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Santa María Madre de Dios. Lunes 01 de Enero de 2024

Lunes, 1 de enero de 2024
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De Koinonia:

0108

*

Números 6,22-27

Invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré

El Señor habló a Moisés:

“Di a Aarón y a sus hijos: Ésta es la fórmula con que bendeciréis a los israelitas:

“El Señor te bendiga y te proteja,
ilumine su rostro sobre ti
y te conceda su favor.
El Señor se fije en ti
y te conceda la paz”.

Así invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré.”

*

Salmo responsorial: 66

R. El Señor tenga piedad y nos bendiga.

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra. R.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe. R.

*

Gálatas 4,4-7

Envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer

Hermanos:

Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción. Como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones al Espíritu de su Hijo que clama: “¡Abbá! (Padre).” Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.

*

Aleluya Heb 1, 1-2

R. Aleluya, aleluya, aleluya.’

V. En muchas ocasiones habló Dios antiguamente
a los padres por los profetas.
En esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo. R.

*

Lucas 2,16-21

Encontraron a María y a José, y al niño.

A los ocho días, le pusieron por nombre Jesús

En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho.

Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

*

Homilía de Monseñor Romero sobre los textos litúrgicos de hoy
(1 de enero de 1978)

Amados hermanos, amados radio-oyentes:

Con el saludo bíblico que Dios mandaba cuando se dirigía a su pueblo, ya que los cristianos hoy somos el Israel espiritual de Dios, somos el pueblo de Dios, y para nosotros es este precioso augurio de Año Nuevo: “El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz”, no podía hacerse un saludo más oportuno y espléndido para el año nuevo que estas palabras que la Biblia pone a nuestra consideración esta mañana, y al mismo tiempo unir a esta buena voluntad de Dios la presencia de María, la Virgen Madre.

Hay una fiesta oficial de la Iglesia en honor de María y es hoy, 1º de enero. Ocho días después de dar a luz al Redentor del mundo la Iglesia quiere llamar la atención de todos sus hijos para celebrar la solemnidad de Santa María, Madre de Dios. Así se inicia el año bajo la bendición directa de Dios y bajo este título que es toda una inspiración de confianza en el poder de la Virgen, por ser de Dios. Leer más…

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De los mares iris…

Domingo, 16 de julio de 2023
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Dedicado, en este día de la Virgen del Carmen, a todos los hombres y mujeres que, como lo hizo mi padre, y su padre y su abuelo… bregan en el Mar…

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En el mar de la duda en que bogo
ni aun sé lo que creo:
¡sin embargo, estas ansias me dicen
que llevo algo
divino aquí dentro!

*

Gustavo Adolfo Bécquer

***

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Salve
Estrella de los mares
De los mares iris
De eterna ventura

Salve
O fénix de hermosura
Madre del divino amor

De tu pueblo
A los pesares
Tu clemencia de consuelo

Fervoroso llegue al cielo
Hasta a ti hasta ti
Nuetro clamor

Salve
Salve
Estrella de los mares
Salve estrella de los mares
Si, fervoroso llegue al cielo
Hasta ti hasta ti
Nuestro clamor.

Salve salve
Estrella de los mares
Estrella de los mares
Salve;
Salve,
Salve salve

***

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***

***

"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , , , , ,

Santa María Madre de Dios. Domingo 01 de Enero de 2023

Domingo, 1 de enero de 2023
Comentarios desactivados en Santa María Madre de Dios. Domingo 01 de Enero de 2023

De Koinonia:

0108

Números 6,22-27

Invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré

El Señor habló a Moisés:

“Di a Aarón y a sus hijos: Ésta es la fórmula con que bendeciréis a los israelitas:

“El Señor te bendiga y te proteja,
ilumine su rostro sobre ti
y te conceda su favor.
El Señor se fije en ti
y te conceda la paz”.

Así invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré.”

*

Salmo responsorial: 66

El Señor tenga piedad y nos bendiga.

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra. R.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe. R.

*

Gálatas 4,4-7

Envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer

Hermanos:

Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción. Como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones al Espíritu de su Hijo que clama: “¡Abbá! (Padre).” Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.

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Lucas 2,16-21

Encontraron a María y a José, y al niño.

A los ocho días, le pusieron por nombre JesúsEn aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho.

Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

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Homilía de Monseñor Romero sobre los textos litúrgicos de hoy
(1 de enero de 1978)

Amados hermanos, amados radio-oyentes:

Con el saludo bíblico que Dios mandaba cuando se dirigía a su pueblo, ya que los cristianos hoy somos el Israel espiritual de Dios, somos el pueblo de Dios, y para nosotros es este precioso augurio de Año Nuevo: “El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz”, no podía hacerse un saludo más oportuno y espléndido para el año nuevo que estas palabras que la Biblia pone a nuestra consideración esta mañana, y al mismo tiempo unir a esta buena voluntad de Dios la presencia de María, la Virgen Madre.

Hay una fiesta oficial de la Iglesia en honor de María y es hoy, 1º de enero. Ocho días después de dar a luz al Redentor del mundo la Iglesia quiere llamar la atención de todos sus hijos para celebrar la solemnidad de Santa María, Madre de Dios. Así se inicia el año bajo la bendición directa de Dios y bajo este título que es toda una inspiración de confianza en el poder de la Virgen, por ser de Dios. Leer más…

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Fiesta de Santa María, Madre de Dios.

Domingo, 1 de enero de 2023
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maria-y-jesusDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Hacía el año 500 comenzó a celebrarse en las iglesias orientales una fiesta de Santa María, Madre de Dios. La iglesia católica romana la aceptó, y fijo su celebración el 11 de octubre; pero en 1970 la trasladó al 1 de enero, para relacionarla más estrictamente con la Navidad y comenzar el año poniéndolo bajo la protección de María. Pero el 1 de enero se cumplen los ocho días desde el nacimiento; por eso el evangelio termina haciendo referencia a la circuncisión de Jesús.

¡Feliz Año Nuevo! (Números 6,22-27)

A pesar de lo dicho sobre la Virgen, el saludo que más se repetirá el 1 de enero será: ¡Feliz Año Nuevo! ¿Qué nos deseamos? ¿Salud, dinero y amor, como dice la canción? ¿Quién nos va a garantizar algo de eso? ¿Y si ocurre algo muy distinto, incluso lo contrario? La primera lectura de hoy, tomada del libro de los Números (en hebreo tiene un título más bonito: “En el desierto”), ofrece unas pistas muy buenas:

El Señor habló a Moisés: Di a Aarón y a sus hijos: Ésta es la fórmula con que bendeciréis a los israelitas: “El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz.” Así invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré.»

Ante todo, hay alguien que garantiza lo bueno que deseamos: el Señor. Dos veces se lo nombra, y los seis verbos de la bendición lo tienen como sujeto. Podemos agrupar las peticiones en dos bloques: 1) El Señor te bendiga, ilumine su rostro sobre ti, se fije en ti. 2) Te proteja, te conceda su favor, te conceda la paz.

El primer bloque se refiere a la actitud de Dios con cada uno de nosotros. Cabrían tres posibilidades: que nos bendijera, que nos mostrase un rostro airado, que se desinteresase de nosotros. Se pide su bendición, su actitud benévola, su interés.

El segundo bloque indica los tres grandes regalos: no son salud, dinero y amor, sino protección, favor y paz. A alguno le resultará demasiado etéreo. Preferirá cosas más concretas. Pero, en la práctica, cuando el año nos enfrente a situaciones difíciles, no habrá nada mejor que la protección, el favor y la paz de Dios.

De esclavos a hijos (Gálatas 4,4-7)

Hermanos:

Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su hijo nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción.

Cómo sois hijos, Dios envió a vuestros corazones al Espíritu de su Hijo, que clama: ¡Abba! (Padre). Así que ya no eres esclavo sino hijo, y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.

El texto se ha elegido porque es el único de las cartas de Pablo que hace referencia a María («nacido de una mujer»). Pero se relaciona perfectamente con el anterior del libro de los Números. Pedía la bendición de Dios, su benevolencia, y el Señor responde enviando a su Hijo para liberarnos de la esclavitud y convertirnos en hijos suyos y herederos.

Tres actitudes para el nuevo año (Lucas 2,16-21)

            En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño.

          Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores.

          María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.

          Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho.

Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

El texto relaciona dos acontecimientos muy distintos, separados por ocho días de distancia. El primero, la visita de los pastores, es lo mismo que leímos el 25 de diciembre en la segunda misa, la del alba. En la escena se distinguen diversos personajes:

  1.   Empieza y termina con los pastores, que corren a Belén y vuelven alabando y dando gloria a Dios. Los pastores simbolizan la “política incorrecta” de Dios. El gran anuncio del nacimiento del Mesías no se comunica al Sumo Sacerdote de Jerusalén, ni a los sacerdotes y levitas, ni a los estudiosos escribas, ni a los piadosos fariseos. Se comunica a unos pastores que, en la escala social de aquel tiempo, ocupan el penúltimo lugar, el de las clases impuras, porque su oficio se equipara al de los ladrones. Sin embargo, esta gente tan poco digna socialmente, corre hacia Jesús, cree que un niño envuelto en pañales y en un pesebre puede ser el futuro salvador, aunque ellos no se beneficiarán de nada, porque, cuando ese niño crezca, ellos ya habrán muerto. La visita de los pastores simboliza lo que dirá Jesús más tarde: “Te alabo Padre, porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla.”
  2.   Está también presente un grupo anónimo, que podría entenderse como referencia a la demás gente de la posada, pero que probablemente nos representa a todos los cristianos, que se admiran de lo que cuentan los pastores.
  3.   Finalmente, el personaje más importante, María, que conserva lo escuchado y medita sobre ello. En los relatos de la infancia, Lucas ofrece dos imágenes muy distintas de María. En la anunciación, Gabriel le comunica que será la madre del Mesías, y ella termina alabando en el Magnificat las maravillas que Dios ha hecho en ella. Pero, cuando Jesús nace, Lucas habla de María de forma muy distinta. A partir de ese momento, todo lo relacionado con Jesús le resulta nuevo y desconcertante: lo que dicen los pastores, lo que dirá Simeón, lo que le dirá Jesús a los doce años cuando se quede en Jerusalén. En esas circunstancias, María no repite “proclama mi alma la grandeza del Señor”. Se limita a callar y meditar, igual que hará a lo largo de toda la vida pública de Jesús.

Estas tres actitudes se complementan: la admiración lleva a la meditación y termina en la alabanza de Dios. Tres actitudes muy recomendables para el próximo año.

La segunda escena tiene lugar ocho días más tarde. Algo tan importante y querido para nosotros como el nombre de Jesús lo cuenta Lucas en poquísimas palabras. Su sobriedad nos invita a reflexionar y dar gracias por todo lo que ha supuesto Jesús en nuestra vida.

En vez de propósitos y buenos deseos, una buena compañía

El comienzo de año es un momento ideal para hacer promesas que casi nunca se cumplen. La liturgia abre el año ofreciéndonos la compañía de Dios Padre, que nos bendice y protege, de Jesús, que nos salva, de María, que medita en todo lo ocurrido.

 

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En María descubrimos a Dios como Madre.

Domingo, 1 de enero de 2023
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vladimirskaya

MARÍA MADRE (A) (año nuevo)

Lc 2,16-21

Es una fecha cargada de connotaciones profundamente humanas: la circuncisión e imposición del nombre a Jesús, la maternidad de María, el comienzo del año, el día de la paz. No me gusta tratar más de un tema en la homilía, pero hoy haremos una excepción. La fiesta quedaría incompleta si omitiéramos alguno de estos aspectos. De todas formas, desde el punto de vista litúrgico, la más importante es la de María Madre.

María madre de Dios. Es la fiesta más antigua de María que se conoce. Pablo VI la recuperó y la colocó en este día de la octava de Navidad. La maternidad de María es un dogma. Esto no nos tiene que asustar, porque lo que de verdad importa es la manera de entender hoy esa verdad. Fue definido en Éfeso en el 431. No es de un dogma mariológico, sino cristológico. Los evangelios y los primeros escritos cristianos no se preocuparon de María.

La prueba de que en la definición de Éfeso no querían decir lo que se entendió, es que tuvo que ser aclarada veinte años después por el concilio de Calcedonia (451), afirmando que María era madre de Dios, “en cuanto a su humanidad”. ¿Qué queremos decir cuando hablamos de la humanidad de Dios? Efectivamente, llamar a María “madre de Dios”, porque fue la madre de Jesús, es violentar los conceptos. Jesús fue un ser humano que comenzó a existir en un momento determinado de la historia. El niño que lloraba y que mamaba, se meaba y se cagaba, no puede ser identificado sin más con Dios, que está fuera del tiempo.

Para entender el dogma de la “Theotokos” (la que pare a Dios), debemos tener en cuenta el contexto. Fue un intento de afirmar que el fruto del parto de María era una única persona, contra Nestório que afirmaba dos personas en Jesús, una humana que era Jesús y una divina, la segunda de la trinidad. No debemos olvidar que el concilio de Éfeso lo promovió el mismo Nestório para condenar a Cirilo, que proclamaba una sola persona en Cristo. Faltó el canto de un duro para que condenaran como herejía lo que se definió como dogma.

Aunque no fue la intención del concilio, lo que se entendió del dogma, no deja de tener su importancia a la hora de pensar la realidad de Dios. Que nos hayamos atrevido a dar una madre a Dios tiene unas connotaciones psicológicas incalculables. Manifiesta la necesidad de comprender a Dios desde nuestra realidad humana. Somos hijos de Dios y Él es a la vez Hijo de una mujer… Dios entrando en la dinámica humana y el hombre entrando en la dinámica divina. Llamar a María Madre es manifestar la presencia de Dios en Jesús.

