su vida como estudiante de música en Kuala Lumpur, pero falleció el jueves, 15 de junio, tras ser víctima de una dura agresión homofóbica que le deja en coma durante cinco días. Un episodio más de bullying homofóbico que en esta ocasión había consternado a la sociedad de Malasia por su dureza y violencia. Ante este escenario, podría pensarse que un suceso tan terrible como este debería servir de acicate para que el respeto a la diversidad gane posiciones en Malasia. Mucho nos temíamos que no iba a ser así, a la vista del hecho de que los mismos medios locales y autoridades que habían reaccionado con horror ni siquiera precisaron que el acoso que el joven sufría era de naturaleza homofóbica. Esperemos, al menos, que se haga justicia con los asesinos de  T. Nhaveen. Está claro, sin embargo, que ni siquiera un hecho tan terrible como este ha servido de acicate para que el respeto a la diversidad gane posiciones en Malasia, como ya entonces pronosticábamos. Y para corroborarlo, en julio radicales religiosos de Malasia e Indonesia se rebelaban contra Starbucks por su apoyo al colectivo LGBT

Fuente Pink News/Cristianos Gays

General, Homofobia/ Transfobia., Islam , , , , , , , , , , ,

El Gobierno de Malasia financia centros de terapia de conversión

Sábado, 20 de agosto de 2022

malaygayLas personas LGTBI en Malasia están siendo enviadas a una terapia de conversión aprobada por el gobierno para “curarlas” o “rehabilitarlas”, según un nuevo informe.

Los funcionarios del gobierno han creado activamente una sociedad anti-LGBTQ+ que utiliza el sistema de justicia penal y los centros de rehabilitación para socavar los derechos LGBTQ+, según un nuevo informe de Human Rights Watch and Justice for Sisters.

El informe encontró que los fondos del gobierno de Malasia en retiros de terapia de conversión aprobados por el estado llamados Mukhayyam, cuyo objetivo es cambiar la orientación sexual de los participantes. Desde junio de 2021, 1.733 personas han asistido a estos programas, según el informe.

Un entrevistado, Farah, relató su experiencia en un Mukhyyam, declarando en el informe: “Hablan sobre la belleza de la naturaleza, y nos piden que estemos agradecidos, y al final del programa usan su psicología … para decir que ‘Así que esta es tu naturaleza, así que tienes que volver a la naturaleza ‘”.

Thilaga Sulathireh, cofundadora de Justice for Sisters, dijo: “Los programas, mientras se enmarcan como compasivos, internalizan la discriminación social y estructural y fomentan los odiosos entre LGBTQ y las personas diversas de género y la hostilidad entre el resto de la población”.

El informe también encontró que el enfoque de los retiros para las discusiones sobre el VIH fue inquietante.

Farah dijo que los líderes mostraron una presentación de diapositivas de un grupo sobre personas que viven con el VIH, mostrando a las personas con fotografías. Farah dijo que estaban conmocionados en una sesión sobre arrepentimiento, diciendo que no fue hecho para educar, sino que era para infundir temor.

En otro caso, una mujer transgénero describió su experiencia en un centro de terapia de conversión y cómo un terapeuta le había dicho que necesitaba “reclamar su masculinidad”, diciendo que “tenía una crisis de identidad debido a su linaje de raza mixta”.

Una mujer fue aconsejada por un profesional de la salud mental “experimentar el sexo con una trabajadora sexual para tratar su identidad de género”.

En marzo de 2022, el gobierno de Malasia desarrolló una aplicación que afirmaba poder ayudar a LGBTQ+ personas a “abandonar el comportamiento homosexual” y “volver a la naturaleza”. Google lo eliminó rápidamente.

Una mujer queer, llamada solo como Amira, dijo en el informe: “Si el gobierno simplemente deja de hablar de personas LGBT, eso ya sería una gran cosa. Están hablando con una nación que ya tiene su propia fobia, y refuerzan su fobia “.

El activista transgénero de hace mucho tiempo, Manis Chen, dijo que el gobierno “bombea mucho dinero para combatir los [derechos] LGBT“, y agregó: “Imponen sus creencias”.

Escalada de LGTBfobia pese al cambio político en Malasia

whipping_bernama_020317_03En entradas anteriores hemos venido hablando de la escalada de LGTBfobia de Estado en Malasia. Dos mujeres malasias, de 22 y 32 años, respectivamente, recibían en septiembre de 2018 seis latigazos por orden de un tribunal, tras ser descubiertas por agentes islámicos en el estado conservador de Terengganu «intentando participar en actos sexuales en un automóvil». El Gobierno, por otra parte, no solo dejaba claro su apoyo a la redada que días antes tenía lugar en un bar de ambiente gay de Kuala Lumpur sino que, en boca del ministro del Territorio Federal, Khalid Samad, expresaba que «esperamos que esta iniciativa pueda mitigar que la cultura LGTB se extienda a nuestra sociedad».

Ya con anterioridad, el nuevo Ejecutivo de Malasia había defraudado las expectativas despertadas cuando insinuó que el colectivo LGTB no debe visibilizarse porque incomoda «a la mayoría» del país. Lo hacía a cuenta de la censura de los retratos de los activistas Pang Khee Teik y Nisha Ayub en una exposición de George Town (ciudad del Estado de Penang) por orden administrativa. Y en 209, el ministro de turismo Datuk Mohamaddin bin Ketapi  afirmaba en un evento en Alemania, que “No hay gays en Malasia”.

Un entorno difícil para las personas LGTB

240_f_91794336_7p8lv2bh0kbuky7jtsfknzjnmrl2bndyMalasia, una de las economías emergentes del sudeste asiático, es un país de variada composición étnico-religiosa, aunque de mayoría musulmana, en el que conviven leyes civiles, de obligado cumplimiento para todos, y leyes islámicas, de aplicación a los ciudadanos musulmanes. Las relaciones homosexuales, en cualquier caso, son ilegales y se castigan con penas de hasta 20 años de cárcel. De hecho, en 2011 nos hacíamos eco de las intenciones de varios líderes musulmanes malasios de endurecer las medidas contra la homosexualidad y en 2015 el entonces primer ministro, Najib Razak, comparaba a las personas LGTB con el Estado Islámico, alegando que carecen de derechos humanos.

La LGTBfobia social y política imperante en Malasia ha llevado a situaciones que rozan el absurdo, y que hemos recogido en esta misma página. En febrero del año 2017, en un vídeo promovido por el Departamento de Desarrollo Islámico de Malasia se sugería a los homosexuales que «aprender» a ser hetero es como iniciarse en la equitación. En febrero de 2018 nos hacíamos eco de un artículo que ejemplificaba la estigmatización de la comunidad LGTB también desde los medios de comunicación. En abril, nos enterábamos de que la Universidad de Ciencias de Malasia (USM) celebró un concurso de carteles para “convertir”alumnos gays en heterosexuales. Y en mayo que el gobierno de Malasia ha comenzado a bloquear páginas LGTB+, incluido el portal Utopia-Asia que es la principal fuente de información para viajeros gais en la región.

Otros ejemplos son el anuncio de censura de programas con personajes homosexuales; la censura de una escena de La Bella y la Bestia, de la que ya hemos hablado, y de una canción de Lady Gaga o la cancelación de un Festival que se celebraba desde 2008 para promover el respeto a la diversidad sexual. En 2021, una mujer trans enfrenta años de prisión por usar ropa de mujer .

Especialmente preocupante fue lo sucedido en 2012, cuando un joven gay musulmán recibió amenazas de muerte por difundir un vídeo en el que animaba a otros homosexuales a salir del armario. En junio del año pasado conocíamos la muerte de un adolescente, T. Nhaveen, después de cinco días en coma y sufrir una dura agresión de carácter homofóbica que le había dejado con varias heridas y quemaduras en la espalda, además de ser sodomizado con una barra. T. Nhaveen, de dieciocho años de edad, había quedado con su mejor amigo, T. Previin, de 19 años de edad, el sábado, 10 de junio, alrededor de las 11 de la mañana en una hamburguesería de Gelugor, un zona residencial de George Town, en Penang, para celebrar que iba a comenzar su vida como estudiante de música en Kuala Lumpur, pero falleció el jueves, 15 de junio, tras ser víctima de una dura agresión homofóbica que le deja en coma durante cinco días. Un episodio más de bullying homofóbico que en esta ocasión había consternado a la sociedad de Malasia por su dureza y violencia. Ante este escenario, podría pensarse que un suceso tan terrible como este debería servir de acicate para que el respeto a la diversidad gane posiciones en Malasia. Mucho nos temíamos que no iba a ser así, a la vista del hecho de que los mismos medios locales y autoridades que habían reaccionado con horror ni siquiera precisaron que el acoso que el joven sufría era de naturaleza homofóbica. Esperemos, al menos, que se haga justicia con los asesinos de  T. Nhaveen. Está claro, sin embargo, que ni siquiera un hecho tan terrible como este ha servido de acicate para que el respeto a la diversidad gane posiciones en Malasia, como ya entonces pronosticábamos. Y para corroborarlo, en julio radicales religiosos de Malasia e Indonesia se rebelaban contra Starbucks por su apoyo al colectivo LGBT

Fuente Pink News/Cristianos Gays

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Mujer trans enfrenta años de prisión por usar ropa de mujer en Malasia

Lunes, 27 de septiembre de 2021

 Nur-SajatNur Sajat  (Instagram / @ nursajat24)

Se insta a Tailandia a no extraditar a una activista trans y empresaria a su país de origen, Malasia, donde podría ser encarcelada durante años por usar ropa de mujer.

La empresaria de cosméticos Nur Sajat, de 36 años, huyó del país en enero después de que fue acusada de violar la ley Sharia al usar un vestido en un evento religioso en 2018.

Ahora enfrenta tres años de prisión por el delito, que supuestamente supuso un “desprecio” al Islam. Los medios de comunicación de Malasia también informan de que la buscan como víctima y testigo en un caso de fraude separado.

El tribunal emitió una orden de arresto en febrero después de que ella no se presentara a una audiencia, y Sajat ha estado huyendo desde entonces.

La policía de Malasia dijo en un comunicado el lunes (20 de septiembre) que Sajat fue detenida por las autoridades tailandesas el 8 de septiembre por tener un pasaporte inválido. Fue acusada de delitos de inmigración y puesta en libertad bajo fianza.

Ahora se entiende que busca refugio en la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR). Los medios locales informaron que planea buscar refugio en Australia, pero la amenaza de deportación se cierne sobre ella mientras permanece en Tailandia.

Phil Robertson, subdirector de Human Rights Watch para Asia, dijo que a Sajat se le ha otorgado el estatus de refugiada y que no debería ser devuelta bajo ninguna circunstancia. “Necesita ser enviada a un país que ofrezca protección de derechos, no perseguida por ser LGBT, que es lo que sucederá si la envían a Malasia”, tuiteó el lunes.

Thilaga Sulathireh, cofundadora del grupo de activistas transexuales de Malasia Justice for Sisters, dijo al the Straits Times que la “persecución continua contra Nur Sajat representa el clima de represión contra las personas LGBT en Malasia”.

Los malasios LGTBIQ+ se enfrentan habitualmente a la discriminación en virtud de las estrictas leyes islámicas del país que penalizan cualquier forma de sexo anal u oral con hasta 20 años de prisión y azotes obligatorios. Los cambios propuestos al código penal podrían hacerlo incluso opresivo en el futuro.

“La policía debe retirar de inmediato todas las investigaciones y el acoso contra Sajat”, dijo Sulathireh a la AFP.

Las autoridades malasias no dieron señales de hacerlo, ya que instaron a Sajat a entregarse en una conferencia de prensa el martes (21 de septiembre). “Por muy inteligente que sea la ardilla para saltar, eventualmente volverá a caer a la tierra. La policía, junto con el Ministerio de Relaciones Exteriores y la Fiscalía General, están trabajando para extraditar a esta persona ”, dijo el Comm Datuk Seri Abd Jalil Hassan, según informó The Star. “Sin embargo, también le aconsejo a esta persona que regrese a casa ‘de una buena manera’ para que los casos que se están enfrentando puedan continuar”.

Escalada de LGTBfobia pese al cambio político en Malasia

whipping_bernama_020317_03En entradas anteriores hemos venido hablando de la escalada de LGTBfobia de Estado en Malasia. Dos mujeres malasias, de 22 y 32 años, respectivamente, recibían en septiembre de 2018 seis latigazos por orden de un tribunal, tras ser descubiertas por agentes islámicos en el estado conservador de Terengganu «intentando participar en actos sexuales en un automóvil». El Gobierno, por otra parte, no solo dejaba claro su apoyo a la redada que días antes tenía lugar en un bar de ambiente gay de Kuala Lumpur sino que, en boca del ministro del Territorio Federal, Khalid Samad, expresaba que «esperamos que esta iniciativa pueda mitigar que la cultura LGTB se extienda a nuestra sociedad».

Ya con anterioridad, el nuevo Ejecutivo de Malasia había defraudado las expectativas despertadas cuando insinuó que el colectivo LGTB no debe visibilizarse porque incomoda «a la mayoría» del país. Lo hacía a cuenta de la censura de los retratos de los activistas Pang Khee Teik y Nisha Ayub en una exposición de George Town (ciudad del Estado de Penang) por orden administrativa. Y en 209, el ministro de turismo Datuk Mohamaddin bin Ketapi  afirmaba en un evento en Alemania, que “No hay gays en Malasia”.

Un entorno difícil para las personas LGTB

240_f_91794336_7p8lv2bh0kbuky7jtsfknzjnmrl2bndyMalasia, una de las economías emergentes del sudeste asiático, es un país de variada composición étnico-religiosa, aunque de mayoría musulmana, en el que conviven leyes civiles, de obligado cumplimiento para todos, y leyes islámicas, de aplicación a los ciudadanos musulmanes. Las relaciones homosexuales, en cualquier caso, son ilegales y se castigan con penas de hasta 20 años de cárcel. De hecho, en 2011 nos hacíamos eco de las intenciones de varios líderes musulmanes malasios de endurecer las medidas contra la homosexualidad y en 2015 el entonces primer ministro, Najib Razak, comparaba a las personas LGTB con el Estado Islámico, alegando que carecen de derechos humanos.

La LGTBfobia social y política imperante en Malasia ha llevado a situaciones que rozan el absurdo, y que hemos recogido en esta misma página. En febrero del año pasado, en un vídeo promovido por el Departamento de Desarrollo Islámico de Malasia se sugería a los homosexuales que «aprender» a ser hetero es como iniciarse en la equitación. En febrero de este año nos hacíamos eco de un artículo que ejemplificaba la estigmatización de la comunidad LGTB también desde los medios de comunicación. En abril, nos enterábamos de que la Universidad de Ciencias de Malasia (USM) celebró un concurso de carteles para “convertir”alumnos gays en heterosexuales. Y en mayo que el gobierno de Malasia ha comenzado a bloquear páginas LGTB+, incluido el portal Utopia-Asia que es la principal fuente de información para viajeros gais en la región.

Otros ejemplos son el anuncio de censura de programas con personajes homosexuales; la censura de una escena de La Bella y la Bestia, de la que ya hemos hablado, y de una canción de Lady Gaga o la cancelación de un Festival que se celebraba desde 2008 para promover el respeto a la diversidad sexual.

Especialmente preocupante fue lo sucedido en 2012, cuando un joven gay musulmán recibió amenazas de muerte por difundir un vídeo en el que animaba a otros homosexuales a salir del armario. En junio del año pasado conocíamos la muerte de un adolescente, T. Nhaveen, después de cinco días en coma y sufrir una dura agresión de carácter homofóbica que le había dejado con varias heridas y quemaduras en la espalda, además de ser sodomizado con una barra. T. Nhaveen, de dieciocho años de edad, había quedado con su mejor amigo, T. Previin, de 19 años de edad, el sábado, 10 de junio, alrededor de las 11 de la mañana en una hamburguesería de Gelugor, un zona residencial de George Town, en Penang, para celebrar que iba a comenzar su vida como estudiante de música en Kuala Lumpur, pero falleció el jueves, 15 de junio, tras ser víctima de una dura agresión homofóbica que le deja en coma durante cinco días. Un episodio más de bullying homofóbico que en esta ocasión había consternado a la sociedad de Malasia por su dureza y violencia. Ante este escenario, podría pensarse que un suceso tan terrible como este debería servir de acicate para que el respeto a la diversidad gane posiciones en Malasia. Mucho nos temíamos que no iba a ser así, a la vista del hecho de que los mismos medios locales y autoridades que habían reaccionado con horror ni siquiera precisaron que el acoso que el joven sufría era de naturaleza homofóbica. Esperemos, al menos, que se haga justicia con los asesinos de  T. Nhaveen. Está claro, sin embargo, que ni siquiera un hecho tan terrible como este ha servido de acicate para que el respeto a la diversidad gane posiciones en Malasia, como ya entonces pronosticábamos. Y para corroborarlo, en julio radicales religiosos de Malasia e Indonesia se rebelaban contra Starbucks por su apoyo al colectivo LGBT

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Malasia presiona para que la ley Sharia sea más dura con los musulmanes LGBT + mientras compite por un puesto en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU

Miércoles, 14 de abril de 2021

 malaysia-protest-trans-lgbt-governmentLos manifestantes se reúnen frente a una mezquita en Malasia en 2011 para instar al gobierno a reconocer a la comunidad LGBT + (Mohd Rasfan / AFP / Getty)

Malasia está presionando para que la ley Sharia sea más dura contra los musulmanes LGBT +, incluso cuando hace una oferta para un lugar en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU.

