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Archivo para Domingo, 13 de abril de 2014

El silencio.

Domingo, 13 de abril de 2014
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Del blog de la Communion Béthanie:

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¿Por qué el viento en los pinos, la tempestad sobre la arena, la borrasca sobre el mar tendrían que estar  en silencio y no el apisonamiento de las máquinas en el taller, el estruendo de los trenes en la estación, el ruido de los motores en la encrucijada?

Estas son aquí como allí como las grandes leyes que juegan, rumor de la creación que nos aprieta.

¿Por qué el canto de una alondra en los trigos, el crujido de los insectos por la noche, el zumbido de las abejas en el tomillo alimentarían nuestro silencio y no los pasos de la muchedumbre en la calle, las voces de las mujeres en el mercado, los gritos de los hombres en el trabajo, la risa de los niños en el jardín, las canciones que salen de los bares?

Todo es ruido de las criaturas que se adelantan hacia su destino, todo es eco de la casa de Dios ordenado o en desorden, todo es señal de la vida al encuentro de nuestra vida.

El silencio no es una evasión, sino  encuentro de nosotros mismos en el interior de Dios.

El silencio no es una culebra que a la que ahuyenta el menor ruido, es una águila de fuertes alas que sobrevuela la algazara de la tierra, los hombres y el viento.

*

Madeleine Delbrel

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“Nada lo pudo detener”. 13 de Abril de 2014. Domingo de Ramos (A). Mateo 26, 14-27, 66.

Domingo, 13 de abril de 2014
Comentarios desactivados en “Nada lo pudo detener”. 13 de Abril de 2014. Domingo de Ramos (A). Mateo 26, 14-27, 66.

image​La ejecución del Bautista no fue algo casual. Según una idea muy extendida en el pueblo judío, el destino que espera al profeta es la incomprensión, el rechazo y, en muchos casos, la muerte. Probablemente, Jesús contó desde muy pronto con la posibilidad de un final violento.

​Jesús no fue un suicida ni buscaba el martirio. Nunca quiso el sufrimiento ni para él ni para nadie. Dedicó su vida a combatirlo en la enfermedad, las injusticias, la marginación o la desesperanza. Vivió entregado a “buscar el reino de Dios y su justicia”: ese mundo más digno y dichoso para todos, que busca su Padre.

​Si acepta la persecución y el martirio es por fidelidad a ese proyecto de Dios que no quiere ver sufrir a sus hijos e hijas. Por eso, no corre hacia la muerte, pero tampoco se echa atrás. No huye ante las amenazas, tampoco modifica ni suaviza su mensaje.

​Le habría sido fácil evitar la ejecución. Habría bastado con callarse y no insistir en lo que podía irritar en el templo o en el palacio del prefecto romano. No lo hizo. Siguió su camino. Prefirió ser ejecutado antes que traicionar su conciencia y ser infiel al proyecto de Dios, su Padre.

​Aprendió a vivir en un clima de inseguridad, conflictos y acusaciones. Día a día se fue reafirmando en su misión y siguió anunciando con claridad su mensaje. Se atrevió a difundirlo no solo en las aldeas retiradas de Galilea, sino en el entorno peligroso del templo. Nada lo detuvo.

​ Morirá fiel al Dios en el que ha confiado siempre. Seguirá acogiendo a todos, incluso a pecadores e indeseables. Si terminan rechazándolo, morirá como un “excluido” pero con su muerte confirmará lo que ha sido su vida entera: confianza total en un Dios que no rechaza ni excluye a nadie de su perdón.

​Seguirá buscando el reino de Dios y su justicia, identificándose con los más pobres y despreciados. Si un día lo ejecutan en el suplicio de la cruz, reservado para esclavos, morirá como el más pobre y despreciado, pero con su muerte sellará para siempre su fe en un Dios que quiere la salvación del ser humano de todo lo que lo esclaviza.

​Los seguidores de Jesús descubrimos el Misterio último de la realidad, encarnado en su amor y entrega extrema al ser humano. En el amor de ese crucificado está Dios mismo identificado con todos los que sufren, gritando contra todas las injusticias y perdonando a los verdugos de todos los tiempos. En este Dios se puede creer o no creer, pero no es posible burlarse de él. En él confiamos los cristianos. Nada lo detendrá en su empeño de salvar a sus hijos.

Jose Antonio Pagola

Red Evangelizadora BUENAS NOTICIAS
Difunde el amor del Crucificado. Pásalo.

 

 

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“Domingo de Ramos en la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, según san Mateo” Domingo 13 de abril de 2014. Domingo de Ramos.

Domingo, 13 de abril de 2014
Comentarios desactivados en “Domingo de Ramos en la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, según san Mateo” Domingo 13 de abril de 2014. Domingo de Ramos.

Domingo de RamosLeído en Koinonia:

Is 50,4-7: No oculté el rostro a insultos; y sé que no quedaré avergonzado
Salmo responsorial 21: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Flp 2,6-11: Se rebajó a sí mismo; por eso Dios lo levantó sobre todo
Mt 26,14−27,66: Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, según san Mateo

 De entrada, pedimos disculpas a quienes buscarán aquí un comentario bíblico-litúrgico «normal» -que esperamos podrán encontrar fácilmente en la red-. Esta vez nosotros vamos a tratar de hacer un comentario pensando en aquellas personas que -como también nosotros ante el comentario que teníamos ya redactado- se sienten mal ante ese ámbito de conceptos bíblicos que se repiten y enlazan indefinidamente sin salir de un ambiente en el que muchos de nosotros -que pensamos como personas seculares, de la calle, con las preocupaciones diarias de la vida- nos sentimos incómodos.

 En efecto, muchos de nuestros comentarios bíblicos al uso, todo ese conjunto de conceptos e imágenes que se manejan en las homilías, pareciera que se mueven en «otro mundo», un mundo propio de referencias bíblicas intrasistémicas, que funcionan con una lógica particular diferente, y que están de antemano inmunizadas contra toda crítica, porque, en ese ambiente bíblico-litúrgico al que están destinados, en las homilías, los «fieles» deben recibirlo todo sin chistar, sin siquiera preguntar, y, mejor aún, sin espíritu crítico y «con mucha fe». Quienes tenemos una fe más o menos crítica, una fe que no quiere dejar de ser de personas de hoy y de la calle, nos preguntamos: ¿es posible celebrar la semana santa de otra manera? ¿Así como buscamos «otra forma de creer», hay «otra forma de acoger y celebrar la semana santa»?

 Veamos. Comencemos preguntándonos: ¿qué sienten, qué sentimos, ante la semana santa, muchas personas creyentes de hoy?

