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El Papa Francisco ante un dilema histórico

Domingo, 24 de mayo de 2015
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cont_b7yq7jnwf5lg96mEl papa no cesa en denunciar la corrupción del clero, mientras el G9 lo asiste en el desafío de seguir ordenando las finanzas vaticanas y en simplificar la curia.
(Marco Antonio Velásquez).

Después de la Asamblea Extraordinaria del Sínodo de Familia, realizada en octubre de 2014, parecen haberse aquietado las hostilidades hacia el papa, por su espíritu reformista. De hecho, el mismo Francisco ha dado señales de tranquilidad, reafirmando el magisterio tradicional de la Iglesia, concediendo mayor confianza a alguno de los cardenales disidentes, como Carlo María Caffarra, y tomando pública distancia de líderes reformistas, como el cardenal Walter Kasper.

Sin embargo, tal quietud es más aparente que real, porque los opositores han optado por trabajar más silenciosa que bulliciosamente, dejando atrás un estilo que sirvió para alertar a la Iglesia universal y conseguir adhesión. Paralelamente, el papa no cesa en denunciar la corrupción del clero, mientras el G9 lo asiste en el desafío de seguir ordenando las finanzas vaticanas y en simplificar la curia.

En una institución donde predomina el statu quo, son esperables las tensiones que originan los cambios. Dicho ambiente contrasta con la sólida adhesión y apoyo que concita la persona del papa Francisco, quien expone su liderazgo para sensibilizar a las naciones tras el objetivo de globalizar la solidaridad, la justicia y la paz, así como para promover en la Iglesia la autonomía laical, el respeto a la conciencia personal y la acogida de los carismas.

Detrás de cada acto pontificio hay mensajes significativos que no pasan inadvertidos. Como los nombramientos del último consistorio que lapidaron el carrerismo eclesial; o la aprobación de la esperada beatificación de monseñor Romero, que reconoce oficialmente a esa Iglesia pueblo de Dios, concediendo estatus eclesial a las luchas liberadoras de los pobres y de los pueblos oprimidos.

En este contexto, el análisis de la Asamblea Extraordinaria del Sínodo de la Familia de octubre pasado aporta reveladoras pistas para evaluar el ambiente eclesial que rodea al papa Francisco. En tal sentido, la Relatio Synodi dejó una huella inconfundible del pulso eclesial y una medida de la evolución de la Iglesia desde el Concilio Vaticano II.
Reconociendo las diferencias existentes entre un concilio y una asamblea sinodal, hay algo en común que ayuda a evaluar la calidad de la comunión eclesial. En este sentido, el consenso de las votaciones de los padres conciliares y sinodales es un buen indicador del clima de comunión.

Los documentos del concilio se aprobaron de manera casi unánime, registrando en promedio, el conjunto de ellos, una aprobación del 98,5% de los votos conciliares. En ese contexto, la aprobación promedio del 92,5% que tuvieron los 62 numerales de la Relatio Synodi muestra un menor consenso, respecto del alcanzado en el concilio. Incluso hay cuatro numerales de la Relatio Synodi que revelan una acentuación de posiciones divergentes, como son las cuestiones atingentes al acceso a los sacramentos de la comunión y de la reconciliación, a la comunión espiritual y al reconocimiento de elementos positivos entre quienes no viven el matrimonio cristiano, así como la acogida con respeto y delicadeza de las personas homosexuales. En estos temas el nivel de rechazo superó el 30% y llegó al 40% en el caso del acceso a los sacramentos para personas en situación conyugal irregular.

Si el 1,5% de disenso registrado en el Concilio Vaticano II generó un doloroso cisma eclesial que perdura en la actualidad, es evidente que disensos cercanos al 40% como los manifestados en la Relatio Synodi, revelan un significativo cambio del espíritu eclesial entre el Concilio Vaticano II y el Sínodo de la Familia. Surge así una medida de la involución del Concilio en 50 años y una magnitud de la oposición al papa Francisco en cuestiones pastorales.

Con estos datos, es comprensible que las tensiones eclesiales, lejos de calmarse, están presentes y activas. Sin embargo, lo nuevo, es que después de la Asamblea Extraordinaria del Sínodo éstas se manifiestan ya no directamente contra el papa, sino contra los reformistas. Herida la comunión eclesial, las disputas se vuelven más sutiles y técnicas, menos visibles.

Por ejemplo, la tesis aperturista liderada por el cardenal Walter Kasper enfrenta nuevos obstáculos. Cuando en el Consistorio de febrero de 2014, el cardenal Kasper sorprendió a la asamblea refiriendo un trabajo teológico del profesor Joseph Ratzinger, publicado en 1972, donde proponía una solución pastoral para rehabilitar a los divorciados vueltos a casar, nadie imaginó que 44 años después, a fines de 2014, el propio papa emérito, con la ayuda del cardenal Gerhard Müller, publicaría una Retractatio como parte de una colección teológica. En ella, el papa emérito, con el rigor teológico que lo caracteriza, no hace sino reconocer la evolución de su pensamiento, coherente con lo instruido por el mismo desde la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Otro caso da cuenta que, después de la Asamblea Extraordinaria del Sínodo, un grupo de 100 personalidades católicas envió al papa Francisco una Súplica Filial, para que clarifique la desorientación causada por la eventualidad que en el seno de la Iglesia se abra una brecha tal que permita el adulterio con el acceso posterior a la Eucaristía, por parte de parejas divorciadas y vueltas a casar civilmente. Entre los firmantes figuran el cardenal Raymond Leo Burke y el cardenal Jorge Medina Estévez, junto a una lista de obispos y laicos de organizaciones pro-vida y de familia.

Más recientemente, el cardenal Gerhard Müller ha aparecido afirmando la autoridad del prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, al proponer la supremacía de dicho dicasterio respecto de las Conferencias Episcopales, en cuestiones de doctrina y disciplina matrimonial y familiar. Ello, en respuesta al cardenal Reinhard Marx, quien como presidente de la Conferencia Episcopal de Alemania había declarado que “no somos una sucursal de Roma”.

Así, la Asamblea Sinodal de octubre próximo no será fácil para el papa. De hecho, los opositores apuntan a hacer sentir un clima cismático en Roma, algo que en el corazón de un papa constituye un serio límite y un acto de fuerte coacción, en cuanto el obispo de Roma, junto con presidir en la caridad, es el signo de la unidad de la Iglesia.

El papa Francisco sabe que el futuro de la Iglesia se juega en su capacidad de aggiornamento a los desafíos que le plantea el mundo; un terreno donde la Iglesia debe enfrentar aquella vieja pugna entre el imperio de la Ley y el de la misericordia. Visto así, el papa Francisco enfrenta en su conciencia de pastor un serio dilema teológico-pastoral, una cuestión que Jesucristo enfrentó transgrediendo la Ley -no por capricho, sino por misericordia- asumiendo una conducta que le impuso los mayores costos personales que, en última instancia, lo llevaron a la cruz.

Marco Antonio Velásquez Uribe
Revista Reflexión y Liberación

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“Homosexual: ¿La relación o las personas?”, por Juan Masiá

Sábado, 28 de marzo de 2015
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aaajk_2De su blog Vivir y pensar en la frontera:

(Sínodo de los obispos. Prosigue la pregunta 40 sobre el n. 55 de la Relatio).

El término “homosexual”, como calificativo de la orientación sexual, parece insuficiente para caracterizar a las personas que tienen esa orientación o para definir su unión conyugal.

Para referirse al enlace conyugal entre dos personas del mismo sexo, no parece apropiado designarlo meramente como “unión homosexual”, ni como “pareja homosexual”. En vez del uso adjetivo del término “homosexual”, sería más exacto el uso adverbial: “homosexualmente”, para modificar a los verbos “amarse”, “quererse” y “unirse”.

(Mejor aún, “homo-agapéticamente”, con las dos raíces griegas de igualdad –homo- y amor-agape-).

La Relatio del Sínodo de los obispos, en su número 55 y en su pregunta 40, es, por una parte, insuficiente y se ha quedado corta, por carta de menos; por otra parte, se pasa, por carta de más.

Es insuficiente, al limitarse a decir tímidamente que “hombres y mujeres con tendencias homosexuales deben ser atendidos con respeto y delicadeza”, o al preguntar “de qué modo ofrecer el cuidado en estas situaciones”.

En cambio, se pasa, por carta de más ” al decir tajantemente, citando el texto ratzingeriano de la Congregación para la Doctrina de la fe, que “no existe ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia”. Decir esto está en contradicción con la recomendación que hace de evitar “todo signo de discriminación injusta” (por cierto, dice: “sobre ellos”, con lo cual no parece referirse inclusivamente al tema gaylésbico).

Menos mal que “alguien del comité redactor” (?) consiguió introducir en el texto de la pregunta 40 (no en el texto de la Relatio, n.55) la frase “a la luz del Evangelio”, cuando habla sobre el “cuidado a las personas en estas situaciones a la luz del Evangelio”.

Aquí aparecen las tres palabras clave: la persona, la situación y el Evangelio, que dan el criterio para evitar toda discriminación y homofobia. Está en contradicción con este criterio todo el resto del texto recién criticado.

Propondríamos como respuesta a la pregunta y como propuesta para el próximo Sínodo, que se enfoque esta problemática como ética de las relaciones, más que como ética de la sexualidad; como pluralidad y pluriformidad en los modelos de relación y de familia, en vez del pensamiento único presuntamente conocedor de un supuesto designio divino; y como ética de valores evangélicos en situación, en vez de normas abstractas desencarnadas.

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Casados “en” la iglesia, sin casarse “por” la iglesia, por Juan Masiá

Viernes, 27 de marzo de 2015
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Zinzi-and-Tozama-II---Serie-Being---Zanele-MuholiDe su blog Vivir y pensar en la Frontera:

(Más sobre la respuesta al Sínodo de Obispos, Cf. Relatio, nn. 52 y 55, Cuestionario nn.38 y 40: nuevo enlace tras divorcio y enlaces homosexuales)

“El matrimonio entre personas no bautizadas y no creyentes, celebrado según el ritual católico, ha sido una de las actividades habituales de la Iglesia en Japón desde hace varias décadas, con la aprobación de la Santa Sede”. Así escribe (en la Respuesta al Secretariado del Sínodo extraordinario de los Obispos, n.2) el arzobispo Peter Takeo Okada, de la diócesis de Tokyo, Presidente de la Conferencia episcopal japonesa.

No es una “boda según el derecho canónico”, sino una celebración religiosa para bendecir el enlace matrimonial contraido civilmente (mediante la inscripción en el registro civil según la ley del país). Se casan “en” la iglesia, pero no “por” la iglesia. Se bendice en la iglesia el enlace de quienes han contraido matrimonio civilmente.

Esta práctica pastoral –que separa claramente el enlace civil y la celebración religiosa- proporciona un modelo para los dos casos siguientes que se desearía fuesen tratados por el Sínodo de los Obispos:

1. Celebración religiosa para bendecir (en este caso sacramentalmente, aunque no sea boda canónica) el nuevo matrimonio civil de católicos/as divorciados.

2. Celebración religiosa de la unión de parejas homosexuales, que han contraido enlace civilmente cuando y según lo determinan las leyes de su país.

Nota: Esta propuesta, que parecerá demasiado radical, es más bien insuficiente. La propuesta radical debería ser sacar los sacramentos por completo fuera del derecho canónico, separar canonicidad y sacramentalidad, no juridificar la vida de fe, o, por lo menos, abolir los cánones 1056 y 1059 … Pero no es previsible, lamentablemente, que la Iglesia vaya a ser capaz de soltar ese lastre pesado de más de diez siglos…por más deseable que sea evangélicamente hablando…(Véase el post de 24 febrero: Ni juridificar la fe, ni sacralizar el derecho).

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“¿Dios es gay?”, por Frei Betto

Martes, 17 de marzo de 2015
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god-loves-gays-21De Diversidade Católica:

Nunca antes en la historia de la Iglesia un papa se atrevió, como Francisco, a colocar el tema de la sexualidad en el centro del debate eclesial: la homosexualidad, las parejas vueltas a casar, el uso de preservativos, etc. El Sínodo de la Familia, que se celebró en el Vaticano, sólo dará la última palabra sobre estos temas en octubre de 2015, cuando vuelva a reunirse.

Quien, como yo, camina desde hace décadas en la esfera eclesiástica sabe que hay un número significativo de gays entre los seminaristas, sacerdotes y obispos. ¿Por qué no disfrutar, dentro de la Iglesia, el mismo derecho que los heterosexuales a asumirse como tal? Debe permanecer “en el armario”, víctimizados por la Iglesia y, supuestamente, por Dios, por algo de lo que no tienen culpa?

Es necesario que se vuelva a leer el Evangelio desde la perspectiva gay, como por la feminista, ya que la presencia de Jesús entre nosotros fue leída por la visión aramea (Marcos); judía (Mateo); Pagana (Lucas); gnóstica (Juan); platónica (Agustín) y Aristóteles (Tomás de Aquino).

La unidad en la diversidad es una característica de la Iglesia. Sólo hay que recordar que hay cuatro evangelios, no uno: cuatro perspectivas distintas sobre Jesús. Hasta la década de 1960, en Occidente se impuso una sola perspectiva teológica: la europea, considerada como la “teología”. El surgimiento de la teología de la liberación, con la lectura de la Palabra de Dios desde la perspectiva de los pobres, provocó la incomodidad de los que consideraban la visión eurocéntrica como universalmente ortodoxa.

Antes de los escándalos de pedofilia, de los 100.000 sacerdotes que dejaron el sacerdocio por amar a mujeres, y la violencia física y simbólica a los gays, Francisco se atrevelevantarrse contra el cinismo de los que están dispuestos a “tirar la primera piedra.”

Al igual que Jesús, la Iglesia no puede discriminar a nadie por motivos de orientación sexual, color de piel o condición social. Lo que está en juego es la dignidad de la persona humana, el derecho de las parejas homosexuales a ser protegidos por la ley civil y educar a sus hijos en la fe cristiana, y el combate y  la criminalización de la homofobia, que es un pecado grave. La Iglesia no puede continuar siendo cómplice y por lo tanto acaba de superar oficialmente la actitud de considerar la homosexualidad como una “desviación” e “intrínsecamente desordenada“.

La dificultad de la Iglesia Católica para aceptar la plena ciudadanía LGTB se debe a su tradición judeo-cristiana bimilenaria, que es heteronormativa. Por lo tanto, los conservadores reaccionan como si el Papa traicionase a la Iglesia, como hicieron en el pasado, cuando se negaron a aceptar la separación de Iglesia y Estado; la autonomía de las ciencias; la libertad de conciencia; las relacciones sexuales, sin fines de procreativos, dentro del matrimonio; la liturgia en lengua vernácula.

Dios es gay? “Dios es amor”, dice la primera carta del apóstol Juan, y añade que “el amor es de Dios; y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios.” Y si somos capaces de amarnos unos a otros “Dios vive en nosotros “.

Al ser la presencia de Dios entre nosotros, Jesús transitó, sin discriminación, entre el mundo de los “pecadores” y de los “justos”. No apedreó a la adúltera; No huyó de la prostituta que le secó los pies con sus cabellos; no negó a la Magdalena, que tenía “siete demonios”, la gracia de ser la primera testigo de su resurrección. Jesús tampoco rechazó hablar con los “virtuosos” – aceptó comer en la casa del fariseo; acogió a Nicodemo en la noche; dialogó sobre el amor samaritano con el doctor de la Ley; propuso al rico que, “desde joven”  cumplía todos los mandamientos, a tomar la opción por los pobres.

Por encima de todo, él enseñó que no es subiendo la montaña de las virtudes morales que alcanzamos el amor de Dios. Es entregándonos a este amor, gratuíto y misericordioso, como conseguimos ser fieles a la Palabra.

La fe, la confianza y la lealtad son palabras hermanas. Tienen la misma raíz. Y la vida nos enseña que Juan es fiel a María, y viceversa, no porque teman al pecado de adulterio, sino porque viven en una intensa historia de amor de tal manera que no imaginan  la más pequeña infidelidad.

