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Palabra clave: ‘ Sínodo sobre la Familia’

¿Pero qué jóvenes? Una ocasión más perdida: El Documento Final del Sínodo de los jóvenes ni reconoce la igualdad de la mujer ni la diversidad familiar ni mucho menos la orientación seual ni la identidad de género…

Lunes, 29 de octubre de 2018
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respetolgbt_560x280“Que no, hermanas, no; obras quiere el Señor…”

(Teresa de Jesús Moradas V, 3-11)

Si alguien esperaba algo nuevo acerca de las personas LGTBI y la igualdad de la mujer… que espere sentado. Seguir hablando hoy de “inclinaciones sexuales” para referirse a las personas LGTBI y obviar la “orientación sexual” y la “identidad de género” (p. 150) es no entender nada… Poco y además con renuencias:

“Es reductivo definir la identidad de las personas a partir de su orientación sexual”

El Sínodo aprueba “avanzar hacia una Iglesia participativa y corresponsable” en la que no sólo voten los obispos

El documento final proclama el “cambio inevitable” para un mayor papel de mujeres y laicos en la Iglesia

(Jesús Bastante/VN).- Ha sido un documento propio de un Sínodo, que ha buscado el consenso, y que lo ha encontrado. Todos los puntos han superado, con mucho, los dos tercios exigidos, y el documento final se ha aprobado con 191 votos a favor y 43 en contra. Sí llama la atención que de 268 padres sinodales, una veintena no han votado.

Los puntos más polémicos, y que han contado con más votos en contra, han sido los referidos a la sinodalidad, los abusos sexuales, el papel de la mujer y, especialmente, el punto 150, referido a los homosexuales, donde 65 padres sinodales han votado en contra, por 178 a favor. En el mismo, se subraya cómo “hay preguntas sobre el cuerpo, la afectividad y la sexualidad que requieren una elaboración antropológica, teológica y pastoral más profunda”, entre los que se destacan los relacionados con “la diferencia y la armonía entre la identidad masculina y femenina y las inclinaciones sexuales”.

En este sentido, “el Sínodo reafirma que Dios ama a cada persona y también lo hace la Iglesia, renovando su compromiso contra toda discriminación y violencia sobre una base sexual”. Al tiempo, considera que “es reductivo definir la identidad de las personas a partir de su orientación sexual”.

En muchas comunidades cristianas ya hay caminos de acompañamiento en la fe de las personas homosexuales: el Sínodo recomienda alentar estos caminos”, señala el documento, que pide ayudar a estas personas “a leer su propia historia; adherirse libre y responsablemente al llamado bautismal; reconocer el deseo de pertenecer y contribuir a la vida de la comunidad; a discernir las mejores formas para que esto suceda”. Así “ayudamos a que ningún joven sea excluido, a integrar cada vez más la dimensión sexual en su personalidad, creciendo en la calidad de las relaciones y caminando hacia el don de sí mismo”.

Respecto al papel de la mujer, el documento final admite el deseo de “un mayor reconocimiento y valorización de las mujeres en la sociedad y en la Iglesia”, y subraya que muchas mujeres desempeñan un papel insustituible en las comunidades cristianas”, aunque “en muchos lugares es difícil darles espacio en los procesos de toma de decisiones, incluso cuando no requieren responsabilidades ministeriales específicas”.

“La ausencia de la voz y la mirada femeninas empobrecen el debate de la Iglesia y el camino, restando al discernimiento una contribución preciosa”, por lo que el Sínodo “recomienda que todos sean más conscientes de la urgencia de un cambio inevitable, también a partir de una reflexión antropológica y teológica sobre la reciprocidad entre hombres y mujeres”.

Sobre los abusos sexuales, el documento apunta que “es un fenómeno muy extendido en la sociedad, que también afecta a la Iglesia y representa un serio obstáculo para su misión”. De este modo, “el Sínodo reafirma su firme compromiso con la adopción de medidas preventivas rigurosas que impidan su repetición, a partir de la selección y capacitación de quienes se encargarán de las responsabilidades y tareas educativas”.

“Hay diferentes tipos de abuso: poder, económico, conciencia, sexual”, y “la tarea de erradicar las formas de ejercicio de la autoridad en la que se injertan y de contrarrestar la falta de responsabilidad y transparencia con la que se han manejado muchos casos es evidente. En cuanto a las razones, el documento apunta al clericalismo, que “surge de una visión de vocación elitista y excluyente, que interpreta el ministerio recibido como un poder para ejercer en lugar de un servicio libre y generoso para ofrecer; y esto nos lleva a creer que pertenecemos a un grupo que tiene todas las respuestas y ya no necesita escuchar y aprender nada, o finge escuchar

Sobre la sinodalidad, el documento invita a “a las Conferencias Episcopales y a las Iglesias particulares a continuar este camino, participando en procesos de discernimiento comunitario que también incluyen a aquellos que no son obispos en las deliberaciones. En este punto, el Sínodo quiere abrirse a “los jóvenes marginados y a aquellos que tienen poco o ningún contacto con las comunidades eclesiales”. “Esperamos que estos caminos involucren a familias, institutos religiosos, asociaciones, movimientos y a los propios jóvenes, para que se propague la “llama” de lo que hemos experimentado en los últimos días”.

De este modo, el texto final llama a “despertar” la sinodalidad, que es una “dimensión constitutiva de la Iglesia”. Por ello, “la Iglesia está llamada a asumir un rostro relacional que se centra en escuchar, dar la bienvenida, el diálogo, el discernimiento común en un proceso que transforma las vidas de quienes participan en ella”, para construir “una Iglesia de escucha, en la conciencia de que escuchar es más que sentir”.

Es una escucha mutua en la que todos tenemos algo que aprender. Gente fiel, Colegio Episcopal, Obispo de Roma: uno escucha a los demás; y todos escuchando al Espíritu Santo”, proclama el Sínodo, que pide avanzar hacia una Iglesia participativa y corresponsable capaz de aumentar la riqueza de la variedad de la que está compuesta, recibiendo con gratitud la contribución de fieles laicos, incluidos jóvenes y mujeres, la de la vida consagrada de mujeres y hombres, y la de colectivos, asociaciones y movimientos. Nadie debe ser puesto o puesto a un lado”.

“Esta es la manera de evitar el clericalismo, que excluye a muchos de los procesos de toma de decisiones, y la clericalización de los laicos, que los encierra en lugar de lanzarlos hacia el compromiso misionero en el mundo”, constata el documento. “El Sínodo pide que se haga efectiva y ordinaria la participación activa de los jóvenes en los lugares de corresponsabilidad de las Iglesias particulares, así como en los organismos de las Conferencias Episcopales y de la Iglesia universal”, añade el texto, que pide “el establecimiento de un cuerpo representativo de la juventud a nivel internacional”.

A continuación, el resumen ofrecido por Vatican News

Es el episodio de los discípulos de Emaús, narrado por el evangelista Lucas, el hilo conductor del Documento Final del Sínodo de los Jóvenes. Leído en el Aula en voces alternas por el Relator General, Card. Sérgio da Rocha, los Secretarios Especiales, Padre Giacomo Costa y Don Rossano Sala, junto con Mons. Bruno Forte, miembro de la Comisión para la Redacción del texto, el Documento es complementario al Instrumentum laboris del Sínodo, del que retoma la división en tres partes. Acogido con aplausos, el texto -dijo el Cardenal da Rocha- es “el resultado de un verdadero trabajo de equipo” de los Padres sinodales, junto con los demás participantes en el Sínodo y “en modo particular con los jóvenes”. El Documento contiene, pues, los 364 modos, es decir, las enmiendas, que se han presentado. “La mayoría de ellos -añadió el Relator General- fueron precisos y constructivos”.

“Caminaba con ellos”

En primer lugar, pues, el Documento final del Sínodo examina el contexto en el que viven los jóvenes, destacando sus puntos de fuerza y sus desafíos. Todo comienza con una escucha empática que, con humildad, paciencia y disponibilidad, permita dialogar verdaderamente con la juventud, evitando “respuestas pre confeccionadas y recetas ya preparadas”. Los jóvenes, intactos, quieren ser “escuchados, reconocidos, acompañados” y desean que su voz sea “considerada interesante y útil en el campo social y eclesial”. La Iglesia no siempre ha tenido esta actitud, reconoce el Sínodo: a menudo los sacerdotes y los obispos, sobrecargados por muchos compromisos, tienen dificultad para encontrar tiempo para el servicio de la escucha. De ahí la necesidad de preparar adecuadamente a los laicos, hombres y mujeres, que sean capaces de acompañar a las jóvenes generaciones. Además, ante fenómenos como la globalización y la secularización, los chicos se encaminan hacia un redescubrimiento de Dios y de la espiritualidad, y esto debe ser un estímulo para que la Iglesia recupere la importancia del dinamismo de la fe.

La escuela y la parroquia

Otra respuesta de la Iglesia a las interpelaciones de los jóvenes proviene del sector educativo: las escuelas, universidades, colegios, oratorios, permiten una formación integral de los chicos, ofreciendo al mismo tiempo un testimonio evangélico de promoción humana. En un mundo donde todo está conectado – familia, trabajo, tecnología, defensa del embrión y del migrante – los obispos definen como irremplazable el papel que desarrollan las escuelas y universidades, en donde los jóvenes transcurren mucho tiempo. En particular, las instituciones educativas católicas están llamadas a afrontar la relación entre la fe y las exigencias del mundo contemporáneo, las diferentes perspectivas antropológicas, los desafíos científicos y técnicos, los cambios en las costumbres sociales y el compromiso por la justicia. La parroquia también tiene su papel: “Iglesia en el territorio”, necesita volver a pensar su vocación misionera, porque a menudo es poco significativa y poco dinámica, especialmente en el ámbito de la catequesis.

Los migrantes, paradigma de nuestro tiempo

El Documento sinodal se detiene luego en el tema de los migrantes, “el paradigma de nuestro tiempo” como fenómeno estructural y no como emergencia transitoria. Muchos migrantes son jóvenes o menores no acompañados que huyen de la guerra, violencias, persecuciones políticas o religiosas, desastres naturales, pobreza, y terminan siendo víctimas del tráfico, de las drogas, abusos psicológicos y físicos. La preocupación de la Iglesia es sobre todo por ellos -dice el Sínodo- en la perspectiva de una auténtica promoción humana que pase a través de la acogida de los refugiados y prófugos, y sea punto de referencia para los muchos jóvenes separados de sus familias de origen. Pero no sólo: los migrantes -recuerda el Documento- son también una oportunidad de enriquecimiento para las comunidades y sociedades a las que llegan y que pueden ser revitalizadas por ellos. Resuenan pues, los verbos sinodales “acoger, proteger, promover, integrar”, indicados por el Papa Francisco para una cultura que supere la desconfianza y los miedos. Los obispos piden también un compromiso mayor en el garantizar a quien no querría migrar, el derecho efectivo de permanecer en su propio país. La atención del Sínodo se dirige también a las Iglesias que son amenazadas, en su existencia, por las migraciones forzadas y las persecuciones sufridas por los fieles.

Compromiso firme contra todo tipo de abuso. Luz en la verdad y pedido de perdón

Luego hay una amplia reflexión sobre los “diferentes tipos de abusos” (de poder, económicos, de conciencia, sexuales) cometidos por algunos obispos, sacerdotes, religiosos y laicos: en las víctimas -se lee en el texto- causan un sufrimiento que “puede durar toda la vida y que ningún arrepentimiento puede remediar”. De ahí el llamamiento del Sínodo a “un firme compromiso a la adopción de rigurosas medidas de prevención que eviten su repetición, a comenzar de la selección y la formación de aquellos a quienes se les confiarán tareas de responsabilidad y educación”. Por lo tanto, será necesario erradicar aquellas formas -como la corrupción o el clericalismo- en las que se injertan estos tipos de abusos, contrarrestando también la falta de responsabilidad y transparencia con la que se han gestionado muchos casos. Al mismo tiempo, el Sínodo expresa su gratitud a todos aquellos que “tienen el valor de denunciar inmediatamente el mal”, porque ayudan a la Iglesia “a tomar conciencia de lo que ha ocurrido y de la necesidad de reaccionar con decisión”. “La misericordia, de hecho, exige justicia”. No deben olvidarse, sin embargo, los numerosos laicos, sacerdotes, consagrados y obispos que se dedican cada día, con honestidad, al servicio de los jóvenes, quienes pueden ofrecer realmente “una ayuda preciosa” para una “reforma de envergadura histórica” en este ámbito.

La familia “Iglesia doméstica”

Otros temas presentes en el Documento tienen que ver con la familia, principal punto de referencia para los jóvenes, primera comunidad de fe, “Iglesia doméstica”: el Sínodo recuerda, en particular, el papel de los abuelos en la educación religiosa y en la transmisión de la fe, y advierte sobre el debilitamiento de la figura paterna y de los adultos que asumen estilos de vida “juveniles”. Además de la familia, para los jóvenes cuenta mucho la amistad con sus coetáneos porque les permite compartir su fe y ayudarse mutuamente en su testimonio.

Promoción de la justicia “contra la cultura del descarte”

El Sínodo se detiene seguidamente, en algunas formas de vulnerabilidad de los jóvenes en diversos ámbitos: en el trabajo, donde la desocupación juvenil empobrece a las jóvenes generaciones, socavando su capacidad de soñar; las persecuciones hasta la muerte; la exclusión social por razones religiosas, étnicas o económicas; la discapacidad. Frente a esta “cultura del descarte”, la Iglesia debe hacer un llamamiento a la conversión y a la solidaridad, convirtiéndose en una alternativa concreta a las situaciones de malestar. En el lado opuesto, no faltan en cambio los ámbitos en los que el compromiso de los jóvenes se expresa con originalidad y especificidad: por ejemplo, el voluntariado, la atención a los temas ecológicos, el empeño en política para la construcción del bien común, la promoción de la justicia, para lo cual los jóvenes piden a la Iglesia “un compromiso firme y coherente”.

Arte, música y deporte, “recursos pastorales”

También el mundo del deporte y de la música ofrece a los jóvenes la posibilidad de expresarse lo mejor posible: en el primer caso, la Iglesia les invita a no subestimar las potencialidades educativas, formativas e inclusivas, de la actividad deportiva; en el caso de la música, en cambio, el Sínodo se centra en su ser “un recurso pastoral” que interpela también a una renovación litúrgica, porque los jóvenes tienen el deseo de una “liturgia viva”, auténtica y alegre, un momento de encuentro con Dios y con la comunidad. Los jóvenes aprecian las celebraciones auténticas en las que la belleza de los signos, el cuidado de la predicación y el compromiso comunitario hablen realmente de Dios”: por tanto, se les debe ayudar a descubrir el valor de la adoración eucarística y a comprender que “la liturgia puramente expresión de sí misma, sino una acción de Cristo y de la Iglesia”. Las jóvenes generaciones, además, quieren ser protagonistas de la vida eclesial, aprovechando sus propios talentos, asumiéndose responsabilidades. Sujetos activos de la acción pastoral, ellos son el presente de la Iglesia, deben ser animados a participar en la vida eclesial, y no obstaculizados con autoritarismo. En una Iglesia capaz de dialogar de una manera menos paternalista y más directa, de hecho, los jóvenes saben ser muy activos en la evangelización de sus semejantes, ejerciendo un verdadero apostolado que debe ser apoyado e integrado en la vida de las comunidades.

“Se abrieron los ojos”

Dios habla a la Iglesia y al mundo a través de los jóvenes, que son uno de los “lugares teológicos” en los que el Señor se hace presente. Portadora de una sana inquietud que la hace dinámica – se lee en la segunda parte del Documento – la juventud puede estar “más adelantada que los pastores” y por eso debe ser acogida, respetada, acompañada. Gracias a ella, de hecho, la Iglesia puede renovarse, sacudiéndose de encima “la pesadez y lentitudes”. De ahí el llamado del Sínodo al modelo de “Jesús joven entre los jóvenes” y al testimonio de los santos, entre los cuales hay muchos jóvenes, profetas de cambio.

Misión y vocación

Otra “brújula segura” para la juventud es la misión, don de sí mismo que conduce a una felicidad auténtica y duradera: Jesús, en efecto, no quita la libertad, sino que la libera, porque la verdadera libertad es posible sólo en relación con la verdad y la caridad. Estrechamente ligado al concepto de misión, está el de vocación: cada vida es una vocación en relación con Dios, no es fruto de la casualidad o un bien privado que se gestiona por sí mismo -afirma el Sínodo- y toda vocación bautismal es una llamada a la santidad para todos. Por eso, cada persona debe vivir su propia vocación específica en cada ámbito: profesión, familia, vida consagrada, ministerio ordenado y diaconado permanente, que representa un “recurso” que debe ser desarrollado plenamente aún.

El acompañamiento

Acompañar es una misión que la Iglesia debe llevar a cabo a nivel personal y de grupo: en un mundo “caracterizado por un pluralismo cada vez más evidente y una disponibilidad de opciones cada vez más amplia”, buscar junto con los jóvenes un recorrido específico para hacer elecciones definitivas es un servicio necesario. Destinatarios son todos los jóvenes: seminaristas, sacerdotes o religiosos en formación, novios y jóvenes esposos. La comunidad eclesial es lugar de relaciones y ámbito en el cual, en la celebración eucarística, uno es tocado, instruido y sanado por el mismo Jesús. El Documento Final destaca la importancia del sacramento de la Reconciliación en la vida de fe y anima a los padres, enseñantes, animadores, sacerdotes y educadores a ayudar a los jóvenes, a través de la Doctrina Social de la Iglesia, a asumir responsabilidades en el campo profesional y socio-político. El desafío en sociedades cada vez más interculturales y multirreligiosas es indicar en la relación con la diversidad, una ocasión de enriquecimiento mutuo y comunión fraterna.

No a moralismos y falsas indulgencias, sí a la corrección fraterna

El Sínodo promueve, por tanto, un acompañamiento integral centrado en la oración y en el trabajo interior que valora también la aportación de la psicología y de la psicoterapia, en cuando están abiertas a la trascendencia. “El celibato por el Reino” – se exhorta – debe ser entendido como “un don que debe ser reconocido y verificado en la libertad, la alegría, la gratuidad y la humildad”, antes de la elección final. Se busque acompañantes de calidad: personas equilibradas, de escucha, fe y oración, que se han medido con sus propias debilidades y fragilidades y que, por ello sean acogedoras “sin moralismos ni falsas indulgencias”, sabiendo corregir fraternalmente, lejos de actitudes posesivas y manipuladoras. “Este profundo respeto – se lee en el texto – será la mejor garantía contra los riesgos de plagio y abusos de cualquier tipo”.

El arte del discernimiento

“La Iglesia es el ambiente para discernir y la conciencia – escriben los Padres sinodales – es el lugar donde se capta el fruto del encuentro y de la comunión con Cristo”: el discernimiento, a través de “una confrontación regular con un guía espiritual”, se presenta, por tanto, como un trabajo sincero de conciencia, “sólo puede entenderse como una auténtica forma de oración” y “requiere el valor de comprometerse en la lucha espiritual”. La prueba de las decisiones tomadas es la vida fraterna y el servicio a los pobres. De hecho, los jóvenes son sensibles a la dimensión de la diaconía.

“Se fueron sin demora”

María Magdalena, primera discípula misionera, sanada de sus heridas, testigo de la Resurrección, es el icono de una Iglesia joven. Los esfuerzos y la fragilidad de los jóvenes “nos ayudan a ser mejores, sus preguntas – se lee – nos desafían, las críticas son necesarias porque muchas veces a través de ellas la voz del Señor nos pide conversión y renovación”. Todos los jóvenes, incluso aquellos con diferentes visiones de vida, sin excepción, están en el corazón de Dios. Los Padres subrayan el dinamismo constitutivo de la sinodalidad, es decir, caminar juntos: el final de la Asamblea y el documento final son sólo una etapa, porque las condiciones concretas y las necesidades urgentes son diferentes entre países y continentes. De ahí la invitación a las Conferencias Episcopales y a las Iglesias particulares a continuar el proceso de discernimiento con el fin de desarrollar soluciones pastorales específicas.

Sinodalidad, estilo misionero

“La sinodalidad” es un estilo de misión que nos anima a pasar del yo al nosotros y a considerar la multiplicidad de rostros, sensibilidades, proveniencias y culturas. En este horizonte hay que valorar los carismas que el Espíritu dona a todos, evitando el clericalismo que excluye a muchos de los procesos de toma de decisiones y la clericalización de los laicos que frena el impulso misionero. La autoridad – es la esperanza – se vive en una perspectiva de servicio. Sinodal también sea el enfoque del diálogo interreligioso y ecuménico, orientado al conocimiento mutuo y a la ruptura de prejuicios y estereotipos, así como a la renovación de la vida comunitaria y parroquial para acortar la distancia entre los jóvenes-Iglesia y muestre la íntima conexión entre la fe y la experiencia concreta de vida, debe ser también sinodal. Se formalizó la petición reiterada en el Aula de establecer, a nivel de las Conferencias Episcopales, un “Directorio de pastoral juvenil en clave vocacional” que pueda ayudar a los responsables diocesanos y a los agentes locales a cualificar su formación y su acción “con y para los jóvenes”, ayudando a superar una cierta fragmentación de la pastoral de la Iglesia. Reafirmada la importancia de la JMJ, así como la de los centros juveniles y de los oratorios que, sin embargo, deben ser replanteados.

El desafío digital

Hay algunos desafíos urgentes que la Iglesia está llamada a asumir. El Documento Final del Sínodo trata de la misión en el entorno digital: parte integrante de la realidad cotidiana de los jóvenes, una “plaza” donde pasan mucho tiempo y donde se encuentran fácilmente, un lugar esencial para llegar e involucrar a los jóvenes en las actividades pastorales, la web presenta luces y sombras. Si, por un lado, permite el acceso a la información, activa la participación sociopolítica y la ciudadanía activa, por otro, presenta un lado oscuro – el llamado dark web – en el que se encuentran la soledad, la manipulación, la explotación, la violencia, el cyberbulismo y la pornografía. De ahí la invitación del Sínodo a habitar en el mundo digital, promoviendo las potencialidades comunicativas con vistas al anuncio cristiano, y a “impregnar” de Evangelio sus culturas y dinámicas. Se espera que se creen Oficinas y organismos de cultura y evangelización digital que, además de “fomentar el intercambio y la difusión de buenas prácticas, puedan gestionar sistemas de certificación de los sitios católicos, para contrarrestar la difusión de noticias falsas sobre la Iglesia”, emblema de una cultura que “ha perdido su sentido de la verdad”, fomentando la promoción de “políticas y herramientas para la protección de los menores en la red”.

Reconocer y valorar a la mujer en la sociedad y en la Iglesia

El documento evidencia también la necesidad de un mayor reconocimiento y valoración de la mujer en la sociedad y en la Iglesia, porque su ausencia empobrece el debate y el camino eclesial: hay una urgente necesidad de cambio por parte de todos – se lee – incluso a partir de una reflexión sobre la reciprocidad entre los sexos. Se espera que “haya una presencia femenina en los organismos eclesiales a todos los niveles, incluso en las funciones de responsabilidad” y que “haya una participación femenina en los procesos de toma de decisiones eclesiales con respecto al papel del ministerio ordenado”. “Es un deber de justicia” – afirma el documento – que encuentra su inspiración en Jesús y en la Biblia.

Cuerpo, sexualidad y afectividad

El Documento se detiene sobre el tema del cuerpo, de la afectividad, de la sexualidad: ante los avances científicos que plantean cuestiones éticas, fenómenos como la pornografía digital, el turismo sexual, la promiscuidad, el exhibicionismo en línea, el Sínodo recuerda a las familias y a las comunidades cristianas la importancia de hacer descubrir a los jóvenes que la sexualidad es un don. A menudo la moral sexual de la Iglesia se percibe como “un espacio de juicio y condena”, mientras que los jóvenes buscan “una palabra clara, humana y empática” y “expresan un deseo explícito de confrontación sobre cuestiones relacionadas con la diferencia entre la identidad masculina y la femenina, la reciprocidad entre hombres y mujeres, la homosexualidad. Los Obispos reconocen el esfuerzo de la Iglesia por transmitir en el contexto cultural actual “la belleza de la visión cristiana de la corporeidad y de la sexualidad”: es urgente buscar “caminos más apropiados, que se traduzcan concretamente en la elaboración de caminos formativos renovados”. “Es necesario proponer a los jóvenes una antropología de afectividad y sexualidad capaz de dar el justo valor a la castidad” para el crecimiento de la persona, “en todos los estados de vida”. En este sentido, es necesario prestar atención a la formación de agentes pastorales creíbles y maduros desde el punto de vista afectivo-sexual. El Sínodo constata también la existencia de “cuestiones relativas al cuerpo, a la afectividad y a la sexualidad que requieren una elaboración antropológica, teológica y pastoral más profunda, que debe llevarse a cabo de la manera más adecuada y en los niveles más adecuados, desde lo local hasta lo universal”. Entre ellas surgen las relacionadas con la diferencia y la armonía entre la identidad masculina y femenina y las inclinaciones sexuales. “Dios ama a cada persona y también a la Iglesia al renovar su compromiso contra toda discriminación y violencia por motivos sexuales”. Igualmente – continúa el Documento – el Sínodo “reafirma la importancia antropológica decisiva de la diferencia y de la reciprocidad entre hombre-mujer y considera reductivo definir la identidad de las personas a partir de su orientación sexual”. Al mismo tiempo se recomienda “fomentar” los “caminos de acompañamiento en la fe, ya existentes en muchas comunidades cristianas”, de “personas homosexuales”. En estos caminos las personas son ayudadas a leer su propia historia; a adherirse libre y responsablemente a su propia llamada bautismal; a reconocer el deseo de pertenecer y contribuir a la vida de la comunidad; a discernir las mejores formas de alcanzarla. De esta manera ayudamos a cada joven, sin excluir a nadie, a integrar cada vez más la dimensión sexual en su personalidad, creciendo en la calidad de las relaciones y caminando hacia “el don de sí”.

