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Palabra clave: ‘John E. Boswell ’

College of William & Mary dedica un edificio que lleva el nombre del historiador gay John Boswell,

Sábado, 16 de octubre de 2021
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1 YZmy4hh3-e1VZF2xKlt_NwEl College of William & Mary dedicó un edificio académico al historiador John Boswell, el erudito detrás de un libro pionero de 1980 que reveló partes de la historia católica premoderna donde había una mayor tolerancia hacia las personas LGBTQ.

Boswell era un alumno de la universidad. Katherine Rowe, presidenta de William y Mary, comentó: “John Boswell transformó el panorama intelectual para los académicos LGBTQ + y cambió profundamente nuestra comprensión de la historia LGBTQ +”.

Un libro innovador ayudó a inspirar el movimiento por la igualdad en el matrimonio

Publicado el 1 de septiembre de 2021

Por Lou Chibbaro Jr.

Funcionarios del College of William & Mary en Williamsburg, Virginia, llevaron a cabo una ceremonia el 18 de agosto. 30 dedicando uno de sus edificios académicos que renombró John E. Boswell Hall en honor al historiador gay, profesor de la Universidad de Yale y erudito y defensor ampliamente reconocido de los derechos LGBTQ.

Entre otros logros, Boswell, un alumno de William & Mary, se hizo ampliamente conocido como el autor de su histórico libro de 1980, “Cristianismo, tolerancia social y homosexualidad“. El libro citó hallazgos descubiertos por Boswell de que la Iglesia Católica antes del siglo XII mostró signos de simpatía por la homosexualidad en lugar de condenarla.

John_Boswell_Hall_dedication_ceremony_insert_coutesy_Jeff_TrammellDe izquierda a derecha, James Boswell, primo de John Boswell; Wray Boswell, su hermano; La presidenta de William & Mary, Katherine Rowe; La hermana de Boswell, Patricia Boswell; y el profesor Jay Watkins de William & Mary.

John Boswell transformó el panorama intelectual para los académicos LGBTQ + y cambió profundamente nuestra comprensión de la historia LGBTQ +”, dijo la presidenta de William & Mary, Katherine A. Rowe. “John nos da un modelo de cómo ser reflexivos, cómo pensar constantemente en el futuro, como estudiantes y maestros”, dijo Rowe.

Según el defensor de los derechos LGBTQ Jeff Trammell, ex rector de William & Mary y presidente de su Junta de Visitantes, Boswell “obtuvo su título de historia de William & Mary y salió para cambiar el mundo”.

índiceTrammell agregó: “Su investigación y sus escritos crearon la base para el matrimonio igualitario y un trato más justo para los estadounidenses LGBTQ en general. Es apropiado que la universidad pública más antigua del país rinda homenaje a este distinguido alumno y su legado “.

El abogado de derechos LGBTQ, Evan Wolfson, dijo que el libro de Boswell “Cristianismo, tolerancia social y homosexualidad ” tuvo un profundo impacto en su vida poco antes de comenzar la facultad de derecho, lo que lo llevó a dedicar gran parte de su carrera profesional como defensor de la igualdad en el matrimonio.

“Más allá de la evidencia de que el amor gay no siempre ha sido oprimido o estigmatizado, lo que la historia [de Boswell] me enseñó fue que si las cosas hubieran sido diferentes alguna vez, podríamos hacerlas diferentes nuevamente”, dijo Wolfson.

Fuente The Washington Blade

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Cosas maravillosas en nuestra tienda.

Jueves, 3 de noviembre de 2022
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religic3b3n-diversidad-sexual-y-activismo-san-sergio-y-san-baco-santos-gaysAunque ya hemos celebrado ambas jornadas, el artículo merece la pena ser publicado:

En la próxima semana, nuestra iglesia celebra dos días especiales: Solemnidad de Todos los Santos (1 de noviembre) y Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos (2 de noviembre). La publicación de blog de hoy refleja estos dos días desde una perspectiva católica LGBTQ+. Al final de la publicación, encontrará enlaces a dos ejercicios de reflexión espiritual que son nuevas entregas de la serie “Journeys” de New Ways Ministry.

Parte de la novena a los Santos Sergio y Baco dice:

“Nuestro Dios estaba tan orgulloso de vuestro amor y coraje que a la muerte de Baco, cuando Sergio estaba en su punto más bajo y solitario y comenzaba a desanimarse, Dios envió el espíritu de Baco a Sergio para consolarlo con la promesa de que los dos volveríamos a estar juntos en el Cielo.”

Anticipándose a los días festivos de la Solemnidad de Todos los Santos y la Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos, la narración de los santos emparejados, Sergio y Baco, es una historia de amor que vale la pena recordar, ya que vincula elementos de ambos memoriales.

Según John Boswell,  en su Libro Uniones del mismo sexo en la Europa premoderna, tanto Sergio como Baco eran soldados romanos de alto rango que disfrutaban de una amistad privilegiada con el emperador. Sin embargo, en una ocasión provocaron la ira del emperador por negarse a ofrecer sacrificios a los dioses paganos. Cuando se aferraron a su fe cristiana, el emperador ordenó que fueran despojados de su atuendo militar y desfilar por las calles vestidos con ropa de mujer.

Sin embargo, este edicto, en una sociedad obsesionada con la masculinidad guerrera, no logró humillar a Sergio y Baco. Como cristianos, familiarizados con las Escrituras, cantaron con audacia:

“Nos regocijamos en ti, oh Dios, porque nos has vestido con vestiduras de salvación, y nos has cubierto con manto de justicia; como novias, nos has ataviado con vestidos de mujer y nos has unido para ti a través de nuestra confesión”.

Baco fue azotado hasta la muerte y Sergio encarcelado. Esa noche, Sergio, deprimido y desconsolado por la pérdida de Baco, lloró y gritó: “Hermano y compañero soldado, ya no cantaremos juntos: ‘¡Mirad cuán bueno y cuán agradable es para los hermanos permanecer en unidad!’ Te has desprendido de mí y has subido al cielo, dejándome solo en la tierra, ahora solo, sin consuelo”.

Esa misma noche, después de que Sergio hubo pronunciado estas palabras, el espíritu de Baco se le apareció y le dijo:

“¿Por qué te afliges y lloras, hermano? Si he sido tomado de ti en cuerpo, todavía estoy contigo en el vínculo de la unión… Apresúrate, pues, tú mismo, hermano, a través de la hermosa y perfecta confesión para perseguirme y alcanzarme, cuando hayas terminado el curso. Porque la corona de la justicia para mí es estar con ustedes”.

Al observar la Solemnidad de Todos los Santos el 1 de noviembre, podemos celebrar a todos los santos, tanto conocidos como desconocidos, que sirvieron como discípulos y mártires de Cristo y que ahora se regocijan ante el trono de Dios. Podemos invocar a estos santos en oración; déjate inspirar por su audacia o humildad, y siéntete representado por esta inmensa nube de testigos de toda nación, raza, pueblo y lengua (Apocalipsis 7).

16F086E3-2937-4902-A998-05FD38791DD3Santas Perpetua y Felicidad

Al imitar a estos santos, también podemos reflexionar sobre nuestro propio llamado al discipulado LGBTQ/aliados, ya que muchos de estos santos nos presentan un precedente humano de lo que significa vivir, amar y seguir a Cristo. Santas Perpetua y Felicidad, madres y patronas de las parejas del mismo sexo, amaban a sus hijos, pero estaban dispuestas a morir antes que renunciar a su fe cristiana. Santa Mónica, a través de su fe, dedicación y preocupación por sus hijos, formó a uno de los más brillantes filósofos y santos de todos los tiempos: su hijo, San Agustín de Hipona.

Al honrar a los Fieles Difuntos el 2 de noviembre, reconocemos el “vínculo de unión” que nos rodea a nosotros y a nuestros seres queridos (difuntos) que forman el Cuerpo vivo de Cristo. Permanecemos en la esperanza sabiendo que lo que nos espera al final no es solo estar en la presencia de Dios (el tema de las lecturas de estos dos días) sino también estar en “unidad” con aquellos a quienes amamos mucho, pero perdidos en la muerte. (La promesa de Dios a Sergio fue que “los dos volverían a estar juntos en el cielo”).

Cuando Sergio finalmente fue decapitado, y cuando entregó su espíritu a los ángeles, una voz del cielo dijo:

“Ven, también, Sergus, soldado y vencedor, al Reino preparado para ti. Las huestes de ángeles, las filas de matriarcas y patriarcas, los coros de apóstoles y profetas, las almas de los justos, todos esperan tu llegada para compartir con ellos las cosas maravillosas que allí te esperan”.

En estas fiestas de Todos los Santos y Todas las Almas, que la unidad perdurable de Sergio y Baco, Perpetua y Felicidad, sea un tierno recordatorio de algunas de las cosas maravillosas que también os esperan.

– Dwayne Fernandes, New Ways Ministry, 30 de octubre de 2022

Para mayor reflexión, diario o conversaciones grupales, visite nuestra serie JOURNEYS:

Solemnidad de Todos los Santos

Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos

Fuente New Ways Ministey

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El cardenal George Pell afirma que la inclusión de las personas #LGTBI es “un camino hacia la autodestrucción de la Iglesia Católica Romana” Muestra su oposición al matrimonio igualitario y al clero LGTBI

Sábado, 30 de abril de 2022
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pell-investigadoLa Iglesia Católica, declaró recientemente el Cardenal George Pell, “no es una federación flexible donde diferentes sínodos o reuniones nacionales y líderes prominentes pueden rechazar elementos esenciales de la Tradición Apostólica”. 

El cardenal George Pell volvió a levantar la cabeza por encima del parapeto la semana pasada, haciendo su primera intervención importante en la política de la Iglesia Católica desde la publicación de sus tres volúmenes de diarios penitenciarios el año pasado.

Los comentarios del cardenal a KTV, la agencia de televisión católica alemana, se refieren a la posición que los obispos alemanes clave han asumido sobre la ética sexual, en particular, sus exhortaciones a la Iglesia a cambiar sus enseñanzas sobre la homosexualidad. El cardenal Jean-Claude Hollerich de Luxemburgo ha declarado que la enseñanza actual es “errónea y que el “fundamento sociológico-científico” de lo que “anteriormente se condenó como sodomía” “ya no es correcto”. Georg Bätzing, el obispo de Limburg y presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, ha ido mucho más allá, declarando abiertamente que las relaciones entre personas del mismo sexo no son pecaminosas y que el Catecismo de la Iglesia debería cambiarse para reflejar esto.

El enfrentamiento entre Pell y estos prelados alemanes refleja una división severa que ahora crece dentro de la Comunión Católica.

Bätzing, quien criticó duramente al papa emérito Benedicto XVI después de que salió a la luz el informe Westpfahl Spilker Wastl en enero, dijo a la televisión alemana que el ex pontífice debe disculparse con los sobrevivientes de abusos. Y el sucesor de Benedicto en la sede de Munich, el cardenal Reinhard Marx, quien también fue criticado en el informe, celebró recientemente una misa “conmemorando veinte años de culto queer y cuidado pastoral” en la Iglesia.

Habiendo ido mucho más lejos que Benedicto, mucho más rápido, para expiar su participación en el encubrimiento de los sacerdotes abusadores (renunció a los honores estatales y ofreció su renuncia al Vaticano), Marx usó su homilía en la misa de celebración para exponer su visión de “un Iglesia inclusiva” que “incluye a todos los que quieren caminar por el camino de Jesús”.

Estos son los clérigos en los que Pell ha puesto sus miras. Ahora insta a la Congregación para la Doctrina de la Fe, el órgano sucesor del Santo Oficio de la Inquisición, a intervenir y condenar a Bätzing y Hollerich.

El argumento de Pell es que seguir los dictados cambiantes de la cultura secular contemporánea, como parecen hacer sus comentarios, sería “un camino hacia la autodestrucción de la Iglesia”. Además, “la Iglesia Católica no es una federación flexible donde diferentes sínodos o reuniones nacionales y líderes prominentes pueden rechazar elementos esenciales de la Tradición Apostólica”.

El “rechazo” de los alemanes, visto bajo esa luz, “es una ruptura, no compatible con la antigua enseñanza de la Escritura y el Magisterio, no compatible con ningún desarrollo doctrinal legítimo”. Pell continúa: “Ninguno de los Diez Mandamientos es opcional; todos están allí para ser seguidos, y por los pecadores

Una Iglesia dividida contra sí misma caerá

Las palabras de Pell están muy lejos de la famosa pregunta autocrítica del Papa Francisco “¿quién soy yo para juzgar?“, que muchos esperaban que marcara la transición a una nueva relación entre la Iglesia católica y las personas homosexuales. Y muchos católicos australianos encontrarán desagradable lo que Pell tiene que decir, viniendo de un hombre que creen que podría ir mucho más allá al expresar empatía y compasión por las víctimas-sobrevivientes del abuso clerical.

La policía de Victoria acusó al ex colega de Pell, Gerard Ridsdale, de dos cargos más de abuso histórico a principios de este mes. La estrecha asociación de Pell con Benedicto XVI, quien sigue insistiendo en que la revolución sexual de la década de 1960 y la aceptación pública de la homosexualidad son los culpables de la crisis de abusos de la Iglesia, tampoco ayudará a persuadir a los liberales de la rectitud de la posición de ninguno de los dos. Después de todo, ¿cuál de los Diez Mandamientos es el que habla exactamente de la homosexualidad?

Y, sin embargo, Pell no está del todo equivocado. El tortuoso destino de la Comunión Anglicana, especialmente durante la infeliz primacía de Rowan Williams (2002-2012), muestra que una Iglesia que permite que diferentes congregaciones constituyentes forjen sus propios caminos doctrinales sobre cuestiones morales puede tener dificultades. La naturaleza autocéfala de las iglesias anglicanas animó a algunas a promover enseñanzas a las que los líderes de otras se oponían directamente, y a instalar líderes cuya ética sexual también era anatema para sus hermanos.

Un cínico podría decir que lo que mantiene unida a la Comunión Anglicana es el dinero. La Iglesia Episcopal Americana y la Iglesia de Inglaterra lo tienen; Las iglesias africanas no, aunque tienen muchas almas. Sin embargo, el futuro a largo plazo de tal arreglo, que no depende de Dios sino de Mamón, es sin duda sombrío.

Y los comentarios de Pell pueden suscitar otro argumento relevante: la Iglesia Católica debe concebirse a sí misma como constituyente no solo de los miembros vivos actuales sino de toda la humanidad, presente, pasada y futura. Existe potencialmente una arrogancia hipócrita en los cristianos que insisten en que la ética de su generación debe reemplazar a la de todas las demás generaciones simplemente porque se ven a sí mismos como más ilustrados.

Una Iglesia universal debe reflejar un consenso universal, incluso si muchos de sus miembros encuentran ese consenso desagradable. El único argumento que podría moderar eso es el que afirma que la Iglesia nunca ha sido una organización que opera por consenso. Como dijo una vez Benedicto XVI concisamente: La verdad no se determina por mayoría de votos.

Mientras el Papa pueda pronunciarse sobre asuntos doctrinales ex cathedra, conserva la última palabra. Sin embargo, es notable que ni Benedicto ni Francisco eligieran hacerlo, tal vez porque estaban lejos de estar seguros de que las congregaciones seguirían sus pasos.

La breve historia de los cristianos homosexuales

Es probable que algunos católicos también sientan que la invitación del cardenal Pell a la organización sucesora de la Inquisición para intervenir y censurar a obispos prominentes tampoco es una buena idea. Después de todo, la censura de la Inquisición no ha ganado una gran reputación para la Iglesia Católica a lo largo de los años. Pero mi preocupación es principalmente como historiador, por lo que mi sección final aquí señala que la comprensión de Pell de la relación entre la Iglesia católica y la homosexualidad es, nuevamente, por decirlo suavemente, una que ha sido, y sigue siendo, activamente cuestionada. .

Muchos cristianos están familiarizados con la historia de cómo Agustín y varios otros Padres de la Iglesia primitiva introdujeron una ética sexual altamente autonegativa en sus enseñanzas. Irónicamente, esta enseñanza no proviene de la tradición judeocristiana existente que Pell invoca en su declaración, sino de las creencias neoplatónicas sobre la impureza del sexo y la depravación del deseo.

Para Agustín, al igual que para varios Padres de la Iglesia anteriores, el sexo era un problema, pero quizás también una oportunidad. La concupiscencia —el término era deliberadamente peyorativo— llevó a la humanidad al nivel de las bestias y, por lo tanto, fue mala, inmoral y pecaminosa. Pero abandonar el sexo era una herramienta de reclutamiento que podía diferenciar a los cristianos piadosos de sus hermanos paganos.

El cuarto volumen de la célebre Historia de la sexualidad de Michel Foucault analiza esto en detalle. Y los historiadores medievales, junto con el teólogo de Harvard Mark Jordan, también han estado a la vanguardia de la demostración de cómo las enseñanzas de la Iglesia sobre la homosexualidad se construyeron no solo mucho después de la vida de Cristo, sino incluso mucho después de la época de Agustín.

John Boswell argumentó que la Iglesia no era realmente hostil a las relaciones entre personas del mismo sexo, al menos no hasta el siglo XI, cuando una minoría vocal tomó el control de sus instituciones y trató de transformarlas a través de persecuciones violentas. El cardenal italiano Pedro Damian (circa 1007-1073), quien consideraba el sexo homosexual como el epítome de la lujuria, jugó un papel decisivo en este proceso y en la invención de nuestra noción moderna de “sodomía” como un crimen sexual cometido principalmente entre hombres. Otros autores medievales, sin embargo, continuaron viendo la sodomía como una categoría más amplia que involucra todo tipo de sexo con fines de placer en lugar de procreación.

Cuando se entienden en esos términos, las palabras del cardenal Hollerich adquieren un significado diferente al que Pell les atribuye, y la crítica de Pell parece fuera de lugar. Después de todo, si la “sodomía” se refiere a los actos sexuales realizados por placer en lugar de la procreación, entonces la gran mayoría de los católicos en una nación moderna como Australia fácilmente podrían ser tildados de “sodomitas”.

Pío XII ya respaldó el “método del ritmo” de control de la natalidad en 1951, que permitía efectivamente a los católicos tener relaciones sexuales por placer siempre que no excluyeran por completo la posibilidad de procreación. Y en 2020, el arzobispo de París, Michel Aupetit, fue más allá cuando aconsejó a los católicos elegir el método anticonceptivo de retirada en lugar de los preservativos.

A muchos católicos les parecerá que la intervención de Hollerich, y quizás también las de Bätzing y Marx, simplemente está haciendo avanzar los debates en los que se situaron esos pronunciamientos anteriores. La intervención de Pell, por el contrario, podría verse como un retroceso de la Iglesia a una era más oscura.

Miles Pattenden es investigador sénior en el Instituto de Religión e Investigación Crítica de la Universidad Católica de Australia y miembro visitante en el Centro de Investigación de Humanidades de la Universidad Nacional de Australia.

Fuente ABC. au

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Pedro y Muño, la primera boda gay en España… en el año 1061

Lunes, 23 de noviembre de 2020
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homos2El primer matrimonio homosexual documentado en la península Ibérica tuvo lugar hace casi mil años. La pareja prometió cuidarse mutuamente y heredar los bienes de su cónyuge en caso de fallecimiento.

 ¿Un matrimonio gay entre dos hombres en 1061? Así fue, concretamente un 16 de abril de hace casi mil años, y tuvo como contrayentes a Pedro Díaz y Muño Vandilaz, vecinos de la parroquia de Santa María de Ordes, ubicada en el concello ourensano de Rairiz de Veiga. Una unión oficial en la que ambos se comprometían a cuidarse mutuamente, a compartir sus bienes y a trabajar por igual. “Y si Pedro muriese antes que Muño, dejará a Muño la propiedad y los documentos. Y si Muño muriese antes que Pedro, le dejará la casa y los escritos”.

 Así consta en el texto del emparejamiento institucional, realizado en presencia de testigos que dieron fe del casamiento. No fue el único que tuvo lugar en Europa durante la Edad Media, pero sí el más antiguo de la península Ibérica. Pudo haber otros anteriores, aunque no documentados, por lo que la pareja se considera la pionera en el matrimonio homosexual en la actual España y Portugal. El escrito estaba depositado en el tumbo de Celanova, hasta que fue trasladado al Archivo Histórico Nacional de Madrid, un expolio que se extendió a otros centros de documentación del Reino de Galicia.

Con él dio el medievalista estadounidense John Boswell, cuyo ensayo Las bodas de la semejanza. Uniones entre personas del mismo sexo en la Europa premoderna (Muchnik) analiza la tolerancia del cristianismo en sus orígenes con las relaciones entre dos hombres, cuya unión llegó a ser oficializada o santificada mediante un ritual similar al del matrimonio heterosexual en ceremonias de hermanamiento. Antes, a principios del pasado siglo, el jurista Eduardo Hinojosa ya había citado la unión de Pedro y Muño en sus estudios sobre las germanitas o protocolos de fraternidad artificial en Galicia, León y Portugal.

La pista llevó al filólogo Carlos Callón a profundizar en ese matrimonio, que aborda en el libro Amigos e sodomitas. A configuración da homosexualidade na Idade Media (Sotelo Blanco). Ya había encontrado referencias a las relaciones gais en la poesía trovadoresca, pero aquel documento oficial ponía de relieve las uniones entre personas del mismo sexo, como ya había reflejado Boswell en Cristianismo, Tolerancia Social y Homosexualidad, donde argumentaba que contaban con el visto bueno o la participación de la Iglesia, hasta que el catolicismo empezó a condenar las relaciones entre hombres a partir del siglo XII.

Callón, partiendo de los estudios previos, analiza cómo se constituye el prejuicio antigay y cómo la sodomía se convierte en un acto pecaminoso, si bien en la Edad Media aun había permisividad en las relaciones homosexuales. “Conocíamos la existencia de lápidas que hablan del amor entre dos varones en el contexto peninsular, pero este documento es especial porque refleja que el amor entre hombres no es un invento reciente”, explica desde Lisboa, donde ejerce como profesor de Historia en el Instituto Giner de los Ríos.

 Los críticos podrían argumentar que, más que una boda, se trató de una adelfopoiesis (del griego, hacer hermanos), una ceremonia de hermanamiento similar al matrimonio heterosexual, bajo la cúpula de una iglesia y oficiada por un sacerdote. Callón, en cambio, discrepa: “Ya Boswell lo cita como un caso que no es de adelfopoiesis. De hecho, no se siguió ese ritual, sino que fue una unión entre dos hombres que prometen repartirse los bienes y cuidarse durante toda su vida, con la posibilidad de separarse por motivos afectivos”.Si en vez de Muño la contrayente fuese Sara, nadie cuestionaría ese matrimonio, reflexiona el filólogo gallego, quien insiste en que no se trató de una unión por razones económicas. “En la época no había matrimonios por amor, sino concertados, pero este tiene todas las implicaciones de lo que hoy entendemos como tal”, matiza Carlos Callón, cuya tesis es que se solemniza una “amistad especial” con unos resultados jurídicos, de convivencia y de herencia similares a los de un casamiento heterosexual. Llamarlo matrimonio, según él, no sería apropiado si se tiene en cuenta que la Iglesia no mostró interés en regularlo hasta el siglo X, mientras que el sacramento no requirió su intervención hasta el IV Concilio Lateranense (1215).

No obstante, hay críticos que consideran ese tipo de matrimonio como una unión sin vínculos afectivos ni sexuales, con el objetivo de consolidar familias o herencias. Una circunstancia que, por otra parte, también podría achacarse a las bodas heterosexuales, como advierte Callón, quien considera que el documento deja claro que no se trató de una boda de conveniencia, sino que fue una unión más profunda. También descarta el mero “hermanamiento”, aunque recuerda que antiguamente “hermano” se usaba para designar al cónyuge heterosexual, del mismo modo que “amigo” era sinónimo de amante en la poesía trovadoresca.

Alan Bray, otra de las fuentes a las que recurrió el filólogo gallego, defiende en The Friend que el hermanamiento en la Edad Media se basaba en una relación de parentesco artificial con el fin de reforzar horizontalmente la familia. Callón entiende que se trata de una discusión de tipo académico sobre la pertinencia del uso de una terminología actual para hacer referencia a “realidades marginalizadas del pasado”. Aunque, insiste, en Galicia no hay casos registrados de adelfopoiesis, si bien los unidos en dicha ceremonia solían ser enterrados juntos. Y cita al teólogo Xosé Chao Rego para señalar que, en su día, la comunidad reconocía esta unión de carácter emocional.

El debate, a su juicio, sería anacrónico, pues entiende que en esa época no cabía establecer fronteras inamovibles entre la amistad y el amor, como se refleja en el cancionero medieval, donde la denominación “amigo” tenía connotaciones eróticas. En todo caso, el documento apunta a una relación homosexual por el afecto que rezuma su contenido y porque no se basa en una unión de parentesco, sino de “amistad”, según Callón. Por lo demás, el texto destaca cómo debe ser la vida entre ambos, más allá de un contrato comercial, y estipula los mismos derechos y deberes que un matrimonio heterosexual.

El autor de Amigos e sodomitas también le resta importancia al hecho de que el ritual no fuese religioso, por los motivos citados anteriormente, aunque algunos artículos han llevado a equívocos, pues localizan la celebración en la iglesia de Santa María de Ordes, con el consentimiento del cura. Quizás el error se deba a que ambos vivían junto al templo, que era de su propiedad, al igual que los terrenos colindantes. Así, en el documento puede leerse: “Pedro Díaz y Muño Vandilaz pactamos entre nosotros y para conocimiento de los demás […] en lo relativo a la casa y a la iglesia de Santa María de Ordes, que poseemos los dos y en la cual somos iguales en trabajo, en acoger visitas, en cuidarla, decorarla y gobernarla, así como plantar, edificar y trabajar en la huerta”. Fue, por tanto, una unión civil.