El martes (6 de abril), el gobierno de Malasia anunció planes para avanzar con una enmienda a la Ley de Tribunales de la Sharia que permitiría imponer castigos más severos a la comunidad LGBT +.

Las estrictas leyes islámicas del país ya penalizan cualquier forma de sexo anal u oral con hasta 20 años de prisión y azotes obligatorios, pero los ministros quieren impulsarlo aún más.

El ministro de asuntos religiosos, Datuk Zulkifli Mohamad, ha respaldado enérgicamente la enmienda, inicialmente presentada por su adjunto, que aumentaría drásticamente los límites máximos de sentencia que los tribunales de la sharia pueden imponer contra los delitos de la sharia.

Las personas LGBT + están “violando las normas” del comportamiento humano, declaró el ministro mientras defendía la propuesta. “No podemos aceptar tales prácticas. Solo necesitamos manejar el problema con sabiduría, invitándolos y educándolos para que regresen al camino correcto ”, informó Free Malaysia Today.

La insistencia del gobierno en leyes draconianas anti-LGBT + fue criticada por el Joint Action Group for Gender Equality (JAG) -Grupo de Acción Conjunta para la Igualdad de Género (JAG)-, una coalición de 14 organizaciones de derechos de las mujeres en Malasia.

En declaraciones a Malay Mail,  el grupo recordó al gobierno de Malasia su intención de unirse al Consejo de Derechos Humanos de la ONU, un organismo que se opone a todo lo que representa la enmienda de la ley Sharia. “Es irónico que estas medidas discriminatorias propuestas, una clara violación de los derechos humanos, coincidan con la candidatura del ministro de Relaciones Exteriores, Datuk Seri Hishamuddin Hussein, de integrar Malasia en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas”, dijeron. “La decisión del gobierno de seguir adelante con una sentencia más severa contra las personas musulmanas LGBT + estaría en contradicción con la Declaración de Derechos Humanos de la ONU. Como tal, JAG solicita al gabinete de ministros que evite que la propuesta se presente en la próxima sesión parlamentaria y que se abstenga de perseguir a la comunidad LGBT +“.

JAG dijo que también le preocupa que el ministro de asuntos religiosos, Zulkifli, haya respaldado abiertamente los programas de terapia de conversión administrados por el gobierno al enmascararlos como un enfoque más suave. “Aquellos que se dirigen principalmente a mujeres transgénero, lesbianas y gays hacen cumplir la violencia prolongada y sancionada por el estado contra las mujeres”, agregaron, y señalaron que esto contradice las protecciones contra la discriminación de la constitución de Malasia.

La poderosa declaración está firmada conjuntamente por 10 organizaciones, incluidas Women’s Aid Organisation, All Women’s Action Society (Awam), Sisters in Islam (SIS), and Justice for Sisters.

La Ley 355 limita las sentencias que pueden imponer los tribunales de la sharia. La sentencia actual bajo la ley incluye tres años de prisión, una multa de RM5,000 (£ 905) y seis golpes con un bastón.

Sin embargo, el viceministro de Asuntos Religiosos, Ahmad Marzuk Shaary, Marzuk dijo que este castigo “no estaba teniendo mucho efecto en el grupo de personas”. Dijo que “Todas las agencias religiosas estatales y los encargados de hacer cumplir la ley han recibido instrucciones de tomar medidas contra aquellas [personas LGBT +] que no se comporten en consecuencia”.

Neela Ghoshal, directora asociada de derechos LGBT + de HRW, dijo que los estatutos estatales y federales de Malasia que criminalizan a las personas LGBT + están “ya fuera de los límites” con respecto al derecho internacional. Agregó que el gobierno del país “parece hundirse aún más en su desprecio por los derechos humanos. En lugar de aumentar las sanciones por acciones que no perjudican a nadie, el gobierno debería derogar esas sanciones”, dijo Ghoshal.

Los 13 estados y el territorio federal de Malasia penalizan las relaciones entre personas del mismo sexo y la no conformidad de género. El código penal federal también castiga cualquier forma de sexo anal u oral con hasta 20 años de prisión y azotes obligatorios.

Marzuk también propuso que ser trans y producir o compartir contenido de redes sociales considerado “obsceno e indecente” podría ser un delito específico bajo la Ley 355. Esto incluiría producir o compartir imágenes de expresión de género no conforme.

La activista transgénero Nisha Ayub dijo: “En Malasia, las personas transgénero viven con el temor de ser atacadas y procesadas simplemente por ser quienes somos. ¿No somos parte de la sociedad? ¿No se supone que estamos protegidos por las leyes como los demás?

Activistas de derechos humanos de Malasia dijeron que los tribunales nunca habían impuesto penas con azotes, que son una forma de tortura según el derecho internacional, por conducta entre personas del mismo sexo antes de 2018. Pero en septiembre de 2018, el estado de Terengganu impuso una condena con azotes contra dos mujeres acusadas de intento relaciones entre personas del mismo sexo. En noviembre de ese año, el tribunal de la Sharia de Selangor condenó a cinco hombres a multas, encarcelamiento y azotes, mientras que otros que se declararon no culpables están a la espera de juicio.

En julio de 2020, el ministro de asuntos religiosos, Zulkifli Mohamad, publicó una publicación en Facebook que otorgaba “licencia completa” a los agentes federales para arrestar a personas transgénero y “asesorarlas” o “educarlas” para que “vuelvan al camino correcto”.

Escalada de LGTBfobia pese al cambio político en Malasia

whipping_bernama_020317_03En entradas anteriores hemos venido hablando de la escalada de LGTBfobia de Estado en Malasia. Dos mujeres malasias, de 22 y 32 años, respectivamente, recibían a principios de este mes de septiembre seis latigazos por orden de un tribunal, tras ser descubiertas por agentes islámicos en el estado conservador de Terengganu «intentando participar en actos sexuales en un automóvil». El Gobierno, por otra parte, no solo dejaba claro su apoyo a la redada que días antes tenía lugar en un bar de ambiente gay de Kuala Lumpur sino que, en boca del ministro del Territorio Federal, Khalid Samad, expresaba que «esperamos que esta iniciativa pueda mitigar que la cultura LGTB se extienda a nuestra sociedad».

Ya con anterioridad, el nuevo Ejecutivo de Malasia había defraudado las expectativas despertadas cuando insinuó que el colectivo LGTB no debe visibilizarse porque incomoda «a la mayoría» del país. Lo hacía a cuenta de la censura de los retratos de los activistas Pang Khee Teik y Nisha Ayub en una exposición de George Town (ciudad del Estado de Penang) por orden administrativa. Y en 209, el ministro de turismo Datuk Mohamaddin bin Ketapi  afirmaba en un evento en Alemania, que “No hay gays en Malasia”.

Un entorno difícil para las personas LGTB

Malasia, una de las economías emergentes del sudeste asiático, es un país de variada composición étnico-religiosa, aunque de mayoría musulmana, en el que conviven leyes civiles, de obligado cumplimiento para todos, y leyes islámicas, de aplicación a los ciudadanos musulmanes. Las relaciones homosexuales, en cualquier caso, son ilegales y se castigan con penas de hasta 20 años de cárcel. De hecho, en 2011 nos hacíamos eco de las intenciones de varios líderes musulmanes malasios de endurecer las medidas contra la homosexualidad y en 2015 el entonces primer ministro, Najib Razak, comparaba a las personas LGTB con el Estado Islámico, alegando que carecen de derechos humanos.

La LGTBfobia social y política imperante en Malasia ha llevado a situaciones que rozan el absurdo, y que hemos recogido en esta misma página. En febrero del año pasado, en un vídeo promovido por el Departamento de Desarrollo Islámico de Malasia se sugería a los homosexuales que «aprender» a ser hetero es como iniciarse en la equitación. En febrero de este año nos hacíamos eco de un artículo que ejemplificaba la estigmatización de la comunidad LGTB también desde los medios de comunicación. En abril, nos enterábamos de que la Universidad de Ciencias de Malasia (USM) celebró un concurso de carteles para “convertir”alumnos gays en heterosexuales. Y en mayo que el gobierno de Malasia ha comenzado a bloquear páginas LGTB+, incluido el portal Utopia-Asia que es la principal fuente de información para viajeros gais en la región.

Otros ejemplos son el anuncio de censura de programas con personajes homosexuales; la censura de una escena de La Bella y la Bestia, de la que ya hemos hablado, y de una canción de Lady Gaga o la cancelación de un Festival que se celebraba desde 2008 para promover el respeto a la diversidad sexual.

240_f_91794336_7p8lv2bh0kbuky7jtsfknzjnmrl2bndyEspecialmente preocupante fue lo sucedido en 2012, cuando un joven gay musulmán recibió amenazas de muerte por difundir un vídeo en el que animaba a otros homosexuales a salir del armario. En junio del año pasado conocíamos la muerte de un adolescente, T. Nhaveen, después de cinco días en coma y sufrir una dura agresión de carácter homofóbica que le había dejado con varias heridas y quemaduras en la espalda, además de ser sodomizado con una barra. T. Nhaveen, de dieciocho años de edad, había quedado con su mejor amigo, T. Previin, de 19 años de edad, el sábado, 10 de junio, alrededor de las 11 de la mañana en una hamburguesería de Gelugor, un zona residencial de George Town, en Penang, para celebrar que iba a comenzar su vida como estudiante de música en Kuala Lumpur, pero falleció el jueves, 15 de junio, tras ser víctima de una dura agresión homofóbica que le deja en coma durante cinco días. Un episodio más de bullying homofóbico que en esta ocasión había consternado a la sociedad de Malasia por su dureza y violencia. Ante este escenario, podría pensarse que un suceso tan terrible como este debería servir de acicate para que el respeto a la diversidad gane posiciones en Malasia. Mucho nos temíamos que no iba a ser así, a la vista del hecho de que los mismos medios locales y autoridades que habían reaccionado con horror ni siquiera precisaron que el acoso que el joven sufría era de naturaleza homofóbica. Esperemos, al menos, que se haga justicia con los asesinos de  T. Nhaveen. Está claro, sin embargo, que ni siquiera un hecho tan terrible como este ha servido de acicate para que el respeto a la diversidad gane posiciones en Malasia, como ya entonces pronosticábamos. Y para corroborarlo, en julio radicales religiosos de Malasia e Indonesia se rebelaban contra Starbucks por su apoyo al colectivo LGBT

Fuente Pink News/Cristianos Gays

General, Homofobia/ Transfobia., Islam , , , , , , , , , , , , , , , , , ,

El Ministerio del Interior le dijo a este hombre que no era “lo suficientemente gay” como para quedarse en el Reino Unido. Ahora le han dado asilo a tiempo para Navidad.

Martes, 31 de diciembre de 2019

pensionista-teme-ser-deportado-del-reino-unido-porno-ser-lo-suficientemente-gayUn hombre de 67 años al que el Ministerio del Interior dijo que no era “lo suficientemente gay” para quedarse en el Reino Unido recibió un regalo de Navidad temprano: el estado de asilo del gobierno.

Yew Fook Sam, conocido como Sam, vive en Kirkby, Liverpool, y ha vivido con el temor de ser deportado a Malasia, donde la homosexualidad es ilegal, durante los últimos tres años.
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Cuando se enteró de que se le había otorgado asilo, Sam le dijo al Liverpool Echo: “Estoy muy feliz. Estaba llorando y gritando de alegría cuando recibí la llamada telefónica de mi abogado. ¡Esta será mi mejor Navidad!”

Los funcionarios del Ministerio del Interior habían dicho previamente que creían que Sam estaba mintiendo acerca de ser homosexual para quedarse en el Reino Unido, utilizando el hecho de que no tiene novio como prueba.

Sam dijo que trató de decirles que a su edad, no necesita sexo. Agregó: “Estaba tan decepcionado y deprimido después de que me dijeron que no era gay. ¿Cómo puedo probarlo?”

pensionista-teme-ser-deportado-del-reino-unido-porno-ser-lo-suficientemente-gay-0Una campaña dirigida por sus amigos en la Iglesia St Bride’s Church en Percy Street, Liverpool, donde Sam es parte de la comunidad de adoración Open Table LGBTQIA +, y promovida por Echo, vio a más de 5,000 personas firmar una petición en línea instando al Ministerio del Interior a reconsiderar.

Sam dijo que había vivido una mentira en Malasia, casándose con una mujer a la edad de 30 años y engendrando dos hijos. Pero cuando su esposa se enteró de que era homosexual, en 1988, ella lo dejó y llevó a sus hijos a los Estados Unidos. Sam no ha visto a sus hijos desde entonces.

“Ha sido una gran alegría trabajar con Sam y estoy encantado de que tenga este hermoso regalo de Navidad”, dijo Helene Santamera, abogada de inmigración del Servicio de Asesoramiento de Inmigración en Liverpool. “A través de su valentía, ahora ha creado un camino para otros que enfrentan ideas anticuadas y demasiado simplificadas sobre la sexualidad. Y creo que la historia de Echo le aseguró el asilo, porque fue recogida por muchos otros periódicos, incluso en Malasia, lo que habría confirmado el punto sobre los peligros que podría enfrentar”.

Sam dijo: “He sido fotografiado en marchas gay aquí [el Reino Unido] y estaría en peligro de ser arrestado y atacado por miembros del público. Me temo que podría ser asesinado si tuviera que regresar”.

Sam, quien llegó al Reino Unido en 2005 con una visa de turista y permaneció en el sur de Inglaterra, trabajando, hasta que fue arrestado en 2016, está estudiando turismo en el City of Liverpool College con el objetivo de ser un guía turístico. “Estoy muy feliz aquí, la gente de Liverpool es muy amable y acogedora”, dijo.

Sam ha recibido asilo durante cinco años, el tiempo estándar. Un mes antes de que esto termine, será elegible para solicitar un permiso indefinido para permanecer.

Escalada de LGTBfobia pese al cambio político en Malasia

En entradas anteriores hemos venido hablando de la escalada de LGTBfobia de Estado en Malasia. Dos mujeres malasias, de 22 y 32 años, respectivamente, recibían a principios de este mes de septiembre seis latigazos por orden de un tribunal, tras ser descubiertas por agentes islámicos en el estado conservador de Terengganu «intentando participar en actos sexuales en un automóvil». El Gobierno, por otra parte, no solo dejaba claro su apoyo a la redada que días antes tenía lugar en un bar de ambiente gay de Kuala Lumpur sino que, en boca del ministro del Territorio Federal, Khalid Samad, expresaba que «esperamos que esta iniciativa pueda mitigar que la cultura LGTB se extienda a nuestra sociedad».

Ya con anterioridad, el nuevo Ejecutivo de Malasia había defraudado las expectativas despertadas cuando insinuó que el colectivo LGTB no debe visibilizarse porque incomoda «a la mayoría» del país. Lo hacía a cuenta de la censura de los retratos de los activistas Pang Khee Teik y Nisha Ayub en una exposición de George Town (ciudad del Estado de Penang) por orden administrativa.

Un entorno difícil para las personas LGTB

whipping_bernama_020317_03Malasia, una de las economías emergentes del sudeste asiático, es un país de variada composición étnico-religiosa, aunque de mayoría musulmana, en el que conviven leyes civiles, de obligado cumplimiento para todos, y leyes islámicas, de aplicación a los ciudadanos musulmanes. Las relaciones homosexuales, en cualquier caso, son ilegales y se castigan con penas de hasta 20 años de cárcel. De hecho, en 2011 nos hacíamos eco de las intenciones de varios líderes musulmanes malasios de endurecer las medidas contra la homosexualidad y en 2015 el entonces primer ministro, Najib Razak, comparaba a las personas LGTB con el Estado Islámico, alegando que carecen de derechos humanos.

La LGTBfobia social y política imperante en Malasia ha llevado a situaciones que rozan el absurdo, y que hemos recogido en esta misma página. En febrero del año pasado, en un vídeo promovido por el Departamento de Desarrollo Islámico de Malasia se sugería a los homosexuales que «aprender» a ser hetero es como iniciarse en la equitación. En febrero de este año nos hacíamos eco de un artículo que ejemplificaba la estigmatización de la comunidad LGTB también desde los medios de comunicación. En abril, nos enterábamos de que la Universidad de Ciencias de Malasia (USM) celebró un concurso de carteles para “convertir”alumnos gays en heterosexuales. Y en mayo que el gobierno de Malasia ha comenzado a bloquear páginas LGTB+, incluido el portal Utopia-Asia que es la principal fuente de información para viajeros gais en la región.

Otros ejemplos son el anuncio de censura de programas con personajes homosexuales; la censura de una escena de La Bella y la Bestia, de la que ya hemos hablado, y de una canción de Lady Gaga o la cancelación de un Festival que se celebraba desde 2008 para promover el respeto a la diversidad sexual.