Acompañamiento vocacional

Entre los otros desafíos señalados por el Sínodo está también el económico: la invitación de los Padres es a invertir tiempo y recursos en los jóvenes con la propuesta de ofrecerles un período destinado a la maduración de la vida cristiana adulta que “debe permitir un alejamiento prolongado de los ambientes y de las relaciones habituales”. Además, mientras esperamos un acompañamiento antes y después del matrimonio, se alienta la creación de equipos educativos, incluyendo figuras femeninas y matrimonios cristianos, para la formación de seminaristas y personas consagradas, también con el fin de superar las tendencias al clericalismo. Se requiere una atención especial en la acogida de los candidatos al sacerdocio, que a veces tiene lugar “sin un conocimiento adecuado y una relectura profunda de su historia”: “la inestabilidad relacional y afectiva, y la falta de raíces eclesiales son signos peligrosos. Descuidar las normas eclesiales a este respecto – escriben los Padres sinodales – constituye un comportamiento irresponsable, que puede tener consecuencias muy graves para la comunidad cristiana”.

Llamados a la santidad

Las diversidades vocacionales – concluye el Documento Final del Sínodo de los Jóvenes – están reunidas en la única y universal llamada a la santidad. Lamentablemente, el mundo está indignado por los abusos de algunas personas de la Iglesia, más que animado por la santidad de sus miembros”, por eso la Iglesia está llamada a “un cambio de perspectiva”: a través de la santidad de tantos jóvenes dispuestos a renunciar a la vida en medio de la persecución para permanecer fieles al Evangelio, puede renovar su ardor espiritual y su vigor apostólico.

El regalo del Papa a los participantes del Sínodo

Finalmente, como recuerdo del Sínodo de los Jóvenes, el Santo Padre ha regalado a todos los participantes una baldosa de bronce en bajorrelieve que representa a Jesús y al joven discípulo amado. Se trata de una obra del artista italiano Gino Giannetti, acuñada por el Estado de la Ciudad del Vaticano, emitida en sólo 460 ejemplares.

Para leer el documento final, pincha aquí:

Funte Religión Digital

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Cardenal Blase Joseph Cupich: “El documento final del Sínodo debe hablar a todos los jóvenes, incluidos los homosexuales”

Lunes, 22 de octubre de 2018
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respetolgbt_560x280El cardenal de Chicago espera “resultados importantes” de la cumbre sobre abusos en el Vaticano

“No debemos tratar a los jóvenes como objeto de la evangelización, sino como protagonistas”

En el briefing del Sínodo de los jóvenes de este sábado, el Prefecto del Dicasterio vaticano de Comunicación, Paolo Ruffini, recordó que el martes se presentará el documento final del Sínodo para ser debatido, en la congregación de la Asamblea General

Una vez que el documento será debatido, se solicitará por escrito su integración y eventuales enmiendas. El lunes, dijo, pese a que no se dará una congregación por la mañana, pero habrá igualmente otro informe con los padres sinodales.

Los padres sinodales que intervinieron hoy en rueda de prensa fueron: el card. Blase Joseph Cupich, Arzobispo de Chicago (EEUU); el card. John Ribat, arzobispo de Port Moresby (Papua Nueva Guinea); Mons. Peter Andrew Comensoli, arzobispo de Melbourne (Australia) y Mons. Alain de Raemy, auxiliar de Lausana, Ginebra y Friburgo en Suiza.

Se habló que en este sínodo han podido comprender lo que está pasando en el mundo. También han visto mucha apertura de parte de los jóvenes y la Iglesia. Escuchar a los jóvenes, es una experiencia muy valiosa. Poder comprender lo que esperan de la Iglesia.

Las preocupaciones de los jóvenes

También expresaron su sorpresa sobre la interacción con los jóvenes y con los pequeños grupos. Los jóvenes, dijeron, le solicitan a la Iglesia que pueda dar voz a sus preocupaciones. Y se dieron algunos ejemplos: jóvenes que viven en la pobreza, que están desempleados, y muchos forman parte de familias sometidas a la migración. O víctimas de tráfico de armas y de personas o niños soldado. Los gobernantes muy a menudo, optan por una intervención militar para solucionar estos conflictos. Es importante hablar de esto y le corresponde a la Iglesia, hablar de estos problemas, dando ideas persuasivas a los líderes, porque muchos jóvenes hablaron en el sínodo sobre sus miedos, y ellos temen que su futuro esté a riesgo.

 

También se mencionó la crisis que está sufriendo la Iglesia, es un tema que se ha abordado desde que comenzó el sínodo. Así como el caso de abusos, debido a equivocaciones por parte del clero. Porque no logró creer en las víctimas. Éste es un tema que es recurrente en este sínodo. Es importante no sólo perdonar, y reconciliar, y que el abusador asuma sus equivocaciones, pero también hacer cambios. En el contexto australiano, dijo el padre sinodal de ese país, tienen una forma de trabajar todos juntos, se ha formado una comisión que se ha establecido, hay investigaciones profundizadas sobre cada uno de los casos, con el objetivo de alcanzar la verdad.

Fuente Vatican News, vía Religión Digital

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El obispo auxiliar de Lyon abre la puerta del Sínodo a los LGBT: “¿Quién soy yo para excluirlos?”

Jueves, 11 de octubre de 2018
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Emmanuel Goibilliard conference des eveques lourdes le 4/10/2016 “Hay muchas otras formas de familia más allá de la familia nuclear”, dicen los círculos ingleses

“Todos somos parte de esta gente que el Señor quiere salvar”, recuerda monseñor Gobilliard

(Cameron Doody).- Pese a los intentos de los ultraconservadores, la realidad de los católicos LGBT sí se está haciendo presente en el Sínodo de los Jóvenes. Gracias a la honestidad de delegados como el obispo auxiliar de Lyon (Francia), Emmanuel Gobilliard, quien insiste desde Roma en que “todos” sin excepción “deben estar llamados a entrar en una relación” con Dios. “¿Quién soy yo para excluir a alguien de una relación con Jesús?”, ha preguntado el prelado galo.

El auxiliar de Lyon hablaba de esta forma con el colectivo católico LGBT New Ways Ministry al margen de la rueda de prensa en la que participó sobre los trabajos del Sínodo. Preguntado por lo que la Iglesia puede hacer para reconstruir la confianza con los jóvenes LGBT y sus familiares y amigos -ofendidos tantas veces por la falta de sensibilidad para con ellos de clérigos y fieles- Gobilliard respondió:

“Estamos tratando con un grupo que ya no nos escucha. Estamos entrando en un nuevo modelo pastoral que es el modelo de la relación interpersonal con la gente. Yo también soy parte de aquella gente que necesita ser salvada por Jesús. Soy un pobre como los demás… Tenemos que entrar en la lógica del encuentro pastoral con todos y cada uno que está llamado a la felicidad, y todos estamos llamados a la santidad. Cada grupo está llamado a la vida con Jesús, porque la santidad ayuda a los derechos humanos. Viene de Dios mismo”.

El obispo Gobilliard también habló con New Ways Ministry sobre la “identidad” LGBT, una realidad que los elementos más retrogradas de la Iglesia siguen empeñados en negar. Elementos como el arzobispo de Filadelfia, Charles Chaput, quien en una intervención en el Sínodo proclamó que “no existe un LGBTQ, un ‘transgénero’ o un ‘heterosexual’ católico, como si nuestros apetitos sexuales definieran quiénes somos”.

“Yo me encuentro con niños y jóvenes que tienen esta o aquella identidad”, señaló Gobilliard. Yo también tengo identidades múltiples. Soy músico, artista, un obispo francés. Soy varón pero como persona soy atravesado por estas identidades múltiples. Soy un ser complejo y se me tiene que acoger como soy sin reducirme a solo una de estas identidades… Todos somos parte de esta gente que el Señor quiere salvar.

Preguntado también por si la Iglesia debe incorporar a su doctrina sobre la homosexualidad las conclusiones de la psicología moderna -de forma parecida a la que la encíclica de Francisco Laudato Si’ incorporó las conclusiones de la ciencia del clima- Gobilliard respondió “¡Por supuesto!”.

No es la primera vez que Gobilliard se pronuncia sobre estos temas de la afectividad humana incluso en el poco tiempo que llevamos de Sínodo hasta aquí. El primer día, utilizó su intervención para animar a los demás delegados: “¡No tengamos miedo de la sexualidad!”. “Al empezarse este Sínodo”, dijo el prelado, “es esencial que recordemos lo importante que es poder hablar libremente de la sexualidad, que nuestros jóvenes y seminaristas estén formados para que puedan formar…”.

“Demasiado a menudo, los jóvenes descubren la sexualidad a través del prisma de la pornografía o el silencio avergonzado de generaciones previas”, lamentó Gobilliard, antes de que recalcar que la sexualidad ya no es un tabú en la Iglesia, pero aún es difícil hablar de ello en términos fáciles”.

La honestidad de Gobilliard no es la única señal positiva de que el Sínodo puede marcar una apertura importante hacia la gente LGBT. Al estilo, quizás, de lo que propone el jesuita James Martin en su libro Tender un puente.

Pese a los intentos de delegados sinodales como Chaput, la realidad de la gente LGBT sí está presente en el Instrumentum laboris del Sínodo(197), que reconoce que “algunos jóvenes LGBT… desean beneficiarse de una mayor cercanía y experimentar un mayor cuidado por parte de la Iglesia”. Y el Círculo “B” de los delegados de habla inglesa, por ejemplo, ha sido fiel a este mandato, al recordar este martes que “hay muchas otras formas de familia más allá de la familia nuclear y la familia extendida”, preguntándose a la vez: “El liderazgo en la Iglesia, ¿requiere a los obispos y sacerdotes que proclamen la verdad del Evangelio negando que éstas son familias?”.

Entrevista-selfie del Papa con el obispo Gobilliard

Fuente Religión Digital

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Se desata en Bulgaria una ola de discursos políticos LGTBfóbicos a cuenta del debate sobre la ratificación del Convenio de Estambul

Miércoles, 31 de enero de 2018
Comentarios desactivados en Se desata en Bulgaria una ola de discursos políticos LGTBfóbicos a cuenta del debate sobre la ratificación del Convenio de Estambul

narodno_subranie_bigLos políticos búlgaros están desplegando en los últimos días un abanico de declaraciones LGTBfóbicas en el marco del debate sobre la ratificación del “Convenio del Consejo de Europa sobre prevención y lucha contra la violencia contra las mujeres” (popularmente conocido como “Convenio de Estambul”). En el Gobierno, el derechista GERB o Ciudadanos por el Desarrollo Europeo de Bulgaria (adscrito al Partido Popular Europeo), es partidario de la firma, dejando claro que “no deberíamos asustar a los ciudadanos búlgaros”, ya que “no abre la puerta a ninguna ideología de género”. El BSP o Partido Socialista Búlgaro (miembro del Partido Socialista Europeo), principal partido de la oposición, justifica su rechazo a la violencia contra las mujeres, pero no apoya el convenio porque, según alega, fomenta la “ideología de género” y “la introducción de esta nueva ideología nos obligará a cambiar nuestra legislación”. Por su parte, la Iglesia Ortodoxa Búlgara (institución representativa de la religión mayoritaria del país) asegura que la libre autodeterminación de género “deja abiertas, de par en par, las puertas de la desintegración moral que conducirá a nuestra autodestrucción psíquica y física”.

Bulgaria no ratificará por el momento el Convenio del Consejo de Europa sobre prevención y lucha contra la violencia contra las mujeres o Convenio de Estambul (aunque sí lo firmó el 21 de abril de 2016). Incluso el presidente de la república, Rumen Radev, ha dejado claro que, en su opinión, “no es el momento de ratificar el Convenio de Estambul”. Radev hacía estas declaraciones en la rueda de prensa, ofrecida el pasado lunes, con motivo de su primer año de mandato (recordemos que, aunque se presentó como independiente, contó con el respaldo de los socialistas y alcanzó la presidencia en la segunda vuelta).

El presidente, que tiene capacidad de veto si una ley o norma no cuenta con mayoría absoluta, considera que “un documento no debe ser firmado sin ser debatido en Bulgaria y sin saber lo que realmente se deriva de él”. Para el jefe del Estado, “detrás de la noble iniciativa de reducir la violencia contra mujeres y niños, otra ideología ha salido a la luz” y, en consecuencia, añade, “la convención disocia al público”. Esa “otra” ideología a la que se refiere Radev hace referencia a los derechos de las personas trans y a la no discriminación por orientación sexual.

El Convenio del Consejo de Europa sobre prevención y lucha contra la violencia contra las mujeres es el primer instrumento jurídicamente vinculante que “crea un marco jurídico integral y un enfoque para combatir la violencia contra la mujer” y se centra en la prevención de la violencia machista, la protección de las víctimas y el enjuiciamiento de los acusados. El artículo 4 del mismo establece la necesidad de proteger a las víctimas sin discriminación, entre otras causas, por identidad de género u orientación sexual.

La convención se abrió en 2011 a la firma de los países en Estambul (por lo que también recibe el nombre de “Convenio de Estambul”) y entró en vigor en 2014. Hasta el momento, ha sido apoyado por 47 países (18 de ellos lo han firmado y otros 28, además, lo han ratificado). España fue, en mayo de 2011, uno de los primeros países en firmarlo (todavía con el socialista José Luis Rodríguez Zapatero al frente del Gobierno), ratificándolo en 2014. El último en rubricarlo, el pasado 18 de enero, ha sido Armenia (que no destaca, precisamente, por sus políticas igualitarias en materia LGTB; en 2015, de hecho, prohibía en su Constitución el matrimonio entre personas del mismo sexo).

Llamada LGTBfóbica de Iglesia Ortodoxa Búlgara

ortodoxos_bulgaria-300x169El Santo Sínodo de la Iglesia Ortodoxa Búlgara ha sido una de las primeras voces de este país balcánico en alertar del “peligro” de la ratificación del Convenio de Estambul. A su juicio, conduce a la “muerte espiritual de la humanidad”. La Iglesia Ortodoxa argumenta, en este sentido, que la posibilidad de reconocer la libre autodeterminación de género “deja abiertas, de par en par, las puertas de la desintegración moral que conducirá a nuestra autodestrucción psíquica y física”.

El activista LGTB Marco Vidal, residente en Sofía (la capital búlgara), explica en declaraciones a dosmanzanas que “la presión de la Iglesia Ortodoxa, que tiene enorme influencia sobre la población de más edad del país, así como el bombo y la desinformación que se ha generado por la simple inclusión de las expresiones ‘tercer género’ y ‘género social’ ha provocado que un debate que debería ser sobre la situación de la mujer en Bulgaria, y cómo luchar, en definitiva, contra la violencia machista, se convierta en un debate sobre cuestiones de género. Un debate que realmente nadie esperaba y que ha cogido a todo el mundo por sorpresa, colectivos LGTB incluidos”.

Este eslavista español aclara que “hubo mucho revuelo por el concepto de ‘género social’ (‘социален пол’) y se propuso que se volviera a traducir al búlgaro el texto del convenio. En búlgaro ‘пол’ significa ‘género’ y ‘sexo’ y no existe el concepto de ‘género social’ y precisamente por este motivo fue por lo que se propuso, incluso, que se rehiciera la traducción”.

Vidal agrega que “la Iglesia Ortodoxa consideró desde un principio, usando su típico lenguaje apocalíptico, que aceptar y ratificar este convenio denigrará a la sociedad y la moral búlgaras; por otra parte, los neonazis y grupúsculos de patriotas varios también se han posicionado e incluso han convocado manifestaciones por el país negándose a una futura educación ‘de género’ en las escuelas”.

Al rechazo del Convenio de Estambul de la Iglesia Ortodoxa, en el ámbito confesional, se suman el de las iglesias evangélicas y la Oficina del Gran Muftí de Bulgaria, que lo califica de “amenaza para la identidad de los musulmanes búlgaros”. En su opinión, “este acuerdo internacional perjudica la estabilidad de la familia”, además de introducir “conceptos como ‘género’, ‘tercer sexo’ o ‘tercer género’ y ‘sociedad gay’, que son trampas peligrosas que presagian un gran drama para Bulgaria que vive una grave crisis demográfica”.

El Gobierno de derechas y los socialistas, unidos contra la “ideología de género”

homofobos_bulgaria-225x300Grupúsculo homófobo cuya pancarta dice: “Bulgaria es cristiana, no maricona”

Según se desprende del Eurobarómetro de noviembre de 2017, Bulgaria es, con un 81%, el Estado miembro de la Unión Europea con un mayor porcentaje de ciudadanos que consideran que el rol más importante de las mujeres es cuidar de la casa y de la familia. Una cifra que contrasta con el 11% de Suecia, el 14% de Dinamarca, el 15% de los Países Bajos, el 27% de Francia, el 28% de Alemania o el 29% de España. Maya Manolova, Defensora del Pueblo búlgara, añade otro dato relevante para ponerse en contexto: “una de cada cuatro mujeres en Bulgaria ha sido víctima de violencia doméstica y así este fenómeno afecta a casi 1 millón de búlgaras”.

La ministra de Justicia de Bulgaria, Tsetska Tsacheva, añade que “el Convenio de Estambul es el primer documento que sienta un marco jurídico integral con vistas a la defensa de las mujeres y chicas contra cualesquiera formas de violencia, incluida la doméstica”, pero niega que “tras el noble motivo de la igualdad entre el hombre y la mujer se escondan otros pensamientos”.

Y es que el gobernante partido de derechas GERB o Ciudadanos por el Desarrollo Europeo de Bulgaria (adscrito al Partido Popular Europeo) ha impulsado la ratificación del Convenio de Estambul por parte de este país balcánico, aunque aclara que “no deberíamos asustar a los ciudadanos búlgaros”, ya que “no abre la puerta a ninguna ideología de género”. El eurodiputado de esta formación Emil Radev defiende que “no hay motivo para preocuparse por la ratificación”, en tanto que “el derecho de familia, el matrimonio, la cohabitación, etc. se encuentran en el campo de la subsidiariedad”.

Emil Radev, en calidad de abogado, ha sido uno de los líderes en tratar de calmar a la derecha búlgara al aseverar que “no podemos tener ningún ‘tercer sexo’ o matrimonios del mismo sexo, ni ningún otro caso atípico para las relaciones de la comunidad con el Convenio de Estambul. No abre la puerta a ninguna ideología de género”. Pese a la discrepancia sobre el alcance del convenio, tanto el GERB como el BSP o Partido Socialista Búlgaro (miembro del Partido Socialista Europeo) dicen compartir la necesidad de luchar contra la violencia machista y ambos comparten, además, su tajante posición contraria a una supuesta “ideología de género”.

Kornelia Ninova, líder de los socialistas búlgaros, declara que “el convenio ha generado una enorme tensión en la sociedad búlgara, diferencias de opiniones, la opinión de la Iglesia y una enorme discusión. Esto es división. En el convenio no hay un informe explicativo ni tampoco un informe del Consejo de Ministros que indique qué leyes nacionales hay que cambiar después de su ratificación. No está nada claro”. Para Ninova y el Partido Socialista, la única vía posible para la ratificación del Convenio de Estambul es mediante la celebración de un referéndum (que, más que presumiblemente, lo rechazaría con una amplia mayoría de los ciudadanos en contra).

El activista LGTB español Marco Vidal cree que “lo que provoca más shock y sorpresa es ver que, pese a la presión del Partido Socialista Europeo, el BSP se ha negado a firmar la ratificación de este convenio apoyándose en el argumento de que se está transmitiendo la ‘doctrina e ideología de género’ a los menores a través de la educación y consideran, falsamente, que se está usando el drama de la violencia machista para adoctrinar en esta supuesta ‘ideología’”.

Para Vidal, “el Partido Socialista Búlgaro ha demostrado estar más cerca de posiciones de la derecha conservadora y de la Iglesia que los propios conservadores. Estos últimos no son, en ningún caso, grandes defensores de los derechos civiles y de las minorías sexuales, pero su política neoliberal y pro europeísta les conduce a votar cualquier cosa, estén o no de acuerdo, por tal de acercar su entrada al euro”.

La puerta al matrimonio igualitario está cerrada en Bulgaria

Hace solo unas semanas, dosmanzanas recogía la noticia de que una pareja de mujeres llevaba por primera vez ante los tribunales de Bulgaria el derecho al matrimonio igualitario. Lily Babulkova y su esposa Dary se casaron en el Reino Unido en 2017, pero su país de origen no ha admitido su unión matrimonial en el registro y tampoco a través de su denuncia ante la justicia, como adelantamos a través de Twitter:

Desde 1991, el artículo 46 la Constitución de este país balcánico define el matrimonio como la unión libre “entre un hombre y una mujer”, por lo que para llegar a la apertura del matrimonio a las parejas del mismo sexo sería necesario reformar la Carta Magna búlgara (un proceso más complicado que, por ejemplo, la modificación del Código Civil).

Tampoco las personas trans lo tienen fácil: hasta 1999 no hubo ninguna referencia legislativa que permitiera el cambio de identidad de género en el país y, todavía a día de hoy, a las personas trans que no se someten a una cirugía se les impide modificar la identidad en cualquier documento oficial, con el consiguiente estigma y discriminación al que se las somete.

Sí que hay que indicar que, muy lentamente, se van logrando pequeñas conquistas LGTB en Bulgaria. Según señala el último informe de ILGA-Europa sobre Bulgaria, “en 2016, tres personas trans recibieron reconocimiento legal de su identidad género por los tribunales sin tener que someterse a esterilización”.

Fuente Dosmanzanas

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Carlos López: “Con el actual texto sobre la Justificación, Lutero no habría sido expulsado”

Domingo, 22 de enero de 2017
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20160121-2“Católicos y anglicanos podemos trabajar juntos en justicia social, y también en lo teológico”

“Si el documento sobre la Justificación se hubiera firmado en el siglo XVI, Lutero no hubiera sido expulsado”

La guerra civil y la represión franquista para nosotros fue un desastre. Tres de nuestros párrocos fueron fusilados en el bando franquista. El estado nos expropió 17 escuelas y 26 edificios, de los cuales nunca nos ha dado compensación

(Jesús Bastante).- Comienza la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Con este motivo, desde RD hemos preparado una serie de entrevistas para dar a conocer la realidad de las confesiones cristianas no católicas en España, los retos y puntos de acuerdo para avanzar en el camino ecuménico. Hoy nos acompaña Carlos López, el máximo responsable de la Iglesia Anglicana en España.

¿Quiénes son los anglicanos en España? ¿Cuántos son, dónde están, cuál es su presencia en nuestro país?

La comunidad en España es pequeña, aunque yo diría que con bastante influencia y presente en casi todas las provincias españolas. Se estableció en 1868. En 1880 elegimos a nuestro a nuestro primer obispo diocesano y nacional, que era Juan Bautista Cabrera. Y desde entonces desarrollamos nuestra vida y nuestra presencia en España de una forma normal. En el siglo XIX, con bastantes contactos con el partido liberal y progresista. Sagasta fue un gran amigo de nuestro primer obispo.

La guerra civil y la represión franquista para nosotros fue un desastre. Tres de nuestros párrocos fueron fusilados en el bando franquista. El estado nos expropió 17 escuelas y 26 edificios, de los cuales nunca nos ha dado compensación. Y un diputado del parlamento español de la antigua Unió democrática, que pasa por ser un partido demócrata cristiano, me dijo, en una ocasión en la que le hablé de una compensación, dándome una palmadita en el hombro: uy, señor obispo, si el estado tuviera que compensar a todos los damnificados por la guerra civil, entraríamos en bancarrota. Así que no espere usted ninguna compensación. De hecho ni la masonería, que también recibió numerosas expropiaciones, ni nosotros, hemos sido nunca compensados. En los sindicatos sí, por razones políticas, se les compensó todo.

Como le decía, se nos expropiaron bastantes edificios, varios de nuestros clérigos fueron fusilados, otros fueron al exilio, otros murieron prácticamente en la indigencia y en la persecución, y esto retrasó mucho nuestra presencia en España.

