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Las personas LGBT+ conocemos el impacto que tienen los discursos de odio en las vidas

Jueves, 6 de octubre de 2022
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A raíz del atentado que sufrió la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, se intensificó el debate social sobre un tema que hace ya varios años nos viene preocupando a las comunidades LGBTIQ, en particular a las personas Travestis / Trans

A raíz del atentado que sufrió la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, en los últimos días se intensificó el debate social sobre un tema que hace ya varios años nos viene preocupando a las comunidades LGBTIQ, en particular a las personas Travestis / Trans: ¿Cómo se pueden regular/sancionar los mensajes de odio que envían los medios de comunicación a las sociedades?

Parecería que hablamos “medios de comunicación” como algo abstracto. Pero en realidad estamos frente a un entramado de estrategias políticas. Éstas controlan y redireccionan el destino de un país a través de sus votos. Además calan profundo, configurando las emociones de las personas, entre ellas la más nociva: el odio.

Frente a una crisis económica y social a nivel mundial y local, pondera el miedo, uno de los mejores amigos del odio: su razón de ser. La crisis no es solo una amenaza económica, sino existencial. Nos deja desamparadxs y muchas veces desprotegidxs, vulnerables a recibir información que nos permita encontrar culpables.

Qué vidas merecen la vida

Las comunidades Trans siempre hemos sido blanco fácil para los discursos de odio en los medios de comunicación. Desde titulares estigmatizantes, patologizantes y criminalizantes de nuestras identidades hasta mensajes muy concretos de incitación a la acción. Hemos escuchado a conductoras, políticas, decir: “que se autoperciban como quieran, pero no por eso tenemos que pagar de nuestros bolsillos sus planes sociales”; “que salgan a laburar”; “el gobierno nos quiere distraer y se ocupa de estos vagos cuando estamos en un país que se esta prendiendo fuego”; “Hay niñxs con discapacidad que no tienen para medicaciones y se atiende a estos engendros”, etc.

Cuando decimos que debemos promover a un cambio social para que sean efectivos nuestros derechos, aquí nos encontramos con uno de los mayores obstáculos. Hay una sociedad que escucha en la permeabilidad de la desesperanza y desesperación este tipo de mensajes. Y como si esto fuera poco, el odio incita a la acción, a eliminar el problema de raíz, que para muchxs se traduce en ataques Transodiantes, crímenes de odio hacia nuestras poblaciones. Pero, sobre todo con un respaldo social que en la mayoría de los casos garantiza impunidad, insensibilidad y falta de empatía por nuestras vidas.

noticias_file_foto_1025630_1444815113Cristina Fernández de Kirchner con Diana Sacayán, asesinada por odio tránsfobo..

Como dice la filósofa Judith Butler: “Solo reconocemos ciertas vidas como humanas y reales”. Por lo tanto, hay vidas que merecen ser vividas y otras no.

El dolor es mayor cuando el odio viene de movimientos o compañerxs que parecen comprender problemáticas estructurales de las violencias y cómo se canalizan en el género y las identidades de genero.

El atentado contra la vicepresidenta nos paralizó y nos duele. El atentado puede leerse como respuesta, en parte, como respuesta a miles de horas de odio en los medios. Por eso desde hace tiempo las personas LGBT+ venimos pidiendo que se denuncie y se regulen estos discursos. Porque las consecuencias son reales.

¿Podrán lxs compañerxs entender que no se trata sólo de denunciar a quien desboca el mensaje odiante sino de prevenir los efectos concretos que tienen esos mensajes sobre nuestras vidas?

Fuente Agencia Presentes

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Judith Butler responde con contundencia a J.K. Rowling: ” ¿qué nombre deberíamos poner a las auto-proclamadas feministas que desean excluir a las mujeres trans de espacios de mujeres?”

Sábado, 3 de octubre de 2020
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author-judith-butlerLa autora feminista Judith Butler no duda en cargar contra J.K. Rowling y otras TERFs durante una entrevista en un periódico británico

 Judith Butler es una filósofa, articulista, escritora, modelo y actriz queer  que escribió un libro (Gender Trouble) en el que venía a decir que la distinción entre sexo y género no está muy clara porque, en cierta manera, ambos son constructos sociales. Eso ha hecho que mucha gente use sus teorías como argumento tránsfobo (porque si el género es un constructo social, ¿cómo vas a sentir tan internamente tu identidad de género?); pero Butler siempre se ha mostrado a favor de la igualdad trans porque al final todo se reduce a “cómo todo el mundo debería ser libre de determinar el curso de la vida del género de cada uno“.

El New Statesman se sentaron a hablar con ella sobre  J.K. Rowling y cuando a Butler le preguntan si está de acuerdo con la idea de Rowling de que las mujeres trans son una “amenaza” para las mujeres cis, la filósofa responde que: “Se está creando un reino de fantasía, uno que refleja más a la feminista que tiene ese miedo que cualquier otra situación en la vida trans. Las TERFs como Rowling creen que el pene es una amenaza, o que cualquier persona que tenga pene y se identifique como mujer está participando en una forma engañosa y malvada de disfraz.

“Las mujeres trans“, añade Butler, “son a menudo discriminadas en los lavabos de hombres, y sus maneras de auto-identificarse son formas de describir una realidad vivida, una que no se puede capturar o regular por las fantasías que les colocan encima. El hecho de que esas fantasías pasen como debate público es en si mismo algo de lo que preocuparse.“

El “reino de fantasía” al que se refiere Butler es todo ese argumento absurdo (que hace unos años ya recorrió Estados Unidos) de que si se permite a las mujeres trans (a las que la transfobia ve como hombres disfrazados de mujer) entrar en baños de mujeres, entonces cualquier violador con peluca va a abusar de tu hermana en un centro comercial. Nunca se ha registrado un caso de abuso sexual de una mujer trans a una mujer cis (o trans) en un lavabo de mujeres, pero ¿y qué les imposta si rompe sus esquemas?

