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Archivo para Jueves, 1 de mayo de 2025

1º de Mayo: San José Obrero

Jueves, 1 de mayo de 2025

En la fiesta del 1º de Mayo, no podemos olvidarnos de que Jesús de Nazaret era un obrero, de estirpe de obreros, encallecidas sus manos con el trabajo diario, solidario con los que sufrían las injusticias y el desprecio, hermano de los “anawim“…

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Vivías del trabajo cotidiano,
fuiste un trabajador, un simple obrero;
¿tu fidelidad?: –“es José el carpintero”-,
un humilde currante, un artesano.

Trabajo en el que fuiste nuestro hermano;
un trabajo de honrado jornalero
que en todo cuanto hace pone esmero,
porque sabe que Dios usa su mano.

Patrono del trabajo y su salmista,
-manos callosas y dedo vendado-
enseña al hombre de hoy, tan derrotista,
a vivir su trabajo ilusionado,
más alegre, cristiano y optimista,
más solidario y más humanizado.

*

JESÚS ADOLESCENTE EN EL TALLER DE JOSÉ.-John Everett Millais

*

Y EL VERBO SE HIZO CLASE

En el vientre de María

Dios se hizo hombre.

Y en el taller de José

Dios se hizo también clase.

*

Pedro Casaldáliga,
“Fuego y ceniza al viento. Antología espiritual”,
Sal Terrae, 1984,

***

En aquel tiempo, Jesús fue a su pueblo y se puso a enseñarles en su sinagoga. La gente, admirada, decía:

¿De dónde le vienen a éste esa sabiduría y esos poderes milagrosos? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿No están todas sus hermanas entre nosotros? ¿De dónde, pues, le viene todo esto?

Y los tenía desconcertados. Pero Jesús les dijo:

+ Un profeta sólo es despreciado en su pueblo y en su casa.

Y no hizo allí muchos milagros por su falta de fe.

*

Mateo 13,54-58

***

Dios creó al hombre no para vivir aisladamente, sino para formar sociedad. De la misma manera, Dios «ha querido santificar y salvar a los hombres no aisladamente, sin conexión alguna de unos con otros, sino constituyendo un pueblo que le confesara en verdad y le sirviera santamente».

Desde el comienzo de la historia de la salvación, Dios ha elegido a los hombres no solamente en cuanto individuos, sino también en cuanto miembros de una determinada comunidad. A los que eligió Dios manifestando su propósito, denominó pueblo suyo (Ex 3,7-12), con el que además estableció un pacto en el monte Sinaí.

Esta índole comunitaria se perfecciona y se consuma en la obra de Jesucristo. El propio Verbo encarnado quiso participar de la vida social humana.

Asistió a las bodas de Caná, bajó a la casa de Zaqueo, comió con publicanos y pecadores. Reveló el amor del Padre y la excelsa vocación del hombre evocando las relaciones más comunes de la vida social y sirviéndose del lenguaje y de las imágenes de la vida diaria corriente.

Sometiéndose voluntariamente a las leyes de su patria, santificó los vínculos humanos, sobre todo los de la familia, fuente de la vida social. Eligió la vida propia de un trabajador de su tiempo y de su tierra […].

Sabemos que, con la oblación de su trabajo a Dios, los hombres se asocian a la propia obra redentora de Jesucristo, quien dio al trabajo una dignidad sobreeminente laborando con sus propias manos en Nazaret.

De aquí se deriva para todo hombre el deber de trabajar fielmente, así como también ei derecho al trabajo. Y es deber de la sociedad, por su parte, ayudar, según sus propias circunstancias, a los ciudadanos para que puedan encontrar la oportunidad de un trabajo suficiente.

Por último, la remuneración del trabajo debe ser tal que permita al hombre y a su familia una vida digna en el plano material, social, cultural y espiritual, teniendo presentes el puesto de trabajo y la productividad de cada uno, así como las condiciones de la empresa y el bien común.

*

Gaudium et spes, 32 y 67

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Giuseppe Pelliza da Volpedo: “El cuarto estado” (1901). Milán.

***

"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , , , ,

“El Dios crucificado y los pueblos crucificados”, por Juan José Tamayo

Jueves, 1 de mayo de 2025

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Aunque ya ha pasado la Semana Santa a que se refiere el autor, publicamos este artículo que leímos en su blog y 
que se hace realidad en lo cotidiano de nuestra vida y en el día a día del mundo sufriente:

Existimos en cuanto seres humanos sufrientes e indignados por la injusticia

En días tan señalados para las iglesias cristianas como los de Semana Santa me viene a la memoria la expresión “teología de la cruz” que el joven teólogo Martin Lutero utilizó en 1518 durante la disputa de Heidelberg

“La cruz de Cristo, como Jürgen Moltmann ha demostrado en su libro El Dios crucificado, constituye la base y la crítica de toda teología cristiana. Lástima que pronto la teología de la cruz se tornara conformista con el orden burgués y que, apoyándose en ella, Lutero justificase la violencia de los príncipes”

En días tan señalados para las iglesias cristianas como los de Semana Santa me viene a la memoria la expresión “teología de la cruz que el joven teólogo Martin Lutero utilizó en 1518 durante la disputa de Heidelberg. Lo hizo en polémica con la “teología de la gloria”, del cristianismo eclesiástico medieval, representada en la figura triunfante del Pantocrator de las iglesia románicas.

La cruz de Cristo, como Jürgen Moltmann ha demostrado en su libro El Dios crucificado, constituye la base y la crítica de toda teología cristiana. Lástima que pronto la teología de la cruz se tornara conformista con el orden burgués y que, apoyándose en ella, Lutero justificase la violencia de los príncipes contra la Guerra de los Campesinos y el asesinato de la figura más representativa del ala izquierda del protestantismo naciente, Thomas Müntzer, a quien Ernst Bloch llama “teólogo de la revolución” (Thomas Müntzer, teólogo de la revolución, traducción de Jorge Deike Robles, Ciencia Nueva, Madrid, 1968; Antonio Machado Libros, 2002).

Es quizá al revolucionario y heterodoxo Müntzer a quien el filósofo de la esperanza, Ernst Bloch, se refiriera cuando en el frontispicio de su libro El ateísmo en el cristianismo afirma que “lo mejor de la religión es que crea herejes”. Ciertamente no se refiere a Lutero, como algunas veces se ha dicho, a quien sitúa del lado del conservadurismo político y teológico, lo considera defensor de la moral señorial y recuerda que recomendaba a los campesinos obediencia pasiva y acatamiento de la injusticia.

El tema del Dios crucificado está presente en la primera de las novelas de la Trilogía de la noche titulada La noche, del escritor judío Elie Wiesel, Premio Nobel de la Paz en 1986 y superviviente de los campos de concentración de Auschwitz y Buchenwald, donde fueron asesinados su padre, su madre y su hermana menor. En dicha novela hace un relato patético y estremecedor del que fue testigo:

 “La SS colgó a dos hombres judíos y a un joven delante de todos los internados en el campo [de concentración]. Los hombres murieron rápidamente, la agonía del joven duró media hora. “¿Dónde está Dios? ¿Dónde está Dios?”, preguntó uno detrás de mí. Cuando después de largo tiempo el joven continuaba sufriendo, colgado del lazo, oí otra vez al hombre decir: “¿Dónde está Dios ahora?”. Y en mí mismo escuché la respuesta: “¿Dónde está? Aquí. Colgado del patíbulo.

“Dios clavado en la cruz, permite que lo echen del mundo […]. Dios es impotente y débil en el mundo, y solo así Dios está con nosotros y nos ayuda […]. Cristo no nos ayuda por su omnipotencia, sino por su debilidad y sus sufrimientos”.

