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El trauma persigue a los indios LGBTQ+ años después del fin de la prohibición del sexo gay

Sábado, 30 de septiembre de 2023

2021_3$largeimg_696562657Indu Malhotra

Cinco años después de que India legalizara las relaciones sexuales entre homosexuales, la persistente discriminación hace que muchos indios LGBTQIA+ sigan sufriendo “traumas mentales y alienación”, afirmó uno de los jueces del Tribunal Supremo que levantó la prohibición.

Indu Malhotra formó parte del tribunal constitucional de cinco jueces que en 2018 anuló por unanimidad parte de la Sección 377, una ley introducida por los antiguos gobernantes coloniales británicos de la India que había estado en vigor durante casi 160 años.

Malhotra, que ahora está jubilada y fue solo la séptima mujer en servir como jueza del Tribunal Supremo, dijo que el fallo del 6 de septiembre de 2018 marcó “el día más trascendental de mi carrera como jueza. El tribunal estaba abarrotado de personas de la comunidad LGBTQIA+ y también de algunos de sus padres. Había tanta emoción, un ambiente tan… Había tanto jolgorio y alivio”, declaró a Openly en una entrevista telefónica desde Delhi.

Sin embargo, Malhotra afirmó que, aunque la sentencia había propiciado una mayor aceptación en las ciudades, los indios LGBTQIA+ siguen sufriendo persecución y la resaca de décadas de discriminación, incluidas profundas cicatrices psicológicas.

“(Muchas) personas de la comunidad LGBTQ+, debido a la alienación y hostilidad de su familia, se vuelven suicidas”, dijo Malhotra, de 67 años, que sirvió en el Tribunal Supremo desde 2018 hasta su jubilación en 2021.

Antes de la despenalización, añadió Malhotra, las personas LGBTQIA+ tenían miedo de hacerse análisis de sangre, temiendo que someterse a pruebas de detección del VIH o el sida pudiera dar lugar a un mayor escrutinio de su orientación sexual.

Muchos se enfrentaban a intensas presiones de sus familias para someterse a la denominada terapia de conversión, práctica ahora ampliamente desacreditada que consiste en intentar cambiar la sexualidad o la identidad de género de una persona, explicó Malhotra.

“Conozco a muchas lesbianas cuyos padres querían que se sometieran a una terapia de conversión o a un tratamiento psicológico”, afirmó, añadiendo que, aunque las actitudes hacia la homosexualidad estaban cambiando, aún quedaba mucho por hacer. “El miedo al ridículo y al estigma ha desaparecido, al menos en las ciudades, pero no puedo decir lo mismo de los pueblos más pequeños”, afirma Malhotra.

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¿Próximo matrimonio entre personas del mismo sexo?

La comunidad LGBTQIA+ de India vuelve a centrar su atención en el Tribunal Supremo, mientras los jueces estudian si legalizar o no el matrimonio entre personas del mismo sexo en este país de 1.400 millones de habitantes, y se espera un veredicto en las próximas semanas.

El gobierno del Primer Ministro Narendra Modi ha manifestado su oposición al reconocimiento del matrimonio homosexual. declaró que las parejas del mismo sexo en India “no pueden reclamar un derecho fundamental al matrimonio entre personas del mismo sexo”. Ha afirmado que los llamamientos a legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo representan “opiniones elitistas urbanas” y que las relaciones LGBTQIA+ no son “comparables con el concepto de unidad familiar indio de marido, mujer e hijos”.

Debido a las deliberaciones en curso, Malhotra dijo que sería inapropiado para ella comentar sobre el caso de matrimonio entre personas del mismo sexo, que se considera potencialmente el mayor desarrollo sobre los derechos LGBTQIA + en la India desde el fallo de 2018.

Para Malhotra, la decisión de hace cinco años contribuyó decisivamente a que más personas se atrevieran a hablar abiertamente de su sexualidad. “(Lo que) cambió más radicalmente este juicio fue la aceptación y la aceptabilidad por parte de sus familias y sociedades, por lo que cada vez más personas salieron del armario“, afirmó.

Desde entonces, muchas personas LGBTQIA+ han aprovechado la oportunidad para hablar públicamente sobre su identidad sexual, al desaparecer el miedo a ser perseguidos o chantajeados, añadió Malhotra. “(Su sexualidad) ya no se trata como una aberración”, dijo. “Ya no sienten la necesidad de vivir escondidos o permanecer en el armario”.

(Reporte de Vidhi Doshi; Editado por Helen Popper; damos crédito a la Fundación Thomson Reuters, el brazo caritativo de Thomson Reuters, que cubre las vidas de personas en todo el mundo que luchan por vivir libre o justamente).

Fuente Reuters

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“Razón de mi propia fe”, por Ramón Hernández

Miércoles, 20 de septiembre de 2023

bajar-de-la-cruz-a-los-pobres-cristologa-de-la-liberacin-1-638De su blog Esperanza Radical:

El cristianismo es un hecho de vida, no un sistema de pensamiento

Soy muy consciente de que mi cristianismo procede tanto de un pueblo excesivamente endogámico, el pueblo judío, como de unos desarrollos teológicos mediatizados por una filosofía y unos tiempos tan concretos como transitorios. No hay duda de que es ese “pueblo endogámico” el que, buscando consistencia y durabilidad como tal pueblo, puso en boca de Dios su propia palabra y se erigió a sí mismo en “pueblo elegido”, pueblo llamado nada menos que a gobernar el mundo entero en el momento mismo en que en él se implante el “reino mesiánico de Dios”, perennemente divisado en lontananza. Digo “puso en boca de Dios su propia palabra” porque, en realidad, Dios nos habla continuamente a todos los seres humanos a través de toda su creación, es decir, a través de todas las cosas y de todos los acontecimientos. En lo referente a los desarrollos teológicos aludidos, digamos simplemente que el mensaje de salvación que vehicula mi cristianismo no necesita enriquecerse con pesados ropajes racionales y cultuales que, con el solo paso del tiempo y la evolución vitalista de las costumbres, en vez de iluminar el camino de los hombres, terminan ahogando el mensaje que pretenden clarificar y transmitir.

Muchas veces me he preguntado qué haría el Jesús de los Evangelios si se paseara hoy por nuestras calles y asistiera a los muchos foros desde los que se airean al viento tantos complejos y se proclaman tantas banalidades humanas. Me aterra francamente pensar en su reacción viendo cómo no pocos seres humanos se aburren como ostras sin saber qué hacer con sus vidas o despilfarran bienes en abundancia, mientras otros muchos, aun afanándose a tope, no ganan lo suficiente para cubrir las necesidades básicas de cada mes, como alimentarse debidamente, vestirse decentemente y cobijarse confortablemente y, no digamos, como curarse las heridas que les va causando el camino de la vida. Por mucho que queramos obviar al Jesús peripatético que tanta dulzura y misericordia derramaba por los caminos de Palestina sobre los limpios de corazón, y que con tanto ímpetu y convicción predicaba que lo que nos da la felicidad no es el poder y el dinero, aunque los ambicionemos a rabiar, sino el amor que regala a los demás nuestro tiempo y comparte con ellos nuestros haberes, el creyente que hoy se acerque a él sinceramente y sin precauciones indebidas no puede menos, además de estremecerse por el desolador impacto de la cruz en toda vida humana,  de dejarse seducir por unas “bienaventuranzas” que realzan, incluso poéticamente, el predominio absoluto de los valores sobre los contravalores.

Lamentablemente, aunque con frecuencia nos refiramos a la extrema volatilidad del tiempo, sobre todo cuando, mirando hacia atrás, nos invade el vértigo de los años vivimos, apenas nos damos cuenta de que cuanto somos es caduco y de que vivimos insertos en una vorágine que termina tumbando incluso los imperios más aguerridos. Aunque soy de la opinión de que cuantos existimos lo hacemos desde siempre y para siempre en la mente y en el ser del Dios en quien creemos, la verdad palmaria es que entre nuestro nacimiento y nuestra muerte media solo un instante, incluso en el caso de quienes llegan a centenarios. Por otro lado, en su tránsito veloz, el tiempo se lleva por delante, como hojas secas caídas en otoño, el dinero amasado, el poder acumulado y hasta la fama bien acreditada, de tal manera que la muerte nos pilla siempre a traición con las manos vacías. Lamentablemente, no hay otra forma de morir, por rápida que sea la muerte, que hacerlo en completa soledad, incluso en los casos en que nos llegue en medio de una gran escabechina. Pero la nimiedad que somos por nosotros mismos se vuelve plenitud en el corazón, en las manos y en la mente del Dios  en quien creemos (que Dios tenga corazón, manos y mente es solo una reconfortante metáfora).

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Abundando en la inconsistencia o nimiedad de nuestra propia entidad, nos descubrimos como parte infinitesimal de un minúsculo planeta, por mucho que armemos o hinchemos nuestro propio currículo o por mucho que nos encumbremos a nosotros mismos o nos encumbren los demás. ¡Somos solo diminutas motas de polvo en un planeta casi de juguete, anclado además a un pequeño sistema solar apenas perceptible en el seno de una mediana galaxia que navega lentamente entre los millones de galaxias que componen el Universo! Si la Tierra en que vivo, imperceptible en el globo del Universo a menos que la enfoquemos con una potente lupa, lo mismo que su supuesta duración de unos diez mil millones de años (estaría atravesando ahora la mitad de su periplo) y su compleja historia, tan saturada de “historias”, son prácticamente nada, ¿qué valoración puedo hacer con honestidad de mí mismo? De hecho, frente a mí, la nada casi pierde sus contornos de tal.

La clara conciencia de la nimiedad que soy me acerca humildemente a la fuente del saber cristiano, fuente de agua viva que me provee de bebida de salvación. Esta actitud, que me ha liberado por completo de cualquier deseo o afán de condena de nada y de nadie, por gorda que sea la cosa o por diferentes que sean las formas de vida de los seres humanos, me lleva a asomarme a un panorama que abarca todo lo humano del mundo, desde las distintas e incluso contrapuestas formas de pensar y sentir a las de conducir cada cual su propia vida por caminos que, a simple vista, parecen inverosímiles. Ello me lleva, por otro lado, a sentirme como una insignificante y laboriosa hormiga de un concurrido hormiguero en cuyo mantenimiento colaboran todos sus miembros. Consciente o inconscientemente, todos los seres humanos somos cristianos, es decir, hijos de Dios, incluso en el caso de quienes ni siquiera se acuerdan de él o no lo tienen en cuenta para nada. Por lo que a Dios mismo se refiere, es de todo punto cierto que ninguno de tales ciegos u olvidadizos permanece inadvertido para quien lo ha creado y lo mantiene en el ser cada instante de su vida.

En resumidas cuentas, creamos lo que creamos sobre la persona de Jesús de Nazaret y sea cual sea nuestra actitud mental frente al gran “misterio” de la Trinidad (lo adecuado y más respetuoso para referirse al misterio es el silencio), la razón poderosa de mi propia fe es la confianza incondicional en el mensaje que él nos transmite, cifrado en tratar al Dios en quien creemos como al mejor de los padres imaginables (oración) y en comportarnos unos con otros como auténticos hermanos que realizan sus vidas en el amor que se profesan mutuamente (caridad). Una vez más, volvemos a toparnos aquí con los auténticos “mandamientos” cristianos, resumidos en el único del amor y bellamente expresados en las “bienaventuranzas” evangélicas.

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“El anticristianismo de Vox”, por Gabriel Moreno González

Miércoles, 20 de septiembre de 2023

IMG_0492Muchos de sus dirigentes proceden de ámbitos ultracatólicos, como el Opus Dei

Las propuestas e ideas de Vox son abiertamente incompatibles con el ideario cristiano del que supuestamente dicen provenir y al que en teoría proclaman defender

Muchos de sus dirigentes, con el nuevo ungido Buxadé a la cabeza, proceden de ámbitos ultracatólicos, como el Opus Dei, y son de misa diaria (y esperemos que de confesión también periódica)

(elDiario.es).- Ahora que parece existir cierto empeño en el centroderecha español de menoscabar a Vox, una vez constatado que resta más que suma y que el propio proyecto de ultraderecha se ha vuelto más autorreferencial y tribal que nunca, no viene mal ayudar a tan loable y al mismo tiempo cínica tarea para rematar la faena en la progresiva desaparición de esta apendicitis política de España.

Quisiera detenerme aquí en una de las principales contradicciones que la formación de Santiago Abascal muestra desde su nacimiento, y que ha sido muy poco o nada explotada por sus contrincantes políticos. Me refiero a la de la incompatibilidad de las ideas y políticas que enarbolan con el ideario cristiano del que supuestamente dicen provenir y al que en teoría proclaman defender. Son incontables las veces que hemos escuchado de sus bocas manifiestos en defensa de la cultura occidental cristiana y de los valores asociados al cristianismo, como parte además “esencial de la identidad española”. Muchos de sus dirigentes, con el nuevo ungido Buxadé a la cabeza, proceden de ámbitos ultracatólicos, como el Opus Dei, y son de misa diaria (y esperemos que de confesión también periódica).

 ¿Pero cómo puede ser cristiano un partido que demoniza a los menores no acompañados, que defiende un bloqueo naval y militar frente a las pateras de personas migrantes o que propugna la expulsión de estas por el mero hecho de no tener recursos y ser extranjeros? Empezando por los menores: las enseñanzas de Jesucristo son rupturistas con la tradición judía y romana de tratarlos como meros objetos, de deshumanizarlos como simples pasos previos a la madurez. “Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños” (Mt. 18: 10-14), “dejad a los niños y no les impidáis que vengan a mí, porque de los que son como estos es el reino de los cielos” (Mt., 19:13-14). En cuanto a las personas migrantes y su rechazo por Vox (de las pobres, claro, de las ricas nunca dice nada), recordemos las palabras del Evangelio (Mt. 25: 35-40): “Porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber; fui extranjero, y me acogisteis”.  ¡Pero si la propia Sagrada Familia fue emigrante y refugiada en Egipto!

¿Y cómo puede ser cristiano un partido que arremete contra el Estado social y contra la consiguiente solidaridad de nuestra comunidad política?

¿Y cómo puede ser cristiano un partido que arremete contra el Estado social y contra la consiguiente solidaridad de nuestra comunidad política? Reducir el Estado es reducir las políticas de redistribución de la riqueza, o, en términos cristianos, las políticas y mecanismos de compasión institucionalizada y colectiva. Los Evangelios son claros: en Jesús y en su mensaje los pobres, los humildes, los despreciados, los últimos, tienen un lugar y una atención preferente. Él mismo fue pobre y vivió como pobre. “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados” (Mt. 5: 6-7). Pocos mensajes hay más sociales, de tanta y tan intensa fraternidad, como la parábola de los jornaleros de la viña y la frase que desconcertó a siglos de jerarquía: “los últimos serán los primeros y los primeros, los últimos” (Mt. 20: 1-16).

En las antípodas de la DSI

El neoliberalismo extremo de Vox los sitúa en las antípodas no solo del mensaje de fraternidad cristiana, sino también del mensaje oficial de la Iglesia Católica desde la Rerum Novarum de León XIII, de su doctrina social y de la postura del papa Francisco. Su encíclica Fratelli Tutti es uno de los manifiestos mejor fundamentados contra el capitalismo neoliberal y contra el nacionalismo xenófobo y excluyente de los que hoy hace bandera la ultraderecha mundial y, en particular, la nuestra nacional. “Es inaceptable que los cristianos compartan esta mentalidad y estas actitudes”, afirma el sucesor de San Pedro.

