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“José María Castillo, la fuerza profética de lo débil”, por Pedro Miguel Lamet

Miércoles, 15 de noviembre de 2023
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La Universidad de Granada despide a José María Castillo, “maestro de generaciones, ciudadano fiel a sus compromisos y amigo de tantos

Juan Cejudo: “Castillo nos ha iluminado con su teología abierta”

José María Castillo, el gran teólogo de la teología popular, por Julio Millán Medina

¿Qué hubiera dicho José María Castillo?, por Jesús Lozano Pino

Para ti, José María Castillo, por Faustino Vilabrille

Leído en su blog:

Ante la muerte de un teólogo del pueblo

Un pintor habría utilizado para retratarlo colores pálidos para trazar suavemente un rostro entre frágil e inteligente, solitario y cordial, humilde y respondón

Un rasgo de sus comienzos nos emociona especialmente, su confesión de que de niño fue pastor literal de ovejas

Sobre el sustrato de una psicología frágil y sensible, como él mismo confiesa que es la suya, eso ha supuesto tener que afrontar muchas noches oscuras, incomprensiones, soledad e incluso tener que superar en varias ocasiones la depresión

El motor de lo que hago y deseo seguir haciendo, hasta el final de mis días, es la experiencia de Jesús, el Señor de mi vida, tal como lo he encontrado en el Evangelio.”

Adolfo Nicolás, al despedirse, le dijo: “Reza mucho por la Iglesia; porque más bajo de lo que ha caído, ya no puede caer”

“Ahora, que hemos entrado, en picado, en la crisis de la Religión y de Dios, empezamos a tomar conciencia de que al Dios trascendente solamente podemos conocerlo en la humanización de Dios, tal como lo vemos y lo palpamos en el Evangelio, en la vida y en las obras de Jesús.”

Acaso nunca habría podido imaginar José María Castillo, como ha sucedido a otros teólogos oficialmente proscritos, que un papa llegara a leer sus libros, llamarle personalmente y revalidar su trabajo de conciencia profética en la Iglesia.

 A los noventa y cuatro años de edad, después de una vida llena de estudio, búsqueda de la verdad evangélica y profunda bondad, pero difícil y plagada de obstáculos, se nos ha ido en Granada el teólogo popular libre y disidente, pero profundamente cristiano, José María Castillo. Sus datos biográficos y obituario se encuentran ya en otros sentidos y lúcidos artículos de RD. (José Manuel VidalJesús Bastante, Xavier Pikaza).

En estos momentos, con el dolor de su pérdida, más que los datos fríos y académicos de su vida nos interesa su perfil humano e intelectual.  Un pintor habría utilizado para retratarlo colores pálidos para trazar suavemente un rostro entre frágil e inteligente, solitario y cordial, humilde y respondón. Pero esa es solo la apariencia. Pepe Castillo es mucho más. Pueblo pequeño, escasez de la Andalucía oprimida, guerra y posguerra, franquismo y transición; Trento y Vaticano II, le configuran como marco político y vital. Un rasgo de sus comienzos emociona especialmente, su confesión de que de niño fue pastor literal de ovejas. Cuenta que durante años le dio vergüenza relatar esta vivencia infantil. Pero no solo es hermosa esa conexión primitiva con la naturaleza y la imagen bíblica del pastoreo, sino que viene a simbolizar lo que va a ser el eje de toda su vida: la centralidad del Evangelio como columna vertebral de su actividad teológica.

 Un continuo salto de obstáculos

Como en una película hay secuencias que se alternan en su relato: el proceso de ir descubriendo al verdadero Dios contra la falsa religión en su hijo, Jesús de Nazaret, y, como en un salto continuado de obstáculos, superar los escollos que le irá poniendo la Iglesia institucional o real. Sobre el sustrato de una psicología frágil y sensible, como él mismo confiesa que es la suya, eso ha supuesto tener que afrontar muchas noches oscuras, incomprensiones, soledad e incluso tener que superar en varias ocasiones la depresión. Pero nunca ha claudicado en su lucha hasta alcanzar la libertad e incluso, en la medida que es posible en este mundo, la felicidad.

En este proceso ha estado muy presente la Compañía de Jesús. Yo creo que en cierto modo ser jesuita imprime carácter. Con sus defectos -entre ellos cierto orgullo corporativo-, la orden que fundó San Ignacio no deja indiferentes. De los muchos ex jesuitas que he conocido pocos no sienten cierta añoranza, y la mayoría asegura que la experiencia a fondo de los Ejercicios ha marcado para siempre su vida. Lo curioso de Castillo es que, a pesar de que abandona dos veces la Orden (la primera por enfermedad en el noviciado, la segunda por conflictos que el resume como “higiene mental”), mantendrá siempre un vínculo de gratitud y aprecio, tanto que le  dedica a la Compañía sus memorias y le atribuye muchos de sus logros de formación y vivencia.

Como novelista y biógrafo he llegado a la conclusión de que una de las cualidades más destacadas de la Compañía, sobre todo los últimos tiempos, es su flexibilidad y tolerancia para albergar entre sus filas hombres tan distintos como Teilhard de Chardin y Karl Rahner, Gerald M. Hopkins y Carlo María Martini, generales como Janssens y Arrupe, y entre los españoles singularidades tan acusadas como los padres Llanos y Díez-Alegría. De estos dos grandes hombres, como Castillo, libres, proféticos y rompedores, he escrito biografías documentadas. La de José María Díez-Alegría la titulé “Un jesuita sin papeles: la aventura de una conciencia”. Precisamente por su objeción de conciencia Alegría tuvo que abandonar legalmente la Orden, aunque el simpar Arrupe, entonces superior general, le permitió seguir viviendo como un jesuita más en casas de la Compañía. No sé de otro instituto eclesial que haya tenido un gesto de este calibre.