En una de sus cartas desde el cautiverio, la dirigida el 16 de abril de 1944 a su amigo y posterior editor Eberhard Begthe, Dietrich Bonhoeffer, teólogo mártir del nazismo, vuelve sobre el tema ofreciendo otra imagen de Dios muy alejada de aquella que lo sitúa en el cielo disfrutando de una pacífica y eterna vejez: “Dios clavado en la cruz, permite que lo echen del mundo […]. Dios es impotente y débil en el mundo, y solo así Dios está con nosotros y nos ayuda […]. Cristo no nos ayuda por su omnipotencia, sino por su debilidad y sus sufrimientos”.

Adelantándose en varias décadas al teólogo alemán Jürgen Moltmann, Simone Weil habla de “Dios crucificado“. Nuestro parecido con Dios, afirma, no radica en la omnipotencia, sino en la dimensión pensante y finita de la existencia, en el carácter sufriente de la realidad humana: “Saber que, como ser pensante y finito, yo soy Dios crucificado. Parecerse a Dios, pero a Dios crucificado” [1]. Hay aquí un claro mentís al viejo atributo divino de la omnipotencia y a la concepción prometeica del ser humano, y una defensa de la debilidad y el carácter sufriente de Dios, en la misma dirección de Dietrich Bonhoeffer.

Simone Weil fundamenta el carácter divino del cristianismo en las palabras del Salmo 22, 2, pronunciadas por Jesús en la cruz: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? (Mc 15, 43). “La divinidad -afirma en un texto sugerente y de gran creatividad literaria- está dispuesta para nosotros en madera muerta, cortada geométricamente a escuadra, de la que cuelga un cadáver. El secreto de nuestro parentesco con Dios debe buscarse en nuestra mortalidad[2]. Nada que ver con la apologética católica para quien eran los milagros la demostración irrefutable de la divinidad de Jesús de Nazaret.

En un texto de 1978 de gran profundidad teológica, el teólogo Ignacio Ellacuría, asesinado el 16 de noviembre de 1989 en San Salvador junto con cinco compañeros jesuitas y dos mujeres salvadoreñas colaboradoras en el servicio doméstico, historifica la idea del “Dios crucificado” y la traduce en la experiencia sufriente del “pueblo crucificado, que define como “aquella colectividad que, siendo la mayoría de la humanidad. Debe su situación de crucifixión a un ordenamiento social promovido y sostenido por una minoría, que ejerce su dominio”.

 Ellacuría considera al “pueblo históricamente crucificado” la continuación histórica del Siervo de Yahvé -del Segundo Isaías-, a quien los poderes de este mundo siguen despojando de todo y arrebatando todo, hasta la vida, sobre todo la vida. El “pueblo históricamente crucificado” se convierte así en la categoría mayor de su teo-política de la liberación y en el principal signo de los tiempos. Se refiere a todos los pueblos a quienes los poderosos siguen despojando de su dignidad y arrebatándolos la vida prematura e impunemente [3].

Albert Camus afirmaba no conocer a ninguna persona que hubiera dado la vida por defender el argumento ontológico de Anselmo de Canterbury. Quizá tampoco por creer en el Dios motor inmóvil de Aristóteles, ni en el Dios sustancia infinita, eterna y dotada de los atributos de la independencia, la omnisciencia y omnipresencia –todos terminados en CIA-, de Descartes. Yo tampono la daría. Como diagnosticara Nietzsche en Así hablaba Zaratustra y La gaya ciencia, ese Dios está muerto y bien muerto. El propio Camus reformula el principio cartesiano “pienso, luego existo” como “me indigno, luego existimos”, existimos en cuanto seres humanos sufrientes e indignados por la injusticia.

Hay otras imágenes más creíbles de Dios y más acordes con los acontecimientos que celebra el cristianismo estos días. Una es la propuesta metafórica del científico social portugués Boaventura de Sousa Santos: el Diosactivista de los derechos humanos, que es un Dios subalterno y se enfrenta con el Dios invocado por los opresores. Otra la imagen de José Saramago: “Dios es el gran silencio del universo y el ser humano la voz que ha sentido a ese silencio”. En estas imágenes sí se puede creer, como en la del “Dios crucificado”, identificado con los “pueblos crucificados”, a quienes hay que bajar de la cruz. En dicha tarea ha de traducirse el principio-misericordia de Jon Sobrino.

[1]    Simone Weil, La gravedad y la gracia, edición y traducción de Carlos Ortega, Trotta, Madrid, 2025, 5ª edición, 128.

[2]    Ibid., 128.

[3] Ignacio Ellacuría, “Cruz y resurrección. Presencia y a nuncio de una Iglesia nueva”: CRT-SERVIR (México), 1978, 49-82.

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“El cristianismo, o es radical o no es cristianismo“, por Prof. Dr. Antonio J. Mialdea

Jueves, 1 de mayo de 2025

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“Cristianismo Radical (Madrid, Trotta, 2025) quiere ser una guía para comprender, de una vez por todas, qué es ser cristiano en un momento en que Evangelio y Religión, como recordaba nuestro querido y añorado Pepe Castillo, están más separados de lo que jamás habían estado”

“En su nuevo libro, Juanjo Tamayo nos propone un camino seguro para el retorno al evangelio teniendo siempre presentes las características particulares del espacio y el tiempo en que vivimos”

“Insiste en la propuesta de un pensamiento ecológico que comprenda que la Salvación es Salvación de todo el Cosmos y que tiene que comenzar por respetar la dignidad y los derechos del planeta que habitamos”

“Creo que se trata de un libro que llega en el momento oportuno y en una etapa de madurez de Juan José Tamayo. Uno de los libros más originales y creativos del profesor, cuya lectura abre nuevos horizontes para el cristianismo del futuro”

El famoso aforismo de Alfred Loisy, “Jesús predicó el Reino de Dios y vino la Iglesia”, es hoy de absoluta actualidad. Y por ello, la pertinencia y necesidad de un libro como el de Juanjo Tamayo es evidente.

Cristianismo Radical (Madrid, Trotta, 2025) quiere ser una guía para comprender, de una vez por todas, qué es ser cristiano en un momento en que Evangelio y Religión, como recordaba nuestro querido y añorado Pepe Castillo, están más separados de lo que jamás habían estado. Fue precisamente Alejandro Sierra, ex-editor de Trotta, quien propuso al teólogo de Amusco (Palencia) la escritura de un libro sobre el cristianismo “liberado de las interpretaciones mitológicas y manipulaciones históricas posteriores y recuperando las dimensiones éticas del mismo más allá de las propias dimensiones religiosas”, y precisamente a él, como Maestro de Editores, le dedica Tamayo estas páginas.

En el prólogo, Leonardo Boff deja clara la voz autorizada de Juanjo Tamayo dentro del espectro de la cultura española como filósofo y teólogo, no sólo porque está libre de los controles doctrinales, sino porque siempre se muestra abierto al diálogo reflexivo y maduro con otros saberes y otras confesiones religiosas. Dice el teólogo brasileño que este autor “considera el acontecimiento cristiano no como una cisterna de aguas estancadas, sino como una fuente de aguas vivas de la que fluyen continuamente nuevas formas para afrontar los desafíos que se presentan actualmente en nuestro mundo extremadamente complejo. Tamayo comparece como el promotor más activo de la teología de la liberación en el marco de la situación europea”.

