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Entradas Etiquetadas ‘Semana por la Unidad de los Cristianos’

Octavario por la Unidad de los Cristianos

Sábado, 18 de enero de 2020
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Del blog de la Comunidad Anawin de Zaragoza:

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Que todos sean uno
(Jn 17, 21)

Creo en Dios, Padre y Madre,
aunque muchos digan que es sólo una proyección
de mi cultura o de mis necesidades y sueños
y vivan bien sin creer;
aunque tantos no vean su necesidad
y lo consideren retro, necio y vano;
aunque se estilen otros credos;
aunque parezca mucho creer y me llamen loco.

Creo en Jesús de Nazaret,
su Hijo predilecto,
su Palabra,
su presencia entre nosotros..
su tienda de la alianza,
testigo cierto de su amor y lealtad;
carne de nuestra carne,
despojado de su rango,
expulsado de su casa,
crucificado con saña…,
pero resucitado por el Padre.

Creo en su Espíritu,
dador de vida y libertad
desde siempre y para siempre,
que renueva y vivifica todo,
capaz de suscitar, hoy, en nuestra sociedad,
personas veraces y justas, tiernas e íntegras
testigos leales de la vida y el amor,
hijas e hijos de Dios, solidarios.

Por eso creo, también,
en la vida, a pesar de las heridas;
en la amistad, por encima del poder y de la sangre;
en la fraternidad, aunque surjan clases y diferencias;
en la solidaridad, a pesar de egoísmos y necedades.

Creo que el amor es más fuerte que la muerte.
Creo que tiene sentido ser bueno, tierno y honesto.
Creo que merece la pena confiar en las personas.
Creo en tu dignidad y en la mía.
Creo que me puedes ayudar.
Creo que nos espera algo insospechado.
Creo que Dios supera todos mis sueños.
Creo que soy hechura suya.
Creo que Él rebasa mi credo…

***

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"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad

Semana de Unidad: A la Iglesia de Roma, que preside en el amor… (1Cor 13)

Jueves, 24 de enero de 2019
Comentarios desactivados en Semana de Unidad: A la Iglesia de Roma, que preside en el amor… (1Cor 13)

50616280_1158222727688251_7165707485137862656_nDel blog de Xabier Pikaza:

Seguimos celebrando la “semana de unidad” de los cristianos, como preparación para la fiesta de la Conversión o, mejor dicho, de Vocación de Pablo, que se sintió llamado por Dios para proclamar el evangelio o buena nueva de la comunión de todos los pueblos, en el amor de Cristo, en gratuidad, en libertad, no por ley, sino por Revelación de Amor, como indicaré comentando el texto clave de 1 Cor 13.

1 Cor 13 no niega en modo algunos los problemas que había en la comunidad cristiana de Corinto, más fuertes que todos los enfrentamientos que hoy (2019) se dice que existen en la comunidad cristiana de Roma: Luchas de poder, visiones enfrentadas de la Iglesia, formas distintas de entender la organización de los creyentes…

Pues bien, como respuesta a esos problemas ofreció 1 Cor 13 un programa de amor, entendido como ágape (poder de Vida que impulsa y unifica a los creyentes). En ese contexto, como iglesia primada de la cristiandad, la Iglesia de Roma ha de ser, ante todo, un iglesia “amoroso”: Que sepa amar y ser amado

Así lo dice de forma ejemplar la primera noticia intensa que encontramos sobre el orden y sentido de la Iglesia de Roma, hacia el año 110/120 d.C. (o un poco más tarde), el “obispo” Ignacio de Antioquía de Siria (imagen 2), en una carta apasionada escrita a los Romanos cuando le llevan allí atado para “echarle a los leones” (así, al pie de la letra).

50221181_1158214307689093_2931608998232719360_nDa la impresión de que en ese momento no existía todavía un obispo (papa) en Roma, pues la Iglesia estaba regida por un Colegio de Presbíteros, es decir de hombres de cierto prestigio, como supone la la Primera Carta de Pedro (es decir, escrita por un hombre que asume la herencia de Pedro, hacia el final del siglo I d.C.). Los obispos y los papas vendrán después. Entonces no existían todavía, pero había una iglesia importante.

Pues bien, en ese contexto, Ignacio escribe a la Iglesia de Roma (no a su obispo o papa, que no existía) una carta impresionante de humanidad, de compromiso cristiano cristiano en el amor …diciendo en su encabezado unas famosas palabras:

Ignacio… a la Iglesia que,
conforme al amor de Jesucristo, nuestro Dios,
preside (=se asienta) en la región de los romanos…
que preside (=prokathêmê…) en el amor (=agapê)…

51128878_1158215051022352_978289676244746240_nConforme a estas palabras, Ignacio concede a la Iglesia de Roma un primado o presidencia en el amor. No es una presidencia de puro honor, pero tampoco de organización política, sino un tipo de “la primacía en el amor”, de forma que ella (la Iglesia de Roma está (ha de estar) a la cabeza en la caridad(agape) entre las iglesias.