A este respecto Pepe Castillo me contó una anécdota muy repetida en su encuentro con el papa Francisco, cuando le invitó a una audiencia en Roma. Después de haberle hecho varias de esas llamadas telefónicas que suele hacer a algunas personas por sorpresa, el ex jesuita granadino le dijo al papa jesuita argentino: “Convénzase, santidad, los dos somos jesuitas sin papeles”, lo que desencadenó un torrente de risas en el Papa. Castillo resume así lo mejor que sacó de sus dos noviciados, lo que “hay en la base y fundamento de mi vida es una “experiencia-clave”, que se mantiene firme en mí, tal como yo la siento, la percibo y es el motor de lo que hago y deseo seguir haciendo, hasta el final de mis días. Es la experiencia de Jesús, el Señor de mi vida, tal como lo he encontrado en el Evangelio”.

Contradicciones de nuestra Iglesia

Otro punto es su experiencia humana e intelectual en los centros de estudio donde ha ejercido su profesorado como Córdoba, Granada, Roma, El Salvador y otros muchos lugares. De ello afirmaba: “Esta Iglesia, a la que tanto debo, es la Iglesia que vive en una enorme y palpable contradicción. Es la contradicción que consiste en que la Iglesia enseña (o pretende enseñar) exactamente lo contrario de lo que vive. Y es el “clero”, lo digo sin rodeos, el que lleva la batuta de esta enorme orquesta ruidosamente desafinada”. Particularmente sensible a las contradicciones, estas estallan en su vida cuando se le prohíbe enseñar en Granada y al mismo tiempo se le admite, e incluso se le anima, a hacerlo en la UCA de San Salvador. “¿En Granada yo era peligroso y en El Salvador no lo era? ¿Cómo se explica esta contradicción?”. ¡Por lo visto la razón formal es que la de Granada era facultad eclesiástica y la de San Salvador civil! Como si la verdad dependiera de etiquetas.

Pepe admiraba la libertad profética de Pedro Arrupe, que le trató con gran comprensión y delicadeza, o las confidencias de su sucesor en el generalato, Adolfo Nicolás, que al despedirse le dijo: “Reza mucho por la Iglesia; porque más bajo de lo que ha caído, ya no puede caer”. Castillo se atreve a decir que Wojtyla y Ratzinger, “aunque hombres muy distintos, cada uno a su manera, le dieron más importancia a la fiel observancia de la Religión que a la presencia del Evangelio en la vida de los individuos y de la sociedad”.

Sea como fuere la trayectoria teológica de Pepe Castillo, insuflada de una enorme cultura y cientos de libros asimilados y otros escritos por él, es una continua superación de censuras y de problemas de libertad de cátedra. Llega a afirmar que la Teología es “un saber sometido a censura”. Su clave para entenderla es la encarnación como humanización de Dios. Por eso afirma en una estrecha unión de inmanencia y trascendencia: Si luchamos en serio por ‘humanizar’ esta sociedad y este mundo, entonces y sólo entonces, podremos pensar en serio que estamos luchando por ‘divinizar’ nuestra existencia.  Para señalar lo que distingue a un cristiano del que no lo es, afirma que se produce cuando “sólo queda en pie el amor, la bondad y el comportamiento que cada cual ha tenido en su vida con sus semejantes”.

Solo queda el amor

Muy esclarecedor es cuando se pregunta por su identidad de los últimos años: “¿Laico o jesuita arrepentido?”. De pronto se descubrió viejo y libre por primera vez, en el sentido de no estar atado para realizar lo que uno quiere hacer. Esto le supuso vivir contrastes, como tropezarse con gente que le felicitaba  y otros le evitaban,  como aquel compañero que se escondía detrás de un libro para no saludarle. Pero lo mejor es su conclusión: “¿Laico o jesuita arrepentido? Ni lo uno ni lo otro. Yo quiero creer en Jesús, buscar – en Jesús – a Dios. Y para alcanzar mi búsqueda, hacer lo que hizo Dios. O mejor –para hablar con precisión– intentar hacerlo. Que es, ni más ni menos, hacer lo que hizo Dios: “encarnarse”. Es decir, “humanizarse”: “La Palabra se hizo carne”. Dios se “humanizó”. Siendo profundamente humanos, así es como encontramos a Dios.”  O lo que le dijo Adolfo Nicolás en Roma: “Me alegra que te hayas salido de los jesuitas. Porque te conozco. Y sé que, tal como piensas y te comunicas, tú no podías ser feliz en la Vida Religiosa. Y no olvides que venimos a este mundo para ser felices. No para vivir siempre contrariados”.

Castillo piensa que el problema del hombre es Dios, y solamente en el Evangelio en Jesús, algo que en su opinión la Iglesia ha olvidado, volvemos a la centralidad. “Hizo falta pasar por la crisis religiosa, que provocó la Ilustración, para darnos cuenta de que a Dios no lo conocemos. Y ahora, que hemos entrado, en picado, en la crisis de la Religión y de Dios, empezamos a tomar conciencia de que al Dios trascendente solamente podemos conocerlo en la humanización de Dios, tal como lo vemos y lo palpamos en el Evangelio, en la vida y en las obras de Jesús”. De ahí la importancia que el profesor Castillo concedía al Dios humanizado, que veía como única vía de hacer presente a Dios en nuestro lacerado mundo, y para la Iglesia que esté centrada en el Evangelio, porque “una Iglesia empeñada en observar fielmente la Religión es una institución que vive y comunica un Evangelio falsificado”.

Pepe ha declarado siempre su amor a la Iglesia, “pero precisamente porque la quiero tanto, por eso no me puedo callar lo que yo veo como el fenómeno de fondo que ha desquiciado lo que quiso Jesús, mi verdadero Señor, cuando se despojó de todo rango y dignidad, de toda posesión de bienes y grandeza”. Por eso la Iglesia no tiene futuro si no es desde el seguimiento de Jesús y recuperando como centro el Evangelio. En su opinión lo que la gente de hoy rechaza de la Iglesia no es la “maldad”, sino la “mentira”, la contradicción entre lo que predica y lo que vive, y será creíble cuando sea capaz de romper las fronteras discriminatorias entre el clero y el laicado, el hombre y la mujer, y no convierta los ritos en una forma de liberarse de los miedos o de enorgullecerse como el fariseo frente al pobre publicano.

