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“Esta es nuestra fe”, por Gabriel María Otalora

Miércoles, 18 de noviembre de 2020
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Ferdinand Hodler El buen samaritano, 1885De su blog Punto de Encuentro:

Jesús vivió en una época marcada por la omnipresencia de la ley judía de un pueblo que esperaba impaciente la llegada del Mesías que les liberara de los invasores -entonces eran los romanos- y una sociología estructural que fabricaba muchos excluidos.

A pesar de tan ominosa realidad, Jesús amplía el concepto “prójimo” reducido entonces al círculo de “los nuestros”. Él está con el que sufre, sin exclusiones de ningún tipo aunque le cueste la vida. Las excepciones son cosa nuestra. No aprueba que los romanos ni los publicanos y terratenientes judíos opriman al pueblo. Pero se centra en lo que entiende como esencial, básico: mostrar la Buen Noticia del amor del Padre desfigurada por la interpretación religiosa y las cargas que imponían los jefes político-religiosos con tanta hipocresía en nombre de Dios.

Para Jesús, cualquier limitación de acoger desaparece ante la persona que tenga necesidad de mí -como prójimo- y que yo pueda ayudar, independientemente de cualquier otra consideración, aun de tipo religioso. Es el comienzo de la religión del amor y de la verdadera imagen de Dios. Y ahora sigue urgiendo mostrar el verdadero rostro de Dios Amor con testimonio y ejemplo a nuestro alrededor.

Este domingo celebramos precisamente el gran día de la culminación que lo es para miles de millones de personas que nos han precedido y ya gozan de un eterno presente en la plenitud del Amor de Dios.

“Haced esto en memoria mía”, el estribillo que echamos en falta en buena parte de nuestra Iglesia occidental. Es con Jesús que nace el cristianismo no como una ideología sino como una relación de amor sintiéndonos comunidad, más allá del conocimiento de verdades fundamentales; hechos de amor, no solo verdades en forma de leyes. No se habla de “enseñanzas de los apóstoles”, sino de Hechos de los apóstoles.

Para todos, la sentencia inapelable “Por sus hechos los reconoceréis”. Antonio Salas nos recuerda que, si exprimiésemos a fondo el potencial del evangelio, acaso algún día se considere tan religiosa la asistencia a misa (cometido religioso) como la lucha a favor de un marginado (cometido profano). Desde luego que las prioridades actuales necesitan una urgente revisión en la práctica porque la fe sin frutos es una fe muerta.

Veamos un ejemplo concreto que nos puede revelar hasta qué punto el mensaje de Jesús puede ser maravilloso y rompedor cuando lo practicamos con amor. Lo cuenta Joan Chittester en uno de sus libros. Ocurrió en una conferencia en Asia para analizar los problemas de las mujeres, en especial de las necesidades de las mujeres de los países en desarrollo, donde la mayoría de asistentes a dicha conferencia eran pobres y mujeres, y solo unos cuantos eran activistas bien financiados y observadores oficiales.

Cuando se intercambiaron los correos electrónicos entre los participantes para mantener el contacto, una de ellas llamada Rose, pastora presbiteriana keniata, justificó dejar en blanco su dirección de e-mail diciendo que no tenía correo electrónico porque era muy caro para su comunidad. Y cuando podía utilizarlo, la conexión era demasiado lenta y poco fiable. Al finalizar la conferencia y la gente se despedía, otra conferenciante le dijo a Joan Chittister justo antes de compartir el taxi juntas: “No puedo irme sin ver antes a Rose. Le prometí que le daría una cosa”. “¿Qué le diste a Rose?”, le preguntó Chittester durante el trayecto en taxi a su compañera. “Mi tarjeta de crédito”, me respondió. “¿Tu tarjeta de crédito?” -dijo Chittester-: ¿y por qué demonios se la has dado?”, le insistió. “Para que pueda pagar las mensualidades de su correo electrónico”, le respondió tranquilamente.

Solo recuperaremos el interés de los alejados como verdadera buena noticia dando pasos firmes hacia lo esencial; y estamos demasiado pasivos, calculadores, interesados: “No me preocupan el grito de los violentos, de los corruptos, de los deshonestos, de los sin ética -decía Martin Luther King-, lo que más me preocupa es el silencio de los buenos”. Por eso, el ejemplo del samaritano compasivo desborda el contexto religioso judío de entonces para convertirse en un referente atemporal y una llamada al compromiso de todos, al qué hay que hacer y cómo hacerlo.

Aceptemos con la humildad del publicano que Dios nos quiere a todos igual, que las indignidades y exclusiones son cosa nuestra, no suya. Y que Cristo murió por todos -no por “muchos”– porque todos somos llamados a ser eternidad de amor gozando la presencia de Dios Amor, tal cual es, pero empezando aquí, tras las huellas de Jesús. Esta es nuestra fe y no admite atajos aunque algunos parece que leen el evangelio del revés.

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Elijo contagiar

Lunes, 16 de noviembre de 2020
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8C9F5E1B-F771-4690-9234-41F6C3FD2D43Mari Paz López Santos
Madrid

ECLESALIA, 06/11/20.- Sé que el título es complicado, que puede generar pánico. Calma. Mucha calma. He elegido no dulcificarlo. Que me perdone quien no entienda, pero no están los tiempos para encubrir la realidad con exceso de glucosa.

“Contagiar” es un verbo que no admite bromas después de los meses que llevamos de sobresalto en sobresalto. La definición en el diccionario de la Real Academia no puede ser más escueta y contundente: “Transmitir una enfermedad a alguien”. Rotundo.

Menos mal que deja un respiro, porque en “sentido figurado” se puede utilizar fuera del contexto amenazante de una enfermedad. Un alivio pode contagiar algo positivo.

Me he tomado tiempo de reflexión y ya puedo contar abiertamente que elijo contagiar sentido común. Sí, lo sé, “el menos común de los sentidos”, añadimos siempre que sale en las conversaciones.

El sentido común es algo ancestral. Tiene un no sé qué primario que pone en guardia al ser humano ante el peligro; previene interiormente de lo que puede causar un mal físico, psíquico o espiritual a la persona, al grupo humano, a las relaciones… a la vida.

Cuando era pequeña escuchaba a las personas mayores decir: “Eso es de sentido común”. También en formato bronca cuando hacías algo que, por imprudencia, podría haber acabado en problemas, en casa decían: “¿Es que has perdido el sentido común?

El asunto es que, generación tras generación, se iba transmitiendo el significado del sentido común, dentro del bagaje de la educación.

Pero llegados al momento en el que vivimos, el sentido común es otro de los valores que han pasado a la estantería de piezas antropológicas.

Creo firmemente que, en el tiempo que llevamos sufriendo una pandemia a nivel mundial, el sentido común es elemento imprescindible, no sólo a nivel individual sino colectivamente. Necesitamos ponerlo de actualidad para conseguir salir adelante sin desplomarnos por el camino.

De verdad que me hubiera gustado empezar hablando de que mi elección es contagiar esperanza, animar a quien lo necesita, cuidar, proteger, preparar bizcochos y pasarle un trozo a mi vecina mayor que vive sola, llamar por teléfono a una amiga que se quedó viuda en pleno encierro y no puedo ir a darle un abrazo, contar cuentos por ZOOM a mis nietos, celebrar de forma creativa y con distancia de seguridad todos los cumpleaños y aniversarios de los miembros de mi familia y un sinfín de posibilidades que dulcifiquen el tiempo de pandemia. Todo esto son también elecciones radicales, ¡faltaría más!… y las llevo poniendo en práctica desde el minuto cero del estado de alarma.

Sé que para algunos el sentido común no tiene buena prensa; se interpreta como cortapisa a la razón y a la libertad personal. No lo entiendo así.

Para mí tiene que ver con lo natural, con nuestros antepasados de las cuevas, con la protección mutua para la supervivencia, con el instinto para detectar el peligro que puede llevar a la muerte o la enfermedad, la estupidez amenazante, la injusticia que aplasta, etc.

El refranero popular y la sabiduría de hombres y mujeres de culturas y religiones nos muestran que hay un hilo conductor que nos une por dentro, salvo que lo cortemos de raíz y perdamos la parte de savia común que nos tocó y echamos a perder. Insisto de nuevo en el peligro que esto tiene tanto en lo personal como en la responsabilidad social.

Elijo contagiar sentido común porque con la que está cayendo, a nivel mundial, hemos de empezar a adiestrarnos como deportistas de élite en el arte de ejercer este sentido que nos une a todos como hojas del mismo árbol.

La recuperación del sentido común es una emergencia a todos los niveles y en todos los estamentos que configuran el orden mundial. Es lo básico, lo primigenio.

¿Cómo enfrentar la incertidumbre que está creando la pandemia? ¿Cómo espantar el miedo que puede llegar a provocar que vivamos como islas en medio de un océano peligroso? ¿Cómo ser creativos transformando las formas de relación para que no se pierda la transmisión del afecto, del cariño, del cuidado? ¿Cómo invertir el tiempo? ¿Nos ayudará a salir adelante el mirarnos unos a otros –más allá de las mascarillas y la distancia de seguridad– no como individuos aislados sino como miembros de la misma comunidad? ¿Podremos dejar enterradas las diferencias poniendo encima de la mesa las necesidades, la colaboración, el servicio y el interés por el otro? ¿Enfrentaremos el sinsentido del poder y el dinero que mide, pesa, exprime y pone precio a cada instante de la vida humana?

Cito ahora pensamientos de personas que me han dado pistas:

  • Willian Osler (1849-1919, médico canadiense): “El jabón, el agua y el sentido común son los mejores desinfectantes”. Sensata y muy práctica recomendaciónpara tiempo de pandemia.
  • Abad Pastor (siglo IV): “En toda conversación, huye de quien no para de discutir”. Este apotegma de un sabio monje de los que vivían en el desierto, viene al pelo para desenmascarar la actuación de políticos, medios de comunicación y conversaciones de pasillo.
  • Charles Darwin (Inglaterra 1809-1882, científico):“No es el más fuerte ni el más inteligente el que sobrevive sino aquel que más se adapte a los cambios”. Aquí nos ganan por goleada los niños y niñas que en los casi tres meses de encierro han sabido adaptarse a la situación de forma creativa. Son un ejemplo viviendo el momento presente, ese que tanto nos cuesta a los adultos.
  • Dalai Lama (1935, budista, líder espiritual del Tibet, Premio Nobel de la Paz 1989): “El amor y la compasión son necesidades no lujos. Sin ellos la humanidad no puede sobrevivir”. El amor y la compasión no se compran, se han de dar gratis. Pero lo gratis no se comprende mucho en un mundo en el que casi todo tiene precio. Despertar es indispensable para sobrevivir.
  • María Montessori (Italia,1870-1952, médica y pedagoga):“La responsabilidad de evitar conflictos incumbe a los políticos; la de establecer una paz duradera, a los educadores”. A los políticos les atañe no sólo la responsabilidad de evitar conflictos, también la de resolverlos. Alos educadores, además de la formación académica, son responsables de la transmisión de valores; esos tesoros que provienen del sentido común y serán la herramienta para vivir en paz.
  • Jiddu Krishnamurti (India, 1895-1986, escritor):“No es saludable estar bien adaptados a una sociedad profundamente enferma”. ¿Nos dábamos cuenta antes la pandemia? Unos pocos, considerados profetas agoreros, lo venían avisando. Pero el consumo primaba sobre todo: personas, países y el planeta donde vivimos. Ya sabemos los resultados. Habrá que reconvertir la situación.
  • Confucio (China, 5552 a. C – 479 a. C):“No pretendas apagar con fuego un incendio, ni remediar con agua una inundación”. Ser creativos y estar abiertos al cambio es imprescindible en momento de crisis, cuando se necesitan iniciativas nuevas y grandes dosis de sentido comúnque hagan cambiar el rumbo de la historia.
  • Nelson Mandela (1918-2013, Sudáfrica, abogado y político, Premio Nobel de la Paz 1993):“Cuando dejamos que nuestra luz brille, inconscientemente damos permiso a los otros para que hagan lo mismo”. La luz llama a la luz. Hemos de creer en la luz del otro y sumar luces sino viviremos todos a oscuras.
  • Yoritomo Tashi (filósofo japonés, siglo XII):“El sentido común es el arte de resolver los problemas, no de plantearlos”. Lamentablemente este arte no está muy de moda actual y los problemas se cronifican.
  • Eduardo Galeano (Uruguay 1940-2015, escritor):“Ojalá podamos ser desobedientes, cada vez que recibimos órdenes que humillannuestra conciencia o violan nuestro sentido común”. Para eso hay que reconocer que la manipulación existe y la mentira acecha por todos lados. Ser conscientes de que ambos venenos nos afectan y debemos tomar medidas para combatir tanta presión.

Agradezco lo que he recibido leyendo y pensando lo que me han comunicado estas personas y me reafirmo en la elección de contagiar sentido común. Sé que no es mucho y que entra dentro deun programa de mínimos, pero“algo es algo” y“por algo se empieza”, como dice el refranero.

El sentido común ayuda a reconducir actitudes que hacen mucho daño, que son injustas y que crean mucho sufrimiento. Pero hay más. Es un sentido que tiene dentro la semilla pequeñísima de algo mucho más grande.

Un mensaje del que nos hablan cuatro compañeros del principio del Camino, a los que les debemos agradecimiento por dejarlo escrito: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”Mateo 22, 39, Marco s12,31, Lucas 10,27 y Juan 13,34 elevando el listón: “Que os améis unos a otros como yo os he amado”, como Jesús les mostró.

Elijo volver una y otra vez al mensaje porque sólo el contagio del Amor, salva.

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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Leonardo Boff: “¿Vale más el lucro o la vida? Lo que nos está salvando es lo que le falta al capitalismo: la solidaridad, la cooperación”

Sábado, 18 de julio de 2020
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“El capitalismo se caracteriza por explotar hasta el límite la fuerza de trabajo, por el pillaje de los bienes y servicios de la naturaleza, en fin, por la mercantilización de todas las cosas”

“¿Debemos salvar la economía o salvar vidas humanas? Si hubiéramos seguido la lógica del capital, todos estaríamos en peligro”

“Los que buscan una transición paradigmática, dentro de la cual me sitúo yo, deben proponer otra forma de habitar la Casa Común”

Para comprender el significado del coronavirus, tenemos que encuadrarlo en su debido contexto, no verlo aisladamente bajo la perspectiva de la ciencia y de la técnica siempre necesarias. El coronavirus viene da la naturaleza, contra la cual los seres humanos, particularmente a través del capitalismo global desde hace siglos, llevan a cabo una guerra sistemática contra esta naturaleza y contra la Tierra.

