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El discurso de la luna

Lunes, 26 de febrero de 2024
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Hace poco más de una semana asistimos a la vigilia ecuménica televisada con la que se abría el sínodo. Bella. Cantos de Taizé, sobre todo. Todo muy bien dispuesto. Aquella visión con silencios, con tiempo para la plegaria, trajo otros recuerdos.

En 1988 cené en la casa romana de Rosa Rossi y Renzo Lapiccirella (también escrito Lapiccirilla), via de’ Giornalisti. Ella era una hispanista de renombre, dedicada entre otras cuestiones a Teresa de Ávila. Él era periodista de L’Unità, el diario comunista fundado por Antonio Gramsci. Como al día siguiente tenía una entrevista con un senador del entonces partido comunista más importante de Europa occidental, también el más cultivado, el PCI, Lapiccirella quizá quiso conocerme antes de que me presentase en vía delle Boteghe oscure.

Renzo y Rosa eran familiares de Manuel Sacristán y Giulia Adinolfi y con ese motivo habían pasado algunas temporadas estivales en “Los Sauces”, en Puigcerdà (Cerdanya). Renzo describió “un lugar un poco mágico donde llego a pensar que quizás el mundo y los hombres han descubierto –o están a punto de descubrir– una medida de sí mismos y de las cosas, un maravilloso equilibrio entre razón y sentimientos y, en definitiva, el sentido preciso de su propia vida y de la de los demás”. Renzo era hijo de un partigiano napolitano, luego concejal en Roma, y nieto de un barbero, un hombre del pueblo, un hijo de la resistencia al fascismo, un comunista.

En un momento Renzo me habló del «Discurso de la luna» y se emocionó. Me descubrió aquel discurso. Yo había leído el de la mañana, el Gaudet Mater Ecclesia, con el que Juan XXIII se dirigió a los padres conciliares. Pero no sabía nada del otro, el llamado «Discurso de la luna».

Parece que fue así. Era ya de noche y la Acción católica romana convocó una vigilia de oración en San Pedro. Cien mil romanos acudieron. Los romanos aman al papa. Ellos lo quieren como padre. Es su obispo y es un padre. Ríen y lloran con él. El papa se había retirado a sus habitaciones. Los mosenes y los monseñores no se van a dormir, sino que se retiran a descansar. El papa Roncalli estaba ya en su habitación y su secretario, Loris Capovilla, le avisó de que cien mil romanos están bajo la ventana.

Noche del once de octubre de 1962

Según Capovilla, al acabar el día, Roncalli estaba emocionado, “muy emocionado”. Para Roncalli lo importante era que el concilio había empezado. No le preocupaba el resto, si concluiría, cómo y con quién. Su secretario le pidió que se asomase y dijese unas palabras. El papa dijo que no, que ya había hablado una vez esa mañana. “Basta”, dijo. A Roncalli le gustaba hablar poco, era hombre de campo. Le gustaba la sencillez y que le entendieran todos. Le molestaban los aplausos de la masa. Cuando alguien le decía que preparara un discurso a los presos decía: si quieren, prepararé un documento sobre los presos. Si voy a verlos, lo que quiero es abrazarles y hablarles con el corazón. A Angelo Giuseppe no le gustaba improvisar discursos.

El secretario insistió. “Asómese al menos”. El papa quedó impresionado. “Abra la ventana y ponga el tapiz”. Era el tapiz rojo que se ponía en la ventana desde la que el papa iba a bendecir.

El escolapio florentino Ernesto Balducci, entonces eclesiásticamente “desterrado” en Roma, y el periodista y sacerdote José Luis Martín Descalzo lo han contado. Éste lo titula “la caricia del padre”. Desde la ventana iluminada surgió la voz del papa como un río de ternura y la plaza San Pietro se convirtió en un inmenso hogar. Cien mil antorchas iluminaban la vigilia de la Iglesia.

El discurso, improvisado, caótico, respondió a lo que el papa era en aquel momento: un padre. Alguna vez había dicho: “Escuchad bien esto porque mañana no lo leeréis en L’Osservatore”. De hecho, el diario oficioso vaticano del día siguiente sólo recogía que el papa anciano había hablado 37 minutos en latín ante 2447 obispos. ¿Se enteraron los del diario de lo que estaba aconteciendo? Podemos dudarlo. Roncalli sabía que algunos censuraban sus palabras.

En el improvisado discurso de la noche descubrimos el alma de Roncalli, sin conexión lógica. Es un discurso que huele a página bíblica. Así lo piensa Martín Descalzo. Balducci señala la facilidad de Roncalli demeter las cosas más arcanas en el giro de las imágenes domésticas, saber unir una miniatura anecdótica a las más altas afirmaciones doctrinales”. Martín Descalzo subraya la “simplicidad de pozo” del papa, “ese fabuloso don que sólo algunos poetas consiguen de que sus palabras, simples en apariencia, se profundicen en cada nueva lectura, más frescas, más jugosas cuanto más se desciende a su fondo”.

Hace veintitrés años editamos algunos escritos de Roncalli. Este discurso lo comentó un joven jesuita piamontés, Secondo Bongiovanni. Un milagro fue recuperar las páginas que Hannah Arendt escribió sobre Roncalli en Men in Dark Times (1968). En la primera edición castellana del libro de Arendt la editorial “censuró” al papa. Hay censores en todos sitios. Juan XXIII lo sabía bien. Nosotros lo recuperamos y publicamos el texto en traducción de Serrano de Haro para El Ciervo y edición de De la Torre Francia para el libro. La editorial que había publicado Hombres en tiempos de oscuridad, después ya no pudo seguir censurándolo y lo incluyó en siguientes ediciones. Antes habían pensado que una editorial progresista no podía publicar una reflexión sobre un papa. Quizá. Hay censores en todos sitios. Juan XXIII lo sabía bien.

El discurso de la luna

El texto se puede leer en otros lugares. Por ejemplo, en nuestra edición de los Escritos del Juan XXIII (Bilbao 2000) o en el libro editado por José Luis Martín Descalzo, El Concilio de Juan y Pablo. Documentos… (Madrid 1967, páginas 106-108). Por ello sólo reproduzco algunas líneas.

“Queridos hijitos, queridos hijitos, oigo vuestra voz. La mía es una voz sola, pero resume la voz del mundo entero (…) // Se diría que incluso la luna se ha dado prisa esta tarde. Miradla en lo alto cómo contempla este espectáculo. Es que hoy cerramos una gran jornada de paz (…) Mi persona no cuenta nada. Es un hermano quien os habla, un hermano que se ha convertido en padre por voluntad de Nuestro Señor. Pero todo junto, fraternidad y paternidad, es gracia de Dios. ¡Todo, todo! // Seamos por tanto fieles y sigamos la dirección que Cristo bendito nos dejó. // Ahora os doy la bendición. Junto a mí quiero invitar a la Virgen Santa, Inmaculada, cuya excelsa prerrogativa celebramos hoy [en 1931 Pío XI introdujo la fiesta litúrgica de la maternidad de la Virgen María para el 11 de octubre]. // Al volver a casa os encontraréis a los niños; hacedles una caricia y decidles: esta es la caricia del papa. Tal vez encontraréis alguna lágrima que enjugar. Tened para quien sufre una palabra de consuelo. Sepan los afligidos que el papa está con sus hijos especialmente en las horas de tristeza y amargura. (…) // A la bendición uno el deseo de una buena noche, recordándoos que no os quedéis sólo en los buenos propósitos. (…) El concilio ha comenzado y no sabemos cuándo acabará. (…) Bienvenidos por tanto, estos días: los esperamos con gran alegría.”

Escribe Martín Descalzo que al acabar era “como si una navidad equivocada hubiera anticipado su venida (…), una página escapada de los Evangelios”.

Cuando Renzo recordó la frase del papa “al volver a casa…”, lloraba.

[Imagen extraída de Wikimedia Commons]

Fuente Cristianismo y Justicia

Espiritualidad, Iglesia Católica ,

Que todos sean uno.

Domingo, 10 de septiembre de 2023
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Que la oración divina de Cristo obtenga satisfacción y realización en esta esperanza y con estos deseos :

” Padre santo, cuida en tu nombre a aquellos a los que  tú me has dado
para que sean uno como nosotros comos uno…
Santifícalos en la verdad: tu palabra es la verdad…
No ruego sólamente por ellos, sino también por los que,
gracias a su palabra, creerán en mí…;
para que perfectamente sean uno…

Ven.

De esta armonía tan deseada y de esta unidad que la caridad fraterna

debe alimentar y mantener nacerá una gran paz que sobrepasa

todo sentimiento porque viene del cielo.

*

 Juan XXIII

***

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En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

“Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano. Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo.

Os aseguro, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.”

*

Mateo 18,15-20

***

Hay un significado clásico de la corrección fraterna, en perfecta consonancia con el mandato evangélico de Mt 18, que entiende este servicio fraterno, en la línea de recuperación de quien se ha equivocado, como un modo evangélico de situarse ante el pecado ajeno. La corrección fraterna “es un gesto purísimo de caridad, realizado con discreción y humildad, en relación con quien ha errado; es comprensión caritativa y disponibilidad sincera hacia el hermano para ayudarle a llevar el fardo de sus defectos, de sus miserias y debilidades a lo largo de los arduos senderos de la vida; es una mano tendida hacia quien ha caído para ayudarle o levantarse y reemprender el camino…; es una práctica y eficaz catequesis que hace creíbles el amor y la verdad; es uno solícita intervención fraterna que quiere curar las heridas del alma sin causar sufrimientos ni humillaciones”.

Pero hay también otro significado que está abriéndose camino progresivamente en la interpretación de la corrección fraterna. “A lo largo  de los últimos años, la corrección fraterna se ha desplazado desde la esfera penitencial hacia la Espiritual”, es decir, ha pasado gradualmente de la finalidad exclusivamente negativa (el reproche por un error) a una positiva “propositiva”, que se articula “en una pluralidad de intervenciones graduales, no fácilmente definibles a priori, que van desde la ayuda que se presta al hermano para que no se extravíe, el apoyo que se ofrece a los débiles o el estímulo dirigido a los pusilánimes, la exhortación, la llamada de atención y la corrección, hasta la drástica medida de la excomunión, en el caso de que se revele como útil “.