La circuncisión se hacía a los ocho días y era el rito religioso fundamental para el pueblo judío. Mucho más que el bautismo para nosotros. Implicaba ponerle un nombre, que en aquella época era muy importante y que en este caso, según el relato, no lo eligen ellos, sino que viene impuesto. Lo que significa el nombre “Jesús” (Dios salva) resume toda su vida. La circuncisión era el signo de adhesión al pueblo de Israel. Si era primogénito, como en este caso, había que rescatarlo de la obligación de ofrecer al Señor todo primogénito.

El comienzo del año supone traspasar una frontera. En el NT encontramos dos palabras que traducimos por “tiempo”, pero tienen significado diferenciado. Chronos es el tiempo astronómico. Se refiere al paso de las horas, días y años… es lo que estamos celebrando hoy.Kairos sería el tiempo humano. Es el tiempo oportuno para hacer algo importante que atañe a la condición humana. Éste es mucho más importante desde el punto de vista religioso. Es el tiempo que se me da como oportunidad de crecer en el ser. No debía traspasar la frontera del año sin hacer una reflexión sobre mí mismo, y valorar como estoy haciendo uso de algo tan importante y tan efímero como el tiempo cronológico.

Sabemos que Dios es amor, don total y absoluto. Siempre será lo que es para nosotros. Pero ese don no se impone desde fuera. Si el hombre no lo descubre y lo acepta, no significará nada para él. La aceptación de ese don, que es Dios, tenemos que hacerla desde la más profunda humanidad. No es suficiente una vida animal y racional plena. Es necesaria una perspectiva humana que solo se da más allá de lo biológico y lo racional. Para que Dios llegue a nosotros, como humanos, debemos tomar conciencia de ello y aceptarlo.

Día mundial de la paz. Tal vez sea una de las carencias que más afecta al ser humano de hoy, porque la ausencia de paz es la prueba de una falta de humanidad a todos los niveles. Ahora bien, la reflexión que hacemos no puede quedarse en aspavientos y quejas sobre lo mal que está el mundo. No descubriremos lo que significa la paz, hablando de guerras y conflictos, quedándonos en una crítica externa sin mover un dedo para cambiar las cosas.

No son las contiendas internacionales, por muy dañinas que sean, las que impiden a los seres humanos alcanzar su plenitud. Los grandes conflictos internacionales los originamos nosotros con nuestras riñas y pendencias individuales. Si no hay paz a escala mundial, la culpa la tengo yo, que lucho a brazo partido por imponer mis criterio o caprichos egoístas a los que están a mi alrededor. El egoísmo que impide la armonía en nuestras relaciones personales es el causante de las más feroces guerras a todos los niveles.

La paz no es una realidad que podamos buscar con un candil. La paz será siempre la consecuencia de unas relaciones humanas entre nosotros. Es muy deprimente que nos sigamos rigiendo por el proverbio latino: “si vis pacem parat vellum”. Si te preparas para la guerra, es que estás pensando en quedar por encima del otro. Si no existe una calidad humana no puede haber una verdadera paz, ni entre las personas ni entre las naciones.

El primer paso hacia la paz, tengo que darlo yo entrando dentro de mí. Si no he conseguido una armonía interior, si no descubro mi verdadero ser y lo asumo como la realidad fundamental en mí, ni tendré paz ni la puedo llevar a los demás. Este proceso de maduración personal es el fundamento de toda verdadera paz. Pero es también lo más difícil porque exige la superación de todo egoísmo. Una auténtica paz interior se reflejaría en nuestras relaciones, comenzando por las familiares y terminando por las internacionales.

¡Recuperemos el shalom judío! En esa palabra se encuentra resumido todo lo que intento deciros. Nuestra palabra “paz” tiene connotaciones exclusivamente negativas: ausencia de guerra, ausencia de conflictos, etc. Pero el shalom se refiere a realidades positivas. Decir shalom significaría un deseo de que Dios te conceda todo lo que necesitas para ser tú.

El ser humano auténtico es el que ha dejado de pretender que todo giren en torno a él. Aprender a amar, preocuparse de los demás, entrar en armonía, no sólo con los demás sino con toda la creación, es la única preparación para la paz. El que ama no pelea por nada ni pretende nada, sino que está encantado de que todos saquen provecho de él.

Meditación

¡Convertir el Chronos en Kairos!
Esta es mi principal tarea como ser humano.
Tengo que aprovechar el “tiempo” que se me da.
Mi tiempo no puede ser sólo geológico o biológico.
Mi tiempo tiene que ser siempre humano
El tiempo que dedico a mí mismo,
puede ser el más humano y el más inhumano.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Natividad del Señor

Domingo, 25 de diciembre de 2022
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Leído en Koinonia:

05-navidad (C) cerezo

Misa del día

Isaías 52,7-10

Verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios

¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la Buena Nueva, que pregona la victoria, que dice a Sión: “Tu Dios es rey”! Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro, porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión. Romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén, que el Señor consuela a su pueblo, rescata a Jerusalén; el Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones, y verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios.

*

Salmo responsorial: 97

Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R.

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R.

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R.

Tañed la cítara para el Señor
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor. R.

*

Hebreos 1,1-6

Dios nos ha hablado por el Hijo

En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha ido realizando las edades del mundo. Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de su majestad en las alturas; tanto más encumbrado que los ángeles, cuanto más sublime es el nombre que ha heredado. Pues, ¿a qué ángel dijo jamás: “Hijo mío eres tú, hoy te he engendrado”, o: “Yo seré para él un padre, y él será para mí un hijo”? Y en otro pasaje, al introducir en el mundo al primogénito, dice: “Adórenlo todos los ángeles de Dios.”

*

Juan 1,1-18

La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros

En principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. [Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.] La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios.

Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. [Juan da testimonio de él y grita diciendo: “Éste es de quien dije: “El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo.”” Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.]

***

Homilía de Monseñor Romero sobre los textos litúrgicos de hoy
(25 de diciembre de 1977)

Hoy llega a nosotros la noticia del nacimiento de Cristo a través de su Iglesia. Cómo María, como nos cuenta el evangelio, al irse los pastorcitos que vinieron invitados por los ángeles a adorar al Niño Jesús, María se quedó reflexionando todo esto en su corazón. Para una comunidad cristiana la Navidad no tiene sentido si no es a base de una profunda reflexión, por eso para muchos cristianos la Navidad no es más que una fiesta que se espera y que luego pasa efímera, como la pólvora que se quema, y no deja más que basura en las calles. Para el cristiano es algo más que un cohetillo, es la gran noticia que debe reflexionarse y comprometer al hombre con este episodio en que Dios se hace hombre, no en una forma transitoria, sino para siempre, y el hombre debe también reflexionar ante el Señor.

Ese Cristo en Belén lo podemos representar hoy en esta homilía con este título: Cristo manifestación de Dios, Cristo manifestación del hombre y en tercer lugar, la Iglesia manifestación de Cristo.

PROLONGAR LA ENCARNACIÓN

Por eso la Iglesia, que prolonga la encarnación, o sea el Dios hecho hombre, no puede prescindir de la historia. Desde aquel momento Dios ha asumido la humanidad y ha dejado ese encargo de seguir asumiendo hacia Dios a todos los hombres, a la Iglesia, la cual, por tanto, peregrina en la historia, va recogiendo, no puede dejar de vivir las circunstancias en las cuales ella va prolongando esa encarnación. Por eso hermanos, estas noticias en las cuales yo reflejo lo más sobresaliente de la semana, no es con el afán de hacer aquí un noticiero. Lo hace mucho mejor cualquier instrumento de comunicación social, sino que es simplemente decirles a todos mis queridos hermanos, que vivimos en esta semana, en esta hora, que esta Navidad de 1977, siendo la eterna Navidad de Cristo, se ha vivido aquí en El Salvador en estas circunstancias de las cuales no podemos prescindir.

NAVIDADES TRISTES

Así es como tienen un sentido profundo, en medio de tarjetas y telegramas de Navidad, me hayan llegado cartas que son lamentos profundos, por ejemplo de aquellas madres y esposas que “en esta celebración de Navidad que con júbilo espera todo el pueblo cristiano, nosotras expresemos no una Navidad sino el profundo dolor de un calvario al albergar en nuestro corazón esa separación insuperable de nuestros hijos y esposos”. En otra carta parecida dice: “Estamos angustiadas y tristes por el llanto de nuestros hijitos que a cada momento que se despiertan en la noche están llamando a sus padres y de ellos no nos dan ninguna razón en los cuerpos de seguridad”. Y cartas de expresión así dolorosa, pues, son muchas las que llegan. Por nuestra parte hemos tratado de hacer todo lo que está a nuestro alcance recurriendo a recursos jurídicos y estamos dispuestos siempre, pues, a ayudar el dolor de la humanidad. Leer más…

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“La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros.” Domingo 25 de diciembre de 2022. Natividad del Señor

Domingo, 25 de diciembre de 2022
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08-navidada4-cerezoLeído en Koinonia:

Misa del día

Isaías 52,7-10: Verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios.
Salmo responsorial: 97: Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.
Hebreos 1,1-6: Dios nos ha hablado por el Hijo.
Juan 1,1-18: La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros.

Hoy celebramos la fiesta del nacimiento de Jesús de Nazaret, pero en realidad en esta fiesta hay muchos componentes, de muy diverso género, y no sería bueno tratarlos todos como dimensiones teológicas racionalmente interpretables. Hay también elementos culturales, sociales, históricos, afectivos… Esta mezcla hace desaconsejable echar mano sólo de la lupa teológica racional. Quizá es ésta una fiesta en la que hay que dejar a un lado esa perspectiva racional, y hacernos niños, y celebrar con la ingenuidad del niño/a que todos/as llevamos dentro.

Pero digamos en todo caso una palabra sobre cada lectura.

La lectura de Isaías es un canto de alabanza de la próxima liberación de Jerusalén. Dos imágenes enmarcan la lectura, por una parte la de los mensajeros que sobre los montes de Judá traen la noticia de la próxima liberación, y gritan: ¡Yahvé reina! La segunda imagen es la de los centinelas que prorrumpen en júbilo porque ven el retorno de Yahvé a Sión y exclaman alborozados cómo el Señor ha consolado a su pueblo y ha rescatado a Jerusalén. Y es que en el contexto en que se escribe el libro de Isaías, la mayoría del pueblo de Israel se encuentra exiliado en Babilonia, son esclavos de los asirios. Sin embargo, ven como muy positivo que Darío asuma el poder, y ponen sus esperanzas en que el será el «rescatador», que les permitirá retornar a su tierra. Esta realidad es inminente, por lo que el escritor canta ya la alegría del retorno a la tierra. Para nosotros hoy, esos pies del mensajero anuncian el nacimiento del Señor, y nosotros, como los centinelas, proclamamos alegres la presencia del Salvador que se hace vida en medio de nosotros.

El salmo responsorial corresponde a un himno de alabanza dirigido a Yahvé porque ha obrado maravillas y porque ha revelado la justicia a las naciones acordándose de la lealtad de Dios a Israel. El salmista invita a toda la creación (mar, ríos y montes) a aclamar a Yahvé que llega a juzgar el mundo con justicia y los pueblos con equidad. Esa felicidad la compartimos nosotros con el salmista cuando recibimos a Jesús que llega, que nace. Él es Dios mismo que se convierte en Buena Noticia, anuncio de salvación para todos los pueblos, que asume nuestra condición humana y por ello estamos alegres y cantamos llenos de júbilo y esperanza.

La carta a los hebreos refuerza aún más la alegría de esta celebración de la Natividad del Señor Jesús. Expresa que «muchas veces y de múltiples maneras habló Dios en el pasado a nuestros padres por medio de los profetas, pero en estos últimos tiempos nos habló por medio de su Hijo a quien instituyó heredero de todo». Hermanos, estamos en los últimos tiempos pues la revelación a llegado a su plenitud en Jesucristo. Él es imagen de Dios invisible, quien le ve a él ve al Padre; pues al asumir la condición humana y al nacer en un establo, como un hombre pobre; Dios se ha manifestado como solidario con todos los hombres de la tierra y por medio de Jesús ha mostrado el camino de la salvación.

La liturgia de hoy, la de la misa del día, como la más solemne –porque otra es la de la media noche–, proclama el prólogo del evangelio de Juan. Un texto bien solemne, y muy especial. Haríamos mal en leerlo como cualquier otro de los relatos evangélicos de la Navidad, en torno al nacimiento de Jesús, como los evangelios de la infancia. El texto de Juan pudo ser escrito treinta años más tarde, el último de entre los textos evangélicos hoy canónicos, en torno al año 100 d.C. Entenderlo como un relato «descriptivo» que nos trasmite información sobre «cómo sucedieron las cosas», información transmitida a Juan evangelista como por revelación directa, sería un error. Hoy la ciencia bíblica enfoca este texto con otra luz, conoce mejor su naturaleza y sabe que se trata de otra cosa.

En todo caso, es un texto clave, uno de los pocos textos de los que se puede decir que han sido sencillamente decisivos para la configuración concreta del desarrollo del cristianismo. Muchos opinan que fue Pablo el creador del cristianismo, más que los evangelios sinópticos por ejemplo. Otra opinión también común es la de que quien fundó el cristianismo fue en realidad Juan, al fundamentarlo con esta visión fantástica genial que nos entrega este texto, que catapultó la reflexión sobre Jesús a su máxima dimensión.

Más allá de lo que de este texto hubiera de ser retenido o no, la dimensión de encarnación que daría al cristianismo lo ha marcado, realmente. Encarnación, y su complemento, la divinización, son como una columna vertebral del cristianismo, y una de las marcas registradas de su espiritualidad y su compromiso histórico.

