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“Orar sin creer en un dios teísta”, por José Arregi.

Sábado, 23 de marzo de 2024

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De su blog Umbrales de Luz:

12/02/2024/en Reflexiones /

Teísmo” es tan ambiguo como theos (dios en griego) del que se deriva, pero hoy se entiende en general como la creencia en un dios-ente metafísico supremo, creador omnipotente y extrínseco al mundo, que interviene en él cuando y como quiere. Un dios en el que una mayoría creciente de nuestra sociedad ya no puede creer, al que ya no puede rezar. Yo tampoco creo en ese dios ni le oro rezando plegarias [1].

Pero ¿qué es orar? ¿Qué es rezar? ¿Qué es plegaria? Los tres términos no carecen de relación, aunque distan mucho de ser sinónimos. El término plegaria (prière en francés) proviene del latino precari (rogar, suplicar, pedir) y éste se remonta a la raíz indoeuropea prek (rogar). De esta raíz se deriva igualmente precario, que en Derecho se utiliza para referirse a una facultad que solo se ejerce gracias a una autorización revocable y en el lenguaje ordinario es sinónimo de inestable, efímero, pasajero. El lenguaje no engaña. Somos y nos sentimos radicalmente precarios: inestables, pasajeros, necesitados de otro. Por eso pedimos, rogamos, rezamos preces o plegarias. Por eso oramos en sentido amplio (pero la oración en su sentido profundo excluye más que incluye la plegaria de ruego o de petición).

Todos los seres son precarios, contingentes, dependientes. Y los humanos tenemos una aguda conciencia de serlo. Dependemos del aire que respiramos, del agua que bebemos, del fuego que nos calienta, de la tierra que nos sustenta, de la mano que nos sostiene, de la mirada que nos afirma y consuela. Dependemos del universo entero, y todo en el universo depende de todo, desde la onda o partícula de lo infinitamente pequeño hasta las estrellas incontables de incontables galaxias en expansión del universo o multiverso. El universo es una fecunda red sin fin de mutua dependencia creadora. Cada ser es gracias a otro, pero ese mismo otro también es en alguna medida gracias a quien lo hace ser. Los hijos son gracias a los padres, pero también los padres son gracias a los hijos. En realidad, todos somos gracias a todo lo que es. La precariedad es un aspecto de la comunión universal de la gracia de ser.

Esta conciencia (en sentido amplio, universal, no exclusivamente humano) de precariedad dependiente se traduce en oración de súplica y gratitud, de reconocimiento y queja, de celebración y pesar. La oración es la múltiple expresión de la infinita red relacional de interdependencia que nos constituye. Cada ser se expresa en su propio lenguaje. Recuérdese que el término latino orare se deriva de la raíz or-, y su primer significado, sin connotación religiosa alguna, es hablar, decir, perorar… Orar es decir a fondo nuestra precariedad y nuestra relacionalidad universal constitutiva. La existencia se vuelve una cadena de oración universal.

Cuanto existe ora – o reza, o recita o dice, se podría también decir –, expresa la gracia de ser gracias a todos los seres y la necesidad de todos los seres para ser uno mismo. Ora el silencio del desierto y el susurro del viento en el bosque. Oran el sol de día y la luna de noche y todas las estrellas y planetas del universo. Oran la fuente que mana y el río que discurre en el valle. Oran los pájaros y todos los animales de la Tierra y de otros planetas habitados. Oran los hijos de Haití y las madres de Gaza. Oran las palabras, los gestos corporales, el silencio profundo. Y toda oración brota del silencio y a él conduce y en su hondura nos escuchamos y respondemos.

