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San Juan, Evangelista

Viernes, 27 de diciembre de 2024

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LECTIO

Primera lectura:

1 Juan 1,1-4

Queridos hermanos:

Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y han tocado nuestras manos acerca de la palabra de la vida, pues la vida se manifestó y nosotros la hemos visto y damos testimonio, y os anunciamos la vida eterna que estaba junto al Padre y se nos manifestó

Lo que hemos visto y oído os lo anunciamos para que también vosotros estéis en comunión con nosotros. Nosotros estamos en comunión con el Padre y con su Hijo, Jesucristo.

 Os escribimos estas cosas para que vuestro gozo sea completo.

***

       El breve prólogo de la carta de Juan, que expone los diversos criterios para entrar en comunión con Dios, nos presenta un itinerario de fe sobre los compromisos de la vida cristiana que emanan de la caridad y sobre las precauciones contra el pecado.

       El evangelista fundamenta la fe cristiana sobre el argumento de su testimonio ocular que es la ‘palabra de la vida’ y sobre algunos episodios esenciales descritos de modo sintético y concreto. Juan, sin embargo, aquí pone el acento no tanto sobre la ‘Palabra’, como en el prólogo de su evangelio (cf. Jn 1,1-18), sino sobre la ‘vida’ que Jesús posee y dona. Todo tiene comienzo en la experiencia del apóstol vivida en contacto directo con Jesús, que Juan presenta con hechos históricos documentables: ‘Nosotros hemos oído… visto… tocado… contemplado la palabra de la vida’ (v. 1). Esta experiencia llega a ser más tarde en el Apóstol testimonio y ejemplo coherente (v. 2 a); este testimonio se hace anuncio valiente a los otros para que participen del mismo don (v. 2b); además, el anuncio genera la comunión entre los hermanos de la comunidad, comunión que, en realidad, es auténtica participación en la vida trinitaria con el Padre y el Hijo Jesús (v. 3). Por último, esta comunión hace brotar el fruto de la alegría que colma el corazón (v. 4). Pero un elemento importante, subrayado por Juan, es el reiterativo ‘nosotros’, que nos pone ante la tradición de la escuela de Juan: tradición que desarrolla el testimonio del discípulo amado, basado en la ‘vida divina’ hecha visible en Jesús y que el testigo nos ha hecho conocer.

***

Evangelio:

Juan 20,2-8

El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro. se volvió corriendo a la ciudad para contárselo a Simón Pedro y al otro discípulo a quien Jesús tanto quería. Les dijo:

-Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde lo han puesto.

Pedro y el otro discípulo se fueron rápidamente al sepulcro.

Salieron corriendo los dos juntos, pero el otro discípulo adelantó a Pedro y llegó antes que él.

Al asomarse al interior vio que las vendas de lino estaban allí; pero no entró.

Siguiéndole los pasos llegó Simón Pedro que entró en el sepulcro, comprobó que las vendas de lino estaban allí. Estaba también el paño que habían colocado sobre la cabeza de Jesús, pero no estaba con las vendas, sino doblado y colocado aparte.

Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro. Vio y creyó.

***

      En estos pocos versículos se nos narran los hechos ocurridos la mañana de Pascua, que tienen como protagonista primera a María Magdalena y después a Pedro y Juan. La noche espiritual en la que los discípulos están hundidos cederá el puesto a la experiencia de la fe, que toma el relevo junto a la tumba vacía, signo de la presencia del Resucitado (v. 2). Ante la noticia de que la piedra ha sido retirada del sepulcro y de que el cuerpo de Jesús no estaba allí, Pedro y el discípulo amado corren al sepulcro (w. 3-4). Su carrera revela su amor y veneración y hace pensar en el ansia de la Iglesia que busca signos visibles del Seńor, especialmente cuando se encuentra en dificultades por su ausencia y no logra verlo. Los responsables de la Iglesia de los orígenes viven la experiencia de la búsqueda de los signos visibles del Señor. Juan llega antes que Pedro al sepulcro por su intuición de discípulo amado, pero Pedro entra primero por su función eclesial (w. 5-7). Observados el orden y la paz que reinaban en él, el discípulo amado se abre a la visión de la fe, creyendo en los signos visibles del Señor: ‘Vio y creyó’ (v. 8). No es aún la fe perfecta en la resurrección. Para esto será necesario que el espíritu del discípulo se abra a la inteligencia de la Escritura (cf. Le 24,45), que vea al Señor en persona y que reciba de él el don del Espíritu Santo.

*

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MEDITATIO

La figura de Juan es de fundamental importancia en la Iglesia primitiva, no sólo por su condición de discípulo amado por el Señor, sino sobre todo por habernos dado con su contemplación el Jesús más íntimo, el que se revela Hijo de Dios hecho carne, venido a desvelarnos el rostro del Padre y el camino que lleva a la comunión con él. Entre los varios títulos que la tradición antigua atribuye a Juan destaca el de teólogo, porque el objetivo de sus escritos es creer en Jesús, Mesías e Hijo de Dios (cf. Jn 20,31). El símbolo del evangelista es el águila, porque, como declara un dicho rabínico, es como el único pájaro que puede mirar el sol (que para Juan es Cristo) sin quedar deslumbrado. Y su presencia en la comunidad cristiana, que en todo tiempo debe estar a la búsqueda de los signos visibles del Señor, es la de la contemplación y la comprensión penetrante de la Palabra de vida.

Son muchos los carismas en la Iglesia, todos preciosos y necesarios, como, por ejemplo, el carisma de la institución de Pedro o el de la profecía de Juan. Sólo el respeto recíproco y la búsqueda común en el compartir sincero y atento a los dones del Espíritu, permite adentrarse en el misterio. El ejemplo de la búsqueda común y de la ayuda entre hermanos de la misma fe, de que claramente nos habla el discípulo amado, lleva necesariamente a reencontrarse juntos, reunidos en el reconocimiento de los signos del Resucitado.

*

ORATIO

Señor Jesús, que revelaste los misteriosos secretos de la Palabra al discípulo amado, Juan, da también hoy a tu Iglesia una nueva inteligencia espiritual de las Escrituras.

El Espíritu Santo, a través de las palabras del concilio, nos ha recordado que ‘la Iglesia ha venerado siempre las Sagradas Escrituras como el Cuerpo mismo de Cristo’ y que la Palabra de Dios es ‘fuente pura y perenne de la vida espiritual’ (DV 21). Por esto nosotros queremos iluminar cada vez más nuestra vida espiritual con tu Palabra, para aprender ‘la sublime ciencia de Jesucristo ť (Flp 3,8). Sentimos cada vez más verdadera, sin embargo, la afirmación conciliar según la cual la Escritura ‘debe ser leída e interpretada con la ayuda del mismo Espíritu con que ha sido inspirada’ (DV 12).

Da, Señor, a tu Iglesia pastores sabios y santos que sepan captar el sentido espiritual y profundo de tus Escrituras e introducir al pueblo entero de Dios en tu intimidad para conocer mejor tu pensamiento, las profundidades del Espíritu y como guías a tu Iglesia. Pero haznos comprender también que tantas crisis de nuestras comunidades religiosas se superan sólo con la frecuente lectura y meditación de tu Palabra ‘acompañadas por la oración, para que pueda brotar el coloquio entre Dios y el hombre’ (DV 25), lugar donde se opera en nosotros la conversión del corazón nuevo y la apertura a la fraternidad universal.

*

CONTEMPLATIO

Seńor Jesús, quien escoge amarte no queda defraudado porque nada se puede amar mejor y más provechosamente que a ti, y esta esperanza nunca decae. No hay miedo de excederse en la medida, porque en amarte a ti no está prescrita ninguna medida. No hay que temer a la muerte, que pone fin a las amistades del mundo, porque la vida no puede morir. En el amarte a ti no hay que temer ofensa alguna, porque no puede haberlas, si no se desea otra cosa que el amor. No se insinúa sospecha alguna, porque tu juzgas según el testimonio de la conciencia que ama. Ésta es la suavidad que excluye el temor.

¡Verbo devorador, ardiente de justicia, Verbo de amor, Verbo de toda perfección, Verbo de ternura. Verbo devorador a quien nada puede escapar! Verbo que compendias en ti toda la ley y los profetas. Del que tiene tal amor, dice abiertamente la Verdad estas palabras: ‘El que acepta mis mandatos y los cumple, este me ama’ (Jn 14,21). Se debe saber también que el amor de Dios no se mide por sentimientos momentáneos, sino por la perseverancia de la voluntad. El hombre debe unir su voluntad a la de Dios, de modo que la voluntad humana consienta todo lo que dispone la voluntad divina, sin querer esto o aquello si no es porque sabe que lo quiere Dios.

Esto significa amar a Dios de modo absoluto. En efecto, la misma voluntad no es otra cosa que amor (Elredo de Rievaulx, Discurso sobre el amor de Dios).

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ACTIO

Repite a menudo y vive hoy la Palabra: ‘La Palabra se hizo carne, y nosotros hemos visto su gloria’ (Jn 1,14).

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Jes__s y el Disc__pulo Amado

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Sentirse amado es el origen y la plenitud de la vida del Espíritu. Digo esto porque, apenas comprendemos un destello de esta verdad, nos ponemos a la búsqueda de su plenitud y no descansamos hasta haber logrado encontrarla. Desde el momento en que reivindicamos la verdad de sentirnos amados, afrontamos la llamada a llegar a ser lo que somos. Llegar a sentirnos los amados: he aquí el itinerario espiritual que debemos hacer. Las palabras de san Agustín: ‘Mi alma está inquieta hasta reposar en ti, Dios mío’, definen bien este itinerario.

Sé que el hecho de estar a la constante búsqueda de Dios, en continua tensión por descubrir la plenitud del amor, con el deseo vehemente de llegar a la completa verdad, me dice que he saboreado ya algo de Dios, del amor y de la verdad. Puedo buscar sólo algo que, de algún modo, he encontrado ya.

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H. J. M. Nouwen,

Tú eres mi amado: la vida espiritual en un mundo secular,

Madrid s.f.

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San Esteban, diácono y protomártir.

Jueves, 26 de diciembre de 2024

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LECTIO

Primera lectura:

Hechos 6,8-10; 7,54-60

Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía grandes signos y prodigios en medio del pueblo, algunos de la sinagoga llamada ‘de los libertos’, a la que pertenecían cirenenses y alejandrinos, y algunos de Cilicia y de la provincia de Asia, se pusieron a discutir con él, pero no pudieron hacer frente a la sabiduría y el espíritu con que hablaba,

Oyendo sus palabras, se recomían de rabia en su corazón y rechinaban los dientes contra él.

Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, mirando fijamente al cielo, vio la gloria de Dios y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y exclamó:

-Veo los cielos abiertos, y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios.

Ellos, dando grandes gritos, se taparon los oídos y se arrojaron a una sobre él. Lo echaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos habían dejado sus vestidos a los pies de un joven llamado Saulo.

Mientras lo apedreaban, Esteban oraba así:

-Señor Jesús, recibe mi espíritu.

Luego cayó de rodillas y gritó con voz fuerte:

-Seńor, no les tomes en cuenta este pecado. Y dicho esto, expiró.

***

       Esta página de los Hechos narra la muerte de Esteban, primer mártir de la Iglesia. Hombre de fe y de Espíritu Santo, fue elegido diácono para el servicio de la comunidad cristiana, a fin de que la comunión de vida fuese visible incluso en la distribución de los bienes (cf. Hch 6,1-6). Lleno de dones carismáticos, de sabiduría contemplativa en la predicación y de fuerza evangélica en la evangelización, fue intrépido testigo de Cristo resucitado con la fuerza de su Espíritu (w. 8-10). La parte final del valiente discurso de Esteban, hecho ante los ancianos y los jefes del pueblo, y la sucesiva narración de su martirio (w. 54-60) son un magnífico ejemplo de catequesis bíblica. El discurso, en efecto, concluye por una parte con la profesión de fe en Jesús, hecha por Esteban y, por otra, con la falsa acusación de los jefes contra él por haber pecado contra la Ley de Moisés y el templo y, por tanto, con la decisión de su condena a muerte.

        La lapidación del protomártir Esteban es narrada por Lucas según el modelo de la muerte de Jesús, porque también él murió confiándose al Señor y perdonando a sus verdugos (cf. w. 59-60; Le 23,34-46). El testimonio de Esteban no es otro sino que la vida de Cristo continúa en la vida de la Iglesia por la disponibilidad al Espíritu, la predicación, la coherencia evangélica y la muerte misma. Es preciso estar abiertos al paso del Espíritu por la propia existencia para comprender los tiempos nuevos que Jesús ha inaugurado, porque ahora su persona es la plenitud de la ley que ninguna persecución podrá eliminar jamás.

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IMG_9041San Esteban
Luis de Morales (Badajoz, ca. 1510-1586)

Evangelio:

Mateo 10,17-22

Dijo Jesús a sus apóstoles:

Tened cuidado, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas.

Seréis llevados por mi causa ante los gobernadores y reyes, para que deis testimonio ante ellos y ante los paganos.

Cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo hablaréis, ni de qué diréis. Dios mismo os sugerirá en ese momento lo que tenéis que decir, pues no seréis vosotros los que habléis, sino que el Espíritu de vuestro Padre hablará a través de vosotros.

El hermano entregará a su hermano a la muerte y el padre a su hijo. Se levantarán hijos contra padres y los matarán.

Todos os odiarán por causa mía, pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará.

***

         El evangelio de Mateo se coloca en el contexto de las persecuciones y refiere algunas enseñanzas de Jesús a sus discípulos acerca de las pruebas que la Iglesia deberá sufrir en el curso de su historia. Jesús expone esta situación con tanta claridad y tanto detalle concreto, que parece estar describiendo la Iglesia primitiva después de los años 70, que debió afrontar diversas pruebas internas y externas en su vida y fácilmente hubiera podido caer en el desaliento y haber perdido la fe en Él.

        Jesús provee así a la continuidad de su obra en el tiempo y en el espacio, anticipando acontecimientos y signos que la comunidad cristiana deberá afrontar en el mundo, para ayudar a sus discípulos a superar el escándalo de la cruz, que permanece siempre como verdadero obstáculo en el camino de fe de todo creyente.

        La palabra repetida por Jesús en el texto –‘no os preocupéis’ y ‘no tengáis miedo’ (w. 19.26.28.31)- son el alivio del Señor al miedo de los suyos, real impedimento al alegre anuncio del evangelio que, por el contrario, debe ser proclamado con entusiasmo y muestras de alegría. Ante los reyes y en los tribunales es ‘el Espíritu del Padre’ el que hablará por vosotros (v. 20). También el odio de parientes y amigos ‘a causa del nombre’ de Jesús (v. 22) será recompensado porque el Padre lo ve y concederá a los suyos la salvación y la verdadera vida.

*

MEDITATIO

        ¿Cuál es el sentido cristiano del sufrimiento y de la muerte del texto bíblico que considera la liturgia de hoy? La respuesta a interrogantes tan fundamentales de la vida humana se encuentra sólo en el dejarse iluminar totalmente por la enseńanza y el testimonio vividos por Jesús. ‘Humanamente hablando, la muerte es el fin de todo’ escribe Kierkegaard, ‘y humanamente hablando hay esperanza sólo mientras hay vida’. Pero para el  cristiano el sufrimiento y la muerte no son en modo alguno el fin de todo; son solamente pequeños acontecimientos comprendidos en el todo que es la vida eterna. En el sentido cristiano, pues, hay infinitamente más esperanza en la muerte que hablando en un mundo meramente humano, en el que no sólo hay vida, sino una vida en plena salud y fuerza física’.

        La muerte de Esteban o de tantos primeros testigos de la fe cristiana no tendrá la ultima palabra sobre la vida de estos discípulos de Jesús, porque Cristo es el Señor de la vida y de la muerte. La resurrección de Jesús muestra la verdadera gloria, como única realidad de la verdadera vida, hacia la que se encamina todo creyente. Esta prevé, sin embargo, que la gloria de Jesús y de cada uno de sus discípulos pasa justamente a través del Gólgota y la muerte en cruz. El sufrimiento y la muerte de Jesús y de todo discípulo suyo ofrecen un signo que habla a la fe. El plan de Dios es más grande que el pequeńo y estrecho del hombre. El amor de Dios supera con mucho el interés particular de cada uno de sus hijos.

        Sólo Jesús, signo del amor de Dios a los hombres es capaz de liberar al hombre de la muerte y de hacer brotar en el corazón del discípulo la fe como respuesta radical a la salvación ofrecida por Dios.

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San Esteban protomártir, mosaico en la Catedral de Wetsminster. Foto Lawrence OP.


ORATIO

        Señor de la vida y de la muerte que, con tu enseñanza y ejemplo de coherencia y de vida, nos has enseñado a afrontar el sufrimiento e incluso la muerte, nosotros deseamos alzar la mirada, como dice la Escritura, hacia ti, que eres ‘el que traspasaron’ (Jn 19,37). Ésta es una invitación dirigida a todos los hombres para que vean y crean a tu corazón traspasado con una mirada interior y contemplativa que los introduzca en el misterio de la salvación.

      Nosotros, como el primer mártir Esteban y tras él todos los mártires y los santos, queremos hacernos partícipes de la experiencia y de la fe del primer testigo, que ha visto durante su martirio tu gloria, aquella gloria que el Padre te ha reservado por tu dócil obediencia hasta la cruz. También para nosotros esta mirada hacia el cielo debe hacerse contemplación de fe, experiencia interior, posesión permanente. Esto quiere ser también un compromiso para celebrar contigo la obra del Padre y de penetrar en la contemplación tu vida divina con un testimonio de fe y de amor.

       Sabemos que el único remedio válido contra el miedo es la fe. Señor, tú has pedido a tus discípulos superar el grave momento del dolor y de la prueba, no tanto acogiéndose con la mente a tus palabras, cuanto creyéndote a tí con el corazón y con la vida entera, a ti que comunicas la palabra del Padre, la única que salva y elimina toda turbación. No hay, pues, verdadera fe en Dios sin fe en ti, porque Dios se ha revelado como tu Padre y tú nos has revelado su rostro luminoso.

*

CONTEMPLATIO

San Esteban, bienaventurado Esteban, Esteban bueno, fuerte soldado de Dios, primero de la serie de sus mártires: he sabido y creo y abrazo con alegría el hecho de que tú, todavía en esta tierra hayas tenido santidad tan luminosa que tu rostro venerable resplandecía como el de los ángeles. En efecto, cuando tus enemigos se encarnizaban contra ti, tú, de rodillas, exclamaste en un grito: ‘Señor, no les tengas en cuenta este pecado’.

Hombre dichoso, ¡cuanta esperanza das a tus amigos pecadores al escuchar que te has preocupado tanto de enemigos arrogantes! ‘Señor, no les tengas en cuenta este pecado’. ¿Cómo responderá cuando es invocado aquel que, provocado respondía de esa manera? ¿Qué bondad sabrá usar con los humildes ahora que es ensalzado, aquel que socorría de ese modo a los soberbios cuando era humillado? Anda, dime, bienaventurado Esteban, żqué cosa te caldeaba el corazón para derramar al exterior tantas bondades juntas? No hay duda de que estabas colmado de todas, adornado de todas, iluminado por todas.

Te suplico, caritativo Esteban, ruega para que mi alma endurecida se llene de caridad generosa. Haz que mi alma insensible, por don de Aquel que la ha creado, arda en el fuego de la caridad (Anselmo D’Aosta, Ovacione a santo Stefano, in Orazioni e Meditazioni, Milán 1997, 318-333).

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ACTIO

Repite a menudo y vive hoy la Palabra: ‘Señor, no les tomes en cuenta este pecado’ (Hch 7,60).


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PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Desde ahora ningún honor del mundo o de la iglesia me puede tentar. Llevo conmigo la confusión de cuanto el Santo Padre ha querido hacer por mí enviándome a París. Tener un alto cargo en la jerarquía o no tenerlo me es del todo indiferente. Esto me da una paz grande. Y me deja más libre para el cumplimiento de mi deber, a toda costa y a todo riesgo. Es bueno que esté preparado a alguna gran mortificación o humillación. Este será el signo de mi predestinación.

Quiera el cielo que signifique el inicio de mi verdadera santificación, como ha ocurrido con almas más selectas, que recibieron en los últimos años de su vida el toque de la gracia que los hizo santos auténticos. La idea del martirio me da miedo. Temo por mi resistencia al dolor físico. Sin embargo, podría dar a Jesús el testimonio de sangre, ¡oh que gracia y que honor para mí!