En cierto momento la entrevistadora intenta llamar la atención de Butler por utilizar el término “TERF”, argumentando que algunas TERF consideran que TERF es un insulto: “No estoy al tanto de que TERF se utilice como insulto. Me pregunto ¿qué nombre deberíamos poner a las auto-proclamadas feministas que desean excluir a las mujeres trans de espacios de mujeres? Si están a favor de la exclusión, ¿por qué no llamarlas “exclusionarias”? Si entienden que ellas mismas forman parte de esa corriente del feminismo radical que es opone a la reasignación de género, ¿por qué no llamarlas feministas radicales?

Para Butler las TERFS no tienen nada de feministas: “Un problema claro es el encuadre que hace creer que el debate es entre feministas y personas trans. No lo es. Una de las razones para militar contra ese encuadre es que el activismo trans está enlazado con el activismo queer y con los legados feministas que a día de hoy siguen muy vivos.“

El momento álgido de la entrevista viene cuando le preguntan a Butler por el acoso que Rowling y otras TERFs sufren online, intentando presentarlas como las víctimas de una sociedad implacable con la “incorrección política”. Y Butler afirma: “Creo que vivimos en tiempos anti-intelectuales… Confieso que me deja perpleja el hecho de que señales el nivel de acoso hacia J.K. Rowling, pero no cites el abuso contra las personas trans y sus aliados que ocurre online y en persona.” Y tras recordarle a la periodista que las personas trans sufren cada día, por todo el mundo, niveles de acoso intolerables, añade que: “No se puede decir que las amenazas hacia unas personas son tolerables y contra otras no.“

Fuente LGBTQNation, vía LaSuperQueer

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El «feminismo» que excluye a las trans llegó a Guatemala

Sábado, 7 de septiembre de 2019
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cuerpo2-2486x1243Interesantísimo artículo:

Por Pilar Salazar 

Ilustración: Florencia Capella 

Hace unos días un conocido medio de comunicación digital en Guatemala publicó un artículo haciendo apología del “antifeminismo”. Es un escrito poco atinado, haciendo ver al feminismo (que tampoco es monolito) como un dogma, tan violento como el Islam o Judeo-Cristianismo. Mientras tanto, un grupo secreto “sororo” de mujeres al que fui invitada por una amiga, estaba poniendo reglas de membresía y durante ese proceso pusieron a votación y opinión de las integrantes (entre ellas yo, trans) si era bueno incluir a las mujeres trans. Lo que cuestionaba era si éramos o no mujeres. Me sentí molesta porque había un pensamiento en el ambiente que percibía a las mujeres trans como una amenaza.

Mi intención al escribir no es dividir ni atacar el movimiento feminista, sino visibilizar de qué manera estamos respondiendo a estos ataques en paralelo a nuestras acciones cotidianas. También vamos a coordinarnos colectivamente para no pasarnos llevando a otras compañeras de las que desconocemos (por decisión) sus luchas y que en lugar de sumar al movimiento pueden restar o dividir.

Cuesta entender que también las mujeres trans andamos en las luchas feministas, nos interesan muchas de las mismas luchas que se intersectan con las de las mujeres cisgénero.

Las radicales trans excluyentes no son feministas

Viv Smyth las llamó TERFs en referencia al “feminismo radical trans excluyente” que se refiere a las mujeres cisgénero “feministas” que piensan que las mujeres trans no son mujeres y que la lucha feminista no les pertenece. Pero voy a ser rebelde y contradecir esta conceptualización, pues en mi opinión y en la de muchas feministas, ser “trans radical excluyente” no es una característica de los feminismos sino una postura que lleva implícito el dispositivo biologicista (basarse en la genitalidad para categorizar una identidad de género).

Tiene un bagaje de lógicas cisexuales que mantienen una venda para no ver los privilegios que le dan cancha a la cis-normatividad femenina de “decidir” violentamente si las mujeres trans podemos ser mujeres y estar en los mismos espacios o no.

Es una necedad paternalista y al mismo tiempo de exclusión porque no hay espacio ni capacidad de entender que las mujeres somos diversas y que en general a esta parte de la diversidad transfemenina nos matan antes de cumplir 35 años en América Latina. Creo que justificar el desconocimiento de la lucha que llevan las mujeres trans por parte de movimientos «feministas» cisgénero ya no es un argumento válido para desentenderse y violentar. Muchas mujeres y varones trans apañamos las mismas luchas porque también nos atraviesa el aborto, acoso sexual callejero y más.

¿Quiénes son lxs sujetxs politicxs del feminismo?

Abrirse al diálogo y aceptar que no nos ha importado o que tenemos aristas que discutir es el primer paso para evitar la confrontación y división que, como lo he dicho, en algunos espacios es una posibilidad que está llegando a Centroamérica. Son las pocas ganas de hacer, por ejemplo, una pregunta tan básica como la propuesta por Paul Preciado: ¿quiénes son lxs sujetxs politicxs del feminismo?

Ya no basta con decir que para subirse al barco contra la lucha del sistema patriarcal y desarme de las opresiones hay que tener una vulva. Propongo que hablemos de interseccionalidades y nos preguntemos ¿a quiénes ataca el sistema patriarcal? Aquí hablo de cuerpos oprimidos feminizados.

El axioma de que una vulva es igual a una mujer y un pene es igual a un hombre se rompe con la transexualidad o transgenerismo, pero también al producirse la intersexualidad, por ejemplo. Y el poder disciplinatorio de la medicina occidental da la muerte a una ficción y nacimiento a otra.

