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Festividad de La Asunción

Martes, 15 de agosto de 2023
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ASUNCION

Plenitud de agosto,
vuelo de Asunción.
Bodega con mosto
de tu Corazón.

Rutas de Araguaia,
con mi pueblo en cruz.
Mi «seca» y tu playa:
la Paz de Jesús.

Lograda María,
llegada Asunción,
que reclama y guía
nuestra romería
de Liberación.

*

Pedro Casaldáliga

***

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No cabe duda de que la Virgen María está en el cielo. Cómo ocurrió no lo sabemos. Y, ya que el Espíritu Santo no nos ha dicho nada acerca de esto, no lo podemos hacer artículo de fe… Es suficiente saber que ella vive en Cristo.”

*

Martín Lutero,
1483-1546

***

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***

María de todos nuestros deseos
y de todas nuestras esperanzas …

Te saludo María,
madre de todos nuestros deseos de ser felices.
Eres la tierra que dice sí a la vida.
Eres la humanidad que consiente en Dios.
Eres la fruta de las promesas del pasado
y el futuro de nuestro presente.
Eres la fe que acoge lo imprevisible,
eres la fe que acoge lo invisible

Te saludo María,
madre de todas nuestras búsquedas
de este Dios imprevisto.
Del Templo donde lo pierdes,
al Calvario donde es colgado
su camino te parece una locura.
Eres cada uno de nosotros que busca a Jesús,
sin comprender bien su vida y sus palabras.
Eres la madre de las oscuridades de la fe,
tú quien observas todos los acontecimientos en tu corazón,
profundizas y meditas todos nuestros ” ¿por qué? ”
Y quien confía en el futuro de Dios, tu Señor.

Te saludo María,
madre de todos nuestros sufrimientos.
Eres la mujer de pie
al pie del hombre crucificado,
eres la madre de todos los que lloran
la inocencia masacrada y el preso torturado.

Te saludo María,
madre de Jesús y del discípulo que creyó.
Eres la madre de los Hombres y de la Iglesia,
estás en la encrucijada de la historia de la salvación
que Dios inventa desde Abraham y Moisés.

Te saludo María,
madre de todos nuestros pentecostés.
Eres, con los apóstoles,
la Iglesia que ruega y acoge los dones del Espíritu Santo.

Te saludo María,
madre de todas nuestras esperanzas.
Eres la estrella radiante de pueblo en marcha hacia Dios.
Eres el anuncio de la humanidad transfigurada,
eres el éxito de la creación
que Dios hizo para su eternidad.

*

Michel Hubaut
Oración extraída de « Cristo nuestra felicidad, aprender a orar con san Francisco de Asís y Santa Clara de Asís», Éditions Fayard, 1986

*

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***

María, en su canto de alabanza, no engrandeció a Dios sólo de una manera abstracta por haber «levantado a los humildes» y haber «llenado de bienes a los hambrientos», sino que lo hizo indudablemente también porque conocía esta bajeza ante Dios mejor que cualquier otra criatura: Dios, el poderoso, en efecto, «ha mirado la humildad de su sierva», y por esa mirada proyectada sobre ella, no por su ensalzamiento, ella se alegra por «la grandeza del Señor». Si bien María era materialmente pobre, no se alegra por los dones materiales que le fueron concedidos […], sino por el don inaudito de una maternidad mesiánica, que no era tanto un don hecho a ella personalmente como un acto de misericordia hacia su «siervo Israel», que ha obtenido la «semilla de Abrahán»por la que había suspirado tanto tiempo. En su opción en favor de los pobres, María es perfectamente ella misma, no se ha alienado en absoluto en «otra María».

Sabe que ha llegado a ser Madre de una manera única e incomparable por pura gracia, y Madre no sólo de su único Hijo, sino, en él, de todos aquellos que mediante él y en él se han convertido en hijos e hijas de Dios en la Iglesia. (Y cuando aquí hablamos de Iglesia, sus confines permanecen indefinidos, porque la gracia de la redención de Cristo ha llegado, en efecto, a todos los hombres que nacieron antes que él y después de él.) «La mediación de María está ligada, efectivamente, a su maternidad, posee un carácter específicamente materno»(Redemptoris Mater 38) y, por eso, ella es el centro de la «comunión de los santos», «está como envuelta por toda la realidad de la comunión de los santos» (Redemptoris Mater 41), de esa capacidad de ser-para-los-otros en el Reino de Dios como coronamiento sobrenatural de la estupenda posibilidad ya en el plano natural, o sea, de la capacidad de poderse apoyar y ayudar recíprocamente.

*

H. U. von Balthasar, «Comentario a la encíclica “Redemptoris Mater”», en H. U. von Balthasar – J. Ratzinger, María. El sí de Dios al hombreo. Introducción y comentario a la encíclica«Redemptoris Mater», Brescia 31988, pp. 56ss, passim)

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El tesoro escondido

Domingo, 30 de julio de 2023
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 En Éxodo

La vida sobre ruedas o a caballo,
yendo y viniendo de misión cumplida,
árbol entre los árboles me callo
y oigo como se acerca Tú Venida.

Cuanto menos Te encuentro, más Te hallo,
libres los dos de nombre y de medida.
Dueño del miedo que Te doy vasallo,
vivo de la esperanza de Tú vida.

Al acecho del Reino diferente,
voy amando las cosas y la gente,
ciudadano de todo y extranjero.

Y me llama Tú paz como un abismo
mientras cruzo las sombras, guerrillero
del Mundo, de la Iglesia y de mí mismo.

*

Pedro Casaldáliga
El Tiempo y la espera
Editorial Sal Terrae, Santander 1986

***

 

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:

“El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.

El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.

El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien todo esto?

Ellos le contestaron:

– “Sí.”

Él les dijo:

“Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.”

*

Mateo 13,44-52

***

“Se puede definir al hombre como el que busca la verdad”

Juan Pablo II

La vida que Dios da al hombre es original y diferente de la de los demás criaturas vivientes, o que el hombre aunque proveniente del polvo de la tierra (cf Gn 2,7; 3,19; Job 34,15; Sol 103,14; 104,29), es manifestación de Dios en el mundo, signo de su presencio, resplandor de su gloria (cf Gn 1,26-27; Sol 8,6). Al hombre se le ha dado un altísima dignidad, que tiene sus raíces en el vínculo íntimo que lo une o su Creador: en el hombre se refleja la realidad misma de Dios.

En la vida del hombre, la imagen de Dios vuelve o resplandecer y se manifiesta en toda su plenitud con lo venida del Hijo de Dios en carne humana: “El es Imagen de Dios invisible” (Col 1 ,15), “resplandor de su gloria e impronta de su sustancia” (Heb 1,3). El es la imagen perfecta del Padre… La plenitud de la vida se da a cuantos aceptan seguir a Cristo. En ellos, la imagen divina es restaurada, renovada y llevada a perfección. Este es el designio de Dios sobre los seres humanos; que “reproduzcan la imagen de su Hijo” (Rom 8,29). Solo así con el esplendor de esta imagen, el hombre puede ser liberado de lo esclavitud de lo idolatría, puede reconstruir lo fraternidad rota y reencontrar su propio identidad

*

Juan Pablo II,
carta encíclica Evangelium vitae, nn. 34.36.

***

*

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1º de Mayo, San José Obrero

Lunes, 1 de mayo de 2023
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En la fiesta del 1º de Mayo, no podemos olvidarnos de que Jesús de Nazaret era un obrero, de estirpe de obreros, encallecidas sus manos con el trabajo diario, solidario con los que sufrían las injusticias y el desprecio, hermano de los “anawim“…

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Vivías del trabajo cotidiano,
fuiste un trabajador, un simple obrero;
¿tu fidelidad?: –“es José el carpintero”-,
un humilde currante, un artesano.

Trabajo en el que fuiste nuestro hermano;
un trabajo de honrado jornalero
que en todo cuanto hace pone esmero,
porque sabe que Dios usa su mano.

Patrono del trabajo y su salmista,
-manos callosas y dedo vendado-
enseña al hombre de hoy, tan derrotista,
a vivir su trabajo ilusionado,
más alegre, cristiano y optimista,
más solidario y más humanizado.

*

JESÚS ADOLESCENTE EN EL TALLER DE JOSÉ.-John Everett Millais

Y EL VERBO SE HIZO CLASE

En el vientre de María

Dios se hizo hombre.

Y en el taller de José

Dios se hizo también clase.

*

Pedro Casaldáliga,
“Fuego y ceniza al viento. Antología espiritual”,
Sal Terrae, 1984,

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15

Dios creó al hombre no para vivir aisladamente, sino para formar sociedad. De la misma manera, Dios «ha querido santificar y salvar a los hombres no aisladamente, sin conexión alguna de unos con otros, sino constituyendo un pueblo que le confesara en verdad y le sirviera santamente».

Desde el comienzo de la historia de la salvación, Dios ha elegido a los hombres no solamente en cuanto individuos, sino también en cuanto miembros de una determinada comunidad. A los que eligió Dios manifestando su propósito, denominó pueblo suyo (Ex 3,7-12), con el que además estableció un pacto en el monte Sinaí.

Esta índole comunitaria se perfecciona y se consuma en la obra de Jesucristo. El propio Verbo encarnado quiso participar de la vida social humana.

Asistió a las bodas de Caná, bajó a la casa de Zaqueo, comió con publicanos y pecadores. Reveló el amor del Padre y la excelsa vocación del hombre evocando las relaciones más comunes de la vida social y sirviéndose del lenguaje y de las imágenes de la vida diaria corriente.

Sometiéndose voluntariamente a las leyes de su patria, santificó los vínculos humanos, sobre todo los de la familia, fuente de la vida social. Eligió la vida propia de un trabajador de su tiempo y de su tierra […].

Sabemos que, con la oblación de su trabajo a Dios, los hombres se asocian a la propia obra redentora de Jesucristo, quien dio al trabajo una dignidad sobreeminente laborando con sus propias manos en Nazaret.

De aquí se deriva para todo hombre el deber de trabajar fielmente, así como también ei derecho al trabajo. Y es deber de la sociedad, por su parte, ayudar, según sus propias circunstancias, a los ciudadanos para que puedan encontrar la oportunidad de un trabajo suficiente.

Por último, la remuneración del trabajo debe ser tal que permita al hombre y a su familia una vida digna en el plano material, social, cultural y espiritual, teniendo presentes el puesto de trabajo y la productividad de cada uno, así como las condiciones de la empresa y el bien común.

*

Gaudium et spes, 32 y 67

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Conocer su voz… No nos faltará su silbo

Domingo, 30 de abril de 2023
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SALMO 23

El Señor es mi Pastor…

Los pastores de mi casa
me enseñaron a sentirLo.
La «chivita» deportada
por la guerra fratricida
me ayudó a reconocerme
vigilado por sus Ojos,
añorado por sus Manos.

Yo sería un pastor
¿bueno?

Tu Palabra me alimenta, cada día,
como un valle.
Me convida tu Misterio, como un monte.
Como un río me penetra,
perdonado,
tu Ternura.

