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Ahmad Al-Tayyib: “Islam y Cristianismo no tienen nada que ver con aquellos que asesinan”

Domingo, 29 de mayo de 2016
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el-iman-con-el-papa(Sala Stampa).- Ayer, después de la audiencia en el Palacio Apostólico, el Gran Imán de al-Azhar, Ahmad Al-Tayyib, concedió a los medios de comunicación vaticanos una entrevista exclusiva en la residencia del embajador de Egipto ante la Santa Sede en la que participaron dos redactores de Radio Vaticana, el P. Jean-Pierre Yammine, Responsable de la Sección Árabe y Cyprien Viet, de la Sección Francesa, junto con Maurizio Fontana de L’Osservatore Romano. La entrevista fue grabada por Radio Vaticana y el Centro Televisivo Vaticano y se desarrolló totalmente en árabe.

1.-Juan Pablo II fue el primer Papa que visitó al Gran Imán de Al-Azhar, en su viaje a Egipto en el marco del Gran Jubileo del año 2000 . Hoy es el Gran Imán el primero que visita al Papa en el Vaticano con motivo del Jubileo de la Misericordia . ¿Qué significado tiene este evento tan importante?

En el nombre de Dios, Clemente y Misericordioso, me gustaría en primer lugar agradecer a Su Santidad el Papa Francisco haberme acogido en el Vaticano con mi delegación de Al-Azhar y la buena acogida y el caluroso afecto que me ha reservado. Nuestra visita de hoy obedece a una iniciativa de Al Azhar, de acuerdo con el Vaticano, para continuar nuestra misión sagrada, que es la misión de las religiones “hacer que los seres humanos sean felices en todas partes.” Al-Azhar cuenta con un diálogo o, mejor dicho, con un comité de diálogo interreligioso con el Vaticano que se había suspendido por circunstancias precisas, pero ahora que esas circunstancias ya no existen reanudamos el camino del diálogo y esperamos que sea mejor que cuanto era antes. Me agrada mucho ser el primer jeque de Al-Azhar que viene al Vaticano y se sienta con el Papa con el propósito de dialogar y entender.

2.-Hace poco el Gran Imán se ha encontrado con el Papa Francisco en el Vaticano. ¿Qué puede decirnos de este encuentro y de la atmósfera en que se ha desarrollado?

La primera impresión, muy fuerte, ha sido la de que es un hombre de paz, un hombre que sigue las enseñanzas del cristianismo, que es una religión de amor y de paz; y siguiendo a Su Santidad hemos visto que es un hombre que respeta a las demás religiones y muestra consideración por sus seguidores; es también un hombre que dedica su vida a servir a los pobres y los míseros, y que asume la responsabilidad de las personas. Es un hombre ascético, que ha renunciado a los placeres efímeros de la vida mundana. Todas estas son cualidades que compartimos con él y por eso deseamos conocerle para trabajar juntos en pro de la humanidad en este vasto campo común.

3- ¿Cuáles son los deberes de las grandes autoridades religiosas y de los líderes religiosos en el mundo de hoy?

Son responsabilidades, al mismo tiempo, pesadas y graves porque sabemos – como hemos afirmado con Su Santidad .- que todas las filosofías e ideologías sociales modernas que han tomado las riendas de la humanidad alejándose de la religión y del cielo han fracasado en el intento de hacer felices a las personas y alejarlas de la guerra y del derramamiento de sangre. Creo que ha llegado el momento de que los representantes de las religiones divinas participen con fuerza y concretamente en el intento de dar a la humanidad una nueva orientación hacia la misericordia y la paz, para que la humanidad salga de la gran crisis que padecemos. El hombre sin religión es un peligro para su semejante, y creo que la gente ahora, en este siglo XXI, ha comenzado a mirar a su alrededor y a buscar guías inteligentes que puedan llevarla por el camino adecuado. Todo esto nos ha llevado a este encuentro, a esta discusión y al acuerdo de dar el paso justo en la dirección justa.

4.- La Universidad de Al-Azhar se dedica a una importante obra de renovación de los libros de texto. ¿Nos puede decir algo al respecto?

Sí, los renovamos en el sentido de que aclaramos los conceptos musulmanes que han sido desviados por aquellos que se sirven de la violencia y del terrorismo y por los movimientos armados que presumen de trabajar por la paz. Hemos identificado estos conceptos erróneos, y los hemos ofrecido – dentro de un plan de estudios – a nuestros estudiantes de las escuelas intermedias y secundarias. Hemos mostrado la parte desviada y la comprensión errada y, al mismo tiempo hemos tratado de dejar claro a los estudiantes cuales eran los conceptos correctos, de los que estos extremistas y terroristas se han desviado. Hemos fundado un observatorio mundial que realiza el seguimiento en ocho idiomas del material difundido por estos movimientos extremistas y de las ideas venenosas que extravían a la juventud. Y ese material se corrige y luego se traduce a otros idiomas. Y a través de la “Casa de la Familia egipcia” – que agrupa a los musulmanes con todas las denominaciones cristianas en Egipto, y es un proyecto conjunto entre Al-Azhar y las iglesias – tratamos de responder a los que aprovechan las oportunidades y se emboscan para sembrar disturbios, divisiones y conflictos entre cristianos y musulmanes. También contamos con el Consejo de los Musulmanes Sabios, presidido por el jeque de Al-Azhar, que envía delegaciones de paz a las diversas capitales del mundo y desempeña una actividad importante en favor de la paz y de dar a conocer el Islam verdadero. Hace aproximadamente un año dimos una conferencia en Florencia, aquí en Italia, sobre el tema Oriente y Occidente, es decir sobre “La colaboración entre Oriente y Occidente.” También recibimos en Al-Azhar a los imanes de mezquitas europeas, como parte de un programa de dos meses de duración. para proporcionar formación al diálogo, revelar los conceptos erróneos y tratar de la integración de los musulmanes en sus sociedades y en las naciones europeas para que constituyan un recurso para la seguridad, la riqueza y la fuerza de esos países.

5- Oriente Medio está sujeto a grandes dificultades. ¿Qué mensaje quiere darnos al respecto en ocasión de su visita al Vaticano?

Es verdad. Vengo de Oriente Medio donde vivo y sufro, junto con los demás, las consecuencias de los ríos de sangre y de cadáveres y no existe una causa lógica para esta catástrofe que vivimos día y noche. Ciertamente, hay motivaciones internas y externas cuya convergencia ha inflamado estas guerras. Hoy estoy en el corazón de Europa y me gustaría aprovechar mi presencia en esta institución tan grande para los católicos – el Vaticano – para lanzar un llamamiento al mundo entero para que se una y cierre filas para enfrentarse al terrorismo y acabar con él porque creo que si el fenómeno del terrorismo se descuida, no pagarán el precio solo los orientales, sino que tanto los orientales como los occidentales- como hemos visto- sufrirán sus consecuencias. Por lo tanto, este es mi llamamiento al mundo y a los hombres libres del mundo: Ponéos de acuerdo inmediatamente e intervenid para acabar con la ríada de sangre. Permítame añadir unas palabras: Sí, el terrorismo existe, pero el Islam no tiene nada que ver con ese terrorismo y esto se aplica a los ulemas musulmanes y a los cristianos y musulmanes de Oriente. Y aquellos que asesinan a los musulmanes, y también a los cristianos, no han entendido los textos del Islam, sea intencionalmente o por negligencia. Al-Azhar convocó hace un año una Conferencia General de los ulemas musulmanes, suníes y chiíes, a la que fueron invitados los jefes de las Iglesias Orientales, de diferentes religiones y confesiones, e incluso los yazidís enviaron un representante a ese evento celebrado bajo los auspicios de al-Azhar. Y entre los puntos más salientes de la declaración conjunta se afirmaba que el Islam y el Cristianismo no tienen nada que ver con aquellos que asesinan, y pedimos a Occidente que no confundiera a este grupo desviado y errado con los musulmanes y también afirmamos, musulmanes y cristianos con una sola voz, que somos los dueños de esta tierra, que somos compañeros y que cada uno de nosotros tiene derecho a esta tierra. Rechazamos la emigración forzada, la esclavitud y la compraventa de mujeres en nombre del Islam. Aquí me gustaría decir que la cuestión no debe presentarse como una persecución contra los cristianos en Oriente; al contrario, hay más víctimas musulmanas que cristianas, y todos juntos sufrimos esta catástrofe. En resumen, me gustaría concluir esta cuestión diciendo que no podemos culpar a las religiones a causa de las desviaciones de algunos de sus seguidores, ya que en todas las religiones hay una facción desvíada que ha levantado el estandarte de la religión para matar en su nombre.

6- ¿Quisiera añadir algo antes de concluir?

Renuevo mi agradecimiento sincero, mi aprecio y la esperanza – que llevaré conmigo – de trabajar juntos, cristianos y musulmanes, Al-Azhar y el Vaticano para levantar al ser humano donde quiera que esté, sea cual sea su religión y su credo, y salvarlo de la crisis de las guerras destructivas, de la pobreza, de la ignorancia y de las enfermedades.

Fuente Religión Digital

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Francisco podría conceder una Prelatura Personal o un Ordinariato a los lefebvrianos

Miércoles, 4 de mayo de 2016
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fellay1_560x280El Papa impondría tres requisitos previos genéricos a la Fraternidad San Pío X

Fellay, que se reunió con Bergoglio hace semanas, dijo que “Amoris Laetitia nos hace llorar”

En una decisión que si se concreta causará desconcierto y críticas en el mundo católico, el Papa Francisco estaría por ofrecer a los ex cismáticos tradicionalistas del arzobispo francés Marcel Lefebvre, fallecido en 1991, un estatuto canónico regular dentro de la Iglesia.

Según información coincidente de fuentes periodísticas internacionales y de la misma Fraternidad San Pío X, con base en Econe, Suiza, que Lefebvre fundó en 1970, el pontífice argentino impondría tres requisitos previos genéricos, que a los ultramontanos no crean problemas doctrinarios, para acogerlos en “una estructura eclesiástica apropiada”, como reclaman los tradicionalistas. Esa estructura sería una prelatura personal, como el Opus Dei, o un ordinariato, como el que rige para los anglicanos tradicionalistas que abandonaron la Iglesia de Inglaterra cuando ésta aceptó la ordenación sacerdotal de mujeres.

A diferencia de los papas anteriores (Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI), que exigieron a la comunidad lefebvriana como paso previo a cualquier negociación que aceptaran los documentos del Concilio Vaticano II, el magisterio de los últimos pontífices y la histórica reforma de la misa en el posconcilio, Jorge Bergoglio abandonaría esta posición y, afirmando su línea de una Iglesia inclusiva, aceptaría que estos temas fundamentales sean objeto “de discusión y aclaraciones” posteriores. Esto lo dijo monseñor Guido Pozzo, secretario de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei, responsable de los coloquios doctrinales con la Fraternidad San Pío X.

Monseñor Pozzo en los últimos años ha proseguido los contactos con los ultraconservadores lefebvrianos y afirmó que “se ha llegado a una importante elucidación: el Concilio Vaticano II puede ser adecuadamente comprendido solo en el contexto de la plena tradición de la Iglesia y su contante magisterio”. Una conclusión más bien abstracta.

Entre los lefebvrianos circula un documento desde el 19 de febrero que tras enumerar los avances logrados, la vocación de mantener bien altas las banderas de la tradición católica y las enseñanzas de monseñor Lefebvre, afirma que “ha llegado el tiempo para normalizar la situación de la sociedad” con Roma.

En el documento se señala que la iglesia “sigue sangrando por mil heridas”, lo que representa un aviso de que “no nos callaremos“.

A principios de este mes, el sucesor de Marcel Lefebvre al frente de la comunidad de Econe, el también monseñor francés Bernard Fellay, se encontró en el Vaticano con Francisco. Unos días después Fellay dijo que el coloquio “sirvió para saldar las relaciones entre la fraternidad y la Sede Apostólica”. “Fue una alegría”, agregó el líder de los lefebvrianos.

En cuanto a la exhortación apostólica “Alegría del Amor“, que el papa firmó como la conclusión del doble sínodo de la familia, Fellay dijo que “nos hace llorar”, un comentario tajante para poner distancia con las posiciones de Bergoglio.

El Papa argentino dio un paso importante para esta reconciliación, que muchos consideran prácticamente imposible, con una decisión espectacular: las confesiones que los fieles hagan ante un sacerdote lefebvriano son totalmente válidas. Jorge Bergoglio lo justificó en el ámbito del año jubilar de la misericordia, que concluirá el 8 de noviembre.

Según monseñor Fellay, el Papa Francisco es “inclasificable y aunque para los lefebvrianos muchas decisiones del actual pontífice son “horribles”, el sucesor de monseñor Lefebvre recordó que cuando Bergoglio era el cardenal de Buenos Aires ayudó a la comunidad, que tenía dificultades con los permisos de estadía. En la Argentina está una de las comunidades más importantes de los lefebvrianos y Bergoglio cree que la reconciliación es posible porque “todos somos católicos.

Lefebvre fue suspendido “a divinis” por Pablo VI después que ordenó sacerdotes sin permiso de Roma. En 1988, tras duras y casi desesperadas negociaciones, Juan Pablo II fulminó con la excomunión a Lefebvre y otro obispo brasileño que consagraron a cuatro episcopales, también excomulgados, de la comunidad. Entre ellos estaban Fellay, el actual líder, y el londinense Richard Williamson.

En enero de 2009, el papa Benedicto XVI, Joseph Ratzinger, que había luchado tanto para evitar el cisma lefebvriano, levantó la excomunión a los cuatro obispos consagrados por Lefebvre.

Esta decisión causó el estallido de un escándalo de tan vastas proporciones que puede considerárselo como una de las causas que llevaron a Ratzinger, en febrero de 2013, a una histórica renuncia como Papa Benedicto XVI, que cambió para siempre el perfil del pontificado.

Williamson era director del seminario lefebvriano de La Reja, un suburbio de Buenos Aires. El gobierno de Cristina Fernández lo expulsó del país después que Williamson reiteró ante la televisión pública sueca su convicción pronazi de que “ningún judío murió en las cámaras de gas” de los campos de exterminio de Hitler.

Extremista entre los extremistas, monseñor Williamson pasó de excomulgado a suspendido “a divinis” por la decisión de Benedicto XVI, pero entabló una dura controversia con la comunidad lefebvriana, oponiéndose a cualquier negociación para volver a la comunión con el Papa de Roma. Finalmente fue expulsado con gran alivio por la Fraternidad de San Pío X, quitando así un escollo formidable a las largas negociaciones con el Vaticano.

En marzo del año pasado, Williamson recuperó la condición de excomulgado, por segunda vez, cuando en un monasterio benedictino cerca de Río de Janeiro consagró obispo al padre Jean-Michel Faure, que como él se oponía a cualquier arreglo con el Vaticano. Faure, también excomulgado, se había alejado voluntariamente de la comunidad lefebvriana.

(Valores/Clarin)

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Carta del Papa Francisco a Hans Küng

Domingo, 1 de mayo de 2016
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franciscung_560x280Hans Küng: “El Papa corresponde a mi deseo de abrir un debate libre sobre la infalibilidad”

Francisco responde al teólogo suizo, a quien llama “querido hermano”

“No quiere seguir siendo el único portavoz de la Iglesia (…). No fija limitación alguna”

(J. Bastante).- El Papa corresponde a mi deseo de abrir un debate libre sobre el dogma de la infalibilidad. El teólogo suizo, Hans Küng, anuncia, en las páginas de El País, que Francisco ha respondido a su “llamamiento” para poder analizar esta cuestión en el seno de la Iglesia.

El día 9 de marzo de 2016 se publicó en importantes periódicos de diferentes países mi Llamamiento al papa Francisco rogándole que hiciera posible un debate abierto, imparcial y libre de prejuicios sobre la cuestión de la infalibilidad.“Me alegró mucho recibir, inmediatamente después de Pascua y a través de la nunciatura de Berlín, una respuesta personal del papa Francisco fechada el Domingo de Ramos (20 de marzo)”, escribe Küng, que agradece al Pontífice “que no me dejara con mi Llamamiento, por decirlo de alguna manera, suspendido en el vacío”; que “fuera él mismo quien respondiera, y no su secretario privado o el cardenal secretario de Estado”; y que “resaltase el carácter fraternal de su carta en español mediante el uso del encabezamiento en cursiva y en alemán “lieber Mitbruder” (“querido hermano”)“.

En opinión de Küng (que no publica la carta de respuesta papal), Francisco valoró “altamente las reflexiones que me habían conducido a publicar el volumen 5 [de mis obras completas], dedicado a la infalibilidad, en el que propongo debatir teológicamente las diferentes cuestiones en torno a este dogma a la luz de la sagrada Escritura y de la Tradición”.

“El papa Francisco no fija limitación alguna. De esta forma, corresponde a mi deseo de abrir un debate libre sobre el dogma de la infalibilidad”, subraya Hans Küng, quien concluye que “este nuevo espacio de libertad debe ser aprovechado para avanzar en el esclarecimiento de las declaraciones dogmáticas controvertidas en la Iglesia católica y la ecúmene”.

“No podía yo imaginar entonces el gran espacio de libertad que, pocos días después, abriría el papa Francisco en su exhortación apostólica postsinodal Amoris laetitia, añade el teólogo suizo, quien subraya cómo el Papa “no quiere seguir siendo el único portavoz de la Iglesia. Este es el nuevo espíritu que siempre esperé del Magisterio. Estoy convencido de que, por fin, también el dogma de la infalibilidad, una cuestión fundamental y decisiva de la Iglesia católica, se podrá debatir con espíritu libre, abierto y alejado de todo prejuicio”.

“Estoy profundamente agradecido al papa Francisco por ofrecernos esta posibilidad. Mi agradecimiento se une a la expectativa de que los obispos, teólogas y teólogos hagan suyo sin reservas este espíritu y colaboren en la tarea de esclarecer el dogma de la infalibilidad en el espíritu de la Escritura y de la gran Tradición eclesial“, finaliza.

Fuente El País, vía Religión Digital

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Hans Küng pide al Papa Francisco que revise el dogma de la infalibilidad papal

Domingo, 13 de marzo de 2016
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franciscung_560x280“Igual que Juan XXIII entonces, intenta hoy, con todas sus fuerzas, insuflar aire fresco a la Iglesia”

Reclama “una discusión libre, imparcial y desprejuiciada de todas las cuestiones pendientes y reprimidas”

El teólogo suizo Hans Küng, que cumplirá la próxima semana 88 años, ha reiterado su petición al Papa Francisco de que revise la infabilidad papal, que según la teología dogmática católica constituye un dogma de fe y por la cual el pontífice está preservado de cometer un error porque sus declaraciones en temas de fe y moral, como toda verdad de fe, no se presta a discusión de ninguna índole.

