Archivo

Entradas Etiquetadas ‘Espiritualidad’

“La fuente (I)”, por Gema Juan, OCD

Domingo, 1 de marzo de 2015
Comentarios desactivados en “La fuente (I)”, por Gema Juan, OCD

16287566941_f726464947_mLeído en su blog Juntos Andemos:

Desde antiguo, Dios ha sido presentido como una fuente infinita. El salmista oraba diciendo: «En ti está la fuente de la vida», y los Padres de la Iglesia hablaban de Dios Padre como «el ojo de la fuente». Dios, como el hontanar del misterio del mundo y de la vida. Como la sobreabundancia y el movimiento incesante, que quiere difundirse.

Muchos místicos han tenido querencia especial por este símbolo, que evoca el fluir de la Gracia, de la fuerza que empuja siempre hacia delante. Habrá remansos, pero lo propio de la fuente es manar incesantemente, regar y dar vida.

Desde la mística cristiana ha sido así. Posiblemente, porque es una mística de participación y correspondencia. Porque ir a la fuente, beber, sumergirse en las aguas de la Vida, significa sumarse al torrente en movimiento, ser parte en el fecundar las tierras próximas e impedir que se estanque el agua.

Edith Stein, que había sentido la necesidad de «acudir a las fuentes de la vida de la gracia», apuntará una llamada, casi imperiosa, desde el manantial: «Llevar a las tinieblas del tiempo la luz de la eternidad, sacar de las ruinas lo que está destinado a durar, y construir el nuevo Templo, y hacer que todos los lamentos callen».

En un texto fuerte, que resulta sumamente actual –Tiempos difíciles y formación– en el que se hacía eco de los abusos y peligros que estaban padeciendo las instituciones formativas en Alemania, Edith recalcará que «si creemos encontrar la fuerza en nosotros mismos solamente, nuestra riqueza interior puede agotarse rápidamente». Por eso es imprescindible acudir a la Fuente.

Los tiempos difíciles no han terminado. Los abusos y los peligros siguen existiendo, de manera importante por lo que se refiere a la formación y cultura desde las instituciones, pero también en otros muchos ámbitos. Edith tenía una visión realista, comprendía que en «muchas de las situaciones que percibimos como abusos, no podemos cambiar nada»; sucede así entonces como ahora. Pero, añadía: «No necesitamos desesperarnos, porque tenemos a disposición una cantidad inagotable de fuentes de vida espiritual»; fuentes que manan de la Fuente.

Desde la fe, es posible dar una respuesta cabal a las dificultades y comprometerse frente a los abusos de cualquier tipo. Así lo creía Edith, que decidió unir las herramientas de la pedagogía y la fe para ayudar, eficazmente, a la formación profunda de las personas. Veía que era un camino excelente para «liberar energías positivas».

Es posible trabajar por esa formación desde múltiples ámbitos, porque lo esencial –como la misma Edith explicaba– es abrir el espíritu y los corazones de los demás para que puedan recibir la riqueza que existe. El mundo tiene unas riquezas que nadie puede robar y es necesario dar «no solo lo que tenemos, sino lo que somos».

Ella siempre da un paso más. Era consciente de que los seres humanos «grandes o pequeños, necesitan algo más que bienes objetivos, necesitan calor y bondad humana». Necesitan humanidad auténtica y ahí el cristianismo tiene un reto y una inmensa posibilidad. Tiene también una misión, un deber de amor, porque Jesucristo hizo de lo humano el camino para vivir en Dios.

«Trazar nuevos caminos y animar a los hombres que han perdido el ánimo y han dejado que la amargura se les impusiese» —esa es la tarea, insistirá Edith. Infundir valentía y confianza, mostrarles que es posible recorrer el camino. Una misión que, en ocasiones, supera las fuerzas y depara fracasos.

Es imprescindible ir a la Fuente. En aquel hontanar se encuentra la fuerza del Espíritu, que da la sabiduría y el Cristo vivo, razón de la misión. Allí se descubre la comunión mayor y se hace la experiencia a la que invita Edith: «Si supiéramos con un saber vivo que nuestra ofrenda tiene un poder redentor en unión con la ofrenda del Salvador: entonces no podríamos desmoronarnos bajo el sufrimiento que aumentase sobre nosotros».

Con esa pasión, con esa autenticidad, con esa humanidad se puede realizar «el máximo trabajo formativo, las más eficaz de las ayudas: conducir hasta las fuentes de la vida de la Gracia».

Espiritualidad , , ,

“¿Espiritualidad v. Religión?”, por Antonio Gil de Zúñiga

Domingo, 22 de febrero de 2015
Comentarios desactivados en “¿Espiritualidad v. Religión?”, por Antonio Gil de Zúñiga

C6AEnviado a la página web de Redes Cristianas

Alguien me relató, no sé si desde su experiencia o de la de otro, que, visitando una iglesia de pueblo, se encontró allí a un niño de unos 9 años sentado en un banco de la iglesia. Después de hacer un recorrido visual por la iglesia se sentó también en un banco no lejos del niño. Allí estuvo un rato envuelto en el silencio. Tras unos minutos, entró el cura y viendo al niño, a quien debía de conocer, se dirige a él y le pregunta: “¿Qué haces aquí?”. El niño sin inmutarse le responde: “Nada”. Entonces el cura le dice: “Reza un avemaría”. El niño, obediente, reza el avemaría y se marcha.

El relato tiene un corolario inmediato: el cura (la religión) con su avemaría vocalizado interrumpe el sosiego espiritual de ese niño que, arropado por la penumbra y el silencio de la iglesia, está y vive la presencia del Misterio. Y que una vez rezado el avemaría considera que ha cumplido con su deber de orar a Dios y se marcha.

R. Panikkar nos dice que las “religiones son caminos, o mejor, proyectos de caminos para la plenitud humana”; o lo que es lo mismo, potenciar en el creyente, desde su libertad, la espiritualidad, es decir, la experiencia personal de sentir a Dios dentro de sí, para que se realice lo que bellamente escribía S. Bernardo: “A mayor interioridad, mayor dulzura”.

Pero las religiones, al menos la cristiana y las otras del Libro (la judía y el islam), a mi modo de ver, están lejos de ser proyectos de caminos para la plenitud humana, no porque en ellas se dé aquel dicho universitario, “quod natura non dat, Salmantica non praestat”; todo lo contrario, las enseñanzas y la vida de Jesús de Nazaret son factores vivenciales extraordinarios y vigorosos para alimentar una espiritualidad en plenitud. Pero nuestra religión cristiana se ha estructurado en torno a tres ejes cartesianos: el sacerdote, la norma y el rito. Y a lo largo de la historia más que ser creadores y potenciadores de espiritualidad en plenitud se han caracterizado por todo lo contrario: asfixiar la vida espiritual de los creyentes. Valga como ejemplo, aquel movimiento eclesial de espiritualidad intensa protagonizado por las beguinas, que se frustró desde la institución clerical y terminó llevando a la hoguera a algunas de sus protagonistas. A estas mujeres no se les permitió personalizar su fe con libertad y así poder experimentar el Misterio

Una religión que se nucleariza en torno a la norma y al rito, teniendo como centinela escrupuloso al sacerdote, no puede ser “proyecto de caminos para la plenitud humana”. La norma lleva a la condena, a la prohibición, al anatema. Nuestros obispos en el concilio Vaticano II se quedaron con el pie traspuesto, pues no entendían que un concilio no condenara a alguien o a alguna doctrina. En este sentido es lamentable la actuación, en sesión conciliar, del entonces obispo de Canarias quien apostrofando sobre los presentes en el hemiciclo conciliar les espetó: “¡Ojalá se derrumbe sobre nosotros la cúpula de S. Pedro, si se llega a aprobar el Decreto sobre Libertad religiosa”. No es de extrañar que Nietzsche considerara al cristianismo y a los cristianos como “agobiados de convicciones

Cuando Max Weber nos habla de dos tipos de religión: la profética y la mística, la religión cristina se sitúa históricamente más en el territorio profético que en el místico; pero es preciso señalar que con más frecuencia de la deseada se escora al lado más perverso, como es el de concretar en normas y ritos el anuncio de la promesa y del kairós de la plenitud humana. De ahí hay un paso a presentarnos a Dios como un Ser omnipotente y todopoderoso (judaísmo y cristianismo) o Alá es grande (el islam). Y entonces el fundamentalismo está a la vuelta de la esquina. La experiencia histórica de ello es dolorosa, como la recientemente vivida en Francia con el semanario de humor Charlie Hebdo. Llama poderosamente la atención que aún en nuestros días se rece o cante en la liturgia de las horas (1ª semana) el salmo 149, donde el poeta bíblico invita a que se alabe el nombre de Yavé con danzas y que los piadosos se regocijen con “vítores a Dios en sus gargantas”, teniendo en “sus manos la espada de dos filos, para tomar venganza de las gentes y castigar a los pueblos”.

La religión cristiana lleva en sus entrañas lo verdaderamente profético y lo verdaderamente místico, como para que el creyente (cualquier ser humano), despojado de todas las connotaciones del templo, que nos lleva al sacerdote, a la norma y al rito, desarrolle en su interior el deseo óntico de sentir a Dios en su interior, de vivir en su presencia, ya que, como dice J.P. Sartre, “ser hombre significa ser Dios”; o la experiencia profundamente espiritual del poeta bíblico (Salm. 27,8): “Oigo en mi corazón: “Buscad mi rostro”. Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro”.

La vivencia de la presencia del Misterio, que es el núcleo de la espiritualidad, tiene su origen, como he referido antes, en el anhelo óntico de cualquier hombre y mujer, que, como bien escribió Platón, el deseo es hijo de la indigencia, de la penuria. De ahí ese hambre de espiritualidad, que nos remite a la nostalgia de nuestro origen contingente y, por ende, al deseo de plenitud.

Ahora bien, si, como nos indica J. Habermas, “el pensamiento que no se decapita a sí mismo acaba desembocando en la Trascendencia”, la vivencia en nuestro interior de la presencia del Misterio, de la Deidad, que es lo que constituye la espiritualidad, ha de llevar a cabo una profunda y vigorosa transformación en el interior del ser humano. Es lo que JL Aranguren llama el para qué de la mística. La verdadera espiritualidad radica en estos dos rasgos inseparables: sentir, de una parte, el silencio del Misterio en lo profundo de uno mismo, hasta el punto de que, como nos trasmite Unamuno, “sólo perdido en Ti, es como me encuentro/… pues eres Tú más yo que soy yo mismo”; y, de otra, mirar alrededor, a la realidad circundante; hacerse “cargo misericordiosamente de la realidad”, como nos aconseja I. Ellacuría, mediante el compromiso personal, que conlleva una transformación liberadora de esa realidad histórica.

La espiritualidad, sea dentro o fuera de una religión, ha de vivenciar al unísono el Tú trascendente y el tú del otro. El Tú trascendente, como “huella de una ausencia, que sólo a través de ella se hace presencia”, según J. Martín Velasco, ha de vivenciarse desde el silencio, desde el mirar hacia dentro. El silencio de lo trascendente sólo se puede captar desde el silencio. Verdaderamente uno vive esta espiritualidad si experimenta un profundo cambio tanto en su ser como en su obrar, pues lo “importante, advierte Ibn Hazim, no es lo que una persona dice de su fe, sino lo que esa fe hace en esa persona”

Febrero 2015

Espiritualidad , , , , , , , , , , , ,

“Desnúdate a tí mismo”, por Fernando Frontan

Viernes, 13 de febrero de 2015
Comentarios desactivados en “Desnúdate a tí mismo”, por Fernando Frontan

24565_Top_mediumTema: “DESNUDATE A TI MISMO…” (16’16”)
Texto: Marcos 14:51-52

“Pero cierto joven lo seguía,
cubierto su cuerpo con una sábana.
Lo prendieron, pero él,
dejando la sábana, huyó desnudo.”
(Mc.14:51-52)

*

La desnudez, es quizá, la expresión de vulnerabilidad, más íntima y controversial a la que podemos vernos expuestos. Ese acto de quitarnos los ropajes que cubren nuestra extensa y ancha piel, hasta sus límites más extremos, con sus redondeces así tal cual son… inevitablemente nos confronta con todo aquello que nos gusta y no nos gusta de nuestro propio cuerpo… vernos al espejo tal cual somos, sin las ropas que disimulan, que distraen y a su vez destacan una imagen de nosotros mismos construida a partir de lo externo, de lo accesorio, posiblemente signifique enfrentarnos a una verdad a la que pocas veces queremos ver tal cual es… y por tanto nos desafía a la aceptación o al rechazo de lo que somos… de quienes somos, así como somos radicalmente, más allá de lo aparente.

Desnudarse es por demás un pudor ancestral… mítico, que nos remite al paraíso primero, en donde sus protagonistas Adán y Eva…, inocente e inconscientemente, convivían en paz y armonía con su desnudez hasta que apareció el pecado… ese acto por el cual fueron separados de su inocencia y despertados abruptamente a la realidad consciente de su humanidad. Humanidad que es compleja, contradictoria, animal y racional, santa y mundana. Humanidad con capacidad para la bondad y la maldad en desafiante convivencia; humanidad categóricamente imperfecta aunque bella…

En definitiva, desnudarnos, no es más que la acción de despojarnos de la pureza imaginaria que tenemos acerca de nosotros mismos y de la realidad, para asumir la condición más humana que se nos ha dado: la conciencia de libertad… Sí, conciencia de libertad. Libertad que exige discernimiento, decisión, compromiso, acción ante cualquier pensamiento, idea, acto, relacionamiento, sueño, o plegaria… Libertad que condiciona ver la realidad tal cual es… para poder asumir la existencia con responsabilidad.

