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Archivo para Domingo, 17 de agosto de 2014

Debemos querer el bien.

Domingo, 17 de agosto de 2014
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Del blog de la Communion Béthanie:

Caminemos todo el verano con el papa Juan XXIII

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Es triste tener que lamentar el dolor, pero
no basta con quejarse de él para eliminarlo.

Es el bien lo que debemos querer, cumplir, exaltar.

Es la bondad la que debe ser proclamada en presencia del mundo
para que irradie y penetre todos los elementos de la vida individual y social.

El individuo debe ser bueno, de una bondad que revela una conciencia pura
e inaccesible a la duplicidad, al cálculo, a la dureza del corazón.

Bueno, por una aplicación continua de la purificación interior, de la perfección verdadera;
bueno, por fidelidad a un firme propósito manifestado en todo pensamiento, en toda acción.

La humanidad también debe ser buena. Estas voces que suben del fondo de los siglos,
para enseñarnos todavía hoy con una nota de actualidad,
recuerdan a los hombres el deber que incumbe indistintamente a todos de ser buenos,
justos, rectos, generosos, desinteresados, prontos para comprender
y para excusar, dispuestos al perdón y a la magnanimidad.

*

Su Santidad Juan XXIII

La documentaciónn católica n°1367

***

 

"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , , , , ,

“Jesús es de todos”. 17 de agosto de 2014. 20 Tiempo ordinario (A). Mateo 15, 21-28

Domingo, 17 de agosto de 2014
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43-OrdinarioA20Una mujer pagana toma la iniciativa de acudir a Jesús aunque no pertenece al pueblo judío. Es una madre angustiada que vive sufriendo con una hija “atormentada por un demonio”. Sale al encuentro de Jesús dando gritos: “Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David”.

La primera reacción de Jesús es inesperada. Ni siquiera se detiene para escucharla. Todavía no ha llegado la hora de llevar la Buena Noticia de Dios a los paganos. Como la mujer insiste, Jesús justifica su actuación: “Solo me han enviado a las ovejas descarriadas de la casa de Israel”.

La mujer no se echa atrás. Superará todas las dificultades y resistencias. En un gesto audaz se postra ante Jesús, detiene su marcha y de rodillas, con un corazón humilde pero firme, le dirige un solo grito: “Señor, socórreme”.

La respuesta de Jesús es insólita. Aunque en esa época los judíos llamaban con toda naturalidad “perros” a los paganos, sus palabras resultan ofensivas a nuestros oídos.: “No está bien echar a los perros el pan de los hijos”. Retomando su imagen de manera inteligente, la mujer se atreve desde el suelo a corregir a Jesús: “Tienes razón, Señor, pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los señores”.

Su fe es admirable. Seguro que en la mesa del Padre se pueden alimentar todos: los hijos de Israel y también los perros paganos. Jesús parece pensar solo en las “ovejas perdidas” de Israel, pero también ella es una “oveja perdida”. El Enviado de Dios no puede ser solo de los judíos. Ha de ser de todos y para todos.

Jesús se rinde ante la fe de la mujer. Su respuesta nos revela su humildad y su grandeza: “Mujer, ¡qué grande es tu fe! que se cumpla como deseas”. Esta mujer le está descubriendo que la misericordia de Dios no excluye a nadie. El Padre Bueno está por encima de las barreras étnicas y religiosas que trazamos los humanos.

Jesús reconoce a la mujer como creyente aunque vive en una religión pagana. Incluso encuentra en ella una “fe grande”, no la fe pequeña de sus discípulos a los que recrimina más de una vez como “hombres de poca fe”. Cualquier ser humano puede acudir a Jesús con confianza. Él sabe reconocer su fe aunque viva fuera de la Iglesia. Siempre encontrarán en él un Amigo y un Maestro de vida.

Los cristianos nos hemos de alegrar de que Jesús siga atrayendo hoy a tantas personas que viven fuera de la Iglesia. Jesús es más grande que todas nuestras instituciones. Él sigue haciendo mucho bien, incluso a aquellos que se han alejado de nuestras comunidades cristianas.

José Antonio Pagola

Red evangelizadora BUENAS NOTICIAS
Jesús es de todos y para todos. Pásalo.

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“Mujer, qué grande es tu fe”. Domingo 17 de agosto de 2014. 20º domingo de tiempo ordinario.

Domingo, 17 de agosto de 2014
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1touchoffaithLeído en Koinonia:

Isaías 56, 1.6-7: A los extranjeros los traeré a mi monte santo
Salmo responsorial: 66: Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
Romanos 11, 13-15.29-32: Los dones y la llamada de Dios son irrevocables para Israel.
Mateo 15, 21-28: Mujer, qué grande es tu fe

A la vuelta del exilio, los discípulos de Isaías recobran las enseñanzas del profeta del siglo VII y proponen al nuevo Israel, en proceso de formación, que se abra a los valores de la universalidad y el ecumenismo. La apertura, sin embargo, no se basa en un compromiso diplomático ni en una ilusión quimérica sino en la causa universal de la Justicia. La tercera parte del libro de Isaías no propone que todas las religiones de su época se reúnan bajo la única bandera del pontificado de Jerusalén, sino que el pueblo que está naciendo después de cincuenta años de exilio sea el aglutinador de las aspiraciones más legítimas de la humanidad.

Los discípulos de Isaías son conscientes del peligro que subyace al nacionalismo exacerbado. La unidad étnica, cultural e ideológica de un pueblo no le da derecho a despreciar a los demás, bajo el pretexto de una falsa superioridad. Cada pueblo puede sólo ser superior a sí mismo en cada momento de la historia. Y esta superioridad consiste en transformar todas las decadentes tendencias centralistas, alienadoras y clasistas, en una consciencia de sus propias potencialidades de apertura universalista y de esfuerzo de comunión.

El nuevo Templo, como símbolo de la esperanza y la resurrección de un pueblo, debía convertirse en una institución que animara los procesos de integración universal. El Templo, como casa de Dios, debía estar abierto a los creyentes en el Dios de la Justicia y el Amor, cuya religión se inspira en el respeto por los más débiles y en la defensa de los excluidos.

Sin embargo, esta propuesta no tuvo casi resonancia y se convirtió en un sueño, en una esperanza para el futuro, en una utopía que impaciente aguarda a su realizador. Cuando Jesús expulsa a los mercaderes del Templo proclama a voz en cuello «Mi casa será casa de oración», la propuesta del libro de Isaías. El Templo, aun desde mucho antes de que apareciera Jesús, se había convertido en el fortín de los terratenientes y en el depósito de los fondos económicos de toda la nación. Había pasado de ser patrimonio de un pueblo a ser una cueva donde los explotadores ponían a salvo sus riquezas mal habidas. El enfrentamiento con los mercaderes tenía por objetivo no sólo reivindicar la sacralidad del espacio, sino, sobretodo, la necesidad de devolverle al Templo su función como baluarte de la justicia y de la apertura económica. Los guardias del templo cerraban el paso a los creyentes de otras nacionalidades, pero abrían las puertas a los traficantes que venían a hacer negocios sucios.