Por último, ¿cómo puede ser cristiano un partido que abomina del cuidado de la “casa común” y que está vendido a la más pueril retórica antiecologista? El negacionismo climático y la ausencia de medidas de transición ecológica, cuando no directamente su rechazo, van contra la consideración cristiana de la creación y de lanecesidad de su preservación ante la amenaza que nos cierne. La degradación del medio ambiente y el cambio climático acabarán arrasando con los “lirios del campo” (Mt. 6: 28-34) y con la Laudato Si de San Francisco de Asís. Como afirma el Papa: “¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan? Lo que está en juego es nuestra propia dignidad. Somos nosotros los primeros interesados en dejar un planeta habitable para la humanidad que nos sucederá.”

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Durante estos años se han echado de menos más pronunciamientos expresos de la Iglesia, y sobre todo de la Iglesia española, sobre la deriva antihumanista y abiertamente anticristiana de la ultraderecha

Sin embargo, durante estos años se han echado de menos más pronunciamientos expresos de la Iglesia, y sobre todo de la Iglesia española, sobre la deriva antihumanista y abiertamente anticristiana de la ultraderecha. Nunca es tarde si la dicha es buena, aunque también es ciertamente sorprendente el silencio del centroderecha o de la llamada “democracia cristiana”, cuando no directamente su connivencia con estos proyectos extremistas. Recordemos que Abascal o Melloni no solo han terminado siendo abrazados por la derecha clásica y supuestamente moderada, sino que provienen de sus filas o fueron acogidos en su momento con gusto por sus parapetos institucionales, desde los que luego crecieron y alimentaron al monstruo. Si la derecha moderada, sensata y verdaderamente cristiana (que la hay) ahora quiere volver a meter al genio en la lámpara, debería esforzarse también por combatir la retóricaque nos ha arrastrado hasta aquí y que ha potenciado, hasta límites intolerables, la polarización y la crispación. ¿Lo hará o se quedará en el mero tacticismo de la política cortoplacista en la que todos parecemos estar insertos? Lamentablemente, guardo pocas esperanzas.

 Fuente Religión Digital

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Jueza falla en contra de que los padres religiosos impidan que sus hijos e hijas escuchen libros de cuentos LGBTQ+

Viernes, 15 de septiembre de 2023

IMG_9859La prohibición de libros arrasa en escuelas y bibliotecas de EE.UU.

Una jueza federal ha denegado una solicitud para que los padres puedan sacar a sus hijos del aula cuando se leen en voz alta libros con personajes LGBTQ+.

En mayo, varias familias musulmanas, judías y cristianas demandaron a las Escuelas Públicas del Condado de Montgomery, un distrito escolar en el estado de Maryland.

El The Washington Post informó que la demanda alegaba que el uso de libros de cuentos LGBTQ+ obliga a los padres religiosos a comprometer sus creencias o sacar a sus hijos del sistema escolar público.

En Maryland, a los estudiantes se les permite optar por no recibir ciertas lecciones, específicamente el plan de estudios sobre vida familiar y sexualidad humana. Los padres argumentaron que algunos libros de nivel elemental introducen temas similares, por lo que deberían poder optar por no recibir lecturas. Sin embargo, no lograron convencer a la jueza Deborah Boardman del Tribunal de Distrito de Maryland en Greenbelt.

La jueza Boardman dictaminó que los padres no demostraron que las escuelas que no tuvieran una política de exclusión voluntaria “darían como resultado el adoctrinamiento de sus hijos o los obligarían de otro modo a violar o cambiar sus creencias religiosas”.

Añadió que, con o sin derecho a optar por no participar, “los padres siguen siendo libres de cumplir con sus obligaciones sagradas de instruir a sus hijos en su fe. Incluso si la exposición de sus hijos a ideas religiosamente ofensivas hace que los esfuerzos de los padres tengan menos probabilidades de tener éxito, eso no equivale a una carga impuesta por el gobierno a su ejercicio religioso”, dijo Boardman.

Los libros que los padres no querían que sus hijos escucharan (que no eran de lectura obligatoria en todas las aulas) incluyen Con amor, violeta una historia sobre una chica que se enamora de su compañero de clase, y mi arcoiris la historia de una madre que hace una peluca colorida para su hija transgénero.

El distrito escolar ya clasificó los libros como apropiados para la edad y el desarrollo, y prohibió a los padres sacar a sus hijos de las lecciones donde se leen los libros en marzo.

Sin embargo, los padres del grupo Derecho Familiar por la Libertad Religiosa se reunieron frente a la Junta de Educación del Conde de Montgomery en junio, exigiendo poder optar por no leer a sus hijos libros con personajes LGBTQ.

Tras la decisión de Boardman, la escuela dijo en un comunicado que “sigue comprometida a cultivar un ambiente de aprendizaje inclusivo y acogedor y a crear oportunidades donde todos los estudiantes se vean a sí mismos y a sus familias en los materiales del plan de estudios”.

Eric Baxter, un abogado que representa a los padres religiosos, calificó la decisión del juez Boardman como “incorrecta en múltiples niveles” y dijo que planea apelarla.

El fallo de la jueza Boardman es una pequeña victoria en medio de un creciente movimiento de censura que ataca los libros LGBTQ+ en Estados Unidos, mientras los autores advierten que las prohibiciones de libros están “dañando activamente a los niños.

Los llamados a prohibir libros alcanzaron un nivel récord en 2022, mientras que un informe de PEN America encontró que cuatro de cada 10 libros prohibidos en las escuelas de EE. UU. incluyen contenido LGBTQ+.

El informe encontró que más de 1.600 libros fueron prohibidos en más de 5.000 escuelas durante el último año escolar, y el 41 por ciento de los libros prohibidos fueron atacados debido a sus personajes o temas LGBTQ+.

Solo en agosto, la querida serie de novelas gráficas de Alice Oseman Heartstopper ha sido retirado de la sección para adolescentes de una biblioteca pública de Mississippi porque un grupo de padres afirmó que los libros eran “pornográficos”, y la biblioteca local de una ciudad de Washington está bajo amenaza de cierre permanente porque tiene un libro sobre personas trans.

Fuente PinkNews

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La Cruz Gloriosa

Jueves, 14 de septiembre de 2023

 Celebrar la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz significa tomar conciencia en nuestra vida del amor de Dios Padre, que no ha dudado en enviarnos a Cristo Jesús: el Hijo que, despojado de su esplendor divino y hecho semejante a nosotros los hombres, dio su vida en la cruz por cada ser humano, creyente o incrédulo (cf. Flp 2,6-11). La cruz se vuelve el espejo en el que, reflejando nuestra imagen, podemos volver a encontrar el verdadero significado de la vida, las puertas de la esperanza, el lugar de la comunión renovada con Dios.

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Estaríamos enajenados hasta el punto de permitirnos el lujo de buscar a Dios, en las horas cómodas del ocio, en templos lujosos, en liturgias pomposas y a menudo vacías, y de no verle, oírle y servirle allí dónde está, y nos espera, y exige nuestra presencia: en la humanidad, en el pobre, en el oprimido, en la víctima de la injusticia de la que somos, muy a menudo,  cómplices?

 

*

Don Helder Camara,
Un pensamiento para cada día”,
Médiaspaul, 2010

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Jesus in Love

***

Orar, es penetrar despacio, tranquilamente,
En el silencio de Dios,
Dejar a Dios darse y darme su silencio,
Para que pueda dejar mi corazón
latir al unísono del suyo,
dejar mi respiración entrar
En la respiración de Dios,
Dejarme penetrar por Su presencia,
Darme cuenta cada vez más
de que Dios está dentro de mí,
No, evidentemente, para evitar a mis hermanos
Sino para llevarles más,
Porque es verdaderamente imposible acercarse al crucificado
Sin acercarse a los crucificados del mundo entero.

*

Jean Vannier

***

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Jesús conquista a los hombres por la cruz, que se convierte en el centro de atracción, de salvación para toda la humanidad.

Quien no se rinde a Cristo crucificado y no cree en él no puede obtener la salvación. El hombre es redimido en el signo bendito de la cruz de Cristo: en ese signo es bautizado, confirmado, absuelto.

El primer signo que la Iglesia traza sobre el recién nacido y el último con el que conforta y bendice al moribundo es siempre el santo signo de la cruz. No se trata de un gesto simbólico, sino de una gran realidad.

La vida cristiana nace de la cruz de su Señor, el cristiano es engendrado por el Crucificado, y sólo adhiriéndose a la cruz de su Señor, confiando en los méritos de su pasión, puede salvarse.

Ahora bien, la fe en Cristo crucificado debe hacernos dar otro paso. El cristiano, redimido por la cruz, debe convencerse de que su misma vida debe estar marcada – y no sólo de una manera simbólica- por la cruz del Señor, o sea, que debe llevar su impronta viva. Si Jesús ha llevado la cruz y en ella se inmoló, quien quiera ser discípulo suyo no puede elegir otro camino: es el único que conduce a la salvación porque es el único que nos configura con Cristo muerto y resucitado.

La consideración de la cruz nunca debe ser separada de la consideración de la resurrección, que es su consecuencia y su epílogo supremo. El cristiano no ha sido redimido por un muerto, sino por un Resucitado de la muerte en la cruz; por eso, el hecho de que Jesús llevara la cruz debe ser confortado siempre con el pensamiento del Cristo crucificado y por el del Cristo resucitado .

*

G. di S. M. Maddalena,
Infinita divina, Roma 1980, pp. 342ss

***

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El Cristianismo no puede rechazar la Historia.

Jueves, 7 de septiembre de 2023

Del blog de Amigos de Thomas Merton:

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La vida contemplativa no es ni puede ser un mero apartamiento, una pura negación, el volver la espalda al mundo con sus sufrimientos, sus crisis, sus confusiones y sus errores. Ante todo, aun el intentarlo ya sería ilusorio. Nadie puede apartarse completamente de la compañía de sus semejantes: y la comunidad monástica, para bien o para mal, está profundamente implicada en las estructuras económicas, políticas y sociales del mundo contemporáneo. Olvidarlo o ignorarlo no absuelve al monje de su responsabilidad por la participación en los acontecimientos en que su mismo silencio y su mismo “no saber” pueden constituir una forma de complicidad. El mero hecho de “ignorar” lo que pasa puede convertirse en una decisión política”.

“La vida contemplativa del cristiano no es una vida de abstracción, de apartamiento, para concentrarse solamente en esencias ideales, en absolutos, en la eternidad nada más. El cristianismo no puede rechazar la historia. No puede ser una negación del tiempo“.

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Thomas Merton

Semillas de destrucción

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La secularización llega (¿para quedarse?) a la católica Italia: apenas uno de cada cinco va a misa

Sábado, 26 de agosto de 2023

Iglesia-vacia_2227887222_14567719_660x371Un tercio de los italianos no acuden nunca a los templos: la pandemia ha agudizado la tendencia

Según informa Settimana News citando a Istat (el CIS italiano), en 2022 apenas un 18,8 por ciento de los ciudadanos afirmó acudir a misa al menos una vez por semana. Casi el doble, el 31%, no han pisado una iglesia en todo el año, salvo para acudir a una boda o un funeral

En diócesis como Milán, los bautizos cayeron a la mitad en dos décadas, mientras que las bodas se desplomaron, pasando de 18.000 en la década de los 90 a 4.000 en la actualidad

Los templos se vacían en la antaño católica Europa. Lo vemos en España, en Irlanda, en Portugal… y sí, también en la mismísima Italia. Según informa Settimana News citando a Istat (el CIS italiano), en 2022 apenas un 18,8 por ciento de los ciudadanos afirmó acudir a misa al menos una vez por semana. Casi el doble, el 31%, no han pisado una iglesia en todo el año, salvo para acudir a una boda o un funeral.

Tal y como demuestran los datos, y aunque la pandemia agudizó el descenso en la celebración de los sacramentos, la bajada en la práctica religiosa es una constante en los últimos veinte años, en una caída similar a la ocurrida en España. Así, se ha pasado del 36,4% de la población en 2001, que decía ser ‘practicante’, a menos del 19% el año pasado. El fin de la pandemia no supuso una mejora, sino todo lo contrario.

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(Pincha en la imagen para ampliarla)

Las estadísticas confirman lo apuntado desde hace años por la mayor parte de las diócesis italianas. Así, la de Milán, una de las diócesis más grandes del mundo, comprobó cómo los bautizos cayeron a la mitad en dos décadas, mientras que las bodas se desplomaron, pasando de 18.000 en la década de los 90 a 4.000 en la actualidad.

El alejamiento de los templos se evidencia en todas las franjas de edad, donde se ha descendido la práctica religiosa a la mitad, aunque es más acusada entre adolescentes y jóvenes, donde el descenso alcanza los dos tercios.

Fuente Religión Digital

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Personas LGTB y la fiesta del Sacrificio

Lunes, 14 de agosto de 2023

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Gema Segoviano,
Grupo de Fe y Espiritualidad de FELGTBI+, feyespiritualidad@felgtb.org
Segovia.

ECLESALIA, 28/07/23.- El pasado mes de junio supuso para las personas LGTB uno de esos momentos más intensos de reivindicación y celebración debido a la fecha del 28 de junio, que desde 1969 se considera la fecha clave para la comunidad LGTB.

Este año 2023 en dicha fecha los musulmanes celebran la Fiesta del Sacrificio, la popularmente conocida como “fiesta del cordero”, donde se recuerda el momento en el que Ismail, el hijo de Ibrahim (el Abraham de los hebreos y cristianos) es llevado a un monte y que siendo preparado para el sacrificio es rescatado por un cordero. Una historia en la que es imprescindible la presencia de Agar, una esclava de orígenes desconocidos, tan solo una breve referencia como “egipcia”. De lo poco que sabemos del relato bíblico es que de alguna manera debió de ser tomada como una de las esclavas que estarían al servicio de la esposa, Sara, y que debido a su juventud debió de ser escogida por Sara para tratar de tener descendencia legítima por el método legalizado de que la esclava pariera en las rodillas de la dueña. (¿No recuerda un poco a los métodos de gestación subrogada/vientres de alquiler?). Desafortunadamente la relación entre Sara y Agar no fue cordial, ya que los celos de la primera le inducían a maltratar a Agar, la cual optó por escapar de esos tratos. Y en esa huida, en mitad de los caminos, al lado de un pozo, la encontró el ángel Gabriel, mensajero predilecto del Señor, quien la reconforta a pesar del mandato de regresar junto a Sara y “someterse a ella según era voluntad del Señor” (es decir, encontramos un inicio de lo que es ser musulmán). Poco después a Sara también se le anunciara que ella tendría en sus entrañas al hijo tanto tiempo esperado, y los celos de Sara hacia Agar e Ismael tomaron una expresión totalmente enfermiza, de tal manera que forzó a Abraham a expulsar definitivamente a Agar y a Ismael de su hogar, a dejarlos en el desierto con un poco de agua y de pan, y allí en el desierto, el ángel del Señor vuelve a aparecerse indicando la boca de un pozo oculto a la vista. Y allí es donde empieza la historia de Agar como matriarca, ya que ella buscará para su hijo una esposa, y él será padre de doce hijos, y de ahí de la multitud de hombres y mujeres que se sienten descendientes de esta mujer y de su hijo y que reciben el nombre de Agarenos e Ismaelitas. Y de este linaje surgirá Mahoma, quien reconocerá a Agar en la fuente que hay cerca de la Kaaba y de la que aún siguen bebiendo los peregrinos en su recorrido entre las colinas por siete veces. (Para conocer algo más sobre la figura de Agar y lo que aún se puede reflexionar recomiendo el libro de Pilar YusteAgar en ti”, de la Editorial San Pablo).