Cuídelo, Margarita” (Papa Francisco)

Con este pensamiento la irrupción del papa Francisco en estos últimos años del teólogo Castillo ha sido capital. Pocos días antes de que Benedicto XVI presentara su dimisión, el padre Adolfo Nicolás le hizo esta confesión en Roma: “Ten en cuenta que la Iglesia lleva más de treinta años sin gobierno”. Y añadió: “Juan Pablo II se ha dedicado a viajar por el mundo. Y Benedicto XVI ha ocupado su tiempo leyendo libros de alta especulación filosófica y teológica, a lo que añade la música clásica, que le encanta”. ¿Quién gobernaba la Iglesia? Responde Nicolás: “Los cardenales, que presidían los distintos dicasterios de la Curia Romana. Cardenales que han gobernado en una auténtica lucha entre ellos. Y así está la Iglesia”. Pepe reconocía que el papa Francisco es muy sencillo, pero al mismo tiempo difícil de entender. Él lo cifra todo en su bondad, “la fuerza más poderosa que tiene el ser humano”, junto a la valentía al atreverse a denunciar los desafueros de la sociedad actual y la propia Iglesia.

Pero quizás lo más impresionante fue la manera que el papa Francisco tuvo de recibir a José María Castillo y a Margarita, en cuya casa vive actualmente el teólogo en compañía de los hijos de esta. No deja de ser sorprendente que todo un papa invite a un ex jesuita con su compañera a la eucaristía, que a ambos les dedique un rato para charlar, y que al despedirse le diga a esta señora: “Cuídelo, Margarita, la Iglesia lo necesita”. “Naturalmente -comenta Castillo-, aquello fue, no sólo anular lo que motivó mi salida de la Compañía de Jesús, sino sobre todo reconocer mi servicio a la Iglesia. Y mi utilidad en ella”. ¡Qué diferencia de los que le daban esquinazo cuando se lo encontraba en la calle por “haber colgado los hábitos”, como se decía antes”!

Acaso nunca habría podido imaginar José María Castillo, como ha sucedido a otros teólogos oficialmente proscritos, que un papa llegara a leer sus libros, llamarle personalmente y revalidar su trabajo de conciencia profética en la Iglesia.

Algunos, aun después de muerto, seguirán tachándole de radical, rebelde, herético y fracasado. Compañero tengo que lo ha calificado incluso de “loco”. No importa. También a algunos profetas que han permanecido dentro de la institución les ha pasado lo mismo. Recuerdo que el padre Arrupe se encontró en el servilletero del comedor de Loyola una nota en la que algunos compañeros inmovilistas le acusaba de que “un vasco fundó la Compañía y otro se la estaba cargando”, y nunca olvidaré la humildad con que, medio paralizado por el ictus, me decía en su cuarto de enfermo de sí mismo: “Pobre hombre, ya no sirvo para nada. Pero yo lo veía claro, teníamos que dar ese paso; era algo muy hermoso, era algo de Dios”. Se refería a la opción por la justicia de los jesuitas como una consecuencia vertebral de la fe. Hoy un centenar de miembros de la Compañía han dado la vida por esos valores. Vivió nueve años de martirio incruento e incomprensión. Hoy finalmente va camino a los altares. Como otros muchos que nunca obtendrán aureola y viven desde la fidelidad y el silencio su mejor contestación, ya que el trigo que se pudre en la tierra también es profecía. Tuve el privilegio de prologar sus memorias y presentar en Madrid su libro “Declive de la Religión y futuro del Evangelio. En esta última ocasión mostró una gran humildad cuando le señalé que hoy existe una mística popular o religión por libre buscadora de la verdad más allá del mensaje evangélico.

Las comparaciones son odiosas. Pero somos muchos los que hemos vivido la conculcación de derechos humanos como los de libertad de expresión, de investigación teológica o de cátedra en la Iglesia. Dicen algunos que es ahora cuando finalmente un papa, con las limitaciones de una institución que se mueve con pasos paquidérmicos, está empezando a aplicar el Concilio Vaticano II. Eso también se debe a muchos años de sufrimiento y represión orgánica que estamos superando gracias a testigos y voces proféticas como la de José María Castillo. También él nos ha dejado miles de páginas, escritas por cierto con un estilo popular, fluido y asequible, sobre la esperanza en el futuro, siempre que destaquemos como imprescindibles “la oración y el seguimiento de Jesús”. Se pueden resumir en su proyecto, que sintetiza en tres palabras: “creer en Jesús de Nazaret. Gracias, querido Pepe, sigue recordándonoslo, libre ya de ataduras, censuras y miopías, desde esa dimensión donde ahora vives la verdad, perdido en el mar de amor en que siempre creíste.

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Los jesuitas “bendicen” la película de Scorsese sobre su persecución en Japón

Jueves, 12 de enero de 2017
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silence-poster“Silencio” es una excelente película que no deja a nadie indiferente, según la Compañía

Varios religiosos asesoraron el rodaje del filme, que se estrenó este 6 de enero

Novela Silencio de Shūsaku Endō ( PDF)

Un total de 93 jesuitas dieron su vida por la fe; de ellos tres han sido canonizados (Pablo Miki, Juan de Goto y Diego Kisai), 37 beatificados y los demás tienen introducida la causa de beatificación

(Jesuitas).- La película Silencio se estrenó en España el pasado 6 de enero. Basada en la novela histórica del escritor japonés católico Shūsaku Endō, es un proyecto personal de Scorsese que ha tardado veinte años en materializar. Se enmarca en los duros años de persecución del cristianismo que llegó a Japón de la mano de San Francisco Javier y dos compañeros jesuitas en 1549. Considerada por muchos jesuitas y laicos ignacianos que ya la han visto una excelente película, cargada de espiritualidad y profundidad, a pesar de su crudeza, no deja indiferente.