Afirma Tamayo, parafraseando a Karl Rahner, quien dijo que los cristianos del siglo XXI serán místicos o no serán cristianos, que el cristianismo, igualmente, o es radical o no será tal; pero con el término ‘radical‘ no se refiere, en modo alguno, a fundamentalista, extremo o violento, sino que toma el término en su sentido originario: raíz. Por tanto, o esta tradición religiosa vuelve a su fuente originaria, que es la buena noticia de Jesús, o será una cosa bien distinta y, como decíamos antes, muy alejada de lo que hoy denominamos Iglesia Católica, que más bien se ha convertido, desde muchos sectores de la misma, en la aliada más fiel del poder político y económico, creando hasta una nueva forma de ser en la Iglesia, a la que Tamayo ha bautizado como Cristoneofascismo. Por eso, en este nuevo libro de este filósofo y teólogo, que hace ya el número noventa de su abundantísima bibliografía, nos propone un camino seguro para el retorno al evangelio teniendo siempre presentes las características particulares del espacio y el tiempo en que vivimos y que presentan, tanto en la actualidad como para el futuro, unos desafíos a los que tenemos que hacer frente sin dilación alguna.

Algunos de estos desafíos son los siguientes: erradicar la pobreza estructural y la creciente desigualdad reinante en nuestro mundo, la defensa de una verdadera Democracia participativa en la sociedad y particularmente en el interior de la propia Iglesia, la necesidad de un cristianismo contrahegemónico que se aleje definitivamente de la globalización neoliberal,  la defensa de un cristianismo feminista que deje de ser un oxímoron para la Iglesia católica y que elimine, de una vez por todas, el heteropatriarcado eclesial y que sobre todo, deje de decir idioteces como que la mujer no ha recibido el don del sacerdocio. Dios no es varón.

Insiste también en la propuesta de un pensamiento ecológico que comprenda que la Salvación es Salvación de todo el Cosmos y que tiene que comenzar por respetar la dignidad y los derechos del planeta que habitamos, la construcción de un cristianismo que critique severamente el crecimiento armamentístico y que se comprometa con una Paz duradera y que jamás legitime sistema de dominación alguno, la defensa de un espacio de diálogo intercultural de liberación junto a la legitimidad de las identidades étnicas en absoluta igualdad, el alejamiento del consumismo mercantilista que nos tiene esclavizados y que nos impide la comunicación con la dimensión espiritual que pertenece a nuestro ser más íntimo, un cristianismo que implemente la hermenéutica interreligiosa de la Liberación.

Esta tradición debe estar en la cabeza de la defensa de los Derechos Humanos y, por tanto, volver a ser un cristianismo evangélico y no dogmático y a la cabeza también del diálogo con la diferentes manifestaciones de increencia religiosa. Insiste también Tamayo en la necesidad de que sea hospitalario y samaritano, de la alteridad, que reconozca la pluralidad de los saberes y las diferentes formas de vivir. En definitiva, un cristianismo que proponga al ser humano de hoy la utopía firme de que otro mundo, mucho mejor que el que tenemos, es posible.

Tamayo afirma que tenemos que recuperar urgentemente los valores de Jesús el Galileo que son los que nos deben conducir a una plena humanidad en comunión con todo el cosmos. La radicalidad del Evangelio se encuentra en una buena noticia para los marginados y excluidos pero también en una mala noticia, como encontramos en el texto de Lucas, para aquellos que generan el sufrimiento, la injusticia y la insolidaridad. ¡Ay de vosotros…! dice Lucas, si ejercéis el poder para hacer crecer la desigualdad entre los seres humanos. Por cierto que la palabra ‘poder‘, con la que una buena parte del pueblo de Dios identifica hoy a la Iglesia, sólo se pronuncia en los evangelios (y cito aquí a Jesús Peláez, ex-Catedrático de Filología Griega de la Universidad de Córdoba) cuando Jesús realiza alguna curación y para ello emplea los sentidos (mira, toca, escucha…). El poder, así, tiene que ser un poder salvífico y no un poder represivo como el que ejerce buena parte de la jerarquía católica actual.

Creo, como señalaba al principio, que se trata de un libro que llega en el momento oportuno y en una etapa de madurez de Juan José Tamayo. Jesús sólo nos llama, como escribió Bonhoeffer, a la Vida y no a poner los ojos en un nuevo sistema religioso dogmático y rígido que cierra toda posibilidad de pensamiento y que no tenga en cuenta el devenir de la historia. San Pablo ya afirmaba que convenía que hubiera disensiones para que el diálogo en busca de la Verdad no deje nunca de respetar el Misterio.

Estamos, sin duda, ante uno de los libros más originales y creativos del profesor Tamayo. Su lectura abre nuevos horizontes para el cristianismo del futuro.

Fuente Religión Digital

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¿Cómo evalúan los teólogos el impacto LGBTQ+ del Papa Francisco?

Jueves, 1 de mayo de 2025

Siguen llegando comentarios sobre el impacto del Papa Francisco en la problemática LGBTQ+ en la Iglesia. La publicación de hoy se centrará en algunas reflexiones de teólogos católicos que analizan la trayectoria del Papa.

IMG_5288Padre Bryan Massingale

El Padre Bryan Massingale, sacerdote abiertamente gay y profesor de teología en la Universidad de Fordham, declaró a USA Today  que el Papa Francisco “será conocido como uno de los papas más trascendentales en la historia católica“. Massingale opinó: “Me cuesta creer que el próximo Papa cambie radicalmente la trayectoria que Francisco ha llevado a la Iglesia en cuanto a la problemática LGBTQ“. También reconoció que la labor de Francisco en la problemática LGBTQ+ fue solo el comienzo del desarrollo de la Iglesia Católica en este ámbito:

Este Papa ha llegado más lejos que cualquier otro Papa en la historia católica y ha abierto la puerta a la evolución. La Iglesia es una institución mundial, y si bien hay cosas obvias para nosotros en Estados Unidos y Europa, otras partes del mundo tienen que crecer a su manera. Él quería que el mundo siguiera adelante“.

IMG_0359Elizabeth Sweeny Block

En el mismo artículo de USAToday (actualización de uno publicado en marzo), Elizabeth Sweeny Block, teóloga de la Universidad de San Luis, afirmó que, si bien el difunto papa hizo mucho bien en temas LGBTQ+, también tuvo algunas declaraciones negativas en su historial:

Ha condenado repetidamente la llamada ‘ideología de género’, una expresión profundamente problemática y despectiva, sin una definición clara“, dijo Block, añadiendo que si bien Francisco ha integrado más la ciencia en su papado —por ejemplo, en Laudate Deum, su encíclica de 2023 sobre el medio ambiente—, no ha mostrado el mismo compromiso con las cuestiones de género.

Es comprensible que las personas de la comunidad LGBTQ+ sigan esperando cambios más concretos en la Iglesia sobre el terreno“.

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Natalia Imperatori-Lee, profesora de estudios religiosos de la Universidad de Manhattan, declaró a CNN que el enfoque de Francisco ofreció un nuevo estilo de liderazgo para la Iglesia Católica:

Durante mucho tiempo, los católicos solo eran conocidos por sus prohibiciones: no ser homosexual, no abortar, no divorciarse”, afirma. “Francisco impulsó un catolicismo diferente en la esfera pública. Era alguien que atraía tanto a católicos como a no católicos. Era simplemente una persona decente”.

El legado de Francisco sobrevivirá, predijo Imperatori-Lee, y su nuevo estilo influirá en las futuras generaciones de la Iglesia. “Aquí es donde Francisco brillará”, afirmó.

