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“Una sociedad libre de homofobia, un reto para los cristianos – 4”, por José Antonio Pagola

Sábado, 22 de octubre de 2016
Comentarios desactivados en “Una sociedad libre de homofobia, un reto para los cristianos – 4”, por José Antonio Pagola

lgtb_pagolaLos hermanos y hermanas del Grupo Cristiano Betania de Aldarte, Bilbao, nos han enviado amablemente este texto que agradecemos y que publicaremos en cuatro partes sucesivas…

Ponencia de José A. Pagola impartida en la universidad de Deusto el 11 de mayo de 2016, organizada por las comunidades de Betania LGTB y otros colectivos cristianos. CUARTA PARTE:

6. La necesidad de promover una mirada más humana, misericordiosa y justa sobre la experiencia homosexual

Como decía anteriormente, el Sínodo sobre la Familia ha terminado sin abordar directamente la cuestión de la homosexualidad, pero entre los temas pendientes ha quedado uno: reconocer “los elementos positivos” que se transparentan en las llamadas uniones estables de personas homosexuales”. Pues bien, creo que esa búsqueda algo se está moviendo en la Iglesia. Es posible observar que jerarcas, teólogos y pastoralistas católicos van delineando poco a poco desde diversas perspectivas un horizonte más amplio para discernir y valorar la experiencia homosexual de manera más positiva  y más evangélica.

Ya en 1999, en el Sínodo sobre Europa, el General de los dominicos, Timothy Radcliffe, bien conocido por su preocupación por las personas homosexuales, tuvo una intervención donde advirtió a los obispos europeos que “la autoridad de la Iglesia solo convencerá si es capaz de acompañar a las personas, si está atenta a sus desengaños, a sus peticiones y a sus dudas… La Iglesia no tendrá autoridad (para las personas homosexuales) si no aprende su lenguaje ni acepta sus dones [Paolo Gamberini, “Parejas homosexuales. Vivir, sentir y pensar de los creyentes”, en Selecciones de Teología (2016) 267].

Posteriormente varios jerarcas europeos se han pronunciado afirmando de diversas maneras que en el amor homosexual hemos de reconocer elementos positivos que son constitutivos de las persona humana creada a imagen de Dios. Entre los más conocidos, el cardenal Cristobal Schönborn, arzobispo de Viena en una intervención en el Sínodo Extraordinario sobre la Familia; el cardenal Reinhard Marx, arzobispo de Munich, miembro del Consejo de Cardenales del Papa, o el obispo de Amberes Johanj Bonny, que considera que la Iglesia debiera reconocer en las uniones de homosexuales los valores de amor, fidelidad y compromiso.

Pero, seguramente, quien ha hablado con más claridad ha sido el cardenal Carolo Martini, arzobispo de Milán, que ha afirmado que “las uniones homosexuales… pueden testimoniar el valor de un afecto reciproco”. Por eso, si un creyente homosexual llega a madurar la elección de vivir con una pareja del mismo sexo, Martini invita “a no demonizar ni condenar al ostracismo tal elección. El criterio para juzgar tal relación será la fidelidad en la relación, la reciprocidad y el amor responsable” [Paolo Gamberini, a. c., 268 y 277].

Naturalmente es en los teólogos, moralistas y pastores donde se aprecia una voluntad más firme de repensar la actitud de la Iglesia para promover una valoración más justa y más humana. Solo señalaré tres perspectivas.

  • El teólogo moralista Pablo Romero ha recordado recientemente que la Iglesia ha de introducir la conciencia de que la orientación homosexual es “una realidad recibida” (de la vida, del azar, de la naturaleza, de Dios…). Por eso, la persona homosexual no podrá aceptarse a sí misma como don o como criatura agradecida a Dios si no puede reconocer que su orientación sexual concreta es “don de Dios” desde el que está llamada a realizarse. La persona homosexual es la primera que ha de ser educada y ayudada a pasar de una posible homofobia a una valoración positiva de su diferencia sexual o, si es creyente a una aceptación agradecida a Dios de su propio camino [Pablo Romero, “Uniones homosexuales: ¿Rechazo? ¿Misericordia? ¿Reconocimiento?”, en Selecciones de Teología (2016) 217, 28-29].
  • Por otra parte, en reacción a una moral de carácter objetivo y negativo, hay autores que insisten en que “es necesaria una moral del discernimiento sobre las relaciones para proponer al creyente homosexual un itinerario espiritual que le ayude a vivir a imagen de Dios (Paolo Gamberini). “Lo que evidencia la bondad moral de una relación viene dado por la capacidad que tiene de expresar de manera profunda, auténtica y convincente, el mundo interior de las dos personas; de crear las condiciones para un desarrollo de una verdadera interpersonalidad, la cual solo se realiza en la medida en que se abandona la tentación de tratar al otro (la otra) como objeto, y se reconoce a la vez su unicidad irrepetible y su inestimable dignidad (Gianni Piana) [Paolo Gamberini, a. c., 275-276].
  • En esta misma línea, Paolo Gamberini afirma que el objetivo de la ética que se ha de proponer a las personas homosexuales consiste en favorecer el crecimiento de las relaciones más auténticas según las condiciones. El creyente homosexual deberá optar por lo que le aproxime más a lo ‘mejor’ de la relación que está viviendo: con su propio cuerpo, con los otros y con Dios”. Desde esta perspectiva el bien moral consistirá en potenciar las relaciones con los otros y el mundo, consigo mismo y con Dios [Paolo Gamberini, a. c., 275-276].

lgtb_pagola-47. Promover la acogida en las parroquias y comunidades cristianas

Es importante, sin duda, la actuación de la jerarquía y el trabajo de los teólogos y moralistas, pero si queremos dar pasos decisivos para liberar a la Iglesia y a la sociedad de la homofobia es decisivo el clima de respeto, acogida y amistad que se puede generar en las parroquias, comunidades e instituciones y grupos cristianos. Desde esas bases se puede iniciar la reacción para ir cambiando la actitud global de la Iglesia ante las personas homosexuales. Tal vez tenemos que empezar por escuchar las palabras que Jesús nos está dirigiendo a todos: “Nací homosexual y no me estáis acogiendo”.

En el sínodo extraordinario de 2014, en la Relación después de la discusión se planteaba la acogida a las personas homosexuales en un tono positivo: “Las personas homosexuales tienen dones y cualidades para ofrecer a las comunidades cristianas: ¿estamos en grado de recibir a estas personas, garantizándoles un espacio de fraternidad en nuestras comunidades? (Relación, n. 50). Para decepción de bastantes, estas palabras no fueron recogidas. Solo se vuelve a la orientación de la Congregación para la Doctrina de la Fe (1986): “Toda persona, independiente de su propia tendencia homosexual, sea respetada en su dignidad y acogida con respeto, con la preocupación de evitar todo signo de discriminación injusta”.

Quiero comenzar con unas palabras llenas de sensatez evangélica y de realismo del papa Francisco: “La Iglesia está llamada a ser siempre la casa abierta del Padre… A menudo nos comportamos como controladores de la gracia y no como facilitadores. Pero la Iglesia no es una aduana, es la casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas (La alegría del evangelio 47).

Desde este horizonte hemos de trabajar para hacer que en nuestras comunidades cristianas se acoja, se escuche y se acompañe a toda persona homosexual, necesitada como todos de acogida, escucha y amistad.

  • Comunidades cristianas donde sean valoradas por su dignidad sin que su orientación sexual sea motivo de rechazo, discriminación, recelo, lenguaje ofensivo…
  • Comunidades cristianas donde puedan encontrar cauces adecuados para crecer como seguidores y seguidoras de Jesús, dando testimonio de su vida cristiana e integrándose activamente al servicio de la comunidad.
  • Comunidades cristianas en las que puedan encontrar amigos y amigas con los que poder compartir momentos difíciles de soledad, rupturas, discernimientos, toma de decisiones.
  • Comunidades cristianas que sepan solidarizarse y defender a toda persona homosexual de la estigmatización, la hostilidad, las humillaciones o burlas que pueda sufrir en nuestro entorno social o eclesial.
  • Comunidades cristianas comprometidas en concienciar a la Iglesia y a la sociedad para que se respeten los derechos de la población homosexual y se promueva todo lo que favorezca su convivencia digna y justa en medio de la mayoría heterosexual.

Dejadme terminar con un mensaje que quiero comunicar a la comunidad homosexual en nombre de Jesús. Es lo más importante que yo os puedo decir:

“Cuando os veáis rechazados en la sociedad o en la Iglesia,
sabed que Dios os está acogiendo.
Cuando os sintáis condenados por algunos sectores,
sabed que Dios os mira con ternura.
Cuando os sintáis solos, olvidados, pequeños y débiles,
escuchad vuestro corazón y sentiréis que Dios está ahí, con vosotros.
Aunque nosotros os olvidemos, Dios no os abandonará jamás.
No lo merecéis. No lo merecemos nadie,
pero Dios es así: misericordia insondable y bendición para todos”.

José A. Pagola
11/mayo/2016

Biblia, Cristianismo (Iglesias), Espiritualidad, General , , , , , , , , , , , , , , ,

“Una sociedad libre de homofobia, un reto para los cristianos – 3”, por José Antonio Pagola

Jueves, 20 de octubre de 2016
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Ponencia de José A. Pagola impartida en la universidad de Deusto el 11 de mayo de 2016, organizada por las comunidades de Betania LGTB y otros colectivos cristianos. TERCERA PARTE:

5. Introducir el principio-misericordia en el magisterio oficial de la Iglesia sobre la homosexualidad

Antes que nada, Jesús nos está reclamando una manera nueva de relacionarnos con el sufrimiento que hay en el mundo de las personas homosexuales. Todo aquello que impide, oscurece o dificulta a las personas homosexuales captar el misterio de Dios como misericordia, ayuda, perdón o alivio de su sufrimiento, ha de desaparecer de la Iglesia de Jesús pues no encierra la Buena Noticia de Dios, proclamada por él.

Vamos a comenzar considerando que introducir en la Iglesia el principio-misericordia puede exigir revisar, actualizar y enriquecer el magisterio oficial sobre la homosexualidad.

Antes que nada, hemos de alegrarnos y agradecer que, al final del Sínodo sobre la Familia, en su Exhortación “La alegría del amor” (AL 250), el papa Francisco hace dos afirmaciones importantes:

“Toda persona, independientemente de su tendencia sexual, ha de ser respetada en su dignidad y acogida con respeto, procurando evitar todo signo de discriminación injusta, y particularmente cualquier forma de agresión y violencia”.

“Por lo que se refiere a las familias, se trata por su parte de asegurar un respetuoso acompañamiento con el fin de que aquellos que manifiestan una tendencia homosexual puedan contar con la ayuda necesaria para comprender y realizar plenamente la voluntad de Dios en su vida”.

Sin embargo, hemos de decir que finalmente el tema de las personas homosexuales no se ha abordado directamente en el Sínodo sobre la Familia. El Papa, en su Exhortación final, afirma que la complejidad de algunos temas planteados nos mostró la necesidad de seguir profundizando con libertad algunas cuestiones doctrinales, morales, espirituales y pastorales (AL 2). Entre los temas que quedan pendientes se señalan dos respecto a la homosexualidad: “enfatizar la inaceptabilidad de discriminar a las personas homosexuales” y reconocer “los elementos positivos” que se transparentan en las llamadas uniones estables” (Relatio finalis).

Tal vez lo primero que se advierte en el magisterio oficial es que falta la mirada atenta y responsable al sufrimiento concreto de las personas homosexuales en su itinerario vital: en el contexto familiar junto a los seres más queridos; en su contexto social con frecuencia hostil (menosprecio, exclusión, maltrato sicológico y hasta físico…); en el contexto eclesial (incomprensión, estigmatización, marginación, condena moral.

Además, el magisterio oficial, redactado desde una actitud negativa y “globalmente condenatoria”, no permite percibir una preocupación real por responder a las verdaderas necesidades de las personas homosexuales que reclaman ser escuchadas, comprendidas y reconocidas en su condición homosexual. La Palabra de la Iglesia de Jesús ha de estar más pensada desde el sufrimiento y la situación real de las personas homosexuales y no solo desde la preocupación de elaborar la doctrina de una moral objetiva.