Frei Betto

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Aportación al Sínodo Familia de la Asociación Familia Eucarística Pobres de Nazaret de Granada.

Viernes, 20 de febrero de 2015
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sinodo-panoramicamatrimonio-homosexual_estima20120918_0012_81Nos ha parecido muy interesante e inclusiva la aportación a la Instrumentum labori: III Sínodo de la Familia (Parte V), por parte de la Asociación Familia Eucarística Pobres de Nazaret de Granada:

5.- Sobre las uniones de personas del mismo sexo.

  1. a) ¿Existe en el país una ley civil de reconmocimiento de las uniones de personas del mismo sexo, equiparadas de alguna forma al matrimonio?

En ESPAÑA la unión de personas del mismo sexo se reguló por medio de la Ley 13/2005 de 1 de Julio, de Reforma del Código Civil, en materia del derecho a contraer matrimonio. Ha de hacerse notar que la Constitución Española en su artículo 32 establece que “el hombre y la mujer tienen derecho a contraer matrimonio en plena igualdad jurídica” pero en ningún momento dice, la norma constitucional, que deba ser necesariamente “entre sí“. Esta asepsia y ambigüedad del constituyente es la que hizo que el Tribunal Constitucional, como no podía ser de otro modo, al menos en puridad de términos jurídicos, aceptase como válida constitucionalmente, la propuesta legislativa de “matrimonio de personas del mismo sexo“.

El debate social se centró, erróneamente a nuestro entender, acerca del uso de la palabra “matrimonio” por parte del legislador, lo que enervó a los obispos en relación a la definición del matrimonio, entendido como institución de derecho natural, y más aún, como sacramento, aunque como ya dijimos en su momento, un debate puramente “lingüístico” en sí mismo es estéril, pues la lengua es de los hablantes, de la sociedad que la ejerce, una palabra usada por el pueblo puede no estar en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, y viceversa, y ello no afecta ontológicamente a las realidades aludidas por los vocablos; como ya dijimos, el legislador con su uso de la palabra “matrimonio” no pretende suplantar una realidad social con otra, al nivel ontológico, sino sólo analógico, tomando la palabra al carcer de otra mejor.

  1. b) ¿Qué actitud asumen las iglesias locales y particulares ante el Estado civil, promotor de uniones civiles entre personas del mismo sexo, y también ante las mismas personas involucradas en tales uniones?

Hemos de decir que la posición de la Iglesia, por mucho que diga que acepta y entiende a la persona homosexual, ha sido del todo intransigente, intolerante y beligerante. No sólamente por la gran cantidad de manifestaciones, de marcado sesgo político e ideológico, que organizadas por la Iglesia se sucedieron durante, antes y después de la tramitación de la norma anteriormente mencionada, sino hacia las propias personas, como enuncia la pregunta “involucradas en este tipo de uniones“.

William-Adolphe_Bouguereau_(1825-1905)_-_Dante_And_Virgil_In_Hell_(1850)A nuestro entender es del todo intolerable, e inaceptable, desde la misma fe, que en la solemne celebración de la Pasión del Señor, el Viernes Santo, en que la Iglesia entera, de rodillas, se anodada ante el misterio de la Cruz de Cristo, muerto una vez y para siempre, por nuestro pecado y nuestra salvación, de TODO EL GÉNERO HUMANO, el Obispo de ALCALÁ DE HENARES, Monseñor REIG PLÁ, aprovechara la homilía para afirmar categorícamente que los “homosexuales están condenados al infierno” -cuando la Iglesia, que se manifiesta ignorante ante el pozo de misericordia que es el corazón de dios jamás ha sido capaz, por ejemplo, de hacer tal afirmación, por ejemplo del mismísimo JUDAS, o HITLER, por poner ejemplos escandalosos- mancillando con sus palabras “por muy personales que sean” el misterio de salvación que se estaba celebrando en ese momento.

  1. c) ¿Qué atención pastoral se debe desarrollar ante las personas que han optado vivir por este tipo de uniones?

Se supone que es del todo injusto hacer una afirmación categórica de un colectivo por una falta en cualquiera de sus partes, es decir, es injusto decir “todos los sacerdotes son pederastas” por los escándalos de los que tristemente hemos tenido conocimiento, pues de forma injusta faltamos al honor, la honestidad, la integridad y la labor pastoral de cientos de sacerdotes, que, alejados de las pasiones humanas, recorren el mundo mostrándole el rostro de Cristo, y con él, la bondad de Dios Padre.

De la misma manera la Iglesia debería huir de los tópicos a la hora de referirse a las personas homosexuales, ni todas ellas son sexualmente activas, ni todas ellas son ateas o agnósticas, ni todas ellas son promiscuas, ni todas ellas se rigen por los patrones que, desde el mismo “lobby gay” (entelequia a la que se le hecha la culpa de todo en este tema, como el famoso “contubernio judeomasónico” del que tanto le gustaba hablar a FRANCO cuando le venía al caso) se pretenden imponer a este colectivo.

actualicacion-rae-matrimonio-gay--644x362Existen personas homosexuales que viven su fe de una forma sana, madura y responsable y que, en virtud de ello, deciden compartir un proyecto vital junto con otra persona, para toda la vida, con los mimos componentes de fidelidad, mutua ayuda, socorro y entrega de las parejas tradicionales y que se sienten profundamente agredidos, cuando la Iglesia, carente de tacto, arremete contra todos ellos, sin minusvalorar la sinceridad en la fe y en la vida de cada uno de ellos, de sus realidades, individualmente consideradas. Pretender de la misma manera que estas personas vivan un “celibato perpetuo” o una “castidad perfecta” como si para ellos no existiera la misma comunión corporal, como puede haberla de espíritu y vida, es cuanto menos, por parte de la Iglesia, “un brindis al sol” (aunque de hecho toda la moral sexual merece una gran revisión, no sólo en este aspecto, sino en muchos más).

Opinamos que aquellas personas homosexuales, que deciden vivir en pareja, fiel y responsablemente, sea “de hecho” o como “unión de personas del mismo sexo” necesitan ser valoradas por la Iglesia, apreciadas y acompañadas, auque sólo sea porque han optado por una vida ordenada (en vez de la promiscuidad sexual que se presume a este colectivo), entregada, en el mutuo auxilio, socorro y compromiso, material y espiritual, que además, no es del todo desconocido, ni en la tradición jurídica de nuestro país, como lo demuestra, por ejemplo el “CARTULARIO DE CELANOVA” en el que se recoge ya, en el año 1.031, un compromiso de esta naturaleza entre dos hombres:

Nosotros, Pedro Didaz y Munio Vandilez, pactamos y acordamos mutuamente acerca de la casa y la iglesia de Santa María de Ordines, que poseemos en conjunto y en la que compartimos labor; nos encargamos de las visitas, de proveer su cuidado, de decorar y gobernar sus instalaciones, plantar y edificar.  E igualmente compartimos el trabajo del jardín, y de alimentarnos, vestirnos y sostenernos a nosotros mismos.  Y acordamos que ninguno de nosotros dé nada a nadie sin el consentimiento del otro, en honor de nuestra amistad, y que dividiremos por partes iguales el trabajo de la casa y encomendaremos trabajo por igual y sostendremos a nuestros trabajadores por igual y con dignidad.  Y continuaremos siendo buenos amigos con fe y sinceridad, y con otras personas continuaremos siendo por igual amigos y enemigos todos los días y todas las noches, para siempre.  Y si Pedro muere antes de Munio, dejará a Munio la propiedad y los documentos.  Y si Munio muere antes que Pedro, le dejará la casa y los documentos.

Y no estaría de más, aunque suponemos que esto es “un salto sin red” en la actual práxis pastoral de la Iglesia hacia los homosexuales, que estas parejas pudieran, teniendo en cuenta que el matrimonio conónico, en cuanto sacramento les está vedado, obtener de parte de la Iglesia, una especial bendición, a ojos de su comunidad parroquial, por el compromiso y fidelidad de su unión, lo que no resulta del todo descabellado, pues como bien se encargó de demostrar JOHN BOSWELL, Catedrático de Historia en la Universidad de YALE, este tipo de bendiciones fueron frecuentes en la práctica de la Iglesia, especialmente oriental, logrando incluso recuperar (de numerosas bibiliotecas, de monasterios orientales e incluso, de la propia Biblioteca Vaticana) algunos de sus rituales, como por ejemplo éste (del Siglo XIII, del MONASTERIO DEL SINAÍ):

Ritual para la solemnización de uniones del mismo sexo.

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I.- Los que están destinados a ser unidos vienen en presencia del sacerdote.

Ambos pondrán una mano sobre el Evangelio y la otra mano sobre la del otro.

II.- Señor, Dios y Legislador nuestro. Tú que aceptaste la unión de los santos mártires Sergio y Baco. Salvaguarda a estos dos siervos tuyos en la gracia y en el amor recíprocos y protégelos del odio y que no haya escándalo por todos los días de su vida.

III.- Concédeles una fe sin vergüenza y un amor verdadero.

IV.- Acepta ahora a estos siervos tuyos, N. y N  que van a ser unidos en la fe y en el espíritu,  para que prosperen en la virtud, en la justicia y en el amor verdadero.

V.- Que ellos vivan más unidos en el espíritu que en lo mundano.

VI.- Y ellos besarán el santo Evangelio y se besarán el uno al otro,  y se concluye de esta forma.

Y aunque esta práctica fue finalmente prohibida por la Iglesia Ortodoxa Griega de forma expresa en sus Encíclicas de 11 de Junio de 1.859, 26 de Septiembre de 1.862 y 11 de Enero de 1.863, no obstante, con el consentimiento incluso de los propios sacerdotes, se siguen celebrando en las zonas rurales y más recónditas de Grecia, Albania y Servia en la actualidad y aún encontramos la pervivencia de estos rituales en otras confesiones de rito oriental, como por ejemplo en la Iglesia Ortodoxa Siria, que aunque las mantiene vigentes las ha reciclado, de forma más políticamente correcta en “celebraciones para el hermanamiento de personas del mismo sexo” –sin ninguna connotación sexual o matrimonial- como se desprende del siguiente testimonio:

Hace nueve años fui unida en devota fraternidad a otra mujer (el testimonio es referido por ROBIN DARLING YOUNG, Profesora Asociada de teología en la Universidad Católica de América, impartiendo clases de Historia del Cristianismo Antiguo). La ceremonia tuvo lugar durante un viaje que hicimos juntas a algunas comunidades ortodoxas sirias y de extremo oriente, y la otra persona de esta unión era la SUSAN ASHBROOK HARVEY, de la Universidad de BROWN (profesora de sirio antiguo). Durante el transcurso de nuestro viaje pagamos una visita al Monasterio de San MARCOS, en Jerusalén, residencia del Arzobispado Ortodoxo Sirio. Allí, nuestro anfitrión, el Arzobispo DIONISIOS BENHAM JAJAWEH, nos hizo notar –con evidente sentido del humor- que si habíamos sobrevivido a todos los pesares de viajar por TURQUÍA y Oriente Medio, sin duda alguna, estas experiencias nos habrían unido de forma única a mi amiga y a mí. ¿Nos gustaría ser unidas como hermanas, a la mañana siguiente, en la Capilla del Santo Sepulcro? Y en un domingo, a finales del año 1.985, mi amiga y yo seguimos al Arzobispo, y a un monje, por la parte antigua de Jerusalén, hasta la Capilla del Santo Sepulcro, donde según la tradición descansó el cuerpo de Jesús. Después de la liturgia dominical, el Arzobispo unió nuestras manos y las ató con el extremo de su estola. Él pronunció una serie de oraciones diciéndonos que habíamos sido unidas como hermanas, advirtiéndonos para que fuésemos fieles. La nuestra era una unión más fuerte que la sangre, confirmada con la efusión del Espíritu Santo, y como unión espiritual que era, más fuerte que la misma muerte.

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“¿Un Sínodo para eso?”, por José Arregi

Martes, 9 de diciembre de 2014
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presidenciaLeído en su blog:

Hace un mes finalizó en Roma la primera fase del Sínodo católico sobre la familia, que abrió un año de reflexión eclesial hasta octubre del 2015. Entonces tendrá lugar el Sínodo General propiamente dicho. Seguimos, pues, en sínodo, palabra griega que significa “camino en compañía”. Eso es ser Iglesia: ser compañeros de camino, seguir a Jesús juntos y libres. Eso es la vida: un viaje compartido.

“Que cada uno hable con libertad, y escuche con humildad”, dijo el papa Francisco en la víspera de la inauguración. Así sea. Así quiero hacer, pues lo que vale para los obispos ha de valer para todos los que somos Iglesia, compañeros de viaje.

Fueron 253 partícipes, la mayoría obispos, venidos de todo el mundo, alojados en Roma durante más de dos semanas. ¿Era necesario? ¿No bastaban el correo electrónico, la videoconferencia o las reuniones online? Tantos obispos célibes hablando de la familia, perorando sobre cuestiones que la inmensa mayoría de la gente, incluidos católicos y curas de siempre, resolvieron hace tiempo… ¿Merecía la pena?

De ningún modo diré que la familia sea un asunto menor. Ella nos engendra y moldea. Merecería la pena reunir en el Vaticano no solo a 200 obispos, sino a miles de hombres y mujeres de todos los pueblos y culturas, y gastar lo que fuera para poner remedio a las grandes heridas que la aquejan: el paro y la pobreza, la falta de vivienda, la violencia y la desigualdad de género, el miedo al futuro, el fracaso del amor…

Pero no fueron ésos los temas que más interesaron a los padres sinodales. Ni se oyeron apenas voces para reclamar una seria reflexión eclesial sobre los profundos cambios culturales que están afectando a las estructurales tradicionales de la familia. Ningún apunte crítico sobre la cuestión del “género”, es decir, la construcción social de roles del varón y de la mujer. Ninguna alusión a la desvinculación entre relación sexual y procreación, hecho nuevo y transcendental en la historia de la humanidad.

Ninguna referencia al gravísimo problema demográfico, y sí duros juicios condenatorios de la “mentalidad antinatalista”. Ningún atisbo de reconocimiento de la santidad y del valor sacramental del amor homosexual. Ninguna insinuación de un posible replanteamiento de la doctrina tradicional de la indisolubilidad del matrimonio. Ninguna sugerencia sobre la necesidad de revisar la doctrina de la Humanae Vitae de Pablo VI (1968), que prohíbe bajo pecado mortal toda medida o método anticonceptivo que no sea la continencia sexual (condenan todo lo que no sea “natural”, pero toman pastillas “no naturales” para la gripe o el colesterol). Y ni rastro de autocrítica en nada.

A pesar de todo, muchos han saludado esta primera fase sinodal y el documento emanado de ella como el preludio de una explosión primaveral, como el inicio imparable de una profunda transformación doctrinal. ¡Ojalá lo sea, y esté yo equivocado, y se me conceda la gracia de verlo! Pero hoy no lo veo.

Preveo, sí, que el papa Francisco, tras el Sínodo General del año próximo, dé tres tímidos pasos, a saber: 1) Invitación a acoger con misericordia a los homosexuales (como si fueran enfermos o pecadores); 2) Posibilidad de que algunos divorciados con nueva pareja puedan comulgar, a condición –humillante condición– de que se confiesen culpables de su fracaso matrimonial y se comprometan a no reincidir (Jesús no humilló a nadie de esta manera); 3) Agilización y abaratamiento del proceso de nulidad matrimonial (un artificio para no reconocer algo muy simple: que dondequiera que haya amor hay sacramento de Dios, y que solo hay sacramento mientras hay amor). Eso será todo. ¿Hacía falta tanta alforja para ese viaje? Ésos son problemas de obispos, no de la gente. La gente sufre por otros motivos. Escuchen a la gente, escuchen a la vida.

La Vida sigue pujando en el pequeño corazón latiente de los hombres y mujeres de hoy, creyentes o no. El Espíritu y el Amor habitan en los matrimonios que los obispos llaman “irregulares”, en los diferentes tipos de familias con sus alegrías y angustias de cada día, en las personas que fracasaron en su amor y rehacen su vida con otra pareja. Ellos no fueron ni serán llamados al Sínodo, pero la Vida los guía.

