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Alegría VI

Viernes, 5 de mayo de 2023
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Del blog Nova Bella:

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Por eso me regocijo en debilidades

*

Pablo

***

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“El fuerte se hizo débil”, por Gabriel María Otalora.

Viernes, 23 de diciembre de 2022
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corazonmariaDe su blog Punto de Encuentro:

10.12.2022 | Gabriel Mª Otalora

Cuando soy débil, entonces soy fuerte, dice Pablo, en su segunda Carta a los Corintios. Antes, Jesús llamó bienaventurados a los pobres, entre otras afirmaciones paradójicas que dan razón de la esperanza que atesora la idea de fortaleza que se hace débil para fortalecerse. La debilidad de la humildad, de la misericordia, del perdón, del amor verdadero. De tanto escuchar y leer estas llamadas del Evangelio, no nos impactan lo suficiente en la conducta de quienes procuramos vivir en cristiano. Y para eso están los tiempos fuertes, como el Adviento.

Siguiendo con Pablo, él nos cuenta una experiencia sobre su debilidad. Le pide a Dios ¡tres veces! que le quite el aguijón -no se especifica qué tipo de mal era-, pero la divina respuesta fue que le bastaba la Gracia, porque “mi poder se perfecciona en la debilidad”.

Todos pasamos por debilidades que en no pocas ocasiones nos conducen a estados de sufrimiento y hasta de desesperación. Sin duda que le hemos pedido al Señor que las quite de nuestra vida, pero ellas siguen en nosotros. ¿Por qué sufrimos con ellas? No hay respuesta directa al misterio del sufrimiento. Sin embargo, el mismo Jesús había hecho esta oración al Padre pidiendo que le quite el cáliz de la Pasión y el Padre no le respondió… en ese momento.

Es preciso hacer la voluntad de Dios, seguir su senda, aunque no responda a la oración… en ese momento. Nos basta su Gracia. Porque Dios cumple todas sus promesas aunque no cumpla todos nuestros deseos puntuales; hoy no es siempre, y en los terrenos de Dios la lógica divina solo se vislumbra amando: Él tomó nuestras flaquezas (por amor) y cargó con nuestras enfermedades (Is 53,4).

En cada Adviento se nos invita a reconocer la vida vulnerable de Dios alumbrándose a través de una sencilla mujer, María, en medio de los poderes de turno -el poder teocrático del Sanedrin, el poder de Herodes y el poder de los romanos. Dios se vino a encarnar, no en el gran imperio del momento, ni en un gran Templo como el de Jerusalén, Atenas o Corinto, sino que se fija en una joven de un territorio pobre e insignificante, de donde no se espera que pueda salir algo bueno (Jn 1,46).

María es la gran protagonista del Adviento divino, gracias a su fiat, abierta a la acción de Dios y creyendo contra toda esperanza sin poder humano alguno. Me pregunto qué sentiría ella en el momento de recibir los despojos de Jesús recién bajado del madero, cuando lo prometido era que su niño iba a ser especial, nada menos que el Mesías que traería consigo la historia de amor que pueda imaginarse, hecha realidad para todos. Pero de tanto repetirlo, acabamos construyendo una imagen de María irreal, etérea y cuasi divina, “superhumana”, sin el acento en que puso su vida al servicio radical de la Vida. María nos invita a la escucha humilde para preparar la Navidad de la Buena Nueva de Cristo vivida entre debilidades y esperanzas.

Pero ella también es nuestra intercesora =

María de la Esperanza

María de Nazareth,
compañera de nuestra vida,
quédate con nosotros.
Te necesitamos, madre buena,
vivimos tiempos difíciles,
atravesamos bajones,
tenemos caídas,
nos inmoviliza la apatía,
nos da rabia el brillo de la injusticia.

María,
contágianos tu fuerza,
ayúdanos a vivir con alegría.
Que no nos desalienten las espinas de la vida,
que no perdamos la utopía,
madre buena,
de creer que es posible otro mundo mejor.
Que no bajemos los brazos
en la lucha por la justicia divina.
Que no se enturbie nuestra mirada,
y no veamos la luz del Señor
que nos acompaña siempre,
y sostiene en los momentos duros.