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Juan XXIII,

Diario del alma,

Madrid 1998

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“Nosotros somos el problema”, por Gabriel Mª Otalora

Martes, 17 de diciembre de 2024
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IMG_8883De su blog Punto de Encuentro:

Las dificultades ayudan al desarrollo humano. Preferiríamos que todo fuese más fácil, pero el esfuerzo de superación está contenido en el éxito. Aquellas no son “el problema”; tampoco lo son en la vida cristiana. El centro de nuestra crisis parece ser otro: hemos desenfocado la misión esencial cristiana de ser testigos luminosos de nuestra fe en Cristo. Ser luz para todos, Lumen Gentium en expresión feliz de uno de los documentos del Concilio Vaticano II que no ha perdido actualidad. Ser luz, buena noticia, es el objetivo fundamental de la evangelización.

Sin embargo, ocurre que la Iglesia se refuerza en lo institucional bastante más que en la vivencia del Mensaje. La consecuencia -o el origen- es un clericalismo que elude autocríticas y culpa de los males eclesiales a los demás, a los de afuera, es decir, a los predilectos del Evangelio. Qué paradoja. La sinodalidad llega en medio de una pasividad clamorosa, pero llega para quedarse como fermento que fructificará con el tiempo; es una apuesta a largo plazo, como los árboles más frondosos, que ha sido ninguneada porque exige un cambio de actitudes real. Es un proceso de conversión global para resetear nuestra actitud de humildad a la escucha del diferente caminando juntos en unidad, no en la uniformidad impuesta. Quienes están boicoteando esta iniciativa papal, solo viven el corto plazo. A Jesús le pasó algo parecido: él apuntaba a la luz divina, y no pocos de quienes le escuchaban se quedaron mirando a su dedo.

Los hechos no engañan sin que, repito, haya autocrítica alguna mientras se prima a la institucionalidad eclesial por encima de la Buena Noticia en un tiempo oscuro como el nuestro, qu es donde el Mensaje debiera calar mejor. Pero la institución eclesial parece cada vez más centrada sobre sí misma y sus problemas en lugar de ser un modelo de anuncio luminoso, tal y como propone el Adviento que ahora comienza. Desde luego que no ayuda la gestión de la pederastia por la CEE (con dos honrosas excepciones: las diócesis de Bizkaia y Madrid). Bajan las vocaciones en medio de la crisis de identidad sacerdotal y laical, YVde la desorientación pastoral en medio del desinterés general por vivir en cristiano, tal como refleja la deserción de fieles en las eucaristías y en las comunidades parroquiales.

Para colmo, algunos deciden encastillarse en las seguridades de la tradición con minúscula, tan superficial (siempre se ha hecho así) como sociológica (cumplimiento). El regalo de la experiencia de la fe, en este caso dilapidado a la manera de la parábola de los talentos. Admiro al Papa Francisco por el esfuerzo inmenso para enmarcar nuestro encuentro con Cristo en este tiempo tan difícil, porque las resistencias mayores que se encuentra cada día vienen de dentro.

Estamos en crisis de experiencia de Dios porque la institución eclesial es más importante que el Mensaje. Jesús no fundó la Iglesia, es la Iglesia la que se funda en Jesús. No nos dejó una estructura eclesial diseñada, sino una forma de vida (Cristina Inogés). Y sus seguidores somos el problema, cada vez que nos colocamos en uno de estos tres vértices: conformismo descomprometido, hiperactividad social desconectada de la vivencia transformadora como testigos de Alguien, no de algo. O clericalismo a ultranza, tal como lo ha definido y denunciado Francisco. Así es difícil que los que siembran adecuadamente, tengan relevancia suficiente.

Al final, los resultados no son una casualidad, sino el fruto de una enorme inconsecuencia. El Adviento como tiempo de espera, pero de espera activa, es la esperanza fundada en la siembra del amor servicial con la actitud que tanto impactó a Tertuliano en el siglo II al ver comportarse a los cristianos: “mirad como se aman”. Solo así el fruto llegará abundante.

Mientras tanto, nuestras pequeñas comunidades son el campo adecuado para germinar las semillas de la Buena Noticia a nuestro alrededor. Vivir el Adviento con esta determinación es caminar en la dirección adecuada. No es poca cosa.

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“Yo también busco cada mañana”, por Carmen Notario.

Martes, 17 de diciembre de 2024
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pastor-9Me vienen a la mente imágenes del viaje que hicimos a Tierra Santa hace ya algunos años y en concreto el recorrido por Galilea. ¡Qué diferente es Galilea del resto del país! Una tierra verde, con colinas, agua abundante y allí abajo el lago de Tiberíades. Un paisaje que no pareciera pertenecer a un país tan lleno de desiertos, tan árido, tan seco.

No es de extrañar que Jesús se encontrara a gusto en su tierra, donde se crio, donde experimentó la armonía entre la tierra y los seres que la habitan, a pesar de la pobreza, de los escasos medios y del duro trabajo. También se encontraba a gusto lejos de los poderes políticos y religiosos por los que no sentía aprecio y criticaba duramente.

Con tantos rebaños alrededor, experimenta a Dios como pastor que cuida, que conduce, que sacia y que procura el descanso. Esa experiencia diaria de haber dado con la fuente, con el sustento, le da fuerza para convertirse él en pastor de quien se quiera acercar.

Yo también, busco cada mañana en el silencio de todo y de todos el alimento para el día, sabiendo que tanto si lo siento como si no, Dios tiene dispuesta la mesa para mí. “Me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa” (Salmo 22, 5). Mi encuentro con Él es una fiesta donde no falta nada.

Me prepara para el camino, para el seguimiento al que me invita diariamente. Mucha parte del sendero se me presenta oscuro, contradictorio. Experimento el miedo de tantas cosas: de no hacerlo bien, de estar confundida, el miedo a la soledad y a la indiferencia de tantos.

Nada temo porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan” (Salmo 23, 4)

Tampoco temo porque sé que camino en comunidad, que no voy sola; entre todos hacemos luz y nos ayudamos a discernir cuando se presentan los dilemas y las dificultades.

Tu bondad y tu amor nos acompañan todos los días de nuestra vida; transfórmanos en esa misma bondad y compasión.

Carmen Notario, SFCC

Fuente: espiritualidadcym@gmail.com

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¡Señor, dame lo que necesito, y nada más quiero, que de lo que tengo me sobra todo!

Viernes, 6 de diciembre de 2024
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Del Blog de Alfonso J. Olaz El Rincón del Peregrino:

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| Alfonso Olaz OFS

Padre,
Sin ti, camino errante, con la sombra de mi figura
más alargada que la tuya.

¡Qué fácil parece confiar en lo que no es la confianza, !
Y qué difícil suele ser darse cuenta,
de que en el espejo de nuestro submundo
no vemos a nuestra sombra.

Siendo espejo sin cristal de lo que no tengo,
y amando con los mil espejos de los que no preciso

Señor
¡Tarde me he dado cuenta…!
¡Qué poco preciso de las cosas…!

Que nada soy sin serlo contigo
Que todo lo que tengo es  tuyo

¡Y si me ocupo de tus cosas!
Tú te ocuparás de las mías
Cómo así lo has prometido

¡Que por mí, que poco puedo!
¡Dame lo que necesito!
Para darte todo lo que quieras

Dame tu paciencia para ser paciente

Dame tu entendimiento
para obrar como tú quieres

Dame tu humildad, toda tu humildad;
envuélveme con ella para ser humildad.
Y mostrarla a mis hermanos

Dame tu paz para estar más cerca de la paz,
más cerca de ti
Para ser tu paz
Y compartirla con todos

Dame tu certeza de ser para ti,
sin ninguna duda
Dame la certeza por siempre,
de que estás conmigo, en tu ausencia

Y en la ausencia,
sepa que estás más fuerte con tu presencia

El novio jamás podrá amar como la amada
Ni entender a la amada como Dios la ama
Ya que Dios es también: Madre, amada y amor.

Señor
Vuelve a hacerme como tú quieres,
con la inocencia del niño pequeño que tanto tú amaste

¡Dame lo que tú quieras!
Nunca es tarde
Para ser como tú quieras

Nunca es tarde
Para ver la nieve que cubre los almendros
y protege al pajarillo herido de tu creación

Nunca es tarde
Para sentirse amado
Y oler a pan divino recién hecho

Nunca es tarde
Para saber que tu vida merece la pena
Aunque haya sido una vida de pena

Porque eres hijo de Dios.
Y más querido por él.

Que cualquier cosa que quiera de todo su mundo

Del evangelio a la vida
De la vida al evangelio


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San Andrés, Apóstol.

Sábado, 30 de noviembre de 2024
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Andrés, que ya era discípulo de Juan el Bautista, se puso a seguir a Jesús cuando el precursor le seńaló como ‘Cordero de Dios’ (cf. Jn 1,35-40). Le comunicó a Pedro, su hermano, que había descubierto al Mesías (cf. Jn l,41ss). Ambos fueron llamados por Jesús a orillas del lago de Genesaret para ser ‘pescadores de hombres’ (Mt 4,18ss). Fue Andrés el que, en la multiplicación de los panes, indicó a Jesús al nińo que tenía los cinco panes y los dos peces (Jn ó,8ss). Junto con Felipe, Andrés le dijo al Nazareno que algunos griegos querían verle (Jn 12,20ss). Según la tradición, Andrés murió crucificado en Patras; por eso se venera su memoria de un modo absolutamente especial en la Iglesia griega.

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En aquel tiempo,  paseando junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos: Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés, que estaban echando la red en el lago, pues eran pescadores.

Les dijo:

Venid detrás de mí y os haré pescadores de hombres.

Ellos dejaron al instante las redes y lo siguieron.

Más adelante vio a otros dos hermanos: Santiago, el de Zebedeo, y su hermano Juan, que estaban en la barca con su padre Zebedeo, reparando las redes. Los llamó también, y ellos, dejando al punto la barca y a su padre, lo siguieron.

*

Mateo 4,18-22

***

Jesús se apresura, al comienzo de su ministerio público, a reunir a su alrededor algunos discípulos, a los que dirige una enseńanza completamente particular, porque quiere que sean sus seguidores y sus testigos. A su tiempo, después de la resurrección de Jesús, serán enviados a todo el mundo, a fin de que el Evangelio pueda seguir su curso hasta el final. Los Doce, de pescadores de peces, se convertirán en pescadores de hombres.