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“El Sínodo sobre la familia, freno a la reforma de Francisco”, por Juan José Tamayo, teólogo

Viernes, 7 de noviembre de 2014
Comentarios desactivados en “El Sínodo sobre la familia, freno a la reforma de Francisco”, por Juan José Tamayo, teólogo

familia tradicionalEl arzobispo norteamericano Chaput se suma a Burke y acusa al Papa de convertir la Iglesia “en un barco sin timón” y denuncia que Bergoglio “está dejando a los creyentes un poco mareados”

Leído en la página web de Redes Cristianas

La reforma de Francisco parece haber naufragado o, al menos, encallado en el Sínodo celebrado en Roma del 5 al 19 de octubre, que ha reunido a cerca de 200 obispos de todo el mundo para reflexionar sobre la concepción, la actitud y la práctica pastoral de la Iglesia católica en torno a diferentes orientaciones sexuales, a los diferentes modelos de familia y otras cuestiones vinculadas con ella. Éramos muchas las personas de fuera y de dentro de la Iglesia católica que esperábamos un cambio de mentalidad, de orientación y de rumbo en un tema que se caracteriza por planteamientos anclados en el pasado sin apertura alguna a los cambios producidos en las últimas décadas en la sociedad. Pero éramos también conscientes de los obstáculos que se interponían y del peligro de que se produjera un estancamiento

El primer obstáculo lo constituían los propios protagonistas del Sínodo: los obispos. ¿Qué aportaciones podían hacer unas personas que no son especialistas en el tema, ni siguen de cerca los estudios especializados en las diferentes disciplinas que se ocupan del fenómeno de la familia en toda su complejidad? Personas que, además, han renunciado a formar una familia para dedicarse en exclusiva al servicio de la Iglesia. Es verdad que fueron invitados expertos y matrimonios, pero sin apenas influencia en los debates y sin voto a la hora de aprobar las proposiciones finales.

El segundo era la herencia de los papas anteriores. Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI se mantuvieron instalados rígidamente en el paradigma tradicional de la familia y de la doctrina sobre la sexualidad y condenaron los modelos de familia que no se atuvieran a la imagen conservadora del matrimonio “cristiano”. Pablo VI, beatificado el pasado domingo por Francisco, condenó los métodos anticonceptivos en 1968 en la encíclica Humanae vitae, en clara oposición a las orientaciones del concilio Vaticano II, que defendía la paternidad responsable, y en contra de la mayoría de la Comisión de científicos y de teólogos que le asesoraba y que era partidaria del uso de dichos métodos para poner en práctica el principio conciliar de la referida paternidad responsable. La encíclica provocó una de las más graves rupturas de los teólogos, las teólogas y de los movimientos cristianos críticos con el Vaticano y generó un clima de malestar profundo dentro de la Iglesia, que desembocó en una actitud de justificada desobediencia colectiva a las orientaciones papales tanto en la teoría como en la práctica.

En la encíclica Familiaris consortio Juan Pablo II ya alertaba sobre los signos más preocupantes en torno al tema que ha discutido el Sínodo reciente, entre los cuales citaba “la facilidad del divorcio y del recurso a una nueva unión por parte de los mismos fieles; la aceptación del matrimonio puramente civil, en contradicción con la vocación de los bautizados a “desposarse en el Señor”; la celebración del matrimonio sacramento no movidos por una fe viva, sino por otros motivos; el rechazo de las normas morales que guían y promueven el ejercicio humano y cristiano de la sexualidad dentro del matrimonio”.

El cardenal Ratzinger, siendo presidente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, dirigió en 1986 una durísima carta a los obispos norteamericanos en la que afirmaba que la particular inclinación de la persona homosexual, aunque en sí no sea pecado, constituye, sin embargo, una tendencia, más o menos fuerte, hacia un comportamiento intrínsecamente malo desde el punto de vista moral. Por este motivo la inclinación misma debe ser considerada objetivamente desordenada. El documento reaccionaba ante quienes creíamos –y seguimos creyendo- que oponerse a la actividad homosexual y a su estilo de vida constituye una forma de discriminación injusta, y osaba aseverar, negando la evidencia, que la actitud de la Iglesia contra la homosexualidad no comporta discriminación alguna, sino que busca la defensa de la libertad y de la dignidad de la persona.

En coherencia con este planteamiento, Ratzinger pedía a los obispos que no incluyeran en ningún programa pastoral a organizaciones de personas homosexuales sin antes dejar claro que toda actividad homosexual es inmoral, ordenaba retirar todo apoyo a organizaciones que pretendieran subvertir la enseñanza de la Iglesia en esta materia, prohibía el uso de locales “propiedad de la Iglesia” para actos de grupos homosexuales e instaba a defender los valores del matrimonio frente a proyectos legislativos que defiendan las reivindicaciones de los colectivos homosexuales.

Por esas fechas, la Congregación romana para la Educación Católica publicaba la Instrucción sobre los criterios de discernimiento vocacional de las personas con tendencias homosexuales con vistas a su admisión en el seminario y a las órdenes sagradas, que prohibía a los homosexuales ingresar en los seminarios y acceder al sacerdocio. Prohibición que sigue manteniéndose hoy a rajatabla.

No resultaba fácil romper en el Sínodo con esa tendencia excluyente de las personas homosexuales y de las personas católicas divorciadas y vueltas a casar, ya que en ella fueron educados –mejor instruidos- muchos de los padres sinodales.

Un tercer obstáculo fue la creación, desde el comienzo de la preparación del Sínodo, de un “frente” de oposición a cualquier cambio, liderado por el cardenal Gerhard Ludwig Müller, presidente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, nombrado por Benedicto XVI para mantener la ortodoxia y evitar cualquier desviación en materia doctrinal y moral. Se apresuró a escribir un libro sobre la familia recordando la doctrina tradicional, que considera inamovible, y firmó un documento junto con otros cardenales en contra de la reforma que en este tema pretendía introducir Francisco.

Pero no todas eran inercias, obstáculos y problemas. Había también síntomas de apertura. Fue el propio papa Francisco quien, al poco de ser elegido, propició un nuevo clima y abrió el debate sobre la actitud de la Iglesia hacia los homosexuales y el acceso de las personas católicas divorciadas y vueltas a casar a los sacramentos. En el propio Sínodo reinó un clima de libertad y los participantes en el mismo pudieron expresar sin ningún tipo de restricciones en lo referencia a la expresión de sus ideas. Dicho clima fue favorecido por Francisco, quien asistió a las sesiones en actitud de escucha y sin interferirse en las discusiones.

Ya en el viaje de vuelta de Brasil en julio de 2013, preguntado a bordo del avión por su actitud hacia los homosexuales, respondió de esta guida: “Si alguien es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad ¿quién soy yo para juzgarle? No debemos marginar a la gente por esto, deben ser integrados a la sociedad”.

En otra ocasión insinuó la posibilidad de revisar la actual prohibición del acceso de los divorciados que han vuelto a casarse y adoptar una actitud menos excluyente que la actual. Hubo cardenales que remaron en la dirección del papa y mostraron una actitud más abierta y favorable al cambio, entre ellos el cardenal Kasper que, en respuesta a los cardenales firmantes del documento conservador, respondió que “la verdad católica no es un sistema cerrado” y defendió el acceso de las personas divorciadas vueltas a casar a la eucaristía, si bien imponiendo unas condiciones muy severas:

“Si un divorciado vuelto a casar: 1. Se arrepiente de su fracaso en el primer matrimonio 2. Se han esclarecido las obligaciones del primer matrimonio, y se ha definitivamente excluido que regrese atrás. 3. Si no puede abandonar sin otras culpas las responsabilidades asumidas con el matrimonio civil. 4. Si, sin embargo, se esfuerza por vivir del mejor modo según sus posibilidades el segundo matrimonio a partir de la fe y de educar a los propios hijos en la fe. 5. Si tiene el deseo de los sacramentos como fuente de fuerza para su situación, ¿debemos o podemos negar, después de un tiempo de nueva orientación (metanoia), los sacramentos de la penitencia y después de la comunión?”.

Su respuesta es afirmativa, pero con importantes matices y precisiones: “Este posible camino no sería una solución general. No es el camino ancho de la gran masa, sino más bien el estrecho camino de la parte probablemente más pequeña de los divorciados vueltos a casar, sinceramente interesados en los sacramentos. ¿No es necesario tal vez evitar aquí la peor parte? (o sea la pérdida de los hijos con la pérdida de toda una segunda generación)… Un matrimonio civil como el que fue descrito con criterios claros debe distinguirse de otras formas de convivencia irregular, como los matrimonios clandestinos, las parejas de hecho, sobre todo la fornicación, de los así llamados matrimonios salvajes. La vida no es solo blanco y negro. De hecho, hay muchos matices”.

La propia metodología seguida en la preparación del Sínodo permitía albergar esperanzas de cambio. El Vaticano envió una encuesta a todos los cristianos y cristianas en torno a las cuestiones que se iban a abordar en la asamblea episcopal para conocer la opinión de las diferentes comunidades católicas del mundo sobre el tema. La mayoría de las respuestas eran favorables a una mayor apertura y a una actualización de la doctrina sobre la familia más acorde con los cambios producidos en las últimas décadas.

Pero ese clima de apertura enseguida se encontró con la réplica del cardenal Müller, que apelaba a argumentos de carácter dogmático y jurídico para oponerse incluso a la posibilidad de discutir sobre el tema: “Si el matrimonio precedente de unos fieles divorciados y vueltos a casar era válido, en ninguna circunstancia su nueva unión puede considerarse conforme a derecho; por tanto, es imposible que reciban los sacramentos”.

En el Sínodo se han producido, es verdad, cambios importantes en el análisis de la situación de la familia y en las críticas hacia sus patologías, en las actitudes y en el lenguaje empleado. La proposición 8 hace un buen análisis de las situaciones más graves por las que pasa hoy la familia: discriminación de las mujeres y creciente violencia de género contra ellas, con demasiada frecuencia dentro de la familia; abusos sexuales de los niños y de las niñas; penalización de la maternidad en vez de su consideración como valor; mutilación genital en algunas culturas; efectos negativos de las guerras, el terrorismo y el crimen organizado en las familias; crecimiento del fenómeno de los niños de la calle en las grandes metrópolis y en sus periferias.

La actitud ante los matrimonios civiles y las parejas de hecho es más comprensiva y acogedora, ya que, se dice, en ellos deben descubrirse elementos positivos, y en la actitud hacia los homosexuales. Muestra la necesidad de acoger las personas en situaciones difíciles como el divorcio y de buscar nuevos caminos pastorales para las familias heridas, no basadas en “soluciones únicas”

Pero en las cuestiones de fondo no se ha producido cambio alguno. Dos ejemplos. La proposición 52 describe las dos tendencias de los padres sinodales en torno a la posibilidad –solo la posibilidad- de que los divorciados vueltos a casar puedan acceder a los sacramentos de la penitencia y de la eucaristía: la que se muestra partidaria de mantener las actuales normas prohibitivas en vigor, y la partidaria de permitir el acceso a los sacramentos, pero con muchas restricciones: no de manera generalizada, sino en algunas situaciones especiales y con condiciones muy precisas. Además, el eventual acceso a los sacramentos debe ir precedido de un “caminar penitencial” bajo la responsabilidad del obispo diocesano. Aun con todas estas restricciones, esta proposición contó con el rechazo de 74 padres sinodales y no logró los 2/3 tercios.

Otro ejemplo es la proposición 55 sobre los homosexuales. Defiende la necesidad de una acogida respetuosa y de un trato no discriminatorio hacia ellos, pero es contundente en el rechazo de los matrimonios homosexuales, hasta el punto de excluirlos del plan de Dios sobre la familia y el matrimonio. Con todo, la proposición fue rechazada por 62 padres sinodales y tampoco logró los 2/3.

Para frenar la lógica sensación pesimista que deja el Sínodo en quienes esperaban que la apertura fuera real ya, se afirma, como consuelo, que en este Sínodo no se ha dicho la última palabra y que hay que esperar al de octubre de 2015, que elaborará las conclusiones definitivas sobre la familia. Yo pregunto: ¿Cambiará entonces el panorama y se reconocerá sin trabas, prejuicios y prevenciones el acceso de las personas católicas divorciadas y vueltas a casar el matrimonio a los sacramentos de la eucaristía y de la penitencia y el reconocimiento del matrimonio homosexual como lo hace la Iglesia Anglicana, o volverán a emplearse fórmulas ambiguas del “sí, pero no”, tan propias del lenguaje eclesiástica ¿O se dejará la respuesta ad kalendas graecas?

¿Se seguirá pensando con categorías jurídicas o se hará al ritmo de la vida y atendiendo a los problemas reales de la familia? ¿Se buscarán las respuestas apelando al Código de Derecho Canónico o a la racionalidad dialógica? ¿Se seguirá expulsando de la comunidad eclesial y de la eucaristía que, según el Vaticano II, es el centro de la vida cristiana, a quienes se considera pecadores por el hecho de haber iniciado un nuevo proyecto de vida común y de haber formado una nueva familia?

¿Se respetarán y reconocerán en la Iglesia católica las diferentes identidades sexuales: gays, lesbianas, bisexuales, transexuales, que de hecho existen entre los cristianos y las cristianas como existen en la sociedad? ¿Caminará la Iglesia oficial al ritmo de la sociedad y será sensible, como pedía Juan XXIII, a los signos de los tiempos, entre los cuales se encuentra el reconocimiento explícito de los diferentes modelos de familia, o perderá de nuevo el tren de la historia?

Y una reflexión final en clave de realismo. Yo creo que considerar un problema el acceso a la eucaristía a personas divorciadas vueltas a casar y a los matrimonios homosexuales solo existe en las mentes de los jerarcas, no en la práctica. Y negar dicho acceso se encuentra en el Código de Derecho Canónico, no en la vida de las comunidades cristianas. Son muchas las comunidades eclesiales de todo el mundo (parroquias, comunidades de base, grupos de matrimonios, etc.) que ni siquiera se plantean el problema. Las cristianas y los cristianos divorciados que han vuelto a casarse y las parejas homosexuales son acogidos sin ningún tipo de reserva en dichas comunidades, de las que forman parte, y participan en los sacramentos como el resto de los creyentes. Y lo hacen con toda naturalidad, sin ningún complejo de culpa, sin consultar ni pedir permiso a los clérigos y obispos, ni preguntarse si actúan conforme a la disciplina de la Iglesia, sin someterse a ningún “camino de penitencia”. Bastante penitencia ha tenido y sigue teniendo su vida como para añadirle todavía otra más.

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El arzobispo chileno Ricardo Ezzati dice que las “uniones homosexuales son inaceptables, graves y peligrosas para la sociedad “

Miércoles, 5 de noviembre de 2014
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Ricardo-EzzatiNi cambian, ni cambiaran… llevan la homofobia en las venas…

“Hay temas en los que no puede haber matices”

Denuncia el “debilitamiento de la familia”

Sínodo sobre familia: Parejas del mismo sexo son contrarias al “diseño de Dios”

Tras un mes en Roma participando del Sínodo de la Familia, Ricardo Ezzati comentó que la “legalización de las uniones entre homosexuales es grave, además añadió que ” la aprobación del matrimonio gay debilitará a la familia”. La máxima autoridad católica del país llegó este jueves a Chile en medio de una gran polémica. Luego de que un centenar de católicos chilenos pidieran al papa Francisco a través de una carta intervenir en la crisis existente en la Iglesia Católica en Santiago. A raíz de esto, Ezzati dijo que “hay temas en los que no puede haber matices”. En este sentido declaró que “cualquier sea la intención de quienes han puedo esta opción, el efecto será el debilitamiento de la familia. Más grave aún es la legislación de las uniones homosexuales, porque se niega la diferencia sexual entre las personas de esas uniones”, concluyó.

Junto con repudiar “esta nueva arremetida homofóbica”, el Movilh anunció una masiva manifestación por las familias homoparentales para el próximo 15 de noviembre.

 El arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati, arremetió ayer nuevamente contra la dignidad de las parejas y familias homopareantales al calificar a las uniones entre personas del mismo sexo como inaceptables, graves y peligrosas para la sociedad, declaraciones que fueron rechazadas al instante por el Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh).