Teresa de Lauretis dijo que, como la sexualidad, el género no es una propiedad de los cuerpos o algo originalmente existente en los seres humanos, sino el conjunto de efectos producidos en los cuerpos, los comportamientos y las relaciones sociales. En palabras de Michel Foucault, es el despliegue de una tecnología política compleja.

¿Tiene sentido seguir hablando de feminismo o de feminismos?

Parafreaseando a Preciado: sí, siempre que sea una forma de combatir los mecanismos específicos del control, producción de las subjetividades sexuales, raciales, estéticas, etc.

La matriz heterosexual[1] intenta reducir la multiplicidad de los cuerpos a la masculinidad y la feminidad desde la política genital, sin tomar en cuenta que los sistemas de opresión llegan hasta las periferias de los cuerpos subalternos[2]. En este punto debo decirlo, que me parece poco ético y nada sororo despotricar contra las mujeres trans al momento de defender el feminismo de los machos violentos, argumentando desde la lógica biologicista. Es importante y contracorriente de estas aristas la apertura al diálogo y a la resolución de dudas para fortalecer y no dividir lo que tanto ha costado para las feministas.

[1] Judith Butler, El género en dipusta, 1990. Estados Unidos

[2] Saurabh Dube, Sujetos subalternos, 2001

Fuente Agencia Presentes

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El Supremo brasileño equipara la homofobia y la transfobia al racismo, una decisión que Bolsonaro califica como «completamente equivocada»

Martes, 18 de junio de 2019
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Brasil-sem-homofobia1Tal y como adelantamos en mayo, el Supremo Tribunal Federal de Brasil, la máxima instancia judicial del país, ha fallado a favor de la protección legal de la población LGTB frente a la violencia y la discriminación. El recuento final arroja ocho votos a favor y tres en contra de un texto que decreta la equiparación de los delitos por homofobia y transfobia con los motivados por el racismo mientras persista la «omisión legislativa» al respecto. 

Fue el pasado mes de febrero cuando comenzó el proceso sobre la persecución legal de la LGTBfobia, en respuesta a dos recursos presentados por la Asociación Brasileña de Gais, Lesbianas y Transgénero (ABGLT) en 2012 y el Partido Popular Socialista en 2013. Ambos persiguen «la criminalización específica de todas las formas de homofobia y transfobia, especialmente (pero no exclusivamente) de las ofensas (individuales y colectivas), de los homicidios, de las agresiones y discriminaciones motivadas por la orientación sexual y/o identidad de género, real o supuesta, de la víctima».

Cuatro de los once jueces del Supremo ya se pronunciaron en febrero a favor de las tesis de los demandantes. Con la inclusión en mayo de otros dos votos favorables se alcanzaba ya la mayoría del alto tribunal, compuesto por once magistrados. Ahora lo han hecho los cinco restantes, de los cuales dos se han posicionado a favor y tres en contra. Finalmente, 8 votos contra 5.

La tesis fijada por el Supremo brasileño hace extensiva la legislación contra el racismo a los delitos por homofobia y transfobia y será de aplicación mientras se mantenga la ausencia de legislación al respecto, un vacío legal que coloca al colectivo LGTB en situación de indefensión. «El concepto de racismo sobrepasa los aspectos estrictamente biológivos o fenotípicos e incluye la negación de la dignidad y de la humanidad de grupos vulnerables», asegura el Supremo en la nota de prensa que daba a conocer el resultado de la votación.  Puedes descargar aquí la tesis completa, que también impone límites al discurso de odio por parte de los líderes religiosos al considerar que este no queda cubierto por el derecho a la libertad religiosa.

Críticas de Jair Bolsonaro

La decisión, como era de esperar, no ha sido recibida con agrado por el presidente de Brasil, el abiertamente homófobo Jair Bolsonaro, que la ha calificado como «completamente equivocada» y ha asegurado que perjudica a los propios homosexuales, que según él tendrán más dificultades para encontrar trabajo ya que los empresarios se lo pensarán «dos veces» antes de contratarlos por miedo a ser acusados de descriminación. Bolsonaro ha añadido que esta decisión del Supremo brasileño es un argumento más a la hora de renovar el alto tribunal incorporando magistrados evangélicos.

Habrá que ver, por otra parte, si el legislativo brasileño avanza en la misma dirección que el Supremo. En este sentido, solo un día antes de que en mayo se adelantase la decisión mayoritaria del Supremo, el Senado brasileño aprobaba en comisión un proyecto de ley para prohibir la discriminación basada en la orientación sexual y la identidad de género. El texto equipara las penas para los delitos motivados por la raza, color, etnia, religión o procedencia nacional con los cometidos contra las personas LGTB. También castiga la denegación del acceso a establecimientos abiertos al público, así como los intentos de impedir o restringir las «manifestaciones razonables de afecto de cualquier persona», salvo en lugares de culto. A la propuesta, no obstante, le queda por delante una trabajosa tramitación.

Una situación muy complicada para el colectivo LGTB

En 2018, además, fuimos testigos de como la LGTBfobia ha escalado hasta alcanzar ámbitos activistas y políticos. En mayo recogíamos el asesinato en Río de Janeiro de la activista de género no binario Matheusa Passareli. Y en marzo el de la concejala de Río de Janeiro Marielle Franco, afrodescendiente, abiertamente bisexual, feminista y activista en favor de los derechos humanos. Una escalada a la que también nos hemos referido al recoger tanto el episodio de acoso que sufrió Judith Butler en una visita al país para participar en un debate universitario como la decisión de un juez federal contra la orden del Consejo Federal de Psicología que prohibía desde hace años las «terapias» reparadoras de la homosexualidad. Y que ha forzado al que fuera primer diputado abiertamente gay de Brasil, Jean Wyllys, a abandonar el país e instalarse en Alemania (ver aquí la interesante entrevista que hace pocos días publicaba eldiario.es).