A partir del Decreto de tolerancia del 67, la Iglesia se estableció un poco mejor.

Estamos hablando de España hace 40 años.

Sí, no hace tanto. En los años 80 comenzamos a organizarnos en antiguas parroquias, y hoy creo que puedes encontrar una parroquia anglicana en casi todas las provincias de España. En Santander, no tenemos, y algo de Castilla la Mancha, tampoco. Pero en todas las demás tenemos presencia.

La catedral, que es que es una preciosidad, está al lado del Museo Romántico, muy cerca también de la iglesia de San Antón. Es vecino, prácticamente del padre Ángel.

Esta catedral se comenzó en 1880, con un boceto de uno de nuestros miembros más ilustres del siglo XIX, que fue Juan de Madrazo y Kuntz, hermano de Federico de Madrazo, arquitecto que hizo el primer boceto. Y luego, el mismo arquitecto que comenzó la Almudena, Jaume Repullés y Segarra, finalizó nuestra pequeña catedral. Es una catedral tipo neogótica-ecléctica, madrileña.

Muy bonita y con buena acústica, además. Estamos hablando de ecumenismo y muchas veces nos olvidamos de que el ecumenismo se hace conversando y se construye reino, también viviendo. Tenéis unas oraciones al estilo taizé, que probablemente es una de los grandes ejemplos de ecumenismo práctico la Comunidad de Taizé, desde hace muchos años. ¿Cuál es vuestra visión acerca del trabajo ecuménico que se está realizando en España?

Yo diría que el ecumenismo en España, como es normal, pasa por diferentes fases. Durante el tiempo del papado de Juan Pablo II, los ecumenistas hablan de una “edad de hielo”, ya que Juan Pablo II fue bastante frío en su acercamiento a las otras iglesias, posiblemente por su background de venir de un país anteriormente comunista, etc.

A partir de esa “edad de hielo”, que sucedió a la “edad dorada” después del Vaticano II, sobretodo con Pablo VI donde el ecumenismo se desarrolló mucho, Ratzinger dio unos pasos muy importantes, y el papa Francisco, todavía mucho más importantes.

A nivel mundial estamos así, y España es un reflejo de lo que el Vaticano o las altas directrices de este, apuntan. Yo he visto que las propias acciones del Papa tienen su reflejo en España.

Da la sensación de que en este pontificado, España va un poquito como a rebufo del Papa, va más despacio.

Yo era muy joven cuando el Vaticano II estaba terminando. Pero recuerdo que decían que a España le costaba más acercarse a recibir la cosa del Vaticano. Y creo que en parte puede ser normal. España es un país que tiene sus propias características. Y no olvidemos que para los anglicanos españoles, la guerra civil y los 40 años de dictadura fue una tragedia, pero también para la propia Iglesia católico-romana, que entre sus jerarcas tuvo personas que habían estado en el bando nacional y que durante 40 años estuvieron dirigiendo la Iglesia española en una actitud muy de aquella época y de aquella circunstancias. Y no podemos pensar que eso no tiene ninguna consecuencia que llegue hasta nuestros días.

¿Cómo es la relación con Osoro, el arzobispo católico de Madrid? ¿Ha cambiado respecto a la etapa anterior?

Sin lugar a dudas. Tengo que decir que con el anterior arzobispo y cardenal, las relaciones fueron muy correctas. Rouco fue tan amable de invitarme un día a comer cuando acababa de llegar como obispo anglicano a la sede de Madrid. Yo también le invité a comer un día en nuestra catedral y él aceptó. Pasamos un rato muy agradable. Las relaciones siempre han sido correctas y yo me he abstenido siempre de juzgarle, porque no es mi Iglesia y no la conozco.

Con el actual cardenal, don Carlos Osoro, son más cordiales porque es un hombre más cercano en sus relaciones. Como lleva poco tiempo todavía como obispo, estoy seguro de que las relaciones serán muy positivas. Otros obispos, puesto que nuestra Iglesia anglicana tiene una presencia nacional, en general tienen muy buenas relaciones con nuestra Iglesia.

El actual presidente de la Conferencia Episcopal, Monseñor Blázquez, es un hombre entrañable en todos los aspectos. Un hombre tolerante, y desde mi punto de vista, además de amable y ser un buen teólogo, una persona con la que da gusto hablar. Lo mismo tendría que decir del arzobispo de Valencia, a quien conozco hace 25 años, y que a veces ha sido muy criticado. Sin embargo, me parece una persona entrañable, y en el caso del ecumenismo, siempre muy abierto. Ha estado en diálogo en nuestra parroquia en Valencia, siempre ha encontrado un eco en la archidiócesis de Valencia muy grande, y algunos de nuestros teólogos y párrocos siempre han sido muy bien recibidos.

Pero ¿te sientes entre iguales? Por tu cargo tienes que estar presente en muchas ceremonias, muchos actos representativos, en los que hay muchos obispos católicos.

A veces sí y a veces no. Depende de las personas. Ya sabes que estas cuestiones dependen del que te recibe. El que te recibe te puede hacer sentir muy bien, o como una persona de segunda clase. A mí no me importa, en realidad yo intento cumplir mis funciones como obispo anglicano, representar a la comunión anglicana, que son más de ochentas millones de personas en el mundo.

¿En qué cosas podemos trabajar anglicanos, católicos, evangélicos, para promover esa unidad en lo teológico y también en la práctica?

Desde que terminó el Vaticano II y desde que el Consejo Mundial de Iglesias ha ido elaborando algunos documentos, hay varios aspectos en los que podemos ser una voz unida y conjunta, aspectos como el de la justicia social, o de la igualdad.

En esas periferias existenciales de las que habla el papa Francisco.

Pues sí, podemos trabajar en lo social y también en lo teológico. Existe, con los anglicanos, una comisión conjunta católico-romana-anglicana que desde los años 70 viene elaborando documentos que son relevantes para católicos y para anglicanos. Debemos hacer todo que podamos de forma conjunta, porque Jesús nos llama a la unidad. Si todo lo que podemos hacer de forma conjunta no lo hacemos, para mí sería un pecado de omisión.

¿Pero unidad debe ser absorción o debe ser diversidad?

3-07-2016-9Desde el punto de vista anglicano, la unidad siempre tiene que ser en la diversidad.

Nosotros somos una comunión muy diversa y muy plural e intentamos estar en comunión a pesar de las diferencias y de las tensiones. Yo creo que ese tipo de comunión es la más importante. La uniformidad no ayuda a nadie, primero, porque Dios nos ha creado a todos únicos e irrepetibles. La uniformidad es un riesgo que no interesa.

Pero creo que la unidad y la diversidad en la pluralidad, respetándonos como cristianos, es bastante posible.

Hace unos meses Justin Welby y el papa Francisco mantuvieron un encuentro en el que rezaron juntos Vísperas. Firmaron un documento y también reconocieron los errores de cada una de las confesiones y esos pecados de omisión y de no apostar decididamente por la unidad. Reconociendo que hay problemas complicados, como la ordenación de las mujeres… ¿Cuáles son los puntos intocables para esa unidad y hasta qué punto tanto Francisco como Welby, que parecen tener una sintonía total, pueden trabajar para que esto deje de ser una utopía y se convierta en un camino real?

El camino de la unidad ya es una realidad. Caminamos juntos. Desde que el Vaticano II proclamó todos estos decretos sobre ecumenismo, ya hay unas directrices por parte de la Iglesia católico-romana.

Por parte anglicana, siempre hemos dicho que nuestra vocación es la unidad de los cristianos. Entonces, estamos dispuestos a trabajar con todo aquél que confiese a Jesucristo como señor de su vida. El camino está hecho.

Tanto el arzobispo Welby como el papa francisco fueron elegidos en unas fechas próximas y con unas circunstancias muy parecidas. Con un bagaje parecido, ninguno de los dos viene de la diplomacia vaticana o de la anglicana, sino que vienen de un ambiente más parroquial, con una cierta experiencia.

El arzobispo Welby, aunque su experiencia como obispo fue corta, estuvo en la diócesis de Durham, en donde hizo un trabajo magnífico de reorganización y de animación de la diócesis. Ambos tienen muchos puntos en común y se entienden bastante bien. Son un signo de esperanza para las dos confesiones.

De todas formas, el papa Francisco ha hecho algo que a mí me parece muy relevante, que es su visita a Suecia y su presencia en Lund. Yo fui el único español oficialmente invitado a estar en la catedral de Lund por una razón, la de que anglicanos y luteranos somos en Europa una única comunión actualmente. Es una comunión unida.

Me encantó ver al Papa y al presidente de la Federación Luterana Mundial firmar los documentos, intercambiarlos, celebrar juntos esa unidad.

El documento es muy interesante y sobre él está, en parte, basado el octavario de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos: “Del conflicto a la comunión”. Es la idea de cambiar nuestras mentes. De pasar de ser personas e iglesias en conflicto, a personas que están buscando la comunión, y en comunión. Es una transición difícil pero importante, y es a la que nos llaman estos documentos. Leer más…

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Reservas ante el Documento sobre “las cenizas de los muertos”

Sábado, 12 de noviembre de 2016
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cenizasmar_flickrusdod_151016Del blog de Xabier Pikaza:

El valioso documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre la Sepultura de los Difuntos (Ad resurgendum cum Christo, Para resucitar con Cristo ) suscita algunas reservas significativas, tanto por lo que omite, en este final del Año de la Misericordia, como por lo que quiere exigir.

Es un documento antiguo, aprobado y firmado hace ya meses (como verá el lector que siga hasta el fin de esta postal para leerlo), pero publicado ahora, cuando se acerca la fiesta de difuntos (2 del XI 2016), para caldear el ambiente con el tema.. Como resulta normal en estos casos, la prensa oral y escrita de ayer (25.10.16) ha omitido sus valores, para insistir sólo en sus cuatro prohibiciones principales, con aire de reserva y veces de crítica fuerte:

(a) Se prohíbe esparcir las cenizas de los muertos por campos y valles, ríos y mares, pues ello implica un menor respeto por los difuntos, y lleva el riesgo de volver a una religión naturalista, que vincula a los muertos con la naturaleza sagrada, sin fe en la resurrección.

(b) Se prohíbe conservar las cenizas en casas o espacios privados (fuera de cementerios sagrados o iglesias) porque ese gesto “encierra” a los muertos con el ámbito familiar, sin más, como se ha hecho en muchos pueblos, en vez de insistir en su apertura hacia un misterio de vida y resurrección que va unido a las iglesias o cementerios cristianos

(c) Se prohíbe dividir las cenizas en pequeñas unidades (una quizá para cada familiar), y así repartirlas, como si se dividiera al difunto y no se admitiera su unidad personal ante Dios.
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(d) Se une a las tres anteriores una opinión a mi juicio poco ajustada con la Biblia sobre la separación del alma y del cuerpo… y una arriesgadísima decisión, diciendo a los párrocos y ministros que no ofrezca la oración de la Iglesia (los funerales) por aquellos difunto (o en el ámbito de aquellas familias) que no acepten en este campo la doctrina de este Documento y quieran que sus cenizas se esparzan por montes y mares, pensando que ello va en contra de la costumbre y compromiso de los cristianos que han orado siempre por todos los difuntos.

Dos son, a mi juicio, las reservas principales que suscita este valioso documento, que nos ayuda a entender el sentido de la vida humana, la esperanza de la resurrección y el gran don y compromiso creyentes de la comunión de los santos que, según la doctrina de la Iglesia, vincula a los vivos y a los muertos. Una reserva es circunstancial, de tiempo; otra a de fondo.

Imagen 1: Un marino entrega al mar las cenizas de un difunto (cosa que el Documento quiero prohibir).
Imagen 2. De nuevo un “columbario”, para cenizas de los muertos, en cementerios o en lugares reservados para ello, en la cripta de las iglesias (costumbre que parece promover el documento).

1. RESERVA MÁS CIRCUNSTANCIAL: ÉSTE ERA ERA BUEN MOMENTO DE TRATAR DE LOS VIVOS, NO DE LOS DIFUNTOS (AL MENOS DE ESTA FORMA).

Ahora, al final del Año de la Misericordia, que el papa Francisco había promulgado a favor de los vivos más necesitados, de toda raza y religión, la Congregación de la Fe promulga este documento por los muertos cristianos. Es como si el Papa fuera por un lado (quiere ayudar los vivos, en la línea de Mt 25, 31-46 y sus obras de misericordia), pero ellos, los de la Congregación, van a lo suyo y se ocupan de los muertos de su rebaño creyentes.

No creo que lo hayan hecho a propósito, pero sí que parece sospechosa, esta idea ir en una línea opuesta a la del Papa y de gran parte de la cristiandad actual (así me lo ha repetido un amigo bien enterado)…

El Papa está empeñado en ofrecer el amor activo de Jesús por los hombres y mujeres más necesitados (hambrientos, sedientos, extranjeros, encarcelados…),

–pero la Congregación va a lo suyo, la oración por los muertos cristianos, su signo sagrado, como si eso importara más que la justicia en la tierra, como ha dicho el Papa Francisco, con palabras dramáticas, en Lodato Sí.

(Así dice mi amigo, no sé si tiene razón, pero lo parece)

Está muy bien el orar por los difuntos y expresar con (en) ellos el misterio de la vida que vence a la muerte, con la esperanza de Cristo, a favor de todos los hombres, no sólo de los cristianos,

pero la primera intención y obra de Cristo Jesús ha sido acompañar, ayudar y elevar a los vivos, como sabe cualquiera que haya empezado a leer los evangelios (no hace falta que los haya terminado, como deben haber hechos los autores de este Documento).

A este respecto quiero recordar una sabrosa anécdota medieval

que ahora se repite, una anécdota a la que le dedico unas páginas en mi libro Las Obras de Misericordia, escrito con J. A. Pagola (Verbo Divino, Estella 2016).

1. Hacia finales de la Edad Media, en catecismos y obras de moral se quiso añadir una séptima obra de misericordia a las seis de Mt 25 (dar de comer y beber, vestir, cuidar a los enfermos y encarcelados, acoger a los extranjeros…), para completar así el número armónico de siete (sacramentos, pecados, virtudes, cielos…). Había dos opciones más extendidas entre catecismos, libros de moral y predicadores:

(a) Una ayudar y promocionar a las mujeres necesitadas y en peligro de explotación personal y socia, es decir, la liberación de la mujer.

(b) Otra era la de enterrar bien a los muertos, y orar muchos por ellos, con funerales, misas y cementerios.

Triunfó esta última: Orar por los difuntos, con buen enterramiento y misas… Fue buena la promoción de esa obra, de manera que una parte considerable de la Iglesia (y del clero postridentino) se especializó en orar por los difuntos, más que ayudar a los vivos.

Hubiera sido mejor la otra, ayudar a los mujeres en riesgo de destrucción personal y social, como ha dicho implícitamente el Papa Francisco.

Lo mismo pasa ahora. El Papa quería poner de relieve las obras de Mt 25, a favor de los vivos. Estos de la Congregación han optado por los muertos, que son muy importantes, pero con riesgo de olvidar a los vivos en necesidad. Leer más…

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“El Papa tendrá que decir una palabra sobre la homosexualidad”

Miércoles, 10 de febrero de 2016
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foto-gay“La homosexualidad no es una perversión. Nadie elige ser homosexual”

“Hemos de desmontar un maltrato antiguo e injusto que tiene un aspecto religioso”

“Dicho en términos duros: si los homosexuales son inocentes de su condición, esta es un “pecado” de Dios”

(Jorge Costadoat sj).- El tema de la homosexualidad en América Latina es nuevo. Tiene una década, a lo más dos. Pero la realidad es antigua, tal vez tanto, tal vez no, como su censura. La censura religiosa ha sido cruel a su propósito. Por esto la mera frase del Papa Francisco “quién soy yo para juzgar a los gay” ha sido liberadora.

Por cierto, el levantamiento del tema en algunos países ha sido incómodo para las generaciones mayores. También en otras partes del mundo hay inquietud. En algunas iglesias protestantes se ha aceptado que ministros del culto tengan una pareja homosexual. Pero en otras ha habido reacciones furiosas al respecto, y en contra de la posibilidad de legalización de uniones y matrimonios homosexuales.

En el campo católico se experimentan las mismas tensiones. Las iglesias de los países desarrollados esperaban que en el Sínodo sobre la Familia se diera algún tipo de reconocimiento a las parejas homosexuales. Pero las iglesias de África, según se dice, no quisieron oír hablar del tema. El texto final parece recoger esta posición. El Catecismo de la Iglesia Católica, por su parte, frena en seco esta posibilidad. No considera que la homosexualidad sea una perversión, pero la trata como una inclinación “objetivamente desordenada” (Catecismo, 2357). Las personas homosexuales deben vivir su condición con resignación religiosa.

Con todo, los católicos aperturistas creen ver en el documento del Sínodo algo como una fisura en el muro. El Sínodo pide respeto por la dignidad de las personas homosexuales. Pero, además, demanda “una atención específica al acompañamiento de las familias en las que viven personas con tendencia homosexual” (76). ¿Quiénes? ¿Hijos e hijas homosexuales? Pensamos que sí, obvio. No es obvio, en cambio, pero tampoco el texto lo excluye, que la indicación se aplique a posibles padres homosexuales.

¿Ha sido esta una redacción descuidada o deliberadamente ambigua? Los moralistas de avanzada, además, hacen notar que el Sínodo no ha hecho una condena explícita de los “actos homosexuales”, como lo hace enérgicamente el Catecismo. En fin, el Papa tendrá que decir una palabra sobre este tema, la más importante para la Iglesia de EE.UU. y para muchos europeos. En el curso de 2016 debiera salir a la luz una exhortación apostólica con la cual Francisco dará una palabra orientadora final sobre estas materias de moral familiar, matrimonial y sexual.

beso06Tenemos ante los ojos una situación poco frecuente. He aquí una cuestión que estaba cerrada a la discusión, que luego el Papa la ha abierto, pero que el mismo Francisco tendrá que cerrar dentro de poco. La Iglesia tiene por delante la obligación de pensar, iluminada por su fe, una realidad humana que, habiendo sido cruelmente soterrada por generaciones, ha emergido en nuestra época con una lucha por abrirse un espacio al interior de una cultura que le ha sido contraria; como un reclamo de amor y de justicia que merece ser conocido a fondo, y permitírsele abrirnos el corazón, modificar nuestras actitudes y perfeccionar los criterios para hacer de este reclamo un reclamo propio.

Me permito aquí una reflexión teológica, pues hemos de desmontar un maltrato antiguo e injusto que tiene un aspecto religioso. La teología, a propósito del tema de la homosexualidad, tiene que ofrecer argumentaciones que actualicen del modo más humanizador posible la revelación de Dios ocurrida en Cristo, el paradigma de humanidad de los cristianos (Gaudium et spes 22). ¿Qué dice la teología de las personas homosexuales mismas, independientemente de sus actos? ¿Qué son? ¿Las pensó Dios así?

Se hace necesario, pues, relacionar las argumentaciones magisteriales sobre la revelación, que se han desarrollado durante dos mil años, con las argumentaciones científicas contemporáneas, pues en los dos tipos de argumentación. Hay razones y hay convicciones que, en tanto correctas, la Iglesia debe considerar que vienen de Dios mismo. La Iglesia, por creer en el Creador de la humanidad, está obligada a hacer suyas la ciencia y las convicciones éticas de la cultura en la que ella cumple su misión, cuando se puede comprobar que estos logros hacen más feliz la vida humana. Si Dios no quiere otra cosa que el triunfo de la humanidad sobre sí misma, sería absurdo que la Iglesia se opusiera a su voluntad.

El caso es que las ciencias arrojan resultados importantes. Hoy se nos dice que la homosexualidad no es una perversión. Nadie elige ser homosexual. Se llega a serlo por razones biológicas (carga genética) y/o por razones biográficas (la historia personal). La homosexualidad es una realidad pre-moral. Se es libre en cuanto al modo de vivir la homosexualidad, pero no en cuanto a serlo o no. Otro resultado científico importante es que, según lo sostiene la Organización Mundial de la Salud (1990), no se trataría tampoco de una patología, sino de una variante de la sexualidad humana. Por de pronto, los esfuerzos médicos por sanarla han sido funestos.

Dicho en términos duros: si los homosexuales son inocentes de su condición, esta es un “pecado” de Dios. Dicho en términos blandos: Dios es el responsable de la sexualidad humana en todas sus versiones y, si nos cuesta entender cómo, debemos esforzarnos otra vez por entrar en el misterio del amor de Dios. La homosexualidad es obra de Dios. No es creación humana. Las personas homosexuales son criaturas de Dios, de su amor y, por tanto, lo único que pudiera frustrar su existencia es que no amen a su prójimo como Dios las ama a ellas. La persona homosexual es un “don” de Dios para ella misma, pero también un “don” para los demás, ya que es inherente al don donarse y no restarse egoístamente a los otros.

Desembocamos así en dos preguntas: ¿qué debe hacer una persona homosexual para amarse a sí misma como Dios la ama? Este es todo un programa de vida. Lo es también, y con igual importancia, para las personas heterosexuales. Segunda pregunta: ¿cómo una persona homosexual puede ser un don para los demás? Este es el punto teológicamente más difícil. Un amigo homosexual me dice: “¿Cómo Dios ha podido darle a las personas homosexuales la condición, pero negarles su ejercicio?”. La pregunta es difícil porque la misma Iglesia sabe y enseña que lo único que realmente arruina a las personas es el egoísmo y la indiferencia ante el sufrimiento del prójimo.

Fuente Religión Digital

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Más sobre el ultimátum a la Iglesia Evangélica Española por su aceptación de la realidad LGTB

Miércoles, 6 de enero de 2016
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ieeAmpliamos la noticia que publicábamos el pasado 31 de Diciembre, con nuevas aportaciones y comunicados:

El Consejo Evangélico de Madrid amenaza con expulsar a la Iglesia Evangélica Española, una de las más veteranas y arraigadas en nuestro país, debido a la posición pública de esta iglesia en favor de las personas LGTB. Además de un grave caso de LGTBfobia, la amenaza de expulsión supone también un incumplimiento tanto de la función propia del Consejo como de la tradición protestante de dar libertad a las iglesias. Sin embargo, ha servido también para que esta iglesia se reafirme públicamente en su inclusividad.

El tránsito al nuevo año se ha visto salpicado por una desagradable polémica en el cristianismo protestante español. La Iglesia Evangélica Española (IEE) ha sido amenazada de expulsión por parte del Consejo Evangélico de Madrid (CEM) mediante una carta firmada por Jesús Manzano y Manuel Cerezo, presidente y secretario respectivamente de esa institución. Así lo cuenta la misma IEE en un comunicado del 29 de diciembre. El Consejo Evangélico de Madrid agrupa a las iglesias protestantes de la comunidad autónoma y las representa ante el gobierno regional. La IEE, por su parte, es una de las iglesias protestantes con mayor solera de España, y paradójicamente estuvo entre las fundadoras del CEM.

El motivo de tal amenaza es la pública inclusividad de las personas LGTB en la IEE. Así lo estableció en el último Sínodo en septiembre, donde ratificaron la Declaración de Mamré, fruto de un discernimiento comunitario que culminó en un encuentro de los pastores y pastoras de la IEE en la casa de Mamré (Jaca, Huesca) en mayo pasado. En este texto, la IEE rechaza la homofobia y afirma la inclusión de las personas LGTB y sus familias:

Queremos compartir con nuestra iglesia que desde una lectura de la Biblia inspirada en la Teología de la Gracia, teniendo en cuenta que el propio texto bíblico se reinterpreta a sí mismo (Confesión de Fe de la IEE), entendemos que la praxis de una iglesia inclusiva es a lo que estamos llamados.

El mensaje y la vida de Jesucristo nos inspiran a considerar toda acogida de las personas como una demanda de la justicia del Reino (…).

En consecuencia, como Iglesia Evangélica Española, somos exhortados a una pastoral de la acogida de las personas homosexuales y sus familias, evitando la invisibilidad y trabajando en el acompañamiento de la diversidad. (Gálatas 3, 28).

Nos comprometemos a hacer pedagogía contra la homofobia desde el Evangelio de la Gracia. (Hechos 10).

Nos comprometemos a cultivar un lenguaje inclusivo respecto a las construcciones de género.

Nos comprometemos al testimonio de la unidad (Hechos 4, 19), incluso si esto implica tensiones entre nuestra libertad de conciencia y nuestra llamada a preservar el testimonio, siendo capaces de abordar los temas conflictivos sin que haya rupturas.

Homofobia religiosaLa decisión del CEM no solo es sorprendente por su homofobia. También lo es porque no se corresponde con su misión de órgano consultivo, con una labor de representación y en modo alguno de control doctrinal. Más aún, la tradición protestante tiene a gala el respeto a la libertad de las diversas iglesias en su reflexión sobre diferentes cuestiones internas no tocantes a los contenidos dogmáticos. Por ello, esta amenaza constituye una grave intromisión en los asuntos internos de una iglesia. Máxime cuando la IEE en absoluto ha pretendido hacer que otros acepten su postura: solo quieren que se les respete en su libertad. Queda claro, de nuevo, que los fundamentalistas piden tolerancia para ellos pero no soportan la mera existencia de quienes les son distintos.

