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50 años de Medellín

Jueves, 1 de febrero de 2018
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medellin_560x280“Recepción del Concilio en América”

“Pablo VI trazaba tres direcciones para la Conferencia -espiritual, pastoral y social- que hoy siguen vigentes”

(Saturnino Rodríguez).- No puedo ocultar la satisfacción de preparar esta presentación sobre un acontecimiento tan importante como lo fue la II Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Medellín, Colombia hace ya este año 50 años-en el ya mítico año 1968, que inauguró a finales de agosto el papa Pablo VI en el primer viaje que hacía un Papa al continente Americano.

Satisfacción por haberlo vivido directamente en mis “10 años americanos” junto a otras vivencias que me marcaron y que han ha tenido y tienen gran repercusión en el porvenir de la Iglesia latinoamericana y universal y que para mí han supuesto hacer de Colombia mi “segunda patria”.

Medellín: la aplicación para América del Concilio Vaticano II

El Papa Francisco que visitó recientemente Chile y Perú ha repetido en sus intervenciones muchos de las propuestas que hizo hace ahora 50 años en el emblemático año 1968 la II Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Medellín, Colombia (CELAM) (26 agosto – 8 sept. 1968) como concreción del Concilio Vaticano II que tanta resonancia y repercusión han tenido en la Iglesia universal. Esta II Conferencia de Medellín fue inaugurada por Pablo VI en el histórico primer viaje de una Papa a América.

Sus Conclusiones el Papa Francisco las recalcaría como uno de los redactores principales intervinientes de la V Conferencia de Aparecida (Brasil ) y en sus intervenciones y viajes y muy recientemente en su viaje (nov 2017) a Colombia, donde se celebró aquella II Conferencia en 1968.

El CELAM prepara la celebración del 50º de Medellín

Para celebrar esos 50 años de la II Conferencia en Medellín, Colombia, el CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano) prepara un Congreso que se celebrará entre el 23 y el 26 de agosto de este año 2018 en el mismo lugar en donde se celebró la II Conferencia, para “conmemorar y proyectar el mensaje de Medellín como un mensaje clave de la Iglesia en el continente con diálogo en la Iglesia universal. Latinoamericana”. El Congreso impulsado por el CELAM cuenta también con el respaldo de la Confederación de Religiosos y religiosas, el Secretariado Latinoamericano y del Caribe de Cáritas, SECLAC y con la propia Arquidiócesis de Medellín.

Anticipándose al 50º aniversario de Medellín, en octubre del año2015 al celebrar el II Congreso Continental de Teología (Belo Horizonte, Brasil), teólogos y teólogas de diversos países latinoamericanos acordaron celebrar un Congreso académico internacional de teología con el título: “Medellín 50 años después: memoria y perspectivas de futuro” .

Y así la Red Amerindia y la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) de El Salvador celebrarán del 30 de agosto al 2 de septiembre de 2018 en la misma ciudad su III Congreso de Teología en torno al “patrimonio de Medellín” bajo el lema “Los clamores de los pobres y de la Tierra nos interpelan”. Los teólogos latinoamericanos buscan reafirmar la opción por los pobres y “por nuevos modelos de Iglesia más comunitaria, participativa y ‘en salida’ en la línea del papa Francisco. (El I Congreso se celebró en Sao Leopoldo (Brasil) en 2012).

El Concilio fue el antecedente inmediato de Medellín

Si el Concilio Vaticano II (1962-1965) fue una “Primavera de la Iglesia”, Medellín, que fue la “recepción del Concilio en América”, fue el jardín donde iba creciendo. A diferencia de lo sucedido en la I Conferencia del Episcopado (Río de Janeiro 1956) donde la Santa Sede la preparó y realizó en todas sus partes, la II Conferencia, en Medellín sería el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) quien definiría los temas, la mecánica de trabajo y la elección de los conferencistas con la aprobación de la Santa Sede. Los antecedentes inmediatos de la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano pueden situarse hacia el otoño de 1965 cuando el Concilio Vaticano II estaba a días de clausurarse.

Fue en ese momento cuando Pablo VI reunió a los obispos de la directiva y equipos del CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano) que participaban en el Concilio, con motivo del décimo aniversario de la creación de dicho organismo episcopal. Pablo VI exhortó a los presentes a asumir una visión crítica frente a los problemas que agitaban a América Latina como un requerimiento indispensable para la acción pastoral de la Iglesia en esas regiones.

Sería, pues, en ese ambiente cuando el entonces presidente del CELAM, Manuel Larrain Errázuriz (obispo de Talca, Chile) comenzó a poner en marcha el proyecto que le encomendara el papa Pablo VI, de quien era amigo personal desde los años en que era el cardenal Montini. Amigo también del jesuita Alberto Hurtado a quien haría santo Benedicto XVI, amigo de los más avanzados obispos europeos desde el Concilio, de los “nobeles” Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Jacques Maritain, y de Roger Schtz prior de la Comunidad de Taizé.

El obispo chileno Manuel Larraín Errázuriz era un hombre “en salida” como pide hoy para el Iglesia el papa Francisco, un pastor integrante del grupo que se denominó entonces catolicismo social que durante el Concilio Vaticano II (1962-1965) formó parte del sector más progresista. Fue uno de los cuarenta obispos firmantes del Pacto de las catacumbas de Domitila (Nov. 1965), encabezado por otra de la figuras señeras del CELAM, el arzobispo brasileño Helder Cámara -postulado cuatro veces al Premio Nobel de la Paz. Pacto por el que se comprometieron a caminar con los pobres asumiendo un estilo de vida sencillo y renunciando a todo símbolo de poder. Decía Dom Helder “Cuando doy comida a los pobres, me llaman santo. Cuando pregunto por qué son pobres, me llaman comunista”.

Tras la reunión ordinaria del CELAM en Mar de Plata (Argentina), en mayo de 1967, se pidió al Vaticano que convocara la Conferencia, sugiriendo al mismo tiempo como sede la ciudad de Medellín. En julio de 1967 se recibió la aprobación y comenzaron los preparativos. Se aprobó también el tema de la misma: La presencia de la iglesia en la actual transformación de América Latina a la luz del Vaticano II”, tema propuesto por Pablo VI en la reunión con los obispos latinoamericanos en noviembre de 1965. Así, pues la II Conferencia del CELAM sería inaugurada por Pablo VI el 24 de agosto de 1968 y se clausuraría el 6 de septiembre del mismo año.