En efecto el religioso señaló a La Tercera que “las uniones de hecho son inaceptables en el plano de los principios y peligrosa en el plano social y educativo. Cualquiera sea la intención de quienes han propuesto esta opción, el efecto será el debilitamiento de la familia. Más grave aún es la legalización de las uniones homosexuales, ya que, en este caso, se niega la diferencia sexual entre las personas de esas uniones. Esto no perjudica el reconocimiento de la dignidad de cada persona: para todos quiero expresar mi respeto y solicitud pastoral. Lo que solicito también a todos quienes comparten el gozo del Evangelio”

Añadió que “la Iglesia siente el deber de decir una palabra de verdad y de esperanza. Es necesario acoger las personas con su existencia concreta (…) Con mucha claridad la Relatio Synodi afirma que no existe fundamento alguno para asimilar o establecer analogías entre las uniones homosexuales y el proyecto de Dios sobre el matrimonio y la familia. Sin embargo, hombres y mujeres con tendencias homosexuales deben ser acogidos con respeto y delicadeza, sin el estigma de injusta discriminación.”.

El Movilh acusó al instante una “nueva arremetida homofóbica del cardenal Ricardo Ezzati cuyo descaro violenta a las familias homoparentales. Al mismo tiempo que habla de respeto para las personas LGBTI, considera a la legalización de las uniones entre personas del mismo sexo como “peligrosas” para la educación, la sociedad y las familias. Este tipo de declaraciones afectan la dignidad de la diversidad sexual tanto por su lenguaje agresivo y violento, como por su explícita incoherencia”

El organismo agregó que “tras 23 años del movimiento de la diversidad sexual en Chile, hay consenso en no discriminar a las personas lesbianas, gays, bisexuales y transexuales, sin embargo no ocurre lo mismo cuando se habla de parejas del mismo sexo o de familias homoparentales, las cuales siguen siendo ofendidas y dañadas por falta de igualdad de derechos. Hay muchos que nos aceptan, pero en celibato, lo que es una contradicción con los derechos humanos”.

Junto con anunciar una masiva Gay Parade para el próximo 15 de noviembre, el Movilh lamentó “esta cruzada religiosa y homofóbica liderada por obispos católicos y evangélicos y por muchos parlamentarios de la UDI que consideran un peligro a la diversidad familiar. Este insulto, que daña a los hijos e hijas de estas uniones, debe seguir siendo enfrentado con argumentos, amor y manifestaciones pacíficas hasta que se comprenda que todos somos distintos y que merecemos igualdad de derechos”.

El Movilh puntualizó que la Gay Parade tendrá como principales demandas la total igualdad social y legal para las familias homoparentales, así como la regulación de la custodia de los hijos en el Acuerdo de Vida en Pareja (AVP), “proyecto que exigiremos se transforme en ley a más tardar en enero próximo”.

Fuente MOVILH

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Los gays y el Sínodo de los Obispos

Martes, 4 de noviembre de 2014
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rainbow churchUn buen amigo brasileño nos ha enviado este artículo que publica Diversidade Católica de Brasil:

Domingo, 02 de noviembre 2014

Los gays y el Sínodo de los Obispos

La Iglesia Católica tiene un momento efervescente con la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos sobre la Familia. El mensaje cristiano en este campo tiene una magnitud y una innegable belleza, pero también inevitables problemas y preguntas. Sólo se tiene en cuenta el matrimonio, base de la familia, en la unión exclusiva e indisoluble entre un hombre y una mujer, que entre los fieles se debe celebrar con un rito religioso. Sólo se aceptan las relaciones sexuales practicadas en el matrimonio, con exclusión de los métodos artificiales de control de la natalidad. En el mundo de hoy, estas posiciones divergen de la vida de la gran mayoría de los fieles y contrastan con las nuevas configuraciones familiares. Los impasses de la moral sexual católica también se refieren a los gays.

Para convocar el Sínodo, Francisco envió a todas las diócesis del mundo un documento preparatorio con 39 preguntas, para entender mejor esta realidad y comenzar a tender un puente sobre este abismo entre la doctrina y la práctica. Entre las preguntas: ¿Que el cuidado pastoral se puede dar a las personas que viven en uniones del mismo sexo? ¿Y en el caso de los niños que adoptan, lo que debe hacer para pasar la fe cristiana? Por lo tanto, no es simplemente reiterar la doctrina. Vamos a tratar de incluir caminos y ciudadanía eclesial.

En la enseñanza del Papa, sobre todo en su carta a La Alegría Del Evangelio (Evangelii Gaudium), el anuncio del amor salvífico de Dios precede a la obligación moral y religiosa. Este anuncio debe sanar todo tipo de heridas y calentar el corazón, como a los discípulos de Emaús en el encuentro con el Cristo Resucitado. La Iglesia debe ser la casa del Padre siempre abierta, donde hay espacio para todos los que se enfrentan a dificultades en sus vidas, y no una aduana pastoral. La confesión no debe ser una sala de torturas, sino un lugar de la misericordia, en la que el Señor nos anima a hacer lo mejor que podamos. La Eucaristía no es el premio de los perfectos, pero para aquellos que necesitan comida y generoso remedio. Matizando la moral, el Papa da una gran importancia al bien posible, las etapas de crecimiento de las personas que van a ser la construcción de todos los días.

Los informes producidos desde la celebración del Sínodo apuntan claramente en esta dirección: no cambiar la doctrina ni el ideal de la familia, pero acoger sin condenar a las personas que viven en otros modelos de la familia, incluyendo las uniones homosexuales y sus hijos. Por primera vez, no estamos hablando de actos “intrínsecamente desordenados” y contrario a la ley natural, algo tan común hasta hace poco. Lo que queda es el rechazo vehemente a equiparar legalmente el matrimonio homosexual y el matrimonio heterosexual. Estos informes no son la enseñanza oficial de la Iglesia, ni las conclusiones de la próxima Asamblea Ordinaria del Sínodo convocado en octubre de 2015. Tiene sólo valor consultivo. Será enseñanza oficial sólo la exhortación post-sinodal, que será escrita por el Papa en 2016.

Es cierto que esta exhortación será en la línea del Papa Francisco, fomentando la flexibilidad y la acogida. El valor de todo este proceso mucho más que los textos son discusiones abiertas sobre la Iglesia como nunca se han visto en décadas. Es muy bueno que el superior general de los jesuitas dijera públicamente que podía haber más amor cristianos en una unión irregular que en una pareja casada en la iglesia. Y el arzobispo de Nigeria se opone a la criminalización de la homosexualidad en su país, y él apoya a las familias que acogen a sus hijos gays con sus compañeros. Todo esto ayuda a formar en la Iglesia la opinión pública que acepta y estima la diversidad sexual.

El cristiano adulto que es consciente de los signos de los tiempos y encuentra razones en favor de la ciudadanía plena LGBT, no espera el pleno apoyo de la jerarquía católica para actuar en esta dirección. Sin embargo, es muy importante aprovechar las oportunidades que puedan surgir en la Iglesia, sobre todo a nivel local, para la recepción de las personas y la superación de los prejuicios. La homofobia religiosa tiene una larga historia y una considerable amplitud. Pero a nadie se le debe prohibir cambiar para mejor, ni a las personas, ni a las instituciones.

Equipo Diversidade Católica

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“Tenemos que decirle a la Iglesia que somos parte de ella y que no nos puede apartar”

Martes, 4 de noviembre de 2014
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javier-erik--575x323Javier y Erik posan frente a la catedral del Buen Pastor en Donostia/San Sebastián. / PEDRO MARTÍNEZ

La Curia abre el debate para acoger a los homosexuales y permitir la comunión de divorciados

Erik Ríos y Javier Gómez relatan cómo ven el intento aperturista del Vaticano hacia los colectivos a los que pertenecen

“Supondría un apoyo para muchos gays que la Iglesia dijera: estamos con vosotros”

“La doctrina católica puede llevar a los divorciados a tener que elegir entre amor y fe”

Dani Soriazu

Si existe en la Tierra una institución con una estructura rígida y poco proclive a los cambios, esa es sin duda la Iglesia Católica. Ahora bien, soplan nuevos tiempos en su seno. Al menos, esa es la sensación que ha quedado tras el último sínodo extraordinario sobre la familia celebrado en Roma y en el que se han cuestionado y debatido conceptos que llevaban inmóviles desde hacía siglos, como el divorcio o a la aceptación de las uniones entre personas del mismo sexo. Temas de suma importancia para cientos de miles de fieles y que han salido a la palestra por influencia del nuevo tono del papa Francisco.

«Supondría un apoyo para muchos homosexuales el que la Iglesia les dijera: estamos con vosotros», cuenta Erik Ríos. Este joven pasaitarra y creyente de 26 años asegura que el inmovilismo de la institución católica puede hacer daño a muchos que, como a él, les gustan las personas del mismo sexo. «Porque si ya de por sí para muchos es difícil salir del armario por el rechazo social que pueda haber, siendo religioso la situación puede ser mucho peor».

No obstante, los deseos de los más progresistas tuvieron que quedarse en solo un borrador. El texto definitivo, que se aprobó al finalizar el sínodo -en el que participaron 191 prelados y padres sinodales- quedó bastante más descafeinado en sus aspiraciones aperturistas. No obstante, Bergoglio ha sido capaz de sembrar un debate que todavía no ha terminado y que da esperanza a aquellos cristianos de base que sienten un vacío porque la doctrina católica no les termina de hacer un hueco.

En el caso de los divorciados que no se pueden volver a casar por la iglesia «se puede quedar como una herida que no cierra. Sentirte como alguien incompleto o un cristiano de segunda categoría», explica Javier Gómez, madrileño que lleva viviendo en Donostia desde hace seis años, divorciado y con una hija. «Es una gozada escuchar este tipo de nuevos planteamientos. Se ve que en el Vaticano hay una mentalidad más humana, más abierta y más cercana a los que sufren, algo que se echaba de menos», añade.

Los dos protagonistas se lamentan de que la Iglesia, sobre todo entendida como las altas instancias que la gobiernan, no debería avanzar tan alejada de los pasos de la sociedad y en asuntos que los cristianos y religiosos de base ya tienen más que asumidos. «Yo siempre he tenido el apoyo de mi parroquia y nunca me han puesto ninguna pega por estar divorciado, por ejemplo, para poder comulgar», asegura Javier.

En el mismo sentido se pronuncia Erik: «Ser homosexual y creyente no es incompatible. Las enseñanzas católicas enseñan a respetar al prójimo, sea como sea». No obstante, se felicita del paso que se ha dado, «y aunque no es suficiente, entiendo que esta institución no puede cambiar de golpe», añade.

“Hacen una lectura torticera”

Cuando el sínodo se encontraba en su ecuador se hizo pública la ‘Relatio post disceptationem’, el documento que hacía una síntesis de las discusiones que estaban produciéndose en el seno de este cónclave sobre los temas a debate.

En el texto se aceptaban como un hecho las relaciones entre el mismo sexo ya que se podían encontrar afirmaciones como que «las personas homosexuales tienen dotes y cualidades para ofrecer a la comunidad cristiana». Y también se hacía una pregunta: «¿Somos capaces de acoger a estas personas, garantizándoles un espacio de fraternidad (…) aceptando y valorando su orientación sexual, sin comprometer la doctrina católica y el matrimonio?».

Erik tiene clara la respuesta: sí. «Lo que pasa es que hay ciertos sectores que han hecho una lectura bastante torticera de lo que son las enseñanzas de Jesucristo». Se refiere a los sectores más conservadores. Los mismos que un día después de conocer este documento lamentaron que no se mencionara en él ni la palabra «pecado» ni la «ley natural». Algo que, por otra parte, algunos llegaron a describir como ausencias muy reveladoras de ese cambio de aires. Al final del sínodo, los epígrafes referidos a la apertura a los gays quedaron reducidos a parafrasear el catecismo, pidiendo respeto para ellos y evitar discriminaciones. Los cambios en relación a los divorciados también siguieron el mismo camino.

«Aún así creo que hay que lanzar un mensaje de esperanza», apunta Erik, quien pide al resto de personas del colectivo LGTB que no renuncien a sus creencias ni a su condición sexual. «Porque somos nosotros los que tenemos que decirle a la Iglesia que estamos aquí, que somos parte de ella y que no nos puede apartar. Que si las cosas cambian será gracias a nuestras reivindicaciones».

El dilema de tener que elegir

Javier explica que, al igual que cualquier divorciado, si quisiera volver a casarse por la iglesia debería declarar la nulidad de su anterior matrimonio. Para ello, el derecho canónico pide que se aduzcan razones como que se carecía de suficiente uso de razón o que ha existido un engaño doloroso. «Y no lo veo bien. Estuve enamorado y tuve una hija. Y por eso mismo no puedo renegar así de aquel matrimonio». En este sentido, varios padres sinodales han expuesto durante el reciente sínodo la necesidad de «hacer más accesibles y ágiles los procedimientos para el reconocimiento de casos de nulidad», una de las reivindicaciones.

«Vivir con otra persona es una decisión muy importante, pero la religión también», apunta Javier. En estos momentos no tiene intención de volver a casarse aunque entiende que otros divorciados se puedan ver obligados a tener que elegir, enfrentándose a dos sentimientos muy profundos. «Porque no quieres renunciar a una nueva vida en pareja, pero tampoco a la fe. Y ahora mismo la única opción que les queda a muchos es casarse por lo civil y después organizar una misa que luego no pasa por los registros», explica.

Una vez abierta la puerta a acoger al colectivo gay, la siguiente pregunta es: ¿Y al matrimonio? ¿Y las adopciones? A la primera, la ‘Relatio post disceptationem’ sostenía que las uniones del mismo sexo no pueden «equipararse» al matrimonio entre un hombre y una mujer pero que, sin negar «las problemáticas morales» relacionadas con las uniones homosexuales, hay casos en que «el apoyo mutuo, hasta el sacrificio, constituye un valioso soporte para la vida de las parejas». En cuanto a las adopciones, el texto expresó «una atención» especial hacia los niños de estas parejas, pero no fue más allá en sus líneas rojas.

«Pero qué es mejor, ¿que los niños estén esperando en un orfanato? Hay contradicciones entre aquellos que dicen defender a la familia y a la vez la destruyen», se queja Erik, que asegura que le gustaría casarse por la iglesia, «en la basílica de San Ignacio de Loyola».

Fuente Diario Vasco

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Obispo Geoffrey Robinson: “Hacia una nueva comprensión de las vidas y el amor LGBT”

Viernes, 31 de octubre de 2014
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RobinsonFuente Proyecto Gionata:

Presentación del Obispo Geoffrey Robinson, obispo auxiliar católico romano retirado de Sídney (Australia), para “Los caminos del Amor. Conferencia internacional para una pastoral con las personas homosexuales y transexuales”  (Roma, Italia, 3 de octubre de 2014), traducido por Carlos (Pastoral de la Diversidad Sexual de Santiago, Chile)

La tesis de este documento es en 3 partes:  1. No hay posibilidad de un cambio en la enseñanza de la Iglesia Católica sobre los actos homosexuales salvo y hasta que haya primero un cambio en sus enseñanzas sobre los actos heterosexuales.

2. Hay una necesidad seria de un cambio radical en las enseñanzas de la Iglesia sobre los actos heterosexuales.

3. Si, y cuando ocurra este cambio, inevitablemente tendrá un efecto en la enseñanza sobre los actos homosexuales.

PARTE UNO

No hay posibilidad de un cambio en la enseñanza de la Iglesia Católica sobre los actos homosexuales salvo y hasta que haya primero un cambio en sus enseñanzas sobre los actos heterosexuales.

El argumento constantemente de la Iglesia Católica es que Dios creó el sexo humano por dos razones: como el medio por el cual vida humana nueva viene a la existencia (el aspecto procreativo) y como un medio de expresar y promover el amor entre una pareja (el aspecto unitivo).