El capitalismo neoliberal gravemente herido

Concentrémonos en la causa principal que es el orden capitalista. Conocemos la lógica del capitalismo. Él se caracteriza por explotar hasta el límite la fuerza de trabajo, por el pillaje de los bienes y servicios de la naturaleza, en fin, por la mercantilización de todas las cosas. De una economía de mercado hemos pasado a una sociedad de mercado. En ella las cosas inalienables se transforman en mercancía: Karl Marx en su Miseria de la Filosofía de 1847, lo ha descrito bien: «Cosas intercambiadas, dadas pero jamás vendidas… todo se ha vuelto venal como la virtud, el amor, la opinión, la ciencia y la conciencia… todo se ha vuelto vendible y llevado al mercado». Él llamó a esto el “tiempo de la corrupción general y de la venalidad universal” (ed.Vozes 2019, p.54-55). Es lo que se implantó desde el fin de la segunda guerra mundial.

Nosotros seres humanos, bajo el modo de producción capitalista hemos roto todos los lazos con la naturaleza, convirtiéndola en un baúl de recursos, considerados ilusamente ilimitados, en función de un crecimiento considerado también ilusamente ilimitado. Resulta que un viejo y limitado planeta no puede soportar un crecimiento ilimitado.

La Tierra viva, Gaia, un superorganismo que articula todos los factores para continuar viva y producir y reproducir siempre todo tipo de vida, ha empezado a reaccionar y a contraatacar mediante el calentamiento global, los eventos extremos en la naturaleza, y el envío de sus armas letales, que son los virus y las bacterias (gripe porcina, aviar, H1N1, zika, chikungunya, SARS, ébola y otros), y ahora el de la COVID-19, invisible, global y letal.

Este virus ha puesto a todos de rodillas, especialmente a las potencias militaristas cuyas armas de destrucción masiva (que podrían destruir toda la vida varias veces) resultan totalmente superfluas y ridículas.

A propósito de la COVID-19 ha quedado claro que cayó como un meteoro rasante sobre el capitalismo neoliberal desmantelando su ideario: el beneficio, la acumulación privada, la competencia, el individualismo, el consumismo, el estado mínimo y la privatización de la cosa pública y los bienes comunes. Ha sido gravemente herido. Ha producido demasiada iniquidad humana, social y ecológica, hasta el punto de poner en peligro el futuro del sistema-vida y del sistema-Tierra.

Mientras, planteó inequívocamente la disyuntiva: ¿vale más el lucro o la vida? ¿Debemos salvar la economía o salvar vidas humanas? Según el ideario del capitalismo, la elección sería salvar la economía en primer lugar y luego las vidas humanas. Pero hasta hoy nadie ha encontrado la fórmula mágica para articular las dos cosas: producir riqueza y evitar la contaminación de los trabajadores. Si hubiéramos seguido la lógica del capital, todos estaríamos en peligro.

Lo que nos está salvando es lo que le falta a él: la solidaridad, la cooperación, la interdependencia entre todos, la generosidad y el cuidado mutuo de la vida de unos y otros y de todo lo que vive y existe.

Alternativas posibles para el poscoronavirus

El gran desafío que se nos plantea a cada uno de nosotros, la gran pregunta, especialmente a los dueños de las grandes corporaciones multinacionales es: ¿Cómo continuar? ¿Volver a lo que era antes? ¿Recuperar el tiempo y los beneficios perdidos?

Muchos dicen: volver simplemente a lo que era antes sería un suicidio, porque la Tierra podría volver a contraatacar con virus más violentos y mortales. Los científicos ya han advertido que dentro de poco podemos sufrir un ataque aún más feroz si no aprendemos la lección de cuidar la naturaleza y desarrollamos una relación más amistosa con la Madre Tierra.

Enumero aquí algunas alternativas, pues los señores del capital y las finanzas están en una furiosa pugna entre ellos para salvaguardar sus intereses y sus fortunas. La primera alternativa sería volver al sistema capitalista neoliberal pero ahora de forma extremadamente radical. El 0,1% de la humanidad, los multimillonarios, serían quienes utilizarían la inteligencia artificial con capacidad para controlar a cada persona del planeta, desde su vida íntima a la privada y la pública. Sería un despotismo de otro orden, cibernético, bajo la égida del control/dominación total de la vida de las poblaciones.

Esta alternativa no ha aprendido nada de la COVID-19, ni ha incorporado el factor ecológico. Bajo la presión general puede asumir una responsabilidad socioecológica para no perder beneficios ni seguidores. Pero siempre que hay un poder dominador surge un antipoder incluso con rebeliones causadas por el hambre y la desesperación.

La segunda alternativa sería el capitalismo verde, que ha sacado lecciones del coronavirus y ha incorporado el hecho ecológico: reforestar lo devastado, conservar la naturaleza existente al máximo. Pero no cambiaría el modo de producción ni la búsqueda de beneficio.

Lo verde no discute la desigualdad social perversa y haría de todos los bienes naturales una ocasión de ganancia. Ejemplo: no sólo ganar con la miel de abejas, sino también con su capacidad de polinizar otras plantas. La relación con la naturaleza y la Tierra es utilitaria y no se le reconocen derechos, como declara la ONU, ni su valor intrínseco, independiente del ser humano. Sigue todavía antropocéntrico.

La tercera sería el comunismo de tercera generación, que no tendría nada que ver con las anteriores, poniendo los bienes y servicios del planeta bajo una administración colectiva y central. Podría ser posible, pero supone una nueva conciencia, además de no dar centralidad a la vida en todas sus formas. Seguiría siendo antropocéntrico. Está en parte representado por los filósofos Zizek y Badiou. Debido a los perjuicios existentes y al recuerdo de lo que fue el comunismo de Estado del imperio soviético, controlador y represor, tiene pocos seguidores.

La cuarta sería el eco-socialismo, con mayores posibilidades. Supone un contrato social global con un centro plural de gobierno para resolver los problemas globales de la humanidad. Los bienes y servicios naturales limitados y muchos no renovables se distribuirían equitativamente entre todos, con un consumo decente y sobrio que incluiría también a toda la comunidad de la vida, que también necesita medios de vida y de reproducción.

Esta alternativa estaría dentro de las posibilidades humanas, a condición de desarrollar una sólida conciencia ecológica, volverse un dato de toda la sociedad con responsabilidad por la Tierra y la naturaleza. A mi juicio es todavía sociocéntrico. Le falta incorporar la nueva cosmología y los datos de las ciencias de la vida, de la complejidad, viendo a la Tierra como un momento del gran proceso cosmogénico, biogénico y antropogénico: Tierra como Gaia, un superorganismo que se autorregula y garantiza la vida de todos los vivientes.

La quinta alternativa sería el buen vivir y convivir, ensayada durante siglos por los pueblos andinos. Es profundamente ecológica, porque considera a todos los seres como portadores de derechos. El eje articulador es la armonía que comienza con la familia, con la comunidad, con la naturaleza, con todo el universo, con los antepasados y con la Divinidad. Esta alternativa tiene un alto grado de utopía pero quizás la humanidad, cuando se descubra a sí misma como una especie viviendo en una única Casa Común, sea capaz de lograr el buen vivir y convivir.

Conclusión de esta parte: Está claro que la vida, la salud y los medios de vida están en el centro de todo, no el beneficio y el desarrollo (in)sostenible. Se exigirá más Estado con más seguridad sanitaria para todos, un Estado que satisfaga las demandas colectivas y promueva un desarrollo que obedezca a los límites y al alcance de la naturaleza.

Como el problema del coronavirus es global se hace necesario un contrato social global, con un cuerpo plural de dirección y coordinación, para implementar una solución global. O salvamos a la naturaleza y a la Tierra o engrosaremos la procesión de los que se dirigen al abismo.

¿Cómo buscar una transición ecológica, exigida por la acción mortífera de la COVID-19? ¿Por dónde empezar?

No podemos subestimar el poder del “genio” del capitalismo neoliberal: él es capaz de incorporar los datos nuevos, transformarlos en su beneficio privado y usar para ello todos los medios modernos de robotización, la inteligencia artificial con sus miles de millones de algoritmos y eventualmente las guerras híbridas. Puede convivir sin piedad, indiferente, con los millones y millones de hambrientos y arrojados a la miseria.

Por otra parte, los que buscan una transición paradigmática, dentro de la cual me sitúo yo, deben proponer otra forma de habitar la Casa Común, con una convivencia respetuosa de la naturaleza y cuidado con todos los ecosistemas, deben generar en la base social otro nivel de conciencia y nuevos sujetos portadores de esta alternativa. Para esa inmensa tarea tenemos que descolonizarnos de las visiones del mundo y de falsos valores como el consumismo inculcados por la cultura del capital. Tenemos que ser antisistema y alternativos.

Presupuestos para una transición bien sucedida

El primero es la vulnerabilidad de la condición humana, expuesta a ser atacada por enfermedades, bacterias y virus. Dos factores están en el origen de la invasión de microorganismos letales: la excesiva urbanización humana que ha avanzado sobre los espacios de la naturaleza destruyendo los hábitats naturales de los virus y las bacterias, que saltan a otro ser vivo o al cuerpo humano. El 83% de la humanidad vive en ciudades.

El segundo factor es la deforestación sistemática debida a la voracidad del capital, que busca la riqueza con el monocultivo de soja, de caña de azúcar, de girasol o con la producción de proteínas animales (ganado), devastando bosques y selvas, y desequilibrando el régimen de humedad y de lluvias en extensas regiones como la Amazonía.

Segundo presupuesto: la inter-retro-relación de todos con todos. Somos, por naturaleza, un nudo de relaciones orientado hacia todas las direcciones. La bioantropología y la psicología evolutiva han dejado claro que la esencia específica del ser humano es cooperar y relacionarse con todos. No hay ningún gen egoísta, formulado por Dawkins a finales de los 60 del siglo pasado sin ninguna base empírica. Todos los genes están interrelacionados entre sí y dentro de las células. Nadie está fuera de la relación. En este sentido, el individualismo, valor supremo de la cultura del capital, es antinatural y no tiene ninguna sustentación biológica.

Tercero presupuesto es el cuidado esencial: Pertenece a la esencia de lo humano el cuidado sin el cual no subsistiríamos. El cuidado es además una constante cosmológica: las cuatro fuerzas que sostienen el universo (la gravitatoria, la electromagnética, la nuclear débil y la nuclear fuerte) actúan sinérgicamente con extremo cuidado sin el cual no estaríamos aquí reflexionando sobre estas cosas.

El cuidado supone una relación amiga de la vida, protectora de todos los seres porque los ve como un valor en sí mismos, independiente del uso humano. Fue la falta de cuidado de la naturaleza, devastándola, lo que hizo que los virus perdieran su hábitat, conservado durante miles de años y pasaran a otro animal o al ser humano. El ecofeminismo ha aportado una contribución significativa a la preservación de la vida y de la naturaleza con la ética del cuidado desarrollada por ellas, porque el cuidado es del ser humano, pero adquiere una especial densidad en las mujeres.

Cuarto presupuesto: la solidaridad como opción consciente. La solidaridad está en el corazón de nuestra humanidad. Los bioantropólogos nos han revelado que este dato es esencial al ser humano. Cuando nuestros antepasados buscaban sus alimentos, no los comían aisladamente. Los llevaban al grupo y servían a todos empezando por los más jóvenes, después a los mayores y luego a todos los demás. De esto surgió la comensalidad y el sentido de cooperación y solidaridad. Fue la solidaridad la que nos permitió dar el salto de la animalidad a la humanidad. Lo que fue válido ayer también vale para hoy.

Esta solidaridad no existe sólo entre los humanos. Es otra constante cosmológica: todos los seres conviven, están involucrados en redes de relaciones de reciprocidad y solidaridad de forma que todos puedan ayudarse mutuamente a vivir y co-evolucionar. Incluso el más débil, con la colaboración de otros subsiste, tiene su lugar en el conjunto de los seres y coevoluciona.

“El ecofeminismo ha aportado una contribución significativa a la preservación de la vida y de la naturaleza con la ética del cuidado desarrollada por ellas”

El sistema del capital no conoce la solidaridad, solo la competición que produce tensiones, rivalidades y verdaderas destrucciones de otros competidores en función de una mayor acumulación. Hoy en día el mayor problema de la humanidad no es ni el económico, ni el político, ni el cultural, ni el religioso, sino la falta de solidaridad con otros seres humanos que están a nuestro lado. El capitalismo ve a cada uno como un consumidor eventual, no como una persona humana con sus preocupaciones, alegrías y sufrimientos.

Es la solidaridad la que nos está salvando ante el ataque del coronavirus, empezando por el personal sanitario que arriesga desinteresadamente su vida para salvar otras vidas. Vemos actitudes de solidaridad en toda la sociedad, pero especialmente en las periferias, donde la gente no puede aislarse socialmente y no tiene reservas de alimentos. Muchas familias que recibieron canastas de alimentos las repartían con otros más necesitados.

Pero no basta con que la solidaridad sea un gesto puntual. Debe ser una actitud básica, porque está en la esencia de nuestra naturaleza. Tenemos que hacer la opción consciente de ser solidarios a partir de los últimos e invisibles, de aquellos que no cuentan para el sistema imperante y son considerados como ceros económicos, prescindibles. Sólo así deja de ser selectiva y engloba a todos, porque todos somos coiguales y nos unen lazos objetivos de fraternidad.

Transición hacia una civilización biocentrada

Toda crisis hace pensar y proyectar nuevas ventanas de posibilidades. El coronavirus nos ha dado esta lección: la Tierra, la naturaleza, la vida en toda su diversidad, la interdependencia, la cooperación y la solidaridad deben ser centrales en la nueva civilización si queremos sobrevivir.

Parto de la interpretación siguiente: que nosotros fuimos los primeros que atacamos a la naturaleza y a la Madre Tierra durante siglos, pero ahora la reacción de la Tierra herida y la naturaleza devastada se está volviendo en contra nuestra. Tierra-Gaia y naturaleza están vivas y en tanto que vivas sienten y reaccionan a las agresiones. La multiplicación de señales que la Tierra nos ha enviado, empezando por el calentamiento global, la erosión de la biodiversidad del orden de 70-100 mil especies por año (estamos dentro de la sexta extinción masiva en la era del antropoceno y del necroceno) y otros eventos extremos, deben ser captados e interpretados.

O cambiamos nuestra relación con la Tierra y la naturaleza en el sentido de sinergia, cuidado y respeto, o la Tierra puede no querernos más sobre su superficie. Y esta vez no hay un arca de Noé que salve a algunos y deje perecer a los demás. O todos nos salvamos o todos pereceremos.

Casi todos los análisis de la COVID-19 se centraron en la técnica, la medicina, la vacuna para salvar vidas, el aislamiento social y el uso de mascarillas para protegernos y no contaminar a los demás. Todo eso hay que hacerlo y es indispensable.

