La policía islámica de Kato, una ciudad al norte de Nigeria, ha comunicado la detención de doce personas, acusadas de participar en una “boda gay”. Los detenidos, sin embargo, niegan los hechos, aduciendo que simplemente celebraban una fiesta de cumpleaños. La ley vigente en Nigeria, promulgada a principios del año pasado por el presidente Goodluck Jonathan, castiga con hasta 14 años de prisión a quienes participen en una ceremonia de unión homosexual.
La policía islámica, o Hisbah, es quien vela en los territorios del norte de Nigeria, donde rige la sharia (o ley islámica), el cumplimiento de sus preceptos. Su jefe en la ciudad de Kato, Aminu Daurawa, comunicaba a los medios de comunicación la detención de doce hombres por participar en lo que sospechan que era una “boda gay”. Según Daurawa, fuentes de la investigación habían detectado días atrás que los supuestos novios habían invitado a un grupo de amigos para celebrar su unión bajo el pretexto de una fiesta de cumpleaños.
Las fuerzas de la Hisbah irrumpieron en la fiesta, donde se encontraban catorce personas, a quienes describieron como “de aspecto y comportamiento afeminado”, lo que provocó su detención inmediata. Los supuestos contrayentes eran Faruk Maiduguri, de 20 años de edad y a quien las responsables policiales identifican como “novio”, y Abba Mohammed, de 25 años, a quien identifican como “novia”. Faruk, entre lágrimas, repetía a los agentes que se trataba tan solo de su fiesta de cumpleaños y no de una boda homosexual.
Según el informe policial, dos de los presentes lograron huir, por lo que el total de los detenidos asciende a doce personas. El jefe Daurawa afirma que la intervención de sus fuerzas impidió que los invitados fueran linchados por una horda de vecinos, que habían tenido conocimiento de la celebración del enlace.
Aunque aún no se conocen los cargos definitivos de los que serán acusados, las familias de los jóvenes han sido convocadas. La sharia, vigente en esa zona del país, puede llegar a castigar las relaciones homosexuales con la pena de muerte, aunque son más habituales las penas de prisión y los fuertes castigos físicos. La ley aprobada el pasado año, que rige en todo el territorio nigeriano, establece que “las personas implicadas en la formalización de un contrato de matrimonio o unión civil entre personas del mismo sexo cometen un delito y podrán ser condenadas a una pena de 14 años de prisión”.
Desde su exilio en Londres, donde vive refugiado por temer por su vida de permanecer en Nigeria, el activista LGTB Davis Mac-Iyalla mostraba su indignación por estas detenciones. “La policía de Nigeria y el gobierno no tienen derecho a invadir la privacidad de las personas”, afirmaba con contundencia. “La prensa va a etiquetar esto como una boda para que se vea como un crimen y un tabú”, proseguía, añadiendo que “es una vergüenza que las autoridades nigerianas no sean capaces de combatir a los terroristas de Boko Haram, que sacrifican a los ciudadanos, pero que sí estén siempre dispuestas a perseguir a los gais… (…) Me enfurece que las autoridades de mi país de nacimiento no tengan ninguna clase de respeto por los derechos humanos. Esto también incluye a los principales líderes religiosos de Nigeria”.
Violencia social y de estado
Desde la promulgación de la ley que agrava el tratamiento penal para todo aquello relacionado con la homosexualidad en Nigeria, no cesan de sucederse los actos de barbarie de la población civil contra las personas LGTB, alentados por los líderes políticos y religiosos que han creado un ambiente de profunda homofobia social. En dosmanzanas hemos informado de algunos de estos terribles hechos, aunque es de suponer que la información de la mayoría de este tipo de actos execrables no alcance a los medios de comunicación occidentales.
En enero de 2014, una multitud de miles de personas rodeaba un tribunal islámico, donde se juzgaba a once hombres acusados de practicar la homosexualidad, exigiendo su ejecución inmediata. Meses después, cuatro de los detenidos, que confesaron los hechos probablemente bajo tortura, fueron condenados a recibir públicamente 15 latigazos y al pago de una multa o un año de prisión.
En febrero del mismo año, otra horda enfurecida asaltó los domicilios de doce homosexuales en la capital, Abuja, a quienes terminaron por arrancar de sus casas y golpearles incluso ante las puertas de la comisaría local. En las mismas fechas, en la localidad sureña de Port Harcourt, otros dos homosexuales fueron arrastrados fuera de su hogar y obligados a realizar actos sexuales ante una multitud agresiva.
Actuaciones de este tipo han provocado que el Parlamento Europeo aprobara en marzo de 2014, con el acuerdo de los principales grupos, una resolución de condena a las leyes homófobas de Uganda y Nigeria. El texto de la resolución solicita su derogación y propone que si no hay marcha atrás se suspenda a los dos países del acuerdo de Cotonú sobre intercambio comercial y asistencia entre la Unión Europea y los estados de África, Caribe y Pacífico.
Sin embargo, la directora del programa africano del Centro Europeo para la Gestión de Políticas de Desarrollo (ECDPM), Faten Aggard-Clerx, muy crítica con lo que considera una postura hipócrita de la Unión Europea, se preguntaba, en referencia a Nigeria, si el organismo europeo está dispuesto a “mantener sus valores a pesar de sus intereses en algunas partes de África”. Aggard-Clerx denunciaba que la Unión Europea no había alzado la voz contra las leyes homófobas aprobadas en Etiopía en 2004, pero sí lo hacía una vez que las condenas por homosexualidad iban a carecer de la posibilidad de indulto. También ponía el ejemplo del presidente de Uganda, Yoweri Museveni, muy criticado por aprobar una ley fuertemente homófoba, pero alabado por su papel en Sudán del Sur.
General, Homofobia/ Transfobia.
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