¿Oramos o rezamos a Dios? Depende de lo que entendamos por Dios. No oramos ni rezamos plegarias a un dios ente supremo para que suceda algo que de otro modo no sucederá o para que deje de suceder algo que de otro modo sucederá. Esa oración contradice nuestro ser profundo en comunión. Pero innumerables creyentes han rezado y siguen rezando a dios, y lo hacen pidiendo por causas opuestas: uno le pide que luzca el sol y otro a su lado que llueva, uno le ruega por la victoria de su ejército y otro por su derrota, uno le da gracias por haberle curado de una enfermedad por la que su prójimo acaba muriendo (¿abandonado por dios?). Así sin fin. Tal oración/plegaria no tiene sentido para quien no crea en un dios “teísta”, un dios omnipotente exterior de voluntad cambiante que a veces interviene y otras veces no. Muchas personas de oración profunda, aun compartiendo un imaginario cultural teísta, se sintieron empujadas a superar dicha oración o plegaria teísta. Por ejemplo, Jesús dijo: “Al orar, no os perdáis en palabras… Vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de que vosotros se lo pidáis” (Mt 6,7-8). Y el Maestro Eckhart (hacia  1262-1328) enseñó: “Cuando no rezo por nadie y no pido nada, es cuando rezo del modo más verdadero”. El silencio pleno es la experiencia más profunda y su expresión más plena.

Con palabras o sin ellas, lo sepamos o no, todo nuestro ser ora o reza a todo. Pero no solo eso. Todo cuanto es, lo sepa o no, es pura expresión de su ser relacional con todo. Todo ora a todo. Ser, en el fondo, es oración. Todos los seres nos están rezando: agradeciendo, suplicando, confiando, invocando, llamando. La comunidad viviente de la Tierra y el cosmos por entero es una interminable plegaria en todas sus formas. La Realidad ilimitada es, en el fondo, una liturgia cósmica que se extiende desde el corazón del átomo hasta el universo/multiverso sin fin. El universo entero es una oración, una eterna comunión intercesora universal. Nuestra oración profunda, más allá de todo rezo y plegaria estrecha de petición, consiste en unir nuestro ser precario y orante al ser precario y orante de la realidad universal. El universo, se podría decir también, es una plegaria poética o un poema litúrgico creador (poiein en griego significa “crear”), como el poema de la creación de Gn 1: “Dijo Dios: ‘Hágase’ Y se hizo”.

¿Y Dios? Dios en cuanto Fondo fontal, Aliento vital, Relación creativa o Creatividad relacional es la oración profunda de cuanto existe a todo cuanto existe. Dios nos ora en todo. En el fondo, nuestra oración consiste en unirnos a la voz y al silencio poético, creador, de la oración de Dios. Y así nuestra oración se vuelve creadora del Dios que nos crea.

Aizarna, 25 de enero de 2024

www.josearregi.com

(Publicado en francés en Témoignage Chrétien, n° 4045, 8 de febrero de 2024, p. 7)

[1] Este texto fue publicado originariamente en francés con el título “Prier Dieu sans croire à sa ‘toute-puissance’ ”. La traducción al español ha requerido una mínima adaptación de la derivación del término francés prier (suplicar, rogar, rezar, pero también orar) a partir de la raíz latina precari (rogar, suplicar) e indoeuropea prek (suplicar). Las líneas que siguen se atienen a la sinonimia parcial de los términos españoles orar, rezar, plegaria.

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Haiku

Viernes, 9 de octubre de 2020
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Del blog Nova Bella:

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Con el pijama 

rezábamos a un dios 

que era otro párvulo

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Vicente Gallego

***

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Hna. María Azucena: “Pudiera parecer que un alma contemplativa tuviera solo alas…Pero, ¡qué va!, también tiene pies”

Viernes, 3 de abril de 2020
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Hna-Azucena_2217688241_14457415_667x629“Las alas del alma orante pueden visitar el Infinito, regiones de paz serena y sin nombre”

“Encuentra un ratillo y un motivo para la carcajada. La contagiarás con beneficios fisiológicos comprobados indiscutibles”

“Alimentar sentimientos de esperanza y confianza reificará -con San Juan de la Cruz- que el alma tanto alcanza cuanto espera”

“El esfuerzo amable y consciente de sacar lo mejor de nosotros mismos será siempre la mejor vacuna contra el menor atisbo de ansiedad y depresión personal o grupal”

“Era el mejor de los tiempos y era el peor de los tiempos;  la edad de la sabiduría y también de la locura;  la época de las creencias y de la incredulidad;  la era de la luz y de las tinieblas;  la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación”. Esto lo escribiría Carlos Dickens en pleno siglo  XIX, en su “Historia de dos ciudades”  y resultan admirables las profundas analogías  en tiempos distópicos.