El argumento entonces es que el uso del sexo es “de acuerdo a la naturaleza” sólo cuando sirve a ambos propósitos divinos, y que sólo ambos están verdaderamente presente, y aún entonces sólo cuando la relación sexual está abierta a la nueva vida, de modo que todo uso de las facultades sexuales es moralmente bueno [1].

Si éste es el punto de partida, no hay posibilidad de aprobación de los actos homosexuales [2]. Es fútil buscar cambios dentro de esta enseñanza.

PARTE DOS

Hay una necesidad seria de cambio radical en la enseñanza de la Iglesia sobre los actos heterosexuales. En tanto que entendamos “procreación” como significar la producción de niños adultos más que la producción de bebés, no tengo problema con la idea de que el matrimonio es una institución de la raza humana que tiene tanto un aspecto procreativo y un aspecto unitivo.
Pero tengo cinco serias dificultades con la enseñanza de que cada acto de relación sexual debe contener ambos aspectos.

La Primera Dificultad: Un Pecado En Contra De Dios

La primera dificultad es que a través de esta enseñanza la Iglesia está diciendo que todo uso del sexo que no es tanto procreativo como unitivo es una ofensa directa en contra de Dios porque es una violación de lo que se alega ser el orden divino y natural que Dios estableció.

Esto plantea dos serias preguntas: una respecto de la naturaleza y la otra respecto de Dios.

La Pregunta Respecto de la Naturaleza

Si este orden divino y natural existe en relación a nuestras facultades sexuales, ¿no debiera existir en otras áreas de la vida humana también?

Así, los argumentos de la Iglesia respecto del sexo apuntan a muchos otros campos donde Dios ha dado un propósito divino a alguna cosa creada, de modo que ¿sería un pecado en contra de Dios usar esa cosa en cualquier otro modo? ¿Por qué es que sólo en relación al sexo se hace esta reclamación?

Recuerdo haber leído hace algunos años el argumento burlesco que el propósito natural dado por Dios de los ojos humanos es mirar adelante (por eso es que están en el frente de nuestras cabezas), de modo que los espejos retrovisores en los autos serían en contra de la naturaleza y por ello inmorales. Dado que este es un argumento burlesco, ¿no levanta preguntas sobre que queremos decir con “natural” y cuán difícil es obtener conclusiones morales de una alegación a una naturaleza establecida divinamente?

La Pregunta Respecto de Dios

Golpear a un rey o a un presidente ha sido considerado siempre una ofensa más grave que golpear a un ciudadano corriente. En línea con esto, fue dicho, el mayor rey de todos es Dios, de modo que una ofensa en contra de Dios es mucho más grave que una ofensa en contra de un mero ser humano.

Dado que todos los pecados sexuales eran vistos como ofensas directas en contra de Dios ellos eran, por lo tanto, vistos como pecados de lo más graves. Los pecados sexuales eran vistos en el mismo nivel que otro pecado que es directamente en contra de Dios: la blasfemia, y esto ayuda a explicar por qué, en la Iglesia Católica, a la moral sexual le ha sido dada por largo tiempo una importancia bastante exagerada.

Por siglos la Iglesia ha enseñado que cada pecado sexual es un pecado mortal [3].

En este campo, se mantuvo, no hay pecados veniales. De acuerdo con esta enseñanza, obtener placer deliberadamente aún de pensar en el sexo con alguien distinto que el cónyuge, no importa cuan brevemente, es un pecado mortal.

Puede que esta enseñanza no sea proclamada a viva voz hoy, pero sí lo fue por muchos papas [4], nunca ha sido retractada y ha afectado a numerosas personas.

Esta enseñanza estimuló la creencia en un Dios increíblemente furioso, por cuanto este Dios condenaría a una persona a una eternidad en el infierno por un momento único y sin arrepentimiento de placer deliberado que surge del deseo sexual. Esta idea de Dios es totalmente contraria a la idea completa de Dios que Jesús nos presentó y no puedo aceptarla.
Mi primera rebelión en contra de la enseñanza de la Iglesia sobre el sexo vino, por lo tanto, no directamente de un rechazo de lo que la Iglesia decía sobre el sexo, pero de un rechazo del falso dios que esta enseñanza presentaba.

La Segunda Dificultad: Una Enseñanza Basada en Afirmaciones

La segunda razón para el cambio es que las declaraciones de la Iglesia parecieran ser afirmaciones más que argumentos. Tanto los elementos unitivo y procreativo son aspectos fundacionales del matrimonio como una institución de la raza humana entera, pero acaso de ello se deduce:

–  ¿Que ellos son elementos esenciales de cada matrimonio individual, sin importar las circunstancias?

–  ¿Que ellos son elementos esenciales de cada acto individual de unión sexual? ¿Sobre qué base?

Por ejemplo, a una pareja en particular le dicen los expertos médicos que cualquier niño que ellos tuvieran sufriría de una enfermedad hereditaria grave e incapacitante, y por ello deciden adoptar mas que tener un hijo propio. ¿Están actuando en contra de la voluntad de Dios?

Otra pareja podría decidir que ya tienen varios hijos y que no son financiera y psicológicamente capaces de tener más familia. ¿Sobre qué fundamento se alega que ellos estarían actuando en contra de la voluntad de Dios?

Siempre hay problemas cuando los seres humanos alegan conocer qué es lo que piensa Dios. De modo que la declaración de que es la voluntad de Dios, y de hecho la orden, que tanto el aspecto unitivo y el procreativo deben necesariamente estar presente en cada acto sexual ¿es un hecho probado o una simple declaración? Y si es un hecho privado, ¿cuáles son las pruebas? ¿Por qué los documentos de la Iglesia no presentan dichas pruebas? [5]

¿No debiera cualquier prueba incluir la experiencia de millones de personas en el esfuerzo sumamente humano de buscar combinar sexo, amor y la procreación de nueva vida en el medio de la turbulencia de la sexualidad humana y las complejidades de la vida humana?

¿Un ideal está siendo confundido con una realidad?

Si es solo una afirmación, hay alguna razón por la cual no debiéramos aplicar el principio de la lógica: lo que es libremente afirmado puede ser firmemente negado.

Si no es más que una afirmación, ¿importan quién hace la afirmación o cuan a menudo es hecha? ¿Dónde están los argumentos a favor de la afirmación que podrían convencer a una conciencia abierta y honesta?

La Tercera Dificultad: Una Moralidad de los Actos Físicos

El tercer argumento es que la enseñanza de la Iglesia está basada en una consideración de lo que es visto como la naturaleza dada por Dios de los actos físicos en sí mismos, más que sobre estos actos como acciones de seres humanos. Y continúa haciéndolo en un tiempo en que la tendencia completa en teología moral es en la dirección opuesta.

Como resultado entra en dificultades imposibles en analizar los actos físicos sin un contexto de relaciones humanas. Por ejemplo, algunas parejas casadas descubren que hay un bloqueo impidiendo a la esperma llegar al óvulo, pero que en un procedimiento simple un doctor puede tomar la esperma del esposo e insertarla en la esposa en un modo tal que pasa el bloqueo y permite la concepción.

Pero la Congregación para la Doctrina de la Fe condenó esta acción porque el acto físico no fue considerado “integral”, aún cuando la totalidad de la razón para esta intervención era precisamente que la pareja quería que su matrimonio fuera tanto unitivo como procreativo.

Los argumentos de la Iglesia respecto del sexo están basados únicamente en el acto físico en sí mismo más que en el acto físico como una acción que afecta a personas y relaciones.

La Cuarta Dificultad: La Idea de “Natural”

Fue Dios quien creó un mundo en el cual hay tanto heterosexuales y homosexuales. Esto no fue un error por parte de Dios que los seres humanos deben reparar, simplemente es una parte innegable de la creación de Dios.

Los únicos actos sexuales que son naturales para los homosexuales son actos homosexuales. No es una elección libre que han hecho entre dos cosas que son igualmente atractivas para ellos, pero algo que está incluido profundamente en su naturaleza y es algo que no pueden simplemente dejar a un lado. Los actos homosexuales les son naturales y los actos heterosexuales no lo son. Ellos no podrían llevar a cabo lo que la Iglesia llamaría actos “naturales” en un modo que sea natural para ellos.

¿Por qué debemos referirnos a una abstracción al determinar qué es natural más que a la experiencia actual vivida de los seres humanos? ¿Por debiéramos decir que los homosexuales están actuando en contra de la naturaleza cuando ellos están actuando con la única naturaleza que han experimentado?

La Iglesia alega que se basa en la “ley natural”, pero una ley natural basada en abstracciones es una ley natural falsa. De hecho, lleva todo el concepto de ley natural al descrédito.

La Quinta Dificultad: No Se Basa en las Enseñanzas de Jesús

La quinta dificultad es que toda la idea de la necesidad de tanto el elemento unitivo y el procreativo en cada acto sexual no está basado en nada que Jesús haya dicho, expresa o implícitamente, sino que viene de ideas fuera de la Biblia respecto de actos que se dice son naturales y actos que se dice son contra natura. Leer más…

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“Familia: ¿Qué quiere la Iglesia?”, por José María Castillo, teólogo

Domingo, 26 de octubre de 2014
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Dios es FamiliaDe su blog Teología sin Censura:

¿Qué quiere resolver la Iglesia en lo que se refiere a los problemas que más preocupan ahora mismo a la familia? Como es lógico, lo primero que llama la atención – y resulta difícil de explicar – es que los problemas que ha tratado el Sínodo no son los que más interesan y preocupan a la gran mayoría de las familias del mundo. El angustioso problema de la vivienda, el problema de un jornal o un sueldo con el que llegar dignamente a fin de mes, el problema de la salud y de la seguridad social, el de la educación de los hijos. Por lo menos, estos asuntos tan graves y que tanto angustian a la gente no han estado – que sepamos – como problema centrales en el orden del día de ninguna de las comisiones o de las sesiones del Sínodo.

Esto da pie para pensar o quizá sospechar – al menos, en principio – que quienes han preparado y organizado los trabajos del Sínodo son personas que pueden dar la impresión de que viven más preocupadas por los dogmas católicos y la moral, que predica el clero, que por los sufrimientos y humillaciones que están soportando muchas más familias de las que imaginamos. No hay que ser ni un sabio ni un santo para darse cuenta de esto. Para hacerse lógicamente la pregunta que acabo de plantear. Y que nadie me diga que los asuntos, que acabo de apuntar, son problemas que tienen que ser resueltos por economistas y por políticos. Por supuesto, lo que he dicho es asunto que concierne directamente a la economía y a la política. Pero, ¿sólo a economistas y políticos? Y entonces, ¿el sufrimiento, la dignidad, la seguridad y los derechos de la gente, los derechos fundamentales de las familias, no nos tienen que interesar, ni por ellos podemos ni tenemos que hacer nada?

Esta es la primera gran cuestión que, a mi modesto entender, tendría que interesar sobre todo – y antes que ninguna otra cosa – a la Iglesia, especialmente a sus dirigentes. Lo digo con tiempo, cuando todavía tenemos un año por delante para llegar a las conclusiones finales del Sínodo.

Pero, viniendo ya a los problemas que el Sínodo ha tratado, mi pregunta es la siguiente: a la Jerarquía de la Iglesia, ¿qué es lo que más le interesa y le preocupa? ¿gente que “se quiere”? o ¿gente que “se somete”? Confieso que estas preguntas se me han ocurrido pensando y recordando lo que yo mismo estoy viendo en el mundo eclesiástico desde hace más de 60 años, es decir, desde que ando metido en ambientes clericales. Lo mismo en España que fuera de España, lo que yo he palpado, en los ambientes de Iglesia, es que los problemas de la economía y los asuntos sociales no suelen preocupar demasiado. Porque normalmente tales problemas (en las instituciones eclesiásticas) están resueltos. Mientras que los asuntos relacionados con la ortodoxia dogmática (sumisión a la Jerarquía) y con el sexo (observancia de la moral), no sólo suelen ser muy preocupantes, sino que con frecuencia resultan casi obsesivos o rozando la obsesión. La consecuencia, que se suele seguir de este estado de cosas, y que la gente nota mucho, está a la vista de todos: los obispos no suelen hablar (o se limitan a alusiones genéricas) sobre la corrupción política y sus consecuencias, mientras que esos mismos obispos suelen poner el grito en el cielo si lo que se plantea es el problema de los matrimonios entre personas homosexuales o, en general, cuestiones relacionadas con el sexo. De ahí, por poner un ejemplo, la diferencia de trato que reciben, en tantos confesionarios, los capitalistas y banqueros o los gays y lesbianas.

Todo esto nos lleva – me parece a mí – a una pregunta mucho más radical: ¿por qué las religiones afrontan de manera tan distinta los problemas relacionados con “la propiedad de los bienes” y los problemas que se refieren al “cariño entre las personas”? Desde el punto de vista de la sociología, uno de los especialistas más reconocidos en esta materia, Anthony Giddens, ha escrito: “La familia tradicional era, sobre todo, una unidad económica. La producción agrícola involucraba normalmente a todo el grupo familiar, mientras que entre las clases acomodadas y la aristocracia la transmisión de la propiedad era la base principal del matrimonio. En la Europa medieval el matrimonio no se contraía sobre la base del amor sexual, ni se consideraba como un espacio donde el amor debía florecer” (Un mundo desbocado, pg. 67-68).

En realidad, “la propiedad de los bienes” (y no “el cariño entre las personas”), como factor determinante de la familia tradicional, viene de más lejos y tiene su origen en otra fuente: el Derecho. Como es sabido, la familia era la unidad que interesaba al primer Derecho romano. Este Derecho no se ocupaba de lo que ocurría dentro de la familia. Las relaciones entre sus miembros eran un asunto privado, en el que la comunidad no intervenía. La familia estaba representada por su cabeza, el paterfamilias, en el que se concentraba toda la propiedad familiar. Y todos sus descendientes, en línea paterna estaban bajo su control. Cualquier hijo no dejaba de estar bajo su poder. Más aún, un hijo no dejaría de estar bajo el poder de su padre hasta que llegase a adulto e incluso, hasta que no muriese el padre, no podría tener propiedades por sí mismo. Consecuentemente toda la propiedad familiar se mantenía unida y los recursos de la familia, como un todo, se reforzaban (Peter G. Stein, El Derecho romano en la historia de Europa, pg. 7-8). Lo notable es que la Iglesia hizo plenamente suyo este Derecho. De forma que, por ejemplo, el concilio de Sevilla, del año 619, califica al Derecho romano como lex mundialis, es decir la ley por antonomasia a la que tendrían que someterse todos los pueblos (cf. E. Cortese, Le Grandi Linee della Storia Giuridica Medievale, pg. 48).

Pues bien, en este contexto de ideas y de leyes, resulta comprensible y lógico que la Iglesia, a medida que se fue acomodando a la cultura y al Derecho heredado del Imperio romano, en esa misma medida fue asumiendo e integrando en su vida y en su sistema organizativo lo que era común a las demás religiones. Me refiero a lo que, con razón, ha dicho uno de los más reconocidos especialistas en esta materia: “La religión es generalmente aceptada como un sistema de rangos, que implica dependencia, sumisión y subordinación a superiores invisibles” (Walter Burkert, La creación de lo sagrado, pg. 146). De ahí que las teologías y los rituales de las religiones, si en algo insisten y en algo son semejantes los unos a los otros, es precisamente en cuanto afecta a la “sumisión”. Y conste que, por lo que afecta concretamente a esta sumisión, los rituales que la crean, la fomentan y la mantienen, “no están limitados a una religión particular, sino que se encuentran en todo el planeta, y se puede demostrar que algunos de ellos son prehumanos” (o. c., pg. 156). La sumisión, desde las sociedades prehumanas, se expresa creando la impresión que uno produce al inclinarse, arrodillarse, tirarse al suelo, arrastrarse, en suma, todo lo que es “no agrandarse”. Y está demostrado que los rituales religiosos coinciden todos en esto (K. Lorenz, On Aggression, Nueva York, 1963, pg. 259-264; I. Eibl-Eibesfeldt, Liebe und Hass: Zur Naturgeschichte elementarer Verhaltensweisen, Munich, 1970, pg. 199 ss).

