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“Dios más allá de unidad y dualidad”, por José Arregi

Miércoles, 14 de marzo de 2018
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dibzddlwaauhr1eLeído en su blog:

No quiero renunciar a la palabra ‘Dios’ para decir el Misterio más hondo de todo lo real, aunque entiendo muy bien a quienes renuncian a ella por ser tan equívoca, la más equívoca de todo el diccionario. Tanto, que si alguien me pregunta: ‘¿Tú crees en Dios?’, no le respondo ni que sí ni que no, sino que depende de lo que entienda por ‘Dios’. Y lo hago por respeto al Misterio, que habita, sí, en la palabra, pero abriéndola al Infinito más allá de los significados de todas las palabras.

El ‘Dios’ que imaginas, ciertamente no existe. Aun cuando asientas al dogma de su existencia y afirmes que es el Creador del mundo y único y trino a la vez, puedes estar seguro: ese ‘Dios’ en quien piensas no existe. No digo que Dios no sea, sino que el ‘Dios’ de tu mente no existe. Lo dijo San Agustín: “Si comprendes, no es Dios”. El ‘Dios’ en quien piensas es siempre un objeto creado por tu mente.

Y si alguien me pregunta: ‘¿Dios es personal?’, le vuelvo a preguntar: ‘¿Qué significa personal para ti?’. Si ‘personal’ expresa la singularidad de cada individuo, lo que a cada uno le hace único y distinto de todo otro individuo de su especie o de otra, entonces ciertamente Dios no es personal. Si personal significa relación de alteridad hecha de amores y desamores, de heridas y perdones, de emociones positivas y negativas, predilecciones y rechazos propios del ego humano, Dios no es personal. Dios no es una persona en relación con otras personas. Es el Misterio de la Relación. Es compasión universal. No es el Tú de un yo, ni el Yo de un tú. Es Amor creador. Es respiro. Es Alma de todo.

Dios no es Alguien. No es un sujeto contrapuesto a un objeto, algo, ni a un sujeto, alguien. Dios no es un ente entre otros entes, ni el Ente Primero, causa exterior de este mundo. Si Dios fuera Alguien, se opondría a otro alguien o a otro algo, no sería la Realidad Absoluta. Pero Dios no se suma con nada, ni se contrapone a nada, ni se cuenta dentro ni fuera de ninguna serie. Dios no se añade ni se resta a nada. Es sin número ni género. ES.

Por eso escribió el joven teólogo Bonhöffer en una cárcel nazi donde fue ahorcado en 1945: “Un Dios que hay no lo hay”. Otros grandes teólogos de su época, tales como Tillich y Robinson, enseñaron lo mismo. Desgraciadamente, su camino no fue seguido por la teología, ni protestante ni católica.

Aquellos pioneros entendieron y asumieron el diagnóstico de Nietzsche, quien se había limitado a tomar nota de la muerte no del Misterio, sino del ‘Dios’ arcaico de la moral y del dogma. Aquellos teólogos declararon el fin no de Dios, sino del viejo teísmo nacido hace 5.000 años en la imaginación y en los panteones indoeuropeos y semitas. Revisaron a fondo todo el sistema religioso tradicional, y quisieron expresar su aliento liberador originario en los nuevos paradigmas espirituales, científicos y políticos. La evolución del cristianismo y de las demás religiones en Europa y en el mundo hubiese sido seguramente muy distinta, si las propuestas conceptuales y prácticas de aquellos profetas de los años 50 del siglo pasado hubieran sido adoptadas y secundadas. Pero las iglesias y las religiones se aferraron al ’Dios’ del pasado, y cerraron su futuro.

No hay, pues, ‘Dios’ como hay un sofá en el salón o una prímula o flor de San José en la orilla sombreada del camino o unos ánades reales nadando en el río. Dios no es ninguna forma, aunque no es sino en las formas. Es el Fondo y el Origen permanente de toda forma. No es nada de lo que ‘hay’, sino el Todo de cuanto es. Así lo vieron desde muy antiguo los místicos y místicas de las distintas filosofías y sabidurías, religiosas o no. Dios no es ‘otro’ de nada, ni de ti, ni de mí, ni de la prímula del camino. Dios no es Lo Otro de nada, es ‘Lo no-Otro’, escribió en el siglo XV el teólogo, filósofo y místico, además de cardenal, Nicolás de Cusa. Dios y yo no somos dos. Dios y mundo no son dos. No hay dualidad.

Claro que no-dualidad –cuidado con el malentendido– no significa unidad. Así pues, Dios y mundo tampoco son uno. Dios no es la parte de un todo ni la suma de todas las partes, sino el Todo presente en cada parte. No es un ente, sino el Ser de todo ente, el fuego creador que arde en lo profundo de todos los seres, más allá de la forma, del uno y del dos, que pertenecen a lo que se puede contar. Invócalo si quieres como Tú, pero trasciende esa imagen, trasciéndete en ti, en todo.

Una poderosa corriente espiritual de la no-dualidad, tan antigua y universal como la mística, tanto religiosa como no religiosa, recorre hoy el mundo, y creo que es su única salvación contra la imposición violenta de una única forma global y contra la lucha fratricida de las diversas particularidades. La espiritualidad de la no-dualidad también la única salvación de las tradiciones religiosas, llamadas a liberarse de sus creencias y de sus dioses hechos a imagen humana, y poder así seguir inspirando una praxis liberadora y la comunión de todos los vivientes.

La ciencia nos brinda un conocimiento dual de las partes del Todo por su método basado en el análisis, la medida y la verificación. Necesitamos la ciencia, al servicio del bienestar común. Pero necesitamos aun más la mirada o la conciencia espiritual expandida que nos permite admirar, amar y encarnar en la vida el Misterio más hondo de todos los seres, más íntimo y Real que toda identidad y diferencia.

Ese Misterio o Dios es lo que somos y es nuestra vocación. Es el Bien Común verdadero de todos los seres. Solo nos salvaremos si lo sabemos y si buscamos darle forma política, hacia un Horizonte que trasciende todas las formas.

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Todo tipo de división

Miércoles, 7 de febrero de 2018
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e2c917dcac2d8694531e6a203d0fbc52-humor-snoopyJuan Zapatero Ballesteros
SANT FELIU DE LLOBREGAT (BARCELONA).

ECLESALIA, 26/01/18.- Conocemos muchas y muchos de nosotros que del 18 al 25 de enero se celebró la semana de oración por la unidad de las Iglesias Cristianas. No es una cuestión, esta de la unidad de las diferentes Iglesias, que me preocupe demasiado, lo cual no quita, sin embargo, para que considere que siempre es bienvenida cualquier ocasión para orar; y, ¿por qué no por la unidad?, como es este caso. Pero no solo de las Iglesias, que también, sino por todo lo que está dividido, truncado, partido y destrozado, en definitiva.