María,
tú también pasaste tiempos de incertidumbre,
de no entender las cosas que pasaban,
de sufrimiento y soledad.
Y saliste adelante,
fuerte en la debilidad,
con entrega.
Nos enseñaste con tu ejemplo,
todos los días.
¡Cómo cuesta decirle sí al Señor!
Enséñanos a esperar en el Señor,
a confiar en su palabra,
a dejarnos guiar por su Espíritu,
a llenarnos de alegría.
Enséñanos a escuchar su voz,
en la realidad de cada día,
en el sufrimiento de tantos.

María,
enséñanos a orar
para no perder la Esperanza
para discernir nuestro lugar y misión.
Enséñanos a orar para no desalentarnos
en las dificultades y contratiempos.
(Extracto de Aciprensa)

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“Cuando la debilidad es fortaleza”, por Gabriel Mª Otalora

Viernes, 12 de noviembre de 2021
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7274457275Un libro que me marcó profundamente…

De su blog Punto de Encuentro:

Hay experiencias de fe que deberían ser divulgarse con fuerza en toda la comunidad cristiana. Incluso convertirse en luz para el día a día por su fuerza universal, católica, y cuya luminosidad choca con la condición hedonista en la que estamos inmersos. La experiencia que traigo a colación está sacada de un libro que ya pasa de las diecisiete reimpresiones; al releerlo, siento la necesidad de compartir al menos lo que entiendo es el cuore de este libro titulado Cartas del desierto, de Carlo Carretto, seguidor de Carlos de Faucauld.

¿Acaso cuando vino Jesús a este mundo, el omnipotente, el Amor, no podía curar a todos los enfermos, saciar el hambre a todos los pobres, curar todas las llagas, resucitar a todos los muertos? ¿Por qué no lo hizo? ¿Por qué dejó al mundo como lo encontró, necesitado, dolorido, injusto, malo?

Ese “habitar entre nosotros” se manifiesta sobre todo en Belén y en el Calvario: Jesús se pone junto al ser humano y le enseña a vivir la impotencia y a sufrir el dolor con amor. Tenía mil modos de ayudarle, pero escogió el más duro, el más radical: ponerse en su lugar, parecerse a él lo más posible. “Se hizo semejante en todo menos en el pecado”. Así, pasó junto a nosotros como uno más, sin ventajas ni privilegios, para enseñarnos a vivir en plenitud. No nos lo enseñó desde un pedestal o desde fuera de nuestra realidad, sino viviendo la misma vida limitada con todos sus condicionantes, sin poder, centrado en el amor.

¿Qué diría la humanidad, si siguiendo a Jesús al Calvario, le viera de repente volverse airado hacia un hombre que le ha dado un puntapié y le gritara: “Sabes quién soy yo?”

Un día iba el autor del mencionado libro en camello por una pista bajo el sol sahariano, cuando se encontró con un grupo de trabajadores que reconstruían el camino deteriorado. No había máquinas ni técnica, sólo el trabajo humano de pico y pala en medio del calor y el polvo del desierto. De pronto, uno de esos obreros manuales le sonríe al hermano Carletto de una manera que no olvidará jamás, según su propio testimonio, aun viéndole “pobre, desgarrado, sudoroso, sucio”. Era su compañero Pablo (otro hermano de Foucauld con quien había coincidido en el seminario), que había escogido este trabajo para mezclarse en aquella masa humana como levadura evangélica. “Nadie habría descubierto a aquél ingeniero europeo bajo aquellos vestidos, aquella barba, y aquél turbante amarilleado por el polvo y el sol”. Ahora era un pobre como los demás.

Un ingeniero convertido en obrero manual… ¡Cuánto mejor sería que al menos utilizara sus conocimientos para arreglar carreteras con medios técnicos más eficaces y humanizados!, se preguntaba la madre del hermano Pablo. En realidad, la pregunta es para el propio Jesús: ¿Por qué quiso ser pobre? ¿Por qué quiso ocultar su divinidad y su poder y vivir entre nosotros como el último y padecer la ignominia de su Pasión? Es no entender el escándalo de que alguien que se proclama Hijo de Dios no ha evitado el suplicio. Pero la respuesta aparentemente más lógica, no es la que responde al amor más grande: la Iglesia no necesita con urgencia de otro ingeniero, de lo que está muy necesitada es de un grano de trigo más que haga fecundar el amor compartiendo la vida con aquellos trabajadores saharianos en aquella remota senda del desierto; a su nivel, sin ventajas, como Cristo hizo con nosotros.