Especialmente preocupante fue lo sucedido en 2012, cuando un joven gay musulmán recibió amenazas de muerte por difundir un vídeo en el que animaba a otros homosexuales a salir del armario. En junio del año pasado conocíamos la muerte de un adolescente, T. Nhaveen, después de cinco días en coma y sufrir una dura agresión de carácter homofóbica que le había dejado con varias heridas y quemaduras en la espalda, además de ser sodomizado con una barra. T. Nhaveen, de dieciocho años de edad, había quedado con su mejor amigo, T. Previin, de 19 años de edad, el sábado, 10 de junio, alrededor de las 11 de la mañana en una hamburguesería de Gelugor, un zona residencial de George Town, en Penang, para celebrar que iba a comenzar su vida como estudiante de música en Kuala Lumpur, pero falleció el jueves, 15 de junio, tras ser víctima de una dura agresión homofóbica que le deja en coma durante cinco días. Un episodio más de bullying homofóbico que en esta ocasión había consternado a la sociedad de Malasia por su dureza y violencia. Ante este escenario, podría pensarse que un suceso tan terrible como este debería servir de acicate para que el respeto a la diversidad gane posiciones en Malasia. Mucho nos temíamos que no iba a ser así, a la vista del hecho de que los mismos medios locales y autoridades que habían reaccionado con horror ni siquiera precisaron que el acoso que el joven sufría era de naturaleza homofóbica. Esperemos, al menos, que se haga justicia con los asesinos de  T. Nhaveen. Está claro, sin embargo, que ni siquiera un hecho tan terrible como este ha servido de acicate para que el respeto a la diversidad gane posiciones en Malasia, como ya entonces pronosticábamos. Y para corroborarlo, en julio radicales religiosos de Malasia e Indonesia se rebelaban contra Starbucks por su apoyo al colectivo LGBT

Fuente Pink News/Cristianos Gays

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Informe de ILGA sobre la homofobia de Estado en 2019: pequeños avances, pero persistencia de importantes amenazas

Miércoles, 27 de marzo de 2019

6919BB9A-4224-48B9-9807-ADA250256088Coincidiendo con la celebración del 40 aniversario de su fundación, ILGA ha reanudado la publicación de su informe sobre la homofobia de Estado, tras un receso de un año. Desde el su último reporte, publicado en mayo de 2017, ILGA celebra que se hayan despenalizado las relaciones sexuales consentidas entre adultos del mismo sexo en tres países: India, Trinidad y Tobago y Angola. También se congratula que desde esa fecha el matrimonio igualitario sea una realidad en Malta, Alemania, Australia y Austria. Sin embargo, alerta de que de los derechos adquiridos no son inamovibles y pueden perderse, como ocurrió en Chad cuando se volvieron a penalizar las relaciones homosexuales en 2017, y que el auge de los populismos conservadores amenaza las conquistas incluso en los países más avanzados en el respeto a los derechos humanos.

Dentro del informe, como es costumbre, ILGA edita un mapa explicativo de la situación legal de las relaciones entre personas del mismo sexo en el mundo. Si en otros años la parte positiva se materializaba en el matrimonio igualitario, este año ILGA ha considerado como límite favorable que la no discriminación basada en la orientación sexual tenga rango constitucional. En el extremo negativo se sitúan los países que criminalizan las relaciones sexuales consentidas entre adultos del mismo sexo, y el límite en aquellos que las castigan con la cadena perpetua e incluso la pena de muerte. Este es el mapa descriptivo (podéis pinchar en él para verlo a mayor tamaño):

ilga_mapa_leyes_sobre_orientacion_sexual_mundo_2019-600x429

DERECHOS Y PROTECCIÓN CONTRA LA DISCRMINACIÓN

Leyes contra la discriminación con base en la orientación sexual

Tan solo en 9 países pertenecientes a la Naciones Unidas se protege constitucionalmente de manera específica contra la discriminación por razón de la orientación sexual:

Bolivia, Ecuador, Fiyi, México, Nepal, Malta, Portugal, Sudáfrica y Suecia.

Sin embargo, a pesar de esa protección constitucional, en Bolivia, Ecuador, Fiyi y Nepal se discrimina a las parejas del mismo sexo al negarles la posibilidad de contraer matrimonio, tal como se permite a las parejas de distinto sexo.

A estos 9 países se añaden otros 43 en los que existe una legislación específica que proporciona una «protección amplia» contra la discriminación con base en la orientación sexual:

Albania, Alemania, Andorra, Angola, Australia, Austria, Bélgica, Bosnia y Herzegovina, Brasil, Bulgaria, Canadá, Chile, Chipre, Colombia, Corea del Sur, Croacia, Ecuador, Eslovaquia, Eslovenia, España, Estonia, Finlandia, Francia, Georgia, Holanda, Honduras, Hungría, Irlanda, Islandia, Kosovo, Liechtenstein, Lituania, Luxemburgo, Mauricio, Mongolia, Noruega, Nueva Zelanda, Perú, Reino Unido, República Checa, Rumania, Serbia, Surinam y Uruguay.

Como en el caso anterior, la protección legal contra la discriminación no implica la plena igualdad de derechos. No solo en la mayoría de estos países también se discrimina a las parejas del mismo sexo, sino que en alguno, como en Mauricio, se compagina esa protección con la penalización de las relaciones homosexuales masculinas, que están castigadas con penas de hasta 5 años de cárcel.

En 73 de los países pertenecientes a Naciones Unidas existen leyes que protegen contra la discriminación en el lugar de trabajo por motivos de orientación sexual, aunque en algunos de ellos las relaciones entre personas del mismo sexo estén castigadas penalmente (es el caso de Botsuana, Kiribati, Mauricio, Samoa, Santa Lucía y la región autónoma de las Islas Cook). En 39 se han promulgado leyes que castigan los actos de incitación al odio, la discriminación o la violencia por motivos de orientación sexual. En otros 42 países se imponen penas más severas por delitos motivados por el odio hacia la orientación sexual de la víctima.

ILGA estima que en 8 países la protección contra la discriminación con base en la orientación sexual es limitada o dispar en su territorio:

Argentina, Costa Rica, El Salvador, Estados Unidos, Filipinas, Japón, República Dominicana y Vanuatu.

En otros 55 países no existe ningún tipo de legislación contra la discriminación, pero tampoco se criminalizan las relaciones entre personas del mismo sexo. Entre ellos están gigantes demográficos como China, India, Indonesia y Rusia.

Los derechos de las parejas del mismo sexo: matrimonio y adopción

En cuanto a los derechos de las parejas del mismo sexo, en 26 de los países pertenecientes a las Naciones Unidas existe la igualdad de acceso a la institución del matrimonio:

Alemania, Argentina, Australia, Austria, Bélgica, Brasil, Canadá, Colombia, Dinamarca, España, Estados Unidos, Finlandia, Francia, Holanda, Irlanda, Islandia, Luxemburgo, Malta, México (en vigor en algunos estados, aunque desde 2010 deben ser reconocidos a nivel nacional), Noruega, Nueva Zelanda, Portugal, Reino Unido (excepto Irlanda del Norte), Sudáfrica, Suecia y Uruguay,

El próximo mes de mayo vencen los plazos establecidos por sus respectivas Cortes Constitucionales para que el matrimonio entre personas del mismo sexo sea legal en Costa Rica y Taiwán.

En otros 16 estados se han establecido distintos tipos legales de unión que reconocen algún tipo de derechos a las parejas del mismo sexo:

Andorra, Chile, Chipre, Colombia, Croacia, Ecuador, Eslovenia, Estonia, Grecia, Hungría, Israel, Italia, Liechtenstein, República Checa, San Marino y Suiza.

En 28 países se permite la adopción en las mismas condiciones que a las parejas de distinto sexo:

Alemania, Andorra, Argentina, Australia, Austria, Bélgica, Brasil, Canadá, Colombia, Dinamarca, España, Estados Unidos, Finlandia, Francia, Holanda, Irlanda, Islandia, Israel, Luxemburgo, Malta, Noruega, Nueva Zelanda, Portugal, Reino Unido, Sudáfrica, Suecia, Uruguay,

En 3 países más, solo se permite la adopción de los hijos de la pareja:

Eslovenia, Estonia y San Marino.

LA HOMOFOBIA DE ESTADO

Criminalización de las relaciones homosexuales

La penalización de las relaciones sexuales consentidas entre adultos del mismo sexo implica casi siempre a todo el colectivo LGTB. No solamente afecta a gais, lesbianas y bisexuales, sino que también criminaliza a las personas trans, pues en la mayoría de estos países no se reconoce su identidad de género y son considerados legalmente por el sexo asignado al nacer. De esta manera, una mujer trans heterosexual puede ser castigada por mantener relaciones con un varón cis, de la misma manera que un hombre trans heterosexual puede ser denunciado por entablar relaciones sexuales con una mujer cis.

En 73 países y territorios del mundo están penalizadas por la ley las relaciones consentidas entre adultos del mismo sexo. Ocurre en 70 de los países pertenecientes a Naciones Unidas:

Afganistán, Antigua y Barbuda, Arabia Saudí, Argelia, Bangladés, Barbados, Botsuana, Brunei, Burundi, Bután, Camerún, Catar, Chad, Comoras, Dominica, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Eritrea, Etiopía, Gambia, Ghana, Granada, Guinea, Guyana, Irak, Irán, Islas Salomón, Jamaica, Kenia, Kiribati, Kuwait, Líbano, Liberia, Libia, Malasia, Malawi, Maldivas, Marruecos, Mauricio, Mauritania, Myanmar, Namibia, Nigeria, Omán, Papúa Nueva Guinea, Paquistán, Samoa, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas, Santa Lucía, Senegal, Sierra Leona, Singapur, Siria, Somalia, Sri Lanka, Suazilandia, Sudán, Sudán del Sur, Tanzania, Togo, Tonga, Túnez, Turkmenistán, Tuvalu, Uganda, Uzbekistán, Yemen, Zambia y Zimbabue.

En las legislaciones de Egipto e Irak no aparecen específicamente penalizadas las relaciones homosexuales, pero lo están de facto, al imputarse delitos contra la decencia o el escándalo público. En Irak, además, tribunales populares castigan este tipo de relaciones al aplicar la sharía o ley islámica.

A esta lista hay que añadir otros 3 territorios:

Indonesia, donde la penalización de las relaciones sexuales rige en las regiones de Aceh y Sumatra Meridional; las Islas Cook, una región autónoma de Nueva Zelanda; y la franja de Gaza gobernada por la autoridad palestina, donde están vigentes las leyes heredadas del pasado colonial británico y existe la amenaza de adaptación de las leyes a la sharía.

En todos estos 73 países y territorios están castigadas las relaciones homosexuales entre varones, en 44 de ellos también están castigadas las relaciones lésbicas.

Cadena perpetua en 5 países y pena de muerte en otros 11

De entre esta lamentablemente larga lista de países, el extremo de la intolerancia y el fanatismo lo ocupan aquellos que penan las relaciones homosexuales con las sanciones de mayor gravedad.

En 5 países se castigan con la cadena perpetua:

Barbados, Guyana, Tanzania, Uganda y Zambia.

Las legislaciones de 11 países establecen incluso la pena de muerte. En 6 de ellos, se tienen datos contrastados de su aplicación:

Arabia Saudí, Irán, Sudán y Yemen. En Nigeria y Somalia, en las provincias donde se aplica la sharía.

En otros cinco no se tiene constacia de su aplicación, pero la legislación vigente contempla la posibilidad:

Afganistán, Catar, Emiratos Árabes Unidos, Mauritania y Paquistán.

Respecto al informe de 2017, han desparecido las referencias a Siria e Irak, donde se implementaba actores no formalmente estatales como el Estado Islámico.

Restricciones a la libertad de expresión y la actuación de ONG

Aparte de la criminalización de las relaciones homosexuales, en 32 Estados existen leyes que restringen la libertad de expresión en cuestiones de orientación sexual e identidad de género:

Afganistán, Arabia Saudí, Argelia, Bielorrusia, Camerún, Catar, China, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Indonesia, Irán, Jordania, Kenia, Kuwait, Líbano, Libia, Lituania, Malasia, Marruecos, Nigeria, Omán, Paquistán, Paraguay, Rusia, Singapur, Siria, Somalia, Tanzania, Togo, Túnez, Uganda y Yemen.

En Europa, aparte de Rusia, Lituania y Bielorrusia, ha habido intentos de aprobación de leyes contra la «propaganda homosexual» (que prohíben informar positivamente de las relaciones entre personas del mismo sexo) en Armenia y Letonia. En Hungría se han prohibido por decretos los estudios de género en las universidades. Por su parte, en los Estados Unidos de América, siete estados (que representan el 17,4 % del total) han promulgado leyes locales que también se han definido como contrarias a la «propaganda homosexual» en el ámbito educativo.

En 41 países se ha constatado que se plantean barreras para la formación, el establecimiento o el registro de ONG relacionadas con la orientación sexual:

Afganistán, Arabia Saudí, Argelia, Bahréin, Bangladés, Bielorrusia, Burkina Faso, Burundi, Camerún, Catar, China, Congo, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía, Fiyi, Irán, Jordania, Kazajistán, Kirguizistán, Kuwait, Líbano, Libia, Malasia, Malawi, Mali, Marruecos, Mauritania, Nigeria, Omán, Rusia, Senegal, Singapur, Siria, Somalia, Sudán, Tanzania, Uganda, Yemen y Zambia.

Según declaraban Ruth Baldacchino y Helen Kennedy, cosecretarias generales de ILGA, «esto no son solo cifras, sino leyes que realmente impactan la vida diaria de las personas de diversas orientaciones sexuales en todo el mundo. Las leyes positivas marcan la diferencia: pueden contribuir a cambiar las actitudes del público y, concretamente, dicen a la gente que son igualmente dignas de derechos».

Puedes descargar el informe completo de ILGA en inglés sobre Homofobia de Estado (536 páginas) en este enlace.

 Fuente ILGA, vía Dosmanzanas

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“No hay gays en Malasia”, afirma el ministro de turismo

Martes, 12 de marzo de 2019

47783878_303El ministro de gobierno Datuk Mohamaddin bin Ketapi hizo la afirmación mientras hablaba con los medios de comunicación en un evento en Alemania el 5 de marzo, según Deutche Welle. Cuando se le preguntó si el país era seguro para los gays, Ketapi respondió: “No creo que tengamos nada parecido en nuestro país”.

Los comentarios llegaron cuando el ministro intentaba promocionar Malasia como destino turístico, después de haber hablado de su “belleza natural y cultura acogedora”.

Es ilegal ser gay en Malasia, y el gobierno del actual primer ministro Mahathir Bin Mohamad ha sido acusado de dirigir una campaña contra la comunidad LGBT+.

En octubre, el Primer Ministro afirmó que los derechos LGBT+ forman parte de los “valores occidentales”. Según el Bangkok Post y Nikkei Asian Review, dijo: “A veces los asiáticos aceptan los valores occidentales sin cuestionarlos. Debemos ser libres de no cambiar nuestros valores según sus deseos”. Continuó: “En este momento, no aceptamos a los LGBT, pero si ellos[Occidente] quieren aceptar, eso es asunto suyo. No nos obligues a hacerlo. La institución del matrimonio, la institución de la familia, ha sido ignorada en Occidente. ¿Por qué deberíamos seguir eso? Nuestro sistema de valores es igual de bueno. Si algún día decidiéramos caminar desnudos, ¿tendríamos que seguir?”

Dijo: “Por ejemplo, en Occidente, ahora los hombres se casan con hombres, las mujeres con mujeres, y la familia no está formada por padre, madre e hijo, sino que son dos hombres que adoptan un hijo de alguien. Se llaman a sí mismos una familia.”

El gobierno de Malasia ha tomado medidas enérgicas contra los derechos LGBT. El gobierno de Malasia está repleto de opositores a los derechos LGBT+.

En agosto de 2018, el ministro de asuntos religiosos del país, Mujahid Yusof Rawa, ordenó que dos retratos de activistas LGBT+ malasios fueran retirados de una exposición. Él dijo: “La sociedad no puede aceptar que los LGBT sean promovidos porque eso va en contra de las normas, la cultura y la religión”.

El mismo mes, el viceprimer ministro de Malasia, el Dr. Wan Azizah Wan Ismail, ordenó a los homosexuales que mantuvieran su sexualidad en secreto, mientras que el viceministro de Salud, el Dr. Lee Boon Chye, afirmó que las personas LGBT+ sufren de un “trastorno orgánico”.

Mahfuz Omar, viceministro del Departamento del Primer Ministro, afirmó que hay que ayudar a las personas LGBT+ a volver a sus “identidades originales” y que permitir que las personas sean transgénero causaría caos en la sociedad.