En la dimensión concreta de la historicidad, ya sabemos: no tenemos ninguna noticia histórica de la fecha del nacimiento de Jesús. El 25 de diciembre fue tomado de la fiesta romana del nacimiento del Sol, pues a partir de ese día –hoy sabemos que no exactamente– comienza a aumentar el tiempo de insolación (en el hemisferio norte, obviamente, y locontrario en el sur); el Sol en estos días superaba su período anterior invernal, de muerte y disminución. Si a Jesús se le llamaba «el Sol de Justicia», qué mejor fecha para datar su nacimiento que el día del re-nacimiento del Sol astronómico, que en el mundo romano era considerado divino. Leer más…

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Navidad 2022. La gloria de Dios es la Paz entre los hombres

Domingo, 25 de diciembre de 2022
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1E82B6ED-48B0-4072-B2FC-EE8F2A3FBC40Del blog de Xabier Pikaza:

Este es el canto (villancico) principal de Navidad, la teología. experiencia y tarea principal honda de la Biblia.

No hay primero Gloria de Dios y después, además, Paz entre los hombres, como si fueran cosas distintas (separables), sino que según el canto de los ángeles de Navidad (Lc 2,14), la gloria de Dios se identifica con la paz entre los hombres, de manera que la Gloria divina (Kabod, Doxa) se identifica con la Paz (Shalom, Eirênê) entre los hombres.

Esto lo sabían de algún modo los judíos anteriores, pero sólo lo ha mostrado el Judío Jesucristo, que es  encarnación de la gloria/paz de Dios(como he mostrado en Dios “se hizo carne, teología de la Biblia”).

Esto es algo que a veces se ha olvidado, como ha mostrado una mala traducción o interpretación de Lc 2,14, que tiende a separar gloria de Dios y paz humano, hablando además de la paz como efecto del puro esfuerzo humano (expresión de su buena voluntad), y no como revelación de la “buena voluntad de Dios”, esto es, de su amor, hecho Vida en la vida de los hombres y mujeres de la tierra.

Introducción, un tema clave. La gloria de Dios es la paz entre los hombres.

Tenemos que empezar traduciendo bien el texto que dice Gloria a Dios en las alturas “y” paz en la tierra a los hombres que ama el Señor (=de la buena voluntad del Señor). La gloria de Dios y la paz entre (en) los hombres no son dos cosas, de manera que una se pueda sumar a la otra, sino que son lo mismo:

La gloria de Dios es la paz entre los hombres, pues el “y/kai” que une los dos “esticos” o elementos del verso es un “y/kai” epexegético”, que no separa y suma ambas expresiones, sino que las identifica, como sabe cualquier alumno de poesía hebrea de los salmos o textos semejantes.

            El ejemplo teológico más conocido y famoso es el adagio de Ireneo de Lyon, cuando dice  gloria dei / vivens homo, la gloria de Dios es el hombre viviente, traduciendo así el sentido y alcance de la encarnación de Dios (en contra de una gnosis que termina separando a Dios del hombre). Pues bien, en esa línea, el canto de los ángeles de Lc 2, 14 puede traducirse gloria dei / pax in/inter hominibus,es decir, la gloria de Dios en el cielo es la paz en la tierra enre los hombres, no porque los hombres sean Dios y construyan por sí mismos la paz, sino porque en ellos se expresa y encarna, por Cristo la buena voluntad, la eudokía de los hombres.

            Ésta es la expresión más honda de la Navidad, la teología de la encarnación, que Jn 1, 14 ha expresado de una forma, diciendo (y el Verbo se hizo Carne) y que Lc 2, 14 expresa de otra, pero que en el fondo es idéntica: La gloria (doxa) de Dios se encarna en la paz (eirênê) entre los hombres.

No se podía haber dicho de un modo mejor, ni en un momento más oportuno, por boca del canto de los ángeles que son los mensajeros  de la verdad de Dios, tal como se revela en la encarnación de Dios que es gloria en la paz entre los hombres (que son depositarios de la buena voluntad de Dios.

            Éste es el himno supremo de la Navidad, el himno/canto emocionado de los ángeles que identifica la gloria de Dios con la paz entre los hombres. Una palabra como esa está latente en todo el AT, pero sólo se revela y despliega, se  canta y acoge plenamente ahora. Hay muchos que no se han enterado todavía, incluso dentro de los órdenes más altos de la iglesia, pensando que hay un tipo de “piedad/religión” que se expresa como gloria de Dios (en forma litúrgica o pietista), fuera del camino de paz entre los hombres. En contra deeso, según este canto de Navidad, la gloria de Dios (religión, piedad) se identifica con la paz/amor entre los hombres. No hay religión, no hay culto, no hay misa, no hay santidad… a no ser que se exprese en forma de paz entre los hombres

            El Dios de Navidad no es obligación, imposición, ni miedo; no es amenaza ni castigo…  sino gloria divina y principio de paz  para cada familia, para todos los hombres y pueblos, que son familia de Dios sobre la tierra. La gloria/culto de Dios consiste en que los hombres se amen, es decir, reciban y desplieguen en su vida la paz de la vida de Dios. Este es el lenguaje, éste es el canto y el “dogma” glorioso de la Navidad.

Será bueno crear un momento de silencio, para que cada uno y todos podamos escuchar, la palabra del canto de paz que nos llega a todos, desde la noche de Belén, con los ángeles del cielo y los pastores de la tierra, acompañándonos unos a otros, acogiéndonos en amor, de manera que no quede nadie expulsado, condenado y rechazado sobre el mundo.

 No dijeron más los ángeles en la noche de Belén, ni más se necesitaba; pero tampoco dijeron menos. Sólo acogiendo, viviendo y comunicando la paz del Cristo de Belén podemos celebrar la Navidad. Todo lo demás son consecuencias…A no ser que acojamos y expresemos nuestra vida como paz no podremos celebrar la Navidad Cristiana, por muchos cultos religiosos que podamos organizar. Con esto ha terminado mi “pregón de Navidad 2022. Los que piensen que esto es suficiente, o no tengan  más tiempo o más ganas de leer/meditar que queden aquí.  Si alguno tiene más tiempo o ganas siga leuendo Para unos y para otros. Shalam aleikum,Eirêê hymin, Paz a vosotros, “feliz navidad Gabon, Egun barri: Noche Buena noche, feliz día nuevo… y así en todas las lenguas

  1. PRINCIPIO BÍBLICO

Esta una de las palabras y experiencias centrales del judaísmo y del conjunto de la Biblia, en Navidad y siempre. El hombre se halla en guerra, dominado por diversos tipos de violencia, en un proceso que puede llevar a la destrucción total de la vida humana, es decir, a la muerte que anuncia Gen 2, 27 (para el día en que los hombres quieran hacerse dueños del bien y del mal), a la muerte que propone el gran texto del pacto: hoy pongo ante ti bien y mal, vida y muerte (cf. Dt 30, 15). Pues bien, en ese contexto, la experiencia de Israel, su religión, viene a mostrarse como una llamada y camino de paz, que se dirige hacia la vida.

 La religión no es una experiencia puramente interior (de pura quietud del alma), sino que, siendo luz del alma, puede y debe ser principio y camino de paz del hombre entero, para todos los hombres, reconciliación entre los pueblos, como ha puesto de relieve el mensaje fundamental de los profetas, desde Is 9, 6 (¡Príncipe de la paz!) hasta Is 66, 12 (¡yo extiendo sobre ella la paz como un río…!). Esa paz se expresa y despliega en diversos niveles.

Es una paz histórica, vinculada a la presencia del Dios soberano que “truena y cabalga” sobre las nubes de la tormenta, conforme a la palabra solemne deSal 29: desde el alto cielo, sentado sobre el trono, al final del huracán, Dios extiende su mano y bendice a su pueblo con la paz (cf. Sal 29, 11). Ésta es la paz del reino mesiánico, cuya venida se espera y se canta en el templo:

«Oh Dios, da tu juicio al rey, y tu justicia al hijo del rey. Él juzgará a tu pueblo con justicia, y a tus pobres con rectitud. Los montes producirán paz para el pueblo; y las colinas, justicia. Juzgará a los pobres del pueblo; salvará a los hijos del necesitado y quebrantará al opresor. Durará con el sol y la luna, generación tras generación… En sus días florecerá el justo; habrá abundancia de paz, hasta que no haya más luna» (Sal 77, 1-7; cf. 86, 8-10). Ésta es la paz de una vida que puede extenderse gozosa, abundante, por toda la tierra, desde el centro de Jerusalén.

Es una paz para el mundo entero. Arco iris, paloma tras el diluvio

Muchos decían que el mismo mundo se encuentra pervertido, que llega un diluvio que va a matar a todos, una guerra universal…  Pero el “Dios de la guerra” y de la maldición del diluvio ha sido superado por el Dios de la paz de Jesucristo. Así lo empieza dicie3ndo la misma Biblia, cuando Dios se “arrepiente” de haber querido juzgar y destruir el mundo, y dice, de verdad y para siempre:

«No volveré jamás a maldecir la tierra por causa del hombre… Tampoco volveré a destruir todo ser viviente… Mientras exista la tierra, no cesarán la siembra y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, el día y la noche» (Gen 8, 21-22). «Ésta será la señal del pacto que establezco entre yo y vosotros…: Yo pongo mi arco en las nubes como señal del pacto que hago entre yo y la tierra. Y sucederá que cuando yo haga aparecer nubes sobre la tierra, entonces el arco se dejará ver en las nubes…» (Gen 9, 12-14).

Éste es el pacto de la paz del arco iris, expresada en la estabilidad básica del mundo la paz cuando parece que estalla la tormenta La paz de la liturgia del templo, con los  sacrificios pacíficos o de la paz (shelamim),  que se expresaba en la comida compartida, el cordero de paz de la pascua… Ésta es sore todo la paz de la gran bendición de los sacerdotes y fieles del templo, que decían: , la carne de las que vinculaban a los oferentes entre sí y con Dios y servían para ratificar las alianza de paz:

  • «El Señor te bendiga y te guarde.
  • El Señor resplandezca sobre ti y tenga misericordia de ti.
  • El Señor levante hacia ti su rostro y te conceda la paz» (Num 6, 24-26).

Ésta es una paz mesiánica, para todos los hombres, desde Jerusalén.

Es la paz del mensajero de Dios (evangelista) que llega a su ciudad, para anunciar la concordia. Es la paz de los que vienen a Sión, para aprender el oficio de la concordia, destruyendo sus armas, haciendo de las espadas arados y de las lanzas podaderas, conforme a la visión y esperanza final de Is 2, 2-4. En el fondo, el mesianismo israelita se identifica con la paz, entendida como plenitud y justicia, como reconciliación y alabanza. Por eso se dice ante el Mesías, portador de paz:

«Alégrate mucho, hija de Sion! ¡Da voces de júbilo, oh hija de Jerusalén! He aquí, tu rey viene a ti, justo y victorioso, humilde y montado sobre un asno, sobre un borriquillo, hijo de asna. Destruiré los carros de Efraín y los caballos de Jerusalén. También serán destruidos los arcos de guerra, y él hablará de paz a las naciones. Su dominio será de mar a mar y desde el Río hasta los confines de la tierra». Éste es el rey de la paz mesiánica que Jerusalén ha esperado, como sabía Jesús de Nazaret, cuando subió de esa manera a la ciudad, aunque (evidentemente) no todos los judíos hayan aceptado su signo ni todos los cristianos lo hayan seguido (Zac 9, 9-10; cf. Mt 21, 4-7).

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LA PAZ DE DOS GRANDES “CREYENTES” JUDÌOS

 E. Lévinas(1906-1995).

La paz exige que rompamos el estado de lucha de todos contra todos.   Al comienzo de su libro Totalidad e infinito, Lévinas decía que la historia ha sido en su conjunto una lucha sobre Todo,  de todos contra todos, pueblos, partidos políticos, estados y naciones… mientras sufre y mueren los pobres y hambrientos, a los “huérfanos, viudas y extranjeros”, incapaces de defenderse según ley, en la batalla de la vida. Eso significa que la guerra, que muchos (de Heráclito a Heidegger) han cantado como condición del hombre y temple de virtudes, constituye una (la) perversión suprema:

            «El estado de guerra suspende la moral; despoja a las instituciones y obligaciones eternas de su eternidad y, por lo tanto, anula, en lo provisorio, los imperativos incondicionales. Proyecta su sombra por anticipado sobre los actos de los hombres. La guerra no se sitúa solamente como la más grande entre las pruebas que vive la moral. La convierte en irrisoria. El arte de prever y ganar por todos los medios la guerra –la política– se impone, en virtud de ello, como el ejercicio mismo de la razón».

 La guerra nos sitúa así en aquel momento en que la lucha desorganizada de todos contra todos se convierte en organización violenta de algunos para imponerse a los demás y derrotarles, conforme a la “razón” del sacrificio y de la esclavitud. Ella es una expresión y consecuencia de la violencia ontológica, que identifica el ser con el poder y la razón con el pensamiento triunfante.

            Tenemos que superar la guerra no por la gloria de las naciones, de los rojos o los verdad, no por el triunfo de estados o de imperios… sino por el bien de los pobres, de los enfermos y excluidos de la tierra, a los que quiso ayudar y acompañar Jesús, el judío unoversal, cuyo nacimiento hoy celebramos.

H. Arendt(1906-1975).

            Ésta es quizá la mayor antropóloga judía del siglo XX. Conoció y estudió todas las guerras, todas las matanzas de nuestro pasado inmediato, desde Alemania y Rusia, desde USA hasta Israel . Hoy la quiero recordar como judía, “amiga” intensa de Jesús. Éstos son, según ella, los principios judíos y cristianos de la paz.

