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Archivo para Domingo, 2 de marzo de 2014

Mi pequeña verdad y la gran Verdad.

Domingo, 2 de marzo de 2014
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Del blog de Pedro Miguel Lamet:

fe

La pasión con que algunos defienden sus posturas religiosas en blogs, artículos y debates me ha recordado esta historia que cuenta Anthony de Mello:

En cierta ocasión salió el diablo a pasear con un amigo. De pronto vieron ante ellos a un hombre que estaba inclinado sobre el suelo tratando de recoger algo.

«¿Qué busca ese hombre?», le preguntó al diablo su amigo.

«Un trozo de Verdad», respondió el diablo.

«¿Y eso no te inquieta?», volvió a preguntar el amigo.

«Ni lo más mínimo», respondió el diablo. «Le permitiré que haga de ello una creencia religiosa».

Una creencia religiosa es como un poste indicador que señala el camino hacia la Verdad. Pero las personas que se obstinan en adherirse al indicador se ven impedidas de avanzar hacia la Verdad, porque tienen la falsa sensación de que ya la poseen.

Hay que romper cada día mi pequeña verdad para que pueda acercarme algo más a la gran Verdad.

***

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“No a la idolatría del dinero”. 2 de marzo de 2014. 8 Tiempo ordinario (A). Mateo 6, 24-34.

Domingo, 2 de marzo de 2014
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26b5521bc215a50598dcadfca7fb04057a0f70427facbb0e6e8d9296141e3cbfEl Dinero, convertido en ídolo absoluto, es para Jesús el mayor enemigo de ese mundo más digno, justo y solidario que quiere Dios. Hace ya veinte siglos que el Profeta de Galilea denunció de manera rotunda que el culto al Dinero será siempre el mayor obstáculo que encontrará la Humanidad para progresar hacia una convivencia más humana.

La lógica de Jesús es aplastante: “No podéis servir a Dios y al Dinero”. Dios no puede reinar en el mundo y ser Padre de todos, sin reclamar justicia para los que son excluidos de una vida digna. Por eso, no pueden trabajar por ese mundo más humano querido por Dios los que, dominados por el ansia de acumular riqueza, promueven una economía que excluye a los más débiles y los abandona en el hambre y la miseria.

Es sorprendente lo que está sucediendo con el Papa Francisco. Mientras los medios de comunicación y las redes sociales que circulan por internet nos informan, con toda clase de detalles, de los gestos más pequeños de su personalidad admirable, se oculta de modo vergonzoso su grito más urgente a toda la Humanidad: “No a una economía de la exclusión y la iniquidad. Esa economía mata”.

Sin embargo, Francisco no necesita largas argumentaciones ni profundos análisis para exponer su pensamiento. Sabe resumir su indignación en palabras claras y expresivas que podrían abrir el informativo de cualquier telediario, o ser titular de la prensa en cualquier país. Solo algunos ejemplos.

“No puede ser que no sea noticia que muera de frío un anciano en situación de la calle y que sí lo sea la caída de dos puntos en la bolsa. Eso es exclusión. No se puede tolerar que se tire comida cuando hay gente que pasa hambre. Eso es iniquidad”.

Vivimos “en la dictadura de una economía sin rostro y sin un objetivo verdaderamente humano”. Como consecuencia, “mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz”.

“La cultura del bienestar nos anestesia, y perdemos la calma si el mercado ofrece algo que todavía no hemos comprado, mientras todas esa vidas truncadas por falta de posibilidades nos parecen un espectáculo que de ninguna manera nos altera”.

Como ha dicho él mismo: “este mensaje no es marxismo sino Evangelio puro”. Un mensaje que tiene que tener eco permanente en nuestras comunidades cristianas. Lo contrario podría ser signo de lo que dice el Papa: “Nos estamos volviendo incapaces de compadeernos de los clamores de los otrsos, ya no lloramos ante el drama de los demás”

José Antonio Pagola

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“No se agobien por el mañana”. Domingo 2 de marzo de 2014. 8º domingo de tiempo ordinario.

Domingo, 2 de marzo de 2014
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mark-boyle-960x623Leído en Koinonia:

Is 49,14-15: Yo no te olvidaré
Salmo responsorial 61: Descansa sólo en Dios, alma mía
1Cor 4,1-5: El Señor pondrá al descubierto los designios del corazón
Mt 6,24-34: No se agobien por el mañana

 Uno de los elementos que caracterizan al Dios cristiano es su infinita generosidad para con sus hijos, que se expresa plenamente en la vida y misión de Jesús de Nazaret, quien con sus actitudes y comportamiento hacen presente el Reino de Dios, es decir, el amor y la solidaridad incondicional de Dios que sale al encuentro del ser humano, con el fin de darle vida en abundancia. Éste es el tema central de hoy.

 El texto que leemos del profeta Isaías se enmarca en la época de la deportación en Babilonia, en donde la mayoría del pueblo de Israel pierde su confianza y esperanza en Yahvé a causa de la fuerte y violenta influencia religiosa, política y social de Babilonia y por la poca capacidad de espera y resistencia del mismo pueblo desterrado; Israel se siente abandonado y olvidado por Dios, siente que las promesas de liberación nunca se cumplirán, y se resigna y doblega por entero al dominio babilónico. La tarea del profeta es entonces animar la esperanza del pueblo resignado, por medio de la Palabra, haciéndole ver que Dios no le ha abandonado, que está ahí junto a él sufriendo y luchando por la liberación, que no lo ha olvidado y que lo ama entrañablemente como una madre ama a sus hijos. Con este texto, Isaías manifiesta la ternura de Dios, su preocupación de madre por el bienestar de sus hijos, distinta a la experiencia de sufrimiento en Babilonia. Dios actúa desde la ternura, desde la misericordia con quien sufre. Ésta es la manera como Yahvé anima y salva a su pueblo.

 Pablo, en esta sección de su primera carta a los corintios, responde a las críticas de quienes, después de tomar partido por un anunciador del evangelio en particular y por una manera concreta de proclamarlo, juzgan el modo de actuar del mismo Pablo, juicio que es apresurado, poco fundamentado e inmaduro. Pablo les recuerda que lo importante para él es que lo consideren servidor y administrador fiel de los misterios de Dios, pues los creyentes sólo pueden ser eso y nada más. Por lo tanto, el juicio sobre la forma de servir y administrar de las personas le corresponde únicamente a Dios. Lo importante es el servicio fiel al misterio y la correcta administración de los carismas dados por Dios a los apóstoles. Lo que verdaderamente juzga Dios es la capacidad de servicio y entrega de los anunciadores del Evangelio; lo que a Dios le importa es qué misericordiosos y justos somos con nuestros hermanos, pues en esto se distingue a un legítimo apóstol de Cristo.

