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“Performance en el CEM por el quinto centenario de la Reforma “, por Carlos Osma

Viernes, 31 de marzo de 2017
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dietawormsDe su blog Homoprotestantes:

Para quien todavía no se ha enterado, este año se celebra el quinto centenario de la Reforma, y quizás sea por eso que el Consejo Evangélico de Madrid (CEM) nos dedicó hace unos días una performance expulsando como miembro activo de este organismo a las comunidades de la Iglesia Evangélica Española (IEE), una de las iglesias fundadoras del CEM y de las más antiguas del Estado. Aunque tampoco se puede descartar del todo que la causa de lo ocurrido sea el exceso de testosterona contenida en dicho Consejo. Las pruebas que apuntan a este segundo supuesto es que de los doce cargos escogidos o ratificados de la junta directiva del CEM, sólo dos fueron a parar a manos de mujeres: la consejería de la mujer y una vocalía (todo muy progre e innovador).

Pero quienes conocen el funcionamiento del CEM, y no salieron a dar una vuelta en el momento de la votación que llevaría a la IEE al purgatorio evangélico madrileño (la FEREDE ha impedido que la cosa acabara en el infierno), apuntan que lo sucedido se enmarca claramente en los actos de conmemoración del quinto centenario. Se trataría, con mayor o menor fortuna (eso lo deben valorar los espectadores), de recrear la asamblea que hace casi quinientos años tuvo lugar en Worms, y que pretendía que Lutero se retractase de algunas de sus 95 tesis que tanto revuelo habían creado dentro de la Iglesia. Sí, fue ese el momento en el que Lutero dijo aquella frase tan nuestra (y que me perdonen los evangelicales del CEM): “ A menos que no esté convencido mediante el testimonio de las Escrituras o por razones evidentes -Ya que no confío en el CEM- me mantengo firme en las Escrituras a las que he adoptado como mi guía. Mi conciencia es prisionera de la Palabra de Dios, y no puedo ni quiero revocar nada reconociendo que no es seguro o correcto actuar contra la conciencia”.
 

De todas formas, especialistas en performances creen que la cosa se les ha ido un poco de las manos, y que no se logró crear en el público el efecto deseado. Quizás sea porque al final solo el 54% del Sacro Imperio Evangelical madrileño votó por la expulsión de la IEE (por si no saben de cuentas, y aunque no esté literalmente en la Biblia, 38 votos de 70 son un 54%), así que lo de “marcar paquete” le salió bastante mejor al Papa León X, al que no se le escapó ni un voto. Esta victoria tan ajustada ha creado un verdadero desconcierto en el movimiento evangélico español. Por un lado están los que creen que hay que seguir con la performance hasta que la gente entienda lo que se quería decir. Sería el caso del lobby evangelical de Protestante Digital haciendo aparecer a la IEE y sus seguidores, como religiosos que se dejan llevar por los deseos e intereses de este mundo, mientras ellos siguen las verdaderas enseñanzas de Dios que estudian en sus reconocidísimos seminarios, que destacan en el mundo (evangelical) entero. Y por otro lado estarían quienes creen que lo de la performance ha llegado demasiado lejos y se debería volver a la cordura. Se trata en este caso de la propia IEE, pero también de la Iglesia Evangélica Reformada Episcopal (IERE), que ha sorprendido gratamente a más de uno (entre los que me incluyo) ofreciéndose a ir al purgatorio el tiempo que sea necesario para acompañar a su iglesia hermana. O de la Comunión Mundial de Iglesias Reformadas, que cito al final porque para los evangelicales del CEM suena muy vieja, lejana, y además, no pueden expulsarla de ningún lado. De lo que no tenemos ni idea es de lo que piensan las entidades públicas como la Comunidad de Madrid, que ponen el dinero de los madrileños y madrileñas (sean altos, ateos, lesbianas o bomberas) para subvencionar performances como éstas.

Para intentar explotar el globo que se ha montado, la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España (FEREDE), ha mostrado su preocupación y sus dudas sobre la legalidad de lo ocurrido en la asamblea del CEM. Pero como pasa a menudo, no parece que los evangelicales del CEM, se hayan dado por aludidos, ellos sólo se someten a su verdad verdadera, y no a lo que diga una entidad humana, por mucho que sea su representante ante el Estado. Lo que me pregunto yo, es porqué no hacen un Consejo Evangelical Bibliolátrico Divino, y así pueden expulsar a quienes deseen de donde quieran, y dejan en paz al común de los mortales. Pero como ésto parece que todo el mundo lo da por imposible, se comenta que las comunidades de la IEE en Madrid han decidido impulsar un nuevo Consejo Protestante de Madrid, junto a otras comunidades de otras iglesias protestantes/evangélicas que se identifiquen más con Lutero que con León X, y así dejar ver que lo del cisma madrileño va de veras. ¿Se quedará todo esto en la comunidad de Madrid o se exportará a otros lugares del Estado? ¿Corre también peligro FEREDE como único representante evangélico/protestante ante el Estado? Tiempo al tiempo… Eso lo dirá la bestia, que ha despertado en Madrid, pero amenaza con hacerlo en otros lugares.

Y pongo al final lo que quizás debería ir al principio, y es que todo este “sarao” se ha montado porque a los evangelicales, por mucho que sólo les guste compartir cargos con otros hombres tan machotes como ellos en el CEM, no les gustan las mariconerias. Y lo del documento de Mamré, que suscribieron las iglesias de la IEE, y en el que afirmaban que caminaban hacia la plena aceptación de las relaciones homosexuales estables en el seno de la iglesia, les parece un despropósito. Y en esto no quieren aceptar interpretaciones diversas, la Biblia se lee como ellos dicen, o está mal leída. La verdad es una, y es la suya, y es la que van a imponer en las entidades de las que formen parte. Quien no la acepte, mientras ellos tengan la sartén por el mango, ya sabe donde está la puerta. Y eso es lo que predican, fuera y dentro de sus iglesias, y esa es la sociedad por la que trabajan: una en la que no hay libertad de conciencia, y mucho menos libertad para decidir con quien quieres tener una relación afectiva o sexual. Pero mientras tratan de influir en nuestra sociedad para imponer su moral evangelical súper divina, se presentan como víctimas de la intolerancia de los progresistas, y van lloriqueando que no se respetan sus derechos. ¡Por favor, un poco de masculinidad, León X lo hizo mucho mejor! La IEE ha sido mucho más creíble en su papel, nos ha hecho creer que la Reforma continua, que la valentía de Lutero, todavía se da en algunas iglesias evangélicas. Así que quizás va a ser verdad, que en este país podremos celebrar este año y con razón, el quinto centenario de la Reforma.

Carlos Osma

Espiritualidad, Iglesia Luterana, Iglesias Evangélicas , , , , , , , , , ,

“A mi Dios me creó mujer, aunque tardara en darme cuenta de ello”. Entrevista de Carlos Osma aa Marta Siscar.

Lunes, 20 de marzo de 2017
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marta-siscarFotografía de Lucia Gamu

Del blog Homoprotestantes:

Estudiaste música en el Conservatorio Municipal de Música de Barcelona, y ahora diriges varios coros como la Coral del Casal de Gent Gran Bac de Roda” o el grupo B-Side A Cappella1”. ¿Qué significa para ti la música? ¿Qué te ha aportado en tu desarrollo personal?
 