Adan y Eva — prototipos míticos del género humano- al ser confrontados con su propia desnudez fueron cautivos de su imagen externa y extraviados de su intimidad interna… Y tan distorsionado fue el reflejo que vieron de sí mismos, tan profundo fue el impacto de conciencia real, que en ese instante se creó, con su acto interpretativo, una nueva realidad condicionante y hereditaria: el pudor.

1011507_481116438650321_390104164_nEl pudor como una mirada que no resiste ver la realidad en toda su cabal dimensión y completud y por tanto necesita cubrir lo que más temor dio ver: los cuerpos, pero más aún, el sexo, la sexualidad, el placer, la alteridad, la misma libertad…

Marcos nos presenta un evangelio donde la “normalidad” queda expuesta como un viejo ropaje que ya no sirve más: basta con echar un vistazo sobre las y los actores de su relato para confirmar que no representan normalidad alguna perfecta.

Y este pasaje tan pequeño que escogimos, en medio de una escena drámatica — el arresto de Jesús en el monte de los olivos minutos antes del juicio y condena — mecha a un joven cubierto por una sábana que estaba allí, siguiéndolo, el msmo es descubierto y también apresado… pero finalmente este se escapa de los guardias que sólo pueden retener la sábana que lo cubría y huye desnudo…

Por más que el poder opresor lo intente, jamás podrá cautivar, ni doblegar en su imposición la conciencia de libertad de un ser humano, que siempre tiene la capacidad de huir de sus garras deshumanizantes.

Hoy muchos están prisioneros de su imagen exterior, cautivos de sus ropajes, aletargados en la conciencia pudorosa de la normalidad impuesta… Este relato es una invitación clara a huir, si es necesario desnudos, de cualquier atadura que nos deshumaniza. Es una exhortación increíblemente liberadora a tomar por nuestra la conciencia de libertad, y decidir ser quienes somos digna y plenamente.

Reflexiones Bíblicas libres de homofobia
por el Rev. Fernando Frontan
Pastor de las Iglesias de la Comunidad Metropolitana
Miembro de la Comisión de Justicia Global de ICM

Cine/TV/Videos, Espiritualidad , , , ,

“Ser místico hoy”, por Javier Melloni

Martes, 10 de febrero de 2015
Comentarios desactivados en “Ser místico hoy”, por Javier Melloni

725Javier Melloni es un jesuíta especialista en “interioridad”, que imparte sus cursos y realiza su apostolado en la Cueva de Manresa. Aquí os dejo este artículo suyo en el que expresa lo que significa ser místico hoy.

“Hoy, como en todos los tiempos, un místico es alguien tan necesario como inútil para su generación. Es inútil porque no produce nada y lo que ofrece no se puede comprar ni vender. No tiene precio en el mercado. Se escapa a quien lo quiere prender y confunde a quien lo quiere comprender. Por ello hay que apartarlo, porque se interpone entre la inmediatez de lo que hay que lograr y producir. El místico dice: lo que verdaderamente es, ya existe. Sólo hay que aprender a percibirlo. Molesta también a la institución, porque la relativiza y le recuerda que el cielo que ha pintado en el interior de sus bóvedas no es el cielo abierto auténtico.

Pero, a la vez, su presencia es indispensable porque señala un modo de existencia que anhelan todos los seres y las mismas instituciones. Ha nacido para alentar la llama sagrada que arde en todos y en todo. El fuego del místico es diferente al del profeta. Éste señala y grita lo que falta, mientras que el místico indica lo que ya es. El profeta habla del todavía no, mientras que el místico habla del ya sí. Ambas cosas son necesarias.

Parafraseando a Raimon Panikkar, “el místico no es el que tiene esperanza del futuro sino de lo Invisible”.

El místico no es ingenuo, sino inocente. La ingenuidad es una inmadurez que hace ciegas y torpes a las personas, porque les impide confrontarse con los elementos oscuros de la realidad y de sí mismos, mientras que el inocente lo ve todo, lo percibe todo y, sin echarse atrás, se entrega.

Otra de las cosas propias del místico es su capacidad de conjugar paradojas. Por un lado, es alguien exquisitamente cercano a las personas y a sus situaciones, pero también resulta inalcanzable, retirado en una extraña lejanía. Estando plenamente presente, está también ausente. Se halla en otro Lugar, y cuando está en otro lugar, se percibe su presencia. Su hablar es silente y con su callar, habla. Las palabras son sagradas para él -o ella-; por eso no las malgasta. Y por ello también sabe escuchar, y entiende lo que los demás no entendemos. Habla, mira, comprende desde un lugar diferente; a veces, tan diferente, que parece locura. Pero su locura no es más que el choque que produce en nosotros su anticipación de Realidad.

Ama cada objeto, cada planta, cada pétalo, y queda fascinado por ellos, pero, a la vez, puede prescindir de ello. Todo él es ternura, pero también vigor, como dice Leonardo Boff sobre Francisco de Asís. Es frágil y fuerte a la vez. No puede soportar el dolor de los pequeños. Ve desde ellos y para ellos, y su oración es siempre por ellos.

Es concreto, arraigado en su tiempo y en su lugar, capaz de un hablar sencillo y de poner ejemplos que los más pequeños comprenden, y a la vez, es universal, porque percibe lo que atañe a la condición común de los humanos. Ve la parte en el todo y el todo en la parte. Podríamos decir que tiene un instinto fractal, que es tal como hoy los científicos comprenden que está constituido el entramado de la realidad.

Es de una libertad soberana pero, a la vez, está al servicio de todos, porque percibe la irrepetibilidad de cada persona y de cada cosa, y ello le hace caminar por tierra sagrada. Acoge a cada ser como una epifanía y, estremecido, se somete libremente porque sabe que su yo no le pertenece, sino que es sólo receptáculo y testigo de las existencias ajenas.

Ama su tradición, aquella que le ha nutrido y le ha guiado, pero no hace un absoluto de ella. Sabe que “ser original es retornar a los orígenes” (Gaudí), no para repetirlos sino para recrearlos. Y el origen de cada tradición está más allá de ella misma, antes de que surgiera. Conoce el camino de la Fuente, “aunque es de noche”. Su fe es transconfesional, porque sabe que la existencia está atravesada de Presencia y ello es lo que celebran todas las tradiciones. Se alegra con ellas, por su diversidad y su riqueza.

Como un compás, con un pie está arraigado en su propio centro, y con el otro recorre los círculos de la alteridad. Este centro no es sólo el de la tradición a la que pertenece, sino que es un Centro más hondo que, descentrándole, le recentra.

Todo él está vacío. Su existencia es un pasaje por el que otros transitan para descubrirse a sí mismos. Como un icono, su sola presencia ayuda a los que le rodean a descubrir la hondura que les habita. Él sólo calla y ve. Y su alegría, tanto como su nostalgia, son inmensas.”

Javier Melloni

Fuente El Rincón del Anacoreta:

Espiritualidad , , , , , , , ,

Óscar Romero, mártir de la justicia social

Domingo, 8 de febrero de 2015
Comentarios desactivados en Óscar Romero, mártir de la justicia social

20110318_TheMartyrsDel blog de Xabier Pikaza:

Dentro de un mes se cumplen treinta y cinco años de su asesinato (24. 03. 80), que le llegó en el momento justo, como a Jesús, después de haber recorrido tres de pasión con su pueblo y como su pueblo de El Salvador.

El pasado 3. 02. 1015 el Papa Francisco ha confirmado su martirio (in odium fidei), por odio a la fe de manera que no se necesita un “milagro” para que sea declarado beato, cosa que se hará en breve. Yo quiero presentarle aquí como mártir del compromiso social, es decir, del mensaje y camino del Reino, igual que Jesús

Con esa ocasión, retomando una postal anterior de este blog (22.03.10) y la semblanza que le dedico en el Diccionario de Pensadores Cristianos, quiero recordar de nuevo su figura. Oficialmente, Óscar Romero es ya mártir de la fe (in odium fidei), que ahora (según el Papa Francisco) se identifica con la justicia social (in odium iustitiae)

Para todos aquellos que le queremos, San Romero ha sido y sigue siendo testigo y promotor del valor de los hombres concretos y en especial de los más pequeños, en una sociedad como la nuestra, donde algunos se elevan y triunfan matando (o dejando morir) a los pobres, por motivos económicos y políticos.

Introducción

romero2Su “vida pública”, como arzobispo de San Salvador duró tres años, como la de Jesús y no dejó a nadie indiferente. Unos lo consideraban un profeta, un mártir, un luchador por la paz y el diálogo, un hombre de Iglesia; otros, por el contrario, veían en él a un revolucionario, un agitador de masas, un político frustrado que promovía la crispación, un personaje en busca de notoriedad social. Por eso le mataron los políticos e ideólogos (¡incluso religiosos!) de su tierra, con la colaboración de la Nueva Roma Imperial (USA).

El rostro amable de Romero, esculpido en piedra entre D. Bonhoeffer y M.Luther King en abadía de Westminster, Londres, junto a los «nuevos mártires» del siglo XX, invita a mantener la esperanza contra toda desesperanza.

Esta figura emblemática de la Iglesia Latinoamericana sigue estando especialmente presente en la memoria y el cariño de los más humildes de El Salvador. El recuerdo de su asesinato trae a la mente una forma equivocada de solucionar los conflictos políticos y sociales, pero también atestigua la permanente tentación de recurrir a la violencia para resolver los problemas molestos.

El recuerdo de su asesinato, unido al de la muerte de Jesús proclama la certeza y la fuerza de la esperanza que vence cualquier desesperación e impotencia; desde la vida entregada del Señor Jesús pueden mantener su dignidad los hombres y mujeres que sufren las injusticias de los poderosos o la instrumentalización de quienes siguen dominando los resortes religiosos de la vida de los pueblos.
Una memoria personal

Fui a verle hace unos años a su tumba, en la cripta de la catedral. Allí está tumbado, como en los sepulcros medievales. Una mujer de pueblo, trabajadora muy pobre, me dijo: No, eso no es Monseñor Romero. Le han hecho muy mal. Él no está muerto ahí, sino que está vivo, de pie, nos está recibiendo ¿No le ve Usted? Yo le llevo aquí, en mi camisera, Usted puede verlo. Está vivo en mi vida.

Creo que no volveré a su tumba. Él está vivo en el pueblo de El Salvador, está vivo en todos los que, de un modo o de otro, seamos cristianos o no, recordamos su memoria. Yo la quiero recordar, uniéndole al Cristo resucitado, su amigo y modelo. Gracias, Óscar Romero por haber vivido. Para recordar su trayectoria retomo y rehago y unas palabras de D. G. Groody, Globalization, Spirituality and Justice, Orbis New York 2007).

Experiencia fundante.

Ciertamente, Romero se había preocupado por los pobres a lo largo de toda su vida, pero la Conferencia de Obispos de Medellín, su experiencia del sufrimiento del pueblo en su propio país y su sensibilidad ante las injusticias que ese pueblo sufría, hicieron que se robusteciera su conversión a Cristo y a los pobres.

Unas semanas después de haber sido nombrado arzobispo, el 22 de febrero de 1977, uno de sus buenos amigos, que trabajaba mano a mano con los pobres, Rutilio Grande SJ, fue brutalmente asesinado por los escuadrones de la muerte de El Salvador . El asesinato de Grande marcó un impacto significativo en la vida de Romero, aunque Grande no fue el primero de los asesinados. De todas formas, como observa Jon Sobrino, tras este acontecimiento, cayeron las escamas de los ojos de Romero, de manera que pudo ver más claramente las estructuras de imperio, que conducían al sufrimiento injusto de la gente de su país (cf. J. Sobrino, Arzobispo Romero. Un Obispo con su Pueblo, Sal Terrae, Santander 1981).

En los meses y años que siguieron a la muerte de Grande, fueron asesinados muchos otros sacerdotes, religiosas y agentes de pastoral. Entre ellos había religiosas como Dorothy Kazel, Ida Ford, Maura Clarke, y trabajadores laicos como Jean Donovan, que fueron asesinados el 2 de diciembre del 1980. Estas muertes tuvieron una gran repercusión pública, pero hubo también muchos catequistas, organizadores de asambleas de trabajo, periodistas, estudiantes, personas vinculadas al servicio médico y más de tres mil campesinos, que eran asesinados cada mes. Ellos deben ser añadidos a la lista de los iconos de justicia, aunque sus muertes hayan sido en gran parte desconocidas, no reconocidas y no publicadas. A través de estos injustamente asesinados, Romero se encontró en el centro de una guerra dirigida en contra de los pobres

Metáfora central.