No es la primera vez que Küng, considerado uno de los teólogos más influyente del Concilio Vaticano II y criticado por los sectores más conservadores por ser considerado como el ejemplo práctico del disenso, rechaza la infalibilidad papal. En 1970 publicó un libro titulado ‘Infalible?, una pregunta’ y el papa Juan Pablo II le retiró la licencia eclesiástica para oficiar.

En un artículo, publicado por varios periódicos en diferentes países con motivo de la publicación de su último libro, el teólogo ha hecho de nuevo un llamamiento para que el Obispo de Roma analice este dogma de fe que, a su juicio, “ha bloqueado, de manera tácita, desde el concilio Vaticano II todas las reformas que hubieran exigido revisar posiciones dogmáticas anteriores”.

Este es el contenido del artículo, publicado en castellano en El País:

Un llamamiento al Papa Francisco

Es apenas concebible que el papa Francisco hubiera pretendido establecer una definición de la infalibilidad papal como la que, en el siglo XIX, promoviera Pío IX con buenas y no tan buenas mañas. Tampoco es imaginable que Francisco tuviera interés, como Pío XII, en la definición de un dogma infalible acerca de María. Lo concebible es, más bien, que el papa Francisco (como en su día Juan XXIII ante los estudiantes del Pontificio Colegio Griego) declarase con una sonrisa: “Ío non sono infallibile” -“Yo no soy infalible”-. En vista del asombro de los estudiantes, el papa Juan añadió: “Solo soy infalible cuando defino ex cathedra, pero nunca lo haré”.
Otros artículos del autor

El 18 de diciembre de 1979 el papa Juan Pablo II me retiró la licencia eclesiástica por haber cuestionado la infalibilidad papal. En el segundo volumen de mis memorias, Verdad controvertida, demuestro, apoyándome en una extensa documentación, que se trataba de una acción urdida con precisión y en secreto, jurídicamente impugnable, teológicamente infundada y políticamente contraproducente. El debate acerca de la revocación de la missio canonica y de la infalibilidad se prolongó todavía bastante tiempo. Pero mi reputación ante el pueblo creyente no pudo ser destruida. Y tal como yo había predicho, no han cesado las discusiones en torno a las grandes reformas pendientes. Al contrario: se han agudizado fuertemente bajo los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI. Estas son las que yo mencionaba entonces: el entendimiento entre las distintas confesiones; el mutuo reconocimiento de los ministerios y de las distintas celebraciones de la eucaristía; las cuestiones del divorcio y de la ordenación de las mujeres; el celibato obligatorio y la catastrófica falta de sacerdotes, y, sobre todo, el gobierno de la Iglesia católica. Y preguntaba: “¿A dónde conducís a nuestra Iglesia?”.

Estas demandas tienen ahora la misma actualidad que hace 35 años. Pero el motivo decisivo de la incapacidad de introducir reformas en todos estos planos sigue siendo, hoy como ayer, la doctrina de la infalibilidad del magisterio, que ha deparado a nuestra Iglesia un largo invierno. Igual que Juan XXIII entonces, intenta hoy el papa Francisco, con todas sus fuerzas, insuflar aire fresco a la Iglesia. Y topa con una resistencia masiva, como sucedió en el último sínodo mundial de los obispos de octubre de 2015. No nos engañemos: sin una re-visión constructiva del dogma de la infalibilidad apenas será posible una verdadera renovación.

Tanto más sorprendente resulta entonces que la discusión sobre la infalibilidad haya desaparecido del mapa. Muchos teólogos católicos, temerosos de sanciones amenazantes como las dirigidas contra mí, apenas se han ocupado ya críticamente con la ideología de la infalibilidad, y la jerarquía procura siempre que es posible evitar este tema impopular en la Iglesia y la sociedad. Solo en contadas ocasiones ha invocado expresamente Joseph Ratzinger, como prefecto de la fe, esa doctrina. Pero el tabú de la infalibilidad ha bloqueado de manera tácita desde el Concilio Vaticano II todas las reformas que hubieran exigido revisar posiciones dogmáticas anteriores. Esto no vale solo para la encíclica Humanae vitae, contraria a la anticoncepción, sino también para los sacramentos y el monopolio del magisterio “auténtico”, o para la relación entre sacerdocio particular y universal; sino que atañe asimismo a la estructura sinodal de la Iglesia y a la pretensión absoluta de poder del papa, así como a la relación con otras confesiones y religiones y con el mundo laico en general. Por eso se vuelve más acuciante que nunca la pregunta: “¿Hacia dónde se dirige a comienzos del siglo XXI esta Iglesia que sigue teniendo la fijación del dogma de la infalibilidad?”. La época antimoderna, anunciada por el Concilio Vaticano I, ha concluido hoy de una vez por todas.

Ahora que cumplo 88 años, puedo decir que no he escatimado esfuerzos para reunir en el quinto volumen de mis Obras completas los numerosos textos pertinentes, ordenarlos cronológica y temáticamente según las distintas fases de la discusión y aclararlos a través del contexto biográfico. Con este libro en la mano quisiera ahora repetir un llamamiento al Papa que, a lo largo de decenios de discusión teológica y político-eclesiástica, he formulado en múltiples ocasiones siempre en vano. Ruego encarecidamente al papa Francisco, quien siempre me ha respondido fraternalmente:

“Acepte esta amplia documentación y permita que tenga lugar en nuestra Iglesia una discusión libre, imparcial y desprejuiciada de todas las cuestiones pendientes y reprimidas que tienen que ver con el dogma de la infalibilidad. De este modo se podría regenerar honestamente el problemático legado vaticano de los últimos 150 años y enmendarlo en el sentido de la Sagrada Escritura y de la tradición ecuménica. No se trata de un relativismo trivial que socava los cimientos éticos de la Iglesia y la sociedad. Pero tampoco de un inmisericorde dogmatismo que mata el espíritu empecinándose en la letra, que impide una renovación a fondo de la vida y la enseñanza de la Iglesia y bloquea cualquier avance serio en el terreno del ecumenismo. Y mucho menos se trata para mí de que se me dé personalmente la razón. Está en juego el bien de la Iglesia y de la ecúmene.

Soy muy consciente de que mi ruego posiblemente le resulte inoportuno a alguien que como usted, en palabras de un buen conocedor de los asuntos vaticanos, vive entre lobos. Pero, confrontado el pasado año con los males de la curia e incluso con los escándalos, ha confirmado usted con valentía su voluntad de reforma en el discurso de Navidad pronunciado el 21 de diciembre de 2015 ante la curia romana: ‘Considero que es mi obligación afirmar que esto ha sido -y lo será siempre- motivo de sincera reflexión y decisivas medidas. La reforma seguirá adelante con determinación, lucidez y resolución, porque Ecclesia semper reformanda’.

No quisiera exacerbar, en detrimento de todo realismo, las esperanzas que abrigan muchos en nuestra Iglesia; la cuestión de la infalibilidad no admite en la Iglesia católica una solución de la noche a la mañana. Pero afortunadamente es usted casi 10 años más joven que yo y, como espero, me sobrevivirá. Y seguramente comprenderá que en mi condición de teólogo, llegado al final de mis días y movido por una profunda simpatía hacia usted y su labor pastoral, quiera, ahora que todavía estoy a tiempo, hacerle llegar mi ruego de que se proceda a una discusión libre y seria sobre la infalibilidad, tal como queda fundamentada, de la mejor manera posible, en el presente volumen: non in destructionem, sed in aedificationem ecclesiae, ‘no para la destrucción, sino para la edificación de la Iglesia’. Esto significaría para mí el cumplimiento de una esperanza a la que nunca he renunciado“.

Fuente Religión Digital

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Ningún obispo impuesto… Tampoco en 2016

Domingo, 13 de marzo de 2016
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iceta-perez-asurmendi-y-munilla“Imponen los obispos que quiere el grupo de presión que controla los oportunos resortes”

“¿Se va a cerrar el círculo diseñado hace algún tiempo por el cardenal Rouco para ‘normalizar’ la Iglesia vasca?”

(Jesús Martinez Gordo).- Nuevamente, malestar y perplejidad en la Iglesia católica vasca. Y también, incertidumbre. Malestar, en primer lugar, y mucho, en la diócesis de S. Sebastián por la gestión de Mons. J. I. Munilla a lo largo de los seis años que lleva al frente de la misma. Es lo que se concluye del último balance dado a conocer por “Eutsi Berrituz”, un importante, y numeroso, colectivo de sacerdotes, religiosos, religiosas, laicas y laicos guipuzcoanos, y del que se ha tenido conocimiento a través de diferentes medios de comunicación social.

Perplejidad, en segundo lugar, por el silencio público de Mons. M. Iceta, obispo de Bilbao, ante las reiteradas denuncias por no haber recibido ni escuchado a la familia de un ex-alumno del colegio Gaztelueta, presuntamente víctima de abusos por parte de su profesor-tutor. Y perplejidad también por el procedimiento empleado en la nominación, del nuevo obispo de Vitoria, el sacerdote navarro J. C. Elizalde, continuando, por desgracia, la línea imperante estos dos últimos siglos.

E, igualmente, incertidumbre por el rumbo que pueda marcar el nuevo equipo de prelados a partir del próximo 12 de marzo (fecha de ordenación y entrada del obispo de Vitoria).

¿Se va a “cerrar el círculo”, al parecer, diseñado hace algún tiempo por el cardenal, ahora arzobispo emérito de Madrid, A. M. Rouco, con el propósito de “normalizar” y “desnacionalizar” estas iglesias? En consecuencia con ello ¿se seguirá aparcando toda participación corresponsable (democrática) en la elección, por ejemplo, de los vicarios generales de Bilbao? Los mismos vicarios generales, prolongados en su tarea, sin consulta de ninguna clase al pueblo de Dios, ¿van a seguir jugando al posibilismo en nombre de una supuesta paz y tranquilidad diocesanas que acaba dañando la corresponsabilidad eclesial y su credibilidad personal?

Más aún. Una vez jubilado Mons. M. Asurmendi, ¿se concentrarán todos los seminaristas en Pamplona o regresarán, más bien, los de S. Sebastián a Vitoria, sumándose a ellos los de Bilbao? ¿Se erigirá, por fin, un seminario interdiocesano?

El nuevo equipo de obispos ¿apostará por sumar (y optimizar) los escasos recursos humanos y económicos existentes en cada una de las tres diócesis y pondrá en marcha una facultad de teología interdiocesana que sea referencial para la Iglesia y para el País Vasco?

Y, sin ánimo de agotar los muchos asuntos en juego, Don J. C. Elizalde ¿será capaz de quebrar semejantes diagnóstico y estrategia y traer a nuestras diócesis -a pesar de las limitaciones que presenta su nombramiento- un poco del aire fresco y primaveral que está insuflando el papa Francisco a la Iglesia?

¡Ojalá fuera así!

En todo caso, son demasiadas preguntas y casi ninguna respuesta.

Bueno, sí. Sí que ha habido algún que otro esclarecedor movimiento (o estancamiento) en estos últimos años: el “traslado” (“manu militari“) a Pamplona de los seminaristas de S. Sebastián y el “mutis por el foro” del obispo de Bilbao ante la posibilidad de erigir una facultad interdiocesana de teología.

Queda por ver si, a partir de ahora, vamos a asistir a la culminación de esta estrategia supuestamente “normalizadora” y “desnacionalizadora” o si, más bien, se va a producir un cambio de ciclo, esta vez sí, sin trampa ni cartón.

A la espera de lo que nos depare el nuevo equipo de obispos, quizá no esté de más recordar que muchos de tales malestares, perplejidades e incertidumbres son consecuencia de la manera de nombrarlos que, lamentablemente, perdura en la actualidad y que se caracteriza por no tener en cuenta la voluntad de los directamente concernidos (imponiendo los obispos que quiere el grupo de presión que controla los oportunos resortes) y, lo que es más triste y escandaloso, por favorecer que algunos de los nombramientos realizados puedan ser interpretados como nepóticos ¿Qué otra exegesis es posible -se preguntan algunos- para que se haya nominado a Mons. A. Carrasco Rouco, sobrino carnal del cardenal A. M. Rouco, para presidir la diócesis de Lugo?

¡Qué cosas!

Urge recuperar, cuanto antes, la praxis que ha sido tradicional durante los dieciocho primeros siglos de la Iglesia: la elección de los obispos resultaba de un acuerdo entre la voluntad de los directamente concernidos y la responsabilidad de velar y garantizar la unidad de fe y la comunión eclesial que era (y sigue siendo) propia del sucesor de Pedro. Así se imposibilitaba, con palabras del papa S. Celestino I (422-432), que el obispo fuera impuesto.

Este principio ha estado operativo hasta que una insoportable injerencia de los poderes civiles (el llamado galicanismo) llevó a que el sucesor de Pedro se reservara el derecho de nominación, movido por la necesidad de defender la libertad de los prelados y, con la de ellos, la de la Iglesia.

El concilio Vaticano II reivindicó la libertad de la comunidad cristiana para elegir sus obispos. Y, a su luz, ha reaparecido la exigencia de que el pueblo de Dios recobre su protagonismo.

Sin embargo, es una demanda que solo ha quedado recogida de manera colateral en el actual Código de Derecho Canónico. Según el artículo 377 & 1, el papa “nombra libremente a los obispos”. Es el procedimiento habitual. Pero, seguidamente, señala (recogiendo la praxis de unas treinta diócesis alemanas, austriacas y suizas) que “confirma a los que han sido legítimamente elegidos”. Estas iglesias locales intervienen en la elección de sus respectivos obispos, bien sea presentando una terna a la Santa Sede o eligiendo a uno de los tres propuestos por el Vaticano.

Es un procedimiento que no ha gustado a la curia vaticana; sobre todo, en el pontificado de Juan Pablo II. Por eso, siempre que ha sido posible, ha emitido el mensaje de que se trataba de un “privilegio” que había que erradicar cuanto antes. En el fondo, una falacia que ha buscado (y busca) acallar a las diócesis que quieren acogerse al mismo. Y es posible que también se trate de una estrategia para ocultar (o, al menos, despistar) algunos de los problemas que presenta su defensa, más formal que real, de la libertad del papa: nepotismo, floración de “lobbys” eclesiásticos y desmedido poder de la misma curia. Como muestra, basta un botón.

En su día fue muy comentado el diálogo sostenido entre el obispo Felipe Fernández y el papa Juan Pablo II en la audiencia concedida a un grupo de prelados españoles con ocasión de una de las visitas que, preceptivamente, han de realizar todos los obispos del mundo a la Sede Primada cada cinco años (llamadas “ad limina”).

En el origen de este diálogo que, ahora reconstruyo, se encuentra el interés del papa Wojtyla por visitar Ávila y Alba de Tormes en el primero de sus viajes a España; un interés fundado en sus trabajos -siendo un joven estudiante- sobre S. Juan de la Cruz y Santa Teresa de Ávila. El papa visitó las citadas ciudades el 1 de noviembre de 1982. Tuvo en ellas sendos encuentros con los monjes y monjas de clausura y quedó impresionado de aquella jornada. Tanto, que retuvo el nombre del entonces obispo abulense: Mons. Felipe Fernández.

Años después, el episcopado español realizó una de las referidas visitas “ad limina”. Una vez pulsada la situación de las diferentes diócesis en los dicasterios vaticanos, los prelados se reunieron con Juan Pablo II.

Como es de suponer, son muy pocos los obispos a quienes el papa conoce por su nombre. Sin embargo, había uno en el grupo del que se acordaba perfectamente: de Mons. Felipe Fernández, obispo de Ávila. Y así lo identificó y saludó Juan Pablo II. La reacción de D. Felipe fue inmediata: “Santidad -respondió- soy, efectivamente, Felipe Fernández, pero no soy el obispo de Ávila. La sorpresa del papa fue casi mayor que la del obispo tan inusualmente identificado: “¿Cómo? ¿Que no eres el obispo de Ávila?” “Efectivamente, Santidad, soy el obispo de Tenerife. Y lo soy desde el año 1991”. La posterior pregunta de Juan Pablo II fue directa y asombrosa para los no iniciados en los procedimientos curiales: “Pero ¿y quién te ha mandado allí?”. “Vd. Santidad“, respondió D. Felipe. Y la reacción final del papa (a medio camino entre el desconcierto y la incredulidad) fue bien elocuente del peso de la curia vaticana: “¿Yooooo?”.

La conclusión es difícilmente cuestionable: es preciso cambiar en el artículo 377 & 1 del Código de Derecho Canónico la frase principal por la subordinada: “el papa confirma a los obispos que han sido legítimamente elegidos y, en circunstancias excepcionales, los nombra libremente“. Una propuesta para que, lo que ha sido extraño en la inmensa mayoría de las diócesis durante estos dos últimos siglos (la intervención del pueblo de Dios), pase a ser lo habitual. Y para que lo que, hasta el presente, ha sido rutinario (el nepotismo, los “lobbys”, la curia y, finalmente, la imposición), acabe desterrado.

Y si semejante cambio se antoja una petición imposible, siempre queda poner en marcha una campaña para que, a las diócesis que así lo deseen, se les aplique el mismo (o parecido) procedimiento que el empleado para las alemanas, austriacas y suizas. No es previsible que sean legión los obispos que avalen semejante petición ante la Santa Sede, pero tampoco un disparate o una alucinación. Algunos milagros todavía son razonablemente posibles…

He aquí, cómo evitar muchos de los malestares, perplejidades e incertidumbres que hoy se enseñorean no solo de la diócesis de Vitoria, sino también de las de S. Sebastian y Bilbao. Y tengo el pálpito de que no solo de ellas.

Fuente Religión Digital

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El encuentro entre el Papa y el Patriarca, primer paso para un viaje de Francisco a Moscú

Domingo, 7 de febrero de 2016
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papa-kiril-720_560x280Para los obispos cubanos, el encuentro es trascendental

Es parte de los esfuerzos de Francisco por promover una “cultura del diálogo y la reconciliación”

El encuentro entre el Papa Francisco y el Patriarca Kirill de Moscú, que tendrá lugar el próximo 12 de febrero en La Habana (Cuba) podría convertirse en el primer paso para un viaje del Pontífice a Rusia, en el marco de un camino para romper la distancia que separa a las Iglesias de Oriente y Occidente desde que en el año 1054 se produjera el Gran Cisma, en el que se excomulgaron mutuamente.

El experto en ecumenismo de la Universidad de Navarra, José Ramón Villar, ha explicado a Europa Press que es un paso “importantísimo” dentro de un proceso a medio-largo plazo para reconciliar a ambas iglesias. Y aunque considera que sería aún más significativo si se produjese en tierra rusa, no descarta que el Papa viaje dentro de poco al país.