Jay Cocks, guionista que ha colaborado con Scorsese en La edad de la inocencia y Gangs of New York, firma la adaptación de la novela a la gran pantalla, protagonizada por Liam Neeson (La Lista de Schindler), Andrew Garfield (La red social, Hasta el último hombre) y Adam Driver (Star Wars Episodio VII: El despertar de la fuerza, ‘Girls’), Tadanobu Asano (Thor, Ichi the killer) y Ciarán Hinds (Camino a la perdición).

La apasionante historia de sacrificio y fe que narra traslada al espectador a la segunda mitad del siglo XVII. Dos jóvenes jesuitas viajan a Japón en busca de un misionero, su mentor, que tras ser perseguido y torturado, ha renunciado a su fe. Ellos mismos vivirán el suplicio y la violencia que los japoneses ejercen sobre los cristianos. Como telón de fondo planea el silencio de Dios ante el martirio que pesa sobre uno de los protagonistas, silencio al que alude el título de la novela y la película.

Jesuitas en el rodaje

silencio-de-scorsesePara preparar mejor a los actores y hacer creíbles a los personajes, Scorsese pidió ayuda a los jesuitas. El estadounidense James Martin SJ fue asesor del director durante todo el rodaje. El jesuita español Alberto Núñez fue consultor técnico del set y su misión fue preparar a los actores sobre los modos de proceder jesuita y supervisar las escenas de carácter religioso. Por su parte, dos jesuitas de los Estudios Kuancgchi de Taipei, el americano Jerry Martinson y el italiano Emilio Zanetti, también estuvieron en el set, e incluso este último aparece de extra. Asimismo el actor Andrew Garfield hizo Ejercicios Espirituales para interiorizar mejor la espiritualidad ignaciana.

La novela

silencio-endoEl escritor japonés Shūsaku Endō (1923-1996) publicó la novela Silencio en 1966 y fue reconocida ese mismo año con el premio Tanizaki, uno de los más prestigiosos galardones literarios japoneses. Es el trabajo más conocido de su autor y suele citarse como su obra maestra. Shūsaku Endō es uno de los grandes escritores japoneses del siglo XX, con la particularidad de ser cristiano católico, en un país en el que la población cristiana no llega al 1%. La religión es un tema presente en varias de sus obras.

El personaje central de la novela está basado en la figura histórica de Cristóvão Ferreira, un misionero jesuita portugués de principios del siglo XVII que durante la época de las persecuciones contra los cristianos, tras sufrir terribles torturas, se convirtió en un apóstata.

La publicación del libro causó una gran conmoción en Japón, donde nunca hasta entonces se había tratado de modo tan la brutal la persecución sufrida por los cristianos.

La Compañía de Jesús en Japón

El cristianismo llegó a Japón de la mano del jesuita San Francisco Javier en 1549. Las conversiones fueron abundantes en esos primeros dos años que Javier permaneció en Japón, antes de partir hacia su ansiada China, a cuyas puertas moriría. En pocas décadas nació una Iglesia floreciente cuya labor se tornó cuando el 25 de julio de 1587 el gobernador Hideyoshi decretó el exilio de los jesuitas. A partir de 1600 pasó a ser una Iglesia clandestina, perseguida y plagada de mártires pero que logró mantenerse, oculta, durante 250 años.

fotograma-de-silencioEn 1590 la Compañía contaba en Japón con 140 jesuitas entre japoneses y extranjeros, que estaban ilegalmente en suelo japonés. A partir de 1600 y con una situación política crítica se empezaron a ejecutar a varios cristianos de relieve. La situación empeoró con la llegada de la administración Tokugawa en Edo (actualmente Tokio) en 1603, cuando la persecución a los cristianos se hizo mucho más severa. En aquel tiempo los católicos de Japón eran unos 400.000 y en los comienzos del periodo fueron martirizados varias decenas de miles. Un total de 93 jesuitas dieron su vida por la fe; de ellos tres han sido canonizados (Pablo Miki, Juan de Goto y Diego Kisai), 37 beatificados y los demás tienen introducida la causa de beatificación.

Durante 250 años 50.000 “católicos ocultos” de Nagasaki y Goyo en el norte de Kyshu, mantuvieron la fe en la clandestinidad y la sostuvieron de generación a generación. Los padres bautizaban a sus hijos y los educaban en la fe, enseñándoles la doctrina cristiana y las oraciones en latín, sin sacerdotes que les administraran los sacramentos, y con una transmisión oral de la Biblia. La pervivencia de la fe durante estos siglos es un milagro de la fidelidad de la Iglesia japonesa.

fotograma-de-silenceHasta 1908 no regresan los jesuitas a Japón. Lo hicieron tres religiosos procedentes de EE.UU., Alemania y China. La provincia jesuita de Alemania Oriental desde 1933 y la de Toledo (España) desde 1934 comenzaron a colaborar con la misión enviando jesuitas y otras ayudas. Años más tarde se incorporará otra provincia española, la Bética (Andalucía y Canarias).

Dos jesuitas españoles misioneros en Japón han sido Padres Generales de la Compañía de Jesús, el P. Arrupe (1965-1985) y el P. Adolfo Nicolás SJ (2008-2016).

Hoy residen en Japón unos 200 jesuitas, el 30% de ellos nativos. La educación es uno de los pilares de su trabajo. Cuentan con casas de ejercicios, centros de pastoral, parroquias, colegios y la Universidad Sophia. En Nagasaki, la Compañía cuenta con el Museo de los Mártires. Centrado en la historia cristiana de Japón, presenta el testimonio de sus mártires. En la colina en la que se levanta y sus alrededores murieron unos 600 cristianos, de muchas nacionalidades; de ellos, 45 eran jesuitas. Hace unos años fue elevado a santuario diocesano.

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Fuente Religión Digital

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Migraciones, humanismo y civilización

Lunes, 29 de febrero de 2016
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refugiados-alambrada-2-GAlocución reproducida en La Civiltà Cattolica, traducida por Juan V. Fernández de la Gala*

Adolfo Nicolás, S.J.
Roma (Italia).

