El presidente de Indonesia habla sobre la discriminación contra la comunidad LGTB en su país
Dos años después de su elección, el presidente de Indonesia, Joko Widodo, habla sobre el alarmante incremento de la discriminación contra la comunidad LGTB en su país.
El 20 de octubre de 2014, Joko Widodo, conocido como Jokowi, es elegido presidente de Indonesia, el primer líder elegido fuera de la élite política y militar. A pesar de que muchos esperaban reformas de amplio alcance, después de dos años en el cargo, los expertos no consideran que se haya arriesgado demasiado, pero al menos acaba de hacer sus primeras declaraciones públicas contra la escalada de la discriminación que sufren las población LGBT de su país.
«La policía debe actuar» para proteger a las personas del colectivo LGTB, declara Jokowi, recalcando que «no debería haber ninguna discriminación contra nadie». Unas declaraciones que se producen después de meses del incremento del discurso de los políticos y funcionarios en contra del colectivo LGBT.
«Largamente esperada, la declaración de Jokowi en apoyo de la no discriminación LGBT es un soplo de aire fresco, mientras que funcionarios de Indonesia y políticos continúan con su desinformado ataque homofóbico y abusivo», declara Kyle Knight, de Human Rights Watch, considerando que el «siguiente paso lógico sería la derogación de las pautas discriminatorias contra la comunidad LGBT» por parte de las instituciones gubernamentales. Sin embargo, Jokowi no se olvida de recordar que «en términos de nuestras creencias, no se permite, el Islam no lo permite», refiriéndose al estilo de vida de las personas homosexuales, bisexuales y transexuales, lo que permite intuir que de producirse algún paso en favor de la comunidad LGTB, no va a ser tan rápido y sencillo como cabría esperar.
Indonesia, un infierno para la diversidad LGTB
No se puede negar la belleza natural de Indonesia, un país de postal que oculta en su interior un infierno para la comunidad LGTB. Sin ir más lejos, el pasado mes de febrero dosmanzanzanas publicaba un post recogiendo cómo la oleada de virulenta homofobia y transfobia se abre paso a un ritmo preocupante en Indonesia. Publicábamos entonces que políticos y líderes religiosos se turnan con declaraciones incendiarias que estigmatizan cada ver más a la población LGTB.
Recordemos que la provincia autónoma de Aceh (en la zona norte de Sumatra) aprobó en septiembre de 2014 una penosa ley que castiga las relaciones homosexuales con la pena de recibir cien azotes en público con una vara de ratán. La legislación entraba en vigor en octubre de 2015. Ese mismo mes nos hacíamos eco de la detención de dos jóvenes lesbianas (de 18 y 19 años) por abrazarse públicamente y confesar que eran pareja. Según el jefe de la policía islámica las chicas serían “sometidas a rehabilitación con la participación de psicólogos en dependencias sociales”.
Indonesia presenta una realidad muy diferente para su comunidad LGTB dependiendo de la región. Formalmente, la homosexualidad no es delito en el país con mayor número de fieles musulmanes del mundo, que mantiene un código penal heredado de la época colonial neerlandesa. La excepción es Aceh, donde desde 2005 rige la sharia o ley islámica gracias a la autonomía que le fue concedida al firmar la paz con los separatistas, poco después del tsunami que asoló la región. Pero la influencia islamista se deja sentir también en otros lugares de Indonesia. La de Aceh es desde luego la peor situación, puesto que como decíamos arriba la homosexualidad no es formalmente delito en el resto del país. Ello no significa que en otras partes sea buena. En 2004, las autoridades municipales de Palembang, en Sumatra Meridional, dictaron por ejemplo una regulación en la que aglutinaban la actividad de las personas LGTB como “prostitución”. En virtud de ese reglamento, todas las personas acusadas de cometer cualquiera de esas actividades se enfrentan a la perspectiva de un máximo de seis meses de prisión o 5.000.000 de rupias (360 euros, 380 dólares) de multa.
En otras zonas existe una actitud algo más tolerante, especialmente en zonas urbanas como Yakarta. Con todo, la influencia de los islamistas más radicales se hace sentir cada vez más.En la propia Yakarta, la capital, las autoridades prohibieron en 2012 un concierto de Lady Gaga, abanderada de los derechos LGTB, por considerarla un personaje diabólico y antirreligioso.
Los fundamentalistas también han obligado a cancelar una reunión de la división asiática de la ILGA (International Lesbian and Gay Association) en Surabaya y han amenazado a los organizadores del Q! Film Festival, un festival de cine LGTB, por mencionar otros dos ejemplos.
En marzo de 2015, el Consejo de Ulemas de Indonesia dictó una fetua en la que se exigía que los actos homosexuales sean castigados con la pena de muerte. Aunque el Consejo de Ulemas no tiene ningún poder legislativo o ejecutivo en Indonesia, su influencia social es elevada.
Indonesia también votó el pasado 2014 en contra de la resolución del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas contra la homofobia y la transfobia y ha sido calificado, por su propia población, como un mal lugar para vivir si eres gay o lesbiana (solo un 2% opina lo contrario) en una encuesta de Gallup.
Fuente Dosmanzanas/Cristianos Gays/Universogay
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