Recuerdo
Del blog Nova Bella:
Esperar es un pedazo de recuerdo.
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Del blog Nova Bella:
Esperar es un pedazo de recuerdo.
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Del blog Amigos de Thomas Merton:
“Me confronto con todo cuanto se cruza en mi camino y me hace a veces sentirme maltratada. Es como si me dejara estrellarme contra mí misma, dejándome maltrecha y llena de arañazos. Pero imagino que tiene que ser así. A veces siento que estoy en un abrasador purgatorio y que estoy siendo forjada en otra cosa. Pero ¿en qué? Solamente puedo ser pasiva, dejar que me suceda. Pero entonces también siento que todos los problemas de nuestra época y de la humanidad en general tienen que ser combatidos dentro de mi pequeña cabeza. Y esto significa ser activa… Una vida dura me está reservada. A veces no siento ganas de continuar. En los momentos en que siento que sé exactamente lo que me va a suceder, a qué se parece la vida, me canso muchísimo y no siento la necesidad de experimentar las cosas tal como vienen. Pero la vida siempre lleva ventaja, y entonces encuentro de nuevo todo interesante y emocionante y me lleno de valentía y de ideas. Uno debe admitir sus propias pausas, pero yo me pongo mustia en estas pausas, o así me lo parece”.
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Etty Hillesum
Diarios
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Del blog de Miguel Ángel Mesa Otro mundo es posible:
Ya no espero la engañosa ilusión de una vida sin males,
unos cielos y una tierra que destilen leche y miel,
una promesa baldía que colmate tantos cenagales,
una lucha eterna contra la infamia, el puño y la hiel.
Ya no espero que alumbre el día con un rojo amanecer,
una invitación a soñar el futuro con vanas apariencias
o con la luz eterna que desaparece cada día al atardecer,
para terminar tumbado bajo la ebriedad de la inconsciencia.
Solo espero en la mano que esparce vislumbres de estrellas,
que siembra lealtades y despierta con su ternura la luz de la sonrisa,
que abre puertas al viento, a lo nuevo que ahonda en las huellas.
Solo espero en la fuerza vital que me habita por dentro,
en la energía común que aúna voluntades y recrea los caminos,
en el hondo abrazo que estimula e invita al encuentro.
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Miguel Ángel Mesa
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Del blog de Henri Nouwen:
“Esperar resulta esencial para la vida espiritual. Pero esperar como discípulo de Jesús no es una espera vacía, sino una espera con una promesa en nuestros corazones que hace ya presente lo que esperamos. Durante el Adviento esperamos el nacimiento de Jesús. Después de Pascua esperamos la venida del Espíritu y después de la Ascensión de Jesús esperamos su nueva venida gloriosa. Siempre estamos esperando, pero es una espera vivida en el convencimiento de que ya hemos visto las huellas de Dios. Esperar a Dios es una espera activa, alerta, ¡sí, gozosa!. Mientras esperamos, recordamos a aquel que creó una comunidad preparada para darle la bienvenida cuando Él venga.”
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Henri Nouwen
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Del blog Nova Bella:
Cuando se desea un milagro,
hay que saber esperar.
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Günter Grass,
El tambor de hojalata
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Sabemos que nos esperas, Señor, porque sabes que la espera es esperanza… y esperamos también que riegues nuestras vidas con tu ternura… para que nuestra vida sea un reflejo de tu bondad y de frutos de justicia que haga mejor la de los demás…
Saber esperar; sabiendo
que el tiempo no existe ya.
Ni el correo ni la prensa
tienen caja forestal.
El sol es de ayer, de siempre.
Y un día es un día más.
La noche, con “muriçoca”.
La tuna, no es de fiar.
Mañana será otro día,
y arroz no nos faltará…
Despertaremos cansados,
“com vontade de sentar”;
pero con la espera al hombro,
¡y nos tocará esperar
otro día, todo el día,
…para aprender a esperar!
*
Pedro Casaldáliga
Clamor elemental. Ed Sígueme, 1971
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En una ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús contestó:
–“¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.”
Y les dijo esta parábola: “Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró.
Dijo entonces al viñador: “Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?
Pero el viñador contestó: “Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas”.
