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Dom 13.4.14. “Golpe de Estado en la Iglesia, y cronología de la Semana Santa (FM y XM)”

Domingo, 13 de abril de 2014

10157213_273952569448609_2019604000468633894_nLeído en el blog de Xabier Pikaza:

Domingo de Ramos. He hablado esta mañana con FM (Fancisco Mateo) sobre el éxito o fracaso de la entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén y especialmente en el templo.

Se trató (dijimos) de un Golpe de Estado socio/religioso: Jesús quiso “tomar” el templo y liberarlo del control económico de los sacerdotes, pero ellos se resistieron y el golpe duró sólo cinco días.

A partir de eso estudiamos lo que supondría hoy un “golpe de estado” de Jesús en el Vaticano. Sin duda, él conservaría el signo del asno y los ramos de laurel ante la ONU o ante el FMI, con su nuevos césares y poncios pilatos; no supimos decir si entraría con un burro en la sede del IOR y de los poderes de los nuevos templos.

Ciertamente, a Jesús no le habían elegido los santos cardenales, en cónclave sagrado, sino que se sintió enviado directamente por Dios. No nombró una comisión, ni esperó semanas-meses-años para meter mano en los tesoros, sino que lo hizo directamente derribando los “bancos” de los cambistas, derramando su dinero por los suelos, e impidiendo que la religión se valiera de sacrificios para así imponerse o extenderse…

De esa forma soñamos FM y un servidor, esta mañana, insistiendo en la necesidad de un “golpe de estado” en la Iglesia, y me ha parecido bien comunicarlo en el blog.

— En este contexto introduzco una reflexión suya sobre la “arrogancia mesiánica” de Jesús, es decir, sobre su autoridad sobrada ante los sacerdotes, sabiendo que ello implicaría su muerte.

Ofrezco después una página de mi libro (Historia de Jesús, Verbo Divino, Estella 2013) con la “crónica” a mi juicio más verosímil de los acontecimientos de la “toma de estado” de Jesús y de su muerte. Gracias, Paco, y buen comienzo de la Semana Pascual para todos, con este “icono” medieval de Jesús y los Mercaderes, de una Iglesia de Georgia.

LA “ARROGANCIA” DE JESÚS (Francisco Mateo)

Alguien me habló una vez sobre las posibilidades que tenía Jesús de obtener éxito el día en que entró en Jerusalén como rey mesiánico; yo no me lo tomé en serio debido en parte a que contra los hechos no se argumenta. Hubiera sido preciso que se produjera una respuesta diferente del pueblo y de las autoridades políticas y religiosas. En suma, hubiera sido necesario que cambiara la historia para que Jesús triunfara. O quizás el éxito o el fracaso mesiánico no consistía en lo que en apariencia se suponía: un cambio de las estructuras políticas y sociales de aquel momento.

¿A qué fue debido que Jesús fracasara en aquella pascua maldita? ¿Faltó acaso la determinación de Dios, se ausentó Dios de la historia de Jesús por unos días? La entrada de Jesús en Jerusalén fue alevosa, provocadora, estuvo llena de riesgos, pero por lo visto el pueblo no comprendía en su totalidad el acontecimiento o en todo caso no pudo sacar las consecuencias debido en parte a que estas no eran visibles aunque si evidentes en otro plano.

La entrada de Jesús como pretendiente mesiánico fue interpretada ante todo como una ilusión cargada en grado sumo de realidad ‒ esto se desprende de los acontecimientos‒, pues de lo contrario hubieran tomado a Jesús como un iluso que estaba en otro mundo, y nunca hubieran matado. Nunca una utopía se había encarnado en la historia de manera tan plausible, tan verdadera, tan eficaz. Si Jesús hubiera sido un alborotador entre tantos otros ‒ celotas, pretendientes mesiánicos, profetas‒ que le precedieron no le hubieran prestado atención de esa manera (matándole así, por instigación de los sacerdotes del templo).

La verdadera ironía de Dios fue escenificar su Reino (por medio de Jesús) de manera tan misteriosa que fuera necesario obligar a la historia a tener en consideración ese Reino, matando a Jesús…, y de esa manera la historia se desmintió a sí misma. Ante los hechos de la Pascua de Jesús la reacción de la gente y de las autoridades fue violenta pero sobre todo paradójica. Estaba ante sus ojos lo que siempre habían deseado ver pero no estaba a su alcance el comprenderlo, se ofuscaron ante lo evidente e hicieron que la historia se resistiera a ser lo que a todas luces hubiera sido más lógico.

