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‘Mamacruz’, la película española que reivindica el erotismo de la religión

Sábado, 1 de abril de 2023
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19AA871F-87D9-4740-A224-55F23CEE5C1BKiti Mánver en el cartel de ‘Mamacruz’, película española en Sundance La Claqueta

Patricia Ortega competía en la competición internacional del Festival de Sundance con esta historia sobre la sexualidad en la tercera edad y en una Sevilla donde la Semana Santa domina el imaginario

Javier Zurro

21 de enero de 2023

En España siempre ha habido un problema con la sexualidad. 40 años de dictadura y de nacional-catolicismo han hecho mella, y todavía se viven las consecuencias. Esa herencia religiosa hace que, para muchos, el sexo sea algo oscuro, sucio y avergonzante, de ahí que muchas mujeres hayan vivido negando su propio deseo. La ficción empieza a romper esos tabúes y comienza a traspasar ciertas líneas. Por ejemplo, en la sexualidad en la vejez. Pocas historias han mostrado con naturalidad a cuerpos ancianos. Aquí también se manifiesta el machismo de industrias como el cine, habituada a mostrar galanes de 60 años con parejas décadas menor. Las mujeres, a partir de los 50, se convierten en abuelas en el cine.

Todo eso se resquebraja. Lo mostró el año pasado Buena suerte, Leo Grande, donde Emma Thompson destrozaba prejuicios con un desnudo integral que era una declaración de intenciones. Precisamente aquel filme se presentó en el Festival de Sundance, mismo lugar donde se verá por primera vez la película española Mamacruz, dirigida por la venezolana Patricia Ortega y que realiza la misma operación. Esta vez cambiamos a Emma Thompson por nuestra Kiti Mánver y se le añade un contexto social y político mucho más interesante, el de un pueblo sevillano donde la religión y la Semana Santa tienen mucha importancia. El descubrir sexual de la protagonista, a la que llaman todos Mamacruz, se hará a través del imaginario católico. Ya su póster es una declaración de intenciones, con Kiti Mánver a punto de besar un cristo. Una escena que se repite en un filme valiente y que abre conversaciones importantes y necesarias.

Mamacruz nace de un hallazgo inesperado, el que la directora hizo mientras cuidaba a su madre durante la quimioterapia que recibía en Maracaibo, en Venezuela. De repente, en su cuarto encontró una foto que no había visto hasta ese momento. Una fotografía de su madre desnuda. “Mi mamá siempre ha sido superconvencional y yo era la oveja negra, entonces a raíz de esa foto surgió algo muy bonito entre las dos, una conversación muy bonita y yo empecé a escribir primero un cuento, un relato sobre ella y sobre mi abuela que fue mutando y se convirtió en un tratamiento de guion que empecé a mover por laboratorios de guion, porque hay ideas que cuajan y otras que no, y este cuajó maravillosamente”, cuenta Patricia Ortega.

La autora escribió primero la historia para Venezuela, que adaptó luego a un pueblo sevillano, pero subraya que en Venezuela “todavía hay una militancia católica muy fuerte” y su familia es “supercatólica”. “Pero cuando conocí a Olmo [Figueredo, productor español con La Claqueta] decidimos que la película fuera española y él me sugirió Sevilla. Cuando fui a Sevilla y descubrí la Semana Santa dije, esto es increíble, es mucho más fuerte todo que en Maracaibo, era perfecto para la historia. Así que no tuve que hacer ningún esfuerzo por adaptarla porque acá se contaba perfectamente”, explica.

Tienes una obra como el Éxtasis de Santa Teresa que lo que describe evidentemente es orgásmico y muy sensual

Patricia Ortega — Directora de cine

Para Patricia Ortega ese tabú del sexo y el cuerpo no tiene que ver solo con una generación, sino que se perpetúa en las más jóvenes. A ella le sorprendió ver en Sevilla a cofrades tan jóvenes. Descubrió una ciudad que ha crecido con una idiosincrasia y una práctica del catolicismo que ella describe como “muy pagana”. “Los colores, la fiesta que se arma, el fervor, no tiene nada que ver con el Vaticano ni con las normas de la Iglesia. Es muy popular, es muy colorido. Yo lo agarré más desde allí, desde el color, desde lo popular, de cómo las personas se apropian de la religión y hacen lo que les da la gana, independientemente de lo que diga el Vaticano”, añade.