No obstante, todo este episodio tiene su lado positivo: la respuesta de la Iglesia Evangélica Española. Lejos de amedrentarse, la IEE se ha reafirmado en su inclusividad, evocando incluso las palabras del propio Lutero de cuando rehusó retractarse por tener la conciencia “presa de la palabra de Dios”:

¿Qué decir? Simplemente confesar que nuestra conciencia eclesial está presa de la Palabra de Dios. Dicho de otro modo, somos presos del mismo Cristo, de su forma de hacer y de su respeto por la dignidad del ser humano. Y no hay concilio, ni institución, ni dogma que esté por encima del Resucitado que sigue inspirando a su pueblo a través del Espíritu.

Y como iglesia decimos ¡no! Seguiremos actuando como siempre hemos vivido, defendiendo la dignidad del ser humano, y luchando por sus derechos a la manera de Jesús de Nazaret. Nunca hemos impuesto nada a nuestros hermanos y hermanas, y tampoco queremos que por su parte se nos imponga nada. Siempre hemos respetado, y seguiremos respetando sus opiniones, aunque no las compartamos. Ni más, ni menos.

icmpdvYa antes de esta amenaza, la Iglesia Evangélica Española se había significado por su inclusividad y había recibido “avisos” por ello. En especial, causó revuelo la cooperación con la Iglesia de la Comunidad Metropolitana (ICM), una iglesia plenamente inclusiva con las personas LGTB y extendida por numerosos países. En concreto, la IEE en Madrid decidió ofrecerle uno sus espacios cada 15 días para reunirse y celebrar. Además, durante este tiempo, la IEE ha participado conjuntamente con la ICM en diversos actos. En particular, el 9 de marzo de 2014 se celebró una mesa redonda titulada Mujeres y religión ¿espacio de liberación o espacio de exclusión? en los locales de la IEE de Noviciado, con la participación de diversos grupos entre los que estaba la ICM. Todo esto fue publicitado en Protestante Digital, no sin un claro añadido de LGTBfobia en forma de reafirmación doctrinal. Poco después, según se supo, se barruntaron las primeras amenazas de expulsión del CEM.

Apoyo de la rama española de la comunión anglicana (IERE)

Sello-iere_comunion784x1181La IEE ha recibido el apoyo de la Iglesia Española Reformada Episcopal (IERE), rama española de la Comunión Anglicana. Se trata, curiosamente, de una iglesia que difiere de la IEE en la actitud inclusiva hacia la realidad LGTB. Hace ya años se pronunciaron en contra de la ordenación del primer obispo anglicano abiertamente gay, Gene Robinson, en Estados Unidos. No obstante, comparten el celo por mantener su independencia ante las actitudes del CEM. En un comunicado del equipo pastoral, dejan clara su postura: “Rechazamos el supuesto derecho del Consejo Evangélico de Madrid a inmiscuirse en los asuntos internos de las distintas iglesias y comunidades que lo forman (…) Mostramos nuestra preocupación por las actitudes intransigentes que está mostrando el Consejo Evangélico de Madrid con algunas de las iglesias que lo forman, olvidando el pluralismo propio del protestantismo (…) Apoyamos el derecho de las comunidades locales de la Iglesia Evangélica Española a defenderse de los ataques y amenazas del Consejo Evangélico de Madrid y estamos dispuestos a secundarles en caso de que decidieran emprender acciones contra las personas que firman una carta que contiene amenazas y atenta contra la libertad de unas iglesias que forman parte del CEM (…) Manifestamos el derecho de las congregaciones de la IEE de Madrid a mantener posturas particulares en materias morales o éticas que no afectan a las declaraciones de doctrina de la Iglesia Universal, a saber, los credos Apostólico y Constantinopolitano, las confesiones de fe de las iglesias de la Reforma o la declaración de doctrina de la Ferede

Por otro lado, aunque la rama española de los anglicanos no es inclusiva en general, sí hay una comunidad en Alcorcón que ha apostado por la inclusividad. Su pastor, Juan Larios, ha querido hacerse oír. En una reflexión por escrito, compara la actitud del CEM con el personaje mítico de Procusto: “Existe, en la mitología griega, un personaje que es el paradigma de la intolerancia. Procusto, hijo de Poseidón, poseedor de una estatura y fuerza extraordinarias. Procusto atraía a sus víctimas a base de lisonjas y buenas palabras para administrarles después los peores suplicios. Procusto tendía a sus víctimas en un horrible tálamo de hierro. Si las piernas de la víctima sobrepasaban la medida del lecho, de un tajo cortaba lo que sobraba de sus extremidades; si, por el contrario, se quedaban cortas, estiraba los miembros hasta igualarlos a la longitud de la cama (…) A nadie se le escapa ya el giro vertiginoso que las corporaciones ‘no católicorromanas’ (CEM, FEEREDE, AEE) están dando hacia el conservadurismo, incluso fundamentalismo en algunos casos, y que, en el fondo, responden a una muy determinada ideología política venida del otro lado de los mares (…) Estos nuevos Procustos proclaman a los cuatro vientos la impermeabilidad y pureza de sus prácticas y doctrinas, por tanto hay que defenderlas de cualquier influencia externa que consideran dañina para sus postulados y propósitos. Son posiciones monolíticas que condenan al otro por pensar y actuar diferente (…) La Iglesia ha de ser instrumento pacificador y de justicia, constructora del Reino, liberadora y sanadora, incluyente en todos los sentidos y no excluyente. Si el CEM ya no es capaz de entender estas cosas, tal vez sería bueno plantearse seriamente dejarle a su propia deriva

Un conflicto local que refleja tensiones globales

El apoyo de la IERE apunta también a las raíces profundas de este conflicto, que apuntan a tensiones en el cristianismo protestante que van más allá del marco español. Se trata de las divergencias claras entre las iglesias protestantes “clásicas” (conocidas en el mundo anglosajón como mainline protestants) y las de más reciente creación (evangelicals). Las primeras están más directamente entroncadas con la Reforma del siglo XVI y sus grandes figuras (Lutero, Calvino, Zwinglio, Melanchton, etc.); las otras, en cambio, tienen sus orígenes remotos en diversos movimientos de despertar religioso que tuvieron lugar sobre todo en Estados Unidos en el siglo XIX. Las “clásicas” se caracterizan por un mayor peso de la tradición de pensamiento cristiano y de la reflexión teológica; asimismo, sus pastores deben seguir un proceso de formación intelectual y pastoral que lleva varios años. Todo esto hace que lean la Biblia con ojos críticos, alejados del fundamentalismo y abiertos a revisar posturas de acuerdo a nuevos datos de realidad. En cambio, las iglesias evangélicas acentúan mucho más el aspecto puramente emocional y relativizan —o incluso minimizan— el elemento de reflexión. En especial, sus pastores suelen ser nombrados por las propias comunidades y cuentan con muchos menos requisitos formales. Esto hace que se cuenten con menos herramientas intelectuales para la interpretación de la Biblia o de fenómenos sociales.

En el protestantismo español están ambas ramas. Debido a su carácter minoritario en la sociedad, están juntos en los organismos de representación civil (el CEM en Madrid o la FEREDE en el Estado). Las diferencias hasta la fecha se han sobrellevado, al no entrar en ellas por caer fuera de la competencia de órganos de representación. Pero está claro que la homosexualidad es motivo suficiente para romper este principio de no intervención. Esto no es precisamente sorprendente para quienes conocen la homofobia de ciertas iglesias. Lo llamativo, más bien, ha sido la firmeza con la que en este caso han respondido las iglesias clásicas. No podemos menos que felicitarles y animarles a seguir firmes.

Fuente Dosmanzanas

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Al final del Sínodo. Más desafíos y propuestas

Lunes, 2 de noviembre de 2015
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sinodoDel blog de Xabier Pikaza:

Presenté el otro día 13 proposiciones. Pero quedaron en el tintero algunas, y hoy quiero recogerlas, mientras se están votando en el aula las proposiciones oficiales del Sínodo 2015 (sábado 24. 10. 15 por la tarde).

Lo hago con la ingenuidad del que cree que la vida empieza cada día, y con la serenidad del que ha visto caer muchas hojas en el otoño de la vida (y ahora mismo ve cómo las lleva el viento de la meseta), con esa imagen tan judía, tan cristiana, que pongo en la portada.

Ciertamente, existen otros desafíos, pero aquí quiero evocar sólo siete, de un modo condensado, desde la perspectiva de conjunto de mi libro sobre la familia, partiendo de las inquietudes y preguntas del Documento Pontificio del 2013 que nos ha venido ocupando estos dos años.

He dicho ya en este blog casi todo lo importante. Sólo me quedan algunas consideraciones finales, de tipo general, sobre el sentido de una pastoral cristiana de la familia:

1. Más que una pastoral “sobre” ha de existir una pastoral “de” familia,
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no con palabras, sino con la vida, de manera que la misma Iglesia sea escuela de familia. Ciertamente, ella debe seguir elaborando su doctrina, pero no puede contentarse con redactar documentos y escribir directrices redactadas por pastores célibes, desde fuera y por arriba, como si el tema tratara de otros, de los matrimonios laicos, y no de ellos, de los “pastores sacerdotales”.

La única pastoral realista de la familia es la misma familia: Que los cristianos, empezando por sus “pastores”, pero centrándose de un modo especial en las familias concretas (laicales) ofrezcan un testimonio y camino alternativo y fuerte (evangélicamente profundo y rompedor) de familia. No se trata ya de hablar sobre ella, dictando lecciones magisteriales, sino de hacerse y ser familia mesiánica, según el evangelio, en un mundo amenazado por una profundísima crisis de familia.

2. En principio no tenía que haber habido un Sínodo sobre la Familia

Ella tenia que haber sido incluida en el cuidado por la comunidad entera, es decir por todos los creyentes. Pero las circunstancias así lo han exigido, porque el tema de la familia había sido cerrado en falso, tanto en Humanae Vitae (Pablo VI, 1968) como en Familiaris Consortio (Juan Pablo II, 1981). No es que esos documentos fueran falsos; al contrario, ellos contienen sabias consideraciones y doctrinas en parte admirables. Pero no respondían a la dinámica esencial de nuestro tiempo, según el evangelio.

El tema no es rebajar la exigencia del matrimonio y la familia, con el cuidado de los hijos, sino todo lo contrario: Es elevarlo. No se trata de prohibir, sino de abrir caminos para un despliegue más hondo de la dinámica familiar según el evangelio, no por ley, sino por gracia; no por imposición, sino por empuje más fuerte de Reino. La “Iglesia del Sínodo” no puede tratar de la familia como si tratara de algo que concierne a otros, sino a ellos mismos, en unión con Cristo.

Como dijo Jesús tratando de esto, “quien pueda oír que oiga”. Entendida desde Cristo, la familia es objeto y tema de una revelación, como la revelación de la Santísima Trinidad. Ocuparse sólo de la ex-comunión de los divorciados y de la ex-clusión de los homosexuales es como ocuparse de las piedras de contención de un dique imaginario, y no del agua viva, que es lo que conviene.

3. El tema de todos, pero en la actualidad, por circunstancias históricas, resulta fundamental el testimonio de los “ministros”.

Ellos han ocupado un lugar preferente en la vida y misión (oficial) de la Iglesia, pero eso es preciso que empiecen siendo ejemplo central de familia, desde su celibato y/o matrimonio. En ese contexto debemos vincular el ideal mesiánico de Pablo (que quisiera que todos fueran célibes como él) y el realismo comunitario de las Pastorales (1 Tim, Tito), donde se afirma que sólo podrán ser ministros de la Iglesia los bien casados, “animadores” de familia, aquellos hombres y mujeres que sean capaces de promover espacios de comunión vinculando la intimidad familiar (esponsal, paterna) con la vida de la comunidad (entendida como gran casa patriarcal).

Mucha tinta y sangre ha corrido desde que Pablo formuló su llamada universal al celibato (¡porque el tiempo acaba!), mucha experiencia se ha dado en la Iglesia desde la propuesta de las Cartas Pastorales, con su visión patriarcalista de los ministerios. Posiblemente no se deba absolutizar una postura ni otra (ni celibato universal, ni casamiento obligado), sino una experiencia radical de familia: Sólo quien es hombre o mujer de comunión/comunidad (de un modo o de otro, en celibato o matrimonio) puede ser testimonio y estímulo en la Iglesia. Mientras ella en su conjunto no pueda presentar a sus “pastores” como ejemplo y modelo de familia no podrá hablarse en realidad de una pastoral de familia.

4. Ministerio para casados y mujeres.
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Siguiendo en esa línea, a partir de todo lo anterior, me parece que la exclusión de los casados y de las mujeres para los ministerios (para todos, desde el de asistente pastoral hasta el obispo) va en contra de la experiencia bíblica. En un contexto antiguo pudo tener un sentido la “reducción” de los ministerios, de manera que ellos que sólo podían ser ejercidos por varones célibes. Actualmente, esa reducción carece de base evangélica, fundamento social y finalidad pastoral.

Lo único que puede y debe pedirse a los ministros cristianos es que sean hombres y/o mujeres de comunión, personalmente maduros, capaces de establecer una conexión positiva con el mensaje de Jesús y de la Iglesia, en las circunstancias, actuales del mundo. No se trata de resolver el tema de la escasez de “clero ordenado” (tema del que ha de tratarse en otro espacio), sino de centrarse en el valor y exigencia de los ministerios de Jesús, según el evangelio.

No se trata de seguir diciendo que varones y mujeres son distintos (¡eso es una obviedad!), ni de seguir afirmando que son distintas las condiciones de solteros y casados (¡otra obviedad!), sino de volver a la raíz de los ministerios mesiánicos según la experiencia de Jesús y de la Iglesia primitiva. Un tipo de exégesis realizada al servicio de un sistema clerical ha sido clarividente, pero con “orejeras”, lo que le ha hecho escuchar y ver sólo algunas cosas. Quitemos las orejeras y las falsas gafas, aprendamos a oír y a ver sin atduras.

5. Un caso concreto y difícil, un tipo de pederastia clerical.

En este momento de vida de la Iglesia (2015) siguen resonando los gritos de niños que han sido violados por “pastores” pederastas célibes dentro de la Iglesia. Es evidente que el tema no se puede universalizar, pues han existido y existen cientos de miles de buenos pastores, pero en algunos casos no han sido claros los motivos de su opción por el celibato, ni fuertes los controles contra el riesgo de pederastia.

Es posible que se haya dado un “celibato demasiado fácil”, como recurso para un tipo de misión clerical, sin verdadera vocación, ni madurez humana. Sea como fuere, esa situación debe aclararse, pues como he dicho, sólo pueden ser buenos pastores de iglesia aquellos que tienen “sosegada” y resuelta, en principio, su opción afectiva, en clave de familia (de un tipo o de otro), de manera que no exista en ellos ningún riesgo apreciable de tendencia a la pederastia.

Matrimonio y celibato son opciones “secundarias”, no es una mejor que la otra, ambas pueden ser y son muy apropiadas para cumplir una misión eclesial. Lo que no puede hacerse es imponer un tipo de camino, ni aceptar en los ministerios de la iglesia, en contacto muy particular con niños, a personas que no son afectivamente maduras. Sólo allí donde se supera de raíz el riesgo de la pederastia puede hablarse de una buena familia cristiana (cf. tema 9), pues los niños son un momento esencial de la familia cristiana.

6. El tema de los homosexuales.

Pienso que la Iglesia no ha planteado tampoco todavía, en todo su rigor antropológico y cristiano, el tema de aquellas personas que tienen un tipo de sexualidad y tendencia afectiva “distinta” de la que se ha tomado como normativa. Éste es un caso que puede parecer secundario, dentro de la agenda general de las preocupaciones cristianas, pero está muy vinculado al proyecto y a la praxis de Jesús que ha estado cerca de personas de diversas orientaciones sexuales y antropológicas.

Por circunstancias diversas (de celibato y de orientación “espiritual”) parece que en la “familia eclesial” han sido y son bastante numerosos los casos de clérigos homosexuales, lo que no es un bien ni un mal, sino un hecho y una oportunidad, mientras el clero deba ser siendo celibatario, como hasta ahora. El tema no es que los haya, sino que deban mantenerse en situación de semi-clandestinidad, con un riesgo añadido por su propia condición y por el hecho de que, en conjunto, un tipo de Iglesia ministerial parece que no les acepta como tales (a pesar de que son bastante numerosos en el clero).

Lo mismo sucede con los homosexuales declarados, que acuden al matrimonio civil para legitimar de alguna forma su situación, siendo mal vistos en general por muchos miembros de la Iglesia. Éste es un tema que debe ser revisado y replanteado con urgencia, para que la Iglesia pueda presentarse y ser casa en la que puede decirse la verdad, hogar para los sin casa y familia. Y, por fin, con toda rapidez, se debe declarar que no ha sido adecuada, en línea antropológica, cristiana y pastoral, aquella norma del 2005 que prohibía el acceso de los homosexuales a los ministerios. (a) Porque es una norma “mentirosa”, pues hay muchos homosexuales en los ministerios, con todo honor, mientras no salgan del armario y no digan lo que son. (b) Porque es una norma anticristiana, pues discrimina de un modo “infantil” (maniqueo y antievangélico) a un tipo de personas.

Publiqué por entonces (año 2005) una fuerte protesta contra esa prohibición que decía (con mentira) que los homosexuales no pueden ser ministros de la Iglesia (porque lo eran de hecho). Debe andar por ahí, es fácil encontrarla con los buscadores de google. A lo mejor vuelto a publicarla uno de estos días.

7. La Iglesia está llamada a ofrecer un espacio de familia para muchos hombres y mujeres sin familia,

superando un tipo de oposición moderna entre lo privado (casa, familia) y lo público (sociedad…). Ciertamente, hay diferencias, se trata de espacios en parte distintos. Pero en sentido estricto (como en el principio de su historia) la Iglesia tiene que presentarse como “tercer género de sociedad”, entre el mundo privado de la pequeña familia (con sus principios de gratuidad personal) y el mundo público del sistema (donde domina un tipo de ley implacable de tipo capitalista). La Iglesia no es un agregado de pequeñas familias aisladas, que se reúnen para cultivar sólo su intimidad espiritual, mientras el mundo externo sigue dominado por “mamón”. Pero no es tampoco una justificación sacral del sistema capitalista, como algunos quieren.

En la línea de todo lo que he venido mostrando en este libro, la Iglesia ha de ser una comunidad que e es, al mismo tiemplo, íntima (de gratuidad) y abierta al espacio de la convivencia social, pero sin perder por ello sus principios básicos de solidaridad y de justicia. Como vengo diciendo, estamos en un momento clave de gran transición creadora. Pienso que la gran revolución social del futuro ha de ser una revolución social y personal de la familia. Con ese fin he querido escribir este libro sobre La Familia en la Biblia, en el contexto de la celebración de los Sínodos de la Familia (año 2014 y 2015).

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Los lefebvrianos, contra el Sínodo y el Papa: La homosexualidad contradice el derecho divino natural y por lo tanto constituye un pecado”

Lunes, 2 de noviembre de 2015
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lundi09Sólo les falta decir que nos apedreen… De todas formas, tampoco se alejan tanto de las conclusiones del documento final del Sínodo de la Familia en el que, tras un refrito del Catecismo, califican la Homosexualidad de pecado, “Tendencia” en vez de “orientación”, afirman que “No existe algún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el diseño de Dios sobre el matrimonio y la familia“… eso sí, respetándonos mucho, mucho, pero que mucho… ¡Cuánto fariseísmo!

Como decíamos al dar noticia de las conclusiones: Duras afirmaciones que demuestran que, definitivamente, esta Iglesia no es casa de acogida…

“Lamentables ambigüedades y omisiones”

“Rezamos por el Papa, y estaremos vigilantes”

“La homosexualidad contradice el derecho divino natural.

Las uniones realizadas fuera del matrimonio, de concubinato, de adulterio e incluso homosexuales, son un desorden contrario a las exigencias de la ley divina natural y por lo tanto constituyen un pecado.

No puede reconocerse en ellas parte alguna de bondad moral, ni siquiera disminuida.”

(Bernard Fellay, superior de la Fraternidad San Pío X).- La Relación final de la segunda sesión del Sínodo de la familia, publicada el 24 de octubre de 2015, lejos de manifestar un consenso de los padres sinodales, constituye la expresión de un compromiso entre posturas profundamente divergentes.

En ella se puede ver que se recuerdan ciertos puntos doctrinales sobre el matrimonio y la familia católica, pero también se notan lamentables ambigüedades y omisiones, y sobre todo brechas abiertas en la disciplina en nombre de una misericordia pastoral relativista. La impresión general que se desprende de este texto es la de una confusión que no dejará de ser explotada en un sentido contrario a la enseñanza constante de la Iglesia.

Por esta razón, nos parece necesario reafirmar la verdad recibida de Cristo sobre la función del Papa y de los obispos (1) y sobre la familia y el matrimonio (2), cosa que hacemos en el mismo espíritu que nos llevó a dirigir al Papa Francisco una súplica antes de la segunda sesión de este Sínodo.

1 – La función del Papa y de los obispos[1]

Como hijos de la Iglesia Católica, creemos que el obispo de Roma, sucesor de San Pedro, es el Vicario de Cristo, al mismo tiempo que es la cabeza visible de toda la Iglesia. Su poder es en sentido propio una jurisdicción a la que, tanto los pastores como los fieles de las Iglesias particulares, cada uno de ellos por separado o todos ellos reunidos, incluso en concilio, en sínodo o en conferencias episcopales, quedan obligados por un deber de subordinación jerárquica y de verdadera obediencia.

Dios ha dispuesto así las cosas para que, manteniendo con el obispo de Roma la comunión y la profesión de una misma fe, la Iglesia de Cristo no sea sino un solo rebaño bajo un solo pastor. La Santa Iglesia de Dios ha sido divinamente constituida como una sociedad jerárquica en la que la autoridad que gobierna a los fieles viene de Dios, a través del Papa y de los obispos que le están sometidos. [2]

Cuando el Magisterio pontificio supremo ha dado la expresión auténtica de la verdad revelada, tanto en materia dogmática como en materia disciplinar, no les corresponde a los organismos eclesiásticos con autoridad de rango inferior -como las conferencias episcopales- introducir modificaciones en él.

El sentido de los sagrados dogmas que ha de conservarse a perpetuidad es el que el magisterio del Papa y los obispos han enseñado de una vez por todas y del que nadie puede jamás separarse. Por consiguiente, la pastoral de la Iglesia cuando ejerce la misericordia ha de comenzar remediando la miseria de la ignorancia al dar a las almas la verdad que las salva.

En la jerarquía instituida así por Dios, en materia de fe y de magisterio, las verdades reveladas han sido confiadas como un depósito divino a los Apóstoles y a sus sucesores, el Papa y los obispos, para que lo guarden fielmente y lo enseñen con autoridad. Este depósito está contenido, como en sus fuentes, en los libros de la Sagrada Escritura y en las tradiciones no escritas que, recibidas por los Apóstoles de boca del propio Cristo o transmitidas como de mano en mano por los Apóstoles por dictado del Espíritu Santo, han llegado hasta nosotros.

Cuando la Iglesia docente declara el sentido de estas verdades contenidas en la Escritura y la Tradición, lo impone con autoridad a los fieles para que lo crean como revelado por Dios. Es erróneo decir que al Papa y a los obispos corresponde ratificar lo que les sugiere el sensus fidei o la experiencia común del Pueblo de Dios.

Como ya habíamos escrito en nuestra Súplica al Santo Padre: «Nuestra inquietud brota de la condenación que San Pío X hizo, en su encíclica Pascendi, de la acomodación del dogma a pretendidas exigencias contemporáneas. Pío X y vos, habéis recibido la plenitud del poder de enseñar, de santificar y de gobernar en la obediencia a Cristo, que es el Jefe y el Pastor del rebaño en todo tiempo y en todo lugar, y de quien el Papa debe ser el fiel vicario sobre esta tierra. Lo que ha sido objeto de una condenación dogmática no puede convertirse, con el tiempo, en una práctica pastoral autorizada».

Esto es lo que llevó a Mons. Marcel Lefebvre a escribir en su Declaración del 21 de noviembre de 1974: «Ninguna autoridad, ni siquiera la más alta en la jerarquía, puede obligarnos a abandonar o a disminuir nuestra fe católica, claramente expresada y profesada por el magisterio de la Iglesia desde hace diecinueve siglos. «Si ocurriese -dice san Pablo- que yo mismo o un Ángel bajado del cielo os enseñase otra cosa distinta a lo que yo os he enseñado, sea anatema». [3]

2 – El matrimonio y la familia católica

Acerca del matrimonio, Dios ha provisto al crecimiento del género humano instituyendo el matrimonio, que es la unión estable y perpetua de un hombre y de una mujer [4]. El matrimonio de los bautizados es un sacramento, ya que Cristo lo elevó a esta dignidad; por lo tanto, el matrimonio y la familia son de institución divina y natural.