Al evaluar cómo el papa Francisco intentó transformar la iglesia, Massimo Faggioli, eclesiólogo de la Universidad de Villanova, Pensilvania, ofreció la siguiente perspectiva en un artículo de la revista Commonweal:

La eclesiología y la política doctrinal de Francisco fueron producto de su recepción del Vaticano II, tanto como sacerdote jesuita como latinoamericano. Propuso una visión dialéctica de la relación entre movimiento e institución, entre doctrina y pastoral. Llevó el mensaje de fraternidad humana y cuidado del medio ambiente en un momento en que la política mundial iba en dirección contraria, y también trabajó para desescalar las llamadas “guerras culturales” en torno a cuestiones de moralidad sexual que han afectado a Estados Unidos. Su énfasis en la misericordia por encima de la doctrina fue bien recibido por algunos católicos, pero no por quienes creían que el Vaticano II ya había inclinado demasiado la balanza hacia la primera.

Francisco desplegó una especie de ambigüedad estratégica en lo que respecta a cuestiones doctrinales, permitiendo que el viejo orden continuara junto con mensajes claros sobre la necesidad de una nueva praxis pastoral. Esto fue evidente, por ejemplo, en el tema de los católicos LGBTQ+, una de las reformas pastorales implementadas, pero que aún se encuentra en un terreno doctrinal y catequético inestable. En otros casos, como el del rol de la mujer en la Iglesia, la ambigüedad de Francisco reflejó un verdadero impasse entre su genuina comprensión de la necesidad de abrir nuevos caminos y una sensibilidad (y un lenguaje) fuertemente influenciados por su formación. Era más propenso a hablar de “mujer” que a escuchar a las mujeres.”

IMG_1054Massimo Faggioli

En un artículo aparte para el National Catholic Reporter, Faggioli mencionó la labor de Francisco en favor de la comunidad LGBTQ+ como parte de las “tres principales contribuciones que destacan en el legado del Papa Francisco a la Iglesia Católica global“. El académico explicó:

El tercer gran legado es a nivel magisterial. El primer Papa jesuita y el primer Papa latinoamericano invirtió, desde el principio, una cantidad asombrosamente alta de su capital político en señalar la prioridad de la dimensión pastoral en las enseñanzas de la Iglesia, incluso en los temas más divisivos para el catolicismo en el hemisferio occidental”

Desde el “¿Quién soy yo para juzgar?de julio de 2013 hasta el decreto de bendición de 2023 sobre la cuestión homosexual, el Sínodo de los Obispos de 2014-15 sobre la familia y la exhortación apostólica Amoris Laetitia de 2016, que abre una puerta a los católicos divorciados y vueltos a casar, Francisco ha privilegiado la necesidad de mostrar una visión de conjunto de la Iglesia católica. Para algunos, esto se produjo a expensas de la continuidad y/o la claridad doctrinal.

Sin duda, Francisco ha hecho todo esto manteniendo distancia de la teología académica y de los intelectuales católicos, privilegiando a otros tipos de interlocutores, tanto dentro como fuera de la Iglesia. Francisco ha hecho todo esto en fidelidad a la letra y al espíritu del Concilio Vaticano II, consciente de las limitaciones de los documentos conciliares y de la teología que los sustenta medio siglo después…

“…Pero Francisco ha continuado la trayectoria del Vaticano II, buscando un nuevo equilibrio entre la ley y el amor, la institución y el movimiento, el ressourcement (vuelta a las fuentes)y el aggiornamento. Los defensores de la causa LGBTQ+ tienen mucho que agradecerle: Francisco es algo así como el santo patrono de la causa por una iglesia más acogedora (énfasis añadido). Por la misma razón, otros católicos intentarán olvidar este pontificado lo antes posible y tratarán de revertir lo que se ha hecho al respecto”.

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Mary Hunt, teóloga feminista y directora de la Alianza de Mujeres para la Teología, la Ética y el Ritual (WATER), escribió en Religion Dispatches que la agenda más progresista de Francisco no podía lograrse en una institución que aún no practica lo que Francisco llamó “la dignidad de todo ser humano, sin excepción”.

Francisco demostró que el papel más importante de un papa es ser símbolo de unidad, no una figura de autoridad. El Papa no es la Iglesia. Durante las cinco semanas que Francisco estuvo hospitalizado, el Vaticano siguió funcionando. Las iglesias locales siguieron funcionando. Y, vergonzosamente, muchas mujeres católicas, personas LGBTQIA+ y personas abusadas por el clero continuaron siendo marginadas.

Las políticas de la Iglesia —contra la igualdad de las mujeres, en oposición al amor entre personas del mismo sexo y a la identidad transgénero, y sin aplicarlas a los clérigos abusadores— contradicen los valores fundamentales de equidad y justicia al excluir y alienar a millones de católicos. No es de extrañar que la agenda de Francisco siga inconclusa, con tantos que podrían ayudar ahora marginados.”

Sin títuloJason Steidl Jack

Jason Steidl Jack, profesor adjunto de estudios religiosos en la Universidad de San José de Nueva York, reconoció que el papa Francisco “no era perfecto“, pero que hizo cosas que ningún otro papa había hecho jamás. Steidl Jack declaró a NBC News:

Podía mantener conversaciones que simplemente no eran posibles bajo Juan Pablo II y Benedicto XVI. A medida que transcurrían los años de su papado, pareció abrirse más, tanto a gais como a lesbianas, pero también a la comunidad trans. Este es un nivel de apertura impensable antes del papa Francisco. Ha sido una revolución de compasión, una revolución de bienvenida, y ha cambiado la iglesia. Ha cambiado la relación de la iglesia con la comunidad LGBTQ+.

“… “Estaba dispuesto a dedicar tiempo a las personas y a aceptarlas como son. Creo que él creció a partir de eso, y creo que la iglesia también creció a partir de eso. Y ahí es donde la iglesia necesita seguir creciendo. Es un ministerio de escucha, un ministerio de apertura”. Es un ministerio que implica estar dispuesto a aprender.

—Francis DeBernardo, Ministerio New Ways, 28 de abril de 2025

Para revisar todas las declaraciones y acciones del Papa Francisco, tanto positivas como negativas, en relación con las cuestiones LGBTQ+, consulte el recurso en línea del Ministerio New Ways: Las múltiples caras del Papa Francisco: Una cronología de su trayectoria LGBTQ.

Respuestas anteriores al fallecimiento del Papa Francisco:

Bondings 2.0:  New Ways Ministry: ‘Pope Francis Was a Gift to LGBTQ+ People‘ («El Papa Francisco fue un regalo para las personas LGBTQ+»)

Bondings 2.0:Pope Francis’ Easter Passing Invites Us to Meet Christ on the Way to Galilee (El paso pascual del Papa Francisco nos invita a encontrarnos con Cristo en el camino a Galilea)

Bondings 2.0Catholic LGBTQ+ Leaders React to the Death of Pope Francis (Líderes católicos LGBTQ+ reaccionan a la muerte del Papa Francisco)

Bondings 2.0: How Pope Francis Affected Me as an LGBTQ+ Person (Cómo el Papa Francisco me influyó como persona LGBTQ+)

Bondings 2.0: People from the Pews Respond in Different Ways to Pope’s LGBTQ+ Legacy (Personas desde las filas de la iglesia responden de diferentes maneras al legado LGBTQ+ del Papa)

Fuente New Ways Ministry

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Mónica Astorga, la «monja de las trans», dejó la Iglesia pero no la solidaridad

Jueves, 1 de mayo de 2025

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La “Hermana Mónica” se hizo conocida en las últimas décadas por su lucha por los derechos de las mujeres trans y travestis. Desde Neuquén, donde fue Madre Superiora, militó por el acompañamiento y acceso a la vivienda, que se materializó en una cooperativa. Tuvo el apoyo del Papa Francisco pero no fue suficiente: su defensa de la diversidad sexual le valió el alejamiento de la Iglesia, aunque no de la fe. Hoy vive en la Ciudad de Buenos Aires, estudió podología, y continúa su vocación de servicio.

