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“El fuerte se hizo débil”, por Gabriel María Otalora.

Viernes, 23 de diciembre de 2022
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corazonmariaDe su blog Punto de Encuentro:

10.12.2022 | Gabriel Mª Otalora

Cuando soy débil, entonces soy fuerte, dice Pablo, en su segunda Carta a los Corintios. Antes, Jesús llamó bienaventurados a los pobres, entre otras afirmaciones paradójicas que dan razón de la esperanza que atesora la idea de fortaleza que se hace débil para fortalecerse. La debilidad de la humildad, de la misericordia, del perdón, del amor verdadero. De tanto escuchar y leer estas llamadas del Evangelio, no nos impactan lo suficiente en la conducta de quienes procuramos vivir en cristiano. Y para eso están los tiempos fuertes, como el Adviento.

Siguiendo con Pablo, él nos cuenta una experiencia sobre su debilidad. Le pide a Dios ¡tres veces! que le quite el aguijón -no se especifica qué tipo de mal era-, pero la divina respuesta fue que le bastaba la Gracia, porque “mi poder se perfecciona en la debilidad”.

Todos pasamos por debilidades que en no pocas ocasiones nos conducen a estados de sufrimiento y hasta de desesperación. Sin duda que le hemos pedido al Señor que las quite de nuestra vida, pero ellas siguen en nosotros. ¿Por qué sufrimos con ellas? No hay respuesta directa al misterio del sufrimiento. Sin embargo, el mismo Jesús había hecho esta oración al Padre pidiendo que le quite el cáliz de la Pasión y el Padre no le respondió… en ese momento.

Es preciso hacer la voluntad de Dios, seguir su senda, aunque no responda a la oración… en ese momento. Nos basta su Gracia. Porque Dios cumple todas sus promesas aunque no cumpla todos nuestros deseos puntuales; hoy no es siempre, y en los terrenos de Dios la lógica divina solo se vislumbra amando: Él tomó nuestras flaquezas (por amor) y cargó con nuestras enfermedades (Is 53,4).

En cada Adviento se nos invita a reconocer la vida vulnerable de Dios alumbrándose a través de una sencilla mujer, María, en medio de los poderes de turno -el poder teocrático del Sanedrin, el poder de Herodes y el poder de los romanos. Dios se vino a encarnar, no en el gran imperio del momento, ni en un gran Templo como el de Jerusalén, Atenas o Corinto, sino que se fija en una joven de un territorio pobre e insignificante, de donde no se espera que pueda salir algo bueno (Jn 1,46).

María es la gran protagonista del Adviento divino, gracias a su fiat, abierta a la acción de Dios y creyendo contra toda esperanza sin poder humano alguno. Me pregunto qué sentiría ella en el momento de recibir los despojos de Jesús recién bajado del madero, cuando lo prometido era que su niño iba a ser especial, nada menos que el Mesías que traería consigo la historia de amor que pueda imaginarse, hecha realidad para todos. Pero de tanto repetirlo, acabamos construyendo una imagen de María irreal, etérea y cuasi divina, “superhumana”, sin el acento en que puso su vida al servicio radical de la Vida. María nos invita a la escucha humilde para preparar la Navidad de la Buena Nueva de Cristo vivida entre debilidades y esperanzas.

Pero ella también es nuestra intercesora =

María de la Esperanza

María de Nazareth,
compañera de nuestra vida,
quédate con nosotros.
Te necesitamos, madre buena,
vivimos tiempos difíciles,
atravesamos bajones,
tenemos caídas,
nos inmoviliza la apatía,
nos da rabia el brillo de la injusticia.

María,
contágianos tu fuerza,
ayúdanos a vivir con alegría.
Que no nos desalienten las espinas de la vida,
que no perdamos la utopía,
madre buena,
de creer que es posible otro mundo mejor.
Que no bajemos los brazos
en la lucha por la justicia divina.
Que no se enturbie nuestra mirada,
y no veamos la luz del Señor
que nos acompaña siempre,
y sostiene en los momentos duros.

María,
tú también pasaste tiempos de incertidumbre,
de no entender las cosas que pasaban,
de sufrimiento y soledad.
Y saliste adelante,
fuerte en la debilidad,
con entrega.
Nos enseñaste con tu ejemplo,
todos los días.
¡Cómo cuesta decirle sí al Señor!
Enséñanos a esperar en el Señor,
a confiar en su palabra,
a dejarnos guiar por su Espíritu,
a llenarnos de alegría.
Enséñanos a escuchar su voz,
en la realidad de cada día,
en el sufrimiento de tantos.

María,
enséñanos a orar
para no perder la Esperanza
para discernir nuestro lugar y misión.
Enséñanos a orar para no desalentarnos
en las dificultades y contratiempos.
(Extracto de Aciprensa)

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“Cuando la debilidad es fortaleza”, por Gabriel Mª Otalora

Viernes, 12 de noviembre de 2021
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7274457275Un libro que me marcó profundamente…

De su blog Punto de Encuentro:

Hay experiencias de fe que deberían ser divulgarse con fuerza en toda la comunidad cristiana. Incluso convertirse en luz para el día a día por su fuerza universal, católica, y cuya luminosidad choca con la condición hedonista en la que estamos inmersos. La experiencia que traigo a colación está sacada de un libro que ya pasa de las diecisiete reimpresiones; al releerlo, siento la necesidad de compartir al menos lo que entiendo es el cuore de este libro titulado Cartas del desierto, de Carlo Carretto, seguidor de Carlos de Faucauld.

¿Acaso cuando vino Jesús a este mundo, el omnipotente, el Amor, no podía curar a todos los enfermos, saciar el hambre a todos los pobres, curar todas las llagas, resucitar a todos los muertos? ¿Por qué no lo hizo? ¿Por qué dejó al mundo como lo encontró, necesitado, dolorido, injusto, malo?

Ese “habitar entre nosotros” se manifiesta sobre todo en Belén y en el Calvario: Jesús se pone junto al ser humano y le enseña a vivir la impotencia y a sufrir el dolor con amor. Tenía mil modos de ayudarle, pero escogió el más duro, el más radical: ponerse en su lugar, parecerse a él lo más posible. “Se hizo semejante en todo menos en el pecado”. Así, pasó junto a nosotros como uno más, sin ventajas ni privilegios, para enseñarnos a vivir en plenitud. No nos lo enseñó desde un pedestal o desde fuera de nuestra realidad, sino viviendo la misma vida limitada con todos sus condicionantes, sin poder, centrado en el amor.

¿Qué diría la humanidad, si siguiendo a Jesús al Calvario, le viera de repente volverse airado hacia un hombre que le ha dado un puntapié y le gritara: “Sabes quién soy yo?”

Un día iba el autor del mencionado libro en camello por una pista bajo el sol sahariano, cuando se encontró con un grupo de trabajadores que reconstruían el camino deteriorado. No había máquinas ni técnica, sólo el trabajo humano de pico y pala en medio del calor y el polvo del desierto. De pronto, uno de esos obreros manuales le sonríe al hermano Carletto de una manera que no olvidará jamás, según su propio testimonio, aun viéndole “pobre, desgarrado, sudoroso, sucio”. Era su compañero Pablo (otro hermano de Foucauld con quien había coincidido en el seminario), que había escogido este trabajo para mezclarse en aquella masa humana como levadura evangélica. “Nadie habría descubierto a aquél ingeniero europeo bajo aquellos vestidos, aquella barba, y aquél turbante amarilleado por el polvo y el sol”. Ahora era un pobre como los demás.