Sodomía y homofobia

Boswell fue cuestionado por trasladar el concepto moderno de homosexual a la época, si bien Callón insiste en que son disquisiciones académicas: “Si no existía esa palabra, podemos argumentar que tampoco existía el término heterosexual. Sin embargo, por naturaleza, tanto el deseo como la identidad sexual siempre han sido diversos”. El filólogo Rafael M. Merida escribía en la revista Grial que cabe debatir si “el uso de un término con una fecha de nacimiento tan reciente como homosexualidad resulta el más apropiado para describir la percepción y/o vivencia de las relaciones sexoafectivas intermaculinas o interfemeninas y de la diversidad amatoria en la Edad Media” [la cita es un extracto del libro Amigos e sodomitas].

En todo caso, el profesor de la Universitat de Lleida aplaudía su trabajo: “Concentra su análisis en fuentes documentales gallego-portuguesas de muy diversa raigambre […] y selecciona alusiones, escenas y vituperios con el objetivo de trazar una genealogía de experiencias silenciadas, aunque a la vista está que no ocultadas. Se trata, claro está, de una revisión en absoluto inocente, pues la recuperación de los discursos sobre las marginaciones sexuales pasadas se proyecta, ineludiblemente, sobre nuestro más inmediato presente”.

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Documento de la unión entre Pedro Díaz y Muño Vandilaz. — Archivo Histórico Nacional

Callón, por su parte, atribuye el mérito a John Boswell y deja claro que su labor ha consistido en contextualizar el documento, para lo que bebió de fuentes como Michel Foucault, Robert Ian Moore y los restantes autores citados, así como del cancionero trovadoresco. No hay más pruebas de que se trató de un matrimonio homosexual que las de los nombres masculinos de los propios contrayentes, aunque no duda en considerarlo gay si nos atenemos al afectuoso fondo que destila el documento. “Tampoco entendíamos las cantigas de escarnio y maldizer (maldecir) por culpa de los prejuicios con los que fuimos educados, en los que solo cabía la heterosexualidad”.

Su estudio profundo le ha llevado a observar guiños gais en algunas cantigas de amigo, mientras que en las de escarnio y maldizer las referencias son evidentes. “Han sido interpretadas como homofóbicas, cuando en realidad no se critica la sodomía, sino el rol pasivo en una relación“, matiza Callón. “Es más, durante el proceso de investigación me encontré con muchos especialistas que, cuando encontraban alguna alusión homosexual, se unían a la sátira y hacían chistes de maricas”. No obstante, mientras en la época se moldeaba el prejuicio homófobo, recuerda que el arte y la literatura plasmaban un ideal de amistad entre hombres que les permitía manifestar su amor en público con libertad.

Algo que rompe totalmente nuestros esquemas, según Callón, quien se remite a los trabajos que abordan el tema, como los de Alan Bray. “En la correspondencia medieval hay declaraciones efusivas de amor entre dos varones. También se observan elementos que, con palabras de hoy, etiquetaríamos como enamoramiento o de pareja. Ahora bien, cuando son motivo de pecado, esos signos desaparecen, pero durante mucho tiempo la frontera que diferenciaba una amistad ideal o pecaminosa era muy nebulosa”, explica el filólogo gallego, quien vuelve a referirse al posicionamiento de la religión respecto a las relaciones gais.

“Durante los mil primeros años del cristianismo no hay ninguna palabra para referirse al posterior pecado de la sodomía, ni siquiera en la prédica de Jesucristo. Los prejuicios homófobos nacen en el siglo XI y se consolidan durante la Baja Edad Media. El sexo pasa a tener un papel más importante en el discurso de la Iglesia, que paradójicamente será una de las primeras víctimas de esa persecución, aunque luego participe activamente en ella. Y, al mismo tiempo, las monarquías autoritarias que se estaban empezando a gestar recurrieron a delitos que les permitiesen tener más poder. De ahí que Alfonso X regule la sodomía o que Isabel y Fernando lleguen a actuar como jueces”, asegura Callón.

El autor del ensayo Amigos e sodomitas, que mereció el premio Fervenzas Literarias, cree que la historia se ha falsificado, dando por supuesto que la heterosexualidad es “eterna”. Sin embargo, las relaciones homosexuales dejaron su huella en los escritos que documentan matrimonios civiles y hasta religiosos. Eso sí, entre hombres: “Las mujeres estaban apartadas de la sociedad debido a la misoginia. Las cantigas gallego-portuguesas nos ofrecen mucha información sobre parejas de mujeres, que en cambio no constan en la documentación civil. Es decir, no se registraban uniones entre ellas porque no tenían la misma consideración ni posición social”.

Ese vacío también se refleja en una cantiga de amor lésbico que fue modificada en las ediciones de los siglos XIX y XX. En Dizia la ben-talhada, atribuida a Pedr’Eanes Solaz, los pronombres femeninos son cambiados por masculinos. “Así denotaba una relación heterosexual que originalmente no figuraba en el texto”, apunta Carlos Callón, quien critica otras lagunas contemporáneas. “La obra de Boswell tuvo éxito, pero sus estudios no figuran en los libros de texto. La diversidad sexual ha sido tergiversada y marginalizada, aunque también habría que preguntarse dónde están las mujeres. Pronto las visibilizará en una investigación que refleja el amor y el deseo entre ellas —y entre ellos— en la literatura medieval.

Fuente Público

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El matrimonio homosexual estuvo admitido en la Iglesia, con la misma validez que el heterosexual, desde el siglo VI al XIII

Miércoles, 28 de octubre de 2020
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1064“La Iglesia no sólo era tolerante con las relaciones románticas y eróticas de los varones, sino que las santificaba ceremonialmente”

 “Una vez más se muestra que la enseñanza católica, considerada no pocas veces inamovible, cambia aunque sea tardíamente”

John Boswell , apoyado en fuentes documentales extraordinarias, presenta una tesis estremecedora: “La iglesia primitiva (siglos VI al XIII) no sólo era tolerante con las relaciones románticas y eróticas entre varones, sino que las santificaba ceremonialmente”

“Es innegable la antigua ceremonia cristiana de unión entre personas del mismo sexo, que tenía lugar en iglesias y era oficiada por sacerdotes”

“La ceremonia de unión de personas del mismo sexo durante el siglo XII, época de florecimiento de ceremonias matrimoniales litúrgicas, se transformó en un oficio completo”

Sergio y Baco, los santos católicos y gays que se cree fueron una pareja reconocida en la Antigüedad

El artículo, que sigue a esta introducción, salió publicado en el n º 85 de la revista Exodo. Las razones de darlo a conocer de nuevo son varias:

-El tema ha saltado a los “medios” con gran repercusión, debido a la posición que en estos días ha expresado el Papa Francisco sobre la homosexualidad, en la que modifica la severa y condenatoria valoración tradicional y admite la renovación y aprobación de la misma.

 –Una vez más se muestra que la enseñanza católica, considerada no pocas veces inamovible, cambia aunque sea tardíamente, dejando un reguero de daño y sufrimiento en muchos, de decepción y abandono en otros y, en general, una pérdida de credibilidad y prestigio para la misma Iglesia ante el mundo moderno.

Se hace justicia en especial a científicos y teólogos que se adelantaron a justificar la necesidad de una renovación, siendo injustamente censurados y sancionados.

-Y, otra razón: el que yo tuviera conocimiento del estudio de John Boswell, autor del libro “La bodas de las semejanzas”, libro de 606 páginas, y que yo busqué hasta hacerme con él y documentarme debidamente, antes de publicar este mi artículo.

 Con cierta sorpresa pude comprobar que, fundada y ampliamente se demostraba que el matrimonio homosexual estuvo admitido en la Iglesia con la misma validez que el matrimonio heterosexual, desde el siglo VI al XIII: “La Iglesia no sólo era tolerante con las relaciones románticas y eróticas de los varones, sino que las santificaba ceremonialmente”.

Por inesperada e inquietante que parezca, el autor muestra innegable la antigua ceremonia cristiana, que tenía lugar en las Iglesias y era oficiada por sacerdotes.

LA LEY DE LOS MATRIMONIOS HOMOSEXUALES

La realidad toma la palabra

Me refiero naturalmente a la realidad humana. Porque humana ha sido siempre la realidad homosexual. Desde siempre, en casi todos los pueblos y culturas, ha existido esa realidad aunque no en todas ha sido idéntica la manera de valorarla.

Nos encontramos aquí con un tema que, de inmediato, nos asombra. Ha sido una constante su existencia y, sin embargo, han sido muchos los siglos de encubrimiento y de dolor. Al fin, parece amanecer un una nueva luz, que la estudia y reconoce.

Es cierto que la cultura heredada o dominante determina en gran parte los comportamientos de la sociedad. ¿Pero, qué ha ocurrido para que hoy, a poca distancia de lo anterior, las cosas comiencen a verse de otra manera?

La sociedad española -y el resto del mundo- se ha dividido en torno al tema del matrimonio homosexual: unos a favor y otros en contra. El sustrato de esa división está en la cultura, que alberga dos visiones distintas de percibir y entender. La división estaba latente, ha venido creciendo, pero ha sido hoy cuando el estudio histórico y la evolución cultural han permitido su manifestación pública.

La realidad de los sujetos sufrientes se ha hecho palabra, ha podido ser escuchada y ha originado debates, cuestionamientos y ha obligado a repensar el mundo heredado. El efecto del enfrentamiento –tanta veces ejercido negativamente en la historia- desaparece si se cambia la causa cultural que lo produce. No hay conflictos sin ideas que los sustenten.

Afortunadamente, el clima de una mayor libertad y pluralidad, los estudios históricos y científicos, nos han hecho salir del rechazo mutuo y del dogmatismo para encaminarnos a la escucha mutua y el diálogo. Es la hora del encuentro, del escuchar y comprender, del reflexionar y del activo respeto a las razones del otro. La verdad es de todos y entre todos debe ser fijada.

La práctica de la homosexualidad en la Europa premoderna.

homos2Sé que a muchos este punto les va a sorprender y, naturalmente, manifestarán inmediato rechazo. Pero, se impone aludir a él por ser rigurosamente histórico y servir para rectificar la imagen dogmática de que la homosexualidad ha sido siempre prohibida por el cristianismo. Rectificar en este punto, se nos ha dicho con palabras oficiales, sería capitular como nunca en uno de los puntos clave de la doctrina cristiana. La traición a la Biblia, a la Tradición y al Magisterio tendría aquí su grado máximo de postración.

Casi como preámbulo imprescindible, considero importante registrar la investigación realizada por John Boswell, – 12 años de trabajo- publicada en sus dos volúmenes “Las Bodas de las Semejanza”, con un total de 606 páginas (Muchnik Editores).

John Boswell , apoyado en fuentes documentales extraordinarias, presenta una tesis estremecedora: “La iglesia primitiva (siglos VI al XIII) no sólo era tolerante con las relaciones románticas y eróticas entre varones, sino que las santificaba ceremonialmente”.

Expongo algunos de sus puntos fundamentales.

Un lector moderno tiene una preocupación prácticamente obsesiva por el amor romántico y las pautas del emparejamiento en las sociedades antiguas. Pero, muy pocas de las culturas premodernas convendrían en admitir que “el fin de un hombre es amar a una mujer y el fin de una mujer es amar a un hombre” , sería esto una pobrísima medida del valor humano. De igual manera, el lector moderno supone casi universalmente que el amor romántico va unido inextricablemente al matrimonio, lo cual es un error histórico.

db502c82296901f4733En el Occidente moderno es notable el horror ante la homosexualidad, a partir sobre todo del siglo XIV. Pocas culturas han convertido la homosexualidad en ese tabú moral primario y singular que ha sido para la sociedad occidental: “el pecado innombrable”, “el vicio inmencionable”, “el amor que no se atreve a pronunciar su nombre”. La magnitud de esta repulsión llega a considerar los actos homosexuales como más horribles que el mismo asesinato, el matricidio, el abuso de menores, el incesto, el canibalismo, el genocidio, e incluso deicidio, pues estos son mencionables, en tanto que los actos homosexuales no lo son y expresan categoría moral inferior. Debido a su condición de tabú los actos en cuestión no eran nombrados ni analizados, eran los pecados peores.

Son históricamente innegables las uniones litúrgicas entre personas del mismo sexo, por más que la sociedad occidental propenda en términos generales a excluirlas por pensar que el matrimonio es esencialmente unión de macho y hembra. A quienes están habituados a rechazar esas uniones entre personas del mismo sexo, les resultará difícil entender que esas uniones no son en la tradición occidental una aberración extraña.

En la investigación de Boswell encontramos algunas claves para la comprensión del tema.

1. El matrimonio no es declarado sacramento hasta el siglo XIII.

Antes del año 1000, la bendición (eclesiástica) de un matrimonio contraído de manera laica se consideraba un favor. La Iglesia no interfería en las bodas, las ceremonia eclesiástica era vista como un simple corolario de la boda pública, lo cual daba lugar a una gran flexibilidad de formas rituales y diversidades regionales. Los seres humanos de las sociedades cristianas se casaban, pero seguían las costumbres étnicas antiguas, algunas equivalentes a las leyes romanas y de las cuales derivó el derecho de la Iglesia.

En la Edad Media el motivo del matrimonio no era precisamente el amor, aun cuando existiera conexión entre uno y otro. Aunque a regañadientes, fue aceptado el concubinato y era corriente el divorcio. El divorcio y el nuevo matrimonio tras la muerte de un cónyuge fue oficial. Sólo posteriormente comenzaron a prohibirlos los primeros teólogos y fueron ellos y los canonistas quienes se esforzaron en cierta medida en exhortar al pueblo bajo que el matrimonio heterosexual era la única relación erótica legítima entre un hombre y una mujer y que debían hacerlo mediante un pacto exclusivo y permanente. De hecho, la Iglesia tuvo que esperar hasta el cuarto concilio Lateranense (1215) para declarar al matrimonio sacramento y elaborar reglas canónicas en el modo de celebrarlo.

2. La ceremonia de unión es entre personas del mismo sexo.

Sergio y Baco2La ceremonia de unión entre personas del mismo sexo “es cierto que tienen lugar en colecciones manuscritas de todo el mundo cristiano –desde Italia a la isla de Patmos y el monasterio de Santa Catalina en el monte Sinaí- y se encuentran en algunos de los manuscritos litúrgicos griegos más antiguos de que se tiene noticia. Sin embargo, en la época en que esos manuales se imprimieron, el prejuicio en Occidente contra cualquier forma de interacción entre personas del mismo sexo muy pronunciado.

La ceremonia durante el siglo XII, época de florecimiento de ceremonias matrimoniales litúrgicas, se transformó en un oficio completo durante el cual se encendían las velas, ambas partes colocaban las manos sobre los Evangelios, unían la derecha, las manos eran atadas con la estola del sacerdote (o se cubría con esta ambas cabezas, además de incluir una letanía introductoria (como la de Barberini 1) , la coronación, la plegaria del Señor , la Comunión , un beso y, veces, un paseo alrededor del altar. Lo más probable es que dichas ceremonias se desarrollaran a través del incremento de la práctica local y de clérigos individuales elocuentes.

La ceremonia tiene lugar en una amplia variedad de contextos, pero el más corriente, con mucha diferencia, es el del matrimonio, por lo general en el orden siguiente: esponsales heterosexuales, ceremonia de un primer matrimonio heterosexual, ceremonia de un segundo matrimonio heterosexual, (oficio diferente, con énfasis menor en la procreación), y oficio de unión entre personas del mismo sexo. Alrededor del treinta por ciento de los manuscritos consultados para este estudio el matrimonio heterosexual aparece inmediatamente antes o inmediatamente después de la ceremonia de unión entre individuos del mismo sexo” ( Cfr. Las Bodas de la Semejanza, pp. 321-323).

En esta ceremonia cabe resaltar tres elementos importantes: 1º) Solemnizan una unión voluntaria y emocional entre dos personas. 2º) La ceremonia es homosexual en el sentido más obvio de esta palabra (de un solo sexo). Si lo era con sentido erótico es tan difícil de responder como en el caso de parejas heterosexuales sin hijos: “El vivir juntos por un largo tiempo y el compartir un hogar debieron ser determinantes decisivos de una pareja compuesta por un hombre y una mujer en su contexto social concreto (es decir, entre vecinos, amigos y parientes), tuvieran o no hijos o hubieran o no participado en un servicio religioso en la Iglesia. Y en el caso de la ceremonia de unión entre personas del mismo sexo , lo más probable es que, a ojos de los cristianos corrientes, el que ambas personas permanecieran ante el altar con las manos unidas (símbolo tradicional del matrimonio) , el que fuesen bendecidas por el sacerdote, compartieran la comunión y ofrecieran luego un banquete a la familia y los amigos –todo ello, parte de la unión entre individuos del mismo sexo en la Edad Media- significase un matrimonio” (Idem, pp. 327-330).

Todo esto nos dice que, por inesperada e inquietante que parezca, es innegable la antigua ceremonia cristiana de unión entre personas del mismo sexo, que tenía lugar en iglesias y era oficiada por sacerdotes.

La práctica homosexual en el Occidente moderno

Nuevo hecho: obsesión contra la homosexualidad

“A partir del siglo XIV, escribe Boswell, Europa occidental fue dominada por una furiosa obsesión contra la homosexualidad, considerada como el más horrible de los pecados” (Idem, p. 447).

La unión entre personas del mismo sexo comenzaron a ser consideradas como sospechosas y, en muchos lugares, a ser prohibidas y castigadas por la cárcel y la pena capital. La evolución hacia la prohibición y desaparición fue muy lenta, pues se trataba de un ritual antiguo, muy arraigado y que, pese a todo, seguía practicándose en muchas partes con la misma naturalidad que el matrimonio heterosexual. Más que argumentos en contra, operaba una especie de repulsión visceral y, en virtud de ella, las ceremonias fueron poco a poco reprimidas y en los rituales litúrgicos se observaban hojas arrancadas, mutiladas o deformadas.

Por otra parte, la mayor parte de los antropólogos hasta fechas relativamente recientes, se vendaron los ojos para no analizar estos hechos históricos, que les parecían desconcertantes y lanzaron pantallas de humo que oscurecían sus aspectos más inquietantes.

A partir de los finales del siglo XX “Los estudiosos ya no pueden presumir de una investigación social seria sobre la base del supuesto, moral o empíricamente erróneo, de que los sentimientos o la conducta homosexuales son “anormales” , peculiares, o intrínsecamente improbables.

En las primeras décadas del siglo XX fue un hecho corriente en Europa afirmar que existen culturas que no incluyen el erotismo entre individuos del mismo sexo; los avances científicos de los años cuarenta y cincuenta fueron debilitándolas y en la actualidad los científicos sociales las consideran con escepticismo y sólo como prueba de un patrón cultural inusual, que requiere una comprobación verdaderamente sólida. No obstante, gran parte de los datos antropológicos acumulados antes de las últimas décadas llevan estampado , y de forma muy visible, el sello de la mojigatería, la ignorancia o la reticencia a este respecto, y a menudo dan la impresión de que en las culturas no industriales la homosexualidad era desconocida” (Idem, Pg. 464-465).

Aunque no es fácil, por encontrarse agotado, recomiendo a los lectores acercarse a las 114 páginas de la obra del Boswell, que recogen 18 TEXTOS, con rigurosa anotación de los Documentos en que aparecen, y comprobar en ellos el desarrollo de la ceremonia matrimonial entre personas del mismo sexo: cómo los recibe el sacerdote, donde se colocan los que se unen, los gestos que unos y otros hacen, las lecturas, oraciones, himnos o salmos que recitan, etc. etc.

Influencia del papel ideológico de la Iglesia en la Europa moderna

No deja de sorprender, después de lo expuesto anteriormente, cómo es posible haber llegado a nuestros días con esa furiosa obsesión contra la homosexualidad y los homosexuales. Lo hemos experimentado con ocasión de la aprobación de la Ley de Matrimonios Homosexuales (1 de julio de 2005) en nuestro país. ¡Qué cosas no se dijeron y qué juicios no se vertieron por algunos jerarcas católicos sobre esta ley! El punto culminante fueron las movilizaciones públicas con plástica presencia de numerosos obispos, nunca sin embargo presentes en la calle para denunciar otras injusticias graves o reivindicar derechos humanos lesionados.

La polvareda pasó y es hora de ordenar y esclarecer un poco la verdad de los hechos. Urgente cometido porque todavía siguen resonando, en una y otra parte, palabras oficiales, que resultan obviamente duras: “La particular inclinación de la persona homosexual, aunque en sí no sea pecado, constituye sin embargo una tendencia , más o menos fuerte, hacia un comportamiento intrínsecamente malo desde el punto de vista moral. La inclinación misma debe ser considerada como objetivamente desordenada” (Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta a los Obispos de la Iglesia católica sobre la atención pastoral a las personas homosexuales”, 3, – I-X-1986-).

Fuente Religión Digital

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Hallan los restos de los santos Sergio y Bacco, patronos de los gays

Jueves, 12 de octubre de 2017
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1064Martirizados en el actual Irán en el siglo IV

Su descubrimiento coincide con la fecha en la que ambos son venerados en el calendario católico, el 7 de octubre 

A más de 1.700 años de ser martirizados, fueron encontrados en Irán los restos de los santos Sergio y Bacco, dos soldados romanos convertidos al cristianismo y asesinados en Siria por los romanos.

Así lo informó el Comité Nacional italiano para la Valorización de los Bienes Históricos, Culturales y Ambientales. Según el historiador estadounidense John Boswell, eran pareja. Más allá de que esta hipótesis no ha sido probada, en la comunidad gay suele considerárselos sus patronos.

En esta parte del mundo gay se considera de manera no oficial a san Sergio y san Bacco como santos patronos de las relaciones entre hombres, y muchas veces los matrimonios homosexuales estadounidenses y europeos (ya sea simbólicos, reconocidos o a través de rituales religiosos) se celebran bajo su protección.

El descubrimiento fue hecho en una iglesia cristiano asiria de la ciudad iraní de Urmia, capital de la región del Azerbaiyán occidental, en coincidencia con la fecha en que ambos santos son venerados en el calendario cristiano católico, el 7 de octubre.

Según el santoral, Sergio y Bacco fueron dos soldados del ejército romano de religión cristiana que estaban destacados en Oriente y que contaban con una elevada posición ante la corte de Maximinio Daia, tetrarca de Oriente entre los años 305 y 315.

Ambos fueron denunciados por sus enemigos y cuando se negaron a rendir tributo a Júpiter fueron martirizados. Antes, sin embargo, fueron obligados a desfilar vestidos de mujeres entre la burla general.

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Sus restos fueron encontrados en una iglesia cristiano asiria construida en el siglo IV en la ciudad de Urmia, actualmente en el norte de Irán.

San Sergio es patrono de la ciudad italiana de Trieste, mientras que en Roma, Estambul y otras ciudades del Medio Oriente existen iglesias cristianas construidas en honor de ambos.

“Se trata de un descubrimiento de gran importancia dado que data de hace más de 1.500 años. Pese a todas las investigaciones que se hicieron en el pasado se había perdido el rastro de sus restos mortales”, dijo Silvano Vinceti, presidente del comité y responsable de la exploración sobre el protocristianismo que se realiza en la región iraní de Azerbaiyán occidental.

Resaltó que Urmia es una ciudad desconocida para los occidentales en la que existen varias iglesias cristianas construidas entre los siglos I y IV.

Esa fue una zona de expansión del cristianismo cuando en Occidente dominaba aún el politeísmo y los cristianos eran encarcelados, torturados y asesinados.

“Es un descubrimiento que saca a la luz la ciudad de Urmia, una localidad en el norte de Irán donde conviven pacíficamente las tres religiones monoteístas, resaltó Vicenti.

Fuente Religión Digital/ANSA

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Teólogos de todo el mundo reclaman cambios sobre homosexualidad, aborto, celibato, sacerdocio femenino y divorciados

Jueves, 15 de octubre de 2015
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la-iglesia-y-los-gays“La enseñanza del Magisterio está condicionada por cada momento histórico”

Aun antes del Sínodo dedicado a la Familia, se venían tratando por parte de biblistas, teólogos, juristas y pastoralistas diversos temas dentro de la Iglesia católica, que reclamaban un nuevo planteamiento. La involución posconciliar los consideró descartables de toda posible renovación.

Con el anuncio del Sínodo se acentuó la necesidad de abordarlos de una vez, de manera que se pudieran ajustar a una nueva comprensión y solución en el momento actual. Estamos ya metidos en el Sínodo y vemos cómo ha reaccionado un sector eclesial en contra de todo intento de apertura, como si la renovación cuestionara no sólo ciertos presupuestos de la enseñanza tradicional sino la fidelidad a la doctrina auténtica de la Iglesia y al mismo Evangelio.

En este sentido, con respeto y ponderación, el presente Documento pretende presentar fundadamente la legitimidad de un cambio. No es un tratado ni un mero extracto de conclusiones, sino una exposición suficientemente argumentada, para quienes sufren de cerca el problema y quienes están interesados en su desarrollo histórico hasta el momento actual..

Entendemos que el Documento es resultado de investigaciones, reflexiones y experiencias que vienen de muy atrás y muestran la necesidad de un cambio.

En la Iglesia y Sociedad de hoy, dentro de un marco ético y evangélico, pretendemos aportar fundamentación al replanteamiento y solución de problemas, que parecieran intocables, y sobre los que mucha gente espera urgente renovación:

– La Homosexualidad
– El Aborto
– El Celibato opcional: los curas casados
– El sacerdocio de la mujer
– Los divorciados en la Iglesia.

I -Dos premisas necesarias

1.Norma primera: el seguimiento de Jesús
La Iglesia católica siempre se ha ocupado de la familia por ser parte integrante de su misión. Como asegura el Instrumentum Laboris del Sínodo ” El fundamento del anuncio de la iglesia acerca de la familia radica en la predicación y vida de Jesús”. Procede, por tanto, volver a la norma fundamental del seguimiento de Jesús, que nos propone vivir como él y hacer nuestro su proyecto y que debe guiar la vida de todo matrimonio y familia.

