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Ley Ómnibus: cómo afecta la reforma en políticas de género y diversidad

Sábado, 3 de febrero de 2024
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Como dice el refrán popular, “Cuando las barbas de tu vecino veas pelar…”.  Esto que está aconteciendo en Argentina puede contagiarse por todo el Continente y ocurrir en España y Europa si ganan las elecciones los amigos y amigas de este psicópata como Trump, VOX, el Partido Popular, la AfD, el partido de Marine Le Pen… ya está ocurriendo en Italia con la vuelta del Fascismo, en Hungría, en Reino Unido con el vergonzante Partido Conservador, en El Salvador con Bukele… ¿Cómo tantas personas LGTBI y tantas mujeres han podido votar a Feijoo, Ayuso o Abascal? Es terrible que las víctimas voten a sus verdugos… y luego están las malas personas como Sor Lucía Caram que se dice cristiana pero que ha votado a Milei. Es necesaria la formación y la resistencia. No pueden pasar y No pasarán.

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«La patria no se vende»: imágenes y consignas del Paro Nacional en Argentina

Al paro nacional decretado por la Confederación nacional del Trabajo de Argentina (CGT) adhirieron gremios, organizaciones sociales, activistas y personas sueltas que se manifestaron contra el gobierno de Javier Milei.

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El paquete de medidas enviado por el presidente Javier Milei al Congreso, entre sus múltiples propuestas, propone modificar y restringir políticas de género y diversidad.

BUENOS AIRES, Argentina. En el paquete de medidas que busca reformar la Ley Ómnibus, el lenguaje en que están expresados esos cambios es en sí mismo una praxis política. El texto que el presidente Javier Milei envió al congreso el 27 de diciembre con el título Proyecto de Ley de Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos busca reformar temas y áreas de todo tipo: la economía, la salud, la educación, entre otras. De aprobarse, sus alcances afectarán profundamente la vida de las personas, y en especial de las mujeres y diversidades, mucho más allá de estos destacados. Aluden a las escasas veces que temas de género aparecen mencionados de modo explícito en el documento de 350 páginas que en esas pocas alusiones plantean retrocesos en términos de políticas y derechos ganados.

Lenguaje en clave antiderechos

IMG_2664La expresión violencia de género se reemplaza en el texto de la Ley Micaela por ejemplo por “violencia familiar y contra la mujer”. Este cambio de abordaje representa un grave retroceso. Por un lado, invisibiliza la diversidad al acotarla a la categoría “mujer”. Por otro, deja de lado que la violencia de género adopta diferentes dimensiones  y se perpetra en espacios que van mucho más allá del familiar, operando como base de desigualdad estructural.

El proyecto de Ley Ómnibus propone modificar, entre tantas cosas, la Ley de los Mil Días (Ley 27.611 de Atención y Cuidado Integral de la Salud durante el Embarazo y la Primera Infancia). Elimina la nominación «personas gestantes» -en el original- y la reemplaza por «madres embarazadas». Y hace mención en reiteradas oportunidades a «niños desde la concepción«, un concepto que es la base de los movimientos que se oponen al aborto.

También elimina las menciones al «respeto irrestricto del interés superior del niño y de la niña y del principio de “autonomía progresiva” y a la “autonomía de las mujeres y otras personas gestantes”.

INADI en peligro

IMG_2665A través del artículo número 348 del apartado de Justicia de la denominada «Ley de Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos», el Poder Ejecutivo expone la derogación de la Ley 24.515 que tenía por objeto la creación del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo como entidad descentralizada del Ejecutivo

El INADI es una institución clave para impulsar políticas contra la discriminación y un espacio de denuncia federal, con una red en todo el país. Es el primer lugar al que acuden muchas personas de la diversidad sexual y cultural cuando sufren actos discriminatorios.

La Federación Argentina LGBT+ expresó ayer en un comunicado su repudio: “El cierre del INADI va en contra del respeto a la diversidad y a la libertad en nuestro país. No se puede ser libre si la respuesta a la libertad es la violencia y la discriminación. Y es el Estado quien debe velar por esa libertad”.

Sin Ministerio de Mujeres Géneros y Diversidades

IMG_2666Aunque no es parte de la Ley Ómnibus, el Ministerio de Mujeres Géneros y Diversidades se convirtió a través de un decreto en Subsecretaría de Protección Contra la Violencia de Género. Ahora depende del mega Ministerio de Capital Humano.

El Ministerio de las Mujeres era la autoridad de aplicación por ejemplo de la Ley Micaela, también incluida en el paquete de reformas.