En ese proceso de ruptura con la decadencia del Templo y con la élite que lo manipulaba se enmarca el episodio de la mujer cananea. Jesús se había retirado hacia una región extranjera, no muy lejos de Galilea. Las fuertes presiones del poder central imponían fuertes limitaciones a su actividad misionera. Su obra a favor de los pobres, enfermos y marginados encontraba una gran resistencia, incluso entre el pueblo más sencillo y entre sus propios seguidores. El encuentro con la mujer cananea, doblemente marginada por su condición de mujer y de extranjera, transforma todos los paradigmas con los que Jesús interpretaba su propia misión. La mujer extranjera rompe todos los esquemas de cortesía y buen gusto que en las sociedades antiguas tenían un carácter no sólo indicativo sino obligatorio. Existían reglas estrictas para controlar el trato entre una mujer y un varón que no fuera de la propia familia. Los gritos desesperados de la mujer y sus exigencias ponían los pelos de punta no solo a los discípulos sino al evangelista que nos narra este relato. Con todo, la escena nos conmueve porque muestra cómo la auténtica fe se salta todos los esquemas y persigue, con vehemencia, lo que se propone.

Los discípulos, desesperados más por la impaciencia que por la compasión, median ante Jesús para ponerle fin a los ruegos de la mujer. El evangelista, entonces, pone en labios de Jesús una respuesta típica de un predicador judío: «Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel», para explicar cuál debería ser la actitud de Jesús. Por fortuna, la mujer, haciendo a un lado los prejuicios raciales ajenos, corta el camino a Jesús y lo obliga a dialogar. Cuál no sería la sorpresa de Jesús al encontrar en esta mujer, sola y con una hija enferma, una fe que contrastaba con la incredulidad de sus paisanos. Como Elías al comienzo de su misión, Jesús comprende que aunque la misión comienza por casa, no puede excluir a aquellos auténticos creyentes en el Dios de la Solidaridad, la Justicia y el Derecho. Por esta razón, su palabra abandona la pedantería del discurso nacionalista y se acoge a la universal comunión de los seguidores del Dios de la Vida.

Pablo, en la misma línea, abandona los inútiles esfuerzos por abrir a Israel a la esperanza profética y acepta la propuesta de los creyentes de otras naciones que están dispuestas a formar las nuevas comunidades abiertas, ecuménicas y solidarias.

En nuestro tiempo continuamos sin romper con tantos mecanismos que marginan y alejan a tantos auténticos creyentes en el Dios de la Vida, únicamente porque son diferentes a nosotros por su nacionalidad, clase social, estado civil o preferencia afectiva. ¡Esperemos que alguna buena mujer nos dé la catequesis de la misericordia y la solidaridad!

Por lo que se refiere a la misión «misionera» de los cristianos, bien sabemos que la letra del texto del evangelio de hoy bien podría inducirnos a error, pues hoy día la misión no puede estar centrada en ninguna clase restrictiva de ovejas, ni las de Israel, ni las del cristianismo, ni mucho menos las «católicas». La misión ha roto todas las fronteras, y sólo reconoce como objetivo el reinado del Dios de la Vida y de la Justicia. La misión ya no es ni puede ser chauvinista, porque hoy no cabe entenderla sino como «Misión por el Reino», es ecir, por la Utopía del Dios de la Vida, por el Ben Vivir que desea Dios para sus hijos e hijas, un Dios inabarcablemente plural en sus manifestaciones, en sus revelaciones, en sus caminos…

El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 65 de la serie «Un tal Jesús», de los hermanos LÓPEZ VIGIL, titulado «Los perros extranjeros». El guión y su comentario pueden ser tomados de aquí: http://radialistas.net/article/65-los-perros-extranjeros/ Puede ser escuchado aquí: http://radioteca.net/media//uploads/audios/%25Y_%25m/065.mp3

Para la revisión de vida

En ésta y otras ocasiones, Jesús alaba la «fe» de un «extranjero», o sea, de una persona que no era judía, que tenía «otra religión». ¿Cómo está nuestra capacidad de reconocer y hasta de admirar los valores –valores incluso ¡religiosos!– que viven otras personas que no son de nuestra religión? ¿Cómo valoramos el mundo islámico, los emigrantes de otras religiones, los no creyentes, los agnósticos, el mundo asiático de las religiones orientales…?

Para la reunión de grupo

– Me han enviado sólo a las ovejas descarriadas de Israel. Probablemente Jesús no dijo tal cosa en respuesta a que una extrajera le pidiera un milagro… El texto recoge una composición elaborada tratando de responder más bien al pensamiento de la primitiva comunidad cristiana. Pero en todo caso, el evangelio presenta signos de que Jesús tuvo tal vez una primera etapa no universalista, una etapa limitada en su perspectivas a Israel. ¿Cómo explicarlo? ¿Diríamos que Jesús fue creciendo… no sólo «en edad sabiduría y gracia», sino también en «teología del pluralismo» y en «conciencia misionera madura»…?

– La mujer cananea es uno de los varios casos que aparecen en el evangelio en que Jesús alaba la fe de personas que no son miembros del Pueblo de Dios e incluso las pone por encima de los miembros del pueblo de Dios. Sobre esto cabe preguntarnos: ¿Es que en el Pueblo de Dios, «ni son todos los que están, ni están todos los que son»?

– Un paso más: ¿Es que hay sólo un Pueblo de Dios, o habrá «muchos Pueblos de Dios»?

– La teología actual de la «misión» acentúa que la misión no tiene como objetivo «convertir a otros a nuestra religión», sino –como no podía ser de otra manera, siguiendo a Jesús– construir el Reino de Dios. Es Misión-por-el-Reino. Comentar esto subrayando las diferencias con las antiguas concepciones de la misión.

Para la oración de los fieles

– Para que, como Jesús, seamos capaces de ver la «fe» y los admirables valores religiosos de muchos hermanos y hermanas que no pertenecen al Pueblo de Dos. Roguemos al Señor.

– Para que tengamos una mente abierta, un corazón generoso y una esperanza optimista. Roguemos…

– Para que el mundo actual se embarque hacia la superación de los enfrentamientos étnicos y culturales. Roguemos…

– Por la paz en la tierra de Jesús, Palestina, Israel; para que se llegue pronto a una solución que contemple los derechos de todos. Roguemos…

Oración comunitaria

Oh Dios de todos los pueblos, que has escogido y llamado a todos para que cada uno se encontrara contigo por su propio camino, el camino ancestral por el que tú le has acompañado siempre con cariño paterno y cercanía materna. Danos el optimismo de la fe que sabe descubrir la presencia del Reino y de la «fe» también en los hombres y mujeres de otros Pueblos que hasta ahora nos han parecido equivocadamente «alejados». Ayúdanos a hacer nuestros la esperanza y el optimismo que Jesús nos manifiesta en el Evangelio. Nosotros te lo pedimos apoyados en el ejemplo de Jesús, hijo tuyo, hermano nuestro. Amén.

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Dom 17. 8. 14. Dogma primero, que la niña viva

Domingo, 17 de agosto de 2014
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21.mDel blog de Xabier Pikaza:

Domingo 20, tiempo ordinario, ciclo A. Primer dogma, que la niña se cure, que la niña coma. El principio del Evangelio es dar de comer a la niña hambrienta y enferma, en Madrid, en Gaza o en Liberia.

El gran problema no es nacer (a pesar de la tragedia del aborto), sino que los nacidos, niños y niñas, coman y puedan crecer… aunque sólo tengan las migajas del mundo rico. Pero millones y millones de niños no tienen ni migajas, mientras la mesa del mundo rico (parte de Europa, América y Asia) rebose de bienes que acaban pudriéndose.