Las reuniones previas a la II Conferencia de Medellín

Entre las principales reuniones previas del Episcopado Latinoamericano y órganos del CELAM para preparar la II Conferencia destacaron estos Encuentros que tanto influirían en la celebración de II Conferencia de Medellín: En Baños (Ecuador) (junio 1966) sobre temas de educación, laicos y acción social. Mar de Plata (Argentina), en la X Asamblea Ordinario del CELAM sobre desarrollo e integración (octubre 1966). Buga (Colombia),(febrero 1967) en el I Encuentro Latinoamericano de Universidades Católicas, sobre la universidad católica en América Latina. Melgar (Colombia) (abril 1968 en el Encuentro Latinoam. sobre pastoral misionera. Itapoan, Salvador (Brasil), (marzo 1968) con el tema Pastoral Social de la Iglesia y Medellín (Colombia), (11 al 18 agosto 1968, sobre Catequesis.

Las 3 líneas trazadas por Pablo VI en Medellín

El 24 de agosto de 1968 el papa Pablo VI inauguraba en Bogotá la II Conferencia del Episcopado Latinoamericano que se clausuraría el 6 de septiembre y cuyas sesiones de trabajo se celebrarían en el Seminario de Medellín. En su apretura oficial Pablo VI trazaba “tres direcciones” para las tareas: espiritual, pastoral y social que hoy, medio siglo después, contienen muchas preguntas que siguen vigentes y que en varios casos se retoman en la encíclica Evangelii gaudium del Papa Francisco del que se espera un importante mensaje al celebrar los 50 años y cuyo papel fue decisivo – siendo cardenal – en la V Conferencia que presidiría Benedicto XVI en Aparecida (Brasil) (13-31 mayo 2007) en la que el entonces arzobispo de Buenos Aires cardenal Bergoglio tuvo un destacado papel. Resumimos a continuación esas tres líneas que proponía Pablo VI en la inauguración

Estas eran las 3 líneas: 1- Espiritual, señalando que no debemos dedicarnos al apostolado, si no sabemos corroborarlo con el ejemplo de las virtudes cristianas y sacerdotales. 2- Pastoral ya que la Iglesia institucional aparece hoy confrontada con otra llamada carismática, como si la primera fuese la de un cristianismo ya superada, mientras la otra, sería capaz de interpretar el cristianismo para responder a los problemas urgentes y reales de nuestro tiempo. 3- Social favoreciendo todo esfuerzo honesto para promover la renovación y la elevación de los pobres partiendo de la propia sencillez de la Iglesia en sus formas que es un testimonio de fidelidad evangélica como condición, alguna vez imprescindible, para dar crédito a su propia misión.

La metodología empleada en las sesiones de Medellín

La metodología adoptada por la Conferencia de Medellín (1968) corresponde al método “ver-juzgar-actuar” que se remonta al método de “revisión de vida”, surgido en el seno de las propuestas pastorales de la Juventud Obrera Católica (JOC) de la “Acción Católica” ,organización laical de renovación en la Iglesia que fundó en 1920 el sacerdote belga Joseph Cardijn por el compromiso social de la Iglesia católica en los comienzos del siglo y fue nombrado cardenal en 1965. La JOC agrupa aun hoy a los dirigentes obreros católicos en todo el mundo.

Un obispo que presidía la Comisión de trabajo sobre los pobres de la II Conferencia de Medellín en 1968 escribía sobre la misma diciendo que uno de los temas más difíciles fue el de la violencia y la paz. Había en aquella época algunos cristianos que querían justificar la violencia, apoyando las guerrillas, con sentimiento pero sin reflexión teológica. Con mucho acierto Pablo VI habló del asunto, y fue muy claro y muy orientador en sus palabras de inauguración en Bogotá enseñando el camino pacificador que debe tener el cristiano en nuestra realidad, al trabajar por la justicia en espíritu de paz, de reconciliación, como después recogerían las Conclusiones.

Las ponencias durante la II Conferencia de Medellín servirían de guía a las 16 comisiones y subcomisiones encargadas de elaborar las aplicaciones pastorales, cuya división y títulos corresponden fundamentalmente a las Conclusiones del Documento Final. Ponencias que expusieron los siguientes obispos:

I. Los signos de los tiempos en América Latina – MARCOS MC GRATH, obispo de Santiago de Veraguas, Panamá.
II. Interpretación cristiana de los signos de los tiempos hoy en América Latina – EDUARDO F. PIRONIO, Secretario General del CELAM
III. La Iglesia en América Latina y la promoción humana – EUGENIO DE ARAÚJO SALES, Administrador Apostólico, Salvador, Brasil.
IV. La evangelización en América Latina – SAMUEL RUIZ G., obispo de San Cristóbal de las Casas, México.
V. La pastoral de masas y la pastoral de élites – LUIS EDUARDO HENRÍQUEZ, obispo auxiliar de Caracas.
VI. La unidad visible de la Iglesia y la coordinación pastoral – PABLO MUÑOZ VEGA, Arzobispo de Quito
VII. Coordinación Pastoral – LEONIDAS E. PROAÑO, Obispo de Riobamba

Los documentos conclusivos de Medellín

Las Conclusiones de Medellín fueron aprobadas por el Papa Pablo VI siendo el presidente de la CELAM Avelar Brandao Vilela y secretario general Eduardo F. Pironio. Las Conclusiones irían repartidas en 16 documentos, agrupados a su vez en tres grandes secciones:

Promoción humana 1. Justicia 2. La Paz 3. Familia y demografía 4. Educación 5. Juventud

Evangelización y crecimiento de la fe 6. Pastoral popular 7. Pastoral de élites 8. Catequesis 9. Liturgia

La Iglesia visible y sus estructuras 10. Movimientos de laicos 11. Sacerdotes 12. Religiosos 13. La formación del clero 14. La pobreza de la Iglesia 15. Pastoral de conjunto y 16. Medios de comunicación social.

Las Conclusiones de Medellín se enfocan hacia la presencia de la Iglesia para “transformar a América Latina a la luz del Concilio Vaticano II”. La solicitud pastoral recae sobre tres áreas: 1ª- La promoción del hombre y de los pueblos hacia los valores de justicia, paz, educación y familia 2ª La necesidad de evangelización y maduración de la fe a través de la catequesis y liturgia y 3ª Los problemas que giran en torno a toda la comunidad para que sea más fuerte la unidad y la acción pastoral.

Se incorpora de manera especial a los laicos en estas tareas de “promoción humana” teniendo en cuenta como “fuentes” la Biblia y el Magisterio de la Iglesia destacando las encíclicas Gaudium et spes, Populorum progressio, Pacem in terris, Gravissimum educationis, Lumen gentium, Sacrosantum concilium, entre muchas otras. Todo ello forma parte de la Doctrina Social Cristiana cuya tarea es anunciar el Evangelio y denunciar las injusticias con el método de “ver, juzgar y actuar”.