La llegada de Bolsonaro a la presidencia

La situación de la comunidad LGTB, incluso ya antes de la victoria de Bolsonaro en octubre de 2018, es muy dura. El Grupo Gay de Bahía, colectivo que hace una meritoria labor de monitorización de los delitos de odio en Brasil, tuvo conocimiento de 445 muertes violentas de personas LGTB en 2017: 387 asesinatos y 58 suicidios, un aumento del 30% con respecto a 2016, «cuando se registraron 343 muertes», comienza su informe 2017. De alguna de estas muertes nos hemos hecho eco en esta misma página, como sucedió por ejemplo con el terrible asesinato de Dandara dos Santos, una mujer trans. La tendencia, en este sentido, ha sido creciente a lo largo de los últimos años.

Y si algún político encarna a la perfección esa LGTBfobia en su discurso político, ese es Jair Bolsonaro, elegido presidente en octubre de 2018. Una victoria que, dados los precedentes del personaje y el apoyo del poderoso movimiento evangélico, abrió un escenario terrible para las personas LGTB en Brasil. Ya en 2011 lo mencionábamos cuando acusó al Ministerio de Educación de «fomentar la homosexualidad» por promover un proyecto contra la homofobia. En 2014 volvimos a referirnos a Bolsonaro, que negaba que educar en la diversidad sirviese para combatir la homofobia, y acusaba explícitamente a los que así lo defienden de querer «llevar la materia a las escuelas para transformar a niños de seis años en homosexuales. Al punto de que así se facilita la pederastia en Brasil».

Bolsonaro acababa la entrevista burlándose del intento de aprobar una ley que castigase la violencia homófoba, a la que quitaba importancia. «¿Solo porque a uno le guste tomar por culo se convierte en un semidios al que no se le puede pegar?», remataba. El ahora presidente ha hecho otras declaraciones homófobas en el pasado, como aquellas en las que aseguraba preferir que un hijo suyo muriese en un accidente a que apareciese «con un bigotudo», pero basta con releer la entrevista de 2014 a El País para ser consciente de la monstruosidad del personaje.

En el ámbito legal, hay que tener en cuenta que muchos de los avances en derechos LGTB que ha experimentado Brasil se han producido al margen de los poderes legislativo o ejecutivo: el matrimonio igualitario es una realidad posible gracias a resoluciones judiciales, mientras que la prohibición de las «terapias» reparadoras, sobre la que como mencionamos arriba tiene lugar una batalla en los tribunales, fue una decisión profesional del Consejo Federal de Psicología. La presión de los grupos evangélicos para que desde el poder político se ponga coto e incluso se revierta esta situación puede encontrar en Bolsonaro el aliado ideal.

En este sentido, la recién aprobada tesis del Supremo contra la LGTBfobia es una soplo de aire fresco en un ambiente profundamente enrarecido.

Fuente Dosmanzanas

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El Tribunal Supremo de Brasil situará la persecución de la LGTBfobia al mismo nivel que el racismo en su legislación

Viernes, 31 de mayo de 2019
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Brasil-sem-homofobia1El Supremo Tribunal Federal de Brasil, la máxima instancia judicial del país, sentenciará en junio a favor de la protección legal de la población LGTB frente a la violencia y la discriminación. Seis de los once miembros del alto tribunal ya han depositado sus votos a favor del texto que decreta la equiparación en la legislación de los delitos de LGTBfobia con los motivados por el racismo. El Senado trabaja actualmente en un proyecto de ley para prohibir la discriminación basada en la orientación sexual y la identidad de género.

El juicio responde a una acción presentada por el Partido Popular Socialista, que ha denunciado una “omisión del Parlamento” en un asunto que vinculó a la defensa de los derechos humanos que está consagrada en la Constitución nacional. Seis de los once magistrados del Supremo ya se pronunciaron a favor de la medida. La Corte Suprema de Brasil alcanzó este jueves la mayoría de votos necesaria para tipificar la homofobia como un delito penal equivalente al racismo, pero decidió aplazar la decisión final para el próximo 5 de junio.

En febrero comenzó el proceso sobre la inclusión de la LGTBfobia en la legislación, que dará respuesta a dos recursos presentados por la Asociación Brasileña de Gais, Lesbianas y Transgénero (ABGLT) en 2012 y el Partido Popular Socialista en 2013. Ambos persiguen «la criminalización específica de todas las formas de homofobia y transfobia, especialmente (pero no exclusivamente) de las ofensas (individuales y colectivas), de los homicidios, de las agresiones y discriminaciones motivadas por la orientación sexual y/o identidad de género, real o supuesta, de la víctima».

Cuatro de los once jueces del Supremo ya se pronunciaron en febrero a favor de las tesis de los demandantes. Con la inclusión de otros dos votos favorables la semana pasada, se ha alcanzado una mayoría en el alto tribunal. El próximo 5 de junio se pronunciarán los restantes cinco magistrados, que ya no pueden variar el veredicto final, pero sin cuyo voto no puede entrar en vigor el fallo.

Entre los que ya han dado su apoyo a la sentencia, la jueza Rosa Weber defendió su voto favorable para cubrir un vacío legal que provoca indefensión en el colectivo. Su compañero el magistrado Luiz Fux se inclina por establecer una interpretación de la ley de 1989 contra el racismo que incluya a las personas LGTB. Se trata de una norma que castiga los delitos motivados por esta causa con penas de hasta cinco años de prisión. Fux considera que no existe la certeza de que el poder legislativo vaya a aprobar las reformas legales necesarias para proteger a la comunidad LGTB, y mientras tanto «efectivamente la homofobia va a seguir».