Primero que nada, agradecer la entrevista y el interés por el tema: espero aportar mi granito de arena por lo que me ha tocado vivir a quien me pueda leer.
Y pasando a la música, una de las cosas de las que más agradecida estoy a mi madre es que me ofreciera la opción de estudiar música. Al principio no fue sino un “hobby” sin más. Pero en una vida de muchos ‘tumbos’ (muchos) y de probar muchas cosas, al final esa vida ha querido que me terminara dedicando a esto.

La música en sí me ha aportado y me sigue aportando muchas cosas: te puede transportar, relajar o revitalizar. Además, que por lo general, la música no es algo que hagas sola, sobretodo en el mundo coral: he de reconocer que los ensayos con la gente de B-Side, es más, la gente de B-Side me alegran la vida, ellos lo saben pero no quiero dejar de decirlo. Además de la satisfacción de escribir algo (no compongo pero si hago adaptaciones de temas actuales) y que ellos lo interpreten tal y como lo tienes en la cabeza o que te digan lo mucho que les gusta como quedan mis versiones… que todo eso es muy satisfactorio, el ver como se implican en algo en lo que crees, y además que con ello lo pasan, lo pasamos genial y nos reímos mucho.
Y esta unión entre el grupo es, en parte, gracias a la música: ya dicen que se sincronizan hasta los ritmos cardíacos haciendo música juntos. Estoy muy feliz siendo músico y de poder hacer música
Marta formas parte también de la asociación trans* de Barcelona Generem!2. ¿Qué supuso para ti conocer esta asociación? ¿Colaboras de alguna manera en Generem”? ¿Qué te aporta realizar este trabajo?
Generem! poco a poco se está convirtiendo en un referente para las personas trans* en Barcelona y en Catalunya (incluso fuera): a pesar de ser una asociación bastante joven, o quizá por eso, son gente con ganas de cambiar las cosas y de defender los derechos.
Aunque es verdad que mis primeros pasos los di sola, ya estaba en contacto con Generem! desde antes de salir del armario, y tras dar el paso, me quise implicar en esta asociación. Creo que es importante tener cerca gente que te comprenda y te entienda por haber pasado lo mismo que tú, que te puede aconsejar y en cierta manera guiar. Tuve la suerte de conocer gente así en mi previa y si puedo servir para lo mismo, estoy encantada, sea por medio de Generem!, o por leer esta entrevista o por coincidir en cualquier otro momento.
Creo que lo más necesario para la sociedad en general es cubrir la falta de información y visibilización de nuestro colectivo y por eso procuro ayudar en este sentido en Generem!: un ámbito importante en el que trabajamos es con formaciones en diversos ámbitos, charlas, colaboraciones académicas y de todo tipo para mostrar que somos personas normales, que intentamos convivir en sociedad, con nuestras vidas, nuestros trabajos, nuestros buenos momentos y nuestros problemas, como cualquiera.
Aún así, en pleno siglo XXI las personas trans* seguimos teniendo muchos derechos que se nos son negados sin escusas razonables: un campo que nos afecta enormemente es el campo sanitario y por eso es el que centra la actividad no sólo de Generem!, sino del resto de asociaciones (unidas en la plataforma Trans*forma la Salut). Defendemos un modelo sanitario de acompañamiento y no de juicio ni de patologización que se va implementando poco a poco a través de Trànsit3, el nuevo modelo de referencia en Catalunya. Pero mientras no se cierre definitivamente los modelos como el de la UTIG del Hospital Clínic que nos catalogan de enfermas mentales a quienes diagnosticar y curar y que no nos permitan vivir la diversidad libremente, seguiremos trabajando e impulsando un acompañamiento médico de calidad y un acceso a las cirugías para quien las precise con las medidas que sean oportunas.
En resumen, solo pretendemos que las personas trans* podamos desarrollar una vida plena, sin restricciones, garantizando todos los derechos, y cubriendo tanto las necesidades médicas como la integración social, laborales, y luchando contra cualquier tipo de discriminación. En definitiva, los mismos derechos que cualquier otra persona.
Puedes contarnos cómo fue tu infancia ¿Cómo vivías tu identidad de género? En una ciudad de unos 10.000 habitantes como Pego, ¿fue difícil ser diferente?
La verdad es que yo siempre he sido, y no sé si por todo esto o no, una niña bastante tímida —ya ves que me refiero a mi misma en femenino, incluso hablando del pasado: personalmente creo que nunca he sido un niño, no puedo referirme de otra manera, aunque en algún momento lo pareciera—, con lo que mis “conflictos” con el género han sido siempre un tanto secretos. También he de decir que nunca supuso un problema fingir en ese rol masculino: me he conformado con lo que había y ya está, pero siempre con el sueño o la ilusión, un poco quizá viéndolo como una fantasía, de cambiarlo.
No sé de dónde surgió, pero es algo que ha estado siempre ahí: desde bien pequeña, quizá con 4 o 5 años me recuerdo con faldas, incluso antes de que yo lo recuerde, algunas compañeras de clase me lo han recordado como jugando, mis disfraces siempre eran femeninos… Pero aunque nadie nunca me enseñó que esta tendencia a la feminidad era incorrecta, quizá por temor o vergüenza la mantuve oculta. Es cierto y creo que era evidente que yo me he sentido más cómoda jugando con otras niñas en el recreo y no haciendo deporte con los niños y que siempre he sido una niña tranquila y poco enérgica, lo cual, al no encajar ni en un lugar ni en otro, supongo que hizo que fuera difícil sociabilizar como el resto de niños. Aún así, no por ello me identificaría como víctima de discriminación o bullying, también porque me esforzaba en disimular y no mostrarme diferente al resto (cosa que no sé si conseguía).

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General, Historia LGTBI , , , , ,

“Menores transexuales, libertad e inquisición”, por Carlos Osma

Miércoles, 15 de marzo de 2017
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ninasconpene

De su blog Homoprotestantes:

A principios de año en las marquesinas de ciento cincuenta paradas de autobús de Bilbao, San Sebastián, Vitoria y Pamplona, se colgaron unos carteles en los que, debajo del dibujo de dos niñas y dos niños desnudos y cogidos de la mano, se podía leer: “Hay niñas con pene y niños con vulva”. La iniciativa formaba parte de una campaña con la que Chrysallis Euskal Herria1, una asociación de familias de menores transexuales, pretendía concienciar sobre la realidad de estos niños y niñas, y sobre las dificultades con las que se encuentran en su día a día. En pocas horas algunas de esas marquesinas sufrieron diferentes actos vandálicos. Además, la asociación católica Centro Jurídico Tomas Moro, muy bien relacionada con la organización ultraconservadora Hazte Oír, remitió un escrito al fiscal de menores del País Vasco para que iniciara acciones por un acto que consideraba criminal y contra la inocencia de los niños. Chrysallis se defendió de las críticas recibidas justificando su derecho a luchar por la felicidad de sus hijos e hijas, y apeló a los derechos de todas las personas y a la libertad de expresión.