Sobre los musulmanes gravita una cantidad de estereotipos que no se ajustan a la realidad de todas las personas musulmanas, ni tampoco en el terreno de la diversidad afectivo-sexual y de género. Es cierto que existen muchas limitaciones hacia las mujeres en determinados países en los que el Islam es la religión mayoritaria, pero muchas de esas limitaciones proviene de una visión machista y que emplea ciertas partes del Libro Revelado para reforzar la posición o la ideología patriarcal (compárenlo con aquellas palabras de San Pablo referidas a cómo deben actuar las mujeres en las asambleas, 1Cor 14,34-35). Y en lo referente al tema de las personas LGTB, existen una serie de sentencias que sacadas de contexto parecen condenar a las personas LGTB, cuando no dejan de ser en muchas ocasiones la interpretación dada en determinadas escuelas (me refiero a la historia de la ciudad de Sodoma, de la que la exégesis cristiana y hebrea no han escapado de emplearla para condenar a las personas LGTB). De nuevo hay que recordar que la idea de personas LGTB es reciente, pero que de siempre se han conocido personas cuya atracción sexual era hacia su mismo sexo y tanto es así que el propio Mensajero tenía trato con ellas y solo hay un dicho atribuido al Mensajero en el que advierte sobre los varones que se hacen pasar por lo que actualmente se conocerían por homosexuales pero que son capaces de fijarse sexualmente en las mujeres. (Un libro que ayuda a despejar dudas respecto a lo que el islam dice o no dice sobre mujeres, sexualidad y otros estereotipos es el de M. Laure Rodríguez Quiroga “Falsos mitos de la mujer en el islam, de la Editorial Almuzara)

Cuando han celebrado esta Fiesta del Sacrificio se han reunido las familias para recordar este hito, pero no es menos cierto que algunas personas LGTB musulmanas, han sido rechazadas por sus familias por una interpretación sesgada de aquellas palabras reveladas. Una situación que hace difícil vivir el significado profundo del hermanamiento, la reconciliación y del perdón de este día tan señalado, a pesar de la recomendación tan extendida de evitar y olvidar los conflictos familiares. Por ello, desde los diferentes grupos que formamos parte de Fe y Espiritualidad de FELGTBI+ apostamos por conocer en profundidad las tradiciones y los textos sagrados para ayudar a las personas LGTBI+ a integrar y desarrollar su parte espiritual sin miedo y a sentirse arropados y queridos por la Divinidad.

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedenciaPuedes aportar tu escrito enviándolo a eclesalia@gmail.com).

Imagen obtenida en GayPost.It

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“Secularización no significa negar a Dios”, por Leonardo Boff

Jueves, 3 de agosto de 2023

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Formas de vivir el cristianismo hoy

“El eje estructurador de la sociedad moderna ya no reside en el mundo religioso, sino en la autonomía de las realidades terrestres, en el mundo secular. De ahí que se hable de secularización”

“Esto no significa negar a Dios, solo que Él ya no representa más el factor de cohesión social. En su lugar entra la razón, los derechos humanos, el proceso de desarrollo científico que se traduce en una operación técnica productora de bienes materiales, y el contrato social”

“El proceso de secularización puso de manifiesto algunas formas de vivir el mensaje cristiano en el continente latinoamericano y brasilero: el cristianismo y oficial y tradicional, el cristianismo cultural, el cristianismo de compromiso y un cristianismo secularizado o camino ético”

“Tal vez hoy la gran mayoría de nuestro país y del mundo entero vive ese tipo de vida que, en dialecto cristiano, llamaríamos un cristianismo anónimo y secularizado. Estimo que este fue el deseo originario de Jesús de Nazaret”

Los grandes analistas de la historia nos confirmaron que vivimos desde hace un siglo una fase nueva del espíritu de nuestra cultura. Es la fase de la secularización. Con esto se quiere significar que el eje estructurador de la sociedad moderna ya no reside en el mundo religioso, sino en la autonomía de las realidades terrestres, en el mundo secular. De ahí que se hable de secularización.

Esto no significa negar a Dios, solo que Él ya no representa más el factor de cohesión social. En su lugar entra la razón, los derechos humanos, el proceso de desarrollo científico que se traduce en una operación técnica productora de bienes materiales, y el contrato social.

No cabe aquí discutir los avatares y trasformaciones de ese proceso. Cabe recordar las que ha traído para el campo religioso, especialmente para el cristianismo de versión católica romana.

Había un desajuste enorme entre los valores de la modernidad secularizada (democracia, derechos humanos, libertad  de conciencia, diálogo entre las iglesias y religiones etc) y el catolicismo tradicional. Este desfase fue superado por el Concilio Vaticano II (1962-1965) en el cual la Iglesia  jerárquica  trató de acompasar su paso, conocido con el nombre de aggiornamento, poner al día el caminar de la Iglesia con el caminar del mundo moderno.

El transfondo de todos los textos conciliares era el mundo moderno desarrollado. En América Latina, en las distintas conferencias episcopales, se procuró asumir las visiones del Vaticano II en el contexto del mundo subdesarrollado, cosa prácticamene ausente de los textos conciliares. De ahí nació una lectura liberadora, pues se entendía el subdesarrollo como desarrollo de la pobreza y de la miseria, por lo tanto, de la opresión que exige liberación.

Aquí se encuentran las raíces de la Teología de la Liberación que tiene como base la práctica de las Iglesias empeñadas en la superación de la pobreza y de la miseria, a partir de los valores de la práctica de Jesús y de los profetas.

El proceso de secularización puso de manifiesto algunas formas de vivir el mensaje cristiano en el continente latinoamericano y brasilero.

Sociedad_2566253363_16582032_660x371La primera es el cristianismo y oficial y tradicional, traído en el contexto de la colonización que significó un transplante del cristianismo europeo, vigente hasta hoy en día: con su doctrina, sus dogmas, sus sacramentos, ritos, santos y santas y fiestas. La referencia principal es la misa y la adhesión sin restricciones a las enseñanzas oficiales del magisterio. De más del 70% de católicos, sólo el 5% asiste a misa.

Hay otra forma que llamaríamos cristianismo cultural, que desde la colonización ha impregnado la sociedad. El pueblo respira cristianismo en sus valores humanísticos de respeto a los derechos humanos, de cuidado de los pobres, en forma de asistencialismo y paternalismo, de aceptación de la democracia y de convivencia pacífica con otras iglesias o caminos espirituales. No niegan el valor de la Iglesia, pero no es una referencia existencial, bien porque no ha renovado sustancialmente su estructura clerical-jerárquica, su lenguaje doctrinal o sus símbolos heredados del pasado.

Existe otro tipo de cristianismo, el cristianismo de compromiso. Se trata de personas que, vinculadas a la Iglesia jerárquica, asumen su fe en sus expresiones sociales y políticas. Su referencia principal no es la Iglesia institucional, sino la categoría del Jesús histórico, del Reino de Dios. El Reino no es un espacio físico ni se parece a los reyes de este mundo. Es una metáfora para una revolución absoluta que implica nuevas relaciones individuales -conversión-, sociales – relaciones de fraternidad-, ecológicas -guardar y cuidar el Jardín del Edén, es decir, la Tierra viva- y, por último, una nueva relación religiosa -una apertura total a Dios, visto como Abba-papá querido, lleno de amor y misericordia. Estos cristianos crearon sus movimientos como la JUC, la JEC, el Movimiento Fe y Política, la Economía de Francisco y Clara y otros. El Reino se realiza en todos los lugares donde se viven los valores presentes en la tradición de Jesús. El Espíritu Santo llega antes que el misionero.

Hay otra forma de vivir el cristianismo, sin referirse conscientemente a él, un cristianismo secularizado. Son personas que pueden calificarse de agnósticas o ateas, o que simplemente no se definen. Pero siguen un camino ético centrado en el amor, de fidelidad a la verdad, de respeto a todas las personas sin discriminación, de preocupación por los empobrecidos, de cuidado de lo Creado y otros valores humanistas.

Pues bien, estos valores son el contenido de la predicación del Jesús histórico. Como leemos en los cuatro evangelios, siempre estuvo de parte de la vida y de los que tienen menos vida, curándolos, compadeciéndose de ellos, defendiendo a las mujeres, en contra de la tradición extremadamente patriarcal de la época, y llamando a una apertura sin restricciones a todos, hasta el punto de afirmar que “al que venga a mí no le diré que se vaya” (Jn 6,37).

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En el evangelio de San Mateo (25,41-46), que podemos llamar el evangelio de los ateos humanistas, se dice que “quien haya atendido a un hambriento o a un sediento, a un peregrino o a un enfermo, o a alguien que está en la cárcel, a mí me lo habéis hecho” (v. 45).

“Para vivir el cristianismo hay que vivir el amor, tener compasión y sentir el dolor del otro. Quien no vive estos valores, por muy piadoso que sea, está lejos de Cristo y sus oraciones no llegan a Dios”

Por eso, para vivir el cristianismo hay que vivir el amor, tener compasión y sentir el dolor del otro. Quien no vive estos valores, por muy piadoso que sea, está lejos de Cristo y sus oraciones no llegan a Dios.

 San Juan subraya en sus epístolas: “Dios es amor y quien vive en el amor permanece en Dios y Dios en él” (1Jn 4,16). En otro lugar, afirma: “el que hace el bien es de Dios” (3Jn 1,11).

Aquí se realiza lo que decía el gran teólogo alemán Dietrich Bonhöffer, que participó en la resistencia al nazismo y en un atentado frustrado contra Hitler: vivir como si Dios no existiera” (etsi Deus non daretur), pero vivir un modo de vida en amor y fidelidad a la vida, a semejanza del Justo y Santo de Nazaret.

Tal vez hoy la gran mayoría de nuestro país y del mundo entero vive ese tipo de vida que, en dialecto cristiano, llamaríamos un cristianismo anónimo y secularizado. Lo importante no es el nombre sino el tipo de vida que se vive, en el amor, la compasión y la apertura a todos.

Estimo que este fue el deseo originario de Jesús de Nazaret, muerto y resucitado, pues él vino ante todo para enseñarnos a vivir.

*Leonardo Boff ha escrito El Cristianismo mínimo, Vozes 2011; Saudade de Dios: la fuerza de los pequeños, Vozes 2012; La amorosidad de Dios-Abba y Jesús de Nazaret, Vozes 2023.

Traducción de María José Gavito Milano

Fuente Religión Digital

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Francisco, sobre Paolo Dall’Oglio: “Un espíritu libre, que rechaza los formalismos y las frases de circunstancias”

Martes, 1 de agosto de 2023

9788868946142-1Una mirada no fundamentalista, sino dulce, llena de esa esperanza” 

El Papa Francisco firma el prefacio del libro “Mi testamento” (Centro Ambrosiano Editrice) del padre Paolo Dall’Oglio, de quien este 29 de julio se cumplen 10 años de su muerte en Siria

En el libro, el jesuita comenta la Regla de la comunidad monástica de Deir Mar Musa, fundada por él

Francisco: “Es conmovedor releer hoy algunos pasajes proféticos de un texto que se parece tanto a un testamento espiritual”

El Papa Francisco firma el prefacio del libro “Mi testamento” (Centro Ambrosiano Editrice) del padre Paolo Dall’Oglio, de quien este 29 de julio se cumplen 10 años de su muerte en Siria. En el libro, el jesuita comenta la Regla de la comunidad monástica de Deir Mar Musa, fundada por él.

Francisco: “Es conmovedor releer hoy algunos pasajes proféticos de un texto que se parece tanto a un testamento espiritual”. El texto del Papa ha sido publicado por el periódico italiano “Sole24Ore”.

PAPA FRANCISCO

Con cierta emoción se repasan las páginas de este libro en el que el padre Paolo Dall’Oglio comenta la Regla de la comunidad monástica de Deir Mar Musa; es decir, relata las profundas intenciones que le habían movido a revivir un antiquísimo monasterio siríaco, que se remonta al siglo VI d.C., recuperando la gran tradición espiritual de los padres del desierto y dándole al mismo tiempo el nuevo sentido de un testimonio del amor de Cristo en el contexto árabe-musulmán.

Mar Musa al-Habashi (San Moisés el Abisinio) fue su criatura, concebida con tanto amor: estas conversaciones con sus hermanos – en torno al sentido de la Regla – transmiten una gran pasión. Un espíritu libre, que rechaza los formalismos y las frases de circunstancias; a veces extremista, como él mismo reconoce con una dosis de auto-ironía. Estas conversaciones revelan también la profundidad de su visión, el punto de partida de su compromiso: “Un monasterio en el desierto – explica con una imagen evocadora – es una luz que se ve desde lejos, es un alto en el camino, una estación en la peregrinación; para nosotros es como la encina de Mambré, donde Dios se convierte en nuestro huésped y nosotros en sus huéspedes”.

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Han pasado diez años desde que perdimos toda noticia del padre Paolo. Con gran valentía había buscado contacto en el norte de Siria con los secuestradores de dos obispos, uno sirio ortodoxo y otro griego ortodoxo, que habían sido secuestrados unas semanas antes. Después llegó la oscuridad. A su familia y amigos se les ha negado hasta ahora incluso el gesto de piedad de un cuerpo devuelto, sobre el que llorar y al que dar digna sepultura. No tenemos palabras para expresar este dolor y somos incapaces de dar un nombre y una razón del odio de sus posibles perseguidores.

Sabemos, sin embargo, lo que él no habría querido: culpar al Islam como tal de su misteriosa y dramática desaparición; renunciar a ese diálogo apasionado en el que siempre creyó con el objetivo de “redimir al Islam y a los musulmanes”, como afirma en uno de los dictados de su Regla. Sobre este punto, el padre Paolo fue muy claro. No ignoraba los problemas, escuchaba las historias de sufrimiento de sus hermanos cristianos árabes, los coptos, los caldeos, los maronitas, los asirios… Pero sentía que su vocación específica y la de su comunidad monástica era el camino de la fraternidad. «Por tanto – afirmaba –, sea cual sea la situación, y teniendo en cuenta lo peor que pueda suceder, queda, para los cristianos llamados por Dios, el papel del amor a todos los musulmanes».

No se trataba de tácticas políticas, sino de la mirada de un misionero que experimenta, ante todo en sí mismo, el poder de la misericordia de Cristo. Una mirada no fundamentalista, sino dulce, llena de esa esperanza que no defrauda porque descansa en Dios. Siempre abierta a una sonrisa. Por eso resulta conmovedor releer hoy algunos pasajes proféticos de un texto que tanto se parece a un testamento espiritual. En particular, cuando el Padre Paolo habla del día de su ofrenda final por Jesús: «Yo digo: nuestra vocación en el contexto musulmán debe estar adornada con una risa de alegría. Y que sea un día de alegría, si Dios quiere, cuando probemos la ofrenda final por Jesús, y pidamos esta gracia; porque es una gracia que nadie puede atribuirse a sí mismo».

Fuente Religión Digital

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“El cristianismo de María Magdalena” por Juan José Tamayo, teólogo.