La metáfora central que configuró la visión espiritual de Romero y de su sacerdocio fue Cristo crucificado y el pueblo crucificado de El Salvador. Él afirmaba lo siguiente:

Cada vez que miramos a los pobres…descubrimos el rostro de Cristo… El rostro de Cristo se encuentra entre los sacos y cestas de los trabajadores del campo; el rostro de Cristo se encuentra en aquellos que son torturados y maltratados en las prisiones; el rostro de Cristo está muriendo de hambre en los niños que no tienen nada que comer; el rostro de Cristo está en los pobres que piden a la Iglesia, con el deseo de que su voz sea escuchada

El Cristo crucificado iluminó la visión de Romero hasta que exhaló su último aliento. El 24 de Marzo de 1980, dentro de la iglesia del Hospital de la Divina Providencia, dispararon sobre Oscar Romero y le mataron mientras celebraba la misa. Imitando a la de Cristo, la misma vida y muerte de Romero fue una expresión sacramental del amor crucificado de Dios hacia el mundo, a favor del pueblo sufriente de El Salvador y de otros muchos, más allá de ese pueblo. Su brutal asesinato seguirá sembrando semillas de esperanza y de vida para todos aquellos que luchan por una mayor justicia social y que profesan la fe en un Dios liberador, cuyo amor no puede ser extinguido ni siquiera por la muerte.

Teología operativa.

El eje principal en torno al cual giró la vida de Romero fue la vida, muerte y resurrección de Jesucristo. En ésa línea, él creyó que había sido llamado a “sentir con la iglesia”, especialmente en la medida en que ella sufre en el mundo. Romero creía que la misión de la Iglesia consiste en proclamar el Reino de Dios, que es el reino de “la paz y la justicia, de la verdad y el amor, de la gracia y de la santidad… para conseguir un orden político, social y económico que responda al plan de Dios”. (cf. R. Brockman, The Word Remains: A Life of Oscar Romero, Orbis Books, Maryknoll NY 1982, 5).

Leer más…

Espiritualidad , , , , ,

“Hombres y mujeres: nuevas relaciones creativas”, por Leonardo Boff, teólogo y escritor

Domingo, 1 de febrero de 2015
Comentarios desactivados en “Hombres y mujeres: nuevas relaciones creativas”, por Leonardo Boff, teólogo y escritor

Adan y Eva reveladosCuando algunos deciden que las mujeres no parecen ser aptas para gobernar… viene bien leer artículos como este publicado en la página web de Redes Cristianas:

La creatividad es la dinámica del propio universo. Su estado natural no es la estabilidad sino el cambio creativo. Todo es fruto de la creación natural o humana. La Tierra es fruto de una Energía creadora, misteriosa y cargada de propósito. Un día, un pez primitivo “decidió”, en un acto creador, dejar el agua y explorar la tierra firme. De ese acto creativo, vinieron los anfibios, luego los reptiles, después los dinosaurios, y finalmente los mamíferos y nosotros.

Si no fuéramos creativos, nunca habríamos llegado hasta aquí. Detengámonos, por un momento, en la relación hombre-mujer, punto central en las discusiones actuales de la Iglesia. Sabemos que hace diez mil años, la historia fue marcada por el patriarcado. Este ha supuesto un viacrucis de sufrimiento para todas las mujeres. Pero lo que ha sido construido históricamente puede ser también históricamente deconstruido. Esta es la esperanza que subyace en las luchas de las mujeres oprimidas y de sus aliados entre los hombres, la esperanza de un nuevo estadio de civilización ya nunca estigmatizado por la dominación de género.

Los hombres y las mujeres son definidos cada vez más no a partir de su sexo biológico o factor cultural, sino a partir del hecho de ser personas. Entendemos aquí por persona todo aquel o aquella que se siente dueño de sí y que ejercita la libertad para plasmar su propia vida. La capacidad de autoproducción en libertad (autopoiesis) es la suprema dignidad del ser humano que no debe ser negada a nadie.

Tras el reconocimiento de la persona como persona, son decisivos los valores de la cooperación y de la democracia como valor universal, en el sentido de participación en la vida social, de la cual las mujeres históricamente fueron privadas.

Su ausencia ayudó a instaurar la dominación y la subordinación histórica de las mujeres. Hoy, mediante la cooperación de ambos, dentro de una ética de la solidaridad y de cuidado mutuos, es cuando se construirán relaciones inclusivas e igualitarias.

La cooperación supone confianza y respeto mutuo en una atmosfera donde la coexistencia se funda en el amor, en la proximidad, en el diálogo abierto, como ha insistido y mostrado el Papa Francisco.

Bien resaltaba el gran biólogo chileno Humberto Maturana: la permanencia del patriarcalismo representa el intento de regresión a un estadio pre-humano que nos remite al nivel de los chimpancés, societarios pero dominadores.

Por eso la lucha por la superación del patriarcalismo es una lucha por el rescate de nuestra verdadera humanidad. Las mujeres por ser mujeres reciben menos salario haciendo el mismo trabajo. Y ellas componen más de la mitad de la humanidad.

La democracia participativa y sin fin, fundamentalmente, quiere decir participación, sentido del derecho y del deber y sentido de corresponsabilidad. Antes que una forma de organización del Estado, la democracia es un valor a ser vivido siempre y en todo lugar donde los seres humanos se encuentran. Esta democracia no se restringe solo a los humanos, sino que se abre a los demás seres vivos de la comunidad biótica, pues reconoce en ellos derechos y dignidad. La democracia integral posee, pues, una característica socio-cósmica.

La superación de la ancestral guerra de los sexos y de las políticas opresivas y represivas contra la mujer se da en la misma proporción en que se introduce y se practica la democracia real y cotidiana. En nombre de esta bandera, la gran escritora y feminista Virginia Woolf (1882-1941) podía proclamar: “Como mujer no tengo patria, como mujer no quiero patria, como mujer mi patria es el mundo”.

La lucha contra el patriarcado supone un re-generación del hombre. En esa tarea el hombre seguramente no conseguiría dar el salto por sí mismo. De ahí la importancia de la mujer a su lado. Ella podrá evocar en los hombres lo femenino escondido bajo cenizas seculares y podrá ser co-partera de una nueva relación humanizadora.

Lo primero que hay que hacer es privilegiar los lazos de interacción mutua y la cooperación igualitaria entre hombre y mujer. Aquí se impone un proceso pedagógico en la línea de Paulo Freire: nadie libera a nadie, pero juntos, hombres y mujeres, se liberarán en un proceso compartido de libertad creadora.

En este nuevo contexto se deben recuperar aquellos valores considerados antiguos y propios de la socialización femenina, pero que ahora deben ser gritados a los oídos de los hombres y junto con las mujeres procurar vivirlos. Se trata de un ideal humanitario para ambos. Me permito rescatar algunos:

– Las personas son más importantes que las cosas. Cada persona debe ser tratada humanamente y con respeto.

– La violencia nunca es un camino aceptable para la solución de los problemas.

– Es mejor ayudar que explotar a las personas, dedicando especial atención a los pobres, a los excluidos y a los niños.

– La cooperación, la asociación y el compartir son preferibles a la competencia, la autoafirmación y el conflicto.

– En las decisiones que afectan a todos cada persona tiene derecho a decir su palabra y ayudar en la decisión colectiva.

– Estar profundamente convencido de que lo cierto está del lado de la justicia, de la solidaridad y del amor, y de que la dominación, la explotación y la opresión están del lado equivocado.

Tales valores, tenidos en otro tiempo por femeninos, fueron manipulados por la mentalidad patriarcal para mantener a las mujeres subordinadas y dóciles. Hoy, al cambiar el cuadro del mundo y de la sociedad, tales valores son los que nos pueden salvar. Es la razón por la que los hombres y mujeres deben ser creativos en sus relaciones, pues así se humanizan.

Leonardo Boff escribió con Rose-Marie Muraro Femenino-masculino: una nueva conciencia para el encuentro de las diferencias, Record 2002.

Traducción de Mª José Gavito Milano

Espiritualidad, General , , , , , , ,

“El camino es hacia adentro” por el Rev. Fernando Frontan

Viernes, 30 de enero de 2015
Comentarios desactivados en “El camino es hacia adentro” por el Rev. Fernando Frontan

Reflexión: “EL CAMINO ES HACIA ADENTRO”
Textos, Video, Voz y Edición. Rev. Fernando Frontan. Pastor en las Iglesias de la Comunidad Metropolitana. Capellan de Comunidad Terapéutica Bethania.

«Es mi razón de caminante
descansar en la huella la mirada
Muda de sueños y palaras
Escuchar al corazón que late».

(Fernando Frontan “La Interminable Danza de los Siete Velos“)

¿A dónde caminamos, cuando caminamos?

¿A dónde nos llevan los pasos que damos, las palabras que decimos, los gestos que hacemos?…

Son algunas de las preguntas que me hago en la búsqueda de serenidad, calma, felicidad… que no es otra cosa que la necesidad de paz interior.

Ésta es sólo una propuesta… y está basada en las imagenes de video tomadas en la Rambla Sur de Montevideo, en un atardecer, mientras observaba el ir y venir de las personas en su caminar.

Fuente ICM Pan de Vida España

Cine/TV/Videos, Espiritualidad , , , , ,

“¿Catecismo o Evangelio?”, por Enrique Martínez Lozano,

Jueves, 29 de enero de 2015
Comentarios desactivados en “¿Catecismo o Evangelio?”, por Enrique Martínez Lozano,

8299138295_0e85f07b41_zLo hemos leído en el blog Crónica Liminal:

Copio hoy un artículo de Enrique Martínez Lozano, con quien comparto su visión del mundo, de la espiritualidad, de la religión y de la aventura maravillosa del alma.

Este texto nace a raíz de algunas experiencias recientes vividas en encuentros con personas religiosas (católicas), que me habían pedido abordar el estudio de la figura de Jesús.

         En tales encuentros, se me ha ido haciendo cada vez más clara la dificultad que supone acercarse con limpieza a Jesús cuando se ha internalizado su imagen a través del catecismo aprendido. Y he podido constatar hasta qué punto el catecismo ha sustituido al evangelio y eso se ha convertido, en la práctica, en un obstáculo para acoger el mensaje de Jesús, por un doble motivo: porque el catecismo transforma la novedad del evangelio en doctrina anquilosada y porque tal doctrina resulta cada vez más difícil de asumir desde la sensibilidad que acompaña a nuestro momento histórico.

         En este escrito, quiero ofrecer algunas claves acerca de:

  • la trampa (inconsciente) que ha reducido el evangelio al catecismo aprendido;
  • las consecuencias de la misma;
  • la comprensión de la figura de Jesús, más allá de la religión y de la Iglesia, lo cual está en plena sintonía con nuestro momento cultural y lo que parece ser el horizonte futuro: una espiritualidad trans-religiosa;
  • la capacidad de acoger la figura de Jesús, desde el modelo no-dual de conocer; desde ahí, todo se modifica; también lo relativo al modo de entender la llamada “divinidad” de Jesús y las afirmaciones dogmáticas acuñadas a partir del concilio de Nicea (del año 325).

         Soy consciente de que los católicos dan por supuesta una identidad fundamental entre evangelio y catecismo, hasta el punto de que les puede resultar extraño incluso el hecho mismo de que sea puesta en cuestión. Sin embargo, quizás sea bueno verlo con un poco de detenimiento, sin dar nada por supuesto.

         En esos encuentros recientes a los que me refería, algunos participantes expresaron que tenían que rechazar lo escuchado porque “querían defender el catolicismo”, y les parecía que el Jesús del que yo hablaba no era el Jesús “católico”. En un lenguaje más preciso, yo entendí que el criterio para descalificar lo que había expresado en el curso, acerca de la figura de Jesús, era lo que habían aprendido en el catecismo.

         Y aquí es donde, a mi modo de ver, radica la trampa: el Jesús que ha llegado hasta la inmensa mayoría de los cristianos es una imagen filtrada, adaptada, reducida y, literalmente, “domesticada”, por obra y gracia del catecismo.

         Todos los estudios serios sobre la figura de Jesús ponen en evidencia que el Jesús histórico tiene poco que ver con el Jesús del que se habla en el catecismo. Pero esto no debería sorprender: mientras Jesús fue un crítico implacable de la religión y de la autoridad religiosa, el catecismo no nace del evangelio, sino de la proyección de la mente religiosa, que imagina a un Dios a nuestra imagen y semejanza.

         Durante la existencia histórica del Maestro de Nazaret, se planteó un conflicto entre el Dios de la religión y el Dios que Jesús anunciaba. Como suele ocurrir, el poder salió aparentemente victorioso y el Dios de la religión terminó asesinando al Jesús de Dios.

         O dicho de otro modo: el catecismo presenta a un Dios “previsible”, acorde con las categorías de nuestra mente proyectiva; por el contrario, tal como escribiera Dietrich Bonhoeffer, “el Dios que se revela en Jesús pone del revés todo lo que el hombre religioso espera de Dios.

         En el caso cristiano, la mente proyectiva se sirvió, primero, del genio religioso de Pablo –que convirtió en “religión” el mensaje sencillo y sabio de Jesús- y, más tarde, de las categorías de la filosofía griega –que habría de ser la matriz donde se gestaran los grandes dogmas del cristianismo-.

         Como resultado “natural” de todo ese proceso, se produjo una divinización, apropiación y  domesticación de la figura de Jesús que, de ser un judío sabio, un hombre profundamente espiritual (humano), portador de un mensaje universal de sabiduría y crítico de la religión, a través de una propuesta radicalmente subversiva, fue presentado como fundador de una religión más y, supuestamente, de la iglesia cristiana, tal como hoy la conocemos.