No se trata de un simple juego de palabras, sino de lo que el mismo Jesús les dice: ‘Ellos dejaron al instante las redes y lo siguieron’ (v. 19). Andrés, junto con su hermano Simón, fue uno de los primeros que escuchó la llamada de Jesús y le siguió con prontitud. Mateo otorga un relieve particular a la prontitud con la que Pedro y Andrés respondieron a la llamada de Jesús: ‘Y ellos, dejando al punto la barca y a su padre, lo siguieron’ (v. 20).

Un poco más adelante (v. 22), el mismo evangelista Mateo afirma que, en realidad, los primeros discípulos de Jesús no dejaron sólo las redes, la barca y su profesión, sino también a su padre. El seguimiento de Jesús, el auténtico que transforma la vida, no deja lugar a tergiversaciones ni concede descuento alguno: es, por propia naturaleza, radical y totalitario.

 ***

ORACIÓN 

¿Por qué, Señor, son tan pocos los que prestan hoy oído a tu voz? ¿Por qué disminuye cada vez más el número de los que están dispuestos a seguirte por el camino de la radicalidad evangélica? ¿Acaso se ha apagado tu voz entre nosotros? ¿O tal vez es menos perceptible tu presencia entre los jóvenes de hoy? żAcaso estás tan escondido que es casi imposible reconocerte presente y cercano a cada uno de nosotros?

Sin embargo, oh Señor, tú estás en medio de nosotros, vives a nuestro lado, nos acompańas de una manera discreta, pero real, por los caminos que recorremos.

Haz, oh Señor, que tu Palabra resuene más eficaz que nunca hoy para todos nosotros. Haz, oh Seńor, que tu presencia sea advertida y reconocida hoy más que nunca, sobre todo por los jóvenes. De este modo, el espinoso problema de la falta de vocaciones dejará de angustiarnos, porque todos nos abandonaremos a tu solicitud de pastor bueno.

 ***

Ponerse en camino significa exteriorizarse, romper la costra del egoísmo, que intenta encerrarnos en nuestro propio ‘yo’.

Ponerse en camino significa dejar de girar sobre uno mismo como si fuéramos el ombligo del mundo y de la vida.

Ponerse en camino significa no dejarse encerrar en el círculo de problemas del pequeńo mundo al que pertenecemos. Por muy importantes que sean, la humanidad es más grande y es precisamente a esta humanidad a la que servimos.

Ponerse en camino no significa devorar kilómetros, atravesar océanos o alcanzar la velocidad supersónica. Significa, ante todo, abrirse a los demás, descubrirles, encontrarse con ellos

*

Dom Helder Cámara

***

En el hombre actúan múltiples fuerzas: conociéndolas, puede abarcar todas las cosas que hay a su alrededor -estrellas y montańas, mares y ríos, plantas y animales, y toda la humanidad que está cerca de él, y de este modo puede enriquecer su mundo interior. Puede amarlas, puede odiarlas y rechazarlas; puede ponerse contra ellas o bien tender a ellas y atraerlas hacia sí.

Puede actuar sobre el mundo que le rodea y modificarlo según su propia voluntad. Un variado fluctuar de alegría y de codicia, de aflicción y de amor, de calma y de excitación acompańa el ritmo del corazón.

Sin embargo, su fuerza más noble es ésta: reconocer que hay algo más elevado por encima de él, venerar este algo más elevado e insertarse en él. El hombre puede conocer a Dios por encima de él, puede adorarle y puede ofrecerse a sí mismo ‘a fin de que Dios sea glorificado’. Ésta es la ofrenda: que la sublimidad de Dios brille en el espíritu; que el hombre adore esta sublimidad; que no se detenga de una manera egoísta en sus propias posesiones, sino que las trascienda, que se comprometa a sí mismo a fin de que sea glorificado el excelso Dios. La fuerza más profunda del alma es su capacidad de ofrenda. Es en lo íntimo del hombre donde tienen su sede la calma y la limpidez de donde sube la ofrenda a Dios.

*

Romano Guardini)

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“Nuestro Dios en incómodo. Meditación ante Cristo Rey”, por Joseba Kamiruaga Mieza CMF.

Sábado, 23 de noviembre de 2024
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imagePara que nos sirva, esta tarde, para meditar en este fin de año litúrgico.

Nuestro Dios es incómodo

Cerramos el año litúrgico con la página evangélica que parece poner fin a la experiencia terrena de Jesús. Sabemos bien que no es así, pero la percepción que tienen los líderes del pueblo es la de haberse liberado finalmente de un personaje inconveniente. Ignoran que, en realidad, será precisamente esa cruz la que iniciará todo, la que manifestará la potencia del amor de Dios e inaugurará el tiempo de esperanza eterna para cada hombre.

Sin embargo, Jesús sigue siendo un personaje incómodo, tanto ayer como hoy. El hecho de que en la Solemnidad de Cristo Rey del Universo se nos presente un Jesús sufriente y moribundo que nada tiene que ver con la pomposidad de la solemnidad de hoy, nos hace comprender qué tipo de cristianismo estamos llamados a profesar cada uno de nosotros. No una fe hecha de glorias, de exterioridad y de primeros lugares, sino una fe que hace capaz de donarse, de sacrificarse, de tener compasión, de saber perdonar y acoger. Vivir así la fe, dejarse interpelar por Jesús y su Evangelio es incómodo, y siempre lo será porque no tenemos un Dios cómodo ni acomodaticio, sino uno que prefirió la incomodidad de una cruz al consuelo de un trono. Y lo hizo por una sola razón: Amor.

El mayor poder del Rey del Universo es el Amor. Un Amor que Jesús nos enseñó llevando la corona de espinas en la cabeza y sentándose en el trono de la cruz. Es este Amor, más fuerte que la muerte, el que da sentido a nuestros días y que encontraremos esperándonos en el atardecer de la vida. Es este Amor el que continúa haciendo girar al mundo a pesar de nuestro egoísmo y codicia. Un Amor tan grande que nuestro pobre corazón por sí solo no puede sostenerlo. Por eso Amor es compartir, relación, encuentro con los demás. Si este inmenso amor de Dios no nos perturba en nuestras costumbres, en nuestro estilo de vida, no cambia nuestro modo de relacionarnos con la creación y con los demás, entonces seremos como el pueblo del Evangelio de hoy que “se quedó quieto” pasivamente.

Cuántas veces también los cristianos nos quedamos quietos y miramos, callamos ante las pequeñas o grandes injusticias de este mundo. Permanecemos impasibles ante la decadencia de la creación o ante las numerosas cruces de nuestra época, esperando que otros intervengan, resuelvan, se ocupen. Al contrario, con demasiada frecuencia somos los primeros en elogiar a la persona poderosa en cuestión, aquella de la que podemos beneficiarnos o que puede favorecernos de alguna manera, incluso en detrimento de los demás. Pero Dios siempre nos da una nueva oportunidad en la vida, siempre y hasta el final. Es significativo que el Evangelio nos informa que el primer santo que habitó el paraíso fue un ladrón. Hasta el final, Jesús nos enseña que no vino para los sanos sino para los enfermos, para aquellos que tienen la íntima conciencia de necesitar la misericordia del Padre.

También el hombre de hoy, por diversos motivos, está crucificado pero, precisamente a través de la cruz, tiene la posibilidad de encontrar a Jesús, igualmente crucificado. La cruz, entonces, se convierte en un instrumento para encontrar la mirada de Jesús, para poder sentirnos acogidos por esos brazos abiertos, incluso en el último momento de la vida. Todos nos vemos en el llamado “buen ladrón” y podemos, por tanto, hacer nuestra su oración: “Jesús, acuérdate de mí cuando entres en tu reino“. Sólo hay una manera de ser recordado por Jesús: amar. En varios pasajes del Evangelio, Jesús pronuncia una frase terrible hacia quienes quisieran entrar en su Reino pero no tienen derecho: “No os conozco“. Dios quiera o seguramente este no es el caso para nosotros. Al final de un año litúrgico estamos llamados a sacar conclusiones entre el Amor recibido y el Amor dado, a reflexionar si realmente hemos perdonado las deudas de nuestros deudores para merecer que el Padre las perdone igualmente a nosotros.

Nos preparamos para el Adviento. Hoy dejamos a un Jesús Rey del Universo y nos preparamos para la venida de un Niño Jesús, que no estará cómodo ni en el pesebre. Dejémonos perturbar por este Dios al que no le gusta la comodidad, para que podamos participar, cómodamente, en el banquete de su Reino.

Joseba Kamiruaga Mieza CMF

(Remitido por el autor)

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No os dejéis engañar.

Lunes, 11 de noviembre de 2024
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¡Qué tiempos estos que nos toca vivir
en la calle y en la Iglesia,
en casa y en el trabajo,
tan convulsos y duros
que, para afrontarlos,
necesitan tu palabra evangélica!

Hay en ellos cosas
que nos deslumbran antes de conocerlas,
o que nos seducen
al primer golpe,
o al cabo de un rato,
o al caer de la tarde,
o en plena noche,
porque tienen tantas caras y brillos
como nosotros portamos
frustraciones y necesidades.

Y también las hay
que juegan a camuflarse
y engañan a los caminantes
perdiéndonos entre debates,
comparaciones,
dogmas
y yermas verdades.

Aunque más duro y triste
es encontrarse con personas,
de cultura y fe reconocida y solvente,
que, humildemente y en tu nombre,
se proclaman servidores
mas ejercen de jefes y señores
sin descubrir sus contradicciones,
y hacen sufrir a sus semejantes
y traicionan a tantos y tantos creyentes….

Pero Tú nos dijiste para momentos así:
Tened cuidado y no os dejéis engañar.
Y aunque desplieguen gran parafernalia,
no los sigáis ni a orar ni a tomar cañas.
Aprended de esa viuda, que es pobre
y ha dejado en el cepillo lo que necesitaba.
Permaneced firmes en mi palabra
y tendréis vida en abundancia.

*

Florentino Ulibarri

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¡Un corazón que no vive para servir, no sirve para vivir!

Sábado, 9 de noviembre de 2024
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Del blog de Alfonso J. Olaz El Rincón del Peregrino:

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¡Un corazón que no vive para servir, no sirve para vivir!

¡De qué me vale vivir, sin ser corazón de carne!

Mi razón pretende
Lo que mi corazón no entiende
Y lo que no comprende es del mundo de la razón

Para hacerlo corazón partido
que ya no es corazón
Si no mal partido, por haberlo dividido y roto su corazón

¡Corazón verdadero, que de todos eres, de todos, de todos!
Eres el corazón original
Imposible de falsificar, ni con la inteligencia artificial

Corazón de carne
A imagen y semejanza de Dios: hecho, “El hombre
Pues ya lo demostraste cuando por este mundo ya pasaste

Corazón, padre de Corazones
Que contigo todo es posible,
Si el hombre quiere.