Se trató también de la que denominaron “recepción creativa”, esto es, no se limitó simplemente a ajustar la iglesia de la región a las directrices emanadas del Concilio, sino que también intentó adecuar y enriquecer la recepción desde su propia historia y contexto; a manera de ejemplo tenemos las Comunidades de Base, el planteamiento de la salvación como liberación en la historia, la sacramentalidad de la iglesia desde la pobreza, y su compromiso total con los pobres y marginados. De hecho estas opciones y otros temas como el de la dimensión política de la fe y la relación entre desarrollo y salvación serían por los que Medellín llegaría a ser reconocido y recordado en la posteridad y a partir de las cuales se cosolidaba la “teología de la liberación”.

El mensaje de Medellín sigue vivo en la Iglesia

El teólogo brasileño Leonardo Boff, uno de los propulsores de las “Comunidades de Base” y la “Teología de la Liberación” escribe a los 50 años de Medellín recordando que el mérito de Medellín en el 1968 no fue el histórico sino el kerigmático, es decir lo que representa en términos históricos porque dió a luz a la Iglesia latinoamericana como tal. Sus textos constituyen la “Carta magna” de la Iglesia del Continente y el “acto de fundación” de la Iglesia de América Latina y Caribe a partir y en función de sus pueblos y de sus culturas. Leer más…

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El Gobierno de Colombia autoriza la búsqueda de los restos del sacerdote Camilo Torres

Domingo, 24 de enero de 2016
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camilo-guerrilleroEl cura murió en 1966 en su primer combate como guerrilero

El arzobispo de Cali quiere darle “cristiana sepultura”

Su cadáver fue enterrado en un lugar que nunca se reveló y desde entonces se ha convertido en un icono de los movimientos de liberación

El Gobierno de Colombia autorizó la búsqueda de los restos del sacerdote Camilo Torres, miembro de ELN que cayó en combate hace casi 50 años, confirmaron este viernes fuentes de la Arquidiócesis de Cali.

El arzobispo de esa ciudad, Darío de Jesús Monsalve, expresó que habló con el presidente Juan Manuel Santos, quien le explicó que la Fiscalía y Medicina Legal están investigando en el departamento de Santander, donde murió Torres, para encontrar su restos.

El sacerdote murió en 1966 en Patio Cemento (Santander), durante el primer combate en el que participó como miembro del Eln contra el Ejército Nacional.

Su cadáver fue enterrado en un lugar que nunca se reveló y desde entonces se ha convertido en uno de los íconos de ese grupo guerrillero y de los movimientos izquierdistas en América Latina a raíz de que el cantautor chileno Víctor Jara le dedicó una canción.

El arzobispo Monsalve aseguró este viernes que es muy optimista con la misión de búsqueda, pues su objetivo es “poder darle cristiana sepultura” a Torres.

El ELN pidió hace una semana al Gobierno que buscara los restos de Torres a través de un comunicado en su página web y su cuenta de Twitter.

En su petición afirmaron que ese sería un “gesto de paz” para iniciar los diálogos con este grupo subversivo. “Llamamos a que los restos físicos de Camilo Torres, cuya ubicación se desconoce desde el día de su muerte, sean entregados y se les brinde, en nombre de su dignidad, la debida sepultura, indica el comunicado del Eln publicado el pasado 8 de enero.

Torres, nacido en 1929 en Bogotá y ordenado sacerdote en 1954, estuvo fuertemente influido por la doctrina de la Teología de la Liberación, fue cofundador de la primera facultad de Sociología de Colombia y del Frente Unido del Pueblo, un movimiento de inspiración marxista, antes de unirse al ELN.

***

El ELN pide al Gobierno colombiano y a la Iglesia la rehabilitación de Camilo Torres

El cura guerrillero, uno de sus fundadores, falleció hace medio siglo en combate

Exhorta a los obispos a devolver “simbólicamente” el estatus sacerdotal al religioso

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(Alver Metalli, en Tierras de América).- Sorpresa. En la negociación -que ahora se hizo pública con la mediación de la Iglesia Colombiana- entre el gobierno de Manuel Santos y el Ejército de Liberación Nacional, la segunda guerrilla del país después de las FARC, entra en escena un personaje que pertenece a los libros de historia y cuyo nombre es prácticamente desconocido para las generaciones posteriores a la década del ’90: Camilo Torres Restrepo.

A 50 años de su muerte -resultó muerto en el curso de su primer combate, el 15 de febrero de 1966- el cura guerrillero es reivindicado por la agrupación a la que perteneció -el ELN- y que contribuyó a fundar. Se presentaron dos pedidos. El primero, dirigido a la Iglesia, que no aprobó la opción por las armas que lo llevó a enrolarse en la guerrilla, para que por lo menos simbólicamente le restituya el estatus sacerdotal; el segundo al gobierno de Colombia, para que los restos mortales “sean entregados y se les brinde debida sepultura.

Con dos twitter en las redes sociales a través de la cuenta @eln_ranpal, la organización guerrillera reclama del gobierno “El gesto de Paz de entregar los restos físicos de Camilo Torres, que tiene escondidos hace 50 añosy a la Iglesia “el gesto de paz claro y demostrativo es otorgar nuevamente su lugar como sacerdote a Camilo Torres”.

La decisión de abandonar el sacerdocio, en realidad, fue del mismo Camilo Torres, y la tomó en junio de 1965, once años después de recibir la ordenación, para entrar en la clandestinidad en las filas del nuevo movimiento guerrillero que nació en 1964 con una marcada impronta marxista. La militancia duró poco, porque Camilo Torres murió en su primera experiencia de combate, en una emboscada que el ELN tendió a una patrulla militar colombiana.

camilo-torres-el-cura-guerilleroYa en 1955, en el documento conclusivo de la primera Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Rio de Janeiro, la opción guerrillera para alcanzar la liberación fue desaprobada. Condena que se repetirá en la Conferencia General de Medellín en 1968, menos de dos años después de la muerte de Camilo Torres, y en las sucesivas conferencias en Puebla en 1978, Santo Domingo (1992) y Aparecida (2007).