El evangelio de hoy nos sitúa de manera directa ante la enfermedad y el hambre de los niños en Liberia o del estrecho de Gibraltar… de cualquier lugar de la dura geografía del hambre. Pues bien, la madre de esta niña pagana de Tiro, en la misma costa de Gaza (hoy sería musulmana) enseña a Jesús la mayor de las lecciones: Lo que importa, por encima de religión, de la economía mundial o de política, es que la niña viva.

nene-pateraHoy sale a nuestro encuentro esta madre con la niña con hambre, que no puede comer ni las migajas de la mesa del mundo rico…

Hoy podemos ver la otra imagen de la mujer que acoge al niño que llega del mundo del hambre…

Hoy nos ofrece el evangelio la lección suprema de la vida: Una madre que quiere que su niña viva.
Jesús aprendió la lección en la costa de Tiro, en el mar de Gaza. ¿Aprenderemos nosotros? ¿Qué tendremos que hacer para que la niña viva? ¿Que tendrán que hacer la policía del estrecho, el Banco de Tokio, la política mundial…?

Buen domingo.

Mateo 15,21-28. El hambre de la niña enferma

En aquel tiempo, Jesús se marchó y se retiró al país de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle: —
–Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo.
Él no le respondió nada.

Entonces los discípulos se le acercaron a decirle: Atiéndela, que viene detrás gritando.Él les contestó: “Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel.”
Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió: “Señor, socórreme.”Él le contestó: “No está bien echar a los perros el pan de los hijos.”
Pero ella repuso: “Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos.”Jesús le respondió: “Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas.” En aquel momento quedó curada su hija.

Una mujer palestina o africana, una hija enferma de hambre

EMMA Y SU HIJA ENFERMA
Esta mujer es “cananea” (=palestina) , signo viviente de los pueblos que a lo largo de siglos han luchado contra los judíos en la misma tierra Palestina y/o de su entorno, desde la época de los jueces y de Elías hasta la restauración de Esdras-Nehemías y las guerras de los macabeos. Ella representa a toda la gentilidad.

El texto la presenta simplemente como mujer (gynê). Es muy posible que un judío habría malinterpretado la ausencia de esposo: ¡No es legítima, ella encarna la prostitución de cananeos y gentiles! Pues bien, ella aparece ante el Kyrios (es decir, ante el Señor poderoso de Israel) como necesitada, sin más. Todo el mundo gentil, la humanidad entera ha venido a condensarse en esta madre con su hija enferma.

El signo de humanidad es una mujer que no logra transmitir vida a su hija, que parece dominada por un demonio impuro… un demonio que, en el contexto posterior, se identifica con el hambre (no tiene pan…, no puede compartir el pan de la mesa de los hijos). La buena ley israelita las habría rechazado, porque contaminan a los puros judíos (cf. Esd 9-10). Pero Mateo la presenta como maestra mesiánica de Jesús.


Una discusión teológica y social:

a. Jesús le dice: “Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel”. Ésta es la teología oficial, la teología de una Iglesia que se cierra en sus fieles, “las ovejas descarriadas” de la Iglesia
b. Pero la mujer insiste: “Señor, socórreme.” No le interesa la teología de Jesús, ni los principios de la Escritura israelita… Le interesa su hija, quiere a su hija, quiere darle pan. Y ese “querer” de la madre aparecerá enseguida como más importante que todos los dogmas del buen Jesús “eclesial”, enviado a las ovejas de Israel.
c. Jesús también insiste en lo suyo, defendiendo otra vez su teología: “No está bien echar a los perros el pan de los hijos.” Jesús distingue así lo bueno y lo malo, lo conveniente y lo no conveniente… Hay buenos “hijos de Dios”, raza pura que se debe alimentar y proteger…Los demás, los otros (cananeos, paganos… ¿musulmanes? ) son perros. No es bueno alimentar a los perros, hay que cuidar a los hijos. Estas palabras del Jesús de Mateo son quizá las más duras del evangelio, son palabras del Jesús dogmático…
d. Pero ella repuso: “Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos.” Ella no discute la teología, da la razón a Jesús… Pero argumenta desde otra perspectiva: También los perros tienen derecho, derecho a las migajas… un trozo de pan que les sobra a los hijos…

Una mujer que cambia a Jesús. Cambiar la teología al ver la necesidad de la hija

Ésta es una conversación muy dura, pero inmensamente clara, en la que Jesús se deja cambiar por el argumento y dolor de esta mujer pagana. Desde su propia impotencia (engendra a su hija y no logra ofrecerle pan, quizá porque los “hijos se lo comen todo”), esta madre presenta su problema a Jesús. Es imperfecta (no logra transmitir vida madura a su hija), pero busca a Jesús. Leer más…

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La mujer que calló a Jesús. Domingo 20 Ciclo A

Domingo, 17 de agosto de 2014
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548290_4706116344630_2034407079_nDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Un evangelio políticamente incorrecto

Hace años, durante una estancia en Argentina, me invitaron a tener una charla en la parroquia de Lomas de Zamora (Gran Buenos Aires). En el coloquio posterior, una muchacha me comentó que no le gustaba el pasaje en el que Jesús trata muy mal a una mujer cananea. Le dije: «Es cierto. Ese relato parece políticamente incorrecto. Te lo voy a contar de otra forma, a ver si te gusta más».

«Una vez Jesús se dirigió al territorio de Tiro y Sidón. Una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle:

― Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo.

Jesús se volvió hacia ella y le dijo:

            ― Vuelve a tu casa. Tu hija está sana.»

          «¿Te gusta más así?» La muchacha se quedó desconcertada, porque había algo en esta versión que no acababa de convencerle. Le resultaba demasiado sencilla, faltaba algo. Efectivamente, falta todo lo que escandaliza; pero falta también la prueba de sabiduría de la mujer, capaz de retorcer el argumento de Jesús y dejarlo sin palabras.

El Mesías antipático y la pagana insistente

            Para entender la versión que ofrece Mateo de este episodio hay que conocer la de Marcos, que le sirve como punto de partida.

            Marcos cuenta una escena más sencilla. Jesús llega al territorio de Tiro, entra en una casa y se queda en ella. Una mujer que tiene a su hija enferma, acude a Jesús, se postra ante él y le pide que la cure. Jesús le responde que no está bien quitar el pan a los hijos para echárselo a los perritos. Ella le dice que tiene razón, pero que también los perritos comen de las migajas de los niños. Y Jesús: «Por eso que has dicho, ve, que el demonio ha salido de tu hija».

            Mateo describe una escena más dramática cambiando el escenario y añadiendo detalles nuevos, todos los que aparece en cursiva y negrita en el texto siguiente.

«En aquel tiempo, Jesús se marchó y se retiró al país de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle:

― Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo.

Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle:

― Atiéndela, que viene detrás gritando.

Él les contestó:

― Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel.

Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió:

― Señor, socórreme.

Él le contestó:

― No está bien echar a los perros el pan de los hijos.

Pero ella repuso:

― Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen  de la mesa de los amos.

Jesús le respondió:

― Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas.

En aquel momento quedó curada su hija.