Hace sólo unos días Hazte Oír iniciaba otra campaña con la que pretendía recorrer varias ciudades españolas con un autobús en cuyo lateral se podía leer: “Los niños tienen pene. Las niñas tienen vulva. Que no te engañen. Si naces hombre, eres hombre. Si eres mujer, seguirás siéndolo”.Una iniciativa que inmediatamente recibió el rechazo social, político e institucional en todo el país, y que en pocas horas fué prohibida por un juzgado madrileño por dirigirse a “personas con una orientación sexual distinta para lesionar su dignidad”. Inmediatamente Hazte Oír denunció que “la inquisición gay” había impuesto su dictadura, y que se estaba produciendo un adoctrinamiento de los menores en la “ideología de género” y un atentado contra la libertad de expresión. A pesar de eso, afirmaban que no les amedrentarían y que continuarían con la campaña.

Que la Iglesia Católica, y el actual papa, se hayan posicionado en multitud de ocasiones contra lo que denominan “adoctrinamiento en la ideología de género”, hacía esperar que dieran algún tipo de cobertura a la iniciativa de la organización católica Hazte Oír, ya que de alguna manera dicen apoyarse en la posición oficial de esta iglesia. Sin embargo parece evidente que defender una acción que la mayoría de la población ha entendido como una agresión gratuita y absurda a unos menores, no era la mejor opción. Tampoco el situarse al lado de una organización de la que, según elplural.com, una sentencia judicial afirma que algunos de sus dirigentes mantinen vínculos con la sociedad secreta y paramilitar El Yunque: “Movimiento de extrema derecha que busca el reinado de Dios en la tierra y lucha contra homosexuales, ateos, inmigrantes o judíos2”. De hecho en 2015 el obispo de Getafe afirmó que no prestarían apoyo a las iniciativas de Hazte Oír ya que no compartía con ella “ni el sentido de pertenencia eclesial, ni los medios que emplean”. De esta manera queda claro que Hazte Oír no sólo es percibida como una amenaza a la convivencia por la mayoría de la sociedad española, sino también por la Iglesia Católica.

Sin embargo gran parte del movimiento evangelical en España si ha salido en defensa de Hazte Oír enarbolando la bandera de la libertad de expresión, y denunciando “la inquisición gay”. Que este movimiento mayoritario e influyente en la Iglesia Evangélica tenga poco que ver con los movimientos de reforma protestante que se dieron en el país a partir del siglo XVI, quizás justifica que olviden que la única Inquisición que ha habido en España ha sido católica, y que desde 1478 a 1834 ejecutó a miles de personas por ser protestantes, homosexuales, moriscos, judaizantes; por ser distintos. Sin embargo comparar esta barbarie con la defensa que los colectivos lgtbi, junto a la mayoría de la población, han intentado hacer de niños y niñas transexuales, es como poco, una aberración. Y lo que delata, es que el movimiento evangelical no conecta con la sociedad española, que es una ideología que viene de otros lugares y a la que le falta empatía con quienes están en una situación de vulnerabilidad. Una ideología que sólo es capaz de sentirse cómoda con las posiciones más extremistas e intolerantes, y a la que la libertad de expresión sólo le importa cuando tiene que ver con la suya. De hecho todas las entidades e iniciativas evangelicales dejan fuera a quienes piensan de forma diferente, lo que las hace ser endogámicas y tener poca capacidad de reforma para hacer comprensible e historicamente relevante el evangelio.

De todo lo ocurrido quizás lo más sorprendente ha sido que una sociedad que practica diariamente la transfobia haya sentido empatía por la agresión que suponía para niños y niñas transexuales la campaña de Hazte Oír. Que un juez afirme que la campaña atenta contra “personas con una orientación sexual distinta”, deja bien claro que al menos terminológicamente no sabía de lo que estaba hablando. De la misma forma, que padres y madres de todo el país pongan el grito en el cielo porque alguien niegue que existen niños con vulva y niñas con pene, no deja de ser sorprendente, ya que es lo que aparece en los libros de texto de sus hijos e hijas, y no parece que se hayan quejado antes. Aunque quizás lo que denotan todas estas contradicciones es que hemos llegado a un punto en el que la población es capaz de empatizar con las injusticias que genera el discurso tradiconal sobre sexo, género y orientación sexual. Y por esta razón, la petición de entidaes como Chrysallis, de una eduación donde se entienda, valore y respete la diversidad, sea verdaderamente urgente. No se trata de adoctrinar para manipular identidades u orientaciones, eso es lo que algunos pretenden seguir haciendo; sino informar, ayudar a entenderse a uno mismo y a los demás. Se trata de hacer a la gente más libre, y para eso es necesaria la educación, por eso nuestro sistema educativo necesita reflexionar sobre qué cosas deben ser cambiadas. Que un niño con vulva o una niña con pene, sea feliz, hace mejor nuestra sociedad. Y para los que somos cristianos la hace más evangélica.

Si yo fuera transexual no me gustaría nacer en alguna de las familias de Hazte Oír, preferiría hacerlo en cualquiera de las de Chrysallis, familias que son capaces de reaprender, de dejarse cuestionar y de enfrentarse a todo para entender y defender a sus hijos e hijas. Por eso prefiero sus marquesinas, aunque sean rotas por algún intransigente, que el autobús tránsfobo. En ellas veo presente al Dios en el que creo, ellas son reflejo de un amor incondicional que ha sido puesto a prueba, pero que ha salido reforzado.

Carlos Osma

Notas:

1 https://chrysallis.org.es/chrysallis-euskal-herria/

2http://www.elplural.com/comunicacion/2017/02/03/el-yunque-la-sociedad-paramilitar-vinculada-con-hazteoir-cada-vez-menos

Espiritualidad, General, Homofobia/ Transfobia. , , , , , , , ,

“Solo Cristo salva”, por Carlos Osma

Jueves, 9 de marzo de 2017
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solocristoDe su blog Homoprotestantes:

Cuando cristianos y cristianas lgtbi hablamos de salvación, podemos evadirnos de la realidad y empezar a hacer teología ficción, como esa que llena libros infumables de teología, estanterías de seminarios decadentes, o bancos de iglesias respetables que sirven a la “verdadera doctrina”. Y lo podemos hacer porque tenemos tantas ganas de ser como el resto de creyentes, que nos lanzamos en brazos de la imitación. Y es que en realidad, reconozcámoslo, lo que a nosotras nos salva, lo que nos otorga el perdón por nuestra “disidencia” es que no se nos note demasiado el plumero. Y así, con una voz grave, intensa, respetable, (pero sobre todo que repita el mantra de la iglesia de la que queremos formar parte), podemos empezar a explicar que la salvación es universal o solo para unos cuantos escogidos, que es para siempre o puede perderse, que es por la fe o que necesita de alguna obra por parte nuestra…. y bla, bla, bla… Palabrería hueca sin alma, sin experiencia.

