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Protestantes LGTB en España. Una primera radiografía.

Jueves, 16 de octubre de 2014
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Protestants InclusiusDel blog Homoprotestantes:

Según datos de FEREDE[1] en España hay alrededor de 400.000[2] personas que se congregan en iglesias evangélicas. Si según los estudios más fiables, entre el 5% y el 10% de la población es LGTB, obtendríamos que en España hay entre 20.000 y 40.000 protestantes LGTB.

 En los últimos años se ha hablado mucho en las iglesias evangélicas, y en sus instituciones, en contra de cualquier iniciativa de la sociedad que intentase proteger o dar derechos a las personas LGTB. Por otra parte, a nivel interno, el discurso ha sido siempre el de negar que haya personas LGTB dentro de las comunidades protestantes/evangélicas, y por tanto se ha impedido conscientemente que se pudieran expresar, si no era para ratificar la posición oficial que les niega cualquier posibilidad de existir. Recordemos que en este momento todavía sigue en pie la amenaza de expulsión de la FEREDE a cualquier pastor, o comunidad, que bendiga una pareja del mismo sexo. Desde no hace mucho tiempo se está intentando también expulsar de FEREDE a las iglesias protestantes que no tienen una postura tan beligerante hacia las personas LGTB. Algo que más pronto que tarde tendría que ser denunciado por las entidades LGTB, ya que un país que defiende los derechos LGTB como derechos humanos, no debería subvencionar entidades que promueven o incitan a la discriminación.

En Homoprotestantes decidimos a principios de este año realizar una encuesta a personas protestantes/evangélicas LGTB para confeccionar la primera radiografía que permitiese saber como son y que opinan, más allá de los clichés y los silencios en los que son encerradas dentro de sus comunidades. Evidentemente no teníamos todas las facilidades, ni los medios, que nos hubiera gustado para poder hacer una encuesta con más rigor científico, pero aún así era importante dejar, por primera vez en España, que las personas protestantes LGTB hablaran sobre sí mismas. Imagino que dentro de no mucho tiempo podrá hacerse una encuesta con una mayor fiabilidad, pero hasta ese momento, os ofrecemos la primera radiografía sobre protestantes LGTB en España.

Agradecemos a las 57 personas que han participado en esta encuesta su colaboración. Gracias a ellas podemos saber hoy un poco más sobre como son y que piensan las personas protestantes LGTB en nuestro país.

  1. Sexo, género y orientación sexual:

El 89’5 % de las personas que contestaron se identificaban como hombres y el 10’5% como mujeres. Todos los hombres se identificaban con el sexo masculino y las mujeres con el femenino. El porcentaje tan desequilibrado entre hombres y mujeres puede deberse a varias razones, pero posiblemente pueda reflejar que todavía las mujeres protestantes viven con una mayor negación quienes son, y que la mayoría de ellas están todavía armarizadas y tienen miedo a ser descubiertas dentro de las comunidades evangélicas.

En cuanto a la orientación sexual, si hablamos de las mujeres: el 16’/% se define como lesbiana, el 66’7% como bisexual, y el 16’7% como asexual. En el caso de los hombres: el 86’3% se define como gay, el 11’8 como bisexual, y el 2% otra.

  1. Edad:

El 9’3% tiene entre 15 y 24 años, el 17’5’8% entre 25 y 34, el 26’3% entre 35 y 44, el 36’8% entre 45 y 54, el 7% entre 55 y 64, y el 3,5% entre 65 y 74 años.

El tramo de edad con un mayor porcentaje es el comprendido entre 35 y 44 años.

La edad media de la persona protestante LGTB es de 41,6 años.

  1. Denominación de la que proceden:

Adventista: 8’8%. Asambleas de Hermanos: 10’5%. Bautista: 26’3%. Cuáquero: 1’8%  ICM: 1’8%. IERE: 5’3%. IEE: 7%. Pentecostal: 19’3%. Unitario: 1’8%. Otra: 14%. Sin denominación: 3’5%.

El mayor porcentaje de personas LGTB procede de las iglesias Bautistas.

Casi la mitad de las personas LGTB proceden de iglesias Bautistas o Pentecostales.

  1. Valoración aceptación personas LGTB en el país:

Les pedimos que valoraran la aceptación de las personas LGTB en España con una nota entre 0 y 10, siendo 0 la aceptación más baja y 10 la más alta. Los resultados:

0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
3’5% 1’8% 0% 5’3% 3’5% 22’8% 14’8% 26’3% 14% 3’5% 5’3%

 La nota con un mayor porcentaje es el 7, y la nota media es de 6’1.

  1. Valoración aceptación personas LGTB en las iglesias protestantes:

Les pedimos que valoraran la aceptación de las personas LGTB en las comunidades protestantes de las que procedían con una nota entre 0 y 10. Siendo 0 la aceptación más baja y 10 la más alta. Los resultados:

0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
31’6% 19’3% 8’8% 12’3% 5’3% 5’3% 3’5% 5’3% 1’8% 0% 7%

 La nota con un mayor porcentaje es el 0, el 70% de las personas daban una nota de 3 o inferior a 3. La nota media es de 2’6%. Las personas que daban una nota entre 8 y 10 procedían en su totalidad de iglesias inclusivas como ICM, la Comunión Anglicana Libre o la Iglesia Unitaria.

Por denominación las notas son las siguientes: Pentecostales: 0’7. Asambleas de Hermanos: 1. Bautistas: 1’5. Adventistas: 1’6. IERE: 2. Cuáqueros: 3. IEE: 5’4. Unitarios: 10. ICM:10. Comunión Anglicana Libre: 10.

  1. Asistencia a la iglesia:

El 45’6% afirma asistir regularmente a la iglesia, el 19’3 asistir a veces, y el 35’1% haber dejado de asistir.

Es decir que dos de cada tres protestantes LGTB asiste a la iglesia y uno de cada tres ha dejado de hacerlo.

  1. Visibilidad en la iglesia:

A las personas que asisten a una comunidad protestante les hemos preguntado si en su comunidad saben que son LGTB. El 32’4% afirman que nadie lo sabe, el 35’1% que lo sabe alguna persona, y el 32’4% que lo sabe toda la comunidad.

Dos de cada tres protestantes LGTB están en el armario con toda o parte de su comunidad.

  1. Responsabilidad en la iglesia:

De las personas que asisten a la iglesia algo más de la mitad, 54’1% , tienen alguna responsabilidad en ella, y el resto, 45’9%, no.

Las responsabilidades son variadas, y van desde la música al pastorado, pasando por la diaconía, secretaría, coordinación….

Sólo uno de cada cuatro personas LGTB que tiene una responsabilidad en la iglesia está fuera del armario, el resto lo hace sin que nadie sepa su orientación o sabiéndolo sólo algunas personas.

  1. Cómo se sienten:

Al preguntarles como se sienten, las personas cuyas comunidades saben que son LGTB lo expresan con afirmaciones como:

Bien, muy bien, aceptado, feliz y libre, que soy yo mismo, puedo mantener mi fe… Mayoritariamente las personas dicen sentirse bien y libres por no tener que esconder quienes son.

Las personas que oculta a toda o parte de la comunidad que son LGTB al expresar como se sienten lo hace con comentarios como:

Excluido, marginado, frustrada, un bicho raro, con miedo a no ser entendido, limitado y no animado a expresarme, mal con los demás pero bien con Dios, muy mal, hipócrita….

En su totalidad las personas admiten no sentirse bien.

  1. Vida en pareja:

El 56’1% de las personas encuestadas tienen pareja, y el 43’9 no la tienen.

De las personas que tienen pareja, el 50% no están casadas, el 43’8% está casada con una persona de su mismo sexo, y el 6’3% con una de distinto sexo.

De las personas que están casadas con otra de su mismo sexo, el 42’9% recibió una bendición de su unión en la iglesia, y el 57’1% no.

  1. Maternidad/Paternidad:

A la pregunta sobre si tienen hijos, el 82’5% afirma no tener, el 12’3 tener hijos de una relación heterosexual anterior, el 3’5% con su actual pareja del mismo sexo, y el 1’8% de una relación heterosexual anterior y también con su actual pareja del mismo sexo.

A la pregunta sobre si piensan que su comunidad ayuda a sus hijos a vivir de manera satisfactoria su realidad familiar, el 90% afirma que no, y el 10% que sí.

  1. Relación con asociaciones LGTB

El 45’6% afirma formar parte de una asociación o entidad LGTB, mientras que el 54’4% afirma que no tiene ningún tipo de relación con asociaciones o entidades LGTB.

  1. Relación con otras personas cristianas LGTB

El 15’8% de las personas encuestadas decía no conocer a otras personas cristianas LGTB, el 1’8% consideraba innecesario relacionarse con ellas, el 21’1% piensa que puede ser útil de forma puntual, el 24’6% creen que es positivo hacerlo de forma periódica, y el 36’8% afirman que consideran muy necesario relacionarse con otras personas cristianas LGTB.

En cuanto a la existencia de comunidades cristianas LGTB el 3’5% consideran que son innecesarias, el 14% que son necesarias de forma temporal, también el 14% que es la única opción posible en este momento, el 10’5% que son positivas, el 47’4% que son muy positivas, y el 10’5% que son imprescindibles.

Se desprende que mayoritariamente las personas cristianas LGTB consideran positivo relacionarse con otras, y también la existencia de comunidades cristianas LGTB. Sólo el 3`5% las considera innecesaria, el 96’5 % restante las considera necesarias con grados de importancia distinta, pero la consideración de que son muy positivas alcanza casi la mitad de las personas encuestadas.

  1. Valoración de sus comunidades respecto a la inclusión de personas LGTB

Respecto a las iglesias protestantes/evangélicas en España, el 31’6% de las personas encuestadas cree que son las principales opositoras a los derechos de las personas LGTB, el 57’9% considera que no ayudan a la aceptación de estos derechos, el 6% cree que colaboran en su aceptación, y ninguna persona encuestada cree que son impulsoras de los derechos de las personas LGTB.

Es decir, el 94% piensa que las iglesias protestantes/evangélicas en España son las principales opositoras, o que no ayudan, a la aceptación de las personas LGTB.

A la pregunta sobre si con esta actitud las iglesias evangélicas/protestantes en España están siendo fieles al evangelio, el 66’7% considera que no, el 12’3% piensa que en general no lo están siendo, el 12’3% no lo sabe, y el 8’8% cree que sí.

Al pedirles una opinión más extensa encontramos comentarios como:

“Creo que mantienen una actitud farisaica y causan mucho dolor a las personas LGTB y sus familiares. Transmiten falta de amor y mucho desprecio hacia nuestro colectivo”.

“Ellas lo creen sinceramente, pero yo creo que para nada. Olvidan el amor, respeto, apoyo, y no juicio expresado en la Biblia”.

“Se han enrocado en sus prejuicios y son incapaces de ver la injusticia con la que están colaborando, o incluso, liderando”.

“En absoluto. Sacrifican el amor y la compasión, por el rigor y la supuesta ortodoxia que aplican a la cuestión de la homosexualidad”.

“No. Han hecho una interpretación de la Biblia, tan válida como cualquier otra, y la utilizan para juzgar y atacar a otros”.

“A la que asisto sí, pero en la mayoría de casos, no”.

“Sí, pero tengo mis reservas en algunas cuestiones que observo”.

“No, presentan sus prejuicios homófobos como una moral bíblica”.

“¿Eran fieles al evangelio las iglesias que no aceptaban a las mujeres que tenían dones?¿Eran ejemplares las iglesias que tenían esclavos?”.

  1. Comentarios Finales

 En la última pregunta de la encuesta pedimos a las personas que nos explicaran lo que ellas consideraran más oportuno sobre su experiencia. Os dejamos a continuación algunas de sus aportaciones:

“Nunca pude ser enteramente yo mismo. Sin libertad de expresión, ocultando esa parte de mí… no era posible crecer como persona, compartir abiertamente,. No es posible ser feliz ni vivir así. Tan sólo crecía el sentimiento de culpa. La idea del suicidio sé me apareció más de una vez como una posible salida”.

“Tuve que dejar la iglesia cuando revelé mi “condición” para no vivir “en pecado” y todos dejaron de hablarme tener relación conmigo. Sólo mantengo relación con una amiga que me apoyó en todo momento y que también dejó la iglesia entre otras cosas por el trato que recibí yo y porque los pastores intentaron hacerle ver que no debía tener relación conmigo (más tarde la propia hija de esos pastores reveló ser lesbiana). Después de 8 años ahora empiezo a tener buena relación con mis padres y también mi marido, al que no conocían hasta la semana pasada”.

“Basicamente frustrante, pero al mismo tiempo enriquecedora porque te obliga a repensar nuestras fuentes de autoridad religiosa (la Biblia, claro), nuestra relación con ella, y su auténtica naturaleza. Por otra parte, puede llegar a ser delirante cuando ves/oyes cómo se pretende “curar” la homosexualidad con exorcismos, aunque no en mi contenidísima asamblea de Hnos, pero sí en la de amigos míos Pentecostales”.

“Muy mala. Ni quiero recordarlo. Muchos años dentro de una Iglesia evangélica que dice: “Amar a su prójimo”, a la cual me entregue a su servicio en cuerpo y alma, pero en cuanto uno manifiesta su orientación sexual o es crítico con sus enseñanzas. Te dan todos/as las espaldas, Te hacen la vida imposible, para que te marches de esa Iglesia, e incluso pasas a formar parte de una “lista negra”, que es pasada a los pastores de otras Iglesias evangélicas de la zona, para que “lleven cuidado contigo” y no seas aceptado dentro de otras Iglesias. De hecho yo intente integrarme en otras iglesias de mi zona, menos fundamentalistas y más moderadas, aunque seguían siendo excluyentes con las personas LGTB y me fue imposible”.

 “No asistía a la iglesia cuando tomé conciencia de ser bisexual, pero mi familia sí. Yo fui ninguneada, mal mirada y juzgada a ojos vista, pero mi familia lo pasó aún peor. Contribuyeron a que mis hijas no quisieran tener contacto conmigo e incluso lo promovieron. Pedí ayuda a la mujer del pastor en ese sentido y me dijo que era mejor que mis hijas no tuvieran contacto conmigo. La relación con mis hijas se ha restablecido, pero para mí, el lugar en el que vivía en ese tiempo es tierra quemada”.

 “Una adolescencia angustiada. Una juventud frustrada. Edad adulta depresiva, con trauma de culpabilidad. Finalmente liberación, aceptación, compromiso, felicidad con la ayuda de una pastoral inclusiva”.

De nuevo mi agradecimiento a todas las personas que han colaborado en esta encuesta. Muchas gracias por su valentía. Que Dios les siga dando la fuerza que hasta hoy les ha mantenido y les ha hecho vivir una vida más rica y libre.

 Carlos Osma

[1] Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España.

[2] http://www.actualidadevangelica.es/red/informacion-general/datos-estadisticos

Cristianismo (Iglesias), General, Iglesia Bautista, Iglesia de la Comunidad Metropolitana, Iglesia Luterana, Iglesia Metodista, Iglesias Evangélicas , , , ,

“¿De quién es el cuerpo de una mujer embarazada?”, por Carlos Osma.

Sábado, 20 de septiembre de 2014
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Cuerpo de Mujer1Mientras vemos cómo el ministro Ruiz Gallardón, queda desautorizado al no aprobarse la contrarreforma de la Ley del Aborto en el plazo fijado, el Ejecutivo celebra su último Consejo de Ministros del verano, fecha máxima fijada por el titular de Justicia para la reforma. “Es una ley que requiere consenso. No es sencillo”, dice Santamaría, viene bien leer este intresante artículo del blog Homoprotestantes:

Los puntos polémicos de la ley del aborto

“Aumentaré tus dolores cuando tengas hijos, y con dolor los darás a luz. Pero tu deseo te llevará a tu marido, y él tendrá autoridad sobre ti[1]”.

Por mucho que pasen los años, o los miles de años, todavía hay gente empecinada en identificar a las mujeres con la maternidad, el deseo masculino y la subordinación al varón. Como si fuera de estas dimensiones las mujeres no tuvieran ningún sentido, como si no fueran mujeres completas. No aceptar, no desear, o simplemente no poder satisfacer estas obligaciones (maldiciones divinas) sería una manera de rebelión con el orden establecido desde el principio por Dios.

Las mujeres no son hombres, las mujeres no deciden, son el “sexo débil” que necesita de la autoridad de un varón que les diga lo que en realidad les conviene. A falta de varón tenemos a una sociedad que mediante costumbres y leyes las debe ir orientando para que puedan ser felices. El papel fundamental que se les ha encomendado es la maternidad, y para poder llegar a este estatus casi divino, deben preparar sus cuerpos para que sus dueños las deseen, las fecunden, y las hagan alcanzar lo que tanto desean: ser madres.

Es estúpido, sí, pero no por ello deja de ser una propuesta que convive con muchas otras dentro de nuestra sociedad. Sí, hay mujeres que han nacido para traer vida, para que su marido pierda la cabeza por ellas, para someterse a sus ordenes, y… para nada más. Pero cierto es que las que todavía han “decidido” vivir bajo el ideal del heterosexual acomplejado necesitado de una mujer sumisa, son muy pocas, y cada vez son una rareza más difícil de encontrar. Lo que no es tan complicado es toparnos con hombres que todavía no saben que en el siglo XXI vivimos con otra cosmovisión. Y las mujeres aspiran a tener o no hijos, a que les desee un hombre y/o una mujer, a estudiar, a un gran empleo, a correr una maratón, a ser presidentas del gobierno, a pintarse las uñas o a descubrir la vacuna contra el SIDA, en definitiva; las mujeres, como la mayoría de los hombres, aspiran a tomar el mayor número de decisiones posibles libremente. Y el contrato de amor, económico o de acompañamiento, que hacen (si lo hacen) con una persona del mismo o de distinto sexo, no se entiende en términos de amo/a-sumiso/a.