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Lucas 13, 1-9
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Todo es provisional en la vida del hombre, todo está ligado al tiempo: en este sentido, tanto justos como pecadores viven en el tiempo, tiempo que es un don de Dios para ellos, un tiempo de gracia, y por ello, un tiempo abierto a la conversión. Ni el pecador empedernido ni el justo empedernido permanecerán así para siempre. Están llamados a ser “pecadores en conversión”.
Dios nos toca de muchas maneras para llevarnos a este estado de conversión. Nosotros sólo podemos prepararnos para que Dios nos toque. Fuera de la conversión estamos fuera del amor. En este caso no le quedarían al hombre más que dos posibilidades: la satisfacción de sí y la justicia propia, o una profunda insatisfacción y la desesperación. Fuera de la conversión no podemos estar en la presencia del verdadero Dios, pues no estaríamos junto a Dios, sino ¡unto a uno de nuestros numerosos ídolos. Además, sin Dios, no podemos permanecer en la conversión, porque no es nunca el fruto de buenas resoluciones o del esfuerzo. Es el primer paso del amor, del Amor de Dios más que del nuestro. Convertirse es ceder al dominio insistente de Dios, es abandonarse a la primera señal de amor que percibimos como procedente de Él. Abandono en el sentido de capitulación. Si capitulamos ante Dios, nos entregamos a Él. Todas nuestras resistencias se funden ante el fuego consumidor de su Palabra y ante su mirada; no nos queda ya más que la oración del profeta Jeremías: “Haznos volver a ti, Señor, y volveremos” (Lam 5,21; cf. Jr 31,18).
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André Louf,
A merced de su gracia,
Madrid 1991, 19-24, passim.
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Yo espero
que venga lo nuevo y novedoso
con el mismo ímpetu
y fuerza de convicción,
por lo menos,
con que viene lo que ya conocemos
y nunca alcanzamos,
porque otros lo tienen en sus manos,
y sólo nos ofrecen migajas
para ilusionarnos, confundirnos
y hacernos esclavos.
Y espero,
cada vez con más ahínco y fe,
que no surja de nuestros hechos,
ni de nuestros estériles sueños,
ni de nuestros vanos recuerdos,
ni de nuestras entrañas malcriadas,
ni de nuestros derechos tan protegidos…
sino de tu ternura y gracia.
Yo espero,
gratuitamente,
que se abra el cielo,
que tu Espíritu nos bautice
y renueve por fuera y dentro,
y que empiece acá tu reino.
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Florentino Ulibarri
Fuente Fe adulta
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Hay que tener confianza en Dios, hermano/a,
pues Él ha confiado en nosotros.
Hay que tener fe en Dios,
pues Él ha creído en nosotros.
Hay que dar crédito a Dios,
que nos ha dado crédito a nosotros.
¡Y qué crédito! ¡Todo el crédito!
Hay que poner nuestra esperanza en Dios
puesto que Él la ha puesto en nosotros.
Singular misterio, el más misterioso:
¡Dios nos ha cogido la delantera!
Así es Él, hermano/a, así es Él.
Se le desborda la ternura por los poros,
nos alza hasta sus ojos, nos besa,
nos hace mimos, cosquillas y guiños,
y sueña utopías para nosotros
más que las madres más buenas y apasionadas.
Dios ha puesto su esperanza en nosotros.
Él comenzó, ya en los orígenes, y no se cansa.
Él espera que el más pecador de nosotros
trabaje, al menos un poco, por sus hermanos.
Él espera en nosotros más que nosotros mismos,
¿y nosotros no vamos a esperar en Él?
Dios nos dio su Palabra,
nos confió a su Hijo amado
que vino a nuestro mundo y casa;
nos confió su hacienda,
su Buena Noticia,
y aún su esperanza misma,
¿y no vamos a poner nosotros
nuestra esperanza en Él?
Hay que tener confianza en la vida
a pesar de lo mal que dicen que está todo.
Hay que tener esperanza en las personas, ¡en todas!
Sólo en algunas hasta los fariseos y necios la tienen…
Hay que confiar más en Dios
y echarnos en sus brazos y descansar en su regazo.
Hay que esperar en Dios.
Mejor: hay que esperar a Dios.
Y si todo esto ya lo hacemos,
una cosa nos falta todavía:
Hay que esperar con Dios
a que su Palabra se haga buena nueva
en nuestras entrañas,
en su casa, que es nuestra casa.