Ésta es la primera y la más importante de todas las palabras que el obispo de una iglesia que era por entonces quizá la más importante del mundo (Antioquía de Siria) dirige a la comunidad de Roma, a la que reconoce y concede una primacía en el amor

No le da una primacía de jurisdicción según Derecho, ni una primacía de organización o de poder (como han pretenden todavía los obispos de Roma), sino un primado de ejemplo y testimonio en el amor.

Esto ha de ser, por tanto, el Papa, que ha sido después (desde el siglo III) el obispo de la Iglesia de Roma: Un Primado personal en el amor, no para dominar sobre las restantes iglesias, sino para ofrecerles su testimonio de amor, que nunca se impone o exige por derecho, sino que se ofrece en gesto de solidaridad.

Éste ha de ser el sentido no sólo de la Iglesia de Roma, sino de su obispo, cuando exista (hoy es Francisco): Una iglesia, un hombre, que sepa “presidir” a las iglesias, un hombre o mujer que sea ejemplo y testimonio de amor entre los Romanos.

Así lo quiero recordar en esta “semana de la unidad de las iglesias”, recordando la función importante de primacía de amor que Ignacio de Antioquía concedió en su tiempo a la Iglesia de Roma, en un momento en que aún no había papa en Roma… una primacía de amor que queremos que Roma siga ofreciendo en solidaridad cristiana a todas las iglesias. Leer más…

Cristianismo (Iglesias), General , , , ,

18‒25 de Enero: Octavario por la Unión. Nueve propuestas

Martes, 22 de enero de 2019
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50211477_1156928714484319_6602148668562735104_nDel blog de Xabier Pikaza:

Las iglesias cristianas celebran estos días (18-25 de enero) el octavario de oración por la unidad (=comunión) entre las iglesias, un octavario que puede y debe convertirse en tiempo de oración y de propuestas por la unión (=comunión) entre las religiones.

En esa línea debemos hablar un diálogo inter-religioso (entre religiones) e interconfesional (entre iglesias cristianas), pero también de un diálogo inter-humano , entre todos los hombres y mujeres de la tierra.

El orden político/económico puede buscar un tipo de unidad por la fuerza. Las religiones, en cambio, sólo puede ser verdaderas y aportar su riqueza de vida si no se imponen, pues ellas son diversas y complementarias, y así pueden dialogar y enriquecerse mutuamente, al servicio de la Nueva Humanidad.

Es bueno que las religiones y confesiones cristianas sean distintas, para así dialogar y enriquecerse mutuamente, en la línea de Jesús, que no buscó el triunfo de una religión particular, sino la comunión de vida (de curación, de amor) entre todos los hombres.

Algunas formas concretas de religión (y en especial cierto cristianismo e Islam) han podido olvidado eso y han querido imponer sus proyectos sociales, con el intento de alcanzar un dominio total, utilizando inquisiciones y guerras religiosas para extenderse sobre el mundo. En la medida en que han actuado así han dejado de ser religiones y se han vuelto sistemas de poder económico, social o ideológico.

Teniendo eso en cuenta, en este “octavario por la unidad de las iglesias” (18‒25 enero) quiero ofrecer unas tesis que nos ayuden a situar el tema de la unión y/o comunión no sólo de las iglesias cristianas, sino de las diversas religiones.

Hasta ahora, las religiones apenas habían puesto de relieve su necesidad de dialogar, porque no habían desarrollado en cuanto tales su dimensión planetaria. Ahora, en cambio, ha llegado el momento en que han de hacerlo, buscando la unidad sin unificación en un diálogo sin imposiciones, de manera que cada religión aporte lo mejor que ella tiene, no para que todas se nivelen, desde un común denominador, sino para que cada una aporte su diferencia y todas se enriquezca con la riqueza de las otras. Así lo propongo en las 9 tesis que siguen.

1. Trascendencia y comunicación

Las religiones solas no resuelven el problema del hombre, porque el hombre es un ser muy complejo; ellas no son todo, pero son muy importantes, porque nos sitúan en un lugar de conciencia y comunicación (diálogo) que resultan esencial para el despliegue de la vida. Para que exista verdadero diálogo religioso han de cumplirse dos condiciones:

Condición de trascendencia. Precisamente por abrirse a lo infinito (al situarse ante aquello que la desborda), la religión no se puede convertir nunca en sistema ni dominar todos los planos de la vida humana. Ella sabe que hay cosas que no puede resolver, pues le desbordan: por eso deja que la razón sea razón y que resuelva (procure resolver) las cosas en su plano de economía o política; por eso deja que el arte y la amistad florezcan, sin imponerse a ese plano. En el momento en que una religión quisiera saberlo y resolverlo todo, no sólo se volvería violenta, sino que se destruiría a sí misma como religión.

