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Entradas Etiquetadas ‘COVID-19’

Vacuna

Viernes, 11 de diciembre de 2020
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vacunaSe nos cambia la cara. Oímos que es posible que para principios de año haya vacunas contra el Covid. Y nos alegramos. Nos viene el ánimo. Cambiamos de gesto.

Una vacuna es una preparación destinada a generar inmunidad adquirida contra una enfermedad estimulando la producción de anticuerpo. Necesitamos inmunizarnos contra ese virus. Es grande el esfuerzo de cientos de científicos que están realizando su invento para conseguir distintas vacunas que sirvan a toda la humanidad.

Es un gesto admirable y animador. Y es de alabar y agradecer que tantas personas dedicadas a la ciencia y a la investigación trabajen día y noche para ayudar a la humanidad. Seguramente que todos queremos ser los primeros en beneficiarnos de esa vacuna. Sería deseable que se empiece por los más vulnerables. Y no olvidemos que vulnerables son las personas del tercer mundo y de los países pobres, aunque no tengan recursos para pagar los costes. Ya hay comités para ver cómo se distribuye ese remedio. Espero que se haga con justicia y mirando siempre el bien común, especialmente de los más débiles. Para ello hará falta que primero nos pongamos toda la humanidad la vacuna de la fraternidad y el amor mutuo.

A lo largo de la historia se han ido inventando diversas vacunas a medida que han surgido las epidemias. Es de alegrarnos ante ese gesto de servicio. Y valorar cada vez más la ciencia y la investigación. Que no queden enfermedades expandidas en ciertas partes del mundo a las que no se les aplique la oportuna vacuna. Eso es una justa distribución.

Y ya que hablamos de epidemias, hay otros virus más fáciles de atacar y curar. Está el capitalismo, el consumismo, el espíritu bélico, la violencia, la miseria, el hambre… Una larga lista de enfermedades del espíritu que matan a las personas y podríamos vacunarnos contra ellas. Se ve que son más difíciles de curar, con lo fácil que sería si atacamos la cepa de esas enfermedades. Y de paso que valoremos más -en cantidad- esas profesiones relacionadas con la salud y las gratifiquemos más que ciertos deportes que se llevan millones sin prestar ni remotamente ese servicio a las personas.

Junto a las vacunas, será imprescindible el que pensemos y programemos una salida a una sociedad distinta, sin volver a caer en los mismos antivalores y situaciones pasadas. Necesitamos curar nuestras enfermedades, pero a la vez sanar las cepas de nuestro materialismo, capitalismo, individualismo. ¿Cuándo llegan estas vacunas?

Gerardo Villar

Fuente Religión Digital

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Tiempo de oportunidad para un nuevo amanecer

Martes, 8 de diciembre de 2020
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palomas-amanecer-2-copiaSilke Apel
Guatemala.

ECLESALIA, 04/12/20.- La pandemia ha sido un golpe bajo para la arrogancia humana. Vino sin ser invitada y no está dispuesta a irse pronto. El ser humano, explorador, conquistador, creativo; se ha visto ninguneado, con toda su ciencia y tecnología, por un virus que, según los científicos, no mide más de 67 nanómetros [1] de diámetro.

Aún no está claro, después de un año de su aparición en el mundo, cómo se propaga, qué órganos ataca, cuáles son sus síntomas específicos o cómo muta.Sin embargo, ha llevado a la humanidad a verse de frente con su insignificancia, su nulidad, su temporalidad. No hay humano inmune al virus, y por ahora, no hay dinero que pueda garantizar la vida de nadie frente a este. Al ser humano, que pensaba que tenía el control de todo, no le queda otra que aceptar que vida y muerte escapan de su dominio y que son “un asunto serio” [2].

Al mundo, que no podía parar; a los mercados que solo conocían crecer, les fue puesto un alto. Los índices de las bolsas cayeron; el consumo, supuesto motor del desarrollo, se detuvo. ¿Quién diría que las otroras multimillonarias líneas aéreas, las grandes cadenas hoteleras, las petroleras, junto con tantas otras empresas, tuvieran un colapso económico? ¿Que los grandes índices del mercado dejarían de controlar el mundo para dar paso a la espera e incertidumbre? Pareciera como si un rayo de luz divina se hubiera abierto paso entre el humo de la industria parailuminar tantas vidas que, al detenerse, descubrieron dimensiones de su ser desconocidas.

Las dificultades económicas de tantas familias obligaron a muchos a buscar refugio con sus familiares, volviendo a sus vínculos más ancestrales. Los hijos regresaron al regazo de sus madres, llorando sus pérdidas, pero honrando sus orígenes. El tráfico y la neurosis colectiva pasaron al trabajo en casa, reuniendo parejas que antes no tenían tiempo para compartir, dando ahora la oportunidad de evaluar si podían convivir.

Los hijos fueron obligados a pasar más tiempo en casa y los padres a ser creativos para compartir tiempo con ellos. Las familias recordaron los viejos juegos de mesa. Los jóvenes buscaron recetas en redes sociales para sorprender a los demás. Incluso hubo competencias en artes culinarias. Los padres desempolvaron las viejas recetas de la abuela buscando superar las novedades de las redes.

Las grandes bodas fueron canceladas y triunfó el amor, ya que los jóvenes decidieron que aún sin espectáculo, valía la pena entregarse uno al otro por el resto de sus vidas. También hubo quien descubrió que vivía con algún desconocido y decidió darse la oportunidad para conocerse a sí misma.

Muchas personas habrán tenido el tiempo de leer libros que desde tiempo atrás querían leer, meditar, pintar, escribir, hacer el jardín, contar cuentos, aprender algo nuevo online… tanto por hacer, cuando podemos decidir por nosotras mismas cómo invertir el tiempo.

LAS MUJERES ANTE LA CRISIS SANITARIA

La emergencia médica, sacó lo mejor de tantas personas comprometidas con la salud, pero su insuficiencia despertó la medicina alternativa que había sido desdeñada. De repente, tuvieron importancia las mujeres que guardaban los secretos de las plantas, las sanadoras, las chamanas, las que honran la naturaleza, las cuidadoras. Valdría la pena hacer un estudio comparativo entre la eficacia de los métodos alopáticos comparados con las terapias alternativas y naturales ya que, ante las manifestaciones tan erráticas del virus, no hay tratamiento seguro y los pueblos parecieran tener buenos resultados con tratamientos naturales y energéticos frente al virus.

Con este fuerte cambio en el orden mundial, empezó a adquirir importancia la acogida de la madre, la cocina en casa, la nutrición sana, mientras más natural y en contacto con la tierra, mejor. Empezamos a buscar la cercanía con la madre tierra, sus medicinas y terapias y nos abrimos a las fuerzas del cosmos buscando relacionarnos con la energía del universo que lo penetra todo. Y allí, abriendo nuestras conciencias, descubrimos que la muerte no es la enemiga que nos roba la vida, sino una gran hermana que puede sacar lo mejor de nosotras. Ya lo había dicho Francisco de Asís hace siglos.

También han sido esas mujeres sanadoras, quienes han acompañado a las familias que enterraron seres amados, sostuvieron sus manos, oraron, invocaron y llevaron luz, esperanza y consuelo entre tanto dolor ante la muerte repentina. Las mujeres suelen organizarse para acompañar a quienes sufren, escuchan los lamentos, acogen el dolor, llevan alimento para el cuerpo y el alma, y transmutan el sufrimiento.

Las mujeres saben honrar la vulnerabilidad y recuperar la sacramentalidad de la vida. Viven el dolor de la opresión de su género día a día y desde allí reconocen que el hombre no tiene la última palabra. Saben que la muerte, desde Jesús de Nazareth, es una buena noticia, que el Dios revelado por Jesús, no abandona al ser humano en la cruz, que la última palabra no la tiene el poder del mundo, ni la violencia, ni la muerte. Confían en Dios que levanta los huesos secos del desierto (Ez 37), saben que la muerte ha perdido su aguijón (1 Cor 15,55ss), que es ganancia (Flp 1,21) y llenas de fe, llevan amor y esperanza a los hogares sufrientes.

LA OPORTUNIDAD

Resulta que este ínfimo virus trae un mensaje: ha venido a subvertir el orden mundial. Ha venido a cambiar las estructuras y los valores de las cosas, ha desafiado a las fuerzas ostentosas y la dominación, haciendo surgir la necesidad del cuidado del otro, la acogida y el amorsororales. Se reveló la urgente necesidad de la solidaridad, del cuidado por los otros, la responsabilidad social, la dependencia mutua; tal como muy bien lo ha expuesto el papa Francisco en su encíclica Fratelli tuti; y que todos los grandes místicos de todas las religiones no han cesado de repetir por milenos.

Nos enseñó lo absurdo de la competencia, del afán de tener y poseer, y la necesidad de construir sociedades más solidarias y fraternas, donde nos importen nuestros vecinos como seres humanos, hermanas y hermanos todos. Donde dejemos de construir muros para defender nuestras posesiones de las personas desposeídas. Ya que este virus ¡se salta los muros! Debe preocuparnos que las y los más pobres entre los pobres estén libres del virus. Mientras alguien tenga el virus ¡todas las personas estamos en riesgo! No había sido así con el hambre, la pobreza, la esclavitud, la migración… Siempre hubo palacetes donde, quien podía, se refugiaba de lo que incomoda. No es así con este implacable virus, que no respeta condición social, económica ni nada, ha sido el bicho más democrático del último siglo.

Pareciera ser que la Madre Tierra nos ofrece un año de gracia, una nueva oportunidad para recrearnos como humanidad, un año sabático según la tradición bíblica: cada siete años, se perdonaban las deudas, los esclavos eran dejados en libertad, los campos quedaban sin cultivar y sus frutos espontáneos quedaban para los pobres (Ex 21, 2-6; 23, 10-13; Dt 15, 1-18; Lv 25, 1-7.20-22) [3]. El Covid 19 ha revelado que los sistemas ideológicos construidos por los hombres son insostenibles ya que, han creado mayores brechas entre los habitantes. El consumismo, al final, nos consume a nosotros mismos; el patriarcado, con su idea de conquista y dominio, no puede hacer nada frente a este ínfimo virus, tampoco el más robusto sistema económico de mercado puede comprar un minuto de vida a un enfermo, o dar fuerza a un médico exhausto.

Abrazando el dolor y la muerte, con fe en que la vida tiene sentido más allá de nuestro espacio temporal, podemos reconocer este tiempo como un extraordinario tiempo de gracia ofrecido a la humanidad, tiempo de vuelta al interior, de vincularnos con nuestras entrañas y descubrir nuestra relación con toda la creación. El dolor y la muerte, tal y como lo han enseñado todas las tradiciones religiosas, son parte de la vida misma. Traen un nuevo amanecer, redimensionan la vida descubriendo lo que en realidad importa.

¿No ha sido el ser humano y su avaricia un virus implacable para el mundo y su diversidad de vida?

Al final de cuentas, lo que en lo más íntimo de nuestro ser buscamos, es volver al regazo de la Madre Tierra, queacoge incondicionalmente, transmuta nuestra energía y nos hace eternos. Sin lugar a dudas, esto es un gran mensaje del Covid 19: si escuchamos, podemos reconocer esta época comoun tiempo de gracia para redescubrir lo importante, reconocer que necesariamente estamos todas/os en un mismo barco y nos necesitamos unos/as a otras/os, es una invitación a construir una nueva humanidad.Todas y todos somo hermanas/os como lo dijo el jefe Seattle [4]: hijos de la tierra, los ríos son su sangre y ella no se puede poseer (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).


[1] https://www.lasexta.com/el-muro/deborah-garcia/coronavirus-tamano-importa_202009025f4f68e6d546fc000174af5d.html; consultado 02/11/2020.

[2] Sutra del final del día:“Desde lo más profundo del corazón os digo a todos: Vida y muerte son un asunto serio. Todo pasa deprisa; estad todos muy vigilantes. Nadie sea descuidado. Nadie olvidadizo”.

[3] Diccionario de términos religiosos y afines; Editorial Verbo Divino, Madrid 1996.

[4] Cf. Carta del Jefe Seattle al presidente norteamericano Franklyn Pierce, 1854.

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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“Cuando eres gay en Uganda, no se te considera una persona”: El colectivo LGTB+ en Uganda sufre un aislamiento continuo

Miércoles, 25 de noviembre de 2020
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no-hay-donde-ir-los-jovenes-lgbt-ugandeses-salieron-durante-el-encierro“Ningún lugar adonde ir”: los jóvenes LGBT + ugandeses “denunciados” durante el confinamiento

Un estudiante cuenta cómo él y otros fueron arrestados por cargos relacionados con Covid, humillados públicamente y sin un lugar donde quedarse.

Raj Juuko: “Cuando eres gay en Uganda, no se te considera una persona”

En la foto tomada el jueves 11 de junio de 2020, el refugiado gay ugandés Martin Okello muestra las cicatrices que sufrió en un ataque en mayo, afuera de la casa que comparte con otros refugiados LGBT en Nairobi, Kenia. Su vida en Uganda se hizo añicos en 2014 cuando un trabajador sexual masculino trató de extorsionarlo por $ 10 y lo declaró gay. Okello fue despedido de la estación de radio cristiana donde trabajaba y sus padres católicos lo echaron de su casa. (Foto AP / Brian Inganga) Fotografía: Brian Inganga / AP

Cuando le preguntas a Ronald Ssenyonga, un ugandés de 21 años, que te cuente sobre su arresto, él pregunta: “¿Cuál?” Como muchas personas homosexuales que luchan por sobrevivir en un país que ha utilizado el Covid-19 como excusa para reprimir los derechos humanos, Ssenyonga está acostumbrado a arrestos y redadas.

Incluso antes de la pandemia, Uganda fue catalogada como el peor lugar para ser gay después de que su parlamento propusiera la pena de muerte para algunos actos homosexuales. La corte constitucional anuló la ley en 2014, pero las agencias de seguridad continúan acosando a los homosexuales, confiando en la información de los vigilantes comunitarios para atacarlos y sacarlos de lugares que creían seguros.

Ssenyonga acaba de regresar de su segundo período en prisión en tres meses. Él y su vecino, Tevin Haris Kifuba, fueron acusados de robar una televisión. Un malentendido, dicen, en comparación con el caso instigado por el estado que pesa sobre sus cabezas: se encuentran entre las 20 personas acusadas de llevar a cabo “actos negligentes que pueden propagar la infección” después de que las agencias de seguridad allanaron su albergue.

