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Leonardo Boff: “Solo nos queda la esperanza.”

Sábado, 27 de enero de 2024
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IMG_2362Un árbol que se dobla pero no se quiebra

En 2023 han ocurrido hechos que nos asombran y nos obligan a pensar: en Brasil hubo un intento frustrado de golpe de estado, dos eventos extremos sobrecogedores: grandes inundaciones en el Sur y sequías devastadoras en el Norte, seguidas de inmensos incendios. Todo indica que esta situación se va a repetir con frecuencia.

A nivel internacional la prolongación de la guerra Rusia-Ucrania, el atentado terrorista del brazo armado de Hamas de la Franja de Gaza que provocó una reacción violentísima por parte del gobierno de extrema-derecha de Israel y sus aliados sobre toda la población de la Franja de Gaza, con visos de genocidio. Y lo más grave, con el apoyo ilimitado del presidente católico Joe Biden.

Un hecho que tal vez no puede en modo alguno ser pasado por alto es la Sobrecarga de la Tierra (The Earth Overshoot), anunciado por la ONU a finales de agosto. Esto quiere decir que todos los bienes y servicios naturales que la Tierra ofrece para la continuidad de la vida llegaron a su límite. Necesitamos más de una Tierra y media para atender el consumo humano, muy especialmente el de los países ricos y consumistas. Como está viva, la Tierra reacciona a su modo, enviándonos más enfermedades víricas, más eventos extremos y calentándose cada vez más. Este último hecho es de consecuencias imprevisibles, pues hemos sobrepasado el punto crítico. El año 2023 ha sido el más caliente desde hace miles de años. La ciencia y la técnica solo nos ayudan a prevenir y aminorar los efectos dañinos, pero ya no pueden evitarlos. Este cambio climático es responsabilidad de los países industrialistas y consumistas y poquísimo de las grandes mayorías pobres del mundo. Por tanto, es un grave problema ético.

Existe además el peligro de un conflicto nuclear, pues Estados Unidos no renuncia a ser el único polo que controle todos los espacios del planeta, no aceptando la multipolaridad. Si esa guerra nuclear generalizada ocurriera, sería el fin de la especie humana y de gran parte de la biosfera. Algunos analistas piensan que será inevitable; va a ocurrir no sabemos cuándo ni cómo, pero las condiciones ya están dadas.

Además hay que reconocer que está en auge la crisis del modo de habitar el planeta (devastándolo) y de organizar las sociedades, en las cuales reinan injusticias inhumanas. Bien nos lo ha advertido innumerables veces el Papa Francisco: tenemos que cambiar, en caso contrario, estando todos en el mismo barco, nadie se salvará.

Estos escenarios tenebrosos han llevado a una buena parte de la humanidad al desamparo y a la conciencia del fracaso de la especie humana, particularmente con el ocaso completo del sentido ético y humanístico que permite presenciar, a cielo abierto y a la vista todos, el exterminio de un pueblo en la Franja de Gaza, principalmente miles de niños asesinados bajo los bombardeos ininterrumpidos de las fuerzas de guerra de la ocupación israelí. No son pocos los que se preguntan: ¿merecemos aún estar sobre la faz de la Tierra a la que destruimos sistemáticamente violentando sin escrúpulos a sus humanos hijos e hijas así como a los organismos de la naturaleza que nos sustentan? ¿no es eso el preaviso de nuestro fin como especie? Cabe recordar que nosotros entramos en los ultimísimos momentos en el largo proceso evolutivo, dotados de gran agresividad. ¿Será que entramos para destruir trágicamente nuestro mundo?

En este contexto enmudecen las grandes utopías. La razón moderna se ha mostrado irracional al construir el principio de autodestrucción. Las propias religiones, fuentes naturales de sentido, participan de la crisis de nuestro paradigma civilizatorio y en muchas de ellas está vigente el fundamentalismo violento.

¿A qué agarrarse? El espíritu humano rechaza el absurdo y busca siempre un sentido que vuelva la vida apetecible. Nos queda un único soporte: la esperanza. Ella es como un árbol: se dobla pero no se quiebra. Como nos fue mostrado antropológicamente, la esperanza es más que una virtud junto a otras virtudes. Ella representa, independientemente del espacio y del tiempo histórico, ese motor interior que nos hace proyectar sin cesar sueños de días mejores, utopías viables, caminos aún no recorridos que pueden significar una salida hacia otro tipo de mundo.

Se atribuye a San Agustín, el mayor genio intelectual y cristiano de Occidente, africano del siglo V de la era cristiana, la siguiente afirmación que eventualmente puede animarnos:

Todo ser humano está habitado por tres virtudes: la fe, el amor y la esperanza. Dice el sabio: si perdemos la fe no por eso morimos. Si fracasamos en el amor, siempre podemos encontrar otro. Lo que no podemos es perder la esperanza, pues la alternativa a la esperanza es el suicidio por la absoluta falta de sentido de vivir.

Entre tanto, la esperanza tiene dos hermosas hermanas: indignación y coraje. Por la indignación rechazamos todo lo que nos parece malo y perverso. Mediante el coraje, empeñamos todas nuestras fuerzas para cambiar lo malo en bueno y lo que es perverso en benéfico.

No tenemos más alternativa que enamorarnos de estas dos hermosas hermanas de la esperanza: indignarnos y rechazar firmemente ese tipo de mundo que impone tantos sufrimientos a la Madre Tierra y a toda la humanidad y la naturaleza. Si no podemos superarlo, por lo menos resistir y desenmascarar su deshumanización. Y tener el coraje de abrir caminos, sufrir por el parto de algo nuevo y alternativo. Y creer que la vida tiene sentido y que le cabe a ella escribir la última página de nuestra peregrinación por esta Tierra.

Leonardo Boff

Fuente Atrio

Traducción de María José Gavito Milano

*Leonardo Boff ha escrito Tierra madura, una teología de la vida, São Paulo, Editora Planeta, 2023; Cuidar la Tierra-proteger la vida: cómo evitar el fin del mundo, Rio de Janeiro, Record&Madrid, Nueva Utopía 2010.

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Navidad… hagamos Familia, vivamos “todas” las familias…

Domingo, 31 de diciembre de 2023
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El Verbo se hizo hombre… se hizo clase…

*

JESÚS ADOLESCENTE EN EL TALLER DE JOSÉ.-John Everett Millais

En el vientre de María el Verbo se hizo hombre,

y en el taller de José, el Verbo se hizo clase...”

*

Pedro Casaldáliga

***

Confesiones de Dios 

Cada vez que nace un niño
sigo confiando en vosotros,
porque entregaros un hijo
es delegar mucho de mí en vosotros:
es haceros continuadores de mi obra,
portadores de mi Espíritu,
padres y madres de mi evangelio vivo
y cuna del mundo al que tanto quiero.

Todo niño viene a través vuestro,
y toda buena noticia se encarna en vuestro seno.
Pero la fuente de la vida,
que encontró cauce en vosotros,
tiene su origen en mis entrañas
y en el amor desbordado que a veces os alcanza.

Acostumbraos, pues, a verme en ellos;
en su frágil transparencia
son mi presencia que os ilusiona,
mi navidad más humana,
mi palabra encarnada,
verdaderos sacramentos en la historia.
En ellos abrazáis mi ternura hecha carne vuestra;
en ellos os solidarizáis con mi debilidad e impotencia,
y también con mis sueños y esperanzas más íntimas.

Deteneos de vez en cuando ante ellos,
contempladlos despacio:
estáis ante el misterio de la vida,
ante el milagro del amor,
ante la mejor buena noticia, gratuita.
Olvidaos de precios, compras y rescates;
las dos tórtolas o los dos pichones
son para reclamar vuestra atención y presencia.

Permanezco junto a vosotros, día y noche,
empeñado en cuidarlos, y cuidaros, con mimo
para que crezcan y continúen mi obra,
-la vuestra, la nuestra, entendámonos-.

Contad siempre conmigo.
Yo me alegro de poder contar con vosotros.

*

Florentino Ulibarri
Fe Adulta

Jesús-es-presentado-en-el-templo

***

Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, [de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: “Todo primogénito varón será consagrado al Señor“, y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: “un par de tórtolas o dos pichones.

Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:

“Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.”

Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre:

“Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma.”

Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.]

Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.

*

Lucas 2,22-40

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Todas las Familias

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El niño iba creciendo, lleno de sabiduría
(Lc 2, 22-40)

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La familia la hacen las personas que la forman, su capacidad de quererse, de amarse, de perdonarse, de reconciliarse, de estar abiertas a compartir la vida con otros familias. La familia está cambiando. Es normal. Pueden cambiar las formas de establecerse los vínculos entre las personas. Puede cambiar el hecho de que todos vivan en la misma casa o que vivan separados. Pero al final, hay un vínculo clave en la familia: el amor. Ése es el vínculo que mantiene y mantendrá viva a la familia. Ése fue el vínculo que Jesús aprendió a valorar en su familia. Allí descubrió que es más fuerte incluso que los lazos de la sangre. Por eso, luego, más tarde, habló de Dios como el Padre, el Abbá que reúne a todos sus hijos en torno a la mesa común. Y para que entendiésemos la relación que nos une a Dios nos dijo que éramos sus hijos y él nuestro Padre.

Hoy nos toca a nosotros asumir la realidad concreta de nuestras familias, con sus luces y sus sombras, y seguir partiendo de ellas para construir el reino, la gran familia de Dios. Es nuestra responsabilidad fortalecer todo lo que podamos el vínculo del amor, que rompe las barreras de la sangre, de la raza, etc. y nos une a todos en una única familia. Hoy, como a Jesús, nos toca a nosotros encarnarnos en nuestra realidad concreta y construir la familia de Dios aquí y ahora.

Comunidad Anawin de Zaragoza

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“ Navidad y futuro de la especie humana”, por José Arregi.

Sábado, 30 de diciembre de 2023
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De su blog Umbrales de Luz:

El Belén de Gaza

Isaac Munther es un pastor luterano que sirve a la comunidad cristiana de una iglesia de Belén, en Palestina.

Este año ha puesto en su iglesia un Belén hecho con escombros de casas destruidas por las bombas del ejército israelí: el niño Jesús se halla atrapado entre cascotes, como miles de niños y adultos, y José y María tratan de rescatarlo, ayudados por los pastores y los Magos.

El pastor Isaac Munther ha declarado: “Si Jesús naciera hoy, nacería entre escombros. Dios, para nosotros, está entre escombros. Dios está en los quirófanos”.

En vísperas de Navidad, el Belén de Gaza entre escombros es un grito sonoro contra todas las guerras y a favor de la paz verdadera.

Feliz Navidad.

| José Arregi

El pasado 1 de diciembre, a punto de abrirse en el calendario litúrgico cristiano el tiempo llamado Adviento (Venida) que abarca las cuatro semanas preparatorias de la Navidad, la columna semanal de Leonardo Boff se titulaba “¿Nos acercamos al fin de la especie humana?”. Reproduce, resumiéndolo, un texto publicado en el año 2020, durante la pandemia de la COVID 19.

Esa misma pregunta me brota de manera recurrente desde hace años. No me sorprende, pues, la cuestión como tal, sino el hecho de que el hermano Leonardo la haya vuelto a formular en vísperas de Navidad. No sé si lo ha hecho con intención o sin ella, pero la fiesta del nacimiento de Jesús vuelve más honda y radical, también más interpelante, la pregunta sobre el fin de la especie humana.