Así pues, siempre se trata de una intervención motivada por la presencia del mal, de lo limitación, de la debilidad, de la incertidumbre, pero con la intención de superar todas estas realidades en virtud de la fuerza positiva siempre presente en el sujeto; la corrección fraterna quiere poner de manifiesto este bien para hacerlo fructificar. Se trata de corregir “promoviendo” y de “promover” corrigiendo. Precisamente, gracias a esta apertura o a esta mirada prospectiva tiene lugar la integración del mal.

En este sentido, la corrección fraterna es “un conjunto de comportamientos de iluminación, consejo, estimulo, reproche, amonestación y súplica que hay que cultivar pacientemente para adquirirlos como estilo propio y para hacerlos practicables cada día”, por medio de los cuales se trata de ayudar al hermano a desistir del mal y hacer el bien. “La corrección fraterna es entrar en la intimidad y del culpable, pero éste alberga en su interior quién sabe cuántos valiosos elementos positivos: hay que reservar un elogio para ellos”.

Supone una notable ampliación de significado y, de todos modos, en línea con ese sentido de fraternidad responsable que es la clave de la  lectura de Mateo 18, 15-17. En efecto, el verbo reprender traduce un término hebreo cuya raíz significa también “exhortar y educar”, no solo “corregir y castigar”. Existe, además, una interpretación etimológica realmente sugestiva (aunque no sé en qué medida esta fundada), según la cual “corregir” vendría del verbo cumregere, esto es, literalmente significaría “llevar juntos”, llevar juntos el peso de un problema, de una debilidad, de un pecado, en definitiva, de una situación complicada del hermano, para no dejarlo solo y ayudarle a salir de sus problemas. En cierto modo, como aquellos hombres del evangelio de Lucas que cargaron sobre sus espaldas al paralítico y lo llevaron ante Jesús para que lo curara: Jesús lo curó, como ya sabemos, al ver su fe (cf Lc 5,7-26). Corrección fraterna es también esto: cargar con el peso de alguien que es débil y que solo con sus fuerzas nunca podría llegar a resolver sus problemas, teniendo bien presente que, en otras ocasiones, nosotros mismos hemos sido llevados por otro. Entonces se realiza realmente la integración del mal.

*

A. Cencini,
Como ungüento precioso,
San Pablo, Madrid 2000, 11—213.

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Si queremos ser de Jesús.

Domingo, 3 de septiembre de 2023
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Si queremos ser de Jesús, ser de los suyos aquí abajo, y luego
en la bienaventurada eternidad del cielo, debemos seguirlo;
tomar la cruz y llevarla con él, siguiéndole:
imponer una regla a nuestra naturaleza herida por el pecado,
con el fin de que triunfe en ella el hombre nuevo, que fue
“creado a imagen de Dios en la justicia y la santidad verdaderas” (Ep 4, 24)

No nos dejemos engañar, cegar, ilusionar:
la cruz es siempre la única esperanza de salvación;
la ley de Dios siempre está presente, con sus diez mandamientos,
para recordar al mundo que sólo ella es el refugio seguro,
la muralla de las conciencias,
y que observándolos se posee el secreto de la paz y la tranquilidad de conciencia.
El que lo olvida, incluso el que aparece huir de todo compromiso serio,
Se reserva tarde o temprano la tristeza y la miseria.

*

Juan XXIII
Alocución del 3 de abril de 1960 La documentación católica n°1330

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*

En aquel tiempo, empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día. Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo:

“¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte.”

Jesús se volvió y dijo a Pedro:

“Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios.

Entonces dijo a sus discípulos:

“El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta.

*

Mateo 16,21-27

***

“Aprende a despreciar las cosas exteriores y dirigirte a las interiores y verás venir el Reino de Dios a ti” (Imitación de Cristo, 2,1).  Se trata de separarse, y con fuerza, de esa exterioridad en que queda aprisionada y reducida la vida del hombre, para volverse y renovar el interior, eso interioridad que caracteriza al hombre. El logro de una conquista semejante requiere distanciamiento de las cosas exteriores, yo que mientras estés ocupado en ellas no puedes pensar en ti: Cristo vendrá a ti si le has reparado en tu interior una digna vivienda; por eso el autor de la Imitación te sugiere insistentemente: hazle sitio en tu interior a Cristo y niégale la entrada a todo lo demás. ¿Cuántos desapegos no están incluidos en “todo lo demás”!

Desapego de las cosas, de todas las cosas a las que a veces se apega nuestro corazón inadvertidamente y que nos impiden adherirnos totalmente a Cristo; desapego de los lugares a los que fácilmente el corazón se vincula bajo la apariencia de bien; desapego de las personas, en el sentido de que los afectos no obstaculicen el triunfo de Cristo en nosotros ni se lo impidan a los demás…

*

G. Luzzcnti,
El Reino de Dios está en medio de nosotros,
I, Milán, 1976, Wss.

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Querer el bien.

Domingo, 20 de agosto de 2023
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Es triste tener que lamentar el dolor, pero
no basta con quejarse de él para eliminarlo.

Es el bien lo que debemos querer, cumplir, exaltar.

Es la bondad la que debe ser proclamada en presencia del mundo
para que irradie y penetre todos los elementos de la vida individual y social.

El individuo debe ser bueno, de una bondad que revela una conciencia pura
e inaccesible a la duplicidad, al cálculo, a la dureza del corazón.

Bueno, por una aplicación continua de la purificación interior, de la perfección verdadera;
bueno, por fidelidad a un firme propósito manifestado en todo pensamiento, en toda acción.

La humanidad también debe ser buena. Estas voces que suben del fondo de los siglos,
para enseñarnos todavía hoy con una nota de actualidad,
recuerdan a los hombres el deber que incumbe indistintamente a todos de ser buenos,
justos, rectos, generosos, desinteresados, prontos para comprender
y para excusar, dispuestos al perdón y a la magnanimidad.

*

 Juan XXIII

La documentación católica n°1367

***

 

 

En aquel tiempo, Jesús se marchó y se retiró al país de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle:

“Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo.”

Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle:

“Atiéndela, que viene detrás gritando.”

Él les contestó:

“Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel.”

Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió:

“Señor, socórreme.”

Él le contestó:

“No está bien echar a los perros el pan de los hijos.”

Pero ella repuso:

– “Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos.”

Jesús le respondió:

“Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas.”

En aquel momento quedó curada su hija.

*

Mateo 15,21-28

***

La mujer de la región de Tiro y Sidón ora forzada y empujada por la necesidad. No puede hacer otra cosa, porque su hija está “poseída“, expresión que, entre otras cosas, significa que la comprensión entre ella y su hija hace tiempo que se ha roto, que ha cesado desde mucho tiempo atrás la inteligencia mutua y que ya no es posible volver a reconocer el alma de la otro detrás de las manifestaciones externas de los gestos y las palabras; como bajo la influencia de un poder extraño, la persona de la otra escapa a la percepción. Eso es lo que la Biblia designa con la terrible palabra “demonismo” (Dämonie). Teniendo presente el tormento de semejante enfermedad, la mujer se dirige a Jesús y, bajo la presión e la necesidad, nada podré detenerla. Impulsada por los desvelos y la preocupación por su hija, no se deja apartar como una pesada, como pretenden los discípulos. Abraza cualquier Forma de humillación y se abandona a una forma de súplica que se podría calificar de perruna, si no se viese en ella precisamente la grandeza de su humanidad.

Así de poderosos pueden llegar a ser los lazos del amor en la súplica de unos por otros .

*

E. Drewermann,
El mensaje de las mujeres: La ciencia del amor,
Herder Barcelona 1996, 134- 135.

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Tomás Muro: “Nuestro pequeño Pentecostés fue el Concilio Vaticano II”

Domingo, 28 de mayo de 2023
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“Lo hemos olvidado y gran parte de la jerarquía lo ha ninguneado o marginado”

“En aquellos años 1960, en la Iglesia de Juan XXIII y Pablo VI había espíritu, viento de libertad, tono vital evangélico. Un “cantus firmus” nos decía que “había que cambiar”

“Nos entendíamos, nos sentíamos libres y creativos en la Iglesia”

Pentecostés y Vaticano II

Nuestro “pequeño Pentecostés” fue el Concilio Vaticano II, que lo hemos olvidado y gran parte de la jerarquía lo ha ninguneado o marginado.

 En aquellos años 1960, en la Iglesia de Juan XXIII y Pablo VI había espíritu, viento de libertad, tono vital evangélico. Un “cantus firmus” nos decía que “había que cambiar.

El concilio se celebró en cuatro sesiones de 1962 a 1965. El Espíritu soplaba con energía por medio de los obispos, teólogos, hermanos separados, laicado, etc…

 Nos entendíamos, nos sentíamos libres y creativos en la Iglesia.

Pablo VI murió en 1978. Quizás en ese momento comenzaron a arrinconar el Concilio y las brasas de Emaús se fueron apagando.

Biblia, Espiritualidad , ,

San Esteban

Lunes, 26 de diciembre de 2022
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(San Esteban, de luis de Morales “El divino“)

“San Esteban, bienaventurado Esteban, Esteban bueno, fuerte soldado de Dios, primero de la serie de sus mártires: he sabido y creo y abrazo con alegría el hecho de que tú, todavía en esta tierra hayas tenido santidad tan luminosa que tu rostro venerable resplandecía como el de los ángeles. En efecto, cuando tus enemigos se encarnizaban contra ti, tú, de rodillas, exclamaste en un grito: ¡Seńor, no les tengas en cuenta este pecado!