 Muchos creyentes adultos (trabajadores, profesionales de las más variadas ramas, y también intelectuales, o simples personas cultas) se sienten mal cuando, en semana santa, por la especial significación de tales días, o por acompañar a la familia -y con el recuerdo de una infancia y juventud tal vez religiosa-, entran en una iglesia, captan el ambiente, y escuchan la predicación. Se sienten de pronto sumergidos de nuevo en aquel mundo de conceptos, símbolos, referencias bíblicas… que elaboran un mensaje sobre la base de una creencia central que fuera del templo uno nunca se encuentra en ningún otro dominio de la vida: la «Redención». Estamos en semana santa, y lo que celebramos -así perciben en el templo- es el gran misterio de todos los tiempos, lo más importante que ha ocurrido desde que el mundo es mundo: la «Redención»… El «hombre» fue creado por Dios (sólo en segundo término la mujer, según la Biblia), pero ésta, la mujer, convenció al varón para que comieran juntos una fruta prohibida por Dios. Aquello fue la debacle del plan de Dios, que se vino abajo, se interrumpió, y hubo de ser sustituido por un nuevo plan, el plan de la Redención, para redimir al ser humano que está en «desgracia de Dios» desde la comisión de aquel «pecado original», debido a la infinita ofensa que dicho «pecado» le infligió a Dios.

 Ese nuevo plan, de Redención, exigió la «venida de Dios al mundo», mediante su encarnación en Jesús, para así «asumir nuestra representación jurídica ante Dios y pagar» por nosotros a Dios una reparación adecuada por semejante ofensa infinita. Y es por eso por lo que Jesús sufrió indecibles tormentos en su Pasión y Muerte, para «reparar» aquella ofensa y redimir así a la Humanidad, y consiguiéndole el perdón de Dios y rescatándola del poder del demonio bajo el que permanecía cautiva.

 Ésta es la interpretación, la teología sobre la que se construyen y giran la mayor parte de las interpretaciones en curso durante la semana santa. Y éste es el ambiente ante el que muchos creyentes de hoy se sienten mal, muy mal. Sienten que se asfixian. Se ven trasladados a un mundo, que nada tiene que ver ni con el mundo real de cada día, ni con el de la ciencia, el de la información, o el del sentido más profundo de su vida. Por este malestar, otros muchos cristianos no sólo se han marchado de la semana santa tradicional, sino que se han alejado de la Iglesia.

 ¿Hay otra forma de entender la Semana Santa, que no nos obligue a transitar por el mundo manido de esa teología en la que tantos ya no creemos?

 ¿«No creemos», hemos dicho? Ante todo hay que decir -para alivio de muchos- que efectivamente, se puede no creer en tal teología. No se trata de ningún «dogma de fe» (aunque lo fuera, tampoco ello la haría creíble). Se trata de una genial construcción interpretativa del misterio de Cristo, debida a la intuición medieval de san Anselmo de Canterbury, que desde su visión del derecho romano, construyó, «imaginó» una forma de explicarse a sí mismo el sentido de la muerte de Jesús. Estaba condicionado por muchas creencias propias de la Edad Media, e hizo lo que pudo, y lo hizo admirablemente: elaboró una fantástica interpretación que cautivó las mentes de sus coetáneos tanto, que perduró hasta el siglo XX. Habría que felicitar a san Anselmo, sin duda.

 El Concilio Vaticano II es el primer momento eclesial que supone un cierto abandono de la hipótesis de la Redención, o una interpretación de la significación de Jesús más allá de la Redención. Por supuesto que en los documentos conciliares aparece la materialidad del concepto, numerosas veces incluso, pero la estructura del pensamiento y de la espiritualidad conciliar van mucho más allá. El significado de Jesús para la Iglesia posconciliar -no digamos para la Iglesia con espiritualidad de la liberación- deja de pasar por la redención, por el pecado original, por los terribles sufrimientos expiatorios de Jesús y por la genial «sustitución penal satisfactoria» ideada por Anselmo de Canterbury… Desaparecen estas referencias, y cuando sorpresivamente se oyen, suenan extrañas, incomprensibles, o incluso suscitan rechazo. Es el caso de la película de Mel Gibson, que fue rechazada por tantos espectadores creyentes, no por otra cosa que por la imagen del «Dios cruel y vengador» que daba por supuesta, imagen que, evidentemente, hoy no sólo ya no es creíble, sino que invita vehementemente al rechazo.

 ¿Cómo celebrar la semana santa cuando se es un cristiano que ya no comulga con esas creencias? Uno se siente profundamente cristiano, admirador de Jesús, discípulo suyo, seguidor de su Causa, luchador por su misma Utopía… pero se siente mal en ese otro ambiente asfixiante de las representaciones de la pasión al nuevo y viejo estilo de Mel Gibson, de los viacrucis, los pasos de las procesiones de semana santa, las meditaciones las siete palabras, las horas santas que retoman repetitivamente las mismas categorías teológicas del san Anselmo del siglo XI… estando como estamos en el siglo XXI…

 Bajo la semana santa que oficialmente se celebra, no dejan de estar, allá, lejos, bien adentro de sus raíces ancestrales, las fiestas que los indígenas originarios ya hacían sus celebraciones sobre la base cierta del equinoccio astronómico. Se trata de una fiesta que ha evolucionado muy diferentemente en cada cultura, y muy creativamente al ser heredada de un pueblo a otro, y al contagiarse de una religión a otra. Una fiesta que fue heredada y recreada también por los israelitas nómadas como fiesta del cordero pascual, y después transformada por los israelitas sedentarios como fiesta de los panes ácimos, en recuerdo y como reactualización de la Pascua, piedra angular de la identidad israelita… Fiesta que los cristianos luego cristianizaron como la fiesta de la Resurrección de Cristo, y que sólo más tarde, con el devenir de los siglos, en la oscura Edad Media, quedó opacada bajo la interpretación jurídica de la redención…

 ¿Por qué quedarse, pues, prendidos de una interpretación medieval, cautivos de una teología y una interpretación que no es nuestra, que ya no nos dice nada, y que podríamos abandonar porque ya cumplió su papel? ¿Por qué no sentirse parte de esta procesión tan humana y tan festiva de interpretaciones y hermenéuticas, de mitos y «grandes relatos» incesantemente renovados y recreados, y aportar nosotros también a esta trabajada historia nuestra propia parte, lo que nos corresponde hoy, con creatividad, responsabilidad y libertad? No podemos dejar de pensar que «Otra semana santa es posible»… ¡y urgente! Al menos, legítima también.

 No vamos a desarrollar aquí nosotros una nueva interpretación de estas fiestas. Bástenos ahora cumplir una pretensión doble: aliviar a los que se sentían culpables por desear que «otra semana santa fuera posible», por una parte, y, por otra, de invitar a todos a la creatividad, libre, consciente, responsable y gozosa. No en todas partes o en cualquier contexto será posible, pero sí lo será en muchas comunidades concretas. Si no lo es en la mía, podría serlo en alguna otra comunidad más libre y creativa que tal vez no esté muy lejos de la mía… ¿por qué no preguntar, por qué no buscarla?