Escalada de LGTBfobia pese al cambio político en Malasia

whipping_bernama_020317_03En entradas anteriores hemos venido hablando de la escalada de LGTBfobia de Estado en Malasia. Dos mujeres malasias, de 22 y 32 años, respectivamente, recibían a principios de este mes de septiembre seis latigazos por orden de un tribunal, tras ser descubiertas por agentes islámicos en el estado conservador de Terengganu «intentando participar en actos sexuales en un automóvil». El Gobierno, por otra parte, no solo dejaba claro su apoyo a la redada que días antes tenía lugar en un bar de ambiente gay de Kuala Lumpur sino que, en boca del ministro del Territorio Federal, Khalid Samad, expresaba que «esperamos que esta iniciativa pueda mitigar que la cultura LGTB se extienda a nuestra sociedad».

Ya con anterioridad, el nuevo Ejecutivo de Malasia había defraudado las expectativas despertadas cuando insinuó que el colectivo LGTB no debe visibilizarse porque incomoda «a la mayoría» del país. Lo hacía a cuenta de la censura de los retratos de los activistas Pang Khee Teik y Nisha Ayub en una exposición de George Town (ciudad del Estado de Penang) por orden administrativa.

Un entorno difícil para las personas LGTB

240_f_91794336_7p8lv2bh0kbuky7jtsfknzjnmrl2bndyMalasia, una de las economías emergentes del sudeste asiático, es un país de variada composición étnico-religiosa, aunque de mayoría musulmana, en el que conviven leyes civiles, de obligado cumplimiento para todos, y leyes islámicas, de aplicación a los ciudadanos musulmanes. Las relaciones homosexuales, en cualquier caso, son ilegales y se castigan con penas de hasta 20 años de cárcel. De hecho, en 2011 nos hacíamos eco de las intenciones de varios líderes musulmanes malasios de endurecer las medidas contra la homosexualidad y en 2015 el entonces primer ministro, Najib Razak, comparaba a las personas LGTB con el Estado Islámico, alegando que carecen de derechos humanos.

La LGTBfobia social y política imperante en Malasia ha llevado a situaciones que rozan el absurdo, y que hemos recogido en esta misma página. En febrero del año pasado, en un vídeo promovido por el Departamento de Desarrollo Islámico de Malasia se sugería a los homosexuales que «aprender» a ser hetero es como iniciarse en la equitación. En febrero de este año nos hacíamos eco de un artículo que ejemplificaba la estigmatización de la comunidad LGTB también desde los medios de comunicación. En abril, nos enterábamos de que la Universidad de Ciencias de Malasia (USM) celebró un concurso de carteles para “convertir”alumnos gays en heterosexuales. Y en mayo que el gobierno de Malasia ha comenzado a bloquear páginas LGTB+, incluido el portal Utopia-Asia que es la principal fuente de información para viajeros gais en la región.

Otros ejemplos son el anuncio de censura de programas con personajes homosexuales; la censura de una escena de La Bella y la Bestia, de la que ya hemos hablado, y de una canción de Lady Gaga o la cancelación de un Festival que se celebraba desde 2008 para promover el respeto a la diversidad sexual.

Especialmente preocupante fue lo sucedido en 2012, cuando un joven gay musulmán recibió amenazas de muerte por difundir un vídeo en el que animaba a otros homosexuales a salir del armario. En junio del año pasado conocíamos la muerte de un adolescente, T. Nhaveen, después de cinco días en coma y sufrir una dura agresión de carácter homofóbica que le había dejado con varias heridas y quemaduras en la espalda, además de ser sodomizado con una barra. T. Nhaveen, de dieciocho años de edad, había quedado con su mejor amigo, T. Previin, de 19 años de edad, el sábado, 10 de junio, alrededor de las 11 de la mañana en una hamburguesería de Gelugor, un zona residencial de George Town, en Penang, para celebrar que iba a comenzar su vida como estudiante de música en Kuala Lumpur, pero falleció el jueves, 15 de junio, tras ser víctima de una dura agresión homofóbica que le deja en coma durante cinco días. Un episodio más de bullying homofóbico que en esta ocasión había consternado a la sociedad de Malasia por su dureza y violencia. Ante este escenario, podría pensarse que un suceso tan terrible como este debería servir de acicate para que el respeto a la diversidad gane posiciones en Malasia. Mucho nos temíamos que no iba a ser así, a la vista del hecho de que los mismos medios locales y autoridades que habían reaccionado con horror ni siquiera precisaron que el acoso que el joven sufría era de naturaleza homofóbica. Esperemos, al menos, que se haga justicia con los asesinos de  T. Nhaveen. Está claro, sin embargo, que ni siquiera un hecho tan terrible como este ha servido de acicate para que el respeto a la diversidad gane posiciones en Malasia, como ya entonces pronosticábamos. Y para corroborarlo, en julio radicales religiosos de Malasia e Indonesia se rebelaban contra Starbucks por su apoyo al colectivo LGBT

Fuente Cromosomax/Cristianos Gays

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Pensionista teme ser deportado por “no ser lo suficientemente gay”

Sábado, 2 de marzo de 2019

pensionista-teme-ser-deportado-del-reino-unido-porno-ser-lo-suficientemente-gayUn hombre de 67 años teme ser deportado a Malasia, donde la homosexualidad es ilegal, por “no ser lo suficientemente gay”.

Yew Fook Sam, que vive en Kirkby, en Merseyside, intentó solicitar asilo en el Reino Unido después de haber sido arrestado por trabajar ilegalmente en 2016. Los funcionarios de inmigración han rechazado su solicitud de permanencia, a pesar del riesgo de persecución en su país de origen.

Un juez de la Cámara de Inmigración y Asilo afirmó que : “Tomando todas las pruebas de la ronda, encuentro que el apelante no es homosexual como él dice.” El veredicto fue repetido por un juez del Tribunal Superior que rechazó su apelación. Dijeron que el juez original “proporcionó razones detalladas y convincentes para concluir que el relato del apelante sobre su sexualidad no era genuino y creíble, identificando numerosas inconsistencias y discrepancias en su relato…“.

Sam, que llegó al Reino Unido en 2005 con un visado de visita, dice que estuvo casado en Malasia y que tuvo dos hijos, pero que ha dicho que estaba viviendo una mentira. Dice que su esposa lo dejó después de descubrir que era gay. Hablando con un medio de Liverpool, dijo: “Estaba tan decepcionado y deprimido, después de que me dijeran que no era gay. ¿Cómo puedo probarlo? Intenté decirle al Ministerio del Interior: ‘Tengo 67 años. No necesito sexo”.

pensionista-teme-ser-deportado-del-reino-unido-porno-ser-lo-suficientemente-gay-0Sam agregó que era parte de varias asociaciones gay y que había asistido a las celebraciones del Orgullo, lo cual, según él, llevaría a que fuera blanco de ataques en Malasia. Quiero poder morir abiertamente como un hombre gay, no volver a Malasia y mantenerlo en secreto.”

Está siendo apoyado por una iglesia en Liverpool, donde es parte de la comunidad de alabanza de Mesa Abierta LGBTQIA+. Un miembro del grupo, Kieran Bohan, dijo que Sam tenía “mala salud” y que su “inglés e ingresos eran limitados”, lo que haría difícil estar en una relación. “Hay muchas personas en la vida adulta que se encuentran solteras, cualquiera que sea su orientación. No dejan de ser gays, bisexuales o heterosexuales porque no tienen pareja”, afirmó. Una petición para evitar su deportación ha recibido más de 1.000 firmas.

Un portavoz del Ministerio del Interior dijo al Liverpool Echo: “Este gobierno tiene un historial orgulloso de proporcionar protección a los solicitantes de asilo que huyen de la persecución por su orientación sexual o identidad de género, y el Reino Unido sigue siendo un líder mundial en su enfoque de la tramitación de este tipo de solicitudes de asilo. No hacemos comentarios rutinarios sobre casos individuales.”

Escalada de LGTBfobia pese al cambio político en Malasia

whipping_bernama_020317_03En entradas anteriores hemos venido hablando de la escalada de LGTBfobia de Estado en Malasia. Dos mujeres malasias, de 22 y 32 años, respectivamente, recibían a principios de este mes de septiembre seis latigazos por orden de un tribunal, tras ser descubiertas por agentes islámicos en el estado conservador de Terengganu «intentando participar en actos sexuales en un automóvil». El Gobierno, por otra parte, no solo dejaba claro su apoyo a la redada que días antes tenía lugar en un bar de ambiente gay de Kuala Lumpur sino que, en boca del ministro del Territorio Federal, Khalid Samad, expresaba que «esperamos que esta iniciativa pueda mitigar que la cultura LGTB se extienda a nuestra sociedad».

Ya con anterioridad, el nuevo Ejecutivo de Malasia había defraudado las expectativas despertadas cuando insinuó que el colectivo LGTB no debe visibilizarse porque incomoda «a la mayoría» del país. Lo hacía a cuenta de la censura de los retratos de los activistas Pang Khee Teik y Nisha Ayub en una exposición de George Town (ciudad del Estado de Penang) por orden administrativa.

Un entorno difícil para las personas LGTB

Malasia, una de las economías emergentes del sudeste asiático, es un país de variada composición étnico-religiosa, aunque de mayoría musulmana, en el que conviven leyes civiles, de obligado cumplimiento para todos, y leyes islámicas, de aplicación a los ciudadanos musulmanes. Las relaciones homosexuales, en cualquier caso, son ilegales y se castigan con penas de hasta 20 años de cárcel. De hecho, en 2011 nos hacíamos eco de las intenciones de varios líderes musulmanes malasios de endurecer las medidas contra la homosexualidad y en 2015 el entonces primer ministro, Najib Razak, comparaba a las personas LGTB con el Estado Islámico, alegando que carecen de derechos humanos.

La LGTBfobia social y política imperante en Malasia ha llevado a situaciones que rozan el absurdo, y que hemos recogido en esta misma página. En febrero del año pasado, en un vídeo promovido por el Departamento de Desarrollo Islámico de Malasia se sugería a los homosexuales que «aprender» a ser hetero es como iniciarse en la equitación. En febrero de este año nos hacíamos eco de un artículo que ejemplificaba la estigmatización de la comunidad LGTB también desde los medios de comunicación. En abril, nos enterábamos de que la Universidad de Ciencias de Malasia (USM) celebró un concurso de carteles para “convertir”alumnos gays en heterosexuales. Y en mayo que el gobierno de Malasia ha comenzado a bloquear páginas LGTB+, incluido el portal Utopia-Asia que es la principal fuente de información para viajeros gais en la región.

Otros ejemplos son el anuncio de censura de programas con personajes homosexuales; la censura de una escena de La Bella y la Bestia, de la que ya hemos hablado, y de una canción de Lady Gaga o la cancelación de un Festival que se celebraba desde 2008 para promover el respeto a la diversidad sexual.

Especialmente preocupante fue lo sucedido en 2012, cuando un joven gay musulmán recibió amenazas de muerte por difundir un vídeo en el que animaba a otros homosexuales a salir del armario. En junio del año pasado conocíamos la muerte de un adolescente, T. Nhaveen, después de cinco días en coma y sufrir una dura agresión de carácter homofóbica que le había dejado con varias heridas y quemaduras en la espalda, además de ser sodomizado con una barra. T. Nhaveen, de dieciocho años de edad, había quedado con su mejor amigo, T. Previin, de 19 años de edad, el sábado, 10 de junio, alrededor de las 11 de la mañana en una hamburguesería de Gelugor, un zona residencial de George Town, en Penang, para celebrar que iba a comenzar su vida como estudiante de música en Kuala Lumpur, pero falleció el jueves, 15 de junio, tras ser víctima de una dura agresión homofóbica que le deja en coma durante cinco días. Un episodio más de bullying homofóbico que en esta ocasión había consternado a la sociedad de Malasia por su dureza y violencia. Ante este escenario, podría pensarse que un suceso tan terrible como este debería servir de acicate para que el respeto a la diversidad gane posiciones en Malasia. Mucho nos temíamos que no iba a ser así, a la vista del hecho de que los mismos medios locales y autoridades que habían reaccionado con horror ni siquiera precisaron que el acoso que el joven sufría era de naturaleza homofóbica. Esperemos, al menos, que se haga justicia con los asesinos de  T. Nhaveen. Está claro, sin embargo, que ni siquiera un hecho tan terrible como este ha servido de acicate para que el respeto a la diversidad gane posiciones en Malasia, como ya entonces pronosticábamos. Y para corroborarlo, en julio radicales religiosos de Malasia e Indonesia se rebelaban contra Starbucks por su apoyo al colectivo LGBT

Fuente Cromosomax/Cristianos Gays/Dosmanzanas

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Hombre filtra información personal de 14.200 seropositivos

Martes, 5 de febrero de 2019

dataleakMikhy K. Farrera Brochez (dcha) y su pareja Ler Teck Siang

Un antiguo residente de Singapur, una nación-estado de Asia oriental en la península de Malasia, filtró deliberadamente su Registro Nacional del VIH que contenía la información personal de 5.400 singapurenses y 8.800 extranjeros a los que se había diagnosticado como seropositivos. La información personal incluía sus nombres, números de teléfono y direcciones.

Aunque el gobierno dice que la información no ha sido publicada públicamente, se cree que fue filtrada en internet a través de un ex empleado del gobierno a su novio VIH-positivo.

El receptor de la filtración ha sido identificado como Mikhy K. Farrera Brochez, un ex-residente VIH-positivo de los Estados Unidos que vivió en Singapur hasta mayo de 2018 cuando fue deportado, después de una sentencia de 28 meses de prisión por fraude y delitos de drogas.

A los extranjeros VIH-positivos se les prohíbe obtener visados de trabajo o residencia permanente en la región. Así que Brochez mintió sobre su condición de VIH-positivo al vivir en el país con su novio de Singapur. Su novio, Ler Teck Siang, era un médico que trabajaba para la Unidad Nacional de Salud Pública, quien sometió su propia sangre a la prueba nacional de VIH de Brochez.

Brochez filtró públicamente el Registro Nacional de VIH en internet después de ser deportado. El gobierno no ha dicho cómo obtuvo acceso a la base de datos, pero actualmente está siendo investigado por la policía. Si se le encuentra culpable, podría enfrentar una multa de 2.000 dólares y dos años de prisión por violar la Ley de Secretos Oficiales del Estado-Nación.

Y aunque la incidencia general del VIH en el país, de 5,6 millones de personas, es baja (su Ministerio de Salud sólo citó unos 265 nuevos diagnósticos en la mayor parte de 2018), la homofobia y el estigma del VIH en el país podrían hacer que las personas nombradas en la filtración se enfrenten a graves repercusiones sociales si sus nombres se hacen públicos.

Las personas afectadas podrían perder su trabajo, ser víctimas de acoso, ser rechazadas para recibir tratamiento médico y ser excluidas por sus amigos y familiares.

La homosexualidad y el VIH a menudo se confunden debido a la alta prevalencia de la enfermedad entre los hombres que duermen con hombres. Como tal, Singapur no es del todo acogedor para las personas percibidas como homosexuales.

La región penaliza la actividad sexual entre hombres del mismo sexo y la castiga con dos años de prisión. También tiene leyes vagas contra la “indecencia grosera”, la “indignación por la modestia”, la “molestia pública” y los “propósitos inmorales” que permiten el enjuiciamiento de cualquier hombre que supuestamente busque encuentros entre personas del mismo sexo.

En enero de 2006, el Ministerio de Desarrollo Comunitario, Juventud y Deportes del país donó 61.500 dólares a Liberty League, una organización que promueve la llamada terapia de conversión “ex-gay“. El país también prohíbe abiertamente a los ciudadanos LGBTQ servir en sus fuerzas armadas, categorizándolos junto a “travestis, pedófilos” y aquellos con “comportamiento afeminado”. Los códigos de televisión y cine del país también prohíben cualquier argumento que “promueva, justifique o glamurice tales estilos de vida”.

Fuente Cromosomax

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Malasia censura escenas con contenido LGTB de la película «Bohemian Rhapsody»

Lunes, 19 de noviembre de 2018

de12039f-bohemian-rhapsody-trailer-review-queen-finally-comes-to-the-big-screen-640x480Las autoridades malasias vuelven a censurar una película por visibilizar la homosexualidad. Se trata de Bohemian Rhapsody, el filme sobre la mítica banda Queen y su vocalista Freddie Mercury. Las escenas borradas en la versión proyectada en el país asiático hacen referencia principalmente a relaciones entre hombres y travestismo. El filme, recomendado para mayores de 13 años en Estados Unidos y Reino Unido, ha recibido en Malasia una calificación para mayores de 18 años para evitar «más cortes» que «habrían afectado a la trama».  

Bohemian Rhapsody, que se ha estrenado recientemente en cines, cuenta la historia de la banda de rock Queen hasta el famoso concierto Live Aid en el estadio de Wembley en 1985. La cinta explora (sin entrar en profundidades) la sexualidad de Freddie Mercury, incluyendo sus relaciones con otros hombres. Un tema tabú para las autoridades malasias, que, como ya hicieran con La Bella y la Bestia, han vuelto a censurar las escenas donde la homosexualidad es más visible. Ya entonces la LPF dejó claro que solo permite tramas que hagan referencia a la homosexualidad si el personaje muere o acaba renunciando a su orientación sexual a lo largo de la película. En el caso de la película de Disney, la productora se negó a permitir la proyección de una versión censurada, cosa que no ha ocurrido por el momento con Bohemian Rhapsody.

