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“Aprender a adorar a Dios”. 2 domingo después de Navidad – C (Juan 1,1-18)

Domingo, 5 de enero de 2025

IMG_9231Hoy se habla mucho de crisis de fe, pero apenas se dice algo sobre la crisis del sentimiento religioso. Y, sin embargo, como apunta algún teólogo, el drama del hombre contemporáneo no es, tal vez, su incapacidad para creer, sino su dificultad para sentir a Dios como Dios. Incluso los mismos que se dicen creyentes parecen estar perdiendo capacidad para vivir ciertas actitudes religiosas ante Dios.

Un ejemplo claro es la dificultad para adorarlo. En tiempos no muy lejanos parecía fácil sentir reverencia y adoración ante la inmensidad y el misterio insondable de Dios. Es más difícil hoy adorar a quien hemos reducido a un ser extraño, incómodo y superfluo.

Para adorar a Dios es necesario sentirnos criaturas, infinitamente pequeñas ante él, pero infinitamente amadas por él; admirar su grandeza insondable y gustar su presencia cercana y amorosa que envuelve todo nuestro ser. La adoración es admiración. Es amor y entrega. Es rendir nuestro ser a Dios y quedarnos en silencio agradecido y gozoso ante él, admirando su misterio desde nuestra pequeñez.

Nuestra dificultad para adorar proviene de raíces diversas. Quien vive aturdido interiormente por toda clase de ruidos y zarandeado por mil impresiones pasajeras, sin detenerse nunca ante lo esencial, difícilmente encontrará «el rostro adorable» de Dios.

Por otra parte, para adorar a Dios es necesario detenerse ante el misterio del mundo y saber mirarlo con amor. Quien mira la vida amorosamente hasta el fondo comenzará a vislumbrar las huellas de Dios antes de lo que sospecha. Solo Dios es adorable. Ni las cosas más valiosas ni las personas más amadas son dignas de ser adoradas como él. Por eso solo quien es libre interiormente puede adorar a Dios de verdad.

Esta adoración a Dios no aleja del compromiso. Quien adora a Dios lucha contra todo lo que destruye al ser humano, que es su «imagen sagrada». Quien adora al Creador respeta y defiende su creación. Están íntimamente unidas adoración y solidaridad, adoración y ecología. Se entienden las palabras del gran científico y místico Teilhard de Chardin: «Cuanto más hombre se haga el hombre, más experimentará la necesidad de adorar».

El relato de los magos nos ofrece un modelo de auténtica adoración. Estos sabios saben mirar el cosmos hasta el fondo, captar signos, acercarse al Misterio y ofrecer su humilde homenaje a ese Dios encarnado en nuestra existencia.

Los creyentes tenemos imágenes muy diversas de Dios. Desde niños nos vamos haciendo nuestra propia idea de él, condicionados, sobre todo, por lo que vamos escuchando a catequistas y predicadores, lo que se nos transmite en casa y en el colegio o lo que vivimos en las celebraciones y actos religiosos.

José Antonio Pagola

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Segundo domingo después de Navidad. Una historia en cinco etapas

Domingo, 5 de enero de 2025

IMG_9318Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Las lecturas de este domingo no son fáciles de entender. Y en la celebración parroquial se añade el problema, este año 2025, de que la gente está pensando en la cabalgata de Reyes que se celebrará por la tarde.

            El problema de la primera lectura (Eclesiástico) es que se centra en la Sabiduría, pero hablando de ella como si fuese una señora, no un conjunto de conocimientos. Y lo poco que se lee en la liturgia no ayuda a aclarar las ideas. Por eso las he desarrollado en el “Presupuesto para entender el Prólogo”.

            La segunda lectura (Efesios) es de estilo recargado y barroco, pero más clara. El autor de la carta bendice a Dios por todos los beneficios que nos ha concedido, le da gracias por la fe de los miembros de su comunidad, y le pide que sepamos comprender la esperanza a la que nos llama.

            El evangelio (Prólogo de Juan) parece que lo compuso el evangelista a partir de un himno a la Palabra de Dios (equivalente a la Sabiduría), intercalando en dos ocasiones unas referencias a Juan Bautista. La liturgia permite suprimir esos añadidos, y es lo más adecuado.


Presupuesto para entender el Prólogo

Las conquistas de Alejandro Magno, a finales del siglo IV a.C., supusieron una gran difusión de la cultura griega. En Judea, como en todas partes, los griegos ejercían un influjo enorme: cada vez se hablaba más su lengua, se imitaban sus costumbres, se construían edificios siguiendo su estilo, se abrían gimnasios, se enseñaba la doctrina de sus filósofos. Los judíos, al menos la clase alta, estaban encandilados con la sabiduría de Grecia. Sin embargo, algunos autores no compartían ese entusiasmo. Para ellos, la sabiduría griega era un producto reciente, obra del ingenio humano, y tenía su templo en un lugar pagano, Atenas. La verdadera sabiduría es eterna, procede de Dios, y reside en Jerusalén. Esto puede decirse con palabras vulgares, o poéticamente, presentando a la sabiduría como una mujer y contando su historia. Basándonos en diversos textos bíblicos podemos reconstruir esa historia de la Sabiduría.

La historia de la Sabiduría de Dios

1ª etapa: la Sabiduría junto a Dios desde el comienzo (Proverbios 8,22-36).

El Señor me estableció al principio de sus tareas,
al comienzo de sus obras antiquísimas.
En un tiempo remotísimo fui formada,
antes de comenzar la tierra.
Antes de los océanos fui engendrada,
antes de los manantiales de las aguas.
Todavía no estaban encajados los montes,
antes de las montañas fui engendrada.
No había hecho aún la tierra y la hierba
ni los primeros terrones del orbe.

2ª etapa: la Sabiduría y la creación

Cuando colocaba el cielo, allí estaba yo;
cuando trazaba la bóveda sobre la faz del océano;
cuando sujetaba las nubes en la altura
y fijaba las fuentes abismales.
Cuando ponía un límite al mar,
y las aguas no traspasaban su mandato;
cuando asentaba los cimientos de la tierra,
yo estaba junto a Él, como aprendiz, yo era su encanto cotidiano,
todo el tiempo jugaba en su presencia;
jugaba con la bola de la tierra
disfrutaba con los hombres.

Tercera etapa: la Sabiduría se instala en Jerusalén (Eclesiástico, 24).

Por todas partes busqué descanso
y una heredad donde habitar.
Entonces el creador del universo me ordenó,
el creador estableció mi morada:
Habita en Jacob, sea Israel tu heredad.
En la santa morada, en su presencia ofrecí culto
y en Sión me establecí;
en la ciudad escogida me hizo descansar,
en Jerusalén reside mi poder.
Eché raíces entre un pueblo glorioso,
en la porción del Señor, en su heredad.

Cabe la posibilidad de que algunos rechacen los consejos de la sabiduría. De hecho, muchos judíos no aceptaban este mensaje. Otro autor presenta a la Sabiduría como una mujer que se queja de no ser escuchada (Proverbios 1,22-25).

Os llamé, y rehusasteis;
extendí mi mano, y no hicisteis caso;
rechazasteis mis consejos,
no aceptasteis mi reprensión.

En resumen: la sabiduría de Dios está junto a él desde el principio, lo acompaña en el momento de la creación, disfruta con los hombres, se establece en Israel. Pero muchos no disfrutan con ella. Prefieren seguir otro camino, no le hacen caso.

La historia de la Palabra

El autor del Prólogo aplicó las ideas anteriores a Jesús, introduciendo algunos cambios. Ante todo, en vez de llamarlo Sabiduría de Dios, lo llama Logos (Verbo, Palabra).

Primera etapa: la Palabra junto a Dios

Al principio existía la Palabra,
y la Palabra estaba junto a Dios,
y la Palabra era Dios;
ella estaba al principio junto a Dios.

Hay una diferencia notable con el texto sobre la Sabiduría. La sabiduría es creada por Dios. La Palabra, no; existe con él desde el principio. Además, el autor del himno es muy sobrio, no se le ocurre decir que la Palabra jugaba en presencia de Dios.

Segunda etapa: la Palabra y la creación

Todo fue hecho mediante ella,
y sin ella no se hizo nada de lo hecho.
Lo que surgió en ella fue la vida,
y la vida era la luz de los hombres;
y la luz brilla en la tiniebla,
y la tiniebla no consiguió derrotarla.

Parece un trabalenguas, pero es muy sencillo: todo fue creado por la Palabra de Dios. El sol, la luna, las estrellas, las montañas, el mar…, el mármol, la madera, el cristal… Todo ha sido creado por la Palabra de Dios. Y ella, además de haber creado a los hombres, es también nuestra luz. La única novedad, muy importante, es que desde el principio se entabla una lucha entre la luz y la tiniebla; pero la tiniebla no logra imponerse, no puede derrotarla.

Tercera etapa: el mundo, creado por la Palabra, la ignora.

Hasta ahora todo ha ido bien. Dios y la Palabra pueden estar contentos. De pronto, advierten que la Palabra es ignorada por el mundo.

En el mundo estaba,
y aunque el mundo se hizo mediante ella,
el mundo no la conoció.

El mundo no se refiere aquí a los seres inanimados sino a las personas que ignoran a Dios, no lo adoran, o prescinden de él. En autor del Prólogo piensa en todos los pueblos paganos, que podrían haber conocido al Dios verdadero, pero que habían caído en diversas formas de idolatría.

Cuarta etapa: la Palabra decide instalarse en Israel; su pueblo la rechaza

¿Qué hará la Palabra cuando se vea ignorada por el mundo? Para un judío, la respuesta es clara: refugiarse en Israel, el pueblo elegido, igual que hacía la sabiduría: “Eché raíces entre un pueblo glorioso, en la porción del Señor, en su heredad”. Eso mismo hace la Palabra, pero se encuentra con una desagradable sorpresa:

Vino a su casa,
y los suyos no la recibieron.

Quinta etapa: la Palabra decide hacerse carne y habitar entre nosotros.

La Palabra ha sufrido dos derrotas: el mundo la ignora, su pueblo la rechaza. ¿Qué haría cualquiera de nosotros en su lugar? Quedarse junto a Dios y olvidarse de todos. Afortunadamente, Dios no es así. La Palabra toma la decisión más asombrosa que se puede imaginar.

Y la Palabra se hizo carne
y puso su tienda entre nosotros
y contemplamos su gloria,
gloria de Hijo único del Padre,
pleno de gracia y de lealtad.
Pues de su plenitud todos hemos recibido
gracia tras gracia.

Del optimismo ingenuo al realismo mágico

La historia de la Sabiduría resulta demasiado optimista. El himno puede parecer muy pesimista. Sin embargo, no lo es. Aunque no sea todo el mundo ni todo Israel, hay un grupo, formado por judíos y paganos, dispuestos a acoger a Jesús, a creer en él. Y ésos, todos nosotros, reciben una enorme recompensa.

Pero a los que la recibieron
los hizo capaces de ser hijos de Dios.

Este grupo contempla su gloria, y de su plenitud recibe gracia tras gracia.

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Y acampó entre nosotros.

Domingo, 5 de enero de 2025

la-sagrada-familia-inmigranteVolvemos a leer el texto “navideño” que leímos el día de Navidad, el prólogo del evangelio de Juan. Al leerlo a los ocho días, en su octava, se quiere decir que la solemnidad de la Navidad, por ser nuclear en la fe, merece una celebración prolongada.