Un ingeniero convertido en obrero manual… ¡Cuánto mejor sería que al menos utilizara sus conocimientos para arreglar carreteras con medios técnicos más eficaces y humanizados!, se preguntaba la madre del hermano Pablo. En realidad, la pregunta es para el propio Jesús: ¿Por qué quiso ser pobre? ¿Por qué quiso ocultar su divinidad y su poder y vivir entre nosotros como el último y padecer la ignominia de su Pasión? Es no entender el escándalo de que alguien que se proclama Hijo de Dios no ha evitado el suplicio. Pero la respuesta aparentemente más lógica, no es la que responde al amor más grande: la Iglesia no necesita con urgencia de otro ingeniero, de lo que está muy necesitada es de un grano de trigo más que haga fecundar el amor compartiendo la vida con aquellos trabajadores saharianos en aquella remota senda del desierto; a su nivel, sin ventajas, como Cristo hizo con nosotros.

Es el amor el que justifica nuestras acciones, afirma Carletto. Y la jerarquía de los amores la pone la vocación para la que hemos sido llamados. No nos olvidemos que somos sembradores y solo Dios es el recolector. Y lo hace a su manera, a veces indescifrable, a veces contradictoria: Quien de vosotros quiera ser el primero, que sea el último y el servidor de todos, nos recuerda el evangelista Juan. Todo un eslogan de liderazgo de servicio.

Este tipo de experiencias y mensajes debería ser trending topic, al menos entre los cristianos católicos. La fuerza del testimonio, el liderazgo de servicio, la apuesta por convertirse en grano de mostaza… Aquellos trabajadores tuvieron un gran regalo de Dios personalizado en el hermano Pablo, mucho mejor que la máquina más moderna capaz de aligerar el trabajo en el desierto. Esa pobreza elegida es desasimiento, es libertad. Es un modo de ser, de pensar, de amar; es un don del Espíritu Santo para quien es llamado y acoge esta vocación y para quien tiene la suerte, en su marginación, de encontrarse con este tipo de personas.

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Creación

Sábado, 18 de julio de 2020
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tatuajes_padres

 

“Toda criatura depende de otra,

todos los seres están unidos entre sí,

se necesitan,

se complementan y,

gracias a esto,

la creación se fortalece”

*

Hildegard von Bingen

***

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Enrique Martínez Lozano: Vivir en tiempos de Pandemia (III). Problema global, cambios globales.

Miércoles, 20 de mayo de 2020
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Tierra-y-coronavirusUna pandemia no conoce fronteras. El coronavirus es un problema colectivo que requiere respuestas compartidas y que vayan hasta la raíz. Respuestas que es urgente comprender y poner en marcha. La filósofa alemana Carolin Emcke afirma que su mayor inquietud es “que no aprendamos nada de la crisis”, de una crisis que está poniendo de manifiesto “que el Estado no puede retraerse infinitamente de su responsabilidad, que hacen falta infraestructuras públicas, bienes públicos, una orientación hacia el bien común. Me preocupa sobre todo que el aprendizaje que estamos haciendo, doloroso y amargo, caiga en el olvido cuando todo haya pasado. Que reconstruyamos nuestras sociedades con las mismas injusticias, la misma inestabilidad”.

          Tal como yo lo veo, la crisis del coronavirus, afectando a todo el planeta, constituye una llamada de atención sobre lo que venimos haciendo y una invitación grave a modificar nuestra acción colectiva.

Una llamada de atención

          Sin ánimo de ser exhaustivo, la presencia del coronavirus nos alerta de tres errores: el maltrato infringido al planeta, la injusticia de un sistema económico que mantiene en la pobreza a una masa ingente de personas y un estilo de vida marcado por un afán de crecimiento tan ilimitado como irresponsable e injusto, el estrés y el consumo desenfrenado.

     Algo estamos haciendo muy mal cuando nos hemos acostumbrado a convivir con una desigualdad sangrante entre los seres humanos, adormeciendo nuestra conciencia para asumir como “inevitable” lo que no es sino consecuencia de un sistema socioeconómico estructuralmente injusto. Tal vez porque tememos que si cuestionamos este sistema nos veríamos perjudicados nosotros mismos.

          Algo estamos haciendo muy mal cuando no somos capaces de poner freno efectivo al daño ecológico. Parece que los gobiernos no se atrevieron a tomar medidas eficaces que frenaran el calentamiento global porque ello habría supuesto un descenso del PIB en torno al 2%. Pues bien, los efectos de esta pandemia pueden provocar que en Europa esa caída, según datos de la Comisión Europea y del FMI, sea superior al 7,5%. (Por lo que se refiere a nuestro país, el descenso en el primer trimestre ha sido del 5,2%, y el Banco de España pronostica para este año una caída entre el 6,6 y el 13,6%). La escritora brasileña Eliane Brum ha escrito lo siguiente: “El efecto de la pandemia es el efecto concentrado y agudo de lo que la crisis climática está produciendo a un ritmo mucho más lento. Es como si el virus nos hiciera una demostración de lo que viviremos pronto”.

         La crisis del coronavirus es también una bofetada a nuestra arrogancia. El periodista y bertsolari vasco Xabier Euskitze ha sabido expresarlo poéticamente, con tanta verdad como crudeza. Tras constatar nuestra impotencia ante el virus, escribe: “Mientras tanto, la vida sigue. Y es hermosa. Únicamente ha recluido en jaulas al género humano y creo que quiere enviarnos un mensaje. Es este: «No sois necesarios. El aire, la tierra, el agua y el cielo están bien sin vosotros. Cuando regreséis no olvidéis que sois mis invitados y no mis dueños»”.

          ¿Hasta cuándo seguiremos los humanos manteniendo un sistema que agudiza la desigualdad entre nosotros y que agrede violentamente al planeta?

          A veces se escucha que “de la crisis saldremos mejores”. No lo veo tan sencillo. La experiencia nos dice que los cambios que nacen del miedo duran poco, solo hasta que pasa la percepción de la amenaza.

          Para que se produzca un cambio efectivo se requiere que, además de la crisis que revela nuestros engaños, crezca la comprensión de lo que estamos haciendo –a partir de la cual podamos reorientar nuestras acciones– y, más aún, la comprensión profunda de lo que somos. En una palabra, el cambio real únicamente puede venir de una transformación de la consciencia, en concreto, del paso de la errónea consciencia de separación que gira en torno al yo o ego a la consciencia de unidad en la que nos reconocemos compartiendo la misma identidad. No conozco motivación más poderosa para vivir la fraternidad que el reconocimiento de que compartimos la misma identidad, no en un sentido metafórico, sino absolutamente real.