Aunque en un principio se informó sobre un supuesto corte de 24 minutos con respecto al metraje original, la censura se ha quedado reducida a un total de tres minutos. En concreto, según el presidente de la LPF Mohd Zamberi Abdul Aziz, se han eliminado palabras malsonantes, así como escenas de «hombres besándose, hombres frotándose unos contra otros y un grupo de hombres con vestidos celebrando  una fiesta en una mansión». También se han borrado referencias a la relación entre Freddie Mercury y Jim Hutton (el que fuera su pareja durante los últimos años de su vida, al que la película presenta en un par de secuencias) y se ha editado la parte en la que Mercury se confiesa bisexual a su entonces pareja Mary Austin.

Zamberi defendió la edición de la película se ha llevado a cabo para que los malasios puedan verla, porque en caso contrario, las autoridades la habrían vetado por completo. «Cualquier cosa relacionada con lo LGTB o que lo promueva no se admitirá, y como sabemos que es una película que la gente quiere ver, solo cortamos muy pocas escenas», afirmó. Además de la censura, la película ha sido calificada para mayores de 18 años, a diferencia de Estados Unidos y Reino Unido, donde está recomendada para mayores de 13. Zamberi argumenta que, de haberla mantenido para mayores de 13 años, el filme habría sufrido la eliminación de escenas con besos o consumo de alcohol, por ejemplo. Unos cortes que «habrían afectado a la trama», a diferencia al parecer de los que sí se han producido.

LGTBfobia y censura pese al cambio político

En entradas anteriores hemos venido hablando de la escalada de LGTBfobia de Estado en Malasia, y que el nuevo Ejecutivo no ha frenado pese a las esperanzas que había despertado. En agosto de este año una representante del Gobierno afirmó que el colectivo LGTB no debe visibilizarse porque incomoda «a la mayoría» del país. Lo hacía a cuenta de la censura de los retratos de los activistas Pang Khee Teik y Nisha Ayub en una exposición de George Town (ciudad del Estado de Penang) por orden administrativa. Hace un mes, el ministro de Religión calificó los derechos LGTB de «ideas extremas» que «no se pueden permitir».

La LGTBfobia social y política imperante en Malasia ha llevado a situaciones que rozan el absurdo, y que hemos recogido en esta misma página. En febrero del año pasado, en un vídeo promovido por el Departamento de Desarrollo Islámico de Malasia se sugería a los homosexuales que «aprender» a ser hetero es como iniciarse en la equitación. En febrero de este año nos hacíamos eco de un artículo que ejemplificaba la estigmatización de la comunidad LGTB también desde los medios de comunicación. En abril, nos enterábamos de que la Universidad de Ciencias de Malasia (USM) celebró un concurso de carteles para “convertir”alumnos gays en heterosexuales. Y en mayo que el gobierno de Malasia ha comenzado a bloquear páginas LGTB+, incluido el portal Utopia-Asia que es la principal fuente de información para viajeros gais en la región. Otros ejemplos son el anuncio de censura de programas con personajes homosexuales; la censura de una escena de La Bella y la Bestia y de una canción de Lady Gaga o la cancelación de un Festival que se celebraba desde 2008 para promover el respeto a la diversidad sexual.

Otros ejemplos son el anuncio de censura de programas con personajes homosexuales; la censura de una escena de La Bella y la Bestia, de la que ya hemos hablado, y de una canción de Lady Gaga o la cancelación de un Festival que se celebraba desde 2008 para promover el respeto a la diversidad sexual.

Una estigmatización social que, en ocasiones, tiene consecuencias criminales. Especialmente preocupante fue lo sucedido en 2012, cuando un joven gay musulmán recibió amenazas de muerte por difundir un vídeo en el que animaba a otros homosexuales a salir del armario. En junio del año pasado conocíamos la muerte de un adolescente, T. Nhaveen, después de cinco días en coma y sufrir una dura agresión de carácter homofóbica que le había dejado con varias heridas y quemaduras en la espalda, además de ser sodomizado con una barra. T. Nhaveen, de dieciocho años de edad, había quedado con su mejor amigo, T. Previin, de 19 años de edad, el sábado, 10 de junio, alrededor de las 11 de la mañana en una hamburguesería de Gelugor, un zona residencial de George Town, en Penang, para celebrar que iba a comenzar su vida como estudiante de música en Kuala Lumpur, pero falleció el jueves, 15 de junio, tras ser víctima de una dura agresión homofóbica que le deja en coma durante cinco días. Un episodio más de bullying homofóbico que en esta ocasión había consternado a la sociedad de Malasia por su dureza y violencia. Ante este escenario, podría pensarse que un suceso tan terrible como este debería servir de acicate para que el respeto a la diversidad gane posiciones en Malasia. Mucho nos temíamos que no iba a ser así, a la vista del hecho de que los mismos medios locales y autoridades que habían reaccionado con horror ni siquiera precisaron que el acoso que el joven sufría era de naturaleza homofóbica. Esperemos, al menos, que se haga justicia con los asesinos de  T. Nhaveen. Está claro, sin embargo, que ni siquiera un hecho tan terrible como este ha servido de acicate para que el respeto a la diversidad gane posiciones en Malasia, como ya entonces pronosticábamos. Y para corroborarlo, en julio radicales religiosos de Malasia e Indonesia se rebelaban contra Starbucks por su apoyo al colectivo LGBT…Aunque el suceso que causó una mayor consternación fue el brutal asesinato homófobo del joven T. Nhaveen en junio del año pasado. Está claro, sin embargo, que ni siquiera un hecho tan terrible como este ha servido de acicate para que la aceptación de la diversidad gane posiciones en Malasia.

Fuente Dosmanzanas

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La policía de Indonesia detiene a una pareja gay por promover una página pro-LGTB en Facebook

Miércoles, 24 de octubre de 2018

indonesia_condones-300x150La policía se incauta de condones y vaselina en una fiesta gay celebrada en Cipanas en enero de 2018 (Java Occidental, Indonesia).

La policía indonesia ha arrestado a dos hombres homosexuales solo por dirigir una página de Facebook con temas LGTB. Los agentes allanaban este pasado jueves una casa de Batununggal, Java Occidental, que fue alquilada por un hombre que supuestamente creó la página de Facebook «Gay Bandung» con su compañero. Este es el primer caso de criminalización LGTB en las redes sociales en Indonesia, según medios como The Straits Times. La policía, además de detener a la pareja, se incautó de varios teléfonos móviles y 25 preservativos. Estas víctimas de la LGTBfobia de Estado se enfrentan ahora a un máximo de seis años de prisión, acusados de «transmisión y difusión de información electrónica que contiene inmoralidad».

En apenas unas horas, la página en cuestión de Facebook pasaba de 4.000 seguidoreshasta los más de 31.000 en apoyo a la pareja. Pero lo cierto es que la LGTBfobia, instigada abiertamente por las administraciones, las jerarquías religiosas y ejecutada por las supuestas fuerzas de «seguridad» de Indonesia está creciendo como la espuma. Los hombres acusados por promover la página proLGTB, según el subdirector de «delitos especiales» de la policía, Hari Brata, habrían cometido el «delito» de querer «hacer amistades entre personas del mismo sexo».

Echando un vistazo a la página, sin embargo, también se puede leer información sobre noticias a favor de los derechos del colectivo LGTB, así como cuestiones de utilidad, salud, VIH/sida o entretenimiento. Los «sospechosos» han sido acusados en virtud del Artículo 27, Punto 1, de la Ley de Transacciones Electrónicas e Información (ITE) sobre «la transmisión y difusión de información electrónica que contiene inmoralidad». La citada ley conlleva una sentencia máxima de seis años de prisión y una multa de hasta mil millones de rupias (unos 60.000 euros, aproximadamente).

Lo sucedido se enmarca en el clima de acoso contra las personas LGTB que se vive en Java Occidental, cuyo jefe de policía ya hizo pública hace año y medio su intención de constituir un grupo de trabajo policial para investigar la actividad de personas LGTB. Hace solo un par de semanas, otra página de Facebook relacionada con el tema generó controversia en la ciudad de Garut. La protesta local provocó que los administradores escolares prohibieran la presencia de estudiantes LGTB en las escuelas. El miércoles 17 de octubre, la administración de la regencia de Cianjur dio instrucciones a las mezquitas de la región pidiéndoles que prediquen sobre los peligros de la comunidad LGTB y el VIH/sida en las oraciones del viernes.

La peor situación, en Aceh

Por desgracia las noticias sobre LGTBfobia de Estado en Indonesia son incesantes. La peor situación, posiblemente, es la que se vive en la provincia de Aceh, donde dos hombres recibían el pasado mes de julio 80 latigazos acusados de practicar la homosexualidad. Un castigo semejante al que recibieron en mayo de 2017 otros dos jóvenes. En aquella ocasión recibieron 83 latigazos, también ante una multitud exaltada. Amnistía Internacional lo calificó de «repugnante espectáculo» y se sucedieron las condenas internacionales.

Debido a ello, el presidente indonesio, Joko Wivodo, presionó al gobernador de Aceh, Irwandi Yusuf, para que finalmente emitiese una orden en la que se establecía que los castigos físicos debían ejecutarse en el interior de las prisiones y se prohibía la grabación o difusión de imágenes de los mismos. No obstante, hubo una gran oposición por parte de los sectores religiosos, que consideraron que si los castigos no eran públicos perderían su carácter de «ejemplarizantes», idea que, al parecer, ha terminado prevaleciendo.

También hace unos meses recogíamos la detención de cuatro personas en Banda Aceh (capital de la provincia), a manos de patrullas ciudadadanas, acusadas de «practicar la homosexualidad»: tres varones y una mujer transexual, que se enfrentarían a penas que incluyen los mencionados castigos físicos. Y a principios de año contábamos como la policía de Aceh detuvo a doce mujeres trans, les afeitó el cabello y las obligó a vestirse como «hombres normales».

En la provincia de Aceh, recordemos, rige la sharía desde 2005. Fue una concesión de Indonesia a los separatistas en el marco del acuerdo de paz que tuvo lugar poco después del tsunami que asoló la región. Aunque no fue hasta septiembre de 2014 cuando finalmente se aprobó la ley que castiga las relaciones homosexuales con la pena de flagelación (que entró en vigor en octubre de 2015).

La sharía también rige en Sumatra Meridional (en este caso solo para los musulmanes, que en cualquier caso son mayoría).

La persecución se extiende por el conjunto de Indonesia

Pero la persecución no se limita ya a los territorios donde rige la sharía. Ya en febrero de 2016 hacíamos alusión a la ola de LGTBfobia protagonizada por políticos y líderes religiosos indonesios. Desde entonces no hemos dejado de conocer casos de detenciones y abusos. En diciembre de 2017, por ejemplo, nos hacíamos eco de la condena de diez hombres a dos años de cárcel por participar en una supuesta «fiesta gay» en Yakarta, la capital del país, donde las relaciones homosexuales no son ilegales. Los detenidos fueron entonces condenados por violar la ley contra la pornografía. El que se utilice esta ley para perseguir penalmente la homosexualidad en un territorio en el que supuestamente no está criminalizada pone de manifiesto la gravedad de la situación.

En mayo de 2017, otros ocho hombres eran detenidos, igualmente acusados de celebrar una «fiesta gay» en Surabaya, la segunda ciudad del país.  Y en octubre de 2017 tuvo lugar otra redada en un local de ambiente gay de Yakarta, en la que fueron detenidos 51 hombres.

Esta espantosa situación podría además agravarse de prosperar la iniciativa legislativa que pretende castigar en todo el país las relaciones homosexuales con penas de hasta cinco años de prisión, si bien el proyecto de ley ha sido aplazado provisionalmente.

Fuente Dosmanzanas

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El ministro de religión de Malasia dice que los derechos LGTB son «ideas extremas» y que «no podemos permitir» que dicten la agenda

Viernes, 12 de octubre de 2018

imageDatuk Mujahid Yusof Rawa, ministro de asuntos religiosos de Malasia, se ha despachado contra la igualdad, los derechos y la dignidad del colectivo LGTB de su país, cada vez más vulnerable por la exponencial escalada de LGTBfobia de Estado. El responsable de la cartera de Religión (lo que ya en sí dice mucho de la falta de libertades y de calidad democrática de un país, con independencia de qué fe se trate) califica los derechos y la igualdad de las personas LGTB como «ideas extremas», por lo que justifica que «no podemos permitir» que el colectivo dicte la agenda. Es decir, que ni hablar de proponer cambios legislativos porque el Gobierno se siente más cómodo en el rol que ha asumido de perseguir, penalizar y difamar (la clásica LGTBfobia de Estado, en otras palabras). Las declaraciones discriminatorias se suceden solo unas semanas después de que el primer ministro asegurara que «no podemos aceptar» el matrimonio igualitario o los derechos LGTB.

«No podemos permitir el dictado de estas personas a Malasia, damas y caballeros. No se puede permitir que se impongan al ministro encargado de los asuntos religiosos», ha expresado Datuk Mujahid Yusof Rawa en relación a la comunidad LGBTI. «El país estaría en una situación desastrosa si estas ideas extremas nos dictaran, mientras tengamos la autoridad para decir lo correcto y ser valientes para decirlo», proseguía este miembro del Gobierno.

El ministro defendió este discurso en el Instituto Internacional de Estudios Islámicos Avanzados, ante académicos y personalidades. «Esta es la posición que adoptamos, pero nunca cerramos la puerta a que ellos cambien», añadía Yusof Rawa. También se refirió a los comentarios del primer ministro Mahathir Mohamad al organismo de derechos humanos de Malasia (SUHAKAM) de que el país no aceptaría la igualdad LGTB, como recogíamos hace un par de semanas.

Escalada de LGTBfobia pese al cambio político

whipping_bernama_020317_03En entradas anteriores hemos venido hablando de la escalada de LGTBfobia de Estado en Malasia. Dos mujeres malasias, de 22 y 32 años, respectivamente, recibían a principios de este mes de septiembre seis latigazos por orden de un tribunal, tras ser descubiertas por agentes islámicos en el estado conservador de Terengganu «intentando participar en actos sexuales en un automóvil». El Gobierno, por otra parte, no solo dejaba claro su apoyo a la redada que días antes tenía lugar en un bar de ambiente gay de Kuala Lumpur sino que, en boca del ministro del Territorio Federal, Khalid Samad, expresaba que «esperamos que esta iniciativa pueda mitigar que la cultura LGTB se extienda a nuestra sociedad».

Ya con anterioridad, el nuevo Ejecutivo de Malasia había defraudado las expectativas despertadas cuando insinuó que el colectivo LGTB no debe visibilizarse porque incomoda «a la mayoría» del país. Lo hacía a cuenta de la censura de los retratos de los activistas Pang Khee Teik y Nisha Ayub en una exposición de George Town (ciudad del Estado de Penang) por orden administrativa.

Un entorno difícil para las personas LGTB

240_f_91794336_7p8lv2bh0kbuky7jtsfknzjnmrl2bndyMalasia, una de las economías emergentes del sudeste asiático, es un país de variada composición étnico-religiosa, aunque de mayoría musulmana, en el que conviven leyes civiles, de obligado cumplimiento para todos, y leyes islámicas, de aplicación a los ciudadanos musulmanes. Las relaciones homosexuales, en cualquier caso, son ilegales y se castigan con penas de hasta 20 años de cárcel. De hecho, en 2011 nos hacíamos eco de las intenciones de varios líderes musulmanes malasios de endurecer las medidas contra la homosexualidad y en 2015 el entonces primer ministro, Najib Razak, comparaba a las personas LGTB con el Estado Islámico, alegando que carecen de derechos humanos.

La LGTBfobia social y política imperante en Malasia ha llevado a situaciones que rozan el absurdo, y que hemos recogido en esta misma página. En febrero del año pasado, en un vídeo promovido por el Departamento de Desarrollo Islámico de Malasia se sugería a los homosexuales que «aprender» a ser hetero es como iniciarse en la equitación. En febrero de este año nos hacíamos eco de un artículo que ejemplificaba la estigmatización de la comunidad LGTB también desde los medios de comunicación. En abril, nos enterábamos de que la Universidad de Ciencias de Malasia (USM) celebró un concurso de carteles para “convertir”alumnos gays en heterosexuales. Y en mayo que el gobierno de Malasia ha comenzado a bloquear páginas LGTB+, incluido el portal Utopia-Asia que es la principal fuente de información para viajeros gais en la región.