Subrayamos una frase que conocemos muy bien por el ángelus, pero que merece una reflexión: LA PALABRA ACAMPÓ ENTRE NOSOTROS. En ese breve enunciado se dice algo singular: Dios ha abandonado su cielo y ha venido a poner su tienda en nuestra historia con intención de no quitarla nunca más. Es una tienda montada para siempre, no con la brevedad de una acampada. A partir de ahora, quien quiera encontrar a Dios no tendrá salir en su búsqueda hacia un cielo exterior, sin que habrá que ahondar en la vida porque en su fondo Dios ha puesto su morada.

Toda esta espiritualidad no la hemos tomado realmente en serio. Nosotros seguimos pensando, en nuestro imaginario religioso, que Dios está en su cielo y nosotros aquí en la tierra. No mezclemos las cosas. Hacer a Dios compañero de nuestra historia, participante de lo nuestro es algo que todavía no nos entra en la cabeza y en el corazón.

Si intuimos aquí una dimensión nueva de la fe, podemos pensar:

· Dios es vecino de nuestro barrio: se mueve por nuestras calles, apoya nuestras problemáticas vecinales. Solemos decir “cada uno en su casa y Dios en la de todos” para remarcar un cierto individualismo. Pero la segunda parte es interesante: “Dios en la de todos” ¿Es así o está lejos de la casa de todos? ¿Por qué nos cuadra más un Dios lejos? ¿Nos molesta un Dios cercano?

· Dios es caminante de nuestras sendas: sean acertadas o equivocadas. Decimos, a veces, cuando nos inunda el desamparo: “Estamos dejados de la mano de Dios”. Nunca nos deja él de su mano y, menos todavía, cuando lo necesitamos más.

· Dios es de nuestra misma condición: decimos popularmente que “Dos que duermen en un colchón se hacen de la misma condición”. Dios “duerme” en nuestro colchón, se hace de nuestra misma condición. Eso es lo que queremos decir cuando hablamos de la encarnación del Señor.

Alegrémonos de que Dios haya tomado nuestra historia para construir en ella su morada. Él es distinto de nosotros, pero no está más lejos que nosotros. No temamos humanizar a Dios porque, cuanto más hondamente humano, más divino para nosotros.

Puede que todo esto nos diga poco. Pero, si lo entendiéramos bien, habríamos de salir animados de las celebraciones de Navidad. Para acercarse esto se necesita un poco se silencio. No estaría mal que, en el jolgorio de la Navidad, encontráramos un momento de silencio para meditar en estos planteamientos. Tal vez entonces la Navidad cobraría otro color.

Fidel Aizpurúa Donazar

5 de enero de 2025

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05 de Enero. Segundo Domingo después de Navidad. Ciclo B.

Domingo, 5 de enero de 2025

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“El Verbo se ha hecho carne y ha habitado entre nosotros.”

(Jn 1,1-18)

Muy a menudo Dios se nos presenta con una sencillez que nosotros hacemos complicada. Oímos que el Verbo se hizo carne. Y, aunque sepamos qué son los verbos y qué es la carne, la verdad es que parece un misterio bien complicado.

Quizás podemos pararnos a mirar a Jesús como una palabra de Dios. La palabra que pronuncia Dios Padre con su propia voz, se hace real y existe para otros.

Todas las personas que hablamos una lengua no lo hacemos de la misma manera. Hablamos un dialecto (según la zona geográfica), un sociolecto (según la clase social o la edad, por ejemplo), utilizamos un registro más formal o más coloquial. Pero a parte de estas características, hay una manera propia de hablar de cada uno: cada persona usa más unas expresiones y menos otras, repite mucho un término, tiene muletillas… sin ninguna razón. A esto le llamamos “idiolecto”. Es lo más propio de nosotros.

En Jesús escuchamos el idiolecto de Dios. Jesús es la palabra gestada en el interior de Dios, es el deseo de expresión y de comunicación de Dios, el sonido pronunciado por la misma voz de Dios. Es la palabra que queda entre nosotros, que a nuestra vez podemos escuchar, acoger, dejar que haga efecto, que nos impregne, nos despierte, nos remueva, que resuene.

Sabemos bien que las palabras pueden ser dichas sin pensar o salir con la forma que les ha dado pasar un tiempo largo en el corazón. Que pueden alentar o aplastar, humillar o amar, ser dichas para demostrar o para compartir, hacer transparente u ocultar.

La Palabra de Dios, Jesús, es luz, es vida, es gracia, es plenitud para la humanidad.

Oración

Padre, que sepamos pronunciar las palabras de vida que tu Espíritu Santo gesta en nosotras, que sepamos escucharte en la Palabra que has pronunciado en tu Hijo Jesús.

*

Fuente: Monasterio Monjas Trinitarias de Suesa

***

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La palabra no tuvo que hacerse carne, porque Dios todo lo que hace lo es.

Domingo, 5 de enero de 2025

babyandjoe_pngDOMINGO 2º DE NAVIDAD (C)

Jn 1,1-18

Por dos o tres veces, en este tiempo de Navidad, nos propone la liturgia este evangelio. Ni en dos ni en diez homilías agotaríamos el contenido de esta página de la Escritura; sin duda la más sublime que se haya escrito nunca. Es imposible de comprender desde la racionalidad. Cualquier explicación que demos será descabellada, porque solo la vivencia interior nos puede aproximar a lo que quiere decir y nunca a comprender todo su sentido. Lo que intentamos a continuación es dar pautas para superar la tentación de explicarlo.

La frase “y Dios era la Palabra” podría traducirse por un ser divino era el proyecto, puesto que “Theos” no lleva artículo. El cambio de perspectiva, demuestra la dificultad que tenemos para aceptar la encarnación. No terminamos de creer que Dios está en el hombre y hacemos decir al evangelio lo que no dice. Haciendo Dios a Jesús nos dispensamos de aceptar a un Dios fundido con lo humano. Ni Dios tiene que hacerse hombre ni Jesús tiene que hacerse Dios. Por Jesús, podemos llegar a saber lo que es Dios. Pero un Dios que no está ya en la estratosfera, ni en los templos sino en el hombre, en todo ser humano.

“… estaba junto a Dios“: Esta frase expresa a la vez dos cosas: Proximidad y distinción. El (pros ton theon) sería: vuelto hacia Dios, volcado sobre Dios. El sentido más aproximado sería: En íntima unión con Dios, fruto de una relación, sin considerarlo absolutamente idéntico a Él. Recordemos que el mismo Jesús dice: “El Padre es mayor que yo“. Aunque también dice: “Yo y el Padre somos uno“. Para un judío era imposible aceptar otro ser equiparado a Dios. En cambio, para los griegos el peligro estaba en interpretar la existencia de otro ser igual a Dios como politeísmo. La primera comunidad cristiana se desarrolló entre las dos culturas. Y tuvo dificultad para expresar la relación de Jesús con Dios.

En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres”. Otro texto que solemos entender al revés. La ilumina­ción viene precisamente porque ha llegado la Vida. Esta idea va más allá de la mentalidad judía. Para ellos la Ley era la luz que ilumina y salva. Sin luz (Ley) no podía haber vida (salvación). La idea de que la Vida es anterior a la luz es clave para entender el evangelio de Juan. Dios, por la Palabra, comunica la Vida y es esta Vida la que ilumina, la que permite la comprensión de lo que es Jesús y de lo que es Dios. Se entiende mal si se quiere ver en Jesús un maestro de verdades que dan vida. Jesús es dador de Vida, porque nos hace descubrir en nosotros lo que el Padre es en él.

Vino a su casa, pero los suyos no la acogieron. Con frecuencia nos pasamos por alto esta seria advertencia repetida tres veces. En Jesús se hizo patente Dios, pero a pesar de ello, muy pocos fueron capaces de descubrir esa presencia. Hasta a los más íntimos, que vivieron con él durante años, les costó Dios y ayuda descubrir la realidad de Jesús. Hoy la culpa de que el mundo siga sin reconocer a Jesús, la tenemos los que decimos seguirle. Hablamos demasiado de Jesús, pero la verdad es que a la hora de vivir lo que él vivió, dejamos mucho que desear. Si todos los que nos llamamos cristianos lo viviéramos, todo cambiaría.

Pero a cuantos le recibieron les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre”. Recibir a Cristo significa creer en él, identificarse con él, repetir la actitud y la relación con Dios que él tuvo. “Les dio poder para ser hijos de Dios” no quiere decir que desde fuera se haya añadido algo a lo que ya eran. Se trata del descubrimiento de una realidad que está en todos y cada uno de nosotros. Juan deja muy clara la diferencia entre ser Hijo, referido a Jesús y ser hijos, referido a nosotros. Determinar esa diferencia es una de las claves para entender todo el mensaje de Juan. “Subo a mi Padre y vuestro Padre…

En el AT, el título de hijo de Dios se aplicaba: a) A los ángeles. b) Al rey. c) Al Sumo sacerdote. d) Al pueblo judío en conjunto. Ninguna de estas ideas sirve para comprender lo que Juan quiere decir. También los primeros cristianos “Hijo de Dios” lo entienden en sentido mesiánico, el enviado a cumplir una tarea de salvación. Nada que ver con la generación ni con su identidad sustancial con la divinidad. El mensaje de Juan va más allá de todo lo que podemos encontrar en el AT y en la primera comunidad sobre un Mesías Salvador. Este lenguaje es fruto de setenta años de experiencia mística cristiana y muestra una comprensión de Jesús que no podían tener los apóstoles ni sus primeros seguidores.

A pesar de lo dicho, la raíz de la idea de “Hijo” que Juan quiere trasmitirnos, hay que buscarla en la Sabiduría de los libros sapienciales. Como veíamos en la primera lectura de hoy, la Sabiduría existía antes de la creación, participaba de la Vida Divina y era el agente de la creación. Esta idea, unida a la cristolo­gía mesiánica, da origen a la genial visión de Juan, “Hijo de Dios” o simplemente “el Hijo“. El ser preexistente, vuelto hacia el Padre, que se hace carne para llevar a cabo el encargo (proyecto) del Padre: hacernos hijos.

Es una nueva perspectiva para entender lo que quiere decir el NT con los conceptos de Padre e Hijo. Para un semita, era verdadero hijo el que obedecía en todo al Padre; el que salía al padre. Cuando a una persona se le quería introducir en el ámbito de la familia se le llamaba hijo. Lo más importante de ser hijo no es la dependencia biológica, sino actuar como el padre actúa. Que Jesús es Hijo de Dios no lo adivinamos porque comprendamos su naturaleza, sino por ver que actúa como Dios. Nacer de Dios sería actuar como Dios.

Estos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios”. Juan no da ninguna importancia a la procedencia biológica. Después de dejar clara su preexistencia, comienza su evangelio con el verdadero nacimiento, el del Espíritu. Dice el Bautista: “Yo he visto al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma y permanecía sobre él”. Aquí deja claro que la generación biológica no tiene importancia. Lo que importa es nacer de Dios. A Nicodemo le dice Jesús: “Hay que nacer de agua y de Espíritu”.

Y la Palabra se hizo carne…Carne es el hombre sometido a su debilidad, pero susceptible de recibir el Espíritu. Carne no es lo contrario de espíritu, sino la posibilidad de que el espíritu se manifieste. En la antropología judía no existía el concepto de alma y cuerpo. Para ellos el ser humano era un todo indivisible; pero se podían descubrir en él distintos aspectos: hombre carne, hombre cuerpo, hombre alma, hombre espíritu. Cuando dice “se hizo carne” quiere decir que la Palabra asumió la totalidad humana, hasta lo más bajo del ser humano. La revelación de Dios es ahora una realidad tangible.