Solo un día antes de conocerse la decisión mayoritaria del Supremo, el Senado brasileño aprobaba en comisión un proyecto de ley para prohibir la discriminación basada en la orientación sexual y la identidad de género. El texto equipara las penas para los delitos motivados por la raza, color, etnia, religión o procedencia nacional con los cometidos contra las personas LGTB. También castiga la denegación del acceso a establecimientos abiertos al público, así como los intentos de impedir o restringir las «manifestaciones razonables de afecto de cualquier persona», salvo en lugares de culto. La propuesta continuará su tramitación en la Cámara de Diputados.

Durante la sexta sesión dedicada al tema, que se debate desde fines del año pasado, dos de los once magistrados del Supremo se sumaron a los cuatro que ya se habían pronunciado a favor de equiparar los delitos de carácter sexual al racismo, que el Código Penal castiga con rigor.

No obstante, a pesar de que seis magistrados ya se pronunciaron en ese sentido, la mayoría alcanzada aún podría ser alterada, pues por las normas del tribunal cualquiera de sus once miembros puede alterar su voto antes de la proclamación del resultado.

Tras cuatro horas de audiencia, el presidente del tribunal, José Antonio Dias Toffoli, decidió convocar a una nueva sesión para el 5 de junio próximo, cuando deberán pronunciarse los cinco jueces que aún no lo han hecho, que en su mayoría parecieron inclinados a seguir la tendencia que ya se impone.

Aunque una comisión del Senado aprobó este miércoles un proyecto de ley que también equipara la homofobia al racismo, el tribunal decidió seguir adelante con el proceso, ya que, según el decano de la corte, Celso de Mello, “nada garantiza que eso será aprobado” por el pleno de las cámaras.

Según el magistrado, “la mera existencia de un trámite no puede impedir que se lleve a cabo el juicio”, sobre todo cuando las cámaras legislativas han debatido sobre el asunto “durante los últimos 30 años sin llegar a nada”, apuntó.

El decano de la corte, uno de los cinco que aún no ha presentado su voto, sostuvo que “es necesario superar esa inercia y ese cuadro de permanente indefinición” para llegar al fin de “un largo y penoso camino”, que “supera con excesos los plazos razonables”.

El magistrado Alexandre de Moraes, el último de los miembros de la corte en asumir su cargo, en 2017, coincidió con el decano e incidió en que el Parlamento “ha legislado sobre protección por raza, por género o para la infancia” y “solamente ha dejado sin protección a los colectivos homosexuales”.

Según el juez Luiz Fux, cuyo voto consolidó la mayoría de seis necesarios, argumentó : “Cuando un miembro de la colectividad LGBT muere por causa de una bala perdida o en un asalto, estamos frente a una situación ya contemplada” por las leyes penales. Sin embargo, apuntó: “Si esa misma persona es agredida o hasta asesinada por su condición sexual, estamos frente a un delito de homofobia”. Fux también declaró que el Parlamento, dominado hoy por fuerzas conservadoras, muchas de ellas aliadas con el gobierno de Jair Bolsonaro, líder de una emergente ultraderecha, “podrá luego crear una legislación sobre la homofobia”, pero “no recrear” sobre lo que decida el Supremo “a la luz de las normas constitucionales”.

Varios magistrados se hicieron eco de estudios de organismos de derechos humanos, según los cuales Brasil es uno de los países en el que más personas son asesinadas por su condición sexual.

Uno de esos informes, elaborado por el Grupo Gay de Bahía, una activa organización de la sociedad civil, fue divulgado la semana pasada y sostiene, apoyado en datos oficiales, que una persona es asesinada cada día en Brasil como víctima de la intolerancia contra los colectivos homosexuales.

Fuente Agencias

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El acoso a Judith Butler durante su estancia en Brasil pone de manifiesto la creciente virulencia del movimiento LGTBfóbico en ese país

Viernes, 17 de noviembre de 2017
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author-judith-butlerLa situación en Brasil comienza a ser inquietante: los grupos evangélicos ganan posiciones e influencia, algunos derechos LGTB comienzan a dar marcha atrás, el abiertamente homófobo Jair Bolsonaro es ya uno de los favoritos para ganar las próximas elecciones presidenciales… En este contexto, la visita de Judith Butler, intelectual de referencia tanto del feminismo como del movimiento LGTB (es una de las “teóricas queer” más importantes) se adivinaba complicada. Y así ha sido. Una campaña de odio promovida por ultraconservadores estuvo a punto de dar al traste con la participación en un simposio al que había sido invitada, pero además Butler tuvo que soportar la agresión verbal (y casi física) de un grupo de ultraconservadores en el aeropuerto.

Judith Butler había sido invitada a participar en el simposio Los fines de la democracia, celebrado entre el 7 y el 9 de noviembre en el centro cultural Sesc Pompeia de São Paulo, organizado por la Universidad de California en Berkeley (de la que es profesora Judith Butler) y el Departamento de Filosofía de la Universidad de São Paulo y financiado por la mencionada Universidad de California y la fundación estadounidense Andrew W. Mellon. Un evento, por tanto, de carácter universitario, cuyo objeto de discusión era el concepto de soberanía popular y su relación con la democracia liberal, así como el surgimiento de los movimientos populistas en política. No incluía en su programa debates ni mesas redondas sobre feminismo, teoría queer o derechos LGTB. Sin embargo, la mera presencia de Butler y el peso de su obra teórica fue suficiente para movilizar a los pujantes grupos ultraconservadores, muy vinculados a las iglesias evangélicas (aunque no solo) y que cada vez están cobrando más peso tanto en las calles como en el ámbito político.

