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Gobierno de Chile intenta dilatar tratamiento de matrimonio igualitario

Lunes, 16 de mayo de 2016
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UntitledComo un balde agua fría recibieron estas últimas semanas las agrupaciones de la diversidad sexual de Chile, la filtración por parte de la Secretaría General de Gobierno (SEGEGOB), de una minuta publicada en La Tercera el 5 de mayo pasado, con un titular abiertamente despectivo: “Gobierno lanza proceso de diálogos ciudadanos por matrimonio gay” y en el que se señala que se abre una nueva instancia de discusión con distintas organizaciones civiles y ciudadanas para debatir el matrimonio igualitario y todas sus implicancias, entre ellas el derecho a la adopción.

Lo tragicómico del asunto es que se pretende reunir a organizaciones como el Movilh y la Fundación Iguales en debates regionales que “tienen una duración de 5 horas, permitiendo reunir a un grupo de personas (a lo menos 60) en un mismo recinto para que dialoguen respecto a un tema, analicen, debatan, tomen acuerdos y prioricen dichos consensos”, con nada más y nada menos que la Fundación Jaime Guzmán, la Iglesia Católica y la Iglesia Evangélica, todas estas de un abierto sesgo ideológico de carácter homofóbico, como ha quedado demostrado en los últimos 10 años de lucha de las organizaciones por la diversidad en contra de la discriminación.

Para Luis Larraín, presidente de la Fundación Iguales, no tiene ningún sentido esta postura de “cabildos” que propone el gobierno a través de su Ministro Secretario General de Gobierno, Marcelo Díaz: “No entiendo qué podemos debatir con la Iglesia Evangélica durante 5 horas. Durante todos estos años de ellos sólo hemos recibido insultos y acusaciones de distinta índole, entonces creemos que esto no tiene un gran sentido más que buscar relativizar una discusión que ya llevamos años argumentando, que se encuentra madura, y que ahora debe ser discutido como corresponde en el Congreso Nacional donde nosotros tenemos el respaldo de las bancadas de diputados y senadores por el Matrimonio Igualitario”, señaló Larraín.

Estrategia para traspasar discusión al próximo gobierno

Para Rolando Jiménez del Movilh, el anuncio de Marcelo Díaz de presentar el proyecto de ley de matrimonio igualitario el último trimestre del 2017, es traspasar la responsabilidad al próximo gobierno ya que en esa fecha “la presidenta Bachelet está cerrando la puerta por fuera de La Moneda”. Además no vieron con buenos ojos la filtración de la propuesta de estas jornadas de discusión ya que la demanda que tiene el Movilh en la Corte Interamericana de Derechos Humanos contra el Estado Chileno por la prohibición del matrimonio igualitario, pone en serio peligro la salida amistosa a la que estaba dispuesto el gobierno a través de sus comités interministeriales, ya que “con ello violenta el principio de reserva comprometido ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIHD). Esta reserva debe regir hasta que la negociación esté efectivamente cerrada, lo que no ha ocurrido, pues hay muchos puntos en los que aún no hay acuerdo”, indica Jiménez.

“Una exigencia de la solución amistosa es que todo el proceso, de comienzo a fin, se llevará en conjunto con la sociedad civil, sin pre-ideas o pre-proyectos, algo que de acuerdo a lo informado por La Tercera no se está cumpliendo”, añadió el Movilh.

El Movilh recordó que “la demanda internacional por el matrimonio igualitario la presentamos el 2012 ante la CIDH y el año pasado iniciamos el diálogo con el Ejecutivo para una solución amistosa, al tiempo que nos hemos reunido con todos los sectores por este tema, incluso con el ex presidente Piñera, quien nos confidenció que el matrimonio igualitario ya viene, lo cual nos alegró mucho”.

En ese sentido, redondeó el organismo, el “ejecutivo tiene que comprender, de una vez, que el debate sobre el matrimonio igualitario está instalado en Chile desde el 2008. Es un debate maduro, no en vano más del 50% de las personas lo apoya. Entonces dedicar tanto tiempo a un debate social y cultural que ya existe, quizás para aparecer como propiciador, es una maniobra dilatoria que no se ajusta a la realidad actual. Son otros puntos a los que debe dedicarse más tiempo”.

Finalmente, lo que esta en claro hasta el momento es que la instancia del matrimonio igualitario se encuentra en una discusión de forma de presentación del proyecto y no de fondo en los contenidos. En ese ámbito, las organizaciones de la diversidad plantean en la base de sus posturas intransables el cambio de la figura del matrimonio entre el hombre y la mujer a matrimonio entre dos personas y abrir la maternidad y la paternidad a parejas del mismo sexo, que marcaría la diferencia entre la Unión Civil que deja afuera a los niños. Según Larraín: “En todos los países donde existe el matrimonio igualitario existe también la filiación por parte de parejas del mismo sexo, así que nosotros no aceptaremos otro tipo de definiciones”.

Por último, si bien en la Nueva Mayoría muchos creen que la aprobación de la Unión Civil ya es suficiente como avance para este gobierno, la presidenta Bachelet señaló su compromiso de presentar durante su mandato el proyecto de ley de matrimonio igualitario.

Fuente: El Ciudadano

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La Iglesia evangélica de Berlín casará parejas homosexuales a partir de julio

Martes, 12 de abril de 2016
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droege-markus2-1El obispo de Berlín, Markus Dröge,

Igualito que en la Iglesia Católica…

A partir del 1 de julio a parejas del mismo sexo en Berlín, Brandeburgo y Oberlausitz

Los sacerdotes podrán hacer objeción de conciencia durante cinco años

“El obispo de Berlín, Markus Dröge, en declaraciones que recoge el diario Tagesspiegel , subrayó la necesidad de acoger a todas aquellas parejas que, desde la diversidad, quieren formar una familia cumpliendo las obligaciones que marca la iglesia”

En Alemania existen 23 millones de protestantes, por 24 de católicos

La Iglesia Evangélica de Berlín, Brandeburgo y Oberlausitz (este de Alemania) dio este sábado su aprobación al matrimonio homosexual y casará a partir del 1 de julio a parejas del mismo sexo.

El sínodo de esta Iglesia, reunido en Berlín, dio luz verde al matrimonio homosexual por 91 votos favor y 10 en contra y se convirtió en la tercer iglesia protestante regional que lo permite en Alemania, tras las de Hessen-Nassau y Rheinland, ambas en el oeste del país.

El obispo de Berlín, Markus Dröge, en declaraciones que recoge el diario Tagesspiegel , subrayó la necesidad de acoger a todas aquellas parejas que, desde la diversidad, quieren formar una familia cumpliendo las obligaciones que marca la iglesia.

Desde 2002 la iglesia evangélica de Berlín, Brandeburgo y Oberlausitz, con alrededor de un millón de fieles, ofrecía, como otras diócesis protestantes del país un oficio religioso para bendecir estas uniones, pero diferenciado del matrimonio. No incluía el intercambio de anillos y las parejas tampoco quedaban inscritas en el registro de la iglesia.

Hace un año el sínodo se mostró a favor de las bodas homosexuales y encargó a la dirección de la Iglesia evangélica que preparara un proyecto con la nueva liturgia, aprobado este sábado.

Durante un periodo transitorio de cinco años los pastores podrán rechazar oficiar matrimonios homosexuales por motivos de conciencia.

La Iglesia Evangélica de Berlín-Brandeburgo-Silesia Alta Lusacia (Oberlausitz) es una de las 20 iglesias regionales de la Iglesia Evangélica de Alemania. Nació en 2004 de una fusión entre dos iglesias: Evangelische Kirche in Berlin-Brandenburg, sucesora principal de la antigua Iglesia Evangélica Unida Prusiana y de Evangelische Kirche der schlesischen Oberlausitz.

Según el último anuario de la Iglesia Evangélica de Alemania, el protestantismo cuenta con más de 23 millones de fieles en el país, mientras que 24,2 millones de ciudadanos se declara católico.

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Religión Digital/Agencias

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“La Iglesia Evangélica Española tiene una orientación definida hacia la inclusividad”. Entrevista al pastor Víctor Hernández

Martes, 22 de diciembre de 2015
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VICTORH1Del blog de Carlos Osma, Homoprotestantes:

En el pasado mes de mayo los pastores y pastoras de la Iglesia Evangélica Española[1] (IEE) os encontrasteis en la Casa Mamré para celebrar vuestra reunión pastoral anual. De aquel encuentro surgió la Declaración de Mamré [2], en la que afirmabais que como pastores y pastoras estabais llamados a una pastoral inclusiva. ¿Cómo surgió la idea de hacer esta declaración y por qué?

El tema de la homosexualidad se venía trabajando desde el 2005 en la IEE. El Sínodo de 2013, celebrado en Málaga, acordó que se hiciera un trabajo bíblico-teológico sobre el tema de la homosexualidad y una comisión elaboró un material ad hoc, que se concretó en algunas ponencias y talleres impartidos por el Prof. Juan Sánchez (profesor de ética teológica en el SEUT[3]) en muchas comunidades del estado español. En Mamré (Jaca) nos reunimos los pastores y pastoras de la IEE para discutir todo ese material y dos ponencias más. Fue en esa reunión, y ante un consenso muy productivo, que decidimos redactar la declaración de Mamré para presentarla al Sínodo de la IEE, como una forma de definir una orientación hacia la inclusividad de las personas homosexuales y sus familias.

El comunicado habla de compromisos pastorales cómo “acogida de personas homosexuales y sus familias, evitar la invisibilidad y trabajar en el acompañamiento de la diversidad”. Desde tu propia experiencia, ¿cómo se lleva a la práctica todo eso?

Es algo que varía en las comunidades, por ejemplo hay comunidades donde tenemos miembros que participan plenamente en las actividades de su comunidad (en el Consejo, en tareas sociales, etc.) y que, por otro lado, participan en actividades de militancia por los derechos LGTB, sin que ello suponga dificultad alguna. En ocasiones se tiene alguna participación como cuando se ofrece el espacio del templo para celebrar algún culto especial, durante los días del Pride por ejemplo. También hay participación de pastoras o pastores de nuestra iglesia en algunas actividades donde el tema de la inclusividad es central.

Sin embargo, creo que aún queda mucho por hacer en trabajo de educación y concienciación. En especial pienso en las formas “sutiles” de la homofobia que suelen ser actitudes y prácticas que no siempre se reconocen, pero que es importante de señalar y tratar de modificar.

En el comunicado también había un compromiso por preservar la unidad, por evitar rupturas, sin que eso significase dejar de abordar un tema como el de la inclusividad. Entiendo por tanto que fue un comunicado consensuado en el que hubo concesiones por ambas partes. Personalmente ¿hubieras añadido o especificado algo más?

Quisiera precisar un par de cosas: el tema de la unidad está siempre presente, porque es una promesa y un desafío constante el lograr la unidad de todos los cristianos; pero no se trata de la unidad a cualquier precio: no se puede aceptar una unidad sin el compromiso con la justicia.

Y la segunda cosa a precisar es que nuestra reunión pastoral no consistió en debatir sobre unas concesiones “entre dos partes”. Como era un trabajo bíblico – teológico, nuestra comprensión del mensaje bíblico nos señaló una clara orientación hacia la inclusividad de todas las personas. La búsqueda de la justicia en todas las relaciones es parte central del evangelio y allí está presente la inclusión de todo ser humano.

Este tipo de declaraciones expresan el avance de un proceso, y en ese sentido marcan sólo un punto de llegada y, al mismo tiempo, un punto de partida para seguir adelante. Para mí fue muy importante la frase “evitar la invisibilidad y trabajar en el acompañamiento de la diversidad”, porque creo que es algo nuclear en la lucha contra la homofobia.

El pasado mes de octubre el Sínodo de la IEE que se celebró en Madrid aceptó y ratificó la Declaración de Mamré. Parece un gran paso hacia adelante, pero ¿qué significa en la práctica?

Creo que es un buen paso. Falta mucho por hacer, pero no se debe menospreciar este avance. ¿Qué significa en la práctica? Eso lo veremos, porque cuando hablamos de compromisos de lucha contra temas tan complejos e importantes como la homofobia, el racismo, el machismo, siempre parece insuficiente lo que logra avanzarse.

Pero insisto, no ha de subestimarse este paso. A mí me dejó muy satisfecho ver que una amplia mayoría del Sínodo, hombres y mujeres que eran delegados de sus comunidades, votaron por la ratificación de la Declaración de Mamré.

Yo he escuchado críticas de todo tipo contra las pastoras y pastores de la IEE: que no respetamos la autoridad de la Biblia, que sólo nos interesa ser progresistas o liberales, que nos hemos entregado al relativismo y el posmodernismo, cosas así. También críticas de que somos tibios o que no somos capaces de una verdadera inclusividad.

Pero una de las consecuencias prácticas que yo veo es que ahora la IEE tiene una orientación definida hacia la inclusividad, aún cuando esté muy lejos una realidad plena de la misma. A partir de esta ratificación del Síndoo, como IEE tenemos claro que no se trata de bandos: “anti-gays vs pro-gays”, puesto que la declaración de Mamré señala que el testimonio bíblico apunta sólo a la inclusividad y jamás a la exclusión de personas.

Aunque en los últimos años cristianas y cristianos LGTBI han creado comunidades inclusivas en España, la IEE es la primea iglesia histórica del Estado que da un paso como éste. En tú opinión ¿a qué crees que se debe? ¿qué características singulares tiene la IEE para que sea sensible a la necesidad de trabajar por la inclusividad?

No es fácil responder a esta pregunta, porque soy parte de la IEE y no se tiene la distancia necesaria para hacer un análisis adecuado. La IEE es una iglesia con una teología y una práctica muy sensibles a las cuestiones sociales. La IEE tiene relación con otras familias protestantes de fuera, por ejemplo en Europa, y entre ellas hay algunas que se han posicionado a favor de la inclusividad (cuando estábamos en Mamré se reunió el Sínodo de la Iglesia Protestante Unida de Francia, que aprobó el acompañamiento litúrgico del casamiento de parejas homosexuales) y algunas otras que están en contra.

También es cierto que la IEE tiene un cuerpo pastoral con una sólida formación bíblico – teológica y eso importa cuando se trabajan cuestiones complejas, como es la cuestión de la inclusividad. Por ejemplo, frente a la moralización simplista que asocia “homosexuliadad y pecado”, nosotros creemos que la enseñanza bíblica del pecado es algo más profundo, que no se debe limitar a la sexualidad y que ha de orientarse hacia la libertad responsable de cada sujeto. Pero, además, la cuestión del pecado se asocia con prácticas excluyentes, como la homofobia, que son parte de un “pecado invisible” o, como se dice en lenguaje teológico, el “pecado del mundo”.