(1) El primer principio es el Perdón. Ella ha sabido que sin perdón no es posible la paz. .Sólo el perdón rompe la “lógica” de la venganza (del talión que siempre se repite: ojo por ojo, diente por diente) y libera al hombre del automatismo de la violencia, permitiendo que su vida trascienda el nivel de una ley de lucha, donde nada se crea ni destruye, sino que sólo se destruye, en una guerra sin fin. Sólo el perdón nos sitúa en un nivel de gracia creadora y supera el pasado y abre un comienzo allí donde la vida se cerraba en sus contradicciones y luchas de poder

(2) Promesa, compromiso de paz. La paz sólo es posible allí donde los hombres se “prometen” paz, en un ámbito de alianza.  La paz es un pacto al servicio de la vida, un compromiso a favor de la concordia entre todos, al servicio de la paz.  Que no se fabriquen más armas, ni para Rusia ni para USA, ni para Ucrania ni chinas… Dejar las armas, producir comida para todos, y hablar, hablar en amor, abrazare y llorar abrazados, aprendiendo los camino de la paz, que propuso hace más de tres milenios Isaías 2, 2-4 (de las espadas forjarán arados, comerán juntos el lobo y el cordero).

(3) Nacer de nuevo…Nacimiento de paz. La promesa de la paz sólo es posible allí donde los hombres no se encuentran atados al pasado (que ha sido pasado de violencia), sino que pueden y quieren nacer de una forma distinta. «Sin la articulación de la natalidad estaríamos condenados a girar para siempre en el repetido ciclo del llegar a ser, sin la facultad para deshacer lo que hemos hechos y controlar parcialmente los procesos que hemos desencadenado» (La condición humana, Paidós, Barcelona 1993,265).    Sobre esa base, puedo evocar algunos momentos o rasgos esenciales de la paz según el judaísmo.

Éstos siguen siendo según H. Arendt los elementos fundantes de la paz judía,  tal como desembocan en el cristianismo, entendido como un judaísmo consecuente, en la línea de Jesús.

(1) La paz sólo puede venir del Infinito (es decir, de un Dios de gracia). No es un producto del Todo, no se identifica con el orden del Sistema, porque en ese caso seguiría vinculada a las leyes del talión, donde cada parte se somete al Todo. Pero Dios no es un Todo a cuyo servicio han de ponerse los hombres y mujeres, como si fueran subordinados suyos, sino el Infinito. De manera consecuente, la paz nunca se impone, porque ella es esencialmente gracia, un regalo de trascendencia, es decir, creación. Por eso, siempre que queremos imponerla o la manipulamos, deja de ser paz infinita, para convertirse en un momento particular del orden del sistema.

(2) En este mundo de violencia, la paz es un regalo de las víctimas, de los crucificados, de aquellos que mueren como Jesús siendo portadores de paz. La paz  no puede fundarse en el poder que algunos utilizan para imponerse, según los intereses del sistema, la paz no es resultado de las armas (de la victoria militar) sino regado y don de los perdedores, de las víctima.. Una paz que se consigue con armas no es paz, sino dictadura de los triunfadores; un orden que se logra sometiendo y acallando con violencia a los posibles disidentes no es signo de Dios, sino imposición del sistema. La paz no se impone ni negocia, sino que brota allí donde hoy hombres y mujeres que perdonan, gratuitamente; por eso decimos que ella sólo puede ser un regalo de las víctimas. Leer más…

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“Natividad del Señor”. 25 de diciembre

Domingo, 25 de diciembre de 2022
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62A8447D-D6C4-4A16-A106-872D8E4E133ADel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Natividad del Señor

Tres misas el mismo día

No sé cuándo comenzó la tradición de celebrar tres misas el día de Navidad; imagino que debe de ser muy antigua. Se comienza con la famosa misa del Gallo, por la noche, sigue la misa del alba y se termina con la del día. Cada una de ellas tiene sus lecturas propias, las mismas en los tres ciclos (A, B, C). Indicaré algo que pueda ayudar en la del Gallo (la de la noche) y en la del día (con el evangelio más difícil).

Misa de la noche

Tres motivos de alegría (Isaías 9,2-7)

En una película ambientada en la Segunda Guerra Mundial (no consigo recordar su título), la noche de Navidad, en medio del frío y la nieve, un grupo numeroso de soldados y refugiados comienza a cantar el villancico “Noche de Dios”. Ese es el ambiente adecuado para entender la primera lectura. El profeta se dirige a un pueblo que camina en las tinieblas, que ha sufrido durante un siglo la opresión del imperio asirio, y le anuncia un cambio prodigioso: un mundo de luz y alegría. Por tres motivos: el fin del opresor, el fin de la guerra y el nacimiento de un niño. Es esto último lo que atrae la mayor atención. El niño será un heredero de David, adornado con los nombres y cualidades más admirables que se pueden esperar de un gobernante: que sepa aconsejar, que sepa defender, que se comporte como un padre con sus súbditos, que traiga un reinado de paz.

El evangelio de Mateo citará esta profecía, pero aplicará a Jesús solo el comienzo: “El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz”. Jesús no termina con el opresor romano, no se acaban las guerras, y no reinstaura el trono de David. Pero su palabra y su acción irradian luz y alegría en toda Galilea.

Dos motivos de compromiso (Carta a Tito 2,11-14).

El autor une la primera venida de Jesús (“ha aparecido la gracia de Dios”) con la segunda y definitiva (“la aparición gloriosa del gran Dios y salvador nuestro, Jesucristo”). ¿Motivos de alegría? Sin duda. Pero estos dos venidas son también motivo de compromiso. Amor con amor se paga. Hay que renunciar a la vida sin religión y los deseos mundanos, llevar una vida sobria y honrada, esperar la vuelta del Señor, dedicarse a las buenas obras.

El anuncio más desconcertante a las personas más inesperadas (Lucas 2,1-14)

Lucas, evangelista de los pobres y la pobreza, lo subraya desde el primer momento. Gabriel ha anunciado a María que concebirá un hijo prodigioso, que heredará el trono de David y reinará en la casa de Jacob para siempre. A la hora de la verdad, el niño no dispone ni siquiera de una cuna, solo de un pesebre. Porque la familia no encuentra sitio en el piso de arriba, donde se alojan las personas, y debe permanecer en el de abajo, donde están los animales.

En la misma línea, el anuncio del nacimiento, a pesar de toda la parafernalia del ejército del cielo cantando, se dirige a “unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño”. La profesión de pastor, aunque a algunos le recuerde a los antiguos patriarcas de Israel, era de las más despreciadas y odiadas en aquel tiempo, sobre todo por los campesinos. Y pasar la noche a aire libre vigilando el rebaño no es la ocupación más agradable. A estas personas se dirige el mensaje: “Os ha nacido un salvador, el Mesías, el Señor”.

Lucas juega con el lector, lo desafía. ¿Qué salvador les ha nacido a los pastores? ¿Y qué señal portentosa puede ser un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre? Al día siguiente, los pastores estarán de nuevo con el rebaño, vigilando en medio del frío. Pero su vida ha cambiado. Después de encontrar a María, a José y al niño acostado en el pesebre volverán dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído (evangelio de la Misa de la aurora).

Los pastores son un ejemplo perfecto para el cristiano. La Navidad no nos habla de un gran rey, deslumbrante de riqueza y esplendor. El ángel lo presenta “envuelto en pañales y acostado en un pesebre”. Y en este ser tan débil y poco aparente debemos depositar la confianza de que nos salvará. Y por él debemos alabar y dar gloria a Dios.

Misa del día

Presupuesto para entender el Prólogo

Las conquistas de Alejandro Magno, a finales del siglo IV a.C., supusieron una gran difusión de la cultura griega. En Judea, como en todas partes, los griegos ejercían un influjo enorme: cada vez se hablaba más su lengua, se imitaban sus costumbres, se construían edificios siguiendo su estilo, se abrían gimnasios, se enseñaba la doctrina de sus filósofos. Los judíos, al menos la clase alta, estaban encandilados con la sabiduría de Grecia. Sin embargo, algunos autores no compartían ese entusiasmo. Para ellos, la sabiduría griega era un producto reciente, obra del ingenio humano, y tenía su templo en un lugar pagano: Atenas. La verdadera sabiduría es eterna, procede de Dios, y reside en Jerusalén. Esto puede decirse con palabras vulgares, o poéticamente, presentando a la sabiduría como una mujer y contando su historia. Basándonos en diversos textos bíblicos podemos reconstruir esa historia de la Sabiduría.

La historia de la Sabiduría de Dios

1ª etapa: la Sabiduría junto a Dios desde el comienzo (Proverbios 8,22-36).

El Señor me estableció al principio de sus tareas,

al comienzo de sus obras antiquísimas.

En un tiempo remotísimo fui formada,

antes de comenzar la tierra.

Antes de los océanos fui engendrada,

antes de los manantiales de las aguas.

Todavía no estaban encajados los montes,

antes de las montañas fui engendrada.

No había hecho aún la tierra y la hierba

ni los primeros terrones del orbe.

2ª etapa: la Sabiduría y la creación

Cuando colocaba el cielo, allí estaba yo;

cuando trazaba la bóveda sobre la faz del océano;

cuando sujetaba las nubes en la altura

y fijaba las fuentes abismales.

Cuando ponía un límite al mar,

y las aguas no traspasaban su mandato;

cuando asentaba los cimientos de la tierra,

yo estaba junto a Él, como aprendiz, yo era su encanto cotidiano,

todo el tiempo jugaba en su presencia;

jugaba con la bola de la tierra

disfrutaba con los hombres.

Tercera etapa: la Sabiduría se instala en Jerusalén (Eclesiástico, 24).

Por todas partes busqué descanso

y una heredad donde habitar.

Entonces el creador del universo me ordenó,

el creador estableció mi morada:

Habita en Jacob, sea Israel tu heredad.

En la santa morada, en su presencia ofrecí culto

y en Sión me establecí;

en la ciudad escogida me hizo descansar,

en Jerusalén reside mi poder.

Eché raíces entre un pueblo glorioso,

en la porción del Señor, en su heredad.

Sin embargo, cabe la posibilidad de que algunos rechacen los consejos de la sabiduría. De hecho, muchos judíos no aceptaban este mensaje. Otro autor presenta a la Sabiduría como una mujer que se queja de no ser escuchada (Proverbios 1,22-25).

Os llamé, y rehusasteis;

extendí mi mano, y no hicisteis caso;

rechazasteis mis consejos,

no aceptasteis mi reprensión.

En resumen: la sabiduría de Dios está junto a él desde el principio, lo acompaña en el momento de la creación, disfruta con los hombres, se establece en Israel. Pero muchos no disfrutan con ella. Prefieren seguir otro camino, no le hacen caso.

La historia de la Palabra

El autor del Prólogo aplicó las ideas anteriores a Jesús, introduciendo algunos cambios. Ante todo, en vez de llamarlo sabiduría de Dios, prefirió llamarlo la Palabra.

Primera etapa: la Palabra junto a Dios

Hay una diferencia notable con el texto sobre la Sabiduría. La sabiduría es creada por Dios. La Palabra, no; existe con él desde el principio. Además, el autor del himno es muy sobrio, no se le ocurre decir que la Palabra jugaba en presencia de Dios.

Segunda etapa: la Palabra y la creación

Parece un trabalenguas, pero es muy sencillo. Todo fue creado por la Palabra de Dios; el sol, la luna, las estrellas, las montañas, el mar, el mármol, la madera, el cristal… Todo ha sido creado por la Palabra de Dios. Y ella, además de haber creado a los hombres, es también nuestra luz. La única novedad, muy importante, es que desde el principio se entabla una lucha entre la luz y la tiniebla; pero la tiniebla no logra imponerse, no puede derrotarla.

Tercera etapa: el mundo, creado por la Palabra, la ignora.

Hasta ahora todo ha ido bien. Dios y la Palabra pueden estar contentos. De pronto, advierten que la Palabra es ignorada por el mundo. El mundo no se refiere aquí a los seres inanimados sino a las personas que ignoran a Dios, no lo adoran, o prescinden de él. En autor del Prólogo piensa en todos los pueblos paganos, que podrían haber conocido al Dios verdadero, pero que habían caído en diversas formas de idolatría.

Cuarta etapa: la Palabra decide instalarse en Israel; su pueblo la rechaza

¿Qué hará la Palabra cuando se vea ignorada por el mundo? Para un judío, la respuesta es clara: refugiarse en Israel, el pueblo elegido, igual que hacía la sabiduría: “Eché raíces entre un pueblo glorioso, en la porción del Señor, en su heredad”. Eso mismo hace la Palabra, pero se encuentra con una desagradable sorpresa: «Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.»

Quinta etapa: la Palabra decide hacerse carne y habitar entre nosotros. 

La Palabra ha sufrido dos derrotas: el mundo la ignora, su pueblo la rechaza. ¿Qué haría cualquiera de nosotros en su lugar? Quedarse junto a Dios y olvidarse de todos. Afortunadamente, Dios no es así. La Palabra toma la decisión más asombrosa que se puede imaginar.

Del optimismo ingenuo al realismo mágico

La historia de la Sabiduría resulta demasiado optimista. El himno puede parecer muy pesimista. Sin embargo, no lo es. Aunque no sea todo el mundo ni todo Israel, hay un grupo, formado por judíos y paganos, dispuestos a acoger a Jesús, a creer en él. Y ésos, todos nosotros, reciben una enorme recompensa: se convierten en hijos de Dios, contemplan su gloria, y de su plenitud reciben gracia tras gracia.

Motivos de sobra para estar alegres y desearos a todos FELIZ NAVIDAD.

