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Archivo para julio, 2020

Lucía Heredia, segunda mujer trans en luchar por la corona de Miss Mundo España

Martes, 21 de julio de 2020
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Miss-CeutaLucía Heredia, quien es Miss Ceuta 2020, es la segunda mujer transexual que luchará por la corona de Miss Mundo España en Oropesa del Mar y Marina D’or el próximo 26 de julio. El reinado, si gana, quiere aprovecharlo para ayudar a dar visibilidad a la comunidad trans.

El mundo de la moda no es un lugar fácil. Quienes están dentro dicen que es sacrificado, quienes están fuera aseguran que las barreras que existen para ingresar son difíciles de derribar. No es noticia tampoco, que se prioriza un modelo de belleza en concreto y se eliminan el resto de las opciones.

Sin embargo, los tiempos están cambiando y empezamos a conocer mujeres y hombres que logran hacerse su espacio, en el mundo de la moda, para visibilizar todos los tipos de belleza. Una de las últimas fue Jari Jones, la nueva cara de Calvin Klein, una modelo negra, transgénero, lesbiana y de talla grande.

Lucía Heredia, por su lado, no solo ha logrado entrar a este mundo, sino que ha llega a ser Miss Ceuta 2020, lo que la lleva directamente a competir por la corona de Miss Mundo España el próximo 26 de julio en Oropesa del Mar y Marina D’or.

A sus 24 años, Lucía Heredia, luchará porque el hecho de ser transexual no suponga un problema en su desafío de ser la próxima reina de la belleza española. «Yo pienso que la mejor manera de educar es hacer conscientes a las personas de que somos personas normales, aunque hayamos parado por otra vida», comentó la modelo.

En este tipo de concursos «hay un canon que sigue fijo: una chica guapa, delgada y alta. Aunque es verdad que a día de hoy eso está cambiando un poco. Yo creo que hay que romper esos cánones de belleza. Yo, por ejemplo, los intento romper al ser una chica trans que se presenta a estos certámenes. Pienso que esos cánones son una tontería en el siglo en el que vivimos», aseguró Miss Ceuta 2020.

No nos olvidemos que en el 2015, Ángela Ponce fue la primera mujer en optar a un título de belleza en España. Sin embargo, no fue hasta el 2018 que logró hacerse con la corona de Miss Universo España 2018.

Fuente Oveja Rosa

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Indonesia podría aprobar en 2021 los “exorcismos” a personas LGTB+

Martes, 21 de julio de 2020
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indonesia-latizagos-homofobia-696x522Comienza a debatirse el proyecto de ley de los conservadores islámicos que, entre otras barbaridades, obligaría a personas homosexuales y transgénero a someterse a un “exorcismo” para ser “rehabilitados”

Que la situación del colectivo LGTB+ en Indonesia lleva años siendo muy preocupante es algo que todos sabemos ya. Un exorcismo para que dejes de ser homosexual,  viene a ser lo mismo que aún se hace en países como Estados Unidos o España: una terapia de conversión.

En Indonesia no es ilegal ser homosexual salvo en la provincia de Aceh, un territorio autónomo que lleva ya tiempo persiguiendo al colectivo LGTB+. Pero el radicalismo en el país del mundo con más número de musulmanes se va extendiendo y el apoyo a la aplicación de la ley islámica es cada vez mayor en las encuestas. Como explica Andreas Harsono, investigador de la Human Rights Watch en el país, “la democratización del país, el asesinato de los comunistas hace unos años y la desaparición de algunas organizaciones que hacían de balanza al avance del islam han desaparecido“. Además la influencia de países como Arabia Saudí “que persiguen a la comunidad LGTBI” es cada vez más importante.

Este avance del radicalismo ha llevado a los conservadores islámicos a presentar hace unos meses un proyecto de ley llamado “Ley de Resiliencia Familiar” que tiene como objetivo que las familias sean “más fuertes y resilientes“. Una de las formas de conseguir eso, según esta panda de iluminados, es dejar claro que las tareas domésticas son obligación de la mujer.

Y otra de las formas de fortalecer a una familia es obligar a los miembros de la misma a denunciar a cualquier miembro de “orientación sexual desafiante” para que sea internado en un centro de rehabilitación. Donde se les someterá a un “exorcismo” y saldrán siendo igual de homosexuales, pero ahora torturados y con menos ganas de vivir.

Se supone que la familia es el primer y más grande sistema de apoyo” explica Usman Hamid, director de Amnistía Internacional en Indonesia, “pero esto claramente contradice el espíritu de fortalecerla“. Porque nada une más a una familia que matar al primo maricón.

Hamid ha explicado a El País que, por ahora, no parece que el debate sobre la ley avance en el comité que se encarga de evaluarla, e incluso el portavoz adjunto de la Asamblea Consultiva del Pueblo ha solicitado su retirada. Entre otras cosas porque, si se aprueba, el país vulnerará sin miramientos un buen número de derechos humanos. Pero desde la Human Rights Watch creen que la ley saldrá adelante en 2021, puesto que se ha incluido en la lista de prioridades del Programa de Legislación Nacional.

Y es que, como explica Harsono de la HRW, en un país con más de 219 millones de musulmanes (un 84% de la población) las creencias tribales y chamanistas se han incorporado a la identidad cultural y por eso los exorcismos son “una práctica que está en aumento“; no solo para “rehabilitar” a personas LGTB+, sino que es habitual que se utilicen también en caso de enfermedad mental o para limpiar pueblos en los que han aparecido espíritus malvados.

La homosexualidad es legal en todas partes en Indonesia, excepto en Aceh, una provincia con cierta autonomía localizada en el extremo norte de la isla de Sumatra, donde rige la ley islámica y las relaciones sexuales con personas del mismo sexo son castigados con latigazos públicos. En 2018, la policía detuvo a un grupo de mujeres trans en esta misma región y las humilló públicamente cortándoles el pelo y obligándoles a vestirse con ropa masculina.

Más allá de Aceh, las encuestas de los últimos años indican que la intolerancia y el radicalismo están en aumento en toda Indonesia. Una proporción significativa de la población apoya la implementación de la ley islámica, la sharia, según una encuesta realizada en 2017 por el Instituto ISEAS-Yusof Ishak en Singapur. El 82% de los 1.620 encuestados también consideran que el uso del hiyab o el velo islámico es un signo importante de religiosidad para las mujeres. Según otra encuesta elaborada por una organización radicada en Yakarta el mismo año, uno de cada cinco estudiantes apoya el establecimiento de un califato.

En esta evolución han contribuido muchos factores. Harsono, de HRW, menciona como ejemplo “la democratización del país, el asesinato de los comunistas hace unos años y la desaparición de algunas organizaciones que hacían de balanza al avance del islam han desaparecido”. El investigador argumenta que, mientras tanto, las influencias de los saudíes y de otras corrientes de oriente medio que persiguen a la comunidad LGTBI siguen creciendo”.

Las propuestas en el nuevo proyecto de ley están siendo combatidas por los defensores de los derechos humanos. Para Charles Santiago, miembro del Parlamento de Malasia y presidente del grupo Parlamentarios del Sudeste de Asia por los Derechos Humanos (APHR), se ha demostrado que estas supuestas terapias son extremadamente dañinas para las personas LGTBI, ya que están relacionadas “con la depresión, la ansiedad y el suicidio”.

Las personas LGTBI en Indonesia ya enfrentan una creciente persecución y odio; por lo tanto, la presentación de un proyecto de ley que legitima una mayor discriminación contra ellos “es una preocupación importante y puede aislar todavía más a la comunidad”, concluye Santiago.

Escalada de LGTBfobia de Estado en Indonesia

Hace casi un año, informábamos de la detención de  diez mujeres, acusadas de «conducta lésbica». Antes, recogíamos, precisamente, la detención de cuatro personas en Banda Aceh, a manos de patrullas ciudadadanas, acusadas de «practicar la homosexualidad»: tres varones y una mujer transexual, que se enfrentan a penas que incluyen los mencionados castigos físicos. A principios del 2018 recogíamos el descarnado caso de LGTBfobia de Estado en Indonesia. La policía de Aceh detuvo a doce mujeres trans, les afeitó el cabello y las obligó a vestirse como«hombres normales». En Aceh, desde 2005 rige la sharia o ley islámica gracias a la autonomía que le fue concedida al firmar la paz con los separatistas, poco después del tsunami que asoló la región. En septiembre de 2014, además se aprobó una terrible ley que castiga las relaciones homosexuales con la pena de recibir cien azotes en público con una vara de ratán. La legislación entraba en vigor en octubre de 2015 y fue aplicada, entre otras ocasiones, el pasado mes de mayo a dos jóvenes de 20 y 23 años. En el mismo mes de octubre de 2015 nos hacíamos eco de la detención de dos jóvenes lesbianas (de 18 y 19 años) por abrazarse públicamente y confesar que eran pareja. Según el jefe de la policía islámica las chicas serían “sometidas a rehabilitación con la participación de psicólogos en dependencias sociales”.

Indonesia también votó en 2014 en contra de la resolución del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas contra la homofobia y la transfobia y ha sido calificado, por su propia población, como un mal lugar para vivir si eres gay o lesbiana (solo un 2% opina lo contrario) en una encuesta de Gallup.

En el mes de octubre de 2016, informábamos de la detención de una pareja gay por subir a su cuenta de Facebook unas fotos besándose, junto con un mensaje de amor, que fue considerada por las autoridades como “pornografía”. A estos hechos se suman un deterioro homófobo que reconocía el presidente Joko Widodo, quien lejos de atajarla ha llegado a aprobar medidas discriminatorias, como confiscar preservativos, o la persecución de webs LGTB, bloqueando aplicaciones de citas entre personas del mismo sexo o autorizar formas de discriminación laboralcon el veto de aspirantes LGTB a plazas públicas, el cierre de la única escuela y mezquita para personas trans de Indonesia, aparte de permitir las irresponsables declaraciones homofóbicas de políticos y alcaldes demonizando al colectivo LGBTy la radicalización de líderes religiosos que han llegado a fomentar el boicot a empresas internacionales que apoyan al colectivo LGBT.

En diciembre de 2017 nos hacíamos eco la condena de diez hombres a dos años de cárcel en Indonesia por participar en una supuesta «fiesta gay» en Yakarta, la capital de este país asiático. A diferencia de Aceh, en Yakarta las relaciones homosexuales no son ilegales, por lo que los detenidos fueron condenados por violar la ley contra la pornografía.

El hecho de que se utilice esta ley para perseguir penalmente la homosexualidad en un territorio en el que supuestamente esta no está criminalizada pone de manifiesto la gravedad de la situación que se vive hoy día en Indonesia. De hecho, solo en las provincias autónomas de Aceh y Sumatra Meridional, en las cuales se aplica la sharía o ley islámica (en Aceh a todos los ciudadanos, en Sumatra Meridional solo a los musulmanes, que en cualquier caso son mayoría), las relaciones homosexuales son formalmente ilegales, castigándose incluso con castigos físicos.

Pero también en el resto del país la situación se está deteriorando. Ya lo recogíamos en febrero de 2016, cuando hacíamos alusión a la ola de LGTBfobia protagonizada por políticos y líderes religiosos. Desde entonces, por desgracia, no hemos dejado de conocer casos de detenciones y abusos. Un ejemplo es la redada de mayo de 2017 en el que la policía indonesia detenía en Yakarta a 141 hombres por asistir a lo que las autoridades han calificado como una supuesta “fiesta de sexo gay”, pese a que la homosexualidad no es ilegal en la capital y que desembocó en la citada condena de diez hombres, pero ha habido muchos otros. Días antes de aquella redada, otros ocho hombres eran detenidos, igualmente acusados de celebrar una «fiesta gay» en Surabaya, la segunda ciudad del país. En Java Occidental, la provincia más poblada de Indonesia, el jefe de policía hizo pública por su parte su intención de constituir un grupo de trabajo policial para investigar la actividad de personas LGTB. Y en octubre de 2017 tuvo lugar otra redada en un local de ambiente gay de Yakarta, en la que fueron detenidos 51 hombres. Una estigmatización a la que también ha contribuido la decisión de la Asociación Psiquiátrica Indonesia de clasificar la homosexualidad, la bisexualidad y la transexualidad como trastornos mentales.

Esta espantosa situación podría agravarse de prosperar la iniciativa legislativa que pretende castigar en todo el país las relaciones homosexuales con penas de hasta cinco años de prisión. Sin embargo, en diciembre también aludíamos al “respiro provisional” que había supuesto la decisión del Tribunal Constitucional de Indonesia de rechazar una propuesta de criminalización de las relaciones sexuales entre personas no casadas, cuyo objetivo principal no era otro que el de castigar por vía indirecta las relaciones homosexuales. Poco duraba el respiro, por desgracia.

Fuente El País/Cristianos Gays

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Denuncian que asesino de Daniel Zamudio obtendría beneficios carcelarios a cambio de reparar artículos electrónicos a gendarmes

Martes, 21 de julio de 2020
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file_20160220110037Así lo reportó el Movilh a Gendarmería

 Luego de que Gendarmería anunciara una investigación por las amenazas de muerte que Alejandro Angulo lanza desde la cárcel de Valparaíso, donde se encuentra recluido por el asesinato de Daniel Zamudio, el Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh) aportó hoy nuevos antecedentes

En efecto, y tras denunciar la existencia de un video donde Angulo amenaza de muerte, el Movilh solicitó hoy al Departamento de Derechos de Gendarmería que investigue y sancione a los funcionarios responsables de diversos e ilegales beneficios a los que está accediendo el homicida.