Los cambios que introduce Mateo

ü  El encuentro no tiene lugar dentro de la casa, sino en el camino. Esto le permite presentar a Jesús y a los discípulos andando, y la cananea detrás de ellos.

ü  La cananea no comienza postrándose ante Jesús, lo sigue gritándole: «Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo.» Pero Jesús, que siempre muestra tanta compasión con los enfermos y los que sufren, no le dirige ni una palabra.

ü  La mujer insiste tanto que los discípulos, muertos de vergüenza, le piden a Jesús que la atienda. Y él responde secamente: «Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel.»

ü  La cananea no se da por vencida. Se adelanta, se postra ante Jesús, obligándole a detenerse, y le pide: «Señor, socórreme». Vienen a la mente las palabras de Mt 6,7: «Cuando recéis, no seáis palabreros como los paganos, que se imaginan que por hablar mucho les harán más caso». Esta pagana no es palabrera; pide como una cristiana. Imposible mayor sobriedad.

ü  Sigue el mismo diálogo que en Marcos sobre el pan de los hijos y las migajas que comen los perritos.

ü  Pero el final es muy distinto. Jesús, en vez de decirle que su hija está curada, le dice: «Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas.»

Estos cambios se resumen en la forma de presentar a Jesús y a la cananea.

1) A Jesús lo presenta de forma antipática: no responde una palabra a pesar de que la mujer va gritando detrás de él; parece un nacionalista furibundo al que le traen sin cuidado los paganos; es capaz de avergonzar a sus mismos discípulos.

2) En la mujer, acentúa su angustia y su constancia. Ella no se limita a exponer su caso (como en Marcos), sino que intenta conmover a Jesús con su sufrimiento: «Ten compasión de mí, Señor», «Señor, socórreme». Y lo hace de manera insistente, obstinada, llegando a cerrarle el paso a Jesús, forzándolo a detenerse y a escucharla.

Ni obstinación ni sabiduría, fe

Jesús podría haberle dicho: «¡Qué pesada eres! Vete ya, y que se cure tu hija». O también: «¡Qué lista eres!» Pero lo que alaba en la mujer no es su obstinación, ni su inteligencia, sino su fe. «¡Qué grande es tu fe!». Poco antes, a Pedro, cuando comienza a hundirse en el lago, le ha dicho que tiene poca fe. Poco más adelante dirá lo mismo al resto de los discípulos. En cambio, la pagana tiene gran fe. Y esto trae a la memoria otro pagano del que ha hablado antes Mateo: el centurión de Cafarnaúm, con una fe tan grande que también admira a Jesús.

Con algunas mujeres no puede ni Dios

El episodio de la cananea recuerda a otro aparentemente muy distinto: las bodas de Caná. También allí encontramos a un Jesús antipático, que responde a su madre de mala manera cuando le pide un milagro (las palabras que le dirigesiempre se usan en la Biblia en contexto de reproche), y que busca argumentos teológicos para no hacer nada: «Todavía no ha llegado mi hora». Sólo le interesa respetar el plan de Dios, no hacer nada antes de que él se lo ordene o lo permita.

            En el caso de la cananea, Jesús también se refugia en la voluntad y el plan de Dios: «Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel.» Yo no puedo hacer algo distinto de lo que me han mandado.

            Sin embargo, ni a María ni a la cananea les convence este recurso al plan de Dios. En ambos casos, el plan de Dios se contrapone a algo beneficioso para el hombre, bien sea algo importante, como la salud de la hija, o aparentemente secundario, como la falta de vino. Ellas están convencidas de que el verdadero plan de Dios es el bien del ser humano, y las dos, cada una a su manera, consiguen de Jesús lo que pretenden.

            Gracias a este conocimiento del plan de Dios a nivel profundo, no superficial, Isabel alaba a María «porque creíste» y Jesús a la cananea «por tu gran fe».

            En realidad, el título de este apartado se presta a error. Sería más correcto: «Dios, a través de algunas mujeres, deja clara cuál es su voluntad». Pero resulta menos llamativo.

«Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel.»

            Con estas palabras pretende justificar Jesús su actitud con la cananea. Si los discípulos hubieran sido tan listos como la mujer, podrían haber puesto a Jesús en un apuro. Bastaba hacerle dos preguntas:

1) «Si sólo te han enviado a las ovejas descarriadas de Israel, ¿por qué nos has traído hasta Tiro y Sidón, que llevamos ya un montón de días hartos de subir y bajar cuestas?»

2) «Si sólo te han enviado a las ovejas descarriadas de Israel, ¿por qué curaste al hijo del centurión de Cafarnaúm, y encima lo pusiste como modelo diciendo que no habías encontrado en ningún israelita tanta fe?»

            Como los discípulos no preguntaron, no sabemos lo que habría respondido Jesús. Pero en el evangelio de Mateo queda claro desde el comienzo que Jesús ha sido enviado a todos, judíos y paganos. Por eso, los primeros que van a adorarlo de niño son los magos de Oriente, que anticipan al centurión de Cafarnaúm, a la cananea, y a todos nosotros.

Primera lectura y evangelio

La primera lectura ofrece un punto de contacto con el evangelio (por su aceptación de los paganos), pero también una notable diferencia. En ella se habla de los paganos que se entregan al Señor para servirlo, observando el sábado y la alianza. Como premio, podrán ofrecer en el templo sus holocaustos y sacrificios y serán acogidos en esa casa de oración. La cananea no observa el sábado ni la alianza, no piensa ofrecer un novillo ni un cordero en acción de gracias. Experimenta la fe en Jesús de forma misteriosa pero con una intensidad mayor que la que pueden expresar todas las acciones cultuales.

Lectura del libro de Isaías 56, 1. 6-7

Así dice el Señor:

«Guardad el derecho, practicad la justicia, que mi salvación está para llegar, y se va a revelar mi victoria. A los extranjeros que se han dado al Señor, para servirlo, para amar el nombre del Señor y ser sus servidores, que guardan el sábado sin profanarlo y perseveran en mi alianza, los traeré a mi monte santo, los alegraré en mi casa de oración, aceptaré sobre mi altar sus holocaustos y sacrificios; porque mi casa es casa de oración, y así la llamarán todos los pueblos.»

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“¿Podemos todavía sonreír en medio del miedo y la consternación de nuestros días?”, por Leonardo Boff, teólogo y escritor

Domingo, 17 de agosto de 2014
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Nueva imagenLeído en la página web de Redes Cristianas

En mi ya larga trayectoria teológica, desde el principio, en los años 69 del siglo pasado, han sido siempre centrales dos temas que representan singularidades propias del cristianismo: la concepción societaria de Dios (Trinidad) y la idea de la resurrección en la muerte. Si dejásemos fuera estos dos temas, no cambiaría casi nada en el cristianismo tradicional. Éste predica fundamentalmente el monoteísmo (un solo Dios) como si fuésemos judíos o musulmanes. Y en lugar de la resurrección prefirió el tema platónico de la inmortalidad del alma. Es una pérdida lamentable, porque dejamos de profesar algo especial, diría casi exclusivo del cristianismo, cargado de jovialidad, de esperanza y de un sentido innovador del futuro.