Que entremos al trapo de tener que explicar que podemos ser cristianas y lesbianas, evangélicas y transexuales, católicos y gays, bisexuales y protestantes, ya dice mucho de nuestras propias inseguridades y de lo asumida que tenemos la ideología heteronomativa que ha impuesto la idea de que si eres cristiano eres heterosexual. Una ideología que nos quema vivos desde los púlpitos de las iglesias, o que nos ofrece bulas a cambio de pagar el precio de la sumisión, del no cuestionamiento de su poder, un poder que a nosotros se nos revela como demoníaco. Nuestra salvación, pasa por su aceptación, por su respeto, y lo triste es que muchas de nosotras nos lo hemos creído, y ponemos toda nuestra energía en ir amontonando buenas obras a ojos de nuestros tribunales eclesiásticos particulares, sabiendo en el fondo, que más que liberadas, vivimos enjauladas.

En su comentario al libro de Romanos, Lutero dice unas palabras sobre las que todas las personas lgtbi deberíamos reflexionar: “Aquellos presumidos que… por la fe sola pretenden tener entrada, no por Cristo, sino pasando al lado de Cristo, como si después de haber recibido la gracia por la justificación, Cristo ya no fuese necesario para ellos. Y como éstos, hay muchos en nuestros días que hasta intentan convertir las obras de la fe en obras de la ley y de la letra en provecho propio: después de haber recibido la fe por medio del bautismo y el arrepentimiento, pretenden que ahora también ellos mismos han de resultar del agrado de Dios en cuanto a su propia persona, sin Cristo, cuando en verdad es necesario tanto lo uno como lo otro: tener fe, por supuesto, pero también tener al mismo tiempo y para siempre a Cristo como Mediador de esta fe. Y es que quizás, a veces, demasiadas veces, el Mediador de nuestra fe no es Cristo, sino las obras que intentamos realizar para aparecer como buenos cristianos dignos de ser aceptados por nuestra familia, nuestra comunidad, nuestra iglesia.

Para nosotras, personas lgtbi, no habrá liberación, salvación, que no pase por Cristo. Nuestras buenas obras que satisfacen las demandas heteronormativas, son solo obras de la ley, del legalismo. Para nuestra salvación es necesaria la fe, pero no fe en personas e instituciones al servicio de la heteronormatividad, sino en quien predicó el evangelio, fué crucificado y resucitó: Cristo. Cuando nos abandonamos en los brazos de los deseos heteronormativos, nos alejamos de Cristo, nos alejamos de la salvación. Y puede parecer lo contrario, porque es más fácil vivir en paz con un entorno religioso que nos incita a cumplir con lo que se espera de nosotras, que seguir al maestro, seguir a quien puso al ser humano y su felicidad por delante de cualquier institución. Es más fácil someterse, y actuar como si no lo estuviésemos haciendo, como si hubiésemos elegido nuestra humillación por amor a Cristo. Pero no lo hemos hecho por él, lo hemos hecho por cobardía, por falta de fe en Jesucristo, por eso no nos sentimos liberados, por eso no estamos salvadas.

Cuando la Biblia nos habla de tener fe en Cristo, no se refiere a aceptar a Jesús como salvador, como quien tiene un amuleto o simplemente una imagen a la que se aferra por miedo a la vida y a la muerte. Tener fe en Cristo significa seguimiento, solo Cristo salva, nada de lo que nosotros somos o dejamos de ser añade algo a esa salvación. Nuestra homosexualidad, nuestra identidad de género, nuestra bisexualidad… no posibilita o impide la salvación de la que Jesucristo es intermediario. Solo en el seguimiento de Cristo alcanzamos la salvación, en el seguimiento de quien se atrevió a ser diferente al resto, de quien se atrevió a mostrar una identidad diferente a la que se esperaba del Mesías, el que se posicionó del lado de quienes estaban excluidos por parte de los buenos religiosos de su tiempo. Solo cuando estamos dispuestos a caminar sobre las aguas, a perderlo todo por la llamada a la acción de Jesús, es cuando alcanzamos la salvación que Dios desea para nosotras y nosotros. Una salvación que no tiene nada que ver con la represión, sino con la felicidad y con la vida. Porque solo Cristo fue crucificado para que nosotras y nosotros tuviésemos vida. Solo él es nuestro intermediario, solo es a él a quien deberíamos querer agradar.

El seguimiento de Cristo, no es un seguimiento individualista, sino que se realiza junto a otras personas, algunas de las cuales es posible que ni siquiera se definan como cristianas. La tentación de crearse un Cristo a nuestra imagen y semejanza, se desvanece en la convivencia con otras personas que también pretenden seguirle. “Solo Cristo”, no excluye al resto de creyentes, ni al resto de la humanidad, porque Cristo es el lugar de encuentro de quienes trabajan por la justicia y por la vida. Y ésto lo debemos tener muy en cuenta las personas lgtbi, ya que la exclusión que hemos padecido, o que todavía padecemos, puede ser una justificación para el individualismo, para el “Solo Cristo y yo”. Y aunque debemos ponernos a salvo de las ideologías y comunidades cristianas que intentan separarnos de Jesús, que nos exigen obras para satisfacer las demandas heteronormativas, no por eso debemos creer que somos solo nosotros los que seguimos a Cristo correctamente. La comunidad cristina es un arcoíris diverso en el que nosotras no alcanzamos a reflejar todos los colores, pero que sin nuestra presencia tampoco llega a verse completo. Siempre hay personas al lado del Cristo al que seguimos, si no fuese así, estaríamos siguiendo una ilusión, no a Jesús de Nazaret. Solo Cristo nos salva, pero no solo nos salva a nosotros.

Que levantemos nuestra voz, como hace cinco siglos hiciera Lutero y otras y otros reformadores, es imprescindible para seguir reformando la Iglesia. Una Iglesia de la que podemos decir por experiencia que se ha alejado de Cristo y ha vuelto a situar la ley, en nuestro caso la ley que exige el cumplimiento de los preceptos heteronormativos, como mediadora entre los seres humanos y Dios. Pero en el cristianismo el único intermediario es Jesús, un Jesús en el que las personas lgtbi nos sentimos reflejadas, en el que nuestras experiencias son cuestionadas, en el que nuestro amor es bendecido, y en el que nuestra identidad de género es incluida. Un Jesús que se ha acercado para decirnos que le sigamos a él, no a una religiosidad presa por las obras de la ley, y que en su seguimiento, compartido con otros seres humanos, encontraremos la salvación. Pero no una salvación entendida como éxito o reconocimiento individual, si buscamos eso es mejor seguir aferrados a la ley, sino una salvación que busca la justicia, la liberación y la felicidad, tanto individual como colectiva.

Como bien expresó Agustín de Hipona “Quien está lejos de Dios, está lejos de sí, alienado de sí mismo y sólo puede encontrarse si se encuentra con Dios y así.. alcanzar su verdadera identidad”, pero nuestra aproximación a Dios no tiene lugar cuando actuamos como el resto del mundo espera, las buenas obras no nos acercan a Dios. El abismo que nos separa de Dios, que nos separa de nosotros mismos y del resto de seres humanos sólo puede ser salvado por Cristo. Sólo él es el mediador, todo lo demás nos hace perder la vida. Por eso los cristianos lgtbi deberíamos dejar de poner tantas veces los oídos en lo que la homofobia religiosa dice sobre nosotras, y fijar nuestra vista en Jesús, el verdadero dador de vida. Solo Cristo salva.