El fin primario del matrimonio es la procreación y la educación de los hijos, que ninguna voluntad humana podría excluir realizando actos que le son opuestos. El fin secundario del matrimonio es la ayuda mutua que se dan los cónyuges, así como el remedio de la concupiscencia.

Cristo estableció que la unidad del matrimonio sería definitiva, tanto para los cristianos como para todos los hombres. Esta unidad goza de tal indisolubilidad que no puede romperse nunca, ni por la voluntad de ambas partes ni por ninguna autoridad humana: «lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre».[5] En el caso del matrimonio sacramental entre bautizados, la unidad e indisolubilidad se explican, además, por el hecho de ser el signo de la unión de Cristo con su esposa.

Todo lo que los hombres puedan decretar o hacer contra la unidad e indisolubilidad del matrimonio no corresponde ni a lo que exige la naturaleza ni al bien de la sociedad humana. Además, los fieles católicos tienen el deber grave de no unirse únicamente por el vínculo del matrimonio civil, sin tener en cuenta el matrimonio religioso prescrito por la Iglesia.

La recepción de la eucaristía (o comunión sacramental) requiere el estado de gracia santificante y la unión con Cristo mediante la caridad; la comunión aumenta esta caridad y significa al propio tiempo el amor de Cristo por la Iglesia, que le está unida como Esposa única. Por consiguiente, las personas que deliberadamente viven juntas en una unión de concubinato o incluso adúltera van contra las leyes de Dios y de la Iglesia, porque dan el mal ejemplo de una falta de justicia y de caridad, no pueden ser admitidas a la comunión eucarística y son consideradas como pecadores públicos: «El que se casa con la repudiada por el marido, comete adulterio». [6]

Para recibir la absolución de los pecados en el ámbito del sacramento de la penitencia, se requiere tener el firme propósito de no pecar más y, consiguientemente, los que se niegan a poner término a su situación irregular no pueden recibir una absolución válida.[7]

En conformidad con la ley natural, el hombre no tiene derecho a usar su sexualidad sino en el matrimonio legítimo y respetando las leyes fijadas por la moral. Por lo tanto, la homosexualidad contradice el derecho divino natural. Las uniones realizadas fuera del matrimonio, de concubinato, de adulterio e incluso homosexuales, son un desorden contrario a las exigencias de la ley divina natural y por lo tanto constituyen un pecado. No puede reconocerse en ellas parte alguna de bondad moral, ni siquiera disminuida.

Ante los errores actuales y las legislaciones civiles contra la santidad del matrimonio y la pureza de las costumbres, la ley natural no admite excepciones, pues Dios, en su sabiduría infinita, al darnos su ley ha previsto todos los casos y circunstancias, a diferencia de los legisladores humanos. Por ello no puede admitirse una moral denominada de situación, que se propone adaptar las reglas de conducta dictadas por la ley natural a las diferentes culturas. La solución de los problemas de orden moral no ha de someterse tan sólo a la conciencia de los esposos o de los pastores, y la ley natural se impone a la conciencia como regla del obrar.

La solicitud del Buen Samaritano con el pecador se manifiesta por medio de la misericordia que no transige con su pecado, lo mismo que el médico que quiere ayudar eficazmente a un enfermo a recuperar la salud no transige con su enfermedad, sino que le ayuda a deshacerse de ella. Es imposible liberarse de la ley evangélica en nombre de una pastoral subjetiva que, aunque recordara universalmente tal ley, la aboliría caso por caso. Nadie puede conceder a los obispos la facultad de suspender la ley de la indisolubilidad del matrimonio ad casum sin exponerse a que se vuelva sosa la doctrina del Evangelio y quede troceada la autoridad de la Iglesia. Pues, en esta perspectiva errónea, lo que se afirma doctrinalmente podría negarse pastoralmente, y lo que está prohibido de jure podría estar autorizado de facto.

En esta confusión extrema, le corresponde en adelante al Papa -conforme a su cargo y en los límites que le ha fijado Cristo- volver a expresar con claridad y firmeza la verdad católica quod semper, quod ubique, quod ab omnibus [8], e impedir que esta verdad universal sea práctica y localmente contradicha.

Siguiendo el consejo de Cristo: orate et vigilate, rezamos por el Papa: oremus pro pontifice nostro Francisco, y permanecemos vigilantes: non tradat eum in manus inimicorum ejus[9], para que Dios no lo entregue en manos de sus enemigos. Suplicamos a María, Madre de Iglesia, que le conceda las gracias que le permitan ser el fiel intendente de los tesoros de su divino Hijo.

Menzingen, 27 de octubre de 2015
+ Bernard FELLAY
Superior General de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X

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El Sínodo de la Familia, agitado dentro y fuera, concluye sin resultados concretos

Jueves, 29 de octubre de 2015
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14457126264698Ampliamos la noticia del Sínodo del que de manera urgente dimos noticia el pasado domingo:

Mucho ruido y pocas nueces: el Sínodo de la Familia ha concluido finalmente sin ninguna resolución concreta, tampoco en materia LGTB. Sus discusiones, sin embargo, han servido para poner de manifiesto el nerviosismo que la mera posibilidad de un cambio en el enfoque pastoral (sin que ello implique cambio doctrinal de fondo) genera dentro de la jerarquía católica. El Sínodo ha despertado además un inusitado interés por la agitación externa causada por la salida del armario de Krzystof Charamsa y por el anuncio de un documental que deja al descubierto la doble vida de numerosos sacerdotes y religiosos.

Con la conclusión, este domingo 25 de octubre, del Sínodo de la Familia, termina el proceso sinodal que dio comienzo en 2014 y que ha conocido un primer encuentro extraordinario celebrado hace un año y un segundo ordinario ahora. En materia LGTB, no ha habido ningún resultado concreto. Algo que, como ya adelantamos, era de esperar. Sin embargo, sí que hay razones para considerar interesante lo sucedido. Por una parte, en el interior de la Iglesia, se advierte una clara división entre quienes defienden una mayor apertura pastoral y quienes persiguen una reafirmación doctrinal. Eso sí, más que de dos extremos realmente enfrentados, como presentan algunos, más bien hay que hablar de moderados y extremistas dentro de una misma posición de no cambiar la doctrina. Aún así, la presencia de un campo que habla de la realidad LGTB en términos no puramente condenatorios es una novedad (siempre, claro está, dentro de los parámetros de la jerarquía católica).

En el bando de la reafirmación doctrinal ha destacado el discurso inicial del cardenal Péter Erdő, arzobispo de Budapest y relator del Sínodo al comienzo del mismo, y que citando un documento vaticano de 2003 afirmó que no hay base para comparar o hacer analogías, siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el plan de Dios para el matrimonio y la familia. Con todo, la mayor estridencia en el lado rigorista la protagonizó sin duda el cardenal Robert Sarah, cuyas palabras ya reflejamos en esta página, y que llegó a poner al mismo nivel la “ideología de género” y el Estado Islámico.

Del lado de quienes defienden una apertura pastoral, destacamos en primer lugar el arzobispo de Bombay, el cardenal Oswald Gracias. En su momento, Gracias fue el único líder religioso de la India en oponerse a la recriminalización de la homosexualidad. Por otro lado, ya en la edición del año pasado había afirmado en una rueda de prensa que debía mejorarse la pastoral hacia las personas LGTB. En esta ocasión, Gracias ha concedido una entrevista a la asociación católica pro-LGTB New Ways Ministry donde, entre otras cosas, habla de los dones que ha visto en las personas LGTB. Además, señaló que hubiera sido positivo que hubiera habido parejas del mismo sexo en el Sínodo hablando de su realidad: “Personalmente, creo que habría sido enriquecedor. Me habría encantado escucharlos y creo que ayudaría a todos los padres sinodales a comprender. Creo que la mayoría nunca ha tenido un contacto directo o una conversación. Así me lo parece. Para ellos, es sólo una opinión teórica pero no desciendes hacia la persona. Cuando realmente ves a la persona, hablas con la persona y entiendes su angustia. Frecuentemente me pregunto cuál sería el acercamiento de nuestro Señor en estas circunstancias: sería compasivo, comprensivo”.

También ha destacado la posición del arzobispo de Chicago, Blase J. Cupich, que en rueda de prensa afirmó que debía escucharse a las personas LGTB: “De hecho, conté con sus voces como parte de mis consultas. Pero creo que nos podríamos beneficiar de las voces reales de personas que se sienten marginadas antes que recibirlas filtradas a través de las voces de otros representantes o de los obispos. Si realmente vamos a acompañar a la gente, tenemos primero que involucrarnos con ellos. En Chicago, me reúno regularmente con gente que se siente marginada, ya sean personas mayores, divorciados y vueltos a casar, gais y lesbianas como personas individuales y también parejas”.

Un Sínodo “accidentado” dentro y fuera…

El Sínodo, por lo demás, ha sido accidentado. Por un lado, parece que el sector inmovilista quiso frenar la reflexión del Sínodo mediante una carta de varios cardenales protestando por el método seguido en el encuentro. La propia historia de la carta resultó confusa, pues primero se habló de trece cardenales firmantes pero luego se retiraron (o desmintieron) seis. Más extraña aún fue la noticia que hablaba de un supuesto tumor cerebral del papa Francisco, que poco después fue desmentida y que reforzó la impresión de que algunos querían boicotear el Sínodo.

No fue con todo la única “conmoción” que sacudió al Sínodo. Directamente relacionadas con la realidad LGTB, dos noticias tenían un gran impacto en los medios de comunicación. Una fue, sin duda, la salida del armario de Krzystof Charamsa, protagonista de diversas entrevistas en medios de comunicación durante las tres semanas que ha durado el Sínodo. En ellas Charamsa ha hablado de la cerrazón en el interior de la Congregación para la Doctrina de la Fe, pero sobre todo de la presencia de gais en el clero, especialmente en el Vaticano. En una de ellas llega a afirmar claramente que “en el clero católico hay muchos homosexuales que, reprimidos por su propia orientación, odian a los que son gays como ellos”.

… y un documental sobre religiosos homosexuales como guinda

Una segunda noticia ponía aún más de relieve la presencia notable de personas LGTB en una institución que rechaza su realidad. Se trata del documental Amores Santos, que se ha dado a conocer deliberadamente a la vez que el Sínodo y que se estrenará en enero de 2016. Inicialmente estaba pensado como un documental de denuncia de la LGTBfobia eclesiástica. Sin embargo, al encontrar sus autores que numerosos religiosos eran ellos mismos homosexuales decidieron cambiar el enfoque. A través de un actor que se hizo un perfil falso, contactó con numerosos religiosos de treinta países con los que tenía sesiones de cibersexo. El resultado es un documental que recoge parte de este material (editado para no revelar la identidad de los afectados) y que, según el tráiler, promete ser impactante. Si algo deja claro es que la realidad LGTB no es en modo alguno exterior a la misma jerarquía de la iglesia católica: su clero y sus religiosos.

Fuente Dosmanzanas

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Sínodo 2015: El problema no es la homosexualidad o el divorcio, sino la Eucaristía.

Domingo, 25 de octubre de 2015
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12108956_510659295777934_6883277195880141532_nEl problema no es la familia, aunque pueda haber discusiones sobre su estructura sacramental. Nadie rechaza en serio a los homosexuales, ni la posibilidad de que establezcan “un tipo de matrimonio”, ni condena a los divorciados o separados.

A mi modo de ver, el problema del Sínodo es la Comunión: Si divorciados y homosexuales pueden compartir la eucaristía oficial de la Iglesia Católica.

Éste es el problema serio, pues afecta a la misma identidad de la Iglesia centrada más en la Eucaristía, con sus ministros canónicos (“sacerdotes”), que en la Palabra (en línea protestante). Es aquí donde escucho, día a día, las protestas de los que quieren mantener la identidad “tradicional” (iba a decir post-trindentina) de la Iglesia.

Se trata, por un lado, de un problema banal, resuelto de hecho por la praxis ordinaria de los “fieles”, pues en la inmensa mayoría de las iglesias y parroquias no te preguntan antes de comulgar si eres gay activo o divorciado vuelto a casar… pues los ministros no conocen a fieles, y si les conocen no hacen caso esos temas.

Pero es, en otro plano, el problema clave de la Iglesia: ¿Es ella capaz de crear verdaderas comunidades eucarísticas, en las que se comparta de verdad la palabra, y la experiencia de fe… y el camino cristiano? Ésta es la cuestión, en esto hay que insistir.

Éste es, finalmente, el problema real del Evangelio y de la Iglesia: La existencia de verdaderas comunidades, con ministros que broten de ella ¿qué pasa cuando un párroco tiene ocho y doce parroquias?, con verdadera identidad y autonomía. Ciertamente, el tema de las parejas gays es importante, lo que mismo que el divorcio, pero en línea eclesial viene en un segundo plano.

En la foto unos soldados argentinos comulgando antes de la batalla de las Malvinas donde, al parecer, algunos generales poco conscientes les mandaron a morir. No sé si Jesús hubiera dado la comunión a unos soldados “voluntarios” para el campo de batalla…A éstos quizá sí. ¡Ellos no tenían la culpa!

Ocho proposiciones.

images1. La eucaristía constituye la culminación de la experiencia cristiana. Pero, en sí misma, no es una experiencia solamente cristiana, sino que se encuentra vinculada a la experiencia universal de comer y comer juntos, dándose la vida unos a otros y comprometiéndose a compartirla. En ese sentido, lo que está en el fondo de la eucaristía es el sacramento de la comunicación universal y concreta de los hombres y mujeres. Por eso, en un plano, es importante vincular la eucaristía cristiana con otras experiencias religiosas y sociales de amor y vida compartida.

2. Históricamente, Jesús ha podido decir en la última cena las palabras centrales de la eucaristía, en la forma en que las ha conservado la tradición de la iglesia: Esto es mi Cuerpo… Ésta es mi sangre (la nueva alianza en mi sangre). Pero el dato histórico externo puede ser discutido, pues los estudiosos no están de acuerdo sobre la forma externa de la última cena. Sea como fuere, esas palabras centrales de la eucaristía condensan de forma admirable lo que ha sido la vida de Jesús, expresada como anuncio de Reino, amor que cura y pan compartido, vino de Reino.

Por eso, sin referencia al Jesús histórico, la eucaristía “cristiana” (confesional) pierde su sentido. Sólo aquellos que quieren ser seguidores de Jesús pueden asumir con sentido la eucaristía. No se les debe pedir otra cosa, sino si quieren estar en comunión con Jesús.

3. Tal como han sido recogidas, transmitidas y celebradas por la Iglesia, esas palabras eucarísticas han sido y siguen siendo pronunciadas por el Cristo Pascual. Ellas definen y actualizan su presencia: son la herencia que él ha dejado a sus discípulos, a todos los cristianos: Decid y Haced esto en memoria de mí. Pero esas palabras sólo son del Cristo en la medida en que las dicen con su propio “yo” los mismos cristianos, el conjunto de la iglesia.

Esas palabras son el “dogma” central, la vida de la Iglesia. En esa línea, podemos añadir que sólo son cristianos conscientes y maduros, en sentido activo, los que pueden ofrecer a los demás su cuerpo y su vida (como Cristo, con Cristo, en Cristo) diciendo: ¡tomad, esto es mi cuerpo…!

4. El Cuerpo de Cristo, es decir, la Eucaristía es ante todo la Iglesia, la comunidad de los creyentes reunidos, que recuerdan a Jesús y se comprometen a seguir realizado su obra. Ellos, los cristianos reunidos y en gesto de misión, son la “res”, la realidad del Sacramento. No son los hombres y mujeres para el pan eucarísico; es el pan para los hombres y mujeres. Por eso, el pan y vino son signo-sacramento real de la presencia de Cristo y de la comunicación entre los cristianos.

Esa presencia es “real”, siendo sacramental, una “presencia materializada”, no es puro encuentro de ideas o afectos intimistas… sino encuentro total de amor en unos signos económicos/alimenticios, que expresan el compromiso de dar y recibir, de compartir la vida. La realidad de la eucaristía es, por tanto, la comunión/comunicación de vida de todos los cristianos. La eucaristía no es algo que unos (los sacerdotes) hacen en nombre de todos, sino un gesto/don de amor que hacen y son todos los cristianos.

5. Una pequeña historia. A lo largo de los siglos, las Iglesias han organizado la eucaristía de Jesús conforme a los modelos sociales y sacrales de cada tiempo. Lo han hecho bien, han conservado la eucaristía. Lo han hecho bien: han precisado el sentido “dogmático” de la celebración y de la vida cristiana, dentro de su contexto cultural, tanto en los diversos documentos de la Edad Media latina como en el Concilio de Trento.

Esa historia sigue siendo normativa para los cristianos, pero no para encerrarse en ella, sino para seguir caminando desde ella, retomando el impulso eucarístico de Jesús, cuya primera eucaristía se celebró a campo abierto (multiplicaciones), sin preguntar a nadie si era judío o no judío, sin entrar en temas matrimoniales o de homosexualidad, sino sólo si quería bendecir a Dios y compartir el pan con los hermanos.

6. La celebración solemne de la eucaristía, de un modo oficial, seguirá estando presidida por un ministro debidamente “ordenado”, que en el momento actual, en la iglesia católica, es un obispo o presbítero varón. Ese tipo de celebración seguirá siendo normativa para la Iglesia oficial, hasta que ella misma no cambie sus normas. En esa línea, es importante recordar y actualizar el pasado, un pasado definido por la organización y celebración jerárquica de una eucaristía donde los celebrantes principales sólo han sido varones y varones consagrados de un tipo especial.

Esa historia ha sido positiva, pero es necesario completarla y actualizarla, desde el evangelio, desde la experiencia actual de la vida y desde el encuentro con las restantes religiones y culturas sociales. Eso significa que puede y debe haber otras formas de celebración de la eucaristía, partiendo del evangelio y de la misma realidad de las comunidades, que nombran sus ministros, para que presidan la celebración realizada por todos, de manera que la Iglesia, siendo católica y apostólica, no está ya ligada necesariamente a obispos varones y a presbíteros célibes.

7. Volver al principio, abrir caminos. Lo que importa es la palabra-experiencia de Jesús y de la Iglesia, donde hombres y mujeres comparten el cuerpo y la sangre: la vida… Esa no es una experiencia de algunos cristianos especiales, sino de todos… Esa tiene que ser una experiencia integradora, en tres niveles.

(a) Nivel particular. Cada comunidad cristiana puede y debe organizar su eucaristía, sabiendo que todos los cristianos son ministros de ella, por el hecho de estar bautizados (ser cristianos). Todos los cristianos, varones y mujeres, pueden y deben decirse “esto es mi cuerpo… tomad…”; todos son sacerdotes por don de Cristo.

(b) Nivel de catolicidad. Las eucaristía cristianas han de estar vinculadas, formando un “cuerpo universal”, católico, mesiánico, de humanidad. En ese sentido, las eucaristías de las diversas iglesias han de estar conectadas entre sí. La función del Papa y de las autoridades centrales de la iglesia no está en imponer un tipo de eucaristía, sino en mostrar y potenciar la unidad de todas las eucaristías.

(c) La eucaristía es, finalmente, signo de apertura misionera: la Iglesia (el conjunto de iglesias) tienen que ofrecer al mundo la experiencia y realidad mesiánica del amor y del pan compartido; la misma eucaristía se expresa y traduce en forma de misión, tal como lo han puesto de relieve los textos evangélicos de las multiplicaciones de los panes y los peces.

8. La familia “normativa” de la Iglesia es la comunidad eucarística, de la que participan todos los que quieren seguir a Jesús y crear comunión en su nombre. Por eso, el problema no es que quien comparta la eucaristía pueda estar divorciado (y vuelto a casar) o sea gay activo… El problema es que se sienta vinculado a Jesús y quiera formar iglesia con los restantes hermanos, en camino de conversión y solidaridad.

Dicho esto quedan abiertos otros problemas… Problema es el divorcio: que una pareja de cristianos se rompa, por las razones que fuere; es un problema que debe tratarse con gran delicadeza, respeto y compromiso creyente… pero sin expulsar al divorciado de la eucaristía. Problema puede ser en ciertos lugares y circunstancias el matrimonio gay… pero no para expulsar a los gays de la eucaristía, sino para recorrer con ellos el camino de Jesús, que es ancho y largo.

APÉNDICE: EUCARISTÍA, AMOR MESIÁNICO

(Breve teología eucarística)

images1Conforme al evangelio de Marcos, los discípulos piden a Jesús que celebre la pascua Judía (cf. Mc 14, 12). Evidentemente, quieren sacrificar el cordero pascual, para formar con Jesús una comunidad limpia, de puros observantes, retomando así el amor del Dios del Éxodo, que liberó a los hebreos de su cautiverio. Jesús, en cambio, asumiendo su raíz israelita, quiere celebrar una cena distinta, una comida de Reino, expresando así, en su despedida, el sentido del amor que movido todo su camino y que ahora culmina, en un contexto de muerte cercana. De esa forma ha interpretado la Cena Jn 13-17, presentándola como diálogo de amor.

En este contexto han introducido los sinópticos y Pablo la experiencia del amor eucarístico de Jesús, que se despide de los suyos diciendo que beban en su honor la copa, pues “ya no beberé del fruto de la vida… hasta el día en que lo beba nuevo en el Reino de Dios” (cf. Mc 14, 25 par). Jesús se despide sabiendo que el amor del Reino llega y así lo expresa, conforme al testimonio de la iglesia, en los signos del pan y del vino, como indican los relatos paralelos de Marcos y Pablo:

El Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan, y dando gracias, lo partió y dijo: Esto es mi Cuerpo (dado) por vosotros. De igual modo la copa, después de cenar, diciendo: Esta Copa es la Nueva Alianza en mi Sangre (1 Cor 11, 24-25).
Y estando ellos comiendo, Jesús tomó pan, bendijo, lo partió, se lo dio y dijo: Tomad, esto es mi Cuerpo. Tomó luego una copa y, dando gracias, se lo dio y bebieron todos de ella. Y les dijo: Ésta es la Sangre de mi Alianza, derramada por muchos (Mc 14, 22-24).

Ambos textos reflejan la autoridad mesiánica de Jesús, que anticipa en su vida y entrega personal la plenitud escatológica del Reino, identificándose con el pan y vino compartido en su nombre. Lógicamente, su gesto y palabra sobre el pan ha de verse en la línea de todo su mensaje, en especial de sus multiplicaciones (cf. Mc 6, 30-44; 8, 1-10): su autoridad más alta es y será el pan compartido, que ahora se vincula al vino del banquete final, y no a los peces de alimento diario de las multiplicaciones. Leer más…

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El Decepcionante Sínodo de la Familia se cierra sin atender las expectativas de homosexuales ni divorciados a quienes da la espalda

Domingo, 25 de octubre de 2015
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14457126264698Para quien todavía esperaba algo, el portazo ha sido mayúsculo. ¿Vencedores y vencidos? “Tendencia” en vez de “orientación” Homosexualidad  como pecado. “No existe algún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el diseño de Dios sobre el matrimonio y la familia“… Duras afirmaciones que demuestran que, definitivamente, esta Iglesia no es casa de acogida…

Los divorciados deberán escoger si comulgan según su conciencia y el obispo será quien decida tras escuchar sus argumentos

Sobre los gays, la Iglesia sigue remitiéndose al Catecismo: respeto y misericordia con el pecador, pero sin absolver su “pecado”

Las viejas compuertas de la Iglesia crujen y hasta amenazan fractura cada vez que el papa Francisco hace algún intento por abrirlas siquiera un poco. Después de tres semanas de discusiones, el Sínodo sobre la Familia se cerró sin responder a las expectativas creadas. Ni los divorciados vueltos a casar podrán recibir la comunión de forma generalizada –el texto solo pide más comprensión hacia ellos y que se analice cada caso “sin dar escándalo”— ni la jerarquía de la Iglesia parece asumir el mensaje de apertura de Jorge Mario Bergoglio. En su discurso final, el Papa acusó a cardenales y obispos de utilizar “métodos no del todo benévolos” para solventar sus diferencias y advirtió a los más conservadores: “Los verdaderos defensores de la doctrina no son los que defienden la letra sino el espíritu; no las ideas, sino el hombre”.

Aunque el documento final fue aprobado en su conjunto –cada uno de los 94 párrafos obtuvo los dos tercios de apoyos necesarios–, tanto el duro discurso del Papa como la ausencia de avances significativos en la postura de la Iglesia ante las que considera “situaciones difíciles” –divorciados, parejas de hecho, homosexuales— demuestran la fractura que sigue existiendo entre una buena parte de la jerarquía católica y Bergoglio y con la inmensa mayoría de la sociedad. No hay más que comparar los textos que el Vaticano distribuyó tras la clausura del Sínodo.