La mayoría de las pastoras y pastores de la IEE son personas con un tremendo compromiso pastoral con gente de carne y hueso, heteros y no heteros, y creo que eso es lo que más ha pesado. Hay gente que cree que se trata de una pose de querer ser “progresistas”, pero no es así. Se trata de compromisos concretos de colaborar y acompañar a personas. Un amigo que es miembro de una de nuestras comunidades en el sur de España, me dijo al final del Sínodo: “me siento orgulloso del cuerpo pastoral de mi iglesia”, y él sabe por experiencia propia lo que significa luchar contra la homofobia.

A nivel interno, no todas las comunidades de la IEE están de acuerdo con la posición del Sínodo, y lo han hecho explícito en diferentes foros. ¿Qué se debería hacer para mantener la unidad de la IEE, sin que esto signifique abandonar una pastoral de la inclusividad dentro de ella?

La unidad de la IEE se expresa en el Sínodo, en sus debates y en los acuerdos que de allí derivan. El tema de la inclusividad tiene que ver con un proceso que todavía tiene mucho camino por recorrer, pero pensamos que una forma de ayudar es trabajar más en lo bíblico teológico, en la manera como leemos la Biblia con respecto a los desafíos contemporáneos.

El uso de la Biblia frente a las cuestiones éticas, en el mundo evangélico español, es algo que suele manejarse con fuertes acentos moralizantes y legalistas, y lo que falta es un trabajo hermenéutico adecuado y un proceso de discernimiento espiritual, que es parte esencial de una comunidad que se deja interpelar por las Escrituras[4].

Por otro lado, para las comunidades que no están de acuerdo con la resolución del Sínodo (que son una minoría), no hay una obligación o imposición sobre su vida y tareas cotidianas. Se quiere mantener el diálogo con todas las comunidades porque no se trata solamente de una libertad de conciencia que, por descontado, la hay. Pero todas las comunidades de la IEE, incluyendo las que no están de acuerdo con la Declaración de Mamré, no sólo debemos pensar en nosotros. Se tiene que pensar en quienes padecen y han padecido la exclusión de manera injusta.

Aquí hay algo muy importante: la homofobia. Nosotros, como IEE, hemos declarado que estamos en contra de estas actitudes y prácticas que se denominan homofobia, que son algo real y que muchas veces son invisibles para los heterosexuales. O si no son invisibles, están legitimadas de una manera que dificulta ver el daño que producen. Por supuesto, las víctimas de esas prácticas y actitudes son quienes las sufren.

Y lo preocupante es que muchos creyentes, y algunas comunidades, que con toda sinceridad rechazan la inclusividad o que sólo aceptan una inclusividad con condiciones puestas por las normas heterosexuales, pues participan de esa homofobia. Esto vale para todos: lo sepamos o no, lo aceptemos o no, siempre que avalamos la imposición de una normatividad heterosexual por sobre gente no heterosexual, estamos ejerciendo una violencia que se llama homofobia. Y lo peor es cuando se legitima con la Biblia y diciendo que es la voluntad de Dios.

En el cuerpo pastoral en Mamré hablamos mucho de eso, porque consideramos que la homofobia (como el racismo o el machismo) son prácticas que la Biblia considera pecado, porque son la “impiedad e injusticia que detiene con injusticia la verdad” (Rom 1:18).

Parece lógico que el cristianismo debería estar al lado de las personas que sufren discriminación, como las personas LGTBI, sin embargo en la práctica nos encontramos que la mayoría de veces esto no es así. En tu experiencia como psicólogo y también como pastor: ¿Qué hace que la mayoría de cristianos y cristianas defiendan posiciones conservadoras aunque eso signifique negar la dignidad de otras personas, y por tanto la esencia del cristianismo?

En mi experiencia como psicólogo, en el campo de la salud mental, no veo demasiada dificultad para que las personas puedan reconocer los derechos y la dignidad de personas no heterosexuales. En el psicoanálisis se asume que los comportamientos, incluyendo las conductas sexuales y las relaciones afectivas, no tienen significados unívocos (“conductas vemos, significados no sabemos”). En la privacidad del consultorio es fácil ver las dificultades y las luchas de cualquier persona por alcanzar cierto grado de felicidad en sus relaciones amorosas. Seguramente ayuda mucho no estar de “cara a la galería”, donde la gente tiene que guardar las apariencias, pues en el consultorio se opera desde una “aceptación incondicional” con respecto al otro.

Como pastor, mi experiencia es en las iglesias importan mucho más “las apariencias” y el peso de las tradiciones. Pero también he visto que las personas más legalistas, y agresivas contra quienes son distintos, cambian cuando se ven tocadas en su familia o en sus círculos más cercanos. Esto a veces genera cambios en sus actitudes e incluso la capacidad de modificar sus viejos puntos de vista. Por desgracia, hay quienes simplemente guardan las apariencias y mantienen una “doble moral” o una “vara doble para medir a los demás”.

Tu pregunta, en realidad, apunta a algo muy profundo: ¿por qué se defienden posiciones conservadoras que, en la práctica, implican hacerle daño a personas concretas? Y no siempre somos capaces de responder a eso. Porque hablamos de gente buena, de gente religiosa, de gente con estudios y con experiencias de vida y, sin embargo, hay quienes se obcecan en mantener su posición sin darse cuenta (al menos muchos no se dan cuenta) que están ejerciendo una violencia silenciosa (silenciosa para sí mismos o para su grupo de pertenencia).

Pienso que parte de la respuesta, en sentido teológico, está en lo que la Biblia llama “pecado” y que sólo se entiende desde la voz de las víctimas de la violencia y no desde la voz moralizante o legalista. El pecado tiene que ver con algo que produce y reproduce desigualdad, sufrimiento, injusticia, pero que logra imponerse como normalidad, como “lo correcto”. A veces logramos verlo mejor en el caso de la injusticia económica o la práctica del racismo, pero es igual con la homofobia.

¿Qué crees que puede aportar a las personas LGTBI a nivel emocional y espiritual vivir la fe en comunidades inclusivas?

Las comunidades cristianas tendrían que ser comunidades inclusivas desde el inicio, pero esto es una realidad muy parcial, muy incompleta. Sin embargo, es también una promesa del evangelio, de ser uno en Cristo. Y en esa promesa hallamos aliento para seguir adelante.

Creo que las comunidades como “Protestants Inclusius[5]” son un espacio estupendo para muchas personas que tienen una búsqueda espiritual y que quieren vivir su fe, sintiéndose parte de una familia en la fe. También hay personas LGTBI que están integradas en comunidades de la IEE y viven su fe y vida espiritual de manera satisfactoria, comprometidos en el anuncio del Reino de Dios.

La vida comunitaria es fundamental para crecer en lo emocional y espiritual. No se puede tener un crecimiento sin la relación con los demás, pero sobre todo sin la interpelación “del otro”, del semejante que me deja incómodo y me exige responder a la pregunta más esencial por parte de Dios: “¿dónde está tu hermano/a?”

Para terminar, y agradeciéndote tu amabilidad, me gustaría preguntarte también qué puede aportar a la IEE haber dado un paso como éste.

Espero que aporte un pequeño avance en el largo camino hacia la libertad de cada persona, hacia la liberación de toda opresión. La IEE es una iglesia histórica que tiene los mismos desafíos misioneros de todas las comunidades cristianas. La IEE es también un conjunto de pequeñas comunidades que tienen sus luchas cotidianas y que, sin embargo, han sido capaces de atender el clamor de quienes sufren la injusticia de la homofobia.

No es que hayamos solucionado nada de modo definitivo, pero la declaración de Mamré expresa la clara intención de ser fieles a la Gracia del evangelio, al llamado del Señor que nos llama a todos/as, sin excluir a nadie.

Muchas gracias.

Entrevista realizada por Carlos Osma

Víctor Hernández es pastor en la Església Evangèlica Betlem[6] de Barcelona

[1] Iglesia Protestante formada por la unión de comunidades presbiterianas, congregacionalistas, metodistas y luteranas. Fundada en el año 1869 y miembro del Consejo Mundial de Iglesias.

[2] http://www.iee-es.org/blog/blog/declaracion-de-mamre-pastoral-iee-2015/

[3] Seminario Evangélico Unido de Teología con sede en Madrid.

[4] El año próximo, en Barcelona, yo tendré a mi cargo un pequeño “Taller Teológico”, donde trabajaremos este tipo de temáticas: “La Biblia y la moral. El uso de las Escrituras en los problemas éticos contemporáneos”. Sábado 20 de febrero de 2016.

[5] http://protestantsinclusius.blogspot.com.es/

[6] http://www.esglesia-betlem.org/

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“Cómo reformar la Iglesia”, por Carlos Osma

Sábado, 31 de octubre de 2015
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ReformaiglesiaMonumento a la Reforma, Ginebra

En el Día de la Reforma, publicamos este artículo del blog Homoprotestantes:

En ocasiones escucho reflexiones, predicaciones, o leo artículos en los que se anima a reformar la Iglesia. Si además la persona que hace este llamamiento pertenece al ámbito protestante, en algún momento repite la archiconocida frase: “Una iglesia reformada, siempre reformándose”. Bien es cierto que en pocas ocasiones indica en qué debe consistir esa reforma, porqué es necesario hacerla, y qué le ha llevado a pensar así. En realidad, en la mayoría de ocasiones, creo que la frase es más bien una muletilla, un elemento de la tradición que sobrevuela el discurso para indicar que se es protestante, que no se es fundamentalista, o que se está a años luz de otras iglesias en las que no hubo reforma.

En Martín Lutero encuentro también esa voluntad de transformación, de reforma de la realidad religiosa en la que estaba inmerso, pero entiendo que esta voluntad tuvo su origen en una experiencia previa de insatisfacción real, no teórica. Lutero tenía una autocomprensión negativa de sí mismo y esto le limitaba y le producía sufrimiento. Desde muy joven le acompañó el temor a un Dios castigador que le exigía una vida de sacrificios interminables. Por eso se dedicó al ayuno, a la autoflagelación, a la confesión constante; aunque nada de todo esto le hizo sentirse reconciliado con Dios.

Siempre hay casos excepcionales, es verdad, pero el de Lutero no lo es, creo que en la mayoría de ocasiones las reformas no surgen de personas que se encuentran cómodas con el sistema en el que viven, sino de las que padecen sus consecuencias negativas. Jamás una persona satisfecha con su iglesia querrá reformarla. Jamás una persona a la que le va bien con la vida que tiene querrá que ésta cambie. Seguro que en algún momento dirán eso de que es necesario reformarse, adaptarse, transformarse… pero serán sólo palabras. La reforma nace de una insatisfacción profunda con el sistema, no de palabras huecas biensonantes.

El 31 de octubre de 1517 Lutero clavó en la puerta de la iglesia del Palacio de Wittemberg sus 95 tesis. Por aquel entonces el papa León X quería renovar la Basílica de San Pedro en Roma, y desarrolló una campaña para recaudar fondos mediante la venta de indulgencias. Los compradores recibían a cambio una reducción de sus días de castigo en el purgatorio e incluso el perdón de los pecados. Lutero podría haber colaborado con dicha campaña aunque sus planteamientos teológicos no la vieran con buenos ojos, o podría simplemente haberse callado. Pero al leer algunas de sus tesis encontramos que no fue así:

Tesis 21. “En consecuencia, yerran aquellos predicadores de indulgencias que afirman que el hombre es absuelto a la vez que salvo de toda pena, a causa de las indulgencias del Papa”.

Tesis 22. “De modo que el Papa no remite pena alguna a las almas del purgatorio que, según los cánones, ellas debían haber pagado en esta vida”.

Con sus 95 tesis Lutero convierte su insatisfacción en una denuncia. Porque la insatisfacción que es incapaz de denunciar, no puede reformar ninguna iglesia, ni ninguna vida. Hay un momento en el que la experiencia de opresión debe surgir y convertirse en algo real para que el cambio pueda ser posible. Si Martín Lutero se hubiera callado, no estaríamos hablando hoy de reforma protestante. Evidentemente la denuncia situó a Lutero en un lugar peligroso, y él lo sabía, no era un ignorante ni un loco, tenía conocimiento de lo que les había ocurrido a muchos otros reformadores anteriormente. Para que una iglesia pueda ser reformada, para que sea real la petición de una reforma constante, se necesitan personas que denuncien el status quo y que asuman las consecuencias de hacerlo. En iglesias donde todo esto es imposible, donde las voces discordantes son excomulgadas, o donde éstas no se atreven a levantar la voz por cobardía, no hay posibilidad real de reforma. El Espíritu Santo dirige la iglesia hacia la reforma a través de voces proféticas.

Cuando algunos cristianos y cristianas alaban la respuesta de Lutero ante las exigencias del papa León X para que se retractara de 41 de sus 95 tesis: “No puedo ni quiero revocar nada reconociendo que no es seguro actuar contra la conciencia”. Deberían preguntarse si alguna vez se han enfrentado a una situación como esa dentro de la iglesia, y si actuaron como Lutero, defendiendo su conciencia, o como León X, que trató a Lutero como un delincuente, prohibió la posesión o lectura de sus escritos y dio inmunidad a quien lo asesinara. ¿Dónde se alinearon? ¿Con quienes defendían la conciencia o quienes defendían la ortodoxia?

Martín Lutero vivió una experiencia opresiva y levantó la voz para oponerse a lo que él consideraba erróneo e injusto, pero no se quedó ahí. Se atrevió también a hacer una propuesta basada en la tradición bíblica y eclesial, que le liberaba de sus temores al igual que al resto de cristianos. Se atrevió a dejar sin argumentos a quienes utilizaban las condenas y el temor en beneficio propio. Y lo hizo afirmando que la salvación es un regalo de Dios, dado por gracia a través de Cristo y recibido solamente por la fe. “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo[1]”. No tenía mucho sentido el sentirse culpable, el vivir atemorizado, condenado… La liberación no se encontraba ni en la Ley ni en los dirigentes de la iglesia, sino en la fe en el Dios de Jesús. Por eso un cristiano no debía tener como sumo juez al papa, sino a Jesucristo y su Palabra en la que se revela su voluntad.