La revelación de Dios no es una verdad enseñada sino su mismo ser. Al hacerse carne, la Palabra ni dejó de ser Palabra, ni dejó de ser Dios. Al contrario, al hacerse carne, la Palabra desarrolla su esencia al máximo. La finalidad de la palabra es comunicar. En la encarnación Dios se comunica de modo insuperable. En la encarnación la Palabra sigue siendo Dios, pero manifestado, Dios-con-nosotros (Emanuel). Todo ser humano de cualquier condición es ahora la nueva localización de la presencia de Dios. Ya no debemos buscar a Dios en la tienda del encuentro ni el templo, sino en el hombre.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Visibilidad de Dios.

Domingo, 5 de enero de 2025

jesusgivesJn 1, 1-18

«Y la Palabra se hizo carne, y acampó entre nosotros»

 

Impresionante prólogo de Juan del que llaman la atención dos imágenes preciosas por su carácter paradójico: las tinieblas cerrándose a la Luz y Dios acampando entre nosotros. Pero lo más importante para quienes nos consideramos simples cristianos de a pie, es su final: «A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer».

No es la razón la que descubre o se inventa a Dios, sino que el ser humano lo busca porque su naturaleza lo necesita… y lo encuentra porque Él le sale al encuentro. Para los cristianos, ese lugar de encuentro entre Dios y el hombre es Jesús. Dios se manifiesta en Jesús, un hombre. Dicho de otro modo, en un ser humano, Jesús de Nazaret, el cristiano ve a Dios. Decía Ruiz de Galarreta que «el quicio fundamental de quien se llame cristiano es creer que Jesús es visibilidad de Dios sin poner en duda su humanidad».

En Jesús hemos conocido a Dios, y no es el juez, es Abbá. Tampoco es un arcano inaccesible, sino un sembrador que esparce la semilla de la Palabra continuamente y nos alienta en nuestro caminar por la vida. Y esta imagen de Dios que hemos conocido en Jesús es la mejor noticia que los seres humanos podíamos recibir.

Porque hemos descubierto que Dios es para nosotros Padre, Palabra y Viento: Padre con quien se puede contar, Palabra que nos guía en la vida entera y Viento que nos ayuda a caminar. Dicho de otro modo, Dios se comunica con nosotros –Palabra–, actúa en nosotros –Espíritu– y es nuestro Padre Abbá. Y saber cómo es Dios para nosotros es a la vez saber cómo es nuestra vida, es fuente de seguridad, estímulo y luz para los seres humanos.

«La Palabra –dice Juan– era la luz verdadera que alumbra a todo hombre»… Jesús es la luz encendida en la oscuridad que nos permite caminar sin tropezar; es la sabiduría de Dios encarnada. Dios es la perfecta sabiduría y Jesús es la sabiduría de Dios ofrecida a los seres humanos. Es la sabiduría de vivir con sentido; de llenar la vida de cosas que merecen la pena; de cosas que nos marcan el camino correcto. Y no estamos hablando de salvar el alma –si Dios es Abbá el alma está salvada de antemano–, sino de salvar nuestra vida de la banalidad, de la mediocridad, del sinsentido, del vacío, de la angustia… Estamos hablando de recibir «aquí el ciento por uno, y además la vida eterna».

Pero para ello hace falta creerle, y hace falta también sentirse necesitado de su luz. La suficiencia que tan a menudo mostramos, la confianza en nuestra razón por encima de la Palabra, fruto de nuestra cultura ilustrada, nos cierran a la luz y nos condenan a las tinieblas. El ciego de Jericó lo tenía todo para que Jesús se fijase en él; tenía fe y se sentía necesitado. Si el ser humano se empeña en negar su ceguera, su necesidad de luz, la cosa no tiene remedio:

«Si fueseis ciegos no tendríais pecado, pero como decís que veis vuestra ceguera persiste».

Miguel Ángel Munárriz Casajús 

Para leer un artículo de José E. Galarreta sobre un tema similar, pinche aquí

Fuente Fe Adulta

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El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.

Domingo, 5 de enero de 2025

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5.1.25. II domingo de Navidad

Resumen

Misterio de la Encarnación de Dios en el hombre. Como misterio no podemos conocerlo por la razón, sólo por la vivencia. El Prólogo de Juan leído desde los nuevos paradigmas no-dualista, no-teísta, panenteísta y feminista. Evolución de la imagen humana de Dios: Del Dios allá arriba al Dios encarnado en toda realidad como Realidad Fundante y Primera.

Desde dónde escribo. Así como el Prólogo del Evangelio de Juan acusa la influencia del filósofo Filón de Alejandría (Jesús: Logos, Palabra, Sabiduría de Dios), para elaborar este comentario yo me inspiro en “Dios más allá del teísmo. Apuntes para una transición teológica” de José Arregi; en dos obras de Fr. Marcos: “¿Qué nos queda de Dios?” y “Dios no es un ídolo, pero tu dios sí”; En Él vivimos, nos movemos y existimos. Reflexiones panenteístas sobre la presencia de Dios en el mundo tal como lo describe la Ciencia” de Ph. Clayton y A. Peacocke (eds); “La que es. El misterio de Dios en el discurso teológico feminista”, de E.A. Johnson.

El Prólogo del Evangelio de Juan, que podía haber sido el epílogo, es un himno litúrgico elaborado por la comunidad de Juan a lo largo del tiempo a partir de sus vivencias místicas y la teología desarrollada por esta comunidad. Es una síntesis de las actuaciones de la Palabra o Sabiduría de Dios, en suma, de la historia de la salvación. Según este texto la Palabra de Dios (Dios) se hizo historia (hombre) para que los hombres puedan llegar a ser hijos de Dios. En este texto, como en todo el Nuevo Testamento, hay paralelismo con el Antiguo. Aquí encontramos el paralelismo entre los relatos de Creación del Génesis y el Prólogo de Juan. En el principio,… Según los relatos de la creación, Dios lo hizo todo por la Palabra y el Espíritu. Todo existe y es por la Palabra y el Espíritu de Dios. El Prólogo también empieza: “En el principio existía la Palabra…Todo se hizo por ella y sin ella nada se hizo. Lo que se hizo en ella era la Vida, y la Vida era la luz de los hombres….Vino a los suyos, pero no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron, les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre…Y la Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros”. Estamos ante el Misterio y don de la Encarnación: La presencia de la Palabra en un hombre, Jesucristo. El prólogo de Juan es un himno cristológico de la tradición israelita que expresaba la fe de esta comunidad en Cristo como Palabra de Dios, su origen eterno, preexistente y su procedencia divina. Personalizado en la Sabiduría (Sabiduría o Proyecto divino), es la luz que ilumina y guía toda la nueva creación.

Veamos, ahora, la lectura actual del Prólogo del Evangelio de Juan a partir de los nuevos paradigmas. La encarnación es la culminación de la creación. Si Dios se encarnó en Jesús de Nazaret, Dios se encarna en nosotros. En Dios lo que hace es. Dios es encarnación. Dios se está encarnando siempre y en todo lo existente como fundamento de su ser y existir, como Realidad Profunda y Primera. La Presencia de lo divino y lo humano existencialmente unidos. Sin dualismo: transcendentalmente inmanente. Dios como fundamento de mi ser y existir constituye mi ser verdadero, profundo. Habita mi interioridad. Mi tarea es descubrirlo, experimentarlo y vivirlo. A esta realidad nunca podremos llegar ni por vía de los sentidos ni por vía del pensamiento o razonamiento Sólo es accesible por su vivencia. El camino que recorrió Jesús en el descubrimiento de su unidad con Dios es el mismo que tenemos que recorrer nosotros.

Somos humanos y divinos integradamente. Cuanto más humanos, más divinos. Cuanto más divinos, más humanos. Esto no lo descubrimos por mucho que acumulemos conocimientos teológicos, es por experiencia, es por vivencia como lo alcanzaremos. Jesús nos invita a vivir la realidad de Dios en nosotros, no fuera ni allá arriba, como Él. Lo divino ya está dentro de nosotros. Más íntimo a nosotros que lo más íntimo nuestro (S´. Agustín). No busques a Dios fuera de nosotros, de los seres humanos. No le busques donde no está. Entra en tu interioridad, toma conciencia de su Presencia, vívela y manifiéstala. Esta es nuestra responsabilidad de creyentes: acoger y testimoniar nuestra fe en ese Dios transcendente en nuestra inmanencia. Jesucristo es nuestro referente. Jesús tomó conciencia de la identificación y unidad con Dios: “el Padre y yo somos uno”. Vayamos atreviéndonos a decir nosotros lo mismo: yo soy uno con Dios, que es mi fundamento y razón de ser y existir.

Para concluir: Frente al “Dios está aquí” escrito en la puerta de algunas iglesias y catedrales, todavía hoy, en un cartel con letras muy grande, para que se lea bien, yo me quedo con esta estrofa del Padrenuestro de Gloria Fuertes:

Padre nuestro que estás en la tierra,

en la cigarra, en el beso,

en la espiga, en el pecho

de todos los que son buenos.

Padre que habitas en cualquier sitio,

Dios que penetras en cualquier hueco,

Tú que quitas la angustia, que estás en la tierra,

Padre nuestro que sí que te vemos

los que luego hemos de ver;

donde sea, o ahí en el cielo.

Sólo desarrollando lo divino que hay en mí lograré mi plenitud humana. Lo que hay de Dios en mí es lo fundamental.

Mª África de la Cruz

Fuente Fe Adulta

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Palabra, Vida y Luz.

Domingo, 5 de enero de 2025

IMG_9200Comentario al evangelio del domingo 5 enero 2025

Jn 1, 1-18

De una manera bellísima, en el Prólogo del cuarto evangelio, se recoge esta afirmación: “En la palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres”. En cierto modo, el citado Prólogo deja ver los tres términos -Palabra, Vida y Luz- como equivalentes. Por tanto, tendremos luz -viene a decir- en la medida en que nos reconozcamos como vida y vivamos en esa consciencia.

La fuente de nuestro sufrimiento -y, previamente, de nuestra confusión- no es otra que la ignorancia que nos hace pensarnos separados o desconectados de la vida. Esta primera creencia errónea nos lleva, por un lado, a entrar fácilmente en guerra con la vida -siempre que algo nos frustra- y, por otro, a un sentimiento irresoluble de soledad y vacío.

La luz emerge cuando, superada esa falsa creencia, descubres que, en tu verdadera identidad, eres vida, o mejor aún, que todo es vida que fluye y se expresa en infinidad de formas. Basta verlo para que toda tu existencia quede admirablemente iluminada.

Y todo ello -recuerda el texto- nace de la Palabra. Es este un término que traduce el original griego “Logos”, que a su vez hace alusión a la Inteligencia que rige todo el despliegue del mundo de las formas.

Así entendemos que sean expresiones sinónimas: la comprensión nos sintoniza con el Logos o Inteligencia última, que es uno con la Vida -entendida como proceso inteligente y autodirigido– y, por ello mismo, uno con la Luz.

Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

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Logos: somos “Oyentes de la Palabra”.

Domingo, 5 de enero de 2025

IMG_3547Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

01.- Sabiduría y prólogo de san juan.

        La primera lectura nos habla de la Sabiduría en la vida, que no se refiere a tener muchos títulos académicos en la vida, ni a ser “muy leído”… Más bien se refiere a “saber vivir” con dignidad y paz.

La sabiduría no es lo mismo que o las ciencias. Se puede tener mucha ciencia y muchos títulos y no saber vivir.

Personas sencillas, sin estudios ni títulos son sabias, tienen luz en su vida, saben vivir.

En castellano solemos decir que tal persona “tiene luces” o no las tiene.

        En el evangelio hemos vuelto a escuchar por segunda vez el espléndido prólogo del evangelio de Juan: En el principio existía la Palabra (logos) y el logosse hizo debilidad (carne). La Palabra era luz y vida.