Una invitación grave al cambio

          El problema global requiere un cambio global: en las prioridades políticas, fortaleciendo los sectores básicos –alimentación, educación, sanidad, renta mínima…–, en el sistema socioeconómico –para superar el neoliberalismo depredador en aras de una economía centrada en la persona–, en el terreno ecológico –situando la lucha contra el cambio climático en el centro de cualquier programa de recuperación–, en el estilo de vida –pasando del derroche a la austeridad, del individualismo a la cooperación, del estrés a la serenidad–…

          Se hace necesaria una atención privilegiada a las personas y colectivos más vulnerables y a quienes se van a ver más afectados por los efectos de esta situación.

          La crisis está mostrando que solo saldremos adelante en la medida en que seamos capaces de trabajar unidos. Es cierto que, como nos ocurre cuando somos víctimas del miedo, la amenaza puede activar un comportamiento narcisista del “sálvese quien pueda”. Pero esas actitudes tienen un recorrido muy corto.

          Ahora bien, todos estos cambios solo serán posibles en la medida en que crezcamos en una consciencia de unidad. Lo cual requiere, a su vez, ir superando el narcisismo, individual y colectivo, para que emerja una actitud solidaria.

          Tal consciencia de unidad se pone de relieve en las crisis, plasmándose en muestras de solidaridad, servicio, entrega… Necesitamos hacerla más explícita para que provoque un cambio duradero en nosotros, que oriente nuestras actitudes y comportamiento hacia una solidaridad efectiva.

Del narcisismo a la solidaridad

          Los expertos señalan que vivimos en una cultura marcadamente narcisista. Lo cual parece confirmarse cuando dirigimos la mirada hacia gran parte de los líderes políticos en la mayor parte del mundo. Si, en una forma u otra, los políticos son un reflejo de la sociedad en la que aparecen, el retrato no deja lugar a dudas.

          El narcisismo funciona como un mecanismo de defensa que busca protegernos de nuestra propia inseguridad y que, en su vertiente neurótica, hace que la persona y los colectivos vivan girando constantemente en torno a sus necesidades, sus miedos y sus intereses.

          En este sentido, el narcisismo es el reverso de la consciencia de unidad. Una personalidad narcisista es incapaz de sentir empatía y compasión: ¿cómo habría de vivir solidaridad? Las sociedades narcisistas buscan protegerse y asegurar su propio bienestar por encima de cualquier otro objetivo y a costa, si es necesario, del sufrimiento de otros.

          Con lo cual, el cambio global al que nos invita esta crisis solo será posible si nace de una nueva consciencia colectiva, de la comprensión de la unidad que somos.

          En lenguaje espiritual, eso significa reconocer que cada cual nos estamos experimentando en una persona única e irrepetible, pero que nuestra identidad es solo una y la misma. Así como todas las gotas son solo formas que el agua adopta, nosotros somos igualmente formas en las que la consciencia –vida o presencia consciente– se despliega. Por eso puede afirmarse con razón que no somos iguales, pero somos lo mismo. Nos falta integrarlo experiencialmente y vivir en coherencia con ello.

          Si me reduzco a la “gota”, es probable que vea a todas las demás como rivales y eso me lleve a protegerme, aislarme o imponerme sobre ellas. Si, por el contrario, me reconozco como “agua”, sentiré que lo que le sucede a cada gota me está sucediendo a mí mismo.

          La creencia de que somos un yo separado nos encierra y mantiene en el miedo. La comprensión de que compartimos la misma identidad –el paso de la consciencia de separatividad a la consciencia de unidad– nos expande, modifica radicalmente nuestra mirada y da un giro de ciento ochenta grados a nuestro modo de tratarnos y de actuar en el mundo.

          ¿Qué somos? –se preguntaba el sabio Raimon Panikkar–: ¿la gota de agua o el agua de la gota? La respuesta adecuada solo puede ser una: las dos cosas. Aunque de una forma asimétrica, si se me permite la imagen. La “gota” es nuestra personalidad; el “agua”, nuestra identidad.

          Dicho con otra metáfora: somos agua con un contorno delimitado. La identidad es el agua (H2O) pero, siendo agua, nos estamos experimentando en el “contorno” concreto de nuestra persona.

          La sabiduría consiste en vivir en la forma –como personas– desde la conexión profunda con lo que realmente somos. Esa es la consciencia de unidad, de donde brota empatía, compasión, solidaridad, comunión…, la única “tierra” de donde habrán de brotar una sociedad y una humanidad nuevas.

Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

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Enrique Martínez Lozano: Vivir en tiempos de Pandemia (II). Miedo y Confianza.

Lunes, 18 de mayo de 2020
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E42EA594-7074-4F31-BA82-C509F42D42ABAnte la amenaza se despierta el miedo, como pieza básica de nuestro sistema de defensas que nos alerta para poder escapar del peligro.

Sin embargo, con mucha frecuencia, lo que es una alerta necesaria y beneficiosa, se convierte en algo patológico, que termina en parálisis, hundimiento y pánico. Eso ocurre cuando el miedo se apodera de nuestra persona.

Cuando aparece el miedo

Nuestro miedo aparece cuando se producen –o se teme que se produzcan– pérdidas de todo tipo: de bienes, de salud, de afectos… Es la nube del qué será de mí.

O cuando nos vemos sumidos en la incertidumbre: acerca de nuestra salud, nuestro trabajo, nuestro futuro. Es la nube del qué pasará.

O cuando caemos en la cuenta de que, ciertamente, no controlamos nada. Ha bastado un virus insignificante para que todo el planeta se sienta amenazado y surja un escenario que nunca hubiéramos imaginado. Es la nube del cómo terminará todo esto.

El miedo “fantasma” nos arrebata lucidez, secuestra la paz, genera intenso sufrimiento y lleva a culpabilizar a otros de nuestro malestar. Aun sin ser conscientes de ello, el miedo –por la frustración que supone para nuestra necesidad de bienestar– genera agresividad, que fácilmente proyectamos fuera, en un mecanismo perverso de culpabilización.

La persona feliz es buena. La persona asustada es como un animal enjaulado, que fácilmente alimenta enfado hacia sí y odio hacia los demás.

La relación de la mente con el miedo

Los estudiosos del cerebro han comprobado que este reacciona igual ante la amenaza real que ante la que es solo imaginada. En cierto modo, no distingue una de otra.

Esto significa, al menos, dos cosas importantes: que podemos sufrir por amenazas que nunca serán reales y que la mente tiene poder para crear escenarios atemorizadores o “miedos fantasmas”.

Significa también la importancia de cuidar el modo como nos relacionamos con la mente, porque de ello dependerá que sea nuestra gran aliada en tiempos de crisis y dificultad o, por el contrario, nuestra mayor enemiga y fuente de sufrimiento desproporcionado e inútil.

¿Cómo vivo la mente? ¿Cómo servidora o como dueña? Recordemos una vez más el conocido dicho: “La mente es el mejor de los siervos y el más tirano de los dueños”.

La mente-dueña es aquella que me acapara hasta identificarme con los pensamientos. Aun sin ser consciente de ello, creo que la realidad es como mi mente la ve, olvidando aquello que los neurocientíficos han comprobado: que nuestra mente nunca ve la realidad, sino solo una imagen mental. Confundido con mi mente, porque no he aprendido a tomar distancia de ella, me veré sacudido por los movimientos mentales y emocionales que aparezcan en cada momento.