Me parece que es demasiado reduccionista rezar solamente por las Iglesias Cristianas, separadas y divididas como es bien sabido, cuando existen otras religiones, confesiones religiosas y también tantas y tantas realidades de la vida que con su rompimiento no hacen sino provocar un profundo dolor a muchas personas. Por ello, creo que sería muy oportuno aprovechar la ocasión, no solo para orar, sino también y de manera especial para hablar, dialogar, debatir, etc. sobre todo aquello que rompe y desgarra, dejando tantas realidades, no solamente las cristianas y las religiosas, abandonadas a su suerte.

Y ya que estos ocho días están dedicados de manera específica a la oración por la unidad del cristianismo, ¡hagámoslo!, pues no en vano el mismo Jesús dijo de manera muy clara que la unidad sería un signo de credibilidad para la gente. Pero insisto una vez más: recemos para que todo lo que desune, fruto precisamente de egoísmos, envidias y particularismos, quede superado por el amor que “todo lo disculpa y perdona”. Quisiera hacer una pregunta, antes de decir algo sobre ciertos aspectos concretos: mirado nuestro mundo de hoy de manera global, un mundo que es por encima de todo y principalmente pluricultural y plurireligioso, ¿creéis que interesa a alguien, incluso a una gran mayoría de los cristianos, eso de la unidad entre las diferentes confesiones cristianas? Me temo que no, y menos en la línea en que tengo la intuición que se había pretendido hacer hasta ahora, y que consistía en rezar para conseguir la unicidad que, por cierto, bien poco o nada tiene que ver con la unidad evangélica.

Precisamente para ello, es decir, para hacer todo lo posible de cara a conseguir que sea el amor lo que nos una de verdad a todos los hombres y mujeres, oremos quienes creemos en la fuerza de la oración, pero a la vez unamos fuerzas con quienes tienen otras creencias o, quizás ninguna según dicen ellos mismos, con el fin de conseguir un proyecto de humanidad donde no existan hendiduras que produzcan dolores innecesarios ni alturas o bajuras que conviertan el camino de la vida en una realidad tortuosa y difícil de afrontar.

Unamos esfuerzos, cuantos más, mejor, y todos los posibles, para tirar por tierra todas esas fronteras, reales unas, virtuales otras, que convierten este mundo, que debiera ser de todos, en una feria y en un mercado donde solamente los fuertes, poderosos y ricos tiene opción a vivir y a disfrutar a sus anchas, a costa siempre de que una gran mayoría tenga que malvivir y sufrir duras estrecheces.

Trabajemos todo lo posible de cara a conseguir que el color de la piel, la cultura, la posición geográfica, el credo, etc., no sean factores que nos enfrenten los unos contra los otros, sino elementos de riqueza que nos ayuden a crecer juntos y a hacer el mismo camino cogidos de la mano, intentando que nunca el más débil quede rezagado, debido a que cada uno mira exclusivamente por su bien propio, sino que empujemos con todas nuestras fuerzas, porque nos hemos convencido de que el bien común es la gran meta a conseguir.

Hagamos todo lo posible para que dejemos de degradar a nuestro planeta al ritmo que lo venimos haciendo, intentando más bien lo contrario, es decir, no solo respetarlo, sino también mimarlo con el máximo cariño para que abandone la degradación en la que le hemos introducido, dejando de ser un estercolero para volver a ser casa y jardín para toda criatura.

Pensarán muchas y muchos que es demasiado laica la oración por la unidad, tal y como yo en este escrito la planteo. Pues bien; si así fuere, ya me doy plenamente por satisfecho, pues he conseguido el fin que pretendía que no era otro que hacer de lo humano el motivo más profundo de religiosidad.

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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Fin de año: “gracias” y “sí”, por Enrique Martínez Lozano.

Martes, 6 de febrero de 2018
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young man and sunset El cambio de año suele ser época de balances y de propósitos: analizar y evaluar lo acontecido para programar el futuro o proponerse metas a alcanzar. En este sentido, podría hablarse de balances económicos, informativos, psicológicos, de imagen…

Sin negar la validez de cada uno de ellos en el campo en que se realice, la comprensión sabia de lo que somos –la “mirada espiritual” – otorga una visión de la realidad caracterizada por dos palabras: “Gracias” y “Sí”.

Son las palabras con las que terminaba el diario de un amigo, quien me lo entregó para que lo leyera días antes de que él mismo falleciera en un accidente de tráfico.

Tras hacer un recorrido por lo que consideraba más significativo de su existencia, este hombre joven cerraba su relato en esa fecha con estas palabras: “Por todo lo que ha sido, gracias; a todo lo que venga, sí”.

Esas expresiones revelan, a mi parecer, la comprensión de la que hablaba. El pasado ha sido exactamente como tenía que ser; del mismo modo, el futuro será como tenga que ser. De ahí que la actitud sabia no pueda ser otra que la aceptación profunda, que consiste en alinearse con lo que es. De esa actitud brotará siempre gratitud y aceptación.

Ahora bien, esto no es accesible para el yo ni para la lectura que la mente hace de los acontecimientos. La mente alberga siempre la pretensión de que las cosas sean como ella desea y el yo se afirma justamente en la resistencia a lo que es.

Y parece que, aun siendo conscientes de que aquella pretensión –“las cosas deberían ser diferentes de lo que son”– y aquella resistencia, generan siempre sufrimiento inútil, nos cuesta reconocer el error sobre el que se basan y seguimos manteniéndolas activas.

Una y otra se apoyan, en realidad, en una doble creencia errónea: que somos “algo” separado o desgajado de la vida (lo Real), y que llevamos las riendas de lo que sucede. Sin embargo –las mismas ciencias modernas apuntan en esta dirección– parece que no es cierto ni lo uno ni lo otro. No somos el yo separado que nuestra mente piensa, sino la Vida misma que se expresa en esta forma concreta que llamamos “yo” o “personalidad”. Y tampoco somos, por tanto, portadores de una supuesta libertad individual o libre albedrío, capaz de modificar la realidad a nuestro antojo.

Si nuestra verdadera identidad es una con la totalidad, es claro que somos libertad. Pero el sujeto de la misma no es el yo que, erróneamente, se cree libre, sino la misma totalidad que somos. Ni hay separación ni hay libre albedrío, aunque nuestra mente nos haga tener la sensación subjetiva de que es así.

Cuando comprendes que eres uno con la totalidad –la totalidad misma que se despliega en todas las formas y en lo que percibimos como secuencia espacio-temporal–, desde esa profunda unidad radical, y en la certeza de que aquello que eres está más allá de todas las formas y siempre a salvo de toda circunstancia, de tu interior solo pueden brotar dos palabras: por todo lo que ha sido, gracias; a todo lo que ha de venir, sí.

Enrique Martínez Lozano

Boletín Semanal

Fuente Fe Adulta

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Pasión de Barcelona, pasión del mundo.