Carlos Osma

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“¡Cuidado, todo el mundo es gay!”, por Carlos Osma

Jueves, 9 de febrero de 2017
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cure_me__i_m_gayDe su blog Homoprotestantes:

Hace unos días los periódicos ABC y La Razón cedieron sus páginas a un grupo ultracatólico para que publicitara un acto dirigido a todas aquellas lesbianas y gays que quieren dejar “el estilo de vida homosexual”. El acto, que ya se ha realizado, consistió en un seminario online impartido por un psicoterapeuta estadounidense que hace unos años fue expulsado de la Asociación Americana de Terapeutas, pero que sigue lucrándose defendiendo que la homosexualidad es un trastorno producido por traumas infantiles sin resolver que llevan a la persona a un estado de confusión, y afirmando que con una terapia adecuada se puede volver al estado ideal que supone la heterosexualidad.

Al escuchar los planteamientos de los colectivos homófobos que defienden que es posible cambiar de orientación sexual o de identidad de género como quien se cambia de camisa, uno no puede evitar encontrar paralelismos con las propuestas de las posiciones queer más radicales. Y es que si no fuera porque las finalidades son absolutamente opuestas, podríamos caer en el error de pensar que están proponiendo lo mismo. Así que nunca está de más recordar que la homofobia busca construir los cuerpos, las identidades y los deseos jerarquizándolos y divinizando al hombre macho heterosexual, mientras que las posiciones queer persiguen dar agencia y liberar al individuo para que pueda llegar a ser quien desee, sin que ninguna de esas elecciones tenga porque ser definitiva, ni mejor que otra.

No sé si las entidades homófobas que pretenden salvar a los sufrientes homosexuales del autoodio que ellas mismas con sus planteamientos han ayudado a generar, son conscientes de que lo que están diciendo es que la orientación sexual o la identidad de género no es algo que se es, sino una manera de comportarse, y que por tanto puede modificarse. Por esa misma razón, no es que ellos sean hombres o mujeres heterosexuales (si hay alguno o alguna que lo es), sino que se comportan como si lo fueran. El problema, según su punto de vista, reside únicamente en que el comportamiento de las personas transgénero, lesbianas, bisexuales o gays, no se ajusta a unas determinadas expectativas basadas en la arbitrariedad divina. Y ellos y ellas, enviados para mantener el orden que su Dios decidió, deben intentar colaborar para ayudar a las personas que sufren a volver al estado ideal que supone: un Adán masculino que pierde la cabeza por una Eva femenina que enloquece por sus encantos.

De sus razonamientos se concluye por tanto que no es que haya un porcentaje de la población que es LGTBI, sino que todos y todas lo somos potencialmente, ya que estas “prácticas” o “desviaciones” son fruto de unas determinadas experiencias vitales concretas (causas ambientales). Y que al ser la homosexualidad potencialmente universal y contagiosa, pero al mismo tiempo alejada del diseño original, es un peligro para toda la población. Así que, como de la gripe, los Estados, las iglesias y el resto de instituciones deberían proteger a sus miembros (sobre todo a niñas y niños) del peligro que suponen las personas LGTBI y sus ideologías, ya que podrían seducirlos y hacerles caer en actos desordenados. Y maneras de proteger hay muchas, desde la patologización de sus sentimientos o identidades, la discriminación que les impida realizar determinadas funciones como sanidad o educación, negación de derechos, invisibilización, maltrato, privación de libertad, o incluso la muerte. El grado de violencia necesaria para mantener a salvo al grupo dependerá de la amenaza que suponga la diversidad, y la capacidad que se tenga para imponer una u otra solución. Si vives en Madrid y existen unas leyes contra la homofobia, podrás dar una charla online cuidando el lenguaje y la puesta en escena para hacer creer que se intenta ayudar a una persona cuando en realidad se pretende hacer crecer su autodesprecio de manera exponencial. Si vives en Mosul puedes pasar de tantas tonterías y lanzarla al vacío desde una torre de cincuenta metros de altura.

La inseguridad y la homofobia siempre van irremediablemente unidas, no existen personas seguras de su propia orientación sexual y/o de género que se sientan amenazadas por la del resto. Si alguien vive como un problema, o concibe como una enfermedad, que otra persona se comporte de acuerdo con como se siente, es porque hay algún tipo de represión consciente o inconsciente. Cuando un señor respetable se siente incómodo ante dos hombres en actitud cariñosa, o molesto al ver a otro con un comportamiento que considera femenino, es porque tiene miedo de algo. Si una comunidad cristiana expulsa a una mujer por haberse enamorado de otra, es porque está convencida de que es necesaria una acción ejemplarizante que persuada al resto de hacer lo mismo. Donde con más ahínco se defienden de lo que denominan “lobby gay” o “ideología de género”, más se esconden e invisibilizan los deseos e identidades que les desmienten sus discursos de odio. La homofobia de una sociedad o de una iglesia es directamente proporcional al número de personas que sufren dentro de ella, e inversamente proporcional a la libertad que son capaces de generar.

Predicar el odio a la diversidad, inyectarlo en el alma de las personas incluso antes de que puedan reconocerse como diferentes, es un acto terriblemente cruel. Pero presentarse después como liberadores de dicho odio, incitando a las personas que son incapaces de aceptarse a transformarse en el ser humano que ellos consideran que debería haber sido, es completamente demoníaco. La diversidad es el sello de la creación divina, y ante ella la homofobia reacciona con actos que pretenden hacerla desaparecer por todos los medios. Empujar al sufrimiento a otros seres humanos porque uno se niegue a aceptar la riqueza y la variedad de la experiencia humana (también la propia) es una muestra de inseguridad, de miedo, de mediocrida, pero sobre todo de inhumanidad. Y por eso nuestra sociedad y nuestras iglesias, si quieren ser de verdad humanas, deberían denunciar y condenar estas actitudes.

Carlos Osma

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“No es la homofobia sino el literalismo bíblico”, por Carlos Osma

Viernes, 27 de enero de 2017
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literalismohomofobiaDe su blog Homoprotestantes:

Después de haber hablado con muchas personas LGTBI que procedían de iglesias evangélicas, me he dado cuenta de que ninguna de ellas tenía interés por conocer los argumentos con los que rebatir la homofobia que padecían dentro sus familias o comunidades. Nunca nadie me ha preguntado: ¿Qué puedo decirles para que se den cuenta de que la homofobia es un pecado? Puede parecer sorprendente, pero aunque mayoritariamente hemos arrastrado sentimientos de culpabilidad, la verdad es que nunca he conocido a un evangélico LGTBI, por muy conservador o fundamentalista que fuese el entorno del que procedía, que no tuviese claro que era objeto de un odio y discriminación que Jesús hubiese rechazado.

Sin embargo, también es cierto que por muy variadas que hayan sido las conversaciones, siempre ha habido un momento en el que ha hecho acto de presencia la pregunta sobre la manera en la que se pueden justificar los cuatro o cinco versículos que tradicionalmente la homofobia evangelical ha utilizado para hacer divino su odio. Siempre, y digo siempre, tarde o temprano alguien lanza al aire alguna pregunta similar a éstas: ¿Qué quieren decir en realidad esos versículos? ¿Qué otros versículos podemos citar para que sepan que no es pecado lo que sentimos? Es evidente pues, que la marca con la que la bestia ha querido sellar nuestros deseos, tiene en principio más que ver con el literalismo bíblico que con la homofobia.

