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Juan Ignacio Cortés: La Iglesia debe asumir el daño causado por los abusos a menores.

Martes, 16 de mayo de 2023

 

Javier-Lopez-1Javier Gómez Zapiain es doctor en psicología y especialista en psicología de la sexualidad. Jubilado como profesor titular de la Universidad del País Vasco, sigue impartiendo cursos de posgrado e investigando sobre la sexualidad humana. Es autor de numerosos artículos científicos sobre el tema y de los libros Apego y sexualidad y Psicología de la Sexualidad. Su trabajo en la Sociedad Vasca de Victimología le ha acercado últimamente al tema de los abusos sexuales a menores dentro de la Iglesia Católica y a investigar cómo las personas de vida consagrada viven su dimensión afectiva y sexual en España. Gran conversador, lo que sigue es tan solo un resumen de un extenso y rico diálogo.

 

Pregunta.- La sexualidad es un tema que nunca nos deja indiferentes. ¿Por qué?

Respuesta.- Hay temas que despiertan en nosotros unas actitudes y unas disposiciones muy marcadas, debido a nuestra implicación personal en el tema. En el caso de la sexualidad, no podemos dejar de referirnos a la tradición judeo-cristiana que ve el deseo como algo malo per se y que proclama que el ser humano perfecto es aquel que renuncia al placer.

La izquierda freudiana asegura que la regulación de la conducta sexual es un elemento de control político y social. Desde luego, en el caso del pueblo hebreo hay que tener en cuenta que el enfoque del comportamiento sexual tenía mucho que ver más con cuestiones de supervivencia. Hablamos de un pueblo nómada, enfrentado a numerosos enemigos y que tenía muy presente la posibilidad de la extinción. Por eso enfoca toda la sexualidad hacia la reproducción. Las restricciones perdieron su razón de ser después, pero se mantuvieron en el tiempo.

P.- Una de sus principales líneas de investigación es la relación entre apego y sexualidad. ¿Confundimos amor y sexo? ¿Con qué consecuencias?

R.- Son cosas que responden a dos objetivos distintos. Todo tiene que ver con la evolución. La naturaleza se da cuenta de que la reproducción sexual es mejor que la asexual, porque no es tan mecánica y da lugar a individuos diferenciados. Así, tiene que inventar un mecanismo para que esa reproducción sexual funcione: el instinto sexual. La evolución continúa y da lugar a crías muy sofisticadas, con una evolución muy lenta y que necesitan protección. Para crear ese sistema de protección, surgen los mecanismos afectivos, a los que podemos llamar amor o apego. Sexo y amor son cosas muy distintas, pero muy próximas, y de ahí nace la confusión. Siendo cosas tan distintas pero tan próximas, es necesario separarlas para entenderlas bien.

P.- Asegura que las necesidades afectivas y sexuales no son las mismas y que pueden potenciarse o interferirse. ¿Hay alguna receta para que suceda lo primero y no lo segundo?

R.- Es un arte nada fácil armonizar dos cosas tan distintas y cercanas. Depende mucho de la calidad de la vida socio-afectiva que se haya tenido. En los primeros años de vida de las personas se crean unos modelos internos que regulan las relaciones interpersonales en el futuro. Son el equivalente al sistema operativo del ordenador. Si ese sistema operativo está dañado, altera todas las relaciones de la persona. Especialmente, si hablamos de experiencias traumáticas.

El psicoanálisis distingue entre el instinto, que guía a los animales, y la pulsión, que incita a los humanos a actuar. El instinto no se puede regular, pero el ser humano sí puede regular su pulsión y darle significado a lo que hace. Ahí es posible hacer del sexo una forma de expresión del amor. Sin duda, no hay mayor afrodisiaco que estar enamorado. Por otra parte, si el modelo interno está dañado, el deseo sexual se va a poner al servicio de otras necesidades no resueltas, como la afirmación de la propia personalidad. En este caso, estamos a un paso de la agresión o el abuso sexual.

P.- A comienzos de los noventa, la única gran encuesta sobre abusos sexuales a menores que se ha hecho en nuestro país demostró la extensión del fenómeno: cerca del 20% de la población española había sufrido abusos y, de ese 20%, un 4% había sufrido abusos a manos de religiosos. No sé si hay datos que confirmen si la incidencia ha aumentado o disminuido.

abusos-Iglesia_2098300203_9807727_660x371R.- Hay algunos estudios interesantes sobre el tema de los abusos a menores, pero muy parciales. Parecería que sí, porque se presta más atención al fenómeno y hay más denuncias. Pero también puede deberse tan solo a que ahora hay más transparencia y es más fácil hablar del tema.

P.- Desde el punto de vista psicológico, ¿tienen los abusos a manos de religiosos un componente diferencial? ¿Son más graves que los que suceden en otros ámbitos?

R.- Si alguien es abusado por un religioso, una persona en principio vinculada a la idea de paz y de protección, se va a sentir especialmente traicionado, y puede que el efecto del abuso sea más agudo que en caso de ser abusado por alguien desconocido. Pero no hay datos concluyentes. Sería necesaria mucha más investigación.

P.- Las víctimas de abusos a menores en la Iglesia piden verdad, justicia y reparación y aseguran que la negación o disminución de la importancia del fenómeno, por parte de la Iglesia, provoca una revictimización que les hace difícil superar el trauma.

R.- La sanación y el posible perdón al agresor son procesos individuales, pero ese proceso individual puede ser potenciado o dificultado por el contexto. Ahí la Iglesia debería ser valiente y reconocer la gravedad del asunto. Es algo totalmente necesario y se le debe exigir a la Iglesia: que cuide del contexto y se haga responsable del daño causado. La negación hace mucho daño a las víctimas.

P.- Muchos expertos aseguran que, en los casos de abusos sexuales a menores en la Iglesia, lo sexual es tan solo un componente y, tal vez, no el más importante del fenómeno.

R.- Volvemos al tema de los modelos internos, del deseo sexual puesto al servicio de otras necesidades. Muchos abusadores buscan más la intimidad o la autoafirmación personal, la sensación de poder, que el orgasmo. Por otra parte, hay que tener en cuenta que el deseo sexual debe satisfacerse en condiciones de seguridad. Si el individuo se siente amenazado, el deseo se inhibe. Para algunas personas cuyos modelos de relación son defectuosos, tener relaciones sexuales con adultos supone una amenaza. En cambio, con un menor es algo seguro, ya que la asimetría de poder es muy grande.

P.– Se ha especulado mucho con la importancia que tiene el celibato en el fenómeno…

R.- Es claro que no hay una relación causa-efecto entre celibato y abuso, pero sí que parece que la castidad obligatoria es un factor de riesgo. Muchos religiosos no respetan ese voto de castidad y su actividad sexual es relativamente alta, sobre todo si tenemos en cuenta el autoerotismo, la masturbación y la pornografía. Algunos religiosos viven esta disonancia con cierta naturalidad y otros con angustia. Creo que hay que tener en cuenta un problema que, en el caso de los religiosos, es mucho más importante que la no satisfacción de su deseo sexual: la soledad. Volvemos al tema de la necesidad de gestionar bien estas dos dimensiones del ser humano: el sexo y la afectividad.

P.- ¿Una formación diferente de las personas consagradas en lo que se refiere a esas dimensiones hubiera disminuido o podría disminuir el tema de los abusos?

R.- Sin duda, pero es una utopía en este momento. La Iglesia debería considerar el deseo sexual como una riqueza, como algo que dignifica al ser humano y contribuye a su bienestar. Desde ahí, debería considerar la renuncia al sexo como una opción personal, no una regla universal para todo el personal religioso. El celibato opcional mejoraría la salud sexual dentro de la Iglesia y disminuiría los niveles de soledad de los religiosos. Es un desastre psicológico esa formación que insta a los sacerdotes a no vincularse demasiado porque su celibato estaría en peligro.

P.- Ha puesto en marcha una investigación sobre la vivencia de la sexualidad en las personas consagradas cuyo punto de partida es que es necesario hablar de lo que nunca se habla.

R.- Sería bueno que la Iglesia abriese cauces para hablar de estos temas. Yo me acerco a la Iglesia todo lo que puedo. No solo por estar cerca de un objeto de estudio, sino porque forma parte de mi historia y formación. Cuando la conversación es informal, se habla del tema, pero es muy difícil formalizar ese diálogo. La investigación es un cuestionario muy sencillo y abierto, que no busca atacar, sino entender. Sin embargo, se está percibiendo como algo peligrosísimo.

P.- Se pregunta hasta qué punto la moral católica es compatible con la integración armoniosa del deseo sexual en la personalidad y creo que su respuesta es negativa.

abusosR.-Tal como está formulada actualmente la moral católica es imposible integrar el deseo sexual de manera normal. El ascetismo sexual está muy incrustado en los cimientos de la Iglesia. Los católicos han buscado sus propias formas de resolver las contradicciones entre su moral y su vida sexual ignorando algunos preceptos de la Iglesia. Es natural, porque la concepción más rígida de la moral sexual de la Iglesia es inasumible. El sexo no puede estar solo al servicio de la reproducción y limitarse al marco del matrimonio. De hecho, el placer sexual puede ser una experiencia trascendente. La unión profunda con una persona que se puede producir en el sexo es, sin duda, una experiencia espiritual. Y la Iglesia debería valorar eso como parte del proceso de crecimiento personal.

P.- ¿Cuál es el sentido de la investigación que está llevando a cabo?

R.– El proceso de descubrimiento de los abusos sexuales a menores dentro de la Iglesia ha sido muy traumático y ha creado alarma social. Se ha puesto el foco en las víctimas, los agresores y en por qué se produce el abuso. Yo soy más partidario de una psicología positiva, que no ponga el foco en lo patológico, sino en las personas que alcanzan un buen nivel de bienestar. La idea es levantar la mirada y explorar cómo multitud de personas consagradas han logrado integrar sus necesidades afectivo-sexuales en su vida y llegar a un equilibrio personal. Prestemos atención a eso. Veamos cuáles son las dificultades y qué se puede hacer para que sea más fácil superarlas.

Juan Ignacio Cortés

 He sido muchas cosas en la vida (hasta trabajé en una fábrica cuando el periodismo no me daba para vivir), pero sobre todo me considero alguien a quien le gusta escuchar y contar historias.

Algunas de las historias que me contaron para que las contase las recogí en dos libros: “Historia del Brasil” y “Lobos con piel de cordero. Pederastia y crisis en la Iglesia Católica”.

Desde que en primera adolescencia (creo que voy por la tercera, aunque me estoy quitando) leí “Cien años de soledad” quise ser Gabriel García Márquez.

Aunque por supuesto no lo he conseguido, por el camino conseguí viajar numerosas ocasiones a América Latina y algunas a África; escribir reportajes sobre Brasil, Ecuador, Cuba, Chad o Mozambique y trabajar para una organización de derechos humanos a la que respeto mucho y para las Naciones Unidas.

En el campo de la cultura, fui parte del equipo político de la Consejería de Cultura de Castilla-La Mancha y del equipo de prensa del Círculo de Bellas Artes.
Hablando de guerras y otras injusticias, soy de los que pienso que las cosas tienen que cambiar, aunque es difícil que lo hagan.

14 de abril de 2023

 Fuente Alandar

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Obispo alemán pide “cambios significativos” en las enseñanzas católicas sobre la sexualidad

Viernes, 28 de abril de 2023

wilmer-h1130Obispo Heiner Wilmer,

En una carta a su diócesis, un obispo alemán ha pedido a la iglesia que reevalúe su ética sexual y considera a las personas LGBTQ+ en el centro de este trabajo.

El obispo Heiner Wilmer, SCJ, de Hildesheim, Alemania, dio a conocer la carta a los católicos de su diócesis al concluir el Camino Sinodal de Alemania, que celebró su asamblea final en marzo. En la carta de siete páginas, Wilmer abordó muchos de los temas cubiertos en el proceso de varios años, escribiendo sobre temas LGBTQ+ (a través de Google Translate):

“Las personas LGBTQ están justamente en el centro de las consultas del Camino Sinodal. Ha quedado claro que necesitamos cambios significativos en la moralidad sexual en la Iglesia Católica. Las intuiciones y discusiones del camino sinodal serán de importancia para la iglesia universal. Para mí es muy importante que las personas LGBTQ reciban apoyo pastoral, espiritual y litúrgico. Acojo con beneplácito que Synodal Way abogue por establecer un grupo de trabajo para proporcionar un folleto para las celebraciones de bendición para parejas del mismo sexo y divorciados vueltos a casar”.

Wilmer escribió varias veces sobre el profundo impacto personal que tuvo en él el proceso del Camino Sinodal. En una asamblea en 2022, fracasó un documento sobre la revisión del enfoque de la iglesia sobre la sexualidad, ya que no recibió el número requerido de votos de los obispos. Wilmer señaló de este momento:

“En la sala de exposiciones de Frankfurt hubo escenas dramáticas. Mujeres y hombres, jóvenes y viejos, rompieron en lágrimas derramadas, sacudieron la cabeza. Algunos simplemente se quedaron mudos y petrificados en su mesa. Otros saltaron, regañaron y expresaron su decepción. En medio de Hall se encontró con un pequeño grupo que rápidamente se hizo más grande. Se rodearon, cruzaron los brazos sobre los hombros del vecino, unidos en el sufrimiento común. Inadvertida por la multitud, una mujer joven se derrumbó en un rincón del salón, inconsciente en el suelo. Ella misma es víctima de violencia sexual en la iglesia, ya que durante años había sido abusada por un sacerdote”.

El obispo dijo que compartió la decepción de ese momento, lo que lo convenció aún más de que el Camino Sinodal debe continuar. En su carta de marzo, Wilmer también aborda otros temas del proceso, incluido el abuso sexual en la iglesia, el papel de la mujer y el futuro del sacerdocio. Mencionó muchas reformas que se están llevando a cabo en la Diócesis de Hildesheim, incluido el respeto por la vida privada y las relaciones de los trabajadores de la iglesia, vinculados a los esfuerzos de protección de los trabajadores de la iglesia LGBTQ+ alemanes.

Wilmer concluyó su carta con palabras de esperanza, escribiendo:

“Afirmar la diversidad, abrir la comunidad y ayudarlos y darles participación en nuestra comunidad. Sobre todo, sin embargo, somos enviados a las personas para enseñarles a hablar de la esperanza. Nuestra esperanza descansa enteramente en Dios. . Estoy agradecido por el diálogo que comenzamos juntos sobre el camino futuro de nuestra diócesis y les pido que continúen esto de manera crítica y constructiva. . Ya estoy hechizado y emocionado por las nuevas sorpresas del Espíritu Santo en nuestra iglesia y en nuestro mundo”.

Para leer una reflexión sobre Vínculos 2.0 sobre la importancia del Camino Sinodal para las personas LGBTQ+, escrita por la delegada juvenil no binaria Mara Klein, haga clic aquí. Para saber más sobre el Camino Sinodal, haz clic aquí.

—Robert Shine (él/él), New Ways Ministry, 24 de abril de 2023

Fuente New Ways Ministry,

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‘Mamacruz’, la película española que reivindica el erotismo de la religión

Sábado, 1 de abril de 2023

19AA871F-87D9-4740-A224-55F23CEE5C1BKiti Mánver en el cartel de ‘Mamacruz’, película española en Sundance La Claqueta

Patricia Ortega competía en la competición internacional del Festival de Sundance con esta historia sobre la sexualidad en la tercera edad y en una Sevilla donde la Semana Santa domina el imaginario

Javier Zurro

21 de enero de 2023

En España siempre ha habido un problema con la sexualidad. 40 años de dictadura y de nacional-catolicismo han hecho mella, y todavía se viven las consecuencias. Esa herencia religiosa hace que, para muchos, el sexo sea algo oscuro, sucio y avergonzante, de ahí que muchas mujeres hayan vivido negando su propio deseo. La ficción empieza a romper esos tabúes y comienza a traspasar ciertas líneas. Por ejemplo, en la sexualidad en la vejez. Pocas historias han mostrado con naturalidad a cuerpos ancianos. Aquí también se manifiesta el machismo de industrias como el cine, habituada a mostrar galanes de 60 años con parejas décadas menor. Las mujeres, a partir de los 50, se convierten en abuelas en el cine.

Todo eso se resquebraja. Lo mostró el año pasado Buena suerte, Leo Grande, donde Emma Thompson destrozaba prejuicios con un desnudo integral que era una declaración de intenciones. Precisamente aquel filme se presentó en el Festival de Sundance, mismo lugar donde se verá por primera vez la película española Mamacruz, dirigida por la venezolana Patricia Ortega y que realiza la misma operación. Esta vez cambiamos a Emma Thompson por nuestra Kiti Mánver y se le añade un contexto social y político mucho más interesante, el de un pueblo sevillano donde la religión y la Semana Santa tienen mucha importancia. El descubrir sexual de la protagonista, a la que llaman todos Mamacruz, se hará a través del imaginario católico. Ya su póster es una declaración de intenciones, con Kiti Mánver a punto de besar un cristo. Una escena que se repite en un filme valiente y que abre conversaciones importantes y necesarias.

Mamacruz nace de un hallazgo inesperado, el que la directora hizo mientras cuidaba a su madre durante la quimioterapia que recibía en Maracaibo, en Venezuela. De repente, en su cuarto encontró una foto que no había visto hasta ese momento. Una fotografía de su madre desnuda. “Mi mamá siempre ha sido superconvencional y yo era la oveja negra, entonces a raíz de esa foto surgió algo muy bonito entre las dos, una conversación muy bonita y yo empecé a escribir primero un cuento, un relato sobre ella y sobre mi abuela que fue mutando y se convirtió en un tratamiento de guion que empecé a mover por laboratorios de guion, porque hay ideas que cuajan y otras que no, y este cuajó maravillosamente”, cuenta Patricia Ortega.

La autora escribió primero la historia para Venezuela, que adaptó luego a un pueblo sevillano, pero subraya que en Venezuela “todavía hay una militancia católica muy fuerte” y su familia es “supercatólica”. “Pero cuando conocí a Olmo [Figueredo, productor español con La Claqueta] decidimos que la película fuera española y él me sugirió Sevilla. Cuando fui a Sevilla y descubrí la Semana Santa dije, esto es increíble, es mucho más fuerte todo que en Maracaibo, era perfecto para la historia. Así que no tuve que hacer ningún esfuerzo por adaptarla porque acá se contaba perfectamente”, explica.

Tienes una obra como el Éxtasis de Santa Teresa que lo que describe evidentemente es orgásmico y muy sensual

Patricia Ortega — Directora de cine

Para Patricia Ortega ese tabú del sexo y el cuerpo no tiene que ver solo con una generación, sino que se perpetúa en las más jóvenes. A ella le sorprendió ver en Sevilla a cofrades tan jóvenes. Descubrió una ciudad que ha crecido con una idiosincrasia y una práctica del catolicismo que ella describe como “muy pagana”. “Los colores, la fiesta que se arma, el fervor, no tiene nada que ver con el Vaticano ni con las normas de la Iglesia. Es muy popular, es muy colorido. Yo lo agarré más desde allí, desde el color, desde lo popular, de cómo las personas se apropian de la religión y hacen lo que les da la gana, independientemente de lo que diga el Vaticano”, añade.

Ahí viene lo rompedor de Mamacruz, y lo que muchos calificarán como provocador. Patricia Ortega utiliza todo ese imaginario de la Semana Santa y de lo católico, mantillas, mantos y cristos, como potenciador de lo erótico y la sexualidad de la protagonista, que se excita viendo el torso desnudo de Jesucristo. “Yo creo que la religión tiene mucho erotismo”, dice Ortega entre risas. “Es que tienes una obra como el Éxtasis de Santa Teresa que lo que describe evidentemente es orgásmico y muy sensual. Y tú lees a Santa Teresa y dices: a ver, esta mujer estaba cachonda también, ¿es evidente, no? O el versículo de la Biblia que nosotros usamos, del Cantar de los Cantares, que también está en una escena que es evidentemente erótica. La religión, como expresión cultural, también tiene erotismo, porque es imposible que los seres humanos, que son los que han representado estas figuras, no están exentos de la sensualidad o de las pasiones que hay allí en todo”.

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En el proceso de documentación y escritura la directora vio el documental ¡Dolores, guapa!, que cuenta la relación del colectivo LGTB con la Semana Santa y donde “retrata muy bien que hay muchos imagineros que usan a sus amantes como modelos para hacer el Cuerpo de Cristo”. “Por eso es que hay Cristos buenorros”, dice riendo Patricia Ortega. “Yo me asombré con un Cristo que hay en Cádiz, que es un Cristo buenorro. Yo decía, pero este Cristo musculoso, de dónde salió. Me parece muy divertido y me parece, no simplemente polémico, sino muy interesante hablar sobre esto, quitar ese estereotipo de que la gente que cree o que es practicante, aunque yo no lo sea, tiene que ser oscura u ortodoxa. Hay mucha gente que vive la sensualidad y el erotismo a través de sus creencias, por eso quise verlo desde allí, desde esta mujer que empieza siendo muy ortodoxa, muy convencional, con mucha culpa, pero que se va liberando y va reinterpretando y llenando de sensualidad su creencia”.

Con Mamacruz también quiere poner a la mujer en la vejez en el centro del deseo y de la historia, porque no recordaba nunca que el cine se centrara en estas historias, sino que cuando hablaba de ellas era en “películas muy oscuras o tristes”. “Parece que la gente después de los 70 años no follara o no sintiera deseo, o pareciera que cuando te haces mayor ya no eres un ser sensual… eso no puede ser. Yo quería borrar el estigma de la edad. Que esta abuela deje de ser una abuela y se convierta en una mujer. Su cuerpo deja de tener el peso de la abuela y se convierte en un cuerpo que quiere jugar, un cuerpo sensual, un cuerpo que siente como cualquier cuerpo similar”, apunta Ortega que también quiere romper con los cuerpos canónicos, porque para el cine parece que “la belleza, el erotismo y la sensualidad solo tienen que ver con la juventud y con un cierto tipo de cuerpo”.