Sábado, 26 de agosto de 2017
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224ecd64e32a4e946af1264e946adbDel blog de José Ignacio González Faus:

Me permito plagiar un conocido título de Leonardo Boff: “Pasión de Cristo, pasión del mundo”. Al día siguiente del atentado barcelonés, de mañanita, me llega un whatsapp desde México con una foto titulada: “Todos somos Barcelona”. Reconozco que me emocioné, aunque no soy de Barcelona. Más tarde me surgió la pregunta: ¿qué hacer para que esa bella frase no resulte estéril, meramente retórica como aquel famoso: “Ich bin ein Berliner” de J. Kennedy? ¿Qué hacer para poder decir con verdad: todos somos Barcelona, todos somos Manchester, todos somos Lesbos, todos somos inmigrantes, todos viajamos en pateras, todos somos precarios y vivimos con un sueldo inferior incluso al vergonzoso salario mínimo de España; todos somos mujeres maltratadas por aquellos que decían amarlas?… Todos.

Entonces me pareció que no vale esa respuesta bravucona de “no tenemos miedo”. Quiero tener miedo: no ya por mí, pero sí por mis seres queridos: por los hermanos, por los hijos, por los amigos. Tengo miedo por aquella madre que el jueves, a las cuatro, aún no sabía que pronto dejaría de ver para siempre a su pequeño; por los chavales que están ahora en el hospital tragándose lágrimas y esperando a saber qué pronóstico hay para su padre, herido grave. También por los familiares y amigos que los acompañan ahora, mientras piensan que igual les podía haber pasado a ellos, y no saben si les pasará otro día. Y por los musulmanes que fueron entre los primeros a dar sangre para las víctimas, pero temen que el atentado les va a crear dificultades y ganar algunos odios, sólo por lo que son. Por todos ellos, yo sí que tengo miedo. Y quiero tenerlo.

También tengo miedo a que germine el odio: porque al día siguiente de los atentados recibo, por tres veces, otro whatsapp donde un señor se dirige a los terroristas diciendo “mahometanos, sois unos hijos de puta, mamones de mierda…” y otras -según él- “verdades del barquero”. Temo que, al calentamiento climático que ya soportamos, le siga otro calentamiento afectivo: el del odio. Ojalá en algún momento nos reunamos también para gritar: “no tenemos odio”.

Esos miedos me llevan a dirigirme a vosotros, hermanos míos a pesar de todo, pero insensatos, descerebrados y criminales miembros del Daesh: ¿Podemos un momento intentar hablar como hermanos? ¿Qué pretendéis con vuestras inhumanas atrocidades? Si me decís (cosa que no creo) que dar gloria a Allah, ¿no comprendéis que en vez de proclamar que Allah es el más grande, estáis diciéndole al mundo que Allah es el más criminal, y que sois vosotros los que queréis ser los más grandes? ¿No comprendéis que, aunque la justicia de Dios fuese violenta y castigadora (cosa que yo no creo), nunca será una violencia que se dirige arbitrariamente a personas inocentes, que no tenían más crimen que el de estar por allí en aquella hora? Jesús de Nazaret, a quien vosotros veneráis como profeta (y que algo sabe de muertes violentas) dijo una vez: “llega la hora en que quienes os maten creerán hacer un servicio a Dios. Y esto será porque no han conocido a Dios” (Jn 16,3). Por favor, hermanos, pensad esto muy en serio “¿habéis conocido de veras a Dios?” Ciertamente NO. Pues no sólo matáis a quienes consideráis enemigos sin haberlos visto nunca, sino a todos esos jóvenes vuestros, sin norte y sin experiencia, a quienes engañáis y lleváis al suicidio temprano para conseguir vuestros fines; y que también tendrán una madre que quizás ahora está llorando por ellos.

Si por el contrario, como sospecho, os mueven otros afanes de venganza o de grandeza, vamos a seguir dialogando un poco más: porque me niego a creer que haya desaparecido de vosotros toda huella de humanidad. También vosotros algún día cruzaríais una sonrisa de ternura con vuestras madres, y habréis tenido hermanos y amigos con quienes jugabais. También vosotros habréis llorado alguna vez, quién sabe si por culpa nuestra. Pues entonces, vamos a ver si conseguimos que se encuentren nuestras lágrimas en vez de nuestras palabras.

Creo saber lo que puede haberos hecho llorar algunas veces. Es significativo que, en todos los atentados salvajes de los últimos tiempos, lo que menos me ha gustado han sido las palabras de los gobernantes: seguramente no por ser quienes son, sino por estar donde están. Todos daban la sensación de no decir nada propio sino sólo lo que les tocaba decir. En cualquier caso, no acabo de compartir ese tópico repetido por todos ellos, de que vuestros salvajes atentados son “un ataque a nuestros valores”.

Nosotros, occidentales, debemos preguntaros si no serán más bién un ataque a la hipocresía con que ponemos nuestros grandes valores al servicio del propio enriquecimiento (igual que vosotros ponéis a Dios al servicio de vuestra maldad). Se nos llena la boca con grandes palabras como democracia e igualdad o libertad. Pero ¿qué democracia hay en la actual UE? Las multinacionales (que son nuestros verdaderos gobernantes) han pisoteado la libertad para enriquecerse creando opresión y ahora vemos recortada nuestra libertad por razones de seguridad; ellas no serán la causa última pero sí la primera de nuestras pérdidas de libertad. En mi país presumimos de crecimiento económico, pero ocultamos que ese crecimiento se está consiguiendo a base de crear desigualdades, precariedad, salarios de hambre y “ricos cada vez más ricos a costa de pobres cada vez más pobres”.

Hablamos de globalización para que nuestros capitales circulen de Singapur a New York pero no para que un africano sin horizonte pueda venir a Europa a ganarse sencillamente la vida. Y olvidamos así lo que un conocido sociólogo llamó “África pecado de Europa”, aludiendo al reparto de África que hicimos durante el siglo XIX… Invadimos Irak, o Afganistán y luego nos retiramos “respetuosamente”, dejando el país convertido en un caos que ya no queremos arreglar. Nos arrogamos el derecho a tener armas nucleares nosotros, porque somos “los buenos”; pero se lo negamos a Irán porque es “de los malos”. Y somos nosotros quien determina quiénes son los buenos y quiénes los malos… Una vez más, aquellos polvos han traído estos lodos. En la historia, las atrocidades nunca nacen de golpe: se van gestando poco a poco, silenciosamente.

Creo que no puedo ser más claro. Pero hay que añadir algo: la historia muestra que todas las revoluciones violentas acabaron instalando unas violencias semejantes a las que habían querido combatir. Quizás porque, como explica el gran Paulo Freire (a quien vosotros ni habréis oído nombrar), el oprimido tiene siempre introyectado en su inconsciente la imagen del opresor como su modelo de hombre, porque no ha conocido otro. Un inmigrante africano instalado en España hace ya años, publica un libro donde se pregunta si escribe “desde el edén”, aclarando que de ningún modo quisiera para África un modelo de desarrollo como el que hemos tenido en Europa: porque “esos grandes conceptos nacidos en Occidente, que resultan particularmente atractivos para la humanidad entera y que podrían ser la verdadera medicina que esta humanidad necesita, son en la práctica falseados, suplantados y pervertidos”. Así pues, amigos, vuestra tragedia está en que, en el fondo, nos tenéis envidia; pero envidiáis no lo mejor sino lo peor de nosotros. Infelices.