Especialmente preocupante fue lo sucedido en 2012, cuando un joven gay musulmán recibió amenazas de muerte por difundir un vídeo en el que animaba a otros homosexuales a salir del armario. En junio del año pasado conocíamos la muerte de un adolescente, T. Nhaveen, después de cinco días en coma y sufrir una dura agresión de carácter homofóbica que le había dejado con varias heridas y quemaduras en la espalda, además de ser sodomizado con una barra. T. Nhaveen, de dieciocho años de edad, había quedado con su mejor amigo, T. Previin, de 19 años de edad, el sábado, 10 de junio, alrededor de las 11 de la mañana en una hamburguesería de Gelugor, un zona residencial de George Town, en Penang, para celebrar que iba a comenzar su vida como estudiante de música en Kuala Lumpur, pero falleció el jueves, 15 de junio, tras ser víctima de una dura agresión homofóbica que le deja en coma durante cinco días. Un episodio más de bullying homofóbico que en esta ocasión había consternado a la sociedad de Malasia por su dureza y violencia. Ante este escenario, podría pensarse que un suceso tan terrible como este debería servir de acicate para que el respeto a la diversidad gane posiciones en Malasia. Mucho nos temíamos que no iba a ser así, a la vista del hecho de que los mismos medios locales y autoridades que habían reaccionado con horror ni siquiera precisaron que el acoso que el joven sufría era de naturaleza homofóbica. Esperemos, al menos, que se haga justicia con los asesinos de  T. Nhaveen. Está claro, sin embargo, que ni siquiera un hecho tan terrible como este ha servido de acicate para que el respeto a la diversidad gane posiciones en Malasia, como ya entonces pronosticábamos. Y para corroborarlo, en julio radicales religiosos de Malasia e Indonesia se rebelaban contra Starbucks por su apoyo al colectivo LGBT

Fuente Dosmanzanas

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El primer ministro de Malasia asegura que «no podemos aceptar» el matrimonio igualitario o los derechos LGTB

Miércoles, 3 de octubre de 2018

gmmahathir0931_2xPocos meses después de que el cambio político en Malasia abriese una esperanza de mejora en la situación de las personas LGTB, el primer ministro Mahathir Mohamad despeja —para mal— las dudas y aclara que su gobierno no piensa mover un solo dedo para favorecer políticas igualitarias. Antes al contrario, asegura que «no podemos aceptar» avances en ese sentido. Lo cierto es que estas declaraciones coinciden con la línea profundamente LGTBfóbica de las últimas y preocupantes noticias que hemos venido recogiendo de este país asiático. El primer ministro se pronunciaba en los términos referidos tras su reunión con la Comisión de Derechos Humanos de Malasia (SUHAKAM), que defiende una posición más inclusiva, aunque contraria al matrimonio igualitario.

«SUHAKAM no apoya los matrimonios entre personas del mismo sexo en Malasia», se apresuraban a exponer públicamente desde este organismo, a rebufo de las palabras del primer ministro. «Si bien SUKAHAM suscribe y cree en la universalidad de los derechos humanos, no deja de tener en cuenta nuestros valores específicos del contexto», añadía su portavoz. «Sin embargo, SUKAHAM es firme en su posición de que nadie tiene derecho a discriminar a las personas LGTB o a tratarlas con odio o violencia». La Comisión de Derechos Humanos de Malasia también añadía que «el Gobierno no puede permitir que una situación en la que las creencias religiosas personales junto con la inacción gubernamental y la homofobia política se conviertan en una licencia para la violencia contra las personas LGTB».

«Si bien estamos de acuerdo con las sugerencias de SUHAKAM, tenemos que recordarle que nuestro sistema de valores es diferente al de Occidente», aseguraba sin embargo el primer ministro. «No podemos aceptar, por ejemplo, LGBT [sic], o el matrimonio entre hombres y hombres, mujeres y mujeres». «Nuestro concepto de familia sigue siendo el mismo, que las parejas con niños, con sus propios hijos, son una familia, incluso niños adoptados. Pero dos hombres o dos mujeres no se consideran una familia», alega Mahathir Mohamad. Unas declaraciones que van más allá de la mera oposición al reconocimiento jurídico del matrimonio igualitario (que nunca ha estado verdaderamente sobre la mesa en Malasia).

Este vídeo recoge (en inglés) algunas de las palabras del primer ministro en contra de la igualdad del colectivo LGTB:

Escalada de LGTBfobia de Estado en Malasia

En entradas anteriores hemos venido hablando de la escalada de LGTBfobia de Estado en Malasia. Dos mujeres malasias, de 22 y 32 años, respectivamente, recibían a principios de este mes de septiembre seis latigazos por orden de un tribunal, tras ser descubiertas por agentes islámicos en el estado conservador de Terengganu «intentando participar en actos sexuales en un automóvil». El Gobierno, por otra parte, no solo dejaba claro su apoyo a la redada que días antes tenía lugar en un bar de ambiente gay de Kuala Lumpur sino que, en boca del ministro del Territorio Federal, Khalid Samad, expresaba que «esperamos que esta iniciativa pueda mitigar que la cultura LGTB se extienda a nuestra sociedad».

whipping_bernama_020317_03Ya con anterioridad, el nuevo Ejecutivo de Malasia había defraudado las expectativas despertadas cuando insinuó que el colectivo LGTB no debe visibilizarse porque incomoda «a la mayoría» del país. Lo hacía a cuenta de la censura de los retratos de los activistas Pang Khee Teik y Nisha Ayub en una exposición de George Town (ciudad del Estado de Penang) por orden administrativa.

Un entorno difícil para las personas LGTB

Malasia, una de las economías emergentes del sudeste asiático, es un país de variada composición étnico-religiosa, aunque de mayoría musulmana, en el que conviven leyes civiles, de obligado cumplimiento para todos, y leyes islámicas, de aplicación a los ciudadanos musulmanes. Las relaciones homosexuales, en cualquier caso, son ilegales y se castigan con penas de hasta 20 años de cárcel. De hecho, en 2011 nos hacíamos eco de las intenciones de varios líderes musulmanes malasios de endurecer las medidas contra la homosexualidad y en 2015 el entonces primer ministro, Najib Razak, comparaba a las personas LGTB con el Estado Islámico, alegando que carecen de derechos humanos.

La LGTBfobia social y política imperante en Malasia ha llevado a situaciones que rozan el absurdo, y que hemos recogido en esta misma página. En febrero del año pasado, en un vídeo promovido por el Departamento de Desarrollo Islámico de Malasia se sugería a los homosexuales que «aprender» a ser hetero es como iniciarse en la equitación. En febrero de este año nos hacíamos eco de un artículo que ejemplificaba la estigmatización de la comunidad LGTB también desde los medios de comunicación. En abril, nos enterábamos de que la Universidad de Ciencias de Malasia (USM) celebró un concurso de carteles para “convertir”alumnos gays en heterosexuales. Y en mayo que el gobierno de Malasia ha comenzado a bloquear páginas LGTB+, incluido el portal Utopia-Asia que es la principal fuente de información para viajeros gais en la región.

Especialmente preocupante fue lo sucedido en 2012, cuando un joven gay musulmán recibió amenazas de muerte por difundir un vídeo en el que animaba a otros homosexuales a salir del armario. En junio del año pasado conocíamos la muerte de un adolescente, T. Nhaveen, después de cinco días en coma y sufrir una dura agresión de carácter homofóbica que le había dejado con varias heridas y quemaduras en la espalda, además de ser sodomizado con una barra. T. Nhaveen, de dieciocho años de edad, había quedado con su mejor amigo, T. Previin, de 19 años de edad, el sábado, 10 de junio, alrededor de las 11 de la mañana en una hamburguesería de Gelugor, un zona residencial de George Town, en Penang, para celebrar que iba a comenzar su vida como estudiante de música en Kuala Lumpur, pero falleció el jueves, 15 de junio, tras ser víctima de una dura agresión homofóbica que le deja en coma durante cinco días. Un episodio más de bullying homofóbico que en esta ocasión había consternado a la sociedad de Malasia por su dureza y violencia. Ante este escenario, podría pensarse que un suceso tan terrible como este debería servir de acicate para que el respeto a la diversidad gane posiciones en Malasia. Mucho nos temíamos que no iba a ser así, a la vista del hecho de que los mismos medios locales y autoridades que habían reaccionado con horror ni siquiera precisaron que el acoso que el joven sufría era de naturaleza homofóbica. Esperemos, al menos, que se haga justicia con los asesinos de  T. Nhaveen. Está claro, sin embargo, que ni siquiera un hecho tan terrible como este ha servido de acicate para que el respeto a la diversidad gane posiciones en Malasia, como ya entonces pronosticábamos. Y para corroborarlo, en julio radicales religiosos de Malasia e Indonesia se rebelaban contra Starbucks por su apoyo al colectivo LGBT

Fuente Dosmanzanas

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Malasia ejecuta la condena de seis latigazos a las dos mujeres acusadas de intentar mantener sexo lésbico en un coche

Miércoles, 5 de septiembre de 2018

whipping_bernama_020317_03Los latigazos comenzaron a las 10 a.m. y terminaron aproximadamente 20 minutos después. – Bernama pic

A pesar de la presión internacional y de las voces que desde dentro de Malasia han clamado por la conmutación de la pena, las dos mujeres acusadas de «tentativa de sexo lésbico» han sido sometidas este lunes a seis latigazos o azotes, además del pago de sendas multas de 800 euros. Aunque Justice for Sisters y otras nueve organizaciones civiles malasias calificaron este tipo de sentencias como tortura, la visión heteropatriarcal del sistema de justicia y de la administración del Estado muestra otra cara radicalmente distinta. Diríase que kafkiana. «Básicamente, cuando hablas de azotes en los tribunales de sharía, la falacia de la gente de fuera es que el azote tiene el propósito de lastimar a la persona», ha dicho el vicepresidente de la Asociación de Abogados Musulmanes, Abdul Rahim Sinwan.

Dos mujeres malasias, de 22 y 32 años, respectivamente, han recibido seis latigazos por orden de un tribunal, tras ser descubiertas por agentes islámicos «encargados de hacer cumplir la ley» en el estado conservador de Terengganu «intentando participar en actos sexuales en un automóvil». Lo contábamos hace solo unos días, la condena física para estas víctimas de la LGTBfobia de Estado de Malasia estaba prevista para la semana pasada. No obstante, alegando «razones técnicas», se pospuso hasta este lunes.

«El azote en la sharía no está destinado a lastimar a la persona. Se trata de educar a la persona. Por lo tanto, no es doloroso, no es cruel», sostiene alegremente el vicepresidente de la Asociación de Abogados Musulmanes, Abdul Rahim Sinwan. «No se trata de una humillación, no se trata de lastimar a la persona. Han sido llevadas a través de puertas diferentes, han sido sacadas por puertas diferentes, ya que el propósito no es humillar a la persona», agrega el letrado.

Por su parte, la abogada Marlina Amir Hamzah, ha explicado que las mujeres fueron castigadas a la vista de unas 100 personas en el tribunal, entre las cuales había observadores públicos, representantes de agencias gubernamentales y miembros de distintas ONG. El siguiente vídeo recoge los momentos previos a la humillante ejecución de la condena:

Escalada de LGTBfobia de Estado en Malasia

Ya se puede hablar de una escalada de LGTBfobia de Estado en Malasia. El Gobierno no solo dejaba claro su apoyo a la redada que hace unos días se realizaba de madrugada en un bar de ambiente gay de Kuala Lumpur sino que, en boca del ministro del Territorio Federal, Khalid Samad, expresaban que «esperamos que esta iniciativa pueda mitigar que la cultura LGTB se extienda a nuestra sociedad».

Ya con anterioridad, el nuevo Ejecutivo de Malasia, que había despertado ciertas esperanzas de mejora para el colectivo LGTB tras el cambio político operado en las elecciones de mayo, había empezado a alentar la LGTBfobia al insinuar que el colectivo no debe visibilizarse porque incomoda «a la mayoría» del país. Lo hacía a cuenta de la censura de los retratos de los activistas Pang Khee Teik y Nisha Ayub en una exposición de George Town (ciudad del Estado de Penang) por orden administrativa.

Malasia, una de las economías emergentes del sudeste asiático, es un país de variada composición étnico-religiosa, aunque de mayoría musulmana, en el que conviven leyes civiles, de obligado cumplimiento para todos, y leyes islámicas, de aplicación a los ciudadanos musulmanes. Las relaciones homosexuales, en cualquier caso, son ilegales y se castigan con penas de hasta 20 años de cárcel. De hecho, en 2011 nos hacíamos eco de las intenciones de varios líderes musulmanes malasios de endurecer las medidas contra la homosexualidad y en 2015 el entonces primer ministro, Najib Razak, comparaba a las personas LGTB con el Estado Islámico, alegando que carecen de derechos humanos.

La LGTBfobia social y política imperante en Malasia ha llevado, de hecho, a situaciones que rozan el absurdo, y que hemos recogido en esta misma página. El pasado mes de febrero, en un vídeo promovido por el Departamento de Desarrollo Islámico de Malasia, se sugería a los homosexuales que “aprender” a ser hetero es igual que iniciarse en la equitación. Otros ejemplos son el anuncio de censura de programas con personajes homosexuales; la censura de una escena de La Bella y la Bestia y de una canción de Lady Gaga o la cancelación de un Festival que se celebraba desde 2008 para promover el respeto a la diversidad sexual. Especialmente preocupante fue lo sucedido en 2012, cuando un joven gay musulmán recibió amenazas de muerte por difundir un vídeo en el que animaba a otros homosexuales a salir del armario.

En junio del año pasado conocíamos la muerte de un adolescente, T. Nhaveen, después de cinco días en coma y sufrir una dura agresión de carácter homofóbica que le había dejado con varias heridas y quemaduras en la espalda, además de ser sodomizado con una barra. T. Nhaveen, de dieciocho años de edad, había quedado con su mejor amigo, T. Previin, de 19 años de edad, el sábado, 10 de junio, alrededor de las 11 de la mañana en una hamburguesería de Gelugor, un zona residencial de George Town, en Penang, para celebrar que iba a comenzar su vida como estudiante de música en Kuala Lumpur, pero falleció el jueves, 15 de junio, tras ser víctima de una dura agresión homofóbica que le deja en coma durante cinco días. Un episodio más de bullying homofóbico que en esta ocasión había consternado a la sociedad de Malasia por su dureza y violencia. Ante este escenario, podría pensarse que un suceso tan terrible como este debería servir de acicate para que el respeto a la diversidad gane posiciones en Malasia. Mucho nos temíamos que no iba a ser así, a la vista del hecho de que los mismos medios locales y autoridades que habían reaccionado con horror ni siquiera precisaron que el acoso que el joven sufría era de naturaleza homofóbica. Esperemos, al menos, que se haga justicia con los asesinos de  T. Nhaveen. Está claro, sin embargo, que ni siquiera un hecho tan terrible como este ha servido de acicate para que el respeto a la diversidad gane posiciones en Malasia, como ya entonces pronosticábamos. Y para corroborarlo, en julio radicales religiosos de Malasia e Indonesia se rebelaban contra Starbucks por su apoyo al colectivo LGBT

En febrero de este año nos hacíamos eco de un artículo que ejemplificaba la estigmatización de la comunidad LGTB también desde los medios de comunicación. En abril, nos enterábamos de que la Universidad de Ciencias de Malasia (USM) celebró un concurso de carteles para “convertir”alumnos gays en heterosexuales. Y en mayo que el gobierno de Malasia ha comenzado a bloquear páginas LGTB+, incluido el portal Utopia-Asia que es la principal fuente de información para viajeros gais en la región.

Fuente Dosmanzanas

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Aplazada en Malasia la condena a latigazos de dos mujeres por tener sexo lésbico.

Miércoles, 29 de agosto de 2018

2393cec1-316c-4170-9274-34205bab2e3fComo anunciábamos el pasado día 18,  este martes, dos mujeres tenían que ser sometidas a seis latigazos en Malasia, un país en el que día a día se incrementan las cotas de LGTBfobia de Estado. Las víctimas de esta inhumana tortura, además, tendrán que abonar sendas multas de 800 euros. «Estamos profundamente angustiados y absolutamente consternados por la inhumana sentencia de infligida a estas dos mujeres», denuncia la organización igualitaria The Human Rights Campaign (HRC). Asimismo, el grupo malasio Justice for Sisters y otras nueve organizaciones civiles han emitido una declaración conjunta en la que condenan la sentencia, al calificarla de «tortura». La declaración también dice que la dura sentencia viola tanto la Constitución de Malasia como la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

El fiscal Muhamad Khasmizan Abdullah ha explicado, en declaraciones a los medios, que el pasado mes de abril agentes islámicos «encargados de hacer cumplir la ley» en el estado conservador de Terengganu, al noreste del país, descubrieron supuestamente a las dos mujeres musulmanas «intentando participar en actos sexuales en un automóvil»durante una de sus «patrullas». Para el director de HRC, Ty Cobb, en cambio, esto «debe ser detenido. Nos solidarizamos con los defensores de Malasia que están condenando esta sentencia y pidiendo que se revoque de inmediato».

Lo cierto es que los latigazos estaban previstos para este martes 28 de agosto, pero el el Tribunal Superior de la Sharía en Terengganu, sin embargo, ha pospuesto el castigo físico hasta el 3 de septiembre, alegando «razones técnicas». El secretario del citado tribunal, Nurul Huda Abdul Rahman, dice que «varias agencias estarán involucradas en el castigo y hay algunos problemas técnicos que aún deben resolverse».