 La exhortación que Mateo pone en boca de Jesús se dirige particularmente a la gente pobre que sigue al Maestro, a la gente que siempre está en riesgo, que está preocupada por el presente y el futuro, preocupada por su subsistencia y por su vida. Jesús los invita a ponerse en las manos de Dios, quien es tierno y compasivo para con todos, que mira por las necesidades de todas sus creaturas. Con la mente y el corazón puestos en la generosidad de Dios, lo realmente importante o prioritario entonces es buscar el Reino de Dios y su justicia. Ésa debe ser la preocupación fundamental del seguidor de Jesús. Es un llamado a ser como el mismo Dios es, justo, tierno, compasivo, solidario, amante de los pobres y débiles; por eso, es tarea de todos expresar al mundo, por medio del testimonio y la fraternidad, la ternura de nuestro Dios Padre-Madre de la Vida.

 La primera lectura pone ante nosotros uno de los poquísimos textos en que la Biblia compara a Dios con una madre. Es muy importante pues destacar esta peculiaridad. Porque aunque, a nivel teológico, la afirmación de que Dios es tanto Padre como Madre no tiene ninguna dificultad y es ya algo pacíficamente poseído en el cristianismo actual, no deja de haber sectores que se resisten, y manifiestan su rechazo a la utilización de atribuciones femeninas a Dios. Hay que insistir en que el tema no queda resuelto con la simple admisión de que Dios no tiene sexo; el problema es más profundo; porque aunque teóricamente nadie afirme que Dios «sea» masculino, lo cierto es que durante mucho tiempo la imagen que de él nos hemos hecho ha sido claramente masculina, y en la sociedad y en la Iglesia se ha deducido de ello, durante siglos, que sólo el varón podría representar funciones de mediación con lo sagrado, haciendo de la mujer una realización humana de segundo orden. Esto no es una «crítica feminista», sino una realidad penosa y lacerante que debemos reconocer y remediar. No deben los varones sentirse incómodos ante la reivindicación de las mujeres. Aunque la situación que se genera sea, a veces, un tanto incómoda, mucho más lo ha sido la situación de marginación a la que tantísimas mujeres se han visto sometidas históricamente. Las incomodidades que experimentemos son un pequeño tributo que debemos pagar para seguir avanzando hacia una sociedad y hacia una Iglesia igualitarias. No hace falta ser mujer para asumir como propia la Causa de la Mujer, tanto en la Sociedad como en la Iglesia. Todos debemos hacer nuestra esta Causa, conscientes de que nuestra pequeña aportación no dejará de ser significativa. (Para una breve recopilación histórica de posiciones antifeministas en la historia del judeocristianismo, véase DALY, Mary, El cristianismo y la mujer: una historia de contradicciones [http://servicioskoinonia.org/relat/426.htm]).

 El evangelio de Mateo que hoy leemos nos estaría presentando ese carácter materno de Dios a través de lo que tradicionalmente hemos llamado la divina Providencia, una dimensión del amor de Dios a la que la tradición espiritual popular le ha dado mucha relevancia en la vida diaria. Ha sido una forma de ejercicio de la fe que nos hacía descubrir la mano materna de Dios cuidando nuestros pasos, para evitarnos problemas, para atender siempre nuestras necesidades. No ha sido considerada nunca una verdad teológica fundamental, ha cumplido una función muy importante en el ejercicio de la vida espiritual, en cuanto confianza a ultranza en la bondad «providente» de un Padre celestial que cuida de sus criaturas. Hay congregaciones religiosas cuyo carisma está estructurado en torno al tema espiritual de la «Divina Providencia». El «ángel de la guarda» fue una pieza clave instrumental de tal Providencia.

 Antiguamente fue fácil la fe en la Providencia de Dios, la confianza en que él (causa primera) intervenía en las condiciones externas (causas segundas) para cuidarnos «maternalmente». Hoy día, después que la modernidad ha dejado claro que Dios no interviene ni puede intervenir en las leyes de la naturaleza para hacer que nos vaya bien, la fe en la Providencia debe reformularse radicalmente. No sólo no tenemos por qué creer en la intervención de Dios sobre las causas segundas, sino que podemos creer en forma adulta, como personas que se consideran enteramente responsables de su destino (a veces un simple ciego destino natural), sin consolarnos creyendo que Dios mismo está pendiente de nosotros trabajando para facilitarnos o para asegurarnos la vida. No. Hoy, este «deísmo intervencionista» resulta difícil de aceptar y de creer. Hoy sabemos que en este mundo moderno «estamos solos», sin un dios-tapaagujeros que nos proteja, bajo nuestra única responsabilidad, y en manos de un sin fin de imponderables que debemos asumir adultamente, con coraje y valentía. Es ese sentido de responsabilidad y nuestro coraje el que nos permite superar la angustia existencial y la inseguridad que siempre rodea y acecha nuestra vida, como vida de seres naturales, limitados, contingentes y sometidos a toda clase de amenazas. No obstante, bien sabemos que una cosa es decir que debemos asumir nuestra vida con total responsabilidad, y otra muy distinta es ser coherentes con esta soledad existencial en los momentos duros de nuestra vida. Es cierto. ahí probaremos la coherencia de nuestra inteligencia con nuestro coraje de creer de un modo adulto.

 Andrés Torres Queiruga ha abordado varias veces el tema de la Providencia. Muy recientemente lo ha hecho en la revista Iglesia Viva, en junio pasado, en su número 284 (pp. 28-48). Leer más…

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Dom 2.3.14 bis. Entre cuervos y lirios nos pone el Señor.

Domingo, 2 de marzo de 2014
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6484880-un-hombre-examinando-las-plantas-en-un-invernadero-rodeado-por-interminables-filas-de-liriosEl evangelio de ayer oponía dos señores (Mt 6, 24 Dios y el dinero). Según Mateo, ese mismo evangelio continúa con la enseñanza de los cuervos (pájaros del cielo) y los lirios del campo, que son signo de la vida de Dios en un mundo complejo y lleno de enseñanzas 6, 25-34).

Pasamos así de la realidad más artificial (y al fin diabólica) del dinero/capital al orden duro y bueno de la naturalezas, representada por cuervos y lirios. Es un texto que parece sentimental, pura poesía separada de la vida, pero bien leído y entendido es poesía creadora. Sabiamente nos sitúa Jesús ante la vida, con su encanto, su dureza y su exigencia.

Éste es un tema clave del llamado Documento Q, que ha recogido algunas enseñanzas principales de Jesús sobre la vida y los bienes, el trabajo y la solidaridad, en línea de Reino de Dios. Mateo y Lucas lo han matizado y situado en contextos distintos, como podrá ver quien siga leyendo. Además han interpretado algunos símbolos, especialmente el de las aves: Lucas pone “cuervos” (tema que parece más propio de Jesús); Mateo, en cambio, alude a los pájaros del cielo (en una línea más franciscana).

imagesYo pondré de relieve ambos motivos, aunque insistiendo más en los “cuervos” de Lucas que en los pájaros del cielo de Mateo, para así destacar la paradoja de un mundo que el Señor de los Lirios y los Cuervos ha hecho con su providencia.