El seguimiento de Jesús, norma simple y universal, conlleva unos valores propios, pero que hoy se nos han diluido en la marea ingobernable de un neoliberalismo consumista. “La moral cristiana, recalca el Papa Francisco, no es una moral estoica, es más que una ascesis , no es una mera filosofía , ni un catálogo de pecados y errores…Sin amor, el edificio moral de la Iglesia puede convertirse en un castillo de naipes” (GE, cfr, 25-39).

Este seguimiento supone abrazar el proyecto de Jesús, apostando por los valores que él luchó y vivió, y que resultan incompatibles con los de otros proyectos. Dichos valores, que nos harán entrar en conflicto por causa de este Hombre, están a la vista en las páginas del Evangelio: todos vosotros sois hermanos; el que aspire a ser el mayor, que sea servidor de todos; los últimos serán los primeros; hacer un bien a los más pequeños es como hacerlo a mí mismo, de modo que al final se os juzgará en base a cómo os habéis portado con los más pequeños.

2.Norma primera y ética universal

El seguimiento de Jesús incluye, como es natural, la ética humana asentada sobre la dignidad de la persona: ” Los pueblos reafirman su fe en los derechos del hombre, en la dignidad y valor de la persona humana y en la igualdad de hombres y mujeres” (Declaración universal de los Derechos Humanos, Preámbulo).

Por donde los que nos profesamos seguidores de Jesús, nos consideramos identificados en esa dignidad fundamental, que nos permite caminar unidos coincidiendo en valores, criterios y actitudes vinculantes para todos. Haciendo uso de nuestra razón y responsabilidad, asumimos la herencia histórica de unas y otras culturas ,de unas y otras religiones, que nos provee de ese hilo que sostiene, teje y entrega esa “dignidad y valor de la persona y de los derechos que de ella derivan”.

Compartimos, por tanto, el hecho innegable de la unidad de la familia humana, que tiene como quicio el respeto total a la persona humana , con el imperativo de procurar a todos un trato humano, -obligatorio para individuos y Estados- y que queda esculpido en la llamada regla de oro: “No hagas a los demás, lo que no quieras para ti”.
Esta unidad no niega las diferencias entre los pueblos, pero que no se sobreponen a lo que es sustantivo y esencial a todos: la dignidad de persona. Sobre esa base, surgen y se elaboran normas -hoy convertidas en Derechos- que posibilitan un consenso universal.

II – Norma evangélica y ética universal ante el reto de problemas de los matrimonios y familias actuales.

1.La enseñanza del Magisterio está condicionada por cada momento histórico, según la evolución de las diversas ciencias

A la norma primera del seguimiento, siguieron en el transcurso de los siglos, multitud de otras normas. Todas ellas se hicieron desde unas circunstancias y razones históricas concretas. Pero, muchas de ellas quedaron obsoletas y fueron impugnadas, porque se mantuvieron contra viento y marea, al margen de la ciencia, del sentir del pueblo, de las nuevas propuestas de numerosos teólogos y moralistas que ya las habían formulado antes, durante y después del concilio Vaticano II y al margen sobre todo del Evangelio.

La indiferencia y alejamiento provenían de estar elaboradas desde paradigmas culturales que no respondían al conocimiento actual – científico y bíblicoteológico- de esos temas . La formulación doctrinal hecha por la Patrística y la Edad Media pudo servir a muchas generaciones para vivir su fe, pero no todas son expresión adecuada y definitiva del Evangelio, siempre universal, sino de presupuestos científicos, antropológicos y cosmológicos evolutivos y perfeccionables.

Quiere esto decir, que la Iglesia debe compartir la verdad del Evangelio sobre la familia con la verdad de la ciencia respetando su autonomía y método propios , así como el significado de la propia investigación bíblico teológica. Esta colaboración no se ha dado como se debiera en el pasado y ha llevado a la Iglesia a deificar muchas veces su magisterio considerándose poseedora de toda verdad.

2.La tarea menospreciada de los teólogos

El concilio Vaticano II se celebró hace 50 años; en él tuvieron parte decisiva muchos teólogos, posteriormente represaliados; de él salieron orientaciones como éstas: “Las recientes adquisiciones científicas, históricas o filosóficas platean nuevos problemas que arrastran consecuencias para la vida y reclaman investigaciones nuevas por parte de los teólogos” (GS, 62), “En el cuidado pastoral deben conocerse suficientemente las conquistas de las ciencias profanas de modo que también los fieles sean conducidos a una vida de fe más genuina y más madura” (GS, 62) .

Sin duda, los obispos deben velar y exponer la doctrina cristiana, de acuerdo con la Revelación, pero ” según lo requiere el cargo y la importancia del asunto, celosamente trabajan con los medios adecuados a fin de que se estudie como se debe esta Revelación y se la proponga apropiadamente ” (LG, 25).

Gratamente reconocemos que el Papa Francisco asume y reafirma lo que durante el largo período posconciliar fue claramente desatendido provocando un desfase de su doctrina y normas con relación al mundo actual:

“El mensaje que anunciamos , siempre tiene algún ropaje cultural, pero a veces en la Iglesia caemos en la vanidosa sacralización de la propia cultura, con lo cual podemos mostrar más fanatismo que auténtico fervor evangelizador” (GE, 117). “La teología -no sólo la teología pastoral- en diálogo con otras ciencias y experiencias humanas, tiene gran importancia para pensar cómo hacer llegar las propuesta del Evangelio a la diversidad de contextos culturales y destinatarios. La Iglesia, empeñada en la evangelización , aprecia y alienta el carisma de los teólogos y su esfuerzo por la investigación teológica, que promueve el diálogo con el mundo de las culturas y de las ciencias. Convoco a los teólogos a cumplir este servicio como parte de la misión salvífica de la Iglesia” ( GE, 131). “Más que el temor a equivocarnos , espero que nos mueva el temor a encerrarnos en las estructuras que nos dan una falsa contención, en las normas que nos vuelven jueces implacables, en las costumbres donde nos sentimos tranquilos, mientras afuera hay una multitud hambrienta y Jesús nos dice: `¡ Dales vosotros de comer ¡`(Mc 6-37), ( G.E., 46-49).

Desde estas premisas, pensamos que se puede dar solución a problemas ( la homosexualidad, el aborto, el celibato opcional, la ordenación sacerdotal de la mujer, los divorciados en la Iglesia) que hasta el presente se los ha considerado como resueltos desde normas tradicionales inamovibles, sin reconocer las aportaciones de las ciencias ni el cambio y adaptaciones exigidas por la Exégesis y Teología en sus nuevos avances.

El Papa Francisco, si miramos a lo hecho y dicho hasta ahora, se mueve en esta actitud de respeto, colaboración e integración del saber. Muchos queremos las reformas, por ellas hemos luchado fieles al Evangelio y al espíritu del Vaticano II, pero las resistencias pertinaces a nadie como a él le va a tocar verlas, sufrirlas y resolverlas.

Sobre los temas citados, la Exégesis y Teología modernas aportan luces y principios que difícilmente puede ignorar un cristiano de hoy. El Papa Francisco, con la libertad y coherencia que le caracterizan, trata de abordarlos distinguiendo lo que es y pertenece al Evangelio y lo que es y pertenece al bagaje cultural relativo de la humanidad. Ambas cosas -Evangelio y Culturas- se han necesitado y relacionado siempre y en cada momento se han implicado para dar respuesta a la búsqueda y problemas del hombre. Hoy, sin desestimar la herencia del pasado, la cribamos y la enriquecemos con los nuevos conocimientos, que nos alumbran espacios o aspectos inéditos de la realidad.

1.El tema de la Homosexualidad

“Cuando uno se encuentra con una persona gay, debe distinguir entre el hecho de ser gay del hecho de hacer lobby, porque ningún lobby es bueno. Si una persona es gay y busca al Señor, y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para criticarlo? (Papa Francisco, a los periodistas en el avión).

En Occidente la homosexualidad ha recibido una valoración muy variada. El Dr. John Boswell en su libro “Las bodas de la semejanza” ( 640 páginas) documenta cómo en la Iglesia católica del siglo VI al XII existía como normal la celebración litúrgica de parejas homosexuales, según ritos y oraciones propias, presididas por un sacerdote. Es, a partir del siglo XIII, que la homosexualidad va revistiendo un carácter de vicio horrible (pecado nefandum= innombrable), tan horrible que lo de innombrable no se aplica a otros hechos más graves: “Asesinato, matricidio, abuso de menores, incesto, canibalismo, genocidio e incluso deicidio son mencionables”. ¿Por qué este horror que convierte la homosexualidad en el peor de los pecados?

Es también muy común la opinión de que se elaboró una construcción bíblico- teológica moral justificatoria de la gravedad de este pecado, hoy demostrada como precientífica y opuesta al contexto y sentido de los textos bíblicos y que la dejan desprovista de este tipo de argumentos para condenarla.

Son de consenso generalizado las conclusiones científicas de que: “Ni desde la medicina, la psicología, la pedagogía, ni con medidas sociales o legales, ha sido posible cambiar la orientación sexual, aunque intentos no han faltado” (Juan L. T. Herreros, Aproximación a la realidad homosexual” pp. 133-134). Los estudios más diversos confluyen en la tesis de no poder calificar la homosexualidad como enfermedad, desviación psicosopática o perversión sexual. La orientación homosexual no afecta a la sanidad mental ni al recto comportamiento en el grupo social.

En razón de ello, la OMS ha suprimido la homosexualidad de la relación de enfermedades. Y el Consejo de Europa insta a los gobiernos a suprimir cualquier tipo de discriminación en razón de la tendencia sexual.

No vale contraponer a estas indicaciones, la existencia de una ética cristiana que las contradice y calificaría la homosexualidad como desordenada e intrínsecamente perversa. Sobre este particular, escribe el superreconocido teólogo E. Schillebeeckx: “En lo que respecta a la homosexualidad no existe una ética cristiana. Es un problema humano, que debe ser resuelto de forma humana. No hay normas específicamente cristianas para juzgar la homosexualidad” (Soy un teólogo felíz, p. 109).

Y, desde la perspectiva teológica, es bien fundada la posición de quienes sostienen que la sexualidad humana no tiene como modelo natural exclusivo la heterosexualidad -ese es un presupuesto no probado- sino que se da también la homosexualidad como una variante natural legítima, minoritaria.

Ciertamente, es un progreso recomendar respeto a los homosexuales, con exclusión de todo lo que sea despectivo o vejatorio. Los homosexuales son personas y, como tales, merecen el mismo respeto que todos los demás.

Pero, la inculcación de ese respeto carece de base, es en cierto modo aparente, si luego se sigue manteniendo que la homosexualidad y la relación entre homosexuales es desviada, intrínsecamente perversa. Por más que se proclame, si yo mantengo que el homosexual es un desviado y un perverso, en el fondo seguiré abrigando distancia, temor y desconfianza.

2. El tema del aborto

El tema del aborto requiere una mirada atenta a todos sus aspectos. No obstante, consideramos posible un acuerdo común en puntos éticos de valor universal. El primero: considerar básico el derecho de todo ser humano a la vida.

Pero defender el derecho a la vida no se identifica con la defensa del proceso embrionario desde su comienzo ni siquiera en pasos posteriores de su ciclo intrauterino. Es una cuestión abierta, científicamente hablando, en el sentido de que unos ponen un ser humano constituido desde el comienzo y otros no lo ponen hasta las ocho semanas, justo cuando el embrión pasa a ser feto.

Muchos estamos convencidos de que, en este punto, puede haber un acuerdo racional, científico y ético prepolíticos, porque la puerta de que disponemos para entrar en esa “realidad” es común a todos, y no es otra que la de la ciencia, de la filosofía y de la ética.

Puerta que vale también para los que se profesan creyentes. La fe, del tipo que sea, no sirve aquí para aclarar el problema del aborto. “No está en el ámbito del Magisterio de la Iglesia el resolver el problema del momento preciso después del cual nos encontramos frente a un ser humano en el pleno sentido de la palabra” (Bernhard Häring, autor de la famosa obra “La ley de Cristo”, y acaso el más reconocido moralista de la Iglesia católica).

“Todo individuo tiene derecho a la vida”, proclama la Declaración Universal de los Derechos Humanos (Art. 3). Y todo individuo tiene el deber de respetar ese derecho. Sin embargo, ¿se puede afirmar con seguridad que el proceso embrionario es desde el inicio un individuo humano? Resulta, por tanto, crucial averiguar si el proceso del embrión varía en su desarrollo, admite establecer dentro de él un antes y un después, un antes en que no es individuo y un después en que lo es. Teoría discutida y discutible, no dogma.

De hecho, siempre existieron en la tradición cristiana teorías diferentes (teoría de la animación sucesiva defendida por Sto. Tomás y teoría de la animación simultánea, defendida por San Alberto Magno) sobre el momento de constitución de la vida humana. Pero, la teología postridentina a la hora de resolver los problemas de la moral práctica ha partido siempre de la animación inmediata.

Las teorías más modernas afirman que el embrión no es propiamente individuo humano hasta después de algunas semanas.

Como escribe el catedrático Diego Gracia:”La mentalidad clásica , que sobrevalora el genoma como esencia del ser vivo, de tal manera que todo lo demás sería mero despliegue de las virtualidades allí contenidas, es la responsable de que la investigación biológica se haya concentrado de modo casi obsesivo en la genética, y haya postergado de modo característico el estudio del desarrollo, es decir, la embriología. Este estado de cosas no ha venido a resolverlo más que la biología molecular. La biología molecular ha llevado a su máximo esplendor el desarrollo de la genética, en forma de genética molecular. Pero, a la vez, ha permitido comprender que el desarrollo de las moléculas vivas no depende sólo de los genes”. (Diego Gracia, Etica de los confines de la vida, III, p.106).

El aserto clásico de que “todo está en los genes” es verdad sólo en parte y se hizo en detrimento de los factores morfológicos y espaciales, tan importantes en el desarrollo del embrión. Sin estos factores, los genes quedarían sin efecto. Los genes tienen capacidad para formar determinados órganos pero no si no hay inducción, lo cual viene a demostrar que el embrión actúa como un gran campo de fuerzas, en el que cada parte es un momento que está codeterminado por otros y a la vez los codetermina.

Se entiende por tanto que, desde este enfoque, el embrión requiera tiempo y espacio para la maduración de su sistema neuroendocrino y que no se halle constituido desde el primer momento como realidad sustantiva. Los genes no son una miniatura de persona. La biología molecular deja bien claro que, para el desarrollo y la ética del embrión, la información extragenética es tan importante como la información genética, que ella es también constitutiva de la sustantividad humana y que la constitución de esa sustantividad no se da antes de la organización (organogénesis) primaria e incluso secundaria del embrión, es decir, hasta la octava semana.

Queda claro de esta manera que quien siga esta teoría puede sostener razonablemente que la interrupción del embrión antes de la octava semana no puede ser considerada como atentado contra la vida humana, ni pueden considerarse abortivos aquellos métodos anticonceptivos que impiden el desarrollo embrionario antes de esa fecha. Esto es lo que, por lo menos, defienden no pocos científicos de primer orden (Diego Gracia, A. García-Bellido, Alonso Bedate , J.M. Genis-Gálvez, etc).

Esta hipótesis, suficientemente demostrada permite, a quien se apoya en ella, defender como no atentatorias contra la vida y como respetuosas de la vida aquellas acciones que se producen en el proceso constituyente del embrión antes de constituirse en feto, es decir, en estructura clausurada.

La teoría expuesta modifica notablemente muchos puntos de vista y establece un punto de partida común para entendemos, para orientar la conciencia de los ciudadanos, para fijar el momento del derecho a la vida del prenacido y para legislar con un mínimo de inteligencia, consenso y obligatoriedad para todos ante el conflicto de situaciones concretas.

Y en un Estado democrático, ninguna instancia civil o religiosa puede atribuirse el poder legislativo, como si dimanase de sí misma al margen de la realidad personal de los ciudadanos. La ética debe determinarse en cada tiempo mediando la racional y responsable participación de los ciudadanos, pues la razón con todo el abanico de sus recursos investigativos es la que, por tratarse de la dignidad humana y de sus derechos, nos habilita para llegar a ellos, explorarlos, entenderlos, valorarlos y acordarlos democráticamente.

Por lo mismo, aunque en el tema del aborto intervengan instancias civiles y religiosas, en este caso desde instancias científico-éticas se recorre un camino común, compartible por todos. Sin negar validez a los credos religiosos, podemos de esta manera convivir acordando entre todos lo mejor y lo más ético para cualquiera de los problemas que se planteen a toda Comunidad civil.

4. El tema de la ordenación sacerdotal de la mujer

“Creo que aún no hemos hecho una teología profunda de la mujer en la Iglesia. En cuanto a la ordenación de las mujeres la Iglesia ha hablado ciertamente y dice no. Lo ha dicho Juan Pablo II, pero con una formulación definitiva. Esa puerta está cerrada. Pero quiero decirles algo: la mujer en la Iglesia es más importante que los obispos y los curas. ¿Cómo? Esto es lo que debemos tratar de explicar mejor. Creo que falta una explicación teológica sobre esto”. (En el encuentro con los periodistas en el avión).
¡Esa es una puerta cerrada! Ciertamente lo es desde hace más de 20 siglos y lo sigue siendo. Pero, en el hoy del siglo XXI, es momento de preguntarse por qué está cerrada y si hay motivos para que siga cerrada.

Todos entendemos que haya podido ser así por razones de una situación histórico-cultural muy distinta a la nuestra. Situación que ha perdurado hasta hoy, pero no porque fuera una tradición “divino-apostólica” sino por ser una praxis introducida desde el principio por motivos hoy bien conocidos y explicables, pero que en modo alguno permitan elevar esta praxis a categoría divina y deducir que la no ordenación de la mujer “forma parte de la constitución divina de la Iglesia”. Las diferencias entre varón y mujer no son razón para someter la mujer al dominio del varón y excluirla de algunas tareas eclesiales.

La Carta Apostólica del Papa Juan Pablo II (30 de mayo de 1994), no aporta nada nuevo, su enseñanza estaba incluida en documentos anteriores, sobre todo en la Declaración del Papa Pablo VI Inter insigniores de 1976. Ni cuestiona para nada las investigaciones históricas o bíblicas. Juan Pablo II tuvo, es cierto, la voluntad de zanjar definitivamente la cuestión entre los fieles de la Iglesia católica. Pero, de inmediato, muchos comentaristas católicos le replicaron que esta es una cuestión abierta, una doctrina ajena a la Escritura y una verdad no revelada.

Por todo ello, no ha podido ser propuesta como una verdad de fe, ni definida como una verdad de magisterio infalible o ex – cathedra.

Los argumentos aducidos por la Carta son más que débiles: el hecho de que Jesús eligiera entonces únicamente a varones, no quiere decir que lo hiciera exclusivamente y para siempre. Esa exclusión a perpetuidad no va incluida en la acción de Jesús. Muchos teólogos y teólogas han probado que no existen objeciones dogmáticas para la admisión de la mujer a la ordenación sacerdotal. Y los obispos alemanes advirtieron al Papa de la “no oportunidad” de la publicación de esa Carta.

No es objeto de esta declaración entrar a describir la enorme literatura teológica que siguió a la publicación de la Carta. Pero queremos destacar algunos aspectos fundamentales.

El sacerdocio más que un derecho personal es una vocación y un servicio a Dios y a la Iglesia. Y queda fuera de toda duda que excluir a la mujer por razón de su sexo del ministerio sacerdotal supone de hecho una grave discriminación dentro de la Iglesia. Cristo no excluyó a la mujer del sacerdocio. Dios no hace distinción de personas.

Como muy bien ha escrito el teólogo Domiciano Fernández: “En la Iglesia católica se ha decidido desde arriba, entre las Congregaciones romanas y el Papa. No se ha tenido suficientemente en cuenta las opiniones de las diferentes Conferencias Episcopales y de los sínodos de los obispos celebrados en Roma. Con los documentos pontificios por delante, se ha limitado la libertad de reflexión y de expresión de las Iglesias locales y de los teólogos” (Ministerios de la mujer en la Iglesia, Nueva Utopía, 2002, pg. 235).

Es precisamente este teólogo, que murió sin que le dejaran publicar su libro. En opinión de teólogos que lo han leído, es un libro espléndido para conocer a fondo esta cuestión, por su rigurosa documentación histórica y por su mesura e imparcialidad en valorar las razones de una y otra parte.

Citamos como conclusión estas sus palabras: “Mi actitud fue desde el principio la de estudiar e investigar estas cuestiones sin prejuicios y sin tomar partido de antemano por ninguna opción concreta, sobre todo en el problema de la posible o no posible ordenación de la mujer. Sin prisas y sin intereses personales de ninguna clase, comencé a estudiar la cuestión de la Sagrada Escritura y en la tradición de la Iglesia, valiéndome las monografías y amplios estudios que han hecho otros autores sobre estos temas y confrontando las fuentes siempre que me fue posible.
Pronto me convencí de que no existía una dificultad dogmática seria que impida la ordenación sacerdotal de la mujer. No existen argumentos serios sacados de la Sagrada Escritura, donde no se plantea esta cuestión. Los argumentos teológicos deducidos de que el sacerdote representa a Cristo varón y el de alianza nupcial entre Cristo y su Iglesia (de los que me ocupo en el capítulo VII) no me parecen convincentes.

Los argumentos que con tanta frecuencia han dado los Santos Padres y los teólogos, fundados en la inferioridad, en la incapacidad y en la impureza de la mujer, son inadmisibles y nos debieran llenar de vergüenza y sonrojo a los crsitianos” (Idem, pp. 11 y 12).

” Muchos años de estudio no han podido convencer ni a los teólogos ni a los biblistas de que sea expresa voluntad de Cristo excluir a las mujeres del ministerio ordenado. Los ministerios los ha creado la Iglesia según las necesidades de los tiempos y según la cultura de la época. Han cambiado y siguen cambiando.

Lo que los biblistas y teólogos rechazan y no ven oportuno ni conveniente es que se quiera zanjar de un modo definitivo la cuestión de principio, cuando no hay argumentos válidos que fundamenten esta decisión. Una decisión del Papa no puede convertir en palabra revelada lo que realmente no lo es. Es un anacronismo invocar el ejemplo de Cristo o de los apóstoles para deducir que se trata de una verdad que pertenece al “depositum fidei”. Y si no se trata de una verdad revelada, el Papa no tiene autoridad para proclamarla como infalible o como verdad de fe. Me parece esencial que haya más diálogo, más libertad, más espíritu de comunión. Que Roma no se limite a proclamar verdades y dar órdenes. Es necesario es cuchar lo que otros dicen. Escuchar para reflexionar y aprender , y no sólo para enseñar. Es importante descubrir lo que Dios nos habla a través de los signos de los tiempos” (Idem, pp. 271-272).

5. El tema de los divorciados en la Iglesia

“La misericordia es más grande para el caso de los divorciados. El cambio de época, unido a otros problemas de la Iglesia, ha dejado muchos heridos. Si el Señor no se cansa de perdonar, nosotros no tenemos más elección que ésta.Y la Iglesia es madre , debe encontrar misericordia para todos. Los divorciados sí pueden hacer la comunión, esto hay que mirarlo en la totalidad de la pastoral matrimonial. Será uno de los temas a consultar con los ocho cardenales. Es además un tema antropológico y también lo es el problema judicial de la nulidad de los matrimonios. Todo esto habremos de revisar” (En el encuentro con los periodistas en el avión).

Viejo tema éste que debiera haber recibido ya solución, de haber atendido las enseñanzas de Jesús. El matrimonio, como realidad humana, existencial, puede presentar dificultades, crisis, incompatibilidades , hasta rupturas. Para estos casos, es donde Jesús habla de no ser crueles e hipócritas ensalzando hasta el absoluto una ley con detrimeto de otras leyes. El propone el proyecto del matrimonio indisoluble, como un proyecto ideal, una meta a conseguir, la mejor. Pero, sin perder de vista la condición humana que, por su debilidad e incorregibilidad, puede en ocasiones hacer imposible el logro de ese ideal.

En tal caso, no se puede seguir afirmando que la indisolubilidad es una norma siempre inderogable. La situación de millares y millares de católicos, divorciados y recasados civilmente, es un grito contra ciertas normas que los condena a vivir fuera de la Iglesia. La connatural libertad y riesgo que acompaña a todo matrimonio hace que no se lo pueda considerar como absolutamente indisoluble y que, llegado el caso de un fracaso serio, se lo pueda enmendar iniciando un nuevo camino. Es un derecho obvio, aunque relativo y condicionado. Y, en este caso, la Iglesia no puede limitarse a dar una solución excepcional para seres excepcionales.

“Todo católico tiene el derecho y la necesidad de recibir la Sagrada Comunión. Todos tienen necesidad de participar activamente en la celebración eucarística, el acto central de la Iglesia católica y a la vez el signo de unidad con Cristo. Tienen derecho a ser recibido con los brazos abiertos y sinceras muestras de bienvenida, en el seno de la comunidad católica y a tomar parte activa plenamente en las tarea s de la comunidad” (S. Keller, ¿Divorcio y nuevo matrimonio entre católicos?, Sal Tarrae, Santander, 1976, 7-8).

En el año 1980, nueve teólogos españoles (José Alonso Díaz, José María Díez Alegría, Casiano Floristan, Benjamín Forcano, Jos I.González Faus, Gregorio Ruiz, Fernando Urbina, Rufino Velasco, Marciano Vidal) hiceron público un documento “Preguntas de unos teólogos a sus obispos”, con ocasión de su publicación “Instrucción ” civil sobre el divorcio. Dichos teólogos destacaban que los obispos:

-No habían tenido en cuenta el sentir real de su comunidad católica,
-Haberse preocupado únicamente del divorcio como si se tratara de una ley meramente civil y política.
– Haber dado a entender que para los católicos no hay ninguna posibilidad de divorcio y ésta era doctrina que debía permancer inmutable.