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Aunque los señalaremos concretamente en los próximos días, recordamos que los temas de la Pasión de Jesús están recogidos ampliamente en la serie «Un tal Jesús», principalmente en los episodios 106 a 126. Los audios y los guiones de estos episodios pueden recogerse libremente de http://radialistas.net/category/un-tal-jesus/ Por su carácter dramatizado, y por la mentalidad crítica con la que ya pudo ser escrita hace treinta años, la serie «Un tal Jesús» presenta, de un modo muy pedagógico, la visión de la vida de Jesús desde la perspectiva de la teología de la liberación. Leer más…

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Dom 13.4.14. “Golpe de Estado en la Iglesia, y cronología de la Semana Santa (FM y XM)”

Domingo, 13 de abril de 2014
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10157213_273952569448609_2019604000468633894_nLeído en el blog de Xabier Pikaza:

Domingo de Ramos. He hablado esta mañana con FM (Fancisco Mateo) sobre el éxito o fracaso de la entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén y especialmente en el templo.

Se trató (dijimos) de un Golpe de Estado socio/religioso: Jesús quiso “tomar” el templo y liberarlo del control económico de los sacerdotes, pero ellos se resistieron y el golpe duró sólo cinco días.

A partir de eso estudiamos lo que supondría hoy un “golpe de estado” de Jesús en el Vaticano. Sin duda, él conservaría el signo del asno y los ramos de laurel ante la ONU o ante el FMI, con su nuevos césares y poncios pilatos; no supimos decir si entraría con un burro en la sede del IOR y de los poderes de los nuevos templos.

Ciertamente, a Jesús no le habían elegido los santos cardenales, en cónclave sagrado, sino que se sintió enviado directamente por Dios. No nombró una comisión, ni esperó semanas-meses-años para meter mano en los tesoros, sino que lo hizo directamente derribando los “bancos” de los cambistas, derramando su dinero por los suelos, e impidiendo que la religión se valiera de sacrificios para así imponerse o extenderse…

De esa forma soñamos FM y un servidor, esta mañana, insistiendo en la necesidad de un “golpe de estado” en la Iglesia, y me ha parecido bien comunicarlo en el blog.

— En este contexto introduzco una reflexión suya sobre la “arrogancia mesiánica” de Jesús, es decir, sobre su autoridad sobrada ante los sacerdotes, sabiendo que ello implicaría su muerte.

Ofrezco después una página de mi libro (Historia de Jesús, Verbo Divino, Estella 2013) con la “crónica” a mi juicio más verosímil de los acontecimientos de la “toma de estado” de Jesús y de su muerte. Gracias, Paco, y buen comienzo de la Semana Pascual para todos, con este “icono” medieval de Jesús y los Mercaderes, de una Iglesia de Georgia.

LA “ARROGANCIA” DE JESÚS (Francisco Mateo)

Alguien me habló una vez sobre las posibilidades que tenía Jesús de obtener éxito el día en que entró en Jerusalén como rey mesiánico; yo no me lo tomé en serio debido en parte a que contra los hechos no se argumenta. Hubiera sido preciso que se produjera una respuesta diferente del pueblo y de las autoridades políticas y religiosas. En suma, hubiera sido necesario que cambiara la historia para que Jesús triunfara. O quizás el éxito o el fracaso mesiánico no consistía en lo que en apariencia se suponía: un cambio de las estructuras políticas y sociales de aquel momento.

¿A qué fue debido que Jesús fracasara en aquella pascua maldita? ¿Faltó acaso la determinación de Dios, se ausentó Dios de la historia de Jesús por unos días? La entrada de Jesús en Jerusalén fue alevosa, provocadora, estuvo llena de riesgos, pero por lo visto el pueblo no comprendía en su totalidad el acontecimiento o en todo caso no pudo sacar las consecuencias debido en parte a que estas no eran visibles aunque si evidentes en otro plano.

La entrada de Jesús como pretendiente mesiánico fue interpretada ante todo como una ilusión cargada en grado sumo de realidad ‒ esto se desprende de los acontecimientos‒, pues de lo contrario hubieran tomado a Jesús como un iluso que estaba en otro mundo, y nunca hubieran matado. Nunca una utopía se había encarnado en la historia de manera tan plausible, tan verdadera, tan eficaz. Si Jesús hubiera sido un alborotador entre tantos otros ‒ celotas, pretendientes mesiánicos, profetas‒ que le precedieron no le hubieran prestado atención de esa manera (matándole así, por instigación de los sacerdotes del templo).

La verdadera ironía de Dios fue escenificar su Reino (por medio de Jesús) de manera tan misteriosa que fuera necesario obligar a la historia a tener en consideración ese Reino, matando a Jesús…, y de esa manera la historia se desmintió a sí misma. Ante los hechos de la Pascua de Jesús la reacción de la gente y de las autoridades fue violenta pero sobre todo paradójica. Estaba ante sus ojos lo que siempre habían deseado ver pero no estaba a su alcance el comprenderlo, se ofuscaron ante lo evidente e hicieron que la historia se resistiera a ser lo que a todas luces hubiera sido más lógico.

Si Jesús hubiera tenido éxito en su golpe de estado fallido ‒ así lo denominaba Pikaza ésta mañana‒ la historia hubiera tomado un rumbo diferente a partir de Jerusalén; en ese caso, los vectores que motivan la historia a ser lo que es hubieran traído otro tipo de acontecimientos ‒ sucesos imprevisibles e inescrutables‒, pero eso no se produjo como todo el mundo sabe.

La intención de escenificar la posición de Jesús en la historia hemos de tomarla como la intención fallida de Dios de modificar el curso de la historia, pero eso fracasó visto desde el punto de vista de un historiador que contempla con ojos humanos.

¿En qué se equivocó Dios? ¿Se equivocó la historia con su aversión a los cambios profundos? La utopía de Jesús tan ajustada a la realidad dejó en la confusión a la historia y desde su misterio se puede afirmar que por eso precisamente Dios estuvo en Jesús a la altura de las circunstancias. Por una vez que Dios se decidió a plantear un cambio de paradigma político social él fracasó pero la historia ha seguido esperando otra oportunidad, una ocasión que celebramos cada año sin que la podamos llegar a comprender en su totalidad.

CRONOLOGÍA DE LA ÚLTIMA SEMANA.