Rara vez se habla de la naturaleza, aunque el virus vino de la naturaleza. Eso lo hemos olvidado. La transición de una sociedad capitalista de superproducción de bienes materiales a una sociedad que sustente toda la vida con valores humano-espirituales como el amor, la solidaridad, la compasión, la interdependencia, la justa medida, el respeto y el cuidado no se producirá de la noche a la mañana.

Será un proceso difícil que requiere, en palabras del Papa Francisco en su encíclica “Sobre el cuidado de la Casa Común”, una “conversión ecológica radical”, que nos llevará a incorporar relaciones de cuidado, protección y cooperación: un desarrollo hecho con la naturaleza y no contra la naturaleza.

El sistema imperante puede conocer una larga agonía, pero no tendrá futuro. En mi opinión, no seremos nosotros los que lo derrotaremos para siempre, sino la propia Tierra, negándole las condiciones para su reproducción al haber excedido los límites de los bienes y servicios de la Tierra superpoblada. Este colapso se verá reforzado por la acumulación de críticas y de prácticas humanas que siempre se han resistido a la explotación capitalista.

La incorporación del nuevo paradigma cosmológico, biológico y antropológico

Para una nueva sociedad posCOVID-19 hay que asumir los datos del nuevo paradigma, que ya tiene un siglo de existencia pero que hasta ahora no ha logrado conquistar la conciencia colectiva ni la inteligencia académica, ni mucho menos la cabeza de los “decision makers” políticos.

Este paradigma es cosmológico. Parte del hecho de que todo se originó a partir del big bang ocurrido hace 13.7 mil millones de años. De su explosión salieron las estrellas rojas gigantes y con su explosión, las galaxias, las estrellas, los planetas, la Tierra y nosotros mismos. Todos estamos hechos de polvo cósmico. La Tierra que tiene ya 4.3 mil millones de años y la vida unos 3.8 mil millones de años están vivas. La Tierra, y esto es un dato de ciencia ya aceptado por la comunidad científica, no sólo tiene vida en ella sino que está viva y produce todo tipo de vidas.

El ser humano que apareció hace unos 10 millones de años es la porción de la Tierra que en un momento de alta complejidad comenzó a sentir, a pensar, a amar y a cuidar. Por eso hombre viene de humus, de tierra buena.

Inicialmente mantenía una relación de coexistencia con la naturaleza, luego pasó a intervención en ella a través de la agricultura y en los últimos siglos ha llegado a la agresión sistemática mediante la tecnociencia. Esta agresión se ha llevado a cabo en todos los frentes hasta el punto de poner en peligro el equilibrio de la Tierra y ser incluso una amenaza de autodestrucción de la especie humana con armas nucleares, químicas y biológicas.

Esta relación de agresión está detrás de la actual crisis de salud. De seguir adelante, la agresión podría traernos crisis más fuertes hasta aquello que los biólogos temen: The Next Big One, aquel próximo gran virus inatacable y fatal que llevará a la desaparición de la especie humana de la faz de la Tierra.

Para evitar este posible armagedón ecológico, es urgente renovar con la Tierra viva el contrato natural violado: ella nos da todo lo que necesitamos y garantiza la sostenibilidad de los ecosistemas. Y nosotros, según el contrato, le devolvemos cuidado, respeto a sus ciclos y le damos tiempo para que regenere lo que le quitamos. Este contrato natural ha sido roto por ese estrato de la humanidad que explota los bienes y servicios, deforesta, contamina las aguas y los mares.

Es decisivo renovar el contrato natural y articularlo con el contrato social: una sociedad que se siente parte de la Tierra y de la naturaleza, que asume colectivamente la preservación de toda la vida, mantiene en pie sus bosques que garantizan el agua necesaria para todo tipo de vida, regenera lo que fue degradado y fortalece lo que ya está preservado.

La relevancia de la región: el biorregionalismo

Dado que la ONU ha reconocido a la Tierra como la Madre Tierra y los derechos de la naturaleza, la democracia tendrá que incorporar nuevos ciudadanos, como los bosques, las montañas, los ríos, los paisajes. La democracia sería socio-ecológica. Solamente Bolivia y Ecuador han inaugurado el constitucionalismo ecológico al reconocer los derechos de la Pacha Mama y de los demás seres de la naturaleza.

La vida será el faro orientador y la política y la economía estarán al servicio no de la acumulación sino de la vida. El consumo, para que sea universalizado, deberá ser sobrio, frugal, solidario. Y la sociedad estará suficiente y decentemente abastecida.

Para finalizar, una palabra sobre el biorregionalismo. La punta de lanza de la reflexión ecológica se está concentrando actualmente en torno a la región. Tomando la región, no como ha sido definida arbitrariamente por la administración, sino con la configuración que ha hecho la naturaleza, con sus ríos, montañas, bosques, llanuras, fauna y flora y especialmente con los habitantes que viven allí. En la biorregión se puede crear realmente un desarrollo sostenible que no sea meramente retórico sino real.

Las empresas serán preferentemente medianas y pequeñas, se dará preferencia a la agroecología, se evitará el transporte a regiones distantes, la cultura será un importante elemento de cohesión: las fiestas, las tradiciones, la memoria de personas notables, la presencia de iglesias o religiones, los diversos tipos de escuelas y otros medios modernos de difusión, de conocimiento y de encuentro con la gente.

Pensando en un futuro posible con la introducción del bioregionalismo, la Tierra sería como un mosaico hecho con distintas piezas de diferentes colores: son las diferentes regiones y ecosistemas, diversos y únicos, pero todos componiendo un único mosaico, la Tierra. La transición se hará mediante procesos que van creciendo y articulándose a nivel nacional, regional y mundial, haciendo crecer la conciencia de nuestra responsabilidad colectiva de salvar la Casa Común y todo lo que le pertenece.

La acumulación de nueva conciencia nos permitirá saltar a otro nivel donde seremos amigos de la vida, abrazaremos a cada ser porque todos, desde las bacterias originales, pasando por los grandes bosques, los dinosaurios, los caballos, los colibríes y nosotros, tenemos el mismo código genético, los mismos 20 aminoácidos y las 4 bases nitrogenadas o fosfatadas. Es decir, todos somos parientes unos de otros con una fraternidad terrenal real como afirman la Carta de la Tierra y la encíclica Laudato Si sobre el cuidado de la Casa Común del Papa Francisco. Será la civilización de la “felicidad posible” y de la “alegre celebración de la vida”.

Traducción de Mª José Gavito Milano

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Félix Placer: “Se hace ahora especialmente urgente una teología con Espíritu”

Viernes, 5 de junio de 2020
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10-Pintura-primitivista-de-Olga-Maradiaga“En nuestro afán de mayor velocidad productiva y consumista”

“Desde una teología holística, en diálogo, implicada en el sufrimiento, vivir se comprende como solidaridad, es compartir, dar y recibir; en última instancia, amar y ser amado”

“Es necesario comprender que lo importante no es dominar/poseer, sino relacionarse/dar; que no somos el centro de todo”

“Necesitamos otra visión del mundo, recuperar y cultivar valores de relación con los demás, de respeto y cuidado de la naturaleza”

En varias ocasiones ha insistido el Papa Francisco que una ‘Iglesia en salida’ debe estar en los lugares donde el sufrimiento se hace presente, que sea un ‘hospital de campaña’, que se le encuentre allí donde la gente sufre y pide ayuda, cercanía, apoyo. Ahora la pandemia global que ha conmocionado al mundo y ha generado una radical incertidumbre, profunda inseguridad, preocupante indefensión, plantea preguntas y pide respuestas urgentes, por supuesto, sanitarias, pero también otras que afectan a nuestra manera de vivir, a nuestras formas de relacionarnos, de comprendernos, de encontrar   sentido y orientación ante la vulnerabilidad y levedad profundas de nuestra existencia, de toda la humanidad y del sentido de la afirmación de Dios.

Estas preguntas ponen de manifiesto y exigen apremiantes respuestas. En este caso, por supuesto, la atención sanitaria es imprescindible y urgente; pero también otras y, entre ellas, las que den razón  de esta situación, parte visible de un profundo iceberg contra el que hemos chocado en nuestro afán de mayor velocidad productiva y consumista, de salvaje competitividad por conseguir beneficios incontrolados, de injusto enriquecimiento a costa de la pobreza de muchos y depredación de la naturaleza.

¿Cómo interpretar este estado de cosas? ¿Cómo responder a los dramas y sufrimiento que este proceso vírico está generando y, por supuesto, a un futuro próximo de incertidumbre? Pienso que la teología puede abrir horizontes de sentido, proponer pautas éticas que marquen caminos nuevos y fundamenten una esperanza teológica profundamente humana en el crítico momento actual. Para ello necesita encontrar su lugar teológico en esos hospitales del dolor, ser hospital de campaña.

Esta teología debe ser elaborada, por tanto, en el compromiso con la experiencia humana actual, ahora en este proceso pandémico tan complejo y doloroso, y desde ahí ofrecer  respuestas con su testimonio y ayudar a descubrir el sentido de lo que significa el ser humano, ser personas, ser humanidad en un mundo y universo donde todo es relación e interdependencia en Dios.

No es una teología nueva. Teólogos y teólogas actuales la están elaborando y ofrecen respuestas que tratan de abrir caminos de sentido, compromisos y actitudes solidarias. Su línea fue ya abierta por otros teólogos que ofrecieron con su vida y pensamiento  importantes y decisivas aportaciones para una teología comprometida. Subrayo ahora  dos inolvidables compañeros recientemente fallecidos: Johann Baptist Metz (1928-2019) y Juan de Dios Martín Velasco (1934-2020).

El conocido teólogo alemán ofreció una teología desde el holocausto de Auschwitz y desde el sufrimiento del mundo que le indujeron a elaborar un pensamiento creyente implicado en lo político para afrontar un esfuerzo colectivo hacia la justicia, la libertad y la paz; sin pretender dar respuesta a todas las preguntas que brotan del dolor humano  y que, afirmaba, aunque algunas sean incontestables, nunca pueden olvidarse. Por eso propuso una ‘mística de ojos abiertos’, es decir, una solidaridad espiritual con la justicia que conduce al compromiso concreto.

El fenomenólogo y teólogo abulense abogó por una teología del encuentro de Dios en los hombres dentro de la problemática social y cultural desarrollando el diálogo con otras religiones sin exclusivismos ni inclusivismos sino  unificadas en una mística que se vive y realiza en la vida diaria a través de cuyos acontecimientos entramos en relación con Dios.

Desde estos lúcidos planteamientos la primera constatación teológica es, a mi entender, experimentar nuestra carencia como individuos. Aunque poseamos y consumamos sin límite, no estamos llenos; somos vacío, es decir, una realidad abierta que no se satisface con tener cosas, poder, dinero, como una falsa promesa de un mundo feliz, si asumíamos sus imperativos de sometimiento y que hubiera condenado a muerte a Jesús hoy: ¿acaso el sistema global capitalista no lo está haciendo con tanta gente pobre del mundo?

Ese vacío existencial (que no es carencia de cosas) solo se realiza en la apertura  comunicativa y relación ética con los demás, con la naturaleza, con el cosmos de cuya energía vivimos; donde Dios es sentido, compasión, esperanza y fortaleza. Desde esta teología holística, en diálogo, implicada en el sufrimiento, vivir se comprende como solidaridad, es compartir, dar y recibir; en última instancia, amar y ser amado.

La respuesta auténticamente teológica nos abre entonces a soluciones solidarias y trasformadoras, también políticas, a un progreso creativo que se está realizando en el cosmos y al que contribuimos desde nuestro lugar, desde la sencillez de nuestra vida, tejiendo con nuestras relaciones una urdimbre de pluralidad y diálogo desde la diversidad, la atención y cuidado, la ternura, el amor.

Necesitamos, por tanto, una teología entendida como reflexión que parte de la vida, de la experiencia y de su implicación dialogante y comprometida con ella; que nos ayuda a contactar con los acontecimientos, a interpretarlos, a descubrir su sentido, a aprender y emprender acciones creativas y solidarias, como ahora las del  mundo sanitario, con su  entrega profesional ejemplar, y de  otras muchas personas según sus posibilidades, donde está actuando la energía liberadora de Dios.

Albert Camus concluye en su libro ‘La peste’: “Algo se aprende en medio de las llagas: que hay en los hombres más cosas dignas de admiración que de desprecio… El final de la peste no fue una victoria definitiva… Hay que seguir haciendo contra el terror y su arma infatigable a pesar de los desgarramientos personales… La alegría está siempre amenazada porque el vacilo de la peste no muere ni desaparece jamás”.

Esta constatación del premio nobel nos ayuda a comprender que hay algo profundo en el ser humano, que aparece en estas situaciones límite,  revelándonos lo que somos en el fondo, más allá de las falseadas convicciones trasmitidas por intereses egoístas. En definitiva, nos descubre la energía profunda que nos mueve, el espíritu que nos alienta y nos impulsa y motiva, desde la alteridad reconocida, a superar todo dualismo, para experimentar la unidad y la felicidad que no consiste en poseer y estar lleno, sino en la relación con todo lo que es. Nos une, por tanto, a todas las personas, a toda la tierra, al cosmos en el que vivimos y somos;  desde esta experiencia holística, desde esta espiritualidad,  podemos intuir  las razones de nuestra existencia y su inspiración latente más profunda: Dios.

Pero la pregunta inmediata permanece: ¿cómo resolver ahora, con humanidad y eficacia, la urgencia de situaciones tan urgentes y dolorosas para tantas personas? Es indudable que esta teología nos motiva a la solidaridad y sinergia, a la cooperación y ayuda   mutua, a ser hospital de campaña, al diálogo como conducta básica para encontrar respuestas comunes, a la ayuda, colaboración, solidaridad.

Aun así y de todas formas permanece una pregunta inquietante. Este episodio se superará, aunque con un elevado coste humano; pero vendrán otros, como recordaba el  autor de ‘La peste’. Además sus graves consecuencias económicas, políticas, sociales son de largo alcance. Es necesario, en consecuencia, un cambio cualitativo de mentalidad, otro modo de pensar y de vivir, de creer.

Las respuestas, por tanto, no pueden ser ocasionales. Necesitamos otra visión del mundo, recuperar y cultivar valores de relación con los demás, de respeto y cuidado de la naturaleza. La teología puede aproximarnos a orientaciones y formas nuevas de pensar, ofrecernos una hermenéutica que nos abra a nuevos sentidos; proponernos una profunda motivación, otras convicciones, una interiorización personal y colectiva  que nos lleve a afrontar lo real en toda su complejidad y totalidad, a situarnos ante la vida con responsabilidad compartida, a comprender y comprendernos en Dios. Es decir, se hace ahora especialmente urgente una  teología con Espíritu  que, junto a  las  grandes tradiciones religiosas (J.M. Velasco), nos abra a la profunda conexión de todas las cosas; que nos descubra que la persona, la tierra, el cosmos están animados por el Espíritu que les confiere unidad y conduce a experimentar una conciencia vital para  buscar la relación consigo mismo en todas sus dimensiones, con los demás, con la tierra, con Dios.