Miro y celebro el nacimiento de Jesús como figura de todo nacimiento, más allá del mero hecho histórico – del que sabemos tan poco, y aunque no supiéramos nada – y más allá de todos los dogmas – que en su versión tradicional carecen de sentido para una inmensa mayoría de nuestra sociedad, también para mí –. La Navidad celebra el milagro universal de la vida, tan frágil y poderosa, tan diversa en sus infinitas formas conocidas y desconocidas, la vida en permanente transformación, en eterna interrelación, la vida en este maravilloso planeta o en incontables otros planetas del universo o multiverso. La Navidad es la fiesta de la vida y de todo lo que la hace posible y la sostiene y la nutre: la tierra, el agua, el aire, la luz, la luz del sol que nace cada día y cada solsticio de invierno, la luz de las estrellas que iluminan la noche, como la estrella que alegra la noche de los pastores en las afueras de Belén, como la estrella que guía el camino de los Magos de Persia, sabios buscadores, a Belén, a dondequiera que nace la vida. La Navidad es la fiesta de la materia, matriz originaria, energía y potencialidad inagotable de vida y de conciencia en todas las formas habidas y por haber, santa materia animada, pura forma y diafanía, transparencia, del espíritu o del aliento. Todo nacimiento es epifanía de la relación universal en eterna transformación creativa, asombroso misterio. Me inclino y adoro a Jesús y a todo ser viviente, el Aliento que late en todo, lo empuja y recrea de transformación en transformación.

Si la vida es relación universal en eterna metamorfosis, ¿qué tiene de extraño que nuestra especie Sapiens, forma surgida hace 300.000 años – hace un instante –, en algún momento vaya a extinguirse como tal forma? La muerte de las formas es la condición del nacimiento de nuevas formas y de la permanencia de la vida, y todas las formas disueltas permanecen tal vez en la eterna memoria cósmica de la vida. ¿Qué hay, pues, de extraño o de inquietante en la pregunta de Leonardo Boff sobre el posible fin de nuestra especie? No somos el destino final ni el término de la evolución. No somos ninguna excepción en la historia sin fin de la vida.

La inquietud y la alarma vienen del hecho de que el fin de nuestra especie humana se deba a su conducta exterminadora. Desde el principio, el Homo Sapiens se ha comportado también como Homo Demens. El Homo Faber ha sido a la vez Homo Depredator, Exterminator de otras formas vivientes y de su propio entorno vital. El propio Leonardo Boff lo ha señalado insistentemente, inspirado especialmente en Théodore Monod (1902-2000), extraordinario naturalista, explorador, humanista, militante ecologista y pacifista, y creyente profundo. Desde el principio, el hermano ha matado al hermano, Caín a Abel. Y quien mata al otro se mata a sí mismo. La exterminación de los otros animales y especies vivientes, quiérase o no, más pronto o más tarde, se torna autoexterminadora. El asesino es suicida. Una guerra nuclear generalizada, sobre cuyo peligro tanto alertó Théodore Monod, sería su peor demostración.

Pero no creo que el fin de nuestra especie humana vaya a producirse a consecuencia de una guerra nuclear. Sería terrible – aunque no mucho más terrible que lo que vemos en Gaza, en Ucrania, en Sudán…, solo que generalizado –, pero no lo considero probable. Sí considero muy probable, como advierte Yuval Noah Harari una y otra desde hace 10 años, que nuestra especie acabe, más pronto que tarde, siendo víctima de su poder o de su impotente ambición de poder, y que llegue a ello desarrollando tecnologías (biotecnología, infotecnología, inteligencia artificial) de las que acabe perdiendo el control o de las que solo unos (los más poderosos) posean el control; tanto lo uno como lo otro llevarían a lo mismo: la posesión de tales tecnologías por parte de algunos provocaría la división de la humanidad entre una élite de humanos “mejorados” (¡!) y todos los demás reducidos a parias infrahumanos. Los unos y los otros serían encarnación del Homo Deshumanizado. ¿No está sucediendo ya ante nuestros ojos atónitos, angustiados?

¿Pero por qué esta maravillosa especie, capaz de lo más sublime, puede llegar, o está llegando, a este nivel de riesgo, a este grado de horror? No es porque hubiera nacido con ningún “pecado original” ni por “maldad natural” ni por “decisión consciente y culpable”. ¿Por qué, pues? Simplemente, porque, como todos los vivientes, nacimos inacabados, pero con una particularidad extremadamente peligrosa para sí y para la comunidad de todos los vivientes: nuestra especie nació dotada de asombrosas capacidades y a la vez incapaz de gestionarlas sabiamente, armónicamente, fraternalmente. ¿Cómo podrá seguir siendo viviente y humano?

Vuelvo los ojos a Belén, al pesebre, a la figura de la vida naciente, de la bondad viviente, de la vida buena: a Jesús, al niño Jesús en brazos de María y José. No porque fuera hijo de madre virgen, ni hijo consustancial de una divinidad suprema, ni porque sea el único icono de la humanidad. Es el icono que más me revela, y en él miro lo que, con ojos bien abiertos, podría ver en cualquier viviente recién nacido. Y creo que, si nuestra especie quiere llegar a ser Sapiens, a armonizar sus inmensas capacidades y su poder quasi-infinito, si quiere sobrevivir como viviente y humano, debe urgentemente – mirando el icono de Jesús u otros, innumerables, de ayer y de hoy – recapacitar y reaprender a vivir, debe invertir en ello su saber científico y redirigir a ello todas las instituciones políticas, educativas, sanitarias y económicas, debe asimilar profundamente eso que Jesús soñaba en brazos de José y de María, eso mismo que sueñan todos los niños y el universo entero, y lo que anunció y vivió como profeta itinerante y sanador, al precio de su vida y para eterna resurrección de su vida: que solo podemos saciarnos en la mesa común, solo podemos ser libres poniéndonos en el lugar del prójimo, solo podemos ser sabios siendo sencillos, solo podemos curarnos cuidando a todos, solo podemos ser felices siendo misericordiosos, solo podemos vivir en paz liberándonos del odio. Que solo podemos ser divinos siendo humanos.

Aizarna, 22 de diciembre de 2023
www.josearregi.com

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Navidad ¿Qué va a cambiar?

Lunes, 25 de diciembre de 2023
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¡Una vez más: NAVIDAD!

¿Qué va a cambiar?

Nada, excepto tú.

Hazte luz y verás la Luz …

Todo está ahí.

No busques en otra parte el significado de este  acontecimiento-advenimiento.

La humanidad fraterna de Jesús lleva el día que tiene que levantarse en ti.

El Dios vivo vuelve a ponerse en tus manos.

Por tí, para crear con Dios y a  su imagen, un mundo de alegría, luz, belleza.

*

Maurice Zundel

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           El sentido de la fiesta navideña es la Palabra, de la que el himno de Juan (cf. Jn 1) dice que al principio estaba ¡unto a Dios. De esta Palabra se dice también que se hizo carne y habitó entre nosotros.

        Este es el acontecimiento que celebramos cada año en Navidad: Dios ha venido a nosotros. El nos quita la falta de sentido y las monótonas repeticiones de nuestra vida cotidiana. El mismo es el sentido que da contenido a nuestra vida.

           Estamos acostumbrados a traducir así la primera frase del evangelio de Juan: «En el principio ya existía la Palabra». Pero el término griego logos que se encuentra en nuestro texto, es mucho más amplio. Logos no connota tanto a la pura palabra sino más bien el sentido que viene expresado mediante la palabra. En logos, sentido y palabra son inseparables: el sentido, pues, que captamos en cualquier acontecimiento, supera siempre el episodio concreto que puede ser expresado solamente con palabras. Si uno dice: «Te deseo muchas felicidades» o «Feliz Navidad», no se dirige cordialmente a otro solamente en este momento, sino que con estas palabras expresa algo que trasciende el momento. Así cada sentido supera el momento y el concreto evento en que se produce el encuentro.

           Cuando en Navidad oímos decir: «Nos ha nacido un niño», pensamos en el Niño del pesebre y en todos los demás niños, si bien diferenciándolo de todos, porque él no ha nacido sólo para sus padres, sino también para todos nosotros. También así el sentido del acontecimiento supera siempre el episodio particular, a través del cual ha entrado en nuestra vida. Quien ve sólo lo que tiene ante los ojos no capta el sentido, ni el de la Navidad ni el de la vida en general. El sentido, es decir, la profundidad de la realidad que constituye su contenido. Y porque el sentido de cada acontecimiento trasciende lo que está ante los ojos, para captarlo tenemos necesidad de la palabra.

        Si ahora decimos que: «En el principio era el Sentido», queremos expresar que en el principio era lo que da contenido y significado a toda vida. Ésta es la profundidad de la realidad, de la que se habla cuando se usa la Palabra de Dios. Este sentido último, que confiere contenido y significado a cualquier otro evento, ha sido participado al mundo en el acontecimiento de Navidad.

*

W. Pannenberg,
Presencia de Dios,
Brescia 1974, 119-120).

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“José María Castillo: Humanizar a Dios y a Jesús de Nazaret“, por Juan José Tamayo.

Viernes, 24 de noviembre de 2023
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“Con su fallecimiento, la teología española vive una profunda experiencia de orfandad”

“Con el fallecimiento de José María Castillo en Granada a los 94 años el 12 de noviembre la teología española vive una profunda experiencia de orfandad”

“Él me introdujo en la teología crítica y me ayudó a descubrir el sentido comunitario del cristianismo. Años después fuimos entrañables amigos y colegas durante más de cuarenta años en la Asociación de Teólogas y Teólogos Juan XXIII”

“Su larga vida ha sido un permanente ejercicio de pensamiento crítico y liberador que le supuso no pocas censuras y “maltratos” de parte de la jerarquía eclesiástica como la expulsión de la cátedra de la Facultad de Teología de Granada y la censura de varios de sus libros”

“Se mostraba en plena sintonía con Francisco en su crítica del clericalismo. En el terreno teológico hizo contribuciones luminosas que resumo en estas cuatro: la humanización de Dios, la humanidad de Jesús de Nazaret, el declive de la religión y el futuro del Evangelio”

“Pues bien, la humanización de Dios y la humanidad de Jesús de Nazaret conducen derechamente a humanizar la teología: tarea que llevó a cabo ejemplarmente José María Castillo”

Con el fallecimiento de José María Castillo en Granada a los 94 años el 12 de noviembre la teología española vive una profunda experiencia de orfandad ya que desde principios de los sesenta del siglo pasado hasta su muerte ha sido uno de los teólogos más creativos e influyentes en el cristianismo español y latinoamericano.

Una orfandad que estoy viviendo en primera persona ya que fue profesor mío, y ciertamente uno de las más queridos, en la licenciatura de teología en la Universidad Pontificia de Comillas, ya con sede en Madrid, a principios de los setenta del siglo XX. Élme introdujo en la teología crítica y me ayudó a descubrir el sentido comunitario del cristianismo. Años después fuimos entrañables amigos y colegas durante más de cuarenta años en la Asociación de Teólogas y Teólogos Juan XXIII, de la que él era cofundador, vicepresidente y uno de sus miembros más activos hasta pocos días antes de su muerte. Participamos juntos en numerosos encuentros y congresos y en 2005 publicamos en Trotta el libro Iglesia y sociedad en España.