Pirineo y sus pastores,
por las rocas,
en la nieve,

por el Ésera desnudo tierra abajo,
por las noches estrelladas cielo arriba.

Los balidos impotentes me acosaban, siendo niño.
Los balidos de los pobres, degollados, me traspasan.
¿No bastaba con tu sangre, Pascua nuestra?

Si atardece en mis majadas,
Tú serás su paz caliente.
No les faltará tu silbo
cuando rompa el día nuevo.

Los mayores desencantos
puedo atravesar seguro.
¡Tú me llevas como un hombro,
Pastor bueno!

*

Pedro Casaldáliga
Todavía estas palabras, 1994

***

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***

 

En aquel tiempo, dijo Jesús:

“Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda, y las ovejas atienden a sus voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.”

Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús:

“Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante.”

*

Juan 10, 1-10

***

¿Quién es Jesús? Jesús es el buen pastor. Es el mismo Señor quien nos invita a que lo pensemos así: como una figura extremadamente amable, dulce, próxima. Sólo podemos atribuir al Señor expresarse con una bondad infinita. Presentándose con este aspecto, repite la invitación del pastor: establece una relación que sabe de ternuras y de prodigios. Conoce a sus ovejitas y las llama por su nombre. Como nosotros somos de su rebaño, resulta fácil la posibilidad de corresponder que antecede a la misma petición que le presentamos. Él nos conoce y nos llama por nuestro nombre; se acerca a cada uno de nosotros y desea hacernos llegar a una relación afectuosa, filial, con él. La bondad del Señor se manifiesta aquí de una manera sublime, inefable […].

El Cristo que llevamos a la humanidad es el «Hijo del Hombre», como él mismo se llamó. Es el primogénito, el prototipo de la nueva humanidad, es el Hermano, el Compañero, el Amigo por excelencia. Sólo de él puede decirse, con toda verdad, que «conocía todo lo que hay en el hombre» (Jn 2,25). Es el enviado por Dios no para condenar al mundo, sino para salvarlo. Es el buen pastor de la humanidad. No hay valor humano que no haya respetado, ensalzado y rescatado. No hay sufrimiento humano que no haya comprendido, compartido y valorado. No hay necesidad humana -con excepción de las imperfecciones humanas- que no asumiera y probara en sí mismo y propusiera a la inventiva y a la generosidad de los otros hombres como objeto de su solicitud y de su amor, por así decirlo, como condición de su salvación.

*

Pablo VI,
Discurso del 28 de abril de 1968.

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“Dios tiene la última palabra”. 09 de abril de 2023. Pascua de Resurrección (A). Mateo 28, 1- 10.

Domingo, 9 de abril de 2023
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5610_159130280184_684985184_3801385_7704869_nLa resurrección de Jesús no es solo una celebración litúrgica. Es, antes que nada, la manifestación del amor poderoso de Dios, que nos salva de la muerte y del pecado. ¿Es posible experimentar hoy su fuerza vivificadora?

Lo primero es tomar conciencia de que la vida está habitada por un Misterio acogedor que Jesús llama «Padre». En el mundo hay tal «exceso» de sufrimiento que la vida nos puede parecer algo caótico y absurdo. No es así. Aunque a veces no sea fácil experimentarlo, nuestra existencia está sostenida y dirigida por Dios hacia una plenitud final.

Esto lo hemos de empezar a vivir desde nuestro propio ser: yo soy amado por Dios; a mí me espera una plenitud sin fin. Hay tantas frustraciones en nuestra vida, nos queremos a veces tan poco, nos despreciamos tanto, que ahogamos en nosotros la alegría de vivir. Dios resucitador puede despertar de nuevo nuestra confianza y nuestro gozo.

No es la muerte la que tiene la última palabra, sino Dios. Hay tanta muerte injusta, tanta enfermedad dolorosa, tanta vida sin sentido, que podríamos hundirnos en la desesperanza. La resurrección de Jesús nos recuerda que Dios existe y salva. Él nos hará conocer la vida plena que aquí no hemos conocido.

Celebrar la resurrección de Jesús es abrirnos a la energía vivificadora de Dios. El verdadero enemigo de la vida no es el sufrimiento, sino la tristeza. Nos falta pasión por la vida y compasión por los que sufren. Y nos sobra apatía y hedonismo barato que nos hacen vivir sin disfrutar lo mejor de la existencia: el amor. La resurrección puede ser fuente y estímulo de vida nueva.

José Antonio Pagola

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“Él había de resucitar de entre los muertos”. Domingo 09 de abril de 2023. Domingo de Pascua.

Domingo, 9 de abril de 2023
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23-PascuaA1Leído en Koinonia:

Hch 10,34-43: Nosotros hemos comido y bebido con él después de su resurrección
Salmo responsorial 117: Este es el día en que actuó el Señor sea nuestra alegría y nuestro gozo
Col 3,1-4: Busquen los bienes de allá arriba, donde está Cristo
Jn 20,1-9:  Él había de resucitar de entre los muertos

A) Primer comentario

Para este domingo de Pascua nos ofrece la liturgia como primera lectura uno de los discursos de Pedro una vez transformado por la fuerza de Pentecostés: aquél que pronunció en casa del centurión Cornelio, a propósito del consumo de alimentos puros e impuros, lo que estaba en íntima relación con el tema del anuncio del Evangelio a los no judíos y de su ingreso a la naciente comunidad cristiana. El discurso de Pedro es un resumen de la proclamación típica del Evangelio que contiene los elementos esenciales de la historia de la salvación y de las promesas de Dios cumplidas en Jesús. Pedro y los demás apóstoles predican la muerte de Jesús a manos de los judíos, pero también su resurrección por obra del Padre, porque “Dios estaba con él”. De modo que la muerte y resurrección de Jesús son la vía de acceso de todos los hombres y mujeres, judíos y no judíos, a la gran familia surgida de la fe en su persona como Hijo y Enviado de Dios, y como Salvador universal; una familia donde no hay exclusiones de ningún tipo. Ese es uno de los principales signos de la resurrección de Jesús y el medio más efectivo para comprobar al mundo que él se mantiene vivo en la comunidad.

Una comunidad, un pueblo, una sociedad donde hay excluidos o marginados, donde el rigor de las leyes divide y aparta a unos de otros, es la antítesis del efecto primordial de la Resurrección; y en mucho mayor medida si se trata de una comunidad o de un pueblo que dice llamarse cristiano.

El evangelio de Juan nos presenta a María Magdalena madrugando para ir al sepulcro de Jesús. “Todavía estaba oscuro”, subraya el evangelista. Es preciso tener en cuenta ese detalle, porque a Juan le gusta jugar con esos símbolos en contraste: luz-tinieblas, mundo-espíritu, verdad-falsedad, etc. María, pues, permanece todavía a oscuras; no ha experimentado aún la realidad de la Resurrección. Al ver que la piedra con que habían tapado el sepulcro se halla corrida, no entra, como lo hacen las mujeres en el relato lucano, sino que se devuelve para buscar a Pedro y al “otro discípulo”. Ella permanece sometida todavía a la figura masculina; su reacción natural es dejar que sean ellos quienes vean y comprueben, y que luego digan ellos mismos qué fue lo que vieron. Este es otro contraste con el relato lucano. Pero incluso entre Pedro y el otro discípulo al que el Señor “quería mucho”, existe en el relato de Juan un cierto rezago de relación jerárquica: pese a que el “otro discípulo” corrió más, debía ser Pedro, el de mayor edad, quien entrase primero a mirar. Y en efecto, en la tumba sólo están las vendas y el sudario; el cuerpo de Jesús ha desaparecido. Viendo esto creyeron, entendieron que la Escritura decía que él tenía que resucitar, y partieron a comunicar tan trascendental noticia a los demás discípulos. La estructura simbólica del relato queda perfectamente construida.

La acción transformadora más palpable de la resurrección de Jesús fue a partir de entonces su capacidad de transformar el interior de los discípulos -antes disgregados, egoístas, divididos y atemorizados- para volver a convocarlos o reunirlos en torno a la causa del Evangelio y llenarlos de su espíritu de perdón.

La pequeña comunidad de los discípulos no sólo había sido disuelta por el «ajusticiamiento» de Jesús, sino también por el miedo a sus enemigos y por la inseguridad que deja en un grupo la traición de uno de sus integrantes.

Los corazones de todos estaban heridos. A la hora de la verdad, todos eran dignos de reproche: nadie había entendido correctamente la propuesta del Maestro. Por eso, quien no lo había traicionado lo había abandonado a su suerte. Y si todos eran dignos de reproche, todos estaban necesitados de perdón. Volver a dar cohesión a la comunidad de seguidores, darles unidad interna en el perdón mutuo, en la solidaridad, en la fraternidad y en la igualdad, era humanamente un imposible. Sin embargo, la presencia y la fuerza interior del «Resucitado» lo logró.

Cuando los discípulos de esta primera comunidad sienten interiormente esta presencia transformadora de Jesús, y cuando la comunican, es cuando realmente experimentan su resurrección. Y es entonces cuando ya les sobran todas las pruebas exteriores de la misma. El contenido simbólico de los relatos del Resucitado actuante que presentan a la comunidad, revela el proceso renovador que opera el Resucitado en el interior de las personas y del grupo.

Magnífico ejemplo de lo que el efecto de la Resurrección puede producir también hoy entre nosotros, en el ámbito personal y comunitario. La capacidad del perdón; de la reconciliación con nosotros mismos, con Dios y con los demás; la capacidad de reunificación; la de transformarse en proclamadores eficientes de la presencia viva del Resucitado, puede operarse también entre nosotros como en aquel puñado de hombres tristes, cobardes y desperdigados a quienes transformó el milagro de la Resurrección.

El evangelio de hoy está recogido en la serie «Un tal Jesús» de los hermanos López Vigil, en el capítulo 125 ó 126, Sus audios, así como los guiones de literarios de los episodios y sus correspondientes comentarios teológicos se pueden encontrar y tomar en http://www.untaljesus.net

B) Segundo comentario: «El Resucitado es el Crucificado»

Como otros años, incluimos aquí un segundo guión de homilía, netamente en la línea de la espiritualidad latinoamericana de la liberación, que titulamos con ese conocido lema de la cristología de la liberación que encabeza este apartado.

Lo que no es la resurrección de Jesús

Se suele decir en teología que la resurrección de Jesús no es un hecho “histórico”, con lo cual se quiere decir no que sea un hecho irreal, sino que su realidad está más allá de lo físico. La resurrección de Jesús no es un hecho realmente registrable en la historia; nadie hubiera podido fotografiar aquella resurrección. La resurrección de Jesús objeto de nuestra fe es más que un fenómeno físico. De hecho, los evangelios no nos narran la resurrección: nadie la vio. Los testimonios que nos aportan son de experiencias de creyentes que, después, “sienten vivo” al resucitado, pero no son testimonios del hecho mismo de la resurrección.