(X. Pikaza, La historia de Jesús, Verbo Divino, Estella 2013)

He tratado de ella varias veces, indicando que la Cena no fue de Pascua, en el sentido estricto, aunque (conforme a la visión de Marcos y Mateo) los discípulos lo habían propuesto. Jesús celebró de hecho una Cena de despedida y promesa mesiánica, centrada en el anuncio del Reino, y en el pan y el vino, aunque en contexto de Pascua, es decir, de espera del “paso” de Dios que debía liberar a su pueblo, como lo había hecho en Egipto. Siguiendo en esa línea y adelantando lo que sigue, aún a riesgo de repetirme, evocaré algunos momentos de esa espera de Jesús, centrada en el don de su vida. Los partidarios de la cronología larga, piensan que su “pasión” se extendió por tres días, desde la Cena (al comienzo del miércoles, tras la puesta del sol del martes) hasta el Entierro (antes de la puesta del sol del viernes). Leer más…

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“La Pasión según san Mateo. Domingo de Ramos”

Domingo, 13 de abril de 2014
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untitledDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

El relato de Mateo podemos dividirlo en siete secciones, tomando básicamente como punto de partida los lugares donde se sitúan las diversas esce­nas.

1) Preámbulos.

2) Las Pascua.

3) En el monte de los Olivos.

4) En casa de Caifás.

5) Ante Pilato.

6) En el Gólgota.

7) El sepulcro.

Como ocurre en otros momentos de la vida pública, los evangelios no coinciden en todos los detalles de la pasión. El evangelio de Mateo no cuenta tres episo­dios conocidos por Lucas: Jesús ante Herodes (Lc 23,6-12); Jesús y las mujeres de Jerusalén (Lc 23,27-31); la actitud de los dos ladro­nes (Lc 23,39-43). Por su parte, Mateo contiene tres episodios que no aparecen en Marcos y Lucas: anuncio previo de la crucifixión (26,1-2); fi­nal de Judas (27,3-10); los guardias en la tumba (27,62-66).

Teniendo especialmente en cuenta los episodios que añade o modifica Mateo, podemos distinguir los siguientes aspectos en su relato:

1. El enfoque cristológico: Jesús es consciente de que va a la pasión.

2. El enfoque jurídico: injusticia del proceso y culpabilidad de las autoridades judías.

3. Los paganos son los que perciben mejor la inocencia y dignidad de Jesús: la mujer de Pilato, el centurión en la cruz. Esta idea empalma con la visita inicial de los Magos de Oriente a adorar a Jesús niño.

Un comentario más detallado a todo el relato de Mateo se puede descargar en

http://www.4shared.com/office/1TxJKsZIba/LA_PASIN_EN_EL_EVANGELIO_DE_MA.html?

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Cartel bíblico de Semana Santa: Cronología de la Pasión.

Domingo, 13 de abril de 2014
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IMG_0226-350x525Del blog de Xabier Pikaza:

Iglesias y pueblos se llenan estos días con carteles de Semana Santa, donde se anuncian sobre todo procesiones (¡de interés turístico!), y a veces misas y tiempos de oración.

 Agencias de viajes y hoteles intentan vender estos las últimas gangas de la pascua profana con viajes a Cefalú o Samarkanca, con Laos o Thailandiá (con el último reducto turísticamente no “pisado” del orbe la tierra).

 De manera mucho más sencilla he querido ofrecer a mis lectores un “cartel” con la cronología de la Semana Santa de Jesús, para aquellos que quieran recorrer su camino, según la Biblia.

 Hay otras versiones de esa cronología, que discuto con cierta amplitud en Historia de Jesús, Verbo Divino, Estella 2013), como podrá ver quien desee estudiar el tema. Aquí presento la visión más tradicional, que sigue siendo, a mi juicio,la más verosímil. No es mucho lo que puedo aportar a mis lectores esta tarde, sólo un pequeño mapa con el recorrido de la Pasión de Jesús, una guía de su Semana Santa, pero quizá puede servir para algunos, como verá quien siga leyendo.

 – Primera imagen: Un cartel de Semana Santa, sin indicación de lugar, sin tabla de procesiones. Sólo cuatro luces sobre un fondo oscuro. Han sonado los tambores, quizá se haga silencio y comience a gemir en el aire de la noche una saeta.

 – Segunda imagen: la más solemne de las procesiones de Semana Santa, que se viene celebrando desde antiguo en Jerusalén: Peregrinos de fuera y cristianos del lugar “bajan” con Jesús desde el monte de los olivos (flanqueando el cementerio judío) para entrar en la ciudad de la condena y de la vida (donde brilla la cúpula del templo).

 Buenos días a todos, una Semana Santa hecha camino de vida.

 Dos cronologías

 He tratado de ellas varias veces en este mismo blog:

 – Algunos dicen que la Semana Santa fue más que una semana…, que la Cena de Jesús no fue el Jueves Santo, sino unos días antes (siguiendo un calendario esenio), y que el tiempo de juicio de Jesús ante el Sanedrín y el Pretorio fue más largo.

 – A pesar de los valores de esa tesis, sigo defendiendo la Semana Santa corta, de ocho días, pues me parece que concuerda mejor con los datos que tenemos de Jesús. Prefiero pues la cronología breve y pienso que los hechos básicos de la pasión de Jesús (cena, huerto, juicio, muerte y entierro) duraron sólo veinticuatro horas.

 Introduccion, un esquema panorámico:

1. Sábado: Jesús descansa en Jericó antes de iniciar la última jornada (cf. Mc10, 46-52).
2. Domingo: Subida a Jerusalén y entrada real sobre un asno (cf. 10, 46–11, 11).
3. Lunes. Maldición de la higuera (11, 12-14) con purificación del templo (11, 15-18).
4. Martes, gran disputa: Viñadores homicidas, sermón escatológico (11, 20−13, 37).
5. Miércoles: Los sacerdotes deciden prender a Jesús. Cena en Betania (14, 1-11).
6. Jueves: Última Cena, Huerto de los Olivos, prendimiento y juicio (14, 12-72).
7. Viernes: Condenado por Pilato, crucifixión y entierro (15, 1-47)
8. Sábado: Gran pascua judía, los seguidores de Jesús quedaron en silencio.
9. Domingo: Pascua cristiana, con las mujeres en la tumba (16, 1-8) .
Visión de detalle, los tres últimos días

 l. Noche del jueves al viernes.

 Estrictamente hablando, esa noche (que para los judíos era ya de viernes, pues el día empezaba según ellos tras la puesta del sol), fue una noche de víspera, no de cena pascual, y en ella quiso “adelantar” Jesús los aspectos principales (finales) de su compromiso al servicio del Reino, como he destacado en el capítulo anterior. Pero también vigilaron sus vigilantes, aquellos que querían condenarle, empezando por los sacerdotes:

 – A la puesta del sol del jueves (empezado el viernes judío), Jesús y sus discípulos se reunieron para la Cena de anuncio y preparación para la Pascua del día siguiente que para Jesús marcaría el comienzo del Reino, que él quiso adelantar y prefigurar con su entrega, invitando a los suyos a la próxima Copa pascual en el Reino (Mc 14, 25). Los sacerdotes (avisados por Judas) preparaban su detención.