Durante cincuenta años fue miembro de la Compañía de Jesús, que abandonó a punto de cumplir los 80 en un gesto de coherencia intelectual y en un ejercicio de libertad pensamiento y de conciencia. Se doctoró en teología en Roma durante la celebración del Concilio Vaticano II, que dejó una profunda impronta en su vida y en su teología. Fue profesor en la Universidad Gregoriana de Roma, la Universidad Pontificia de Comillas, la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (UCA), de San Salvador (El Salvador), y la Facultad de Teología de Granada de la que fue expulsadojunto con su compañero Juan Antonio Estrada.

Su larga vida ha sido un permanente ejercicio de pensamiento crítico y liberadorque le supuso no pocas censuras y “maltratos” de parte de la jerarquía eclesiástica como la expulsión de la cátedra a la que acabo de referirme y la censura de varios de sus libros.

En su obra Memorias. Vida y pensamiento ofrece lúcidas reflexiones sobre sus experiencias vitales e intelectuales y sus vivencias políticas, sociales y religiosas en los diferentes momentos de la historia de España que le tocó vivir: la dictadura de Primo de Rivera, la II República, la larga dictadura franquista y los años cuarenta y cinco años de recuperación de la democracia. En las Memorias hace también un pormenizado, riguroso y ameno recorrido por la historia de la Iglesia católica bajo los ocho Papas que conoció: Pío XI, Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, quien lo recibió en el Vaticano y le confesó que leía sus libros.

“En su obra Memorias. Vida y pensamiento ofrece lúcidas reflexiones sobre sus experiencias vitales e intelectuales y sus vivencias políticas, sociales y religiosas en los diferentes momentos de la historia de España que le tocó vivir”

 IMG_1336Se mostraba en plena sintonía con Francisco en su crítica del clericalismo. Llamó la atención sobre la contradicción y la incoherencia en las que vive instalada buena parte de la jerarquía católica pues, afirma, “enseña lo contrario de lo que vive” y no respeta los derechos humanos en el seno de la institución eclesiástica.

En el terreno teológico hizo contribuciones luminosas que resumo en estas cuatro: la humanización de Dios, la humanidad de Jesús de Nazaret, el declive de la religión y el futuro del Evangelio.

Dirigentes religiosos y expertos en lo sagrado han deshumanizado a Dios y lo han presentado como autoritario, violento. justiciero, vengativo, imágenes todas ellas que están grabadas en el imaginario social de creyentes y no creyentes, y que llevan a alejarse de él e incluso a negarlo. Como respuesta a tamaño falseamiento, Castillo cree que la principal y más original aportación del cristianismo a las tradiciones religiosas de la humanidad es que Dios se humaniza en Jesús de Nazaret y el Trascendente se hace presente en la inmanencia. Pero no se encarna en lo religioso o lo sagrado, sino en lo humano, que lleva a luchar contra toda forma de deshumanización en el mundo.

Para demostrarlo hace un recorrido por algunas de las mejores tradiciones teológicas y místicas del cristianismo, desde Pablo de Tarso y su teología del “vaciamiento” de Dios hasta Rahner y Paul Tillich. Se detiene de manera especial en San Juan de la Cruz, que escribió un bellísimo poema sobre Dios sin citar ni una sola vez a Dios: el Cántico espiritual, basado varios libros de la Biblia hebrea, especialmente el Cantar de los cantares, que la gran especialista en la mística del Siglo de Oro español, Lola Josa, define como “despatriarcalizante” como lo es igualmente el Cántico. Castillo se refiere también al Maestro Eckhart, quien escribió: “Por eso le pido a Dios que me libre de Dios” y Dorothee Sölle lo reformula pidiendo a Dios que la libere del “Dios del patriarcado”.

La apología de lo divino ha llevado con frecuencia a las religiones a minusvalorar, e incluso a negar, lo humano. La religión ha caminado con frecuencia en dirección contraria a lo humano hasta el punto de que hay personas muy religiosas que tienen comportamientos rayanos en lo inhumano. Algo similar sucedió en la historia del cristianismo y en la teología cristiana con la persona de Jesús de Nazaret, de quien se aceptó sin dificultad su divinidad y se puso entre paréntesis y se cuestionó su humanidad. Castillo cree que tal planteamiento constituye una grave desviación de la relación entre lo humano y lo divino y un desenfoque en la relación entre la divinidad y la humanidad del fundador del cristianismo. Como respuesta afirma que solo se llega a alcanzar la plenitud de lo divino consiguiendo la plenitud de lo humano y que solo podemos pensar a Dios, acceder a él y encontrarnos con él desde nuestra humanidad. Esa fue la experiencia de Jesús de Nazaret y el camino que trazó a sus seguidores: encontrar a Dios en todos y cada uno de los seres humanos. El centro del cristianismo es Jesús de Nazaret que, a su juicio, no es propiedad exclusiva del cristianismo, y menos de la Iglesia, sino que puede ser considerado “patrimonio de la humanidad”.

Solo se llega a alcanzar la plenitud de lo divino consiguiendo la plenitud de lo humano y que solo podemos pensar a Dios, acceder a él y encontrarnos con él desde nuestra humanidad”

Pues bien, la humanización de Dios y la humanidad de Jesús de Nazaret conducen derechamente a humanizar la teología: tarea que llevó a cabo ejemplarmente José María Castillo.

Su extenso y profundo legado teológico encuentra el mejor resumen en su último libro Declive de la religión y futuro del Evangelio, cuya tesis es que desde el siglo III de la era común la Iglesia concedió más importancia a la religión y al dogma que al Evangelio, que es Buena Noticia de la liberación de las personas y los colectivos empobrecidos y la Carta magna del cristianismo.

Sus opciones radicales

Junto a su extenso y original legado teológico, Castillo nos deja unas opciones radicales a las que nunca renunció: el seguimiento de Jesús y el proseguimiento de su causa, frente a la obediencia al Código de Derecho Canónico; la espiritualidad liberadora para gente insatisfecha, incluidas las personas no creyentes, frente a la ascética mortificadora del cuerpo; el compromiso social en los lugares de marginación, frente a la cómoda instalación en el sistema; la teología popular (no populista), vinculada a las comunidades de base y elaborada desde el dolor y el sufrimiento de las víctimas, frente a la teología sin compasión ni entrañas de misericordia; la conciencia crítica frente al sometimiento clerical a la institución eclesiástica; la libertad de conciencia, frente a la obediencia ciega al magisterio eclesiástico; la opción ético-evangélica por las personas y los sectores más vulnerables de la sociedad, frente al interclasismo que termina privilegiando a las clases acomodadas; la defensa de los derechos humanos en la Iglesia y en la sociedad, frente a su sistemática transgresión por aquellos organismos nacionales e internacionales cuya misión es velar por su práctica, sobre todo en favor de aquellas personas, pueblos y grupos humanos a quienes se les niega, y por el Código de Derecho Canónico, que no respeta la división de poderes, ni practica la democracia, ni, en con secuencia, respeta los derechos humanos y las libertades de los cristianos y las cristianas.

Termino esta semblanza con una deliciosa anécdota que cuenta de su madre en sus Memorias. A propósito de una pregunta que le hizo de pequeño Pepe Castillo a su madre sobre el misterio de la Santísima Trinidad, ella le contestó: “Pepito, en eso no se piensa”. Durante sus noventa y cuatro años de vida seguro que Pepito habrá seguido otros sabios consejos de su madre, pero este ciertamente no, porque ha pensado, y mucho, sobre la Trinidad, pero no a través de los complejos e ininteligibles razonamientos de la vieja neoescolástica, sino como experiencia comunitaria y solidaria de Dios, sobre todo del Dios de Jesús de Nazaret, el Cristo liberador.

Fuente Religión Digital

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“Juntos andemos, Señor”… de la mano de Teresa de Jesús

Sábado, 14 de octubre de 2023
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Esta tarde, con las primeras vísperas de su fiesta, el Carmelo Teresiano, la Iglesia Católica y muchos creyentes del mundo entero, recordaremos a esta genial mística castellana y española, Teresa de Jesús… Yo os recomiendo vivamente leer sus Obras completas, acercarse a alguna de las buenas biografías que hay en el mercado. Caminemos de la mano de esta mística de la Humanidad de Cristo, maestra de oración que en el capítulo ocho de su autobiografía nos recuerda que, “No es otra cosa oración mental, a mi parecer, sino tratar de amistad estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama” (V 8, 5).

 

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“Estando en la Encarnación el segundo año que tenía el priorato, octava de San Martín, estando comulgando, partió la Forma el Padre fray Juan de la Cruz, que me daba el Santísimo Sacramento, para otra hermana. Yo pensé que no era falta de Forma, sino que me quería mortificar, porque yo le había dicho que gustaba mucho cuando eran grandes las Formas (no porque no entendía no importaba para dejar de estar el Señor entero, aunque fuese muy pequeño pedacico). Díjome Su Majestad: «No hayas miedo, hija, que nadie sea parte para quitarte de Mí»; dándome a entender que no importaba. Entonces representóseme por visión imaginaria, como otras veces, muy en lo interior, y dióme su mano derecha, y díjome: «Mira este clavo, que es señal que serás mi esposa desde hoy. Hasta ahora no lo habías merecido; de aquí adelante, no sólo como Criador y como Rey y tu Dios mirarás mi honra, sino como verdadera esposa mía: mi honra es ya tuya y la tuya mía». Hízome tanta operación esta merced, que no podía caber en mí, y quedé como desatinada, y dije al Señor que o ensanchase mi bajeza o no me hiciese tanta merced; porque, cierto, no me parecía lo podía sufrir el natural. Estuve así todo el día muy embebida. He sentido después gran provecho, y mayor confusión y afligimiento de ver que no sirvo en nada tan grandes mercedes.”

*

Rel 35;Cfr 7M 2, 1).

***

“Lo que pasa en la unión del matrimonio espiritual es muy diferente: aparécese el Señor en este centro del alma sin visión imaginaria sino intelectual, aunque más delicada que las dichas , como se apareció a los Apóstoles sin entrar por la puerta, cuando les dijo: «Pax vobis»“. Continúa diciendo sobre esta unión de Dios y el alma: “Es un secreto tan grande y una merced tan subida lo que comunica Dios allí al alma en un instante, y el grandísimo deleite que siente el alma, que no sé a qué lo comparar, sino a que quiere el Señor manifestarle por aquel momento la gloria que hay en el cielo, por más subida manera que por ninguna visión ni gusto espiritual“. *

*

 Moradas. 7, capítulo 2, núm 2,3

***

Acaecióme que, entrando un día en el oratorio, vi una imagen que habían traído allá a guardar, que se había buscado para cierta fiesta que se hacía en casa. Era de Cristo muy llagado y tan devota que, en mirándola, toda me turbó de verle tal, porque representaba bien lo que pasó por nosotros. Fue tanto lo que sentí de lo mal que había agradecido aquellas llagas, que el corazón me parece se me partía, y arrojéme cabe El con grandísimo derramamiento de lágrimas, suplicándole me fortaleciese ya de una vez para no ofenderle.”

*

(Libro de la Vida, capítulo 9,1)

***

“Bendito seáis por siempre, que aunque os dejara yo a Vos, no me dejasteis Vos a mí tan del todo, que no me tornase a levantar, con darme Vos siempre la mano; y muchas veces, Señor, no la quería, ni quería entender cómo muchas veces me llamabais de nuevo.

*

(Libro de la Vida, capítulo 6,9)

*

“Juntos andemos Señor.