Si Jesús hubiera tenido éxito en su golpe de estado fallido ‒ así lo denominaba Pikaza ésta mañana‒ la historia hubiera tomado un rumbo diferente a partir de Jerusalén; en ese caso, los vectores que motivan la historia a ser lo que es hubieran traído otro tipo de acontecimientos ‒ sucesos imprevisibles e inescrutables‒, pero eso no se produjo como todo el mundo sabe.

La intención de escenificar la posición de Jesús en la historia hemos de tomarla como la intención fallida de Dios de modificar el curso de la historia, pero eso fracasó visto desde el punto de vista de un historiador que contempla con ojos humanos.

¿En qué se equivocó Dios? ¿Se equivocó la historia con su aversión a los cambios profundos? La utopía de Jesús tan ajustada a la realidad dejó en la confusión a la historia y desde su misterio se puede afirmar que por eso precisamente Dios estuvo en Jesús a la altura de las circunstancias. Por una vez que Dios se decidió a plantear un cambio de paradigma político social él fracasó pero la historia ha seguido esperando otra oportunidad, una ocasión que celebramos cada año sin que la podamos llegar a comprender en su totalidad.

CRONOLOGÍA DE LA ÚLTIMA SEMANA.

(X. Pikaza, La historia de Jesús, Verbo Divino, Estella 2013)

He tratado de ella varias veces, indicando que la Cena no fue de Pascua, en el sentido estricto, aunque (conforme a la visión de Marcos y Mateo) los discípulos lo habían propuesto. Jesús celebró de hecho una Cena de despedida y promesa mesiánica, centrada en el anuncio del Reino, y en el pan y el vino, aunque en contexto de Pascua, es decir, de espera del “paso” de Dios que debía liberar a su pueblo, como lo había hecho en Egipto. Siguiendo en esa línea y adelantando lo que sigue, aún a riesgo de repetirme, evocaré algunos momentos de esa espera de Jesús, centrada en el don de su vida. Los partidarios de la cronología larga, piensan que su “pasión” se extendió por tres días, desde la Cena (al comienzo del miércoles, tras la puesta del sol del martes) hasta el Entierro (antes de la puesta del sol del viernes). Pero, como he dicho, prefiero la cronología breve, pues pienso que los hechos básicos (cena, huerto, juicio, muerte y entierro) duraron sólo veinticuatro horas.

Visión panorámica. Última semana:

1. Sábado: Jesús descansa en Jericó antes de iniciar la última jornada (cf. Mc10, 46-52).
2. Domingo: Subida a Jerusalén y entrada real sobre un asno (cf. 10, 46–11, 11).
3. Lunes. Maldición de la higuera (11, 12-14) con purificación del templo (11, 15-18).
4. Martes, gran disputa: Viñadores homicidas, sermón escatológico (11, 20−13, 37).
5. Miércoles: Los sacerdotes deciden prender a Jesús. Cena en Betania (14, 1-11).
6. Jueves: Última Cena, Huerto de los Olivos, prendimiento y juicio (14, 12-72).
7. Viernes: Condenado por Pilato, crucifixión y entierro (15, 1-47)
8. Sábado: Gran pascua judía, los seguidores de Jesús quedaron en silencio.
9. Domingo: Pascua cristiana, con las mujeres en la tumba (16, 1-8) .

Visión de detalle, los tres últimos días

l. Noche del jueves al viernes.

Estrictamente hablando, esa noche (que es ya viernes, pues el día empieza tras la puesta del sol), fue aquel año la víspera a la Pascua, y en ella quiso “adelantar” Jesús los aspectos principales (finales) de su compromiso al servicio del Reino, como he destacado en el capítulo anterior. Pero también vigilaron sus vigilantes, aquellos que querían condenarle, empezando por los sacerdotes:

– A la puesta del sol del jueves (empezado el viernes judío), Jesús y sus discípulos se reunieron para la Cena de anuncio y preparación para la Pascua del día siguiente que para Jesús marcaría el comienzo del Reino, que él quiso adelantar y prefigurar con su entrega, invitando a los suyos a la próxima Copa pascual en el Reino (Mc 14, 25). Los sacerdotes (avisados por Judas) preparaban su detención.