Ahora bien, lo más sorprendente, en todo este asunto, es comparar estos supuestos básicos de la familia y de la religión con los relatos de los evangelios que, repetidas veces, se refieren tanto a la familia como a la religión. Sabemos, en efecto, que Jesús, lo mismo en lo que se refiere a la familia como en lo que respecta a la religión, asumió públicamente y sin ambigüedades una actitud sumamente crítica. Me explico.

Por lo que afecta a la religión, los evangelios nos informan de los enfrentamientos y conflictos constantes y crecientes que tuvo Jesús con los dirigentes religiosos y sus rituales. A esto se refieren los enfrentamientos con escribas y fariseos, con los sumos sacerdotes y senadores, incluso con el mismo Templo de Jerusalén. Hasta terminar siendo detenido por las autoridades religiosas, acabando en el juicio, la condena y la ejecución violenta en el tormento de los crucificados, los “lestaí” (Mc 15, 27; Mt 27, 38), es decir, no los simples ladrones, sino los rebeldes políticos, como explica F. Josefo (H. W. Kuhn: TRE vol. 19, 717). Jesús fue el hombre más profundamente religioso que podamos imaginar. Pero la religión de Jesús quedó desplazada del modelo establecido: su religión (como el Dios que representaba) no estuvo centrada en “lo sagrado”, sino en “lo humano”. Esto es capital para entender el Evangelio Y sin embargo, esto no es central para entender la Teología cristiana. Ni esto es tampoco el centro de la vida de la Iglesia.

Por lo que se refiere a la familia, es seguro que las relaciones de Jesús con su propia familia fueron tensas y complicadas: sus parientes lo tuvieron por loco (Mc 3, 21) y no creían en él, incluso lo despreciaban (Mc 6, 1-6; cf. Jn 7, 5). Por otra parte, lo primero que Jesús les exigía, a quienes pretendían seguirle, era abandonar la propia familia (Mt 8, 18-22; Lc 9, 57-62). Y cuando un día le dijeron que le buscaban su madre y sus hermanos, la respuesta de Jesús fue decir que su madre y sus hermanos son los que escuchan y cumplen lo que Dios quiere (Mc 3, 31-35; Mt 12, 46-50; Lc 8, 19-21). Pero Jesús, en lo que se refiere a las relaciones con la familia, llegó más lejos. Porque se atrevió a decir que él no había venido a traer paz, sino espadas, división y conflicto, precisamente entre los miembros de la propia familia (Mt 10, 34-42; Lc 12, 51-53; 14, 26-27). Es más, Jesús llegó a tocar en lo intocable de aquel modelo de familia: “No llaméis “padre” a nadie en la tierra” (Mt 23, 9). Una prohibición tan fuerte, en aquella cultura, que llegó a desmontar el eje mismo de aquel modelo de relaciones familiares. Los grandes, los importantes, no son los “padres” y “jerarcas”, sino los “niños”, los “pequeños”: el reinado de Dios es de los que se hacen como ellos (Mt 19, 14).

¿Qué quiere decir todo esto? ¿Dónde está el fondo del asunto? Las relaciones de parentesco no son libres, sino que nos son dadas e impuestas a cada ser humano que viene a este mundo. Por el contrario, las relaciones comunitarias y de amistad, dado que nacen de convicciones libres y de sentimientos que cada cual acepta libremente, son siempre relaciones que se basan en la libertad humana y se mantienen por la fuerza de la decisión libre. Lo más bello, lo más gratificante y lo más motivador de la relación de fe y confianza en el otro, y en Dios, es que siempre es posible porque es una relación libre. De tal manera que lo determinante, en este modelo de familia y de grupo, no es la sumisión, ni al “poder represivo”, ni al “poder seductor” (Byung-Chul Han), sino que lo decisivo es la fe y la confianza, en el encuentro (con el Otro, con los otros, con alguien en concreto) mediante la “relación pura” (A. Guiddens), que se basa en la comunicación emocional. La forma de comunicación en la que las recompensas derivadas de la misma son la base primordial para que tal comunicación pueda mantenerse y perdurar. Por esto precisamente la experiencia nos dice que donde hay cariño verdadero, por eso mismo hay libertad, mientras que donde hay religión (centrada en lo ritual y lo sagrado) hay sumisión.

Ahora bien, supuesto lo dicho en esta (ya demasiado prolongada) reflexión, vuelve la pregunta inicial: ¿Qué quiere la Iglesia con todo lo que ha removido a propósito de la familia? Por supuesto, el papa Francisco, al convocar y programar el Sínodo de la Familia, ha querido responder a problemas apremiantes que tienen planteados miles de familias en todo el mundo. Pero es de suponer que el papa Francisco, al convocar este Sínodo, exigiendo libertad para hablar de los problemas y transparencia para informar de lo que se ha hablado en las sesiones sinodales, lo que ha hecho ha sido poner en marcha, sin posible vuelta atrás, un proceso de apertura de la Iglesia a los problemas reales y concretos que, en este momento histórico, se nos plantean a todos.

Pero lo que ha ocurrido es que, no sólo se ha puesto en marcha este proceso, sino que, además de eso, el mundo se ha enterado de que en la Iglesia persiste muy vivo un sector importante de clérigos (de todos los rangos) y de laicos que identifican las creencias cristianas con posiciones inmovilistas e intolerantes que, además, desde el punto de vista de la más documentada, sana y ortodoxa teología, son posiciones indemostrables. Y, por tanto, posiciones que ocultan pretensiones inconfesables de poder y autoridad que se orientan más a mantener intacta la “sumisión” de los fieles que a fomentar la “libertad” que brota del cariño entre los seres humanos.

La situación es delicada. Hay que evitar, a toda costa, un nuevo cisma en la Iglesia. Pero no podemos estar incondicionalmente con quienes identifican el cristianismo con una religión centrada en la observancia de rituales sagrados, que produce obsesivamente sumisión a jerarquías ancladas en un pasado y en una cultura que ya no son ni nuestro tiempo, ni la cultura en que vivimos. Un cristianismo así, produce personas muy religiosas y un clero fiel a jerarquías eclesiásticas que se identifican más con los privilegios que le ofrece el poder político que con la libertad indispensable para lograr una sociedad más justa en la que todos los ciudadanos podamos vivir en justicia e igualdad de derechos. Si nuestro proyecto de vida quiere ser fiel a Jesús y a su Evangelio, no tenemos más camino que la apertura al futuro que entre todos tenemos que construir. Es más, si de verdad queremos a la Iglesia y ser fieles a la ”memoria peligrosa” de Jesús, los cristianos tenemos, en el camino que nos está abriendo y trazando el papa Francisco, el itinerario cierto que nos lleva al fin que anhelamos.

José M. Castillo

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Sistach afirma que el Sínodo “ha abierto rendijas” para “encontrar respuestas pastorales” a gays y divorciados vueltos a casar… y otros gestos cardenalicios.

Domingo, 26 de octubre de 2014
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martinez_sistach_470x350_470x350Sr. Cardenal… no pedimos “resquicios”, sino que abran las puertas de una vez…

“El Papa me ha dicho que continúe, pues sigo. Me siento joven y con ganas de servir”

Reconoce que hubo “sensibilidades diferentes” y que se vivieron “momentos de tensión”

Leemos en Religión Digital: “El Sínodo ha abierto rendijas en la Iglesia que permitirán encontrar respuestas pastorales a temas como los divorciados vueltos a casar, o la acogida a los homosexuales. En su primera entrevista tras participar en el Sínodo, que emitirá este domingo Els Signes dels Temps (TV3), Al margen de este tema, y preguntado sobre su relevo al frente de la diócesis de Barcelona, el cardenal Martínez Sistach dice: El Papa me ha dicho que continúe, pues sigo. Me siento joven y con ganas de servir a la Iglesia, donde sea”.

Martínez Sistach afirma: “Yo digo que hay unas rendijas, de posibles soluciones . Y pienso que durante el próximo año, hasta la asamblea de octubre de 2015, los entendidos, teólogos, biblistas, canonistas… deberán analizar cada una de estas rendijas, posibles respuestas pastorales, por si tienen un fundamento que realmente el magisterio lo permite o no , que el papa puede hacerlo o no puede hacerlo “ . El cardenal de Barcelona cree que “estos resquicios se estudiarán en profundidad y quizás algunas sí podrán dar resultado” .

Sobre las sesiones de trabajo, Sistach explica que se celebraron en un clima de “comunión, fraternidad y pastoralidad“, pero reconoce que había sensibilidades diferentes” y se vivieron momentos de “tensión” . El cardenal reconoce que dentro de la Iglesiahay opiniones y posturas un poco opuestas o muy contrapuestas. Hay un cierre o una apertura, pero una apertura siempre con fidelidad a la Palabra de Dios”.

Sobre el tema de los divorciados vueltos a casar, ha dicho que los padres sinodales han intentado armonizar la fidelidad a la indisolubilidad del matrimonio con la misericordia hacia estas personas. La entrevista se emitirá este domingo, a las diez de la mañana, en El Signes dels Temps

Mons. Martin Currie: “ojalá que podamos encontrar acomodo a las parejas homosexuales” en la Iglesia

nl-martin-currie-101En una entrevista concedida a la CBC, el arzobispo de St. John Newfoundland (Canadá) afirmó: “Ojalá encontremos acomodo para que las uniones del mismo sexo sean aceptadas y respetadas y puedan formar parte de la vida de la Iglesia”. Al ser preguntado por LifeSiteNews sobre dichas declaraciones, el prelado argumenta que quiere “evitar alienar a esas parejas en la Iglesia” al mismo tiempo que, sin que se le mencionara el asunto, asegura que no tiene “un solo hueso gay en mi cuerpo“.

En dos ocasiones LifeSiteNews ha requerido de Mons. Currie una posible aclaración de sus palabras. En una primera respuesta, el prelado afirma: “yo mantengo la enseñanza de la Iglesia. No acepto matrimonios del mismo sexo. Cualquier cosa que enseñe la Iglesia, lo apoyo. He disciplinado a gente por ir a bodas entre homosexuales”. Sin embargo, no quiso desmentir lo indicado en la entrevista a la CBC, raficándose en ello: “soy un hijo leal de la Igleisa y no he dicho nada más que no haya sido dicho por otros en el Sínodo”.
Problema pastoral

Y luego ha razonado sus tesis: “Mi problema es pastoral. ¿Cómo manejamos la cuestión de los hijos de las parejas del mismo sexo? ¿les negamos el bautismo? Tengo dificultad para aceptar eso“. Y añade: “Hemos perdido familias por eso. Hay una necesidad pastoral de acogerles, no necesariamente a la pareja del mismo sexo por sí misma, sino al resto de su familia que creen que la postura de la Iglesia es rígida y dura”. Preguntado por el texto de la primera relatio del Sínodo, que fue rechazado, en el que se aseguraba que “las personas homosexuales tienen dones y cualidades para ofrecer a la comunidad cristiana”, el arzobispo comparte esa idea: “yo creo que algunos tienen dones que ofrecer. Algunos que conozco tienen el don de la música, por ejemplo”

Mons. Luis Agusto Castro indica que “acoger a las personas homosexuales tiene que ser lo más obvio para la iglesia y las familias cristianas” pero no significa aceptar el matrimonio gay

Mons-luis-augusto-Castro-GDEl Presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), Mons. Luis Augusto Castro, señaló recientemente que es parte de la tarea de la Iglesia y las familias cristianas el acoger a las personas homosexuales, sin embargo descartó que esto signifique aceptar el matrimonio igualitario.

En declaraciones recogidas por el diario El Tiempo, tras retornar a Colombia de su participación en el Sínodo Extraordinario sobre la Familia, en el Vaticano, Mons. Luis Augusto Castro señaló que no se pueden dar conclusiones, pues el sínodo se divide en dos partes y la segunda se cumplirá el año próximo. “Tenemos un año para reflexionar sobre toda esta temática y luego sí conocer las conclusiones que el papa Francisco nos dará”, dijo.Monseñor Castro resaltó el mensaje del sumo pontífice de no tener miedo a la novedad y abrirse a nuevas formas para ayudar a la familia, e insistió en que se debe mirar hacia otras formas de familia y no pasar como si solo interesara las que están bien constituidas. “Hay familias que viven así no más, sin matrimonio, pero puede haber amor, responsabilidad, sacrificio; a estas hay que ayudarlas también. Y a las que han optado por su matrimonio civil,  también hay que ayudarlas”, dijo.

Frente a los homosexuales, el presidente de la Conferencia Episcopal dijo que hay que acogerlos.Acoger a las personas homosexuales tiene que ser lo más obvio para la iglesia y las familias cristianas. Muchas son personas de fe, están unidas a la iglesia, trabajan en la pastoral y se pueden sentir rechazadas por la iglesia. Lejos estamos de tener una actitud de discriminación o rechazo”, apuntó. Sin embargo, dejó claro que el trato no se puede confundir con aceptar el matrimonio entre personas del mismo sexo. “Eso es otra cosa, una sociedad que se quiere formar, pero nunca la pondremos al nivel del matrimonio cristiano. Estas personas son dignas, las unas como las otras. Ese afecto y comprensión hay que tenerlos con todas”, insistió.

Donde sí hubo una posición más flexible fue con los divorciados. Monseñor Castro confirmó que la iglesia busca cómo favorecer a la familia en procesos como el de anulación matrimonial, que hoy puede tardar dos o tres años. Dijo que planteó reducir esos procesos para hacerlos más sencillos y rápidos. Explicó, además, que hoy en día la anulación matrimonial afronta una doble instancia que alarga las cosas. Una propuesta fue dejarla en una sola, algo que se va a estudiar. Así mismo, señaló que cifras indican que de los matrimonios civiles el 86 por ciento se divorcia, mientras que de los católicos, solo el 14 por ciento se divorcia. Por eso, el llamado de la Iglesia es mirar otras formas de familia, que están en proceso de formación, para ayudarlas a que opten por el sacramento del matrimonio.

 

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“Casi casi, seres humanos”, por Nicolás Alessio

Jueves, 23 de octubre de 2014
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san-sebastian-gayDesde Argentina, Nicolás Alessio nos ha enviado esta carta abierta que agradecemos y publicamos gustosamente:

Para los Obispos en el Sínodo “sobre la familia”, los homosexuales, son casi casi, seres humanos.

Los más audaces querían reconocer que “tienen dones para aportar”, algo así como cuando tuvieron que reconocer que los “indios” tenían alma y por lo tanto también algún “don” más deben tener. Otros, también audaces, plantearon que había que “tratarlos con misericordia y darles acogida en la Iglesia“, algo así como que bueno, a pesar de ser un desorden grave de la naturaleza, si rezan, si viven célibes y aceptan esta cruz ofreciéndo sus vidas a Dios, no hay que porque maltratarlos. Esta claro que hay que odiar al pecado, pero no al pecador. Y, hablar de “matrimonio” entre ellos, mejor ni hablar.

La posición es clara: nosotros tenemos el poder de salvar, pues a estos hermamos en problemas, hay que ofrecerles nuestra benevolencia, nuestra piedad y clemencia. Matrimonio? familia? jamás.

Los más tímidos, como se asustaron de los grandes titulares mediáticos que anunciaban la revolución gay en la Iglesia, cosa que no era, pero bueno, empezaron a quejarse y al final, aquellas frases ya conocidas y de sentido común, les parecieron confusas y que por lo tanto no debían aceptarse y no las votaron. Tampoco aparecieron en el Mensaje Final de la Asamblea.

Para estos obispos, tambien, los homosexuales son casi casi seres humanos, pero que nadie se confunda, para la Iglesia son desordenados y por lo tanto peligrosos. De “matrimonio”, ni hablar.

nicolas-alessioPara audaces y para tímidos la realidad es la misma: la doctrina sobre la homosexualidad y sobre el matrimonio no se toca.

Tal vez los audaces, querían seguir la onda “francisco”, mostrarse afables, amables y cuando están dentro de la Iglesia, plantear lo que se les tenga que plantear. Buena estrategia proselitista.

Tal vez los tímidos fueron más sinceros y al grano: los homosexuales son lo que son y punto. No demos pie a falsas expectativas.

Entonces, para los Obispos y Francisco, los homosexuales, “fueron” , casi casi, seres humanos.