Fuente El Diario

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Javier Elzo: “Sueño con una papisa negra, casada con un blanco o un asiático, con tres críos correteando por los pasillos vaticanos”

Viernes, 3 de febrero de 2023

55D41FDC-443B-4170-8E5D-B2B12F0A9E61La relación de la moral católica con el sexo y la sexualidad, sencillamente, es insostenible

“No vale hablar de participación de los laicos en la Iglesia cuando, como la mujer por ser mujer, no tiene capacidad de decisión”

“Durante mucho tiempo, la Iglesia ha desarrollado una concepción del poder masculino y clerical: debemos salir de esta trampa heredada del pasado”

“El proceso sinodal actualmente iniciado por el Papa Francisco a escala mundial debería permitir regenerar la vida de la Iglesia”

“Se impone, urgentemente, una seria y profunda renovación ministerial. Empezando por las dos más simples y sencillas: que las mujeres puedan acceder al sacerdocio, sacerdocio que no debe limitarse a las personas célibes”

En una entrevista al cotidiano “Le Monde” del pasado 7 de enero se pregunta Andrea Riccardi, uno de los principales fundadores de la comunidad de laicos católicos Sant´Egidio, “si estamos al fin de la Iglesia (católica) o ante el comienzo de una nueva manera de vivir el cristianismo”. Responde que la Iglesia y los católicos necesitan superar algunos déficits y actualizar el catolicismo al mundo global de nuestros días. Como ya lo han hecho el neo evangelismo y el neo pentecostalismo, pero sin caer en sus grandes déficits: una religión basada en la emoción y en el dinero.

Hace un año publicó un gran libro “La Iglesia arde: La crisis del cristianismo hoy: entre la agonía y el resurgimiento” (Arpa 2022) del que me serví y cité en varios de mis recientes trabajos. Utilizando como símil el incendio de Notre Dame de Paris se preguntaba, como lo hace en formulación similar en el señalado artículo de “Le Monde”, sobre el futuro de la Iglesia.

2E0534C4-4CA4-407E-8764-344F86EA561BHe de confesar que las preguntas de Riccardi son las que yo me formulo en las primeras líneas que llevo redactadas en vistas a un posible nuevo libro mío que no sé si lograré terminar. Como decía Cicerón en su estudio sobre la vejez, el cuerpo envejece antes que la mente, antes que el espíritu. O San Pablo, creo, que “el espíritu está presto, pero la carne es débil”

La Iglesia católica, pues de ella hablamos, tiene varios problemas que superar, pero, también, varias cosas buenas que ofrecer a la sociedad actual.

Entre los problemas a superar, señalo los siguientes: la situación de la mujer, como tal mujer, dentro la iglesia católica, donde tiene vetada la ordenación sacerdotal, y episcopal, a diferencia de otras iglesias cristianas. No puedo, ni quiero, olvidar mis experiencias en la catedral anglicana de St. Paul en Londres, o en la luterana del Recuerdo en Berlín, con sendas eucaristías dominicales presididas por una mujer, pastora de su Iglesia. Sueño con una papisa negra, casada con un blanco o un asiático, con tres críos correteando por los pasillos vaticanos.

El papel del laicado debe ser revisado. No vale hablar de participación de los laicos en la Iglesia cuando, como la mujer por ser mujer, no tiene capacidad de decisión, reservada, en su ámbito respectivo, a los “sagrados pastores”. Pero solamente se es responsable de lo que se ha decidido.

La escasez de vocaciones religiosas, en Europa occidental, es un indicador claro y evidente de que su función, su misión no es valorada por los católicos. Cabría pensar que su celibato es la causa mayor de tal situación, aunque hay estudios (yo mismo dirigí dos en mi etapa laboral) que nos muestran que, sin olvidar la realidad del celibato, sitúan en primer lugar de la escasez de vocaciones (insisto que en Europa Occidental), en su irrelevancia social, también entre los católicos, y en el hecho de que “hacerse cura” supone, de entrada, una opción para toda la vida. Como el matrimonio católico.

La relación de la moral católica con el sexo y la sexualidad, sencillamente, es insostenible. Recuerdo de mis años de estudiante en Lovaina, cómo el viejo profesor Janssens, nos dijo el primer día de clase que la moral sexual era una moral histórica, que se adaptaba a los tiempos. Sostener, con el gran papa que fue Pablo VI, que todo acto sexual debe estar abierto a la procreación o, al menos no cerrarlo, olvida algo fundamental, y es que el acto sexual tiene una componente de placer, que la Iglesia no solamente no ha sabido valorar, sino que lo ha visto con prevención, por decirlo muy suavemente.

En fin, la institución eclesial sigue siendo piramidal y masculina. Recuerdo vivamente que así la definíamos en Lovaina al final de los años 60 y comienzo de los setenta, nuestros profesores a la cabeza. Pues ahí seguimos, empantanados. Además, ha sido una iglesia donde privilegiamos la acción cultual a la cultural y social.

Durante mucho tiempo, la Iglesia ha desarrollado una concepción del poder masculino y clerical: debemos salir de esta trampa heredada del pasado. Hoy, los sacerdotes son poderosos – en la jerarquía de la Iglesia – y a menudo impotentes ante su comunidad. Envejecen y se sienten cada vez más marginados por la historia.

Debemos evolucionar hacia una nueva comunidad compartida de responsabilidades, en la que el sacerdote tenga su lugar tanto como los laicos, mujeres y hombres. El proceso sinodal actualmente iniciado por el Papa Francisco a escala mundial debería permitir regenerar la vida de la Iglesia en este sentido.

7757441A-FE59-4D4C-BCCA-08A477FAD450Pero la primera reforma que hay que hacer, apunta Riccardi, es la de la visión que tenemos de nuestra propia comunidad: debemos deshacernos de nuestro sentimiento de decadencia. Los cristianos no son solo un grupo de mujeres y hombres que van a orar en la iglesia. Son personas que aportan una forma diferente de vivir y de concebir la sociedad, por ejemplo, poniendo en el centro a los pobres. Ahora necesitamos buscar y encontrar un “imaginario alternativo. La Iglesia siempre ha sido un laboratorio de nuevas visiones y nuevas imaginaciones. Todavía puede serlo en nuestros días.

Vivimos hoy una inmensa pluralidad de experiencias. Para mi sorpresa, lo comprobé cuando redacté un texto tras la salida de Munilla de la diócesis de San Sebastián, en las respuestas que me dieron clérigos, religiosos y laicos de ambos sexos, al referirme a la vitalidad de no pocos grupos, en torno a las parroquias. Es también lo que apunta Riccardi, refiriéndose a la iglesia universal. Añade que él constata que la Iglesia católica aporta un equilibrio precioso entre la proximidad -cada parroquia es diferente, innovadora a su manera- y la universalidad -con una visión global, una tradición compartida, una continuidad a lo largo de la historia.

Yo creo que la actual penuria de sacerdotes obliga a dirigir en gran medida su labor pastoral a cubrir el mayor número de eucaristías durante los fines de semana. Lo que, además de extenuante, impide, si se es realista, a considerar cada parroquia como el centro de la vida religiosa. Se impone, urgentemente, una seria y profunda renovación ministerial. Empezando por las dos más simples y sencillas: que las mujeres puedan acceder al sacerdocio, sacerdocio que no debe limitarse a las personas célibes. Empezando en Europa Occidental, el continente donde más fácilmente se aceptarían estos dos cambios en el ministerio sacerdotal. Ya lo han hecho nuestros hermanos protestantes y no se ha hundido el cristianismo en sus tierras.

Sostengo también en este orden de cosas, desde hace más de dos décadas, que la ordenación sacerdotal y episcopal debiera ser temporal, aun con posibilidades de prolongación en el tiempo, mediante fórmulas que hay que estudiar, en un debate en el seno de la iglesia católica. Empezando por reintegrar en la vida pastoral a los sacerdotes, devenidos laicos, mientras mantengan, como lo es en muchos casos, su vocación sacerdotal. La situación actual, la veo como un desperdicio pastoral.

Andrea Riccardi insiste en el papel de la Iglesia en la búsqueda de la paz siendo esta unas notas centrales de la Comunidad de Sant’Egidio, que ha intervenido en muchos lugares del mundo ayudando a la resolución de conflictos. Lo que exige fomentar y ejercer la fraternidad universal, uno de los tesoros de religión cristiana. Es preciso reconocer cómo, a lo largo de la historia, las iglesias cristianas han transitado de las guerras de religión, felizmente superadas, aún con mucha sangre hermana derramada, a la búsqueda de la paz en la fraternidad y en la justicia.

Los abusos a menores conforman una lacra muy dura para la Iglesia católica. Me he ocupado estos últimos años de este lacerante tema, en artículos, conferencias y con un capítulo en un libro editado en EE.UU. Este un tema al que tendremos que hacer frente los próximos años, si no décadas. Aquí diré que podemos decir con seguridad científica, de entrada, dos cosas: la proporción de sacerdotes abusadores de menores podemos cifrarla entorno a un 3% de sacerdotes (son más, del orden del 4% o 5%, si nos referimos al personal que trabaja en la Iglesia, curas incluidos). También podemos afirmar que la mayoría de los abusos sexuales tuvieron lugar el siglo pasado. En este punto sugiero la hipótesis (que no tesis) del arraigo y justificación de la pederastia en ciertos ámbitos intelectuales de Europa occidental y EE.UU. Y como telón de fondo, el miedo a la mujer en una sociedad de hombres, como es el caso de la Iglesia católica en sus órganos de decisión.

No quiero no mentar el tema de la pobreza en la doctrina (y también en la práctica en núcleos de cristianos católicos). El papa Francisco insiste mucho en este punto. Ya lo hacía de arzobispo en Buenos Aires, asiduo en la “villas” de los descartados, por usar su lenguaje. Estaba trabajando este tema que abandoné cuando se hizo público la cuestión de los abusos en el clero, concretamente en Pensilvania. Confieso cierta incomodidad al abordar la riqueza en la Iglesia. De entrada, porque me cuestiona personalmente. He llegado a decir públicamente en alguna conferencia que me considero un burgués que pretende ser católico. Mi sueldo, y ahora mi pensión de jubilación, es la de un profesor catedrático de sociología. No me sobra el dinero, pero tampoco me ha faltado nunca. Según el Informe Foessa de 2022, con datos de 2021, el umbral de pobreza en el hogar era de 20.024 € anuales, lo que daba un riesgo de pobreza para el 21,7 % de la población española mayor de 18 años.

Yo he vivido con arreglo a mi sueldo, y he vivido bien. Claro que mi nivel de ingresos y los de mi hogar son bastante superiores a los del umbral de pobreza de Foessa. Pero, dicho todo esto, me cuesta aceptar que un cristiano deba ser necesariamente una persona pobre, a tenor de los criterios económicos de Foessa. Otra cosa es que todos debamos hacer lo necesario para ayudar a los más necesitados. Aunque afirmaciones como “la Iglesia debe ser pobre y para los pobres” me chirrían. Tanto que, hoy, lo dejo aquí. Exige profundización.

El 28 de enero de 2022 publiqué en Religión digital, un texto que titulé, “Retos o desafíos del catolicismo en la era secular y post-secular”. Subrayé estos aspectos que recogí de mis lecturas de Hans Joas, a los que volveré:

Superar una hegemonía intelectual de valores y de hipótesis cognitivas que hace cada vez más incomprensible el “ethos del amor”

La necesidad de superar una imagen de los humanos que critica, discute o rechaza la especificidad de la personalidad propia del ser humano. 

Superar una comprensión cada vez más individualista de la espiritualidad. 

Debatir y superar la pérdida de la idea de trascendencia en la cosmovisión dominante en la era secular, porque, sin esta idea, es imposible comprender el Hijo de Dios como mediador entre la inmanencia y la trascendencia

En fin, el futuro de la Iglesia católica y el de la fe cristiana, yo no lo veo tan negativo, tan negro, como a menudo se dice. Será una fe con dudas, pues solamente los fundamentalistas, religiosos, políticos o de lo que sea, tienen miedo a la duda, o la desprecian. Una iglesia de mujeres y hombres normales, con nuestras virtudes y defectos. No una iglesia de héroes ni de perfectos. Prefiero la tibieza del último de la clase a la soberbia del primero.

A la interrogante de qué puede hacer la fe por ti, prefiero la que se pregunta qué puedo hacer yo por ese que está necesitado, ahí, a tu lado, pues como dice San Juan, no digas que amas a Dios a quien no ves, – a Dios nadie ha visto, nunca jamás- si no amas a quien ves. “Deus caritas es”, que nos recordaba el papa Benedicto. ¿Qué más necesitamos saber?

Fuente Religión Digital

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¿Es el Papa Francisco cercano a las personas LGBTQ

Jueves, 14 de julio de 2022

el-papa-con-neria-y-su-mujerDiego Neria, católico practicante y transexual recibidos por Francisco

¿Por qué el Papa Francisco es más positivo con las personas LGBTQ que sus predecesores? Esa es una pregunta de un millón de dólares, sin una respuesta definitiva. Pero, el 17 de junio, el Papa Francisco reveló una pista hacia una respuesta cuando se dirigió a los editores de la Escuela Católica, una revista teológica. En la carrera de su charla, notó:

“Cada persona es un misterio inmenso y trae consigo su propia historia familiar, personal, humana y espiritual. La sexualidad, la afectividad y la relación son las dimensiones de la persona a considerar y entenderse tanto por la Iglesia como la ciencia, también en relación con los desafíos y cambios socioculturales. Una actitud abierta y un buen testimonio permiten al educador “cumplir” toda la personalidad de la “llamada”, que involucra su inteligencia, sentimientos, corazones, sueños y aspiraciones “. [De Googletranslate]

Aunque esta cita no menciona a las personas LGBTQ específicamente, muestra las opiniones expansivas del Papa Francisco sobre la sexualidad. A diferencia de sus predesorses papales que tenían una base más estrictamente biológica para la sexualidad y el género (ver la teología del cuerpo del Papa Juan Pablo II), Francisco muestra que entiende la sexualidad de manera más interpersonal y psicológica. Francis conecta expricinamente la sexualidad con la afectividad y la relación, reconociendo que el sexo y el género están mucho más allá de quién alguien podría dormir, y está más conectado con quién y cómo una persona ama a la otra.

Al reconocer los desafíos y los cambios de la ciencia y el sociocultural, reconoce que la sexualidad es más compleja de lo que pueden reconocer los enfoques de iglesias basados en biológicos simples.

Entonces, una respuesta a la pregunta del millón de dólares es que el Papa Francisco es más positivo en los problemas LGBTQ porque tiene una comprensión más saludable de la sexualidad de lo que los papas anteriores han tenido, y también a muchos otros líderes actuales de la iglesia que aún promueven actitudes anti-LGBTQ y la policía .

—Francis DeBernardo, ministro de nuevas formas, 5 de julio de 2022

Fuente New Ways Ministry

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Pastor evangélico afirma que las “acciones LGBTQ” solo prueban la existencia de Dios al desacreditar la evolución.

Lunes, 26 de julio de 2021

maxresdefaultEl pastor evangélico Jack Hibbs dijo a los feligreses de Calvary Chapel Chino Hills en California que las “acciones” LGBT + solo “prueban” que Dios existe. (Vigilancia del ala derecha)

Un pastor anti-LGBTQ en California ha adoptado un nuevo enfoque para denunciar a las personas homosexuales y el “comportamiento” homosexual: las personas que emprenden “acciones” LGBTQ solo “prueban” que Dios existe, porque Dios predijo que sucederían muchas cosas, pero solo en “Los últimos días.”

Un pastor evangélico ha afirmado que las “acciones LGBTQ” en realidad prueban la existencia de Dios porque si “la evolución es verdadera”, entonces “no existiría la homosexualidad”. El pastor también afirmó que cualquiera que crea en la evolución, tiene que aceptar que esas “acciones” habrían dejado de ocurrir en la humanidad “cuatrillones” de años atrás. 

Right Wing Watch publicó un sermón transmitido en línea del pastor de derecha Jack Hibbs, quien predica en Calvary Chapel Chino Hills en California. El video se abrió con Hibbs denunciando a las personas LGBT + al compartir relaciones entre personas del mismo sexo que solo se producen debido a que “Cuando dos personas del mismo sexo se juntan, es por pura lujuria desenfrenada y placer solo para sí mismos”, predicó Hibbs. “No sale nada de eso. No puede salir vida de eso. Ninguna familia puede salir de ahí “.

 Por otro lado, el pastor también dijo que las personas que creen en la teoría de la evolución “tienen que estar” en contra de las personas LGBTQ porque la homosexualidad se habría extinguido durante la evolución de especie a especie a lo largo de los años. Hibbs argumentó que las personas que aceptan la evolución deberían oponerse a las “uniones del mismo sexo”, ya que esos emparejamientos no pueden producir “vida”. Por lo tanto, afirmó que las personas LGBT + prueban la existencia de Dios.

Hibbs comparó la “supervivencia” de los humanos con los alces y cómo los alces “fuertes” “sobreviven” al procrear con “todos los demás alces … lo hace … elkettes” para producir alces bebés.

“Si eres un evolucionista, tienes que estar en contra de las uniones del mismo sexo”, dijo. “Si eres un evolucionista, ¿cuál es una de las declaraciones? Es la supervivencia del más apto, ¿verdad? “

Continuó: “Y en la teoría de la evolución, la supervivencia del más apto tiene que procrear … Pero si la evolución es verdadera, entonces no existiría la homosexualidad porque en los últimos 400 billones, billones, trillones, cuatrillones, trillones, billones de años, la evolución lo habría borrado. La homosexualidad, las acciones LGBTQ, prueban la existencia de Dios porque la palabra de Dios dice que este sería uno de los resultados y acciones de los Últimos Días“.

Esta teoría sobre el sexo gay y la existencia de Dios se refuta fácilmente. Entre otras razones, la teoría de Hibbs sobre la desaparición de las acciones homosexuales a través de la selección natural se ve obstaculizada por el hecho de que hay varios animales que se sabe que tienen relaciones con personas del mismo sexo y otras “acciones” LGBTQ. Eso incluye alces, como lo han documentado los biólogos desde al menos 1999 y continuamente desde entonces.

Las “acciones” LGBT + no solo son normales en el reino animal, sino que en realidad son comunes. El comportamiento entre personas del mismo sexo que va desde la paternidad compartida hasta el sexo se ha observado en más de 1.000 especies, según el Museo de Historia Natural de la Universidad de Oslo en Noruega.

En 2019, un documental de Channel 4 My Gay Dog and Other Animals  afirmó que una de cada 12 ovejas son homosexuales. El documental presentó al profesor estadounidense Charles Roselli, quien dijo que al menos el ocho por ciento de los lanudos participantes en un rebaño promedio de ovejas serán homosexuales.

Este año, una pareja de pelícanos gay en la estación de aves marinas de Pelican Harbor en Florida celebró juntos su 18 aniversario. La mayoría de los pelícanos marrones son “estacionalmente monógamos”, lo que significa que son leales a una pareja diferente cada año. Sin embargo, según los informes, Pepe y Enrique se han elegido mutuamente año tras año cuando llega la temporada de apareamiento.

Sphen y Magic, dos pingüinos papúa machos en el Acuario Sea Life en Sydney, obtuvieron renombre mundial en octubre de 2018 cuando nacieron su primer polluelo. Después de criar a su primera cría, la pareja le dio la bienvenida a una segunda cría a su familia en crecimiento en 2020.

Hibbs ha utilizado durante mucho tiempo el púlpito para denunciar a las personas que considera impías. Dijo que el fallo de 2015 de la Corte Suprema de Estados Unidos que legalizó el matrimonio entre personas del mismo sexo había “crucificado la palabra de Dios”.

En noviembre de 2020, se arrodilló, lloró y dirigió a su congregación en oración porque no podía aceptar los resultados de las elecciones presidenciales.

“Dios, tú eres pro-vida y un hombre lo es y un hombre no lo es”, dijo. “Un hombre es para Israel, un hombre no lo es. Estás por Israel. Señor, un hombre es para nuestro ejército y nuestra policía, el otro no “.

Luego oró por la salvación de Joe Biden, alegando que Biden sigue una falsa “versión del catolicismo”. También oró por Kamala Harris: “Ella ha tenido una exposición tan loca a las cosas espirituales, pero ninguna a la verdad”. Harris es una cristiana bautista, pero Hibbs puede haberse referido a que ella es hija de inmigrantes y, por lo tanto, ha estado expuesta a otras culturas.

Hibbs sugeriría más tarde que la falta de “conversación cortés” y oración en la escuela fue la razón de los disturbios en el Capitolio de los Estados Unidos el 6 de enero en un intento de detener la certificación de los resultados de las elecciones. Hibbs estuvo presente en el Capitolio ese día pero, según los informes, no participó en la insurrección.

“Esto es lo que obtienes cuando expulsas a Dios de los tribunales y de las escuelas”, le dice Hibbs a Tony Perkins, líder del Family Research Council, un grupo de odio anti-LGBTQ, durante una aparición en el podcast de Perkins menos de dos días después. la insurrección.

Fuente Pink News/LGBTQNation

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No hay varón ni mujer (Gal 3,28). La familia, una historia pendiente

Lunes, 5 de julio de 2021

206451771_1881792688664581_3729314558188041040_nDel blog de Xabier Pikaza:

“Una historia pendiente, no sólo para la iglesia, sino para el conjunto de la humanidad”

Los medios siguen hablando de la diversidad sexual (día-gay, grupos Lgtbi) y de la identidad personal de los seres humanos, que pueden escoger su género “real” (ley-trans), de forma que en el DNI se pueda poner no sólo V (varón), M (mujer), sino tercera casilla con O (=otras identidades).