        Este prólogo parece ser que es un himno a JesuCristo: Palabra, luz, vida, que aquellas comunidades de Juan cantaban en sus celebraciones.

        Quizás nosotros podríamos traducir el Logos, la Palabra, por Evangelio: por vivir sabiamente y en paz de Dios  el Evangelio del Señor: evangelio que es luz y vida.

02.- Oyentes de la Palabra.

        Todo el pensamiento de K. Rahner (1904-1984) se fundamentaba en ver al ser humano como: Oyente de la Palabra y Espíritu en el mundo. Las personas somos quienes atendemos a razones y escuchamos las “palabras” y la Palabra que se pronuncia en la historia. Los seres humanos somos un espíritu abierto a toda la realidad.

        En castellano solemos decir familiarmente: “atiende a razones”: escucha la palabra que se da en la historia: la palabra de quienes piensan, la palabra de la cultura, la palabra de quienes te aconsejan en la vida, la palabra del arte, la Palabra de Dios.

        La Palabra sensata es sabiduría, es luz y vida.

También hoy la Palabra, como en los orígenes es creativa. Todo se hizo por la Palabra. La Palabra sensata y razonable crea, ilumina, ayuda hace bien.

        Pero no creo que hablar (la palabra) sean unas continuas ráfagas de vocablos. Hay por ahí un refrán que dice: “habla solamente cuando lo que vas a decir sea mejor que el silencio”. San Juan de la Cruz lo decía de otra manera: “Hable poco y en las cosas que no es preguntado, no se meta”.

        Seamos Oyentes de la Palabra. Seamos un espíritu abierto a toda la realidad, a la vida.

03.- Palabra, cultura y religión

        Podemos decir que el contenido de la palabra cultural de un pueblo, de una Iglesia es la religión de ese grupo humano.

La cultura es la forma de toda religión. Lo que un pueblo cree y construye se refleja en su cultura.

Quien se adentra en la cultura de un pueblo, penetra en su Palabra, en su fe, en su religión.

04.- Quienes acogen la palabra terminan siendo hijos de Dios

        Una persona, una ciudad, un pueblo que no recibe la luz, vino a los suyos pero los suyos no le recibieron, podrá, podremos hacer cosas bonitas, años folklóricos, conciertos y ballets, pero quizás no sabremos hacia dónde caminamos.

        La Palabra nos hace hijos de Dios, pero no porque no arregla “los papeles” y ya, como los emigrantes, pasamos a ser “legales”. La Palabra de JesuCristo modela el barro humano, nuestro ser, nuestra mentalidad, nuestro modo de vivir y llegamos a ser y vivir como hijos de Dios.

Que la luz brille en las tinieblas. Algún día se hará realidad lo que hemos escuchado en el evangelio:

         La Palabra acampó entre nosotros.

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“ Ser testigos de la luz en el aquí y ahora de nuestra historia”, por Consuelo Vélez

Domingo, 5 de enero de 2025

IMG_9300De su blog Fe y Vida:

2° Domingo después de Navidad 5-01-2025

Jesús es la luz verdadera que ilumina al mundo y Juan es el testigo de esta luz

Hoy, nuevamente, se nos invita a reconocer en Jesús la luz que es capaz de iluminar lo que no corresponde a los valores del reino para transformarlo

Al principio existía la Palabra y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Ella existía al principio junto a Dios. Todo existió por medio de ella, y sin ella nada existió de cuanto existe.  En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres; la luz brilló en las tinieblas, y las tinieblas no la comprendieron. Apareció un hombre enviado por Dios, llamado Juan, que vino como testigo, para dar testimonio de la luz, de modo que todos creyeran por medio de él.  Él no era la luz, sino un testigo de la luz. La luz verdadera que ilumina a todo hombre estaba viniendo al mundo. En el mundo estaba, el mundo existió por ella, y el mundo no la reconoció.  Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. Pero a los que la recibieron, a los que creen en ella, los hizo capaces de ser hijos de Dios:  ellos no han nacido de la sangre ni del deseo de la carne, ni del deseo del hombre, sino que fueron engendrados por Dios.  La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y verdad. Juan grita dando testimonio de él: Éste es aquél del que yo decía: El que viene detrás de mí, es más importante que yo, porque existía antes que yo. De su plenitud hemos recibido todos: gracia tras gracia. Porque la ley se promulgó por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad se realizaron por Jesús el Mesías. Nadie ha visto jamás a Dios; el Hijo único, Dios, que estaba al lado del Padre. Él nos lo dio a conocer.(Jn 1, 1-18)

Cada año dependiendo de la fecha en que caiga el 6 de enero, tenemos o no segundo domingo de navidad. En este año sí tenemos el segundo domingo y se nos pone a consideración la misma lectura de la misa de navidad, la del inicio del evangelio de Juan. Por tanto, ya hicimos un comentario a esta lectura ese día, pero podemos referirnos a algunos aspectos de distinta manera. El texto presenta a Juan el Bautista como testigo de la luz. Hemos de recordar que los contrastes en el evangelio de Juan son frecuentes y, en este caso, contrasta la luz con las tinieblas. Jesús es la luz verdadera que ilumina al mundo y Juan es el testigo de esta luz. Sin embargo, ese testimonio no fue recibido, como tampoco lo será el Hijo de Dios: “vino a los suyos y los suyos no lo recibieron. Pero el evangelio de Juan se inscribe entre los que lo recibieron y por eso han contemplado su gloria y de eso contemplado, pretende dar testimonio todo el evangelio. Recordemos que en el capítulo 8 Jesús dirá que Él es la luz del mundo y el que le sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida (Jn 8, 12).

Efectivamente, hay muchas tinieblas en nuestro mundo que no logramos iluminar. Las tinieblas de la injusticia social, de la exclusión, del racismo, la homofobia, el patriarcado, el clasismo, por nombrar algunas y, dentro de la institución eclesial, la falta de transparencia para que no se encubra ni un solo abuso, ni haya ningún lucro económico, ni estratificación de miembros en su seno. Hoy, nuevamente, se nos invita a reconocer en Jesús la luz que es capaz de iluminar lo que se ha aceptado “que sea así” y denunciar todo lo que no va con los valores del reino. No es una tarea fácil porque nadie quiere llegar al fondo de las situaciones para transformarlas. Ese trabajo requeriría reconocer las propias cegueras y complicidades y cuesta mucho asumirlo. Pero es la invitación que hoy se nos hace para vivir este año que estamos iniciando. Reconozcamos en Jesús la luz de la verdad, la justicia, la paz, la inclusión, la dignidad fundamental, etc., y empeñémonos en dar testimonio de esta luz en todos los lugares, en todas las instituciones, en la historia concreta que, a cada uno, el Señor le ha confiado.

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“Él es quien lo reveló…”, por Joseba Kamiruaga Mieza CMF

Domingo, 5 de enero de 2025

medio-rostro-de-jesusComentario a la lectura evangélica (Juan 1, 1-18). -5 enero 2025 –

En el Principio… Se nos revela el secreto que envuelve al universo. Este mundo rico y complejo no es un misterio indescifrable o absurdo. Dios nos trata como amigos y quiere compartir con nosotros lo que ha hecho y cómo lo hizo. Esto nos habla del origen de todo. Un origen que no es sólo un comienzo en el tiempo, sino lo que siempre permanece. Lo que se encuentra en el principio es también lo que encontramos hoy y es también nuestro futuro. Es la misma expresión que encontramos al comienzo de la Escritura en Gén 1,1 “en el principio creó Dios los cielos y la tierra“. El plan de Dios descrito en el libro del Génesis espera su cumplimiento. El Verbo hecho carne nos mostrará cómo.

Todo se hizo a través de él… Todo se hizo en el Logos. Todas las cosas pueden hablar de Dios y pueden conducirnos a él porque cada una de ellas es reflejo de su Palabra. Las realidades más sublimes que encontramos en la naturaleza, como los acontecimientos cotidianos, están inmersas en su logos. Por eso San Pablo en Atenas afirma que nuestro Dios no está lejos “de cada uno de nosotros. De hecho, “en él vivimos, nos movemos y existimos” hasta el punto de que podemos incluso reconocerlo en un canto “como también han dicho algunos de vuestros poetas: “Porque somos linaje suyo (Hch 17, 28).

Vino un hombre enviado por Dios Juan… Dios es un misterio de comunión, por eso no quiere hacer las cosas solo, quiere compartir hasta los proyectos más importantes y delicados. Por eso siempre ha buscado colaboradores, no quiere hacerlo todo Él mismo. San Juan representa todo el largo camino del Antiguo Testamento, la larga preparación para la venida del Hijo. Dios eligió hacerse entender por los hombres, aceptando hablar su lengua y esperar sus tiempos de asimilación. Al mismo tiempo, nos considera socios fiables para llevar a cabo su misión, como lo hizo con San Juan.

La verdadera luz vino al mundo… El Logos es la luz de Dios, así como la luz natural nos permite ver el mundo y saber orientarnos en él, así el Logos encarnado es quien nos enseña el camino de la vida. Él no viene a quitarnos nada, sino a darnos todo. El primero de sus dones es el discernimiento para que finalmente podamos ver cómo llenar nuestra vida y revelar los engaños de las tinieblas.

Y su pueblo no lo acogió… este es el verdadero misterio incomprensible, porque ‘su pueblo’, en definitiva cada hombre dado que todos hemos sido pensados en Él, en el momento en que Él se hizo tan cercano, al alcance de la mano, no fue aceptado. Es la oscuridad que se manifiesta precisamente porque ha salido a la luz. En el gris todo es confuso. La presencia del médico revela la presencia de la enfermedad. Haber eliminado este sentimiento de rechazo y oposición ya es parte de las buenas noticias de la próxima recuperación.

Y contemplamos su gloria… San Ireneo dice que el hombre vivo es la gloria de Dios. Esto es posible porque Dios nos ha revelado la dimensión gloriosa de nuestra carne. Al hacerse hombre semejante a nosotros en todo menos en el pecado, Dios nos reveló el secreto de nuestro ser cuerpo, de nuestro ser finito, algo que muchas veces nos angustia y es motivo de preocupación. Más bien, es en la carne donde su gloria puede brillar, como nos mostró el Hijo, quien a través de esa carne habló con cada uno de nosotros como se habla con los amigos. Jesús nos amó en la carne, revelándonos el potencial de amor que hay en el cuerpo, en la carne, en el mundo, en la historia.

Él es quien lo reveló… El hijo es quien nos revela al Padre. La expresión griega también se puede traducir como Él es quien nos dice, quién nos explica quién es el Padre. Esto es muy importante para poder leer toda la Biblia como una Buena Noticia. Cuando leemos ciertos pasajes difíciles en los que Dios parece pintado con un rostro violento o feroz, recordamos este versículo y volvemos nuestra mirada hacia Él, manso y humilde de corazón, que nos hace comprender el verdadero rostro del Padre porque Él es su mejor intérprete y revelador.

Joseba Kamiruaga Mieza CMF

(Remitido por el autor)

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En Navidad

Lunes, 30 de diciembre de 2024

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En Navidad,
buscar es mi oficio;
encontrar, tu regalo gratuito;
y compartir, el desafío abierto
que tengo todos los días
que sueño,
vivo
y gozo
las buenas nuevas
que nacen en tu regazo
y dejas en mis manos.

Y cuando no es Navidad
por el tiempo,
el clima,
los sentimientos
o los hechos…
¡lo mismo!

*
Florentino Ulibarri

Fuente Fe Adulta

***

"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad ,

La Sagrada Familia: un giro de 180 grados respecto de los ideales heteronormativos

Lunes, 30 de diciembre de 2024

IMG_9199La reflexión de hoy es de Cristina Traina, titular de la Cátedra Cardenal Avery Dulles, S.J. de Teología Católica en la Universidad de Fordham y colaboradora de Bondings 2.0, cuya biografía y ensayos anteriores se pueden encontrar aquí.