Creo, pues, que algo de aquellos valores sigue vivo entre nosotros (aunque no sé si tendríamos que llevarlos ya a la UCI) y que, por eso, Europa conserva, además de un atractivo económico, un atractivo moral que ojalá no acabemos enterrando, y que aún produce envidia en todos aquellos que quisieran acabar con nosotros…

Si nuestras lágrimas se encuentran así, quizá acabe encontrándose también nuestro dolor por el daño que nos hemos causado mutuamente, unos en nombre de una supuesta crueldad de Dios y otros en nombre de una real crueldad del Capital. Entonces, en lugar de asesinatos tan absurdos, quizá acabemos encontrándonos todos en la lucha por construir una civilización de la sobriedad compartida que (no me cansaré de repetirlo) es la única salida que le queda a nuestro mundo tan amenazado.

P.D. Sé que estas reflexiones van a ser duramente rechazadas por muchos. A mí mismo, que las veo claras con la cabeza, me cuesta bajarlas al corazón. Por eso pido a todos los que las compartan, cristianos o no, que procuren darles toda la vigencia posible. Porque si no, como ya dije, temo que al cambio climático que ya soportamos, le siga otro cambio afectivo que haga subir las temperaturas del odio.

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“Unidad de los cristianos ¿Qué unidad?”, por José Arregi

Lunes, 30 de enero de 2017
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ecumenismo1Como cada año desde 1966, las diferentes iglesias cristianas del mundo celebramos estos días –del 18 al 25 de enero– la semana de oración por la unidad de los cristianos. Este año bajo el lema: “El amor de Cristo nos apremia”. El amor de Cristo, es decir: el amor de Jesús de Nazaret, de su profecía libre, de su sueño de un mundo justo y fraterno, el amor de la Vida bondadosa y feliz, más allá de toda confesión y religión.

Quien oiga o lea “semana de oración por la unidad de los cristianos” seguramente entenderá que pedimos a un Dios omnipotente que nos una a los separados, que haga lo que nosotros no podemos o quizás no queremos lo suficiente para poder. Si orar fuera eso, sería alienante, no deberíamos orar. Ni deberíamos creer en una divinidad que escucha y atiende o deja de atender nuestras oraciones.

Pero orar no es eso. No es rezar ni pedir ni rogar, sino dejar que nuestro ser, hecho de tierra humilde y de espíritu creador, se abra y se exprese desde lo más profundo. Orar es ser, y ser es abrirse a ser más, pues el poder ser más constituye nuestra finitud. Orar es realizar posibilidades latentes en nosotros, pues el barro o la materia que somos es matriz inagotable, capaz de desear, ser y hacer más. Orar es obrar. Orar es abrirse al fondo de sí y del otro, al Fondo de todo o a Dios. Orar por la unidad de los cristianos sería, pues, obrarla, hacerla real, efectiva y siempre más profunda.

Pero no creo en cualquier unidad. Casi diría que no creo en la unidad por la que se nos invita a orar en esta semana. En efecto, quien oye o lee “semana de oración por la unidad de los cristianos” entiende que los cristianos aspiramos a que no haya tantas iglesias diferentes: católicos, ortodoxos, protestantes y anglicanos; ni tantas iglesias diversas en el interior de cada una de ellas: iglesias ortodoxas independientes, anglicanos y episcopalianos, protestantes luteranos, calvinistas o presbiterianos, metodistas, menonitas y bautistas… Que todos debiéramos confesar los mismos dogmas e interpretarlos de la misma manera, y practicar los mismos sacramentos y entenderlos igual, hasta formar entre todos un solo rebaño bajo un solo pastor, un solo papa, como si la Iglesia debiera ser un partido político amarrado y fuerte bajo un secretario general.

No creo en una sola Iglesia bajo un solo papa. Hoy no solo sería imposible sino además indeseable que dejen de existir diversas iglesias, con teologías, ritos y organizaciones diversas. Hace unos meses, en su alocución de la catedral luterana de Lund (Suecia) con ocasión de la apertura del año de Lutero, el papa Francisco pidió perdón porque “nos hemos encerrado en nosotros mismos por temor o prejuicios a la fe que los demás profesan con un acento y un lenguaje diferente”. Eso es. Nos une, sí, la misma fe, pero la profesamos –vivimos– en distintos lenguajes. Todos los dogmas e interpretaciones, no son sino eso: fórmulas y expresiones lingüísticas. La fe es otra cosa.

Y los lenguajes o las teologías no nos dividen sino cuando olvidamos que son constructos humanos, y cuando creemos que el nuestro es el único o el mejor, cuando nos negamos a entender o a aprender o al menos a respetar el lenguaje del otro. No nos dividen las diferencias, por grandes que sean, sino los temores y los prejuicios, por pequeños que sean. Las diferencias solo nos confunden y dividen cuando nos empeñamos en construir una gran torre de poder para conquistar el cielo: Babel. Los católicos no estamos separados de los luteranos porque éstos no entiendan la eucaristía como transustanciación o sacrificio, sino porque los excluimos de nuestra misa y ellos nos excluyen de su cena de Jesús. El día que abramos la mesa, nos sentiremos unidos.

Y como se ha visto en los diálogos inter-eclesiales de los últimos 50 años, hay un escollo último que impide la comunión de todos los cristianos: es la doctrina que afirma al obispo de Roma como autoridad absoluta sobre todas las iglesias. El papa es, como dijo Pablo VI, el gran obstáculo de la comunión. No el papa, sino el papado.

¿Y en qué consiste la fe que nos une? Consiste en el “amor de Cristo”, que es como los cristianos, en la memoria y el seguimiento de Jesús, designamos el amor y el cuidado de la vida. El día que unas iglesias reconozcamos a las otras como son se habrán acabado las divisiones. Entonces, de verdad, oraremos y obraremos la unidad.

José Arregi

Fuente DEIA

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“El silencio me sostiene y me libera”, por Enrique Martínez Lozano

Miércoles, 18 de enero de 2017
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silencio-es-sinonimo-500x334Desde siempre sentí una atracción especial por el silencio, antes incluso de saber lo que era. Desde niño, sentía la necesidad de quedarme a solas; siendo joven, empecé a buscar espacios de silencio en monasterios cartujos y cistercienses. Y percibía que el silencio me “recomponía”, aquietándome por dentro y armonizando toda mi existencia.

Sin embargo, la innegable atracción se daba la mano con la dificultad que experimentaba. Buscaba el silencio, pero rara vez lograba acallar el oleaje mental y emocional. Había demasiado ruido –miedo y soledad– y demasiado ego en mi interior. Y me faltaba mucho para comprender que el silencio no tiene que ver tanto con lo exterior, cuanto con la mente y el yo. Me faltaba mucho trabajo interior –trabajo psicológico y práctica meditativa adecuada– para ir aprendiendo a aquietar la mente y silenciar el ego.