Ahí viene lo rompedor de Mamacruz, y lo que muchos calificarán como provocador. Patricia Ortega utiliza todo ese imaginario de la Semana Santa y de lo católico, mantillas, mantos y cristos, como potenciador de lo erótico y la sexualidad de la protagonista, que se excita viendo el torso desnudo de Jesucristo. “Yo creo que la religión tiene mucho erotismo”, dice Ortega entre risas. “Es que tienes una obra como el Éxtasis de Santa Teresa que lo que describe evidentemente es orgásmico y muy sensual. Y tú lees a Santa Teresa y dices: a ver, esta mujer estaba cachonda también, ¿es evidente, no? O el versículo de la Biblia que nosotros usamos, del Cantar de los Cantares, que también está en una escena que es evidentemente erótica. La religión, como expresión cultural, también tiene erotismo, porque es imposible que los seres humanos, que son los que han representado estas figuras, no están exentos de la sensualidad o de las pasiones que hay allí en todo”.

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En el proceso de documentación y escritura la directora vio el documental ¡Dolores, guapa!, que cuenta la relación del colectivo LGTB con la Semana Santa y donde “retrata muy bien que hay muchos imagineros que usan a sus amantes como modelos para hacer el Cuerpo de Cristo”. “Por eso es que hay Cristos buenorros”, dice riendo Patricia Ortega. “Yo me asombré con un Cristo que hay en Cádiz, que es un Cristo buenorro. Yo decía, pero este Cristo musculoso, de dónde salió. Me parece muy divertido y me parece, no simplemente polémico, sino muy interesante hablar sobre esto, quitar ese estereotipo de que la gente que cree o que es practicante, aunque yo no lo sea, tiene que ser oscura u ortodoxa. Hay mucha gente que vive la sensualidad y el erotismo a través de sus creencias, por eso quise verlo desde allí, desde esta mujer que empieza siendo muy ortodoxa, muy convencional, con mucha culpa, pero que se va liberando y va reinterpretando y llenando de sensualidad su creencia”.

Con Mamacruz también quiere poner a la mujer en la vejez en el centro del deseo y de la historia, porque no recordaba nunca que el cine se centrara en estas historias, sino que cuando hablaba de ellas era en “películas muy oscuras o tristes”. “Parece que la gente después de los 70 años no follara o no sintiera deseo, o pareciera que cuando te haces mayor ya no eres un ser sensual… eso no puede ser. Yo quería borrar el estigma de la edad. Que esta abuela deje de ser una abuela y se convierta en una mujer. Su cuerpo deja de tener el peso de la abuela y se convierte en un cuerpo que quiere jugar, un cuerpo sensual, un cuerpo que siente como cualquier cuerpo similar”, apunta Ortega que también quiere romper con los cuerpos canónicos, porque para el cine parece que “la belleza, el erotismo y la sensualidad solo tienen que ver con la juventud y con un cierto tipo de cuerpo”.

Fuente El Diario

Budismo, Cine/TV/Videos, Cristianismo (Iglesias), Espiritualidad, General, Hinduísmo, Islam, Judaísmo , , , , , , ,

“Reflexiones sobre erotismo y fe cristiana”, por Carlos Osma

Viernes, 5 de febrero de 2016
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COVER17-750x420De su blog Homoprotestantes:

El erotismo ha servido en muchas ocasiones para expresar la relación entre Dios y el ser humano. En el judeocristianismo el ejemplo más conocido lo encontramos en el libro del Cantar Cantares, una obra con claras referencias sexuales desde sus primeros versos:

“Bésame con esos besos tuyos,

son mejores que el vino tus caricias;

qué grato es el olor de tus perfumes,

tú mismo eres aroma que enajena,

cómo no van a amarte las mujeres[1]”.

 A pesar de que Dios no aparezca citado en el Cantar, fue la interpretación alegórica la que consiguió que esta obra se introdujera en el canon. De esta manera el amado pasó a identificarse con Dios y la amada con su pueblo (Israel en primera instancia y más tarde la Iglesia). Pero por mucho que se priorice la interpretación alegórica, no deja de sorprender por ejemplo que un Dios (hombre) quiera apresar los pechos de una Iglesia (mujer) que le promete besos y caricias. Y aunque la referencia a la heterosexulidad parezca evidente, también es cierto que quienes hicieron esta interpretación tanto en el judaísmo como en el cristianismo fueron hombres, y que los representantes del pueblo de Israel y la Iglesia también lo eran. Así que las connotaciones homoeróticas no deberían tampoco pasar desapercibidas, porque lo que están afirmando es que Dios (que es un hombre) les ama como ellos aman a sus mujeres. Que es lo mismo que decir, que es posible el amor entre dos hombres, y que ese amor no sería más que el reflejo del amor divino, un amor en el que el sexo juega un papel muy relevante.

Otro momento destacado en el que cristianismo y erotismo han ido de la mano ha sido en la obra de autoras como Teresa de Ávila con textos tan conocidos como:

“Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegaba a las entrañas. Al sacarle, me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. Era tan grande el dolor, que me hacía dar aquellos quejidos y tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor que no hay desear que se quite, ni se contenta el alma con menos que Dios[2]

Este orgasmo divino, más que mostrar el amor de Dios, podría estar indicando el deseo sexual reprimido de la religiosa. De hecho algunos autores argumentan que el verdadero objeto de deseo de Teresa de Ávila era de carne y hueso, concretamente el carmelita descalzo Gracían al que ella identificaba con el amado del Cantar de los Cantares[3]. Esta relación levantó envidias y habladurías, y aunque parece que no fue una relación consumada, Teresa de Ávila mostró sus remordimientos al referirse a ella misma como “la más malvada entre las sucias”.