ECLESALIA, 17/02/16.- El 14 de enero de 2016, la iglesia del Gesù en Roma acogió, en un conmovedor clima de oración y de escucha, los testimonios vitales de numerosos refugiados. Se vivió así, desde la solidaridad y la cercanía, la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado. Reproducimos aquí la intervención improvisada del P. Adolfo Nicolás, Superior general de la Compañía de Jesús, durante su encuentro con los inmigrantes, refugiados y voluntarios del Centro Astalli, institución del Servicio Jesuita a Refugiados (JRS).

Sin duda, tendríamos que estar agradecidos a los migrantes que llegan a Italia y a Europa por un motivo: nos ayudan a descubrir el mundo. He vivido en Japón durante más de treinta años y he trabajado cuatro años en un centro para inmigrantes. La mayoría de ellos no disponía de papeles en regla, así que puedo hablar por experiencia propia. Y, precisamente desde la luz de lo que he vivido, lo confirmo: las migraciones son una verdadera fuente de beneficios para el país. Lo han sido siempre, por encima de las dificultades y las incomprensiones.

La comunicación entre las diversas civilizaciones se alcanza, de hecho, a través de los refugiados y de los migrantes; así es como se ha formado el mundo que conocemos. No ha sido solo el hecho de sumar una cultura a otra: se ha producido una verdadera transformación. Eso es lo que nos enseña la Historia. También las religiones: el cristianismo, el islam y el judaísmo se han difundido por el mundo gracias a los migrantes que abandonaron su país y se desplazaron de un sitio a otro.

Por eso les debemos estar agradecidos, porque nos han “dado” el mundo. Sin ellos estaríamos encerrados dentro de nuestra propia cultura, conviviendo con nuestros prejuicios y con nuestras limitaciones. Un país siempre corre el riesgo de encerrarse en horizontes muy estrechos, muy pequeños. Pero gracias a ellos, nuestro corazón puede abrirse y también nuestro propio país puede abrirse a dinámicas nuevas.

Conocer y ser conscientes de los problemas comunes y cotidianos, caer en la cuenta de nuestra interdependencia, nos une en la tarea de llegar a ser hombres y mujeres. Son los migrantes los que han levantado un país como Estados Unidos en el que se ha desarrollado la democracia. Esto no es fruto del azar, se debe a ese melting pot que se ha producido, un crisol de culturas y de personas que ha dado origen a un país así. Hay otros muchos casos en el mundo: Argentina, por ejemplo, y muchos otros.

Así pues, los migrantes podrían ayudarnos a abrir el corazón, a ser más grandes que nosotros mismos. Y eso es un don extraordinario. Por tanto, no son solo huéspedes, son gente que puede alentar la vida civil, ofrecer una aportación notable a la cultura y a sus profundos cambios. Precisamente gracias a ellos continúa enraizándose el humanismo. Tendríamos que ser conscientes de eso.

Un obispo japonés, comentado el versículo del Evangelio “yo soy el camino, la verdad y la vida” (Jn 14,6), decía que la enseñanza de Jesús se puede aplicar también a otras religiones. Yo mismo, como Superior general de los jesuitas, tengo que viajar con frecuencia por el mundo y constato que este obispo tenía razón. Asia en particular muy bien podría considerarse como “el camino”. En Asia el empeño constante es buscar el camino, el “cómo”: cómo hacer yoga, cómo concentrarse, cómo meditar. El yoga, el zen, las religiones, el judo ─que suele traducirse como “el camino del débil”, porque se sirve de la fuerza del otro─ son todos considerados como caminos. Sin entrar en comparaciones, habría que considerar que Europa y los Estados Unidos andan preocupados especialmente por “la verdad”; mientras que América Latina y África están preocupados por “la vida”; los valores relacionados con la vida son muy importantes. Por ello tenemos necesidad de todos, porque todos tienen una sabiduría y una contribución que hacer a la humanidad.

Ha llegado el momento en que debemos pensar en la humanidad como un todo y no como un conjunto de diversos países, separados unos de otros por sus tradiciones, sus culturas y sus prejuicios. Tendríamos que pensar en una humanidad que necesita a Dios, que necesita un modo de profundidad que solo puede venir de la unión de todos. Así que tendríamos que estar agradecidos por esta contribución de los migrantes y refugiados a esa humanidad integral. Ellos nos hacen caer en la cuenta de que la humanidad no está formada solo por una parte, sino que se forma con la contribución de todos.

Además, ellos son, al propio tiempo, la parte más débil y más fuerte de la humanidad. La más débil porque han experimentado el miedo, la violencia, la soledad y los prejuicios de los otros; todo esto forma parte de su experiencia, bien lo sabemos. Pero nos muestran también la parte más fuerte de la humanidad: nos hacen comprender cómo superar el miedo, con el coraje de afrontar los riesgos que no todos estaríamos dispuestos a afrontar. En sus esperanzas de futuro, han aprendido a no dejarse paralizar por las dificultades. Han sabido superar la soledad mediante la solidaridad, ayudando a los otros y han demostrado así que la humanidad es débil, pero puede ser fuerte. Nos han enseñado incluso que hay valores y realidades más profundas que las que habíamos perdido. Esto es habitual cuando se viven situaciones extremas.

Me acuerdo a este respecto de la experiencia de un hermano mío que vive en Estados Unidos. Mientras ardía una casa vecina, temió que el fuego llegase a su propia vivienda. Y me confesó que, mientras era presa del miedo, aprendió a distinguir lo que era importante de lo que no lo era. No corrió a poner a salvo el dinero, sino que agarró un fajo de fotografías que representaban sus raíces y su vida. En ese momento entendió que lo más importante es lo que guardaba dentro de sí mismo y no lo de fuera, ni siquera la propia casa. Todo eso lo experimentan también los refugiados: han visto el peligro de cara y lo han afrontado. Pensemos al menos por un momento: si no tuviésemos ya una casa, una familia, una lengua… si tuviésemos solo la vida y ésta incluso amenazada, ¿qué haríamos? ¿qué pensaríamos? ¿qué o a quiénes amaríamos?