Todo comenzó un domingo por la mañana en el refugio administrado por una organización sin fines de lucro, Children of the Sun, dice Ssenyonga, mientras se sienta en su litera en una habitación pequeña. Se retuerce las manos, todavía mojadas y pálidas de lavar la ropa que acaba de colgar en el tendedero. Ha lavado toda la suciedad de la prisión. Pero los recuerdos no se borran tan fácilmente.

La primera señal de peligro, dice, fue ver botas verdes a través de un hueco debajo de la puerta. Algunas personas todavía estaban en la cama en el refugio, que les ha dado un hogar a los homosexuales de Uganda durante el cierre. Algunos estaban en la veranda lavándose la cara con agua salpicada de vasos de plástico de colores. Otros tenían sus cepillos de dientes en las manos mientras los hombres con botas verdes abrían la puerta de una patada. Todos empezaron a correr. Pero no había ningún lugar adonde ir. La policía los reunió a todos y les ordenó que se sentaran y se enfrentaran a los periodistas que habían sido llevados en la redada.

Nos ataron como esclavos y nos hicieron marchar por un centro comercial lleno de gente homofóbica. Ronald Ssenyonga. “Después de la ‘sesión de fotos’, nos ataron como esclavos y nos hicieron marchar por un centro comercial lleno de gente homofóbica. Algunas personas nos abofetearon. Otros nos golpean con piedras o lo que encuentran. Nos gritaron y nos condenaron ”.

Un video de la redada se difundió en las redes sociales. En él, Haji Abdul Kiyimba, alcalde del ayuntamiento donde se encuentra el refugio, exige que los jóvenes le digan los números de teléfono de sus padres mientras los azotan.

Luego, los hombres fueron llevados a prisión donde, según dicen, pasaron un mes siendo objeto de burlas y torturas. Se les impidió ver a sus abogados, una acción que los tribunales de Uganda dictaminaron que constituía una violación de su derecho a una audiencia imparcial. Su proveedor de asistencia legal, el Foro de Promoción y Concienciación de los Derechos Humanos, también demandó al gobierno por las torturas que los hombres dicen que sufrieron mientras estaban en prisión.

“Ellos pensaban que no éramos nadie y no teníamos a nadie de nuestro lado. Nos quemaron con leña y nos obligaron a confesar que somos homosexuales. Usaron palos de tamaño anormal y barras de hierro [para golpearnos], y pusieron a otros prisioneros en nuestra contra ”, dice Ssenyonga. En el momento de su arresto, estaba esperando sus resultados de nivel A y con ganas de ir a la universidad. “Pero después de que mostraron mi cara en el video, todos saben que soy gay. Estoy demasiado avergonzado para mostrar mi cara en la escuela. Así que no sé qué me depara el futuro cuando ni siquiera puedo salir a recoger mis resultados ”.

Kifuba solía editar videos en una pequeña tienda de medios. Cuando salió de la cárcel, escuchó que su jefe “movilizó a la gente para impulsar el video”. No pudo regresar a su trabajo ni a la casa de sus padres. “Tuve que aceptar que era gay porque es quien soy. Rompió el corazón de mi madre. El pueblo escupía fuego. Antes, al menos podía volver a casa. Pero tuve que dejar el pueblo y ahora no tengo adónde ir “.

Severus Hama-Owamparo es director ejecutivo de la Taala Foundation (Fundación Taala), que ha estado brindando apoyo de salud mental a las personas detenidas. La fundación  Children of the Sun Foundation están proporcionando comida, dinero de alquiler y otros elementos básicos durante seis meses a personas como Kifuba y Ssenyonga que no pueden volver a sus vidas después de ser arrestadas y expuestas. “Cuando el gobierno impuso las reglas de encierro, no pensó en personas que no tienen hogar. Se esperaba que todos regresaran a un hogar lleno de amor, y las personas que no pueden ser castigadas ”, dijo Owamparo.

Human Rights Watch dice que Uganda está usando la cobertura del coronavirus para marginar y atacar a las personas homosexuales. “En la raíz de las detenciones está la homofobia”.

Raj Juuko, uno de los ayudados por Children of the Sun y Taala para alquilar una casa, dice que es posible que no siempre tenga dinero para comida u otras necesidades, pero se siente aliviado de no tener que volver a casa. “Cuando eres gay en Uganda, no se te considera una persona. Cuando ocurre Covid-19 y su video se filtra, debe saber que está solo “.

Antes de la redada, Juuko era mesero en una importante cadena de restaurantes. “Después de regresar de la cárcel, mi jefe me dijo: ‘Somos musulmanes y no podemos tolerar a los homosexuales’. Antes del Covid-19, podía pagar el alquiler y cuidarme. Luego tuve que volver a cero, así como así “.

El compañero de casa de Juuko, Oketch Edward, dice que su mayor preocupación es que el alquiler solo dure hasta enero. Después de eso, no tendrán adónde ir.

La difícil situación del colectivo LGTB en Uganda

La homosexualidad ya es ilegal en Uganda. La situación de las personas LGTB en Uganda es muy complicada. El artículo 145 del Código Penal castiga con penas que pueden llegar hasta la cadena perpetua a aquellos que «tengan conocimiento carnal contra natura con otra persona». El mero intento de mantener relaciones homosexuales o lo que se denominan «prácticas indecentes» se castiga con hasta siete años de prisión.

Hace unos meses, el ministro de seguridad de Uganda había llamado “terroristas” a las personas LGBT+ en un visceral ataque contra un candidato presidencial y sus partidarios. Pero, en un paso màs de esta escalada homófoba, el gobierno de Uganda anuncio que las condenas con pena de muerte volverán a ser vigentes, cinco años después de que las anularan. Según fuentes, con esto quieren frenar el aumento de relaciones sexuales no naturales del país.

En agosto, una mujer LGTBI que buscó asilo en el Reino Unido y fue deportada a Uganda -donde el sexo gay es ilegal- ha contado cómo fue perseguida y violada en grupo a causa de su sexualidad. La mujer, conocida sólo como PN, regresó al Reino Unido el lunes 5 de agosto después de que el Tribunal Supremo dictaminara que la decisión de rechazar su solicitud de asilo era ilegal.

El año pasado el Orgullo LGTB de Uganda tuvo que ser cancelado tras amenazar el Gobierno de este país africano con detenciones masivas. Unas amenazas que, unidas al antecedente de 2016 (cuando la policía ugandesa interrumpió la celebración y detuvo a varios activistas), llevaban a los activistas LGTB ugandeses a dar prioridad a su seguridad.

Pero esta durísima normativa no parece satisfacer a los LGTBfobos. La presidenta del Parlamento, Rebecca Kadaga, insistía también en reintroducir un proyecto de ley que endurecía el trato penal a la homosexualidad, con la pretensión de establecer la pena de muerte en determinados casos, y a la cual ella misma llegó a llamar «un regalo de Navidad». El proyecto fue aprobado por el Parlamento en diciembre de 2013, pero finalmente fue invalidado por el Tribunal Constitucional a causa de una falta de procedimiento: se había votado sin el quórum necesario.

Y aunque por el momento parece que este proyecto ha quedado aparcado, lo que no dejan de sucederse son los ataques a la libertad de reunión y asociación. En 2015, de hecho, se aprobó una ley, y esa sí está en vigor, que permite al gobierno tener un control férreo sobre las ONG y asociaciones del país, pudiendo no autorizar sus actividades e incluso disolverlas si no se adecuan al «interés público» o si son «contrarias a la dignidad del pueblo de Uganda». Las asociaciones LGTB ya avisaron de su peligro, ya que los activistas que trabajen en una organización que no cuente con el visto bueno del gobierno pueden llegar a ser encarcelados. Ello supone llevar la lucha por los derechos LGTB a la ilegalidad.

Por fortuna,  el Tribunal Constitucional de Uganda aliviaba un poco la presión a finales de 2016, al declarar contraria a derecho la normativa que impedía a determinados grupos, marcados en la ley como «inmorales o socialmente inaceptables», la posibilidad de reclamar ante la Comisión de Igualdad de Oportunidades en los casos de discriminación. Entre los colectivos señalados tan ignominiosamente se encontraban el de las personas LGTBI (para quienes fue diseñada especialmente la norma), los trabajadores del sexo o las personas que viven con el VIH. Pero conviene tener en cuenta que no todo depende del marco jurídico: la sociedad civil ugandesa también es fuente de ataques homófobos. Un ejemplo es el intento de linchamiento a un grupo de hombres homosexuales o los ataques que reciben los activistas que intentan llevar adelante la lucha.

La valiente e importantísima labor del activismo LGTB de este país se veía reconocida, en todo caso, a finales de 2017, cuando el Gobierno Vasco reconocía con el Premio René Cassin 2017 el activismo LGTB de la asociación africana Sexual Minorities Uganda.

En fin, si ponemos en el buscador el nombre de Uganda… el horror es cotidiano.

Fuente The Guardian/Cristianos Gays

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Leonardo Boff: “Sin políticas públicas, las personas serían tragadas por un destino atroz”

Viernes, 20 de noviembre de 2020
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Sororidad-solidaridad-pandemia_2286681328_15082674_660x371“La Covid-19 cuestiona el sentido de la vida”

“Los mantras del neoliberalismo fueron destrozados. ¿Sirvió para algo el lema de Wall Street “la codicia es buena”? Nadie come computadoras, ni se alimenta de los algoritmos de la inteligencia artificial”

“Todo el mundo habla de la medicina, de la técnica, de los insumos y especialmente de la búsqueda ansiosa de una vacuna contra la Covid-19. Pocos hablan de la naturaleza”

La irrupción de la Covid-19, alcanzando a todo el planeta y matando a más de un millón de vidas sin poder ser veladas ni recibir el cariño último de sus familiares, además de infectar a otros muchos millones de personas, plantea la inquietante pregunta: ¿Cuál es el sentido de la vida? ¿Por qué todo este sufrimiento? ¿Qué nos quiere decir la naturaleza con este virus invisible que ha puesto de rodillas a todas las potencias militares, haciendo ineficaces sus armas de destrucción masiva? La Covid-19 cayó como un meteoro sobre el sistema del capital y el neoliberalismo. Sus mantras fueron destrozados. ¿Sirvió para algo el lema de Wall Street “la codicia es buena”? Nadie come computadoras, ni se alimenta de los algoritmos de la inteligencia artificial.

¿Cuáles eran los dogmas de la fe capitalista y neoliberal?: Lo esencial es el lucro, en el menor tiempo posible, la competencia feroz, la acumulación individual o corporativa, el saqueo cruel de los recursos de la naturaleza, dejando las externalidades por cuenta del estado, la indiferencia ante la tasa de iniquidad social y ambiental, la postulación de un Estado mínimo para escapar de las leyes limitantes y poder acumular más libremente.

Si hubiésemos seguido estos mantras, el exterminio de vidas humanas habría sido incalculable. Sin políticas públicas, las personas serían tragadas por un destino atroz.¿Qué nos ha salvado? Aquellos valores y actitudes ausentes en el sistema del capital y el neoliberalismo: darnos cuenta de que no somos “dioses” sino totalmente vulnerables y mortales, expuestos a lo imprevisible. Lo que cuenta no es el lucro sino la vida; no es la competencia sino la solidaridad; no es el individualismo sino la cooperación entre todos; no el asalto a los bienes y servicios de la naturaleza sino su cuidado y protección; no un estado mínimo, sino el estado suficientemente pertrechado para atender las demandas urgentes de la población. Dicho directamente: ¿qué vale más, la vida o el lucro? ¿La naturaleza o su expoliación desenfrenada?

Responder a estas preguntas inaplazables es interrogarse sobre el sentido o el absurdo de nuestra vida, personal y colectiva. El aislamiento social es una especie de retiro existencial que la situación nos ha impuesto. Se crea la oportunidad de hacer estas preguntas ineludibles. Nada es fortuito en este mundo. Todo guarda una lección o un sentido secreto que debe ser revelado, por más desconcertante que sea la realidad. Lo que no podemos permitir es que este sufrimiento colectivo sea en vano. Funciona como un crisol que purifica el oro, que acrisola nuestra mente, y pone en jaque ciertos hábitos para ser revisados y otros nuevos para ser incorporados, especialmente en lo que se refiere a nuestra relación con la naturaleza y el tipo de sociedad que queremos, menos perversa y más solidaria.

Todo el mundo habla de la medicina, de la técnica, de los insumos y especialmente de la búsqueda ansiosa de una vacuna contra la Covid-19. Pocos hablan de la naturaleza. Pero es necesario considerar el contexto del brote del coronavirus. No está aislado. Vino de la naturaleza que durante siglos fue saqueada irresponsablemente por el proceso industrial del capitalismo y también del socialismo, en la falsa suposición de que la Tierra tendría recursos infinitos. Hemos deforestado despiadadamente y destruido así los hábitats de miles de virus que viven en los animales e incluso en las plantas. Al perder su “morada natural”, buscan en nosotros un sitio para sobrevivir. Así hemos conocido una amplia gama de virus como el zica, el chikungunya, el ébola, las series derivadas del SARS, como el de la Covid-19 entre otros.

Se trata de un contraataque de la naturaleza o de la Madre Tierra contra la humanidad, con el que quiere darnos una severa advertencia: “detengan la agresión despiadada, que destruye las bases físico-químicas-ecológicas que sostienen vuestra vida; de lo contrario podríamos enviarles virus mucho más letales que podrían diezmar a miles de millones de ustedes, de la especie humana, y afectar gravemente a la biosfera, ese fino manto un poco mayor que el filo de una navaja que garantiza la continuidad de la vida”.

¿Prevalecerán estas advertencias vitales o el afán de acumular y asegurar intereses materiales? ¿Tendremos suficiente sabiduría para responder a la alternativa que el Ser que hace ser a todos los seres nos presenta?: Te propongo la vida y la muerte, la bendición y la maldición; elige la vida para que puedas vivir con tu descendencia” (Dt 30:19). Portadores de una fe en un Dios “apasionado amante de la vida” (Sab 11,26) apostamos todavía por un sentido de la historia y de la vida. Ellas escribirán la última página de la saga humana, construida con tanto esfuerzo en este planeta.

Esto sin embargo no debe desviar nuestra mirada de lo que está ocurriendo en el escenario mundial y específicamente en el brasilero, donde un jefe de estado negacionista no tiene como proyecto cuidar de su pueblo y de nuestra exuberante naturaleza. Con desprecio e ironía se comporta como Nerón que presenciaba como Roma ardía tocando la cítara.