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Florentino Ulibarri
Fuente Fe Adulta
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ECLESALIA, 15/02/21.- Estas reflexiones me han brotado después de participar en una tertulia virtual con un grupo de nuestra Comunidad de la Esperanza y de escuchar una videoconferencia del jesuíta Rodríguez Olaizola. No podemos evitarlo. Vivimos, oímos, vemos, hasta tocamos esta atmósfera provocada por ese bichito, procedente de China, que domina el planeta. Pandemias ha habido siempre, más o menos globales, que han asolado a la humanidad.
¿Qué ha ocurrido para que ésta alcance tal magnitud en nuestra conciencia? Primero: Está afectando a nuestro orgulloso Occidente. Segundo: La globalización económica, con el trasiego constante y rápido de mercancías y personas de unos países a otros. Y tercero: Las interconexiones mediáticas instantáneas, las tradicionales más las redes sociales, que han hecho del globo terráqueo una aldea global.
Frente a esta situación, se están dando dos respuestas opuestas, igualmente perniciosas en sus efectos. La primera, la de los negacionistas: la pandemia no existe, es un bulo creado por ciertos poderes ocultos para aumentar su dominio sobre nosotros. La segunda es la de quienes se han hundido en un pavor extremo, en el que piensan que no hay nada que hacer; por lo que o disfrutamos a lo loco cada minuto de la existencia que nos quede o nos encerramos en la depresión más amarga.
Claro que cabe un respuesta más humana y esperanzada. Ver la crisis como una oportunidad. Para ello, aprovechando el confinamiento de tantas horas en nuestras casas, hemos de empezar por frenar. Iniciar un proceso de pensamiento sobre nuestra propia existencia y el sentido de nuestra vida.
Hemos de reconocer que, a pesar de los avances tecnocientíficos, somos seres frágiles, extremadamente vulnerables. Y que la muerte, la mía y la de los míos, forma parte de la existencia humana. Tenemos fecha de caducidad, aunque ignoremos cuál sea.
Nuestra inmovilidad no ha de impedirnos ser peregrinos de nuestro interior. Ahondar dentro de nosotros con preguntas claves: ¿Somos personas líquidas, a merced de vaivenes exteriores o personas sólidas con anclajes firmes, pero flexibles? ¿Hemos desarrollado un pensamiento crítico, capaz de evolucionar, sin caer en gregarismos fáciles? ¿Estoy abierto a la escucha leal, aceptando que me lleven la contraria, para irme acercando a la verdad desde otras perspectivas?
Este análisis ¿me permite ver qué cambios debo realizar en mis actitudes vitales? ¿No debo empezarlos ya, en el hoy en que me encuentro? Sé que no parto de cero, mi vida tiene su historia, aunque seguro que debo cambiar el relato que hago de ella. Y desde ese ayer, con los pies anclados en el presente, es el momento de abrime a un mañana esperanzado.
Mi actitud debe ser de una humildad agradecida. A esos tús cuyos encuentros me han ído modelando. ¿No puedo resumir la lección de la pandemia en tres verbos: Buscar, Esperar, Agradecer?
(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).
Del blog de Henri Nouwen:
Esperando, como lo vemos en las personas en la historia de Navidad en el evangelio de Lucas; espera con un sentido de promesa. Los que estaban, cada uno había recibido una promesa que les dio valor y les permitió esperar. Recibieron algo que estaba funcionando en ellos, una semilla que había comenzado a crecer. Esto es muy importante para nosotros porque también podemos esperar, solo si lo que estamos esperando ya ha comenzado para nosotros. Esperar nunca es un movimiento de la nada a algo. Siempre es un movimiento de algo a algo más.
Zacarías, Isabel, María, Simeón, y Anna vivían con una promesa. Fue una promesa que nutrió, que les dio de comer, y les permitió quedarse donde estaban. Porque ellos esperaban, la promesa podría desarrollarse gradualmente y realizarse dentro de ellos y a través de ellos. Estuvieron presentes en el momento. ¿Por qué podían oír al ángel?. Estaban alertas, atentos a la voz que les habló y les dijo: “No tengan miedo. Algo te está pasando. Presta atención.”
Estaban llenos de esperanza. Su esperanza fue algo muy diferente. Su esperanza era confiar en que llegaría el cumplimiento, pero el cumplimiento de acuerdo con las promesas de Dios y no solo de acuerdo con sus deseos. La esperanza siempre tiene un final abierto.