Hoy sigo experimentando dificultades y mi ego se sigue desbocando. Sin embargo, se me ha regalado una certeza impagable: que el silencio no es “algo” que vaya buscando porque me hace bien, sino que es otro nombre de la Realidad que me sostiene y, en último término, me constituye. Y ahora entiendo, finalmente, por qué me atraía con tanta intensidad: el Silencio es la “casa”, nuestra verdadera identidad. Lo contiene todo –también los ruidos, los pensamientos y las emociones con sus vaivenes–, pero no se reduce a nada de ello.

Tras ese regalo, vivo el Silencio, no como algo bienhechor, ni tampoco como una práctica beneficiosa, sino como un estado de consciencia que me permite reencontrarme conmigo mismo en profundidad y con todos los seres.

Ahora sé también que no hay nada que lo pueda romper. Y por eso vuelvo a él en medio de cualquier actividad e incluso de cualquier alteración. Volver a él es venir a casa y encontrarme con lo que soy, con lo que somos: Aquello que está siempre a salvo y no puede ser dañado. He descubierto así el Silencio como fuente de liberación.

Y no se trata de ningún esfuerzo por “construir” o “producir” ese silencio sanador. Es mucho más sencillo: se trata simplemente de dejarse atraer y aprender a descansar en él. El resto viene dado. No implica tanto esforzarse en poner atención cuanto descansar en la atención que somos.

Descansar, vivir en el Silencio significa poner consciencia en todo aquello que hago y vivo: en la tarea que estoy realizando, en la relación que mantengo, en la preocupación que aparece, en la inquietud que altera, en el dolor que desasosiega…, e incluso en la oscuridad que parece cegarme. Sea lo que sea, simplemente, pongo consciencia en aquello que está sucediendo –me introduzco en el estado de consciencia que es el Silencio– y permanezco en la Presencia que soy. Y compruebo, una y mil veces, que lo que brota de ese estado no tiene nada que ver con lo que aparece en el estado mental. El Silencio me unifica y me libera, me mantiene en casa, me otorga una capacidad cada vez más fácil de resituarme cuando mi ego ha tomado el mando y me regala el gozo de experimentar que soy uno con la Vida.

Enrique Martínez Lozano

Fuente Fe Adulta

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¡Eres tú, es nosotros!

Viernes, 8 de abril de 2016
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Del blog Pays de Zabulon:

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Este amigo espiritual llamó a mi puerta anoche.
¿Quien esta ahí? “. Pregunté.
Él respondió: “Abre la puerta. ¡Eres tú!
“¿Cómo puedes tú ser yo?“. Pregunté.
Él respondió:
“Somos uno,
Pero el velo de la dualidad nos ha ocultado la verdad. “

Nosotros y yo, él y tú,  todos nos hemos convertido en el velo
¡Y cuánto te ha velado a tí mismo!
Si deseas saber cómo nosotros y él y todos somos sólo uno,
Entonces, ve más allá de este “yo”, de este “nosotros”, y  de este “tú“.

*

Muhammad Shirin Maghribi,
poeta persa, siglo XIV.

***

Fuente foto: Jean-Baptiste Huong, photographe

 

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¡Oh Dios! Somos uno contigo

Viernes, 22 de enero de 2016
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En la semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, traemos este texto de Thomas Merton, monje cisterciense (1915-1968) del diálogo interreligioso. Es una oración pronunciada en la primera conferencia espiritual e interreligiosa reunida en Calcuta, India, en 1968.

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“¡Oh Dios! somos uno contigo.
Tú nos has hecho uno contigo.
Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros,
Tú moras en nosotros.
Ayúdanos a mantener esta apertura
y a luchar por ella con todo nuestro corazón.
Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo.
¡Oh Dios!
Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente,
te aceptamos a Ti y te damos gracias,
te adoramos y te amamos con todo nuestro ser,
porque nuestro ser es tu ser,
nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu.
Llénanos, pues, de amor
y únenos en el amor
conforme seguimos nuestros propios caminos,
unidos en este único Espíritu
que se hace presente en el mundo,
y que te hace testigo
de la suprema realidad que es el amor.
El amor ha vencido.
El amor es victorioso.
Amén”.

*

Thomas Merton,
“Diario de Asia”

ecumenismo1

***

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“Peregrinación ecuménica alentada por el Espíritu”, por Juan Masiá sj

Jueves, 21 de enero de 2016
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ecumenismo1De su blog Vivir y Pensar en la Frontera:

Celebramos esta semana, como desde hace ya más de un siglo, el octavario de oración por la unión de las iglesias (entre las fiestas litúrgicas petrina y paulina del 18 y 25 de enero). Pero hoy la vivimos con el talante ecuménico postconciliar de “peregrinar juntos hacia la unidad” (Evangelii gaudium, n. 244), en vez del exclusivismo contrarreformista de la época de Pío X.

Hoy ya no presume la iglesia católica de ser el tronco del árbol en el que únicamente “subsista la iglesia de Jesucristo”, del que se habrían desgajado, según la teología contrarreformista, las “ramas separadas”. Para aquella mentalidad preconciliar, rezar por la unidad significaba pedir que las ramas separadas se reunieran de nuevo y reinsertaran en el tronco.

Cuando el 25 de enero de 1959 anunció el Papa Juan XXIII la convocatoria del Concilio Vaticano II dijo que, con esa ocasión, rogaba por “una amistosa y renovada invitación a nuestros hermanos separados de las Iglesias cristianas a participar con nosotros del banquete de gracia y hermandad, al que aspiran tantas almas en tantos rincones del mundo” (G. Zizola, L’Utopia di Papa Giovanni, p. 322).

Estas palabras del Papa le parecieron sospechosas a los funcionarios de la Curia que las “re-escribieron” en los términos siguientes en el comunicado de prensa oficial dado por el Secretario de Estado, Cardenal Tardini: “invitación a las comunidades separadas para buscar la unidad”. Habían suprimido la calificación de “iglesias” y “hermanos”. También había desaparecido la expresión que invitaba a “participar del banquete de gracia y hermandad”, por miedo a que se viese en ella una invitación a la mesa eucarística (P. Hdebblethwaite, Juan XXIII. El Papa del Concilio, PPC, 2000, p.386-88).

Durante los años siguientes de preparación del Concilio y durante la primera sesión de este, prosiguió la tensión entre la propuesta ecuménica y la oposición contrarreformista. Deo gratias, al fin triunfó el ecumenismo en el Decreto Unitatis redintegratio, de 21 de noviembre de 1964.

Ahora la imagen ya no es la de una reunión de “ellos, las ramas” con “nosotros, el tronco”. Ahora todos somos ramas separadas del tronco: Cristo. No se trata de que “ellos-ellas” vuelvan a “nuestro redil”, sino de que todos “nosotros/nosotras, ellos/ellas, todos ramas” nos renovemos y reformemos continuamente: “todos examinan su fidelidad a la voluntad de Cristo y emprenden la renovación y reforma” (Concilio Vat. II, Unitatis redintegratio, n. 4).