Es evidente que uno de los elementos que más liberad ha dado a las mujeres es la posibilidad de controlar la natalidad. Y en la medida en que han podido decidir si tienen hijos y cuantos quieren tener, han visto como su lugar en el mundo cambiaba y han descubierto que podían tomar las riendas de su vida para intentar llegar donde cada una de ellas desea. Cuando han podido decidir sobre su cuerpo, quitándose de encima la maldición divina, han llegado a su mayor índice de libertad. ¡Maldita maldición divina, ni que la hubiera dictado un heterosexual acomplejado y temeroso de perder poder!.

Así que es difícil comprender como desde lugares donde se predica la liberación del ser humano, entiéndase éste como hombre o mujer, se siga haciendo énfasis en la aceptación de la maldición como el lugar pensado por Dios para las mujeres. Cierto es que al menos en algunos de estos lugares ya se ha percibido lo poco divina que es la palabra del Génesis, por mucho que esté recogida en la Santa Palabra de Dios, es decir la Biblia. Incluso en iglesias fundamentalistas han decidido cerrar los ojos (la mente ya la tienen cerrada), para poder hacer coherente su “palabra de dios” con la realidad de las mujeres que forman sus comunidades. Pero aún con estos avances, el cristianismo en general sigue siendo reticente a dar el control completo del cuerpo de las mujeres a sus dueñas, es decir, a las mujeres. Se suelen salir por la tangente y decir que el dueño de los cuerpos es Dios, pero a nadie se le escapa que es mucho más fácil para un hombre heterosexual aceptar el dominio del cuerpo de un dios hombre heterosexual que a una mujer. Los dioses heterosexuales se llevan muy mal con los cuerpos libres de las mujeres, supongo que les cuesta dejar de percibirlos como un objeto de consumo a su servicio. Y ni que decir tiene el pánico que les produce el cuerpo de los hombres homosexuales, que pueden querer controlar su cuerpo como ellos hacen con las mujeres. Pero ese es otro tema.

Más difícil aún es comprender como en algunas sociedades occidentales como la nuestra donde no nos cansamos de hablar de los derechos de las mujeres, se intenta desde sectores conservadores volver a poner el cuerpo de la mujer bajo el dominio de un hombre, esta vez puede que no sea su marido, y usurpe ese poder divino un ministro, un obispo, o una vicepresidenta rica cuyo dinero deja su cuerpo a salvo de cualquier otro poder. Pero por mucho que cueste creer, pasa, o más aún, está pasando delante de nuestras narices. En nuestro país un hombre, el ministro Gallardón , ha decidido controlar el cuerpo de las mujeres embarazadas, impidiéndoles tomar decisión alguna sobre lo que en él ocurre durante nueve meses. Y algunas y algunos que van de progresistas entran en este juego de sumisión intentando pedir permiso para que en determinados supuestos las mujeres puedan opinar algo. Nos guste más o menos, la mujer es la que debería decidir sobre lo que puede o no puede pasar dentro de su cuerpo. Tienen esta posibilidad de decisión, la biología se la ha otorgado, Dios se la ha regalado, y cualquier otro poder que quiera condicionar o impedir esta toma de decisión en libertad, está usurpando un poder que no es el suyo. Las urnas no convierten a nadie en Dios ni le dan la dignidad suficiente como para poder decir a una mujer que tienen que hacer con su cuerpo.

No se puede confundir informar, ayudar o facilitar la maternidad, con obligar. Se puede estar preocupado por la natalidad, por las dificultades que tienen muchas mujeres de compaginar su vida laboral y la maternidad, por el desempleo y la pobreza que las castigan más a ellas que a nosotros. Se puede invertir en planes específicos para mejorar la vida de las familias monomarentales, en apoyar a las familias que tienen hijos con alguna deficiencia (en vez de cargarse la ley de la dependencia), se pueden hacer miles de cosas (aunque se hacen bien pocas). Lo que no se puede hacer es obligar, intentar controlar, y no pensar que las mujeres tienen siempre la última palabra. Que la decisión es de ellas, y no de un señor que jamás sabrá, al igual que yo, lo que puede significar para una mujer la decisión de llevar adelante o no un embarazo.

Ya no vivimos en un mundo donde un hombre tiene autoridad sobre las mujeres, sus deseos o sus decisiones. Y cuando, como ahora, un iluminado intentando atraerse el voto de extrema derecha nos quiere hacer volver al pasado apelando a costumbres ancestrales, a verdades absolutas, o la legitimación que dan las urnas; tenemos que negarnos a ser cómplices silenciosos. Sólo una mujer embarazada puede decidir si quiere, puede, desea, o le es posible ser madre. Sólo ella tiene esa responsabilidad, Dios se la ha dado a ella, no al señor Gallardón, ni a ningún otro usurpador de responsabilidades.

Carlos Osma

[1] Gn 3, 16.

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¿Cómo leer la parábola del hijo pródigo desde una experiencia gay?

Martes, 16 de septiembre de 2014
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HIJO-PRODIGODel blog Homoprotestantes:

Esa fue la pregunta sobre la que estuve conversando hace unos días con un buen amigo… Su conclusión fue bastante contundente: “No le des más vueltas Carlos, muchos homosexuales se han alejado de Dios y viven una vida de excesos sexuales y sin sentido. La parábola es una invitación a volver a casa, a volver a Dios”. En aquel momento no pude darle una respuesta con demasiado sentido, sólo le dije que la suya no me satisfacía y que necesitaba pensarlo un poco más.

 Al llegar a casa volví a leer la parábola y a centrarme en el personaje del hijo pequeño, del hijo pródigo. Y quise dividir su experiencia en tres partes, para ver si veía conexiones con la experiencia de las personas gays o lesbianas que he conocido.

 Parte 1. “Un hombre tenía dos hijos, y el menor de ellos dijo a su padre: – Padre, dame la parte de la herencia que me corresponde- Y les repartió los bienes”. No muchos días después, juntándolo todo, el hijo menor se fue lejos a una provincia apartada…”[1].

 Si identificamos al padre que aparece en la parábola con la familia o el entorno más próximo de la persona lesbiana o gay, o si lo hacemos con Dios o el entorno religioso al que pertenece, creo que la parábola tiene poco que ver con la experiencia lésbico-gay mayoritaria. La identidad que dan los conceptos gay y lesbiana, el espacio que crean para la propia autocomprensión, y el mundo simbólico que generan para la vida de tantas y tantas personas; no han sido recibidos dentro del entorno familiar ni religioso. Las herencias maternas/paternas han sido diversas, y cada lesbiana o gay podría explicar lo que le tocó en el reparto, pero nunca he conocido a nadie a la que su familia o su experiencia religiosa le dejara en herencia una autocomprensión satisfactoria de su ser gay o lesbiana. Más bien esta identidad se ha construido en oposición, confrontación, o como mínimo en ausencia de ellas.

 Por otra parte, en la parábola se habla de un desplazamiento voluntario del hijo pródigo, una huída, una marcha en busca de experiencias nuevas. El hijo pródigo se siente autosuficiente y piensa que no necesita de su padre ni de su hermano. La herencia recibida basta para encarar la vida con completa libertad. De nuevo encuentro diferencias importantes con la experiencia mayoritaria de gays y lesbianas. Las personas homosexuales que he conocido viven mayoritariamente desplazadas de su entorno familiar y religioso inicial, pero no de forma voluntaria, sino obligada. En una parábola con un hijo pródigo gay o una hija pródiga lesbiana, el Padre o Madre les echaría de su casa desde el primer momento. La forma de estar en el mundo, para las personas homosexuales tiene más que ver con el desplazamiento forzado a un lugar no escogido voluntariamente, que con la marcha de un hijo inconsciente tras un espejismo de felicidad.

 Identificarse como gay o lesbiana, tener la herencia paterna en las manos, no significa hoy lo mismo que hace unos cuantos años: me refiero al ostracismo y la discriminación. Pero indudablemente la identificación sigue sacando a la mayoría de su casa paterna, del lugar que la familia y la religión tenían pensado para él o ella. Una experiencia que se aleja de la que encontramos en esta parábola pero que tiene mucho en común con la de los primeros seguidores y seguidoras de Jesús, que dejaron la casa del padre/madre en busca de una vida más plena.

 Parte 2. “El hijo menor se fue lejos a una provincia apartada, y allí desperdició su herencia viviendo perdidamente. Cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia y comenzó a pasar necesidad. Entonces fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual lo envió a su hacienda para que apacentara cerdos. Deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. Volviendo en sí, dijo. -¡Cuantos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a buscar a mi padre-[2]”.

 Si pensamos en las personas que viven dentro del armario, el país construido para ellos y ellas por la heteronormatividad es un lugar de engaño, marginalidad, culpabilidad, y donde el otro u otra queda reducida a lo puramente corporal, a lo sexual, a un objeto de satisfacción temporal del deseo reprimido. Es posible que la hacienda de cerdos que apacentaba el hijo pródigo refleje esta experiencia. Un lugar creado para culpabilizar y oprimir a quienes no acaban de marchar de la casa del padre, de la heteronormatividad obligatoria, y simplemente juegan a escaparse a veces a una hacienda próxima. En esos campos de cerdos es fácil sentir que la única opción viable es resignarse y volver a la casa del padre, aun sabiendo que jamás se podrá formar parte de ella y que muy pronto la necesidad de volver a escapar se hará presente. Hay muchos jornaleros que tienen pan de sobra en la casa paterna, pero el pan que reciben no podrá nunca saciarnos. Podemos leer la parábola como una invitación a la resignación, pero en mi opinión la parábola no habla de resignación, sino de redescubrimiento del amor del Padre y su perdón ilimitado.

 El hijo pródigo se marchó lejos de allí, lejos de la casa del padre, algo que creo sí tiene mucho que ver con la experiencia lésbico-gay de la mayoría de personas que viven su diferencia sin esconderse, personas para las que su orientación sexual integra la faceta sexual, pero también muchas otras, como la afectiva, espiritual, familiar, laboral… Se alejan del mundo creado para ellos, el de la heteronormatividad o el de la homosexualidad armarizada, para construir otro mundo lejos del anterior. La homosexualidad por sí misma no crea mundos perfectos, así que es posible que como en cualquier otro, las personas que lo integran tengan que lidiar con miedos, incongruencias, errores, etc.  Pero identificar los espacios de vida construidos por las personas lesbianas y gays con un lugar de vida disoluta, creo que sólo puede hacerse desde la homofobia, sea esta heteronormativa o interiorizada.

 El mundo creado por las personas lesbianas y gays tras la marcha de la casa del padre es más bien un lugar de búsqueda de sentido y de comprensión de lo que uno mismo y una misma es más allá de la definición que se recibía en la casa paterna/materna. El desplazamiento ha sido forzado, pero algunas y algunos han hecho de este desplazamiento una oportunidad para construir una nueva casa materna/paterna donde poder vivir, con todas sus limitaciones, felices y en paz. No son casas perfectas, son espacios de vida, y por lo tanto están sometidos a imperfección, pero al menos ofrecen lo que la casa del padre no fue capaz: un lugar donde sentir que estás viva o vivo. Un lugar donde poder respirar, donde poderse perdonar, donde atreverse a ser uno mismo o una misma.

 Parte 3. “Entonces se levantó y fue a buscar a su padre…. El hijo le dijo: -Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, ya no soy digno de ser llamado tu hijo[3]”.

 Seguro que como el hijo pródigo algunas lesbianas y gays desean volver a casa de su padre. Probablemente tras su lucha por el matrimonio igualitario, por tener hijos e hijas, o por construir nuevas comunidades inclusivas, había en algunas lesbianas y gays una petición inconsciente de perdón a la heteronormatividad. Es posible que en algunos casos sean acertadas las críticas de quienes piensan que las lesbianas y los gays han sucumbido al poder del patriarcado y que ya no ofrecen una propuesta alternativa creíble. Quizás es cierto que a veces se cae en la necesidad de ser un gay o una lesbiana ejemplar en la familia, el trabajo o la iglesia para pedir perdón por no estar a la altura de las expectativas. Tal vez haya personas que poniendo banderas rainbow de vez en cuando en sus iglesias, diciendo que Jesús nos ama a todas  y todos, o formando una familia respetable, crean que han construido una nueva casa materna/paterna; aunque la realidad sea que no se han atrevido a salir de aquella en la que viven oprimidas.

 Y aunque creo importante hacer una reflexión sobre todo esto, estoy convencido de que la mayoría de lesbianas y gays no han caído en ese error y que ni han vuelto, ni tienen intención de volver a la casa del padre sino que más bien han construido la suya propia. Es cierto que muchas parejas heterosexuales también intentan dejar atrás la carga del patriarcado, pero sin duda están en clara desventaja con las parejas formadas por personas del mismo sexo: los roles y expectativas son muy diferentes. Una pareja de personas del mismo sexo no repite el patrón patriarcal, en esencia es imposible. Estaban en lo cierto quienes decían que no se podía llamar matrimonio a dos personas del mismo sexo, porque defendían una visión del matrimonio basada en un reparto tradicional de roles y en la desigualdad de quienes forman la pareja. Pero se olvidaban que también tenían que llamar de otra forma a todas aquella parejas heterosexuales que, con un esfuerzo aún mayor, intentan escapar del modelo patriarcal en el que habían sido educadas.

 Las familias formadas por lesbianas y gays, con o sin hijos e hijas, no son una petición de perdón al padre, sino más bien una nueva casa materna/paterna donde se ha cambiado la esencia misma que le da sentido. De la ley de la sangre que daba cohesión a la familia patriarcal, se ha pasado a la ley del amor que constituye y da sentido a las familias de lesbianas y gays. Y del reparto tradicional de lo que cada miembro de la familia debe hacer y lo que se espera de él y ella, se ha pasado al valor de la diversidad y el respeto a la diferencia. Tienen suerte los niños y niñas que se educan en estas nuevas casas, puesto que evidentemente serán más libres del poder patriarcal. Son afortunados de vivir lejos de las últimas remodelaciones de la casa patriarcal, porque esas remodelaciones no cambian la esencia de lo que en realidad es: un lugar de poder masculino heterosexual.

 En cuanto a las nuevas comunidades inclusivas que nacen tras huir de las comunidades para heterosexuales creo que todavía es pronto para saber si son sólo una forma de pedir perdón y volver tras el poder del dios padre heterocentrado, o si por el contrario son espacios capaces de generar un nuevo lugar de libertad donde las personas lesbianas y gays viven su espiritualidad de forma plena y desde lo que ellas y ellos sienten, viven y son. Creo que es difícil sacarse de un plumazo el veneno recibido durante tanto tiempo, pero veo indicios claros de que se quieren construir comunidades realmente más evangélicas donde no sólo se aceptan a personas lesbianas y gays, sino que se entiende que las diferentes formas de ser lesbiana, gay, bisexual o heterosexual pueden aportar a la comunidad y pueden ayudar a ver el evangelio bajo otros matices y acentos. El Dios que transmiten quienes forman estas comunidades tiene todavía que desprenderse de muchos prejuicios con el que la heteronormatividad lo ha envuelto; no basta con anunciar a un Dios que nos ama como somos. Es necesario descubrir como ese Dios se manifiesta en la forma de amar, de ser y de sentir de gays y lesbianas. Y es importante también atreverse a mirar a Dios directamente desde lo que somos, y no a través de lo que nos han dicho que deberíamos ser. Sólo así las nuevas comunidades inclusivas serán nuevas casas maternas/paternas donde Dios se revele de forma más plena.

 Las cristianas lesbianas y los cristianos gays somos llamados a seguir el camino de Jesús. Un camino que le llevo de la casa patriarcal de José, María y sus hermanos y hermanas, a una nueva casa que construyó junto a sus discípulos y discípulas. Una nueva casa donde los valores patriarcales fueron sustituidos por los valores del Reino y donde el amor es la medida de todas las cosas.

 Carlos Osma

 [1] Lc 15, 11-13

[2] Lc 15, 13-18.

[3] Lc 15, 20a-21

Espiritualidad , , , , ,

“Iglesias post-heterosexuales”, por Carlos Osma

Jueves, 4 de septiembre de 2014
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gaymarriagemn.banner.apDel blog Homoprotestantes:

  Todavía hay miles de personas LGTB escondidas en un disfraz heterosexual dentro de las iglesias heterosexuales, todavía hay también personas LGTB que viven sin ese disfraz pero que no quieren salir de esas comunidades hechas para heterosexuales porque les da miedo cambiar, les da miedo tener que empezar de cero; les duele tener que dejar una iglesia que, aunque no los acepte, siempre ha sido como una familia para ellos y ellas. Por eso muchos se consuelan con la idea de que algún día las cosas cambiarán, que los pasos se van haciendo poco a poco, que es necesario dejarse discriminar, aunque sea un poco, a fin de que algún día podamos hacer de las iglesias que amamos tanto, unas comunidades más evangélicas. Pero en el fondo es sólo un autoengaño, y lo saben, las iglesias hechas sólo para heterosexuales que dicen ser inclusivas sólo lo hacen para mostrar que no son como las otras, las fundamentalistas. En el fondo siguen pensando que una persona LGTB tiene que aceptar ser discriminada en una iglesia que no la acepta por ser como es.

Pero también hay nuevos caminos, las iglesias post-heterosexuales o inclusivas, las iglesias formadas por personas que se han dado cuenta de que no hay nada que hacer en las iglesias heterosexuales. En nuestro país y también en muchas otros países van naciendo poco a poco comunidades inclusivas que intentan llevar el mensaje de salvación a todas las personas, con una especial dedicación a aquellas personas LGTB que no tienen comunidades que respeten e integren lo que son. Por una parte es una triste solución, una ruptura más dentro del cristianismo, lo mejor siempre hubiera sido la unidad… pero la realidad, como en ocasiones anteriores, es que algunas personas tienen que vivir el evangelio huyendo de los lugares que dicen estar predicándolo. Además, también podría verse como una solución positiva, las nuevas iglesias son comunidades que proponen otra forma de ser iglesia diferente a la iglesia tradicional: la iglesia heterosexual.