Hombre dichoso, ¡cuanta esperanza das a tus amigos pecadores al escuchar que te has preocupado tanto de enemigos arrogantes! ¡Seńor, no les tengas en cuenta este pecado!. ¿Cómo responderá cuando es invocado aquel que, provocado respondía de esa manera? ¿Qué bondad sabrá usar con los humildes ahora que es ensalzado, aquel que socorría de ese modo a los soberbios cuando era humillado? Anda, dime, bienaventurado Esteban, ¿qué cosa te caldeaba el corazón para derramar al exterior tantas bondades juntas? No hay duda de que estabas colmado de todas, adornado de todas, iluminado por todas.

Te suplico, caritativo Esteban, ruega para que mi alma endurecida se llene de caridad generosa. Haz que mi alma insensible, por don de Aquel que la ha creado, arda en el fuego de la caridad.

*

Anselmo D’Aosta,
Ovación a San Esteban,
en Oraciones y Meditaciones, Milán 1997, 318-333.

“Desde ahora ningún honor del mundo o de la iglesia me puede tentar. Llevo conmigo la confusión de cuanto el Santo Padre ha querido hacer por mí enviándome a París. Tener un alto cargo en la jerarquía o no tenerlo me es del todo indiferente. Esto me da una paz grande. Y me deja más libre para el cumplimiento de mi deber, a toda costa y a todo riesgo. Es bueno que esté preparado a alguna gran mortificación o humillación. Este será el signo de mi predestinación.

        Quiera el cielo que signifique el inicio de mi verdadera santificación, como ha ocurrido con almas más selectas, que recibieron en los últimos ańos de su vida el toque de la gracia que los hizo santos auténticos. La idea del martirio me da miedo. Temo por mi resistencia al dolor físico. Sin embargo, podría dar a Jesús el testimonio de sangre, ¡oh que gracia y que honor para mí!”

*

Juan XXIII,
Diario del alma,
Madrid 1998.

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“El placer de vivir… y una receta”, por Gabriel María Otalora

Jueves, 1 de diciembre de 2022
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CC3H4D Pope John XXIII (1881-1963) Who Reigned As Pope From 1958. Juan XXIII, por De Agostini, 1958–1963

De su blog Punto de encuentro:

El placer de vivir no es sinónimo de vivir de placer, como obstinadamente nos muestra el consumismo. Si mezclamos lo que es bueno con lo que es agradable sin hacer ninguna distinción corremos el riesgo de quedarnos con el envoltorio de lo que andamos buscando. De hecho, muchos placeres son malos en sí mismos (vengarse de alguien) o en su descontrol (ingesta de alcohol) porque suelen pasarnos factura. Y muchas de las cosas por las que merece la pena luchar tampoco son placenteras, cosa que olvidamos con facilidad.

Sin embargo, hay placeres y placeres. Ciertos hechos nos causan placer al estar ligados a la consecución de un logro; otros, quizá la mayoría, son más convencionales. No todos los placeres son iguales ni tampoco todos gozamos lo mismo ante un mismo estímulo placentero.

No se trata de cuestionar lo saludable de comer a gusto, viajar… sin lo cual la vida se vuelve mortecina y poco creadora; lo importante es poner en cuestión el sentido que le damos al placer. Si consideramos todo lo que es placentero la clave de la buena vidanos vamos a empobrecer por nuestra dependencia hacia el acto que lo produce, haciendo imposible que experimentemos la alegría y la plenitud ansiadas. Nuestro paso por el mundo tiene un sentido más elevado que calmar instintos para vivir desde ellos Somos, en expresión de Aristóteles, animales racionales y sociales, capaces de experimentar plenitud, dicha, felicidad, alegría, amor…

El placer de vivir es algo bueno, hermoso y necesario que llega como algo sobrevenido a una conducta principal que podríamos denominar “salir de uno mismo” para lograr ser justos con uno mismo (autoestima) y con los demás (autorrealización).

En el caso de la realización personal, resulta paradójico que las personas que lo logran son aquellas que buscan mejorar el mundo exterior al yo. Una de las mayores aberraciones sobre el placer la construyó Nietzsche contraponiendo el tú debes al yo quiero del Superhombre, que no existe: ¿Por qué lo bueno tiene un valor superior a lo malo? ¿Y si fuera al revés?, se preguntaba; ¡Lo bueno es malo, sin conciencia no hay culpa!, se respondía, en su pretensión por descodificar el epicentro del ser humano sin necesidad de deber moral alguno hacia nuestros prójimos ¿Qué pensaría este hombre del placer que proporciona amar a un semejante? Empezó por subvertir los valores humanos y acabó por anunciar la muerte de Dios.

Renunciar voluntariamente a algo puede ser muy estúpido o muy inteligente; todo depende si dicha renuncia se justifica por algún bien superior: puedo no ir al cine para visitar a una persona enferma… El  placer no debe ser el fin pues, cada vez que se utiliza como ídolo o como escapatoria, lo único seguro es que desaparece la alegría y aumenta la infelicidad. ¡El placer de vivir está sometido a unas reglas! Aceptemos la vida tal cual es.

¿Existe una vida ideal? Con frecuencia hablamos del deseo de tener una vida ideal; parece un refuerzo al anhelo de ser todo lo felices que podamos. Pero la vida ideal de un militar, por ejemplo, está centrada en el logro de condecoraciones, al pasar a la historia como un gran estratega. Y esto no coincide en absoluto con la vida ideal de un artista, ni con las inquietudes de un científico. Ni siquiera una persona del siglo XXI piensa en una vida ideal parecida a la de otra del siglo XV.

Lo ideal es algo relativo que está en función del escenario vital de cada uno, condicionando nuestras actitudes y emociones. Alcanzar determinado estadio de madurez y de serenidad solo es factible por medio de la superación de las dificultades. A todos nos tienta lo fácil pero detrás de lo fácil no hay superación ni crecimiento, ni tampoco verdadero disfrute de la existencia. El Evangelio nos lo repite con insistencia que una vida fácil acarrea una existencia poco profunda, poco realizada, pobre.

Recordemos la receta del Papa Juan XXIII, su decálogo:

  1. Hoy viviré el presente como un don, sin alimentar sentimientos de agobio ante los posibles contratiempos de mañana.
  2. Hoy me ejercitaré en el desarrollo de mi una correcta autoestima: seré el primero en amarme, en comprender mis limitaciones sin sentirme devaluado por ellas.
  3. Hoy convertiré en una posibilidad de disfrute el mundo de mis relaciones, tendiendo puentes y facilitando la comunicación.
  4. Hoy desarrollaré las posibilidades que tengo para mejorar mi entorno controlando mis fuerzas más negativas.
  5. Hoy dedicaré un tiempo a mi formación personal para que mi vida produzca frutos.
  6. Hoy haré algún acto de generosidad, aunque sea pequeño, pues cuanto más doy, más me enriquezco.
  7. Hoy tomaré conciencia del efecto positivo del esfuerzo.
  8. Hoy evitaré la frustración ante las expectativas no cumplidas, a sabiendas de que siempre no todo sale como me gustaría.
  9. Hoy me alimentaré de los sentimientos más nobles y las creencias que dan sentido a mi vida por encima de la mediocridad y la desesperanza.
  10. Hoy no me dejaré llevar por sentimientos paralizantes, miedos, inseguridades, culpa malsana, visiones mezquinas, etc.

¡Y feliz día a día, a las puertas del Adviento!

Espiritualidad ,

60 años del Vaticano II: Juan XXIII abre el Concilio apostando por “la medicina de la misericordia” frente a los agoreros “de la severidad”

Miércoles, 12 de octubre de 2022
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CC3H4D Pope John XXIII (1881-1963) Who Reigned As Pope From 1958. Juan XXIII, por De Agostini, 1958–1963

Roncalli habla en la apertura de “una Iglesia que mirará con confianza a los tiempos futuros”

“Después de casi veinte siglos, las situaciones y los problemas gravísimos de la humanidad no cambian”. De ese diagnóstico partía Juan XXIII en su discurso de apertura -hoy, 11 de octubre, hace 60 años- del Concilio Vaticano II

“Nos parece que debemos discrepar decididamente de estos agoreros, que siempre anuncian lo peor, como si el fin del mundo fuera inminente”

“Algunos, aunque inflamados de celo por la religión, valoran sin embargo los hechos sin la suficiente objetividad ni prudencia de juicio. En las condiciones actuales de la sociedad humana no pueden ver más que ruina y problemas”

Expectativas del mundo misionero en la apertura del Concilio Ecuménico Vaticano II: Agencia Fides, 10 de octubre de 1962: “Si nuestro cristianismo se educara en el futuro en un sentido más netamente apostólico…”

Francisco recordó el Concilio Vaticano II y pidió que la Iglesia vuelva “con unidad” a sus fuentes: los pobres y descartados

Un camino que abrió la Iglesia al pluralismo y al diálogo con el mundo

Faus: “Ninguna revolución es instantánea, tampoco la del Concilio”

 Isabel Gómez Acebo: El proyecto inacabado de Juan XXIII

Un Concilio en el freezer, por Eduardo de la Serna

A 60 años del inicio del Vaticano II: ¿Un Concilio frustrado”? “El espíritu del Concilio Vaticano II sigue vivo en bastantes comunidades locales”?

“Después de casi veinte siglos, las situaciones y los problemas gravísimos de la humanidad no cambian”. De ese diagnóstico partía Juan XXIII en su discurso de apertura, hoy (ayer), 11 de octubre, hace 60 años, del Concilio Vaticano II, un evento que, confesaba el Papa Bueno ante los obispos y cardenales llegados de todo el mundo para tan solemne ocasión, “esperamos que haga que la Iglesia mirará con confianza a los tiempos futuros

Ya es sabido que ese concilio ecuménico marcó un antes y un después en el devenir de la Iglesia del que todavía se están extrayendo consecuencias, aunque no sin duras resistencias internas. De ellas habló también el Papa Roncalli, de quienes, ayer como hoy, ponen palos en las ruedas, pero también de la necesidad de mirar al mundo con misericordia y no solo “con las armas de la severidad”.

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Apertura del Vaticano II

Esto es lo que les dijo el hoy Papa santo a aquellos agoreros y así justificó la necesidad de aquel Concilio.