La resurrección de Jesús no tiene parecido alguno con la “reviviscencia” de Lázaro. La de Jesús no consistió en la vuelta a esta vida, ni en la reanimación de un cadáver (de hecho, en teoría, no repugnaría creer en la resurrección de Jesús aunque hubiera quedado su cadáver entre nosotros, porque el cuerpo resucitado no es, sin más, el cadáver). La resurrección (tanto la de Jesús como la nuestra) no es una vuelta hacia atrás, sino un paso adelante, un paso hacia otra forma de vida, la de Dios.

Importa recalcar este aspecto para darnos cuenta de que nuestra fe en la resurrección no es la adhesión a un “mito”, como ocurre en tantas religiones, que tienen mitos de resurrección. Nuestra afirmación de la resurrección no tiene por objeto un hecho físico sino una verdad de fe con un sentido muy profundo, que es el que queremos desentrañar.

La “buena noticia” de la resurrección fue conflictiva

Una primera lectura de los Hechos de los Apóstoles suscita una cierta extrañeza: ¿por qué la noticia de la resurrección suscitó la ira y la persecución por parte de los judíos? Noticias de resurrecciones eran en aquel mundo religioso menos infrecuentes y extrañas que entre nosotros. A nadie hubiera tenido que ofender en principio la noticia de que alguien hubiera tenido la suerte de ser resucitado por Dios. Sin embargo, la resurrección de Jesús fue recibida con una agresividad extrema por parte de las autoridades judías. Hace pensar el fuerte contraste con la situación actual: hoy día nadie se irrita al escuchar esa noticia. ¿La resurrección de Jesús ahora suscita indiferencia? ¿Por qué esa diferencia? ¿Será que no anunciamos la misma resurrección, o que no anunciamos lo mismo en el anuncio de la resurrección de Jesús?

Leyendo más atentamente los Hechos de los Apóstoles ya se da uno cuenta de que el anuncio mismo que hacían los apóstoles tenía un aire polémico: anunciaban la resurrección “de ese Jesús a quien ustedes crucificaron”. Es decir, no anunciaban la resurrección en abstracto, como si la resurrección de Jesús fuese simplemente la afirmación de la prolongación de la vida humana tras la muerte. Tampoco estaban anunciando la resurrección de un alguien cualquiera, como si lo que importara fuera simplemente que un ser humano, cualquiera que fuese, había traspasado las puertas de la muerte.

El crucificado es el resucitado

Los apóstoles no anunciaban una resurrección muy concreta: la de aquel hombre llamado Jesús, a quien las autoridades civiles y religiosas habían rechazado, excomulgado y condenado.

Cuando Jesús fue atacado por las autoridades, se encontró solo. Sus discípulos lo abandonaron, y Dios mismo guardó silencio, como si estuviera de acuerdo. Todo pareció concluir con su crucifixión. Todos se dispersaron y quisieron olvidar.

Pero ahí ocurrió algo. Una experiencia nueva y poderosa se les impuso: sintieron que estaba vivo. Les invadió una certeza extraña: que Dios sacaba la cara por Jesús, y se empeñaba en reivindicar su nombre y su honra. “Jesús está vivo, no pudieron hundirlo en la muerte. Dios lo ha resucitado, lo ha sentado a su derecha misma, confirmando la veracidad y el valor de su vida, de su palabra, de su Causa. Jesús tenía razón, y no la tenían los que lo expulsaron de este mundo y despreciaron su Causa. Dios está de parte de Jesús, Dios respalda la Causa del Crucificado. El Crucificado ha resucitado, !vive!

Y esto era lo que verdaderamente irritó a las autoridades judías: Jesús les irritó estando vivo, y les irritó igualmente estando resucitado. También a ellas, lo que les irritaba no era el hecho físico mismo de una resurrección, que un ser humano muera o resucite; lo que no podían tolerar era pensar que la Causa de Jesús, su proyecto, su utopía, que tan peligrosa habían considerado en vida de Jesús y que ya creían enterrada, volviera a ponerse en pie, resucitara. Y no podían aceptar que Dios estuviera sacando la cara por aquel crucificado condenado y excomulgado. Ellos creían en otro Dios.

Creer con la fe de Jesús

Pero los discípulos, que redescubrieron en Jesús el rostro de Dios (como Dios de Jesús) comprendieron que Jesús era el Hijo, el Señor, la Verdad, el Camino, la Vida, el Alfa, la Omega. La muerte no tenía ningún poder sobre él. Estaba vivo. Había resucitado. Y no podían sino confesarlo y “seguirlo”, “persiguiendo su Causa”, obedeciendo a Dios antes que a los hombres, aunque costase la muerte. Leer más…

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9.4.23 La Pascua empieza por tres mujeres. Entrar en la tumba, morir con Jesús, recrear el mundo (Mc 16, 1-8)

Domingo, 9 de abril de 2023
Comentarios desactivados en 9.4.23 La Pascua empieza por tres mujeres. Entrar en la tumba, morir con Jesús, recrear el mundo (Mc 16, 1-8)

57485442_1213996768777513_5218566022633619456_nDel blog de Xabier Pikaza:

Éste es el mensaje de Jesús, ésta es la iglesia.  

Tres mujeres van a despedir a Jesús con aromas, como se despide a los muertos.

Pero ven la tumba abierta y entran. Han de morir con Jesús, compartir su vida y anunciarla al mundo entero.

Jesús les da el encargo de “poner en marcha a la iglesia” (discípulos de Jesús y Pedro…). Pero tienen miedo. No pueden cumplir el encargo de Jesús, no van a Galilea. Parece que  quedan en Jerusalén/Roma/Bizancio… guardando la vacía de Jesús hasta hoytumba (2023).

¿Podrán cumplir las tres mujeres el encargo de Jesús?. ¿Seguirán teniendo miedo? ¿Será la culpa de los varones que no aceptamos laPascua de la mujeres, no entramos en el sepulcro de Jesús, no resucitamos con él?

Mc 16, 1-9

(a. Mujeres) 1 Pasado el sábado, María Magdalena, y María la de Jacob y Salomé compraron perfumes para ir a embalsamar a Jesús. 2  Y muy de mañana, el día después del sábado, a la salida del sol, fueron al sepulcro. 3 Iban comentando:¿Quién nos correrá la piedra de la entrada del sepulcro? 4  Y mirando vieron que la piedra había sido corrida, aunque era inmensamente grande.

(b. Joven de pascua, Jesús) 5 Cuando entraron en el sepulcro, vieron a un joven sentado a la derecha, que iba vestido con una túnica blanca. Ellas se asustaron. 6 Pero él les dijo: No os asustéis. Buscáis a Jesús el nazareno, el crucificado. Ha resucitado; no está aquí. Mirad el lugar donde lo habían puesto. 7 Pero id, decid a sus discípulos y a Pedro: El os precede a Galilea; allí lo veréis, tal como os dijo.

(c. Mujeres, discípulos y Pedro. No ha llegado aún la pascua).Pero ellas, saliendo del sepulcro huyeron. Tenían gran miedo, estaban fuera de sí. Y no dijeron nada a nadie, pues tenían miedo

 Introdcción

Las palabras  del joven de pascua («id a Galilea… allí le veréis»: auton opsesthe, Mc 16, 7) abren un horizonte de esperanza y un camino de fe-compromiso  desde el hueco del sepulcro, para unirnos a Jesús, para morir y resucitar con él.

  Esta experiencia de las mujeres marca una nueva trayectoria en la historia. No se trata de un simple ajuste de rumbo, sinodeun cambio radical de “territorio”.

Se trata de empezar de nuevo el camino de Jesús, desde Galilea, sin quedarnos en Jerusalén (como habían querido muchos seguidores de Jesús.

Se trata de saber que lo importante no es aquello que sucederá al final (en la culminación del tiempo, más allá del mundo), sino lo que podemos y debemos hacer en este tiempo, retomando el camino de Jesús en Galilea, pero no simplemente como antes, sino sabiendo quién ha sido y es Jesús, a quien han matado precisamente en Jerusalén, cuando quiso implantar allí el Reino de Dios.

En este contexto no son fundamentales las posibles “apariciones” concretas de Jesús resucitado, por más significativas que ellas sean, como ha confesado Pablo (1 Cor 15, 3-9) y como han escenificado los capítulos finales de los otros evangelio

Marcos quiere algo distinto quiere retomar la experiencia básica de  Jesús, condensada en el signo de la “tumba ”, en la que debemos entrar, para renacer con él… (una muerte vencida, una cruz salvadora) y en la palabra de pascua cristiana del “joven” que habla desde el hueco (vacío) de la tumba, proclamando que Jesús ¡ha resucitado! y diciendo a las mujeres (y por ellas a los demás discípulos) vayan a Galilea (¡allí le veréis como os dijo!), para retomar su obra.

Esta “visión” de la tumba abierta  rompe un modelo de escatología apocalíptica (según la cual todo debía haber terminado, con la venida imperiosa del Hijo de hombre) y sitúa a los discípulos ante la necesidad de recuperar el pasado de Jesús pero no con visiones santas, con triunfos y victorias sobre el mundo.  En contra de eso, el evangelio nos introduce en la tumba de Jesús, para descubrirnos muertos con él, por el…   

3A65903B-8DBF-48C2-A8B7-C8E73B48CDAC16, 1-4. Entrar en el sepulcro, morir con/como él

             Según Marcos, estas mujeres han visto enterrar a Jesús (15, 47) y por eso vuelven a su tumba, para culminar los ritos funerarios y así despedirse de él para siempre.

No hay varones que les acompañen y puedan descorrer con fuerza la piedra de la boca del sepulcro (16, 3). Pedro y los discípulos restantes han huido, y podemos suponer que siguen huyendo todavía hacia Galilea (la “promesa” de 14, 28 indica que no han llegado todavía, que Jesús irá primero). José de Arimatea, que ha cumplido su misión “judía” (15, 42-46), no está con ellas. El centurión de la cruz(15, 39) ha desaparecido…

− Pasado el sábado (16, 1). Han cumplido el ritmo de reposo y sacralidad que marca la ley del  sábado, que a partir de aquí podrá verse tiempo viejo, culto a las fuerzas de este mundo que mantienen a Jesús en el sepulcro. Ese sábado puede interpretarse, según eso, como expresión de pecado, esto es, de triunfo de aquellos que han matado a Jesús y que descansan de su asesinato.

− María Magdalena, María la de Jacob, y Salomé (16, 1). Son las tres que hemos visto en 15,40, las mujeres fieles de Jesús, que le han seguido-servido, y que ahora quieren realizar el último servicio, con aromas para embalsamarle. Con ese gesto acabaría externamente su testimonio y tarea de amistad, llegando hasta el fin en su relación Jesús. Después sólo tendrían un recuerdo de muerte.