El documento final aprobado por los 270 padres sinodales parece un refrito del catecismo y de teorías que ya defendía Juan Pablo II. Tan es así que se considera un avance –en pleno siglo XXI—que el Sínodo pida que se eviten “injustas discriminaciones” hacia los homosexuales y que “es necesario acompañar a las familias con un miembro homosexual”, como si se tratara de una desgracia. Sobre si levantar o no el veto para que los católicos divorciados y vueltos a casar puedan comulgar, el Sínodo tampoco se moja. Dice que se analice caso por caso y “sin dar escándalo”. Una vez leída la ortodoxia absoluta del documento final, el discurso del Papa solo puede ser interpretado como una enmienda a la totalidad y, tal vez, una advertencia.

“El primer deber de la Iglesia”, recordó Jorge Mario Bergoglio, “no es distribuir condenas o anatemas sino proclamar la misericordia de Dios”. Y advirtió a los que pretenden una uniformidad sin fisuras: “Lo que parece normal para un obispo de un continente, puede resultar extraño, casi como un escándalo, para el obispo de otro continente; lo que se considera violación de un derecho en una sociedad, puede ser un precepto obvio e intangible en otra; lo que para algunos es libertad de conciencia, para otros puede parecer simplemente confusión. En realidad, las culturas son muy diferentes entre sí y todo principio general necesita ser inculturado si quiere ser observado y aplicado”.

Francisco también se refirió a los intentos por desestabilizar el Sínodo según las viejas costumbres vaticanas de difundir maldades, filtrar documentos o hacer saltar noticias bombas para distraer la atención. De todo ha habido desde que, hace tres semanas, se inauguró el Sínodo. Lo primero fue la confesión de homosexualidad de un prelado polaco de la Congregación de la Doctrina de la Fe. Luego se distribuyó, debidamente falseada, una carta dirigida al Papa por un grupo de cardenales descontentos con la metodología del Sínodo. Lo último fue la difusión de una noticia –solo creíble para quien le interesara creérsela—de que el Papa había volado en helicóptero del Vaticano a la Toscana para que un médico japonés lo tratara de un tumor en el cerebro. A todos esos embrollos se refería Jorge Mario Bergoglio cuando reprochó a sus príncipes de la Iglesia utilizar “métodos no del todo benévolos” en sus luchas de poder.

Y leemos en Religión Digital:

(José M. Vidal).- No hay vencedores ni vencidos. Ni la tesis de los principios innegociables ni la antítesis de ‘hay que cambiarlo todo’, sino la síntesis entre ambas sensibilidades. La doctrina se puede y se debe ‘aggiornar’, para que la Iglesia pueda seguir siendo lo que quiso su fundador: casa de la misericordia y hospital de campaña. “Porque no necesitan médico los sanos, sino los enfermos” (Lc. 5,31). Pero, paso a paso y gradualmente.

Por eso, los padre sinodales han entregado a Francisco un documento integrador, donde se sentirán reflejadas las diversas tendencias. Porque es un documento de consenso y sin rupturas. Un documento orientador para que el Papa, con él en la mano, vaya decidiendo poco a poco los pasos concretos a seguir dando.

De ahí que, tras meces de deliberaciones y debates duros entre moderados y conservadores, la Iglesia haya buscado, como hace siempre, la comunión. Y para eso, el documento no baja ni puede bajar a lo concreto. Se mantiene en criterios generales y en orientaciones genéricas. Criterios para discernir cada situación, no soluciones ni recetas generales. Eso sí, criterios con visión de futuro y cargados de esperanza.

No hay morbo en el documento. Los temas más polémicos, como el de la homosexualidad o el del acceso a la comunión de los divorciados vueltos a casar, se tratan, pero no se zanjan. Sobre los gays, la Iglesia sigue remitiéndose al Catecismo: respeto y misericordia con el pecador, pero sin absolver su pecado.

Y, en el tema de la comunión de los divorciados, es la propuesta del cardenal Schonborn la que sale victoriosa del Sínodo. Una propuesta que, como buen dominico, el purpurado de Viena, buscó en Santo Tomás de Aquino. Se trata de la doctrina del “fuero interno”, es decir que cada persona decida en función de su conciencia bien formada y que el obispo, tras escuchar a cada persona, tome las oportunas decisiones. Sin juicios, sin tener que recurrir a Roma y sin miedo a la misericordia.

Sigue igual la doctrina, pero cambian los acentos y se abren caminos de futuro. La mayoría moderada de los padres sinodales es consciente de que “lo mejor es enemigo de lo posible”. En estos momentos, concretar la misericordia que quiere el Papa con los gays y con los divorciados podía romper la Iglesia y llevar al cisma. Por eso han optado por pacificar y poner las bases para que se puedan ir abriendo pequeñas grietas en el hormigón armado de la doctrina.

Saber esperar es un arte y la Iglesia, sabia de sus dos mil años de Historia, lo practica. Esperar para que la fruta madure, para que el consenso se amplíe y fragüe sin rupturas. La institución sólo dará pasos en los campos delicados de la moral sexual y familiar, cuando se lo permita el “sensus fidelium”. Es decir, cuando sea la opinión muy mayoritaria entre sus fieles. Es la ley de la “salus animarum”.

Resultados escasos, dirán muchos. Y es que los medios habían creado excesivas expectativas. El ‘Sínodo mediático‘ esperaba una revolución. Y el ‘Sínodo real‘ le ha servido las bases de una reforma que puede cuajar en el futuro. Las luces cortas de los medios contra las largas de la Iglesia, que se mueve en el tiempo teológico de la eternidad. La revolución eclesial es para mañana.

En todo caso, la misericordia actuante con gays y divorciados tendrá que esperar. A no ser que el Papa (que tiene la última palabra en esto y en todo lo demás) crea que la prudencia de sus sinodales es excesiva y que, para que la Iglesia sea realmente “un hospital de campaña“, hay que “hacer lío” y dar salida ya a estos “descartados” de la institución. Si la ley del descarte no vale en la sociedad civil, menos aún en la eclesial. Tras escuchar a su ‘Senado’, el Papa puede decidir. Tiene margen para ello. Y es, sin duda, capaz de hacerlo. Por algo es el Papa de la esperanza.

Pide evitar injustas discriminaciones a los homosexuales

El documento final del Sínodo sobre la familia, cuyos 94 puntos fueron aprobados hoy en su totalidad por una mayoría de dos tercios, pide evitar injustas discriminaciones a homosexuales.

El tema del acercamiento de la Iglesia a los homosexuales queda recogido en un punto, en el que se explica que “cada persona, independientemente de su propia tendencia sexual, tiene que ser respetada en su dignidad, y acogida con respeto, con el cuidado de evitar cualquier marca de injusta discriminación“. El resto de ese apartado pide atención de la Iglesia para “acompañar a las familias con un miembro homosexual“.

Esta es la única referencia a la acogida de homosexuales por parte de la Iglesia católica en este texto, en el que también se reitera que “no existe algún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el diseño de Dios sobre el matrimonio y la familia”.

También en este punto, que recibió 221 votos a favor y 37 contrarios, se explica que se considera “inaceptable” que las Iglesias locales sufranpresiones en esta materia por parte de organismos internacionales que condicionan las ayudas financieras a países pobres a la introducción de leyes que incluyan el matrimonio entre personas del mismo sexo“.

Algunos de los 270 padres sinodales que participaron en el Sínodo ya habían anticipado que el tema de la acogida de los homosexuales no iba a ser ampliamente reflejado en el documento al considerar que no se podía incluir en la temática general de la familia.

Por ello, solo habría una cita a la no discriminación, pero sí a la atención a las familias con un miembro homosexual.

Las votaciones se han realizado separadamente por cada uno de los 94 párrafos, que se referían a cuestiones distintas. El de la readmisión de los divorciados católicos vueltos a casarse, por ejemplo, ha obtenido 178 votos positivos, pero 80 negativos, o sea un solo voto de margen. En cualquier caso, todos las 94 cuestiones han obtenido el ‘quorum’ necesario.

En el caso de los divorciados católicos los obispos y los curas decidirán sobre la readmisión “caso por caso, ya que el sínodo considera necesario examinar la vida personal de quien se ha vuelto a casar, tal vez con hijos del primer matrimonio y otros del segundo a los que acude de manera distinta o no acuda por nada.

La lógica de la integración es la clave para su cuidado pastoral, para que no solo sepan que pertenecen al Cuerpo de Cristo que es la Iglesia, sino que también puedan tener una experiencia gozosa y fructífera“, detalla el texto en el párrafo 84.

En el punto 53 se especifica que “es esperable que en las diócesis se promuevan caminos de discernimiento y de implicación de estas personas, en ayuda y ánimo de la maduración de una elección coherente”. “Las parejas deben ser informadas sobre la posibilidad de recorrer al proceso de declaración de nulidad del matrimonio”, añade.

Por último en el punto número 85, los padres sinodales señalan que “es deber de los presbíteros el acompañar a las personas interesadas en la vía del discernimiento según las enseñanzas de la Iglesia”. Además queda ilustrado que será necesario que estas personas hagan “un examen de conciencia, a través de momentos de reflexión y de arrepentimiento”.

“Los divorciados vueltos a casar deberían preguntarse cómo se han comportado con sus hijos cuando la unión conyugal ha entrado en crisis; Si ha habido intentos de reconciliación; cómo es la situación de la pareja abandonada; qué consecuencias tiene la nueva relación sobre el resto de la familia y sobre la comunidad de los fieles; qué ejemplo ofrece a los jóvenes que se preparan para el matrimonio. Una reflexión sincera puede fortalecer la confianza en la misericordia de Dios que no se le niega a nadie”

El jefe de la Oficina de prensa del Vaticano ha destacado que la Relatio Finalis es un documento de consenso al tiempo que ha precisado que “el mayor número de votos contrarios se refieren a la cercanía pastoral a las situaciones difíciles y no regulares”.

“No hay que olvidar que entre un sínodo y el otro se instauró el Motu Propio del Papa sobre las nulidades matrimoniales”, ha señalado Lombardi.

Para leer el texto completo del documento final del Sínodo en italiano, pinche aquí

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“Mensaje del papa después del Sínodo”, por José Arregi

Jueves, 22 de octubre de 2015
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480x380p-noticias-19298-2014-4-22-153514Leído en su blog:

Prosigue en Roma el Sínodo sobre la familia, aunque haya decaído notablemente el interés mediático, siempre tan voluble. Lleva dos semanas, y aún queda la tercera. Luego corresponderá al papa elaborar y publicar su Exhortación Apostólica Postsinodal. Eso llegará dentro de unos meses, pero el otro día soñé que decía así:

“El papa Francisco a mis hermanas y hermanos católicos del mundo entero. Os deseo la paz de Jesús. Ella nos une en la diversidad del Espíritu como una familia.

No os oculto mi incomodidad al dirigirme a vosotros como papa, pues no me elegisteis ni directa ni indirectamente, ni tampoco elegisteis a quienes me eligieron. Son cosas de la historia, no del evangelio. ¡Ojalá esto cambie pronto y deje la Iglesia de ser jerárquica, piramidal, y sea un signo de la humanidad fraterna que Jesús soñó! Mientras tanto, os hablo como hermano, sin otra autoridad que la que queráis reconocerme.

Incómodo me sentí también con el Sínodo de la Familia, que yo mismo convoqué y que congregó en Roma a tantos obispos que no conocen los gozos y las angustias de las familias de hoy, familias de carne y hueso, familias reales, familias diversas. Tan diversas que no caben en los esquemas del Catecismo que seguimos enseñando, ni en los cánones de Derecho Canónico tan frío que seguimos imponiendo en nombre de Dios. Perdonadnos.

Comprendo muy bien vuestro asombro y protesta al ver que, mientras vuestras familias sufren tantas penurias, desde todos los rincones de la tierra se reunían aquí durante tres semanas 400 personas, cómodamente instaladas, entre ellas 270 cardenales, obispos y religiosos, solo ellos dotados de voz y voto. Perdonadnos. Tal vez tenía razón la viñeta que firmaba por aquellos días ‘El Roto’ en un periódico español: ‘Resucitar a los muertos es fácil. Lo difícil es resucitar a la Iglesia’. Lo diría, supongo, porque mira a la Iglesia como a un muerto que no quiere resucitar, que prefiere seguir siendo pieza de museo, fósil de la vida que un día inspiró formas vivas que ya no viven ni hacen vivir.

No sé si debí convocar este Sínodo. Os confieso mi decepción a la vista de sus propuestas finales. ¡Tanta pompa y tanto gasto, tanta palabra para eso! Pero no quiero mirar atrás. Quiero mirar adelante y dar un paso al futuro. Quiero arriesgarlo todo, y sobre todo el poder absoluto que el Derecho Canónico y los obispos me reconocen todavía. Lo hago justamente porque no me parece un poder evangélico y ya no creo en él. Creo en la vida. Amo a Jesús. Me siento libre, y no tengo miedo ni nada que perder.

He meditado mucho sobre los dos temas que más interés y debate suscitaron entre los padres sinodales y en los medios de comunicación. Me refiero a la unión de gais y lesbianas por un lado y a la comunión de los divorciados vueltos a casar por otro. Yo mismo promoví la discusión. Con la mejor voluntad, propuse que la Iglesia manifestara públicamente misericordia y respeto para con los homosexuales, pues no somos quién para juzgarles, y que los divorciados vueltos a casar pudieran comulgar en la mesa de Jesús siempre que cumplieran tres condiciones: arrepentimiento, confesión ante su obispo y propósito de no reincidir.

Hoy me arrepiento de haber hablado en esos términos ofensivos y humillantes para homosexuales y divorciados, pues equivale a tratarlos como culpables. Es injusto, y contrario al evangelio. Les pido perdón. No les debemos una palabra de conmiseración, ni solo de respeto, sino de pleno reconocimiento.

Por eso, en nombre de Jesús y de la Iglesia, declaro que el amor homosexual es tan santo y bendito como el heterosexual, y lo bendigo de todo corazón como sacramento del Amor o de Dios. Y declaro que el amor humano quisiera ser pleno y eterno, sí, pero es sin embargo frágil, y que cuando, por los motivos que fueren, un matrimonio se rompe por dentro sin remedio, deja de ser matrimonio, y que buscar entonces probar la nulidad canónica para salvar la indisolubilidad teórica es un artificio indigno, y que un nuevo matrimonio de divorciados, en la medida en que el amor les mueve, es igualmente santo, sacramento de Dios o del Amor, y yo lo bendigo.

Hermanas, hermanos, basta ya. Empecemos de nuevo. Os bendigo a todos y os pido vuestra bendición. Vivid en paz. Vuestro hermano Francisco, papa todavía”.

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Sínodo de la Familia y realidad LGTB: se consolida la tendencia a suavizar las formas sin cambios doctrinales de fondo

Domingo, 18 de octubre de 2015
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beso-gay-vaticanoInteresante reflexión de Dosmanzanas:

Tras su comienzo el 4 de octubre bajo el impacto de la salida del armario del sacerdote Krysztof Charamsa, el Sínodo sobre la Familia que está teniendo lugar en Roma ha cumplido ya su primera semana. Aunque la información es ahora más escasa que cuando hace un año tuvo lugar un primer sínodo sobre el tema, es un secreto a voces que la forma de abordar la realidad LGTB es uno de los asuntos que está sobre la mesa. Predomina, y esa parece que será la línea que se imponga, la idea de que debe mantenerse a capa y espada la doctrina oficial pero “suavizando” las formas. Un equilibrio difícil que se muestra aún más complicado si se recuerdan algunos puntos hirientes de esa doctrina.

El actual Sínodo de la Familia, que se extenderá hasta el próximo 25 de octubre y tiene carácter ordinario, es continuación natural del Sínodo extraordinario sobre la Familia que tuvo lugar hace ahora un año. Como se recordará, los documentos surgidos de aquel encuentro tuvieron entonces una notable repercusión, especialmente el informe preliminar que introducía una referencia a los dones que las personas homosexuales aportaban a la Iglesia Una referencia que fue retirada del informe final, que se atuvo al discurso habitual. Tras la esperanza que despertó inicialmente, aquel encuentro se saldo con un resultado que cualquiera interesado en la realidad de las personas LGTB católicas no podía sino considerar decepcionante.

En esta ocasión, a diferencia de entonces, no se conocerá ningún documento durante la reunión, y de hecho es muy posible que ni siquiera se elabore un informe final. Ello no impide conocer que la discusión sobre la realidad LGTB sí está presente, con una repercusión probablemente mayor de la que se preveía tras la bomba lanzada por Charamsa un día antes del inicio del Sínodo. Como era de esperar, el resultado de las discusiones no se adivina precisamente satisfactorio desde el punto de vista LGTB –hay una negativa rotunda a cambiar la doctrina– pero ello no oculta las tensiones internas y las cada vez mayores dificultades para mantener el discurso oficial. En especial, crece la conciencia de que el lenguaje tradicionalmente empleado por la jerarquía es percibido como inadecuado y falto de respeto.

En este sentido han de entenderse las palabras de Thomas Rosica, uno de los portavoces del Vaticano para el Sínodo, y que han sido especialmente difundidas (como pasa últimamente con casi cualquier declaración que no sea puramente condenatoria). El pasado martes 6 de octubre, en una rueda de prensa, Rosica señaló queno nos compadecemos de las personas gais, sino que las reconocemos como lo que son. Son nuestros hijos e hijas, y hermanos y hermanas, y vecinos y colegas”. Por su parte, el cardenal italiano Edoardo Menichelli, arzobispo de de Ancona-Osimo, señalaba que si uno examina la misión y vocación de la familia, se da cuenta de que “un hermano gay” es parte de ella y que eso tiene repercusión en toda ella. También resultaban significativas las palabras de Charles Palmer-Buckle, arzobispo de Acra (Ghana) por provenir de una región con una potente LGTBfobia de base religiosa, que aseguró que el mundo debe tener paciencia con África para que esta aborde de una forma propia el tema de la homosexualidad. “Dadle a los países tiempo para tratar los asuntos desde nuestra propia perspectiva cultural”, afirmó, añadiendo que debe preservarse la “dignidad” de las personas.

Especial atención han llamado las palabras del cardenal Philippe Barbarin, primado de Francia y que destacó por su ferocísima oposición al matrimonio igualitario cuando era debatido en su país. Su intervención no se produjo en el Sínodo, sino en una conferencia que tuvo lugar en nuestro país, pero son sin duda indicativas del ánimo general. Barbarin señaló señala que la doctrina de la Iglesia “no es nueva” pero que el papa la explica “de una manera diferente” y añadió que “la Iglesia no puede rechazar a nadie por ser homosexual”, aunque dejó claro que se refería a un trato amable, no a un cambio doctrinal. Para Barbarin, “hay dos tipos de sacerdotes al recibir a los homosexuales, uno les dice que el reglamento de la Iglesia es una tontería y el otro solo se ciñe a él… mientras que el primero mata a Dios, el segundo mata a las personas”.

Los límites de “suavizar las formas”

En definitiva, el Sínodo se niega a modificar la doctrina, aunque parece consciente de que desde fuera esta es vista como discriminatoria. De ahí los esfuerzos por “suavizar las formas” y expresarse con un mayor respeto. Muy lejos estamos ni siquiera de los tímidos avances sugeridos por algunos obispos del norte de Europa, como aquel prelado alemán que hace poco llegó a hablar de bendiciones de parejas del mismo sexo (eso sí, en privado).

Es evidente, sin embargo, la poca coherencia de este enfoque de “suavidad en las formas y firmeza en el fondo”. No hace falta entrar en profundidades teológicas para ver que hay elementos de la doctrina oficial que difícilmente admiten “palabras amables”. Basta con ir a los propios documentos vaticanos. Así, por ejemplo, la Carta a los obispos sobre la atención pastoral a las personas homosexuales, de 1986, calificaba la “inclinación homosexual” de “objetivamente desordenada” por conducir a un “mal moral”. O puede recordarse también otro documento de 1992, Algunas Consideraciones acerca de la respuesta a propuestas legislativas sobre la no discriminación de las personas homosexuales. En este último documento se decía literalmente: “Existen ámbitos en los que no se da discriminación injusta cuando se tiene en cuenta la tendencia sexual: por ejemplo, en la adopción o custodia de niños, en la contratación de profesores o instructores de atletismo, y en el alistamiento militar”.

Decía este documento además que “las personas homosexuales, en cuanto personas humanas, tienen los mismos derechos que todas las demás personas, incluso el derecho a no ser tratados de una manera que ofenda su dignidad personal (cf. n. 10). Entre otros derechos, todas las personas tienen derecho al trabajo, a la casa, etc. Sin embargo, esos derechos no son absolutos. Pueden ser limitados legítimamente a causa de un comportamiento externo objetivamente desordenado. Esto, a veces, no sólo es lícito, sino también obligatorio; no sólo se impondrá a causa de un comportamiento culpable, sino también en el caso de personas enfermas física o mentalmente”.

Con textos así, “suavizar” la forma y tratar con respeto a las personas LGTB sin cambiar la doctrina se antoja muy difícil.

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El arzobispo de Guinea Conakri, Robert Sarah, advierte sobre la familia: “Está entre dos ‘bestias apocalípticas’: ‘la ideología de género’ y el ISIS”

Sábado, 17 de octubre de 2015
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Cardinal-SarahEl próximo 25 de octubre finaliza la XIV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos y en la agenda, de nuevo, está el espinoso tema de la homosexualidad. Peter Erdö, relator de este encuentro lo ha dicho claramente: No existes analogías entre las uniones homosexuales y el diseño de Dios para la familia. Para echar más leña al fuego, el arzobispo de Guinea, el cardenal africano Robert Sarah, ha advertido de que la familia está entre “dos bestias apocalípticas” que son la ideología de género e ISIS, durante su intervención en el Sínodo de Obispos sobre la Familia.

Hemos escuchado declaraciones ofensivas hacia las personas LGTB por parte de obispos y cardenales, pero no por ello dejan de sorprendernos palabras como las del cardenal guineano, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos y presidente del Pontificio Consejo Cor Unum. Fue durante una intervención que tuvo lugar la semana pasada, y que apenas ha trascendido a nivel general (sí que la han recogido webs ultracatólicas o el digital ultraconservador La Gaceta).

“Nos encontramos entre la ideología de género e ISIS”, ha señalado durante su discurso el prelado africano, también prefecto de la Congregación para el Culto Divino. Sarah ha calificado estas realidades como “dos bestias apocalípticas” y ha recalcado su origen demoníaco que, a su juicio, se demuestra en que tanto los defensores de la ideología de género como los terroristas islámicos exigen una “regla universal y totalitaria” y son “violentamente intolerantes, destructoras de familias, de la sociedad y de la Iglesia, así como abiertamente cristianófobos”.

Sarah ha evidenciado ante lo más de 330 participantes, entre los que se encuentra más de 270 obispos de los cinco continentes, que la sociedad contemporánea se enfrenta por un lado a la “desintegración de la familia en el Occidente secularizado” a través del “divorcio rápido y fácil, el aborto, las uniones homosexuales y la eutanasia” y, por otro, a la “pseudo-familia del Islam ideologizado que legitima la poligamia o la subordinación femenina”.

La literalidad de las palabras de Robert Sarah resulta más elocuente en sí misma que lo que podamos relatar nosotros:

“Un discernimiento teológico nos permite ver en nuestro tiempo dos amenazas inesperadas (casi como dos ‘bestias apocalípticas’) situadas en polos opuestos: por una parte, la idolatría de la libertad occidental; por otra, el fundamentalismo islámico. Es el ateísmo secularista versus el fanatismo religioso. Por usar un eslogan, nos encontramos entre ‘la ideología de género y el ISIS’. Las masacres islámicas y las demandas libertarias frecuentemente compiten por la primera página en los periódicos (¡Acordémonos de lo que pasó el 26 de junio!)*. De esas dos radicalizaciones surgen las dos mayores amenazas para la familia: su desintegración subjetivista en el occidente secularizado mediante un divorcio rápido y fácil, las uniones homosexuales, la eutanasia, etc. (cf. la teoría del género, las ‘Femen’, el lobby LGBT, IPPF**). Y por otra parte, la pseudo-familia del islam ideologizado, la sumisión de la mujer, la esclavitud sexual, el matrimonio infantil, etc. (cf. Al Qaeda, Isis, Boko Haram…)”

* El 26 de junio el Tribunal Supremo de los Estados Unidos fallaba que prohibir el matrimonio igualitario es inconstitucional y en Túnez un atentado islamista mataba a decenas de personas.

**International Planned Parenthood Federation, en castellano Federación Internacional de Planificación Familiar.

Robert Sarah aprovechó además para protestar por el Sínodo extraordinario de la Familia que tuvo lugar hace un año. El motivo principal de su enfado con lo ocurrido entonces fueron las opiniones relativamente aperturistas que otros prelados expresaron a propósito de los divorciados y de las personas LGTB. Para él, no eran más que opiniones marginales de grupos originarios de países ricos.

Robert Sarah aprovechó además para protestar por el Sínodo extraordinario de la Familia que tuvo lugar hace un año. El motivo principal de su enfado con lo ocurrido entonces fueron las opiniones relativamente aperturistas que otros prelados expresaron a propósito de los divorciados y de las personas LGTB. Para él, no eran más que opiniones marginales de grupos originarios de países ricos.