El ser contemplativo establece y compromete  su ideal de vida en la corrección utópica,  integrando la factorialidad dimensional humana en una plenitud que incluye, necesariamente  la  gran olvidada de nuestro tiempo tecnológico: la Espiritualidad.

Y pudiera parecer que un alma contemplativa tuviera solo alas…  Pero, ¡qué va!,  también tiene pies,  ya lo creo.

Y en tiempos de reclusión forzosa,  todo hace falta para seguir y motivar la vida.

Los pies de toda alma necesitan caminar,  acercarse a otros,  de cerca o lejos, sentirse unidos,  sentirse grupo,  compartir una realidad  dramática en lucha contra el enemigo común.

Y nos apoyamos sistemáticamente en redes, mensajes o  quedadas telemáticas para aplaudir a los generosos que se arriesgan o  rezar virtualemente  “juntos“, a horas determinadas, por lo que nos hiere o nos asusta.

Los pies del mundo pueden fatigarse extremadamente en tiempos de tan peculiar y dura crisis.

La ansiedad puede hacerse fuerte por  miedo ante el adversario incierto.  Sin embargo,  un trabajo consciente invita a analizar si los miedos son racionales o irracionales,  desterrando estos últimos  desprendiéndose de bulos e información no contrastada.

Ansiedad que puede acrecentarse en muchos  por  sentimientos de pérdida:  temor a perder el empleo o  a la precariedad si ya llegó el ERTE;  preocupación de estudiantes por perder curso o interferir una carrera esforzada.

Sentimientos y emociones desadaptados, nocivos para uno mismo, afectarán a aquellos que estrechamente  conviven.  El primer  grado de gestión comenzará siempre por reconocerlos  conscientemente,  y continuará con su aceptación.

Teniendo siempre presente que toda situación de emergencia es temporal,  que la vida retomará fuelle detrás y recobrará su pálpito, alimentar sentimientos de esperanza y confianza  reificará -con San Juan de la Cruz- que el alma tanto alcanza cuanto espera.

 Cuando resulta imposible hacer más de lo que toca en el presente,  aparcar la preocupación para el momento de las soluciones será siempre lo más inteligente y saludable.

Pero luego están los concretos de una vida confinada en la que hay que reinventarse de la manera más creativa y gratificante posible:  la organización de rutinas personales y familiares que eviten el desconcierto,  el hacer cosas distintas para las que nunca se tiene tiempo ni ocasión,  el comunicar más y mejor, tanto con los de fuera (en plena era tecnológica de comunicación social) como con los que están al lado mismo.  Conversar.

 Reír… Encuentra un ratillo y un motivo para la carcajada.   La contagiarás  con beneficios fisiológicos comprobados indiscutibles.

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Y algún pequeño ejercicio regulado en tu rincón (las ofertas se multiplican on line:  yoga, pilates, o gimnasia elemental).  O bailar al compás de cualquier música, venciendo al virus que no traspasa una reclusión con alegría.  Muy importante será vigilar tu estado de ánimo, por ti y por aquellos con quien convives… porque todo influye y todo suma.  El esfuerzo amable y consciente de sacar lo mejor de nosotros mismos será siempre la mejor vacuna contra el menor atisbo de ansiedad y depresión personal o grupal.

Este tiempo puede llegar a ser una misteriosa escuela de felicidad, disfrutando de las cosas más simples y pequeñas. Como simplificaría  Elizabeth Gilbert en su valiente novela autobiográfica:  “Reza, come, ama”

Y como los pies del alma asimismo vuelan, como  bien sabemos los Contemplativos,  en momentos relajados y silenciosos de la jornada en reclusión, recorramos lugares del mundo, tan diversos,  de casuística multiplicada.