Las lecturas litúrgicas de hoy del Domingo de la Octava de Navidad: la Sagrada Familia Jesús, María y José, están disponibles aquí.

Puede que no haya una fiesta en el año eclesiástico que resulte menos hospitalaria para los católicos queer que la Fiesta de la Sagrada Familia. Parece seguir el mensaje de bienvenida de la encarnación de Dios para todos con la rápida advertencia: “excepto para ti”. Esto es cierto no solo para las personas queer, sino para todas las familias que han sufrido la muerte, la separación, el divorcio, la deportación, el encarcelamiento o cualquier otra circunstancia que impida que su hogar se parezca (o a veces incluso intente parecerse) al modelo de familia nuclear heteronormativa: María, José y Jesús.

Sin embargo, los gráficos idílicos de la familia nuclear “tradicional” de estilo de los años 50 que Grace Bulletin cubre e inspira homilías son engañosos. En las Escrituras, la verdadera Sagrada Familia es queer y no conformista. María, una joven que ya estaba comprometida con un hombre llamado José, concibió a Jesús fuera del matrimonio en una aparente infidelidad. La analogía más cercana a la concepción de Jesús es la inseminación artificial por un donante, un método que el Vaticano prohíbe.

Para aumentar la complejidad de la historia, María habría sido madre soltera si no hubiera sido por un sueño que animó a José a casarse con ella de todos modos y servir como padrastro de Jesús. Lejos de vivir vidas tranquilas, los ocupantes romanos los obligaron a viajar a Belén justo antes de la fecha prevista del parto de María, lo que la obligó a dar a luz en la inmundicia y la pobreza, y luego a huir a Egipto como refugiada de un Herodes asesino.

Y ni siquiera hemos explorado los eventos sobrenaturales que rodean a la estrella, los Reyes Magos, las huestes de ángeles y los pastores, el comportamiento salvaje y loco de Juan, el primo de Jesús, o los ritmos de sumisión a Dios y fortaleza resuelta en la adversidad de Santa María y San José en el primer siglo. En el evangelio de Lucas, que cuenta la historia más detallada de los primeros años de vida de Jesús, la Sagrada Familia está formada por tres personas que, en su mayoría, no tienen parentesco entre sí y que, bajo presión, hacen todo lo posible por sobrevivir juntas.

En resumen, desde el punto de vista de los evangelios, la Sagrada Familia está 180 grados alejada de la familia heteronormativa idealizada. En cambio, la familia se vuelve tan extraña en tantas direcciones que uno se pregunta por qué los católicos la han reverenciado como modelo familiar. Por ejemplo, según la teóloga Carrie Frederick Frost, en el cristianismo ortodoxo “la Sagrada Familia” no suele referirse a Jesús, María y José, sino a la familia heterosexual de María, la Madre de Dios, con sus padres, Ana y Joaquín.

IMG_9195Tal vez esta extrañeza bíblica explique la sorprendente ambivalencia del leccionario a la hora de destacar a la Sagrada Familia como modelo de matrimonio y paternidad heterosexuales. En cambio, ofrece una amplia gama de posibles opciones de lectura. Según su parroquia, la primera lectura podría advertirle que reverencie a su padre, que está en un puesto de honor sobre usted (Eclesiástico 3). O tal vez te recuerde que cuando Dios respondió las oraciones de Ana por un hijo, Ana contradijo los ideales devocionales de la maternidad y la sumisión de la esposa al sacar al niño Samuel de su casa, dedicarlo al Señor y dejarlo en el templo (1 Samuel 1).

El salmo que escuchas puede alabar a la esposa que es como una vid fructífera casi invisible y a los hijos que son como plantas de olivo (Salmo 128), o puede expresar un anhelo de habitar en la casa de Dios (Salmo 84). La epístola puede ordenar a las esposas que se subordinen a sus esposos (Colosenses 3:18), amonestarte a “vestirte de amor” y “dejar que la paz de Cristo controle” tu corazón (Colosenses 3:12-17), o recordarte que es el amor de Dios por nosotros lo que nos hace hijos en la familia de Dios (1 Juan 3:1-2).

La única lectura obligatoria es el evangelio, el relato de Lucas sobre la decisión de Jesús, de doce años, de abandonar a sus padres y conversar con eruditos rabinos en el templo de Jerusalén (Lucas 2:41-52). Además de la creíble desobediencia de Jesús y la comprensible preocupación de sus padres, amplifica la visión completamente queer (extraña) que Lucas tiene de la Sagrada Familia. “¿No sabían que yo debo estar en la casa de mi Padre?”, pregunta Jesús, como un estudiante de secundaria que se pierde y luego es encontrado y pone los ojos en blanco y le dice a su madre y padrastro: “¡Bueno, me tocó a mí ir a la casa de papá el fin de semana pasado!”. En otras palabras, el leccionario da cabida a los ideales familiares “tradicionales”, pero también promueve otras visiones de la familia.

Esta ambivalencia resulta menos sorprendente cuando nos damos cuenta de que, según el erudito en patrística Michael Foley, el término “Sagrada Familia” probablemente fue aplicado por primera vez a Jesús, María y José por san Bernardino de Siena (1380-1444). No fue hasta el siglo XVII que los cristianos occidentales desarrollaron devociones en torno a cada uno de los miembros de la familia, y no fue hasta finales del siglo XIX –con el ideal de la familia nuclear en lugar de la extensa y las familias nucleares reales bajo la amenaza de las injusticias del trabajo industrial– que el Papa León XIII trazó una clara línea divisoria entre la Sagrada Familia y los hogares cristianos. De hecho, Foley escribe: “Durante los primeros mil trescientos años del cristianismo, el término ‘sagrada familia’ se utilizó sólo en referencia a los miembros de Cristo en lugar de a sus parientes; es decir, la sagrada familia era la Iglesia.

De hecho, como ha argumentado la teóloga Elizabeth Stuart, todas nuestras conexiones e identidades humanas palidecen ante nuestra identidad bautismal, que nos proclama como hijos amados de Dios y hermanos en Cristo mediante el poder del Espíritu Santo. Aprovechemos el día de hoy para celebrar esta visión original de la Sagrada Familia y para dar gracias por la red de relaciones humanas queer, complicada y amorosa que magnifica nuestras alegrías y alivia nuestras adversidades. Nada podría ser más bíblico.

—Cristina Traina, 29 de diciembre de 2024

Fuente New Ways Ministry

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Sacerdotisa trans comparte un mensaje vital para los cristianos LGBTQ+ en Navidad

Lunes, 30 de diciembre de 2024

IMG_200624 de diciembre. Escrito por Sophie Perry

Para muchos, la Navidad es una reunión con seres queridos, comer mucha comida (MUCHA) y ver la tele. Pero también puede ser un momento muy difícil, especialmente para los cristianos LGBTQ+.

Las personas de fe que también son queer pueden sufrir abusos físicos, psicológicos y verbales y microagresiones a manos de familias y comunidades religiosas que no las aceptan y no reconocen ni afirman su sexualidad o género. El rechazo, el uso de nombres falsos y la falta de reconocimiento de las relaciones son solo algunas de las cosas que pueden enfrentar los cristianos LGBTQ+, lo que conduce a una mala salud mental y una sensación general de aislamiento.

En 2021, una investigación realizada por PinkNews como parte de nuestra campaña All I Want For Christmas Is To Be Myself (Todo lo que quiero para Navidad es ser yo mismo) mostró que, de los más de 7500 lectores encuestados, el 82 por ciento tuvo que ocultar su identidad LGBTQ+ durante el período navideño. El diez por ciento dijo que planeaba pasar el período festivo solo.

Chris Grant, fundador de The Queer Therapist, dijo que si bien algunos comentarios pueden ser “transfobia u homofobia manifiestas”, tener que escuchar cosas más pequeñas, pero igualmente intolerantes, a lo largo del día “puede ser extremadamente doloroso durante un período prolongado de tiempo”.

Continuó diciendo: “Lo que estamos haciendo cuando volvemos a casa con nuestras familias es regresar a lo que es potencialmente una fuente de incomodidad. Eso puede generar muchos sentimientos angustiosos en torno a la pérdida y el dolor, vinculados a lo que hubiéramos esperado tener cuando éramos niños, adolescentes o incluso adultos”.

Teniendo esto en cuenta, por segundo año consecutivo, PinkNews le pidió a la sacerdotisa anglicana Sarah Jones, vicaria de la parroquia de la ciudad de San Juan Bautista, en Cardiff, y canóniga honoraria de la catedral de Llandaff, que escribiera un mensaje navideño especial queer inclusivo para las personas LGBTQ+.

Jones fue la primera persona que había hecho la transición que fue recomendada para la capacitación para la ordenación por la Iglesia de Inglaterra. Fue ordenada en 2004.

¿Alguna vez te has sentido excluido de algo debido a tu sexualidad o género? ¿Alguna vez has sentido que no eres bienvenido o que te han amenazado? ¿Alguna vez te has sentido tolerado en lugar de aceptado?

Si formas parte de la comunidad LGBTQIA+, es casi seguro que responderás que sí a estas preguntas.

Es un escándalo que todavía se produzcan ataques físicos y verbales basados en la sexualidad, el sexo y el género en nuestra sociedad. Como sacerdote anglicano, una de las cosas que me enfada y me entristece es que, con demasiada frecuencia, los miembros de la comunidad LGBTQIA+ reciben un trato peor en las iglesias que en el resto de la sociedad.

Si los cristianos te han tratado mal por tu sexo, sexualidad o género, déjame decirte dos cosas. En primer lugar, lo siento y, en segundo lugar, esto no es aceptable.

Lamentablemente, muchas personas que usan la Biblia para criticar a las personas LGBTQIA+ nunca han leído los pasajes que supuestamente nos critican. Algunos sí, pero muchos no.

La Biblia no menciona la homosexualidad. Esa palabra fue acuñada en el siglo XIX y solo comenzó a aparecer en las Biblias a mediados del siglo XX. Muchos cristianos actúan como si no lo supieran.

La buena noticia es que las personas LGBTQIA+ son más bienvenidas en las iglesias de lo que se podría pensar. Muchos cristianos no se obsesionan con cuestiones de sexualidad y género. Muchas iglesias son acogedoras y están listas para conocerte a ti mismo.

Algunos años antes de que me ordenaran, fui a la misa de medianoche con mi nueva novia en su ciudad natal. Ella no era religiosa, pero le gustaba la idea de ir a la iglesia en Navidad.

Justo antes de que comenzara el servicio, entraron cuatro muchachos vestidos como Teletubbies. Habían estado bebiendo, pero querían venir a la iglesia. Se quitaron la cabeza (¡lo cual fue una buena acción!) y me encantó que, junto con todos los demás en la iglesia esa noche, estuvieran Tinky Winky, Dipsy, Laa-Laa y Po.

Fue una gran señal de que todos estaban incluidos y me alegré mucho de que se sintieran capaces de asistir.

La Navidad es una cuestión de inclusión. Si Dios existe (y obviamente creo que Dios existe), entonces la llegada de Jesús a nuestro mundo es un acto radical. Se trata de que lo divino se vuelva humano. Las expectativas se ponen patas arriba cuando el creador del universo nace en una familia pobre y comparte sus primeros días con los animales.

A medida que crece, Jesús pasa su tiempo con los marginados y aquellos que no son muy respetados en su sociedad. Su mensaje es que tú importas, tienes dignidad y si quieres conectarte con Dios, solo tienes que decidirte a participar.