Celebramos este año el Año de la Misericordia, un concepto central en muchas religiones. En el cristianismo, en el islam, en el judaísmo y en todas las grandes religiones, la misericordia es un concepto muy importante. Sin ella no se puede vivir y los migrantes y refugiados nos muestran precisamente uno de sus rostros. Cuando alguien lo tiene todo, puede ser misericordioso sin miedo, pero cuando una persona no tiene nada y, aún así, se muestra misericordioso con otra, está dando mucho más y el rostro de la misericordia se vuelve en este caso todavía más real.

De este modo, podríamos aprender de los migrantes y refugiados a ser misericordiosos con los otros. Aprendamos de ellos a ser humanos a pesar de todo. Aprendamos de ellos a tener como horizonte el mundo y no nuestra pequeña y estrecha cultura. Aprendamos de ellos a ser personas del mundo

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

*“Migrazioni, umanesimo e civiltà”, alocución reproducida en La Civiltà Cattolica, nº 3976, 27/02/2016. pp. 313-315. Traducción: Juan V. Fernández de la Gala, delagala@telefonica.net

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Francisco, a José María Castillo: “Te perdí en los años 80, y ahora te vuelvo a encontrar”

Domingo, 30 de noviembre de 2014
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matecas_560x280De izquierda a derecha, Manuel Guerrero, José Manuel Vidal, José María Castillo y Reyes Mate

El teólogo granadino admite que el Papa le escribió, “de su puño y letra” el pasado mes de agosto

Sentido homenaje al padre de la “Teología Popular” en el Colegio Mayor Chaminade

“Me preocupa mucho la Iglesia porque la quiero con toda mi alma, en contra de los que me tachan, acusan y ofenden con exceso de hacerla daño”

(Jesús Bastante).- Fue la guinda al homenaje que tuvo lugar anoche en el Colegio Mayor Chaminade. El protagonista, el maestro José María Castillo, admitió, a preguntas de sus cercanos, que el pasado mes de agosto recibió “una carta del Papa, que está escrita, hasta el sobre, de su puño y letra”. “Te perdí en los años 80, y ahora te vuelvo a encontrar”, anunció, emocionado, el padre de la Teología Popular. Décadas después de ser condenado, sin pruebas ni juicio, por Doctrina de la Fe, el propio Pontífice es quien -como ha hecho recientemente con Gustavo Gutiérrez- aboga por su necesaria rehabilitación.

“Él me tenía que conocer cuando era provincial de los jesuitas en Argentina, y el pasado mes de abril, a través de la periodista Elisabetta Piqué, le mandé mi libro La Laicidad del Evangelio -explicó Castillo-. Un día, en agosto, me llegó una carta del Papa, que está escrita, hasta el sobre, de su puño y letra. Y allí me decía:Padre José María Castillo…‘. Eso se lo podía haber ahorrado, porque no hay más padre que Dios (bromeó). Y en la carta me dice: ‘Te perdí en los años 80, y ahora te vuelvo a encontrar’. Me dijo que le ha dado mucha alegría, y ‘te pido reza por mí como yo rezo por ti’, y acaba con un gran abrazo”.

“Son unas letras breves, pero de su puño y letra. Eso, expresado de esa manera, para mí representa muchísimo. Por eso me gustaría poder hablar con él”, subrayó Castillo, quien definió al Papa Francisco como uno de los hombres más influyentes del mundo“, que utiliza esa influencia para cambiar las cosas para todos. “El mundo, a su vez, vislumbra por dónde va Francisco, que posee una humanidad, cercanía, saber estar y firmeza que nos sirve a todos como ejemplo“.

En cuanto al futuro de la Iglesia, Castillo reclamó, y creímos escuchar al mismo Papa, recuperar cuanto antes un gobierno sinodal en la Iglesia, que toda la gestión del gobierno no esté centrada en Roma. Irle quitando poderes a la curia y dándoselos a las conferencia episcopales, y que éstas procedieran como en el primer milenio, hasta la reforma gregoriana, donde las decisionesla tomaban los sínodos”.

“Cuanto antes se haga esto, ya está dando pasos que veo difícil que tengan retorno, muy decisivos. No es quitar poder al papado, sino redistribuir su poder, hacer la tarea más compartida, más internacionalizada…”, insistió Castillo.

Tras la carta del Papa, el teólogo confesó que “me gustaría poder hablar con él un rato, aunque solo fueran diez minutos. Me pondría nervioso, pero le agradecería el bien que está haciendo y le pediría, en nombre de tanta gente que espera mucho de él, que no se canse, que siga adelante, todo el tiempo que su salud le permita. ¡Y que no venga con renuncias ahora!”.

El acto arrancó con unas breves palabras del editor de Desclée, Manuel Guerrero, quien admitió que “a José María le conozco desde antes que él lo sepa: quedé prendado y enamorado por su mensaje”, y presentó los últimos libros de su autor: La laicidad del Evangelio, Teología Popular, o La Religión de Jesús. “Estos libros te oxigenan, te echas para atrás tranquilo, en el asiento, te liberas…. Yo quiero de esto”.

Por su parte, el director de Religión Digital, José Manuel Vidal, incidió en que “somos muchos los que admiramos, queremos, seguimos y debemos mucho a José María Castillo”. En su intervención, el periodista, que se autodefinió como “seguidor, discípulo y amigo” del homenajeado, apuntó a Castillo con tres palabras: Alimento, pontífice y primavera”.

Alimento, porque Castillo es “un gran teólogo, que tiene una gran obra, pero que además sabe transmitirla”. Y es que “su teología es capaz de dialogar de tú a tú, con los grandes pensadores, pero también la virtud de poder conectar con la gente sencilla. Una teología clara, fecunda, divulgativa y al alcance de cualquiera”. “Ésta es la Teología de Francisco. Él no es teólogo ni divulgador. Ha bebido su teología de teólogos y pensadores como Castillo y otros muchos. El Papa ha leído a Castillo, y que ha estado muy cerca del Papa, y ha sido uno de sus referentes claros“, apuntó Vidal, antes de que el teólogo hablase de la carta del Papa. Leer más…

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Cardenal Reinhard Marx: “La palabra exclusión no debe formar parte del lenguaje de la Iglesia y no se pueden crear “católicos de segunda o tercera clase”. “

Viernes, 17 de octubre de 2014
Comentarios desactivados en Cardenal Reinhard Marx: “La palabra exclusión no debe formar parte del lenguaje de la Iglesia y no se pueden crear “católicos de segunda o tercera clase”. “

el-cardenal-marxCardenal Marx: “Usted es homosexual y no puede vivir el Evangelio. Decir esto es algo que es inconcebible”, agregó.