El tema DNI es secundario y se podría resolver quitando esas casillas de sexo. Lo importante es el fondo, la identidad humana. Es un tema complejo complejo y no hay respuestas fijas, pero podemos plantearlo mejor, desde el principio bíblico, en este año 2021, dedicado oficialmente a la “la familia”.

No se trata de negar la realidad (como algunos piensan), ni de decir que todo da lo mismo, sino todo lo contrario, de poner a los seres humanos ante su “verdad personal”. Estos cambios nos sitúan ante la mayor tarea humana de los últimos siglos, y aquí tiene mucho que decir el cristianismo.

Sin duda, el sexo influye mucho: Parece haber un “núcleo dominante” bi-sexual en los seres humanos, que se identifican (=les identifican) como varones o mujeres. Pero hay espacios liminares, o, quizá mejor, núcleos borrosos (=enriquecedores) en los que las personas se definan de otras formas, en línea homo- y/o trans-sexual (en la línea de los eunucos de Mt 19, 12).

Esos “bordes y/ nucleos porosos” puede resultar amenazantes, para algunos que se creen “seguros” porque son muy inseguros, de forma que ellos responden con críticas, desprecios e incluso violencia a los que piensan y viven de un modo distintos. Pero esos “distintos” (¡todos lo somos de algún modo!) pueden ofrecer y ofrecen muchas veces formas de comprensión y vivencia humana más alta.

Esa diversidad no es amenaza o maldición para la “clase” bi-sexual  (que es una forma intensa de expresar el amor), sino que puede y deber ser una bendición y camino de enriquecimiento de la humanidad, según el evangelio y la nueva sensibilidad antropológica.

Algo he pensado sobre este tema e incluso he publicado un estudio desde la perspectiva de las religiones y otro desde la Biblia, con subtítulo programático: “Una historia pendiente”. El tema de familia es, sin duda, una historia pendiente, no sólo para la iglesia, sino para el conjunto de la humanidad.

Divido mi reflexión en cuatro partes. Por favor, quien quiera ver pronto mi respuesta vaya a la cuarta parte. Los demás pueden empezar por la primera.Buen de día a todos, y buena familia.    

1. Hay un Antiguo Testamento… Una historia pendiente

     Nuestro “Antiguo Testamento” (es decir, la ley antigua), interpreta la familia en forma jerárquica (supremacía del varón) y bi-sexual (matrimonio de varón como mujer). Ciertamente, en sentido estricto, el Dios de ese Antiguo Testamento no es varón ni mujer (aunque suele tomar formas y signos de varón patriarcal). Eso significa que no hay una “pareja sexual divina” (Dios y Diosa). La divino es más bien la Vida en plenitud (eso que los judíos llamaban Yahvé: el que es, el que hace ser-vivir).

De todas formas, en ese contexto antiguo, los profetas judíos aplicaban la dualidad sexual de amor a la relación entre Dios y los hombres. Dios era padre-marido amoroso de la humanidad; la humanidad era la esposa-amada (y en el fondo protegida) por el Dios esposo superior. Esa clave de amor esponsal, que se refleja sobre todo en los profetas, sigue siendo aún conmovedora. Así nos emocionan y remueven palabras como ésta:

 imagesYa no te llamarán abandonada, ni a tu tierra devastada,porque el Señor te prefiere a ti y tu tierra tendrá marido. Como un joven se casa con su novia así te desposa el que te ha creado;la alegría que el esposo encuentra con su esposa la hallará tu Dios contigo (Is 62, 4-5).

Ese símbolo esponsal nos sigue emocionando porque alude a la existencia como encuentro de amor y habla de Dios como el padre/amigo varón cuyo gozo consiste en dar gozo a los hombres. Pero este modelo está fundado sobre una experiencia asimétrica y jerárquica del matrimonio. El esposo es a la vez amigo y dueño: ama y se entrega a su mujer, pero se encuentra siempre arriba, dominando y dirigiendo la existencia de su esposa. La esposa, por su parte, se introduce en ámbito de amor, pero sigue estando dominada por el esposo: por eso es símbolo del pueblo de Israel que está en las manos del Señor-Esposo transcendente.

     Este simbolismo matrimonial, interpretado así en forma jerárquica, puede aplicarse después de un modo cristiano (cristológico y eclesial) de un modo que no responde al principio radical del evangelio de Jesús, expresado en forma de libertad e igualdad entre seres humanos, varones y/o mujeres, que no se definen ya como varones o mujeres, sino como personas. Pues bien, en contra de esa igualdad se ha elevado una tradición de san Pablo insistiendo en el “matrimonio” como relación entre desiguales, apoyándose en una forma muy parcial de entender a Jesucristo:

Cristo es cabeza de todo varón;el varón es cabeza de la mujer;y la cabeza de Cristo es Dios» (1 Cor 11, 3).

Por eso, la iglesia puede presentarse como esposa de Jesús porque en su misma condición de esposa-mujer se encuentra sometida ya al esposo universal que es Cristo. Esta línea simbólica culmina en el texto fundamental de la tradición (post-)paulina:

            Las mujeres deben someterse a sus propios maridos como al Señor. Porque el varón es cabeza de la mujer, como el Cristo es cabeza de la iglesia, el mismo Cristo que es el salvador del cuerpo. Pues bien, como la iglesia se somete a Cristo también así las esposas a sus maridos en todo. Los varones que amen a sus mujeres, como Cristo amó a su iglesia y se entregó por ella… Así conviene que los varones amen a sus mujeres como a su propio cuerpo (Ef 5, 22-28).

      El texto continúa en esa línea, reinterpretando en clave de dominio masculino la unidad primaria del varón y la mujer que ha establecido Gen 2, 24 cuando dice que ellos forman «un cuerpo». Ahora es la mujer la que aparece más directamente como cuerpo del esposo: ella es objeto de amor y de cuidado, pero no tiene autonomía; carece así de personalidad frente al marido, al que «debe obedecer en todo» (Ef 5, 33).

     Desde el momento en que el matrimonio se estructura en línea jerárquica, Dios y Jesucristo se conciben en clave de varón, dentro de eso que puede llamarse patriarcalismo del amor. Ciertamente, el varón tiene que amar, como ama Cristo; pero ama desde arriba, como patriarca y responsable que dirige y organiza la marcha de la casa. La esposa es una especie de sierva muy amada, como realidad inferior a la que debe cuidarse y ayudarse. Lógicamente, la humanidad entera aparece ante Dios (y ante Jesús) como mujer: realidad inferior y muy amada a la que el mismo Dios eleva al misterio de sus bodas, en símbolo que asume de forma impresionante ApJn 21-22.

Ciertamente, el amor vincula en forma estrecha a los esposos; pero Cristo sigue siendo la cabeza, en forma de varón, frente a una iglesia que se entiende como femenina. De esta forma se vinculan los rasgos de lo masculino-femenino, en relación con Dios y con los hombres, en esquema jerárquico de amor y de sometimiento.

 2. Modelo dual. Igualdad y diferencia entre varón y mujer. Una historia recomenzada

la-familia-en-la-bibliaEL modelo anterior tiene ventajas y valores, que deben conservarse y potenciarse. Pero muchos creyentes, y especialmente las mujeres, han pensado que el esquema jerárquico que emplea resulta inadecuado. En nuestro tiempo no se puede hablar de la mujer como inferior o sometida; no se puede utilizar el simbolismo de la unión matrimonial de tal manera que la esposa venga a interpretarse como dominada, dirigida por el gesto activo del esposo.

Hemos superado (o queremos superar) ya para siempre la visión jerárquica del matrimonio, donde las funciones del esposo y de la esposa resultan asimétricas. Por eso no podemos hablar de un «Dios esposo» (superior, varón) que se vincula con la «humanidad esposa» (inferior, mujer). ¿Tendremos que dejar por siempre el simbolismo matrimonial?

     Algunos han pensado que ese símbolo matrimonial es importante, y han buscado una respuesta nueva en la misma palabra de la Biblia cuando alude a la unión en igualdad del varón y la mujer, conforme a la palabra primigenia: y creó Dios al hombre (=ser humano) a su imagen; a imagen de Dios lo creó; varón y mujer los creó (Gen 1, 27).

     En esta palabra se supone que el varón no es anterior a la mujer (ni lo contrario). Ambos surgen en su mutua referencia formando la unidad primera de lo humano. Por eso, «el hombre» no es varón: es el varón y la mujer. Más aún, en esa línea se puede hablar de formas distintas de realizar la travesía humana de la vida.

Desde aquí puede entenderse también otro texto de la creación. Hay un  Adán solitario que da nombre a plantas y animales, no es aún estrictamente humano. Ese Adán, ser humano en general, se humaniza cuando encuentra y acepta, cuando asume y potencia la existencia de otros seres humanos que le acogen le impulsan… Leer más…

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Artículo de Brasil revela cómo la represión de los sacerdotes homosexuales perjudica a toda la iglesia

Jueves, 3 de junio de 2021

111120049_padre1Un perfil de la BBC de 2020 de varios sacerdotes brasileños homosexuales ofrece información sobre el enfoque de la iglesia hacia la homosexualidad en sus propias filas y lecciones sobre cómo podría evolucionar la iglesia.

La publicación de ayer analizó el costo personal que esta represión tiene sobre los sacerdotes. La publicación de hoy analizará el precio que la represión de los sacerdotes homosexuales tiene en toda la iglesia.

Además del peaje personal que cobra la represión a los sacerdotes homosexuales, la iglesia en su conjunto sufre por la falta de aceptación de estos ministros. El perfil de la BBC enfatiza que al rechazar a los sacerdotes homosexuales, la iglesia puede perder pastores dedicados, compasivos y populares que tienen un testimonio cristiano genuino para ofrecer al mundo.

El segmento de noticias mostró que, si bien se desalienta a los sacerdotes homosexuales de reconocer su orientación, aquellos que informan a sus superiores a veces se encuentran con un trauma adicional. Algunos superiores enseñan a sus sacerdotes homosexuales cómo ocultar su sexualidad. Algunos de los superiores que son más duros con los sacerdotes homosexuales podrían ser ellos mismos hombres homosexuales reprimidos. Un sacerdote entrevistado por la BBC reconoció que hay numerosos “homosexuales homofóbicos” en las filas de la iglesia, lo que dice es una de las consecuencias de la represión:

“’Quieren combatir en el otro lo que odian de sí mismos y lo que consideran malvado’”.

Pero varios sacerdotes homosexuales entrevistados reconocen que una vez que son honestos y sinceros consigo mismos, con sus compañeros sacerdotes o incluso con algunos superiores, experimentan una sensación de libertad.

Esta libertad, para ser honestos, permite a los sacerdotes homosexuales vivir auténticamente sus vocaciones. P. Rafael, que en sus primeros años de seminario deseaba la muerte antes que seguir ocultando su sexualidad, describe su vocación de sacerdote católico comprometido con los pobres:

“La iglesia que me atrae es la que está con la gente, que da y ayuda a los necesitados; la iglesia que te prepara para afrontar la vida y no la que da la espalda a lo diferente ‘”.

Esta asociación profunda y vivida con los marginados y excluidos fue común entre los sacerdotes homosexuales entrevistados en este artículo. P. Alexandre reconoció que cuando era joven sintió una “profunda dislocación” debido a su sexualidad. En lugar de cerrarse a las personas, le permitió identificarse con las personas excluidas:

“’Sabemos lo que se siente al ser’ diferente ‘. Creo que me llevó a ser sensible, a mirar a los demás con más compasión. Vi sufrir a mucha gente y quería ayudar ‘”.

Asimismo, el P. Aurelio cree que él y sus compañeros sacerdotes homosexuales “son capaces de dar la bienvenida a otros que están marginados”.

Cuando a estos sacerdotes homosexuales se les permite ser honestos con ellos mismos y con los demás, la exclusión social que han experimentado puede dar lugar a un nuevo regalo para la iglesia. Un sentido más profundo de compasión ofrece a la comunidad católica en general una presencia pastoral semejante a la de Cristo que promueve la curación en el mundo.

Estos sacerdotes gays brasileños ministran con una variedad de personas marginadas, pero también con los mismos católicos LGBTQ. Algunos de los sacerdotes que han encontrado afirmación en sus pares y superiores han iniciado ministerios LGBTQ en Brasil. Ofrecen a los brasileños LGBTQ lugares solidarios y compasivos en los que pueden “desahogarse, compartir los sufrimientos, la angustia”.

A través de su experiencia vivida de exclusión y marginación y su compasión dedicada a otros que experimentan lo mismo, los sacerdotes homosexuales en Brasil le están mostrando a la iglesia que el ministerio con personas LGBTQ es “perfectamente posible y que encaja con la doctrina de la Iglesia Católica”.

P. Andre recuerda que cuando comenzó a predicar contra la homofobia, recordando a su congregación que la Iglesia Católica no acepta la discriminación contra las personas LGBTQ, la madre de un hijo gay acosado le agradeció emocionalmente por mostrar que su iglesia respeta a su hijo.

Cuando los sacerdotes homosexuales son capaces de vivir su auténtica vocación, el dinamismo se nota entre los fieles. La BBC entrevistó a Francis DeBernardo, director ejecutivo de New Ways Ministry, quien dijo que a pesar de la cultura de la represión, cuando los sacerdotes se manifiestan en sus congregaciones, generalmente son recibidos con aliento de sus feligreses. Esos sacerdotes tienden a ser clérigos muy populares, lo que dificulta que los superiores los eliminen silenciosamente, agregó DeBernardo.

En lugar de crear un problema para la iglesia, los sacerdotes homosexuales que son afirmados y animados a vivir auténticamente brindan una oportunidad real para toda la iglesia. Son pastores dinámicos que tienen una genuina vocación de cuidar de la humanidad. Ofrecen una esperanza real a los jóvenes LGBTQ que podrían sentirse condenados y pecadores. Visualizan formas nuevas y creativas de compartir el amor de Dios con sus congregaciones. Viven como ejemplos de Jesús, que engendró una compasión desenfrenada por los pobres y marginados.

Si bien la iglesia institucional en Brasil y en países de todo el mundo podría continuar intentando reprimir la sexualidad de los sacerdotes homosexuales, está claro a partir de los ejemplos vividos de estos pastores que hacerlo será en detrimento de las personas y de la Iglesia católica en general. En lugar de causar dolor y culpa mediante políticas homofóbicas, todos deberíamos optar por seguir los pasos de estos sacerdotes y practicar una compasión cristiana cada vez más profunda.

—Kevin Molloy, New Ways Ministry, 1 de junio de 2021

Fuente New Ways Ministry,

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El perfil de los sacerdotes homosexuales en Brasil revela el alto costo personal de reprimir la sexualidad

Miércoles, 2 de junio de 2021

110952800_padre2Un perfil de la BBC  de 2020 de varios sacerdotes brasileños homosexuales ofrece información sobre el enfoque de la iglesia hacia la homosexualidad en sus propias filas y lecciones sobre cómo podría evolucionar la iglesia. La publicación de hoy analizará el peaje personal que la represión tiene sobre el número de sacerdotes homosexuales dentro de la iglesia. La publicación de mañana examinará XXXXXXXXXXXXXX

El número de sacerdotes homosexuales en la Iglesia Católica no es insignificante. Aunque no hay forma de saberlo con certeza, las estimaciones presentadas por la BBC van desde el 10% del sacerdocio hasta los seminaristas individuales que identifican al 90% de sus compañeros de clase como homosexuales. Sin embargo, todos los sacerdotes homosexuales que hablaron de forma anónima con la BBC describen una abrumadora soledad, miedo y culpa como resultado de los mensajes institucionales de la iglesia de que están enfermos y son malvados. Esa angustia es el resultado de una cultura de represión que crea un ciclo de silencio en torno a la sexualidad.

A pesar de la aparente prevalencia de hombres homosexuales en el sacerdocio, la Iglesia Católica mantiene una directiva oficial de 2005 que los seminarios no admiten a hombres “que practican la homosexualidad”, muestran “tendencias homosexuales profundamente arraigadas” o “apoyan la llamada ‘cultura gay’. ”(Una directiva reafirmada por el Papa Francisco en 2016.) Además, muchos en el liderazgo de la iglesia equiparan falsamente la homosexualidad con la pedofilia, culpando a los sacerdotes homosexuales por los abominables escándalos morales que la iglesia ha enfrentado en los últimos años. Como chivos expiatorios de los pecados abusivos de sus compañeros sacerdotes, los sacerdotes homosexuales son despreciados como peligrosos para los demás y para la iglesia.

La directiva de 2005 ha ayudado a crear una cultura de silencio en torno a la homosexualidad en los seminarios, excluyendo cualquier discusión significativa sobre la sexualidad entre los futuros sacerdotes y sus superiores. Este fenómeno es especialmente cierto en Brasil, donde la BBC informa de una dicotomía entre el tono más inclusivo del Papa Francisco y la agresividad de la iglesia brasileña “ultratradicional”.

Algunos sacerdotes brasileños describieron las molestias que los funcionarios del seminario se tomaron para controlar las “tendencias homosexuales” durante la formación de los sacerdotes jóvenes. A los seminaristas nunca se les permitió estar en parejas, recuerda el P. Rafael. A los seminaristas solo se les permitía socializar, cenar e incluso compartir habitación en números impares en un esfuerzo por disuadir a los seminaristas con “tendencias homosexuales” de convertirse en parejas.

La vigilancia creó lo que otro seminarista llamó “una atmósfera tensa, antinatural y sin paz”, y agregó: “Siempre hay ojos puestos en ti”.

En esa atmósfera opresiva, todos los jóvenes —los seminaristas eran tan jóvenes como adolescentes— se vieron privados de la profundidad emocional de la amistad, y los seminaristas homosexuales se vieron privados de la seguridad y la comodidad de ser honestos sobre su sexualidad. P. James Alison, un sacerdote y teólogo abiertamente homosexual, le dijo a la BBC que este silencio forzado frena el crecimiento emocional de los seminaristas:

“Es un silencio propiciado por el ambiente del miedo y evita una vida emocional adulta, honesta y transparente”.

La constante amenaza de expulsión del sacerdocio por reconocer una orientación gay, incluso si es célibe, dura mucho más allá del seminario. Tanto el seminario brasileño como los funcionarios diocesanos desalientan la discusión sobre la sexualidad entre los sacerdotes homosexuales. Los mismos sacerdotes conocen a otros que han sido expulsados de la formación o del ministerio sacerdotal por ser “afeminados”. El miedo se apodera de los sacerdotes homosexuales, que luego no tienen a dónde acudir para lidiar con el intenso aislamiento.

Sin la seguridad de la amistad con otros sacerdotes homosexuales o el apoyo de sus superiores, varios de los sacerdotes entrevistados por la BBC describen una inmensa angustia espiritual y mental sin salida posible.

Creyéndose “desordenados”, enfermos, poseídos por el diablo o malvados, como enseñaron sus superiores, los hombres homosexuales recurrieron a prácticas extremas para deshacerse de su sexualidad.

P. Rafael recuerda que tenía 20 años y trataba de exorcizar el “demonio de la homosexualidad” de sí mismo. En el apogeo de su propia represión, el p. Rafael oró por la muerte en lugar de seguir viviendo angustiado. Otro joven seminarista se imaginó colgando del cuello de las vigas mientras un maestro hablaba sobre los pecados de la homosexualidad.

Estos sacerdotes no buscan necesariamente cambiar el sacerdocio, sino que anhelan algo muy humano: la honestidad. P. Rafael dijo que anhelaba descansar de esconder quién era. Otro seminarista dijo: “Es desgarrador vivir fingiendo”.

En lugar de continuar con la agotadora actuación de actuar con rectitud, estos pastores devotos merecen vivir sus vidas abierta y honestamente sin temor a represalias. El silencio, el aislamiento psicológico y la condena en torno a los sacerdotes homosexuales son directamente opuestos a la misión del Evangelio.

Si bien estas reflexiones describen las consecuencias muy específicas de la represión para los sacerdotes homosexuales, iluminan una preocupación más amplia: la enseñanza tradicional de la iglesia sobre las personas LGBTQ tiene el potencial de causar graves daños psicológicos y físicos a todos los católicos LGBTQ también.

—Kevin Molloy, New Ways Ministry, 31 de mayo de 2021

Fuente New Ways Ministry

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Hombre y mujer lo creó…

Sábado, 13 de febrero de 2021

Del blog Pays de Zabulon:

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He aquí una natividad singular, que, probablemente, sorprenderá a algunas personas.

Pero después de todo … dado que Dios nos hizo hombre y mujer … este secuestro de la obra de Domenico Beccafuni no debería sorprendernos.

Esto no quiere decir que un hombre varón sea una mujer, un individuo femenino.

Tampoco se trata de decir, de manera irreverente, que María era un varón;

Pero Dios hizo al hombre, macho y hembra.

A partir de ahí, todo lo que se dice sobre el hombre – se entiende, la humanidad – debería aplicarse tanto al individuo masculino como al femenino.

Esto ya debería dejar claro de una vez por todas que no hay superioridad de un género sobre otro. El individuo femenino es igual a la combinación. Ciertamente no hemos pensado lo suficiente sobre este enorme avance del Libro del Génesis en un mundo donde la naturaleza animal no siempre aboga en esta dirección.

Pero aún más, sugiere que todos los valores sexuales: amor, amistad, paternidad, igualdad, justicia, promesa de vida … no tienen nada que ver con nuestro ser de género sino con nuestro propio ser. Esto abre enormemente el campo de posibilidades.

Fuente de la foto: cuenta de Instagram de  KETA & UNICORNS

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Julio Puente López: “La moral sexual católica, ¿Anormalidad o inhumanidad?”