Así que, si quieres ir a la iglesia esta Navidad… ¡HAZLO! Di los siguientes consejos en mi artículo del año pasado y, como siguen siendo buenos, los repetiré.

Encuentra una iglesia que te dé la bienvenida. Organizaciones como Inclusive Church mantienen una lista en línea de iglesias acogedoras. Redes como Open Table tienen servicios regulares. Iglesias como St James Picadilly,  St Mary The Virgin, en Oxford, y St John’s donde soy vicaria, son sólidamente inclusivas.

Muchas catedrales son muy acogedoras. OneBodyOneFaith tiene recursos y enlaces a grupos de muchas denominaciones. MCC Church a nivel nacional y The Gathering en Cardiff, son iglesias deliberadamente LGBTQIA+.

Así que, por favor, no te sientas excluido. Eres bienvenido. Ve a donde te quieran y te amen. Y si realmente quieres darte un gusto, lee el poema de Jay Hulme ‘‘Jesus at the Gay Bar’ (‘Jesús en el bar gay’ )”.

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Jesús en el bar gay

Él está aquí en medio de esto.
justo en el centro de la pista de baile,
túnicas subidas hasta las rodillas
para que sea más fácil girar.

En algún momento de la tarde
un chico tocará el borde de su túnica
y suplicará ser sanado, suplicará ser
cualquier otra cosa que no sea esto;

y extenderá sus brazos,
empapados de sudor y cansados del baile.
Él tomará la cara del chico en su mano.
y dirá:

mi hermoso niño
no hay nada en este corazón tuyo
que necesite ser sanado.

*

Jay Hulme

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***

Fuente PinkNews/Cristianos Gays

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“Dejar a Jesús entrar en nuestra casa”. Sagrada Familia – C (Lucas 2,41-52)

Domingo, 29 de diciembre de 2024

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Necesitamos ante todo buscar, cuidar y desarrollar un proyecto sano, digno y dichoso de familia que pueda plasmarse en la vida concreta de cada hogar. Jesús, acogido con fe y convicción en nuestra familia, nos puede ayudar a corregir y mejorar nuestro modo de vivir y nos puede descubrir un camino nuevo más digno de seguidores de su Evangelio.

Dejar a Jesús entrar en nuestra casa significa arraigar la familia con más verdad, más pasión y más ilusión en su persona, su mensaje y su proyecto del reino de Dios. Muchas cosas habrá que hacer los próximos años para reavivar nuestras familias, pero nada más decisivo que poner a Jesús en el centro del hogar, confiando en su promesa: «Donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo» (Mateo 18,20). No estáis solos. En el centro de vuestro hogar está Jesús. Él os reúne, os alienta y os sostiene. Con Jesús todo es posible.

Acoger a Jesús en el hogar es tarea de toda una vida. Lo primero es aprender a vivir en el hogar con un corazón nuevo y un espíritu renovador. Esto significa empezar a vivir una relación nueva con Jesús, una adhesión más viva. Una familia formada por cristianos que apenas conocen a Jesús, que solo lo confiesan de vez en cuando y de manera abstracta, que nunca leen el evangelio, que se relacionan con un Jesús mudo del que no escuchan nada especial, nada de interés para el hombre y la mujer de hoy, un Jesús apagado que no atrae ni seduce, que no toca los corazones…, es una familia que difícilmente podrá sentir su fuerza renovadora.

Si ignoramos a Jesús y desconocemos su mensaje, no podremos orientar nuestra vida de familia desde su Evangelio. Si no sabemos mirar el mundo, la vida, las personas, los hijos, los problemas… con los ojos con que Jesús miraba, diremos que contamos con la luz privilegiada de la revelación, pero seremos una familia ciega que no sabe mirar la vida como la miraba Jesús. Y si no escuchamos el sufrimiento de la gente con la atención, la sensibilidad y la compasión con que Jesús escuchaba a los que encontraba sufriendo en su camino, seremos familias sordas. Y si no sintonizamos con el estilo de vivir de Jesús, con su pasión por hacer un mundo más justo, con su ternura hacia los niños, con su perdón a los despreciados…, no sabremos transmitir lo mejor que Jesús transmitía, lo más valioso, lo más atractivo: su Buena Noticia.

Se trata de vivir en nuestras familias esta experiencia: caminar los próximos años hacia un nivel nuevo de convivencia familiar, más inspirada y motivada por Jesús, y hacia una dinámica y un estilo de vida mejor orientados a abrir caminos al reino de Dios, es decir, a ese mundo nuevo más humano y dichoso que quiere el Padre para todos, empezando por los últimos. Después de veinte siglos de cristianismo, las familias cristianas necesitan un «corazón nuevo» para vivir y comunicar la Buena Noticia del Dios revelado en Jesús en medio de la sociedad actual. Lo decisivo es no resignarnos a vivir hoy en familia sin Jesús

José Antonio Pagola, Dejar entrar en casa a Jesús
PPC Madrid 2018, 86-88

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“Los padres de Jesús lo encuentran en medio de los maestros”. Domingo 29 de diciembre de 2024. Sagrada Familia

Domingo, 29 de diciembre de 2024

06-sagradafamilia (C) cerezoLeído en Koinonia:

Eclesiástico 3, 2-6. 12-14: El que teme al Señor honra a sus padres.
Salmo responsorial: 127, 1-2. 3. 4-5: Dichosos los que temen al Señor.
Colosenses 3, 12-21: La vida de familia vivida en el Señor.
Lucas 2, 41-52: Los padres de Jesús lo encuentran en medio de los maestros

Celebramos hoy la fiesta de la Sagrada Familia. Los textos de la liturgia hacen referencia a temas familiares. En la primera lectura, tomada del libro del Eclesiástico, escuchamos los consejos que un hombre, Ben Sirac, que vivió varios siglos antes de Jesucristo, da a sus hijos. El respeto y la veneración de éstos hacia sus padres es cosa agradable a los ojos de Dios, que éste no dejará sin recompensa. Los hijos que veneren a sus padres serán venerados a su vez por sus propios hijos. Todos estos consejos, aún conservando hoy plena validez, parecen insuficientes, puesto que están dados desde una mentalidad estrictamente rural, en donde otros aspectos de la vida familiar no son tenidos en cuenta. No sólo importa hablar hoy del respeto que los hijos deber a los padres, sino de la actitud de éstos con relación a los hijos. Esta insuficiencia resulta particularmente notable en momentos como los actuales, cuando la familia tiene planteados problemas de pérdida de sus funciones.

Desde una perspectiva cristiana, la familia continúa teniendo una función insustituible: ser una comunidad de amor en donde los que la integran puedan abrirse a los demás con una total sinceridad y confianza. Dejando aparte los consejos que en último lugar da San Pablo, y que son puramente circunstanciales y muy ligados a las costumbres y mentalidad de la época, la exhortación a la mansedumbre, a la paciencia, al perdón y, sobre todo, al amor, es algo realmente básico para la familia de nuestro tiempo.

El evangelio de Lucas en el que se nos cuenta la pérdida del niño Jesús en el Templo, fue escrito probablemente unos cincuenta años después de este suceso. Doce años es, aproximadamente, la época en que los niños comienzan a sentirse independientes. Para Lucas, esta primera subida de Jesús a Jerusalén es el presagio de su subida pascual y por ello, estos acontecimientos hay que leerlos a la luz de la muerte y resurrección del Señor.

La sabiduría de Cristo ha consistido para Lc en entregarse desde su joven edad “a su Padre”, sin que esto quiera decir que supiera ya adónde le llevaría esa entrega. Pero en ella va incluida ciertamente la decisión de anteponer su cumplimiento a toda otra consideración. Sus padres no tienen aún esa sabiduría. María parece que llega a presentirla. Pero, de todas formas, respetan ya en su hijo una vocación que trasciende el medio familiar. Y esto es algo muy valioso para cada una de nuestras familias. La educación de los hijos tiene que comenzar por una actitud de sincero respeto. Si no, es imposible que surja la compresión y el amor.

Pablo da algunos consejos para la convivencia con otros. Se requiere humildad, acogida mutua, paciencia. Y si fuese necesario, perdonar. Así procede Dios con nosotros. Su actitud debe ser el modelo de la nuestra (v.12-13). Pero, “por encima de todo”, está el amor, de Él tenemos que revestirnos, dice Pablo empleando una metáfora frecuente en sus cartas (v.14). De este modo “la paz de Cristo” presidirá en nuestros corazones (v.15).

Si el amor es el vínculo que une a las personas, la paz se irá construyendo en un proceso, los desencuentros irán desapareciendo (los enfrentamientos también) y las relaciones se harán cada vez más trasparentes. En el marco de la familia humana, esos lazos son detallados en el texto del Eclesiástico (3,3-17).

Lucas nos presenta a la familia de Jesús cumpliendo sus deberes religiosos (vv. 41-42). El niño desconcierta a sus padres quedándose por su cuenta en la ciudad de Jerusalén. A los tres días, un lapso de tiempo cargado de significación simbólica, lo encuentran. Sigue un diálogo difícil, suena a desencuentro; comienza con un reproche: “¿Por qué nos has hecho esto?”. La pregunta surge de la angustia experimentada (v. 48). La respuesta sorprende: “¿Por qué me buscaban?” (v. 49), sorprende porque la razón parece obvia. Pero el segundo interrogante apunta lejos: “¿No sabían que yo debía estar en las cosas de mi Padre?”. María y José no comprendieron estas palabras de inmediato, estaban aprendiendo (v.50).

La fe, la confianza, suponen siempre un itinerario. En cuanto creyentes, María y José maduran su fe en medio de perplejidades, angustias y gozos. Las cosas se harán paulatinamente más claras. Lucas hace notar que María “conservaba todas las cosas en su corazón” (v. 51). La meditación de María le permite profundizar en el sentido de la misión de Jesús. Su particular cercanía a él no la exime del proceso, por momentos difícil, que lleva a la comprensión de los designios de Dios. Ella es como primera discípula, la primera evangelizada por Jesús.

No es fácil entender los planes de Dios. Ni siquiera María “entiende”. Pero hay tres exigencias fundamentales para entrar en comunión con Dios: 1) Buscarlo (José y María “se pusieron a buscarlo”); 2) Creer en Él (María es “la que ha creído”); y 3) Meditar la Palabra de Dios (“María conservaba esto en su corazón”). Leer más…

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Sagrada Familia: Estirpe de Dios, juzgados (=salvados) por un crucificado

Domingo, 29 de diciembre de 2024

IMG_9216Del blog de Xabier Pikaza:

Este día de la Sagrada Familia (29.12.24)  solemos evocar la pequeña casa de Jesús con José y María, en Belén o Nazaret. Pero hoy quiero recordar la gran familia de la humanidad, que Pablo definió en Atenas como estirpe de Dios, en quien vivimos, nos movemos y somos, siempre con riesgo de perdernos, pero  juzgados (salvados en amor) por el (un) crucificado.  

  Citaré primero el texto y lo comentaré con brevedad, para exponerlo después con cierto detalle, indicando, al fin, la fuente de mi exposición.

29Por tanto, si somos estirpe (=genos, género)de Dios, no debemos pensar que la divinidad se parezca a imágenes de oro o de plata o de piedra, esculpidas por la destreza y la fantasía de un hombre. 30Así pues, pasando por alto los tiempos de ignorancia, Dios anuncia ahora en todas partes a todos los humanos que se conviertan. 31Porque tiene señalado un día en que juzgará (salvará) al universo con justicia, por medio del hombre a quien él ha designado; y ha dado a todos la garantía de esto, resucitándolo de entre los muertos».  (Hechos 17, 26-31),

Ésta es la parte central de discurso de Pablo en el Areópago de Atenas (Hch 17).   Para conectar con sus oyentes, Pablo empieza recordando que en Atenas había un altar particular (un bômon) dedicado al Dios desconocido.   Sabe que los atenienses han sido y siguen siendo buscadores de Alguien al que ignoran, y así les dice: eso que veneráis sin conocerlo (touto, en neutro) es el Dios que yo os anuncio.