Pero el Documento rebaja su cambio de postura ante los homosexuales

El Sínodo constata un “debate intenso” pero “con libertad de palabra y honestidad”

Los participantes votarán este sábado, divididos, la “Relatio Synodi”

El espejismo de la hipotética apertura de la Iglesia hacia los homosexuales

Los obispos participantes en la Asamblea Extraordinaria del Sínodo de los Obispos sobre la familia, Reinhard Marx y Paul Pontier, han destacado que durante estas dos semanas se ha producido un debate “intenso” pero “con libertad de palabra y honestidad”.

El arzobispo de Munich (Alemania) y miembro del grupo de nueve cardenales que asesoran al Papa en el Gobierno de la Curia, Reinhard Marx, ha admitido que el debate ha sido “intenso” pero “con voluntad de encontrar un camino común” y ha defendido que la palabra “exclusión” no debe formar parte del lenguaje de la Iglesia.

Marx, que ha advertido de que el texto presentado este jueves con las enmiendas de los grupos no fue “una conclusión” sino “un paso entusiasta” en el proceso sinodal, ha subrayado que la Iglesia debe estar “al lado de personas con una situación particular” y que, por tanto, “la exclusión no debe formar parte del lenguaje de la Iglesia”.

Pero, en el documento, donde decía “darle la bienvenida a estas personas (los homosexuales)” ahora se puede leer “acoger a estas personas”. La palabra “fraternal” en un pasaje que hacía un llamado a la necesidad de encontrar un “espacio fraternal” para los homosexuales en la Iglesia, pero la expresión fue eliminada sin explicaciones en la traducción al inglés del documento del Sínodo desde el italiano original.La modificación viene después de las quejas de los sectores más conservadores de la jerarquía eclesiástica.

Durante la rueda de prensa que ha tenido lugar este viernes sobre el Sínodo, el cardenal alemán ha apostado por encontrar en la Iglesia un lenguaje diferente” en el que no haya solo “blanco o negro” pues “los problemas humanos son mucho más complejos“.

Sobre el tema de los divorciados y vueltos a casar, Marx ha asegurado que es un asunto “muy actual” que “implica a muchas personas” pero ha puntualizado que los padres sinodales no quieren que se hable solo de esta cuestión. Para el cardenal, lo que el documento debe ofrecer son “elementos de atención pastoral para extender el evangelio de la familia”.

Marx defendió la necesidad de que la Iglesia dé “acogida” a las nuevas situaciones de las familias y consideró inconcebible” que se diga a un homosexual que no puede vivir el Evangelio.

El también presidente de la Conferencia Episcopal Alemana y uno de los miembros del llamado “G9” vaticano, nombrado por el papa Francisco para reformar el Gobierno de la Iglesia, explicó hoy en una rueda de prensa en el Vaticano su posición durante el Sínodo de obispos.

Marx, uno de los arzobispos más proclives a la apertura de la Iglesia hacia las que se consideran situaciones irregulares de la familia, afirmó que también el papa espera por parte de los obispos “nuevos impulsos que abran puertas para poder seguir proclamando el modelo de familia”.

Sobre este tema, Marx explicó que no se trata de cambiar la doctrina, pero recordó que la Iglesia tiene 2.000 años y que no se puede continuar repitiendo siempre las mismas cosas. No tenemos que seguir citándonos a nosotros mismos continuamente, dijo el arzobispo alemán, quien agregó que está “convencido” de que la iglesia debe “encontrar un lenguaje distinto”.

Sobre los homosexuales explicó que el “catecismo no les condena por su condición” aunque la Iglesia no puede aceptar la práctica de la homosexualidad, pero subrayó que no se pueden descartar los “valores” que hay en algunas parejas homosexuales que se han acompañado y han sido fieles durante años. Para Marx, la palabra “exclusión” no puede formar parte de la Iglesia católica y no se pueden crear “católicos de segunda o tercera clase”. “Usted es homosexual y no puede vivir el Evangelio. Decir esto es algo que es inconcebible“, agregó.

Respecto a que los divorciados que se han vuelto a casar puedan acceder a los sacramentos, uno de los temas sobre los que la asamblea no se ha puesto de acuerdo, Marx defendió que el magisterio de la Iglesia puede obviamente cambiar“. “El Evangelio es el que es, pero ¿lo hemos descubierto todo?”, señaló.

 francisco-en-una-de-las-sesiones-del-sinodoPor su parte, el arzobispo de Marsella (Francia), monseñor Paul Pontier, ha destacado la libertad de palabra” y “honestidad” que ha reinado entre los participantes en el Sínodo y ha explicado que durante el trabajo en los grupos emergió que “el núcleo familiar es una célula fundamental de la sociedad”.

Mientras, la colombiana Myriam Hoyos Castañeda ha indicado que su voz en el Sínodo ha sido la de una mujer “consciente de las dificultades como católica en el diálogo con el mundo”. Asimismo, ha señalado que los laicos participantes en la Asamblea han sentido que han ofrecido su reflexión y, en este sentido, ha insistido en que los laicos deben formar parte de la vida publica, llevar el mensaje evangélico y defender la doctrina social de la Iglesia. Entre los temas abordados, Hoyos ha destacado el tema de “las presiones internacionales en las políticas en contra de la familia” y la “necesidad no solo de preparar a las parejas para el matrimonio sino también de hacer un seguimiento a los casados”.