Dios no es la soledad del uno, terror de los filósofos y de los teólogos. Es la comunión de tres Únicos, que por ser únicos no son números sino un movimiento dinámico de relaciones entre diversos igualmente eternos e infinitos, relaciones tan íntimas y entrelazadas que impide que haya tres dioses, sino un solo Dios-amor-comunión-inter-retro-comunicación. El nuestro es un monoteísmo trinitario y no atrinitario o pre-trinitario. En esto nos distinguimos de los judíos y de los musulmanes y de otras tradiciones monoteístas.

Decir que Dios es relación y comunión de amor infinito y que de Él se derivan todas las cosas es permitirnos entender lo que la física cuántica viene afirmando desde hace ya casi un siglo: todo en el universo es relación, entrelazamiento de todos con todos, formando una red intrincadísima de conexiones que forman el único y mismo universo. Él es, efectivamente, a imagen y semejanza del Creador, fuente de interrelaciones infinitas entre diversos, que vienen bajo la representación de Padre, Hijo y Espíritu Santo. Esta concepción quita el fundamento a todo y cualquier centralismo, monarquismo, autoritarismo y patriarcalismo, que encontraba en un único Dios y único Señor su justificación, como algunos teólogos críticos ya observaron. El Dios societario, proporciona, sin embargo, el soporte metafísico a todo tipo de socialidad, de participación y de democracia.

Pero como los predicadores por lo general no se refieren a la Trinidad, sino solo a Dios (solitario y único) se pierde una fuente de crítica, de creatividad y de transformaciones sociales en la línea de la democracia y de la participación abierta y sin fin.

Algo semejante ocurre con el tema de la resurrección. Esta constituye el núcleo central del cristianismo, su point d’honneur. Lo que volvió a reunir a la comunidad de los apóstoles después de la ejecución de Jesús de Nazaret en la cruz (todos estaban regresando, desesperanzados, a sus casas) fue el testimonio de las mujeres diciendo: “ese Jesús que fue muerto y sepultado vive y ha resucitado”. La resurrección no es una especie de reanimación de un cadáver como el de Lázaro que luego acabó muriendo como todos, sino la revelación del novissimus Adam en la feliz expresión de Pablo: la irrupción del Adán definitivo, del ser humano nuevo, como si el fin bueno de todo el proceso de la antropogénesis y de la cosmogénesis se hubiese anticipado. Por lo tanto, una revolución en la evolución.

El cristianismo de los primeros tiempos vivía de esta fe en la resurrección resumida por san Pablo al decir: “Si Cristo no resucitó nuestra predicación es vacía y vana nuestra fe” (1Cor 15,14). En tal caso sería mejor pensar: “comamos y bebamos porque mañana moriremos” (15,22). Pero si Jesús resucitó, todo cambia. Nosotros también vamos a resucitar, pues él es el primero entre muchos hermanos y hermanas, “las primicias de los que murieron” (1Cor 15,20). En otras palabras, y esto vale contra todos los que nos dicen que somos seres-para-la-muerte, nosotros morimos, sí, pero morimos para resucitar, para dar un salto hacia el término de la evolución y anticiparla en el aquí y el ahora de nuestra temporalidad.

No conozco ningún mensaje más esperanzador que este. Los cristianos deberían anunciarlo y vivirlo en todas partes. Pero lo dejan de lado y se quedan con el anuncio platónico de la inmortalidad del alma. Otros, como ya observaba irónicamente Nietzsche, son tristes y taciturnos como si no hubiese redención ni resurrección. El Papa Francisco dice que son “cristianos de cuaresma sin resurrección”, con “cara de funeral”, tan tristes que parece que van a su propio entierro.

Cuando alguien muere, llega para esa persona el fin del mundo. En ese momento, en la muerte, es cuando sucede la resurrección: inaugura el tiempo sin tiempo, la eternidad bienaventurada.

En una época como la nuestra, de desagregación general de las relaciones sociales y de amenazas de devastación de la vida en sus diferentes formas y hasta con peligro de desaparición de nuestra especie humana, vale la pena apostar por estas dos iluminaciones: Que Dios es comunión de tres que son relación de amor, y que la vida no está destinada a la muerte personal y colectiva sino a más vida todavía. Los cristianos apuntan hacia una anticipación de esta apuesta: el Crucificado que fue Transfigurado. Guarda las señales de su paso doloroso entre nosotros, las marcas de la tortura y de la crucifixión, pero, ahora transfigurado, las potencialidades de lo humano escondidas en él se realizaron plenamente. Por eso lo anunciamos como el ser nuevo entre nosotros.

La Pascua no quiere celebrar otra cosa que está feliz realidad que nos concede sonreír y mirar el futuro sin miedo ni pesimismo.

Leonardo Boff escribió Nuestra resurrección en la muerte, Sal Terrae 2005.

Traducción de Mª José Gavito Milano

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“Actualidad y futuro de la Teología de la liberación”, por Jorge Costadoat, SJ

Domingo, 17 de agosto de 2014
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news_pfa93h841t289eoLeído en Reflexión y Liberación

¿Fue contrario Jorge Mario Bergoglio años atrás a la Teología de la liberación? Probablemente en más de un punto. ¿Es hoy el Papa Francisco un opositor a esta teología? No da la impresión.

Consta, sí, que los simpatizantes de la Teología de la liberación están exultantes con él. Es cosa de ver las páginas electrónicas. Los sectores católicos liberacionistas se han identificado rápidamente con el nuevo Papa. El nombre de Francisco, la sencillez, los ataques contra la economía liberal, la ya famosa frase: “cuánto querría una Iglesia pobre y para los pobres…”, han sido señales inequívocas de un giro que el progresismo social católico interpreta como un guiño favorable.

¿Qué importancia pudiera tener que el Papa llegue a reconocer valor a esta teología? ¿Y a los movimientos, congregaciones religiosas y comunidades de base que se han inspirado en ella, dándole a la vez suelo para su desarrollo?

Juan Pablo II no la condenó, pero le hizo críticas arteras y mantuvo a raya a sus teólogos. El Cardenal Ratzinger, que ejerció este control desde el cargo de Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en el documento Instrucción sobre algunos aspectos de la “Teología de la liberación” (1984), desaprobó el uso acrítico de categorías marxistas: no distinguir entre materialismo histórico y materialismo dialéctico, y la lucha entre clases. Pero no puso en duda la opción por los pobres. Es más, en otro documento titulado Instrucción sobre la libertad cristiana y la liberación (1986) subrayó la raigambre bíblica de los planteamientos teológicos liberacionistas. Por cual no debe extrañar demasiado que el año pasado Ratzinger, convertido en Benedicto XVI, haya nombrado a cargo de aquella Congregación a Gerhard Müller, un obispo alemán que en 2005 había escrito junto a su amigo Gustavo Gutiérrez un libro titulado “Del lado de los pobres. Teología de la liberación“. El mismo Ratzinger -se sabía- siempre había sentido simpatía por Gutiérrez, llamado el “padre” de esta teología. El nombramiento de Müller ha sido una señal de un viraje que puede terminar siendo decisivo.

No lo será, empero, si los simpatizantes de Gutiérrez, Boff, Segundo, Sobrino, Gebara, Támez, Andrade, Codina, Galilea, Trigo, Muñoz, Ellacuría y los otros muchos teólogos liberacionistas pretenden revitalizar tal cual la teología que motivó el compromiso cristiano de los años sesenta y setenta. Hoy el tema no es la reforma agraria, ni el imperialismo yankee, ni el marxismo, ni la guerrilla del Che o de Camilo Torres, ni los años grises de la dictadura de Pinochet. Debe recordárselo, porque la tendencia a revivir esos tiempos es una tentación inútil y, para colmo de la torpeza, infiel al método de la misma Teología de la liberación.