  • “No sin ofender a Nuestros oídos, nos llegan los rumores de algunos que, aunque inflamados de celo por la religión, valoran sin embargo los hechos sin la suficiente objetividad ni prudencia de juicio. En las condiciones actuales de la sociedad humana no pueden ver más que ruina y problemas”
  • Llegan a decir que nuestros tiempos, si se comparan con los siglos pasados, son totalmente peores; y llegan a comportarse como si no tuvieran nada que aprender de la historia, que es la maestra de la vida, y como si en la época de los Concilios anteriores todo procediera felizmente en lo que respecta a la doctrina cristiana, la moral y la justa libertad de la Iglesia”.
  • “Nos parece que debemos discrepar decididamente de estos agoreros, que siempre anuncian lo peor, como si el fin del mundo fuera inminente”.

Pero estos “agoreros” no estaban únicamente en el seno de la Iglesia. Fuera de ella, en el mundo civil, había también poderosas fuerzas que trataban de coartar la libertad de los pastores para su propia reflexión y debate de acuerdo al avance de los tiempos, También de ellos dejó consigna Juan XXIII en su discurso de apertura.

  • “Basta echar un vistazo a los anales eclesiásticos para ver con claridad que los propios Concilios Ecuménicos, cuyos acontecimientos están registrados con letras de oro en la historia de la Iglesia, se han celebrado a menudo no sin grandes dificultades y dolores a causa de la indebida interferencia del poder civil”.
  • “A veces, ciertamente, los Príncipes de este mundo se propusieron sinceramente asumir la protección de la Iglesia, pero muchas veces esto no ocurrió sin daño y peligro”.
  • “No deja de ser una esperanza y Nuestro gran consuelo que veamos que hoy la Iglesia, liberada por fin de tantos impedimentos profanos de épocas pasadas, desde este Templo Vaticano, como desde un segundo Cenáculo de los Apóstoles, por medio de vosotros pueda alzar su voz, preñada de autoridad y majestad”.

Así pues, indiferente a los agoreros de dentro y de fuera, Juan XXIII mostraba su convencimiento, del que había dado muestra ya desde 1959, de la necesidad de que la Iglesia de mediados del siglo XX hiciese una ‘puesta al día’ que reclamaban los numerosos acontecimientos vividos con una vertiginosa rapidez en el mundo, y que amenazaban con dejar a la Iglesia como una rémora encastillada y ajena al desarrollo de la humanidad, sin que eso supusiera que tendría que dar la ‘bendición’ a todo.

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Decía Juan XXIII:

  • La Iglesia no ha permanecido indiferente a esos maravillosos descubrimientos del ingenio humano y a ese progreso de las ideas del que hoy disfrutamos, ni ha sido incapaz de apreciarlos honestamente; pero, siguiendo estos hechos con vigilante cuidado, no deja de amonestar a los hombres para que, por encima de la atracción de las realidades visibles, vuelvan sus ojos a Dios”.
  • “Es necesario en estos tiempos actuales que toda la enseñanza cristiana sea reexaminada por todos, con una mente serena y tranquila, sin quitarle nada, con ese modo cuidadoso de pensar y formular las palabras que se manifiesta especialmente en las actas de los Concilios de Trento y del Vaticano I”.
  • “Es necesario que la misma doctrina sea examinada más amplia y minuciosamente y que las mentes estén más imbuidas e informadas, como lo desean ardientemente todos los sinceros defensores de la verdad cristiana, católica y apostólica; es necesario que esta doctrina cierta e inmutable, a la que hay que dar un asentimiento fiel, sea profundizada y expuesta como lo exigen nuestros tiempos”.
  • – “Porque una cosa es el depósito de la Fe, es decir, las verdades contenidas en nuestra venerable doctrina, y otra el modo de proclamarlas, pero siempre en el mismo sentido y significado. Hay que dar mucha importancia a este método y, si es necesario, aplicarlo con paciencia; es decir, la forma de exposición que mejor corresponde al Magisterio, cuya naturaleza es predominantemente pastoral”
  • – “No hay época en la que la Iglesia no se haya opuesto a estos errores; a menudo incluso los ha condenado, y a veces con la máxima severidad. En cuanto a la época actual, la Esposa de Cristo prefiere utilizar la medicina de la misericordia antes que tomar las armas de la severidad; piensa que debe responder a las necesidades de hoy exponiendo el valor de su enseñanza más claramente que condenándola”.
  • – [Dirigiéndose a los padres conciliares] “Se requiere de ti paz mental serena, armonía fraterna, moderación de las iniciativas, corrección de las discusiones, sabiduría en todas las decisiones”.

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María, pequeña María…

Jueves, 8 de septiembre de 2022
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En la Festividad de la Natividad de María. Del blog de la Communion Béthanie:

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“Cualquiera que sean nuestros estados de vida y de responsabilidades,

estamos totalmente envueltos en la maternidad dulce de María,

que cumple para nosotros los mismos hechos que toda madre prodiga a sus hijos:

ama, vela, protege, intercede…

Como la pequeña Teresa de Lisieux, ama siempre más a María,

y, siempre más también,  has de saber hacerla amar.

Qué, por ella, traigas a tus hermanos a Cristo Jesús.”

*

Su Santidad Juan XXIII

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Cuando Roger Schutz llegó en bicicleta a la colina de Taizé

Martes, 24 de agosto de 2021
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7FA6312A-090B-440E-814C-5C426AF4495BSe cumplen 81 años de la comunidad ecuménica más famosa del mundo

Hace 81 años, en plena Segunda Guerra Mundial, el franco-suizo Roger Schutz, de 25 años, se detuvo en el pueblo de Borgoña y, tras comprar una casa abandonada, comenzó a acoger y esconder a judíos y refugiados con su hermana Geneviève..

Después de intentar ser escritor, Roger se había matriculado en Teología, pero desde hacía años, durante una larga enfermedad, había madurado el deseo de crear una comunidad, en la que pudiera vivir concretamente, en la oración y la reconciliación entre los cristianos propuesta en el Evangelio, acogiendo a los más necesitados

Todavía hoy los Cien Hermanos de Taizé acogen a los refugiados en la colina “y algunos hermanos -recordó el prior- viven en pequeñas fraternidades en lugares especialmente desprotegidos en el mundo actual”

Hace 81 años llegó a Taizé en bicicleta, Roger Schutz, un franco-suizo de 25 años. Taizé, un pequeño y remoto pueblo de Borgoña, en una colina cercana a Cluny. Eran los tiempos de la Segunda Guerra Mundial. Después de intentar ser escritor, Roger se había matriculado en Teología, pero desde hacía años, durante una larga enfermedad, había madurado el deseo de crear una comunidad, en la que pudiera vivir concretamente, en la oración y la reconciliación entre los cristianos propuesta en el Evangelio, acogiendo a los más necesitados.

20 de agosto de 1940: llegada de Roger a Taizé

Aquel 20 de agosto de 1940, buscaba una casa donde empezar a realizar su sueño. Lo que le convenció de que Taizé era el lugar adecuado fue la invitación a comer de una mujer del lugar, Henriette Ponceblanc, que le dijo durante la comida: “Quédate aquí, estamos muy solos”. Al joven Schutz le pareció que era Cristo quien hablaba a través de esta mujer, y decidió instalarse en el pueblo, comprando, con un pequeño préstamo, la casa abandonada de una señora que vivía en Lyon.

23E42451-DE49-4CFE-8892-548C3869835DRoger (a la derecha) con el padre y la hermana Geneviéve (de pie)

Un hogar para judíos y refugiados de guerra

Cuando estalló la guerra, Roger se dio cuenta de que, al igual que su querida abuela materna Marie-Louise había hecho durante la Primera Guerra Mundial, tenía que ayudar a la gente que estaba “pasando por el calvario”. Y Taizé estaba muy cerca de la línea divisoria que partía Francia en dos, por lo que estaba bien situado para acoger a los que huían de la guerra. Así que empezó a acoger y esconder a los fugitivos, especialmente a los judíos, y propuso a su hermana Geneviève que le ayudara a acogerlos. Alertados de que la Gestapo les había descubierto, mientras en noviembre de 1942 Roger acompañaba a los refugiados indocumentados hasta la frontera suiza, decidieron quedarse en Ginebra.

 Los primeros hermanos: Roger, Pierre y Max

Allí se les unieron dos estudiantes de Lyon, Pierre Souvarain y Max Thurian, que habían leído el folleto escrito por el joven suizo “Note explicative”, en el que explicaba su ideal de vida. Fue el primer núcleo de la futura comunidad ecuménica de Taizé: los tres volvieron a Francia en 1944 y obtuvieron el permiso para moverse libremente por el país para ayudar a los más necesitados. Ayudaron a los prisioneros alemanes en dos campos cercanos y a algunos niños huérfanos, de los que Geneviève era responsable.

Semana Santa de 1949 y el compromiso de siete hermanos para toda la vida

frere-roger-1Poco a poco otros jóvenes se unieron a los primeros hermanos y en la Pascua de 1949, en la iglesia de Taizé, habilitada para la oración comunitaria, gracias a la autorización del Nuncio Angelo Giuseppe Roncalli (el futuro Papa Juan XXIII), siete hombres se comprometieron juntos de por vida al celibato, a la vida en común y a una gran sencillez de vida.

Insertar una vida espiritual donde existen las fracturas del mundo

Su sucesor en la guía de la comunidad, hermano Alois Löser de 67 años, y de origen alemana, recordó el año pasado, en ocasión del 80º aniversario de la llegada de frérè Roger a Taizé,  que muchas cosas han cambiado desde entonces, pero la primera intuición de Roger, dijo en una entrevista con L’Osservatore Romano, “sigue siendo profundamente relevante: insertar una vida espiritual, una búsqueda de Dios, donde se encuentran las fracturas del mundo”.