“Creo que sí es un primer paso para una posible visita futura del Papa a Rusia. Es preparar un poco los ánimos y la sensibilidad del mundo ortodoxo ruso que ante la Iglesia católica siempre ha tenido sus reservas, una cierta distancia, precisa.

Sobre el escenario del encuentro, Cuba, el experto apunta que han elegido un lugar neutral para facilitar el diálogo. Además, recuerda que los cubanos están agradecidos con el Papa Francisco por su mediación para el acercamiento entre Cuba y EEUU. “Parece haber sido un plan muy bien pensado para encontrar un lugar neutral”, subraya.

En cuanto al contenido de la declaración que firmarán ambos primados, Villar adelanta que, seguramente, se tratará de un escrito en el cual manifestarán “la armonía y la buena disposición para seguir caminando juntos en la búsqueda de la unidad” y mencionarán la persecución religiosa en Oriente Medio que afecta tanto a católicos como a ortodoxos.

En todo caso, el experto recuerda que las relaciones no cambiarán “de la noche a la mañana” pues, precisamente, los predecesores de Francisco, Juan Pablo II y Benedicto XVI ya intentaron un acercamiento a la Iglesia Ortodoxa Rusa. “Con el tiempo veremos los efectos”, insiste.

Este encuentro también podría tener una repercusión en el Concilio Panortodoxo que por primera vez en mil años reunirá a los primados de las Iglesias Ortodoxas bizantinas el próximo mes de junio en Creta, y en el que el Patriarca Kirill podría transmitir algún mensaje del Papa Francisco, según prevé Villar.

LAS CAUSAS DEL CISMA

cisma-de-orienteNo obstante, el experto considera que se necesitará tiempo para avanzar en el acercamiento de dos iglesias que permanecen separadas formalmente desde 1054, cuando se produjo el gran Cisma al que subyacen no solo factores religiosos sino también políticos que dieron lugar a reticencias y sospechas por parte del cristianismo oriental bizantino.

“Es imposible entender la separación sin la comprensión del imperio romano. El imperio bizantino se entendía a sí mismo como heredero del imperio romano. El imperio bizantino en Constantinopla va cayendo en la decadencia, va siendo sustituido por el imperio occidental romano germánico, con Carlomagno, y los bizantinos se sienten sustituidos”, detalla Villar.

Posteriormente, el distanciamiento se fue agudizando, por ejemplo, cuando los latinos entraron en Constantinopla e instalaron una jerarquía latina. Hay heridas en la memoria histórica de los ortodoxos, especialmente en Constantinopla que han agudizado la ruptura”, añade.

A estas causas hay que sumar otras cuestiones de mentalidad, de cultura, de tradición y de disciplina que marcan diferencias entre católicos y ortodoxos, pero que, según puntualiza el experto, son perfectamente legítimas y no deberían afectar a la unidad.

ACERCAMIENTO EN EL SIGLO XX

pablo-vi-y-atenagorasEl profesor de Derecho Canónico Oriental de la Universidad de Navarra, Emilio Forte, explica a Europa Press que el diálogo con las Iglesias ortodoxas de tradición bizantina, siriaca y eslava se inició oficialmente en 1980 y que los primeros pasos importantes se dieron ya durante el Concilio, como la cancelación de la memoria de la Iglesia de las excomuniones recíprocas del año 1054, en el penúltimo día del Concilio.

Sobre esas bases fue posible reanudar algunas formas de comunión eclesial del primer milenio, según apunta el experto, como: el intercambio de visitas y mensajes entre el Papa y los Patriarcas, la cordial convivencia y colaboración en muchas Iglesias locales, o la concesión para uso litúrgico de edificios de culto por parte de la Iglesia católica a cristianos ortodoxos que viven en la diáspora, como signo de hospitalidad y de comunión.

Sin embargo, el cambio político de 1989-1990 vino a complicar las relaciones, pues la vuelta de las Iglesias católicas orientales a la vida pública, después de años de brutales persecuciones y de resistencia pagada incluso con la muerte, fue vista por las Iglesias ortodoxas como amenaza de un nuevo uniatismo –que se refiere a los católicos de rito oriental que han vuelto a la comunión con Roma, frente a la Iglesia ortodoxa que depende de Moscú–.

Así, en la década de 1990, a pesar de las importantes aclaraciones que se hicieron en los encuentros de Balamand (1993) y Baltimore (2000), el diálogo teológico se estancó y la situación de crisis se agudizó sobre todo en las relaciones con la Iglesia ortodoxa rusa después de la erección canónica de cuatro diócesis en Rusia el año 2002.

En cualquier caso, después de muchos esfuerzos, en el año 2007 fue posible reanudar el diálogo y, desde entonces, se han mantenido numerosos encuentros a diferentes niveles, entre los que se encuentran la visita del entonces Patriarca de Moscú Alexis II a Estrasburgo y París en 2008 o la primera visita oficial a Rusia del presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, con el propio patriarca Kirill de Moscú.

En un comunicado publicado tras la reunión, el Patriarcado de Moscú afirmó que “a pesar de las diferencias teológicas, las dos Iglesias pueden acercarse en una cooperación más estrecha en aquellos ámbitos en los que sus posturas coinciden, es decir, en la defensa de los valores cristianos tradicionales en Europa, la defensa de la posición cristiana en el terreno socio-económico, en la ética de la investigación científica y en la bioética“.

Alegría de los obispos cubanos

La Conferencia de Obispos Católicos de Cuba afirmó hoy que el encuentro entre el papa y el Patriarca ruso Kiril la próxima semana en La Habana, tiene una “gran trascendencia histórica” y es parte de los esfuerzos de Francisco por promover una “cultura del encuentro, el diálogo y la reconciliación.

Más allá de la trascendencia histórica, después de siglos de distanciamiento, será un encuentro que va a significar mucho desde el punto de vista del diálogo entre religiones”, afirmó en declaraciones a Efe el portavoz de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba, José Félix Pérez.

El portavoz recordó que, desde el inicio de su pontificado, Francisco expresó su disposición a encontrarse “donde hiciera falta” con el patriarca Kiril, líder de la Iglesia Ortodoxa rusa, reunión que finalmente tendrá lugar la próxima semana en Cuba, país que el papa visitó el pasado septiembre.

Aunque aún no está confirmado, Pérez no descartó que el patriarca Kiril mantenga también encuentros con miembros de la jerarquía católica de la isla, durante los cuatro días que permanecerá en Cuba, primera parada de una gira por Latinoamérica.

El papa hará una escala en La Habana antes de su viaje oficial a México para reunirse durante un par de horas con Kiril en el aeropuerto, donde les recibirá el presidente Raúl Castro y firmarán una declaración conjunta.

Según el portavoz de los obispos, el papa sigue sumando éxitos en su intención de “romper barreras” y acercar pueblos, como ya hizo entre EE.UU. y Cuba, dos naciones que restablecieron sus relaciones diplomáticas hace un año tras décadas de enemistad, un proceso que contó con la mediación del Vaticano y de Francisco, personalmente.

Para Pérez, ese encuentro entre los líderes de la Iglesia católica y ortodoxa, separadas por un cisma en 1054, puede ser un primer paso para fomentar un mayor diálogo y acercamiento entre religiones.

En este sentido, recordó que Francisco viajará el próximo octubre a Suecia para participar en una ceremonia conjunta entre la Iglesia católica y la Federación Luterana Mundial, para conmemorar el 500 aniversario de la Reforma.

Religión Digital/Agencias

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Raúl Olmos: “Los seguidores de Maciel financian parte del Estado Vaticano”

Jueves, 7 de enero de 2016
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maci_560x280índiceEl periodista publica “El imperio financiero de los Legionarios de Cristo”

Invierten millones de dólares en armamento, preservativos, alcohol o pornografía

Una transnacional de la religión”, así define el periodista Raúl Olmos a los Legionarios de Cristo, después de investigar durante más de un lustro las extensas redes de poder de la congregación fundada por Marcial Maciel.

De los Legionarios se había dicho todo, principalmente lo relacionado a los escándalos de pederastia y a la doble vida de su fundador, pero poco se ha contado acerca del poder económico y la influencia política que despliega en todo el mundo.

Esto es lo que se propone Olmos en El imperio financiero de los Legionarios de Cristo (Grijalbo), un libro que comenzó a circular en diciembre de 2015, que narra y documenta cómo se fue construyendo un emporio que hoy tiene más liquidez que el propio Vaticano.

A partir de decenas de documentos y testimonios de miembros de la congregación -algunos de ellos cercanos colaboradores de Marcial Maciel-, Olmos va hilando una compleja maraña de asociaciones y escuelas con presencia en México, América Latina, Estados Unidos, Canadá y Europa, que llegan a recaudar hasta 300 millones de dólares en donativos que se invierten en decenas de fondos de empresas y compañías y que generan riquezas descomunales en paraísos fiscales.

Los “millonarios de Cristo”, se les llama con cierto humor e ironía en México; sin embargo, nadie había documentado la existencia de esa fortuna, la manera en la que Maciel operó para multiplicarla y para obtener influencia e impunidad ante la Santa Sede y ante los gobiernos mexicanos de todo signo político.

“Es una transnacional de la religión, porque tienen no sólo la cuestión educativa, sino apostolados con presencia hasta en Asia”, señala el autor, “pero en esta red también hay empresas que creó Maciel en lugares sin un perfil evangelizador; en Panamá, por ejemplo; en las islas Jersey, entre Inglaterra y Francia; Luxemburgo, Suiza… es una gran red de empresas creadas con fines de lucro, que es el punto a cuestionar.

El libro de Olmos arranca con una revelación: los millones de dólares que la Legión invirtió en fondos internacionales con nexos con la industria armamentista (United Technologies Corporation y Ametek Inc); empresas ligadas a la pornografía (Liberty Media, ligada a Private Media Group, o Comcast), el juego (Wynn Resorts), el alcohol (Diageo, Constellation Brands y Heineken) y los anticonceptivos (Johnson & Johnson y Pfizer, entre otras).

Un dato que, según Olmos, es muy Maciel.

“Es la característica de la Legión: Maciel, el hombre de dos o tres caras, que se presentaba como líder moral y era al mismo tiempo un criminal; una doble cara que contagia a la congregación y que la define, al menos en el tipo de fondos en los que durante décadas ha invertido millones de dólares”.

La multiplicación de esa fortuna ha construido un poder que, a decir del autor, no ha podido regular ni el Papa Francisco.

Raúl Olmos narra en el libro la compleja relación de la Legión de Cristo con El Vaticano.

En entrevista, el autor aporta un dato más para entender la relación actual de Francisco con la Legión: el 28 de octubre del año pasado, el Papa concedió la indulgencia plenaria a los Legionarios y a su brazo seglar, el Movimiento Regnum Christi, en el marco del 75 aniversario de la congregación, y a petición de su actual director general, Eduardo Robles Gil.

“Cuando llega el Papa Francisco había la expectativa de que él iba a extinguir la congregación, por ser un jesuita. Maciel odiaba a los Jesuitas, los veía como lo contrario a su forma de vida y de ser. Y los propios críticos dentro de la Legión veían con una gran expectativa la llegada de Francisco, quien nombra a un interventor de la legión para revisar sus cuentas. Pero no pasa nada. Y, hace unos meses, otorga la indulgencia plenaria, una especie de perdón”, señala Olmos.

-¿Por qué? -se le pregunta.

-Por una razón muy simple; su poder económico es tan grande, que cortarlos de tajo sería cortar un suministro de fondos al Vaticano enorme. Tan solo en donativos, lo que recibe la Legión equivale al presupuesto del Estado Vaticano: 300 millones de dólares. Ellos financian parte del Estado Vaticano. Sería darse un balazo en el pie.

Además, Francisco enfrenta divisiones internas: cuando ha querido hacer reformas, los grupos conservadores lo han acotado, y uno de esos es la Legión -explica Olmos.

De cara a la visita del Papa a México (del 12 al 17 de febrero próximos), el autor de este libro considera que esa indulgencia pudo haber sido una manera de preparar el terreno, un paso previo para que el tema no brinque durante su gira.

El Vaticano se enfrentará a una disyuntiva: no podrá romper con los Legionarios, pues ellos tienen la experiencia de haber organizado la logística y la agenda de los anteriores viajes papales, pero tampoco podrá haber una reconciliación pública.

El Papa siempre había tenido un discurso de condena hacia Maciel, y de repente la indulgencia, de repente los recibe en audiencias, y de repente va a visitarlos a Jerusalem, donde Juan Pablo II les regaló el Instituto Pontificio Notre Dame para que lo administren. Mi teoría es que lo que está detrás de esto es el poder económico de Los Legionarios y el ser un grupo conservador potente y poderoso, que tiene una gran influencia en el propio Vaticano y en México”, señala Olmos.

“La visita no va a ser para un rompimiento, no le convendría a Francisco, aunque tampoco va a haber una reconciliación pública. La Legión va a estar en la visita, va a operar desde las sombras, en logística y estructura”, añade.

Fuente Religion Digital

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¿Es posible otra Navidad? De la nostalgia a la esperanza”, por Nacho González

Martes, 5 de enero de 2016
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navidad-de-cerezoDel blog Un Mundo Mejor:

Ya ha llegado la navidad”, se suele decir frecuentemente en estos días. Pero dicha expresión suele tener una carga emocional que va desde la ilusión y alegría infantil, a la tristeza y recuerdo de la persona mayor. El tiempo de navidad si por algo se distingue es por su carga emocional, que algunos atribuyen al solsticio de invierno -el sol llega a su mayor altura- pero yo creo que es, en buena parte también, debido a lo que vivimos en la infancia y que hoy se potencia con los medios de comunicación. Por eso la navidad es un tiempo que puede ser interpretado en claves y niveles muy diversos.

Quiero compartir mi interpretación y vivencia de la navidad, pero no pretendo hacer una crítica al modo como se vive o celebra, ni mucho menos trato de enseñar nada. Simplemente me gustaría -indirectamente- que la persona que lea estás líneas sienta el deseo de preguntarse e interrogarse, si así lo desea…

De la nostalgia…

Hace bastantes años que vengo interrogándome, como persona y como sacerdote, sobre el modo de vivir y celebrar la Navidad. He intentado desde siempre introducir un soplo de novedad y no dejarme llevar por lo que todo el mundo hace tanto en mi vida personal, como en mi familia y en las parroquias en que he estado.

En mi juventud intuía que se estaba sobre dimensionando la fiesta de Navidad, hoy desde la experiencia que dan los años veo más claro si cabe que, efectivamente, la navidad es una realidad tan compleja y globalizada que acontece como un vendaval que lo arrasa todo y a todas y todos y del que es difícil liberarse. Hoy me pregunto ¿Qué queda de la Navidad que soñaba y plasmó en una representación viviente san Francisco? ¿Qué diría san Ignacio cuando en el Ejercicios espirituales, en su segunda semana, invita al ejercitante a “mirar, admirar y contemplar los textos evangélicos de la infancia de Jesús?

Tengo que reconocer que los relatos de los evangelistas, Lucas y Mateo, parecen estar pidiendo la representación plástica de los acontecimientos que ellos habían narrado con tanta viveza. Tal vez esto permitió que en el transcurso del tiempo fue tomando cuerpo y arraigo cultural en el occidente, que sin duda ha sido el epicentro de la “tempestad”.

A estos cuestiones tenemos que añadir el hecho de que en la sociedad actual “el medio es el mensaje”, como dice el filósofo McLuhan. Esto nos ayuda a comprender mejor cómo en la actualidad se ha potenciado la representación plástica, a que invitaban los evangelistas, hasta el punto de que hoy el mensaje evangélico ha desaparecido prácticamente, pues las imágenes festivas, familiares, alegres que proclaman e invitan diciendo: “Feliz navidad”; “Te deseo paz y amor”; “Mis mejores deseos para que reine el amor, la paz y la hermandad en cada hogar”; “Que la Navidad os colme de amor y felicidad”… Todo esto es algo puntual y pasajero pues muchas de estas expresiones están vacías de contenido y, sobre todo, de vida.

Como ejemplos del despojo de la navidad basta evocar las comidas de empresa, de amigos, de familiares; la lotería de navidad; los regalos de empresas y entidades; las compras compulsivas; las campañas como “ningún niño sin juguete”. Muchas parroquias también se dejan llevar por esa corriente, se hace la campaña del “kilo”, de las estrellitas; belenes solidarios con una patera, con el niño que murió en la playa de una isla griega… y que se yo qué cuantas actividades más. Hoy mismo acabo de oír, en una cadena de radio, en el momento en el que estoy escribiendo este relato, se estaba haciendo durante el fin de semana una campaña para recaudar fondos en pro de las “enfermedades raras”… Todo eso está muy bien, ¿quién puede estar en contra de esto?… Yo no estoy muy a su favor pero no lo digo. Hace años que no juego a la lotería, ni por compasión; no escribo tarjetas, ni mensajes navideños, ni adorno la casa de manera especial, ni hago regalos ni quiero que me los hagan por muy útiles que sean; no he ido a ningún cotillón… Como extra comparto la cena de nochebuena en familia y el fin de año ceno en casa de unos amigos.

Tengo que confesar que la Navidad para mí hoy es una ocasión de encontrar tiempo para los familiares y amigos, de reflexión y contemplación. Desde hace años vengo ofreciendo desinteresadamente una propuesta para celebrar el adviento y la navidad, de otra forma. Durante el año tengo mis gestos y compromisos de solidaridad y colaboro con campañas solidarias. No sufro ningún síndrome “post-navidad”, ni, al paso de las fiestas navideñas, siento nostalgia de no haber hecho esto ni lo de más allá.

… a la esperanza

Considero que los cristianos, para vivir y celebrar la Navidad hoy, tenemos que recuperar por una parte el sentido auténtico de la Navidad, tal y como maravillosamente lo expresa el teólogo alemán Karl Rahner: “Cuando decimos ‘es navidad’ estamos diciendo: ‘Dios ha dicho al mundo su última, más profunda y hermosa palabra en una Palabra hecha carne’ […] Y esta Palabra significa: os amo a ti, mundo, y a vosotros, seres humanos”. Y por otra la esperanza, que es la virtud que en medio de la dificultad, del dolor, de los problemas tiene la libertad de ver más allá, siempre más allá. La esperanza abre horizontes, es libre, no es esclava, siempre encuentra una salida para afrontar y arreglar cualquier situación por delicada que sea.

La Iglesia –sobre todo me refiero a los responsables- tiene que dar un cambio profundo en su manera de vivir, de celebrar la fe cristiana y de evangelizar. Tenemos que recuperar que el centro de la fe cristiana es la experiencia pascual (Recuerdo que antes en mi pueblo había más participación en la Vigilia de Navidad que en la Vigilia Pascual), que posibilita el encuentro personal con el Señor de la vida plena, que nos lleva a una nueva manera de vivir, de ser y de actuar.