         Una vez producido el cambio, la visión de la teología (del catecismo) habría de convertirse, lógicamente, en el criterio último acerca de todo lo que podía decirse o no sobre la figura de Jesús. Todo aquello que no repitiera literalmente los dogmas cristológicos y que no asumiera la “imagen” de Jesús que había filtrado esa misma teología (y catecismo) quedaba automáticamente descalificado.

         Otra consecuencia no menor de aquella confusión es la que se palpa en la confesión de no pocas personas consagradas que reconocen haber sido adoctrinadas, pero no evangelizadas. Eso es exactamente lo que ocurre: el catecismo adoctrina y fomenta una religiosidad observante, basada en el cumplimiento, pero no lleva a conectar vitalmente con lo que fueron las actitudes profundamente humanas de Jesús.

         Todo ello, como decía, es consecuencia de haber absolutizado la teología heredada y el catecismo aprendido. Sin embargo, si se toma un mínimo de distancia de este, basta una aproximación simple al evangelio para constatar como evidente el contraste palpable entre los contenidos de uno y de otro. Sabiendo cómo funciona la mente humana y el papel que juegan las creencias, sobre todo dentro de una institución poderosa y autoritaria, no es difícil concluir que, si no se percibió antes aquella disonancia, fue debido sencillamente al mecanismo por el que los seres humanos tendemos a identificarnos con aquello que creemos.

         Con todo, si bien es cierto que el contraste entre catecismo y evangelio es evidente para cualquier lector atento, en nuestro actual momento histórico nos encontramos con dos elementos que facilitan una comprensión mayor.

         En primer lugar, la nueva sensibilidad cultural parece percibir que estaríamos asistiendo al inicio del ocaso de las grandes religiones teístas. Nacidas en un momento histórico determinado –dentro de un nivel de consciencia mítico y en una sociedad caracterizada por un fixismo rígido-, no solo se revelan en “disonancia” con un nivel de consciencia más ampliado, sino incluso –en su forma tradicional- resultan irrelevantes en esta sociedad tecnológica avanzada y en constante innovación y cambio.

         Nadie duda de que, en una historia de luces y de sombras –como todo lo humano-, han aportado riqueza a la humanidad en su devenir histórico: fundamentalmente, han motivado y desarrollado la personalización –al hablar de un Dios “personal”- y han potenciado la dimensión ética del comportamiento humano, desde la exigencia de “imitar” a un Dios bueno.

         Sin embargo, parecen acumularse evidencias de que nos hallaríamos en un proceso de transformación o metamorfosis de lo religioso, a resultas de la cual la religión sería trascendida en la forma de una espiritualidad no dogmática, universal, inclusiva y no-dual.

         El segundo factor que favorece una aproximación más “limpia” a la figura de Jesús es el giro copernicano en nuestro modo de conocer, que constituye una de las mayores revoluciones a las que estamos asistiendo: se trata del paso del modelo mental de conocer al modelo no-dual (o “conocimiento silencioso”, del que los sabios y místicos de todas las tradiciones han dado siempre testimonio).

         Ambos factores abren, de una forma espléndida y luminosa, nuestra percepción del Maestro de Nazaret, al acercarnos a un Jesús más allá de las religiones, no “religioso” ni “católico” y, al mismo tiempo, “espejo” límpido de aquella misma y única identidad que todos compartimos.

         Si el engaño primero y radical en que se basa el modelo mental es la creencia de que todo está separado de todo –y, sobre esa creencia errónea, se articuló la creencia dogmática en Jesús como un Dios separado-, el modelo no-dual nos permite percibir el equívoco y nos abre a reconocer la no-separación, la interrelación de todo en una admirable unidad dentro de las diferencias. Jesús deja de verse como un ser separado para ser comprendido como aquel hombre sabio que “vio” y vivió lo que somos todos.

         Desde esta nueva perspectiva, la imagen de Jesús que presentan los dogmas, la teología clásica o el catecismo resulta de una pobreza raquítica, desfigura su rostro y vacía de contenido su mensaje, hasta convertirlo en una creencia rutinaria para consumo exclusivo de quienes han decidido creer en él.

         Llegados a este punto, toca vivir el respeto hacia los otros y el cuestionamiento lúcido hacia uno mismo.

         Con frecuencia, en los ambientes católicos, al cuestionar la imagen de Jesús, aprendida en el catecismo, se producen malestares e incluso “escándalos”. Ante esta primera reacción, la autoridad religiosa se posiciona en defensa de quienes discrepan, porque también ella comparte la misma imagen de Jesús.

         Es llamativo, sin embargo, que la descalificación tome una forma “autoritaria”. Es decir, no se aportan argumentos de valor; son, sencillamente, de autoridad: “el catecismo no puede ser cuestionado”.

         Es significativa también la actitud que subyace: no se sabe bien si lo que interesa es conocer limpiamente a Jesús… o, más bien, fortalecer las creencias que ya se tenían acerca de él y “defender el catolicismo”.

         Llama igualmente la atención la insistencia en hablar de un Jesús “católico”, sin caer en la cuenta de que esa misma denominación está ya dando por supuesta una “apropiación” y “domesticación” de la figura del Maestro de Nazaret absolutamente indebida.

         En resumen, pareciera como si lo que realmente interesara no fuera un conocimiento real de Jesús, sino demostrar que Jesús es tal como ellos lo creen y que, además, es “nuestro”.

         Frente a ello, hoy parece incontestable históricamente que Jesús no “fundó” la Iglesia ni tampoco creó una nueva religión –su mensaje no coincide con la doctrina “católica”-, sino que ofreció y vivió un mensaje de sabiduría que, con frecuencia, la misma religión que dice fundamentarse en él ha encorsetado y empobrecido, convirtiéndolo en una creencia rutinaria y alejada de la vida.

         Soy consciente de que, ante estas afirmaciones, el católico suele argüir repitiendo aquellas palabras que el evangelio de Mateo pone en boca de Jesús, dirigiéndose a Simón: “Yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella” (Mt 16,18).

         Sin embargo, para la exégesis más rigurosa, tales palabras –exclusivas de Mateo- no pertenecerían a Jesús, sino que recogerían el sentir de la comunidad del propio evangelista; comunidad que reconocía a Pedro como figura legitimadora. La segunda parte de la afirmación –nacida también dentro de aquella comunidad y referida a ella misma- no puede ser sino una expresión de deseos. Mal que le pese a nuestra mente y por más frustrante que resulte para la necesidad de seguridad de nuestro ego, todas las formas son impermanentes y, por tanto, transitorias: la Iglesia también pasará. Lo único que permanece es Aquello que es y que, por ello mismo, somos.

         ¿Y el catolicismo? Constituye sin duda una imponente construcción religiosa, que ha aportado innegables riquezas de humanidad, a la vez que ha generado mucho sufrimiento.

         Ha tratado de dar respuesta al misterio del existir –eso es una religión-, en unas determinadas coordenadas espaciotemporales. Ese es su mérito y su límite. Como “mapa” que ofrece pistas para entrar en el “territorio”, es válido y legítimo, dentro de los límites de todo lo humano. El problema surge cuando el mapa se absolutiza y se erige en criterio último de verdad: entonces la religión se hace indigesta y peligrosa.

         El catolicismo se absolutiza y hace daño –como cualquier otra religión- cuando piensa que con él ha llegado el “culmen” de la verdad y que cualquier otra doctrina debe juzgarse a su luz. O cuando se considera como la “religión definitiva”, sin advertir que esa misma creencia lo único que revela es el nivel de consciencia mítico de quien la sostiene. Como cualquier otra forma histórica, también el catolicismo será superado y trascendido.

         En una homilía reciente (31 de diciembre de 2014), el papa Francisco –que, por otra parte, tanto está haciendo por “volver” al evangelio- expresaba lo siguiente: “Sin la Iglesia, Jesucristo queda reducido a una idea, una moral, un sentimiento. Sin la Iglesia, nuestra relación con Cristo estaría a merced de nuestra imaginación, de nuestras interpretaciones, de nuestro estado de ánimo”.

         Me parece que esa frase –una de las más desafortunadas que le he oído al actual papa, y que se inscribe dentro de la teología más conservadora y etnocéntrica (eclesiocéntrica)- no solo no hace justicia a la realidad, sino que encierra un engaño peligroso, al reducir la figura de Jesús a la interpretación dogmática que la Iglesia hace de la misma.

         Indudablemente, Jesucristo puede quedar reducido a una idea, una moral y un sentimiento. Pero también a una interpretación religiosa y excluyente, que reduce y tergiversa su figura. Sin embargo, cabe una aproximación más ajustada a la historia y más fiel al propio mensaje de Jesús. Toda lectura es ya una interpretación –no puede ser de otro modo- y pensar que las interpretaciones únicamente las hacen los otros es caer en un error de bulto, que no favorece crecer en la verdad. En cualquier caso, la clave para comprender nuestras aproximaciones a la figura de Jesús pasa, de una manera radical, por el paradigma en el que cada cual nos encontramos y, más básicamente aún, por el modelo de cognición que utilizamos, como he expresado más arriba.

         En el aspecto concreto que nos ocupa, es legítimo que el catolicismo diga remontarse a Jesús. No lo es, sin embargo, que pretenda monopolizarlo o que exija imponer la suya como la única interpretación válida de la historia del nazareno: Jesús siempre trascenderá cualquier cuerpo dogmático en torno a su figura.

         Intuyo que, antes o después, las religiones están llamadas a reconocerse como “mapas” –valiosos y limitados-, que no tengan otra pretensión que la de favorecer y facilitar que las personas vivan su verdad más profunda –eso es la “dimensión espiritual”-, en un proceso en el que las mismas religiones irán desapareciendo, trascendidas en una espiritualidad abierta, inclusiva, experiencial…, es decir, radicalmente humana.

         La alternativa, por tanto, pasa por abrirse a la espiritualidad que, aun valorando lo que las religiones han aportado, sin embargo las trasciende. Y mientras estas ofrecen creencias que parecían prometernos seguridad, aquella nos ancla en la certeza de lo que somos, llenándonos de luz y ensanchando nuestro corazón hasta poder decir –como Jesús- que “todos somos uno”.

         Tal postura conecta mejor con la intuición y la propuesta de Jesús, con su carácter universal e inclusivo, con su sabiduría que no conoce fronteras y con su visión no-dual de lo real.

         Cada día tenemos más claro que, así como las creencias en Dios dificultan experimentarlo, la adhesión al catecismo impide el acceso abierto al evangelio, porque este –sin que la persona lo advierta- ha sido ya previamente filtrado por aquel.

Postdata:

         Después de haber enviado este artículo a un grupo, una lectora atenta me hace llegar el siguiente texto del papa Francisco, que yo desconocía. Lo transcribo a continuación, porque estas me parecen unas palabras realmente “inspiradas”. Dice así:

No es necesario creer en Dios para ser una buena persona. En cierta forma, la idea tradicional de Dios no está actualizada. Uno puede ser espiritual pero no religioso. No es necesario ir a la iglesia y dar dinero. Para muchos, la naturaleza puede ser una iglesia. Algunas de las mejores personas en la historia no creían en Dios, mientras que muchos de los peores actos se hicieron en su nombre”.  

(A quien desee profundizar en las cuestiones aquí apenas apuntadas, le sugiero la lectura del libro que acabo de escribir y que, en breve, publicará la editorial PPC, con el título: “Cristianos más allá de la religión. Cristianismo y no-dualidad”).

www.enriquemartinezlozano.com

Teruel, 12 enero 2015.

Cristianismo (Iglesias), Espiritualidad , , , , ,

In memoriam: Día de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto. יום הנצחה לזכרם של קורבנות השואה

Martes, 27 de enero de 2015
Comentarios desactivados en In memoriam: Día de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto. יום הנצחה לזכרם של קורבנות השואה
El 27 de enero se celebra internacionalmente el Día de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto, una fecha que Naciones Unidas estableció en 2005 con el objetivo de rendir homenaje a las víctimas del genocidio. En 2014 se conmemora este recuerdo, cuando se cumplen 73 años del envío de homosexuales a campos de concentración nazis.  
*

Día internacional de Conmemoración en memoria de las victimas del Holocausto. 27 de enero

70 años ya de la liberación del Campo de Auschwitz

Francisco: “Auschwitz es un grito de dolor que está pidiendo un futuro de respeto, de paz y de encuentro”

Felipe VI: “Nada es capaz de aliviar el dolor que todavía nos produce el Holocausto”

Colega-Madrid homenajea a las víctimas LGTB en el Día de Prevención de Crímenes contra la Humanidad

israel-levanta-el-primer-monumento-a-los-gays

Fuga de Muerte:

(Traducción de José María Pérez Gay)

Leche negra del alba te bebemos de tarde
te bebemos al mediodía y en la mañana
te bebemos de noche
bebemos y bebemos
cavamos una tumba en el aire
donde no estamos encogidos
Un hombre vive en la casa
juega con las serpientes
escribe cuando oscurece a Alemania tu pelo de oro
Margarete
escribe y sale de la casa
y brillan las estrellas y silba a sus perros
silba a sus judíos
y los manda a cavar una tumba en la tierra
y nos ordena ahora toquen para bailar

Leche negra del alba te bebemos de noche
te bebemos de mañana y al mediodía
te bebemos de tarde
bebemos y bebemos
Un hombre vive en la casa
y juega con las serpientes y escribe
y escribe cuando oscurece a Alemania
tu pelo de oro Margarete
tu pelo de ceniza Sulamith
cavamos una tumba en el aire
donde no estamos encogidos
Grita
caven más hondo canten unos toquen otros
y empuña el acero del cinto
lo blande
sus ojos son azules
hundan más hondo las palas
toquen unos bailen otros

Leche negra del alba te bebemos de noche
te bebemos de mañana y al mediodía
te bebemos de tarde
bebemos y bebemos
un hombre vive en la casa
tu pelo de oro Margarete
tu pelo de ceniza Sulamith
un hombre juega con serpientes
Grita toquen más dulce la muerte
La muerte es un maestro de Alemania
y grita toquen más oscuro los violines
luego ascienden al aire
convertidos en humo
sólo entonces tienen una tumba en las nubes
donde no están encogidos.