Una Comunidad que se abre a los jóvenes

Todavía hoy los Cien Hermanos de Taizé acogen a los refugiados en la colina “y algunos hermanos -recordó el prior- viven en pequeñas fraternidades en lugares especialmente desprotegidos en el mundo actual”. Pero sobre todo abren las puertas de la Comunidad, cada año, a miles de jóvenes de todos los continentes, y esto “es otro gran avance que todavía hoy nos sorprende”, dijjo el Prior. Jóvenes que no vienen a formar parte de un nuevo movimiento ecuménico, sino que, como quería Roger, vienen “a sacar de las fuentes de la fe”. El hermano Roger murió el 16 de agosto de 2005 a los 90 años, a manos de una mujer trastornada, 

Al final de la oración, los hermanos escuchan a los jóvenes

47217878-234E-4A1E-84FA-01953B431C60Las tres oraciones comunes de la Comunidad, en la Iglesia de la Reconciliación, permanecen siempre en el centro de los encuentros de jóvenes, acompañadas de los cánones conocidos y cantados en las iglesias de todos los continentes. Jóvenes de todo el mundo acuden a la colina de Taizé para vivir una semana especial: encuentro, cantos, oración, silencio, que conducen casi espontáneamente a un redescubrimiento del sentido de la vida. Al final de la oración en la gran iglesia o en las ferias de los encuentros europeos de fin de año, el hermano Roger se encontraba a menudo con los jóvenes.

Frérè Roger (1998): no son padres espirituales, sino hombres de la escucha

“En Taizé escuchamos“, dijo el fundador de la Comunidad, “mis hermanos y yo no somos padres espirituales, pero somos hombres que escuchan, a veces podemos decir algunas palabras, les decimos a los jóvenes que se cuestionen y que busquen en su interior. Buscar y escuchar es ya el principio de la curación. Después los jóvenes vuelven a salir, van a lugares y ambientes tan diferentes. Algunos vuelven a sus familias donde rezan y buscan la fe, otros donde no hay nada, donde no pueden hablar ni ser escuchados. Muchos confían a los hermanos que experimentan “la gran ansiedad del futuro”. Qué tipo de futuro tendré, qué tipo de trabajo, cómo lo encontraré y cómo me ganaré la vida. Es una gran ansiedad en Europa. Les diría que intenten adaptarse y encontrar una libertad interior, que es absolutamente necesaria. La sencillez de la vida es nuestra respuesta. Una vida hecha de poco, casi nada, y luego caminar, construir una familia, construir una comunión“.

Un “invitado especial” en el Sínodo de los Jóvenes

Frérè Alois también habló de la escucha,  lo dijo durante el Sínodo de los Obispos dedicado a los jóvenes en octubre de 2018, en el que fue el único “invitado especial”. Desde que entró en la comunidad de la colina de Borgoña, a los veinte años, siempre se encuentra con los jóvenes que suben con sus tiendas, cantan los cánones compuestos por los hermanos y piden hablar con ellos al final de las oraciones.

Una “pastoral de la escucha” en la Iglesia, para consagrados y laicos

E2586350-4C3C-4C1D-A757-DA3E3F1E8E9DLos jóvenes buscan un hogar en la Iglesia, quieren estar en casa, quieren ser acogidos tal y como son”, dijo en el 2018 el hermano Alois, “y cuando hay confianza, los jóvenes también escuchan el mensaje del Evangelio”. Pero lo primero es buscar esta confianza con los jóvenes, y también acogerlos en la oración común. Escuchar juntos la Palabra de Dios, guardar silencio juntos y escuchar a los jóvenes que quieren hablar con alguien personalmente. Buscan en la Iglesia un oído, un corazón, que les acoja con humanidad. Creo que tal vez podamos tener un ministerio de la escucha más fuerte en la Iglesia, un ministerio que no sólo sea ejercido por los sacerdotes, religiosos y religiosas, sino también por los laicos, mujeres y hombres que están en la Iglesia para acoger, escuchar y luego acompañar a los jóvenes“.

Fuente Religión Digital

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Que todos sean uno.

Domingo, 6 de septiembre de 2020
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Que la oración divina de Cristo obtenga satisfacción y realización en esta esperanza y con estos deseos :

” Padre santo, cuida en tu nombre a aquellos a los que  tú me has dado
para que sean uno como nosotros comos uno…
Santifícalos en la verdad: tu palabra es la verdad…
No ruego sólamente por ellos, sino también por los que,
gracias a su palabra, creerán en mí…;
para que perfectamente sean uno…

Ven.

De esta armonía tan deseada y de esta unidad que la caridad fraterna

debe alimentar y mantener nacerá una gran paz que sobrepasa

todo sentimiento porque viene del cielo.

*

 Juan XXIII

***

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En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

“Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano. Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo.

Os aseguro, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.”

*

Mateo 18,15-20

***

Hay un significado clásico de la corrección fraterna, en perfecta consonancia con el mandato evangélico de Mt 18, que entiende este servicio fraterno, en la línea de recuperación de quien se ha equivocado, como un modo evangélico de situarse ante el pecado ajeno. La corrección fraterna “es un gesto purísimo de caridad, realizado con discreción y humildad, en relación con quien ha errado; es comprensión caritativa y disponibilidad sincera hacia el hermano para ayudarle a llevar el fardo de sus defectos, de sus miserias y debilidades a lo largo de los arduos senderos de la vida; es una mano tendida hacia quien ha caído para ayudarle o levantarse y reemprender el camino…; es una práctica y eficaz catequesis que hace creíbles el amor y la verdad; es uno solícita intervención fraterna que quiere curar las heridas del alma sin causar sufrimientos ni humillaciones”.

Pero hay también otro significado que está abriéndose camino progresivamente en la interpretación de la corrección fraterna. “A lo largo  de los últimos años, la corrección fraterna se ha desplazado desde la esfera penitencial hacia la Espiritual”, es decir, ha pasado gradualmente de la finalidad exclusivamente negativa (el reproche por un error) a una positiva “propositiva”, que se articula “en una pluralidad de intervenciones graduales, no fácilmente definibles a priori, que van desde la ayuda que se presta al hermano para que no se extravíe, el apoyo que se ofrece a los débiles o el estímulo dirigido a los pusilánimes, la exhortación, la llamada de atención y la corrección, hasta la drástica medida de la excomunión, en el caso de que se revele como útil “.

Así pues, siempre se trata de una intervención motivada por la presencia del mal, de lo limitación, de la debilidad, de la incertidumbre, pero con la intención de superar todas estas realidades en virtud de la fuerza positiva siempre presente en el sujeto; la corrección fraterna quiere poner de manifiesto este bien para hacerlo fructificar. Se trata de corregir “promoviendo” y de “promover” corrigiendo. Precisamente, gracias a esta apertura o a esta mirada prospectiva tiene lugar la integración del mal.

        En este sentido, la corrección fraterna es “un conjunto de comportamientos de iluminación, consejo, estimulo, reproche, amonestación y súplica que hay que cultivar pacientemente para adquirirlos como estilo propio y para hacerlos practicables cada día”, por medio de los cuales se trata de ayudar al hermano a desistir del mal y hacer el bien. “La corrección fraterna es entrar en la intimidad y del culpable, pero éste alberga en su interior quién sabe cuántos valiosos elementos positivos: hay que reservar un elogio para ellos”.

Supone una notable ampliación de significado y, de todos modos, en línea con ese sentido de fraternidad responsable que es la clave de la  lectura de Mateo 18, 15-17. En efecto, el verbo reprender traduce un término hebreo cuya raíz significa también “exhortar y educar”, no solo “corregir y castigar”. Existe, además, una interpretación etimológica realmente sugestiva (aunque no sé en qué medida esta fundada), según la cual “corregir” vendría del verbo cumregere, esto es, literalmente significaría “llevar juntos”, llevar juntos el peso de un problema, de una debilidad, de un pecado, en definitiva, de una situación complicada del hermano, para no dejarlo solo y ayudarle a salir de sus problemas. En cierto modo, como aquellos hombres del evangelio de Lucas que cargaron sobre sus espaldas al paralítico y lo llevaron ante Jesús para que lo curara: Jesús lo curó, como ya sabemos, al ver su fe (cf Lc 5,7-26). Corrección fraterna es también esto: cargar con el peso de alguien que es débil y que solo con sus fuerzas nunca podría llegar a resolver sus problemas, teniendo bien presente que, en otras ocasiones, nosotros mismos hemos sido llevados por otro. Entonces se realiza realmente la integración del mal.

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A. Cencini,
Como ungüento precioso,
San Pablo, Madrid 2000, 11—213.

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Si queremos ser de Jesús.

Domingo, 30 de agosto de 2020
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Si queremos ser de Jesús, ser de los suyos aquí abajo, y luego
en la bienaventurada eternidad del cielo, debemos seguirlo;
tomar la cruz y llevarla con él, siguiéndole:
imponer una regla a nuestra naturaleza herida por el pecado,
con el fin de que triunfe en ella el hombre nuevo, que fue
“creado a imagen de Dios en la justicia y la santidad verdaderas” (Ep 4, 24)

No nos dejemos engañar, cegar, ilusionar:
la cruz es siempre la única esperanza de salvación;
la ley de Dios siempre está presente, con sus diez mandamientos,
para recordar al mundo que sólo ella es el refugio seguro,
la muralla de las conciencias,
y que observándolos se posee el secreto de la paz y la tranquilidad de conciencia.
El que lo olvida, incluso el que aparece huir de todo compromiso serio,
Se reserva tarde o temprano la tristeza y la miseria.

*

Juan XXIII
Alocución del 3 de abril de 1960 La documentación católica n°1330

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En aquel tiempo, empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día. Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo:

“¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte.”

Jesús se volvió y dijo a Pedro:

“Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios.

Entonces dijo a sus discípulos:

“El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta.