Condición de complementariedad. Dado que su objeto es trascendente, cada religión se sabe verdadera, sabiendo que también son verdaderas otras y gozándose al saberlo. Hay una lógica de sistema, propia del “árbol del conocimiento del bien y del mal” que los hombres no debían comer en plano religioso (Gen 2-3). Conforme a esa lógica unívoca, situada en un nivel de juicio, el bien y el mal se oponen, lo mismo que se oponen lo verdadero y falsa: por eso, si una religión es verdadera y buena las demás tienen que ser falsas. Pues bien, en contra de ese tipo de pensamiento único, por abrirse a lo trascendente y expresarse de un modo gratuito, las religiones han de operar con una lógica dialogal, de tipo analógico.

Siendo experiencia de gratuidad, las religiones pueden ser caminos de complementariedad y comunicación transparente.

Si sólo hubiera una religión verdadera, no sería ni verdadera ni sería religión, sino que terminaría siendo imposición.

Pero si las religiones luchan entre sí y quieren imponerse tampoco son verdaderas, pues ellas se definen y distinguen por su experiencia de diálogo en gratuidad. Ellas sólo se expanden de verdad allí donde no quieren expandirse de un modo impositivo.

2. Religión, un proceso educativo: Educar para la comunicación

Más que un punto de partida y una meta, la paz es un proceso educativo, un camino de humanización, como supieron los profetas de Israel. En esa línea se sitúa la propuesta cristiana: la iglesia no debe educar para su propio triunfo (ni apelar al estado para transmitir su enseñanza), sino que ha un testimonio gratuito de comunicaciòn, sin pedir para sí misma nada.

«Venid, subamos al monte del Señor: Él nos instruirá en sus caminos… De las espadas forjarán arados, de las lanzas podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra» (Is 2, 2-4).

Para superar la violencia del sistema hace falta un don de Dios (nos instruirá…) y un compromiso de educación humana, que se expresa en dos momentos: uno más teórica (instrucción de Dios: no se adiestrarán para la guerra), otro más práctico (de las espadas forjarán arados…). Esa nueva praxis (definida aquí en forma negativa: ¡no se adiestrarán…!) no puede ser el resultado de un pacto de poder, pues los pactos de poder han de ser sancionados por la fuerza (necesitan una espada para que se cumplan).

La “educación para la paz” no es una asignatura más, dentro del currículo educativo al servicio del sistema, sino un fondo base de toda la enseñanza. Pienso, además, que no hace falta emplear la escuela pública para educar en una religión determinada, sino en el diálogo y amor (respeto mutuo) entre todos los ciudadanos, entre los creyentes de las varias religiones.

3. Economía para la comunicación, un proyecto de gratuidad

La iglesia acepta la existencia de un sistema económico (“dad al César lo que es del César…”: Mc 12,17, cf. Rom 13, 1-6), pero ella se sitúa en otro plano (“dad a Dios lo que es Dios”), en absoluta gratuidad. Para ser signo de paz, ella, en cuanto tal, no puede poseer legalmente (tomar para sí, defender por juicio y con violencia) ningún tipo de bienes del sistema. Leer más…

Cristianismo (Iglesias) , ,

Octavario por la Unidad de los Cristianos

Viernes, 19 de enero de 2018
Comentarios desactivados en Octavario por la Unidad de los Cristianos

Del blog de la Comunidad Anawin de Zaragoza:

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Que todos sean uno
(Jn 17, 21)

Creo en Dios, Padre y Madre,
aunque muchos digan que es sólo una proyección
de mi cultura o de mis necesidades y sueños
y vivan bien sin creer;
aunque tantos no vean su necesidad
y lo consideren retro, necio y vano;
aunque se estilen otros credos;
aunque parezca mucho creer y me llamen loco.

Creo en Jesús de Nazaret,
su Hijo predilecto,
su Palabra,
su presencia entre nosotros..
su tienda de la alianza,
testigo cierto de su amor y lealtad;
carne de nuestra carne,
despojado de su rango,
expulsado de su casa,
crucificado con saña…,
pero resucitado por el Padre.

Creo en su Espíritu,
dador de vida y libertad
desde siempre y para siempre,
que renueva y vivifica todo,
capaz de suscitar, hoy, en nuestra sociedad,
personas veraces y justas, tiernas e íntegras
testigos leales de la vida y el amor,
hijas e hijos de Dios, solidarios.

Por eso creo, también,
en la vida, a pesar de las heridas;
en la amistad, por encima del poder y de la sangre;
en la fraternidad, aunque surjan clases y diferencias;
en la solidaridad, a pesar de egoísmos y necedades.

Creo que el amor es más fuerte que la muerte.
Creo que tiene sentido ser bueno, tierno y honesto.
Creo que merece la pena confiar en las personas.
Creo en tu dignidad y en la mía.
Creo que me puedes ayudar.
Creo que nos espera algo insospechado.
Creo que Dios supera todos mis sueños.
Creo que soy hechura suya.
Creo que Él rebasa mi credo…

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