Sin embargo, a la hora de construir una nueva comunidad es importante recordar aquello de que “un día fuimos esclavos en Egipto” para poder construir unas iglesias donde la esclavitud, tenga ésta la forma que tenga, no exista. Haber tenido la experiencia de vivir en unas comunidades que hablan del amor de Dios a toda criatura y sentir el rechazo de ese Dios a las personas no heterosexuales, debe tener alguna consecuencia a la hora de construir una comunidad no heterosexual. Y es por eso que me atrevería a hacer unas cuantas observaciones.

Sobre la Interpretación de la Biblia. La Biblia ha sido el arma utilizada por la homofobia para hacernos daño. La Biblia leída fuera de contexto y utilizando unas técnicas de estudio y lectura ya desfasadas ha sido la piedra que nos lanzaba cada uno de los miembros de las iglesias heterosexuales. Las iglesias inclusivas no pueden seguir leyendo la Biblia de la misma forma, están obligadas a aproximarse a ella teniendo en cuenta los conocimientos teológicos actuales. Deben huir del fundamentalismo literalista. No se puede construir una iglesia inclusiva leyendo la Biblia al pie de la letra. Es necesaria la formación. Y es necesario entender que la Biblia no es un arma contra nadie, sino un lugar donde Dios nos habla para poder construir un mundo mejor donde todas y todos podamos ser felices. La Biblia puede convertirse en un lugar de encuentro y reconocimiento de la diversidad.

Sobre la diferencia. El cristianismo no es una máquina de hacer personas idénticas, las iglesias inclusivas no deberían tratar de construir una forma determinada de persona. Las personas somos distintas, y las comunidades inclusivas deben intentar mostrar esa diversidad y entender que eso es una riqueza de la que puede sacar un beneficio a favor del evangelio. Dios nos ha hecho diversos y diversas para que todas nuestras características puedan ser puestas a su servicio, para que podamos encontrar en la hermana y el hermano un lugar que me cuestiona sobre mi manera de ser y estar en el mundo. Y sobre todo, nos ha hecho diversos para reflejar mejor la diversidad divina y podamos conocer a Dios a través de la vida y experiencia de otras personas.

Sobre las estructuras religiosas. El ser humano está siempre por encima de la estructura religiosa. Nosotras y nosotros nos hemos encontrado muchas veces con alguien que nos decía que por el bien de la iglesia debíamos resignarnos a ser discriminados. Pero las iglesias inclusivas no deberían poner la comunidad por encima de las personas que la forman. La comunidad está al servicio de todos sus miembros, y son las personas con sus maneras de ser, amar, vivir, entender el mundo, los que van haciendo nueva la comunidad, las que van empujándola hacia donde el Espíritu las lleva. La comunidad no puede ser una camisa de fuerza, sino un lugar de vida que deja vivir a quienes forman parte de ella.

Sobre la humildad. No tenemos razón en todo, nuestras propuestas son siempre parciales y algún día serán superadas por otras que nos mostrarán cuales eran nuestros errores. No podemos ser defensores de una verdad atemporal y ahistórica, somos personas que nos movemos con la voluntad de ser fieles al evangelio y de ofrecer vida en abundancia a personas que, como nosotros y nosotras hace no tanto tiempo, viven atormentadas por la homofobia. Pero no debe faltar en nosotras y nosotros la humildad, real y no de pose, que entiende que somos personas falibles y contradictorias. No busquemos superhombres y supermujeres en nuestras comunidades, sino seres humanos de carne y hueso con todo lo que ello supone. La verdadera humildad nos debería impedir obligar a que otra persona tenga que aceptar un trato que nosotros no aceptariamos para nosotros mismos.

Sobre el mundo. Formamos parte del mundo, de la sociedad que nos rodea, y estamos a su servicio. Las personas que no forman parte de nuestra sociedad y no son cristianos y cristianas no son nuestros enemigos. Son personas que pueden enseñarnos muchas cosas, que pueden mostrarnos incluso la mejor manera de ser fieles al evangelio comprometiéndonos por los más necesitados. Son personas a las que también podemos acercarnos para, sin complejos, explicarles nuestra fe, nuestra manera de ver el mundo y de trabajar también por la justicia. Podemos y debemos entrar en diálogo con quienes tenemos más cerca, sin verlos como un trofeo a conseguir para Cristo, sino como personas que, como nosotros, intentan ser felices y hacer felices a quienes les rodean.

Sobre las otras iglesias. Denunciar la homofobia, el fundamentalismo, las actuaciones poco evangélicas que desgraciadamente tienen algunas iglesias, revistas, instituciones… del protestantismo que nos rodea hacia las personas LGTB, no significa que debamos negar que somos miembros del mismo cuerpo, de la misma Iglesia. Podemos sentirnos más cerca de algunas comunidades y afirmar que nos repelen algunos planteamientos y formas de actuar de otras, pero no se puede olvidar que si de verdad estamos por el evangelio, entonces estamos en el mismo barco. Aunque quieran lanzarnos por la borda… estamos en el mismo barco. Los cristianos y cristianas que forman parte de iglesias heterosexuales, son nuestros hermanos y hermanas, y eso no debemos perderlo nunca de vista, aunque en muchos momentos nos cueste aceptarlo. Dios nos hizo a todos miembros de la misma familia, hermanos y hermanas por Jesús.

Seguro que hay otros muchos puntos que debemos tener en cuenta a la hora de construir las nuevas comunidades cristianas inclusivas, pero pienso que al menos con estos podemos empezar a considerar que es lo que estamos construyendo, donde estamos, y hacia donde queremos ir. Volver a construir unas comunidades cristianas idénticas a aquellas de las que hemos salido, sería no haber aprendido nada de la experiencia vivida, y sobre todo, y más importante, sería crear una comunidad donde en algún momento otras personas pudieran sufrir la exclusión, la negación, y el daño psicólogico, físico y espiritual que algunos de nosotras y nosotros vivimos anteriormente.

Las iglesias inclusivas no deberían ser iglesias homosexuales, sino iglesias que intentan abrirse a la vida tal y como es, y a la posibilidad de que todas las maneras de ser, pensar y amar puedan hacerla más fuerte y más creíble a la hora de transmitir el evangelio.

Carlos Osma

Biblia, Cristianismo (Iglesias), Espiritualidad , , , , , , ,

“Orgullo LGTB en la iglesia”, por Carlos Osma.

Miércoles, 16 de julio de 2014
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IMG_0307Leído en Homoprotestantes:

Todavía está reciente la celebración ecuménica que el pasado viernes (27 de Junio) organizó la Comunidad Protestants Inclusius [1] y ACGIL en Barcelona. Creo que para muchas y muchos que estuvimos allí, esa celebración no se olvidará fácilmente, y la guardaremos como uno de esos tesoros que vamos almacenando a lo largo de la vida. Yo estuve allí, yo viví con muchas otras personas la experiencia de compartir el pan y el vino, de cogernos de las manos alrededor de la mesa del Señor y cantar dando un sentido nuevo al Padre Nuestro.

 Cada persona hará una lectura diferente, somos distintas y diversos, somos seres humanos. Seguro que muchos recordarán la homilía de la Pastora Marta López. Para quienes vienen de tradición católica ver a una mujer con toga, llevando sobre sus hombros el arcoíris, y predicando con esa libertad, profundidad y honestidad, siempre sorprende. Para quienes hemos formado parte de la comunidad que pastorea nos permitió volver a sentir esa calidez, apertura y voluntad de integración que tiene su iglesia. Ojala algún día, se den los pasos definitivos para que esa integración sea completamente real, y ojala muchas comunidades cristianas tomen como referencia la labor que esta iglesia ha hecho desde hace mucho tiempo en materia LGTB.

 IMG_0301Supongo también que la mayoría se llevará como recuerdo al Coro Barcelona Rainbow Singers emocionándonos cuando cantaban Imagine de John Lennon: “Imagina a todo el mundo viviendo la vida en paz. Ya puedes llamarme soñador si quieres, pero como yo hay mucha gente. Sólo hace falta que te unas y el mundo será muy diferente”. Y sí, nos lo imaginábamos, mientras cantaban nos imaginábamos un mundo donde los derechos LGTB son derechos humanos. Un mundo donde las personas no mueren por su identidad sexual o de género, donde amar no es un pecado, donde todas y todos somos libres para expresarnos tal y como somos. Nos lo imaginábamos, pero a la vez, volvíamos a afirmar con rotundidad que lo vamos a construir hoy, no nos esperaremos al futuro para hacer de nuestro mundo un lugar más humano. El evangelio, la labor por construir un mundo más justo, nos insta a hacerlo hoy.

 Pero si he de destacar un momento de la celebración, sería cuando seis entidades que trabajan por los derechos LGTB subieron al púlpito para explicarnos con brevedad en qué consistía su labor. Cuando les invitamos no sabíamos exactamente si querrían participar, para la mayoría de personas el cristianismo y las personas LGTB son enemigas. Y mucho más para los colectivos LGTB que saben el daño tan terrible que las iglesias están provocando para que los dos derechos humanos sean respetados en el mundo. Quizás el cristianismo es el poder que más se ha opuesto a que las personas LGTB puedan vivir seguras, en paz y felices. Si soy sincero no todas las entidades LGTB respondieron afirmativamente a nuestra invitación, pero también es cierto que la mayoría sí lo hicieron, y lo hicieron sin saber exactamente en que tipo de comunidad entraban. La realidad mostró una vez más como personas que han tenido que vivir el estigma que el cristianismo ha potenciado contra ellas, son capaces de entrar en una iglesia para explicar como trabajan todos los días por hacer más fácil la vida de cientos de miles de personas.

IMG-20140622-WA0004 (1) Y cuando una tras otras, las personas de estas entidades nos explicaban su labor, me sentí profundamente interpelado. Desde el Projecte Coratge nos explicaron que todavía hay que ayudar a gente que ha sufrido las terapias reparativas, La Associació de Families Lesbianes i Gais su labor por defender los derechos de niños y niñas que forman parte de famlias LGTB. Acathi nos ayudó a ver la necesidad de muchas personas LGTB que vienen a Barcelona huyendo de la pobreza y la homofobia de sus países, homofobia que en algunos casos pone en peligro sus vidas. El GAG nos explicó su trabajo con personas transexuales y transgénero, personas empujadas a la marginalidad en la mayoría de ocasiones. La Fundació Enllaçnos permitió ver la necesidad que tenemos las personas LGTB de ver respetada nuestra diversidad también cuando somos mayores. La necesidad de acompañar a personas mayores que debido a la homofobia tenemos un mayor índice de soledad en la vejez que otros colectivos.

 Todas estas asociaciones no ayudaron a ver las necesidades de un colectivo que ha tenido que crear sus propias estructuras para apoyarse y ayudarse. Un colectivo que ha entendido muy bien eso de que hay que ayudar al prójimo, que no se puede permitir que una persona pierda su dignidad o sea tratada de manera injusta. Que hay que construir un mundo nuevo donde todas y todos tengan los mismos derechos.

 Fue El Projecte del Noms la entidad que me hizo sentir más incómodo en mi banco. Nos explicaron que nacieron hace más de dos décadas cuando la epidemia del SIDA estaba en el punto más alto. Los hospitales de nuestra ciudad, como los de otras ciudades del mundo, estaban llenos de personas que morían y nadie podía hacer nada por evitarlo. Lo único que se podía hacer era acompañarlas y estar a su lado hasta el final. Evangelio, pensé yo, evangelio puesto en práctica por personas que mayoritariamente no son cristianas. Pero no me sentí bien, y lo digo con sinceridad y sin intentar tirar piedras contra nadie: ¿dónde estábamos las cristianas y cristianos entonces?  ¿cómo fue posible predicar el evangelio cada domingo y actuar como si aquella epidemia no tuviera nada que ver con nuestra fe? ¿Cómo es posible que desde el fundamentalismo menos evangélico se culpabilizara a personas enfermas que se enfrentaban a la muerte? Este fue el momento que me llevaré de la celebración, el momento en el que una persona se subió a un pulpito y me recordó que a veces los prejuicios no me permiten ser realmente cristiano. Que los prejuicios me alejan del prójimo, del seguimiento de Jesús.

 Vivimos ya en otro mundo, y las comunidades cristianas no se han dado cuenta. Todavía reducen la vida de millones de personas al discurso de siempre: “los más conservadores piensan así, no podemos crear un enfrentamiento, no podemos hacer esto o aquello”… pero eso no tiene nada que ver con la vida que tiene lugar fuera de la iglesia. Allí fuera hay personas LGTB que viven, aman, tienen hijos e hijas, sufren, envejecen, enferman… y tienen que buscar sus respuestas sin que el cristianismo les envíe una propuesta que les pueda dar también sentido a sus vidas. Con toda sinceridad creo que las iglesias deberían pedir perdón a las personas LGTB por el comportamiento que han tenido hacia ellas y por apropiarse de un evangelio que al final no están viviendo. Los colectivos LGTB tienen mucho que enseñar a las iglesias de lo que significa dignificar a quienes han sido humillados. En este momento creo que las personas LGTB tienen mucho que aportar a las iglesias, y cuando se les da una oportunidad, como en esta celebración ecuménica, dejan fuera el odio recibido y suben a un púlpito para explicar como trabajan por los derechos humanos.

 Quizás, como nos recordaron los colectivos que nos acompañaron, es eso lo que debemos hacer las personas cristianas LGTB: olvidarnos de lo que las comunidades no pueden, saben o quieren hacer, y centrarnos en ser sensibles a las necesidades de los que tenemos más cerca y viven una experiencia de exclusión.

 Termino mi visión particular de la celebración con un texto que leí yo mismo al comienzo de dicha celebración, un texto del pastor Enric Capó con el que nos invitaba a trabajar por la justicia: “Si tenemos clara cual es nuestra esperanza, cuales son las cosas que queremos y que Cristo nos quiere dar, no podemos dejar de luchar por ellas. Hemos de convertir la esperanza en una realidad presente, en cosas concretas, reales, tangibles. Si esperas la paz, la justicia y el amor, lucha por ello. No esperes al más allá, también aquí es posible conseguirlas, aunque sea en la pequeñez y la imperfección[2]”.

 Carlos Osma

 [1] Para ver imágenes de la celebración: http://protestantsinclusius.blogspot.com.es/2014/06/celebracio-ecumenica-pride-2014.html

[2] Capó, E. “Per què i per a què sóc cristià”. (Madrid: Ediciones Fliedner, 2011, p. 95).

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“Te acepto como mi compañero para siempre”, por Carlos Osma.

Viernes, 11 de julio de 2014
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resize_galleryUn precioso testimonio que hemos leído en Homoprotestantes:
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Barcelona, Diciembre de 2007
 
Es sábado por la tarde y para las fechas en las que estamos no es un día excesivamente frío. Llevo zapatos, vaqueros, camisa y americana; y ahora estoy buscando en el baño alguna crema y un perfume. Manel entra para avisarme de que Lluís, Georgina y Carmen han llegado. Está guapo, pienso al verle, y le digo que salgo en dos minutos. En estos tres años no sólo hemos cambiado de piso, también hemos cambiado nosotros. No sé si hemos madurado, si nos hemos cansado de pedir disculpas por amarnos, o las dos cosas, pero ya no vamos pidiendo aceptación, ya no hay secretos ni autocensuras. Hemos aprendido que para poder vivir felices tenemos que rodearnos de la gente que nos quiere de verdad y a la que nosotros queramos tal y cómo es. Todo lo demás ya sabemos que no nos lleva a ningún sitio, y no queremos perder más el tiempo. Hay personas a quienes nos ha dolido perder, pero es mejor así, es demasiado cansado vivir con sus normas y la homofobia de la que no pueden o no quieren desprenderse.
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Salgo de la habitación y me cruzo con mi madre, lleva un vestido precioso, está contenta pero sé que en el fondo echa de menos a algunas personas, le hubiese gustado que las cosas fueran de otra manera. No importa, está aquí y para mí es importante. “Ama, llevas un peinado muy bonito”, le digo, y ella responde: “Demasiado moderno para mí, mira que flequillo me han dejado, en Burriana me lo hubieran hecho mejor”. Paso por la habitación donde Marta, mi hermano Jorge y mi hermana Esther están dándose los últimos retoques. “¡No me lo puedo creer!” grita mi hermana Esther. “¡Venga, venga, que llegamos tarde, hay que salir ya!”, les digo. Entro en el comedor e inmediatamente después de saludarme Carmen me coge del brazo me coloca al lado de Eric y Manel y nos hace una foto. “Estáis perfectos, yo ya me voy para allá que no quiero llegar la última”. Con ella salen todos despidiéndose con dos besos, pero antes de salir mi madre pregunta: “¿Y vosotros con quién vais?”. “Tranquila ama que vamos en el coche de Lluís y Georgina”. Se cierra la puerta y nos quedamos los cuatro hablando y riendo para dar tiempo a que todo el mundo llegue antes que nosotros.
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Llegamos a la iglesia en veinte minutos, nos recibe Mónica con el típico protocolo alemán. Ayer hizo venir a la gente a ensayar para que todo salga perfecto. “Muchas gracias Mónica por lo que has hecho”, le dice Manel. “Mi hijo también es gay, y creo que nunca podré organizarle una cosa así. Lo he hecho como si estuviese haciéndolo para él”. A su lado hay una mujer que nunca había visto, de unos sesenta años y pelo blanco recogido en un gran moño. “Perdonad que me haya tomado la libertad”, nos comenta Mónica, “es una amiga de la iglesia que vive con su compañera desde hace muchos años y me ha parecido buena idea invitarla”. Le decimos que no hay ningún problema. Entramos en el templo, allí nos encontramos con nuestra familia. Así lo siento y así lo hemos aprendido estos últimos años, la familia no viene determinada por la sangre o los genes, sino por el amor. Cuántos problemas y dolores de cabeza nos habríamos ahorrado si lo hubiésemos sabido antes. Aquí están las personas que nos quieren y a las que nosotros queremos, aquí está nuestra familia. Con ellos queríamos estar un día como hoy, por eso estamos felices.
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Nos sentamos en el primer banco, me estoy emocionando, frente a nosotros el pastor Enric Capó se dispone a decir unas palabras: “Este acto es una fiesta para celebrar el matrimonio de Manel y Carlos y pedir sobre ellos la bendición de Dios”. Nunca, jamás había pensado que algo así sería posible, y ni todo lo que hemos luchado para conseguirlo me hace creer que lo merezcamos, por eso lo vivo como un regalo. Miro a Manel y pienso que soy una persona afortunada, le quiero y él me quiere, tengo suerte de compartir mi vida con él. Mi sobrina Selma toca al piano una pieza de la película “Amelie”, tengo al lado a mi madre, sé que está pensando que mis hermanos mayores no han venido, le cojo de la mano y se la aprieto con fuerza. A mí también me dolió al principio, pero ya he pasado el duelo y la vida sigue, mi familia está aquí y estoy contento. Me giro y veo caras sonrientes y alguna que otra lágrima, seco las mías, cierro los ojos y por unos instantes me transporto a la playa de la Concha donde hace siete años empezó todo, estoy tranquilo sentado junto a Manel bajo unos arcos mirando una maravillosa puesta de sol.
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Llega el momento, Enric nos hace avanzar unos pasos y nos invita a expresarnos mutuamente los votos. “Yo Manel te tomo a ti Carlos como esposo para compartir mi vida contigo, tanto en los momentos buenos como en los difíciles. Te aseguro mi amor por ti y mi voluntad de compartir contigo toda la vida. Te acepto como mi compañero para siempre”. Tomo aire, y le digo lo mismo. Después Iker, el sobrino de Manel, trae los anillos. Enric nos mira a los dos, “que estos anillos os recuerden siempre vuestros votos y que sean bendecidos por el amor con el que han sido dados”. Manel coge uno, me mira nervioso y mientas lo pone en mi dedo va diciendo unas palabras, después cojo yo el otro y al colocárselo le digo lo mismo: “Te pongo este anillo como símbolo de mi amor por ti”. Enric pide a todos los asistentes que se pongan de pie, coge nuestras manos y las aprieta firmemente con las suyas mientras hace una oración: “Que Dios bendiga esta unión para toda la vida. Que Dios os bendiga y os guarde. Que os haga ver la claridad de su mirada y se apiade de vosotros. Que fije sobre vosotros su mirada y os dé la paz”. Todos al unísono decimos: “Amén”. Después Manel hace el amago de volver al asiento, yo no le dejo, lo cojo de la mano, lo atraigo hacia mí y nos damos un beso. Se oyen aplausos, y antes de que empecemos a descorchar allí mismo unas botellas de cava para brindar juntos, la gente se acerca para felicitarnos. Aunque suene tópico, sé que nunca olvidaremos este momento.
Familias-también-Portada-contraportada-Definitiva1
Este texto es un fragmento del libro “Familias También”. Libro que recoge diez relatos de vida en el que de una manera fresca, dinámica y directa se exponen las dificultades, las luchas y también las alegrías que muchas personas lgbt han tenido que afrontar para poder ser madres y padres. 
 