No os agobiéis, éste es el mensaje del texto: Dios se preocupa incluso de los “cuervos”, algo significan en la vida de los hombres… Todo está en el fondo al servicio del Reino de Dios. Difícil sería haber encontrado un pasaje más hondo y paradójico, más realista y animoso. Buen domingo a todos.

Texto:

No os agobiéis por la vida, qué comeréis, ni por el cuerpo, cómo os vestiréis. Pues la vida es más que la comida y el cuerpo más que el vestido.

‒ Mirad a los cuervos (Mt: pájaros del cielo): no siembran ni siegan; no tienen despensa ni granero; y sin embargo Dios los alimenta. ¡Cuánto más valéis vo¬sotros que esas aves! ¿Quién de vosotros podrá alargar una hora al tiempo de su vida a fuerza de agobiarse? Si no podéis hacer lo que es más simple ¿cómo os preocupáis por otras cosas?

‒ Mirad a los lirios: cómo crecen. No hilan ni tejen y os digo que ni siquiera Salomón en toda su gloria se vistió como uno de ellos. Pues si Dios viste así a la hierba que hoy florece y mañana se quema ¡cuánto más hará por vosotros, hombres de poca fe!

Y vosotros no preocupéis buscando qué comeréis o qué beberéis; por todas estas cosas se preocupan los gentiles, pero vuestro Padre sabe lo que necesitáis; buscad, pues, su reino y todo esto se os dará por añadidura (Lc 12, 22-31; cf. Mt 6, 25-32).

Jesús nos lleva al principio de la Biblia (Gen 1), para mostrarnos que este mundo es bueno y campo de riqueza para todos los seres humanos, que así pueden vestirse (como los lirios) y comer (como los cuervos). Dios ha creado y sigue sustentando amorosamente la vida de los hombres y mujeres, especialmente la de aquellos que parecen más amenazados, de manera que el mundo sigue siendo espacio de su amor, tesoro abierto para todos los vivientes.

La providencia de Dios

se manifiesta en los elementos inmediatos de la vida, para aquellos que sepan mirarlos. No hacen falta unos signos religiosos especiales, pues todas las cosas son señal de su presencia: los cuervos que buscan comida (¡carroña!) y los lirios que despliegan su hermosura, aunque sólo florezcan por un día. La hermosura de los lirios se marchita en unas horas (cf. Is 40, 8), los cuervos se alimentan de muerte… Sin embargo, unos y otros son signo de gracia. Éste es el fundamento de la vida y la riqueza humana.

‒ Dios se preocupa de todos, el mundo tiene un sentido y dentro del mundo la vida de los hombres; quien separa mirar a los cuervos y a los lirios sabe que la vida es objeto de un cuidado amoroso.

‒ Los hombres deben apoyarse en el amor de Dios: no están perdidos o arrojados, no están abandonados en las cosas, sino que Dios mismo les acoge en su preocupación y cuidado, de manera que así pueden confiar y buscar el reino (Lc 12, 28. 31).

La naturaleza, incluso allí donde es más frágil (lirios) y más ambigua (cuervos), aparece así como signo de Dios. Por eso, la primera actitud del hombre ante la vida (incluso ante la que parece más ambigua) ha de expresarse en forma de confianza, como dice el libro de la Sabiduría: «Amas a todos los seres y no aborreces nada de lo que has hecho; si hubieras odiado alguna cosa no las habrías creado» (cf. Sab 12, 16-18).

Cinco enseñanzas

1. Dos signos complementarios: pájaro y planta. El cuervo es la voracidad, el canto desagradable, el mal agüero, la falta de agradecimiento («cría cuervos y te sacarán los ojos», dice el refrán). El lirio es hermosura, pureza de intenciones, pero es también fragilidad, porque se consume en unos días. Pues bien, Jesús ha sabido vincular estos dos signos como expresión inquietante y gozosa de gracia. Entre cuervos y lirios vivimos, en fragilidad, en riesgo, pero en el fondo quien sepa ver sabe que existe providencia.

2. Leído en un nivel racionalista, este pasaje no resuelve nada. ¿Qué sentido tiene la belleza de un lirio, un hombre, que mañana morirá? ¿No sería mejor no haber nacido para terminar de esa manera? Y en el caso del cuervo: ¿Merece la pena vivir de carroña, alimentándose de muerte? Además, indirectamente, este pasaje sirve para destacar las dos preocupaciones que agobian a los hombres: la ansiedad por la comida (supervivencia) y la ambición por el vestido (apariencia), que convierten la existencia de muchos en angustia y guerra.

3. De la despreocupación a la tarea de la vida. En un primer momento, este pasaje nos lleva a superar el nivel de las preocupaciones. En ese plano más hondo, la vida no es tarea, sino gozo de vivir: Antes de hacer nada somos, y así hemos de vivir, como experiencia de Reino. Pero, en un segundo momento, ese ser ha de volverse ocupación, como veladamente dice el mismo Jesús. Los cuervos no siembran ni siegan y los lirios no hilan ni tejen, pero los hombres, en cambio, deben sembrar y segar, hilar y tejer si quieren comer y vestirse (cf. Gen 2).

3. Oposición, reconciliación. Eso significa que los hombres deben “trabajar”, pues han superado el nivel del contacto inmediato con la naturaleza (en el que se mueven, cada uno en su nivel el lirio y el cuervo), pero han de hacerlo sin el agobio que les vuelve esclavos de la producción y del consumo, impidiéndoles vivir desde la gracia. La angustia por la producción y posesión de bienes hace a los hombres enemigos, pues las cosas que producen y quieren atesorar son limitadas. En contra de eso, la búsqueda del Reino les vincula en amor, pues las cosas de Dios no se pierden al darse, sino que sólo se tienen y gozan cuando se comparten. De esa forma se distinguen el plano de la ley y el de la gracia.

5. Del cuidado por la vida a la experiencia de gratuidad. Lirio y cuervo viven inmersos en la naturaleza, no saben que viven. El hombre, en cambio, ha salido de la tierra madre, y sólo puede vivir si se preocupa por su pan y su vestido, pero sin dejar que esa preocupación le angustie o le lleve a un enfrentamiento de muerte con los otros. Jesús nos dice que el camino del hombre entre las cosas no le lleva a la muerte, sino a la fraternidad y al Reino, que ilumina su presente y llena de sentido su existencia. El Dios de Jesús no es un ídolo duro que nos entrega a la angustia y a la lucha sin remedio, sino un Padre que sabe lo que necesitamos y nos abre con un amor más grande y un cuidado superior hacia el futuro ya presente de su Reino.