Ante este desafío yo no me resigno a aguardar pasivamente a que los responsables y expertos nos faciliten el camino de dicha renovación. La esperanza me anima y motiva a ponerme en marcha y aportar mi granito humilde, sencillo y sincero. Creo que algo podemos hacer, es más creo, siento que lo tengo que hacer, y de hecho lo estoy haciendo ya, no solitariamente sino con otras personas y grupos. Lo que nos está guiando en nuestro itinerario son estas pautas: constatar, reflexionar, experimentar, intercambiar, discernir.

1. Constatamos la desaparición del soporte social de la cristiandad

Percibimos que, a pesar de lo que se llama la “vuelta de lo religioso”, la sociedad, especialmente la occidental, progresivamente se ha ido alejando del “humanismo cristiano”, de esta visión del ser humano y del mundo que funcionaba como fundamento racional para todo y sobre la que “naturalmente” se injertaba la fe cristiana y sus manifestaciones, como por ejemplo la navidad. Hoy, en el contexto socio-cultural-religioso, no me está resultando fácil ni estoy plenamente seguro, como lo estaba antaño, de lo que constituye la identidad cristiana y por consiguiente de lo que puedo ofrecer a los demás, empezando por mi propia familia. Es más, siento que lo que para mí es la identidad cristiana parece que está desconectada de la realidad cotidiana de las personas y de la vida social y política.

2. Ponemos el centro de atención en el ser humano y el mundo

“El camino de la Iglesia es el hombre” (Juan Pablo II). Para vivir la Espiritualidad del Reino de Dios, la clave es poner el centro de atención en el ser humano y en el mundo. En la medida en que nos situamos en la esencia de las preocupaciones del ser humano, se pondrá en evidencia la “deshumanización”, la vida amenazada no solamente en la sociedad occidental sino también en toda la humanidad, las dificultades de las relaciones humanas, la organización, los sistemas…

Cuando decimos que hay que poner el ser humano en el centro no se trata de definir una concepción del ser humano, sino que es la persona que se pregunta: ¿por qué me levanto esta mañana?, ¿quién soy yo para mí?, ¿quién es el otro?, si yo tengo trabajo ¿cuál es su sentido? ¿por qué trabajo yo? ¿por qué ocurre esto y no lo otro?, ¿qué sentido tiene mi vida?… Todas estas cuestiones de la vida cotidiana son básicas en la vida y, en cierta media, preceden al ser creyente o no y es precisamente ahí donde se hace la experiencia de fe como sentido y valor del vivir.

3. Damos máximo valor a la palabra intercambiada, como ejercicio básico y fundamental

El ejercicio de la palabra intercambiada en las personas engendra una triple puesta al día: la puesta al día de mí mismo en aquello que es lo más personal (lo que no quiere decir lo más íntimo), de aquello gracias a lo cual valoro la existencia y me proporciona el querer vivir y, finalmente, la puesta al día de aquello que me une a las otras personas en lo que es esencial. Este intercambio es lo que me permite ir más allá de la visión parcial, de las clasificaciones y de las ideologías.

El itinerario de palabras intercambiadas implica a las mismas personas. No así en un “discurso sobre…”, una mirada superficial donde las particularidades del “yo” deben ser evitadas y donde la implicación lleva a la obligación de un acuerdo sobre una visión común. Ni tampoco es el intercambio una confidencia íntima o un desahogo anecdótico. Sino una implicación que viene del hecho de que la realidad se dice a través de lo que “yo” digo y finalmente lo que “nosotros” intercambiamos sobre lo esencial que hace vivir.

4. Tomamos el Evangelio, como referente privilegiado de una nueva humanidad

Los evangelios me remiten a Jesús, que Él mismo me remite a las otras personas y al mismo tiempo nos reenvía al Padre y al Reino, que es por lo que vivió, murió Jesús…

Jesús vivió su experiencia espiritual en estas dos esferas: Por una parte su intimidad, la experiencia de sentirse Hijo de Dios, que se expresa en una relación y en una palabra “Abbá”, que es el vocablo que los niños emplean para dirigirse a sus padres y expresa confianza, entrega, ternura y absoluta cercanía. Por otra su misión: anunciar la inminencia del Reino.

Esta experiencia le transformó: dejó su familia y se puso a predicar por los caminos, a curar enfermos, a consolar a los afligidos, a perdonar… Pero por encima de todo, a provocar en las personas un encuentro amoroso e íntimo con el Abbá y a inaugurar una nueva humanidad de amor incondicional, de perdón ilimitado y de confianza absoluta en los designios del Padre.

Precisamente el evangelio es un relato, que me permite hacer mi propio relato de la vida. La palabra evangélica es pues una palabra entre “tú” y “yo”, y no una doctrina o una explicación para iluminar la realidad, pues es evangélica en la medida en que yo “te” relato aquello que “yo” vivo a propósito del evangelio y que se convierte en Buena Noticia para “ti”, pues despierta, sugiere, invita, llama… a algo vivo y nuevo.

5. Discernimos los signos de los tiempos

Consideramos que discernir los signos de los tiempos es una obra común en la que se produce un descubrimiento: discernir los unos en los otros y entorno de nosotros personas, hechos, situaciones, relaciones, asociaciones… que manifiestan las ganas de vivir, el reconocimiento de la persona, la acogida al excluido, al discapacitado, a los sin nadie, iniciativas que abre un futuro más justo y fraterno…. Cuando estos signos o señales se manifiestan, vemos que, a menudo, se dan donde menos se les esperaba. Cada vez que se producen, son un acontecimiento que se nota a partir de su resplandor y de su contagio. Pero este resplandor aparece mezclado con todo tipo de acontecimientos de otro orden, producidos o ponderados por la opinión; lo que hace difícil reconocerlos. Lo que experimentamos que hace falta es dedicar tiempo, una mirada abierta, un corazón sin fronteras que palpite al aire de Espíritu y unas voluntades con coraje.

Nacho González

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La Iglesia y el Episcopado español

Domingo, 22 de noviembre de 2015
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cardenal-Rouco-Varela-manifestacion-matrimonio_EDIIMA20130311_0230_4“Rouco no es la Iglesia”

“Nuestro Episcopado, causa de hastío y mucha irritación en ambientes eclesiales”

(Ignacio Villota Elejalde).- Comienzo este artículo con una anécdota personal. Hace unos años, leyendo un diario de ámbito nacional, me encontré con una de esas noticias tan típicas de cierta prensa: “La Iglesia dice….”. Entré en su lectura y se trataba de que el cardenal Rouco Varela había emitido una de aquellas ocurrencias perversas que tantas desafecciones provocaron en la Iglesia.

Siguiendo mi constitutivo compulsivo, tomé el teléfono y llamé a un amigo del diario citado, perteneciente a la cúpula de la redacción. Le dije lo obvio: Rouco no es la Iglesia.En concreto, este Cardenal no representa en gran parte más que la cara agria, fundamentalista y, a veces, cruel de la Institución.

Le intenté explicar que la Iglesia es una realidad compleja e infinitamente más rica teológicamente y en la vida real que lo que puede representar un personaje como este Cardenal. Que la Iglesia es una parte de la realidad humanizadora que funciona en África, América Latina y en las calles de nuestros pueblos y ciudades. Que Cáritas, soporte importante del cariño y la compasión en nuestros tiempos, es Iglesia, reconocida esta realidad por tirios y troyanos, enormemente respetada.

Le decía también que la Iglesia claro que ha tenido, como institución contaminada por un agobiante juridicismo, múltiples facetas antipáticas e, incluso, crueles y nefastas hasta nuestro días.

Pienso en su actitud prepotente que le impulsa a pasar de ser perseguida a perseguidora desde el siglo IV: Inquisición, persecución de herejes, autos de fe, imposiciones político-religiosas en la vida civil, amenazas y condenas hasta ayer a teólogos llamados “disidentes”.

Que la Institución eclesial, a imitación del Bajo Imperio Romano, se apropió de unos poderes espirituales y políticos que, muchos creemos, no provienen de Jesús. Se inmiscuyó en las conciencias y en las intimidades de las personas con gran arrogancia y despotismo.

Es verdad que muchas veces esta cáscara de la Iglesia ha hecho mucho daño y ha forzado grandes desafecciones a la causa de Jesús, que simplemente, como nos lo reitera el Papa Francisco, es la de la compasión, el cariño y la ternura con todos, pero preferentemente con los excluidos.

También es verdad que la Institución, ya desde la herejía arriana, ha hecho más hincapié en los dogmas y las verdades definitivas que en el amor, la esencia del Evangelio. Que durante muchos siglos ha desarrollado todo su poder en la defensa de “sus verdades” que, luego, la Historia ha demostrado en demasiadas ocasiones que no eran las verdades del Evangelio.

Le decía a mi amigo del diario que la gran labor de la Iglesia ahora es eliminar toda la escoria que siglos de aquel juridicismo agobiante ha contaminado la sacramentología y la eclesiología, palideciendo la imagen de Jesús y, obviamente, del Cristianismo.

Pero, al mismo tiempo, en la Iglesia Pueblo de Dios, se ha asistido, durante todos los siglos, a la emergencia de personas e instituciones que han hecho de la ternura y la compasión el lema de su predicación y actuación, según su conciencia, a veces, al margen de la Jerarquía. Hoy no se podría hablar de labor humanizadora en América, tras las tropelías de la conquista, olvidando al Padre Montesinos, a Bartolomé de las Casas, a los jesuitas de la Reducciones del Paraguay, Bolivia, Argentina y Brasil y a tantos hombres y mujeres cristianos que intentaron edulcorar la vida de los nativos y de los negros esclavizados. Eran Iglesia.

Hoy la Iglesia no son los Nuevos Movimientos, tan enaltecidos en estas pasadas décadas, con sus luces y gravísimas sombras, son Iglesia no la Iglesia. Son Iglesia, sobre todo, por poner un ejemplo, los Hermanos de San Juan de Dios, los salesianos, los combonianos y otros muchos, muchísimos más que trabajan por los pobres en los cinco continentes por hacer de sus vidas algo que merezca la pena.

Son Iglesia, pero no la Iglesia, desde luego, ciertos delincuentes variopintos del Vaticano, los que sean, pero son Iglesia, muchos más, infinitamente más los hombres y mujeres que en Roma y en todas las partes del mundo sostienen con su trabajo el buen hacer de las parroquias, escuelas y obras asistenciales de raíz cristiana o no.

Aquí es donde nos encontramos con nuestro Episcopado, causa de hastío y mucha irritación en ambientes eclesiales conciliares del país y muchas, demasiadas desafecciones en las filas de los creyentes cristianos, que ha hecho confundir, a los no muy letrados, la Iglesia con ciertas personas sus dichos y sus hechos.

Me refiero, sobre todo, a aquellos obispos de la Iglesia española, los que se han hecho oír y ver a partir de sus ocurrencias, sus obsesiones, sus tics psicológicos y su mediocridad humana, social y teológica, siempre al calor de lo que se fraguaba y se indicaba desde Roma en los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI.

En el último número del semanal Vida Nueva, se habla de una posible renovación del Episcopado español. El título del artículo es significativo; “Obispos para salir del Búnker”. Es sabido que los últimos años de Pablo VI fueron los de los inicios del restauracionismo teológico y los de la involución en la vida pastoral. Se entendió en los foros vaticanos y en ciertos movimientos eclesiales, reticentes con el Vaticano II, que era el momento de la ortodoxia.

Tras la muerte de Juan Pablo I, se tenía diseñado un perfil de Papa que, con gran fortaleza y si era necesario, con dureza debía llevar a la Iglesia al lugar de donde la arrancaron y donde debía estar: Trento y Vaticano I. Eligieron a un hombre bien conocido por ellos: una persona luchadora en la Polonia sufriente que se defendió contra el marxismo imperante y profundamente intransigente moral y dogmáticamente.

Era el Cardenal de Cracovia, Wojtila, Juan Pablo II. Hombre de más certezas que creencias, ya se significó desde inicios de los ochenta. Nunca perdonó los “grandes errores” del Cardenal Tarancón durante la Transición política y, antes, en la marcha de la Iglesia española, al hacer su transición teológica y pastoral a la luz de Vaticano II.

De ahí su decisión de un cambio copernicano en el Episcopado español. Contó, principalmente con un Nuncio, Tagliaferri, y con dos peones básicos, los cardenales Suquía y, sobre todo, Rouco Varela. Inició el cambio del Episcopado para lo que el Nuncio tenía una gran experiencia de su paso por Perú en donde derechizó el Episcopado. Era la hora de un conjunto de hombres, en su gran mayoría muy piadosos, dóciles, obedientes y, bastantes, muy mediocres. Eran los hombres del momento. Hoy quedan 45 obispos de Juan Pablo II y 24 de Benedicto XVI.

Para teólogos abiertos, pastores en la línea conciliar, laicos que se habían subido al tren del Concilio u obispos de la época anterior fueron estos dos pontificados unos años tórridos y plúmbeos. Varios de los grandes teólogos españoles, que los había y hay, fueron denunciados, a veces anónimamente, a la Congregación de la Fe como otros muchos más de la Iglesia universal. Se habla en unos sitios de doscientos y en otros de trescientos. Al frente de tal Congregación puso Juan Pablo II a un hombre de su total confianza, el Cardenal Ratzinger, futuro Benedicto XVI.

Encomendado el “cuidado” del dogma y la moral a Ratzinger, inició Juan Pablo II, su “nueva Evangelización”. Dotado de grandes cualidades de comunicación y firmeza, firmeza arrolladora y, seguramente, de santidad, comenzó el desmontaje del Vaticano II, desde un punto de vista teológico, jurídico y pastoral. Para ello contó con los llamados “nuevos movimientos” de los que, al menos un par de ellos se pasaron varios pueblos en su tomadura de pelo a Juan Pablo II, aunque donaron al Vaticano pingües fortunas que taparon agujeros y compraron voluntades.

Desde Roma, y contando con el Nuncio y los cardenales de Madrid, se acabó con los obispos proclives a la apertura de la Iglesia. Se eligieron obispos no dotados humanamente, pero sí pertrechados de un gran bagaje de ideas restauracionistas. Se prohibieron intervenciones públicas de teólogos sospechosos, se denunció y persiguió de todas las maneras posibles ideas revisionistas acerca de una teología anquilosada y apolillada, que no daba respuestas a las preguntas del mundo. La intransigencia ante los problemas sexuales llevó a intervenciones auténticamente tristes y pobres, que llevaron a muchos sufrimientos…. y a mucha risa.

Muchos de estos obispos, con su aceptación del Episcopado, arribaron en sus vidas al cumplimiento del “Principio de Peter”: “Como individuos, tendemos a trepar hacia nuestro nivel de incompetencia. Nos comportamos como si lo mejor fuese trepar cada vez más arriba, y el resultado lo tenemos a nuestro alrededor: las trágicas víctimas de una irreflexiva escalada”.

De “trepas” y “carreristas” ha hablado ya mucho el Papa Francisco. ¿Victimas? Muchas. De ellas hablo en mi “carta de apoyo” al Obispo de Córdoba (DEIA, 1-ix-2015).

Ahora me quedo sólo con los ominosos silencios individuales y colectivos ante los grandes delitos sociales, económicos y políticos en nuestro país. Han configurado una renuncia explícita a la misión profética del cristiano. No quiero dejar de lado el fraude y la inmoralidad en la utilización de nuestros medios de comunicación, pagados por todos: la COPE y 13Tv.

Conclusión. Me quedo con el título del artículo de Vida Nueva (Nº 2.963) “Obispos para salir del búnker”.

Fuente Religión Digital

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El obispo de Hong Kong alienta la homofobia y su auxiliar compara a los gays con los drogadictos

Miércoles, 11 de noviembre de 2015
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noticias_file_foto_1026055_1447084344El cardenal John Tong Hon, obispo de Hong Kong, instó la semana pasada a los 379.000 católicos de Hong Kong a votar por los candidatos en las próximas elecciones del distrito basados en sus puntos de vista contra el colectivo LGBTI, un día después de la celebración del desfile del Orgullo en la ciudad que atrajo a un número récord de visitantes: 9.500 personas. “En los últimos años, el liberalismo extremo, el individualismo, la liberación sexual y el movimiento de los derechos gay han sido muy perjudiciales”, escribió el cardenal John Tong Hon, quien abogó por que las autoridades de Hong Kong introduzcan una ordenanza que discrimine la orientación sexual y prohíba el matrimonio entre personas del mismo sexo en una carta pastoral que sacó a la luz pública el pasado jueves, 5 de noviembre.

Después de recibir una lluvia de críticas, el obispo auxiliar, Michael Yeung Ming-Cheung, trató de aclarar la postura de la Iglesia sobre la homosexualidad y sólo logró empeorar las cosas: “La iglesia no tiene enemigos y no critica a nadie. Sólo se hablaba de cosas que están mal. Por ejemplo, no es correcto el abuso de las drogas y, por ello, no vamos a decir que nos encantan los drogadictos”.

Los comentarios de ambos representantes de la Iglesia Católica en Hong Kong han sido criticados por el único legislador abiertamente gay de la ciudad, Ray Chan Chi-Chuen, quien escribió en su perfil de Facebook: “La homosexualidad no es un pecado, por favor, no comparen la homosexualidad con la drogadicción. Por favor, no estigmaticen a los gays”.

El cardenal John Tong Hon fue el primer cardenal chino que participó en el cónclave de 2013 donde se eligió al papa Francisco y es el tercer cardenal chino que forma parte del Colegio Cardenalicio, después del salesiano Joseph Zen Ze-kiun y del jesuita Paul Shan Kuo-hsi, obispo emérito de Taiwán. Nacido de padres no católicos, Tong vivió la II Guerra Mundial refugiado en una aldea, junto a su abuela materna.

En 1970 se convirtió en presidente de la Comisión Ecuménica diocesana y, en 1980, director del Centro de Estudios del Espíritu Santo. También ha trabajado en la revista Concilium. En diciembre de 1992 fue nombrado vicario general de la diócesis de Hong Kong. Juan Pablo II le nombró obispo auxiliar de Hong Kong en diciembre de 1996.

Fue jugador de baloncesto, experto en pensamiento taoísta y confuciano y, como él mismo dice basándose en su experiencia vital, “cristiano de segunda generación”.

El 30 de junio 2012 fue nombrado Presidente Delegado de la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, que se celebró en el Vaticano del 7 al 28 octubre de 2012, sobre el tema “La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana”. John Tong Hon fue creado y proclamado cardenal por el Papa Benedicto XVI en el consistorio del 18 de febrero 2012. Y no cabe duda que Tong es un firme representante del ala más conservadora de la Curia en Roma.

