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M’hijito

Viernes, 12 de julio de 2024

IMG_5878Una preciosa reflexión llena de vida, esperanza, solidaridad… 

Mari Paz  López Santos,
Madrid.

ECLESALIA, 01/07/24.- Entré en el ascensor del hospital para bajar a la salida. Había ido a visitar y acompañar un rato a una amiga que llevaba unos días ingresada.

Dentro del ascensor solamente había una persona. Un joven con la cabeza gacha en posición atenta a su móvil. Era una video-llamada y el audio, aún con sonido discreto era perfectamente audible.

En el poco espacio de tiempo que dura bajar dos pisos en ascensor, lo que escuché me conmovió profundamente.

Una voz suave y dulce de mujer desde lejos, muy lejos, desde algún país de América Latina invadía los pocos metros cuadrados del ascensor.

Estoy tranquila de que estés en ese país. Es bueno para ti.

El joven no decía nada, escuchaba con toda atención las palabras que, sin lugar a dudas, eran de su madre.

Ahí te van a cuidar, m’hijito. Ya verás… todo va a ir bien.

El ascensor paró, se abrió la puerta, salí… y el sonido de la voz de esa madre, diciendo “m’hijito”, no creo que lo vaya olvidar nunca. Una madre quiere tener a su hijo o hija cerca siempre, pero especialmente si tiene problemas de salud.

De camino a casa, en el autobús, me dio tiempo a pensar en todos los inmigrantes que vienen con esperanza a esta parte del mundo buscando escucha, formación, trabajo… y quizás oportunidades de sanar enfermedades; o huyendo de situaciones de violencia y muerte en sus países de origen. Desconocen con qué se van a encontrar y debe ser especialmente duro si enferman.

Esa madre animaba a su hijo a confiar en el país al que había llegado: “ahí te van a cuidar, m’hijito”… o no.

Doy gracias por no estar colgada del móvil en ese rato y haber recibido en breves instantes una realidad que me llega más profundo que las noticias de los medios, de los que procuro poner distancia para no perder el norte.

Queda dentro esa sensación de no poder hacer nada, sólo vivir el instante y si es posible compartirlo. Eso he querido hacer de esta forma tan simple.

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedenciaPuedes aportar tu escrito enviándolo a eclesalia@gmail.com).

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La fábula

Sábado, 6 de julio de 2024

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Georges Rouault, Jesús con sus discípulos

         Afortunadamente, hay una ‘fábula’ que es siempre verdadera, y lo sigue siendo cada día. Una ‘fábula’ vivida por alguien o por algo que, en general, no tiene nombre ni vistosidad, y se propone al libro de la vida desde su escondite lleno de sol. A veces es descubierta y contada por periódicos y libros, aunque es más frecuente que siga siendo desconocida por la publicidad, atareada en temas que no son en absoluto fabulosos.

        La encuentran, como una gracia, los que buscan la luz: o bien porque tienen la mirada iluminada o bien porque sienten la desesperación del vacío. La ‘fábula’ cotidiana confirma en la paz a los primeros y lleva a la paz a los segundos. Es la maravilla que Dios mantiene en la tierra, donde son muchos los que trabajan para que sea cada vez menos maravillosa, aunque su maravilla acaba por imponerse siempre, sin escenarios ni estrépito, en la naturaleza y entre los hombres.

        La llamamos ‘fábula’ de manera inapropiada, dado que es verdadera, aunque le conviene este nombre porque no parece verdadera, por lo mucho que se ha vuelto excepcional y obsoleta, cuando debía ser casi normal por el hecho de que todo hombre está llamado a ser y a obrar, y por el hecho de que está difundida por todas partes en la naturaleza. La ‘fábula’ se llama don, amor, unidad. Se cuenta en las casas de los pobres que se sienten seńores y en las casas de los ricos que comparten lo que tienen. Se encuentra en el asfalto, donde, junto con los ‘viajeros luctuosos’, va un peregrino de humanísima libertad; y se encuentra también en la estancia donde sonríe la enfermedad como sobreabundancia de vida. Se lee en el vuelo de las mariposas, en el canto del mirlo, en las conchas de las playas, en el juego de luces de un abetal de montańa. Verla y sentirla, tan difundida en su escondite, hace pensar que el ‘invierno’ de la vida diaria no es, de verdad, la estación dominante.

*

G. Agresti,

Fresas sobre el asfalto, 

Milán 1987, pp. 165-166

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“Junto al río seco”, por Gerardo Villar.

Miércoles, 5 de junio de 2024
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IMG_4929Rambla de Valdelentisco, en Murcia (imagen Iagua)

Tente nublo, tente tú,
que más puede Dios que tú
guarda el pan, guarda el vino
para los hombres del camino;

En mi infancia tocaban a mediodía las campanas con esta musiquilla de fondo. Tiene mucho mensaje religioso y refleja toda una mentalidad. Pedir a Dios pensando que de Él depende que no haya tormenta. Dios —se pensaba— es quien puede detener las tormentas y los pedriscos. Lo mismo se intentaba con las rogativas para que lloviese. Y nos quedábamos todos contentos, porque estaba asegurada el agua. Normalmente no llovía. Tampoco la fe era muy grande pues no llevaban paraguas…

En el tema del campo hemos cambiado mucho de actitud. Como la maquinaria, los artilugios, han avanzado tanto, ya no recurrimos a Dios porque lo resolvemos con el regadío, las redes, los cohetes anti tormenta… Sin embargo, hay otros muchos campos en los que seguimos necesitando ayuda para resolver los problemas.

Pero ha cambiado tanto la mentalidad religiosa, que ni en la gran sequía hacemos rogativas. Y mucho menos usamos la plegaria contra el prójimo como hemos hecho a veces.

“María Magdalena, santa de gran poder
Si viene alguna tormenta y no la puedes detener
mándasela a los de (pueblo anejo), que son de mal proceder”.

Las personas del campo se encuentran en grave situación y parece de muy difícil solución. No hay agua, no llueve. ¿Qué podemos hacer?

Tres actitudes me parecen importantes:

1. Aprovechar el agua que ya hay y usarla con criterio. No desperdiciarla, No podemos regar las viñas y luego tener otras fincas que podamos en verde.

2. Descubrir nuevas alternativas —para eso tenemos la inteligencia que Dios nos ha dado

Me extraña que con tantos inventos, no hayamos descubierto aún los métodos para conseguir agua más allá de los pozos. ¿No tenemos agua en abundancia enorme en los mares?

3. Solidaridad y saber compartir el agua con generosidad.

Ahí van unos principios: Innovar en la gestión del agua… Alta tecnología en el sector agrícola… Consumir lo necesario… Reducir el agua no controlada… Aguas regeneradas… Agua subterránea… Evitar la quema de vegetación… Reforestación… Ojo a las piscinas…

Veo que hoy están de nuevo nuestros pantanos llenos. Pero no esperemos a momentos de sequía absoluta para lamentarnos y buscar soluciones. Es momento de trabajar esta realidad.

La fe auténtica me lleva a luchar por resolver los problemas: evitando las causas de la sequía, aprovechando razonablemente el agua que hay y no gastarla irracionalmente.

A Dios rogando y con el mazo dando.

Gerardo Villar
Fuente Fe Adulta

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“De carteles y locutorios: El capitalismo mata”, por Pepa Torres

Martes, 28 de mayo de 2024
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IMG_4838“El individualismo no nos hace más libres, más iguales o más hermanos”

“Hace ya muchos años que José María Mardones nos ayudó a caer en la cuenta de que la religión más poderosa del mundo se llama capitalismo”

“Su dios es un dios selectivo que decide qué vidas cuentan y cuáles valen menos que la bala que los mata”

“‘Ir por libre’, ‘tú a lo tuyo’, ‘sálvese quien pueda’, no son consignas ingenuas sino creencias que se traducen en prácticas cotidianas y políticas que hacen cada vez un mundo más inhóspito y selectivo, en el que prima el darwinismo social”

“Sin embargo, son las tramas comunitarias y no el individualismo las que día a día sostienen el milagro de la vida frente a todo pronóstico”

(Cristianisme i Justícia).- Hace ya muchos años que José María Mardones nos ayudó a caer en la cuenta de que la religión más poderosa del mundo se llama capitalismo. El capitalismo es mucho más que un sistema económico. Es también una antropología, una forma de vida, una cosmovisión. Tiene dioses propios (el dinero), su credo (“fuera del mercado no hay salvación”), sus rituales y sus templos (la Bolsa, los maratones de consumo, etc.). Su dios es un dios selectivo que decide qué vidas cuentan y cuáles valen menos que la bala que los mata, que el banco que los desahucia o que la firma con que las grandes trasnacionales compran sus tierras y expulsan a las poblaciones originarias de ellas condenándolas a la exclusión. Pero una de las características más terribles de esta religión es que coloniza nuestras conciencias de manera imperceptible, a la vez que tremendamente eficaz, a través de los medios de comunicación, de las redes sociales y de la publicidad a su servicio.

Me sorprendió hace unos días en un escaparate de una tienda de móviles un gran cartel  con el mensaje: “Lo inteligente de ir por libre es que tiene muchas ventajas”, publicitando la red de fibra más rápida de España. “Ir por libre”, “tú a lo tuyo”, “sálvese quien pueda”, no son consignas ingenuas sino creencias que se traducen en prácticas cotidianas y políticas que hacen cada vez un mundo más inhóspito y selectivo, en el que prima el darwinismo social, como una nueva modalidad de selección de las especies. Por eso al salir de la tienda de móviles imaginé otros carteles animándonos, como dice el papa Francisco a “ampliar un nosotros cada vez más grande e inclusivo”, a “tejer común”, para ganarle territorio al individualismo dominante.

“Al salir de la tienda de móviles imaginé otros carteles animándonos, como dice el papa Francisco a ‘ampliar un nosotros cada vez más grande e inclusivo’, a ‘tejer común’, para ganarle territorio al individualismo dominante”

El individualismo no nos hace más libres, más iguales o más hermanos. La mera suma de intereses individuales no es capaz de generar un mundo mejor para toda la humanidad (FT 135). Su punto de partida es la idea de que el individuo no accede a su libertad más que en la medida en que se comprende a sí mismo como propietario de su persona y sus capacidades, antes que como un todo moral o como una parte de un todo social. Es fruto, a la vez que reproduce, una antropología depredadora, funcional y pragmática, en la que el interés privado o de unas élites está por encima del bien común. El individualismo se vincula también a la meritocracia, lo cual cuestiona radicalmente el reconocimiento de la universalidad de los derechos humanos y sociales. De este modo se termina por otorgar legitimidad ética a la desigualdad, que acaba siendo concebida como justo reconocimiento al trabajo y al esfuerzo.

Sin embargo, son las tramas comunitarias y no el individualismo las que día a día  sostienen el milagro de la vida frente a todo pronóstico. Es el poder de los vínculos, el poder de dar y el poder de recibir de cada persona el dinamismo que nos permite sobrevivir como género humano. En la crisis eco-social que atravesamos, estas tramas comunitarias son hoy más que nunca sacramentos de la esperanza que nutren y sostienen las de muchas gentes: acceder al sistema público de salud, no ser invisibles, no ser desahuciado, tener comida y material escolar para los hijos, no perder el trabajo, no estar solo, esperanzas muchas de la cuales pasan por la materialidad de la vida y remiten a compromiso con “las tres t”: Techo, tierra, trabajo. Pero no solo eso, sino que las tramas comunitarias son también signo de que “otro mundo está siendo posible” en medio de esta crisis civilizatoria. Son esos lugares en los que las sumas de nuestras derrotas se convierten en esperanza por el hecho de estar juntos, y donde la suma de nuestras oscuridades se convierte en luz para estar en conexión y atravesar la incertidumbre. [1]

Definitivamente, hay que cambiar los carteles de la puerta del locutorio.

[1] Yolanda Sáez. “Ecofeminismo. Tejiendo redes”, Mas allá de la pandemia al de la pandemia. Vivir en estado de excepción, Iglesia Viva (283), 2020.

Fuente Cristianisme i Justícia

[Imagen de Mariakray en Pixabay]

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Eduardo Casanova presenta su colección solidaria para la Federación Estatal LGTBI+

Miércoles, 10 de mayo de 2023
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El director Eduardo Casanova ha presentado este jueves su colección solidaria diseñada para la Federación Estatal LGTBI+. El evento de presentación, celebrado en el hotel Axel de Madrid, ha contado con el apoyo de Primavera Sound y con la actuación del DJ Agustín Cascales. Los fondos recaudados a través de estos productos, que pueden adquirirse aquí, irán íntegramente destinados a proyectos de la Federación dirigidos a combatir el estigma asociado al vih o a la prevención del acoso escolar por LGTBIfobia, entre otros.