 (a) Él nos ha hecho para habitar (katoikein) en la tierra, conforme a la palabra de Gen 1, 28: creced, multiplicaos, llenad la tierra, sin prioridad de un pueblo sobre otros, rechazando así en posible particularismo griego o judío, pues la tierra entera es de todos y para todos los hombres

(b) Nos ha hecho para buscarle (dsêtein), es decir, para encontrarnos a nosotros. Esta es la tarea humana: Habitar en el mundo y buscar a Dios, pues en élios vivimos, nos movemos y somos, siendo todos de su estirpe (como dice el poeta pagano Arato, Phaen. 5)

(d) Pues somos todos de su estirpe… Ése es uno de los pocos lugares donde la Escritura cristiana (Pablo) cita como autoridad a un poeta pagano, que “genos” (estirpe, familia) de Dios… Otros pueblos se distinguían por tribus, lengua y naciones, como dice sin cesar la Biblia.

Novedad cristiana:  Dios del resucitado (=del crucificado: Hch 17, 30‒33).

IMG_9215            Nos ha hecho Dios de su familia (genos) para buscarle, encontrarle y vivir en él, pero en general nos hemos perdido. No vivimos en Dios, sino en nuestros conflictos, en nuestro deseo de poder y de dinero.

  ‒ Pero Dios ha pasado por alto (hyperidônlos tiempos de ignorancia (agnoia) de los hombres.  No quiere que nos perdamos, no nos abandona, ni en Atenas, la ciudad de la gran sabiduría del mundo.

‒ Por eso, Dios anuncia y ofrece conversión, transformación (metanoia, nuevo nacimiento) a los hombres ignorantes, perdidos en un mundo de deseos, de poderes que nos esclavizan.    Dios ha querido, quiere darnos, una oportunidad de nuevo nacimiento, para que vivamos, nos movamos y seamos.

Este fue el argumento del gran discurso de Pablo en Atenas, ante los “jueces” del Areópago. Dios quiere ofrecernos su salvación por un “crucificado”, a quien ha resucitado de los muertos, para resucitarnos a todos con él. La salvación de Dios (=la renovación de la vida humana) no viene por el poder, dinero e inteligencia de un mundo que se busca a sí mismo, sino por un crucificado, es decir, por los expulsados de la sociedad humana, por las víctimas, como Jesús crucificado, por los niños, como Jesús que nace en un pesebre de pastores, expulsado de Belén.

   Éste es el tema de la introducción de un libro que estoy terminando  con el título En él vivimos, nos movemos y somos. Un camino de vida por la Biblia.  No lo he publicado, lo estoy terminando de escribir. Me gustaría que saliera a la luz el próximo año 2025. Para este día de la familia ofrezco a mis lectores las primeras páginas de la introducción de ese libro que titulará, Dios mediante, En él vivimos, nos movemos y somos.

Los atenienses antiguos aceptaron la primera parte del discurso de Pablo: En Dios vivimos, nos movemos y somos porque eso no les compromete a nada. Pero no pueden aceptar la segunda parte: La resurrección de los muertos, de los crucificados. En un sentido general… con Dios o sin Dios todo es lo mismo. Vivir en Dios puede ser una pura tautología: Vivir en la vida… La novedad de la familia cristiana (del Dios verdadero) es la resurrección de los muertos concretos, es decir, de los crucificados. Porque esto sí que nos hace familia:

 –Los crucificados, los expulsados, las víctimas… nos hacen familia en Dios

Creer que Dios resucita a los crucificados, a las víctimas, significa que Dios nos hace ser familia por medio de ellos y para ellos… Por amor de y amor para los “crucificados” nos hacemos familia.

En él vivimos, nos movemos y somos (de la introducción al libro

Un escritor llamado Lucas, escenificó el comienzo del cristianismo en un capítulo y discurso del libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch 17, 16-34), un texto de gran densidad que aquí recojo como introducción y encuadre de este camino de espiritualidad cristiana:

            El Dios que ha hecho el mundo y todo lo que hay en él no habita en templos hechos por manos de hombre, porque es el Señor del cielo y de la tierra. Tampoco puede ser servido por manos humanas como si tuviera necesidad de algo, ya que él da a todos la vida, el aliento y todas las cosas. El hizo salir de un solo principio a todo el género humano para que habite sobre toda la tierra, y señaló de antemano a cada pueblo sus épocas y sus fronteras, para que ellos busquen a Dios, aunque sea a tientas, y puedan encontrarlo. Porque en realidad, él no está lejos de cada uno de nosotros. En efecto, en él vivimos, nos movemos y existimos, como muy bien lo dijeron algunos poetas de ustedes: «Nosotros somos también de su raza.. (genos, género).

 . Así pues, pasando por alto aquellos tiempos de ignorancia, Dios anuncia ahora en todas partes a todos los humanos que se conviertan. Porque tiene señalado un día en que juzgará el universo con justicia, por medio del hombre a quien él ha designado; y ha dado a todos la garantía de esto, resucitándolo de entre los muertos». 32Al oír «resurrección de entre los muertos», unos lo tomaban a broma, otros dijeron: «De esto te oiremos hablar en otra ocasión». 33Así salió Pablo de en medio de ellos. Pero algunos se le juntaron y creyeron, como Dionisio el areopagita y una mujer llamada Dámaris (Hech 17, 16- 34).

            Pablo Había conversado con epicúreos, más centrados en los placeres, yestoicos, partidarios de un tipo de ética exigente, pero al servicio del orden establecido. Unos y otros le tomaron como espermologos: que siembra (vomita) palabras (como esperma seco). Pero sintieron curiosidad, pues enseñaba novedades, nuevos dioses (Jesús y Resurrección), y quisieron conocer su contenido, como suele pasar hoy día

Dios, la Realidad buscada (Hech 17, 24-27).Pablo había discutido con transeúntes o curiosos, pero algunos que se tomaban como sabios y formaban parte de dos escuelas filosóficas, estoicos y epicúreos, quisieron escuchar y discutir con calma el tema y le llevaron al Areo-pago, colina (Pagus) de Ares (Marte), tribunal, universidad y corte de Justicia de Atenas y del mundo.

            Para captar la atención de los oyentes y situar el tema, Pablo empezó aludiendo a un altar particular (bômon) que los atenienses habían alzado al Dios desconocido, que identificaban con su ley (nomos).Parece que no había en Atenas un altar al Dios desconocido (agnosto Theô), pero se ha encontrado entre sus ruinas un inscripción dedicada a losdioses desconocidos (agnostois theois), indicando que no había sólo uno, sino muchos, en un mundo lleno de divinidades egoístas, de comida y dinero, placer, guerra, raza o Estado. Partiendo de ese dato organiza su discurso para decir que ese Dios desconocido de los griegos (touto) es aquel en quien vivimos, nos movemos y existimos y que se ha revelado en Jesucristo, por su muerte y su resurrección 17, 31). A partir de aquí organiza sus dos primeras tesis

Primera tesis. Ese Dios desconocido es elhacedor (poiesas) de todas las cosas. El ofrece vida/respiración(dsôê/pnoê) a todo lo que existe. En él somos, él es vida de nuestra vida, aliento de nuestro aliento, verdad original, Tao, Brahma, Allah, Gran Espíritu de cielo, estrellas y tierra, plantas y animales. Por eso, la verdadera religión/conocimiento consiste en acepar todo lo que hay (lo que viene de Dios, sin reprimir nada), pero sin alzar un altar al dios desconocido para así elevarnos nosotros, como los sabios del mundo.

Segunda tesis: Dios es vida (historia) de los hombres (Hech 17, 26-28). Pablo pasa así delcosmos griego a la historia judía, pero con un toque helenistas (somos genos, familia de Dios). De esa forma expone la fe bíblica, pero en términos universales. Un griego podría ofrecer ciertos reparos al origen común y único de la humanidad (ex henos, de unos) y no insistiría en la historia particular de Adán/Eva (Gen 2-3). Leer más…

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Quiso ser familia de todos (29.12.24)

Domingo, 29 de diciembre de 2024

IMG_8833Del blog de Xabier Pikaza:

Publiqué ayer un nota de NN sobre el nacimiento de Jesús. Retomo hoy el motivo, adaptando las páginas finales de NN pues mañana, 29.12.24, celebra la iglesia católica la fiesta de la Sagrada Familia.
 

Es un tema que nos cuesta imaginar,  no digo “pensar”. Es muy importante, en este tiempo en que más que la IA (inteligencia artificial) nos   amenaza la FA (familia artificial).  No quiero ni puedo apuntar soluciones, pero quizá el relato de NN que he reformulado para esta página nos permita vislumbrar facetas nuevas. Buen día a todos

28.12.2024 | NN y Xabier Pikaza

(Sigue lo de ayer). Sentí un gozo infinito, en medio del asombro y la fascinación de saberme rodeada por los siete espíritus en la sinagoga, cuando se anunciaba el primer rayo de luz de la mañana. Mi padre me había repetido muchas veces que cuando se proclama la Palabra viene un Ángel, el mismo Gabriel, poderoso mensajero, proclamando la presencia de Dios en nuestra vida. No pude casi ni respirar. Él me decía:

Una espada te traspasará el corazón, para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones… Porque el hijo que nacerá de ti será causa de enfrentamiento y caída para muchos hombres y pueblos  (Lc 2, 34-35).

Así lo escuché y lo entendí, en un instante de luz y sufrimiento. Era como si el mismo Dios me pidiera permiso para introducir su gozo y su dolor en mi pequeña vida de mujer. Y le di gracias a Dios y le pedí que me concediera fuerzas para cumplir lo que él quería, aunque mi hijo tuviera que morir incluso en cruz, por la violencia de miles y millones de violentos de este mundo. Supe así que Dios amor infinito es el dolor más grande de la tierra.

Y entonces vino Gabriel de nuevo y me pidió que siguiera sentara en el estrado de madera y me rodearon de pie, montando guardia, en círculo de vida, los siete arcángeles santos. Y quise ponerme yo también de pie, pero Gabriel me dijo otra vez: Sigue sentada, porque eres gebira de Dios, Señora y nosotros testigos de la gran Palabra.

Los siete arcángeles de Dios iluminaban con su inmensa luz matutina todo el espacio de la sinagoga convertida en cielo. Quise levantarme, pero otra vez me hiceron quedar sentada, en el centro de la sinagoga y supe que Dios era silencio y luz, una luz, siete luces, Palabra de Dios, dolor de vida.

Supe así que Dios viene a los hombres en su sinagoga, a través de los libros sagrados que traen su Palabra. Cerré por un segundo los ojos, como transpuesta y al abrirlos descubrí que luz no era ya de los arcángeles. Sino del mismo Dios, la luz del gran Poder (Mercaba) de la que nos hablaba el rabino explicando el libro de Ezequiel,  y esa luz del Poder se hizo Palabra:

 ‒ Alégrate, Myriam, el Señor Dios está contigo.