Leche negra del alba te bebemos de noche
te bebemos al mediodía
la muerte es un maestro de Alemania
te bebemos en la tarde y de mañana
bebemos y bebemos
la muerte es un maestro de Alemania
sus ojos son azules
te alcanzan sus balas de plomo
te alcanzan sin fallar
un hombre vive en la casa
tu pelo de oro Margarete
lanza sus mastines contra nosotros
nos regala una tumba en el aire
juega con las serpientes y sueña
la muerte es un maestro de Alemania
tu pelo de oro Margarete
tu pelo de ceniza Sulamith.

*
Paul Celan

(1952)

memoria_holocausto

***

"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , ,

La adoración, otra experiencia del amor

Sábado, 24 de enero de 2015
Comentarios desactivados en La adoración, otra experiencia del amor

Del blog À Corps… À Coeur:

421202_226286570793600_137201436368781_525340_648358752_n

“Para experimentar la unión con Dios, tenemos que olvidarnos del mundo, de los hombres, olvidarnos de nosotros mismos y zambullirnos de una vez en Dios, sumergimos en él, prosternarnos ante Él y adorarlo. En este acto de adoración no queremos obtener nada para nosotros. No rezamos para conseguir algo, ni para tener la solución a nuestros problemas; renunciamos a nosotros mismos y simplemente nos prosternamos, porque Dios nos ha tocado, porque es más importante que nuestra propia persona. En todos nosotros, está metido este deseo de poder finamente olvidamos de nosotros mismos y de ser tocados de tal forma por Dios, que encontramos cerca de él nuestro pleno desarrollo… El mundo y los hombres serán permeables a Dios si nos tomamos tiempo para este Dios, si le escuchamos interiormente en el silencio para acercarnos a este misterio, para comprenderlo mejor y en última instancia, ser uno con él. El amor no sólo interpreta la realidad de manera diferente, transforma. Toma a Dios y su indescriptible misterio en sus manos de tal forma que se convierte en uno con él. Este es el fin de todo amor: hacerse uno con Él “.

*
Anselm Grün, Una meditación para cada día, p. 87-88.

***

"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , , , , , , , ,

“Ser nosotros mismos”, por José Carlos Gª Fajardo

Sábado, 24 de enero de 2015
Comentarios desactivados en “Ser nosotros mismos”, por José Carlos Gª Fajardo

harrylins10Dedicado (artículo y fotografía) a todos aquellos que nos “perdonan la vida” por ser homosexuales y creyentes. A todos aquellos que piensan que por ser homosexuales no podemos ser creyentes, a todos aquellos que piensan que por ser creyentes no podemos admirar un cuerpo masculino o femenino y a todos aquellos que tienen que vivir en este doble exilio de Fe y homosexualidad, rechazados por los unos y los otros…

Leído en la página web de Redes Cristianas:

Amarse no es mirarse uno a otro, recuerda Saint Exupéry, sino saber mirar juntos en la misma dirección. Me preocupa esa especie de solapado autismo que se esconde en querer ser Ying y Yang, padre y madre, blanco y negro, hombre y mujer, arriba y abajo, justo e injusto, en lugar de reconocer la coincidencia de los opuestos. Pero jamás la descubrirá ni encontrará quien niegue la realidad de los opuestos y complementarios. Eso de que “el buey solo bien se lame” no significa más que lo que dice, pero para eso hay que ser buey castrado, y muchos por ahí no pasamos.

¿Por qué esa manía de pretenderse autosuficientes en lugar de reconocerse contingentes? ¿Tanto miedo tenemos a reconocer que necesitamos amar y ser amados, que necesitamos ayuda y consuelo, estímulo y compañía, ternura y acicate? Muchas personas sufren porque creen que no les está permitido sentirse mal, quejarse o llorar, pedir ayuda o reconocer que han metido la pata. De ahí tantas personas agobiadas por creerse siempre actuando ante un público que no existe y ante jueces que no son tales o ante padres inflexibles o ante presuntos dispensadores de patentes de eternidad.

Antes, eran los clérigos, rabinos y ulemas, que amenazaban con el Infierno o con el mismo Cielo, amenaza real ante la perspectiva de una eternidad tañendo el arpa sobre una nube. Ahora, son psicólogos, educadores, presuntos líderes de opinión los que pretenden dispensar parecidas patentes de “buena conducta”.

Las personas no necesitamos ser salvadas por nada ni por nadie, nos basta con ser reconocidas, aceptadas y respetadas. Sobre todo que nos dejen ser nosotros mismos. Si nos dejamos impresionar por los modelos impuestos socialmente viviremos en una insufrible paranoia, como si nos estuvieran vigilando, como si tuviéramos que dar cuentas a ese gran hermano… que no existe, más que en el cuenco de mis manos y en el anverso de mi corazón.

Basta ya de preguntarme tantas veces “Y ahora, ¿qué he hecho?” Por eso, me ratifico en la convicción de que la educación, las buenas maneras, el buen gusto y el estilo son valores propios de cada sociedad y que ignorarlos o despreciarlos quizás no muestren sino una debilidad de carácter. Todos esos valores son formas de la vida, de la libertad, de la justicia y del indeclinable derecho a la búsqueda de la felicidad.

Espiritualidad , , ,

Poner a Jesús en su lugar: Una familia queer (H. Moxnes)

Miércoles, 21 de enero de 2015
Comentarios desactivados en Poner a Jesús en su lugar: Una familia queer (H. Moxnes)

269Del blog de Xabier Pikaza:

He venido reflexionando sobre el tema en los días pasados, desde el 30 del pasado (XI, 2011), pasando por el 1 y el 5-6 del presente (en los que he tratado del matrimonio en la Biblia). También me he ocupado de María, la madre de Jesús, desde una perspectiva de género y de maternidad (10 y 12 de este mes), culminando el 15 y 17 con la visión de María-mujer y de Jesús-varón en la Iglesia primitiva, partiendo de una obra ejemplar de H. Cáceres (que se apoya en gran parte en las investigaciones sociales y exegéticas de H. Moxness).

Quiero seguir en esa línea, y para plantear mejor el tema citaré y comentaré (con la ayuda de un trabajo de B. Pérez Andreo) el libro de  Halvor Moxnes, Poner a Jesús en su lugar. Una visión radical del grupo familiar y el Reino de Dios (Verbo Divino, Estella 2005), que es el mejor trabajo que conozco sobre el tema. Evidentemente, no todos los lectores estarán siempre de acuerdo con las aportaciones de Moxness, pero es bueno que las conozcan y valoren antes de criticarlas.

H. Moxnes, profesor de teología en la Universidad de Oslo, Noruega, sitúa la figura y movimiento de Jesús en el contexto antropológico y social de su tiempo, descubriendo y destacando una serie de implicaciones personales y sociales que la teología tradicional no ha tenido en cuenta.Entre ellas destacan:

— La postura de Jesús está cerca de lo que actualmente suele llamarse el “modelo queer”, es decir, raro, no oficial (no dominador).

— Jesús ha “roto” un tipo de familia tradicional (o ha descubierto que ella estaba rota, porque era opresora). En ese contexto ha puesto de relieve el valor de los “otros”: mujeres y niños, pobres, enfermos, excluidos, impuros, extranjeros etc., iniciando con (por) ellos la construcción de una nueva forma de familia.

— Provocadoramente, Jesús ha puesto como modelo a los “eunucos”, que no son los célibes y castos por esfuerza ascético “varonil”, sino los eunucos-eunucos (reales), los rechazados de la sociedad. Crear para ellos y por ellos una familia, en la que quepan todos (incluso los varones y padres no-machos), ese es el ideal de Jesús.

— La propuesta de familia de Jesús ha chocado con los intereses de los sacerdotes de Jerusalén y de los soldados de Roma, que le han condenado a muerte.

— La Iglesia cristiana posterior ha recuperado en gran parte los “ideales” de familia (la real-politik de la familia) que Jesús había rechazado y superado, sacralizando así (en un nuevo contexto) el modelo de vida de aquellos que le habían matado.

imagesEl problema es vital en un lugar como España, donde entre Navidades y Año Nuevo se viene celebrando una gran Misa y Manifestación a favor de un tipo especial de “familia cristiana”, una misa promovida por Mons. Rouco, obispo de Madrid, y patrocinada por el Movimiento Neocatecumenal, en alguna zona de la calle y plaza de la Castellana. Ciertamente, promotores y asistentes a esa misa tienen todo el derecho de hacerlo, pero, a mi humilde entender, la visión que ellos tienen de la familia cristiana no es la que tuvo Jesús.

Misas y manifestaciones como ésa quizá no hacen un favor al verdadero cristianismo del evangelio, sino al contrario, pues lo que Jesús quería (o lo que juzgaba prioritario) no parece ir en la línea del tipo de familia que promueven los promotores de ese evento. Se nos dice que este año esa misa se tendrá 30 de diciembre, aunque no estoy seguro de ello. Lo que me parece claro es que Jesús de Nazaret tendría dificultades para asistir a ella, pues (según Mooxness) solía andar con otra gente y buscaba otro tipo de familia.

Sea como fuere, el tema es muy complejo, y nos sitúa ante las prioridades de su proyecto de familia, ante su misa en el mundo, es decir, en la calle de la vida . La Plaza de Jesús era más amplia que un tipo de Castellana de Madrid, como verá quien siga leyendo el libro de Moxness.

Sin duda, Navidad es fiesta de Familia… Y así deseo que sea para todos, pero si es fiesta de familia cristiana ha de ser en la línea de Jesús, que tomó una opción muy precisa en las plazas de Galilea y Jerusalén.

Introducción, temas básicos del libro de Moxness

Normalmente, la figura ideal del varón es la del patriarca dueño de casa (en clave de poder sobre mujeres y niños). Para Moxnes, Jesús es el prototipo de no-dueño de casa, sin poder sobre mujeres y niños, viviendo itinerante, predicando el reino de Dios: “De esta manera, su masculinidad era amenazadora. No se comportaba como un “verdadero hombre”. Sus seguidores aparecen como eunucos, “construyendo una tierra de no-hombres”.

Jesús estaba fuera de lugar en la ideología masculina grecorromana y judía; rechaza el papel de “macho” en la masculinidad hegemónica de su cultura, y también un tipo de matrimonio que tenga como fin principal engendrar herederos varones. Sin herederos, su linaje no se continuaría. Abandonó nombre de familia, poder y estatus.

Jesús rompió el género patriarcal y procreador que era prototípico de su cultura, y llamó a los hombres (varones y mujeres), no para que vivieran en estructuras masculinas o anti-masculinas, sino en un espacio límite de género, que es el reino de Dios, un espacio de fidelidad y de amor, desde los más pequeños.

Desde ese fondo se entienden los varones de Jesús como portadores de una “masculinidad versátil”, de tal forma que tienen que aceptar voluntariamente la pobreza, superando las funciones de liderazgo, para abrirse a un tipo de hospitalidad inclusiva. Sus discípulos tienen que abandonar sus familias antiguas (sus esposas, sus hijos, sus tierras) para crear una nueva familia, según aquel dicho esencial: “En verdad, les digo, no hay nadie que haya dejado casa o esposa o hermanos o padres o hijos, por el reino de Dios, no reciba mucho más en este tiempo y en el tiempo futuro, de vida eterna” (Lc 18,29-30). Jesús llama a sus discípulos varones a un espacio “queer”, una dislocación de los papeles de género masculino en su sociedad.

(cf. El Evangelio de Lucas según la Biblia Queer – Entrega 7- / Robert E. Goss, EVANGELIO DE LUCAS, en The Queer Bible Commentary).

PARA TODO LO QUE SIGUE, CF.

Bernardo Pérez Andreo, Instituto Teológico de Murcia, Alternativa cristiana al (des)orden mundial: logos, imperio y cristianismo, publicado en Revista Iberoamericana de Teología 5 (2007) 69-90

1. La familia de Jesús, según H. Moxness

El primordial estriba en la marginalidad familiar de Jesus que le lleva a rechazar su propia familia para crear un vinculo familiar diferente, desde el celibato y la acogida de los excluidos sociales: mujeres rechazadas y niños abandonados.

La familia, en un sentido extenso o restringido es el ámbito de relación del ser humano, constituye el lugar desde el que se auto comprende y desde el que se relaciona. La personalidad diádica se ubica en el ámbito familiar e implica la referencia al grupo de manera constante, de modo que la consideración social se percibe desde la familia, el honor del ser humano esta en pertenecer a una familia y poseer la suya propia.

Sin embargo, es difícil encontrar en los Evangelios textos que dejen en buen lugar la pertenencia a la familia en el sentido antiguo (cf. Lc 14, 26-27; Mc 10, 29-30; Mt 19, 29; Mc 3, 31-35; Mt 12, 46-50; Lc 8, 19-21).