La Teología de la liberación nunca fue condenada. El mismo Juan Pablo II advirtió que ella, en algunos casos, era incluso “necesaria” (Brasil, 1986). Tampoco habría sido fácil hacerlo, pues fue el mismo Magisterio latinoamericano que formuló la opción por los pobres, núcleo de la convicción mística y teológica de esta teología. Su actualidad estriba en esta convicción y en su método. Los obispos del continente se aproximaron a la realidad en la clave del “ver, juzgar y actuar”. Ellos popularizaron este procedimiento metodológico. Ellos impulsaron a la Iglesia a reconocer la acción de Dios en la historia presente y a sumarse a ella.

Debe reconocerse al Vaticano II la paternidad ulterior de este método. El documento Gaudium et spes quiso comprender los “signos de los tiempos”: “discernir en los acontecimientos, exigencias y deseos, de los cuales (el Pueblo de Dios) participa juntamente con los contemporáneos, los signos verdaderos de la presencia o de los planes de Dios” (GS 11). Es decir, que en acontecimientos humanos especialmente significativos es posible reconocer la acción de Dios y reflexionar sobre ella. Esto ha exigido a la Iglesia no querer “enseñar” al mundo qué es lo que Dios quiere, sin “aprender” del mundo qué es lo que Dios quiere.

En adelante la teología ha podido considerar que el contexto histórico no solo autoriza a interpretar la doctrina tradicional acomodándola, adaptándola, a nuevas circunstancias, sino que el contexto mismo tiene algo que decir sobre Dios y sobre su voluntad. Dios que se reveló en la historia, en la historia continúa revelándose. La Iglesia no vino al mundo con un canasto de doctrina debajo del brazo. Ella fue amasando durante siglos su doctrina, la cual no ha sido sino interpretación de la Escritura como Palabra de un Dios que continúa hablando en el presente y que, porque seguirá haciéndolo en el futuro, obliga a considerar las formulaciones teológicas como provisorias.

Así las cosas, la Iglesia hoy debe atender a la historia si quiere ser históricamente relevante. ¿Cómo hacerlo? Ella debe arraigar hondamente en la humanidad sufriente, sufrir con ella, esperar con ella, indagar sus necesidades de liberación y de dignificación. Debe, en suma, sintonizar con el Espíritu de Cristo que clama en los pobres; y por otra parte, debe recurrir al servicio de las ciencias sociales que le permitirán comprender mejor qué está sucediendo con las personas y las sociedades.

Sabemos que Francisco Papa es un hombre conectado con el sufrimiento del mundo. Bien quiere la liberación de los diversos oprimidos de este mundo. Será muy importante, además, que tome en serio el aporte de las ciencias modernas. Sin estas, el discernimiento de la viabilidad de la liberación es hoy culturalmente imposible. Tomemos, a modo de ejemplo, el caso de la homosexualidad. La doctrina de la Iglesia ha podido variar en la medida que el conocimiento de esta realidad humana ha evolucionado. La psicología moderna en algún momento dejó de considerarla una perversión, pues descubrió que ella era una enfermedad. Sucesivamente dejó de considerarla una enfermedad, para afirmar que es una variante de la sexualidad humana. La Iglesia, en este campo, se está sirviendo de la psicología para mejorar su doctrina. Algo parecido hizo con la comprensión de fenómeno del suicidio.

Hoy la Iglesia necesita que el Papa Francisco estimule y se sirva de la Teología de la liberación, entendida esta como una apertura reflexiva y crítica al actuar humano contemporáneo, especialmente a aquel de quienes padecen algún tipo de discriminación y exclusión. Si no lo hace, la humanidad continuará llevándole la delantera a la Iglesia en materias en las que la Iglesia ha presumido tener la razón. El mero desarrollo de las ciencias no ha elevado a la humanidad a su cota más alta. A veces la ha hundido en involuciones atroces y aterra pensar en las experimentaciones en curso. Pero la Iglesia solo puede tratar legítimamente de atajar los excesos de la modernidad o encauzarla si reconoce que, para anunciar que Cristo es una Buena Noticia, se hace necesario usar la razón –la ciencia y la técnica- para atinar con una fe en Dios auténticamente humanizadora.

A la Teología de la liberación hoy, por una cuestión de método, se le abren nuevas posibilidades de interés. Ella, que se ocupa de la liberación, suele también dar suma importancia a la creatividad que amplía los horizontes de la vida. Los seres humanos combaten la opresión, la injusticia, las nuevas y viejas esclavitudes. Pero también crean y recrean mundos insospechados, innovan en la estética y en la moral. En las innumerables experimentaciones de la humanidad, Dios mismo puede estar dándose a reconocer como el Creador. Dios no se cansa ni se repite. La Teología de la liberación desde hace años valora las distintas culturas, e incluso las diferentes religiones, pues cree, por principio, que Dios acontece incesantemente en el mundo. Su aporte más característico en esta apertura suya a todo lo real, ha consistido en valorar la creatividad de los pobres. Para esta teología los pobres no solo han de ser objeto de caridad y de justicia. Ellos deben ser considerados sujetos que inventan un mundo nuevo con escasos materiales pero con la comprensión vital de un Evangelio que ha sido anunciado a ellos antes que a nadie. El aporte mayor de la Teología de la liberación, y de aquí su futuro, estriba en creer en la creatividad de los pobres.

Esto explica que los simpatizantes de la Teología de la liberación aplaudan al Papa Francisco. Ven en él a alguien que apuesta por los pobres.

Jorge Costadoat, SJ

Cristo en Construcción

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“Un Papa contra la pobreza”, por Daniel Izuzquiza sj.

Domingo, 17 de agosto de 2014
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6a00d8341bfb1653ef01a51183c0c9970c-500wiFoto: El País/Ettore Ferrari (EFE).

Leemos en El País:

Esta entrada ha sido escrita por Daniel Izuzquiza, jesuita, director del Centro de Reflexión Alberto Hurtado de Madrid. Hoy se cumple un año desde la llegada de Franciso al papado.

Si nos preguntamos qué puede hacer el papa Francisco en la lucha contra la pobreza, quizá recordemos la pregunta escéptica que Josef Stalin solía formular, para despreciar el poder de la Iglesia en el mundo: ¿cuántas divisiones tiene el Papa? Pero es posible que también recordemos la intensa iniciativa diplomática vaticana y la exitosa jornada de oración por la paz en Siria, en septiembre de 2013, que jugó un papel no despreciable a la hora de frenar el ataque militar estadounidense contra el régimen de Bashar Al-Assad.

Así pues, ¿se trata de puros gestos, mera retórica, simple poder espiritual o simbólico… o realmente cabe esperar un efecto real en la vida real de tantas personas que sufren la injusticia? En mi opinión, hay varias acciones que el papa Francisco está haciendo y puede hacer para impulsar la lucha contra la pobreza en el mundo.