Fuente Ragap

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23.05.15. Beato Romero

Sábado, 23 de mayo de 2015
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11262993_883173091743476_6507209933649503993_nAsí quiero recordarte, Óscar Romero, treinta y cinco años después de tu muerte, sentado y cercano, con traje negro de cura-obispo. No ibas para Beato, no había hecho carrera para obispo mártir, ni te habías preparado para hablar de la justicia como hablaste… Pero te tocó y lo hiciste.

Las circunstancias te pusieron en la brecha, y fuiste voz de evangelio, día a día, en la vida muerte de tu pueblo, encontrando la palabra y el gesto adecuado en cada circunstancia. Habías nacido para otras respuesta, pero escuchaste las nuevas voces doloridas de tu pueblo y supiste encontrar la voz de la Justicia, la justicia del Dios de Jesús para tu gente.

Eras en el fondo muy tradicional, te gustaban las capillas piadosas, el rezo intenso de la gente, sin mezclarte en cuestiones que parecían simplemente materiales… pero los intereses materiales golpearon y mataron a tu pueblo, y tú supiste llegar al fondo de las almas, hasta la verdad de Jesús, con la voz del evangelio.

Y la inmensa mayoría de tu pueblo te sintió cercano: por tu manera de sentirte y ser iglesia, por tu forma de ser pueblo. Por eso te quisieron los más pobres de los pobres de tu pueblo, sintieron que eras de ellos, que estabas con ellos, siendo de Dios.

No te querían los jerarcas de la buena sociedad organizada, los jefes de las armas, ni los grandes del dinero y del comercio para algunos. Dijeron que eras enemigo del orden, amigo de revoluciones peligrosos… y hasta Roma llegaron las voces y escritos de tus acusadores. Y en la misma Roma te tuvieron miedo y quisieron silenciarte los dueños casi eternos de una Curia llamada Vaticana: Te humillaron cuando fuiste, te quisieron expulsar del obispado, querían que callaras (quizá los mismos que ahora te dicen Beato).

El mismo “Santo Padre” fue duro contigo, como si debiera vigilarte, como si tuviera que ignorarte y después marginarte cuando fuiste a verle (en mayo de 1879, diez meses antes de tu asesinato). Lo recuerdo muy bien, hasta creo que tengo por ahí algún escrito de aquel tiempo. Se decía que Roma quería apartarte, poniendo en tu lugar un “administrador apostólico”, porque no eras un hombre del sistema, una “figura” apropiada para aquel momento (es decir, para los dueños de un poder sangriento).

No voy a remover papeles, pero los que tenemos cierta memoria y un poco de edad sabemos recordar. Sé que volviste muy triste de Roma, y que el Papa (hoy ya santo) no quiso o no pudo entenderte. No te condenó porque era puro evangelio lo que tú decías y hacías, pero no se puso de tu parte.

Y así mataron los “poderes militares” al servicio de un sistema de dominio económico, pero te dejó morir una Iglesia aliada al sistema, una Iglesia que ahora se dice orgullosa de ti, todos buscando un lugar en tu foto de gloria.

11295892_883176528409799_5746432243968923782_nHan pasado los años, y algunos piensan que las cosas ya se han olvidado, pero muchos que éramos entonces ya “mayores” recordamos, y nos alegramos de que te digan Beato (¡no te hacen, ya lo eres, beato y santo). Nos alegramos, pero nos alegraríamos más si se dijeran las cosas en verdad, si cambiara la visión del conjunto de la Iglesia…

Ciertamente, tu Papa Juan Pablo II, viajando por tu tierra tres años más tarde, el 1983, quiso entrar en tu catedral inacabada, para orar ante tu tumba, para decir entonces que habías dado la vida por “amor a Dios y servicio a tus hermanos”. Era quizá tarde, pero fue hermoso que lo hiciera, y es hermoso que la Iglesia Universal, a través del Papa Francisco (a pesar de la oposición de muchos, dentro y fuera de la Iglesia) haya querido nombrarte Beato, no simplemente por tu muerte en defensa de la fe, sino en defensa de la justicia.
Las tres imágenes que comentan esta postal se las debo a Rosa Quinta, que las ha “colgado” amablemente en mi Facebook, donde podrá verlas quien quiera. Gracias Rosa, te debo este gesto, y el cariño que tienes por Romero.
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Tres años de verdad

Le asesinaron hace treinta y cinco años (24. 03. 80), después de tres de pasión con su pueblo y como su pueblo de El Salvador. Su “vida pública”, como arzobispo de la capital (San Salvador) duró tres años, como la de Jesús y no dejó a nadie indiferente.

Unos le consideraban un profeta, un mártir, un luchador por la paz y el diálogo, un hombre de Iglesia.
Otros, en cambio, le vieron como un simple un revolucionario, un agitador de masas, un político frustrado que promovía la crispación, un personaje en busca de notoriedad social.

Y así le mataron los políticos e ideólogos de un orden imperial capitalista. Su rostro amable, esculpido en piedra, entre D. Bonhoeffer y M.Luther King, en la abadía de Westmister, Londres, invita a mantener la esperanza contra toda desesperanza (cf. Imagen).

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El recuerdo de su asesinato, unido nuevamente al de Jesús, proclama la certeza y la fuerza de un amor y una justicia que es el rostro de Dios sobre la tierra.

Experiencia fundante.

Ciertamente, Romero se había preocupado siempre por los pobres, pero de un modo general. Pues bien, unas semanas después de haber sido nombrado arzobispo de San Salvador, el 22 de febrero de 1977, uno de sus buenos amigos, que trabajaba mano a mano con los pobres, Rutilio Grande SJ, fue brutalmente asesinado por los escuadrones de la muerte.

Ese asesinato despertó su conciencia cristiana y marcó desde entonces subida.

En los meses y años que siguieron a la muerte de Grande, fueron asesinados muchos sacerdotes, religiosas y agentes de pastoral. Entre ellos había religiosas como Dorothy Kazel, Ida Ford, Maura Clarke, y trabajadores laicos como Jean Donovan, que fueron asesinados el 2 de diciembre del 1980. Estas muertes tuvieron una gran repercusión pública, pero hubo también muchos catequistas, organizadores de asambleas de trabajo, periodistas, estudiantes, personas vinculadas al servicio médico y más de tres mil campesinos, que eran asesinados cada mes. Ellos deben ser añadidos a la lista de los iconos de justicia, aunque sus muertes hayan sido en gran parte desconocidas, no reconocidas y no publicadas. A través de estos injustamente asesinados, Romero se encontró en el centro de una guerra dirigida en contra de los pobres.

Metáfora central

La metáfora central que configuró la visión espiritual del Beato Romero fue Cristo crucificado y el pueblo crucificado de El Salvador, como él mismo decía:

Cada vez que miramos a los pobres…descubrimos el rostro de Cristo… El rostro de Cristo se encuentra entre los sacos y cestas de los trabajadores del campo; el rostro de Cristo se encuentra en aquellos que son torturados y maltratados en las prisiones; el rostro de Cristo está muriendo de hambre en los niños que no tienen nada que comer; el rostro de Cristo está en los pobres que piden a la Iglesia, con el deseo de que su voz sea escuchada

El Cristo crucificado iluminó su vida, hasta que el 24 de Marzo de 1980, dentro de la iglesia del Hospital de la Divina Providencia, le dispararon y mataron mientras celebraba la misa.

Teología operativa.

El eje principal en torno al cual giró la vida de Romero fue la vida, muerte y resurrección de Jesucristo. En ésa línea, él creyó que había sido llamado a “sentir con la iglesia”, especialmente en la medida en que ella sufre en el mundo.

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Andrew Comiskey o cómo Dios crea el prepucio para tener que cortarlo… “Era gay y no católico”.

Sábado, 23 de mayo de 2015
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1537_andrew_1No acostumbramos a publicar cosas de este estilo, pero esta vez nos parece ilustrativo de una manera de ver a Dios que no refleja sino una buena dosis de homofobia internalizada… Nosotros sentimos justo lo contrario… Nuestro encuentro con Cristo nos ha hecho aceptarnos en nuestra orientación sexual, ser más nosotros mismos, sentirnos hijos y creaturas de Dios agradecidos por el don de la vida tal y como somos. No concebimos a un Dios que anule a la persona, que la cree de una forma y le pida ser de otra. El sábado pasado me reía al oír al reverendo transgénero Ines-Paul Baumann en las II Jornadas sobre Fe, Orientación Sexual e Identidad de Género celebradas en Madrid al hablar de la circuncisión como signo del pacto de Israel con Dios y preguntándose por qué si los judíos tenían que circuncidarse para pactar con Dios…. entonces para qué creó Dios el prepucio… Pues eso… Dios no es un chiquillo caprichoso que pretenda “jugar” con el ser humano… Y ya lo que nos parece insultante es que presente como enfrentados el ser gay y católico…

Andrew Comiskey era un gay activo, pero Dios salió a su encuentro. Luego fundó un programa de ayuda que por más de treinta años acoge, acompaña y entrega herramientas a quienes sufren problemas con su identidad sexual… no sólo homosexuales que sufren le visitan.

Andrew Comiskey habla de  su viaje hacia Dios, centrado en Cristo, que le llevó a crear el programa de apoyo “La corriente del desierto”.

Andrew Comiskey era un gay que en un punto de su vida abrió la puerta a Cristo y esto inició en él un proceso que lo transformó. Basado en su experiencia gestó en 1980 el programa “La corriente del desierto”, respondiendo al desafío que junto con su esposa, Annette, recibieron de su pastor. Así, iniciaron un grupo de apoyo, sanación y liberación (en Hollywood Este, CA) para hombres y mujeres que buscan honestamente la luz de Jesús para enfrentar y resolver problemas con su identidad sexual o atracciones sexuales no deseadas.

El primer grupo se convirtió en varios grupos y al paso de los años Dios continuó llamando a Andrew, quien inició su camino de conversión al catolicismo el año 2008. Esta experiencia dio nuevas luces a lo que hoy es el programa “Living Waters” (Aguas vivas). “Para sanar son claves la honestidad, la buena voluntad, la confesión, el perdón, la oración eficaz y aprender a establecer límites sanos en sus vidas”, cuenta Andrew.

El programa que se propone, dice Andrew, su gestor, es una especie de “práctica pastoral que muestra cuán efectiva es la teología del cuerpo de san Juan Pablo II Papa”. La propuesta busca “potenciar la femineidad y la masculinidad desde la verdad y honestidad de la persona”, enfatiza Comiskey.

Precisamente en su blog Andrew pone de relieve que hoy muchos cristianos “creen estar en el lado correcto de la historia apoyando el matrimonio gay”, pero olvidan -puntualiza- que   “a Jesús no se le puede engañar”.

En la medida que Andrew se ha entregado al acompañamiento de otros, también refuerza aquello que ha descubierto y optado como bueno para su vida. “Mi alegría  por la curación de los demás -dice al respecto en su blog personal- surge de un compromiso continuo por superar la homosexualidad y amar a mi esposa e hijos como un hombre sustancialmente íntegro”.

Se convirtió al catolicismo, dice, leyendo las reflexiones de Juan Pablo II sobre la teología del cuerpo y los textos de sor Faustina Kowalska sobre la misericordia de Dios… “Descubrí que la comunidad de la Iglesia es el lugar para la gente que quiere tratar heridas que en sus corazones distorsionan la verdadera imagen del hombre y la mujer. Fue fundamental cuando comprendí lo que nos recuerda sor Faustina… puesto que si no se puede huir de Dios, debemos recurrir a su misericordia”.

Se trata, dice, de aceptar vivir según  el plan de Dios. “Como seres humanos no estamos condenados a sucumbir a ciertos deseos que deshumanizan. No tenemos que vivir en la oscuridad de nuestras heridas del pasado”.

Hace treinta años Andrew rompió con su vida gay y en Pascua de Resurrección del año 2011 recibió los sacramentos en la Iglesia. Este paso, dice, fue posible sólo gracias a que el Espíritu Santo lo dirigió… “y me rendí”, acota. “Me encanta la centralidad en Cristo, la celebración Eucarística, Palabra y Pan de Dios, cada día”, señala sobre su ser católico este hombre, hoy esposo y padre de familia que tuvo una infancia carente, como él apunta, de la “fuerza tierna” que sólo un padre puede y debe dar a sus hijos…

“Yo no diría que tuve un comienzo traumático o dramático. De hecho creo que tuve un muy buen comienzo. Mis padres estaban ambos en casa, lo cual agradezco tanto. Tenía dos hermanos y una hermana menor. Mis hermanos mayores eran un equipo y del tipo duro. Y yo, crecí sintiéndome excluido. Ellos se unían. Eran más bulliciosos y agresivos que yo. En general yo era el costal y ellos los boxeadores. La vida, no era mala, pero fue lo que me dio un sentido de que no era apto para convivir con los chicos. Y mi hermana, la menor, tenía su propio mundo. Si había un déficit a nivel paternal, era que no había mucha intervención del padre. Él tenía que trabajar muy duro, estaba buscando otras cosas en su vida, como educación y cuestiones así. Básicamente me sentí sólo, con un sentido creciente de sentirme inferior en relación a mis hermanos.”

“Tenía un amigo en la primaria. Solo éramos amigos, no era nada más, pero por ahí como en quinto o sexto grado empezamos a experimentar uno con el otro, cuestiones que, tal vez para otro chico no habrían dejado una marca, pero para mí puso algo en movimiento… (Si deseas continuar leyendo el testimonio completo que Andrew narra, pulsa aquí).pero

 

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San Romero de América, pastor y mártir en defensa de los pobres

Viernes, 22 de mayo de 2015
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san_romero¡Alegrémonos! El sábado 23 de mayo tendrá lugar en San Salvador la ceremonia de beatificación de Óscar Arnulfo Romero, que fuera arzobispo de esa ciudad desde 1977 hasta su asesinato, a los 62 años, mientras celebraba la eucaristía, el 24 de marzo de 1980. Su vida y su muerte nos interpelan a los que formamos parte de Redes Cristianas a vivir el cristianismo con coherencia y poniendo en primer lugar a los pobres y a los que sufren por la violencia y la injusticia, y a seguir trabajando por una iglesia cuyas prioridades sean las que tuvo Monseñor Romero, cuya sangre -en un mundo sediento de testimonio- ha sido la mejor “teología narrativa” que podíamos recibir de un obispo:

 «Como pastor estoy obligado por mandato divino a dar la vida por quienes amo, que son todos los salvadoreños, aun por aquellos que vayan a asesinarme. Si llegaran a cumplirse las amenazas, desde ya ofrezco a Dios mi sangre por la redención y resurrección de El Salvador

Su beatificación, y su eventual canonización posterior, devolverá –como dice su postulador- a los hombres de buena voluntad el legítimo derecho a enarbolar el ideal del amor a los otros hasta el extremo. “Y para los cristianos-católicos, lo hayamos conocido o no, será la expresión personificada del creyente que, con la coherencia de su testimonio y los principios fundamentales de su fe, entendió e hizo suya, con plena conciencia, la opción incondicional por la vida”.

Siguiendo el intrincado protocolo que nuestra Iglesia exige para seleccionar ejemplos existenciales que proponernos, el camino de San Romero de América (tal como lo bautizó Casaldáliga, recogiendo una costumbre popular iniciada el mismo día de su muerte) ha sido largo. En vida, sufrió por sus difíciles relaciones con algunos de sus hermanos obispos. Y, tras su muerte, sólo uno de los miembros de la Conferencia Episcopal Salvadoreña asistió a su funeral. Jon Sobrino nos cuenta que, aún años después, en marzo de 1996, monseñor Revelo (que fue en el pasado obispo auxiliar de Romero, y su gran adversario) le criticó, en un almuerzo con Juan Pablo II, por ser responsable de nada menos que “los 70.000 muertos que se dieron en este país”. Así que no es de extrañar los treinta y cinco años necesarios para llegar aquí. A pesar de que en pocas figuras se produce como en él la aclamación del pueblo sencillo con la que tradicionalmente se elegía a los santos. Y aunque contraste con lo notorios que han resultado, en décadas recientes, algunos procesos de beatificación y canonización desarrollados de forma fulminante, y que obviaron las controversias que ensombrecían a algunos de sus protagonistas. Ha sido, sin duda, decisivo -y muy de agradecer- el impulso dado al proceso por el papa Francisco, que en febrero pasado autorizó la promulgación del decreto para declararlo mártir de la Iglesia… Un obispo asesinado por «odio a la fe». Y, para escándalo de muchos, ¡a manos de otros cristianos!

Óscar Romero fue a lo largo de su vida un notable cristiano, sacerdote y obispo, de talante conservador, que tomó posesión del cargo de arzobispo de San Salvador el 22 de febrero de 1977, en una época particularmente convulsa en su país. El asesinato, unas semanas después, de su íntimo amigo, el jesuita Rutilio Grande, párroco comprometido con las Comunidades Eclesiales de Base y la organización de los campesinos, le llevó a convocar –en contra de la opinión del nuncio apostólico y de otros obispos- una misa única, para mostrar la unidad de su clero. Esta misa, celebrada en la plaza Barrios de San Salvador, fue el inicio de un profundo cambio personal, de una coherente radicalización, y de tres años de “vida pública” que –como a Jesús de Nazaret- le llevaron al martirio.

Monseñor Romero dijo la verdad pública, vigorosa, insistente, larga, repetida y responsablemente, con autoridad, y en fidelidad total al Evangelio. Las palabras de la homilía pronunciada la víspera de su asesinato son memorables:

«En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: ¡cese la represión!»

Treinta y cinco años después, celebramos con el pueblo salvadoreño y con la Iglesia universal, mediante su proclamación como beato, lo que ya Ellacuría dijo en el funeral pronunciado en la UCA pocos días después del asesinato: “con Monseñor Romero, Dios pasó por El Salvador”.

Fuente Editorial de Redes Cristianas

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SALVADOREÑOS CONMEMORARÁN MAÑANA EL 32 ANIVERSARIO DEL ASESINATO DE ROMERO

Miles de salvadoreños recuerdan al obispo mártir en murales, estatuas y llaveros

San Romero de América: “Nunca van a callar la voz de un santo”

Todo preparado para la multitudinaria beatificación de este sábado en San Salvador

Monseñor Óscar Arnulfo Romero, símbolo de una Iglesia cercana a los pobres, será beatificado el sábado, aunque los salvadoreños ya lo arropan como un santo al que rezan por un país más justo y lo recuerdan en murales, estatuas y hasta llaveros.

Monseñor Romero será proclamado beato en una multitudinaria ceremonia en la plaza Salvador del Mundo de la capital salvadoreña.