Sábado, 22 de julio de 2023

mary-magdalene-6e5a131d0dc85e1439fe556313b910251421f22f-s6-c30El Papa Francisco elevó la Memoria de María Magdalena, convirtiéndola en fiesta, que se celebrará todos los años el 22 de Julio. Por eso, para este día, recomendamos la lectura de los artículos, muchos, que hemos dedicado a la figura de la Apostolorum Apostola, y refrescamos este que leímos en la página web de Redes Cristianas

En su obra La Ciudad de las Damas, de principios del siglo XV, la escritora francesa Christine de Pisan constataba la disparidad entre la imagen negativa de los varones sobre las mujeres y el conocimiento que tenía de sí misma y de otras mujeres. Los varones afirmaban que el comportamiento femenino estaba colmado de todo vicio; juicio que en opinión de Christine demostraba bajeza de espíritu y falta de honradez. Ella, por el contrario, tras hablar con muchas mujeres de su tiempo que le relataron sus pensamientos más íntimos y estudiar la vida de prestigiosas mujeres del pasado, les reconoce el don de la palabra y una inteligencia especial para el estudio del derecho, la filosofía y el gobierno.

La situación de entonces se repite hoy en la mayoría de las religiones, que se configuran patriarcalmente y nunca se han llevado bien con las mujeres. Estas no suelen ser consideradas sujetos religiosos ni morales, por eso se las pone bajo la guía de un varón que las lleve por la senda de la virtud. Se les niega el derecho a la libertad dando por supuesto que hacen mal uso de ella. Se les veta a la hora de asumir responsabilidades directivas por entender que son irresponsables por naturaleza. Son excluidas del espacio sagrado por impuras. Se las silencia por creer que son lenguaraces y dicen inconveniencias. Son objeto de todo tipo de violencia: moral, religiosa, simbólica, cultural, física, etc.

Sin embargo, las religiones difícilmente hubieran podido nacer y pervivir sin ellas. Sin las mujeres es posible que no hubiera surgido el cristianismo y quizá no se hubiera expandido como lo hizo. Ellas acompañaron a su fundador Jesús de Nazaret desde el comienzo en Galilea hasta el final en el Gólgota. Recorrieron con él ciudades y aldeas anunciando el Evangelio (=Buena Noticia), le ayudaron con sus bienes y formaron parte de su movimiento.

La teóloga feminista Elisabeth Schüssler Fiorenza ha demostrado en su libro En memoria de ellaque las primeras seguidoras de Jesús eran mujeres galileas liberadas de toda dependencia patriarcal, con autonomía económica, que se identificaban como mujeres en solidaridad con otras mujeres y se reunían para celebrar comidas en común, vivir experiencias de curaciones y reflexionar en grupo.

El movimiento de Jesús era un colectivo igualitario de seguidores y seguidoras, sin discriminaciones por razones de género. No identificaba a las mujeres con la maternidad. Se oponía a las leyes judías que las discriminaban, como el libelo de repudio y la lapidación, y cuestionaba el modelo de familia patriarcal. En él se compaginaban armónicamente la opción por los pobres y la emancipación de las estructuras patriarcales. Las mujeres eran amigas de Jesús, personas de confianza y discípulas que estuvieron con él hasta el trance más dramático de la crucifixión, cuando los seguidores varones lo abandonaron.

En el movimiento de Jesús las mujeres recuperaron la dignidad, la ciudadanía, la autoridad moral y la libertad que les negaban tanto el Imperio Romano como la religión judía. Eran reconocidas como sujetos religiosos y morales sin necesidad de la mediación o dependencia patriarcal. Un ejemplo es María Magdalena, figura para el mito, la leyenda y la historia, e icono en la lucha por la emancipación de las mujeres.

A ella apelan tanto los movimientos feministas laicos como las teologías desde la perspectiva de género, que la consideran un eslabón fundamental en la construcción de una sociedad igualitaria y respetuosa de la diferencia. María Magdalena responde, creo, al perfil que Virginia Woolf traza de Ethel Smyth: “Pertenece a la raza de las pioneras, de las que van abriendo camino. Ha ido por delante, y talado árboles, y barrenado rocas, y construido puentes, y así ha ido abriendo camino para las que van llegando tras ella”.

Las mujeres fueron las primeras personas que vivieron la experiencia de la resurrección, mientras que los discípulos varones se mostraron incrédulos al principio. Es esta experiencia la que dio origen a la Iglesia cristiana. Razón de más para afirmar que sin ellas no existiría el cristianismo. No pocas de las dirigentes de las comunidades fundadas por Pablo de Tarso eran mujeres, conforme al principio que él mismo estableció en la Carta a los Gálatas: “ya no hay más judío ni griego, esclavo ni libre, varón o hembra”.

Sin embargo, pronto cambiaron las cosas. Pedro, los apóstoles y sus sucesores, el papa y los obispos, se apropiaron de las llaves del reino, se hicieron con el bastón de mando, que nada tenía que ver con el cayado del pastor para apacentar las ovejas, mientras que a las mujeres les impusieron el velo, el silencio y la clausura monacal o doméstica. Eso sucedió cuando las iglesias dejaron de ser comunidades domésticas y se convirtieron en instituciones políticas e Iglesia.

¿Cuándo se reparará tamaña injusticia para con las mujeres en el cristianismo? Habría que volver a los orígenes, más en sintonía con los movimientos de emancipación que con las Iglesias cristianas de hoy. Es necesario cuestionar la primacía –el primado- de Pedro, que implica la concentración del poder en una sola persona e impide el acceso de las mujeres a las responsabilidades directivas compartidas.

Hay que recuperar el discipulado de María Magdalena, “Apóstol de los Apóstoles, como la llama Elisabeth Schüssler en un artículo del mismo título pionero en las investigaciones feministas sobre el Testamento cristiano, en referencia al reconocimiento que se le daba en la Antigüedad cristiana. Es necesario revivir, refundar el cristianismo de María Magdalena, inclusivo de hombres y de mujeres, en continuidad con los profetas y las profetisas de Israel y con el profeta Jesús de Nazaret, pero no con la sucesión apostólica, de marcado acento jerárquico-patriarcal.

Un cristianismo olvidado entre las ruinas valladas de la ciudad de Magdala, lugar de nacimiento de María Magdalena, que visité hace tres años, a siete kilómetros de Cafarnaún, donde tuvo su residencia Jesús de Nazaret durante el tiempo que duró su actividad pública. En las excavaciones que se llevan a cabo en Magdala se descubrió en 2009 una importante sinagoga Ahí se encuentra la memoria subversiva del cristianismo originario liderado por Jesús y María Magdalena, que fue derrotado por el cristianismo oficial.

Pero de aquel cristianismo sepultado bajo esas ruinas emerge un cristianismo liberador vigoroso, desafiante, y empoderado a través de los movimientos igualitarios que surgen en los márgenes de las grandes iglesias cristianas, como surgió en los márgenes el primer movimiento de Jesús, de María Magdalena y de otras mujeres que le acompañaron durante los pocos meses que duró su actividad pública..

Es necesario heredar la autoridad moral y espiritual de María de Magdala como amiga, discípula, sucesora de Jesús y pionera de la igualdad. En definitiva, Jesús Nazaret, María Magdalena, Cristina de Pisan, Virginia Woolf, los movimientos feministas, las comunidades de base y la teología feminista de las religiones caminan en dirección similar. Por ahí han de ir las nuevas alianzas, creadas desde abajo y no desde el poder, en la lucha contra la violencia de género y la exclusión social de las mujeres.

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Juan José Tamayo es miembro del Comité Científico del Instituto Universitario de Estudios de Género de la Universidad Carlos III de Madrid y autor de Cincuenta intelectuales para una conciencia crítica (Fragmenta, Barcelona, 2013) y de Invitación a la utopía. Ensayo histórico para tiempos de crisis (Trotta, Madrid, 2012), que tiene un capítulo dedicado a la utopía feminista.

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Juan José Tamayo: La iglesia arde. Crisis del cristianismo hoy.

Viernes, 21 de julio de 2023

IMG_9995Tomando como referencia el incendio de la catedral de Notre Dame de París la noche del 15 al 16 de abril de 2019, símbolo del catolicismo europeo, el historiador italiano y fundador de la Comunidad de Sant` Egidio, Andrea Riccardi, ha publicado el libro La Iglesia arde. La crisis del cristianismo hoy: entre la agonía y el resurgimiento (Arpa, Barcelona, 2022) [i], donde se pregunta por la crisis de la Iglesia católica, más aún, por el peligro de su desaparición no solo en Francia, “la hija mayor de la Iglesia”, sino en Europa y en el mundo entero. Se trata de un problema que afecta o debe afectar a las personas católicas, pero que preocupa también a personas e instituciones laicas interesadas por el patrimonio humano y cultural del cristianismo y cuya posible desaparición interpretan como una pérdida de humanidad para todos, independientemente de sus creencias o increencias religiosas.

Notre Dame en llamas evoca la actual crisis profunda del cristianismo, pero, mirándolo bien, cree Riccardi, evoca también una crisis de la sociedad entera. Aprecia influencias mutuas entre el declive de la Iglesia y el de Europa, entre la fragilidad política de Europa y la fragilidad religiosa de la Iglesia. Es un fenómeno que contrasta con la recuperación de Santa Sofía para el culto islámico por decisión del presidente Tayyipp Erdogan en un proceso de reislamización de Turquía que ciertamente no es un fenómeno a imitar en el cristianismo.

Riccardi constata en Francia un avance del tradicionalismo católico frente al retroceso del catolicismo institucional y del cristianismo de base. En 2018 dos terceras partes de las diócesis francesas no tenían seminaristas, mientras que en la Iglesia tradicionalista de Marcel Lefebvre hubo un crecimiento hasta representar el 20% de las vocaciones sacerdotales. A esto cabe añadir que el progresismo católico, muy activo en las décadas de los 70 y 80 del siglo pasado, ha perdido protagonismo eclesial en las décadas posteriores y ha tenido un bajo índice de transmisión a la generación posterior, hasta sufrir una pérdida casi total entre la juventud. Se habla con razón del ateísmo juvenil.

El teólogo alemán Jürgen Moltmann ya había advertido en la década de los 70 del siglo pasado sobre la crisis de relevancia del cristianismo que explicaba por la ceguera de este ante el mundo real, ceguera que tornaba a la iglesia cristiana y a la teología “cada vez más anticuadas” (p. 239), sin hacer pie en la historia, ni tener incidencia en ella y, por ello, fuera de la vida de las personas. También el teólogo y filósofo de la religión Paul Tillich se refirió por las mismas fechas a la irrelevancia del mensaje cristiano para la humanidad de hoy.

¿Significa esta crisis el final del catolicismo? No lo cree así Riccardi, que ve la realidad con perspectiva histórica crítica, pero con esperanza, ciertamente no ingenua y crédula, sino fundada. La crisis, asevera, es un estado normal para la Iglesia, cuyo destino no es triunfar, y menos aún controlar la sociedad (p. 249). Es una constante en la historia del cristianismo, desde sus orígenes. A este respecto el historiador italiano deconstruye las construcciones míticas de la “edad de oro” de la cristiandad, que suelen situarse en el pasado. La crisis constituye, más bien, una oportunidad para un renacimiento, para abrirse a un futuro creativo, alternativo a la cómoda instalación en el presente y a la estéril añoranza del pasado.

Para salir de la “cultura del declive” en que se encuentra el cristianismo, cree necesario “deshelar” las instituciones de la Iglesia, “dejar del lado la visión cupular y optar por una dimensión comunitaria”, plasmada en “un nuevo protagonismo de la mujer, no porque sea útil, sino porque construye con su ingenio, junto con los hombres, una realidad más amplia y acogedora” reconociendo “el acontecimiento espiritual” de la revolución feminista, renunciar a una Iglesia autorreferencial, fomentar la extroversión de la comunidad, salir a las periferias existenciales, hacer fermentar las iniciativas comunitarias y pasar de un cristianismo de masas a comunidades evangélicas, auténticas y extrovertidas, y entender la Iglesia como una minoría creativa, no selectiva, como la levadura en la masa de la afirmación evangélica.

Ante la disminución constante de la participación social y civil, que caracteriza hoy a la ciudadanía, y en el desierto de soledad en que se han convertido muchas periferias sin lazos de empatía, la Iglesia, con todos sus límites, puede favorecer la libertad creativa dentro del pluriverso actual, fomentar nuevos ministerios que practiquen la com-pasión con los pueblos, los colectivos humanos y las clases sociales más vulnerables, y  la hospitalidad con personas migrantes, refugiadas y desplazadas. Son precisamente estas personas quienes enriquecen las comunidades cristianas, al tornarlas más plurales cultural, social y religiosamente. Es a estos colectivos y personas a quienes hay que incorporar a nuestras comunidades cristianas

Para superar el declive, Riccardi toma como referencia al papa Francisco, cuya base es el Evangelio leído en clave franciscana y cuyo centro son las personas y los colectivos empobrecidos hasta conformar la Iglesia de los pobres, provocando así una verdadera revolución en el discurso y la práctica cristianos: los pobres como lugar teológico y existencial. En el nuevo paradigma de la Iglesia de los pobres deben entrar los colectivos históricamente excluidos y asumir el protagonismo que les corresponde, entre ellos, las mujeres y los LGTBI, conformando una comunidad plural que acoge la diversidad sexual y de género.

Coincide asimismo con Francisco en que un cristianismo evangélico no pierde su identidad fomentando la cultura del diálogo como estilo de vida y método para la resolución pacífica de los conflictos y estableciendo alianzas entre mundos, tradiciones culturales, espiritualidades, religiones y sujetos diferentes, sino que la enriquece. Como afirma Raimon Panikkar, “sin diálogo el ser humano se asfixia y las religiones se anquilosan”.

Juan José Tamayo

[i] La Iglesia arde. La crisis del cristianismo hoy: entre la agonía y el resurgimiento,

Traducción de David Salas Mezquita, Arpa, Barcelona, 2022. 280 páginas

Fuente Fe Adulta

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23-J: Cristianismo y elecciones

Martes, 18 de julio de 2023

IMG_0019“Algunas líneas rojas que un cristiano no debería traspasar para no caer en flagrante contradicción”

“Históricamente las alianzas entre el trono y el altar han dado funestos resultados … Hay, sin embargo, algunas líneas rojas que no se deberían traspasar si no se quiere entrar en abierta contradicción entre nuestra manera de pensar y actuar”

“Cuando volvemos los ojos a la vida (palabras y hechos) de aquel judío disidente y rebelde del siglo I, observamos un proyecto humanizador que implicaba un compromiso político liberador y antiimperialista”

“Y desde esta observación del Jesús histórico se coligen algunas claves de discernimiento … Hacer una apuesta por humanizar este despiadado sistema neoliberal en el que nos movemos no es algo distinto a lo que Jesús invitaba”

“Dejo aquí al lector, para su ulterior reflexión, la pregunta de hondo calado que, mutatis mutandis, se hace David Grossman recientemente: ‘¿Cómo es posible que quienes creen que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza pisoteen esa imagen?'”

Históricamente las alianzas entre el trono y el altar han dado funestos resultados. Recordemos, como botón de muestra, el nacional-catolicismo que tuvimos que sufrir durante décadas en la dictatura franquista como si de una mala peste se tratara. En consecuencia, no cabe construir, salvo que se recaiga en el ámbito del fundamentalismo, una alianza o identificación entre política y religión.

Ni se puede afirmar, sin cometer un tremendo dislate, que desde determinada confesión religiosa se esté obligado, en conciencia, a votar a un único partido político. En las democracias parlamentarias donde el pluralismo está garantizado, como es nuestro caso, es perfectamente legítimo para un creyente optar entre los distintos partidos que forman el abanico que se abre desde la izquierda al centro e incluso hasta la derecha.