Viernes, 10 de julio de 2020

Genero_2244985522_14736196_667x1024“‘Varón y mujer los creó’, de la Congregación para la Educación Católica, es un documento poco convincente”

“La jerarquía no puede seguir torturando las mentes de los cristianos haciéndoles creer que todo lo que dice la Biblia sobre la sexualidad es válido para el hombre de hoy sin atender a la cultura de aquellas épocas”

“Las sensatas palabras del profesor Collins nos advierten: ‘Los relatos bíblicos son “construcciones humanas” que reflejan la cultura de un tiempo y un lugar y que no son inocentes en la cuestión de las relaciones de poder'”

“‘Varón y mujer los creó’, de la Congregación para la Educación Católica, es un documento poco convincente que repite doctrinas ya conocidas y sigue ignorando los avances científicos y los problemas reales de la gente”

“Al parecer, hay cristianos que se sienten legitimados por la doctrina católica para agredir a una comunidad cristiana, como recientemente ha sucedido en Madrid, y enviar a sus miembros al fuego eterno con pintadas insultantes”

“No podemos mirar para otro lado. Cuando vuelvan los bárbaros será ya tarde para contenerlos. Rebrotan como un contagio vírico”

No podemos mirar para otro lado. Cuando vuelvan los bárbaros será ya tarde para contenerlos. Rebrotan como un contagio vírico.

Que algunos cristianos en razón de su condición sexual tengan que formar una comunidad, como es el caso de Crismhom, lejos de la integración social ideal y reunirse en locales fuera de las parroquias deja en muy mal lugar a la Iglesia católica, que de algún modo los rechaza, pues no constan en el relato de Génesis 1. La moral sexual católica sigue centrada en una visión negativa del sexo porque sigue rechazando las múltiples expresiones de la atracción física y privilegiando la abstinencia sexual. Su espiritualidad sigue insistiendo en la salvación de nuestras almas más que en la posibilidad de una vida humana auténtica tal como nos garantizan la vida y las palabras de Jesús. Nos alejamos así de la realidad humana de Cristo y entonces el cristianismo “se nos muestra como algo enemigo de la vida, antibiológico, como algo sobrehumano e incluso inhumano” en palabras del pensador F. Ebner.

La jerarquía no puede seguir torturando las mentes de los cristianos haciéndoles creer que todo lo que dice la Biblia sobre la sexualidad es válido para el hombre de hoy sin atender a la cultura de aquellas épocas. Leamos la carta a los Romanos de Pablo, pero recurramos a las ciencias del hombre y no a sus escritos para tener conocimientos sobre la sexualidad.

Si atendemos al desafío de los estudios de género el problema de la Biblia está en reclamar que la naturaleza humana se ha de entender según el orden divino de la creación tal como aparece en Génesis 1. Es lo que opina el profesor católico de Yale John J. Collins en su obra “The Bible after Babel” (Michigan, 2005). Y añade esto: “Tal como se muestra ahora la humanidad no es solo hombre y mujer, sino que admite diversas variantes y combinaciones entre medias. Desde esta perspectiva la famosa frase de Génesis 1, 27, “varón y mujer los creó”, es no solo problemática, sino opresiva. Produce el efecto de relegar a enteras categorías de gente (homosexuales, transgénero) al estado de la anormalidad. Hay, por supuesto, diferencias biológicas reales que no se pueden negar, pero la simple oposición binaria no hace justicia al espectro de la sexualidad humana”.

Es una lástima que la Congregación para la Educación Católica en su documento “Varón y mujer los creó”, de 2019, no tuviera en cuenta opiniones tan sensatas como las del profesor Collins que nos advierte de que la Biblia no es una guía infalible en el diálogo con el feminismo y los estudios de género, sino más bien problemática. Los relatos bíblicos son “construcciones humanas” que reflejan la cultura de un tiempo y un lugar y que no son inocentes en la cuestión de las relaciones de poder. El relato de Génesis 1, texto básico de la antropología cristiana, no está menos condicionado culturalmente que las leyes sobre la esclavitud.

En “Varón y mujer los creó” se habla de dialogar, pero no hay mucho diálogo, aunque sí un leve avance, ya que distingue entre la llamada “ideología de género” y las diferentes “investigaciones” sobre el “gender”. Fue siempre algo evidente. Basta leer las primeras páginas de una obra como “¿Qué es el género?” (Icaria, 2016) para ver que en ese enfoque “no se trata de negar una diferencia”, el sexo biológico, “sino de comprender cómo esta diferencia ha llegado a estar social y culturalmente sobredeterminada.

El documento “Varón y mujer los creó” explica en el párrafo 11 las orientaciones sexuales como algo que surge de la separación del sexo y del género, pero las cosas suceden justo al revés. Y en el n. 16 habla contra el acoso y la violencia en la educación “en razón de las tendencias afectivas” que antes ha negado. Es un documento poco convincente que repite doctrinas ya conocidas y sigue ignorando los avances científicos y los problemas reales de la gente. A veces usa la terminología de los pensadores personalistas, pero no reconoce que el tú de nuestro yo se encarna en cuerpos sexualmente diversos. Ya en su momento Crismhom hizo una certera crítica de este documento.

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Es justo que no haya discriminación en razón de las “tendencias afectivas”. Pero sería de desear que la doctrina de la Iglesia diera “un paso adelante” en este tema y dejara de hablar de conductas objetivamente desordenadas al hablar de la homosexualidad. No lo hace este documento, pero sí el catecismo. Y sería de desear porque, al parecer, hay cristianos que se sienten legitimados por la doctrina católica para agredir a una comunidad cristiana, como recientemente ha sucedido en Madrid, y enviar a sus miembros al fuego eterno con pintadas insultantes. Por no hablar de otras muchas agresiones que da a conocer la prensa. Ello pone de manifiesto que ciertos grupos, entre ellos algunos que se dicen cristianos, están llenos de odio y de fanatismo.

Seguramente esos grupos defienden un cristianismo militarista y triunfalista, un reino de Dios que triunfe sobre el mal con la ayuda de las armas y del poder temporal. Sueñan con la cristiandad de tiempos pasados donde, por supuesto, hay diablo e infierno porque de ellos habla la Biblia. A quienes defienden gobiernos autoritarios les conviene que se predique un Dios déspota al que temer, hecho a su imagen. No les interesa que se profundice en esos temas desde estudios bíblicos serios. Con razón el papa Francisco nos previene contra el triunfalismo religioso. Intentar imponer la fe y la justicia por la fuerza contradice el mensaje evangélico por más que algún discípulo del Nazareno estuviera dispuesto a usar la espada. La transformación social llega a través de la conversión, a través de la “revolución de los corazones” como decía Ebner, que lleva a luchar activa y pacíficamente para que a nadie le falte el pan y el aire para respirar, porque todas las vidas cuentan. Máxime en tiempos de pandemia. Así es como se va construyendo el reino de Dios del que la Iglesia debe ser humilde servidora.

Ese reino de Dios, conviene recordar, viene “sin ostentación”, sin llamar la atención con grandes signos externos. Está ya “en nosotros” como llamada a la conversión, y allí donde hay relaciones sociales justas, es decir, “entre nosotros”, “en medio de nosotros”, como traduce hoy la mayoría de los exegetas. Es la enseñanza del Evangelio de Lucas en 17, 20-21, siendo secundario si el metà paratērēseōs griego reproduce las palabras originales de Jesús o ha sido añadido al redactar el Evangelio.

El pensador Ferdinand Ebner escribió un artículo en la revista Der Brenner en 1922 titulado “El escándalo de la representación” en el que se preguntaba si ciertas prácticas no contradecían el espíritu de esa enseñanza. Ya había hecho alusión a ese versículo en sus Fragmentos de 1921. El reino de Dios es el reino del amor, el que hace la comunidad de los hombres transformando las relaciones sociales en nuestro mundo. Así lo ha explicado también G. Lohfink en su libro “Das Geheimnis des Galiläers” (Herder, 2019): el reino de Dios está presente allí donde hay relaciones de equidad entre los hombres. Y el autor señala que en la Iglesia no se ve mucho de ese reino de Dios. Lo que se ve con demasiada frecuencia es, nos dice, “riñas, división, envidia, desconfianza, arrogancia y abusos”. Y ostentación de su influencia y poder, podemos añadir. El orgullo reivindicativo y la exhibición tienen su lugar en los desfiles y paradas de nuestra sociedad laica. Pero la soberbia no es una virtud cristiana. En ese sentido la renuncia a la mitra episcopal sería un gesto más importante de lo que pensamos, y, sin buscar excusas, perfectamente compatible con la atención a los problemas graves de la Iglesia.

No cabe duda de que los ampulosos gestos que a veces se ven chocan con esa enseñanza de Lucas 17, 20-21.

Ebner ponía como ejemplo en sus anotaciones de 1919 la fiesta del Corpus Christi, no exenta de paganismo, ostentación y boato, “con sus bandas de música y salvas de honor”. Una lectura literal del pasaje oscuro, casi incomprensible de Jn 6, 54-58 nos ha llevado hasta la pompa“Gepränge”, escribe Ebner – y el paganismo de ciertas celebraciones religiosas.

Este año, debido a la pandemia, no ha habido muchas procesiones. Pero no han faltado gestos aparatosos: ostensorios de plata y oro exhibidos desde los lugares más insospechados. En España y fuera de nuestras fronteras.

En Düsseldorf se ha celebrado el Corpus este año con la misa y la bendición “de lo alto”, desde una altura de 168 metros, en el mirador de la Rheinturm, una estructura que se eleva hasta los 240 metros. Un gesto ostentoso difícilmente superable. Quienes gustan de las ocurrencias y de dar la nota tienen ahora el listón muy alto.

El papa Francisco, quizá comprendiendo que las Jornadas Mundiales con celebraciones ante miles de personas tienen mucho de ostentación, quiso recordar en su homilía del 28 de julio de 2016 en Częstochowa, que, “contrariamente a lo que cabría esperar y quizá desearíamos, el reino de Dios, ahora como entonces, “no viene llamando la atención” (Lc 17, 20), sino en la pequeñez, en la humildad. La Iglesia lleva siglos ignorándolo.

Fuente Religión Digital

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El Colegio Inmaculado Corazón de María de Valencia pide perdón por preguntar a sus alumnos si han mantenido relaciones homosexuales

Jueves, 5 de marzo de 2020

349DD5B3-FBAF-449C-9D0A-8F1CF94CC799Para saber si los alumnos han incumplido el mandamiento que obliga a no cometer actos impuros una profesora de Religión preguntaba si han “cometido adulterio o fornicado”, o han “practicado la homosexualidad” 

 La Inspección educativa ha programado este lunes una visita al Colegio Inmaculado Corazón de María de València para recabar información y elaborar un informe sobre el cuestionario enviado a alumnos de primero de la ESO para “ayudarles a comprender el sexto mandamiento”, que la Conselleria de Educación ve “totalmente inapropiado“.

Por su parte, la dirección del colegio ha pedido disculpas por un cuestionario que ha calificado de “inadecuado“, en el que para saber si los alumnos han incumplido el mandamiento que obliga a no cometer actos impuros una profesora de Religión preguntaba si han “cometido adulterio o fornicado”, o han “practicado la homosexualidad”.

Fuentes de la Conselleria de Educación han señalado que el cuestionario “atenta contra la intimidad” del alumnado, contra la ley de personas LGTBI, y contra la ley 26/2018 de Derechos y garantías de la infancia y la adolescencia.

Atenta de fondo contra los derechos humanos basados en valores de respeto a la intimidad, diversidad y pluralidad”, señala la Conselleria, que recuerda que todos los centros educativos sostenidos con fondos públicos tienen la obligación de impartir el currículo oficial establecido para cada asignatura, “y estos contenidos no se adecuan a la asignatura de Religión”.

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A partir del informe que elabore la Inspección educativa, que este lunes acudirá al centro para “recabar la información de primera mano y verificar todo lo que haya sucedido”, actuará la Conselleria, que destaca la importancia de que en estos casos puedan contar con quejas por escrito para “poder probar de forma administrativa y eficaz que esa situación se ha dado en un aula”.

Por su parte, la dirección del centro educativo ha hecho público un comunicado en el que pide disculpas por no haber sabido responder a su proyecto educativo cristiano inclusivo e integrador” en esta ocasión, y afirma que tomarán las medidas oportunas para prevenir “este tipo de errores”.

Esperamos que este hecho aislado no se convierta en una excusa para atacar la asignatura de Religión y a la educación católica”, afirma el colegio, que agradece a los padres que les hayan hecho llegar su “malestar“, porque eso les “ayuda a mejorar“.

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El centro insiste en que pondrá todo su “empeño” para que no se vuelvan a repetir “este tipo de errores”, que pueden llegar a identificarse “con una falta de respeto por algunas opciones de vida y que nada tienen que ver con nuestra concepción del ser humano”.

Además, afirma que la profesora ha reconocido en un comunicado remitido a los mismos alumnos a los que envió el cuestionario que este era “inadecuado“, y pide a los padres que “la confianza lograda en tantos años al servicio de la educación en València no se vea quebrantada por esta circunstancia”.

Fuente Religión Digital

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“La renovación pendiente. El catecismo”, por Julio Puente López

Miércoles, 21 de agosto de 2019

51W09DclKLLContinuación de este interesante y clarificador artículo:

¿Actos intrínsecamente desordenados? El catecismo de 1992

En la Biblia se habla de muchas cosas, pero no es preciso hacer doctrina de todo. El a. 2357 del catecismo hace una enorme injusticia social a muchos creyentes. Es importante eliminar esos artículos

No se ve cómo las relaciones homosexuales pueden impedir llevar a la práctica la fe cristiana, vivirla en las costumbres en las que se encarna, en la caridad para con nuestros prójimos. La Iglesia debe aceptar la compleja y variada realidad de la sexualidad humana

Renovar la Iglesia es también tirar el lastre doctrinal y organizativo que le sobra a la nave de Pedro, hacer la vida de la gente más llevadera y ligera, como es el yugo y la carga de Jesús

Uno se pregunta si los responsables de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que podrían promover la abolición del a. 2357 del catecismo, perciben la enorme injusticia que con esa doctrina se hace a muchos creyentes. Porque les señala, les reprueba y no ayuda precisamente a que cese su discriminación y persecución. Es importante eliminar esos artículos. Y sobre todo es importante cambiar en la Iglesia la mentalidad y la actitud ante la sexualidad que refleja esa doctrina.

Dice el catecismo que “los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados”. Recogía doctrinas y formulaciones de otros documentos (Cf. Persona humana. 1975). Resulta bochornoso que un catecismo se ponga a hablar de estos temas y en estos términos. Biológicamente desordenados, y, por tanto, también intrínsecamente desordenados o ineficaces para conseguir su objetivo, serían los actos homosexuales que intentaran la procreación, ya que falta la base biológica para ello, pero no parece que los homosexuales intenten tal cosa al mostrarse mutuamente su afecto. No es la procreación lo que se busca en una relación homosexual. Y si lo intentaran no serían actos reprobables desde el punto de vista moral. Serían actos simplemente estúpidos. Como es estúpido, o lo que es lo mismo, un “acto intrínsecamente desordenado”, ponerse las lentes en la nuca con la intención de ver mejor. Pero eso no sería un acto moralmente reprobable.

En todo caso, hay diversas formas de hacerse cargo de una prole. Y realizar una tarea así sería siempre, en el contexto apropiado, una decisión noble y con sentido. Y de la misma manera que en la unión del hombre y de la mujer es importante el amor mutuo, la intimidad y la comunión de vida, así en las uniones homosexuales estos fines pueden también ser cultivados.

Me pregunto a veces si el hecho de que el magisterio hable de la vida sexual de la gente no es hacer de la revelación cristiana algo absurdo, ridículo, algo así como una vieja barraca de feria en la que pueden aparecer las cosas más inverosímiles. En la Biblia se habla de muchas cosas, pero no es preciso hacer doctrina de todo. Las normas de aquellas culturas no son vinculantes para la nuestra si nuestra conciencia moral hoy no lo aprecia así. Las normas éticas están al alcance de todos y la Iglesia no tiene una luz especial que pueda oponerse a la moral autónoma del hombre. La Iglesia no puede pretender convertir el cuerpo humano, por medio de la abstinencia sexual, en una bella estatua de mármol. ¿Es la moral cristiana una moral angélica?

Moralmente desordenados, depravados y reprobables son los actos contrarios al mandamiento del amor al prójimo, en el contexto de las relaciones o en cualquier otro. La violencia contra las mujeres, los abusos de menores, eso sí que son actos reprobables. Eso sí es doctrina seria y bien fundamentada en el mensaje del Evangelio y en la recta razón.

¿Qué buscaba la Iglesia con la doctrina de Persona humana y del catecismo sobre la homosexualidad? ¿Hacer ver que los homosexuales, tan bien representados en la Iglesia, se guían por la virtud de la castidad? Pues les salió el tiro por la culata, porque sabemos que no siempre es así y que se ha querido dar una imagen que no correspondía a la realidad. Las caretas y las máscaras han caído al suelo. Todo el tema del celibato y de la castidad ha resultado ser, a los ojos de mucha gente, una inmensa pantomima.

El catecismo cita Gn 19, 1-29. Pero este texto trata más bien de un pecado contra las leyes de la hospitalidad. También cita textos de Pablo, en los que, al menos en la traducción de la Biblia de Jerusalén, por ejemplo, aparece la palabra “homosexual” (1 Cor 6, 10) para la que no existía un vocablo en la antigüedad ya que es un concepto moderno, del s. XIX, y se discute el significado de las palabras griegas originales como “arsenokoitai”. También se dice en esa traducción que no heredarán el reino de los cielos los “afeminados”. ¿Qué han hecho estos “malakoi” de malo? ¿Parecerse a las mujeres porque son “varones suaves”? ¿Sexismo y machismo en la Biblia entonces? ¿Reflejo de la moral pagana de aquel tiempo? Encontramos convincentes respuestas en lo que Xabier Pikaza escribió en su libro Palabras de amor sobre el tema de la homosexualidad y sobre estos textos.

9788495346377-usDe todo esto habló también con sentido común y crítico el teólogo y psicólogo Daniel A. Helminiak hace ya años. No hace falta repetir lo que dijo este profesor de la universidad de West Georgia en su libro What the Bible Really Says about Homosexuality (1994, 2000). James Alison, en el formato más actual de unos vídeos en Internet, habla también con claridad y sólido conocimiento de esas citas bíblicas.

Es evidente que Pablo no conocía bien el mensaje de Jesús, que habló de una forma especial de las mujeres pecadoras y de las prostitutas que entrarán en el reino de los cielos antes que los escribas. Cuando Pablo escribió las cartas no se habían escrito todavía los evangelios. Nos lo ha recordado recientemente J. M. Castillo en su obra “El Evangelio marginado”. Estos textos de la Biblia que cita el catecismo han sido bien estudiados por especialistas y muchos sacan conclusiones bien distintas.

El texto del catecismo dice que esos actos son contrarios a la ley natural, y el mismo catecismo declara la competencia magisterial en esa ley natural (a. 2036). Ya sabemos que en la encíclica Veritatis splendor (1993), que se dio a conocer un año después del catecismo, hay “un interés omnipresente” por afirmar la función del magisterio eclesiástico en las cuestiones de moral, como señaló el profesor Marciano Vidal en su obra Nueva Moral Fundamental. Pero ese concepto de ley natural y su alcance son muy discutidos en la teología moral posconciliar y se hace necesario seguir introduciendo la racionalidad en el discurso teológico-moral como enseñó Santo Tomás de Aquino y como indicó el Vaticano II (cf. Gaudium et spes, 33 y 62).

San Pablo también apela a ese concepto de naturaleza para hablar de la afrenta que supone la cabellera para el varón mientras que es una gloria para la mujer (1 Cor 11, 14-15). ¿Es esto también una pauta de conducta moral? Esa observación no tiene ninguna fuerza normativa para el hombre de hoy porque no le encuentra sentido alguno. Lo mismo sucede en los otros casos.

La apelación a la naturaleza y a la ley natural ha dejado de estar éticamente fundamentada y justificada, ya que ese concepto de naturaleza no tiene base antropológica. ¿Quiere la Iglesia que los futbolistas no empleen la cabeza para meter goles porque, al albergar el cerebro y otros órganos de los sentidos, está destinada “por ley natural” a desempeñar otras funciones? La cultura se apoya en la base biológica del hombre para enriquecer la vida humana y aprovecha sus posibilidades más allá de lo que aparecen como sus finalidades obvias.

No se ve cómo las relaciones homosexuales pueden impedir llevar a la práctica la fe cristiana, vivirla en las costumbres en las que se encarna, en la caridad para con nuestros prójimos. La insistencia del magisterio en estas enseñanzas, que nos aboca a un callejón sin salida, obliga a la teología a revisar la reflexión que hace sobre la competencia del magisterio en ciertos temas y sobre la llamada ley natural. ¿No forma parte también el “sensus fidelium” del magisterio de la Iglesia? Habrá que tener en cuenta también a los cristianos homosexuales, que seguramente, en su gran mayoría, llevan la vida que corresponde a su condición sexual.

Dice también el texto que en esos actos no hay complementariedad. Se supone que se refiere a la procreación, pero no es eso lo que se pretende en una relación homosexual. ¿Es acaso la complementariedad el único requisito para que una relación humana tenga sentido? Tampoco hay complementariedad en tantos aspectos entre los varones en el mundo tan patriarcal y masculino del clero católico, pero seguimos sin reconocer a las mujeres sus plenos derechos.

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Esa redacción del a. 2357 no se sostiene ni desde el punto de vista de la exégesis de los textos citados y de la teología moral bíblica ni desde el punto de vista de las ciencias del hombre. Sabemos que otros documentos del magisterio, como la Instrucción de 2005 sobre los criterios de discernimiento vocacional en relación a los homosexuales para ser admitidos a las órdenes, insisten en esta doctrina del catecismo. Pero, una vez más, dicen más de lo que prueban. Son doctrinas que estudios posteriores deberán revisar. También haría bien la Iglesia en explicarnos qué es lo que ella entiende porcultura gay, cuya defensa indicaría falta de idoneidad para el sacerdocio. La Iglesia parece, a veces, experta en crear ficciones para tener luego enemigos que combatir.