El mensaje de la Iglesia, movida por la misericordia insondable de Dios a todos y cada uno de sus hijos e hijas, no puede quedar reducida a una doctrina moral dictada de manera genérica a una “categoría” de personas llamadas homosexuales, sino que se debiera atender con atención lúcida, responsable y compasiva sobre todo a la necesidad de afecto, ternura, amistad, estabilidad emocional, seguridad… a la que esas personas encuentran la respuesta más adecuada y plena en individuos de su mismo sexo.

En coherencia con la actuación de Jesús hacia los sectores más despreciados y excluidos, su Iglesia ha de valorar y defender más la propia conciencia de las personas homosexuales e invitarles con confianza a hacerse ellos mismos responsables de su propia vida. En el magisterio oficial, condicionado por un enfoque “moral objetivista”, no se recoge con suficiente claridad la enseñanza del Concilio Vaticano II que afirma que toda persona “tiene una ley escrita por Dios en su corazón, en cuya obediencia consiste la dignidad humana y por la cual será juzgado”. “Esa conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que este se siente a solas con Dios, cuya voz resuena en lo más íntimo de ella (GS 16).

[Paolo Gamberini recuerda cómo el joven teólogo Joseph Ratzinger escribía como experto del Concilio que “se ha de obedecer a la propia conciencia, antes que toda otra cosa, incluso si es necesario, contra el requerimiento de la autoridad eclesiástica”. Parejas homosexuales. Vivir, sentir y pensar de los creyentes en Selecciones de Teología (2016) 216, 272-273].

Esta valoración y defensa de la propia conciencia de la persona homosexual es tanto más necesaria puesto que está expuesta permanentemente a ser juzgada, criticada, presionada o aconsejada por quienes viven desde una  condición heterosexual.

Una Palabra pronunciada por la Iglesia desde una preocupación real por no hacer todavía más dura la situación de las personas homosexuales de nuestros días, ha de eliminar ya de su lenguaje la consideración de la condición homosexual como “patología” (vitiata constitutio), atendiendo a la psiquiatría moderna más rigurosa.

Del mismo modo han de desaparecer del mensaje de una Iglesia de misericordia ambigüedades y silencios que provienen de una comprensión reduccionista e incorrecta de la sexualidad humana. No es admisible en la Iglesia de Jesús reducir la sexualidad a “genitalidad” para caer en una “moral biologicista” que olvida la importancia de la sexualidad para la autorrealización personal y como lenguaje y comunicación del amor. ¿Es justo que esta reducción lleve a presentar todo comportamiento homosexual como “intrinsecamente malo” y a considerar incluso la “misma inclinación como objetivamente desordenada”? ¿No es necesario revisar, completar y enriquecer este lenguaje desde una antropología más actualizada y desde un espíritu más evangélico?

lgtb_pagola-3-600x502Por otra parte, el magisterio oficial no puede quedar reducido a una condena objetiva sino que ha de tener una finalidad positiva. Si la Iglesia quiere anunciar la Buena Noticia de Jesús, habremos de esforzarnos mucho más en ofrecer a las personas homosexuales un proyecto humano y cristiano y unos cauces básicos para que, desde la aceptación e integración de su propia condición homosexual y orientados por su propia conciencia y un discernimiento responsable, puedan realizarse en su dimensión personal, interpersonal y social.

Así mismo en la Iglesia no podemos desatender la llamada de alerta que nos llega de hermanos y heramanas que acompañan a las personas homosexuales, comparten sus sufrimientos y las ayudan a superar sus dificultades personales y sus problemas de inadaptación social y eclesial. Esto es lo que dicen: la doctrina actual de la Iglesia, tal como es presentada, encierra el riesgo de llevar a algunas personas homosexuales a situaciones de crisis permanente, a la renuncia a toda relación humana profunda, al aislamiento, a la soledad y a la tendencia al autodesprecio. ¿Dónde, cuándo, cómo puede escuchar la Buena Noticia del Dios de la Misericordia la persona homosexual que se debate en la alternativa de iniciar una relación heterosexual forzada o de lo contrario aceptar una abstinencia de toda actividad sexual, a la que no se siente en absoluto llamada por Dios?

Por último, una cuestión decisiva. La reflexión moral sobre la homosexualidad se ha desarrollado sobre el presupuesto de que la sexualidad humana tiene como única finalidad la procreación. Desde esta concepción el comportamiento homosexual ha sido considerado contrario a la finalidad intrínseca de toda relación sexual. Sin embargo, desde hace algo más de cuarenta años, se va valorando cada vez más la aportación del Concilio Vaticano II sobre la doble finalidad del matrimonio: la procreación y la mutua comunión de amor (GS 50). Más en concreto, estos años se ha ido tomando conciencia de que la sexualidad humana no está orientada solo a la procreación ni se ha de reducir solo a la complementación genital, sino que está también orientada naturalmente a generar una relación amorosa auténtica (no de poder, dinero o sometimiento del otro…) sino de reciprocidad, responsabilidad, reconocimiento y cuidado mutuo.

Esta nueva perspectiva de la sexualidad humana, ¿no ha de tener repercusión alguna en la visión del amor homosexual? ¿No es esta una de esas cuestiones que, según el papa, la Iglesia ha de “seguir profundizando con libertad”? ¿No se está abriendo aquí una puerta más positiva y esperanzada para las personas homosexuales?

Es significativo que en la Relatio final del Sínodo Extraordinario del 2014 se decía que “sin negar las problemáticas morales relacionadas con las llamadas uniones homosexuales, se toma en consideración que hay casos en los que el apoyo mutuo, hasta el sacrificio, constituye un valioso soporte para la vida de las parejas” (Relación final n. 52). Esta puerta abierta tímidamente quedó enseguida cerrada por las corrientes más rigoristas de resistencia a Francisco. ¿Cuándo se volverá a abrir?

José Antonio Pagola
11/mayo/2016

Biblia, Cristianismo (Iglesias), Espiritualidad, General , , , , , , , , , , ,

“Una sociedad libre de homofobia, un reto para los cristianos – 2”, por José Antonio Pagola

Miércoles, 19 de octubre de 2016
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Ponencia de José A. Pagola impartida en la universidad de Deusto el 11 de mayo de 2016, organizada por las comunidades de Betania LGTB y otros colectivos cristianos. SEGUNDA PARTE:

3. La acogida de Jesús a “pecadores” más despreciados

Los evangelios destacan que lo que provocó más escándalo y hostilidad hacia Jesús fue su amistad con un colectivo bien reconocible de personas a las que se llamaba despectivamente “pecadores”. Nunca había ocurrido nada parecido en la historia de Israel. Ningún profeta se había acercado a ellos con la actitud de respeto, amistad y simpatía de Jesús. El término de “pecador” no tenía en tiempos de Jesús el contenido preciso que tendrá luego en Pablo de Tarso. A este colectivo de “pecadores” se los consideraba excluidos de la Alianza, bien por su vida inmoral, bien por su profesión, bien por su contacto con paganos, su colaboración con Roma, etc. Forman dentro de Israel un grupo proscrito y despreciado, sobre todo, por los sectores más observantes y rigoristas que los excluyen de la convivencia (banquetes, saludos, matrimonio…). Su conversión se consideraba prácticamente imposible. Los más conocidos eran los “publicanos” y las “prostitutas”.

Lo que más escandalizaba era la costumbre de Jesús de sentarse con ellos a comer en la misma mesa. No es algo anecdótico y secundario. Es el rasgo que caracteriza su modo de actuar con los pecadores más despreciados. En medio de un clima de condena y discriminación, Jesús introduce un “signo de acogida”. La reacción fue inmediata. Los evangelios recogen fielmente, primero la sorpresa: “¿Qué? ¿Es qué come con publicanos y pecadores?” (Marcos 1,16). No guarda las debidas distancias. ¡Qué vergüenza! Luego, la hostilidad, el rechazo y los insultos. “Aquí tenéis a un comilón y bebedor de vino, amigo de pecadores” (Lucas 7,34; Mateo 11,9). El asunto era explosivo. Sentarse a la mesa con alguien siempre es una prueba de respeto, confianza y amistad. No se come con cualquiera y menos en aquella sociedad donde se cuidaba tanto la propia santidad santa. ¿Cómo podía comer con pecadores e indeseables alguien considerado por muchos como “hombre de Dios”.

Pero, además, Jesús se acercaba a comer con ellos, no como un maestro de la Ley, preocupado por examinar su vida escandalosa, sino como profeta de la misericordia de Dios, que les ofrece su amistad y comunión. El significado profundo de estas comidas con pecadores consiste en que Jesús crea con ellos “comunidad de mesa” ante Dios. Comparte con ellos el mismo pan y el mismo vino; pronuncia con ellos “la bendición a Dios” y celebra anticipadamente el banquete final que, según anuncia Jesús, el Padre está ya preparando para sus hijos e hijas. Con este gesto profético Jesús les está anunciando la Buena Noticia de Dios: “Esta discriminación que estáis sufriendo dentro del pueblo elegido no refleja el misterio último de Dios. También para vosotros el Padre es misericordia y bendición”.
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La mesa de Jesús es una mesa abierta a todos. Dios no excluye a nadie, ni siquiera a los pecadores. En el proyecto del reino de Dios todo ha de ser diferente. No hay por qué reunirse en mesas diferentes. Jesús sabe muy bien que su mesa con pecadores no es la “mesa santa” de la que se enorgullecen los fariseos  ni la “mesa pura” de los miembros de la comunidad de Qumrán. Es la “mesa acogedora” de Dios. Con su actuación, Jesús no justifica la corrupción de los publicanos ni la vida de las prostitutas. Lo que hace es romper el círculo diabólico de la discriminación y abrir un espacio nuevo donde todos son acogidos e invitados a encontrarse con el Padre de la Misericordia. Jesús pone a todos, justos y pecadores, ante el misterio insondable de Dios. Ya no hay justos con derechos y pecadores sin derechos. A todos se les ofrece la misericordia infinita de Dios. Solo quedan excluidos los que no la acogen.

4. El principio-misericordia

Después de siglos de cristianismo es necesario hoy rescatar la misericordia como principio de actuación práctica liberándola de una concepción sentimental y moralizante. El lenguaje de la misericordia puede ser peligroso y ambiguo. En concreto, puede sugerir los buenos sentimientos de un corazón compasivo, pero sin el acompañamiento de un compromiso práctico; puede quedar reducido a “hacer obras de misericordia” en algún momento, sin abordar las causas injustas de muchos sufrimientos; puede entenderse como una actitud paternalista hacia algunos individuos, sin reaccionar ante una sociedad que sigue funcionando de manera inmisericorde e injusta.

Hemos de escuchar la llamada de Jesús como un grito de indignación absoluta: el sufrimiento de los inocentes ha de ser tomado en serio; no puede ser aceptado como algo normal pues es inaceptable para Dios. Por eso el teólogo Jon Sobrino propuso hace unos años hablar del “principio-misericordia”, es decir, un principio interno que está en el origen de nuestra actuación privada y pública, que permanece siempre presente y activo, que imprime en nosotros una dirección y que va configurando nuestro estilo de vivir erradicando el sufrimiento y sus causas o, al menos aliviándolo” (Jon Sobrino, Principio-misericordia, Bajar de la cruz a los pueblos crucificados. Santander, Sal Terrae 1992, 31-45 sobre todo).

Ya Jesús, en la parábola del buen samaritano, nos ofrece de manera muy concreta la dinámica de la práctica propia de la misericordia (Lucas 10,30-36). Según el relato, un “hombre” asaltado, robado y despojado de todo, yace abandonado en la cuneta de un camino solitario. Por el camino aparecen dos viajeros: primero un sacerdote, luego un levita. Son representantes de la religión del Templo. Los dos actúan sin compasión alguna. Al llegar al lugar “ven” al herido, “dan un rodeo” y siguen su camino. Tal vez, como servidores del Templo se atienen al “principio de santidad” del Levítico: “Sed santos porque yo, el Señor, vuestro Dios soy santo”.