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Henri Nouwen
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Esperar es mucho más que desear, pero nosotros confundimos a menudo lo uno con lo otro. Esperar es aguardar lo que la fe nos hace conocer: se trata, a buen seguro, de cosas oscuras, aunque incomparablemente más plenas. Esperar es aguardar con una confianza ilimitada lo que no conocemos, pero de parte de aquel cuyo amor sí conocemos. Recibimos en la misma medida con la que esperamos. Esperar así es amar, amar con amor de caridad a Dios y a los otros, porque es hacer nuestras las «ideas» de Dios sobre él y sobre lo que cada uno debe recibir de él. O esperar o actuar, según las circunstancias… En ambos casos nos pide el Señor radicalismo, esto es, o esperar a fondo o actuar a rondo. Esperar lo que no depende de nosotros es una buena ocasión para poner en Dios una confianza sin fisura.
Cuando debemos intervenir en algo que verdaderamente supera nuestras posibilidades, es preciso confiarlo a Dios. Y confiarlo a Dios significa fiarse de él. Para que esta confianza sea real, efectivamente buena, no debemos dejar sitio en nosotros a la inquietud. Lo que el Señor nos pide es creerle Dios, esperar en él, porque él es tan poderoso como Dios. Esperar, de bruces sobre la tierra, inmóviles. Pero esperar con una esperanza vital, indestructible.
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Madeleine Delbrêl,
Indivisibile amore,
Cásale Moni. 1994, pp. 77-79, passim.
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Sabemos que nos esperas, Señor, porque sabes que la espera es esperanza… y esperamos también que riegues nuestras vidas con tu ternura… para que nuestra vida sea un reflejo de tu bondad y de frutos de justicia que haga mejor la de los demás…
Saber esperar; sabiendo
que el tiempo no existe ya.
Ni el correo ni la prensa
tienen caja forestal.
El sol es de ayer, de siempre.
Y un día es un día más.
La noche, con “muriçoca”.
La tuna, no es de fiar.
Mañana será otro día,
y arroz no nos faltará…
Despertaremos cansados,
“com vontade de sentar”;
pero con la espera al hombro,
¡y nos tocará esperar
otro día, todo el día,
…para aprender a esperar!
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Pedro Casaldáliga
Clamor elemental. Ed Sígueme, 1971
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En una ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús contestó:
–“¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.”
Y les dijo esta parábola: “Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró.
Dijo entonces al viñador: “Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?
Pero el viñador contestó: “Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas”.
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Lucas 13, 1-9
***
Todo es provisional en la vida del hombre, todo está ligado al tiempo: en este sentido, tanto justos como pecadores viven en el tiempo, tiempo que es un don de Dios para ellos, un tiempo de gracia, y por ello, un tiempo abierto a la conversión. Ni el pecador empedernido ni el justo empedernido permanecerán así para siempre. Están llamados a ser “pecadores en conversión”.
Dios nos toca de muchas maneras para llevarnos a este estado de conversión. Nosotros sólo podemos prepararnos para que Dios nos toque. Fuera de la conversión estamos fuera del amor. En este caso no le quedarían al hombre más que dos posibilidades: la satisfacción de sí y la justicia propia, o una profunda insatisfacción y la desesperación. Fuera de la conversión no podemos estar en la presencia del verdadero Dios, pues no estaríamos junto a Dios, sino ¡unto a uno de nuestros numerosos ídolos. Además, sin Dios, no podemos permanecer en la conversión, porque no es nunca el fruto de buenas resoluciones o del esfuerzo. Es el primer paso del amor, del Amor de Dios más que del nuestro. Convertirse es ceder al dominio insistente de Dios, es abandonarse a la primera señal de amor que percibimos como procedente de Él. Abandono en el sentido de capitulación. Si capitulamos ante Dios, nos entregamos a Él. Todas nuestras resistencias se funden ante el fuego consumidor de su Palabra y ante su mirada; no nos queda ya más que la oración del profeta Jeremías: “Haznos volver a ti, Señor, y volveremos” (Lam 5,21; cf. Jr 31,18).
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André Louf,
A merced de su gracia,
Madrid 1991, 19-24, passim.
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Del blog de Henri Nouwen:
Es una espera abierta.