Las declaraciones del fiscal ejemplifican la situación en Malasia, que venimos recogiendo en las últimas semanas: no solo las tímidas expectativas de mejora de la realidad del colectivo LGTB han caído en agua de borrajas sino que, además, parece empeorar día a día. Muhamad Khasmizan Abdullah defiende que «las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo están prohibidas en el Islam. Es una ofensa y moralmente incorrecto». Además, agrega que es la primera vez que se dicta sentencia por relaciones sexuales entre personas del mismo sexo en Terengganu.

Malasia: LGTBfobia política y social

Malasia, una de las economías emergentes del sudeste asiático, es un país de variada composición étnico-religiosa, aunque de mayoría musulmana, en el que conviven leyes civiles, de obligado cumplimiento para todos, y leyes islámicas, de aplicación a los ciudadanos musulmanes. Las relaciones homosexuales, en cualquier caso, son ilegales y se castigan con penas de hasta 20 años de cárcel. De hecho, en 2011 nos hacíamos eco de las intenciones de varios líderes musulmanes malasios de endurecer las medidas contra la homosexualidad y en 2015 el entonces primer ministro, Najib Razak, comparaba a las personas LGTB con el Estado Islámico, alegando que carecen de derechos humanos.

La LGTBfobia social y política imperante en Malasia ha llevado, de hecho, a situaciones que rozan el absurdo, y que hemos recogido en esta misma página. El pasado mes de febrero, en un vídeo promovido por el Departamento de Desarrollo Islámico de Malasia, se sugería a los homosexuales que “aprender” a ser hetero es igual que iniciarse en la equitación. Otros ejemplos son el anuncio de censura de programas con personajes homosexuales; la censura de una escena de La Bella y la Bestia y de una canción de Lady Gaga o la cancelación de un Festival que se celebraba desde 2008 para promover el respeto a la diversidad sexual. Especialmente preocupante fue lo sucedido en 2012, cuando un joven gay musulmán recibió amenazas de muerte por difundir un vídeo en el que animaba a otros homosexuales a salir del armario.

En junio del año pasado conocíamos la muerte de un adolescente, T. Nhaveen, después de cinco días en coma y sufrir una dura agresión de carácter homofóbica que le había dejado con varias heridas y quemaduras en la espalda, además de ser sodomizado con una barra. T. Nhaveen, de dieciocho años de edad, había quedado con su mejor amigo, T. Previin, de 19 años de edad, el sábado, 10 de junio, alrededor de las 11 de la mañana en una hamburguesería de Gelugor, un zona residencial de George Town, en Penang, para celebrar que iba a comenzar su vida como estudiante de música en Kuala Lumpur, pero falleció el jueves, 15 de junio, tras ser víctima de una dura agresión homofóbica que le deja en coma durante cinco días. Un episodio más de bullying homofóbico que en esta ocasión había consternado a la sociedad de Malasia por su dureza y violencia. Ante este escenario, podría pensarse que un suceso tan terrible como este debería servir de acicate para que el respeto a la diversidad gane posiciones en Malasia. Mucho nos temíamos que no iba a ser así, a la vista del hecho de que los mismos medios locales y autoridades que han reaccionado con horror ni siquiera precisan que el acoso que el joven sufría era de naturaleza homofóbica. Esperemos, al menos, que se haga justicia con los asesinos de  T. Nhaveen. Está claro, sin embargo, que ni siquiera un hecho tan terrible como este ha servido de acicate para que el respeto a la diversidad gane posiciones en Malasia, como ya entonces pronosticábamos. Y para corroborarlo, en julio radicales religiosos de Malasia e Indonesia se rebelaban contra Starbucks por su apoyo al colectivo LGBT

En febrero de este año nos hacíamos eco de un artículo que ejemplificaba la estigmatización de la comunidad LGTB también desde los medios de comunicación. En abril, nos enterábamos de que la Universidad de Ciencias de Malasia (USM) celebró un concurso de carteles para “convertir”alumnos gays en heterosexuales. Y en mayo que el gobierno de Malasia ha comenzado a bloquear páginas LGTB+, incluido el portal Utopia-Asia que es la principal fuente de información para viajeros gais en la región.

Fuente Dosmanzanas/Cristianos Gays

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El Gobierno de Malasia aprueba la redada a un bar de ambiente gay para «mitigar que la cultura LGTB se extienda a nuestra sociedad»

Miércoles, 22 de agosto de 2018

legendary-30-year-old-gay-club-in-kl-raided-world-of-buzz-4Siguen llegándonos preocupantes avisos de la LGTBfobia de Estado auspiciada por el nuevo Gobierno de Malasia (constituido tras las elecciones federales del pasado mes de mayo). No solo han dejado claro su apoyo a la redada que el sábado de madrugada se realizaba en un bar de ambiente gay de Kuala Lumpur sino que, en boca del ministro del Territorio Federal, Khalid Samad, expresan que «esperamos que esta iniciativa pueda mitigar que la cultura LGTB se extienda a nuestra sociedad». Al parecer, es la primera vez en sus 30 años de existencia que este local sufre un registro de estas características en el que, por cierto, intervinieron la Real Policía de Malasia, las autoridades municipales de Kuala Lumpur, el Departamento de Religiones Islámicas de los Territorios Federales y la Agencia Nacional Antidrogas. Con la escalada de declaraciones LGTBfóbicas en el país se va evidenciado que, salvo sorpresa, el ansiado cambio de signo gubernamental de Malasia no supondrá avances para el colectivo.

Crecen la preocupación y la decepción con respecto al nuevo Gobierno de Malasia conforme se van sucediendo las semanas. Hace solo unos días recogíamos, precisamente que el ejecutivo alentaba la LGTBfobia al insinuar que el colectivo no debe visibilizarse porque incomoda «a la mayoría» del país. Lo hacía a cuenta de la censura de los retratos de los activistas Pang Khee Teik y Nisha Ayub en una exposición de George Town (ciudad del Estado de Penang) por orden administrativa. Ahora, tras la redada al bar de ambiente gay Blue Boy de Kuala Lumpur, siguen sucediéndose las alocuciones públicas de intolerancia por parte de cargos nacionales, regionales y locales.

«En esta división de operaciones, varias agencias diferentes de aplicación están llevando a cabo controles en las instalaciones y los visitantes, para detectar varios tipos de delitos», explicaba el secretario general del Ministerio Regional, Datuk Seri Adnan Md Ikshan. El mismo cargo regional ha añadido que «la inspección preliminar determina que el centro de entretenimiento tiene una licencia comercial válida, pero si detectamos una ofensa, revisaremos la licencia y tomaremos medidas».

A pesar del recorrido de LGTBfobia social y de Estado en Malasia, este local de ambiente lleva funcionando tres décadas sin que, hasta el pasado sábado, haya recibido ningún tipo de presión ni ninguna inspección extraordinaria. En el momento de la redada había más de 100 personas en el club, tanto malasios como turistas. Aunque no ha trascendido si se ha realizado alguna detención, lo preocupante es que parece un intento de amedrentar a la comunidad LGTB de cara a cualquier tipo de visibilización. Un objetivo que queda patente con las declaraciones del ministro del Territorio Federal, Khalid Samad, expresando que «esperamos que esta iniciativa pueda mitigar que la cultura LGTB se extienda a nuestra sociedad».

Malasia: LGTBfobia política y social

Malasia, una de las economías emergentes del sudeste asiático, es un país de variada composición étnico-religiosa, aunque de mayoría musulmana, en el que conviven leyes civiles, de obligado cumplimiento para todos, y leyes islámicas, de aplicación a los ciudadanos musulmanes. Las relaciones homosexuales, en cualquier caso, son ilegales y se castigan con penas de hasta 20 años de cárcel. De hecho, en 2011 nos hacíamos eco de las intenciones de varios líderes musulmanes malasios de endurecer las medidas contra la homosexualidad y en 2015 el entonces primer ministro, Najib Razak, comparaba a las personas LGTB con el Estado Islámico, alegando que carecen de derechos humanos.

La LGTBfobia social y política imperante en Malasia ha llevado, de hecho, a situaciones que rozan el absurdo, y que hemos recogido en esta misma página. El pasado mes de febrero, en un vídeo promovido por el Departamento de Desarrollo Islámico de Malasia, se sugería a los homosexuales que “aprender” a ser hetero es igual que iniciarse en la equitación. Otros ejemplos son el anuncio de censura de programas con personajes homosexuales; la censura de una escena de La Bella y la Bestia y de una canción de Lady Gaga o la cancelación de un Festival que se celebraba desde 2008 para promover el respeto a la diversidad sexual. Especialmente preocupante fue lo sucedido en 2012, cuando un joven gay musulmán recibió amenazas de muerte por difundir un vídeo en el que animaba a otros homosexuales a salir del armario.

En junio del año pasado conocíamos la muerte de un adolescente, T. Nhaveen, después de cinco días en coma y sufrir una dura agresión de carácter homofóbica que le había dejado con varias heridas y quemaduras en la espalda, además de ser sodomizado con una barra. T. Nhaveen, de dieciocho años de edad, había quedado con su mejor amigo, T. Previin, de 19 años de edad, el sábado, 10 de junio, alrededor de las 11 de la mañana en una hamburguesería de Gelugor, un zona residencial de George Town, en Penang, para celebrar que iba a comenzar su vida como estudiante de música en Kuala Lumpur, pero falleció el jueves, 15 de junio, tras ser víctima de una dura agresión homofóbica que le deja en coma durante cinco días. Un episodio más de bullying homofóbico que en esta ocasión había consternado a la sociedad de Malasia por su dureza y violencia. Ante este escenario, podría pensarse que un suceso tan terrible como este debería servir de acicate para que el respeto a la diversidad gane posiciones en Malasia. Mucho nos temíamos que no iba a ser así, a la vista del hecho de que los mismos medios locales y autoridades que han reaccionado con horror ni siquiera precisan que el acoso que el joven sufría era de naturaleza homofóbica. Esperemos, al menos, que se haga justicia con los asesinos de  T. Nhaveen. Está claro, sin embargo, que ni siquiera un hecho tan terrible como este ha servido de acicate para que el respeto a la diversidad gane posiciones en Malasia, como ya entonces pronosticábamos. Y para corroborarlo, en julio radicales religiosos de Malasia e Indonesia se rebelaban contra Starbucks por su apoyo al colectivo LGBT

En febrero de este año nos hacíamos eco de un artículo que ejemplificaba la estigmatización de la comunidad LGTB también desde los medios de comunicación. En abril, nos enterábamos de que la Universidad de Ciencias de Malasia (USM) celebró un concurso de carteles para “convertir”alumnos gays en heterosexuales. Y en mayo que el gobierno de Malasia ha comenzado a bloquear páginas LGTB+, incluido el portal Utopia-Asia que es la principal fuente de información para viajeros gais en la región.

Este mismo mes de agosto, dos noticias nos preocupaban: El Gobierno de Malasia alienta la LGTBfobia al insinuar que el colectivo no debe visibilizarse porque incomoda «a la mayoría» del país y la más desagradable, que el próximo día 18, dos mujeres serán azotadas por tener sexo lésbico.

Fuente Dosmanzanas/Cristianos Gays

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Malasia azotará en unos días a dos mujeres por tener sexo lésbico.

Sábado, 18 de agosto de 2018

2393cec1-316c-4170-9274-34205bab2e3fDos mujeres en Malasia han sido sentenciadas a seis latigazos cada una después de ser arrestadas por tener relaciones sexuales entre ellas.

Esta barbaridad sucederá el 28 de agosto si nadie hace nada por detenerlo. Pero es que no es todo. Además, han sido multadas con RM3,300 (700€) cada una  y, si no pagan, podrían ir a prisión por cuatro meses.

Las mujeres, que tienen 32 y 22 años, se declararon culpables luego de que agentes de la sharia en el estado de Terengganu las encontraran practicando sexo en un coche con un dildo, según el medio local Sinar Harian.

La sentencia ha sido dictada mientras Malasia está envuelta en una discusión sobre los derechos LGBT +, provocada por la orden de “demonización” del ministro de gobierno, Mujahid Yusof Rawa.

El sexo gay (entre otras cosas) está prohibido en el país, además de una larga lista de delitos que están “contra el orden de la naturaleza”.

Las palabras del juez Kamalruazmi Ismail son, cuanto menos, aterradoras.

Se debe aplicar un castigo adecuado para que esto se convierta en una lección y un recordatorio no solo para ustedes dos, sino para todos los miembros de la sociedad.

Justice For Sisters (JFS), un grupo malayo de derechos LGBT +, calificó el castigo como “una grave violación” de la “dignidad y los derechos humanos” de las mujeres. En una declaración en su web agregaron que “la sentencia es errónea y perjudicial y equivale a tortura”.

El castigo no puede usarse para dar lecciones a la sociedad. Tal pensamiento perjudicial puede peligrosamente permitir el abuso de poder y la explotación de personas inocentes, perpetuando las injusticias. La penalización del sexo consentido entre adultos es una grave violación de los derechos humanos, y Malasia ha sido llamada a revisar y derogar las leyes que penalizan a las personas LGBTQ, basadas en actos sexuales consensuados, en muchos foros internacionales de derechos humanos. Los actos sexuales consensuales entre adultos no son un crimen.

Malasia: LGTBfobia política y social

Malasia, una de las economías emergentes del sudeste asiático, es un país de variada composición étnico-religiosa, aunque de mayoría musulmana, en el que conviven leyes civiles, de obligado cumplimiento para todos, y leyes islámicas, de aplicación a los ciudadanos musulmanes. Las relaciones homosexuales, en cualquier caso, son ilegales y se castigan con penas de hasta 20 años de cárcel. De hecho, en 2011 nos hacíamos eco de las intenciones de varios líderes musulmanes malasios de endurecer las medidas contra la homosexualidad y en 2015 el entonces primer ministro, Najib Razak, comparaba a las personas LGTB con el Estado Islámico, alegando que carecen de derechos humanos.

La LGTBfobia social y política imperante en Malasia ha llevado, de hecho, a situaciones que rozan el absurdo, y que hemos recogido en esta misma página. El pasado mes de febrero, en un vídeo promovido por el Departamento de Desarrollo Islámico de Malasia, se sugería a los homosexuales que “aprender” a ser hetero es igual que iniciarse en la equitación. Otros ejemplos son el anuncio de censura de programas con personajes homosexuales; la censura de una escena de La Bella y la Bestia y de una canción de Lady Gaga o la cancelación de un Festival que se celebraba desde 2008 para promover el respeto a la diversidad sexual. Especialmente preocupante fue lo sucedido en 2012, cuando un joven gay musulmán recibió amenazas de muerte por difundir un vídeo en el que animaba a otros homosexuales a salir del armario.

En junio del año pasado conocíamos la muerte de un adolescente, T. Nhaveen, después de cinco días en coma y sufrir una dura agresión de carácter homofóbica que le había dejado con varias heridas y quemaduras en la espalda, además de ser sodomizado con una barra. T. Nhaveen, de dieciocho años de edad, había quedado con su mejor amigo, T. Previin, de 19 años de edad, el sábado, 10 de junio, alrededor de las 11 de la mañana en una hamburguesería de Gelugor, un zona residencial de George Town, en Penang, para celebrar que iba a comenzar su vida como estudiante de música en Kuala Lumpur, pero falleció el jueves, 15 de junio, tras ser víctima de una dura agresión homofóbica que le deja en coma durante cinco días. Un episodio más de bullying homofóbico que en esta ocasión había consternado a la sociedad de Malasia por su dureza y violencia. Ante este escenario, podría pensarse que un suceso tan terrible como este debería servir de acicate para que el respeto a la diversidad gane posiciones en Malasia. Mucho nos temíamos que no iba a ser así, a la vista del hecho de que los mismos medios locales y autoridades que han reaccionado con horror ni siquiera precisan que el acoso que el joven sufría era de naturaleza homofóbica. Esperemos, al menos, que se haga justicia con los asesinos de  T. Nhaveen. Está claro, sin embargo, que ni siquiera un hecho tan terrible como este ha servido de acicate para que el respeto a la diversidad gane posiciones en Malasia, como ya entonces pronosticábamos. Y para corroborarlo, en julio radicales religiosos de Malasia e Indonesia se rebelaban contra Starbucks por su apoyo al colectivo LGBT

En febrero de este año nos hacíamos eco de un artículo que ejemplificaba la estigmatización de la comunidad LGTB también desde los medios de comunicación. En abril, nos enterábamos de que la Universidad de Ciencias de Malasia (USM) celebró un concurso de carteles para “convertir”alumnos gays en heterosexuales. Y en mayo que el gobierno de Malasia ha comenzado a bloquear páginas LGTB+, incluido el portal Utopia-Asia que es la principal fuente de información para viajeros gais en la región.

