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Sehnsucht

Lunes, 30 de noviembre de 2020
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Del blog Nova bella:

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“En alemán existe una palabra muy evocadora, amada por los románticos, que podría traducirse de forma imprecisa como anhelo o añoranza de algo intangible e inexpresable.”

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María Belmonte

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La belleza del poliedro. (El Adviento como tiempo propicio para la cultura del encuentro)

Lunes, 30 de noviembre de 2020
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adviento¡Cómo estamos echando en falta en este tiempo de pandemia los encuentros con la familia, las amistades, los mismos hermanos! Nada los suple: ni el móvil, ni los emails, ni los guasaps, ni las videollamadas. Nada es como verse la cara, estrechar las manos, sentir el calor del abrazo y la caricia reconfortante. Nada suple al placer enorme de estar con otro en alegría y comunicación. Por eso, se nos hace angustiante no saber hasta cuándo va a durar esto, cuándo va a llegar el tiempo de los encuentros normales, aquellos sin los que el corazón no sabe vivir.

Lo sabemos: los encuentros son la mejor medicina contra la tristeza, el autodesprecio, los sentimientos de culpa, la falta de fuerza de voluntad. El encuentro despeja la mente, borra de los ojos la niebla que se pega con la soledad, devuelve el gozo de sentirse vivo palpando la vida de los otros. El aislamiento y el desencuentro son enfermedades graves porque roen el alma hasta dejarla vacía.

Podríamos entender y vivir el tiempo de Adviento como un tiempo propicio para incentivar y cultivar el encuentro. Adviento es tiempo de anhelos, de sueños compartidos, de otear el horizonte, de suspirar por lo que se busca, de preguntar con calidez por la presencia de quien se ama. Así se prepara la Navidad que es el tiempo del gran encuentro de un Dios que hambrea encontrarse con quien ama y que ha puesto carne a ese encuentro en la persona del Hermano Jesús, el que nació de María. Una vivencia explícita de la espiritualidad del Adviento como tiempo para el encuentro puede entreabrirnos las puertas de ese misterioso volcarse de Dios al camino humano.

Como luego diremos, el Papa Francisco desarrolla ampliamente en su encíclica Fratelli tutti la espiritualidad del encuentro. Y dice que la cultura del encuentro es como un poliedro de muchos lados: «El poliedro representa una sociedad donde las diferencias conviven complementándose, enriqueciéndose e iluminándose recíprocamente, aunque esto implique discusiones y prevenciones. Porque de todos se puede aprender algo, nadie es inservible, nadie es prescindible» (215).

Descubrir una vez más la belleza de este poliedro que es la vida en encuentro, en comunidad, en sociedad, puede ser una hermosa manera de vivir el Adviento 2020 y una forma explícita de apuntar bien al misterio de la Navidad. Que no pase en vano el kairós de este momento.

La razón poética

«La amistad herida por la decepción

es una arquitectura rota para siempre.

Podemos reconstruir catedrales,

podemos reconstruir palacios,

pero no hay andamios suficientes

para elevar de nuevo el edificio invisible

que dos amigos construyeron con lo mejor de sí mismos».

(R. Argullol, Poema, 1020)

Llama la atención este breve poema por su verdad: quien ha experimentado la decepción respecto a una persona amiga se le ha hecho trizas el edificio de su amistad y ha comprobado muchas veces que no tenía sentido reconstruirlo con los materiales del derribo. Es, quizá, una de las más amargas experiencias de la vida. Y no fácil de sobrellevar porque, a la vez que se comprueba esta destrucción, no puede dejarse de amar a aquella persona que fue un día su amor, aunque ahora no lo sea.

Pero, a la vez, hay resortes en las personas que las hacen capaces de imaginar la posibilidad de un nuevo encuentro tras el ineludible desencuentro. Si esto fuera posible, el nuevo encuentro no podrá basarse en el modo del anterior (el deslumbre del amor), sino que tendrá que tener un nuevo cimiento: la verdad compartida, la pobreza común, la pena acompañada, la tristeza ofrecida. Es otro cimiento, más humilde, pero no menos sólido. Otro edificio, el del encuentro verdadero, se pondrá en pie.

1. La luz de la Palabra: Lc 19,1-10

«Entró en Jericó y empezó a atravesar la ciudad. En esto, un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de recaudadores y además rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Entonces se adelantó corriendo y, para verlo, se subió a una higuera, porque iba a pasar por allí. Al llegar a aquel sitio, levantó Jesús la vista y le dijo: – Zaqueo, baja en seguida, que hoy tengo que alojarme en tu casa. Él bajó en seguida y lo recibió muy contento. Al ver aquello, se pusieron todos a criticarlo diciendo: -¡Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador! Zaqueo se puso en pie y dirigiéndose al Señor le dijo: – La mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres, y si a alguien he extorsionado dinero, se lo restituiré cuatro veces. Jesús le contestó: – Hoy ha llegado la salvación a esta casa, pues también él es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar lo que estaba perdido y a salvarlo.».

· Leyendo los evangelios, uno cae inmediatamente en la cuenta de que Jesús fue un hombre de encuentros, no un solitario eremita que rehúye el trato con los otros. Necesitaba estos encuentros para hacer visible que el encuentro con el Dios de la compasión era posible. Los necesitaba también para dejar claro que la persona está destinada al encuentro como mayor fuente de dicha, objetivo final del reino Por eso, las páginas evangélicas están plagadas de encuentros, uno de ellos el que tuvo con Zaqueo.

· La problemática del encuentro con Zaqueo pivota sobre el problema del “alojarse”, ya que entrar a casa de un pecador es tener parte en su condición, hacerse cómplice de sus mismos delitos, contraer la misma impureza en la que se mueve tal sujeto. Por eso, uno que entra en casa de un pecador o es uno como él y por eso no tiene inconveniente en entrar o es un ingenuo, con lo que su reputación quedaría igualmente dañada. Jesús entra sabiendo que es un pecador pero pasando por alto su condición de recaudador. Él sabe saltar el muro de lo inmoral para dar con el núcleo de la dignidad.

· El verbo empleado para alojarse es katalyô (eisêlthe katalysai), algo impropio para este caso pero muy plástico. Viene a significar descansar, o hacer un alto en el camino. Propiamente es “desenganchar las bestias de tiro”. Es decir, cuando el viajero llega a un albergue (katalyma) avía las bestias en la cuadra y, una vez arregladas, sube al cuarto de huéspedes para cenar con tranquilidad. Es decir, Jesús se sienta ante Zaqueo como quien ya tiene todo arreglado, como quien tiene todo el tiempo del mundo para el encuentro, como quien se apresta a un diálogo largo y tranquilo. Jesús refleja así una realidad profunda: Dios se encuentra con la persona (aunque sea pecadora) con tranquilidad, sin prisas, con deleite incluso, como quien encuentra placer en la conversación. Un Dios de encuentros reconfortantes, ese es el Dios de Jesús.

· Puede haber aún otro matiz: katalyô puede significar soltar (lyô). El huésped que sube a cenar se “suelta” el ceñidor para estar más cómodo y hablar con mayor tranquilidad y disfrute. “se ha soltado el ceñidor en casa de un pecador…se ha puesto cómodo en casa de un pecador”, algo de eso, del mismo modo que muchas personas, en el intimidad, a la hora de la noche, se ponen cómodas vistiendo ya el pijama con el que van a ir a dormir. Jesús quiere reflejar el tipo de encuentro que la persona puede tener con Dios: un encuentro en la intimidad donde uno se siente cómodo, gozoso, dispuesto al diálogo, abierto a la novedad de la conversación.

· Son muchas las posibilidades de lectura de un relato. Este de Zaqueo ha sido leído tradicionalmente desde la perspectiva de la conversión, pero podría ser leído también desde la perspectiva del encuentro desvelando así la honda espiritualidad del encuentro de la persona con Dios. Desde ahí podría hacer parte del ánimo para el cultivo de la espiritualidad y la cultura del encuentro.