− Compraron perfumes… (16, 1). Desde el nivel en que se sitúa el texto, ellas no saben que Jesús ha sido ungido ya por la mujer del vaso de alabastro (cf. 14, 3-9). Por el contrario, un lector  que ha entendido bien a Marcos sabe ya que Jesús no puede estar en el sepulcro al que caminan, pues él está presente en la palabra de pascua y su cuerpo (sôma) se ha hecho pan compartido para aquellos que le aceptan (cf. 14, 22). Qieren perfumar un cadáver…  y así despedirse de él para siempre

− Y muy de mañana,  el día después del sábado, a la salida del sol, fueron… (16, 2). Vinieron al sepulcro cuando salía el sol, que es el signo de la creación de Dios, el día que sigue al sábado… Por dos veces (16, 1,2) se repite que ha pasado el sábado,  tiempo sagrado de la Ley de los judíos (día especial para ellos), de manera que empieza el Día del Sol, que es el mismo para todos. Ha pasado el sábado antiguo, se disipa la noche,  sale el sol,  que es signo de luz, día-vida universal, para todos los hombres y mujeres, aunque ellas todavía no lo sepan… Esta experiencia, a la salida del Sol, el día que sigue al sábado parcial (de los judíos), marca la experiencia de los cristianos de Marcos, que recuerdan todas las controversias de Jesús en torno al Sábado. De ahora en adelante, los cristianos celebrarán de un modo especial el Día del Sol.

− Y se decían: ¿quién nos correrá la piedra…? (16, 3). Son débiles, poco expertas en correr y descorrer la losa de la tumba.   Quieren ungir a Jesús, vienen con perfumes; pero saben que son incapaces de mover la piedra, pues no tienen fuerza para ello.

 Y mirando vieron que la piedra se había sido corrida, aunque era inmensamente grande (16, 4). El texto no habla de un sepulcro “vacío”, sino más bien abierto. Esta referencia a la piedra “muy grande” (megas sphodra) tiene un sentido claramente simbólico. Antes, en el momento de cerrar la tumba, se decía  que el mismo José de Arimatea (¡el solo!) la había corrido, haciéndola rodar, como si no hubiera tenido dificultades para ello (15, 46).  Pero no es lo mismo “cerrar” una tumba (algo que se sitúa en un nivel  humano), que abrirla, superando así la muerte (cosa que sólo Dios puede hacer), de manera que la piedra del sepulcro resulta diferente, en un caso y en otro. Por eso, en un sentido profundo, cuando las mujeres preguntan  (16, 3) “quién podrá descorrer la piedra” están pensando que es preciso un “poder divino” para ello. Eso es lo que aparece ahora, cuando se afirma que “vieron que la piedra había sido corrida” (en pasivo divino), pues no se trata de una simple rueda-puerta de sepulcro, sino de la piedra-rueda de la muerte.

F02288AE-81B8-4E46-AF71-C03BC994DB3B16, 5-7. Sepulcro  abierto, entrar en el sepulcro

            Normalmente se habla de “tumba vacía”, pero ese lenguaje resulta al menos ambiguo. La tumba de Jesús no está vacía, está abierta para todos los que quieran entrar en ella. No está vacía: Está llena de Dios, del mensaje de la resurrección… Las mujeres quieren ungir a Jesús y despedirse, el pero joven de la tumba (Jesús) les dice que no necesita más unción… Que salgan de la tumba, que “conviertan a la iglesia” (discípulos y Pedro…), y que vayan todos a Galilea para re-iniciar el camino del evangelio.  Así de “bien” empieza el texto: Hay tres mujeres que ven la tumba abierta y entran…, sin miedo… no para ungir a un muerto, sino para retomar el camino de aquel que está Vivo.

Y entrando en el sepulcro, vieron a un joven, sentado a la derecha, vestido con una túnica blanca (16, 5). Es fundamental el gesto de “entrada” en el sepulcro, que, según lo visto al comentar 15, 42-46, debe representarse como una cámara excavada en la Piedra. Resulta extraño (¡cómo tienen valor para entrar en una tumba misteriosamente abierta!), y sin embargo entran, parece que   sin miedo, como si aquella fuera su casa, viendo allí a un joven vestido de blanco (de cielo). Es evidentemente un ángel, un mensajero de Dios, o, quizá mejor, el mismo Dios que está allí para recibirles (o el mismo Jesús, que resucita en la muerte).

– Este joven (neaniskos), parece aquel que huyó desnudo cuando prendieron a Jesús y en realidad puede ser es el mismo Jesús, que   ahora aparece cubierto con una “estola/túnica blanca”, una túnica/vestio de cielo, que les dice «¡No temáis!»…

No temáis: buscáis a Jesús el nazareno, el crucificado (16, 6). El texto no ha dicho que tuvieran miedo al entrar, y, sin embargo, ahora que están dentro, el joven les dice que no se extrañen, que no teman (mê ekthambeisthe). Están en una tumba vacía de cadáver, pero llena de otra presencia, de una luz que se refleja en la túnica blanca del joven, que les comienza recordando lo que quieren; ungir un cadáver, venerar una tumba, perpetuar una historia que siempre termina en la muerte.

Ellas han venido a despedir a un muerto, pero Jesús, enterrado aquí (como ellas saben, porque han visto dónde lo ponían: 15,47) no está, pues ha dado su vida en amor, y Dios ha descorrido sobre él la losa de la piedra de la muerte. Por eso, el joven (que es Jesús, que la presencia de Dios en la tumba llena de pascua) les muestra el lugar donde había estado, diciéndoles así que no está, sino que le encontrarán en Galilea,

¡Ha resucitado! No está aquí, mirad el lugar donde lo habían puesto(16, 6). La presencia de un cadáver puede dar seguridad a los amigos: es memoria tangible del muerto, recuerdo que dura, haciéndoles capaces de transformar su memoria y de pacificarla. En esa línea, muchos grandes edificios sagrados, incluso cristianos (en contra de lo que este pasaje supone, en referencia a Jesús), se alzan sobre enterramientos, para mantener la memoria de los muertos memorables. Pues bien, Jesús no ha dejado ni siquiera un cuerpo.

–  El vacío del cadáver, la soledad que deja el muerto se ha convertido en lugar de proclamación de una presencia y de una vida superior: ¡ha resucitado! Sobre esa certeza pascual, no sobre una fijación de muerte (una tumba), se edifica la iglesia del Cristo. Si el sepulcro se encontrara lleno con el sôma de Jesús (cuerpo muerto, para la resurrección final) el evangelio debería entenderse desde los ritos nacionales del judaísmo. Frente a una religión de pureza sacerdotal, que sigue vinculada a la ley (ungir sin cesar a un cadáver, venerar a un muerto, perpetuar un pasado, en el entorno de Jerusalén), la palabra del joven de pascua dirige a las mujeres hacia Galilea, es decir, al espacio de la libertad universal del evangelio.

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Tres reacciones ante la resurrección de Jesús. Domingo de Pascua

Domingo, 9 de abril de 2023
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F5E4ECAB-4CF6-4397-AEF3-82D6D14C23CCDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Una elección extraña

            Las dos frases más repetidas por la iglesia en este domingo son: “Cristo ha resucitado” y “Dios ha resucitado a Jesús”. Resumen las afirmaciones más frecuentes del Nuevo Testamento sobre este tema.

            Sin embargo, como evangelio para este domingo se ha elegido uno que no tiene como protagonistas ni a Dios, ni a Cristo, ni confiesa su resurrección. Los tres protagonistas que menciona son puramente humanos: María Magdalena, Simón Pedro y el discípulo amado. Ni siquiera hay un ángel. El relato del evangelio de Juan se centra en las reacciones de estos personajes, muy distintas.

EL primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».

Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró.

Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte.

Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos. 

María reacciona de forma precipitada: le basta ver que han quitado la losa del sepulcro para concluir que alguien se ha llevado el cadáver; la resurrección ni siquiera se le pasa por la cabeza.

Simón Pedro actúa como un inspector de policía diligente: corre al sepulcro y no se limita, como María, a ver la losa corrida; entra, advierte que las vendas están en el suelo y que el sudario, en cambio, está enrollado en sitio aparte. Algo muy extraño. Pero no saca ninguna conclusión.

El discípulo amado también corre, más incluso que Simón Pedro, pero luego lo espera pacientemente. Y ve lo mismo que Pedro, pero concluye que Jesús ha resucitado.

El evangelio de san Juan, que tanto nos hace sufrir a lo largo del año con sus enrevesados discursos, ofrece hoy un mensaje espléndido: ante la resurrección de Jesús podemos pensar que es un fraude (María), no saber qué pensar (Pedro) o dar el salto misterioso de la fe (discípulo amado).

¿Por qué espera el discípulo amado a Pedro?

Es frecuente interpretar este hecho de la siguiente manera. El discípulo amado (sea Juan o quien fuere) fundó una comunidad cristiana bastante peculiar, que corría el peligro de considerarse superior a las demás iglesias y terminar separada de ellas. De hecho, el cuarto evangelio deja clara la enorme intuición religiosa del fundador, superior a la de Pedro: le basta ver para creer, igual que más adelante, cuando Jesús se aparezca en el lago de Galilea, inmediatamente sabe que “es el Señor”. Sin embargo, su intuición especial no lo sitúa por encima de Pedro, al que espera a la entrada de la tumba en señal de respeto. La comunidad del discípulo amado, imitando a su fundador, debe sentirse unida a la iglesia total, de la que Pedro es responsable.

Las otras dos lecturas: beneficios y compromisos.

A diferencia del evangelio, las otras dos lecturas de este domingo (Hechos y Colosenses) afirman rotundamente la resurrección de Jesús. Aunque son muy distintas, hay algo que las une:

  1. a) las dos mencionan los beneficios de la resurrección de Jesús para nosotros: el perdón de los pecados (Hechos) y la gloria futura (Colosenses);
  2. b) las dos afirman que la resurrección de Jesús implica un compromiso para los cristianos: predicar y dar testimonio, como los Apóstoles (Hechos), y aspirar a los bienes de arriba, donde está Cristo, no a los de la tierra (Colosenses).

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 10, 34a. 37-43

En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: 

            «Vosotros conocéis lo que sucedió en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicó Juan. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.

Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en la tierra de los judíos y en Jerusalén. A este lo mataron, colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y le concedió la gracia de manifestarse, no a todo el pueblo, sino a los testigos designados por Dios: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su resurrección de entre los muertos.

Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos. De él dan testimonio todos los profetas: que todos los que creen en él reciben, por su nombre, el perdón de los pecados».

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 3, 1-4

Hermanos:

Si habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra.

Porque habéis muerto; y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida vuestra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos, juntamente con él.

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Domingo de Resurrección. Ciclo A. 09 de abril de 2023

Domingo, 9 de abril de 2023
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Domingo-de-Resurrección

“Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos”.

(Jn 20, 1-9)

Los evangelios sinópticos: Mateo, Marcos y Lucas, dejan recogidos tres anuncios de Jesús a sus discípulos. Por tres veces Jesús anuncia su muerte y resurrección. Tres veces y de una manera clara y directa. Pero nada. Los discípulos no entienden.

La muerte de Jesús les pilla de sorpresa, les llena de temor y saca lo peor de ellos: la traición, la infidelidad, el abandono. Metidos en su propio miedo no pueden pensar ni recordar el anuncio de su maestro: “que él había de resucitar de entre los muertos”.