Confianza en Dios, trabajo, comunión al servicio del Reino

Ciertamente, Jesús sabe que este mundo es espacio de riesgo y que, si no buscamos el Reino de Dios, podemos convertirlo en campo de batalla angustiosa de todos contra todos («Se levantará nación contra nación y reino contra reino»: Mc 13, 8). Pero, en sí mismo, como lugar donde se expresa el cuidado de Dios y puede buscarse su Reino, este mundo es bueno. No es lugar donde tenemos que morar como extranjeros, sino lugar y casa de Dios donde podemos amar y trabajar, en un gesto en el que pueden distinguirse estos niveles.

Ciertamente, los hombres deben trabajar para vivir: siembran y siegan (a diferencia de las aves), hilan y tejen (a diferencia de las flores); pero su trabajo no ha de ser esclavitud y agobio, sino como expresión y signo de una gracia más alta. La certeza de que hay Dios nos impulsa no sólo a contemplar el mundo, en gesto de gozosa admiración, sino que nos lleva también al compromiso de la búsqueda del Reino, que se expresa sobre todo en el amor hacia los otros.

La confianza en la naturaleza, creada por Dios, está en el fondo del mensaje de Jesús y es componente radical de su evangelio, en contra de todas las posibles tentaciones de evasión, misticismo o gnosis negadora de la vida. Por eso debemos trabajar para vivir sobre la tierra, pero el trabajo ha de encontrarse abierto al Reino. La inmersión en la naturaleza no basta. El equilibrio del mundo resulta insuficiente, como suponen y añaden de formas complementarias los dos evangelistas, expandiendo el mensaje de Jesús.

Contexto evangélico

‒ Lucas 12, 22-31 pone de relieve la experiencia de la confianza radical: «No temas, pequeño rebaño, porque a vuestro Padre le ha placido daros el Reino» (12, 32). Pero luego, de manera paradójica, traduce esa confianza como entrega a favor de los demás: Aquellos que confían en el Reino se liberan del agobio inmediato por los bienes (12, 30-31), pero no para vivir desentendidos, sino para darlos en limosna, como don para los otros (12, 33-34).

La presencia del Reino, simbolizada en los lirios del campo, aparece así como principio de trasformación económica, de manera que las mismas posesiones (que podían ser signo de egoísmo) vienen a mostrarse como principio real de gratuidad entre los hombres.

‒ Mateo 6, 25-32 sitúa este pasaje en un contexto marcado por el riesgo de la idolatría económica y por la exigencia de superación de una vida hecha de oposiciones. Ciertamente, incluye un dicho de sabiduría popular («No os preocupéis por el mañana, pues el mañana traerá su propia preocupación…»; 6, 34), pero lo define a través de la sentencia anterior (no podéis servir a Dios y a la mamona: 6, 24) y de la siguiente (no juzguéis y no seréis juzgados: 7, 1. De esa forma, los lirios y los cuervos vienen a mostrarse como signo de un compromiso de vida a favor de los demás.

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Evangelio para tiempo de crisis: del agobio a la confianza. Domingo 8 TO. Ciclo A.

Domingo, 2 de marzo de 2014
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confiarDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Después de exponer la diferencia entre la actitud cristiana y la actitud legalista de los escribas (los dos domingos anteriores), el Sermón del Monte pasa a indicar la diferencia entre el cristiano y el fariseo con respecto a las obras de piedad (oración, limosna y ayuno). La liturgia ha omitido esta parte. Y también omite el comienzo de la tercera sección del discurso, donde se trata la diferencia entre el cristiano y el pagano con respecto a los bienes materiales.

La doble experiencia de que Jesús fue traicionado por dinero (Mt 26,14-16) y de que «la seducción de la riqueza ahoga la palabra de Dios y queda sin fruto» (Mt 13,22) hace que el primer evangelio trate con gran energía el tema de los bienes materiales, aunque sus expresiones resultan a veces demasiado concisas e incluso oscuras.
Siguiendo el hilo del discurso encontramos los siguientes temas: una exhortación inicial a poner el corazón en Dios, no en el dinero (Mt 6,19-21); una segunda exhortación a la generosidad (6,22-23); imposibilidad de compaginar el culto a Dios con el culto al dinero (6,24); exhortación a no agobiarse y a tener fe en la providencia (6,25-34).

La liturgia de este domingo se limita a los dos temas finales.

La gran alternativa

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
‒ Nadie puede estar al servicio de dos amos. Porque despreciará a uno y querrá al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.

«No tendrás otros dioses frente a mí», ordena el primer mandamiento. «No podéis servir a Yahvé y a Baal», dice el profeta Elías a los israelitas en el monte Carmelo. La formulación tan parecida del evangelio demuestra que las palabras de Jesús se insertan en la línea de la lucha contra la idolatría. Al principio, los israelitas pensaban que los únicos rivales de Dios eran los dioses de los pueblos vecinos (Baal, Astarté, Marduk, etc.). Los profetas les hicieron caer en la cuenta de que los rivales de Dios pueden darse en cualquier terreno, incluido el económico. Para Jesús, la riqueza puede convertirse en un dios al que damos culto y nos hace caer en la idolatría.

Naturalmente, ninguno de nosotros va a un banco o una caja de ahorros a rezarle al dios del dinero, ni hace novenas a los banqueros. Pero podemos estar cayendo en la idola­tría del dinero. Según la Biblia, al dinero se le da culto de tres formas:

1) Mediante la injusticia directa (robo, fraude, asesinato). El dinero se convierte en el bien absoluto, un dios por encima de Dios, del prójimo, y de uno mismo.

2) Mediante la injusticia indirecta, el egoísmo, que no daña directamente al prójimo, pero hace que nos despreocupemos de él (recordar la parábola del rico y Lázaro: Lc 16,19-31).

3) Mediante el agobio por los bienes de este mundo, que nos hace perder la fe en la Providencia. A este tema, fundamental para la mayoría de los cristianos, dedica san Mateo el apartado más extenso de esta sección del discurso.

Del agobio a la fe en la Providencia

Por eso os digo:

No estéis agobiados por la vida, pensando qué vais a comer o beber, ni por el cuerpo, pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad a los pájaros: ni siembran, ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos?

¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida?

¿Por qué os agobiáis por el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan. Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos. Pues, si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe?

No andéis agobiados, pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Los gentiles se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre del cielo que tenéis necesidad de todo eso.

Sobre todo buscad el reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura.

Por tanto, no os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le bastan sus disgustos.»

Seis veces aparece en este breve párrafo el verbo «agobiarse». No habla Jesús de cualquier tipo de agobio, sino del provocado por las necesidades materiales de la comida y el vestido. En ambos casos hace referencia a imágenes cotidianas (Dios alimenta a los pájaros y viste espléndidamente a los lirios) para infundir fe en la Providencia. Pero en medio y al final incluye unas reflexiones más bien irónicas: «por más que te agobies no vas a vivir un año más», y «no te agobies, que ya se encargará la vida de agobiarte».