Junto con señalar a la institución que el video en cuestión correspondería a un intercambio por WhatsApp, donde intervienen otras personas, el Movilh reportó que una de las víctimas de Angulo  “nos ha informado que funcionarios de Gendarmería otorgaron diversos beneficio al  sujeto, como uso de celular y de Joystick. Más aún, nos indican que a Angulo le permiten ingresar e incluso vender celulares al interior del recinto penal y que, a cambio de ello, solo le piden que reparen artículos electrónicos de los gendarmes”.

“Solicitamos, por tanto, denunciar al Ministerio Público las amenazas de Angulo, brindar protección a quienes son víctimas de sus abusos, garantizar que el sujeto no tenga ningún beneficio o acceso celulares o cualquier beneficio, y que se investigue y sancione a los gendarmes responsables de permitir estas regalías”, finalizó el Movilh.

Fuente MOVILH

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Y Dios tomó al hombre…

Lunes, 20 de julio de 2020
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“El Señor Dios tomó al hombre

y lo colocó en el jardín del Edén,

para que lo guardara

y lo cultivara”.

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Génesis 2, 15

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“¿El final de las religiones?”, por Gabriel Mª Otalora

Lunes, 20 de julio de 2020
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No son pocos los que creen que estamos en un tiempo postreligioso, convencidos de que la religión es un obstáculo para cualquier manifestación espiritual que merezca la pena. Para unos, el ser superior que existe por encima de nuestra realidad no necesita de esquemas religiosos que entorpecen la dimensión espiritual humana. Para otros, estamos en el final de la idea de Dios en cualquiera de sus formas que nos hemos inventado los humanos.

Lo cierto es que se va consolidando la idea de la religión entendida como un sistema de creencias, ritos y normas inmutables que no tiene futuro. Sin embargo, los datos indican que las religiones entendidas como una experiencia teísta están muy vivas al ser parte de la espiritualidad que brota del anhelo íntimo de trascendencia en lo profundo del ser humano. Y cuando falla la religión (sus seguidores, estaría mejor dicho), se incrementan las sectas y todos los sucedáneos religiosos que podamos imaginar.

No es la religión la que se encuentra en peligro, ya que el anhelo de felicidad y de búsqueda de la trascendencia (religare) existe en todas las culturas y épocas desde el comienzo de la humanidad. Su práctica diaria ha hecho mucho bien cuando su vivencia ha sido honesta. Lo que está en crisis es la confesionalidad, algo muy distinto y que tiene que ver con la manifestación externa del sentimiento religioso canalizado a través de una autoridad sagrada y jerárquica y con una praxis que no libera al ser humano. El fuero es lo que está en crisis, no el huevo.

La religión no puede confundirse con los códigos y normas que le dan forma externa a este sentimiento. Las confesiones religiosas desaparecen cuando falla el ejemplo y la impostura se adueña de de sus seguidores, centrados en los ritos y liturgias en detrimento de la vivencia coherente de una fe religiosa que pide coherencia moral (religere) y compromiso. Y cuando esto no se manifiesta, crece el desinterés social hacia los modelos religiosos actuales.

El cristianismo -y cualquier otra manifestación religiosa- pierde su pujanza espiritual y social cuando la institución religiosa que le da soporte estructural y organizativo comienza a ser más importante que el mensaje; se cae en la tentación de las alianzas con el poder y ya no tiene nada que ofrecer con valor verdaderamente religioso. El Papa Francisco es un ejemplo de lo que deberíamos hacer y de cómo hacerlo. Él nos anima a desterrar las prácticas clericalistas que nadie de buena fe puede aceptar mansamente en ninguna religión, y menos en la cristiana.

Si este tiempo posmoderno y decadente tiene alguna ventaja es la de ser propicio para desenmascarar cualquier incongruencia entre lo que se predica y lo que se practica; esto incluye a los que se dicen personas religiosas, especialmente a sus dirigentes por el escándalo que pueden ocasionar. Si la religiosidad está en cuestión, lo es como daño colateral por el equívoco de confundir la religión con una mala confesionalidad. Recordemos los tiempos del nacional-catolicismo y del aforismo vasco euskaldun, fededun, signo del vascoparlante buen católico; y por extensión, del buen vasco como sinónimo de buen católico. No hace tanto tiempo de ambas realidades sociológicas y ya se han diluido como un azucarillo.

El materialismo consumista también tiene su parte de responsabilidad en el desvalor religioso social por adormilar la espiritualidad favoreciendo el ateísmo, que es un fenómeno de masas reciente, históricamente hablando.  Sin contar lo mal que ofertamos la Buena Noticia ni los muchos fundamentalismos religiosos que existen. A pesar de todo, quienes declaran que no creen en ningún dios siguen siendo minoría.

La religión ha sobrevivido a la crisis de fe, al proceso de secularización y a la Modernidad gracias a una religiosidad más abierta para resurgir en un nuevo tiempo posmoderno aparentemente nada propicio, pero que trae consigo la pluralidad y la tolerancia con las confesiones y creencias, incluida la de que Dios no existe. Ya no se acepta la mercantilización ni la imposición de lo sagrado y los  espíritus más audaces y deseosos de vivir coherentemente su fe buscan fuera lo que no encuentran dentro de su Iglesia. El sentimiento religioso se transforma hacia una mayor autenticidad. Esa búsqueda trascendente tan relacionada con propiciar el bien de nuestros semejantes resulta más auténtica y viva que en los tiempos en que la confesionalidad nos fue impuesta difuminando el amor del evangelio.

Los creyentes hemos perdido influencia social, ayudados por nuestras  inconsecuencias, pero esto nos abre la puerta a una vivencia religiosa más auténtica, humilde y comprometida que manifiesta la verdad que anida tras las prácticas religiosas liberadoras. Fijémonos en la gente coherente y ejemplar y siguiendo ese camino llegaremos a encontrar lo que buscamos como seres religiosos que somos.

Fuente Religión Digital

Espiritualidad

“Los ataques a los judíos son ataques a la democracia y a la convivencia”

Lunes, 20 de julio de 2020
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repunte-antisemitismo-1Los obispos alemanes denuncian el antisemitismo

Abogan por “reforzar la unidad de la comunidad judía, integrando los diferentes orígenes, experiencias, culturas y corrientes religiosas”

“Tengan la seguridad de que la Iglesia Católica seguirá a su lado en la lucha contra el antisemitismo”

Fructífera colaboración entre judíos y cristianos

“Los ataques a los judíos son ataques a la democracia y a la convivencia”, así escribe Monseñor Georg Bätzing, Presidente de la Conferencia Episcopal Alemana (CEA), en un mensaje de felicitación al Consejo Central de los Judíos de Alemania, que este domingo, 19 de julio, celebrará su 70º Aniversario.

En particular, en una carta dirigida al jefe del organismo, el Dr. Josef Schuster, Monseñor Bätzing recuerda las tareas esenciales del Consejo, que siguen siendo válidas hoy en día: reforzar la unidad de la comunidad judía, integrando los diferentes orígenes, experiencias, culturas y corrientes religiosas; fundar nuevas sinagogas, un Colegio de estudios judíos y dos seminarios rabínicos: todos acontecimientos – escribe el Prelado – que “han demostrado la vitalidad intelectual y espiritual del judaísmo en Alemania”.

Además, “en el desarrollo de una cultura democrática en el país –subraya el Presidente de la CEA – las voces judías han desempeñado un papel importante”, llamando la atención pública sobre “los grupos y corrientes de derecha extremistas y antisemitas”, que lamentablemente se están “incrementando”.

Pero al mismo tiempo el Prelado asegura al Concilio: “Tengan la seguridad de que la Iglesia Católica seguirá a su lado en la lucha contra el antisemitismo”. De la Carta episcopal emerge, por fin, el llamamiento a una “cultura de diálogo entre cristianos y judíos”, fortalecida a lo largo de los años, tanto que “hoy en día hay muchos e intensos contactos entre Obispos y rabinos, instituciones católicas y judías y, no en último lugar, también entre la Conferencia Episcopal Alemana y el Consejo Central”.

Fuente Religión Digital

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Sudán ha eliminado la pena de muerte como castigo por el sexo homosexual, pero aún mantiene las penas de cárcel .

Lunes, 20 de julio de 2020
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1155px-Flag-map_of_Sudan.svg Sudán ha eliminado la flagelación y la pena de muerte como castigos por el sexo gay, pero las personas queer pueden ser encarceladas bajo las leyes arcaicas del país.

La ley fue enmendada para eliminar la pena de muerte y las flagelaciones por sexo gay la semana pasada, según la organización de derechos LGBT + Bedayaa. El grupo dijo que el consejo soberano del país aprobó una serie de nuevas leyes y enmiendas el 9 de julio.

Como parte de esas reformas, se enmendó el artículo 148 del Código Penal de 1991 (la Ley de sodomía).

Las personas queer aún pueden ser encarceladas por tener sexo gay en Sudán. Según los cambios, se eliminó por completo la pena de recibir cien latigazos por sexo homosexual, al igual que la referencia a la pena de muerte en el tercer párrafo. En cambio, el artículo ahora somete a las personas queer a la cárcel por tener sexo gay.

Según la ley enmendada, una persona queer puede ser sentenciada a hasta cinco años de prisión por tener sexo gay por un primer “delito”.

Si una persona es condenada por segunda vez, la sentencia de prisión puede durar hasta siete años, mientras que una tercera condena puede ganar toda la vida en prisión.

Bedayaa dijo que el cambio de ley fue “un gran paso hacia la reforma del sistema de justicia en Sudán” y dijo que podría “allanar el camino para nuevas enmiendas para el cambio”. Sin embargo, señalaron que el sexo homosexual sigue siendo un delito penal y dijeron que continuarán luchando por la despenalización total. Los cambios en la ley han sido bien recibidos, pero hay más trabajo por hacer.

El consejo soberano del país también aprobó una serie de otras leyes que ayudarán a mejorar la vida de las mujeres, los niños y las personas mayores en el país.

Según las nuevas leyes del país, se ha prohibido la mutilación genital femenina (MGF) y se ha eliminado el requisito de que las mujeres obtengan permisos de viaje.

Sudán también ha despenalizado la apostasía, la desafiliación formal de la religión, un delito que anteriormente se castigaba con la muerte.

La organización benéfica contra la tortura Redress y el Centro Africano de Justicia y Estudios de Paz alabaron las nuevas leyes en un comunicado publicado a principios de esta semana. Las organizaciones dijeron que los cambios en la serie de leyes “moverían a Sudán un paso más hacia la eliminación de la violencia estructural contra las mujeres y las minorías”.

El país es solo uno de los muchos países de África donde la homosexualidad sigue siendo un delito penal. Las personas homosexuales aún pueden ser condenadas a muerte por el simple delito de tener relaciones sexuales en varios países africanos.

Fuente Pink News

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70 veces siete… La verdadera indulgencia

Domingo, 19 de julio de 2020
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La indulgencia es una expresión finísima de la caridad, porque es a la vez comprensión, discreción, paciencia y confianza. Con ésta -y solo con ésta- se supera un gran obstáculo que normalmente se interpone entre nosotros y nuestro prójimo.

De hecho, lo que hace más difícil el ejercicio de la caridad son, frecuentemente, los defectos que encontramos en los demás. Y estamos fácilmente llevados a verlos, a verlos mucho mas que los nuestros, y así estamos siempre dispuestos a la crítica.

Este obstáculo no se supera espontáneamente, porque el defecto de por sí no acerca a las almas, ya que es una falta, y lo que falta no puede nunca ser un elemento positivo de unión. Por consiguiente, es necesario suplir voluntariamente lo que falta en la persona defectuosa, con algo que les permita a las almas encontrarse. Este algo lo da precisamente la “indulgencia”.

La indulgencia de la que hablamos no consiste, sencillamente, en “cerrar los ojos” a los defectos de los demás: el cerrar los ojos lleva, la mayoría de los veces, al desinterés. Sin embargo, con la verdadera indulgencia los defectos se ven bien; solo que se les “indulta”, es decir, se le “concede” el perdón, pero no al defecto, sino a la imperfección moral de la persona, en cuanto que nos concierne y nos choca, quitándonos algo. Por tanto, un perdón así implica también el propósito de enmienda de los demás, para que la persona no quede privada de aquel bien moral que se deriva de corregir aquel defecto. Y por esta enmienda se le concede confianza. La verdadera indulgencia consiste en esto.

¿Y hasta qué punto hay que emplear la indulgencia? La respuesta nos la proporciona el Señor diciéndonos que hay que perdonar a los hermanos “setenta veces siete”, es decir, siempre. Naturalmente, es difícil una indulgencia tan generosa y delicada; sin embargo, estamos llamados precisamente a hacer esto con los “hermanos” que “pecan” o -por seguir en nuestro contexto- con los defectos de nuestro prójimo.