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Destrucción Agencias

A pesar de todo esto, nuestra esperanza no muere. Como afirma la Fratelli tutti del Papa Francisco: “La esperanza nos habla de una realidad enraizada en lo profundo del ser humano, independientemente de las circunstancias concretas y los condicionamientos históricos en los que vive” (Nº 55). Aquí resuena el principio esperanza, que es más que una virtud, es un principio, un motor interior que proyecta nuevos sueños y visiones, tan bien formulados por el filósofo alemán Ernst Bloch en El principio esperanza. Esta esperanza nos recuperará el sentido de vivir en este pequeño y amado planeta Tierra.

Aunque somos seres contradictorios, hechos simultáneamente de luz y de sombras, creemos que la luz triunfará. Muchos bioantropólogos y neurocientíficos nos confirman que somos por esencia seres de bondad y de cooperación. Prevalece una bondad fundamental en la vida.

El hombre común, que conforma la gran mayoría, se levanta, gasta un tiempo precioso en los autobuses, va al trabajo, a menudo duro y mal pagado, lucha por su familia, se preocupa por la educación de sus hijos, sueña con un país mejor. Sorprendentemente, es capaz de hacer gestos generosos, ayudar a un vecino más pobre que él y, en casos extremos, arriesgar su vida para salvar a una niña inocente amenazada de violación. En él está actuando el principio esperanza.

En este contexto, no me resisto a citar los sentimientos de uno de nuestros más grandes escritores modernos, Erico Veríssimo, en su famoso “Contempla los lirios del campo”.

Si en ese momento un habitante de Marte cayera a la tierra, se asombraría al ver que en un día tan hermoso y suave, con un sol tan dorado, la mayoría de los hombres estaban en oficinas, talleres, fábricas… Y si le preguntase a alguno de ellos: ‘Hombre, ¿por qué trabajas tan furiosamente durante todas las horas de sol?’ – escucharía esta singular respuesta: ‘Para ganarme la vida’. Y sin embargo, la vida allí se ofrecía a sí misma, en una milagrosa gratuidad. Los hombres vivían tan ofuscados por los deseos ambiciosos que ni siquiera se daban cuenta. Ni con todas las conquistas de la inteligencia habían descubierto una manera de trabajar menos y vivir más. Se agitaban en la tierra y no se conocían, no se amaban como debían. La competencia los convirtió en enemigos. Y hacía muchos siglos, habían crucificado a un profeta que se había esforzado por mostrarles que eran hermanos, sólo y siempre hermanos. (Ver Lírios do Campo, Civilização Brasileira, Rio de Janeiro 1973. p. 292).

La irrupción de la Covid-19 reveló estas virtudes, presentes en los humanos pero especialmente en los pobres y las periferias, porque se refugiaron allí, ya que la cultura del capital reina en las ciudades, con su individualismo y falta de sensibilidad ante el dolor y el sufrimiento de las grandes mayorías de la población. ¿Qué se esconde detrás de estos gestos diarios de solidaridad? Se esconde el principio esperanza y la confianza de que, a pesar de todo, vale la pena vivir porque la vida, en su profundidad, es buena y fue hecha para ser llevada con coraje que produce autoestima y sentido de valor.

Hay aquí una sacralidad que no viene bajo el signo de lo religioso sino bajo la perspectiva de lo ético, del vivir correctamente y del hacer lo que debe ser hecho. El reconocido sociólogo austríaco-norteamericano Peter Berger, ya fallecido, escribió un libro brillante, relativizando la tesis de Max Weber sobre la total secularización de la vida moderna con el título: Un rumor de ángeles: la sociedad moderna y el redescubrimiento de lo sobrenatural (Voces 1973/2013). Allí describe numerosos signos (los llama “rumor de ángeles”) que muestran lo sagrado de la vida y el significado secreto que siempre tiene, a pesar de todo el caos y las contradicciones históricas.

Voy a dar, siguiendo a Peter Berger, sólo un ejemplo banal, conocido por todas las madres que cuidan a sus hijos por la noche. Uno de ellos se despierta asustado. Tiene una pesadilla, se da cuenta de la oscuridad, se siente solo y se deja llevar por el miedo. Grita llamando a su madre. Esta se levanta, toma al niño en su regazo y en un gesto primordial de magna madre le acaricia y le da besos, le dice cosas dulces y le susurra: “Hijito, no tengas miedo; mamá está aquí. Todo está bien, no pasa nada, querido”. El niño deja de sollozar. Recupera su confianza y poco después se duerme, tranquilo y reconciliado con la oscuridad.

Esta escena común esconde algo radical que se manifiesta en la pregunta: ¿no está la madre engañando al niño? El mundo no está en orden, no todo está bien. Y sin embargo estamos seguros de que la madre no engaña a su hijo. Sus gestos y sus palabras revelan que, a pesar del desorden imperante, reina un orden profundo y secreto.

Así que creemos que los tiempos de la Covid-19, tan dramáticos, pasarán. Esperamos, y cómo esperamos, que por debajo y dentro de ellos se va fortaleciendo un orden escondido que irrumpirá cuando todo pase. De esta manera, la sociedad y toda la humanidad podrán caminar hacia un sentido mayor, cuyo diseño final se nos escapa. Pero siempre hemos intuido que existe y que será bueno. Él será quien escriba la última página con un final feliz. Como escribió el filósofo del Principio Esperanza, Ernst Bloch, verificaremos que el verdadero génesis no fue al principio de las cosas sino al final. Sólo entonces será verdad: “Dios vio todo lo que había hecho y le pareció muy bueno” (Gen 1:31).

Traducción de Mª José Gavito Milano

Fuente Religión Digital

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Elijo contagiar

Lunes, 16 de noviembre de 2020
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8C9F5E1B-F771-4690-9234-41F6C3FD2D43Mari Paz López Santos
Madrid

ECLESALIA, 06/11/20.- Sé que el título es complicado, que puede generar pánico. Calma. Mucha calma. He elegido no dulcificarlo. Que me perdone quien no entienda, pero no están los tiempos para encubrir la realidad con exceso de glucosa.

“Contagiar” es un verbo que no admite bromas después de los meses que llevamos de sobresalto en sobresalto. La definición en el diccionario de la Real Academia no puede ser más escueta y contundente: “Transmitir una enfermedad a alguien”. Rotundo.

Menos mal que deja un respiro, porque en “sentido figurado” se puede utilizar fuera del contexto amenazante de una enfermedad. Un alivio pode contagiar algo positivo.

Me he tomado tiempo de reflexión y ya puedo contar abiertamente que elijo contagiar sentido común. Sí, lo sé, “el menos común de los sentidos”, añadimos siempre que sale en las conversaciones.

El sentido común es algo ancestral. Tiene un no sé qué primario que pone en guardia al ser humano ante el peligro; previene interiormente de lo que puede causar un mal físico, psíquico o espiritual a la persona, al grupo humano, a las relaciones… a la vida.

Cuando era pequeña escuchaba a las personas mayores decir: “Eso es de sentido común”. También en formato bronca cuando hacías algo que, por imprudencia, podría haber acabado en problemas, en casa decían: “¿Es que has perdido el sentido común?

El asunto es que, generación tras generación, se iba transmitiendo el significado del sentido común, dentro del bagaje de la educación.

Pero llegados al momento en el que vivimos, el sentido común es otro de los valores que han pasado a la estantería de piezas antropológicas.

Creo firmemente que, en el tiempo que llevamos sufriendo una pandemia a nivel mundial, el sentido común es elemento imprescindible, no sólo a nivel individual sino colectivamente. Necesitamos ponerlo de actualidad para conseguir salir adelante sin desplomarnos por el camino.

De verdad que me hubiera gustado empezar hablando de que mi elección es contagiar esperanza, animar a quien lo necesita, cuidar, proteger, preparar bizcochos y pasarle un trozo a mi vecina mayor que vive sola, llamar por teléfono a una amiga que se quedó viuda en pleno encierro y no puedo ir a darle un abrazo, contar cuentos por ZOOM a mis nietos, celebrar de forma creativa y con distancia de seguridad todos los cumpleaños y aniversarios de los miembros de mi familia y un sinfín de posibilidades que dulcifiquen el tiempo de pandemia. Todo esto son también elecciones radicales, ¡faltaría más!… y las llevo poniendo en práctica desde el minuto cero del estado de alarma.

Sé que para algunos el sentido común no tiene buena prensa; se interpreta como cortapisa a la razón y a la libertad personal. No lo entiendo así.

Para mí tiene que ver con lo natural, con nuestros antepasados de las cuevas, con la protección mutua para la supervivencia, con el instinto para detectar el peligro que puede llevar a la muerte o la enfermedad, la estupidez amenazante, la injusticia que aplasta, etc.

El refranero popular y la sabiduría de hombres y mujeres de culturas y religiones nos muestran que hay un hilo conductor que nos une por dentro, salvo que lo cortemos de raíz y perdamos la parte de savia común que nos tocó y echamos a perder. Insisto de nuevo en el peligro que esto tiene tanto en lo personal como en la responsabilidad social.

Elijo contagiar sentido común porque con la que está cayendo, a nivel mundial, hemos de empezar a adiestrarnos como deportistas de élite en el arte de ejercer este sentido que nos une a todos como hojas del mismo árbol.

La recuperación del sentido común es una emergencia a todos los niveles y en todos los estamentos que configuran el orden mundial. Es lo básico, lo primigenio.

¿Cómo enfrentar la incertidumbre que está creando la pandemia? ¿Cómo espantar el miedo que puede llegar a provocar que vivamos como islas en medio de un océano peligroso? ¿Cómo ser creativos transformando las formas de relación para que no se pierda la transmisión del afecto, del cariño, del cuidado? ¿Cómo invertir el tiempo? ¿Nos ayudará a salir adelante el mirarnos unos a otros –más allá de las mascarillas y la distancia de seguridad– no como individuos aislados sino como miembros de la misma comunidad? ¿Podremos dejar enterradas las diferencias poniendo encima de la mesa las necesidades, la colaboración, el servicio y el interés por el otro? ¿Enfrentaremos el sinsentido del poder y el dinero que mide, pesa, exprime y pone precio a cada instante de la vida humana?

Cito ahora pensamientos de personas que me han dado pistas:

  • Willian Osler (1849-1919, médico canadiense): “El jabón, el agua y el sentido común son los mejores desinfectantes”. Sensata y muy práctica recomendaciónpara tiempo de pandemia.
  • Abad Pastor (siglo IV): “En toda conversación, huye de quien no para de discutir”. Este apotegma de un sabio monje de los que vivían en el desierto, viene al pelo para desenmascarar la actuación de políticos, medios de comunicación y conversaciones de pasillo.
  • Charles Darwin (Inglaterra 1809-1882, científico):“No es el más fuerte ni el más inteligente el que sobrevive sino aquel que más se adapte a los cambios”. Aquí nos ganan por goleada los niños y niñas que en los casi tres meses de encierro han sabido adaptarse a la situación de forma creativa. Son un ejemplo viviendo el momento presente, ese que tanto nos cuesta a los adultos.
  • Dalai Lama (1935, budista, líder espiritual del Tibet, Premio Nobel de la Paz 1989): “El amor y la compasión son necesidades no lujos. Sin ellos la humanidad no puede sobrevivir”. El amor y la compasión no se compran, se han de dar gratis. Pero lo gratis no se comprende mucho en un mundo en el que casi todo tiene precio. Despertar es indispensable para sobrevivir.
  • María Montessori (Italia,1870-1952, médica y pedagoga):“La responsabilidad de evitar conflictos incumbe a los políticos; la de establecer una paz duradera, a los educadores”. A los políticos les atañe no sólo la responsabilidad de evitar conflictos, también la de resolverlos. Alos educadores, además de la formación académica, son responsables de la transmisión de valores; esos tesoros que provienen del sentido común y serán la herramienta para vivir en paz.
  • Jiddu Krishnamurti (India, 1895-1986, escritor):“No es saludable estar bien adaptados a una sociedad profundamente enferma”. ¿Nos dábamos cuenta antes la pandemia? Unos pocos, considerados profetas agoreros, lo venían avisando. Pero el consumo primaba sobre todo: personas, países y el planeta donde vivimos. Ya sabemos los resultados. Habrá que reconvertir la situación.
  • Confucio (China, 5552 a. C – 479 a. C):“No pretendas apagar con fuego un incendio, ni remediar con agua una inundación”. Ser creativos y estar abiertos al cambio es imprescindible en momento de crisis, cuando se necesitan iniciativas nuevas y grandes dosis de sentido comúnque hagan cambiar el rumbo de la historia.
  • Nelson Mandela (1918-2013, Sudáfrica, abogado y político, Premio Nobel de la Paz 1993):“Cuando dejamos que nuestra luz brille, inconscientemente damos permiso a los otros para que hagan lo mismo”. La luz llama a la luz. Hemos de creer en la luz del otro y sumar luces sino viviremos todos a oscuras.
  • Yoritomo Tashi (filósofo japonés, siglo XII):“El sentido común es el arte de resolver los problemas, no de plantearlos”. Lamentablemente este arte no está muy de moda actual y los problemas se cronifican.
  • Eduardo Galeano (Uruguay 1940-2015, escritor):“Ojalá podamos ser desobedientes, cada vez que recibimos órdenes que humillannuestra conciencia o violan nuestro sentido común”. Para eso hay que reconocer que la manipulación existe y la mentira acecha por todos lados. Ser conscientes de que ambos venenos nos afectan y debemos tomar medidas para combatir tanta presión.

Agradezco lo que he recibido leyendo y pensando lo que me han comunicado estas personas y me reafirmo en la elección de contagiar sentido común. Sé que no es mucho y que entra dentro deun programa de mínimos, pero“algo es algo” y“por algo se empieza”, como dice el refranero.

El sentido común ayuda a reconducir actitudes que hacen mucho daño, que son injustas y que crean mucho sufrimiento. Pero hay más. Es un sentido que tiene dentro la semilla pequeñísima de algo mucho más grande.

Un mensaje del que nos hablan cuatro compañeros del principio del Camino, a los que les debemos agradecimiento por dejarlo escrito: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”Mateo 22, 39, Marco s12,31, Lucas 10,27 y Juan 13,34 elevando el listón: “Que os améis unos a otros como yo os he amado”, como Jesús les mostró.

Elijo volver una y otra vez al mensaje porque sólo el contagio del Amor, salva.