“En las democracias parlamentarias donde el pluralismo está garantizado, como es nuestro caso, es perfectamente legítimo para un creyente optar entre los distintos partidos”

Hay, sin embargo, algunas líneas rojas que no se deberían traspasar si no se quiere entrar en abierta contradicción entre nuestra manera de pensar y actuar. Me referiré fundamentalmente al cristianismo dado que, en nuestro país, somos la inmensa mayoría culturalmente cristianos (con independencia de nuestra confesionalidad o de nuestra participación en ritos y cultos). Y lo haré desde el cristianismo al que me siento vinculado intelectual y afectivamente: aquel que hunde sus raíces en el Jesús histórico y no en el constructo cristológico paulino-eclesiástico del catolicismo oficial.

 Cuando volvemos los ojos a la vida (palabras y hechos) de aquel judío disidente y rebelde del siglo I que fue crucificado por sedicioso y por cuestionar la religiosidad tradicional, observamos un proyecto humanizador que implicaba un compromiso político liberador y antiimperialista. Recientes investigaciones sobre la figura de Jesús como las del profesor Richard A. Horsley (Universidad de Massachusetts, Boston) o las del teólogo Juan José Tamayo (Universidad Carlos III de Madrid) ponen de relieve este aspecto del galileo que no podemos pasar por alto desde una postura de honradez intelectual. Hoy no nos movemos con la convicción de que sea preciso creer para comprender (como pensaba San Anselmo de Canterbury en el siglo XI), sino que necesitamos comprender para creer. Para poder creer de manera sólida y fundamentada y así dinamizar un proyecto que sea a la vez vivo y vivificante.

Recordemos que, en el aspecto político, la Judea en la que vivió Jesús había sido conquistada en el 62 a.C. por las tropas del general romano Pompeyo y que el Imperio ejercía un oprobioso régimen de sometimiento y exacción de impuestos. Socialmente había unas tremendas desigualdades económicas sin que ninguna clase media pudiera ejercer de colchón amortiguador. En este contexto la acción humanizadora de Jesús se dirige preferentemente a todos los marginados (campesinos empobrecidos, viudas desatendidas, prostitutas despreciadas, enfermos apartados como apestados…) y a la vez contra el Imperio romano alentando a no pagar los tributos usurarios y proponiendo un estilo de vida basado en una fraternidad que rompía de facto la perversa dinámica dominador-dominado propia de los conquistadores.

Y desde esta observación del Jesús histórico se coligen algunas claves de discernimiento que pudieran ser de aplicación cuando reflexionamos sobre la orientación de nuestro voto en unas elecciones que pueden significar un salto adelante, hacia un futuro más esperanzador; o un paso atrás, un salto regresivo a prácticas políticas de un obscurantismo que creíamos superado. De modo que entran en flagrante contradicción quienes se digan católicos, cristianos o seguidores de Jesús y voten a partidos que propongan recortes para los más desfavorecidos (el papa Francisco los llama “descartados”); o defiendan el poder omnímodo y ambicioso de las élites adineradas; o estén por la labor de cerrar fronteras y expulsar a los migrantes ya establecidos; o nieguen los peligros que implica el cambio climático; o no trabajen por la dignidad de la mujer, por la igual de género, por la integración de los sexualmente diferentes; o no se esfuercen por alcanzar una paz social que solo se alcanzará mediante la justicia social; o no apuesten unos servicios sanitarios y educativos con la debida calidad y accesibilidad para todo el mundo; o propongan la derogación de conquistas sociales ya alcanzadas y aun alienten políticas que vulneren los derechos humanos fundamentales y universalizables.

“Entran en flagrante contradicción quienes se digan católicos, cristianos o seguidores de Jesús y voten a partidos que propongan recortes para los más desfavorecidos (el papa Francisco los llama “descartados”); o defiendan el poder omnímodo y ambicioso de las élites adineradas; o estén por la labor de cerrar fronteras y expulsar a los migrantes ya establecidos; o nieguen los peligros que implica el cambio climático; o no trabajen por la dignidad de la mujer, por la igual de género, por la integración de los sexualmente diferentes; o no se esfuercen por alcanzar una paz social que solo se alcanzará mediante la justicia social; o no apuesten unos servicios sanitarios y educativos con la debida calidad y accesibilidad para todo el mundo; o propongan la derogación de conquistas sociales ya alcanzadas y aun alienten políticas que vulneren los derechos humanos fundamentales y universalizables”

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Ser cristiano hoy no puede significar otra cosa que trabajar por una fraternidad universal más allá del lugar de nacimiento, del color de la piel, de la condición sexual, del credo político o religioso…
No se puede enarbolar bandera más hermosa que la de la fraternidad ni considerar nada más sagrado que la dignidad humana. Hacer una apuesta por humanizar este despiadado sistema neoliberal en el que nos movemos no es algo distinto a lo que Jesús invitaba: buscar el reino de Dios y su justicia.

Alguien me podrá decir: no hay por qué ser cristiano para defender lo que aquí propones. Y entonces le contestaré: tienes toda la razón. Y es que los que apostamos por un cristianismo laico y humanista no vemos diferencia alguna entre ser radicalmente humano y radicalmente cristiano. Es más, pensamos que no hay otro modo de ser cristiano.

Dejo aquí al lector, para su ulterior reflexión, la pregunta de hondo calado que, mutatis mutandis, se hace David Grossman (escritor judío uno de cuyos hijos mató un proyectil de Hezbolá en la guerra del Líbano) en un reciente artículo refiriéndose a la mayoritaria indiferencia de los israelíes ante la ocupación del pueblo palestino y sus tierras: “¿Cómo es posible que quienes creen que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza pisoteen esa imagen?”

Fuente Religión Digital

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El Papa encarga un ‘catálogo’ de mártires, para unir en el “ecumenismo de la sangre” a todas las confesiones cristianas

Lunes, 10 de julio de 2023

Persecucion_2415968410_15887593_660x371Erige la ‘Comisión de los Nuevos Mártires-Testigos de la Fe’ en Causa de los Santos

El Papa invita, de cara al Jubileo de 2025, a “proseguir el reconocimiento histórico para recoger los testimonios de vida, hasta el derramamiento de sangre, de estas hermanas y hermanos nuestros, para que su memoria se erija en un tesoro que la comunidad cristiana atesore”

El ecumenismo de la sangre será clave para el gran desafío de Francisco de cara al Gran Jubileo de 2025, en el que se cumplen 1700 años del Concilio de Nicea. Este es el objetivo de la carta que este mediodía ha publicado el Papa, en el que anuncia la constitución de la “Comisión de los Nuevos Mártires – Testigos de la Fe en el Dicasterio de las Causas de los Santos, con el cometido de elaborar “un catálogo de todos aquellos que han derramado su sangre para confesar a Cristo y dar testimonio de su Evangelio”.

En la misiva, Bergoglio subraya que la comisión “continuará la búsqueda, ya iniciada con ocasión del Gran Jubileo del año 2000, para identificar a los Testigos de la fe en este primer cuarto de siglo y proseguirla en el futuro”, y que no se ceñirá a la Iglesia católica, sino que “se extenderá a todas las confesiones cristianas”.

Y es que, sostiene Francisco, “incluso en nuestro tiempo, en el que asistimos a un cambio de época, los cristianos siguen mostrando, en contextos de gran riesgo, la vitalidad del Bautismo que nos une”.

Con todos ellos tenemos una gran deuda y no podemos olvidarlos

“No son pocos, en efecto, los que, a pesar de ser conscientes de los peligros que corren, manifiestan su fe o participan en la Eucaristía dominical”, señala el Papa, recordando que “otros son asesinados en sus esfuerzos por ayudar en la caridad a la vida de los pobres, por cuidar de los descartados por la sociedad, por valorar y promover el don de la paz y el poder del perdón. Otros son víctimas silenciosas, individuales o colectivas, de los avatares de la historia”.

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La voz única del martirio de los cristianos

“Con todos ellos tenemos una gran deuda y no podemos olvidarlos”, insiste Francisco, quien quiere reconocer el testimonio de tantos para que “resuene la voz única del martirio de los cristianos”.

“Con esta iniciativa no pretendemos establecer nuevos criterios para la constatación canónica del martirio, sino continuar la encuesta iniciada sobre aquellos que, hasta el día de hoy, siguen siendo asesinados por el simple hecho de ser cristianos”, recalca Francisco, quien invita a “proseguir el reconocimiento histórico para recoger los testimonios de vida, hasta el derramamiento de sangre, de estas hermanas y hermanos nuestros, para que su memoria se erija en un tesoro que la comunidad cristiana atesore”.

“En un mundo en el que a veces parece que prevalece el mal, estoy seguro de que la elaboración de este Catálogo, también en el contexto del ya inminente Jubileo, ayudará a los creyentes a leer también nuestro tiempo a la luz de la Pascua, sacando del cofre de tan generosa fidelidad a Cristo las razones de la vida y del bien”, concluye la carta.

Fuente Religión Digital

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José María Vigil: El cristianismo y la verdad. Una nueva conversión: la epistemológica.

Jueves, 15 de junio de 2023

 

5F78727D-8556-4A97-ABC4-E344DC5B8FD6Como teólogo latinoamericano, José María Vigil es conocido en los campos de la teología y de la espiritualidad de la liberación, la teología del pluralismo religioso y los nuevos paradigmas, así como por su actividad editorial y cibernética, desde la Asociación de Teólogos/as del Tercer Mundo (EATWOT), la revista VOICES, la colección «Tiempo Axial», su coordinación de la Agenda Latinoamericana Mundial junto con Pedro Casaldáliga, y los Servicios Koinonía 1, 2 y 3.

La relación de las religiones con la Verdad ha sido un capítulo doloroso de la historia –y sigue siéndolo–. Sin generalizar demasiado, porque diríamos que casi cada religión es un caso; y son casos bien diferentes. Por eso, hablemos desde el principio de nuestro propio caso, el de la relación del cristianismo con la Verdad. Claro, para la religión, la verdad… es la VERDAD, o sea, la Verdad última, la Verdad total, la Verdad Absoluta, que viene de Dios, la Verdad que nos juzgará, la que llegaremos a contemplar en el cielo por toda la eternidad, o nos acusará en nuestra condena sempiterna en el infierno: es la Verdad de Dios, o el Dios de la Verdad. Las demás son verdades pequeñas, de andar por casa, de quita y pon, por las que no hay que acalorarse. Pero la Verdad de la religión, es lo más serio que hay en este mundo, por lo que merece la pena vivir, morir… y tal vez incluso matar. Para el cristianismo, la verdad lo ha sido sencillamente todo: la razón de su existencia y de su vocación misionera universal, porque su Verdad era el relato fiel del mundo desde el principio de los tiempos, a saber: la creación del mundo, Adán y Eva, su descendencia, los Patriarcas, la historia del pueblo hebreo, los 400 años de José en Egipto, la liberación de Moisés, ¡la Pascua!, el desierto, el Sinaí, la Alianza, los Mandamientos… La Conquista de la Tierra Prometida, los Jueces, la Monarquía, David y Salomón… Imposible citarlo todo, ni por sus solos nombres. El judeocristianismo ha sido ante todo un relato, una verdad narrada (luego, al helenizarse, se estructuraría filosóficamente…). El cristianismo puede presumir de gozar de una relación absolutamente privilegiada con la verdad: es la única religión de la Tierra fundada por Dios mismo en persona… ¿Qué otra puede decir lo mismo? Y si fue así, ¿qué puede faltarle al cristianismo? ¿Quién puede contradecirle? ¿Qué puede no saber? (quizá solo lo que sean secretos de Dios mismo, sus asuntos particulares que nunca nos quitarán el sueño). La cosa no fue tan así desde el principio, como yo la estoy aquí contando, porque, de hecho, Jesús no apareció bajando del cielo –una buena escena para comenzar la presentación de la Verdad–, ni como hijo del jefe, ni viniendo a tomar posesión del cargo, ni exhibiendo ninguna relación pretenciosa con la Verdad. Más bien apareció entre los pobres, los don nadie, los ignorantes, los trabajadores… Y de hecho, así le fue por la vida, hasta acabar en una cruz. Poco poder le proporcionó aquella Verdad que debía llevar en su mismo ADN… Después de su muerte pasó un tiempo: grupos de amigos cultivando su recuerdo, sus hechos y sus dichos… pero como una memoria y una reflexión desde abajo, no –para nada– como un dictado recibido de lo alto. Y así pasó bastante tiempo –sin que lo podamos detallar aquí (¡varios siglos!)–, hasta que, estando dispersos en comunidades en medio de la gente de los barrios, casi sin organización, fueron sorprendidos por el llamado del emperador, urgido por reunirse con sus supervisores (episcopos) para hacerles una propuesta organizativa. No iba con “chiquitas” Constantino; quería reunirse con «todos los obispos del mundo». No fueron muchos: 318 dicen los números legendarios; y aunque hubieran llegado a ser tantos, ¿qué son 300 personas para decidir «la Verdad del mundo», que es para lo que de hecho los convocaba Constantino? Él personalmente se encargó de todo, de traer a todos los obispos en la posta real, de alojarlos en su palacio de verano de Nicea, de establecer la agenda, marcar las reglas del debate… y sobre todo de dejar clara la autoridad suprema de la asamblea, que quedaba en sus manos, claro está.