Hay doctrinas que urge abandonar por muy arraigadas que estén y por muy tradicionales que sean. Ese texto obedece simplemente a una mentalidad que la ciencia de nuestro tiempo ha desautorizado y la antropología teológica está abandonando.

Urge perfeccionar la teología moral, que ha de nutrirse de la Escritura, de su espíritu, y ser, al mismo tiempo, una “exposición científica”, como dijo el Vaticano II en el Decreto sobre la Formación Sacerdotal (a. 16). Ese texto del catecismo sólo lo puede defender una mentalidad conservadora, integrista, que se impuso en el momento de su redacción y que creía que una postura rígida en este tema podría apuntalar la crisis del posconcilio en una Iglesia con muchos clérigos homosexuales, que vivían con dificultades crecientes su vocación en una sociedad que ya no compartía las doctrinas de la Iglesia sobre la vida y el sexo. O que pretendía alejar toda sospecha de conductas inapropiadas que pudieran exponerse un día a la luz pública.

El caso del párroco de Ámsterdam, Pierre Valkering, comentado en el mes de abril en RD por Cameron Doody, describe bien esa situación de crisis en la que siguen encontrándose muchos sacerdotes. Como la describe también el caso del sacerdote y psicoterapeuta francés Tony Anatrella, aunque sean casos que requieren lecturas diversas.

La mentalidad que representaba bien el consultor en el Vaticano Anatrella, considerado entonces por algunos como el “psiquiatra oficial de la Iglesia”, el “Church shrink”, y que ahora es un árbol caído del que es mejor no hacer leña, es una forma de ver las cosas que intenta seguir siendo dominante en la Iglesia.

No es extraño que la juventud viva cada vez más de espaldas a la religión organizada. ¿Es que lo esencial para un cristiano no es creer en el mensaje del Evangelio y dar testimonio de esa fe? No se entiende ese empeño en seguir concibiendo la fe como la adhesión a un voluminoso cuerpo de doctrinas que recogería el catecismo de 1992. Mucho menos en aquellas enseñanzas que nos recuerdan el antiguo catecismo pitagórico, aquel que decía que “el placer es malo en todas las circunstancias”, como leemos en el libro de E. R. Dodds, Los griegos y lo irracional. El capítulo V, Los chamanes griegos y el origen del puritanismo, es bien elocuente.

Este filólogo irlandés explica bien como las creencias chamanísticas, de dilatada difusión y remota antigüedad, promovieron en sus adherentes un horror al cuerpo y una reacción contra los sentidos completamente nuevos en Grecia. Empédocles y Pitágoras representaron esas nuevas creencias que los pueblos vecinos en contacto con ellas dieron seguramente a conocer a los griegos de Escitia y Tracia. Se hizo de la experiencia corporal un lugar de oscuridad y de penitencia, como si la pureza, más bien que la justicia, se hubiera convertido en el medio cardinal de la salvación. El teólogo J. M. Castillo lleva muchos años insistiendo en estas ideas que están llenas de sentido y bien fundamentadas.

“No llamar a ningún hombre profano o impuro”

¿Y por qué seguimos todavía prisioneros de la cultura helenista y de las culturas vigentes en los tiempos en que se redactaron los libros de la Biblia? ¿Por pereza intelectual? ¿Por no saber qué palabras escuchar? La palabra que hay que escuchar es la palabra interior de Dios en nuestra conciencia, nuestra propia razón humana, y el mensaje central del Evangelio si hemos percibido que corresponde a las ansias de nuestro corazón. Eso debería bastar, sin que los miles de obras de los investigadores sobre los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento, inabarcables para el creyente, significaran otra cosa que legítimas, siempre insuficientes aproximaciones al misterio de la revelación de Dios en la historia humana.

Ni Romanos 1, 26-27 ni los otros textos antes citados están hablando de la homosexualidad tal como hoy la entendemos. En aquellas culturas no se hablaba de homosexualidad, a pesar de que en el Antiguo Testamento algunos varones sabían que el amor de otro hombre podía ser más grande, “más delicioso que el amor de las mujeres” (2 Samuel, 1, 26). La fuerte amistad entre David y Jonatán es bien conocida.

1180134369_850215_0000000000_sumario_normal“Jonatán, hijo de Saúl, amaba mucho a David” se afirma en 1 Samuel, 19, 1. “Juró de nuevo Jonatán a David por el amor que le tenía, pues le amaba como a sí mismo”, dice otro versículo (1 Samuel 20, 17). “Se abrazaron los dos y lloraron copiosamente”, leemos en 1 Samuel, 20, 41. ¿Estamos ante relación de fuerte y leal amistad heterosexual?¿Es, como afirman otros, un amor homosexual? No hay forma de saberlo.

Tampoco aclara las cosas el hecho de que fueran padres de familia. En el mundo ha habido siempre muchos hijos de hombres y mujeres homosexuales. En todo caso, los comentarios oficiales de la Iglesia suelen apresurarse a descartar una relación íntima homosexual.

Sea como fuere, identificar las conductas de los textos citados por el catecismo católico con las conductas homosexuales actuales no parece una conclusión rigurosa científicamente hablando. Los contextos culturales son distintos. Tampoco las doctrinas de la Escritura son todas igualmente vinculantes, especialmente las que contradicen nuestra recta razón. No es razonable pensar que los relatos del Génesis, relatos de hace varios miles de años, sobre la creación del hombre por Dios como varón y hembra agotan nuestro saber antropológico y son normativos para el hombre de hoy independientemente de sus conocimientos científicos y de su recto sentir. No podemos retorcer esos textos de esa manera.

Sinceramente pienso que el concepto de revelación en el que se apoyan las actuales conclusiones doctrinales de la Iglesia en esta cuestión debe ser revisado. Porque si condenamos los actos homosexuales apoyándonos en ciertos textos bíblicos (es lo que hace el magisterio eclesiástico) sin atender a lo que nos parece razonable en nuestra reflexión y en nuestra cultura, entonces estamos aprobando también, por ejemplo, la muerte por lapidación del blasfemo y del adivino o nigromante (cf. Levítico, 24, 14; 20, 27). De la misma manera no podríamos objetar nada contra estas enseñanzas del libro del Éxodo: “A la hechicera no la dejarás con vida. Todo el que peque con bestia morirá” (Ex 22, 17-18). ¿No ha llegado la hora de aprender a leer las Escrituras y a usar las luces de nuestra razón humana y de la ciencia? Xabier Pikaza, en su libro Palabras de amor, lo expresó con acierto: “Aplicar al pie de la letra el Levítico significaría aprobar la venta de mujeres y la esclavitud”.

La conclusión se impone: hemos de basar nuestro juicio sobre la homosexualidad y los actos homosexuales en los conocimientos de las ciencias del hombre y, como cristianos, guiarnos luego también por el mensaje del Evangelio de amor al prójimo y actuar en conciencia, la última norma de la moralidad.

Habrá homosexuales que siguiendo la doctrina del catecismo intenten vivir en abstinencia sexual, pero creemos que esa doctrina de la Iglesia no es realista ni justa con ellos y que conduce al cristiano homosexual a un callejón sin salida, a una vida de contradicciones e hipocresías, cuando no a la enfermedad y la locura. Alguno pensará también que se ha equivocado de iglesia y buscará en otra parte la respuesta a sus inquietudes religiosas.

Los homosexuales y transexuales cristianos, hombres y mujeres, y, en general, toda persona que se entiende como transgénero, quieren recuperar en la Iglesia su dignidad humana, ser tratados como personas. No son más que nadie. Tampoco menos que nadie. Tenemos que saber ponernos en su lugar. Es lo que nos muestra Mt 25, 31-46. Nadie ha sabido ponerse en el lugar de los demás como Jesús en el que Dios se nos mostró con rostro humano. Jesús reconoce a los pobres y necesitados toda su dignidad personal al identificarse con ellos, al ponerse en su lugar, de tal forma que lo que hacemos a uno de ellos se lo hacemos a él. Desde el niño más indefenso al moribundo y a las personas más decrépitas y desvalidas.

Jesús no hace acepción de personas. Ese gesto del discípulo a quien Jesús amaba y de Jesús con él, al que más arriba nos referíamos, el sincero afecto entre ellos tal como vemos en el evangelio de Juan es lo más opuesto a la “homotransfobia” ambiental actual y de pureza cultual de entonces, una herencia de antiguas filosofías y religiones, algo ajeno al Nuevo Testamento si exceptuamos los residuos que hemos visto en las cartas de Pablo, que tiene influencias culturales de su tiempo a las que el Apóstol de las gentes no podía substraerse.

Pero es en esas fuentes de pureza cultual y en la cultura de desprecio social del señalado como “diferente” y de la discriminación reinante respecto a los que no se ajustan al canon de la heterosexualidad donde se ha gestado la doctrina de ese artículo del catecismo. También aquí la Iglesia debería ser sal de la tierra (Mt 5, 13), no desvirtuarse alineándose con el desprecio ambiental al diferente en una sociedad patriarcal y machista. Cada vez que un homosexual es víctima de la violencia deberíamos en la Iglesia acordarnos de esa desafortunada doctrina que nosotros mantenemos. La Iglesia se empeña en ver en los textos bíblicos más de lo que los mismos textos dicen.

En el discurso de apertura del concilio Vaticano II habló Juan XXIII de dar “un paso adelante hacia una renovación doctrinal”. Algo así necesitamos en este tema. Un valiente “paso adelante” dejando atrás un terreno en el que, al igual que ocurre con otros muchos en nuestras sociedades civiles, estamos empantanados.

En esta misma línea el teólogo jesuita James Martin, muy consciente de la homofobia que existe en la Iglesia, ha abogado también recientemente por un cambio de actitud en su libro ‘Tender un puente‘, defendiendo una postura de diálogo y apertura. James Martin sostiene que el catecismo de la Iglesia no debe intentar imponer a los cristianos homosexuales la total abstinencia sexual.

Los cristianos deberíamos leer e interpretar en un contexto amplio las sabias palabras de Pedro en Hechos 10, 28: “A mí me ha enseñado Dios a no llamar profano o impuro a ningún hombre”. Deberíamos interpretar a la luz de este pasaje otros textos culturalmente condicionados de las Escrituras, como son muchos textos de Pablo y por supuesto los del Antiguo Testamento. Más que nada porque es lo razonable, lo que nos parece justo, que es en el fondo lo que tiene que ser decisivo y normativo al orientar nuestra conducta, también la conducta sexual.

Con gran oportunidad nos ha recordado el teólogo gallego Torres Queiruga (cf. La teología después del Vaticano II. Herder, Barcelona 2013) que las normas morales concretas “no son una revelación que venga desde fuera, sino un encuentro hecho desde dentro, desde la realidad humana y con medios humanos”. No nos sirve el fundamentalismo, las interpretaciones al pie de la letra.

Este teólogo nos recuerda también que “a Moisés no le fueron escritos milagrosamente los “mandamientos” en dos tablas de piedra, sino que discurriendo con la propia cabeza, dialogando con los suyos y aprendiendo del entorno (…) fue descubriendo los que le parecían mejores patrones de conducta para bien del pueblo”.

Y es así discurriendo y dialogando, desde la misericordia del Evangelio, como hoy seguimos en la Iglesia adaptando a la realidad de nuestro mundo, – en la que hay divorciados y matrimonios rotos -, el cumplimiento de estos mandamientos, del sexto mandamiento, por ejemplo. Los matrimonios se rompen a veces, fracasan como proyecto de convivencia, y eso es una realidad. Hay que atender con misericordia y discernimiento a los divorciados que han vuelto a formar una familia. Así nos aproximamos más al estricto cumplimiento del mandamiento del amor al prójimo, que quizá, como decía Freud, no podemos realizar en su plenitud, pero estamos llamados a intentarlo.

La Iglesia debe aceptar la compleja y variada realidad de la sexualidad humana y no empeñarse en hacer compatible la renuncia a la sexualidad en su seno con los escándalos, las mentiras y la hipocresía. Debe mirar a nuestro mundo tal como este se percibe. Encadenar la Iglesia de rito latino a la abstinencia sexual no tiene hoy ningún sentido. El mundo se ha emancipado y la Iglesia debe reconocer esta legítima autonomía. Recordemos las palabras del concilio Vaticano II: “Son, a este respecto, de deplorar ciertas actitudes que, por no comprender bien el sentido de la legítima autonomía de la ciencia, no han faltado algunas veces entre los propios cristianos” (GS 36).

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Quiero para terminar citar a un escritor español, cercano ya a los 90 años, que de estos temas sabe algo y que merece la pena escuchar. El 2 de febrero de 2009, refiriéndose al matrimonio homosexual, “llámese como se llame”, decía, escribió esto en el periódico El Mundo: “La homosexualidad no es una opción ni un estilo de vida, sino un dato biológico como la blancura o la negritud de la piel. No, por tanto, cosa de partidos ni de políticos, sino de la más simple equidad. A la sociedad sólo le cabe reconocerlo sin llevarse las manos a la cabeza. Dar constancia de él como testigo. Lo mismo que el sacerdote en las bodas católicas o el funcionario en las civiles. Es un derecho esencial. Lo demás sobra”.

“Un dato biológico como la blancura o la negritud de la piel”. De ese dato se deriva ese derecho del homosexual a vivir en pareja con una persona de su mismo sexo. Es la autorizada opinión del escritor Antonio Gala Velasco.

Los cristianos deberíamos limitarnos a anunciar el Evangelio y a testimoniarlo lo mejor que podamos ayudando a construir una sociedad más justa, menos violenta, dejando que otros temas, como el de la sexualidad humana, sean estudiados por las ciencias antropológicas. Es la mejor manera de avanzar.

La Iglesia tiene una inflación de clérigos y funcionarios dedicados a escribir cánones, normas y directrices doctrinales. Tenemos también un exceso de eventos eclesiales. Aturde un poco. Nos ocupamos de demasiadas cosas, como si la sociedad civil no tuviera sus funciones y obligaciones.

Ya sabemos que la Iglesia quiere bendecirlo todo y dar importancia a sus servicios. Nos olvidamos de que vivimos en un mundo secularizado, aunque el pueblo ha incorporado a sus fiestas populares una gran cantidad de costumbres y ritos de origen religioso. La comunidad política es autónoma e independiente y es allí, en la sociedad civil, donde hay que vivir la vida, no en el interior de una burbuja religiosa.

Demos nuestra opinión, pero dejemos, sin fanatismos, sin buscar partidos políticos que nos hagan de correa de transmisión de nuestras doctrinas, que esa sociedad legalice lo que crea oportuno siempre que no estén en juego los consensos constitucionales, las libertades y los derechos humanos. Si estos se pusieran en peligro de forma evidente sí habría razón para la desobediencia civil y la protesta. La religión no dirige los asuntos temporales ni el papa puede caer en la tentación de querer ser un líder político.

simboloNo deberíamos empeñarnos, hoy menos que nunca, en dar tanta doctrina sobre lo divino y sobre lo humano queriendo organizar con detalle la vida íntima de los creyentes y a veces también la de los no creyentes. A muchos la Iglesia les interesa sólo para las bodas y los funerales, y poco más. Nosotros queremos organizar a la gente las excursiones y el campamento de verano, la gimnasia médica y el taller de guitarra. Tal vez son los fieles los que confunden la parroquia con un parque de atracciones y exigen a sus sacerdotes que los distraigan. Así la mies siempre será mucha y los operarios pocos.

Renovar la Iglesia es también tirar el lastre doctrinal y organizativo que le sobra a la nave de Pedro, hacer la vida de la gente más llevadera y ligera, como es el yugo y la carga de Jesús (cf. Mt 11, 30). La Iglesia debería oír la voz del Maestro: “Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; solo una es necesaria”. Como siempre, también en este tiempo de renovación de la Iglesia, lo que resulta necesario es “volver a la fuente” y escuchar, como María, las palabras del Evangelio (cf. Lc 10, 41-42).

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“Renovación. El arco iris de la sexualidad”, por Julio Puente López

Martes, 20 de agosto de 2019

51W09DclKLLInteresante y clarificador artículo:

La necesidad de revisar la doctrina  

 La doctrina sexual de la Iglesia resulta poco evangélica, al pie de la letra. Continencia, celibato, castidad… Doctrina; todo esto arrastra un vagón de mentiras, escándalos y dobles vidas

En mi libro, ‘Un paso adelante’, intento también mostrar la necesidad de revisar la doctrina del catecismo de la Iglesia sobre la homosexualidad. Es algo que están pidiendo muchos cristianos ¿No podría la Iglesia contribuir, con una doctrina más justa sobre las conductas homosexuales, a que estas situaciones de violencia no se dieran?

El hombre ha evolucionado en colores, no en blanco y negro. ¿Tan difícil es aceptar la riqueza de la creación de Dios? ¿Tan difícil es comprender que la creación se realiza, desde el punto de vista de la ciencia, como evolución?

El a. 2357 del catecismo de la Iglesia, además de ir en contra de las ciencias antropológicas y de una ética sexual que no haga de la Biblia lecturas fundamentalistas va en contra del espíritu misericordioso de Jesús y está causando estragos

Resulta obligado seguir combatiendo la discriminación en razón de la orientación afectiva y sexual a pesar de los comportamientos poco cívicos que algunos activistas puedan a veces tener, como resulta obligado seguir combatiendo el antisemitismo aunque algunos miembros del pueblo judío no tengan o no hayan tenido siempre una conducta ejemplar.

Recientemente Xabier Pikaza tuvo la amabilidad de publicar en su blog algunas reflexiones de mi libro Un paso adelante. Cien años con Ebner. Cristianismo, cultura y deseo, ahora ya disponible en una segunda edición revisada. Expreso en este libro mi deseo, y el de muchos cristianos, de que la Iglesia dé un valiente paso adelante y se renueve inspirándose de nuevo en su fuente, el Evangelio.

Intento también mostrar la necesidad de revisar la doctrina del catecismo de la Iglesia sobre la homosexualidad. Es algo que están pidiendo muchos cristianos. Últimamente en RD hemos leído, en este sentido, la carta abierta de un jesuita al papa Francisco.

Siguiendo con aquellas reflexiones ofrezco a los lectores, para un debate comunitario desde el respeto a las personas que no opinen lo mismo, algunos párrafos más de mi libro ligeramente adaptados para RD, con la mejor intención de contribuir a encontrar la verdad en una cuestión que tanto sufrimiento y desazón sigue causando en la Iglesia y en la sociedad civil.

“Mirad cómo le quería” (Jn 11, 36)

La profesora Adela Cortina ha señalado que las personas adquieren su autoestima a través del respeto que los demás les demuestran. Así es. Es importante respetar y sentirse respetado. Desgraciadamente no todos reciben por igual ese respeto. Hay en la sociedad aversión, desprecio y rechazo a muchos colectivos, como son los emigrantes, los negros, los homosexuales, los mendigos, y también las mujeres, por el machismo imperante. Eso es signo de falta de humanidad y tiene poco de cristiano. ¿Acaso es impensable una mujer homosexual de color al frente de la comunidad cristiana? Debería ser pensable y hasta deseable por el fuerte mensaje de respeto e igualdad que enviaría al mundo. Así fue con el presidente Obama y su esposa Michelle en los Estados Unidos.

Hemos olvidado que el Evangelio contiene suficientes datos como para que todos se vean reflejados en él sin que unos se crean mejores que los otros en la Iglesia o traten de imponer sus modos de vida. ¿Por qué un varón heterosexual con una fuerte atracción por las mujeres puede ser sacerdote y, en cambio, un varón con una fuerte atracción homosexual no puede serlo? ¿Son las mujeres menos atractivas que los hombres siendo así más fácil para el heterosexual observar la continencia? Si no se debe a una artimaña para que nadie sospeche lo que se esconde en el armario, eso sólo puede entenderse desde un prejuicio respecto a la condición homosexual. Un prejuicio que conlleva discriminación y homofobia. Se ve en la tendencia homosexual un desorden objetivo. Ese es el prejuicio sin base científica alguna. Y si ese prejuicio lleva al rechazo y al odio, ¿no deberíamos recordar las palabras del Evangelio que nos dicen que “quien odia a su hermano está en las tinieblas”? (Jn 2, 11).

Colaborar a que se extienda el rechazo al homosexual no es de buenos cristianos. Hay doctrinas que no tienen una base sólida y actitudes que no están justificadas. ¿Acaso vamos a censurar que Jesús tuviera entre sus seguidores un “discípulo amado” que con confianza en la última cena se apoyó en su pecho al hacerle una pregunta? (cf. Jn 13, 25). Hay que comprender el alcance de este gesto. Se trata de un signo de afecto y de ternura a la vez. Una muestra de esa delicadeza de trato y cercanía corporal con la que generalmente el varón heterosexual de nuestros días no quiere identificarse, no sea que lo confundan con otro tipo de hombre al que él desprecia.

No era un gesto sin importancia. Si así fuera no habría sido mencionado de nuevo ese gesto en el evangelio de Juan al hablar del discípulo que seguía a Pedro y a los demás (cf. Jn 21, 20). A Jesús no le importó tampoco al llorar por su amigo Lázaro que dijeran: “¡Mirad cuánto le quería! (Jn 11, 36). Jesús no rehuía el contacto corporal: los saludos, el lavatorio de los pies a los discípulos, los besos de cortesía o los abrazos (Lc 22, 48). Recordemos la escena con María Magdalena (Jn 20, 17), la unción en Betania (Jn 12, 1-8) y la escena con el fariseo Simón y la pecadora que cubría de besos los pies de Jesús (Lc 7, 36-50). Le interesaba el afecto de sus seguidores: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?” “Señor, sí, tú sabes que te quiero” (Jn 21, 15). ¿Hemos tomado nota de las implicaciones de esos textos? Porque hoy en la Iglesia son todavía muchos los que señalando a otros dicen: “¿Y este qué?” Jesús les respondería como entonces a Pedro: “¿Y a ti qué? Tú, sígueme” (Jn 21, 22).