“La urgencia nos impulsa a la cooperación y al diálogo como conducta básica para encontrar respuestas comunes”

En el universo, tal como lo conocemos, la mujer y el hombre son la expresión histórica más acabada del dinamismo cósmico; con sus grandes limitaciones, ciertamente, constituyen la única existencia concreta capaz de interpretar la vida, de tomar conciencia de ella, de expresarla simbólicamente, de sentirse libres, de progresar, de trascenderse, de amar. Para ello es necesario comprender que lo importante no es dominar/poseer, sino relacionarse/dar; que no somos el centro de todo, sino parte de un todo dentro de una inmensa complejidad: que estamos dentro del cosmos, de su vida y el cosmos y su vida están en nosotros.

En esta espiritualidad la persona se siente ella misma y da razón del sentido de su existencia. En ella  expresa su conciencia relacionada que implica corporeidad,  interioridad y aliento vital. Significa los valores más profundos y vitales que nos animan a vivir, a actuar, a amar. “Es la fuerza inspiradora del pensar, del sentir y del actuar de una determinada persona o comunidad”, como la describe Marià Corbí .

Esta forma de espiritualidad nos lleva a interpretar de una nueva manera los acontecimientos positivos y negativos y a afrontarlos con un sentido diferente al que el individualismo y el egocentrismo nos han habituado; nos abre al biocentrismo que nace como energía desde lo más profundo del cosmos, superando dualismos y antropocentrismos. Nos conduce a una ética cósmica de relación con las personas y  pueblos, con la tierra y el universo, buscando y creando bien común, humanismo planetario donde cambia el sentido de la economía, de la política. Es una ecoética liberadora de solidaridad, de igualdad, de dignidad sin exclusiones.

Cuando nuestro modo de vida se ha desestabilizado profundamente, no solo por el COVID-19, sino porque nuestra civilización occidental había ya causado ese profundo desequilibrio con un desarrollo suicida, esta pandemia ha provocado un dramático shock que ha conmovido al mundo. Esta traumática y dolorosa experiencia puede ser comprendid  desde esa mística de ojos abiertos (J.B.Metz) que nos abre, nos convierte a un nuevo modo de vida y descubre un mundo de esperanza donde la seguridad anhelada no viene de la posesión y acumulación de bienes, sino de la  solidaridad; donde el bienestar no es aislamiento y egoísmo, sino relación y encuentro (J.M. Velasco); donde vivir no es consumir, sino compartir; donde la tierra no es un instrumento inanimado y explotable sin límites, sino un ser vivo, generador de vida, que debe ser cuidado y querido, porque ella nos cuida y quiere; donde la fuente de la vida no está en el dinero acumulado, en la producción ilimitada y en el consumo desenfrenado de unos pocos a costa de la pobreza de muchos, sino en la igualdad y  la justicia; donde, en definitiva, el hombre-mujer no son el centro del mundo, sino una profunda relación holística donde nadie puede prescindir de los demás en la tierra que habitamos, donde personas y pueblos debemos ser hospital de acogida y sanación para todos.

En última instancia, tanto la teología que interpreta la vida, como la espiritualidad que la vive, nos  disponen a una radical conversión hacia el ‘buen vivir’ que despliega actitudes creativas de cercanía, amistad, hospitalidad, colaboración, sinergia, confianza, solidaridad. Ahí iremos buscando con garantía de éxito las respuestas a los decisivos desafíos  a los que la situación de nuestro mundo nos  confronta, descubriéndonos su raíz más honda y abriéndonos a respuestas holísticas que laten en la energía espiritual que nos mueve, anima y  envuelve en el misterio de la Pascua cósmica.

“Nuestro modo de vida se ha desestabilizado profundamente, no solo por el COVID-19, sino porque nuestra civilización occidental había ya causado ese profundo desequilibrio con un desarrollo suicida”

Fuente Religión Digital

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Teledragtón: inédito evento de recaudación de fondos hace historia para el transformismo chileno

Miércoles, 6 de mayo de 2020
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tele-movilhLa actividad, coordinada por los canales de Youtube Femme, Farándula Gay y Éxodo, logró reunir más de 12 millones de pesos que irán en beneficio de unos 120 transformistas cuya fuente laboral ha sido impactada por el Covid-19.

En un hecho sin precedentes en la historia del transformismo chileno, distintos canales LGBTI de Youtube se unieron para dar vida a la denominada “Teledragton”, una iniciativa desarrollada el pasado 1 de mayo por 26 horas continuas y que logró recaudar 12.005.034 pesos para ir ayuda de artistas afectados laboralmente por el  Covid-19.

Conscientes de que el transformismo depende laboralmente de los locales nocturnos, los canales de Youtube Femme, Farándula Gay y Éxodo se unieron para transmitir una maratónica jornada donde se presentaron transformistas y otros artistas que llamaron continuamente a las personas a donar.

El éxito fue total, pues si bien la meta era recaudar $1.800.000 que beneficiarían a 18 transformistas, finalmente se obtuvo $12.005.0034, con lo que otros 102 artistas podrían verse beneficiados.

Superada la meta, el Canal Éxodo señaló por redes sociales que “este “uno” todos fuimos uno. Felices de este logro, fueron momentos difíciles, una noche y día eternos, discusiones, peleas, errores, pero el resultado principal de logro. No por nosotros, sino por ustedes, por las 18 y por las demás que serán beneficiadas”.

En tanto, Farándula Gay añadió que “alcanzamos los 12 millones de pesos en una jornada de 24 horas de transmisión. Todo irá en ayuda de las transformistas del ambiente” y Canal Femme ofreció “gracias totales” a quienes hicieron posible este triunfo que marca un antes y un después en la historia del transformismo chileno.

Y es que con más de 50 mil visualizaciones y la obtención de 2660 suscriptores, la Teledragton se presenta desde ahora como un digno espacio de solidaridad y de exhibición de un arte tan querido como lo es el transformismo

Entre otros personajes, difundieron el evento Alfredo Castro, Antonia Zegers, Neilas Katinas, Tatiana Molina, Tonka Tomicic, Mariana Loyola, Alfonso Cabrera y Alejandra Valle.

Con la animación de Maureen Junot, desfilaron además por la Teledragton las/as reconocidos transformistas La Botota, Miss Leona, Nicole Gaultier, La Pola,  entre otros,  así como los solistas Carolina Soto, Daniel Donoso, Sonia y María Jimena Pereyra y la actriz Yamila Reyna.

La actividad contó además con una vedetón, un café concert, subastas, noticias y humor.

El Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh) aplaudió la iniciativa y felicitó a sus organizadores, calificando al evento como “histórico”.

“El transformismo siempre ha sido un arte muy querido. Es un arte que desde el inicio del movimiento LGBTI ha contribuido a romper las cadenas de la discriminación y que es parte de toda nuestra historia. La Teledragton es un ejemplo de solidaridad y reconocimiento que seguramente sus organizadores volverán a replicar en algún momento. Nos sacamos el sombrero por todas las personas que idearon, produjeron y dieron vida a este evento”

Fuente MOVILH

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Covid-19 en Brasil: activismo LGBT+ crea redes solidarias frente a la ausencia estatal

Lunes, 27 de abril de 2020
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Casa-Aurora-1Por Sellena Ramos; Joao Hugo y Marcos Tolentino*

Desde que comenzó la pandemia de coronavirus, en América Latina y el Caribe ya hay más de 50 mil casos confirmados. Brasil es el país más afectado de la región, con más de 20 mil casos confirmado y más de mil muertes. En paralelo a las noticias sobre el avance de la pandemia, la prensa brasilera publica iniciativas y proyectos que buscan disminuir sus impactos sociales. Para muchos brasileros esta situación pone en evidencia cuestiones de supervivencia, resiliencia y solidaridad. Qué será construido después de esto y la crisis generará una revisión de la forma en que nos relacionamos con el otrx es algo que recorre los medios y las redes sociales.

El escenario de incertidumbre y ansiedad se agrava frente a la postura del presidente Jair Bolsonaro. En los últimos dos meses, Bolsonaro ha dicho que la pandemia de coronavirus es una histeria creada por la prensa y que se trata de una gripe como cualquier otra.

Si la población brasilera en general se siente desprotegida frente a un presidente que no quiere comprender ni asumir la gravedad, en el caso de las personas LGBTQIA+ es aún más grave pues nos encontramos en un periodo de retrocesos de derechos políticos y de exposición a las vulnerabilidades.

Panorama LGBTQIA+ en Brasil

En Brasil, la vida cotidiana de las personas LGBTQIA+ está marcada por estrategias de supervivencia. Desigualdades regionales, de raza, de clase, etarias y de género agravan más este cuadro. Para unxs, estas estrategias precisan ser trazadas deliberadamente. Para otrxs, no son tan perceptibles, pues tienen el privilegio de sentirse como parte de una sociedad donde la cisheteronormatividad pauta las relaciones sociales.

Cuando la orientación afectivo-sexual y la identidad de género son disidentes de los patrones hegemónicos de la cisheteronormatividad y el crimen de la LGBTfobia es estructural, muchas personas LGBTQIA+ son expulsadas de sus casas, excluídas de sus ambientes sociales e inclusive asesinadas. En la Segunda Relatoría de 2018 de crímenes contra las personas LGBTQIA+ divulgada por el Grupo Gay de Bahía (GGB), 420 personas murieron en Brasil en 2018. De acuerdo al Dossier de Asesinatos y Violencia contra personas Trans Brasileras, divulgado este año por la Asociación Nacional de Travestis y Transexuales (ANTRA), Brasil pasó del lugar 58 al lugar 68 en el ranking de países seguros para ser LGBTQIA+.

Es importante recordar que existen subregistros y ausencias de los datos gubernamentales, principalmente debido a la inexistencia de una ley que tipifique el crimen contra la LGBTfobia. En el Legislativo Federal, los proyectos de ley direcionados para las demandas específicas de la población LGBTQIA+ quedan trancados por la presencia de la llamada bancada evangélica. En consecuencia, fue el Supremo Tribunal Federal (STF) desde donde se tomaron decisiones que garantizan, por ejemplo, el matrimonio igualitario. El 13 de junio de 2019, el STF tipificó el crimen de LGBTfobia en Brasil, y pasó a ser penalizado por la Ley de Racismo (7716/89), que hoy prevé crímenes de discriminación por el prejuicio de “raza, color, etnia, religión y procedencia nacional”. Entretanto, sabemos que la norma y la práctina hay una brecha.

Así, la pandemia del coronavirus nos encontró en un contexto de ausencia de políticas públicas nacionales para las personas LGTBQIA+. Esta situación todavía no fue modificada teniendo en cuenta nuestras demandas específicas.

Necesitamos políticas efectivas, como medidas que garanticen un subsidio y acogida para las personas LGBTQIA+ expulsadas de sus hogares, que no tienen acceso al mercado laboral y que encuentran en la prostitución la única salida financiera.

El 1 de abril fue anunciado una ayuda de emergencia por tres meses para lxs trabajadorxs informales de Brasil.

En relación al área de la salud, el 17 de marzo el Ministerio de Salud publicó un oficio orientado a los servicios especializados para que aumentaran en las farmacias la cantidad de medicamentos anti-retrovirales y la Profilaxis Pre-Exposición (PrEP). Esta medida afecta a una gran parte de nuestra población. Sin embargo, la exclusión y marginación social que enfrentamos en otros espacios se extiende a los hospitales y ambulatorios, donde no están ganrantizados el respeto a la orientación sexual y a la identidad de género.

Las campañas de ayuda del activismo

El papel del Estado es fundamental para subsidiar las necessidades de la sociedad. Cuando se trata de la población LGBTQIA+ el apoyo no llega y precisamos luchar cotidianamente para obligar al Estado a cumplir sus funciones y viabilizar recursos. Existen campañas de recaudación de recursos financieros, alimentos y materiales de higiene personal en todo el país impulsadas por activistas de la diversidad sexual. Algunos ejemplos: la campaña “Fortalezca a una personas trans”, impulsada en las redes sociales por la diputada estatal de la Bancada Activista, Erika Hilton; y las campañas de recaudación realizadas por la Red Poc, en Belo Horizonte; por el Grupo por La vida en Rio de Janeiro; por el Centro de Referencia y Defensa de la Diversidad y por la Asociación del Desfile LGBT de Sao Paulo; por el Colectivo de Transs Pra Frente y por la Asociación Bahiana de Travestis, Transexuales y Transgéneros en Acción (Atração), en Salvador. También en Bahía, el Movimiento Drag lanzó una campaña de recaudación de alimentos no perecederos e ítems de higiene para auxiliar a las artistas drags que ahora mismo no pueden trabajar durante la cuarentena.

Además de la recaudación de alimentos y artículos de higiene personal, notamos que una de las formas de movilización LGBTQIA+ brasileras ha sido la producción de información. La Asociación Nacional de Transexuales y Travestis (ANTRA), por ejemplo, produjo dos cartillas informativas. La primera de ellas fue dirigida a travestis y mujeres trans trabajadoras sexuales.

La segunda cartilla tiene información sobre como reaccionar en casos de violencia doméstica durante el aislamiento social, de manera de enfrentr un posible aumento del riesgo de las agresiones contra LGBTQIA+ en estas situaciones. Como apunta ANTRA, muchas personas LGTQIA+ se ven forzadas a convivir en ambientes tóxicos, con familiares que los agreden, y sin posibilidad de contacto con otros miembrxs de la comunidade.

En las redes sociales

El aislamiento de las personas LGBTQIA+ ha sido combatido también a través de las redes sociales. La Asociación Brasilera de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Travestis, Trans e Intersex (ALGBT+), por ejemplo desarolló en Instagram una serie de “lives” llamados “Diálogos LGBTI+”, donde se conversa con especialistas de temas vinculados a las vivencias de personas LGBTQIA+ en el contexto de la pandemia.

Las redes sociales también han sido un espacio para compartir cuestiones relativas a la salud mental de las personas LGBTQIA+ que pueden agravarse con el aislamiento social. En ese sentido, el Centro de Referencia LGBT+ de Campinas (SP), el primero en dar este tipo de atención, también ha utilizado las redes. Otra inciativa en las redes es la difusión de cultura y arte queer. El 4 y 5 de abril se realizo el festival LGBT Online, “Marsha! Entra na Sala”, que contó con veinte horas de programación entre shows, DJ sets y conversaciones.