Los obispos nunca se habían visto en tal aprieto. Alguno de ellos, como san Silvestre, el obispo de Roma, ni sabía que era «el obispo de Roma», con todo lo que eso después vendría a significar: ni siquiera se sabía el jefe de la Iglesia y por tanto el único que podría convocar a la Iglesia a un Concilio de verdad, y el único que podría haberse puesto por encima del mismo; pues ni se enteró. La iniciativa y la autoridad quedaron sin problema en manos de Constantino, tal como él lo había programado. El problema era la unidad del Imperio, que se estaba cayendo a pedazos, porque su religión, alma de todo un pueblo, ya solo inspiraba lástima. Constantino tenía las ideas claras: necesitaba que la joven religión cristiana trasmitiera su alma a la sociedad romana, le insuflara vida y vitalidad; sólo que aquellos obispos no sabían nada de política. Constantino les dio las instrucciones previas: una religión de Estado no es como una inspiración entusiasta de unos campesinos; no funciona sin unas ideas claras, y bien unidas, e indiscutidas. Nadie puede ir por libre, o por original (ay de los herejes). Todos deben colocarse bajo una única verdad, que ahora es la Verdad Suprema, la que quedó aprobada por el propio Imperio: la raison de l’Empire, más todavía que raison d’État…

La «epistemología imperial» es clara: la verdad la dicta el emperador, porque la Verdad es lo que interesa al Imperio –o a la Iglesia, cuando ésta lo sustituya–. Nicea fue el matrimonio obligado de la Iglesia con el Imperio, con las arras de la verdad del dogma imperial. En rigor fue nulo, porque fallaron las condiciones esenciales de un matrimonio libre y consciente. No fue tampoco un concilio de la Iglesia, pues ésta ni sabía que existía algo llamado «concilio ecuménico» como una posibilidad jurídico-canónica de la que echar mano, ni lo convocó el Papa, que tampoco sabía que era Papa; fue una acción netamente imperial, y su identificación posterior como el «primer concilio ecuménico» ha sido una de las confusiones más desastrosas para la relación del cristianismo con la Verdad. Porque, tras un «primer concilio», vendría el segundo, el tercero, y una larga serie de ellos, ecuménicos, regionales y locales, a su imagen y semejanza, siempre para «decidir la verdad», por votación episcopal; la verdad religiosa sería como la política: se hace campaña, se establecen alianzas, y cuando se consigue mayoría, se vota. A partir de ese momento, lo que los concilios atan en la tierra, queda atado para siempre en el cielo; lo que Dios quizá todavía no había acabado de pensar, o no nos había querido revelar todavía, pasa a ser pensado por Dios para toda la eternidad, transcrito en los anales celestes de la Verdad del Mundo, y revelado a la Tierra por vía de ese Concilio. Así los concilios van haciendo poco a poco la Verdad. No importa el tema: de omni re scibili, de cualquier cosa de la que se pueda debatir. La prevalencia de los concilios sobre la verdad, ha sido total. Creamos verdad, la hacemos, la decidimos, después de debatir imperialmente sobre lo que nos interesa como Iglesia. Con el desarrollo de los concilios, el corpus theologicum y doctrinal fue creciendo hasta hacerse inabarcable. La Iglesia católica –el sector luterano se libró gracias a la protesta de Lutero– llegó a gozar de uno de los cuerpos doctrinales mayores del mundo occidental, prácticamente inabarcable aún tras una larga carrera de estudios, que lógicamente se centró en los estudios filosóficos y teológicos. Pero la Verdad en cuestión no era una verdad abstracta, como si transcurriera en un mundo paralelo o fuera del mundo. Fue con la Verdad como se realizaron las grandes hazañas de dominación de este mundo. Veamos: Es claro que Dios es el creador del mundo, y es claro que Jesucristo era, como Hijo de Dios, el dueño de la Tierra a la que descendió. Tras su muerte dejó un sucesor, llamado Pedro, a quien hizo su representante y encargado de las llaves, y a cuya muerte siempre fue elegido otro sucesor. De forma que el Papa del momento era siempre el representante de Jesús, el Hijo del Dueño del mundo. Fue con esta sagrada Verdad de fondo con la que se redactó el «Requerimiento» para que los indígenas americanos depusieran espontáneamente la posesión de sus tierras al llegar a conocer la Verdad: que la tierra que ancestralmente habitaban no era de ellos, sino del Dios creador que ellos no conocían, y que ahora les hacía el favor de enviarles a su representante con algunas reclamaciones  jurídicas respecto a su titularidad. Con aquella Verdad, las tierras del continente fueron confiadas por los Papas a los cristianísimos reyes y reinas de las Coronas de España y de Portugal, como las tierras africanas habían pasado antes a la Corona de Portugal. Aquella verdad religiosa no era inocua ni gratuita, sino una Verdad que hizo de las Iglesias cristianas, de la raza blanca, de la raza europea, y también del varón, los seres privilegiados de la Tierra. Aquella Verdad, que aun siendo software al fin y al cabo, era una poderosísima arma de dominación, sometió e instauró imperios, entronizó razas, destruyó culturas y religiones, justificó esclavitudes, sometió a la mujer. Un último capítulo que va detrás de toda esta historia, soplando como viento de popa, es la teología de la misión, elaborada con toda esta verdad. Como hemos dicho, para algo había fundado Dios mismo personalmente el cristianismo en la Tierra: precisamente para revelar su Verdad, desconocida hasta entonces, y para difundirla por toda el orbe. Los cristianos fuimos los encargados de la difusión. Dios tuvo que esperar a la invención de los grandes medios de transporte transoceánicos medievales, las carabelas, y al desarrollo de nuestra progresiva capacidad de llegada a los lugares más alejados, para ver cómo comenzaba a realizarse esa misión universal. La misión trataba de dar a conocer la Verdad, lo que conllevaba la implantación de una extensión de la Iglesia cristiana, medio universal de salvación. Con esta «salvación universal», en el mismo paquete, venían también, como en un inocente caballo de Troya, la lengua, la cultura, el derecho occidentales. La Verdad fue el fundamento de la apoteosis de los «siglos misioneros cristianos», que llegaron hasta bien entrado el siglo XX, cuando en algún momento los misionólogos expertos llegaron a debatir concretamente la estrategia para efectivar la posibilidad de convertir todo el mundo para Cristo, que se veía muy cercana. Todo ello gracias a que la Iglesia era la depositaria, elegida por Dios, de la Verdad de la Salvación. Quizá no sea exageración decir que el cristianismo, convencido de estar en posesión de la Verdad Absoluta, revelada por Dios y manifestada en exclusiva a ella, ha sido la religión que ha guardado una relación más estrecha, laboriosa y efectiva con la verdad religiosa. Puede haber sido la religión que con la bandera de la Verdad haya conquistado para la fe más tierras y más pueblos, en aquellos tiempos apoteósicos en los que «en sus cristianísimos reinos no se llegaba a poner el Sol»... Pero aquella apoteosis coincidió con el comienzo de una nueva época, radicalmente diferente, la de la modernidad, que deconstruiría poco a poco, hasta el final, aquella epistemología medieval. Por ejemplo, tradicionalmente resultaba evidente para todo el mundo el objetivismo: la realidad existe, y está fuera del conocimiento. La verdad consistía, precisamente –en la acepción aristotélica por antonomasia– en la adecuatio rei et intellectus: la adecuación entre lo que pensamos y la cosa, la realidad objetiva. Se trata de una concepción de verdad bien gratificante (para lo religioso sobre todo): nos da la seguridad de que lo que pensamos no es una imaginación, sino algo que está en algún lugar, fuera de nosotros; por eso estamos en la verdad. La verdad no es un mero pensamiento, ni una imaginación, o una ilusión; se corresponde con la realidad objetiva. Pero pronto vino Kant y nos hizo comprender que debíamos despertar de ese «sueño dogmático»; las cosas no son como las pensamos, ni sabemos siquiera cómo son, ya que están estructuradas según las «condiciones a priori» del pensamiento, de las que hasta ahora éramos inconscientes. No podemos imaginar las cosas sin tiempo ni espacio, y nos parece algo indubitable que las cosas son espaciotemporales… Kant mostró que esa seguridad era un espejismo, y que, por más que nos costase, debíamos salir de ella; debíamos despertar de ese «sueño dogmático»… Pues bien, del mismo modo, podríamos decir que debemos despertar de nuestro sueño dogmático-religioso, porque, sin duda, también éste existe: las cosas religiosas eran como eran, como siempre nos habían dicho que eran, y no podían dejar de ser así; todo lo religioso parecía dogmático. Aceptar «despertar del sueño dogmático religioso» ha sido mucho más difícil. Muchas personas, de hecho, no han llegado siquiera aceptarlo, acabando por vivir sus vidas en un paralelismo de dos epistemologías paralelas: la de la razón profana, y la de la razón religiosa, una especie de esquizofrenia, con no poco sufrimiento. Hay una imagen sencilla que se ha hecho célebre: nuestros conocimientos son como unos mapas, pero tendemos a pensar sobre ellos ya como los territorios que representan. Sobre todo en lo religioso. Por ejemplo, estamos en oración, enfervorizados quizá, y casi sin darnos cuenta nos sentimos ya como en la presencia de Dios, en medio de su corte celestial… Pero nos resulta difícil pensar que esa presencia y el imaginario con el que viene revestida, es sólo un mapa, una representación, un interfaz, no la realidad misma. El territorio divino nos es totalmente inaccesible, y ningún mapa tiene validez objetiva; sólo es un servicio subjetivo para el sujeto, válido, con tal de que no se le dé valor de objetividad a lo que es simbólico. Igualmente, con todas las doctrinas, religiones, teologías, afirmaciones que hacemos en torno a Dios, debemos caer en la cuenta de que no son más que “mapas”, apuntes, sugerencias balbucientes sobre una realidad que nos sobrepasa totalmente… y que nos resulta sencillamente inasequible. ¿Dónde va quedando la “Verdad Absoluta Religiosa” que hasta hace bien poco nos hacía sentirnos tan seguros? ¿Será que la modernidad destruye la religión? Ésta fue la respuesta oficial de la Iglesia durante varios siglos, en un antimodernismo oficial, pleno y declarado, un vivir de espaldas a la ciencia y a la epistemología moderna. Sólo con el Concilio Vaticano II comenzó el deshielo, no todavía el afrontamiento real del problema, y mucho menos la solución del mismo.

castilla_y_leon_445968753_207219029_696x986Scriptorium. Foto: Ayto de Tábara

Veamos, por partes. La crisis de los estudios bíblicos comenzada en el siglo XVII en el mundo alemán protestante –cien años después en el campo católico–, hoy no ofrece ninguna novedad; los catequistas mínimamente preparados la conocen. Pero sabemos que implicó una cantidad inimaginable de crisis personales de fe. Clérigos, religiosos, seminaristas, llenos de fe, de generosidad y de entusiasmo religioso, abandonaron su vida religiosa eclesiástica recién iniciada cuando descubrieron con aquellos estudios racionalistas ilustrados alemanes, que gran parte de lo que habían escuchado sobre Jesús –lo que se venía diciendo de Él desde tiempos inmemoriales– no respondía a la verdad. No nos vayamos muy lejos; no hace todavía 50 años que los católicos, que oían el Evangelio de Jesús, entendían literalmente las palabras dichas por Jesús que el evangelista ponía en su boca; de forma que creer a Jesús consistía en creer lo que Él literalmente nos había dejado dicho de parte del Padre: “Yo y el Padre somos una misma cosa”. Y no es verdad que Jesús dijera eso nunca, ni siquiera que lo pensara. Hoy sabemos que no hay en la Biblia nada «directamente dictado» por Dios. ¿Dónde está la Verdad Absoluta que nos acompañó en todas nuestras misiones? Hace poco más de 50 años de aquel otro famoso libro Y la Biblia tenía razón, que con pruebas supuestamente científicas venía supuestamente a demostrar que el relato bíblico era literalmente histórico… Era la lucha desesperada de la «epistemología mítica» bíblica tradicional, ante los embates de la epistemología moderna. El Antiguo Testamento lleva muchos más años siendo objeto de un estudio detallista y minucioso. Hoy sabemos de dónde viene casi cada una de los relatos que lo componen. No ha salido muy bien parado: muchas de sus leyendas y tradiciones vienen de pueblos ajenos, del Levante; textos hoy suyos fueron primero babilónicos, sumerios, arcádicos, de Ugarit… de cualquier parte del medio Oriente. Pensábamos que la Biblia, como Verdad dictada y finalmente captada y registrada, habría venido directamente del Dios del cielo; después hemos sabido que sí, que muchas verdades nos han venido de Él, pero pasando por otros pueblos a los que tuvo el capricho de manifestárselas primero. Mucho de lo que el pueblo de la Biblia aprendió de Dios, le llegó por tradiciones y textos recibidos por otros pueblos… Hoy nos puede parecer, incluso, un detalle de macroecumenismo, de elegancia, de gran estilo por parte de Dios, pero no podemos olvidar que cuando comenzamos a descubrirlo fue una fuente continua de sorpresas y decepciones. Los últimos desafíos a la verdad bíblica vienen del llamado nuevo paradigma arqueológico bíblico. Como su nombre indica, se trata de una escuela nueva arqueológica que renuncia a ser «arqueología bíblica», aquella que se hacía «con la Biblia en una mano y la piqueta en la otra», y que se proponía consciente y expresamente «demostrar la verdad de la Biblia». La arqueología actual, de nuevo paradigma, ya no busca justificar la Biblia, sino –curiosamente– descubrir la verdad, caiga lo que caiga. Y sí, han caído cosas inimaginables: los Patriarcas, los israelitas en Egipto, el paso del Mar Rojo (y con él la Pascua), el paso por el desierto, Moisés y el monte Sinaí (y con ello la Alianza y los diez mandamientos…), continuando por David y Salomón, de quien, aunque fuera tan famoso que hasta la Reina de Saba vino a oír su sabiduría desde los confines del mundo, no aparece su nombre en ningún documento extrabíblico, absolutamente en ninguno. No seguiremos citando las sorpresas del nuevo paradigma arqueológico-bíblico, para no desanimar a nadie de su lectura obligada (en eatwot.net/VOICES hay un número monográfico amplio sobre el tema, muy accesible y completo). La antropología religiosa también nos ha llevado poco a poco a un cambio de mentalidad. Durante milenios hemos estado pensando el mundo religioso como un «segundo piso paralelo» que, en momentos determinados, irrumpía en nuestro mundo, con alguna intervención controlatoria, o introduciendo algún don, como podía ser la revelación sobrenatural de una verdad. Esta revelación podía ocurrir allí donde los dioses lo quisieran. La antropología nos ha descubierto que la atribución de una verdad a una revelación divina es un mecanismo natural y muy frecuente de nuestro desarrollo religioso humano bio-evolutivo. Desde el principio este primate ha necesitado «poner su vida en contextos mentales y espirituales más amplios» (Karen Armstrong); su búsqueda de conocimiento y la construcción de la verdad, son las dos caras de un mismo proceso evolutivo. Por eso, todas las religiones son manifestaciones distintas, peculiares, condicionadas por su contexto, de los distintos desarrollos de cada pueblo, todos respetables, todos distintos, muy distintos, y, a la vez, todos, en el fondo, paralelos (y por tanto, convergentes en el infinito). Una novedad destacable es la excepción de las “religiones” que no se han enrumbado por el mundo de la Verdad, ni de las doctrinas. Gandhi reconoce que el hinduismo no tiene ningún credo oficial, ningún dogma obligatorio, ninguna doctrina distintiva que deba marcar la vida de los discípulos… Esta característica “a-doctrinal” del hinduismo es un gran desafío para las demás religiones, y en concreto para el cristianismo, que debido a su herencia griega y a su pasado imperial, ha hecho de la doctrina, del credo, del dogma… una de sus dimensiones esenciales, indebidamente. La afirmación integral de la doctrina, de todos y cada uno de sus artículos, y la negación de las herejías, ha sido más importante y decisivo que la fe y el amor. Hoy, con la nueva epistemología, el hinduismo se ve confirmado en su tarea de acompañar al ser humano por los derroteros de su humanización, dejándole en libertad para buscar, con la simple razón, las explicaciones que necesite, mientras el cristianismo se ve abocado a la necesidad de pedir disculpas por el excesivo celo teórico, por la sobre carga de acento intelectual, doctrinario, teológico, dialéctico, polemizador, buscador de criptoherejías, que lo han apartado gravemente de ser una religión del amor y de la libertad ante el Misterio que está más allá de todas las formulaciones de la verdad. Todavía hoy, en su propia página web, la Congregación para la Doctrina de la Fe, sin ningún rubor, reivindica su nombre original de «Sagrada Congregación de la Romana y Universal Inquisición», fundada por Pablo II en 1542, la más antigua de las nueve congregaciones del Vaticano. Y estamos en 2018. El concepto renovado de religión se vuelve a centrar hoy día en la espiritualidad, y todos los demás componentes son complementos no estructuralmente esenciales; lo único esencial es la espiritualidad. Todos los pueblos han percibido, intuido, sintonizado, buscado… el Misterio. Cada uno lo ha explicado a su manera, con sus categorías culturales, sus filosofías, sus prejuicios y defectos… y también con ello han rasgado muchas veces, lamentablemente, la unidad de sus familias espirituales… Sólo el quehacer espiritual era, es, la esencia de la religión. Todo lo demás son todavía rasgos arrastrados de estadios inferiores, que no necesitan siquiera resolverse, sino que simplemente pueden ser abandonados. Por no hablar sino dentro del cristianismo, ¿no bastan 500 años para tirar por la borda ya debates que nos han separado inútilmente durante medio milenio contra toda razón y todo amor entre católicos y protestantes? ¿Todavía tiene sentido debatir sobre la Sola Scriptura, la Sola Gratia, el Solus Christus, la Sola Fides? 