– Primera vigilia (de seis a diez de la noche, iniciado ya el viernes judío): Cena mesiánica de Jesús, ratificando su entrega y preparando la próxima Pascua del Reino; fue un momento de máxima tensión entre Jesús y sus discípulos: Jesús comparte con ellos el pan, y les promete la próxima copa en el Reino, que comenzará la noche siguiente (con la Pascua). El texto supone que la aceptan (comen y beben con él), pero no comparten su opción mesiánica, su gesto de dar la vida. Por eso esta Cena aparece se vincula a la entrega del Cristo (cf. 1 Cor 12, 23).

– Segunda vigilia (de diez a dos de la noche del viernes): Oración del Huerto del Monte de los Olivos. Jesús invoca a Dios, pidiendo la llegada del Reino en ese Monte, mientras se estrecha la trama de aquellos que quieren prenderle y matarle. En ese contexto ha de verse la traición de Judas, que le entrega, y el abandono general de los Doce, que huyen. Los sacerdotes y Judas habían preparado cuidadosamente el prendimiento, en medio de la noche, de forma que los galileos no pudieran defenderle. Quizá los demás no habían preparado ni previsto lo que podía suceder. Es posible que el prendimiento de Jesús les cogiera de sorpresa, pero su abandono estaba prefigurado ya en la Cena. Ésta ha sido la gran crisis, la decisión irreparable. Jesús no se no escapa ni se defiende, quedando en manos de aquellos que vienen a prenderle.

– Tercera vigilia (de dos a seis de la madrugada del viernes):
Juicio informal en casa de Caifás, con negación de Pedro. No sabemos si es histórico el dato de Juan (cf. Jn 18, 12-14. 24), cuando afirma que se reunieron primero en casa de Anás, sacerdote más influyente, para ir después a la de Caifás, su yerno, que era Sumo Sacerdote. Pero resulta claro que el prendimiento y primer juicio de Jesús corrió a cargo de la aristocracia sacerdotal del templo, no del pueblo en cuanto tal. No parece que en este contexto se pueda hablar de una reunión de todo el Sanedrín (visión histórico-teológica de Mc 14, 55), sino más bien de los sacerdotes principales. Jesús les había criticado y ahora queda en sus manos, esperando la respuesta de Dios.

2. Mañana del viernes.

Los partidarios de la cronología “larga” suelen afirmar que los acontecimientos que la tradición “amontona” esa mañana son muchos y no caben en ella; además, suponiendo que fuera mañana de Pascua (en la línea de Marcos), parece difícil que pudiera haberse realizado el juicio público, por impropio del día. Pero, como he dicho, no era día de pascua, sino víspera, y todos los hechos pudieron sucederse con gran rapidez, pues así lo querían los sacerdotes y Pilato:

– Hora prima (de seis a nueve de la mañana): A la salida del sol, juicio rapidísimo en casa de Caifás, quizá con presencia de parte del Sanedrín, aunque parece preferible la visión de Juan, que habla sólo de una reunión de sacerdotes, sin participación del tribunal entero (cf. Jn 18, 24). Sigue un juicio sumarísimo ante Pilato, sin que sea necesario suponer que son históricos los diálogos, discusiones y “votaciones” (con Barrabás de fondo) que supone Mc 15, 1-20 par. No es probable que Pilato enviara a Jesús donde Antipas (cf. Lc 23, 6-7); y, aunque lo hiciera, ello pudo realizarse muy rápidamente .

– Hora tercia (de nueve a doce de la mañana): Crucifixión. La escena de la flagelación, que bien puede ser histórica, no necesita mucho tiempo. La distancia entre el pretorio y el Górgota es corta (unos minutos de camino). Las cruces estaban preparadas, tanto las verticales (en el lugar) como las horizontales, llevadas por los reos. El gesto de Simón de Cirene puede ser histórico, igual que la condena de dos ladrones (lêstai, en sentido social o político), que sitúan a Jesús en su contexto político, aunque con sentido simbólico. El letrero de la cruz (Jesús nazoreo, rey de los judíos), debe ser histórico, aunque no en tres lenguas, sino sólo en una.