Aparece en el horizonte un tercer viajero. No es sacerdote ni levita. Ni siquiera pertenece al pueblo elegido. Pero este samaritano va a actuar según el “principio-misericordia”. Lucas describe su actuación con todo detalle. Al llegar al lugar “ve” al herido, “se conmueve”, “se acerca” al hombre y, movido por la compasión hace por aquel hombre todo lo que puede para restaurar su vida.

  • Primero, la “mirada compasiva”. La misericordia se despierta en nosotros, no tanto por la atención a las leyes morales o la reflexión de los derechos humanos, sino cuando sabemos mirar al que sufre de manera atenta y responsable haciendo nuestro su sufrimiento. Esa mirada es la que puede liberarnos de ideologías que bloquean nuestra compasión y de marcos morales y religiosos que nos permiten vivir con la conciencia tranquila. En la Iglesia cambiará nuestra actitud ante las personas homosexuales cuando aprendamos a mirarlos de manera diferente.
  • Segundo, “se acercó” al herido. Se aproximó. Se hizo prójimo. No se pregunta quién es aquel desconocido para ver si puede tener alguna obligación para con él por razones de raza o de parentesco. Quien vive desde el principio-misericordia se acerca a todo ser humano, cualquiera que sea su raza, su religión, su pueblo o su condición sexual. No se pregunta a quién me debo acercar sino quién me necesita cerca.
  • El compromiso de los gestos. El samaritano de la parábola no se siente obligado a cumplir un código determinado de obligaciones. Sencillamente responde a la situación del que sufre inventando toda clase de gestos para restaurar su vida y aliviar su sufrimiento.

 José Antonio Pagola
11/mayo/2016

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“Una sociedad libre de homofobia, un reto para los cristianos – 1”, por José Antonio Pagola

Martes, 18 de octubre de 2016
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Los hermanos y hermanas del Grupo Cristiano Betania de Aldarte, Bilbao, nos han enviado amablemente este texto que agradecemos y que publicaremos en cuatro partes sucesivas…

Ponencia de José A. Pagola impartida en la universidad de Deusto el 11 de mayo de 2016, organizada por las comunidades de Betania LGTB y otros colectivos cristianos. PRIMERA PARTE:

Quiero comenzar haciendo unas observaciones para que se comprenda mejor el contenido de mi intervención, su alcance y también sus límites. No soy un moralista ni tengo conocimientos especiales sobre la realidad de la homosexualidad. En estos momentos vivo totalmente entregado a conocer mejor a Jesús y a impulsar en el interior de la Iglesia una renovación arraigando la experiencia cristiana con más verdad y fidelidad en la persona de Jesús, en su mensaje liberador y en el proyecto humanizador que Jesús llamaba el “reino de Dios”.

Por eso, mi exposición tendrá dos partes. En la primera expondré el “principio-misericordia” que inspiró y motivó toda la actuación profética de Jesús y que dejó como herencia a sus seguidores y a toda la Humanidad: “Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso (Lucas 6,36). En la segunda parte, trataré de mostrar cómo el “principio-misericordia” nos puede ayudar a dar pasos concretos hacia una sociedad liberada de homofobia donde la comunidad homosexual pueda convivir de manera más digna, justa y dichosa en medio de una mayoría heterosexual.

El momento actual es decisivo para abordar el problema de la homofobia. Me explico. El Papa que preside hoy la Iglesia Católica se ha pronunciado de manera clara con palabras impensables todavía hace unos años. Son dos frases breves que abren el movimiento de Jesús hacia un horizonte nuevo, aunque las fuertes resistencias a Francisco hayan obligado a “aparcar” de momento el tratamiento a fondo del tema de la homosexualidad en el último sínodo sobre la Familia. Es el momento de reaccionar desde las comunidades cristianas.

En el avión de regreso de su viaje a Brasil, a preguntas de periodistas, decía así: “Si una persona gay busca a Dios y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarlo?”. No es una encíclica, no es un documento magisterial, pero, tal vez, es mucho más. Es la convicción profunda del papa Francisco donde, por fin, resuenan las palabras de Jesús: “No juzguéis y no seréis juzgados” (Mateo 7,1).

En respuesta a Yayo Grassí, antiguo alumno de Jorge Bergoglio, homosexual que vive en pareja en EE.UU., que pedía a Francisco una aclaración en torno a un episodio en que se había visto envuelto el papa. Francisco termina su carta con estas palabras: “Quiero asegurarte que en mi trabajo pastoral no hay lugar para la homofobia”.

1. La condición homosexual

Desde el inicio es importante que utilicemos un lenguaje adecuado y preciso para evitar expresiones cargadas de connotaciones peyorativas. Desde hace algunos años, el término “homosexualidad” ha pasado a significar la realidad humana total de las personas cuya pulsión sexual está orientada hacia personas de su propio sexo. El término proviene del griego “homoios”=igual y “sexus”=sexo (el término fue introducido por Fereneczi, médico húngaro en el siglo XIX; bastantes organizaciones homosexuales lo rechazan por su origen clínico y prefieren designarse como “gais” y “lesbianas”).

Con la palabra “homosexualidad” queremos referirnos a la condición humana de una persona que, en su dimensión de sexualidad se caracteriza por estar constitutivamente movida por una pulsión sexual orientada hacia personas del mismo sexo.

Con esto se quiere decir:

  • El homosexual es, ante todo, un ser humano con su dignidad personal, con un destino y una vocación a crecer y realizarse como persona humana, lo mismo que el heterosexual. Su peculiaridad tiene su raíz y manifestación más clara en que su pulsión sexual está orientada hacia personas del mismo sexo. Por eso, al hablar de las personas homosexuales, hemos de tener siempre presente toda su realidad humana y su dignidad personal sin centrar la atención de manera reduccionista y por lo tanto falsa solo en lo sexual o genital.
  • No hemos de confundir la condición homosexual con una enfermedad. La homosexualidad no lleva consigo, de por sí, ningún rasgo de patología somática o psíquica. En 1973, la American Psichiatric Association concluyó su estudio afirmando que la homosexualidad no puede ser catalogada como enfermedad. En 1990, la Organización Mundial de la Salud la eliminó definitivamente de la lista de enfermedades.
  • Tampoco hemos de confundir la condición homosexual con actuaciones anómalas o desviadas como por ejemplo: la pederastia, el sadismo, la prostitución, promiscuidad, violación…; lo mismo que no confundimos la condición heterosexual con ese tipo de actuaciones. No hemos de admitir que se hable de los homosexuales en clave de “perversión”, “desviación”, “inversión”.

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Si me he detenido en todo esto es porque pienso que, para caminar hacia una sociedad libre de homofobia, hemos de aprender a mirar, respetar y amar al diferente en su propia realidad, sin falsearla.

2. Sed misericordiosos como vuestro Padre

Lo primero que hemos de grabar bien es que Jesús capta y vive la realidad insondable de Dios como un misterio de misericordia. Lo que define a Dios no es el poder o la fuerza como a las divinidades paganas del Imperio. Por otra parte, Jesús no habla nunca de un Dios indiferente o lejano, olvidado de sus hijos. Menos aún, de un Dios interesado por su honor, sus derechos, su templo, su sábado… Dios es un misterio de compasión. Es “rahum”, misericordioso, tiene “entrañas de misericordia” (“rahamin”).

(Empleo indistintamente los términos “misericordia” y “compasión”. De ordinario, prefiero hablar de “compasión” para sugerir la cercanía al que sufre –padecer con él– y de “misericordia” para sugerir la atención al que sufre –poner el corazón en el que está en la miseria).

Dios no vive de espaldas al sufrimiento de sus hijos. Por decirlo de alguna manera, la compasión es su modo de ser, su manera de mirar el mundo y de reaccionar ante sus criaturas. Jesús no le vive ni le experimenta a Dios al margen del sufrimiento humano. Por eso no separa nunca a Dios de su proyecto de construir un mundo más digno, más justo, más dichoso para todos, empezando por los que más sufren.

(Las parábolas más importantes de Jesús son las que narra para comunicar su experiencia de un Dios misericordiosos que solo busca el bien de sus hijos: El padre bueno, Lucas 15,11-32; El dueño de la viña, Mateo 20,1-15; El fariseo y el recaudador, Lucas 18,9-14).

Toda la actuación profética de Jesús arranca y está motivada y dirigida por la misericordia de Dios. Su pasión por Dios se traduce en compasión por el ser humano. Es la compasión de Dios lo que atrae a Jesús hacia los maltratados por la vida o por los abusos e injusticias. Lo que lo hace tan sensible al sufrimiento y la humillación de la gente. Pero, sobre todo, es la compasión lo que empuja a Jesús a vivir y a morir “buscando el reino de Dios y su justicia: ese mundo más digno y dichoso para todos, empezando por los que más sufren.

Movido por la misericordia del Padre, “la primera mirada de Jesús no se dirige propiamente al pecado de los otros sino a su sufrimiento” (J. B. Metz). El contraste con Juan el Bautista es esclarecedor. Toda la actividad del Bautista gira en torno al pecado: denuncia los pecados del pueblo, llama a los pecadores a penitencia y les ofrece un Bautismo de conversión y purificación. El Bautista no se acerca a aliviar el sufrimiento de los enfermos, no limpia a los leprosos liberándolos de la exclusión, no acoge a las prostitutas, no abraza a los niños de la calle, no se sienta a comer con “pecadores” excluidos de la Alianza. No hace gestos de bondad. Su actuación es estrictamente religiosa.

Para Jesús, por el contrario, la primera preocupación es el sufrimiento de las gentes enfermas y desnutridas de Galilea, la defensa de los campesinos explotados por los poderosos terratenientes, la acogida a pecadores y prostitutas, los más despreciados y olvidados por la religión. Por decirlo de alguna manera, en la actuación de Jesús es más determinante suprimir el sufrimiento y humanizar la vida que denunciar los pecados y llamar a los pecadores a la penitencia. No es que no le preocupe el pecado, sino que para el Profeta de la compasión, el mayor pecado contra el proyecto humanizador de Dios consiste en introducir en la vida sufrimiento injusto o tolerarlo con indiferencia desentendiéndonos de las personas que sufren.

Jesús vivió en una sociedad profundamente religiosa donde el ideal supremo estaba formulado así en el Levítico: Sed santos porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo” (Levítico 19,2). El pueblo ha de ser santo, como el Dios que habita en el Templo: un Dios que ama a su pueblo elegido pero rechaza a los pueblos paganos, bendice a quienes observan la Ley pero maldice a los pecadores, acoge a los puros pero separa a los impuros. Paradójicamente, esta imitación de la santidad de Dios, entendida como separación de lo pagano, lo no-santo, lo impuro y contaminante, que estaba pensada para defender la identidad de Israel, fue generando de hecho una sociedad discriminatoria y excluyente donde había: israelitas elegidos y paganos rechazados; sacerdotes de un rango superior de pureza y pueblo ordinario; varones con un nivel superior de pureza y mujeres siempre sospechosas de impureza por su menstruación y los partos; sanos que gozan de la bendición de Dios y leprosos, ciegos, tullidos… excluidos incluso del acceso al Templo. Esta religión generaba barreras y discriminación; no promovía la mutua acogida, la fraternidad y la comunión.

Jesús lo captó enseguida. Y con una lucidez y una audacia sorprendente introdujo para siempre en la historia humana un principio que lo transforma todo: “Sed misericordiosos como vuestro Dios es misericordioso” (Lucas 6,36). Es la misericordia y no la santidad el principio que ha de inspirar la conducta humana. Dios es grande y santo no porque rechaza y excluye a paganos, pecadores e impuros, sino porque ama a todos sin excluir a nadie de su misericordia. Dios no es propiedad de los buenos. Su amor está abierto a todos, también a los malos. Dios es de todos. En su corazón hay un proyecto integrador. Dios no separa ni excomulga, sino que acoge y abraza. No bendice la discriminación. Busca un mundo acogedor y solidario donde los santos no condenen a los pecadores, los ricos no exploten a los pobre, los poderosos no abusen de los débiles, los varones no dominen con su prepotencia a las mujeres.

“Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso”. Hemos de grabar bien estas palabras de Jesús en el corazón de la Iglesia. Estas palabras no son propiamente una ley o un precepto más. Se trata de reproducir en la tierra la misericordia del Padre. Esta llamada a la misericordia es la clave del Evangelio, la gran herencia de Jesús a la Humanidad. El único camino para construir un mundo más justo y fraterno. El único modo de hacer entre todos una Iglesia más humana y más creíble.

José Antonio Pagola
11/mayo/2016

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¿Sabrás…?

Viernes, 9 de septiembre de 2016
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Del blog de la Communion Béthanie:

El hermano Roger es un profeta de nuestro tiempo. Centró toda su vida en Cristo, en cuyo nombre dio la bienvenida a cualquier persona, cualquiera que sea su origen, su pasado, su edad, su religión. Hombre de oración, el fundador de la comunidad ecuménica de Taizé no ha dejado de animar a los hombres a reconciliarse. Su testamento espiritual continúa sosteniendo a aquellos que deseen desarrollar un monaquismo interior. Os proponemos oraciones y palabras del hermano Roger para alimentar cada semana la vida interior en el seguimiento del Dios uno y trino. (Citas sacadas del libro “Vivir para amar” Ed. Les Presses de Taizé, 2010)

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“¿Acogerás el día que viene como un hoy de Dios?

¿Sabrás descubrir despertares poéticos en cada estación, en los días de luz plena como en las noches heladas del invierno?

¿Sabrás alegrar tu morada humilde por signos que ensanchan el corazón? “

*

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***

 

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Hospitalidad

Viernes, 2 de septiembre de 2016
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Acabando ya… casi todos y todas, las vacaciones, agradezcamos a quienes han sabido acogernos con amor y reflexionemos sobre cómo lo hemos hecho nosotros… Especialmente hoy, un año después de la muerte de Aylan, profundicemos en cómo está siendo la acogida de esta Europa que se dice cristiana a todas las personas refugiadas o no que huyen del hambre, la guerra, la persecución por su orientación sexual…

Del blog Pays de Zabulon:

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Recíbaseles como a Cristo.

Todos los hombres que se presenten
serán recibidos como Cristo,
porque él mismo dirá:
Fui forastero, y me hospedasteis;
y a todos se les darán los cuidados que sean necesarios,
especialmente a los hermanos en la fe y a los peregrinos.

Cuando se anuncie un huésped,
el superior y los hermanos irán a su encuentro
con toda la devoción de la caridad.
Ellos comenzarán por orar juntos
luego se darán el beso de la paz.
(…)

El abad verterá el agua sobre las manos de los huéspedes
y, con toda la comunidad,
él les lavará los pies.
(…)

Es sobre todo acogiendo a los pobres y peregrinos
cuando se mostrará  un cuidado particular,
porque en ellos se recibe de modo especial a Cristo;
porque, para los ricos, el miedo que inspiran
ya obliga a honrarles.

*

– Regla de San Benito, 53 –

***

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32 Encuentro Europeo de Curas Obreros

Domingo, 12 de junio de 2016
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curas-obreros-de-europa“Humanizar es evangelizar sin proselitismos”

Llegados de Alemania, Bélgica, italia, Inglaterra, Francia y España

Se celebró en Pentecostés como viene siendo habitual, el 32 Encuentro Europeo de Curas Obreros (CO) llegados de Alemania, Bélgica, Italia, Inglaterra, Francia y España. Estos encuentros son al mismo tiempo ecuménicos puesto que también participan en ellos pastores obreros evangelistas y anglicanos, hombres o mujeres.

Las conversaciones giraron sobre cómo vivir con los inmigrantes y refugiados que sufren situaciones de esclavitud, marginación o descarte.

1.- Los CO hacen una lectura de la realidad.

Los refugiados e inmigrantes han tenido que abandonar su casa, su familia, su país, todas sus pertenencias para sobrevivir y vienen con la riqueza de su dignidad y sus valores. En Europa muchos les tienen miedo y no ven que detrás de cada uno hay un drama humano.

Podemos ser cómplices de su esclavitud a través de nuestro consumo de productos hechos con trabajos esclavos.

Si hay refugiados a quien acoger es porque hay guerras a denunciar. No podemos hacer el discurso esencialista de “bienvenidos todos” sin denunciar los “poderes” que los expulsan y los “poderes” que imposibilitan la acogida.

Hay una creciente degradación laboral y de los derechos humanos en todo el mundo.

Es una mentira anunciar trabajo para todos como el medio para obtener los recursos económicos suficientes para vivir (trabajos ¿de qué tipo?). No va a ser posible el trabajo para todos pero sí una vida digna para todos. La cuarta Revolución Industrial (robótica, la Inteligencia artificial) hará estragos si no se contrarresta con “rentas básicas”, o similares

2.- Ante esta situación

Disciernen gritos y exigencia por un mundo sin exclusión y señales de la llamada del Señor a actuar. Es en estas y otras fronteras de “inhumanidad” donde se lleva a cabo el Reino de Dios. Jesús citó a sus discípulos a las fronteras de Galilea. Se trata de devolver la dignidad a los vapuleados de un país a otro, de contemplar al “otro” desde sus ojos y desde su corazón.

Las convicciones y esperanza consiste en que “muchas pequeñas realidades ayudan a construir un mundo habitable. Cada acción concreta es la anticipación del cambio del sistema. “El reino de Dios -dicen los CO- no se puede reducir a una tradición cultural de Occidente”; se trata de “enderezar un mundo al revés”.

3.- ¿Qué se puede hacer?

El camino consiste irremediablemente en “la integración y convivencia pluricultural o intercultural, extirpar la explotación-esclavitud y dignificar la vida de todos y cada uno.

No es suficiente el socorro y la ayuda inmediata. “Hay que denunciar que las migraciones son el resultado del colonialismo” y de las intervenciones armadas en Oriente Medio o África. “Hay que luchar por sus derechos a quedarse en su propio país. Descubrir y destruir las razones de su éxodo provocado”.

Los poderes económicos controlan casi todo y a pesar de la aparente impotencia se impone “apoyar a todas organizaciones que actúan para lograr el bien de toda la humanidad“.

El futuro pasa sobre todo por decisiones políticas (aunque no sólo) sobre: el tratado EU-Turquía, el TTIP, la lucha contra la corrupción económica, Panamà-paraísos fiscales…Nuestra intervención ha de ser también política. La Lucha será dura y violenta por la represión policial, laboral… sin embargo habrá victorias.

4.- Aportación de Leh, pastor protestante, teólogo y obrero, presente en encuentro.

Hizo un lectura desde el Evangelio, que se recoge en estas frases que fueron muy debatidas:

La justicia humana no se identifica con la justicia de Dios, que es la plenitud de la humanidad.

Comprometerse por la plenitud de la humanidad es la profesión de fe para algunos. Si se lucha por la plenitud humana, ¿por qué hablar de la “fe” o de las “fes”?

Humanizar es evangelizar sin proselitismos. Es ofrecer una experiencia que creemos que es muy humanizadora. Una riqueza que se puede tener o no tener, es “gratuita pero no superflua” como la conciencia obrera, pero que ensancha y profundiza el sentido de la propia vida.

No se puede comprender a Jesús al margen de su relación con el Abba. En el estilo de vida de Jesús se nos revela a los cristianos el horizonte de la plenitud de la humanidad.

La fe es la vida vivida de una manera concreta. Fe no quiere decir tener la verdad sino “crear confianza”. Bonhoeffer habla de “vivir sin Dios pero delante de Dios”, desde un profundo sentido de la trascendencia y la adoración

6. Celebración de la Liturgia de Pentecostés.

Fue una oración muy bien preparada, llena de cantos de Taizé, símbolos y belleza, presidida por dos mujeres belgas. Todo el mundo se sintió celebrando la eucaristía aunque formalmente no hubo consagración ni referencia a la santa cena.

En tono de Manifiesto se fue proclamando:

“Nunca como ahora nuestro mundo necesita personas que aporten Reconciliación, Solidaridad humana, Coraje, Confianza, Esperanza, Humor, Silencio.

Se leyó un texto de Dorothée Solle sobre “Mística y Resistencia”, y el fragmento de Colosenses 3,11-15 (“Desde ahora no hay griego ni judío, circunciso ni incircunciso, etc; sólo está Cristo, que lo es todo en todos”).

Recitaron alternadamente entre hombres y mujeres, la parte central de la oración:

– “Porque creemos en un Dios de amor, de luz en medio de la oscuridad, de agua en el desierto; nos oponemos al odio, al racismo y la violencia “.

– “Porque creemos en el hombre Jesús que nos ha precedido en la atención y cuidado, partiéndose y repartiéndose, nos oponemos a la pobreza, el hambre y tanta injusticia”.

– “Porque creemos en su Espíritu que nos anima, nos ilumina y nos calienta, nos conduce y nos muestra caminos, nos oponemos a la indiferencia, a la soledad y a tanto dolor”.

– “Juntos animados por el Espíritu que vive y da vida, cada uno con sus propios dones, queremos realizar lo que pedimos: reaccionar contra la injusticia y el odio y vivir la ternura, la justicia y el amor. Partimos el pan y el vino con el fin de convertirnos en hombres y mujeres en su Espíritu “. (Y se partió y repartió el pan entre todos).

Fuente Religión Digital

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Ocho confesiones religiosas celebran un acto interreligioso por la paz y la acogida de refugiados

Domingo, 5 de junio de 2016
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cartel

Manifiesto de apoyo de todas las religiones a los refugiados

Rechazan el acuerdo suscrito por la Unión Europea con Turquía

Ocho confesiones religiosas han celebrado este jueves en la Mezquita Central de Madrid un acto interreligioso por la paz y la acogida de los refugiados en el que han rechazo el acuerdo de la Unión Europea con Turquía y han llamado a no convertir Europa “en una fortaleza cerrada y asfixiante”.

En el acto han estado representadas la Comisión Islámica de España (CIE), Arzobispado de Madrid-Iglesia Católica Romana, Iglesia Siro-Ortodoxa, Iglesia Evangélica Española (IEE), la Comunidad Bahá’í, el Centro Budista Shambhala, la Asociación para la Conciencia de Krishna (Hare Krishna)y la Iglesia de la Comunidad Metropolitana (ICM).

La ceremonia ha contado con una multitud de testimonios de las distintas organizaciones y comunidades, que han destacado lo más importante de la situación de los refugiados y lo que están haciendo los políticos y las sociedades en España y Europa.

El Vicario de Pastoral Social e Innovación del Arzobispado de Madrid, José Luis Segovia, ha querido hacer un “llamamiento” a la compasión. “Ningún sufrimiento humano debe ser ajeno”, ha afirmado respecto a la situación de los miles de refugiados que hay en la actualidad.

También ha exhortado a los máximos dirigentes europeos respecto al pacto firmado con Turquía para no convertir Europa “en una fortaleza cerrada y asfixiante“.

En la misma línea de denuncia hacia la Unión Europea se ha pronunciado el representante de la Iglesia Evangélica Española, Ricardo Moraleja, que ha denunciado la “injusticia” de este acuerdo con Turquía y ha lamentado que el Gobierno de Mariano Rajoy no esté cumpliendo su promesa “de recibir a 15.000 refugiados”.

Por su parte, la representante de la Comunidad Judía ha alertado del sentimiento de odio hacia el refugiado. “Hoy en día, a excepción de Alemania, muchos países europeos no solo cierran sus fronteras a los refugiados sino que algunos de sus líderes políticos están haciendo discurso de rechazo y odio”, ha subrayado.

lecturasPor su parte, el presidente de la Unión de Comunidades Islámicas de España (UCIDE), ha hecho hincapié en el significado de la palabra ‘Islam’, que quiere decir paz. “No hay nada mas grande que la paz, tenemos que extender estos valores, la paz tiene que ser vigente en cada momento para transmitir este sentimiento a los demás”, ha explicado.