Casanova ha dado vida a esta colección, que refleja varios de los insultos sufridos históricamente por el colectivo LGTBI+, para recordar, según sus palabras, que “una de las últimas declaraciones del Papa Francisco fueron que La homosexualidad no es un delito, pero sí es pecado. “Podríamos debatir mucho sobre lo que es pecar, para unos y para otres. Lo único que tengo claro es que si pecar es intentar ser libre PEQUEMOS”, defiende.

Por su parte, la presidenta de la Federación Estatal LGTBI+, Uge Sangil, que ha participado en el acto de presentación, ha agradecido la generosidad de Eduardo, “que nos ha diseñado esta fantástica colección de manera totalmente altruista” y ha recordado la importancia de apropiarse de los insultos. “Bolleras, maricones, travelos, así nos llamado siempre quienes quieren hacernos daños. Es importante apropiarse de estos discursos y también de los espacios, como hemos hecho con la plaza de Colón en el Orgullo, para levantar la cabeza bien alta. Por eso, con orgullo, y gracias a la ayuda de Eduardo, hoy decimos #SíSoy”, declara Sangil.

Nota de prensa. Colección Eduardo Casanova -04052023

Fuente FELGTBI+

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Los lázaros.

Lunes, 26 de septiembre de 2022
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Los lázaros,
los hijos de la calle,
los parias de siempre,
los sin techo,
los sin trabajo,
los desarraigados,
los apátridas,
los sin papeles,
los mendigos,
los pelagatos,
los andrajosos,
los pobres de solemnidad,
los llenos de llagas,
los sin derechos,
los espaldas mojadas,
los estómagos vacíos,
los que no cuentan,
los marginados,
los fracasados,
los santos inocentes,
los dueños de nada,
los perdedores,
los que no tienen nombre,
los nadie…

Los lázaros,
que no son aunque sean,
que no leen sino deletrean,
que no hablan idiomas sino dialectos,
que no cantan sino que desentonan,
que no profesan religiones sino supersticiones,
que no tienen lírica sino tragedia,
que no acumulan capital sino deudas,
que no hacen arte sino artesanía,
que no practican cultura sino costumbrismo,
que no llegan a ser jugadores sino espectadores,
que no son reconocidos ciudadanos sino extranjeros,
que no llegan a protagonistas sino a figurantes,
que no pisan alfombras sino tierra,
que no logran créditos sino desahucios,
que no innovan sino que reciclan,
que no suben a yates sino a pateras,
que no son profesionales sino peones,
que no llegan a la universidad sino a la enseñanza elemental,
que no se sientan a la mesa sino en el suelo,
que no reciben medicinas sino lamidas de perros,
que no se quejan sino que se resignan,
que no tienen nombre sino número,
que no son seres humanos sino recursos humanos…

Los lázaros,
los que se avergüenzan y nos avergüenzan,
pueblan nuestra historia,
fueron tus predilectos
y están muy presentes en tu evangelio.

Los lázaros
pertenecen a nuestra familia
aunque no aparezcan en la fotografía,
y serán ellos quienes nos devuelvan la identidad
y la dignidad perdidas.

*
Florentino Ulibarri
Fe Adulta

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Mare nostrum

Viernes, 5 de agosto de 2022
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Ocultos a las miradas,
a los silencios cómplices,
para no ser abrasados aún más
por el odio.

Tras la incierta odisea
en las oscuras aguas del mare nostrum,
quienes han podido arribar
a las costas de la indiferencia
y la noche de la sospecha y la desconfianza,
quedan relegados al gueto
del ocultamiento
para que no cuestione su presencia
esta democracia tantas veces solo de apariencias,
esos papeles ahogados en sangre
de los derechos humanos,
esta supuesta humanidad, tan inhumana,
que descansa acariciada por la brisa suave
en las playas del bienestar imperturbable.

Apartados de la vista, silenciados,
no importunan ni desazonan
el corazón bañado en piedra.

Todo fluye levemente
en la cuna de la democracia
como las aguas del espléndido río
de la felicidad, serena, satisfecha.

Narciso se mira en el límpido espejo
del mar expropiado
a la comunidad humana
más empobrecida, excluida,
que llama humilde y angustiada
a nuestra puerta.

*

Miguel Ángel Mesa

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(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia. Puedes aportar tu escrito enviándolo a eclesalia@gmail.com).

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Enamorados

Jueves, 4 de agosto de 2022
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joven-caminando-con-jesusAcabo de participar en una eucaristía y un señor, me dice al final: “vaya, ya hemos cumplido con una obligación. Ya he oído misa”.

Me impresiona. Que celebremos la eucaristía como una obligación, como un deber.

Seguido veo al salir del templo a una madre que lleva a su hijo enfermo con ELA sentado en una silla, y le va diciendo cada piropo… que arde el hacha. Hay enamoramiento, hay amor profundo hacia él.

Eso es lo que menos percibo en los cristianos. Siento que estamos poco enamorados de Jesús, que hemos visto la vida cristiana como una obligación, como un mandamiento de la Iglesia. Qué pena. Nos falta el vigor, la fuente, la energía… Quizás sabemos algunas cosas sobre Jesús pero, tal como nos lo plantea el evangelio, nos cuesta llegar al enamoramiento de Él, a estar tan identificados con Él que ya no actuemos según el evangelio por obligación sino por cariño, por vivir dentro la presencia actuante de Jesús.

Cuando muchos cristianos leemos el Evangelio y vemos las exigencias del perdón, del amor sin límites, la alegría con que vivir, el compartir más allá de la limosna, de una forma disimulada, decimos “bueno ya vale, eso para los monjes”.

Nos ha hecho mucho daño el pensar que los votos de pobreza, servicio o responsabilidad social no eran para nosotros, sino solo para los que han hecho los votos. Nos ayudará mucho el no vivir el cristianismo como religión, sino como opción, como apuesta personal, como actitud de vida.

Cuando veo la vida y el quehacer de muchos misioneros y misioneras me quedo afectado. Lo entregan todo porque aman y se sienten amados por Jesús. Y ese mismo amor lo descubro y lo siento en multitud de personas que aman y realizan maravillas porque les mueve el amor de Jesús que les mantiene.

Tenemos necesidad urgente de conocer a Jesús. Pero un conocimiento que nos lleve a un encuentro personal con Él, a un contacto, a una vivencia. De ahí brotará nuestra fe. Y entonces hablaremos y actuaremos lo que nos brota de la abundancia del corazón.

De un pozo seco, no podemos sacar agua. De un corazón frio, no puede brotar el Amor.

Gerardo Villar

Fuente Fe Adulta

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José María Castillo: “Cuando se comparte, hay para todos”

Lunes, 25 de julio de 2022
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comparte_2465763405_16119165_660x371De su blog Teología sin Censura:

“Apremia y clama tomar en serio y manos a la obra”

“El miedo a la escasez y la inseguridad ante tantas cosas, nos tienen agobiados. He dedicado mi larga vida a la Teología y a las creencias, por eso pienso que puede ser pertinente indicar que lo más importante, que hay en los evangelios, no es su ‘historicidad’, sino su ‘significatividad'”

“Me llama la atención el episodio de la multiplicación de los panes porque es el relato que más veces se repite en los evangelios. es obvio lo más patente del relato: cuando lo que se tiene, se comparte, hay para todos y sobra”

“Tenemos que pensar muy en serio en las palabras del profesor Piketty: la riqueza privada está en manos del 10 por ciento más rico de la población… ¿Hasta dónde va a llegar? Se trata de una distancia que representa un grito incesante que clama humanidad”

“Es evidente que este clamor no se resuelve con limosnas. Y menos aún con violencias y guerras. Más que nunca, urge, apremia y clama tomar en serio y manos a la obra, con la seguridad de que será el paso decisivo para un mundo sencillamente humano”

El miedo a la escasez y la inseguridad ante tantas cosas, nos tienen agobiados. Esto es algo tan patente, que no es necesario ni conveniente ponerse a ponderar lo que estamos viendo y soportando. Por eso, vamos a reflexionar brevemente desde nuestras convicciones más profundas.

Yo no soy político. Ni economista. Quienes me conocen, saben que he dedicado mi larga vida a la Teología y a las creencias, que pueden ayudarnos a superar situaciones como la que estamos viviendo. Por eso, ni más ni menos, me vienen con frecuencia a la memoria relatos del Evangelio que son, para mí al menos, horizontes de esperanza.

Me explico. Es un hecho que la experiencia religiosa de muchos de nosotros ya no es de fiar (cf. Thomas Ruster, El Dios falsificado, pg. 228). Por eso pienso que puede ser pertinente indicar que lo más importante, que hay en los evangelios, no es su “historicidad”, sino su “significatividad”. Yo no dudo que sean libros que relatan lo más importante de la vida de Jesús de Nazaret. Pero lo decisivo no es saber lo que pasó en aquella vida, sino lo que significa para nosotros lo que vivió Jesús.

Pues bien, dicho esto, a mí – por lo menos – me llama la atención el episodio de la multiplicación de los panes. Y me he fijado en este episodio porque es el relato que más veces se repite en los evangelios. Hasta seis veces se repite lo mismo: un gentío enorme y necesitado, carente de lo indispensable para seguir tirando de la vida (Mt 14, 18-23; Mc 6, 38-46; Lc 9, 14-17; Jn 6, 1-15; Mc 8, 1-8; Mt 15, 31-39). Y Jesús dando una solución, que, además de la interpretación eucarística, que sin duda tiene este episodio, es obvio lo más patente del relato: cuando lo que se tiene, se comparte, hay para todos y sobra. Y repito lo que ya he dicho antes: lo más importante, que tienen los relatos evangélicos, es “lo que significan” para nuestras vidas y nuestro comportamiento en la sociedad.

Ahora bien, quienes decimos que el Evangelio debe ser el modelo ejemplar de nuestras vidas, tenemos que pensar muy en serio que “a la mitad de la población le sigue correspondiendo una parte insignificante del patrimonio total de la humanidad, mientras que el fuerte aumento de la riqueza privada está en manos del 10 por ciento más rico de la población…, lo cual implica que la parte correspondiente al resto de los habitantes del mundo se ha desmoronado”. Y se seguirá desmoronando de forma más inquietante de año en año (cf. Th. Piketty, Capital e ideología, Barcelona, Planeta, 2019, pg. 822).

Por supuesto, lo que he copiado del profesor Piketty, necesita abundantes explicaciones y no menos aplicaciones a la tremenda situación que estamos viviendo. En todo caso, me parece que hay dos hechos evidentes: 1º) La distancia de los más ricos a los más pobres aumenta de día en día. ¿Hasta dónde va a llegar? 2º) Se trata de una distancia que representa un grito incesante que clama humanidad, justicia y lo más elemental de la bondad.

Desde luego, es evidente que este clamor, que brota de toda la tierra, no se resuelve con limosnas. Y menos aún (indeciblemente menos), con violencias y guerras. Nos estamos jugando el ser o no ser del mundo entero. Por eso insisto que ahora, más que nunca, urge, apremia y clama tomar en serio y manos a la obra, con la seguridad de que será el paso decisivo para un mundo sencillamente humano.

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¿Quién calmará nuestra ira?

Martes, 19 de julio de 2022
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manos-sucias-hogar-pobre-hombre-pan-sociedad-capitalismo-moderno_140289-16“El cristianismo presenta en este sentido un razonamiento imbatible”

“Fluye la convicción de que la historia dirigida en términos de ‘capitalismo universal’, no ofrece salida ni para la mayoría de la gente, ni para las generaciones futuras, ni para la casa común”

“La impresión es que la voz más atrevida, la que dice que no hay más salida que el caos, tiene un eco que para sí quisieran otras. Ya, sí, quizá, pero ¿quiénes la acaban pagando y cuánto en cada caso? No olviden esta pregunta. Las víctimas”

“Es vieja la queja que aquí planteo, pero en la memoria colectiva tiene que quedar a fuego que el hambre y la sed de justicia para todos es el primer presupuesto ético indiscutible de la vida humana en común”

“El cristianismo presenta en este sentido un razonamiento imbatible para identificar por qué el bien común justo: responder las preguntas de convivencia desde el hambre y la sed de justicia para todos”

A menudo salta a los medios la voz de algún renombrado hombre o mujer de la cultura cuya palabra nos deja por su sencillez y acierto conmocionados. De alguna forma, todos aspiramos a dar con ese autor de referencia que nos confirma en lo que intuimos. También conocemos personas cuya manía es siempre llevar la contraria al común y adoptar posiciones o explicaciones inesperadas. Sorprender, para bien o para mal, siempre es una habilidad.

