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“Pentecostés queer en tiempos de confinamiento”, por Diarmuid O’murchu.

Lunes, 1 de junio de 2020
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pentecostesLa celebración de Pentecostés, 50 días después del domingo de Pascua, se considera desde antiguo como el comienzo de la Iglesia, cuando el Espíritu Santo empujó a los primeros apóstoles a salir a la calle y proclamar el Evangelio. El texto más relevante, leído en todas las iglesias cristianas, es el de Hechos 2,1-11.

En realidad, este pasaje tiene dos partes:

a) vv. 1-4, que describe el descenso del Espíritu Santo a través de lenguas de fuego, sobre lo que se supone que es el grupo reconstituido de 12 apóstoles. Además, el arte cristiano temprano representa a una mujer en medio del grupo, ampliamente considerada como María, la madre de Jesús.

b) vv. 5-11: estos versículos describen un grupo amorfo de diversos países, culturas e idiomas, ninguno de los cuales había sido todavía evangelizado (según la cronología de los Hechos), que escuchan a los predicadores, cada uno en su propio idioma, reconociendo el mensaje de declaración del Evangelio, por lo que dan gracias a Dios.

Durante mucho tiempo me ha intrigado el hecho de que nunca he escuchado una homilía de Pentecostés centrada en los vv. 5-11. Y me pregunto por qué. En mi intento de responder esa pregunta por mí mismo, he descubierto que la teoría queer es enormemente útil. Así que, por favor, permítanme una digresión para presentar brevemente de qué trata la teoría queer.

La teoría queer

Asociada a menudo con los estudios LGBTQI, la Teoría Queer es una elaboración de la década de 1990, relacionada con la teoría crítica de la literatura, la historia y las ciencias sociales. (Varias páginas de la red darán más detalles). Su adopción de ideas sobre religión, teología y escritura es aún más reciente. El teólogo británico, Chris Greenough, ofrece una excelente descripción de las teologías queer (Queer Theologies: The Basics, Routledge 2020).

Según Greenough, mirar los textos sagrados desde la perspectiva queer, significa querer ir más allá de la rigidez del dogma, y poner al descubierto esa dinámica de poder que puede tolerar sólo una comprensión de la verdad. Greenough describe cinco dimensiones de este proceso:

lo queer se resiste a las ideas de categorización;

lo queer desafía la idea del esencialismo;

lo queer desafía lo “normal”;

lo queer elimina el pensamiento binario y los prejuicios;

lo queer denuncia y quiebra las relaciones de poder y las jerarquías (Greenough, 26).

El libro de los Hechos hoy

Considerado durante mucho tiempo como un resumen de lo que sucedió en la Iglesia primitiva, los estudiosos de las Escrituras ahora están planteando dudas sobre la fiabilidad histórica de este libro.

Lucas, el autor, está interesado sobre todo por Pedro y Pablo, a quienes describe como dos héroes destacados. Así como Lucas, en su evangelio, lleva a Jesús a Jerusalén para su triunfo final (su muerte y resurrección), también Lucas lleva a Pedro y Pablo a Roma, para culminar su esfuerzo misionero. Y en ese itinerario, el Pablo de Lucas a veces es representado de una manera que parece muy diferente del propio relato de Pablo en sus cartas auténticas. Más que la historia de la fe, lo que interesa a Lucas es el aspecto heroico de la evangelización.

Vayamos ahora al acontecimiento de Pentecostés, para el que Lucas trae de vuelta a los apóstoles originales, ahora reconstituidos como un grupo de Doce. El grupo tiene dos reuniones. En primer lugar, Hechos 1,12-14: los Once (menos Judas), junto con María, la madre de Jesús y “las mujeres”. En segundo lugar, Hechos 2,1-4: el grupo reconstituido de Doce solamente. Parece que Lucas necesita que los apóstoles reconstituidos, vueltos, pongan una base apostólica sólida para sus dos héroes patriarcales: Pedro y Pablo. ¿Pero volvieron todos? Tengo serias dudas, a pesar de la profunda fe eclesial que tenían.

El experto bíblico James Carroll, afirma que el relato de Lucas en Hechos puede compararse con una novela histórica con intención ideológica, a lo que otro biblista, Sean Freyne, agrega: “El análisis literario reciente de los escritos de Lucas tiende a considerar su narración de esos nuevos comienzos como un relato idealizado y simbólico, con poco o ningún contenido histórico”. La teóloga Elizabeth Johnson afirma que Hechos no contiene una imagen representativa del liderazgo de la Iglesia en las primeras décadas; sólo cuenta una historia parcial.