Jesús Misionero 0001¿Hasta cuándo? Nos basta el recorrido esquemático que acabamos de realizar en la deconstrucción de aquellas seguridades que hasta el siglo XVII tuvimos sobre la verdad y el cristianismo. Estamos ante la nueva epistemología, quizá la «última conversión» que tendrá que afrontar el cristianismo, en el que, muchos creyentes, todavía no se han enterado de esta la transformación epistemológica cultural que está en curso, y siguen como si no hubiera pasado nada, tanto en el catolicismo como en el protestantismo –no digamos en el islam–. Decía Jung que los cambios religiosos, por su propia naturaleza, son de los más lentos. En muchos sentidos, en religión sólo avanzamos “de funeral en funeral”... Es cierto que la única pedagogía que las religiones no han ensayado nunca, ha sido la pedagogía de los cambios, especialmente la de los cambios culturales rápidos. No tenemos ninguna experiencia, y al Vaticano, por ejemplo, ni le ha pasado por la cabeza que tan importante como “una Iglesia en salida” lo es “una Iglesia con otra epistemología”. Y ya sabemos, mientras no cambiemos de urgencias, el tiempo corre en contra de la suervivencia del Titánic. Pero quienes, aun entre dificultades, hemos intuido la necesidad perentoria de una deconstrucción, –aun a riesgo de ser incomprendidos, de ser considerados “ateos” en el sentido negativo de la palabra (porque tiene también un sentido positivo)–, estamos intentando escrutar el abismal cambio cultural de estos cincuenta últimos años, y las muchas reformas que habrían de ser puestas en marcha. Sabemos que pueden parecer locuras a quienes las escuchen o las lean desde los viejos paradigmas, pero quisiéramos ofrecer un gesto sonriente y cariñoso, lleno de fraternidad. Les aseguramos que estamos en el mismo camino, que no hemos renunciado a nada, que, simplemente, pensamos que el viejo cristianismo se está acabando –o ya se acabó, en algunas latitudes– y que creemos que continúa por aquí. Este número de Spiritus, En búsqueda de la verdad, como reza su título, se plantea cuestiones capitales, difíciles, urgentes… de nuestra sociedad actual posmoderna. La confrontación de las religiones, y del cristianismo en concreto, con la “nueva epistemología” surgida de la modernidad, implica un cambio tan radical, que mientras las religiones no lo afronten, están condenadas a continuar en trance de desaparición. Seguirán en el mundo de siempre, el mundo del Titanic que se hunde. Pero de aquí a poco tiempo, sólo quedarán en pie las nuevas realizaciones espirituales que cuenten con una nueva epistemología, la única posible hoy día, ésa que ya está en la calle, en la sociedad civil, en el hombre y la mujer modernos. Entre el cristianismo y la verdad, los desafíos son realmente grandes; pero hay uno que para la Iglesia es el decisivo: afrontar la última conversión pendiente, la conversión epistemológica.

Revista «Spíritus», edición hispanoamericana, 19/1-230 (marzo 2018) 85-98. Quito, Ecuador.

José María Vigil

Fuente eatwot.academia.edu/JoséMaríaVIGIL

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Hacia un idolatría de la Eucaristía.

Domingo, 11 de junio de 2023

Del desaparecido blog À Corps… À Coeur:

 

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[…] El mismo Cristo  debe asfixiarse en nuestros ostensorios de oro, en nuestros cálices incomparables, en nuestros copones incrustados de joyas, Él quiso sólo la paja del Pesebre o la madera de la cruz. El culto exagerado de la Eucaristía tiende a hacer de nuestras iglesias templos paganos.

Louis Evely

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Condúceme de lo irreal a lo real, condúceme de las tinieblas a la luz, condúceme de la muerte a la inmortalidad.

Brihadaranyaka Upanishad

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Una liturgia sin compromiso místico

Los faraones de Egipto han sido divinizados y los monumentos no dejan de representar su investidura divina. Cuando, más tarde, Alejandro el Grande conquistó Egipto, no creyó que pudiera asegurar su dominación sobre las colonias sin hacerse reconocer como Dios. Del mismo modo los emperadores romanos, para consolidar la unidad de su imperio, aceptaron, luego finalmente impusieron, esta divinización de Roma y de su persona.

Pero esta divinización del faraón provocaba también, casi necesariamente, la “faraonización” de dios. Había una simbiosis, una suerte de comunidad de vida en la que las reacciones eran recíprocas y, finalmente, la imagen de la divinidad se amoldaba a la del faraón divinizado.

¿Hasta qué punto esta situación ha sido reproducida a lo largo de los siglos, incluso en el pensamiento de Israel? ¿En qué medida nuestra liturgia no guarda vestigios de este intercambio ambiguo entre la realeza terrestre y la realeza divina? ¿Hasta qué punto incluso el concepto de la realeza divina no es simplemente una emanación de la realeza humana?

¿En qué medida, en Bizancio, la liturgia de Palacio y la liturgia de Santa Sofía no coincidían en una misma imagen, donde la realeza divina y la realeza humana se confundían de nuevo?

Y en qué medida nuestra liturgia no es todavía una supervivencia de las liturgias reales que no comprometen nunca el fondo del alma? ¿No podemos pensar, a veces, que en nuestra misma liturgia, se trata de rendir homenaje a un soberano, de procesiónar alrededor de su altar, de erigirle un santuario dedicado a él, y una vez hecho esto, queda con Dios, todo esto que puede realizarse y celebrar sin ninguna especie de compromiso místico?

Algo extremadamente peligroso

Es evidente que, si el hombre de la calle es tan a menudo completamente extraño a lo que pasa en nuestras iglesias, es porque no pasa allí ningún acontecimiento susceptible de tocarlo aunque sea un poco. El no se siente allí de ninguna manera alcanzado y concernido a lo más íntimo de él mismo.

Hay una religión aparente que  no asume compromiso profundo. Esto es extremadamente grave, y podemos preguntarnos hasta qué punto esto no es a causa de la Eucaristía que llegamos a una confusión tan radical sobre la esencia misma del mensaje de Jesús.

Una especie de materialismo religioso, el peor de todos; puede trágicamente establecerse alrededor de la Eucaristía; tenemos un catalizador de paladio, un pararrayos celeste, sobre la casa, podemos dormir tranquilo, Dios está allí en su cajita y lo tenemos constantemente a nuestra disposición.

¿Nos hemos cuestionado suficientemente sobre  el valor de nuestras comuniones? ¿sobre el valor de esos niños? ¿Qué producen? ¿Qué cambian?

En las comuniones sin compromiso, donde se cuenta con el opus operatum (un efecto producido infaliblemente por el hecho de que se recibe el sacramento), en las comuniones donde mecánicamente se debe ser santificado porque se abrió la boca o se tendió la mano para recibir la hostia: hay allí algo extremadamente peligroso porque no se ve en absoluto toda la exigencia que está en la base de una conversión verdadera, y que supone a un nuevo nacimiento; no vemos en absoluto la exigencia de la comunión que implica esta transformación radical donde se pasa del mí posesivo al mi oblativo. ¿ Incluso, cuántos sacerdotes  que celebran la misa cada día todavía puede, quizá, estar todavía allí?

Resituar la Eucaristía en la perspectiva evangélica

Debemos pues resituar la Eucaristía, hay que situarla allí dónde la vida de la Iglesia debe encontrar su unidad, hay que situarla en su sitio, es decir en la perspectiva evangélica que se nos impone en los últimos encuentros del Señor con sus discípulos.

La última consigna que resuena en todas las páginas del relato joánico, es que os améis unos a otros como yo os he amado. Y esta consigna es también el criterio que hace reconocer a los discípulos de Jesús: ” en esto os reconocerán que sois mis discípulos, si os amáis los unos a los otros.

Y para dar una lección a sus discípulos, Jesús les lavó los pies. “Esto es lo que es amar a tu prójimo: lo que he hecho es para que hagáis vosotros lo mismo los unos a los otros.

Por extraño que pueda parecer, la Eucaristía parece haber desaparecido, ni siquiera se nombra en este lugar, ¿por qué? Debido a que está implícita en esta mandato (lavatorio de los pies). Está implícitamente contenida en el mandato y en la consigna final del Señor: “Amaos los unos a los otros”, ya que es exactamente la misma cosa.

“Os conviene que yo me vaya “

Recordemos las trágicas palabras de Jesús en el discurso después de la Última Cena: “Es bueno que yo me vaya porque, si no me voy, el Paráclito, el Espíritu Santo, no vendrá a a vosotros”. ¿Cómo no ver en estas palabras la confesión de un fracaso? Jesús nunca convirtió a nadie … ¡a nadie! Ni la muchedumbre, ni los sacerdotes, ni las autoridades, ni Herodes ni sus discípulos, ni incluso el discípulo amado que se dormirá como los otros enseguida en el Jardín de la Agonía: no ha convertido a nadie.

Y la llamada suprema que les dirige  a sus discípulos en el lavamiento de los pies se quedará sin eco: no comprenden que el reino de Dios está dentro de ellos mismos.

No comprenderán que es para hacer nacer este reino interior que Jesús se arrodilla delante de ellos para lavarles los pies, y no comprenden  que es para arrancar la piedra de nuestros corazones que Jesús muere sobre la cruz. Y la última pregunta que le harán a Jesús justo antes de la Ascensión será significativa de esta total  incomprensión.

¡La humanidad de Jesús debe pues desaparecer! Y es sólo en lo invisible, en el fuego del Pentecostés, como encontrarán a su Maestro como una presencia interior, no lo verán en lo sucesivo ya más delante de ellos sino dentro de ellos, y es en aquel momento cuando lo reconocerán. ¿Podemos desde entonces imaginar un solo instante que Nuestro Señor nos haya dado la Eucaristía para que refabriquemos con este sacramento un culto idolátrico, para que pudiéramos poseerlo allí, al alcance de nuestra mano, encerrándole en una caja para que nos pertenezca? ¿ Podemos concebir un materialismo igual por parte del Señor? ¿Cómo podemos imaginar que les hubiera robado su presencia visible a los Apóstoles para restituirnos en la hostia un foco de idolatría, como si pudiéramos disponer de Dios como el resultado de un objeto? Es absolutamente imposible, es exactamente lo contrario que sucede cuando Jesús nos da la Eucaristía.

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Maurice Zundel

La Rochette, 1963

(Fuente)

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En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:

“Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.”

Disputaban los judíos entre sí:

“¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?”

Entonces Jesús les dijo:

– “Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo; no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre.”

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Juan 6,51-58

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Los obispos franceses publican un “manual” para “deconstruir el antijudaísmo cristiano”

Miércoles, 7 de junio de 2023

manual-deconstruir-antijudaismo-cristiano_2565053507_16575565_660x371La obra ha sido elogiada por el gran rabino de Francia Haïm Korsia

La Conferencia Episcopal de Francia (CEF) presentó el martes un “manual”, que a partir de la enseñanza de la Iglesia busca ser un “instrumento” para “deconstruir los lugares comunes” que han alimentado “el antijudaísmo cristiano”

El manual trata de responder en 20 capítulos a los “lugares comunes usados durante siglos y que alimentaron sentimientos hostiles y humillantes hacia los judíos”, según la CEF

El manual, que trae fichas pedagógicas disponibles en el sitio web de la conferencia episcopal, se dirige a los “católicos de todos los círculos”

Moché Lewin, vicepresidente de la Conferencia de los rabinos europeos, sugirió que la obra se traduzca “a todas las lenguas”

La Conferencia Episcopal de Francia (CEF) presentó el martes un “manual”, que a partir de la enseñanza de la Iglesia busca ser un “instrumento” para “deconstruir los lugares comunes” que han alimentado “el antijudaísmo cristiano”.

Titulado “Deconstruir el antijudaísmo cristiano”, el manual trata de responder en 20 capítulos a los “lugares comunes usados durante siglos y que alimentaron sentimientos hostiles y humillantes hacia los judíos”, según la CEF.

Eric de Moulins-Beaufort

“No se trata de una sospecha hacia unos u otros”, declaró en conferencia de prensa el padre Christophe Le Sourt, responsable del servicio nacional para las relaciones con el judaísmo en la CEF y que dirigió la redacción de esta obra.

“Entre los lugares comunes, figura por ejemplo la idea de que los judíos serían el pueblo ‘deicida’. Una acusación que ‘no halla ninguna justificación en las Escrituras’, recuerda el manual”

Pero es un “instrumento muy importante”, que facilita “retomar los prejuicios habituales usados”, apoyándose en la enseñanza de la Iglesia desde hace 60 años, y especialmente después del concilio Vaticano II”, dijo.

Entre los lugares comunes, figura por ejemplo la idea de que los judíos serían el pueblo “deicida”. Una acusación que “no halla ninguna justificación en las Escrituras”, recuerda el manual.

 El manual fue elogiado por el gran rabino de Francia Haïm Korsia, quien en el prefacio ve ahí “una demostración de fraternidad”. “Luchar contra el antijudaísmo es también por supuesto luchar contra el antisemitismo”.

El manual, que trae fichas pedagógicas disponibles en el sitio web de la conferencia episcopal, se dirige a los “católicos de todos los círculos”, es decir “a los sacerdotes, seminaristas, personas que acompañan a los jóvenes” en diversas instituciones, precisó Le Sourt a AFP.

Moché Lewin, vicepresidente de la Conferencia de los rabinos europeos, sugirió en la conferencia de prensa realizada en la sede de una de las instituciones judías, el Fondo social judío unificado, que la obra se traduzca “a todas las lenguas”.

Fuente Religión Digital

Cristianismo (Iglesias), General, Judaísmo , , , , , , , ,

“¿Es Jesús una figura única en la Historia?”, por Gonzalo Haya

Viernes, 2 de junio de 2023

jesus¿Es la plenitud única, definitiva, inigualable e insuperable de la revelación de Dios?

          Los cristianos así lo hemos creído, y hemos considerado al cristianismo como única religión verdadera; y esto nos ha alejado de otras religiones (y nos ha enfrentado a ellas), impidiendo el diálogo y la cooperación, que la caridad, el sentido común y la conciencia nos están reclamando.

Dios es sólo Uno, es el mismo para todas las religiones, ¿Son falsas esas religiones porque presentan a Dios de una manera distinta a la nuestra (un Dios no personal). Dios es inexpresable, inabarcable para el ser humano, incluso es  Concordantia oppositorum; ¿y podemos rechazar a otras religiones porque ofrecen aspectos distintos de Dios?

¿Es posible que Dios no se haya manifestado verdaderamente a los miles de millones de seres que vivieron antes que Cristo, ni a los que que han vivido después pero no lo han conocido, o a los que han rechazado la presentación cultural (y colonialista) que les ha ofrecido la Iglesia. Dios se ha manifestado a todo hombre en su conciencia, y a todos los pueblos mediante profetas más sensibles que han organizado, con mayor o menor acierto, la práctica social de esa experiencia.

Esas religiones se diferencian más en sus creencias y explicaciones que en el comportamiento individual y social de sus miembros; y por su parte el cristianismo es vida, acción, seguimiento de Jesús más que creencias; ortopraxis más que ortodoxia.

Nuestra experiencia actual tiene que reconocer que esas religiones han sido instrumento de salvación, y de humanización ética, para miles de millones de personas, y que en ellas se encuentran héroes, santos y místicos como en nuestra religión.