No es necesario insistir en el carácter profundamente insultante de este discurso. Las noticias de los brutales asesinatos de hombres acusados de ser homosexuales por parte del ISIS son desgraciadamente frecuentes. La dificilísima situación de la población LGTB en África también ha sido bien documentada en esta página. Que en este contexto un cardenal africano equipare al ISIS con la realidad LGTB y con todo lo relacionado con la “ideología de género” (expresión que el ámbito más conservador utiliza para denigrar tanto al feminismo como a buena parte de las reivindicaciones del colectivo LGTB, muy especialmente en los últimos tiempos la lucha en favor de los derechos trans) supone un despropósito de tal calibre que resulta difícil contenerse en los calificativos.

Menos mal que los miembros del Sínodo no tiene potestad para intervenir en las políticas de los países porque a estas alturas al colectivo LGBT nos metían en el mismo saco que los terroristas y pedían nuestra aniquilación como una de las ‘plagas del siglo XXI’. Nos son nada católicas, ni tolerantes, ni piadosas estas incendiarias declaraciones. Como siempre la Iglesia Católica defrauda a tantos fieles que ven como se les condena al ostracismo y la destrucción. Está claro que el arzobispo Sarah se ha cubierto de gloria. Así no nos extraña que cada vez haya menos vocaciones y pierdan continuamente adeptos.

Fuente Ragap y Dosmanzanas

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Teólogos de todo el mundo reclaman cambios sobre homosexualidad, aborto, celibato, sacerdocio femenino y divorciados

Jueves, 15 de octubre de 2015
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la-iglesia-y-los-gays“La enseñanza del Magisterio está condicionada por cada momento histórico”

Aun antes del Sínodo dedicado a la Familia, se venían tratando por parte de biblistas, teólogos, juristas y pastoralistas diversos temas dentro de la Iglesia católica, que reclamaban un nuevo planteamiento. La involución posconciliar los consideró descartables de toda posible renovación.

Con el anuncio del Sínodo se acentuó la necesidad de abordarlos de una vez, de manera que se pudieran ajustar a una nueva comprensión y solución en el momento actual. Estamos ya metidos en el Sínodo y vemos cómo ha reaccionado un sector eclesial en contra de todo intento de apertura, como si la renovación cuestionara no sólo ciertos presupuestos de la enseñanza tradicional sino la fidelidad a la doctrina auténtica de la Iglesia y al mismo Evangelio.

En este sentido, con respeto y ponderación, el presente Documento pretende presentar fundadamente la legitimidad de un cambio. No es un tratado ni un mero extracto de conclusiones, sino una exposición suficientemente argumentada, para quienes sufren de cerca el problema y quienes están interesados en su desarrollo histórico hasta el momento actual..

Entendemos que el Documento es resultado de investigaciones, reflexiones y experiencias que vienen de muy atrás y muestran la necesidad de un cambio.

En la Iglesia y Sociedad de hoy, dentro de un marco ético y evangélico, pretendemos aportar fundamentación al replanteamiento y solución de problemas, que parecieran intocables, y sobre los que mucha gente espera urgente renovación:

– La Homosexualidad
– El Aborto
– El Celibato opcional: los curas casados
– El sacerdocio de la mujer
– Los divorciados en la Iglesia.

I -Dos premisas necesarias

1.Norma primera: el seguimiento de Jesús
La Iglesia católica siempre se ha ocupado de la familia por ser parte integrante de su misión. Como asegura el Instrumentum Laboris del Sínodo ” El fundamento del anuncio de la iglesia acerca de la familia radica en la predicación y vida de Jesús”. Procede, por tanto, volver a la norma fundamental del seguimiento de Jesús, que nos propone vivir como él y hacer nuestro su proyecto y que debe guiar la vida de todo matrimonio y familia.

El seguimiento de Jesús, norma simple y universal, conlleva unos valores propios, pero que hoy se nos han diluido en la marea ingobernable de un neoliberalismo consumista. “La moral cristiana, recalca el Papa Francisco, no es una moral estoica, es más que una ascesis , no es una mera filosofía , ni un catálogo de pecados y errores…Sin amor, el edificio moral de la Iglesia puede convertirse en un castillo de naipes” (GE, cfr, 25-39).

Este seguimiento supone abrazar el proyecto de Jesús, apostando por los valores que él luchó y vivió, y que resultan incompatibles con los de otros proyectos. Dichos valores, que nos harán entrar en conflicto por causa de este Hombre, están a la vista en las páginas del Evangelio: todos vosotros sois hermanos; el que aspire a ser el mayor, que sea servidor de todos; los últimos serán los primeros; hacer un bien a los más pequeños es como hacerlo a mí mismo, de modo que al final se os juzgará en base a cómo os habéis portado con los más pequeños.

2.Norma primera y ética universal

El seguimiento de Jesús incluye, como es natural, la ética humana asentada sobre la dignidad de la persona: ” Los pueblos reafirman su fe en los derechos del hombre, en la dignidad y valor de la persona humana y en la igualdad de hombres y mujeres” (Declaración universal de los Derechos Humanos, Preámbulo).

Por donde los que nos profesamos seguidores de Jesús, nos consideramos identificados en esa dignidad fundamental, que nos permite caminar unidos coincidiendo en valores, criterios y actitudes vinculantes para todos. Haciendo uso de nuestra razón y responsabilidad, asumimos la herencia histórica de unas y otras culturas ,de unas y otras religiones, que nos provee de ese hilo que sostiene, teje y entrega esa “dignidad y valor de la persona y de los derechos que de ella derivan”.

Compartimos, por tanto, el hecho innegable de la unidad de la familia humana, que tiene como quicio el respeto total a la persona humana , con el imperativo de procurar a todos un trato humano, -obligatorio para individuos y Estados- y que queda esculpido en la llamada regla de oro: “No hagas a los demás, lo que no quieras para ti”.
Esta unidad no niega las diferencias entre los pueblos, pero que no se sobreponen a lo que es sustantivo y esencial a todos: la dignidad de persona. Sobre esa base, surgen y se elaboran normas -hoy convertidas en Derechos- que posibilitan un consenso universal.

II – Norma evangélica y ética universal ante el reto de problemas de los matrimonios y familias actuales.

1.La enseñanza del Magisterio está condicionada por cada momento histórico, según la evolución de las diversas ciencias

A la norma primera del seguimiento, siguieron en el transcurso de los siglos, multitud de otras normas. Todas ellas se hicieron desde unas circunstancias y razones históricas concretas. Pero, muchas de ellas quedaron obsoletas y fueron impugnadas, porque se mantuvieron contra viento y marea, al margen de la ciencia, del sentir del pueblo, de las nuevas propuestas de numerosos teólogos y moralistas que ya las habían formulado antes, durante y después del concilio Vaticano II y al margen sobre todo del Evangelio.

La indiferencia y alejamiento provenían de estar elaboradas desde paradigmas culturales que no respondían al conocimiento actual – científico y bíblicoteológico- de esos temas . La formulación doctrinal hecha por la Patrística y la Edad Media pudo servir a muchas generaciones para vivir su fe, pero no todas son expresión adecuada y definitiva del Evangelio, siempre universal, sino de presupuestos científicos, antropológicos y cosmológicos evolutivos y perfeccionables.

Quiere esto decir, que la Iglesia debe compartir la verdad del Evangelio sobre la familia con la verdad de la ciencia respetando su autonomía y método propios , así como el significado de la propia investigación bíblico teológica. Esta colaboración no se ha dado como se debiera en el pasado y ha llevado a la Iglesia a deificar muchas veces su magisterio considerándose poseedora de toda verdad.

2.La tarea menospreciada de los teólogos

El concilio Vaticano II se celebró hace 50 años; en él tuvieron parte decisiva muchos teólogos, posteriormente represaliados; de él salieron orientaciones como éstas: “Las recientes adquisiciones científicas, históricas o filosóficas platean nuevos problemas que arrastran consecuencias para la vida y reclaman investigaciones nuevas por parte de los teólogos” (GS, 62), “En el cuidado pastoral deben conocerse suficientemente las conquistas de las ciencias profanas de modo que también los fieles sean conducidos a una vida de fe más genuina y más madura” (GS, 62) .

Sin duda, los obispos deben velar y exponer la doctrina cristiana, de acuerdo con la Revelación, pero ” según lo requiere el cargo y la importancia del asunto, celosamente trabajan con los medios adecuados a fin de que se estudie como se debe esta Revelación y se la proponga apropiadamente ” (LG, 25).

Gratamente reconocemos que el Papa Francisco asume y reafirma lo que durante el largo período posconciliar fue claramente desatendido provocando un desfase de su doctrina y normas con relación al mundo actual:

“El mensaje que anunciamos , siempre tiene algún ropaje cultural, pero a veces en la Iglesia caemos en la vanidosa sacralización de la propia cultura, con lo cual podemos mostrar más fanatismo que auténtico fervor evangelizador” (GE, 117). “La teología -no sólo la teología pastoral- en diálogo con otras ciencias y experiencias humanas, tiene gran importancia para pensar cómo hacer llegar las propuesta del Evangelio a la diversidad de contextos culturales y destinatarios. La Iglesia, empeñada en la evangelización , aprecia y alienta el carisma de los teólogos y su esfuerzo por la investigación teológica, que promueve el diálogo con el mundo de las culturas y de las ciencias. Convoco a los teólogos a cumplir este servicio como parte de la misión salvífica de la Iglesia” ( GE, 131). “Más que el temor a equivocarnos , espero que nos mueva el temor a encerrarnos en las estructuras que nos dan una falsa contención, en las normas que nos vuelven jueces implacables, en las costumbres donde nos sentimos tranquilos, mientras afuera hay una multitud hambrienta y Jesús nos dice: `¡ Dales vosotros de comer ¡`(Mc 6-37), ( G.E., 46-49).

Desde estas premisas, pensamos que se puede dar solución a problemas ( la homosexualidad, el aborto, el celibato opcional, la ordenación sacerdotal de la mujer, los divorciados en la Iglesia) que hasta el presente se los ha considerado como resueltos desde normas tradicionales inamovibles, sin reconocer las aportaciones de las ciencias ni el cambio y adaptaciones exigidas por la Exégesis y Teología en sus nuevos avances.

El Papa Francisco, si miramos a lo hecho y dicho hasta ahora, se mueve en esta actitud de respeto, colaboración e integración del saber. Muchos queremos las reformas, por ellas hemos luchado fieles al Evangelio y al espíritu del Vaticano II, pero las resistencias pertinaces a nadie como a él le va a tocar verlas, sufrirlas y resolverlas.

Sobre los temas citados, la Exégesis y Teología modernas aportan luces y principios que difícilmente puede ignorar un cristiano de hoy. El Papa Francisco, con la libertad y coherencia que le caracterizan, trata de abordarlos distinguiendo lo que es y pertenece al Evangelio y lo que es y pertenece al bagaje cultural relativo de la humanidad. Ambas cosas -Evangelio y Culturas- se han necesitado y relacionado siempre y en cada momento se han implicado para dar respuesta a la búsqueda y problemas del hombre. Hoy, sin desestimar la herencia del pasado, la cribamos y la enriquecemos con los nuevos conocimientos, que nos alumbran espacios o aspectos inéditos de la realidad.

1.El tema de la Homosexualidad

“Cuando uno se encuentra con una persona gay, debe distinguir entre el hecho de ser gay del hecho de hacer lobby, porque ningún lobby es bueno. Si una persona es gay y busca al Señor, y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para criticarlo? (Papa Francisco, a los periodistas en el avión).

En Occidente la homosexualidad ha recibido una valoración muy variada. El Dr. John Boswell en su libro “Las bodas de la semejanza” ( 640 páginas) documenta cómo en la Iglesia católica del siglo VI al XII existía como normal la celebración litúrgica de parejas homosexuales, según ritos y oraciones propias, presididas por un sacerdote. Es, a partir del siglo XIII, que la homosexualidad va revistiendo un carácter de vicio horrible (pecado nefandum= innombrable), tan horrible que lo de innombrable no se aplica a otros hechos más graves: “Asesinato, matricidio, abuso de menores, incesto, canibalismo, genocidio e incluso deicidio son mencionables”. ¿Por qué este horror que convierte la homosexualidad en el peor de los pecados?

Es también muy común la opinión de que se elaboró una construcción bíblico- teológica moral justificatoria de la gravedad de este pecado, hoy demostrada como precientífica y opuesta al contexto y sentido de los textos bíblicos y que la dejan desprovista de este tipo de argumentos para condenarla.

Son de consenso generalizado las conclusiones científicas de que: “Ni desde la medicina, la psicología, la pedagogía, ni con medidas sociales o legales, ha sido posible cambiar la orientación sexual, aunque intentos no han faltado” (Juan L. T. Herreros, Aproximación a la realidad homosexual” pp. 133-134). Los estudios más diversos confluyen en la tesis de no poder calificar la homosexualidad como enfermedad, desviación psicosopática o perversión sexual. La orientación homosexual no afecta a la sanidad mental ni al recto comportamiento en el grupo social.

En razón de ello, la OMS ha suprimido la homosexualidad de la relación de enfermedades. Y el Consejo de Europa insta a los gobiernos a suprimir cualquier tipo de discriminación en razón de la tendencia sexual.

No vale contraponer a estas indicaciones, la existencia de una ética cristiana que las contradice y calificaría la homosexualidad como desordenada e intrínsecamente perversa. Sobre este particular, escribe el superreconocido teólogo E. Schillebeeckx: “En lo que respecta a la homosexualidad no existe una ética cristiana. Es un problema humano, que debe ser resuelto de forma humana. No hay normas específicamente cristianas para juzgar la homosexualidad” (Soy un teólogo felíz, p. 109).

Y, desde la perspectiva teológica, es bien fundada la posición de quienes sostienen que la sexualidad humana no tiene como modelo natural exclusivo la heterosexualidad -ese es un presupuesto no probado- sino que se da también la homosexualidad como una variante natural legítima, minoritaria.

Ciertamente, es un progreso recomendar respeto a los homosexuales, con exclusión de todo lo que sea despectivo o vejatorio. Los homosexuales son personas y, como tales, merecen el mismo respeto que todos los demás.

Pero, la inculcación de ese respeto carece de base, es en cierto modo aparente, si luego se sigue manteniendo que la homosexualidad y la relación entre homosexuales es desviada, intrínsecamente perversa. Por más que se proclame, si yo mantengo que el homosexual es un desviado y un perverso, en el fondo seguiré abrigando distancia, temor y desconfianza.

2. El tema del aborto

El tema del aborto requiere una mirada atenta a todos sus aspectos. No obstante, consideramos posible un acuerdo común en puntos éticos de valor universal. El primero: considerar básico el derecho de todo ser humano a la vida.

Pero defender el derecho a la vida no se identifica con la defensa del proceso embrionario desde su comienzo ni siquiera en pasos posteriores de su ciclo intrauterino. Es una cuestión abierta, científicamente hablando, en el sentido de que unos ponen un ser humano constituido desde el comienzo y otros no lo ponen hasta las ocho semanas, justo cuando el embrión pasa a ser feto.

Muchos estamos convencidos de que, en este punto, puede haber un acuerdo racional, científico y ético prepolíticos, porque la puerta de que disponemos para entrar en esa “realidad” es común a todos, y no es otra que la de la ciencia, de la filosofía y de la ética.

Puerta que vale también para los que se profesan creyentes. La fe, del tipo que sea, no sirve aquí para aclarar el problema del aborto. “No está en el ámbito del Magisterio de la Iglesia el resolver el problema del momento preciso después del cual nos encontramos frente a un ser humano en el pleno sentido de la palabra” (Bernhard Häring, autor de la famosa obra “La ley de Cristo”, y acaso el más reconocido moralista de la Iglesia católica).

“Todo individuo tiene derecho a la vida”, proclama la Declaración Universal de los Derechos Humanos (Art. 3). Y todo individuo tiene el deber de respetar ese derecho. Sin embargo, ¿se puede afirmar con seguridad que el proceso embrionario es desde el inicio un individuo humano? Resulta, por tanto, crucial averiguar si el proceso del embrión varía en su desarrollo, admite establecer dentro de él un antes y un después, un antes en que no es individuo y un después en que lo es. Teoría discutida y discutible, no dogma.

De hecho, siempre existieron en la tradición cristiana teorías diferentes (teoría de la animación sucesiva defendida por Sto. Tomás y teoría de la animación simultánea, defendida por San Alberto Magno) sobre el momento de constitución de la vida humana. Pero, la teología postridentina a la hora de resolver los problemas de la moral práctica ha partido siempre de la animación inmediata.

Las teorías más modernas afirman que el embrión no es propiamente individuo humano hasta después de algunas semanas.

Como escribe el catedrático Diego Gracia:”La mentalidad clásica , que sobrevalora el genoma como esencia del ser vivo, de tal manera que todo lo demás sería mero despliegue de las virtualidades allí contenidas, es la responsable de que la investigación biológica se haya concentrado de modo casi obsesivo en la genética, y haya postergado de modo característico el estudio del desarrollo, es decir, la embriología. Este estado de cosas no ha venido a resolverlo más que la biología molecular. La biología molecular ha llevado a su máximo esplendor el desarrollo de la genética, en forma de genética molecular. Pero, a la vez, ha permitido comprender que el desarrollo de las moléculas vivas no depende sólo de los genes”. (Diego Gracia, Etica de los confines de la vida, III, p.106).

El aserto clásico de que “todo está en los genes” es verdad sólo en parte y se hizo en detrimento de los factores morfológicos y espaciales, tan importantes en el desarrollo del embrión. Sin estos factores, los genes quedarían sin efecto. Los genes tienen capacidad para formar determinados órganos pero no si no hay inducción, lo cual viene a demostrar que el embrión actúa como un gran campo de fuerzas, en el que cada parte es un momento que está codeterminado por otros y a la vez los codetermina.

Se entiende por tanto que, desde este enfoque, el embrión requiera tiempo y espacio para la maduración de su sistema neuroendocrino y que no se halle constituido desde el primer momento como realidad sustantiva. Los genes no son una miniatura de persona. La biología molecular deja bien claro que, para el desarrollo y la ética del embrión, la información extragenética es tan importante como la información genética, que ella es también constitutiva de la sustantividad humana y que la constitución de esa sustantividad no se da antes de la organización (organogénesis) primaria e incluso secundaria del embrión, es decir, hasta la octava semana.

Queda claro de esta manera que quien siga esta teoría puede sostener razonablemente que la interrupción del embrión antes de la octava semana no puede ser considerada como atentado contra la vida humana, ni pueden considerarse abortivos aquellos métodos anticonceptivos que impiden el desarrollo embrionario antes de esa fecha. Esto es lo que, por lo menos, defienden no pocos científicos de primer orden (Diego Gracia, A. García-Bellido, Alonso Bedate , J.M. Genis-Gálvez, etc).

Esta hipótesis, suficientemente demostrada permite, a quien se apoya en ella, defender como no atentatorias contra la vida y como respetuosas de la vida aquellas acciones que se producen en el proceso constituyente del embrión antes de constituirse en feto, es decir, en estructura clausurada.

La teoría expuesta modifica notablemente muchos puntos de vista y establece un punto de partida común para entendemos, para orientar la conciencia de los ciudadanos, para fijar el momento del derecho a la vida del prenacido y para legislar con un mínimo de inteligencia, consenso y obligatoriedad para todos ante el conflicto de situaciones concretas.

Y en un Estado democrático, ninguna instancia civil o religiosa puede atribuirse el poder legislativo, como si dimanase de sí misma al margen de la realidad personal de los ciudadanos. La ética debe determinarse en cada tiempo mediando la racional y responsable participación de los ciudadanos, pues la razón con todo el abanico de sus recursos investigativos es la que, por tratarse de la dignidad humana y de sus derechos, nos habilita para llegar a ellos, explorarlos, entenderlos, valorarlos y acordarlos democráticamente.

Por lo mismo, aunque en el tema del aborto intervengan instancias civiles y religiosas, en este caso desde instancias científico-éticas se recorre un camino común, compartible por todos. Sin negar validez a los credos religiosos, podemos de esta manera convivir acordando entre todos lo mejor y lo más ético para cualquiera de los problemas que se planteen a toda Comunidad civil.

4. El tema de la ordenación sacerdotal de la mujer

“Creo que aún no hemos hecho una teología profunda de la mujer en la Iglesia. En cuanto a la ordenación de las mujeres la Iglesia ha hablado ciertamente y dice no. Lo ha dicho Juan Pablo II, pero con una formulación definitiva. Esa puerta está cerrada. Pero quiero decirles algo: la mujer en la Iglesia es más importante que los obispos y los curas. ¿Cómo? Esto es lo que debemos tratar de explicar mejor. Creo que falta una explicación teológica sobre esto”. (En el encuentro con los periodistas en el avión).
¡Esa es una puerta cerrada! Ciertamente lo es desde hace más de 20 siglos y lo sigue siendo. Pero, en el hoy del siglo XXI, es momento de preguntarse por qué está cerrada y si hay motivos para que siga cerrada.

Todos entendemos que haya podido ser así por razones de una situación histórico-cultural muy distinta a la nuestra. Situación que ha perdurado hasta hoy, pero no porque fuera una tradición “divino-apostólica” sino por ser una praxis introducida desde el principio por motivos hoy bien conocidos y explicables, pero que en modo alguno permitan elevar esta praxis a categoría divina y deducir que la no ordenación de la mujer “forma parte de la constitución divina de la Iglesia”. Las diferencias entre varón y mujer no son razón para someter la mujer al dominio del varón y excluirla de algunas tareas eclesiales.

La Carta Apostólica del Papa Juan Pablo II (30 de mayo de 1994), no aporta nada nuevo, su enseñanza estaba incluida en documentos anteriores, sobre todo en la Declaración del Papa Pablo VI Inter insigniores de 1976. Ni cuestiona para nada las investigaciones históricas o bíblicas. Juan Pablo II tuvo, es cierto, la voluntad de zanjar definitivamente la cuestión entre los fieles de la Iglesia católica. Pero, de inmediato, muchos comentaristas católicos le replicaron que esta es una cuestión abierta, una doctrina ajena a la Escritura y una verdad no revelada.

Por todo ello, no ha podido ser propuesta como una verdad de fe, ni definida como una verdad de magisterio infalible o ex – cathedra.

Los argumentos aducidos por la Carta son más que débiles: el hecho de que Jesús eligiera entonces únicamente a varones, no quiere decir que lo hiciera exclusivamente y para siempre. Esa exclusión a perpetuidad no va incluida en la acción de Jesús. Muchos teólogos y teólogas han probado que no existen objeciones dogmáticas para la admisión de la mujer a la ordenación sacerdotal. Y los obispos alemanes advirtieron al Papa de la “no oportunidad” de la publicación de esa Carta.

No es objeto de esta declaración entrar a describir la enorme literatura teológica que siguió a la publicación de la Carta. Pero queremos destacar algunos aspectos fundamentales.

El sacerdocio más que un derecho personal es una vocación y un servicio a Dios y a la Iglesia. Y queda fuera de toda duda que excluir a la mujer por razón de su sexo del ministerio sacerdotal supone de hecho una grave discriminación dentro de la Iglesia. Cristo no excluyó a la mujer del sacerdocio. Dios no hace distinción de personas.

Como muy bien ha escrito el teólogo Domiciano Fernández: “En la Iglesia católica se ha decidido desde arriba, entre las Congregaciones romanas y el Papa. No se ha tenido suficientemente en cuenta las opiniones de las diferentes Conferencias Episcopales y de los sínodos de los obispos celebrados en Roma. Con los documentos pontificios por delante, se ha limitado la libertad de reflexión y de expresión de las Iglesias locales y de los teólogos” (Ministerios de la mujer en la Iglesia, Nueva Utopía, 2002, pg. 235).

Es precisamente este teólogo, que murió sin que le dejaran publicar su libro. En opinión de teólogos que lo han leído, es un libro espléndido para conocer a fondo esta cuestión, por su rigurosa documentación histórica y por su mesura e imparcialidad en valorar las razones de una y otra parte.

Citamos como conclusión estas sus palabras: “Mi actitud fue desde el principio la de estudiar e investigar estas cuestiones sin prejuicios y sin tomar partido de antemano por ninguna opción concreta, sobre todo en el problema de la posible o no posible ordenación de la mujer. Sin prisas y sin intereses personales de ninguna clase, comencé a estudiar la cuestión de la Sagrada Escritura y en la tradición de la Iglesia, valiéndome las monografías y amplios estudios que han hecho otros autores sobre estos temas y confrontando las fuentes siempre que me fue posible.
Pronto me convencí de que no existía una dificultad dogmática seria que impida la ordenación sacerdotal de la mujer. No existen argumentos serios sacados de la Sagrada Escritura, donde no se plantea esta cuestión. Los argumentos teológicos deducidos de que el sacerdote representa a Cristo varón y el de alianza nupcial entre Cristo y su Iglesia (de los que me ocupo en el capítulo VII) no me parecen convincentes.