Los pensamientos generan sentimientos, a la vez que estos alimentan aquellos. De modo que puede crearse la “tormenta perfecta”: pensamientos de temor alimentan un miedo descontrolado que, a su vez, dan pábulo a ideas e imágenes cada vez más negras.

La mente-servidora, por el contrario, es una preciosa y eficaz herramienta a nuestro servicio y por ello una gran aliada. Es la mente observada. Y la vivimos así cuando somos capaces de tomar distancia de ella, sin dejar que nos maneje. Con la práctica, me voy dando cuenta de cómo funciona en mi caso, pero no me creo todo lo que me dice.

Higiene mental y acceso a “otro lugar

Al tomar distancia de la mente, me libero de su dominio y empiezo a comprender lo que son los pensamientos. Estos no me dicen “la verdad” de lo que ocurre. Son solo propuestas neuronales, que mi cerebro me lanza a partir de las experiencias vividas en el pasado y de los patrones mentales que aquellas han configurado.

Ahora bien, en el momento mismo en que descubro que mis pensamientos son únicamente propuestas cerebrales, empiezo a perderles el respeto y puedo mirarlos con un punto de humor. Y con esa misma práctica, empiezo a desarrollar una poderosa capacidad: aquella que consiste en dejar caer o soltar todos aquellos pensamientos que me producen sufrimiento mental.

No se trata en absoluto de negar la realidad ni de evitar el dolor –de hecho aquella práctica no funcionará si no se basa en la lucidez–, sino de no ser marioneta en manos de una mente que no hace sino repetir mensajes de acuerdo con los circuitos neuronales.

Parece claro que nuestra mente volverá a aquellos pensamientos que más alimentamos o en los que nos entretenemos con más frecuencia. Ello significa que terminará por no traernos obsesivamente aquellos que dejamos caer una y otra vez.

He hablado de observar la mente, tomando distancia de ella, como condición de nuestra libertad y como medio para dejar de sufrir inútilmente. Pero para observarla, se requiere empezar a familiarizarse con “otro lugar” que no sea la mente y desde el que podamos mirarla.

La psicología transpersonal, tomando prestado un término de la sabiduría hindú, denomina a ese lugar la Consciencia-Testigo, o el Testigo a secas.

Como cada cual puede experimentar, encontramos en nosotros “dos lugares”: la mente que piensa y “algo” que la observa. Ese “algo” es el Testigo. Esto me parece tan evidente que si en nosotros hubiera solo pensamiento ni siquiera sabríamos que estábamos pensando. Hay otra instancia que se da cuenta de que pensamos. Dicho de otro modo: el Testigo es el que nos hace reconocer que no somos esa voz que habla en nuestra cabeza. Porque eso, para nosotros, es solo un objeto, es decir algo que podemos observar.

Con ello, la práctica de observar la mente no solo nos conduce a vivirla como una herramienta a nuestro servicio –evitando la trampa de reducirnos a ella–, sino que nos abre la puerta para acceder a nuestra verdadera identidad: no somos la mente –o el yo– que observamos; somos Eso que observa.

La experiencia de ese “otro lugar” se revela fundamental en el proceso de crecimiento de la persona, de la liberación del sufrimiento mental y de la comprensión de lo que realmente somos.

El miedo le afecta al yo –y habrá que elaborar todos los miedos que aparezcan–, pero no al Testigo. El Testigo es ecuánime en toda circunstancia y se halla siempre a salvo.

La salida del miedo: la confianza

El miedo es lo opuesto a la confianza: recientes investigaciones neurocientíficas parecen demostrar que ambos utilizan los mismos circuitos neuronales, por lo que si uno de ellos está activo mantiene al otro alejado: donde hay miedo no hay confianza, y donde hay confianza no hay miedo.

El miedo se activa en situaciones de amenaza, tiende a agravarse –como hemos visto– cuando se hace presente cualquier tipo de pérdida, cuando aparece la incertidumbre y cuando tenemos la sensación de no controlar algo.

Pero, en realidad, la raíz del miedo es más profunda. Nace de nuestra idea de que somos un yo separado y, en último término, de la ignorancia acerca de nuestra verdadera identidad.

El miedo acompaña al yo desde su mismo nacimiento, tal como advirtiera Hobbes: “El día que yo nací mi madre parió gemelos: yo y mi miedo”. Donde hay un yo separado habrá miedo.

Esto significa que si el origen del miedo es la ignorancia acerca de lo que somos, la liberación del miedo –la confianza profunda– únicamente podrá venir de la mano de la comprensión de nuestra verdadera identidad.

Cuando vamos haciendo la experiencia de pasar del “yo” al “Testigo” estamos dando un paso decisivo en ese camino de comprensión. Y puede darse que, en la medida en que vayamos acallando el “griterío” de nuestra mente, en el silencio, notemos que hay “algo” en nosotros que nos invita a confiar. Si seguimos abiertos a ello, es fácil que escuchemos una voz que susurra incansablemente en nuestro interior: “Confía”.

Como el amor, la alegría, la gratitud…, la confianza es un arte. Lo cual indica que se puede cultivar. Y que crece en la medida en que la practicamos. Al entregarnos a la vida, en la aceptación profunda, experimentamos que la confianza no defrauda: hay un “Fondo” que no sostiene en todo momento; ese Fondo es lo que somos.

Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

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Enrique Martínez Lozano: Vivir en tiempos de Pandemia (I). Vulnerabilidad y fortaleza.

Miércoles, 13 de mayo de 2020
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Vulnerabilidad.3En los correos, whatsapps y llamadas que estoy recibiendo en estas semanas que llevamos confinados percibo diferentes sentimientos, desde el pánico hasta el amor compasivo y solidario. Pero entre todos ellos hay uno que se repite con más frecuencia, cobrando un relieve especial y, en cierto modo, coloreando todos los demás: la vulnerabilidad.

Cuando aparece la vulnerabilidad

El Covid-19 nos ha puesto frente al espejo de nuestra propia vulnerabilidad. Con frecuencia hemos querido negarla, ocultarla, reprimirla, enmascararla, maquillarla, compensarla de mil modos… Sin embargo, en cuanto aparece la amenaza, aquella no solo queda al descubierto sino que ocupa el primer plano.

¡Somos tan vulnerables!… Palpamos el miedo a las pérdidas de todo tipo –de bienes, de salud, de afectos…– y nos sentimos desnudos ante la incertidumbre. Descubrimos que no controlamos nada y aparece nuestra impotencia. Y comprobamos con temor que todo aquello en lo que habíamos puesto nuestra seguridad se derrumba; y que no existe “forma” alguna, externa o interna, que pueda sostenernos.

Tal constatación nos obliga a un reconocimiento humilde y a un cuestionamiento seguramente decisivo.

La amenaza nos lleva, por un lado, a reconocer que somos vulnerables, frágiles, débiles… y que la impermanencia es la ley que rige todo el mundo de las formas. En ellas nada permanece, excepto el cambio: todo cambia, todo pasa, todo se termina perdiendo…

Y, por otro lado, nos sentimos cuestionados acerca de qué hacer con esa vulnerabilidad reconocida, cómo aprender a vivir con ella.