Un libro que la editorial Bellaterra acaba de publicar y que desde Homoprotestantes os recomendamos leer. Si todavía no teníais un libro pensado para regalar o autoregalaros el próximo 23 de Abril día de Sant Jordi (día del libro), pues aquí tenéis uno perfecto. 
 
Y si no queréis o podéis la Libería Virus puede hacéroslo llegar a casa.
 
Carlos Osma

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“Los derechos LGTB son derechos humanos”, por Carlos Osma.

Miércoles, 25 de junio de 2014
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niñoconbarbieTiene cuatro años, se llama Matteo y es el amigo inseparable de mi hija pequeña. Nunca se separa de su muñeca, la lleva a todas partes, aunque medio escondida; seguro que ya habrá oído aquello de que un niño no puede jugar con muñecas. El otro día le pregunté: “Matteo, ¿qué tienes ahí?” , y él escondió su muñeca debajo de la camiseta. “¿Es una Barbie?”, le pregunté. Pero él no se atrevió a decir ni una palabra. “Yo tenía una Barbie cuando era pequeño. ¡Me encantaba!”, le dije, mientras mi hija añadía: “Y yo tengo otra”. En ese momento Matteo sacó su muñeca y la levantó como un trofeo para enseñármela y preguntarme emocionado: “¿Era como esta?”. “Parecida”, le dije, “pero la tuya es mucho más bonita”. Desde ese día, siempre viene a enseñarme su muñeca cuando me ve.

Matteo tiene derecho a ser feliz, a jugar con aquello que más le gusta, a ser aceptado y querido tal y como es. A que su padre y su madre lo miren con orgullo y amor. Matteo tiene derecho a no ser señalado y estigmatizado, a crecer viendo respetada su manera de ser. Tiene derecho a recibir una educación en la diversidad donde no haya una forma mejor de ser hombre que otra. Tiene derecho a recibir una educación religiosa que le muestre a un Dios de amor que le acompaña a lo largo de su vida, en cada una de las cosas que hace: en las maravillosas, y en las que no lo son tanto. Tiene derecho a decir algún día de quien se ha enamorado, o quien le gusta, a explicar a sus amistades como ha sido su primera relación sexual, como se ha sentido, que le ha parecido. Tiene derecho a vivir una adolescencia segura, sin ser el blanco de ningún matón, y a que su entorno escolar sea un lugar seguro donde pueda desarrollar todas sus potencialidades.

Matteo, y millones de personas como él en todo el mundo, tienen derecho a decidir si quieren o no quieren casarse, y con quién quieren hacerlo. Tiene derecho a pedir o no una bendición religiosa de su unión, o a celebrarla con un gran banquete con la gente a la que quiere; tiene derecho a elegir hacer eso, o a elegir que no quiere hacerlo. Matteo tiene todo el derecho del mundo a tener hijas e hijos a los que vestir con el mismo cariño con el que viste a sus Barbies. El mismo derecho a formar la familia que él y su pareja deseen. Como todo el mundo debería tener derecho a un empleo, pero además, a un empleo donde no tenga que esconder a quien ama o tenga que fingir que es otra persona.

Matteo debería tener derecho a vivir en paz en el lugar que él desee, pero si la homofobia no se lo permitiese, como a millones y millones de personas que algún día fueron niños o niñas como Matteo y que ahora ven peligrar su vida por una leyes que los criminalizan o incluso los asesinan; debería tener derecho a ser acogido en un país como el nuestro, o cualquier otro donde los derechos humanos estén por encima del derecho de la homofobia.

Si Matteo decide tener hijos e hijas debería tener derecho a que la sociedad en la que vive respete la diversidad familiar. Derecho también a que si es creyente, la religión que profese, integre a su familia como a todas las demás. Matteo puede enfermar, como cualquier otra persona del mundo, y por eso tiene derecho a ser atendido con el respeto y con la dignidad que merece sin dejar a un lado quien es y como es. Si Matteo algún día es seropositivo, tiene derecho a no ser marginado, y a recibir la medicación necesaria para poder vivir… un derecho que no debería depender del país ni del nivel económico que tenga Matteo.

Tiene derecho a envejecer y ser atendido con la misma dignidad que el resto de personas, tiene derecho a vivir su diversidad también cuando sea una persona mayor. La diversidad es algo que nos acompaña toda la vida, no sólo en la adolescencia y juventud. Por eso Matteo tiene derecho a políticas que permitan integrar la diversidad en el último tramo de su vida.

Todo lo dicho es evidente para personas con un mínimo de sensibilidad y empatía, pero la realidad con la que seguimos encontrándonos es que todavía falta mucho para que personas como Matteo tengan los derechos más básicos protegidos. Por eso durante esta semana las celebraciones del Pride girarán entorno al lema: “Los derechos lgtb son derechos humanos”.

CARTELEs difícil entender porque el cristianismo no está por los derechos de niños como Matteo. Todavía se mantienen en paradigmas desfasados enfrascados en saber si éste o aquel versículo dice o no dice esta cosa, si aquella palabra puede interpretarse de una u otra manera… Una mirada realmente evangélica se posicionaría claramente al lado de Matteo, para intentar ofrecerle una vida realmente plena y feliz. Pero todavía muchos están ahí, incluso los más avanzados, teorizando con sus teologías y explicándonos griego, antropología hebrea, etc, etc.. pero olvidando la vida de tantos y tantas Matteos que viven a su alrededor. Hay cientos de millones de Matteos en este mundo, y muchos menos versículos con los que estigmatizarlos. Aunque sólo un Matteo, vale más que toda la ley divina  junta.

El próximo viernes día 27 de Junio en Barcelona, Protestants Inclusius se reunirá para decir que los derechos lgtb son derechos humanos, y que nuestro compromiso con el evangelio nos anima a trabajar para que algún día no tengamos que afirmar una cosa tan evidente. Por mucho que los fundamentalistas griten, que saquen toda su artillería pseudoteológica, sabemos bien claro que la homofobia fundamentalista no está del lado de Matteo y su muñeca. Pero con mucha más claridad aún , sabemos que el evangelio sí lo está. Sólo quien desea un mundo mejor para Matteo, está por el evangelio… todo lo demás son excusas para defender un sistema obsoleto que nos puede hacer sentir seguros, pero que no tiene nada que ver con el cristianismo.

Si crees que los derechos lgtb son derechos humanos, si crees que el evangelio te compromete con la defensa de estos derechos: Te esperamos el viernes en nuestra celebración. Aunque más importante que eso, es que miles de Matteos te esperan cada día para que pongas tu granito de arena en la construcción de un mundo donde puedan levantar sus barbies como otros niños y niñas levantan sus trofeos.

Carlos Osma

Fuente Homoprotestantes

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“¿Qué nos hace cristianas y cristianos?”, por Carlos Osma.

Martes, 10 de junio de 2014
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CristianaDel blog Homoprotestantes:

Podemos poner todas las condiciones que queramos a esto de ser cristianos: formar parte de una iglesia, cumplir una moral determinada, ser heterosexual, leer la Biblia e intentar vivir bajo una de sus interpretaciones. Podemos poner el listón tan alto o tan bajo como se nos antoje, intentando buscar el perfil de cristiana y/o cristiano que nos parece más sublime, más divino, más cercano al superhombre o la supermujer por la que Jesús murió en la cruz.

 Pero muy poco, o incluso nada de todo eso, tiene que ver con lo que en realidad nos ha hecho seguidoras y seguidores de aquel perdedor que no formó nunca parte de una iglesia, que tuvo conflictos con la moral de su tiempo, que jamás afirmó que la heterosexualidad era condición necesaria para construir el Reino de Dios; que no leyó la Biblia de manera literal, o que incluso se atrevió a reinterpretarla para que las mujeres y los hombres de su alrededor fueran más felices.

 Lo que nos ha hecho cristianas y cristianos es sencillamente la respuesta afirmativa a la llamada de Jesús:

 “Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres [1]

 Es cierto que no todo el mundo ha escuchado esta llamada al seguimiento, incluso habiendo nacido en una familia cristiana. Y cuando digo escuchado no me refiero a que lo hayan oído, sino que no ha resonado dentro de su corazón las palabras de Jesús: “Ven en pos de mí”, exigiéndole una respuesta.

 La persona cristiana ha oído con claridad que Jesús la llama, como Simón y Andrés en el mar de Galilea, y entiende que se la invita a dejar su entorno, su vida y su mundo, para adentrarse en el seguimiento de aquel que la está llamando, sin saber exactamente hacia donde va. El cristianismo es por tanto seguimiento, es movimiento, no estancamiento. Un constante desplazamiento que no tiene su razón de ser en una meta en el más allá o en el más acá, sino que se justifica exclusivamente por el seguimiento constante del maestro, de Jesús de Nazaret. Él es el que en cada momento da sentido al lugar en el que estamos. Es hacia él que nos movemos, es sólo hacia él que deseamos aproximarnos.

 Por eso el conservadurismo cristiano no tiene sentido, por eso la bibliolatría es absurda, por eso las estructuras religiosas corren siempre el peligro de convertirse en un freno al cristianismo. Por eso quienes intentan poner cláusulas extras al seguimiento de Jesús lo hacen en nombre propio saltándose lo más básico del evangelio.

 Es también significativo que el llamamiento no se hace de manera individual, no es una voz del cielo que nos habla en lo más profundo y recóndito de nuestra alma. Sino que es una voz que escuchamos junto a otras personas y que nos invita a un seguimiento comunitario. La respuesta final es evidentemente individual, pero mucho tiene que ver nuestro entorno en todo esto. Es evidente que debemos actuar tal y como nuestra conciencia nos indique, por mucho que a muchos cristianos y cristianas les cueste respetar la libertad de conciencia, pero no debemos nunca olvidar que no somos llamados a una relación personal con Jesús, sino a una relación comunitaria con él. No siempre se puede ser cristiano y vivir en comunidad, la experiencia lo demuestra en multitud de ocasiones, pero la vocación cristiana no es un alejamiento del hermano y la hermana, sino una llamada a caminar juntos tras los pasos de Jesús.

 La persona cristiana no sólo escucha sino que responde a la invitación de Jesús dejándolo todo y poniéndose en marcha. No es una respuesta teórica, no es necesario repetir un determinado credo, no hay que cumplir ciertas normas, sólo hay que dejar las redes, bajar de la barca, y ponerse a caminar. Y digo sólo de manera muy rápida, porque para muchas personas ese seguimiento ha significado y significa ponerse en una situación de vulnerabilidad, de riesgo, de peligro, o simplemente de marginalidad. A veces no entendemos lo que significa dejar las redes, el sustento, la seguridad… y nos montamos un pseudoevangelio que busca seguridades; es como si todavía siguiésemos pescando en el mar de Galilea y fuésemos incapaces de bajar de nuestra barca para seguir al maestro. Y desde allí gritamos y condenamos a quienes se han puesto en marcha tras las buenas noticias de Jesús. Pero sólo hay una respuesta posible al llamado de Jesús que nos convertirá en sus seguidores, dejarlo todo, y seguirle, sin nada más que el hermano y la hermana que viene a nuestro lado.

 Tenemos muchas destrezas y habilidades, quizás tengamos una gran formación intelectual o destaquemos por nuestra enorme simpatía. Pero nada de todo esto sirve en principio en nuestra nueva vida cristiana. Lo que debemos hacer, hacia donde debemos ir, nuestra tarea inmediata, viene únicamente determinada por la voluntad del maestro. Él nos hará… no nos hace en un momento, no es un llamamiento mágico, sino un llamado que nos trasformará, que nos hará personas nuevas. Quizás después, mientras somos transformados nuestros dones se puedan poner a disposición del evangelio, o quizás no. El seguimiento transforma, o dicho más radicalmente, sólo el cristiano y la cristiana que siguen a Jesús van siendo transformados a la imagen del maestro.

 Jesús nos hará, junto a otros cristianos, nunca de manera individual o aislada, nuevas personas. En la comunidad seremos transformados, en una comunidad de seguimiento, no de estancamiento. En una comunidad que tienen su única razón de ser en el llamado de Jesús, no en cualquier otra característica humana. Las comunidades de heterosexuales no son comunidades cristianas, tampoco las comunidades lgtb o las de personas de un nivel social determinado… las comunidades cristianas son comunidades de personas diversas que han escuchado la llamada de Jesús y han decidido ir tras él. El resto de condicionamientos o características de una determinada comunidad son absolutamente secundarios. Sólo seguir a Jesús nos hace cristianos. Leer más…

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“¿Se puede ser cristiano y fundamentalista?”, por Carlos Osma.

Miércoles, 21 de mayo de 2014
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FundamentalismDel blog Homoprotestantes:

Para responder a esta pregunta tendríamos que situarnos en un entorno determinado, y si ese entorno son las iglesias evangélicas en España, yo diría que ser fundamentalista es la única forma posible de ser cristiana y cristiano. O al menos esa es la posición oficial, la que se impone, la que dice por donde ir y por donde no ir, la que decide quien puede seguir y quien debe marcharse; la que bendice las iglesias, teologías, pensamientos o iniciativas con el tan anhelado sello de garantía evangélico.

Es cierto que todavía existen reductos evangélicos no fundamentalistas, oasis en medio de un desierto de papel y cartón por donde hace tiempo que no corre el agua que trae vida. Pero estos milagrosos oasis tienen suficiente con seguir tirando, con intentar no ser abrasados con el fuego ardiente del fundamentalismo. Allí están ellos, como Don Quijotes luchando contra molinos de viento, engañándose pensando que el mayor problema que tiene el mensaje evangélico en nuestro país es el laicismo, la falta de inversiones, el poco apoyo institucional, la falta de relevo generacional, etc, etc, etc… Cuando la realidad es otra muy diferente: la amenaza más grande que en este país tienen las iglesias protestantes, las comunidades evangélicas, es ni más ni menos que el fundamentalismo.

Cuando yo me pregunto si se puede ser cristiano y fundamentalista no me refiero a lo institucional, a la realidad que nos envuelve, sino a si ser fundamentalista tiene algo que ver con el mensaje de Jesús, con lo fundamental del evangelio. ¿Es el fundamentalismo cristianismo, o es otra cosa que ha conseguido manipularlo para defender planteamientos que nada tienen que ver con los del evangelio?

Si utilizamos la máxima de por sus frutos los conoceréis, creo que la respuesta está muy clara. El fundamentalismo no es cristianismo, de hecho nada tiene que ver con él. Y para eso no tenemos más que escuchar a miles de personas que han tenido que salir por piernas de las iglesias evangélicas por no asentir con los ojos y la mente cerradas a lo que se les quería imponer como verdad absoluta. El fundamentalismo defiende la “verdad” y el cristianismo trae salvación a la vida de los seres humanos, y estas dos cosas siempre han sido muy diferentes e incluso antagónicas. Cuando se defiende la “verdad”, es siempre para oprimir a alguien, al diferente, al que no piensa, siente, o actúa como la mayoría. El fundamentalismo no predica el evangelio, sino una ideología neoconservadora que podría estar defendiendo con otra religión o incluso sin religión alguna. Los fundamentalistas evangélicos se llevan muy bien con cualquier otro grupo que defienda el pensamiento único, el comportamiento gregario y el mundo en dos colores. Véase cuales son sus preferencias políticas en cualquier país.