La directora del Centro Budista Shambhala, Avelina Frias, ha destacado que los derechos de los refugiados son los mismos que para las demás personas, ya que “nadie tiene el derecho de poner límite a la dignidad y solidaridad de la sociedad”. “Por ser quien somos y va mas allá del bien y del mal, no hace falta que luchemos por nuestra dignidad, nos pertenece, nos hace valiosos y nadie nos la puede arrebatar”, ha subrayado.

En el mismo sentido que Frias, el representante de la Asociación para la conciencia de Krishna, Joel Hare, ha afirmado que “todos tenemos los mismos derechos a vivir en este planeta”. “Con lo cual las personas que distinguen en nacionalidad, raza o género, son como aquellos que discriminan al otro por el tipo de ropa que lleva”, ha apostillado.

Por su lado, la Iglesia de la Comunidad Metropolitana (ICM) ha incidido sobre la importancia de los refugiados como personas y ha recordado que “hay que estar abiertos a los demás, aceptar a todos como son, aunque sean distintos a mí”.

en-la-mezquitaLa representante de la Comunidad Bahái, Nuria Vahdat, ha destacado el papel de la religión de cara a resolver problemas. “Creemos que la religión tiene unos poderes inherentes capaces de resolver los problemas contemporáneos a los que nos enfrentamos”, ha finalizado.

Después de estos testimonios, todos los asistentes en unión han cantado el ‘Himno de la Alegría’, queriendo hacer ver un gesto de unión de las distintas religiones ante asuntos tan importantes como el de los refugiados.

Por último, distintos miembros de las comunidades y organizaciones han leído un manifiesto de apoyo de todas las religiones a los refugiados y sus derechos fundamentales. Un texto en el que rechazan el acuerdo suscrito por la Unión Europea con Turquía y en el que piden que España “facilite el paso seguro de inmigrantes a través del Mediterráneo” denunciando las mafias que trafican con personas humanas.

RELIGIONES POR LA ACOGIDA Y LA PAZ
Manifiesto

1. Reunidos como personas de fe y de convicciones religiosas, pertenecientes a distintas tradiciones con presencia en Madrid, nos pronunciamos a favor de una acogida digna de las personas solicitantes de asilo que huyen de la persecución religiosa, el hambre y de la guerra. Nos pronunciamos a favor del cumplimiento europeo de sus compromisos con los derechos fundamentales y de la realización inmediata de la relocalización de refugiados desde tierras de Grecia e Italia. Nos pronunciamos a favor del cumplimiento de los compromisos de reasentamiento de la Ley española de Asilo, especialmente para personas vulnerables.

2. Rechazamos la idea extendida de hablar de una crisis de refugiados, cuando lo que no estamos cumpliendo es la solidaridad y la justicia requeridas por nuestros compromisos internacionales como españoles y europeos. Nos encontramos ante una crisis de solidaridad. Numerosos municipios, personas individuales y comunidades de fe han puesto a disposición sus hogares y plazas de acogida, que se encuentran vacías mientras el Estado sigue sin gestionar la llegada a nuestro país de las personas que necesitan protección y refugio.

3. Rechazamos el acuerdo suscrito con Turquía por parte de la Unión Europea, que entró en vigor el pasado 20 de marzo, como estrategia para negar el derecho de asilo a las personas que huyen de la guerra. El citado acuerdo se basa en la afirmación de que Turquía puede ser considerado país seguro. La determinación de dicho estado como país seguro y las devoluciones masivas de personas solicitantes de asilo no están amparadas por la legislación internacional ni corresponden a los tratados suscritos por la Unión Europea en materia de asilo y refugio.

4. Consideramos un atentado contra los derechos fundamentales la aplicación de políticas contrarias a nuestra legislación y al derecho internacional, como la devolución de personas o la detención de solicitantes de asilo, mientras que los acuerdos de relocalización y reasentamiento se prolongan en el tiempo sin soluciones efectivas a las necesidades de las familias refugiadas entre las que numerosos niños se encuentran en situación de vulnerabilidad.

1. Como comunidades de fe y convicciones religiosas, consideramos que esta crisis de solidaridad constituye un gravísimo atentado contra los derechos humanos y es contraria a las enseñanzas que profesamos en favor de una humanidad comprometida con los necesitados, responsable de la justicia y de la paz, y favorecedora de la cultura de la hospitalidad.

2. Apoyamos con rotundidad iniciativas en el Estado español que faciliten el paso seguro de inmigrantes a través del Mediterráneo, como los corredores humanitarios, evitando las mafias que trafican con la vida humana y desarrollando la colaboración con las entidades locales, tal y como se está realizando en Italia gracias a comunidades cristianas.

3. El compromiso de nuestra fe y enseñanzas proféticas nos llaman a reaccionar contra lo que consideramos una falta de humanidad y de justicia. Estamos comprometidos con la paz y rechazamos toda forma de violencia, en particular la de las guerras y el terrorismo, por eso, condenamos categóricamente la justificación de la violencia en nombre de Dios por ser contraria a la naturaleza de Dios y a todo acto verdaderamente religioso. Nuestro camino es la reconciliación y reclamamos de nuestros gobiernos el compromiso de abordar los conflictos bélicos y resolverlos de forma pacífica y duradera. Será la mejor manera de evitar que haya personas que tengan que huir de sus casas y de sus países.

4. Es cierto que a lo largo de la historia, en numerosas ocasiones, algunos miembros de las distintas religiones no hemos sabido resolver o evitar los conflictos bélicos. En nombre de la religión se han justificado guerras y barbaries, se han fomentado odios o simplemente no se ha hecho lo necesario por evitar tales conflictos. Pero no es menos verdad que los valores sobre la familia humana y la dignidad de todas las personas también tienen una inspiración religiosa. Desde las religiones hemos contribuido en muchas ocasiones a la reconciliación y a la paz, siendo mediadores a través del diálogo y acciones conjuntas. Unidos, hombres y mujeres de todos los credos religiosos, experimentamos que nuestra fe es un motor imparable para superar los prejuicios y convivir pacíficamente. Encontramos en la religión la fuerza para promover una cultura de la acogida y la hospitalidad, de la mediación, el diálogo y la reconciliación, en la que la paz sea el fruto perenne de una justicia que anhelamos junto con todas las personas de buena voluntad que sueñan para sus descendientes un mundo mejor.

FIRMANTES DE LA DECLARACIÓN:

Asociación para la Conciencia de Krishna (Hare Krishna)
Centro Budista Shambhala de Madrid

Comisión Islámica de España (UCIDE)
Comunidad Bahá’í de España
Iglesia de la Comunidad Metropolitana
Iglesia Evangélica Española (IEE)
Iglesia Siria Ortodoxa
Vicaría de Pastoral Social del Arzobispado de Madrid

Otros grupos y asociaciones:

Asociación Arco Forum
Asociación Ecuménica Internacional (IEF)
Asociación Éxodo para la transformación social
Comisión diocesana de Justicia y Paz del Arzobispado de Madrid
Comunidad de Sant‘Egidio
Cristianas y cristianos de base de Madrid
Movimiento de los Focolares
Plataforma Evangelio, Justicia y Derechos Sociales
Redes Cristianas

Fuente Religión Digital/EP

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Su grito es el nuestro

Domingo, 20 de marzo de 2016
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refugees_welcome_dublinLa Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) apoyó los actos convocados el 16 de marzo para defender los derechos humanos de las personas solicitantes de refugio en Europa

COMISIÓN PERMANENTE DE LA HOAC, difusion@hoac.es
MADRID.

ECLESALIA, 16/03/16.- La Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) manifestó en una nota, su apoyo al comunicado de las entidades de acción social de la Iglesia, y expresó su rechazo al acuerdo anunciado entre la Unión Europea y Turquía, que supone un grave retroceso en derechos humanos. Por otro lado, su Comisión Permanente respondió a la invitación de participar en una reunión de coordinación de organizaciones sociales, eclesiales y políticas convocada con la intención de contrastar opiniones y aunar esfuerzos para mostrar su disconformidad y rechazo a las soluciones dada por la UE ante este problema.

Estas organizaciones comparten su rechazo al preacuerdo (Plan de Acción Conjunto) entre los jefes de Estado y de Gobierno de la UE con el Gobierno de Turquía por considerarlo “ilegal e inmoral” y por entender que atenta contra los derechos humanos más básicos de las personas solicitantes de refugio. Este Plan de Acción tenía que ser ratificado el pasado 18 de marzo, en una nueva reunión del Consejo Europeo. Y ha sido, desgraciademente ratificado. Es por ello, que consideramos necesario que la ciudadanía exprese su solidaridad con las personas necesitadas de refugio y exija a los jefes de Estado y de Gobierno de la UE a que garantice la protección y la acogida, también con un pasaje seguro, de toda vida humana desprotegida y víctima del conflicto y la persecución.

La Comisión Permanente de la HOAC participó en la convocatoria prevista el 16 de Marzo a las 18:30h en la puerta del Sol de Madrid 

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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Iglesias cristianas europeas acogerán a un millar de refugiados

Domingo, 24 de enero de 2016
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refugiadosCon visados humanitarios

Coordinado por la Federación de Iglesias Protestantes en Italia y la Comunidad Católica Sant’Egidio

Una misión ecuménica italiana está en Líbano esta semana para trabajar en los detalles finales de un proyecto piloto para llevar un máximo de mil refugiados a Italia con visas humanitarias para que no sean tentados al riesgo mortal de cruzar del mar para llegar a Europa.

La agencia para refugiados de la ONU elogió la iniciativa, uno de muchos tipos de patrocinios privados que están permitiendo a los refugiados particularmente vulnerables o necesitados alcanzar la seguridad y empezar vidas nuevas en terceros países.

En este caso, la Federación de Iglesias Protestantes en Italia y la Comunidad Católica Sant’Egidio, con sede en Roma, se unieron para pedir al gobierno italiano la concesión de mil visas humanitarias para los refugiados en los campamentos de Líbano, Marruecos y Etiopía.

El objetivo es transportar por aire un grupo inicial de alrededor de 100 de los refugiados más vulnerables – la mayoría de ellos sirios que están enfermos, discapacitados o ancianos, o mujeres solas con hijos pequeños – de un campo libanés a finales de este mes o principios de febrero, dijo Marco Impagliazzo, presidente de la Comunidad Sant’Egidio.

“Es un acuerdo ejemplar para impedir los ‘viajes de la muerte’ y la explotación de traficantes“, declaró Impagliazzo en una entrevista telefónica. Añadió que espera que Italia ofrezca más visas de este tipo y que otros países europeos sigan la iniciativa.

Una vez en Italia, los refugiados comenzarán el proceso de asilo y serán provistos de una casa, atención médica, educación y servicios vocacionales.

El proyecto es financiado en gran parte por la iglesia evangélica valdense, uno de los grupos religiosos que los contribuyentes italianos pueden seleccionar para recibir pequeños porcentajes de sus impuestos federales. Sant’Egidio pone el resto.

El proyecto contempla a los grupos de ayuda en el territorio para que ayuden a identificar candidatos potenciales que serían llevados al consulado italiano en Beirut para la toma de huellas digitales. Una vez que los italianos realicen los controles de seguridad requeridos, entonces el consulado procesaría las visas y el primer “corredor humanitario” abrirá, con los refugiados tomando vuelos comerciales a Italia, explicó Impagliazzo.

Fuente: Religión Digital/Agencias

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El vídeo que muestra la preciosa relación entre varios padres y sus hijos gays

Martes, 22 de diciembre de 2015
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gaysSabemos que, por desgracia, no todos los que nos leéis tenéis una buena relación con vuestros padres. Y lo sabemos porque nos lo contáis en vuestros mails y comentarios en post y redes sociales. Pero no es menos cierto que cada vez más padres viven con normalidad que sus hijos sean gays.

Hoy queremos compartir con vosotros un precioso vídeo que muestra con ternura lo bien que se llevan varios padres con sus respectivos hijos gays. En un entrañable vídeo, ambos, padres e hijos, se hacen varias preguntas, y sus respuestas son maravillosas.

¿Qué sentiste cuando te dije que era gay? ¿Cuando empezaste a sospechar que era homosexual? o ¿Qué dirías a otros padres con hijos gays? Son algunas de las preguntas que dan pie a una preciosa conversación que, en todos los casos, termina con un sincero abrazo.