Magdalena le busca pero le busco muerto y al no encontrarlo se abre a la vida. Se han llevado a su Maestro y eso la lleva a reunirse con sus condiscípulos. Pero para que todos juntos puedan hacer experiencia del Resucitado será necesario que cada uno haga su camino personal de apertura.

El discípulo amado llega primero al sepulcro, pero el primero en entrar será Pedro. Pedro entra pero no ve más que ausencia. Juan entra y descubre signos de resurrección.

Magdalena volverá y será la primera en encontrarse con el Resucitado. El proceso personal hacia la vida plena es diferente para cada persona.

La manera en la que cada persona caminamos tras las huellas de Jesús es única. Dios no hace copias, hace originales. Cada persona es una obra maestra de Dios única e irrepetible. Por eso nuestra relación de amistad con Él es genuina.

La mañana de Pascua nos devuelve la originalidad que somos cada una de nosotras. Cada encuentro con el Resucitado es único. Cada una de nosotras necesitamos hacer la experiencia y Dios nos brinda la oportunidad necesaria.

Oración

Irrumpe, Trinidad Santa, en nuestros temores y oscuridades con la novedad de tu Resurrección.

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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Es inútil buscar argumentos para demostrar su resurrección.

Domingo, 9 de abril de 2023
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Jn 20,1-9

Hoy es muy difícil decir algo adecuado. Estamos ante el misterio más profundo de nuestra religión y por tanto imposible de desvelar a través de conceptos. Lo más que puedo hacer es ayudaros a evitar errores que arrastramos y nos impiden descubrir la realidad que se esconde en esta fiesta. La VIDA, más allá de la vida biológica es lo más importante que podemos afrontar desde nuestra experiencia tan humana. Es una osadía intentar explicarlo, sabiendo de antemano que la tarea es imposible.

No nos dejemos engañar por los relatos de apariciones de los evangelios. Pueden ser una trampa en la que, con gran facilidad caemos. No nos pueden hablar de hechos reales, porque nada de lo que acontece puede llevar a lo sobrenatural. Lo que puedo ver y oír no me puede llevar a una visión trascendente de la vida. Hoy la exégesis nos explica cómo debemos entender esos relatos. Nunca intentan decirnos que lo que vieron fue lo que cambió su visión de lo que aconteció en Jesús, al contrario, todos los textos nos quieren llevar a la vivencia interna, que es donde descubrirás la Realidad.

Jesús había alcanzado la VIDA antes de morir. Y él fue consciente de ello. Él era el agua viva, dice a la Samaritana, Él había nacido del Espíritu, como pidió a Nicodemo; él vive por el Padre; él es la resurrección y la Vida. Ya en ese momento, cuando habla con sus interlocutores, está en posesión de la verdadera Vida. Eso explica que le traiga sin cuidado lo que pueda pasar con su vida biológica. Lo que verdaderamente le interesa es esa VIDA (con mayúscula) que él alcanzó durante su vida (con minúscula).

No caigamos en la trampa de entender la resurrección como la reanimación de un cadáver. La inmensa mayoría de los cristianos entendemos de ese modo la resurrección y quedamos atrapados en la materialidad. Un instante después de la muerte, el cuerpo no es más que estiércol. Los sentimientos que nos unen al ser querido muerto, por muy profundos y humanos que sean, no son más que una relación psicológica. Esos despojos no mantienen ninguna relación con el ser que estuvo vivo. La muerte devuelve al cuerpo al universo de la materia de una manera irreversible.

La posibilidad de reanimación de una apersona muerta, es la misma que existe de producir un ser humano partiendo de un montón de basura. Eso no tiene sentido ni para los hombres ni para Dios. Al empeñarnos en entender la resurrección como vuelta a la vida biológica, estamos demostrando nuestro apego al falso yo. Seguimos creyendo que somos lo biológico, lo individual, lo que me distingue de los demás y eso nos impide pensar en una manera distinta de Vida en la unidad del Todo.

Creer en la resurrección es experimentar que Jesús sigue vivo, pero de otra manera. Jesús resucitó antes de morir, porque hizo suya la misma Vida de Dios mientras vivía esta vida biológica. Debo descubrir que estoy llamado a esa misma Vida y poner toda la carne en el asador para desplegarla. No tengo que esperar nada, ni de Dios ni de Jesús. Todo lo que necesito está dentro de mí y no me faltará nunca. Ni creencias ni ritos ni conducta moral pueden suplir esta actitud vital que se me exige. La pelota estará siempre en mi tejado y solo yo estoy capacitado para jugarla.

A la Samaritana le dice Jesús: el agua que yo le daré se convertirá en un surtidor que salta hasta la Vida eterna. A Nicodemo le dice: Hay que nacer de nuevo; lo que nace de la carne es carne, lo que nace del espíritu es Espíritu. El Padre vive y yo vivo por el Padre, del mismo modo el que me asimile, vivirá por mí. Yo soy la resurrección y la Vida, el que cree en mí, aunque haya muerto vivirá, y todo el que vive y cree en mí no morirá para siempre. En todos estos pasajes, Jesús no habla para un más allá, sino en presente. ¿Creemos esto? Mucho me temo que seguimos entrampados en la confusión.

Jesús había conseguido, como hombre, la plenitud de Vida del mismo Dios. Porque había muerto a todo lo terreno, a su egoísmo, y se había entregado por entero a los demás, llega a la más alta cota de ser como hombre mortal. Este admirable logro fue posible, después de haber descubierto que esa era la meta de todo ser humano, que ese era el único camino para llegar a hacer presente lo divino. Esta toma de conciencia la pudo alcanzar, porque había experimentado a Dios como Don. Una vez que se llega a la meta, es inútil seguir preocupándose del vehículo que hemos utilizado.

La liturgia de Pascua no está diciendo que, en cada uno de nosotros, hay zonas muertas que tenemos que resucitar. Nos está diciendo que debemos preocuparnos por la vida biológica, pero no hasta tal punto que olvidemos la verdadera Vida. Nos está diciendo que tenemos que estar muriendo todos los días y al mismo tiempo resucitando, es decir pasando de la muerte a la Vida. Si al celebrar la resurrección de Jesús no experimentamos una nueva Vida, es que nuestra celebración ha sido folclore. Aunque tengamos partes muertas, todos estamos ya en la Vida que no termina.

La experiencia pascual de sus inmediatos seguidores consistió en darse cuenta de esta realidad en Jesús, descubriéndola en ellos mismos. Es inútil tratar de descubrir a Jesús resucitado y viviendo, si antes no descubrimos en nosotros esa misma Vida que el posee. Esa toma de conciencia no puede llegar a través de explicaciones o argumentos teológicos. La razón no puede tener arte ni parte en este proceso. Para lo que nos puede servir la inteligencia es para superar los errores que nos impiden descubrirla.

En la medida que haga mía esa Vida, estoy garantizando mi resurrección. Como Jesús, tengo que resucitar antes de morir, de otro modo nada sucederá cuando me muera. En la vida espiritual, nada importante puede venir de fuera. Como decía Aristóteles de la biológica: la vida es movimiento desde dentro. Por olvidar una cosa tan obvia, la religión nos ha metido en un enredo. Nadie me tiene que dar nada porque lo tengo todo desde siempre. Descubrirlo y vivirlo es cosa mía. Si me dejo llevar por la corriente, nada conseguiré y el hedonismo me arrastrará en sus olas.

No te preocupes de lo que va a ser de ti cuando te mueras. Lo importante es vivir aquí y ahora esa VIDA. Todo lo demás ni está en tus manos ni debe importarte. Esperar un milagro que me mantenga vivo para siempre no tiene ni sentido ni provecho. La única manera de aprovechar mi vida, es desplegando la Vida que no acaba. Todo lo que no sea trabajar en esa dirección será perder el tiempo. No hay atajos ni posibles milagros de última hora. Todo depende de mi actitud vital y decidida. Solo permanecerá lo que en esta vida despliegue desde mi ser profundo.

Para profundizar

 Cómo puede resucitar el que está vivo.
Jesús no estuvo muerto ni un instante.
Cambiemos el concepto de esa VIDA
Y cambiará la idea de la Pascua.
No hay sombra en un objeto si no le da la luz.
Podemos vivir en la sombra sin descubrir la luz.
Podemos vivir en la luz, sabiendo que la sombra está a la vuelta.
No podemos separar la muerte de la Vida,
Pero podemos olvidarnos de una de ellas.
No hay que pasar la muerte para vivir la Vida.
Como nos han contado tantas veces.
La Vida es ya mi ámbito, aunque no la descubra.
La pascua no es un tiempo, es un estado,
En el que todos permanecemos siempre.
Muerte y resurrección caminan de la mano
Y nunca pueden separarse del todo.
Jesús había resucitado antes de muerto,
Pero no lo pudieron sospechar sus seguidores.
La experiencia pascual obró el milagro
Y fue una bendición para nosotros.
Gracias a ellos sabemos que está vivo
Y que esa misma Vida está en nosotros.
Si solo nos fijamos en él, seguimos muertos.
La Pascua atañe a cada uno en lo más hondo.
No hay nada que esperar cuando lo tienes todo.
Busca dentro de ti lo que celebras
Y todo cambiará radicalmente.

 

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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La sábana santa.

Domingo, 9 de abril de 2023
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resurrecionJn 20, 1-9

«Llegó también Simón Pedro detrás de él, entró al sepulcro y vio las vendas y el sudario»

La sábana santa es una pieza de lino que presenta la imagen de un hombre que fue flagelado, crucificado, coronado con un casco espinoso y que recibió una herida en el costado; es decir, un hombre que sufrió las mismas torturas y murió de la misma forma que describen los evangelios. Cuando Juan Pablo II fue a visitar la sábana en Turín, afirmó que es un «espejo del evangelio», pues todo lo relatado en él sobre la pasión está constatado en el hombre de la sábana.

Eran tantos los indicios que apuntaban a su autenticidad, que el fervor popular vio en ella el sudario que envolvió a Jesús en el sepulcro. Pero en 1988 llegó la decepción, pues al ser sometida a la prueba del carbono 14 en tres laboratorios prestigiosos, el resultado fue unánime: databa de una fecha comprendida entre 1260 y 1390, lo que la convertía en un fraude elaborado en aquella época tan propicia a falsificar reliquias. A mayor abundamiento, esas fechas coinciden con su primera exposición pública.

Pero estos resultados nunca se consideraron concluyentes. En primer lugar, porque contradecían las evidencias anteriores, y, en segundo lugar, porque desde el ámbito científico se admite que el carbono 14 pude haberse alterado por la radiación que hipotéticamente grabó la imagen, o por el incendio sufrido por ella en 1532, o por su permanencia a la intemperie a lo largo de siglos. También se deben considerar los remiendos de algodón de sus bordes (de donde procedían las muestran) en tareas de restauración de aquella época.