Desde dónde vivir la vulnerabilidad

Podemos vivir la vulnerabilidad desde tres actitudes diferentes, que conllevan también efectos diametralmente opuestos.

Desde la resignación, acompañada con frecuencia de decepción y lamento, que suele acabar en claudicación, paralización y, en ocasiones, en cinismo amargo.

Desde la resistencia, acompañada de agresividad, queja y crispación, que hace entrar en guerra con la realidad, nos sitúa en el “no” a la vida y termina incrementando el sufrimiento mental y la desesperación.

Desde la aceptación, la actitud sabia, contrapuesta por igual a cada una de las dos anteriores. Aceptar significa alinearse con la realidad de cada momento –decir “sí” a lo que viene–, acogiendo todos los sentimientos que aparecen, aunque sin reducirse a ellos y experimentar cómo, al aceptar, empieza a surgir en nosotros la acción adecuada en ese momento.

Aceptar significa también abrazar la propia vulnerabilidad, acogernos débiles y frágiles. Para lo cual, tendremos que cuidar la paciencia y el amor incondicional hacia nosotros mismos.

La paciencia nos permite convivir con el “oleaje” emocional que se despierta en un momento concreto, sabiendo que tal vez requiera tiempo para que pueda calmarse. Aquí no hay que hacer nada, sino alimentar la confianza: quizás no entienda nada ni vea por dónde tirar, pero puedo mantener la confianza en una sabiduría mayor que rige todo el proceso. En mí hay vulnerabilidad y ceguera –tal vez estoy asustado y no puedo ver más–, pero sé que la Vida sabe. Dejo de discutir todo el tiempo con ella y confío… Más tarde podré verificar la verdad de mi actitud por los frutos que produce.

El amor incondicional hacia sí constituye el mayor poder del que disponemos en el plano psicológico. Y la experiencia de la propia vulnerabilidad puede constituir la oportunidad de reconciliarme en profundidad conmigo mismo y con toda mi verdad, cuidando actitudes de autoacogida, comprensión, perdón… En la medida en que me permita sentir mi propio dolor y pueda acogerme con él, despertará en mí la capacidad probablemente más humana: la compasión. Y en la medida en que la viva conmigo mismo podré vivirla hacia los demás.

La crisis –acompañada de experiencias de fragilidad, miedo e incertidumbre– habrá sido así una escuela de compasión, que se traduce en solidaridad.

Los frutos de la vulnerabilidad

Al reconciliarme con la vulnerabilidad es fácil que se me muestren dos frutos que nacen de la aceptación.

En primer lugar, en una profunda paradoja, descubro que aceptar que soy vulnerable no me hace más débil, sino más fuerte…, porque me apoyo en la verdad, y la verdad siempre es fortaleza y liberación. Y empiezo a comprender que en tanto no se acepte completamente la propia vulnerabilidad es imposible sentir fortaleza, porque algo nos dice que nuestra apariencia de seguridad es solo fachada, una máscara que trata de esconder aquello que nos asusta. Por el contrario, al mirar de frente toda nuestra fragilidad y aceptarla compasivamente, emerge aquella “roca” en la que hacer pie: la reconciliación con toda nuestra verdad, la paz y el descanso.

En segundo lugar, empiezo a comprobar que la fuerza que necesito no vendrá de nada de “fuera” –de las circunstancias, los acontecimientos…–, como tampoco de mis ideas o creencias, sino del encuentro en profundidad conmigo mismo que es, en realidad y al mismo tiempo, encuentro con todo y con todos. Ahí conecto con la fuente de la vida que, me alineo con ella y empiezo a comprender que la sabiduría se traduce en aprender a fluir con la vida.

El miedo que se despierta en la crisis nos hace ver dónde habíamos puesto nuestra confianza, dónde creíamos encontrar la fuente de nuestra seguridad. Cuando eso –sea lo que sea– se vea amenazado notaremos cómo se incrementa nuestro temor. Y quizás ahí podamos vislumbrar la luz que asoma a través de esa rendija: la confianza y la seguridad no pueden apoyarse de manera estable en ninguna forma –ningún objeto, ninguna creencia–, sino en la comprensión de que “Aquello” que somos en profundidad, “Eso” que es consciente de todo –más allá del “personaje” o del yo en el que nos estamos experimentando– se halla siempre a salvo. Porque no somos la forma con la que nuestra mente nos ha identificado, sino la Vida de donde brotan todas las formas.

El camino del silencio

Para Pascal, “toda la desdicha de los hombres se debe a una sola cosa: no saber permanecer en reposo en una habitación”. Y sin embargo, como diría Viktor Frankl, “literalmente hablando, lo único que poseemos ahora es nuestra existencia desnuda”.

Tal vez una experiencia de confinamiento como la que estamos viviendo sea una oportunidad para experimentar ambas cosas: la riqueza del silencio y el encuentro con nuestra “existencia desnuda”.

Tengo constancia de que son muy numerosos los grupos que, en algún momento del día, se reúnen para meditar a través de alguna plataforma digital. Lo cual me parece una buena noticia.

En la práctica meditativa encontramos un tiempo para favorecer la cercanía a nosotros mismos, el cuidado de la atención y la riqueza del Silencio.

Del modo que sea más adecuado para cada cual, se trata de favorecer el amor incondicional hacia sí mismo, entrenar la atención –llevándola a la respiración o a las sensaciones corporales, y observando la mente a distancia– y ejercitarse en el Silencio del “solo estar”, en una consciencia sin contenidos, manteniendo la atención en la pura y simple sensación de presencia, sin añadir pensamientos.

Así vivido, el Silencio –me gusta escribirlo con mayúscula– conduce al centro de la vida; es fuente de comprensión, de amor, de libertad, de paz y de acción eficaz. El Silencio es la puerta hacia nosotros mismos; no solo eso: el Silencio consciente es otro nombre de lo que somos, es nuestra “casa”. Es liberación del sufrimiento inútil y experiencia de plenitud gozosa. Por todo ello, cuando se ha experimentado, el Silencio enamora.

Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

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Condenan a los asesinos de Dandara dos Santos, la persona transgénero del terrible vídeo de Brasil

Miércoles, 11 de abril de 2018
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640x0-noticias-dandara-dos-santosY que nos explique alguna, qué tiene que ver esto con la Gestación Subrogada…

La brutal agresión verbal y física que termina con el asesinato de Dandara dos Santos fue recogida en un vídeo que se vuelve viral cuando es publicado en YouTube. Un juez condena a prisión a cinco individuos por tortura y asesinato, mientras que cuatro menores que participaron en la agresión seguirán un programa de rehabilitación. 