Las casas de acogida

Es este marco se insertan también los centros de acogida. Su desarrollo en los últimos años representa acciones emergentes frente a los retrocesos de políticas de asistencia para la población LGBTQIA+. En Brasil hoy existen 15 casas de acogida distribuídas en todo el território nacional, que desempeñan sus labores en paralelo al Estado. Allí, además de tener acceso a ayudas básicas – techo, alimentación e higiene persona- lxs habitantes tiene acceso a servicios de salud integral, iniciativas de reinserción cultural y social. Frente a la pandemia, algunas instituciones de acogida se unieron y desarrollaron la Red Brasilera de Casas de Acogida LGBTQIA+ (REBRACA) con el objetivo de enfrentar estrategicamente las crisis sanitarias, políticas y sociales de Brasil. El 31 de marzo, REBRACA inició la campaña de recaudación colectiva de canastas básicas y materiales de higiene.

Casa Aurora en Bahía

Además de este trabajo colectivo, cada casa adapto sus servicios para garantizar una acogida integral durante la cuarentena. Casa Aurora surgió en mayo de 2019 como una casa de acogida para personas LGBTQIA+, localizada en el centro de Salvador, estado de Bahía. La institución recibe a jóvenes de entre 28 y 29 años que están en situación de vulnerabilidade y riesgos sociales, abandonadxs o apartadxs de sus familias a causa de su orientación afectivo-sexual e identidade de género. Aquí les garantizamos las tres comidas, produtos de higiene personal y algunos servicios como: atividades socioeducativas, servicios jurídicos, y una Clínica Social con acompañamiento terapêutico y assistência social, psicológica y psiquiátrica.  A lo largo de la breve trayectoria, la institución ya asistió a cerca de 400 personas LGBTQIA+ .

Casa Aurora es la única institución de acogida específica para personas LGBTQIA+ del Estado de Bahía. Coordinada por lx activistas João Hugo y Sellena Ramos, resistimos a través de donaciones filantrópicas y microdonaciones, recaudación de alimentos, materiales de higiene personal y ropa.

Debido al subregistro de casos de coronavirus, por la dificultad de acceso a los testeos en Brasil, y la ausencia de políticas públicas para las personas LGBT+, no podemos dimensionar el impacto de la pandemia en el colectivo. Por eso las casas de acogida así como todas las redes creadas durante este último mes por el activismo de la diversidad sexual resulta en un fortalecimento de nuestras estrategias y prácticas y el trabajo en red con otros colectivos e instituciones de nuestra comunidad.

*Activistas LGBT+ e integrantes de la Casa de Acogida Aurora

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Brasil, una situación muy complicada para el colectivo LGTB

En 2018, además, fuimos testigos de como la LGTBfobia ha escalado hasta alcanzar ámbitos activistas y políticos. En mayo del año pasado recogíamos el asesinato en Río de Janeiro de la activista de género no binario Matheusa Passareli. Y en marzo el de la concejala de Río de Janeiro Marielle Franco, afrodescendiente, abiertamente bisexual, feminista y activista en favor de los derechos humanos. Una escalada a la que también nos hemos referido al recoger tanto el episodio de acoso que sufrió Judith Butler en una visita al país para participar en un debate universitario como la decisión de un juez federal contra la orden del Consejo Federal de Psicología que prohibía desde hace años las «terapias» reparadoras de la homosexualidad. Y que ha forzado al que fuera primer diputado abiertamente gay de Brasil, Jean Wyllys, a abandonar el país e instalarse en Alemania (ver aquí la interesante entrevista que hace pocos días publicaba eldiario.es).

La llegada de Bolsonaro a la presidencia

La situación de la comunidad LGTB, incluso ya antes de la victoria de Bolsonaro en octubre de 2018, es muy dura. El Grupo Gay de Bahía, colectivo que hace una meritoria labor de monitorización de los delitos de odio en Brasil, tuvo conocimiento de 445 muertes violentas de personas LGTB en 2017: 387 asesinatos y 58 suicidios, un aumento del 30% con respecto a 2016, «cuando se registraron 343 muertes», comienza su informe 2017. De alguna de estas muertes nos hemos hecho eco en esta misma página, como sucedió por ejemplo con el terrible asesinato de Dandara dos Santos, una mujer trans. La tendencia, en este sentido, ha sido creciente a lo largo de los últimos años.

Y si algún político encarna a la perfección esa LGTBfobia en su discurso político, ese es Jair Bolsonaro, elegido presidente en octubre de 2018. Una victoria que, dados los precedentes del personaje y el apoyo del poderoso movimiento evangélico, abrió un escenario terrible para las personas LGTB en Brasil. Ya en 2011 lo mencionábamos cuando acusó al Ministerio de Educación de «fomentar la homosexualidad» por promover un proyecto contra la homofobia. En 2014 volvimos a referirnos a Bolsonaro, que negaba que educar en la diversidad sirviese para combatir la homofobia, y acusaba explícitamente a los que así lo defienden de querer «llevar la materia a las escuelas para transformar a niños de seis años en homosexuales. Al punto de que así se facilita la pederastia en Brasil».

Bolsonaro acababa la entrevista burlándose del intento de aprobar una ley que castigase la violencia homófoba, a la que quitaba importancia. «¿Solo porque a uno le guste tomar por culo se convierte en un semidios al que no se le puede pegar?», remataba. El ahora presidente ha hecho otras declaraciones homófobas en el pasado, como aquellas en las que aseguraba preferir que un hijo suyo muriese en un accidente a que apareciese «con un bigotudo», pero basta con releer la entrevista de 2014 a El País para ser consciente de la monstruosidad del personaje.

En el ámbito legal, hay que tener en cuenta que muchos de los avances en derechos LGTB que ha experimentado Brasil se han producido al margen de los poderes legislativo o ejecutivo: el matrimonio igualitario es una realidad posible gracias a resoluciones judiciales, mientras que la prohibición de las «terapias» reparadoras, sobre la que como mencionamos arriba tiene lugar una batalla en los tribunales, fue una decisión profesional del Consejo Federal de Psicología. La presión de los grupos evangélicos para que desde el poder político se ponga coto e incluso se revierta esta situación puede encontrar en Bolsonaro el aliado ideal.

En este sentido, la recién aprobada tesis del Supremo contra la LGTBfobia es una soplo de aire fresco en un ambiente profundamente enrarecido.

Fuente Agencia Presentes/Cristianos Gays

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La Fundación 26 de Diciembre impulsa la campaña #SolidaridadTrans en apoyo a uno de los colectivos más castigados por la crisis del coronavirus

Lunes, 20 de abril de 2020
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SolidaridadTrans-cuadrado-1080x1080-1-300x300Las solicitudes de ayuda a la asociación por parte de personas trans se han duplicado desde la entrada en vigor del estado de alarma. Esta iniciativa pretende dar una cobertura básica en materia de vivienda, comida y productos básicos.

La crisis económica y social que está provocando la pandemia del coronavirus sitúa a las personas trans como uno de los colectivos más afectados. Llueve, además, sobre mojado: según un gran estudio realizado en España sobre la realidad social de las personas trans -realizado por la Universidad de Málaga en 2011-, solo el 22,2% de personas de este colectivo cuenta con un trabajo estable. Una cifra que, lejos de reducirse con el paso de los años, se dispara hasta un 85% en otras estimaciones más recientes.

Esta situación indica una clara discriminación social y obliga a buena parte de ese alrededor del 80% de personas trans en situación de desempleo a buscar una ocupación en la economía sumergida y recurrir al trabajo sexual como fuente de ingresos. Algo que se hace imposible en la situación actual de confinamiento para luchar contra la COVID-19, por lo que la situación de muchas personas trans se hace, si cabe, mucho más desesperanzadora que la del resto de la sociedad.

La Fundación 26 de Diciembre de mayores LGTB también trabaja por la inclusión sociolaboral del colectivo trans a través del Proyecto Ámbar. Un programa que, ante el parón empresarial y el confinamiento, ha iniciado una campaña de donaciones para dar respuesta al aluvión de solicitudes de ayuda por parte de personas trans que se ven en situación de extrema necesidad. Si el programa contaba en un principio con unos 115 destinatarios, más de 150 nuevas personas han recurrido a la fundación solicitando ayuda al no poder hacer frente a los gastos mínimos para cubrir sus necesidades básicas.

Para dar respuesta a tales necesidades, la organización impulsa la campaña #SolidaridadTrans, con la que a través de donaciones pretenden recaudar fondos suficientes para apoyar a las personas trans en sus necesidades diarias más básicas, como el pago de la vivienda (alquiler, hipoteca, facturas de luz, agua o gas), la adquisición de comida, documentación y otros productos básicos. «La población trans es un colectivo invisibilizado dentro de la comunidad LGTBI y no somos conscientes de que existe una parte del colectivo tan vulnerable», explica Pedro Bogo, responsable del Proyecto Ámbar y de la puesta en marcha de esta campaña.

Para colaborar con #Solidaridadtrans, se pueden hacer donaciones a través de la página www.fundacion26d.org/solidaridadtrans o bien mediante transferencia bancaria en la C.C: BBVA: ES13 0182 1245 1702 0159 5404, con el asunto SolidaridadTrans. Desde la fundación también se realiza una invitación a las empresas para que entren a formar parte de la Red Ámbar y den oportunidades de formación y contratación a estas personas.

Todas las personas adscritas para recibir las ayudas de la campaña #SolidaridadTrans quedarán a su vez dentro del Proyecto Ámbar, a través del cual podrán acceder a formación, orientación y a la oportunidad de encontrar un empleo. Las personas que deseen entrar en esta bolsa de ayuda pueden contactar en el teléfono 640 267 302 o escribir a proyectoambar@fundacion26d.org

El Proyecto Ámbar cuenta con más de una veintena de empresas colaboradoras entre las que se encuentran marcas tan reconocidas como Pantene o Carrefour y tan comprometidas como REDI, Peluquerías Cortacabeza o MyGwork, entre otras muchas. Otras impulsoras del proyecto y de la campaña #SolidaridadTrans esta campaña son las empresas Lal La Buya, Factoría Cariño y Suma Latina Producciones. Desde su puesta en marcha a mediados del pasado año, este programa ha conseguido dar trabajo a más de 25 personas trans. Este programa está subvencionado por la Comunidad de Madrid.

Fuente Dosmanzanas

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Michael Moore: “El Resucitado está presente… en los crucificados que todavía esperan redención”

Viernes, 17 de abril de 2020
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artwork_images_424157556_176230_david-lachapelleEl camino de fe a la luz (y las sombras) del misterio pascual (y8)

“Cuando la tumba se abrió, no vieron nada. No encontraron a nadie. Sólo se escuchó como un rumor de ángeles que decía: ‘No está aquí…vayan a Galilea. Allí lo encontrarán'”

“Para encontrarse con el Resucitado hay que desplazarse hacia los márgenes de la historia, esto es, a los lugares de fractura, a los espacios de no-vida”

“Dios no revivifica un cadáver, sino que recupera y reivindica la persona total de Jesús, es decir, toda una existencia, toda una historia, todo un modo de vivir… que lleva a un modo de morir”

8. Cuando la fe se dibuja como horizonte: el triunfo de la Vida

Y ahí estaban, todavía expectantes en aquella mañana de domingo, esa enorme legión de desahuciados y desesperanzados, al pie del sepulcro, esperando que alguien les corriera la piedra para ver qué había detrás… para ver si encontraban respuestas a todas sus preguntas (últimas). Pero, cuando la tumba se abrió, no vieron nada. No encontraron a nadie. Sólo se escuchó como un rumor de ángeles que decía: “No está aquí…vayan a Galilea. Allí lo encontrarán” (cf. Mt 28,1ss; Mc 16,1ss; Lc 24,1ss).

 Y este fue el mensaje que, gratuitamente, ese grupo de marginales -como en otro tiempo los pastores en Belén- nos compartió y dejó como testamento para el cristianismo futuro: para encontrarse con el Resucitado hay que desplazarse hacia los márgenes de la historia, esto es, a los lugares de fractura, a los espacios de no-vida. Porque Galilea -afirman los exegetas- amén de ser el lugar geográfico donde el Jesús terreno desarrolló su ministerio (y esa región era considerada marginal por “contaminada” en la Palestina de entonces), es un lugar teologal que alude a la praxis vital de Jesús. Ir a Galilea, por tanto, significa volver la mirada al Jesús histórico. Recuperar su historia concreta para, reeditándola, volver a hacerlo presente en el Espíritu.

En fórmula abreviada: “el Resucitado es el Crucificado” (J. Sobrino), y el crucificado es el que se jugó la vida practicando -no sólo predicando- la misericordia: el corazón vuelto al miserable… “aunque sea sábado”. O en lenguaje un poco más formal: vida, muerte y resurrección se reenvían mutuamente para una correcta intelección. Jesús muere como muere porque vive como vive; y es resucitado –rescatado de la aniquilación y glorificado– en virtud de esa vida –agradable al Padre– que lo llevó a esa muerte –sufrida por el Padre. Dios no revivifica un cadáver, sino que recupera y reivindica la persona total de Jesús, es decir, toda una existencia, toda una historia, todo un modo de vivir… que lleva a un modo de morir.

Focalizándonos en el hilo conductor de estos días -el camino de fe- habría que decir ahora que la resurrección nos ofrece un horizonte de comprensión nuevo de la totalidad: nos dice algo sobre Jesús, sobre Dios y sobre el sentido de nuestra vida

Nos dice algo sobre Jesús, porque, resucitándolo, rescatándolo de los lazos de la muerte, de la aniquilación, el Padre ratifica la identidad y la misión de Jesús: en verdad, él era el Hijo amado del Padre, y su prédica del reino como proyecto de humanización a través de la praxis de misericordia era la misión que debía cumplir: “Humanizar la humanidad practicando la proximidad” (P. Casaldáliga). Identidad y misión que habían sido puestos en tela de juicio por sus paisanos que lo habían acusado de impostor, de blasfemo, de pretender reformar las instituciones tradicionales (templo, ley, culto). O sea: la resurrección es el “sí” que pronuncia Dios ante el “no” que dictaminaron los hombres. Jesús sí es el Hijo y su proyecto es de Dios y sigue adelante.

Nos dice algo sobre Dios mismo: que Él es el Dios de la vida, de vivos y no de muertos, cuyo amor salvífico no se detiene ante la muerte, sino que, tocándola en la carne de su Hijo, la vence. Tiene poder sobre la nada (es creador), sobre el pecado (es salvador) y sobre la muerte (es resucitador); es un Dios liberador que interviene para reivindicar la vida de Jesús de Nazaret, injustamente crucificada, haciendo suya la causa de las víctimas y venciendo el poder de los ídolos; es un Dios que en la historia de Jesús aparece como discreción, kénosis, proximidad, cálida afinidad, semper minor -cruz-, pero también se nos revela como alteridad, inmanipulable, todopoderoso, semper maior -resurrección- (J. Sobrino).