Cómo entender los textos del Nuevo Testamento

Entonces ¿cómo entender los textos del Nuevo Testamento que parecen indicar la exclusividad de Cristo como revelación de Dios.

  • Nadie conoce al Padre sino el Hijo, y a quien el Hijo quiera revelárselo” (Mt          11,27).
  • “Sólo hay un Señor, Jesucristo, mediante el cual han sido creadas todas las   cosas y por quien vivimos también nosotros” (1 cor 8,6).
  • “A Dios nadie lo ha visto jamás; El Hijo único, que es dios y vive  en íntima unión con el            Padre, nos lo ha dado a conocer” (Jn 1,18).
  • “Porque uno solo es Dios y uno solo es el mediador ente Dios y la humanidad: el hombre       Cristo Jesús” (1Tim 2,5)
  • “Cristo entró una vez por todas en el lugar santísimo, no con sangre de machos cabríos o de toros, sino con la suya propia, rescatándonos así para         
  • siempre” (Heb 9,11-12)
  • “Ningún otro puede salvarnos, pues en la tierra no existe ninguna otra persona a quien Dios haya constituido autor de nuestra salvación” (Hech 4,12)

Knitter se ha planteado este problema y ofrece algunas explicaciones. Los primeros cristianos estaban impresionados por una profunda experiencia de Cristo, y expresaban estos sentimientos con el lenguaje de los enamorados (“eres único”, “la más guapa del mundo”); posteriormente este lenguaje emocional se fue interpretando en términos conceptuales y filosóficos para presentar un gran cuadro doctrinal ante la filosofía griega. Lamentablemente las creencias (la ortodoxia) han superado (y casi desplazado) a la práctica del seguimiento de Jesús (ortopraxia). Por eso desconfiamos de otras religiones que tienen otras creencia, aunque mantienen un proceder semejante al  nuestro.

Los primeros cristianos estaban imbuidos del tono nacionalista del Antiguo Testamento, que le imprimió la reforma de Esdras y Nehemías (hasta el punto de expulsar  a las mujeres extranjeras de los judíos para evitar la contaminación religiosa). Las religiones de los pueblos vecinos eran tradicionalmente corruptoras de la fe de Israel.  Ademas el laxismo moral y las de injusticias de la sociedad romana, potencia invasora dominante, eran contrarias e incompatibles con el Reino de Dios proclamado por Jesús;  Los cristianos  instintivamente excluyeron esas religiones principalmente por sus prácticas no por sus razonamientos. No conocían otras religiones de gran altura espiritual como el budismo, el hinduismo, el confucianismo, cuyo proceder concordaba con el del Reino de Dios.

La Biblia nos muestra que la revelación de Dios es progresiva, no podemos quedarnos estancados en un texto de la Biblia. Jahvé era inicialmente un dios tribal, compatible con los dioses de otras tribus, Con a evolución cultural, la conciencia va actualizando y reinterpretando los textos sagrados. Rahner recomendaba que el cristiano deber rezar con la Biblia en una mano y el periódico en la otra.

Por su parte, Jesús no mostró ni rechazo ni exclusión de la religión de los pueblos vecinos cuando acogió a la muchedumbre que se le acercaba y multiplicó los panes (anticipo de la eucaristía); cuando envió al geraseno a proclamar las maravillas que Dios había hecho en su vida (Mc 5,1), o cuando ponderó la fe de la mujer cananea  (Mt 7,24-30) y del centurión romano (Lc 7,2-9).

Knitter concluye que los títulos que los primeros cristianos fueron atribuyendo a a Jesús le corresponden verdaderamente pero no únicamente; uno se siente salvado por Jesús, pero no experimenta que sea el único salvador posible para todo el mundo. Jesús no es la manifestación de Dios completa, definitiva e insuperable; pero sí es una manifestación de validez universal, decisiva, e indispensale.

Gonzalo Haya

gonzalohaya@telefonica.net

Fuente Atrio

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El día en que Jesús “hizo las maletas” ¿Dónde estaban Mateo y Juan?

Domingo, 21 de mayo de 2023

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La Ascensión del Cristo es el complemento lógico de su Resurrección y el preludio necesario para su divinización.

En posts anteriores he señalado que se suponía que el mítico fundador de Roma, Rómulo, había corrido la misma suerte .

Añadiré hoy un complemento sobre el valor histórico, desde el punto de vista de algunos, que convendría conceder a tal hecho, bajo el pretexto de que figuraría en documentos que son históricos y presentados como testimonios. Cuando digo “de”, entendamonos: el relato de la Ascensión figura bien en ciertos evangelios apócrifos; pero dejemos éstos de lado por hoy, ya que, según el punto de vista que acometo, es decir el de la historia infestada de teología, los llamados evangelios apócrifos no serían creíbles, de ningún modo; mientras que los cuatro canónicos lo serían. Veamoslos pues.

Primera observación: de los cuatro Evangelios decretados creíbles, sólo dos hablan de la Ascensión : Marcos y Lucas. El pasaje de Marcos es de una brevedad notable: “Entonces, el Señor Jesús, después de hablar con ellos, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios. “ (Marcos 16 , 19 ) . Cada uno sacará las conclusiones que quiera. Lucas es un poco más largo, pero tiene una vaga mirada de la narración, ya que el lugar es mencionado como un gesto (bendición) : “Después los llevó Jesús hasta Betania; allí alzó las manos y los bendijo. Sucedió que, mientras los bendecía, se alejó de ellos y fue llevado al cielo”. (Lucas 24, 50-51) Esto es realmente corto , sobre todo teniendo en cuenta el hecho de que los Evangelios de Marcos y Lucas son muy abundantes en los detalles de género “vivido” y esto para cantidad de episodios que están lejos de tener la importancia de este último.

Los teólogos no tuvieron ningún problema para edificar un razonamiento para establecer que esta brevedad es querida y significativa; posiblemente veremos allí el signo tangible de la salida simultánea del tiempo y del espacio que debía tener su equivalente en el estilo del relato… ¿Por qué no? Pero los historiadores no pueden, evidentemente, seguirlo y se preguntarán más bien si no se trata, muy simplemente, de una interpolación, es decir de un añadido ulterior debido a un copista que encontraba sin duda que la Ascensión, que conocía por otro lado, sea por la tradición oral, sea por otros evangelios, verdaderamente faltaba en éste y que esto podía ser sólo como consecuencia de un error de uno de sus predecesores, un error que había que reparar.

¿Pero entonces, en este caso, por qué la Ascensión no figuraba en el Evangelio de Mateo y en el de Juan, ya que, de cerca o de lejos, no se encuentra en estos dos textos ninguna mención de tal acontecimiento? Pues bien, primero: nada permite afirmar que no hubieran existido evangelios, según Mateo y según Juan, que no hubieran contenido, precisamente, una mención breve, a manera de Marcos y Lucas, del último episodio de la Ascensión. Haré, un poco más tarde, un post sobre los primeros manuscritos íntegros de los evangelios que poseemos. Los manuscritos muy antiguos de los cuatro evangelios no están exentos de divergencias entre ellos con gran numero de variaciones en relacion a los más antiguos que se encuentra en nuestra posesión. Pero no hay ninguno, claro está, que se sepa que incluya una mención de la Ascensión. No obstante, la hipótesis de que haya existido alguno no es descabellada.

Desconfiemos, sin embargo, de hipótesis en historia y quedémonos con el hecho de que Mateo y Juan no mencionan la Ascensión. Pero recordamos también el hecho, porque está ahí, que Orígenes y Jerónimo se quejan de las variantes que observan en los diversos manuscritos que tienen en su disposición.

Para concluir sobre la Ascensión, la ausencia de este episodio en Mateo y Juan parece estar más cerca del hecho de que, – por lo menos teóricamente ¿debiera suscribirlo? Es otra la cuestión – Mateo y Juan son testigos directos de los acontecimientos que cuentan, contrariamente a Marcos y Lucas.

Suponiendo que Mateo y Juan hayan estado ocupados con otras cosas el día de la Ascensión – lo que sería poco menos que un desastre – por lo menos debían habernos dicho que sus compañeros habían visto …

¿Será que la importancia de la Ascensión se les había escapado? Pero, en este caso, habría sido necesario que el Espíritu Santo que los inspiraba, se hubiera también, el mismo, distraído…

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Jean-Paul Yves le Goff

http://www.lelivrelibre.net

Publicado en fr.soc.religio

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En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, paro algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo:

“Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.”

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Mateo 28,16-20

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Existe otro mundo. Su tiempo no es nuestro tiempo, su espacio no es nuestro espacio; pero existe. No es posible situarlo, ni asignarle una localización en ningún sitio de nuestro universo sensible: sus leyes no son nuestras leyes; pero existe.

Yo lo he visto lanzarse, con la mirada del espíritu, cual «fulguración silenciosa», como trascendencia que se entrega; en semejante circunstancia ve el espíritu, con deslumbrante claridad, lo que los ojos del cuerpo no ven, por muy dilatados que estén por la atención y a pesar de que subsista en ellos, después de todo, una especie de sensación residual.

Existe casi una contradicción permanente en hablar de este otro mundo, que está aquí y que está allí, como del «Reino de los Cielos» del evangelio, que puede hacerse inteligible sin palabras y visible sin figuras, que sorprende totalmente sin confundir; pero existe. Es más bello que lo que llamamos belleza, más luminoso que lo que llamamos luz; sería un grave error hacernos una representación fantasmal y descolorida del mismo, como si fuera menos concreto que nuestro mundo sensible.

Todos caminamos hacia este mundo donde se inserta la resurrección de los cuerpos; en él es donde se realizará, en un instante, esa parte esencial de nosotros mismos que se puso de manifiesto para unos por el bautismo, para otros por la intuición espiritual, para todos por la caridad; en él es donde volveremos a encontrar a los que creíamos haber perdido y están salvos. No entraremos en una forma etérea, sino en pleno corazón de la vida misma, y allí haremos la experiencia de aquella alegría inaudita que se multiplica por toda la felicidad que dispensa en torno a sí, y por el misterio central de la efusión divina.

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André Frossard,
¿Hay otro mundo?
Rialp, Madrid 1981.

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“¿Cómo vivir un cristianismo que diga algo a nuestro presente?”, por Consuelo Vélez

Jueves, 11 de mayo de 2023

IMG_9654De su blog Fe y Vida:

Consuelo Vélez

El conocido teólogo Karl Rahner afirmó que el cristiano del futuro será místico o no será cristiano” y ya estamos en el “futuro” -en referencia a sus palabras- y es válido pensar si está frase se está cumpliendo y si, precisamente por no ser místicos, más y más gente se aleja de la vivencia de la fe.

Pero vayamos por partes. Lo primero será entender que significa “ser místico. Algunos creen que es retirarse del mundo y dedicarse exclusivamente a los ámbitos que comúnmente llamamos “sagrados”. Supondría gastar horas y horas en liturgias y oraciones, entre más solemnes y misteriosas, más valiosas, y rodearse de símbolos religiosos, espacios religiosos, cantos religiosos. Todo esto tiene valor en su justa medida, pero ninguna de esas realidades garantiza la experiencia mística. En realidad, la mística se refiere a la experiencia de Dios que tiene una persona de una manera fuerte, profunda, totalizante y que se expresa en su manera de ser y de actuar. Pero aquí es donde viene una necesaria reflexión para discernir cuándo es una experiencia mística y cuando puede ser un ritualismo externo.

La clave nos la da el Dios en quien creemos los cristianos y con el que nos relacionamos: Jesús de Nazaret. Podemos saber cómo es Dios -sin pretender decir que lo abarcamos plenamente ya que Él siempre supera nuestra comprensión humana- porque Jesús nos lo reveló con sus palabras y obras. El Dios que conocemos a través de Jesús es el de la misericordia infinita. Es el que pone al ser humano como valor fundamental frente a lo cual todo lo demás ha de ser para su bien y no para ningún tipo de opresión, exclusión o sujeción. El Dios de Jesús es el que propone la mesa común de los hermanos y hermanas reunidos en su nombre. Es el que apuesta por el diálogo y la paz renunciando a toda guerra y vencimiento por la fuerza. El Dios del reino es el que se asegura que los desfavorecidos y descartados -como dice el papa Francisco- sean los privilegiados para que no se queden por fuera en ningún sentido. El Dios revelado por Jesús es el que cree en la diversidad, en el valor de lo pequeño, en la gratuidad, en la fiesta, en el gozo por cada situación que logra transformarse para el bien. Es el que siembra a manos llenas la semilla por todos los campos y espera pacientemente hasta su cosecha. Es el que paga igual sin importar la hora de llegada y el que dice que el mayor en el reino es el que se hace servidor de todos. Estas características y muchas otras que podrían señalarse, son las que invitan a entender que la mística cristiana no tiene nada que ver con alejarse del mundo sino con meterse en él buscando encarnar esta manera de ser de Dios y la llamada que nos hace. Algunos llaman a esto, “mística de ojos abiertos” porque, en efecto, se experimenta a Dios en la historia presente y se responde a su amor en esta realidad.

Algunos grupos no parecen ser místicos de ojos abiertos, sino que proponen la mística en el sentido al que nos referimos al inicio. Aunque estos grupos cuentan con un significativo número de personas -que nos hacen preguntarnos si no será por ahí el camino-, una mirada atenta nos hace ver que muchas de sus propuestas y prácticas no están en consonancia con la experiencia del Dios de Jesús. Definitivamente, la mística no consiste en encerrarse en el intimismo, moralismo, ritualismo o tradicionalismo, aunque esas formas den seguridad. La mística consiste en atender a los “signos de los tiempos”, lugar donde el Espíritu de Dios continúa hablando, para encontrarle allí donde está revelándose y donde se puede dar esta experiencia de encuentro con Él o experiencia mística como se le ha llamado.

Desde estas aclaraciones, podríamos decir que muchos cristianos de hoy siguen en deuda con una experiencia religiosa que los vuelque hacia el mundo, que no le teman, que no lo satanicen, que no lo consideren perdición, sino que lo vean como lugar de encuentro con Dios para más amarle, más servirle, más garantizar que esta historia pueda ser historia de salvación para todos. Sigue pendiente que los cristianos acompañen las búsquedas sociales, culturales, políticas, etc., de las personas de hoy, especialmente, de los más jóvenes. Que lo hagan con humildad y sin pretensión de tener la verdad absoluta. A fin de cuentas, la experiencia de vivir es un misterio que cada día nos sorprende, invitándonos a acoger y realizar con esperanza y creatividad, la novedad del vivir, del amar.

Personalmente creo que las personas se alejan de la institución eclesial porque la ven muchos pasos atrás de la realidad del mundo -siempre con temores y resistiéndose a los cambios- y se alejan de la experiencia de fe porque no logran explicarla de manera encarnada y significativa para este presente. No será por más rezar o por más celebrar liturgias solemnes como se conseguirá que la gente vuelva a la experiencia de fe. Será por ser místicos de ojos abiertos -como tal vez lo diría hoy Rahner-, como la fe seguirá viva y fecunda en los tiempos de secularización que vivimos. Si nos atreviéramos a poner en práctica la fe histórica de la que somos depositarios, la fe encarnada que Jesús nos mostró, la fe comprometida que su praxis nos señaló, posiblemente hablaríamos menos de pérdida de fe y nos sorprenderíamos de la riqueza y fecundidad de la fe cristiana cuando es capaz de caminar al ritmo de los tiempos.

(Foto tomada de: https://humanidades.com/pobreza/)

 

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