Es confiar que algo se realizará, pero se realizará de acuerdo con las promesas y no con nuestros deseos. Por tanto la esperanza tiene siempre un final abierto, y de ahí que sea muy importante hacer a un lado mis deseos y volverme a la esperanza. Es así como lo realmente nuevo puede sucederme. Esta espera abierta es una actitud inmensamente radical hacia la vida, confiando en alguien que sobrepasa mi imaginación; es dejar de tratar de controlar mi futuro, permitiendo que Dios defina nuestra vida. Seremos entonces, modelados, no por nuestros miedos, sino por su amor.
Esperando juntos.
No esperamos solos, porque somos parte de una comunidad de fe, que ha de ser comunidad de apoyo, celebración y afirmación, donde podemos elevar lo que ya ha comenzado en nosotros. Reunidos en oración alrededor de una promesa, eso es la Iglesia, eso es la eucaristía: elevar lo que ya está ahí, dar gracias por la semilla que ha sido plantada. Decimos: esperamos a Jesús, que ya ha venido, y vendrá siempre… Eso es la comunidad: el espacio seguro donde podemos esperar el cumplimiento de la promesa; donde hallaremos las condiciones para que fructifique la semilla; donde la llama se mantendrá encendida, sin el peligro de apagarse.
Esperando en torno a la Palabra.
Esperamos activos, pacientes, expectantes, abiertos y juntos, sabiendo que Alguien nos habla, nos interpela, nos convoca. Así es que estamos espiritualmente en nuestra casa, alertas, para abrirle la puerta cuando Él toque, y que entre y se haga carne en nosotros. Por eso la Palabra de Dios está siempre en medio de los que se reúnen en su nombre: para hacerse carne, para nacer y tener una vida nueva en nosotros.
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Ideas recreadas de Henri Nouwen
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Del blog de Henri Nouwen:
UNA ESPERA ACTIVA: Esperar resulta esencial para la vida espiritual. Pero esperar como discípulo de Jesús no es una espera vacía, sino una espera con una promesa en nuestro corazón que hace ya presente lo que esperamos. Durante el Adviento esperamos el nacimiento de Jesús. Después de Pascua esperamos la venida del Espíritu y después de la Ascensión de Jesús esperamos su nueva venida gloriosa. Siempre estamos esperando, pero es una espera vivida en el convencimiento de que ya hemos visto las huellas de Dios. Esperar a Dios es una espera activa, alerta, ¡sí, gozosa! Mientras esperamos recordamos a aquel que creó una comunidad preparada para darle la bienvenida cuando Él venga.
ESPERAR CON PACIENCIA: ¿Cómo esperamos a Dios? Esperamos con paciencia. Pero paciencia no significa pasividad. Esperar pacientemente no es como esperar el autobús, o que deje de llover, o que salga el sol. Se trata e una espera activa en la que vivimos el momento presente al máximo para encontrar en él las señales de Aquel que estamos esperando.
La palabra paciencia viene del verbo latino patior, que significa padecer. Esperar pacientemente significa padecer por el momento presente, saboreandolo plenamente, dejando que crezcan las semillas que están plantadas en el suelo que pisamos hasta convertirse en plantas resistentes Esperar pacientemente siempre significa prestar atención a lo que está ocurriendo ante nuestros propios ojos y ver en ellos los primeros rayos de la gloria venida de Dios.
ESPERAR EXPECTANTES: Esperar pacientemente a Dios supone una gozosa expectativa. Sin una expectativa, nuestra espera puede quedar atrapada en el presente. Cuando esperamos expectantes nuestro entero ser permanece expuesto a verse sorprendido por la alegría. A lo largo de los Evangelios Jesús nos pide que nos mantengamos despiertos y estemos alerta. Y San Pablo dice: “Ya es hora de levantarnos del sueño, pues nuestra salud está ahora más cerca que cuando empezamos a creer La noche está avanzada y se acerca ya el día. Despojémonos, pues, de las obras de las tinieblas y vistamos las armas de la luz” (romanos 13, 11 y 12). Es esta expectativa gozosa de la venida de Dios la que ofrece vitalidad a nuestras vidas. La expectativa del cumplimiento de las promesas que Dios nos hizo a nosotros nos permite prestar plena atención al camino que estamos recorriendo.