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25 de diciembre. Natividad del Señor. Ciclo A

Domingo, 25 de diciembre de 2022
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Natividad

 

“La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a toda persona. Al mundo vino y en el mundo estaba; el mundo se hizo por ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijas de Dios, si creen en su nombre.”

(Jn 1, 1-8)

Este evangelio es como abrir la ventana una mañana soleada y dejar que la habitación se llene de luz y de frescura. Ese instante en el que el día está por estrenar “todo nuevito”.

Así empieza el cuarto evangelio: lleno de verdadera luz y de novedad. Como una brisa fresca que se lleva el aire viciado. Y así puede ser también este tiempo de Navidad que acabamos de estrenar. Puede ser una brisa fresca que renueve el aire de nuestros corazones.

Aquí está la Luz, la Palabra, Dios mismo con el deseo renovado de entrar en nuestra historia, en nuestra vida cotidiana.

Nos conoce, él ha tejido cada centímetro de nuestro ser… y nos quiere, por eso vuelve. Pero nos respeta y por eso espera a que le recibamos, no entra por la fuerza sino que llama y espera.

Esta puede ser una Navidad más, llena de turrones, regalos y villancicos o puede ser una Navidad nueva llena de LUZ. Y así los turrones y todo lo demás será todavía mejor y más bonito.

Que esta Navidad podamos contarnos entre quienes reciben la luz y así, bien iluminadas nos reconozcamos como lo que somos Hijas e Hijos de Dios.

Porque si hoy vuelve a ser Navidad es porque creemos que Dios se encarna en cada una de nosotras.

Oración

Que tu Palabra, hecha de Verdad y de Luz germine y crezca en esta Navidad en nuestra humanidad. Amén

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

***

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Dios se hizo hombre en Jesús y se hace hombre en todos los seres humanos.

Domingo, 25 de diciembre de 2022
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Jn 1,1-18

Anoche nos hablaban de un Niño, del pesebre, de pastores, de ángeles. En esta mañana nos hablan del Verbo, Palabra preexistente, de Dios eterno y trascendente. Es una prueba más de que nos encontramos ante algo indecible. Curiosamente termina diciendo exactamente lo mismo: y la PALABRA se hace carne, Niño. Los dos relatos, como buenos subalternos, te colocan ante el misterio, pero el que tienes que torearlo eres tú. Solo tú puedes adentrarte en la realidad que está en ti, “más dentro de ti mismo que lo más íntimo de ti mismo”, como decía Agustín. Pero está ahí, y solo tú puedes descubrir ese tesoro y disfrutar de él y hacer que los demás también lo vean.

La encarnación solo tiene realidad dentro de ti, como solo tuvo realidad dentro de Jesús, no fuera en acontecimientos o fenómenos externos. Solamente dentro de ti y dentro del otro. Buscarlo en otra parte es engañarte. Dice un cuento oriental: Un señor que pasaba por la calle, ve a su vecino que está buscando algo enfrente de su casa. ¿Qué es lo que has perdido? Le pregunta. La llave de mi casa. Yo te ayudaré a encontrarla. Pasa media hora y la llave no aparece. ¿Pero dónde la has perdido? Le pregunta el vecino. Dentro de casa. ¿Entonces por que la estás buscado aquí? Es que aquí hay más luz… Si no descubro lo que hay de Dios en mí, jamás lo descubriré ni en los acontecimientos, ni en los demás, ni en Jesús. Esto debe hacernos pensar.

Aunque el domingo segundo de Navidad volvemos a leer este evangelio, voy a adelantar una frase: “caí Theos en o Logos” y en latín: “et Deis erat Verbum”. La traducción puede ser: “y Dios era la Palabra”. También podría traducirse  por  “un ser divino era el proyecto”, puesto que en esta frase, “Theos” no lleva artículo. En castellano también podemos traducir: “y la Palabra era Dios”. Pero debemos tener en cuenta que no se explica lo que es la Palabra por lo que es Dios, sino al revés. Se explica lo que es Dios por lo que es la Palabra, manifestada en un hombre. Dios es el que se hizo hombre, y si se hizo hombre en Jesús, es que se hace hombre en todos los seres humanos. Por el contrario, si es Jesús el que se hace Dios, nosotros quedaremos al margen de lo que allí pasó. El despiste está asegurado y en ese error hemos vivido toda nuestra vida.

Seguimos creyendo y diciendo que Dios se ha hecho hombre, y hacemos decir al evangelio lo que nos interesa que diga. No es el hombre el que tiene que escalar las alturas del cielo para llegar a ser Dios; ha sido Dios el que se ha abajado y ha compartido su ser con el hombre. Eso es lo que significa la encarnación. Por medio de Jesús, podemos llegar a saber lo que es Dios. Pero un Dios que no está ya en la estratosfera, ni en los templos, ni en los ritos, sino en el hombre… Las consecuencias de esta verdad en nuestra vida religiosa serían tan demoledoras que nos asustan; por eso preferimos seguir pensando en un Jesús que es Dios, pero dejando bien claro que eso no me afecta a mí. Hallarme has en ti, hallarte has en mí.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Noche de paz.

Domingo, 25 de diciembre de 2022
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Lc 2, 1-14

«Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre».

Lo que vieron los ojos fue un muchacho y una muchacha entrando apresuradamente en Belén. Iban agobiados porque ella estaba encinta, anochecía y se acercaba su hora. Recorrían las posadas pidiendo alojamiento, pero, abarrotadas, no tenían sitio para ellos. María apretaba los dientes para sofocar el dolor y la zozobra porque veía que el tiempo se le agotaba y no tenían a dónde ir. José suplicaba impotente y desgarrado, consciente del sufrimiento de su esposa. Al fin, un posadero les ofreció la cuadra para que María pudiese dar a luz con alguna intimidad.

Ya era noche cerrada. Los candiles de aceite situados en una de las paredes apenas lograban disimular las tinieblas en que se hallaba sumido el establo. José encontró un rincón un poco menos sucio que el resto, lo limpió con cuidado, cubrió el suelo con las mantas de viaje que llevaban consigo y acomodó a María.

Tras el parto, se acurrucaron en aquel rincón sonriendo al niño que acababa de nacer; felices con su hijo en el regazo y envueltos en una gran paz que contrastaba con el trance angustioso que acababan de vivir. Algún pastor de los alrededores oyó el llanto del niño en aquel lugar insólito y se acercó. Vio a María y José sonrientes en su rincón, pero ateridos de frío y extenuados de cansancio. Fue presuroso en busca de sus compañeros y volvieron con mantas y el poco alimento que llevaban en sus zurrones. Hicieron fuego y todos pudieron participar de la paz infinita de aquel momento.

Pasó lentamente la noche y llegó el alba. Parecía que todo seguía igual, pero todo había cambiado, porque lo que realmente había sucedido era que el mundo, que caminaba en tinieblas, se había visto envuelto en una gran claridad. Como dijo el Ángel a los pastores: «En la ciudad de David, ha nacido un salvador: el Mesías, el Señor».

Que Jesús hubiese nacido así es una magnífica señal. Si hubiera nacido en el Templo de Jerusalén, hijo de reyes y rodeado de gente importante, todos podríamos decir: “más de lo mismo” … Pero nace desapercibido para todos los poderes y anunciado a los marginales; y ésa es la mejor señal de que todo ha cambiado. Es la señal de que por fin Dios está con los que le necesitan, que Dios está para salvar, no para oprimir, que ningún poder opresor tiene nada que ver con Dios; que Dios no está con los poderosos para asegurar su poder, sino con las víctimas de su poder para liberarlos.

Como decía Ruiz de Galarreta: «El signo de la Navidad es la luz en la noche, vista solo por los más sencillos. La noche sigue siendo noche, sigue habiendo dolor, vejez y desgracia, nos siguen apeteciendo mil cosas que destrozan nuestra vida… Vivimos en la noche, pero en la noche hay luz para ver mejor y poder caminar por la vida sin tropiezo».

«Aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre»Para ver a Dios, mirad a ese niño.

Miguel Ángel Munárriz Casajús

Para leer el comentario que José E. Galarreta hizo en su momento, pinche aquí

Fuente Fe Adulta

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Natividad del Señor..

Domingo, 25 de diciembre de 2022
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La Palabra se hace carne y habita entre nosotros (Jn 1,1-18)

A partir del año 70 d.C., la situación de los cristianos que vivían en Palestina cambió enormemente. La comunidad a la que se dirige Juan no solo está sufriendo hostilidad por parte de los fariseos que acabaron expulsándolos de las sinagogas, y rechazo social en los ambientes judíos, sino también una división interna debido a cierto espiritualismo que negaba la plena humanidad de Jesucristo. En ese contexto surge el cuarto evangelio alrededor del misterioso “discípulo amado”. Aquellos cristianos aprenden a ver la encarnación y la muerte de Jesús como signo y camino del amor divino hacia la humanidad. El Jesús terreno se identifica plenamente con el Hijo amado del Padre.

Por otra parte, el texto de Lucas (2,1-14) que leemos en la Nochebuena nos narra el mismo misterio con palabras diferentes. Ambos relatos tratan de decir a Dios a través de Jesús.

El prólogo de Juan comienza: “Al principio ya existía la Palabra. La Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios” (Jn 1,1-18). Son las dos caras del misterio de Jesús: su existencia desde siempre junto a Dios, su igualdad con Él (una unión íntima de relación) (Jn 10,30) pero no se confunde con Dios. Jesucristo es la Palabra definitiva de Dios a la humanidad. Misterio que no abarcamos del todo.

Destacan dos afirmaciones que nos lleva a revisar la forma de vivir la fe, hoy: “La Palabra se hizo carne”, comienza su andadura en el tiempo. Sin embargo, se nos contó como acontecimiento del pasado en el cual no tomo parte, y no nos damos cuenta que está sucediendo constantemente. Y: “A Dios nadie lo ha visto jamás. El Hijo único, que  es Dios y que está en el seno del Padre, nos lo ha dado a conocer”. Cuando toda persona, tras un período de opacidad, reconoce en sí misma lo divino de su naturaleza esencial, acontece su verdadero nacimiento, el cual no viene por vía de generación humana, sino “de la gracia y la verdad que viene de Cristo Jesús”.

La Palabra de Dios se encarna en la vida íntima de Jesús para que pueda ser entendida por todos. Solo Jesús nos ha contado cómo es Dios, cuánto nos quiere, a través de imágenes y palabras que nada tienen que ver con leyes, doctrinas o dogmas elevados, sino fruto de la enseñanza de sus padres, María y José, y del movimiento profético de Israel que él asume hasta sus últimas consecuencias: anuncio y denuncia de todo aquello que provoca vida o muerte.

Es una Palabra que implica hacerla “carne de nuestra carne”. Juan proclama, “de su plenitud todos hemos recibido gracia sobre gracia”. Nace en mí, debo alimentarla y asumir su propuesta de salvación: ser cauce de amor, de justicia, de paz y de perdón. Solo la actitud que cada uno/a adopte en su vida, de lo que quiera hacer con ella, arriesgándonos incluso al fracaso, nos da la medida entre vivir amando siendo bendición para otros o vivir odiando siendo maldición.

“Todo fue hecho por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto llegó a existir”. Presencia que va más allá del tiempo y del espacio, que lo llena todo. ¿Sabemos traducir y hacer comprensible esta expresión a nuestros jóvenes, en nuestras comunidades cristianas? ¿A qué experiencia mística, de diálogo interior, remite?

La Palabra que es Vida y Luz, penetra y sostiene todas las cosas, lo que somos, pues todo depende del Amor Supremo. La Palabra es el “Yo soy” que se esconde en la intimidad de cada ser, cuando descubrimos la luz del “sí mismo”, o el “ser en Dios”. Es la luz verdadera que con su venida al mundo, ilumina a todo ser humano.

Estaba en el mundo, pero el mundo, aunque fue hecho por ella, no la reconoció. Vino a los suyos, pero los suyos no la recibieron”. Ocurre cuando nos dispersamos, cuando ponemos nuestra identidad en el “ego”, en nuestras ambiciones, soberbia, miedos, mentiras, desvaríos… ¿Quién puede sentirse hoy atraído y cautivado por este acontecimiento íntimo, vital, silencioso, humilde, necesario? ¿O nos enredamos en el despilfarro, el consumismo, ruidos, gentío…? Decíamos al comienzo, que el pueblo judío no fue capaz de ver en Jesús la vida que podía llevarle a la comprensión de la ley. ¿Damos, hoy, los cristianos testimonio de su luz, de su vida?

¿Qué decir de la Iglesia, Pueblo de Dios, incapaz de concretar procesos de cambio estructural, inclusión, equidad y conversión realmente evangélicos?

A cuantos la recibieron, a todos aquellos que creen en su nombre, les dio poder para ser hijos/as de Dios. Estos son… los que nacen de Dios. Creer en sentido bíblico, es decir, aquellos que confían y viven lo que significa Jesús, no una serie de verdades inmutables, sino la aceptación de su persona, que es Buena Noticia.

“Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros”. Hoy, planta su tienda en esta humanidad itinerante y peregrina. Culminación de todo lo anterior. Isaías canta al Señor por la restauración de Jerusalén: “los confines de la tierra contemplan la victoria de nuestro Dios”. Y Lucas escribe: “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres que gozan de su amor” (2,14). Nosotros cantamos por la restauración de nuestro mundo y experimentarnos “Ser en Dios”, al abrirnos el camino para vivirlo como hijos/as suyos/as.

Dice Joan Chittister [1], que “la falta de fe en la presencia de un Dios invisible en un momento difícil tiene sentido. No tener confianza en la fuerza que se me ha dado es mucho más grave que dudar de lo que creo, pero no puedo ver. Negar las capacidades que se me han otorgado: el pensamiento, la reflexión, la sabiduría, el discernimiento, la compasión…, es prácticamente un pecado contra la creación. Priva a la comunidad humana de los dones que se me han dado para el bien de ésta y convertirlos en verdaderos”. De nada sirven si no los ponemos al servicio de nuestros hermanos/as.