Fuente Oveja Rosa/Cristianos Gays

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El Gobierno de Malasia alienta la LGTBfobia al insinuar que el colectivo no debe visibilizarse porque incomoda «a la mayoría» del país

Martes, 14 de agosto de 2018

240_f_91794336_7p8lv2bh0kbuky7jtsfknzjnmrl2bndyEmpiezan a frustrarse las esperanzas de mejora para el colectivo LGTB de Malasia. A cuenta de la censura de los retratos de los activistas Pang Khee Teik y Nisha Ayub en una exposición de George Town (ciudad del Estado de Penang) por orden administrativa, están desfilando por los medios de comunicación distintos representantes públicos y miembros del Gobierno para dejar claro que la comunidad LGTB no debe visibilizarse porque «la mayoría de la gente en este país no quiere que su cultura sea promovida abiertamente». Son declaraciones de Fuziah Salleh, viceministra de la Oficina del Primer Ministro, miembro del parlamento nacional y vicepresidenta del Partido de la Justicia Popular de Malasia (PKR o «Parti Keadilan Rakyat», en malasio); una formación integrada en la coalición de gobierno constituida tras las elecciones federales del pasado mes de mayo. El líder juvenil de los musulmanes moderados de Penang Amanah, Saifullah Abdul Nasir, ha asegurado, en referencia al colectivo LGTB, que «respetamos que merecen los derechos humanos básicos y tienen derechos como malasios también, pero su estilo de vida debe mantenerse en un espacio privado».

fuziah-salleh-1El Ejecutivo de Malasia se basa en prejuicios populistas sin ninguna base científica para apoyar el ostracismo del colectivo LGTB. La viceministra de la Oficina del Primer Ministro, Fuziah Salleh, ha dicho que es importante para el gobierno «proteger la sensibilidad y la voz de la mayoría» con respecto al tema, especialmente a «los padres que temen que sus hijos se sintieran atraídos por ese estilo de vida» si se promueve abiertamente la cultura de la diversidad.

Con estas y otras alegaciones de similar calado, el gobierno pone de manifiesto su respaldo a la censura de los retratos de los activistas Pang Khee Teik y Nisha Ayub de la exposición «Stripes and Strokes» que se celebra en George Town, en el marco del festival cultural de la ciudad. Pero también permite entrever su postura de cara a la promoción de políticas públicas igualitarias, desfigurando las esperanzas que se abrieron con el cambio político del pasado mes de mayo en este país asiático.

PENANG 09/08/18: Penang Amanah Youth Cheif Mohd Saifullah Abd Nasir speaks to the press regarding the Lesbian, Gay, Bisexual and Transgender (LGBT) issue in front of Penang Island Municiple Council. PICTURE BY SAYUTI ZAINUDIN Por su parte, el líder juvenil de los musulmanes moderados de Penang Amanah, Saifullah Abdul Nasir, ha pedido que no se le permita al activismo LGTB «transgredir el espacio público». Incluso ha aprovechado el foco mediático para realizar un llamamiento «a todos los que no están de acuerdo con la promoción abierta LGTB en los espacios públicos para que hablen en contra, ya sea en sus redes sociales o a través de declaraciones oficiales en los medios de comunicación». No obstante, este representante se conforma con la invisibilización y añade que «respetamos que merecen los derechos humanos básicos y tienen derechos como malasios también». Eso sí, insiste en que «su estilo de vida debe mantenerse en un espacio privado».

Por su interés, reproducimos íntegramente la declaración que Nisha Ayub (una de las activistas LGTB cuyo retrato fue censurado) ha publicado en su cuenta de Facebook:

12234885_112470142452355_2040189451014128890_n«Todavía estoy orgullosa de ser malaya, donde todavía tengo ESPERANZA por una Malasia mejor. Muchas gracias a todos y cada uno de ustedes que se adelantaron para solidarizarse con esa opresión para las minorías. ¡Estoy tan conmovida de ver que se extiende ese amor y apoyo! Esto no se trata de mí y de la angustia, sino de todas las personas que han sido víctimas de cualquier forma de discriminación o acoso.

Me gustaría preguntar a todos los que constantemente han atacado y extendido el odio hacia mí, por favor siéntanse libres de llamarme cualquier término degradante o dibujarme una cara de cerdo o como quieran llamarme.

No guardo rencor a nadie, pero por favor no condenen a mis padres o familiares que no tengan ninguna relación en este asunto. El nombre de mi padre es mi apellido, él falleció cuando yo era menor. Por favor, no lo juzguen a él ni a los miembros de mi familia solo por mi culpa. Dejen que el alma de mi padre descanse en paz.

Mi quehacer ahora es mi propia acción, soy una adulta consciente y responsable de mi propia acción.

En solidaridad con todos… dejemos de difundir el odio, pero diseminemos el amor y la paz …

Después de todo, todos somos Seres Humanos, ¿no?»

Malasia: LGTBfobia política y social

Malasia, una de las economías emergentes del sudeste asiático, es un país de variada composición étnico-religiosa, aunque de mayoría musulmana, en el que conviven leyes civiles, de obligado cumplimiento para todos, y leyes islámicas, de aplicación a los ciudadanos musulmanes. Las relaciones homosexuales, en cualquier caso, son ilegales y se castigan con penas de hasta 20 años de cárcel. De hecho, en 2011 nos hacíamos eco de las intenciones de varios líderes musulmanes malasios de endurecer las medidas contra la homosexualidad y en 2015 el entonces primer ministro, Najib Razak, comparaba a las personas LGTB con el Estado Islámico, alegando que carecen de derechos humanos.

La LGTBfobia social y política imperante en Malasia ha llevado, de hecho, a situaciones que rozan el absurdo, y que hemos recogido en esta misma página. El pasado mes de febrero, en un vídeo promovido por el Departamento de Desarrollo Islámico de Malasia, se sugería a los homosexuales que “aprender” a ser hetero es igual que iniciarse en la equitación. Otros ejemplos son el anuncio de censura de programas con personajes homosexuales; la censura de una escena de La Bella y la Bestia y de una canción de Lady Gaga o la cancelación de un Festival que se celebraba desde 2008 para promover el respeto a la diversidad sexual. Especialmente preocupante fue lo sucedido en 2012, cuando un joven gay musulmán recibió amenazas de muerte por difundir un vídeo en el que animaba a otros homosexuales a salir del armario.

En junio del año pasado conocíamos la muerte de un adolescente, T. Nhaveen, después de cinco días en coma y sufrir una dura agresión de carácter homofóbica que le había dejado con varias heridas y quemaduras en la espalda, además de ser sodomizado con una barra. T. Nhaveen, de dieciocho años de edad, había quedado con su mejor amigo, T. Previin, de 19 años de edad, el sábado, 10 de junio, alrededor de las 11 de la mañana en una hamburguesería de Gelugor, un zona residencial de George Town, en Penang, para celebrar que iba a comenzar su vida como estudiante de música en Kuala Lumpur, pero falleció el jueves, 15 de junio, tras ser víctima de una dura agresión homofóbica que le deja en coma durante cinco días. Un episodio más de bullying homofóbico que en esta ocasión había consternado a la sociedad de Malasia por su dureza y violencia. Ante este escenario, podría pensarse que un suceso tan terrible como este debería servir de acicate para que el respeto a la diversidad gane posiciones en Malasia. Mucho nos temíamos que no iba a ser así, a la vista del hecho de que los mismos medios locales y autoridades que han reaccionado con horror ni siquiera precisan que el acoso que el joven sufría era de naturaleza homofóbica. Esperemos, al menos, que se haga justicia con los asesinos de  T. Nhaveen. Está claro, sin embargo, que ni siquiera un hecho tan terrible como este ha servido de acicate para que el respeto a la diversidad gane posiciones en Malasia, como ya entonces pronosticábamos. Y para corroborarlo, en julio radicales religiosos de Malasia e Indonesia se rebelaban contra Starbucks por su apoyo al colectivo LGBT

En febrero de este año nos hacíamos eco de un artículo que ejemplificaba la estigmatización de la comunidad LGTB también desde los medios de comunicación. En abril, nos enterábamos de que la Universidad de Ciencias de Malasia (USM) celebró un concurso de carteles para “convertir” alumnos gays en heterosexuales. Y en mayo que el gobierno de Malasia ha comenzado a bloquear páginas LGTB+, incluido el portal Utopia-Asia que es la principal fuente de información para viajeros gais en la región.

Fuente Dosmanzanas

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Dos hombres reciben 80 latigazos en la provincia indonesia de Aceh como castigo por practicar la homosexualidad

Martes, 24 de julio de 2018

indonesia-latizagos-homofobia-696x522Dos hombres han recibido 80 latigazos en la provincia indonesia de Aceh, como pena por realizar prácticas homosexuales, en aplicación de la sharía (o ley islámica). El brutal castigo ha tenido lugar ante una multitud furiosa, que alentaba a que el castigo fuera lo más duro posible. A pesar de que el gobernador de Aceh dictó una ordenanza por la que estos castigos debían ejecutarse a puerta cerrada, parece que ha prevalecido el deseo de las autoridades religiosas de que sean públicos para que sirvan de ejemplo.

Los dos hombres habían sido detenidos en una redada en la que se detuvo a quince personas cerca de una mezquita, acusadas de cometer infracciones contra la ley islámica, como mostrar afecto en público o vender bebidas alcohólicas. En su caso, ambos fueron culpados de practicar la homosexualidad.

La brutal ceremonia, de intención ejemplarizante, tuvo lugar en una plaza ante un millar de espectadores, algunos de ellos provenientes de la vecina Malasia, que sacaban fotografías con sus teléfonos móviles como si se tratara de un espectáculo. Mientras el verdugo propinaba a las víctimas los 80 latigazos con una vara de ratán, entre la multitud se oían gritos de «golpea más fuerte».

El castigo ha sido semejante al que recibieron hace un año dos jóvenes varones, acusados a su vez de mantener relaciones sexuales entre ellos. En aquella ocasión recibieron 83 latigazos, también ante una multitud exaltada. Amnistía Internacional lo calificó de «repugnante espectáculo» y se sucedieron las condenas internacionales. Debido a ello, el presidente indonesio, Joko Wivodo, presionó al gobernador de Aceh, Irwandi Yusuf, para que finalmente emitiese una orden en la que se establecía que los castigos físicos debían ejecutarse en el interior de las prisiones y se prohibía la grabación o difusión de imágenes de los mismos.

Sin embargo, hubo una gran oposición por parte de los sectores religiosos, que consideraron que si los castigos no eran públicos perderían su carácter de «ejemplarizantes», idea que, al parecer, ha terminado prevaleciendo.

En la provincia de Aceh, recordemos, rige la sharía desde 2005. Fue una concesión de Indonesia a los separatistas en el marco del acuerdo de paz que tuvo lugar poco después del tsunami que asoló la región. Aunque no fue hasta septiembre de 2014 cuando finalmente se aprobó la ley que castiga las relaciones homosexuales con la pena de flagelación (que entró en vigor en octubre de 2015).

Escalada de la LGTBfobia de Estado en Indonesia

Hace unos meses recogíamos la detención de cuatro personas en Banda Aceh (capital de la provincia), a manos de patrullas ciudadadanas, acusadas de «practicar la homosexualidad»: tres varones y una mujer transexual, que se enfrentarían a penas que incluyen los mencionados castigos físicos. Y a principios de año contábamos como la policía de Aceh detuvo a doce mujeres trans, les afeitó el cabello y las obligó a vestirse como «hombres normales».

Poco antes, en diciembre de 2017, nos hacíamos eco de la condena de diez hombres a dos años de cárcel en Indonesia por participar en una supuesta «fiesta gay» en Yakarta. A diferencia de Aceh, en Yakarta las relaciones homosexuales no son ilegales, por lo que los detenidos fueron condenados por violar la ley contra la pornografía. El que se utilice esta ley para perseguir penalmente la homosexualidad en un territorio en el que supuestamente no está criminalizada pone de manifiesto la gravedad de la situación que se vive hoy día en Indonesia. De hecho, solo en las provincias autónomas de Aceh y Sumatra Meridional, en las cuales se aplica la sharía o ley islámica (en Aceh a todos los ciudadanos, en Sumatra Meridional solo a los musulmanes, que en cualquier caso son mayoría), las relaciones homosexuales son formalmente ilegales, castigándose incluso con castigos físicos.

Pero lo cierto es que la situación se está deteriorando en todo el país. Ya lo recogíamos en febrero de 2016, cuando hacíamos alusión a la ola de LGTBfobia protagonizada por políticos y líderes religiosos. Desde entonces, por desgracia, no hemos dejado de conocer casos de detenciones y abusos. Un ejemplo es la redada de mayo de 2017, que desembocó en la citada condena de diez hombres, pero ha habido muchos otros. Días antes de aquella redada, otros ocho hombres eran detenidos, igualmente acusados de celebrar una «fiesta gay» en Surabaya, la segunda ciudad del país. En Java Occidental, la provincia más poblada de Indonesia, el jefe de policía hizo pública por su parte su intención de constituir un grupo de trabajo policial para investigar la actividad de personas LGTB. Y en octubre de 2017 tuvo lugar otra redada en un local de ambiente gay de Yakarta, en la que fueron detenidos 51 hombres.

Esta espantosa situación podría además agravarse de prosperar la iniciativa legislativa que pretende castigar en todo el país las relaciones homosexuales con penas de hasta cinco años de prisión, si bien el proyecto de ley ha sido aplazado provisionalmente.

Fuente Dosmanzanas

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Malasia y Rusia comienzan a bloquear webs LGTB+ y sobre VIH

Miércoles, 16 de mayo de 2018

censura-webs-lgtb-534x462Los censores rusos eliminan una web de información para hombres gais VIH+ bajo la excusa de que incumple la ley contra la “propaganda” homosexual.

Malasia ha comenzado a bloquear páginas LGTB+, incluido el portal Utopia-Asia que es la principal fuente de información para viajeros gais en la región.

La persecución al colectivo LGTB+ y sus libertades en países tan profundamente homófobos como Rusia o Malasia no se limita únicamente a una cuestión de igualdad de derechos o de inseguridad en las calles: internet también sufre lo suyo.

Rusia ya tiene bastante experiencia en la clausura tanto de páginas webs como de grupos de VKontakte (el Facebook ruso) con la excusa de que incumplen la ley contra la “propaganda” gay. Hace unas semanas censuraban la red social Telegram, hace unos meses se cargaron la web Gay.ru y lo mismo pasó con un grupo de apoyo a menores LGTB: Children 404. La última web en caer ha sido Parni Plus (Chicos Plus), un portal LGTB+ sobre salud sexual para personas VIH+ que el Servicio Federal de Supervisión de Comunicaciones (conocido como el Roskomnadzor) decidió tumbar porque “promueve relaciones sexuales no convencionales“.

Desde el Roskomnadzor enviaron una notificación a la página anunciando que violaban la ley de 2013 porque “contiene información que desafía los valores familiares y promueven relaciones sexuales no convencionales“. La web ahora tiene posibilidad de apelar la decisión pero, como hemos visto en otros casos, las apelaciones no suelen servir para nada y es bastante probable que no se consiga salvar la página.

Dos notas curiosas. Por un lado a los activistas LGTB+ se les ha ocurrido marcar en Google Maps el edificio del Roskomnadzor como un bar gay que lleva tiempo cerrado, como forma de protesta por la censura. Por otro lado, una web que invita a los ciudadanos rusos a denunciar y torturar a las personas LGTB+ del país ha aparecido por primera vez como un dominio abierto (este tipo de webs son habituales en la Deep Web) para conseguir que cada día de mayo sea una “vuelta a Chechenia”, en referencia a la purga que se cree costó la vida a más de 200 personas LGTB+ el año pasado. Obviamente, nadie ha censurado esa página.

Pero Rusia no es el único país que está atacando la libertad de expresión del colectivo. En Malasia, otro país institucional y socialmente homófobo, las autoridades han bloqueado el acceso a la web Utopia-Asia.com, una página de Bangkok que sirve como portal de viajes especializado en personas LGTB+ y personas con VIH.

Varios usuarios acudieron hace unos días a las redes sociales para protestar porque, una vez aterrizados en el aeropuerto de Kuala Lumpur, descubrieron que la web no era accesible ni a través del wifi del aeropuerto ni a través del wifi de varios establecimientos. Así lo denunció el Sinar Project, un colectivo que vigila la libertad de expresión de internet en el país, que descubrió que la empresa TMNet estaba redireccionando la página a un mensaje falso que avisaba de que la página había sido eliminada.

Malasia tiene un largo historial de censura LGTB+ en medios audiovisuales (recordamos, especilamente, el circo que montaron alrededor de la nueva versión de La Bella y la Bestia), pero ésta es la primera vez que atacan una página web. “Lo que dice esto es que Malasia, en lugar de cerrar páginas de sexo hardcore, decide acosar a una página comunitaria LGTB que ha sido recomendada durante años por la revista Time, el New York Times y Lonely Planet“, ha explicado el fundador de Utopia Asia, John Goss, en una entrevista; “Este movimiento es especialmente escandaloso porque Utopia -que es un recurso gratuito y no pornográfico- está diseñada para ayudar a mejorar las vidas de las personas. Malasia debería preocuparse por la corrosión de los derechos humanos y el auge de la intolerancia religiosa en lugar de qué proveedores de servicios sanitarios, hoteles o restaurantes acogen a los gais. De lo contrario están implicados en el crecimiento de una crisis humanitaria en su propio jardín, y eso va a hacer daño a los dólares de su turismo.

Fuente | Gay Star News, vía EstoyBailando

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