Se acercarán a  ancianos solitarios o a discapacitados que necesitarán una mano generosa y  voluntaria para subsistir y llevar adelante su vida.  Visitarán a familias confinadas con agobio recurrente en el bullir incesante de chiquillos inquietos, de energía inagotable,  difíciles de calmar y controlar.

Los pies contemplativos, en silencio, sin moverse un milímetro y por llamada,  recorren diariamente las nuevas situaciones y  otras de similar dramatismo,  viejas  conocidas de este mundo (guerra, persecución, abusos,  toda clase de injusticias).

De repente,  ya no soy -yo,  sino que soy-con,  y cargo, junto al mío, con el polvo de muchos caminos, el peso de muchos corazones,  la fatiga de muchos otros pies… que parecen aligerar lo mío.

Y volaremos de nuevo,  pero no a ras de tierra ahora,  sino más alto,  mucho más alto.   Las alas del alma orante pueden visitar el Infinito,  regiones de paz serena y sin nombre,  donde manan sin cesar  las fuentes de agua viva…  Allí pueden descansar la pesada carga,  propia y ajena,   saciar la sed  y refrescar silenciosamente multitud de corazones agobiados. Porque todo llega a su destino, con  billete gratuito,  en el amor de Dios.

El alma contemplativa,  en su celda monástica o confinada en este mundo, como todos, lleva consigo el secreto de toda frescura, de la mejor paz, de la co-redención fraterna más sufrida,  fascinante y restauradora.

Fuente Religión Digital

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“Hay obispos que nos piden que recemos, porque ven amenazados sus privilegios y beneficios económicos”, por José M. Castillo, teólogo.

Martes, 7 de enero de 2020
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9E989579-F515-4B42-954F-9D057D2BC010De su blog Teología sin censura:

Los políticos que más propugnan el cristianismo son lo que demuestran comportamientos tan anticristianos”

“Con motivo de las elecciones para designar al presidente del gobierno en España, estamos asistiendo a la demostración más patente de lo que es (y cómo funciona) una religiosidad falsificada”

“Un cristianismo, que siembra y propaga la división y el odio, eso podrá ser un “buen fariseísmo”. Pero, de cristiano, ahí no hay nada”

“Los mismos obispos que no han pedido oraciones cuando nos hemos enterado de los abusos que se han cometido en el trato que se les ha dado a los niños, a las mujeres, a los inmigrantes y a tanta gente que sufre indefensa”

En los últimos días y con motivo de las elecciones para designar al presidente del gobierno en España, estamos asistiendo a la demostración más patente de lo que es (y cómo funciona) una religiosidad falsificada.

Es un hecho tan patente, que sería necesario estar ciegos para no darse cuenta del lamentable espectáculo al que estamos asistiendo. Y es que, como bien ha dicho el profesor de la Universidad de Dortmund, Thomas Ruster, “la experiencia religiosa de todos nosotros ya no es de fiar, porque nos remite a la falsa religión” (El Dios falsificado, Salamanca, Sígueme, 2011, 228).

3A50B67E-845A-4A4A-82D5-0ECE0F415F2F¿Por qué digo esto? Porque es chocante (e indignante) que los partidos políticos y las instituciones religiosas, que socialmente son considerados como los más religiosos – y en algunos casos, hasta religiosos por vocación y profesión – esos precisamente son los que dicen y hacen las cosas más irreligiosas que, en estos días precisamente, estamos viendo, oyendo y palpando.

Y si no, ¿cómo se explica que quienes más defienden la enseñanza de la religión en la escuela y en los planes de estudio, ésos precisamente son los que más insultan a quienes se oponen a lo que ellos dicen, los que más ofenden a sus adversarios, los que siembran más odio y resentimiento?. De lo que resulta que quienes más propugnan el cristianismo, ésos son lo que demuestran comportamientos tan anticristianos, que, en problemas que interesan o preocupan mucho a la gente, defienden y difunden lo que más daña esa pobre gente. ¿No es eso un “religión falsificada”? Un cristianismo, que siembra y propaga la división y el odio, eso podrá ser un “buen fariseísmo”. Pero, de cristiano, ahí no hay nada. Eso justamente es lo que más rechazó Jesús, como enseña insistentemente el Evangelio.