2. La cultura del encuentro en Fratelli tutti

Convencido el Papa a la altura de su existencia de que la vida es un tiempo de encuentro (66.215) y de que uno se realiza transcendiéndose en el encuentro con los otros (87.111) acuña el documento la expresión “cultura del encuentro” que se opone a la “cultura del enfrentamiento”, único camino para devolver la esperanza a la sociedad (32) superando el miedo que bloquea tal encuentro (41) y abriéndose a la escucha (48). Porque la cultura del encuentro «exige colocar en el centro de toda acción política, social y económica, a la persona humana, su altísima dignidad, y el respeto por el bien común» (232), el Papa está convencido de que «un camino de fraternidad, local y universal, sólo puede ser recorrido por espíritus libres y dispuestos a encuentros reales» (59). La misma política, dirá luego, es cuestión de encuentros (165.190). Por todo esto llega a decir que «hablar de “cultura del encuentro” significa que como pueblo nos apasiona intentar encontrarnos, buscar puntos de contacto, tender puentes, proyectar algo que incluya a todos» con sus diferencias (216-217). De ahí que el documento se anime a proponer «un encuentro social real pone en verdadero diálogo las grandes formas culturales que representan a la mayoría de la población» (219).

Como herramientas necesarias para el logro de esta cultura del encuentro, propone el Papa, en primer lugar, los trabajos por un gran pacto social que ponga «en verdadero diálogo las grandes formas culturales que representan a la mayoría de la población» (219). Ese pacto social ha de incluir, a su vez, un pacto cultural «que respete y asuma las diversas cosmovisiones, culturas o estilos de vida que coexisten en la sociedad» (219). En segundo lugar se necesita emplear exhaustivamente la herramienta del diálogo, paciente y confiado (134). Se necesita una educación para el diálogo (103) para que pueda ser una realidad el diálogo con los diferentes (148). La certeza del valor imprescindible del diálogo se asienta en la certeza de que «un verdadero espíritu de diálogo se alimenta la capacidad de comprender el sentido de lo que el otro dice y hace, aunque uno no pueda asumirlo como una convicción propia» (203). Por eso el diálogo es imprescindible en la tarea política (196). El documento dedica casi un capítulo, el sexto, al diálogo que construye el amor social porque «el auténtico diálogo social supone la capacidad de respetar el punto de vista del otro aceptando la posibilidad de que encierre algunas convicciones o intereses legítimos» (203.219.262).

Otro elemento necesario para una saludable arquitectura social de encuentro es el de generar procesos de inclusión que tengan a raya la amenaza de la cultura del descarte (188). El Papa tiene una perspectiva clara: «La inclusión o la exclusión de la persona que sufre al costado del camino define todos los proyectos económicos, políticos, sociales y religiosos» (69). De ahí que el documento recuerda a la cultura moderna, tan orgullosa de sus logros, que «al crecimiento de las innovaciones científicas y tecnológicas tendría que corresponder también una equidad y una inclusión social cada vez mayores» (31).

Más que en el apartado de la política, quizá haya que situar aquí un tema al que el documento dedica varios números: la memoria que aleja a la venganza. El olvido es inaceptable por lo que se precisa mantener viva la memoria (246). Nunca se avanza sin memoria (249). Pero ni la venganza ni la impunidad resuelven nada (251-252). El perdón resulta así elemento insustituible de la arquitectura de la paz para no caer en una paz aparente (236). Para el Papa la clave es tener controlada la sed de venganza (241-242.251) a la que opondría el arma de la bondad (243) manteniendo la fe de que en los procesos sociales la unidad es superior al conflicto (245).

3. Claves para el encuentro

– Acercarse: no ver al otro o al problema del otro como desde lejos. Intentar acercarse, informarse, preguntar, hacer una idea antes de emitir un juicio. Se trata de mirar con humanidad lo que nos rodea.

– Acoger: lo que significa intentar dejar de lado prejuicios, estereotipos, ideas preconcebidas. Poner en cuarentena experiencias negativas y apoyarse en las que hayan salido mejor.

– Escuchar: antes de hablar, dejar que el otro hable. Escuchar implicativamente, como quien tiene interés en lo que escucha, no como quien oye llover. Tratar de escuchar sin que lo que escucha levante oleadas de indignación interior. Intentar mantener la calma ante lo que se oye y no se está de acuerdo.

– Ofrecer: hacer ofrenda de algo de uno mismo hacia el otro. Creer que sin ofrenda no es fácil encontrar vías comunes de convivencia. Ofrendar no quiere decir renunciar a lo que uno vive y siente; es poner un poco de lo tuyo en la “cesta” del otro.

– Creer: no quizá en el otro, porque eso cuesta mucho aunque esa “fe” es la verdadera esencia del encuentro. Pensar, al menos, que, aun estando en posiciones distintas, se puede tener una parte, siquiera pequeña, en común. Que se pueden encontrar lugares comunes de participación y tramos de camino compartidos.

– Salvarse: nos salvamos todos o no se salva nadie, dice el papa Francisco (FT 137). No ceder al “sálvese quien pueda” del individualismo y de quien se cree más fuerte. Desear el encuentro común que “salve” a todos, sobre todo a quien tiene menos posibilidad de participar en una salvación humanizadora.

4. Itinerario para el tiempo de Adviento:

· Semana 1ª (29 nov.6 dic.): fomentar los encuentros cercanos (comunidad, grupo de fe, parroquia, etc.). Tratar de ser mediación explícita de encuentro.

· Semana 2ª: (7-13 dic.): pensar cómo vamos a ser personas de encuentro con los cristianos que no piensan como nosotros, que no tienen la misma sensibilidad. Qué es lo importante y qué es lo relativo.

· Semana 3ª (14-20 dic.): pensar si puedo participar en algún encuentro ciudadano que me hable de mi ser pueblo con otros.

· Semana 4ª: (21-24 dic.): ver si puedo encontrarme con los lejanos, quienes cruzan el Mediterráneo. Mirar la página de Open Arms y sentirse interpelado.

 

Que el Adviento 2020 pueda ser un tiempo hermoso para vivir en el poliedro de la realidad y abrir caminos más anchos al encuentro de corazones, de caminos y de proyectos. Que la humanidad sea, por Jesús encarnado, un hogar para toda persona y la creación un casa común para toda creatura. Que nos encontremos con el Dios del encentro y con toda creatura en el encontradizo Jesús que anda por los caminos.

Fidel Aizpurúa

Fuente Fe Adulta:

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El nuevo Gobierno de coalición de Lituania acuerda promover un proyecto de ley de uniones civiles para las parejas del mismo o de distinto sexo

Lunes, 30 de noviembre de 2020
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aktualijos-6820-85610875El Gobierno de coalición, de izda a dcha: Aušrinė Armonaitė ( Partido de la Libertad) Ingrida Šimonytė ( Unión de la Patria – Demócrata-Cristianos Lituanos),Viktorija Čmilytė-Nielsen (Movimiento Liberal),

Nuevo Gobierno de coalición en Lituania. Las elecciones del pasado 11 y 25 de octubre han provocado un vuelco político en el país. Una coalición de tres partidos de centroderecha liderados por la democristiana Ingrida Šimonytė ha alcanzado un acuerdo que, entre otras medidas, recoge la aprobación de un proyecto de ley de uniones civiles entre personas del mismo o de distinto sexo. Se trata del tercer intento de reconocer a las parejas del mismo sexo en el país. Aunque el principal partido de la coalición no se compromete a apoyar la medida en bloque, sus socios minoritarios confían en obtener el resto de los apoyos necesarios entre las formaciones de la oposición.

El reconocimiento de las parejas del mismo sexo en Lituania se ha intentado ya en dos ocasiones en el pasado. Una iniciativa sobre uniones civiles presentada en 2015 por nueve diputados de los partidos socialdemócrata (LSDP) y liberal (LRLS) se topó con el rechazo del entonces primer ministro Algirdas Butkevičius (LSDP). A pesar de que una comisión parlamentaria decretó su plena constitucionalidad, la medida no llegó a tramitarse y «murió» con las elecciones de octubre de 2016. Unos comicios de los que salió un Gobierno de coalición presidido por los agraristas y con los socialdemócratas como socio menor.

Durante dicha legislatura, los liberales del LRLS presentaron una nueva proposición de ley ante el Parlamento para regular las uniones civiles entre dos personas con independencia de sus sexos. En junio de 2017, la iniciativa fracasó al obtener con el rechazo de 59 diputados, frente al apoyo de 29 y la abstención de otros 20. A pesar del fracaso, la Liga Gay Lituana destacó que la medida había recabado apoyos individuales más allá del LRLS, tanto en el gobernante Partido Socialdemócrata (LSDP) como en los democristianos, en la oposición entonces junto a los liberales. La organización lo interpretó como un signo del apoyo creciente a la equiparación de derechos en el país báltico.