Y nos dice algo sobre el sentido de nuestra vida y de nuestra historia. Porque alcanzan respuesta las preguntas que ayer, desde el sepulcro, despuntaban, amenazantes para la fe: ¿es la muerte el destino definitivo del hombre?, ¿tienen la última palabra los prepotentes y verdugos de la historia?, ¿hay posibilidad de soñar con un futuro distinto? En definitiva ¿valió la pena la vida y muerte de Jesús? ¿sigue siendo creíble su propuesta? La resurrección de Jesucristo es la respuesta que trae la implantación definitiva de un horizonte universal de promesa que se extiende, sobre todo, a lo humanamente desesperado (G. Greshake).

Siendo como es, universal, la promesa provoca también a una misión universal: la de ponerse en camino, totalmente y sin reservas, hacia el futuro prometido, buscando cambiar lo “penúltimo” en dirección a lo “último”. Con la historia puesta en nuestras manos -y éstas sostenidas por las de Dios- habrá que ir apurando la utopía, esa imposible ansia humana de plenitud, anticipando esa consumación en múltiples representaciones y utopías reales, porque cuando se abandona ese punto de mira, se imposibilita toda crítica… y se cae en la canonización del estado de cosas. Sustentados por la esperanza en el Dios-más-fuerte-que-la-muerte, habremos de tener siempre presente que “lo definitivo se está construyendo en lo provisional” (G. Gutierrez).

Somos, pues, interpelados a cultivar una esperanza crítica que, mediante el uso de la razón anamnética, pueda mantener presente la memoria del sufrimiento pasado, y latente la esperanza para las víctimas. En medio de esa lucha, el principio-esperanza recuerda que en la resurrección del Hijo de Dios el futuro vencedor ya se ha anticipado en la historia, aunque no elimina el todavía no que denuncia un mundo donde el reino de filiación y fraternidad sigue siendo utopía, en medio de tanta crucifixión.

Queda el desafío lanzado a nuestra libertad para seguir avanzando, en una dialéctica de muerte-resurrección, desautorizando ‒junto con el Jesús terreno y glorificado‒ a los victimarios, ya escatológicamente vencidos por el Vencido Viviente; recordando siempre que no es el sólo esfuerzo humano sino la presencia del Espíritu del Resucitado, siempre activo, el que incita a la esperanza del fin anticipado en medio de la oscilación propia de la historia entre prometeísmo y desesperación; y que no es necesariamente el éxito histórico (que en general cuesta la sangre ajena) sino la propia sangre derramada (martirio), de golpe o a gotas, lo que fecunda y “violenta” el Futuro para que se haga presente.

Puesto que la resurrección no anula la cruz, los verdugos de la historia siguen teniendo palabras penúltimas; pero como la resurrección sí supera la cruz podemos confiar en que la muerte –la más radical amenaza que se alza contra la realización personal– y la injusticia –la gran amenaza de sinsentido para la historia de la humanidad– no triunfarán. La palabra que Dios pronuncia en la resurrección de Jesús es posterior a su “silencio” sufriente en la cruz y por eso podemos afirmar desde la fe que la sentencia última y definitiva es la promesa de triunfo de la vida sobre la muerte, de la justicia sobre la injusticia, de las víctimas sobre los victimarios.

“Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde lo han puesto” (Jn 20,2), reclaman unos; “vayan a Galilea” (cf Mt 28,7), responden otros. Allí, el Resucitado está presente… en los crucificados que todavía esperan redención. El gran signo de la resurrección es una ausencia, que reenvía a otro lugar, a otro modo de presencia. Hasta el momento en que “Dios llegue a ser todo en todos” (1 Co 15,28). Y, en el mientras tanto de la historia, cultivemos la esperanza practicando la misericordia, porque

Es tarde
pero es nuestra hora.

Es tarde
pero es todo el tiempo
que tenemos a mano
para hacer el futuro.

Es tarde
pero somos nosotros
esta hora tardía.

Es tarde
pero es madrugada
si insistimos un poco

(P. Casaldáliga)

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Covid-19: Un comité de emergencia para ayudar a LGBT+ en Mar Del Plata

Jueves, 16 de abril de 2020
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Por Sandra López Maidana

La cuarentena obligatoria establecida por el gobierno argentino para hacerle frente a la pandemia del Covid-19 dejó en evidencia, entre otras cosas, las desigualdades que existen en amplios sectores de la sociedad. Y en Mar del Plata esto quedó patente entre las personas travestis y trans. La situación se agudiza también por las interseccionalidades que atraviesan: ser pobres, ejercer la prostitución, no acceder a bienes culturales/sociales, en muchos casos ser migrantes y/o no acceder a empleos formales. Cierta actitud de vigilancia que genera esta pandemia se recrudece sobre estas identidades que sufren atropellos por parte de vecinos y vecinas de Mar del Plata con amenazas de llamar a la policía cuando las ven circular por las calles.

WhatsApp-Image-2020-04-09-at-22.59.06-1024x768Por estos motivos se organizó un comité de emergencia LGTBQI+ integrado por las organizaciones Asociación Mundo Igualitario (AMI), 100 % Diversidad y Derechos MDP y el área de género y diversidad del movimiento Atahualpa Mar del Plata. Desde allí se solicitan donaciones de alimentos secos, productos de higiene personal y de limpieza necesarios para asistir al colectivo.

Desde el Comité se articuló con el Ministerio de las Mujeres y Diversidad de la Provincia de Buenos Aires. Se recibieron donaciones del Colectivo Faro de la Memoria y a través de la campaña #noscuidamosentretodes organizada por Orgullo y Lucha, se ha intervenido en 120 situaciones de emergencia alimentaria.

Aquellas personas que se sientan convocadas a ayudar como también de instituciones locales y de la zona pueden contactarse a través de las redes sociales de AMI y de los siguientes teléfonos:

Cintia Pili (223) 5119549. Agustina Ponce (223) 4381941. Laura Cardozo (223) 4487485. Claudia Vega (223) 5391458.

Si necesitan asistencia o quieren ayudar como voluntarias pueden comunicarse a los siguientes correos electrónicos:

maria.laura.cardozo.lucero@gmail.com, asociacion.mundo.igualitario@gmail.com .

Fuente Agencia Presentes

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Espiritualidad franciscana

Viernes, 3 de abril de 2020
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Del blog Nova Bella:

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“Poco a poco San Francisco fue descubriendo una realidad que aún no se había atrevido a mirar cara a cara: la del hombre naturalmente frágil, limitado y necesitado de solidaridad, especialmente en el sufrimiento, la enfermedad, la marginación y la pobreza. Comenzó de inmediato a prodigar sus cuidados a los leprosos y a convivir con ellos, aun a costa de sufrir la incomprensión y persecución familiar y el rechazo de sus conciudadanos…

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Julio Herranz Miguelañez, ofm

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Coronavirus: «Nos cuidamos entre todes», la red para asistir a LGBTI+

Martes, 31 de marzo de 2020
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Fotos: Ariel Gutraich/Archivo Presentes y gentileza Orgullo en Lucha

Ante la pandemia de coronavirus (Covid-19), organizaciones en todo el mundo están tejiendo redes para acompañar a las personas en situación de extrema vulnerabilidad social. En Argentina, a partir del Covid-19 el activismo de la diversidad sexual creó la Red LGBTI+ «Nos cuidamos entre todes».

red-LGBT-coronavirusEsta iniciativa, a la que convocan a sumarse, apunta a asistir y acompañar a personas LGBTI+ en situación de extrema vulnerabilidad social a través de distintas acciones: campaña de donaciones, acompañamiento para acceder a subsidios estatales de emergencia y monitoreo de las políticas públicas específicas, entre otras.

«Las medidas son vitales pero exponen la vulnerabilidad»

La Red LGBTI+ surgió por iniciativa de 100% Diversidad y Derechos y La Rosa Naranja, junto con las organizaciones del espacio Orgullo y Lucha. Greta Pena, explicó que «Las medidas de cuarentena, aislamiento preventivo y distanciamiento social son vitales. Sin embargo, también dejan expuestas situaciones de vulnerabilidad. Esta Red busca con acciones comunitarias solidarias aliviar el tránsito de las personas LGBTI+ en emergencia social y contribuir a que las políticas públicas lleguen a quienes la necesitan”, dijo Greta Pena, directora de 100% Diversidad y Derechos.

Desde La Rosa Naranja, la activista travesti Marcela Tobaldi, describe lo que atraviesan muchas de sus compañeras: “La situación de vulnerabilidad social en la cual se encuentran las personas travestis y trans es estructural, con enormes barreras para acceder a derechos humanos básicos como la educación, la salud, trabajo formal y vivienda. Las necesarias medidas de aislamiento social obligatorio han empeorado esa situación, ya que impide el desarrollo de actividades de subsistencia, frente a las cuales estamos reforzando las redes de organización territorial”.

A todo el país

redLGBTI-coronavirus90385229_212218426791168_3444856151290675200_nLa red ya trabaja para llegar a distintas ciudades de la Argentina. En una semana entregó 60 kits de ayuda a la población trans en Ciudad de Buenos Aires (en los barrios de Constitución, Villa Crespo) y en la provincia de Buenos Aires (Morón y Lanús).

“En los próximos días, en alianza con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), distribuiremos 260 kits para personas LGBTI+, especialmente a población trans migrantes en las ciudades de Neuquén, Rawson (Chubut), Salta, Mendoza, Posadas (Misiones), Mar del Plata, Tigre (provincia de Buenos Aires) y Ciudad de Buenos Aires”, informaron a este medio. Los kits incluyen por ahora 18 productos: arroz, fideos, queso rallado, arvejas, aceite, puré tomate, galletitas de agua, mermelada, te, yerba, azúcar, pate, mayonesa, alfajores, turrones y pasta dental, jabón de mano y lavandina).

Esta semana entregaron al Ministerio de las Mujeres, Género y Diversidad y al Ministerio de Desarrollo Social un relevamiento nacional de personas travestis y trans para ser incorporadas al programa “Hacemos Futuro”, a fin de que puedan acceder a un ingreso mensual, ademásde canalizar la distribución de ayuda directa de esos organismos.

“En este marco recibimos una donación de la Fundación UNILEVER, de productos de limpieza e higiene personal y del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), de dinero que se destinará a seguir atendiendo situaciones de emergencia”.

Vos también podés participar

REdd-LGBTI-CORONAVIRUS-300x300La Red LGBTI+ Nos cuidamos entre todes agradece la solidaridad y sigue convocando a donar y participar a través de esta plataforma: http://bit.ly/ .

Quiénes integran Orgullo y Lucha

100% Diversidad y Derechos, Afros LGBT. Agrupación Xangó, Amiges por la Diversidad, Asociación Civil La Rosa Naranja, Travestis y Trans por los Derechos Humanos, Asociación Familias Diversas (AFDA), Asociación Mundo Igualitario (AMI – Mar del Plata), Comunidad Homosexual Argentina (CHA), Conurbanes por la Diversidad, Cooperativa 7 Colores, Diversidad en Acción – Tigre, Infancias Libres, La Cámpora Diversia, La Sublevada – NE. Mala Junta-Vamos, Mujeres Trans Argentinas (MTA), Raíz Social Popular y Feminista, Scouts por la Igualdad.

Fuente Presentes

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Vivir la cuaresma comprometidos con nuestra propia realidad

Viernes, 28 de febrero de 2020
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El año litúrgico nos permite celebrar los misterios de la fe y, aunque da la impresión de una repetición cíclica, su objetivo es poder profundizar, celebrar, renovar, la historia de salvación que Dios teje con su pueblo y que ha de concretarse en nuestras propias vidas en cada contexto particular. Por eso, comenzar la cuaresma este miércoles de ceniza es ocasión de volver sobre su significado y llenarlo de experiencias actuales que mantengan la vitalidad de nuestro cristianismo y nos libre de una mera repetición litúrgica.

Con la imposición de la ceniza se nos dice: “conviértete y cree en el evangelio”. Pero, en estos tiempos que vivimos, ¿de qué convertirse?, ¿en cuál evangelio creer? Son necesarias estas preguntas porque, aunque parecerían obvias las respuestas, no lo son tanto. En efecto, la conversión no puede limitarse a la dimensión individual, sino que ha de abarcar también lo social. El profeta Isaías (58, 1-12) claramente habla del ayuno que Dios quiere, ayuno que cuestionaría las largas filas que se ven de gente imponiéndose la ceniza (no ocurre en todos los países, pero al menos en Colombia, muchas personas acuden a ponérsela) pero que no siempre implica un compromiso transformador por parte de aquellos que la reciben. El profeta deja claro que Dios quiere que se quiebre todo yugo, se parta el pan con el hambriento, se albergue al que no tiene casa, se vista al desnudo, en otras palabras, se enfrente la situación del hermano y se busque cambiarla.

Señalemos algunas de las situaciones que hoy se viven en Colombia y que no deberían estar ausentes en la cuaresma: el inmenso trabajo por construir la paz, tanto exigiendo que el gobierno implemente los acuerdos de paz ya firmados como el que busque instancias de diálogo con los otros grupos armados para seguir construyéndola. También está la situación de la migración venezolana que, efectivamente, está cambiando la realidad colombiana. Pero es fácil exigir a los europeos que no cierren las fronteras a los migrantes africanos que llegan a sus costas, pero ahora nos resulta duro abrir las nuestras a los migrantes de este país hermano. Que decir de los líderes asesinados y de todo este malestar social que se está expresando en las marchas que se han dado en los últimos meses. Ahora bien, tener estas situaciones y tantas otras presentes en cuaresma no puede ser con la lógica del que se empeña en acabar con los otros a la fuerza (los que no quieren diálogos de paz) o de creer que todos los que protestan son unos maleantes que quieren destruir lo público. Por el contrario, la vida cristiana debería ser esa “levadura” que va fermentando la masa (Mt 13,33) con los valores del reino: misericordia, perdón, reconciliación, paz, diálogo, discernimiento, denuncia y anuncio, etc., sin dejarse llevar por la lectura acrítica o ingenua o mentirosa (fake news), tan presente en estos tiempos.

Y ante la pregunta ¿en qué evangelio creer? No puedo menos que tener presente el Carnaval de Río de Janeiro que acaba de pasar, en el que una de las escuelas de samba “Mangueira” presentó en su desfile una canción titulada “la verdad te hará libre, con una letra que, en verdad, “sabe” a evangelio.  En la canción se identifica a Jesús con rostro negro, sangre indígena, cuerpo de mujer, joven de favela, “hijo de un carpintero desempleado y de María de los dolores de Brasil”, denuncia la situación que viven y sigue apostando por el compartir, por el desarme, por la esperanza en medio de las situaciones tan duras que atraviesan, donde Cristo es crucificado nuevamente “por los profetas de la intolerancia”. Es imposible describir el significado completo de esa canción sin meterse en el corazón del carnaval y en el sentimiento de las, tal vez 4.000 personas que componen ese grupo, cantándola durante una hora en su desfile por el Sambodromo, acompañados de la majestuosidad de las carrozas y disfraces de los integrantes. Lógicamente, el evangelio no es una presentación de carnaval, pero allí se dijo con más claridad, más vida, más encarnación, lo que muchas predicaciones no saben decir. Con seguridad algunos habrán quedado escandalizados de que se hablara y se personificara a Jesús en el carnaval. Pero seguro que Jesús no se escandaliza. Él vive en el corazón de los pueblos y sabe reconocer en sus expresiones una fe sincera, viva, con todo lo que son y sienten.