“Monseñor Romero fue un hombre extraordinario, preocupado por su rebaño y es un ejemplo claro al mundo de un pastor que vivió y que sufrió junto a los más pobres”, reseñó monseñor Jesús Delgado, quien fue secretario personal de Romero.

El 23 de marzo de 1980, monseñor Romero en una homilía hizo un vehemente llamamiento a los soldados a desobedecer órdenes de disparar contra el pueblo: Les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios, cese la represión. Un día después del emotivo llamamiento, un francotirador de la extrema derecha le disparo en el pecho cuando oficiaba la misa ante en la capilla del hospital para cancerosos La Divina Providencia, en el norte de la capital.

El 30 de marzo, la multitud que acudió a su funeral fue dispersada a balazos por soldados que dejaron numerosos muertos.

El magnicidio de Romero, fue el detonante de una guerra civil que duró doce años (1980-1992) y dejó 75.000 muertos.

Su vida y la iglesia

Romero nació el 15 de agosto de 1917 en Ciudad Barrios, un pueblo cafetalero en el departamento de San Miguel, a 156 kilómetros al noreste de San Salvador.

Su vida religiosa comenzó en 1931, cuando ingresó al seminario menor de San Miguel, donde fue conocido como ‘El niño de la flauta’, por el pequeño instrumento de bambú que heredó de su padre.

En 1937, fue aceptado en el seminario mayor San José de la Montaña, en San Salvador, y siete meses más tarde, viajó a estudiar teología en Roma, donde presenció las calamidades de la Segunda Guerra Mundial y fue ordenado sacerdote el 4 de abril de 1942.

El 21 de junio de 1970, fue nombrado obispo auxiliar de la capital y, más tarde, obispo de Santiago de María, Usulután, el 15 de octubre de 1974, en momentos que comenzaba la represión contra campesinos organizados.

Conocido entonces por su postura conservadora, Romero fue ungido arzobispo el 23 de febrero de 1977, a sus 59 años.

En marzo de 1977, el asesinato de su amigo el sacerdote Rutilio Grande, junto a dos campesinos, transformó a Romero, quien hizo de la denuncia su bandera. Por las denuncias que transmitía por la radio católica YSAX y el semanario Orientación, Romero llegó a ser conocido como ‘La voz de los sin voz’.

Sencillo y admirado

Asesinato-arzobispo-Oscar-Romero-marzo_LNCIMA20130628_0300_27Muchos salvadoreños lo recuerdan como un hombre sencillo, que disfrutaba de fotografiar escenas de la vida cotidiana. Era sencillo, le gustaba el contacto directo con la gente. Me dolió su muerte, pues es de los pocos que he conocido que vivió íntegramente el Evangelio”, recuerda el artesano de la madera Fernando Llort, quien conoció personalmente a monseñor Romero. Llort recuerda que Romero visitó varias veces su taller en la ciudad de La Palma, a 86 kilómetros al norte de San Salvador y en una ocasión le pidió que le hiciera un báculo para usar en las misas.

Otros que quizás no lo conocieron en vida visitan a diario la cripta de Romero, en el sótano de la Catedral, donde los fieles se arrodillan, depositan flores, prenden velas y le rezan para pedir mejores tiempos en el país. Uno de tales visitantes, don Guadalupe Navarro, un albañil de 77 años devoto del pastor rememoró: el día que lo mataron, lloré, perdíamos la esperanza de cambios en el país, pero hoy vemos una luz y esa luz es nuestro San Romero, nunca van a callar la voz de un santo. Hoy, la imagen de Romero se multiplica en estatuas, murales, camisas, llaveros, y tazas con su rostro que se venden en las calles.

Ante su tumba han desfilado personalidades como el fallecido papa Juan Pablo II en 1983. Años después, en 2011, lo visitó Barack Obama.

Una Comisión de la Verdad creada por la ONU, culpó al fallecido mayor del ejército Roberto d’Aubuisson, fundador de la entonces gobernante Alianza Republicana Nacionalista, de derecha, de ser el responsable de “organizar y supervisar” el asesinato.

La causa para canonizar a Romero se abrió en la Iglesia Católica local en 1994 y en Roma en 1997. En abril de 2013, el papa Francisco desbloqueó el proceso y el 3 de febrero de 2015 firmó el decreto que reconoce a Romero como mártir de la iglesia.

Por su parte, y tal y como informa Radio Vaticana, el coordinador regional de Caritas en América Latina y el Caribe, el padre Francisco Hernández Rojas de Costa Rica explica cómo funciona esta red de Caritas en Latinoamérica compuesta por 22 conferencias episcopales y destaca la importancia de monseñor Óscar Arnulfo Romero quien será beatificado el próximo 23 de mayo en El Salvador. “Caritas América Latina y el Caribe es un órgano de comunión adscrito al Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) dentro del departamento de justicia y solidaridad del CELAM” en los que desarrollan varios ejes de trabajo, como el del medio ambiente, la gestión de los riesgos y las emergencias.

Otro de los ámbitos en los que trabajan es la ‘Dignidad, derechos humanos y construcción de paz’ del cual el padre Francisco Hernández explica que “el punto de partida siempre es la dignidad humana en la misma perspectiva que nos señala el Magisterio social de la Iglesia y desde allí queremos construir una perspectiva de derechos donde todos los seres humanos seamos sujetos de derechos, y también de deberes, y que puedan ser respetados y que podamos ser constructores y sujetos de nuestra propia historia…”.

En esta línea, el sacerdote costarricense señala a Radio Vaticano que “monseñor Óscar Arnulfo Romero es la expresión de la búsqueda de una sociedad justa, fraterna y solidaria como el ‘mínimo de la caridad’ así como nos enseña el Magisterio social de la Iglesia, expresado muy bien, magistralmente, por el Papa Benedicto XVI en -la Encíclica- Caritas in Veritae”. “Monseñor Romero es esa expresión de la entrega en la caridad de una Iglesia que quiere proteger a sus hijos, a sus hijas, que quiere defenderlos, que quiere que todos, cada uno de sus hijos y de sus hijas tengan iguales oportunidades, haya una sociedad equitativa, donde todos puedan encontrar los elementos necesarios para una vida humana tal como lo expresa el documento de Aparecida”.

(RD/Agencias)

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Por otra parte, crece la polémica por la organización de la beatificación de Mons. Romero. Organizaciones romeristas cuestionan el slogan de “Mártir por amor”. También critican que sectores que trabajaron por Romero no estén invitados al acto.

Cecilia Morales/ Antonio Soriano
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Organizaciones como Articulación Nacional de las Comunidades Eclesiales de Base (CEBES), Tutela Legal María Julia Hernández, Comité Nacional Monseñor Romero, Comunidad Monseñor Romero Cripta, entre otras, alzaron ayer sus voces para cuestionar la organización de los actos de beatificación de Monseñor Óscar Arnulfo Romero, programada para el próximo sábado.

Las organizaciones dicen sentir “temor” porque se desfigure el legado de Romero ahora que es una “marca oficial”. Critican el eslogan “Mártir del amor”. Dicen que puede ser cualquier cosa y que no dice nada del mártir por su pueblo. Recuerdan que el decreto del vaticano dice “por odio a la fe”. Este eslogan, según el colectivo, refleja a un Romero sin compromiso.

“Monseñor dio la vida en defensa de los pobres, de los excluidos, de los marginados, de las víctimas de violaciones de derechos humanos y ahora se lo pueden convertir en un santo totalmente pasivo”, expresó José Roberto Lazo Romero, uno de los miembros del colectivo y exempleado de Tutela Legal del Arzobispado. Lazo también criticó la forma de distribuir las zonas para el acto de beatificación al reservar un espacio para “pobres/campesinos” y no cree que la gente deba asistir al acto como una estadística. “La iglesia jerárquica debe tener más sensibilidad y le va a llevar bastante tiempo asumir este legado, su pensamiento, su pastoral y su opción preferencial por los pobres”.

Por su parte, el presbítero, Simeón Reyes, dijo que respeta la opinión de las organizaciones y lamentó que el acto esté creando divisiones. No obstante, defendió el trabajo que están haciendo las organizaciones del evento. Sobre el jingle de “Mártir por amor” se refiere a que Monseñor fue mártir “por amor a los pobres” o mártir por “amor a la justicia”. “Mártir por amor lo que hace es concentrar todos estos motivos fundamentales por los que Monseñor da la vida, que hayan algunos que no están de acuerdo, bueno lo respetamos”, declaró a Diario El Mundo.

El vocero de la organización rechazó que estén haciendo un uso mediático de Monseñor Romero. “Todo católico debe alegrarse por lo que está sucediendo, un beato, un santo no divide sino que ayuda a estar en más en comunión unos con otros, pueden estar en desacuerdo, pero es que es difícil estar en acuerdo con todos”, reflexionó el padre Reyes sobre las críticas a la ceremonia.

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Iglesia “en salida” vs restauración identitaria: ¿empate técnico? , por Pedro A. Ribeiro de Oliveira

Domingo, 15 de marzo de 2015
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Scene 07/53 Exterior Galilee Riverside; Jesus (DIOGO MORCALDO) is going to die and tells Peter (DARWIN SHAW) and the other disciples this not the end.Leído en la página web de Redes Cristianas

“Estamos en medio de una crisis eclesial donde importantes sectores intermedios importantes obstruyen el proyecto de Iglesia del Papa, una Iglesia “en salida”. Para destrabar el proceso y llevar adelante el proyecto es indispensable la movilización de las bases eclesiales que sólo ganarán fuerza en la medida que los sectores de la liberación y los sectores carismáticos caminaran juntos “, dice Pedro A. Ribeiro de Oliveira, sociólogo, en artículo publicado a continuación.

Pedro A. Ribeiro de Oliveira tiene un doctorado en Sociología por la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica. Es profesor en la Maestría en Ciencias de la Religión de la Pontificia Universidad Católica de Minas Gerais – PUC-Minas, consultor ISER-Asesoría. Entre sus obras, destacamos Fe y Política: Fundamentos(Aparecida: Ideas & Letters, 2004), Fortaleciendo la red de una Iglesia misionera (San Paulo: Paulinas 1997) y Religión y dominación de clase (Petropolis: Vozes, 1985).

Aquí está el artículo.

El Papa asombró all mundo con su visita a Lampedusa, donde se solidarizó con los migrantes que buscan ilegalmente una mejor vida en Europa, Francisco mostró su proyecto de pontificado: una Iglesia “en salida”. Explicitó este proyecto en la exhortación “La Alegría del Evangelio” (# 20-24), donde dice preferir “una Iglesia accidentada, herida, embarrada por haber salido a las calles, a una Iglesia enferma por estar encerrada (# 49). Este proyecto está ganando la simpatía y el entusiasmo de muchas personas, dentro y fuera de la Iglesia Católica, pero hay fuertes indicios de resistencia a él dentro de la jerarquía católica, porque va en la dirección opuesta a la línea de los dos pontificados anteriores, centrados en el proyecto que se puede llamar restauración identitaria. Haciendo un análisis de coyuntura de la situación, me parece que estos dos proyectos están ahora en “empate técnico”. ¿Es posible desbloquear el impasse que impide la actualización de la Iglesia propuesta del Concilio Vaticano II que viene? Analizar el problema desde el punto de vista sociológico es el propósito de este artículo (1).

La elección de Juan Pablo II marca el comienzo del proceso de restauración identitaria de la Iglesia Católica: proyecto de reafirmación de la Iglesia y de sospecha de todo lo que no tuviera la marca católica. Su propósito no era volver al pasado tridentino, pero imponer la interpretación del Concilio Vaticano II desde el Concilio Vaticano I, que convirtió la autoridad del Papa suprema e incontestable sobre toda la Iglesia Católica. Contando con la participación del teólogo Joseph Ratzinger, que le sucedió en el papado, Juan Pablo II utilizó varios instrumentos eclesiásticos para implementar este proyecto, siendo el principal: el nombramiento de obispos en sintonía con la misma línea, la reforma del derecho caónico y la promulgación del Catecismo de la Iglesia Católica y las normas restrictivas para la liturgia.

Este proyecto encontró apoyo en los movimientos eclesiales como el Opus Dei, Comunión y Liberación, Focolares, Camino Neocatecumenal, Renovación Carismática Católica y otros de un alcance más pequeño a nivel global. La gama de alianzas formadas por el Papa, la Curia Romana, los obispos de su confianza en las diócesis clave, y los Movimientos eclesiales procedieron a difundir su propia interpretación de los documentos promulgados por el Concilio como la única interpretación auténtica, mientras que descalificaban a cualquier divergencia.

Así, Juan Pablo II y Benedicto XVI reforzaron la tradición tridentina que ve en la salvación individual de las almas la misión propia de la Iglesia – como dijo Benedicto XVI al episcopado brasileño, 12 de mayo 2007 – mientras que la población católica quiere protección, cura y seguridad (catolicismo popular), una alegre convivencia y cercanía con lo divino (catolicismo carismático) y la reafirmación de la fe en otro mundo posible donde la Justicia y la Paz se abracen ( catolicismo de la liberación). Sin darse cuenta que la salvación de las almas a través de los sacramentos está perdiendo terreno, minada por paradigma técnico-científico de la modernidad, el hedonismo favorecido por el acceso al mercado de consumo, por la valoración y apreciación de la vida terrena y la incredulidad en el infierno, la Iglesia ve la reducirse el número de sus fieles, especialmente entre los jóvenes (2).

Dada esta falta de coincidencia, la Iglesia busca atraer fieles ofreciéndoles espectáculos religiosos que combinan entretenimiento, misa y devociones (marianas, los santos y el Santísimo). Estaciones de radio y televisión, así como los santuarios se convierten en el escenario de este espectáculo religión-media donde los sacerdotes atrajeron mucho público, pero más allá de las emociones del espectáculo, cada uno vuelve a su vida cotidiana sin fortalecer sus lazos con la Iglesia.

Todo esto debilitó el impulso de las innovaciones introducidas por el Concilio (la actitud ecuménica e interreligiosa, Teología de la Liberación, las Comunidades Eclesiales de Base, los órganos colegiados, la liturgia inculturada, la renovación de la vida religiosa, la apertura de los seminarios, y otros), pero sin implementar un nuevo modelo de Iglesia Católica capaz de diálogo con el mundo contemporáneo. La rigidez de la Iglesia para insistir en su convicción de ser eportadora de la verdad absoluta en contraposición al “relativismo” del mundo ha creado una barrera de comunicación entre ellos. Por un lado estaba el cuerpo clerical facultado por el proyecto de restauración identitaria; y del otro estaba la gran masa de laicos y laicas reducidos a la condición de auxiliares de los curas, sino de simples usuarios de los servicios religiosos.

El fracaso del proyecto de restauración identitatira llevó a la renuncia de Benedicto, pero no desmanteló su red de apoyo: ella tiene todavía tiene adeptos en la Curia romana – su bastión principal – en los Movimientos eclesiales que explícitan o disimuladamente cultivan la tradición tridentina, entre muchos obispos, sacerdotes, seminaristas, religiosos y religiosas formados para ese modelo de iglesia. Aunque estos sectores declaran su obediencia piadosa al Papa, hay indicios de que a ellos les desagradan tanto las críticas de Francisco a la ostentación mundana de las personas consagradas, como su aliento a una Iglesia pobre y servidora de los pobres.

Por otra parte, no se puede olvidar la importancia del patrimonio y activos económicos acumulados por la Iglesia: ellos pueden asegurarle una sobrevida independientes de los fieles.

Ante esta situación de “empate técnico” entre los dos proyectos, ¿Cómo será la forma de un desempate para la Iglesia “en la salida”? Como se dijo antes, este desempate se decidirá ante la base formada por la gran comunidad católica, más que en los tribunales eclesiásticos. Es entonces necesario examinar qué sectores de la comunidad católica tienen afinidad con el proyecto de Francisco.

La Iglesia “en salida” no puede contar ni con los Movimientos tradicionalistas, ni con los oriundos de Renovación Carismática que vuelven a los tiempos de Pío XII – como Shalon, Toca de Assis, Nueva Canción y otros. Tampoco puede contar con los fieles practicantes del catolicismo popular- devocionales y protector. El apoyo de la Iglesia “en salida” sólo puede residir en sectores cuyas raíces se encuentran en el Concilio Vaticano II: por un lado, el sector polarizado por las Comunidades Eclesiales de Base y Pastoral Social; y por el otros, los diversos grupos congregados por el Movimiento carismático. Veamos esto más de cerca.

El catolicismo de la liberación es fruto de la recepción latinoamericana del Concilio Ecuménico de 1962 a 1965 y tuvo importancia por el desempeño de las Comunidades Eclesiales de Base – CEB – Pastoral Social junto con los movimientos sociales. Tiene su fundamentación en la Teología de la Liberación que, mientras era descalificada en espacios eclesiales oficiales, se mantiene muy viva en la sociedad brasileña. Aunque minoritario tiene,en el episcopado, el clero y sobre todo en la intelectualidad católica

El catolicismo carismático es hoy la forma hegemónica de la Iglesia en Brasil. Introducido en la década de 1970 por la Renovación Carismática Católica – RCC – que combina la oración de alabanza, la música y la curación. Su organización a través de los grupos de oración apoyados por equipos de servicio le dan una gran autonomía respecto a las autoridades eclesiásticas, mientras que su énfasis en la práctica de los sacramentos favorece su integración en las estructuras parroquiales. En la década de 1990 el movimiento carismático se dividió en dos partes: uno asume la pastoral de las parroquias dándole el tono carismático, mientras que los otros forman “comunidades de vida” y ” de alianza”, que poco a poco retornaron al catolicismo de la salvación individual revestido con un estilo carismático. Es necesario tener en cuenta esta distinción, porque la RCC no se identifica con esos Movimientos ni con los sacerdotes mediáticos y si con los grupos de oración. También hay que señalar que si bien la forma carismática es hegemónico hoy en la mayoría de las parroquias y las diócesis de Brasil, su fundamentación teológica sigue siendo frágil.

Obsérvese que tanto el catolicismo de la liberación como el carismático nacieron del Concilio Vaticano II, a pesar de que han tomado caminos divergentes: mientras que los sectores polarizados por la CEB y la Pastoral Social, buscan hacer realidad el Reino de Dios en el mundo de los pobres, los sectores sintonizados con RCC quieren implantarlo en el corazón de cada persona; mientras unos realizan celebraciones que nutren la relación entre la fe y la política, los otros hacen celebraciones de alabanza. Tales diferencias, sin embargo, no implican necesariamente incompatibilidad entre estos dos frutos del Concilio Vaticano II, pues son como dos hermanos separados por las circunstancias históricas y no por enemistad o antagonismo de fondo. En este sentido, hay que recordar dos cosas: crece tanto el número de animadores CEBs que son miembros de grupos de oración carismáticos, como el número de personas que participan activamente en las luchas sociales sin abandonar el camino de la oración carismática.