Más de tres años después, se presenta una nueva oportunidad, esta vez de la mano de un Gobierno de centroderecha. Tras las elecciones de los pasados días 11 y 25 de octubre, la Unión Patriótica-Democristianos Lituanos (TS-LKD), el Movimiento Liberal (LRLS) y el socioliberal Partido de la Libertad han alcanzado un acuerdo de coalición con la nueva primera ministra Ingrida Šimonytė (TS-LKD) al frente. Un pacto que ha sido calificado de «finlandés», ya que al igual que en el país nórdico, los tres partidos implicados están dirigidos por mujeres.

Entre las medidas que han acordado las tres formaciones se encuentra la despenalización de la posesión de pequeñas cantidades de droga y la aprobación de una ley de uniones civiles abierta a todas las parejas. Los democristianos han aceptado esta propuesta de sus socios minoritarios a cambio de reservarse el derecho a votar en contra de la misma. Los liberales y los socioliberales, sin embargo, confían en recabar el resto de los apoyos necesarios entre las formaciones de la oposición, en particular los socialdemócratas del LSPD. La posición de la TS-LKD de Šimonytė tampoco es unánime: alrededor de la mitad de sus 50 diputados podrían votar a favor de la medida cuando se presente. Estaremos pendientes del devenir de los acontecimientos.

Luces y sombras de la realidad LGTB en Lituania

La realidad LGTBI de Lituania en la última década ha estado marcada por los altibajos. En octubre de 2010 entró en vigor una reforma para prohibir la «manifestación y promoción» de contenidos publicitarios referidos a orientación sexual. Una prohibición que afecta a servicios publicitarios dirigidos a toda la población, y no solo a menores. Poco antes, en marzo de 2010, había entrado en vigor la ley de «de protección de menores contra el efecto perjudicial de la información pública» con el objetivo de obstaculizar la información positiva sobre diversidad sexual. Y aunque su versión inicial fue corregida por las protestas, su redacción definitiva sigue estigmatizando la información sobre homosexualidad.

En septiembre de 2014 informábamos sobre la prohibición de un inocente spot contra la homofobia, en base a esta legislación. En enero de 2015, un diputado lituano lanzaba veladas amenazas precisamente contra la Liga Gay Lituana, a la que acusaba de «jugar con fuego» con «provocaciones» que podrían costarles un ataque como el sufrido por la revista satírica Charlie Hebdo en París. Ese mismo mes, un tribunal lituano calificaba de «excéntrica» la foto en la que una pareja gay aparece besándose y descartaba actuar ante las amenazas homófobas que habían recibido sus protagonistas.

En noviembre de 2015 recogíamos una noticia con un cariz algo más positivo: el Parlamento del país decidía eliminar del orden del día la votación de una ley contra la llamada «propaganda homosexual» similar a la vigente en Rusia. En 2017, el país báltico sorprendía positivamente al conceder asilo a dos refugiados perseguidos en Chechenia a causa de su orientación sexual. En febrero de 2016, las autoridades de inmigración del país denegaron el permiso temporal de residencia a un hombre de nacionalidad bielorrusa casado en Dinamarca con un ciudadano lituano. Una situación corregida en enero de 2019 por la sentencia del Tribunal Constitucional que ordenaba reconocer el derecho de residencia a los cónyuges de parejas del mismo sexo, en aplicación de la histórica sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea emitida meses antes.

Fuente Dosmanzanas/Cristianos Gays

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Arrancan las XIX Jornadas Jóvenes Sin Armarios 2020 de FELGTB

Lunes, 30 de noviembre de 2020
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jovenesFELGTB, a través de su Grupo Joven, pone en marcha la XIX edición de las Jornadas Jóvenes Sin Armarios, que se celebrarán del 30 de noviembre al 6 de diciembre en formato online.

Estas jornadas están cofinanciadas por el Instituto de la Juventud de España (INJUVE) y cuentan con la colaboración del Consejo de la Juventud de España (CJE) y la Asociación LGTB Ojalá Málaga.

Las jornadas tendrán prácticamente un centenar de participantes y casi una veintena de ponencias, mesas redondas y talleres. Abordarán temas tan variados como mujeres jóvenes LTB, delitos de odio, salud mental, racialización, bullying, transfeminismo, plurisexualidades, LGTBIfobia en el deporte, educación para la participación juvenil, ciencia, diversidad relacional, salud sexual, el mundo del drag y la sexualidad de mujeres jóvenes LTB, entre otras.

Además, las Jornadas Jóvenes Sin Armarios contarán con espacios participativos a lo largo de la semana, con debates sobre temáticas concretas que preocupan a la juventud LGTBI y espacios identitarios autogestionados, para el apoyo mutuo y la reflexión colectiva.

Se inaugurarán el próximo lunes día 30 de noviembre, a las 18:00 hora peninsular, con las intervenciones de la directora general del INJUVE, María Teresa Pérez y de la directora general de Diversidad Sexual y Derechos LGTBI del Gobierno de España, Boti García Rodrigo. La inauguración se emitirá en directo desde el canal de YouTube de FELGTB.

El Grupo Joven de FELGTB agradece a todas las personas inscritas, participantes, ponentes y entidades e instituciones colaboradoras, por hacer posible esta XIX edición de las Jornadas Jóvenes Sin Armarios en este atípico 2020.

¡Seguimos generando espacios de formación y encuentro para la juventud LGTBI! 

Fuente FELGTB

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Las jerarquías evangélica y católica presionan con fuerza para impedir la despenalización de la homosexualidad en Dominica

Lunes, 30 de noviembre de 2020
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1920px-Flag_of_Dominica.svgLa Mancomunidad de Dominica (una república caribeña con una población inferior a los 70.000 habitantes) es uno de los territorios de la región en los que se sigue persiguiendo la homosexualidad legalmente. Sin embargo, en 2019 un ciudadano dominiqués abiertamente gay, del que solo conocemos las siglas DG, decidió impugnar la legislación homófoba y en la actualidad el caso está pendiente de resolución judicial. En este sentido, las jerarquías evangélica y católica de la isla están ejerciendo presiones públicas y privadas para que la «sodomía» siga siendo ilegal. Birnie Stephenson, la jueza instructora, ha tenido que abandonar el caso porque su pastor, Randy Rodney (presidente de la Asociación de Iglesias Evangélicas de Dominica), se ha sumado a la oposición contra la demanda de despenalización. Esta situación demorará todavía más la sentencia.

pastor-randy-rodney-2_25La Asociación de Iglesias Evangélicas de Dominica (DAEC) solicitaba al Tribunal Supremo del país personarse como tercero contra la demanda de despenalización de la homosexualidad el pasado 17 de noviembre. La razón fundamental de dicha organización para unirse a la demanda es que podría «menoscabar o impedir los derechos morales de los cristianos». El pastor Rodney asegura que «todos los asuntos de sexo deben ser entre un hombre y una mujer». La recusación de la jueza que instruía el caso es ahora un nuevo escollo, que se une al aplazamiento que se produjo en septiembre tras unirse contra la causa el Consejo Cristiano de Dominica. El caso debía haberse retomado el 23 de noviembre, pero la salida de la jueza Stephenson lo vuelve a frenar.

índicePor su parte, la jerarquía católica dominiquesa también lleva años enfrentandose públicamente a cualquier atisbo de despenalización. Gabriel Malzaire, obispo de Roseu, publicó una carta en 2013 en la que aseguraba que «la ‘actividad’ homosexual, según las Sagradas Escrituras, es uno de los muchos males que, si no se controlan, pueden conducir a la muerte espiritual. Entre estos se encuentran el adulterio, la fornicación, las orgías, la calumnia, el odio profundamente arraigado […] Estos, junto con la ‘actividad’ homosexual, nunca estarán bien, estén o no despenalizados por el Estado».

Según palabras del obispo, «la Iglesia, en su papel de guía moral, no existe para condenar a las personas humanas, sino para condenar estilos de vida y comportamientos que no están de acuerdo con la ley divina. Por lo tanto, así como la Iglesia tiene la responsabilidad de llevar al adúltero al arrepentimiento, tiene la misma responsabilidad hacia aquellos que se entregan a la ‘actividad’ homosexual».

Malzaire añadía que «algunas cosas están bien y otras están mal, nos guste o no. Lo que está de acuerdo con la ley de Dios está bien y lo que está en contra de la ley de Dios está mal; y todos estamos llamados a vivir según la ley de Dios si la salvación es parte de nuestra agenda. Por lo tanto, ya sea que se trate de fornicación, adulterio, ‘actividad’ homosexual, toda la gama, tenemos que vivir según la ley de Dios».