Cuando salimos de España y vemos como actúa el cristianismo fundamentalista en otros países vemos hasta donde puede llegar si le dejan, en Uganda son ellos los que apoyan las leyes homófobas conocidas como “la caza al gay” que han sembrado el terror y la muerte en la comunidad lgtb de esté país. ¿Alguien duda de que pasaría si los fundamentalistas evangélicos en España tuviesen la misma capacidad de influencia? ¿Podríamos las personas lgtb casarnos?¿Estarían nuestras hijas e hijos protegidos? ¿Podríamos decir sin temor yo soy de esta manera o de aquella otra? A nadie se le escapa que la forma de actuar de los ahora inofensivos fundamentalistas evangélicos sería otra muy diferente: la de las terapias reparativas y la de la estigmatización. Para ver que esto es así… visite este domingo cualquier iglesia evangélica de su ciudad, y si tiene ojo para la diversidad, lo verá bien claro.

Pero no sólo en el tema de la diversidad sexual, en cualquier otro. El cristianismo fundamentalista “caza” todo lo que le molesta. Lo aísla, lo ataca y lo devora; es un depredador nato, ha nacido para imponerse, y para aniquilar lo que no se somete a su manera de ver el mundo. Puede leer, citar, gritar todos los versículos que quiera, no importa…. utiliza la Biblia para defender lo indefendible: que el evangelio puede excluir a gente. Su mentira más grande es hacer creer a todo el mundo que defienden la palabra de Dios, esa palabra que desconocen… el fundamentalismo hace años que se alejó del estudio serio de la Biblia porque no le interesaba lo que escuchaba. Repiten versículos como cotorros, y su teología gira y gira entorno a si misma sin tener contacto con la realidad, ni con otras disciplinas humanas… El fundamentalismo grita insistentemente que ellos sólo defienden la verdad que encuentran en la Biblia, pero miente: sólo defiende su manera de ver el mundo y utiliza una lectura infantil y llena de ignorancias para conseguirlo. Pregunte a unos cuantos fundamentalistas si creen que a Jonás se lo tragó un pez, si Jesús transformó el agua en vino o si Pablo se cayó de su caballo y tuvo una visión divina. Y la respuesta de la inmensa mayoría de estos fundamentalistas, por no decir todos, será un rotundo sí. Esa es su manera seria, inteligente y coherente de interpretar la Biblia. Y son esos, los que creen que una serpiente habló con Adán y Eva, los que dicen que defienden la verdad que encuentran en la Biblia.

El fundamentalismo no es cristianismo, y lo está intentando destruir, y con él a miles de personas. El fundamentalismo es ante todo ignorancia, miedo a la realidad cambiante y no siempre fácil de entender. El fundamentalismo es una ideología de poder que quiere imponer sus planteamientos por encima del ser humano. No es cristianismo, o al menos el cristianismo que se desprende del evangelio. Y como cualquier otro poder que intenta engañar al ser humano debe ser denunciado sin miedo por las iglesias y los cristianos y cristianas.

El fundamentalismo es diabólico, intenta engañar y destruir a los seres humanos, reduciéndolos a simples adoradores del Dios “verdad absoluta”, que es un falso ídolo del verdadero Dios desconocido que se ha revelado en Jesucristo como un Dios de amor y reconciliación para todas y todos. Y es con ese fundamentalismo con el que tenemos que vérnoslas hoy en día los cristianos evangélicos. Es ese nuestro principal problema interno; No nos confundamos, el fundamentalismo ha venido para destruir el evangelio, no para predicarlo.

Carlos Osma

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“Dietrich Bonhoeffer. La gracia cara”, por Carlos Osma.

Jueves, 15 de mayo de 2014
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bonhoeffer2Un buen artículo de uno de mis teólogos favoritos y que publica Homoprotestantes:

El pasado 9 de abril se cumplieron 69 años de la muerte del  pastor y teólogo alemán Dietrich Bonhoeffer. Un hombre que rechazó toda escapatoria “espiritual” ante la barbarie nazi, y que entendió el llamado cristiano como entrega total a la realidad del mundo. Su mensaje, poseedor de la fuerza que imprime la acción a la palabra, produce tanto admiración como rechazo, pero ha influido profundamente en la Iglesia que le sucedió.

 Nace en Breslau el 4 de Febrero de 1906 en una familia numerosa, burguesa y culta. Con apenas 6 años, su familia se traslada a Berlín donde el padre trabaja como profesor de Psiquiatría y Neurología en la universidad. Pese a que su madre era hija y nieta de teólogos, sorprendió que Dietrich decidiera estudiar teología, cosa que hizo con éxito en Tubinga y Berlín. Su tesis doctoral “La comunión de los Santos”, defendida en 1927, refleja ya su interés por la esencia de la Iglesia.

 Continúa su formación como vicario, en la Iglesia Evangélica alemana de Barcelona, en 1928. Allí, además de reflexionar sobre cómo llevar el evangelio a cada clase social, se pregunta sobre la relación entre mundo y Dios: “La tierra es nuestra madre, como Dios es nuestro padre, y pone en brazos del padre únicamente al que permanece fiel a su madre [1].

 Dos años después estudiará en Nueva York donde conoce el protestantismo americano. Lo define como: “Una especie de club social” o “un protestantismo sin reforma” pero queda influido por la dimensión social del evangelio, la convivencia entre distintas razas y el comportamiento de las iglesias en unos momentos de crisis.

 A su vuelta a Berlín imparte clases en la Universidad [2]. Su forma de entender la iglesia ejerció sobre sus alumnos tanto fascinación: “En la comunidad uno se convierte en Cristo para el otro. Los miembros no están desligados unos de otros”, como escándalo: “La Iglesia…se sitúa en la periferia de la vida… Pero ella querría estar en el centro y por eso habla, juzgando y condenando, sobre cuestiones centrales de la vida. Así es como se hace despreciable y odiosa”.

 Cuando en 1933 Hitler es designado canciller del Reich la Iglesia se divide, la mayoría son simpatizantes del nacionalsocialismo, pero los teólogos Barth, Niemöller y el propio Bonhoeffer forman La Iglesia Confesante. Mientras Barth y Niemöller toman una postura más neutral y trascendente Bonhoeffer se enfrenta al nazismo advirtiendo de los peligros hacia los que su país se encaminaba. Decepcionado, parte hacia Londres donde informa sobre la situación a las iglesias extranjeras, llamándolas a intervenir proclamando la ilicitud de la guerra: “No hay camino para la paz que pase por el camino de la seguridad. Porque la paz supone audacia y es un gran riesgo”.

 En 1935, animado por Barth, decide volver y reunir a jóvenes teólogos en un seminario. En esta etapa encuentra en la Biblia su camino, el Sermón del Monte le dirige hacia el servicio y el sacrificio absoluto.  Es entonces cuando escribe una de sus más bellas y, a la vez, exigentes reflexiones: “La gracia barata es la gracia sin seguimiento de Cristo, la gracia sin cruz…la gracia es cara porque le ha costado cara a Dios, porque le ha costado la vida de su Hijo, y porque lo que le ha costado caro a Dios no puede resultarnos barato a nosotros [3]”.

 Pero en 1939 está arrinconado: no puede vivir en Berlín, hablar en público o publicar, por lo que huye a Estados Unidos. Semanas después vuelve: “Si no participo con mi pueblo de las pruebas actuales, no tendré derecho a reconstruir la vida cristiana en Alemania después de la guerra”, y se encuentra con una Iglesia Confesante debilitada por las represalias. En este punto decide colaborar con la Abwehr (organización militar de contraespionaje), donde participa en diferentes complots contra la vida de Hitler. Sabedor de situarse en contra de la tradición cristiana pregunta a sus compañeros: “¿Darían ustedes la absolución a un tiranicida?”.

 Finalmente es detenido en abril de 1943 y conducido a la prisión de Tegel donde convivirá con hombres a los que no les interesa la religión. Se cuestiona entonces: “¿Hay Cristianismo sin religión? ¿Cómo hablar de Dios sin religión?”. Rechaza también la idea de un Dios omnipotente y toma como modelos la encarnación y humildad de Cristo:“El Dios que está con nosotros es el que nos abandona…Ante Dios y con Dios, vivimos sin Dios. Dios consiente en ser desalojado del mundo y clavado en la cruz. Dios es impotente y débil en el mundo y solamente así está con nosotros y nos ayuda [4]”.

 La situación se complica al descubrirse su verdadera participación en la resistencia. Cuando Hitler está a punto de caer, decide la muerte de algunos hombres, entre ellos Bonhoeffer. En el campo de Flossenburg es juzgado, declarado culpable y ahorcado, tenía 39 años. Sus últimas palabras lo muestran sin miedo y con la seguridad que da una fe que ha sabido amar al mundo: “Voy hacia la libertad que da la muerte y voy hacia la alegría”.

Carlos Osma

BIBLIOGRAFÍA

 A parte de la bibliografía referida en las notas a pie de página son dignos de mención, para profundizar en la vida y  pensamiento de Bonhoeffer, las siguientes obras:

– Bonhoeffer, D. Cartas de amor desde la prisión. (Madrid: Editorial Trotta, 1998).

–                          Ética. (Madrid: Editorial Trotta, 2000).

–                         Redimidos para lo humano. (Salamanca: Ediciones Sígueme, 1979).

–                         Vida en comunidad. (Salamanca: Ediciones Sígueme, 1995).

 [1]Si no se dice lo contrario todas las citas han sido tomadas de: Hourdin, G. Bonhoeffer. Una Iglesia para mañana. (Madrid: Ediciones Bailén, 1972).

[2]Uno de estos semestres de docencia queda recogido en: Bonhoeffer, D. Creer y Vivir. (Salamanca: Ediciones Sígueme, 1985).

[3]Bonhoeffer, D. El precio de la gracia. (Santander: Ediciones Sígueme, 1986, Págs. 16-17).

[4]Estas y otras reflexiones aparecen en sus cartas publicadas en: Resistencia y sumisión. (Salamanca: Ediciones Sígueme, 2001).

 NOTA

 Publicado en la Revista Cristianismo Protestante en Julio de 2005

Espiritualidad, Iglesia Luterana , , , , , , , , , , , , , ,

“Al que yo bese”, por Carlos Osma.

Miércoles, 7 de mayo de 2014
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judas_kissUn precioso artículo del blog Homoprotestantes:

El beso que con toda probabilidad más influencia ha tenido en nuestra cultura occidental, tuvo como protagonistas a dos hombres que se habían querido pero a los que las circunstancias, el egoísmo, las esperanzas truncadas y el poder religioso distanciaron. Un beso dado en la oscuridad, fuera de la ciudad y a la vista de otros hombres que a la postre originaría dolor, sufrimiento e incluso la muerte de ambos. Me refiero al beso con el que el discípulo Judas traicionó a su maestro Jesús.

El evangelio de Marcos nos cuenta esta historia situando a Judas, el traidor, entre dos poderes que habían entrado en conflicto, el de Jesús y sus seguidores, y el de los jefes de los sacerdotes, los maestros de la ley y los ancianos. Jesús había provocado en innumerables ocasiones a quienes detentaban el poder religioso, pocos días antes se había atrevido a predecir la destrucción del Templo, y éstos querían apresarlo para matarlo. Aquel pobre galileo se había convertido en un verdadero peligro para la estabilidad religiosa.

Judas es el nexo entre la religiosidad aferrada al poder y el Jesús liberador. Y ese nexo, según los evangelios, era un traidor. Una persona que vendió a su maestro, por el que lo había dejado todo, a quienes podían darle unas cuantas monedas que le ayudarían a vivir mejor. Seguir a un predicador itinerante anunciando el Reino de Dios pudo ser emocionante al principio, pero con el tiempo se había convertido en una pesada carga que aportaba pocas alegrías.

La comunidad que escribió el evangelio de Marcos había sufrido persecuciones y muchas veces se había encontrado en la tesitura de escoger entre estos dos poderes, el del Reino predicado por Jesús, o el poder político y religioso. Y en ocasiones la elección más práctica e inteligente para estos cristianos y cristianas del primer siglo, había sido renunciar a la fe cristiana, crucificándola ante sus conciudadanos. Por un tiempo valió la pena la locura del evangelio, pero la realidad se imponía y era más inteligente salvar la vida. El beso de Judas que tantos y tantas tuvieron que dar en los primeros siglos de nuestra era, nació de la necesidad por sobrevivir.

Besos de este tipo se han dado por millones de razones desde entonces, tener que escoger entre la vida y la religiosidad no ha sido nunca fácil. A los poderes religiosos no les gustan los mesías porque siempre les interpela y les anuncia que el Templo que han construido en su nombre, pero que han acabado por convertir en una cueva de ladrones, será destruido muy pronto. Los poderes religiosos por su parte siempre acabarán por destruir el evangelio porque lo que ellos quieren son seguridades y no la transformación radical del mundo en el que viven. Los poderes religiosos siempre crucifican el evangelio al lado de ladrones, para desvirtuarlo. Lo hacen parecer algo maldito, estúpido y arriesgado… sus monedas de plata, son la elección más inteligente para quienes se han creído al Mesías.

Los cristianos lgtb conocen muy bien como funciona este poder religioso, no hace falta que se lo expliquen. En innumerables ocasiones han vivido la experiencia de Judas, teniendo que elegir entre la tranquilidad que dan las monedas de plata, que no son más que la mentira, la ocultación y la doble vida; y la vida en abundancia que nace de la verdad, la luz y el amor que les propone un Jesús queer que se deja besar sabiendo que con ese beso se le está traicionando. Vivir la radicalidad de ser lo que cada uno es, sabiendo que Dios ama a cada persona tal y como es, o ir tirando con las monedas de los sacerdotes. Parece una elección fácil en principio, pero el poder religioso crucificará con el mesías a quien se atreva a elegir la vida.

Los cristianos lgtb viven constantemente ante esta elección, por una parte tienen a su maestro que les llama a una vida radical que no siempre es fácil, una vida alejada de los aplausos y el visto bueno de las mayorías religiosas, y por otra tienen a sus familias, sus iglesias o su entorno que les anima a escoger una vida cómoda, la vida del mentiroso y el traidor. Y no siempre se elige lo mismo, y no siempre se acierta. Y a veces se dan cuenta de que acaban de crucificar a quien desea salvarlos cuando ven las caras de aceptación en los poderes religiosos; y otras se descubren besando a Jesús pero para darle las gracias, para decirle que vale la pena seguirle, que sólo unos días junto a él valen más la pena que una vida con treinta monedas de plata.

Y un día como hoy, al leer en el evangelio la traición de Judas, me han venido a la mente multitud de personas lgtb que han sido crucificadas por sus familias y sus iglesias por salir del armario. Personas que eligieron no besar a Jesús para traicionarlo, sino para seguir hasta el final junto a él. Y me siento afortunado por conocer a estas personas, su ejemplo y valentía. No siempre las cristianas y los cristianos han sido tan valientes, no siempre han sido tan coherentes. Y ver testimonios reales de personas que se han arriesgado por el evangelio, a pesar de que ese riesgo no les ha traído reconocimiento, sino más bien desprecios, me ayuda a ver que todavía hay cristianos y cristianas que se han tomado en serio lo que significa la llamada de Jesús. Y ver su cara de dignidad, y la manera en la que son capaces de llevar los golpes recibidos, las heridas de su espalda, de sus manos, sus pies o su frente; me permite reconocer lo que significa la cruz de Cristo. Me permite conocer a otros Judas que decidieron no traicionar a su maestro, sino ir a la cruz con él, para nacer después, quizás por primera vez, a la vida.

Al final Judas se arrepintió del beso que había dado a Jesús para entregarlo, y se dio cuenta que lo prometido por los sacerdotes no satisfacía lo que deseaba. La historia de siempre, la religión se defiende siempre con espejismos que acaban por ser falsos. Y en ese momento Judas sintió la desesperación de no tener a su lado a su maestro, a quien tanto había querido, para poder abrazarlo y besarlo todos los días. A los otros Judas que yo he conocido, a esas y esos que enviaron a su infierno religioso a los sacerdotes y se quedaron junto a Jesús, nunca les he visto desesperados por la decisión valiente que un día tomaron. El seguimiento no es fácil, pero poder abrazar y besar al maestro todos los días, trae una paz que incluso en los peores momentos supera con creces unas míseras treinta monedas de plata.

Carlos Osma

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Lo que espero.

Miércoles, 23 de abril de 2014

diversityImportante manifiesto que hemos conocido gracias a Homoprotestantes:

Hace unas semanas un grupo de personas de la Unión de Iglesias Luteranas y Reformadas de Alsacia y Lorena escribieron el manifiesto “Lo que espero”. Manifiesto al que más tarde se adhirieron un total de 140 personas, incluidos 20 pastores de dicha unión de iglesias. Lo compartimos a continuación con vosotrxs, y os animamos a adheriros para mostrar vuestro apoyo. Si compartís lo que en él se dice y queréis adheriros, podéis decirnos vuestro nombre, comunidad u organización y la añadiremos al final del manifiesto.

Agradecemos a Joan Charras Sancho que nos lo ha hecho llegar y a las personas que lo han traducido al castellano.

Lo que espero

Sueño con una Iglesia donde podríamos vivir nuestras diferencias en el corazón de lo que nos une fundamentalmente.

Espero una Iglesia donde no se ignoren o se opongan hombres y mujeres, los guardianes de la tradición y los partidarios del progreso, los que se saben salvados y los que se imaginan perdidos, los que sus deseos llevan a una pareja de su mismo sexo y los que desean a alguien del otro sexo, los practicantes y los alejados, las personas minusválidas y las que no lo son, los jóvenes y los mayores, los cercanos y los extranjeros, los ricos y los pobres, los que tienen una gran responsabilidad y los que tienen una menor.

Espero una Iglesia donde cualquier persona se acuerde de que la gracia de Dios es para todos y que en Él todos los seres humanos son iguales.

Espero una iglesia que, a imagen de Cristo, no se canse de ir al encuentro de los excluidos y de los reprobados, con bondad y solicitud.