En fin, el objetivo no es discutir sobre el carnaval sino preguntarse, una vez más, sobre lo esencial del evangelio y sí es eso lo que vivimos y anunciamos. Cuaresma es tiempo de conversión al evangelio de Jesús, pero al de los orígenes, al del anuncio del reino, a aquel que no se acomoda al status quo establecido. Que este tiempo de preparación, reflexión, interiorización, compromiso para vivir la Pascua este lleno de la vida concreta, identificando las cruces actuales de manera que no ahorremos esfuerzos para hacer posible que la resurrección de Jesús las venza definitivamente.

(Foto tomada de:  https://www.flickr.com/photos/utpl/3313299935)

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En la persona de su Espíritu

Lunes, 10 de junio de 2019
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Del blog de Amigos de Thomas Merton:

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“Es importante que todos, tanto en Occidente como en Oriente, recordemos la necesidad que tenemos del Espíritu Santo, no como algo fuera de lo normal, como una ocurrencia repentina, sino como una realidad siempre presente, algo que forma parte de nuestras vidas.

El Espíritu Santo es una dimensión central y primaria en el estadio presente de nuestra existencia, porque es él quien lleva adelante la obra de formar la nueva creación y de transformarlo y restaurarlo todo en Cristo”.

“Cuanto más estamos solos tanto más estamos juntos; y cuanto más nos hallamos en sociedad, la verdadera sociedad de la caridad, no de las ciudades, tanto más estamos con Él a solas. Pues en mi alma y en la tuya hallo al mismo Cristo que es nuestra Vida, y Él se halla a Sí mismo en nuestro amor, y todos juntos hallamos el Paraíso, que es compartir Su Amor por Su Padre en la Persona de Su Espíritu”.

*

Thomas Merton

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Amor activo, somos responsables de Dios

Miércoles, 5 de junio de 2019
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imagesDel blog de Xabier Pikaza:

El ideal burgués de fraternidad, que la revolución francesa ha unido al de igualdad y libertad, ha quedado en gran parte inoperante en el campo de las luchas político-económicas del siglo XIX–XX, porque no se ha dado una verdadera trasformación en línea de justicia. Detrás de las hermo­sas palabras de hermandad e igualdad se escondía el ansia de dominio de algunos privilegiados, la «libertad» de realizarse a costa de los otros. ¡Que triunfe el que es más fuerte! se decía o, por lo menos, se pensaba. Es lógico que, en contra de esa situación, que ha dado origen al capitalismo financiero y depredador que nos amenaza, se haya levantado un nuevo tipo de conciencia de amor entre los hombres: Una solidaridad de oprimidos, abierta hacia los grandes ideales de igualdad fundamental entre los hombres. Siguiendo en esa línea, a partir de las experiencia ya citada de E. Hillesum, sin negar tu primera actitud de protesta, tú misma me has dicho, que somos responsables de la obra de Dios (es decir, del mismo Dios)[1].

Estrictamente hablando, solidaridad significa comunión de intere­ses y suele surgir allí donde unos hombres, unidos en el mismo dolor y explotación, se sienten capaces de asumir su suerte y comenzar un gran proceso de transformación. El ideal cristiano de fraternidad influía poco y además parecía aliado a los valores burgueses. Las palabras genéricas sobre la vinculación humana de los ilustrados del siglo XVIII sonaban a sermón vacío, en un mundo de masas obreras sometidas a una inmensa explotación. Desde ese fondo surgió en diversos lugares un ideal nuevo de solidaridad humana (cf. cap. 38).

 Fueron tiempos duros, pero no vacíos. Allí donde habría podido decir­se que la historia fracasaba comenzaron a surgir caminos de justicia, en los siglos XIX y XX. Las grandes palabras de amor interhumano parecían rotas, al menos en las capitales de la industria, la política, el comercio. Parecía que lo humano se encontraba condenado a perecer entre los resortes del capital (el nuevo dios), entre intereses coloniales y luchas de poder. Pues bien, desde esa situación se fue elevando la voz de condenados, los obreros sin poder ni pan, que proclamaban una nueva ley humana, un camino de igualdad y de esperanza. De esa forma, en medio de una tierra de palabras vanas y de bellos propósitos de amor inoperante, convertido en propulsor de la injusticia, fue surgiendo un ideal distinto de amor­ solidario, interpretado como fuerza de transformación del hombre y de la historia.

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 Esa solidaridad, entendida como intento de crear amor a través de un cambio de estructuras, se vincula al descubrimiento de que las clases sociales no derivan de la naturaleza, sino que provienen de la historia  y cultura de los hombres, como empiezan diciendo K. Marx y F. Engels, en El Manifiesto comunista de 1848: «Hasta hoy toda la historia de la sociedad ha sido una constante sucesión de antagonismos de clases, que revisten diversas modalida­des, según las épocas». Ese antagonismo deriva de las condiciones de producción, se explicita en formas de ideología clasista, elaboradas para el dominio de unos pocos y se concretiza en la misma organización de los estados. En esa línea, la humanidad, internamente dividida, corre el riesgo de destruirse. Por eso es necesario un movimiento inverso que, partiendo de la misma opresión, pueda superarla. Esto podía realizarlo únicamente la clase proletaria.

En ese contexto quiero hablar de la solidaridad marxista, pero después, en un nivel mucho más hondo, retomando la experiencia de E. Hillesum (y de Jesús), quiero desarrollar algunas ideas que tú misma que tú misma me enseñaste, al decir que debemos ser solidarios con el mismo Dios y ayudarle en el camino de la llegada de su reino. Somos responsables del orden social (como empezaré mostrando con unas reflexiones tomadas en parte del marxismo), pero, en un nivel más hondo, somos responsables del mismo Dios, es decir, de su obra y presencia en el mundo, como supo y dijo Jesucristo.

  Solidaridad comunista.

Como here­dero de la revolución francesa y del judeo-cristianismo, K. Marx (1818-1883) suponía que los hombres han de vincularse en justicia, en contra de lo que sucede actualmente, en que se hallaban divididos, escindidos, rotos por la lucha entre las clases. Sólo desde el interior de la clase subyugada o destruida de los proletarios puede surgir un camino de emancipación solidaria:

¿Dónde reside, pues, la posibilidad positiva de la emancipación…? En la forma­ción de una clase con cadenas radicales, de una clase que es la disolución de todas: de una esfera que posee un carácter universal debido a sus sufrimientos universales y que no reclama para sí ningún derecho especial, porque no se comete contra ella ningún daño especial, sino el daño puro y simple, que no puede invocar ya un título histórico sino su titulo humano…; de una esfera, por último, que no puede emanciparse sin emanciparse de todas las demás esferas de la sociedad y. al mismo tiempo, emanciparlas a todas ellas; que es, en una palabra, la pérdida fatal del hombre y que, por lo tanto, sólo puede ganarse a sí misma mediante la recuperación total del hombre. Esta disolución de la sociedad como clase especial es el proletariado (Marx-Engels, Sobre Religión I, Sígueme, Salamanca 1974, 105).

Este pasaje condensa y anuncia lo que ha querido ser la solidaridad marxista, fundada en la comunión en el dolor y en el despojo. La unidad de la burguesía no se fundamenta en la razón, ni en los valores de la humanidad, sino en intereses de grupo. Por el contrario, la unidad de la clase proletaria se funda sobre la carencia de todos los valores. El proletariado no dispone de nobleza, ni de fuerza o bienes de fortuna; su único valor es la vida, la verdad del hombre que, al llegar hasta la hondura de sí mismo, despojado de todo, no tiene más valor que el hecho de formar parte del género humano. Desde esa base, en el principio de todos los caminos de transformación humana está la vivencia del sufrimiento compartido, la solidaridad en la opresión.

Esa solidaridad se abre en forma de lucha revolucionaria. En un mo­mento determinado, los proletarios, unidos en el despojo, descubren la posibilidad de planear y edificar una existencia diferente, a través de la ruptura del orden actual (burguesía), para así crear una forma de vida compartida. Para realizar ese cambio es necesario que la unión en el dolor se vuelva solidaridad activa en alzamiento y en combate. En este contexto has de entender el lema final del Manifiesto Comunista: ¡proletarios de todos los pueblos: uníos! Esa unión del proletariado constituye el dogma base del credo comunista, que según Marx y Engels se oponen a los esquemas de humildad y pequeñez del cristianismo:

Los principios sociales del cristianismo predican la cobardía, el desprecio de sí mismo, la humillación, la sumisión, el desaliento; en una palabra, todas las cualidades de la canaille. Y el proletariado, que no quiere ser tratado como una canaille, necesita su valentía, su sentimiento de sí mismo, su orgullo y su sentido de independencia mucho más que su pan. Los principios sociales del cristianismo son solapados, y el proletariado es revolucionario (Ibid., 178-179).

Éstos son los elementos que definen y realizan la unión proleta­ria. Enamoramiento y amistad quedan en penumbra, como datos intimistas que no cuentan directamente en la nueva solidaridad. Los valores que se estiman principales son al interior del grupo la camaradería y al exterior la militancia. Camarada es quien se integra en la clase proletaria, convirtiéndola en principio y medida de toda su tarea. El camarada sabe que su suerte personal no es decisiva, lo que importa es la trasformación de clase, la unidad en el proceso, el movimien­to proletario que culmina en el futuro de la nueva humanidad sin opresión del hombre sobre el hombre. Los valores intimistas, individuales, son menos importantes. Lo que importa es la solidaridad de grupo, que lleva a la unidad de los individuos (proletarios), para la transformación de la humanidad. Hasta que llegue ese final reconciliado, el camarada es militante: Se integra en la dinámica de lucha de clases y la asume de tal forma que es capaz de dar su en aras de la solidaridad.

Esa solidaridad tiende al surgimiento de una sociedad sin clases.«Tan pronto como, en el transcurso del tiempo, hayan desaparecido las diferencias de clase y toda la producción esté concentrada en manos de la sociedad, el Estado perderá todo carácter político» (Manifiesto comunista, Madrid 1977, 46). En una sociedad de clases, el Estado es signo y garantía de violencia, como instrumento de dominio de una clase sobre otras. Por la revolución socialista, el Estado cambiará, haciéndose vehículo de ideas y proyectos revoluciona­rios, que llevan a la superación de las clases sociales. Así, cuando se cumpla el proceso y el proletariado, inicialmente despojado de todo, a través de un proceso de organiza­ción y lucha, haya logrado asumir la esencia de lo humano, el Estado como signo de imposición desaparecerá y la sociedad se organizará de forma transparente y solidaria, en libertad y en igualdad, de tal manera que los signos de la vieja imposición irán al puesto que les fuera preparado previamente, «al museo de antigüedades, junto al torno de hilar y al hacha de bronce (cf. F. Engels, El origen de la familia, la propiedad privada y el estado, Madrid 1970, 217).

Las maneras de hablar sobre ese momento final son diversas: Identificación del hombre con su naturaleza, transparen­cia interhumana, trabajo como juego, superación de las necesidades etc. Triunfará la solidaridad y el hombre no será enemigo de los hombres. Estas eran las palabras básicas del ideal comunista. Ahora que las realizaciones concretas de ese ideal han fracasado (año 2012), tras millones de muertos de la dictadura estalinista y maoísta, preguntamos: ¿Sigue teniendo un valor? ¿Dónde han estado sus fallos? ¿Cómo se relaciona la solidaridad marxista con el amor del cristianismo?

Solidaridad cristiana.

Sabes bien que es difícil contestar a las preguntas anteriores, y aquí sólo puedo esbozar algunos rasgos de la solidaridad cristiana partiendo de una lectura social Mt 25, 31-46 (“tuve hambre y me disteis de comer…»), distinguiendo cinco rasgos de la solidaridad cristiana. En su principio está la gracia de la encarnación, es decir, la certeza de que Dios nos ama, tal como aparece en el evangelio de Jesús. Por eso, la solidaridad con los excluidos no es sencillamente efecto del camino de la historia: Es don de Dios que se hace humano, asumiendo nuestro dolor, es compromiso de ayudar al Dios que sufre en los hambrientos, sedientos, exilados, enfermos y encarcelados.

La solidaridad de Jesús no se identifica con los intereses de un determinado grupo proletario, sino con la situación de todos los oprimidos. El marxismo ha destacado el sufrimiento de la clase proletaria industrial, poniendo de relieve su potencial, a través de un “partido” que asuma y represente los intereses de los proletarios, a los que se vincularán todos los restantes pobres de la tierra. Más que con los proletarios que en el fondo son ya poderosos (capaces de iniciar una revolución violenta, tomando el poder), Jesús se identifica con los proletarios-excluidos, incapaces de tomar el poder.

La solidaridad de Jesús es gracia (donación y comunión). Amar es más que ir asu­miendo la existencia de los otros; amar implica darse, ofreciendo la vida por ellos. Allí donde el marxismo introducía la lucha entre las clases, para liberar a los proletarios-oprimidos, Jesús sabe que la injusticia y violencia del mundo actual sólo puede cambiar con amor no violento. De esa forma, su solidaridad se expresa asumiendo el dolor de la historia (Dios hambriento, Dios preso…) y conduce a la comunión personal. Él no quiere que muramos para así integrarnos en el todo de la clase social o de la especie, sino para crear nuevas  relaciones personales, haciéndonos solidarios con él, ayudándole a ser y a expresarse en todos los que sufren sobre el mundo. Leer más…

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Para que puedan vivir.

Sábado, 17 de noviembre de 2018
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A man sleeps on a sculpture of a figure called 'Homeless Jesus' in front of the Archdiocese of Washington Catholic Charities offices in Washington, on September 16, 2015. Photo courtesy of REUTERS/Jonathan Ernst *Editors: This photo may only be republished with RNS-POPE-HOMELESS, originally transmitted on Sept. 24, 2015. Empezamos a ver a personas durmiendo o pasando la noche en los portales, cajeros, puentes…

Todos los cristianos queremos ofrecer signos para que las personas puedan sentirse llamadas a seguir a Jesús de Nazaret.

Y hay un signo –significativo- que hoy veo sencillo y expresivo.

En casi todas las diócesis hay locales, pisos, habitaciones, que no estamos usando como comunidad cristiana y que se están envejeciendo en la soledad y el silencio. Pensemos la cantidad de habitaciones que tenemos en los seminarios, casas de monjas, antiguos colegios, casas parroquiales…

Vería un gesto muy positivo el compartir esos pisos con las personas sin techo, por lo menos hasta que puedan ser personas empadronadas y cobrar la renta ciudadana. En el proceso de acompañar a los refugiados o a los inmigrantes a ser ciudadanos con todos los derechos y obligaciones, hay que empezar porque tengan empadronamiento. Y para ello, necesitan un piso donde vivir. Qué buena operación por parte de los cristianos.