¡Todos los días nace Abbá-Dios!

¡Shalom!

Mª Luisa Paret García

[1] Cf. Joan Chittister, OSB, Hermanas Benedictinas de Erie, Pensilvania, USA “El momento es ahora”, en el que recurre a  la sabiduría de los/as profetas de todos los tiempos, Sal Terrae, 2021.

Fuente Fe Adulta

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Vivir en la Luz de la comprensión

Domingo, 25 de diciembre de 2022
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01CF9A55-EAC4-498F-91C9-488BC765886BFiesta de Navidad

25 diciembre 2022

Jn 1, 1-18

Fuera de la comprensión, todo es oscuridad y, en consecuencia, confusión y sufrimiento. Por el contrario, la comprensión es luz, claridad y liberación. Por lo que no resulta exagerado afirmar que todo se ventila en ella, y que solo ella aporta plenitud de vida.

Pero “comprender” no se reduce a “entender”.  No es, por tanto, una actividad exclusivamente mental. La mente se mueve en el mundo de los objetos –“objeto” es todo aquello que puede ser observado- y trata de entenderlos por medio del análisis y la reflexión. Es una tarea imprescindible. Sin embargo, si nos reducimos a ella, quedamos encerrados en la peor ignorancia.

Comprender equivale a “ver”. Y así lo recoge la raíz sánscrita “vid”, de donde viene el verbo latino “video” = “yo veo”. “Vid” significa, a la vez, “conocer” y “ver”. Esta es la comprensión de la que hablamos. Y no llegamos a ella a través de la mente, sino más bien al contrario, en el silencio de la mente, en una atención desnuda que transciende el plano de las formas u objetos.

Comprender significa saber de manera experiencial qué somos; permanecemos en la ignorancia mientras lo desconocemos, tomándonos por lo que no somos. Dicho brevemente: si el autoconocimiento es el principio de la sabiduría, la identificación con el yo es el principio de la ignorancia.

Ahora bien, la comprensión no se halla al alcance de la mente, porque esta nunca podrá conducirnos más allá de ella misma. La comprensión no se conquista; se recibe. Lo que cabe hacer es desarrollar aquellas actitudes y capacidades que puedan “disponernos” a recibirla.

¿Qué hacer? Podría resumirlo en cuatro palabras: atender, indagar, experimentar y silenciarse. En concreto, se trata de desarrollar la capacidad de atender; indagar a partir de la primera pregunta “¿Qué soy yo?”, abriéndome a descubrir qué soy más allá de lo que pienso ser; experimentar en nuestra vida cotidiana qué ocurre cuando vivo las circunstancias creyendo que soy un yo particular o cuando las vivo desde la “hipótesis” de que mi identidad profunda es la consciencia una, la vida misma, la totalidad; practicar y saborear el silencio de la mente, permaneciendo en quietud, más allá de las formas.

¿Me conformo con “entender” (pensar) o estoy abierto/a a “comprender”? 

Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

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Una vez que Dios había pronunciado su palabra en su Hijo, ya no tenía más que decir. (S Juan de la Cruz)

Domingo, 25 de diciembre de 2022
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Navidad1Del blog de Tomás Muro La verdad es Libre:

 Meditación en la Navidad

01.- En el principio.

    San Juan piensa y redacta su evangelio teniendo como transfondo el Génesis y la creación de una nueva humanidad.

  • o Si al comienzo la tierra era un caos (Génesis) en el evangelio de Juan desde principio existía el orden, la palabra (Logos – razón, sentido): todo tiene un sentido por principio, todo está bien creado y en orden.

También nuestra vida al inicio es un mundo a realizar, a recorrer a llenar de orden y sentido.

  • La Palabra, JesuCristo, se encarna para crear una nueva humanidad, que no es un caos, sino que es vida, luz y sentido.
  • Si la vida no tuviese sentido, Dios no la habría creado.

Recordemos el espléndido y delicado texto del libro de la Sabiduría, que dice:

Tú, Señor, amas a todos los seres y no aborreces nada de lo que has hecho, pues, si algo hubieses odiado, no lo habrías creado. Y ¿cómo subsistirían las cosas y los seres si no hubieses querido? ¿Cómo conservarían su existencia si Tú no las hubieses llamado? Pero Tú a todos perdonas, porque son tuyos, Señor que amas la vida. (Sabiduría 11,24-26).

  • La palabra era Vida. San Juan no emplea en su Evangelio la expresión Reino (de Dios o de los cielos), la sustituye por el término “vida”. Emplea 37 veces la expresión “vida”.

Toda la creación es un canto a la vida. La Palabra era creación, creatividad y vida.

¿Trato de crear vida en mi existencia

  • La Palabra era luz: La vida y la luz se hacen presentes de nuevo en la humanidad y es lo que celebramos en Navidad: Cristo es el nuevo Adán, está naciendo una nueva humanidad.

Vendrán oscuridades y tempestades, pero la luz está en medio de nosotros.

    En el principio existía no un caos, confusión y oscuridad, sino la Palabra y la luz.

02.- Vivimos en la nada.

Mucho han cambiado las cosas para que llegáramos a finales del siglo XIX (Nietzsche) y hasta nuestros días, para afirmar y vivir en:

Al principio era el absurdo,

y el absurdo era Dios

y Dios era el absurdo. [1]

¿No se ha tornado absurda la vida del ser humano postmoderno? Nietzsche nos “aconsejaba” vivir en la nada, porque no hay nada, ni Dios, ni valores, ni criterios. ¿No es ese el estilo y “modus vivendi” del momento cultural que hoy estamos viviendo? ¿No hay un gran vacío en los planes de educación, en la Universidad, en los medios de comunicación, en la vida socio-política?

principio en la tradición creyente significa que el Universo, la existencia, nuestra vida está llena de sentido.

¿Mi vida transcurre por los “espacios siderales” de nada o vivo y transmito sentido y horizontes en mi vida?

03.- Logos: Palabra: verbo: Xto.

    La Palabra de Dios no es un “vademecum” de verdades religiosas, sino que la Palabra de Dios es JesuCristo. Lo que Dios quería decir al ser humano es JesuCristo.

San Juan de la Cruz (1542-1591) lo dice espléndidamente: una vez que Dios había pronunciado su palabra en su Hijo, ya no tenía más que decir.

Pon los ojos sólo en Él, porque en Él lo tengo todo dicho y revelado. Él es toda mi Palabra y respuesta. [2]

04.- La Palabra era y es luz y vida.

    JesuCristo es la luz y la vida de Dios: son vivencias de fe expresadas continuamente en san Juan.

    En Jesús, ya entre nosotros, comienza una nueva manera de ser persona. Pilato no se equivocó cuando lo presentó al pueblo: “Aquí tenéis al hombre: Ecce homo, (Jn 19,5). JesuCristo es una semilla débil, pero llena de vida y ha caído en el surco de nuestra tierra, en nuestro barro para sembrar vida.

    La Navidad es un momento para encontrarse con la debilidad, que es luz y vida. Y en la fragilidad de Jesús y de los débiles, Dios se hizo humanidad.

“Dios es como el sol”, no lo podemos mirar porque quema nuestras pupilas. Es una luz demasiado intensa. Necesitamos un filtro y un camino para “ver” a Dios. Tal camino es JesuCristo pobre y débil (sarx). En Él vemos reflejado a Dios.

La debilidad de Dios hecho ser humano transparenta a Dios. Los cristianos (si lo somos) vemos a Dios y estamos con Dios, cuando “tocamos” periferias, pateras, pobreza.

La palabra, la luz y la vida se hicieron presentes en JesuCristo.

[1] F Nietzsche, Así habló Zaratustra.

[2] San Juan de la Cruz: Subida al Monte Carmelo, II, 22,5.

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“Llevaré al portal mi impotencia”, por Viqui Molins

Sábado, 24 de diciembre de 2022
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SON126857Leído en su blog:

Teresa de Ávila

Cuando no se puede hacer más…

22.12.2022 | Viqui Molins

En mi tierra uno de los villancicos más típicos y conocidos és el que empieza así: “Qué li darem en el noi de la Mare…?” Con esa pregunta retòrica de què es lo que le vamos a llevar de regalo al recien nacido, un regalo que le guste al Niño y a la Madre, se muestra la ingenuidad típica de Navidad, en donde los regalos se convierten en símbolos. Bueno, siempre que no se interponga la publicidad y las estructuras creadas en torno a un mundo más materilista que celebrativo.

Ayer, precisamente, cuando salia del Hospital de Campaña de Santa Anna después de ensayar con “Los Hermanitos del Cordero” y los acogidos nuestro Belen viviente, me encontré en la entrada con un amigo de los que participan en nuestra Mesa de fraternidad. Las circunstancias de la vida le han llevado a vivir en la calle desde hace unos meses y por más que él se esfuerza -y yo con él- en buscar una solución, no la encontramos. Sólo puedo sentarme a su salo y acompañarle, a veces casi en silencio, unidos en nuestras dos impotencias.

Un poco más allà, me encuentro con otro amigo que me habla de un “hijo” mío al que he acompañado semanalmente durante más de diez años en la cárcel y por el que sufro diariamente desde que “desapareció” cuando parecía que ya estaba rehabilitado. Y por más que lo busco y los buscan, no logro dar con él. Algunos lo han visto vagando por las calles, demacrado y en un estado lamentable. Sé que no se atreve a volver… Y yo sigo esperando poder abrazarle como al hijo pródigo.

Llego a casa y en el Telediario me entero de la detención de uno al que intentamos ayudar hace tiempo y que volvió a recaer…

Ante todo esto comento con mis “compañeros” de esfuerzos aparentemente valdíos, lo necesario que es hacer un simbólico “master” de fracasos para entregar nuestros esfuerzos y nuestro amor a los más necesitados.

Es entonces cuando encuentro la respuesta a la pregunto del villancico: ¿Qué voy a llevar de regalo navideño a la Madre de Jesús para su recien nacido? Pues, ¡lo que tengo: MI IMPOTENCIA!.

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Natividad del Señor. Tres misas el mismo día

Sábado, 24 de diciembre de 2022
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Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre:

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La celebración de tres misas el día de Navidad debe de ser muy antigua, porque la famosa misa del Gallo, por la noche, se remonta al siglo V. Sigue la misa de la aurora y se termina con la del día. Cada una de ellas tiene sus lecturas propias, las mismas en los tres ciclos (A, B, C). No es normal que la gente asista a las tres misas. Por eso indico brevemente el mensaje global de los tres evangelios.

El de la misa del Gallo nos habla de un niño que nace muy pobremente, sin nada que envidiarle a los más pobres de la actualidad. Pero, inmediatamente después, un ángel nos presenta a ese niño como Salvador, Mesías y Señor.

El de la misa de la aurora indica diversas reacciones ante ese niño: los pastores corren a visitarlo y vuelven alabando y dando gloria a Dios; los presentes se admiran; María medita todo lo que oye.

El evangelio de la misa del día, el Prólogo de Juan, dice de ese niño algo más grande que el ángel a los pastores: es el Verbo de Dios, que lo acompaña desde el principio, antes de la creación. Y, aunque fue ignorado por el mundo y rechazado por su propio pueblo, se hizo carne, habitó entre nosotros y nos concede poder ser hijos de Dios.

25 de diciembre

Misa de medianoche

Aunque desconocemos el día y la hora en que nació Jesús, imagino que fueron estas palabras del libro de la Sabiduría las que animaron a situar el nacimiento a medianoche: «Un silencio sereno lo envolvía todo, y al mediar la noche su carrera, tu palabra todopoderosa se abalanzó desde el trono real de los cielos» (Sab 18,14-15).

En cualquier caso, el papa Sixto III (siglo V d.C.), introdujo en Roma la costumbre de celebrar en Navidad una vigilia nocturna, a medianoche, «en seguida de cantar el gallo», en un pequeño oratorio situado detrás del altar mayor de la Basílica de Santa María la Mayor. Ya que los antiguos romanos denominaban Canto del Gallo al comienzo del día, a la medianoche, se quedó con el nombre de Misa de Gallo la que se celebraba a esta hora.

La liturgia, con tres lecturas preciosas y muy ricas de contenido, suponen un desafío para quien pretenda comentarlas sin agotar al auditorio.

Tres motivos de alegría (Isaías 9,2-7)

En El Danubio rojo, película ambientada en la Segunda Guerra Mundial, la noche de Navidad, en medio del frío y la nieve, un grupo numeroso de soldados y refugiados comienza a cantar en un tren el villancico «Noche de Dios». Ese es el ambiente más adecuado para entender la primera lectura. El profeta se dirige a un pueblo que camina en tinieblas, que ha sufrido durante un siglo la opresión del imperio asirio, y le anuncia un cambio prodigioso: un mundo de luz y alegría. Por tres motivos:

el fin del opresor, el imperio asirio, que oprime a Israel con el yugo y el bastón, como si fuera un animal de carga; será derrotado, igual que lo fueron los madianitas en tiempos de Gedeón;

el fin de la guerra, simbolizado por la desaparición, no de lanzas y espadas, sino de los elementos menos peligrosos del soldado: bota y túnica;

la aparición de un niño, que se puede interpretar como el nacimiento de un príncipe o su entronización. Influido por el ritual egipcio, se coloca sobre sus hombros un manto que simboliza el poder, y se le dan diversos nombres: en Egipto eran cinco, aquí son cuatro, que expresan las cualidades más admirables que se pueden esperar de un gobernante: que sepa aconsejar, que sepa defender, que se comporte como un padre con sus súbditos, que traiga un reinado de paz. Por último, abandonando el influjo egipcio y con mentalidad plenamente judía, se relaciona a este niño con David. Y su labor de paz, justicia y derecho, aparentemente imposible, será obra del celo de Dios.