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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Bolsonaro y la COVID: Brasil “tiene que dejar de ser un país de maricas”…

Viernes, 13 de noviembre de 2020
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jair-bolsonaroQue Bolsonaro es un personaje peligroso no sorprenderá a nadie a estas alturas. El político brasileño de extrema derecha es todo un ejemplo de lo que no hay que hacer en muchas facetas, y la gestión del COVID-19 es una de ellas. Pero también homófobo, como ya dejó ver con declaraciones como que Hay que sacar a palos al gay que hay en tu hijo, que en su día pronunció, así que no es de extrañar que además de abocar a la suerte a los habitantes que gobierna, suelte perlitas como esta con la que titulamos el artículo.

Preguntado sobre las medidas que tiene previsto tomar frente a la COVID-19 en Brasil, uno de los países más afectados con más de 160.000 muertos y 5,6 millones de casos solo en la primera ola (en la que siguen inmersos), Jair Bolsonaro siguió en sus trece de no hacer nada de la siguiente manera:

Todos nos vamos a morir algún día, aquí todos van a morir. No sirve de nada huir de eso, huir de la realidad. Tienen que dejar de ser un país de maricas

La homofobia en su expresión es clarísima y repugnante, propia de una persona homófoba como él, pero su plan de acción ante la pandemia no se queda atrás. Total, como nos vamos a morir todos. Brasil es un país en el que el turismo tiene un peso brutal en la economía, un sector que inevitablemente se está viendo golpeado con la COVID-19, pero Bolsonaro se niega a tomar medidas.

Recordemos que insiste en ir sin mascarilla y no respetar la distancia de seguridad y que ya en su momento cayó enfermo… aún así, no cambió de parecer.

Faltan dos años para las elecciones en el país sudamericano y Bolsonaro se encuentra en una importante encrucijada que puede pasarle factura: seguir obviando los efectos devastadores en pos de minimizar el impacto económico o seguir ignorando los efectos del COVID-19 pagando con la vida de sus compatriotas.

Trump Bolsonaro Estados Unidos BrasilOjalá se lo lleven como a Trump

Brasil, una situación muy complicada para el colectivo LGTB

En 2018, además, fuimos testigos de como la LGTBfobia ha escalado hasta alcanzar ámbitos activistas y políticos. En mayo del año pasado recogíamos el asesinato en Río de Janeiro de la activista de género no binario Matheusa Passareli. Y en marzo el de la concejala de Río de Janeiro Marielle Franco, afrodescendiente, abiertamente bisexual, feminista y activista en favor de los derechos humanos. Una escalada a la que también nos hemos referido al recoger tanto el episodio de acoso que sufrió Judith Butler en una visita al país para participar en un debate universitario como la decisión de un juez federal contra la orden del Consejo Federal de Psicología que prohibía desde hace años las «terapias» reparadoras de la homosexualidad. Y que ha forzado al que fuera primer diputado abiertamente gay de Brasil, Jean Wyllys, a abandonar el país e instalarse en Alemania (ver aquí la interesante entrevista que hace pocos días publicaba eldiario.es).

La llegada de Bolsonaro a la presidencia

La situación de la comunidad LGTB, incluso ya antes de la victoria de Bolsonaro en octubre de 2018, es muy dura. El Grupo Gay de Bahía, colectivo que hace una meritoria labor de monitorización de los delitos de odio en Brasil, tuvo conocimiento de 445 muertes violentas de personas LGTB en 2017: 387 asesinatos y 58 suicidios, un aumento del 30% con respecto a 2016, «cuando se registraron 343 muertes», comienza su informe 2017. De alguna de estas muertes nos hemos hecho eco en esta misma página, como sucedió por ejemplo con el terrible asesinato de Dandara dos Santos, una mujer trans. La tendencia, en este sentido, ha sido creciente a lo largo de los últimos años.

Y si algún político encarna a la perfección esa LGTBfobia en su discurso político, ese es Jair Bolsonaro, elegido presidente en octubre de 2018. Una victoria que, dados los precedentes del personaje y el apoyo del poderoso movimiento evangélico, abrió un escenario terrible para las personas LGTB en Brasil. Ya en 2011 lo mencionábamos cuando acusó al Ministerio de Educación de «fomentar la homosexualidad» por promover un proyecto contra la homofobia. En 2014 volvimos a referirnos a Bolsonaro, que negaba que educar en la diversidad sirviese para combatir la homofobia, y acusaba explícitamente a los que así lo defienden de querer «llevar la materia a las escuelas para transformar a niños de seis años en homosexuales. Al punto de que así se facilita la pederastia en Brasil».

Bolsonaro acababa la entrevista burlándose del intento de aprobar una ley que castigase la violencia homófoba, a la que quitaba importancia. «¿Solo porque a uno le guste tomar por culo se convierte en un semidios al que no se le puede pegar?», remataba. El ahora presidente ha hecho otras declaraciones homófobas en el pasado, como aquellas en las que aseguraba preferir que un hijo suyo muriese en un accidente a que apareciese «con un bigotudo», pero basta con releer la entrevista de 2014 a El País para ser consciente de la monstruosidad del personaje.

En el ámbito legal, hay que tener en cuenta que muchos de los avances en derechos LGTB que ha experimentado Brasil se han producido al margen de los poderes legislativo o ejecutivo: el matrimonio igualitario es una realidad posible gracias a resoluciones judiciales, mientras que la prohibición de las «terapias» reparadoras, sobre la que como mencionamos arriba tiene lugar una batalla en los tribunales, fue una decisión profesional del Consejo Federal de Psicología. La presión de los grupos evangélicos para que desde el poder político se ponga coto e incluso se revierta esta situación puede encontrar en Bolsonaro el aliado ideal.

En este sentido, la recién aprobada tesis del Supremo contra la LGTBfobia es una soplo de aire fresco en un ambiente profundamente enrarecido.

Fuente Ambiente G/Cristianos Gays

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Movimiento trans de San Felipe (Chile) lanza panadería solidaria para ir en ayuda de las personas más pobres

Martes, 10 de noviembre de 2020
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panmovilh3La Panadería Pan y Cariño, que impulsa la Corporación Trans Féminas Diversas en Acción, distribuirá gratuitamente alimentos entre quienes han visto mermada su calidad de vida tras el Covid-19. La iniciativa, cuenta con el apoyo de la Fundación Interamericana, la Cooperativa Popular de Alimentos y el Movilh.

La Corporación Trans Féminas Diversas en Acción inauguró la denominada Panadería Pan y Cariño, una iniciativa autosustentable que distribuirá gratuitamente alimentos entre las personas más pobres del Valle del Aconcagua, siendo uno de sus principales fines ir en ayuda de las familias y ciudadanos/as que quedaron cesantes o vieron mermada su calidad de vida tras la aparición del Covid-19.

“Hasta ahora hemos impulsado  ollas comunes que van en ayuda de vecinos y vecinas, hemos establecido diálogos con la autoridad municipal, pudiendo conseguir un terreno en comodato para funcionar,   y hemos orientado a personas lesbianas, gays,, bi otras que sufren discriminación. Hoy inauguramos la Panadería Pan y Cariño, fortaleciendo nuestros aportes para un país más justo”, señaló la presidenta de Corporación Trans Féminas Diversas en Acción, María del Pilar Pérez.

La panadería, la primera iniciativa de su tipo impulsada en Chile por el movimiento LGBTI, fue inaugurada en la sede social de la Corporación, ubicada en la calle Justo Estay #992, San Felipe, junto a representantes de la Cooperativa Popular de Alimentos.

La iniciativa cuenta con el aporte financiero de la Fundación Interamericana, así como con el apoyo en insumos y experticias  de la Cooperativa Popular de Alimentos que realiza diversas labores sociales en el Valle del Aconcagua, y el acompañamiento de Movilh.

Para el impulso de la panadería, las activistas Corporación Trans Féminas Diversas en Acción han recibido, y seguirán recibiendo, capacitaciones en temáticas de igualdad, no discriminación, y administración que son dictadas por profesionales de San Felipe como son Paola Leiva Fernández, Francisco Javier Morales, Alberto Molina, Arturo Pérez y Constanza Reinoso, entre otros/as.

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Fuente MOVILH

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“Celebraciones en familia”, por Gerardo Villar.

Sábado, 7 de noviembre de 2020
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Familia-rezando-rosario-2Aunque uno sea ya mayor resulta que hay oportunidad para sorprenderme.

Lo que siempre he soñado, ahora me ocurre… Pues que voy celebrando las comuniones de los niños por primera vez, de uno en uno, o de dos en dos.

Una novedad, por aquello del coronavirus, para evitar todo peligro de contagio entre los niños y participantes. Y la comunión se la doy, previa retirada de la mascarilla por parte de los padres. No hay trajes elegantes ni nada extraordinario.

Es cierto que voy a celebrarlo unos cuantos días. Pero no me importa. El fotógrafo apenas ha actuado. Hemos estado en silenciosa participación y con atención.

Los padres y los catequistas van realizando las lecturas, preces, ofrendas… Y como no hay pugna de cómo van los demás, un vestido sencillo.

Todo lo que hemos luchado por conseguir ese ambiente de sencillez y participación, y resulta que ahora el Covid- 19 nos lo exige. Y como nos lo indica Sanidad, no hay grandes aglomeraciones: ni siquiera en la comida: justo los padres y abuelos.

Ya sé que es por obligación y que hay poco convencimiento, pero la necesidad nos hace brotar la virtud. Pienso que igual va a ser positivo el celebrar la eucaristía con grupos reducidos, porque el silencio, las respuestas, los cantos, todo va animando unas celebraciones a gusto, profundas.

Me va tocando celebrar varios funerales con el cupo exigido por aforo y voy experimentando otras experiencias parecidas. Igual podemos sacar lecciones de esta epidemia. Lo importante es que lo celebremos con intensidad, con ganas, con actitud de fe y atención. A ver si se animan las parejas, porque sería una oportunidad para vivir eso que siempre hemos soñado de unas bodas como celebraciones cálidas de un sacramento tal como el matrimonio. Celebrado como comunidad y con fe.

Quizás estamos ensayando unas formas nuevas de cristianismo con mucha menor multitud y con la oportunidad de una predicación más concreta, más apropiada a esas personas concretas.

Después de toda una vida pastoral, ahora tengo la suerte de celebrar de verdad estos sacramentos, así, en familia.

Gerardo Villar

Fuente Fe Adulta

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La última frase de Pedro Arrupe antes de morir. Palabras consoladoras para nuestro tiempo

Viernes, 23 de octubre de 2020
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Arrupe-rosario-enfermo-700x963Leído en el blog de Pedro Miguel lamet:

Hoy, con la pandemia encima, las injusticias y locuras políticas que estamos viviendo, es toda una meditación: “Para el presente amén, para el futuro aleluya”.

El pasado no importa. Pasó, no hay que darle vueltas. Alimentar el sentimiento de culpa por algo que se hizo mal es masoquismo, no sirve para nada

Este instante, este presente mío es lo que tengo y lo que Dios quiere para mí, taladra hacia el infinito

Teilhard de Chardin, que concebía el cosmos como una flecha con sentido, decía: “Todo cuanto acontece es adorable”.

“Hay un plan”. Sí, hay un plan. Lo que pasa es que aquí vemos el tapiz por el lado de los cosidos y todavía no podemos captar el colorido y la maravilla del paisaje que puede verse del otro lado

En estos tiempos tan tumultuosos me gusta recordar algunas frases del padre Arrupe, porque sin duda era uno de esos hombres que, como a él le gustaba decir, tenía “el futuro en la médula”. Quizás mi preferida es la última que pronunció antes de morir. La oyó el padre Mariano Ballester, SJ, que le atendió mucho en los últimos días de su vida y que durante su enfermedad le ayudó en la logopedia con mucha dificultad a hablar y escribir después de la trombosis que sufrió de regreso de su viaje a Tailandia y Filipinas.

Hoy, con la pandemia encima, las injusticias y locuras políticas que estamos viviendo, es toda una meditación:

“Para el presente amén, para el futuro aleluya”.

Tiene más miga de lo que parece. El pasado no importa. Pasó, no hay que darle vueltas. Alimentar el sentimiento de culpa por algo que se hizo mal es masoquismo, no sirve para nada. Sobre todo, al saber que el amor de Dios lo quema, los perdona. Darle vueltas a lo negativo del pasado es una forma de protagonismo absurdo, una falta de fe y una tortura inútil.

Importa este momento, el presente, el ahora. Vivir en el ahora es el secreto de la verdadera felicidad. Pero para ello es necesario aceptarlo como parte de la providencia. Y este ahora siempre es perfecto porque para mí es la voluntad de Dios. La amargura brota de no aceptar este momento tal como es. Eso no indica que no queramos transformar y mejorar el mundo. Pero poco haremos si lo hacemos desde la frustración y la amargura. Si nos pasamos la vida violentados por lo que no conseguimos, protestando porque no tenemos esto o aquello, dando coces a la vida, nada haremos de provecho. Este instante, este presente mío es lo que tengo y lo que Dios quiere para mí, taladra hacia el infinito. Vivir en este instante es un modo de instalarse en la eternidad, porque en el fondo de mí mismo habito en el todo, aunque no me dé cuenta. Por tanto “para el presente amén”.

Y “para el futuro aleluya”. Acusaban al padre Arrupe de ser “un optimista patológico”. Él respondía: “¿Cómo no voy a ser optimista, si creo en Dios?” La gente hoy está muy preocupada con el futuro: “Qué va a ser de mí, de mi familia, del mundo. ¿A dónde nos va a llevar esta pandemia? ¿Cómo vamos a salir de esta enorme crisis sanitaria y económica?” Y en lo personal, el futuro de mi trabajo, la esposa, el marido, los hijos y un largo etcétera.

Teilhard de Chardin, que concebía el cosmos como una flecha con sentido, decía: “Todo cuanto acontece es adorable”. Importa este momento, el presente, el ahora. Vivir en el ahora es el secreto de la verdadera felicidad. Pero para ello es necesario aceptarlo como parte de la providencia. Y este ahora siempre es perfecto porque para mí es la voluntad de Dios

Y Arrupe con el rosario en la mano, durante la última entrevista que concedió para mi biografía en Roma, muy enfermo me decía: “En manos de Dios” forzando una sonrisa desde sus labios hemipléjicos.

La frase preferida de otro gran santo jesuita, el padre José María Rubio, lo formulaba de otra forma: “Hacer lo que Dios quiere y querer lo que Dios hace”. Y Bernanos, “todo es gracia”.