Pero vayamos por partes. Remontándonos en el tiempo, cabe reseñar que desde el s. VI están documentadas gran número de referencias a un lienzo de características similares a la sábana santa llamado Mandylión. Existe controversia sobre la imagen que representa, pues según algunas versiones el Mandylión se circunscribía al rostro de Jesús, mientras que otras afirman que abarcaba el cuerpo completo. Sí sabemos que se trasladó con gran boato a Constantinopla en 944, y que fue robado por unos cruzados franceses y llevado a Francia. Aquí desapareció su pista.

La sábana santa apareció en Lirey, Francia, en 1357, y fue donada en 1453 al duque se Saboya por Margarita de Charny. Fue trasladada a Turín en 1578.

También desde un punto de vista histórico, diremos que el lino está tejido en forma de espiga; técnica habitual en Egipto y Oriente Medio en época de Jesús, pero que no llegó a Europa hasta el s. XV. Además, el estudio palinológico (del polen) de Max Frei, establece que la sábana no puede ser original de Europa, y que tuvo que haber estado varios siglos fuera de ella; cosa imposible si fue falsificada en Europa en los siglos trece o catorce.

Pero, siendo esto importante, lo verdaderamente singular se encuentra en su análisis técnico. En 1898, un abogado italiano fotografió la reliquia y encontró que el negativo fotográfico mostraba una imagen mucho más clara y precisa que la fotografía en sí; es decir, que los colores en la imagen real están invertidos; que toda la sábana es un gran negativo que, al ser pasado por el filtro del negativo fotográfico, nos da la imagen real. Este hecho es incompatible con la hipótesis de fraude, dada la ignorancia de la técnica fotográfica en aquella época.

En 1978 se sometió a un examen exhaustivo por parte de un grupo de investigadores del STURP (proyecto de investigación del sudario de Turín) cuyas conclusiones más relevantes fueron; que la sangre que aparece adherida a ella es humana y del grupo AB (muy raro en Europa y muy frecuente en Palestina), y que la evaluación ultravioleta e infrarroja muestra que no existe ningún tipo de pintura o tinte sobre la tela.

Pero lo más extraordinario había ocurrido poco antes, pues cuando una imagen de la sábana fue sometida en 1976 al analizador de imágenes VP-8 (desarrollado para la exploración de Marte), se obtuvo una imagen tridimensional totalmente inesperada. Según comenta el ingeniero P. M. Schumacher que participó en el diseño del VP-8 y realizó la prueba, esto no había ocurrido con ninguna otra imagen (ni ocurrió después). La explicación que da Schumacher a este hecho, es que hay una correspondencia matemática entre la intensidad de cada punto de la imagen y la distancia lógica entre un lienzo y un cuerpo cubierto por él.

Pero… ¿cómo se llegó a producir esta imagen?

Ésta es la gran pregunta a la que el mundo científico todavía no ha sabido responder. Los investigadores del STURP afirman que: «La imagen es el resultado de algo que provocó la oxidación, la deshidratación y la conjugación de la estructura de los polisacáridos de las microfibras del lino. Estos cambios pueden reproducirse en laboratorio… pero no se conoce ningún método que pueda explicar la totalidad de la imagen». Para ser más claros, ni hoy en día somos capaces de reproducirla.

Pues bien. Hasta aquí el relato sucinto de los hechos relativos a la síndone (si los repasan verán que no hay ninguna conjetura). A partir de aquí la interpretación que cada uno haga de ellos. Si les soy sincero les diré que la sábana santa no condiciona mi fe, pero me desconcierta, y, sobre todo, me resulta emocionante la simple posibilidad de que estemos en posesión de un testimonio de Jesús tan extraordinario como éste.

 

Miguel Ángel Munárriz Casajús

Para leer otro comentario a este evangelio publicado en fe adulta, pinche aquí

Fuente Fe Adulta

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Aleluias desde el silencio.

Domingo, 9 de abril de 2023
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resurreccion-y-vide-eternaJn 20, 1-9

12 de abril de 2020

¿Cómo hablar de Resurrección en medio de esta situación que estamos viviendo? ¿Cómo entonar un Aleluya desde el drama del sufrimiento, del caos, de la muerte, de la noche de tantos duelos personales y colectivos, en un mundo paralizado y paralizante? Sobran palabras y quizá un silencio es la mejor respuesta. Pero la fe cristiana siempre ha sentido la responsabilidad de hacer una lectura creyente de los acontecimientos en un diálogo profundo con la realidad. Nuestra fe es exigente y radical porque nos pide ver más allá del drama humano. No hay más que ver la historia de Jesús y su desenlace. La fe cristiana es una posición ante la vida que no busca un consuelo narcótico, sino que sostiene la raíz de la existencia revelando que hay algo más que el drama humano y que puede ser traspasado y liberado.

El Evangelio de este Domingo inicia el penúltimo capítulo de Juan en el que se hace evidente la luz, la vida y la verdad que ha ido tejiendo todo el mensaje joánico.  Narra la experiencia de tres referentes en el origen de nuestra fe: María de Magdala, Pedro y Juan. Son tres personas, pero no se representan a sí mismas porque presuponen tres prototipos de formas diferentes de acceder al mensaje de la Resurrección.

El texto ya nos sitúa en una nueva era: “El primer día de la semana” Ya no es el Sabbat el día religioso, hay una superación de la visión judía de la revelación de Dios y que va apuntando hacia una nueva Alianza entre la humano y lo Divino. María va muy de mañana al sepulcro, casi antes del amanecer. Estamos ante un símbolo que nos revela que, en el punto más oscuro de la noche, cuando la noche ya no puede ser más noche, justo el instante siguiente es ya el amanecer; nace la luz y algo nuevo asoma a la consciencia humana. El sepulcro es el símbolo de la muerte, de lo que ha perdido sentido, es el llanto y el drama humano hecho realidad. Jesús no está en la tumba vacía, sin embrago, puede ser una prueba negativa de su nueva existencia. María es capaz de leer un signo lleno de misterio y al mismo tiempo de esperanza: la piedra está quitada e interpreta que se han llevado el cuerpo de Jesús. Su reacción no es paralizante, va corriendo a contarlo y a abrir una nueva perspectiva de los hechos.

Pedro, que representa la autoridad, y Juan que representa el vínculo de amor con el Maestro, van corriendo juntos para ver qué está pasando. Dice el Evangelio que llega antes Juan, quizá porque está liberado del peso de la institución y va centrado en lo esencial que va dirigiendo su vida. Se asoma al sepulcro y no entró. Seguramente no necesitaba ya más signos que lo que su inspiración profunda le iba revelando. Pedro sí entró y comienza una descripción exhaustiva de lo que allí había. Signos, signos y signos. La mente humana necesita evidencias, necesita medir, necesita espacio, tiempo, formas, contar, separar, controlar. Pero también la mente humana es capaz de procesar una novedad que conecta con otra realidad profunda que no entra en las categorías tangibles. El evangelio de hoy nos sitúa ante una realidad que trasciende la evidencia física y la apertura a mirar de una manera diferente; nos conduce a una nueva visión de la vida. Hasta entonces, narra el Evangelio de Juan, no habían entendido que Jesús resucitaría y vencería a la muerte.

Nos encontramos ante la savia que va regando los vasos conductores del cristianismo que no se detiene en los límites humanos, sino que los amplía y trasciende. Es muy fácil creer en la Resurrección como dogma (si lo dicen los elegidos con tanta contundencia será verdad) recitarlo en el Credo, ponerlo como bandera de nuestra religión, esperar al fin de nuestra vida biológica para vivir con esa ilusión. Puede, incluso, darnos seguridad y tener cierto control en la ruta a la que vamos caminando. Lo realmente difícil es vivir la resurrección en el aquí y ahora, no vivirla como un premio sino como un nuevo modo de existencia, encontrar pequeños signos en la vida ordinaria que nos hablan de esa conexión con otra consciencia de la que también está hecho el ser humano.  El Cielo y la Tierra en unidad, inseparables, la luz y la tiniebla, la muerte y la vida cohabitando en nuestro escenario vital. Un mensaje que nos habla de que la esencia humana es atemporal, no necesita signos, no tiene espacio, no tiene límites, sólo LUZ en un movimiento permanente hacia la plenitud.

¡¡¡FELIZ PASCUA!!!

Rosario Ramos

Fuente Fe Adulta

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Sepulcro, silencio y vida.

Domingo, 9 de abril de 2023
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Amanecer.4-300x300Domingo de Pascua

09 abril 2023

Jn 20, 1-9

Ante el sepulcro -el dato frío, doloroso e inexorable de la muerte-, la mente calla. Tal como señala el relato simbólico del cuarto evangelio, la mente lee que nos han “robado” al ser querido y “no sabemos dónde lo han puesto”, ni cuál ha sido su destino.

¿A dónde va la persona que muere? Si no quiere decir tonterías, la mente enmudece. La fe cristiana confiesa que Jesús resucitó de entre los muertos y que esa es la esperanza que nos aguarda a todos. Sin embargo, el Jesús del cuarto evangelio proclama la resurrección en presente: “Yo soy la resurrección y la vida” (Jn 11,25). Lo cual significa que, ya ahora, somos resurrección y vida.

La realidad a la que apunta la metáfora de la resurrección escapa a las coordenadas espaciotemporales, es decir, no es algo que pueda suceder en el tiempo y en el espacio. Apunta a la vida, la consciencia, la dimensión profunda de lo realmente real, aquella que permanece cuando todo cambia, a la plenitud de presencia que sostiene y constituye todo este mundo de formas cambiantes. En nuestra identidad profunda, somos precisamente esa plenitud de presencia –“resurrección y vida”, en palabras del evangelio- que trasciende el espacio-tiempo, sin principio y sin final.

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Lo que sucede es que el yo no se conforma con ello y se apropia de esa esperanza, erigiéndose en sujeto de la misma, hasta decir: “Yo resucitaré”. Sin embargo, lo que llamamos yo es solo una forma transitoria y fugaz. En nuestra ignorancia, soñamos con un yo eterno -al yo le encantaría perpetuarse-, sin advertir que eso es algo en sí mismo contradictorio: ninguna forma puede ser eterna.

Distintas tradiciones sapienciales invitan a aprender a “morir antes de morir”. Saben que, solo en la medida en que morimos a la identificación con el yo, encontramos nuestra verdad profunda. Lo que muere es el yo; lo que vive es la consciencia -la vida- que somos. “Morir antes de morir” significa, por tanto, reconocer que somos vida -tal como decía Jesús- y “hacer el duelo” del yo y de sus expectativas.

¿Cómo veo el hecho de la muerte? ¿Qué vivo ante ella?


Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

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Ven y sígueme, y te haré pescador de personas.

Domingo, 22 de enero de 2023
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Salmo en Galicia

—Baltar, Julio de 1952—

Junto al montón de paja de mi vida,
entre el cielo y el mar
y la arboleda oscura donde braman
todas las fieras de la juventud,
he levantado un hórreo sensible
y fiel como una arqueta.