Es el amor el que justifica nuestras acciones, afirma Carletto. Y la jerarquía de los amores la pone la vocación para la que hemos sido llamados. No nos olvidemos que somos sembradores y solo Dios es el recolector. Y lo hace a su manera, a veces indescifrable, a veces contradictoria: Quien de vosotros quiera ser el primero, que sea el último y el servidor de todos, nos recuerda el evangelista Juan. Todo un eslogan de liderazgo de servicio.

Este tipo de experiencias y mensajes debería ser trending topic, al menos entre los cristianos católicos. La fuerza del testimonio, el liderazgo de servicio, la apuesta por convertirse en grano de mostaza… Aquellos trabajadores tuvieron un gran regalo de Dios personalizado en el hermano Pablo, mucho mejor que la máquina más moderna capaz de aligerar el trabajo en el desierto. Esa pobreza elegida es desasimiento, es libertad. Es un modo de ser, de pensar, de amar; es un don del Espíritu Santo para quien es llamado y acoge esta vocación y para quien tiene la suerte, en su marginación, de encontrarse con este tipo de personas.

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Ya no te rezo más.

Lunes, 21 de enero de 2019
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mama-hijo-adultoEstábamos sentados tranquilamente, tomando el sol en una mañana de finales de diciembre, cuando mi madre entre varios comentarios sobre sus dolencias, la familia y las amistades, me espetó de pronto: “He dejado de rezar a Dios, porque no escucha mis oraciones. ¿Cómo es posible que siendo todopoderoso, no pueda curar las dolencias de tus hermanos y las tuyas? Ya lo hice también cuando el accidente de tu hermana: ¿Si no la ayudas, se acabó, para qué voy a pedirte nada si no me haces caso?”.

Yo intenté decirla que Dios no es todopoderoso, ni tiene que cumplir todo lo que le pedimos, pero me cambió de tema y no insistí, ahí se quedó sin resolver nuestro debate teológico.

He estado pensando estos días sobre la enorme desinformación, el desconocimiento y, sobre todo, la deformación que tenemos sobre la existencia, la realidad, el ser o la verdad de Dios. En gran medida por la pésima enseñanza en muchas de las catequesis que se han recibido, tanto en las parroquias y en los colegios, como en la preparación para el bautismo de nuestros hijos y las hijas, o para la preparación del matrimonio. Reducirlo toda la vida de fe a la doctrina del catecismo creo que es un craso error. Porque el mero conocimiento de una doctrina, sin una experiencia vital, tanto personal como comunitariamente, no sirve para nada, no tiene ninguna consistencia.

Yo le podía haber comentado que Dios no es todopoderoso, sino al contrario, que es pura debilidad, porque es bondad y la bondad se identifica, se compadece y se encarna junto a los más débiles, que no tienen nunca poder. O que Dios no puede satisfacer las peticiones que le hacemos, porque no está en su mano librarnos de la enfermedad o que siempre seamos felices, librándonos de todo dolor y sufrimiento en la vida.

Podría haberle dicho que Dios es la Realidad última, la Fuente originara de todo lo que existe, el Aliento de todo ser, el Eco de fondo de todo el universo, la Luz, el Fuego y la Esperanza que nos habita y palpita en lo más íntimo de nosotros mismos, la Ternura que nos urge a la acogida, a la misericordia, a la justicia, a la fraternidad.

Tendría que haberle comentado que la mayoría de las cosas, si no todas las que le han enseñado a ella y a mí sobre Dios, tendríamos que someterlas a una profunda crítica. San Agustín dice que todo lo que decimos de Dios no es Dios. Tendríamos que dejar, como dice Pedro Casaldáliga, a Dios ser Dios, e intentar vivirle, respirarle, transparentarle con el testimonio de nuestra vida, sin tantas palabras, definiciones, dogmas… Incluyendo todas estas palabras que estoy diciendo.

Cuando volvimos a casa, me dijo mi madre: “Estuve tres meses llorando cuando te marchaste en 1978. Creía que no te iba a volver a ver más…”.