558x367El abogado y activista caribeño Maurice Tomlinson, por su parte, sostiene que «las razones por las que las iglesias buscan entrar en el caso son ridículas». Tomlinson y la Canadian HIV/AIDS Legal Network están apoyando a DG en su batalla legal para la despenalización de la homosexualidad. El Programa Internacional de Derechos Humanos de la Universidad de Toronto, Minority Rights Dominica, un grupo de defensa LGTBI, y Lawyers Without Borders también están dando su respaldo.

LGTBIfobia de Estado en Dominica

Según la legislación vigente, «una persona que comete sodomía es culpable de un delito y puede ser condenada a prisión». Las penas oscilan entre los 5 y los 25 años de reclusión y «el Tribunal podrá ordenar que la persona condenada sea ingresada en un hospital psiquiátrico para recibir tratamiento».

Al menos 35 personas fueron arrestadas por las autoridades locales y acusadas de «sodomía» entre 1995 y 2000 en Dominica. Los tribunales condenaron a los acusados a multas y penas de prisión de hasta diez años. Algunos de ellos, incluso, fueron forzados a someterse a las tan dañinas «terapias de conversión» en centros psiquiatricos (a pesar de que la comunidad científica internacional rechace sin tapujos este tipo de ‘intervenciones’).

6a0168e80ced5f970c0176173115d7970cEn 2001 15 mujeres fueron detenidas y condenadas a cinco años de prisión, acusadas de «grave indecencia». Diez hombres también fueron condenados a cinco años de prisión por «cometer actos de indecencia grave con personas del mismo sexo». En 2012, una pareja gay de California fue arrestada después de que la policía les denunciara por haber mantenido relaciones sexuales en el balcón de su cabina durante un crucero gay que estaba atracado en el puerto. Fueron liberados de la cárcel tras declararse culpables de «exposición indecente».

En julio de 2014, Roosevelt Skerrit, Primer Ministro de Dominica (en el cargo desde 2004 hasta la actualidad) declaró que, aunque en el pasado reciente se hubiera hecho, no tenía planes para aplicar la legislación contra la homosexualidad «al menos en hogares privados». A pesar de declarada LGTBIfobia del mandatario, parecía un primer paso para la atenazada comunidad LGTBI dominiquesa, en lucha por los derechos humanos no reconocidos y víctima de la persecución del Estado.

Fuente Dosmanzanas

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Alcalde de San Felipe y personas LGBTI: “estos grupos tienen más representación que la gente normal”

Lunes, 30 de noviembre de 2020
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Alcalde-Beals-600x400El Movilh repudió los dichos del edil y le exigió disculpas públicas.

El Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh) repudió hoy las declaraciones “odiosas y abiertamente homo/transfóbicas” del alcalde de San Felipe, Christian Beals Campos, quien fue acusado por un vendedor ambulante de discriminarlo en razón de su orientación sexual.

“Este vendedor tiene un carro de productos a dos cuadras de la Plaza de San Felipe y ha denunciado que el edil no le renovara el permiso para vender porque no acepta a las personas gays. Esto se suma a otra denuncia de la  Corporación Féminas Diversas en Acción, a la cual el alcalde les pretende quitar una sede cedida en comodato”, señaló el dirigente del Movilh, Rolando Jiménez

Añadió que “al ser consultado por una radio local online Razón 17 sobre estos hechos y al pedírsele que aclarara o no si era homofóbico, el edil dio una respuesta brutal, que no esta a la altura del respeto a la dignidad humana, ni del cargo público que ostenta”.

En efecto, Beals Campos reaccionó a los cuestionamientos señalando que “estos grupos tienen más representación que la gente normal”.

“En otras palabras el edil está señalando que las personas LGBTI somos anormales y, a todo evento, le incomoda que la ciudadanía se organice para la defensa de sus derechos cuando los ven vulnerados en razón de su orientación sexual o identidad de género”, apuntó Jiménez.

Exigimos que el alcalde se disculpe públicamente en breve y que se capacite en temáticas LGBTI. Él con sus declaraciones violenta la Ley Zamudio. Esperamos que recapacite, en caso contrario, exploraremos qué medidas administrativas o legales tomar frente a este discurso de odio”, finalizó Jiménez.

Fuente MOVILH

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Velad

Domingo, 29 de noviembre de 2020
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veillez

 

La espera no es una actitud muy común. No se suele pensar con mucha simpatía en la espera. De hecho, la mayor parte de la gente piensa que la espera es una pérdida de tiempo…; quizás porque la cultura que nos ha tocado vivir dice “¡Venga!, ¡haz algo! ¡Demuestra que eres capaz de actuar! ¡No te quedes sentado esperando!”

Sin embargo, esperar es una actitud enormemente radical en la vida. Es confiar en que sucederá algo que supera con mucho nuestra imaginación. Es abandonar el control de nuestro futuro y dejar que sea Dios quien determine nuestra vida. Es vivir con la convicción de que Dios nos va formando con su amor divino y no con nuestros temores. La vida espiritual es una vida en la que esperamos, estamos a la espera, activamente presentes en el momento actual, esperando la novedad que acontecerá, novedad que va más allá de nuestra propia imaginación o previsión. Esta actitud, ciertamente, es muy radical en la vida en este mundo preocupado en controlar los acontecimientos .

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H. J. M. Nouwen,
The Patn of Waiting, Nueva York 1995.

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En aquel tiempo, dijo Jesús sus discípulos

“Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara. Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!”

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Marcos 13,33-37

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“Siempre es posible reaccionar”. 1 Adviento – B (Marcos 13,33-37)

Domingo, 29 de noviembre de 2020
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1609802_527682714013418_497079345_nNo siempre es la desesperación la que destruye en nosotros la esperanza y el deseo de seguir caminando día a día llenos de vida. Al contrario, se podría decir que la esperanza se va diluyendo en nosotros casi siempre de manera silenciosa y apenas perceptible.

Tal vez sin darnos cuenta, nuestra vida va perdiendo color e intensidad. Poco a poco parece que todo empieza a ser pesado y aburrido. Vamos haciendo más o menos lo que tenemos que hacer, pero la vida no nos «llena».

Un día comprobamos que la verdadera alegría ha ido desapareciendo de nuestro corazón. Ya no somos capaces de saborear lo bueno, lo bello y grande que hay en la existencia.

Poco a poco todo se nos ha ido complicando. Quizá ya no esperamos gran cosa de la vida ni de nadie. Ya no creemos ni siquiera en nosotros mismos. Todo nos parece inútil y sin apenas sentido.

La amargura y el mal humor se apoderan de nosotros cada vez con más facilidad. Ya no cantamos. De nuestros labios no salen sino sonrisas forzadas. Hace tiempo que no acertamos a rezar.

Quizá comprobamos con tristeza que nuestro corazón se ha ido endureciendo y hoy apenas queremos de verdad a nadie. Incapaces de acoger y escuchar a quienes encontramos día a día en nuestro camino, solo sabemos quejarnos, condenar y descalificar.

Poco a poco hemos ido cayendo en el escepticismo, la indiferencia o «la pereza total». Cada vez con menos fuerzas para todo lo que exija verdadero esfuerzo y superación, ya no queremos correr nuevos riesgos. No merece la pena. Preocupados por muchas cosas que nos parecían importantes, la vida se nos ha ido escapando. Hemos envejecido interiormente y algo está a punto de morir dentro de nosotros. ¿Qué podemos hacer?

Lo primero es despertar y abrir los ojos. Todos esos síntomas son indicio claro de que tenemos la vida mal planteada. Ese malestar que sentimos es la llamada de alarma que ha comenzado a sonar dentro de nosotros.

Nada está perdido. No podemos de pronto sentirnos bien con nosotros mismos, pero podemos reaccionar. Hemos de preguntarnos qué es lo que hemos descuidado hasta ahora, qué es lo que tenemos que cambiar, a qué tenemos que dedicar más atención y más tiempo. Las palabras de Jesús están dirigidas a todos: «Vigilad». Tal vez, hoy mismo hemos de tomar alguna decisión.

José Antonio Pagola

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” Velad, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa”. Domingo 29 de noviembre de 2020. Domingo 1º de Adviento.

Domingo, 29 de noviembre de 2020
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01advientoB1cerezoLeído en Koinonia:

Isaías 63,16b-17.19b;64,2b-7: ¡Ojalá rasgases el cielo y bajases!.
Salmo responsorial: 79: Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.
1Corintios 1,3-9: Aguardamos la manifestación de nuestro Señor Jesucristo.
Marcos 13,33-37: Velad, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa.