Si bien es cierto que en principio fue la homofobia y que más tarde el literalismo vino por añadidura, al menos si nos lo planteamos en un plano temporal, no creo que hoy en día la homofobia sea la razón principal por la que las iglesias evangélicas muestran una reacción tan alérgica y tan poco evangélica con las personas LGTBI. En realidad creo que sólo es una muleta a la que se agarra con fuerza el literalismo para seguir dando pasos hacia delante. Lo que nos abrasa a las personas LGTBI evangélicas es sin lugar a dudas el fuego de la homotransfobia, pero ese fuego está ahí porque el literalismo bíblico es un combustible altamente inflamable.

No estoy diciendo que la Biblia no refleje lo que nosotros hoy en día identificamos como homofobia. Respeto mucho el trabajo de las personas que intentan hacernos ver que la Biblia está libre de ella, y aunque en muchos casos nos han ayudado a descubrir que algunos de los textos a los que se aferra el literalismo para atacarnos en realidad no tienen ningún contenido homófobo, soy de los que piensa que la Biblia fue escrita por seres humanos que dejaron en ella la huella de su manera de ver a Dios, el mundo y el ser humano. Y sin lugar a dudas la homofobia es una de esas huellas. Aún así también creo que la Biblia muestra principios y valores que hacen incompatible la homofobia con el seguimiento de Jesús. Sin ir más lejos el mandamiento evangélico de amar al prójimo como a uno mismo, invalidaría directamente cualquier acción que promoviese la discriminación y la exclusión de una persona por su manera de ser, sentir, o por su manera de amar. Y sin embargo, las iglesias evangélicas son uno de los actores principales que se oponen a nuestros derechos. ¿Por qué?

Si tenemos en cuenta que hoy en día las comunidades cristianas más homófobas son también las fundamentalistas y literalistas, es fácil deducir lo que ya antes he indicado: que la homofobia es sólo un arma en manos del verdadero culpable, que es el literalismo. Los fundamentalistas cristianos tienen pánico a un mundo que sea más complicado del que se han construido a base de leer al pie de la letra los textos bíblicos. No les importa que ni siquiera Jesús lo hiciese, que su maestro les enseñase que la Biblia ha de interpretarse a partir del ser humano y no de la letra. Y que el temor a la realidad no se vence con legalismo, maldiciones y fuego eterno, sino que se acompaña y transforma con amor. No les importa el daño que puedan producir a las personas LGTBI, tampoco a otros colectivos a los que estigmatizan, lo importante es que puedan sentirse seguros con las respuestas que encuentran en una lectura literal y superficial de la Biblia. Por eso es evidente que esta ideología tan simplista como cruel no tiene nada que ver con el evangelio, porque se basa en anestesiar el miedo y manipular la realidad y no en liberar a los seres humanos de la opresión.

Cada vez veo más inútiles los debates sobre la inclusividad dentro de las comunidades cristianas, y pienso que más bien se debería empezar por denunciar el literalismo como una ideología que amenaza al cristianismo y ante el que la mayoría de comunidades evangélicas de nuestro país se han rendido. Los fundamentalistas literalistas no siguen el evangelio de Jesús, eso lo sabemos bien quienes hemos padecido su odio. Pero no es sólo misión nuestra denunciarlo, lo es de todas aquellas personas cristianas que son conscientes de los daños que esta ideología produce. El centro del problema no son las demandas de justicia de las personas LGTBI, sino el literalismo que genera odio y discriminación alrededor de todas las personas cristianas que lo han divinizado. Creer que se puede leer al pie de la letra unos textos escritos hace miles de años y trasladarlos acríticamente a la realidad que nos rodea, independientemente de la violencia y de las víctimas que produzcan, es un ataque a la Palabra de Dios, una utilización demoníaca de la Biblia; y quienes como evangélicos decimos que ha sido inspirada por un Dios de amor, no podemos permanecer callados ante quienes con ella predican a un Dios cruel que excluye y margina.

Carlos Osma

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“Ante 2017. Un año por estrenar”, por Enrique Martínez Lozano

Sábado, 7 de enero de 2017
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y9cdorkab-qqervnygockkwbhhidkgyh2emlda0n7xryqunest2a7qzs5twe_rmu1iovt0h4svdqa4na7mawh5qsbwurqf7okekzhtslng3xvuwt-aVivir en la sabiduría de la no-dualidad

En contra de lo que nos dice nuestra mente –y el sentido común-, hoy ya sabemos que el tiempo no es la “línea” estable sobre la que discurre la existencia, sino una dimensión más –junto con el espacio, del que es inseparable- del mundo de lo manifiesto. Este es el nivel aparente, el mundo de las formas y del movimiento.

Por “debajo” de él, o mejor, en su “núcleo”, late lo realmente real, aquello que constituye la identidad última de todo lo que es y somos. Y Eso es quietud.

Pero movimiento y quietud no son realidades opuestas o contrarias, sino las dos caras en que se manifiesta lo Real. Como enseña el Tao te King, “el Ser nace en el No-Ser”; o “el Tao es un vacío insondable y está en movimiento incesante que jamás se agota”. La quietud aparece como movimiento, el vacío como forma, la nada como objetos… Y nosotros mismos podemos experimentar la no-contradicción: al silenciar la mente, experimentamos, a la vez, la quietud que somos y el incesante movimiento que se da en nuestro cuerpo.

A esa unidad en la diferencia la llamamos no-dualidad. Y en eso consiste la sabiduría: en vivir la realidad de las formas (el movimiento) desde lo realmente real (la quietud), vivir “lo que tenemos” desde “lo que somos”, vivir el tiempo (en el tiempo) desde la atemporalidad (presencia).

Lo cual requiere conocer quiénes somos y permanecer en conexión con ello. Somos quietud en medio de las formas. Y cuanto más nos atrevemos a vivirlo, más descubrimos su verdad.

Ánclate en la quietud que eres. Cuando aparezca cualquier tipo de inquietud, reconoce que es solo un movimiento en la superficie que no afecta a tu identidad. Como dice Pema Chödrön, “tú eres el cielo, todo lo demás es el clima”. El cielo no se ve afectado por las nubes que aparecen en él. Si la inquietud nos posee y nos arrastra, se debe solo a la ignorancia acerca de quienes somos.

La comprensión de nuestra identidad conduce a la aceptación, y en la aceptación encontramos la paz. Aceptar significa alinearse con lo real y fluir con la corriente de la vida.

Aceptar, por tanto, es lo opuesto a resistir –la resistencia es el arma que tiene el ego para autoafirmarse, aun a costa de generar sufrimiento inútil-, pero es también lo opuesto a resignarse o claudicar.

Alineados con lo real, de nosotros brotará la acción adecuada en cada caso. Visto desde la mente, podría decirse que nos responsabilizamos del mundo de las formas. En realidad, aceptación y responsabilidad vienen unidas en el mismo movimiento en el que nos introduce la sabiduría de la vida. Porque, tanto al aceptar como al responsabilizarte, lo haces en la consciencia de ser uno con ella.