Fuente AmbienteG

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Inmigrantes y refugiados: más allá de medidas de emergencia

Jueves, 5 de noviembre de 2015
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refugiados1Comunicado de la Fundación Sevilla Acoge

ECLESALIA, 02/10/15.- La historia y la memoria nos muestran que las guerras, tragedias y catástrofes producen siempre una masiva y dramática huida de hombres y mujeres, niños y ancianos. A lo largo del tiempo los hemos llamado migrantes, asilados, desplazados, refugiados… La actual situación de su llegada a través de Europa exige ante todo la solidaridad de los gobiernos, de las instituciones públicas y de la ciudadanía consciente y comprometida, para disminuir en lo posible el sufrimiento de esas miles de personas y de las que seguirán llegando si no se abordan políticamente las causas de estos éxodos humanos. Pues la situación no es coyuntural, sino estructural y su solución no reside sólo en adoptar medidas rápidas de emergencia, sino en afrontar un cambio a fondo respecto a la inmigración, al derecho de asilo y el respeto efectivo de los Derechos Humanos aquí y en todas partes.

Recordemos que no estamos ante algo nuevo, por desgracia, sino ante una situación permanente en muchas áreas del mundo. Son muchos millones los inmigrantes, desplazados y refugiados que buscan o encontraron ya un lugar mejor para vivir, y de los cuales sólo una mínima porción llega a Europa, aunque eso despierta alarma social y fuertes medidas de control. En nuestra Fundación SEVILLA ACOGE cumplimos ya 30 años de presencia entre ellos y sabemos que nadie emigra o huye de su país por capricho, sino que se trata de víctimas de desplazamientos forzosos para salir de un estado de necesidad. Necesidad causada por la enorme desigualdad que aumenta sin cesar entre nuestro mundo enriquecido y sus países de origen.

De ahí que una verdadera política de inmigración y de asilo debería actuar sobre las causas de esa desigualdad, es decir, sobre las causas de las guerras, la miseria, la enfermedad, el desempleo, los débiles medios educativos, los criterios patriarcales y los fanatismos, el déficit de libertades y derechos, etc. Por eso, la primera proclama de nuestros responsables políticos y de los ciudadanos conscientes debiera ser la defensa del derecho a no emigrar nunca por la fuerza de la necesidad, y defender en el mundo unas condiciones de vida que nivelen el foso de las desigualdades existente entre el centro y la periferia; así nadie saldría de su país forzado, sino libremente si lo desea. Es cinismo político e hipocresía social si sólo se acogen a quienes huyen del fuego, pero no se adoptan los medios necesarios para apagar los incendios provocados en tantas partes del mundo. De modo que, si no vamos a las causas, de poco sirve lamentar y paliar en algo las consecuencias.

No estamos ante una crisis humanitaria pasajera, sino ante el resultado del fracaso de unas políticas centradas sólo en el control de los flujos migratorios mediante inversiones millonarias para financiar sus dispositivos (Frontex, Eurosur), vigilar fronteras (Melilla, Ceuta, Italia, Grecia, Mediterráneo), la restricción de derechos a inmigrantes (devoluciones en caliente, negación de tarjeta sanitaria, etc.), la eliminación del 80% del presupuesto estatal para cooperación al desarrollo, etc…

No estamos ante una crisis de refugiados que cesará cuando termine la guerra en Siria, sino ante los resultados de una política geoestratégica de la OTAN, de los intereses de EE.UU en la zona, de los fundamentalismos político-religiosos de los países árabes y otros, del conflicto interminable en Israel-Palestina, de la invasión neocolonial de gran parte de África por poderes económicos multinacionales, de terrorismos diversos, etc. La magnitud de los conflictos provoca que la emigración no sea algo pasajero, por lo que la gente seguirá saliendo o huyendo de allí donde es muy difícil vivir. No habrá suficientes muros ni alambradas con cuchillas que los detengan. “Seguirán viniendo y seguirán muriendo, pero no hay nadie capaz de contener los sueños”. Por ello, cumplamos unos y otros -gobiernos y ciudadanos conscientes- con nuestras obligaciones humanitarias, pero sin olvidar el deber de conocer y denunciar las causas y a sus responsables y exigir sin cesar un orden mundial justo.

En muchos lugares crece el clamor ciudadano de personas y organizaciones de todo tipo y se multiplican innumerables iniciativas de ayuda ante la llegada imparable de refugiados a Europa. Ante este empuje cívico, los Gobiernos, a remolque y de mala gana, quieren asumir algunas medidas de acogida. Ojalá que toda esa reacción positiva sirva para cambiar las políticas de asilo -y también las de inmigración- en la Unión Europea y concretamente en nuestro país. Es un sarcasmo hipócrita mostrarse generosos con unos y duros con otros. Sería una cruel paradoja tratar a los refugiados como sujetos de derechos, pero negárselos al mismo tiempo a las personas inmigrantes, tanto a las que llevan años viviendo aquí como a todas las que calladamente siguen llegando. Por eso, queremos ver cuánto tiempo durará esta toma de conciencia del drama humano de la emigración y cuál será el impacto real sobre las decisiones de nuestros gobernantes, no sólo a corto sino a largo plazo.

La Fundación Sevilla Acoge, tras tres décadas haciendo acogida de personas migrantes, continúa en ese compromiso. Y ante la actual situación de emergencia humanitaria, está unida  con las diversas iniciativas ciudadanas que se están implantando en nuestra ciudad. Queremos una ciudad comprometida con los Derechos Humanos no sólo ahora sino siempre y en cualquier circunstancia humanitaria

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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Colectivo de Alicante ofrece su ayuda a refugiados LGTB

Miércoles, 9 de septiembre de 2015
Comentarios desactivados en Colectivo de Alicante ofrece su ayuda a refugiados LGTB

refugiados_siriosLa asociación Alicante Entiende declara que se pone a disposición del Ayuntamiento de Alicante y de la red de solidaridad con los refugiados, para sumarse a esta iniciativa y aportar nuestra experiencia en esta materia.

El colectivo se quiere sumar a la iniciativa solidaria de ayuda y apoyo a los solicitantes de asilo y refugiados sirios y de otras nacionalidades, que puedan ser acogidos en Alicante, tras el movimiento solidario y la declaración de Alicante como “ciudad refugio” para estas personas que huyen de su país por la situación bélica, política y social que están sufriendo.

En un comunicado, la asociación afirma ser consciente de que las personas LGTB sufren una persecución agravada por su orientación sexual, al margen de sufrir las consecuencias de la guerra y el conflicto armado. Desde Siria hemos visto tremendas imágenes de homosexuales ejecutados, lanzados desde azoteas de edificios, como castigo por su orientación sexual”.

De esta manera, desde Alicante Entiende, apoyado desde la asociación cultural Artegalia, ofrecen su apoyo, asesoramiento y atención social y emocional para las personas refugiadas LGTB que puedan llegar a Alicante, sumándose también a la red de acogida solidaria, “para promover una red de voluntarios, dentro de la comunidad gay alicantina, que puedan atender a estas personas”. Todas las personas interesadas en colaborar como voluntarios/as, pueden ponerse en contacto a través de su correo electrónico.

Fuente Cáscara Amarga

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Mario Iceta ve “inhumano y bochornoso” que la UE “negocie cicateramente las cuotas de inmigrantes”

Domingo, 9 de agosto de 2015
Comentarios desactivados en Mario Iceta ve “inhumano y bochornoso” que la UE “negocie cicateramente las cuotas de inmigrantes”

inmigrantes-en-calaisEl obispo de Bilbao incide en que Europa “no puede ser un bunker defensivo”

“Son personas que huyen de lugares de horror, hambre y guerra”, denuncia

El obispo de Bilbao, Mario Iceta, ha denunciado “el modo tremendo, inhumano y bochornoso en el que los estados de la Unión Europea “negocian cicateramente las cuotas de inmigrantes”. Además, ha emplazado a que la respuesta al tema de la inmigración sea “de mayor calidad humana” y a adoptar una “política común decidida, generosa y magnánima”.

El prelado ha destacado que “uno de los retos más importantes a los que se enfrenta Europa es la asimetría real entre los países que la integran“. “Europa alberga países muy fuertes junto con otros que corren el riesgo de convertirse en fallidos. Valoro enormemente el ‘experimento europeo’, sobre todo por lo que encierra de más noble, pero soy consciente de los graves problemas y retos a los que se enfrenta“, ha señalado.

En este sentido, ha apuntado que “la crisis ha puesto de manifiesto la profunda asimetría política y económica de una Europa que se esfuerza por contener a duras penas que reviente por sus costuras”.

“Por ejemplo, estos días estamos asistiendo al modo tremendo, diría inhumano y bochornoso, en que el que los estados negocian cicateramente las cuotas de inmigrantes y refugiados que huyen de lugares de horror, hambre y guerra, ha manifestado. A su juicio, estos hechos “hablan por sí mismos de algo que es elemental” y es que “no hay islas, el mundo es un todo y los problemas de inequidad y de miseria se deben resolver “entre todos, haciéndonos verdaderamente cargo de los sufrimientos de los demás”.

En este sentido, ha emplazado a que la respuesta sea “de mayor calidad humana”. “No se ve una decisión unánime de ayudar y acoger, de establecer una política común decidida, generosa, magnánima. Europa debe ser portadora eficaz de los valores básicos, como la justicia, la solidaridad y la igualdad universales, lo que requiere construir la globalidad de manera participativa, justa y solidaria”, ha añadido.

De esta forma, considera que “las instituciones europeas tienen aún mucho que avanzar en políticas comunes de aspectos fundamentales sociales y humanos y no sólo económicos, que siendo importantes, no son los decisivos”.

“Todos tenemos que aportar con responsabilidad. Es necesaria una Europa de las personas y los pueblos, con sólidos principios basados en la inalienable dignidad humana, con especial atención a los más vulnerables y necesitados”, ha aseverado.

El obispo de Bilbao cree que “esa Europa no puede agotarse en sí misma, no puede ser un bunker defensivo, sino un actor convencido de ‘un mundo global fraterno'”. “Y eso vale, no sólo para la Europa institucional, sino para cada una de las personas que la componemos”, ha concluido.

Fuente Religión Digital/EP

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Mi plan para tí…

Martes, 16 de junio de 2015
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Del blog de la Communion Béthanie:

2014 con Dios llama y Vivir por el Espíritu +

En 1932, dos mujeres entregan su existencia a Dios y reciben en su oración, día día, palabras de Vida. Dos libros van a nacer de este compañerismo con Cristo, que te proponemos descubrir a lo largo de este año.

joel-pedro

“Acoge cada nuevo contacto con otras personas

como parte de mi plan para.

7 de junio, Vivir por el Espíritu.

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“Sexualidad pluriforme y pastoral inclusiva”, por Juan Masiá Clavel

Viernes, 6 de marzo de 2015
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9367_617252214959841_1034651708_nDe su blog Vivir y pensar en la Frontera:

(Pregunta 40 del Sínodo de Obispos: sobre homosexualidad y cuidado pastoral, según el n. 55 de la Relatio-Lineamenta: sobre atención pastoral a la homosexualidad).

Estos párrafos de la Relatio del Sínodo no lograron mayoría de dos tercios en la votación de los obispos (confiamos que fuera por quedarse cortos, y no por pasarse). Dialogando sobre ello en comunidad, surgieron las propuestas siguientes para el próximo Sínodo:

1) A nivel de comunidades eclesiales: promover la acogida sin discriminación de las personas y parejas homosexuales en la vida cotidiana y sacramental de las iglesias.

2) Reconocimiento respetuoso de la legislación civil sobre enlaces homosexuales y acogida eclesial, con todas sus consecuencias pastorales, de las familias así constituidas.

3) Revisión de la hermenéutica bíblica, moral y teológica sobre la sexualidad, a la luz de las ciencias humanas; especialmente sobre la sexualidad pluriforme y las exigencias educativas para la convivencia inclusiva.