En primer lugar, visibilizar las víctimas de la injusticia, gritar ante el sufrimiento, no rehuir el dolor y su incomodidad, llorar junto a quienes lloran. Puede parecer un enfoque demasiado sensible o emotivo, pero se trata de un primer paso imprescindible, más aún en un mundo que tiende a ocultar el dolor, a “naturalizar” la injusticia y a anestesiar el sufrimiento. En este año, el papa Francisco ha situado a las personas empobrecidas en el centro de la escena global: recordemos su primer viaje fuera de Roma, a la isla de Lampedusa, con su grito desgarrador “¡Vergüenza!” ante el drama de las personas migrantes en situación irregular. Pero, entre otros ejemplos, también hay que recordar su visita el día de Jueves Santo al centro de menores infractores, a la favela Varguinha en Rio de Janeiro o el encuentro con el mundo obrero en Cagliari.

En segundo lugar, el papa Francisco ha denunciado con claridad y contundencia la situación de injusticia estructural en que vivimos. Por ejemplo, en su documento programático, la exhortación apostólica Evangelii Gaudium, critica la economía de la exclusión y la inequidad, se enfrenta a las teorías neoliberales del “derrame”, combate la globalización de la indiferencia, reivindica la centralidad de la persona humana frente a la idolatría del dinero, subraya que la inequidad es una forma de violencia y apuesta por una política que, anclada en la ética, sea capaz de embridar a la economía del capitalismo global. Una economía que mata, denuncia con dureza el papa que, por tanto, reclama soluciones estructurales.

Un tercer rasgo es vivir con coherencia. La credibilidad del papa Francisco no viene sólo de la claridad de su mensaje, del carisma y cercanía personal, o de la nitidez de sus múltiples gestos de auténtica com-pasión ante los sufrientes y las víctimas de la injusticia. Además de todo eso, el mundo ha percibido su sencillez y ha valorado su estilo de vida sobrio. Ejemplos como el uso de sus viejos zapatos negros, el abandono del Palacio Vaticano o del papa móvil blindado, son otras tantas señales de que la lucha contra la pobreza y a favor de las personas excluidas exige también (al menos desde la óptica cristiana) un estilo de vida basado en la sobriedad compartida y solidaria.

papa-Lampedusa-3-GFrancisco en Lampedusa

Finalmente, la propia elección del nombre de Francisco, como modelo e inspiración, sitúa en el centro de su pontificado la preocupación por los pobres, el anhelo de paz, la armonía con toda la creación y la renovación evangélica de la Iglesia. No sólo ha dicho el papa, “¡cuánto deseo una Iglesia pobre y para los pobres!”, sino que al mismo tiempo ha dado pasos efectivos en esa dirección, mejorando la gestión y la transparencia de las finanzas vaticanas, e impulsando que estén cada vez más al servicio de los pobres y excluidos.

En definitiva, este primer año del pontificado de Francisco como obispo de Roma hacen ver la verdad de las palabras de Jeffrey Sachs, asesor especial del secretario general de la ONU sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio, quien afirma que la Iglesia católica “ofrece un camino único y crucial hacia una ética global del desarrollo sostenible”.

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“Los jesuitas y el peronismo, dos escuelas de dirigencia política”, por Hinde Pomeraniec.

Domingo, 17 de agosto de 2014
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1395033292_626072_1395033677_noticia_normalLa ‘Franciscomanía’ en las parroquias

Leído en La Nación.

Uno podría asegurar, casi sin margen de error, que el Papa es actualmente el único jefe de Estado cuya conducción no es cuestionada. En un mundo cada vez más multipolar y sin liderazgos claros, quien hasta hace un año era conocido como Jorge Bergoglio es hoy el líder internacional con mayor aprobación social y política en todo el mundo. Detrás de Francisco hay dos escuelas fenomenales de liderazgo: la orden jesuita que lo vio crecer como pastor y el peronismo, el movimiento político que desde 1945 funciona como termómetro del poder en su país de origen.

 Las cabezas de Estado no pasan un buen momento. La velocidad con que circulan las noticias y la amplificación que de los hechos hacen las redes sociales pueden encumbrar a cualquiera en un segundo tanto como desgastar al más valioso, también en un segundo. Obama, lo sabemos, no está desgastado sólo por Twitter. El prematuro Nobel de la Paz con que lo premiaron en Oslo no se condice con el hombre que estuvo a punto de ordenar la acción militar en Siria que evitó otro de los grandes líderes cuyos pies se desplazan en arenas movedizas, el ruso Vladimir Putin. Las contradicciones sobre Putin son tan conocidas como las de Obama. La última: luego de evitar la guerra en Siria, sus fuerzas militares están al borde de la invasión de Ucrania. Es tal el apoyo popular al Papa en Estados Unidos que el propio Obama lo nombra cuando discute política. Putin -observante ortodoxo- viajó al Vaticano en plena crisis por Siria. A casi un año de su investidura, un sondeo de la CNN mostró que el 88% de los católicos estadounidenses aprobaba la gestión del pontífice: el sueño de cualquier líder.

 Para Chris Lowney, autor del libro clásico El liderazgo al estilo de los jesuitas, el éxito de Bergoglio como líder es que sabe poner en práctica los principios de la orden como el autoconocimiento (para conocer las propias virtudes y debilidades), la innovación (para adecuarse a los cambios), el heroísmo y el amor al prójimo. Muy lejos de la figura erudita y desconfiada de su antecesor Benedicto XVI, Francisco nutre diariamente su fama de abuelo bonachón y callejero. El Papa sabe que su palabra será escuchada por 1200 millones de seguidores en todo el mundo. Y sabe también que un verdadero líder es mucho más que una persona que les dice a los demás qué tienen que hacer. Cualquier libro de liderazgo señala que alinear a la gente es motivar, inspirar, producir cambios. No deja de ser interesante que para la revista Forbes, el papa Francisco da todos los días lecciones de liderazgo con “inusual gracia y determinación de acero”.

 Como en cualquier organización, lo primero que quieren saber los seguidores de su líder es hacia dónde va. En este sentido, Francisco trabaja las palabras y los símbolos en una misma dirección. El teólogo alemán Hans Küng, uno de los hombres más críticos del Vaticano durante décadas, asegura que “el Papa tiene más poder que el mismo presidente de Estados Unidos. No hay legisladores ni Corte Suprema que puedan contradecirlo”. Küng asegura que detrás de ese universo simbólico hay más. “La ropa sencilla, los cambios en el protocolo y el tono de su voz son mucho más que cosas superficiales. Francisco introdujo un cambio de paradigma.

20120726Evita-Charla1padre Eva Perón y su confesor, el  jesuita Hernán Benítez.

Heredero de una Iglesia y un Estado sumidos en el mayor de los descréditos, entre la corrupción, las denuncias por pedofilia y las filtraciones de los llamados Vatileaks, el Papa no perdió ni un momento en marcar sus objetivos. Hace de su presencia un sello. Como el de Asís, Francisco se propuso reconstruir la Iglesia, proteger a los pobres y promover valores como la humildad.

 Hay que reconocer que si un líder sabe cuándo cambiar de dirección, un líder peronista lo sabe más que nadie. Luego de pelear incansablemente en contra de la despenalización del aborto y el matrimonio igualitario en sus tiempos de arzobispo de Buenos Aires, Bergoglio es el primer pontífice que hace un reconocimiento que transmite cierta humanidad al declarar: “¿Si alguien es gay, quién soy yo para condenarlo?