La comunidad judía que retorna del exilio enfrenta un gran desafío: reconstruir los fundamentos de la nación, la ciudad y el Templo. No era una tarea fácil. La mayoría de los exiliados ya se habían organizado en Babilonia y en otras regiones del imperio caldeo. La mayor parte de los que habían llegado desde Judea cincuenta años antes ya habían muerto y los descendientes no sentían gran nostalgia por la tierra de sus padres. Los profetas los habían invitado continuamente a reconocer los errores que habían conducido a la ruina, pero la mayor parte de los exiliados ignoraban a los mediadores de Yahvé.

Algunos tomaron entre sus manos el proyecto de reconstruir la identidad, las instituciones y la vida de la nación. Sin embargo, no contaron inicialmente con mucho apoyo, Parecía una idea loca e innecesaria: para qué volver a Jerusalén si ya no haía remedio… Lo mismo nos ocurre a veces a nosotros, vivimos de la nostalgia del pasado pero no nos comprometemos a transformar la realidad del presente. Añoramos otros tiempos en que se vivía mejor, pero no rescatamos los valores que hacen posible una convivencia humana justa y equitativa.

Jesús hace a sus discípulos una recomendación que hoy nos sorprenden: mantenerse despiertos. ¡Todo lo contrario de lo que nosotros haríamos! Pero él tiene sus razones. Si cada día estamos embargados por las preocupaciones más superfluas, lo más seguro es que se nos pase la hora apropiada para realizar la misión que Jesús nos encomienda. Jesús, en el evangelio, nos enseña a estar en guardia contra los que creen que las enseñanzas cristianas son algo superfluo. El evangelio debe ser proclamado donde sea necesario, deber ser colocado donde se vea, debe ponerse al alcance de todos. Nuestra misión es hacer del evangelio una lámpara que ilumine el camino de la vida y nos mantenga en actitud vigilante.

 La interpretación que se daba a estos textos del evangelio que apuntan hacia el futuro o hacia la escatología estuvo casi siempre revestida de un tinte apocalíptico y de temor: el Señor había establecido un plazo, que se nos podría acabar en cualquier momento, imprevisiblemente, por lo cual necesitábamos estar preparados para un juicio sorpresivo y castigador que el Señor podría abrir en cualquier momento contra nosotros. «Que la muerte nos sorprenda confesados». Este miedo funcionó durante mucho tiempo, durante tantos siglos como duró una imagen mítica de Dios, excesivamente calcada de la imagen del señor soberano feudal que dispone despóticamente sobre sus súbditos. El miedo a la condenación eterna, tan impregnado en la sociedad cristiana medieval y barroca, hizo que la «huelga de confesonarios» pudo ser en determinados momentos un arma esgrimida por el clero contra las clases altas, por ejemplo por parte de los misioneros defensores del pueblo contra los conquistadores españoles dueños de esclavos (recuérdese el film La misión). Causa sonrisas pensar en la eficacia que una tal «huelga de confesionarios» pudiera tener hoy día… Y es que la estrella de la «vida eterna», el dilema de la salvación/condenación eternas, brillaba con su potencia indiscutible en el firmamento de la cosmovisión del hombre y la mujer premodernos… Pero son tiempos idos. Sería un error enfocar el comentario a evangelios como el que hoy leemos en esa misma perspectiva, pensando que nuestros contemporáneos son todavía premodernos…

El estado de alerta, la mirada atenta al futuro que evita el adocenamiento o la rutina… sí que es una categoría y una dimensión del hombre y de la mujer modernos. Si lo interpretamos como «esperanza», la pertinencia del mensaje aún es más vigente.

¿Qué puede significar «Adviento» para la sociedad actual? Como nombre de un tiempo litúrgico significa bien poco, y no habría que lamentarse mucho ni gastar pólvora inútilmente, pues cualquier día –tal vez más pronto que tarde- la Iglesia cambiará el esquema de los ciclos de la liturgia, que clama a gritos por una renovación. Lo que importa no es el tiempo litúrgico, sino el Adviento mismo, el «Advenimiento» –que eso significa la palabra–, el «noch nicht Sein» como diría Ernst Bloch, aquello cuya forma de ser consiste en «no ser todavía pero tratando de llegar a ser»… Ateo como era, Bloch construyó toda su poderoso edificio filosófico sobre la base de la utopía y la esperanza, y presentó en bellas páginas inolvidables la grandeza heroica del santo y del mártir ateo, capaz de dar la vida en aras de su esperanza… Ebeling, en la misma línea decía: «lo más real de lo real, no es la realidad misma, sino sus posibilidades»… Lo real más real no es sin más lo real, sino las posibilidades de ser que lo que hoy es lleva consigo.

Después de los años 90 del siglo pasado, estamos en un tiempo en el que se dice que se ha dado un «desfallecimiento utópico». Con el triunfo del neoliberalismo y la derrota de las utopías (no «de las ideologías», alguna de las cuales siguen muy vivas), la cultura moderna –o mejor posmoderna- castiga al pensamiento esperanzado y utopista. El ser humano moderno-posmoderno está escarmentado. Ya no cree en «grandes relatos». Se nos ha impuesto una cultura anti-utópica, antimesiánica, a-escatológica, ¿sin esperanza?, a pesar de la brillantez de que hacen gala los productos de la industria mundial del entretenimiento; detrás del atractivo seductor de ese entretenimiento, la imagen de ser humano que queda está ayuna de toda esperanza que trascienda siquiera mínimamente el «carpe diem» o el «disfruta la vida». ¿Qué advenimiento («adviento») espera el hombre y la mujer contemporáneos? ¿Cómo vivir el adviento en una sociedad que no espera ningún «advenimiento»? Desde luego, no reduciendo el adviento a un «tiempo litúrgico», o a un tiempo pre-navidad… ¿Cómo pues?

El Advenimiento que esperamos los cristianos no es la Navidad… Ni siquiera es «el cielo»… ¡Es el Reino! No es otro mundo… es este mismo mundo… ¡pero «totalmente otro»! Se puede ser cristiano sin celebrar el adviento, ¡pero no sin preparar el Advenimiento! Ser cristiano es hacer propia en el corazón la nostalgia de Aquel que decía: «fuego he venido a traer a la tierra, y ¡cómo deseo que arda…!». Los cristianos no pueden inculturarse del todo en esta cultura anti-utópica y sin «grandes relatos», porque somos hijos de la gran Utopía de la Causa de Jesús, y tenemos el «gran relato» del Proyecto de Dios… Podríamos no celebrar el adviento, pero no podemos dejar de darnos la mano con los santos y mártires ateos (quedan pocos) y con todos los hombres y mujeres de la tierra, de cualquier religión del planeta, para trabajar denodadamente por el Advenimiento del Nuevo Mundo.

Cada vez se perfila mejor: crear un Mundo Nuevo, fraterno-sororal y solidario, sin imperios ni instituciones transnacionales o mundiales explotadoras de los pobres, lo que Jesús llamó «malkuta Yahvé» en su boca aramea, Reino de Dios, pero dicho con palabras y hechos de este ya tercer milenio, ése es el Advenimiento que esperamos, el sueño que nos quita el sueño, lo que nos hace estar en «alerta». Leer más…

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Domingo 1 Adviento, ciclo B. Mc 13, 33-37 (29.XI 2020) La vida es Adviento: Somos Adviento de Dios y de la Humanidad nueva

Domingo, 29 de noviembre de 2020
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Adviento_161115Del blog de Xabier Pikaza:

Adviento no es un tiempo al lado de otros (navidad, pascua, pentecostés…), sino todo el tiempo de vida de Dios y los hombres:

1) En un sentido hay dos advientos. (a) Un adviento de Dios que viene a (en) la carne de hombres, y así podemos llamarle el que viene (Viniente). (b) Un adviento de los hombres que son viniendo en (y de) Dios, humanidad caminante.

2) Pero, en otro sentido, no hay dos sino un Adviento (conforme al dogma de Calcedonia), pues Dios es Adviento (viene) en los hombres, y los hombres son Adviento, viniendo y siendo (=para ser) en Dios, en camino y promesa de reconciliación y paz perdudable (shalom)

  Así quiero comentarlo en este primer domingo (candela o luz) de Adviento 2020, del ciclo B. Presentaré primero el texto del evangelio de Marcos (13, 33-37). Desarrollaré después el tema, para quienes quieran y puedan seguir, de un modo más “filosófico” y social, poniendo de relieve la posibilidad o riesgo de que los hombres destruyan su Adviento, que el Adviento de Dios.