Gozando del sol de aquella mañana, junto a mi madre en el banco del parque, notando su mano que se sostenía en mi brazo para poder caminar mejor, recordando las lágrimas que derramó por mí durante tres meses… en cada uno de esos momentos y otros muchos más durante mi vida, sentí que estaba presente de alguna forma la Divinidad, la Ternura del Amor, la Dulzura del Encuentro, en nuestra más auténtica y profunda humanidad. Sin tener ni querer definir nada. Solo sintiendo su Presencia vivificante en la vida cotidiana.

Miguel A. Mesa Bouzas

Fuente Fe Adulta

Espiritualidad , , ,

Debilidad

Miércoles, 16 de enero de 2019
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Del blog Nova Bella:

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Nosotros nacemos débiles y morimos débiles,

pero entre los dos momentos,

pasamos nuestra vida tratando de ocultar

nuestra debilidad.

*

Dolores Aleixandre

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Paz en la Debilidad

Viernes, 11 de enero de 2019
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Del blog de Henri Nouwen:

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“Dónde puede encontrarse la paz? La respuesta es clara. En la debilidad. En primer lugar, en nuestra propia debilidad, en aquellos lugares de nuestro corazón donde nos sentimos más quebrados, más inseguros, más asustados y en mayor agonía. Por qué allí? Porque es allí donde los modos de controlar nuestro mundo desaparecen; allí estamos llamados a dejar de hacer tanto, de pensar tanto y a no confiar en nuestra propia suficiencia. Es justo allí, donde somos más débiles, que se esconde la paz que no es de este mundo”.

*

Henri Nouwen

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José María García Mauriño: ¿Un Dios debilidad?

Martes, 6 de junio de 2017
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21) ¿Por qué un  Dios Todopoderoso?

Es imposible, ilícito, inaceptable hablar de Dios Padre desde una situación de poder. El poderoso no puede hablar de Dios Padre sin ser un cínico. El dictador no puede hablar de Dios Padre sin cinismo. Hay dictadores asesinos que hablan de Dios, invocan a Dios y se legitiman en el nombre de Dios (recordemos a Franco, a Pinochet, y tantos otros). El rico no puede hablar de la paternidad de Dios a los pobres. El vencedor no puede hablar de Dios Padre al vencido. Los excluidos son los vencidos de la vida.

¿Por qué será que la inmensa mayoría de nuestros textos litúrgicos, escritos entre el siglo IV y el siglo XVI, no dirigen la oración al Padre sino al “Señor Dios todo-poderoso”? Dicen así: “Dios todopoderoso y eterno.” Se trata de una desobediencia formal a la orden de Jesús, que mandó rezar invocando a Dios con el nombre de Padre. Jesús enseñó así: cuando recéis, decid “Padre Nuestro”. La Eucaristía es una oración comunitaria.

Es verdad que la Iglesia conservó la fórmula del “Padre nuestro”. Era imposible borrar esta página del Evangelio. Sin embargo, fuera de esta fórmula, casi siempre dice “Dios todopoderoso y eterno, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna”. Creemos en Dios padre Todopoderoso” Y así hasta 9 veces en la liturgia de la misa. Es en la Iglesia, en las parroquias, donde los textos litúrgicos hablan desde el poder, no desde la humildad, desde la debilidad, y la gente está más por creer en el Dios Poderoso de los milagros que en el  Dios, Padre bueno y amigos de l os hombres y mujeres.

¿No fue acaso porque el clero sentía que era imposible hablar al Padre desde la posición de privilegio, riqueza y poder que ocupaba? La liturgia de la cristiandad fue expresión de la inmensa riqueza del clero y de los religiosos. ¿Cómo hablar del Padre en el esplendor de las catedrales y las iglesias de las abadías de ese tiempo? ¿Cómo hablar del Padre estando revestido de ornamentos litúrgicos de precio altísimo, manipulando objetos litúrgicos de oro y plata, en un ambiente de imágenes cubiertas de piedras preciosas y perlas? Todo era (y sigue siendo) signo de poder,  riqueza, fuerza, dominación. Todo esto era atribuido a Dios, pero no dejaba de estar reservado a una clase privilegiada. En este contexto la fórmula que se impone es “Dios todopoderoso y eterno”. No había lugar para el Padre. Instintivamente los autores de los textos litúrgicos sintieron la imposibilidad de hablar de Dios Padre.