Según esos textos, Jesus se sale de la norma familiar, se margina, y ofrece una nueva imagen de familia, con nuevos criterios de pertenencia. Veamos esto de la mano de H. Moxnes en Poner a Jesús en su lugar. Una visión radical del grupo familiar y el Reino deDios, Verbo Divino, Estella 2005.

Jesus rompe con la casa propia

con el fin de dislocar la identidad y moverse a otra localización que es socialmente y espacialmente diferente, para ser resocializado en otra localización. Pero esta nueva localización es un tanto extraña porque es un “no-lugar”.

Jesus desubica a los que le siguen, y lo hace con la intención de dejarlos sin lugar fijo, sin centro de permanencia, al margen. Desde esta nueva situación pretende crear una nueva identidad basada en nuevos modelos familiares. El nuevo lugar de Jesus es un ámbito donde las relaciones ya no se establecen sobre el honor y la vergüenza, y donde él mismo es la causa de la división entre los integrantes de la familia y la destrucción de los vínculos tenidos por naturales.

Jesús mismo pretende destruir el ámbito familiar tal y como estaba organizado en su tiempo, hasta tal punto que, para los seguidores, los de su casa, son sus propios enemigos (Mt 10, 36). Además de sacar del grupo familiar propio y tradicional a sus discípulos, Jesus ofrece un nuevo grupo familiar donde las relaciones que se establecen son absolutamente diferentes.

Nueva familia de Jesús

Como leemos en Mc 3, 31-35, la nueva familia de Jesus son todos los que cumplen la voluntad de su Padre, esos son sus hermanos, hermanas y madre. Y es de significar que habiendo citado a su Padre celestial no cite ningún padre terreno para construir esa nueva familia, ni tampoco cite ninguna esposa ni hijos. Esa nueva familia no es como
las familias socialmente constituidas por vínculos de sangre y por generación sexual. Tampoco es una familia “moral”; es una familia unida por vínculos afectivo-prácticos.

Esta nueva familia se sitúa fuera de las estructuras biológicas, como vemos en el texto de Lc 11, 27-28, donde una mujer bendice el seno que lo llevó y los
pechos que lo criaron, mientras Jesus le corrige inmediatamente señalando que los dichosos son los que escuchan y cumplen la palabra
. No son las funciones biológicas de la mujer la que le hacen dichosa, como es creído socialmente en una cultura donde la procreación es entendida como un bien máximo en la mujer. La procreación y cuidado de los hijos reducen a la mujer a útil por el cual el marido consigue la descendencia y el honor social, porn ello las palabras de Jesus tienen una fuerza mayor si cabe.

El varón debe abandonar su espacio masculino, para acceder a este nuevo espacio social y familiar que propone Jesús. No serán ya sus valores masculinos los que le valdrán el reconocimiento, sino su disposición a renunciar a ellos como forma de entrar en la nueva familia. Debe renunciar a su sexualidad como medio de obtener su propia familia en la procreación, y debe renunciar a su condición de padre y esposo para convertirse en compañero dentro de un discipulado de iguales. Las estructuras patriarcales, machistas y autoritarias son abolidas en la nueva familia, como en Mt 23, 9:

“No llaméis a nadie padre vuestro en la tierra,
porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo”.

Eunucos (Mt 19, 12)

En este mismo sentido hay que entender el texto sobre los eunucos de Mt 19, 12. Los varones que entren a formar la nueva familia deben sentirse como eunucos, pero es necesario conocer que significado tenia esto en el contexto en que Jesus lo dijo. La interpretación tradicional de este dicho ha conseguido domesticarlo y devolverlo a un espacio fuertemente masculinizado con todas sus prerrogativas de poder y privilegio familiar. Leer más…

Biblia, Biblioteca, Cristianismo (Iglesias), Espiritualidad , , , , , , , ,

Serenidad

Miércoles, 14 de enero de 2015
Comentarios desactivados en Serenidad

aani_17

“Haz tu trabajo,

y después retírate.

Es el único camino hacia la serenidad”

*

Lao Tsé

***

"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , , , ,

La Teología del Cuerpo I: San Pablo

Miércoles, 14 de enero de 2015
Comentarios desactivados en La Teología del Cuerpo I: San Pablo
piotr kopertowski by dylan rosser 03El hermano En arjé ha comenzado una serie de posts en el Foro, que creo merece la pena traer a la página web:

 Y no nos referimos al Cuerpo místico del que nos habla san Pablo, es decir, de la Iglesia, el Pueblo de Dios. Que de ese ya hablaremos otro día. Sino al Cuerpo-humano, es decir, a nuestra dimensión física, biológica y antropológica; que, existe en nosotros de manera inseparable a nuestra alma y nuestro espíritu.

*** (Advierto de antemano que, estas cosas que escribo son reflexiones particulares y puntuales que me parece oportuno publicar por si a alguien le sirve de algo. Para quien, de entrada, le parezcan rollos largos y pesados, lo cual lo entiendo perfectamente y lo respeto; es tan fácil como que pase por encima sin leerlos si quiera.) ***

Realmente, en el Mundo y en las Personas (pues nosotros también formamos el Mundo) se da una evolución, un progreso. Pero en ocasiones, parece ser que da la sensación de que hemos avanzado en la comprensión de algo que desconocíamos (porque tanto el Mundo como el Ser-humano es un Misterio, como lo es Dios, su original) y seguimos igual. Hemos evolucionado en mentalidad, pero seguimos hablando igual. ¿No será que seguimos pensando igual?

Veamos un ejemplo, quizá un poco exagerado, pero que nos ayude a entender lo que queremos expresar:

En el siglo XVII, Johannes Kepler, Galileo Galilei y Tycho Brahe desarrollaron los modelos cosmológicos de Copérnico, Pitágoras y los antiguos astrónomos egipcios, concluyendo y demostrando científicamente mediante experimentos y cálculos precisos que la Tierra gira alrededor del Sol, y no al revés, como hasta entonces la mayoría imperante sostenía. Desde entonces hasta ahora, nadie lo ha puesto en duda demostrando lo contrario. Y la creencia del heliocentrismo forma parte de nuestra cosmovisión planetaria. Muy bien, pero seguimos diciendo: el sol “sale” por el Oriente y “se pone” por el Occidente. Seguimos hablando igual. Nuestro lenguaje no ha cambiado nada, porque todavía pretende que la Tierra no gira. ¿Puede ser una métafora del lenguaje oral decir esto actualmente? Sí, si cuando lo decimos, pensamos que es la Tierra la que gira. Por tanto, ha habido un cambio de mentalidad, pero no de lenguaje. Un cambio de mentalidad debería expresarse en el lenguaje. De tal manera que, todavía tenemos que explicarle los niños que la Tierra gira alrededor del Sol, porque ellos nacen escuchándonos y aprendiendo nuestro lenguaje clásico.

Pues algo similar nos pasa con la teología del cuerpo en el cristianismo. Nos parece que hemos evolucionado en el pensamiento, pero seguimos hablando igual. Señal de que podremos acabar, como los niños, pensando conforme hablamos, y no al revés.

Nosotros, actualmente pensamos que toda la Creación es buena (“Y vio Dios que era bueno”), pero ante ciertas experiencias o pensamientos, se siembra la duda en nosotros. Como si todavía siguiésemos pensando en los tres enemigos del alma: el demonio, el mundo y la carne.

Para san Pablo, el cristiano vive la vida del Espíritu, la vida espiritual. El adjetivo “espiritual” es una traducción del latín “spiritus”, que a su vez se traduce del griego “pneuma” (como la palabra neumático: lleno de neuma/aire). La palabra “spiritualis/spiritalis” fue utilizada para traducir el vocablo griego “pneumatikós” de las cartas paulinas.
El comienzo del capítulo 8 de la Carta a los Romanos ahonda en este asunto. Citemos algunos versículos para ambientarnos:

“Efectivamente, los que viven según la carne, desean lo carnal; mas los que viven según el Espíritu, desean lo espiritual. Pues las tendencias de la carne son muerte; mas las del Espíritu, vida y paz… Los que viven según la carne, no pueden agradar a Dios.” (Rom 8, 5-8).

“Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que tiene el Espíritu de Cristo, no le pertenece; mas si Cristo está en vosotros, aunque el cuerpo haya muerto a causa del pecado, el espíritu es vida a causa de la justicia.” (Rom 8, 9-10)

– 1Cor 2, 14ss.: “El hombre naturalmente no acepta las cosas del Espíritu de Dios, …”

– Gal 3, 3: “¿Tan insensatos sois? Habiendo comenzado en el Espíritu, ¿termináis ahora en la carne?” (aludiendo a la circuncisión)

En distintos textos de san Pablo observamos cómo “lo espiritual” se contrapone a “lo carnal”. Bien, cierto. Pero, ¿qué es lo espiritual y qué es lo carnal? O, ¿qué es la carne espiritual?

Primero, tengamos claro qué es cada cosa:

– Pneuma (texto griego)/spiritus (texto latino): es lo trascendente del ser humano, el soplo divino, la apertura a la vida divina. “Espíritu” se diría en castellano y “ruah” en hebreo. Pneumatikós/spiritalis/espiritual: lo relativo al espíritu. Se refiere a lo que está ordenado al Espíritu de Dios, y guiado por Él.

** Ahora bien, lo carnal, en griego (texto en el que se escriben las cartas paulinas) se puede decir de dos formas, según lo que se quiera decir. Veamos que, en inglés, se distingue el ser vivo de su simple carne a la venta para comerla; así pues vaca se dice “caw” y su carne “beef”, un cerdo es un “pig”, pero cuando compramos un filete decimos “pork”, la oveja es “sheep” y las chuletas son “lamb” o “mutton”. Y en castellano, sin embargo, no distinguimos el “cerdo” animal vivo de los filetes de “cerdo” que nos comemos en la mesa. Pues algo similar ocurre con la traducción castellana del griego de san Pablo a nuestro idioma.

– Sarx (griego)/Caro (latín)/Carne (castellano): se utiliza para hablar de carne, sin más, como un filete de carne. Pero cuando lo aplicamos a las personas, hacemos referencia a la debilidad humana, al sufrimiento, es decir, a la carne no espiritual. Lo que se ha venido llamando tradicionalmente, lo carnal. Por tanto, lo carnal (latín: carnalis/griego: sarkikós). En hebreo, basar. Con este término, se refiere san Pablo a todo lo que en las personas se opone a la influencia de Dios y de su Espíritu. También, la carne y lo carnal pueden ser la mente, el corazón, la voluntad del hombre, si se resisten a la influencia del Espíritu.

– Soma (griego) /Corpus (latín): se refiere al cuerpo físico en su conjunto, es decir, a una dimensión humana inseparable del resto de la persona. No existen cuerpos sin alma, excepto el de los difuntos, que por eso los llamamos “cuerpos”, a secas, o restos mortales.

En san Pablo, la oposición espíritu-carne no se identifica con la relación espiritual-corporal. Es decir que, nos está hablando de dos formas de vida distintas: la persona espiritual (soma-pneumatikós) sería la que se deja guiar por el Espíritu y la persona carnal o mundana (sarkikós) sería la que se opone a la influencia de ese Espíritu, la que se guía por criterios mundanos.

Con el desarrollo del cristianismo, las cosas de la fe había que explicarlas con el lenguaje, idioma y mentalidad de cada época, cultura y lugar. Así, en los primeros siglos, la fe se explicaba en latín y en griego (en occidente) y según los mapas conceptuales de las personas. Una de las formas de pensar que tenía mucha fuerza y que mejor encajaba (aunque no del todo) era el platonismo. Al explicar a san Pablo con el esquema de Platón, no es de extrañar que, si para Platón el cuerpo era malo porque era la cárcel del alma (razón-mente)…Y el alma (razón-mente) tenía que liberarse del cuerpo (cárcel física temporal) y luchar contra ella para hallar la felicidad; las palabras de san Pablo fueron leídas con un marcado acento negativo, y por tanto, lejano al original. Pero las palabras de san Pablo no iban por esa línea. Ni las del mismo Cristo que no rechazó ningún cuerpo, ni por enfermedad, ni por prostitución, ni por justicia retributiva (“Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que naciera ciego? Jesús respondió: ni este pecó, ni sus padres“, Jn 9, 2). Así lo dice también san Juan: “Todo espíritu que confiesa a Jesucristo, venido en carne mortal, es de Dios” (1 Jn 4, 2).

Esta negativa concepción paulina del cuerpo, con el paso de los años, más concretamente en la Edad Media, por poner un ejemplo (y no todas las personas de la Edad Media), fue tomando fuerza de manera negativa. Y tocó fondo en el siglo XIX. En el siglo XX se ha observado un intento de asimilación y mejora en la comprensión de estos temas, pero la carga de la tradición pesa mucho en la Iglesia y en la Humanidad. Recordemos que las ideas cristianas han calado bastante en Occidente y todavía existe este sustrato hasta en regiones aconfesionales o ateas. Sin obviar el pasado, que es nuestra historia, pero teniendo en cuenta que ya no vivimos allí; tenemos que salir de la moral victoriana y apostar por una vida más evangélica. Más conforme a Dios, más conforme a nosotros.