Es cierto que son los gobiernos los principales responsables de dar esa vivienda. Pero en la iglesia no podemos seguir teniendo pisos vacíos. Si queremos vivir el espíritu de Jesús, podemos ceder los pisos.

Sé por propia experiencia lo que cuesta encontrar una vivienda para una familia así. Y mientras, los pisos diocesanos, vacíos.

Buscamos signos evangelizadores. Ahí tenemos uno muy importante. Obras son amores. Alabamos cuando alguna parroquia deja sus locales para que puedan comer y dormir los empobrecidos. Mucho más cuando se trata de locales que están vacíos, abandonados, sin usar.

Incluso todos los cristianos, todas las personas que lo deseemos, podemos unirnos y poner cada uno al mes una cantidad pequeña y entre todos pagar durante seis meses la cuota de alquiler. Luego ya cobrarán como ciudadanos empadronados los 430 euros.

Nuestra misión es crear vida digna para todos. Y quien más lo necesita es quien peor lo pasa.

No se encuentran pisos baratos. Es una necesidad urgente. Podemos prestar nuestras huertas y locales para edificarlos. Y podemos prestarlos a las rentas bajas. El Reino exige la entrega total hacia una sociedad nueva. Y este es un signo urgente.

La principal responsabilidad es del gobierno, pero, en caso de no hacerlo y mientras lo seguimos exigiendo, hay personas que tienen que vivir en la calle. Sería un buen gesto por nuestra parte. Hasta me atrevería a decir: ni un euro más gastado en arreglo de templos, mientras todos los hijos de Dios no tengan casa.

Las personas que piden a la puerta de nuestras iglesias, nos lanzan un SOS. ¿Cómo entrar nosotros en el templo y dejar fuera sin morada a tantas personas?

Entramos en el templo y rezamos alegremente “por los que no tienen vivienda, roguemos al Señor” Y siento que Dios me dice: “pues haz algo, pon siquiera un ladrillo para que encuentren dónde vivir “

No faltan viviendas, falta reparto y uso de las viviendas. Hay para todos.

Gerardo Villar

Fuente Fe Adulta

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Enjugar las lágrimas De Dios allí donde llora

Sábado, 1 de septiembre de 2018
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Vino la Segunda Guerra Mundial, con todo el dolor que quedó grabado de manera indeleble en mi memoria. No quise tomar partido sino por el amor y contra el odio. En un país oprimido por la ocupación enemiga, sostuve que los cristianos están obligados a amar a sus enemigos y que defraudarlos sistemáticamente con las pruebas normales y las manifestaciones del amor fraterno es pecado grave. Tuve amigos entre los comunistas y en el Ejército alemán, entre los colaboracionistas, en la Resistencia y entre los voluntarios que combatían contra los rusos en el frente oriental. Eso me trajo a menudo dificultades.

Y es que casi todos los que se comprometían personalmente estaban convencidos de que la patria, Europa, Dios, el Orden Nuevo y todos los restantes ideales únicamente podían ser servidos de una sola manera: la que ellos mismos consideraban justa.

Después de la guerra, puse la misericordia por encima del derecho. Mendigué amor para el enemigo derrotado. Defendí a los inermes, a los prisioneros, a los expulsados de sus casas y de sus tierras, a los perseguidos, a los pobres y a los oprimidos.

Esto fue el comienzo de mi verdadera vocación. La esencia de mi vocación consiste en enjugar las lágrimas de Dios allí donde llore. Como es natural, Dios no llora en los cielos, donde mora en una luz inaccesible y goza eternamente de su felicidad infinita.

Sus lágrimas corren, sin interrupción, por el rostro divino de Jesús, que, aun siendo uno con el Padre celestial, aquí, en la tierra, sobrevive y sufre, está hambriento y es perseguido por los enemigos de los suyos. Las lágrimas de los pobres son las suyas, puesto que Jesús ha querido identificarse enteramente con ellos.

Y las lágrimas de Jesús son lágrimas de Dios.

*

W. van Straaten,
Donde Dios llora,
Biblioteca de Autores Cristianos,
Madrid 1971

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Mística de ojos abiertos

Miércoles, 22 de agosto de 2018
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Del blog Nova Bella:

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“Los cristianos deben ser místicos, pero no exclusivamente en el sentido de una experiencia individual espiritual, sino en el de una experiencia de solidaridad espiritual. Han de ser “místicos de ojos abiertos”. […] Son ojos bien abiertos […] los que nos hacen volver a sufrir por el dolor de los demás: los que nos instan a sublevarnos contra el sinsentido del dolor inocente e injusto; los que suscitan en nosotros hambre y sed de justicia, de una justicia para todos.

*

J.B.Metz

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“Tierra Nuestra, Libertad”: “Repartió a los que estaban sentados todo lo que quisieron”

Domingo, 29 de julio de 2018
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Tierra Nuestra, Libertad”.

Esta es la Tierra nuestra:

¡La libertad,

humanos!

Esta es la Tierra nuestra:

¡La de todos,

hermanos!

La Tierra de los Hombres

que caminan por ella

a pie desnudo y pobre.

Que en ella nacen, de ella,

para crecer con ella,

como troncos de Espíritu y de Carne.

Que se entierran en ella

como siembra

de Ceniza y de Espíritu,

para hacerla fecunda como a una esposa madre.

Que se entregan a ella,

cada día,

y la entregan a Dios y al Universo,

en pensamiento y sudor,

en su alegría

y en su dolor,

con la mirada

y con la azada

y con el verso…

¡Prostitutos creídos

de la Madre común,

sus malnacidos!

¡Malditas sean

las cercas vuestras,

las que os cercan

por dentro,

gordos,

solos,

como cerdos cebados;

cerrando,

con su alambre y sus títulos,

fuera de vuestro amor

a los hermanos!

¡Malditas sean

todas las cercas!

¡Malditas todas las

propiedades privadas

que nos privan

de vivir y de amar!

¡Malditas sean todas las leyes,

amañadas por unas pocas manos

para amparar cercas y bueyes,

hacer la Tierra esclava

y esclavos los humanos!

¡Otra es la Tierra nuestra, hombres todos!

¡La humana Tierra Libre, hermanos!

*

Pedro Casaldáliga

Tierra nuestra, libertad,
Editorial Guadalupe, Buenos Aires 1974, 151 pp

***

 

En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del lago de Galilea (o de Tiberíades). Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos. Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe:

“¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?”

Lo decía para tentarlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer. Felipe contestó:

“Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo.”

Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice:

“Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces; pero, ¿qué es eso para tantos?”

Jesús dijo:

“Decid a la gente que se siente en el suelo.”

Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; sólo los hombres eran unos cinco mil. Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos:

“Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie.

Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de cebada, que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía:

“Éste sí que es el Profeta que tenía que venir la mundo.”

Jesús entonces, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.

*

Juan 6,1-15

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Pienso en ti, muchachito de Galilea, de quien Juan no nos ha transmitido palabra alguna, pero ha inmortalizado tu gesto. Caía ya poco a poco la noche sobre la colina. Había allí una muchedumbre rumorosa y festiva a la que te habías unido para escuchar a aquel ¡oven rabí llamado Jesús. Un rabí que no hablaba como los otros y que parecía incapaz de decir «no» a quien le pidiera que le curara. Estabais lejos de todos los pueblos. Y de repente te encontraste con Andrés, completamente inquieto y agitado, que parecía andar buscando algo. Tú te diste cuenta en seguida de que debía tratarse de comida. Tu alforja contenía aún cinco panecillos que tu madre te había cocido la víspera y dos pescados que había cogido tu hermano de noche.

Y diste, a tu vez, todo lo que habías recibido. No diste de lo que te sobraba, sino todo lo que te hacía falta para alimentarte aquel día. ¿Te diste cuenta, después, de la relación que había entre los panecillos que diste a Andrés y aquellas cestas llenas de pan sobre las que se precipitó la multitud exuberante? ¿Notaste cómo se parecían extrañamente aquellos panecillos que no se agotaban nunca a los que tu madre te había preparado? ¿Quién se acuerda de ti hoy? Pero yo te bendigo, muchachito de Galilea. Tú eres para mí como una pequeña imagen del mismo Señor.

En esa otra pascua ahora cercana, será él el niño que ofrecerá «en su miseria cuanto tenía para vivir», su misma vida, para saciar el hambre de una multitud. Lo dará todo, sin cálculos, en la hora en que caerá la noche sobre un mundo desierto. Y el Espíritu, a través de las manos de otros Andrés y de otros Felipe, multiplicará el pan a lo largo de la noche de los tiempos. Ya no se morirá de hambre sobre las colinas desiertas y pobladas de muchedumbres hambrientas

*

D. Ange,
Le nozze di Dio dove I povero é re, Milán 1985.

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“Decir haciendo, Crónicas de la periferia” por Pepa Torres

Sábado, 10 de febrero de 2018
Comentarios desactivados en “Decir haciendo, Crónicas de la periferia” por Pepa Torres

9788428554176Miguel Ángel Mesa
Madrid.

ECLESALIA, 29/01/18.- Decir haciendo es una recopilación de artículos y posts que su autora, Pepa Torres, ha seleccionado entre los publicados en la revista Alandar y en los blogs de EntreParéntesis y Cristianisme y Justícia, en torno a sus varios compromisos.

Pepa Torres Pérez es religiosa apostólica del Corazón de Jesús y vive en el barrio de Lavapiés. Es teóloga feminista, educadora social, pero sobre todo se siente militante de muchas de las causas vinculadas a las luchas por la dignidad y la igualdad de las mujeres, las personas migrantes y los movimientos sociales, entre los que se mueve como pez en el agua.

La dedicatoria ya nos muestra de dónde proviene su compromiso vital y cuál es el espíritu que la mantiene y la mueve: “A mis abuelas Araminta y Saturnina, mujeres de periferia y resistencia, y por cuyos sueños de libertad y emancipación hoy soy, en parte, lo que soy”.

Sí, porque todo lo que ha dejado tan bien escrito en este libro, no solo tiene el sustrato de una historia que la ha vivificado y concedido unas profundas raíces vitales, y de una formación teológica, social, política y humana profunda y sólida, sino que todo lo expuesto ha pasado por el crisol de la experiencia, del día a día, de las luchas, las alegrías, las lágrimas, las derrotas, las luchas y las esperanzas de todas las mujeres y los hombres con quienes convive y a quienes acompaña.

Son muchas las asociaciones que aparecen en estas páginas, a las que Pepa apoya. Pero sobre todo presenta personas, muchas de ellas de religión musulmana y que viven en Lavapiés.

Sí, en especial musulmanes, con quienes reza semanalmente en su casa. Una casa abierta a quien la necesite y que comparte con dos mujeres más, Mayte y Carre, con quienes ha formado una comunidad intercongregacional que provoca la admiración de toda la gente que pasa por su hogar, abierto a quien desee compartir con ellas sus vidas.

La oración que empezó un día de forma aislada, se ha convertido desde hace años en un encuentro que convoca a personas cristianas, musulmanas, de otras religiones o sin adscripción religiosa alguna. Y lo que se celebra en ella es la vida concreta, con sus problemas, su sufrimiento, sus gozos, la amistad y el anhelo por una sociedad más justa y fraterna. El agradecimiento al Dios de Jesús y a Alá, por todo lo que se vive en el día a día. Y lo cierto es que quien asiste, repite. Por algo será… Lo dice el autor de esta presentación por experiencia personal.

Decía que en el texto se hacen presentes, con la mayor naturalidad del mundo, las luchas de las trabajadoras del hogar de Territorio doméstico, la librería y el Centro social Traficantes de sueños, los inmigrantes que acaban de saltar la valla de Melilla, la vecina musulmana que les trae un plato cocinado por ella, los militantes que apoyan a los refugiados o por una Sanidad universal, los grupos de mujeres feministas… Porque Pepa sabe que no puede hablar de un Dios bueno, Padre y Madre, misericordioso, sin nombrar a las víctimas del sistema que sufren y que, sin embargo no deben ser objeto de asistencia, sino sujetos dignos de su propia vida e historia, junto a quienes se comprometen de igual a igual con su suerte y su liberación. Nos dice:

“Desde mi doble condición de teóloga y activista reclamo la teología del grito. Porque los excluidos y excluidas no son mudos. Tienen voz. Gritan con sus bocas, en diversidad de acentos y lenguas, y cuando estas son acalladas siguen haciéndolo con la palabra de sus cuerpos”.

Resuenan en estas palabras las de Monseñor Romero, a quien admira profundamente, y de quien ha aprendido que nadie se puede comprometer a fondo, con los marginados de nuestra sociedad y del mundo, sin una espiritualidad y una mística de vida que te sostenga, anime y vivifique. Y este es otro de sus rasgos más característicos: en todo lo que vive, en lo que se compromete, en lo que comparte, se aprecia una profunda mística, que transparenta y atrae. Sus palabras, sus abrazos, su compromiso, su fuerza vital nacen de algo que la nutre interiormente, desde el seguimiento de Jesús por la plena humanización de las mujeres y los hombres, con quienes comparte su existencia.

No oculta nada, denuncia las injusticias con pelos y señales, nombra a los culpables del daño que provocan a los más débiles, tanto en la sociedad como en la Iglesia, pero detrás de todo ello hay un proyecto de amor, de esperanza, de gozo fraterno, de utopía y esperanza labradas en los acontecimientos diarios. Y los grandes proyectos no difuminan las pequeñas alegrías, los mínimos detalles que dan otro sabor a la cotidianidad: la flor del balcón, las confidencia de la amiga, el diálogo sereno tomando un café, el abrazo matutino al árbol en el parque…

Todo la nutre, en todo contempla ese algo más que queda balbuciendo, desde la más absoluta normalidad. Y todo condimentado con el sabor inconfundible de su atención, su ternura y su amistad.

Para más informaciónwww.sanpablo.es

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

Biblioteca, Cristianismo (Iglesias), General ,

Si cuidamos de los demás…

Jueves, 7 de septiembre de 2017
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Del blog de la Comunidad Anawin, de Zaragoza:

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“Donde no hay buen gobierno el pueblo se hunde pero la abundancia de consejeros nos trae la salvación. Una comunidad solo funciona si cuidamos de los demás. Es nuestra responsabilidad cuidar de nuestro prójimo, estar ahí cuando nos necesitan. Porque hasta los mas fuertes de entre nosotros pueden padecer sufrimientos inimaginables, no podemos darles la espalda. No podemos dejar que luchen solos, no podemos permitirlo.”

*

Grantchester T2 Ep.1

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