Incluso Jesús, tanto quisiste, tanto, tanto
Que por ello te empeñaste en esto
Y para ello muy poco nos pediste, muy poco,

Que fuéramos a la casa de empeños para desempeñarte
y con una pequeña plegaria de amor,
el prestamista de nuestro corazón ya nos devolvió lo que era tuyo
Y así, tú hiciste lo más grande.
El ser un solo corazón contigo…

De ti nadie puede hacer copia
Pues eres verdadero
Y lo verdadero es irrepetible como toda tu vida

Y toda tu vida me llena cada día desde mi pequeñez
Para ser vasija, recipiente de tus esencias
que nunca se agotan, por confiar en tu confianza,
que cada día se renueva con mi mirada en tu presencia

Corazón de amor
Qué vueltas alto, muy alto
Y tan alto vuelas
Que las flechas de la razón no pueden darte alcance

¡Que pretendo con la razón, “de las verdades“,
que no son del corazón!
Porque él no necesita las verdades de la razón,
este da la vida a la razón

¡Qué curioso es el hombre!
“Hacemos caridad con nuestros hermanos,
incluso una caridad larga
para satisfacer el estómago siempre lleno del ego”

Pero me llama la atención
que tengamos tan olvidado
al pequeño niño pobre y desnudo, enfermo,
sin ningún cuidado,
que habita en lo más profundo de nuestro interior

Niño nuestro, escondido, muy apartado,
tan anónimo, desconocido y lejano
como el leproso que tanto amó San Francisco de Asís

¡Qué duro que hayamos creado un corazón leproso
y lo tengamos tan apartado, tan lejano y olvidado!

Comienza por hacer lo necesario;
luego haz lo que es posible;
y, de repente, estarás haciendo lo imposible” (San Francisco de Asís)

Del Evangelio a la Vida
De la vida al evangelio

*

Alfonso Olaz

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Escucha hijo…

Martes, 5 de noviembre de 2024
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Escucha, Hijo, mi enseñanza
y pon fin al sueńo
que pesa sobre ti.

Sal del aturdimiento
que te inunda de tinieblas.
żPor qué seguir en tinieblas
si está a tu disposición la luz?
¿Por qué beber el agua turbia
si está al alcance de tu corazón la pura? […]

No ames el oro ni la plata
y, si te aferra el afán, la preocupación,
échalos sólo en Dios
y revístete de la Sabiduría
como de un manto.

Vuelve de continuo al Padre;
no tengas un corazón altanero,
sino sé tú mismo un hombre
plasmado por el logos (la Palabra de Dios).

Vence la hipocresía, la codicia y la vanagloria.
No digas palabras arrogantes
ni malas al juzgar,
porque todo hombre malo hace mal
antes que nada a su propio corazón.

Hijo mío,
deja a tu espalda a tu ‘hombre viejo’
y tú, en Cristo, toma altura
como un águila

*

Abbá Silvano el Egipcio,
Vosotros sois mis amigos,
Magnano 1999, passim

***

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Oración y Reforma

Jueves, 31 de octubre de 2024
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Hoy se celebra el Día de la Reforma, que supuso para todas las confesiones cristianas, un redescubrimiento de la Palabra. Celebrémoslo junto con nuestros hermanos y hermanas de las iglesias luteranas, reformadas, evangélicas…

“Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”
(Fil. 2: 12-13).

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“Tengo tantas cosas que hacer,

que pasaré las primeras tres horas orando”

(…)

“La oración no es para cambiar los planes de Dios.

Es para confiar,

descansar en Él,

y hallar la paz”

*

Martin Lutero

***

“Omnipotente y eterno Dios, ¡qué terrible es este mundo! ¡Cómo quiere abrir sus quijadas para devorarme! ¡Y qué débil es la confianza que pongo en ti! Dios mío, protégeme en contra de la sabiduría mundanal. Lleva a cabo la obra, puesto que no es mía; sino tuya. No tengo nada que me traiga aquí, ni tengo controversia alguna con estos grandes de la tierra. Desearía pasar los días que me quedan de vida, tranquilo, feliz y lleno de calma. Empero, la causa es tuya; es justa; es eterna. ¡Dios mío, ampárame, tú eres fiel y no cambias nunca¡ No pongo mi confianza en ningún hombre.

¡Dios mío, Dios mío!, ¿No me oyes? ¿Estás muerto? No, no estás muerto, más te escondes. Dios mío, ¿dónde estás? Ven, ven. Yo sé que me has escogido para esta obra. ¡Levántate, pues, y ayúdame! Por amor de tu amado Hijo Jesucristo, que es mi defensor, mi escudo y mi fortaleza, ponte de mi lado. Estoy listo, dispuesto a ofrecer mi vida, tan obediente como un cordero, en testimonio de la verdad. Aun cuando el mundo estuviera lleno de diablos; aunque mi cuerpo fuera descoyuntado en el ‘potro’, despedazado y reducido a cenizas, mi alma es tuya: tu Sagrada Escritura me lo dice. Amén. ¡Dios mío, ampárame! Amén.”

*

Martín Lutero
Oración antes de presentarse ante la dieta de Worms. Salmo 43

***

Lutero, orante de gran fe, visitó a Melanchton en una ocasión en que éste se encontraba en estado agonizante. Su muerte parecía tan próxima como inevitable. Entre sollozos, oró Lutero pidiendo a Dios la recuperación física de su más íntimo colaborador. Una exclamación vehemente al final de la oración hizo salir a Melanchton de su estupor. Sólo pronunció unas palabras:«Martín, ¿por qué no me dejas partir en paz?» «No podemos prescindir de ti, Felipe», fue la respuesta. Lutero, de rodillas junto al lecho del moribundo, continuó orando por espacio de una hora. Después persuadió a su amigo para que comiera una sopa. Melanchton empezó a mejorar y pronto se restableció totalmente. La explicación la daba Lutero con estas palabras: «Dios me ha devuelto a mi hermano Melanchton en respuesta directa a mis oraciones»

*

José M. Martínez
Pensamiento Cristiano, Octubre 2011

***

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“Concede, Dios Todopoderoso, que desde que estamos bajo la dirección de tu Hijo hemos sido unidos al cuerpo de tu Iglesia que, en muchas ocasiones se ha dispersado o desgarrado en pedazos; permite que podamos continuar en la unidad de la fe, y que luchemos con perseverancia en contra de todas las tentaciones de este mundo y que nunca nos desviemos del camino correcto, sin importar los nuevos problemas que se presenten diariamente; y aunque estemos expuestos a muchas muertes, permite que el temor no se apodere de nosotros/as de manera tal que extinga la esperanza de nuestros corazones; sino que, al contrario, levantemos nuestros ojos y nuestras mentes y todos nuestros pensamientos a tu gran poder, por el cual aligeraste la muerte, y levantaste de la nada cosas que no existían, para que así, aunque estamos expuestos a ruina diariamente, nuestras almas puedan aspirar a la salvación eterna hasta que verdaderamente te reveles como la fuente de vida, cuando podamos disfrutar de esa dicha sin fin que ha sido obtenida para nosotros por la sangre de tu único Hijo nuestro Señor. Amén.”

*

Juan Calvino

***

«Acostumbro a definir este libro como una anatomía de todas las partes del alma, porque no hay sentimiento en el ser humano que no esté ahí representado como en un espejo. Diría que el Espíritu Santo colocó allí, a lo vivo, todos los dolores, todas las tristezas, todos los temores, todas las dudas, todas las esperanzas, todas las preocupaciones, todas las perplejidades hasta las emociones más confusas que agitan habitualmente el espíritu humano».

*

Juan Calvino
(1509-1564)
prefacio de su comentario a los salmos

***

““El Señor nos mandó a orar. El lo ordenó, no tanto para su propio bien, sino para el nuestro. El actúa –como es correcto– para que la gloria sea para él, el reconocimiento de que todo lo que deseamos y consideramos para nuestro beneficio, viene de él.”

Dispuestos en la mente y el corazón, como corresponde a aquellos que entran en conversación con Dios… desde  el fondo de nuestro corazón… las únicas personas que debida y correctamente se ceñirán para orar son los que están tan conmovidos por la majestad de Dios, que, libre de cuidados y afectos terrenales, llegan a la misma… manteniendo la disposición de un mendigo… con afecto sincero de corazón, y al mismo tiempo el deseo de obtenerlo de él… pedir con fe, no dudando nada…”

“… A menos que nos fijemos ciertas horas en el día para la oración, fácilmente se deslizará de nuestra memoria… A pesar de que nuestras mentes siempre deben estar levantadas a Dios, hay ciertas horas que no debemos dejar pasar sin oración- cuando nos levantamos en la mañana; cuando comenzamos y terminamos los alimentos cuando nos vamos a la cama. Pero también cuando nosotros u otros estamos siendo amenazados de cerca por peligro debemos volvernos a Dios por ayuda; cuando el bien nos llega debemos volvernos a Él en acción de gracias. De nuevo, debemos siempre dejar a Dios Su libertad y no decirle lo que debe hacer. Dejamos nuestra voluntad a Su disposición, y paciencia, no debemos cansarnos de orar.”

*

Juan Calvino
en T. H. L. Parker. John Calvin. A Biography. Página 62.

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“Cómo reformar la Iglesia”, por Carlos Osma

Jueves, 31 de octubre de 2024
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IMG_7749Monumento a la Reforma, Ginebra

Hoy, que celebramos el Día de la Reforma, traemos de nuevo este artículo del blog Homoprotestantes:

En ocasiones escucho reflexiones, predicaciones, o leo artículos en los que se anima a reformar la Iglesia. Si además la persona que hace este llamamiento pertenece al ámbito protestante, en algún momento repite la archiconocida frase: “Una iglesia reformada, siempre reformándose”. Bien es cierto que en pocas ocasiones indica en qué debe consistir esa reforma, porqué es necesario hacerla, y qué le ha llevado a pensar así. En realidad, en la mayoría de ocasiones, creo que la frase es más bien una muletilla, un elemento de la tradición que sobrevuela el discurso para indicar que se es protestante, que no se es fundamentalista, o que se está a años luz de otras iglesias en las que no hubo reforma.