La liberación que supuso la Biblia para cristianos como Lutero es difícil de entender hoy, ya que la ortodoxia evangélica la ha petrificado y puesto al servicio de la opresión. La Biblia ya no es fuente de liberación, sino una ley que está al servicio del capricho del líder de turno que dice poseer la lectura verdadera. Las lecturas fundamentalistas han debilitado profundamente la percepción de la Biblia como lugar de liberación para los seres humanos. Las personas LGTBI somos unas de las danificadas por este proceso diabólico que pretende destruir cualquier autocomprensión positiva que podamos hacer de nosotros mismos, al mismo tiempo que exige una represión de nuestros deseos y un reconocimiento de culpabilidad por ser como somos. Sólo comprando sus indulgencias con mentiras podemos alcanzar la salvación que ellos nos otorgan.

Pero es desde esta situación opresiva desde la que las personas LGTBI podemos convertirnos en profetas que traen una nueva reforma a la iglesia. Una reforma que no nacerá del legalismo, sino de la experiencia y la liberación del texto bíblico de manos de quienes lo están adulterando. Y esto ocurrirá si nos atrevemos, como Martín Lutero y tantos otros reformadores, a levantar la voz denunciando la opresión heteronormativa aunque esto signifique nuestra expulsión de las iglesias que no dejan espacio al profetismo, y que son más sensibles a las lecturas literalistas y las tradiciones homófobas que al dolor que éstas producen. Y si partimos de nuestra experiencia y somos valientes en la denuncia, también podremos encontrar respuestas que dejen sin sentido al poder heteronormativo. En realidad no tenemos que buscar demasiado, ni ser muy originales, porque la Palabra de Dios siempre ha dado vida a quienes la han visto negada, y es por gracia que vivimos los cristianos, por medio de la fe… no por cualquier otra cualidad humana, ni siquiera la heterosexualidad.

“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no es de vosotros, pues es don de Dios. No por vuestra heterosexualidad, para que nadie se gloríe[2]”.

Las cristianas y los cristianos LGTBI somos una oportunidad de reforma para la iglesia, una oportunidad para curar de heteronomatividad sus discursos, sus lecturas, su praxis. Una oportunidad, ni la primera ni la última, de hacer del evangelio una fuente de liberación para toda la Iglesia.

Carlos Osma

[1] Rm 5,1

[2] Ef 2,8-9 El texto pone “obras” donde pongo “vuestra heterosexualidad”.

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“HomoCristianus Evolutis: ¿Hacia qué estamos evolucionando?”, por Carlos Osma

Martes, 28 de julio de 2015
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Gay-Marriage-Evolution-ChartPalabra de Dios: Del blog Homoprotestantes:

Los cristianos homosexuales son diversos, pero es fácil observar que existe una evolución en la manera en la que se entienden a sí mismos, y la forma en la que relacionan su orientación sexual con su fe. Podemos decir que actualmente cohabitan diferentes Homocristianus y que muchos de ellos están evolucionando hacia estados superiores de desarrollo. Quizás en poco tiempo algunos estados primitivos habrán ya desaparecido, y habrá otros y otras Homocristianus a los que les costará entender cuál fue la razón por la que durante tanto tiempo existieron cristianos y cristianas homosexuales que vivían su fe de otra manera.

Los primeros cristianos homosexuales no levantan la cabeza, son los Homocristianus Absconditi, que como su nombre indica viven escondidos en sus iglesias tras una imagen heterosexual que les ayuda a pasar desapercibidos. Su fe y su orientación sexual no son compatibles. Tienen una imagen negativa de si mismos, se desprecian y sueñan con que algún día el Dios del cielo les regale la heterosexualidad. Su principal característica es el sufrimiento, y vivir la sexualidad como un castigo. Muchas de estas personas, para no ser descubiertas, se casan con personas de diferente sexo y si tienen relaciones homosexuales lo hacen de manera secreta y sólo para satisfacer su instinto sexual.

La siguiente evolución son los Homocristianus Mutatis que a diferencia de los anteriores decidieron en algún momento hacer pública su orientación sexual en un entorno más o menos reducido. Su fe y su orientación sexual siguen siendo incompatibles pero están convencidos de que con una voluntad de hierro y los psicoanalistas o consejeros pastorales apropiados pueden hacer el cambio, pueden mutar hacia la tan ansiada heterosexualidad. Se pasan la vida mintiendo, de recaída en recaída, o lo que es lo mismo, haciendo evidente que lo de la mutación es un imposible. Algunas de estas personas, como perciben como incompatibles la orientación sexual y la fe cristiana, acaban por abandonar el cristianismo. Sin embargo mantienen el sentimiento de culpa en el que fueron educadas.

Cuando el cristianismo fundamentalista habla de homosexuales, lo hace exclusivamente de Homocristianus Absconditi y Homocristianus Mutatis. Esos son los homosexuales que existen en sus comunidades. A ellos va dirigido su discurso, y sólo a ellas y a ellos puede afectar lo que dicen puesto que estos Homocristianus comparten su ideología homófoba. Es sorprendente ver como unas comunidades cristianas que hablan de liberación y de vivir en la verdad, son capaces de tener sentados a tantos Homocristianus Absconditi. No sorprende tanto que este tipo de cristianismo se alinee con posturas que las principales corrientes psicológicas rechazan, puesto que en otras áreas científicas hacen lo mismo para defender sus interpretaciones teológicas. Pero si llama la atención su falta de humanidad, lo poco que les importa el sufrimiento que evidentemente saben que sufren las personas a las que engañan con sus terapias reparativas. Además el miedo a poner en duda sus planteamientos fundamentalistas se traduce en negar que las personas que padecieron su homofobia puedan expresarse.

El primer paso en cuanto a la compatibilidad de la orientación sexual y la fe lo da el Homocristianus Bíblicus cuya principal razón de ser es la justificación bíblica de la homosexualidad. Para estas cristianas y cristianos homosexuales su aceptación dentro de las iglesias pasa por demostrar que la Biblia no les condena. Su discurso esta basado en la premisa de que los textos bíblicos que tradicionalmente se han utilizado para condenarlos han sido mal interpretados. Por primera vez el Homocristianus se atreve a tomar la iniciativa y acercarse a la Biblia de forma distinta que los Heterocristianus. Es aquí donde se concentran los enfrentamientos más duros puesto que el fundamentalismo, que se ha otorgado la interpretación verdadera de la Biblia, se niega a perder su estatus. El enfrentamiento es desigual, una lucha entre David y Goliat, pero es evidente que el Homocristianus Bíblicus ha conseguido grandes avances, y ha permitido mostrar que sólo la homofobia previa del lector hacen posible las lecturas homófobas tradicionales.

En iglesias no fundamentalistas podemos encontramos al Homocristianus Juribus que no tiene problema en cuanto a la compatibilidad de la fe y la orientación sexual, pero que se reconoce discriminado dentro de la iglesia. Por esa razón trabaja desde dentro para conseguir los mismos derechos que el resto de personas de la comunidad. Aquí no hay una lucha contra el fundamentalismo, sino contra el inmovilismo y el conservadurismo. Ocurre a menudo que como dentro de estas comunidades más progresistas los homosexuales no son rechazados directamente, el Homocristianus Juribus no es bien entendido por los Heterocristianus. Su labor por tanto es evidenciar la discriminación y trabajar por su erradicación. Una tarea a largo plazo que no tiene asegurado el final feliz, pero que permite sumar a muchos Heterocristianus a la lucha por la justicia dentro de la iglesia. Ya son varias las iglesias en Europa y América que han reconocido los mismos derechos en todos los ámbitos a los Heterocristianus y los Homocristianus. Que esto pueda ocurrir en España, está por ver, pero no parece fácil a menos en un plazo razonable.

El Homocristianus Bíblicus y el Homocristianus Juribus se diferencian en que el primero todavía tiene lazos con el fundamentalismo, mientras el segundo los ha roto para siempre. Sin embargo los dos comparten la convicción de que hay que convencer al Heterocristianus, que será el que les dará el sí o el no definitivo. De alguna forma la heterosexualidad sigue sin perder su hegemonía, su poder divino que regula y ordena la iglesia, la fe y las sexualidades aceptables. No hay una mirada de igual a igual, sino que en ambas posturas el Homocristianus se somete al Dios heteronormativo. ¿A qué se debe esta necesidad de aceptación que a veces parece enfermiza? ¿Es posible que todavía exista un atisbo de culpabilidad por haber traicionado a la heteronormatividad? ¿Homofobia interiorizada? ¿O simplemente incapacidad de pensarse fuera de la teología heteronormativa?

El último escalón por el momento en esta evolución lo ocupa el Homocristianus Liberum, que se atreve a vivir su fe y su orientación sexual en continuo diálogo. Lo primero no sería convencer al Heterocristianus, sino abrirse a la fe desde la propia manera de ser y sentir, ver que aporta y de que forma puede llevarle a una mejor comprensión de lo que él o ella es. No se trata de convencer, de discutir… los Homocristianus Liberum se abren a lo que la Biblia quiere decirles tal y como son, ahora ella no es un lugar para demostrar algo a los fundamentalistas, sino el lugar donde Dios se revela. El cristianismo no consiste en luchar para conseguir unos derechos dentro de la iglesia, sino en vivir y transmitir el evangelio liberador al entorno. Y para eso el Homocristianus Liberum ya no pierde el tiempo dentro de iglesias que no son verdaderamente inclusivas. Espera que estas cambien, pero el evangelio no consiste en cambiar iglesias, sino en seguir el ejemplo de Jesús en cualquier área de la vida. Y si necesitan comunidades inclusivas, los Homocristianus Liberum las construyen, sin complejos, como millones de cristianos y cristianas lo han hecho a lo largo de la historia. La vista ahora ya no está puesta en lo que ocurre dentro de uno mismo, o en lo que piensa la heteronormatividad, sino en participar en la transformación de una sociedad que necesita el mensaje liberador de Jesús.

¿Cuál será el siguiente Homocristianus? Todavía es difícil saberlo, pero seguro que uno cuya razón de ser esté más cercana al mensaje de Jesús, y más lejos de la opresión y de la muerte. Y para eso se necesita salir a su encuentro, al encuentro del maestro, desde lo que cada uno y cada una es, sin añadir ni quitar nada. Que sea el maestro, o el seguimiento del maestro, el que lo transforme una vez más.

Carlos Osma

Cristianismo (Iglesias), Espiritualidad, General, Historia LGTBI , , , , , , , , , ,

Protestante Digital: Del fundamentalismo al resentimiento

Jueves, 9 de julio de 2015
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colau-bandera-gaiDel blog Homoprotestantes:

Esta semana la revista fundamentalista evangélica “Protestante Digital” nos ha regalado un editorial cuyo encabezado muestra la deriva de quienes se han quedado sin argumentos: “Del nacionalcatolicismo a la bandera arco iris”. Me gustaría hacer unas cuantas observaciones sobre dicho editorial.

Para empezar la bandera del arcoíris, bandera rainbow, o bandera de la libertad, fue utilizada públicamente por primera vez como símbolo del colectivo homosexual en San Francisco en el año 1978, como homenaje al activista homosexual Harvey Milk que había sido asesinado hacía unos días. Una bandera cuyos colores intentan reflejar la diversidad de todos los seres humanos, y el deseo de ser tratados con la misma dignidad. Sin embargo no es la primera vez que el símbolo del arcoíris se utiliza  para este fin, en la historia del protestantismo también la utilizó Thomas Müntzer en la revolución campesina del siglo XVI en Alemania para denunciar el trato injusto que sufrían campesinos y artesanos por parte de los gobernantes desorientados por malos sacerdotes: “Mira, los señores y los potentados están en el origen de cada usura, de cada apropiación indebida y de cada robo”. En la ciudad alemana de Stolberg se puede visitar la estatua de este reformador sosteniendo la bandera arcoíris entre sus manos.

Es cierto que hay sectores en la sociedad española que no están por dar los mismos derechos a todas y todos, por respetar la diversidad que existe en el país. Piensan que unas personas por amar, comportarse, vestirse, pensar u opinar de una determinada manera (cada sector determina esa manera), tienen más derechos que otras. Pero eso no es lo que dice nuestra Constitución ni lo que deben defender los representantes escogidos por toda la ciudadanía. La defensa de la igualdad y el respeto a la diversidad son pilares sobre los que nos hemos propuesto construir la sociedad. Por eso no hay contradicción alguna en que una bandera arcoíris ondee en los ayuntamientos de todo el país, mostrando el compromiso político con la justicia para todas y para todos.

El problema que tienen las cruces cristianas, o la ideología que defiende el fundamentalismo, es que nuestra sociedad ha tenido que padecer sus consecuencias. La cruz ha sido utilizada demasiadas veces para dividir, para humillar, menospreciar o incluso asesinar a personas. La sospecha e inquietud que producen las religiones que quieren ocupar el espacio público, no nacieron ayer, y no deberíamos sorprendernos de que esto ocurra. Además si en los últimos años el cristianismo oficial, sea del signo que sea, ha estado más por imponer una ideología de la discriminación, y por mantener ventajas fiscales y posibilidades de influencia política para su propio beneficio, no es difícil entender que exista el recelo a que sus símbolos representen a todos. Tampoco hay que olvidar que si el colectivo LGTBI en todo el mundo lucha por vivir y por sus derechos, el cristianismo no hace lo mismo. Les recuerdo por ejemplo a los fundamentalistas evangélicos, que han sido los telepredicadores americanos evangélicos quienes han puesto el caldo de cultivo del odio con el que son tratados los homosexuales en países como Uganda. Allí, no hay banderas arcoíris en los ayuntamientos, pero si mucho dolor y sufrimiento generado por el fundamentalismo.

Me sorprende también que el editorial enfrente discriminaciones, cuando creo que son todas las discriminaciones, todo lo que limite a los seres humanos, lo que debe ser rechazado en nombre del evangelio. La vida de un cristiano decapitado en Siria vale lo mismo que la de un homosexual lanzado desde una torre en el mismo país. Es una bajeza y una falta de sensibilidad priorizar una muerte a otra. Además, si estamos hablando de nuestro país, el editorial se olvida de que hay personas como el que aquí escribe que ha sido víctima de las dos discriminaciones, una por ser gay y otra por ser protestante. Y le podría explicar donde reside la diferencia: cuando era niño y me obligaban a asistir a clases de religión católica a pesar de ser protestante o me invitaban a quedarme en el pasillo mientras el resto de mis compañeros y compañeras se quedaban en el aula, yo podía explicarles a mis padres lo que me ocurría, podía compartir con otros cristianos la situación; y sobre todo, la ley estaba de parte de mi familia. Pero cuando en mi adolescencia me dí cuenta de que era homosexual, no tuve nada de eso. No conozco ningún evangélico en este país que se haya intentado quitar la vida por la discriminación que padece, pero no puedo decir lo mismo de las personas LGTBI que conozco. Aprovecho para decir, que el colectivo LGTBI es diverso, pero jamás he sentido ningún rechazo por ser protestante, de hecho la colaboración con entidades LGTBI siempre ha sido fácil. Sin embargo el fundamentalismo es incapaz incluso de reconocer que existen evangélicos LGTBI, de sentarse para hablar y escuchar sus experiencias antes de enviarlos al infierno para siempre.