Además, recordemos que Lucas escribió Hechos después del 80 EC, momento en el cual los seguidores del Camino se habían separado de sus orígenes judíos, y ahora se esforzaban por establecer una identidad superior y diferente.

El evento mismo

Cada elemento de Hechos 2,1-4 está tomado de las Escrituras hebreas (Antiguo Testamento).

Pentecostés se basa en el A.T: la fiesta del Grano Nuevo (la cosecha), asociada con Moisés que recibe la Ley en el monte Sinaí, 50 días después del éxodo de Egipto. Según la tradición, Dios habría dado la Ley en los 70 idiomas de la humanidad… Filón afirma que cuando fue dada la Ley, cayó fuego del cielo, y una voz que salía de las llamas se convirtió en un discurso articulado. Por otra parte, algunos comentaristas sugieren que el relato de Pentecostés puede entenderse como una antítesis del relato de la Torre de Babel.

El hecho de que Lucas haya tomado prestados del A.T. los ingredientes principales y los esté usando aquí para su propio propósito, no debe alarmarnos; todos los escritores del Evangelio, y otros de aquel tiempo, hicieron lo mismo. Sin embargo, nos obliga a preguntar: ¿Lucas está describiendo algo que sucedió, o está creando él mismo la escena? Pero, en realidad, aunque Lucas invente él mismo lo que escribe, según los estándares del tiempo está dentro de los límites normales del periodismo profesional.

Una vez más, debemos recordarnos a nosotros mismos: Lucas está haciendo esto para dar una base sólida a sus dos grandes héroes, Pedro y Pablo. Con ese propósito, quiere traer de vuelta a los (reconstituidos) Doce, y someterlos a una experiencia profunda y transformadora, para sacarlos de la desorientación e incredulidad que sufrieron debido a la trágica pérdida de Jesús, su líder. Y a partir de ese nuevo “inicio”, pueden reanudarlo donde había quedado interrumpido, proclamando ahora con valentía a Jesús como Señor y Salvador.

Para el teórico queer, todo parece demasiado ordenado como para ser verdad. El aposento del piso de arriba huele a clausura eclesiástica. Y parece que hay demasiado deseo de poder patriarcal y de dominio. Ya en los capítulos iniciales de Hechos vemos a Pedro realizando obras milagrosas semejantes a las atribuidas a Jesús… Una imagen que está ya muy lejos de aquel bipolar y reaccionario Pedro que vimos en los evangelios.

En este momento, el teórico queer se impacienta y quiere pasar al material que el predicador tiende a omitir, a saber, Hechos 2,5-11. Este grupo tan diverso es realmente increíble. De una forma u otra, pueden escuchar todo lo que se dice y, al parecer, pueden comprender el significado, como el de las poderosas obras de Dios (v. 11). Pero según Hechos, ninguno de ellos ha sido bautizado ni evangelizado. Entonces ¿qué está pasando?

Aquellos de nosotros que tenemos algún conocimiento y experiencia del método ignaciano de discernimiento espiritual podemos ver fácilmente los paralelos. Las personas de este grupo están dotadas de una escucha profunda, un discernimiento centrado en el corazón, y están asombrados y admirados por el divino mensaje de vida. Éstas son precisamente algunas de las características centrales del discernimiento ignaciano, que, según quienes han estudiado durante mucho tiempo ese método, no se pueden poseer a menos que una persona esté primero profundamente imbuida del Espíritu Santo de Dios.

Ésta es la ruptura que el teórico queer estaba intentando provocar: ¡estas personas ya tenían la plenitud del Espíritu Santo! Por eso son tan brillantes en el arte del discernimiento. Entonces, ¿de dónde sacaron el Espíritu Santo? No es necesario ser teólogo/a o biblista para responder.

Según el Libro del Génesis, el Espíritu Santo está trabajando plenamente en la Creación desde tiempos inmemoriales. En palabras del teólogo australiano Denis Edwards: “lo que necesitamos es una teología holística del Espíritu, una que comience no con Pentecostés, sino con el origen del Universo, hace 13 mil setecientos millones de años”. En consecuencia, el Espíritu Santo también está trabajando plenamente en los corazones de todos los humanos, a menos, por supuesto, que bloqueemos u obstaculicemos esa gracia por algo como el miedo irracional, que los doce bien podrían estar experimentando.