Así es el Evangelio. Y ¿qué prescribe la Iglesia? ¿Qué enseñó el Vaticano II? Para los presbíteros de rito latino “la perfecta y perpetua continencia”, “la virginidad o celibato guardado por amor del reino de los cielos” (Presbyterorum Ordinis, 16). ¿Qué se les enseña en sus años de formación frente al matrimonio? “La excelencia mayor de la virginidad consagrada a Cristo” (Optatam totius, 10). Y la castidad por el amor del reino de los cielos para los religiosos y religiosas, que no deben dejarse conmover “por las falsas doctrinas que presentan la castidad perfecta como imposible o dañosa para la plenitud humana” (Perfectae caritatis, 12). Esa es la doctrina. Esas son las normas.

Pero luego tenemos noticias de mentiras, escándalos y doble vida. La conducta humana es, a veces, como una manzana que está más podrida de lo que la piel permite ver. ¿Logrará el Sínodo de los obispos para la Amazonía abrir nuevos caminos y hacer de la Iglesia una sociedad más auténtica, razonable y dinámica?

El documento de trabajo para el Sínodo, que ya ha sido aprobado, afirma que “el amor vivido en cualquier religión agrada a Dios” (a. 39). No hay que creer que se tiene en exclusiva el don de la salvación. De un modo similar podemos afirmar que “el amor vivido desde cualquier condición u orientación sexual agrada a Dios”. Amor, que no es egoísmo posesivo, explotación o dominación.

magdalena-jesus-640x480En su conocida obra Jesús. Aproximación histórica, J. A. Pagola no se detiene a hablar del discípulo amado, pero afirma que Jesús seguramente correspondió “con ternura al cariño especial de María de Magdala”. Al final del segundo capítulo leemos esta frase: “Jesús conoció la ternura, experimentó el cariño y la amistad, amó a los niños y defendió a las mujeres”. Pero al explicar que Jesús no tuvo esposa ni hijos habla de “la renuncia de Jesús al amor sexual”, aunque se dejó “abrazar por prostitutas que van entrando en la dinámica del reino”. Y probablemente, dice también Pagola, se burlaron de él llamándole “eunuco”.

Pero los eunucos sí tenían vida sexual, aunque no se casaran. Y hablar de la renuncia de Jesús a la vida sexual, o al amor sexual, es ir más allá de los datos del Evangelio. Es algo que ni se puede afirmar ni se puede negar.

Tampoco podemos precisar el sentimiento de amor de Jesús, “amor frustrado de Jesús” como dice Xabier Pikaza, en Mc 10, 21: “Jesús, mirándolo, lo amó”. “Esta es la única vez en que Marcos utiliza el verbo amar en un sentido fuerte, para referirse a un encuentro entre dos seres humanos, en clave de relaciones interpersonales”, precisa Xabier Pikaza en su Evangelio de Marcos. Y en el tema de los que se han hecho eunucos por el reino de los cielos es interesante el comentario que hace en su Evangelio de Mateo. Según Pikaza Mt 19, 12 situaría “a los seguidores de Jesús en el espacio de los marginados sexuales, por razón biológica o social”, en la línea insinuada por Mt 8, 5-13.

Es un dato, en cambio, muy claro que hubo mujeres que seguían a Jesús, discípulas y amigas como Marta y María, María Magdalena, la que según relatos apócrifos lo amó de modo especial, y otras como María, la madre de Santiago y Joset, María de Cleofás, Salomé, Juana, Susana y otras muchas que, como nos dice el evangelio de Lucas 8, 3, servían a Jesús y a los doce apóstoles con sus bienes.

Nadie se va a atrever a reprochar a Jesús que, en cierto modo, formara con sus discípulos una familia itinerante, fraterna que no corresponde al modelo de familia de Adán y Eva, de esposo y esposa, al modelo de familia patriarcal (cf. Mt 12, 46-50). “Jesús los ve a todos como una familia”, dice Pagola. Son los primeros miembros de una familia nueva, la familia mesiánica de los que cumplen la voluntad de Dios (cf. Mc 3, 35).

Jesús defendió a la mujer frente al modelo patriarcal imperante en aquel pasaje de Mateo 19, 1-9. Además habló de quienes no encajan en ese modelo en Mt 19, 10-12, como se ha recordado antes. Y tenemos ahí una base evangélica para, de modo análogo, alargar la lista de otros modelos de vida y de familia, como los que representan tantas minorías discriminadas.

Desde la sociedad civil se aceptan distintos tipos de comunidades de hombres y de mujeres sin aspaviento alguno, comunidades religiosas en muchos casos, o de dos miembros, como es el caso de muchas casas parroquiales, con el párroco y su asistenta, o de muchos miembros como es el caso de monasterios y conventos. No tiene sentido especular sobre la vida íntima de esas personas. ¿Por qué se atreve a hacerlo la Iglesia y su jerarquía respecto a las parejas homosexuales?

No parece que la vida sexual de la gente sea un asunto de la competencia de la Iglesia. Mucho menos dar en este campo doctrina concreta. Bastaría con ofrecer grandes líneas orientadoras dentro de lo que es el anuncio de la palabra de Jesús y el mandamiento del amor.

Marcar pautas y normas en la vida sexual de las personas no es una exigencia del mensaje evangélico. Sí lo es el amor y la misericordia (cf. Mc 12, 28-34; Lc 6, 36-38; 10, 29- 37) “Vete y haz tú lo mismo”, le dice Jesús al letrado. Nosotros, en cambio, en lugar de dedicarnos a curar heridas y ser buenos samaritanos, creamos Congregaciones doctrinales y elaboramos voluminosos catecismos que le dicen a la gente lo que tiene que creer y cómo tiene que vivir.

Ante el desprecio que sufre el homosexual en nuestras sociedades vendría bien representarnos una escena del Evangelio que todos conocemos: “Los hombres que le mantenían preso se burlaban de él y lo maltrataban; cubriéndole con un velo le preguntaban: “¡Adivina! ¿Quién es el que te ha pegado?” Y le insultaban diciéndole otras muchas cosas” (Lc 22, 63-65). Como a tantos niños y jóvenes en nuestros colegios que sufren el acoso de sus compañeros, con la colaboración cobarde, a veces, de sus profesores.

agresion_trans_metro_paris_leftComo a Julia, transexual, que el 31 de marzo de 2019 en París fue insultada, humillada, golpeada por tres hombres, al intentar acceder al metro, mientras una turba los jaleaba. No, Julia, transexual, no era nombrada en la Biblia, en el Génesis, pero es imagen de Dios con la misma dignidad que cualquier otro ser humano. Como lo es Cora, esa niña “trans” de la que nos habló El País Semanal, en un estupendo reportaje de Gabo Caruso, el domingo 28 de julio de 2019.

¿No debe enseñarse en nuestras escuelas esa realidad y esa igual dignidad de todas las personas? ¿No serviría para disminuir el acoso entre los jóvenes escolares y la violencia entre los adultos? Apliquemos también aquí las palabras del Evangelio: “Cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis”. La cobardía, la ignorancia y el machismo se ceban con quien anhela simplemente vivir libre y feliz.

La Iglesia y la homofobia

“Los católicos LGBTI constituyen hoy, probablemente, el grupo más marginado en la Iglesia” (James Martin, SJ, Tender un puente)

Da la impresión de que la Iglesia es todavía partidaria de aquella respetabilidad homófila tan en boga en los años anteriores al concilio Vaticano II. El homosexual debía vivir confundido con la sociedad mayoritariamente heterosexual sin que nadie pudiera señalarlo y ni siquiera sospechar cuál era su verdadera condición sexual. ¿Es así como quieren vivir muchos grupos de homosexuales cristianos? ¿Hay vida más triste que la del que tiene como principal preocupación en su vida laboral y social la ocultación de la propia orientación sexual?

Quizá no se puede pedir a un judío que salga del armario cuando vive en una comunidad nazi. Aunque tampoco es mucho más rica la vida, por ejemplo, del varón heterosexual que siente antipatía hacia los homosexuales y está preocupado por diferenciarse de ellos, por saber quiénes sienten la atracción sexual de un modo diferente para no mezclarse con ellos. Esa obsesión, esa preocupación ¿no es también un tipo de armario en el que uno está encerrado? Algunos se sienten ofendidos, y hasta reaccionan de forma injustificadamente violenta, si los gais se fijan en ellos. La persona heterosexual es más libre y feliz cuando eso ni le preocupa ni le ofende.

¿No podría la Iglesia contribuir, con una doctrina más justa sobre las conductas homosexuales, a que estas situaciones de violencia no se dieran? Es verdad que, a pesar de que las agresiones siguen existiendo, no hay un clima de violencia, pero a algunas personas heterosexuales les es difícil relacionarse con personas homosexuales desde la igualdad y el respeto. Frecuentemente lo hacen desde la condescendencia y el paternalismo. Es la actitud muchas veces también del hombre machista en su relación con la mujer, aunque no haya violencia. No es una actitud muy cristiana.

Tampoco la persona homosexual debe reaccionar sintiéndose moralmente superior a nadie o con conductas agresivas y violentas. Hay homosexuales llenos de fanatismo político y con escasa educación democrática que ignoran que el rechazo al diferente y las políticas injustas no se pueden combatir con matonismo y sed de venganza. Se dejan ver, a veces, en las manifestaciones reivindicativas de los colectivos LGTBI y avergüenzan con sus desmanes y falta de civismo a otros compañeros de lucha que no comparten sus métodos violentos.

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Es un deber democrático trabajar para que a los homosexuales les sean reconocidos sus derechos, sin permitir que los partidos políticos instrumentalicen su causa, denunciando las políticas que atentan contra la libertad y la diversidad sexual tanto en los partidos de derecha como en los partidos de izquierda. También hay que desenmascarar las doctrinas que descalifican moralmente la vida de estas minorías basándose en prejuicios de tipo religioso.

Vivimos en una sociedad, y no solamente en España y en Latinoamérica, ni mucho menos, en la que todo gira en torno a una larvada o explícita homofobia, y en torno a demostrar que uno no es homosexual. El varón se ve continuamente obligado a demostrar que es muy “macho”. Y esto a pesar de que se ha avanzado en el reconocimiento y respeto de todas las formas de vida y de los derechos de todos.

manif-pour-tous-936x520¿No significó el movimiento francés de la Manif pour tous (Manifestación para todos) del otoño de 2013, en contra del matrimonio homosexual, que la homofobia y el poder patriarcal seguían siendo dominantes en Europa? La derecha extrema se unía a la derecha católica y hacían así visible la dimensión política de la denuncia de la supuesta “teoría del género”. Lo explica bien Réjane Sénac en ¿Qué es el género? (L. Laufer y F. Rochefort, (dirs.), Barcelona, 2016). Los católicos franceses de izquierdas sí que apoyaron los estudios de género y el matrimonio homosexual. Recordemos el artículo publicado por Témoignage chrétien con el título Mariage pour tous, un progres humain en diciembre de 2012.

Una vez más constatamos que impera el prejuicio y la ignorancia y de ello se aprovechan partidos e iglesias para sus fines propios. Vemos así la necesidad de una buena educación afectiva y sexual en una sociedad plural. Agitar el fantasma del peligro de la confusión de los sexos no es más que una forma de impedir el avance de los movimientos igualitarios. ¿Cómo puede la Iglesia apoyar estas campañas mendaces?

Ese viejo fantasma ya apareció en la Revolución francesa. Las mujeres fueron excluidas cuando algunos se alarmaron pensando que la amistad pudiera reemplazar al amor. Y es en Francia donde la oposición al concepto y a la palabra “gender” que vino de los Estados Unidos es más fuerte, ya desde los años del papa Benedicto XVI.

Los que se oponen al matrimonio homosexual han elegido los estudios de género como blanco de sus ataques.

matrimoniogay1Son campañas mendaces porque los estudios de género no niegan la diferencia entre los sexos, no niegan el sexo biológico. “No se trata de negar una diferencia (de negar el sexo biológico, como dan a entender los detractores), sino de comprender cómo esta diferencia – solo una entre todas las que hacen de la persona un ser único – ha llegado a estar social y culturalmente sobredeterminada” (¿Qué es el género? L. Laufer y F. Rochefort (dirs.) Barcelona, 2016, p. 10).

Estos estudios simplemente muestran cómo muchas desigualdades y discriminaciones entre los sexos tienen una explicación histórica y cultural. El Génesis habla de que Dios los creó varón y mujer. Así lo veía el autor del relato. Eso vemos y creemos hoy también, que hay hombres y mujeres. Pero sabemos que no todos aman de la misma manera. Y vemos también a otras personas, seres humanos bien reales.

Pues también creó Dios a los transexuales y a los hermafroditas, a toda persona transgénero, a la rica variedad de seres humanos cualquiera que sea su determinación sexual y de género, aunque no vengan nombrados expresamente en el Génesis, que no es un libro científico, de biología o de antropología. Y Dios creó a los eunucos, que sí aparecen en la Biblia (cf. Is 56, 3-7; Hch 8, 26-40), aunque no son exactamente como Adán (cf. Gn 1, 28). El hombre ha evolucionado en colores, no en blanco y negro. ¿Tan difícil es aceptar la riqueza de la creación de Dios? ¿Tan difícil es comprender que la creación se realiza, desde el punto de vista de la ciencia, como evolución?

Hay personas que confunden la Biblia con una Enciclopedia del saber o con un libro sagrado escrito por el Padre eterno en sus moradas celestiales. Así creen que Satanás es una persona y el infierno un lugar de condena eterna lleno de fuego porque así han entendido el Nuevo Testamento, o porque lo repite el papa, como si Jesús pudiera haber sido hombre verdadero sin nacer dentro de un pueblo y de una cultura, y como si los libros de la Biblia hubieran sido escritos fuera de una época histórica concreta que tenía su propia visión del hombre y del mundo. Por eso son tan importantes los estudios bíblicos, para entender aquellas culturas, aquellos pueblos que se dieron cuenta de que Dios les hablaba e intervenía en su historia con una promesa y una elección, aunque elegidos pueden sentirse todos los pueblos. Y así hasta llegar a la palabra y la vida de Jesús de Nazaret y su vida, en el que los que creemos en el Evangelio hemos visto que culminaba esa historia de la salvación.

La fe que no es razonable sirve de poco. Lo razonable es investigar, dialogar, debatir, juzgar por nosotros mismos, algo muy razonable y que también recomienda el Nuevo testamento (Lc 12, 56-57), y no creer simplemente lo que nos enseñan los demás. Algunos cristianos han entendido literalmente eso de ser ovejas de un rebaño. Pero ya sabemos en qué totalitarismos políticos o religiosos se ven abocadas las masas con apetito de organización y devoción a un líder. Lo explicó bien Hannah Arendt. Los líderes religiosos y las iglesias tienen sus propios intereses, que a menudo no coinciden con la búsqueda de la verdad y el bien común de la humanidad.

22576426684El Génesis tampoco dice que la condición de la mujer esté marcada por las famosas tres palabras que en alemán empiezan por K: Küche, Kinder, Kirche (cocina, niños, iglesia) y que sus actividades deban limitarse a eso ámbitos, o que por el mismo trabajo debe haber una diferencia salarial entre el hombre y la mujer. Eso son condicionamientos culturales, políticos y económicos. Lo ha explicado bien Bernardo Pérez Andreo en su artículo en RD, El sexo débil. El machismo como verdadera ideología de género, publicado el 24 de mayo de 2019.

Resulta evidente que en los ataques político-religiosos a estos estudios de género hay poca serenidad e imparcialidad. Muestran, eso sí, tintes inquietantes de “antiintelectualismo, antifeminismo y homofobia”. Inquietante es también, por ejemplo, que, unidos por la homofobia y el antisemitismo, la extrema derecha francesa y el radicalismo islámico hagan, a veces, causa común.

¿Qué hacer desde la comunidad cristiana? Se impone un diálogo social para evitar la injusticia que sufren estas personas. Todos los ciudadanos, cualquiera que sea su sexo o condición sexual, han de disfrutar de los mismos derechos. Resulta escandaloso que seamos nosotros los cristianos, los que, arrojando con nuestras doctrinas oficiales una sombra de “desorden” y de “falta de moralidad” sobre la conducta sexual y afectiva de estas personas, colaboremos directa o indirectamente a su marginación y exclusión social.

Una Iglesia que contribuye con su doctrina sobre la homosexualidad a la exclusión social de muchos hombres y de muchas mujeres se ha alejado del Evangelio. ¿Es esa doctrina la llave con la que se quiere tener protegido y bien cerrado el propio “armario”? ¿Sucede así por haber politizado lo religioso, por mezclar, una vez, la causa del Evangelio que es la causa del hombre necesitado, con la causa del poder, de los intereses políticos? ¿No le basta a la Iglesia con anunciar y testimoniar el Evangelio y cae en la tentación de disputar espacios de poder en la sociedad a través de la escuela?

No es de extrañar que muchos homosexuales cristianos opten por trabajar por el reino de Dios, por una sociedad más justa, fuera de las estructuras visibles de la Iglesia cuando esta no acaba de reconocer la bondad intrínseca de la condición afectiva y sexual con la que nacieron, y que “todos son hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús”, de tal manera que “ya no hay judío ni griego… ni hombre ni mujer, pues todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Ga 3, 26-28). ¿No dijo Jesús que hay eunucos que salieron así del vientre de su madre? (cf. Mt 19, 12) Lo mismo podemos decir de las personas que no encajan en el modelo patriarcal heterosexual. No deberían sufrir rechazo ni discriminación por su condición sexual.

Sin embargo, la realidad es muy distinta. Sigue siendo verdad que el negativismo sexual, el puritanismo, es intrínseco a las formas organizativas de las distintas religiones. Sus líderes lo han usado para ejercer el control de las conciencias de los fieles y dirigirlos hacia ese tipo de religiosidad, enemiga del sexo, que ellos controlan. Pocas cosas son más urgentes. Hay que rechazar esta visión negativa de la sexualidad y las formas de vida que ha inspirado, a veces tan llenas de ocultamientos y contradicciones. Después de la publicación del libro Sodoma. Poder y escándalo en el Vaticano (2019), del periodista Frédéric Martel, ese rechazo debería llegar más tarde o más temprano.

Los creyentes no pueden seguir ignorando la realidad de lo que sucede. Tendrán que cambiar su forma de entender la religión, y valorar, si es su gusto, los tapices de flores del Corpus Christi, pero mucho más, al paso de Jesús, el tapiz de amor al prójimo, “un tapis triomphal avec ta charité”, como dice el poema Le rebelle de Baudelaire, que a más de un lector le ha hecho entender mejor el cristianismo. Pero nos es más cómodo entretenernos con filigranas florales que ocuparnos del pobre, del deforme, del marginado y del excluido de los bienes materiales y espirituales.

Es la atención a las injusticias de nuestro mundo, el mensaje de amor, de esperanza y de salvación del Evangelio, lo que debe preocuparnos en la Iglesia. Ha llegado el momento de dejar de dar pautas de conducta sexual, de dejar de estigmatizar las distintas formas que tenemos los humanos de relacionarnos sexual y afectivamente. No se predica el amor fomentando la homofobia, el odio al diferente. Es hora de abrir armarios, arcones, puertas y ventanas, porque el aire de la Iglesia se ha hecho irrespirable.

La doctrina sexual de la Iglesia y su política de ocultamiento y encubrimiento han tenido ya demasiadas víctimas. No se puede seguir desorientando y mintiendo a la gente como se ha hecho hasta ahora. La Iglesia no puede arrogarse esa autoridad en estas materias. Durante muchos años los mismos científicos y profesionales, médicos y psicólogos, se han limitado a legitimar lo que decían las iglesias. Tal era el poder de las mismas sobre sus conciencias. Si la orientación del deseo homosexual no era aceptable en una confesión religiosa siempre había psicólogos o médicos próximos a la misma dispuestos a afirmar que se trataba de una desviación o perversión. A través de grupos de cristianos de mentalidad muy conservadora esa situación se da todavía hoy.

Necesitamos recuperar el espíritu del Evangelio. Y ya sabemos que Jesús puso la solidaridad con el hombre necesitado, con el que él se identifica, como principio rector de nuestra vida. Tenemos que volver al mensaje evangélico y recordar sus palabras y sus gestos si queremos emprender con decisión el camino de renovación de la Iglesia.

juan_jesus¿Por qué una actitud como la que refleja el texto del evangelio de Juan 13, 21-30 antes comentado resulta tan comprometedora para algunos? ¿Por qué hay traducciones que han evitado explicitar la postura del discípulo sobre el cuerpo de Jesús tal como indica el versículo 13, 23? “Uno de los discípulos, el que Jesús amaba, estaba a la mesa al lado de Jesús”, traduce alguna edición de la Biblia de Jerusalén. Pero si el griego dice anakeimenos en tō kolpō Iēsou, debería traducirse “estaba recostado sobre el pecho de Jesús”, como señala Hugo Cáceres Guinet (cf. Jesús el varón, Verbo Divino, 2011). Y sigue luego el v. 25 diciendo: “Entonces, apoyándose sobre el pecho de Jesús, le dijo: “Señor ¿quién es?”

Cáceres Guinet afirma que “hay una tendencia a privar de sensualidad este momento a fin de guardar la compostura socialmente aceptable para el lector contemporáneo, privando al texto del aspecto afectivo que el autor ha querido dar a la escena”. Quizá por guardar esa “compostura socialmente aceptable” algunos autores no hablan apenas del discípulo amado.

Ciertamente los textos canónicos no nos dicen mucho sobre la sexualidad de Jesús. Y no sería poco que sacáramos todas las consecuencias del dogma de fe que nos dice que era hombre verdadero. Pero este gesto que implica la aceptación del afecto mutuo entre Jesús y su discípulo que nos presenta el evangelio de Juan debería bastar para eliminar del catecismo de la Iglesia el a. 2357, que además de ir en contra de las ciencias antropológicas y de una ética sexual que no haga de la Biblia lecturas fundamentalistas va en contra del espíritu misericordioso de Jesús y está causando estragos.