El coronel de la Quinta Brigada de Bucaramanga, Álvaro Valencia Tovar, al mando de la patrulla, declaró años más tarde que el ejército ocultó el cuerpo en una ubicación separada de otras fosas comunes, y el lugar no fue comunicado al público. Valencia Tovar, siendo ya general retirado, escribió el libro “El final de Camilo”, donde reveló los detalles de la muerte de Camilo Torres. Según Valencia Tovar, Torres fue sepultado en un lugar separado para entregar los restos a la familia en un segundo momento. Posteriormente, en una entrevista a la revista Semana aclaró que el cuerpo de Camilo Torres fue exhumado tres años después y sus restos fueron colocados en una urna y llevados a un cementerio de la ciudad de Bucaramanga, donde la Quinta Brigada había construido un mausoleo para enterrar soldados, pero no reveló la posición exacta.

Fuente Religión Digital/Agencias

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Camilo Torres recordado en vísperas del cincuenta aniversario de su muerte, por

Domingo, 22 de noviembre de 2015
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camilo-guerrilleroCon infortmación de Religión Digital yAlainet:

“Tiene mucho que enseñar a la Colombia que busca paz, justicia y reconciliación”

El arzobispo de Cali pide que se rinda homenaje a la memoria del cura Camilo Torres

“Sometido hasta en sus despojos mortales al secreto de Estado, al silencio de la Iglesia y al estigma guerrillero sobre su nombre, tiene mucho que dar y enseñar”

Reivindicar el nombre de Camilo Torres “que tiene mucho que dar y enseñar a la Colombia que se proyecta en la reconciliación, la verdad y la justicia transicional” pidió el arzobispo de Cali, monseñor Darío de Jesús Monsalve.

El 15 de febrero se cumplen 50 años de la muerte del religioso en un combate con el ejército tras su vinculación a la guerrilla del Eln y no se sabe dónde están sus restos. Sometido hasta en sus despojos mortales al secreto de Estado, al silencio de la Iglesia y al estigma guerrillero sobre su nombre, tiene mucho que dar y enseñar”, expuso monseñor Monsalve. Movimientos sociales y ecumémicos realizaron en Cali un encuentro y anunciaron eventos para conmemorar los 50 años de la desaparición de Camilo Torres.

El sacerdote anunció en enero de 1966 su vinculación con el ELN, guerrilla que había surgido un año antes, y un mes después muere en combate. Su pensamiento influyó en la corriente de la Teología de la liberación entre sacerdotes del continente. “Que su pensamiento social y teológico, su liderazgo por la unidad, su obra y sus cenizas, vuelvan a la memoria del pueblo y de la Iglesia, al patrimonio acumulado para la paz con verdad y justicia social, con reconciliación y perdón como piso de garantías del nunca más”, plantea Monseñor Monsalve.

La nota del arzobispado de Cali

“Camino al cincuentenario… Padre Camilo Torres, signo de Reconciliación”

El pasado sábado 7 de Noviembre, se realizó el evento “Camino al Cincuentenario…Padre Camilo Torres, signo de reconciliación“, encuentro espiritual y social de reconocimiento y reivindicación a la vida de Camilo Torres, al que asistieron comunidades de base, grupos académicos y ecuménicos de la iglesia popular, animadores sociales, religiosos y medios de comunicación.

En este espacio de reflexión se propició el dialogo con el sacerdote y sociólogo François Houtart, quien acompañó al padre Camilo Torres en su camino ministerial, social y político; y conocedor del legado de Camilo Torres desde sus posturas sociológicas y teológicas

“Camilo Torres se lee como el profeta de la paz, él se fue al monte no a matar a nadie, sino a morir por todos. El renacimiento que se da hoy en esta misa de la Ermita, con perspectiva de género, es muy actual y muy conmovedor, por todo el hecho ecuménico, porque quiere decir que valió la pena, que no murió en vano y nos permite la resurrección de un país que está hecho cenizas”, afirmó el historiador Vladimir Zabala, asistente al evento.

Durante el acto, conferencistas y asistentes reconocieron el trabajo y el legado de Camilo Torres, promotor de la teología de la liberación, con un encuentro ecuménico, realizado en la iglesia de la Ermita y en el cual confluyeron diversas expresiones de iglesia popular y comunidades.

“Estamos ante ti con los recuerdos de hombres y mujeres, que a través de la historia nos dejan el legado de lo que significa, no solo, conocer y entender el evangelio, sino ante todo vivirlo, asumirlo, integrando lo social, político y cultural como expresión del amor eficaz”, expresó Aura Dalia Caicedo, representante de las Comunidades Afrodescendientes.

Para los líderes de diversos credos, la vida de Camilo Torres es un ejemplo de unidad para asumir la reconciliación en la que estamos empeñados todos, abriendo las puertas a la integración entre la religión y lo social.

Al finalizar el encuentro monseñor Dario de Jesús Monsalve, Arzobispo de Cali, invitó a la comunidad a rendirle un homenaje a Camilo Torres, como imagen de regreso y reencuentro entre los colombianos.

Y a continuaqción el artículo del sacerdote François Houtart, 

Un acto de alto valor simbólico tuvo lugar en Cali el 7 de noviembre pasado por iniciativa de Monseñor Darío de Jesús Monsalve Mejía, arzobispo de esa ciudad, la tercera de Colombia: El recuerdo de Camilo Torres Restrepo como cristiano y como sacerdote. Para preparar el evento, el arzobispo había escrito en una revista de la Arquidiócesis titulada: Camilo ayer y hoy, signo de reconciliación (Cuadernos ciudadanos – Observatorio de realidades sociales, número 5, noviembre 2015, p. 8): “El sacerdote Camilo Torres Restrepo, sometido hasta en sus despojos mortales al secreto de Estado, en la influencia de su pensamiento cristiano, al silencio de la Iglesia y al estigma guerrillero sobre su nombre, tiene mucho que dar y enseñar a una Colombia que se proyecta hacia la reconciliación, la verdad, la justicia transicional y la paz.”

Este día, se trataba de celebrar la memoria de un sacerdote que el 15 de febrero de 1986 murió en la guerrilla, compromiso que, según sus propias palabras, asumió como cristiano, como sacerdote y como sociólogo, en una sociedad profundamente injusta y cruel. Solamente en los últimos 50 años, hubo casi medio millón de muertos; seis millones de desplazados, cuatro de ellos en Venezuela; miles de desaparecidos, innumerables despojos de tierras a los campesinos por terratenientes y empresas multinacionales (especialmente del petróleo, de minas y de agro-combustibles) a menudo con la ayuda de paramilitares. Acuerdos de paz se negocian en La Habana y en Quito, para poner fin al conflicto armado que se reveló demasiado costoso para las clases dominantes y que para los más pobres y explotados, constituye un proceso de lucha que se ha agotado físicamente y moralmente.