En abril del año Brasil (y otros países), quedaron conmocionados por el asesinato de una persona transgénero a través de un sobrecogedor vídeo que se vuelve viral tras ser publicado en YouTube. La terrible escena había tenido lugar dos meses antes, el 15 de febrero, en la localidad de Frontera, en el estado de Ceará, donde un grupo de varios individuos retienen contra su voluntad a Dandara dos Santos, de 42 años de edad, para después agredirla verbal y físicamente a la vez que la desnudan y le dan una paliza con todo tipo de objetos, desde zapatos hasta tablas de madera, burlándose en todo momento de ella mientras la transportan en una carretilla hasta que finalmente la asesinan de un disparo. La policía detenía a siete sospechosos de haber participado en la agresión dos días después de la publicación del vídeo, y 18 desde su asesinato. Después de que un jurado popular los declarara culpables, este viernes, 6 de abril, un juez de Fortaleza condena a cinco individuos a diferentes penas en función de su implicación con el asesinato de Dandara dos Santos.

Advertimos de que las imágenes son durísimas, pero no podemos ocultar el sufrimiento de tantas personas por el simple “delito” de ser LGTBI

Francisco José Monteiro de Oliveira Jr., la persona que disparó finalmente sobre Dandara dos Santos, es condenado a una pena de 16 años (aunque en algunos medios acreditan 21), misma pena que cumplirán Jean Victor Silva Oliveira, quien le golpeó con un tablón de madera, y Rafael Alves da Silva Paiva y Francisco Gabriel dos Reis, que participaron en la paliza que le dieron a Dandara dos Santos; mientras que un quinto acusado, Isaías da Silva Camurça, quien se limitó a agredirle verbalmente mientras los demás le daban la paliza, ha sido condenado a 14 años y medio de cárcel. Dos de los condenados, han adelantado su intención de apelar la sentencia. Los cargos que se imputan a los condenados incluyen homicidio y tortura, con el agravante de transfobia.

Otras siete personas fueron acusadas de participar en el crimen, de los que cuatro de ellos, siendo menores de edad, han sido internados en un programa de rehabilitación, otros dos son prófugos y el último ha sido puesto en libertad por falta de pruebas. «¿Nadie mató a Dandara? ¿Fue un rayo lo que cayó sobre su cabeza? ¿Una piedra que cayó del edificio?», reclama Marcus Renan Palacio, fiscal del caso, después de que los condenados negaran haber matado a Dos Santos a pesar de haber admitido que la habían atacado.

Francisco José Monteiro de Oliveira Jr., llega a disculparse con los familiares de su víctima en el tribunal, alegando que había sido «engañado», pero que «había aprendido que debemos tener amor en nuestro corazones» tras una revelación que le ha llevado a encontrarse con Jesús. «Este no es el convento de las Carmelitas. Este es el Tribunal de Justicia», le ha respondido el fiscal, argumentando que podía «pedirle al Todopoderoso» que le perdone, pero que el sistema judicial iba a castigarles por sus actos.

Si Brasil es uno de los países más violentos del mundo, con un triste récord de 62.000 homicidios en 2017 en lo que supone un incremento de un 30 % con respecto al año anterior, la violencia contra los miembros del colectivo LGBT es una de las más altas del mundo, produciéndose una media de más de un asesinato al día, siendo además el país que acapara la mitad de los asesinatos de personas transexuales del planeta. En lo que va de año han sido asesinadas 35 personas transexuales en Brasil.

Fuente Universogay

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Las marcas de la vida

Martes, 6 de junio de 2017
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Llevamos en el alma y en el cuerpo las marcas de la vida.

Marcas de las buenas y de las malas.

Las cicatrices nos recuerdan

que uno ha sido más fuerte

que las heridas.

*

Del blog Lo que me gusta y no me gusta

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El brutal asesinato de Dandara dos Santos descubre al mundo y a su propio país la violencia contra las mujeres trans en Brasil

Martes, 14 de marzo de 2017
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dandaracapa-490x315Aunque ya contamos la noticia hace unos días, recogemos este análisis de dosmanzanas debido a su importancia, eso sí, seguiremos sin publicar el duro vídeo que quien lo desee puede hacerlo en este enlace. Un video brutal, como brutal es la transfobia que determinados secores religiosos transmiten a diario…

El brutal asesinato de Dandara dos Santos, cuyos instantes previos fueron grabados en un vídeo que ha dado la vuelta al mundo, ha puesto en el primer plano de la actualidad la espantosa realidad de que viven las personas LGTB, y muy singularmente, las mujeres transexuales, en Brasil.

Poco más podemos añadir a la brutalidad de las imágenes que posiblemente el lector haya visto ya. En ellas se puede ver como un grupo de jóvenes propina una brutal paliza a Dandara dos Santos, una mujer trans de 42 años, que permanece indefensa en el suelo, cubierta de polvo y ensangrentada, incapaz casi de moverse: le propinan patadas, la golpean con una tabla… Parece claro, según su estado, que el vídeo comienza a grabarse cuando buena parte de la paliza ha tenido ya lugar. Al final del vídeo sus asesinos la cargan en una carretilla, como si fuera un guiñapo, y se alejan del lugar. Según se ha sabido después, hasta un lugar cercano en el que la remataron a tiros. El asesinato ocurrió el pasado 15 de febrero en Fortaleza, en el estado brasileño de Ceará, al noreste de Brasil.

https://www.youtube.com/watch?v=mQTGSEW1LyE

¿Qué hace distinto este asesinato al de otras tantas mujeres trans que ocurren en el país latinoamericano? El hecho de que un testigo de lo sucedido grabara las imágenes con la cámara de su teléfono móvil y las difundiera a través de YouTube, produciendo una conmoción nacional e internacional.  Medios para los que el asesinato de una mujer trans en las calles de un barrio pobre de América Latina nunca hubiese sido noticia se han hecho eco de la muerte de Dandara y del enorme sufrimiento que lo precedió. Hasta The New York Times dedicaba a Dandara un artículo en el que recogía su historia personal. Y las autoridades brasileñas, que en tantas y tantas ocasiones dejan sin investigar este tipo de crímenes, se han puesto las pilas ante la reacción social y ya han procedido a detener a los autores de la agresión, perfectamente identificables en las imágenes. Por una vez parece que sí se hará justicia.

Insertamos, en este punto, el vídeo en cuestión. Advertimos que las imágenes son muy duras (y por eso no publicamos el video)…

Un caso que por desgracia no es único

Lo recogíamos en enero: según el último informe del Grupo Gay de Bahía, durante el año 2016 se cometieron en Brasil 343 asesinatos de personas LGTB, lo que supone una media de una muerte cada 25 horas. Se trata de la cifra más alta desde hace 37 años, cuando esta organización comenzó a emitir este tipo de informes. 172 eran varones homosexuales (el 50,15 %), 144 mujeres transexuales (41,98 %), 10 lesbianas (2,92 %), 4 personas bisexuales (1,17 %) y 12 heterosexuales (3,50 %). Se han incluido estos últimos porque sus asesinatos se debieron a su relación con personas LGTB, bien por ser sus familiares o parejas.