La indulgencia permite así demostrar el amor con su exquisita delicadeza, que contiene realmente lo mejor del alma y del corazón. De hecho, en este caso, el amor no se busca a si mismo, ni busca su satisfacción; busca sólo el verdadero bien de la persona amada. Y es un amor profundamente activo, porque obra de verdad, es decir, “da”: da el perdón y da también la confianza a la persona con la que tiene indulgencia. Amar a una persona virtuosa no es difícil, pero tener indulgencia y amor a una criatura defectuosa exige la fuerza grande de la virtud, Ya que, además de una gran generosidad, que permite pasar por encima de uno mismo, se necesita aquí una paciencia confiada, que sabe esperar a que los demás se enmienden sin cansarse nunca. Y esto acrecienta todavía más la alta moral del amor.

*

R. Bessero Belti,
Lo que vale un corazón lleno de la presencia interior del Espíritu,
Eunate, Pamplona l995, 79-8] ; traducción, Julia Bellido.

***

En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente:

“El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía, su enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo: “Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?” Él les dijo: “Un enemigo lo ha hecho.” Los criados le preguntaron: “¿Quieres que vayamos a arrancarla?” Pero él les respondió: “No, que, al arrancar la cizaña, podríais arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y, cuando llegue la siega, diré a los segadores: ‘Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero.’”

Les propuso esta otra parábola:

“El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas, y vienen los pájaros a anidar en sus ramas.”

Les dijo otra parábola:

“El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, y basta para que todo fermente.”

Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas y sin parábolas no les exponía nada. Así se cumplió el oráculo del profeta: “Abriré mi boca diciendo parábolas, anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo.” Luego dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a decirle:

“Acláranos la parábola de la cizaña en el campo.”

Él les contestó:

– “El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles. Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será al fin del tiempo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.”

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Mateo 13,24-43

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“La vida es más de lo que se ve”. 16 Tiempo ordinario – A (Mateo 13,24-43)

Domingo, 19 de julio de 2020
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amigosud-lds-laminas12514Por lo general, tendemos a buscar a Dios en lo espectacular y prodigioso, no en lo pequeño e insignificante. Por eso les resultaba difícil a los galileos creer a Jesús cuando les decía que Dios estaba ya actuando en el mundo. ¿Dónde se podía sentir su poder? ¿Dónde estaban las «señales extraordinarias» de las que hablaban los escritores apocalípticos?

Jesús tuvo que enseñarles a captar la presencia salvadora de Dios de otra manera. Les descubrió su gran convicción: la vida es más que lo que se ve. Mientras vamos viviendo de manera distraída sin captar nada especial, algo misterioso está sucediendo en el interior de la vida.

Con esa fe vivía Jesús: no podemos experimentar nada extraordinario, pero Dios está trabajando el mundo. Su fuerza es irresistible. Se necesita tiempo para ver el resultado final. Se necesita, sobre todo, fe y paciencia para mirar la vida hasta el fondo e intuir la acción secreta de Dios.

Tal vez la parábola que más les sorprendió fue la de la semilla de mostaza. Es la más pequeña de todas, como la cabeza de un alfiler, pero con el tiempo se convierte en un hermoso arbusto. Por abril, todos pueden ver bandadas de jilgueros cobijándose en sus ramas. Así es el «reino de Dios».

El desconcierto tuvo que ser general. No hablaban así los profetas. Ezequiel lo comparaba con un «cedro magnífico», plantado en una «montaña elevada y excelsa», que echaría un ramaje frondoso y serviría de cobijo a todos los pájaros y aves del cielo. Para Jesús, la verdadera metáfora de Dios no es el «cedro», que hace pensar en algo grandioso y poderoso, sino la «mostaza», que sugiere lo pequeño e insignificante.

Para seguir a Jesús no hay que soñar en cosas grandes. Es un error que sus seguidores busquen una Iglesia poderosa y fuerte que se imponga sobre los demás. El ideal no es el cedro encumbrado sobre una montaña alta, sino el arbusto de mostaza que crece junto a los caminos y acoge por abril a los jilgueros.

Dios no está en el éxito, el poder o la superioridad. Para descubrir su presencia salvadora, hemos de estar atentos a lo pequeño, lo ordinario y cotidiano. La vida no es solo lo que se ve. Es mucho más. Así pensaba Jesús.

José Antonio Pagola

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“Dejadlos crecer juntos hasta la siega”. Domingo 19 de julio de 2020. 16º domingo de tiempo ordinario.

Domingo, 19 de julio de 2020
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39-OrdinarioA16Leído en Koinonia:

Sabiduría 12,13.16-19: En el pecado, das lugar al arrepentimiento
Salmo responsorial: 85Tú, Señor, eres bueno y clemente.
Romanos 8,26-27: El Espíritu intercede con gemidos inefables
Mateo 13,24-43:  Dejadlos crecer juntos hasta la siega

Hoy, como en tiempos de Jesús y durante toda la historia de la humanidad, solemos dividir y “organizar” aparentemente la sociedad con criterios que consideramos muchas veces correctos: buenos y malos deben estar separados y puestos en los extremos opuestos.

Esta práctica de dividir entre buenos y malos, era aceptada por muchos grupos en el tiempo de Jesús por diversos criterios religiosos (fariseos y esenios), así como por los grupos económicos y políticos (herodianos, saduceos y celotes), pues todos ellos veían como opositores a quienes no pensaban, creían u opinaban según sus mismos criterios.

Jesús llama a la apertura de la mente y el corazón para acoger con esperanza (no pasivamente, con indiferencia) a quienes aparecen ante nuestra forma de vida como diferentes (que solemos catalogar como “malos”). Necesitamos tener apertura para acoger con un actitud de pluralismo asimilado la diferencia, que siempre va a estar presente en nuestra humanidad.

No hay que ignorar en la parábola de la cizaña la presencia del mal en la historia, como lo reconoce Jesús en la presencia del enemigo que siembra la cizaña en el campo. Quiere llamarnos la atención de que no hay que buscar con afán, y posiblemente confundir la semilla buena con la semilla mala. Muchas veces dividir la humanidad entre buenos muy buenos, y malos muy malos, ofreciendo el premio de la salvación para los primeros y la condenación para los segundos, puede ocasionarnos equivocaciones irreparables. Sólo a Dios le corresponde juzgar, con inmensa justicia y misericordia, a cada ser humano, como sólo Dios lo sabe hacer.

Por creernos muchas veces con el poder y la autoridad, nos atribuimos en nuestra conciencia actitudes que excluyen y separan a unos de otros; nuestra autosuficiencia egoísta separa en la práctica cotidiana a personas que por su situación socio-económica o ideológica, son marginados y excluidos por una sociedad dividida en el poder, olvidando que todos y todas somos hermanos y hermanas que compartimos una misma humanidad.

El Reino debe implicar para el seguidor de Jesús una acción transformadora en la vida cotidiana, que llegue hasta lo más profundo del actuar de cada ser humano, y el llamado permanente a la búsqueda y construcción de un mundo más humano, no sólo para unos pocos, sino para todos. Las estructuras basadas en la injusticia no crean el bien necesario para que el mundo avance, sino que generan más muerte y división en la humanidad, atacando con su fuerza destructora cualquier propuesta alternativa de construcción de una nueva humanidad.

No podemos olvidar que la buena noticia que Jesús vino a anunciar (el Reino) es una Buena Nueva para los pobres, en la que de ahora en adelante Jesús y sus discípulos lucharán por una sociedad igualitaria. Comprender el valor de lo pequeño, de lo pobre, como opción fundamental de Jesús y de quienes proseguimos su causa, debe ser una denuncia permanente contra tantas formas de opresión y marginación de estructuras injustas que deshumanizan a tantas personas y comunidades, en donde vive ocultamente el valor de la grandeza del Reino cuando se construye organización y se promueven los valores del Reino.

 Dicho esto, abordemos un segundo nivel, más crítico, en este comentario.

Esta parábola puede resultar alienante si se toma como una invitación a la inactividad, o a la suspensión de nuestra responsabilidad para dejarla en las manos de Dios: él sería quien a fin de cuentas, al final de la historia, incluso más allá de la historia, deberá poner las cosas y las personas en su lugar… Esta idea de un Dios «premiador de buenos y castigador de malos», que contabiliza nuestras acciones y por cada una de ellas nos dará un premio o un castigo, ha sido una idea central de la cosmovisión cristiana clásica. El miedo a la condenación eterna, pieza central de la bóveda de la cosmovisión cristiana clásica medieval y barroca, está en la misma línea. ¿Qué decir de todo ello hoy?

Es obvio que conforme pasa el tiempo estas convicciones fundamentales del pensamiento cristiano van pasando a segundo plano, dejan de estar presentes, no se comentan, incluso se evitan positivamente… Diríamos que ésa es una manifestación más del famoso «eclipse de lo sagrado» que se da en nuestra sociedad moderna. Si nuestros abuelos y sus generaciones anteriores vivieron en una sociedad que transparentaba la eternidad, la vida del más allá, con sus premios y castigos, hoy vivimos, por el contrario, en una sociedad –y con una epistemología- en la que nos es difícil imaginar y pensar el más allá de la muerte como el lugar de los premios y castigos de Dios, como una separación post mortem del trigo y de la cizaña.

No vamos a pretender aquí resolver el asunto, ni abordar el tema en profundidad. Sólo queremos llamar críticamente la atención sobre él haciendo algunas afirmaciones.

Sea la primera la de reconocer que ya no se puede seguir hablando de más allá de la muerte con la ingenuidad y la rotundidad con la que durante siglos se ha hablado: el tema merece una revisión profunda, y en todo caso no permite las afirmaciones clásicas con su escandalosa simplicidad.

Buena parte de las descripciones de los premios y castigos eternos hoy aparecen como antropomorfismos insostenibles, respecto a los que no sólo merece la pena no dar más pábulo, sino que es importante también reconocerlos explícitamente como tales, liberando de ese modo a la fe de la obligación de compartir semejantes creencias mitológicas.

Es necesario tomar conciencia de la urgencia de una revisión a fondo de la posición de la fe cristiana respecto al más allá. Habitualmente hemos dado por bueno y por supuesto el dato de la vida más allá de la muerte, como si fuera un artículo de fe obvio, indiscutible. Y en efecto, normalmente ha quedado enteramente fuera de las crisis renovadoras de la fe en las décadas pasadas. El Concilio Vaticano II y su renovación simplemente envió a la trastera el conjunto de imágenes medievales y barrocas que aún estaban en circulación, y propició una relectura de la escatología en la línea del personalismo y del existencialismo, que realmente supusieron una brisa de aire fresco. La teología de la liberación, por su parte, simplemente añadió una lectura histórico-escatológica de la realidad (caminamos hacia el Reino) y la perspectiva de la opción por los pobres (redescubiertos como los «jueces escatológicos universales», Mt 25,31ss), pero dejó intactas las afirmaciones centrales, sin llegar siquiera a plantearse su cuestionamiento (el libro exponente máximo de la escatología de la teología de la liberación es «Hablemos de la otra vida», de Leonardo BOFF, Sal Terrae, Santander, 1978, muchas veces reimpreso, y libremente disponible en la red).

Hoy, un nuevo paradigma de «revisión del sentido y la identidad misma de la religión», nos exige dejar de vivir de rentas, dejar de repetir incuestionadamente lo de siempre, y plantearnos de nuevo las preguntas más radicales: ¿existe realmente la vida más allá de la muerte? ¿Nos ha sido realmente «revelada»? ¿Cuándo, dónde, cómo? ¿Forma parte del contenido mismo de la fe cristiana? ¿Se puede ser cristiano aceptando la inseguridad y la oscuridad que la ciencia actual confiesa respecto a este tema?

Ciertamente, no son preguntas para el hombre y la mujer de la calle que prefieran seguir viviendo en una edición renovada de la «fe del carbonero». No son tampoco preguntas a difundir imprudentemente, ni trofeos para exhibirse como abanderado de la crítica y el esnobismo. Pero son preguntas que los responsables han de plantearse alguna vez en la intimidad de su fe, para que sondeando la dificultad del misterio, tomen la determinación de ser muy respetuosos en su lenguaje y no seguir viviendo de las rentas de afirmaciones que hoy son de hecho tan incuestionadas como increíbles, tan insostenibles como irresponsables.

El tema sólo lo hemos iniciado. Invitamos al lector a tirar del hijo y seguir profundizando, tanto desde el estudio de la teología como en su oración y su fe. Leer más…

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Parábolas para una crisis (2ª parte). Domingo 16. Ciclo A

Domingo, 19 de julio de 2020
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El trigo y la cizaña

Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Mateo resume la crisis que atravesó su comunidad a finales del siglo I en cinco preguntas a las que responde con siete parábolas. El domingo pasado vimos la primera, ¿por qué no aceptan todos el mensaje de Jesús?, a la que respondía la parábola del sembrador. En este domingo se plantean otras dos preguntas, a las que se responde en tres parábolas. La primera de ellas (el trigo y la cizaña) debió considerarla Mateo difícil de entender, y por eso ofrece su explicación. Sin embargo, no lo hace de inmediato. Cuenta tres parábolas seguidas y más tarde, cuando los discípulos llegan a la casa, interrogan a Jesús y éste aclara su sentido. En cambio, las parábolas tercera (grano de mostaza) y cuarta (levadura) carecen de explicación en el evangelio. Por motivos de claridad expongo primero la parábola del trigo y la cizaña, con su explicación, y luego las otras dos.