Finalmente vuelvo al encabezado del editorial: “Del nacionalcatolicismo a la bandera arco iris”. Me parece una falta de respeto utilizar a cientos de miles de desaparecidos, asesinados, torturados y encarcelados por el franquismo en un artículo como éste, creo que no hacía falta, y que esto merecería una disculpa. Entre todas esas víctimas había miles de homosexuales que fueron internados en campos de concentración para vagos y maleantes. Y también había muchos protestantes, que se opusieron a un régimen que no respetaba las libertades. Por otra parte pienso que el encabezado deja ver que el fundamentalismo vive ajeno al mundo en el que vive al hacer dicha comparación. Las personas que levantan la bandera arcoíris creen que los fundamentalistas tienen que ver respetados sus derechos en este país, todo el mundo forma parte de la sociedad diversa en la que vivimos. Lo que no creen es que puedan mandar mensajes de odio, discriminar o incitar a la violencia hacia las personas LGTBI. Y sinceramente, en este editorial, más que evangelio y amor, se transmite impotencia y resentimiento.

Decía Thomas Müntzer que cuando las autoridades no cumplen su papel “la espada les será quitada”, y quizás es eso lo que les está ocurriendo a las iglesias cristianas que dicen predicar el evangelio, la reconciliación y la liberación; que como no lo hacen, son otras instituciones, otras personas las que se encargan de levantar la bandera del arcoíris que Dios nos regaló según el libro del Génesis como signo de una sociedad que no volverá a ser destruida. Y algunas personas, entre las que me cuento, piensan que encima de ese arcoíris vuelan los azulillos, y los sueños que soñaron se pueden hacer realidad. Así que en vez de entre papeles en blanco y negro, prefieren estar en algún lugar por encima del arcoíris desafiando sueños de justicia y liberación.

Carlos Osma

General, Homofobia/ Transfobia., Iglesia Metodista, Iglesias Evangélicas , , , , , , ,

“Jaume Llenas. Sí, pero no.”, por Carlos Osma

Sábado, 9 de mayo de 2015
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JAUMELLENASDel blog Homoprotestantes:

Hace unos días llegó a mi página de facebook el mensaje de un amigo que decía: “Dale al link y lee el artículo Carlos, vale la pena”.  Cuando hice lo que pedía me sorprendió ir a parar a la página de la revista Protestante Digital, y mucho más a un artículo de Jaume Llenas, presidente de la Alianza Evangélica Española (AEE). Para quien lo desconozca, la AEE no es una iglesia o denominación evangélica, actualmente se comporta más bien como un lobby que intenta imponer una visión fundamentalista dentro de las entidades evangélicas en España.

El artículo llevaba el título de “Vergüenza y desvergüenza[1] y venía a denunciar de una forma clara y contundente la imposición por parte del Cardenal de Barcelona Lluís Martínez i Sistach de una ceremonia de Estado católica por las víctimas del accidente aéreo de Germanwings. Jaume Llenas afirmaba en su artículo con mucho acierto que los Estados democráticos no deberían ser confesionales, ni dar preferencia a ninguna religión en detrimento del resto. Reconocía que lo que más le dolía era la desvergüenza de la jerarquía católica, que seguía pensando que el país era suyo, y la actuación de los representantes políticos que habían acatado lo que Cardenal Sistach les imponía. Finalmente sentenciaba: “siento vergüenza de lo que veo en este país que no siente como suyo al diferente, al secular, al laico, al judío, al musulmán, al evangélico”.

Creo que la mayoría de protestantes de este país compartimos las palabras de Jaume Llenas, aunque algunos como Guillem Correa, Secretario general del Consell Evangèlic de Catalunya, se prestase por decisión propia a ser palmero del Cardenal de Barcelona en la misa que finalmente se realizó en la Sagrada Familia. Sin lugar a dudas ha sido un desprecio a las familias no católicas que han perdido a un ser querido, pero también a todas aquellas que creemos que el cristianismo debe intentar unir, y no dividir, y que los representantes políticos lo son de todas y todos, no sólo de quienes profesan la religión mayoritaria. El catolicismo ya no es como dijo el dictador Francisco Franco la única religión de la nación española, también hay desde hace cientos de años musulmanes, judíos o protestantes, por nombrar algunos. Y sobre todo, hay una mayoría de la población a la que le importa bien poco la religión.

Como me sentí bastante cercano a las palabras de Jaume Llenas, busqué otras declaraciones que había realizado anteriormente sobre temas similares, y encontré muchas que comparto: “el grado de justicia de una sociedad se mide por su respeto a las minorías”, “Debemos defender la libertad de cada uno de comportarse, creer o vestir como desee”, o “No se puede fomentar el odio, la exterminación del otro, ni hacer apología del odio o la violencia[2]”. Y volví a preguntarme qué hace el presidente de una organización fundamentalista como la AEE haciendo estas afirmaciones. ¿Era un discurso sincero, o simplemente una pose?

No me hizo falta mucho tiempo para descubrir que al enarbolar la bandera del respeto a las minorías sólo buscaba el beneficio de la comunidad evangélica, y que bien poco le interesaba el respeto a otras minorías. Su discurso eran sólo palabras, bien diferentes a las que utilizó en el año 2005 para oponerse a que los homosexuales pudiéramos alcanzar el reconocimiento como ciudadanos con los mismos derechos y obligaciones que el resto. Jaume Llenas firmó un comunicado en el que se oponía a que dos personas del mismo sexo pudieran casarse y a que sus hijos e hijas pudieran ver reconocidos legalmente a sus dos madres o padres. Es decir, se posicionó contra los derechos de otra minoría, que por cierto, es más numerosa que la evangélica en España.

En diciembre de 2014 en una entrevista que concedió a la revista Protestante Digital Jaume Llenas volvió a quitarse la careta de defensa de la libertad individual y de oposición a los discursos de odio y afirmó que no le parecía bien que las iglesias inclusivas ministraran el pecado del colectivo homosexual haciéndoles sentir bien, que lo que él quería era ministrar a este colectivo para sacarlos del lugar en el que están. La entidad que preside, la AEE, sigue promoviendo todavía hoy la idea de que el homosexual puede ser reorientado hacia la heterosexualidad con una terapia apropiada, o que debe permanecer célibe toda la vida. Esa es su idea de respeto a las minorías.

Cuando alguien habla de respeto a las minorías, lo debe hacer cuando en el seno de la entidad que preside existe ese mismo respeto. Nadie puede obligar a nadie a que piense de una determinada manera, pero cuando se silencia la experiencia de cristianos y cristianas lgtbi, cuando se niega su existencia dentro de las iglesias evangélicas, cuando se les anima a unas terapias peligrosas, o cuando se les obliga a ser como la mayoría para poder ser escuchados y tenidos en cuenta; uno queda invalidado para pedir que la minoría a la que pertenece sea tratada con respeto. También muchos cristianos y cristianas sienten vergüenza y decepción cuando ven que las iglesias evangélicas en España no sienten como suyos a los diferentes, a la lesbiana, al transexual, a la bisexual, o al gay. Si el señor Llenas cree que es un desprecio la identificación de español y católico, muchos sentimos lo mismo cuando se identifica evangélico y heterosexual. La apropiación que los heterosexuales evangélicos como Jaume Llenas han hecho de la iglesia, es una verdadera indignidad. Por lo menos el Cardenal de Barcelona Lluís Martínez i Sistach ofreció un lugar decorativo a quienes no eran católicos.

Me gustaría terminar parafraseando un párrafo del artículo “Vergüenza y desvergüenza” del señor Jaume Llenas.

“Somos una iglesia de memoria herida, somos una iglesia invertebrada, porque nuestra iglesia se construye los unos contra los otros. Somos una iglesia vergonzosa porque la heteronormatividad  la ha construido uniformizándola e imponiéndose a quienes no son heterosexuales, y se han utilizado púlpitos, iglesias, revistas, consejos evangélicos, alianzas y federaciones para reprimir, callar e incluso eliminar físicamente a quienes no eran heterosexuales”.

Carlos Osma

[1] http://protestantedigital.com/blogs/35990/verguenza_y_desverguenza

[2] http://protestantedigital.com/sociedad/31129/El_grado_de_justicia_de_una_sociedad_se_mide_por_su_respeto_a_las_minoriasrsquo

Espiritualidad, General, Iglesias Evangélicas , , , , , , , , , , ,

“¿Quién es y quién no es protestante?”, por Carlos Osma

Domingo, 25 de enero de 2015
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1262353657609Margot-KaessmanLeído en Homoprotestantes:

En principio es fácil responder a la pregunta sobre quién es y quién no es protestante si nos atenemos a lo que comúnmente se conoce como “las cinco solas”, que no es más que una doctrina de mínimos que comparten todas las iglesias que se consideran herederas de la Reforma, y que podríamos resumir así:

I) Sola Scriptura. La Biblia es la única fuente de doctrina cristiana.

II) Sola Fide. La justificación se alcanza por la fe.

III) Sola Gratia. La salvación se obtiene por la gracia divina.

IV) Solus Christus. Jesucristo es el único mediador.

V) Soli Deo gloria. Toda la gloria es sólo para Dios.

La realidad muestra que estos límites identitarios permiten una gran diversidad. Por esa razón en las relaciones entre diferentes iglesias protestantes hay veces que se descubren muchos puntos en común, otras únicamente las “solas”, y a veces, las menos, se cree que con una determinada iglesia se ha dejado de compartir incluso alguno de estos pilares básicos. Actualmente el principio de la Sola Scriptura es el que está generando una mayor controversia y debate, puesto que no todas las iglesias protestantes leen la Biblia de la misma forma ni desde el mismo lugar, y por tanto, llegan a conclusiones distintas.

Hasta no hace mucho tiempo, al menos en España, esto no había sido un problema de demasiada importancia y cada iglesia iba por su lado. Ya desde finales del siglo XIX, debido entre otras razones a los intereses de las diferentes iglesias extranjeras que habían enviado a sus misioneros, quedó claro que iba a ser imposible que la iglesia protestante en España fuera sólo una. La diversidad dentro del protestantismo español forma parte de su ADN, y jamás se ha logrado una postura común en su casi siglo y medio de existencia, más que la voluntad clara de hacer llegar el evangelio.

El protestantismo en España, desconozco la realidad en otras latitudes, ha sido y es una forma de entender el cristianismo que no ha sabido aglutinar toda esta diversidad que atesora, ni sacar partido de ella. Tampoco ha sabido construir una imagen unitaria, y un discurso en el que todas las sensibilidades se sintieran cómodas. Es posible que algunas personas crean que eso es imposible, pero colectivos como el LGTB, con una mayor diversidad, han mostrado que con una clara voluntad puede lograrse. Lo importante es donde poner los objetivos, las metas a alcanzar. Cuando se ponen en la defensa de los propios intereses o en remarcar aquellos puntos que aglutinan sólo a las mayorías, la unidad siempre se rompe. Si por el contrario se defiende la posibilidad de existir con sus singularidades a cualquier forma de reflejar la fe protestante, podamos estar de acuerdo o no con ella, la unidad puede convertirse en una fuerza que permita una mayor incidencia del evangelio en nuestro país.

Si a la imposibilidad de gestionar la diversidad, añadimos el desinterés por crear puentes entre diferentes sensibilidades o planteamientos teológicos, incapacidad para entrar en diálogo y participar con los distintos agentes sociales, y sobre todo una rigidez fundamentada en la ignorancia de quien cree poseer la verdad, podríamos hacer una foto bastante fidedigna del protestantismo español.

Pero que no haya la voluntad, ni quizás la capacidad, de poder preservar la unidad del protestantismo, no significa que no se le esté intentando dotar de una determinada identidad. Es evidente que hay un interés por crear una identidad protestante, una imagen que pueda ser más o menos reconocible de lo que es ser un buen evangélico. Pero lo triste de todo esto es que se confunde la identidad protestante con la identidad del propio grupo o familia protestante de la que se forma parte. En resumidas cuentas, una lucha fratricida por imponer como válidos únicamente los propios planteamientos teológicos.

Y para crear esta imagen ficticia que permita aglutinar, en vez de abrirse a la diversidad real, se ha decido apostar por cohesionar el grupo utilizando chivos expiatorios. Es decir, se está intentando crear una identidad protestante basada en negársela a las corrientes o planteamientos que se tachan de liberales y alejados de la ortodoxia de las mayorías. Se opta por sacrificar una parte para unir al todo, de acabar con las notas más discordantes del himno oficial. Algo que lo que hace, como siempre, es volver a atomizar al protestantismo y a radicalizarlo, convirtiéndolo en un discurso de extrema derecha en lo político y fundamentalista en lo religioso.

No hay otra salida para los chivos expiatorios que buscar el propio camino, es bastante estúpido quedarse donde no te quieren. Los homosexuales que hemos vivido durante años en iglesias donde no se nos quería podemos explicar lo que sucede cuando uno se empecina en lo imposible: que al final uno acaba construyendo un cristianismo basado más en justificarse ante quienes no aceptarán ninguna justificación, que buscando la propia forma de vivir y compartir el evangelio.

Y por otra parte no es malo que le digan a una iglesia que no encaja y que no se le quiera dentro de una manera opresiva de entender el evangelio. Que no se acepta su manera de interpretar la Sola Scriptura por no mantenerse dentro de unos principios teológicos protestantes del siglo XVIII. O que no se tolera su moral y pastoral basadas en la persona en vez de la Ley. Todo esto, en el fondo, no es más que la constatación de que en el fondo, hay cosas que se están haciendo bien. De que se está dentro de una iglesia protestante viva que no deja de reformarse, y que no está dispuesta a renunciar a la realidad para poder estar dentro de la ortodoxia.

Carlos Osma

Biblia, Cuáqueros, Espiritualidad, Iglesia Adventista del Séptimo Día, Iglesia Anglicana, Iglesia Bautista, Iglesia de la Comunidad Metropolitana, Iglesia Luterana, Iglesia Menonita, Iglesia Metodista, Iglesia Presbiteriana, Iglesias Evangélicas, Iglesias Pentecostales , ,

Protestantes LGTB en España. Una primera radiografía.