El Grupo Gay de Bahía (GGB) es una asociación de defensa de los derechos LGTB que trabaja en Brasil desde hace décadas. Anualmente, desde hace 37 años, realiza un informe en el que se detallan los asesinatos de personas LGTB cometidos en el país, según los datos que han podido recopilar a través de los medios de comunicación y denuncias en la red. Esto supone que la cifra real debe ser mayor, puesto que las autoridades policiales no emiten ninguna documentación al respecto. Sirva de ejemplo el caso de Itarbelly Lozano, brutalmente asesinado por su propia madre el pasado mes de diciembre, considerado oficialmente un conflicto familiar. También es posible que la proporción de asesinatos tránsfobos sea mayor: aunque esto está cambiando poco a poco, en Brasil y en otros países de América Latina no es infrecuente que los medios se refieran a mujeres trans como hombres homosexuales.

GGB también denunciaba la práctica impunidad de que disfrutan los asesinos en este tipo de casos. De los 343 asesinatos cometidos en 2016, solamente fueron identificados 60 homicidas, apenas el 17 %, y tan solo un 10 % de los procesos abiertos contra ellos terminaron en condenas.

Un clima político y social conservador y LGTBfobo

Al incremento en el número de episodios reportados de violencia LGTBfoba en Brasil contribuye muy posiblemente la mayor presencia de noticias en medios y redes sociales en los últimos años. Pero, aunque hablamos de un país en el que la homofobía y la transfobia social siempre han estado muy vivas, no debería pasarse por alto el momento que vive el país latinoamericano, en plena ola de de conservadurismo social y político. Una situación a la que no es ajena la pujanza del lobby evangélico, que en 2013 fue capaz, por ejemplo, de reunir a 100.000 personas en Río de Janeiro para mostrar su oposición al matrimonio igualitario, un derecho reconocido judicialmente en ese país.

La fuerza de los grupos evangélicos en Brasil, políticamente articulados por encima de los tradicionales límites partidarios, también se hizo evidente el nombramiento en 2013 del diputado homófobo Marco Feliciano como presidente de la Comisión de Derechos Humanos, posición que ocupó varios meses. Desde ese puesto, Feliciano fue uno de los promotores de una iniciativa para reintroducir las “terapias” reparadoras de la homosexualidad, prohibidas por el Consejo Federal de Psicología de Brasil, que fue retirada solo cuando quedó claro que sería objeto de una contundente derrota en la Cámara de Diputados si llegaba a votarse en el pleno bajo la presión de las movilizaciones sociales que tenían lugar en Brasil en aquel momento, y en las que participó de forma muy activa el colectivo LGTB. Movilizaciones que sin embargo no acabaron cristalizando en una evolución política y social en sentido progresista, más bien al contrario. Buen ejemplo de ello, al margen del oscuro proceso de destitución como presidenta de Dilma Rousseff y su sustitución por el conservador Michel Temer, ha sido la elección como alcalde de Río de Janeiro del obispo evangélico Marcello Crivella, que en el pasado ha descrito la homosexualidad como una “conducta maligna” y un “mal terrible”.

Jean Wyllys, el primer diputado abiertamente gay del Parlamento brasileño, denunciaba en junio del año pasado, a raíz de la masacre homófoba de Orlando, los “delirios homofóbicos” de políticos y líderes religiosos a los que calificaba de “mentirosos” por trasladar “la idea de que gais, lesbianas y transexuales deseamos imponer una ‘ideología de género’ o la ‘cristianofobia’”, advirtiendo que esos discursos “pueden conducir a la barbarie”. Wyllys, recordemos, ha llegado a estar amenazado de muerte y es objeto de frecuentes campañas de desprestigio personal.

Dandara dos Santos, un nombre que ya es historia

No queremos acabar sin rendir homenaje a Dandara dos Santos, la mujer con cuyo asesinato abríamos esta entrada. No tuvo una vida fácil. Mujer transexual, pobre, seropositiva. Sin embargo, y en ello coinciden todos los medios que han podido hablar con quienes la conocían personalmente, era una persona alegre, optimista, siempre dispuesta a ayudar a quien se lo pedía. Su sueño, abrir un salón de belleza y poder comprarse un coche.

Como Matthew Sephard en Estados Unidos, como Daniel Zamudio en Chile, el nombre de Dandara dos Santos ya es historia viva del movimiento LGTB. Su espantoso asesinato ha actuado como revulsivo social y ha dado lugar a una campaña de concienciación sobre la violencia contra las mujeres trans en Brasil (#PelaVidaDasPessoasTrans) pocas veces vista en ese país, que ojalá sirva para dar un fuerte empujón a la lucha contra la transfobia. Ese sería el mejor homenaje a su persona.


Fuente Dosmanzanas

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Investigan el asesinato de una mujer transexual en Brasil cuya agresión fue subida a YouTube

Martes, 7 de marzo de 2017
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dandaracapa-490x315Esto es lo que consiguen los discursos de odio difundidos por los ultras religiosos y políticos…

La policía del brasileño estado de Ceará investiga el asesinato de Dandara dos Santos, una transexual cuya salvaje agresión fue recogida en un vídeo que subieron a YouTube y que no vamos a publicar por la dureza de las imágenes y el respeto a la víctima.

La Policía del estado de Ceará investiga el asesinato de una persona transexual, Dandara dos Santos, de 42 años, producida después de haber sido salvajemente golpeada hasta la muerte en la localidad de Fortaleza. La agresión tuvo lugar el 15 de febrero, en el barrio de Bom Jardim, y fue recogida en un vídeo que obtuvo una gran repercusión en las redes sociales, donde ha sido calificadop or lso internautas como lamentable y transfóbico.

Todavía disponible en You Tube, el violento vídeo, de casi minuto y medio de duración, está grabado por una persona que está con el grupo de atacantes. En él se muestra cómo tres hombres se dedican a dar patadas y fuertes golpes a Dandara con sus pies y manos y con otros objetos, como un tablón de madera. La víctima está en un estado tan lamentable que no es capaz ni de reaccionar ni de sostenerse en pie mientras sus agresores le ordenan que suba a una carretilla. Según la policía, después del vídeo, los agresores siguieron golpeándola hasta su muerte.

«El Gobierno de Ceará expresa su condena más profunda por los actos de violencia e intolerancia como los que se ejercieron contra Dandara dos Santos, muerta por una brutal paliza. Deben ser informados de que toda la estructura de la Seguridad Pública del Estado se movilizará para la investigación de los delitos y castigar a los responsables».

«Este gobierno cree y apoya, a través de un marco de derechos humanos vinculados a la Oficina del Gobernador y las políticas públicas actuales que el pluralismo, la diversidad y la tolerancia son valores fundamentales para la democracia. Estos son pilares irrenunciables de una sociedad inclusiva y justa».

«El Coordinador Especial de Políticas Públicas para el Estado de Ceará LGBT tiene entre sus tareas la ejecución de las políticas de servicio y la afirmación de las minorías de género, así como la contribución efectiva al debate sobre todas las cuestiones relativas a la población LGBT».

Así de contundente es el comunicado que el gobierno de Ceará ha emitido advirtiendo que está investigando el vídeo con el objetivo de identificar a los sospechosos que han causado la muerte de Dandara dos Santos, vuya investigación ya está muy adelantada, pero de la que no han querido adelantar nada para no perjudicar la investigación.