Recuerdo un film, de esos que un personaje vuelve desde del cielo, que afirmaba: Hay un plan”. Sí, hay un plan. Lo que pasa es que aquí vemos el tapiz por el lado de los cosidos y todavía no podemos captar el colorido y la maravilla del paisaje que puede verse del otro lado. Pero es el mismo tapiz.

Así que atrapemos este instante, cerremos los ojos para ver de otra manera y abrámoslos para disfrutar de lo que tenemos, aunque nos parezca solo una brizna de felicidad. No deja de ser un sacramento y no nos enredamos con un pasado que ya no existe y un futuro que ignoramos, y que para los creyentes siempre será un “happy end”

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Pedro Aranda Astudillo: Humanizar la humanidad (II).

Jueves, 22 de octubre de 2020
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Mundo (360)“El animal no se puede desanimalizar, los humanos se pueden deshumanizar”. J. Ortega y Gasset. “¿Qué cosa extraña es el hombre: nacer no pide, vivir no sabe, y morir no quiere”? Estas brevísimas y nítidas sentencias nos ahorran comentarios. Sólo cabe decir que el smog que respiramos no viene sólo de las contaminaciones de hidrocarburos, sino además de una convivencia humana densamente brumosa, y sus llagas más profundas son los miles de miles de millones de seres humanos crucificados por las injusticias, por los absurdos bélicos y por las “egocracias”, “partidoscracias” que nos convierten unos contra otros.

Humanizar la humanidad nos exhorta a no volver la espalda a lo más prístino de nuestros orígenes esenciales. Nuestra llave de sol para el pentagrama de existir en convivencia humana proviene que fuimos engendrados en el abrazo de amor de nuestros padres. (Salvo que se haya concebido por lo que filósofo griego Séneca advertía: “que tu cuerpo no sea la tumba de tu alma”)

Ser concebidos desde el éxtasis del amor es la aurora misma de la vida. En el reino de la flora y fauna también vemos cómo los progenitores paren y cuidan a sus crías, cómo nacen los árboles y flores de la tierra. La vida desde los engendros, de los nacimientos son los verdaderos himnos de la ternura.

Por la ternura aprendemos a dar los primeros pasos, a robustecernos para emprendernos en la propiedad de ser y convivir. Así como es tan fácil perdernos sea en las calles, sea por confusiones, nuevamente nos asoman los consejos paternos, de los amigos para abrirnos los ojos. Más aún, se hace presente aquello: “si recuerdas haber ofendido, deja tu ofrenda al lado y ve a reconciliarte con tu prójimo”.

¿Estamos idealizando la vida “dulcificándola” en medio de las crudas realidades que vivimos? cuando hemos asumido como verdad incuestionable “la ley del más fuerte” y como hecho de la causa sobreviven los más fuertes, “los exitosos”.

También es un hecho cómo sufren profundamente los hijos por las desavenencias de sus padres. Qué decir de las Tragedias griegas con sus cadenas interminables de venganzas… lecciones para hoy.

Los pantanos que hemos creado, de ellos no saldremos. Las COP 25 nos demuestran que al llegar el punto que debemos abstenernos de un beneficio personal o nacional se nos atrofia la conciencia del bien común global, que todos dependemos de todos.

Nos creímos por siglos que éramos el rey de la creación y pasamos a ser sus depredadores. Cortamos el amoroso cordón umbilical con la tierra, con los mares, con los cielos. ¿Qué somos con sed sin agua? Sólo el amor creador nos dispuso de todo para continuar con ÉL la evolución del reino de la vida, del reino del amor. Más que la opción de “ser o no ser, es amar o no amar, servir o no servir”. Humanizar o abortarnos como humanos.

Pedro Aranda Astudillo, Fundador de la Corporación Gen. Octubre 2020

Fuente Fe Adulta

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Pedro Aranda Astudillo: Humanizar la humanidad (I).

Miércoles, 14 de octubre de 2020
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Mundo (360)“La gente feliz no es rentable, con lucidez no hay necesidades innecesarias”. Antaño se escuchaba “contigo pan y cebolla” pues amar y ser amado era respirar plenitud. El imperio del consumo, del progreso voraz e insaciable trastornó la brújula que nos orientaba hacia el espíritu de la vida, y nos volcó al dominio de la materia y endiosarse con ella. Marshall McLuhan (+1980) uno de los investigadores socioculturales más acertados se refiere cómo las creaciones humanas a su vez “nos amasan” a su semejanza. “Los grandes avances de la civilización son procesos que casi hunden a las sociedades por lo que ellas mismas producen”.

El Covid 19 nos puso el cable a tierra, por ello sólo ataca a los humanos, nos tiene postrados en todo sentido. Profundizar los hechos, obliga. Este virus arrasó los continentes de rey a paje y nos tapó la boca, nos incomoda respirar, de abrazarnos a los codazos. Nos enrostró y desnudó nuestra máxima limitación: ¿qué es un portaaviones con una tripulación infectada? ¡Sucedió! ¡Las prepotencias desplomadas por un virus invisible!

Si desde los humos milenarios nos erguimos como humanos, el virus nos volvió a la igualdad y projimidad en la interdependencia de infectarnos, pero a su vez despertó la solidaridad: ollas comunes entre otras actividades.

Nos puso de señero sublime para siempre al personal de salud, que por meses de meses entregan sus vidas por sus prójimos bordeando la vida y la muerte. Una sociedad, para que sea humana debe entroncarse en sus raíces, todo y todos venimos del gran útero del universo, del útero de nuestra madre, para volver al útero de la tierra. Nacemos como Familia Humana.

Humanizar la humanidad nos es un verbo irrevocable, el reto para la economía, la política, la educación: “El derecho y deber de vivir en paz” entre nos-otros y no contra vos-otros. La pedagogía para reconstituirnos como humanos empieza con “el coraje de estar solos y la valentía de arriesgarnos a estar juntos” Eduardo Galeano. Aprender a escuchar la conciencia, como es un templo, démonos el espacio-tiempo de reconocernos por dentro, donde nacen nuestros comportamientos. Por el algo el virus nos encerró… Es tan perentorio como tomar agua, comer… Pero, nuestra civilización nos redujo al activismo de acciones y reacciones, y, con la pandemia de la prisa “no hay tiempo” para tomar distancias frente a los hechos. ¡El que pestañea pierde!

La masificación de nuestras vidas, en el reino de las comunicaciones nos conectamos con todo el mundo menos con nosotros mismos. Así, nos quedamos vacíos, solos en la interperie del anonimato. Este sufrimiento runruneante nos sangra por dentro pues existimos para convivir. Los animales pueden vivir bien en un zoológico adecuado, los seres humanos al final del día se enferman por una sociedad enferma y un medio ambiente ardiente. “Paren este mundo que me quiero bajar”, un clamor ya de décadas… Humanizar la Humanidad es una exigencia de sobrevivencia.

Pedro Aranda Astudillo. Fundador de la Corporación Gen

Fuente Fe Adulta

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Francisco aboga ante Naciones Unidas por el multilateralismo frente a “actitudes de nacionalismo” que “dejan fuera a los más pobres”

Sábado, 26 de septiembre de 2020
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Tpkrya8S“La pandemia nos ha mostrado que no podemos vivir sin el otro, o peor aún, uno contra el otro” Pide vacunas para todos. “Y si hay que privilegiar a alguien, que ése sea el más pobre, el más vulnerable, aquel que normalmente queda discriminado por no tener poder ni recursos económicos”

“Muchos (refugiados) son víctimas de la trata, la esclavitud sexual o el trabajo forzado, explotados en labores degradantes, sin un salario justo. ¡Esto que es intolerable, sin embargo, es hoy una realidad que muchos ignoran intencionalmente!”

“Millones de niños no pueden regresar a la escuela. En muchas partes del mundo esta situación amenaza un aumento del trabajo infantil, la explotación, el maltratado y la desnutrición”

“Hay que desmantelar las lógicas perversas que atribuyen a la posesión de armas la seguridad personal y social”

Volvió a exigir a los países ricos que respondan “reduciendo, o incluso condonando, la deuda que pesa en los presupuestos de aquellos más pobres”

Aboga por “cerrar las guaridas fiscales, evitar las evasiones y el lavado de dinero que le roban a la sociedad, como también para decir a las naciones la importancia de defender la justicia y el bien común sobre los intereses de las empresas y multinacionales más poderosas”

La pandemia nos ha mostrado que no podemos vivir sin el otro, o peor aún, uno contra el otro. Las Naciones Unidas fueron creadas para unir a las naciones, para acercarlas, como un puente entre los pueblos; usémoslo para transformar el desafío que enfrentamos en una oportunidad para construir juntos, una vez más, el futuro que queremos”. El Papa Francisco acaba de intervenir ante el plenario de Naciones Unidas, dentro de los actos por el 75 aniversario del organismo internacional.

En un histórico discurso (virtual como el de todos los líderes mundiales, por la pandemia), Bergogli destacó que la efeméride es “una oportunidad para reiterar el deseo de la Santa Sede de que esta Organización sea un verdadero signo e instrumento de unidad entre los Estados y de servicio a la entera familia humana”.

Especialmente, durante esta pandemia, que “está cambiando nuestra forma de vida, cuestionando nuestros sistemas económicos, sanitarios y sociales, y exponiendo nuestra fragilidad como criaturas” y nos obliga a “elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa, para separar lo que es necesario de lo que no lo es”.

Dos caminos posibles

“Nos enfrentamos, pues, a la elección entre uno de los dos caminos posibles: uno conduce al fortalecimiento del multilateralismo, expresión de una renovada corresponsabilidad mundial, de una solidaridad fundamentada en la justicia y en el cumplimiento de la paz y de la unidad de la familia humana, proyecto de Dios sobre el mundo; el otro, da preferencia a las actitudes de autosuficiencia, nacionalismo, proteccionismo, individualismo y aislamiento, dejando afuera los más pobres, los más vulnerables, los habitantes de las periferias existenciales. Y ciertamente será perjudicial para la entera comunidad, causando autolesiones a todos. Y esto no debe prevalecer”, subrayó el pontífice.

Al tiempo, renovó el llamamiento a todos los responsables políticos, pero también al sector privado, a tomar “las medidas adecuadas para garantizar el acceso a las vacunas contra el COVID-19 y a las tecnologías esenciales necesarias para atender a los enfermos”. “Y si hay que privilegiar a alguien, que ése sea el más pobre, el más vulnerable, aquel que normalmente queda discriminado por no tener poder ni recursos económicos”, añadió.

Bergoglio también mostró su preocupación por la incertidumbre del mercado laboral y la “robotización” generalizada del trabajo, clamando por “un marco ético más fuerte, capaz de superar la «tan difundida e inconscientemente consolidada ‘cultura del descarte’”.

La humanidad violada

Una cultura del descarte que “es también un pecado contra la humanidad”, señaló, denunciando cómo “cuántos derechos fundamentales continúan siendo violados con impunidad”.

La lista de estas violaciones es muy larga y nos hace llegar la terrible imagen de una humanidad violada, herida, privada de dignidad, de libertad y de la posibilidad de desarrollo”, recalcó el Papa, subrayando las persecuciones religiosas, que en algunos casos llegan a auténticos “genocidios”.

Tras criticar el mercado armamentístico, el Papa recordó la situación de “los refugiados, los migrantes y los desplazados internos en los países de origen, tránsito y destino”, así como de los “miles que son interceptados en el mar y devueltos a la fuerza a campos de detención donde enfrentan torturas y abusos”.

“Muchos son víctimas de la trata, la esclavitud sexual o el trabajo forzado, explotados en labores degradantes, sin un salario justo. ¡Esto que es intolerable, sin embargo, es hoy una realidad que muchos ignoran intencionalmente!”, gritó Bergoglio.

Al tiempo, reclamó “un modelo económico que promueva la subsidiariedad, respalde el desarrollo económico a nivel local e invierta en educación e infraestructura que beneficie a las comunidades locales”, y volvió a exigir a los países ricos que respondan “reduciendo, o incluso condonando, la deuda que pesa en los presupuestos de aquellos más pobres”.

Cerrar las guaridas fiscales

“La comunidad internacional tiene que esforzarse para terminar con las injusticias económicas”, añadió Francisco, quien abogó por “una nueva ética” que sirva para “cerrar las guaridas fiscales, evitar las evasiones y el lavado de dinero que le roban a la sociedad, como también para decir a las naciones la importancia de defender la justicia y el bien común sobre los intereses de las empresas y multinacionales más poderosas”

Recordando su visita de hace cinco años, el papa volvió a reivindicar la vigencia de la Agenda 2030 y el Acuerpo de París sobre el cambio climático, que siguen sin cumplirse, y reivindicó la Amazonía y a sus poblaciones indígenas. “La crisis ambiental está indisolublemente ligada a una crisis social y que el cuidado del medio ambiente exige una aproximación integral para combatir la pobreza y combatir la exclusión”, recordó.

Refiriéndose a la infancia, Francisco indicó que “no podemos dejar de notar las devastadoras consecuencias de la crisis del Covid-19 en los niños, comprendiendo los menores migrantes y refugiados no acompañados”, denunciando “el horrible flagelo del abuso infantil y de la pornografía”.

Contra el aborto, por la familia

“Además, millones de niños no pueden regresar a la escuela. En muchas partes del mundo esta situación amenaza un aumento del trabajo infantil, la explotación, el maltratado y la desnutrición”, lamentó el Pontífice, quien también clamó contra la consideración del aborto “como uno de los denominados ‘servicios esenciales’ en la respuesta humanitaria”.

“Es triste ver cuán simple y conveniente se ha vuelto, para algunos, negar la existencia de vida como solución a problemas que pueden y deben ser resueltos tanto para la madre como para el niño no nacido”, apuntó.

Sobre la familia, Bergoglio advirtió de los colonialismos ideológicos que la hacen vulnerable y terminan por provocar en muchos de sus miembros, especialmente en los más indefensos – niños y ancianos – un sentido de desarraigo y orfandad”, que puede llevar a “la desintegración de la familia”.

Frente a ello, Francisco abogó por “la promoción de la mujer”, recordando que “muchas mujeres quedan rezagadas: víctimas de la esclavitud, la trata, la violencia, la explotación y los tratos degradantes”.