Nicolás Alessio

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Fernando Sebastián: “La Iglesia no va a abdicar de su doctrina, como algunos desean”

Miércoles, 22 de octubre de 2014
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sebastianSigue la resaca del Sínodo. Ante las grandes expectativas de algunos que al final han dado paso a más de lo mismo , resuenan las chirriantes y homófobas palabras del  cardenal Sebastián que leemos en Religión Digital. Buena muestra de ello es la satisfacción que mostraba el presidente de la Conferencia Episcopal Polaca, Stanisław Gądecki, encuadrado en el bloque más conservador, tras el giro radical de los textos referidos a la homosexualidad, o el cardenal Kasper, frente a por ejemplo la decepción que abiertamente reconocía sentir el obispo de Amberes, Johan Bonny, que hace poco más de un mes reclamaba en una carta abierta una mayor apertura a las personas homosexuales, o el arzobispo católico de Westminster y presidente de la Conferencia Episcopal de Inglaterra y Gales, Vincent Nichols, según el cual el documento aprobado no ha llegado todo lo lejos que hubiera sido deseable.

“Comulgar no es un capricho, requiere penitencia y conversión”

“La pastoral a homosexuales debe ser como la de cualquier otro que tiene un problema dentro”

El cardenal Fernando Sebastián, uno de los participantes en el Sínodo de los Obispos, ha asegurado a quienes desean que la Iglesia “abdique de su doctrina” que “lo van a desear inútilmente”, en referencia a los dos temas que ha abordado la Asamblea Extraordinaria del Sínodo sobre los divorciados que se han vuelto a casar y la pastoral a los homosexuales.

A los que temen que la Iglesia abdique de su doctrina, les digo que no tengan ese temor y a los que lo desean, les digo que lo van a desear inútilmente”, ha subrayado en declaraciones a la COPE recogidas por Europa Press.

Concretamente, sobre la pastoral a homosexuales, Sebastián ha remarcado que debe ser “como la de cualquier otro que tiene un problema dentro” con “benignidad, comprensión, para ayudar pero reafirmando la visión cristiana del matrimonio” que, según ha recordado, es “la alianza de amor irreductible entre varón y mujer”. “Eso nadie lo ha puesto en duda ni ha estado sometido a ningún riesgo en ningún momento”, ha precisado.

Además, sobre los divorciados que se han vuelto a casar, ha subrayado que querer comulgar no puede ser un capricho para acompañar al niño en su comunión” sino que significa “volver a la comunión espiritual de la Iglesia”. En todo caso, ha apuntado que a estas personas hay que ofrecerles “con comprensión y benignidad” un “itinerario de penitencia y conversión”. “Algunos podrán reconstruir el primer matrimonio, otros no, y en cada caso la Iglesia tendrá que ver“, ha añadido.

En todo caso, ha afirmado que incluso en estos dos asuntos, se han obtenido más de cien votos a favor de los participantes del Sínodo, es decir, casi los dos tercios, “un consenso muy amplio”.

En cualquier caso, ha señalado que este no es el problema que la familia tiene sino que es más grave el gran número de bautizados que no se casa, que se unen en parejas de hecho, que se casan por lo civil y viven felizmente fuera de la Iglesia“.

Sobre el debate durante el Sínodo, Sebastián ha asegurado que ha sido “mucho más apacible” de como se ha “pintado”, con “diferencias y contrastes, pero sin acritudes, polémicas o crispación“. Durante las reuniones, según ha puntualizado, ha reinado una “gran voluntad de comprensión y de búsqueda común, más que de confrontación“.

El cardenal ha admitido que el documento de trabajo presentado el pasado lunes quedaba “un poco desequilibrado en favor de la voluntad de acercamiento”, tanto, según ha indicado, “que algunos interpretaron que la Iglesia quería hacer transformaciones radicales hasta de la propia doctrina”.

Sebastián ha explicado que esto “nunca ha sido verdad” pues en ningún momento ha habido ninguna blandura en la transmisión de la doctrina”. El texto, según ha agregado, quedó “equilibrado y completado” en la segunda relación, a su juicio, un reflejo “mucho más adecuado” del Sínodo. (RD/EP)

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Carta de Andrés Gioeni al papa Francisco

Martes, 21 de octubre de 2014
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26355_1381245329530_4257669_nAndrés Gioeni, de quien ya hemos hablado en Cristianos Gays (1, 2) ha tenido la gentileza de enviarnos esta tercera carta que ha enviado al Papa Francisco acerca del resultado del Sínodo de la Familia. Gustosamente la publicamos con nuestro agradecimiento:

Buenos Aires, 18 de octubre de 2014.

Estimado y admirado Francisco:

¡Paz y bien!

En esta tercera carta que le escribo quiero hacerme portavoz del sabor amargo de muchas personas que pusimos la mirada, la oración y las esperanzas en un Sínodo que parecía abrir las puertas a una Iglesia pluralista, pero que finalmente las volvió a cerrar con elitismo hasta nuevo aviso.

En esta oportunidad no le escribo como quien ha vivido de cerca el sacerdocio; tampoco le hablaré desde mi condición de gay confeso. Esta vez quiero hablarle desde mi faceta de artista, una de las cualidades o dones que como homosexual puedo brindar a la sociedad.

Quienes nos sentimos creadores desde el arte, sabemos lo difícil que es encontrar una bocanada de inspiración. Pero cuando viene ese primer soplo, somos conscientes que en esas incipientes mociones están escondidas las huellas de lo que será nuestra obra final. Cuesta descubrir ese impulso que aparece muy de vez en cuando, pero cuesta mucho más permanecer fiel a su dictado.

En los primeros diálogos entre los personajes se va tejiendo una obra de teatro; en los primitivos trazos y pinceladas van surgiendo los atributos de la pintura final; en los borradores de los compases iniciales ya se prefigura la melodía que sentiremos vibrar; en el impulso de los cinceles originarios se van vislumbrando las figuras imaginarias que terminarán esculpiendo la escultura.

Pero mantenerse fiel a esa inspiración es lo que más cuesta. Porque la desconcentración nos tienta de diversas maneras a dejar de mirar ese primer suspiro programático, similar al llanto inicial del recién nacido. Son muchas las tentaciones que pretenden desviarnos de ese primer espíritu creador. ¿Será quizás más difícil permanecer fiel al primer movimiento, que recibir un sugerente impulso inspirador?

Con el tiempo aprendí que los artistas NO DEBEMOS DESESTIMAR TAN FÁCILMENTE UN PRIMER BORRADOR. Porque allí están las semillas del fruto a cosechar. Quizás como lglesia sea una invaluable experiencia a considerar.

Después de la expectativa creada a raíz de un borrador que surgía con un impulso energético del Espíritu, finalmente desviaron la mirada llegando a una declaración conclusiva con un texto que repite las expresiones conocidas por todos los que en más de una oportunidad hemos leído los documentos eclesiales.

Precisamente las afirmaciones más osadas fueron las que quedaron de lado. Quizás las afirmaciones que atendían a una novedad pastoral, quedaron descartadas en un compendio de frases escuchadas hasta el hartazgo en diferentes ponencias, reuniones, homilías y disertaciones.

Y me atrevo a afirmar que se debe a que COMO IGLESIA TODAVÍA TENEMOS MIEDO. Tenemos miedo a mirarnos como somos, tenemos miedo a reconocernos hijos de Dios con igualdad de condiciones, tenemos miedo a hablar con hermanos de igual a igual, hermanos que deciden ser fieles a una naturaleza aún desconocida. ¿Sentiremos miedo de que un Amor tan grande corra el riesgo de ser repartido?

Es lo que Jesús nos cuenta en la Parábola del Hijo Pródigo; cuando el Padre abre las puertas del hijo que se había perdido, el otro siente que es descuidado y que es injusto reconocer que él también pueda entrar a la casa. Pero ya la misma parábola nos lo deja en claro en las palabras del padre: “Hijo mío, tú siempre has estado conmigo, y todo lo mío es tuyo. Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado” (Lc 15, 31-32).

Pero ¿tanto nos cuesta creer que una fuente inagotable no se puede acabar? ¿acaso algo que es infinito se puede no repartir sino en infinitas posibilidades? Eso lo sabemos por experiencia también los artistas. El espíritu puede soplar acá o allá, pero no se agotará. Puede inspirar a un colega, pero no por eso descuidará la inspiración de las demás obras.

Invite a todos sus pastores a emprender el camino hacia el Sínodo del año próximo mirando a los artistas. Porque un artista no tiene miedo. Un artista se arriesga. No porque sea temerario e irresponsable. Se arriesga porque sabe que la fuerza del espíritu llevará a buen término su obra. Si suelta el trapecio es porque confía que del otro lado hay alguien que lo recibe. Si mezcla colores sin sospecha es porque se entrega confiado sabiendo que la inmensidad de matices enriquecerán su fresco terminado. Si aporta neologismos es porque sabe que la palabra es realmente inagotable. Si combina notas, tiempos, silencios es porque descansa en la armonía.

SI EL BORRADOR ERA MÁS GRATO QUE LA OBRA FINAL, PREGÚNTELES QUÉ LOS DESVIÓ DEL IMPULSO PRIMARIO, QUÉ INTERESES SE MEZCLARON EN EL PROCESO. QUÉ DESAVENENCIAS O CONTIENDAS INTERNAS NO LES PERMITIERON MANTENERSE FIELES A LO QUE EL ESPÍRITU LOS EMPUJÓ EN UN PRINCIPIO.

Aún antes de finalizar le comparto algunas preguntas que me surgen también de mirar todavía el ejemplo de los artistas, y llevarlo luego al plano de la fe:

En nuestros ensayos, levantarnos de nuevo después de habernos caído todavía sigue siendo valentía, porque significa que podemos mejorar. En las familias de los divorciados vueltos a casar pasa lo mismo. Se animaron a levantarse y comprometerse a empezar de nuevo, dándose una nueva oportunidad. Eso no es un pecado, es un reconocimiento humilde de que se puede empezar de nuevo, después de una desilusión.

En nuestra nutrición, sabemos que el alimento es necesario para caminar, correr, saltar, pensar y no un mérito a nuestro trabajo terminado. Comprendemos que lo necesitamos para seguir creando. Percibimos que le da la fuerza al bailarín para ejecutar ese difícil salto que no se animaba a consumar. ¿Es que ustedes siguen considerando que el Sacramento de la Comunión es un premio para las familias que cumplen las reglas? ¿no dijo Jesús que él vino para los enfermos y no para los sanos? ¿o que no vino a llamar a justos sino a pecadores? Sin ese alimento que ustedes restringen difícilmente puedan llegar a buen término aquellas familias que más lo necesitan.

En nuestro proyecto terminado, cuando salimos a escena y se encienden las luces confiamos en que al lado nuestro hay un gran equipo que tiene muchas otras tareas que como actores, desde el escenario, no podemos realizar. Pero sabemos que la escena no será aplaudida sin el trabajo del vestuarista, del escenógrafo, del director, del autor, del musicalizador o el iluminador que completaron el trabajo. Confíen más entonces en quienes conforman también verdaderas familias: en los laicos, en los religiosos, en los pastores, en los presbíteros, en los diáconos, en los misioneros, en los catequistas, etc. Dejen que participen de verdad en las encuestas y no cumplan con un mero formalismo creyendo conocer la realidad de sus comunidades. Dejen escuchar la voz de aquellas familias que menos consideran, quizás sean ellas quienes sepan decir cuál impresión es la indicada para terminar un primer acto. En palabras del Concilio Vaticano II dejen de lado el verticalismo de casi 200 Obispos y escuchen a todo el Pueblo de Dios.
Ojalá que el diálogo con otras religiones y otras Iglesias reformistas los ayuden a descubrir la variedad de culturas y la riqueza inagotable de la diversidad humana, que no se circunscribe a un paradigma occidental de clase burguesa.

Estimule a los Padres Sinodales a mirar a los artistas para que en el Sínodo que se aproxima puedan escuchar los primeros indicios renovadores y no apagarlos. Seguramente la sinfonía final será escuchada con más agrado por los que intentamos comulgar y celebrar un mismo y único Dios.

Desde mi pequeña familia, no de segunda categoría, sino la que Dios pensó para nosotros, lo saludó confirmando y renovando mi esperanza en que es capaz de llevar a cabo su difícil misión.

Andrés Gioeni, otro hijo de Dios.

Facebook: Andrés Gioeni
Twitter: @andres_gioeni

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Dicen que el Papa obtiene su primera victoria silenciosa en el Sínodo

Miércoles, 15 de octubre de 2014
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Como dice Esteban Paulón,  presidente de la FALGBT:  “invitamos a todas y todos a hacer el ejercicio de reemplazar del documento provisional del Sínodo la palabra ‘gay’ por la denominación de cualquier otro grupo vulnerado en derecho históricamente. Podrán comprobar lo humillante que resulta. ¿Alguien se imagina acaso a los grupos afrodescendientes celebrando que les permitieran viajar en la parte de atrás de un colectivo?”. Con esto, está claro lo que pensamos de este documento… Ya no nos vale la condescendencia. reclamamos nuestro lugar en la Iglesia y nuestros derechos civiles y religiosos. Ni más, ni menos.

el-papa-francisco-ante-el-sinodoFrancisco logró un diálogo abierto en el que el Pontífice todavía no ha intervenido

Bergoglio logra que los obispos moderen su duro discurso frente a los gays y divorciados

Lombardi recuerda la satisfacción que ha producido la redacción del documento, pese a las críticas de los conservadores

La Federación Argentina LGBT denuncia que la Iglesia mantenga el ‘apartheid’ a las familias diversas

(BBC/Agencias).- Apenas ha transcurrido la mitad del sínodo del Vaticano sobre temas de familia y el papa Francisco ya ha logrado su primera victoria silenciosa. El pontífice convenció a muchos líderes de la Iglesia católica a moderar su duro discurso frente a las uniones homosexuales y admitir que los gays tienen “dones y atributos que ofrecer“.

El tono de una posición preliminar redactada en un borrador por 200 obispos -tras una semana de discusiones a puerta cerrada- muestra compasión y entendimiento no solo frente a las uniones de personas del mismo sexo, sino también hacia parejas heterosexuales que viven juntas sin casarse o parejas divorciadas que deciden casarse por segunda vez sin conseguir por parte de la Iglesia la anulación del primer matrimonio.

Sin embargo, los obispos dejaron claro que no habrá cambios en las enseñanzas básicas del catolicismo sobre la permanencia del lazo matrimonial e insistieron en que un matrimonio válido sólo puede ser entre un hombre y una mujer.

Pero el cambio de énfasis del papa Francisco al concentrarse en los aspectos positivos de la sexualidad humana más que en lo negativo, parece haber ganado terreno entre los obispos que asisten al sínodo.

Su predecesor, el papa Benedicto XVI, se refería a las relaciones entre homosexuales como “intrínsecamente desordenadas” en un documento del Vaticano escrito en 1986 cuando Benedicto era el principal consejero en temas teológicos del papa Juan Pablo II.

Contrariamente, el papa Francisco dijo a los periodistas el año pasado: Si una persona busca a Dios y hace el bien, entonces ¿quién soy yo para juzgar?.

Las primeras reacciones de grupos católicos defensores de los derechos de los homosexuales en todo el mundo fueron favorables a la discusión planteada en el borrador elaborado en Roma.

La asociación católica Quest, basada en Londres, describió el documento como un “avance” y el grupo católico estadounidense defensor de los derechos de los gays New Ways Ministry, lo definió como un gran paso hacia adelante”.

New Ways Ministry elogió el documento por evitar el “gran pesimismo y fatalidad” que acompañaron previos pronunciamientos del Vaticano sobre la homosexualidad.

Grupos católicos conservadores tales como Voz de la Familia, fueron duramente críticos frente al borrador y lo calificaron de “uno de los peores documentos oficiales escritos en la historia de la Iglesia.

El propio papa Francisco ha escuchado atentamente las discusiones plenarias durante la primera semana del sínodo sin hacer todavía una importante intervención.

Al inicio de la reunión, le dijo a los obispos no temer a la hora de hablar honestamente y de manera abierta y no preocuparse de decir cosas que podrían molestarlo.