Jueves, 16 de octubre de 2014
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Protestants InclusiusDel blog Homoprotestantes:

Según datos de FEREDE[1] en España hay alrededor de 400.000[2] personas que se congregan en iglesias evangélicas. Si según los estudios más fiables, entre el 5% y el 10% de la población es LGTB, obtendríamos que en España hay entre 20.000 y 40.000 protestantes LGTB.

 En los últimos años se ha hablado mucho en las iglesias evangélicas, y en sus instituciones, en contra de cualquier iniciativa de la sociedad que intentase proteger o dar derechos a las personas LGTB. Por otra parte, a nivel interno, el discurso ha sido siempre el de negar que haya personas LGTB dentro de las comunidades protestantes/evangélicas, y por tanto se ha impedido conscientemente que se pudieran expresar, si no era para ratificar la posición oficial que les niega cualquier posibilidad de existir. Recordemos que en este momento todavía sigue en pie la amenaza de expulsión de la FEREDE a cualquier pastor, o comunidad, que bendiga una pareja del mismo sexo. Desde no hace mucho tiempo se está intentando también expulsar de FEREDE a las iglesias protestantes que no tienen una postura tan beligerante hacia las personas LGTB. Algo que más pronto que tarde tendría que ser denunciado por las entidades LGTB, ya que un país que defiende los derechos LGTB como derechos humanos, no debería subvencionar entidades que promueven o incitan a la discriminación.

En Homoprotestantes decidimos a principios de este año realizar una encuesta a personas protestantes/evangélicas LGTB para confeccionar la primera radiografía que permitiese saber como son y que opinan, más allá de los clichés y los silencios en los que son encerradas dentro de sus comunidades. Evidentemente no teníamos todas las facilidades, ni los medios, que nos hubiera gustado para poder hacer una encuesta con más rigor científico, pero aún así era importante dejar, por primera vez en España, que las personas protestantes LGTB hablaran sobre sí mismas. Imagino que dentro de no mucho tiempo podrá hacerse una encuesta con una mayor fiabilidad, pero hasta ese momento, os ofrecemos la primera radiografía sobre protestantes LGTB en España.

Agradecemos a las 57 personas que han participado en esta encuesta su colaboración. Gracias a ellas podemos saber hoy un poco más sobre como son y que piensan las personas protestantes LGTB en nuestro país.

  1. Sexo, género y orientación sexual:

El 89’5 % de las personas que contestaron se identificaban como hombres y el 10’5% como mujeres. Todos los hombres se identificaban con el sexo masculino y las mujeres con el femenino. El porcentaje tan desequilibrado entre hombres y mujeres puede deberse a varias razones, pero posiblemente pueda reflejar que todavía las mujeres protestantes viven con una mayor negación quienes son, y que la mayoría de ellas están todavía armarizadas y tienen miedo a ser descubiertas dentro de las comunidades evangélicas.

En cuanto a la orientación sexual, si hablamos de las mujeres: el 16’/% se define como lesbiana, el 66’7% como bisexual, y el 16’7% como asexual. En el caso de los hombres: el 86’3% se define como gay, el 11’8 como bisexual, y el 2% otra.

  1. Edad:

El 9’3% tiene entre 15 y 24 años, el 17’5’8% entre 25 y 34, el 26’3% entre 35 y 44, el 36’8% entre 45 y 54, el 7% entre 55 y 64, y el 3,5% entre 65 y 74 años.

El tramo de edad con un mayor porcentaje es el comprendido entre 35 y 44 años.

La edad media de la persona protestante LGTB es de 41,6 años.

  1. Denominación de la que proceden:

Adventista: 8’8%. Asambleas de Hermanos: 10’5%. Bautista: 26’3%. Cuáquero: 1’8%  ICM: 1’8%. IERE: 5’3%. IEE: 7%. Pentecostal: 19’3%. Unitario: 1’8%. Otra: 14%. Sin denominación: 3’5%.

El mayor porcentaje de personas LGTB procede de las iglesias Bautistas.

Casi la mitad de las personas LGTB proceden de iglesias Bautistas o Pentecostales.

  1. Valoración aceptación personas LGTB en el país:

Les pedimos que valoraran la aceptación de las personas LGTB en España con una nota entre 0 y 10, siendo 0 la aceptación más baja y 10 la más alta. Los resultados:

0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
3’5% 1’8% 0% 5’3% 3’5% 22’8% 14’8% 26’3% 14% 3’5% 5’3%

 La nota con un mayor porcentaje es el 7, y la nota media es de 6’1.

  1. Valoración aceptación personas LGTB en las iglesias protestantes:

Les pedimos que valoraran la aceptación de las personas LGTB en las comunidades protestantes de las que procedían con una nota entre 0 y 10. Siendo 0 la aceptación más baja y 10 la más alta. Los resultados:

0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
31’6% 19’3% 8’8% 12’3% 5’3% 5’3% 3’5% 5’3% 1’8% 0% 7%

 La nota con un mayor porcentaje es el 0, el 70% de las personas daban una nota de 3 o inferior a 3. La nota media es de 2’6%. Las personas que daban una nota entre 8 y 10 procedían en su totalidad de iglesias inclusivas como ICM, la Comunión Anglicana Libre o la Iglesia Unitaria.

Por denominación las notas son las siguientes: Pentecostales: 0’7. Asambleas de Hermanos: 1. Bautistas: 1’5. Adventistas: 1’6. IERE: 2. Cuáqueros: 3. IEE: 5’4. Unitarios: 10. ICM:10. Comunión Anglicana Libre: 10.

  1. Asistencia a la iglesia:

El 45’6% afirma asistir regularmente a la iglesia, el 19’3 asistir a veces, y el 35’1% haber dejado de asistir.

Es decir que dos de cada tres protestantes LGTB asiste a la iglesia y uno de cada tres ha dejado de hacerlo.

  1. Visibilidad en la iglesia:

A las personas que asisten a una comunidad protestante les hemos preguntado si en su comunidad saben que son LGTB. El 32’4% afirman que nadie lo sabe, el 35’1% que lo sabe alguna persona, y el 32’4% que lo sabe toda la comunidad.

Dos de cada tres protestantes LGTB están en el armario con toda o parte de su comunidad.

  1. Responsabilidad en la iglesia:

De las personas que asisten a la iglesia algo más de la mitad, 54’1% , tienen alguna responsabilidad en ella, y el resto, 45’9%, no.

Las responsabilidades son variadas, y van desde la música al pastorado, pasando por la diaconía, secretaría, coordinación….

Sólo uno de cada cuatro personas LGTB que tiene una responsabilidad en la iglesia está fuera del armario, el resto lo hace sin que nadie sepa su orientación o sabiéndolo sólo algunas personas.

  1. Cómo se sienten:

Al preguntarles como se sienten, las personas cuyas comunidades saben que son LGTB lo expresan con afirmaciones como:

Bien, muy bien, aceptado, feliz y libre, que soy yo mismo, puedo mantener mi fe… Mayoritariamente las personas dicen sentirse bien y libres por no tener que esconder quienes son.

Las personas que oculta a toda o parte de la comunidad que son LGTB al expresar como se sienten lo hace con comentarios como:

Excluido, marginado, frustrada, un bicho raro, con miedo a no ser entendido, limitado y no animado a expresarme, mal con los demás pero bien con Dios, muy mal, hipócrita….

En su totalidad las personas admiten no sentirse bien.

  1. Vida en pareja:

El 56’1% de las personas encuestadas tienen pareja, y el 43’9 no la tienen.

De las personas que tienen pareja, el 50% no están casadas, el 43’8% está casada con una persona de su mismo sexo, y el 6’3% con una de distinto sexo.

De las personas que están casadas con otra de su mismo sexo, el 42’9% recibió una bendición de su unión en la iglesia, y el 57’1% no.

  1. Maternidad/Paternidad:

A la pregunta sobre si tienen hijos, el 82’5% afirma no tener, el 12’3 tener hijos de una relación heterosexual anterior, el 3’5% con su actual pareja del mismo sexo, y el 1’8% de una relación heterosexual anterior y también con su actual pareja del mismo sexo.

A la pregunta sobre si piensan que su comunidad ayuda a sus hijos a vivir de manera satisfactoria su realidad familiar, el 90% afirma que no, y el 10% que sí.

  1. Relación con asociaciones LGTB

El 45’6% afirma formar parte de una asociación o entidad LGTB, mientras que el 54’4% afirma que no tiene ningún tipo de relación con asociaciones o entidades LGTB.

  1. Relación con otras personas cristianas LGTB

El 15’8% de las personas encuestadas decía no conocer a otras personas cristianas LGTB, el 1’8% consideraba innecesario relacionarse con ellas, el 21’1% piensa que puede ser útil de forma puntual, el 24’6% creen que es positivo hacerlo de forma periódica, y el 36’8% afirman que consideran muy necesario relacionarse con otras personas cristianas LGTB.

En cuanto a la existencia de comunidades cristianas LGTB el 3’5% consideran que son innecesarias, el 14% que son necesarias de forma temporal, también el 14% que es la única opción posible en este momento, el 10’5% que son positivas, el 47’4% que son muy positivas, y el 10’5% que son imprescindibles.

Se desprende que mayoritariamente las personas cristianas LGTB consideran positivo relacionarse con otras, y también la existencia de comunidades cristianas LGTB. Sólo el 3`5% las considera innecesaria, el 96’5 % restante las considera necesarias con grados de importancia distinta, pero la consideración de que son muy positivas alcanza casi la mitad de las personas encuestadas.

  1. Valoración de sus comunidades respecto a la inclusión de personas LGTB

Respecto a las iglesias protestantes/evangélicas en España, el 31’6% de las personas encuestadas cree que son las principales opositoras a los derechos de las personas LGTB, el 57’9% considera que no ayudan a la aceptación de estos derechos, el 6% cree que colaboran en su aceptación, y ninguna persona encuestada cree que son impulsoras de los derechos de las personas LGTB.

Es decir, el 94% piensa que las iglesias protestantes/evangélicas en España son las principales opositoras, o que no ayudan, a la aceptación de las personas LGTB.

A la pregunta sobre si con esta actitud las iglesias evangélicas/protestantes en España están siendo fieles al evangelio, el 66’7% considera que no, el 12’3% piensa que en general no lo están siendo, el 12’3% no lo sabe, y el 8’8% cree que sí.

Al pedirles una opinión más extensa encontramos comentarios como:

“Creo que mantienen una actitud farisaica y causan mucho dolor a las personas LGTB y sus familiares. Transmiten falta de amor y mucho desprecio hacia nuestro colectivo”.

“Ellas lo creen sinceramente, pero yo creo que para nada. Olvidan el amor, respeto, apoyo, y no juicio expresado en la Biblia”.

“Se han enrocado en sus prejuicios y son incapaces de ver la injusticia con la que están colaborando, o incluso, liderando”.

“En absoluto. Sacrifican el amor y la compasión, por el rigor y la supuesta ortodoxia que aplican a la cuestión de la homosexualidad”.

“No. Han hecho una interpretación de la Biblia, tan válida como cualquier otra, y la utilizan para juzgar y atacar a otros”.

“A la que asisto sí, pero en la mayoría de casos, no”.

“Sí, pero tengo mis reservas en algunas cuestiones que observo”.

“No, presentan sus prejuicios homófobos como una moral bíblica”.

“¿Eran fieles al evangelio las iglesias que no aceptaban a las mujeres que tenían dones?¿Eran ejemplares las iglesias que tenían esclavos?”.

  1. Comentarios Finales

 En la última pregunta de la encuesta pedimos a las personas que nos explicaran lo que ellas consideraran más oportuno sobre su experiencia. Os dejamos a continuación algunas de sus aportaciones:

“Nunca pude ser enteramente yo mismo. Sin libertad de expresión, ocultando esa parte de mí… no era posible crecer como persona, compartir abiertamente,. No es posible ser feliz ni vivir así. Tan sólo crecía el sentimiento de culpa. La idea del suicidio sé me apareció más de una vez como una posible salida”.

“Tuve que dejar la iglesia cuando revelé mi “condición” para no vivir “en pecado” y todos dejaron de hablarme tener relación conmigo. Sólo mantengo relación con una amiga que me apoyó en todo momento y que también dejó la iglesia entre otras cosas por el trato que recibí yo y porque los pastores intentaron hacerle ver que no debía tener relación conmigo (más tarde la propia hija de esos pastores reveló ser lesbiana). Después de 8 años ahora empiezo a tener buena relación con mis padres y también mi marido, al que no conocían hasta la semana pasada”.

“Basicamente frustrante, pero al mismo tiempo enriquecedora porque te obliga a repensar nuestras fuentes de autoridad religiosa (la Biblia, claro), nuestra relación con ella, y su auténtica naturaleza. Por otra parte, puede llegar a ser delirante cuando ves/oyes cómo se pretende “curar” la homosexualidad con exorcismos, aunque no en mi contenidísima asamblea de Hnos, pero sí en la de amigos míos Pentecostales”.

“Muy mala. Ni quiero recordarlo. Muchos años dentro de una Iglesia evangélica que dice: “Amar a su prójimo”, a la cual me entregue a su servicio en cuerpo y alma, pero en cuanto uno manifiesta su orientación sexual o es crítico con sus enseñanzas. Te dan todos/as las espaldas, Te hacen la vida imposible, para que te marches de esa Iglesia, e incluso pasas a formar parte de una “lista negra”, que es pasada a los pastores de otras Iglesias evangélicas de la zona, para que “lleven cuidado contigo” y no seas aceptado dentro de otras Iglesias. De hecho yo intente integrarme en otras iglesias de mi zona, menos fundamentalistas y más moderadas, aunque seguían siendo excluyentes con las personas LGTB y me fue imposible”.

 “No asistía a la iglesia cuando tomé conciencia de ser bisexual, pero mi familia sí. Yo fui ninguneada, mal mirada y juzgada a ojos vista, pero mi familia lo pasó aún peor. Contribuyeron a que mis hijas no quisieran tener contacto conmigo e incluso lo promovieron. Pedí ayuda a la mujer del pastor en ese sentido y me dijo que era mejor que mis hijas no tuvieran contacto conmigo. La relación con mis hijas se ha restablecido, pero para mí, el lugar en el que vivía en ese tiempo es tierra quemada”.

 “Una adolescencia angustiada. Una juventud frustrada. Edad adulta depresiva, con trauma de culpabilidad. Finalmente liberación, aceptación, compromiso, felicidad con la ayuda de una pastoral inclusiva”.

De nuevo mi agradecimiento a todas las personas que han colaborado en esta encuesta. Muchas gracias por su valentía. Que Dios les siga dando la fuerza que hasta hoy les ha mantenido y les ha hecho vivir una vida más rica y libre.