El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande;

Habitaba en tierra y sombras de muerte, y una luz les brilló.

Acreciste la alegría, aumentaste el gozo:

Se gozan en tu presencia, como gozan al segar,

como se alegran al repartirse el botín.

Porque la vara del opresor, el yugo de su carga, el bastón de su hombro,

los quebrantaste como el día de Madián.

Porque la bota que pisa con estrépito y la túnica empapada en sangre

serán combustible, pasto del fuego.

Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado:

lleva a hombros el principado, y es su nombre:

«Maravilla de Consejero, Dios fuerte,

Padre de eternidad, Príncipe de la paz».

Para dilatar el principado con una paz sin límites,

sobre el trono de David y sobre su reino.

Para sostenerlo y consolidarlo con la justicia y el derecho,

desde ahora y por siempre.

El celo del Señor del universo lo realizará.

Dos motivos de compromiso (Carta a Tito 2,11-14).

El autor une la primera venida de Jesús («se ha manifestado la gracia de Dios») con la segunda y definitiva («la manifestación gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo»). ¿Motivos de alegría? Sin duda. Pero estas dos venidas son también motivo de compromiso. Amor con amor se paga. Hay que renunciar a la vida sin religión y a los deseos mundanos, llevar una vida sobria y honrada, esperar la vuelta del Señor, dedicarse a las buenas obras.

Querido hermano: Se ha manifestado la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres, enseñándonos a que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, llevemos ya desde ahora una vida sobria, justa y piadosa, aguardando la dicha que esperamos y la manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo, el cual se entregó por nosotros para rescatarnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo de su propiedad, dedicado enteramente a las buenas obras.

¿Un niño pobre o un personaje maravilloso? (Lucas 2,1-14)

El evangelio de esta noche consta de dos escenas radicalmente distintas, pero que se complementan.

El nacimiento de un niño pobre

Sucedió en aquellos días que salió un decreto del emperador Augusto, ordenando que se empadronase todo el Imperio. Este primer empadronamiento se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. Y todos iban a empadronarse, cada cual a su ciudad. También José, por ser de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para empadronarse con su esposa María, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras estaban allí, le llegó a ella el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada.

La primera escena, que se desarrolla únicamente en la tierra, contrasta a poderosos y débiles. Empieza hablando del emperador Augusto, con autoridad para dar órdenes a todos sus súbditos, y del gobernador de Siria, Cirino, que manda empadronarse a la población de su provincia, cada cual en su ciudad, sin preocuparle las molestias que eso puede causar.

Frente a los poderosos, los débiles, representados por una familia muy modesta, a la que solo le cabe obedecer, aunque la esposa deba recorrer, embarazada, los 150 km de Nazaret a Belén. Según Lucas, cuando llegan a su destino no encuentran alojamiento y deben pasar algunos días en la parte baja de una casa, donde están los animales. Son pobres, y para ellos no hay sitio en el piso de arriba («la posada»).

Los «nacimientos» que se montan actualmente en iglesias, casas particulares y otros sitios, ofrecen un pesebre bonito y limpio. Lucas piensa en uno muy distinto, en el que habrá comido un animal poco antes, arreglado aprisa para recostar al niño.

Es una escena de pobreza y humillación. Basta pensar en José, un padre que no tiene otra cosa que ofrecer a su mujer y a su hijo. La escena no se presta a comentarios románticos, sino a preguntas candentes: ¿por qué Gabriel no le dijo a María toda la verdad? ¿Por qué le anunció que su hijo sería el rey de Israel sin advertirle que no tendría riqueza ni poder? ¿Por qué elige Dios el camino de la pobreza y la humillación? ¿Por qué rechazamos los cristianos a quienes no pueden pagarse un pasaje en avión o en barco para llegar hasta nosotros? ¿Por qué no imaginamos que Dios pueda nacer en una chabola de mala muerte, en una familia pobre que trabaja recogiendo la aceituna? ¿Se puede esperar algo de este hijo de emigrantes, que no tendrá cultura ni formación?

El Salvador, el Mesías, el Señor

En aquella misma región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño. De repente, un ángel del Señor se les presentó, la gloria del Señor los envolvió de claridad, y se llenaron de gran temor. El ángel les dijo:

-No temáis, os anuncio una buena noticia, que será de gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.

De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejército celestial que alababa a Dios diciendo:

-Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad.

La segunda escena se desarrolla en cielo y tierra. Es también de poderosos y débiles, de ángeles y pastores. La profesión de pastor, aunque a algunos le recuerde a los antiguos patriarcas de Israel, era de las más despreciadas y odiadas en aquel tiempo, sobre todo por los campesinos. En la escala social de la época, los pastores ocupan el penúltimo lugar, el de las clases impuras, porque su oficio se equipara al de los ladrones. Y pasar la noche al aire libre, vigilando el rebaño, no es la ocupación más agradable. El hecho de que el ángel se dirija a ellos deja clara la «política incorrecta» de Dios. El gran anuncio del nacimiento del Mesías no se comunica al Sumo Sacerdote de Jerusalén, ni a los sacerdotes y levitas, ni a los estudiosos escribas, ni a los piadosos fariseos.

Por otra parte, el anuncio modifica totalmente la imagen de la escena anterior. El niño que ha nacido no es un simple niño pobre. Su nacimiento supone «una gran alegría para todo el pueblo», porque es Salvador, Mesías y Señor. Este ángel anónimo es muy escueto. No comenta ninguno de los tres títulos. Pero es más sincero que Gabriel. No oculta que, a pesar de su grandeza, el niño está envuelto en pañales y acostado en un pesebre.

Afortunadamente, los pastores no son especialistas en la Biblia ni teólogos. En tal caso habrían preguntado de inmediato de qué o de quién iba a salvar ese niño; si era un mesías-rey, como David, o un mesías-sacerdote, como Aarón; si su señorío era igual que el de Dios o que el del César; si los pañales y el pesebre debían ser interpretados de forma real o simbólica… y cómo se compagina la «gran alegría para todo el pueblo» con el hecho de que, años después, el pueblo termine alejándose del Calvario golpeándose el pecho. En realidad, los pastores no tienen tiempo de preguntar nada porque, de pronto, aparece una legión del ejército celestial alabando a Dios y proclamando la paz.

¿Qué harán los pastores? Quien desee saberlo tendrá la respuesta en el evangelio de la Misa de la Aurora.

Pero el lector del evangelio puede ponerse en su lugar y advertir el mensaje que le está proponiendo Lucas. La vida de Jesús se puede interpretar de dos formas muy distintas: desde una óptica puramente humana o desde la fe. La primera resulta descarnada y dura. La segunda puede parecer ingenua; si no de cuento de hadas, de cuento de ángeles. Si se mantiene en la primera, terminará viendo a Jesús como un personaje peligroso y considerando justa su condena a muerte. Si acepta la segunda, a pesar de todas las dudas, terminará creyendo en él como su Salvador.

25 de diciembre

Misa de la aurora

El evangelio de la misa del Gallo nos dejaba con una duda: ¿qué harán los pastores tras escuchar al ángel y al coro celeste? No han recibido ninguna orden, solo una buena noticia. Lucas no se limita a contar su reacción.

Tres reacciones ante la noticia (Lucas 2,15-20)

Sucedió que, cuando los ángeles se marcharon al cielo, los pastores se decían unos a otros: «Vayamos, pues, a Belén, y veamos lo que ha sucedido y que el Señor nos ha comunicado». Fueron corriendo y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño.

Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores.

María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.

Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho.

Empieza y termina con los pastores, que corren a Belén y vuelven alabando y dando gloria a Dios. Esta gente, tan despreciada socialmente, corre hacia Jesús, cree que un niño envuelto en pañales y en un pesebre puede ser el futuro salvador, aunque ellos no se beneficiarán de nada, porque, cuando ese niño crezca, ellos ya habrán muerto. La visita de los pastores simboliza lo que dirá Jesús más tarde: «Te alabo Padre, porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla».

Está también presente un grupo anónimo, que podría entenderse como referencia a la demás personas de la posada, pero que probablemente representa a todos los cristianos, que se admiran de lo que cuentan los pastores.

Finalmente, el personaje más importante, María, que conserva lo escuchado y medita sobre ello. En los relatos de la infancia, Lucas ofrece dos imágenes muy distintas de María. En la anunciación, Gabriel le comunica que será la madre del Mesías, y ella termina alabando en el Magnificat las maravillas que Dios ha hecho en ella. Sin embargo, cuando Jesús nace, Lucas habla de María de forma muy distinta. A partir de ese momento, todo lo relacionado con Jesús le resulta nuevo y desconcertante: lo que dicen los pastores, lo que dirá Simeón, lo que le dirá Jesús a los doce años cuando se quede en Jerusalén. En esas circunstancias, María no repite: «proclama mi alma la grandeza del Señor». Se limita a callar y meditar, igual que hará a lo largo de toda la vida pública de Jesús.

Estas tres actitudes se complementan: la admiración lleva a la meditación y termina en la alabanza de Dios.

Lucas juega con el lector, lo desafía. ¿Qué salvador les ha nacido a los pastores? ¿Qué señal portentosa puede ser un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre? Al día siguiente, los pastores estarán de nuevo con el rebaño, vigilando en medio del frío. Pero su vida ha cambiado, y la dureza de su vida no les impide alabar y dar gloria a Dios. Con ello se convierten en un ejemplo perfecto para el cristiano.

Una buena noticia para Jerusalén y la Iglesia (Isaías 62, 11-12)

Este breve pasaje recoge una imagen típica de la época del destierro en Babilonia: Jerusalén como esposa y madre. Como esposa, su marido, el Señor, la ha abandonado; como madre, ha perdido a su hijos, ha quedado despoblada. El profeta le anuncia un cambio radical: su marido vuelve, como salvador, acompañado de sus hijos.

La liturgia aplica este anuncio de la llegada de un salvador al nacimiento de Jesús. Y en los pastores podemos ver a ese «pueblo santo» y a «los redimidos del Señor». Cuando se piensa en los millones de cristianos que celebran la Navidad, vemos cómo se cumple la antigua profecía.

El Señor hace oír esto hasta el confín de la tierra:

«Decid a la hija de Sión: Mira a tu salvador, que llega.

El premio de su victoria lo acompaña, la recompensa lo precede».

Los llamarán «Pueblo santo», «Redimidos del Señor»,

y a ti te llamarán «Buscada», «Ciudad no abandonada».

Una buena noticia para nosotros (Carta a Tito 3,4-7)

El evangelio habla de tres reacciones ante el nacimiento de Jesús. La carta de Pablo se centra en Dios y en nosotros.

Ante todo, lo ocurrido es una manifestación de la bondad de Dios y de su amor al hombre. Como diría el cuarto evangelio: «De tal manera amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único» (Juan 3,16). Si la gente se admiró de lo que decían los pastores, igual debemos admirarnos nosotros de esta prueba del amor de Dios. Sobre todo, teniendo en cuenta que no es algo que nosotros hayamos merecido ni ganado por nuestros propios méritos.

Además, la salvación que entonces tuvo lugar se actualiza en nuestro bautismo, que nos hace nacer de nuevo, nos concede abundantemente el Espíritu Santo, y nos hace herederos de la vida eterna, donde «estaremos siempre con el Señor» (1 Tesalonicenses 4,17).

Querido hermano: Cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador y su amor al hombre, no por las obras de justicia que hubiéramos hecho nosotros, sino, según su propia misericordia, nos salvó por el baño del nuevo nacimiento y de la renovación del Espíritu Santo, que derramó copiosamente sobre nosotros por medio de Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, seamos, en esperanza, herederos de la vida eterna.

25 de diciembre

Misa del día

La misa de la aurora nos presentó a María meditando lo que han contado los pastores. Es una pena que Lucas, que transmitió en el Magnificat su reacción a las palabras de Isabel, en este caso guarde silencio. Dos teólogos cristianos, los autores del cuarto evangelio y de la carta a los Hebreos, sí nos dejaron su reflexión sobre Jesús y su nacimiento. La liturgia les antepone la visión de un profeta-poeta.

«El Señor ha consolado a su pueblo» (Isaías 52,7-10)

El texto de Isaías de la misa de la aurora presentaba a Jerusalén como esposa y madre, que recupera a su esposo y sus hijos. Este la presenta como ciudad, sin rey y en ruinas después de la caída en manos de los babilonios. Pero el mensaje de esperanza es el mismo: Dios vuelve a ella como rey, y las ruinas, reconstruidas, cantarán de alegría. Como en el caso anterior, la liturgia aplica la venida de Dios-rey a Jesús, que nace como Mesías y Salvador.

Qué hermoso son sobre los montes los pies del mensajero que proclama la paz, que anuncia la buena noticia, que pregona la justicia, que dice a Sión: «¡Tu Dios reina!». Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro, porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión. Romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén, porque el Señor ha consolado a su pueblo, ha rescatado a Jerusalén. Ha descubierto el Señor su santo brazo a los ojos de todas las naciones, y verán los confines de la tierra la salvación de nuestro Dios.

«El Señor nos ha hablado por su Hijo» (Hebreos 1,1-6)

Imaginemos al autor de la carta ante el pesebre. Pero el niño no acaba de nacer, él escribe bastantes años después. Es mucho lo que ya se ha dicho y discutido sobre Jesús. Y él comienza su carta con un resumen ambicioso, que abarca desde el comienzo de los siglos hasta la glorificación del Señor.

Lo primero que destaca es la novedad de que Dios nos hable a través de su Hijo, no a través de profetas. Un hecho tan grande que no debemos esperar algo distinto y mayor: estamos en la «etapa final».