 La mayoría de ellos está de acuerdo con su actitud más compasiva frente a las parejas que encuentran difíciles de aceptar las enseñanzas del catolicismo sobre algunos aspectos de la familia, como por ejemplo los métodos anticonceptivos artificiales.

Tras un año de discusiones amplias dentro de la Iglesia, el sínodo reconvendrá en Roma en octubre de 2015 para finalizar sus recomendaciones sobre posibles cambios en la disciplina de la Iglesia. El Papa tendrá la facultad de aceptarlos o rechazarlos.

El sínodo es, de hecho, un cuerpo consejero sin poderes legislativos dentro de la Iglesia. El papa Francisco ha dicho que quisiera compartir más el gobierno de la Iglesia y ya ha hecho cambios sobre las reglas de debate para permitir más discusiones abiertas y menos discursos llenos de formalidades.

 La secretaria general del Sínodo, tras las reacciones y discusiones surgidas después de la publicación de la Relatio post disceptationem, ha reiterado que el citado texto es un documento de trabajo, que resume las intervenciones y el debate de la primera semana, y ahora está siendo propuesto a la discusión de los miembros del Sínodo reunidos en los círculos menores, según lo previsto por el Reglamento del mismo Sínodo. El trabajo de los círculos menores será presentado a la Asamblea en la Congregación general del próximo jueves por la mañana, 16 de octubre.

El padre Federico Lombardi, director de la Sala de Prensa del Vaticano, ha iniciado la sesión informativa de esta mañana con esta aclaración debido a los ecos e interpretaciones que se hicieron ayer en la prensa nacional e internacional tras la presentación de la Relatio post disceptationem.

El cardenal Filoni y el cardenal Napier han acompañado en la sala de prensa al padre Federico Lombardi, para ofrecer a los periodistas algunos detalles sobre el documento y sobre la labor que han iniciado en los círculos menores.

Por su parte, el cardenal Fernando Filoni, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, ha explicado que los 20 miembros del círculo del que él es moderador “hemos tomado en consideración este documento que ayer por la mañana tuvimos ocasión de escuchar y naturalmente el primer aspecto ha sido comprender la naturaleza del documento” y “sucesivamente entrar en la metodología, teniendo en cuenta el modo de proceder en los círculos menores”. Una metodología que -según ha precisado- tiene en consideración, ante todo, la satisfacción que ha producido la redacción del documento. Y a continuación, se interviene en las partes del documento.

Ayer por la tarde ya hicieron las primeras propuestas dentro del grupo y esta mañana se han presentado los modos, sobre los que se ha discutido y sucesivamente se han sometido a la votación, ha explicado el purpurado. Asimismo, ha transmitido la sorpresa entre los miembros del círculo menor, al ver las reacciones en los medios de comunicación.

Por eso, ha querido recordar que “nosotros estamos trabajando para poner en manos del Santo Padre un resultado que él mismo decidirá según lo que será el tercer momento del Sínodo”.

A continuación, el cardenal Napier, arzobispo de Durban (Sudáfrica), ha precisado también que la la Relatio puede llevar a pensar a la gente cuál es la opinión global sostenida por el Sínodo, pero es sólo un resumen. Asimismo, se ha mostrado esperanzado en que prevalezca el punto de vista del Sínodo y no los puntos de vista particulares de algunos grupos. Además, ha recordado que el fin de los círculos menores es promover los aspectos positivos de la familia que han sido desarrollados.

Un punto afrontado durante el turno de preguntas ha sido el de las familias misioneras, como uno de los temas abordados en el Sínodo. “Está claro que sabiendo bien que después del Concilio Vaticano II el mundo de los laicos ha entrado de forma plena dentro de la vida de la Iglesia, la familia ciertamente no podía permanecer fuera“, ha observado. Por eso, ha añadido, en estos 50 años se ha visto a las familias participar también en la evangelización, haciéndose cargo de este aspecto. “La novedad ha sido que las mismas familias han comprendido que ellos pueden ser no sólo objeto de evangelización sino sujeto de la evangelización, ha precisado el purpurado. Una evangelización que llega por el testimonio que estas familias dan en los países a los que van.

Sobre las expectativas excesivas creadas en torno a este Sínodo, el cardenal Filoni ha indicado que son creadas “a través de nuestro hablar, y de la prensa”. Diría que -ha añadido- la expectativa no es una cuestión de tipo ‘yo mañana doy la solución a todos los problemas’. “La expectativa es que esta cuestión relativa a la familia, al matrimonio y todas las situaciones particulares están al centro de la atención de la Iglesia. Esta es la primera expectativa fundamental”, ha aclarado. Asimismo, el cardenal ha afirmado que “no debe ser una expectativa sólo desde el aspecto de los problemas“, también se debe recordar a las familias cristianas que “les animamos” y que “también son objeto de nuestra atención”.

Finalmente, el padre Federico Lombardi ha recordado, a propósito de la publicación de la Relatio, que el Sínodo no es algo que ha nacido ahora”, “es una institución que tiene varios decenios”. “En la comunicación del Sínodo al externo hay etapas que están bastante establecidas y forman parte del normal funcionamiento del Sínodo“, ha añadido. Por eso, el portavoz del Vaticano ha observado que la Relatio ante disceptationem siempre se ha hecho pública inmediatamente, y así todos tenían conciencia del punto de partida del Sínodo. Así como la Relatio post disceptationem siempre ha sido publicada.

Fuente Religión Digital

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Adolfo Nicolás, sj: “Puede haber más amor cristiano en una unión irregular que en una pareja casada por la Iglesia”

Jueves, 9 de octubre de 2014
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El general de los jesuitas, rotundo: “El Sínodo está completando el Concilio”

“Nuestra tarea es acercar a la gente a la gracia, y no rechazarla con preceptos”

“Es un signo histórico, porque en estos años ha habido fuerzas que han tratado de hacer retroceder a la Iglesia con respecto al concilio”

Una mayoría de participantes aboga por un “cambio de paradigma” en la moral sexual

El arzobispo de Glasgow pide a los padres sinodales que “no fallen” a los divorciados

Los obispos latinoamericanos abogan por la plena igualdad entre hombres y mujeres en la familia

“No luchemos contra el sexo”, clamó uno de los obispos participantes, cuya identidad no fue revelada en el resumen que ofrece la oficina de información de la Santa Sede sobre las discusiones del Sínodo que se realizan a puerta cerrada.

Petición de un cambio de paradigma en la forma en que la Iglesia católica afronta la moral sexual y el matrimonio.

Es el prepósito general de los jesuitas. El español Adolfo Nicolás, sj., uno de los padres sinodales, afirma, rotundo, que puede haber más amor cristiano en una unión canónicamente irregular que en una pareja casada por la Iglesia. En una entrevista al Vatican Insider, el líder de la Compañía de Jesús afirma que el Sínodo está completando el Concilio.

 Estos son algunos de los extractos de la entrevista de Giacomo Galeazzi:

 ¿Será actualizada la moral familiar?

La discusión, libre y franca, se está dirigiendo hacia un cambio, la adecuación pastoral a la realidad de los tiempos de hoy. Es un signo histórico, porque en estos años ha habido fuerzas que han tratado de hacer retroceder a la Iglesia con respecto al concilio.

Y, ¿en cuanto a la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar?

No se puede impedir que el Sínodo discuta al respecto, como habrían querido algunos. Los obispos no fueron convocados para insistir en ideas abstractas a fuerza de doctrina, sino para buscar soluciones a cuestiones concretas. Es muy significativo que el Papa y muchos padres sinodales hayan hecho referencia en sus intervenciones a los textos del Concilio. También el cardenal Martini, hasta el final de sus días, esperaba que se expresara esa Iglesia que escucha.

Los “conservadores” dicen que la doctrina está en peligro …

No es correcto absolutizar. Por ejemplo, el caso de las uniones de hecho. No quiere decir que si existe un defecto todo esté mal. Es más, hay algo bueno en donde no se daña al prójimo. Francisco ha insistido al respecto: “Todos somos pecadores”. Hay que alimentar la vida en todos los ámbitos. Nuestra tarea es acercar a la gente a la gracia, y no rechazarla con preceptos. Para nosotros, los jesuitas, es una práctica cotidiana. Lo sabe muy bien la Inquisición.

¿Cómo?

Nuestro fundador, San Ignacio de Loyola, fue sometido ocho veces al examen de la Inquisición después de escuchar al Espíritu. Entonces, como ahora, para nosotros cuenta más el Espíritu, porque viene de Dios con respecto a las reglas y a las normas, que, en cambio, vienen de los hombres. Lo que necesitan la moral familiar y sexual es dulzura y fraternidad. No se trata de dividir, sino de armonizar. No se puede evangelizar a las personas a golpe de Evangelio. Solo la decisión de concentrarse en Cristo nos salva de estériles disputas, de las controversias ideológicas abstractas. Las lagunas y las imperfecciones no invalidan la entereza de la evolución de la familia en la sociedad de las últimas décadas. Si hay algo negativo, no significa necesariamente que todo sea negativo.

Fuente Religión Digital

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Ron y Mavis Pirola: “Debemos reducir nuestra tendencia a juzgar a los demás”

Miércoles, 8 de octubre de 2014
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matis_560x280Un matrimonio australiano relata al Sínodo su experiencia de acogida a divorciados y gays

“Existen muchos tipos de familias que necesitan ser acompañadas y esciuchadas”

“Debemos reducir nuestra tendencia a juzgar a los demás, una actitud que representa un obstáculo para la evangelización”. El Aula del Sínodo de los Obispos vivió ayer una jornada especial. Por primera vez en mucho tiempo, los padres sinodales escucharon, de la boca de sus protagonistas, algunos de los problemas reales de las familias del mundo. Más allá de teorías o dogmas inflexibles, Ron y Mavis Pirola, uno de los 13 matrimonios que participan en los debates, expusieron su experiencia de acogida a divorciados y homosexuales. Una experiencia de amor y misericordia. De puro Evangelio.

El matrimonio formado por Ron y Mavis Pirola, casados hace 55 años, recordaron que unos amigos suyos estaban pensando celebrar una reunión familiar una Navidad cuando su hijo homosexual les preguntó si podía asistir su pareja.

Los padres, recordaron, “creen plenamente en las enseñanzas de la Iglesia” y acogieron con agrado a la pareja porque se trataba de su hijo.

El matrimonio afirmó que existen muchos tipos de familias que necesitan ser “acompañadas y escuchadas.

La «Iglesia doméstica» que representa la familia, continuaron los esposos, puede «ofrecer mucho a la Iglesia en su tarea evangelizadora. Por ejemplo, la Iglesia afronta constantemente la tensión de sostener la verdad incluso expresando compasión y misericordia. Las familias deben afrontar esta tensión en todo momento».

La pareja australiana puso como ejemplo un caso que se relaciona con la homosexualidad. «Unos amigos nuestros estaban planeando su reunión familiar para Navidad, cuando su hijo gay les dijo que quería invitar a su compañero. Ellos creían profundamente en las enseñanzas de la Iglesia y sabían que a sus nietos les habría gustado ver que acogían a su hijo y a su compañero en la familia. Su respuesta podría ser resumida en tres palabras: “Es nuestro hijo”». Este, explicaron Ron y Mavis Pirola, es un «modelo de evangelización para las parroquias, puesto que responden a situaciones semejantes». El Papel de la Iglesia es el de «hacer conocer al mundo el amor de Dios».

El matrimonio también contó otra anécdota de una amiga suya, divorciada, de quien dijeron que “no siempre se siente aceptada en su propia parroquia”.

“Aún así, va a misa con regularidad y sin quejas, acompañada de sus hijos“, aseguraron.

Y prosiguieron: “Para el resto de su parroquia, ella debería ser un modelo de valentía y compromiso frente a la adversidad. De gente como ella aprendemos a reconocer que todos llevamos un elemento de ruptura en nuestras vidas“.

«Una amiga nuestra, divorciada, dice que a veces no se siente plenamente acogida en su parroquia. Para el resto de su parroquia ella debería ser un modelo de valentía y compromiso frente a las adversidades. De personas como ella aprendemos a reconocer que todos llevamos heridas internas en nuestra vida. Ser conscientes de nuestras heridas ayuda enormemente a reducir nuestra tendencia a juzgar a los demás, una actitud que representa un obstáculo para la evangelización».

La pareja también subrayó que “apreciar la ruptura ayuda enormemente a reducir la tendencia a ser juzgados por los demás”.

Fuentre Religión Digital

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Nada nuevo a pesar del tono: “Los divorciados pertenecen a la Iglesia y no hay que discriminar a los homosexuales”

Martes, 7 de octubre de 2014

14125976954316Los obispos convocados al Sínodo de la Familia durante la misa solemne en la Basílica de San Pedro.Efe

¿Y en que se nota lo que dice el título?…

Efe. Ciudad del Vaticano

Los divorciados pertenecen a la Iglesia y no hay que discriminar a los homosexuales, según el documento de base que debatirán los obispos en el Sínodo extraordinario sobre la familia cuyos trabajos comenzaron hoy.

Esos dos enunciados están contenidos en la ‘relatio disceptationem’, texto que engloba las posiciones que expondrán durante dos semanas los padres sinodales, los obispos con voz y voto en la asamblea, y que fue leída por el relator general del Sínodo, el húngaro Peter Erdo.

En el texto, que servirá de base para el debate hasta el 19 de octubre, cuando concluirá la asamblea, se constata que existe un amplio consenso “respecto al hecho de que las personas de tendencia homosexual no deben ser discriminadas, como recalca también el Catecismo de la Iglesia Católica”.

Pero también se detecta que entre las posiciones que expresarán los participantes y los fieles que fueron consultados antes de este Sínodo “no se espera una equiparación de estas relaciones [homosexuales] con el matrimonio entre hombre y mujer“.

familia2Otro de los temas más controvertidos que se afrontará será el de los divorciados que se han vuelto a casar, pero de la relación introductoria de hoy surgió que “es uno de los desafíos pastorales más apremiantes” y que “la pastoral de la Iglesia debería hacerse cargo de estas personas de modo particular”.

Los divorciados vueltos a casar por lo civil pertenecen a la Iglesia. Necesitan ser acompañados por sus pastores y tienen derecho a ello. Se les invita a escuchar la palabra de Dios, a participar en la liturgia de la Iglesia, en la oración y a realizar obras buenas de caridad”, se afirma.
Un ‘cuidado particular’

La pastoral de la Iglesia debe cuidarles de una forma del todo particular, teniendo presente la situación de cada uno”, según la introducción a los trabajos leída por Erdo.

Aunque no entró en detalle sobre la posibilidad de que los divorciados que se casen de nuevo puedan volver a recibir los sacramentos, que será uno de los objetos de debate.

Erdo sí que apuntó que se podrá estudiar, para evitar estos casos, que se “amplíen los casos de nulidad matrimonial, que podrían ser declaradas directamente por los obispos, así como el modelo ortodoxo que consiente nuevas uniones tras un recorrido penitencial”.

4f944b1f25En este texto también se explica que otro de los temas que se afrontarán será la violencia en familia y que “son las mujeres y los niños quienes sufren violencia y abusos”, como consecuencias del abuso de alcohol y drogas, la práctica de juegos de azar, consumo de pornografia y de “otras formas de dependencia sexual y de las redes sociales“.

Ante ello, la Iglesia está llamada, reflexionan los obispos, al “anuncio de la sobriedad y la esencialidad, promoviendo el valor de las relaciones personales, la sensibilidad para con los más pobres, la capacidad de un uso responsable de los medios de comunicación y de las nuevas tecnologías, respetando la dignidad de las personas, especialmente las más débiles e indefensas, que pagan el precio más alto de la soledad y de la marginación”.

En esta introducción, los obispos concordaron que en este Sínodo se les pide que actúen con el “espíritu del buen Samaritano” y por tanto se muestren cercanos “de aquellos a los que la vida ha herido y esperan una palabra de esperanza”.

La reunión de los 253 participantes a esta asamblea comenzó a las 8:30 hora local con la presencia del Papa Francisco.

Fuente El Mundo y Religión Digital

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