*
Henri Nouwen
“Pan para el viaje”
Obelisco, 2001
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Del blog Nova Bella:
No hace falta que salgas de la habitación. Quédate sentado a la mesa y escucha. Ni siquiera escuches, simplemente espera. Ni siquiera esperes. Quédate en silencio, en quietud y en solitario. El mundo se ofrecerá libremente a ti. Será desenmascarado, no tiene elección. Se desplegará en éxtasis a tus pies.
*
Franz Kafka
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Del blog Nova Bella:
“En algún lugar del exterior,
más allá de las ideas del acierto y del error,
hay un jardín.
Nos vemos en él.”
*
Rumi,
poeta y místico sufí, siglo XIII.
***
Del Blog Nova Bella:
No esperar nada es propio de perezosos, o de suicidas, o de sabios.
Esperar lo inesperado es propio de aventureros, o de insaciables, o de temerarios.
El que es feliz vive, sin embargo, en un reino único:
mientras detesta lo inesperado,
todo lo espera.
*
Rafael Argullol,
Poema
***
Del blog del Monasterio Monjas Trinitarias de Suesa:
que no es el momento de frenar la historia.
¿Por qué quieres atar más cabos?
¿Por qué pretendes entenderlo todo con el intelecto?
¡Usa el alma, desarrolla el corazón!
¿Aún no sabes que el amor es incomprensible para la mente,
pero claro para el corazón?
No esperes a ser mejor,
a estar más tranquila,
no aguardes a tener tiempo (¿se posee el tiempo?),
a ser perfecta,
a encontrar el momento concreto para detener el alma.
Ahora, ahora mismo.
¿No ves que tus lágrimas son mi voz?
¿No percibes que tu incomodidad,
tu desasosiego y desazón
es mi manera de reclamarte?
Estoy a tu puerta,
golpeando tranquila pero tenazmente.
Los latidos de tu corazón son el golpeteo de mis nudillos
a la puerta de tu vida.
No esperes más,
levanta tu rostro
y mírame.
¿No ves cuánto te necesito?
Sencillamente estar juntos,
vivir lo mismo, el mismo sueño.
Así, como eres, así te necesito,
ni mejor ni peor, que ya conozco yo
el oleaje de tu vida.
Así te quiero,
por ello mismo te quiero.
Pero ahora soy yo quien te necesita
y te espero.
No me cierres la puerta,
ábreme tu vida,
y seré tu único horizonte.
Tu único Señor.
Un solo latido.
***
Del blog Pays de Zabulon:
“Has venido, sin prevenirme, es divertido ver cómo me es más fácil escribirte, mientras que, cuando estás aquí, cerca de mí, soy incapaz de hablarte. […] jamás he bajado las escaleras tan rápidamente, sin siquiera prestar atención a la manera en como estaba vestido, mientras que mi cuñada estaba fuera; ¡justo un calzoncillo de algodón blanco y un polo del mismo color, aunque octubre acabó ya casi su trayecto, no hace tanto frío! Y tus brazos me dieron calor, en seguida, yo estaba bien. “
*
François-Xavier David,
Nous irons ensemble,
Société des Ecrivains,2013
Photo: Connor Straathof
***
Del blog Pays de Zabulon:
¿Por qué has hecho eso?
Instalarte por un instante
Te pareces a cualquiera que, conozco.
¿Por qué querrías decirlo así?
¿No sabes que los sueños se hacen realidad
Cuando pones todo tu corazón así?
Entonces esperando …
Pienso
Déjalo ir, déjalo ir
Todo va a arreglarse por sí solo
Pienso
Déjalo ir, déjalo ir
Sé que trabajas duramente
Y que no esperas salir de este sótano
Pero si te llevo lejos
Me suprimirás justo para reemplazarme.
Entonces esperando …
Creo
Déjalo ir, déjalo ir
todo se va a rarreglar solo
Creo
Déjalo ir, déjalo ir
Hay cosas buenas delante de mis ojos
Justo ante mis ojos
Hay cosas buenas delante de mis ojos
Justo ante mis ojos.
Pienso
Déjalo ir, Déjalo ir
Todo va a arreglarse por sí solo
Pienso
Déjalo ir, Déjalo ir
Nathan Goshen – Thinking About it (Let it go) –נתן גושן
Fuente letra: www.musixmatch.com
Fuente foto: modus vivendi, printemps-été 2016
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