¿Qué actitud adoptar con quienes no viven el mensaje?

En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente:
― El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía, su enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo:
― Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?
Él les dijo:
― Un enemigo lo ha hecho.
Los criados le preguntaron:
― ¿Quieres que vayamos a recogerla?
Pero él les respondió:
― No, que, al arrancar la cizaña, podríais arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y, cuando llegue la siega, diré a los segadores: Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero.

La parábola puede leerse desde diversas perspectivas, según pensemos que la finca es el pueblo de Israel, la comunidad cristia­na, o el mundo entero. Ya que esta parábola sólo la cuenta Mateo, vamos a verla primero desde el punto de vista de su comunidad, seriamente enfrentada con los judíos.

  1ª hipótesis: La finca es el pueblo de Israel

En ella, el Señor ha plantado buena semilla (los cristianos). Pero el enemigo ha plantado también cizaña (los fariseos y demás enemigos de la comunidad). La tentación de cualquiera de los dos grupos es decidir por su cuenta y riesgo quién es trigo y quién cizaña. Pablo, por ejemplo, antes de convertirse, pidió permiso a las autoridades de Jerusalén para perseguir a los cristianos. Pero también la comunidad cristiana puede correr el riesgo de intentar acabar con los que no forman parte de ella o no los tratan como consideran justo. Así ocurrió cuando una aldea de Samaria no acogió a Jesús y los discípulos: Juan y Santiago le propusieron hacer bajar un rayo del cielo que acabase con todos (Lc 9,51-56). Con esta parábola, Mateo hace una exhortación a la calma, a dejar a Dios la decisión en el momento final.

            2ª hipótesis: La finca es la comunidad cristiana

La parábola también podría entenderse dentro de la comunidad cristiana (sola ésta sería la finca), donde hay gente que respon­de al evangelio (trigo) y gente que no parece vivir de acuerdo con él (cizaña). El mensaje es el mismo en este caso. Aunque las cosas parezcan claras, es fácil que al arrancar la cizaña se lleven por delante el trigo. Porque cualquier de nosotros, por muy preparado que se considere teológica y moralmente, puede equivocarse. No son raros los casos de personas condenadas por la Iglesia que terminaron no sólo rehabilitadas sino también canonizadas.

3ª hipótesis: la finca es el mundo

Finalmente, la parábola se puede interpretar en un contexto más general, donde la finca es el mundo, la buena semilla los ciuda­danos del Reino y la cizaña los secuaces del Malo. En esta línea se orienta la explicación de los versículos 36-43.

Los discípulos se le acercaron a decirle:
― Acláranos la parábola de la cizaña en el campo.
Él les contestó:
― El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles. Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será al fin del tiempo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.

En cualquiera de estas tres hipótesis (todas válidas), Jesús advierte contra el peligro de que paguen justos por pecadores. Es preferible tener paciencia y dejar la justicia a Dios, el único que puede emitir un veredicto exacto, sin temor a equivocarse.

La actitud de Dios, modelo de moderación e indulgencia

La primera lectura, tomada del libro de la Sabiduría, se mueve en esta línea de bondad y tolerancia, poniéndonos a Dios como modelo. Un Dios al que el poder impulsa, no a castigar sino a perdonar, que gobierna con moderación e indulgencia, y que siempre da un voto de confianza al pecador, esperando que se convierta.

Fuera de ti, no hay otro Dios al cuidado de todo, ante quien tengas que justificar tu sentencia. Tu poder es el principio de la justicia, y tu soberanía universal te hace perdonar a todos. Tú demuestras tu fuerza a los que dudan de tu poder total, y reprimes la audacia de los que no lo conocen. Tú, poderoso soberano, juzgas con moderación y nos gobiernas con gran indulgencia, porque puedes hacer cuanto quieres. Obrando así, enseñaste a tu pueblo que el justo debe ser humano, y diste a tus hijos la dulce esperanza de que, en el pecado, das lugar al arrepentimiento.

¿Tiene algún futuro esto tan pequeño?

Tras la explicación, volvemos al otro tema tratado por las parábolas de hoy. La comunidad de Mateo es pequeña. Las otras comunidades también. Han pasado ya cincuenta años de la muerte de Jesús, y aunque el cristianismo se va extendiendo por el Imperio Romano, representan una minoría. ¿Qué futuro tiene este grupo tan pequeño? ¿Qué futuro tiene la iglesia actual, que carece del influjo y el poder que tenía hace unos años? Mateo responde con dos parábolas: la del grano de mostaza y la de la levadura. Ambos coinciden en ser algo pequeño, pero más importante de lo que puede parecer a primera vista.

            El grano de mostaza

El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas, y vienen los pájaros a anidar en sus ramas.

Esta parábola sólo se comprende a fondo cuando se conoce una parábola del profeta Ezequiel que utiliza Jesús como modelo. A comienzos del siglo VI a.C., cuando el pueblo de Israel se encontraba deportado en Babilonia, para expresar que su suerte cambiaría y sería espléndida, Ezequiel cuenta lo siguiente:

Cogeré una guía del cogollo del cedro alto y encumbra­do;
del vástago cimero arrancaré un esqueje
y lo plantaré en un monte elevado y señero,
lo plantaré en el monte encumbrado de Israel.
Echará ramas, se pondrá frondoso
y llegará a ser un cedro magnífico;
anidarán en él todos los pájaros,
a la sombra de su ramaje anidarán todas las aves. (Ez 17,22-23).

Jesús acepta la imagen del árbol y la idea de que sirve para acoger a todas las aves del cielo. Pero introduce un cambio radical: no elige como modelo el cedro alto y encumbrado, sino el modesto arbusto de mostaza, que, cuando crece, «sale por encima de las hortalizas». Es un ataque lleno de humor e ironía al triunfalismo. Lo importante no es que el árbol sea grandioso, sino que pueda cumplir su función de acoger a los pájaros. Para la comunidad de Mateo era una excelente lección, y también debe serlo para nuestras tentaciones de triunfalismo eclesial.

            La levadura

Les dijo otra parábola:
El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, y basta para que todo fermente.

Algo parecido ocurre con la parábola de la levadura. Se usa en poca cantidad, pero cumple su función, hace que fermente la masa. La tentación de la comunidad cristiana es querer ocupar mucho espacio, ser masa, llamar la atención por su volumen, por el número de miembros. Jesús dice que lo importante es la función de fermentar la masa.

Resumiendo lo leído hasta ahora, Mateo ofrece una explicación de la realidad (sembra­dor) y una llamada a la sereni­dad (trigo y cizaña) y a confiar en algo que tiene unos comienzos tan modestos (mostaza y levadura). El próximo domingo, otras tres parábolas completarán esta enseñanza.

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La cizaña debe arrancarse siempre para que el trigo crezca.

Domingo, 19 de julio de 2020
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1602347Mt 13, 24-43

La parábola de la cizaña es una de las siete que Mt narra en el capítulo 13. Como decíamos el domingo pasado, se trata de un contexto artificial. Como todas las parábolas se trata de un relato anodino e inofensivo por sí mismo, pero que, descubriendo la intención del que la relata, puede llevarnos a una reflexión muy seria sobre la manera que tenemos de catalogar a las personas como buenos y malos. Mal entendida, puede dar pábulo a un maniqueísmo nefasto, que tergiversa el mensaje de Jesús. Bien y mal se encuentran inextricablemente unidos en cada uno de nosotros.

El punto de inflexión en la lógica del relato lo encontramos en las palabras del dueño del campo. “dejadlos crecer juntos hasta la siega”. Lo lógico sería que se ordenara arrancar la cizaña en cuanto se descubriera en el sembrado, para que no disminuyera la cosecha. Pero resulta que, contra toda lógica, el amo ordena a los criados que no arranquen la cizaña, sino que la dejen crecer con el trigo. Este quiebro, es el que debe hacernos pensar. No es que el dueño del campo se haya vuelto loco, es que el que relata la parábola quiere hacernos ver que otra visión de la realidad es posible.

El domingo pasado una cosecha del ciento por uno (cuando el diez por uno era un buen rendimiento) era el quiebro que nos obliga a saltar a otro plano. Esa desorbitada cosecha no se puede dar en el trigo, luego tenemos que dar un salto para entender lo que nos quiere decir. Ya no se trata de tierra y grano sino de fruto espiritual. La falta de lógica está en no arrancar la cizaña. Si en el campo de trigo se nos pide hacer lo contrario de lo que se debe, nos obliga a saltar a otro nivel en que eso sea posible. En el orden espiritual no solo no se debe arrancar la cizaña sino que no se puede separar.

Empecemos por notar que el sembrador siembra buena semilla. La cizaña tiene un origen distinto. Este lenguaje debemos explicarlo. Según aquella mentalidad, hay un enemigo del hombre empeñado en que no alcance su plenitud. Pero la hipótesis del maniqueísmo es innecesaria. Durante milenios el hombre trató de buscar una respuesta coherente al interrogante que plantea la existencia del mal. Hoy sabemos que no tiene que venir ningún maligno a sembrar mala semilla. La limitación que nos acompaña como criaturas, da razón suficiente para explicar los fallos de toda vida humana.

La vida arrastra tres mil ochocientos millones de años de evolución que ha ido siempre en la dirección de asegurar la supervivencia del individuo y de su especie. A ese objetivo estaba orientado cualquier otro logro. Al aparecer la especie humana, descubre que hay un objetivo más valioso que el de la simple supervivencia. Al intentar caminar hacia esa nueva plenitud de ser que se le abre en el horizonte, el hombre tropieza con esa enorme inercia que le empuja al objetivo puramente egoísta. En cuanto se relaja un poco, aparece la fuerza que le arrastra en la dirección equivocada del individualismo.

El objetivo de subsistencia individual y el nuevo horizonte de unidad-amor que se le abre al ser humano no son contradictorios. En el noventa por ciento deben coincidir. Pero esa pequeña proporción que les diferencia no es fácil de apreciar. Como en el caso de la cizaña y el trigo, solo cuando llega la hora de dar fruto queda patente lo que los distingue. Es inútil todo intento de dilucidar teóricamente lo que es bueno o lo que es malo. La mayoría de las veces el hombre solo descubre lo bueno o lo malo después de innumerables errores en su intento por acertar en su caminar hacia la plenitud.

El trigo y la cizaña tienen que convivir a pesar de que son plantas antagónicas y lo que produce una, será siempre a costa de la otra. La cizaña perjudica al trigo, pero la realidad es que son inseparables. Aplicado al ser humano, la cosa se complica hasta el infinito, porque en cada uno de nosotros coexisten juntos cizaña y trigo. Nunca conseguiremos eliminar del todo nuestra cizaña. Solo tomando conciencia de esto, superaremos el puritanismo y podremos aceptar al otro con su propia cizaña.

Esta mezcla inextricable no es un defecto que le viene al ser humano de fábrica, como se ha hecho creer con mucha frecuencia; por el contrario, se trata de nuestra misma naturaleza. Dejaríamos de ser humanos si se anularan todas nuestras limitaciones. No solo es absurdo el considerar a uno bueno y a otro malo, sino que el solo pensar que una persona se pueda considerar perfecta es descabellado. Arrancar la cizaña en nosotros y en los demás ha sido una tentación, que arrastramos desde tiempo inmemorial.

También hoy Jesús, a petición de sus discípulos, explica la parábola. Una vez más, no se trata de una explicación de Jesús, sino de un añadido de la primera comunidad, que convirtió las parábolas en alegorías para poder utilizarla como instrumento moralizante. En la explicación que da el evangelio de esta parábola, se ve con toda claridad la diferencia entre parábola y alegoría. Podemos apreciar cómo se desvía el acento desde la necesidad de convivir con el diferente a la insistencia en que los malos serán quemados, con la intención de que el miedo a ser chamuscados nos haga mejores.

Si a través de veinte siglos, la Iglesia hubiera hecho caso de esta parábola, ¡cuántos atropellos se hubieran evitado! En todos los tiempos se ha perseguido al que discrepa, solo por el afán de conservar la pureza legal, que tanto preocupa a los dirigentes. Se ha excomulgado, se ha desterrado, se ha quemado en la hoguera a miles de cristianos que eran bellísimas personas, aunque no coincidieran en todo con los cánones oficiales. Es patético que, a algunos de los que han sido sacrificados, se les haya declarado santos.

Aún tenemos pendiente un cambio en nuestra actitud ante el diferente. Hemos sido educados en el exclusivismo. Se nos ha enseñado a despreciar al diferente. Jesús sabía muy bien lo que decía a un pueblo judío que se creía elegido y superior a todos los demás. A pesar de la claridad del mensaje, muy pronto olvidaron los cristianos las enseñanzas de Jesús y reprodujeron el exclusivismo judío. Una sola frase resume esta actitud totalmente antievangélica: “fuera de la Iglesia no hay salvación”. Esta máxima (mínima) ha sido defendida, todavía, por el último Catecismo de la Iglesia Católica.