Pero ¿cómo pondremos algún orden en el revuelto de ideas si todo vale igual y lo mismo? Porque el derecho a decir lo que uno quiera, en uso de la legítima libertad de expresión, es el no va más sobre la palabra, pero el valor del contenido de lo dicho, esa es otra cuestión.

Es clásico recordar que las personas somos absolutamente respetables y con un derecho inalienable a decir, pero nuestros dichos siempre son absolutamente discutibles. Esta realidad de opiniones y juicios, venidos de todos los lados y en todos los modos imaginables, nos coloca en una posición difícil para ordenar cuidadosamente la palabra sobre qué supone, por ejemplo, la salida justa de una sucesión de crisis como las ahora encadenadas; o qué pensar de la forma como se enreda el mundo en un cruce de potencias que se disputan la hegemonía económica y militar; o si en la guerra estamos en un lado de palabra y en otro con los hechos; o, y es otro ejemplo, si las religiones tienen un futuro, sean las históricas renovadas o las nuevas espiritualidades que podrían llegar, si al ser humano le es imposible vivir sin buscar un sentido último a la existencia, a menos que le obliguen a dejar de ser humano; o, por fin, si nuestra voluntad de vivir en libertad es imposible, porque el modo social capitalista, concentrado al máximo en poderes opacos que a nadie dan cuenta, se lo impide a la inmensa mayoría del común.

En este contexto, la impresión es que la voz más atrevida, la que dice que no hay más salida que el caos, porque cuanto peor, mejor para todos, y porque si todo estalla, podremos empezar de nuevo con alguna posibilidad de dar con algo nuevo, tiene un eco que para sí quisieran otras. Ya, sí, quizá, pero ¿quiénes la acaban pagando y cuánto en cada caso? No olviden esta pregunta. Las víctimas.

Evidentemente, lo dicho no significa que lo pensemos a cada paso, pero en el ambiente fluye la convicción de que la historia dirigida en términos de “capitalismo universal”, no ofrece salida ni para la mayoría de la gente, ni para las generaciones futuras, ni para la casa común, nuestra pequeña Tierra. Parecería entonces que, con cierta facilidad, habríamos de movilizarnos en torno a objetivos tan claros como universales. Obra, empuja y acuerda un modo de vida, en libertades, paz, consumo y uso de la Tierra, que te asegure entregarla a las generaciones futuras, ¡tus hijos e hijas, tus nietos y nietas!, en unas condiciones como, al menos, tú la recibiste y vigila que no los arruinas con tus opciones de hoy. Algo así es el principio de justicia si dices que estás de su parte y los amas.

Esta pequeña progresión para deslindar quiénes somos los humanos, y si respetamos esa dignidad que nos reconocemos, es una reflexión repetida, lo sé, pero a la vez cuestionada y negada. Nada puede decirse de una democracia y sociedad humana de bien si damos por buena la desigualdad incontable en que se asienta, o la importancia de una guerra por su distancia a nuestra casa. La idea de que vamos a empujar por un mundo tan digno, que no acepte la injusticia contra los otros más débiles que yo, no puede causar desprecio por parecer una quimera de niños o poetas. La pregunta primera de toda persona digna no es si me respetan en los derechos fundamentales, sino si me respetan en los derechos de los otros más débiles que yo; y, solo, porque han nacido en otra tierra, otra sociedad y otra familia. Sin elegir y sin haber errado en nada, a unos nos viene una condición social, -ojo, es el sustrato material de la dignidad-, y a otros les toca otra mucho peor, y, entonces, todo el lenguaje ético de mi sociedad está viciado por un mentira original. Así nace el artificio de la libertad en una sociedad moderna, la que da por inevitable lo que hay, un desorden social bien engrasado para que reproduzca posiciones heredadas de centro y periferia.

Es vieja la queja que aquí planteo, pero en la memoria colectiva tiene que quedar a fuego que el hambre y la sed de justicia para todos es el primer presupuesto ético indiscutible de la vida humana en común; el único que hace justicia a todos, lo pretende, sin dejarse generalizar en un universalismo tramposo.

El cristianismo presenta en este sentido un razonamiento imbatible para identificar por qué el bien común justo (el que dota de equidad a la vida social de todos) supera claramente al interés general (el que se conforma con atender a la mayoría social de peso). No es poco ni pequeño este último objetivo, apenas perseguido en serio, pero la ética social desde los más ignorados y desposeídos tiene otra medida para hablar de la paz: responder las preguntas de convivencia desde el hambre y la sed de justicia para todos.

Fuente Religión Digital

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Cómo el apoyo mutuo LGTBI+ está ayudando a las personas refugiadas ucranianas a encontrar seguridad en la UE

Miércoles, 15 de junio de 2022
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Bandera-puño-400x250En poco más de tres meses desde que Rusia comenzó su invasión a gran escala, casi siete millones de personas han huido de Ucrania como refugiados. La gran mayoría son mujeres y niños ucranianos que han sido acogidos en los países vecinos, principalmente con los brazos abiertos.

Sin embargo, un número incalculable de ucranianos LGTBI+ –especialmente mujeres y hombres trans y personas no binarias– se han enfrentado a obstáculos al intentar salir de Ucrania. Al parecer, decenas de personas han sido rechazadas en los pasos fronterizos oficiales de Ucrania y han sufrido malos tratos por parte de las autoridades ucranianas.

A los activistas y defensores también les preocupa que las personas refugiadas LGTBI+ sufran discriminación en los países de la UE limítrofes con Ucrania, como Polonia y Hungría, que tienen un pésimo historial de apoyo y protección de los derechos LGTBI+.

Las personas LGTQI+ se enfrentan a vulnerabilidades específicas durante los conflictos, como un mayor riesgo de estigmatización, acoso y violencia por parte de combatientes y civiles, así como a lagunas de protección en las respuestas a los refugiados, según la ONU.

Desde que comenzó la invasión rusa, los combates han interrumpido las cadenas de suministro y los servicios médicos dentro de Ucrania, creando una escasez de medicamentos de terapia hormonal necesarios para las personas trans, de medicación para el VIH y de otros tratamientos médicos importantes. Al mismo tiempo, la prohibición de salir del país a los hombres de entre 18 y 60 años, y las barreras burocráticas -como los documentos de viaje que no coinciden con la identidad de género de las personas trans refugiadas- han dificultado que las personas de género diverso busquen seguridad fuera de Ucrania.

El sentimiento generalizado contra el colectivo LGTBI+ en la sociedad ucraniana, el miedo a ser discriminado y la preocupación por revelar información delicada a los funcionarios en las fronteras, así como los informes de personas que han sido rechazadas y han sufrido acoso sexual, físico y verbal por parte de los guardias fronterizos ucranianos, también han disuadido a muchas personas LGTBI+ de intentar salir, según los activistas LGTBI+ con los que ha hablado The New Humanitarian.

El problema ha llamado la atención de miembros del Parlamento Europeo. Robert Bierdroń, eurodiputado polaco y presidente de la Comisión de Derechos de la Mujer e Igualdad de Género del Parlamento Europeo, escribió el 1 de junio -primer día del Mes del Orgullo- una carta al presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, y al comandante del Servicio Estatal de Guardia de Fronteras de Ucrania, pidiéndoles que introduzcan procedimientos especiales que permitan a las mujeres trans salir del país a pesar del marcador de género que figura en sus pasaportes.

“Lo que las personas LGTBI quieren es la ayuda de otras personas LGTBI”.

Los activistas de Ucrania y de toda Europa también se han movilizado para ayudar a los ucranianos con diversidad de género a buscar seguridad y llegar a los países de acogida de refugiados, donde es más probable que encuentren apoyo.

“Lo que las personas LGTBI quieren es la ayuda de otras personas LGTBI”, dijo un activista LGTBI+ de Polonia, que pidió permanecer en el anonimato por temor a enfrentarse a cargos penales por ayudar a los refugiados a entrar en el país fuera de los pasos fronterizos oficiales.

The New Humanitarian se puso en contacto con el Servicio Estatal de Guardia de Fronteras de Ucrania para que respondiera a las acusaciones de malos tratos contra las personas LGTBI+ refugiadas y para que aclarara su política respecto a los refugiados trans, pero no recibió respuesta en el momento de la publicación.

El agua del río estaba helada

Dima, un ucraniano gay de 27 años que vive con el VIH y cuyo apellido se mantiene en secreto para proteger su privacidad, es una de las personas LGTBI+ refugiadas que lucharon por salir de Ucrania.

Como portador del VIH, Dima pensó que estaría exento de la prohibición de salir del país a los hombres de entre 18 y 60 años, pero fue rechazado en los pasos fronterizos oficiales en múltiples ocasiones. Cuando las ventanas del hotel en el que se alojaba en la ciudad ucraniana occidental de Lviv volaron por los aires debido a un ataque de misiles rusos, Dima decidió que tenía que encontrar otra forma de salir. Así fue como se encontró vadeando un frío río que separa Ucrania de Polonia a principios de marzo.

“El agua del río estaba helada. Me quité toda la ropa y la metí en una bolsa de plástico y me até las Doc Martens al cuello para que no se mojaran, porque lo último que quería si tenía que correr eran unas botas mojadas”, dijo Dima a The New Humanitarian.

La travesía no salió como estaba previsto: Alice Chuvnik, una ucraniana trans de 24 años que vive con autismo, que utiliza los pronombres ellos/ellas y que sufre convulsiones crónicas, estaba cruzando el río con Dima. Alice también había sido rechazada varias veces en los pasos fronterizos oficiales.

Cuando Alice llegó a la mitad del río, tuvo un ataque. Su compañera, Robin, holandesa no binaria de 29 años que también vive con autismo, esperaba en la orilla opuesta junto con Rain Dove Dubilewski, activista LGTQI+ afincada en Londres que también utiliza los pronombres ellos/ellas y que ha estado ayudando a evacuar a grupos marginados de Ucrania. Robin y Rain Dove saltaron al río y ayudaron a Alice a llegar a la orilla.

En retrospectiva, la dramática travesía le parece a Dima un borrón. “Me dijeron que había cruzado muy rápido, a pesar de que el río tenía 60 metros de ancho, pero lo único que recuerdo es que mis pesadas y húmedas botas me pesaban en el cuello”, dijo.

Desde entonces, Dima ha conseguido llegar a Berlín tras entrar en Polonia, pero mientras intentaba salir de Ucrania dejó de tomar su medicación contra el VIH durante dos semanas, lo que aumentó el riesgo de desarrollar resistencia a los medicamentos y le causó un gran estrés.

Apoyo de las bases

SAFEBOW, una entidad de base creada por Rain Dove y otros activistas, ha ayudado a más de 4.000 personas refugiadas de grupos marginados -entre ellos personas LGTBI+, discapacitados y ancianos, así como estudiantes indios, africanos y otros internacionales que estudiaban en Ucrania- a salir de Ucrania desde que comenzó la invasión rusa.

La iniciativa surgió cuando Rain Dove y otros activistas LGTBI+ de fuera de Ucrania empezaron a enviar mensajes a los ucranianos que pedían ayuda a través de las plataformas de las redes sociales durante los primeros días de la guerra. “Formamos grupos de WhatsApp. Pensamos que sólo duraría un par de semanas”, dijo Rain Dove a The New Humanitarian.

SAFEBOW pronto se convirtió en una red de más de 200 personas voluntarias en todo el mundo, según Rain Dove. Pero a medida que se intensificaban los combates, surgieron más informes sobre personas marginadas que no podían abandonar Ucrania.

El proceso médico y legal para la transición de género es largo y complicado en Ucrania, pero muchas de las personas trans a las que SAFEBOW ha ayudado creían tener la documentación necesaria para salir -como exenciones médicas-, pero aun así se les rechazó. Según los activistas, los funcionarios de fronteras ucranianos parecen tomar la decisión de permitir o no la salida de las personas trans en función de cada caso. “Otros no pueden salir porque sus casas y documentos médicos fueron destruidos”, explicó Rain Dove.

El Servicio Estatal de Guardia de Fronteras de Ucrania ha declarado que la prohibición de salir del país a los hombres de entre 18 y 60 años, que es la razón por la que algunas personas LGTBI+ han sido devueltas en la frontera, es necesaria para garantizar la defensa de Ucrania.

“La ley marcial es sexista. Punto”, dijo Rain Dove. “Hay que reformarla. Conduce a opciones en blanco y negro, sin nada en medio. La gente debería querer quedarse, no ser obligada a quedarse, especialmente cuando tiene la documentación para irse”.

El afán de ayuda de Rain Dove les llevó a la frontera entre Ucrania y Polonia a mediados de marzo, donde asistieron a Dima y Alice como activistas individuales, no como parte de SAFEBOW. Rain Dove y la compañera de Alice, Robin, habían estado en Lviv, pero cruzaron la frontera con Polonia por el paso fronterizo oficial. Sabían que las personas voluntarias y los activistas se han enfrentado a cargos penales por prestar asistencia humanitaria a los refugiados, solicitantes de asilo y migrantes en las fronteras exteriores de la UE, incluida Polonia, y querían intentar evitar que se les acusara si les pillaban ayudando a Dima y Alice.