Y decían los teólogos:
” Por supuesto que nosotros no ponemos en duda la doctrina de la Iglesia sobre la indisolubilidad del matrimonio tal como aparece en la revelación de Jesús. Está claro que el modelo de matrimonio que Jesús anuncia y exige, como conforme a la voluntad divina, es el matrimonio monogámico, indisoluble y que, fundado en un verdadero amor, tiende a hacerse realmente exclusivo, total e incondicional para toda la vida.
Pero esta doctrina de Jesús debe proponer como un ideal y una meta hacia la que debe aproximarse toda pareja, sin excluir riesgos, equivocaciones y fracasos y no como una ley absoluta, con la cual toda pareja, por el hecho mismo de casarse,se identifica automáticamente, sin posibilidad de conocer rupturas o incompatibilidades o, por lo menos, incompatibilidades que hagan inviable esa ley.

Como católicos deseamos que, en el interior der la Iglesia, se robustezca el derecho a proponer públicamente lo que se piensa, cuando tal pensamiento es no sólo sincero sino objetivamenete fundado., serio, y contribuye a esclarecer la verdacera doctrina de Cristo y a replantear ciertos presupuestos y normas de la Iglesia. ¿Vds. Creen personalmente, cada uno, que la actual disciplina de la Iglesia sobre este punto es la propia del Evangelio, la que responde a la vida y enseñanza de Jesús? No les parece que la Iglesia debería enfrentarse ahí, radicalmente consigo misma”? Tenemos que mirar a lo que pasa en nuestra propia Iglesia, con la realidad de tantos matrimonios fracasados, acaso sin esperanza de recuperación, y por eso ya prácticamente divorciados, pero canónicamente condenados”.

. Nota sobre firmantes

Debido a la urgencia del tiempo, no se ha prendido contar con la respuesta de otros autores, que seguramente asumirían el Documento. ( Muy a pesar nuestro, el intento de comunicación directa con 8 mujeres Teólogas no ha podido realizarse a tiempo).

Acaso pudiera añadirse una segunda remesa con nuevos firmantes.
Para nuestro objetivo, el Documento aporta y refleja fidelidad al espíritu de la Tradición y cultura cristianas, enraizadas en el Evangelio y puede servir para dialogar y determinar soluciones más acordes con la investigación y estudios actuales.
Firman el Documento

Ariel ALVAREZ

Raul LUGO
Xabier ALEGRE

Juan MASIA
José ARREGI

Antonio MONCLUS
Fernando BERMUDEZ

Guillermo MUGICA
Frei BETTO

Jesús PELAEZ
Nicolás CASTELLANOS

Xabier PIKAZA
Benjamín FORCANO

Manuel REYES MATE
Manuel FRAIJO

Julián RUIZ DIAZ

Joan GODAYOL

Manuel SUANCES

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Biblia, General, Iglesia Católica , , , , , , , , ,

San Sergio y San Baco

Miércoles, 7 de octubre de 2015
Comentarios desactivados en San Sergio y San Baco

1064Hoy celebramos la festividad de estos dos mártires. Nos encomendamos a ellos y les encomendamos tantos  hermanos y hermanas perseguidos, calumniados, golpeados, asesinados… Y que ayuden a los padres sinodales a volverse al Dios de la Misericordia para así abrir las puertas de la Iglesia de par en par a los excluídos.

SANTOS SERGIO Y BACO

(Festividad: 7 de Octubre)

Todavía en el siglo X, una crónica define a Sergio como “dulce compañero y amante” de Baco. Otra más antigua* (probablemente, del s. V) dice que eran “en su amor a Cristo cual una sola persona”. En el s. VI, el patriarca Severo de Antioquía reprobó citarlos por separado: “No debemos separar en el lenguaje a quienes están unidos en la vida”.

A finales del s. III, Sergio y Baco eran soldados romanos de elevada posición, gozando de la confianza personal del emperador. De ninguno de los dos se dice que tuvieran esposa.

Sabedores sus enemigos envidiosos de que eran cristianos, los denunciaron. Aquello provocó la ira del emperador, quien les ordenó ofrecer sacrificios a los ídolos. Como se negaran, los humilló vistiéndolos como mujeres y haciéndolos desfilar por la ciudad, en una clara burla a la masculinidad de los amantes. Ellos respondieron entonando salmos “con una sola boca” (expresión típica de los relatos de martirio de matrimonios heterosexuales). Fueron entonces entregados a la tortura.

Como perseveraran en su fe, Baco fue flagelado con látigos de cuero sin curtir (en otras crónicas, con nervios de buey) hasta la muerte. Sergio “con el corazón enfermo por la pérdida de Baco, lloraba y gritaba: (…) Te han desunido de mí, has ido al cielo y me has dejado solo en la tierra, sin compañía ni consuelo”. Aquella noche el espíritu de su amado se le apareció y le animó a afrontar el martirio: “Para mí la corona de la justicia es estar contigo”.

Al día siguiente, Sergio fue obligado correr quince kilómetros, calzado con unos zapatos cuyas suelas estaban llenas de clavos que se hundían en la carne. Pero por la noche un ángel le curó los pies, que quedaron como si nada. Contrariado, el verdugo le obligó a recorrer de nuevo la misma distancia con la misma tortura en los pies, y como Sergio permaneciese firme pese a todo, mandó decapitarlo. Sucedió en Siria, el año 303 o 309 (según la versión).

En su iconografía, que se remonta al s. IV, se les representa unas veces cabalgando juntos, otras a la usanza en que representaban a los matrimonios, con la efigie de Jesús entre sus cabezas como símbolo de unión – como en el icono del Monasterio de Santa Catalina del Sinaí, datado en el s. VII -.

La intercesión de los santos Sergio y Baco era invocada en las liturgias de unión homosexual bendecidas por la Iglesia, tanto en Oriente como en Occidente, y de las que el texto más antiguo data del siglo VIII (haciéndose a su vez eco, al parecer, de usos que se remontarían a los ss. II-III).

Pese a que en Occidente, a partir del s. XIV, tales uniones empezaron a ser proscritas – sin que el Papa llegara a pronunciarse explícitamente contra ellas: habría supuesto reconocer su arraigo tradicional, y lo que se quería era borrar su memoria -, su arraigo en los Balcanes siguió siendo tal que en Albania aún sobrevivirían hasta el s. XVIII. (Cf. BOSWELL, John. “Las Bodas de la Semejanza.”)

Sergio y Baco2
…………….

* Los pasajes entrecomillados a continuación son citas de la misma.

Cristianismo (Iglesias), General, Historia LGTBI, Homofobia/ Transfobia. , , , , , ,

“La ley de los matrimonios homosexuales (1ª Parte)”, por Benjamín Forcano

Sábado, 7 de marzo de 2015
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aaint_9Leído en Fe Adulta:

Un paso más en el camino de la libertad y la tolerancia.

Ley aprobada en el Congreso el 1 de julio de 2005, por 187 votos a favor,147 en contra y 4 abstenciones.

La realidad toma la palabra. Me refiero naturalmente a la realidad humana. Porque humana ha sido siempre la realidad homosexual. Desde siempre, en casi todos los pueblos y culturas, ha existido esa realidad aunque no en todas ha sido idéntica la manera de valorarla.

Nos encontramos aquí con un tema que, de inmediato, nos asombra. Ha sido una constante su existencia y, sin embargo, han sido muchos los siglos de encubrimiento y de dolor. Al fin, parece amanecer un una nueva luz, que la estudia y reconoce.

Es cierto que la cultura heredada o dominante determina en gran parte los comportamientos de la sociedad. ¿Pero, qué ha ocurrido para que hoy, a poca distancia de lo anterior, las cosas comiencen a verse de otra manera?

La sociedad española -y el resto del mundo- se ha dividido en torno al tema del matrimonio homosexual: unos a favor y otros en contra. El sustrato de esa división está en la cultura, que alberga dos visiones distintas de percibir y entender. La división estaba latente, ha venido creciendo, pero ha sido hoy cuando el estudio histórico y la evolución cultural han permitido su manifestación pública.

La realidad de los sujetos sufrientes se ha hecho palabra, ha podido ser escuchada y ha originado debates, cuestionamientos y ha obligado a repensar el mundo heredado. El efecto del enfrentamiento –tanta veces ejercido negativamente en la historia- desaparece si se cambia la causa cultural que lo produce. No hay conflictos sin ideas que los sustenten.

Afortunadamente, el clima de una mayor libertad y pluralidad, los estudios históricos y científicos, nos han hecho salir del rechazo mutuo y del dogmatismo para encaminarnos a la escucha mutua y el diálogo. Es la hora del encuentro, del escuchar y comprender, del reflexionar y del activo respeto a las razones del otro. La verdad es de todos y entre todos debe ser fijada.

La práctica de la homosexualidad en la Europa premoderna.

Sé que a muchos este punto les va a sorprender y, naturalmente, manifestarán inmediato rechazo. Pero, se impone aludir a él por ser rigurosamente histórico y servir para rectificar la imagen dogmática de que la homosexualidad ha sido siempre prohibida por el cristianismo. Rectificar en este punto, se nos ha dicho con palabras oficiales, sería capitular como nunca en uno de los puntos clave de la doctrina cristiana. La traición a la Biblia, a la Tradición y al Magisterio tendría aquí su grado máximo de postración.

Casi como preámbulo imprescindible, considero importante registrar la investigación realizada por John Boswell, – 12 años de trabajo- publicada en sus dos volúmenes “Las Bodas de las Semejanza”, con un total de 606 páginas (Muchnik Editores).

John Boswell, apoyado en fuentes documentales extraordinarias, presenta una tesis estremecedora: “La iglesia primitiva (siglos VI al XIII) no sólo era tolerante con las relaciones románticas y eróticas entre varones, sino que las santificaba ceremonialmente”.

Expongo algunos de sus puntos fundamentales.

Un lector moderno tiene una preocupación prácticamente obsesiva por el amor romántico y las pautas del emparejamiento en las sociedades antiguas. Pero, muy pocas de las culturas premodernas convendrían en admitir que “el fin de un hombre es amar a una mujer y el fin de una mujer es amar a un hombre” , sería esto una pobrísima medida del valor humano. De igual manera, el lector moderno supone casi universalmente que el amor romántico va unido inextricablemente al matrimonio, lo cual es un error histórico.

normaycachitaEn el Occidente moderno es notable el horror ante la homosexualidad, a partir sobre todo del siglo XIV. Pocas culturas han convertido la homosexualidad en ese tabú moral primario y singular que ha sido para la sociedad occidental: “el pecado innombrable”, “el vicio inmencionable”, “el amor que no se atreve a pronunciar su nombre”. La magnitud de esta repulsión llega a considerar los actos homosexuales como más horribles que el mismo asesinato, el matricidio, el abuso de menores, el incesto, el canibalismo, el genocidio, e incluso deicidio, pues estos son mencionables, en tanto que los actos homosexuales no lo son y expresan categoría moral inferior. Debido a su condición de tabú los actos en cuestión no eran nombrados ni analizados, eran los pecados peores.

Son históricamente innegables las uniones litúrgicas entre personas del mismo sexo, por más que la sociedad occidental propenda en términos generales a excluirlas por pensar que el matrimonio es esencialmente unión de macho y hembra. A quienes están habituados a rechazar esas uniones entre personas del mismo sexo, les resultará difícil entender que esas uniones no son en la tradición occidental una aberración extraña.

En la investigación de Boswell encontramos algunas claves para la comprensión del tema.

1. El matrimonio no es declarado sacramento hasta el siglo XIII.

Antes del año 1000, la bendición (eclesiástica) de un matrimonio contraído de manera laica se consideraba un favor. La Iglesia no interfería en las bodas, las ceremonia eclesiástica era vista como un simple corolario de la boda pública, lo cual daba lugar a una gran flexibilidad de formas rituales y diversidades regionales. Los seres humanos de las sociedades cristianas se casaban, pero seguían las costumbres étnicas antiguas, algunas equivalentes a las leyes romanas y de las cuales derivó el derecho de la Iglesia.

En la Edad Media el motivo del matrimonio no era precisamente el amor, aun cuando existiera conexión entre uno y otro. Aunque a regañadientes, fue aceptado el concubinato y era corriente el divorcio. El divorcio y el nuevo matrimonio tras la muerte de un cónyuge fue oficial. Sólo posteriormente comenzaron a prohibirlos los primeros teólogos y fueron ellos y los canonistas quienes se esforzaron en cierta medida en exhortar al pueblo bajo que el matrimonio heterosexual era la única relación erótica legítima entre un hombre y una mujer y que debían hacerlo mediante un pacto exclusivo y permanente. De hecho, la Iglesia tuvo que esperar hasta el cuarto concilio Lateranense (1215) para declarar al matrimonio sacramento y elaborar reglas canónicas en el modo de celebrarlo.

2. La ceremonia de unión es entre personas del mismo sexo.

La ceremonia de unión entre personas del mismo sexo “es cierto que tienen lugar en colecciones manuscritas de todo el mundo cristiano –desde Italia a la isla de Patmos y el monasterio de Santa Catalina en el monte Sinaí- y se encuentran en algunos de los manuscritos litúrgicos griegos más antiguos de que se tiene noticia. Sin embargo, en la época en que esos manuales se imprimieron, el prejuicio en Occidente contra cualquier forma de interacción entre personas del mismo sexo muy pronunciado.

La ceremonia durante el siglo XII, época de florecimiento de ceremonias matrimoniales litúrgicas, se transformó en un oficio completo durante el cual se encendían las velas, ambas partes colocaban las manos sobre los Evangelios, unían la derecha, las manos eran atadas con la estola del sacerdote (o se cubría con esta ambas cabezas, además de incluir una letanía introductoria (como la de Barberini 1) , la coronación, la plegaria del Señor , la Comunión , un beso y, veces, un paseo alrededor del altar. Lo más probable es que dichas ceremonias se desarrollaran a través del incremento de la práctica local y de clérigos individuales elocuentes.

La ceremonia tiene lugar en una amplia variedad de contextos, pero el más corriente, con mucha diferencia, es el del matrimonio, por lo general en el orden siguiente: esponsales heterosexuales, ceremonia de un primer matrimonio heterosexual, ceremonia de un segundo matrimonio heterosexual, (oficio diferente, con énfasis menor en la procreación), y oficio de unión entre personas del mismo sexo. Alrededor del treinta por ciento de los manuscritos consultados para este estudio el matrimonio heterosexual aparece inmediatamente antes o inmediatamente después de la ceremonia de unión entre individuos del mismo sexo” ( Cfr. Las Bodas de la Semejanza, pp. 321-323).

En esta ceremonia cabe resaltar tres elementos importantes: 1º) Solemnizan una unión voluntaria y emocional entre dos personas. 2º) La ceremonia es homosexual en el sentido más obvio de esta palabra (de un solo sexo). Si lo era con sentido erótico es tan difícil de responder como en el caso de parejas heterosexuales sin hijos: “El vivir juntos por un largo tiempo y el compartir un hogar debieron ser determinantes decisivos de una pareja compuesta por un hombre y una mujer en su contexto social concreto (es decir, entre vecinos, amigos y parientes), tuvieran o no hijos o hubieran o no participado en un servicio religioso en la Iglesia. Y en el caso de la ceremonia de unión entre personas del mismo sexo , lo más probable es que, a ojos de los cristianos corrientes, el que ambas personas permanecieran ante el altar con las manos unidas (símbolo tradicional del matrimonio) , el que fuesen bendecidas por el sacerdote, compartieran la comunión y ofrecieran luego un banquete a la familia y los amigos –todo ello, parte de la unión entre individuos del mismo sexo en la Edad Media- significase un matrimonio” (Idem, pp. 327-330).

Todo esto nos dice que, por inesperada e inquietante que parezca, es innegable la antigua ceremonia cristiana de unión entre personas del mismo sexo, que tenía lugar en iglesias y era oficiada por sacerdotes.

La práctica homosexual en el Occidente moderno

1. Nuevo hecho: obsesión contra la homosexualidad

A partir del siglo XIV, escribe Boswell, Europa occidental fue dominada por una furiosa obsesión contra la homosexualidad, considerada como el más horrible de los pecados” (Idem, p. 447).

La unión entre personas del mismo sexo comenzaron a ser consideradas como sospechosas y, en muchos lugares, a ser prohibidas y castigadas por la cárcel y la pena capital. La evolución hacia la prohibición y desaparición fue muy lenta, pues se trataba de un ritual antiguo, muy arraigado y que, pese a todo, seguía practicándose en muchas partes con la misma naturalidad que el matrimonio heterosexual. Más que argumentos en contra, operaba una especie de repulsión visceral y, en virtud de ella, las ceremonias fueron poco a poco reprimidas y en los rituales litúrgicos se observaban hojas arrancadas, mutiladas o deformadas. Leer más…

Biblia, Espiritualidad, General, Historia LGTBI , ,

Aportación al Sínodo Familia de la Asociación Familia Eucarística Pobres de Nazaret de Granada.

Viernes, 20 de febrero de 2015
Comentarios desactivados en Aportación al Sínodo Familia de la Asociación Familia Eucarística Pobres de Nazaret de Granada.

sinodo-panoramicamatrimonio-homosexual_estima20120918_0012_81Nos ha parecido muy interesante e inclusiva la aportación a la Instrumentum labori: III Sínodo de la Familia (Parte V), por parte de la Asociación Familia Eucarística Pobres de Nazaret de Granada:

5.- Sobre las uniones de personas del mismo sexo.

  1. a) ¿Existe en el país una ley civil de reconmocimiento de las uniones de personas del mismo sexo, equiparadas de alguna forma al matrimonio?

En ESPAÑA la unión de personas del mismo sexo se reguló por medio de la Ley 13/2005 de 1 de Julio, de Reforma del Código Civil, en materia del derecho a contraer matrimonio. Ha de hacerse notar que la Constitución Española en su artículo 32 establece que “el hombre y la mujer tienen derecho a contraer matrimonio en plena igualdad jurídica” pero en ningún momento dice, la norma constitucional, que deba ser necesariamente “entre sí“. Esta asepsia y ambigüedad del constituyente es la que hizo que el Tribunal Constitucional, como no podía ser de otro modo, al menos en puridad de términos jurídicos, aceptase como válida constitucionalmente, la propuesta legislativa de “matrimonio de personas del mismo sexo“.

El debate social se centró, erróneamente a nuestro entender, acerca del uso de la palabra “matrimonio” por parte del legislador, lo que enervó a los obispos en relación a la definición del matrimonio, entendido como institución de derecho natural, y más aún, como sacramento, aunque como ya dijimos en su momento, un debate puramente “lingüístico” en sí mismo es estéril, pues la lengua es de los hablantes, de la sociedad que la ejerce, una palabra usada por el pueblo puede no estar en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, y viceversa, y ello no afecta ontológicamente a las realidades aludidas por los vocablos; como ya dijimos, el legislador con su uso de la palabra “matrimonio” no pretende suplantar una realidad social con otra, al nivel ontológico, sino sólo analógico, tomando la palabra al carcer de otra mejor.

  1. b) ¿Qué actitud asumen las iglesias locales y particulares ante el Estado civil, promotor de uniones civiles entre personas del mismo sexo, y también ante las mismas personas involucradas en tales uniones?

Hemos de decir que la posición de la Iglesia, por mucho que diga que acepta y entiende a la persona homosexual, ha sido del todo intransigente, intolerante y beligerante. No sólamente por la gran cantidad de manifestaciones, de marcado sesgo político e ideológico, que organizadas por la Iglesia se sucedieron durante, antes y después de la tramitación de la norma anteriormente mencionada, sino hacia las propias personas, como enuncia la pregunta “involucradas en este tipo de uniones“.

William-Adolphe_Bouguereau_(1825-1905)_-_Dante_And_Virgil_In_Hell_(1850)A nuestro entender es del todo intolerable, e inaceptable, desde la misma fe, que en la solemne celebración de la Pasión del Señor, el Viernes Santo, en que la Iglesia entera, de rodillas, se anodada ante el misterio de la Cruz de Cristo, muerto una vez y para siempre, por nuestro pecado y nuestra salvación, de TODO EL GÉNERO HUMANO, el Obispo de ALCALÁ DE HENARES, Monseñor REIG PLÁ, aprovechara la homilía para afirmar categorícamente que los “homosexuales están condenados al infierno” -cuando la Iglesia, que se manifiesta ignorante ante el pozo de misericordia que es el corazón de dios jamás ha sido capaz, por ejemplo, de hacer tal afirmación, por ejemplo del mismísimo JUDAS, o HITLER, por poner ejemplos escandalosos- mancillando con sus palabras “por muy personales que sean” el misterio de salvación que se estaba celebrando en ese momento.

  1. c) ¿Qué atención pastoral se debe desarrollar ante las personas que han optado vivir por este tipo de uniones?

Se supone que es del todo injusto hacer una afirmación categórica de un colectivo por una falta en cualquiera de sus partes, es decir, es injusto decir “todos los sacerdotes son pederastas” por los escándalos de los que tristemente hemos tenido conocimiento, pues de forma injusta faltamos al honor, la honestidad, la integridad y la labor pastoral de cientos de sacerdotes, que, alejados de las pasiones humanas, recorren el mundo mostrándole el rostro de Cristo, y con él, la bondad de Dios Padre.

De la misma manera la Iglesia debería huir de los tópicos a la hora de referirse a las personas homosexuales, ni todas ellas son sexualmente activas, ni todas ellas son ateas o agnósticas, ni todas ellas son promiscuas, ni todas ellas se rigen por los patrones que, desde el mismo “lobby gay” (entelequia a la que se le hecha la culpa de todo en este tema, como el famoso “contubernio judeomasónico” del que tanto le gustaba hablar a FRANCO cuando le venía al caso) se pretenden imponer a este colectivo.

actualicacion-rae-matrimonio-gay--644x362Existen personas homosexuales que viven su fe de una forma sana, madura y responsable y que, en virtud de ello, deciden compartir un proyecto vital junto con otra persona, para toda la vida, con los mimos componentes de fidelidad, mutua ayuda, socorro y entrega de las parejas tradicionales y que se sienten profundamente agredidos, cuando la Iglesia, carente de tacto, arremete contra todos ellos, sin minusvalorar la sinceridad en la fe y en la vida de cada uno de ellos, de sus realidades, individualmente consideradas. Pretender de la misma manera que estas personas vivan un “celibato perpetuo” o una “castidad perfecta” como si para ellos no existiera la misma comunión corporal, como puede haberla de espíritu y vida, es cuanto menos, por parte de la Iglesia, “un brindis al sol” (aunque de hecho toda la moral sexual merece una gran revisión, no sólo en este aspecto, sino en muchos más).

Opinamos que aquellas personas homosexuales, que deciden vivir en pareja, fiel y responsablemente, sea “de hecho” o como “unión de personas del mismo sexo” necesitan ser valoradas por la Iglesia, apreciadas y acompañadas, auque sólo sea porque han optado por una vida ordenada (en vez de la promiscuidad sexual que se presume a este colectivo), entregada, en el mutuo auxilio, socorro y compromiso, material y espiritual, que además, no es del todo desconocido, ni en la tradición jurídica de nuestro país, como lo demuestra, por ejemplo el “CARTULARIO DE CELANOVA” en el que se recoge ya, en el año 1.031, un compromiso de esta naturaleza entre dos hombres:

Nosotros, Pedro Didaz y Munio Vandilez, pactamos y acordamos mutuamente acerca de la casa y la iglesia de Santa María de Ordines, que poseemos en conjunto y en la que compartimos labor; nos encargamos de las visitas, de proveer su cuidado, de decorar y gobernar sus instalaciones, plantar y edificar.  E igualmente compartimos el trabajo del jardín, y de alimentarnos, vestirnos y sostenernos a nosotros mismos.  Y acordamos que ninguno de nosotros dé nada a nadie sin el consentimiento del otro, en honor de nuestra amistad, y que dividiremos por partes iguales el trabajo de la casa y encomendaremos trabajo por igual y sostendremos a nuestros trabajadores por igual y con dignidad.  Y continuaremos siendo buenos amigos con fe y sinceridad, y con otras personas continuaremos siendo por igual amigos y enemigos todos los días y todas las noches, para siempre.  Y si Pedro muere antes de Munio, dejará a Munio la propiedad y los documentos.  Y si Munio muere antes que Pedro, le dejará la casa y los documentos.

Y no estaría de más, aunque suponemos que esto es “un salto sin red” en la actual práxis pastoral de la Iglesia hacia los homosexuales, que estas parejas pudieran, teniendo en cuenta que el matrimonio conónico, en cuanto sacramento les está vedado, obtener de parte de la Iglesia, una especial bendición, a ojos de su comunidad parroquial, por el compromiso y fidelidad de su unión, lo que no resulta del todo descabellado, pues como bien se encargó de demostrar JOHN BOSWELL, Catedrático de Historia en la Universidad de YALE, este tipo de bendiciones fueron frecuentes en la práctica de la Iglesia, especialmente oriental, logrando incluso recuperar (de numerosas bibiliotecas, de monasterios orientales e incluso, de la propia Biblioteca Vaticana) algunos de sus rituales, como por ejemplo éste (del Siglo XIII, del MONASTERIO DEL SINAÍ):

Ritual para la solemnización de uniones del mismo sexo.

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I.- Los que están destinados a ser unidos vienen en presencia del sacerdote.

Ambos pondrán una mano sobre el Evangelio y la otra mano sobre la del otro.

II.- Señor, Dios y Legislador nuestro. Tú que aceptaste la unión de los santos mártires Sergio y Baco. Salvaguarda a estos dos siervos tuyos en la gracia y en el amor recíprocos y protégelos del odio y que no haya escándalo por todos los días de su vida.

III.- Concédeles una fe sin vergüenza y un amor verdadero.

IV.- Acepta ahora a estos siervos tuyos, N. y N  que van a ser unidos en la fe y en el espíritu,  para que prosperen en la virtud, en la justicia y en el amor verdadero.

V.- Que ellos vivan más unidos en el espíritu que en lo mundano.

VI.- Y ellos besarán el santo Evangelio y se besarán el uno al otro,  y se concluye de esta forma.