A través de la plataforma CitizenGo (la marca que HazteOír utiliza para la difusión internacional), los ultraconservadores consiguieron reunir algo más de 370.000 firmas pidiendo la cancelación de la visita de Butler. “No queremos una ideología de género que enmascara un objetivo político marxista. Sus libros quieren hacernos creer que la identidad es variable y fruto de la cultura. La ciencia y sobre todo la realidad nos muestran lo contrario. Su presencia en nuestro país en un simposio comunista, pagado con dinero de una fundación internacional, no es deseada por una abrumadora mayoría de la población nacional”rezaba la petición.

Poco importó lo delirante del texto. La apelación a la amenaza marxista (sufragada por capital estadunidense…) y sobre todo la mención a la “ideología de género” (el término que el ámbito más conservador utiliza para denigrar tanto al feminismo como a buena parte de las reivindicaciones del colectivo LGTB, muy especialmente en los últimos tiempos la lucha en favor de los derechos trans) fue suficiente para desatar la histeria, reunir miles de firmas y desatar la batalla en las redes sociales. Además, decenas de personas se congregaron físicamente frente al centro en el que tenía lugar el simposio gritando consignas de odio contra Butler (llegaron a quemar un muñeco que la representaba, en una especie de intento por “exorcizar el mal”), si bien también acudieron manifestantes en favor de Butler. Basta echar un vistazo a las imágenes recogidas por Ruptly TV para comprobar el odio que los manifestantes emanaban (el reportaje también recoge en su segunda parte imágenes de los contramanifestantes en apoyo de Butler):

Acosada en el aeropuerto

Pero la cosa no terminó ahí, por desgracia. Cuando se disponían a tomar el vuelo de vuelta, Judith Butler y su pareja fueron acorraladas en el aeropuerto de Congonhas por un grupo de personas que le gritaron a la filósofa “no eres bienvenida”, “eres el mal”“destructora de los niños”“pedófila” o “destructora de familias”, entre otras barbaridades. Destacaron por su violencia verbal dos mujeres que portaban pancartas y que no dejaron de acosar a la filosófa por todo el vestíbulo del aeropuerto, hasta que vigilantes de seguridad y otras personas que espontáneamente defendieron a Butler se interpusieron y la permitieron marcharse. En las imágenes, difundidas en redes sociales, puede verse incluso como una de ellas la intercepta en un momento determinado con un carro portaequipajes. Insertamos a continuación el vídeo publicado por El Salto Diario, que ofrece las imágenes subtituladas:

Entre las personas que defendieron a Butler en el aeropuerto se encontraba Danieli Lima, que en su perfil de Facebook ha denunciado la actitud racista de una de las mujeres que acosaron a la filosófa (en concreto la que viste blusa amarilla), que se dirigió a ella y a otras personas de raza negra de modo despectivo:

Danieli Lima

el viernes pasado

RACISMO PELA MANHÃ.

Estou eu no aeroporto de congonhas esperando meus amigos do Núcleo Bartolomeu para poder embarcar para o Rio de Janeiro rumo a FLUPP ( A Festa Literária das Periferias), quando passa a Judith Butler ( indo para a área de embarque), seguida de uma mulher completamente fora de si com um cartaz onde tinha o rosto da Judith com um traço vermelho de proibido, gritando todas as ofensas possíveis (TODAS). Ela agredia a Judith verbalmente e fisicamente (batia o c

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Brasil: preocupante contexto regresivo

Hace pocas semanas recogíamos el fallo de un juez federal brasileño, que estimaba el recurso de varios psicólogos vinculados a grupos evangélicos y ordenaba al Consejo Federal de Psicología (el organismo que regula el ejercicio de esta actividad profesional en Brasil) que permitiese de nuevo las “terapias” reparadoras de la homosexualidad, prohibidas desde 1999. El fallo sacudía la sociedad brasileña, enfrentada a una ola regresiva no solo en materia política (tras la polémica destitución de Dilma Rousseff y su sustitución por el conservador Michel Temer) sino también social, fruto en buena parte de la ya mencionada pujanza de los grupos evangélicos.

Una regresión que amenaza los avances que Brasil había experimentado en materia LGTB en años recientes. A finales del año pasado Marcelo Crivella, un obispo evangélico con historial homófobo, se hacía con la alcaldía de Río de Janeiro. Y en estos momentos Jair Bolsonaro, un homófobo recalcitrante que pese a ser católico defiende sin tapujos la agenda conservadora del frente parlamentario evangélico (transversal a diversos partidos políticos) ha conseguido colocarse entre los favoritos para hacerse con la presidencia del país en 2018. Veremos qué sucede, pero el panorama es, como decíamos al principio, profundamente inquietante.

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Abracadabra: palabras mágicas y diccionarios

Martes, 21 de octubre de 2014
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RAE_diccionarioUn interesante artículo publicado en Cáscara Amarga:

En la RAE ya saben que nos llamamos lesbianas, gais, bisexuales y transexuales. Ya saben que nos llamamos Rumpelstiltskin. O comenzamos rápido a ejercer la magia que sólo nosotras conocemos o sus diccionarios pueden convertirse en el sepulcro de nuestro poder.

La Real Academia Española ha presentado este jueves la vigesimotercera edición de su Diccionario, en el que se han incorporado algunos términos y se han modificado algunas definiciones polémicas referidas a la diversidad sexual y de género. Así aparece recogido por vez primera el adjetivo homófobo, que se define como “que tiene o manifiesta homofobia”, y “propio de una persona homófoba o de la homofobia”.