 – Primera vigilia (de seis a diez de la noche, iniciado ya el viernes judío): Cena mesiánica de Jesús, ratificando su entrega y preparando la próxima Pascua del Reino; fue un momento de máxima tensión entre Jesús y sus discípulos: Jesús comparte con ellos el pan, y les promete la próxima copa en el Reino, que comenzará la noche siguiente (con la Pascua). El texto supone que la aceptan (comen y beben con él), pero no comparten su opción mesiánica, su gesto de dar la vida. Por eso esta Cena aparece se vincula a la entrega del Cristo (cf. 1 Cor 12, 23). Leer más…

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“¡¡ Nunca más !! – (La octava palabra)”, por Jairo del Agua.

Domingo, 13 de abril de 2014
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13522929955_6be504c32eLeído en su blog:

Me lo contó Longinos. ¿Recuerdas? El centurión romano que custodiaba con sus soldados a los ejecutados de aquel aciago día… El mismo que vio y oyó expirar al Señor. El mismo -dicen- que lo atravesó con su lanza.

Lo cuenta Marcos con patética cortedad: “Pero Jesús, lanzando un fuerte grito, expiró… El centurión que estaba frente a él, al ver que había expirado dando aquel grito, dijo: Verdaderamente este hombre era hijo de Dios” (Mc 15,37).

Ese mismo centurión pagano, que hizo una auténtica confesión creyente, me lo contó tras convertirse al cristianismo. Lo que Jesús gritó fue: ¡¡Nunca más, nunca más!!

Nunca más juicios y condenas injustos. Nunca más religiones que matan. Nunca más sangre derramada. Nunca más torturas. Nunca más muerte o dolor por mi causa, porque yo vine a traeros la vida (Jn 10,10).

¿Y qué hemos hecho los cristianos durante siglos? Nos hemos echado encima infinidad de “cruces” o se las hemos cargado a otros. Hemos configurado una miserable ascética de dolor, prepotencia e irracional avidez de sangre. Desde la agresión al propio cuerpo (¿acaso no es también obra de Dios?) hasta el sometimiento de los creyentes con autoritaria y amenazante prepotencia que humilla, degrada, ofende, excluye y destroza… ¿Qué clase de “religión” es esa que destruye en vez de construir a las personas?

Hoy mismo se están convocando jordanas de “ayuno y oración” para conseguir tal o cual favor del Cielo. ¿A qué “dios insatisfecho” ganaremos con el hambre autoimpuesto? Otra vez la herencia judía. “¿No acabáis de entender ni de comprender? ¿Estáis ciegos? ¿Para qué tenéis ojos si no veis, y oídos si no oís?” (Mc 8,17). Es al revés: “Dad de comer al hambriento”.
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AyunoNo creo más que en el ayuno terapéutico y racional, el que me lleva a cuidar el cuerpo con equilibrio y salubridad, obligación exigible a todo ser humano. Es más virtuoso y difícil cuidar el cuerpo que destrozarlo. ¡Cuánta religión perversa hemos divulgado!

No existe un “ayuno religioso” como moneda de cambio para obtener favores divinos o conseguir perdón. El Dios que me llama no se alimenta de ayunos, sacrificios o barbaridades auto lesivas. Eso es una ancestral superstición de los judíos y de sus religiones contiguas.

¡Pero si lo dice la antigua Escritura! “¿Acaso lo que yo quiero como ayuno es que alguien aflija su cuerpo, incline la cabeza como un junco y se acueste sobre cilicio y ceniza? ¿A eso le llamáis ayuno, día agradable al Señor? El ayuno que yo quiero es éste: Que se desaten las ataduras de la impiedad, que se suelten las cargas de la opresión, que se ponga en libertad a los oprimidos y se rompa todo yugo. Ayunar es partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo y no cerrarte a tu propia carne” (Is 58,5).

La auténtica y más ardua ascética es “vivir en orden” en las cuatro instancias de la persona (cuerpo, sensibilidad, yo cerebral y ser). La autoagresión es pura reliquia pagana: “¡Baal respóndenos!… Entonces gritaron más fuerte y se hicieron cortaduras, según su costumbre, con cuchillos y punzones hasta chorrear sangre por todo el cuerpo” (1Re 18,28).
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Flagelantes¿Qué hacen hoy día nuestros Pastores ante el bochornoso espectáculo de algunas procesiones y penitentes? ¿Acaso piensan que somos semejantes a los seguidores de Baal? Deberíamos reflexionarlo seriamente.

Cuando yo era un joven devoto y apasionado le pedí a mi madre un crucifijo pectoral para llevarlo siempre bajo mi ropa. Tras su soporte metálico le hice grabar: “Amor y Sacrificio”. Me equivoqué. Debí haberla pedido que grabara: “Amor y Alegría”. Todavía lo guardo para recordar mi inmadurez y la influencia de mis preceptores. El “ambiente humano” que nos rodea -sobre todo si es autoridad- tiene un enorme peso sobre nosotros.

Cuenta san Josemaría Escrivá, en alguno de sus libros, que su vocación se aceleró cuando vio pasar bajo la ventana de su casa a un fraile descalzo que iba dejando sus huellas sobre la nieve. Se equivocaba aquel misterioso fraile y pecaba de imprudencia, con la mejor intención sin duda. Es obligación, incluida en el quinto mandamiento, cuidar el propio cuerpo. De hecho, hay infinidad de enfermedades y dolores que se derivan del olvido de ese cuidado por parte nuestra o por parte de nuestros ancestros de los que heredamos la carga genética. ¡Vaya responsabilidad incluye ese “quinto” tan poco meditado!
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FanatismoEn el nombre de la “cruz” no solo nos hemos auto agredido sino que hemos herido a otros. Hemos iniciado guerras, torturado, matado, excomulgado… En el nombre de la “cruz” hemos juzgado, condenado, destrozado honras y famas… Ahí está la reciente advertencia del Papa sobre difamación y calumnia, pecados olvidados… No hemos oído el desgarrador grito de Cristo: ¡Nunca más cruces! ¡Nunca más herramientas de tortura y hundimiento del ser humano!

Porque la Cruz verdadera -el signo de los cristianos- es la síntesis espiritual de los valores del Crucificado. No la herramienta de tortura o la saña de sus asesinos o la falsa expiación por nuestros pecados. Lo dice clarísimamente Juan al comienzo de su evangelio. Lo proclama expresamente nuestro Señor antes de curar al ciego de nacimiento: “Soy la luz del mundo” (Jn 9,5).