 Ya había mostrado esas aptitudes conciliadoras a la hora de recibir a la Presidenta argentina, en un verdadero duelo de cinturas peronistas. Luego de años de enfrentamientos en alta voz, la noticia de Bergoglio Papa no fue un buen trago para la mandataria y en su primer discurso luego del anuncio, se hizo visible (y audible) ese fastidio. Sin embargo, días después la Presidenta y toda figura pública cercana al Gobierno se convirtieron al francisquismo. El Papa le hizo honor a tamaña reescritura del relato y se mostró adorable y condescendiente al recibir de regalo un mate y las debidas instrucciones para cebarlo por parte de Cristina. Meses después, resistió estoico la forzada foto con la Presidenta y su entonces candidato Martín Insaurralde, en Río.

No hablar no es necesariamente consentir. Gore Vidal citaba en una de sus novelas un proverbio jesuita que asegura que “un hombre sabio no necesita mentir porque ya ha tomado todos los recaudos para que no sea necesario decir toda la verdad”.

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Las 17 frases más machistas de la Biblia.

Domingo, 17 de agosto de 2014
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biblia-lincolnLa lectura de la Biblia puede liberar, puede sacar lo mejor de nosotras y nosotros, puede ayudarnos a superar dificultades, animarnos a involucrarnos en la mejora de nuestro pequeño mundo, o incluso del mundo entero. Pero también es cierto que la lectura literal puede ser letal…. así lo han vivido a lo largo de la historia millones y millones de personas, padeciendo los prejuicios de quienes intentaban hacer de la Biblia una ley para reforzar su poder, su manera de ver el mundo, o simplemente su ignorancia. Las mujeres han sido uno de esos grupos oprimidos en nombre de la supuesta voluntad divina que revelaba la Biblia. Y aquí compartimos 17 de los versículos que se utilizaban para apoyar la dominación de las mujeres por parte de los hombres.

1.- Génesis 3:16 (Dios a Eva)

Dijo asimismo a la mujer: Multiplicaré tus trabajos y miserias en tus preñeces; con dolor parirás los hijos, y estarás bajo la potestad o mando de tu marido, y él te dominará.

2.- Jueces 21:10-12

Con esto destacaron diez mil hombres muy valientes, dándoles esta orden: Id, y pasad a cuchillo a los moradores de Jabes-Galaad, sin perdonar a sus mujeres y niños. Y habéis de ejecutarlo de modo, que matando a todos los varones y a las mujeres casadas dejéis empero con vida a las doncellas. Se hallaron en Jabes-Galaad cuatrocientas doncellas por casar, y las condujeron al campamento de Silo en tierra de Canaán.

3.- Deuteronomio 21:10-14

Si saliendo a pelear contra tus enemigos, el Señor Dios tuyo los entregare en tus manos y los cautivares. Y vieres entre los cautivos una mujer hermosa, y enamorado de ella, deseas tenerla por mujer, la introducirás; y se raerá el cabello, y cortarás las uñas; y dejará el vestido con que fue hecha prisionera, y quedándose de asiento en tu casa, llorará un mes a su padre, y a su madre, después de esto, te juntarás con ella, y tú serás su marido, y ella será mujer tuya. Si andando el tiempo te desagradare, la despacharás libre; no podrás venderla por dinero, ni oprimirla con tiranía, ya que la desfloraste.

4.- Deuteronomio 22:13-21

Si un hombre se casa con una mujer y se une a ella, pero después le toma aversión, la acusa falsamente y la difama, diciendo: ‘Yo me casé con esta mujer, y cuando me uní a ella comprobé que no era virgen’, entonces el padre y la madre de la joven tomarán las pruebas de su virginidad, y las exhibirán ante los ancianos, en la puerta de la ciudad. El padre de la joven dirá a los ancianos: ‘Yo entregué mi hija a este hombre para que fuera su esposa, pero él le ha tomado aversión y ahora la acusa falsamente, declarando que no encontró en ella las señales de la virginidad. Aquí están las pruebas de que mi hija era realmente virgen’. Y en seguida extenderán la sábana nupcial ante los ancianos de la ciudad. Entonces estos tomarán al hombre y lo castigarán por haber difamado a una virgen israelita, condenándolo, además, a pagarcien siclos de plata, que entregarán al padre de la joven. Ella seguirá siendo su mujer, y el hombre no podrá repudiarla nunca más. Pero si la acusación resulta verdadera y no aparecen las pruebas de la virginidad de la joven, la sacarán a la puerta de la casa de su padre, y la gente de esa ciudad la matará a pedradas, por haber cometido una acción infame en Israel, prostituyéndose en la casa de su padre. Así harás desaparecer el mal de entre ustedes.

5.- Jeremías 8:10

Por cuyo motivo yo entregaré sus mujeres a los extraños, sus tierras a otros herederos; porque desde el más pequeño hasta el más grande todos se dejan llevar de la avaricia; desde el profeta o cantor hasta el sacerdote, todos se ocupan en la mentira.

6.- 2 SAMUEL 12: 11

Así ha dicho Jehová: He aquí yo haré levantar el mal sobre ti de tu misma casa, y tomaré tus mujeres delante de tus ojos, y las daré a tu prójimo, el cual yacerá con tus mujeres a la vista del Sol.

7.- LEVÍTICO 12: 1, 2 & 5

Hablo Jehová a Moisés, diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles: La mujer cuando conciba y dé luz a un varón, será inmunda 7 días…. Y si diera luz a una niña, será inmunda dos semanas…

8.- LEVÍTICO 15:19 Y 20

Cuando la mujer tuviere flujo de sangre, y su flujo fuere en su cuerpo, siete días estará apartada; y cualquiera que la tocaré será inmundo hasta la noche. Todo aquello sobre que ella se acostaré mientras estuviere separada será inmundo…

9.- ROMANOS 7: 2

Porque la mujer casada está sujeta por la ley al marido mientras éste vive: pero si el marido muere, ella queda libre de la ley del marido.

10.- 1 PEDRO 3: 1

Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas…

11.- 1 CORINTIOS 11: 3, 7, 8 & 9

Pero quiero que sepáis que Cristo es cabeza de todo varón, y el varón es cabeza de la mujer… Porque el varón no debe cubrirse la cabeza, porque él es imagen y gloria de Dios; pero la mujer es gloria del varón. Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón, y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón.

12.- EFESIOS 5: 22 & 23

Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador.

13.- 1 CORINTIOS 14: 34 & 35

Vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice.Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus maridos; porque es indecoroso que una mujer hable en la congregación.

14.- 1 TIMOTEO 2: 11-15

La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción.Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio. Porque Adán fue formado primero, después Eva; y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en trasgresión. Pero se salvará engendrando hijos, si permaneciere en fe, amor y santificación, con modestia.

15.- JEREMÍAS 13: 26

Yo, pues, descubriré también tus faldas delante de tu rostro, y se manifestará tu ignominia…

16.- ISAÍAS 3: 16-17

Asimismo dice Jehová: Por cuanto las hijas de Sion se ensoberbecen, y andan con cuello erguido y con ojos desvergonzados; cuando andan van danzando, y haciendo son con los pies; por tanto, el Señor raerá la cabeza de las hijas de Sion, y Jehová descubrirá sus vergüenzas.

17.- Éxodo 20: 17

No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.

Fuente: Taringa, vía Homoprotestantes

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