Pero cuando se precipitaron al río para ayudar a Alice, Rain Dove y Robin volvieron a cruzar inadvertidamente a Ucrania. “Era una emergencia médica, e hicimos lo que teníamos que hacer”, dijo Rain Dove.

Tras salir del río, el grupo caminó más de tres kilómetros en busca de su conductor, pero no se dio cuenta de que estaba caminando en la dirección equivocada. Cuando el grupo llegó a una carretera, hizo señas a un coche, que acabó perteneciendo a la guardia fronteriza polaca. El grupo fue detenido y pasó varias noches en la cárcel. Rain Dove y Robin fueron condenados a dos años de libertad condicional por su función de ayudar a Dima y Alice a entrar en Polonia. A Alice también se le impuso un año de libertad condicional.

A pesar de haber sido detenidos y acusados, Rain Dove sigue apoyando a las personas refugiadas LGTBI+ que intentan salir de Ucrania. Están convencidos de que “nadie debería tener que hacerlo solo”.

Prestación de asistencia en la UE

A pesar de la cálida acogida general que reciben los refugiados ucranianos en Polonia, es poco probable que las personas LGTBI+ encuentren un refugio seguro incluso después de entrar en el país, según los activistas. La homofobia y la transfobia han aumentado en Polonia en los últimos años, y desde enero de 2020 más de 100 municipios polacos se han declarado “zonas libres de LGTBI+”.

Las organizaciones y los activistas de Polonia están animando a las personas LGTBI+ refugiadas a trasladarse a Alemania o a Holanda.

La capital polaca, Varsovia, es más abierta y acogedora, pero la población de la ciudad ha aumentado más de un 15% debido a la llegada de refugiados ucranianos, y ahora es difícil encontrar alojamiento para los recién llegados. “Varsovia es más segura, pero las personas refugiadas no pueden ni siquiera quedarse en Varsovia”, dijo el activista LGTBI+ polaco que pidió permanecer en el anonimato.

Por ello, las organizaciones y los activistas LGTBI+ de Polonia están animando a las personas refugiadas LGTBI+ a trasladarse a Alemania o a los Países Bajos. A diferencia de los refugiados de Oriente Medio, el sur de Asia y África, que deben solicitar asilo en el primer país de la UE en el que entren, los ucranianos -incluidos los que son LGTQI+- pueden circular libremente por la UE en virtud de una Directiva de Protección Temporal aprobada a principios de marzo.

Entidades como la Organización para el Refugio, el Asilo y la Migración (ORAM), Casa Kuà y Quarteera están trabajando para colmar las lagunas de protección y garantizar un alojamiento seguro para las personas refugiadas ucranianas LGTQI+ que se desplacen. Anja Limon, directora de programas de ORAM, dijo a The New Humanitarian que el grupo ha organizado más de 800 noches de alojamiento para las personas refugiadas LGTQI+, principalmente en Berlín, pero también en Praga, Lisboa y otros lugares de Europa.

Hasta ahora, gran parte de la asistencia ha sido proporcionada por voluntarios, pero a medida que la guerra se prolonga y el desplazamiento de las personas LGTBI+ refugiadas de Ucrania se convierte en un problema prolongado, las organizaciones son conscientes de que se necesita una asistencia más institucionalizada. “Se necesitan gestores de casos a tiempo completo para garantizar que la ayuda es sostenible”, dijo a The New Humanitarian Ibrahim Willeke, fundador de SOFRA – LGTBI Migrants e.v en Alemania.

Edited by Eric Reidy.

Fuente: The New Humanitarian

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“Trabajo, salario y vida. ¿Por qué tantos conflictos?“, por Ramón Hernández Martín

Martes, 8 de febrero de 2022
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hine_mechanic_0.previewHay algo tan determinante y claro en la vida de los seres humanos como la necesidad de vivir “agrupados”, pues la interdependencia es característica de toda vida animal: no solo nacemos unos de otros, sino también nos necesitamos como un bastón para sostenernos en pie y seguir adelante. ¿Hay algo más inútil y enclenque que un hombre solo, por muy dotado que esté de facultades y por muchas fuerzas que tenga? ¿Es concebible siquiera la vida humana en una tierra habitada exclusivamente por “robinsones”?

Que la necesidad esencial de agruparse haya llevado a los seres humanos a su más lograda y perfecta forma de hacerlo en las “democracias” ha sido producto de no pocas renuncias individuales que nacen de tener que confiar en otros y delegar la representación personal en muy concretos grupos políticos. Sin embargo, mientras que la confianza ensancha el horizonte vital, la delegación no se hace como renuncia o sometimiento, pues todos tenemos los mismos derechos y nadie debe ser esclavo de nadie, sino por la conveniencia de encontrar acomodo y proyección en el grupo del que necesariamente se forma parte. En otras palabras: confiamos en otros para crecer y delegamos en los representantes políticos, pero no para transferirles un poder de dominio sobre nuestras vidas y haciendas, por más que ese sea el resultado muchas veces, sino para que lleven a efecto una fructífera misión de servicio a la colectividad. Solo el servicio a la comunidad justifica el poder político y la existencia misma de los políticos.

De ahí que toda política que no es servicio, es decir, toda política “dominadora”, sea depredadora, y que los “políticos dominadores” se conviertan en pesadas cargas para las espaldas de los ciudadanos que han confiado en ellos. Y de ahí se deriva igualmente la necesidad de que la política ejercida sea no solo buena, eficaz y productiva, sino también soportable económicamente. El ideal, por inalcanzable que resulte, es muy claro: buena política, pero a bajo costo; país rico con gobierno pobre. Es justo lo contrario de lo que está ocurriendo por lo general en las naciones orgullosas de su democracia. La vocación obliga al político a ser uno de los trabajadores más rentables para el pueblo, uno de los que más produzca a menor costo. Vista desde esa perspectiva, la situación actual no da más que para carcajadas sarcásticas debido a que no pocos políticos aprovechan su situación privilegiada para enriquecerse, comportándose para mayor escarnio como auténticos parásitos y viviendo como insaciables sanguijuelas de la sangre de los ciudadanos. Para no hurgar más en esta herida, de todos es bien sabido que, durante la terrible pandemia que padecemos y mientras muchos ciudadanos han perdido sus trabajos y disminuido sus ingresos, ningún político español ha ido al paro ni ha visto recortada su injustificada remuneración.

Partiendo de estos principios, el primer objetivo de todo gobierno bien emplazado debería ser procurar cobijo y comida a todos los ciudadanos que no quieran vivir a la intemperie ni pasar hambre voluntariamente. Todo ser humano que nace tiene derecho a un lugar donde vivir y a poder llevarse algo a la boca. Digamos, para no desequilibrar la cosa, que también tiene la obligación de contribuir al logro de ese objetivo. Un pueblo en el que haya ciudadanos que pasen hambre y por la noche no tengan para arroparse más que las estrellas es, siempre y en toda circunstancia, un pueblo “mal gobernado”, un pueblo cuya política hace aguas debido a que sus políticos se sirven de él en vez de servirlo. Insisto en que lo que realmente determina que una política discurra por el buen camino es que se logre de alguna manera que todos los ciudadanos tengan un habitáculo y puedan llevar cada día a la boca lo que necesitan para vivir. A ello hay que añadir, además, que disfruten de buena salud, que tengan una educación adecuada y posibilidades de realizarse como personas.

Ahora que en España se ha puesto sobre la mesa la “cuestión laboral” con la idea de injertar como es debido el mundo del trabajo en el empresarial, deberíamos tener el coraje de ir más allá de lo estrictamente salarial y de la durabilidad del trabajo para armonizar convenientemente en la vida de las empresas los roles de los empresarios capitalistas y de los trabajadores asalariados. Frente a tan problemática pantalla, solo me atrevo a insinuar que trabajar por un salario empobrece al trabajador e incluso desnaturaliza su trabajo. La envergadura laboral de un trabajador no se puede medir por la cuantía de un sueldo: considerando la empresa como un ser vivo, el trabajador, como también el empresario y el capital, es un órgano vital. De hecho, el fallo de cualquiera de esos tres órganos la hace inviable. Tengo la impresión de que, tras más de un siglo de dramáticas disputas entre marxismo y capitalismo, aquel nunca se ha atrevido a plantear la cuestión en términos tan esclarecedores como que los trabajadores son tan importantes como el capital y que también ellos son empresa.

Fijar en última instancia lo que son políticas de derechas o de izquierdas, zarzal en el que estamos metidos desde los inicios del s. XX, no solo se ha cobrado millones de víctimas, sino también empobrecido sobremanera nuestras sociedades. Es un problema que sigue muy verde en nuestros días. Sin duda, la persistente lucha obrera, que propugna “un salario mínimo digno”, ha contribuido a rescatar a los trabajadores de una explotación laboral que trataba de valorarlos únicamente como fuerza productiva y que de hecho los sometía y sigue sometiendo, no pocas veces, a una severa esclavitud. Si queremos salir del atolladero en que todavía nos encontramos, hemos de partir del hecho ya apuntado de que toda empresa está formada por el capital que la sostiene, por un cuerpo directivo que la planifica y por los obreros que le ponen carne al esqueleto, las tres columnas que sostienen el edificio: sin base económica no habría proyecto, sin dirigentes todo sería un caos y sin trabajadores no se daría ni un solo paso hacia adelante. La pacificación definitiva del mundo laboral vendrá únicamente de que la empresa funcione realmente como un cuerpo vivo en el que todos sus órganos vitales trabajen a pleno rendimiento.

Hoy, ningún empresario se atrevería a negarle a un trabajador la remuneración mínima suficiente para que puedan vivir él y su familia. De hacerlo, tendría que ser al margen de la ley que lo cuantifica. Sin duda, han quedado atrás los tiempos de la severa esclavitud laboral que muchos trabajadores han padecido, pero seguimos soportando todavía muchos desequilibrios, derivados de llamar empresa y considerar como tal únicamente al capital y a su personal directivo, mientras que los obreros quedaban reducidos a una masa laboral informe, obligada a producir el máximo rendimiento para sus patronos. Mis tiempos de comerciante me enseñaron que el beneficio comercial depende también y no poco de la gestión de compras y del control de los gastos de la transacción, el mayor de los cuales es siempre el costo laboral. De ahí que el trabajador, lejos de ser valorado como una de las tres columnas vertebrales de la empresa, quede reducido muchas veces a un “gasto” inevitable, tanto más soportable cuanto menor sea.

Yendo mucho más allá de cuanto se ha expuesto en tantísimos tratados sobre los empresarios y los trabajadores, sobre el capital y el trabajo, urge que los trabajadores sean colocados a la altura del capital. No me cansaré en insistir en que tan importante es para una empresa el capital sobre el que se funda como el trabajo que la desarrolla. Sin dinero, no hay base sobre la que construir, pero, sin trabajo, no hay construcción posible. Falta todavía mucho para que el trabajador se sienta dueño de alguna manera de la empresa en que trabaja. Cuando seamos capaces de plasmar en el funcionamiento de nuestras empresas ese proceder no solo habremos demostrado la inutilidad de la cansina dialéctica capital-trabajo, en la que seguimos inmersos por intereses económicos e ideológicos, sino también eliminado de raíz la conflictividad laboral que tantísimos disgustos causa, que tantas horas de trabajo tira por el sumidero y que tanto empobrece a los ciudadanos.

Partiendo de que la mínima aspiración de todo buen gobierno ha de consistir en procurar cobijo y comida a todos sus ciudadanos y de que el “salario mínimo” ha de ser de una cuantía que provea a las necesidades básicas del trabajador y de su familia, deberíamos diseñar empresas en las que los trabajadores sean beneficiarios de su productividad en la medida en que su trabajo los convierte en sus dueños. Sin duda, es una tarea harto difícil, pero el día en que se logre se dará al traste con toda la conflictividad laboral y se resolverá de un plumazo uno de los problemas más enquistados en la sociedad: conseguir que “los trabajadores trabajen”.  El sistema actual favorece que se acomoden en él fácilmente cientos de miles de parásitos que viven chupando la sangre de otros y cuyos salarios, lejos de ser dignos, son robos descarados.