Y aunque esta práctica fue finalmente prohibida por la Iglesia Ortodoxa Griega de forma expresa en sus Encíclicas de 11 de Junio de 1.859, 26 de Septiembre de 1.862 y 11 de Enero de 1.863, no obstante, con el consentimiento incluso de los propios sacerdotes, se siguen celebrando en las zonas rurales y más recónditas de Grecia, Albania y Servia en la actualidad y aún encontramos la pervivencia de estos rituales en otras confesiones de rito oriental, como por ejemplo en la Iglesia Ortodoxa Siria, que aunque las mantiene vigentes las ha reciclado, de forma más políticamente correcta en “celebraciones para el hermanamiento de personas del mismo sexo” –sin ninguna connotación sexual o matrimonial- como se desprende del siguiente testimonio:

Hace nueve años fui unida en devota fraternidad a otra mujer (el testimonio es referido por ROBIN DARLING YOUNG, Profesora Asociada de teología en la Universidad Católica de América, impartiendo clases de Historia del Cristianismo Antiguo). La ceremonia tuvo lugar durante un viaje que hicimos juntas a algunas comunidades ortodoxas sirias y de extremo oriente, y la otra persona de esta unión era la SUSAN ASHBROOK HARVEY, de la Universidad de BROWN (profesora de sirio antiguo). Durante el transcurso de nuestro viaje pagamos una visita al Monasterio de San MARCOS, en Jerusalén, residencia del Arzobispado Ortodoxo Sirio. Allí, nuestro anfitrión, el Arzobispo DIONISIOS BENHAM JAJAWEH, nos hizo notar –con evidente sentido del humor- que si habíamos sobrevivido a todos los pesares de viajar por TURQUÍA y Oriente Medio, sin duda alguna, estas experiencias nos habrían unido de forma única a mi amiga y a mí. ¿Nos gustaría ser unidas como hermanas, a la mañana siguiente, en la Capilla del Santo Sepulcro? Y en un domingo, a finales del año 1.985, mi amiga y yo seguimos al Arzobispo, y a un monje, por la parte antigua de Jerusalén, hasta la Capilla del Santo Sepulcro, donde según la tradición descansó el cuerpo de Jesús. Después de la liturgia dominical, el Arzobispo unió nuestras manos y las ató con el extremo de su estola. Él pronunció una serie de oraciones diciéndonos que habíamos sido unidas como hermanas, advirtiéndonos para que fuésemos fieles. La nuestra era una unión más fuerte que la sangre, confirmada con la efusión del Espíritu Santo, y como unión espiritual que era, más fuerte que la misma muerte.

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“Los problema teológicos de la familia, ¿son dogmas de fe?”, por José Mª Castillo

Lunes, 12 de enero de 2015
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Dios es FamiliaDe su blog Teología sin Censura:

(Conferencia en el Centro Cultural “Francisco Suárez”, de Granada).- 1. Cuando hablamos de la “familia”, ¿de qué hablamos? Para comprender la hondura y la importancia del problema, que aquí afrontamos, hay que tener en cuenta, ante todo, que la familia es: 1) Una unidad económica: la transmisión de la propiedad (los bienes, el patrimonio) ha sido, durante siglos, la base principal del matrimonio (Anthony Giddens, Un mundo desbocado, Madrid, Taurus, 2000, 67-68). 2) Una unidad jurídica: los deberes y los derechos de los padres, de los hijos, y de las relaciones que deben mantener, han necesitado y han justificado una serie de leyes y las consiguientes dependencias respecto al poder judicial. 3) Una unidad de relaciones emocionales: relaciones entre los cónyuges, entre los padres y los hijos, entre los hermanos….

Pero aquí es de suma importancia señalar que, en la Europa medieval (y todavía en muchas culturas) el matrimonio no se contraía sobre la base del amor sexual, ni se consideraba como un espacio donde el amor debía florecer. La desigualdad de hombres y mujeres era intrínseca a la familia tradicional. En Europa las mujeres eran propiedad de sus maridos. Y esto se extendía, por supuesto, a la vida sexual. Durante gran parte de la historia, los hombres se han valido de amantes, cortesanas y prostitutas. Los más ricos tenían aventuras amorosas con sirvientas. Eso sí, los hombres tenían que asegurarse de que sus mujeres fueran las madres de sus hijos.

4) Una unidad para la procreación: ya que el matrimonio y la familia constituyen normalmente el medio que, mediante la generación, perpetúa la especie y, sobre todo, socializa a los recién nacidos integrándolos en la sociedad.

2. Problemas teológicos de la familia

Cuando en este conjunto de problemas (propiedad, derecho, sexo, generación, educación…) entra la religión y se mezcla con tales problemas, a esos problemas se suma un elemento añadido, de enorme importancia (para bien o para mal) porque toca donde nadie más puede tocar, en la intimidad de la conciencia, allí donde uno se ve a sí mismo como una persona honrada o, por el contrario, como un indeseable, un despreciable, una mala persona. Todos los problemas que entran en el enorme bloque de la “bio-ética” están condicionados, en gran medida, por esta intromisión del hecho religioso en la institución familiar.

Esto supuesto, la pregunta que se plantea es la siguiente: los llamados “problemas teológicos de la familia”, ¿son problemas que afectan a nuestra fe cristiana? Y por tanto, si un creyente está en desacuerdo con las soluciones “oficiales”, que se les suelen dar a esos problemas, ¿es por eso un mal creyente o incluso un hereje? Dicho de otra forma, ¿se puede disentir de las soluciones “oficiales”, que se suelen dar a los problemas relativos al matrimonio y a la familia, sin ser por eso un mal cristiano que pone en serio peligro su fe y su amor a la Iglesia?

3. Dogma de Fe

En la Iglesia se entiende por “Dogma de Fe”, “una proposición objeto de fe divina y católica” (K. Rahner-H. Vorgrimler, Diccionario Teológico, Barcelona, Herder, 1966, 185). Esta afirmación se basa en la definición que, en 1870, hizo el concilio Vaticano I: “Deben creerse con fe divina y católica todas aquellas cosas que se contienen en la palabra de Dios escrita o tradicional, y son propuestas por la Iglesia para ser creídas como divinamente reveladas, ya sea por juicio solemne, ya sea por su magisterio ordinario y universal” (Denzinger-Hünermann, 3011). Por tanto, para que una verdad sea Dogma de Fe, en esa verdad tienen que darse dos elementos esenciales: 1º) Tiene que ser una verdad que ha sido revelada por Dios. 2º) Tiene que ser una verdad que el Magisterio de la Iglesia propone como revelada por Dios. Si falta uno de estos dos elementos esenciales, no hay (ni puede haber) un Dogma de Fe. La negación (o la puesta en duda) de una verdad determinada, que no reúna los dos elementos mencionados, no puede ser nunca una herejía.

De lo dicho se sigue que todo lo que no son “dogmas de fe”, son por eso mismo cuestiones de las que se puede disentir. Serían, por tanto, “quaestiones disputatae”, según la denominación que les daba a estas cuestiones la teología escolástica medieval. Es decir, serían cuestiones que siempre pueden estar sometidas a la duda, a la discusión, incluso al disenso.

4. Los problemas relativos a la familia, ¿son Dogmas de Fe?

Ante todo, tenemos presente que una verdad teológica es “Dogma de Fe” cuando esa verdad ha sido revelada por Dios (en la Biblia o en la Tradición) y cuando, además de eso, tal verdad ha sido propuesta por el Magisterio de la Iglesia como una afirmación de Fe que ha de ser aceptada y creída como Dogma. Por tanto, no basta preguntarse si tal problema concreto (relativo al matrimonio o a la familia) se encuentra en la “revelación civina”. Además de eso, tiene que estar fuera de duda que esa verdad ha sido propuesta por el Magisterio infalible como Dogma de Fe.

Ahora bien, no existe ninguna afirmación teológica, relativa al matrimonio o a la familia, que reúna los dos elementos mencionados. Concretamente, el tema de la ley natural (al que suelen apelar los documentos eclesiásticos cuando se refieren a la familia) aparece, por primera vez, en el Magisterio solemne de la Iglesia, en la Declaración “Dignitatis Humanae” sobre la libertad religiosa, del concilio Vaticano II, en 1963. El tema de la indisolubilidad del matrimonio se menciona por primera vez, en un documento pontificio, en la Encíclica “Arvanum Divinae Sapientiae”, de León XIII, en 1880. El tema de la homosexualidad fue asunto de los manuales de teología moral, hasta que en 1975, la Congregación para la Doctrina de la Fe, en la Declaración “Persona humana”, rechaza abiertamente las prácticas homosexuales como contrarias al constante magisterio eclesial y al sentimiento moral de los fieles.

No se trata de analizar aquí estos documentos. Para lo que interesa al presente estudio, basta tener claro que ninguno de estos documentos, ni los que han tratado posteriormente estos asuntos, han sido pronunciamientos del Magisterio infalible de la Iglesia. Por tanto, no se trata de doctrinas vinculantes para la Fe de los cristianos.

En consecuencia, no se puede afirmar que los problemas que plantea la teología del matrimonio y la familia sean temas que afectan a la Fe divina y católica. No lo son. Así lo demuestra la historia de la Iglesia y de la teología cristiana.

En efecto, durante los primeros siglos de la Iglesia, los cristianos siguieron los mismos usos y costumbres, por lo que concierne al casamiento, que había en el resto del Imperio romano. Esta situación se mantuvo, por lo menos, hasta el siglo IV (J. Duss-Von Werdt, El matrimonio como sacramento, en Mysterium Salutis, IV/2, 411). Lo cual quiere decir que los cristianos de los primeros siglos no tenían conciencia de que la revelación cristiana hubiera aportado algo nuevo y específico al hecho cultural del matrimonio en sí. Por tanto, en aquellos primeros siglos, la Iglesia no tenía un Derecho matrimonial propio y específico. Es más – y esto es importante que se sepa -, la Iglesia, durante casi todo el primer milenio, no sólo se rigió en sus decisiones (también sobre el matrimonio y la familia) por el Derecho romano, sino que “la custodia de la tradición jurídica romana recayó fundamentalmente en la Iglesia. Como institución, el Derecho propio de la Iglesia en toda Europa fue el Derecho romano. Como se decía en la Ley Ripuaria de los francos (61(58)1), en el s. VII, “la iglesia vive conforme al Derecho romano” (Peter G. Stein, El Derecho romano en la Historia de Europa, Madrid, Siglo XXI, 2001, 57). Más aún, en el año 619, el concilio de Sevilla, presidido por san Isidoro, invocaba el Derecho romano como la “lex mundialis”, aceptando así su universalidad (Conc. Hispalense II, can. 1 y 3. Cf. Ennio Cortese, Le Grandi Linee della Storia Giuridica Medievale, Roma, Il Cigno, 2008, 48). Y esto se mantuvo así, no obstante las resistencias de algún que otro autor más puritano, como fue el caso de Beda el venerable. Sin embargo, desde el año 620, las Etymologiae de san Isidoro se erigieron en la fuente de referencia más importante del Derecho romano a lo largo y ancho de Europa (Peter G. Stein, o. c., 58).

Ahora bien, es importante saber que el Derecho romano no se ocupara para nada de lo que ocurría dentro de la familia. Las relaciones entre sus miembros eran un asunto privado, en el que la comunidad no intervenía. Todo el Derecho recaía sobre el poder y los privilegios del paterfamilias, en el que se concentraba toa la propiedad familiar. Y todos los poderes sobre la mujer y sus hijos. De manera que los hijos, incluso adultos, no podían poseer bienes hasta la muerte del padre (Peter G. Stein, o. c., 7-8).

Como es lógico, estas condiciones y este vacío de legalidad indican claramente que las preocupaciones de la Iglesia no se centraban en los temas relativos al matrimonio y a la familia. En todo el primer milenio, no hay documento alguno del Magisterio que hable de los siete sacramentos. Porque la teología de los siete sacramentos se elabora a partir de los comentarios al Decretum de Graciano (.s. XI). Tales comentarios se hicieron, por tanto, a partir del s. XII, cuando aparecieron los primeros libros de Sententiae o Tractatus sobre los sacramentos (las Sententiae Divinitatis y el Tractatus de sacramentis del Maestro Simón). Hasta que se impuso el tratado de las Sentencias de Pedro Lombardo, que fue aceptado como fuente de los comentarios de los grandes Teólogos Escolásticos, de los siglos XII y XIII. Pero es importante saber que hasta el s. XIV no se impuso la doctrina de los siete sacramentos (José M. Castillo, Símbolos de libertad. Teología de los sacramentos, Salamanca, Sígueme, 1981, 375-301).

Sabemos que el concilio de Trento dedicó la Ses. VII por completo al tema de los siete sacramentos. Pero, para fijar exactamente el “valor dogmático” que tienen las afirmaciones, que hizo el concilio en esta Sesión, hay que tener en cuenta dos puntos capitales: 1º) Los anathemas que impuso el concilio no significan necesariamente, en modo alguno, condenas de herejía (por ejemplo, DH 1660; 1759. Cf. P. Fransen, Reflexions sur l’anathème au concile de Trente: ETL 29 (1953) 658). 2º) La pregunta que les hicieron a los padres y teólogos del concilio fue si las doctrinas, que enseñaban los reformadores sobre los sacramentos, eran “errores” o “herejías” (CT 5, 844, 31-32). Pero no hubo manera de llegar a un acuerdo sobre este asunto. Así consta expresamente en las Actas del concilio (CT 5, 994, 11-12. DH 1600; cf. José M. Castillo, o. c., 333).

Por tanto, no es un “dogma de fe” ni que los sacramentos sean siete; ni que el matrimonio cristiano sea un sacramento instituido por Cristo. A partir de esta afirmación fundamental, hay que tener presente que toda la doctrina del Magisterio, sobre el matrimonio y sobre la familia, nunca ha sido una definición dogmática. Siempre han sido enseñanzas pastorales, catequéticas o, en todo caso, de rango inferior. Ni siquiera el concilio Vaticano II se pronunció dogmáticamente sobre los asuntos que trató. Fue un “concilio pastoral”. Esto es lo que quiso Juan XXIII y mantuvo Pablo VI.

La conclusión, que cabe deducir de lo dicho, es que todas las cuestiones y problemas, que se han planteado y se están debatiendo en el Sínodo de la Familia, son cuestiones sobre las que todos los cristianos podemos (y debemos) sentirnos libres para pensar, opinar y decir nuestra opinión, sin que por eso debamos tener miedo a atentar contra nuestra fe y nuestra fidelidad a la Iglesia.

5. Cuestiones de mayor actualidad

1. Divorcio

He dicho que el Derecho de la Iglesia, durante los diez primeros siglos de su historia, fue el Derecho romano. Pues bien, en los manuales de Derecho romano se enseña que, al menos hasta el siglo IV, la libertad para divorciarse fue casi total en la sociedad romana. A partir del siglo IV, fue en aumento una cierta reprobación social en los casos de divorcios que se efectuaban sin una causa justificada (cf. Aulo Gelio, en las Noches Áticas, en 232 a. C., que probaría la mencionada reprobación social en los casos de divorcio injustificado). A partir del siglo VI, Justiniano admite el divorcio por “justa causa”. Y se sabe, con seguridad, que la Iglesia aceptó y practicó esta legislación. Por ejemplo, el año 726, el papa Gregorio II responde a una consulta de san Bonifacio: ¿Qué debe hacer el marido cuya mujer haya enfermado y como consecuencia no puede darle el débito conyugal? “Sería bueno que todo siguiese igual y se diese a la continencia. Pero, como eso es de hombres grandes, el que no se pueda contener, que vuelva a casarse; pero no deje de ayudar económicamente a la que enfermó y no ha quedado excluida por culpa detestable” (PL 89, 525). La misma doctrina sobre el divorcio entre cristianos se encuentra en el papa Inocencio I, en respuesta a Probo (PL 20, 602-603; cf. M. Sotomayor, Tradición de la Iglesia con respecto al divorcio: Proyección 28 (1981) 102-103).

2. Homosexualidad

Este asunto es motivo y causa de enorme apasionamiento y de más enorme sufrimiento. Ambas cosas. Apasionamiento en quienes lo rechazan. Y sufrimiento en no pocos de quienes lo padecen o lo tienen que soportar, en las sociedades en que esta condición de la sexualidad humana es fuertemente rechazada.

Es de sobra conocido que algunas religiones se han opuesto, y se sigue enfrentando, con violencia a las personas de condición homosexual. En la historia del cristianismo, este enfrentamiento ha llegado, a veces, a la violencia extrema del asesinato. Antiguamente, a los homosexuales se les quemaba vivos, como se hacía con los herejes. Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, la cultura se humaniza y, sobre todo, se conoce mejor lo que es la condición humana en su totalidad, el juicio y la estimación social de este asunto se va equilibrando.

Se suele citar a san Pablo como un opositor tajante de la condición homosexual. Pero hay que matizar este juicio. Pablo, hablando desde la Torá judía, singulariza en Rom 1, 26-27 la homosexualidad únicamente para rechazarla como “contra la naturaleza”. Pero en esa tradición, como en muchas otras, la naturaleza sexual estaba determinada por la biología, el cuerpo y los genitales. Para muchas personas hoy en día, sin embargo, la naturaleza sexual está determinada por la química, el cerebro y las hormonas. Así pues, Pablo nunca se enfrentó a la pregunta que nosotros debemos responder actualmente (J. D. Crossan, J. L. Reed, En busca de Pablo, Estella, Verbo Divino, 2006, 453). ¿Qué pasa si resulta que la homosexualidad es tan “natural”, para algunos, como lo es la heterosexualidad, para otros? En todo caso, no podemos utilizar a Pablo para responder a una pregunta que Pablo, en su tiempo y su cultura, no pudo jamás hacerse, ni sospechar del problema que esa pregunta oculta.

Por esto, parece más razonable hacerse esta otra pregunta: ¿aceptó la Iglesia, en siglos anteriores y en algunos casos, el matrimonio homosexual?

El Derecho romano, que la Iglesia aceptó e hizo suyo, reconocía dos definiciones de matrimonio. Así lo indican los manuales de Derecho romano (Antonio Fernández de Buján, Derecho Privado Romano, Madrid, Iustel, 2008, 134-135). Una de estas definiciones se encuentra ya en Ulpiano (Digesto, 1. 1. 3) y fue desarrollada por Modestino (D. 23. 2. 1), que entiende el “matrimonio, coniunctio maris et feminae, la unión del hombre y la mujer”. La otra definición está también en Ulpiano (D. 24. 1. 32. 13): “No es la unión sexual lo que hace el matrimonio, sino la afección, affectio, matrimonial”. Como es lógico, la”afección matrimonial” se puede dar y vivir lo mismo entre personas de distinto sexo que entre personas del mismo sexo. Es verdad que la definición de Modestino (“unión de hombre y mujer”) es la que prevaleció en el Decretum de Graciano y, de ahí, pasó al Derecho Canónico. Sin embargo, la segunda de las definiciones mencionadas quedó también recogida en las Instituciones de Justiniano (A. Fernández de Buján, o. c., 135). De forma que donde se pone el acento, en ambas definiciones, es en “el proyecto de vida en común” (o. c., 135). Es evidente que tal proyecto se puede realizar lo mismo entre personas de distinto sexo que entre personas del mismo sexo.

Por lo demás – y esto es fundamental -, esta legislación tuvo que traducirse en hechos. O quizá lo que sucedió es que esta legislación era la que correspondía a hechos que se vivían ya en la Edad Media. Esto es lo que demuestra el estudio de John Boswell, Las bodas de la semejanza (Barcelona-Madrid, 1996). La tesis de la obra de Boswell es que los homosexuales existieron en la sociedad medieval occidental, sin ser perseguidos de forma significativa, existiendo también una subcultura gay que era tolerada. A partir del siglo XIII, se acentúa la tendencia hacia la uniformidad en las sociedades cristianas europeas y el fortalecimiento de las autoridades tanto religiosas como civiles, cosa que se puso de manifiesto en la persecución contra los albigenses a los que se acusaba de practicar la sodomía y de cometer delitos “contra natura”. Además, Boswell demuestra que existían rituales para la celebración de la unión matrimonial entre personas del mismo sexo. La plegaria de estos rituales matrimoniales decía: “Bendice a tus siervos N. y N., no unidos por naturaleza… Y concédeles amor recíproco y que permanezcan libres de odio y escándalo…” (John Boswell, o. c., 490-491; cf. Javier Gafo, “Cristianismo y Homosexualidad”, en Javier Gafo (ed.), La homosexualidad: un debate abierto, Bilbao, Desclée, 3ª ed., 1998, 189-222).

6. Reflexión final

Es evidente que la institución familiar es la base sobre la que se sostiene la firmeza y la consistencia del tejido social. Una sociedad en la que la familia se desestructura y se rompe es una sociedad que se autodestruye. En una sociedad así, la violencia se desata hasta límites que no imaginamos. Por el contrario, en las peores circunstancias de crisis social, si la familia es sólida, la sociedad se sostiene y mantiene a las personas y a las instituciones. Lo hemos visto en la crisis económica y política de Europa. La unidad familiar ha sido decisiva para mantener una ayuda y una protección segura a quienes los parados y, en general a quienes se han visto en dificultades. Es bien conocida la ayuda que han prestado los pensionistas a los hijos parados, a los niños, a los enfermos, etc.

Es evidente también que la familia tradicional está evolucionando. Es un hecho que el elemento determinante de la familia ya no es el matrimonio, sino la pareja. Y el factor decisivo, para el mantenimiento de la pareja, es la comunicación basada en la relación pura (Anthony Giddens, o. c., 73-75). Se trata de la relación “basada en la comunicación emocional”. La relación que se basa en aquella forma de comunicación humana en la que “entender el punto de vista de la otra persona es lo esencial” (o. c., 75). Insistir en este punto, mantenerlo y enriquecerlo, todo esto es mucho más importante que resolver los problemas teológicos tradicionales de la familia. Problemas que fueron planteados por teólogos solteros. Y ahora son de nuevo los solteros los que pretenden resolver los problemas que ellos plantearon Y problemas que los clérigos solteros les metieron en la cabeza a los laicos.

Seamos, pues, respetuosos todos, unos con otros. Y, en lugar de discutir cuestiones que no van a resolver los verdaderos problemas que hoy tienen tantas familias, seamos honestos todos. Reconozcamos nuestras limitaciones. Y pongámonos a buscar las verdaderas soluciones.