Y si de los políticos, pasamos a los obispos, la situación (en buena parte de España, al menos), da pena. Y escandaliza. Hay obispos que nos piden que recemos. ¿Cuándo? ¿Para qué? En pocas palabras: porque ven amenazados sus privilegios y beneficios económicos. Los mismos obispos que no han pedido oraciones cuando nos hemos enterado de los abusos que se han cometido en el trato que se les ha dado a los niños, a las mujeres, a los inmigrantes y a tanta gente que sufre indefensa. Los mismos obispos que han hablado públicamente contra el papa Francisco. Los obispos que han ofendido a los homosexuales y se han callado ante los corruptos.

Franco-obispos-cruzada_2174492536_14064404_660x371El citado profesor Ruster, refiriéndose a lo que sucedió en la Alemania nazi de la última guerra mundial, dejó escrito esto: “El holocausto se produjo dentro de una cultura conformada por el cristianismo. No solo los campos de concentración estaban ubicados cerca de los museos, auditorios y bibliotecas…, sino que la mayoría de aquellos facinerosos habían recibido durante años clases de religión cristiana, asistían con frecuencia al culto divino y escuchaban sermones e instrucciones morales. Existió un cristianismo que hizo posible Aushwitz, o al menos no lo impidió” (o. c., 32). Por eso “hay que preguntarse ya en qué difieren la “providencia” de Hitler y su “Todopoderoso”, por una parte, y Dios por otra”.

Si nos atenemos a los preocupantes números, en el gobierno y el desgobierno, hay que preguntarse: ¿a dónde va España en este momento? Y a la Iglesia, ¿qué futuro lo espera?

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Ya no te rezo más.

Lunes, 21 de enero de 2019
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mama-hijo-adultoEstábamos sentados tranquilamente, tomando el sol en una mañana de finales de diciembre, cuando mi madre entre varios comentarios sobre sus dolencias, la familia y las amistades, me espetó de pronto: “He dejado de rezar a Dios, porque no escucha mis oraciones. ¿Cómo es posible que siendo todopoderoso, no pueda curar las dolencias de tus hermanos y las tuyas? Ya lo hice también cuando el accidente de tu hermana: ¿Si no la ayudas, se acabó, para qué voy a pedirte nada si no me haces caso?”.

Yo intenté decirla que Dios no es todopoderoso, ni tiene que cumplir todo lo que le pedimos, pero me cambió de tema y no insistí, ahí se quedó sin resolver nuestro debate teológico.

He estado pensando estos días sobre la enorme desinformación, el desconocimiento y, sobre todo, la deformación que tenemos sobre la existencia, la realidad, el ser o la verdad de Dios. En gran medida por la pésima enseñanza en muchas de las catequesis que se han recibido, tanto en las parroquias y en los colegios, como en la preparación para el bautismo de nuestros hijos y las hijas, o para la preparación del matrimonio. Reducirlo toda la vida de fe a la doctrina del catecismo creo que es un craso error. Porque el mero conocimiento de una doctrina, sin una experiencia vital, tanto personal como comunitariamente, no sirve para nada, no tiene ninguna consistencia.

Yo le podía haber comentado que Dios no es todopoderoso, sino al contrario, que es pura debilidad, porque es bondad y la bondad se identifica, se compadece y se encarna junto a los más débiles, que no tienen nunca poder. O que Dios no puede satisfacer las peticiones que le hacemos, porque no está en su mano librarnos de la enfermedad o que siempre seamos felices, librándonos de todo dolor y sufrimiento en la vida.

Podría haberle dicho que Dios es la Realidad última, la Fuente originara de todo lo que existe, el Aliento de todo ser, el Eco de fondo de todo el universo, la Luz, el Fuego y la Esperanza que nos habita y palpita en lo más íntimo de nosotros mismos, la Ternura que nos urge a la acogida, a la misericordia, a la justicia, a la fraternidad.