Llegamos a la conclusión de este análisis de coyuntura eclesiástica recordando que Francisco comenzó su pontificado – con la construcción de puentes – pidiendo que oren por él. Pero no sólo orar. También es necesario movilizar a la comunidad católica para la realización de su proyecto. Después de años habituados a entender la “misión” como rebaño de personas atraídas por la Iglesia para llevarlos a la práctica de los sacramentos, asumir el proyecto de la Iglesia “en salida” requiere elaboración teórica y acciones prácticas. Teórica, porque se trata de recuperar y actualizar la visión del Concilio Vaticano II; practicar, porque se trata de construir una “nueva manera de ser Iglesia” no desde el templo, sino de las casas y la calle.

Francisco es sin duda el personaje principal de este proyecto, pero sólo podrá lograrlo con la ayuda de los sectores intermedios de la iglesia – obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas – y la movilización de las bases. En esto radica el punto clave de este análisis: de la participación activa de laicos y laicas depende el éxito del proyecto de Iglesia “en salida”. En este sentido, es esencial la reconciliación y el entendimiento entre los sectores católicos polarizados por las CEBs y Pastorales Sociales y los sectores de los y grupos agregados de oración de raíces carismáticas. Desde allí se puede hacer crecer su cooperación en favor del éxito del proyecto de Iglesia “en salida”.

Estamos en medio de una crisis eclesial donde sectores intermedios importantes obstruyen el proyecto papal de Iglesia “en salida”. Para desobstruir el proceso y llevar adelante el proyecto es indispensable y esencial movilizar a las bases de la Iglesia que sólo ganarán fuerza en la medida que los sectores de la liberación y los sectores carismáticos caminaran juntos. Esta tarea no es fácil, pero es en la crisis que somos más creativos.

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Vaticano recibe a grupo católico gay en público

Lunes, 23 de febrero de 2015
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getimage.phpSegún cuenta Noticia Cristiana, el grupo había sido ignorado en anteriores visitas realizadas durante el papado de Juan Pablo II y Benedicto XVI hasta ahora que el monseñor Georg Gaenswein y un obispo de los Estados Unidos consiguió apoyar al grupo y por lo que fueron recibidos en la primera fila de la audiencia semanal.

El pasado miércoles 18 un grupo de derechos católicos gays fue recibido en la audiencia semanal con el Papa Francisco. El grupo salió de los Estados Unidos siendo dirigido por la hermana Jeannine Gramick, co-fundadora del Ministerio Nueva Dirección que les predica a los católicos homosexuales.

La lista de invitados fue publicada por el Vaticano, pero no habló abiertamente sobre el grupo gay, por lo que soló citó “un grupo de laicos, acompañados por una hermana”.

50 gay católicos fue el número recibido en el Vaticano el cual era liderado por Francis DeBernardo, director ejecutivo del grupo, y la hermana Gramick.

El grupo había sido ignorado en anteriores visitas realizadas durante el papado de Juan Pablo II y Benedicto XVI hasta ahora que el monseñor Georg Gaenswein y un obispo de los Estados Unidos consiguió apoyar al grupo y por lo que fueron recibidos en la primera fila de la audiencia semanal.

“Lo que esto indica es que hay movimientos en nuestra iglesia para recibir personas que están fuera”, dijo la hermana en la autorización dada al grupo.

Francisco ha demostrado ser abierto al recibir a los homosexuales en la Iglesia, pero su discurso no es que la iglesia va a cambiar su doctrina de que la Biblia, es contraria a los actos homosexuales.

Fuente: Jeannine Gramick y Francis DeBernardo defensores de los derechos católicos gays (ambos en la fotografía)

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José María Castillo: ¿Otro restauracionismo preconciliar?

Domingo, 4 de enero de 2015
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20603720aLeído en su blog Teología sin Censura:

El Papa ve “escandaloso” las listas de precios en las iglesias para recibir los sacramentos

Las “quince enfermedades de la Curia“, según Francisco

El Papa pide perdón “por mis errores y los de mis colaboradores, y por los escándalos que han hecho tanto daño

“Francisco está amenazado, tan amenazado como la unidad de la Iglesia”

“Estamos ante un nuevo y desesperado intento de restauracionismo preconciliar”

“Con razón advierte A. Torres Queiruga que estamos ante un ‘escándalo'”

“Al Papa se le acepta, en sus enseñanzas y en su forma de proceder, en la medida (y sólo en la medida) en que dice y hace lo que a Müller (y a sus colegas) les parece bien “

¿No tuvimos bastante en la Iglesia con el restauracionismo que Juan Pablo II promovió y defendió con firmeza, durante su largo pontificado, para frenar y – si hubiera sido posible – incluso bloquear el impulso renovador que representó el concilio Vaticano II? ¿No ha quedado patente que aquel intento ha desembocado en un alejamiento mayor de la Iglesia en sus relaciones con la cultura de nuestro tiempo? A estas alturas, hay motivos fundados para pensar que aún no hemos reflexionado a fondo lo que ha significado para la Iglesia el hecho de que un papa teólogo, de la talla de Benedicto XVI, se haya visto en la apremiante necesidad de tener que presentar su renuncia al papado.

Sea cual sea el motivo determinante por el que el papa Ratzinger tomó semejante decisión, parece razonable pensar que Benedicto XVI se vio en la apremiante urgencia de dejar el gobierno de la Iglesia en otras manos porque, sin duda alguna, él vio que la situación no podía ponerse peor de lo que ya estaba. A partir de entonces, el cónclave que eligió a Francisco se dio cuenta de que la Iglesia necesitaba un rumbo nuevo. Y, a la vista de todo lo que ha sucedido, ¿vamos a tener el atrevimiento de tropezar dos veces en la misma piedra?

Pues sí. Efectivamente, da la impresión de que hay quienes se aferran al empeño por repetir la misma historia. Como es bien sabido, ya no es un secreto para nadie que cinco eminentes cardenales (Müller, Caffarra, De Paolis, Brandmüller y Burke) han buscado el apoyo del ex-papa Ratzinger para que les ayude en su intento de corregir el nuevo proyecto de papado y de Iglesia que estamos viendo en el papa Francisco. Se sabe también que Benedicto XVI se negó a aceptar las pretensiones de los cinco purpurados. Y no contento con eso, avisó de inmediato a Bergoglio que se pusiera en guardia por lo que se le venía encima con las pretensiones de los cinco cardenales mencionados y del “bloque preconciliar” de Iglesia que, sin duda, esos purpurados representan.

¿Ha quedado todo resuelto con este intento frustrado de un más que probable enfrentamiento de cinco importantes cardenales con el papa Francisco? Nada de eso. Después del fracaso de los mencionados cinco cardenales, los purpurados han seguido, erre que erre, en su empeño. Y ahora, lo que han hecho ha sido publicar un libro, en el que colaboran los cinco, y del que con razón advierte el profesor A. Torres Queiruga que estamos ante una “sorpresa mayúscula”, incluso ante un “escándalo”.

¿Por qué? Sin duda, los cinco eminentes eclesiásticos (y el bloque preconciliar de Iglesia, que ellos representan) están persuadidos de que el proyecto pastoral de cercanía al Evangelio, y al sufrimiento de los pobres y excluidos de este mundo, será un proyecto “enteramente responsable” si “presupone una teología que se abandona a Dios que se revela, presentándole el pleno obsequio del entendimiento y de la voluntad” (Card. G. L. Müller).

cinco-cardenales-vs-papa-720_560x280Si yo me he enterado bien, estas palabras del Cardenal Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, vienen a decir que el papa actual, con sus gestos de profunda humanidad y cercanía a los que sufren, da pie para pensar (y decir) que no presupone “una teología que se abandona a Dios”, ni le presenta así (a ese mismo Dios) “el pleno obsequio del entendimiento y de la voluntad”. ¿Se puede hacer semejante insinuación contra el papa y quedarse tan fresco? ¿No sospecha este eminente cardenal que así, al decir eso, lo que en realidad está indicando es que hasta el papa se tiene que someter a lo que piensa el cardenal prefecto del Santo Oficio?

Al hacer estas preguntas, estoy afrontando un problema bastante más serio de lo que algunos se imaginan. Porque, echando mano de argucias teológicas de este calibre, lo que en realidad se pone al descubierto es que el Cardenal Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe le está diciendo a la Iglesia que al Papa se le acepta, en sus enseñanzas y en su forma de proceder, en la medida (y sólo en la medida) en que el Papa dice y hace lo que a este Cardenal (y a sus colegas) les parece bien que se debe decir y enseñar. Pero, entonces y si es que eso es así, ¿no estamos haciendo trizas la tradición secular de la Iglesia y las enseñanzas de los concilios Vaticano I y Vaticano II (Denz.-Hün. 3060; LG 22) cuando nos han explicado la naturaleza y la razón de ser del Romano Pontífice?

No estoy alambicando sobre el sexo de los ángeles o cosas parecidas. El momento, que estamos viviendo en la Iglesia, es mucho más grave de lo que seguramente muchos piensan. El problema de fondo del Vaticano II se repite. Y, de la misma manera que sucedió entonces, la resistencia al cambio se hace fuerte, seguramente más fuerte de lo que imaginamos. El papa Francisco quiere a toda costa una Iglesia que viva el Evangelio, cercana al sufrimiento humano y dispuesta, ante todo, a remediar los dolores, humillaciones y violencias que azotan sobre todo a los más débiles. Y es decisivo comprender que Francisco quiere una Iglesia entregada a semejante tarea aun cuando para ello sea necesario anteponer el logro de la felicidad de los que más sufren a tradiciones, normas y rituales que, en definitiva, lo que consiguen es tranquilizar conciencias satisfechas por sus “ortodoxias” y sus “observancias”.

Al decir esto, estamos tocando el nudo del problema. Si las quince enfermedades, que Francisco explicó y aplicó a los hombres de la Curia, en su discurso del pasado día 22, son la expresión de lo que realmente ocurre en el Vaticano, se comprende perfectamente que, en las oficinas de la Curia, abunden los funcionarios eclesiásticos (de todos los rangos) que no pueden comprender el genuino carácter cristiano de los dogmas y de las confesiones de fe. Porque se trata de personas que, en las dignidades, cargos y privilegios alcanzados, se han situado en un status que, si quieren mantenerlo, por eso mismo no pueden comprender que “el genuino carácter cristiano de los dogmas de fe está en la peligrosidad crítica y liberadora, y al mismo tiempo redentora, con la que actualizan el mensaje” de Jesús, de forma que “los hombres se asusten de él y, no obstante, se vean avasallados por su fuerza” (J. B. Metz; cf. D. Bonhoeffer).

Así las cosas, yo entiendo perfectamente que estemos ante un nuevo y desesperado intento de restauracionismo preconciliar. Como entiendo igualmente que mucha gente piense en el papa Francisco como un hombre amenazado. Tan amenazado como la unidad de la Iglesia. Y, por tanto, el futuro de esta Iglesia a la que queremos de verdad. Una Iglesia en la que no pretendemos ser más papistas que el papa. Y en la que siempre, y en cualquier caso, aceptamos al sucesor de Pedro, coincida o no coincida con nuestros puntos de vista.

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“El perverso juego de la pederastia”, por Juan José Tamayo

Domingo, 21 de diciembre de 2014
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1-599x275Leído en la página web de Redes Cristianas

Poder sobre las almas, poder sobre las conciencias, poder sobre los cuerpos

No todas las llamadas telefónicas son ociosas e ineficaces. Hay algunas que logran sus objetivos y tienen efectos inmediatos. Los han tenido las que el papa Francisco hizo al joven profesor granadino que le escribió una carta informándole de los abusos sexuales que él y otras personas menores de edad sufrieron desde la infancia por parte de algunos sacerdotes y seglares. Francisco le llamó en dos ocasiones para pedirle perdón, mostrarle su apoyo, comprometerse a investigar el caso y decirle que lo pusiera en conocimiento del arzobispo de Granada, quien, a decir verdad, no mostró la misma diligencia que el papa, ya que tardó en responder a las llamadas del joven agredido sexualmente.

El arzobispo solo tomó medidas sancionadoras bajo la presión del papa, más solícito en la solidaridad con la persona herida y en el castigo del delito que el propio pastor diocesano. Es algo que viene repitiéndose últimamente. Los obispos encubren las agresiones sexuales de los clérigos y llegan a comprar el silencio de las víctimas y de sus familias con dinero. El papa, empero, toma la iniciativa de la denuncia y sanciona a los propios obispos retirándolos de sus funciones pastorales por la indignidad de su inmoral comportamiento.

Las llamadas de Francisco contrastan con el largo silencio de Juan Pablo II y del cardenal Ratzinger, durante su presidencia de la Congregación para la Doctrina de la Fe, ante situaciones similares. Fue un silencio cómplice con los abusos sexuales producidos contra víctimas indefensas en numerosas instituciones eclesiásticas: parroquias, seminarios, noviciados, colegios, cometidos por cardenales, arzobispos, obispos, sacerdotes, formadores religiosos, educadores, padres espirituales, y conocidos por la citada Congregación por las numerosas denuncias que llegaban hasta ella.

Esta, lejos de tramitar e investigar los casos denunciados y ponerlos en manos de la justicia, imponía silencio a las víctimas para que no trascendiera el escándalo de tamaña agresión, y, para disuadirlos de que revelaran o denunciaran las agresiones sexuales, los amenazaba con penas temporales y eternas, que generaban total indefensión e incluso culpabilidad en la persona objeto de los abusos. ¿Sanción para el pederasta? Hasta hace poco tiempo, ninguna. A lo sumo, el obispo ordenaba el cambio de destino pastoral al religioso pederasta sin informar a la nueva feligresía de la razón de dicho traslado. Así, el pederasta podía seguir cometiendo las agresiones sexuales con total impunidad.

La permisividad del delito, el silencio, la falta de castigo, el encubrimiento, la complicidad y la negativa a colaborar con la justicia convertían la pederastia no solo en una agresión sexual individual, sino en una práctica legitimada estructural e institucionalmente –al menos de manera indirecta- por la jerarquía eclesiástica en todos sus niveles en una cadena de ocultamiento que iban desde la más alta autoridad eclesiástica hasta el pederasta, pasando por los eslabones intermedios del poder religioso.

La raíz de tan abominable práctica se encuentra, a mi juicio, en la estructura patriarcal de la Iglesia católica y en la masculinidad hegemónica que convierte al varón en dueño y señor en todos los campos del ser y del quehacer de la institución eclesiástica: organizativo, doctrinal, moral, religioso-sacramental, sexual, etc. Y no cualquier varón, sino el clérigo -en sus diferentes grados: diácono, sacerdote, obispo, arzobispo, papa-, que es elevado a la categoría de persona sagrada.

La masculinidad sagrada se torna condición necesaria para ejercer el poder, todo el poder, todos los poderes. Lo domina y controla todo, absolutamente todo: el acceso a lo sagrado, la elaboración de la doctrina, la moral sexual, los puestos directivos, la representación institucional, la presencia en la esfera pública, el poder sagrado de perdonar los pecados, el milagro de convertir el pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Cristo, el triple poder de enseñar, de santificar y de gobernar.

Este poder empieza por el control de las almas, sigue con la manipulación de las conciencias y llega hasta la apropiación de los cuerpos en un juego perverso que, como demuestran los numerosos casos de pederastia, termina con frecuencia en las agresiones sexuales más degradantes para los que las cometen y más humillantes para quienes los que sufren. Se trata de un comportamiento diabólico programado con premeditación y alevosía, practicado con personas indefensas, a quienes se intimida, y ejercido desde una pretendida autoridad sagrada sobre las víctimas que se utiliza para cometer los delitos impunemente.

El poder sobre las almas es una de las principales funciones de los sacerdotes, si no la principal, como reflejan las expresiones “cura de almas”, pastor de almas”, etc., cuyo objetivo es conducir a las almas al cielo y garantizar su salvación, conforme a una concepción dualista del ser humano, que considera el alma la verdadera identidad del ser humano e inmortal. El poder sobre las almas lleva derechamente al control de las conciencias. Solo una conciencia limpia, pura, no contaminada con lo material, garantizaba la salvación. Por eso la misión del sacerdote es formar a sus feligreses en la recta conciencia que exige renunciar a la propia conciencia y someterse a los dictámenes morales de la Iglesia. Se llega así al grado máximo de alienación y de manipulación de la conciencia.

Pero aquí no termina todo. El final de este juego de controles es el poder sobre los cuerpos, que da lugar a los delitos de pederastia cometidos por clérigos y personas que se mueven en el entorno clérico-eclesiástico, que son el objeto de este artículo. Quienes ejercen el poder sobre las almas y sobre las conciencias se creen en el derecho de apropiarse también de los cuerpos y de usar y abusar de ellos. Es, es sin duda, la consecuencia más diabólica de la masculinidad sagrada hegemónica. Cuanto mayor es el poder de las almas y más tiránico el control de las conciencias, mayor es la tendencia a abusar de los cuerpos de las personas más vulnerables que caen bajo su influencia: personas crédulas, niños, niñas, adolescentes, jóvenes, personas discapacitadas, etc.

Y un efecto perverso más para intranquilizar las conciencias de las personas creyentes, e incluso de quienes no lo son, y para impedir el disfrute gozoso de la sexualidad: la masculinidad hegemónica se presenta como hetero-normativa y construye la homosexualidad: a) desde el punto de vista religioso, como pecado que debe ser condenado; b) desde el punto de vista jurídico como delito que debe ser castigado –y de hecho lo es en numerosos países hasta con la pena de muerte; c) y, desde el punto de vista médico-sanitario, como una enfermedad que hay que curar.

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Para que pase el invierno (con carta al “pederasta” de Reus)

Jueves, 4 de diciembre de 2014
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imagesLeído en el blog de Xabier Pikaza:

Ya no tengo duda, nos espera un duro invierno, tiempos de inmensa decepción, gran frío, que deberán convertirse en época de siembra.

Nos habían educado para una Iglesia triunfante, vencedora de guerras como la de España (1936-1939), una iglesia que podía imponerse por su número y su brillo, dictando lecciones de moralidad y buen gobierno a todos.

Llenábamos los templos en el culto, todos eran nuestros, extendíamos al mundo entero nuestro ejemplo de Iglesia limpia y verdadera, frente a los demás poderes que debían estarnos sometidos.

A pesar del Vaticano II (1962-1965) ese proyecto de Iglesia se ha mantenido hasta ayer, de la mano de Mons Rouco en España (y en algún sentido de la mano restauradora de Juan Pablo II). Pero los últimos ecos de campana de ese tipo clerical y dominador de Iglesia se están apagando en España (no hablaré aquí de otros países).