Sin embargo, es conocida la marcha atrás que se fue dando en los últimos años de Juan Pablo II. Después de la publicación por el card. Ratzinger de Dominus Jesus (Congregación para la Doctrina de la Fe, 6-VIII-2000), los escritos teológicos que se referían a las confesionalidades protestantes como “iglesias hermanas” eran amonestados por las correspondientes instancias inquisitoriales.

Por eso resultan tan positivas y esperanzadoras las palabras del Papa Francisco cuando repite que el anuncio de paz de Jesucristo “no es el de una paz negociada, sino la convicción de que la unidad del Espíritu armoniza todas las diversidades(EG 230). Francisco ve la marcha hacia la unidad deseada por Jesús: “que todos sean uno” (Jn 17, 21) como el camino hacia una meta: “siempre somos peregrinos y peregrinamos juntos” (EG 244).

Ocurre con la “unidad de las iglesias” un equívoco semejante al que se produce con la mal llamada (canónicamente) “indisolubilidad del matrimonio”. Ni la una ni la otra son una propiedad o característica ya dada desde el principio, ni un punto de partida, sino una meta a la que se está llamado, se promete caminar y se camina, pero… La unión de las familias, comno la unión de los esposos y la unión de la familia humana, de la que aspiran a ser signo las iglesias son, como la paz, algo que hay que construir; son un don y una tarea, como suele repetir Francisco y ha repetido el Sínodo de los obispos.

No somos nosotros el tronco, con el monopolio de la verdad. Somos todos ramas separadas que peregrinan hacia el tronco de Cristo, sin tener ninguna el monopolio de la meta.

Pero, al mismo tiempo, tenemos también el optimismo esperanzador de saber que, aunque nos desviemos o separemos del tronco de Cristo por el camino, Él no se separa, sino que sigue estando con, en y junto a cada rama y “subsiste”, es decir, está presente, animando y vivificando con su Espíritu, a cada una.

También en la rama que a veces ha presumido de ser tronco, también en ella “susbsiste” la Iglesia de Cristo (C.Vaticano II, Lumen gentium n. 8). Como dirían nuestros hermanos budistas: “hasta los buenos se salvan”. O como diría Jesús: “Hasta los que se creen justos se salvan, porque no he venido por los justos, sino por los pecadores… pero, como pecadores son todos…, pues resulta que por todos he venido para salvarlos a todos” (cf Lc 5, 32 y Mt 9, 13).

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Un solo bautismo para que todos sean uno

Lunes, 18 de enero de 2016
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Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos 2015

«Destinados a proclamar las grandezas del Señor» (1 Pedro 2, 9)

Esta semana se nos pide que oremos por la unidad de todos los cristianos y cristianas.

Del 18 al 25 de enero de 2016 tendrá lugar la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. El programa de esta semana consiste en celebraciones presididas por líderes y en iglesias de diferentes confesiones cristianas. El único objeto de esta semana es orar por la unidad de las distintas confesiones cristianas.

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“No ruego sólo por éstos, sino también por aquellos que, por medio de su palabra, creerán en mí, para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente uno, y el mundo conozca que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí.

Padre, los que tú me has dado, quiero que donde yo esté estén también conmigo, para que contemplan mi gloria, la que ma has dado, porque me has amado antes de la creación del mundo. Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido y éstos han conocido que tú me has enviado. Yo les he dado a conocer tu Nombre y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que tú me has amado esté en ellos y yo en ellos.”

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(Juan 17, 20-26)

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Y por eso, destacamos este párrafo del libro de Javier Melloni , “El Cristo interior”

“El Cristo total es mucho más que el cristianismo. Tal como lo conocemos actualmente, el cristianismo es el resultado de tres conjunciones: la espiritualidad hebrea, la formulación griega y, en el caso del catolicismo, la organización romana. Al salir al encuentro de otras culturas y tradiciones en un planeta irreversiblemente global, descubrimos que el cristianismo puede adquirir otras formas que no somos capaces de imaginar en este momento. Asistimos a una crisis de lo que hemos conocido hasta ahora, pero ello no implica una crisis o un acabamiento de lo crístico.”

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ecumenismo1

Además,  leíamos hace tres años en el blog  À Corps… À Coeur:

“¿Que es lo que, en las Tradiciones de cada Iglesia depende del Evangelio o depende sólo de los azares de la historia, de la política, de la cultura, las costumbres y a veces de los resentimientos acumulados? “

¿Cuándo pues cada Iglesia tendrá la fuerza y el coraje de volver a lo que es propio del Evangelio y a echar todo lo que depende de azares de la historia, de la política, de la cultura, las costumbres y los resentimientos acumulados?

“La unidad en la diversidad, sin fusión, sin confusión.” Hay numerosas moradas en la casa del Padre.

¡ Si la búsqueda teológica me parece importante en tanto que instrumento intelectual para el investigador de Dios que soy, puede ser un verdadero problem como instrumento para asir a Dios!

” ¿Los cristianos son capaces de reconocer que han podido equivocarse, que han podido desviarse de “La Buena Noticia”, sin quererlo y hasta sin percibírse de ello? ” Lo desearía, pero no estoy seguro de  que  tengan la voluntad, la honradez y la audacia ya que  parecen prisioneros de la historia, del poder, del tener y del orgullo.

 Gustave Thibon decía:“No es la luz la que falta a nuestra mirada, sino nuestra mirada la que falta a la luz”

Así…, sueño con el día en que podré comulgar plenamente con  los sacramentos de la Iglesia Universal, Unidad de todas las iglesias particulares, protestantes, romanas, ortodoxas, orientales y occidentales, etc…, cantar sin hipocresía: “Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo “ y profesar: “Creo en la Iglesia, una santa, universal y apostólica. Reconozco un solo bautismo … “

Esto me parece tan simple … ¿Pero ciertamente soy demasiado ingenuo?

Ingenuo: “Quien simplemente vuelve a trazar la verdad, la naturaleza sin artificio y sin esfuerzo ” (Émile Littré)

Para leer el  excelente artículo de Marcel Bernos

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Y cómo no, escuchamos la voz de Francisco llamando a la unidad… Ojala se pusieran en practica lo que se dice en este minuto 42 segundos…

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La difícil unidad de la Iglesia

Domingo, 16 de agosto de 2015
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el-papa-francisco-ante-el-sinodoFrancisco no imaginaba las rivalidades que suscitaría la “Iglesia de la misericordia”

“La negación de la comunión sacramental a estas personas es un portazo pastoral a los fieles”

(Marco Antonio Velásquez, en Reflexión y Liberación).- El anhelo pastoral del papa Francisco de integrar a la mesa Eucarística, a las personas separadas y divorciadas vueltas a casar, se ha convertido en fuente de división en la Iglesia. En efecto, cuando Francisco asume la sede de Pedro no imaginaba las rivalidades que despertaría una cuestión que pastoralmente muchos obispos han resuelto de manera práctica, caso a caso, siguiendo los consejos del buen pastor, compasivo y misericordioso. Seguro que el mismo cardenal Bergoglio, como pastor de la Iglesia de Buenos Aires, lo enfrentó muchas veces.