*

Mateo 16,21-27

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“Aprende a despreciar las cosas exteriores y dirigirte a las interiores y verás venir el Reino de Dios a ti” (Imitación de Cristo, 2,1).  Se trata de separarse, y con fuerza, de esa exterioridad en que queda aprisionada y reducida la vida del hombre, para volverse y renovar el interior, eso interioridad que caracteriza al hombre. El logro de una conquista semejante requiere distanciamiento de las cosas exteriores, yo que mientras estés ocupado en ellas no puedes pensar en ti: Cristo vendrá a ti si le has reparado en tu interior una digna vivienda; por eso el autor de la Imitación te sugiere insistentemente: hazle sitio en tu interior a Cristo y niégale la entrada a todo lo demás. ¿Cuántos desapegos no están incluidos en “todo lo demás”!

Desapego de las cosas, de todas las cosas a las que a veces se apega nuestro corazón inadvertidamente y que nos impiden adherirnos totalmente a Cristo; desapego de los lugares a los que fácilmente el corazón se vincula bajo la apariencia de bien; desapego de las personas, en el sentido de que los afectos no obstaculicen el triunfo de Cristo en nosotros ni se lo impidan a los demás…

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G. Luzzcnti,
El Reino de Dios está en medio de nosotros,
I, Milán, 1976, Wss.

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Querer el bien.

Domingo, 16 de agosto de 2020
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Es triste tener que lamentar el dolor, pero
no basta con quejarse de él para eliminarlo.

Es el bien lo que debemos querer, cumplir, exaltar.

Es la bondad la que debe ser proclamada en presencia del mundo
para que irradie y penetre todos los elementos de la vida individual y social.

El individuo debe ser bueno, de una bondad que revela una conciencia pura
e inaccesible a la duplicidad, al cálculo, a la dureza del corazón.

Bueno, por una aplicación continua de la purificación interior, de la perfección verdadera;
bueno, por fidelidad a un firme propósito manifestado en todo pensamiento, en toda acción.

La humanidad también debe ser buena. Estas voces que suben del fondo de los siglos,
para enseñarnos todavía hoy con una nota de actualidad,
recuerdan a los hombres el deber que incumbe indistintamente a todos de ser buenos,
justos, rectos, generosos, desinteresados, prontos para comprender
y para excusar, dispuestos al perdón y a la magnanimidad.

*

 Juan XXIII

La documentación católica n°1367

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En aquel tiempo, Jesús se marchó y se retiró al país de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle:

“Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo.”

Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle:

“Atiéndela, que viene detrás gritando.”

Él les contestó:

“Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel.”

Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió:

“Señor, socórreme.”

Él le contestó:

“No está bien echar a los perros el pan de los hijos.”

Pero ella repuso:

– “Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos.”

Jesús le respondió:

“Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas.”

En aquel momento quedó curada su hija.

*

Mateo 15,21-28

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La mujer de la región de Tiro y Sidón ora forzada y empujada por la necesidad. No puede hacer otra cosa, porque su hija está “poseída“, expresión que, entre otras cosas, significa que la comprensión entre ella y su hija hace tiempo que se ha roto, que ha cesado desde mucho tiempo atrás la inteligencia mutua y que ya no es posible volver a reconocer el alma de la otro detrás de las manifestaciones externas de los gestos y las palabras; como bajo la influencia de un poder extraño, la persona de la otra escapa a la percepción. Eso es lo que la Biblia designa con la terrible palabra “demonismo” (Dämonie). Teniendo presente el tormento de semejante enfermedad, la mujer se dirige a Jesús y, bajo la presión e la necesidad, nada podré detenerla. Impulsada por los desvelos y la preocupación por su hija, no se deja apartar como una pesada, como pretenden los discípulos. Abraza cualquier Forma de humillación y se abandona a una forma de súplica que se podría calificar de perruna, si no se viese en ella precisamente la grandeza de su humanidad.

Así de poderosos pueden llegar a ser los lazos del amor en la súplica de unos por otros .

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E. Drewermann,
El mensaje de las mujeres: La ciencia del amor,
Herder Barcelona 1996, 134- 135.

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Javier Elzo: “Dentro del profundo respeto que me merece la figura de Benedicto XVI, me chirrían algunas de sus afirmaciones”, por Javier Elzo

Martes, 16 de abril de 2019
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124121CF-F40A-4092-B0B0-7F316C11F719Un breve comentario al texto de Benedicto XVI, “La Iglesia y el escándalo del abuso sexual”

“Pacelli, Montini, Wojtyla, Ratzinger y Bergoglio son hijos de su tiempo y de su país, lo que explica no poco de sus planteamientos”

“Un triste texto cuya publicación es difícil de entender”

“¿Por qué decide publicar este texto, cuando durante siete años, prácticamente no ha dicho esta boca es mía?”

Pikaza: La iglesia y los abusos sexuales (un triste documento). “Un ex Papa merece mejor memoria”

El “huracán Benedicto” incendia los medios: ¿Papa manipulado?

José Ignacio Calleja: “En mi opinión, el texto no es de Benedicto XVI”

Este texto del Papa Benedicto en castellano del original en alemán, que nos ofrece Aci Prensa, exige, de entrada, una buena traducción. La espero para una relectura más sosegada. Algunas frases de la traducción actual no se entienden.

Pero creo que está claro lo que quiere decir. En este comentario de urgencia, para mí lo esencial está en estas frases del punto 2 que resumo así: “Hasta el Concilio Vaticano II, la teología moral católica estaba ampliamente fundada en la ley natural, mientras que las Sagradas Escrituras se citaban solamente para tener contexto o justificación. En la lucha del Concilio por un nuevo entendimiento de la Revelación, la opción por la ley natural fue ampliamente abandonada, y se exigió una teología moral basada enteramente en la Biblia”. (….)

“Al final, prevaleció principalmente la hipótesis de que la moralidad debía ser exclusivamente determinada por los propósitos de la acción humana. Si bien la antigua frase “el fin justifica los medios” no fue confirmada en esta forma cruda, su modo de pensar si se había convertido en definitivo.

En consecuencia, ya no podía haber nada que constituya un bien absoluto, ni nada que fuera fundamentalmente malo; (podía haber) solo juicios de valor relativos. Ya no había bien (absoluto), sino solo lo relativamente mejor o contingente en el momento y en circunstancias”.

Estas afirmaciones vienen después del muy breve, pero muy importante punto 1, donde Benedicto apunta claramente al cambio cultural (también en su dimensión sexual y en la forma de entender el niño) de los años 60 del siglo pasado. Tema que me ocupa en estos momentos tras la lectura del último libro de Olivier Roy (“Si Europa es cristiana”, en francés, Seuil 2019) tras el de Cuchet sobre el derrumbe del cristianismo (que comenté en varios portales el año pasado y se puede consultar en mi blog) y la lección de Vidal-Beneyto cuando le hicieron Dr. Honoris Causa en la Universidad de Valencia, sobre la importancia capital de los años sesenta del siglo pasado.

Es la contextualización, de la que también habla Francisco y a la que hice referencia, hablando precisamente de la pederastia en el clero, en varios de mis textos con el rechazo de algún comentarista. Pero cuando uno se acerca a los 80 años, no puede no pensar que Pacelli, Montini, Wojtyla, Ratzinger y Bergoglio son hijos de su tiempo y de su país, lo que explica no poco de sus planteamientos.

Dentro del profundo respeto que me merece la figura de Benedicto XVI, a mí me chirrían algunas de sus afirmaciones. Ya me chirriaba cuando al final de “Caritas in veritate” afirmaba que “El humanismo que excluye a Dios es un humanismo inhumano”. No otra cosa dice en este texto de abril de este año. Y desde ahí explica todo. También la pederastia en el clero.

Así, acercándose al final de su texto leemos esto: “¿Por qué la pedofilia llegó a tales proporciones? Al final de cuentas, la razón es la ausencia de Dios. Nosotros, cristianos y sacerdotes, también preferimos no hablar de Dios porque este discurso no parece ser práctico”. La explicación me queda muy, muy corta.

Y me pregunto por qué decide publicar este texto, cuando durante siete años, prácticamente no ha dicho esta boca es mía. Un triste texto cuya publicación es difícil de entender.

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Polémico documento de Ratzinger sobre la pederastia: Benedicto XVI culpa al Concilio Vaticano II de la explosión de abusos en la Iglesia

Viernes, 12 de abril de 2019
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124121CF-F40A-4092-B0B0-7F316C11F719Sencillamente o ha perdido el juicio o es la mala persona que todos sospechábamos… Y el papa Francisco, como un don Tancredo cualquiera permite esta barbaridad que busca, ¡cómo no! culpabilizar al colectivo LGTBI. ¡Qué asco, Dios mío! ¿No saben que llevaban siglos maltratando y abusando?

¿Grupos de homosexuales en los seminarios? No tiene vergüenza… algunos no tuvieron la suerte de designar a dedo a un secretario “tan cachas...

El Papa emérito rompe su silencio con un texto de 18 páginas en el que sostiene que tras mayo del 68 “la teología moral católica sufrió un colapso que dejó a la Iglesia indefensa ante estos cambios en la sociedad

“En varios seminarios se establecieron grupos homosexuales que actuaban más o menos abiertamente, con lo que cambiaron significativamente el clima que se vivía en ellos”, denuncia Ratzinger, quien llega a hablar de veto a sus libros durante el postconcilio

El texto, que ha sido publicado con el consentimiento tanto del secretario de Estado, Pietro Parolin, como del Papa Francisco, a quien Ratzinger no ha pedido permiso, se centra en la cumbre antipederastia celebrada el pasado mes de febrero

A sus 92 años, Benedicto XVI ha vuelto a romper su silencio. Y lo ha hecho con un durísimo escrito, de 18 páginas, en el que culpa al Concilio Vaticano II de la crisis de abusos en la Iglesia, al entender que tanto Juan XXIII como Pablo VI permitieron una moral laxa frente a “la revolución sexual” de mayo del 68.

La teología moral católica sufrió un colapso que dejó a la Iglesia indefensa ante estos cambios en la sociedad”, se puede leer en ‘La Iglesia y los abusos sexuales‘, un texto que se publicará en la revista mensual “Klerusblatt” dedicada el clero católico en Baviera y ha sido adelantado hoy por varios medios de comunicación, entre ellos el “Corriere della Sera” o en español por Aciprensa.