ADVIENTO DE EVANGELIO, VIDA EN VELA (MC 13, 28-37).

             La lectura del domingo es sólo la parte final (Mc 13, 33-37) pero quiero situarla en su contexto para entender la mejor:

 (a. Parábola de la higuera) 28 Aprended la parábola de la higuera. Cuando sus ramas se ponen tiernas y brotan las hojas, conocéis que se acerca el verano. 29 Pues lo mismo vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que ya está cerca, a las puertas.

 (b. Declaración: ni el Hijo lo sabe) 30 Os aseguro que no pasará esta generación sin que todo esto suceda. 31 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. 32 En cuanto al día y la hora, nadie sabe nada, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sino sólo el Padre.

(c. Vigilancia) 33 ¡Cuidado! Estad alerta, porque no sabéis cuándo llegará el momento. 34 Sucederá lo mismo que con aquel que se ausentó de su casa, encomendó a cada uno de los siervos su tarea y encargó al portero que velase. 35 Así que velad, porque no sabéis cuándo llegará el dueño de casa, si al atardecer, a media noche, al canto del gallo o al amanecer. 36 No sea que llegue de improviso y os encuentre dormidos. 37 Lo que a vosotros os digo, lo digo a todos: ¡Velad!

Parábola de la higuera (13, 28-29). Jesús ha declarado el fin de un tipo de higuera vieja (Mc 11, 12-26). Pero ahora, ante la Abominación de la Desolación (el riesgo de ruptura universal, la lucha de todos contra todos), él vuelve a presentar el signo de la higuera: Es este de riesgo, amenazados por grandes persecuciones y derrumbamientos sin remedio, los creyentes vuelven al signo de la higuera, que no es ya una señal del templo estéril, sino expresión y signo de un tiempo de esperanza, el Adviento de Dios. Es tiempo de primavera, anticipo y adelanto de la cosecha definitiva, como indican sus ramas de la higuera, que se ablandan, de forma que por ellas se expanda la blanca y fuerte savia de la vida, y brotan de nuevo las hojas, pues va a llegar pronto la cosecha. ¿Cuándo? Muy pronto. Faltan sólo unos meses, el tiempo en que madure la cosecha dulce de los higos.

Declaración: Ni el Hijo lo sabe (13, 30-32). El signo de la higuera dice dos cosas que son inseparables. (a) Por un lado asegura que todas estas cosas han de suceder en esta generación (13, 30), conforme a una palabra que se puede atribuir al Jesús histórico (en la línea de 9, 1, donde se dice algo semejante), aunque el Jesús de Marcos se dirige ya a los lectores/oyentes del evangelio: ahora, cuando se proclama esta palabra, sucederán estas cosas, en el tiempo que tardan en madurar los hijos de la higuera. (b) Por otro afirma que del día y hora nadie sabe nada, ni siquiera el Hijo, al que vimos dar la vida en la parábola de los viñadores (12, 6) y que aquí aparece en sentido absoluto, sino sólo el Padre, presentado también como absoluto (13, 32). Esto significa que los fieles deben evitar todo cálculo de tiempo, vivir en vigilancia, en manos del Padre.

            Jesús ha preparado ya todas las cosas del tiempo final, desde el principio de su camino hacia Jerusalén (9, 1), y ha confiado su “secreto” a los cuatro pescadores del principio (1, 16-20; 13, 3), a quienes ahora ha convertido en testigos de la última cosecha de la higuera nueva, cuyas hojas y frutos han empezado a despuntar. El tiempo de Dios es Camino. Dios viene porque es Dios; pero, al mismo tiempo, viene porque se ha encarnado en la vida de los hombres que son (somos) Adviento de Dios.

Vigilancia (13, 33-37). Vivir alerta en Dios, estamos en vela de nacimiento de Dios, en la noche que precede a la aurora de la salvación. Como siervos vigilantes debemos mantenernos en el tiempo de tiniebla de este mundo, llenos de esperanza. Esta imagen de la noche que precede al día, y de los siervos que esperan al Kyrios proviene de la apocalíptica judía. Pero los cristianos saben que la salvación está ya realizada en Jesús y que el Señor a quien esperan es el mismo que ha muerto por ellos. Eso hace que cambie su actitud: no son simples criados sometidos al capricho de un amo imprevisible; son amigos, compañeros de alguien que les ha precedido en el camino de la entrega generosa de la vida.

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La esposa del astronauta y el Adviento. Súplica, realidad, vigilancia. Domingo 1º de Adviento. Ciclo B.

Domingo, 29 de noviembre de 2020
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En aquel tiempo se acercaron a Jesús sus discípulos y le preguntaron:

            – Maestro, ¿por qué son tan complicadas las lecturas del Adviento? Unas prometen tu venida, otras hablan de tu vuelta al fin del mundo.

            Jesús les dijo:

            – La Iglesia en tiempo del Adviento se parece a la esposa de un astronauta que debió partir para una misión secreta, de duración desconocida. Apenas había despegado el cohete espacial, sus hijos le preguntaron: «¿Cuándo volverá papá?». Ella, para tranquilizarlos, les dijo: «Muy pronto. Papá volverá muy pronto». Pasaron días, semanas, meses. Los niños repetían la misma pregunta y ella les daba la misma respuesta: «Papá volverá muy pronto». Ensayaron canciones e idearon infinidad de fiestas para recibirlo. Pero pasó el primer año, el tercero, el décimo, y papá no volvía. Entonces la madre los reunió y les dijo: «En vez preparar una fiesta para celebrar la vuelta de papá vamos a celebrar su cumpleaños».

            Jesús los miró fijamente, seguro de que no lo habían entendido.

            – Al principio, durante muchos años, la Iglesia hablaba continuamente de mi vuelta, la anunciaba como la cosa más segura. Cuando vio que yo no volvía, se buscaron las explicaciones más diversas para justificarlo. Al final, ya que no podían celebrar mi segunda venida, decidió celebrar la primera.

* * * 

            Los textos bíblicos del Adviento han sido repartidos de tal manera en los cuatro domingos que recuerdan a una complicada novela de ciencia ficción.

            Imagina a una señora joven, que dará a luz dentro de un mes. Ella, su marido, su familia, sus amistades, solo piensan en lo poco que falta para el parto, tranquilos, porque los médicos han garantizado que irá bien.

            Pero supongamos que ese niño no es un niño cualquiera. Su nacimiento ha sido anunciado muchos antes de que sus padres se conocieran, siglos antes, y a propósito de él se han formulado la esperanzas e ilusiones más maravillosas.

            Naturalmente, ese niño no comenzará a desarrollar su actividad a los dos días: deberá prepararse, pasarán años. Y cuando comience a actuar en público se depositarán en él nuevas esperanzas, a veces muy distintas de las antiguas.

            La historia no termina aquí. Ese niño, hecho ya un hombre, muere. Sin embargo, no desaparece por completo. Su familia está convencida de que volverá pronto.

            En breve resumen, esta es la historia de Jesús, que abarca cuatro etapas muy distintas: 1) la esperanza depositada en él antes de nacer; 2) el nacimiento; 3) su actividad pública; 4) su vuelta al final de la historia.

            Si estos temas se expusieran en orden cronológico no representarían gran problema, y se podrían seguir con facilidad. Sin embargo, la liturgia de los domingos de Adviento une los cuatro momentos, salta de uno a otro, y puede crear en el cristiano una sensación de profundo desconcierto.

            El Adviento no pretende prepararnos durante cuatro domingos a recordar románticamente un hecho pasado (la primera venida del Señor), sino ayudarnos a comprender ese acontecimiento y recordarnos el encuentro definitivo con el Señor (segunda venida).

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Domingo 1º de Adviento

Súplica, admiración, vigilancia 

Para vivir el espíritu del Adviento, la liturgia nos sugiere tres actitudes: súplica (1ª lectura), admiración ante los bienes recibidos (2ª lectura) y vigilancia (evangelio).

Suplica (Isaías 63, 16b-17. 19b; 64, 2b-7)

            La primera lectura nos sitúa unos cinco siglos antes de la venida de Jesús, cuando la situación en Jerusalén y Judá dejaba mucho que desear desde todos los puntos de vista: político, social, religioso. El pueblo de Israel se ve como un trapo sucio, un árbol de ramas secas y hojas marchitas. La situación no sería muy distinta de la nuestra. Pero el pueblo, en vez de culpar a los políticos, a los independentistas, a los banqueros, al FMI, a los Presidentes de las grandes potencias, se reúne en asamblea litúrgica y entona una lamentación.