Espero una Iglesia donde podríamos sobrepasar los prejuicios y los juicios que hacemos unos sobre otros, para que podamos descubrirnos, más allá de lo que nos diferencia, verdaderamente unidos en el Espíritu Santo.

Creo que todo amor sincero, libre y responsable, es una expresión de la creación bendecida por Dios.

Creo en una Iglesia que haga señales, palabras, y gestos para que esa bendición sea perceptible por todos.

Creo que el Evangelio nos libera de nuestros miedos y crispaciones.

Creo en el Espíritu que da a la Iglesia la capacidad de ser profética para atreverse a mirar más allá de las realidades existentes.

Por eso sueño con una Iglesia donde las preguntas sobre la sexualidad, el dinero y el poder sean discutidas con serenidad, con altura de miras y en el espíritu de fraternidad.

Sueño con una Iglesia donde cada uno pueda expresarse en conciencia y cultive un debate abierto con todos.

Sueño con una Iglesia que anuncie y practique la promesa bíblica de un Dios que hace ahora todas las cosas nuevas.

Amén.

Adhesiones al manifiesto

1. Comunidad Apostólica Fronteras Abiertas.
2. Cristina Conti. Teóloga, Biblista y gay-friendly. Iglesia Discípulos de Cristo.
3.Carlos Osma (Blog Homoprotestantes).
4.Luís Rodos (Presbítero Católico Romano).

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“El fantasma del fundamentalismo”, por Carlos Osma.

Viernes, 11 de abril de 2014
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bancada-evangelica-e-a-cura-gayDel blog Homoprotestantes:

Cada vez es más preocupante la identificación que se hace entre religión y fundamentalismo. Un proceso que en algunos lugares como en nuestro país, o más aún en nuestras iglesias evangélicas, parece ya imparable. Tanto es así, que las personas que no comparten los principios fundamentalistas, son vistos como creyentes que se han dejado arrastrar por las ideas y las formas de vivir de su entorno, o directamente como falsos cristianos.

En el libro Cristianismo y Liberación [1], Juan Martín Velasco nos recuerda que el fundamentalismo es sólo una forma determinada de cristianismo, que aparece como resistencia a la modernidad y a las consecuencias que esta trae consigo. Y es que a finales del siglo XIX ocurren una serie de cambios, en el conocimiento humano y en la sociedad, que producen un fuerte impacto en la visión que tradicionalmente había tenido el cristianismo: aparece una nueva forma de ver la realidad, la historia y la moral gracias a los descubrimientos científicos, la primacía de la razón, el evolucionismo, la secularización de la sociedad…

Algunos cristianos ante esta nueva situación, apostaron por dialogar con la modernidad e inculturar su fe a las circunstancias que les tocó vivir. Pero otros, los fundamentalistas, cerraron filas ante lo que denominaron “recta doctrina”. Si los primeros creyeron necesario responder a las nuevas preguntas y los nuevos retos para que el cristianismo siguiese diciendo algo a la sociedad en la que vivían, los segundos tuvieron miedo de perder la identidad y actuaron a la defensiva. Se replegaron y se dedicaron a afirmar verdades absolutas que les permitiesen vivir más tranquilos.

Es en estas circunstancias que en julio de 1920, el periódico neoyorkino The Watchman-Examiner, pone por primera vez nombre a este movimiento que cree vivir en un mundo hostil, que se siente amenazado y que necesita por tanto, definir su identidad con toda precisión: “Proponemos aquí y ahora que se adopte un nuevo nombre para designar a las personas que entre nosotros insisten en que no sean cambiados los puntos de referencia…que sean llamados Fundamentalistas…cuando utilice este término lo entenderé como un elogio y no como un insulto”.

Si nos aproximamos a este movimiento observaremos que no es monolítico, que en realidad deberíamos hablar de fundamentalismos, ya que en él encontramos desde grupos que han decidido alejarse de la sociedad, con el proselitismo como único medio de relación con el entorno, a las corrientes selectivamente tradicionales y selectivamente modernas. Estas últimas, en mi opinión son las que están más presentes en nuestro país. No rechazan todo lo producido por la modernidad, sino que escogen aquellos elementos que les pueden permitir alcanzar la influencia sociopolítica que desean.

Las características de los fundamentalismos son muchas, pero me gustaría resaltar tres de ellas por la significación y la relevancia que han adquirido en nuestro país.

La primera, apuntada anteriormente, es el intento de presentar a los creyentes que no comparten sus puntos de vista como cristianos no auténticos. Una división entre cristianos verdaderos, que son únicamente los que afirman sus principios, y aparentes, contaminados por el liberalismo, el modernismo o el relativismo. Para saber si un cristiano es verdadero debe, por un lado, afirmar lo que el fundamentalismo ha establecido como “recta doctrina”, y por otro, tener un nuevo nacimiento que lo separe completamente de los que no lo han hecho. La búsqueda de una experiencia en que basar su fe, que no deje lugar a la duda.

La segunda, la lectura literal de la Biblia, que es inerrable no sólo en cuestiones teológicas, sino también históricas y científicas. Absolutizarla hasta ponerla en lugar de Dios mismo, confundiéndola con él. Una especie de idolatría bíblica en la que el lector fundamentalista aparece como un adorador neutro sin ningún tipo de condicionante. Algo paradójico si tenemos en cuenta que los distintos grupos fundamentalistas hacen lecturas diferentes, e incluso contradictorias, de los mismos textos. Unas diferencias que se presentan como no esenciales: “En ciertas cosas podemos interpretar distinto, pero en las fundamentales tenemos que coincidir”. Evidentemente ellos nos explican cuales son estos puntos fundamentales y como deben ser creídos y afirmados. En el fondo, creo que no deja de ser una utilización de la Biblia para defender los propios puntos de vista, presentándolos como divinos.

Y por último, estos grupos se presentan como portadores y defensores de la verdad. Una verdad sin condicionante alguno, una verdad absoluta que se deriva de la revelación que ellos encuentran en la Biblia. Ya no hay fe, no hay confianza del creyente, no existe el riesgo de creer: ahora hay seguridades, verdades. Ya no es necesario buscar, no hay lugar para la duda. La verdad que ofrece el fundamentalismo es una anestesia para los que se sienten incapaces de dar respuesta al complejo mundo donde vivimos. El cristianismo entendido como un conjunto de personas, al que unos cuantos van guiando y controlando con la verdad que poseen.

Ante todos estos movimientos, que parecen tener claras todas las cosas, que nos muestran a un Dios tan humano, que nos hacen preguntarnos si no están hablando de ellos mismos, creo que deberíamos hacer hincapié en el Dios trascendente y en el ser humano real. Explicar que aunque son necesarias las imágenes que nos hacemos de Dios, es absurdo presentar cualquier imagen de Dios como definitiva y verdadera. Afirmar todas las veces que sea necesario que el Dios que nos reveló Jesús, respeta la vida y la realidad del ser humano. Una vida y una realidad que no quiere someter sino liberar. Y por último advertir que la consecuencia del fundamentalismo, es la opresión del ser humano por parte de un ídolo que el hombre mismo ha construido a su imagen y semejanza.

Carlos Osma

Publicado en Lupa Protestante en Marzo de 2007

[1] Tamayo J.J. Cristianismo y liberación. Homenaje a Casiano Floristán. (Madrid; Editorial Trotta, 1996), pp. 271-293.

Biblia, Budismo, Cristianismo (Iglesias), General, Homofobia/ Transfobia., Islam, Judaísmo , , , , , , , ,

Alianza Evangélica Española. Cenando con Satanás.

Martes, 25 de marzo de 2014
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Padova pride Village 3Hemos leído en Homoprotestantes:

Felíz la Alianza Evangélica Española que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en reuniones con cristianos homosexuales como hace la Iglesia Evangélica Española, sino que se complace en la Ley del Señor y la medita de día y de noche.

Con estas palabras se podría resumir una parte de la última editorial de la Revista Protestante Digital con la que la Alianza Evangélica Española(AEE) intenta sacar del armario a la Iglesia Evangélica Española(IEE). “¡Os hemos pillado con las manos en la masa!”, o más bien, “os hemos pillado compartiendo la Mesa del Señor con un grupo de homosexuales en vuestra propia casa, en la Iglesia del Salvador de Madrid. Pecado, pecado y pecado”… Así lo dice la Biblia que la AEE medita día tras día y noche tras noche, aunque sólo les sirva para dar vueltas sobre lo mismo o justificar sus propias ignorancias. ¡Lo dice la Biblia! ¡Lo dice la Biblia!¡Y lo digo yo! Una vergüenza para el evangelio pillar a la IEE en esta situación tan comprometida, una vergüenza que no puede quedar así.

Los evangélicos salían un domingo de sus iglesias, y se sentaban junto al pueblo y les predicaban. Entonces la AEE trajo ante ellos a la IEE, sorprendida compartiendo la fe y el cuerpo del Señor con homosexuales, y poniéndola ante ellos les dijo:

Hermanos, esta Iglesia ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio, y la Ley de Moisés nos manda apedrear a tales iglesias, y si es posibles echarlas fuera de la FEREDE y del resto de instituciones evangélicas del país. ¿Qué hacemos? Ante un pecado tan grave como éste necesitamos voces autorizadas para hacerlo, y así dar ejemplo al mundo, cumplir la Ley, y justificar nuestra homofobia.

Con estas otras palabras se podría resumir muy bien lo que pretende la Editorial de Protestante Digital, es decir la AEE. En su contra hay que añadir que les ha faltado valentía para decirlo claramente, y aunque muy finos no son, y todos sabemos que cojean del pie ultra derecho, y que intelectual y teológicamente no son muy avanzados, la cosa ha quedado bastante clara. La IEE no es de las nuestras, esta iglesia centenaria que ha sido ejemplo de resistencia, de diálogo con los que la oprimían, que ha mostrado su fe y su entrega durante más de cien años, no sólo en las iglesias y en las revistas, sino en la sociedad; una iglesia que llevó el evangelio a muchos padres, abuelos y bisabuelos de los que ahora pretenden apedrearla… a esta iglesia, a la IEE, ya no la queremos, no es de las nuestras, no hace lo que nosotros hacemos y no dice lo que nosotros queremos que diga. Es una Iglesia que se ha salido del discurso oficial que defendemos a capa y espada. “¿Qué hacemos hermanos?¿La apedreamos? Nosotros tenemos aquí las piedras…. podéis ir cogiéndolas”.

Pero ¿a qué compararé a la AEE? Es semejante a los muchachos que escriben en las revistas y predican en los púlpitos: “Os avisamos de lo que teníais que hacer y no lo hicisteis, os dijimos que os echaríamos de nuestro Reino evangélico y no cambiasteis vuestra actitud inclusiva. Vinieron a vuestras comunidades mujeres y hombres homosexuales fuera del armario y os avisamos diciendo: ¡demonio tienen! Pero aún así, IEE no nos hicisteis caso, y por eso decimos de vosotros que sois una iglesia comedora y bebedora de vino, amiga de homosexuales y ecuménica”.

Unos pastores de la IEE acogiendo y tomando la Santa Cena en su iglesia junto a quienes están fuera de la Ley para la AEE. Menos la gente mal informada, todo el mundo sabe que la postura oficial de la IEE es la del no pronunciamiento y la de dejar pasar el tiempo, yo mismo he criticado esta posición duramente en más de una ocasión. Lo que eso significa es que hay unas personas y unas comunidades que tienen una postura de inclusión, en la práctica pero no de forma oficial, y otras de exclusión. Una manera de abordar la situación, la del dejar hacer sin posicionarse oficialmente, que en mi opinión es equivocada porque al final deja a la IEE nadando entre dos aguas, entre el conservadurismo y el progresismo. Es por eso que recibe críticas de ambos lados, la indefinición tiene un precio mucho más caro que la del pronunciamiento concreto. Para que éstas dos posturas pudiesen convivir dentro de la IEE tendrían que respetarse mutuamente, y por lo tanto se tendría que dejar que cada comunidad tomara la decisión que considere más ajustada al evangelio y a la realidad comunitaria que está viviendo de manera oficial y sin ambigüedades.

Pero incluso reafirmándome en lo que he dicho de la IEE una y mil veces si es necesario, eso no quita ni una coma a una verdad: que muchas comunidades de la IEE han tomado en la práctica una postura evangélica, es decir, se han sentado, han comido y bebido, con quienes pensaban en un principio que eran “pecadores”, los han escuchado, acogido como bien han podido y los ha hecho parte de su comunidad. Algunos gays y lesbianas cristianos podríamos decir muchas cosas de cómo podrían hacer eso mejor, pero sin lugar a dudas hemos visto en la IEE el ejemplo de Jesús. Personas que mayoritariamente no son ni gays ni lesbianas y que han recibido muchas críticas, presiones y zancadillas por defendernos y acogernos. Tendríamos que preguntarnos si nosotros como personas lgtb hemos hecho algo parecido por otras personas o causas que no nos pillan tan cerca.

En la España evangélica hay decenas de miles de cristianos y cristianas lgtb, se quiera o no aceptar es una realidad es innegable. Muchos de ellos forman parte de la AEE, de la FEREDE, de multitud de organizaciones, revistas, y de casi la totalidad de comunidades evangélicas. A todas esas personas les querría animar a seguir el ejemplo de algunas comunidades de la IEE, el ejemplo de Jesús. Me refiero a arriesgarse y ponerse del lado de la justicia y de la verdad. A todas esas personas que viven situaciones complicadas y que tienen miedo de perder su trabajo, sus amistades de toda la vida, o su familia, les diría que no podemos hacer que los demás nos saquen las castañas del fuego, que el evangelio exige en ocasiones dejar cosas, pero que todo aquello que perdamos por él, nos será devuelto algún día multiplicado por mil. Cuantas más voces se levanten para decir que la diversidad siempre ha formado parte de la Iglesia, cuánto menos estemos dispuestos a ceder en la dignidad que Dios nos ha dado, más evangélica será la iglesia de la que formamos parte. El seguimiento de Jesús no nos lleva a la heterosexualidad, sino a la verdad y al amor al prójimo.

En principio es más fácil seguir el modelo de la AEE: dejarse llevar por la Ley y las condenas. Esa es su baza, siempre ha sido esa, la del temor, la del fuego y las brasas. A día de hoy es más arriesgado tomar la Santa Cena en libertad, que hacerlo todos los domingos con Satanás. Pero también fue más difícil para Jesús comer con glotones y bebedores de vino, que si lo hubiera hecho agachando la cabeza ante los fariseos. La llamada del evangelio no se parece en nada a la propuesta de la AEE, huele demasiado a fuego y azufre, y demasiado poco a Jesús. Indudablemente tiene mucho más que ver con lo que ocurrió el 9 de Marzo en la Iglesia del Salvador de Madrid donde personas diversas se encontraron y reafirmaron al tomar el pan y el vino que lo que nos une a todas y todos no es la Ley, la orientación sexual, el género, o la iglesia a la que pertenecemos; sino el seguimiento de quién nos ha revelado a un Dios de amor. Algunos quieren mutilar el cuerpo de Cristo, pero esa actitud nada tiene que ver Cristo, se parece más bien a los maestros de la Ley que lo llevaron a la cruz.

Carlos Osma

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Lo peor de Unamuno, amigo de la Alianza Evangélica Española.

Viernes, 21 de marzo de 2014
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justicia-alberto-ruiz-gallardon_560x280Interesante reflexión que publica Homoprotestantes:
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Hace tiempo que sabíamos que el ministro de justicia Alberto Ruiz Gallardón recibiría el premio “Unamuno amigo de los protestantes” que cada año otorga la conservadora revista Protestante Digital, vinculada a la Alianza Evangélica Española, guardiana del pensamiento único y del fundamentalismo más rancio dentro del protestantismo en este nuestro Estado. Y por fin, la semana pasada lo recogió “emocionado”, comprometiéndose con la defensa de las minorías religiosas, y reconociendo que no merecía tal distinción.
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En la entrega del premio, el psiquiatra Pablo Martínez, recordado por muchos homosexuales evangélicos por sus terapias en las que anima a potenciar la heterosexualidad que todas y todos llevamos dentro (imagino él también), afirmaba con rotundidad: “Tenemos que aprender y ser y estar con los que discrepan de nuestras ideas”. Por mucho que suene a justificación de porqué Gallardón recibía la distinción, la frase no puede más que producirnos una sonrisa y una pregunta: “Don Pablo, ¿desde cuando ha sido usted tolerante, dialogante o respetuoso con quienes piensan, opinan y siente diferente a la mayoría dentro del protestantismo español?”. Quienes están acostumbrados al travestismo tienen estas cosas, que se creen sus propias mentiras y son capaces de decirlas con total naturalidad en público.

El presidente de la Alianza Evangélica Española, Jaume Llenas, intervino para recordar que: “Este acto se enmarca en ese contexto que queremos construir para todos, en el que la voz religiosa puede participar en la sociedad y ser más escuchada”. Que hablase de “la voz” y no de “las voces” lo delató claramente. Miedo nos dan a muchos ciudadanos los diferentes voceros de las religiones institucionalizadas que se apropian de “la voz religiosa”, porque sabemos que lo que han sido capaces de hacer dentro de sus respectivas iglesias, alianzas o federaciones (silenciar a quienes tienen otras opiniones), es lo que buscan en nuestra sociedad. No quieren participar, nunca lo han querido, quieren controlar, dirigir y decidir. Y lo hacen justificándose en la posesión de “la verdad”, que no es más que su manera de ver las cosas, barnizada de una religiosidad de finales del siglo XIX. A nadie se le escapa que anhelan para ellos la influencia y el poder que todavía tiene la Iglesia Católica en España, o su idolatrado Tea Party en los Estados Unidos.