Con la potestad del pastor de la Iglesia universal, Francisco decide enfrentar esto como un problema pastoral, que doctrinariamente parece resuelto, pero que en la práctica todos los obispos enfrentan en su fuero interno. Se trata de un tema que no sólo afecta a los obispos, sino también a los sacerdotes, quienes reciben requerimientos concretos de personas para facultarlos a recibir la comunión sacramental, ya sea en ocasiones específicas o de manera regular. Es una cuestión que afecta profundamente al corazón de los pastores que conocen cercanamente a sus fieles, porque saben que la negación doctrinaria tajante de la comunión, en estos casos, resulta en una falta de caridad evidente. La experiencia dice que cuando los obispos atraviesan el umbral de la amistad y de la fraternidad humana con sus fieles, optan por conceder, a veces privadamente, la autorización para comulgar.

En el presente, la negación de la comunión sacramental a estas personas es percibida como un verdadero portazo pastoral a los fieles, que concurren necesitados a requerir la compasión misericordiosa de su Iglesia. Los pastores cercanos saben que esas personas han acumulado una avidez de comunión, como muchísimas veces no encuentran entre quienes acuden regularmente a recibir el sacramento.

Éste parece ser el contexto en que Francisco ha querido enfrentar esto, poniéndolo en el corazón de la Iglesia y de los pastores; tema que ha llegado a ser el eje central del Sínodo de los obispos dedicado a la familia, cuya Asamblea Ordinaria se hará efectiva en octubre de 2015.

La Asamblea Extraordinaria del Sínodo, celebrada en octubre de 2014, dio indicios del ánimo pastoral para abordar el tema. La Relatio Synodi ha dejado huellas de la ausencia de un clima pastoral adecuado para respaldar al papa en la idea de integrar a la mesa Eucarística a personas separadas y divorciadas vueltas a casar, aun estableciendo un itinerario penitencial. Lamentablemente, dicha asamblea fue también la señal de partida de una campaña organizada para afianzar posiciones doctrinales tendientes a contrarrestar el imperativo de la misericordia, evitando socavar la disciplina sacramental respecto de la Eucaristía.

Luego de ocho meses de concluida la Asamblea Extraordinaria hay hechos reveladores. Los antagonismos liderados por los cardenales Kasper y Müller dan cuenta de una pudorosa rivalidad que, lejos de atenuarse, se ha agudizado, aunque con algo más de recato.

Los doctrinaristas han conseguido aglutinar consensos a través de la amplia geografía de la Iglesia, comprometiendo el apoyo de los obispos de África. La Iglesia latinoamericana, pese a ser la cuna pastoral del cardenal Bergoglio, no ha conseguido cerrar filas para respaldar el espíritu reformista del papa del tercer mundo. Por su parte, la Iglesia norteamericana, reservorio de tradiciones, no da cabida a mociones aperturistas, al igual que la Iglesia italiana y española. Luego, las principales lealtades provienen del resto de Europa, donde las iglesias de Alemania, de Francia y de Austria lideran una persistente corriente de apoyo. De manera similar y más silenciosa, la Iglesia asiática estrecha lealtades, tanto que el mismo papa acaba de sugerir en privado queel futuro de la Iglesia está en Asia” (relato del cardenal filipino, Luis Antonio Tagle).

En este contexto, la existencia de una “Filial Súplica a su Santidad el Papa Francisco”, firmada hasta ahora por 460 mil adherentes de todo el mundo, es un hecho inédito y coercitivo de su autoridad papal. La iniciativa, promovida con motivaciones del cardenal norteamericano Raymond Leo Burke, busca presionar al papa para que reafirme la doctrina tradicional de la familia.

Se configura así un verdadero ambiente cismático en torno a la posibilidad de implementar reformas pastorales, que puedan conducir a habilitar canales de acogida sacramental a personas que, con su drama vital, interpelan a la conciencia cristiana de la Iglesia.

Al revisar la nómina de los asistentes a la Asamblea Sinodal de octubre próximo, todo indica que el papa no contará con el respaldo de los padres sinodales (más de dos tercios de los votos) para aggionar a la Iglesia en este ámbito. Recordando que en la Iglesia sólo los concilios y la autoridad del papa tienen facultad resolutiva para emprender reformas de esta naturaleza, todo indica que los padres sinodales darán, en este terreno, una dolorosa señal de soledad al papa de la misericordia.

A buena hora, después de la Asamblea Sinodal la Iglesia entera ha sido llamada a vivir el Año de la Misericordia, un tiempo que se espera permita sanar heridas eclesiales y dar testimonio de misericordia a quienes esperan mucho de su Iglesia. Sólo así el pueblo de Dios estará acogiendo aquel mandato de Jesucristo: “Pero vayan, y aprendan lo que significa: ‘Misericordia quiero, que no sacrificio’; porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores.” Mt 9,13.

Marco Antonio Velásquez Uribe

Consejo Editorial Revista Reflexión y Liberación

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La adoración, otra experiencia del amor

Sábado, 24 de enero de 2015
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Del blog À Corps… À Coeur:

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“Para experimentar la unión con Dios, tenemos que olvidarnos del mundo, de los hombres, olvidarnos de nosotros mismos y zambullirnos de una vez en Dios, sumergimos en él, prosternarnos ante Él y adorarlo. En este acto de adoración no queremos obtener nada para nosotros. No rezamos para conseguir algo, ni para tener la solución a nuestros problemas; renunciamos a nosotros mismos y simplemente nos prosternamos, porque Dios nos ha tocado, porque es más importante que nuestra propia persona. En todos nosotros, está metido este deseo de poder finamente olvidamos de nosotros mismos y de ser tocados de tal forma por Dios, que encontramos cerca de él nuestro pleno desarrollo… El mundo y los hombres serán permeables a Dios si nos tomamos tiempo para este Dios, si le escuchamos interiormente en el silencio para acercarnos a este misterio, para comprenderlo mejor y en última instancia, ser uno con él. El amor no sólo interpreta la realidad de manera diferente, transforma. Toma a Dios y su indescriptible misterio en sus manos de tal forma que se convierte en uno con él. Este es el fin de todo amor: hacerse uno con Él “.

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Anselm Grün, Una meditación para cada día, p. 87-88.

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Un solo bautismo para… Que todos sean uno

Lunes, 19 de enero de 2015
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Esta semana se nos pide que oremos por la unidad.

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“No ruego sólo por éstos, sino también por aquellos que, por medio de su palabra, creerán en mí, para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente uno, y el mundo conozca que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí.