Fuente Agencia Presentes

23 de abril de 2025
Agustina Ramos
Ariel Gutraich

Edición: Ana Fornaro

Mónica dobla la esquina y aparece un sábado soleado de enero por la avenida Rivadavia. Hace dos años vive en el barrio porteño de Flores. Lleva el pelo atado, una remera azul, bermuda de jean y sandalias beige. Su look discreto y estatura pequeña no deberían llamar la atención, pero tiene un rasgo que la diferencia del resto de los transeúntes: una gran sonrisa. Es un gesto con el que convive la mayor parte del tiempo. Viaja hasta el Hospital Borda. Llega alrededor de las 8.30, con un paquete de diez atados de cigarrillos y alfajores de distintos gustos. Es el regalo que pidió por su cumpleaños Marcela, la “Rompecoches”, una mujer trans de 54 años que se encuentra desde hace seis meses internada en el hospital público. Cuando llega Mónica, Marcela ya está despierta, aunque no fue a desayunar como el resto de sus compañeros de sala, todos varones. “¿Cuánto te van a durar?”, la reta cuando le entrega el paquete.

IMG_0964Mónica Astorga en su casa del barrio de Flores, Ciudad de Buenos Aires

Marcela es la antítesis de Mónica. Es enorme y de curvas marcadas. Tiene una melena abundante con rulos, nariz respingada perfecta y las cejas en forma de “v”, con un aire a la actriz Graciela Borges. Su apodo lo ganó cuando un día, furiosa, rompió un patrullero en medio de una de las peleas frecuentes que tenían ella y sus compañeras con policías, mientras ejercían el trabajo sexual en Panamericana.

Está acostada y al cabo de un rato nos pide ayuda para enderezarse. Lo hace con cuidado: le duele la cola al sentarse.

—Por todo eso que se han puesto—, le reprocha la ex hermana.

—No sabíamos, Mónica. Igual… cuántas cosas me ha dado esta cola—. Se ríe. Tiene un humor ácido. Hace poco tuvo dos accidentes cerebro vasculares. Se mueve con dificultad, aunque se encuentra mejor que semanas atrás. Está de buen humor, sonríe y habla con ganas.

Cuando Mónica se despide y se acerca a darle un beso, Marcela le pide “dos, como en París”. “Sus compañeras dicen que era mala. Imaginate, la ‘Rompecoches’ le decían. Pero cambió mucho. A mí me dice ‘te quiero’ por mensaje. Creo que ellas no se lo podrían imaginar”.

Una cama limpia para morir 

Mónica Astorga Cremona nació el 3 de diciembre de 1964 en el Hospital Piñero, en la Ciudad de Buenos Aires. A los tres años sus padres se separaron y fue a vivir con su madre a Rauch, en la profundidad bonaerense. Tiene 60 años, pero no los aparenta, no tiene casi arrugas. Debajo del hábito pudo controlar los rulos que nunca le gustaron. Hoy lleva un cabello lacio y negro, lo más parecido que podría tener a un velo. Cuando le contó a su familia que había dejado de ser monja le dijeron que no iban a poder verla sin sus vestiduras. Hasta ahora, no pudieron.

Dedicó la mayor parte de su vida al servicio dentro del monasterio dirigido por la Orden de las Carmelitas Descalzas en la provincia de Neuquén, donde llegó a ser madre superiora durante dos trienios. Hoy continúa su vocación por fuera de la Orden: cuarenta años después de haber ingresado al monasterio se vio obligada a solicitar su desvinculación. Fue monja de clausura o contemplativa, lo que quiere decir que su vida se encuadraba dentro del monasterio, donde se dedicaba a la oración y la búsqueda de unión con Dios. Antes las llamaban “monjas encerradas”. A lo largo de su vida acompañó a personas con consumos problemáticos y a aquellas que nadie quiere visitar, como los condenados a prisión perpetua. Lo hacía enviándoles cartas a las cárceles. Hasta que en 2006 conoció primero a una, después a cuatro y finalmente a decenas de travestis y trans de la ciudad de Neuquén.

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Un día viene Romina, una compañera de San Juan, y nos cuenta que había ido a la iglesia de Lourdes a dejar su diezmo, pero no se lo recibieron porque provenía de la prostitución. Ahí conoció a una monja y un cura que le presentaron a otra hermana: Mónica. Y ella quiso conocernos. Nosotras… te podés imaginar. ¿Qué puede hacer una monja por nosotras que vivíamos corriendo de la policía o caíamos detenidas? Pero fuimos a conocerla. Yo soy muy católica. Fuimos cuatro: Victoria, Luján, Romina y yo”. La que habla es Katiana Villagra, una mujer trans de 62 años. Llegó a Neuquén cuando tenía 22 luego de haber deambulado por distintos lugares de Buenos Aires. No le gustó. Los tacos y las medias que tenía impecables en el asfalto se fueron percudiendo al costado de la ruta, con las calles de piedra y el viento sin tregua. Fue una de las primeras en llegar, pero al poco tiempo se llenó de travestis y trans de distintas provincias: eran más las de afuera que las propias neuquinas.

—¿Por qué iban a Neuquén?

—En Buenos Aires en ese tiempo eran 30, 60, 90 días que te dejaban detenida. No teníamos derecho a nada. Lo que tenía de bueno Neuquén era que no nos llevaban detenidas. Y si lo hacían, el operativo duraba 24 horas. Hubo un tiempo, más adelante, que sí empezaron a llevarnos detenidas todo los días. Pero para ese momento yo ya era ciudadana neuquina y había elegido este lugar. Si vos tomás agua del río Limay no te vas más.

IMG_0953Con los años, Katiana continuó trabajando en la calle, se colocó siliconas y ya se consideraba una activista. Tenía 40 años cuando conoció a Mónica.

La hermana era chiquitita, pero hermosa. Lo primero que nos preguntó fue qué sueños teníamos. Luján le dijo que le hubiese gustado terminar su carrera y estudiar para ser chef; otras compañeras, que querían ser peluqueras; y otra estaba estudiando masajes y esas cosas. Me acuerdo que cuando me preguntó a mí, le dije que quería “una cama limpia para morir. Yo no me había dado cuenta que había causado tanto en ella lo que dije. En aquel tiempo estábamos con la epidemia del sida y en el hospital, cuando ya no podían hacer más nada por las compañeras con VIH te daban el alta y una cama del hospital para que fueras a morir a tu casa. ¡Y nosotras no teníamos casa! Entonces ibas a la de otra compañera. Le poníamos el suero en el lugar en el que estábamos fumando, drogándonos, tomando alcohol para salir a trabajar. Y la compañera estaba ahí entre nosotras. Siempre que me tocaba ver las sábanas estaban sucias. Por eso quería una cama limpia para morir. Porque yo ya estaba en edad.

A sus 40 años, Katiana ya se sentía próxima a la muerte. Sabía que el promedio de vida del colectivo travesti trans al que pertenece rondaba -y ronda aún hoy- los 35 años. Hoy, con 62, es una sobreviviente.

Esa charla despertó una obsesión para Mónica.