Y precisamente por eso –por saber que eres uno con la vida-, te acompaña siempre la confianza. Porque tu acción no busca un resultado determinado. Porque, en último término, no eres tú el hacedor, sino solo el cauce por el que la propia vida fluye. Es lo que expresaba admirablemente, en un lenguaje teísta, Ignacio de Loyola, en la conocida “paradoja ignaciana”: “Actúa como si todo dependiera de ti, confía como si todo dependiera de Dios”. Es admirable precisamente porque se asienta, consciente o inconscientemente, en la sabiduría de la no-dualidad.

Sabiduría que podría formularse de este modo: “Vive como si todo dependiera de ti; y confía como si nada dependiera de ti”. Responsabilidad y confianza, compromiso decidido y desapropiación completa: es el camino de la gratuidad, que nace de la comprensión. Tal paradoja, que para la mente suena a contradicción irresoluble, contiene la más exquisita sabiduría vital. Pero solo puede ser vivida plenamente en la medida en que salimos de la ignorancia que nos hacía reducirnos al “yo” y permanecemos en conexión con nuestra verdadera identidad. La misma comprensión-vivencia de que somos Vida hará todo lo demás.

Enrique Martínez Lozano

Fuente Fe Adulta

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Ya es 2017… Diálogo

Martes, 3 de enero de 2017
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new-year-2017-wishesIñigo García Blanco, Hermano Marista,
Madrid.

ECLESALIA, 02/01/17.- El futuro no es un lugar al que nos dirigimos, sino algo que creamos; los caminos hacia él no se encuentran, sino que se construyen, y la construcción de esos caminos cambia tanto al constructor como al destino. Margaret Silf

De nuevo nos encontramos abriendo un año nuevo que ha sido esperado, y como cada celebración anticipándonos a lo que puede ser, a lo que deseamos sea, tal vez a la novedad no encontrada o a la necesaria complementariedad del camino que venimos realizando; sea lo que fuere, estrenamos y (re)comenzamos un nuevo tiempo.

Unos quieren hacer una gran salida del año, otros una gran entrada al mismo, pero ciertamente basta con vivir, ése sí que es un gran paso… tiempo para (con)vivir… la vida que se da y se cierne en los parámetros que cada contexto describe. Y así podemos reconocer desigualdades arrítmicas en los desenlaces de estos relatos. Nuevamente, tenemos la oportunidad y el desafío de entablar conversaciones que nos transformen, que no nos dejen indiferentes y que nos acerquen en nuestras desigualadas realidades porque ¡todo está interconectado, todo está (re)ligado!

En este año proyectamos posibilidades, propuestas, proyectos, sueños, compromisos, decisiones, incertidumbres, aniversarios, encuentros… por acontecer. ¿Qué será…? ¡No adelantemos el camino, recorrámoslo día a día, sin atajos y con la sorpresa que nos depara el amanecer o el merecido ocaso del atardecer! ¡En diálogo, en camino!

Sería interesante poder contestarse de qué hablamos cuando coincidimos (porque no siempre nos encontramos), qué conocemos realmente los unos de los otros, qué es lo que llevamos / dejamos en ‘la mesa del encuentro’, con quiénes nos dejamos ver y con quiénes hacemos camino, etc. Somos seres relacionales y conversantes, nuestras relaciones nos definen y nuestros diálogos (silencios) hablan de nosotros. ¡Tanto por (des)aprender y tanto por (des)velar!

También para mí, ESTE AÑO NUEVO, tiene un significado especial. Tal vez siempre lo tiene y uno no siempre lo hace consciente ni presente. Es un año de aniversarios, por tanto, de vida, de relatos, de encuentros compartidos. No es por sumar años, sino por lo que me (nos) dicen estos años recorridos.

Desde 1817 venimos ‘los maristas’ viendo el mundo a través de los ojos de ‘los más pequeños’ a lo largo de 82 países, con diversidad de presencias como educadores animando sueños educativos para crecer y transformar la realidad local. ¡Doscientos años de vida y relatos, de rostros y sueños!

Hoy también aquel 2 de enero del despertar marista resuena en nuestro 2 de enero para más de 660.000 niños y jóvenes. Cada lugar recoge bellas historias y los relatos de nombres propios que se suman a este sueño permanente de crecer, promover, acompañar, crear un mundo de posibilidades. Este año la tierra sagrada de la Amazonia me acoge y me sustenta, en la realidad viva de la triple frontera de Brasil – Colombia – Perú, compartiendo vida y fe.

Yo celebraré en este año mis bodas de plata maristas (25 años consagrados en la fragilidad y en la confianza), ¡cuánto agradecimiento, cuánta vida respirada y alentada! Hoy mi sí sigue ‘al flaco’, al Jesús de los caminos y de los encuentros que socialmente estaban bajo sospecha, con corazón de hermano pequeño, al estilo marista. Dos son los ejes que reconozco actualmente en mi vida: la defensa de los DERECHOS (de la infancia, de la humanidad, de la Tierra, de la Vida) y una vida en COMUNIÓN (reconociendo la diversidad, celebrando la plenitud de las vocaciones y los proyectos de vida, creyendo en los encuentros, reconociendo las culturas y sus diferentes expresiones de vida).

Como maristas, seguimos comprometiéndonos a educar desde la presencia, desde la sencillez, con corazón de ‘hermano’. Hoy también late este corazón marista. Esta historia que tantas y tantos de nosotros podríamos ir narrando habla de disponibilidad (global, decimos últimamente), de educación (con gran riqueza y creatividad de itinerarios para aprender a vivir y a ser ciudadanos comprometidos), de presencia significativa (llena de tiempos generosos y cercanos), de sencillez (tal cual somos, sin apariencias artificiales), de fraternidad, de referencia mariana (como la gran inspiradora, mujer de su tiempo, hermana en la fe, madre incondicional), de comunión (en torno a la mesa de la vida, del pan y la palabra), de un especial cariño por la infancia y la juventud (con ellos aprendemos a mirar el mundo de una forma latente y con ellos nos comprometemos en la defensa y promoción de sus derechos), de fe (en la vida, en las personas, en los Derechos que compartimos y nos dignifican, en el Dios-Encuentro, en la comunidad que se congrega – comparte – celebra), de transformación (social, personal, comunitaria…) ¡en diálogo y en movimiento!

Cíclicamente volvemos a las fuentes, recordamos nuestros orígenes, bebemos en ellas, dialogamos en ellas.

Cíclicamente sentimos el impulso a reemprender el camino, a (re)comenzar de nuevo, a ser (co)creadores del tiempo y de los encuentros, de un futuro común.

Cíclicamente celebramos los caminos recorridos (no siempre planificados, sino que sencillamente irrumpen)… y unas veces bordeamos los límites, otras las periferias geográficas y existenciales son las que (nos) hablan y dictan el paso.

Cíclicamente reconsideramos el camino y el testimonio ofrecido (no por la autorreferencialidad sino por preguntarnos con honestidad sobre el tino y desacierto del momento).