 Carlos Osma

[1] Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España.

[2] http://www.actualidadevangelica.es/red/informacion-general/datos-estadisticos

Cristianismo (Iglesias), General, Iglesia Bautista, Iglesia de la Comunidad Metropolitana, Iglesia Luterana, Iglesia Metodista, Iglesias Evangélicas , , , ,

“Iglesias post-heterosexuales”, por Carlos Osma

Jueves, 4 de septiembre de 2014
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gaymarriagemn.banner.apDel blog Homoprotestantes:

  Todavía hay miles de personas LGTB escondidas en un disfraz heterosexual dentro de las iglesias heterosexuales, todavía hay también personas LGTB que viven sin ese disfraz pero que no quieren salir de esas comunidades hechas para heterosexuales porque les da miedo cambiar, les da miedo tener que empezar de cero; les duele tener que dejar una iglesia que, aunque no los acepte, siempre ha sido como una familia para ellos y ellas. Por eso muchos se consuelan con la idea de que algún día las cosas cambiarán, que los pasos se van haciendo poco a poco, que es necesario dejarse discriminar, aunque sea un poco, a fin de que algún día podamos hacer de las iglesias que amamos tanto, unas comunidades más evangélicas. Pero en el fondo es sólo un autoengaño, y lo saben, las iglesias hechas sólo para heterosexuales que dicen ser inclusivas sólo lo hacen para mostrar que no son como las otras, las fundamentalistas. En el fondo siguen pensando que una persona LGTB tiene que aceptar ser discriminada en una iglesia que no la acepta por ser como es.

Pero también hay nuevos caminos, las iglesias post-heterosexuales o inclusivas, las iglesias formadas por personas que se han dado cuenta de que no hay nada que hacer en las iglesias heterosexuales. En nuestro país y también en muchas otros países van naciendo poco a poco comunidades inclusivas que intentan llevar el mensaje de salvación a todas las personas, con una especial dedicación a aquellas personas LGTB que no tienen comunidades que respeten e integren lo que son. Por una parte es una triste solución, una ruptura más dentro del cristianismo, lo mejor siempre hubiera sido la unidad… pero la realidad, como en ocasiones anteriores, es que algunas personas tienen que vivir el evangelio huyendo de los lugares que dicen estar predicándolo. Además, también podría verse como una solución positiva, las nuevas iglesias son comunidades que proponen otra forma de ser iglesia diferente a la iglesia tradicional: la iglesia heterosexual.

Sin embargo, a la hora de construir una nueva comunidad es importante recordar aquello de que “un día fuimos esclavos en Egipto” para poder construir unas iglesias donde la esclavitud, tenga ésta la forma que tenga, no exista. Haber tenido la experiencia de vivir en unas comunidades que hablan del amor de Dios a toda criatura y sentir el rechazo de ese Dios a las personas no heterosexuales, debe tener alguna consecuencia a la hora de construir una comunidad no heterosexual. Y es por eso que me atrevería a hacer unas cuantas observaciones.

Sobre la Interpretación de la Biblia. La Biblia ha sido el arma utilizada por la homofobia para hacernos daño. La Biblia leída fuera de contexto y utilizando unas técnicas de estudio y lectura ya desfasadas ha sido la piedra que nos lanzaba cada uno de los miembros de las iglesias heterosexuales. Las iglesias inclusivas no pueden seguir leyendo la Biblia de la misma forma, están obligadas a aproximarse a ella teniendo en cuenta los conocimientos teológicos actuales. Deben huir del fundamentalismo literalista. No se puede construir una iglesia inclusiva leyendo la Biblia al pie de la letra. Es necesaria la formación. Y es necesario entender que la Biblia no es un arma contra nadie, sino un lugar donde Dios nos habla para poder construir un mundo mejor donde todas y todos podamos ser felices. La Biblia puede convertirse en un lugar de encuentro y reconocimiento de la diversidad.

Sobre la diferencia. El cristianismo no es una máquina de hacer personas idénticas, las iglesias inclusivas no deberían tratar de construir una forma determinada de persona. Las personas somos distintas, y las comunidades inclusivas deben intentar mostrar esa diversidad y entender que eso es una riqueza de la que puede sacar un beneficio a favor del evangelio. Dios nos ha hecho diversos y diversas para que todas nuestras características puedan ser puestas a su servicio, para que podamos encontrar en la hermana y el hermano un lugar que me cuestiona sobre mi manera de ser y estar en el mundo. Y sobre todo, nos ha hecho diversos para reflejar mejor la diversidad divina y podamos conocer a Dios a través de la vida y experiencia de otras personas.

Sobre las estructuras religiosas. El ser humano está siempre por encima de la estructura religiosa. Nosotras y nosotros nos hemos encontrado muchas veces con alguien que nos decía que por el bien de la iglesia debíamos resignarnos a ser discriminados. Pero las iglesias inclusivas no deberían poner la comunidad por encima de las personas que la forman. La comunidad está al servicio de todos sus miembros, y son las personas con sus maneras de ser, amar, vivir, entender el mundo, los que van haciendo nueva la comunidad, las que van empujándola hacia donde el Espíritu las lleva. La comunidad no puede ser una camisa de fuerza, sino un lugar de vida que deja vivir a quienes forman parte de ella.

Sobre la humildad. No tenemos razón en todo, nuestras propuestas son siempre parciales y algún día serán superadas por otras que nos mostrarán cuales eran nuestros errores. No podemos ser defensores de una verdad atemporal y ahistórica, somos personas que nos movemos con la voluntad de ser fieles al evangelio y de ofrecer vida en abundancia a personas que, como nosotros y nosotras hace no tanto tiempo, viven atormentadas por la homofobia. Pero no debe faltar en nosotras y nosotros la humildad, real y no de pose, que entiende que somos personas falibles y contradictorias. No busquemos superhombres y supermujeres en nuestras comunidades, sino seres humanos de carne y hueso con todo lo que ello supone. La verdadera humildad nos debería impedir obligar a que otra persona tenga que aceptar un trato que nosotros no aceptariamos para nosotros mismos.

Sobre el mundo. Formamos parte del mundo, de la sociedad que nos rodea, y estamos a su servicio. Las personas que no forman parte de nuestra sociedad y no son cristianos y cristianas no son nuestros enemigos. Son personas que pueden enseñarnos muchas cosas, que pueden mostrarnos incluso la mejor manera de ser fieles al evangelio comprometiéndonos por los más necesitados. Son personas a las que también podemos acercarnos para, sin complejos, explicarles nuestra fe, nuestra manera de ver el mundo y de trabajar también por la justicia. Podemos y debemos entrar en diálogo con quienes tenemos más cerca, sin verlos como un trofeo a conseguir para Cristo, sino como personas que, como nosotros, intentan ser felices y hacer felices a quienes les rodean.

Sobre las otras iglesias. Denunciar la homofobia, el fundamentalismo, las actuaciones poco evangélicas que desgraciadamente tienen algunas iglesias, revistas, instituciones… del protestantismo que nos rodea hacia las personas LGTB, no significa que debamos negar que somos miembros del mismo cuerpo, de la misma Iglesia. Podemos sentirnos más cerca de algunas comunidades y afirmar que nos repelen algunos planteamientos y formas de actuar de otras, pero no se puede olvidar que si de verdad estamos por el evangelio, entonces estamos en el mismo barco. Aunque quieran lanzarnos por la borda… estamos en el mismo barco. Los cristianos y cristianas que forman parte de iglesias heterosexuales, son nuestros hermanos y hermanas, y eso no debemos perderlo nunca de vista, aunque en muchos momentos nos cueste aceptarlo. Dios nos hizo a todos miembros de la misma familia, hermanos y hermanas por Jesús.

Seguro que hay otros muchos puntos que debemos tener en cuenta a la hora de construir las nuevas comunidades cristianas inclusivas, pero pienso que al menos con estos podemos empezar a considerar que es lo que estamos construyendo, donde estamos, y hacia donde queremos ir. Volver a construir unas comunidades cristianas idénticas a aquellas de las que hemos salido, sería no haber aprendido nada de la experiencia vivida, y sobre todo, y más importante, sería crear una comunidad donde en algún momento otras personas pudieran sufrir la exclusión, la negación, y el daño psicólogico, físico y espiritual que algunos de nosotras y nosotros vivimos anteriormente.

Las iglesias inclusivas no deberían ser iglesias homosexuales, sino iglesias que intentan abrirse a la vida tal y como es, y a la posibilidad de que todas las maneras de ser, pensar y amar puedan hacerla más fuerte y más creíble a la hora de transmitir el evangelio.

Carlos Osma

Biblia, Cristianismo (Iglesias), Espiritualidad , , , , , , ,

“Orgullo LGTB en la iglesia”, por Carlos Osma.

Miércoles, 16 de julio de 2014
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IMG_0307Leído en Homoprotestantes:

Todavía está reciente la celebración ecuménica que el pasado viernes (27 de Junio) organizó la Comunidad Protestants Inclusius [1] y ACGIL en Barcelona. Creo que para muchas y muchos que estuvimos allí, esa celebración no se olvidará fácilmente, y la guardaremos como uno de esos tesoros que vamos almacenando a lo largo de la vida. Yo estuve allí, yo viví con muchas otras personas la experiencia de compartir el pan y el vino, de cogernos de las manos alrededor de la mesa del Señor y cantar dando un sentido nuevo al Padre Nuestro.

 Cada persona hará una lectura diferente, somos distintas y diversos, somos seres humanos. Seguro que muchos recordarán la homilía de la Pastora Marta López. Para quienes vienen de tradición católica ver a una mujer con toga, llevando sobre sus hombros el arcoíris, y predicando con esa libertad, profundidad y honestidad, siempre sorprende. Para quienes hemos formado parte de la comunidad que pastorea nos permitió volver a sentir esa calidez, apertura y voluntad de integración que tiene su iglesia. Ojala algún día, se den los pasos definitivos para que esa integración sea completamente real, y ojala muchas comunidades cristianas tomen como referencia la labor que esta iglesia ha hecho desde hace mucho tiempo en materia LGTB.

 IMG_0301Supongo también que la mayoría se llevará como recuerdo al Coro Barcelona Rainbow Singers emocionándonos cuando cantaban Imagine de John Lennon: “Imagina a todo el mundo viviendo la vida en paz. Ya puedes llamarme soñador si quieres, pero como yo hay mucha gente. Sólo hace falta que te unas y el mundo será muy diferente”. Y sí, nos lo imaginábamos, mientras cantaban nos imaginábamos un mundo donde los derechos LGTB son derechos humanos. Un mundo donde las personas no mueren por su identidad sexual o de género, donde amar no es un pecado, donde todas y todos somos libres para expresarnos tal y como somos. Nos lo imaginábamos, pero a la vez, volvíamos a afirmar con rotundidad que lo vamos a construir hoy, no nos esperaremos al futuro para hacer de nuestro mundo un lugar más humano. El evangelio, la labor por construir un mundo más justo, nos insta a hacerlo hoy.

 Pero si he de destacar un momento de la celebración, sería cuando seis entidades que trabajan por los derechos LGTB subieron al púlpito para explicarnos con brevedad en qué consistía su labor. Cuando les invitamos no sabíamos exactamente si querrían participar, para la mayoría de personas el cristianismo y las personas LGTB son enemigas. Y mucho más para los colectivos LGTB que saben el daño tan terrible que las iglesias están provocando para que los dos derechos humanos sean respetados en el mundo. Quizás el cristianismo es el poder que más se ha opuesto a que las personas LGTB puedan vivir seguras, en paz y felices. Si soy sincero no todas las entidades LGTB respondieron afirmativamente a nuestra invitación, pero también es cierto que la mayoría sí lo hicieron, y lo hicieron sin saber exactamente en que tipo de comunidad entraban. La realidad mostró una vez más como personas que han tenido que vivir el estigma que el cristianismo ha potenciado contra ellas, son capaces de entrar en una iglesia para explicar como trabajan todos los días por hacer más fácil la vida de cientos de miles de personas.

IMG-20140622-WA0004 (1) Y cuando una tras otras, las personas de estas entidades nos explicaban su labor, me sentí profundamente interpelado. Desde el Projecte Coratge nos explicaron que todavía hay que ayudar a gente que ha sufrido las terapias reparativas, La Associació de Families Lesbianes i Gais su labor por defender los derechos de niños y niñas que forman parte de famlias LGTB. Acathi nos ayudó a ver la necesidad de muchas personas LGTB que vienen a Barcelona huyendo de la pobreza y la homofobia de sus países, homofobia que en algunos casos pone en peligro sus vidas. El GAG nos explicó su trabajo con personas transexuales y transgénero, personas empujadas a la marginalidad en la mayoría de ocasiones. La Fundació Enllaçnos permitió ver la necesidad que tenemos las personas LGTB de ver respetada nuestra diversidad también cuando somos mayores. La necesidad de acompañar a personas mayores que debido a la homofobia tenemos un mayor índice de soledad en la vejez que otros colectivos.

 Todas estas asociaciones no ayudaron a ver las necesidades de un colectivo que ha tenido que crear sus propias estructuras para apoyarse y ayudarse. Un colectivo que ha entendido muy bien eso de que hay que ayudar al prójimo, que no se puede permitir que una persona pierda su dignidad o sea tratada de manera injusta. Que hay que construir un mundo nuevo donde todas y todos tengan los mismos derechos.

 Fue El Projecte del Noms la entidad que me hizo sentir más incómodo en mi banco. Nos explicaron que nacieron hace más de dos décadas cuando la epidemia del SIDA estaba en el punto más alto. Los hospitales de nuestra ciudad, como los de otras ciudades del mundo, estaban llenos de personas que morían y nadie podía hacer nada por evitarlo. Lo único que se podía hacer era acompañarlas y estar a su lado hasta el final. Evangelio, pensé yo, evangelio puesto en práctica por personas que mayoritariamente no son cristianas. Pero no me sentí bien, y lo digo con sinceridad y sin intentar tirar piedras contra nadie: ¿dónde estábamos las cristianas y cristianos entonces?  ¿cómo fue posible predicar el evangelio cada domingo y actuar como si aquella epidemia no tuviera nada que ver con nuestra fe? ¿Cómo es posible que desde el fundamentalismo menos evangélico se culpabilizara a personas enfermas que se enfrentaban a la muerte? Este fue el momento que me llevaré de la celebración, el momento en el que una persona se subió a un pulpito y me recordó que a veces los prejuicios no me permiten ser realmente cristiano. Que los prejuicios me alejan del prójimo, del seguimiento de Jesús.