Años duros

A los 7 años tuvo por primera vez el deseo de ser monja. Vivía con su madre, María Vilma, en una casa precaria, antigua, de techos altos y tejados. La mujer trabajaba en un restaurante de Rauch. Mientras mataba pollos y los desplumaba, Mónica pelaba las papas, que se acumulaban en cajones por toda la casa. Como llevaba todos los años guardapolvo y útiles nuevos, en la escuela ignoraban la situación en su casa, donde varias veces en la semana no tenían para comer. Era el regalo de su padre, que le enviaba una vez al año el dinero justo -ni más, ni menos- para que compre lo necesario para el colegio. También una vez al año, para las fiestas, lo veía. Aunque a veces le enviaba juguetes, Mónica se armaba los propios. En un cuarto creaba una farmacia, en otro era la encargada de un negocio y en el comedor, oficiaba de maestra. En el patio de su casa habían colocado la antena del vecino. Subía por ella hasta llegar al techo de su casa, desde donde pasaba horas observando el pueblo en altura mientras hacía cruces con un piolín.

IMG_0954Mónica junto a su madre y su hermana

Fueron años difíciles, nos la arreglábamos las dos solitas. Ella era alcohólica. Yo le pedía que por favor no se muriera porque no sabía qué iba a hacer sola. Vivíamos con muy poco. Y aún así, siempre me decía: ‘Si alguien viene a pedir algo a esta casa no se puede ir con las manos vacías’. Cuando le dije de chiquita que quería ser monja, me escuchó y me empezó a mandar con dos hermanas que trabajaban en un hospital. Yo iba a jugar con ellas”, comparte sentada en el living de su casa, mientras ceba mate.

Luego, las cosas no se pusieron más fáciles. Cuando terminó la primaria se fue a vivir a lo de unos tíos en la Ciudad de Buenos Aires, en el barrio de Flores. Le dijeron que no le iba a faltar nada.

Fue todo una mentira. Pasé a ser una sirvienta de ellos. Me daban una plata que no me alcanzaba para comprar los útiles así que empecé a trabajar. La mitad del sueldo se lo daba a ellos y el resto lo tenía para el estudio. Fueron años de estar muy triste y enojada, pero siempre me mostraba bien, con una sonrisa. Creo que nadie se lo imaginaba. Una amiga de ese momento me preguntó si no quería empezar a participar de un grupo en una iglesia. Le dije que no quería saber nada, estaba enojada con Dios. Ella insistió. Para mí desde chica la iglesia era un refugio y cuando al final fui sentí lo mismo que sentía cuando entraba a la iglesia de Rauch”, cuenta.

Ese año, el grupo religioso al que empezó a asistir viajaba a Neuquén. No le avisó a nadie de su familia y se fue hasta allá en tren. “Cuando llegué lo que me impactó fue que era un barrio muy muy humilde”, dice.

IMG_0955El convento al que llegó era el Monasterio de la Santa Cruz y San José de la Orden de las Carmelitas Descalzas. Fundado en 1982 fue el primero dedicado a la vida contemplativa en Neuquén. Dos casas pequeñas prefabricadas donde se llevaba adelante una rutina diaria austera. Cada monja contaba con un cuarto y un cajón de frutas en el que colocaban su ropa. A un lugar con estas características fue a vivir Mónica con 20 años. Ese diciembre pasó la mejor Navidad de su vida.

Sentí que era mi lugar, como que había vivido ahí toda la vida”, dice.

A los 20 días de haber ingresado al convento le avisaron que habían internado a su madre de urgencia por una hemorragia. Para ese momento, la familia debía quedar atrás al entrar al Carmelo, pero su madre superiora le insistió en que fuera a verla.

En marzo viajé. Estaba consumida: cáncer de útero. Ahí fue cuando me dijo: ‘Te veo feliz. Estás en el lugar donde siempre quisiste estar’. Era la única que sabía lo que yo quería. Todo lo que soy es por mi mamá”.

Vida de convento

En el convento, Mónica se despertaba a las seis y media de la mañana. Junto a las demás hermanas rezaban de forma comunitaria y luego, una oración individual de una hora. Seguía una misa, el desayuno y empezaba la primera parte de su jornada de trabajo. Limpiaban, hacían artesanías y vendían los alfajores Del Carmelo. Rezaban y almorzaban todas juntas en silencio. Lavaban los platos y disponían de una hora de recreación juntas. En ese rato, Mónica compartía con el resto las noticias que había leído la noche anterior, en su mayoría policiales, una costumbre que le quedó de acompañar a los presos. Un rezo corto de diez minutos y después podían salir a caminar, descansar o leer. Por lo general elegía la caminata, seguida de un baño y una siesta breve antes de volver al trabajo. Tenían formación comunitaria, una segunda hora de oración y un rezo de media hora en conjunto, con salmos y lecturas. Para que el día no se hiciera tan largo habían decidido que la cena fuera hablada así juntaban el momento de recreación con el de la comida. La última oración del día y cada una se retiraba a su cuarto. “Ahí arrancaba con todo lo de las trans, con las redes sociales, a contestar cosas”, cuenta Mónica.

Cuando ingresó al Carmelo se juró dos cosas: que no iba a perder la alegría y que iba a mantener los pies sobre la tierra. “Para mí pedir en la oración por ‘todos los que sufren, por todo el mundo’ no iba. Quería poder tocar a esas personas. Quería llevar los rostros a la oración”, dice.

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Comenzó a usar su tiempo de descanso, a mitad del día, para recibir a las mujeres. En esas conversaciones, Mónica quedó impresionada con sus vidas: el acoso en la escuela, el abandono del hogar, la necesidad de migrar a otra provincia, las inyecciones de aceite de avión para agrandar colas y pechos, la persecución policial. Conoció el lenguaje y el humor particular que comparten e incorporó sus códigos. Su semblante sereno podía endurecerse rápidamente cuando la conversación se volvía una disputa. En esos momentos, el ambiente se cortaba en seco. “¿Cómo se van a tratar así? Tanto esfuerzo que hacen para no ser tipos y al final actúan como ellos”, les llegó a decir, furiosa.

Incorporar la tecnología en el convento fue una odisea. “Cuando empezó el tema de los mails yo fui la primera que se armó uno. Una hermana había conseguido una computadora viejita y pedí permiso para que dos amigos que trabajaban en sistemas me enseñaran. Insistí y se puso una computadora en el comedor con un mail comunitario. Lo veía todo el mundo. Tuve un celular chiquitito que en 2007 me dieron unos familiares. Les dije que no podía tenerlo y me dijeron que lo tuviera escondido. ¿Por qué teníamos que vivir ocultando? Te decían que te ‘invadía el mundo exterior’ si entraba algo así”, cuenta. El facebook de Mónica se hizo conocido para los activismos LGBTIQ+ y el periodismo que cubre temas de género. Además de ponerse en contacto con las mujeres trans que acudían a ella, llevaba un conteo de los transfemicidios, travesticidios y transhomicidios que ocurrían en el país. Los publicaba religiosamente cada vez que se enteraba de uno nuevo.

La cooperativa

Con la frase de Katiana en su cabeza, “una cama limpia para morir”, empezó a tocar puertas. El arzobispo Marcelo Melani cedió una casa destruida, que Cáritas refaccionó, para que las chicas, al salir del hospital, tuvieran un lugar. Se llenó de mujeres trans y travestis que se reunían a compartir el rato. Romina y Victoria abrieron una peluquería y Katiana, un taller de costura: no fue un lugar para morir, sino para vivir.

Por esos años, Katy pudo dejar la calle, pero no el alcohol. Cada Navidad la llamaba a Mónica llorando, borracha. Fue el puntapié para gestar otro proyecto. La Casa Santa Teresita del Niño Jesús fue inaugurada en 2019 en la ciudad de Neuquén con el objetivo de impulsar acciones de prevención y tratamiento para asistir a personas trans con consumos problemáticos. “Es la obra de Mónica que voy a continuar mientras pueda”, cuenta Kati, quien hoy co-coordina la institución y hace doce años que no bebe.