En Martín Lutero encuentro también esa voluntad de transformación, de reforma de la realidad religiosa en la que estaba inmerso, pero entiendo que esta voluntad tuvo su origen en una experiencia previa de insatisfacción real, no teórica. Lutero tenía una autocomprensión negativa de sí mismo y esto le limitaba y le producía sufrimiento. Desde muy joven le acompañó el temor a un Dios castigador que le exigía una vida de sacrificios interminables. Por eso se dedicó al ayuno, a la autoflagelación, a la confesión constante; aunque nada de todo esto le hizo sentirse reconciliado con Dios.

Siempre hay casos excepcionales, es verdad, pero el de Lutero no lo es, creo que en la mayoría de ocasiones las reformas no surgen de personas que se encuentran cómodas con el sistema en el que viven, sino de las que padecen sus consecuencias negativas. Jamás una persona satisfecha con su iglesia querrá reformarla. Jamás una persona a la que le va bien con la vida que tiene querrá que ésta cambie. Seguro que en algún momento dirán eso de que es necesario reformarse, adaptarse, transformarse… pero serán sólo palabras. La reforma nace de una insatisfacción profunda con el sistema, no de palabras huecas biensonantes.

El 31 de octubre de 1517 Lutero clavó en la puerta de la iglesia del Palacio de Wittemberg sus 95 tesis. Por aquel entonces el papa León X quería renovar la Basílica de San Pedro en Roma, y desarrolló una campaña para recaudar fondos mediante la venta de indulgencias. Los compradores recibían a cambio una reducción de sus días de castigo en el purgatorio e incluso el perdón de los pecados. Lutero podría haber colaborado con dicha campaña aunque sus planteamientos teológicos no la vieran con buenos ojos, o podría simplemente haberse callado. Pero al leer algunas de sus tesis encontramos que no fue así:

Tesis 21. “En consecuencia, yerran aquellos predicadores de indulgencias que afirman que el hombre es absuelto a la vez que salvo de toda pena, a causa de las indulgencias del Papa”.

Tesis 22. “De modo que el Papa no remite pena alguna a las almas del purgatorio que, según los cánones, ellas debían haber pagado en esta vida”.

Con sus 95 tesis Lutero convierte su insatisfacción en una denuncia. Porque la insatisfacción que es incapaz de denunciar, no puede reformar ninguna iglesia, ni ninguna vida. Hay un momento en el que la experiencia de opresión debe surgir y convertirse en algo real para que el cambio pueda ser posible. Si Martín Lutero se hubiera callado, no estaríamos hablando hoy de reforma protestante. Evidentemente la denuncia situó a Lutero en un lugar peligroso, y él lo sabía, no era un ignorante ni un loco, tenía conocimiento de lo que les había ocurrido a muchos otros reformadores anteriormente. Para que una iglesia pueda ser reformada, para que sea real la petición de una reforma constante, se necesitan personas que denuncien el status quo y que asuman las consecuencias de hacerlo. En iglesias donde todo esto es imposible, donde las voces discordantes son excomulgadas, o donde éstas no se atreven a levantar la voz por cobardía, no hay posibilidad real de reforma. El Espíritu Santo dirige la iglesia hacia la reforma a través de voces proféticas.

Cuando algunos cristianos y cristianas alaban la respuesta de Lutero ante las exigencias del papa León X para que se retractara de 41 de sus 95 tesis: “No puedo ni quiero revocar nada reconociendo que no es seguro actuar contra la conciencia”. Deberían preguntarse si alguna vez se han enfrentado a una situación como esa dentro de la iglesia, y si actuaron como Lutero, defendiendo su conciencia, o como León X, que trató a Lutero como un delincuente, prohibió la posesión o lectura de sus escritos y dio inmunidad a quien lo asesinara. ¿Dónde se alinearon? ¿Con quienes defendían la conciencia o quienes defendían la ortodoxia?

Martín Lutero vivió una experiencia opresiva y levantó la voz para oponerse a lo que él consideraba erróneo e injusto, pero no se quedó ahí. Se atrevió también a hacer una propuesta basada en la tradición bíblica y eclesial, que le liberaba de sus temores al igual que al resto de cristianos. Se atrevió a dejar sin argumentos a quienes utilizaban las condenas y el temor en beneficio propio. Y lo hizo afirmando que la salvación es un regalo de Dios, dado por gracia a través de Cristo y recibido solamente por la fe. “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo [1]”. No tenía mucho sentido el sentirse culpable, el vivir atemorizado, condenado… La liberación no se encontraba ni en la Ley ni en los dirigentes de la iglesia, sino en la fe en el Dios de Jesús. Por eso un cristiano no debía tener como sumo juez al papa, sino a Jesucristo y su Palabra en la que se revela su voluntad.

La liberación que supuso la Biblia para cristianos como Lutero es difícil de entender hoy, ya que la ortodoxia evangélica la ha petrificado y puesto al servicio de la opresión. La Biblia ya no es fuente de liberación, sino una ley que está al servicio del capricho del líder de turno que dice poseer la lectura verdadera. Las lecturas fundamentalistas han debilitado profundamente la percepción de la Biblia como lugar de liberación para los seres humanos. Las personas LGTBI somos unas de las danificadas por este proceso diabólico que pretende destruir cualquier autocomprensión positiva que podamos hacer de nosotros mismos, al mismo tiempo que exige una represión de nuestros deseos y un reconocimiento de culpabilidad por ser como somos. Sólo comprando sus indulgencias con mentiras podemos alcanzar la salvación que ellos nos otorgan.

Pero es desde esta situación opresiva desde la que las personas LGTBI podemos convertirnos en profetas que traen una nueva reforma a la iglesia. Una reforma que no nacerá del legalismo, sino de la experiencia y la liberación del texto bíblico de manos de quienes lo están adulterando. Y esto ocurrirá si nos atrevemos, como Martín Lutero y tantos otros reformadores, a levantar la voz denunciando la opresión heteronormativa aunque esto signifique nuestra expulsión de las iglesias que no dejan espacio al profetismo, y que son más sensibles a las lecturas literalistas y las tradiciones homófobas que al dolor que éstas producen. Y si partimos de nuestra experiencia y somos valientes en la denuncia, también podremos encontrar respuestas que dejen sin sentido al poder heteronormativo. En realidad no tenemos que buscar demasiado, ni ser muy originales, porque la Palabra de Dios siempre ha dado vida a quienes la han visto negada, y es por gracia que vivimos los cristianos, por medio de la fe… no por cualquier otra cualidad humana, ni siquiera la heterosexualidad.

“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no es de vosotros, pues es don de Dios. No por vuestra heterosexualidad, para que nadie se gloríe [2]”.

Las cristianas y los cristianos LGTBI somos una oportunidad de reforma para la iglesia, una oportunidad para curar de heteronomatividad sus discursos, sus lecturas, su praxis. Una oportunidad, ni la primera ni la última, de hacer del evangelio una fuente de liberación para toda la Iglesia.

Carlos Osma

[1] Rm 5,1

[2] Ef 2,8-9 El texto pone “obras” donde pongo “vuestra heterosexualidad”.

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Que pueda ver.

Domingo, 27 de octubre de 2024
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Oasis de Jericó
en la vega del Jordán;
todo luz, todo verdor,
todo rumores de aguas,
todo un regalo de Dios.

¡Y tú, ciego Bartimeo,
de oscura y seca pupila,
sin poder captar el vuelo
de aquella luz tamizada
de un limpio sol mañanero!

Si una vez dijo un poeta
que no hay en el mundo nada,
tan inhumano y cruel,
como ser ciego en Granada,
habrá que añadir también
que ser ciego en Jericó
es ser ciego en un Edén.

¡Pobre ciego Bartimeo,
pidiendo junto al camino,
limosna a los pasajeros!
¡Qué suerte aquella mañana,
cuando al pasar el Señor,
algo se encendió en tu alma
para poderle gritar:
Jesús, quiero ver el sol,
y, sobre todo, tu cara!

Era tu fe quien gritaba,
ya no te importaba ver
la luz y el correr del agua,
sólo gritabas muy fuerte:
¡Jesús, hijo de David,
que pueda yo ver tu cara!

Y cuando oiste su voz
y oiste que te llamaba,
allí tu manto voló
sobre el polvo del camino,
para así correr mejor.

La luz se posó en tus ojos,
de oscura y seca pupila,
y pudiste ver el rostro
del que es la Luz que ilumina
al hombre que al mundo llega.
Y te lanzaste al camino…
¡Camino que guía y lleva!

 *

José Luis Martínez SM

El ciego Bartimeo (Mc 10. 46-52)

***

ciego

***

En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar:

“Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí.”

Muchos lo regañaban para que se callara. Pero él gritaba más:

“Hijo de David, ten compasión de mí.”

Jesús se detuvo y dijo:

– “Llamadlo.”

Llamaron al ciego, diciéndole:

“Ánimo, levántate, que te llama.”

Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo:

– “¿Qué quieres que haga por ti?”

El ciego le contestó:

“Maestro, que pueda ver.”

Jesús le dijo:

“Anda, tu fe te ha curado.”

Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.

*

Marcos 10, 46-52

***

En este episodio sobresale de modo evidente la lógica del amor. Cristo llega y manda llamar a Bartimeo. El ciego, que todavía lo era, abandona su manto – o sea, todo lo que tenía- y dando «un salto» se dirige hacia el «hijo de David». El ciego, que cuando gritaba antes era reprendido por los discípulos y por las personas que rodeaban al Señor para que callara, cuando le dicen que Cristo le llama, se confía del todo a esta llamada.

Podía ser muy bien una tomadura de pelo, un momento de insana diversión por parte de la gente, como probablemente había vivido ya Bartimeo. Pero esta alusión al salto que dio hacia Jesús indica un clima festivo. Es una muestra de la certeza interior del ciego de que aquel que está pasando ¡unto a él es el Mesías, el rey de la justicia, que puede tomarle consigo en su camino hacia Jerusalén. Y la pregunta que le hace Jesús es desconcertante: «¿Qué quieres que haga por ti?». Existe una auténtica angustia en el hombre cuando piensa que, si conoce a Dios, deberá servirle, dejará de ser libre. Pero cuando el ciego -expresión de toda la pobreza del hombre- está frente a Cristo, reconocido como hijo de David, es él, el Mesías, el que pronuncia la frase típica de todo siervo cuando le llama su señor: «¿Qué quieres que haga por ti?». Dios desciende y sale al encuentro del hombre que grita, presentándose a este hombre como humilde siervo.