El doce de enero se daba cuenta en este mismo portal de RD de que el papa Francisco denunciaba que “el trabajo es a menudo rehén de la injusticia social” y pedía que “sea rescatado de la lógica del mero beneficio y pueda ser vivido como derecho y deber fundamental de la persona”. “Derecho” porque es eje esencial del funcionamiento de una empresa en la que se proyecta la vida profesional del trabajador. “Deber” porque incluso fuerza a dejarse la piel en una empresa que se convierte en el sustento de su familia. Hablamos de un equilibrio de fuerzas y de reparto de beneficios que no solo será difícil de diseñar, pues requerirá audaces desarrollos legislativos, sino también de implantar, pues tendrá que lidiar, por un lado, con la precariedad laboral en que se mueven muchas empresas y, por otro, con la cuantificación de la productividad real de cada trabajador.

En este contexto, permítaseme una rápida alusión al mundo de la emigración, tan problemático en nuestros días por incomprensibles razones políticas e ideológicas. Sé de lo que hablo al haber trabajado con emigrantes españoles en Francia y en el Reino Unido. Cuando la emigración no es forzada, sino que obedece al derecho básico que cada cual tiene para buscarse la vida donde mejor le parezca, es realmente una bendición para los pueblos. Lo digo porque, en la actual coyuntura, la emigración está resultando muy conflictiva no solo porque se está haciendo a las bravas, sino también porque el mal entendido “fair play” de algunas naciones facilita que emigren a ellas parásitos de toda índole y hasta peligrosos delincuentes. Sin embargo, cuando se planifica y se desarrolla conforme a la ley, el emigrante, que se ve sometido muchas veces a esfuerzos sobrehumanos, enriquece al mismo tiempo a sus dos pueblos: el de su origen, al que suele enviar importantes ahorros, y el de su destino, que resulta el más beneficiado por su trabajo. Son muchos los españoles que a mediados del siglo pasado contribuyeron, por ejemplo, al desarrollo de Francia, de Alemania y del Reino Unido, al mismo tiempo que, tras vivir ellos con severa austeridad, ayudaban con sus ahorros a sus familias y contribuían con ellos significativamente a sacar a España de la enquistada pobreza en que había caído tras tantas convulsiones políticas.

Ramón Hernández Martín

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“ ¿Jesús fue comunista?: El Evangelio y la preocupación por los pobres”, por Javier Sánchez

Lunes, 10 de enero de 2022
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jesus-che“Y Monseñor Romero, los mártires de la UCA, don Helder Cámara, Pedro Casaldáliga, Rutilio Grande…”

”No podemos entender el evangelio de Jesús y su proyecto de vida por antonomasia, si no es desde la preocupación que tiene, el Hijo de Dios, por los pobres, los sufridos, los desgraciados, los que en definitiva no contaban en su sociedad y siguen sin contar en la nuestra”

“El poder es el que da muerte a Jesús de Nazaret, justamente porque no aguanta que alguien, desde abajo, desde la llamada “exousía”, o la autoridad moral que tiene, les pueda arrebatar lo que para ellos es el sentido de su vida: el poder como opresión”

“Hace unos días, la vicepresidenta del gobierno español, Yolanda Díaz, fue recibida por el papa Francisco, y desde la derecha reaccionaria y poderosa, se tachó esa visita de ‘cumbre comunista'”

“Si ellos son comunistas, ojalá yo también lo sea, si ellos viven el evangelio desde ahí, ojala también yo sea capaz de vivirlo así. Y toda la comunidad de cristianos y cristianas”

Cuando pensamos en el Evangelio y en lo que supone la persona de Jesús, quizás, desde algunos sectores, siempre parece que nos viene a la cabeza la figura de alguien muy “angelical”, en el sentido de una persona “que no se metía en problemas de ningún tipo”, y que su objetivo era “dedicarse a las cosas de su Padre”, entendiendo precisamente por esas cosas, “las del cielo”, es decir lo que está apartado del mundo y de la vida de cada día. Pero entender así a Jesús, el Evangelio y el proyecto que El llamó “Reino de Dios”, y que le llegó a costar la vida, es no entender nada, a mi juicio, de quién es realidad Jesús de Nazaret, y cual es realmente su proyecto de felicidad para todos los hombres y mujeres del mundo.

El proyecto de Jesús, el llamado Reino de Dios, solo puede entenderse desde el texto que El mismo proclama en lo alto del monte, según el Evangelio de San Mateo (lugar típico de encuentro con Dios en el mundo judío), y en un llano, según el Evangelio de San Lucas ( entendiendo por llano el lugar donde está la persona, el ser humano, y donde en ese lugar se encuentran Dios y el hombre). Pero lo que está claro es, que en cualquiera de las dos versiones, no podemos entender el evangelio de Jesús y su proyecto de vida por antonomasia, si no es desde la preocupación que tiene, el Hijo de Dios, por los pobres, los sufridos, los desgraciados, los que en definitiva no contaban en su sociedad y siguen sin contar en la nuestra.

Los pobres y los marginados, los que nadie quiere, son los preferidos del Jesús del Evangelio, y son por ellos por los que Jesús da la vida. Por ellos es vilmente asesinado y por eso son precisamente los pobres, los que entienden el mensaje de Jesús. Y frente a ellos, los ricos, los poderosos, los que se creen los buenos y cumplidores de la fe judía, son los que no solo no lo entienden, sino que son los que precisamente lo asesinan.

El poder es el que da muerte a Jesús de Nazaret, justamente porque no aguanta que alguien, desde abajo, desde la llamada “exousía”, o la autoridad moral que tiene, les pueda arrebatar lo que para ellos es el sentido de su vida: el poder como opresión, incluso desde su mismo “sillón religioso”. Ese poder encarnado en los que detentan la fuerza a nivel civil y religioso en la sociedad judía de su tiempo: sumos sacerdotes, fariseos, escribas….Y es curioso, que ese mismo poder es el que sigue matando a millones y millones de seres humanos en todo el mundo.

cristo-cerezo-720_560x280Ese poder sigue haciendo que cada día la brecha entre pobres y ricos, sea cada vez mayor. Y por eso igual que a Jesús, a los que se ponen de su parte también se les martiriza y se les llega a asesinar. El poder de cualquier tipo e institución, no entiende “de lavar los pies”, sino solo entiende “de comer del fruto prohibido”, para llegar a ser como Dios, porque desde ese poder llegan a considerarse auténticos dioses, que atentan como Caín, contra aquel que quiere solo insinuar que todos somos iguales, que todos nos merecemos lo mismo, que todos somos Hijos e Hijas de Dios y que “no hay distinción entre judíos, y gentiles, esclavos y libres” ,en el lenguaje paulino de Gálatas (Gal 3, 28).

     Dichosos los pobres, y Ay de vosotros los ricos, llegará a decir el Evangelio, dichosos los que lloran y son perseguidos por causa de la justicia, y ay de aquellos satisfechos que tenemos de todo. Y esas palabras le causaron a Jesús de Nazaret la entrega de la vida; el Jesús del Evangelio no puede soportar que sean los ricos los que avasallen y que los poderosos sean siempre los primeros. Por eso la comunidad lucana pone en boca de María el maravilloso himno del Magnificat, después de su visita a Isabel: “Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos” (Lc 1, 52-53). Y no entender esto, en el fondo es no entender el Evangelio, aunque vayamos a misa “todos los domingos y fiestas de guardar”. No entender esto, significa no entender la causa auténtica de la muerte de Jesús: su preocupación por los pobres y crucificados de la tierra y su crítica feroz hacia los poderosos que crean millones de desheredados cada día, en la sociedad judía de entonces y en el hoy de nuestro mundo.

0ADE3E83-5AAD-4A61-BC2C-86E9C354F525     Pero tuvieron que pasar muchos siglos, para que surgiera un pensador, llamado Carlos Marx, ateo como el se confesaba, que criticaba profundamente la religión y la manera de entender equivocadamente a Dios, y ese pensador creara el marxismo, para decirnos a los creyentes que había cosas que nuestro Dios no podía entender, y que a nuestro Dios seguro que le dolían: la brecha entre pobres y ricos, tan criticada por Marx, hizo que la Iglesia también se fuera preguntando en aquella sociedad de mediados del siglo diecinueve, cuál era su papel en esa sociedad dividida y dual que estábamos creando los seres humanos. Pero Marx, no fue el autor de ese pensamiento, ya lo había dicho el Evangelio, muchos siglos antes. Ya había dicho Jesús que Dios y el dinero eran incompatibles y que no se podía servir a dos señores. Ya el Evangelio de San Mateo había juzgado a aquellos que “no asistían a los pobres, los encarcelados, los hambrientos, los sedientos, los enfermos, los desnudos….”(Mt 25, 31 ss   ) .

     Y por eso, desde que Marx nos lo recordó, parece que todos los que se preocupan por el destino y la vida de los pobres, son tachados de comunistas, y de ir en contra del Evangelio. Esta crítica no es nueva, no es de los que ahora lo dicen.  Y son tachados de ellos por los que tienen el poder y la riqueza; en tiempos de Jesús, El era tachado de blasfemo por el poder establecido, en nuestros tiempos, los que así actúan son tachados de comunistas, por los mismos que detentan el poder en nuestro tiempo.

Hace unos días, la vicepresidenta del gobierno español, Yolanda Díaz, fue recibida por el papa Francisco, y desde la derecha reaccionaria y poderosa, se tachó esa visita de “cumbre comunista.  Pero precisamente porque ha tenido que venir un papa del hemisferio sur, un papa del otro lado del atlántico, a recordarnos que la Iglesia tiene que estar al servicio de los pobres, y que solo cuando es pobre y acoge en su seno a los más pobres, es la auténtica Iglesia de Jesús. Desde el comienzo de su pontificado, así lo anuncio Francisco, en su mismo nombre , diciendo que la Iglesia es la comunidad de los pobres, es el espacio de acogida para todos. Y a lo largo de todos estos años, así lo ha ido manteniendo; su preocupación fundamental son los inmigrantes, los encarcelados, los enfermos… los que nadie quiere. En el fondo, los mismos a los que prefirió Jesús de Nazaret. De nuevo los poderosos, no lo entienden, y quizás no se atreven a asesinarlo, como hicieron con el maestro, pero si se atreven a difamarlo y a crear corrientes en su contra, por la misma razón: porque se les quita su poder, porque son criticados por hacer del poder el eje de su vida, incluso a algunos eclesiásticos, que también lo detentan hoy sí.

     Es conocida la anécdota del papa Francisco, en el cónclave donde fue elegido papa: “En las elecciones, tenía a mi  lado al arzobispo emérito de Sao Paulo, el cardenal Claudio Humes, un gran amigo. Cuando la cosas se iba poniendo peligrosa (iba ganando), él me  confortaba, ja ja…  Y cuando los votos llegaron a los dos tercios, vino el aplauso porque había sido elegido papa. Y él me abrazó, me besó y me dijo: no te olvides de los pobres. Y aquella palabra entró aquí (señalándose la cabeza). Los pobres, los pobres. Mientras continuaba el recuento, pensé en San francisco, el hombre de la paz. Y así llegó el nombre a mi corazón. El hombre de paz. El hombre pobre. ¡Cómo desearía una Iglesia pobre y para los pobres…!”.

Y sin duda que está siendo el eje de su vida y su desvelo en cada momento. Por eso es criticado. Y por eso también ha sido criticada esta visita con la vicepresidenta del gobierno español, y ella misma ha dicho que con el papa le unen muchas cosas y planteamientos.

      No ha sido al único que han tachado de comunista, en los últimos tiempos, incluso desde dentro de la propia Iglesia. Son conocidas las palabras del gran don Helder Cámara, obispo de Brasil, “Cuando doy pan a u pobre, dicen que soy un santo. Cuando pregunto por qué el pobre no tiene pan, me llaman comunista”. Este hombre que vivió y murió para los pobres fue tachado por eso de lo mismo, cuando lo único que hacia era llevar a cabo , a la vida de cada día el Evangelio de Jesús.

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      De la misma manera se hablaba del comunismo de San Romero de América, la voz de los sin voz en América latina, que fue asesinado por los poderosos de El Salvador, mientras celebraba la Eucaristía. Muchas veces dijeron que era un “obispo comunista”, incluso también le han criticado ahora al papa Francisco que lo haya canonizado. San Romero, canonizado por los pobres de El Salvador, desde el mismo momento de su asesinato, ha tenido que esperar a que venga un papa del otro hemisferio para reconocer lo que los pobres ya hicieron. Lo que la misma Iglesia  le negó, es lo que ahora Francisco ha reconocido.

Porque lo más espectacular de su asesinato es  que, como en el caso de Jesús de Nazaret, Romero fue asesinado por el poder opresor de los mismos creyentes. A Jesús lo mató el poder judío, a Romero lo mató el poder de los falsos cristianos de la sociedad salvadoreña, que se sentían criticados por él. “ El cristiano no debe tolerar que el enemigo de Dios, el pecado, reine en el mundo. El cristiano tiene que trabajar para que el pecado sea marginado y el Reino de Dios se implante. Luchar por esto no es comunismo. Luchar por eso no es meterse en política. Es simplemente el Evangelio que le reclama al hombre, al cristiano de hoy, más compromiso con la historia” (Homilía 16 de Julio de 1977). La misma derecha poderosa que criticó y apoyó Santo de América, y que sin duda estuvo detrás de su asesinato, es la que critica ahora de cumbre comunista, el encuentro entre el papa Francisco y Yolanda Díaz.