Algunos consideran este pasaje es el más utópico y alienante del evangelio, contrario a toda experiencia y al sentido común. Pero hay que ponerse en el punto de vista de Jesús, que se mueve en dos coordenadas muy distintas a las nuestras: una profunda fe en Dios y un despego absoluto con respecto a los bienes de este mundo. Al ponernos como modelos a los pájaros y a los lirios nos está hablando de seres que simplemente subsisten, no acumulan casas, fincas, joyas, tesoros. Para Jesús, basta con subsistir, con tener «el pan nuestro de cada día». Y está convencido de que Dios lo dará. (Los pobres, o las personas que han pasado en algunos momentos de su vida grandes necesida­des, entienden esto mucho mejor que los que se limitan a discutir el problema).

Por otra parte, este texto sobre la Providencia se puede entender muy bien aplicando la teoría marxista de los objetivos a corto y largo plazo. Según el marxismo, el objetivo importante es a largo plazo (la dictadura del proletariado); los objetivos a corto plazo (reivindicaciones salariales, aumento del nivel de vida, etc.) pueden convertirse en una trampa para la clase obrera, que terminaría aburguesada y le haría renunciar al objetivo primordial.

Jesús, con una perspectiva humana y religiosa, adopta la misma postura. Lo importante es «el reino de Dios y su justicia», esa sociedad perfecta que debemos anticipar los cristianos en la medida de lo posible. Dentro de ella no tienen cabida las desigualdades hirientes ni la injusticia, el que hermanos nuestros mueran de hambre o pasen terribles necesidades mientras a otros nos sobran cantidad de bienes. Pero, si nos preocupamos sólo de la comida y del vestido, de las necesidades primarias, renunciaremos a buscar el Reinado de Dios. En cambio, si nos esforzamos ante todo por el Reinado de Dios, «todo eso (la comida, el vestido) se os dará por añadidura».

Para evitar una concepción alienante de la Providencia es útil recordar cómo la entendió la Iglesia primiti­va:

1) En primer lugar, no excluye el trabajo. A los cristianos de Tesalónica les dice Pablo claramente: «El que no trabaja, que no coma» (2 Tes 3,10).

2) Cuando alguien pasa necesidad, los demás no piden a Dios que le ayuden; lo ayudan ellos. Es lo que hicieron los cristianos de Grecia con los de Jerusalén (2 Cor 8-9).

La Providencia de los demás somos nosotros. Lo malo es cuando nuestro egoísmo impide a muchas personas creer en la Providencia. En ese caso deberíamos aplicarnos las palabras de san Pablo: «Por vuestra culpa blasfeman de Dios».

En resumen, todo el mensaje de Jesús se sintetiza en dos princi­pios básicos: a) el valor relativo de los bienes terrenos en comparación con el valor supremo de Dios y de su reinado; b) el valor absoluto de la persona necesitada, que exige de nosotros una postura de generosidad.

La preocupación maternal de Dios

Sión decía:

«Me ha abandonado el Señor, mi dueño me ha olvidado.»

¿Es que puede una madre olvidarse, de su criatura, no conmoverse por el hijo de sus entrañas? Pues, aunque ella se olvide, yo no te olvidaré.

El evangelio, para inculcar la fe en la Providencia habla de Dios como un padre que se preocupa de sus criaturas. La brevísima primera lectura usa una imagen más expresiva aún: Dios como madre, incapaz de olvidarse del hijo de sus entrañas.

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El Vaticano “canoniza” a Romero, Angelelli y Posadas Ocampo.

Domingo, 2 de marzo de 2014
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romer_560x280Leemos en Religión Digital:

El cardenal Sandri pone como ejemplo de santidad a los tres obispos mártires

El Vaticano “canoniza” a Romero, Angelelli y Posadas Ocampo

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“Fueron víctimas por ser fieles a la opción preferencial por los pobres”

(J. Bastante).- Son los tres obispos mártires de Latinoamérica. En México, El Salvador y Argentina, víctimas de la dictadura y de la defensa del Evangelio de los pobres y para los pobres. Reivindicados por esta primavera de la Iglesia, Óscar Romero, Enrique Angelelli y Juan Jesús Posadas Ocampo acaban de ser reconocidos por la Pontificia Comisión Para América Latina como “víctimas por ser fieles a la opción preferencial por los pobres”.

Así lo asumió el cardenal Leonardo Sandri durante la Eucaristía que ha tenido lugar esta mañana en el Vaticano: “Quisiera conmemorar a tres pastores concretos,  desde luego sin anticiparme al juicio de la Iglesia y  sin dar a las palabras “martirio” y “mártir” una significación canónica y teológica y evitando cualquier interpretación política”.

ocampo-posadas-sigue-siendo-recordado-en-mexicoEl Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, Arzobispo de Guadalajara, México, asesinado el 24 de mayo 1993. El Arzobispo Oscar Arnulfo Romero, Arzobispo de San Salvador, asesinado el 24 de marzo 1980 (“la causa de canonización de Mons. Romero ha sido introducida y esperamos pronto verlo como modelo para toda la Iglesia”, añadió Sandri), y, especialmente, el Obispo Enrique Angelelli, Obispo de La Rioja, Argentina, muerto el 4 de agosto 1976, en un sospechoso accidente de auto y en un contexto de valentía del Obispo. “De él recuerdo hoy no solamente la pasión y el convencimiento de que su muerte fue por ser defensor de Dios, de la persona humana y del Evangelio, apuntó el purpurado argentino.

Citando los ejemplos de estos tres pastores, vienen a la memoria las palabras de Benedicto XVI: El mártir es una persona sumamente libre, libre frente al poder, libre frente al mundo; una persona libre, que en un acto definitivo dona a Dios toda su vida”, añadió el cardenal Sandri.

el-obispo-angelelliFinalmente, el responsable de la Comisión Para América Latina incidió en la fe “del Pueblo de Dios en América Latina,  que Aparecida convoca para ser discípulos y misioneros y la del Oriente cristiano,  convocado, después del Sínodo especial para el Medio Oriente,  a la comunión y al testimonio”.

Ésta es la homilía íntegra de Sandri:

Queridos Hermanos y Hermanas:

Terminaremos hoy nuestra Plenaria con esta última celebración eucarística en honor del Sagrado Corazón de Jesús. De este modo nuestra plenaria acaba con la mirada puesta en Cristo crucificado y resucitado, núcleo esencial de nuestra fe y núcleo fundamental a proclamar en la emergencia educativa y en la “traditio” de la fe a nuestra juventud.

Aquí sobre el altar que guarda las reliquias de San Juan Crisóstomo reviviremos el sacrificio de la cruz, poniéndonos con nuestra mente y nuestro corazón frente al costado abierto de Cristo, traspasado por la lanza del soldado, para adorar el misterio de nuestra salvación y de aquí sacar el coraje necesario para el anuncio del Evangelio y para nuestro testimonio de discípulos.