Tú, Señor, eres nuestro padre, tu nombre desde siempre es «nuestro libertador». ¿Por qué nos extravías, Señor, de tus caminos y endureces nuestro corazón para que no te tema? Vuélvete, por amor a tus siervos y a las tribus de tu heredad. ¡Ojalá rasgases el cielo y descendieses! En tu presencia se estremecerían las montañas. Descendiste y las montañas se estremecieron. Jamás se oyó ni se escuchó, ni ojo vio un Dios, fuera de ti, que hiciera tanto por quien espera en é1. Sales al encuentro de quien practica con alegría la justicia y, andando en tus caminos, se acuerda de ti. He aquí que tú estabas airado y nosotros hemos pecado. Pero en los caminos de antiguo seremos salvados. Todos éramos impuros, nuestra justicia era un vestido manchado; todos nos marchitábamos como hojas, nuestras culpas nos arrebataban como el viento. Nadie invocaba tu nombre, nadie salía del letargo para adherirse a ti; pues nos ocultabas tu rostro y nos entregabas al poder de nuestra culpa. Y, sin embargo, Señor, tú eres nuestro padre, nosotros la arcilla y tú nuestro alfarero: todos somos obra de tu mano.          

Las palabras del pueblo ofrecen un curioso contraste al hablar de Dios. A veces destaca sus rasgos positivos: es «nuestro padre», «nuestro redentor», «sales al encuentro del que practica la justicia», «somos todos obra de tu mano». Otras se queja de que «nos extravías de tus caminos y endureces nuestro corazón», «estabas airado y nosotros fracasamos», «nos ocultabas tu rostro». Pero el pueblo reconoce que la culpa no es de Dios, sino suya: «todos éramos impuros, nuestra justicia era un paño manchado, nuestras culpas nos arrebataban como el viento, nadie invocaba tu nombre, ni se esforzaba por aferrarse a ti».

¿Cuál es la solución? Sorprendentemente, que Dios se convierta: «vuelve por amor a tus siervos», «ojalá rasgases el cielo y descendieses», «aparta nuestras culpas». Los profetas anteriores (Amós, Isaías, Jeremías…) habían concedido gran importancia a la conversión, al hecho de que el pueblo volviese a Dios y cambiase su forma de actuar. Quienes rezan esta lamentación no confían en ellos mismos. Debe ser Dios quien vuelva y, como buen alfarero, moldee una nueva vasija.

En el contexto del Adviento, la frase que más llama la atención y ha motivado la inclusión de este texto en la liturgia es: «¡Ojalá rasgases el cielo y descendieses!». Aunque el profeta piensa en la venida de Dios, la liturgia nos hace pensar en la venida de Jesús. Pero ese recuerdo debe ir acompañado del reconocimiento de nuestra debilidad y de la necesidad de ser salvados

Admiración por los bienes recibidos (1 Corintios 1,3-9)

La respuesta de Dios supera con creces lo que pedía el pueblo en la lectura de Isaías, aunque de modo distinto. Dios Padre no rasga el cielo, no sale a nuestro encuentro personalmente. Envía a Jesús, y desde el momento en el que lo aceptamos, nuestra vida cambia por completo.

     Hermanos:
A vosotros, gracia y paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
Doy gracias a mi Dios continuamente por vosotros, por la gracia de Dios que se os ha dado en Cristo Jesús; pues en él habéis sido enriquecidos en todo: en toda palabra y en toda ciencia, porque en vosotros se ha probado el testimonio de Cristo, de modo que no carecéis de ningún don gratuito, mientras aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo.
Él os mantendrá firmes hasta el final, para que seáis irreprensibles el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Dios, el cual os llamó a la comunión con su Hijo, Jesucristo nuestro Señor.

Pablo habla de nuestro pasado, futuro y presente.

En el pasado, Dios nos ha enriquecido en todo; nos ha llamado a participar de la vida de su Hijo, Jesucristo. La imagen es potente y extraña. Recuerda a la experiencia de un hijo con su madre, de la que recibe la vida. Pero esa relación vital no termina cuando se corta el cordón umbilical, perdura siempre.

Con respecto al futuro, aguardamos la manifestación de Jesucristo, la segunda y definitiva venida del Señor, tema esencial para los primeros cristianos y que debería serlo para nosotros en este tiempo de Adviento.

En el presente, «no carecemos de nada». Cuando tanta gente se lamenta, a veces con razón, de las muchas cosas de que carece, estas palabras pueden resultar casi hirientes: «No carecéis de ningún don». Buen momento, este del Adviento, para pensar en qué cosas valoramos: si las materiales, que a menudo faltan, o la riqueza espiritual que proporciona Jesús.

Esta enseñanza de Pablo no se produce en un contexto de fría reflexión teológica, sino de oración y acción de gracias al pensar en sus cristianos de Corinto, la más complicada y problemática de sus comunidades.

Vigilancia (Marcos 13, 33-37)

No deja de ser irónico que precisamente el evangelio no hable de Dios Padre ni de Jesús. Se centra en nosotros, en la actitud que debemos tener: «vigilad», «velad», «velad». Tres veces la misma orden en pocas líneas. Porque el Adviento no solo pretende recordar la venida del Señor, sino también prepararnos para el encuentro final con Él.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

-Estad atentos, vigilad: pues no sabéis cuando es el momento.
Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejo su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara. Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos.
Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!

La actividad pública de Jesús termina con un discurso sobre el fin del mundo y su segunda venida, que no está dirigido a todos los discípulos, como sugiere la introducción del evangelio de hoy, sino solo a los cuatro primeros llamados por Jesús: Pedro, Santiago, Juan y Andrés (Mc 13,3-37). Jesús ha dicho poco antes que de los grandes edificios del templo no quedará piedra sobre piedra. Para estos cuatro, el fin del templo de Jerusalén equivale al fin del mundo, y desean saber cuándo ocurrirá y qué señales lo precederán. Un tema que a nosotros nos parece más propio de los Testigos de Jehová, pero que creaba enorme preocupación en las primeras comunidades cristianas. El discurso responde a estas cuestiones, pero termina con esta exhortación a la vigilancia, que la liturgia, con pleno sentido, aplica a todos los discípulos y a todos nosotros.

¿En qué consiste la vigilancia? Se sugiere con muy pocas palabras: «dio a cada uno de sus criados su tarea». Esa es, en parte, la misión del Adviento: reflexionar sobre la propia tarea recibida de Dios y examinar si la cumplimos debidamente.

 

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Primer Domingo de Adviento. Ciclo B. 29 de noviembre, 2020

Domingo, 29 de noviembre de 2020
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Lo que os digo a vosotros, lo digo a todos. ¡Velad!”

(Mc 13, 33-37)

¡Ya está cerca! Es lo que nos dice y nos repite a todos este tiempo de Adviento. Es la cuenta atrás de algo querido y esperado. La emoción empieza a hacernos cosquillas en el corazón porque lo que esperamos, mejor dicho, a quien esperamos es bueno, ¡muy bueno!

Como sucede cuando esperas a alguien miramos el reloj una y otra vez, como si al mirarlo hiciéramos que el tiempo pasara más deprisa. Y repetimos con emoción: ¡Ya llega!, ¡Ya queda menos! ¡MARANATHA!

Es Jesús mismo quien, al empezar el Adviento, nos aconseja que estemos despiertas. ¡Velad!  El día de Navidad tiene fecha en el calendario, pero el momento en el que Él se va a hacer presente en nuestra vida no sabemos cuál es.

Nos puede sorprender en la oración, pero también en el autobús, en una enfermedad, o en la mirada de una persona querida.

No, no sabemos el día ni la hora. Tampoco el lugar. En este primer domingo de Adviento te invitamos a traer al corazón algún momento de encuentro con Dios que haya sido significativo en tu vida, ese momento, o momentos, que guardas como un tesoro.

Acércate a él, destápalo despacio, como quien saca un objeto valioso de su caja y contémplalo. Deja que haga vibrar tu corazón, que lo ponga en marcha para empezar este Adviento. No tengas prisa; saborea tu recuerdo. Y cuando termines, no lo guardes, déjalo visible. Sí, como un adorno navideño. O como ese objeto que solo tú y otra persona sabéis que tiene mensaje.

Los símbolos nos conectan con nuestra realidad más profunda, por eso ante ellos experimentamos algo más que recuerdos. Son aliento y confianza, experiencia que se renueva.

Oración.

Enciende, Trinidad Santa, en nosotras, esos recuerdos de tu paso por nuestras vidas, para que nuestro corazón pueda ser un lugar acogedor en el que vengas a nacer.