Los “mismos comunistas” que fueron asesinados en la UCA, en El Salvador, en la madrugada del 16 de noviembre de 1989, simplemente por defender que los pobres tienen algo que decir, y que los ricos son los causantes de que el mundo haya crucificados. Los poderosos tampoco pudieron soportarlos, y por eso los asesinaron vilmente, junto a Elba, la mujer que los cuidaba, y su hija Celina, de 16 años. Su asesinato, como el de muchos mártires, fue por causa de la justicia y por hacer del Evangelio la norma de su vida, en todo momento.

De comunista fue también tachada la llamada “Teología de la liberación”, que surgió en la década de los 70 en el continente latino americano, y que era simplemente una manera nueva de leer el evangelio desde los pobres. “He oído el clamor de mi pueblo”, que dice el texto del Exodo, es lo que oyeron esos teólogos y teólogas que intentaron vivir esa experiencia del evangelio, a partir de la realidad crucificada y machada por el poder de los poderosos en ese continente.  Teólogos como Jon Sobrino, que se salvó milagrosamente de la matanza de la UCA, ha sido calumniado y difamado, incluso desde el interior de la misma Iglesia católica.

      El otro Santo de América, Pedro Casaldáliga, fallecido hace poco más de un año fue también “apodado de comunista”, por su lucha en favor de los sin tierra brasileños, y haciendo de su episcopado y de su poder como obispo, un servicio al pueblo, a los más débiles, a los más sufrientes de su diócesis. Cuando se jubiló quería “dedicarse a los más pobres”, quería ir a morir a Africa, porque él decía que allí eran aun más pobres que en su América, donde vivió siempre . La enfermedad terrible del parkinson se lo impidió, pero resulta emocionante que alguien que ha vivido como él en el Brasil pobre, diga que quiere irse con los pobres, muchos pensamos, dónde había estado toda su vida; el obispo sin anillo y sin mitra tradicionales vivió, y murió entre los desheredados, y con ellos encontró la “plena bienaventuranza y felicidad de la que habla el Evangelio”; hizo carne en su vida el proyecto de Jesús: conseguir que todos fuéramos felices, desde la igualdad y el servicio a los más débiles.

     El 12 de marzo de 1977 asesinaron “a otro comunista” en la carretera de Aguilares a El Paisnal, Rutilio Grande,  y su único delito fue decir y anunciar que todos somos iguales, que Dios no acepta la pobreza, y que los ricos son responsables de la pobreza de muchos seres humanos. Rutilio fue asesinado, acribillado su coche a balazos, junto a un campesino de 72 años, Manuel, y un adolescente de 15, Nelson Rutilio y un niño. Los pobres de Aquilares le recuerdan como un “hombre tremendamente humano que se comprometió con la causa y la vida de los pobres”. Fueron asesinados cuando iban a celebrar la Eucaristía en medio de su pueblo, y su  asesinato tanto conmovió a Monseñor Romero que fue capaz de producir en él, el gran milagro.

Romero, amigo personal de Rutilio descubre un nuevo rostro de Dios al contemplar el cadáver de su amigo asesinado. Y desde ahí comienza una andadura nueva que le llevará a él también al martirio. Ahora “el comunista Rutilio”, va a ser beatificado por el papa Francisco; será el segundo santo salvadoreño, que el pontífice venido de América beatifique. Muchos serán también los que incluso dentro de nuestra iglesia critiquen este acontecimiento, porque el padre Tilo, como así le llamaban popularmente a Rutilio, tuvo la osadía de hacer vida el mensaje de Jesús en el Evangelio. Y de nuevo será, Francisco, el que después de más de cuarenta años, reconozca que este hombre, modesto, pobre, humilde y ejemplar sacerdote de Jesús, es modelo para los que queremos seguir al Jesús del Evangelio.

Y habrá quien siga diciendo que “de nuevo un comunista, beatifica a otro comunista, el próximo 22 de enero de 2022”. Será beatificado en la catedral de San Salvador, donde yace también Monseñor Romero, su amigo íntimo y personal, y seguramente a esa celebración, además de acudir obispos, sacerdotes y gente venida de otros países, acudirá “todo el pobrerío salvadoreño”, como llamaba cariñosamente Monseñor Romero a los pobres. El pobrerío por el que Rutilio se sacrificó,  será el auténtico protagonista de la celebración, como lo fue hace más de dos mil años en aquel calvario de Jerusalén, donde fue crucificado el mártir Jesús de Nazaret.

     Pero hace apenas unos días me decían lo mismo de un sacerdote jesuita, salvadoreño, discípulo de Monseñor Romero, que tiene como único lema de su vida sacerdotal y cristiana la entrega al evangelio. Miguel Vasquez, jesuita de Arcatao, en el departamento de Chalatenango, uno de los sitios más vapuleados en la cruenta guerra civil salvadoreña, me decía: “Me trasladan a Honduras, porque el obispo le ha dicho a mi provincial que yo soy más político que pastor”.  De nuevo la Iglesia impoluta, que no quiere mancharse, que nunca va a ser criticada ni asesinada, es la que quiere lavarse las manos, como Pilato, en la causa de los pobres y del Evangelio.

     ¿Cumbre comunista la celebrada hace unos días en Roma? ¿Comunistas Jesús de Nazaret, Monseñor Romero, los mártires de la UCA, don Helder Cámara, Pedro Casaldáliga, la monjas estadounidenses asesinadas en El Salvador, los miles de catequistas salvadoreños asesinados, los maristas del Congo, Rutilio Grande,  los teólogos y teólogas de la liberación,  Monseñor Agrelos, Miguel Vasquez….? Si ellos son comunistas, ojalá yo también lo sea, si ellos viven el evangelio desde ahí, ojala también yo sea capaz de vivirlo así. Y toda la comunidad de cristianos y cristianas.

Ojalá que el poder establecido, desde cualquier institución, política, religiosa, militar, económica, cultural…. No tape el auténtico poder que emerge de las bienaventuranzas y del lavatorio de pies del jueves santo, porque sólo así los cristianos, me parece, entenderemos el auténtico sentido del Evangelio. “Lo que hicisteis con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis” (Mateo 25, 40)

Fuente Religión Digital

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“O todos o ninguno “, por José I. González Faus

Lunes, 13 de diciembre de 2021
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Meister_des_Codex_Aureus_Epternacensis_001 El rico Epulón y el pobre Lázaro. 1040. Maestro del Codex Aureus. Iluminación sobre pergamino. Medidas: 30 cm x 22 cm. Museo Nacional Germánico. Nuremberg

De su blog Miradas cristianas:

Otro aviso de la pandemia

Cuando creíamos estar saliendo ya del oscuro túnel pandémico, es de temer que estemos otra vez como al principio. Los humanos solo podemos salvarnos a partir de una igualdad fundamental.

A la pandemia vírica le acompaña otra pandemia psíquica. Porque los países que nos creemos “desarrollados”, seremos más ricos pero no somos más fuertes.

Hay una palabra que siendo totalmente “laica” es, a la vez, profundamente teológica. Y es la palabra igualdad.

Dicho una vez más: primero y tercer mundo encarnan hoy la parábola jesuánica de Epulón y Lázaro

La última lección, inesperada aunque muy obvia, que nos está trayendo la covid con su variante ómicron es que los humanos solo podemos salvarnos a partir de una igualdad fundamental. La reacción de “nosotros primero”, que pudimos ver en Israel comprando las vacunas a precio más caro, o en los EEUU saqueando aviones que llevaban material sanitario a otro país y hacían escala en algún aeropuerto norteamericano, pareció muy eficaz de momento. Pero, a más largo plazo, ha resultado inútil: anteayer nos dijeron que esa variante había aparecido solo en Sudáfrica y hoy nos cuentan que ya se ha detectado en varios países europeos.

Añadamos que, mientras en Europa hay varios países que han cubierto el 70% de su vacunación, en África ningún país pasa del 7%. Desde este dato se entiende todo; y nace la sospecha de que nuestra cacareada “aldea global” pueda convertirse en un enorme recinto, donde cada país viene a ser como la celda de una prisión. Éramos aldea global a la hora de sacar provecho del otro; pero a la hora de ayudarlos a que tuvieran una seguridad como la nuestra, volvimos a ser un planeta dividido, donde hay países de primera, o de segunda o de tercera categoría.

Y el bichito nos avisa de que nuevas huidas hacia adelante acabarán trayéndonos nuevos desastres: o nos salvamos todos o seguiremos amenazados todos. Con las consecuencias psicológicas que estamos viendo que tiene esa amenaza para aquellos que no han sido víctimas de la covid19: que, a la pandemia vírica le acompaña otra pandemia psíquica. Porque los países que nos creemos “desarrollados”, seremos más ricos pero no somos más fuertes.

Estos datos confirman una verdad radicalmente cristiana: he dicho otras veces que hay una palabra que siendo totalmente “laica” es, a la vez, profundamente teológica. Y es la palabra igualdad. Los humanos somos todos hijos de un mismo Padre y, como hijos, somos todos hermanos en Cristo, e iguales en dignidad y derechos. Por eso los racismos han sido siempre gravemente pecaminosos: tanto si era el racismo de la etnia, o el de la nación o, como sucede ahora, “el racismo del dinero”.

La necesidad de una igualdad ante la pandemia (¡en beneficio propio!) nos lleva a la necesidad de una igualdad global, como la que proclaman inútilmente todas las Declaraciones de derechos. Nos hemos querido defender de ese incumplimiento con la excusa de una meritocracia sin matices: los que están arriba lo están gracias a sus méritos, y los que están abajo están ahí por su culpa.

Esta explicación, que puede valer para un mínimo tanto por cien de casos, la hemos hecho universal y única, olvidando que la gran mayoría de los que están arriba lo están por algún privilegio gratuito o por alguna injusticia patente o latente: ya san Juan Crisóstomo repetía que “quien es muy rico es un ladrón o hijo de ladrón”; y eso tiene más vigencia hoy que entonces. Bastaría con repasar todas las relaciones del Europa con África: desde la esclavitud (en el siglo XVIII) al colonialismo (en el XIX y XX) hasta ese mecanismo actual por el que, si en un país entra una ayuda al desarrollo de 40, sale de él un reembolso de deuda de 60. Los méritos pueden justificar unas desigualdades como de uno a cinco; pero no de uno a mil, como las que soporta nuestro mundo

Dicho una vez más: primero y tercer mundo encarnan hoy la parábola jesuánica de Epulón y Lázaro, en la que destaca el detalle de que se prescinde de si el rico lo era por sus méritos y el hambriento lo era por su culpa. Lo único que se nos dice es que uno banqueteaba y el otro sufría de hambre y heridas: inspirando a los perros una compasión que no llegaba hasta el Comilón (traducción literal de la palabra epulón).

Total: cuando creíamos estar saliendo ya del oscuro túnel pandémico, es de temer que estemos otra vez como al principio y que esa sea “la antigua normalidad” a la que queríamos regresar. Todo por los egoísmos y desigualdades en la salida. Como en aquella vieja parábola del teatro incendiado en el que, por querer salir todos el primero, acabaron pisoteándose unos a otros y no pudo salir casi nadie.

¿Aprenderemos la lección?

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Camino, verdad y vida.

Lunes, 22 de noviembre de 2021
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Ahora que no hay novedad en nuestras vidas
ni en los caminos de la historia,
ni en nuestra memoria personal y colectiva…
es tiempo de reflexionar y ahondar
en todo lo que llevamos a cuestas,
y en las zonas yermas del mundo
y de las entrañas nuestras.

Ahora que tu palabra rompe nuestros planes
y el horizonte se nos nubla y cierra,
y en los caminos se mezclan tantas huellas…
es tiempo de hacer silencio,
de olvidar los tristes sentimientos,
de acoger tu insólita propuesta
y dar testimonio de la verdad.

Llegará un día en que la libertad no sea un sueño,
en que las fronteras desaparezcan
y los seres humanos seamos respetados
y encontremos en el otro a un hermano;
un día en que no haya clasificación de personas
por su color, dinero o raza,
ni por su poder, religión o condición social…

Llegará un nuevo día en que la verdad
resplandezca y alumbre a todas las personas
y no necesite protección ni ser explicada;
un día en que este mundo sea distinto,
se llene de verdades, sueños y proyectos
y se parezca ya al reino definitivo
que estamos llamados a crear juntos.