La parábola no solo se aplica al orden moral sino a la doctrina y al culto. En las verdades también hay trigo y cizaña y tampoco se puede separar el error de la verdad. Dice un proverbio oriental: si te empeñas en cerrar la puerta a todos los errores, dejarás inevitablemente fuera la verdad. También Nietzsche dijo algo parecido a esto: en un discurso un poco largo el más sabio es una vez tonto y dos veces necio. En el culto, el trigo sería un descubrimiento de Dios en nosotros y una verdadera relación con Él. Cizaña sería quedarnos en los ritos externos y no llega a la vivencia. En la moral: las prostitutas y lo pecadores os llevan la delantera en el reino de Dios. El sábado está hecho para el hombre y no el hombre para el sábado.

Meditación

Por mucho que nos empeñemos en impedirlo,
la cizaña y el trigo van a seguir creciendo juntos.
Si descubres los fallos en los que tropiezas cada día,
estarás en condiciones de aceptar a los demás con los suyos.
El objetivo del cristiano no es alcanzar la perfección,
sino aceptar al otro a pesar de sus fallos.

 

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Intolerancia

Domingo, 19 de julio de 2020
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inaweofgodscreationDebemos reclamar, en nombre de la tolerancia, el derecho a no tolerar a los intolerantes (Karl Popper)

19 de julio. DOMINGO XVI DEL TO

Mt 13, 24-43

Dejad que crezcan juntos hasta la siega (V 30)

La parábola del trigo y la cizaña, es una de las parábolas de Jesús de Nazaret, recogida en el Evangelio de Mateo, y también en el evangelio apócrifo de Tomás.  Es la decimosegunda parábola narrada en el Nuevo Testamento, y justo antes de la parábola de la semilla de mostaza.

La explicación de esta parábola la da también Jesús, según aparece en la Biblia cristiana:

Él, les dijo: “El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre. El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo. El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del siglo; y los segadores son los ángelesDe manera que, como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo. Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga” (Mateo 13, 37-43)

La cizaña es bien parecida al trigo durante las primeras fases de crecimiento y la ley romana de entonces prohibía sembrar cizaña entre el trigo de alguna persona, lo que sugiere que la historia es realista.

Dicha parábola ha sido mencionada como ejemplo de la tolerancia que hay que tener con aquellas personas que practican una religión distinta a la propia.

En su Carta al obispo Roger de Chalons, el obispo Wazo se basó en esta parábola par argumentar que “la iglesia debe dejar que la disidencia crezca con la ortodoxia ha que venga el Señor para separarlos y juzgarlos”.

Martín Lutero predicó un sermón en el que dijo que “solo Dios puede separar a los falsos creyentes de los verdaderos, y señaló que matar herejes o no creyentes, es acabar con su oportunidad de ser salvados”. Y añadió: “Deseamos forzar a otros a creer: a los turcos con la espada, a los herejes con el fuego, a los judíos con la muerte, y así desenraizar la cizaña por nuestro propio poder, como si fuéramos nosotros los que pudiéramos reinar sobre los corazones y los espíritus, volviéndoles piadosos”.

Aunque la cizaña estorba al trigo, también lo hace más hermoso cuando lo contemplamos: en definitiva, lo hace más hermoso.

 

Roger Williams, teólogo bautista y fundador de Rodhe Island, al norte de lo Estados Unido, usaba esta parábola para apoyar la tolerancia del gobierno hacia toda la cizaña -los herejes- en el mundo, ya que la persecución civil, daña frecuentemente también al trigo -los creyentes-.

Y en su Areopagítica, John Milton exigía libertad de expresión, y condenaba al Parlamento inglés por su intolerancia.

El filósofo austríaco Karl Popper dijo: “Debemos reclamar, en nombre de la tolerancia, el derecho a no tolerar a los intolerantes”.

Y esto me parece a mí que es el mejor ejemplo de lo que debiera ser la tolerancia evangélica.

En mi libro Soliloquios, un Poema que destila tolerancia

¿LO OYE EL VIENTO?

Suenan voces en mí mismo
pulsando aciertos y yerros.
Unos relatan amores,
otros cuentan vituperios.

Las oye el viento.
¿Las oye?
Tañen fuera, tañen dentro.
Doblan arriba y abajo
con festivos tintineos.

Son rebaños de palabras,
que pastoreo en mis feudos,
pastando voces divinas
en prados del pensamiento.

Todos son y no son, míos.
Son sobre todo del viento,
que los parte y los comparte
con todos los hemisferios

Vicente Martínez

Fuente Adulta

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Llamados a ser levadura o semilla que hacer crecer el Reino desde dentro.

Domingo, 19 de julio de 2020
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the-passion-fox-netflix-644x362Mateo 13,24-43

El evangelio de este domingo nos regala tres parábolas, preciosas y sugerentes las tres, con las que Jesús mismo, según nos dice el texto, quiere explicarnos qué es eso del “reinado de Dios” o el reino de los cielos, como suele decir Mateo. En definitiva, cómo actúa Dios para irnos transformando a nosotros y a nuestro mundo.

Jesús, en distintas intervenciones, hizo referencia a todo el proceso agrícola, desde que se planta la semilla hasta que se recogen los frutos. Sembrar, cuidar el crecimiento, cosechar… tienen su ritmo propio, el ritmo de la naturaleza. Quizá ahora al evangelizar hemos perdido el ritmo de la naturaleza y queremos que todo ocurra con la misma rapidez que nos comunicamos a través de Internet: casi en el instante. Nos desanima la falta de frutos, o las malas hierbas que crecen en nuestro campo, queremos que las cosas sean como imaginamos que deben ser, queremos plantar hoy y llenar los graneros mañana. ¡Volvamos a aprender de la madre naturaleza!

Las tres parábolas nos exigen un esfuerzo para traducir sus categorías y lenguaje a términos más cercanos a nuestra vida. Eso nos permitirá descubrir toda su riqueza. De entrada tienen un mensaje común. En las tres el Reino de Dios se compara con algo pequeño y a la vez cargado de vida, que crece y se manifiesta poco a poco y desde dentro, sin ruido ni apariencias. No se impone como una súper estructura a lo que vivimos o tenemos, sino que lo penetra y lo transforma, con una fuerza silenciosa pero potente, que viene de Dios, no de nosotros mismos. Sin duda estos símbolos y mensajes resultaron chocantes para los que, en tiempos de Jesús, esperaban un Mesías guerrero y triunfador, que aniquilase al pueblo que los oprimía. ¿No nos encontramos hoy con esperanzas parecidas?

Junto a este mensaje central podemos fijarnos en varias frases que nos pueden iluminar:

  1. “Dejadlos crecer juntos” decisión inapelable del padre de familia, del sembrador, que sus criados no entienden y posiblemente muchos de nosotros tampoco. ¿Qué dejemos crecer a los que…?

¡Cuántas realidades podemos leer tras esta frase! Cuantas veces creemos que estamos sembrando buena semilla, en nuestro ambiente, en nuestra familia e incluso en nosotros mismos y… ¿Qué descubrimos que está creciendo? A poco que seamos sinceros encontramos “malas hierbas” de mentiras, engaños, traiciones, mezquindades… ¿nos atrevemos a poner nombre a estas malas hierbas de nuestro entorno? Pero hay más, ¿qué malas hierbas encontramos en nosotros mismos?

Y ¡cómo nos gustaría arrancarlas!, porque no soportamos la realidad de nuestro mundo, y estamos continuamente inclinados a juzgar, condenar, separar e incluso arrancar lo que hemos decidido que son malas hierbas. Pero Jesús nos repite: ¡Dejadlos crecer juntos! ¿Cómo justificamos entonces esos fundamentalismos, esas crispaciones y rechazos viscerales que alimentamos, incluso en nuestros grupos de creyentes?

Y además la parábola nos asegura que el trigo crece en medio de las malas hierbas… que un mal ambiente, la injusticia o violencia de los que nos rodean, no son la causa de nuestra falta de justicia o de paz. Que Dios ha sembrado buena semilla en nosotros y somos responsables de nuestro propio crecimiento, no de acabar con los que parecen malas hierbas. Y estamos llamados a confiar en la palabra de Jesús, que afirma que este es el modo en el que crece el reinado de Dios, en medio de dificultades, conviviendo el bien y el mal, sin apresurarnos a juzgar… El reino de Dios crece aunque no lo veamos, aunque no lo podamos constatar.

Dejadlos crecer juntos… hasta que llegue el tiempo de la siega. Quizá lo difícil es ese “a su tiempo”. Nos suele faltar paciencia. Dejar crecer juntos es una llamada a confiar, a confiar pacientemente en que Dios sabe lo que hace y a su tiempo brillará la verdad, y la bondad y la justicia vencerán claramente.

  1. “Es la más pequeña de todas las semillas”

Es la clave para entender eso de Jesús llama el Reino de Dios y su dinámica. Siempre empieza por algo muy pequeño, frágil, de apariencia débil pero con enorme vitalidad dentro, no solo una semilla, la semilla más pequeña.

Nada de ejércitos, ni grandes apariencias, nada de estadísticas apabullantes o medios deslumbrantes… lo de Dios va por dentro, hay que enterrarlo en la tierra para que crezca, debe desaparecer e incluso morir para vivir plenamente… como la semilla, como el propio Jesús.

Ser cristiano es esto, entrar en la dinámica de la semilla, tomar conciencia de que somos pequeños y frágiles, pero también de que Dios ha puesto en nosotros una energía y vitalidad sorprendentes, puro don de Espíritu. Y esta fuerza es la que va transformando el mundo, la que va haciendo presente el Reino, por obra del Espíritu, no por nuestros logros o valía.

  1. La levadura que una mujer… amasa con la harina para que toda la masa fermente

Ser levadura en la masa no es ser guinda en el pastel. La semilla se siembra y desaparece, ya no se ve más, hasta que se ve el árbol. La levadura desaparece en la masa. Y “masa” es la realidad que nos rodea, toda entera, con lo bueno y lo malo que la conforma. Estamos llamados a dejarnos meter dentro de la masa, a ser mezclados y amasados con ella, a mancharnos, a desaparecer… para fermentar desde dentro. No lo olvidemos se nos llama a ser semilla o levadura, no estructura que aplasta, toma distancias o se defiende…

Cada uno de nosotros y de nosotras recibimos millones de buenas semillas a lo largo de nuestra vida. Se nos ofrecen también todos los nutrientes que necesitamos para crecer en medio de malas hierbas, mezclados en toda realidad, pero ¿somos conscientes de que germinar y dar fruto, como fermentar y cambiar nuestro ambiente, es un proceso lento que requiere nuestra colaboración? ¿Cómo vivimos los tiempos en los que parece que estamos bajo tierra, a oscuras, sin poder salir a dar fruto?

También estamos llamados y llamadas a sembrar las semillas que hemos recibido, sin seleccionar los terrenos, a manos llenas y cantando. Sembrar con el corazón lleno de fe y esperanza y renunciando a controlar el crecimiento o ver unos frutos que no nos corresponden. Porque las tierras del Reino no son nuestras y su crecimiento es imparable aunque no siempre lo veamos.

Mª Guadalupe Labrador Encinas. fmmdp

Fuente Fe Adulta

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Afán justiciero

Domingo, 19 de julio de 2020
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Dedo-acusador-300x193Domingo XVI del Tiempo Ordinario

19 julio 2020

Mt 13, 24-30

El mundo fenoménico o de las formas se caracteriza por la polaridad. De manera que no puede existir nada sin su opuesto: blanco/negro, día/noche, salud/enfermedad, placer/dolor, nacimiento/muerte…, trigo/cizaña. Es precisamente esa condición la que hace posible el despliegue de las formas y la que nos permite conocerlas.

          La polaridad omnipresente puede confundirnos y hacernos pensar que se trata de realidades irremediablemente opuestas, hasta el punto de etiquetar a una de ellas como “buena” y a la opuesta como “mala”.

          Al hacer así, lo que era solo una polaridad que hacía posible el mundo de las formas lo convertimos en una dualidad que confunde y distorsiona nuestra mirada. Porque aquellos polos opuestos no son contradictorios sino complementarios.

          Las categorías “bueno” y “malo”, en cuanto polos opuestos, tienen su razón de ser para entendernos en el mundo de las formas, pero resultan completamente inadecuadas cuando las absolutizamos. Porque, en el plano profundo, todo está bien, todo es como tiene que ser: todo lo que percibimos no es sino un despliegue de la vida a través de la polaridad.

        Ante esta afirmación la mente analítica suele rebelarse airada, porque se le escapa la paradoja y es incapaz de captar el nivel profundo de lo real. Para la comprensión, sin embargo, resulta una obviedad: la realidad es paradójica y se requiere comprender sus “dos niveles” para poder integrarlos y vivirlos de manera armoniosa.

          Donde hay trigo forzosamente habrá cizaña. Y tiene razón Jesús: hay que dejarlos crecer juntos. No desde la justificación indiferente, sino desde la comprensión de que cada persona hace en cada momento todo lo que puede y sabe.