Fuente Globo, vía Universogay

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Amad

Martes, 17 de noviembre de 2015
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Del blog de la Communion Béthanie:

2014 con Dios llama y Vivir por el Espíritu +

En 1932, dos mujeres entregan su existencia a Dios y reciben en su oración, día día, palabras de Vida. Dos libros van a nacer de este compañerismo con Cristo, que te proponemos descubrir a lo largo de este año.

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” El Amor, fijaos,

es el único imán que puede actuar

sobre los que te son hostiles.

Sed verdaderos.

Sed fuertes.

Amad. “

*
El 16 de noviembre, Vivir por el Espíritu.

***

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Permanece en mi presencia

Martes, 29 de septiembre de 2015
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Del blog de la Communion Béthanie:

2014 con Dios llama y Vivir por el Espíritu +

En 1932, dos mujeres entregan su existencia a Dios y reciben en su oración, día día, palabras de Vida. Dos libros van a nacer de este compañerismo con Cristo, que te proponemos descubrir a lo largo de este año.

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Permanece en MI PRESENCIA.

Nada de clamores, ni de súplicas;

quédate más bien ahí, muy tranquilo

hasta que tus impurezas se consuman

y se suavice tu carácter,

y puedas irte de nuevo fortalecido y purificado

para trabajar CONMIGO.

*

21 de septiembre, Vivir por el Espíritu.

***

 

 

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Aprender

Viernes, 17 de julio de 2015
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“…y uno aprende que realmente puede aguantar,

que uno realmente es fuerte,

que uno realmente vale.

Y con cada adiós aprende.”

*

J. Luis Borges

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“La ermita y la fortaleza”, por Pedro Miguel Lamet

Domingo, 15 de marzo de 2015
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ErmitaLeído en su blog:

Dos edificios, dos símbolos. Ambos suelen estar separados en las afueras de nuestros pueblos. Aquí, en Cortegana (Huelva) están juntos. El castillo, en lo más alto y bien pertrechado e inexpugnable, para impedir que entren los malos, con torres, cañones, almenas, zanjas y puentes levadizos. La ermita, pequeña con sus frágiles paredes de cal, agazapada en un valle silencioso, sólo turbada por la algarabía de los días de la fiesta patronal, pero siempre humilde, abierta a todos incluidos los más débiles.

Dos símbolos y dos estilos.
La Iglesia-fortaleza, parapetada en sus dogmas, su moral inmutable, su ortodoxia, su rechazo a los de fuera, castillo de invierno para proteger a los “buenos”, los “católicos de toda la vida”, los impecables.

La Iglesia-ermita,
íntima, pobre, sencilla, con las puertas siempre abierta a los pequeños, los pobres, los atribulados, los dudosos, los increyentes, como las manos de la Virgencita de pueblo que recoge nuestras lágrimas, y una explanada ancha delante para la fiesta, la charla, la música, el baile, la romería, la convivencia, el olvido y el perdón.

Que cada uno identifique estos dos símbolos
con quien les parezca: actitudes, grupos, papas, movimientos, posturas, compromisos. Y luego, lo más importante, se pregunte: Y yo, ¿a qué me parezco más a una ermita o a una fortaleza? ¿Cuál de ellas recuerda más a Jesús de Nazaret?

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“Discutir el aborto por amor a la vida”, por Leonardo Boff, teólogo y escritor

Domingo, 5 de octubre de 2014
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1Leído en la página web de Redes Cristianas

Carta al Papa Francisco
Red latinoamericana de católicas por el derecho a decidir

Me cuesta creer que haya personas que defiendan el aborto por el aborto. Implica eliminar la vida o interferir en un proceso vital que culmina con la aparición de la vida humana. Yo personalmente estoy en contra del aborto pues amo la vida en cada una de sus fases y en todas sus formas.

Pero esta afirmación no me vuelve ciego a una realidad macabra que no puede ser ignorada y que desafía el buen sentido y a los poderes públicos. Cada año se hacen en Brasil cerca de 800 mil abortos clandestinos. Cada dos días muere una mujer víctima de un aborto clandestino mal asistido.

Esta realidad debe ser enfrentada no con la policía sino con una salud pública responsable y con sentido realista. Considero farisaica la actitud de aquellos que de forma intransigente defienden la vida embrionaria y no adoptan la misma actitud ante los miles de niños lanzados a la miseria, sin comida y sin cariño, deambulando por las calles de nuestras ciudades. La vida debe ser amada en todas sus formas y edades y no solo en su primer despertar en el seno de la madre. Corresponde al Estado y a toda la sociedad crear las condiciones para que las madres no necesiten abortar.

Yo mismo asistí, en las gradas de la catedral de Fortaleza, a una madre famélica, pidiendo limosna y amamantando a su hijo con sangre de su pecho. Era la figura del pelícano. Perplejo y lleno de compasión la llevé hasta la casa del Cardenal Dom Aloisio Lorscheider donde le dimos toda la asistencia posible. Incluso así ocurren abortos, siempre dolorosos y que afectan profundamente a la psique de la madre. Narro lo que escribió un eminente psicoanalista de la escuela junguiana de São Paulo, Léon Bonaventure, narrado en la introducción que escribió a un libro de otra psicoanalista junguiana italiana, Eva Pattis, titulado: Aborto, pérdida y renovación: paradoja en la búsqueda de la identidad femenina (Paulus 2001).

Cuenta Léon Bonaventure, con la sutileza de un fino psicoanalista para quien la espiritualidad constituye una fuente de integración y de cura de heridas del alma.

«Un sacerdote confesaba a una mujer que en el pasado había abortado. Después de oír la confesión, le preguntó: “¿Qué nombre le diste a tu hijo?” La mujer, sorprendida, quedó callada largo rato pues no había dado nombre a su hijo.

“Entonces” –dijo el cura–, “vamos darle un nombre y si está usted de acuerdo vamos a bautizarlo”. La mujer asintió con la cabeza y así lo hicieron simbólicamente.

Después el cura hizo algunas consideraciones sobre el misterio de la vida: “existe la vida” –dijo–, “que viene a la luz del día para ser para vivida en la Tierra, durante 10, 50, 100 años. Otras vidas nunca van a ver la luz del sol. En el calendario litúrgico católico existe, el día 28 de diciembre, la fiesta de los santos inocentes, los recién nacidos que murieron gratuitamente cuando nació el Niño divino en Belén. Que ese día sea también el día de la fiesta de tu hijo”.

Y siguió diciendo: “en la tradición cristiana el nacimiento de un hijo es siempre un regalo de Dios, una bendición. En el pasado era costumbre ir al templo para ofrecer el niño a Dios. Nunca es demasiado tarde para que ofrezcas tu hijo a Dios”.

Terminó diciendo: “como ser humano no puedo juzgarte, si pecaste contra la vida, el propio Dios de la vida puede reconciliarte con ella. Vete en paz y vive”» (p. 9).

El Papa Francisco recomienda siempre misericordia, comprensión y ternura en la relación de los sacerdotes con los fieles. Ese sacerdote vivió avant la lettre esos valores profundamente humanos y que pertenecen a la práctica del Jesús histórico. Que ellos puedan inspirar a otros sacerdotes a tener la misma humanidad.

Traducción de Mª José Gavito Milano

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