¡Pronto llegará un nuevo día, tu día, Señor,
pues Tú eres el camino, la verdad y la vida
aunque los nuevos Pilatos sean escépticos!

*

Florentino Ulibarri
Fuente Fe adulta

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Ramón Hernández Martín: Misas, ni en latín ni sin cena. Sobreabundancia.

Viernes, 20 de agosto de 2021
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Frank White, Dayton Moore, David DeJesus, Kevin Uhlich and Royals staff serve Thanksgiving lunch at City Union MissionLeído en su blog Esperanza radical:

Hay muchos millones de personas que, en el balance general de la marcha de la humanidad, siguen adelante con menos de un euro al día, cargando con calamidades sin cuento que van del hambre al frío y a la enfermedad. Y hay otros muchos para quienes mil euros diarios es una bagatela, una menudencia. Afortunadamente, la vida es maleable y se adapta incluso a las situaciones más extremas. En la primera lectura de este domingo, el profeta Eliseo, consciente de este devenir, juzga excesivo el monto de las primicias a que como tal tiene derecho y ordena al oferente que lo reparta entre quienes pasan hambre. La cuestión no es que “lo mucho para uno” sea “poco para muchos”, sino que lo disponible se reparta, porque, en definitiva, que muchos tengan lo necesario depende de la generosidad de quienes realmente lo poseen todo. El viejo proverbio popular de “ayúdate que yo te ayudaré” invita a abordar el gigantesco problema del hambre en el mundo, confiados en que Dios y la naturaleza se alíen de tal manera que, dado el primer paso, el de “ayúdate”, como punto de partida, la llegada o meta sea cosa de coser y cantar.

La liturgia de este domingo lo viene a certificar por duplicado. El criado del profeta Eliseo repartió las primicias recibidas entre los hambrientos y el hecho resultó tan exitoso que todos saciaron su hambre y hasta sobraron alimentos. Por su parte, el gran profeta Jesús, viendo que la multitud que lo seguía estaba hambrienta, recogió lo que algunos tenían y lo mandó repartir de tal manera que lo que parecía poco, cinco panes y dos peces, fue suficiente no solo para que comieran más de cinco mil personas, sino también para que con lo sobrante se llenaran doce canastas.

La clave de tan gran milagro la ofrece san Pablo en la segunda lectura de hoy, tomada de su carta a los Efesios: “Un Señor, una fe, un bautismo, un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo”, lo que, puesto en Román paladino, viene a significar lo mismo que el proverbio a que nos hemos referido: que unamos nuestras fuerzas y cuanto tenemos para ser invencibles y para que no nos falte nada de lo necesario. De hecho, aunque los pobladores de la Tierra seamos ya casi ocho mil millones, la capacidad productiva de esta y la industria de nuestras manos facilita que hoy podamos producir alimentos suficientes incluso para una población doble que la actual. ¿A qué se debe entonces que, siendo los que somos, más de ochocientos millones de seres humanos pasen hoy hambre? Hay solo una única respuesta a tan grave cuestión: el mal reparto que se hace debido a distintas causas, siendo una de las principales y más graves la depredación o la avaricia de minorías acaparadoras que viven a todo tren y como si lo fueran a hacer para siempre.

El reparto de alimentos es una de las más sólidas y atractivas claves evangélicas. Ciertamente, los cristianos hemos de atender a lo que Jesús predica cuando nos habla de que Dios es nuestro padre, pero también a sus hechos cuando da de comer a los hambrientos, hechos que rubrican fehacientemente su predicación. Hay mucha más conexión que la que pudiera pensarse a simple vista entre el relato de la multiplicación de los panes y los peces y la crónica de la Última Cena, pues también en esa multiplicación “Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados”. El gran milagro multiplicador se debió, seguramente, más al hecho de repartir entre todos lo que algunos tenían que en la multiplicación mágica de lo poco que había. En la eucaristía, el hecho de partir y compartir tiene una carga teológica mucho más profunda que el supuesto efecto mágico de unas palabras de consagración que sustituye una sustancia por otra. La “transustanciación” nunca dejará de ser, en todo su alcance dogmático y teológico, más que un especulativo recurso filosófico elevado a categoría de ontología sacra. Si en estos momentos el papa desaconseja la misa en latín y de espaldas al pueblo por la desconexión que tal rito tiene con los fieles, más cabe decir incluso de las misas en lenguas vernáculas y de cara al pueblo por una desconexión más profunda y radical tanto con la “memoria viva” de Jesús como con la vida de los fieles. Salta a la vista que nuestras misas nada tienen que ver realmente con la Cena del Señor.

Seguramente, el problema más grave que padece la humanidad en nuestros días se cifra en saciar el hambre de tantos millones de seres humanos desheredados de la fortuna. En las comidas que celebró Jesús, muchas veces con publicanos y prostitutas, hecho que se constituyó en una de las mayores acusaciones contra él para crucificarlo, había comida suficiente para que todos se saciaran y hasta sobrara. A todas ellas las acompaña la acción de gracias, el hecho cultual, y, a la Última Cena Jesús le añade la orden de que se celebre en “memoria viva” suya, de que pasó por este mundo haciendo el bien y sirviendo a los demás. Es más, pues en esa misma Cena Jesús mismo concretó dicho servicio tanto en el lavatorio de los pies de sus discípulos, que él mismo realizó, como en la ordenanza de que nos amemos los unos a los otros con el mismo amor con que él nos ha amado, amor que le lleva a dar su vida por todos nosotros.

Por todo ello, sin comida compartida, sin servicio efectivo y sin amor incondicionado no puede haber misa que valga. Puede que en las actuales misas católicas haya mucho culto, mucha genuflexión, mucho golpe de pecho y mucho deseo de paz, pero si no hay comida compartida, servicio efectivo y amor incondicional, no sirven a la “memoria viva” de la vida de Jesús ni al cumplimiento de las recomendaciones tan encarecidas que nos hizo en el momento mismo de su partida. Para cumplir su propia razón de ser, las misas católicas necesitan mucho más que un lenguaje inteligible (la celebración en la lengua vernácula) y que los fieles vean lo que acontece en un altar situado frente a ellos. Bien está que el papa Francisco intente agrandar la comprensión y la participación de los fieles en las misas, pero, a pesar de su gran esfuerzo por conseguirlo frente a quienes prefieren enjaularse en el misterio, debemos dejar constancia aquí, sin ambages ni componendas, que la distancia entre una misa de corte tradicionalista en latín y de espaldas a los fieles y la orquestada por el concilio Vaticano II en lengua vernácula y celebrada frente a ellos, es mucho menor que la que hay entre esta última y la Cena del Señor. Podríamos decir, groso modo, que, mientras la Última Cena de Jesús es un acontecimiento social festivo no sacro, cuya fuerza se manifiesta en compartir, servir y amar, las actuales misas católicas no dejan de ser más que una especie de pantomima sacra, de tinte carnavalesco, en las que realmente nada se comparte, no se realiza ningún servicio y el amor se reduce a una consigna etérea. Lograr que la misa católica se parezca algo a la Cena del Señor requiere una audaz reforma litúrgica que la Iglesia católica no está en condiciones de afrontar porque, además de cuestionar muchos de los privilegios de la casta dirigente, desencadenaría cambios de perspectiva y comportamientos incómodos para la institución eclesial.

Subrayemos como conclusión de todo lo dicho que, cuando Jesús estaba presente, todos comían hasta saciarse e incluso sobraban alimentos, cosa que obviamente no puede decirse hoy de nuestra Iglesia católica, en la que, mientras muchos eclesiásticos y fieles ricos se ceban hasta enfermar, hay muchísimos otros seres humanos, cristianos o no, que no tienen ni un pedazo de pan duro que llevarse a la boca. ¿De qué sirve invitar a todos a una eucaristía en cuya celebración se habla de partir y compartir, pero realmente nada se parte ni comparte? ¿Puede alguien convencerlos con argumentos de peso, con hechos, de que tanto los políticos por delegación social como los eclesiásticos por mandato divino están ahí para servirlos? ¿Acaso no resulta un sarcasmo hablar de amor a quien tiene el estómago vacío y le tiemblan las piernas por debilidad física? ¿Con qué argumentos se los puede reanimar y rescatar de la inanidad a que la avaricia, incluso la de muchos que se dicen cristianos, los ha condenado? Resolvamos primero tan grave problema para poder acercarnos al altar y tributar a nuestro gran Dios un culto digno, que exprese como es debido nuestra hermandad y nuestra filiación divina.

Ramón Hernández Martín

Blog en Religión Digital, 25.07.2021

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“Tierra Nuestra, Libertad”: “Repartió a los que estaban sentados todo lo que quisieron”

Domingo, 25 de julio de 2021
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Tierra Nuestra, Libertad”.

Esta es la Tierra nuestra:

¡La libertad,

humanos!

Esta es la Tierra nuestra:

¡La de todos,

hermanos!

La Tierra de los Hombres

que caminan por ella

a pie desnudo y pobre.

Que en ella nacen, de ella,

para crecer con ella,

como troncos de Espíritu y de Carne.

Que se entierran en ella

como siembra

de Ceniza y de Espíritu,

para hacerla fecunda como a una esposa madre.

Que se entregan a ella,

cada día,

y la entregan a Dios y al Universo,

en pensamiento y sudor,

en su alegría

y en su dolor,

con la mirada

y con la azada

y con el verso…

¡Prostitutos creídos

de la Madre común,

sus malnacidos!

¡Malditas sean

las cercas vuestras,

las que os cercan

por dentro,

gordos,

solos,

como cerdos cebados;

cerrando,

con su alambre y sus títulos,

fuera de vuestro amor

a los hermanos!

¡Malditas sean

todas las cercas!

¡Malditas todas las

propiedades privadas

que nos privan

de vivir y de amar!

¡Malditas sean todas las leyes,

amañadas por unas pocas manos

para amparar cercas y bueyes,

hacer la Tierra esclava

y esclavos los humanos!

¡Otra es la Tierra nuestra, hombres todos!

¡La humana Tierra Libre, hermanos!

*

Pedro Casaldáliga

Tierra nuestra, libertad,
Editorial Guadalupe, Buenos Aires 1974, 151 pp

***

 

En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del lago de Galilea (o de Tiberíades). Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos. Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe:

“¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?”

Lo decía para tentarlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer. Felipe contestó:

“Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo.”

Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice:

“Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces; pero, ¿qué es eso para tantos?”

Jesús dijo:

“Decid a la gente que se siente en el suelo.”

Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; sólo los hombres eran unos cinco mil. Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos:

“Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie.

Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de cebada, que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía:

“Éste sí que es el Profeta que tenía que venir la mundo.”

Jesús entonces, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.

*

Juan 6,1-15

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***

Pienso en ti, muchachito de Galilea, de quien Juan no nos ha transmitido palabra alguna, pero ha inmortalizado tu gesto. Caía ya poco a poco la noche sobre la colina. Había allí una muchedumbre rumorosa y festiva a la que te habías unido para escuchar a aquel ¡oven rabí llamado Jesús. Un rabí que no hablaba como los otros y que parecía incapaz de decir «no» a quien le pidiera que le curara. Estabais lejos de todos los pueblos. Y de repente te encontraste con Andrés, completamente inquieto y agitado, que parecía andar buscando algo. Tú te diste cuenta en seguida de que debía tratarse de comida. Tu alforja contenía aún cinco panecillos que tu madre te había cocido la víspera y dos pescados que había cogido tu hermano de noche.

Y diste, a tu vez, todo lo que habías recibido. No diste de lo que te sobraba, sino todo lo que te hacía falta para alimentarte aquel día. ¿Te diste cuenta, después, de la relación que había entre los panecillos que diste a Andrés y aquellas cestas llenas de pan sobre las que se precipitó la multitud exuberante? ¿Notaste cómo se parecían extrañamente aquellos panecillos que no se agotaban nunca a los que tu madre te había preparado? ¿Quién se acuerda de ti hoy? Pero yo te bendigo, muchachito de Galilea. Tú eres para mí como una pequeña imagen del mismo Señor.

En esa otra pascua ahora cercana, será él el niño que ofrecerá «en su miseria cuanto tenía para vivir», su misma vida, para saciar el hambre de una multitud. Lo dará todo, sin cálculos, en la hora en que caerá la noche sobre un mundo desierto. Y el Espíritu, a través de las manos de otros Andrés y de otros Felipe, multiplicará el pan a lo largo de la noche de los tiempos. Ya no se morirá de hambre sobre las colinas desiertas y pobladas de muchedumbres hambrientas

*

D. Ange,
Le nozze di Dio dove I povero é re,
Milán 1985.

***

***

 

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Clamamos por un mundo más justo

Martes, 6 de julio de 2021
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VacunaComunidades Cristianas Populares
ESPAÑA.