Los argumentos que con tanta frecuencia han dado los Santos Padres y los teólogos, fundados en la inferioridad, en la incapacidad y en la impureza de la mujer, son inadmisibles y nos debieran llenar de vergüenza y sonrojo a los crsitianos” (Idem, pp. 11 y 12).

” Muchos años de estudio no han podido convencer ni a los teólogos ni a los biblistas de que sea expresa voluntad de Cristo excluir a las mujeres del ministerio ordenado. Los ministerios los ha creado la Iglesia según las necesidades de los tiempos y según la cultura de la época. Han cambiado y siguen cambiando.

Lo que los biblistas y teólogos rechazan y no ven oportuno ni conveniente es que se quiera zanjar de un modo definitivo la cuestión de principio, cuando no hay argumentos válidos que fundamenten esta decisión. Una decisión del Papa no puede convertir en palabra revelada lo que realmente no lo es. Es un anacronismo invocar el ejemplo de Cristo o de los apóstoles para deducir que se trata de una verdad que pertenece al “depositum fidei”. Y si no se trata de una verdad revelada, el Papa no tiene autoridad para proclamarla como infalible o como verdad de fe. Me parece esencial que haya más diálogo, más libertad, más espíritu de comunión. Que Roma no se limite a proclamar verdades y dar órdenes. Es necesario es cuchar lo que otros dicen. Escuchar para reflexionar y aprender , y no sólo para enseñar. Es importante descubrir lo que Dios nos habla a través de los signos de los tiempos” (Idem, pp. 271-272).

5. El tema de los divorciados en la Iglesia

“La misericordia es más grande para el caso de los divorciados. El cambio de época, unido a otros problemas de la Iglesia, ha dejado muchos heridos. Si el Señor no se cansa de perdonar, nosotros no tenemos más elección que ésta.Y la Iglesia es madre , debe encontrar misericordia para todos. Los divorciados sí pueden hacer la comunión, esto hay que mirarlo en la totalidad de la pastoral matrimonial. Será uno de los temas a consultar con los ocho cardenales. Es además un tema antropológico y también lo es el problema judicial de la nulidad de los matrimonios. Todo esto habremos de revisar” (En el encuentro con los periodistas en el avión).

Viejo tema éste que debiera haber recibido ya solución, de haber atendido las enseñanzas de Jesús. El matrimonio, como realidad humana, existencial, puede presentar dificultades, crisis, incompatibilidades , hasta rupturas. Para estos casos, es donde Jesús habla de no ser crueles e hipócritas ensalzando hasta el absoluto una ley con detrimeto de otras leyes. El propone el proyecto del matrimonio indisoluble, como un proyecto ideal, una meta a conseguir, la mejor. Pero, sin perder de vista la condición humana que, por su debilidad e incorregibilidad, puede en ocasiones hacer imposible el logro de ese ideal.

En tal caso, no se puede seguir afirmando que la indisolubilidad es una norma siempre inderogable. La situación de millares y millares de católicos, divorciados y recasados civilmente, es un grito contra ciertas normas que los condena a vivir fuera de la Iglesia. La connatural libertad y riesgo que acompaña a todo matrimonio hace que no se lo pueda considerar como absolutamente indisoluble y que, llegado el caso de un fracaso serio, se lo pueda enmendar iniciando un nuevo camino. Es un derecho obvio, aunque relativo y condicionado. Y, en este caso, la Iglesia no puede limitarse a dar una solución excepcional para seres excepcionales.

“Todo católico tiene el derecho y la necesidad de recibir la Sagrada Comunión. Todos tienen necesidad de participar activamente en la celebración eucarística, el acto central de la Iglesia católica y a la vez el signo de unidad con Cristo. Tienen derecho a ser recibido con los brazos abiertos y sinceras muestras de bienvenida, en el seno de la comunidad católica y a tomar parte activa plenamente en las tarea s de la comunidad” (S. Keller, ¿Divorcio y nuevo matrimonio entre católicos?, Sal Tarrae, Santander, 1976, 7-8).

En el año 1980, nueve teólogos españoles (José Alonso Díaz, José María Díez Alegría, Casiano Floristan, Benjamín Forcano, Jos I.González Faus, Gregorio Ruiz, Fernando Urbina, Rufino Velasco, Marciano Vidal) hiceron público un documento “Preguntas de unos teólogos a sus obispos”, con ocasión de su publicación “Instrucción ” civil sobre el divorcio. Dichos teólogos destacaban que los obispos:

-No habían tenido en cuenta el sentir real de su comunidad católica,
-Haberse preocupado únicamente del divorcio como si se tratara de una ley meramente civil y política.
– Haber dado a entender que para los católicos no hay ninguna posibilidad de divorcio y ésta era doctrina que debía permancer inmutable.

Y decían los teólogos:
” Por supuesto que nosotros no ponemos en duda la doctrina de la Iglesia sobre la indisolubilidad del matrimonio tal como aparece en la revelación de Jesús. Está claro que el modelo de matrimonio que Jesús anuncia y exige, como conforme a la voluntad divina, es el matrimonio monogámico, indisoluble y que, fundado en un verdadero amor, tiende a hacerse realmente exclusivo, total e incondicional para toda la vida.
Pero esta doctrina de Jesús debe proponer como un ideal y una meta hacia la que debe aproximarse toda pareja, sin excluir riesgos, equivocaciones y fracasos y no como una ley absoluta, con la cual toda pareja, por el hecho mismo de casarse,se identifica automáticamente, sin posibilidad de conocer rupturas o incompatibilidades o, por lo menos, incompatibilidades que hagan inviable esa ley.

Como católicos deseamos que, en el interior der la Iglesia, se robustezca el derecho a proponer públicamente lo que se piensa, cuando tal pensamiento es no sólo sincero sino objetivamenete fundado., serio, y contribuye a esclarecer la verdacera doctrina de Cristo y a replantear ciertos presupuestos y normas de la Iglesia. ¿Vds. Creen personalmente, cada uno, que la actual disciplina de la Iglesia sobre este punto es la propia del Evangelio, la que responde a la vida y enseñanza de Jesús? No les parece que la Iglesia debería enfrentarse ahí, radicalmente consigo misma”? Tenemos que mirar a lo que pasa en nuestra propia Iglesia, con la realidad de tantos matrimonios fracasados, acaso sin esperanza de recuperación, y por eso ya prácticamente divorciados, pero canónicamente condenados”.

. Nota sobre firmantes

Debido a la urgencia del tiempo, no se ha prendido contar con la respuesta de otros autores, que seguramente asumirían el Documento. ( Muy a pesar nuestro, el intento de comunicación directa con 8 mujeres Teólogas no ha podido realizarse a tiempo).

Acaso pudiera añadirse una segunda remesa con nuevos firmantes.
Para nuestro objetivo, el Documento aporta y refleja fidelidad al espíritu de la Tradición y cultura cristianas, enraizadas en el Evangelio y puede servir para dialogar y determinar soluciones más acordes con la investigación y estudios actuales.
Firman el Documento

Ariel ALVAREZ

Raul LUGO
Xabier ALEGRE

Juan MASIA
José ARREGI

Antonio MONCLUS
Fernando BERMUDEZ

Guillermo MUGICA
Frei BETTO

Jesús PELAEZ
Nicolás CASTELLANOS

Xabier PIKAZA
Benjamín FORCANO

Manuel REYES MATE
Manuel FRAIJO

Julián RUIZ DIAZ

Joan GODAYOL

Manuel SUANCES

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Aviso a navegantes… y a ingenuos: El Sínodo de Obispos buscará un “lenguaje no ofensivo” pero “que respete la doctrina”

Jueves, 8 de octubre de 2015
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FILE - In this July 12, 2015, file photo, Pope Francis checks his watch as Vatican spokesman Federico Lombardi stands beside him, during an airborne press conference aboard the airplane directed to Rome, at the end of his Apostolic journey in Ecuador, Bolivia and Paraguay. The Pope plans to meet Cuba’s president and its priests, its young and its sick, its churchgoers and its seminarians as he travels across the island starting Saturday.  But not its dissidents. Vatican spokesman Federico Lombardi said that Francis had not accepted any invitations to meet with dissidents, and well-known opposition members told The Associated Press they have received no invitation to see him. (AP Photo/Gregorio Borgia, File)Es decir, que abandonemos toda esperanza. No somos ni acogidos ni aceptados por esta iglesia romana. Más de lo mismo pero sin insultar… supongo…

El arzobispo de Ayacucho denuncia un “ataque artero” contra la institución familiar

La finalidad de la reunión “no es doctrinal, sino de actitud y sobre todo pastoral”

Los padres sinodales buscan un lenguaje adecuado, no ofensivo, pero que respete la doctrina para referirse a la familia en los tiempos actuales, y también a los homosexuales. Así lo han explicado en el Vaticano durante el briefing informativo diario en el que se da cuenta de los contenidos de las sesiones del Sínodo de la Familia.

Así, el Arzobispo de Filadelfia (Estados Unidos), monseñor Charles Chaput, ha puesto de manifiesto que se ha evidenciado la necesidad de dar con un lenguaje que no sea ofensivo, pero que al mismo tiempo respete la doctrina de la Iglesia católica.

“Tenemos que tener cuidado con las palabras que usamos para no herir a las personas, pero tenemos que ser fieles también a la doctrina”, ha señalado Chaput al recordar que la finalidad del Sínodo de Obispos no es doctrinal, sino de actitud y sobre todo pastoral.

Por otro lado, ha explicado que en las sesiones de ayer martes por la tarde, en el círculo menor de inglés- uno de los 10 grupos lingüísticos que se encarga de elaborar un resumen del contenido de la asamblea sinodal- fue tratado el tema de la homosexualidad, pero ha precisado que solo fue mencionada y que no fue el tema dominante de la conversación.

En todo caso, se ha mostrado convencido de que el tema de la homosexualidad saldrá de nuevo en el futuro y cree que también encontrarán las palabras adecuadas para referirse al colectivo de una forma en que se sientan acogidos y no se sientan heridos.

Por otro lado, Chaput ha hecho hincapié en que es importante que el Sínodo trabaje los problemas relevantes de los continentes, y no solo los relativos a un país concreto. En este sentido, ha explicado que la audiencia a la que se dirige la Iglesia es inmensa y ha remarcado la necesidad de tener en cuenta esta diversidad.

Asimismo, ha señalado la necesidad de que haya más comunicación y diálogo entre “la Iglesia universal y la Iglesia local”. En este sentido, ha precisado que “no es apropiado que una sola conferencia episcopal por su cuenta decida “cuestiones de doctrina.

Por otro lado, arzobispo de Lille (Francia), monseñor Laurent Ulrich ha reivindicado la responsabilidad de trabajar juntos en el Sínodo sobre un objeto, común y delicado como la familia y ha señalado que esto ayuda a confrontarse unos con otros y a hacer que salgan las diferencias.La familia nos ayuda a confrontarnos con nosotros mismos y pasar por encima de nuestras diferencias, ha explicado.

Además, ha precisado que en los padres sinodales siguen el consejo del Papa Francisco de hablar libremente y que los temas que se van tratando son los que aparecen en el Instrumentum Laboris, el documento que ha servido de base para la preparación de esta segunda asamblea. Por último, ha concluido que en la Iglesia católica se valora la unidad pero que es necesario “estar seguros de que las diferencias culturales puedan surgir y todos puedan expresarse”.

Por su parte, el arzobispo de Ayacucho (Perú), monseñor Salvador Piñeiro, ha reflexionado sobre la evangelización y ha señalado que “no se trata de pescar en la piscifactoría sino de ir a pescar fuera de la pecera”. También ha explicado que los eclesiásticos en Latinoamérica se sienten muy escuchados y que agradecen que están unidos por “el mismo lenguaje, la fe y la piedad popular”.

Piñeiro consideró hoy en el Vaticano que hay un “ataque artero a la institución familiar”, con motivo del Sínodo de los obispos. “Hay como un doble lenguaje. Todo el mundo está de acuerdo en que la familia (es) patrimonio de la humanidad y que es la base de la sociedad”, consideró el también presidente de la Conferencia Episcopal peruana.  “Pero por lo bajo en nuestras legislaciones se dan más motivos para el divorcio civil, se abre la puerta al tema del aborto. Nosotros tenemos que apostar por el Evangelio de Jesús, que es de vida”, afirmó.

Piñeiro consideró que en el Sínodo ordinario que comenzó sus trabajos el lunes los participantes están hablando “con total libertad” y también escuchando “con total humildad”, en línea con la petición del papa Francisco.

Piñeiro aseguró que la cuestión de cómo abordar la relación de la Iglesia con las personas homosexuales todavía no se trató en los círculos menores. “Todavía no hemos tocado estos temas. No caminemos tan rápido”, afirmó en relación con unos de los asuntos que han suscitado más interés mediático en torno a este Sínodo ordinario.

Los círculos menores celebraron ayer su primera reunión y hoy prosiguieron con el intercambio de puntos de vista sobre la base del documento “Instrumentum Laboris”, que refleja las respuestas dadas por las conferencias episcopales a las preguntas planteadas para este Sínodo de la Familia. Cada uno de ellos ya eligió a sus representantes, como dijo el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi.

En el círculo menor de habla española los relatores son el cardenal español José Luis Lacunza y el arzobispo venezolano Baltazar Porras, mientras que los moderadores son el cardenal hondureño Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga y el cardenal mexicano José Francisco Robles Ortega.

Ésta es la lista:

MODERADORES

Circulus Gallicus “A” : Cardenal Gérald Cyprien Lacroix, elegido

Circulus Gallicus “B” : Cardenal Robert Sarah, elegido

Circulus Gallicus “C” : Obispo Maurice Piat, C.S.Sp., elegido

Circulus Anglicus “A”: Cardenal George Pell, elegido

Circulus Anglicus “B” :Cardenal Vincent Nichols, elegido

Circulus Anglicus “C” : Arzobispo Eamon Martin, elegido

Circulus Anglicus “D” : Cardenal Thomas Christopher Collins, elegido

Circulus Italicus “A” : Cardenal Francesco Montenegro, elegido

Circulus Italicus “B”: Cardenal Edoardo Menichelli, elegido

Circulus Italicus “C” : Cardenal Angelo Bagnasco, elegido

Circulus Hibericus “A” Cardenal Óscar Andrés Rodriguez Maradiaga, S.D.B. Elegido

Circulus Hibericus “B” : Cardenal Francisco Robles Ortega, elegido

Circulus Germanicus : Cardenal Christoph Schönborn, O.P.,elegido

RELATORES

Circulus Gallicus “A” : Arzobispo Laurent Ulrich, elegido

Circulus Gallicus “B” : Rev.do Padre Francois-Xavier Dumortier, S.I,. elegido

Circulus Gallicus “C”: Arzobispo Paul-Andre Durocher, elegido

Circulus Anglicus “A” : Arzobispo Joseph Edward Kurtz,elegido

Circulus Anglicus “B” : Arzobispo Diarmuid Martin, elegido

Circulus Anglicus “C” : Arzobispo Mark Benedict Coleridge, elegido

Circulus Anglicus “D” : Arzobispo Charles Chaput, O.F.M. Cap. ,elegido

Circulus Italicus “A”: Rev.do Padre Manuel Jesús Arroba Conde, C.M.F., elegido

Circulus Italicus “B”: Cardenal Mauro Piacenza, elegido

Circulus Italicus “C”: Obispo Franco Giulio Brambilla, elegido

Circulus Hibericus “A”: Cardenal José Luis Lacunza Maestrojuan, O.A.R.,elegido

Circulus Hibericus “B” : Arzobispo Baltazar Enrique Porras Cardozo, elegido

Circulus Germanicus : Arzobispo Heiner Koch, elegido

La XIV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos comenzó oficialmente el pasado 4 de octubre con la inauguración por parte del papa Francisco y se ocupará de abordar los “desafíos de las familias en el mundo actual” hasta el día 25.

(RD/Ep)

 

 

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Peter Erdö, relator del Sínodo: ‘No existen analogías entre las uniones homosexuales y el diseño de Dios para la familia’

Miércoles, 7 de octubre de 2015
Comentarios desactivados en Peter Erdö, relator del Sínodo: ‘No existen analogías entre las uniones homosexuales y el diseño de Dios para la familia’

índiceNo hay novedades en el Sínodo de la Familia que se celebra en el Vaticano. El relator del Sínodo de la Familia, el cardenal y arzobispo de Budapest y presidente del Consejo de Conferencias Episcopales de Europa, Peter Erdö, ha defendido este lunes una misericordia basada en la verdad que vaya más allá de la compasión. En esta línea, Erdö ha subrayado que las personas homosexuales deben ser acogidas “con respeto y delicadeza” porque la Iglesia debe respetar a cada persona “en su dignidad independientemente de su tendencia sexual”. Sin embargo, ha precisado que no existe fundamento alguno para asimilar o establecer analogías entre las uniones homosexuales y el diseño de Dios para la familia. vamos, que no habrá avances en este Sínodo con respecto a la vsión

Durante su alocución ante más de 270 obispos provenientes de todo el mundo, decenas de expertos y auditores que se reunen desde este lunes 5 de octubre en el Vaticano, Erdö ha subrayado que “la Iglesia debe convertirse y ser más viva, más personal, más comunitaria”, al tiempo que ha reclamado una actitud de misericordia. “Hay que ser conscientes de que la misericordia más grande es decir la verdad con amor, vamos más allá de la compasión”, ha pedido. Por otro lado, ha recalcado que no es el naufragio del primer matrimonio lo que impide que los divorciados vueltos a casar puedan comulgar sino “la convivencia en segunda relación“.

Así, durante la lectura de la Relatio introductoria del Sínodo, en la que ha defendido laindisolubilidad del matrimonio y la actitud de misericordia hacia las familias heridas, Erdö ha explicado que la integración en la Iglesia de los divorciados vueltos a casar “puede hacerse de diversas formas”, pero ha insistido en que el acceso al sacramento de la eucaristía no es posible para ellos.

En cambio, para Erdö las parejas separadas y divorciadas, pero que no se han vuelto a casar deben ser ayudadas por la Iglesia en la vía de la reconciliación. Asimismo, ha resaltado que la indisolubilidad del matrimonio se debe entender como un “don que ha sido entregado a las personas unidas en matrimonio”.

Igualmente, ha insistido en que “la Iglesia reafirma el derecho a la muerte natural, evitando tanto el encarnizamiento terapéutico como la eutanasia” y ha defendido la vida humana en todas sus etapas. “Ante el drama del aborto, la Iglesia reafirma el carácter inviolable de la vida humana y acompaña a quien lo ha sufrido y sabe del error”, ha explicado.

Por otro lado, ha señalado que el movimiento migratorio está disgregando a las familias y ha lamentado que “en no pocas partes del mundo hay gente que trabaja por un salario tan bajo que hace impensable crear una familia”.

Además, ha criticado la sociedad consumista que separa sexualidad y procreación y ha señalado que esta es también una “causa” de la baja natalidad, aunque ha precisado que “el deseo de tener un hijo a toda costa no lleva a relaciones estables”. En esta línea, ha comentado que “la crisis de la pareja desestabiliza la familia y debilita la relación intergeneracional”. “El verdadero amor implica la donación mutua. Así se integran la dimensión sexual y afectiva”, ha indicado.

Por último, ha advertido de que hay “trabajos maravillosos como la educación de los hijos o la asistencia a los enfermos” que son raramente valoradas y ayudadas en la sociedad al tiempo que ha denunciado que el formalismo burocrático puede llegar a sofocar las sociedades, sobre todo desarrolladas.

Fuente Agencias

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“Una propuesta pastoral para el Sínodo”, por José M. Castillo, teólogo

Lunes, 5 de octubre de 2015
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Dios es FamiliaPues lo dicho para el divorcio, puede aplicarse perfectamente a la Diversidad Familiar:

Leído en su blog Teología sin censura:

Cuando faltan solo unas horas para el comienzo del Sínodo de la Familia, crecen y suben de tono, en la Iglesia, las voces de alarma que hablan de “cisma blanco”, “cisma rojo” (Jorge Costadoat). O de quienes, como es el caso del cardenal Kasper, llegan a insinuar que estamos entrando en un “cisma práctico”, o sea (si me he enterado bien) un cisma que nadie formula en teoría, pero que en la práctica diaria de la vida funciona dividiendo a los católicos y fracturando a la Iglesia.

Por eso, ahora más que nunca, es el momento de preguntarse: ¿qué puede hacer el papa en este asunto, tal como están las cosas?

Como es lógico, habrá que esperar a ver cómo se desarrolla el Sínodo y, sobre todo, tendremos que saber lo que, después del Sínodo, dice y decide el papa. Pero es precisamente para eso, para indicar lo que, según mi modesta opinión, considero que es lo más acertado que el papa podría – y quizá tendría que – hacer en la situación que estamos viviendo en la Iglesia ahora mismo. Por eso me atrevo a presentar la propuesta siguiente.

Ante todo, considero que es fundamental tener muy claro que, en el tema de la familia, no estamos ante una cuestión de Fe. Por la sencilla razón de que, si pensamos y hablamos de la familia desde la Fe dogmática, que profesa la Iglesia, no existe definición dogmática alguna, en el Magisterio de la Iglesia, sobre este asunto. Y si alguien encuentra un documento magisterial definitorio sobre el modelo de familia o incluso sobre la indisolubilidad del matrimonio, que lo diga. Más aún, los textos bíblicos de Mt 19, 1-9 y Mc 10, 1-12, ampliamente estudiados y discutidos por la exégesis mejor documentada, han demostrado sobradamente que no se refieren a la problemática actual sobre si el matrimonio es o no es indisoluble.

En esos textos, Jesús se opone al derecho unilateral que, según Deut 24, 1, tenía el hombre para repudiar a la mujer, sobre todo si hacía tal cosa “por cualquier causa” (Mt 19, 3). Lo que indica claramente que Jesús no se refiere a la indisolubilidad del matrimonio, sino al derecho unilateral del hombre frente a la mujer que, según la ley de Moisés, carecía de ese derecho. Una desprotección de la mujer, que se agravaba por causa de las enseñanzas de la escuela de Hillel, que llegaba a permitir el repudio de la esposa”por cualquier motivo” (Mt 19, 3).

Por otra parte, el hecho de que, durante siglos, se hayan mantenido, entre los cristianos, unas práctica y unas costumbres determinadas sobre esta cuestión, no es (ni puede ser) un argumento determinante para obligar al papa a mantener, de forma irrevocable, unos determinados usos o prácticas por más inamovibles que se consideren esas prácticas y esas costumbres.

Y por más respetables que sean las personas que pretenden mantener un determinado modelo de familia. Quienes afirman que la Iglesia no puede en ningún caso admitir el divorcio, demuestran una ignorancia incomprensible, ya que, al decir eso, desconocen que la Iglesia, durante siglos, admitió el divorcio en determinados casos. Por ejemplo, en la respuesta que el papa Gregorio II, en el año 726, envió al obispo san Bonifacio (PL 89, 525). Lo mismo que en la respuesta del papa Inocencio I a Probo (PL 20, 602-603). Doctrina que quedó recogida en el Decreto de Graciano, en el siglo XI (R. Metz – J. Schlick, “Matrimonio y divorcio”, Salamanca 1974, 102-103; M. Sotomayor, “Tradición de la Iglesia con respecto al divorcio. Notas históricas”: Proyección 28 (1981) 55).

Estando así las cosas, lo más razonable, que se puede sugerir en este momento, es que el papa debe sentirse libre para tomar una decisión pastoral, que ayude a la Iglesia entera y en su conjunto a ir madurando la doctrina teológica a seguir. Y, sobre todo, la práctica pastoral que se debe adoptar, al menos mientras las cosas no se vean con más claridad y precisión.

Esto supuesto, y dada la confrontación que de hecho existe en la Iglesia sobre este problema, parece lo más razonable sugerir al papa que – de momento, al menos – lo mejor sería dejar, a los pastores y a los fieles en la Iglesia, en la libertad de proceder según la propia conciencia. De forma que nadie se sienta, ni se pueda sentir, con el derecho y el deber de imponer su propio punto de vista, en un asunto sobre el que no existe ni una enseñanza bíblica, ni una doctrina magisterial que lo pueda imponer desde la Fe. Como tampoco existe, en la historia de la Iglesia, una enseñanza o una práctica uniforme, clara y firme en cuanto se refiere a la defensa de la indisolubilidad del matrimonio, como ahora pretenden imponer algunos obispos y otras dignidades eclesiásticas.

Estamos, pues, ante un asunto sobre el que sabemos que existe un notable pluralismo entre los creyentes en Jesucristo, de forma que, existiendo tal pluralismo, ni el papa podría tomar la decisión de pronunciar una definición dogmática sobre un tema en el que la “Fe de la Iglesia” no es uniforme ni posee las condiciones necesarias para el pronunciamiento de una definición dogmática, como quedó dicho en la definición de la infalibilidad pontificia del concilio Vaticano I (DH 3074) y en la precisión que, sobre este punto capital, hizo el Vaticano II (LG n. 25).

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