Pero Mónica tenía otro objetivo en mente. Necesitaban un lugar al que volver después de trabajar y de formarse: una casa digna, donde poder bañarse, cocinar y descansar en una cama limpia para vivir. 

Un día, la frase de Kati se materializó. El 10 de agosto de 2020, en plena pandemia, la provincia de Neuquén inauguró el primer complejo de viviendas destinadas a mujeres trans y travestis del mundo. El municipio de Neuquén cedió el terreno y el gobierno provincial, a cargo del gobernador Omar Gutiérrez, ejecutó la obra impulsada por Mónica. Son doce monoambientes junto a un salón de usos múltiples, donde viven doce mujeres trans adultas mayores.

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Fueron meses de felicidad. Las mujeres, con sus pocos enseres, comenzaron a acomodar su nuevo hogar y a improvisar vivir solas con vecinas. Mónica las siguió recibiendo, ahora con el alma un poco más tranquila. Sabía que no había casas para todas, pero había sido un gran paso. Llegó la Navidad y junto a las demás monjas del Carmelo prepararon dulces con un mensaje que repartieron en cada casa del barrio. Hay una selfie que la muestra a Mónica en primer plano y a tres hermanas, todas sonriendo, mientras entregan el regalo. “Pasamos una Navidad en la que yo no sabía lo que venía”, cuenta.

Tras la muerte del Papa Francisco, en su perfil de Instagram, Mónica recordó la primera carta que le envió Francisco desde Roma. Fue en respuesta a otra que le hizo llegar Mónica junto a mujeres trans de Neuquén, quienes querían compartir sus buenos deseos para esta nueva etapa. Él respondió: “Querida hermana Mónica: Ahora a seguir adelante… con la oración y el trabajo de frontera que el Señor te ha puesto delante. Deciles de mi parte que no las condeno, que las quiero y que desde mi corazón las acompaño en el camino de la vida rezando por ellas. Pero que, por favor, recen por mí. Que les agradezco que recen por mí, y que Jesús y la Virgen las quieren, que no duden de esto. Te dejo. Por favor no te olvides de rezar por mí. Que Jesús te bendiga y la Virgen Santa te cuida. Francisco”.

Siento que quedé huérfana. Siempre le dije que era mi padre, mi pastor, mi hermano y amigo. Me acompañó en esta lucha para visibilizar a las trans. Recibió a muchas de las chicas, a otras las llamó por teléfono. Me dijo siempre ‘contá conmigo’. Me insistía en que dijera que Dios las amaba y los amaba, que nunca bajen los brazos y respetaba mucho al colectivo LGBT”, dijo Mónica a Presentes.

La discriminación 

El 22 de diciembre de 2020, el obispo Fernando Croxatto visitó el monasterio de Mónica para hacer una visita fraterna. “Es algo que se suele hacer, distinto a la visita canónica que se realiza cuando existe una causa seria por determinadas denuncias”, explica Mónica.

Luego de haber hablado con cada una de las hermanas que conformaban la comunidad, el 15 de enero el obispo hizo una devolución sobre la visita. Ahí empezó su sorpresa: dijo que un acompañamiento pastoral no entraba dentro del carisma teresiano. Es decir, que el acompañamiento que Mónica hacía con las trans no era propio de una vida contemplativa.

IMG_0958Se basó en críticas que hicieron las demás hermanas. Dijeron que no estaba nunca. Yo era madre superiora y al año siguiente había elecciones. No me querían ahí adentro. Yo no había abandonado el cuidado del monasterio ni mis tareas. Todo lo hacía en los momentos que teníamos de descanso. Ellas fueron con cosas sin argumentos y él les creyó sin preguntar. Nadie me preguntó hasta el día de hoy qué pasó”, dice la ex hermana.

Viajó a Buenos Aires, donde le prestaron un departamento cerca del Congreso, hasta que las cosas se acomodaran. “Estaba muy mal, caí en una depresión de la que me costó mucho recomponerme”, cuenta. En febrero tuvo que volver a Neuquén. Pensó que la Orden ya había solucionado su situación y que volvería a vivir en el monasterio. Pero cuando fui me pidieron que decidiera. O eran ellas o era yo. Entonces dije que prefería que siguiera la comunidad adelante y yo me abría. Aceptaron. Al final, entre idas y venidas quedaron solamente tres monjas en la comunidad, dijeron que no la podían sostener, así que cerró el monasterio”.

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Mónica pidió el pase al convento de Córdoba y estuvo allí un año y ocho meses, hasta diciembre de 2022. Luego de una serie de cuestionamientos —“Esto no es una casita trans”, “Vos llegaste con la estantería vacía y la empezaste a llenar con todas tus cosas”, “A vos ya se te cortó la cabeza”—, tomó la decisión de pedir una dispensa de sus votos religiosos.

Lo que consideró una traición de parte de las demás hermanas y del obispo en Neuquén, el cierre del monasterio que la enamoró a sus 20 años y en el que vivió durante cuatro décadas, las frases por lo bajo y las objeciones a su labor en el convento de Córdoba hicieron finalmente que, antes de perder la Fe, solicitara la desvinculación de la Orden.

Mi corazón se siente roto y sangrante. No formó ni formará parte de mi deseo ni voluntad dispensar mis votos como Consagrada a Jesús”, publicó en Facebook el día que el Vaticano aceptó su solicitud de dimisión.

Pionera

IMG_0960El Fray Miguel Márquez Calle es padre general de los Carmelitas Descalzos. Conoció a Mónica cuando era responsable de la Orden en la provincia Ibérica de España. Desde entonces cada vez que visitó la Argentina se encontraron y fueron creando una amistad.

A mí me pareció muy bonito cómo empezó todo. Ofrecer con mucho respeto un espacio de escucha y de acogida, donde sintieran que las trataban bien. Desde su ámbito… porque ella era una monja contemplativa. No era una monja de vida activa”, dice. Por su rol dentro de la Iglesia viaja a muchos lugares del mundo, pero en esta oportunidad habla con Presentes por teléfono desde la calle de Roma, cerca de la Villa Borghese.

Considera que el acompañamiento que venía llevando adelante Mónica tenía acogida dentro de la Orden, pero esta dependía de cada persona. “No sabría decir si había gente que no fuera tan favorable o menos aceptable al tema. Seguramente sí alguna gente”, comenta. Para él, lo que ocurrió con la salida de Mónica tiene que ver con una tendencia que observa en distintos países: que las comunidades van decreciendo, cada vez son menos monjas y no pueden continuar. No cree que sea por el trabajo que venía haciendo con el colectivo travesti trans. “No tengo noticias de que la denunciaran o le reprocharan su trabajo. A lo mejor hubo algo de esto, pero yo no puedo certificarlo. Creo que es verdad que ella ha tomado otra opción de vida”.

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Dentro de la Iglesia “se está haciendo un trabajo, pero es verdad que hay parte que mira con recelo todo lo que se refiere a cuestiones que tiene que ver con las personas trans —explica—.Hay una facción que puede ser más moralista, que tiene un juicio más implacable en relación a las trans y hay otra que acompaña, acoge, que hace un proceso de reconocimiento. Me parece que tenemos que educar en un pensamiento más de comunión en la diversidad”.

Antes de colgar el teléfono para volver a sus tareas, agrega: “Valoro cómo le ha tocado luchar desde pequeña. Creo que no ha habido una persona valiosa, lúcida, que haya tenido una palabra que no haya sido discutida o criticada. Son personas que a veces son pioneras y no son comprendidas en el tiempo en el que viven”.