Por donde vayas tengo que ir,

por donde pases tengo que pasar.”

*

(Camino de Perfección 21, 26)

***

Entre los pucheros anda el Señor…

 

“No es sola esta persona, que otras he conocido de la misma suerte, que no las había visto algunos años había y hartos; y preguntándoles en qué se habían pasado, era todo en ocupaciones de obediencia y caridad. Por otra parte, veíalos tan medrados en cosas espirituales, que me espantaban. Pues ¡ea, hijas mías!, no haya desconsuelo cuando la obediencia os trajere empleadas en cosas exteriores; entended que, si es en la cocina, entre los pucheros anda el Señor ayudándoos en lo interior y exterior.”

*

Fundaciones 5, 8

***

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Querer el bien.

Domingo, 20 de agosto de 2023
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Es triste tener que lamentar el dolor, pero
no basta con quejarse de él para eliminarlo.

Es el bien lo que debemos querer, cumplir, exaltar.

Es la bondad la que debe ser proclamada en presencia del mundo
para que irradie y penetre todos los elementos de la vida individual y social.

El individuo debe ser bueno, de una bondad que revela una conciencia pura
e inaccesible a la duplicidad, al cálculo, a la dureza del corazón.

Bueno, por una aplicación continua de la purificación interior, de la perfección verdadera;
bueno, por fidelidad a un firme propósito manifestado en todo pensamiento, en toda acción.

La humanidad también debe ser buena. Estas voces que suben del fondo de los siglos,
para enseñarnos todavía hoy con una nota de actualidad,
recuerdan a los hombres el deber que incumbe indistintamente a todos de ser buenos,
justos, rectos, generosos, desinteresados, prontos para comprender
y para excusar, dispuestos al perdón y a la magnanimidad.

*

 Juan XXIII

La documentación católica n°1367

***

 

 

En aquel tiempo, Jesús se marchó y se retiró al país de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle:

“Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo.”

Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle:

“Atiéndela, que viene detrás gritando.”

Él les contestó:

“Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel.”

Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió:

“Señor, socórreme.”

Él le contestó:

“No está bien echar a los perros el pan de los hijos.”

Pero ella repuso:

– “Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos.”

Jesús le respondió:

“Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas.”

En aquel momento quedó curada su hija.

*

Mateo 15,21-28

***

La mujer de la región de Tiro y Sidón ora forzada y empujada por la necesidad. No puede hacer otra cosa, porque su hija está “poseída“, expresión que, entre otras cosas, significa que la comprensión entre ella y su hija hace tiempo que se ha roto, que ha cesado desde mucho tiempo atrás la inteligencia mutua y que ya no es posible volver a reconocer el alma de la otro detrás de las manifestaciones externas de los gestos y las palabras; como bajo la influencia de un poder extraño, la persona de la otra escapa a la percepción. Eso es lo que la Biblia designa con la terrible palabra “demonismo” (Dämonie). Teniendo presente el tormento de semejante enfermedad, la mujer se dirige a Jesús y, bajo la presión e la necesidad, nada podré detenerla. Impulsada por los desvelos y la preocupación por su hija, no se deja apartar como una pesada, como pretenden los discípulos. Abraza cualquier Forma de humillación y se abandona a una forma de súplica que se podría calificar de perruna, si no se viese en ella precisamente la grandeza de su humanidad.

Así de poderosos pueden llegar a ser los lazos del amor en la súplica de unos por otros .

*

E. Drewermann,
El mensaje de las mujeres: La ciencia del amor,
Herder Barcelona 1996, 134- 135.

***

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“Un humanismo radical”, por Leonardo Boff

Miércoles, 5 de julio de 2023
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Del blog de Leonardo Boff La fuerza de los pequeños:

En busca de la humanidad perdida, “rescatamos lo mejor que el mundo ya gestó”

“Uno de los problemas más angustiantes en la cultura mundial hoy en día es la falta de humanidad. No miramos a los lados para ver al otro con sus dolores, búsquedas y necesidades”

“De la misma forma agredimos a nuestra Madre Tierra hasta el punto de que el nuevo régimen climático puede poner en peligro la biodiversidad y, si el calentamiento aumenta más, afectar al destino de nuestra vida en este planeta”

“En este contexto rescatamos lo mejor que el mundo ya gestó: el Hijo del Hombre que se reveló como la presencia humana de Dios entre los humanos: Jesús de Nazaret”

“Su humanismo radical echó raíces profundas en la humanidad. Ese humanismo universal y sin ninguna discriminación podrá devolvernos nuestra humanidad”

Uno de los problemas más angustiantes en la cultura mundial hoy en día es la falta de humanidad. No miramos a los lados para ver al otro con sus dolores, búsquedas y necesidades. Consideremos cómo son tratados los emigrantes de Oriente Medio y de África que buscan a Europa por causa de guerras y de gran hambruna. Son rechazados y han hecho del Mediterráneo un verdadero cementerio. El mismo destino trágico sufren los millares de centroamericanos que buscan atravesar las fronteras de Estados Unidos. La mayoría es rechazada, algunos mueren y los niños son puestos en jaulas como si fueran pequeños animales hambrientos. Ni nos referiremos a África que vive desde hace siglos saqueada y todavía crucificada por los europeos. Ellos están yendo a Europa porque antes los europeos estuvieron allí y  ocuparon y expoliaron sus tierras. Los europeos fueron acogidos y ahora los europeos no los quieren acoger.

Tales antifenómenos muestran cuán ser crueles y sin piedad podemos ser con nuestros prójimos que, en verdad, son nuestros hermanos y hermanas. Tal vez no podamos hacer mucho, pero a veces basta una mirada compasiva, una palabra de consuelo, una sonrisa verdadera, un toque en la piel del otro para comunicarle que somos hermanos y hermanas, expresiones de la misma humanidad.

No nos tratamos humanamente. De la misma forma agredimos a nuestra Madre Tierra hasta el punto de que el nuevo régimen climático, que superará los 1,5 grados centígrados hacia 2025-2027, puede poner en peligro la biodiversidad y, si el calentamiento aumenta más, afectar al destino de nuestra vida en este planeta.

En este contexto rescatamos lo mejor que el mundo ya gestó: el Hijo del Hombre que se reveló como la presencia humana de Dios entre los humanos: Jesús de Nazaret.

Más que entregarnos verdades, Jesús nos enseñó a vivir los valores que daban cuerpo a su gran sueño, el Reino de Dios. Ese Reino no es como los Reinos de este mundo, rodeados de pompa y gloria, como recientemente vimos en la coronación del rey de Inglaterra. Es un Reino de amor incondicional, de solidaridad ilimitada, de compasión, de servicio a los más humillados y ofendidos y de apertura total a Dios-Abba (“papá”, como él lo llamaba).

refugiados-alambrada-2-GEstaba siempre al lado de aquellos que tenían menos vida, los leprosos, los ciegos, los psicológicamente afectados (en el lenguaje de la época, los poseídos del demonio), los enfermos y hasta los muertos, que él resucitó. Él mismo dijo: “vine a traer vida y vida en abundancia” (Jn 10,10). Por haberse opuesto al tipo de religión de la época, ritualista y farisaica, y por haber revelado una nueva cara de  Dios, de infinita misericordia y perdón, amando a todos, “hasta a los ingratos y malos” (Lc 6,36) lo crucificaron fuera de la ciudad, símbolo de rechazo absoluto. Dejó dicho algo extremadamente consolador “si alguien viene a mi no le diré que se vaya” (Jn 6,37), podía ser una adúltera, un hereje y gente de mala fama: a todos acogía y salían consolados.

Él mostró una humanidad radical, hasta el punto de que los apóstoles y discípulos, considerando que “pasó por la vida haciendo el bien” (Mc 7,37) y que había vencido a la muerte por su resurrección, no sabiendo cómo definirlo, acabaron diciendo: humano así como Jesús sólo Dios mismo. Y empezaron a llamarlo Hijo de Dios y Dios en nuestra carne caliente y mortal.

Su humanismo radical echó raíces profundas en la humanidad. Ese humanismo universal y sin ninguna discriminación podrá devolvernos nuestra humanidad, cubierta de cenizas por el individualismo, por el egoísmo, por la insensibilidad, por la falta de compasión y por la ausencia de cuidado de unos a otros, a nuestra Madre Tierra y a los seres que viven en ella.

“Franz Kafka: al oir hablar de Jesús y de su amor cierro los ojos para no caer como en un abismo”

Termino con dos testimonios. Uno de Franz Kafka, el gran escritor checo, que dijo: “al oir hablar de Jesús y de su amor cierro los ojos para no caer como en un abismo”. Y otro de Fiódor Dostoiévski que al dejar la Casa de los Muertos (título de su libro), la prisión con trabajos forzados en Siberia, escribió conmovedoramente:

Dostoiévski: “Creo que no existe nada más bello, más profundo, más amable, más humano y más perfecto que Cristo; me lo digo a mi mismo con un amor celoso que no existe ni puede existir. Más aún: si alguien me probase que Cristo está fuera de la verdad y que ésta no se encuentra en él, prefiero quedarme con Cristo a quedarme con la verdad”

Después de esta profesión de radical humanidad y de fe, no tengo nada más que decir.

*Leonardo Boff ha escrito Jesucristo el Liberador, Sal Terrae, muchas ediciones.

Traducción de María José Gavito Milano

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Fracaso

Jueves, 1 de junio de 2023
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Del blog de José Agirre Umbrales de Luz:

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[Permítame Rafael Cárdenas, poeta venezolano de 92 años,
dedicar su poema a Jesús y a todos los profetas y profetisas fracasadas. J.A.
]

 

Cuanto he tomado por victoria es sólo humo.

Fracaso, lenguaje del fondo, pista de otro espacio más exigente,
difícil de entreleer es tu letra.

Cuando ponías tu marca en mi frente, jamás pensé en el mensaje
que traías, más precioso que todos los triunfos.
Tu llameante rostro me ha perseguido y yo no supe que era para
salvarme.
Por mi bien me has relegado a los rincones, me negaste fáciles
éxitos, me has quitado salidas.
Era a mí a quien querías defender no otorgándome brillo.
De puro amor por mí has manejado el vacío que tantas noches
me ha hecho hablar afiebrado a una ausente.
Por protegerme cediste el paso a otros, has hecho que una mujer
prefiera a alguien más resuelto, me desplazaste de oficios suicidas.

Tú siempre has venido al quite.

Sí, tu cuerpo llagado, escupido, odioso, me ha recibido en mi más
pura forma para entregarme a la nitidez del desierto.
Por locura te maldije, te he maltratado, blasfemé contra ti.

Tú no existes.
Has sido inventado por la delirante soberbia.
¡Cuánto te debo!
Me levantaste a un nuevo rango limpiándome con una esponja
áspera, lanzándome a mi verdadero campo de batalla,
cediéndome las armas que el triunfo abandona.
Me has conducido de la mano a la única agua que me refleja.
Por ti yo no conozco la angustia de representar un papel,
mantenerme a la fuerza en un escalón, trepar con esfuerzos propios,
reñir las jerarquías, inflarme hasta reventar.
Me has hecho humilde, silencioso y rebelde.
Yo no te canto por lo que eres, sino por lo que no me has dejado
ser. Por no darme otra vida. Por haberme ceñido.

Me has brindado sólo desnudez.