Si nuestros cuerpos físicos fuesen malos, ni Dios nos habría creado a su imagen y semejanza (Gn 1, 26-27), ni Cristo se habría encarnado en una persona humana (Lc 1, 26 ss.). Si la teología del cuerpo femenino fuese tan negativa como nos la han presentado en épocas antiguas (“las desterradas hijas de Eva”), el Espíritu Santo no habría entrado en las entrañas de una mujer, ni Jesús habría nacido de una mujer, sino que habría llegado a la Tierra de cualquier otro modo, que para eso es Dios. Ahora bien, si hubiese hecho esto, no sería hombre, y eso sí que sería preocupante. Pero como vemos, Dios nos quiere como somos: enteros y verdaderos.

Si el cuerpo humano no fuese algo divino, ni querido por Dios, los cristianos no celebraríamos la Navidad. Si las dos fiestas más grandes del año son la Pascua de Navidad y la Pascua de Resurrección, por algo será. En el primer acontecimiento, Dios toma un cuerpo humano de una mujer totalmente humana. En el segundo acontecimiento, pone fin al todo mal que acecha a ese cuerpo glorificándolo. Y lo mejor de todo, en los dos acontecimientos, Dios hace partícipe a la humanidad de esos acontecimientos, entrando en la Historia, precisamente porque esos acontecimientos se realizan en la misma humanidad. Tontos seríamos nosotros, si no lo vemos.

En arjé

Espiritualidad , , , , , , , , ,

El ser humano: parte consciente e inteligente de la Tierra Leonardo Boff, teólogo y escritor

Sábado, 10 de enero de 2015
Comentarios desactivados en El ser humano: parte consciente e inteligente de la Tierra Leonardo Boff, teólogo y escritor

barro4Leído en la página web de Redes Cristianas

El ser humano consciente no debe ser considerado aparte del proceso evolutivo. Él representa un momento especialísimo de la complejidad de las energías, de las informaciones y de la materia de la Madre Tierra. Los cosmólogos nos dicen que alcanzado cierto nivel de conexiones hasta el punto de crear una especie de unísono de vibraciones, la Tierra hace irrumpir la conciencia y con ella la inteligencia, la sensibilidad y el amor.

El ser humano es esa porción de la Madre Tierra que, en un momento avanzado de su evolución, empezó a sentir, a pensar, a amar, a cuidar y a venerar. Nació, entonces, el ser más complejo que conocemos: el homo sapiens sapiens. Por eso, según el antiguo mito del cuidado, de humus (tierra fecunda) se derivó homo-hombre y de adamah (en hebreo tierra fértil) se originó Adam-Adán (el hijo y la hija de la Tierra).

En otras palabras, nosotros no estamos fuera ni encima de la Tierra viva. Somos parte de ella, junto con los demás seres que ella generó también. No podemos vivir sin la Tierra, aunque ella pueda continuar su trayectoria sin nosotros.

Por causa de la conciencia y de la inteligencia somos seres con una característica especial: a nosotros nos fue confiada la guarda y el cuidado de la Casa Común. Todavía mejor: a nosotros nos toca vivir y rehacer continuamente el contrato natural entre Tierra y humanidad pues su cumplimiento garantizará la sostenibilidad del todo.

Esa mutualidad Tierra-humanidad se asegura mejor si articulamos la razón intelectual, instrumental-analítica, con la razón sensible y cordial. Nos damos cada vez más cuenta de que somos seres impregnados de afecto y de capacidad de sentir, de dar y de recibir afecto. Tal dimensión posee una historia de millones de años, desde cuando surgió la vida hace 3,8 miles de millones de años. De ella nacen las pasiones, los sueños y las utopías que mueven a los seres humanos a la acción. Esta dimensión, llamada también inteligencia emocional fue desestimada en la modernidad en nombre de una pretendida objetividad de análisis racional. Hoy sabemos que todos los conceptos, ideas y visiones de mundo vienen impregnados de afecto y de sensibilidad (M. Maffesoli, Elogio da razão sensível, Petrópolis 1998).

La inclusión consciente e indispensable de la inteligencia emocional con la razón intelectual nos mueve más fácilmente al cuidado y al respeto de la Madre Tierra y de sus seres.

Junto a esta inteligencia intelectual y emocional existe también en el ser humano la inteligencia espiritual. Esta no es solamente del ser humano; según renombrados cosmólogos es una de las dimensiones del universo. El espíritu y la conciencia tienen su lugar dentro del proceso cosmogénico. Podemos decir que ellos están primero en el universo y después en la Tierra y en el ser humano. La distinción entre el espíritu de la Tierra y del universo y nuestro espíritu no es de principio sino de grado.

Este espíritu está en acción desde el primerísimo momento después del big bang. Es la capacidad que muestra el universo de hacer una unidad sinfónica de todas las relaciones e interdependencias. Su obra es realizar aquello que algunos físicos cuánticos (Zohar, Swimme y otros) llaman holismo relacional: articular todos los factores, hacer convergir todas las energías, coordinar odas las informaciones y todos los impulsos hacia delante y hacia arriba de forma que se forme un Todo y el cosmos aparezca de hecho como cosmos (algo ordenado) y no simplemente como una yuxtaposición de entes o caos.

En este sentido no pocos científicos (A. Goswami, D. Bohm, B. Swimme y otros) hablan de un universo autoconsciente y de un propósito que es perseguido por el conjunto de las energías en acción. No es posible negar esta trayectoria: de las energías primordiales pasamos a la materia, de la materia a la complejidad, de la complejidad a la vida, de la vida a la conciencia, que en nosotros, los seres humanos, se realiza como autoconciencia individual, y de la autoconciencia pasamos a la noosfera (Teilhard de Chardin), por la cual nos sentimos una mente colectiva.

Todos los seres participan de alguna forma del espíritu, por más “inertes” que se nos presenten, como una montaña o una roca. Ellos también están envueltos en una incontable red de relaciones, que son la manifestación del espíritu. Formalizando podríamos decir: el espíritu en nosotros es aquel momento de la conciencia en que ella sabe de sí misma, se siente parte de un todo mayor y percibe que un Eslabón liga y re-liga a todos los seres, haciendo que haya un cosmos y no un caos.

Esta comprensión despierta en nosotros un sentimiento de pertenencia a este Todo, de parentesco con los demás seres de la creación, de aprecio de su valor intrínseco por el simple hecho de existir y de revelar algo del misterio del universo.

Al hablar de sostenibilidad en su sentido más global, necesitamos incorporar este momento de espiritualidad cósmica, terrenal y humana, para ser completa, integral y potenciar su fuerza de sustentación.

Leonardo Boff es autor de Ecología: grito de la Tierra – grito de los pobres: Dignidad y derechos de la Madre Tierra, a salir por la Editorial Vozes en 2014.

Video Hombre de barro // Muddy man (video-art) vía Ana Fresco videos

Espiritualidad , , , , , , , , , ,

2015, bajo el signo de la confianza

Jueves, 1 de enero de 2015
Comentarios desactivados en 2015, bajo el signo de la confianza

sous-le-signe-de-la-confiance

El Señor es mi pastor,
nada me puede faltar.
Él me hace descansar en verdes praderas,
me conduce a las aguas tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el recto sendero,
por amor de su Nombre.
Aunque cruce por oscuras quebradas,
no temeré ningún mal,
porque tú estás conmigo:
tu vara y tu bastón me infunden confianza.
Tú preparas ante mí una mesa,
frente a mis enemigos;
unges con óleo mi cabeza
y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu gracia me acompañan
a lo largo de mi vida;
y habitaré en la Casa del Señor,
por muy largo tiempo.

*

Salmo 22 (23)

***

"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , , , , , , , ,

“Festejar es afirmar la bondad de la vida”, por Leonardo Boff, teólogo

Jueves, 1 de enero de 2015
Comentarios desactivados en “Festejar es afirmar la bondad de la vida”, por Leonardo Boff, teólogo

celebracionbajaVoces. Leonardo Boff. [Koinonia] El tema de la fiesta es un fenómeno que ha desafiado a grandes nombres del pensamiento como R. Caillois, J. Pieper, H. Cox, J. Motmann y al propio F. Nietzsche. Y es que la fiesta revela lo que todavía hay de mítico en nosotros en medio de la fría racionalidad. Cuando se realizó la Copa del Mundo en Brasil en junio y julio del presente año, se hicieron grandes fiestas en todas las clases sociales, verdaderas celebraciones. Incluso después de la humillante derrota de Brasil frente a Alemania, las fiestas no decayeron. En Costa Rica, que no fue campeona del mundo, pero mostró excelente fútbol, hasta el presidente salió a la calle a celebrar. No fue diferente en Colombia. La fiesta hace olvidar los fracasos, suspende la terrible cotidianidad y el tiempo de los relojes. Es como si, por un momento, participásemos de la eternidad, pues en la fiesta no percibimos el tiempo que pasa.

La fiesta en sí está libre de intereses y finalidades, aunque haya fiestas de negocios donde la fiesta se transforma en beber, comer y negociar. Pero en la fiesta que es fiesta, todos están juntos no para aprender o enseñar algo unos a otros, sino para alegrarse, para estar ahí, uno para el otro comiendo y bebiendo en amistad y concordia. La fiesta reconcilia todas las cosas y nos devuelve la saudade del paraíso de las delicias, que nunca se perdió totalmente. Platón sentenciaba con razón: «los dioses hicieron las fiestas para que pudiésemos respirar un poco». La fiesta no es solo un día de los hombres sino también «un día que el Señor hizo» como dice el Salmo 117, 24. Efectivamente, si la vida es un caminar trabajoso, necesitamos a veces parar para respirar y, renovados, seguir adelante.

La fiesta es como un regalo que no depende ya de nosotros y que no podemos manipular. Se puede preparar la fiesta, pero la festividad, es decir, el espíritu de la fiesta, surge gratuitamente. Nadie la puede prever ni simplemente producir. Solamente podemos prepararnos interior y exteriormente y acogerla.

A la fiesta más social (bodas, aniversario) pertenecen la ropa festiva, el adorno, la música y el baile. ¿De dónde brota la alegría de la fiesta? Tal vez Nietszche encontró la mejor manera de formularlo: «para alegrarse de alguna cosa, hay que dar la bienvenida a todas las cosas». Por tanto, para poder festejar de verdad necesitamos afirmar positivamente la totalidad de las cosas: «Si podemos decir sí a un único momento entonces habremos dicho sí no sólo a nosotros mismos sino a la totalidad de la existencia» (Der Wille zur Macht, libro IV: Zucht und Züchtigung, nº 102).

Ese sí subyace a nuestra decisiones cotidianas, en nuestro trabajo, en la preocupación por la familia, en la convivencia con los colegas. La fiesta es el tiempo fuerte en el cual el sentido secreto de la vida es vivido incluso inconscientemente. De la fiesta salimos más fuertes para enfrentarnos a las exigencias de la vida.

La grandeza de una religión, cristiana o no, reside en gran parte en su capacidad de celebrar y de festejar a sus santos y maestros, los tiempos sagrados, las fechas fundacionales. En las fiesta cesan los interrogantes del corazón y el practicante celebra la alegría de su fe en compañía de hermanos y hermanas que comparten sus mismas convicciones, oyen la misma palabra sagrada y se sienten próximos a Dios.

Viviendo de esta forma la fiesta religiosa, percibimos cuan equivocado es el discurso que sensacionalistamente anuncia la muerte de Dios. Se trata de un trágico síntoma de una sociedad saturada de bienes materiales, que asiste lentamente no a la muerte de Dios, sino a la muerte del hombre que perdió la capacidad de llorar, de alegrarse por la bondad de la vida, por el nacer del sol, por la caricia entre dos enamorados.

Nuevamente volvemos a Nietzsche que entendió mucho de la verdad esencial del Dios vivo, sepultado bajo tantos elementos envejecidos de nuestra cultura religiosa y de la rigidez de la ortodoxia de las iglesias: «la pérdida de la jovialidad, es decir, de la gracia divina (jovialidad viene de Jupter, Jovis) es la consecuencia fundamental de la muerte de Dios» (Fröhliche Wissenschaft III, aforismo 343 y 125).

Por haber perdido la jovialidad, gran parte de nuestra cultura no sabe festejar. Conoce la frivolidad, los excesos de comer y beber, las palabrotas groseras, y las fiestas montadas como comercio, en las cuales hay de todo menos alegría y jovialidad.

La fiesta tiene que ser preparada y solamente después celebrada. Sin esta disposición interior corre el riesgo de perder su sentido alimentador de la vida que llevamos. Hoy en día vivimos en fiestas. Pero por no saber prepararnos ni prepararlas, salimos de ellas vacíos o saturados cuando el valor de las mismas era llenarnos de un sentido mayor para llevar adelante la vida, siempre desafiante y para la mayoría, trabajosa.

Imagen extraída de: Caro Celis

Fuente Cristianismo y justicia

Espiritualidad , , , , ,

“Distancias”, por Carlos Osma

Martes, 30 de diciembre de 2014
Comentarios desactivados en “Distancias”, por Carlos Osma

roadDel blog Homoprotestantes:

Entre el mundo y el ser humano hay un abismo infinito, no importa que abramos bien los ojos para captarlo o que los cerremos para concentrarnos en los sonidos u olores que desprende; se nos escapa irremediablemente. Incluso las cosas más cotidianas, aquellas que parecen evidentes e intrascendentes, son como fantasmas; cuando nos acercamos con atención a ellas se desvanecen como el humo. Pero no hay otra posibilidad que aceptar esta realidad escurridiza donde nuestra existencia tiene lugar, y por tanto, rendirnos ante la tentación de creer haber encontrado la forma perfecta de vivir en esta vida desconocida.