Lo que nos muestra la experiencia de Teresa de Ávila es que la espiritualidad, el deseo de Dios, la voluntad de amarle, puede nacer tanto de un corazón agradecido como de una represión sexual disfrazada que crea verdaderos problemas psicológicos en personas que son incapaces de liberarse de la opresión religiosa. La espiritualidad puede ser sana, o enfermiza… y como diría Freud todo esto está muy relacionado con el sexo. La sexualidad que se intenta reprimir no desaparece por arte de magia, por mucho que el hombre o la mujer se encierren en un monasterio o una iglesia, sino que sigue operando en el subconsciente e influyendo en la vida cotidiana. Las condenas, la rigidez sexual, la necesidad de meterse en las camas de los demás para condenar o dar el visto bueno, pueden ser sólo muestras de una sexualidad mal resuelta que vive presa de una profunda insatisfacción.

En los últimos años quizás es la música cristiana el lugar donde se percibe con mayor claridad como el erotismo es utilizado para expresar la relación entre Dios y el ser humano. Sin embargo se observa un cambio sustancial en la manera en la que algunos artistas lo hacen, tomaré como ejemplo a la cantante cristiana Jaci Velasquez. Si escuchamos sus canciones y hemos sido educados en un entorno cristiano, fácilmente entenderemos que está cantando a Dios, está expresando su amor por Él. Pero si no lo somos, pensaremos que está cantando a una persona de la que está enamorada. En sus canciones, como en el Cantar de los Cantares, no se nombra a Dios, de esta manera la canción tiene un mercado más amplio y las ventas son mayores. La prueba de que la fórmula es buena está en que Jaci ha vendido más de cinco millones de discos y ha sido nominada a prestigiosos premios como los Grammy. Un buen ejemplo lo encontramos en su canción Manantial de Caricias:

“Hoy grabé tu nombre en mi corazón, dibujé tu imagen en mi interior, un jardín sembré para nuestro amor, donde tú serás mi única razón. Manantial de caricias, un remanso de paz…. Te quiero, te quiero, y por ti yo me muero, te quiero, te quiero amar. Hoy pondré en tus manos mi porvenir, yo sé que a tu lado seré feliz…”

De lo que aquí podemos desprender es que cuando Jaci expresa su amor por Dios lo hace utilizando la heterosexualidad, su manera de vivir la sexualidad. Su Dios le acaricia como lo hace un hombre al que ella ama, y ella siembra un jardín, quizás como el Edén donde tradicionalmente Adán y Eva vivían, para poder disfrutar de ese amor que siente. Cualquier hombre heterosexual entendería lo que le está proponiendo una mujer que le dice: “Te quiero, por ti yo me muero, te quiero amar”.

Si nos centramos en España, el cantante de música cristiana con una mayor proyección es Marcos Vidal, cuyo álbum “Tu nombre” fue nominado a los Grammy Latinos en 2013 como mejor álbum cristiano en Español. Sus canciones poseen un claro mensaje cristiano y una poesía que recuerda en muchas ocasiones a los Salmos o el profetismo. También sus letras utilizan a veces el erotismo para explicar el amor por Jesús:

“No hago más que soñar con tu nombre (Jesús) y dormirme en tu abrazo…. En ti, en ti, mi corazón descansa en ti”.  “Quiero amarte en el silencio y sin palabras y que pase mucho tiempo y que nadie diga nada… y que pase mucho tiempo y que nadie me lo impida que he esperado este momento toda mi vida”.“Ven toma mi mano, déjame verte y hazme sentir que estás aquí, abre mis ojos, dame tu abrazo, marca tu huella sobre mí… que tu beso siempre me duré”.

Aunque Marcos Vidal haya mostrado siempre un discurso homófobo, es difícil entender porqué una persona que dice amar y sentirse amado por otro hombre (Jesús), con el que sueña, que quiere dormir en sus brazos, que quiere pasar junto a él toda la vida, que necesita sentir su presencia corporal o que desea conservar siempre sus besos; no entienda que dos hombres puedan sentir eso mismo entre ellos. A pesar de su discurso intolerante, es evidente que ese amor que él muestra por Jesús en sus canciones contienen expresiones homoeróticas claras. Y no es sólo Marcos Vidal, dentro del movimiento carismático muchos cantautores componen canciones a Jesús con expresiones que a más de uno sorprenden cuando se ve a estos mismos cantautores condenar el amor entre dos personas del mismo sexo.