Tendría que haberle comentado que la mayoría de las cosas, si no todas las que le han enseñado a ella y a mí sobre Dios, tendríamos que someterlas a una profunda crítica. San Agustín dice que todo lo que decimos de Dios no es Dios. Tendríamos que dejar, como dice Pedro Casaldáliga, a Dios ser Dios, e intentar vivirle, respirarle, transparentarle con el testimonio de nuestra vida, sin tantas palabras, definiciones, dogmas… Incluyendo todas estas palabras que estoy diciendo.

Cuando volvimos a casa, me dijo mi madre: “Estuve tres meses llorando cuando te marchaste en 1978. Creía que no te iba a volver a ver más…”.

Gozando del sol de aquella mañana, junto a mi madre en el banco del parque, notando su mano que se sostenía en mi brazo para poder caminar mejor, recordando las lágrimas que derramó por mí durante tres meses… en cada uno de esos momentos y otros muchos más durante mi vida, sentí que estaba presente de alguna forma la Divinidad, la Ternura del Amor, la Dulzura del Encuentro, en nuestra más auténtica y profunda humanidad. Sin tener ni querer definir nada. Solo sintiendo su Presencia vivificante en la vida cotidiana.

Miguel A. Mesa Bouzas

Fuente Fe Adulta

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“Los móviles y los rezos”, por José Mª Castillo

Martes, 18 de julio de 2017
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cuaresmal-1Recuperamos este artículo de hace dos años publicado en su blog Teología sin Censura:

El Nobel de Química, Harold Kroto, ha dicho a los periodistas, hace sólo unos días (El País, 29.XII.2015), que “si tu móvil fuese tan efectivo como rezar no lo comprarías”. Por supuesto. Y la gente lo sabe. Yo veo por todas partes a muchas personas enganchadas al móvil. Gente rezando, cada día se ve menos. ¿Quiere decir esto que el profesor Kroto ha dado en el clavo? Hay una cosa evidente que Kroto no ha tenido en cuenta. Los móviles se utilizan para relacionarse con los humanos. Los rezos se utilizan para relacionarse con Dios. Equiparar los móviles con los rezos es una cosa que se me antoja tan absurda como utilizar los móviles para hablar con los mosquitos.

Cuando los científicos se meten a hacer de teólogos, cometen el mismo despropósito que cuando los teólogos se meten a hacer de científicos. El día que los hombres de la religión condenaron a Galileo, ocurrió algo parecido a lo que pasa ahora cuando Stephen Hawking se pone a decir con todo aplomo que Dios no existe. Respetemos las competencias que son propias de cada ámbito. Una cosa es el “saber”, que brota de la demostración científica. Y otra cosa es el “creer”, que brota de la convicción libre. Los humanos necesitamos de los saberes que nos proporciona la demostración científica. Pero necesitamos también de las convicciones que movilizan nuestras conductas.

Si no tuviéramos los conocimientos científicos que nos proporciona la física, la química, la biología…, viviríamos todavía en las cavernas. Pero tan cierto como eso es que, si a estas alturas no tuviéramos las convicciones y las creencias que generan nuestros comportamientos, no existirían los derechos, la ética, la psicología, ni se habrían desarrollado los sentimientos humanos que motivan nuestra esperanza, hacen más soportable la convivencia y nos dan alguna forma de respuesta a preguntas que todo el mundo se hace, por ejemplo sobre el sentido de la vida, el por qué de la generosidad y la solidaridad y si nos queda todavía alguna confianza en ese misterioso futuro que anhelamos aunque sean pocos los que lo dicen.

Que necesitamos la ciencia y la tecnología, ¿quién va a discutir eso? Pero tan cierto como eso es que necesitamos controlar nuestros deseos, orientar nuestras convicciones, educar los sentimientos de cariño y odio. No es lo mismo “el ser humano” que “ser humano”. La ciencia y la tecnología sustentan y potencian a “el ser humano”. La fe, la bondad, el cariño, la honradez, nos hacen más “humanos. La vida necesita estos dos pies para avanzar. Por favor, que nadie – por más sabio que sea -, no intente dejarnos cojos.

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