          Sin embargo, alguna mano posterior debió añadir en el texto la necesidad de “quemar la cizaña”. Tal añadido puede ser señal de nuestra “exigencia de justicia”. Tanto por nuestra sensibilidad ante el dolor ajeno como por la lectura que nuestra mente hace de las cosas, solemos abrigar una idea determinada, incluso bienintencionada, de la “justicia”, idea que ha llevado a no pocos pensadores –me vienen a la memoria los representantes de la teoría crítica, de la Escuela de Frankfurt– a afirmar el imperativo de que “el verdugo no triunfe sobre la víctima”.

      Sin embargo, sin negar toda su “buena intención”, tal planteamiento es tramposo, porque nace de una visión dualista y fragmentada. Desde la comprensión, el mismo Jesús –como han hecho todos los sabios– habló más bien de “perdonar a los enemigos” y de “ser compasivos como vuestro Padre, que es bueno con los ingratos y los malvados” (Lc 6,35).

      Ahí se mueve la comprensión no-dual, permitiéndonos apreciar que es solo nuestra inconsciencia la que nos hace ver el mundo dividido en “víctimas” y “verdugos”. Y esto no significa negar la realidad, sino verla desde otro lugar.

          Me parece urgente atrevernos a mirar el mundo con otros ojos, atrevernos a dar una interpretación distinta de los acontecimientos y actuar desde una consciencia más amplia. La transformación vendrá justamente de ese cambio de visión –que nace de una consciencia ampliada– y dará a nuestras acciones una calidad y una vibración diferentes, caracterizadas por la compasión eficaz.

¿Vivo comprensión profunda hacia las personas?

Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

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La paciencia de Dios es nuestra salvación

Domingo, 19 de julio de 2020
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imagesDel blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

DOMINGO XVI del AÑO

  1. trigo y cizaña.

         La historia de la humanidad, nuestra propia historia personal es un largo recorrido tejido de bien y de mal, de trigo y cizaña. En el lenguaje teológico se suele decir que estamos en una historia de salvación, al mismo tiempo que en una historia de daños y males, (historia salutis – historia damnationis).

         La gran tentación suele ser la de extirpar cuanto antes el mal, arrancar la cizaña. Especialmente las posturas y temperamentos violentos y fanáticos enseguida esgrimen el hacha de guerra.

         Jesús no actúa así. Jesús no es un fundamentalista violento que actúa agresiva e inmediatamente.

         Las precipitaciones y las prisas no son buenas consejeras. El crecimiento es lento y paciente.

Dejad crecer juntos el trigo y la cizaña hasta la cosecha, hasta a siega.

  1. paciencia histórica.

         La vida no crece a tirones, ni a golpes. Tanto personal como socialmente, la existencia y la madurez humana requieren procesos, recorridos, altibajos, retrocesos. Pasamos por momentos y situaciones de todo tipo, de trigo y de cizaña. Las ideologías tienen también sus tiempos, su hierba buena y su hierba mala.

         No es cuestión de arrancar precipitadamente, no es cosa de excomulgar, de condenar, de imponerse con poder. Son tentaciones fanáticas.

         Hay que tener paciencia histórica. Las personas podemos cambiar algunas de nuestras actitudes, podemos evolucionar, madurar. En ocasiones nacemos a una nueva vida -como Nicodemo- siendo ya mayores, quizás viejos.

         Hay que saber esperar, que al fin y al cabo toda siembra es una esperanza.

Dios sabe esperar, es más, la paciencia de Dios es neustra salvación, (2Ped 3,15).

Tengamos paciencia histórica.

  1. situaciones de antiguo y de nuevo testamento.

         En esta paciencia histórica como actitud sensata en la vida, podemos también pensar que, aunque estemos ya en el Nuevo Testamento desde hace dos mil años, sin embargo los pueblos, las personas, a veces la misma Iglesia puede encontrarse en situaciones de Antiguo Testamento: en las familias suelen darse casos de Caín y Abel, la Torre de Babel no es otra cosa que una campaña electoral o una lucha por el poder, no son extrañas las ansiedades del rey David por Betsabé, la mujer de Urías, etc…

         Trigo y Cizaña en la historia de la humanidad. Dios tuvo pedagogía y una gran paciencia con la humanidad. Dios no reveló todo de una vez. Todo fue poco a poco, la misma cizaña histórica, fue una fuente de revelación, de crecimiento, de madurez.

         Hay etapas en la vida en las que nos encontramos en situaciones de Antiguo Testamento. Muchas actitudes, normativas, ritos de los eclesiásticos actuales se parecen más al Templo de Jerusalén o al mundo fariseo que al mensaje de Jesús. A veces recorridos ideológicos, políticos, económicos son pura cizaña.

         Podemos, pues, vivir nuestro Antiguo Testamento personal, eclesiástico, como pueblos, etc.

         Dios es siempre paciente con nosotros, incluso cuando nosotros estamos en situación de Antiguo Testamento o de cizaña.

  1. No metamos cizaña. (a modo de estrambote).

         Aunque sea al final de la homilía no quiero dejar de aludir a esa especie de refrán o conseja que solemos decir en castellano y que contiene una gran verdad: “no seamos cizañeros, no metamos cizaña”.

         No seamos gente chismosa, que lleva los “cuentos” de aquí para allá, que ponemos zancadillas, que “malponemos” a las personas.

         Seamos personas de bien, limpias en la vida, discretas. La crítica, la calumnia, el mentir sobre los demás no son juego honrado y limpio. Es cizaña.

         Seamos “trigo limpio” en la vida.

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Creación

Sábado, 18 de julio de 2020
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“Toda criatura depende de otra,

todos los seres están unidos entre sí,

se necesitan,

se complementan y,

gracias a esto,

la creación se fortalece”

*

Hildegard von Bingen

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Leonardo Boff: “¿Vale más el lucro o la vida? Lo que nos está salvando es lo que le falta al capitalismo: la solidaridad, la cooperación”

Sábado, 18 de julio de 2020
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“El capitalismo se caracteriza por explotar hasta el límite la fuerza de trabajo, por el pillaje de los bienes y servicios de la naturaleza, en fin, por la mercantilización de todas las cosas”

“¿Debemos salvar la economía o salvar vidas humanas? Si hubiéramos seguido la lógica del capital, todos estaríamos en peligro”

“Los que buscan una transición paradigmática, dentro de la cual me sitúo yo, deben proponer otra forma de habitar la Casa Común”

Para comprender el significado del coronavirus, tenemos que encuadrarlo en su debido contexto, no verlo aisladamente bajo la perspectiva de la ciencia y de la técnica siempre necesarias. El coronavirus viene da la naturaleza, contra la cual los seres humanos, particularmente a través del capitalismo global desde hace siglos, llevan a cabo una guerra sistemática contra esta naturaleza y contra la Tierra.

El capitalismo neoliberal gravemente herido

Concentrémonos en la causa principal que es el orden capitalista. Conocemos la lógica del capitalismo. Él se caracteriza por explotar hasta el límite la fuerza de trabajo, por el pillaje de los bienes y servicios de la naturaleza, en fin, por la mercantilización de todas las cosas. De una economía de mercado hemos pasado a una sociedad de mercado. En ella las cosas inalienables se transforman en mercancía: Karl Marx en su Miseria de la Filosofía de 1847, lo ha descrito bien: «Cosas intercambiadas, dadas pero jamás vendidas… todo se ha vuelto venal como la virtud, el amor, la opinión, la ciencia y la conciencia… todo se ha vuelto vendible y llevado al mercado». Él llamó a esto el “tiempo de la corrupción general y de la venalidad universal” (ed.Vozes 2019, p.54-55). Es lo que se implantó desde el fin de la segunda guerra mundial.

Nosotros seres humanos, bajo el modo de producción capitalista hemos roto todos los lazos con la naturaleza, convirtiéndola en un baúl de recursos, considerados ilusamente ilimitados, en función de un crecimiento considerado también ilusamente ilimitado. Resulta que un viejo y limitado planeta no puede soportar un crecimiento ilimitado.

La Tierra viva, Gaia, un superorganismo que articula todos los factores para continuar viva y producir y reproducir siempre todo tipo de vida, ha empezado a reaccionar y a contraatacar mediante el calentamiento global, los eventos extremos en la naturaleza, y el envío de sus armas letales, que son los virus y las bacterias (gripe porcina, aviar, H1N1, zika, chikungunya, SARS, ébola y otros), y ahora el de la COVID-19, invisible, global y letal.

Este virus ha puesto a todos de rodillas, especialmente a las potencias militaristas cuyas armas de destrucción masiva (que podrían destruir toda la vida varias veces) resultan totalmente superfluas y ridículas.

A propósito de la COVID-19 ha quedado claro que cayó como un meteoro rasante sobre el capitalismo neoliberal desmantelando su ideario: el beneficio, la acumulación privada, la competencia, el individualismo, el consumismo, el estado mínimo y la privatización de la cosa pública y los bienes comunes. Ha sido gravemente herido. Ha producido demasiada iniquidad humana, social y ecológica, hasta el punto de poner en peligro el futuro del sistema-vida y del sistema-Tierra.

Mientras, planteó inequívocamente la disyuntiva: ¿vale más el lucro o la vida? ¿Debemos salvar la economía o salvar vidas humanas? Según el ideario del capitalismo, la elección sería salvar la economía en primer lugar y luego las vidas humanas. Pero hasta hoy nadie ha encontrado la fórmula mágica para articular las dos cosas: producir riqueza y evitar la contaminación de los trabajadores. Si hubiéramos seguido la lógica del capital, todos estaríamos en peligro.

Lo que nos está salvando es lo que le falta a él: la solidaridad, la cooperación, la interdependencia entre todos, la generosidad y el cuidado mutuo de la vida de unos y otros y de todo lo que vive y existe.

Alternativas posibles para el poscoronavirus

El gran desafío que se nos plantea a cada uno de nosotros, la gran pregunta, especialmente a los dueños de las grandes corporaciones multinacionales es: ¿Cómo continuar? ¿Volver a lo que era antes? ¿Recuperar el tiempo y los beneficios perdidos?

Muchos dicen: volver simplemente a lo que era antes sería un suicidio, porque la Tierra podría volver a contraatacar con virus más violentos y mortales. Los científicos ya han advertido que dentro de poco podemos sufrir un ataque aún más feroz si no aprendemos la lección de cuidar la naturaleza y desarrollamos una relación más amistosa con la Madre Tierra.

Enumero aquí algunas alternativas, pues los señores del capital y las finanzas están en una furiosa pugna entre ellos para salvaguardar sus intereses y sus fortunas. La primera alternativa sería volver al sistema capitalista neoliberal pero ahora de forma extremadamente radical. El 0,1% de la humanidad, los multimillonarios, serían quienes utilizarían la inteligencia artificial con capacidad para controlar a cada persona del planeta, desde su vida íntima a la privada y la pública. Sería un despotismo de otro orden, cibernético, bajo la égida del control/dominación total de la vida de las poblaciones.

Esta alternativa no ha aprendido nada de la COVID-19, ni ha incorporado el factor ecológico. Bajo la presión general puede asumir una responsabilidad socioecológica para no perder beneficios ni seguidores. Pero siempre que hay un poder dominador surge un antipoder incluso con rebeliones causadas por el hambre y la desesperación.

La segunda alternativa sería el capitalismo verde, que ha sacado lecciones del coronavirus y ha incorporado el hecho ecológico: reforestar lo devastado, conservar la naturaleza existente al máximo. Pero no cambiaría el modo de producción ni la búsqueda de beneficio.

Lo verde no discute la desigualdad social perversa y haría de todos los bienes naturales una ocasión de ganancia. Ejemplo: no sólo ganar con la miel de abejas, sino también con su capacidad de polinizar otras plantas. La relación con la naturaleza y la Tierra es utilitaria y no se le reconocen derechos, como declara la ONU, ni su valor intrínseco, independiente del ser humano. Sigue todavía antropocéntrico.

La tercera sería el comunismo de tercera generación, que no tendría nada que ver con las anteriores, poniendo los bienes y servicios del planeta bajo una administración colectiva y central. Podría ser posible, pero supone una nueva conciencia, además de no dar centralidad a la vida en todas sus formas. Seguiría siendo antropocéntrico. Está en parte representado por los filósofos Zizek y Badiou. Debido a los perjuicios existentes y al recuerdo de lo que fue el comunismo de Estado del imperio soviético, controlador y represor, tiene pocos seguidores.

La cuarta sería el eco-socialismo, con mayores posibilidades. Supone un contrato social global con un centro plural de gobierno para resolver los problemas globales de la humanidad. Los bienes y servicios naturales limitados y muchos no renovables se distribuirían equitativamente entre todos, con un consumo decente y sobrio que incluiría también a toda la comunidad de la vida, que también necesita medios de vida y de reproducción.

Esta alternativa estaría dentro de las posibilidades humanas, a condición de desarrollar una sólida conciencia ecológica, volverse un dato de toda la sociedad con responsabilidad por la Tierra y la naturaleza. A mi juicio es todavía sociocéntrico. Le falta incorporar la nueva cosmología y los datos de las ciencias de la vida, de la complejidad, viendo a la Tierra como un momento del gran proceso cosmogénico, biogénico y antropogénico: Tierra como Gaia, un superorganismo que se autorregula y garantiza la vida de todos los vivientes.