“Jesús yo te amo, no hay nadie como tú Jesús.. No sé donde estaría si no te hubiera conocido” “Quiero respirar de tu aire de tu casa, disfrutar de tu fragancia y llenarme de ti… quiero estar tan cerca que te pueda respirar y un solo latido pueda yo escuchar. Quiero estar tan cerca que te pueda yo tocar, quiero ser tu amigo, quiero estar contigo”. “Tu eres mi pasión, eres todo para mí. Te amo, mi canción y mi corazón pertenece a ti, todo lo que soy es tuyo”.

El erotismo tanto en su vertiente heterosexual como homosexual ha estado presente y está presente en la espiritualidad cristiana. No importa si quien crea los versos que muestran esa espiritualidad niega todo tipo de sexualidad o simplemente una de sus manifestaciones. Tocar los pechos de la amada, dejarse penetrar por el amado, o soñar con abrazar a otra persona del mismo sexo, son muestra de que todo tipo de amor y de deseo puede utilizarse para reflejar la relación entre Dios y un ser humano. Pero también pueden dejar entrever la experiencia de tantos y tantas cristianos y cristianas que viven intentando reprimir sus verdaderos deseos sexuales.

Carlos Osma

[1] Cantar de los Cantares 1,2-3

[2] El libro de la Vida. (Cap. 29)

[3] http://www.elcultural.com/noticias/letras/El-joven-fraile-que-enamoro-a-Santa-Teresa/7662

Espiritualidad, General , ,

Mientras que el tiempo se desliza …

Sábado, 26 de julio de 2014
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Recordando el Cantar de los Cantares… Del blog À Corps… À Coeur:

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Deja caer sobre nuestros ojos tus cabellos olorosos;

Abrázame con estos labios melódicos y hábiles. (…)

Muévete con suavidad, muévete apenas, abre tus muslos,

Tómame mientras que nuestros labios golosos

Buscan febrilmente nuestras gargantas donde late nuestra sangre.

Muévete despacio, no te muevas en absoluto, sino tenme,

Profundo, inmóvil, profundo en ti, mientras que el tiempo se desliza,

Como se desliza el río más allá de los nenúfares,

Y mientras que se fusionan y desaparecen los momentos ladrones

En nuestra carne mortal y eterna.

*

Kenneth Rexroth

***

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Cita…

Viernes, 20 de junio de 2014
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Del blog À Corps… À Coeur:

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Abriré mi camisa hasta la cintura. Alrededor de mi torso la brisa intentará un juego divertido. Cada caricia se imprimirá en círculos de dulzura. Alegrías paralelas se sumarán para darme la despectiva vivacidad de la cebra y, mi epidermis convertida en vestido de felicidad, mi pecho se ensanchará y se tensarán mil pequeños músculos elásticos y jamás sospechados.

Ya las hierbas se hacen más altas.

Las flores tocan mis rodillas.

Mi camisa resbala.

Un hombro, un brazo entero se ofrecen a todo este azul del cielo.

Me avergüenza lo que me queda de ropa.

Bella venganza. Si durante mucho tiempo mis vestidos debieron despreciar el cuerpo que les ofrecía.

Saco mi camisa.

Mi pecho va a abrirse, colmena sometida por fin a las abejas de la felicidad?

Y de repente comprendo por qué los pastores de todas las épocas tiempo permanecieron atentos a los insectos, a las cigarras, a la obstinación zumbeante de los campos. Hay que ser dócil. En las ciudades mis pies encarcelados por el cuero se obstinaban en alguna venganza. Toda mi piel exiliada se exasperaba hasta no saber, después de la espera de los días, utilizar para la felicidad más grande y nocturna alguna otra piel cuya búsqueda hubiera complicado las horas. Pero hoy la carne es libre, mis pies no recuerdan ya los calcetines, los zapatos. Las simples alpargatas simples los protegen, las hierbas las acarician. A veces hasta el miedo.

¿Qué miel vas pues a aportarme, deseos, en los que dejé dispersarse el enjambre?

Tengo curiosidad por todas las flores .

Pero ya he aquí el rebaño de los cuerpos animados por la sangre. Ya he aquí que vienen las víctimas que reclama mi orgullo de hombre desnudo. Era un hombre perdido. Me he reencontrado. Por fin soy el Hombre. Creo en mi grandeza porque he caminado desnudo en el sol. Puedo insuflar mi aliento a los rincones más secretos de mi cuerpo. No hay techo entre estas nubes de calor y mi seguridad.

Veo, tanteo, me gusta mi vientre, mis muslos, yo, a plena luz, en plena soledad, en pleno deseo.

*

René Crevel, “Rendez-vous de sensualité, Rendez-vous manqués“, extrait,
in “Mon Corps et moi“, Chap IX. (1925)

***

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