El texto, que ha sido publicado con el consentimiento tanto del secretario de Estado, Pietro Parolin, como del Papa Francisco, a quien Ratzinger no ha pedido permiso, se centra en la cumbre antipederastia celebrada el pasado mes de febrero.

Maciel, Estados Unidos, Irlanda…

En el mismo, Benedicto traza una tesis rupturista con las reformas del Vaticano II, sin caer en la cuenta de que depredadores como Maciel comenzaron sus abusos en los años 40, que la crisis de abusos en EE.UU hunde sus raíces en los años 30 del siglo pasado o que el drama de la pederastia en Irlanda, por poner algunos ejemplos, se prolongó durante casi un siglo.

Para Ratzinger, que durante años fue el encargado de tramitar y juzgar los casos de abusos, la Iglesia dispuso una “justicia garantista” para con los curas pederastas durante años. Aunque no da pautas sobre cómo erradicar esta lacra en la Iglesia, sí subraya que los abusos han alcanzado estas proporciones “ante la ausencia de Dios”.

El documento está dividido en tres partes, en las que Raztinger analiza el contexto histórico que, en su opinión, llevó a la plaga de los abusos. “Intento mostrar que en la década de 1960 ocurrió un gran evento, en una escala sin precedentes en la historia. Se puede decir que en los 20 años entre 1960 y 1980, los estándares vinculantes hasta entonces respecto a la sexualidad colapsaron completamente”, denuncia el Papa emérito, quien asegura que, tras el Concilio, se fomentó “la libertad sexual total, una que ya no tuviera normas”.

Grupos homosexuales en los seminarios

Frente a ello, denuncia Benedicto XVI, “la teología moral católica sufrió un colapso que dejó a la Iglesia indefensa ante estos cambios en la sociedad”, hasta el punto de que “en varios seminarios (el Papa emérito se centra en Alemania) se establecieron grupos homosexuales que actuaban más o menos abiertamente, con lo que cambiaron significativamente el clima que se vivía en ellos”.

“Parte de la fisionomía de la Revolución del 68 fue que la pedofilia también se diagnosticó como permitida y apropiada”, afirma, tajante, el Papa emérito, quien sostiene que “hasta el Concilio Vaticano II, la teología moral católica estaba ampliamente fundada en la ley natural, mientras que las Sagradas Escrituras se citaban solamente para tener contexto o justificación. En la lucha del Concilio por un nuevo entendimiento de la Revelación, la opción por la ley natural fue ampliamente abandonada, y se exigió una teología moral basada enteramente en la Biblia”.

“Al final, prevaleció principalmente la hipótesis de que la moralidad debía ser exclusivamente determinada por los propósitos de la acción humana. Si bien la antigua frase «el fin justifica los medios» no fue confirmada en esta forma cruda, su modo de pensar si se había convertido en definitivo”, subraya Ratzinger

“De hecho, en muchos lugares se entendió que las actitudes conciliares tenían que ver con tener una actitud crítica o negativa hacia la tradición existente hasta entonces, y que debía ser reemplazada por una relación nueva y radicalmente abierta con el mundo”, lamenta Benedicto XVI, quien afirma que “un obispo, que había sido antes rector de un seminario, había hecho que los seminaristas vieran películas pornográficas con la intención de que estas los hicieran resistentes ante las conductas contrarias a la fe”.

Francisco-Benedicto-Vaticano_2003509659_12200527_660x371¿Qué, pibe, nos marcamos un tango si nos deja George…?

“Mis libros fueron escondidos”

Ratzinger, que durante décadas condenó a multitud de teólogos, se queja amargamente que, durante el postconcilio, “en no pocos seminarios, a los estudiantes que los veían leyendo mis libros se les consideraba no aptos para el sacerdocio. Mis libros fueron escondidos, como si fueran mala literatura, y se leyeron solo bajo el escritorio”.

En otra de las partes del documento explica que “el garantismo”, un sistema basado “en garantizar por encima de todo los derechos del acusado” llegó “hasta el punto en que se excluyera del todo cualquier tipo de condena”. Fue entonces, sostiene, cuando “de acuerdo con el papa Juan Pablo II” se decidió que era “adecuado asignar estas ofensas a la Congregación para la Doctrina de la Fe”, que Ratzinger dirigía entonces. Ello hizo posible “imponer la pena máxima, es decir la expulsión del estado clerical, que no se habría podido imponer bajo otras previsiones legales”.

Éste es el documento completo, según la traducción de Aciprensa.

Fuente Religión Digital

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Nostalgias católicas actuales.

Martes, 3 de julio de 2018
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el-sindrome-de-las-iglesias-vacias_560x280(Gregorio Delgado del Río).- Desde hace siglos -otra cosa es que algunos no han querido enterarse-, era un hecho constatado la manifiesta decadencia y retroceso progresivo del papel que desempeñaban de hecho los sistemas religiosos, las Iglesias oficiales y, en definitiva, la religión.

Las diferentes Iglesias y tendencias cristianas que tan intensamente habían intervenido en la visión occidental de la identidad humana y de su función en el mundo, fueron, de modo gradual, “perdiendo el control sobre la sensibilidad y la existencia cotidiana” (Steiner). En el fondo, “el núcleo religioso del individuo y la comunidad degeneró en convención social (…). Para la gran mayoría de hombres y mujeres pensantes -incluso allí donde la asistencia a la Iglesia continuaba-, las fuentes vitales de la teología, de una convicción doctrinal sistemática y transcendental, se habían agotado” (Ibidem).

Al menos esto era así en una visión generalizada de la sociedad occidental. En esa dirección, marcharon durante mucho tiempo las preocupaciones e inquietudes humanas. Con diferente intensidad -es cierto- en lugares distintos, pero indudable. Se produciría una gran vacío como consecuencia de la erosión de la teología, que pretendió sustituirse con nuevas energías y visiones de la realidad.

En ese marco general de cierta descomposición de la doctrina cristiana, surgió lo inevitable: la reforma luterana. El Primado romano no supo aceptar la verdad de muchos de los certeros ataques de que fue objeto y reaccionó con una enemistad (anatema excluyente) sin parangón. Toda la Iglesia entró en shock ultradefensivo y estéril. Se consolidó la división religiosa. Se bloqueó todo intento de reforma sensata y se inutilizó para una presencia efectiva en el mundo moderno y, por tanto, en los grandes cambios y transformaciones, que iban a producirse hasta nuestros días.

Es más, también se ha de reconocer que el intento de llenar el vacío existente mediante nuevas energías sustitutorias (‘mitologías‘) fracasó igualmente y no han sido otra cosa que ilusiones. Así lo ha interpretado Steiner: “La promesa marxista ha fracasado cruelmente. El programa de liberación freudiana se ha cumplido sólo muy parcialmente. El pronóstico de Lévi-Strauss es de irónico castigo”. Tales mitologías religiosas se han mostrado y llegado a nosotros -utilizando el veredicto de Steiner para el marxismo- como “una de esas grandes iglesias vacías”. Sin embargo, el problema de fondo subsistió: el hambre de lo absoluto del ser humano.

recuerdos-de-juan-xxiiiHubo, sin embargo, una muy limitada oportunidad con Juan XXIII y el Concilio Vaticano II. Pero, se malogró. Siguieron muy activas ciertas fuerzas internas, empeñadas en neutralizar sus efectos reformadores (airear las estancias) a fin de ‘relativizar’ y ‘aguar’ el impulso conciliar. A fuer de objetivo, he de reconocer que tuvieron pleno éxito. La política restauracionista de los últimos papas legó al Cardenal bonaerense una Iglesia muy gravemente enferma. Precisamente, en base a este diagnóstico, se explica el encargo que se le hizo: aplicarle una ‘terapia causal’, como había recetado Hans Küng. Esto es, ir a las verdaderas causas de la enfermedad, combatir los procesos patógenos y, en caso necesario, extirpar ciertos abscesos. Había que cambiar el rumbo. No se podía seguir en la misma dinámica.

Diagnosis de ciertos rumbos

Ahora bien, no conviene engañarse. La realidad es muy tozuda. Ciertas cosas ya no volverán. La descristianización de la sociedad es realidad palpable en todo Occidente. Las Iglesias están vacías. Los católicos no rigen su vida temporal de acuerdo con su fe y apenas están presentes en las decisiones sociales y políticas.

Tal descristianización también se aprecia en otros países en la medida en que acceden a un cierto desarrollo económico. Estamos ya en un contexto post secular en el que prima el pluralismo en todos los ámbitos y una civilizada laicidad. No hay que darle vueltas ni hacerse la ilusión de ‘volver atrás’. Los tiempos pasados que tanto añoran algunos no volverán. Tales “nostalgias” son, como ha subrayado el cardenal Angelo Scola, meros “sueños abstractos”.

¡Sabía reflexión! Ya no tienen sentido muchos anhelos y aspiraciones de tantos fundamentalismos e integrismos. Son pasado. ¿Por qué no se acepta esta realidad con todas las consecuencias que conlleva?