Es destacable ese “tiene”, porque nos recuerda a las construcciones que se emplean para hablar de una determinada enfermedad, “tiene gripe”, y equipara de este modo muy acertadamente la homofobia -que ya aparecía en la anterior edición y cuya definición no ha sido modificada: “aversión obsesiva hacia las personas homosexuales”– con lo que es: una forma de trastorno de la personalidad.

El diagnóstico es claro: homofobia que ha derivado en paranoia.

De ahí que podamos afirmar que, si “el obispo de Alcalá tiene homofobia”, este obispo debe ser atendido con urgencia ya que presenta una enfermedad muy peligrosa para quienes no son como él, que se ha agravado esta semana cuando, tras ser reprobado por un pleno municipal en la ciudad Complutense -en el que el Partido Popular se alió con España 2000 para votar en contra y “salió del armario” en sus posicionamientos sobre la diversidad sexual y de género como un partido de extrema derecha- afirmó que estaba siendo perseguido. El diagnóstico es claro: homofobia que ha derivado en paranoia.

Pero, volviendo al diccionario de la Academia, hay también otras definiciones que en esta nueva edición han sido enmendadas, con la intención de ofrecer una imagen menos prejuiciosa de la institución que el año pasado cumplió su tercer centenario. De esta suerte el adjetivo a veces empleado como sustantivo gay, que aparecía descrito como “perteneciente o relativo a la homosexualidad” y “hombre homosexual”, ha pasado a definirse como “dicho de una persona, especialmente de un hombre: homosexual” y “perteneciente o relativo a los homosexuales”.

Son interesantes además los ejemplos de su uso que ofrece esta nueva edición, como “sus mejores amigos son gais“, frase a la que parece que le falta el “pero” tan frecuente en la homofobia liberal, o “celebraron el día del orgullo gay”, puede que dejando claro que para la Academia transexuales, bisexuales y lesbianas no tienen día para su Orgullo.

Ponen como ejemplo: “sus mejores amigos son gais

Sobre estas tres identidades no han reflexionado mucho los académicos, porque sus definiciones, aunque en ocasiones enmendadas, siguen siendo bastante reprobables. Tenemos el caso de lesbiana, que en su día remitía al adjetivo lesbiano, -na, definido en primer lugar como “lesbio” y en segundo como “mujer homosexual” y al que únicamente se ha añadido una etimología, siendo ese lesbio igual ahora que antes, descrito como “natural de Lesbos”, “perteneciente o relativo a esta isla” y por último “perteneciente o relativo al lesbianismo”.

Lo mismo sucede con bisexual, que continúa siendo “hermafrodita” y en segundo lugar “que alterna las prácticas homosexuales con las heterosexuales”, de lo que entendemos que para la Academia las personas bisexuales son heterosexuales lunes, miércoles y viernes y homosexuales martes, jueves y sábados, reservando los domingos para el descanso; y con transexual, que continúa como “que se siente del otro sexo, y adopta sus atuendos y comportamientos” y “que mediante tratamiento hormonal e intervención quirúrgica adquiere los caracteres sexuales del sexo opuesto”, ambas definiciones bastante mejorables.

Para la RAE bisexual continúa siendo “hermafrodita” 

De la misma manera, aunque han sido modificadas, las explicaciones de otros términos siguen sin ser convincentes. Así ocurre con maricón, que antes equivalía a los vulgares “marica” y “sodomita”, y al “insulto grosero con su significado preciso o sin él”, y ahora se define como un “varón afeminado u homosexual”, como vulgarismo, y mantiene el “insulto grosero con su significado preciso o sin él”, ignorando que los que somos maricones siempre entendemos detrás de ese insulto todo su significado; y lo mismo sucede con el adjetivo sodomita, que conserva sus primeras dos acepciones como “natural de Sodoma” y “perteneciente o relativo a esta antigua ciudad de Palestina“, pero modifica la tercera definición, que antes fuera “que comete sodomía” y ahora “que practica la sodomía“. Ya no es un delito, porque la no se “comete”, la sodomía, que por cierto aparece descrita tristemente como “práctica del coito anal”, pero es bueno saber que podemos tributar en una ciudad que desapareció sepultada por el Mar Muerto, porque allí quizá nuestros impuestos no acaben financiando a grupúsculos de personas que nos odian, como es el ya mencionado y nunca suficientemente puesto en evidencia obispo de Alcalá.

Términos que conservan su definión

Otras palabras mantienen sus definiciones, como son homosexual: “con tendencia a la homosexualidad”, “dicho de una relación erótica: que tiene lugar entre individuos del mismo sexo” y “perteneciente o relativo a la homosexualidad”, cuya expresión “tendencia” es más que refutable, a no ser que estén hablando de la moda sexual para esta temporada de otoño; y marica: “urraca”, “en el juego del truque, sota de oros”, los coloquiales -que así se ofrecen, no como vulgares- “hombre afeminado y de poco ánimo y esfuerzo” y “hombre homosexual”, y el ya citado en “maricón” “insulto con los significados de hombre afeminado u homosexual o sin ellos”, entrándole a uno ganas de demostrarle a los señores académicos que el ánimo –“alma”, “valor”, “voluntad” y “pensamiento”, según ellos mismos- nos sobra para decirles lo que pensamos sobre sus definiciones, y habría que considerar si poco esfuerzo es el suyo al ser incapaces de conseguir mejores definiciones.

Marica: “urraca”, “en el juego del truque, sota de oros”

Interesante es además la explicación que nos ofrecen de sexo, que sigue sin ser concluyente, porque en ella, además de definirse de un modo binarista y seguir hablándose del “sexo débil” y “sexo fuerte” sin una nota que especifique que son usos del concepto bastante machistas, se habla de “placer venéreo”, que a su vez remite a “venus”, que se explica como “deleite sexual o acto carnal”, definida esta carnalidad refiriéndose a la “lascivia” o la “lujuria”, que a su vez vuelven a remitir a los “placeres carnales”… de modo que nunca conseguiremos una explicación de qué hablamos cuando hablamos de sexo.