Un poco de alivio

IMG_0962Hace pocos meses cuando caminaba por el centro porteño, Mónica vio a una señora recostada en el piso, al lado de una verdulería. “Tenía los pies hechos un desastre y pensé en quién se animaría a tocarlos”, comparte Mónica en su casa, mientras Roco, un caniche mediano blanco, la interrumpe. Fue el impulso para estudiar Podología, una herramienta que hoy pone al servicio de otros. “La mayoría de las personas descuida sus pies”, dice. Comenzó a ir al Hospital Borda al servicio voluntario para personas internadas. Ahí conoció a Marcela, cuyo ingreso fue una excepción ya que el lugar en realidad está destinado a varones. “Me siguen las trans”, dice y se ríe. También fue al Archivo de la Memoria Trans para llevar alivio de forma gratuita a las mujeres veteranas que lo conforman. “Después de tantos años de estar paradas en la calle o en la ruta los pies quedan destruidos”, dice.

En una de las habitaciones del departamento donde vive en Caballito, cedido por la Iglesia luego de una larga insistencia, decidió montar un consultorio de podología, en el que atiende de forma privada, y en el perfil de Instagram (@piealiviado) publica los servicios que ofrece. Lo hizo gracias a la ayuda de “las chicas”, como le dice a las amigas trans que forjó a lo largo de los años. Cuando confesó su idea, le dijeron: “Nosotras nos encargamos de que tengas todo”.

La última Navidad la pasó sola. Se dedicó a rezar por todas las personas que pasaban esa noche en soledad. “‘Sos una trans más’, me dicen. Yo siempre digo que hay que conocer el dolor del otro de verdad”.

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Capturan al principal sospechoso por homicidio de Sara Millerey en Bello

Jueves, 1 de mayo de 2025

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El capturado por el asesinato de Sara Millerley González Borja (detalle) fue identificado como Juan Camilo Muñoz Gaviria, alias El Teta. FOTO: Cortesía.

El presunto victimario fue detenido en este municipio y sería presunto integrante de la banda El Mesa. Será procesado por los delitos de homicidio y tortura.

 Las autoridades capturaron en las últimas horas a un hombre que estaría implicado en el asesinato de Sara Millerey González Borja el pasado 4 de abril, entre los barrios Buenos Aires y Playa Rica, de Bello.

El capturado fue identificado como Juan Camilo Muñoz Gaviria, alias El Teta, quien sería presunto integrante de la banda El Mesa, la estructura criminal que estaría implicada en estos hechos.

El director de la Policía Nacional, general Carlos Fernando Triana, manifestó que “con este resultado operacional se avanza en el esclarecimiento de este hecho delictivo y se fortalece la acción institucional contra actores criminales que afectan a poblaciones vulnerables”.

El detenido sería procesado por los delitos de homicidio agravado y tortura y será presentado en las próximas horas ante un juez de control de garantías del municipio de Bello, el cual determinará, con base en las evidencias, si lo envía a prisión, informó la Fiscalía.

La detención se produjo en el municipio de Bello en un operativo conjunto entre el CTI de la Fiscalía y la Sijín de la Policía Metropolitana, quienes el último mes recolectaron evidencias para dar con los responsables de este delito, que se catalogaría como transfeminicidio.

Para dar con esta captura, las autoridades realizaron durante 25 días investigaciones rigurosas, analizando más de 126 horas de video y la entrevista a cuatro testigos para esclarecer los hechos, explicó el general Triana.

La muerte de Sara Millerley se registró en la tarde del primer viernes de abril, cuando el cuerpo fue avistado por un grupo de personas en la corriente de la quebrada La García, de Bello.

Según se conoció del caso, a esta mujer trans la raptaron varios hombres y después de propinarle múltiples golpes y fracturarle los pies y las manos, la lanzaron a la corriente, donde se logró, como pudo, agarrarse de una rama para evitar que el agua se la llevara.

Mientras la mujer hacía llamados de auxilio desde el agua, sus agresores grabaron un vídeo de la escena, que luego fue difundido masivamente en redes sociales. Un hecho catalogado por organizaciones por los derechos LGBTIQ+ de revictimizante debido por la crudeza de las imágenes, la indefensión de la víctima y la pasividad de los espectadores.

Habitantes del sector, con apoyo del Cuerpo de Bomberos de Bello, rescataron a esta persona de la quebrada, todo pese al llamado de un grupo de hombres, quienes gritaban a lo lejos que no le brindaran ayuda.

Después de ser sacada de la quebrada, la trasladaron al Hospital La María, en la comuna 5 (Castilla), de Medellín, donde alcanzó a recibir atención durante un par de días por las lesiones sufridas y una infección ocasionada por la contaminación de esta quebrada. Dos días después falleció.

Este hecho ocasionó que las autoridades locales y nacionales y la Iglesia católica mostraran su indignación por este crimen y se le diera prioridad en la investigación por parte de las autoridades, que esperan en los próximos días dar con la captura de los demás responsables de este hecho.

El presidente Gustavo Petro denunció la muerte de Millerey, que calificó de acto de “fascismo”. “Me critican que hable de nazismo. Sé perfectamente que el fascismo es la eliminación violenta de las diferencias del ser humano: políticas, religiosas, étnicas, de libertad sexual. Esto que pasó en Bello se llama fascismo, porque hay nazis en Colombia“, escribió el mandatario en X el 8 de abril.

La alcaldesa de Bello también se indignó ante el caso. “Fue víctima de un acto atroz y cargado de odio. A Sara la violentaron, le quebraron los brazos y las piernas y la arrojaron al río, y duele profundamente pensar que ocurrió ante la indiferencia de muchos”, dijo Lorena González Ospina, alcaldesa de Bello, en sus redes sociales.

Así mismo, las autoridades avanzan en las investigaciones para establecer plenamente los móviles de este violento ataque y si se trató de un hecho relacionado con violencia de género por parte de este grupo criminal, el cual históricamente lideró Gustavo Adolfo Pérez Peña o Luis Rodrigo Rodríguez Rodríguez (tiene dos nombres), alias El Montañero.

La banda delincuencial El Mesa no solo es uno de los grupos criminales más fuertes de este municipio del norte del Valle de Aburrá, sino que ha tenido una expansión criminal, principalmente en el Oriente antioqueño y en otras regiones del país como Bogotá y el Caribe Colombiano.

Los actos de violencia transfóbica y hacia personas con expresiones e identidades de género diversas no son actos aislados en Colombia. Activistas y organizaciones LGBTQI+ aseguran que son sistemáticos.

Este hecho dejó en evidencia la violencia que viven las personas LGBTIQ+ en Antioquia, ya que van 34 asesinatos en Colombia, de los cuales 15 han ocurrido en el departamento, según la ONG Caribe Afirmativo. Los dos últimos asesinatos en la lista conciernen Alessandro Coatti, hombre gay de 42 años en Santa Marta, y de Guillermo Galviz, hombre gay de 38 años en Cartagena.

Según Caribe Afirmativo, gran parte de estos casos de violencia letal son específicamente en contra de personas trans y en el departamento de Antioquia. Antes del asesinato de Millerey ya se había producido varios casos de violencia trans en el municipio de Bello.

“Igualmente, alertábamos de la utilización del Río Aburra (Medellín) y quebradas en ese mecanismo violencia muerte por limpieza social de los grupos ilegales hacia mujeres trans”, también publicó en X Harley Córdoba Rodríguez, codirector de Derechos Humanos de la Alianza Social LGBTI.

Tanto organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional o la ONU denunciaron el asesinato de Sara Millerey González, llamando a Colombia a que haga justicia sobre este caso.

Fuente El Colombiano (Santiago Olivares Tobón)/Agencias

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