No a las armas nucleares

En otro orden de cosas, Francisco volvió a denunciar con fuerza la carrera armamentística, “incluyendo las armas nucleares” que “continúa desperdiciando recursos preciosos que sería mejor utilizar en beneficio del desarrollo integral de los pueblos y para proteger el medio ambiente natural”.

“Es necesario romper el clima de desconfianza existente”, subrayó. “Estamos presenciando una erosión del multilateralismo que resulta todavía más grave a la luz de nuevas formas de tecnología militar, como son los sistemas letales de armas autónomas (LAWS), que están alterando irreversiblemente la naturaleza de la guerra, separándola aún más de la acción humana (…). Hay que desmantelar las lógicas perversas que atribuyen a la posesión de armas la seguridad personal y social. Tales lógicas sólo sirven para incrementar las ganancias de la industria bélica, alimentando un clima de desconfianza y de temor entre las personas y los pueblos”.

“Por eso, es tan importante apoyar los principales instrumentos legales internacionales de desarme nuclear, no proliferación y prohibición”, recordó el Papa, quien volvió a instar a la comunidad internacional a lograr lo antes posible el fin de la carrera de armamentos nucleares y de emprende”.

La ONU, taller para la paz

Nuestro mundo en conflicto necesita que la ONU se convierta en un taller para la paz cada vez más eficaz, lo cual requiere que los miembros del Consejo de Seguridad, especialmente los Permanentes, actúen con mayor unidad y determinación”, culminó el Papa, clamando por “el alto el fuego global durante la presente crisis”, que debe continuar.

“De una crisis no se sale igual: o salimos mejores o salimos peores. Por ello, en esta coyuntura crítica, nuestro deber es repensar el futuro de nuestra casa común y proyecto común. Es una tarea compleja, que requiere honestidad y coherencia en el diálogo, a fin de mejorar el multilateralismo y la cooperación entre los Estados. Esta crisis subraya aún más los límites de nuestra autosuficiencia y común fragilidad y nos plantea explicitarnos claramente cómo queremos salir: mejores o peores. Porque repito, de una crisis no se sale igual: o salimos mejores o salimos peores”, finalizó.

https://www.youtube.com/watch?v=SLYNR-9v918&feature=emb_title

Fuente Religión Digital

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Con María junto a la Cruz

Martes, 15 de septiembre de 2020
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En el día que los católicos celebran a nuestra Sra de los Dolores, recordamos a tantos hermanos y hermanas que están sufriendo…

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La devoción a la Virgen de los Dolores se remonta a los primeros años del segundo milenio, como desarrollo de la «compasión» con María iuxta crucem Jesu. Esta devoción fue formulada litúrgicamente en tierras germanas, concretamente en Colonia, el año 1423. Sixto IV insertó en el misal romano la memoria de Nuestra Señora de la Piedad. La atención hacia María «dolorosa» se fue desarrollando gradualmente en la forma de los Siete Dolores, representados en las siete espadas que traspasan el corazón de la madre de Cristo. La extensión a la Iglesia latina en 1727 fue favorecida por los Siervos de María, que la celebraban desde 1668. La colocación en el 15 de septiembre se remonta a Pío X (1903-1914). En el calendario litúrgico de 1969 se la denomina memoria de Nuestra Señora la Virgen de los Dolores.

***

La meditación sobre los siete dolores de la bienaventurada Virgen podrá expresarse fácilmente en términos actuales, en cuanto los comparemos con los múltiples sufrimientos por los que está marcada la vida hoy…

Principalmente en virtud de nuestra identidad cristiana, aceptaremos ser nosotros mismos una existencia atravesada por la espada del dolor. Siguiendo a Jesús, tomaremos cada día nuestra cruz (Le 9,23; cf. Mc 8,34; Mt 16,24). Sensibles al drama de innumerables personas y grupos obligados a emigrar desde países pobres nada naciones más ricas, en busca de pan o de libertad, pondremos a salvo la vida de todo tipo de persecución y ofreceremos nuestra contribución activa a la acogida de los emigrantes […].

En presencia de cuantos, en medio de la incertidumbre del vivir, añoran el rostro del Señor o se encuentran angustiados por haberlo perdido, nuestras comunidades han de ser lugares que apoyen su trabajosa búsqueda. Han de convertirse en santuarios de consuelo para tantos padres y madres que, desolados, lloran la pérdida física o moral de sus hijos. Como copartícipes de un mismo itinerario de fe, acompañaremos a nuestros hermanos y hermanas por la vía de su calvario: con gestos de delicadeza, como Verónica, o llevando su peso, como el Cirineo.

*

H. M. Moons,
Con María junto a la cruz,
Roma 1992, 19ss.

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El líder de la Iglesia ucraniana que culpó de la Covid al matrimonio gay, positivo en coronavirus

Sábado, 12 de septiembre de 2020
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El karma…

Ingresado en el hospital con neumonía a sus 91 años

  El Patriarca Honorario Filaret, de 91 años, apuntó en marzo directamente a la “pecaminosidad de la humanidad” como causa de la pandemia del coronavirus, haciendo referencia en primer lugar a la legalización en numerosos países del mundo del matrimonio entre homosexuales

Como jefe de la Iglesia y como hombre, el Patriarca tiene la libertad de expresar sus puntos de vista, que se basan en la moral“, alegó su Iglesia tras la polémica

Numerosas asociaciones y colectivos del movimiento LGTBQ denunciaron públicamente esas declaraciones, “que podrían conducir a ataques o agresiones”, explicó Maria Guryeva, portavoz de Amnistía Internacional

Una de las grandes figuras de la Iglesia Ortodoxa en Ucrania ha dado positivo por coronavirus. Se trata del Patriarca Honorario Filaret, de 91 años de edad. El líder religioso había relacionado en marzo la fuerza destructiva de la pandemia con la aprobación del matrimonio gay. Ahora, se encuentra ingresado en un hospital con una neumonia en los pulmones.

Informamos que durante las pruebas planificadas, su Santidad el Patriarca Filaret de Kiev ha dado positivo por Covid-19. Ahora Su Santidad el Obispo está recibiendo tratamiento en un hospital”, indica el comunicado que ha hecho pública la Iglesia ucraniana.

Las barbaridades del líder religioso

El líder religioso apuntó directamente a la “pecaminosidad de la humanidad” como causa de la pandemia del coronavirus, haciendo referencia en primer lugar a la legalización en numerosos países del mundo del matrimonio entre homosexuales. Dijo también que la pandemia ha sido “el castigo de Dios por los pecados de los hombres”.

Cuando el Patriarca fue cuestionado por sus declaraciones, los representantes de la Iglesia insistieron en que sus puntos de vista eran “compatibles con las leyes de Ucrania y que como jefe de la Iglesia y como hombre, el Patriarca tiene la libertad de expresar sus puntos de vista, que se basan en la moral”.

Numerosas asociaciones y colectivos del movimiento LGTBQ denunciaron públicamente esas declaraciones, “que podrían conducir a ataques o agresiones”, explicó Maria Guryeva, portavoz de Amnistía Internacional en Ucrania. Las críticas llegaron incluso desde el Secretario General de Naciones Unidas, Antonio Guterres, que aseguró que los mensajes falsos y dañinos, alimentan “un discurso del odio“.

El matrimonio entre personas del mismo sexo sigue siendo ilegal en Ucrania y la homofobia abunda en el país.

Fuente Religión Digital

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José María Castillo: “La pandemia tendrá remedio cuando tomemos en serio a las autoridades competentes”

Martes, 8 de septiembre de 2020
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“Cristo Redentor obtiene mascarilla para alentar al mundo protegerse contra el Covid-19” – Manu Silva (PRNewsfoto/Todos pela Saúde)

“Cristo Redentor obtiene mascarilla para alentar al mundo protegerse contra el Covid-19” – Manu Silva (PRNewsfoto/Todos pela Saúde)

“Ya no se impone el ‘poder opresor’, sino que manda el ‘poder seductor’. En esto ha consistido la obra maestra del sistema capitalista neoliberal”

“Los ‘hombres de la Religión’ representaron exactamente el ‘poder opresor’, mientras que, por el contrario, Jesús y su Evangelio fueron, para aquel pueblo sencillo, la presencia tangible del ‘poder seductor'”

“Cuando Jesús llama a alguien a seguirle, no presenta un programa de vida, un ideal, una finalidad. Ni unas condiciones. Nada. ‘Sígueme’. Esto es todo”

Las noticias que nos llegan, sobre la pandemia de coronavirus, son cada día más preocupantes. ¿Qué nos está pasando? Yo no soy médico. Ni sé nada de las ciencias y técnicas que le pueden poner remedio a esta epidemia mundial. He dedicado mi vida a la religión y los saberes relacionados con ella. ¿Se puede decir algo importante desde este punto de vista? Sin duda alguna, se puede (y se debe) afirmar algo que puede ser – y será – decisivo.

Mucha gente no se da cuenta de que el poder y el consiguiente sometimiento al poder, todo eso, no es que esté cambiando, es que ha cambiado. Nuestra relación con el poder ya no es como era antes. No se puede fijar una fecha que nos diga cuándo ha ocurrido esto. Lo que importa es que ha ocurrido.

¿Qué es lo que ha ocurrido? Dicho brevemente, el hecho capital es que el poder, que se impone y manda en el mundo, ha cambiado. Ya no se impone el “poder opresor”, sino que manda el “poder seductor”. En esto ha consistido la obra maestra del sistema capitalista neoliberal. Y los ciudadanos lo palpan ante el televisor: manda más en la sociedad, sobre todo en las generaciones jóvenes, la seducción de una modelo o el atractivo de un nuevo invento que nos agrada, que la orden que puede dictar un gobernante o la amenaza de un policía. Por eso es tan demoledora la “crítica de la verticalidad”, que ha analizado Peter Slotertijk, conocido profesor de la universidad de Karlsruhe.

Todo esto repercute en la cotidianeidad de la vida diaria. La pandemia tendrá remedio, no cuando nos pongamos la anunciada vacuna, sino cuando tomemos en serio lo que mandan las autoridades competentes en este asunto.

Un asunto que a mí me da mucho que pensar. Porque es mucha la relación que tiene todo esto con lo que a mí me preocupa. Que es exactamente la diferencia que distingue la Religión del Evangelio. La Religión es justamente un conjunto de “rituales de sumisión” (Walter Burkert). Que tranquilizan la conciencia y alivian los sentimientos de culpa. Pero por eso exactamente, a medida que el “poder opresor” ha ido perdiendo fuerza, en esa misma medida la Religión ha ido perdiendo presencia, credibilidad y autoridad.

Y por esto precisamente, según dicen los Evangelios, fueron los sacerdotes del templo los que no soportaron a Jesús. Los “hombres de la Religión” representaron exactamente el “poder opresor”, mientras que, por el contrario, Jesús y su Evangelio fueron, para aquel pueblo sencillo, la presencia tangible del “poder seductor”. Jesús curaba a los enfermos, daba de comer a los hambrientos, acogía a los pecadores, defendía a las mujeres, se fundió y confundió con el pueblo. Con razón los dirigentes del Sanedrín temieron que todos se iban a ir con Jesús (Jn 11, 48). Y por eso tomaron la decisión de matarlo (Jn 11, 52-53).

Pero no fue solamente la seducción de la salud y el dinero. Allí sucedió algo más sorprendente. Me refiero a la extraña y misteriosa fuerza que tiene, en los relatos del Evangelio, la llamada de Jesús al “seguimiento”. Si nos fijamos atentamente al contenido de esos relatos, pronto se cae en la cuenta de que la llamada es Jesús mismo. Y Jesús solo. O como dijo Dietrich Bonhoeffer, todas las seguridades de la vida se encuentran y se tienen en Jesús. De forma que, cuando Jesús llama a alguien a seguirle, no presenta un programa de vida, un ideal, una finalidad. Ni unas condiciones. Nada. “Sígueme”. Esto es todo.

Si esto se tiene claro y se vive, lo demás se tiene que vivir y organizar según el tiempo y según la cultura en que se desarrolla. Para esto – y sólo para esto – la Iglesia ha tenido siempre un sistema organizativo, que se debe ajustar y practicar según las exigencias del “seguimiento de Jesús”. Para ser siempre fieles a tales exigencias.

Esto supuesto, lo que no me cabe en la cabeza es que la Iglesia se haya organizado de manera que los dirigentes (los obispos, el clero) se dediquen a gestionar esta Iglesia de manera que, con frecuencia, lo que se hace en ella sea que el poder, los privilegios y el dinero son lo que importa tener. Y con eso, lo que han conseguido es que, por tener privilegios y dinero, se están callando lo que no deberían callar, se están aprovechando para ser importantes, cuando en realidad no lo son, y sobre todo están siendo bastante responsables del hundimiento de la poca religiosidad que queda en pie.

¿Puede esta Iglesia tener o hacer presente, en la sociedad actual, el “poder seductor” que tuvo Jesús en su pueblo y en su tiempo? ¿Pueden nuestros obispos decirle a la gente, sobre todo a los jóvenes, lo que Jesús les dijo a trabajadores y pecadores: “Sígueme”?

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El Estado peruano reconoce por primera vez a las parejas del mismo sexo en sus ayudas a familiares de profesionales de salud fallecidos por COVID-19

Martes, 25 de agosto de 2020
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cual-es-la-bandera-de-peruPequeño pero significativo avance en Perú: por primera vez, el Estado peruano reconoce formalmente a las parejas del mismo sexo que convivan bajo un mismo techo, aunque sólo como beneficiarias de una entrega económica a los deudos del personal de salud fallecido como consecuencia de la pandemia de coronavirus.

Mediante un Decreto publicado el 8 de agosto en el diario oficial El Peruano, el Estado extiende a las parejas del mismo sexo una serie de beneficios económicos que ha decidido otorgar a los deudos de las personas fallecidas a causa de la COVID-19. «Se considera como personas beneficiarias de la entrega económica a los herederos forzosos y legales del personal de la salud, en el marco de lo establecido en el numeral 7.2 del artículo 7 de las presentes normas complementarias. Para efectos de la presente norma, también se consideran personas beneficiarias a los y las convivientes del mismo sexo del personal de salud fallecido, conforme a los lineamientos que establece el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos mediante Resolución Ministerial, en un plazo de quince (15) días calendario contados desde la publicación del presente Decreto Supremo», reza el artículo 6.2 del anexo al decreto.