Tampoco la Iglesia, en mi opinión, podrá imponer a la sociedad su visión sobre el hombre, el mundo y las relaciones humanas. En todo caso, no en el modo en que parece percibirse cuando uno escucha voces y propuestas de cierta Jerarquía y/o de creadores de opinión pública, supuestamente en sintonía con Francisco. El estado actual democrático y de derecho -no se debe de olvidar- es muy plural y, por tanto, es laico. En esta línea, se puede aspirar (difícil empeño) a concertar con el poder político una cierta recomposición y redimensión de las actuales relaciones mutuas. Esto es, se puede buscar el activar (dentro del marco legal) un mayor compromiso político del católico, una efectiva cooperación en orden a proponer (oferta) junto con otras fuerzas concurrentes ideas y acciones concretas al servicio de la dignidad del hombre, Pero -no nos equivoquemos- el Estado no es teocrático: no se rige por el Evangelio. Con el noble afán de influir en la sociedad del momento, tan descristianizada, se corre el riesgo de hacerlo -en nombre de Francisco- en los mismos términos que ciertos integrismos.

homosexuales-en-la-iglesiaEn la vigente situación de postsecularismo, en efecto, me parece que la respuesta de la Iglesia (al anhelo de absoluto del hombre) debería orientarse prioritariamente a “dar testimonio” del mensaje cristiano (Cardenal Scola)., esto es, a sembrar. Francisco ha insistido proféticamente en ello desde el primer momento de su pontificado. El Cardenal Tobin lo ha expresado de modo inequívoco: “El reto más grande al que la Iglesia se enfrenta hoy es el abismo entre la fe y la vida”. También en la misma dirección se puede aludir al reciente libro (Sólo el Evangelio es revolucionario) del Cardenal Maradiaga y a las reflexiones (RD) de José Antonio Pagola: su tarea es sembrar, no cosechar o “Tarde o temprano, los cristianos sentiremos la necesidad de volver a lo esencial. Descubriremos que solo la fuerza de Jesús puede regenerar la fe en la sociedad descristianizada de nuestros días”.

Entiendo que abrazar este último rumbo (el del testimonio) es complicado. Obliga a mucho en el modo de vivir la vida. Es más fácil decir a los demás (sermonear) qué han de hacer o qué se ha de reformar. Se suelta y punto. Lo difícil es cambiar la vida personal (conversión) en coherencia con la fe que decimos profesar. Esta es la verdadera reforma pendiente.

Sólo cuando los cristianos seamos capaces de volver a lo esencial (testimonio de vida), seremos creíbles y fiables (respetados) en el mundo. A partir de aquí, gozaremos de autoridad para concurrir en la sociedad con nuestra visión del hombre, del mundo y de las relaciones humanas en todos sus ámbitos. Eso sí, siempre en forma de propuesta y oferta.

Fuente Religión Digital

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“Los miedos de la Iglesia”, por José Arregi

Lunes, 7 de mayo de 2018
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40605431345_7694456216_oLeído en su blog:

Tendría que venir Jesús el viviente resucitado, figura de todos los vivientes que resucitan sin cesar, y volver a decirnos aquello que tan insistentemente repite en los evangelios: ¡No tengáis miedo! No temáis por lo que podáis comer o beber o vestir. Ni a los que os puedan matar. Mirad a los pájaros del cielo y a los lirios del campo. No busquéis en la tumba, no os aferréis al pasado, no temáis el futuro. Id a Galilea, a la vida cotidiana, a sembrar, a crear, a vivir. Sed libres del ego y de todas las doctrinas”.

El miedo es un mecanismo biológico fundamental de defensa de la vida. Está presente en el cerebro reptil que aún llevamos los humanos en la base de los otros dos cerebros: el mamífero y el humano. El miedo nos alerta de los muchos peligros que amenazan la vida. Sin el miedo, seríamos ciegos e imprudentes, incluso crueles. Sin el miedo, habríamos muerto hace mucho tiempo, aunque la muerte a su vez es transformación y tampoco sin ella puede sobrevivir la vida. Si queremos vivir y que la Vida perdure en todas sus formas, es, pues, necesario aprender a morir. Sí, pero también es necesario aprender a temer. Como aquel muchacho del cuento de los Hermanos Grimm que no conocía el miedo y salió al mundo para experimentarlo.

Aprender a temer significa entre otras cosas liberarnos del miedo, máxime de aquellos miedos, las fobias, que amenazan más que preservan la vida. Los estragos del miedo en nuestra vida, en nuestra sociedad, en nuestro mundo, son terribles. El miedo explica casi todos los desastres: complejos y angustias, celos y envidias, codicia, corrupción y mentira, el terrorismo y el antiterrorismo, y la guerra más terrorista y asesina de todas que es la economía de la especulación y el mercado.

También las Iglesias cristianas, la Iglesia católica en particular, se muestran presas del miedo. Así fue durante siglos desde muy pronto, desde que la Iglesia se hizo poderosa, aliada con unos poderes y enfrentada a otros. A la llegada del mundo moderno con la razón y la ciencia, la reivindicación de la libertad y de la liberación de todos los oprimidos, su miedo se volvió pánico. Mientras más temía más se atrincheraba, y mientras más se atrincheraba más débil se volvía.

En eso llegó Juan XXIII y dijo: Abramos las ventanas. Que sople el Espíritu. Que callen los profetas de calamidades. Es hora de usar la medicina de la misericordia y no de la severidad”. Fue una bocanada de aire fresco.

Una bocanada breve y pasajera, pues muy pronto se volvieron a cerrar las ventanas y se frustraron los sueños del Vaticano II (1962-1965). Pablo VI (1963-1978) fue un hombre de grandes horizontes, pero lleno de miedos, tanto durante como después del Concilio. Y luego vino Juan Pablo II, el papa polaco dispuesto a reponer las cosas en su sitio. “No tengáis miedo” fueron sus primeras palabras desde la ventana del Vaticano en la plaza de San Pedro, y esa fue la consigna más repetida de su pontificado. Sin embargo, a lo largo de sus 27 años de mandato, en su severidad y contundencia se traslucía miedo. Sus muchas condenas revelaban mucho miedo.

Hoy todavía prevalecen los miedos: el miedo al cambio, el miedo a renunciar a la posesión de la verdad y al control de la moral, el miedo a la duda, el miedo a la herejía (siendo así que la herejía más peligrosa es el miedo), el miedo a perder el poder e incluso los dineros, el miedo a la laicidad, el miedo a la diversidad, el miedo al pluralismo tachado de relativismo, el miedo a la libertad, el miedo tan masculino a la mujer, el miedo a la perspectiva de género, el miedo a la homosexualidad y a toda identidad y orientación sexual que no sea la consagrada por la convención en nombre de la religión, el miedo al ser humano en su devenir tan abierto, el miedo al Espíritu libre, el miedo a lo nuevo, el miedo a la muerte, en una palabra, el miedo a la vida.

¿Podrá el papa Francisco abrir un nuevo tiempo a la Iglesia, si no afronta todos esos miedos con mayor decisión, si no promueve reformas mucho más radicales en el Derecho Canónico, en el modelo clerical y patriarcal de Iglesia, en tantas doctrinas teológicas incomprensibles para los hombres y mujeres de hoy?

La Iglesia se encuentra tal vez en la mayor encrucijada de su historia bimilenaria: o se libera de sus miedos o perecerá en ellos.

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Que todos sean uno.

Domingo, 10 de septiembre de 2017
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Que la oración divina de Cristo obtenga satisfacción y realización en esta esperanza y con estos deseos :

” Padre santo, cuida en tu nombre a aquellos a los que  tú me has dado
para que sean uno como nosotros comos uno…
Santifícalos en la verdad: tu palabra es la verdad…
No ruego sólamente por ellos, sino también por los que,
gracias a su palabra, creerán en mí…;
para que perfectamente sean uno…

Ven.

De esta armonía tan deseada y de esta unidad que la caridad fraterna

debe alimentar y mantener nacerá una gran paz que sobrepasa

todo sentimiento porque viene del cielo.

*

 Juan XXIII

***

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

“Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano. Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo.

Os aseguro, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.”

*

Mateo 18,15-20

***

*

***

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Si queremos ser de Jesús.

Domingo, 3 de septiembre de 2017
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Si queremos ser de Jesús, ser de los suyos aquí abajo, y luego
en la bienaventurada eternidad del cielo, debemos seguirlo;
tomar la cruz y llevarla con él, siguiéndole:
imponer una regla a nuestra naturaleza herida por el pecado,
con el fin de que triunfe en ella el hombre nuevo, que fue
“creado a imagen de Dios en la justicia y la santidad verdaderas” (Ep 4, 24)

No nos dejemos engañar, cegar, ilusionar:
la cruz es siempre la única esperanza de salvación;
la ley de Dios siempre está presente, con sus diez mandamientos,
para recordar al mundo que sólo ella es el refugio seguro,
la muralla de las conciencias,
y que observándolos se posee el secreto de la paz y la tranquilidad de conciencia.
El que lo olvida, incluso el que aparece huir de todo compromiso serio,
Se reserva tarde o temprano la tristeza y la miseria.

*

 Juan XXIII
Alocución del 3 de abril de 1960 La documentación católica n°1330

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En aquel tiempo, empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día. Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo:

“¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte.”

Jesús se volvió y dijo a Pedro:

“Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios.

Entonces dijo a sus discípulos:

“El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta.

*

Mateo 16,21-27

***

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Querer el bien.

Domingo, 20 de agosto de 2017
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Es triste tener que lamentar el dolor, pero
no basta con quejarse de él para eliminarlo.

Es el bien lo que debemos querer, cumplir, exaltar.

Es la bondad la que debe ser proclamada en presencia del mundo
para que irradie y penetre todos los elementos de la vida individual y social.

El individuo debe ser bueno, de una bondad que revela una conciencia pura
e inaccesible a la duplicidad, al cálculo, a la dureza del corazón.

Bueno, por una aplicación continua de la purificación interior, de la perfección verdadera;
bueno, por fidelidad a un firme propósito manifestado en todo pensamiento, en toda acción.

La humanidad también debe ser buena. Estas voces que suben del fondo de los siglos,
para enseñarnos todavía hoy con una nota de actualidad,
recuerdan a los hombres el deber que incumbe indistintamente a todos de ser buenos,
justos, rectos, generosos, desinteresados, prontos para comprender
y para excusar, dispuestos al perdón y a la magnanimidad.

*

 Juan XXIII

La documentación católica n°1367

***

 

 

En aquel tiempo, Jesús se marchó y se retiró al país de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle:

“Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo.”

Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle:

“Atiéndela, que viene detrás gritando.”

Él les contestó:

“Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel.”

Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió:

“Señor, socórreme.”

Él le contestó:

“No está bien echar a los perros el pan de los hijos.”

Pero ella repuso:

– “Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos.”

Jesús le respondió:

“Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas.”

En aquel momento quedó curada su hija.

*

Mateo 15,21-28

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