 No hay realidad, sólo hay distancia insalvable donde se construye el verdadero hogar del hombre. Somos Sara y Abraham en camino desde Harán hasta Canaán, los israelitas cruzando el Mar Rojo, o las diez vírgenes esperando al esposo. Más bien no somos, sino que siempre estamos en proceso de llegar a ser. No poseemos las razones verdaderas, las interpretaciones perfectas, el mundo real. Sólo tenemos intuiciones, sueños, visiones, opiniones, propuestas de un mundo mejor. Y sólo es eso lo que podemos tener y lo que nos es posible perfeccionar.

Más cierto es que no existe dios. Ese dios por el que tantas veces amamos, sufrimos, luchamos, mentimos, abandonamos, somos felices o incluso matamos; somos nosotros mismos, o en ocasiones, la suma de unos cuantos de nosotros. Dice kart Barth que: “En Jesús se conoce a Dios como Dios desconocido”. No hay otra forma de conocerle, todo lo demás son intentos de apropiación del poder divino. Sólo por fe podemos aproximarnos al Dios verdadero, y en la fe, no hay seguridades.

Es cierto que se nos revela como amor infinito, pero en su infinitud nos perdemos, y nos desesperamos por no poder alcanzarlo. La divinidad envuelve todo lo que conocemos sin dejarse nunca atrapar. A la espera estamos de que irrumpa en nuestro mundo, en nuestras experiencias, para conocerla. Pero incluso ese conocimiento revelado, no sólo es parcial, sino que está deformado. No podemos conocer, sin transformar lo conocido, y por tanto sin dejar de conocer. Es ésta quizás, una marca de nuestra impotencia, de nuestra finitud.

Aún más paradójica resulta la distancia que nos separa de nosotros mismos. La pregunta sobre quienes somos, la respondemos con palabras que nunca llegan a expresar toda la verdad; se acercan, intuyen, pero no nos captan completamente. En el límite de esas palabras nos encontramos a veces con verdaderas prisiones que pretenden obligarnos a encajar en conceptos que no dicen nada de nosotros. Pero también allí, experimentamos la necesidad de crear palabras nuevas que expresen más fielmente lo que somos. Palabras siempre imprecisas y efímeras, por que son palabras humanas.

Para algunos no hay distancia en el yo, saben exactamente quienes son, porque se resignan a conocer lo que los demás quieren que sepan de sí mismos. Los que están en búsqueda de saber quienes son, los que recorren el camino interminable hacia su esencia, nunca alcanzarán su deseo. Pero pienso que sin recorrerlo, existe el peligro de no vivir una vida verdaderamente humana, sino más bien una vida que no se ha entendido a sí misma.

 Carlos Osma

 * Barth, K. “Carta a los Romanos”. (Madrid; BAC, 1998), p.163

 Artículo publicado en la revista Lupa Protestante en Octubre de 2008

Espiritualidad , , , ,

“Corrupción y religión”, por José María Castillo, teólogo

Lunes, 29 de diciembre de 2014
Comentarios desactivados en “Corrupción y religión”, por José María Castillo, teólogo

corrupcion5Leído en su blog Teología sin Censura:

El reciente informe de la Unión Europea sobre la percepción que se tiene, en ciudadanos y empresas, sobre la corrupción en los distintos países de Europa, sitúa a la cabeza de los países corruptos a Italia y España, mientras que, por el contrario, los países menos corruptos, en cuanto se refiere a la gestión de la economía, son los países del norte de Europa.

En cuanto, hace pocos días, leí los resultados de este Informe, me vino a la memoria el conocido estudio de Max Weber, La Ética Protestante y el espíritu del capitalismo. Como es sabido, Weber defiende en este libro que “el afán de lucro” y la “tendencia a enriquecerse” nada tienen que ver con el capitalismo. Weber estaba convencido, hace un siglo, de que la “mentalidad económica” y el “ethos” [talante] económico son convicciones y pautas de conducta que están determinadas sobre todo por “la ética racional del protestantismo ascético”. Y destacaba las conexiones que las religiones más importantes tienen con la economía y la estructura social del medio en el que viven.

Yo estoy persuadido de que Max Weber no escribiría hoy este libro tal como lo escribió en su tiempo. Entre otras razones, porque el capitalismo de ahora no es como el que Weber conoció. Ni la religión que se practica ahora es como la que se practicaba a finales del s. XIX.

Sin embargo, hay un hecho patente que está a la vista de todos. Exactamente lo mismo, a comienzos del siglo XXI que a finales del XIX, los países de tradición católica son los más corruptos y los más castigados por la crisis económica (países del Sur), al tiempo que los países de matriz protestante (países del Norte) son los más desarrollados y los que han superado la crisis más rápidamente y mejor. Como es lógico, estas cosas no ocurren por casualidad. Alguna relación tiene que haber entre “economía” y “religión”. Lo que, en este momento, equivale a preguntarse: ¿tendrá algo que ver la religión con la corrupción económica?

No voy a ponerme a indagar – una vez más – en qué consiste exactamente el espíritu de la “ética protestante”. Sobre eso se han escrito bibliotecas enteras. Y ya sabemos lo que da de sí este asunto. Por eso yo me he puesto a darle vueltas a esta cuestión, repensando este enorme problema desde otro punto de vista. Hay un hecho que, por otra parte, no deja de llamar la atención. Me refiero a una cosa que ve cualquiera. “Gente religiosa”, “gente de derechas” y “gente capitalista” son expresiones que, con relativa frecuencia, suelen coincidir en las mismas personas y hasta en las mismas instituciones o grupos humanos. Pero coinciden solamente cuando la religión apoya el capitalismo y se pone de parte de la gente de derechas. Si se trata de una religión que, por lo que sea, no es incondicionalmente aceptada por los ricos, ese tipo de religión no tarda en caer en desgracia. Lo que ha pasado con la teología de la liberación es el ejemplo más claro que tenemos, en la Iglesia, de que las relaciones entre “religión” y “economía” son buenas y fluidas cuando, en definitiva, la religión se pliega a las exigencias del capitalismo financiero, con las consiguientes condiciones que impone la banca, etc, etc.

¿Qué hay detrás de todo esto? Por lo que yo he podido averiguar, hasta este momento, el factor determinante en este oscuro asunto es la profunda y extraña conexión que existe entre los “rituales” y la “ética”. Una conexión que se comprende en cuanto uno se da cuenta de que el comportamiento de una persona religiosa está más determinado por el “rito” que por el “ethos” (W. Burkert, B. Lang, G. Theissen). Es decir, la gente religiosa se aferra más a la observancia de los rituales sagrados que a la honradez sin fisuras de la conducta de un buen ciudadano. ¿Cómo se explica que haya tantos ricos capitalistas que se quedan tranquilos con su misa y sus rezos, cuando ellos son los primeros que saben que no pagan los jornales que tendrían que pagar? ¿Qué explicación tiene que haya obispos con palacios y coches de lujo, que se quedan tan tranquilos sabiendo que en su diócesis hay miles de criaturas que se acuestan sin cenar? ¿Cómo es posible que la Jerarquía eclesiástica (con sus clérigos, frailes y monaguillos) siga aferrada a sus exenciones fiscales y privilegios económicos, en una sociedad en la que cada día echan de sus casas a tantas familias que no han hecho otro mal que quedarse sin trabajo?

La observancia ritual es un asunto peligroso
. Porque el rito fielmente observado tiene el efecto diabólico de tranquilizar la conciencia. Por eso hay tanta gente a la que le va divinamente con los bautizos, las bodas (de iglesia), los funerales con misa, la cofradía, la romería, la promesa, el escapulario y la estampa. De manera que todo eso, sin saber cómo ni por qué, se condimenta admirablemente con la tacañería a la hora de pagar el sueldo o el jornal, hacer la declaración de la renta, tener a “la muchacha” de la limpieza apuntada en el “seguro” y, si se trata de gente de poder y gobierno, no tienen empacho en defender y aprobar leyes que hunden a tantas criaturas en la miseria y la desesperación.

¿Se puede asegurar que existe una misteriosa y tremenda conexión entre religión y corrupción? Ahí están los hechos. Y que cada cual responda, no asegurando “yo tengo la conciencia tranquila”, sino preguntando a quienes conviven a tu lado qué piensan de todo esto.

Espiritualidad , , , , , , , ,

Natividad del Señor

Jueves, 25 de diciembre de 2014
Comentarios desactivados en Natividad del Señor

05-Navidad (B) cerezoLeído en Koinonia:

Misa del día

Isaías 52,7-10

Verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la Buena Nueva, que pregona la victoria, que dice a Sión: “Tu Dios es rey”! Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro, porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión. Romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén, que el Señor consuela a su pueblo, rescata a Jerusalén; el Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones, y verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios.

Salmo responsorial: 97

Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R.

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R.

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R.

Tañed la cítara para el Señor
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor. R.

Hebreos 1,1-6

Dios nos ha hablado por el HijoEn distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha ido realizando las edades del mundo. Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de su majestad en las alturas; tanto más encumbrado que los ángeles, cuanto más sublime es el nombre que ha heredado. Pues, ¿a qué ángel dijo jamás: “Hijo mío eres tú, hoy te he engendrado”, o: “Yo seré para él un padre, y él será para mí un hijo”? Y en otro pasaje, al introducir en el mundo al primogénito, dice: “Adórenlo todos los ángeles de Dios.”

Juan 1,1-18

La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotrosEn principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. [Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.] La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios.

Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. [Juan da testimonio de él y grita diciendo: “Éste es de quien dije: “El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo.”” Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.]

 

Homilía de Monseñor Romero sobre los textos litúrgicos de hoy
(25 de diciembre de 1977)

Hoy llega a nosotros la noticia del nacimiento de Cristo a través de su Iglesia. Cómo María, como nos cuenta el evangelio, al irse los pastorcitos que vinieron invitados por los ángeles a adorar al Niño Jesús, María se quedó reflexionando todo esto en su corazón. Para una comunidad cristiana la Navidad no tiene sentido si no es a base de una profunda reflexión, por eso para muchos cristianos la Navidad no es más que una fiesta que se espera y que luego pasa efímera, como la pólvora que se quema, y no deja más que basura en las calles. Para el cristiano es algo más que un cohetillo, es la gran noticia que debe reflexionarse y comprometer al hombre con este episodio en que Dios se hace hombre, no en una forma transitoria, sino para siempre, y el hombre debe también reflexionar ante el Señor.

Ese Cristo en Belén lo podemos representar hoy en esta homilía con este título: Cristo manifestación de Dios, Cristo manifestación del hombre y en tercer lugar, la Iglesia manifestación de Cristo.

PROLONGAR LA ENCARNACIÓN

Por eso la Iglesia, que prolonga la encarnación, o sea el Dios hecho hombre, no puede prescindir de la historia. Desde aquel momento Dios ha asumido la humanidad y ha dejado ese encargo de seguir asumiendo hacia Dios a todos los hombres, a la Iglesia, la cual, por tanto, peregrina en la historia, va recogiendo, no puede dejar de vivir las circunstancias en las cuales ella va prolongando esa encarnación. Por eso hermanos, estas noticias en las cuales yo reflejo lo más sobresaliente de la semana, no es con el afán de hacer aquí un noticiero. Lo hace mucho mejor cualquier instrumento de comunicación social, sino que es simplemente decirles a todos mis queridos hermanos, que vivimos en esta semana, en esta hora, que esta Navidad de 1977, siendo la eterna Navidad de Cristo, se ha vivido aquí en El Salvador en estas circunstancias de las cuales no podemos prescindir.

NAVIDADES TRISTES

Así es como tienen un sentido profundo, en medio de tarjetas y telegramas de Navidad, me hayan llegado cartas que son lamentos profundos, por ejemplo de aquellas madres y esposas que “en esta celebración de Navidad que con júbilo espera todo el pueblo cristiano, nosotras expresemos no una Navidad sino el profundo dolor de un calvario al albergar en nuestro corazón esa separación insuperable de nuestros hijos y esposos”. En otra carta parecida dice: “Estamos angustiadas y tristes por el llanto de nuestros hijitos que a cada momento que se despiertan en la noche están llamando a sus padres y de ellos no nos dan ninguna razón en los cuerpos de seguridad”. Y cartas de expresión así dolorosa, pues, son muchas las que llegan. Por nuestra parte hemos tratado de hacer todo lo que está a nuestro alcance recurriendo a recursos jurídicos y estamos dispuestos siempre, pues, a ayudar el dolor de la humanidad. Leer más…

Biblia, Espiritualidad , , ,

Recordatorio

Las imágenes, fotografías y artículos presentadas en este blog son propiedad de sus respectivos autores o titulares de derechos de autor y se reproducen solamente para efectos informativos, ilustrativos y sin fines de lucro. Yo, por supuesto, a petición de los autores, eliminaré el contenido en cuestión inmediatamente o añadiré un enlace. Este sitio es gratuito y no genera ingresos.

El propietario del blog no garantiza la solidez y la fiabilidad de su contenido. Este blog es un lugar de entretenimiento. La información puede contener errores e imprecisiones.

Este blog no tiene ningún control sobre el contenido de los sitios a los que se proporciona un vínculo. Su dueño no puede ser considerado responsable.