Hemos imitado a los torturadores imponiendo “cruces”. Hemos maximizado la cruz, se han escrito libros con títulos como “En la cruz está la vida” u otros eufemismos. No es verdad. En la cruz está la muerte y la crueldad de unos asesinos, que hemos enmascarado bajo conceptos como expiación, sangre redentora, cruento trueque por pecados… De ahí la exaltación del dolor hasta la saciedad. Sin embargo hemos postergado la Luz del dulce Maestro, el mensaje del Crucificado y Resucitado, mensaje de vida y felicidad, “bienaventurados”

Digámoslo alto y claro: El dolor es un mal o síntoma de un mal (físico o síquico). Reproducir dolores gratuitamente, por muy religiosos que sean los motivos, es un desorden sicológico que se llama “dolorismo” o “masoquismo”. ¡Bastantes dolores irremediables conlleva el camino humano! Por eso no me interesan los “lignum crucis”, ni las reliquias materiales de ningún tipo. Me interesa la herencia espiritual, aquella que debo integrar en mi vida.
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EmpalaosLos devotos del madero también besarían y honrarían una ametralladora, de haber sido condenado el Señor en otra época. La herramienta de muerte la pusieron los asesinos. Lo verdaderamente valioso es lo espiritual, lo que significa la Cruz, el mensaje de vida y para la vida, el reverso luminoso de la Cruz, el seguimiento de esa Luz.

Si no eres capaz de distinguir esas dos partes, la material y la espiritual, de nada te sirve llevar una cruz al cuello u honrarla en la iglesia. Y la traicionas cuando te haces fabricar amuletos de oro y piedras preciosas en forma de cruz.

Me asustan esos santos con nombres truculentos y penitencias estrambóticas. No me atraen nada esas Congregaciones con nombres penitenciales y sangrientos. Comprendo que fue el fruto de otras épocas. Pero cuánta afición al dolor, al sacrificio, a la sombra de la cruz, a la herramienta de tortura, hemos cultivado en nuestra católica historia. Y cuánta memoria seguimos haciendo por irreflexiva inercia. Leer más…

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“¿Por qué no te cansas? ¿Por qué me amas?”, por Jesús Bastante.

Domingo, 13 de abril de 2014
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amado-mio-Mladinsko-GledalisceDe su blog El Barón Rampante:

Viernes de Dolores. Previa a la Semana Santa. En apenas un par de días, Jesús será recibido con palmas por la misma multitud que días después pedirá su piel a tiras ante Pilatos. “¡Crucifícale!“. Cuántos de nosotros vendemos a Jesús cada día por un puñado de monedas, de horas de sol. Cuántos lo queman en hogueras encendidas para salvaguardar la ortodoxia, cuántos lo hunden en una espiral de silencio y primeras piedras cargadas de pecado.

Jesús no duraría tres años en la Iglesia de hoy. Al menos, entre los que se otorgan la única representatividad de la Iglesia. ¡Hay tantas analogías en los textos de estos últimos días, y en los que narran la traición, prendimiento, pasión y muerte de Jesús, con los gritos de quienes pretenden ser los únicos guardianes de la fe! Como si la fe pudiera ser guardada en cofres o en sagrarios, y no en el corazón de todos los hombres de buena voluntad, aquellos a los que primero se apareció el ángel en la Navidad de Belén, y ante las que primero se dejó ver el Resucitado.

Jesús muere, traicionado por los suyos, escupido, casi apedreado. Su piel hecha jirones en virtud de la ley. Buenos judíos, hombres de Yahvé, asistirán, regocijados, al dolor de su madre, de María y de Juan. Todos han huído. La historia está llena de “buenos” que se apartan. Son grandes las espaldas del hombre-dios cuya muerte recordamos estos días.

Porque no celebramos su Muerte, la anunciamos. Celebramos la Resurrección, la de un Dios vivo, que da la vida, que vino a trer vida y esperanza, no fuego ni condenas. “¿Quién soy yo para condenarte?”. Ven, sigue viniendo, Señor Jesús. En mitad de los cayucos, de los rostros cortados por las cuchillas, entre los desahuciados por el poder y la corrupción. Entre los expulsados de la comunión por los sepulcros blanqueados, por los que confunden tibieza con misericordia, ortodoxia por fanatismo. Mi Dios, mi buen Jesús, cuántas veces volverían a matarte ahora. Cuántas veces volveríamos a hacerlo.

¿Por qué, sin embargo, regresas? ¿Por qué no te cansas? ¿Por qué no nos dejas por imposibles? ¿Por qué continuas amándonos hasta la muerte, y más allá, hasta la Vida? ¿Por qué nos salvas?

Demasiado dolor, demasiadas preguntas, y una sola mirada: Yo soy. Y una sola respuesta posible. Gracias por tu amor.

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“Los sacramentos de la humanidad”, por Óscar Fortin, Québec-Canadá

Domingo, 13 de abril de 2014
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13444991033_baa49cb1db_nLeído en Humanismo en Jesús:

En las religiones cristianas, los sacramentos ocupan un lugar importante. En resumen, Jesús de Nazaret habría dejado ritos sacramentales, por los cuales sigue comunicando sus gracias y sus beneficios de la salvación. Estos ritos fueron definidos a través de los siglos para convertirse en los siete sacramentos que definen, en exclusividad, la acción salvífica de Cristo en el mundo. Obviamente, los gestionaros de estos sacramentos son las autoridades eclesiales y en ciertos casos los bautizados.

Este enfoque de la acción salvífica de Cristo en el mundo no resiste más al desarrollo de los conocimientos bíblicos, exegéticos, teológicos e históricos de las últimas décadas. El Jesús de Nazaret, cuya figura se aproxima cada vez más a nosotros, tiene una acción y un mensaje que nos orientan diferentemente en la comprensión de su presencia en el mundo. Es él que nos hace llegar a los más pequeños, a los excluidos, a los marginados, identificándose a ellos. “Todo lo que harán a los más pequeños de los míos, a mí me lo hacen.” Es él quien alentó a aquellos que luchaban por la justicia y a quienes declaró bendecidos en las inevitables persecuciones de las cuales eran víctimas. Cada una de las Bienaventuranzas puede ser considerada en este sentido. Con este entendimiento de la acción de Jesús en el mundo, podemos identificar siete de ellas como los sacramentos con mas significado de su presencia en la humanidad: las obras de verdad, de justicia, de solidaridad, de inclusión, de compasión, de liberación y del amor. Para conocer algo más sobre cada uno de estos sacramentos, ver aquí.

Estas siete obras coincidan con los mas importantes mandatos de Jesús. En el día del juicio final (Mateo (25, 31-26) tendremos que responder de estas obras. También, al leer a los profetas resalta la importancia que le dan al seguimiento de estas consignas de acción, las cuales representan el verdadero culto que le gusta a Yahvé.