Restricciones a la Ley Micaela

La Ley Micaela (Ley 27.499) promulgada en 2009 estableció la capacitación obligatoria en la temática de género y violencia contra las mujeres, para todas las personas en la función pública en todos sus niveles y jerarquías en los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial de la Nación.

En el proyecto de reforma que integra la Ley Ómnibus, se convertirán en capacitaciones «en la temática violencia familiar y contra la mujer, para todas las personas que se desempeñen en la función pública en los organismos competentes en la materia«. De modo que su órbita será mucho más restringida.

Según el proyecto de ley, la autoridad de aplicación será el Ministerio de Capital Humano.

Micaela García era una joven entrerriana, militante del Movimiento Evita y feminista, asesinada a los 21 años. Su victimario estaba en libertad condicional tras una condena por violar a dos mujeres. Su femicidio puso en agenda de manera urgente la necesidad de capacitar con perspectiva de género a todxs lxs que trabajan en la órbita del Estado.

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Sin paridad de género 

En su proyecto de reforma electoral, la Ley Ómnibus propone, entre otras cosas, cambiar la composición de la Cámara de Diputados y dividir al país en 254 circunscripciones que enviarían a un representante cada una. Así se tornaría imposible la paridad de género garantizada por la Ley de Paridad de Género en Ámbitos de Representación Política (Ley 27.412), sancionada en 2017.

29 de diciembre de 2023
Archivo Agencia Presentes,Ana Mombello, Ariel Gutraich
Edición: María Eugenia Ludueña

Fuente Agencia Presentes

General, Homofobia/ Transfobia. , , , , , , , , , , , , , , ,

“¿De quién es el cuerpo de una mujer embarazada?”, por Carlos Osma.

Sábado, 20 de septiembre de 2014
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Cuerpo de Mujer1Mientras vemos cómo el ministro Ruiz Gallardón, queda desautorizado al no aprobarse la contrarreforma de la Ley del Aborto en el plazo fijado, el Ejecutivo celebra su último Consejo de Ministros del verano, fecha máxima fijada por el titular de Justicia para la reforma. “Es una ley que requiere consenso. No es sencillo”, dice Santamaría, viene bien leer este intresante artículo del blog Homoprotestantes:

Los puntos polémicos de la ley del aborto

“Aumentaré tus dolores cuando tengas hijos, y con dolor los darás a luz. Pero tu deseo te llevará a tu marido, y él tendrá autoridad sobre ti[1]”.

Por mucho que pasen los años, o los miles de años, todavía hay gente empecinada en identificar a las mujeres con la maternidad, el deseo masculino y la subordinación al varón. Como si fuera de estas dimensiones las mujeres no tuvieran ningún sentido, como si no fueran mujeres completas. No aceptar, no desear, o simplemente no poder satisfacer estas obligaciones (maldiciones divinas) sería una manera de rebelión con el orden establecido desde el principio por Dios.

Las mujeres no son hombres, las mujeres no deciden, son el “sexo débil” que necesita de la autoridad de un varón que les diga lo que en realidad les conviene. A falta de varón tenemos a una sociedad que mediante costumbres y leyes las debe ir orientando para que puedan ser felices. El papel fundamental que se les ha encomendado es la maternidad, y para poder llegar a este estatus casi divino, deben preparar sus cuerpos para que sus dueños las deseen, las fecunden, y las hagan alcanzar lo que tanto desean: ser madres.

Es estúpido, sí, pero no por ello deja de ser una propuesta que convive con muchas otras dentro de nuestra sociedad. Sí, hay mujeres que han nacido para traer vida, para que su marido pierda la cabeza por ellas, para someterse a sus ordenes, y… para nada más. Pero cierto es que las que todavía han “decidido” vivir bajo el ideal del heterosexual acomplejado necesitado de una mujer sumisa, son muy pocas, y cada vez son una rareza más difícil de encontrar. Lo que no es tan complicado es toparnos con hombres que todavía no saben que en el siglo XXI vivimos con otra cosmovisión. Y las mujeres aspiran a tener o no hijos, a que les desee un hombre y/o una mujer, a estudiar, a un gran empleo, a correr una maratón, a ser presidentas del gobierno, a pintarse las uñas o a descubrir la vacuna contra el SIDA, en definitiva; las mujeres, como la mayoría de los hombres, aspiran a tomar el mayor número de decisiones posibles libremente. Y el contrato de amor, económico o de acompañamiento, que hacen (si lo hacen) con una persona del mismo o de distinto sexo, no se entiende en términos de amo/a-sumiso/a.