¡Ahora ves mi decepción por no haber escuchado nunca una homilía sobre Hechos 2,5-11! De esto se trata. Este es el Espíritu que sopla donde quiere, renovando la faz de la tierra y despertando sueños poderosísimos incluso en los corazones de los no bautizados. ¡Qué mensaje tan asombroso!

¡No es de extrañar que el teórico queer se sienta tan disgustado de que hayamos ignorado o callado esto por tanto tiempo!

¿Dónde están las mujeres?

¡Pero el teórico queer ha notado algo aún más extraño! Según el teólogo, Christ Greenough

(114), “los enfoques queer en los estudios bíblicos respiran aire fresco en textos saturados de patriarcado, misoginia y negatividad hacia las personas transexuales y homosexuales”. En este caso es con la misoginia con lo que tenemos que lidiar. ¿Qué ha sucedido con las mujeres a las que se hace referencia en Hechos 1,14? ¿Por qué están excluidas de aquella clausura eclesiástica del segundo piso?

¿Por qué las hemos hecho invisibles?

Seguramente, Lucas ha tenido que haber oído hablar de María Magdalena y sus co-discípulos, su destacado testimonio en la Muerte y Resurrección de Jesús, y su papel crucial en el desarrollo de la Iglesia en sus primeras décadas, ¿una buena visión de conjunto de lo que tenemos en Romanos 16?

¿Por qué quiere ignorar o suprimir esa información? Ésta es la respuesta de la teóloga Elizabeth

Johnson:

Deseando impresionar a sus lectores del Imperio Romano con la confiabilidad de este nuevo movimiento, Lucas constantemente presentaba varones en los papeles de liderazgo público y, para cumplir con los estándares del imperio, mantiene a las mujeres bajo control en posiciones inferiores, como de apoyo. Teniendo ojos principalmente para varones de élite, desplaza a las mujeres a un trasfondo insignificante, ignorando los roles de liderazgo que de hecho tenían. En consecuencia, Hechos no trasmite una imagen representativa realmente del liderazgo en la Iglesia de las primeras décadas. Sólo cuenta una parte de la historia. (Elizabeth Johnson, Truly our Sister, 300).

Pentecostés es una fiesta queer

Los teólogos queer, Colby Dickinson y Meghan Toomey, en 2017 escriben: “Una teología queer nos llama a ir más allá de lo que se conoce, a superar lo establecido y a dejar totalmente de controlar tales estructuras”. En una línea similar, el teórico queer, David Halperin, en 1995, afirma: “Queer es, por definición, lo que está en desacuerdo con lo normal, con lo legítimo, con lo dominante. No hay nada en particular a lo que queer se refiera necesariamente. Es una identidad sin esencia”.

Ambas citas iluminan lo que he estado intentando en estas reflexiones, sintiendo un llamado a “ir más allá de lo que sabemos”, “pasar de lo establecido”, “no hay nada en particular a lo que necesariamente se refiera”, “una identidad sin una esencia”. Para algunos, eso sonará como una deconstrucción mordaz, y algunos preguntarán con razón: “¿qué vamos a dejar en pie?”.

Y esto es lo que me atrae hacia la sabiduría del queering. En el mismo proceso de deconstrucción, estamos también involucrados en la reconstrucción. Recuerda que, en física cuántica, el vacío es un vacío fértil, lleno de posibilidades. Los místicos lo sabían mucho antes que los físicos. Por lo tanto, no me estoy deshaciendo de Pentecostés (¡al menos, todavía no!). Me sorprende que el evento descrito en Hechos 2,1-4, en realidad nunca sucedió (“una identidad sin esencia: Halperin”).

¡Pero la experiencia de Hechos 2,5-11, nunca deja de suceder! Y en palabras de Halperin, ¡ésa es la esencia!

¡Esa es la esencia, ese increíble Espíritu potenciador cósmico que necesitamos celebrar el domingo de Pentecostés! ¡La homilía debe estar en Hechos 2,5-11, en el reconocimiento profundo del Espíritu, que sopla donde quiere, demoliendo cualquier clausura eclesiástica! En medio del coronavirus, necesitamos la sabiduría y la guía de ese Espíritu potenciador. A medida que enfrentamos la “nueva normalidad”, más que cualquier otra cosa, sugiero que necesitemos una nueva teología del Espíritu Santo, ¡y quizás, cuanto más anormal sea, mejor!