« No me sigan trayendo vanas ofrendas;
el incienso es para mí una abominación.
Luna nueva, sábado, convocación a la asamblea…
no puedo aguantar la falsedad y la fiesta!
Cuando extienden sus manos,
yo cierro los ojos;
por más que multipliquen las plegarias,
yo no escucho: 
las manos de ustedes están llenas de sangre, aprendan a hacer el bien!
¡Busquen el derecho,
socorran al oprimido,
hagan justicia al huérfano,
defiendan a la viuda! » (Is 1, 13-17)

« El que obra con justicia y habla con rectitud,
el que rehúsa una ganancia extorsionada,
el que sacude sus manos para no retener el soborno,
el que tapa sus oídos a las propuestas sanguinarias,
el que cierra los ojos para no ver la maldad: ese hombre habitará en las alturas,
rocas fortificadas serán su baluarte,
se le dará su pan
y tendrá el agua asegurada. » (Is 33, 15-16)

« ¡Ay de los que acumulan una casa tras otra
y anexionan un campo a otro,
hasta no dejar más espacio
y habitar ustedes solos en medio del país!
El Señor de los ejércitos lo ha jurado a mi oído: 
Sí, muchas mansiones, grandes y hermosas,
quedarán desoladas por falta de habitantes. ¡Ay de los que llaman bien al mal
y mal al bien,
de los que cambian las tinieblas en luz
y la luz en tinieblas,
de los que vuelven dulce lo amargo
y amargo lo dulce, de los que absuelven por soborno al culpable
y privan al justo de su derecho! ¡Ay de los que promulgan decretos inicuos
y redactan prescripciones onerosas, para impedir que se haga justicia a los débiles
y privar de su derecho a los pobres de mi pueblo,
para hacer de las viudas su presa
y expoliar a los huérfanos! » (Is 5, 8-9. 20-23; 10, 1-2)

« Júzgame, Señor, 
y defiende mi causa 
contra la gente sin piedad; 
líbrame del hombre falso y perverso. » (Sal 43,1). « Con gloria y majestad, avanza triunfalmente; cabalga en defensa de la verdad y de los pobres. 
Tu mano hace justicia y tu derecha, proezas. » (Sal 45,4)

« Así habla el Señor: Practiquen el derecho y la justicia; libren al explotado de la mano del opresor; no maltraten ni hagan violencia al extranjero, al huérfano y a la viuda; no derramen sangre inocente en este lugar. » (Jer 22,3)

Estas intervenciones de los profetas remontan a más de 2500 años, pero siguen de gran actualidad. El mundo en que vivimos contiene, como en estos antiguos tiempos, la misma confrontación entre las fuerzas de la corrupción, de las mentiras, de la avaricia y esas otras fuerzas apoyadas por el Eterno : la justicia, la compasión, la verdad, la honradez, la no-violencia y el respeto de los más débiles. Basta con mirar lo que está pasando en todas las partes del mundo para constatar hasta que punto hemos llegado en el arte de disfrazar en lo bueno esas fuerzas de contaminación y de destrucción de la humanidad. Vivimos en un mundo de “falsos positivos” en que los buenos son presentados como los malos y los malos como los buenos. Hemos llegado a la cima del engaño y de la codicia.

¿Qué papel asume la Iglesia en este mundo dominado por el engaño y la codicia? La pregunta es de las mas importantes, pues la Iglesia es la que lleva la buena noticia del Reino de Dios en la Tierra. La oración que nos enseno Jesús pone en nuestra boca esas palabras: “Venga tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo »

Por supuesto que la Iglesia cuya cabeza es el Resucitado y su inspiración el Espíritu Santo sigue presente a través de millones de personas de buena voluntad que obran en las obras de justicia, de verdad, de compasión, de solidaridad, de inclusión universal, de liberación y de amor. Esa Iglesia sigue siempre muy viva en el servicio de una humanidad creada a la imagen de su creador y salvador.

Lamentablemente, no podemos decir lo mismo de la Iglesia institucionalizada sobre el esquema de los imperios. Ella desarrollo doctrinas y cultos adaptados a su esquema institucional. Los servidores del Evangelio se transformaron en jerarquías de autoridades y el pueblo de Dios en un rebano sometido a la doctrina y a los cultos impuestos por ella. El Evangelio y Jesús pasaron a secundo plano y a ser referencias mas cultuales y religiosas que compromisos de vida.

No hace duda que la Iglesia institución, tal como existe actualmente, debe realizar una verdadera conversión para volver a ser el signo activo de la presencia del Resucitado y de su Espíritu en el mundo. Jesús sigue siendo la cabeza de la Iglesia y el Espíritu Santo sigue distribuyendo sus dones como lo entiende. No tiene que pedir permiso a ninguno, ni del papa, ni del cardenal, ni del obispo, ni del sacerdote para actuar. He aquí lo que dice el apóstol Pablo.

« Pero en todo esto, es el mismo y único Espíritu el que actúa, distribuyendo sus dones a cada uno en particular como él quiere. Así como el cuerpo tiene muchos miembros, y sin embargo, es uno, y estos miembros, a pesar de ser muchos, no forman sino un solo cuerpo, así también sucede con Cristo. Porque todos hemos sido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo Cuerpo —judíos y griegos, esclavos y hombres libres— y todos hemos bebido de un mismo Espíritu. » (1Co 12, 11-13)

Muchos cristianos se identifican con la Iglesia-institución y sus ritos de la sacramentalidad como camino conduciéndolos a su salvación. Sin embargo, muchos otros demuestran su fe a través compromisos al servicio de la verdad, de la justicia, de la compasión, del servicio, del amor, luchando contra la corrupción, la codicia, las mentiras, la manipulación, la hipocresía. Tal vez, estos últimos tendrán la sorpresa de su vida cuando el juez supremo les dirá:

« Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: “Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver”. Los justos le responderán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?” Y el Rey les responderá: “Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo”. » (Mt 25, 34-40)

El papa Francisco, por su ejemplo, su compromiso con los pobres, por su humildad y sus palabras de bondad y de misericordia abre el camino a una Iglesia que necesita volver a sus raíces para encontrar de nuevo su alma. A los apóstoles que miraban siempre al cielo después de la ascensión de Jesús, vino un ángel a decirles de ir a Galilea, y que allí lo hallarían. La Galilea de hoy es el mundo entero donde viven más de 7 billones de seres humanos. Jesús está siempre en esta gran Galilea.

Oscar Fortin
http://blogs.periodistadigital.com/humanismo-de-jesus.php

Quebec, 27 de marzo

traductor : Marius Morin-Oscar Fortin

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“Acompañar a Jesús (I)”, por Gema Juan OCD

Domingo, 13 de abril de 2014
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13365843333_feaa2ec4ec_mDe su blog Juntos Andemos:

Dedicado a los hermanos carmelitas descalzos de la República Centroafricana:

A ellos, a cuantos acompañan a Jesús en tierras que sufren conflictos violentos, y a todos los refugiados. Con la esperanza de que entre todos logremos la paz.

Como un grito desde lo profundo, la voz de Teresa de Jesús se abre en algunos de sus escritos. Salen de sus entrañas palabras que queman. Quiere llegar a Dios, sin duda, pero desde su intimidad abierta está hablando también a las gentes, buscando incendiar a otros para no andar sola su camino de vida.