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Carlos Osma: Creyente, protestante, luchador contra la discriminación por razón de orientación sexual

Lunes, 22 de diciembre de 2014
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Manuel LópezInteresante entrevista que hemos leído en el blog Homoprotestantes

El periodismo evangélico en España de luto

La entrevista que a continuación podéis leer, la realizó hace ahora ocho años Manuel López (en la primera fotografía) para la revista Lupa Protestante. Una entrevista que dice mucho más de él que del entrevistado. En ella queda claro el interés de Manuel López por estar cerca de la realidad, su naturalidad para acercarse a experiencias diferentes a la suya y que en la mayoría de entornos evangélicos son todavía hoy tabú. Pero también su valentía para denunciar y desenmascarar a las entidades evangélicas más fundamentalistas.
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Esta madrugada ha fallecido en Dénia este fotoperiodista que con su cámara ha reflejado como pocos la historia reciente de nuestro país. También un articulista al que muchos hemos seguido desde hace años en diferentes medios de comunicación evangélicos, y que parecía no tener miedo a decir con absoluta claridad lo que pensaba.
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Echaremos de menos tus reflexiones.
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Nuestro más sentido pésame a su familia y a sus amistades…  
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IMG_0052Carlos Osma, (segunda fotografía) 33 años, licenciado en Ciencias Matemáticas y profesor de un instituto de secundaria en la provincia de Barcelona. Cristiano comprometido con el seguimiento de Jesús de Nazaret y miembro de una Iglesia Evangélica en Barcelona. Estudia teología en el SEUT y en este momento está realizando un posgrado en “Diálogo Interreligioso Ecuménico y Cultural”. Miembro colaborador y ex-vicepresidente de la Asociación Cristiana de Gays y Lesbianas (ACGIL).
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-¿Cuál es tu experiencia como creyente gay en tu iglesia local [Iglesia Evangélica de Barcelona-Centre]?
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Fue en esta comunidad donde yo descubrí por primera vez, lo que siempre me habían enseñado desde niño: que el evangelio era liberador. Hasta ese momento había sido para mí una especie de red tejida de innumerables versículos que servía para atrapar a las personas.
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Anteriormente había compartido escuela dominical, reuniones de jóvenes, alabanzas, oraciones…con personas a las que aprecio y de las que en muchos casos he aprendido mucho. Pero en aquel entorno cada vez me sentía más fuera de lugar, más rechazado, más obligado a callar… la iglesia, sin saberlo, me hacía daño.
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Lo que más me agradó de Tallers fue el mensaje actual, respetuoso y dialogante con la sociedad. Su intento de entender y ser luz en el lugar en el que esta. Pienso que este es el camino para poder dar una respuesta evangélica a la realidad que nos ha tocado vivir. Muchas comunidades optan por alejarse, por no ser de este mundo. Yo creo que eso no es evangelio.
Mi pareja y yo siempre nos hemos sentido parte de la comunidad. Apreciados y respetados como uno más. En ella podemos crecer y compartir con otros creyentes, podemos vivir en comunidad, cosa que al principio creíamos que iba a ser imposible.
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-¿Qué valoración te merece la decisión de la FEREDE de amenazar con retirar el carné de ministro a los pastores que oficien matrimonios religiosos evangélicos?
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Respecto a la reacción que ha tenido hasta ahora, te diré que me ha parecido bastante decepcionante.
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En primer lugar el comunicado consensuado entre FEREDE, la Conferencia Episcopal, las Comunidades Judías y el Vicario Ortodoxo de Madrid, el 19 de Abril del 2005 pidiendo protección para el matrimonio heterosexual fue, como poco, sorprendente. Con todo lo que ha ocurrido en nuestro país, con todas las reformas legales aprobadas en los últimos años, con la participación de nuestro país en una guerra…por primera vez en la historia de España, si no me equivoco, estas cuatro confesiones se unían para dar un comunicado conjunto.
Esto puede dar una idea de lo terrible que les parecía el matrimonio entre personas del mismo sexo. …
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Además, aunque el comunicado era muy respetuoso, el mismo título era ridículo: “protección del matrimonio heterosexual”. Como hoy día podemos observar su aprobación no ha perjudicado para nada al matrimonio tradicional. Pero ¿Por qué había de hacerlo? No encuentro la razón, por la que personas que tienen padres, hermanas, hijos, amigas…heterosexuales querrían perjudicarles.
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En segundo lugar, respecto a la amenaza sobre la que me preguntas, creo sinceramente que ha ido más allá de sus competencias y del sentido para el cual fue creada. La FEREDE no puede jugar a ser una Conferencia Episcopal Evangélica, que intenta imponer una visión determinada. Dentro de ella hay iglesias que tienen todo tipo de creencias, muchas de ellas discutibles, sobre diversos aspectos. Por poner un ejemplo, en muchas de estas comunidades la mujer sufre una verdadera discriminación eclesiástica.
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No creo que la decisión de casar a homosexuales atente contra ningún pilar básico de la fe evangélica, algunas iglesias europeas o americanas, con una antigua tradición y una enorme reflexión teológica, ya lo realizan desde hace años. Por lo tanto se entromete en la decisión que cada comunidad debe realizar en conciencia.
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Pienso que en la práctica esta amenaza quedará en nada. La mayoría de evangélicos españoles nos casamos primero por el juzgado y después realizamos la bendición en la iglesia. El matrimonio para el creyente evangélico no es un sacramento. Después de casarse por el juzgado cualquier pareja evangélica de nuestro país puede encontrar a un pastor o pastora que les realice una ceremonia particular en cualquier lugar que ellos deseen y se sentirán y estarán perfectamente casados, pese a quien pese.
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-Más dolorosa para vosotros, creyentes homosexuales, habrá sido sin embargo el Manifiesto homófobo de la Alianza Evangélica del pasado verano, ¿no?
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Considero que dicho manifiesto es doloroso para todos los evangélicos. La AEE hace una distinción perversa entre los que afirman la autoridad de la Biblia, que no podían ser otros más que ellos, y los que la rechazan, que son los que piensan diferente a ellos. Una mentalidad semejante a la religiosidad de siglos atrás, que condujo a graves problemas y enfrentamientos entre diferentes confesiones. Muestra del auge del fundamentalismo religioso que también está viviendo actualmente el cristianismo.
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Como mínimo debería tener respeto a las diferentes interpretaciones, respeto a los que intentan reflexionar sobre el tema, y no pensar, que por llegar a diferentes conclusiones, lo hacen de forma interesada. Existe una reflexión profunda y sincera sobre la interpretación de la Biblia desde hace siglos dentro de las iglesias cristianas.
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La AEE no tiene la posesión y la interpretación correcta de la Biblia, es lícito que defienda lo que cree correcto, pero para llegar a esta conclusión debe intentar ser objetiva. No se parte de una verdad y se pasa por encima de la realidad, sobre todo cuando esa realidad son personas de carne y hueso. Hay que partir de la situación concreta para interpretar la voluntad de Dios que contiene la Biblia, así lo hizo Jesús. “No está hecho el hombre para el sábado, sino el sábado para el hombre”.
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Por otro lado deja claro su talante, no hay nada que debatir, nada de lo que hablar. Quizás pensaría diferente si tuviese la valentía de dejar hablar a todas las personas homosexuales que pertenecen a sus iglesias. Quizás les dirían que el silencio al que han sido obligados, que los matrimonios a los que han sido animados, que la renuncia a la afectividad que les han exigido, les ha producido mucho dolor, a ellos y a las personas que han arrastrado con ellos. ¿Cómo es posible que el evangelio haya destruido la vida de tantos evangélicos homosexuales? Sólo tienen que abrir los ojos, mirar dentro de sus propias comunidades. ¿Qué iglesia es esa en la que una persona homosexual no puede compartir sus sentimientos y tiene que fingir? ¿Dónde queda aquello de que la verdad nos hará libres? La AEE tarde o temprano, más bien parece lo primero, tendrá que mirar a todas estas personas y decirles que les ha engañado.
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-Una interpretación externa ecuánime de los datos dice, sin embargo, que la AEE es una entidad teocrática en el más estricto sentido fundamentalista y la FEREDE una entidad democrática de representación orgánica. Así, mientras el Manifiesto de la AEE habría sido elaborado por la dirección doctrinal de la entidad, FEREDE sometió a votación la propuesta de la Permanente. No falta quien interpreta como signo muy positivo el hecho de que el rechazo a la propuesta de retirada de carnés de la FEREDE haya sido rechazada por 243 sobre 1.118 votos representados, lo que viene a ser el 21,7% no del voto del pueblo evangélico, sino de los representantes de los distintos establecimientos eclesiásticos de federaciones de iglesias y organizaciones. ¿Qué lectura haces tú de este dato?
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No estoy tan seguro que en la práctica haya una diferencia real en como han actuado las dos. La propuesta de FEREDE no debería haberse presentado, está fuera de sus competencias. Invade la responsabilidad de las diferentes iglesias. Es un precedente que podría repetirse con muchos otros temas en el futuro y esto debería haberse tenido en cuenta.
Un 80% de los evangélicos no puede imponer al resto su opinión sobre un tema que no tiene que ver con la esencia de la fe evangélica. Vuelvo a repetir que en este momento ya hay, en Europa y América, varias iglesias históricas que realizan bendiciones de parejas del mismo sexo, y muchas otras están debatiendo y reflexionando sobre el tema.
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Tanto la FEREDE como la AEE han hablado, discutido o impuesto opiniones sin preguntar absolutamente nada a los homosexuales evangélicos. Nos han ignorado al igual que ellos dicen sentirse ignorados por el gobierno en muchos momentos. En mi opinión han perdido credibilidad. Los representantes de una iglesia que durante años vivió la falta de reconocimiento y la discriminación del Estado, reproduce este comportamiento en cuanto cree estar en una situación de superioridad.
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Como mínimo deberían haber mostrado empatía, seriedad y responsabilidad por las personas a las que representan. Entre ellos a muchos homosexuales evangélicos. Nosotros no funcionamos con porcentajes, funcionamos con personas reales, y ambas han intentado silenciarnos.
La Asociación Cristiana de Gays y Lesbianas (ACGIL) envió una carta a FEREDE pidiendo ser escuchados y tenidos en cuenta antes de tomar cualquier decisión. La FEREDE ni siquiera nos ha respondido, no ha querido recibirnos. Juega a negarnos, como han hecho siempre hasta ahora. Si hablase con nosotros tendría que reconocer que existimos. De todas formas, el simple hecho de amenazar a los pastores y a las iglesias que realicen matrimonios entre personas del mismo sexo, es una forma de reconocernos.
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-Si las estadísticas universalmente acepadas son no sólo buenas, sino que se extienden también al mundo de la religión, y concretamente a “nuestro pequeño mundo tan feliz” de las iglesias evangélicas, hemos de convenir que en una congregación de 100 miembros, once de ellos son homosexuales…
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No creo que sea importante entrar en una guerra de cifras y porcentajes… algunos dicen un 3% otros un 10%. Lo importante es saber que hay gente, que existen personas que pasan por esta u otra situación y que viven a nuestro alrededor, como creyentes podemos ignorarlos o podemos intentar entenderlos.
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La iglesia evangélica en general no ha sido un lugar de acogida para homosexuales, sino todo lo contrario. Los homosexuales evangélicos sólo hemos tenido dos posibilidades:
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La primera, vivir una doble vida, lo cual es muy doloroso para nosotros y para personas de nuestro alrededor. Hay muchos homosexuales dentro de las iglesias que se rechazan, que luchan contra su orientación, que intentan ser fieles a parejas que quizás quieran pero que no desean.
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La otra posibilidad, abandonar la iglesia, es la que tristemente más se está dando, se la identifica con opresión, con dolor, con mentiras, con intolerancia…la liberación que el evangelio nos promete la encontramos fuera de la iglesia. Por eso entre los homosexuales se está creando una verdadera fobia a todo tipo de religión, cada vez es mayor el rechazo de los homosexuales hacia la iglesia.
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Esto debería llevar a una reflexión, ¿Cómo es posible que una doctrina tan aparentemente clara, produce tanto dolor en la gente? ¿Por qué los no creyentes homosexuales son personas con una vida más plena que sus homólogos creyentes? ¿No está la iglesia alejando de ella a unas personas a las que en ningún momento ha intentado escuchar?
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-Una Historia de la Iglesia desde la perspectiva de género llevada a las últimas consecuencias, la orientación sexual de los hombres y, en mucha menor medida, mujeres que han dejado huella en el desarrollo del cristianismo a través de los siglos, todavía no está escrita, y no cabe duda que el tema tiene madera de “bestseller”. ¿Atribuyes esta laguna en la bibliografía de la religión cristiana a la autocensura o el pudor de autores que podrían investigar en esta línea, a la carencia de fuentes fiables, o acaso a la larga sombra de los despachos eclesiásticos?
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El tema de la homosexualidad ha sido un tabú dentro de nuestra sociedad Cristiana, la construcción de la propia identidad por parte de un homosexual ha sido casi un imposible hasta una época muy reciente. La autocomprensión que tenía una persona que se sentía atraída por personas de su mismo sexo y la que tienen los homosexuales actuales tiene muy poco que ver. Ha hecho falta una construcción del hecho homosexual, igual que se construyó de una determinada forma el heterosexual. Hacerlo dentro de una iglesia Cristiana es algo que todavía esta por conseguir.
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Por esto y muchas otras cosas más, el estudio de este tema dentro de iglesias o sociedades similares a la nuestra es difícil, aunque no imposible. Hay autores que lo han hecho y creo yo que con buen resultado. Un ejemplo sería John Boswell con dos obras muy recomendables: “Las bodas de la semejanza” (Barcelona. Editorial Muchnik, 1996) y “Cristianismo, tolerancia sexual y homosexualidad” (Barcelona. Editorial Muchnik, 1992). Por otro lado tenemos a Mc Neill con el libro: “La Iglesia ante la homosexualidad”. (Barcelona. Editorial Grijalbo, 1979). En nuestro país el Doctor Mirabet i Mullol escribió en el año 2000 “Homosexualitat a l’inici del segle XXI” (Barcelona. Editorial Claret), pero hay muchos más…
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-¿Qué receta tienes para “salir del armario” en las iglesias y el mundo religioso en general?
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Recetas ninguna, tengo muy claro que lo que me ha servido a mí puede que no le sirva a otro. Yo pensé que debía hacerlo, que debía ser sincero con mis sentimientos y con los demás. La mejor forma de decir que la iglesia a la que asistía y que los creyentes con los que compartía la fe, me importaban, era ser real, no esconderme.
No entiendo de otra forma el evangelio. No veo a Jesús diciéndoles a sus discípulos que recogiesen espigas el día de reposo pero que no se lo comentasen a nadie. Tampoco veo a Jesús escondiéndose cuando comía con prostitutas y publícanos. El cristiano debe intentar ser coherente con la realidad que Dios le ha dado. Debe vivir en luz, no en oscuridad, aunque nadie dice que esto sea fácil.
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De todas formas tengo que decir que al principio pensé que el ser sincero con la iglesia significaba perderla. Cuando tome la decisión lo hice teniendo en cuenta esto. Tenía muy claro sin embargo que un lugar donde tuviese que vivir el evangelio de forma represiva tampoco era el lugar más apropiado para vivirlo. También he perdido cosas o personas, pero he ganado otras que han superado con creces las que tenía antes. Sobre todo, con esta experiencia, se aprende mucho de lo que es y lo que no es importante. De la falsa religiosidad, de la hipocresía, del fariseísmo…pero también del amor y del cristianismo auténtico.
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-¿Qué aconsejarías a los creyentes gays o lesbianas que no se atreven a salir del armario” o han decidido no hacerlo?
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El enfrentarse al rechazo, el estar dispuesto a perder cosas que consideras básicas, el miedo de ver sufrir a otras personas….todo esto está en la mente de muchos gays. Ante esto yo no puedo decir nada, la decisión es personal.
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Sí que diré que la iglesia debería crear un contexto donde las personas no tuviesen que pasar por una situación de dolor como esta. Sería preciso construir un clima donde todos los creyentes se sientan acogidos y donde perciban el amor de Dios. Por la experiencia de muchos cristianos y la mía propia diré que esto en la mayoría de ocasiones no es así.
Hay un texto de Martin Luther King que a mí me ayudó mucho en estos momentos de soledad y dolor: “Cuando estamos rodeados de la oscuridad de algún Egipto opresor, Dios es la luz sobre nuestro camino. Nos proporciona la fortaleza necesaria para soportar las pruebas de Egipto y nos da el coraje y el poder de emprender el camino que se abre delante nuestro….Está con nosotros no solamente en el mediodía de la plenitud, sino también en la medianoche de la indefensión”.*
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Considero necesario para todos poder tener un lugar, una entorno donde poder abrirse tal y como son. El dolor de todos estos creyentes tiene también mucho que ver con el sentimiento de soledad. Mi consejo sería encontrar a unas personas con las que poder hablar de todo esto. El primer día que yo lo hice sentí dolor, una especie de sentimiento de derrota, pero también una liberación.
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Nuestra asociación ACGIL pretende ser un lugar donde cualquier homosexual puede encontrar cristianos que han pasado por una situación similar a la suya. A pesar de esto diré, que no hace falta ser gay para entender a un gay, lo que se necesita es amor para entender el sufrimiento de otro ser humano. Personas que son capaces de ponerse en el lugar del otro existen a nuestro alrededor, en general todos los creyentes deberíamos ser así.
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-La virulenta ofensiva desde entornos ultraconservadores del “modelo bíblico” de familia parece campar por sus respetos, dada la escasa o nula relevancia de las voces críticas de sectores liberales de la Iglesia. ¿Qué estrategia proponen los colectivos de creyentes homosexuales?
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¿El modelo bíblico de familia cuál es? Miente la persona o institución que diga que la Biblia propone un único modelo de familia, y sobre todo miente el que afirme que ese modelo es lo que nosotros llamamos familia tradicional.
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El cristianismo debería tener también en cuenta el modelo de familia que Jesús propuso. ¿Es este modelo la familia tradicional? ¿Se agota en ella o va más allá? No digo que esto tenga una respuesta clara, pero creo que es un tema que debe ser profundizado y tenido en cuenta. Halvor Moxnes lo hace en su libro: “Poner a Jesús en su lugar. Una visión radical del grupo familiar y del Reino de Dios” (Estella. Editorial Verbo Divino, 2005).
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El modelo de familia occidental que poco a poco se va imponiendo, aquel en el que la relación se establece en un plano de igualdad, y en el que el hombre ya no es dueño y señor de la casa, es evidentemente un modelo más justo. Gracias a esta nueva visión de iguales entre los elementos de la pareja, ha sido posible creo yo, que una relación entre dos personas del mismo sexo también se conciba como matrimonio. Y esto es bueno, porque en el fondo se está diciendo que es el amor, la ayuda mutua, el compartir…lo que constituye el núcleo del matrimonio y no la procreación o el sexo de los contrayentes.
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-Pero ahí está latente el riesgo de escandalazo público el día en que dos personas del mismo sexo se presenten en el culto principal de una iglesia cogidos o cogidas de la mano, declarándose novios amantes y pidiendo contraer matrimonio religioso evangélico… ¿Qué respondes a la pregunta-tipo de “Cómo explicar esto a los niños”?
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Las cosas pueden hacerse de otro modo, ya no es necesario, y creo que en general no queremos, montar espectáculos. El enfrentamiento no es el camino, a mí no me gustaría que el día de mi boda fuese un día de reivindicación o de lucha. Es un día de amor, con mi pareja, con mi familia. Evidentemente sin buscarlo se convierte en todo lo anterior, y esto frena un poco…pero este plus no se lo damos nosotros. Nosotros solo queremos vivir nuestro amor y nuestra fe como el resto de creyentes.
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En cuanto a lo de explicar esto a los niños, te diría que hay mucha hipocresía en todo este tema. No se trata de que podemos confundir a los niños, sino de una utilización de los niños para defender nuestra exclusión. No es una tarea difícil hablarlo con ellos, el amor es quizás una de las cosas que se percibe mejor en la niñez. Los homosexuales no somos entes abstractos que vivimos en otro mundo, somos mujeres y hombres que vivimos rodeados de hijos, hijas, sobrinos, nietas… la mayoría de ellos son capaces de apreciar nuestro amor.
Siempre me sorprende que las personas piensen en los niños como potencialmente heterosexuales y se olviden que un porcentaje de ellos serán homosexuales. Un mundo donde los niños no encuentren diferencias y vean las diferentes variantes de la sexualidad humana como algo enriquecedor, hará que muchos de ellos no tengan que enfrentarse al sufrimiento y la exclusión que les espera.
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-La normalización que ha llevado a cabo el gobierno Zapatero en este tema se ha “pasado un pueblo”, a decir de muchos, al llamar matrimonio a lo que una mayoría de la población no ve nada mal que se llamase “unión civil”. ¿No crees que el mismo reconocimiento jurídico, pero usando el término “unión civil” hubiese evitado crispación probablemente evitable?
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Durante años las asociaciones gays lucharon por mejorar las leyes de parejas de hecho en España. El gobierno del PP no quiso ni oír hablar de esto. Por otro lado en la gran mayoría de iglesias, la cosa estaba clara, los homosexuales no teníamos ningún tipo de derechos. Incluso éramos expulsados directamente y tratados como enfermos.
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Las situaciones extremas a las que llegaron muchas parejas homosexuales, cuando uno de ellos moría, cuando había separaciones, cuando tenían hijos, eran absolutamente ignoradas por el gobierno y ni que decir tiene, por la iglesia.
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Hoy son estos grupos los que se quejan de la utilización de la palabra matrimonio. Yo me pregunto: ¿Es la palabra el problema? En mi opinión, les ofende que se pongan al mismo nivel dos cosas que para ellos son tan diferentes. Es insultante para muchos heterosexuales que la relación entre dos mujeres o dos hombres se equipare a la suya. Probablemente no conocen ninguna de cerca, pero les ofende. Pero como cualquier observador objetivo puede ver, la unión entre dos personas no es diferente por el género de los que la forman, por tanto deben recibir el mismo nombre.
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La palabra matrimonio permite no sólo terminar con la discriminación legal, sino dar un paso hacia adelante para terminar también con la discriminación social.
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-La Biblia, esa temible arma arrojadiza en manos de los gurús del televangelismo fundamentalista, contiene pasajes ambiguos desde el punto de vista heterosexual, como la amistad de David y Jonatán. Obviamente, son temas que raramente salen a la luz -y cuando osas sacarlos a la luz, te crucifican-. ¿Qué estrategia razonable se te ocurre para una revisión de la Biblia desde el hecho de la sexualidad?
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No soy teólogo o especialista bíblico, pero hay una pregunta importante: ¿cómo entendemos la inspiración de la Biblia? Ese es el tema que realmente levanta ampollas. Si como algunos proponen debe ser leída literalmente, la cosa es complicada, no digo que imposible, y no únicamente para los homosexuales sino para muchas otras personas. En el fondo siempre hay una interpretación, se quiera aceptar o no. La Biblia contiene ideas y pasajes tan sumamente duros que tomados al pie de la letra nos llevaría a serias contradicciones con pilares básicos del cristianismo como por ejemplo el amor.
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Si escogemos el camino de la literalidad, deberíamos partir del hecho objetivo de que la Biblia no condena las relaciones entre dos personas del mismo sexo como las conocemos hoy. Los autores bíblicos desconocen el concepto de orientación sexual, dan por sentado que todo el mundo es heterosexual y por tanto las relaciones homosexuales son una desviación. Actualmente sabemos que esto no es así, y más aún, el sentido común nos dice que la desviación sería que una persona homosexual tuviese relaciones sexuales con otra de distinto sexo. Esto le sería ir contra natura.
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A nivel práctico diré que cuando una pareja heterosexual y occidental del siglo XXI se identifica con una pareja heterosexual, judía del siglo I d.C. o del siglo III a.C., está haciendo un ejercicio nada sencillo. Es capaz de entender que hay elementos que no comparte y que forman parte de la época y de otra cosmovisión distinta a la suya. A pesar de eso se identifica con el amor entre estas personas. ¿Por que una pareja homosexual no puede hacerlo? ¿Es más lícito que una mujer de nuestro país identifique su matrimonio con el de Raquel y Jacob? ¿Dónde pone a Lea?
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-“Mujer y hombre los creó”. ¿Cómo explicas desde el campo homosexual la lectura de este pasaje?
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Este texto sobre los orígenes del ser humano es interesante porque pone en pie de igualdad al hombre y a la mujer. Dios creo al ser humano en dos variantes: hombre y mujer. Muchas veces se olvida este primer texto y se hace más hincapié en el segundo: “No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda idónea.”(Gn 2:18). Que suele interpretarse poniendo al hombre en el centro de la creación y a la mujer como una ayuda para él más perfecta que lo fueron los animales antes creados.
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No veo ninguna conexión directa entre este texto y la homosexualidad. El problema está más bien en pensar que un hombre sólo puede sentirse atraído por una mujer para ser verdadero hombre, o hacer el mismo razonamiento en el caso de las mujeres.
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La realidad nos muestra que una cosa es la identificación con el género masculino o femenino y otra la orientación sexual.
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Dios nos ha creado como mujeres y como hombres, altos y bajos, zurdos y diestros, rubios y pelirrojos, heterosexuales, homosexuales, bisexuales…. y nosotros debemos ser agradecidos de lo que Dios ha hecho en nosotros. Pero no sólo agradecidos, sino actuar con responsabilidad, creo que sería un gran error querer ser y vivir de forma diferente a como
Dios nos ha creado. Hay que ser coherentes con la realidad.
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-En tu opinión, ¿cuánto nos falta para superar los recelos, desde uno y otro campo?
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Recelo de los homosexuales hacia la iglesia existe y creo que es comprensible. En estos últimos años no ha habido otro colectivo en nuestro país que haya sido más veces insultado por las iglesias. Pero cada vez más, este recelo se dirige hacia los dirigentes, y menos hacia el resto de creyentes con los que conviven. Es aquí donde creo yo, estará el acercamiento en los próximos años. La convivencia real entre todos, homosexuales u heterosexuales, permitirá un conocimiento mutuo que hará caer todo tipo de prejuicios. No se verá al otro como enemigo, sino como prójimo. Las personas sinceras verán el amor que existe en una pareja de personas del mismo sexo, y los homosexuales el miedo equivocado de muchos creyentes, a no ser fieles a Dios.
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Es necesaria por tanto la valentía de algunas iglesias, como en nuestro país la IEE, que apuestan por al reflexión, por el encuentro y el conocimiento. Desde aquí le animamos a seguir por este camino nada fácil pero si justo y evangélico. Creo que con el tiempo muchos cristianos verán que la homosexualidad es únicamente una forma más de discriminación, y que es tarea de toda la iglesia luchar contra ella. Tendrán que reconocer otra vez más, que la sociedad ha sido más sensible a la injusticia que los propios creyentes.
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Por desgracia algunas comunidades no quieren saber nada de este diálogo, para ellos todo está claro. Actúan con miedo, como si la homosexualidad fuese una amenaza a la Biblia y al cristianismo. Son incapaces de verla como una oportunidad de tener un conocimiento más profundo de la creación y de la palabra de Dios.
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Me recuerdan en esto al cardenal Bellarmino que fue incapaz de mirar por el telescopio como Galileo le pedía. Tenía verdadero terror a que su visión sobre el cosmos, que el encontraba en la Biblia, fuese falsa.
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Carlos, muchas gracias por tus declaraciones a Lupa Protestante.
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Manuel López

Cristianismo (Iglesias), Espiritualidad, General, Homofobia/ Transfobia., Iglesias Evangélicas , , , , , , ,

San Sergio y San Baco

Martes, 7 de octubre de 2014
Comentarios desactivados en San Sergio y San Baco

1064Hoy celebramos la festividad de estos dos mártires. Nos encomendamos a ellos y les encomendamos tantos  hermanos y hermanas perseguidos, calumniados, golpeados, asesinados… Y que ayuden a los padres sinodales a volverse al Dios de la Misericordia para así abrir las puertas de la Iglesia de par en par a los excluídos.

SANTOS SERGIO Y BACO

(Festividad: 7 de Octubre)

Todavía en el siglo X, una crónica define a Sergio como “dulce compañero y amante” de Baco. Otra más antigua* (probablemente, del s. V) dice que eran “en su amor a Cristo cual una sola persona”. En el s. VI, el patriarca Severo de Antioquía reprobó citarlos por separado: “No debemos separar en el lenguaje a quienes están unidos en la vida”.

A finales del s. III, Sergio y Baco eran soldados romanos de elevada posición, gozando de la confianza personal del emperador. De ninguno de los dos se dice que tuvieran esposa.

Sabedores sus enemigos envidiosos de que eran cristianos, los denunciaron. Aquello provocó la ira del emperador, quien les ordenó ofrecer sacrificios a los ídolos. Como se negaran, los humilló vistiéndolos como mujeres y haciéndolos desfilar por la ciudad, en una clara burla a la masculinidad de los amantes. Ellos respondieron entonando salmos “con una sola boca” (expresión típica de los relatos de martirio de matrimonios heterosexuales). Fueron entonces entregados a la tortura.

Como perseveraran en su fe, Baco fue flagelado con látigos de cuero sin curtir (en otras crónicas, con nervios de buey) hasta la muerte. Sergio “con el corazón enfermo por la pérdida de Baco, lloraba y gritaba: (…) Te han desunido de mí, has ido al cielo y me has dejado solo en la tierra, sin compañía ni consuelo”. Aquella noche el espíritu de su amado se le apareció y le animó a afrontar el martirio: “Para mí la corona de la justicia es estar contigo”.