La quinta alternativa sería el buen vivir y convivir, ensayada durante siglos por los pueblos andinos. Es profundamente ecológica, porque considera a todos los seres como portadores de derechos. El eje articulador es la armonía que comienza con la familia, con la comunidad, con la naturaleza, con todo el universo, con los antepasados y con la Divinidad. Esta alternativa tiene un alto grado de utopía pero quizás la humanidad, cuando se descubra a sí misma como una especie viviendo en una única Casa Común, sea capaz de lograr el buen vivir y convivir.

Conclusión de esta parte: Está claro que la vida, la salud y los medios de vida están en el centro de todo, no el beneficio y el desarrollo (in)sostenible. Se exigirá más Estado con más seguridad sanitaria para todos, un Estado que satisfaga las demandas colectivas y promueva un desarrollo que obedezca a los límites y al alcance de la naturaleza.

Como el problema del coronavirus es global se hace necesario un contrato social global, con un cuerpo plural de dirección y coordinación, para implementar una solución global. O salvamos a la naturaleza y a la Tierra o engrosaremos la procesión de los que se dirigen al abismo.

¿Cómo buscar una transición ecológica, exigida por la acción mortífera de la COVID-19? ¿Por dónde empezar?

No podemos subestimar el poder del “genio” del capitalismo neoliberal: él es capaz de incorporar los datos nuevos, transformarlos en su beneficio privado y usar para ello todos los medios modernos de robotización, la inteligencia artificial con sus miles de millones de algoritmos y eventualmente las guerras híbridas. Puede convivir sin piedad, indiferente, con los millones y millones de hambrientos y arrojados a la miseria.

Por otra parte, los que buscan una transición paradigmática, dentro de la cual me sitúo yo, deben proponer otra forma de habitar la Casa Común, con una convivencia respetuosa de la naturaleza y cuidado con todos los ecosistemas, deben generar en la base social otro nivel de conciencia y nuevos sujetos portadores de esta alternativa. Para esa inmensa tarea tenemos que descolonizarnos de las visiones del mundo y de falsos valores como el consumismo inculcados por la cultura del capital. Tenemos que ser antisistema y alternativos.

Presupuestos para una transición bien sucedida

El primero es la vulnerabilidad de la condición humana, expuesta a ser atacada por enfermedades, bacterias y virus. Dos factores están en el origen de la invasión de microorganismos letales: la excesiva urbanización humana que ha avanzado sobre los espacios de la naturaleza destruyendo los hábitats naturales de los virus y las bacterias, que saltan a otro ser vivo o al cuerpo humano. El 83% de la humanidad vive en ciudades.

El segundo factor es la deforestación sistemática debida a la voracidad del capital, que busca la riqueza con el monocultivo de soja, de caña de azúcar, de girasol o con la producción de proteínas animales (ganado), devastando bosques y selvas, y desequilibrando el régimen de humedad y de lluvias en extensas regiones como la Amazonía.

Segundo presupuesto: la inter-retro-relación de todos con todos. Somos, por naturaleza, un nudo de relaciones orientado hacia todas las direcciones. La bioantropología y la psicología evolutiva han dejado claro que la esencia específica del ser humano es cooperar y relacionarse con todos. No hay ningún gen egoísta, formulado por Dawkins a finales de los 60 del siglo pasado sin ninguna base empírica. Todos los genes están interrelacionados entre sí y dentro de las células. Nadie está fuera de la relación. En este sentido, el individualismo, valor supremo de la cultura del capital, es antinatural y no tiene ninguna sustentación biológica.

Tercero presupuesto es el cuidado esencial: Pertenece a la esencia de lo humano el cuidado sin el cual no subsistiríamos. El cuidado es además una constante cosmológica: las cuatro fuerzas que sostienen el universo (la gravitatoria, la electromagnética, la nuclear débil y la nuclear fuerte) actúan sinérgicamente con extremo cuidado sin el cual no estaríamos aquí reflexionando sobre estas cosas.

El cuidado supone una relación amiga de la vida, protectora de todos los seres porque los ve como un valor en sí mismos, independiente del uso humano. Fue la falta de cuidado de la naturaleza, devastándola, lo que hizo que los virus perdieran su hábitat, conservado durante miles de años y pasaran a otro animal o al ser humano. El ecofeminismo ha aportado una contribución significativa a la preservación de la vida y de la naturaleza con la ética del cuidado desarrollada por ellas, porque el cuidado es del ser humano, pero adquiere una especial densidad en las mujeres.

Cuarto presupuesto: la solidaridad como opción consciente. La solidaridad está en el corazón de nuestra humanidad. Los bioantropólogos nos han revelado que este dato es esencial al ser humano. Cuando nuestros antepasados buscaban sus alimentos, no los comían aisladamente. Los llevaban al grupo y servían a todos empezando por los más jóvenes, después a los mayores y luego a todos los demás. De esto surgió la comensalidad y el sentido de cooperación y solidaridad. Fue la solidaridad la que nos permitió dar el salto de la animalidad a la humanidad. Lo que fue válido ayer también vale para hoy.

Esta solidaridad no existe sólo entre los humanos. Es otra constante cosmológica: todos los seres conviven, están involucrados en redes de relaciones de reciprocidad y solidaridad de forma que todos puedan ayudarse mutuamente a vivir y co-evolucionar. Incluso el más débil, con la colaboración de otros subsiste, tiene su lugar en el conjunto de los seres y coevoluciona.

“El ecofeminismo ha aportado una contribución significativa a la preservación de la vida y de la naturaleza con la ética del cuidado desarrollada por ellas”

El sistema del capital no conoce la solidaridad, solo la competición que produce tensiones, rivalidades y verdaderas destrucciones de otros competidores en función de una mayor acumulación. Hoy en día el mayor problema de la humanidad no es ni el económico, ni el político, ni el cultural, ni el religioso, sino la falta de solidaridad con otros seres humanos que están a nuestro lado. El capitalismo ve a cada uno como un consumidor eventual, no como una persona humana con sus preocupaciones, alegrías y sufrimientos.

Es la solidaridad la que nos está salvando ante el ataque del coronavirus, empezando por el personal sanitario que arriesga desinteresadamente su vida para salvar otras vidas. Vemos actitudes de solidaridad en toda la sociedad, pero especialmente en las periferias, donde la gente no puede aislarse socialmente y no tiene reservas de alimentos. Muchas familias que recibieron canastas de alimentos las repartían con otros más necesitados.

Pero no basta con que la solidaridad sea un gesto puntual. Debe ser una actitud básica, porque está en la esencia de nuestra naturaleza. Tenemos que hacer la opción consciente de ser solidarios a partir de los últimos e invisibles, de aquellos que no cuentan para el sistema imperante y son considerados como ceros económicos, prescindibles. Sólo así deja de ser selectiva y engloba a todos, porque todos somos coiguales y nos unen lazos objetivos de fraternidad.

Transición hacia una civilización biocentrada

Toda crisis hace pensar y proyectar nuevas ventanas de posibilidades. El coronavirus nos ha dado esta lección: la Tierra, la naturaleza, la vida en toda su diversidad, la interdependencia, la cooperación y la solidaridad deben ser centrales en la nueva civilización si queremos sobrevivir.

Parto de la interpretación siguiente: que nosotros fuimos los primeros que atacamos a la naturaleza y a la Madre Tierra durante siglos, pero ahora la reacción de la Tierra herida y la naturaleza devastada se está volviendo en contra nuestra. Tierra-Gaia y naturaleza están vivas y en tanto que vivas sienten y reaccionan a las agresiones. La multiplicación de señales que la Tierra nos ha enviado, empezando por el calentamiento global, la erosión de la biodiversidad del orden de 70-100 mil especies por año (estamos dentro de la sexta extinción masiva en la era del antropoceno y del necroceno) y otros eventos extremos, deben ser captados e interpretados.

O cambiamos nuestra relación con la Tierra y la naturaleza en el sentido de sinergia, cuidado y respeto, o la Tierra puede no querernos más sobre su superficie. Y esta vez no hay un arca de Noé que salve a algunos y deje perecer a los demás. O todos nos salvamos o todos pereceremos.

Casi todos los análisis de la COVID-19 se centraron en la técnica, la medicina, la vacuna para salvar vidas, el aislamiento social y el uso de mascarillas para protegernos y no contaminar a los demás. Todo eso hay que hacerlo y es indispensable.

Rara vez se habla de la naturaleza, aunque el virus vino de la naturaleza. Eso lo hemos olvidado. La transición de una sociedad capitalista de superproducción de bienes materiales a una sociedad que sustente toda la vida con valores humano-espirituales como el amor, la solidaridad, la compasión, la interdependencia, la justa medida, el respeto y el cuidado no se producirá de la noche a la mañana.

Será un proceso difícil que requiere, en palabras del Papa Francisco en su encíclica “Sobre el cuidado de la Casa Común”, una “conversión ecológica radical”, que nos llevará a incorporar relaciones de cuidado, protección y cooperación: un desarrollo hecho con la naturaleza y no contra la naturaleza.

El sistema imperante puede conocer una larga agonía, pero no tendrá futuro. En mi opinión, no seremos nosotros los que lo derrotaremos para siempre, sino la propia Tierra, negándole las condiciones para su reproducción al haber excedido los límites de los bienes y servicios de la Tierra superpoblada. Este colapso se verá reforzado por la acumulación de críticas y de prácticas humanas que siempre se han resistido a la explotación capitalista.

La incorporación del nuevo paradigma cosmológico, biológico y antropológico

Para una nueva sociedad posCOVID-19 hay que asumir los datos del nuevo paradigma, que ya tiene un siglo de existencia pero que hasta ahora no ha logrado conquistar la conciencia colectiva ni la inteligencia académica, ni mucho menos la cabeza de los “decision makers” políticos.

Este paradigma es cosmológico. Parte del hecho de que todo se originó a partir del big bang ocurrido hace 13.7 mil millones de años. De su explosión salieron las estrellas rojas gigantes y con su explosión, las galaxias, las estrellas, los planetas, la Tierra y nosotros mismos. Todos estamos hechos de polvo cósmico. La Tierra que tiene ya 4.3 mil millones de años y la vida unos 3.8 mil millones de años están vivas. La Tierra, y esto es un dato de ciencia ya aceptado por la comunidad científica, no sólo tiene vida en ella sino que está viva y produce todo tipo de vidas.

El ser humano que apareció hace unos 10 millones de años es la porción de la Tierra que en un momento de alta complejidad comenzó a sentir, a pensar, a amar y a cuidar. Por eso hombre viene de humus, de tierra buena.

Inicialmente mantenía una relación de coexistencia con la naturaleza, luego pasó a intervención en ella a través de la agricultura y en los últimos siglos ha llegado a la agresión sistemática mediante la tecnociencia. Esta agresión se ha llevado a cabo en todos los frentes hasta el punto de poner en peligro el equilibrio de la Tierra y ser incluso una amenaza de autodestrucción de la especie humana con armas nucleares, químicas y biológicas.

Esta relación de agresión está detrás de la actual crisis de salud. De seguir adelante, la agresión podría traernos crisis más fuertes hasta aquello que los biólogos temen: The Next Big One, aquel próximo gran virus inatacable y fatal que llevará a la desaparición de la especie humana de la faz de la Tierra.

Para evitar este posible armagedón ecológico, es urgente renovar con la Tierra viva el contrato natural violado: ella nos da todo lo que necesitamos y garantiza la sostenibilidad de los ecosistemas. Y nosotros, según el contrato, le devolvemos cuidado, respeto a sus ciclos y le damos tiempo para que regenere lo que le quitamos. Este contrato natural ha sido roto por ese estrato de la humanidad que explota los bienes y servicios, deforesta, contamina las aguas y los mares.

Es decisivo renovar el contrato natural y articularlo con el contrato social: una sociedad que se siente parte de la Tierra y de la naturaleza, que asume colectivamente la preservación de toda la vida, mantiene en pie sus bosques que garantizan el agua necesaria para todo tipo de vida, regenera lo que fue degradado y fortalece lo que ya está preservado.

La relevancia de la región: el biorregionalismo

Dado que la ONU ha reconocido a la Tierra como la Madre Tierra y los derechos de la naturaleza, la democracia tendrá que incorporar nuevos ciudadanos, como los bosques, las montañas, los ríos, los paisajes. La democracia sería socio-ecológica. Solamente Bolivia y Ecuador han inaugurado el constitucionalismo ecológico al reconocer los derechos de la Pacha Mama y de los demás seres de la naturaleza.

La vida será el faro orientador y la política y la economía estarán al servicio no de la acumulación sino de la vida. El consumo, para que sea universalizado, deberá ser sobrio, frugal, solidario. Y la sociedad estará suficiente y decentemente abastecida.

Para finalizar, una palabra sobre el biorregionalismo. La punta de lanza de la reflexión ecológica se está concentrando actualmente en torno a la región. Tomando la región, no como ha sido definida arbitrariamente por la administración, sino con la configuración que ha hecho la naturaleza, con sus ríos, montañas, bosques, llanuras, fauna y flora y especialmente con los habitantes que viven allí. En la biorregión se puede crear realmente un desarrollo sostenible que no sea meramente retórico sino real.