Unamuno no fue protestante, bien lo aclaró allí mismo Juan Antonio Monroy, por eso estaría bien saber qué cualidad o cualidades de Unamuno dan sentido a este premio para valorar mejor si Gallardón es o no merecedor de él. Todos tenemos nuestras contradicciones, nuestros aciertos y errores, y Miguel de Unamuno los tuvo también. Por una parte fue un homófobo militante que animó a condenar a Oscar Wilde u otros escritores españoles homosexuales a trabajos forzados, palabras suyas son: “¿No habrá medio de que estos mártires del placer lleguen a serlo del dolor, de un dolor que les purifique y los eleve?¿No será cosa de pensar seriamente en la manera de ponerles en disposición de que alguno de ellos escriba la balada del presidio de Ceuta o algo por el estilo?[1]”. En cuanto a las mujeres, algunos estudios sobre la concepción que se desprende de ellas en su obra, concluyen que para Unamuno las mujeres eran ante todo madres y sólo podían amar como tales: “El amor de la mujer, sobre todo, decía que es siempre en el fondo compasivo, es maternal. La mujer se rinde al amante porque le siente sufrir con el deseo[2]”. Pero de este escritor y filósofo de la generación del 98 también se puede decir que la libertad de conciencia fue para él una lucha constante por la verdad en libertad, por eso intentó alejarse siempre que pudo del dogmatismo religioso: “Tanto los individuos como los pueblos de espíritu perezoso (…) propenden al dogmatismo (…). La pereza espiritual huye de la posición crítica o escéptica[3]”.

Teniendo en cuenta la trayectoria de la revista que otorga el premio, tendremos que eliminar la posibilidad de que el premio pretenda distinguir a personas de la vida pública que huyan del dogmatismo y tengan una posición crítica. Pero si tenemos en consideración  la trayectoria del ministro Gallardón este último año, decidido a obligar a millones de mujeres a vivir bajo las normas de una Iglesia Católica que la mayoría de ellas hace siglos que no han pisado. Me refiero al intento del ministro de secuestrar el cuerpo de las mujeres para dárselo a un sistema judicial que les impondrá la obligación de ser madres, independientemente de lo que ellas piensen, quieran o deseen, sólo por que son mujeres; yo diría que algunos planteamientos de Gallardón y Unamuno son coincidentes. Por eso, parece evidente que el premio sí es merecido, pero no hemos de fijarnos en los eslóganes de libertad de pensamiento o libertad religiosa que lanzan  quienes dan y quien recibe el premio, si queremos saber porqué Gallardón se merece este premio tendremos que entender que tanto el ministro como la Alianza Evangélica Española defienden una regresión al pasado, concretamente a un pasado donde la religión dictamine que deben y que no deben hacer los ciudadanos.
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Para terminar me gustaría hacer dos observaciones en cuanto al reconocimiento de Gallardón como “amigo de los protestantes”. La primera que el ministro forma parte de un Gobierno “presuntamente” corrupto, me refiero a las informaciones que hace unos meses filtró Luis Barcenas sobre la caja B del Partido Popular, que “presuntamente” fue utilizada para pagar sobresueldos que no se declaraban a algunos miembros del partido como Mariano Rajoy o María Dolores de Cospedal. Algo que en otros países hubiera llevado a la dimisión en bloque del Gobierno, y que iglesias de otros países hubieran denunciado. Pero la Alianza Evangélica Española ha preferido reconocer a un miembro de tan honorable Gobierno..

Y finalmente, recordar que todavía hoy los pastores jubilados que no pudieron cotizar en la época del franquismo siguen sin recibir sus pensiones. A pesar de que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos falló a favor de uno de ellos el año pasado después de años de litigios. Y es Gallardón quién hoy puede promulgar un Real Decreto que haga que todos los pastores, así como sus viudas, puedan percibir lo que realmente es suyo. Llamar amigo de los protestantes a una persona que es incapaz de mover un dedo por hacer justicia a personas que han trabajado para las iglesias evangélicas y protestantes en nuestro país, me parece más bien vergonzoso. Al menos por decencia deberían cambiar el título a este premio, y desde aquí me atrevo a proponerles uno: “Lo peor de Unamuno, amigo de la Alianza Evangélica Española”.

 Carlos Osma

 

[1] Medina, R.- Zecchi, B. “Sexualidad y escritura (1850-2000)”. (Rubí (Barcelona; Anthropos Editorial,2002), p. 157.
[2] Unamuno, M. . “Del sentimiento trágico de la vida”. (Madrid: Espasa Calpe,  1976), p. 176.
[3] Unamuno, M. “Mi religión” (Ensayos, (Ed.) Bernardo G. De Cándame 7ª ed. Tomo 2. Madrid: Aguilar, 1967), p,389

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“Jesús era gay-friendly, y yo sigo el ejemplo de mi maestro”. Entrevista a la teóloga Cristina Conti

Lunes, 17 de marzo de 2014
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CrisConti2Desde Homoprotestantes hemos querido hablar con Cristina Conti, teóloga protestante de origen Uruguayo que vive actualmente en Buenos Aires. Pensamos que podía ser interesante escuchar las reflexiones de esta militante feminista y defensora de los derechos de las personas lgtb, que se declara seguidora de Jesús. Cristiana Conti accedió gustosamente a nuestra propuesta. Ha sido un placer dialogar con ella por la cercanía y empatía que transmite en todo momento. Le agradecemos sinceramente que haya colaborado en la entrevista que a continuación os ofrecemos.

Teóloga protestante y militante feminista…. Se mueve usted en la frontera. ¿Cómo ha llegado hasta aquí?

Soy feminista desde que tengo memoria. Aunque de niña no conocía lo que era el feminismo, siempre me rebelé ante los límites de género, y más adelante, ante los estereotipos de género. Cuando descubrí lo que era el feminismo, me identifiqué totalmente con ese movimiento. Al empezar a estudiar teología, creo que fue natural que mi feminismo informara y moldeara mi teología.

Al hablar de feminismo podemos perdernos, ¿cómo entiende usted el feminismo?

No hay un solo feminismo, sino una enorme variedad de feminismos, saludablemente muy diversos. Básicamente se puede decir que todos buscan la equidad de derechos para las mujeres y el fin de la opresión patriarcal. Creo que es importante dejar en claro que el feminismo no busca la supremacía sobre otros grupos, sino la igualdad de derechos para todos y todas. Una vez que nos damos cuenta de que el patriarcado no solo oprime a las mujeres, sino a todos los grupos sin poder, entendemos que debemos unirnos para defendernos unos a otros.

Según su experiencia, ¿que puede aportar la teología al feminismo para enriquecerlo?

Creo que es más bien al revés. El feminismo puede aportar muchísimo a la teología, que en general ha estado presa del sistema patriarcal. Lo que es peor, ha sido funcional a ese sistema, incluso fundamentando ideológicamente la opresión de las mujeres y otros grupos sin poder. Lo único que se me ocurre que puede aportar la teología al feminismo es todo lo que tiene que ver con la forma en que Jesús se relacionaba con las mujeres. En Jesús vemos a un varón claramente feminista. La voz de las mujeres en la teología (salvo unas pocas excepciones) recién comenzó a escucharse a mediados del siglo XX, así que todavía hay mucho por hacer.

La suya es para muchas personas una de esas voces. En su artículo “Hermeneútica feminista” hablaba usted de la necesidad de que las personas oprimidas por el patriarcado tengan “intuiciones inéditas” que pongan en tela de juicio las interpretaciones bíblicas que refuerzan el patriarcado. Puede compartir, ponernos algún ejemplo, de algunas de esas “intuiciones” que usted ha tenido.

Creo que la intuición que ha sido más significativa para mí, como teóloga feminista, fue el darme cuenta de que todos los oprimidos por el sistema patriarcal estamos en el mismo bote. Así, de mi feminismo surgió mi militancia a favor de otros grupos, como los LGBT. Creo que las personas que han sufrido discriminación no pueden ser indiferentes al sufrimiento de otras personas discriminadas. No debemos defender sólo lo que nos beneficia personalmente, sino solidarizarnos con otros grupos vulnerables y luchar también por otras causas justas.

¿Pero qué ha supuesto para usted descubrir un cristianismo que en vez de liberarla como mujer ha intentado someterla a un sistema opresivo como el patriarcado? No han sido pocas las mujeres que han acabado desistiendo y han abandonado la iglesia o incluso la fe.

Uruguay, mi país natal, tiene uno de los más altos porcentajes de ateísmo del mundo occidental. Creo que no es casual que las mujeres uruguayas hayamos sido bastante libres desde hace décadas. El lugar donde encontré más exigencias de sumisión fue precisamente en las iglesias cristianas. Como mi familia era atea y yo entré al cristianismo ya de adulta, me rebelé contra esas imposiciones. Lo que impidió que abandonara todo fue el ejemplo de Jesús y su trato con las mujeres. Eso me dio la pauta de que debía haber algo mal en los textos bíblicos que supuestamente ordenaban la sumisión de las mujeres. Y me quedé, para estudiar teología y así luchar contra esas teologías patriarcales.

Actualmente en España el Ministro de Justicia Alberto Ruíz Gallardón está intentando hacer una contrarreforma en la ley de interrupción del embarazo para impedir que millones de mujeres puedan decidir sobre si quieren, pueden o están preparadas para ser madres. ¿Cómo ve una mujer cristiana feminista esa tutela del cuerpo de las mujeres embarazadas?

Controlar el cuerpo de las mujeres es la vieja costumbre del sistema patriarcal. Y parte de ese sistema es la religión. El papel de las religiones es doblemente condenable, puesto que le proveen al patriarcado la justificación ideológica (y peor aún, supuestamente “divina”) de su dominio sobre los grupos sin poder. Por eso, las feministas cristianas tenemos la obligación de denunciar la complicidad de la religión con el patriarcado, y luchar por el derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos.

La monja Teresa Forcades defiende que si Dios ha puesto la vida en manos de la mujer, ella es la que debe decidir sobre si puede o no tenerla. ¿Opina usted lo mismo o cree que los gobiernos deben regular la interrupción del embarazo?

Estoy de acuerdo con Forcades. Su argumento de que Dios ha puesto la vida (y la decisión) en manos de las mujeres me parece una de esas grandes intuiciones inéditas de las que hablábamos antes. Los gobiernos deben promulgar leyes que aseguren a las mujeres todos los derechos, incluso el de tomar las decisiones sobre la maternidad. Digámoslo con todas las letras: afirmar que el aborto debe ser legal no significa estar a favor del aborto mismo, sino a favor del derecho de las mujeres a decidir y, eventualmente, a abortar en condiciones seguras. En Uruguay, desde que se legalizó el aborto, no han muerto más mujeres por esta causa. Eso muestra la importancia de la legalización.

Muchas veces uno se pregunta que tendrá el cristianismo para que tan fácilmente pueda dar cobertura y justificación al racismo, machismo, homofobia, a la muerte… incluso cuando son parte de tu comunidad o incluso de tu familia. ¿Tiene alguna respuesta para esto?

No creo que el problema esté en el cristianismo mismo, sino en las interpretaciones y las doctrinas de las iglesias. Si como cristianismo entendemos lo que nos dejó Jesús, no hay justificaciones posibles para ninguna forma de discriminación. Así que el problema no viene de Jesús sino de sus seguidores. No olvidemos el dato de que TODOS los teólogos de los primeros siglos –conocidos como Padres de la Iglesia–eran hombres de clase alta. Las únicas excepciones fueron Atanasio y Agustín, que eran de clase media. No es extraño que la teología que hicieron esos Padres respondiera a los valores de la clase social a la que pertenecían. Desde sus comienzos, las iglesias se han aliado con el poder y han sido funcionales al sistema patriarcal.

El respeto por la diversidad, la Palabra de Dios dirigida a todas las mujeres y todos los hombres sin distinción, el amor al prójimo; se sustentan principalmente en el cristianismo en la persona y el mensaje de Jesús. En una de sus respuestas ha unido las palabras Jesús y feminista, algo que en algunos entornos puede levantar ampollas todavía. ¿Se atreve a unir también las palabras Jesús y gay? ¿Cree que esta identificación puede ayudar a la liberación de muchas personas oprimidas por su orientación sexual?

En los evangelios, no encuentro ningún dato que me permita afirmar que Jesús fuera gay. Si lo hubiera, no tendría problema en unir esas dos palabras, tal como no lo tengo para afirmar –junto con muchos otros teólogos y teólogas– que Jesús era un feminista. Lo que sí encuentro en los evangelios de Mateo y Lucas es la historia del siervo del centurión y su joven esclavo, que obviamente tenían una relación homosexual. Jesús no dijo nada al respecto, sino que se limitó a cumplir la petición del centurión y a alabar su gran fe. En vista de esta actitud de Jesús ante una relación homosexual, creo que se caen todos y cada uno de los 6 textos que se usan contra las personas LGBT. Esta es una verdad comprobable exegéticamente, así que puede ayudar a las personas que han sido oprimidas por su orientación sexual. Jesús tal vez no era gay, pero ciertamente era gay-friendly… y yo sigo el ejemplo de mi Maestro.

Sin embargo muchas mujeres y hombres lgtb forman parte de iglesias cristianas que hablan de amor y liberación pero aceptan que su amor no sea reconocido y sus experiencias de fe como personas lgtb no sean tenidas en cuenta. ¿Son estas comunidades positivas para ellas? ¿Están sin quererlo colaborando con la homofobia? ¿Qué opina usted que deberían hacer?

Una iglesia que hable de amor y liberación sin aplicarlos a todos sus miembros, independientemente de su orientación sexual o cualquier otra característica, simplemente es una comunidad hipócrita y mentirosa. Tales iglesias no son positivas para nadie y cualquier persona pensante (no necesariamente LGBT) debería huir de allí como de la peste. Siempre he dicho que Cristo es uno, pero iglesias hay muchas, así que cada uno puede asistir a la que le parezca la más apropiada. Las personas LGBT son tal vez las más perjudicadas por las iglesias conservadoras. Pero existen iglesias inclusivas y teológicamente progresistas. Mi consejo es que se informen con organizaciones LGBT cuáles son las iglesias inclusivas en su vecindad y que se cambien de inmediato.

Hace casi cinco años el expresidente americano Jimmy Carter abandonó la Convención Bautista del Sur porque discriminaba a la mujer. Algunas voces le animaban a intentar cambiar las cosas desde dentro. ¿Cuál debería ser la respuesta de las personas heterosexuales cristianas que quieren ser fieles a la llamada de Jesús y que ven como son discriminadas sus hermanas y hermanos homosexuales en su propia comunidad?

Cuando supe que Jimmy Carter había abandonado a los bautistas del sur por su misoginia, me alegré y me sentí muy identificada. A fines de 1991, yo me fui de los bautistas del sur por ser una iglesia misógina, dogmática y demasiado conservadora. Incluso para una persona influyente, como Carter, cambiar las cosas desde adentro en iglesias monolíticas es muy difícil. A veces, tiene más efecto abandonar públicamente la organización, explicando las razones. Si decidimos quedarnos a luchar desde adentro, es más eficaz hacerlo desde la iglesia local y no desde la organización a nivel nacional, donde la burocracia, los intereses y las luchas de poder complican los cambios. De todos modos, se puede hacer mucho creando conciencia desde la escuela dominical, las clases del seminario, las reuniones caseras y hasta el Facebook.

Hace un mes, cuando desde el Blog Homoprotestantes recogíamos candidaturas para el Premio Homoprotestante 2013, rápidamente desde Argentina nos propusieron su nombre. La razón, que muchas personas lgtb de ese país reconocían en usted a una persona que ha sabido ponerse en el lugar “del otro” y “de la otra” para trabajar por su liberación. Para finalizar, y agradeciéndole su amabilidad, su tiempo y sus palabras, me gustaría preguntarle qué es lo que usted ha aprendido trabajando por, para y junto a estas personas.

Creo que lo más importante que he aprendido es la forma en que las personas que han sufrido discriminación se cuidan unas a otras, como nunca lo había visto en otros grupos. Otro ejemplo que me han dado es la paciencia. Los he visto hacer un trabajo como de hormiga y esperar pacientemente por los cambios. Me siento honrada de luchar junto a ellos, aprendiendo en el camino a ser más paciente. Y el amor que me han dado mis hermanos y hermanas LGBT es mucho mayor que cualquier cosa que yo pueda haber hecho por ellos y ellas.

Muchas gracias Cristina.

Entrevista realizada por Carlos Osma

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“Mujeres encorvadas”, por Carlos Osma.

Domingo, 2 de marzo de 2014
Comentarios desactivados en “Mujeres encorvadas”, por Carlos Osma.

mujerencorvadaInteresante artículo que hemos leído en el blog Homoprotestantes:

 Nos topamos con ella en el evangelio de Lucas(1), era una mujer encorvada que se encontró con Jesús en la sinagoga. Era eso, una mujer, pero una mujer a la que el evangelio no pone nombre, quizás por eso, porque era sólo una mujer. Así, de esa forma tan simple, se nos comunica que estamos entrando en un contexto patriarcal donde las mujeres son borradas y supeditadas al poder del varón, obligándolas a mirar hacia abajo. El contexto, por el contrario, sí recibe nombre: la sinagoga. Un lugar de reunión, de culto y de estudio, sobre cuyo altar se leía la Palabra de Dios.

El evangelista, inmerso en una cosmovisión de su tiempo, presenta la enfermedad de la mujer como causada por un espíritu maligno que pretendía evitar que ésta viviera en plenitud. La tenía esclavizada quizás desde siempre, aunque hacía dieciocho años que su cuerpo había empezado a padecer las consecuencias. Y es hacía ese cuerpo que el evangelio nos invita a dirigir la mirada, justamente hacia él; el lugar que los poderes patriarcales querían controlar.

El cuerpo no puede ser de la mujer, ya desde el Génesis la maldición de Dios sobre Eva(2) recae sobre su cuerpo, obligándolo a sufrir, y supeditando su deseo al del hombre. El cuerpo de la mujer, pasará a ser en el texto bíblico, algo peligroso que debe ser custodiado por el poder patriarcal y por las normas de convivencia que éstecrea, condenándolo a ser un cuerpo tutelado. La mujer no tiene control ni responsabilidad sobre él, se descubrirá por tanto en un cuerpo poseído por alguien que no es ella misma, por un poder demoniaco que la humilla, la limita, y le impide vivir con responsabilidad.