Junto al montón de paja de mi vida
— broza muerta de sol…

Aquí recogeré el mensaje nuevo
de tu boca, Señor: en la frenada
ternura de estos hombres; en el mirlo
huésped de la paloma; en el aliento
de los húmedos bronquios del paisaje;
en la lengua cartuja de esta celda
donde ya estamos solos…
¡Señor, y en la caliente
sangre del mar! ¡en el latido bronco
de este pobre muchacho incomprendido!

En el hórreo fiel nos guardaremos
un volumen reciente de Ejercicios
y los primeros versos
de Fray Juan de la Cruz…

(Sobre esta clara mesa donde escribo
duerme el Conde de Orgaz.
Sobre el benigno corazón del Greco.
…Los sentidos se visten
de negros caballeros, demacrados,
y el deseo se alarga en las antorchas
altas serenamente…
Y en los pontificales
brazos de la Prudencia
y en las manos del alma, casta y joven,
el conde muerto espera tu llamada…)

Aquí recogeré el mensaje nuevo
de tu boca, Señor…

Deshojaremos, juntos, en tu Gracia
la rosa móvil de las estaciones,
y, al fin, me llamarás,
claro, de lejos,
por la ruta del mar iluminada…

¡Al marcharnos, Señor, abrasaremos
toda esta broza muerta de mi vida,
junto a la cual te he levantado un hórreo!

*

Pedro Casaldáliga
Palabra ungida,1995

***

 

Al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan, se retiró a Galilea. Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, junto al lago, en el territorio de Zabulón y Neftalí. Así se cumplió lo que habla dicho el profeta Isaías: “País de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló.” Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: “Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos.”

Pasando junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo:

“Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.”

Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron. Recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo.

*

Mateo 4,12-23

***

Hay que conseguir desarmarse.

Yo me afané en esa guerra. Durante años y años.

Ha sido terrible. Pero ahora estoy desarmado,

Yo no le tengo miedo a nada, porque “el amor ahuyenta el miedo”.

Aplaqué la pretensión de imponerme, de justificarme a costa de los demás,

Yo no estoy en alerta, celosamente aferrado a mis riquezas.

Acojo y comparto.

No me aferro a mis ideas, a mis proyectos.

Si me proponen otros mejores, los acepto con buen ánimo.

O no mejores, más buenos.

Lo sabéis, he renunciado al comparativo…

Lo que es bueno, verdadero, real, dondequiera que sea, es lo mejor para mi.

Por eso, ya no tengo miedo.

Cuando no se posee nada, ya no se tiene miedo.

“¿Quién nos separará del amor de Cristo?”

Pero si nos desarmamos, si nos despojamos, si nos abrimos al Dios-hombre que hace nuevas todas las cosas, entonces él transforma nuestro pasado ruin y nos restituye a un tiempo nuevo donde todo es posible.

*

Patriarca Atenágoras,

Iglesia Ortodoxa y Futuro ecuménico. Dialogos con Olivier Clément,
Brescia 1995, 209-211

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“Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto”

Domingo, 8 de enero de 2023
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KÉNOSIS

Entra en picado
por aquella kenosis
que el Verbo aventuró
desnudamente,
de abismo en abismo,
hasta el foso fecundo de la muerte.

*

Pedro Casaldáliga
El Tiempo y la Espera, Sal Terrae, 1986

***

En aquel tiempo, fue Jesús de Galilea al Jordán y se presentó a Juan para que lo bautizara. Pero Juan intentaba disuadirlo diciéndole:

“Soy yo el que necesito que tú me bautices, ¿y tú acudes a mí?”

Jesús le contestó:

– “Déjalo ahora. Está bien que cumplamos así lo que Dios quiere.”

Entonces Juan se lo permitió. Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrió el cielo y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él. Y vino una voz del cielo que decía:

“Este es mi hijo, el amado, mi predilecto.”

*

Mateo 3,13-17

***

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Fred, lo que quiero decirte es que eres amado, y lo que espero es que tú puedas escuchar estas palabras como te fueron dichas, con toda la ternura y la fuerza que el amor puede darles. Mi único deseo es que estas palabras puedan resonar en cada parte de tu ser: tú eres amado.

El máximo regalo que mi amistad pueda hacerte es el don de hacerte reconocer tu condición de “ser amado”. Puedo hacerte este don sólo en la medida en que lo quiero para mí mismo. ¿No es ésta la amistad: darnos uno al otro el don de “ser amados”? Sí, es la voz, la voz que habla desde lo alto y desde dentro de nuestros corazones, que susurra dulcemente y declara con fuerza: «Tú eres el amado, en tí me complazco». No es ciertamente fácil escuchar esta voz en un mundo lleno de otras voces que gritan: «No eres bueno, eres feo, eres indigno; eres despreciable, no eres nadie… y no puedes demostrar lo contrario».

Estas voces negativas son tan fuertes y tan insistentes que es fácil creerlas. Ésta es la gran trampa. Es la trampa del rechazo de nosotros mismos. En el curso de los años, he llegado a darme cuenta de que, en la vida, la mayor trampa no es el éxito, la popularidad o el poder, sino el rechazo de nosotros mismos. Naturalmente, el éxito, la popularidad o el poder pueden ser una tentación grande, pero su fuerza de seducción deriva a menudo del hecho de que forman parte de una tentación mayor, la del rechazo de nosotros mismos. Cuando se presta oídos a las voces que nos llaman indignos y no amables, entonces el éxito, la popularidad o el poder son fácilmente percibidos como soluciones atractivas. Pero la verdadera trampa, repito, es el rechazo de nosotros mismos.

*

H. J. M. Nouwen,
Tú eres mi amado: la vida espiritual en un mundo secular,
Madrid s.f.

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El Verbo se hizo hombre… se hizo clase…

Viernes, 30 de diciembre de 2022
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JESÚS ADOLESCENTE EN EL TALLER DE JOSÉ.-John Everett Millais

En el vientre de María el Verbo se hizo hombre,

y en el taller de José, el Verbo se hizo clase...”

*

Pedro Casaldáliga

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Cuando se retiraron los magos, el ángel del señor se apareció en sueños a José y le dijo:

«Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes vaa buscar al niño para matarlo».

José se levantó, tomó al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodespara que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta:

De Egipto llamé a mi hijo».

Cuando murió Herodes, el ángel del Señor se apareció de nuevo en sueños a José en Egipto y le dijo:

Levántate, coge al niño y a su madre y vuelve a la tierra de Israel, porque han muerto los que atacaban contrala vida del niño».

Se levantó, tomó al niño y a su madre y volvió a la tierra de Israel.Pero al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea como sucesor de su padre Herodes tuvo miedo de ir allá.Y avisado en sueños se retiró a Galilea y se estableció en una ciudad llamada Nazaret. Así se cumplió lo dichopor medio de los profetas, que se llamaría nazareno.

*

Mateo 2, 13-15. 19-23

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Dios es Familia

La familia de Nazaret, en cuanto realidad humana asumida y renovada por la encarnación del Verbo, se transforma no sólo en un lugar donde se hace presente de modo único y especial el misterio de la Trinidad, sino también en un símbolo, en la representación más perfecta, en un icono, que hace presente, vivos y operantes el amor y la fecundidad de Dios.

Jesús, María, José, la santa familia de Nazaret, son el centro del designio salvífico de Dios, el centro de la Nueva Alianza. Pertenecen a la plenitud de los tiempos. En esta familia de Jesús, donde se refleja admirablemente la vida de comunión, de amor de la Trinidad divina, los hombres reanudan el diálogo primitivo con Dios, retoman la armonía conyugal y familiar y de hermandad.

En la familia Dei y en la ecclesia Dei que es la sagrada familia de Nazaret, primera y perfecta comunidad de la Nueva Alianza, se está ante el Padre, unidos a Jesús y penetrados del Espíritu Santo y se vive, se celebra y se anuncia el evangelio de la familia.

*

J. M. Blanquet,
La Sagrada Familia icono de la Trinidad,
Barcelona 1996, 713

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Hemos de elegir.

Domingo, 18 de septiembre de 2022
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Preguntas para subir y bajar el Monte Carmelo 

+

(A Gustavo Gutiérrez, maestro espiritual en los altiplanos de la Liberación, por su itinerario latinoamericano “Beber en su propio pozo’‘).

+

“Por aquí ya no hay camino”.
¿Hasta dónde no lo habrá?
Si no tenemos su vino
¿la chicha no servirá?

¿Llegarán a ver el día
cuantos con nosotros van?
¿Cómo haremos compañía
si no tenemos ni pan?

¿Por dónde iréis hasta el cielo
si por la tierra no vais?
¿Para quién vais al Carmelo,
si subís y no bajáis?

¿Sanarán viejas heridas
las alcuzas de la ley?
¿Son banderas o son vidas
las batallas de este Rey?

¿Es la curia o es la calle
donde grana la misión?
Si dejáis que el Viento calle
¿qué oiréis en la oración?

Si no oís la voz del Viento
¿qué palabra llevaréis?
¿Que daréis por sacramento
si no os dais en lo que deis?

Si cedéis ante el Imperio
la Esperanza y la Verdad
¿quién proclamará el misterio
de la entera Libertad?

Si el Señor es Pan y Vino
y el Camino por do andáis,
si al andar se hace camino
¿qué caminos esperáis?

(Desde la Amazonia brasileña,
en tiempos de probación
y de invencible esperanza criolla).

*

Pedro Casaldáliga
El Tiempo y la Espera.
Ed.Sal Terrae, 1986

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No podéis servir a Dios y al dinero

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

“Un hombre rico tenía un administrador, y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: “¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido.”

El administrador se puso a echar sus cálculos:

“¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa. “

Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero: “¿Cuánto debes a mi amo?”

Éste respondió: “Cien barriles de aceite.”

Él le dijo: “Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta.”

Luego dijo a otro: “Y tú, ¿cuánto debes?”

Él contestó: “Cien fanegas de trigo.”

Le dijo: “Aquí está tu recibo, escribe ochenta.”

Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz.

Y yo os digo: ganaos amigos con el dinero injusto, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas.

El que es de fiar en lo menudo también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo tampoco en lo importante es honrado.

Si no fuisteis de fiar en el injusto dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras? Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará?

Ningún siervo puede servir a dos amos, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.”

*

Lucas 16, 1-13

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El testimonio de la pobreza evangélica reviste diversas formas, que van desde el compromiso para desarraigar la pobreza a poner todos los bienes a disposición de la causa evangélica; desde llevar una vida sobria a compartir la vida de los más pobres. Cada Instituto tiene su forma de pobreza. Lo importante es que no sea sólo decorativa o de sólo palabras, sino que se caracterice por la entrega y la austeridad personal.

En el sínodo sobre la Vida consagrada, impresionó la intervención del japonés monseñor Soto, que confesó cándidamente que había comprendido a fondo el valor de la pobreza leyendo esta frase de santa Clara: «Amo la pobreza, porque fue amada por Jesús». Ahí reside el significado de la pobreza religiosa.