Una constante de la historia cristiana es la persecución y la cruz que en este mundo y en este tiempo de la Iglesia toca a muchos de sus hijos. Es la entrega de la propia vida en medio de la violencia y del desprecio de los valores de la dignidad de la persona humana, de los ataques a personas, a símbolos y a lugares sagrados de nuestra fe que han tenido por consecuencia no solamente el secuestro sino también el asesinato y la muerte de obispos, sacerdotes, religiosos, y religiosas. Esta línea roja de la sangre de los mártires, ha sido registrada en veinte siglos de historia y las Iglesias Orientales Católicas como también las comunidades ortodoxas y otros cristianos han sido y son hoy protagonistas de esta evangélica nota de identidad del discípulo con su maestro y esta fue y es la garantía de la esperanza cierta del cielo nuevo y de la tierra nueva que esperamos ver y tocar con nuestras manos en la eternidad.

Benedicto XVI, en la Exhortación Apostólica “Ecclesia in Medio Oriente”, escribe: “La situación en Medio Oriente es en sí misma un llamamiento urgente a la santidad de vida. Los martirologios enseñan que los santos y los mártires, de cualquier pertenencia eclesial, han sido – y algunos lo son todavía – testigos vivos de esta unidad sin fronteras en Cristo glorioso, anticipando nuestro “estar reunidos” como pueblo finalmente reconciliado en él” (EMO n. 11).

De estos últimos años recuerdo a los 52 mártires de la Catedral Siro-católica de Bagdad, en cuya reconsagración participé en diciembre 2012, y recuerdo el dolor y, la mayoría de las veces, la muda impotencia con la que se tiene que asistir al avance del mal, al desprecio de Dios y de su ley y al desprecio de la dignidad de la persona humana. Y me he preguntado cual era el nexo que podía existir entre esta realidad y la de nuestra América Latina. Es la sangre de Cristo, que ahora vemos derramada en la persona de nuestros hermanos, víctimas de persecución, del terrorismo en general, y del terrorismo de estado en particular, de la violencia irracional y de la del narcotráfico en particular o víctimas por ser fieles a la opción preferencial por los pobres, implícita en la fe cristológica, como indicado por el Papa Benedicto XVI en el discurso inaugural de la Conferencia de Aparecida (cfr también Aparecida nn. 391-392 y ss.) el nexo de nuestras dos realidades. Leer más…

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Santiago Agrelo: “Ateo, homosexual, no importa qué. Jesús no preguntaba identidades”. “Nos hace mucho daño que se asocie a la Iglesia con el PP. Dios es de izquierdas”

Domingo, 2 de marzo de 2014
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obispotangerLeemos en Religión Digital:

El arzobispo de Tánger clama por “cambiar las políticas y las conciencias” sobre inmigración

“Ninguna persona se ha de quedar a la puerta de mi casa, sea de otra religión, ateo, homosexual o no importa qué. Jesús no preguntaba identidades. Queda mucho por cambiar en nuestra mentalidad”….

Hay que diferenciar dos mundos: el mundo de los intereses nacionales, que no sé con qué criterios se determinan, y el mundo de la fe, donde no hay fronteras, subraya el arzobispo de Tánger, Santiago Agrelo, de visita en Valencia. En una entrevista con Paco Cerdá, el prelado incide en que “¡ojalá los que decimos que tenemos fe en Dios o que creemos en el Evangelio nos moviéramos con la fuerza que ese sueño da a los subsaharianos que saltan la valla!

Para el arzobispo franciscano, “si yo pongo una valla y cuchillas en la frontera es porque la considero infranqueable para determinadas personas”. Pero¿tengo yo más derecho que el que tiene el pobre a traspasarla?.

“Cuando se trata de legislar respecto a los pobres lo hacemos siempre los ricos, y siempre desde nuestra perspectiva y no respecto a sus necesidades. En ese sentido, las fronteras son racionales para los ricos, pero son irracionales, absurdas, opresoras y discriminatorias para los pobres. ¿Sería posible que a la hora de legislar tuviéramos la delicadeza de preguntarles a ellos qué esperan y cómo podemos ayudarles?, añade Agrelo.

Sobre los clichés de la inmigración, Agrelo denuncia cómo “cada año presumimos de que nos visiten 60 millones de turistas, pero cerramos la frontera a estos 4.000 o 5.000 inmigrantes“. Una política “equivocadamente economicista” en opinión del arzobispo de Tánger, quien subraya que “han de cambiar las políticas y las conciencias”.

“En mi vida hubo siempre homosexuales y divorciados. Los vi como amigos, algunas veces como amigos íntimos. En la Iglesia nadie debe emitir juicios”, subraya al ser preguntado por la visión de la Iglesia ante estas realidades.Ninguna persona se ha de quedar a la puerta de mi casa, sea de otra religión, ateo, homosexual o no importa qué. Jesús no preguntaba identidades. Queda mucho por cambiar en nuestra mentalidad”.

Sobre la función de la Iglesia, Agrelo apunta que “es mucho más que ser una ONG”, aunque reconocer que en lo relativo al poder “tenemos un problema serio. En vez de ser fermento en la masa social -es decir, disolvernos en ella-, seguimos pretendiendo ser órganos de poder. En este aspecto, a la Iglesia aún nos toca recorrer un camino de discernimiento, renuncia y empobrecimiento. Todavía nos sentimos poderosos. Pero eso a Dios no le gusta”.

“A la Iglesia nos ha hecho sangrar mucho el asunto de la pederastia, porque es un problema muy serio y muy doloroso para las víctimas por el daño que se ha hecho a tantas personas“, constata con dolor el prelado, quien añade que “ha sido doloroso porque se señaló a la Iglesia, en general, como responsable de ese daño”. “Yo me he pasado la vida entre niños y jóvenes; he dado la vida en medio de ellos. Y aunque a mí no me ha pasado, que entres en un bar y te digan ‘pederasta’ es algo terrible. Aparte de eso, nos hace mucho daño que se asocie a la Iglesia con el PP”.

¿Por qué? “Nos hace daño porque el Evangelio no es de derechas. No sé si se entenderá si digo que Dios es de izquierdas. Con lo cual no digo que sea del PSOE o de Izquierda Unida. Dios sería de derechas si se preocupara de Dios, pero es de izquierdas porque se preocupa de ti y de mí. La Iglesia ha de mostrar que no se preocupa de sí misma ni de Dios, sino del otro. En este sentido, nos hace daño que se nos identifique con políticas que se preocupan del dinero y de cosas que no tocan”.

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Sara Oviedo: “La pederastia está tan enraizada que la Iglesia teme una hecatombe”.