The Spirit and Covid-19

En todo el mundo, los gobiernos nos han estado advirtiendo que la resolución de esta pandemia está principalmente en nuestras manos. Los poderosos patriarcas del gobierno y de la ciencia creen que llegará una vacuna, pero mientras tanto, somos nosotros los que tenemos el poder de detener este virus, y podemos hacerlo por fidelidad a una variedad de comportamientos humanos modificados.

Nosotros, la gente, el pueblo, estamos exactamente en el mismo lugar en el que estaban los partos, los medos y los elamitas el primer día de Pentecostés. Nuestros altos patriarcas pueden tener lenguas de fuego en su cónclave cerrado de la habitación superior, ¡pero es a nosotros, los del piso bajo, a quienes se nos ha confiado la sabiduría para detener este virus! ¡Ahora bien, a eso es a lo que podríamos llamar, superqueer!

El poder está con la gente, pero también está ahí una enorme cantidad de dolor, vulnerabilidad, descoyuntamiento social, pérdida de empleos, inseguridad financiera, caos. Vale la pena recordar aquí la voz de otra teóloga queer (procesual también), Catherine Keller (de la Universidad de Drew, EEUU), y su profundo discernimiento de Génesis 1,2, cuando el Espíritu que saca poder creativo de la oscuridad de las profundidades (tohu vabohu): “La divinidad surge de esas profundidades rebeldes, sobre las cuales el lenguaje recupera el aliento… La teología necesita la deconstrucción del supremacismo sutil del espíritu occidental”.

Este no es el espíritu triunfalista de Hechos 2,1-4, sino lo que el teólogo Shelly Rambo (de la Universidad de Boston) llama el Espíritu Medio. Rambo, terapeuta de traumas convertido en teólogo (autor de Spirit and Trauma), se conecta con el Espíritu que permanece y siempre permanecerá, sin que importe cuánto tiempo duren las consecuencias del trauma. El Espíritu está trabajando en y a través del coronavirus, en medio de todo el dolor y el caos que produce. ¡Este es el Espíritu que persiste, no el que todo lo conquista!

Partos, medos, elamitas y compañía tenían buenas razones para alegrarse, siempre fortalecidos por el Espíritu queer de Dios. Sin embargo, no tenían todo resuelto. Hechos 2,12 nos informa que estaban a la vez asombrados y perplejos. ¿Era el Espíritu Medio en lugar del Espíritu Triunfante quien los acompañaba en su camino? ¡Ellos también tuvieron su trauma y sus luchas queer, sin embargo, aguantaron y sobrevivieron!

Entonces, por favor, en este domingo de Pentecostés de 2020, dejemos el aposento alto, dejemos a los patriarcas encerrados para controlar las lenguas de fuego. En cambio, ¡salgamos a las calles con los partos, los medos y los elamitas, y juntos aplaudamos una homilía diferente, para fundamentar nuestra esperanza y significado en estos tiempos llenos de Espíritu, ¡aunque tan inquietantes!

Diarmuid O’Murchu  

Fuente Fe Adulta

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Concilium 383. San Valentín, amor queer

Lunes, 17 de febrero de 2020
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Concilium_383Tiene buena pinta este número de la revista  teológica Concilium que nos recomienda Xabier Pikaza en su blog:

Jesús: Amor por ínsulas extrañas

Si algo fue Jesús, fue un amor “por ínsulas extrañas”, como decía Juan de la Cruz, amor de hombre por todos los hombre, amor queer. No vino a confirmar ninguna regla, sino a subvertir las leyes del templo y escribas, pues “al principio no era así” (Mt 19, 8). Encontró y sembró amor entre leprosos y excluidos, cojos, mancos, ciegos, centuriones, publicanos, prostituidas, eunucos… Fue un amor en y con ellos, de manera que su iglesia puede y debe llamarse cuerpo queer.