Este mismo viernes se han aprobado los correspondientes lineamientos, tal y como ha anunciado en redes sociales el Ministerio peruano de Justicia y Derechos Humanos. El propio Ministerio admite que se trata de la primera norma que de forma explícita reconoce las parejas del mismo sexo, «bajo los principios de igualdad y no discriminación». Los convivientes del mismo sexo que quieran solicitar la ayuda deberán acreditar documentalmente su convivencia durante un mínimo de dos años, aportando además una declaración jurada de dos testigos:

 

Aunque pueda parecer pequeño, no deja de constituir un avance en un país en el que las parejas del mismo sexo llevan años viendo como una y otra vez desde el poder político se les niega la posibilidad de ver reconocidos sus derechos y que ni siquiera ha sido capaz de aprobar, no ya el matrimonio, sino una ley de uniones que le acerque, aunque sea mínimamente, a sus vecinos. En estos momentos, las esperanzas de la aprobación del matrimonio igualitario en Perú penden de los tribunales. Ya hay tres pronunciamientos judiciales favorables, referidos a Óscar Ugarteche y Fidel Aroche (que contrajeron matrimonio en 2010 en Ciudad de México), a Susel Paredes y Gracia Aljovín (que se casaron en Estados Unidos en 2016) y a otros dos ciudadanos peruanos, A.A.M.S. y D.A.U.F., casados también en Estados Unidos en 2015. La demanda de Ugarteche y Aroche, de hecho, está ya sobre la mesa de la Corte Constitucional, que todavía no se ha pronunciado.

Fuente Dosmanzanas

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José María Castillo: “Nosotros somos responsables de este desastre”

Viernes, 21 de agosto de 2020
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Mujeres-futuro_2212888785_14408079_660x371De su blog Teología sin censura:

¿Qué “proyecto de vida” es lo que da “sentido a mi vida”?

 “Todos nos quejamos ahora de lo mal que están las cosas. Y ha tenido que venir la pandemia del covid19, con la consiguiente crisis económica, para que empecemos a tomar conciencia del desastre de mundo en que vivimos”

“La salud y la economía están hecha trizas. Y de tal desastre, todos tenemos la culpa. Por acción o por omisión. Pero responsables, somos todos. Porque todos nos hemos ajustado, hemos permitido y hasta nos hemos acomodado a un “proyecto de vida”, que ha terminado llevándonos justamente a donde estamos”

“Habrá gente de derechas, de centro y de izquierdas, habrá creyentes y ateos, seguramente pronto las mujeres dirán misa, los curas se casarán, los obispos serán “más humanos”, todo eso y Dios sabe a dónde llegaremos.”

Cada día veo más claro que lo primero, que nos tiene que interesar y preocupar, no es el sistema, ni las ideologías, ni las teorías. Ni lo que dijo “fulano”, aunque el tal fulano sea el pensador más lúcido que ha pasado por el mundo. Ni los pensadores, ni los sistemas, ni las ideas, ni las creencias (o las no-creencias) arreglan el desarreglo que estamos viviendo. A mí me parece que hay algo previo a todo eso. Algo más básico, que es la solución. Pero eso mismo es lo que nos da miedo. Y a eso, por tanto, es a lo que no le hincamos el diente.

¿A qué me refiero? Alproyecto de vida que cada uno de nosotros ponemos en práctica. ¿Cómo vivo yo? ¿De qué vivo yo? ¿Para qué vivo yo en este mundo? La cuestión clave es la siguiente: ¿vivo para pasarlo lo mejor posible? ¿o vivo para ayudar, a quien me necesita lo más y lo mejor posible? Esta es la cuestión. Que, dicho de otra forma, equivale a lo que he puesto como título de esta sencilla reflexión: ¿Qué “proyecto de vida” es lo que da “sentido a mi vida”?

Me explico. La pregunta, que acabo de hacer, es tan genérica y pretenciosa, que en realidad no pregunta nada. Es indispensable concretar. Abunda la gente que tiene, como proyecto de vida, “pasarlo lo mejor posible”. Y hay gente (creo que estos son menos) que lo que quieren es “ayudar lo más posible” a quien lo necesita. En el primer bloque están los “egoístas”. En el segundo, los “altruistas”. El problema está en que casi todo el mundo, ante estas cuestiones, dirá – sin duda alguna – que tiene algo de ambos bloques: es egoísta y altruista. Por eso, esta pregunta no vale. Hay que concretar.

En la vida de los seres humanos, hay dos fuerzas tremendas, que tiran constantemente de nosotros: el “dinero” y el “poder”. El dinero es “posesión”, que da “seguridad”. El “poder” es “dominación”, que da “importancia”. Estas dos fuerzas, la fuerza de la seguridad y la fuerza de la dominación, se viven como “deseo”. De ahí que las dos granes apetencias (o deseos), que rigen nuestra vida – y la convivencia con los demás – son: sentirnos seguros y sentirnos importantes. Cuando estos dos sentimientos son los que rigen nuestra vida, esto es lo que “nos hace felices”. Porque sacia nuestras apetencias. Hasta las apetencias más hondas y secretas. Aunque tales apetencias se disfracen de amor a la patria, de amor a Dios, de amor a otra persona, de lo que sea. Los antiguos hablaban de estas apetencias llamándolas “pasiones”.

De ahí que lo que decide lo que es y cómo es cada uno, no brota básicamente de la “decisión” que toma el sujeto, sino de la “pasión” que seduce, tira y hasta se puede decir que arrastra al sujeto. De ahí que el “proyecto de vida”, si es que se toma en serio y no se queda en mero deseo, sino que se erige en auténtica “convicción”, entonces, ni la seguridad del dinero, ni la importancia del poder, mandan en nuestra vida y en nuestra conducta. Lo que, entonces manda realmente en nuestro proyecto de vida, no es lo que a mí me satisface, sino lo que necesitan los necesitados.

Todos nos quejamos ahora de lo mal que están las cosas. Y ha tenido que venir la pandemia del covir19, con la consiguiente crisis económica, para que empecemos a tomar conciencia del desastre de mundo en que vivimos. Un desastre del que los responsables somos nosotros. Y cuando digo “nosotros”, no me refiero a los gobernantes, sean del color que sean y tengan el poder que tengan. Los causantes del desastre somos todos. La salud y la economía están hecha trizas. Y de tal desastre, todos tenemos la culpa. Por acción o por omisión. Pero responsables, somos todos. Porque todos nos hemos ajustado, hemos permitido y hasta nos hemos acomodado a un “proyecto de vida”, que ha terminado llevándonos justamente a donde estamos.

Ahora, le echamos la culpa a los que no piensan como nosotros o a los que son del partido de enfrente. ¡Que no! Que el problema está en que todos nos hemos acomodado a un “proyecto de vida” en el que el dinero, el poder y el mayor bienestar posible nos han seducido de manera, que ya no sabemos vivir de otra manera. Y en esto hemos educado a los niños y a los jóvenes, mientras que a los mayores y a los viejos los hemos metido en residencias en las que nos los quitamos de en medio, donde mueren abandonados a su desgraciada suerte, pero nos dejan seguir adelante con nuestro “proyecto de vida”, del que disfruta cada cual como puede.

Y lo peor de todo es que vivimos engañados. Nos engañan los políticos. Y nosotros nos dejamos engañar, echando la culpa a “los de enfrente”. Pero como todo está pensado para que, en definitiva, todo siga igual, nos callamos o nos estamos quietos. O quizá nos manifestamos, en una manifestación aprobada y permitida por los que nos están engañando. Y permitimos un tipo de religión que sirve para organizar fiestas, festejos y vacaciones. Incluso le toleramos al clero que se apropie lo que le conviene. Con tal que nuestro “proyecto de vida” siga siendo posible, nos callamos, nos aguantamos, colaboramos y hasta fomentamos lo que nos está destrozando.

En definitiva, mientras no le toquemos a la pasión por el dinero, la pasión por el poder y el afán desmedido de disfrutar de la vida lo posible (y hasta lo imposible), que no le toquen a nuestro proyecto de vida. Habrá gente de derechas, de centro y de izquierdas, habrá creyentes y ateos, seguramente pronto las mujeres dirán misa, los curas se casarán, los obispos serán “más humanos”, todo eso y Dios sabe a dónde llegaremos. Mientras este mundo aguante, los que vengan detrás, que se busquen la vida.

Así están las cosas. ¿Y éste es el mundo que les vamos a dejar a las futuras generaciones? 

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Leonardo Boff: El principio de autodestrucción y el combate contra la Covid-19.

Miércoles, 5 de agosto de 2020
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Tierra-y-coronavirusDesde que se lanzaron dos bombas atómicas primarias en las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, la humanidad ha creado para sí una pesadilla de la que no ha podido liberarse. Por el contrario, se ha transformado en una realidad que amenaza la vida sobre este planeta y la destrucción de gran parte del sistema-vida. Se han creado armas nucleares mucho más destructivas, químicas y biológicas que pueden acabar con nuestra civilización y afectan profundamente a la Tierra viva.

Aún peor, hemos diseñado la inteligencia artificial autónoma. Con su algoritmo que combina miles de millones de informaciones recogidas en todos los países, puede tomar decisiones sin que nosotros lo sepamos. Eventualmente puede, en una combinación enloquecida, como hemos señalado anteriormente, penetrar en los arsenales de armas nucleares o en otros de igual o mayor poder letal y lanzar una guerra total de destrucción de todo lo que existe, incluso de sí misma. Es el principio de autodestrucción. Es decir, está en manos del ser humano poner fin a la vida visible que conocemos (ella es solo el 5%, el 95% son vidas microscópicas invisibles).

Debemos enseñorearnos de la muerte. Ella puede ocurrir en cualquier momento. Se ha creado ya una expresión para nombrar esta fase nueva de la historia humana, una verdadera era geológica: el antropoceno, es decir, el ser humano como la gran amenaza al sistema-vida y al sistema-Tierra. El ser humano es el gran satán de la Tierra, que puede diezmar, como un anticristo, a sí mismo y a los otros, a sus semejantes, y liquidar los fundamentos que sostienen la vida.

La intensidad del proceso letal es tan grande que ya se habla de la era del necroceno, es decir, la era de la producción en masa de la muerte. Ya estamos dentro de la sexta extinción masiva. Ahora se ha acelerado irrevocablemente, dada la voluntad de dominación de la naturaleza y de sus mecanismos de agresión directa a la vida y a Gaia, la Tierra viva, en función de un crecimiento ilimitado, de una acumulación absurda de bienes materiales hasta el punto de crear la sobrecarga de la Tierra.

En otras palabras, hemos llegado a un punto en el que la Tierra no consigue reponer los bienes y servicios naturales que le fueron extraidos y comienza a mostrar un proceso avanzado de degeneración a través de tsunamis, tifones, descongelación de los casquetes polares y del permafrost, sequías prolongadas, tormentas de nieve aterradoras y la aparición de bacterias y virus difíciles de controlar. Algunos de ellos como el coronavirus actual pueden llevar a la muerte a millones de personas.

Tales eventos son reacciones y puede que represalias de la Tierra ante la guerra que realizamos contra ella en todos sus frentes. Esa muerte en masa ocurre en la naturaleza, millares de especies vivas desaparecen definitivamente cada año, y en las sociedades humanas, donde millones pasan hambre sed y toda suerte de enfermedades mortales.

Crece cada vez más la percepción general de que la situación de la humanidad no es sostenible. De continuar con esta lógica perversa se va a construir un camino que lleva a nuestra propia sepultura. Demos un ejemplo: en Brasil vivimos bajo la dictadura de la economía ultra neoliberal, con una política de extrema derecha, violenta y cruel para las grandes mayorías pobres

Perplejos, hemos visto las maldades que se han hecho, anulando los derechos de los trabajadores e internacionalizando riquezas nacionales que sostienen nuestra soberanía como pueblo.

Los que en 2016 dieron el golpe contra la presidenta Dilma Rousseff aceptaron la recolonización del país, convertido en vasallo del poder dominante, Estados Unidos, condenado a ser solo un exportador de commodities y un aliado menor y subordinado del proyecto imperial.

Lo que se está haciendo en Europa contra los refugiados, rechazando su presencia en Italia e Inglaterra y peor aún en Hungría y en la muy católica Polonia, alcanza niveles de inhumanidad de gran crueldad. Las medidas del presidente de Estados Unidos, Trump, arrancando a los hijos de sus padres inmigrantes y colocándolos en jaulas, denotan barbarie y ausencia de todo sentido humanitario.

Ya se ha dicho, “ningún ser humano es una isla… no preguntes por quién doblan las campanas. Doblan por ti, por mí, por toda la humanidad“. Si grandes son las tinieblas que abaten nuestros espíritus, aún mayores son nuestras ansias de luz. No dejemos que la demencia antes mencionada tenga la última palabra.

La palabra mayor y última que grita en nosotros y nos une a toda la humanidad es de solidaridad y compasión por las víctimas, es por paz y sensatez en las relaciones entre los pueblos. Las tragedias nos dan la dimensión de la inhumanidad de la que somos capaces, pero también dejan surgir lo verdaderamente humano que habita en nosotros, más allá de las diferencias de etnia, ideología y religión. Lo humano en nosotros hace que nos cuidemos juntos, nos solidaricemos juntos, lloremos juntos, nos enjuguemos las lágrimas juntos, recemos juntos, busquemos juntos la justicia social mundial, construyamos juntos la paz y renunciemos juntos a la venganza y a todo tipo de violencia y guerra.

La sabiduría de los pueblos y la voz de nuestros corazones lo confirman: no es un estado convertido en terrorista, como los Estados Unidos bajo el presidente estadounidense Bush, el que vencerá el terrorismo. Ni el odio a los inmigrantes latinos, difundido por Trump, el que traerá la paz. El dialogo incansable, la negociación abierta y el trato justo eliminan las bases de cualquier terrorismo y fundan la paz. Las tragedias que nos golpearon en lo más hondo de nuestros corazones, particularmente la pandemia viral que ha afectado a todo el planeta, nos invita a repensar los fundamentos de la convivencia humana en la nueva fase planetaria, y cómo cuidar la Casa Común, la Tierra, como pide el Papa Francisco en su encíclica sobre ecología integral “sobre el cuidado de la Casa Común” (2015).

El tiempo apremia. Y esta vez no hay un plan B que pueda salvarnos. Tenemos que salvarnos todos, pues formamos una comunidad de destino Tierra-Humanidad. Para eso necesitamos abolir la palabra enemigo. El miedo crea al enemigo. Exorcizamos miedo cuando hacemos del distante un próximo y del próximo, un hermano y una hermana. Alejamos el miedo y al enemigo cuando comenzamos a dialogar, a conocernos, a aceptarnos, a respetarnos, a amarnos, en una palabra, a cuidarnos.