Cierto que me enseñaste con dureza ¡y tú misma traías el cauterio!,
pero también me diste la alegría de no temerte.
Gracias por quitarme espesor a cambio de una letra gruesa.
Gracias a ti, que me has privado de hinchazones.
Gracias por la riqueza a que me has obligado.
Gracias por construir con barro mi morada.
Gracias por apartarme.
Gracias.

(1996)

 

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Salud Digital

Sábado, 29 de abril de 2023
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etouchstone.salud_El título me viene dado por unas jornadas en febrero, celebradas en Roma desde el centro de actividad pastoral de la Universidad Salesiana. Una entidad dedicada y especializada en el mundo de la adolescencia y juventud.

La etimología de la palabra salud es del latín: salus que significa “totalidad, entero”. Se busca una estabilidad, una integridad. Y si llegamos a la raíz indoeuropea: solidez. Y si seguimos la definición de la OMS (Organización Mundial de la Salud): “Un estado de completo bienestar físico, mental y social no sólo la ausencia de afecciones o enfermedades”. Y es necesario saber que esta definición es del año 1948. Los tiempos cambian. Y habría que modificarla para pasar de un bienestar a un bienser en nuestra lengua. Aun así, a la palabra salud se le añade un adjetivo para concretar el aspecto: físico, mental, espiritual y otros. Ahora “digital”, pero con la palabra “salud humana o integral”, se recogen todos los añadidos que sea necesario poner. Sin embargo, no va mal remarcar algún aspecto para intensificar la investigación no únicamente científica, que es imprescindible, pero no abarca la totalidad o la integridad del Ser Humano. Y por otra parte, querer ser la única que tiene las respuestas ciertas y acertadas está superado. Y con la aportación de la física cuántica, maravillosa aportación, debemos aceptar que tampoco tiene la última palabra… Nos resuelve enigmas, pero no el Misterio.

Tenemos la robótica, la inteligencia artificial y la digital. La digital se refiere a las relaciones humanas en uso de la técnica. Por eso se habla de “la mentalidad tecnológica” que empezamos a ser más consciente de ello. Buscamos la rapidez, la comodidad, la eficiencia en hacer las cosas. No sólo de forma consciente, sino que aprendemos el hábito de forma inconsciente y eso siempre que existe una nueva técnica o nuevos instrumentos. En pocos años ha habido un salto muy significativo en el mundo global o si desea en “la maquinaria global”. Algunos con el golpe de estado mundial financiero van consiguiendo construir una gran máquina que integre a toda la humanidad y manipularla. En parte se ha llegado, pero no en su totalidad. Por eso el gran grito: “Salud o liberación digital”

Por eso es necesaria una fuerte salud digital o de relaciones humanas. O bien la palabra que se utiliza: Humanizar las relaciones digitales. Es necesario educar a los entornos para no caer en disfunciones o disonancias o en desequilibrios. Cultivar sanamente las redes sociales para que nuestra identidad, nuestro simpático e imprescindible “ego” no quede diluido, pillado, atrapado, despreciado en las redes sociales. Es necesaria una salud liberadora. Los poderes fácticos inhumanos o reducidos a sus propios intereses individualistas esclavizan con engaños, mentiras, sofismas y otros medios a las masas. Es necesaria una capacidad crítica para poder cambiar sistemas.

El “ego” necesita saber autorregularse ante la técnica para responsabilizarse de sus capacidades y no ser tragado. Una labor de aprendizaje y educativa de valores. Ésta se transmite por ósmosis. Eso sí, comienza en la familia, tenga el formato que tenga. Y sino es necesario aceptar las consecuencias de falta de autocontrol en palabras y hechos de la hijada. Y se prolonga al ir al sistema de enseñanza. Y aquí es necesario un magisterio o maestría como un profesorado preparado, formado para cuestionar el mismo sistema de enseñanza donde el alumnado es el centro de atención, pero no el que dirige este centro. La autoridad en el sentir de ayudar a crecer es totalmente necesaria. Que el niño o niña en párvulos o primaria o en la enseñanza secundaria obligatoria o postobligatoria debe orientarse, no la autodirección porque no tiene la capacidad. Además, la pedagogía comprensiva, desgraciadamente mal interpretada, ha llevado a un desprestigio del sistema como de la autoridad de los docentes.

Es cierto que esta “maquinaria global” quiere “cerebros tecnificados, no críticos”. O como dice Hanna Arendt (1906-1975), por citar a una autora muy conocida: “La digitalización conduce a la alteración de las capacidades humanas que no pueden modificarse sin cambiar la condición humana”.

Por tanto, es necesaria “una salud digital” que incluye aprender técnicas, pero al mismo tiempo transmitir valores, que respondan a la realidad actual en las coordenadas correspondientes de espacio y tiempo.

Y miento tres personas críticas: Slavoj Zizet con su libro: Hipocresía (diciembre de 2022) y Byung-Chul, Han: La vida contemplativa (2023). Y Esquirol, Josep Maria: Humano, más humano. Una antropología de la herida infinita (2021). Autores para fortalecer la “salud integral”, que contiene la “digital a humanizar”. Sin embargo, como hay muchas conexiones en las redes sociales, me pregunto: ¿Es comunicación? Otro ámbito a debate.

Como no podremos sacar esta maquinaria global, que en parte nos hace la vida mejor, y es necesario que toda la Humanidad pueda disfrutarla, pero no solo para un mundo privilegiado. Un mundo a controlar sanamente y vigilar las psicopatologías que se pueden inferir: adicción, acrítico, psicopatía, solipsista y tanto otros que irán manifestándose.

Autorregulación, responsabilidad, crítico y sobre todo “humanos”. Un tema en primera línea, afortunadamente. Y no en vano el responsable de las jornadas del mes de febrero, cerraba las jornadas diciendo: “Debemos seguir profundizando en el estudio del universo digital siempre con diálogo con la ciencia moderna y con una visión educativa íntegramente humana”.

Jaume PATUEL (1935)

Pedapsicogogo

Fuente Fe Adulta

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Más humana…

Viernes, 7 de abril de 2023
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Más humana,
sin brillos ni adornos,
sin la hermosura que luce
en muchas iglesias,
museos,
coronas
y joyas que nos adornan…

Quiero la cruz como fue en tu historia
en aquel tiempo y circunstancia:
cruz dura y pesada,
cruz amarga
y de sangre manchada,
cruz fracasada…
Pero cruz de vida llena,
cargada de entrega,
perdón
y misericordia…

Más humana,
quiero tu cruz más humana,
para que sea sacramento
de amor y esperanza.

Más humana,
quiero tu cruz más humana,
para que sea signo de tu alianza
hoy que la palabra no asegura nada..

Más humana,
quiero tu cruz más humana,
para que nos muestre tus entrañas
compasivas y divinas.

Más humana,…
¡y que señale la Pascua!

*

Florentino Ulibarri
Fe Adulta

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“El peligro de creerse más que humano”, por Gabriel María Otalora

Martes, 28 de marzo de 2023
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imagenes_cerebro_4a117db7image001Con el desarrollo científico en todos los órdenes se ha fortalecido la confianza ilimitada en las capacidades del ser humano. La consecuencia directa es no aceptar el sometimiento a ningún dios y por extensión, tampoco a las leyes de la vida finita. Hace tiempo que la bioética no se circunscribe al debate médico en los conflictos entre facultativo y paciente y sus eventuales consecuencias jurídicas; esta rama de la ética trabaja también la cuestión ambiental y en el desarrollo de la vida frente al crecimiento consumista, en la línea de lo que afirmó su ideólogo Van R. Potter.

Ante la crisis económica mundial y las tentaciones de reforzar el modelo neoliberal, la ética científica tiene una obligación mayor de hacerse notar para reclamar la importancia y el subsiguiente protagonismo de los verdaderos indicadores del progreso humano, tan desdibujados por nuestro modelo de consumismo insostenible. Las academias de Ciencias de todo el mundo han coincidido sobre la necesaria transición hacia la sostenibilidad. Pero hace falta algo más que un diagnóstico y buena voluntad para cambiar la conciencia de quienes potencian el modelo consumista, sin retornar al otro extremo del péndulo, claro.

El ser humano se vuelve peligroso para sí mismo en la medida que decide prescindir de la ética poniendo en peligro los grandes equilibrios biológicos y del ecosistema. A estas alturas, es preciso salir del generalizado conformismo e indiferencia para cuestionar el fundamento de los patrones de consumo decadente que algunos encubren llamándolo desarrollo. Cuestionarlos como referentes culturales haciendo hincapié en demostrar los caminos alternativos en concordancia con las necesidades humanas básicas, a la vista de los resultados injustos de este Modelo. Tarea ardua, sin duda, cuando las principales agencias de noticias procuran esquivar la crítica a las estructuras inhumanas e insolidarias que rigen los destinos del Planeta, y los cristianos tampoco estamos especialmente implicados en el este tema.

Potter llegó a cifrar la necesaria conversión del desarrollo sostenible en cinco categorías de supervivencia global: la mera supervivencia, la supervivencia miserable, la supervivencia idealista, la supervivencia irresponsable y la supervivencia aceptable. Como supervivencia irresponsable señalaba a la cultura dominante en los países desarrollados basada en el consumo ligado con la explotación, la degradación y el agotamiento de recursos que “provee empleo con elevada remuneración a unos pocos en tanto millones permanecen por debajo de los niveles de pobreza”. Y añadía: “La cultura dominante es irresponsable e inaceptable y no puede sobrevivir a largo plazo”.

Gracias a este humanista, se abrió un camino fundamental para aunar la bioética con la ecología, la medicina y los valores humanos que otros han continuado en la búsqueda de soluciones éticas ante los limitados recursos naturales no renovables; enfrente están quienes eluden su responsabilidad sin ofrecer soluciones prácticas que detengan la transgresión a la naturaleza ni los ratios mundiales de miseria y mortandad. Trabajó para que el conocimiento se utilice al servicio del bien social, combinando  las ciencias ecológicas con un sentido de responsabilidad moral en pos de un mundo en el que se pueda vivir.

En esa dirección, hizo suya la propuesta del ecólogo Aldo Leopold por una “ética de la tierra” que cambie el rol de conquistador por el de miembro solidario de la comunidad planetaria. Para ello, abogaba por una evolución cultural desde la educación -siempre la educación- como base a los cambios que deben producirse en la conducta social hasta que el camino científico y el desarrollo confluyan en los que nada cuentan. Sin duda que todo esto forma parte de la nueva Era que se vislumbra.

Se ha avanzado en el camino de la denuncia y la sensibilización social aunque no tanto como para que lleguen a las soluciones estructurales en manos de los gobernantes (y de los poderes económicos que les dan sombra). Clama al cielo la manera en que el Derecho internacional hace aguas por los cuatro costados, alejado en su práctica de los fines que debe perseguir un verdadero orden mundial. El actual status quo no mejorará hasta que la sensibilidad social apriete a los gobernantes y conviertan la evidencia en una prioridad política mundial; aunque lo hagan por pura supervivencia egoísta.

Entre los fundamentos de la esperanza está el poder que tiene muchos pocos y la fuerza de las convicciones cuando son tan justas como perseverantes. Estoy seguro que Jesús de Nazaret estaría muy sensible con este tema demandando actitudes responsables y solidarias a todos los niveles, también al nuestro, el del seguidor de a pie.