Luego acumula palabras para describir la dignidad del Hijo. Retrocede del momento en el que hereda todo (se supone que tras la resurrección) al momento en el que intervino en la creación del mundo. Habla de su identidad e identificación con Dios con expresiones misteriosas: «reflejo de su gloria, impronta de su ser». Dedica una frase, casi de pasada, a la vida terrena, en la que solo sugiere, de forma velada, su muerte, que purifica nuestros pecados. Y termina con su triunfo a la derecha de la Majestad y su encumbramiento por encima de los ángeles.

San Ignacio de Loyola, al hablar del nacimiento de Jesús, sugiere al ejercitante pensar cómo el Señor nace en suma pobreza «y al cabo de tantos trabajos, de hambre, de sed, de calor y de frío, de injurias y afrentas, para morir en cruz» (Ejercicios espirituales, nº 110). El autor de la carta a los Hebreos tiene una perspectiva más amplia. No menciona aquí los sufrimientos y la muerte (tema que desarrollará más adelante) sino su triunfo y su gloria.

En muchas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a los padres por los profetas. En esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha realizado los siglos.

Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de la Majestad en las alturas; tanto más encumbrado sobre los ángeles cuanto más sublime es el nombre que ha heredado. Pues ¿a qué ángel dijo jamás: «Hijo mío eres tú, yo te he engendrado hoy»; y en otro lugar: «Yo seré para él un padre, y él será para mí un hijo»? Asimismo, cuando introduce en el mundo al primogénito dice: «Adórenlo todos los ángeles de Dios».

La historia del Verbo de Dios (Juan 1,1-5.9-14) (forma breve)

Dos advertencias:

  1. Según muchos comentaristas, el autor del cuarto evangelio utilizó al comienzo un himno sobre el Verbo Dios, introduciendo por medio, en dos ocasiones, sendas referencias a Juan Bautista. La liturgia permite elegir entre la forma larga, con todo el texto actual, y la breve, que suprime lo referente a Juan. Es esta la que comentaré brevemente, presentando el himno como una historia del Verbo de Dios en cinco etapas.
  2. Para comprender esta historia habría que conocer las reflexiones sobre la Sabiduría de Dios en los dos siglos antes de Jesús. En el segundo domingo después de Navidad se vuelve a leer el prólogo de Juan, y la lectura que lo acompaña es, con razón, la del libro del Eclesiástico.

Primera etapa: la Palabra junto a Dios

En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio junto a Dios.

«En el principio creó Dios el cielo y la tierra». Así comienza el libro del Génesis. Para el autor del prólogo, en ese momento existía ya el Verbo, junto a Dios. Es lo mismo que se dice de la Sabiduría en el libro de los Proverbios y en el Eclesiástico.

Segunda etapa: el Verbo y la creación

Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió.

Aunque parece una nueva matización del Génesis, supone un desarrollo. Allí se dice que Dios crea por su palabra («dijo Dios») y su acción. Aquí, esa palabra se convierte en compañera suya imprescindible durante el acto creador. Todo fue creado por el Verbo: sol, luna, estrellas, montañas, mar, animales de toda especie, ser humano. Además de habernos creado, es también nuestra vida y nuestra luz. Dos términos claves en la teología del cuarto evangelio, que presentará a Jesús como «el camino, la verdad y la vida». En esa misma teología encaja la referencia a la tiniebla como símbolo de la oposición a Jesús y a Dios.

Tercera etapa: el mundo, creado por el Verbo, lo ignora.

En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció.

El mundo no se refiere aquí a los seres inanimados sino a las personas que ignoran a Dios, no lo adoran, o prescinden de él. El autor del Prólogo piensa en los pueblos paganos, que podrían haber conocido al Dios verdadero, pero que habían caído en diversas formas de idolatría.

Cuarta etapa: la Palabra se instala en Israel; unos lo rechazan, otros la acogen.

Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron. Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre. Estos no han nacido de sangre ni de deseo de carne, ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios.

¿Qué hará el Verbo cuando se vea ignorado por el mundo? Para un judío, la respuesta es clara: refugiarse en Israel, el pueblo elegido, igual que hacía la Sabiduría: «Eché raíces entre un pueblo glorioso, en la porción del Señor, en su heredad». Pero el Verbo se encuentra con una desagradable sorpresa: «los suyos no lo recibieron». Da la impresión de que un autor posterior consideró esta afirmación demasiado pesimista y añadió que algunos lo recibieron, convirtiéndose en hijos de Dios. Pero este aparente añadido destruye el dramatismo del himno primitivo.

Quinta etapa: el Verbo se hace carne y habita entre nosotros.

La Palabra ha sufrido dos derrotas: el mundo la ignora, su pueblo la rechaza. ¿Qué haría cualquiera de nosotros en su lugar? Quedarse junto a Dios y olvidarse de todos. Afortunadamente, Dios no es así. El Verbo toma la decisión más asombrosa que se puede imaginar.

Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.

Reflexión final

  El fiel cristiano que haya acudido a la iglesia pensando escuchar unas lecturas bonitas y sencillas sobre Jesús niño y los pastores se encuentra en la misa del día con unas lecturas muy teológicas, pero que le recuerdan la dignidad e importancia de ese niño que ve en el pesebre.

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El adviento de José y María.

Lunes, 19 de diciembre de 2022
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Ojos limpios y serenos
para otear el horizonte sin miedo
y verte en otros rostros siempre.

Brazos fuertes y extendidos
para abrazar con seguridad y mimo
a todos los débiles y perdidos.

Manos suaves y cálidas
para acariciar a ancianos y niños
y crear redes de vida.

Oídos abiertos y atentos
para escuchar los susurros y gritos
y llegar a tiempo a tu encuentro.

Olfato sensible y bien dispuesto
para percibir las fragancias y olores
que te preceden y hacen presente.

Pies firmes y ligeros
para andar por la vida
siguiendo tu brisa y tus sendas.

Corazón tierno y grande
para sentir tus latidos
en este aquí y ahora que vivimos.

Entrañas maternales
para acogerte siempre
aunque nos sorprendas y descoloques…

en las noches oscuras
y en las alboradas,
vengan con pesadillas o blanca escarcha.

Así es el Adviento de José y María,
Así queremos que sea el nuestro cada día.

*

Florentino Ulibarri
Fe Adulta

***

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En tu casa

Lunes, 19 de diciembre de 2022
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6B892300-B8E2-4365-A136-8B1BB542D536El sueño de José, detalle del altar mayor en la Iglesia de San José en Bad Urach, Alemania

Este Adviento, Bondings 2.0 te invita a hacer un viaje espiritual a través de reflexiones guiadas sobre las lecturas de los cuatro domingos de la temporada. El ejercicio de reflexión a continuación se puede hacer individualmente, con un amigo cercano o en un grupo de intercambio de fe. Los reflejos están especialmente diseñados para personas LGBTQ y aliados.

Estos ejercicios de Adviento son parte de la serie Journeys de New Ways Ministry: una colección de selecciones bíblicas, preguntas de reflexión, oraciones y meditaciones en video.

Esperamos que estas ayudas espirituales los ayuden a todos en sus propios viajes. Para las lecturas de este domingo, haga clic aquí.

Si desea compartir algunas de sus reflexiones con otros lectores de Bondings 2.0, no dude en agregar las respuestas que tenga en la sección “Comentarios” de esta publicación.


Desde las sombras de las Escrituras, la historia de un carpintero ordinario sale a la luz en el capítulo inicial del Evangelio de Mateo. El carpintero no pronuncia palabras; sus acciones, sin embargo, atraen toda la atención.

Descendiente de la casa del rey David, su linaje emana realeza, pero sus orígenes parecen humildes y, en ocasiones, objeto de burlas. “¿Puede salir algo bueno de Nazaret?” argumentó Natanael (Juan 1:46). En otra ocasión la multitud comenta: “¿No es éste Jesús, el hijo del carpintero?” (Mateo 13:55)

Pero a medida que el Evangelio de Mateo inserta más y más detalles en la narración, la dignidad del carpintero queda al descubierto. Y aprovechando la fe y la obediencia de este hombre, el extraordinario plan de Dios se desentraña.

Lo más impresionante de este personaje que de otro modo pasaría desapercibido es cómo este individuo divinamente inspirado desafió las costumbres y tradiciones sociales de su tiempo para llevar a María a su hogar.

Conocemos al hombre como San José.


 

Mateo 1, 18-24

La generación de Jesucristo fue de esta manera:

María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.

José, su esposo, que era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:

«José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados».

Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta:

«Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”».

Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y acogió a su mujer.


 

PARA LA REFLEXIÓN

01.-  Como persona o aliado LGBTQ, ¿ha estado expuesto a la vergüenza o al ridículo? ¿La gente se ha “divorciado” discretamente de ti por lo que eres? Frente a tal rechazo, ¿quiénes eran los “justos” en su vida? ¿Quién estuvo a tu lado?

02.- “No temas recibir a María, tu esposa, en tu casa”. ¿Tienes que desafiar las costumbres y tradiciones sociales, o las leyes, para vivir tu vida como persona o aliado LGBTQ? ¿Cómo respondes a aquellos que censuran tu identidad y creencias? ¿Cómo te anima en tu camino el nombre Emmanuel, que significa “Dios está con nosotros”?

o3.- Dios confió a Jesús y María al cuidado de San José. Si es padre de niños LGBTQ, o si es padre LGBTQ, ¿dónde o cuándo ha sentido la necesidad de proteger a sus hijos, ya sean jóvenes o adultos? ¿Qué sentimientos o emociones surgieron a través de usted cuando prestó atención a sus instintos maternos o paternos?

04.- Si eres una persona “soltera”, ¿cómo te invita Dios a relacionarte con los demás? ¿Cómo explora la intimidad, el amor y el servicio del Evangelio?

05.- ¿Sientes que Dios te dirige a través de tus sueños? Comparta cómo Dios se comunica con usted a través de su subconsciente.

06.- “Llamarás su nombre Jesús”. ¿Quién te nombró? ¿Qué significa su nombre? ¿Cómo revela tu nombre la singularidad de quién eres? ¿Qué tan importante es su propia genealogía para usted? ¿Por qué?


E80CAA40-7064-4A02-A735-271BB371F401ORACIÓN

a San José

Glorioso San José,
cuyo poder hace posible lo imposible,
ven en mi ayuda
en estos tiempos de angustia y dificultad.

Toma bajo tu protección
las situaciones graves y preocupantes
que te recomiendo,
que puedan tener un final feliz.

Mi amado padre, toda mi confianza está en ti.
Que no se diga que en vano te invoqué,
y como todo lo puedes con Jesús y María,
muéstrame que tu bondad es tan grande como tu poder,

Amén


VÍDEO MEDITACIÓN

El video a continuación, “La notable historia de José el carpintero”, llena algunos de los vacíos en el Evangelio de Mateo e invita al espectador a profundizar en las costumbres y tradiciones sociales de la época en que se escribió la historia de Navidad.

A través de la evidencia de las Escrituras y un poco de imaginación, la relación entre María y José cobra vida, cumpliendo una profecía predicha desde hace mucho tiempo.

– Dwayne Fernandes, New Ways Ministry, 18 de Diciembre de 2022

Fuente New Ways Ministry

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“Dios está con nosotros”. 4 Adviento – A (Mateo 1,18-24)

Domingo, 18 de diciembre de 2022
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María 04_4-Adv-A_1643053La Navidad está tan desfigurada que parece casi imposible hoy ayudar a alguien a comprender el misterio que encierra. Tal vez hay un camino, pero lo ha de recorrer cada uno. No consiste en entender grandes explicaciones teológicas, sino en vivir una experiencia interior humilde ante Dios.

Las grandes experiencias de la vida son un regalo, pero, de ordinario, solo las viven quienes están dispuestos a recibirlas. Para vivir la experiencia del Hijo de Dios hecho hombre hay que prepararse por dentro. El evangelista Mateo nos viene a decir que Jesús, el niño que nace en Belén, es el único al que podemos llamar con toda verdad «Emmanuel», que significa «Dios con nosotros». Pero ¿qué quiere decir esto? ¿Cómo puedes tú «saber» que Dios está contigo?

Ten valor para quedarte a solas. Busca un lugar tranquilo y sosegado. Escúchate a ti mismo. Acércate silenciosamente a lo más íntimo de tu ser. Es fácil que experimentes una sensación tremenda: qué solo estás en la vida; qué lejos están todas esas personas que te rodean y a las que te sientes unido por el amor. Te quieren mucho, pero están fuera de ti.

Sigue en silencio. Tal vez sientas una impresión extraña: tú vives porque estás arraigado en una realidad inmensa y desconocida. ¿De dónde te llega la vida? ¿Qué hay en el fondo de tu ser? Si eres capaz de «aguantar» un poco más el silencio, probablemente empieces a sentir temor y, al mismo tiempo, paz. Estás ante el misterio último de tu ser. Los creyentes lo llaman Dios.

Abandónate a ese misterio con confianza. Dios te parece inmenso y lejano. Pero, si te abres a él, lo sentirás cercano. Dios está en ti sosteniendo tu fragilidad y haciéndote vivir. No es como las personas que te quieren desde fuera. Dios está en tu mismo ser.

Según Karl Rahner, «esta experiencia del corazón es la única con la que se puede comprender el mensaje de fe de la Navidad: Dios se ha hecho hombre». Ya nunca estarás solo. Nadie está solo. Dios está con nosotros. Ahora sabes «algo» de la Navidad. Puedes celebrarla, disfrutar y felicitar. Puedes gozar con los tuyos y ser más generoso con los que sufren y viven tristes. Dios está contigo.

José Antonio Pagola

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