3. Tarde del viernes.

Parece que todos querían que la muerte fuera rápida, para que el asunto Jesús quedara resuelto antes que el sol cayera y entrara la noche, el día siguiente, pues comenzaba la Pascua Oficial, que era de fiesta (para sacerdotes y pueblo) y de riesgo (se celebraba la liberación del pueblo y Pilato debía estar atento, para evitar levantamientos)

– Hora sexta (en torno a las doce). Éste es el centro del tiempo en que Jesús estuvo crucificado, a pleno día, ante las puertas de la ciudad, de forma que todos pudieron verle, como signo del fracaso de un “falso” movimiento mesiánico. En ese tiempo se sitúa la burla de los sacerdotes y parte del pueblo, que muestra el significado de la condena de Jesús y no ha de tomarse en sentido histórico estricto. La oscuridad de Mc 15, 33 parece un signo teológico y también el diálogo de Jesús con los ladrones, igual que con su madre y su discípulo amado (Jn 19, 25-27.

– Hora nona (en torno a las tres de la tarde), grito de Jesús y muerte. Jn 19, 31-37 supone que murió cuando estaban sacrificando los corderos pascuales en el templo (¡no quebraron sus huesos, no quebraban los huesos de los corderos pascuales!). El grito (¿por qué me has abandonado?) puede ser histórico, aunque las interpretaciones difieren. En ese contexto puede situarse el “abandono” de Dios, que es su presencia más grande, y las implicaciones de la entrega de Jesús, que al fin comprende y comprendiendo muere, como ha interpretado la tradición cristiana. Desde ese fondo han de entenderse los demás símbolos: Velo rasgado, confesión del centurión, terremoto. Entre la crucifixión y la muerte pasan seis horas de las actuales, que son un tiempo largo.

– Opsías (A la caída de la tarde: Mc 15,42)… Entre la hora nona y la puesta de sol (de tres a seis): Bajaron a Jesús de la cruz, le envolvieron en el lienzo y le enterraron, según ley, de forma que cuando el sol se metía José de Arimatea y los sepultureros volvieron a sus labores pascuales y las mujeres amigas de Jesús (que miraban de lejos) a su llanto. Es histórico el entierro, como veremos, y parece también histórico el hecho de que las mujeres miraran de lejos. Todo debió acabar antes que el sol se pusiera del todo y comenzara la fiesta de Pascua, pues después no se podía “trabajar”. Se había cumplido el “tiempo” iniciado con la Última Cena. Fueron sólo veinticuatro horas, toda la historia humana condensada en la condena y muerte de Jesús.

3. Sábado y domingo.

En sentido estricto, la historia de la pasión termina el viernes por la tarde, con muerte y entierro, antes de la puesta del sol. Lo que sucede después pertenece a la memoria cristiana, vinculada a la experiencia (fe) de la iglesia. De todas formas, de un modo general, podemos ordenar así los acontecimientos:

– Sábado, Pascua judía. Desde la puesta de sol del viernes (tras el entierro de Jesús) hasta la nueva puesta de sol pasaron veinticuatro horas, tiempo en que los judíos celebraron la pascua (en la noche) y descansaron (día siguiente). Los sacerdotes pudieron pensar que todo se había resuelto de un modo satisfactorio y Pilato tranquilizarse. Para los cristianos posteriores fue un signo el que Jesús muriera al comienzo de la vigilia y que ese año la pascua cayera en sábado.

– Domingo, Pascua cristiana.
Según Mc 16, 1-7, las mujeres llegaron a la tumba la mañana de domingo muy tempano, cuando el sol estaba saliendo, pero encontraron la tumba ya abierta y un joven sentado a su derecha (Mc 16, 1-7). De esa forma se indica simbólicamente (¡sin decirlo!) que Jesús habría resucitado a la salida del sol del domingo (como sol verdadero). Habría estado muerto unas treinta y nueve horas, algo más de día y medio: tres horas del viernes – de las tres a las seis de la tarde –, veinticuatro del sábado – de seis a seis de la tarde – y doce del domingo – de la seis de la tarde del día anterior a las seis de la mañana. De todas formas, esas horas (tres días) de muerte de Jesús se computan de diversas formas, según los diferentes textos .

La cronología larga de la pasión (con Última Cena entre martes y miércoles) tenía la ventaja de espaciar los acontecimientos del juicio, de manera que se ordenaban en un transcurso mayor, pero creaba una dificultad mayor: Tanto los sacerdotes como Pilato querían un juicio sumarísimo; a nadie le convenía un Jesús dando vueltas de un lugar a otro, para ser juzgado, durante tres días, por el riesgo que implicaba su condena en un entorno de pascua, con muchos galileos reunidos en Jerusalén para la fiesta.

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