Cuando las liturgias celebraban las conquistas, las victorias en las batallas, la destrucción de pueblos considerados enemigos de Dios, ¿cómo hablar del Dios Padre? En las misas que celebraban la destrucción de los indios, la represión de las revueltas de esclavos, ¿se puede hablar del Padre? ¿Se puede agradecer al Padre, celebrar la Misa, por el exterminio de los indios, la expulsión de los judíos, la destrucción traicionera del reino musulmán de Granada? Sólo se podía invocar al “Dios todopoderoso y eterno” de quien se pensaba que había manifestado el poder de su brazo. Este título de Padre tenía que ser reprimido.  La Iglesia tenía que legitimar la conquista y la dominación, no podía invocar el amor del Padre, sino sólo la ira del Dios eterno y todopoderoso ofendido por la incredulidad de los pueblos paganos.

Los cristianos fueron instruidos por la liturgia, por la forma de hablar de los padres. No es de extrañar que son pocos los que dirigen su oración al Padre. En la vida diaria invocan al “Señor eterno y omnipotente.” Dado que este Dios es muy distante, prefieren invocar al Sagrado Corazón de Jesús o a Nuestra Señora adornada con todos sus atributos. Las devociones populares fueron el substituto de Dios Padre.

2) ¿Por qué un Dios debilidad?

El Dios de Jesús no es un Dios Todopoderoso, es un Dios débil, es un Dios misericordioso y compasivo, lejos de todo poder. Dios no es un Señor Omnipotente (como se reza en la Misa) sino el Padre bueno que sabe perdonar y abrazar a los que pecan. No es fácil compatibilizar en esa liturgia de la Misa, el rezo del Padrenuestro con esas otras afirmaciones de Dios Todopoderoso. Jesús se opuso al poder político y religioso de su tiempo. Jesús estuvo siempre al lado de los débiles y defendió a los débiles, pero no desde el poder sino desde la  humildad, la mansedumbre, desde la pobreza, desde los de abajo.  Jesús no se mostró nunca como el Mesías triunfador, militar, que iba a liberar a su pueblo de la invasión del imperio romano. Era el Hijo del Hombre que predicaba las bienaventuranzas. Él era manso y humilde de corazón. Los que creen en los milagros están aceptando a un  Dios poderoso, el Dios de los milagros, que no es el Dios de Jesús.

Dos argumentos:

a) Del Evangelio de Juan: “El verbo de Dios se hizo carne”. Y “carne” en griego se dice sarx y sarx se traduce por debilidad, fragilidad. Entonces se puede decir con toda claridad que “El verbo de Dios se hizo debilidad”.

b) Del Evangelio de Mateo: Tuve Hambre, tuve sed estaba enfermo, etc. Todo lo que hagáis por estos hermanos míos más débiles, lo hacéis conmigo. Jesús se identifica con los más débiles de la sociedad.

José María García Mauriño

20 de Mayo de 2017

Fuente Fe Adulta

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Jamás te abandonaré…

Martes, 13 de octubre de 2015
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Del blog de la Communion Béthanie:

2014 con Dios llama y Vivir por el Espíritu +

En 1932, dos mujeres entregan su existencia a Dios y reciben en su oración, día día, palabras de Vida. Dos libros van a nacer de este compañerismo con Cristo, que te proponemos descubrir a lo largo de este año.

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“Hijo mío, jamás te abandonaré a ti mismo.

No me detengo ante la debilidad humana.

Mis promesas,

por consiguiente,

deben un día cumplirse. “

*

El 10 de octubre, Vivir por el Espíritu.

***

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Dios escoge la debilidad…

Lunes, 24 de agosto de 2015
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Del blog de la Communion Béthanie:

Pasemos el verano con el libro Oser la chair (atreverse con la carne) del fraile dominico Jean-Pierre Olivier Brice, en Ediciones du Cerf. Premio de libros de Espiritualidad Panorama– La Procure 2015:

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Dios escoge la debilidad, se hace
un hombre para ser próximo
a los hombres, se encarna para hacerse el prójimo
del que yerra, del que está perdido.
Se abaja para que cada ser se atreva
a acercarse a Él, para que cada persona
ya no tenga más miedo y pueda dirigírse a Él,
como el leproso (Mt 8, 2-3).
Jesús vino para esto, para éstos,
para que los cojos bailen,
que los ciegos vean y que los presos
recobren la libertad.

*

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