People walk over a bridge in the grounds of the Charlottenburg Castle during heavy snowfall in BerlinSe anuncia a lo lejos una primavera, pero antes tiene que pasar el gran invierno, tiempo de frío y de do hogar, para descubrir la verdad de lo que somos (confesando lo que fuimos), pues sólo podremos ofrecer y extender nuestros valores si confesamos nuestras deficiencias y reparamos nuestros pecados. No estaría mala volver a las fuertes amenazas de Isaías y de Juan Bautista (¡es Adviento!) para poder esperar la primavera.

No se trata de pasar el invierno mano a mano, esperando que escampe y que pasen los hielos, sino comprometiéndonos a vivir en la verdad,con examen de conciencia, contrición de corazón, confesión de boca… y camino concreto de enmienda, no sólo unos pocos individuos (que serían los malos), sino todos, la Iglesia entera, pues somos en conjunto responsables, como seguiré diciendo.

Sólo así, en este largo invierno que vamos a pasar, se podrá encender la lumbre de la nueva primavera que esperamos en la Iglesia. Éste es mi diagnóstico, seguido por una carta dirigida a JA, a quien la prensa ha llamado el pederasta de Reus.

PARA QUE PASE EL INVIERNO

No puedo hablar de otros, voy en el mismo carro

Quizá estoy viendo el tema de manera demasiado narcisista, como clérigo que he sido intensamente a lo largo de cuarenta años (del 1963 al 2003), para retirarme después a la “vida privada”, escribiendo cada año un libro de teología o de vida cristiana, cosa que pienso seguir haciendo, Dios mediante, con Mabel, en los años que nos queden de vida.

No sé bien lo que podíamos haber hecho, pero es evidente que hemos hechos muchas cosas mal, y me refiero ya en concreto a los casos y casos y casos de pederastia clerical que se irán conociendo, fatídica y gozosamente en los próximos días y meses. Bastará leer la prensa: los cuatro o más de la presunta trama de Granada, el mercedario de Reus, el médico de Barcelona… Irán saliendo casos y casos, pues los hay, sin duda.

Fue una situación explosiva aquella de los seminarios masivos de los años cincuenta a los ochenta y hasta noventa del siglo pasado. Había “vocaciones” reales, se hizo mucha ayuda social (miles y miles y miles de españoles pudieran estudiar por los seminarios, y han sido después grandes profesionales…), pero en conjunto aquella situación, y un tipo de presbíteros que se formaron no habían pasado por el crisol y el cernidor de la madurez afectiva y personal.

Como otros muchos de mi generación, conozco (conocía) muchos casos, pero no se podía hablar, por un tipo de silencio y secretismo, porque sabías que en la Iglesia no se te escucharía, porque el Estado no tenía tampoco medios (ni voluntad, ni legislación) para intervenir en estos casos, o porque quizá (como otros muchos) no tuve la talla ni la valentía para entrar en esos temas.

No tiene sentido decir hoy (año 2014) que debíamos haber denunciado sin más en el 1960 o incluso en el 1990 por eso, porque simplemente no se podía, ni civil, ni religiosamente. Ahí está el “pecado”, que la Iglesia entonces no se diera cuenta (o no quisiéramos darnos cuenta, ni la sociedad civil), que así pasáramos y triunfáramos sobre los “cadáveres” (los marcados sexuales y afectivos) de cientos de jóvenes y de adolescentes utilizados.

Voy a recordar un tiempo viejo

No puedo tratar aquí de nuestra vida en el seminario, con sus grandísimos valores, con sus duras sombras. No tengo aún distancia para recordar detalles, aunque en conjunto fue un tiempo de apuesta por Dios y su Evangelio, en una comunidad mercedaria a la que quiero, pues fue y sigue siendo mi casa. Hay varios casos más, pero quiero recoger aquí uno que me ha marcado hasta el día de hoy, en lo positivo y negativo.

Hacia el 1974, recién llegado de profesor a Salamanca, conocí a una familia normal de otra región. Uno de sus hijos venía a estudiar a la ciudad y trabé gran amistad con sus padres y con la hija pequeña, un sueño de niña (unos 14 años) que me habló de la catequesis, pues quería conocer cosas y cosas de religión y yo era “teólogo”, algo que le sonaba muy alto.

A los dos meses me llamó el padre. La niña había tomado las pastillas, y la habían podido salvar in extremis con un lavado de estómago. Tomé el primer tren, recorrí cientos de kilómetros y hablé con la niña (me dejaron con ella) una tarde entera en un parque, bajo un sol invernal enfermo. No hice más que escuchar, dejé que me hablara, y me hablo llorando. El caso era claro. El cura catequista, en quien ella más confiaba, había intentado violarla. No supo reaccionar de otra manera, se le rompió su vida por dentro, y a la mañana siguiente, tomó pastillas y pastillas de aspirinas y otras cosas que encontró en la casa, cuando fueron sus padres al trabajo…

Despertó a la vida otra vez por suerte, porque alguien volvió a casa y la vio inconsciente. Simplemente lloré con ella, y le dije que lo contara a su padre, que yo llamaría al obispo… Ella se me puso en pie y me hizo jurar: “Al padre no”, porque tenía una escopeta en casa y mataría al cura, “al obispo tampoco”, porque se enterarían todos los de la catequesis… Lo dejé así, la niña “salió”, y desde aquel día no fue nunca más a misa… (su padre sospechó algo, pero quizá no quiso saber más, simplemente me dio un grandísimo abrazo, su madre siguió llorando).

Aquella niña, BI, y tiene tres hijos (y un marido que me quiere muchísimo, pues sólo el conoce bien el caso, ni lo supo su hermano, ya muerto …). Hice mal entonces, no llamé al obispo. Fue hace 45 años. Todo era turbio, el cura aquel una HP…, pero la niña “salió” (aunque no ha bautizado a sus hijas); yo no estaba preparado para la verdad. Ni sé lo que habría hecho el obispo. Yo sabía hebreo, además de arameo, pero no me habían preparado para un caso como ése.

He conocido por “dirección espiritual” (antes se llamaba así) o por “murmuración clerical” bastantes casos más, en momentos en que se pensaba que ese era un “daño colateral”. La solución solía ser clara. Si el asunto llegaba a conocerse, se expulsaba al niño, y se mandaba al cura a Filipinas o a la Republica de Islandia (por inventar dos nombres). Lo que importaba es que todo siguiera, que la Iglesia tuviera la cara limpia.

Los “viejos” de Salamanca conocemos incluso un sonado caso de suicidio de un seminarista (fue el año 1975 o 1976). El rector de su seminario (que después ha sido un cargo clave en la Iglesia de España) habló en el sermón (¡un sermón impresionante, de poner los pelos de punta!) del Dios que a todos perdona y que recibe al suicida en el cielo; pero no aludió a las razones de su muerte, que parecían bien claras (al menos en las murmuraciones de los compañeros del muerto).

imagesq¡Dios, Dios, qué grande eres!, pensé tras el sermón…, pero no hicimos nada. Aquel seminarista no tuvo la suerte de BI, Dios le recibió en su seno. Pero nuestra Iglesia (¡la mía, yo era protagonista de ella!) tenía manchadas las manos, y más que las manos. Nos habían enseñado a “recibir al destino”, pero no supimos (o no quisimos) ver las razones humanas del mal, ni el suicidio de aquel adolescente (que había llegado al fin, a diferencia de lo que pasó con mi amiga BI (que a Dios gracias no guarda rencor de muerte, y me quiere aunque yo siga siendo cura, como ella me dice: ¡No, no lo has dejado, eres cura, pero de otra forma! Así me dice cada vez que nos vemos).

No nos habían educado para ir al fondo de la verdad, el mundo civil no tenía leyes ni interés en ese campo, el mundo de la Iglesia miraba al otro lado. Y así torcimos la mirada, como si nada pasada, cuando pasaba muchísimo. Yo leía a Hegel (me interesaba muchísimo la Fenomenología del Espíritu cap. 4), traducía cosas del hebreo, publicaba libros sobre Los Orígenes de Jesús (donde llegué a barruntar el tema). Pero no supimos ver lo que había muy cerca de nosotros, quizá por obediencia debida, por sacralización de las instituciones clericales. No sé si tenemos culpa de ello, pero sí responsabilidad. Somos en parte una generación “perdida” para el evangelio.

Dejé un tipo de clero el año 2003

Lo dejé a pesar de que me sentía muy bien en la Orden de la Merced, lo dejé básicamente por cuestiones doctrinales (me “expulsaron” de la Pontificia) y por búsqueda y encuentro de un amor concreto, radicalmente limpio, sin volver nunca la mirada al otro lado, con M., con la que vivo, con la bendición de Dios y de la Iglesia, con la firma voluntad de volver a los orígenes del evangelio.

Desde entonces no conozco ya por dentro (paso a paso) lo que ha pasado dentro de las instituciones, pero M. y yo hemos preferido vivir en un pueblo pequeño, casi como ermitaños… Pero han pasado muchísimas cosas buenas, entre ellas tres.

(a) La sociedad civil ha empezado a interesarse por la pederastia, y con toda razón considerada ya como crimen, y en ese camino debemos seguir, con todas las consecuencias, con tolerancia cero. Nuestra sociedad civil es mucho más justa y madura que en los años 60 al 90 del siglo pasado. Damos gracias a Dios por ello, estamos mucho mejor que en los tiempo gloriosos de un nacional-catolicismo que permitía de algún modo el abuso a los niños, para gloria del sistema.

(b) La Iglesia ha decidido abrir sus armarios, para que se conozcan sus “trapos sucios”, primero por presión externa (a partir de USA, a finales del siglo pasado), después por voluntad interna de verdad y de evangelio, primero con Benedicto XVI, luego con Francisco. Está siendo una apertura dolorosísima, pero necesaria humanamente, y sobre todo, evangélicamente. Si no realiza esta apertura de armarios (con verdad radical, sin exhibicionismos) nuestra iglesia se muere en dos generaciones.

(c) La gente (en especial muchos abusados) empieza a hablar, tiene que hablar, y es bueno que lo haga. Algunos como el seminarista del 1976 ya no hablarán (en este mundo, aunque su sangre sigue clamando); otros como la niña BI no hablarán por pudor, por salud mental… Pero otros muchos hablarán, algunos por simple desahogo, otros por voluntad de verdad, otros incluso con rabia (y algunos para conseguir dinero, como en USA).

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La eurodiputada austriaca Ulrike Lunacek entregó al papa una bufanda LGTB en su visita al Parlamento Europeo

Jueves, 27 de noviembre de 2014
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Pope1_1Ulrike Lunacek, parlamentaria europea del grupo de los Verdes, es una de las representantes políticas más comprometidas con los derechos de la comunidad LGTB del viejo continente. Así lo ha vuelto a demostrar durante la visita del papa Francisco a la sede del Parlamento Europeo. Lunacek ha hecho entrega de una bufanda con los colores del arcoíris y una carta de su coalición al sumo pontífice. La bufanda, que fue tejida por las mujeres indígenas del Ecuador, es un “símbolo de la protección de los pueblos indígenas en los Andes, por los derechos de gais y lesbianas y por la paz”.

La acción de Lunacek, al regalarle a Francisco una bufanda con los colores del emblema LGTB, guarda un importante simbolismo: representa un claro mensaje por el cambio de actitud de la Iglesia católica hacia el colectivo LGTB. Ha ocurrido durante la visita del líder religioso a la sede parlamentaria europea, que tuvo lugar ayer. Desde que Juan Pablo II lo hiciera en 1988, la Eurocámara no había vuelto a recibir a ningún papa. En aquel momento, Europa estaba a punto de romper con la bipolaridad clásica entre capitalismo y comunismo, que desembocaría en la caída del Muro de Berlín en noviembre de 1989 y la Unión Europea comenzaba además a abrirse hacia los países del este.

Los muros actuales son mucho más sutiles. La discriminación, la homofobia y la transfobia así como el avance de los partidos eurófobos de extrema derecha son amenazas con las que se topa la comunidad LGTB europea para avanzar en el reconocimiento y la consolidación de sus derechos. En el aspecto estrictamente religioso, si bien la postura del actual papa es menos beligerante hacia las personas LGTB que la de pontífices anteriores, lo cierto es que Jorge Mario Bergoglio (nombre secular del papa Francisco) ha acabado asumiendo una decepcionante postura conservadora y excluyente.

En el escrito que Lunacek ha entregado al papa, junto con la bufanda LGTB, los Verdes expresan que “estamos gravemente preocupados por la continua condena de la homosexualidad” por parte de la Iglesia católica. Asimismo, también manifiestan una posición expectante “en lo que respecta a las mujeres, especialmente cuando se trata de sus libertades personales y los derechos reproductivos y su lugar y su papel en la Iglesia”. También han manifestado su conmoción “por la magnitud de los abusos sexuales –tanto heterosexuales como homosexuales– cometidos por personas ordenadas por la Iglesia católica”.

La austriaca Ulrike Lunacek abanderó el informe contra la homofobia y la discriminación por motivos de orientación sexual e identidad de género que respaldó el Parlamento Europeo el pasado mes de febrero. El texto, aprobado por 394 votos a favor, 176 en contra y 72 abstenciones, condena enérgicamente toda discriminación basada en la orientación sexual y la identidad de género, y “deplora profundamente” que los derechos fundamentales de las personas LGTBI no se respeten siempre en la Unión Europea.

Cabe recordar que el compromiso de Lunacek con la igualdad de las personas LGTB ha grajeado odios y recelos entre agrupaciones ultras. Sin ir más lejos, durante su participación en la pasada edición del Orgullo de Viena sufrió un intento de agresión en plena calle. La política progresista fue atacada con ácido butírico mientras concedía una entrevista. Ni la eurodiputada ni las personas que la entrevistaban sufrieron lesiones, pero sí resultaron dañados tanto la ropa de Lunacek como la cámara y el equipo de los entrevistadores. Tras este suceso, la propia Lunacek declaraba que “esta clase de ataques aislados demuestran que la lucha por la tolerancia, la aceptación y el respeto en Austria no ha finalizado. Es necesario oponerse a las personas que diseminan el miedo y el odio”.

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Gianni Vattimo: “Francisco salvó a la Iglesia del suicidio al que la estaban empujando sus antecesores”

Domingo, 16 de noviembre de 2014
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vattimo-gianni-vattimo-123495“A diferencia de otros papas, no parece llevarse muy bien con los poderes”

“El entorno del Papa sigue frenando lo que podría llamarse una verdadera revolución eclesiástica”

“Albino Luciani fue asesinado por el Vaticano porque había empezado a investigar el Banco Vaticano. Espero que el Vaticano no asesine también a Francisco”

(Guillermo Piro, Pérfil).- Invitado por la Fedun (Federación de Docentes de las Universidades), el filósofo italiano, Gianni Vattimo, asiduo visitante de esta ciudad, dictó una serie de conferencias en la UBA y asistió a la presentación de tres libros de su autoría publicados por el sindicado docente. Se trata de Dios es comunista, Esperando a los bárbaros y De la realidad a la verdad. El primero es una serie de conversaciones con Marcelo​ González Magnasco y Adriana Farías, y los otros dos transcriben sendas ponencias dictadas por el autor del Pensamiento débil en visitas anteriores al país, invitado por la misma institución.

A los 77 años, el filósofo ha comenzado a sufrir “apnea del sueño“, trastorno que hace que la persona que lo sufre realice pausas en la respiración nocturna. “A raíz de eso estoy clínicamente autorizado a bostezar en cualquier momento: mientras doy clase, por ejemplo, o ahora mismo. Permiso”, dice, y bosteza larga y plácidamente.

-A lo largo de hace casi veinte años visitó muchas veces la Argentina. Supongo que sus impresiones desde la primera vez que llegó acá hasta ahora variaron. ¿Cuáles son esas variaciones? ¿Qué piensa hoy de la Argentina que no pensaba hace veinte años?

-No, no, extrañamente -y eso es ya un indicador de algo- la impresión que tengo hoy de la Argentina, sobre todo de la cultura argentina, no varió tanto de la primera impresión. Si usted tomara mis declaraciones sobre el tema apenas llegué por primera, invitado por Jorge Glusberg, verá que no han cambiado. Buenos Aires sigue siendo una ciudad europea emplazada en América Latina. Es algo que se deja de sentir corriéndose un poco nada más, yendo a Río de Janeiro, por ejemplo. Hay algo que mancomuna a las grandes ciudades de América Latina, y es que son netamente latinoamericanas. Buenos Aires no. Probablemente es por eso que me gusta tanto. Culturalmente sigue teniendo una potencia inigualable, nutritiva, avasallante. No conozco otrea ciudad así. Tal vez pueda igualársele Nueva York, pero no creo que muchas ciudades más se le parezcan en eso.

-El año pasado, cuando visitó Buenos Aires, hablar del papa Francisco era precipitado y le despertaba muchas incógnitas. Supongo que ahora está en condiciones de dar un juicio más certero…

-Estoy feliz. Francisco salvó a la Iglesia del suicidio al que la estaban empujando sus antecesores en base a la lectura literal de las Sagradas Escrituras y los dogmas, lo que a fin de cuentas, históricamente sólo ha servido para alejar a la comunidad de la Iglesia. Francisco está rodeado de problemas debidos a su entorno que ni siquiera alcanzamos a ver, pero son esos problemas los que siguen frenando lo que podría llamarse una verdadera revolución eclesiástica. Uno de los puntos en los que siempre ha insistido la Iglesia es la cuestión de la castidad, por eso es tan importante que Francisco tenga una visión positiva del amor homosexual. Al mismo tiempo, analizado en términos históricos, es algo escandaloso. Pero ese cambio es muy importante para la Iglesia porque, reitero, lo acerca a la comunidad, de la que se estaba alejando. A pesar de eso, Francisco está renovando pacientemente la Iglesia. Es cierto, sigue sin ser admitido el matrimonio gay, algo por lo que he luchado toda mi vida, pero hay ciertas cosas que empiezan a cambiar. Por ejemplo, el problema de la comunión y los divorciados, que, como decía antes, implica una lectura menos literal del sacramento. Hay, por otro lado, un compromiso político y cultural inusitado por parte de Francisco. A diferencia de otros papas, no parece llevarse muy bien con los poderes. Y además está el Banco Vaticano. Albino Luciani fue asesinado por el Vaticano porque había empezado a investigar el Banco Vaticano. De modo que espero que el Vaticano no asesine también a Francisco.

-¿Hasta dónde se remonta cuando habla de los “antecesores” del papa Francisco?

-A los inmediatamente anteriores. Juan Pablo II obtuvo gran parte de su popularidad con la caída del comunismo soviético, pero era un reaccionario inigualable, y Ratzinger fue una figura muy opaca, tal vez la más opaca en la historia de la Iglesia.

Fuente Religión Digital

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