Fuente Atrio

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“Un gran signo humano y cristiano”, por Gabriel Mª Otalora

Miércoles, 1 de marzo de 2023
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Me detengo en una reflexión de Teresa de Calcuta, acorde a la hondura teológica de su compromiso: Ama a los demás, incluyendo a los que son más pobres que tú. No cuesta mucho: puede ser simplemente ofrecerles una sonrisa. El mundo sería mucho mejor si todos sonriéramos más. Sonríe, entonces, muestra alegría y celebra que Dios te ama, nos dice.

La sonrisa del corazón como signo de la confianza en Dios. Parece cosa fácil y por eso extraña que una mujer como Teresa de Calcuta, que se entregó al máximo en la extrema necesidad y la indignidad más escandalosa, se fije en el don de la sonrisa. Lo cierto es que nosotros, que lo tenemos casi todo, sonreímos poco. ¿Pero quién es capaz de sonreír tan francamente como ella? Aquellos cuyo corazón están vaciados del orgullo por una entrega superior, los que saben ver por encima del dolor y el sufrimiento hasta instalarse en la aceptación de lo inevitable. Sonrisas serenas que desarman y que solo la madurez verdadera es capaz de proporcionar por encima de cualquier coyuntura.

 Ella decía que sonreír no cuesta mucho, pero sí que cuesta, porque el orgullo y el ego impiden la sonrisa del corazón. La sonrisa genuina, auténtica, es un sentimiento positivo hermanado con la alegría. Y la alegría supone una medicina para el espíritu y para el cuerpo que atenúa la respuesta fisiológica al estrés y a la ansiedad, además de atemperar la agresividad propia de las emociones negativas.

Si tienes miedo de parecer vulnerable cuando sonríes, acepta que la aparente vulnerabilidad de una sonrisa es precisamente lo que la hace tan poderosa. Sonriendo desde el corazón nos abrimos a los demás y ellos van a responder más fácilmente de ese mismo modo: sonriendo. De hecho, sonreír es un mecanismo de defensa que nada tiene que ver con la debilidad. Al contrario, si alguien intenta derribar tu buen espíritu, sonríele para anular su energía tóxica. Forma parte de la inteligencia emocional porque ayuda a desarmar a un posible corazón herido. No es debilidad sonreír cuando estamos tocados por la desgracia, sino virtud. Es un signo positivo de que hemos aprendido a vivir. Sonreír, en definitiva, es patrimonio de los que aman, de la gente inteligente y sabia.

Algunos nos advierten que Jesús no aparece sonriendo expresamente en el evangelio, como si la conclusión fuera que la adustez es una característica del Maestro. No. Me quedo con dos pasajes que rebaten esas advertencias. El primero es de Marcos: el que no se haga como un niño… El niño es el exponente más humano de la sonrisa, abierto a la admiración de la vida y goza de las cosas sencillas desde la sana algarabía infantil que invade la casa; contagia su alegría y cualquier alegría le es contagiosa. Y cuando el niño se ríe, nos reímos los adultos también. El niño no anda indagando sutilezas ni dobleces; vive la vida en presente, confiado y alegre en su entorno familiar.

El segundo pasaje es de Lucas, cuando resalta con humor la estatura de Zaqueo al presentarle subiéndose cual niño a un árbol para verle a Jesús entre la gente. Y eso le permite el contacto visual con el Maestro, al todopoderoso jefe de publicanos, porque domeñó su orgullo. Luego, con su conversión, seguro que ambos se reglaron alegres sonrisas “porque ha llegado la felicidad a esta casa”.

Sonreír es difícil, y más aun en la adversidad, pero puede convertirse en signo de fe y esperanza para quien la recibe, pues nadie tiene tanta necesidad de una sonrisa como aquel que no sabe sonreír a los demás. La sonrisa puede ser incluso una estupenda oración, el gesto de amor que invita a humanizarnos.

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Penetrar en las grietas de la vida.

Sábado, 21 de enero de 2023
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Del blog de José Arregi Umbrales de Luz:

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La vida es un ir abriendo brechas hasta finalmente comprender que aquél era el camino. Y entonces vuelve a sorprenderme la capacidad de la vida para encontrar resquicios donde seguir creando. Esto es algo que siempre me deja anonadado, como quien bien comprende que la vida nos rebasa, y sobrepasa todo lo que sobre ella podamos pensar. Desde su raíz oscura, la vida busca un lugar donde volver a nacer.

Y en tiempos de catástrofes como es el nuestro, los hombres se ven obligados a demostrar cuántos de ellos conservan aún su pertenencia a lo genuino, a lo humano. Solo el que lleve en sí al menos una mínima parte de la raíz primordial será capaz de guardar aquel manantial oculto del que surge el coraje para seguir luchando. Como afirma Jünger: “En los grandes peligros se buscará lo que salva a mayor profundidad”.

Nuestra esperanza hoy se apoya en que al menos una de estas raíces vuelva a ponernos en contacto con aquel reino telúrico del que se nutre la vida de los pueblos y de los hombres. Necesitamos el valor de penetrar en las grietas para que pueda volver a filtrarse el torrente de la vida.

En medio del miedo y la depresión que prevalece en este tiempo, irán surgiendo, por debajo, imperceptiblemente, atisbos de otra manera de vivir que busque, en medio del abismo, la recuperación de una humanidad que se siente a sí misma desfallecer.” (Ernesto Sábato, España en los diarios de mi vejez, 2004)

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Navidad ¿Qué va a cambiar?

Domingo, 25 de diciembre de 2022
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¡Una vez más: NAVIDAD!

¿Qué va a cambiar?

Nada, excepto tú.

Hazte luz y verás la Luz …

Todo está ahí.

No busques en otra parte el significado de este  acontecimiento-advenimiento.

La humanidad fraterna de Jesús lleva el día que tiene que levantarse en ti.

El Dios vivo vuelve a ponerse en tus manos.

Por tí, para crear con Dios y a  su imagen, un mundo de alegría, luz, belleza.

*

Maurice Zundel

 

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El sentido de la fiesta navideña es la Palabra, de la que el himno de Juan (cf. Jn 1) dice que al principio estaba ¡unto a Dios. De esta Palabra se dice también que se hizo carne y habitó entre nosotros.

        Este es el acontecimiento que celebramos cada año en Navidad: Dios ha venido a nosotros. El nos quita la falta de sentido y las monótonas repeticiones de nuestra vida cotidiana. El mismo es el sentido que da contenido a nuestra vida.

        Estamos acostumbrados a traducir así la primera frase del evangelio de Juan: «En el principio ya existía la Palabra». Pero el término griego logos que se encuentra en nuestro texto, es mucho más amplio. Logos no connota tanto a la pura palabra sino más bien el sentido que viene expresado mediante la palabra. En logos, sentido y palabra son inseparables: el sentido, pues, que captamos en cualquier acontecimiento, supera siempre el episodio concreto que puede ser expresado solamente con palabras. Si uno dice: «Te deseo muchas felicidades» o «Feliz Navidad», no se dirige cordialmente a otro solamente en este momento, sino que con estas palabras expresa algo que trasciende el momento. Así cada sentido supera el momento y el concreto evento en que se produce el encuentro.

        Cuando en Navidad oímos decir: «Nos ha nacido un niño», pensamos en el Niño del pesebre y en todos los demás niños, si bien diferenciándolo de todos, porque él no ha nacido sólo para sus padres, sino también para todos nosotros. También así el sentido del acontecimiento supera siempre el episodio particular, a través del cual ha entrado en nuestra vida. Quien ve sólo lo que tiene ante los ojos no capta el sentido, ni el de la Navidad ni el de la vida en general. El sentido, es decir, la profundidad de la realidad que constituye su contenido. Y porque el sentido de cada acontecimiento trasciende lo que está ante los ojos, para captarlo tenemos necesidad de la palabra.

        Si ahora decimos que: «En el principio era el Sentido», queremos expresar que en el principio era lo que da contenido y significado a toda vida. Ésta es la profundidad de la realidad, de la que se habla cuando se usa la Palabra de Dios. Este sentido último, que confiere contenido y significado a cualquier otro evento, ha sido participado al mundo en el acontecimiento de Navidad.

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W. Pannenberg,
Presencia de Dios,
Brescia 1974, 119-120).

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“Juntos andemos, Señor”… de la mano de Teresa de Jesús

Sábado, 15 de octubre de 2022
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Hoy, el Carmelo Teresiano, la Iglesia Católica y muchos creyentes del mundo entero, recordaremos a esta genial mística castellana y española, Teresa de Jesús… Yo os recomiendo vivamente leer sus Obras completas, acercarse a alguna de las buenas biografías que hay en el mercado. Caminemos de la mano de esta mística de la Humanidad de Cristo, maestra de oración que en el capítulo ocho de su autobiografía nos recuerda que, “No es otra cosa oración mental, a mi parecer, sino tratar de amistad estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama” (V 8, 5).

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“Estando en la Encarnación el segundo año que tenía el priorato, octava de San Martín, estando comulgando, partió la Forma el Padre fray Juan de la Cruz, que me daba el Santísimo Sacramento, para otra hermana. Yo pensé que no era falta de Forma, sino que me quería mortificar, porque yo le había dicho que gustaba mucho cuando eran grandes las Formas (no porque no entendía no importaba para dejar de estar el Señor entero, aunque fuese muy pequeño pedacico). Díjome Su Majestad: «No hayas miedo, hija, que nadie sea parte para quitarte de Mí»; dándome a entender que no importaba. Entonces representóseme por visión imaginaria, como otras veces, muy en lo interior, y dióme su mano derecha, y díjome: «Mira este clavo, que es señal que serás mi esposa desde hoy. Hasta ahora no lo habías merecido; de aquí adelante, no sólo como Criador y como Rey y tu Dios mirarás mi honra, sino como verdadera esposa mía: mi honra es ya tuya y la tuya mía». Hízome tanta operación esta merced, que no podía caber en mí, y quedé como desatinada, y dije al Señor que o ensanchase mi bajeza o no me hiciese tanta merced; porque, cierto, no me parecía lo podía sufrir el natural. Estuve así todo el día muy embebida. He sentido después gran provecho, y mayor confusión y afligimiento de ver que no sirvo en nada tan grandes mercedes.”

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Rel 35;Cfr 7M 2, 1).

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“Lo que pasa en la unión del matrimonio espiritual es muy diferente: aparécese el Señor en este centro del alma sin visión imaginaria sino intelectual, aunque más delicada que las dichas , como se apareció a los Apóstoles sin entrar por la puerta, cuando les dijo: «Pax vobis»“. Continúa diciendo sobre esta unión de Dios y el alma: “Es un secreto tan grande y una merced tan subida lo que comunica Dios allí al alma en un instante, y el grandísimo deleite que siente el alma, que no sé a qué lo comparar, sino a que quiere el Señor manifestarle por aquel momento la gloria que hay en el cielo, por más subida manera que por ninguna visión ni gusto espiritual“. *

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 Moradas. 7, capítulo 2, núm 2,3

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Acaecióme que, entrando un día en el oratorio, vi una imagen que habían traído allá a guardar, que se había buscado para cierta fiesta que se hacía en casa. Era de Cristo muy llagado y tan devota que, en mirándola, toda me turbó de verle tal, porque representaba bien lo que pasó por nosotros. Fue tanto lo que sentí de lo mal que había agradecido aquellas llagas, que el corazón me parece se me partía, y arrojéme cabe El con grandísimo derramamiento de lágrimas, suplicándole me fortaleciese ya de una vez para no ofenderle.”