*

M. I. R,
Decir el hombre, icono del creador, revelación del amor,
PPC, Madrid 2000.

***

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Para ser el mayor

Lunes, 21 de octubre de 2024
Comentarios desactivados en Para ser el mayor

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¿Estás dispuesto a no dar importancia
a lo que has hecho por los demás
y hacer memoria agradecida de todo
lo que los otros han hecho por ti?

¿Estás dispuesto a no hacer caso
a lo que crees que el mundo te debe
y a tener en cuenta, en cambio, cada día
todo lo que tú sí debes al mundo?

¿Estás dispuesto a poner tus derechos,
si fuere preciso, en último lugar
y situar por delante los de los demás
y la oportunidad de hacer algo más que el simple deber?

¿Estás dispuesto a aceptar gozosamente
que toda persona es tan real y necesaria como tú
y esforzarte por cubrir sus necesidades,
respetar su dignidad y llegar a su corazón?

¿Estás dispuesto a reconocer que no merece la pena
sacar provecho o ventajas en la vida
por tu origen, cultura o suerte
y sí ofrecer a los demás todo lo que eres capaz de dar?

¿Estás dispuesto a cerrar el libro de insultos
y buscar junto a ti, muy cerca de ti,
un lugar donde puedas sembrar
unas pocas semillas de felicidad?

¿Estás dispuesto a abrazar y abrir tus entrañas
a quienes viven marginados y perdidos
sin pedirles cuentas, sin echarles en cara,
y perderte tú por los lugares que ellos andan?

¿Estás dispuesto a confesar sinceramente
que a veces te puede el afán y anhelo
de aparentar y ser el primero
en las listas y lugares de este mundo y del Reino?

¿Estás dispuesto a estrechar entre tus brazos
a pobres, sucios y enemigos,
a mirar y besar con dignidad a los últimos
y a hacerte el servidor de todos?

Si es así, puedes tener por cierto
que estarás siempre conmigo
y que éste será un feliz día para ti
sin importarte ser último o primero.

*

Florentino Ulibarri
Fe Adulta

***

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El Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos

Domingo, 20 de octubre de 2024
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DEJA LA CURIA, PEDRO

Deja la curia, Pedro,
desmantela el sinedrio y la muralla,
ordena que se cambien todas las filacterias impecables
por palabras de vida, temblorosas.

Vamos al Huerto de las bananeras,
revestidos de noche, a todo riesgo,
que allí el Maestro suda la sangre de los Pobres.

La túnica inconsútil es esta humilde carne destrozada,
el llanto de los niños sin respuesta,
la memoria bordada de los muertos anónimos.

Legión de mercenarios acosan la frontera de la aurora naciente
y el César los bendice desde su prepotencia.
En la pulcra jofaina Pilatos se abluciona, legalista y cobarde.

El Pueblo es sólo un «resto»,
un resto de Esperanza.
No Lo dejemos sólo entre guardias y príncipes.
Es hora de sudar con Su agonía,
es hora de beber el cáliz de los Pobres
y erguir la Cruz, desnuda de certezas,
y quebrantar la losa—ley y sello— del sepulcro romano,
y amanecer
de Pascua.

Diles, dinos a todos,
que siguen en vigencia indeclinable
la gruta de Belén,
las Bienaventuranzas
y el Juicio del amor dado en comida.

¡No nos conturbes más!
Como Lo amas,
ámanos,
simplemente,
de igual a igual, hermano.
Danos, con tus sonrisas, con tus lágrimas nuevas,
el pez de la Alegría,
el pan de la Palabra,
las rosas del rescoldo…
…la claridad del horizonte libre,
el Mar de Galilea ecuménicamente abierto al Mundo.

*

Pedro Casaldáliga
El tiempo y la Espera.
Editorial Sal Terrae, Santander 1986

***

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los hijos del Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron:

“Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir.”

Les preguntó:

“¿Qué queréis que haga por vosotros?”

Contestaron:

“Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda.”

Jesús replico:

“No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?”

Contestaron :

“Lo somos”

Jesús les dijo:

“El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; está ya reservado.

Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús, reuniendolos, les dijo:

“Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos.”

*

Marcos 10, 35-45

***

       El pueblo, las naciones, los ciegos, los prisioneros, existen para nosotros, están presentes en nosotros, del mismo modo que existimos para nosotros mismos, como estamos presentes a nosotros mismos. Deben ser carne de nuestra carne, fibras de nuestro corazón. Deben ser acogidos sin descanso en nuestro pensamiento.

        Ellos y nosotros debemos ser, vitalmente, inseparables. Debemos poner en común su destino y nuestro destino, el destino que, para nosotros, es la consumación de la salvación. El cristiano animado por la pasión de Dios verá crecer en él la pasión por imitar la bondad paterna de Dios con una caridad fraterna cada vez más exigente y cada vez más verdadera. Ahora bien, este mismo cristiano, poseído cada vez más por el sentido de la alianza divina, querrá acercar a los hombres cada vez más a la salvación, obra suprema de la bondad de Dios por ellos. Y el cristiano, simultáneamente, se verá obligado a estar cada vez más al servicio de la felicidad de cada uno de sus hermanos, se verá obligado a estar cada vez más al servicio de su salvación. La felicidad y la salvación de los hombres coincidirán en lo más íntimo de cada uno; sin embargo, de esta coincidencia no saldrá ni confusión ni tensión estéril. El servicio a la felicidad humana que el cristiano perseguirá a semejanza de Dios, se ordenará, se jerarquizará, se encaminará asumiendo la gran perspectiva de la salvación.

*

Madeleine Delbrél,
Nosotros, gente de la calle,
Estela, Barcelona 1971.

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San Lucas, apóstol.

Viernes, 18 de octubre de 2024
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De las cartas de Pablo se desprende que Lucas fue médico (Col 4,14) se desprende asimismo que Pablo le quería mucho, dado que le facilitó la actividad apostólica en calidad de colaborador suyo (Flm 24). También las llamadas ‘secciones-nosotros’ de los Hechos de los apóstoles -ésas en las que Lucas emplea el pronombre de la primera persona del plural, con lo que deja entrever su presencia junto a Pablo en el ejercicio de su apostolado- dicen que Lucas es uno de los responsables de la acción misionera de los primeros tiempos cristianos.

Como es bien conocido, Lucas es el único de los evangelistas que sintió la necesidad de escribir, además de un evangelio, también los Hechos de los apóstoles, en una obra unitaria que deja aparecer la concepción teológica de la historia propia de Lucas: una historia que une, íntimamente, a Jesús con la Iglesia, y a la Iglesia con Jesús.

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***

En aquel tiempo, el Seńor designó a otros setenta [y dos] y los envió por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares que él pensaba visitar.

Y les dio estas instrucciones:

 La mies es abundante, pero los obreros pocos. Rogad, por tanto, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies.

¡En marcha! Mirad que os envío como corderos en medio de lobos.

No llevéis bolsa, ni alforjas ni sandalias, ni saludéis a nadie por el camino.

Cuando entréis en una casa, decid primero: Paz a esta casa.

Si hay allí gente de paz, vuestra paz recaerá sobre ellos; si no, se volverá a vosotros.

Quedaos en esa casa y comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero tiene derecho a su salario. No andéis de casa en casa.

Si al entrar en un pueblo os reciben bien, comed lo que os pongan.

Curad a los enfermos que haya en él y decidles: Está llegando a vosotros el Reino de Dios.

*

Evangelio: Lucas 10,1-9

***

En la Iglesia de Lucas se hablaba de Jesús no sólo al hilo de los relatos históricos, sino que también se le anunciaba con la finalidad de que su recuerdo suscitara en los oyentes la fe en él. Para responder a cada una de estas finalidades -la memoria histórica y el anuncio ordenado a la fe-, Lucas compuso un evangelio en el que figurar la parte de historia que sirve para conectar fe con el acontecimiento-Cristo y la parte de teología que capta en la historia el mensaje que suscita la fe.

A pesar de ciertas alusiones a la historia (1,5; 2,1 ss; 3,lss), Lucas no es propiamente un historiador; tampoco puede decirse que sea propiamente un teólogo. Lucas es más bien un Ťhombre de Iglesiať que, al final de los tiempos apostólicos, pretende asegurar a la Iglesia Ťla solidezť (1,4) de la tradición evangélica, que él recibe y al mismo tiempo transmite. Lucas es un recolector de recuerdos evangélicos; también es ordenador de los mismos, a fin de que éstos asuman todo su propio valor: el de ser fuentes v fundadores de la fe de la Iglesia. En un tiempo en el que, por la evaporación en las brumas del tiempo de las raíces de las tradiciones originarias presentes en las Iglesias judeocristianas y etnicocristianas, la realidad físico-histórica de Jesús empezaba a ser objeto de discusión por ciertas teologías ambiguas configuradas en la primera carta de Juan (4,1-6) y que conducirán, a comienzos del siglo II, al docetismo -cuyos defensores están marcados a fuego por san Ignacio de Antioquía (siglos l-ll) como ‘sepultureros’ de Cristo (A los esmirniotas, 5,2)-, y cuando la realidad mistérica de Jesús empezaba a ser diluida por las especulaciones judeo-helenísticas-cristianas vigorosamente combatidas por las cartas a los Colosenses (2,8-23) y a los Efesios (3,4-12), Lucas fijó el carácter real de Jesús componiendo un evangelio que salía garante de la realidad histórica de la verdad teológica de Jesús para todas las Iglesias.

La intención que guiaba a Lucas en la redacción de sus escritos era dar consistencia al pasado de Jesús en el presente de la Iglesia. Para conseguirlo Lucas estableció una serie de conexiones en las que intervienen de manera sinérgica la historia, la fidelidad a la tradición, la experiencia de fe, el anuncio de Jesús llevado a cabo mediante la Palabra y su puesta por escrito.

*

Mario Masini.

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Al cabo de unos años…

Lunes, 14 de octubre de 2024
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Y al cabo de unos años, más o menos,
tras una buena dosis
de aventura y desengaño,
volvemos a encontrarnos cara a cara,
porque queremos y aún soñamos,
con el Maestro que nos miró con cariño
aunque no seguimos su camino.

Y es que sus cuatro palabras
tan claras, suaves e imperativas
-ve, vende, da, sígueme-
se nos quedaron tatuadas en el alma
y no hemos podido borrarlas,
a pesar de sumergirnos en otras ofertas y baños,
después de tantas etapas vividas.