En esa línea recordamos hoy (14.2.20) a San Valentín, obispo de amor queer. El amor era en su tiempo (hacia el III d.C.) un asunto muy legal, reglado por normas imperiales, al servicio del “status”, desde la perspectiva del dinero, en un momento en que únicamente los ricos podían casarse de verdad. Rompiendo esa ley que condenaba al no-amor a muchos pobres (especialmente mujeres), Valentín (obispo real o simbólico de Terracina, en Italia, donde estuve una vez para “honrarle”),  quiso que hombres y mujeres pudieran amarse en libertad, gratuitamente, sin necesidad de avales económico-sociales, y así les ofreció dinero y medios para que pudieran “casarse” (hacer casa) como vieran, pudieran  y quisieran, en amor.

 Demos un salto en los siglos. Actualmente (siglo XXI)  el tema no es si es bueno o no es bueno el amor queer en abstracto, sino que hay personas queer  (un número significativo)… y que no sólo tienen derecho a amar, sino que están invitados por Jesús a entrar los primeros en el reino del amor (los publicanos os precederán…).  Y sobre ellas trata este número extraordinario de Concilium 383, que recomiendo a todos mis lectores.

En esa línea quiero afirmar, en la línea de San Juan de la Cruz, que todo amor es queer, tal como él lo define en el Cántico Espiritual estrofa 14 (siguiendo al Cantar de los Cantares). Todo amor es transgresión, es único y distinto, es queer, sobre todas las leyes. Ciertamente, en un segundo momento, el amor puede reglarse de algún modo, pero no para apagarlo, sino para que brille y arda con más potencia.

84352797_1458993124277875_5713093165594968064_n Escuchen y sientan el comentario que hago delos versos del Cántico Espiritual 14,   precedidos quizá por la palabra de San Agustín, entendida en sentido radical: Ama y haz lo que quieras, ama y atrévete a vivir en libertad, diciendo y sintiendo: Mi Amado, mi Amor las montañas / los valles solitarios nemorosos/ las ínsulas extrañas / los ríos sonorosos/ el silbo de los aires amorosos.  Por montes y valles, ínsulas y ríos, escucha y sigue la voz del Amor  que te está llamando:
Mi amado/amor… las montañas. Descubrir el amor es escalar la montaña de la vida. Negarse a caminar sin más en la llanura de las vacas, es subir, per vias caprarum (por el camino escarpado de las cabras  o los corzos) como decía Huarte de San Juan, el primer psicólogo hispano (vasco de Iparralde*). Quien no haya sentido el impulso de subir y arriesgarse a la montaña del amor no sabrá jamás lo que es la vida. Por eso hay que decir que el amor es queer, contra-corriente.

Mi amado/amor… los valles solitarios, nemorosos. El amor es escalada personal, subir a la montaña para encontrarse allí con él o ella. Pero al mismo tiempo es el descenso aún más arriesgado; bajar al valle y verle allí, verse y gozarse (gocémonos, amado, dirá Juan de la Cruz). Ésa es la única soledad verdadera, soledad a dos, para encontrarse cada uno a sí mismo en el misterio de la vida, en cuerpo y alma. Ese valle de amor es “nemoroso” es el misterio o paraíso original, que todos tienen/tenemos derecho a encontrar, antes de toda ley o norma externa, por principio de Dios, en el valle de la vida húmeda, salada, temblorosa…

Mi amado/amor… las ínsulas extrañas. Todos los legalistas del amor, desde Hammurabi a muchos eclesiásticos cristianos, musulmanes o neo-liberales del siglo XXI se han esforzado por “colonizar” el amor, poniéndolo al servicio de otras cosas (de un Estado, de Iglesia o Capital…). Pero el amor debe transitar siempre por ínsulas extrañas (como repite Juan de la Cruz también en otra estrofa del Cántico, hablando de aquella que va por ínsulas extrañas, al otro lado de la noche). El amor no es recorrer lo ya sabido, lo bien reglamentado, conforme a derecho… En sentido  originario, el amor es lo “torcido”, lo queer, las islas extrañas que cada uno ha de arriesgarse a recorrer, como quiere Jesús y por eso llama a los cojos-mancos-ciegos-prostitutas-eunucos… En ese sentido, el amor es siempre queer.