Los testimonios

El arzobispo empezó el acto diciendo que había llegado el tiempo para desarrollar otra mirada sobre Camilo y reconocer lo que su pensamiento y su compromiso podrían significar hoy para la reconciliación en base a la justicia. Siguieron dos ponencias de testigos de la vida de Camilo, la que yo expuse reflexionando desde el tiempo que lo invité, en 1954, a ir a Lovaina para estudiar sociología; y, la del padre Javier Giraldo, s.j. colombiano. En mi intervención, recordé la trayectoria de Camilo y su último compromiso que lo llevó hasta la muerte. Siempre había pensado que un Camilo vivo habría sido mejor que un Camilo muerto, pero el símbolo de su sacrificio sobrepasó los límites del tiempo y del espacio. En Kerala, en el sur de la India, un joven pescador católico, que había leído un texto mío sobre Camilo, le puso a su primer hijo el nombre de Camilo Torres.

Camilo eligió la resistencia armada, lo que puede parecer contradictorio con un mensaje cristiano de paz y de amor al prójimo y más aún con la función sacerdotal. Sin embargo, vivimos en un mundo violento y no se puede negar a los oprimidos el derecho a la resistencia, que puede desembocar en una revuelta armada, cuando se trata de optar por ésta, como último recurso, con posibilidad de éxito y en el proceso de lucha rechazar el uso de medios éticamente inaceptables, como el terrorismo, la tortura o los secuestros. En la época de Camilo sucedía esto. Cincuenta años después, las circunstancias han cambiado y sin duda él apoyaría las negociaciones de paz. Sin embargo, de la experiencia de Camilo como analista y líder social, se puede inferir que el fin del conflicto armado no significa el fin de las luchas sociales. La burguesía colombiana, una de las más cultas del continente pero también una de las más cínicas, no abandonará sin más su hegemonía económica, política y social. Camilo, que pertenecía a esta clase, lo sabía muy bien.

El padre Javier Giraldo, s.j.  insistió en la posición de Camilo cuando oficiaba como capellán de la Universidad Central de Bogotá, donde descubrió la necesidad de otra concepción de la pastoral: no partir de una doctrina para insertarla en la vida, sino del descubrimiento de la realidad para dar una respuesta inspirada por los valores de paz y de amor del Reino de Dios. En este aspecto, Camilo estuvo inspirado por sus contactos en Europa con la juventud obrera católica (JOC) y el método desarrollado por su fundador Joseph Cardijn: ver, juzgar, actuar.

El acto litúrgico

El acto litúrgico que se desarrolló a continuación, tuvo lugar en la iglesia la Ermita, en el centro de la ciudad, sitio religioso donde se ofician los matrimonios y bautizos de la “alta sociedad” local. La ceremonia empezó con una parte ecuménica. El coro de la Iglesia bautista cantó acompañado por una música de campanitas. Representantes de diversas iglesias y religiones estaban alrededor del altar. Pastores de las iglesias protestantes históricas, episcopales, luteranas, bautistas, y de los Viejos Católicos, tomaron la palabra. Todos insistieron sobre la dimensión social del mensaje cristiano y uno de ellos habló de Camilo como un mártir. Una pastora, la presidenta del Movimiento Ecuménico de Mujeres para la Paz, describió los sufrimientos de las mujeres en situación de guerra. Cada testimonio se terminaba encendiendo un cirio y con un abrazo con el arzobispo, seguido por el aplauso de la asamblea.

Un representante de la comunidad judía intervino, profundizando en  la noción de Shalom, ese deseo de paz y amor, que no se puede desvincular de la justicia, palabra con la que homenajeó a Camilo. Una dama afrodescendiente, toda vestida de blanco y con un turbante que daba una especial dimensión de elegancia a su gran talla, tomó la palabra. Venía de la tradición Yoruba. Ella describió las injusticias cometidas contra los descendientes de los esclavos africanos: despojo de sus tierras por las empresas multinacionales de agro-combustibles; destrucción de pueblos y comunidades; asesinatos de mujeres y niños por paramilitares. Ella acompañó su descripción, sobria pero terrible, con un canto de inspiración africana. Cuando lo entonó, el arzobispo se puso de pie y también lo hicimos todos los participantes de este acto ecuménico, que llenaban la iglesia. Fue un momento de gran emoción, seguido de un aplauso prolongado cuando la dama y el arzobispo se dieron el abrazo.

Un chamán indígena tomó la palabra en nombre de los numerosos pueblos originarios de Colombia y agradeció a la madre tierra por este encuentro en memoria de Camilo. Él se refirió a los miles de víctimas indígenas, desplazados de sus tierras por las empresas petroleras y mineras y a las numerosas personas asesinadas. Recordó que al lado de Camilo hubo  también otros sacerdotes que habían dado sus vidas.

A continuación tuvo lugar la eucaristía. La primera lectura tomada de San Pablo sobre Cristo que murió para dar la vida y la del evangelio tomada de Mateo sobre el último juicio, donde Dios recompensa a los que habían dado de comer a los hambrientos, vestido a los desnudos y visitado a los presos. La homilía del arzobispo fue precedida por la lectura del mensaje de Camilo a los cristianos cuando se fue a la montaña. En su sermón, el arzobispo abordó tres temas: Camilo ofreció su vida; su mensaje ha sido siempre una palabra de unidad, lo cual nos indica la vía a seguir para el futuro; y, el año de la misericordia, decidido por el Papa Francisco y que corresponde con el cincuenta aniversario de la muerte de Camilo, que daría sus frutos si se incluye la dimensión de justicia.

En el ofertorio se cantó el de la Misa Campesina de Nicaragua que merece la pena citar a continuación:  “Obreros y campesinos con el pan y el vino te ofrecemos hoy, los chilincocos y almendros que montaña adentro nuestra tierra dio. Los caimitos bien morados los mangos pintados de luna y de sol los pipianes, los ayotes la miel de jicote la chiche-coyol. Yo te ofrezco Señor en esta misa el trajín de cada día, toda la energía da mi sudor yo te ofrezco señor mi trabajo entero, los bejucos de mis brazos y el vino entusiasmo de mi corazón. La clase trabajadora que desde la aurora busca su labor, desde el arado te canta, desde cada andamio y hasta del tractor albañiles, carpinteros sastres, jornaleros todos por igual herreros y estibadores y los lustradores del Parque Central“.

El abrazo de paz fue compartido por todos los participantes y el último canto de la misa fue seguido por el largo aplauso de una asamblea alegre de haber podido participar en este reconocimiento a Camilo como cristiano y como sacerdote.