Fuente Religión Digital

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Padre Eugenio Pizarro: “El abuso de poder, de conciencia y sexual está alejando a muchos de la Iglesia”

Lunes, 5 de agosto de 2019

pastor“Jesús es el único buen pastor en la Iglesia Católica”

La Iglesia de abuso de poder y de conciencia, de abusos sexuales, de afición al dinero – mostrándose con riquezas ante tanta pobreza – está alejando a muchos de la Iglesia

Los documentos de Puebla y Medellín que anunciaban el Evangelio no están saliendo de sus páginas ni de la Iglesia para encarnarse en la vida real y concreta de este mundo actual 

Escribo ante la experiencia que he vivido en estos días de crisis de la Iglesia, especialmente de la Iglesia chilena. Es numerosa la cantidad de personas que me han mostrado su desilusión e incluso su falta de creencia en la Iglesia. Me han dicho: “Creo en Dios pero ahora no estoy creyendo en la Iglesia”. La Iglesia de abuso de poder y de conciencia, de abusos sexuales, de afición al dinero – mostrándose con riquezas ante tanta pobreza – está alejando a muchos de la Iglesia. Se duelen que las palabras del Papa Francisco al llegar a su pontificado: “Quiero una Iglesia pobre y para los pobres” no han pasado a los hechos reales. Dicen: “Del dicho al hecho hay mucho trecho”; “Obras son amores y no buenas razones”; “La fe sin obras es fe muerta”; “Hechos y no palabras”. En fin, hay otros hechos y estructuras, que para la gente no reflejan el Espíritu de Jesús y su Evangelio en la Iglesia Católica.

En este escrito quiero expresarme positivo y con mucho amor a la Iglesia Católica.

Las palabras de Jesús en el Evangelio que les recomiendo leer son parte de su discurso del Buen Pastor. En él se nos presenta como el único pastor de los cristianos, de la Iglesia, en la cual todos los demás pastores son instrumentos y figura del único pastor que es Cristo. Se nos presenta como pastor bueno, comprometido con su gente, con los pecadores y especialmente con los más pobres y postergados de la sociedad, hasta dar la vida por ellos, y haciéndose uno de ellos; se muestra como conocedor de todos y siguiéndolos personalmente. Aquí, a reglón seguido quiero citar a la Conferencia Episcopal de Puebla en el número 681 hasta el 684 y hago estas citas diciendo con respeto, pero con verdad, que creo que este documento de Puebla como el de Medellín, de la Evangelii Nuntiandi, del Vaticano II, no están saliendo de sus páginas ni de la Iglesia para encarnarse en la vida real y concreta de este mundo actual, poco me falta, tal vez por pudor, decir que falta vivir el Evangelio y seguir al “Camino” (Jesús):

“El ministerio eclesiástico, de institución divina, es ejercido en diversos órdenes por aquellos que ya desde antiguo vienen llamándose Obispos, presbíteros y diáconos”(LG 28). Constituyen el ministerio jerárquico y se reciben mediante la “imposición de las manos”, en el Sacramento del Orden. Como lo enseña el Vaticano II, por el Sacramento del Orden – Episcopal y presbiteral- se confiere un sacerdocio ministerial, esencialmente distinto del sacerdocio común del que participan todos los fieles por el Sacramento del Bautismo (Cfr. LG 10); quienes reciben el ministerio jerárquico, quedan constituidos, “según sus funciones”, “pastores” en la Iglesia. Como el Buen Pastor (Cfr. Jn.10, 1-16), van delante de las ovejas; dan la vida por ellas para que tengan vida y la tengan en abundancia; las conocen y son conocidas por ellas (P.681).

“Ir delante de las ovejas” significa estar atentos a los caminos por los que los fieles transitan, a fin de que, unidos por el Espíritu, den testimonio de la vida, los sufrimientos, la Muerte y la Resurrección de Jesucristo, quien, pobre entre los pobres, anunció que todos somos hijos de un mismo Padre y por consiguiente hermanos(P. 682).

“Dar la vida” señala la medida del “ministerio jerárquico” y es la prueba del mayor amor; así lo vive Pablo que muere todos los días (Cfr. 2 Cor.4-11) en el cumplimiento de su ministerio (P. 683).

“Conocer las ovejas” y ser conocidos por ellas no se limita a saber de las necesidades de los fieles. Conocer es involucrar el propio ser, amar como quien vino no a ser servido sino a servir (P. 684).

La Iglesia es un don para los hombres; no se entiende una Iglesia sin Jesús

En las palabras evangélicas de Jesús, su rebaño, redil, es la Iglesia Católica. Es verdad que Él tiene también “otras ovejas que no están en este redil, y que Él tiene que traer” (Jn. 10.16), pero en el Evangelio citado en este escrito, Él nos habla de su relación con la Iglesia, la comunidad de sus discípulos congregada por el Espíritu Santo después de su Resurrección. Porque el fruto de la Pascua es el don de la Iglesia a los hombres.

Las palabras del Evangelio deberían fortalecer nuestra fe, nuestra confianza y nuestro compromiso con la Iglesia y no hacer nuestra desilusión y pérdida de credibilidad en la Iglesia. La Iglesia que nos da el Evangelio, nos da la Eucaristía, y sobre todo nos da a Jesucristo. No se entiende una Iglesia sin Jesús. Y aquí, creo conveniente citar nuevamente a Puebla desde el número 226-231):

El mensaje de Jesús tiene su centro en la proclamación del Reino que en Él mismo se hace presente y viene. Este Reino, sin ser una realidad desligable de la Iglesia (LG 8a), trasciende sus límites visibles (Cfr. LG 5). Porque se da en cierto modo donde quiera que Dios esté reinando mediante su gracia y amor, venciendo el pecado y ayudando a los hombres a crecer hacia la gran comunión que les ofrece Cristo. Tal acción de Dios se da también en el corazón de los hombres que viven fuera del ámbito perceptible de la Iglesia (Cfr. LG 16; GS 22e; UR 3). Lo cual no significa, en modo alguno, que la pertenencia a la Iglesia sea diferente (Cfr. Juan Pablo II, Discurso inaugural I, 8. AAS LXXI, p. 194)”. (P. 226).

De ahí que la Iglesia haya recibido la misión de anunciar e instaurar el Reino (Cfr. LG 5) en todos los pueblos. Ella es su signo. En ella se manifiesta, de modo visible, lo que Dios está llevando a cabo, silenciosamente en el mundo entero. Es el lugar donde se concentra al máximo la acción del Padre, que en la fuerza del Espíritu de Amor, busca solícito a los hombres, para compartir con ellos – en gesto de indecible ternura- su propia vida trinitaria. La Iglesia es también el instrumento que introduce el Reino entre los hombres para impulsarlos hacia su meta definitiva” (P. 227).

Ella “ya constituye en la tierra el germen y principio de ese Reino” (LG 5). Germen que deberá crecer en la historia, bajo el influjo del Espíritu, Hasta el día en que “Dios sea todo en todos” (1 Cor. 15,18). Hasta entonces, la Iglesia permanecerá perfectible bajo muchos aspectos, permanentemente necesitada de auto evangelización, de mayor conversión y purificación (Cfr. Ibid. 8c)”. (P. 228).

No obstante, el Reino ya está en ella. Su presencia en nuestro continente es una Buena Nueva. Porque ella – aunque de modo germinal – llena plenamente los anhelos y esperanzas más profundos de nuestros pueblos” (P. 229).

En esto consiste el “misterio” de la Iglesia: es una realidad humana, formada por hombres limitados y pobres, pero penetrada por la insondable presencia y fuerza del Dios Trino que en ella resplandece, convoca y salva (Cfr. LG 4b; SC 2)”. (P. 230).

La Iglesia de hoy no es todavía lo que está llamada a ser. Es importante tenerlo en cuenta, para evitar una falsa visión triunfalista. Por otro lado, no debe enfatizarse tanto lo que falta, pues en ella ya está presente y operando de modo eficaz en este mundo la fuerza que obrará el Reino definitivo”. (P. 231).

Y siguiendo con lo que decíamos antes de las citas recientes de Puebla, cuando decíamos acerca de que la Iglesia nos da el Evangelio, que nos da la Eucaristía, y sobre todo nos da a Jesucristo, diremos: Jesús nos da el verdadero sentido de nuestra vida y de nuestra muerte, y nos trasmite la ley del amor fraterno y de la libertad, y nos ayuda a vivirla en lo concreto de nuestra vida y de nuestro compromiso con los demás, preferencialmente con los pobres.

En este tiempo de crisis eclesial, nos preguntamos, no pocas veces, en medio de la crisis y de tantas fallas que se han juntado en los católicos, especialmente en los sacerdotes y representantes de la Iglesia, si será auténtico lo que esta Iglesia de hoy nos trasmite. ¿Será auténtico? Y nos preguntamos, si una Iglesia con tanta crisis, confusiones y claudicaciones de sus miembros, abusos sexuales, abusos de poder y conciencia; y tantos laicos con beligerancias en contra de jerarquía, sacerdotes e Iglesia misma, generalizando y “metiendo a todos en el mismo saco”, nos preguntamos, repito, si Iglesia puede darnos eficazmente a Jesús y a su Evangelio. Si puede ser realmente un instrumento de liberación. Si puede realmente hacer un éxodo esperanzador.

Las palabras de Jesús en el Evangelio nos dan una respuesta a nuestra angustiante interrogación, también nos ayudan a recuperar la credibilidad en la Iglesia: yo les doy la vida eterna, no perecerán para siempre y nadie los arrebatará de mi mano… Mi Padre me ha dado las ovejas… nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre…”.

La garantía de la Iglesia, de su fidelidad en conducir a los hombres a la vida de Cristo Resucitado y al Evangelio del amor y la libertad, es que no está en mano de pastores humanos. Éstos son sólo un instrumento necesario e imperfecto, del Único Pastor que guía y guiará a la Iglesia, quien además suple las fallas de los católicos (pastores y laicos) por el Espíritu Santo que nos envió y sigue enviándolo. Esto nos da la vida, nos ayuda a seguir a Cristo, y a salir del “Arca Actual” cuando pase el “Diluvio”, y salgamos haciendo una Iglesia “santa, sin mancha ni arruga ni nada semejante”. Este Espíritu enviado nos ayuda a seguir a Jesús y a ser fieles a su Evangelio para su animación interior, vital, independiente de las previsiones y fallas de los hombres de Iglesia. (Leer nuevamente Puebla 231).

La causa de nuestra fe, confianza y amor a la Iglesia es que esto está en las manos de Dios. Nadie se la puede arrebatar. Formamos parte de una comunidad de hermanos, con muchos defectos, en nosotros y en nuestra jerarquía, pero que a causa de que Jesús Resucitado es nuestro Pastor, estamos seguros de que en esta Iglesia lo seguimos a Él, y que nos conduce a la vida eterna. Entonces, con fuerza invito a amar a la Iglesia Santa y Pecadora. Esto no significa que nosotros nos quedamos de manos cruzadas, sin hacer nada, dejándolo todo sólo al único Buen Pastor: Jesús. Aquí termino con un dicho chileno: “Nadie debe esperar de la higuera la breva pelada en la boca”.

 Fuente Religión Digital

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“La cruz y la cama”, por Carlos Osma

Sábado, 15 de junio de 2019

cruzcamaDe su blog Homoprotestantes:

Cuentan los evangelios que mientras Jesús agonizaba en la cruz las personas que pasaban por delante de tan terrible escenario le decían: “¡Si eres Hijo de Dios, baja de la cruz!”. Y es que claro, tenían razón, los Hijos de Dios tienen otros sitios más honrosos donde morir: en su cama por ejemplo. Desde entonces hasta ahora, aquellos mensajes inhumanos han cambiado mucho, y ahora los guardianes del orden nos dicen a nosotras que para ser “Hijas de Dios” hemos de descender de nuestras deshonrosas camas, y subirnos a sus maravillosas cruces de neón para que todo el mundo pueda ver lo divinas que somos. No sé, pero tengo la sensación de que para mucha gente el cristianismo es un viaje de la cruz a la cama, o de la cama a la cruz.

Es verdad que podríamos decir que, tal y como se narra en los evangelios, la vida de Jesús fue un camino de la cama a la cruz, o mejor dicho del cajón donde se daba de comer a las bestias en el que su madre lo acostó al nacer, a la cruz del Gólgota donde el poder Romano lo hizo crucificar junto a otros dos malhechores. La cama y la cruz fueron para Jesús dos lugares no escogidos en donde se hizo patente que existía un poder político, pero también religioso, que controlaba su vida de principio a fin. Fue el edicto de Julio Cesar el que motivó que sus padres tuvieran que viajar hasta Belén, y fue la condena del Gobernador Poncio Pilato la que le llevó hasta el Gólgota.

Las camas y las cruces de las personas LGTBIQ son lugares donde los poderes patriarcales y LGTBIQfóbicos nos sacan y nos meten a conveniencia. Si nos mantenemos en silencio nos crucifican, si lanzamos gritos de dolor al infinito, nos vuelven a crucificar. En ese lugar, en el Gólgota, donde nos llevan a la fuerza tras golpearnos toda la vida con sus látigos de cuero negro, nos levantan para mostrar nuestra caricatura al resto del mundo y para exponer de una forma deformada quienes somos. Allí, en cada una de las cruces que decoran sus iglesias, nos cuelgan todos los días junto a otras malhechoras. Y lo hacen mientras nos invitan a bajarnos de ellas y comportarnos como “Hijos de Dios” en alguna de sus terapias reparativas. Pero si por el contrario hemos decidido ser felices y alejarnos de sus cruces sangrientas y sus terapias diabólicas, entonces nos sitúan en la cama, y allí nos representan como depravadas sexuales que se dejan llevar por sus instintos. Ya no somos cuerpos deformes, sino puro sexo, animales salvajes y nada más. De la cama a la cruz, o de la cruz a la cama. Un círculo enfermizo nacido de mentes que no pueden estar muy sanas.

Lo interesante de Jesús es que fue consciente de la existencia de poderes que le querían condicionar, a él y al resto de seres humanos que tenía a su alrededor. Poderes que en su época se podían denominar demoníacos, pero también otros que tenían nombres propios. Y ante ellos, no optó por bajar la cabeza, no escogió ni la cruz ni la cama como lugares donde vivir ante el resto del mundo, sino los espacios en los que era necesario hacer oposición activa a cualquier poder que limitaba la libertad y la vida de las personas. Por eso me resulta tan difícil entender el cristianismo de tanta gente que no choca nunca con los poderes que pretenden condicionarlas, que les van chupando la sangre hasta dejarlas sin vida. Personas que no han escuchado a nadie merodeando en sus camas y diciendo que se puede hacer en ellas, o que jamás han visto la vida desde lo alto de una cruz hecha a su medida.

No hay otra forma para salir de la falacia que va de la cama a la cruz y de la cruz a la cama que seguir el ejemplo de Jesús, de todos aquellos momentos de su vida que él si escogió y que no le fueron impuestos de una manera absoluta. La cama y la cruz no son lugares que debamos evitar, por razones bien diversas nuestras vidas se componen también de ellos. Pero no únicamente de ellos. Lo que determina quienes somos, no está ahí, sino lo que nos lleva hasta ellos, y cómo hemos sido capaces de luchar contra esos poderes para ser más libres. Yo diría que verse a uno mismo en el prójimo, y al prójimo en uno mismo, fue el motor que sí podría definir la vida de Jesús. Ese fue el poder al que él sirvió, más allá del resto de poderes que como a cualquier mortal lo influyeron y condicionaron. Y ese, el prójimo, es el lugar que da sentido al cristianismo y que nos puede alejar de esos círculos absurdos que se construyen entre nuestras camas y nuestras cruces.

A Jesús se le expulsa de la cama, y no tanto por motivos históricos, sino porque lo que podría ocurrir en ella a la mayoría de la gente le parece poco divino, y se le sube a una cruz donde demostrar con su sufrimiento que fue fiel al mandato de su Padre. No sé lo que ocurre, o no ocurre, en la cama de estas personas para pensar de esta manera. Pero también hay veces que se le baja de la cruz a marchas forzadas porque el fracaso es demasiado desestabilizador para teologías infantiles, y se le lleva solo y envuelto en una sábana hasta la cama que será el sepulcro donde resucitará milagrosamente. Me pregunto qué vidas tan naifs tienen estas personas que son incapaces de integrar el fracaso en sus teologías.

La cama y la cruz de Jesús, y también las nuestras, son lugares vigilados por poderes que nos controlan y pretenden condicionarnos de manera absoluta. Y el mensaje de vida de Jesús es que podemos resistirnos a ellos, aunque a veces nos venzan y dejemos entrar en nuestra cama ideologías de muerte, o en nuestras cruces teologías sin experiencia. El sentido que tienen nuestras cruces y nuestras camas no se encuentran en ellas mismas, sino en lo que ocurre entre ambas. La cuna de Belén y la cruz del Gólgota solo pueden entenderse a través de la vida de Jesús, de su implicación en la vida de muchas personas que eran los daños colaterales de normas y leyes divinizadas por poderes con intereses demasiado humanos. Es en la vida compartida con el prójimo donde se puede percibir que la liberación, la salvación, es el origen y la meta de la fe cristiana. Es desde allí desde donde acabaremos con los poderes que quieren someternos. Sin prójimo, ni cama ni cruz tienen sentido.

Carlos Osma

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La sexualidad es fluida hasta los 20 años, según investigaciones

Viernes, 24 de mayo de 2019

bisexualLa orientación sexual es fluida y continúa desarrollándose entre finales de la adolescencia y finales de la década de los 20, según un nuevo estudio publicado en el Journal of Sex Research.

Los investigadores preguntaron a más de 12.000 personas entre 1995 y 2009 sobre quiénes les atraía, el sexo de sus parejas y cómo se identificaban.

La orientación sexual continúa desarrollándose porque los jóvenes experimentan y exploran su identidad hasta bien entrada la adultez, según la investigación.

El estudio encontró que la mayoría de las investigaciones sobre la orientación sexual definen a los participantes con una sola etiqueta, por ejemplo, heterosexual o gay, pero este estudio reconoce que la sexualidad está en un espectro con muchos matices y “experiencias intermedias”.

Usar una etiqueta puede “simplificar demasiado la situación”. La investigadora Christine Kaestle dijo en una declaración:“La orientación sexual involucra muchos aspectos de la vida, tales como por quién nos sentimos atraídos, con quién tenemos relaciones sexuales y cómo nos identificamos a nosotros mismos. Hasta hace poco, los investigadores han tendido a centrarse en uno solo de estos aspectos, o dimensiones, para medir y categorizar a las personas. Sin embargo, esto puede simplificar demasiado la situación. Por ejemplo, alguien puede identificarse a sí mismo como heterosexual al mismo tiempo que informa sobre relaciones con parejas del mismo sexo”, continuó Kaestle, profesora de salud del desarrollo en Virginia Tech.

El estudio dividió a los participantes en nueve categorías: hombres heterosexuales, en su mayoría heterosexuales o bisexuales, hombres homosexuales emergentes y hombres con mínima expresión sexual, mujeres heterosexuales, mujeres heterosexuales en su mayoría mujeres heterosexuales discontinuas, mujeres bisexuales emergentes, lesbianas emergentes y mujeres con mínima expresión sexual.

Las personas heterosexuales formaban el grupo más numeroso y mostraban el menor cambio en la preferencia sexual con el paso del tiempo.

Los participantes que se acercan más a la mitad del espectro, así como las categorías de “hombres gays emergentes” y “lesbianas emergentes”, fueron los que mostraron los mayores cambios a lo largo del tiempo.

Las mujeres eran más propensas a caer en el medio del espectro. El estudio mostró que 24 de cada 25 hombres se identificaron con los extremos del espectro, ya sea heterosexual o gay, mientras que las mujeres eran más propensas a caer en la mitad del espectro.

El 67 por ciento de las mujeres del grupo “en su mayoría heterosexuales discontinuas” se sintieron atraídas por ambos sexos a principios de los 20 años, pero el número descendió a casi cero a finales de los 20, y la mayoría de estas mujeres informaron que se sentían atraídas por el sexo opuesto.

Kaestle dijo: “En los grupos emergentes, los que tienen relaciones sexuales en la adolescencia comienzan con otras parejas sexuales y muchos reportan otras atracciones sexuales durante su adolescencia. Luego, gradualmente se desarrollan y progresan a través de categorías adyacentes en el continuo a través de los primeros años 20 hasta llegar finalmente al punto en que casi todas las mujeres bi emergentes reportan atracciones sexuales, casi todos los hombres gays emergentes reportan atracciones sólo para hombres y casi todas las mujeres lesbianas emergentes reportan atracciones sólo para mujeres”.

El estudio afirma que “las fuerzas sociales de largo recorrido, como la homofobia, pueden desempeñar un papel en el retraso de estas tareas y experiencias de desarrollo, mientras que los cambios más recientes en el paisaje social pueden crear un entorno más propicio para que dichas experiencias se produzcan en un momento más temprano”.

Los investigadores esperan que los hallazgos permitan que los estudios futuros identifiquen las “necesidades específicas de salud” de varios grupos, y también que comprendan mejor los efectos de la discriminación.

Fuente Journal of Sex Research

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‘Giant Little Ones’, el descubrimiento de la sexualidad

Jueves, 7 de febrero de 2019

GLO_1Sht_FM1-560x830Se acaba de publicar el trailer ‘Giant Little Ones‘, una película que previsiblemente se estrenará en los próximos meses aunque todavía no tiene fecha de estreno en España, y que narra el descubrimiento de la sexualidad de dos adolescentes, que siendo los mejores amigos desde la infancia y los populares de la clase, enrarecen el ambiente después de un incidente en el 17 cumpleaños de uno de ellos.