Padre, los que tú me has dado, quiero que donde yo esté estén también conmigo, para que contemplan mi gloria, la que ma has dado, porque me has amado antes de la creación del mundo. Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido y éstos han conocido que tú me has enviado. Yo les he dado a conocer tu Nombre y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que tú me has amado esté en ellos y yo en ellos.”

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(Juan 17, 20-26)

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Y por eso, destacamos este párrafo del libro de Javier Melloni , “El Cristo interior”

“El Cristo total es mucho más que el cristianismo. Tal como lo conocemos actualmente, el cristianismo es el resultado de tres conjunciones: la espiritualidad hebrea, la formulación griega y, en el caso del catolicismo, la organización romana. Al salir al encuentro de otras culturas y tradiciones en un planeta irreversiblemente global, descubrimos que el cristianismo puede adquirir otras formas que no somos capaces de imaginar en este momento. Asistimos a una crisis de lo que hemos conocido hasta ahora, pero ello no implica una crisis o un acabamiento de lo crístico.”

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ecumenismo1Además,  leíamos hace dos años en el blog À Corps… À Coeur:

“¿Que es lo que, en las Tradiciones de cada Iglesia depende del Evangelio o depende sólo de los azares de la historia, de la política, de la cultura, las costumbres y a veces de los resentimientos acumulados? “

¿ Cuándo pues cada Iglesia tendrá la fuerza y el coraje de volver a lo que es propio del Evangelio y a echar todo lo que depende de azares de la historia, de la política, de la cultura, las costumbres y los resentimientos acumulados?Quand donc chaque Église aura t-elle la force et le courage de revenir à ce qui relève de l’Évangile et à jeter tout ce qui dépend des aléas de l’histoire, de la politique, de la culture, des habitudes et des ressentiments accumulés ?

“La unidad en la diversidad, sin fusión, sin confusión.” Hay numerosas moradas en la casa del Padre.

¡ Si la búsqueda teológica me parece importante en tanto que instrumento intelectual para el investigador de Dios que soy, puede ser un verdadero problem como instrumento para asir a Dios!

” ¿Los cristianos son capaces de reconocer que han podido equivocarse, que han podido desviarse de “La Buena Noticia”, sin quererlo y hasta sin percibírse de ello? ” Lo desearía, pero no estoy seguro de  que  tengan la voluntad, la honradez y la audacia ya que  parecen prisioneros de la historia, del poder, del tener y del orgullo.

 Gustave Thibon decía:“No es la luz la que falta a nuestra mirada, sino nuestra mirada la que falta a la luz”

Así…, sueño con el día en que podré comulgar plenamente con  los sacramentos de la Iglesia Universal, Unidad de todas las iglesias particulares, protestantes, romanas, ortodoxas, orientales y occidentales, etc…, cantar sin hipocresía: “Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo “ y profesar: “Creo en la Iglesia, una santa, universal y apostólica. Reconozco un solo bautismo … “

Esto me parece tan simple … ¿Pero ciertamente soy demasiado ingenuo?

Ingenuo: “Quien simplemente vuelve a trazar la verdad, la naturaleza sin artificio y sin esfuerzo ” (Émile Littré)

Para leer el  excelente artículo de Marcel Bernos

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Soledad y Silencio

Viernes, 17 de octubre de 2014
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Del blog Pays de Zabulon:

Maitre-des-coeurs

En períodos de soledad que se parecen al silencio, tenemos la posibilidad de parar el tiovivo emocional y descubrir los tesoros insospechados que llevamos en nosotros. Paradójicamente, la soledad puede permitirnos encontrar una conexión profunda y verdadera con todo lo que existe. En la paz del silencio y de la soledad, nuestra alma puede por fin hablarnos, curarnos, acompañarnos  y abrirnos la puerta a la experiencia sublime de la unidad. Entonces, no estamos solos nunca más … “

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Annie Marquier
(Extracto de “El Maestro en el Corazón“)

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Fuente

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La extrema derecha homófoba toma posiciones en el parlamento húngaro

Jueves, 8 de mayo de 2014
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2Las pasadas elecciones parlamentarias celebradas el 6 de abril en Hungría no dejaron grandes sorpresas. El partido conservador Fidesz perdió votos pero mantuvo su mayoría absoluta en la cámara y el partido ultraderechista Jobbik, que defiende ideas abiertamente racistas y homófobas, volvió a ser la tercera fuerza más votada por detrás de la coalición de centro izquierda Unidad. Pero la sorpresa ha venido a la hora de repartir las comisiones parlamentarias. La ley del país estipula que estos puestos se repartan entre el partido en el gobierno y los de la oposición. Contra todo pronóstico el Fidesz ha permitido que los parlamentarios de Jobbik se hagan con dos puestos clave. La parlamentaria Dóra Dúró ha sido designada para dirigir la comisión de cultura y educación, mientras que Tamás Sneider, que había sonado para la comisión de sociedad y familia, será el portavoz del Parlamento. Hungría ha dado un importante giro conservador en los últimos años con una modificación de la Constitución que ilegaliza el matrimonio gay. Las marchas del orgullo en el país han sufrido persecuciones y llegaron a estar prohibidas en 2012.

sneider

Tamás Sneider

Dóra Dúró saltó a la fama en 2010 al convertirse en la parlamentaria más joven de la historia, con solo 23 años. Ese mismo año apoyó junto a su marido, el también ultraderechista Elód Novák, la marcha del orgullo heterosexual con la que intentaron protestar para que no se permitieran las marchas LGBT en el país. Posteriormente, en 2012, Jobbik presentó una propuesta para prohibir la propaganda homosexual en Hungría que no llegó a prosperar. La propuesta era todavía más dura que la que se ha aprobado en Rusia y preveía penas de cárcel de tres años para todo aquél que promocionara públicamente las relaciones entre personas del mismo sexo y de cinco si hubiera menores presentes. La ley se presentó como una defensa de la moralidad y contra todas las perversiones sexuales. La oposición ha criticado duramente que la política educativa esté en manos de personas con una ideología extremista. “Ninguna persona decente querría que un representante de la extrema derecha determine el futuro de la cultura y la educación de nuestros hijos”, han expresado en un comunicado.

Tampoco cuenta con un pasado limpio Tamás Sneider (segunda fotografía), que perteneció a grupos de skin heads en su juventud vinculados con palizas y persecuciones a las minorías étnicas, como los gitanos. Sneider ha defendido públicamente ideas como que el crimen de origen étnico es el más peligroso en el país. Su actividad fue especialmente importante en la localidad de Eger, en el condado de Hevés, donde defendió las patrullas callejeras contra los gitanos para defender a la población. Sneider ha suavizado el discurso y ha demandado a los socialistas por llamarlo fascista y racista. Sneider defiende ahora que su partido es el único que busca una solución al “problema de los gitanos” y que solo está en contra de los delincuentes de esta etnia.

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Foto: Los parlamentarios posan tras tomar posesión.

Fuente Ragap

Homofobia/ Transfobia. , , , , , , , ,

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