Presentación de libros

En la tarde, se presentaron dos libros sobre Camilo y una serie de testimonios. Se anunciaron también dos películas, una titulada “El evangelio de Camilo” que se estrenarán en febrero de 2016, en la celebración del cincuenta aniversario de su muerte. Durante el acto, se agradeció a la Universidad Católica de Lovaina por su contribución en la formación de Camilo.

Intervine también diciendo: “Para mí Camilo está vivo, porque su pensamiento y su ejemplo son muy importantes en la expresión de la fe cristiana hoy. Se necesita una transformación de las estructuras de la sociedad, porque predicar el amor sin transformarla para permitir que este amor sea eficaz, es pura ideología. Si se toma en serio el mensaje de Jesús, la manera cómo él actuó en su propia sociedad, no podemos pensar que el mensaje cristiano es “opio para el pueblo”, al contrario, es una base de emancipación y de libertad”.

Monseñor Darío Monsalve concluyó la jornada expresando: “La lucha que Camilo libró es la de un cristiano para transformar las injusticias sociales. Camilo veía esa desproporción tan enorme entre la gran mayoría de excluidos, y la minoría privilegiada. Y, cuando él mismo fue cayendo entre los excluidos de la Iglesia Católica y estigmatizado por sus ideas, que le impidieron vivir y expresarse en la sociedad de todos los días, fue empujado a la clandestinidad, y a unirse con quienes lo acogieron”. Tal rehabilitación de Camilo Torres no habría sido posible, sin la apertura de nuevos espacios realizados por el papa Francisco.
François Houtart

Quito, 13 de noviembre del 2015

Para el Telégrafo

 Fuente Alainet

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“Actualidad y futuro de la Teología de la liberación”, por Jorge Costadoat, SJ

Domingo, 17 de agosto de 2014
Comentarios desactivados en “Actualidad y futuro de la Teología de la liberación”, por Jorge Costadoat, SJ

news_pfa93h841t289eoLeído en Reflexión y Liberación

¿Fue contrario Jorge Mario Bergoglio años atrás a la Teología de la liberación? Probablemente en más de un punto. ¿Es hoy el Papa Francisco un opositor a esta teología? No da la impresión.

Consta, sí, que los simpatizantes de la Teología de la liberación están exultantes con él. Es cosa de ver las páginas electrónicas. Los sectores católicos liberacionistas se han identificado rápidamente con el nuevo Papa. El nombre de Francisco, la sencillez, los ataques contra la economía liberal, la ya famosa frase: “cuánto querría una Iglesia pobre y para los pobres…”, han sido señales inequívocas de un giro que el progresismo social católico interpreta como un guiño favorable.

¿Qué importancia pudiera tener que el Papa llegue a reconocer valor a esta teología? ¿Y a los movimientos, congregaciones religiosas y comunidades de base que se han inspirado en ella, dándole a la vez suelo para su desarrollo?

Juan Pablo II no la condenó, pero le hizo críticas arteras y mantuvo a raya a sus teólogos. El Cardenal Ratzinger, que ejerció este control desde el cargo de Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en el documento Instrucción sobre algunos aspectos de la “Teología de la liberación” (1984), desaprobó el uso acrítico de categorías marxistas: no distinguir entre materialismo histórico y materialismo dialéctico, y la lucha entre clases. Pero no puso en duda la opción por los pobres. Es más, en otro documento titulado Instrucción sobre la libertad cristiana y la liberación (1986) subrayó la raigambre bíblica de los planteamientos teológicos liberacionistas. Por cual no debe extrañar demasiado que el año pasado Ratzinger, convertido en Benedicto XVI, haya nombrado a cargo de aquella Congregación a Gerhard Müller, un obispo alemán que en 2005 había escrito junto a su amigo Gustavo Gutiérrez un libro titulado “Del lado de los pobres. Teología de la liberación“. El mismo Ratzinger -se sabía- siempre había sentido simpatía por Gutiérrez, llamado el “padre” de esta teología. El nombramiento de Müller ha sido una señal de un viraje que puede terminar siendo decisivo.

No lo será, empero, si los simpatizantes de Gutiérrez, Boff, Segundo, Sobrino, Gebara, Támez, Andrade, Codina, Galilea, Trigo, Muñoz, Ellacuría y los otros muchos teólogos liberacionistas pretenden revitalizar tal cual la teología que motivó el compromiso cristiano de los años sesenta y setenta. Hoy el tema no es la reforma agraria, ni el imperialismo yankee, ni el marxismo, ni la guerrilla del Che o de Camilo Torres, ni los años grises de la dictadura de Pinochet. Debe recordárselo, porque la tendencia a revivir esos tiempos es una tentación inútil y, para colmo de la torpeza, infiel al método de la misma Teología de la liberación.

La Teología de la liberación nunca fue condenada. El mismo Juan Pablo II advirtió que ella, en algunos casos, era incluso “necesaria” (Brasil, 1986). Tampoco habría sido fácil hacerlo, pues fue el mismo Magisterio latinoamericano que formuló la opción por los pobres, núcleo de la convicción mística y teológica de esta teología. Su actualidad estriba en esta convicción y en su método. Los obispos del continente se aproximaron a la realidad en la clave del “ver, juzgar y actuar”. Ellos popularizaron este procedimiento metodológico. Ellos impulsaron a la Iglesia a reconocer la acción de Dios en la historia presente y a sumarse a ella.

Debe reconocerse al Vaticano II la paternidad ulterior de este método. El documento Gaudium et spes quiso comprender los “signos de los tiempos”: “discernir en los acontecimientos, exigencias y deseos, de los cuales (el Pueblo de Dios) participa juntamente con los contemporáneos, los signos verdaderos de la presencia o de los planes de Dios” (GS 11). Es decir, que en acontecimientos humanos especialmente significativos es posible reconocer la acción de Dios y reflexionar sobre ella. Esto ha exigido a la Iglesia no querer “enseñar” al mundo qué es lo que Dios quiere, sin “aprender” del mundo qué es lo que Dios quiere.

En adelante la teología ha podido considerar que el contexto histórico no solo autoriza a interpretar la doctrina tradicional acomodándola, adaptándola, a nuevas circunstancias, sino que el contexto mismo tiene algo que decir sobre Dios y sobre su voluntad. Dios que se reveló en la historia, en la historia continúa revelándose. La Iglesia no vino al mundo con un canasto de doctrina debajo del brazo. Ella fue amasando durante siglos su doctrina, la cual no ha sido sino interpretación de la Escritura como Palabra de un Dios que continúa hablando en el presente y que, porque seguirá haciéndolo en el futuro, obliga a considerar las formulaciones teológicas como provisorias.