Cíclicamente nos sentimos seguros y reconocidos, mas siempre hay regiones y aconteceres que piden prestar atención y una necesaria nueva respuesta.

Cíclicamente renovamos los compromisos y reforzamos la red de encuentros, gestos, sueños, intenciones y sinergias (cada vez más universales, interculturales, … más INTER-).

Pero siempre con el deseo de ser alentados por el Espíritu de Vida, al encuentro de los más pequeños, mirando a través de sus ojos, proponiendo alternativas y denunciando los clamores de la infancia, siendo expresión de fraternidad (ensayando la sororidad), … ¡en camino!

Doscientos años de relatos que posibilitan nuevos relatos en nuevas tierras y presencias. Precisamos mantener conversaciones vivas que nos transformen, que nos muevan hacia la tierra del encuentro.

¿Qué será … este año? ¿Qué sentimientos se despiertan? Dedicado a cuantos anhelamos una vida plena y en autenticidad (anota tus sentimientos, detente en el que más te resuena ahora o escribe el que surge al hacer silencio).

Siento que vivo en un continuo nacer y desnacer, proyecto y ejercicio de cada día.

Siento la tentación de abandonar, pero el corazón sabe que late al caminar.

Siento las ausencias de seres queridos, seguro que tú también (recuerdo agradecido y sorprendido).

Siento la doliente enfermedad que merma nuestros cuerpos, pero también nuestros ánimos; la salud se torna frágil regalo por cuidar.

Siento el cansancio de un ritmo ajetreado, será cuestión de revisar objetivos y tareas, de asegurar válvulas de escape (que las toxinas se liberen).

Siento que debo salir de mi zona de confort y encaminarme a la zona de aprendizaje, a la zona mágica donde lo maravilloso está por suceder (es algo más que una invitación o un deseo).

Siento que no he sabido decir cosas por las prisas, por los tonos, por desconocimiento… otras las he dicho precipitadamente, desmedidas y por despecho… debo palabrear menos y estar más. ¡Tanto por (des)aprender!

Siento los sueños que me han despertado y las pesadillas que me desquitan los ánimos.

Siento la celebración de vida de parejas a las que aprecio y comparto su sí.

Siento la alegría de los niños que crecen, corretean y contagian a su alrededor dosis de vida. ¡(Re)aprender a mirar desde su mirada!

Siento la complicidad y corresponsabilidad de educadores en la propuesta de itinerarios y proyectos de aprendizaje.

Siento la fuerza transformadora de los gestos y pequeños sies de corazones voluntarios por desvelar otro mundo, más humano y fraterno.

Siento el grito ahogado y anónimo de nuestros vecinos migrantes, de los pequeños de la tierra, de los ninguneados, de los vulnerados impunemente.

Siento la amistad con los más pobres, próxima y hermanada. No es una opción, es un encuentro directo.

Siento el pan que preside las comidas y los momentos más importantes.

Siento los brindis que alzamos por los encuentros, por los motivos contagiados.

Siento el grito de la Tierra, Casa Común de Todos, que quiere sacudirse las pulgas molestas y cada día es más devastada.

Siento la historia marista que ha marcado la diferencia con sencillez y fraternidad, compromiso con las periferias y los relatos de tantos niños y jóvenes.

Te deseo un año de plenitud, de sueños, de encuentros, de desafíos, de sendas. ¡Es tiempo para vivir…! (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia)

«Algo nuevo está brotando ¿no lo notáis?» (Is 43, 19).

Agradecido, com coração de mãe,

Iñigo García (IO)

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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Cristianos Gays os desea un Feliz Año Nuevo 2017

Domingo, 1 de enero de 2017
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Mafalda4

“Cuidado hemos de tener, no sea que por confiados
en los auxilios humanos, perdamos algo de
la confianza que debemos tener en Dios.

(San Fco. Javier)

Al comenzar el 2017 queremos felicitaros este año nuevo con la alegría propia de los hijos de Dios.

Tenemos 365 días por delante para llevar a cabo esos propósitos nacidos a la luz de Navidad y que, con el impulso del Espíritu, nos ayudara a madurar en nuestra vida cristiana.

Estamos llamados a llevar la alegría del Evangelio a tantos y tantos hermanos y hermanas nuestros que sienten la soledad espiritual y física de estar escuchando constantemente que la forma de amar que Dios hizo nacer en nuestro corazón, por pura gracia, es pecado abominable. Debemos llevar la alegría de quien se sabe querido por Dios, se sabe hijo de Dios, a todos nuestros rincones cotidianos. No seamos nunca hombres y mujeres tristes: un cristiano jamás puede serlo. Nunca nos dejemos vencer por el desanimo. Nuestra alegría no es algo que nace de tener tantas cosas, sino de haber encontrado a una persona, Jesús; que está entre nosotros; nace del saber que, con Él, nunca estamos solos, incluso en los momentos difíciles, aun cuando el camino de la vida tropieza con problemas y obstáculos que parecen insuperables, ¡y hay tantos!… Sigamos a Jesús en este año nuevo. Nosotros acompañamos, seguimos a Jesús, pero sobre todo sabemos que Él nos acompaña y nos carga sobre sus hombros: en esto reside nuestra alegría, la esperanza que hemos de llevar a todos en este mundo nuestro. Y, por favor, no os dejéis robar la esperanza. Esa que nos da Jesús.

Ojala los pastores de todas las confesiones, de todas, sean capaces de transmitir esa esperanza y alegría propia de Dios, solo de Dios.

Desde Cristianos Gays os deseamos a todos un feliz año nuevo 2015 lleno de momentos preciosos e íntimos con el Señor.

***

Feliz Año Nuevo, Urte berri on, Bon any nou, Feliz aninovo, Bon añu nuevu, Bon annada

feliz_año_nuevo

***

Felix sit annus novus

Y en casi todos los idiomas del Mundo: Leer más…

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2017, bajo el signo de la confianza

Domingo, 1 de enero de 2017
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Señor, tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.

No ha llegado la palabra a mi lengua,
y ya, Señor, te la sabes toda.
Me estrechas detrás y delante,
me cubres con tu palma.
Tanto saber me sobrepasa,
es sublime, y no lo abarco.

¿Adónde iré lejos de tu aliento,
adónde escaparé de tu mirada?
Si escalo el cielo, allí estás tú;
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro;

si vuelo hasta el margen de la aurora,
si emigro hasta el confín del mar,
allí me alcanzará tu izquierda,
me agarrará tu derecha.

Si digo: «Que al menos la tiniebla me encubra,
que la luz se haga noche en torno a mí»,
ni la tiniebla es oscura para ti,
la noche es clara como el día.

* * *

Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias,
porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras;
conocías hasta el fondo de mi alma,
no desconocías mis huesos.

Cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra,
tus ojos veían mis acciones,
se escribían todas en tu libro;
calculados estaban mis días
antes que llegase el primero.

¡Qué incomparables encuentro tus designios,
Dios mío, qué inmenso es su conjunto!
Si me pongo a contarlos, son más que arena;
si los doy por terminados, aún me quedas tú.

Señor, sondéame y conoce mi corazón,
ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
mira si mi camino se desvía,
y guíame por el camino eterno.

*

Salmo 139 (138)

***

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