Domingo, 2 de marzo de 2014
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1392408791_476968_1392408975_noticia_normalSara Oviedo, Vicepresidenta del Comité de Derechos del Niño de la ONU. / Edu León
Leemos en El País:
Inés Santaeulalia México DF 14 FEB 2014

Sara Oviedo Fierro (Ecuador, 28 de julio de 1952) fue elegida en 2012 vicepresidenta del Comité de la Convención de Derechos del Niño en la ONU ante el que compareció el Vaticano el pasado 16 de enero. La socióloga ecuatoriana, que empezó a los 13 años a defender los derechos de los indígenas, las mujeres y los niños, fue testigo de las respuestas esquivas y de la negativa de los portavoces de la Santa Sede a ofrecer datos y hechos concretos sobre los casos de abusos sexuales en el seno de la Iglesia. Como coautora del durísimo informe emitido tras la comparencia, en el que la ONU exige a la Iglesia que entregue a los curas pederastas y que proteja a los niños, Oviedo afirma en esta entrevista, a través de videoconferencia, que el tema de la pederastia está “tan enraizado en las bases de la Iglesia” que sus autoridades tienen miedo a enfrentar el problema.

Pregunta. Hasta ahora nunca nadie había conseguido interpelar a la Santa Sede. ¿Fue difícil sentar al Vaticano?

Respuesta. Lo que hicimos fue cumplir con el procedimiento de realizar exámenes a todos los países firmantes del tratado de los derechos del niño, pero la diferencia es que teníamos la convicción de que había que hablar de la pederastia. El diálogo con la Santa Sede se dio en un momento en el que era factible. Existe una mayor apertura de la Santa Sede y existe una necesidad latente de las víctimas y la sociedad de reconocer este tema.

P. ¿Cumplirá el Vaticano los compromisos?

R. Yo insisto en que ya hay cosas que hemos logrado. La primera es reconocer el problema de la pederastia en todo el mundo. Hasta ahora ninguna autoridad, como la ONU en este caso, lo había verificado como un problema importante que existe y que debe ser tratado. Y otra cosa es reconocer el dolor de las víctimas, que han tenido en su ser esa sensación de culpabilidad y de no ser oídos. El Comité tuvo valentía y consistencia, sé que ellos sintieron en nuestras palabras esa posición madura al pedirles que muestren los datos que nunca han dado, que den cuenta de las acciones que están haciendo y que entreguen a los sacerdotes criminales a la justicia común.

El asunto de la pederastia está tan enraizado en las bases de la Iglesia que hace temer que si esto se enfrenta ocurra una hecatombe

P. ¿Cómo valora las respuestas de los portavoces ante el Comité?

R. La comparencia de ese día fue una suerte de sainete. Ellos plantearon que es un hecho que hay pederastas, que están muy avergonzados y que están haciendo una serie de medidas para evitarlo. El diálogo a la larga fue un tira y afloja. Nosotros insistíamos en conocer casos concretos y en decirles medidas que se deberían hacer. Ellos decían que sí, que hay que hacer cosas, pero no hechos concretos. No entregaron una lista de sacerdotes sacados del sacerdocio por pederastia. Como resumen, yo no les creo. O están haciendo muy poco o no están haciendo. Fue una situación bien ambigua, muy confusa.

P. ¿Cómo definiría su actitud?

R. Yo advertí mucho miedo, la inseguridad propia de quien es cogido en falta y de quien sabe que está defendiendo lo indefendible. Quien contesta así sabiendo todo el daño que se ha hecho a tantas vidas humanas tiene mucho cinismo.

P. ¿Mintieron los portavoces del Vaticano durante la comparecencia?

R. Yo no creo que hayan mentido. Sí creo, como dicen, que están preocupados y que han tomado tibias medias, pero el problema es ese, que creo que lo hacen para contentarnos y para que bajemos la presión. Usaron esa forma ambigua tratando de que nosotros cayéramos en el juego y que al final les dijéramos: “Qué bien que están pensando en todo eso y gracias”. Pero no caímos, les dijimos claramente que no les creíamos, con diplomacia y en buen ambiente, sin gritos: “No les creemos, no se ve lo que hacen. Las víctimas siguen esperando respuestas”.

P. ¿La Iglesia se siente impune?

R. Si analizamos sus respuestas ese día no les veo síntomas de sentirse impunes, aunque en los hechos sí han actuado así, con la lógica de seguirlos protegiendo [a los pederastas]. Si un militar es evidenciado en situaciones de este tipo se lo entrega a la justicia común, no se entiende por qué ellos no lo hacen. La única conclusión que saco es que el asunto de la pederastia es estructural y que está tan enraizado en las bases de la Iglesia que hace temer que si esto se comienza a enfrentar ocurre una hecatombe y salen comprometidas todas las estructuras y sus autoridades. Por la protección con la que tratan el asunto nos hacen pensar que el tema es muchísimo más grande.

P. Los portavoces del Vaticano les han acusado de interferir en la libertad religiosa ¿qué opina?

R. Yo pienso que eso fue una salida por la tangente para poder disminuir la presión. Quisieron decir que no solo estábamos siendo duros e injustos con el tema de la pederastia, sino que interferíamos en otros como el aborto, la homosexualidad o la cuestión de género, pero ellos saben que no hubo insistencia sobre esos asuntos.

P. ¿Cómo valora el silencio del papa Francisco tras el informe?

Tal vez nosotros no lo veamos, pero sí llegará la justicia

R. A mí me gustan las personas que hablan un poco tarde, pero con consistencia y con la verdad. Me parece coherente que no haya hablado, él debería hablar con hechos y para presentar las propuestas. Si hablase ahora para decir lo que están diciendo los portavoces de la Santa Sede defraudaría a mucha gente. Creo que se está tomando su tiempo para ofrecer respuestas concretas.

P. Para las víctimas esto ha sido una gran victoria. ¿Qué sigue ahora para ellas?

R. Las víctimas son las que tienen la sartén por el mango. Creo que nosotros cumplimos de manera madura y consistente. Ahora les corresponde a ellas hacer las demandas en sus países de origen, volver a la carga y proponerse agendas bien claras para ver cómo conseguir que en la práctica se vayan concretando los hechos que la Santa Sede reconoció ante el Comité que hay que hacer.

P. Las asociaciones mexicanas piden que se juzgue al Vaticano por crímenes de Estado, ¿cree que hay elementos para ello?

R. Yo no sé sinceramente cuáles son los elementos necesarios para eso, a mí eso ya no me compete juzgarlo.

P. El portavoz del Vaticano ante la ONU dijo que hay pederastia en la Iglesia igual que en otras profesiones.

R. Justamente ellos como guías espirituales están obligados a dar ejemplo. Además, no porque lo hacen los otros se justifica, son ellos los que han asumido ser guías espirituales y han asumido el celibato. La protección a los sacerdotes criminales ha creado ahí un lugar casi morboso, con situaciones muy insanas donde la sexualidad humana está absolutamente deformada.