Volvemos, nos acercamos, soñamos.
Y el Maestro, que no acostumbra a cambiar,
nos mira con viva esperanza,
y nos presenta nuevamente su alternativa
a contrapelo de la cultura que se estila:
vender, dar, no almacenar, vaciarse…
y seguirle olvidándose de ser héroes.

Tantas heridas y marcas portamos ya
que, aunque sea a regañadientes,
le damos crédito y le aceptamos.
Y, al fin, empezamos a vivir la vejez,
a pesar de las pérdidas y disminuciones,
como un camino de vida plena,
confiando a fondo perdido en su propuesta.

Y es que, según la sabiduría evangélica,
Él no nos salvó por su poderío y fuerza
sino por su vaciamiento y pobreza.
Por eso, en este momento de decrecimiento
le dejamos a Él el volante y la brújula,
el mapa de carreteras y las preguntas,
para ver cumplido nuestro sueño y su promesa.

Hoy, Señor, nos fiamos
y no oponemos resistencia.

*

Florentino Ulibarri
Fe Adulta

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Francisco de Asís, vestido de Evangelio

Viernes, 4 de octubre de 2024
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En la fiesta del cristiano por excelencia, Francisco, el Poverello de Asís… Siguiendo su ejemplo, se nos invita a despojarnos  de todo lo superfluo y revestirnos con la desnudez del Evangelio:

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Francisco, hijo de un rico comerciante de Asís, nació en 1181 (o 1182). Disuadido de sus ideales de gloria caballeresca a raíz de las experiencias decisivas de su encuentro con los leprosos y de la oración ante el crucifijo en la iglesia de San Damián, Francisco abandonó su familia y comenzó una vida evangélica de penitencia. Con los numerosos compañeros que muy pronto se unieron a él, comprendió que estaba llamado a vivir el Evangelio sine glossa, como fraternidad de menores a ejemplo de Jesús y de sus discípulos. Al año siguiente a la aprobación de la Regla y vida de los hermanos menores en  1223 por el papa Honorio III, Francisco recibió los estigmas del Crucificado, sello de la conformidad con su único Señor y Maestro. Cuando murió, en 1226, Francisco era un hombre extenuado por la fatiga y por las enfermedades y, al mismo tiempo, un hombre reconciliado con el sufrimiento, consigo mismo y con toda criatura. Fue canonizado en 1228 y es patrono de Italia y de los ecologistas.

***

“Altísimo y omnipotente buen Señor,
tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición.

A ti solo, Altísimo, te convienen
y ningún hombre es digno de nombrarte.

Alabado seas, mi Señor, en todas tus criaturas,
especialmente en el Señor hermano sol,
por quien nos das el día y nos iluminas.

Y es bello y radiante con gran esplendor,
de ti, Altísimo, lleva significación.

Alabado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas,
en el cielo las formaste claras y preciosas y bellas.

Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento
y por el aire y la nube y el cielo sereno y todo tiempo,
por todos ellos a tus criaturas das sustento.

Alabado seas, mi Señor por la hermana Agua,
la cual es muy humilde, preciosa y casta.

Alabado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual iluminas la noche,
y es bello y alegre y vigoroso y fuerte.

Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra,
la cual nos sostiene y gobierna
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas.

Alabado seas, mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amor,
y sufren enfermedad y tribulación;
bienaventurados los que las sufran en paz,
porque de ti, Altísimo, coronados serán.

Alabado seas, mi Señor, por nuestra hermana muerte corporal,
de la cual ningún hombre viviente puede escapar.
Ay de aquellos que mueran en pecado mortal.
Bienaventurados a los que encontrará en tu santísima voluntad
porque la muerte segunda no les hará mal.

Alaben y bendigan a mi Señor
y denle gracias y sírvanle con gran humildad…”

*

San Francisco de Asís.
Cántico de las Criaturas

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***

Su vida estuvo enteramente caracterizada -hasta el momento de la conversión- por la búsqueda de un modelo que pudiera educar y plasmar su natural propensión al canto.

Lo encontró de repente en el Señor Jesús, en la belleza de su vida narrada por el Evangelio y, en particular, en el luminoso canto nuevo de su muerte en la cruz.

Dejó que la pasión marcara cada uno de sus pasos y afinara de manera progresiva todas las fibras de su persona con la humanidad del Hijo de Dios, que se entregó por completo a sí mismo por nosotros.

Francisco oró así: «Te ruego, oh Señor, que la ardiente y dulce fuerza de tu amor arrebate mi mente de todas las cosas que hay bajo el cielo, para que muera yo de amor por tu amor, como tú te dignaste morir por amor a mi amor» (oración Absorbeat).

Su camino estuvo siempre acompañado por confirmaciones y consuelos. Su predicación y su ministerio tocaron el corazón de las personas y suscitaron decisiones de conversión y de reconciliación.

Su manera de seguir radicalmente al Señor se volvió, cada vez más, casa hospitalaria para otros muchos hermanos y hermanas, que encontraron en su itinerario personal una modalidad radical y actual de interpretar y vivir el Evangelio de la nueva estación histórica que avanzaba. Sin embargo, en el tiempo del monte Alverna, parece apagarse el canto fluente.

En esta estación encuentra Francisco la prueba más terrible: las fatigas originadas por un movimiento que se institucionaliza -que pierde en intensidad evangélica y llega incluso a dudar sobre la posibilidad de que sea integralmente practicable su estilo de vida- repercuten en su misma fe.

La pregunta sobre la verdad de sus intuiciones más profundas y la duda sobre el origen divino de su proyecto de vida resuenan en un silencio opresor en el que Dios no parece hablarle ya, a pesar de haberlo buscado con tanta tenacidad.

Francisco experimenta el abandono de Dios y se retira de los hermanos para no mostrar su semblante, que ha perdido la serenidad habitual. El canto nuevo, por consiguiente, no le fue dado en un momento de paz y consolación, sino en un momento en el que -como dice el salmista- «fallan los cimientos» (Sal 11,3) y todas las seguridades parecen hundidas

*

C. M. Martini – R. Cantalamessa,
La cruz como raíz de la perfecta alegría,
Verbo Divino, Estella 2002, pp. 15-16).

***

Leer también: Francisco de Asís, signo del futuro”, por José Arregi.

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Acoger lo nuevo

Domingo, 29 de septiembre de 2024
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TE HAS DE ENCONTRAR

Tarde o temprano
te has de encontrar.
No sigas siendo un extraño
en tu heredad.

Vuélcate sobre ti mismo,
abierto de par en par.

Sólo el que sabe enfrentarse
descubrirá la verdad.

Solamente el que se acepta
acogerá a los demás.

Sólo encuentra al Dios oculto
el que se sabe buscar.

*

Pedro Casaldáliga,

***

En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús:

“Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros.”

Jesús respondió:

“No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro. Y, además, el que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa...”

*

Marcos 9, 38-43. 45. 47-48

***

Habla H. Cox de dos concepciones de la personalidad. Una concéntrica, la otra excéntrica. La concepción excéntrica no hemos de entenderla en el sentido de extraña o extravagante, sino como algo que tiene su centro fuera de sí. Es la persona que acoge lo nuevo, lo inesperado, lo que llega de «otra parte». Es la persona abierta al Espíritu, disponible a su «juego», capaz de aceptar los riesgos que comporta. Con la concepción concéntrica, tenemos un mundo encerrado en sí mismo, que no reserva sorpresas, que no va más allá de sus propias posibilidades, caracterizado por la rigidez y por la esclerosis. En la concepción excéntrica tenemos un mundo tocado por la gracia, caracterizado por lo imprevisible y por la llegada de lo imprevisto, con personas todas diferentes, siempre «fuera de los esquemas».

        El error más trágico y más común. Todo lo que no está recogido en los códigos queda descalificado. Todo lo que no pertenece al campo de lo «ya visto» y representa una amenaza para la seguridad, para la regularidad, tiene que ser declarado ilegítimo.

        Todo lo que es diferente ha de ser declarado abusivo. Es una operación que, por desgracia, siempre está de moda. Todo lo que se mueve se vuelve automáticamente sospechoso. Es preciso que mantengamos presente esta terrible posibilidad, a través de la cual buscamos al Espíritu como sospechoso y peligroso y tendemos a meterlo en una ¡aula!

*

A. Pronzato,
Evangelios molestos,
Ediciones Sígueme, Salamanca 1997.

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La conciencia, último reducto de la libertad.

Jueves, 29 de agosto de 2024
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Recordando el martirio de Juan Bautista (Marcos 6,17-29):

“Es necesario que él crezca y que yo disminuya”

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La decapitación de Juan el Bautista, Pierre Puvis de Chavannes, c. 1869, National Gallery, Londres

Vos estáis obligado -ańadió el arzobispo de Canterbury- a deponer la duda de vuestra insegura conciencia que recusa el juramento, y a tomar el partido seguro de obedecer a vuestro príncipe, y jurar’.

Entonces, aunque yo era de la opinión de que este argumento no podía adaptarse a mi caso, se me presentó, no obstante, de improviso tan sutil y, sobre todo, sostenido por tanta autoridad, al venir de la boca de un tan noble prelado, que no pude replicar nada, a no ser que estaba íntimamente seguro de que así no habría obrado bien, porque en mi conciencia era éste uno de esos casos en que mi deber era no obedecer a mi príncipe, sea cual fuere la opinión de los otros (cuya conciencia y doctrina no habría condenado ni habría aceptado juzgar) a este respecto: en mi conciencia la verdad se me presentaba diferente.

Entonces el abad de Westminster me dijo que de cualquier modo que la cuestión apareciera en mi mente, tenía motivos para temer que precisamente mi mente estuviera en el error, con sólo que considerara que el Parlamento del reino se pronunciaba en sentido opuesto, y que, por consiguiente, debía cambiar la posición de mi conciencia. A esto respondí que si sólo fuera yo el que sostenía mi tesis y todo el Parlamento sostuviera la otra, verdaderamente tendría miedo de apoyarme en mi parecer, yo solo contra tantos. Mas, por otra parte, sucede que para algunos de los motivos por los que me niego a jurar tengo yo de mi parte -como confío tener- un consejo igualmente grande, e incluso más, y entonces no estoy ya obligado a cambiar mi conciencia y conformarla al consejo de un reino, contra el consejo general de la cristiandad.

*

Tomás Moro

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Retrato de Tomás Moro por Hans Holbein el Joven (1527, Colección Frick)

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