«¡Oh cristianos!». Cuántas veces, mientras escribe, sale de su pluma esa palabra rasgando el silencio, llamando para despertar las conciencias. Y cada vez que la repite en voz alta, parece resonar la palabra de Jesús: «Vosotros, ¿quién decís que soy yo?».

Teresa se duele en ocasiones, cuando percibe que los «amigos de Dios» no saben responder a la pregunta de Jesús, y escribe: «¡Oh Señor, cómo os desconocemos los cristianos!». Sabe cuánto importa que quienes dicen ser cristianos, lo sean en verdad. Y no se cansa de insistir: «¡Oh cristianos, cristianos!, mirad la hermandad que tenéis con este gran Dios; conocedle».

Para ayudar a conocerle, Teresa tiene una infinidad de palabras vivas. Sobre todo, invita a ponerse «junto a la fuente». Como sea, dice, «como pudiere». Con palabras o sin ellas, apoyándose en meditaciones o recogiéndose en lo profundo. Pensar en Él y en su vida para «conocer la bondad del Señor por experiencia» y experimentar su amistad.

Dirá: «se esté allí con Él, acallado el entendimiento. Si pudiere, ocuparle en que mire que le mira, y le acompañe y hable y pida y se humille y regale con Él», porque así se va conociendo a Dios en verdad, «y de esta compañía tan continua nace un amor ternísimo con Su Majestad y unos deseos… de entregarse toda a su servicio».

Cuando Teresa habla de estar con Él, de «acompañarle», sabe que, a veces, es difícil. Y recordemos, una vez más, que Teresa no divide la amistad con Jesús en dos partes: el tiempo que se pasa con Él y el tiempo que se está con los demás. Basta recordar cómo explica la vida de quien está unido a Él: «nunca dejan de obrar casi juntas Marta y María». No se confunden Marta y María, pero tampoco se separan ni turnan.

Teresa sugiere, con frecuencia, meditar la vida de Jesús y, especialmente, su Pasión. No lo hace con dolorismo ni por afán de sufrimiento. Dos cosas la mueven: reconocer el increíble amor que se muestra ahí y, a la vez, la necesidad de actualizar esa Pasión, de hacer que signifique algo realmente, en cada presente, para los seguidores de Jesús.

Por eso, va a decir que, aunque «a los principios no os hallareis bien», o se dé algún «apretamiento de corazón y congoja» –sorprendente realismo de Teresa a la hora de acompañar a Cristo– «aquí probará el Señor lo que le queréis. Acordaos que hay pocas almas que le acompañen y le sigan en los trabajos… y acordaos también qué de personas habrá que no solo quieran no estar con Él, sino que con descomedimiento le echen de sí».

Es imposible no recordar, leyendo este texto, a quienes no echan de sí a Cristo, sino que lo acogen en los hermanos necesitados. Estos tales han comprendido «en qué está el amar de veras a Dios» y saben qué es acompañar a Jesús.

Acompañarle es fiarse de Él, que «nunca falta», dejar la vida en sus manos y ocuparse de sus cosas. Sabiendo que esas cosas no son otras sino las que dan vida a los seres humanos. Por eso, dirá: «¡Oh Jesús mío, quién pudiese dar a entender la ganancia que hay de arrojarnos en los brazos de este Señor nuestro y hacer un concierto con Su Majestad, que mire yo a mi Amado y mi Amado a mí; y que mire Él por mis cosas, y yo por las suyas!».

El Dios de los cristianos es un Dios con necesidad, que quiere concertarse con todos. «Nos da licencia para que pensemos que Él tiene necesidad de nosotros», dice Teresa. Y en seguida, añadirá: «Pues de aquí adelante Señor, quiérome olvidar de mí y mirar solo en qué os puedo servir y no tener voluntad sino la vuestra». Y su voluntad está siempre ligada a la «ganancia de los prójimos», es decir, al bien de todos.

Acompañar a Jesús es «estarse con Él» y «salir a aprovechar a otros». Es, sencillamente, como dijera de sus hermanas, y podría seguir diciendo hoy: vivir «ocupadas en su amor».

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Comunicado de CRISMHOM ante las declaraciones del obispo de Málaga Jesús Catalá.

Domingo, 13 de abril de 2014
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434Ante las declaraciones de Mons. Jesús Catalá, obispo de Málaga, no queremos quedarnos callados ni tampoco entrar en una espiral de condena y reproches mutuos.

Sentimos una especial preocupación por los adolescentes y jóvenes cristianos que a consecuencia de estas palabras pueden no desarrollar adecuadamente su identidad y ver frustradas no sólo sus aspiraciones más profundas de vivir la comunión con otra persona, sino también ver restringidos sus derechos más fundamentales como es el de formar una familia. En nuestra comunidad hemos vivido como muchas personas han sentido una auténtica liberación cuando han podido vivir su sexualidad sin los prejuicios que les habían inculcado en sus familias y en sus comunidades de fe. Y no sólo una liberación psicológica o afectiva, sino el inicio de una nueva relación con Dios en que la orientación sexual ya no es un problema sino un don recibido y asumido con gratuidad.

Como comunidad cristiana queremos invitar a nuestros Jóvenes LGTB a que descubran que la fuente primera y única del amor entre dos personas es Dios. Que vivir este amor entre dos personas, sean de diferente o del mismo sexo, es la experiencia más maravillosa humanamente hablando y la expresión más fidedigna del amor de Dios tal como se nos ha manifestado en Cristo Jesús.

Por eso, os invitamos a que desoigáis mensajes que poco tienen que ver con La Buena Noticia de Jesús. Vivid con libertad y con todas las consecuencias el amor cristiano. NO tengáis miedo al amor, un amor que desde Jesús está destinado a mantenerse y a crecer mediante las alegrías y los dolores de la vida cotidiana, de forma que los cónyuges se conviertan en un solo corazón y en una sola alma y juntos alcancen su perfección humana. El amor entre dos personas es un amor total, fiel y exclusivo, pero que no termina en el egoísmo de la propia pareja sino que lo hace fecundo y generoso hacia los demás.

Seguidores y seguidoras de Jesús: no dejéis que palabras de unos hombres que han decidido no casarse ni tener hijos y por lo tanto están faltos de la autoridad moral de la experiencia para hablarnos de la vida familiar y conyugal emponzoñen lo más puro que puede surgir entre dos personas: el amor. No tengáis miedo a ser seguidores y seguidoras LGTB de Jesús, y vivid este seguimiento con todas sus consecuencias. No dejéis que os castren en vuestra afectividad, en vuestros grandes deseos de comunión y de vida compartida.

Junta Directiva CRISMHOM

Espiritualidad, General, Homofobia/ Transfobia., Iglesia Católica , , , , , ,

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