‘Giant Little Ones’, protagonizada por Josh Wiggins, Darren Mann, Taylor Hickson, Kyle MacLachlan, y Maria Bello es una película que actualiza los clichés del género y los desarrolla dentro de la generación adolescente actual mostrando las dificultades de relación que tienen con sus padres y con sus compañeros, además de mostrar como experimentan la sexualidad.

Probablemente lo más interesante de la película es la ambigüedad sexual de Franky, puesto que unos lo atacan por este motivo y otros dan por hecho que es homosexual y lo aceptan como tal sin comprender que todavía no es su momento de etiquetarse.

‘Giant Little Ones’ es una película con muy buena acogida tanto por el público como por la crítica que esperamos no tardar demasiado en verla en nuestros cines.

Fuente AmbienteG

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“Soy padre y soy gay. ¿Por qué me preocupa tanto la sexualidad de mi hijo?”

Miércoles, 17 de octubre de 2018

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Seguramente os pasó cuando salisteis del armario que vuestra madre o vuestro padre, o algún familiar se llevó un disgusto. Y no tanto por homofobia como por temor a que sufriéramos el rechazo social, a que alguien nos discriminara o nos hiciera daño.

A mi en lo personal siempre me pareció una excusa. Pero ahora que soy madre y miro a mi hijo me pregunto, ¿y si fuera gay? ¿Y si viviera el rechazo social? ¿Y si algún día por ir de la mano de un chico alguien le gritara algo o le hiciera daño? A veces lo veo en televisión, una agresión al grito de “maricón” a algún adolescente.

Por eso me ha hecho sentido un testimonio de este hombre estadounidense que Huffington Post tradujo y que comparto aquí con vosotros:

“Cuando era pequeño, la mayoría de mis amistades eran chicas, lo cual sigue cumpliéndose a día de hoy. Por el motivo que sea, me siento más seguro y relajado entre mujeres que entre hombres.

Sigo teniendo conmigo a la mujer más increíble de mi vida y mi mejor amiga hasta el día de hoy ha sido una mujer que conocí hace 35 años en un campamento de verano. Por desgracia, cuando era un niño pequeño me enseñaron que tener amigas era algo malo. Me solían decir que solo los homosexuales o “mariquitas” juegan con chicas. Mi madre me dio mucho la vara sobre todas estas “novias” mías y, aunque ahora sé que solo intentaba protegerme de un mundo cruel, no me resultaba tan obvio entonces.

Esto me provocó mucho estrés cuando era niño. ¿Por qué no podía ser amigo de quien me apeteciera? ¿Por qué era algo malo tener amigas? Desde que tengo memoria, recuerdo que les pedía a mis amigas que fingieran ser mis “novias” para que mi madre y mis amigos no sospecharan que era gay. Fue algo duro para un niño pequeño tener que empezar a cuestionarse su sexualidad y no sentirse bien consigo mismo por ello.

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El autor con su ‘novia’ Lori (a la derecha).

Ser gay en los años 70 no era sencillo, ni tampoco durante las décadas previas, por las mismas razones. Crecí justo cuando comenzó el movimiento por los derechos de los homosexuales, entre los disturbios de Stonewall en el 69 y la redada contra los gays en las saunas de Toronto en 1981. Por no mencionar la epidemia de sida entre gays a finales de los 80. No fue una gran época para ser gay, pero recuerdo que fue una época con esperanza.

No había derechos para los homosexuales, ni matrimonio homosexual ni posibilidad de tener hijos. Había muy poca gente “fuera del armario” por entonces, al menos que yo supiera, y era inaceptable llevar un estilo de vida homosexual.

Mi madre hizo todo lo que pudo para intentar que fuera heterosexual, pero tener más amigos varones no te hace ser más hetero. Mi madre lo hizo lo mejor que pudo con la información de la que disponía. Era y sigue siendo un maravilloso modelo para mí, además de la persona a la que más recurro cuando necesito consejo. Sé que no intentaba hacerme daño, sino protegerme. Por eso la siguiente historia me pilló desprevenido.

Había muy poca gente “fuera del armario” por entonces, al menos que yo supiera, y era inaceptable llevar un estilo de vida homosexual.

Cuando empezamos a planificar el cuarto cumpleaños de mi hijo Milo, le preguntamos a quién quería invitar y lo primero que dijo fue: “¡Solo a chicas!”.

Ahora sabemos que la mayoría de sus amigos en la guardería son chicas, pero aun así me sorprendió. Seguidamente, lo siguiente que salió de mi boca fue: “¡Pero no puedes invitar solamente a chicas!”. ¿Por qué lo diría? ¿Cómo me transformé en mi madre en ese momento? Me había pasado años enfadado con ella por no dejarme ser amigo de quien me diera la gana y ahora ahí estaba yo diciéndole a mi hijo que tenía que invitar a chicos a su fiesta.

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Fiesta por el cuarto cumpleaños de Milo con sus ‘novias’ y con Batman

Intenté sonsacarle un poco de información para averiguar por qué solo quería invitar a chicas y a ningún chico. Quería saber por qué motivo le gustaban más las chicas que los chicos. También quería saber si los chicos lo habían acosado o dado de lado. Quería más información, pero no conseguí nada. Al fin y al cabo, solo tenía tres años y lo que me dijo fue simplemente que las chicas eran “sus mejores amigas”. Y eso es lo único que debería importar.

Esta conversación debería haber terminado ahí, y ahí terminó para Milo, pero no para mí. Es decir, Milo podía estar simplemente emulando a sus papis, porque al fin y al cabo todo el mundo necesita contar con muchas mujeres en su vida. Pero yo necesitaba más respuestas y pasé muchas horas pensando en por qué me molestaba tanto que Milo solo fuera amigo de chicas, sobre todo a causa de todos esos años que pasé yo sintiéndome mal conmigo mismo.

¿Tan profundo habían calado las ideas de mi madre que, de algún modo, me habían lavado el cerebro? No lo creo. Debía tratarse de algo distinto. ¿Podía ser que me preocupara que esto fuera una señal de que era gay? Igual era eso, pero era un pensamiento aterrador viniendo de un hombre gay, y aún más aterrador si se decía en voz alta: ¿Quiero que mi hijo sea gay?

No es una pregunta fácil de responder. Me he pasado los últimos 30 años luchando por los derechos de los homosexuales e intentando quererme a mí mismo siendo gay. También tuve un problema de adicción durante 10 años y tuve (quizás todavía tengo) un problema de homofobia internalizada que asoma sus garras de vez en cuando. ¡Pero los tiempos han cambiado! Es decir: estoy casado con un hombre maravilloso, hemos tenido un hijo mediante gestación subrogada, nuestra familia y nuestros amigos nos aceptan y tenemos una página web que defiende el hecho de que una familia consiste en el amor (Family Is About Love). Entonces, ¿por qué me preocupa si Milo simplemente tiene amigas o si es gay?

Era un pensamiento aterrador viniendo de un hombre gay, y aún más aterrador si se decía en voz alta: ¿Quiero que mi hijo sea gay?

Sigo deseándole la mejor vida posible a mi hijo, al igual que cualquier otro padre a sus hijos. No puedo evitar reflexionar en mi problemático pasado y preguntarme si querría que Milo pasara por lo mismo. Sé que su vida será muy distinta de la mía, pero a veces no puedo evitarlo. Hasta que no se permita el matrimonio homosexual en todos los países del mundo y todos tengan los mismos derechos, seguiré asustado.

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Una familia consiste en el amor.

Lo que Milo sí encontrará en sus papis son dos mentes abiertas y dos padres que lo van a apoyar en todo. Recordé lo primero que le dije cuando nació, mientras me limpiaba las lágrimas de los ojos tras haberlo sujetado contra mi corazón: “Te voy a querer siempre sin importar lo que suceda ni la persona que seas”.

Necesito recordarme que solo porque una vida sea “más sencilla” no significa siempre que sea mejor. Me alegro de no haber tomado el camino fácil, y aunque tardé más que otras personas en aceptarme a mí mismo, me ha hecho más feliz. Quiero que Milo sea feliz pase lo que pase, y ya sea gay, heterosexual o algo en medio, siempre estaré aquí para quererle, decida tener amigas o amigos”.

Una versión previa de este blog fue publicada en inglés en Gays With Kids y en Family Is About Love, vía Oveja Rosa

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Iglesia y sexualidad: los graves efectos del celibato y la abstinencia

Martes, 16 de octubre de 2018

el-sexo-y-los-curasInteresante artículo leído en Religión Digital:

Un psicólogo chileno denuncia el “adoctrinamiento” católico “que genera inmadurez socio-emocional”

“El error de creer que la abstinencia sexual es una virtud es destructor del mejor funcionamiento de las personas”

“La incapacidad de la Iglesia para manejar el comportamiento sexual de sus consagrados se mantendrá mientras no cambie los supuestos falaces sobre sexualidad que su doctrina contiene”

Anthony Petro: “La disciplina del celibato, como es disciplina, puede cambiar”

El obispo de Maguncia aboga por una revisión del celibato obligatorio como respuesta a los abusos

(Claudio Ibáñez, psicólogo, en Ciper).- Debieron transcurrir tres siglos y medio para que la Iglesia reconociera oficialmente, en 1992, que Galileo estaba en lo correcto y sus teólogos profundamente errados: ¡la tierra gira en torno al sol! La tozudez eclesiástica para reconocer su error condenó a Giordano Bruno a morir quemado en la hoguera y a Galileo a prisión perpetua en su hogar. Que la Iglesia persista en creer, contra lo que la ciencia sostiene, que la abstinencia sexual es el camino a la perfección humana y que la abstinencia sexual es posible de por vida, es un error de impacto inimaginable e ilimitado que viene transformando a muchos de sus pastores en lobos y a miles de ovejas en víctimas.

IGLESIA Y SEXUALIDAD

En el Catecismo de la Iglesia Católica (CCE por sus siglas en latín), que es su compendio doctrinal, están sintetizadas sus creencias acerca de la sexualidad (CCE 2332-2351). Según el CCE, la castidad (abstención del goce sexual) es una virtud y todos los bautizados, en cualquier situación distinta al matrimonio (solteros, novios, separados, viudos, homosexuales, etc.), deben abstenerse de practicar la sexualidad. Las relaciones sexuales están permitidas solo entre casados y nada más que con fines reproductivos y de unión. El personal consagrado (sacerdotes, religiosos y religiosas) debe practicar la abstinencia sexual de por vida. Según el CCE, la castidad integra la sexualidad en la persona, desarrolla el dominio de sí mismo e imita la pureza de Cristo y, además, en el caso de los consagrados, el celibato (que es el estado de soltería) facilita de manera eminente la dedicación exclusiva a Dios (CCE 2337-2349).

Esta visión restrictiva, cuando no negativa, sobre sexualidad descansa, al menos, en dos grandes supuestos: que la abstinencia sexual es clave para la perfección personal y espiritual y que, además, es posible practicarla de por vida. ¿Cuál es el grado de verdad que estos supuestos poseen a la luz de la ciencia psicológica contemporánea?

PSICOLOGÍA, SEXUALIDAD Y SUBLIMACIÓN

El primero en plantear la importancia y fuerza de la sexualidad (libido) fue Freud, sosteniendo que su represión acarreaba grandes trastornos mentales. Sin embargo, postuló que si el impulso sexual no era satisfecho, la energía de la libido podía canalizarse y redireccionarse hacia objetivos superiores, mecanismo que denominó sublimación. En la actualidad, el concepto de sublimación, y el modelo hidráulico en que descansa, no cuenta con respaldo en la psicología empírica contemporánea (1), a tal punto que en los estudios científicos sobre regulación emocional el término sublimación ni siquiera aparece mencionado (2).

Hoy se sabe que los impulsos motivacionales no son sublimables. Para cada impulso existen satisfactores específicamente apropiados. Para el hambre la comida, para la sed el agua, para el amor el afecto, para el sexo el apareamiento. El hambre no se satisface observando obras de arte ni la sexualidad dedicando la vida a fines espirituales superiores.

El concepto de sublimación también es cuestionado por la psicología de corte existencial. Viktor Frankl, por ejemplo, sostiene que motivaciones como el sentido de la vida y el amor no resultan de la sublimación del impulso sexual, sino que constituyen fuerzas primarias fundamentales por sí mismas (3). Más recientemente, la Psicología Positiva ha puesto en evidencia que las virtudes, fortalezas y emociones positivas no son producto de la sublimación sexual, sino que el llamado lado luminoso de las personas existe por sí mismo, producto del valor evolutivo que ha tenido para el éxito de la especie humana (4 y 5).

LOS IMPULSOS Y SU FUERZA

Desde el punto de vista psicológico, las necesidades, motivos o impulsos son condiciones fisiológicas o psicológicas que movilizan al organismo, selectivamente, hacia un objetivo o satisfactor. Los motivos primarios o básicos (hambre, sed, respirar, dormir, sexo, crianza, etc.), llamados así porque tienen que ver con la supervivencia individual y de la especie, son innatos y su funcionamiento se sustenta en complejos mecanismos homeostáticos, neuroendocrinos y cognitivos.

Nuestras necesidades básicas están, habitualmente, satisfechas: respiramos, ingerimos líquidos y comemos varias veces al día y cada cierto tiempo realizamos prácticas sexuales. Como consecuencia, no nos damos cuenta de la fuerza que estos impulsos tienen, ya que la fuerza de un motivo o impulso solo se puede observar cuando está insatisfecho o “deprivado”, como se dice en la jerga técnica.

Los estudios motivacionales de deprivación en humanos, por razones éticas, son muy escasos. Existe, sin embargo, un estudio clásico sobre deprivación alimentaria, el Minnesota Starvation Experiment (6). Su objetivo fue investigar el impacto del hambre y generar medidas para su manejo en la Segunda Guerra Mundial. Se sometió a 36 voluntarios, de entre 22 y 33 años, a una drástica y sostenida restricción alimentaria durante seis meses. Además de la baja de peso y delgadez, los participantes comenzaron a exhibir trastornos emocionales: irritabilidad, agresividad, ansiedad, depresión, bipolaridad, comportamientos psicóticos y aislamiento social. La comida se transformó en una verdadera obsesión. Todo el funcionamiento de las personas giraba en torno a la comida. Pasaban horas revisando compulsivamente recetas de cocina, mirando fotos de alimentos y solo pensaban en las horas de comida. Los anodinos y escasos alimentos que recibían los aumentaban con agua y se quedaban horas comiendo, saboreando y lamiendo los platos. La comida aparecía en sus fantasías y en sus sueños. No obstante que habían adherido voluntariamente a las reglas del experimento, comenzaron a efectuar trampas y a ingeniárselas para obtener alimento.

Los experimentadores debieron establecer un sistema de vigilancia y de chaperones para asegurar el cumplimiento de las normas. La abstinencia había incrementado y exacerbado la fuerza del hambre, hasta transformar la comida en una obsesión.

La deprivación de cualquier impulso básico lo transforma en prepotente y dominante del comportamiento. En la literatura científica especializada no existe descrito ningún concepto o mecanismo que apunte a que tal energía pueda ser redireccionada hacia objetivos distintos a aquellos específicamente relacionados con la satisfacción de la necesidad insatisfecha. Si la deprivación de una necesidad básica se prolonga en el tiempo termina alterando todo el funcionamiento físico y psicológico de la persona, aun cuando la abstinencia sea voluntaria y la persona tenga un sentido superior para realizarla, tal como se observa en huelgas de hambre. En el extremo, la deprivación indefinida de una necesidad básica acaba con la muerte de la persona, tal como se observa en muchos casos de anorexia (7).

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LA ABSTINENCIA SEXUAL

Todas las teorías motivacionales consideran que el impulso sexual es una necesidad fisiológica básica que es tanto o más potente que el resto de las necesidades porque, aun cuando no tiene que ver con la supervivencia individual, de este impulso depende la supervivencia de la especie.

Hay situaciones reales en que la deprivación sexual ocurre, como, por ejemplo, en las cárceles. Y se sabe que en ellas, al igual que lo ocurrido en el estudio de Minnesota con el hambre, el impulso sexual se exacerba y aparecen todas las formas, subterfugios y resquicios imaginados para satisfacerlo, incluidos el abuso de poder, la violencia física y psicológica y las redes de ocultamiento.

La abstinencia incrementa la fuerza del impulso sexual. Pero ¿es posible la abstinencia sexual sostenida en el tiempo? En 1948 Alfred Kinsey informó los resultados de un pionero y, en su momento, controvertido estudio (8 y 9), porque sacó a la luz extendidas prácticas sexuales que se pensaba no ocurrían entre las personas, ni menos en la magnitud encontrada: masturbación, relaciones homosexuales y bisexualismo, tanto en hombres como en mujeres. Una de las cosas que puso en evidencia este informe fue que la abstinencia sexual permanente prácticamente no existía.

Que la abstinencia sexual permanente no existe o que, al menos, es muy difícil, se evidencia también en los resultados de los programas de educación sexual que promueven la “abstinencia hasta el matrimonio” como recurso para prevenir el embarazo: en lugar de disminuir el embarazo adolescente lo incrementan (10).

MOTIVACIÓN Y AUTOACTUALIZACIÓN

Maslow sostuvo que las necesidades humanas se ordenan en una jerarquía de predominio relativo, postulando que la motivación de mayor influencia en el comportamiento es aquella necesidad insatisfecha más baja en la jerarquía. En la base de la jerarquía están las necesidades fisiológicas (sed, hambre, respiración, temperatura, sexo, etc.). La insatisfacción de cualquiera de estas necesidades básicas no solo la transforma en predominante, sino que la vida de la persona comienza a girar en torno a la necesidad insatisfecha, lo que impide el avance hacia la maduración.

La satisfacción, al menos parcial, de las necesidades básicas, incluida la sexualidad, es clave para el desarrollo de la personalidad y el avance hacia la madurez, proceso que Maslow denominó autoactualización (11).

SEXUALIDAD EN EL CLERO

La cobertura mediática que reciben los casos de abuso sexual de menores por parte de consagrados de la Iglesia Católica, y que ya alcanzan magnitud de escándalo mundial, puede dejar la impresión que el tema se agota aquí y que los consagrados que no abusan de menores son, efectivamente, castos. De hecho, la Iglesia cree y ha hecho creer, sin un solo estudio que así lo demuestre, que la mayoría de sus consagrados son sexualmente abstinentes y viven de manera ejemplar su castidad.

En realidad, los estudios realizados por personas externas e independientes a la Iglesia muestran un panorama muy distinto. El abuso de menores es solo la punta del iceberg de la incontinencia sexual del clero. Otras prácticas, al no ser delitos, no salen a la luz pública y quedan ocultas en los confesionarios, como pecados, encubiertas por el manto del secreto.

Aunque no es el único, el estudio de Richard Sipe (12), basado en información recolectada durante 25 años sobre más de 3 mil sacerdotes, se considera el estudio de referencia sobre sexualidad en el clero. De hecho, sus estadísticas sirvieron, con impresionante precisión, para orientar la investigación periodística, de impacto mundial, sobre abusos sexuales del clero en Boston en 2001 (este trabajo del equipo periodístico de The Boston Globe fue llevado al cine por el film Spotlight, ganador del Oscar a la Mejor Película en 2015).

Richard Sipe concluye que los abusadores de menores representan solo el 6% del clero. ¿Qué ocurre con el resto? Entre el 80% y el 90% se masturba y el 50% de los sacerdotes practica relaciones sexuales adultas, tanto hetero como homosexuales.

Producto de sus relaciones sexuales muchos consagrados generan embarazos y procrean hijos. Vincent Doyle, hijo de sacerdote y fundador de Coping International.com (entidad dedicada a apoyar psicológica y pastoralmente a hijos de sacerdotes y vinculada con el Vaticano para estos fines) estima, conservadoramente, que existirían a nivel mundial alrededor de 4 mil niños hijos de consagrados.

La Conferencia Episcopal de Irlanda ha debido publicar una declaración que establece como responsabilidad principal de los sacerdotes que engendran hijos, el cuidado personal, moral y financiero del niño y de la madre. El Vaticano estudia adoptar esta declaración como guía de procedimiento mundial frente a estos casos.

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EL CELIBATO

La mayoría de quienes ingresan a la vida religiosa lo hacen en plena juventud, ilusionados con su vocación, pero psicosexualmente inmaduros y, lo que es más grave, desconocedores del impacto que tendrá en ellos, por un lado, la abstinencia sexual de por vida y, por otro, la carencia de una relación de pareja romántica, afectiva e íntima que el celibato implica. El resultado es que muchos llegan a ser intelectual y físicamente adultos, pero social, emocional, afectiva y sexualmente inmaduros, transformándose en furtivos transgresores de la continencia sexual.

¿Ha contribuido la castidad a generar seres humanos más virtuosos y de una espiritualidad superior a los laicos comunes y corrientes que no se abstienen sexualmente y disfrutan de su sexualidad? ¿Dónde están, entonces, los beneficios de la abstinencia sexual y del celibato planteados por el CCE?

En lugar de beneficios, florecen día a día las consecuencias negativas de la abstinencia sexual y del celibato, consecuencias que impactan de manera dramática a los propios consagrados, a quienes entran en contacto con ellos y a la Iglesia como institución.

Algunos argumentan que el celibato no es la causa de la crisis sexual en la Iglesia (13). Se plantea que no todos los célibes son abusadores de menores y que abusadores también se encuentran entre casados, entre no religiosos y en las propias familias. Estos hechos, sin embargo, solo demuestran que el abuso sexual infantil es un fenómeno complejo que tiene distintas causas, pero no permiten excluir, como causa basal de comportamientos sexuales impropios, a una sexualidad bloqueada y reprimida predicada como virtud cuando, en realidad, constituye el caldo de cultivo de expresiones delictuales o, al menos, insanas, pecaminosas y problemáticas de la sexualidad (14). Leer más…

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