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(Libro de la Vida, capítulo 9,1)

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“Bendito seáis por siempre, que aunque os dejara yo a Vos, no me dejasteis Vos a mí tan del todo, que no me tornase a levantar, con darme Vos siempre la mano; y muchas veces, Señor, no la quería, ni quería entender cómo muchas veces me llamabais de nuevo.

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(Libro de la Vida, capítulo 6,9)

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“Juntos andemos Señor.

Por donde vayas tengo que ir,

por donde pases tengo que pasar.”

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(Camino de Perfección 21, 26)

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Entre los pucheros anda el Señor…

“No es sola esta persona, que otras he conocido de la misma suerte, que no las había visto algunos años había y hartos; y preguntándoles en qué se habían pasado, era todo en ocupaciones de obediencia y caridad. Por otra parte, veíalos tan medrados en cosas espirituales, que me espantaban. Pues ¡ea, hijas mías!, no haya desconsuelo cuando la obediencia os trajere empleadas en cosas exteriores; entended que, si es en la cocina, entre los pucheros anda el Señor ayudándoos en lo interior y exterior.”

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Fundaciones 5, 8

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Charles Taylor: Exploremos la existencia en vez de intentar controlarla.

Sábado, 17 de septiembre de 2022
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0472F59B-E9DC-4766-B7E0-290DB0468E03En su reciente viaje a Canadá. el papa Francisco citó a un filósofo y sociólogo canadiense. No necesitaba Charles Taylor esta mención para ser considerado como uno de los máximos teóricos de la religión. Pero, además, es una persona creyente. De ello habla en esta entrevista que creo puede iluminar cosas que andamos buscando en Atrio: sentido, fe, conocimiento, vida... AD.

Se enfrentó como ningún otro pensador a los retos que plantea la modernidad: el filósofo canadiense Charles Taylor, de 90 años, cuenta a La Croix L’Hebdosu relectura del proyecto moderno y evoca las dificultades a las que se enfrenta hoy. Al mismo tiempo que ofrece la sabiduría de su avanzada edad.

La Croix L’Hebdo: Se dice que todo gran filósofo es un hombre de preguntas. ¿Cuál es la suyo?

Charles Taylor: Creo que todo mi trabajo gira en torno a un centro: ¿qué es el ser humano? Este interés se remonta a mucho tiempo atrás, a cuando era estudiante en Oxford. Me llamó mucho la atención, ¡negativamente! – por la filosofía que me enseñaron allí. Era una filosofía muy cartesiana y lockeana, es decir, se guiaba por una concepción dualista del ser humano, dividido entre cuerpo y alma.

Era y ha seguido siendo evidente para mí que el ser humano no funciona así, de forma mecánica. Esto es lo que pretendía demostrar. Entonces quise arrojar luz sobre cómo el hombre se entiende a sí mismo a través de lenguajes muy variados, que pueden contener más que palabras, porque también se puede entender a través de la música, de una obra de arte… Busqué los lenguajes que permiten al hombre desarrollar su vida interior, su vida profunda.

Se le considera un gran filósofo de la modernidad. ¿Qué es para usted la modernidad y cuál es el significado fundamental del proyecto moderno?

T.: Sí se me puede considerar un filósofo de la modernidad. ¿Por qué creo que es así? Porque creo que el ser humano sólo puede entenderse a través de su historia. Para ser un filósofo de la modernidad, hay que tener una cierta concepción de dónde estamos y de dónde partimos, y medir la diferencia entre ambos.

¿Qué es la modernidad? No tengo una respuesta sencilla a esta pregunta, pero destacaría algunos elementos muy llamativos. En primer lugar, está la ciencia moderna, que ofrece una concepción del cosmos completamente diferente de las grandes visiones del pasado. Después de Galileo, Descartes y Bacon, hasta los más recientes descubrimientos sobre el universo, pensamos en el ser humano a través de su evolución. La ciencia forma ya parte de nuestra concepción más profunda de nosotros mismos.

Como segundo factor de la modernidad, muy diferente, destacaría nuestra capacidad de organización, de control, de dominio. Se trata de una actitud que surgió entre los siglos XVII y XVIII, y que cada vez se acentúa más. Lo vemos con la pandemia de Covid-19. En la Edad Media, este tipo de epidemia se habría considerado una plaga, un castigo divino. Hemos organizado cuarentenas, el uso de mascarillas, buscado vacunas para controlar la enfermedad… Es una actitud moderna.

Finalmente, el tercer factor es que esta autoorganización en nuestra relación con el universo va de la mano de la autoorganización política, el gran movimiento del advenimiento de la democracia y la emancipación política.

¿Qué está en juego en la modernidad actual?

T.: Esta es la pregunta que me hice cuando era un joven estudiante en Oxford. Hay una forma de entender la modernidad que dice: “La modernidad es ciencia y tecnología”, y considera que todo lo demás son supersticiones, ideas vagas, esperanzas y miedos irracionales que es mejor dejar de lado. Esta es una tentación muy fuerte en estos días. Es fácil ver que, cuando algo va mal, nuestra primera reacción es buscar formas de controlarlo, de meterlo en una caja, de evitarlo por medios tecnológicos.

Sin embargo, esta actitud deja un hueco, un vacío, deja fuera lo que se puede caracterizar como el problema del sentido de la vida humana. Es dentro de este cuestionamiento, si uno lo siente, donde nacen las intuiciones. Llevan a la gente hacia una cierta fe, una cierta espiritualidad, formas expresivas, que les llevan a explorar la existencia más que a controlar lo que sucede. En primer lugar, la conciencia de la inmensa diversidad de caminos, de senderos hacia el sentido profundo de la existencia humana. En segundo lugar, existe una gran división entre quienes se interesan por estas vías de sentido y quienes creen que sólo importan la ciencia y la tecnología, y que por lo demás se aferran a la concepción de un ser humano que se enfrenta a un universo sin sentido. Ahora hay toda una retórica en torno al sinsentido del universo. Prefiero mirar en la primera dirección.

¿En qué punto nos encontramos en la realización del proyecto de la modernidad?

T.: Lo que más me fascina y, al mismo tiempo, me preocupa es la evolución en la que estamos inmersos. Estamos, por así decirlo, obligados a aspirar a los valores que nos hemos dado y que están definidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948: libertad, igualdad entre los seres humanos, autogestión en el sentido más amplio, que incluye el proyecto de sociedades gobernadas democráticamente. Casi todo el mundo dice formar parte de este proyecto, excepto quizá Arabia Saudí. Pero, ¿cómo se puede realizar?

Poner en práctica el proyecto moderno significa enfrentarse a muchas y profundas dificultades. Hoy nos enfrentamos a patologías relacionadas con las identidades comunes. La primera de ellas es que hay ciudadanos de pleno derecho y otros que no lo son, o en menor grado. Estas diferencias de estatus provienen de concepciones casi inconscientes de las jerarquías entre hombres y mujeres, entre blancos y negros, entre occidentales y personas del mundo ex-colonial… Mientras estas personas de “segunda clase” ocupen su lugar, todo parece ir bien, pero en cuanto intentan poner en práctica la igualdad proclamada en principio, esto provoca una profunda crisis de identidad.

Esta es la crisis a la que se enfrenta Estados Unidos hoy en día, con el florecimiento de la supremacía blanca, abiertamente propugnada. Políticamente, asistimos a la lucha entre dos definiciones de identidad común.

Por un lado, los de Trump, para quienes la identidad americana más válida es la de los blancos de Inglaterra, a menudo evangélicos. Los que llegaron después son considerados ciudadanos de segunda clase. Por otro lado, Barack Obama y Joe Biden tienen una concepción diferente de la identidad, resumida en la frase de la Constitución de EE.UU. que afirma que aspira a “una unión más perfecta” y promueve una sociedad que se transforma para cumplir la promesa de igualdad y libertad que proclamó originalmente. El conflicto entre los defensores de estas dos formas opuestas de identidad se hace casi irresoluble.

Si se me permite hablar de Francia, creo que la situación es similar. Hay franceses que parecen sentirse amenazados por la presencia de musulmanes o excolonizados y no dejan de imponerles límites, no llevar el velo en la escuela, por ejemplo, o, como propuso la señora Le Pen durante la campaña, tampoco llevarlo en la calle. Sería una injusticia flagrante: estas mujeres musulmanas tendrían que elegir entre abandonar la práctica de su fe o quedarse en Francia. Para mí, esta es la versión francesa de la lucha de identidades entre republicanos y demócratas estadounidenses.

¿Cómo podemos esperar superar esta grave brecha entre los ciudadanos?

T.: En todas partes, las crisis que tiran de la identidad nacional hacen que la gente sólo pueda ver al otro como un traidor. Esto socava la vida política, que se convierte en un callejón sin salida. Hay una manera de superar esta oposición, de trascenderla, pero requiere un cambio bastante profundo en la concepción de lo que es la buena vida, la vida profunda, la vida que realmente realiza el potencial de la humanidad. Pienso en líderes como Martin Luther King o John Lewis, que vieron la posibilidad de proponer al adversario, casi al enemigo, una nueva forma de relacionarse con el otro que acepta la diferencia y abre la posibilidad de un replanteamiento creativo de la convivencia.

Así pues, hay saltos cualitativos en la historia que los pueblos son capaces de dar, pero para ello es necesario que los portavoces de un bando abandonen realmente la postura del miedo y del odio, de la ira y del temor, para dirigirse al otro como posible interlocutor. “Dejad la carga del odio”, propuso John Lewis. Esta visión antropológica de que el odio es una carga, algo que te aplasta, me parece realmente extraordinaria. Pero la oferta de diálogo tiene que ser recibida. No sé si esto sigue siendo posible en Francia y Estados Unidos… En Canadá, la situación es un poco menos grave, porque la sociedad está menos polarizada.

Sin embargo, me gustaría añadir que el gran reto de la democracia al que nos enfrentamos hoy no debería sorprendernos. En cierto modo, estaba inscrito en los altísimos objetivos que aceptamos al convertirnos en modernos, en el proyecto de crear esta sociedad autónoma, que requiere cierta unidad e igualdad entre los ciudadanos. Ante estas dificultades, o bien decimos que los regímenes autoritarios tienen razón, y renunciamos a la igualdad y al autogobierno, dejándonos gobernar por líderes esperanzadamente benévolos; o intentamos avanzar.

¿En qué terreno está arraigada su vocación filosófica, que es también una vocación de diálogo?

T.: Creo que tiene su origen en el bilingüismo de mi familia. Cuando era niño, ocurría que a menudo nos encontrábamos en familia, bien entre anglófonos que hablaban francés, bien entre francófonos que hablaban inglés. A mis padres y a mí nos llamó la atención lo que escuchamos de cada uno. Nos llamó la atención los malentendidos entre los dos grupos.

En lugar de abandonar los temas irritantes, especialmente los políticos, esta situación dio a mi familia la vocación de explicarse. Decir: “No, los otros no son así”. Tomamos este camino de forma espontánea, porque también queríamos que estos dos grupos se llevaran bien, ya que nos resultaba desgarrador que estuvieran enfrentados. Cuando tomas este camino, te conviertes de alguna manera en un traductor a pesar de ti mismo.

Es un cristiano, un católico. ¿Cuál ha sido su trayectoria de fe?