Las empresas serán preferentemente medianas y pequeñas, se dará preferencia a la agroecología, se evitará el transporte a regiones distantes, la cultura será un importante elemento de cohesión: las fiestas, las tradiciones, la memoria de personas notables, la presencia de iglesias o religiones, los diversos tipos de escuelas y otros medios modernos de difusión, de conocimiento y de encuentro con la gente.

Pensando en un futuro posible con la introducción del bioregionalismo, la Tierra sería como un mosaico hecho con distintas piezas de diferentes colores: son las diferentes regiones y ecosistemas, diversos y únicos, pero todos componiendo un único mosaico, la Tierra. La transición se hará mediante procesos que van creciendo y articulándose a nivel nacional, regional y mundial, haciendo crecer la conciencia de nuestra responsabilidad colectiva de salvar la Casa Común y todo lo que le pertenece.

La acumulación de nueva conciencia nos permitirá saltar a otro nivel donde seremos amigos de la vida, abrazaremos a cada ser porque todos, desde las bacterias originales, pasando por los grandes bosques, los dinosaurios, los caballos, los colibríes y nosotros, tenemos el mismo código genético, los mismos 20 aminoácidos y las 4 bases nitrogenadas o fosfatadas. Es decir, todos somos parientes unos de otros con una fraternidad terrenal real como afirman la Carta de la Tierra y la encíclica Laudato Si sobre el cuidado de la Casa Común del Papa Francisco. Será la civilización de la “felicidad posible” y de la “alegre celebración de la vida”.

Traducción de Mª José Gavito Milano

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El collar de la paloma

Viernes, 17 de julio de 2020
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Del blog Nova Bella:

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“Otras señales son: que el amante vuele presuroso hacia el sitio donde está el amado; que busque pretextos para sentarse a su lado y acercarse a él; y que abandone los trabajos que le obligarían a estar lejos de él, de al traste con los asuntos graves que le forzarían a separarse de él, y se haga el remolón en partir de su lado.”

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Ibn Hazm

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Mística: la imaginación simbólica al servicio de la unificación liberadora.

Viernes, 17 de julio de 2020
Comentarios desactivados en Mística: la imaginación simbólica al servicio de la unificación liberadora.

Utopia-More-700x1024Gilbert Durand ha revelado cómo en Occidente se ha ido imponiendo, desde finales de la Edad Media, una corriente claramente iconoclasta- enemiga de la imaginación-, que ha privilegiado la razón (logos) sobre la imaginación de un modo desproporcionado, hasta el punto de que algunos describen nuestra cultura como una cultura logocéntrica (Derrida) que ha reprimido dimensiones de la realidad (el afecto o el cuerpo, por ejemplo) para favorecer el control político (Foucault) – la imaginación convertida en utopía es un instrumento crítico del orden establecido-.  Estas dimensiones no racionales son esenciales para poder caminar por la vía de la unificación liberadora(integración de todas las dimensiones de la realidad) que es la espiritualidad (cuya forma más plena es la mística), de ahí, la persecución o marginación de la mística (que revaloriza y necesita de la imaginación) en nuestra historia moderna.

En el siglo XX se ha producido todo un movimiento de revalorización de la imaginación, desde el campo de la fenomenología de la religión (Mircea Eliade), la psicología analítica (Jung), la antropología (Gilbert Durand), la filosofía (Bachelard), la política (Bloch) y la espiritualidad (Henri Corbin). En la escolástica decadente la imaginación era vista simplemente como un órgano menor de conocimiento, que se limitaba a la representación, mediante imágenes visuales, auditivas o cinestésicas, de los objetos reales, para que la razón pudiera abstraer de estas imágenes la dimensión inteligible de lo real. La imaginación, por tanto, no aportaba verdadero conocimiento fiable, era una función vinculada a la percepción, el verdadero conocimiento  era aportado solo por la abstracción racional. De ahí, el logocentrismo de nuestra cultura.

En la recuperación del valor de la imaginación, que tiene lugar en el siglo XX, la imaginación se convierte en una función independiente de la razón y de la percepción, de hecho, una función más importante que la propia razón pues la imaginación sería la capacidad que permite acceder directamente al “mundo de los arquetipos”, verdaderas fuerzas estructuradoras de la conciencia que se harían presentes a la inteligencia del ser humano a través de los símbolos, que serían expresiones de esos arquetipos. Los arquetipos serían verdaderos puentes entre lo consciente (racional ) y lo inconsciente (metarracional), de ahí, que la imaginación se entienda como “imaginación creadora”, es decir, como una facultad activa y creativa, que no se limita a recibir sus contenidos de la percepción, sino que ella misma produce sus imágenes (los símbolos) extrayéndolas de los contenidos más profundos de la conciencia y dando lugar a un conocimiento más completo que el conocimiento racional.

La imaginación no dependería así de la percepción del mundo objetivo sino de una “imaginación transcendental” (Bachelard), que sería la verdadera fuente de la razón, del arte y de la espiritualidad en el ser humano.  Esa imaginación transcendental es llamada “unus mundus” por Jung, dándole así un carácter ontológico, pues considerará que los arquetipos tienen una naturaleza “psicoide” ( significa: similar a la mente). Los arquetipos estarían más allá de la mente individual, formarían un mundo propio cuya naturaleza sería “similar a la mente” (psicoide) pero más allá de ella, y darían origen tanto al mundo físico como al psicológico. Los arquetipos serían expresiones de una conciencia subsistente por sí misma, de la que emanaría la existencia y la inteligencia, por medio de la imaginación, que sería la función cognitiva y creativa primordial.

Con Mircea Eliade y Henri Corbin la imaginación se va a relacionar claramente con la espiritualidad. Para Mircea Eliade los símbolos son expresiones de las imágenes primordiales o arquetipos, que expresan Lo Sagrado, la realidad a la que remite la religión en la visión religiosa precristiana. Para esta visión antigua, las realidades históricas no tienen valor en sí mismas, su valor proviene de ser expresiones (hierofanías) de esa verdadera realidad que es lo sagrado.

Los símbolos, los mitos y los ritos que han nacido por medio de la imaginación creadora, son modos de vincular al ser humano, caído en la historia profana- el tiempo-, al verdadero mundo real, el mundo de lo sagrado, de los arquetipos. En ese camino hacia lo sagrado, Henri Corbin situará a la imaginación como un ámbito intermedio entre el mundo inteligible (Lo sagrado) y el mundo sensible, el mundus imaginalis, el “mundo del ángel”, en el que el espíritu se hace “carne” y el cuerpo se espiritualiza. Es el mundo de la “hierohistoria” (historia sagrada) que sería más real que el mundo histórico, pues éste sería un reflejo de esta dimensión imaginal. La imaginación, para Corbin, no debía identificarse con “lo imaginario”, con la fantasía, con  la imaginación pasiva dependiente de la percepción de los objetos de la historia, sino con la imaginación creadora, con lo imaginal, vinculada con ese mundo verdadero de los arquetipos, puente entre Dios y los seres humanos, más real que la historia mundana (Corbin es un docetista, que cree que la historia es una apariencia de la verdadera realidad, que es el mundus imaginalis).

Gracias a la labor de todos estos autores se ha recuperado en nuestra época un tipo de imaginación a la que ya santo Tomas había aludido en su síntesis de cristianismo y filosofía, que fue olvidada por la escolástica posterior, una imaginación diferente a la imaginación pasiva meramente receptiva de imágenes, una imaginación activa productora de conocimiento, en alianza con la razón (no al margen de ésta).

 Recuperar esta idea de la importancia de la imaginación creadora como fuente de conocimiento, ha supuesto revalorizar la capacidad simbólica del ser humano, como su facultad más importante, pues es la capacidad integradora, unificadora, de las diversas dimensiones de la persona y de lo real, tanto racionales como metarracionales, permitiendo así, gracias a esta capacidad, la realización del mayor anhelo del corazón humano: la integración, la unificación, la comunión con lo real.

La desvalorización de la imaginación creadora ocurrida en la modernidad había encerrado al ser humano en la razón, en la mente. El racionalismo de Occidente había marginado a la mística y nos había desconectado de la existencia (lo que está más allá de la conciencia). Incluso en el ámbito religioso el mensaje cristiano se había convertido en una ideología dogmática más que en una experiencia. Era pues muy necesario recuperar esta dimensión imaginativa y simbólica si queríamos recuperar la mística y vivir nuestra espiritualidad de una manera real y no solo mental.

Ahora bien, la revalorización de la imaginación y del simbolismo puede llevarnos, no a la experiencia espiritual real, sino a experiencias espirituales que no transcienden el universo mental imaginario, desconectadas de la existencia real.

La imaginación no puede desvincularse de la razón y de la existencia histórica, si realmente quiere ser simbólica y no solo imaginaria. Lacan ha diferenciado muy bien en la conciencia entre el “registro” de lo imaginario (cuando la imaginación se encierra en sí misma, desconectándose de la razón y de la realidad existencial, de un modo narcisista- identificando lo real con lo imaginario-), del registro de lo simbólico (cuando se conecta la imaginación, la razón y la existencia, integrándose todas estas dimensiones) que nos saca del narcisismo y nos abre al encuentro con el otro, con la realidad, sin reprimir nuestra interioridad (imaginación, afectividad). El símbolo que solo se entiende como una realidad imaginaria (arquetípica) se convierte en un ídolo, no en un icono que transparenta lo real. El lenguaje, la razón crítica, es lo que hace que el símbolo no nos encierre en un mundo mental autocentrado que el psicólogo jesuita, Luigi Rulla, llama adictivo, de “a-dicto”, es decir, no dicho, sin lenguaje, sin razón crítica que saque al símbolo de su encerramiento en el ámbito imaginal).

Paul Ricoeur ha corregido aquellas visiones del símbolo que lo entienden solo como algo propio del ámbito de la imaginación. Distingue así en el símbolo tres dimensiones:

  • Una dimensión arquetípica, que él denomina cósmica.
  • Una dimensión afectiva, que denomina onírica.
  • Una dimensión interpretativa, que tiene que ver con el lenguaje y con la razón, abriendo la dimensión de la imaginación al encuentro con el otro, con lo real.

En Ricoeur como en Heidegger o en Levinas, el lenguaje es mucho más que un instrumento para transmitir contenidos (incluso aunque estos contenidos sean suprarracionales), es un medio para encontrarse con el Otro, con el Ser, con la realidad más allá de nuestra conciencia. La imaginación con sus arquetipos amplía nuestra conciencia para que pueda reconocer la existencia de una dimensión que la transciende, el Ser.

En la actual recuperación de la dimensión imaginal que se está dando en la espiritualidad occidental, hay un peligro de encerrar la espiritualidad en lo imaginario, en una conciencia que se concibe como el fundamento de la realidad.  De este modo, solo pasaríamos de una espiritualidad demasiado racionalista a una espiritualidad de tipo gnóstico, que no es capaz de sacarnos de la conciencia hacia el ser- hacia el otro-,  y que, por ello,  es profundamente narcisista.

Este peligro no es una mera especulación teórica, hoy muchos de los discursos en torno a la espiritualidad tienen un reconocible sabor gnosticista. No es raro que los difusores más populares de la espiritualidad expresen la convicción de que la mística es igual al gnosticismo o al esoterismo (una experiencia básicamente interior y del ámbito cognitivo, más allá de la razón, pero encerrada en la conciencia, sin darle valor al Ser ni a la existencia, que se considera irreal o muy poco real).

Frente a estas visiones intimistas y gnosticistas, la tradición profética judeocristiana ha enfatizado la necesidad de vincular la ética y el símbolo (el culto), una vida simbólica desconectada de la existencia ética es una idolatría, como denunciaron los profetas bíblicos y el mismo Jesús. Los primeros cristianos emplearon términos profanos y laicos para expresar su espiritualidad (el mismo término liturgia es un término laico, significa: servicio a favor del pueblo) para evitar esta minusvaloración de la historia por parte de las espiritualidades precristianas. Añadieron, al símbolo, la dimensión utópica; el símbolo estaría llamado a ser vivido en la historia (no a sacarnos de la historia). Como ha enseñado E. Bloch, el término utopía hace referencia a dos conceptos: “eu- topos” (el mejor lugar) y “u-topos” (no-lugar). La utopía es el símbolo del “lugar mejor” (más justo y humano) que todavía no es, por el que debemos trabajar y comprometernos, es la dimensión histórica del símbolo, esencial, si queremos que el símbolo no se convierta en ídolo. La utopía es un lenguaje laico que sirve para expresar el mensaje central del cristianismo: trabajar por construir el Reino de los cielos, dentro y fuera de nosotros, en la historia y más allá de ella.

Bienvenida sea pues esta recuperación de la imaginación creadora y del símbolo en el camino espiritual actual y, a la vez, sepamos discernir los peligros que hay en muchos de los discursos que revalorizan la imaginación y el símbolo hoy, pues no son, sino otro modo de reprimir el carácter liberador que debe tener el símbolo, encerrándolo en el ámbito de lo imaginario, para que no produzca cambios sociales externos que amenacen al sistema injusto y sus beneficiarios.

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