Yo me turbé al recibir aquel saludo. ¿Cómo podía venir Dios y visitarme? ¿Cómo podía hablarme en una sinagoga que parecía ocupada por soldados? No lo sé, pero supe con un conocimiento superior al de todos los conocimientos del mundo, que no eran soldados enemigos, como los del Monte Hermón cuando bajaron para violar a las mujeres, sino ángeles buenos para darnos vida. Me sentí inundada por la luz y el amor de Dios…. y el corazón empezó a latir como si quisiera romper mi pecho, y tuve inmenso miedo y paz inmensa. Y Dios siguió diciendo:

– No temas, has hallado gracia … Concebirás, y darás a luz un hijo…

Quedé primero muy callada… escuchando la Voz que estallaba como temporal de fuego en mis entrañas, como si no fuera yo, como si fuera Dios mismo en mi interior… Y le respondí sin saber bien lo que decía:

‒ ¿Cómo será, pues no conozco varón? ¿Cómo será, pues estoy en la sinagoga, con el paño del Nombre de Dios en la cabeza, rodeada de ángeles-soldados, sin saber cómo responderles?

– Soy el mismo Dios, y los que me acompañan son arcángeles. Concebirás y darás a luz un hijo, y le llamarás Jesús, pues nada hay imposible para Dios.

 – Y yo le respondí: Soy tu amiga, soy tu sierva, añadiendo las palabras que nos decía el Rabino que debía responderse: Yehí, Genoito, fiat, Hágase en mí según tu voluntad.

Myriam quedó en silencio y Magdalena oyó el ritmo de su respiración pausada, como latido del corazón de Dios, que se ensancha para abarcar todo el universo y se contrae  para habitar en aquellos que le acogen y responden. Tras un momento de adoración, Myriam siguió diciendo:

Fueron palabras abismales, que yo escuchaba con asentimiento, diciendo:

Soy tu sierva, soy la amiga, hágase en mí según tu voluntad.

Era yo quien decía esas palabras, pero al mismo tiempo, era Dios quien las decía, las más hondas, las únicas que vengo escuchando y respondiendo desde entonces, como si estuviera sucediendo todavía lo que sucedió para siempre aquella madrugada. Todo estaba hecho, todo era ya… Y yo misma era Todo y lo sigo siendo. No tuve ni tengo que hacer nada más. No tenía ni tengo desde entonces más oficio, pues ya solo en amar es mi ejercicio.

– Era Dios ¿Qué podías hacer tú?

Nada y todo, pues todo estaba hecho y debía seguir haciéndose hasta el fin de mi vida, el fin de los tiempos. Fue como si el mundo entero se hubiera detenido para hacer que mi seno fuera seno, vientre y matriz de Dios, aquella pascua de primavera, no en Jerusalén donde estaban celebrando los ricos, sino en la pobre Nazaret de Galilea.

No sé si pasó sólo un instante o si pasaron miles de siglos, pues el tiempo de Dios se había detenido en mi pequeño tiempo de mujer emocionada, dolorida, jubilosa. Supe así que mi vida era seno de la vida  que Dios, alfarero supremo, va amasando, de un modo intangible, en nuestra pequeña y pobre carne humana, que es de Dios, Dios mismo hecho carne (cf. Jn 1, 14).

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Fiesta de la Sagrada Familia. Ciclo C

Domingo, 29 de diciembre de 2024

IMG_9181Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Suele decirse que la familia está en crisis. Los matrimonios por la Iglesia, y también los civiles, disminuyen de forma notable; los divorcios y las separaciones crecen. En la fiesta de la Sagrada Familia esperamos que las lecturas nos animen a vivir nuestra vida familiar. Y así ocurre con las dos primeras, mientras que el evangelio nos depara una sorpresa.

Lectura del libro del Eclesiástico 3, 2-6. 12-14

El libro del Eclesiástico insiste en el respeto que debe tener el hijo a su padre y a su madre; en una época en la que no existía la Seguridad Social, “honrar padre y madre”implicaba también la ayuda económica a los progenitores. Pero no se trata sólo de eso; hay también que soportar sus fallos con cariño, “aunque chocheen”.

Dios hace al padre más respetable que a los hijos y afirma la autoridad de la madre sobre su prole. El que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros; el que honra a su padre se alegrará de sus hijos y, cuando rece, será escuchado; el que respeta a su padre tendrá larga vida, al que honra a su madre el Señor lo escucha. Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre, no lo abandones mientras vivas; aunque chochee, ten indulgencia, no lo abochornes mientras vivas. La limosna del padre no se olvidará, será tenida en cuenta para pagar tus pecados.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 3, 12-21

La sección final de la carta a los Colosenses exhorta a vivir como cristianos, insistiendo en la bondad, el perdón, la paz, el agradecimiento a Dios. Después de estos consejos, añade una serie de advertencias dirigidas a las esposas, los maridos, los hijos, los padres, los esclavos y los señores. Las cuatro primeras han sido elegidas para esta fiesta de la Sagrada Familia. Pueden resultar extrañas por su carácter exigente, como si las relaciones familiares en Colosas dejaran bastante que desear. Pero estos consejos forman parte de la cultura de la época, muy influida por la filosofía estoica. Con una notable diferencia en nuestro caso: mientras los estoicos enfocaban estas virtudes desde un punto de vista humano, la carta adopta un enfoque cristiano. Hay que obrar de este modo “como conviene en el Señor” y “porque eso le gusta al Señor”. Cristo es el punto de referencia para el comportamiento en la familia cristiana. Precisamente este enfoque permite adaptar la advertencia dirigida a la mujer a nuevas circunstancias. Hoy día no se le puede pedir que viva bajo la autoridad del marido “como conviene en el Señor”. Pero todos los miembros de la familia deben plantearse cuál es la forma de vida que “conviene en el Señor” y la que más le agrada.

Hermanos: Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo. Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.

Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos, como conviene en el Señor.

Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas.

Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso le gusta al Señor.

Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los ánimos.

¿Un evangelio impropio?

Después de los consejos anteriores, que animan a obedecer y respetar a los padres, lo que menos podíamos esperar es un evangelio en el que Jesús parece ofrecer un pésimo ejemplo de falta de respeto.

Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua. Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca. A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba. Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: 

− Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados. 

Él les contestó: 

− ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre? 

Pero ellos no comprendieron lo que quería decir. Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su corazón. Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres. 

¿Qué quiere decirnos Lucas con este extraño episodio que solo cuenta él?

Lo que quiere decir a María y de María

En el relato inmediatamente anterior se ha contado que Simeón, al tener a Jesús niño en sus brazos, además de hablar de su futuro anunció a María que una espada le atravesaría el alma. Jesús no iba a ser para ella puro motivo de alegría, sino también de angustia y preocupación. Saltando por alto doce años, la visita al templo le sirve a Lucas para ejemplificar esa espada que atravesaría a María durante toda su vida: sufrimiento y desconcierto (porque, aunque Jesús se explique, “ellos no comprendieron lo que quería decir”). Cuando hablamos de los sufrimientos de María, de sus “dolores”, pensamos casi siempre en la pasión y muerte de Jesús. Sin embargo, Jesús hizo sufrir a María toda su vida, no solo al final. La hizo sufrir con su actividad y sus palabras, que suscitaban la oposición y el rechazo de mucha gente y que terminarían provocando su muerte.

Lo que quiere decir de Jesús

¿Qué pensaba Jesús de sí mismo? ¿Era simplemente un buen israelita que, un día, acudió a que Juan lo bautizara y después tuvo la experiencia de que Dios le hablaba y le encomendaba una misión, como parece sugerir el comienzo del evangelio de Marcos? Lucas quiere corregir esta imagen. La estrechísima relación de Jesús con Dios no empieza en el bautismo, se da desde siempre.

Este episodio se comprende mucho mejor si se recuerda la historia del profeta Samuel. Consagrado por su madre al templo, ha pasado toda su vida junto al sacerdote Elí. Hasta que, a los doce años (según Flavio Josefo), una noche Dios lo llama: “Samuel, Samuel”. Naturalmente, no puede imaginar que Dios lo llame y va corriendo junto al sacerdote Elí. Este le dice que no lo ha llamado, que vuelva a acostarse. Pero la escena se repite al pie de la letra, y el narrador se siente obligado a comentar: “Samuel no conocía todavía a Yahvé”. Lleva doce años en el templo, viviendo con el sumo sacerdote, asistiendo al culto, pero “no conocía todavía a Yahvé”. Jesús, en cambio, a los doce años, sabe perfectamente cuál es su relación con él: “¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?” Dios es su Padre, y ese conocimiento se lo ha comunicado ya a José y María con anterioridad. Estas palabras contrastan no solo con la ignorancia de Samuel sino también con lo que le ha dicho María: “Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.” Para Jesús, su único Padre es Dios. Y su misión la ha recibido mucho antes del bautismo.

Lucas, tan buen conocedor de la Escrituras, cuando dice que Jesús asombraba a todos los maestros con su sabiduría, es posible que esté aludiendo al Salmo 119: “Soy más docto que todos mis maestros porque medito tus preceptos. Soy más sagaz que los ancianos porque observo tus decretos” (vv.99-100). Aunque Jesús no pondrá nunca el acento en la letra de los preceptos y decretos, sino en la entrega plena a la voluntad de su Padre.

María y nosotros

Lucas tiene especial interés en presentar a María como modelo del cristiano. Con pocas palabras (“He aquí la esclava del Señor”), con el silencio (como en el caso de los pastores y de Simeón) y, sobre todo, con su actitud de reflexionar y meditar todo lo que se relaciona con Jesús. María no es tan lista como los teólogos, y mucho menos que los obispos y papas. Ella no entiende muchas cosas. Jesús la desconcierta. Pero conoce el gran remedio para el desconcierto: la oración. Cuando estamos a punto de recomenzar el contacto con la actividad de Jesús, es muy bueno acordarnos de ella e intentar imitarla.

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29 de Diciembre de 2024. Fiesta de la Sagrada Familia. Ciclo C.

Domingo, 29 de diciembre de 2024

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“Su madre conservaba todas las cosas en lo íntimo de su corazón”

(Lc 2, 41-52)

María, como madre y como mujer de fe se nos pone hoy de ejemplo. Tras haber perdido a Jesús en Jerusalén, tras días de gran angustia familiar, no comprendiendo los comentarios de su hijo, se nos presenta a María orante, contemplativa, serena, posando lo que vive, lo que duda, sus alegrías y sus miedos, en el corazón. No es tanto el “espacio” de las emociones como lo profundo de la persona.

María irá comprendiendo con el paso de los años que su hijo no será como ella pensaba (ningún hijo ni hija lo somos). Es una parte del Evangelio que da lugar a volar con la imaginación a la vida oculta de Cristo, a esas conversaciones con sus padres, momentos en los que la rutina lo invadía todo…

En este tiempo en que vivimos nos resulta extraño este “conservar las cosas en lo íntimo del corazón”. Podemos preguntarnos: ¿y no lo compartía? Hoy que subimos fotos a facebook o las compartimos por whatsapp… Nuestra gente cercana sabe enseguida dónde hemos cenado, qué nos hemos comprado o a dónde hemos viajado… ¿Compartimos con la misma facilidad nuestros deseos, nuestros anhelos, cómo Dios va actuando en lo cotidiano de nuestra vida? Creo que no, que hay cosas que necesitamos guardar en lo profundo de nosotras mismas, allí donde no tenemos una imagen que mantener, donde somos realmente libres.

María nos enseña a vivir en Dios. Por cierto, en cada Eucaristía lo decimos: “por Cristo, con Él y en Él”. Se nos invita a abandonar ese vivir hacia fuera, pensando en qué van a opinar las demás personas sobre nosotras… Solo tras dejar en lo más íntimo de nuestro ser lo que nos va ocurriendo, podremos ser hombres y mujeres entregadas al servicio de la humanidad.

Oración

Trinidad Santa, ayúdanos a vivir en ti,
y a guardar lo que vamos viviendo en lo íntimo de nuestro ser.


*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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