ECLESALIA, 21/06/21.- Ya sabemos que el capitalismo lleva en su ADN la desigualdad y la injusticia, porque se basa en acaparar riqueza (unas pocas personas) a costa del empobrecimiento de otras muchas. Los paraísos de los países ricos se han construido sobre los infiernos de los países pobres.

Pero el actual neoliberalismo globalizado, financiero y especulativo, ha llevado la desigualdad a extremos insoportables: el 1% más rico acapara el 99% de la riqueza mundial: oligopolios de las grandes corporaciones aumentan exponencialmente sus beneficios y dejan en la cuneta a millones de ser humanos condenados a una vida y una muerte inhumanas.

La crisis de la actual pandemia del COVID-19 ha agravado aún más esa desigualdad: algunos millonarios se han hecho más ricos, y especialmente las grandes corporaciones farmacéuticas y los fondos de inversión que están detrás, se han beneficiado descaradamente con miles de millones… a costa de la salud de la población y con la complicidad de los países ricos (Europa y USA, especialmente) con el tema de las vacunas, acaparando el 75% y sobre todo no permitiendo la liberación de las patentes que haría posible que las vacunas llegasen a todo el mundo.

Las Comunidades Cristianas Populares del Estado español (CCP)  denunciamos este sistema injusto que prioriza la economía sobre la vida y las personas. “Un sistema que mata” como dice el Papa Francisco. Un sistema incompatible con la vida (un “necro-poder”), incompatible también con el cuidado del Planeta como Casa Común y con los Derechos Humanos de toda la humanidad, en primer lugar el derecho a la vida, pero también a la salud, la tierra, a migrar…

Exigimos la liberación de las patentes de las vacunas del COVID-19, para que puedan ser fabricadas a precio de costo y distribuidas gratuitamente a toda la población mundial. O toda la población está a salvo o nadie estaremos a salvo. No solo por egoísmo sino por solidaridad y humanidad.

No nos olvidamos de las otras pandemias que azotan el mundo. Especialmente el hambre y la vida infrahumana de millones de personas. La violencia, especialmente en las guerras y los 72 conflictos armados activos actualmente. La violencia contra las mujeres, las violaciones y feminicidios y la discriminación de género.

Ante tanta desigualdad e injusticia, clamamos por un mundo más justo, humano y solidario. El mensaje papal de hermandad universal nos parece una exigencia ética más allá de connotaciones religiosas. Sólo soñando la utopía de otro mundo posible podemos transformar este.

Y ya se están dando realidades pequeñas pero esperanzadoras de cuidado del Planeta, de cuidados de la vida, de defensa de los Derechos Humanos… La igualdad se abre paso con el feminismo, con la solidaridad y el trabajo por un mundo más justo.

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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“¿Qué habremos aprendido en este tiempo de pandemia?”, por Consuelo Vélez

Jueves, 17 de junio de 2021
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Formas-de-ser-habitar-despues-pandemia-D

De su blog Fe y Vida:

“Ya es tiempo de preguntarnos”

“En los últimos meses las vacunas han aliviado, en buena parte, la situación y se respira un aire de ‘confianza’ para seguir adelante con las tareas emprendidas. No está ganada la batalla y no han faltado los que siguen negando que esta pandemia exista”

“Las posturas ante esta pandemia, como ante tantas otras realidades que vivimos, son tan distintas según las personas y sus circunstancias vitales”

“A nivel de conciencia social, la pandemia ha revelado la precariedad de nuestros países a muchos niveles, especialmente, calidad en los servicios de salud y cubrimiento de las necesidades básicas”

“Visto desde nuestra experiencia de fe, ¿habremos aprendido algo de esta pandemia? ¿hemos dado testimonio del valor de la fe cristiana ante las realidades que vivimos? ¿Esa conciencia social es fuerte entre los que nos decimos creyentes?”

“El documento de Puebla de hace más de cuarenta años sigue vigente: “Es un escándalo y una contradicción con el ser cristiano la inmensa brecha entre ricos y pobres, en naciones que se dicen creyentes”. Conviene reflexionar más a fondo sobre esto”

“Si nos detenemos y nos examinamos, saldremos una vez más, fortalecidos, “como el oro en el crisol” (1 Pe 1,7), a seguir viviendo con alegría y esperanza esta vida humana en la que Dios no nos deja de la mano”

Hace más de un año que estamos oyendo noticias sobre el coronavirus. En los últimos meses las vacunas han aliviado, en buena parte, la situación y se respira un aire de “confianza” para seguir adelante con las tareas emprendidas. No está ganada la batalla y seguimos afrontando los llamados “picos” de la pandemia en diversas partes del mundo, pero pareciera que un regreso a la “normalidad” comienza a ser más evidente. Para algunos, esa “normalidad” ya ha sido asumida en sus vidas porque o ya se contagiaron y no fue grave su enfermedad o han vivido sin prestar atención a la situación -casi jugando a la ruleta rusa, es decir, si les toca, lo asumirán y si no, siguen con su vida sin que les importe mucho lo que pasa a su alrededor, y no han faltado los que siguen negando que esta pandemia exista.

Mirando otro aspecto –las medidas tomadas por los gobiernos para controlar la pandemia-. algunos las han rechazado aduciendo que atentan contra su libertad. Otros, ante la necesidad “innegociable” de trabajar para comer, no han podido cumplir con las medidas propuestas y celebran cada apertura que se hace para sobrevivir, sin detenerse en ninguna otra reflexión. Esto último es entendible y doloroso. Ha sido la realidad, especialmente, de los países pobres porque en aquellos donde el Estado ha cubierto las necesidades básicas, no se ha sentido tanta angustia y, hasta algunos están contentos de recibir el sustento sin tener que trabajar.

En fin, las posturas ante esta pandemia, como ante tantas otras realidades que vivimos, son tan distintas según las personas y sus circunstancias vitales, que cabe la conocida expresión “hay de todo en la viña del Señor” y con esa realidad tenemos que contar a la hora de asumir lo que en cada momento histórico tenemos que vivir.

Pero visto desde nuestra experiencia de fe, ¿habremos aprendido algo de esta pandemia? ¿hemos dado testimonio del valor de la fe cristiana ante las realidades que vivimos? O simplemente ¿hemos aguantado -como todos- esta circunstancia, dejándonos llevar por lo que depara cada día, sin muchos cambios -más que los impuestos desde fuera- y deseando no hablar más de esto para seguir en la “normalidad” que traíamos desde siempre? Las respuestas no son unánimes, pero algunas líneas de reflexión podemos señalar.

A nivel de conciencia social, la pandemia ha revelado la precariedad de nuestros países a muchos niveles, especialmente, calidad en los servicios de salud y cubrimiento de las necesidades básicas. En Colombia esto se ha hecho tan evidente -ya se tenía conciencia de ello, pero en este tiempo se ha hecho inaplazable- y por eso estamos viviendo la urgencia de un cambio para que se garantice -en palabras de Francisco- las tres “T” -Tierra, Techo y Trabajo- para todos y todas.

Ahora bien, ¿esa conciencia social es fuerte entre los que nos decimos creyentes? Aquí hay mucho para reflexionar. Es verdad que algunos grupos de iglesia han apoyado explícitamente las movilizaciones y unen fe y vida, fe y justicia social, fe y derechos humanos. Pero mucho me temo que hay una gran porción de iglesia que siente tanto pavor de salir del “statu quo” establecido, que invocando actitudes profundamente cristianas -paz, reconciliación, fraternidad- no levantan su voz exigiendo un cambio, sino que, en cierta medida, se hacen cómplices de mantener las cosas como están, sin darle nombre a las causas de tanta injusticia. Las palabras del documento de Puebla de hace más de cuarenta años siguen vigentes: “Es un escándalo y una contradicción con el ser cristiano la inmensa brecha entre ricos y pobres, en naciones que se dicen creyentes”. Conviene reflexionar más a fondo sobre esto.

Mirando lo que corresponde a la oración y la vida sacramental, mucho me temo que no hemos reflexionado lo suficiente. Sobre la oración, incluso hoy, pasado más de un año, se sigue invocando a Dios “para que retire la pandemia” -hasta el papa Francisco se ha expresado así-. Por supuesto es legítimo acudir a Dios para que nos fortalezca en esta experiencia tan dura.

Pero “pedirle que quite la pandemia”, ¿no supone la imagen de un Dios al que se le reza hace más de un año y no ha querido ayudarnos? Pasa el tiempo y los creyentes no asumimos que el Dios cristiano es un Dios que respeta la “autonomía de las realidades terrestres” y su presencia entre nosotros no es para intervenir si rezamos o no, sino para sostenernos en la inmensa tarea de continuar su obra creadora, comprometiéndonos con todo lo que somos y podemos para hacer de este mundo una casa común donde “ninguno pase necesidad” (Hc 2, 45).

Finalmente, ya se ha hablado mucho de la vida sacramental y litúrgica y de la urgencia de recuperar lo esencial -la vida- para celebrarlo -cuando sea posible- en los templos. Algunos solo han vuelto a los templos, como quien le gana la batalla a un gobierno que los cerró -parece que injustamente, según interpretan- pero sin la certeza de que nada ni nadie nos separa del amor de Dios porque Él no solo está en el templo, sino en la vida concreta de cada día, en casa, en cuarentena, en la red, en el deseo de volver a abrazar y encontrarnos con los demás, en la muerte que ha visitado y sigue visitando a tantas familias, etc.

En conclusión, ya es tiempo de preguntarnos ¿qué nos va dejando esta experiencia? ¿qué cambios ha producido en nuestra vida, en nuestra pertenencia eclesial, en nuestra participación social, etc.? Si no hacemos estas preguntas, de nada habrá servido todo este tiempo. Pero si nos detenemos y nos examinamos, saldremos una vez más, fortalecidos, “como el oro en el crisol” (1 Pe 1,7), a seguir viviendo con alegría y esperanza esta vida humana en la que Dios no nos deja de la mano, pero cuenta con las nuestras para vivir esta situación y tantas otras que seguirán llegando.

(Foto portada tomada de Cider)

Espiritualidad ,

Gerardo Villar: Levantemos el “paso”.

Viernes, 26 de marzo de 2021
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mas-que-solo-caminar-con-Je¿Cuáles son los principales problemas de la humanidad? Yo indicaría estos cuatro:

1.-Pandemia, sanidad

2.- Hambre en el mundo

3.-Guerra, refugiados, emigrantes

4.- Medioambiente y cuidado de la naturaleza

Cuatro bloques de problemas que, a mí me parecen, son los más importantes en este momento de la humanidad.

Hemos tenido un minuto de lucidez que nos ha venido con la pandemia. Por una vez nos hemos puesto todos en movimiento, nos ha igualado a todas las personas, aunque con diferencias abismales. Pero todos estamos tocados. Nos ha invitado a toda la humanidad a poner manos a la obra y buscar alternativas.

Es cierto que la respuesta es desigual y que mientras en Europa tenemos vacunas, con dificultades, en Canadá les sobran, y en África y América apenas les llegan unas gotitas. Pero sí que hay un movimiento general. Y espero que en todos esté el que la respuesta sea general.

A la vez estamos embarcados en la transformación de una sociedad industrial hacia otra sociedad informática. Es un momento clave en la historia. Y es preciso que descubramos hacia dónde queremos caminar y trabajemos para que toda la humanidad nos movamos socialmente empujando a los gobiernos y a los grandes capitales hacia otra sociedad más igualitaria, más humana.

Dos puntos importantes: que la nueva sociedad parta de la reflexión y de la colaboración de todas las personas, sin olvidarnos de los más pobres, no ya solo como destinatarios sino como agentes de ese nuevo mundo. Lo cual requiere participación muy activa de todos. Es momento de sentirnos impactados todos y mover la sociedad hacia la participación.

Hemos demostrado ante el covid que somos un pueblo que sabe luchar en la dificultad y seguir con esperanza. Esa esperanza y ese esfuerzo nos pueden llevar a un mundo alternativo. Los grandes problemas que exponía arriba, se pueden resolver. Hay que intentarlo. Da gusto que el esfuerzo del pueblo se vea reforzado por los grandes líderes y contamos con la ayuda fenomenal del papa, que nos apoya y nos orienta. Ahí tenemos la encíclica Fratelli Tutti.

Cuando se va a sacar un paso de la semana santa, se preparan todos los costaleros con el hombro debajo del paso y a una señal del mayordomo, todos arriman el hombro y se levanta el paso. Así necesitamos hacer en la humanidad. Hay muchos y buenos mayordomos de muchos estilos en la sociedad.

Que nos indiquen cómo arrimar el hombro y levantar esta realidad.

Gerardo Villar

Fuente Fe Adulta

Espiritualidad

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