 Vivimos ya en otro mundo, y las comunidades cristianas no se han dado cuenta. Todavía reducen la vida de millones de personas al discurso de siempre: “los más conservadores piensan así, no podemos crear un enfrentamiento, no podemos hacer esto o aquello”… pero eso no tiene nada que ver con la vida que tiene lugar fuera de la iglesia. Allí fuera hay personas LGTB que viven, aman, tienen hijos e hijas, sufren, envejecen, enferman… y tienen que buscar sus respuestas sin que el cristianismo les envíe una propuesta que les pueda dar también sentido a sus vidas. Con toda sinceridad creo que las iglesias deberían pedir perdón a las personas LGTB por el comportamiento que han tenido hacia ellas y por apropiarse de un evangelio que al final no están viviendo. Los colectivos LGTB tienen mucho que enseñar a las iglesias de lo que significa dignificar a quienes han sido humillados. En este momento creo que las personas LGTB tienen mucho que aportar a las iglesias, y cuando se les da una oportunidad, como en esta celebración ecuménica, dejan fuera el odio recibido y suben a un púlpito para explicar como trabajan por los derechos humanos.

 Quizás, como nos recordaron los colectivos que nos acompañaron, es eso lo que debemos hacer las personas cristianas LGTB: olvidarnos de lo que las comunidades no pueden, saben o quieren hacer, y centrarnos en ser sensibles a las necesidades de los que tenemos más cerca y viven una experiencia de exclusión.

 Termino mi visión particular de la celebración con un texto que leí yo mismo al comienzo de dicha celebración, un texto del pastor Enric Capó con el que nos invitaba a trabajar por la justicia: “Si tenemos clara cual es nuestra esperanza, cuales son las cosas que queremos y que Cristo nos quiere dar, no podemos dejar de luchar por ellas. Hemos de convertir la esperanza en una realidad presente, en cosas concretas, reales, tangibles. Si esperas la paz, la justicia y el amor, lucha por ello. No esperes al más allá, también aquí es posible conseguirlas, aunque sea en la pequeñez y la imperfección[2]”.

 Carlos Osma

 [1] Para ver imágenes de la celebración: http://protestantsinclusius.blogspot.com.es/2014/06/celebracio-ecumenica-pride-2014.html

[2] Capó, E. “Per què i per a què sóc cristià”. (Madrid: Ediciones Fliedner, 2011, p. 95).

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“Te acepto como mi compañero para siempre”, por Carlos Osma.

Viernes, 11 de julio de 2014
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resize_galleryUn precioso testimonio que hemos leído en Homoprotestantes:
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Barcelona, Diciembre de 2007
 
Es sábado por la tarde y para las fechas en las que estamos no es un día excesivamente frío. Llevo zapatos, vaqueros, camisa y americana; y ahora estoy buscando en el baño alguna crema y un perfume. Manel entra para avisarme de que Lluís, Georgina y Carmen han llegado. Está guapo, pienso al verle, y le digo que salgo en dos minutos. En estos tres años no sólo hemos cambiado de piso, también hemos cambiado nosotros. No sé si hemos madurado, si nos hemos cansado de pedir disculpas por amarnos, o las dos cosas, pero ya no vamos pidiendo aceptación, ya no hay secretos ni autocensuras. Hemos aprendido que para poder vivir felices tenemos que rodearnos de la gente que nos quiere de verdad y a la que nosotros queramos tal y cómo es. Todo lo demás ya sabemos que no nos lleva a ningún sitio, y no queremos perder más el tiempo. Hay personas a quienes nos ha dolido perder, pero es mejor así, es demasiado cansado vivir con sus normas y la homofobia de la que no pueden o no quieren desprenderse.
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Salgo de la habitación y me cruzo con mi madre, lleva un vestido precioso, está contenta pero sé que en el fondo echa de menos a algunas personas, le hubiese gustado que las cosas fueran de otra manera. No importa, está aquí y para mí es importante. “Ama, llevas un peinado muy bonito”, le digo, y ella responde: “Demasiado moderno para mí, mira que flequillo me han dejado, en Burriana me lo hubieran hecho mejor”. Paso por la habitación donde Marta, mi hermano Jorge y mi hermana Esther están dándose los últimos retoques. “¡No me lo puedo creer!” grita mi hermana Esther. “¡Venga, venga, que llegamos tarde, hay que salir ya!”, les digo. Entro en el comedor e inmediatamente después de saludarme Carmen me coge del brazo me coloca al lado de Eric y Manel y nos hace una foto. “Estáis perfectos, yo ya me voy para allá que no quiero llegar la última”. Con ella salen todos despidiéndose con dos besos, pero antes de salir mi madre pregunta: “¿Y vosotros con quién vais?”. “Tranquila ama que vamos en el coche de Lluís y Georgina”. Se cierra la puerta y nos quedamos los cuatro hablando y riendo para dar tiempo a que todo el mundo llegue antes que nosotros.
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Llegamos a la iglesia en veinte minutos, nos recibe Mónica con el típico protocolo alemán. Ayer hizo venir a la gente a ensayar para que todo salga perfecto. “Muchas gracias Mónica por lo que has hecho”, le dice Manel. “Mi hijo también es gay, y creo que nunca podré organizarle una cosa así. Lo he hecho como si estuviese haciéndolo para él”. A su lado hay una mujer que nunca había visto, de unos sesenta años y pelo blanco recogido en un gran moño. “Perdonad que me haya tomado la libertad”, nos comenta Mónica, “es una amiga de la iglesia que vive con su compañera desde hace muchos años y me ha parecido buena idea invitarla”. Le decimos que no hay ningún problema. Entramos en el templo, allí nos encontramos con nuestra familia. Así lo siento y así lo hemos aprendido estos últimos años, la familia no viene determinada por la sangre o los genes, sino por el amor. Cuántos problemas y dolores de cabeza nos habríamos ahorrado si lo hubiésemos sabido antes. Aquí están las personas que nos quieren y a las que nosotros queremos, aquí está nuestra familia. Con ellos queríamos estar un día como hoy, por eso estamos felices.
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Nos sentamos en el primer banco, me estoy emocionando, frente a nosotros el pastor Enric Capó se dispone a decir unas palabras: “Este acto es una fiesta para celebrar el matrimonio de Manel y Carlos y pedir sobre ellos la bendición de Dios”. Nunca, jamás había pensado que algo así sería posible, y ni todo lo que hemos luchado para conseguirlo me hace creer que lo merezcamos, por eso lo vivo como un regalo. Miro a Manel y pienso que soy una persona afortunada, le quiero y él me quiere, tengo suerte de compartir mi vida con él. Mi sobrina Selma toca al piano una pieza de la película “Amelie”, tengo al lado a mi madre, sé que está pensando que mis hermanos mayores no han venido, le cojo de la mano y se la aprieto con fuerza. A mí también me dolió al principio, pero ya he pasado el duelo y la vida sigue, mi familia está aquí y estoy contento. Me giro y veo caras sonrientes y alguna que otra lágrima, seco las mías, cierro los ojos y por unos instantes me transporto a la playa de la Concha donde hace siete años empezó todo, estoy tranquilo sentado junto a Manel bajo unos arcos mirando una maravillosa puesta de sol.
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Llega el momento, Enric nos hace avanzar unos pasos y nos invita a expresarnos mutuamente los votos. “Yo Manel te tomo a ti Carlos como esposo para compartir mi vida contigo, tanto en los momentos buenos como en los difíciles. Te aseguro mi amor por ti y mi voluntad de compartir contigo toda la vida. Te acepto como mi compañero para siempre”. Tomo aire, y le digo lo mismo. Después Iker, el sobrino de Manel, trae los anillos. Enric nos mira a los dos, “que estos anillos os recuerden siempre vuestros votos y que sean bendecidos por el amor con el que han sido dados”. Manel coge uno, me mira nervioso y mientas lo pone en mi dedo va diciendo unas palabras, después cojo yo el otro y al colocárselo le digo lo mismo: “Te pongo este anillo como símbolo de mi amor por ti”. Enric pide a todos los asistentes que se pongan de pie, coge nuestras manos y las aprieta firmemente con las suyas mientras hace una oración: “Que Dios bendiga esta unión para toda la vida. Que Dios os bendiga y os guarde. Que os haga ver la claridad de su mirada y se apiade de vosotros. Que fije sobre vosotros su mirada y os dé la paz”. Todos al unísono decimos: “Amén”. Después Manel hace el amago de volver al asiento, yo no le dejo, lo cojo de la mano, lo atraigo hacia mí y nos damos un beso. Se oyen aplausos, y antes de que empecemos a descorchar allí mismo unas botellas de cava para brindar juntos, la gente se acerca para felicitarnos. Aunque suene tópico, sé que nunca olvidaremos este momento.
Familias-también-Portada-contraportada-Definitiva1
Este texto es un fragmento del libro “Familias También”. Libro que recoge diez relatos de vida en el que de una manera fresca, dinámica y directa se exponen las dificultades, las luchas y también las alegrías que muchas personas lgbt han tenido que afrontar para poder ser madres y padres. 
 
Un libro que la editorial Bellaterra acaba de publicar y que desde Homoprotestantes os recomendamos leer. Si todavía no teníais un libro pensado para regalar o autoregalaros el próximo 23 de Abril día de Sant Jordi (día del libro), pues aquí tenéis uno perfecto. 
 
Y si no queréis o podéis la Libería Virus puede hacéroslo llegar a casa.
 
Carlos Osma

Espiritualidad, General, Historia LGTBI , , , , , , ,

“Una cárcel heterosexual”, por Carlos Osma.

Jueves, 26 de junio de 2014
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feligresesDel blog Homoprotestantes:

Hemos esperado a que la reunión estuviera ya empezada para entrar en la iglesia, hace años que no volvía a este lugar donde pasé tantos buenos momentos. Hubiéramos preferido no venir, pero los compromisos familiares nos obligan a hacer cosas como ésta. Esperábamos poder sentarnos en el último banco para no llamar mucho la atención, pero la iglesia estaba a rebosar y sólo quedaba un par de sitios en las filas de delante. Quedarnos allí de pie era absurdo así que con nuestra mejor cara hemos caminado por uno de los laterales de la iglesia hasta los asientos disponibles.

“Hoy no es mi día, no teníamos que haber venido”, me digo a mí mismo mientras respondo con un escueto hola a mi compañera de banco que me mira con cara de pocos amigos. Se llama Laura y tenemos más o menos la misma edad. Eso hizo que coincidiéramos en el grupo de jóvenes hace casi veinte años. Ahora es una psicóloga de prestigio dentro del “mundillo” evangélico de esta pequeña ciudad, aunque le costó Dios y ayuda sacarse la carrera. Ha dado alguna charla sobre homosexualidad para explicar lo enfermos que estamos los homosexuales y la manera de superar todos nuestros traumas infantiles. Siempre ha sido una persona poco reflexiva y sin ninguna empatía, aunque con las cosas claras y sabiendo donde quería llegar. Ella tampoco lo ha tenido fácil, me digo.

Mientras suena la última canción de importación con una música machacona y una letra repetitiva, me atrevo a mirar a mi alrededor para ver si encuentro al padre de Laura. Está dos filas detrás de mí, a la izquierda, sentado junto a su mujer. Lo veo envejecido, se llama Daniel, y tendrá algo más de sesenta años; evangélico de toda la vida. Todo el mundo sabe que es gay, lo sacó del armario un antiguo pastor de esta ciudad de provincias que jugaba a ser psicoanalista en temas de sexualidad. Daniel además de tratarse en el despacho pastoral de su “problema”, llevaba la tesorería de la iglesia. En medio de una reunión de esas que hacemos a veces en las iglesias evangélicas para tirarnos las cosas a la cabeza, le dijo al pastor que había cosas en las cuentas que no cuadraban y que tenía que explicar donde había ido el dinero. El psicoanalista-pastor enfadadísimo se levantó y gritó a los cuatro vientos que Daniel era gay… fue el último día que Daniel pisó aquella iglesia, y desde entonces se reúne en ésta. Su antiguo pastor siguió con sus tropelías en el campo sexual y pastoral hasta que hace unos años su hijo mayor salio del armario, dejando a su padre, en una situación bastante complicada. Fue entonces cuando decidió jubilarse.

Daniel nos mira a veces cuando cree que no nos damos cuenta, y si le devuelvo la mirada baja la suya. Sólo hemos hablando una vez en la vida, hace ahora mil años, y de cosas intrascendentes. Siempre me ha parecido un buen hombre; completamente derrotado, pero un buen hombre. Todo el mundo murmura tras él, y lo sabe, todo el mundo habla de lo suyo cuando él no está, y eso le hace daño. Después siempre le ponen buena cara, a él y a su mujer… Una mujer a la que la situación superó completamente y que desde entonces no levanta cabeza. Al menos es eso lo que se dice por detrás. Se la ve triste, sentada junto al hombre al que ama, pero sabiendo que jamás sabrá lo que es sentirse amada.

No sé si hace cuarenta años Daniel tenía otra posibilidad, o si estaba condenado a vivir en una cárcel heterosexual. Pero cuando nos mira veo en sus ojos que le duele tener delante de sus narices algo que creyó era imposible: dos hombres cristianos que se quieren y no renuncian a su fe. Daniel sufre cuando nos mira, se sabe engañado, quizás piensa que es tarde para él. A mí también me produce dolor mirarlo; está sólo, muy sólo. Viene todos los domingos a la iglesia, sus hijas e hijos también son cristianos, como lo fueron su padre y su madre… pero el evangelio, o lo que él consideraba que era evangelio, lo ha destruido. Todo el mundo está contento con su “castración”, con su renuncia… todo el mundo le pone buena cara, susurra a sus espaldas, y después marcha a casa junto a la persona que ama. Pero Daniel no pudo, no fue capaz, quizás le falto valor, o le supero la situación. Siempre se ha sentido culpable por ser como es, imagino que si pudiera volver a nacer, escogería no ser gay… escogería no sufrir. Escogería no volver a la falsa vida que le espera al salir de la iglesia, escogería no sentirse responsable del sufrimiento de tanta gente, escogería que su hija cristiana que da charlas sobre como curar la homosexualidad, no le despreciase.