Las mujeres con cuerpos no normativos serán marginadas aún más, por no cumplir las normas de género que la cultura patriarcal quiere imponer(3). Y aquéllas cuyo deseo afectivo-sexual va dirigido hacia otras mujeres, se verán silenciadas y borradas de la sociedad israelita. También las mujeres cuyo cuerpo refleje una procedencia distinta, correrán el riesgo de la exclusión(4). Como afirma Judith Butler: “el rechazo de los cuerpos por su sexo, sexualidad o color es una expulsión de la que se desprende una repulsión que establece y refuerza identidades culturalmente hegemónicas sobre ejes de diferenciación de sexo/raza/sexualidad(5)”.

Mujer-procreación-familia, esto no es una posibilidad para el patriarcalismo, sino algo que va indisolublemente unido. Esa es la función de las mujeres en el mundo, esa y ocupar los lugares que los hombres abandonan en busca de otros que consideran más dignos. Un reparto no escogido, no creado por la naturaleza, sino por el poder del más fuerte. Ya Jesús había rechazado anteriormente esta reducción cuando una mujer le gritó: “¡Dichosa la mujer que te dio a luz y te crió!(6)”. Parece un grito de alabanza, pero Jesús se percató de la opresión que llevaba implícito. Aquello a lo que la sociedad obligaba, o la decisión personal que una mujer puede realizar libremente en la actualidad, no debe ser confundido con su fin último: “¡Dichosos más bien los que escuchan el mensaje de Dios y le obedecen!(7)”. El seguimiento de Dios es lo primero, y ese seguimiento sólo es posible cuando la propia mujer tiene control sobre su cuerpo. Aquel que Dios le ha llamado a respetar.

Una mujer se encuentra con un hombre en la sinagoga, gracias a este encuentro ella puede levantar su cabeza. No se trata de necesidad, o de supeditación, sino de encuentro y respeto. Jesús es un hombre que reconoce a la mujer como descendiente de Abraham(8), por tanto, como parte del pueblo de Dios y con los derechos correspondientes, algo que no siempre ocurría en el judaísmo. El movimiento de la mujer no se dirige después hacia el hombre Jesús, sino hacia Dios. En la acción de Jesús ella reconoce la intervención de Dios para recobrar su dignidad. La labor por la justicia, y el rechazo al patriarcalismo, es una labor compartida en el respeto a las diferencias. Y la confirmación de su validez, es que libera a las personas para alabar a Dios, no para supeditarlas a otras estructuras sociales, culturales o religiosas.

Que la liberación de la mujer tenga lugar dentro de la Sinagoga, nos permite ver la dimensión salvadora que tiene la religión. Jesús representa la fe que pretende redimir a las personas de las opresiones en las que viven inmersos. Les devuelve la dignidad, les respeta, y desde esa dignidad les llama a reconocer a un Dios enamorado de su creación. Pero también dentro de la Sinagoga se pretende preservar las estructuras opresivas patriarcales. Es la religión al servicio del poder, no de las personas. La religión de la letra, de la ley y las estructuras; que necesita constantemente defenderse por miedo a que lo diferente le quite su lugar privilegiado. Y para ello se apropia de la Palabra de Dios que se lee sobre el altar, utilizando sus interpretaciones, como parte integrante de esa Palabra.

Jesús no interpreta desde la ley, sino desde la mujer oprimida. Esa es la verdadera religión, la que religa al ser humano con el Dios de la libertad, del amor y la diversidad. Por eso no hay que esperar más tiempo, no hay que respetar los tiempos de la religión, que trasladan la liberación del cuerpo de las mujeres para un día futuro. Los sábados de la exclusión pueden ser eternos para los excluidos, eso lo entiende muy bien Jesús. El momento de la liberación es hoy, el cristianismo del mañana es una cárcel para las cristianas que hoy viven oprimidas. Las mujeres y los hombres que forman parte de las estructuras religiosas, son llamados por Jesús a levantar la mirada de todas las personas que viven encorvadas en nuestro mundo, y eso, también incluye a nuestras respectivas comunidades religiosas.
Carlos Osma

Notas
(1) Lc 13,10-17
(2) Gn 3, 16
(3) Dt 22,5
(4) Esd 10
(5) Butler, J. El género en Disputa. (Barcelona: Ediciones Paidós Iberica, 2007), p. 262.
(6) Lc 11,27
(7) Ibíd. 11,28

(8) Ibíd. 13,16

Publicado en Lupa Protestante en Julio de 2010

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“Marcos, Dios te ama”, por Carlos Osma.

Viernes, 31 de enero de 2014

Interesante artículo publicado en Homoprotestantes:

  Hace dos días me envió un mensaje, en realidad era sólo una frase donde me preguntaba si había una iglesia cristiana gay en Barcelona. Al final hemos quedado hoy cerca de casa para conocernos y hablar un poco. He llegado cinco minutos tarde, él ya estaba allí, nos hemos dado la mano y para romper el hielo le he preguntado si hoy había tenido clases. Me ha dicho que no, que hoy no. Tendrá veintitantos, le cuesta mirarme a la cara y le noto muy nervioso. Mientras nos acercamos a un bar cercano vamos hablando de sus estudios, de la beca que le ha traído a Barcelona y de que no volverá a su ciudad hasta dentro de dos años. Por como me lo ha dicho no sé si esto último le parece bueno o malo, pero he preferido no preguntárselo.

Al llegar al bar nos sentamos y pedimos una cerveza cada uno, creo que le ha hecho gracia que pida una cerveza, me ha comentado que en su país los cristianos no suelen beber alcohol. Después, cuando la camarera se ha ido, ha explicado que no vive bien el hecho de ser gay y cristiano, que ha hecho todo lo posible por dejar de ser gay, y que durante meses se ha sometido a una terapia de reconversión. Me ha mirado fijamente a los ojos por primera vez y me ha preguntado cómo puede una persona hacer compatible su fe y su orientación sexual. Y me lo ha preguntado como quien se está hundiendo en el mar y grita que necesita un salvavidas. Le he tocado el hombro con la mano y le he dicho: Marcos, Dios te ama.

Siempre me pasa lo mismo, todo esto me hace retroceder mil años, y me acuerdo de todas las cosas que a mí me hubiera gustado escuchar cuando estaba al otro lado de la mesa. Si hubiese sido valiente le hubiera dado un abrazo, pero no lo he sido, y sólo me he atrevido a ponerle la mano sobre el hombro. Le he pedido que se olvide de las condenas que ha escuchado desde que era niño, de todos los mensajes negativos sobre su forma de amar y desear y que se pregunte qué hay de malo en lo que él siente; en enamorarse de otros hombres. Intentaba que viera que su odio a sí mismo no nace de cómo él es, sino de una ideología a la que no le gusta la gente distinta. Pero me ha sido imposible, es incapaz de mirarse a sí mismo sin las lentes de la homofobia.

“Nunca me he enamorado”, me ha dicho después. Ha cogido carrerilla y ha empezado a nombrar toda una serie de prejuicios sobre la homosexualidad: que los homosexuales nunca pueden ser felices, que son infieles, que uno de ellos se comporta como una mujer…. “Marcos Dios no sólo te ama como eres, sino que quiere que seas así. Él te ha hecho tal y como eres, y cuando huyes de ti mismo, estás huyendo de Dios también. No encontrarás a Dios en esos mensajes que no te aceptan”. Ha vuelto a bajar la cabeza y me ha dicho que no siente que Dios le ame así, se ha creado un silencio tenso, y ha añadido: “he intentado suicidarme varias veces”. Le he tocado el brazo derecho con la mano y he dicho: “la homofobia te está matando, pero Dios puede salvarte… de eso va en realidad el cristianismo, de vida y salvación”.

Creo que mis palabras han rebotado contra un muro que él no ha construido pero que lo está asfixiando. De pronto ha recitado un texto de la Biblia de memoria: “ no yacerás con hombre como con mujer” , y le he respondido que la Biblia tiene miles de versículos en los que Dios quiere hablarle, no sólo cuatro. Que para muchos heterosexuales la homosexualidad aparece en la Biblia sólo cuatro veces, pero que para los homosexuales cada uno de los versículos de la Biblia están dirigidos a ellos. Y que en esos versículos Dios les guía y les muestra su amor, no una condena absurda. Le he explicado que leer la Biblia al pie de la letra es suicida, y que en realidad nadie lo hace. No le ha convencido, así que le he recomendado que si quiere cumplir al pie de la letra el texto que había citado, podía mantener sexo de pie. Se ha reído por primera vez.

No es la primera vez que me pasa algo parecido, y me siento impotente. No sé cuál es la manera de romper esa red diabólica en la que Marcos está atrapado. Ojala todo fuera más fácil y con sólo unas palabras se lograsen borrar todas las mentiras que impiden a personas como Marcos sentirse amadas por Dios. Pero la realidad siempre es más complicada.

Hemos estado hablando durante dos horas y media, hay veces que me atendía con interés, otras en las que no entendía lo que le decía. Pero Marcos ha escuchado desde antes de tener uso de razón, que Dios no le quiere. Y lo ha oído de labios de su padre, de su madre, de sus hermanos, del pastor y de cada uno de los miembros de su iglesia. Nuestras dos horas y media siento que son como una gota de verdad en un mar de engaño. Pero no me he dado por vencido, y antes de que nos despidiéramos le he vuelto a decir: “Marcos Dios te ama, y te ama como eres, piensa en todo lo que hemos hablado”. Me ha dicho con una sonrisa que lo haría, y después ha vuelto sólo a su mundo, mientras yo volvía a mi vida.

La homofobia no es un tema, la homosexualidad no es una postura teológica. Quienes se siguen moviendo en esas coordenadas, que tristemente son mayoría incluso en las iglesias más progresistas, no saben en realidad de qué están hablando. La homofobia es una ideología criminal que destruye la vida de muchas personas, y que crucifica a quienes se oponen a ella. La homofobia es la negación de la realidad que hace que muchas personas vivan humilladas, escondidas o relegadas a un segundo plano, en nombre de una ideología heteronormativa que muchos llaman voluntad divina. Y la homofobia es un pecado que mata, todavía hoy, en una ciudad moderna y cosmopolita como Barcelona. Quien relativiza el drama se aleja del evangelio.

Marcos, si lees esto, que no se te olvide: Dios te ama.

Carlos Osma

Cristianismo (Iglesias), Espiritualidad, General, Homofobia/ Transfobia., Iglesias Evangélicas , , ,

“La familia según San Marcos”, por Carlos Osma.

Martes, 28 de enero de 2014
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Interesante artículo publicado en Homoprotestantes:

Es bastante habitual, cuando pensamos en la familia de Jesús, que vengan a nuestra mente las tradicionales imágenes de un bebé en la cuna de un pesebre, rodeado de su madre María, y su padre José. Pero por poco que observemos, nos damos cuenta de que Jesús llamó familia a otro tipo de relaciones, no necesariamente biológicas. Por eso me gustaría reflexionar sobre la visión de la familia que se desprende del evangelio de Marcos, a partir de palabras como padre, madre, hija, hijo, hermana o hermano. Y de las relaciones que aparecen en el evangelio entre Dios, Jesús y sus seguidores.

Comienza el evangelio afirmando que Jesús es el Hijo de Dios(1). En otros momentos es Dios mismo quien llama a Jesús Hijo amado(2), e incluso los demonios quienes le reconocen su filiación divina(3), aunque Jesús les mande callar. Pero nadie más se atreve a decirlo, hasta que al final de la tercera parte, cuando la acción se sitúa en Jerusalén y el desenlace fatal está próximo, Jesús se lo confirma al sumo sacerdote(4). Casi al terminar el evangelio, el centurión, al lado de la cruz en el momento de la muerte de Jesús, será la primera persona que le reconocerá como Hijo de Dios(5).

Parece claro que el evangelio de Marcos utiliza la relación paterno-filial para subrayar la relación única de Jesús con Dios. Podríamos pensar que esta manera de expresarla no tiene su origen en el Jesús histórico, ya que sólo la encontramos en boca de Jesús una vez. Pero si tenemos en cuenta que el secreto mesiánico es característico de Marcos, y que hay muchas tradiciones diferentes e independientes que dicen que Jesús afirmaba ser El Hijo de Dios, podemos suponer que ésta era su autocomprensión(6). Además observamos que en Getsemaní la expresión utilizada por Jesús es “Abba”, palabra de origen arameo que utilizaban los niños para dirigirse a sus padres, algo no muy usual para referirse a Dios, y que tiene visos de remitir al Jesús histórico. Por lo tanto es lógico pensar que Jesús mostró a Dios como su Padre cercano.

Por otro lado observamos que en este evangelio no aparece el padre biológico de Jesús. A diferencia de otros familiares, éste parece no existir. Se han propuesto varias posibilidades, incluso un oficial romano(7), pero la más aceptada es que José, su padre, habría muerto antes de que Jesús comenzara su ministerio.

No aparece la relación padre/hijo referida explícitamente a Dios y los discípulos, sin embargo dos veces viene referida a Jesús y otro ser humano(8). En ambas ocasiones Jesús parece blasfemar mostrándose como algo más que un hombre, ¿está la comunidad marcana comparando la relación Dios-Jesús, con la de Jesús-seguidores? ¿O realmente Jesús se sentía padre de sus discípulos?

Las relaciones humanas entre padre/hijo o madre/hija aparecen recogidas por ejemplo en dos casos de milagros o exorcismos(9). En ambas los progenitores interceden por sus descendientes, siendo capaces de enfrentarse a los condicionantes sociales e incluso a la muerte, por el bien del hija/o. El padre y la madre están con su hijo/a hasta el final, su fe, intercede por ellos. Aunque la fe es un elemento principal, salta a la vista que las relaciones familiares también juegan un papel relevante. Este padre y esta madre que se comportan de forma ejemplar, ayudan a potenciar las estructuras familiares del siglo primero. Sin embargo existe una tensión muy grande entre estos textos, y la llamada de Jesús a sus discípulos que parece romper la estructura de la familia(10). Santiago y Juan, como otras mujeres y hombres, dejan su familia para seguir a Jesús. “Con esta llamada a abandonar todo, Jesús desafió los valores del parentesco(11)”. Y como es de suponer, produciría un conflicto entre sus seguidores y sus familias. Éstos se ponen en movimiento y salen de la seguridad que les ofrecía el entorno familiar y la comunidad de la que formaban parte, para convertirse en discípulos.

Pero entonces: ¿Qué sentido tiene esta tensión entre reforzar las estructuras familiares o relativizarlas? ¿A qué se debe? ¿Reflejan diferentes formas de seguimiento? ¿Proviene una de la comunidad marcana y la otra del mismo Jesús o de discípulos no “establecidos”? Quizás la tesis de Theissen, de que el evangelio de Marcos intenta adaptar tradiciones de los primeros carismáticos itinerantes para que sirvan de base practica para las comunidades locales, pueda ayudar a responder estas preguntas(12).

Se dice claramente en el evangelio que la madre de Jesús se llamaba María(13), y que en algún momento, quizás porque se decía que Jesús tenía un espíritu impuro, intentó venir a por él junto a sus hermanos y hermanas(14). Es destacable la manera en que Jesús la ignoró, dando la espalda a sus obligaciones como hijo, y más si María era viuda. A partir de aquí no volveremos a saber nada de ella. Él, que en una discusión con los fariseos les echó en cara que no honrasen a su padre y su madre(15), se atreve a desentenderse de la suya. Jesús con su comportamiento parece ponerse en contra de la ley de Dios, optando por la marginación y el desplazamiento a los ojos de quienes formaban su familia “natural”.

Parece claro que junto a sus discípulos, Jesús construye una nueva forma de familia, que entra en conflicto con la familia tradicional del momento. Así parece indicarlo Marcos cuando dice que Jesús reconocía como hermano, hermana y madre únicamente a quienes decidieron dejarlo todo para seguirle(16). Éste será el grupo humano que les otorga identidad, y no su antigua familia. En esa nueva forma de familia se reconocen todos como hermanos y hermanas, lo cual refleja una organización igualitaria que afirma únicamente la primacía del necesitado, de los últimos(17). El hecho de que se hable de los doce discípulos como un grupo más cercano a Jesús, podría ser histórico según algunos autores; esta elección podría mostrar la conciencia jesuática de sentirse enviado a las doce tribus de Israel. “Sin embargo, no sólo los Doce sino todos los discípulos participan en la misión de Jesús(18)”. Una misión en la que ninguna persona está por delante de otra.

Y si Jesús utilizó el modelo de familia de sustitución para dar un nuevo contexto a sus seguidores, tiene sentido pensar que bajo esa identificación, propusiera a Dios como Padre. Un Padre que no responde al modelo patriarcal del momento, sino que se atreve a salir de los roles masculinos de la época. En las parábolas, “Jesús presenta padres y amos de casa… que parecen como débiles y nada viriles porque eligen la compasión y el amor por encima del honor(19)”. En esta familia Jesús sería otro hermano más, y el Hijo Primogénito del Padre, a través de él, el resto de discípulos entraban en relación con el Padre. Ahora, sí se deduce que Dios es Padre de cualquier mujer u hombre que le siga independientemente de su origen judío o gentil. No existe para el evangelista ningún condicionante que impida entrar en esta nueva forma de familia iniciada por Jesús, sólo la llamada y el seguimiento decidido, el ponerse en camino hacia el Reino de Dios que viene. Sólo la fe que espera en Jesús, como la de una mujer extranjera(20).

Es cierto que el evangelio de Marcos nace en el contexto de una comunidad cristiana que mayoritariamente ya no sigue el modelo del discípulo “itinerante”, y quizás esto haga que en algunos momentos las estructuras familiares “tradicionales” aparezcan reforzadas. Sin embargo, aún para esta segunda generación de cristianos, convertirse al cristianismo suponía una ruptura con su entorno más cercano. Posiblemente por eso se refleja en Marcos con tanta claridad, que la llamada de Jesús significó también para los primeros discípulos el abandono de todas las cosas(21), entre ellas la familia y sus ideas sobre ella. Pero su decisión de ir tras Jesús, tenía la promesa de recibir cien veces más en este mundo(22), puesto que pasarían a formar parte de una nueva forma de familia, que no tenía su origen en la voluntad de hombres, sino de Dios. Leer más…

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