Caminos XL_ejercicio de amor_PORTADA_5239-4.inddMi amado/amor… los ríos sonorosos.  El amor es también  la inundación del agua potente, que desciende irresistible por los riscos de montaña, para todo, como voz que ensordece y acalla todas las restantes voces. Cuando se descubre y se vive así el  fragor del río de amor quedan en suspenso (no pueden escucharse) otras voces y leyes, ni de Estado ni de Iglesia. Ese amor fragoroso-sonoroso es lo primero, primero, la palabra-espíritu de Dios en nuestra vida, y así podemos confesar que “somos”: Soy amado y amo, luego existo, somos dos o más en compañía.  Sólo en un segundo momento, cuando nos sentemos, podremos pensar en algún tipo de leyes, es decir, de pactos de amor, no para acallar el agua de su voy, sino para mantenerla siempre viva.

Mi amado/amor… el Silbo de los aires amorosos. Tras el fuerte fragor del agua que acalle todas las restantes voces viene el “silbo” amoroso, esto es, el canto enamorado, la música callada, el temblor de estrellas al amanecer… El mismo Dios (la Vida de nuestra vida) nos está silbando/llamado en amor. Ésta es la inspiración suprema, la más honda revelación de lo que somos.

Este es el principio de todo amor queer, es decir, de todo amor… Muchos “escribas” de Estado o Iglesia, de Capitalismo o Comunismo, tienen miedo al amor, y por eso han querido y quieren regularlo,  para que los hombres y mujeres sean todos iguales (como vacas por el llano prado amurallado)…, no como cabras monteses (que decía Huarte de San Juan), no como el ciervo enamorado que salta por los altos montes, desciende a los valles, se pierda y encuentra en las ínsulas extrañas…

Ese ciervo enamorado (vulnerado y curado de amor) del que habla San Juan de la Cruz es el protagonista de esta fiesta de San Valentín 2020, el protagonista queer de Concilium 383,  que hoy invito a leer a mis lectores.

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Concilium 383: Teologías queer: devenir el cuerpo queer de Cristo
Stefanie Knauss y Carlos Mendoza-Álvarez: Editorial

Las teologías queer se inspiran en el análisis crítico de la teoría queer, que emergió a finales del siglo XX a partir de las experiencias de sujetos y subjetividades que son marginadas por su sexualidad no normativa (gais, lesbianas, bisexuales) o su identidad de género (transexuales, intersexuales, no binarios).

Partiendo de experiencias personales de exclusión dentro de la Iglesia, Cuerpo de Cristo, este número de la revista Concilium nos introduce en todas las cuestiones y perspectivas necesarias para que la teología ayude a la Iglesia a «hacerse» realmente el Cuerpo de Cristo inclusivo de todos los cuerpos martirizados por tener «diferencias» que son tan «naturales» como las hegemónicamente sostenidas por la tradición cultural y religiosa.

Fundamentos

1.1. André S. Musskopf: Tan queer como sea posible
1.2. Susannah Cornwall: Perspectivas teológicas constructivas: ¿Qué es la teología queer?

Experiencias

1.3. Murph Murphy: Queer es Dios
1.4. Paul Uchechukwu: La voluntad de Dios
1.5. Lukas Avendaño: Carta de un indio remiso

Teologías

1.6. Gwynn Kessler: «Queerizar» la teología judía en las parábolas
1.7. Carmenmargarita Sánchez de Léon: Los múltiples cuerpos de Jesús
1.8. Sharon A. Bong: Eclesiología: Hacerse el cuerpo queer, poscolonial y (eco)feminista de Cristo en Asia
1.9. Nontando Hadebe: «¿Puede salir algo bueno de Nazaret? –Ven y verás». Invitación a un diálogo entre teorías queer y teologías africanas
1.10. Ángel F. Méndez-Montoya: El amor en los últimos tiempos: La inscripción escatológica en cuerpos afines a un deseo infinitamente cuir
1.11. Marilú Rojas Salazar: Liturgia queer
1.12. Gerald O. West y Charlene van der Welt: Un (comienzo) queer de la Biblia
1.13. Shanon Shah: Teologías musulmanas queer

2. FORO TEOLÓGICO:

2.1. Conrado Zepeda Miramontes: Los exilios en la aldea global y la compasión política
2.2. Reynaldo D. Raluto: El imperativo de la reforestación a la luz de la lucha contra el cambio climático en Asia

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 * Iparralde: En euskera o lengua vasca, Iparralde significa lado norte y se refiere a la zona del País Vasco que pertenece a Francia, siendo Hegoalde -lado sur- la perteneciente a España.

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