Termina el terrible culto, nos levantamos e intento ir hacia donde está mi madre, en el camino todo el mundo nos mira de reojo, pero no quieren saludarnos. Intento dos o tres veces ser yo el que salude, pero la situación es muy tensa y decido no malgastar más energías. Como dijo una amiga cuando le expliqué que hoy vendría a la iglesia; estoy en territorio enemigo. Pero de pronto noto una mano en el hombro, me giro, y es Daniel… me da un abrazo con fuerza y me dice: “Dios te bendiga”. Sabe que mucha gente nos mira, también su mujer y su hija, que están a escasos metros, pero lo veo decidido, con coraje. No sé que decirle, me ha pillado de improviso, sólo acierto a responderle lo mismo: “Dios te bendiga”. Me pregunta si es verdad que tengo dos hijas, y le digo que sí pero que hoy no han podido venir. Le presento a mi marido, y lo saluda amablemente. “Que nadie os quite lo que tenéis, luchar por lo que habéis conseguido, y por los que vienen detrás”. Después nos dice que tiene que marcharse, y soy yo ahora el que le da un fuerte abrazo de despedida, y le da las gracias. Después veo como va hacia donde está su esposa y su hija, y los tres salen de la iglesia, mientras el resto les mira.

Creo formar parte de una generación lgtb de transición, sé que hemos llegado hasta aquí, no por gente como Daniel, sino por gente que en las mismas circunstancias que él decidió ser sincera. Fueron mujeres y hombres muy valientes, verdaderos héroes y heroínas a los que nunca podremos agradecer suficientemente el legado que nos han dejado. Pero también hubo gente que no pudo ser valiente… es estúpido exigir a todo el mundo un comportamiento sobrehumano… y su vida y su experiencia, llena de cobardías, de renuncias, pero también de momentos ejemplares y de dignidad, debería también ser rescatada para que las generaciones futuras, que ahora viven las cosas con mayor libertad, entiendan exactamente como vivieron las personas lgtb no hace tanto tiempo.

Nuestra generación lgtb no debería dejar un relato simplista y reduccionista de héroes y cobardes a quienes vienen detrás. Sino ser transmisora de los relatos de vida lo más reales posibles, con sus luces y sus sobras, que permitan entender mejor como fue la realidad a la que se tuvieron que enfrentar millones de personas por la discriminación absurda que padecieron.

Carlos Osma

Espiritualidad, General, Homofobia/ Transfobia., Iglesias Evangélicas , , , ,

“Dietrich Bonhoeffer. La gracia cara”, por Carlos Osma.

Jueves, 15 de mayo de 2014
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bonhoeffer2Un buen artículo de uno de mis teólogos favoritos y que publica Homoprotestantes:

El pasado 9 de abril se cumplieron 69 años de la muerte del  pastor y teólogo alemán Dietrich Bonhoeffer. Un hombre que rechazó toda escapatoria “espiritual” ante la barbarie nazi, y que entendió el llamado cristiano como entrega total a la realidad del mundo. Su mensaje, poseedor de la fuerza que imprime la acción a la palabra, produce tanto admiración como rechazo, pero ha influido profundamente en la Iglesia que le sucedió.

 Nace en Breslau el 4 de Febrero de 1906 en una familia numerosa, burguesa y culta. Con apenas 6 años, su familia se traslada a Berlín donde el padre trabaja como profesor de Psiquiatría y Neurología en la universidad. Pese a que su madre era hija y nieta de teólogos, sorprendió que Dietrich decidiera estudiar teología, cosa que hizo con éxito en Tubinga y Berlín. Su tesis doctoral “La comunión de los Santos”, defendida en 1927, refleja ya su interés por la esencia de la Iglesia.

 Continúa su formación como vicario, en la Iglesia Evangélica alemana de Barcelona, en 1928. Allí, además de reflexionar sobre cómo llevar el evangelio a cada clase social, se pregunta sobre la relación entre mundo y Dios: “La tierra es nuestra madre, como Dios es nuestro padre, y pone en brazos del padre únicamente al que permanece fiel a su madre [1].

 Dos años después estudiará en Nueva York donde conoce el protestantismo americano. Lo define como: “Una especie de club social” o “un protestantismo sin reforma” pero queda influido por la dimensión social del evangelio, la convivencia entre distintas razas y el comportamiento de las iglesias en unos momentos de crisis.

 A su vuelta a Berlín imparte clases en la Universidad [2]. Su forma de entender la iglesia ejerció sobre sus alumnos tanto fascinación: “En la comunidad uno se convierte en Cristo para el otro. Los miembros no están desligados unos de otros”, como escándalo: “La Iglesia…se sitúa en la periferia de la vida… Pero ella querría estar en el centro y por eso habla, juzgando y condenando, sobre cuestiones centrales de la vida. Así es como se hace despreciable y odiosa”.

 Cuando en 1933 Hitler es designado canciller del Reich la Iglesia se divide, la mayoría son simpatizantes del nacionalsocialismo, pero los teólogos Barth, Niemöller y el propio Bonhoeffer forman La Iglesia Confesante. Mientras Barth y Niemöller toman una postura más neutral y trascendente Bonhoeffer se enfrenta al nazismo advirtiendo de los peligros hacia los que su país se encaminaba. Decepcionado, parte hacia Londres donde informa sobre la situación a las iglesias extranjeras, llamándolas a intervenir proclamando la ilicitud de la guerra: “No hay camino para la paz que pase por el camino de la seguridad. Porque la paz supone audacia y es un gran riesgo”.

 En 1935, animado por Barth, decide volver y reunir a jóvenes teólogos en un seminario. En esta etapa encuentra en la Biblia su camino, el Sermón del Monte le dirige hacia el servicio y el sacrificio absoluto.  Es entonces cuando escribe una de sus más bellas y, a la vez, exigentes reflexiones: “La gracia barata es la gracia sin seguimiento de Cristo, la gracia sin cruz…la gracia es cara porque le ha costado cara a Dios, porque le ha costado la vida de su Hijo, y porque lo que le ha costado caro a Dios no puede resultarnos barato a nosotros [3]”.

 Pero en 1939 está arrinconado: no puede vivir en Berlín, hablar en público o publicar, por lo que huye a Estados Unidos. Semanas después vuelve: “Si no participo con mi pueblo de las pruebas actuales, no tendré derecho a reconstruir la vida cristiana en Alemania después de la guerra”, y se encuentra con una Iglesia Confesante debilitada por las represalias. En este punto decide colaborar con la Abwehr (organización militar de contraespionaje), donde participa en diferentes complots contra la vida de Hitler. Sabedor de situarse en contra de la tradición cristiana pregunta a sus compañeros: “¿Darían ustedes la absolución a un tiranicida?”.

 Finalmente es detenido en abril de 1943 y conducido a la prisión de Tegel donde convivirá con hombres a los que no les interesa la religión. Se cuestiona entonces: “¿Hay Cristianismo sin religión? ¿Cómo hablar de Dios sin religión?”. Rechaza también la idea de un Dios omnipotente y toma como modelos la encarnación y humildad de Cristo:“El Dios que está con nosotros es el que nos abandona…Ante Dios y con Dios, vivimos sin Dios. Dios consiente en ser desalojado del mundo y clavado en la cruz. Dios es impotente y débil en el mundo y solamente así está con nosotros y nos ayuda [4]”.

 La situación se complica al descubrirse su verdadera participación en la resistencia. Cuando Hitler está a punto de caer, decide la muerte de algunos hombres, entre ellos Bonhoeffer. En el campo de Flossenburg es juzgado, declarado culpable y ahorcado, tenía 39 años. Sus últimas palabras lo muestran sin miedo y con la seguridad que da una fe que ha sabido amar al mundo: “Voy hacia la libertad que da la muerte y voy hacia la alegría”.

Carlos Osma

BIBLIOGRAFÍA

 A parte de la bibliografía referida en las notas a pie de página son dignos de mención, para profundizar en la vida y  pensamiento de Bonhoeffer, las siguientes obras:

– Bonhoeffer, D. Cartas de amor desde la prisión. (Madrid: Editorial Trotta, 1998).

–                          Ética. (Madrid: Editorial Trotta, 2000).

–                         Redimidos para lo humano. (Salamanca: Ediciones Sígueme, 1979).

–                         Vida en comunidad. (Salamanca: Ediciones Sígueme, 1995).

 [1]Si no se dice lo contrario todas las citas han sido tomadas de: Hourdin, G. Bonhoeffer. Una Iglesia para mañana. (Madrid: Ediciones Bailén, 1972).

[2]Uno de estos semestres de docencia queda recogido en: Bonhoeffer, D. Creer y Vivir. (Salamanca: Ediciones Sígueme, 1985).

[3]Bonhoeffer, D. El precio de la gracia. (Santander: Ediciones Sígueme, 1986, Págs. 16-17).

[4]Estas y otras reflexiones aparecen en sus cartas publicadas en: Resistencia y sumisión. (Salamanca: Ediciones Sígueme, 2001).

 NOTA

 Publicado en la Revista Cristianismo Protestante en Julio de 2005

Espiritualidad, Iglesia Luterana , , , , , , , , , , , , , ,

“Marcos, Dios te ama”, por Carlos Osma.

Viernes, 31 de enero de 2014

Interesante artículo publicado en Homoprotestantes:

  Hace dos días me envió un mensaje, en realidad era sólo una frase donde me preguntaba si había una iglesia cristiana gay en Barcelona. Al final hemos quedado hoy cerca de casa para conocernos y hablar un poco. He llegado cinco minutos tarde, él ya estaba allí, nos hemos dado la mano y para romper el hielo le he preguntado si hoy había tenido clases. Me ha dicho que no, que hoy no. Tendrá veintitantos, le cuesta mirarme a la cara y le noto muy nervioso. Mientras nos acercamos a un bar cercano vamos hablando de sus estudios, de la beca que le ha traído a Barcelona y de que no volverá a su ciudad hasta dentro de dos años. Por como me lo ha dicho no sé si esto último le parece bueno o malo, pero he preferido no preguntárselo.

Al llegar al bar nos sentamos y pedimos una cerveza cada uno, creo que le ha hecho gracia que pida una cerveza, me ha comentado que en su país los cristianos no suelen beber alcohol. Después, cuando la camarera se ha ido, ha explicado que no vive bien el hecho de ser gay y cristiano, que ha hecho todo lo posible por dejar de ser gay, y que durante meses se ha sometido a una terapia de reconversión. Me ha mirado fijamente a los ojos por primera vez y me ha preguntado cómo puede una persona hacer compatible su fe y su orientación sexual. Y me lo ha preguntado como quien se está hundiendo en el mar y grita que necesita un salvavidas. Le he tocado el hombro con la mano y le he dicho: Marcos, Dios te ama.

Siempre me pasa lo mismo, todo esto me hace retroceder mil años, y me acuerdo de todas las cosas que a mí me hubiera gustado escuchar cuando estaba al otro lado de la mesa. Si hubiese sido valiente le hubiera dado un abrazo, pero no lo he sido, y sólo me he atrevido a ponerle la mano sobre el hombro. Le he pedido que se olvide de las condenas que ha escuchado desde que era niño, de todos los mensajes negativos sobre su forma de amar y desear y que se pregunte qué hay de malo en lo que él siente; en enamorarse de otros hombres. Intentaba que viera que su odio a sí mismo no nace de cómo él es, sino de una ideología a la que no le gusta la gente distinta. Pero me ha sido imposible, es incapaz de mirarse a sí mismo sin las lentes de la homofobia.

“Nunca me he enamorado”, me ha dicho después. Ha cogido carrerilla y ha empezado a nombrar toda una serie de prejuicios sobre la homosexualidad: que los homosexuales nunca pueden ser felices, que son infieles, que uno de ellos se comporta como una mujer…. “Marcos Dios no sólo te ama como eres, sino que quiere que seas así. Él te ha hecho tal y como eres, y cuando huyes de ti mismo, estás huyendo de Dios también. No encontrarás a Dios en esos mensajes que no te aceptan”. Ha vuelto a bajar la cabeza y me ha dicho que no siente que Dios le ame así, se ha creado un silencio tenso, y ha añadido: “he intentado suicidarme varias veces”. Le he tocado el brazo derecho con la mano y he dicho: “la homofobia te está matando, pero Dios puede salvarte… de eso va en realidad el cristianismo, de vida y salvación”.

Creo que mis palabras han rebotado contra un muro que él no ha construido pero que lo está asfixiando. De pronto ha recitado un texto de la Biblia de memoria: “ no yacerás con hombre como con mujer” , y le he respondido que la Biblia tiene miles de versículos en los que Dios quiere hablarle, no sólo cuatro. Que para muchos heterosexuales la homosexualidad aparece en la Biblia sólo cuatro veces, pero que para los homosexuales cada uno de los versículos de la Biblia están dirigidos a ellos. Y que en esos versículos Dios les guía y les muestra su amor, no una condena absurda. Le he explicado que leer la Biblia al pie de la letra es suicida, y que en realidad nadie lo hace. No le ha convencido, así que le he recomendado que si quiere cumplir al pie de la letra el texto que había citado, podía mantener sexo de pie. Se ha reído por primera vez.

No es la primera vez que me pasa algo parecido, y me siento impotente. No sé cuál es la manera de romper esa red diabólica en la que Marcos está atrapado. Ojala todo fuera más fácil y con sólo unas palabras se lograsen borrar todas las mentiras que impiden a personas como Marcos sentirse amadas por Dios. Pero la realidad siempre es más complicada.

Hemos estado hablando durante dos horas y media, hay veces que me atendía con interés, otras en las que no entendía lo que le decía. Pero Marcos ha escuchado desde antes de tener uso de razón, que Dios no le quiere. Y lo ha oído de labios de su padre, de su madre, de sus hermanos, del pastor y de cada uno de los miembros de su iglesia. Nuestras dos horas y media siento que son como una gota de verdad en un mar de engaño. Pero no me he dado por vencido, y antes de que nos despidiéramos le he vuelto a decir: “Marcos Dios te ama, y te ama como eres, piensa en todo lo que hemos hablado”. Me ha dicho con una sonrisa que lo haría, y después ha vuelto sólo a su mundo, mientras yo volvía a mi vida.

La homofobia no es un tema, la homosexualidad no es una postura teológica. Quienes se siguen moviendo en esas coordenadas, que tristemente son mayoría incluso en las iglesias más progresistas, no saben en realidad de qué están hablando. La homofobia es una ideología criminal que destruye la vida de muchas personas, y que crucifica a quienes se oponen a ella. La homofobia es la negación de la realidad que hace que muchas personas vivan humilladas, escondidas o relegadas a un segundo plano, en nombre de una ideología heteronormativa que muchos llaman voluntad divina. Y la homofobia es un pecado que mata, todavía hoy, en una ciudad moderna y cosmopolita como Barcelona. Quien relativiza el drama se aleja del evangelio.

Marcos, si lees esto, que no se te olvide: Dios te ama.

Carlos Osma

Cristianismo (Iglesias), Espiritualidad, General, Homofobia/ Transfobia., Iglesias Evangélicas , , ,

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