Al día siguiente, Sergio fue obligado correr quince kilómetros, calzado con unos zapatos cuyas suelas estaban llenas de clavos que se hundían en la carne. Pero por la noche un ángel le curó los pies, que quedaron como si nada. Contrariado, el verdugo le obligó a recorrer de nuevo la misma distancia con la misma tortura en los pies, y como Sergio permaneciese firme pese a todo, mandó decapitarlo. Sucedió en Siria, el año 303 o 309 (según la versión).

En su iconografía, que se remonta al s. IV, se les representa unas veces cabalgando juntos, otras a la usanza en que representaban a los matrimonios, con la efigie de Jesús entre sus cabezas como símbolo de unión – como en el icono del Monasterio de Santa Catalina del Sinaí, datado en el s. VII -.

La intercesión de los santos Sergio y Baco era invocada en las liturgias de unión homosexual bendecidas por la Iglesia, tanto en Oriente como en Occidente, y de las que el texto más antiguo data del siglo VIII (haciéndose a su vez eco, al parecer, de usos que se remontarían a los ss. II-III).

Pese a que en Occidente, a partir del s. XIV, tales uniones empezaron a ser proscritas – sin que el Papa llegara a pronunciarse explícitamente contra ellas: habría supuesto reconocer su arraigo tradicional, y lo que se quería era borrar su memoria -, su arraigo en los Balcanes siguió siendo tal que en Albania aún sobrevivirían hasta el s. XVIII. (Cf. BOSWELL, John. “Las Bodas de la Semejanza.”)

Sergio y Baco2
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* Los pasajes entrecomillados a continuación son citas de la misma.

Cristianismo (Iglesias), General, Homofobia/ Transfobia. , , , , , ,

“Religiones y homosexualidad. Cuando la fe sale del armario”, por Joseph Runzo. Catedrático de filosofía y estudios religiosos en la Universidad de Chapman, editor de Love, sex and gender in the world religions

Miércoles, 24 de septiembre de 2014
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NOLODUDESDIOSTEAMALeído en la página web de Redes Cristianas

(Tomado de la Revista Dialogal de la Asociación UNESCO para el Diálogo Interreligioso. Nº 12 de invierno 2004. Traducción del catalán: José Naranjo Estrada. Barcelona, 2013)

La polémica sobre el matrimonio homosexual nos hace peguntarnos qué dicen las grandes religiones sobre la homosexualidad. El recorrido histórico por las diversas tradiciones, a cargo del profesor Joseph Runzo, se complementa con entrevistas a personas que reúnen la doble condición de practicantes de la propia religión y homosexuales. (Entrevistas realizadas por Manuel Pérez Browne)

La sexualidad siempre ha planteado dificultades a las tradiciones religiosas de la humanidad. El sexo es uno de los impulsos más poderosos que nos mueven a los seres humanos y se puede percibir como una amenaza a la autoridad y a la tradición porque esta fuerza tan poderosa puede conducir a conductas fuera de las normas establecidas. En nuestro mundo de hoy las cuestiones sobre la homosexualidad ocupan un lugar destacado.

No hay una respuesta sencilla a la pregunta sobre “¿cómo han considerado la homosexualidad las religiones del mundo?” En primer lugar no hay una única respuesta que cubra colectivamente a todas las religiones del mundo. Pero además, a la larga, cada tradición desarrolla una compleja historia de ortodoxias sobre cualquier tema crucial. Así la cuestión de la homosexualidad provoca respuestas diversas al interior de las tradiciones porque lo que en el pasado se consideraba moralmente aceptable o inaceptable puede cambiar. Por ejemplo históricamente las religiones han aprobado determinadas actitudes y prácticas relacionadas con la sexualidad que ya hoy no se consideran aceptables: considerar a las mujeres como posesiones sexuales (escrituras hebreas), cuestiones de pureza relacionadas con el semen y el flujo mensual (ideas hebreas e induistas), poligamia (que ya no se practica en muchos países donde gran parte de la población es musulmana) y prostitución (Tomás de Aquino la veía como un baluarte contra la homosexualidad).

Las religiones del mundo

descargaLa religión viva más antigua del mundo es el hinduismo. En el hinduismo la conducta heterosexual siempre ha recibido más atención que la conducta homosexual. Históricamente la homosexualidad ha sido prohibida. En las Leyes de Manú, una codificación sistemática de cuestiones morales recopilada por brahmanes de las castas superiores hace aproximadamente 2000 años, la prohibición del lesbianismo es más fuerte: se lo considera merecedor de multas y palizas, mientas que la homosexualidad masculina se castiga menos, si bien ninguna de las dos recibe castigos tan severos como el adulterio. En el Kama Sutra, un texto del siglo IV atribuido a Vatsyayana, un sacerdote brahman célibe, se menosprecia la homosexualidad masculina.

Las imágenes heterosexuales abundan en la comprensión hinduista de las manifestaciones de la Divinidad (Brahman) en forma de diversos dioses y diosas. Pero a la par que se celebran los juegos amorosos del Señor Shivá y Párvati (su esposa divina) no existe en la mitología ninguna celebración comparable de relaciones homosexuales explícitas. Esto no obstante, Nancy M. Martín ha señalado que existen mitos en los que Shivá adopta una forma femenina para hacer el amor con un devoto, en los que devotos de la Gran Diosa (Mahadevi) se transforman en mujeres para adorarla y en los cuales devotos del enamoradizo dios Krishna se transforman en mujeres para podérsele acercar como amantes. Seguramente esto no es ninguna afirmación de homosexualidad, pero se muestra una cierta apertura. Además estas narraciones hindúes plantean una cuestión importante: ¿dónde están las líneas que separan los géneros y qué relación tienen con la homosexualidad? La sexualidad y el género, al menos en parte, son ideas construidas socialmente y por tanto la manera exacta como se entienden varía según las culturas y las religiones. No todas las culturas se obsesionan tanto por la división entre relaciones sexuales homosexuales y heterosexuales como hacen los “occidentales”. Si se vive en el mundo hinduista (o budista), donde el re-nacimiento es una realidad, se habrá sido hombre en algunas vidas y mujer en otras. Las fronteras entre los géneros y las cuestiones de sexualidad, llegan a ser mucho más fluidas en un mundo así.

Para los chinos, influidos tanto por el confucianismo como por el taoísmo desde el siglo VI a.C., la amistad entre los hombres se consideraba una de las virtudes confucianas y la homosexualidad masculina floreció durante la edad media en las cortes imperiales chinas, sobre todo durante las dinastías Han y Sung. El lesbianismo se toleraba como algo inevitable en las zonas separadas donde vivían las mujeres. Los taoístas pensaban que las relaciones heterosexuales tenían un efecto positivo en el equilibrio de los elementos yin (femeninos) y yang (masculinos), pero que unas relaciones heterosexuales excesivas tendrían el efecto negativo de apagar el yang (fuego) con yin (agua). Así entonces, como observa Goeffrey Parrinder en Sex in the World Religions, “la homosexualidad se toleraba ente los adultos porque el contacto íntimo entre dos elementos yang no podía comportar la pérdida de fuerza vital”. Veremos cómo estas actitudes taoístas afectaron después al budismo japonés.

untitled0805En el budismo que surgió en el contexto del hinduismo en el siglo VI a.C. no se da la aproximación positiva al sexo que el hinduismo comparte con las tradiciones judía y musulmana, teniendo en cuenta que todas están fuertemente centradas en el matrimonio y la familia. La conducta homosexual escasamente se trata en los textos budistas de la India. Fuera de los textos del budismo tántrico, que influyeron en las formas tibetanas y japonesas del budismo, las escrituras budistas advierten que la sexualidad es una atadura con esta vida y un obstáculo para la iluminación. No obstante en el movimiento posterior que condujo al budismo Mahayana que viajó de India a China hace aproximadamente dos milenios, los bodhisattvas (personas que han alcanzado la iluminación) con frecuencia son descritos junto a compañeros devotos, también hombres, siempre a su lado. Sin duda esto es en parte resultado de la vida comunitaria de los monjes budistas en los monasterios (ver Buddhism, Sexuality and Gender de José I. Cabezón). Por otro lado, con frecuencia se afirma que Kobo Diaschi, quien fundó la rama Shingon del budismo tántrico en Japón, llevó la homosexualidad desde China a los monasterios budistas japoneses.

En el siglo XII con la llegada desde China de la tradición budista Chan al Japón del período Kamakura, donde recibió el nombre de Zen, las órdenes militares de los samuráis japoneses se encontraron con la vida monástica del budismo. La relación maestro-discípulo entre los samuráis, frecuentemente homosexual, llevó al equivalente de las relaciones homosexuales de maestro-discípulo de los monasterios. Gary P. Leupp afirma: “La tradición homosexual en Japón del período Tokugawa representa una culminación y mezcla de diversas tradiciones -monástica, samurái, burguesa- estimulada por la aparición de pueblos y ciudades más grandes, con una población masculina desproporcionada. Si bien el clima intelectual incluía algunas tendencias contrarias a la sensualidad (en el budismo) y otras partidarias de la familia y la procreación (en el confucianismo…), nunca comportó una fuerte corriente de hostilidad hacia el sexto entre hombres” (Male Colors). Así pues, en la gran época Tokugawa de Japón (1615-1867) la homosexualidad se ligó a instituciones de élite: militares, señores feudales, corte imperial y monasterios.

Si ahora nos fijamos en las raíces de los monoteísmos occidentales, el código sacerdotal y de pureza del Levítico adopta el punto de vista contrario a las Leyes de Manu en lo que tiene que ver con el lesbianismo y la homosexualidad masculina y decreta una pena todavía más severa para la homosexualidad masculina: “Si un hombre judío se acuesta con otro hombre (…) cometen una abominación y serán castigados con la muerte; que corra la sangre sobre ellos” (Lv. 20,13). El lesbianismo no se menciona en el Levítico, mientras que san Pablo, un joven converso, lo menciona en Romanos 1,26. Con frecuencia se piensa que Dios destruyó las ciudades de Sodoma y Gomorra porque sus habitantes practicaban la homosexualidad. Sin embargo se trata de una interpretación tardía; el profeta Ezequiel es muy claro en cuanto al pecado fatal de los sodomitas: “La culpa de Sodoma, tu hermana, era ésta: ella y sus ciudades vivían en el esplendor, la abundancia de alimentos y un plácido bienestar, pero no ayudaban a los pobres e indigentes” (Ez. 16,49).

En general, teniendo en cuenta el fuerte énfasis que pone en el matrimonio (y Dios como casamentero), el judaísmo tradicionalmente ha prohibido la homosexualidad, pese a que algunos movimientos reformistas del judaísmo actual han moderado esta actitud y también lo podemos observar en las opiniones del rabí conservador experto en ética Elliot Dorff. No obstante esto, al fin y al cabo el estudio exhaustivo de David Biale Eros and the Jews: From Biblical Israel to Contemporary America solamente incluye cinco referencias a la homosexualidad o al lesbianismo, lo que indica hasta qué punto han sido cuestiones marginadas en esta tradición. Biale afirma que los movimientos juveniles sionistas alemanes estaban influenciados por las ideas neorrománticas de Hans Bluher, que “subrayaba los fuertes lazos homoeróticos entre los miembros masculinos del Wandervögel” y también observa la aparición más reciente de algunas escritoras jóvenes lesbianas en América (donde hoy viven casi la mitad de judíos del mundo), como Erica Jong y las poetisas Adrienne Rich e Irena Klepfisz.

La tradición islámica sigue al judaísmo tanto por lo que hace al énfasis en la familia como en la condena de la homosexualidad, a pesar de tener una visión positiva del sexo. Parrinder señala que con frecuencia se ha pensado que los versículos del Corán que comienzan en 9:24 condenan la homosexualidad y es cierto que en general esta tradición la condena de forma constante. A veces se argumenta que la homosexualidad es “antinatural” porque Al.là creó a los hombres para que se sintieran atraídos por las mujeres y a las mujeres para que se sintiesen atraídas por los hombres. No obstante esto, El jardín perfumado por el gozo del alma, un manual erótico escrito en el siglo XVI, incluye un apartado sobre la homosexualidad tratada positivamente, si bien es típico eliminarlo en las traducciones europeas. Como en el judaísmo y en el cristianismo, una visión más abierta respecto a la homosexualidad se ha comenzado a desarrollar en el islam de los países occidentales más ricos.

Al interior del cristianismo San Pablo condena la homosexualidad tanto masculina como femenina porque “cambian las relaciones naturales por las antinaturales” (Rom. 1,26). Sin embargo cuando examinamos las palabas de san Pablo tendríamos que recordar tres cosas: 1. San Pablo es un judío converso; 2. Escribe en el contexto de un imperio romano dado a los excesos y frecuentemente a las bacanales, donde había ciudades famosas por su inmoralidad, como el puerto marítimo de Corinto; y 3. Recomienda la rectitud sexual e incluso recomienda a las parejas que eviten el matrimonio, si pueden, porque espera que el eschaton llegue pronto. Hasta el siglo III d.C. el imperio romano no tomó medidas legales contra la homosexualidad entre adultos. De hecho, hasta que el entonces Imperio romano no llegara a ser oficialmente cristiano, el poderoso ejército tendía a seguir el mitraísmo, una religión con una fuerte corriente homosexual oculta. A partir de la conversión de Constantino al cristianismo los emperadores combinaron la moralidad cristiana y la ley romana, prohibiendo la homosexualidad por impía e incluso como un peligro para el Estado. Así, pues, el año 693 d.C. el concilio de Toledo afirmaba que la “sodomía” era “habitual en España” y declaraba que la conducta homosexual en un obispo, un sacerdote o un diacono comportaría la pérdida del cargo eclesiástico y el “exilio perpetuo”.

Por otra parte, cuando el cristianismo desarrolló una fuerte tradición monástica, se produjo una aceptación tácita de la homosexualidad. Como señala Juan Boswell “entrar en una orden monástica entre los años 500 y 1300 d.C. seguramente era la manera más segura de conocer a otros homosexuales” (ver Sexuality and the Sacred: Sources for Theological Reflection). En esa época encontramos algunos poemas y cartas homoeróticos y homosexuales escritos por un miembro del clero monástico y dirigidos a otro. Pero una visión más negativa de la homosexualidad comienza a surgir en el siglo XIII.

Esta actitud negativa que se comienza a desarrollar tiene un claro centro en la ideas de Tomás de Aquino. Para Tomás, seguidor de Aristóteles, cada cosa tiene su finalidad correcta y el pecado consiste en ir en contra de esta finalidad. Dado que desde el punto de vista de Tomás el único fin de las relaciones sexuales era la procreación, la actividad sexual no destinada a la procreación era pecaminosa. En consecuencia la conducta homosexual era pecaminosa. Hay que recordar que este era un período en el que la Iglesia occidental tendía a pensar que todo el sexo era pecaminoso, una idea que en parte procedía de san Agustín y sus antecedentes maniqueos.

La Iglesia moderna ha llegado a aceptar las necesidades sexuales humanas normales como algo positivo y, a medida que los debates sobre sexualidad humana llegaban a ser más públicos, crecía el abanico de conductas aceptables. Ya en el siglo XVII los puritanos, los anglicanos y los cuáqueros comenzaron a predicar que la sexualidad era un regalo otorgado por Dios no solamente para la procreación sino también como algo muy importante para el amor y la intimidad.

Inclusión y exclusión.

John Bowell ha marcado una importante distinción en el tratamiento de los homosexuales: puede ser que se los excluya como a marginados (outsiders), que sean aceptados como miembros de categoría inferior (inferior insiders), o que se los reconozca con sus características propias (distinguishable insiders). El teólogo anglicano Brian Hebblethwaite dice: “Existe la creencia muy extendida de que en muchos seres humanos la orientación homosexual es algo natural en el sentido de que tiene una base genética. En estas circunstancias se podría argüir que una relación homosexual comprometida y fiel es un bien moral y no se ha de condenar como si estuviera al mismo nivel que la promiscuidad sexual”. En contraste con la calificación de distinguishable insider por parte de Hebblethwaite, encontramos la de inferior insider en The Concise Sacramentum Mundi, que trata la homosexualidad en el apartado de “conductas defectuosas”; esta obra argumenta que “no tiene importancia si o hasta qué punto éste puede ser un trazo heredado o solamente adquirido” y sugiere que aunque la homosexualidad sea “irreversible”, si el homosexual busca “la totalidad de la otra persona” en una relación, no alcanza “la forma de encuentro cristiano”.

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BIBLIOTECA

Sábado, 1 de marzo de 2014

BIBLIOGRAFIA DIDACTICA. MATERIALES PARA INICIARSE EN LA COMPRENSIÓN DE LA HOMOSEXUALIDAD:

He recogido algunos de los textos publicados en España que de un modo básico y didáctico pueden ayudar a comprender la cuestión homosexual o transexual. Estos libros están especialmente indicados para aquellos gays, lesbianas, bisexuales o transexuales que quieren saber más sobre ellos mismos y sus circunstancias; o para sus padres, madres, familiares y amigos, si quieren comprenderlos mejor y lanzar puentes de comunicación; algunos de ellos, también serán muy útiles para aquellos sacerdotes, catequistas, profesores o educadores que quieran trabajar, como indica la ley, el respeto a la diversidad sexual desde las aulas o la enseñanza no reglada. Se han añadido también algunos libros de espiritualidad que Ayuden  un crecimiento interior.

1.- Ensayos y materiales pedagógicos:

ALISON, James: Una fe más allá del resentimiento. Fragmentos católicos en clave gay.  Ed. Herder. Barcelona, 2003; 315 págs.

ALONSO ELIZO, J., BRUGOS SALAS, V. y otros. “Homosexualidad y lesbianismo en el aula. El respeto a la diferencia por orientación sexual“. Ed. Xente Gai Astur (Xega),2002.

Guía didáctica editada en colaboración con el Gobierno de Asturias para servir de instrumento a educadores para introducir el tema de la homosexualidad en las distintas materias del currículum escolar.

BORRILLO, D. “Homofobia“. Ed. Bellaterra, 2001.

Un breve ensayo que explica con sencillez los orígenes y las redes del desprecio social por la homosexualidad. El autor sostiene que la homofobia, la misoginia y el machismo tienen una base común y que combatir ésta es una cuestión de higiene democrática.

BOSWELL, John: Cristianismo, tolerancia social y homosexualidad. Muchnik Editores S.A. Barcelona, 1.993; 604 págs.

BOSWELL, John: Las bodas de la semejanza. Muchnik Editores S.A..Barcelona, 1.996; 641 págs. E

COMISIÓN DE EDUCACIÓN DE COGAM. “Familias de hecho. Informe sobre la realidad social de las familias formadas por lesbianas, gays y sus hijos“, 2000.

Disponible en la web: www.cogam.org / www.felgt.org. Este dossier pone sobre la mesa la existencia de las familias homosexuales y las problemáticas que deben resolver en su vida cotidiana por no ser reconocidas por la legislación vigente. Conociendo a fondo esta realidad resulta imposible considerar que lo mejor para los hijos de estas familias no es el reconocimiento legal y social de su entorno familiar.

COMISIÓN DE EDUCACIÓN DE COGAM. “La orientación sexual y el Sistema Educativo Español”, 1999.

Disponible en la web: www.cogam.org / www.felgt.org Dossier imprescindible para conocer la situación de los adolescentes gays, lesbianas y transexuales en el sistema educativo español. Recoge los problemas que viven en el día a día estos jóvenes, así como las carencias educativas que sufren.

ESCALAS, J. “Entender a los que entienden. Homosexualidad y familia”.

A menudo la homosexualidad se aparece ante los heterosexuales como un mundo oscuro, perverso y promiscuo. Este libro intenta aclarar todos estos conceptos desde el punto de vista de la autora, hermana de un homosexual.

FORD, Michael: Henri Nouwen. El profeta herido. Editorial Sal Térrea (Colección “servidores y testigos núm.73). Santander, 2000. 302 págs.

FUENTES, P., ALCAIDE, P., ALIAGA, J.V., GENERELO, Jesús, FARRALUQUE, E. y HERNÁNDEZ, M.: “En clave gay. Todo lo que deberíamos saber“. Ed. Egales, Madrid,2001.

Este manual es una recopilación concisa y sencilla de lo que significa ser gay en nuestra sociedad y lo que ha significado a lo largo de la historia. Realiza un repaso a temas tan importantes como: pasado y presente de la homosexualidad, modos de vida y relaciones sociales, símbolos de identidad, cultura gay, los mitos, el ambiente gay, medios de comunicación, sexualidad, Sida y cómo afrontar la salida del armario. Su vocación es divulgativa y pretende que mediante una lectura cómoda y ligera el lector reciba una información básica de lo que representa ser gay.

GONZALEZ RUIZ, Juan: En tránsito del infierno a la vida. La experiencia de un homosexual cristiano. Desclée de Brouwer.(Cristianismo y sociedad núm. 66). Bilbao, 2002; 268 págs.

JORDAN, Mark D.: La invención de la sodomía en la teología cristiana.  Editorial Laertes. Barcelona, 2001; 270 págs.

HARRIS, R.H. Y EMBERLEY, M. “¿Sexo? ¿Qué es? Desarrollo, cambios corporales, sexo y salud corporal”. Ed. Serres, Barcelona, 1996.

Libro ilustrado para explicar la sexualidad a preadolescentes (12 a 14 años). Incluye el capítulo “Heterosexual y gay”, en el que se habla brevemente de la historia de las relaciones homosexuales y se explica la diversidad de orientaciones sexuales.

HELMINIAK, Daniel A. “Lo que la Biblia realmente dice sobre la homosexualidad”.Ed. Egales, 2003.

Un análisis minucioso de la visión que la Biblia tiene acerca del hecho homosexual. Rompe muchos mitos y lugares comunes, pone en cuestión el que los textos bíblicos sean tan homófobos como se cree normalmente. Este texto tendría que servir a la Iglesia para conciliar la creencia cristiana y la orientación sexual.

HERRERO BRASAS, J.A. “La sociedad gay. Una invisible minoría“, Ed. Foca, 2001.

Sintetiza, explica y comenta una enorme variedad de trabajos e investigaciones inéditos en España sobre la cuestión homosexual, todo ello con un estilo claro y didáctico. Temas como el origen de la homosexualidad, la familia gay o lesbiana, la adolescencia, la religión o el ejército, entre otros, son tratados con profundidad y amenidad a un tiempo.

JUAN DE LA CRUZ, san: Obras Completas. Ediciones Sígueme (El rostro de los santos núm. 9). Salamanca 2002; 1158 págs.

LÓPEZ SÁNCHEZ, Félix. “Educación Sexual”. Ed. Fundación Empresa, Madrid, 1990.

 Se trata de un clásico de la educación sexual y libro de texto en la UNED. Este manual aborda de forma sistemática los contenidos esenciales del proceso de educación sexual en la escuela (Objetivos, Contenidos, Metodología y Evaluación) encuadrándolos en su contexto real. Defiende que la educación sexual en la Escuela sólo es posible si se prepara a los educadores adecuadamente. Presenta unos interesantes apéndices: ejemplo de Unidad Didáctica, fuentes de recursos, publicaciones periódicas, etc.

 LLULL, Ramón: Libro del Amigo y del Amado.(Edición bilingüe) Ed. Sufí(Arrayán). Madrid, 2001; 204 págs.

MORENO, Daniel: Cómo salí del armario. Confesiones de un ex-sacerdote. Flor del Viento ediciones (colección Tramontana núm.8). Barcelona 2003; 190 págs.

MÜLLER, Wunibald: Besar es orar. La sexualidad como fuente de espiritualidad. Editorial Sal Térrea (Breve núm. 47). Maliaño (Cantabria), 2005. 110 págs.

NOUWEN, Henri: El regreso del hijo pródigo. Editorial PPC. Madrid, 1994.

NOUWEN, Henri: Tú eres mi amado. La vida espiritual en un mundo secular. Editorial PPC. Madrid, 1998.

NOUWEN, Henri: La voz interior del amor. Desde la angustia a la libertad. Editorial PPC. Madrid, 1998.

NOUWEN, Henri: Adam, el amado de Dios. Editorial PPC. Madrid, 1999.

POWERS, B. Y ELLIS, A. “Acéptate, acéptalo“. Ed. Paidós. Barcelona, 1999.

Los subtítulos de este libro, “Cómo explicar y comprender- las distintas orientaciones sexuales” y “Construyendo puentes entre homosexuales y heterosexuales”, son suficientemente explicativos. Una serie de personas explican sus vivencias personales como gays, lesbianas, transexuales o parientes y amigos de éstos.

RIEVAL, Elredo de: La amistad espiritual. Editorial Monte Carmelo (Biblioteca Cisterciense núm. 4). Burgos, 2002; 148 págs.

RIESENFELD, R. “Papá, mamá, soy gay“. Ed. Grijalbo.

Una guía para comprender la orientación sexual de los hijos e hijas. Libro que responde dudas sobre los mitos en torno a la homosexualidad.

SORIANO RUBIO, SONIA: “Cómo se vive la homosexualidad y el lesbianismo“. Amarú Ediciones, Col. Estudios de Sexología, Salamanca, 1999. Pretende dar respuesta a algunas de las preguntas y actitudes que siguen estando presentes cuando se habla de homosexualidad: ¿qué es ser homosexual o lesbiana?, ¿por qué hay personas heterosexuales y otras homosexuales?, ¿se puede dejar de ser algo que forma parte de lo más arraigado de la condición humana?, ¿por qué existe un rechazo social hacia está orientación de la sexualidad? Los datos aportados por la investigación de la Dra. Soriano van acompañados de algunas sugerencias respecto a cómo tratar el tema con la familia y cómo abordarlo desde el ámbito educativo.

2.- Narrativa:

AROLD, M. “Sandra ama a Meike“, Ed. Lóguez.

Sandra se siente fascinada por los ojos de Meike. Esto le lleva a plantearse si esa fascinación no se llama amor. Una de las pocas visiones del lesbianismo adolescente que podemos encontrar.

BENÍTEZ, M. y GENERELO, J. “Mi primera vez”, Ed. La Tempestad, 2003.