Así las cosas, la Iglesia hoy debe atender a la historia si quiere ser históricamente relevante. ¿Cómo hacerlo? Ella debe arraigar hondamente en la humanidad sufriente, sufrir con ella, esperar con ella, indagar sus necesidades de liberación y de dignificación. Debe, en suma, sintonizar con el Espíritu de Cristo que clama en los pobres; y por otra parte, debe recurrir al servicio de las ciencias sociales que le permitirán comprender mejor qué está sucediendo con las personas y las sociedades.

Sabemos que Francisco Papa es un hombre conectado con el sufrimiento del mundo. Bien quiere la liberación de los diversos oprimidos de este mundo. Será muy importante, además, que tome en serio el aporte de las ciencias modernas. Sin estas, el discernimiento de la viabilidad de la liberación es hoy culturalmente imposible. Tomemos, a modo de ejemplo, el caso de la homosexualidad. La doctrina de la Iglesia ha podido variar en la medida que el conocimiento de esta realidad humana ha evolucionado. La psicología moderna en algún momento dejó de considerarla una perversión, pues descubrió que ella era una enfermedad. Sucesivamente dejó de considerarla una enfermedad, para afirmar que es una variante de la sexualidad humana. La Iglesia, en este campo, se está sirviendo de la psicología para mejorar su doctrina. Algo parecido hizo con la comprensión de fenómeno del suicidio.

Hoy la Iglesia necesita que el Papa Francisco estimule y se sirva de la Teología de la liberación, entendida esta como una apertura reflexiva y crítica al actuar humano contemporáneo, especialmente a aquel de quienes padecen algún tipo de discriminación y exclusión. Si no lo hace, la humanidad continuará llevándole la delantera a la Iglesia en materias en las que la Iglesia ha presumido tener la razón. El mero desarrollo de las ciencias no ha elevado a la humanidad a su cota más alta. A veces la ha hundido en involuciones atroces y aterra pensar en las experimentaciones en curso. Pero la Iglesia solo puede tratar legítimamente de atajar los excesos de la modernidad o encauzarla si reconoce que, para anunciar que Cristo es una Buena Noticia, se hace necesario usar la razón –la ciencia y la técnica- para atinar con una fe en Dios auténticamente humanizadora.

A la Teología de la liberación hoy, por una cuestión de método, se le abren nuevas posibilidades de interés. Ella, que se ocupa de la liberación, suele también dar suma importancia a la creatividad que amplía los horizontes de la vida. Los seres humanos combaten la opresión, la injusticia, las nuevas y viejas esclavitudes. Pero también crean y recrean mundos insospechados, innovan en la estética y en la moral. En las innumerables experimentaciones de la humanidad, Dios mismo puede estar dándose a reconocer como el Creador. Dios no se cansa ni se repite. La Teología de la liberación desde hace años valora las distintas culturas, e incluso las diferentes religiones, pues cree, por principio, que Dios acontece incesantemente en el mundo. Su aporte más característico en esta apertura suya a todo lo real, ha consistido en valorar la creatividad de los pobres. Para esta teología los pobres no solo han de ser objeto de caridad y de justicia. Ellos deben ser considerados sujetos que inventan un mundo nuevo con escasos materiales pero con la comprensión vital de un Evangelio que ha sido anunciado a ellos antes que a nadie. El aporte mayor de la Teología de la liberación, y de aquí su futuro, estriba en creer en la creatividad de los pobres.

Esto explica que los simpatizantes de la Teología de la liberación aplaudan al Papa Francisco. Ven en él a alguien que apuesta por los pobres.

Jorge Costadoat, SJ

Cristo en Construcción

Biblia, Cristianismo (Iglesias), Espiritualidad, Iglesia Católica , , , , , , , , , , , , , , , , ,

Nuevo gesto de Francisco en favor de la Teología de la Liberación: Levanta el castigo de Juan Pablo II al sacerdote y ministro sandinista Miguel D’Escoto.

Miércoles, 6 de agosto de 2014
Comentarios desactivados en Nuevo gesto de Francisco en favor de la Teología de la Liberación: Levanta el castigo de Juan Pablo II al sacerdote y ministro sandinista Miguel D’Escoto.

1407181648_906668_1407215068_noticia_normalMiguel D’Escoto, este lunes en Managua. / J. Cajina (EFE)

Leemos en El País:

Juan G. Bedoya, 4 AGO 2014

El Papa levanta el castigo de Juan Pablo II al sacerdote y ministro sandinista Miguel D’Escoto

“Miguel D’Escoto: ‘Mi condena fue un abuso de autoridad’

Pueblo de Nicaragua: mi sacerdocio es de ustedes”

D’Escoto, sacerdote y ex canciller de Nicaragua, presidirá la Asamblea General de la ONU

La Teología de la Liberación respira

¿Se acerca el Vaticano a la teología de la liberación?

 Se sabía que el papa Francisco no es muy amigo de los teólogos y sacerdotes de la liberación, tachados tantas veces de comunistas, pero está dando pasos inequívocos de querer rehabilitarlos o, al menos, de librarles de pasadas execraciones o excomuniones. Se nota que convivió con muchos de ellos en su Argentina natal, cuando era el general de los Jesuitas y vivió la experiencia de que su propia congregación era el gran vivero de esa corriente teológica y pastoral en toda Latinoamérica. Algunos sacerdotes que estaban bajo su mando sufrieron entonces la brutal persecución de la dictadura militar, con secuestros, torturas e incluso muertes.

Radio Vaticano ha dado noticia, este lunes, de un nuevo episodio de comprensión o, al menos, de misericordia hacia uno de los teólogos castigados. Se trata del sacerdote y ex ministro de Exteriores de Nicaragua Miguel d’Escoto, de 81 años. Suspendido en 1984 ‘a divinis’ sin contemplaciones por Juan Pablo II, Francisco ha ordenado ahora que se le levante el castigo, es decir, podrá volver a tener trabajo pastoral, sobre todo la celebración de la Eucaristía y la confesión de fieles.

D’Escoto pertenece a la Congregación misionera Maryknoll y escribió la primavera pasada una carta al Papa para expresarle su deseo de volver a celebrar la Eucaristía “antes de morir”. El pontífice argentino no ha tardado en contestar. Además de aceptar la revocación de la “suspensión a divinis”, ha pedido al superior general de la congregación que inicie cuanto antes el proceso de reintegración del sacerdote nicaragüense, informa la agencia EFE.