Más en detalle, pediríamos al Sínodo que explicite las aclaraciones siguientes:

1. No se puede afirmar tajantemente como enseñanza de la Iglesia la imposibilidad de “analogía, ni siquiera remota, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio”, como dice la Relatio n. 55. Sería presuntuoso arrogarse el conocimiento cierto y definitivo de dicho presunto designio divino.

2. Tanto en la definición del enlace esponsal como “comunidad íntima de vida y amor”, como en la imagen bíblica de la pareja como “dos personas que salen de su familia y salen de sí para hacer de las dos una, juntas a lo largo de un camino de amor y vida”, tiene cabida la unión esponsal homosexual. (Otra cosa es que el ideal falle y no se realice, pero eso ocurre también en la pareja heterosexual).

3. Al citar el Catecismo y los documentos eclesiásticos sobre evitar “todo signo de discriminación injusta” , no es necesaria la añadidura “injusta”, porque toda discriminación ya lo es. Mejor decir que se evite toda discriminación y homofobia.

4. En este tema, como en el del aborto, la iglesia debe evitar las manipulaciones político-religiosas del debate, y respetar la seriedad científica y la responsabilidad ética civil para salvaguardar la dignidad y derechos de todas las personas.

5. La apertura a la vida (incluida en la definición del enlace como “comunidad de vida y amor abierta a la vida”) se ejercita no solamente al engendrar nueva vida una pareja de varón y mujer, sino también cuando una pareja homosexual recurre (legal y responsablemente) a la procreación asistida, o a la adopción de vida ya nacida, o cuando se dedica de diversas maneras a contribuir como familia a la promoción social de la vida. Las objeciones que se puedan presentar en determinado caso contra una adopción o contra un uso de la procreación médicamente asistida, serán las mismas que en el caso semejante de una pareja heterosexual. Si un juez ha de rechazar en un determinado caso una solicitud de adopción, no deberá ser por razón de discriminación a causa de la homosexualidad de la pareja adoptante, sino si se diera el caso de que no reunieran las condiciones para hacerse cargo de la adopción responsablemente (lo cual puede ocurrir tanto en una parreja heterosexual como homosexual).

6. Hay que revisar la refexión de moral teológica sobre la sexualidad, teniendo en cuenta que la orientación sexual no es elegible o modificable con facilidad, ni se pude decir que su ejercicio sea por sí mismo moral o inmoral. Lo será, en todo caso, por las mismas razones que puede ser moral o inmoral la relación heterosexual. Para una y otra valdrán las mismas preguntas éticas, por ejemplo: si la relación es razonable, responsable, honesta consigo misma, con la otra peresona y con las consecuencias de la relación, si es amorosa, humanizadora, si ayuda al justo crecimiento personal, etc…

7. Hay que tomar muy en serio los avances en el conocimientode de las ciencias humanas sobre la realidad biocultural de la sexualidad, su expresión pluriforme y las exigencias de cultivar una educación para la convivencia inclusiva, tanto en la sociedad civil como en la vida de las iglesias.

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“Dios acoge a los impuros”. 6 Tiempo Ordinario – B (Marcos 1,40-45)

Domingo, 15 de febrero de 2015
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793784-300x262De forma inesperada, un leproso «se acerca a Jesús». Según la ley, no puede entrar en contacto con nadie. Es un «impuro» y ha de vivir aislado. Tampoco puede entrar en el templo. ¿Cómo va a acoger Dios en su presencia a un ser tan repugnante? Su destino es vivir excluido. Así lo establece la ley.

A pesar de todo, este leproso desesperado se atreve a desafiar todas las normas. Sabe que está obrando mal. Por eso se pone de rodillas. No se arriesga a hablar con Jesús de frente. Desde el suelo, le hace esta súplica: «Si quieres, puedes limpiarme». Sabe que Jesús lo puede curar, pero ¿querrá limpiarlo?, ¿se atreverá a sacarlo de la exclusión a la que está sometido en nombre de Dios?

Sorprende la emoción que le produce a Jesús la cercanía del leproso. No se horroriza ni se echa atrás. Ante la situación de aquel pobre hombre, «se conmueve hasta las entrañas». La ternura lo desborda. ¿Cómo no va a querer limpiarlo él, que solo vive movido por la compasión de Dios hacia sus hijos e hijas más indefensos y despreciados?

Sin dudarlo, «extiende la mano» hacia aquel hombre y «toca» su piel despreciada por los puros. Sabe que está prohibido por la ley y que, con este gesto, está reafirmando la trasgresión iniciada por el leproso. Solo lo mueve la compasión: «Quiero: queda limpio».

Esto es lo que quiere el Dios encarnado en Jesús: limpiar el mundo de exclusiones que van contra su compasión de Padre. No es Dios quien excluye, sino nuestras leyes e instituciones. No es Dios quien margina, sino nosotros. En adelante, todos han de tener claro que a nadie se ha de excluir en nombre de Jesús.

Seguirle a él significa no horrorizarnos ante ningún impuro ni impura. No retirar a ningún «excluido» nuestra acogida. Para Jesús, lo primero es la persona que sufre y no la norma. Poner siempre por delante la norma es la mejor manera de ir perdiendo la sensibilidad de Jesús ante los despreciados y rechazados. La mejor manera de vivir sin compasión.

En pocos lugares es más reconocible el Espíritu de Jesús que en esas personas que ofrecen apoyo y amistad gratuita a prostitutas indefensas, que acompañan a enfermos de sida olvidados por todos, que defienden a homosexuales que no pueden vivir dignamente su condición… Ellos nos recuerdan que en el corazón de Dios caben todos.

José Antonio Pagola

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“Quiero: queda limpio.” Domingo 15 de febrero de 2015 Sexto domingo del tiempo ordinario

Domingo, 15 de febrero de 2015
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15-ordinarioB6 cerezoLeído en Koinonia:

Levítico 13,1-2.44-46: El leproso tendrá su morada fuera del campamento:
Salmo responsorial: 31: Tú eres mi refugio, me rodeas de cantos de liberación.
1Corintios 10,31-11,1: Seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo.
Marcos 1,40-45: La lepra se le quitó, y quedó limpio

En el evangelio de Marcos que hoy leemos, Jesús se encuentra con un leproso arriesgado que se atreve a romper una norma que lo obligaba a permanecer alejado de la ciudad. Esta norma es la que nos recuerda la primera lectura, del Levítico.

En la tradición judía (primera lectura) la enfermedad era interpretada como una maldición divina, un castigo, una consecuencia del pecado de la persona enferma –¡o de su familia!–. Porque entonces se la consideraba contagiosa, la lepra común estaba regulada por una rígida normativa que excluía a la persona afectada de la vida social. (Ha durado muchos siglos la falsa creencia de que la lepra fuese tan fácilmente contagiable). El enfermo de lepra era un muerto en vida, y lo peor era que la enfermedad era considerada normalmente incurable. Los sacerdotes tenían la función de examinar las llagas del enfermo, y en caso de diagnosticarlas efectivamente como síntomas de la presencia de lepra, la persona era declarada «impura», con lo que resultaba condenada a salir de la población, a comenzar a vivir en soledad, a malvivir indignamente, gritando por los caminos «¡impuro, impuro!», para evitar encontrarse con personas sanas a las que poder contagiar. En realidad, todo el sistema normativo religioso generaba una permanente exclusión de personas por motivos de sexo, salud, condición social, edad, religión, nacionalidad.

Este hombre, seguramente cansado de su condición, se acerca a Jesús y se arrodilla, poniendo en él toda su confianza: «si quieres, puedes limpiarme». Jesús, se compadece y le toca, rompiendo no sólo una costumbre, sino una norma religiosa sumamente rígida. Jesús se salta la ley que margina y que excluye a la persona. Jesús pone a la persona por encima de la ley, incluso de la ley religiosa. La religión de Jesús no está contra la vida, sino, al contrario: pone en el centro la vida de las personas. La vida y las personas por encima de la ley, no al revés.

Jesús le pide silencio (es el conocido tema del «secreto mesiánico», que todavía hoy resulta un tanto misterioso), y le envía al sacerdote como signo de su reinclusión en la dinámica social, «para que sirva de testimonio» de que Dios desea y puede actuar aun por encima de las normas, recuperando la vida y la dignidad de sus hijos e hijas. Pero este hombre no hace caso de tal secreto, rompe el silencio, y se pone a pregonar con entusiasmo su experiencia de liberación. No parece servirse de la mediación del sacerdote o de la institución del templo, sino que se auto-incluye y toma la decisión autónoma de divulgar la Buena Noticia. Esto hace que Jesús no pueda ya presentarse en público en las ciudades sino en los lugares apartados, pues al asumir la causa de los excluidos, Jesús se convierte en un excluido más. Sin embargo, allí a las afueras, está brotando la nueva vida y quienes logran descubrirlo van también allí a buscar a Jesús.

Es una página recurrente en los evangelios: Jesús cura, sana a los enfermos. No sólo predica, sino que cura («no es lo mismo predicar que dar trigo», dice el refrán). Palabra y hechos. Decir y hacer. Anuncio y construcción. Teoría y praxis. Liberación integral: espiritual y corporal. Y ésa es su religión: el amor, el amor liberador, por encima de toda ley que aliene. La ley consiste precisamente en amar y liberar, por encima de todo.

La segunda lectura, que sigue, como siempre, un camino independiente frente a la relación entre la primera y la tercera, es un bello texto de Pablo que habla de la integralidad de la espiritualidad. La espiritualidad no es tan «espiritual»; de alguna manera es también «material». Hay que recordar que la palabra «espiritualidad» es una palabra desafortunada. Tenemos que seguir utilizándola por lo muy consagrada que está, pero necesitamos recordar que no podemos aceptar para su sentido etimológico. No queremos ser «espirituales» si ello significara quedarnos con el espíritu y despreciar el cuerpo o la materia.

Pablo está en esa línea: «ya sea que comáis o que bebáis o que hagáis cualquier otra cosa…». No sólo las actividades tradicionalmente tenidas como religiosas, o espirituales, tienen que ver con la espiritualidad, sino también actividades muy materiales, preocupaciones muy humanas, como el comer y beber, o cualquier otra actividad de nuestra vida, pueden, deben ser integradas en el campo de nuestra espiritualidad (que ya no resultará pues «solamente espiritual»). Nuestra vida de fe puede y debe santificar toda nuestra vida humana, en todas sus preocupaciones y trabajos, no sólo cuando tenemos la suerte de poder dedicar nuestro tiempo a actividades «estrictamente religiosas», como podrían ser la oración o el culto.

El Concilio Vaticano II insistió mucho en esto: «todos estamos llamados a la santidad» (cap. V de la Lumen Gentium). No hay unos «profesionales de la santidad» (cap. VI ibid.), algunos que estarían en un supuesto «estado de perfección», mientras los demás tendrían que atender a preocupaciones muy humanas… No. Todos estamos llamados elevar nuestros trabajos, tareas, preocupaciones humanas… «nuestra propia existencia» a la categoría de «culto agradable a Dios» (como dirá Pablo en Rom 12,1-2). Podemos ser muy «espirituales» (con reservas para esta palabra de resabios greco-platónicos) y santificarnos aun en lo más «material» de nuestra vida. Leer más…

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Dom 15.2.15. “Jesús cura a un leproso, el leproso enseña a Jesús”

Domingo, 15 de febrero de 2015
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imagesDel blog de Xabier Pikaza:

Dom 6 cilo B. Mc 1, 40-45. Tiene el evangelio de hoy dos partes bien diferenciadas:

a. En la primera aparece Jesús curando a endemoniados, y especialmente a un leproso que le enseña diciendo “si quieres puedes curarme”.

b. En la segunda aparece Jesús pide al leproso que se: “integre en el orden legal de la sinagoga…”. Pero él no le obedece, sino que prefiere andar por libre, rompiendo/superando la estructura de ley de la sinagoga.

Ambos tienen razón, cada uno a su manera. Jesús curando al leproso. El leproso desobedeciendo a Jesús, para buscar un camino nuevo desde su curación. Buen domingo a todos

(En la imagen: Sacerdotes observando la lepra… El leproso curado por Jesús no va donde los sacerdotes, no acepta su sistema social y sacral…).