100 hombres relatan en primera persona su primera experiencia sexual con otros hombres. Da una idea bastante precisa de cómo se vive el sexo gay desde la adolescencia o desde el comienzo de la vida como gays. Humor y drama casi a partes iguales. A veces, mucha incomprensión por parte de los familiares.

BENÍTEZ, M. y VAN SCHERPENZEEL, P. “Secretos a voces”, Ed. La Tempestad, 2004.

Siguiendo la fórmula del anterior, aquí 69 hombres cuentan su salida del armario.

CELA, J. “La llamada del mar”. Ed. La Galera, 1996.

Un joven de 17 años explica sus sentimientos a su madre tras ser sorprendido por ésta en actitud cariñosa con su novio. En una larga conversación se van recorriendo todos y cada uno de los temas que pueden preocupar a alguien que está saliendo del armario o a cualquiera de sus familiares, amigos o educadores.

DOWNING, Michael. “Desayuno con Scot”. Ed. Egales, 2000.

Una pareja de hombres se ve obligada a educar al hijo de una amiga que acaba de fallecer. Su sorpresa será mayúscula al descubrir que el chico es mucho más gay que ellos. Novela cómica de un ritmo trepidante que pone en solfa muchos prejuicios.

EDELFERLDT, I. “Jim ante el espejo”. Ed. Lóguez, (Col. La joven colección, 1996).

Un adolescente descubre su homosexualidad con dolor y soledad, lo que le lleva a aislarse y sentirse como un bicho raro. El proceso de aceptación de la identidad gay está descrito con mucha precisión y cualquier gay o lesbiana puede identificarse con él.

FOX, P. “La cometa rota”. Ed. Noguer, (col. Jóvenes adultos, 1997).

Un joven descubre que su padre es homosexual y, posteriormente, que está enfermo de sida. En poco tiempo, tiene que aprender a aceptar que su padre se ha visto obligado a mentir durante toda su vida a causa de la presión social y que la enfermedad no le da mucho margen para tomar decisiones.

GIMENO, B. “Primeras caricias”, Ed. La Tempestad, 2002.

50 mujeres cuentan su primera experiencia con otra mujer. Poco se conoce sobre cómo se inician en el sexo las lesbianas. En este libro, por fin, se da la voz a un importante número de mujeres que nos descubren muchas cosas y tiran por tierra muchos estereotipos.

HURTADO RODRÍGUEZ, E. y RECIO, C. “El Príncipe enamorado”. Ed. La Tempestad, 2001.

Se trata de un cuento ilustrado. De apariencia totalmente clásico, pero el Príncipe protagonista, en lugar de enamorarse de la consabida princesa, lo hace de un apuesto escudero.

JIMÉNEZ, S. “La meua familia”. Ed. Bronte Graf S.L.

Cuento ilustrado para niños pequeños en el que a través del relato se aprecian las distintas familias en las que un niño puede educarse. Escrito en valenciano.

NEWMAN, L. y PIÉROLA, M. “Paula tiene dos mamás”. Ed. Bellaterra, 2003.

Otro cuento ilustrado que muestra que todas las familias son diferentes. Paula aprende, con sus dos madres, que lo único verdaderamente importante es el cariño.

PEYREFFITE, Roger. “Las amistades particulares”. Ed. Egales, 2000.

Con grandes dosis autobiográficas, uno de los grandes escritores franceses contemporáneos relató en 1944 el amor de dos adolescentes en un internado religioso en el que la tolerancia y la comprensión brillaban por su ausencia. Una obra maestra de la literatura de una valentía fuera de lo común.

REES, D. “Sobreviviré”. Ed. Egales, Col. Salir del armario. Madrid, 2001.

Esta novela hace gala de una franqueza y sensibilidad poco habituales y narra la trayectoria de un adolescente hacia una identidad gay positiva. Crecer siendo gay, empezar a darte cuenta de lo que eres. Sentirte único. Este relato fue utilizado en el Parlamento Británico como argumento para la derogación de la ?Cláusula 28?, ley que prohibía hablar de la homosexualidad en las escuelas.

3.- Filmografía:

Selección de títulos estrenados en España en los que se trata la realidad de los niños, adolescentes o jóvenes lesbianas, gays, bisexuales o transexuales. También se han incluido algunos en los que se describe el proceso de aceptación de la condición homosexual.

LAS AMISTADES PARTICULARES, Jean Delannoy, 1964.

Basada en la novela de Roger Peyrefitte, es el valiente relato del drama que viven dos preadolescentes por atreverse a enamorarse en un internado en el que las “amistades particulares” están duramente sancionadas. Cuenta con fidelidad los malos momentos por los que han pasado numerosos gays y lesbianas.

ATAQUE VERBAL, Miguel Albaladejo, 1999.

Un chico de 15 años sale del armario en una divertida conversación con su compañero de tienda de campaña. Humor para desdramatizar un momento difícil.

BEAUTIFUL THING, Hetti MacDonald, 1996.

A medio camino entre la comedia y el drama, una bellísima historia de amor entre dos chicos que habitan en los suburbios londinenses.

BOYS DON’T CRY, Kimberly Peirce, 1999.

Tragedia basada en el caso real de Brandon Teena, un joven transexual masculino que fue asesinado al descubrirse que su cuerpo era de mujer. Explica muy bien la diferencia entre ser una mujer que ama a las mujeres y un hombre heterosexual atrapado en un cuerpo femenino.

CRIATURAS CELESTIALES, Peter Jackson, 1994.

Años antes de que Jackson obtuviera el Óscar por “El señor de los anillos”, contó con una imaginación deslumbrante el caso real de dos chicas adolescentes que asesinaron a sus padres ante la impotencia de ver sus relaciones prohibidas por la incomprensión familiar.

EN MALAS COMPAÑÍAS, Antonio Hens, 2000.

Extraordinario cortometraje que cuenta con gran sentido del humor el descubrimiento de la promiscuidad por parte de un chico de 16 años.

¿ENTIENDES?, Stéphane Giusti, 1998.

Comedia de enredos en la que un grupo de jóvenes gays y lesbianas traza un plan para salir del armario ante sus familiares.

FUCKING AMAL, Lukas Moodyson, 1998.

La triste vida de una adolescente en una ciudad de provincias sueca se ve complicada al caer perdidamente enamorada de una compañera del instituto.

GET REAL, Simon Shore, 1998.

Un despierto adolescente gay se enamora de un chico de su instituto que, sorprendentemente, le corresponde. El único problema es que éste tiene pánico a salir del armario.

HISTORIAS DEL KRONEN, Montxo Armendáriz, 1995.

Retrato hiperrealista de un sector de la juventud española. En él está incluido el pánico a sentirse homosexual y la dificultad de reconocerlo en un mundo machista y homófobo.

LA INCREÍBLE Y VERDADERA HISTORIA DE DOS CHICAS ENAMORADAS, Maria Maggenti, 1995.

Si una adolescente se enamora de otra, es un problema; pero si una es negra y de buena familia y la otra blanca y pobre, las complicaciones se multiplican. Una de las pocas películas en las que aparece una familia con dos madres lesbianas.

LOS JUNCOS SALVAJES, André Téchiné, 1994.

Una de las películas que mejor han descrito la salida del armario de un adolescente. Una obra maestra del cine francés.

KRAMPACK, Cesc Gay, 2000.

Verano en un pueblo costero. Nico y Dani pasan juntos las vacaciones. En este período, uno de ellos descubre que sus sentimientos no son de simple amistad. Descubrimiento de la homosexualidad sin dramas ni tragedias. Apuesta por la normalización.

EL LARGO DÍA ACABA, Terence Davies, 1992.

Claramente autobiográfica, describe de un modo impresionista los recuerdos de infancia de su director. Aunque no explicita la homosexualidad, sí que sugiere las primeras sensaciones homoeróticas.

LA MALA EDUCACIÓN, Pedro Almodóvar, 2004.

La frustración del amor de dos niños que comparten un internado religioso y los abusos a los que es sometido uno de ellos por parte de un sacerdote tendrán, en el futuro, graves consecuencias.

MANJAR DE AMOR, Ventura Pons, 2002.

Primer amor de un joven gay. Su madre lo descubre y sufre un verdadero shock. Para superarlo, acude a un grupo de autoayuda para madres de gays.

LA MÁQUINA DE FRUTA, Philip Saville, 1988.

Imposible cuento de hadas contemporáneo en el que dos jóvenes gays huyen de sus casas para poder vivir su amor libremente. Pero la sociedad por la que transitan no les dejará tan tranquilos como ellos desean.

LO MÁS NATURAL, Josefina Molina, 1995.

Aunque en una trama secundaria, se trata de una de las primeras películas que en el cine español trataron el tema del lesbianismo adolescente. Una jovencita confiesa a un aturdido Miguel Bosé que se ha enamorado de una amiga.

MAURICE, James Ivory, 1987.

Clásico sobre la asunción de la propia homosexualidad. Aunque no se trata de un joven, retrata con fidelidad los sentimientos por los que suele pasar un gay o una lesbiana hasta aceptar su orientación sexual. Esta película marcó profundamente a numerosos gays en el momento de su estreno.

MI VIDA COLOR DE ROSA, Alain Berliner, 1997.

Sorprendente película con forma de cuento de hadas. Por primera vez se muestra a un niño transexual y las dificultades que su familia tiene para aceptarlo. Visualmente muy imaginativa, debería ser de visionado obligatorio en todas las escuelas. Un canto a la tolerancia.

SITCOM, François Ozon, 1998.

Película de tono surrealista, en una de sus escenas más divertidas, el hijo de la peculiar familia protagonista sale abruptamente del armario en una cena en la que están todos reunidos.

EL TIEMPO DE LA FELICIDAD, Manuel Iborra, 1997.

La hija adolescente transmite a su madre las dudas que siente sobre su sexualidad. La madre, Verónica Forqué, las acepta con normalidad y dándole a su hija todo su apoyo.

TREVOR, Peggy Rajski, 1994.

Obtuvo el Óscar al mejor cortometraje. Con humor pero sin disimular para nada el drama, cuenta las dificultades que vive un preadolescente que se sabe gay desde hace mucho tiempo. Genial y precisa descripción de lo que es la adolescencia gay, incluida la tentación del suicidio.

TRILOGÍA EN NUEVA YORK, Paul Bogart, 1988.

Muestra la vida de Arnold Beckoff (Harvey Fierstein), una drag queen profesional, desde 1971 hasta 1980: su obsesión por encontrar el amor, los problemas sociales a los que se enfrenta por su condición sexual, la aceptación de sí misma, sus relaciones sentimentales con los hombres y su lucha personal para que su madre (Anne Bancroft) la acepte tal y como es.

EL ÚLTIMO SUSPIRO, Léa Pool, 2001.

Los amores de dos chicas en un internado terminan en tragedia al no ser una de ellas capaz de asumir su lesbianismo.

LA VERDADERA HISTORIA DE JANE, Lee Rose, 2000.

Película para televisión que cuenta el difícil proceso de aceptación que debe vivir una madre al descubrir que su hija adolescente es lesbiana.

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Matrimonios homosexuales: Un paso más en el camino de la libertad y la tolerancia.

Martes, 4 de febrero de 2014
Comentarios desactivados en Matrimonios homosexuales: Un paso más en el camino de la libertad y la tolerancia.

Leído en la página web de Redes Cristianas:

El Parlamento español el 1 de julio de 2005, aprobó por 187 votos a favor,147 en contra y 4 abstenciones la “Ley de los matrimonios homosexuales”.

1. La realidad toma la palabra

Me refiero naturalmente a la realidad humana. Porque humana ha sido siempre la realidad homosexual. Desde siempre, en casi todos los pueblos y culturas, ha existido esa realidad aunque no en todas ha sido idéntica la manera de valorarla.

Nos encontramos aquí con un tema que, de inmediato, nos asombra. Ha sido una constante su existencia y, sin embargo, han sido muchos los siglos de encubrimiento y de dolor. Al fin, parece amanecer un una nueva luz, que la estudia y reconoce.

Es cierto que la cultura heredada o dominante determina en gran parte los comportamientos de la sociedad. ¿Pero, qué ha ocurrido para que hoy, a poca distancia de lo anterior, las cosas comiencen a verse de otra manera?

La sociedad española -y el resto del mundo- se ha dividido en torno al tema del matrimonio homosexual: unos a favor y otros en contra. El sustrato de esa división está en la cultura, que alberga dos visiones distintas de percibir y entender. La división estaba latente, ha venido creciendo, pero ha sido hoy cuando el estudio histórico y la evolución cultural han permitido su manifestación pública.

La realidad de los sujetos sufrientes se ha hecho palabra, ha podido ser escuchada y ha originado debates, cuestionamientos y ha obligado a repensar el mundo heredado. El efecto del enfrentamiento –tanta veces ejercido negativamente en la historia- desaparece si se cambia la causa cultural que lo produce. No hay conflictos sin ideas que los sustenten. Afortunadamente, el clima de una mayor libertad y pluralidad, los estudios históricos y científicos, nos han hecho salir del rechazo mutuo y del dogmatismo para encaminarnos a la escucha mutua y el diálogo. Es la hora del encuentro, del escuchar y comprender, del reflexionar y del activo respeto a las razones del otro. La verdad es de todos y entre todos debe ser fijada.

2. La práctica de la homosexualidad en la Europa premoderna

Sé que a muchos este punto les va a sorprender y, naturalmente, manifestarán inmediato rechazo. Pero, se impone aludir a él por ser rigurosamente histórico y servir para rectificar la imagen dogmática de que la homosexualidad ha sido siempre prohibida por el cristianismo. Rectificar en este punto, se nos ha dicho con palabras oficiales, sería capitular como nunca en uno de los puntos clave de la doctrina cristiana. La traición a la Biblia, a la Tradición y al Magisterio tendría aquí su grado máximo de postración.

Casi como preámbulo imprescindible, considero importante registrar la investigación realizada por John Boswell, – 12 años de trabajo- publicada en sus dos volúmenes “La Boda de las Semejanzas”, con un total de 606 páginas (Muchnik Editores).

John Boswell , apoyado en fuentes documentales extraordinarias, presenta una tesis estremecedora: “La iglesia primitiva (siglos VI al XIII) no sólo era tolerante con las relaciones románticas y eróticas entre varones, sino que las santificaba ceremonialmente”.

Expongo algunos de sus puntos fundamentales.

Un lector moderno tiene una preocupación prácticamente obsesiva por el amor romántico y las pautas del emparejamiento en las sociedades antiguas. Pero, muy pocas de las culturas premodernas convendrían en admitir que “el fin de un hombre es amar a una mujer y el fin de una mujer es amar a un hombre” , sería esto una pobrísima medida del valor humano. De igual manera, el lector moderno supone casi universalmente que el amor romántico va unido inextricablemente al matrimonio, lo cual es un error histórico.

En el Occidente moderno es notable el horror ante la homosexualidad, a partir sobre todo del siglo XIV. Pocas culturas han convertido la homosexualidad en ese tabú moral primario y singular que ha sido para la sociedad occidental: “el pecado innombrable”, “el vicio inmencionable”, “el amor que no se atreve a pronunciar su nombre”. La magnitud de esta repulsión llega a considerar los actos homosexuales como más horribles que el mismo asesinato, el matricidio, el abuso de menores, el incesto, el canibalismo, el genocidio, e incluso deicidio, pues estos son mencionables, en tanto que los actos homosexuales no lo son y expresan categoría moral inferior. Debido a su condición de tabú los actos en cuestión no eran nombrados ni analizados, eran los pecados peores.

Son históricamente innegables las uniones litúrgicas entre personas del mismo sexo, por más que la sociedad occidental propenda en términos generales a excluirlas por pensar que el matrimonio es esencialmente unión de macho y hembra. A quienes están habituados a rechazar esas uniones entre personas del mismo sexo, les resultará difícil entender que esas uniones no son en la tradición occidental una aberración extraña.

En la investigación de Boswell encontramos algunas claves para la comprensión del tema.

2. 1. El matrimonio no es declarado sacramento hasta el siglo XIII.

Antes del año 1000, la bendición (eclesiástica) de un matrimonio contraído de manera laica se consideraba un favor. La Iglesia no interfería en las bodas, la ceremonia eclesiástica era vista como un simple corolario de la boda pública, lo cual daba lugar a una gran flexibilidad de formas rituales y diversidades regionales. Los seres humanos de las sociedades cristianas se casaban, pero seguían las costumbres étnicas antiguas, algunas equivalentes a las leyes romanas y de las cuales derivó el derecho de la Iglesia.

En la Edad Media el motivo del matrimonio no era precisamente el amor, aun cuando existiera conexión entre uno y otro. Aunque a regañadientes, fue aceptado el concubinato y era corriente el divorcio. El divorcio y el nuevo matrimonio tras la muerte de un cónyuge fue oficial. Sólo posteriormente comenzaron a prohibirlos los primeros teólogos y fueron ellos y los canonistas quienes se esforzaron en cierta medida en exhortar al pueblo bajo que el matrimonio heterosexual era la única relación erótica legítima entre un hombre y una mujer y que debían hacerlo mediante un pacto exclusivo y permanente. De hecho, la Iglesia tuvo que esperar hasta el cuarto concilio Lateranense (1215) para declarar al matrimonio sacramento y elaborar reglas canónicas en el modo de celebrarlo.

2.2. La ceremonia de unión es entre personas del mismo sexo

La ceremonia de unión entre personas del mismo sexo “es cierto que tienen lugar en colecciones manuscritas de todo el mundo cristiano –desde Italia a la isla de Patmos y el monasterio de Santa Catalina en el monte Sinaí- y se encuentran en algunos de los manuscritos litúrgicos griegos más antiguos de que se tiene noticia.

Sin embargo, en la época en que esos manuales se imprimieron , el prejuicio en Occidente contra cualquier forma de interacción entre personas del mismo sexo muy pronunciado.

La ceremonia durante el siglo XII, época de florecimiento de ceremonias matrimoniales litúrgicas, se transformó en un oficio completo durante el cual se encendían las velas, ambas partes colocaban las manos sobre los Evangelios, unían la derecha, las manos eran atadas con la estola del sacerdote (o se cubría con esta ambas cabezas, además de incluir una letanía introductoria (como la de Barberini 1) , la coronación, la plegaria del Señor , la Comunión , un beso y, veces, un paseo alrededor del altar. Lo más probable es que dichas ceremonias se desarrollaran a través del incremento de la práctica local y de clérigos individuales elocuentes.

La ceremonia tiene lugar en una amplia variedad de contextos, pero el más corriente, con mucha diferencia, es el del matrimonio, por lo general en el orden siguiente: esponsales heterosexuales, ceremonia de un primer matrimonio heterosexual, ceremonia de un segundo matrimonio heterosexual, (oficio diferente, con énfasis menor en la procreación), y oficio de unión entre personas del mismo sexo. Alrededor del treinta por ciento de los manuscritos consultados para este estudio, el matrimonio heterosexual aparece inmediatamente antes o inmediatamente después de la ceremonia de unión entre individuos del mismo sexo”
(Cfr. Las Bodas de la Semejanza, pp. 321-323)

En esta ceremonia cabe resaltar tres elementos importantes: 1º) Solemnizan una unión voluntaria y emocional entre dos personas. 2º) La ceremonia es homosexual en el sentido más obvio de esta palabra (de un solo sexo). Si lo era con sentido erótico es tan difícil de responder como en el caso de parejas heterosexuales sin hijos: “El vivir juntos por un largo tiempo y el compartir un hogar debieron ser determinantes decisivos de una pareja compuesta por un hombre y una mujer en su contexto social concreto (es decir, entre vecinos, amigos y parientes), tuvieran o no hijos o hubieran o no participado en un servicio religioso en la Iglesia.

Y en el caso de la ceremonia de unión entre personas del mismo sexo , lo más probable es que, a ojos de los cristianos corrientes, el que ambas personas permanecieran ante el altar con las manos unidas (símbolo tradicional del matrimonio) , el que fuesen bendecidas por el sacerdote, compartieran la comunión y ofrecieran luego un banquete a la familia y los amigos –todo ello, parte de la unión entre individuos del mismo sexo en la Edad Media- significase un matrimonio” (Idem, pp. 327-330).

Todo esto nos dice que, por inesperada e inquietante que parezca, es innegable la antigua ceremonia cristiana de unión entre personas del mismo sexo, que tenía lugar en iglesias y era oficiada por sacerdotes. Leer más…

Espiritualidad, General, Historia LGTBI , , , , , ,

“Panel interdisciplinar”, por Benjamín Forcano, teólogo.

Miércoles, 29 de enero de 2014
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Leído en la página web de Redes Cristianas:

1.La homosexualidad hoy
2.Los divorciados en la Iglesia católica
3.El derecho a la vida privada
Vicenc Navarro:
4. Las políticas que generan nuestra crisis
Textos de varios autores:
5.Políticas con criterios científicos
6.Abismo entre las palabras y los hechos
7.Nacionalismos

1 La homosexualidad hoy

BENJAMÍN FORCANO

Son muchos los que todavía —incluyendo políticos y obispos— condenan la homosexualidad. Por el cargo y responsabilidad que ejercen debieran hablar bien informados sobre el enfoque y valoración que hoy se da a la homosexualidad.
En Occidente la homosexualidad ha recibido una valoración muy variada. El doctor John Boswell en su libro Las bodas de la semejanza documenta cómo en la Iglesia católica del siglo VI al XII existía como normal la celebración litúrgica de parejas homosexuales, según ritos y oraciones propias, presididas por un sacerdote.Es a partir del siglo XIII, que la homosexualidad va revistiendo un carácter de vicio horrible (pecado nefandum= innombrable), tan horrible que lo de innombrable no se aplica a otros hechos más graves: Asesinato, matricidio, abuso de menores, incesto, canibalismo, genocidio e incluso deicidio son mencionables. ¿Por qué este horror que convierte la homosexualidad en el peor de los pecados?

Es también muy común la opinión de que se elaboró una construcción bíblico-teológica moral justificatoria de la gravedad de este pecado, hoy demostrada como precientífica y opuesta al contexto y sentido de los textos bíblicos y que la dejan desprovista de este tipo de argumentos para condenarla. Son de consenso generalizado las conclusiones científicas de que: “Ni desde la medicina, la psicología, la pedagogía, ni con medidas sociales o legales, ha sido posible cambiar la orientación sexual, aunque intentos no han faltado” (Juan L. T. Herreros, Aproximación a la realidad homosexual).

Los estudios más diversos confluyen en la tesis de no poder calificar la homosexualidad como enfermedad, desviación psicosomática o perversión sexual.La orientación homosexual no afecta a la sanidad mental ni al recto comportamiento en el grupo social. En razón de ello, la OMS ha suprimido la homosexualidad de la relación de enfermedades. Y el Consejo de Europa insta a los gobiernos a suprimir cualquier tipo de discriminación en razón de la tendencia sexual.

Finalmente, teológicamente hablando, es bien fundada la posición de quienes sostienen que la sexualidad humana no tiene como modelo natural exclusivo la heterosexualidad —ese es un presupuesto no probado— sino que se da también la homosexualidad como una variante natural legítima, minoritaria.
(Publicado en El Pais, 12 de Abri del 2012)

2 Los divorciados en la Iglesia católica

Es un hecho la existencia de miles y miles de parejas católicas divorciadas, en España y en el mundo entero. Entre esos miles, es innegable que muchos han llegado a una situación extrema de conflicto y fracaso, donde el sentido común y la razón aconsejan una separación o un divorcio.
¿Qué ocurre y cómo se acoge a estos miles de parejas que, pese haber iniciado un proyecto con amor y haber luchado por mantenerlo, llega un momento en que fracasan y su convivencia es del todo imposible? ¿Qué se les dice?
Para ellos la respuesta es que, si se casaron con amor y libertad, no hay solución, no hay más solución que ponerse a convivir, remontar el fracaso, y demostrar que siguen siendo marido y mujer.

¡Son marido y mujer!
¿Aunque no puedan convivir? ¿Aunque su relación sea nula? ¿Aunque no vuelvan a amarse nunca? ¿Aunque sea con el riesgo de hacer de su hogar un infierno? ¿Aunque decidan alejarse el uno del otro para siempre?
Hablo de situaciones claras e fracaso, donde el amor ha muerto. Y si el amor ha muerto, ¿qué clase de matrimonio puede haber? Y cuando el amor muere en una pareja, ¿cómo se puede seguir sosteniendo que ella es matrimonio?
¿Y cuál es la solución concreta que se da para estos casos?

Canónicamente, ninguna. O mejor, seguir figurando públicamente como matrimonio, aunque nunca más lo sean. Y si se casan, por lo civil obviamente, ese matrimonio no es reconocido y se les califica como concubinos, pecadores públicos, indignos de recibir la sagrada comunión y de figurar como padrinos en un bautizo.

Esta postura es, en primer lugar, impropia de la tradición católica. La absolutización del valor de la indisolubilidad no siempre fue así. La indisolubilidad es un valor-ideal, que ojalá todos vivieran como algo propio, desde dentro, un valor que corresponde al plan original de Dios, pero Dios no lo impone a todos, en todo lugar y circunstancia, sino que, en casos de fracaso, e incapacidad humana, Dios actúa con la economía de la comprensión, del perdón y de la misericordia.

Y esta economía misericordiosa encaja con la condición humana, con la condición propia del matrimonio que, al estar basado en personas libres, no excluye –no lo puede excluir- que el proyecto corra riesgos, conflictos graves y acabe a veces en fracaso y ruptura. La debilidad y la defectibilidad son un propio del ser humano y, cuando se dan, deben ser atendidas, racional y amorosamente. La perfección, la perfección absoluta, no es propia de este mundo. El ideal es algo a lo que hay que tender, pero hay situaciones en que, empeñarse en mantener el ideal, se convertiría en contraproducente. Siempre hay que procurar lo mejor, que no siempre coincide con el ideal. Son muchas las situaciones en que, sin renunciar al ideal, debemos procurar lo mejor, porque lo mejor es muchas veces enemigo de lo ideal. Leer más…

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