Miguel D’Escoto Brockmann nació el 5 de febrero de 1933 en Los Ángeles (EEUU). Ordenado sacerdote en Nueva York en 1961, pronto se convirtió en uno de los exponentes de la teología de la liberación. Su colaboración con el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) comenzó en 1975 a través del Comité de Solidaridad en los Estados Unidos. Tras el triunfo de la revolución sandinista, fue llamado por la Junta de Reconstrucción Nacional para ser ministro de Exteriores, con Daniel Ortega en la presidencia de Gobierno. Lo fue durante todo el primer mandato del polémico grupo guerrillero. Tras el regreso al poder del presidente Ortega en enero de 2007, fue nombrado asesor para asuntos limítrofes y de relaciones internacionales, función de la que ya está retirado.

¿Habrá más rehabilitaciones de teólogos de la liberación o de sacerdotes metidos en política en contra de los deseos (o las órdenes) del Vaticano? Es muy probable. El paso de este lunes es un precedente poco habitual en una confesión religiosa nada amiga de rectificarse a sí misma, o que lo hace, si no tiene más remedio, dejando pasar antes incluso siglos. Con razón suele decirse que cuando Roma habla sobre un tema, el caso está cerrado para siempre (‘Roma locuta est, causa finita est’)

Fueron el papa polaco Juan Pablo II y su ‘policía’ de la fe, el cardenal Joseph Ratzinger, ahora emérito Benedicto XVI, quienes emitieron una severa condena de la Teología de la Liberación, echando de sus cargos docentes y del ministerio ordenado a miles de sacerdotes de todo el mundo, algunos también en España. Los casos más sonados, sin embargo, ocurrieron en la Nicaragua de la revolución sandinista, sobre todo cuando el Gobierno de ese país, tras derrocar a una brutal dictadura apoyada por Estados Unidos, entró en guerra no declarada con la gran potencia, con el presidente Ronald Reagan empeñado en desalojarlos del poder.

cardenalJuan Pablo II echó paladas de arena en aquel conflicto, sobre todo durante su viaje a Managua, la capital de Nicaragua, el 14 de marzo de 1983. Pese a ser tachado de anticlerical y comunista, el Gobierno en pleno acudió al aeropuerto a recibir al pontífice romano. Había dos sacerdotes en aquel Ejecutivo: D’Escoto y Ernesto Cardenal, éste como ministro de Cultura. Otro sacerdote, Fernando Cardenal, jesuita y hermano del anterior, dirigía el programa sandinista de alfabetización. Tras un discurso de bienvenida, el presidente Ortega llevó al Papa hacia los miembros del Gobierno. Juan Pablo II quiso saludarlos uno a uno. Cuando llegó delante de Ernesto Cardenal, el monje trapense y ministro se quitó su famosa boina y se arrodilló. Con enérgicos gestos de su mano derecha, el Papa le dijo: “Regulariza tu posición con la Iglesia. Regulariza tu posición con la Iglesia.” La fotografía de aquella reprimenda recorrió el mundo.

Pero Ernesto Cardenal, poeta de fama universal ya entonces, no hizo caso a aquel gesto de desaprobación papal. Tampoco tomó medidas contra él su congregación. Poco después, su hermano Fernando, el jesuita, aceptó el cargo de ministro de Educación. Tuvo peor suerte. Inmediatamente, la Compañía de Jesús, muy presionada por Juan Pablo II, (incluso con amenazas nada veladas de suspenderla, como había ocurrido en el pasado), le comunicó que no podía seguir en la política como jesuita. “Es posible que me equivoque siendo jesuita y ministro, pero déjenme equivocarme en favor de los pobres, porque la Iglesia se ha equivocado durante muchos siglos en favor de los ricos”, respondió a sus superiores.

Como señala el profesor Juan José Tamayo, también miembro de la teología de la liberación, también castigado por Roma, “la presencia de obispos, teólogos, sacerdotes y religiosos en la vida política es una constante en América Latina desde los inicios de la conquista hasta nuestros días. Y no sólo ni siempre del lado de los colonizadores, sino con frecuencia del lado de los sectores marginados”. Casos emblemáticos de compromiso político liberador son el obispo Bartolomé de Las Casas y el dominico Antonio Montesinos.

Pero el compromiso político de teólogos y sacerdotes se intensifica en la década de los sesenta del siglo pasado, incluso con un cristianismo revolucionario que tiene en Camilo Torres un mito tan arraigado, casi, como el del Ché Guevara. Ejemplos de ese activismo, que no siempre acabó bien, hay también en la actualidad. Es el caso de Fernando Lugo (San Pedro del Paraná, 1951), que accedió a la presidencia del Paraguay tras su triunfo electoral en abril de 2008. Era el candidato de la Alianza Patriótica para el Cambio y logró derrotar al Partido Colorado, que llevaba más de sesenta años en el poder. Así resumió resumía su programa de gobierno, nada más ser elegido: “A partir de hoy, mi gran catedral será todo mi país. Hasta ahora estuve en una catedral enseñando, compartiendo, sufriendo, construyendo”.

Había sido maestro. También fue misionero en una de las zonas más depauperadas de Ecuador y después estudiante de sociología en Roma. El Vaticano lo hizo finalmente obispo de la diócesis de San Pedro. Cuando renunció al episcopado, el Vaticano le suspendió a divinis pese a que inicialmente le había dado permiso para retirarse y dedicarse a la política. La dispensa se la concedió en junio de 2008 Benedicto XVI. Es decir, la Santa Sede le permitía su retorno al estado laical, que le da derecho a recibir los sacramentos como católico, pero con pérdida de su estado clerical. Entonces se comunicó, además, que si Lugo, desalojado ya de la presidencia tras un polémico proceso, volviese a pedir su incorporación a la Iglesia católica como obispo, el caso sería “analizado por la Santa Sede”.

Otro caso de compromiso político, también muy polémico, lo protagonizó el salesiano haitiano Jean Bertrand d’Aristide, también en sintonía con la teología de la liberación. Sacerdote en una parroquia pobre de Puerto Príncipe, había participado activamente en el derrocamiento de la dictadura de Duvalier y en diciembre de 1990 fue elegido presidente de Haití con el 67% de los votos. Entre sus prioridades colocó la erradicación de la pobreza y la dignificación de los sectores populares con las que estaba comprometido desde su época de sacerdote. Fue derrocado por un golpe militar y posteriormente rehabilitado. Poco a poco cambió de estilo de vida y se distanció de las opciones liberadoras del comienzo.

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