Es evidente que uno de los elementos que más liberad ha dado a las mujeres es la posibilidad de controlar la natalidad. Y en la medida en que han podido decidir si tienen hijos y cuantos quieren tener, han visto como su lugar en el mundo cambiaba y han descubierto que podían tomar las riendas de su vida para intentar llegar donde cada una de ellas desea. Cuando han podido decidir sobre su cuerpo, quitándose de encima la maldición divina, han llegado a su mayor índice de libertad. ¡Maldita maldición divina, ni que la hubiera dictado un heterosexual acomplejado y temeroso de perder poder!.

Así que es difícil comprender como desde lugares donde se predica la liberación del ser humano, entiéndase éste como hombre o mujer, se siga haciendo énfasis en la aceptación de la maldición como el lugar pensado por Dios para las mujeres. Cierto es que al menos en algunos de estos lugares ya se ha percibido lo poco divina que es la palabra del Génesis, por mucho que esté recogida en la Santa Palabra de Dios, es decir la Biblia. Incluso en iglesias fundamentalistas han decidido cerrar los ojos (la mente ya la tienen cerrada), para poder hacer coherente su “palabra de dios” con la realidad de las mujeres que forman sus comunidades. Pero aún con estos avances, el cristianismo en general sigue siendo reticente a dar el control completo del cuerpo de las mujeres a sus dueñas, es decir, a las mujeres. Se suelen salir por la tangente y decir que el dueño de los cuerpos es Dios, pero a nadie se le escapa que es mucho más fácil para un hombre heterosexual aceptar el dominio del cuerpo de un dios hombre heterosexual que a una mujer. Los dioses heterosexuales se llevan muy mal con los cuerpos libres de las mujeres, supongo que les cuesta dejar de percibirlos como un objeto de consumo a su servicio. Y ni que decir tiene el pánico que les produce el cuerpo de los hombres homosexuales, que pueden querer controlar su cuerpo como ellos hacen con las mujeres. Pero ese es otro tema.

Más difícil aún es comprender como en algunas sociedades occidentales como la nuestra donde no nos cansamos de hablar de los derechos de las mujeres, se intenta desde sectores conservadores volver a poner el cuerpo de la mujer bajo el dominio de un hombre, esta vez puede que no sea su marido, y usurpe ese poder divino un ministro, un obispo, o una vicepresidenta rica cuyo dinero deja su cuerpo a salvo de cualquier otro poder. Pero por mucho que cueste creer, pasa, o más aún, está pasando delante de nuestras narices. En nuestro país un hombre, el ministro Gallardón , ha decidido controlar el cuerpo de las mujeres embarazadas, impidiéndoles tomar decisión alguna sobre lo que en él ocurre durante nueve meses. Y algunas y algunos que van de progresistas entran en este juego de sumisión intentando pedir permiso para que en determinados supuestos las mujeres puedan opinar algo. Nos guste más o menos, la mujer es la que debería decidir sobre lo que puede o no puede pasar dentro de su cuerpo. Tienen esta posibilidad de decisión, la biología se la ha otorgado, Dios se la ha regalado, y cualquier otro poder que quiera condicionar o impedir esta toma de decisión en libertad, está usurpando un poder que no es el suyo. Las urnas no convierten a nadie en Dios ni le dan la dignidad suficiente como para poder decir a una mujer que tienen que hacer con su cuerpo.

No se puede confundir informar, ayudar o facilitar la maternidad, con obligar. Se puede estar preocupado por la natalidad, por las dificultades que tienen muchas mujeres de compaginar su vida laboral y la maternidad, por el desempleo y la pobreza que las castigan más a ellas que a nosotros. Se puede invertir en planes específicos para mejorar la vida de las familias monomarentales, en apoyar a las familias que tienen hijos con alguna deficiencia (en vez de cargarse la ley de la dependencia), se pueden hacer miles de cosas (aunque se hacen bien pocas). Lo que no se puede hacer es obligar, intentar controlar, y no pensar que las mujeres tienen siempre la última palabra. Que la decisión es de ellas, y no de un señor que jamás sabrá, al igual que yo, lo que puede significar para una mujer la decisión de llevar adelante o no un embarazo.

Ya no vivimos en un mundo donde un hombre tiene autoridad sobre las mujeres, sus deseos o sus decisiones. Y cuando, como ahora, un iluminado intentando atraerse el voto de extrema derecha nos quiere hacer volver al pasado apelando a costumbres ancestrales, a verdades absolutas, o la legitimación que dan las urnas; tenemos que negarnos a ser cómplices silenciosos. Sólo una mujer embarazada puede decidir si quiere, puede, desea, o le es posible ser madre. Sólo ella tiene esa responsabilidad, Dios se la ha dado a ella, no al señor Gallardón, ni a ningún otro usurpador de responsabilidades.

Carlos Osma

[1] Gn 3, 16.

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