PRIMERA PARTE: MC 1, 39-42.

39 Y se fue a predicar en sus sinagogas por toda Galilea, expulsando los demonios. 40 Se le acercó un leproso y le suplicó de rodillas: Si quieres, puedes purificarme. 41 Y, compadecido, extendió la mano, lo tocó y le dijo: Quiero, queda puro. 42 Al instante desapareció la lepra y quedó puro.

Jesús por aldeas y caminos

Jesús camina por las poblaciones campesinas, iniciando una misión rural, centrada en las sinagogas “de ellos”, donde “iba expulsando demonios” (ta daimonia ekballôn), como si quisiera limpiar las sinagogas del entorno rural de Galilea, como un “exorcista con programa mesiánico”. Pues bien, en este contexto se habla del leproso (1, 40). Jesús no fue a buscarle, quizá pensaba que todo lo que se podía hacer debía hacerlo en las sinagogas, que eran las “casas de todos” (donde abundaban de un modo especial los posesos).

Un leproso fuera de los caminos normales

Pero entre sinagoga y sinagoga, atravesando por el campo, se le acercó un leproso, con quien (al parecer) no contaba, echándose a sus pies de rodillas (gonypetôn), como adorándole, para exponerle su caso y decirle: “si quieres… (ean thelês) puedes purificarme” (katharisai).

Este leproso conoce su mal por experiencia personal y social, pues la misma Ley le ha expulsado, de manera que no puede albergar ninguna esperanza de Reino, pues ha de habitar fuera de las poblaciones (como Cafarnaúm), pero también fuera de las aldeas y de sus sinagogas, de manera que no puede aprender la Ley, ni escuchar el mensaje que Jesús está sembrando precisamente en ellas, al curar a los endemoniados. Él aparece en el último escalón de la sociedad o, mejor dicho, fuera de ella, sin esperanza alguna.

Jesús no ha ido a buscarle directamente, sino que es el leproso el que viene y le muestra su necesidad, puesto de rodillas, como ante un Dios (un delegado de Dios). Este leproso sabe más que Jesús (al menos conforme a la dinámica del texto). Ha comprendido que el proyecto de Jesús (centrado por ahora en los posesos) debe extenderse también a los leprosos, expulsados de la comunidad de Israel por su impureza. Por eso se atreve a ponerse a pedirle su ayuda, de manera que podemos decir que ha entendido quizá mejor que Jesús su poder de sanación.

No es simplemente un enfermo, sino un expulsado social y religioso (el mismo sacerdote le ha arrojado fuera de la comunidad de los limpios de Israel), de forma que todos le toman como fuente de peligro y como causa de impureza para la buena familia israelita, conforme a una ley regulada por sacerdotes, que tienen poder de expulsar del “campamento” (de la vida social) a los leprosos y de readmitirlos, si es que se curan, tras examinarlos “fuera del campamento” (es decir, fuera de las ciudades) y de cumplir los ritos y sacrificios prescritos en el templo. Más que enfermo, es un excomulgado en el sentido fuerte del término, y sólo el sacerdote tenía el poder de integrarlo de nuevo en la comunidad, observando su piel y mandándole cumplir los ritos sagrados (Lev 13-14).

Para que el conjunto social mantuviera su pureza, los leprosos debían ser arrojados fuera del “campamento”, es decir, del espacio habitado. No les podían matar (el mandamiento de Dios lo prohibía), ni les encerraban en lo que hoy sería una cárcel u hospital para contagiosos, pero les expulsaban de las ciudades y núcleos habitados (como al chivo expiatorio de Lev 16), y así vivían apartados de la sociedad. Según eso, no podían orar en el templo, ni aprender en la sinagoga, ni compartir casa, mesa o cama con los familiares sanos, sino que eran apestados, una secta de proscritos.

Desde ese fondo se entiende la escena, que empieza con el gesto del leproso que viene y ruega (1, 40), puesto de rodillas (gonipetôn, como precisan los mejores manuscritos), diciendo a Jesús “si quieres, puedes purificarme”, poniendo su caso y su causa en sus manos. Quizá Jesús no se había detenido a pensar en el problema, ni conocía el poder que este leproso le atribuye (¡si quieres puedes limpiarme!), ni sabía cómo desplegarlo, asumiendo en su misión la tarea de “purificar” a los leprosos (el texto emplea la palabra katharisai, que propiamente hablando no es curar, sino purificar, limpiar).

Un leproso que enseña a Jesús

La iniciativa no parte de Jesús, sino del leproso que le dice lo que ha de hacer (¡si quieres puedes purificarme!), despertando en él una nueva conciencia de poder, que desborda las fronteras del viejo Israel sacerdotal.

Este leproso empieza siendo un “maestro de Jesús…”, a quien le dice que puede curarle, si quiere. Ciertamente (conforme al relato de Mc), él ha podido oir que que Jesús había curado al poseso de 1, 23, esclavizado por un espíritu impuro (akatharton). Pues bien, él deduce (y deduce bien) que, si Jesús pudo “purificar” o limpiar a a un poseso, podrá purificarle también a él, declarándole limpio y realizando algo que, según Lev 13-14, sólo podían hacer los sacerdotes, cuando declaraban puros a los leprosos previamente curados. Leer más…

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Poder y compasión. Domingo 6º. Ciclo B

Domingo, 15 de febrero de 2015
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curacion de un leprosoDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Tras la curación de la suegra de Pedro y a otros muchos enfermos, Marcos cuenta el primer gran milagro de Jesús: la curación de un leproso. El texto sólo se comprende a fondo teniendo en cuenta los casos parecidos, y muy distintos, de Moisés y Eliseo.

La lepra en el antiguo Israel: diagnóstico y curación

“La lepra, en el sentido moderno, no fue definida hasta el año 1872 por el médico noruego A. Hansen. En tiempos antiguos se aplicaba la palabra “lepra” a otras enfermedades, por ejemplo a enferme­dades psicógenas de la piel” (J. Jeremias, Teologia del AT, 115, nota 36).

En Levítico 13 se tratan las diversas enfermedades de la piel: inflama­ciones, erupciones, manchas, afección cutánea, úlcera, quemadu­ras, afecciones en la cabeza o la barba (sarna), leucodermia, alopecia. Se examinan los diversos casos, y el sacerdote decidirá si la persona es pura o impura (caso curable o incurable). De ese capítulo está tomado el breve fragmento de la primera lectura de este domingo:

El Señor dijo a Moisés y a Aarón:

̶  Cuando alguno tenga una inflamación, una erupción o una mancha en la piel, y se le produzca la lepra, será llevado ante Aarón, el sacerdote, o cualquiera de sus hijos sacerdotes. Se trata de un hombre con lepra: es impuro. El sacerdote lo declarará impuro de lepra en la cabeza. El que haya sido declarado enfermo de lepra andará harapiento y despeinado, con la barba tapada y gritando: “Impuro, impuro!” Mientras le dure la afección, seguirá impuro; vivirá solo y tendrá su morada fuera del campamento.»

Dos casos de lepra: impotencia de Moisés, poder sin compasión de Eliseo

El milagro de curar a un leproso sólo se cuenta en el AT de Moisés (Números 12,10ss) y de Eliseo (2 Reyes 5). Es interesante recordar estos relatos para compararlos con el de Marcos.

María y Aarón murmuran de Moisés, no se sabe exactamente por qué motivo. En cualquier hipótesis, Dios castiga a María (no a Aarón, cosa que indigna a las feministas, con razón). “Al apartarse la nube de la tienda, María tenía toda la piel descolorida como nieve”. Aarón se da cuenta e intercede por ella ante Moisés. Pero Moisés no puede curarla. Sólo puede pedirle a Dios: “Por favor, cúrala”. El Señor accede, con la condición de que permanezca siete días fuera del campamento (Números 12).

El caso de Eliseo es más entretenido y dramático (2 Reyes 5). Naamán, un alto dignatario sirio, contrae la lepra, y una esclava israelita le aconseja que vaya a visitar al profeta Eliseo. Naamán realiza el viaje, esperando que Eliseo salga a su encuentro, toque la parte enferma y lo cure. Pero Eliseo no se molesta en salir a saludarlo. Le envía un criado con la orden de lavarse siete veces en el Jordán. Naamán se indigna, pero sus criados lo convence: obedece al profeta y se cura. A diferencia de Moisés, Eliseo puede curar, aunque sea con una receta mágica, pero no siente la menor compasión por el enfermo.

Jesús: poder y compasión

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: 

̶  Si quieres, puedes limpiarme.

Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo: 

̶  Quiero: queda limpio.

La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio.  Él lo despidió, encargándole severamente: 

̶  No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés.

Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grades ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes.

El relato de Marcos consta de seis elementos: petición del leproso; reacción de Jesús; resultado; advertencia; reacción del curado; consecuencias.

            Petición del leproso. Tres detalles son importantes en la actitud del leproso: 1) no se atiene a la ley que le prohíbe acercarse a otras personas; 2) se arrodilla ante Jesús, en señal de profundo respeto; 3) confía plenamente en su poder; todo depende de que quiera, no de que pueda.

            Reacción de Jesús. Podía haber respondido a la petición del leproso con las simples palabras: “Quiero, queda limpio”. Con ello, a diferencia de Moisés y de Eliseo, habría demostrado su poder: no necesita pedir la inter­vención de Dios, ni recurrir a remedios cuasi-mágicos. Sin embargo, antes de demostrar su poder muestra su compasión. Marcos habla de lo que siente (“lástima”) y de lo que hace (“extendió la mano y lo tocó”). Es lo que esperaba el sirio Naamán que hiciera Eliseo: tocar su parte enferma. Por otra parte, quien tocaba a un leproso quedaba impuro; pero a Jesús no le preocupa este tipo de impureza.

Advertencia. Aparentemente, Jesús da dos órdenes al recién curado: 1) que no se lo diga a nadie; 2) que se presente al sacerdote. La primera (no decirlo a nadie) resulta extraña, porque Jesús no pretende pasar desapercibido. Es probable que las dos órdenes estén relacionadas entre sí, formando una sola: «no te entre­tengas en decírselo a nadie, sino ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés». ¿Qué había ordenado Moisés? Según el Levítico, el curado debe ofrecer: dos aves puras (se suponen tórtolas o pichones), dos corderos sin defecto, una cordera añal sin defecto, doce litros de flor de harina amasada con aceite y un cuarto de litro de aceite. Con todo ello el sacerdote realiza un complejo ritual que dura ocho días. Además, el curado deberá afeitarse completamente el primer día y raparse de nuevo el octavo.

Las palabras finales de Jesús parecen tener un tinte polémico: «para que les conste». Se pasa del singular (el sacerdote) al plural (les conste), como si Jesús pensase en todos sus adversa­rios que no lo aceptan.

Reacción del curado. No obedece a ninguna de las dos órdenes de Jesús. Ni se calla ni acude al sacerdote. Según la traducción litúrgica, «empezó a divulgar el hecho con grades ponderaciones». Una traducción más literal sería: «empezó a predicar mucho y a divulgar la palabra». Como si el leproso curado, en vez de atenerse a lo mandado por Moisés prefiriese convertirse en un misionero cristiano.

Consecuencias. Jesús no puede entrar abiertamente en ningún pueblo. Debe permanecer en descampado, y aun así acuden a él. ¿Por qué esta reacción suya? Sabiendo lo que cuenta Marcos más tarde, la respuesta sería: para no verse agobiado por la multitud de gente que acude a él.

Una lectura simbólica: el leproso es cada uno de nosotros

Los relatos evangélicos tienen siempre una gran carga simbólica. Quieren que nos identifiquemos con la situación que narran. En este caso, con el leproso. Todos llevamos dentro algo, mucho o poco, de lo que nos sentimos culpables. Podemos negarnos a admitirlo, escondiendo la cabeza bajo tierra, como el avestruz. O podemos reconocerlo, y acudir humildemente a Jesús, con la certeza de que “si quieres puedes limpiarme”. Él tiene el poder y la compasión necesarios para cambiar nuestra vida.

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