Sigue abierto el debate sobre si dar la Comunión a los divorciados que han contraído nuevas nupcias, pues solo un grupo lo apoyó, uno de lengua italiana que votó a favor, mientras que otros pidieron profundizar y otros aseguraron que no se puede cambiar la doctrina.

El arzobispo de Viena, el cardenal Christoph Schönborn, explicó que en el Sínodo es como una gran familia: “Sucede a menudo que la madre dice que es demasiado peligroso, mientras el padre dice que “no hay que tener miedo”. “Algunos padres del Sínodo dicen que no tenemos que olvidar la doctrina, pero otra parte también abogan por la necesidad de acompañar a todas aquellas situaciones difíciles”, dijo Schönborn.

En el documento final se podría incluir una mención a la necesidad de acogida a los homosexuales, pero varios círculos matizaron la necesidad de expresarse con prudencia, al igual que a la hora de valorar también a las parejas que viven fuera del matrimonio católico.

Un punto que seguramente aparecerá en la “Relatio Synodi” será el de hacer una referencia más amplia al mensaje positivo del Evangelio de la familia, al hecho de que el matrimonio – unión indisoluble entre un hombre y una mujer, de acuerdo con la doctrina oficial de la Iglesia – “es un valor todavía de mucha actualidad y en el que muchas parejas creen”.

Entre hoy y mañana se está encargando de redactar el documento final una comisión nombrada por el papa Francisco y compuesta por el relator general, el cardenal Peter Erdö; los secretarios Bruno Forte y el cardenal Lorenzo Baldisseri y otros ocho miembros. Entre ellos se encuentra el presidente del Consejo Pontificio para la Cultura, Gianfranco Ravasi; el rector de la Universidad Católica Argentina, Víctor Manuel Fernández y el superior General de los Jesuitas, el padre Adolfo Nicolás.

La división plasmada en estos días ha llevado incluso a algunos medios a lanzar la hipótesis de que los participantes en el Sínodo no consiguiesen mañana ponerse de acuerdo para votar la declaración final.

Sin embargo hoy, el cardenal Marx aseguró que aunque se han vivido “tensiones” y discusiones “efervescentes”, se aprobará la declaración. También mañana, será publicado el llamado “Mensaje del Sínodo de los Obispos al Pueblo de Dios”, con la reflexión de los participantes en esta asamblea.

Fuente Religión Digital

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Adolfo Nicolás, sj: “Puede haber más amor cristiano en una unión irregular que en una pareja casada por la Iglesia”

Jueves, 9 de octubre de 2014
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El general de los jesuitas, rotundo: “El Sínodo está completando el Concilio”

“Nuestra tarea es acercar a la gente a la gracia, y no rechazarla con preceptos”

“Es un signo histórico, porque en estos años ha habido fuerzas que han tratado de hacer retroceder a la Iglesia con respecto al concilio”

Una mayoría de participantes aboga por un “cambio de paradigma” en la moral sexual

El arzobispo de Glasgow pide a los padres sinodales que “no fallen” a los divorciados

Los obispos latinoamericanos abogan por la plena igualdad entre hombres y mujeres en la familia

“No luchemos contra el sexo”, clamó uno de los obispos participantes, cuya identidad no fue revelada en el resumen que ofrece la oficina de información de la Santa Sede sobre las discusiones del Sínodo que se realizan a puerta cerrada.

Petición de un cambio de paradigma en la forma en que la Iglesia católica afronta la moral sexual y el matrimonio.

Es el prepósito general de los jesuitas. El español Adolfo Nicolás, sj., uno de los padres sinodales, afirma, rotundo, que puede haber más amor cristiano en una unión canónicamente irregular que en una pareja casada por la Iglesia. En una entrevista al Vatican Insider, el líder de la Compañía de Jesús afirma que el Sínodo está completando el Concilio.

 Estos son algunos de los extractos de la entrevista de Giacomo Galeazzi:

 ¿Será actualizada la moral familiar?

La discusión, libre y franca, se está dirigiendo hacia un cambio, la adecuación pastoral a la realidad de los tiempos de hoy. Es un signo histórico, porque en estos años ha habido fuerzas que han tratado de hacer retroceder a la Iglesia con respecto al concilio.

Y, ¿en cuanto a la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar?

No se puede impedir que el Sínodo discuta al respecto, como habrían querido algunos. Los obispos no fueron convocados para insistir en ideas abstractas a fuerza de doctrina, sino para buscar soluciones a cuestiones concretas. Es muy significativo que el Papa y muchos padres sinodales hayan hecho referencia en sus intervenciones a los textos del Concilio. También el cardenal Martini, hasta el final de sus días, esperaba que se expresara esa Iglesia que escucha.

Los “conservadores” dicen que la doctrina está en peligro …

No es correcto absolutizar. Por ejemplo, el caso de las uniones de hecho. No quiere decir que si existe un defecto todo esté mal. Es más, hay algo bueno en donde no se daña al prójimo. Francisco ha insistido al respecto: “Todos somos pecadores”. Hay que alimentar la vida en todos los ámbitos. Nuestra tarea es acercar a la gente a la gracia, y no rechazarla con preceptos. Para nosotros, los jesuitas, es una práctica cotidiana. Lo sabe muy bien la Inquisición.

¿Cómo?

Nuestro fundador, San Ignacio de Loyola, fue sometido ocho veces al examen de la Inquisición después de escuchar al Espíritu. Entonces, como ahora, para nosotros cuenta más el Espíritu, porque viene de Dios con respecto a las reglas y a las normas, que, en cambio, vienen de los hombres. Lo que necesitan la moral familiar y sexual es dulzura y fraternidad. No se trata de dividir, sino de armonizar. No se puede evangelizar a las personas a golpe de Evangelio. Solo la decisión de concentrarse en Cristo nos salva de estériles disputas, de las controversias ideológicas abstractas. Las lagunas y las imperfecciones no invalidan la entereza de la evolución de la familia en la sociedad de las últimas décadas. Si hay algo negativo, no significa necesariamente que todo sea negativo.

Fuente Religión Digital

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