P. ¿Cree que algún día se hará justicia a las víctimas?

R. Yo creo que el ser humano va avanzando y esa humanidad va a poner el límite a quien haya que ponérselo. Tal vez nosotros no lo veamos, pero sí llegará la justicia.

P. ¿Es usted creyente?

R. Es complicado. Yo creo en Dios, pero en el Dios de los pobres. A mí me cuesta mucho creer en la institución Iglesia, que ha cometido tantos errores y que está siempre del lado de los que tienen el poder. No me nace creerle.

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“Mujeres encorvadas”, por Carlos Osma.

Domingo, 2 de marzo de 2014
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mujerencorvadaInteresante artículo que hemos leído en el blog Homoprotestantes:

 Nos topamos con ella en el evangelio de Lucas(1), era una mujer encorvada que se encontró con Jesús en la sinagoga. Era eso, una mujer, pero una mujer a la que el evangelio no pone nombre, quizás por eso, porque era sólo una mujer. Así, de esa forma tan simple, se nos comunica que estamos entrando en un contexto patriarcal donde las mujeres son borradas y supeditadas al poder del varón, obligándolas a mirar hacia abajo. El contexto, por el contrario, sí recibe nombre: la sinagoga. Un lugar de reunión, de culto y de estudio, sobre cuyo altar se leía la Palabra de Dios.

El evangelista, inmerso en una cosmovisión de su tiempo, presenta la enfermedad de la mujer como causada por un espíritu maligno que pretendía evitar que ésta viviera en plenitud. La tenía esclavizada quizás desde siempre, aunque hacía dieciocho años que su cuerpo había empezado a padecer las consecuencias. Y es hacía ese cuerpo que el evangelio nos invita a dirigir la mirada, justamente hacia él; el lugar que los poderes patriarcales querían controlar.

El cuerpo no puede ser de la mujer, ya desde el Génesis la maldición de Dios sobre Eva(2) recae sobre su cuerpo, obligándolo a sufrir, y supeditando su deseo al del hombre. El cuerpo de la mujer, pasará a ser en el texto bíblico, algo peligroso que debe ser custodiado por el poder patriarcal y por las normas de convivencia que éstecrea, condenándolo a ser un cuerpo tutelado. La mujer no tiene control ni responsabilidad sobre él, se descubrirá por tanto en un cuerpo poseído por alguien que no es ella misma, por un poder demoniaco que la humilla, la limita, y le impide vivir con responsabilidad.

Las mujeres con cuerpos no normativos serán marginadas aún más, por no cumplir las normas de género que la cultura patriarcal quiere imponer(3). Y aquéllas cuyo deseo afectivo-sexual va dirigido hacia otras mujeres, se verán silenciadas y borradas de la sociedad israelita. También las mujeres cuyo cuerpo refleje una procedencia distinta, correrán el riesgo de la exclusión(4). Como afirma Judith Butler: “el rechazo de los cuerpos por su sexo, sexualidad o color es una expulsión de la que se desprende una repulsión que establece y refuerza identidades culturalmente hegemónicas sobre ejes de diferenciación de sexo/raza/sexualidad(5)”.

Mujer-procreación-familia, esto no es una posibilidad para el patriarcalismo, sino algo que va indisolublemente unido. Esa es la función de las mujeres en el mundo, esa y ocupar los lugares que los hombres abandonan en busca de otros que consideran más dignos. Un reparto no escogido, no creado por la naturaleza, sino por el poder del más fuerte. Ya Jesús había rechazado anteriormente esta reducción cuando una mujer le gritó: “¡Dichosa la mujer que te dio a luz y te crió!(6)”. Parece un grito de alabanza, pero Jesús se percató de la opresión que llevaba implícito. Aquello a lo que la sociedad obligaba, o la decisión personal que una mujer puede realizar libremente en la actualidad, no debe ser confundido con su fin último: “¡Dichosos más bien los que escuchan el mensaje de Dios y le obedecen!(7)”. El seguimiento de Dios es lo primero, y ese seguimiento sólo es posible cuando la propia mujer tiene control sobre su cuerpo. Aquel que Dios le ha llamado a respetar.

Una mujer se encuentra con un hombre en la sinagoga, gracias a este encuentro ella puede levantar su cabeza. No se trata de necesidad, o de supeditación, sino de encuentro y respeto. Jesús es un hombre que reconoce a la mujer como descendiente de Abraham(8), por tanto, como parte del pueblo de Dios y con los derechos correspondientes, algo que no siempre ocurría en el judaísmo. El movimiento de la mujer no se dirige después hacia el hombre Jesús, sino hacia Dios. En la acción de Jesús ella reconoce la intervención de Dios para recobrar su dignidad. La labor por la justicia, y el rechazo al patriarcalismo, es una labor compartida en el respeto a las diferencias. Y la confirmación de su validez, es que libera a las personas para alabar a Dios, no para supeditarlas a otras estructuras sociales, culturales o religiosas.

Que la liberación de la mujer tenga lugar dentro de la Sinagoga, nos permite ver la dimensión salvadora que tiene la religión. Jesús representa la fe que pretende redimir a las personas de las opresiones en las que viven inmersos. Les devuelve la dignidad, les respeta, y desde esa dignidad les llama a reconocer a un Dios enamorado de su creación. Pero también dentro de la Sinagoga se pretende preservar las estructuras opresivas patriarcales. Es la religión al servicio del poder, no de las personas. La religión de la letra, de la ley y las estructuras; que necesita constantemente defenderse por miedo a que lo diferente le quite su lugar privilegiado. Y para ello se apropia de la Palabra de Dios que se lee sobre el altar, utilizando sus interpretaciones, como parte integrante de esa Palabra.

Jesús no interpreta desde la ley, sino desde la mujer oprimida. Esa es la verdadera religión, la que religa al ser humano con el Dios de la libertad, del amor y la diversidad. Por eso no hay que esperar más tiempo, no hay que respetar los tiempos de la religión, que trasladan la liberación del cuerpo de las mujeres para un día futuro. Los sábados de la exclusión pueden ser eternos para los excluidos, eso lo entiende muy bien Jesús. El momento de la liberación es hoy, el cristianismo del mañana es una cárcel para las cristianas que hoy viven oprimidas. Las mujeres y los hombres que forman parte de las estructuras religiosas, son llamados por Jesús a levantar la mirada de todas las personas que viven encorvadas en nuestro mundo, y eso, también incluye a nuestras respectivas comunidades religiosas.
Carlos Osma

Notas
(1) Lc 13,10-17
(2) Gn 3, 16
(3) Dt 22,5
(4) Esd 10
(5) Butler, J. El género en Disputa. (Barcelona: Ediciones Paidós Iberica, 2007), p. 262.
(6) Lc 11,27
(7) Ibíd. 11,28

(8) Ibíd. 13,16

Publicado en Lupa Protestante en Julio de 2010

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