Cuidar nuestras formas de convivir en paz, solidaridad y justicia; cuidar nuestro medio ambiente para que sea un ambiente completo, sin destruir los hábitats de los virus que provienen de animales o de los arborovirus que se sitúan en los bosques, un ambiente en el que sea posible el reconocimiento del valor intrínseco de cada ser; cuidar de nuestra querida y generosa Madre Tierra.

Si nos cuidamos como hermanos y hermanas, las causas del miedo desaparecen. Nadie necesita amenazar a nadie. Podemos caminar de noche por nuestras calles sin miedo a ser asaltados y robados. Este cuidado solo será efectivo si viene acompañado de la justicia necesaria para satisfacer las necesidades de los más vulnerables, si el Estado está presente con medidas sanitarias (lo importante que fue el SUS frente a la Covid-19), con escuelas, con seguridad y con espacios de convivencia, cultura y ocio.

Sólo así disfrutaremos de una paz posible de ser alcanzada cuando hay un mínimo de buena voluntad general y un sentido de solidaridad y benevolencia en las relaciones humanas. Ese es el deseo inquebrantable de la mayoría de los humanos. Esta es la lección que la intrusión de la Covid-19 en nosotros nos está dando y que tenemos que incorporar en nuestros hábitos en los tiempos pos-coronavirus.

Leonardo Boff

Fuente Religión Digital

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Juan José Tamayo: El coronavirus y las estrategias de satanás.

Martes, 4 de agosto de 2020
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_112224532_gettyimages-1154915327-1Con motivo de la pandemia del coronavirus ha vuelto a plantearse el viejo problema de la relación entre ciencia y religión, con tendencias encontradas entre quienes consideran que ambas son incompatibles, quienes reducen la incompatibilidad a la que se produce entre ciencia y superstición, quienes creen que la religión es un obstáculo para los avances de la ciencia, quienes defienden la autonomía e independencia de ambas y quienes, en fin, son partidarios del diálogo y la cooperación.

La posición extrema es la de las personas creyentes fundamentalistas que interpretan la pandemia como un castigo que Dios manda a la humanidad por la maldad del género humano, por haberse apartado de la religión y por el ateísmo cada vez más extendido. La respuesta la encuentran en la vuelta a la religión y a la fe en Dios, desconfiando de la ciencia, dándole la espalda o, al menos, dudando de su eficacia.

Dos ejemplos de tal actitud ante la pandemia son Salvini y los evangélicos que apoyan a Bolsonaro. Salvini apela al Corazón Inmaculado de María para derrotar al virus “porque la ciencia sola no basta”. En Brasil las mega-iglesias evangélicas mantienen abiertos sus templos durante la pandemia, acogiéndose a un decreto de Bolsonaro, que considera los actos religiosos como “servicios esenciales”, poniendo en peligro la vida de los miles de fieles que asisten a dichos actos.

Sus pastores minusvaloran la gravedad del coronavirus, desconfían de la ciencia y proponen como alternativa la fe. El obispo Edir Macedo afirma en sus predicaciones que el coronavirus es una estrategia de Satanás para infundir miedo, pánico, terror, que solo afectaba a las personas sin fe y propone como antídoto el “coronafe”, que es eficaz únicamente para quienes creen firmemente en la palabra de Dios. El propio Bolsonaro llegó a hacer exorcismos contra el coronavirus ante un grupo de evangélicos que lo esperaban a las puertas del palacio presidencial.

Los recursos que creen más eficaces ante escenarios dramáticos como el que estamos viviendo son pedir la intervención de Dios para que haga un milagro, la práctica de los rituales religiosos en sus formas mágicas más que como celebración festiva de la vida, experiencia comunitaria del compartir y relación personal, gratuita y no venal con la divinidad. Esta actitud es la que, sin duda, más daño hace a la religión y mayor alejamiento de ella produce.

Tanto el materialismo científico como el fundamentalismo religioso coinciden en afirmar la existencia de un conflicto insuperable entre ciencia y religión, que lo presentan con frecuencia con la metáfora de “guerra”. En ambos casos estamos ante una distorsión de la ciencia. El materialismo científico dice partir solo de teorías científicas, pero en realidad incurre en pretensiones filosóficas. El fundamentalismo religioso va más allá del ámbito teológico y reclama autoridad en cuestiones científicas. A su vez, la consideración metafórica de “guerra” ofrece una idea inadecuada tanto de la ciencia como de la religión y de la relación entre ellas.

Ciencia y religión han ejercido una gran influencia en la humanidad y en la naturaleza. No pueden, por tanto, desconocerse, ni caminar en paralelo, y menos aún entrar en confrontación, ya que cualquiera de esas posturas perjudicaría gravemente y por igual a los seres humanos y a la naturaleza. Han sido fenómenos culturales presentes en la historia de la humanidad en permanente interacción desde sus albores hasta nuestros días, unas veces en conflicto y otras en cooperación.

Momentos privilegiados de relación armónica entre filosofía, ciencia y religión fueron la antigüedad griega, los autores cristianos de los primeros siglos de la historia del cristianismo y los momentos de mayor esplendor del islam con los encuentros entre filósofos, científicos, teólogos, juristas, durante el “paradigma Córdoba”, precursor del Renacimiento europeo, etc.

Ciencia y religión son, a su vez, distintas formas de acercamiento a la realidad, que no tienen por qué competir ni excluirse la una a la otra. Son sistemas sociales complejos que tienen su propia metodología, agrupan diferentes experiencias individuales y colectivas y dan lugar a dos tipos de comunidades humanas con sus diferentes patrones de comportamiento y sus códigos de comunicación: la comunidad religiosa y la comunidad científica en interacción con la sociedad.

Ninguna de las dos comunidades puede ni debe recluirse en su propio caparazón haciendo oídos sordos a las inquietudes, problemas y desafíos del mundo en que viven, entre otros, la dialéctica pobreza-riqueza, crecimiento económico-retroceso ético, degradación del medio ambiente-ecología, guerra-paz, patriarcado-liberación de la mujer, armamento nuclear-desarme, globalización-alterglobalización y Norte global-Sur global.

Ambas tienen responsabilidades irrenunciables en la respuesta a dichos problemas, muchos de ellos provocados por sus propias comunidades, como el mal uso de la energía nuclear o las guerras de religiones. La colaboración en estos temas es hoy más necesaria que nunca. De su implicación en la respuesta a los problemas citados y a otros muchos que afectan a la humanidad depende en buena medida su prestigio o desprestigio, relevancia o irrelevancia, credibilidad o pérdida de la misma. Depende, en definitiva, el futuro de la humanidad y del planeta, según se guíen por la justicia o la barbarie, la cooperación o la competitividad, la solidaridad o el darwinismo social, el cuidado de la casa común o su maltrato.

A mi juicio, el modelo correcto de relación entre ciencia y religión tiene que ser el de la colaboración e interacción crítico-constructiva, en la que cada una se ubica en su propia esfera al tiempo que abandona todo intento de absolutización, ya que ninguna puede presumir de tener el mapa de la verdad y la visión de la realidad en exclusiva. La religión debe dejarse iluminar por los conocimientos de la ciencia, y la teología ha de tener en cuenta las aportaciones científicas. La ciencia, a su vez, puede verse enriquecida con el ethos de la compasión que ofrece la religión.

Pero ¿qué ciencia? No la arrogante y aristocrática, que selecciona a quienes tiene que curar en función de sus posibilidades económicas, sino la que está al servicio de la salud y el bienestar de la ciudadanía, especialmente de las personas y los colectivos más vulnerables. ¿Qué religión? No la dogmática, autoritaria y patriarcal, sino la que escucha el grito de las personas empobrecidas y de la tierra depredada y responde con actitud solidaria hacia las víctimas. ¿Qué Dios? No el todopoderoso y supremacista, que defienden los fundamentalistas seguidores de Trump y Bolsonaro, sino el Dios liberador, compasivo con quienes sufren y solidario con las víctimas o, conforme a la imagen de Boaventura de Sousa Santos, “el Dios activista de los derechos humanos, el subalterno que se enfrenta al Dios invocado por los opresores”.

En la novela de Albert Camus, La peste, tras los permanentes desencuentros entre el jesuita Paneloux y el doctor Bernard Rieux durante la epidemia que azotó con gran severidad la ciudad argelina de Orán, el doctor Rieux le dice al jesuita: “Estamos trabajando juntos por algo que nos une más que las blasfemias y las plegarias. Esto es lo único importante… lo que yo odio es la muerte y el mal, usted bien lo sabe. Y quiéralo o no, estamos juntos para sufrirlo y combatirlo”.

Esa es, creo, la función de la ciencia y de la religión en esta pandemia y después. El trabajo solidario de ambas puede salvar a la humanidad de esta y otras tragedias. La guerra entre ellas costará todavía más vidas humanas que las producidas por la pobreza, como sucede en todas las guerras. Sería un gravísimo error y una irresponsabilidad mayor sustituir las guerras de religiones, dadas por finalizadas, por las guerras entre la ciencia y la fe religiosa.

Como hizo el doctor Rieux, al terminar la peste en la ciudad de Orán, donde ejercía como médico, la ciencia y la religión no deben callar, sino “testimoniar en favor de los apestados, para dejar por lo menos un recuerdo de la injusticia y de la violencia que les había sido hecha y para decir simplemente algo que se aprende en medio de las plagas: en el ser humano hay más cosas dignas de admiración que de desprecio”.

 

Juan José Tamayo es director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones “Ignacio Ellacuría”, de la Universidad Carlos III de Madrid. Su último libro es Hermano Islam (Trotta, Mdrid, 2019).

Fuente Fe Adulta

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13 personas LGBT+ asesinadas en el Caribe de Colombia en cuarentena

Lunes, 3 de agosto de 2020
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Esta semana (la última de julio), la lista de víctimas LGBT+ en la costa caribe de Colombia siguió en aumento con la muerte de una migrante trans venezolana de 29 años y la de un varón gay hipoacúsico asesinado a tiros.

Por Pompilio Peña Montoya – Hacemos Memoria*

La luz en el interior de una vivienda llamó la atención de un vigilante barrial en Soledad, en la costa Caribe de Colombia, en el departamento del Atlántico. Faltaban dos horas para el amanecer del miércoles 22 de julio y las calles estaban desiertas. A través de la ventana, el hombre pasó su mirada por las paredes hasta que sus ojos, de golpe, chocaron con el cuerpo sin vida de Gabriela, una mujer trans, migrante venezolana de 29 años. Todavía no está del todo claro qué ocurrió y existen versiones cruzadas. Algunxs creen que había decidido quitarse la vida utilizando una sábana para ahorcarse. Otros desconfían, se preguntan si no fue inducida a hacerlo y exigen investigación judicial en una zona que documenta discriminación y violencias hacia las personas LGBTI+.

Gaby, como le decían sus amigos, era estilista de profesión. Sus vecinos la describen como una persona reservada y de trato amable. Wilson Castañeda, director de Caribe Afirmativo –corporación que vela por los Derechos Humanos de la comunidad de Lesbianas Gays Bisexuales Transexuales e Intersexuales (LGBTI)– no cree que se trate de un simple suicidio. Por eso pidió a las autoridades judiciales indagar qué ocurrió detrás de este caso, ya que cabe la posibilidad de que haya sido inducida a quitarse la vida o que se trate de un homicidio.

Lo que se conoce de los hechos previos a la muerte de Gabriela, según Castañeda, es que ella habría discutido con un hombre que la visitó en su casa. Y que, al parecer, también la habría amenazado.

Días antes de la muerte de Gabriela, en otro lugar de la costa caribe, Jhony Menco Galvis, un varón gay, fue asesinado por sicarios. Ingresaron a su vivienda, ubicada en el municipio vecino  de Magangué, en el departamento de Bolívar, y le dispararon en tres oportunidades según informó la policía. El crimen ocurrió el pasado 18 de julio a las 11:00 de la noche cuando Jhony compartía con algunos vecinos, pese al toque de queda decretado por las autoridades para prevenir el contagio del coronavirus.

Edwin Castañeda, amigo de la víctima, manifestó a Hacemos Memoria que Jhony, sordomudo de nacimiento, era muy querido en la comunidad. Participaba de las actividades barriales, prestaba servicios de limpieza en viviendas y era solicitado en fiestas para ser ayudante de cocina.

“Él tenía poco más de 40 años y nunca le conocimos amenazas. Era muy alegre y activo. Vivía con su madre muy humildemente en el barrio Santa Rita, conocido en Magangué como uno de los más peligrosos. Lo que nos dijeron sus amigos es que el atentado no iba en contra de él, lo que quiere decir que los sicarios se habrían equivocado de persona”, afirmó Edwin Castañeda, líder LGBTI.

Como en el caso de Gaby, al cierre de este artículo, el homicidio de Jhony representa otro crimen sin esclarecer, del cual no se tenían capturas ni sospechosos. De hecho, según Wilson Castañeda, la impunidad sobre los asesinatos de miembros LGBTI ronda el 80 por ciento.

Crímenes en aumento

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Este año han aumentado los asesinatos de miembros de la  población LGBTI en el Caribe colombiano, especialmente entre la región de Urabá, en el departamento de Antioquia, y el departamento de La Guajira. Según datos del Observatorio de Derechos Humanos de Caribe Afirmativo, entre el primero de enero y el 23 de julio de 2020 han sido asesinados en esta región 19 personas LGBT+. La cifra supera en dos casos al total de víctimas reportadas en 2019 cuando la organización registró 17 asesinatos.

“De los 19 asesinatos registrados en 2020, 13 ocurrieron en el marco del aislamiento social decretado por el Gobierno para combatir la pandemia de la COVID-19. Y diez de ellos se cometieron en el domicilio de las víctimas”, afirmó Castañeda.

El defensor de la población LGBTI, añadió que aunque “históricamente este tipo de violencia homicida ha afectado mayoritariamente a los hombres gay y a las mujeres trans, este año, en la región Caribe, hemos tenido un incremento de la violencia en contra de mujeres lesbianas, algo antes nada común”.

Los municipios con el mayor número de casos, según Castañeda, son Barranquilla con siete asesinatos y Valledupar con cuatro.

*Este artículo fue escrito en el marco de una alianza informativa para la Red de Periodismo y Memoria, entre Hacemos Memoria de la Universidad de Antioquia y Agencia Presentes.

Fuente Agencia Presentes

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