T.: Nací en Quebec, en una familia mixta anglicano-católica. La parte católica de mi familia está ligada a mi madre, que es francófona. Mi padre, anglicano, no era muy devoto. Era de Toronto y no hablaba ni una palabra de francés. (Risas.) De niño, iba a misa todos los domingos en una parroquia algo rica de Outremont. Allí aprendí una cierta retórica católica, pero no cuajó, y de adolescente me apagó por completo el extraordinario afán de control que conllevaba ese catolicismo. Leer más…

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“Desierto”, por Miguel Ángel Mesa

Jueves, 5 de mayo de 2022
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desiertoDel blog de Miguel Ángel Mesa Otro mundo es posible:

La ciudad suele imprimir una vida consumida por la prisa y la necesidad de eficacia, sin pérdida de tiempo, produciendo en nosotros estrés y una celeridad e impaciencia que, cada vez, nos cuesta más abandonar para recuperar la quietud y el sosiego.

Además de esta realidad absorbente y desestabilizadora, para poder desarrollar algo de humanidad, de cercanía hacia el otro, utilizamos cada día con más asiduidad las redes sociales, para sentirnos acompañados, para darnos cuenta si la gente está pendiente de nosotros o no, si lo que compartimos es reenviado, retuiteado, reguasapeado…

Esta necesidad nos obliga a estar pendientes constantemente de la pantalla, no pudiendo prescindir del móvil en ningún momento, para no perdernos ningún mensaje de los que nos envían nuestros followers. Son los seguidores, que nos aportan felicidad cuando nos leen y responden con asiduidad y rapidez, o desilusión y desamparo si nos abandonan.

Aunque en teoría podamos tener 500, 1.000 o más “amigos” en Twitter, Facebook o Instagram, al final muchas veces nos encontramos solos porque, a la hora de la verdad, nos faltan las amistades auténticas, esas que están a tu lado en los buenos y en los malos momentos. Y que se suelen contar normalmente con los dedos de una mano.

La ciudad nos puede devorar. La ciudad exterior, en la que vivimos, nos desplazamos hasta el trabajo, la compra o el entretenimiento. Una ciudad llena de gente pero herida de soledades, de marginación, de exclusión… Demasiadas almas desiertas, vacías y resecas por el desamparo, el rechazo, la intolerancia o la violencia. Siempre estamos rodeados de gente pero, en realidad, la euforia de las multitudes se transforma muchas veces en el desierto de la soledad. Porque el desierto, si no es buscado y gustado, se puede transformar en una trampa mortal.

Por eso es necesario ayunar de vez en cuando de las redes sociales, dejar el móvil o la tablet a un lado y centrarnos en lo esencial. Como, por ejemplo, recuperar la llamada telefónica para hablar tranquilamente con la persona que está enferma y sola. Quedar con los amigos para pasear, ir al teatro o tomar una cerveza, disfrutando de la buena compañía, recuperando, recreando y fortaleciendo la amistad. Dedicar tiempo a la pareja o a la familia, teniendo detalles, perdiendo el tiempo, jugando, viendo una película… pero juntos.

Si no queremos naufragar en medio de esta vorágine, tenemos que parar, hacer un inciso en la actividad diaria para restaurar nuestra serenidad perdida.

Para ello es conveniente callar tanto ruido como llevamos dentro, haciendo silencio interior, para poder valorar las experiencias, los encuentros, los problemas y malestares íntimos. Solo entrando en el desierto de nuestro corazón podremos alcanzar el equilibrio, para volver a la existencia con más fuerza, ánimo y alegría.

Entonces el desierto se vuelve fértil, comienza a florecer, lenta pero constantemente. Y, buscando sin descanso, lograremos descubrir de nuevo, o por primera vez,  el pozo, el manantial que sigue fluyendo por las cavernas subterráneas que existen en nuestro hondón interior.

O las ascuas que siguen ardiendo, dando calor e iluminando, manteniendo vivo el deseo de paz profunda, el anhelo de sentirnos vivos, palpitando nuestro corazón ardiente en medio de las cenizas cotidianas.

(Publicado en Respira tu ser. Espiritualidad para la vida. Meditaciones, Ediciones Feadulta, Illescas 2021, pp. 135-136)

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Síndrome de Caín.

Miércoles, 27 de abril de 2022
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Rathsack_Cain_AbelSvend Rathsack (1885-1941).

Ya he adivinado por qué no se para la guerra. Porque vivimos el síndrome de Caín. Cuando Caín mata a su hermano Abel, Dios le marca con una señal para que nadie ataque a Caín por haber sido fratricida. Eso es lo que veo y siento. Vivimos un auténtico rencor y violencia contra los atacantes de la guerra.

Nos gustaría castigarlos incluso con la muerte. En el fondo vivimos todos con una fuerte violencia. Parecida a la que ellos tienen. Y así lo que hacemos es aumentar el mar de la muerte. La guerra es como una gran nube muy alta. Y cada explosión que vemos nos provoca otra nube inmensa de odio y venganza.

Ya sé que es muy difícil pero mientras no nos eduquemos y formemos todos en el perdón, no dejaremos de construir una inmensa nube, cada vez mayor, de enemistad, violencia, agresividad, muerte.

Me gusta mucho una oración que funciona por ahí y que la hace suya el papa Francisco. Dice así”: Y cuando, Dios, hayas detenido la mano de Caín, cuida también de él. Es nuestro hermano”. Es la forma de parar la violencia de la guerra y de la muerte.

En mi ingenuidad, me imagino el mundo como un inmenso tren de los que andaban con vapor. Según echemos vapor positivo o negativo, el tren corre hacia la paz o la guerra.

Somos toda la humanidad la que tenemos en nuestras manos el conducir el mundo hacia uno u otro lugar. No hay un solo conductor. Todos somos guías de la marcha del mundo.

Vivimos en mundo acostumbrado al juicio condenatorio. Así cuando hablamos de la pederastia, entendemos y comprendemos que ha de haber castigo a los que lo han cometido. Pero, una vez admitido el castigo y la pena, yo creo que también es preciso que acompañemos al Caín que pudo existir en cada delincuente. No podemos dejar de amarlos y acompañarlos para su recuperación total.

Necesitamos un mar en calma total. Cualquier ola, la produzca el viento que sea, colabora a crear grandes olas que remueven las aguas y embravecen el mar. Y necesitamos una mar serena, en paz, transparente.

Gerardo Villar

Fuente Fe Adulta

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“Humano como Jesús, solo Dios puede serlo“, por Gabriel Mª Otalora

Sábado, 9 de abril de 2022
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Jesus modernoDe su blog Punto de encuentro:

Partimos de algo extraordinario. Dios, omnipotente e increado, inmanente y trascendente del que ni siquiera podemos balbucear nada suyo excepto lo que amorosa y gratuitamente nos ha sido revelado; es decir, que se hace uno de nosotros adquiriendo la condición frágil y limitada en todo, excepto en la maldad, sin atajos de ningún tipo… Ni siquiera se avino a nacer en una familia media o acomodada, mucho menos entre las seguridades de un palacio; al contrario, llegó de manera humilde, vivió como uno más la vida cotidiana en un pueblecito de mal nombre y en una zona peligrosa como era Galilea. En un momento dado, Jesús salió del anonimato para acompañarnos en nuestros dolores e injusticias poniendo lo esencial de Dios a nuestro alcance: su amor desbordante e infinito, sanador y lleno de sentido, especialmente con los más desfavorecidos precisamente por eso: porque son los más lo necesitan.

Cuando nos quejamos a Dios de los sufrimientos y dolores, no solemos reparar  en lo esencial: por amor nos mostró la manera de vivir mejor desde la propia condición humana. Aun así, fue incomprendido y rechazado por lo que suponía de cambio hacer el bien. Su amor inquebrantable quiso festejar la verdadera vida, pero tuvo miedo, decepciones, oró muchísimo para pedir luz y fuerza… Su paso por este mundo fue una renovación de la Alianza del Sinaí, aunque no desde una deidad al estilo de Aristóteles, lejana estática, motor inmutable, o simplemente sin implicarse en nuestras vidas. Tampoco desde la ostentación de su poder, algo que aplastaría nuestra libertad.

Su ejemplo, más allá de no hacer el mal nadie, nos acompañó en el día a día humano revolucionando la existencia sin escatimar dificultades, dolores ni frustraciones; alegrías y plenitudes, todo lo que implica vivir la condición humana hasta lo más hondo y de manera plena. Lo más gordo y lo paradójico, es que fracasó como ser humano dando la imagen aparente de que el mal es más fuerte que el bien.

Su vida no fue la que se esperaba del Mesías, de libertador poderoso contra los enemigos del pueblo judío, gracias a un dios con el perfil de las deidades griegas y otras similares, pero no el Dios Amor que se va revelando a lo largo de la historia en nuestras experiencias diarias.

El Mesías se mimetizó en un humilde sembrador de Vida plena sin haber disfrutado de la recolección de sus frutos, pues el domingo de Ramos pronto se transformó en la peor de las pesadillas en medio de calumnias y el descrédito total, humillaciones, tortura y muerte a manos de quienes aparentaban defender a Dios.

Esto es algo que debiera interpelar a nuestra vanagloria pues no somos eslabones sueltos sino partes de una larga cadena de sembradores, incluidos quienes van en la misma dirección sin ser cristianos, algo que ha actualizado la apuesta sinodal de Francisco. Todo lo que va en la dirección del amor solidario, en cualquiera de sus manifestaciones, están en la dirección de Cristo, tal como lo recogen Marcos (9,40) y Lucas (9,50): Quien no están contra mí, está conmigo.

Todos esperaban un Salvador a la manera humana, es decir, alguien con vitola de poder que ponga las cosas en su sitio a los que no aceptan sus mandamientos. El primer sorprendido fue su primo, Juan el bautista que esperaba otro estilo de Mesías más severo y vencedor.  Aun así, quienes no están dispuestos a prescindir de su estatus para mejorar la vida de los que peor viven, pronto entienden que Jesús es peligroso precisamente por lo buena persona que resulta con todos. Y por ser fiel a vivir despojado de su rango, es calumniado y asesinado como un malhechor fracasado ante el oprobio y la cobardía de casi todos.

Ahora bien, esa Cruz está revestida de la Buena Noticia de la resurrección. Vivimos ya pequeñas muertes y pequeñas resurrecciones. No acaba todo con la muerte; al contrario, ahí comienza la experiencia de la fe que no debe ser tan fácil cuando sus propios discípulos se negaron a creer en ella cuando las mujeres fueron apóstoles (enviadas) a comunicarles que Jesús había resucitado. He dicho bien, apóstoles. Os recomiendo vivamente que leáis de seguido los cuatro relatos evangélicos de la Buena Noticia del resucitado. Veréis la claridad con la que se destaca el papel exclusivo del apostolado de las mujeres… Curiosamente, de una mujer nació el Mesías, y unas mujeres fueron las enviadas a comunicar que Cristo ha resucitado…

Ningún otro relato de otras divinidades ha llegado a tanto. Qué acertado está Evaristo Villar cuando escribe “Humano como Jesús, solo Dios puede serlo”. Nadie más.

El riesgo permanente es conformarnos con conocer la cruz someramente, culturalmente, sin transformación verdadera ni ligada a la Buena Noticia auténtica del Dios-Amor a la manera del relato del hijo pródigo. Sin embargo, ahí están las procesiones de Semana Santa, donde el sufrimiento y la muerte de Jesús juegan el papel estelar concitando mucha mayor atención que la Resurrección.

Ojalá estas reflexiones ayuden a vivir mejor la Cuaresma.

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Recordatorio

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