*

P. G. Cabra,
Iconos de la vida consagrada,
Sal Terrae, Santander 1999, p. 157

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Festividad de La Asunción

Lunes, 15 de agosto de 2022
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ASUNCION

Plenitud de agosto,
vuelo de Asunción.
Bodega con mosto
de tu Corazón.

Rutas de Araguaia,
con mi pueblo en cruz.
Mi «seca» y tu playa:
la Paz de Jesús.

Lograda María,
llegada Asunción,
que reclama y guía
nuestra romería
de Liberación.

*

Pedro Casaldáliga

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No cabe duda de que la Virgen María está en el cielo. Cómo ocurrió no lo sabemos. Y, ya que el Espíritu Santo no nos ha dicho nada acerca de esto, no lo podemos hacer artículo de fe… Es suficiente saber que ella vive en Cristo.”

*

Martín Lutero,
1483-1546

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María de todos nuestros deseos
y de todas nuestras esperanzas …

Te saludo María,
madre de todos nuestros deseos de ser felices.
Eres la tierra que dice sí a la vida.
Eres la humanidad que consiente en Dios.
Eres la fruta de las promesas del pasado
y el futuro de nuestro presente.
Eres la fe que acoge lo imprevisible,
eres la fe que acoge lo invisible

Te saludo María,
madre de todas nuestras búsquedas
de este Dios imprevisto.
Del Templo donde lo pierdes,
al Calvario donde es colgado
su camino te parece una locura.
Eres cada uno de nosotros que busca a Jesús,
sin comprender bien su vida y sus palabras.
Eres la madre de las oscuridades de la fe,
tú quien observas todos los acontecimientos en tu corazón,
profundizas y meditas todos nuestros ” ¿por qué? ”
Y quien confía en el futuro de Dios, tu Señor.

Te saludo María,
madre de todos nuestros sufrimientos.
Eres la mujer de pie
al pie del hombre crucificado,
eres la madre de todos los que lloran
la inocencia masacrada y el preso torturado.

Te saludo María,
madre de Jesús y del discípulo que creyó.
Eres la madre de los Hombres y de la Iglesia,
estás en la encrucijada de la historia de la salvación
que Dios inventa desde Abraham y Moisés.

Te saludo María,
madre de todos nuestros pentecostés.
Eres, con los apóstoles,
la Iglesia que ruega y acoge los dones del Espíritu Santo.

Te saludo María,
madre de todas nuestras esperanzas.
Eres la estrella radiante de pueblo en marcha hacia Dios.
Eres el anuncio de la humanidad transfigurada,
eres el éxito de la creación
que Dios hizo para su eternidad.

*

Michel Hubaut
Oración extraída de « Cristo nuestra felicidad, aprender a orar con san Francisco de Asís y Santa Clara de Asís», Éditions Fayard, 1986

*

2-1

 

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María, en su canto de alabanza, no engrandeció a Dios sólo de una manera abstracta por haber «levantado a los humildes» y haber «llenado de bienes a los hambrientos», sino que lo hizo indudablemente también porque conocía esta bajeza ante Dios mejor que cualquier otra criatura: Dios, el poderoso, en efecto, «ha mirado la humildad de su sierva», y por esa mirada proyectada sobre ella, no por su ensalzamiento, ella se alegra por «la grandeza del Señor». Si bien María era materialmente pobre, no se alegra por los dones materiales que le fueron concedidos […], sino por el don inaudito de una maternidad mesiánica, que no era tanto un don hecho a ella personalmente como un acto de misericordia hacia su «siervo Israel», que ha obtenido la «semilla de Abrahán»por la que había suspirado tanto tiempo. En su opción en favor de los pobres, María es perfectamente ella misma, no se ha alienado en absoluto en «otra María».

Sabe que ha llegado a ser Madre de una manera única e incomparable por pura gracia, y Madre no sólo de su único Hijo, sino, en él, de todos aquellos que mediante él y en él se han convertido en hijos e hijas de Dios en la Iglesia. (Y cuando aquí hablamos de Iglesia, sus confines permanecen indefinidos, porque la gracia de la redención de Cristo ha llegado, en efecto, a todos los hombres que nacieron antes que él y después de él.) «La mediación de María está ligada, efectivamente, a su maternidad, posee un carácter específicamente materno»(Redemptoris Mater 38) y, por eso, ella es el centro de la «comunión de los santos», «está como envuelta por toda la realidad de la comunión de los santos» (Redemptoris Mater 41), de esa capacidad de ser-para-los-otros en el Reino de Dios como coronamiento sobrenatural de la estupenda posibilidad ya en el plano natural, o sea, de la capacidad de poderse apoyar y ayudar recíprocamente.

*

H. U. von Balthasar, «Comentario a la encíclica “Redemptoris Mater”», en H. U. von Balthasar – J. Ratzinger, María. El sí de Dios al hombreo. Introducción y comentario a la encíclica«Redemptoris Mater», Brescia 31988, pp. 56ss, passim)

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1º de Mayo: San José Obrero

Domingo, 1 de mayo de 2022
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En la fiesta del 1º de Mayo, no podemos olvidarnos de que Jesús de Nazaret era un obrero, de estirpe de obreros, encallecidas sus manos con el trabajo diario, solidario con los que sufrían las injusticias y el desprecio, hermano de los “anawim“…

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Vivías del trabajo cotidiano,
fuiste un trabajador, un simple obrero;
¿tu fidelidad?: –“es José el carpintero”-,
un humilde currante, un artesano.

Trabajo en el que fuiste nuestro hermano;
un trabajo de honrado jornalero
que en todo cuanto hace pone esmero,
porque sabe que Dios usa su mano.

Patrono del trabajo y su salmista,
-manos callosas y dedo vendado-
enseña al hombre de hoy, tan derrotista,
a vivir su trabajo ilusionado,
más alegre, cristiano y optimista,
más solidario y más humanizado.

*

***

JESÚS ADOLESCENTE EN EL TALLER DE JOSÉ.-John Everett Millais

*

Y EL VERBO SE HIZO CLASE

En el vientre de María

Dios se hizo hombre.

Y en el taller de José

Dios se hizo también clase.

*

Pedro Casaldáliga,
“Fuego y ceniza al viento. Antología espiritual”,
Sal Terrae, 1984,

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Dios creó al hombre no para vivir aisladamente, sino para formar sociedad. De la misma manera, Dios «ha querido santificar y salvar a los hombres no aisladamente, sin conexión alguna de unos con otros, sino constituyendo un pueblo que le confesara en verdad y le sirviera santamente».

Desde el comienzo de la historia de la salvación, Dios ha elegido a los hombres no solamente en cuanto individuos, sino también en cuanto miembros de una determinada comunidad. A los que eligió Dios manifestando su propósito, denominó pueblo suyo (Ex 3,7-12), con el que además estableció un pacto en el monte Sinaí.

Esta índole comunitaria se perfecciona y se consuma en la obra de Jesucristo. El propio Verbo encarnado quiso participar de la vida social humana.

Asistió a las bodas de Caná, bajó a la casa de Zaqueo, comió con publicanos y pecadores. Reveló el amor del Padre y la excelsa vocación del hombre evocando las relaciones más comunes de la vida social y sirviéndose del lenguaje y de las imágenes de la vida diaria corriente.

Sometiéndose voluntariamente a las leyes de su patria, santificó los vínculos humanos, sobre todo los de la familia, fuente de la vida social. Eligió la vida propia de un trabajador de su tiempo y de su tierra […].

Sabemos que, con la oblación de su trabajo a Dios, los hombres se asocian a la propia obra redentora de Jesucristo, quien dio al trabajo una dignidad sobreeminente laborando con sus propias manos en Nazaret.

De aquí se deriva para todo hombre el deber de trabajar fielmente, así como también ei derecho al trabajo. Y es deber de la sociedad, por su parte, ayudar, según sus propias circunstancias, a los ciudadanos para que puedan encontrar la oportunidad de un trabajo suficiente.

Por último, la remuneración del trabajo debe ser tal que permita al hombre y a su familia una vida digna en el plano material, social, cultural y espiritual, teniendo presentes el puesto de trabajo y la productividad de cada uno, así como las condiciones de la empresa y el bien común.

*

Gaudium et spes, 32 y 67

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Miércoles de Ceniza

Miércoles, 2 de marzo de 2022
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Hoy, miércoles de Ceniza, cuando se nos imponga sobre nuestra frente la ceniza penitencial, pensemos en qué es en realidad cumplir el mandato de “Conviértete y cree en el Evangelio”“Amaos los unos a los otros como yo os he amado” que nos pide Jesús.

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“Recuerda que eres polvo” ¡y algo más!
¡Ayuna del ayuno! ¡Sal del miedo!
¡Rasga las vestiduras… de los demás!
¡Echarte todavía más ceniza, no puedo!

*

Pedro Casaldáliga
Clamor Elemental.
Editorial Sígueme, 1971

Miercoles de Ceniza

 

Para mí, Señor, no es necesario el Miércoles de Ceniza
porque ni un solo día de la semana me olvido
de que fui barro en tu mano.
Y lo único que realmente necesito es que no lo olvides Tú

*

Dulce María Loynaz
Poema LXXXIX

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Arrepentimiento no equivale a autocompasión o remordimiento, sino a conversión, a volver a centrar nuestra vida en la Trinidad. No significa mirar atrás disgustado, sino hacia adelante esperanzado. Ni es mirar hacia abajo a nuestros fallos, sino a lo alto, al amor de Dios. Significa mirar no aquello que no hemos logrado ser, sino a lo que con la gracia divina podemos llegar a ser […].

El arrepentimiento, o cambio de mentalidad, lleva a la vigilancia, que significa, entre otras cosas, estar presentes donde estamos, en este punto específico del espacio, en este particular momento de tiempo. Creciendo en vigilancia y en conocimiento de uno mismo, el hombre comienza a adquirir capacidad de juicio y discernimiento: aprende a ver la diferencia entre el bien y el mal, entre lo superfluo y lo esencial; aprende, por tanto, a guardar el propio corazón, cerrando la puerta a las tentaciones o provocaciones del enemigo. Un aspecto esencial de la guarda del corazón es la lucha contra las pasiones: deben purificarse, no matarse; educarse, no erradicarse. A nivel del alma, las pasiones se purifican con la oración, la práctica regular de los sacramentos, la lectura cotidiana de la Escritura; alimentando la mente pensando en lo que es bueno y con actos concretos de servicio amoroso a los demás. A nivel corporal, las pasiones se purifican sobre todo con el ayuno y la abstinencia.

La purificación de las pasiones lleva a su fin, por gracia de Dios, a la “ausencia de pasiones”, un estado positivo de libertad espiritual en el que no cedemos a las tentaciones, en el que se pasa de una inmadurez de miedo y sospecha a una madurez de inocencia y confianza. Ausencia de pasiones significa que no somos dominados por el egoísmo o los deseos incontrolados y que así llegamos a ser capaces de un verdadero amor.

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K. Ware,
Diré Dio ogg’i. Il cammino del cristiano,
Magnano 1998, 182-185 passim).

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