Todas estas carencias del diccionario de la Academia se entienden si consideramos que no se trata de una obra científica sino normativa, que no recoge la realidad tal y como es sino como debiera ser, y además da prioridad en el ordenamiento de las definiciones a la más antigua frente a las más usadas. Así que el diccionario, en realidad, se nos presenta como un dispositivo de pensamiento: es el instrumento con el que los señores -y las poquísimas señoras- de la Real Academia quien enseñarnos a pensar, entre otras cosas, de ese sexo que no se atreven a explicarnos. La pregunta no es de dónde nace ese modelo de pensamiento tan conservador, ni por qué deben promocionar como geniales novedades lo que hemos visto no son sino algunos parches bastante mal colocados, sino ¿por qué tanto miedo a hablar de sexo, a simplemente pronunciarlo?

Las palabras son poderosas

Todas las culturas, en su aspecto más terrenal y su ámbito más espiritual han dedicado especial atención a la lengua, a su capacidad para vincular la voluntad con la realidad. En la magia es sabido que el conocimiento de una determinada palabra otorga poder a quien la pronuncia, y que hay determinadas palabras que no deben pronunciarse porque su sola verbalización convoca la realidad a la que se refieren. Así las mitologías monoteístas suelen referirse a un nombre secreto de su dios, y en la tradición tanto Jehová como Alá tienen un nombre cuya revelación a la humanidad produce sucesos de importancia.

De esto nos habla un conocido cuento popular, el del enano saltarín que permite que una joven hile oro a partir de paja y cuando a cambio le exige su primogénito sólo le concede el perdón si es capaz de averiguar su nombre: Rumpelstiltskin.

Con la diversidad sexual y de género ha sucedido lo mismo: durante siglos nuestro “pecado”, la sodomía, se consideró impronunciable, porque su sola mención provocaba la manifestación del “pecado”. Así se le llamó tradicionalmente el “pecado nefando”, de nefas, “que no debe pronunciarse“.

Quizá por eso la Academia no sepa cómo hablar de nosotras, quizá nos tenga miedo

Quizá por eso la Academia no sepa cómo hablar de nosotras, quizá nos tenga miedo, o no nos entienda, o trate de que nuestra realidad, que puede resultarle mágica, no se manifieste. Quizá por eso retuerza las palabras que hablan de nosotras, estropee sus definiciones y bajo ningún concepto considere posible hablar del sexo más que para describirlo tímidamente como “placer carnal“.

Pero nosotras nos pronunciamos, nos conocemos, nos hablamos. Y construimos nuestra realidad a partir de nuestras palabras. Es lo que Judith Butler llama performatividad, construida a partir de la teoría los actos de habla de Austin, y es lo que desde muy antiguo se llamó magia.

La conocida fórmula Abracadabra -cuyo origen puede ser arameo, “avrah kahdabra”, traducible como “yo creo como hablo”, o hebreo, “aberah kedabar”, que significa “iré creando conforme hable”– habla precisamente de esto: de que la construcción de la realidad se produce a través del uso de la lengua, de que una vez se escribe por primera vez la palabra “homosexual”, en 1869, aparece una nueva realidad, una nueva forma de ser: la que en el tiempo de Oscar Wilde se denominó “el amor que no se atreve a decir su nombre”, porque pronunciar su nombre, abracadabrarlo, era reconocerlo como real. Y eso suponía un gran peligro.

Pero existe otro origen posible para abracadabra, el término griego abraxas, que no sólo denominaba una palabra mágica para los gnósticos, representante de un dios que aunaba en sí toda la bondad y maldad, sino que también designaba a las piedras sobre las que se inscribía el nombre, los talismanes que acompañaban a los creyentes. Es el tótem, el emblema de una sociedad, adorado como cohesionador del grupo.

Nosotras, que no encajamos, empleamos a menudo estas palabras

Nosotras las diversas, las que no somos heterosexuales, que no somos cisexuales, nosotras que no encajamos, empleamos a menudo estas palabras, nuestras etiquetas: lesbiana, gay, bisexual o transexual, o tantas otras, para reconocernos, para llamarnos y adacadabrarnos en realidad, y sentirnos partes de un todo más amplio.

Pero observo una tendencia a la idolatría, a olvidar el poder transformador de nuestras palabras mágicas y adorarlas como al becerro de oro, sólo por su valor en sí, a diversificar hasta el infinito los términos, que cada vez denominan realidades más pequeñas, más imprecisas, menos representativas de un gran grupo, de lo que pudiéramos llegar a considerar una mayoría. Nos estamos dividiendo entre un vastísimo santoral dedicado a los pequeños milagros que ya no es capaz de generar un gran poder de cambio.

Prácticamente hemos construido una lengua propia, pero en lugar de emplearla para generar realidad hay quien la adora como un fetiche, y busca nuevas y nuevas vueltas, se preocupa de la talla del ídolo, del color de su manto y los atributos que exhibe, en lugar de convocarlo como un principio de renovación.

¿Estamos olvidándonos de la Creación para entregarnos a la idolatría? Tengamos cuidado: mientras desciframos el misterio de nuestras propias palabras los otros ya empiezan a conocerlas, a describirlas, categorizarlas, como han hecho siempre, y así ganarán poder sobre nosotras. Ya saben que nos llamamos lesbianas, gais, bisexuales y transexuales. Ya saben que nos llamamos Rumpelstiltskin. O comenzamos rápido a ejercer la magia que sólo nosotras conocemos o sus diccionarios pueden convertirse en el sepulcro de nuestro poder.

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