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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El Adviento es ficción, Él viene en cada instante.

Domingo, 29 de noviembre de 2020
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jesus-meditando-600x400Mc 13,33-37

Estamos en el primer día del Nuevo Año litúrgico. Comenzamos con el Adviento, que no es solamente un tiempo litúrgico, sino toda una filosofía de vida. Se trata de una actitud vital que tiene que atravesar toda nuestra existencia. No habremos entendido el mensaje de Jesús si no nos obliga a vivir en constante búsqueda de lo que ya tenemos. Lo importante no es recordar la primera venida de Jesús; eso es solo el pretexto para descubrir que ya está aquí. Mucho menos prepararnos para la última, que solo es una gran metáfora. Lo importante es descubrir que está viniendo en este instante.

Todo el AT está atravesado por la promesa y por la espera. Según el relato bíblico, Dios les va prometiendo lo que ellos en cada momento más ansían. A Abrahám, descendencia; a los esclavos en Egipto, libertad; a los hambrientos en el desierto, una tierra que mana leche y miel; cuando han conquistado Canaán, una nación fuerte y poderosa; cuando están en el Exilio, volver a su tierra; cuando destruyen el templo, reconstruirlo; etc. En el AT siempre les promete cosas terrenas porque es lo único que ellos esperan. Jesús promete algo muy distinto. “He venido para que tengan Vida y la tengan abundante.”

Según el AT Dios les puso la zanahoria delante de las narices o el palo en el trasero para hacerles caminar según su voluntad. Tomado al pie de la letra sería ridículo. Dios no hace promesas para el futuro, porque ni tiene nada que dar ni tiene futuro. Las promesas de Dios son hechas por los profetas, como una estratagema, para ayudar al pueblo a soportar momentos de adversidad, que ellos interpretaban como castigo por sus pecados. Nada de lo que anunciaron los profetas se cumplió en Jesús. Gracias a Dios, porque todos los textos están encaminados hacia una salvación de seguridades materiales. Hoy podemos entender aquellas imágenes como metáforas de la verdadera salvación.

La clave del relato evangélico está en la actitud de los criados. Nos quiere decir que Dios está siempre viniendo. Él es “el que viene”. La humanidad vive un constante adviento, pero no por culpa de un Dios cicatero que se complace en hacer rabiar a la gente obligándola a infinitas esperas antes de darle lo que ansía. Estamos todavía en Adviento, porque estamos dormidos o soñando con logros superficiales, y no hemos afrontado con la debida seriedad la existencia. Todo lo que espero de Dios, lo tengo ya dentro de mí.

Vigilad. Para ver no solo se necesita tener los ojos abiertos, se necesita también luz. No se trata de contrarrestar el repentino y nefasto ataque de un ladrón. Se trata de estar despierto para afrontar la vida con una conciencia lúcida. Se trata de vivir a tope una vida que puede transcurrir sin pena ni gloria. Si consumes tu vida dormido, no pasa nada. Esto es lo que tenía que aterrarte; que pueda transcurrir tu existencia sin desplegar las posibilidades de plenitud que te han dado. La alternativa no es salvación o condenación. Nadie te va a condenar. La alternativa es o plenitud humana o simple animalidad.

Pues no sabéis cuándo es el ‘momento’. En griego hay dos palabras que traducimos al castellano por “tiempo”: “kairos” y “chronos”. Chronos significa el tiempo astronómico, relacionado con el movimiento de los cuerpos celestes. Kairos sería el tiempo psicológico, el momento oportuno para tomar una decisión. Por no tener en cuenta esta sencilla distinción, se han hecho interpretaciones descabelladas. En el evangelio que acabamos de leer, se habla de kairos. Naturalmente que el hombre, como criatura se encuentra siempre en el chronos, pero lo verdaderamente importante para él es vivir el kairos.

El punto clave de nuestra reflexión debe ser: ¿Esperamos nosotros esa misma salvación que esperaban los judíos? Si es así, también nosotros hemos caído en la trampa. Jesús no puede ser nuestro salvador. La mejor prueba de que los primeros cristianos, verdaderos judíos, no estaban en la auténtica dinámica para entender a Jesús, es que no respondió a sus expectativas y creyeron necesaria una nueva venida. Esta vez sí, nos salvará de verdad, porque vendrá con “poder y gloria”. ¿No os parece un poco ridículo? La médula de su mensaje es que la salvación, que Dios nos ofrece, está en la entrega y el don total.

Las primeras comunidades oraban: “Maranatha” (ven Señor). Vivieron la contradicción de una escatología realizada y otra futura. “Ya, pero todavía no”. “Ya” por parte de Dios, que nos ha dado ya la salvación. “Todavía no” porque seguimos esperando una salvación a nuestra medida y no hemos descubierto la verdadera salvación, que ya poseemos. Aquí radica el sentido del Adviento. Porque “todavía no” ha llegado la verdadera salvación, tenemos que tratar de adelantar el “ya”. Eso no lo conseguiremos, si seguimos dormimos.

Luchar por un mayor consumismo y creyendo que en él está la verdadera salvación sería una trampa. Descubrir ese engaño sería estar despiertos. El ser humano sigue esperando una salvación que le venga de fuera, sea material, sea espiritual. Pero resulta que la verdadera salvación está dentro de cada uno. En realidad, Jesús nos dijo que no teníamos nada que esperar, que el Reino de Dios estaba ya dentro de nosotros. En este mismo instante está viniendo. Si estamos dormidos, seguiremos esperando.

La falta de encuentro se debe a que nuestras expectativas van en una dirección equivocada. Esperamos un Dios que llegue desde fuera. Esperamos actuaciones espectaculares por parte de Dios. Esperamos una salvación que se me conceda como un salvoconducto, y eso no puede funcionar. Da lo mismo que la espere aquí o para el más allá. Lo que depende de mí no lo puede hacer Jesús ni lo puede hacer Dios. Esta es la causa de nuestro fracaso. Seguimos esperando que otro haga lo que solo yo puedo hacer.

La religión me ofrece salvación, pero solo me salva de los lazos que ella misma me ha colocado. Dios es la salvación y ya está en mí. Lo que de Dios hay en mí es mi verdadero ser. No tengo que conseguir nada ni cambiar nada en mi auténtico ser, simplemente tengo que despertar y dejar de potenciar mi falso yo. Tengo que dejar de creer que soy lo que no soy. Esta vivencia me descentrará de mí mismo y me proyectará hacia los demás. Me identificaré con todo y con todos. Mi falso ser, mi individualidad, será disuelta.

El verdadero problema está en la división que encontramos en nuestro ser. En cada uno de nosotros hay dos fieras luchando a muerte: Una es mi verdadero ser que es amor, armonía y paz; otra es mi falso yo que es egoísmo, soberbia, odio y venganza. ¿Cual de los dos vencerá? Muy sencillo y lógico. Vencerá aquella a quien tú mismo alimentes.

Como los judíos, seguimos esperando una tierra que mane leche y miel; es decir mayor bienestar material, más riquezas, más seguridades de todo tipo, poder consumir más… Seguimos pegados a lo caduco, a lo transitorio, a lo terreno. No necesitamos para nada, la verdadera salvación o, a lo máximo, para un más allá. Si no sientes necesidad no habrá verdadero deseo, y sin deseo no hay esperanza. Hoy ni los creyentes ni los ateos esperamos nada más allá de los bienes materiales. También Dios sigue esperando.

Meditación

Para ver se necesita tener los ojos abiertos,
pero también se necesita la luz.
Para nosotros la luz es Jesús.
Despertar solo depende de mí.
Puedo pasarme la vida entera dormido,
pero entonces no podré culpar a nadie.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Despertad.

Domingo, 29 de noviembre de 2020
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the-savior-suffers-in-gethsemane-_dsc0589-1800“Ciertas cosas son tan importantes que necesitan ser descubiertas solas” (Paulo Coelho)

Mc 13, 33-37 Que, al llegar de repente, no os sorprenda dormidos”

En el inicio del nuevo año litúrgico, Isaías clama a Dios: ¡Ojalá rasgases el cielo y bajases! (Is 63) Muy extraviado debía andar el visionario profeta en las terrestres brumas, al reclamar con tanta fuerza la luz dal cielo. En el mismo Do mayor lo invoca el Salmista: Restáuranos, que brille tu rostro y nos salve (Sal 79).

Dante abre con estas líneas su Divina Comedia:

“En medio de este camino que llamamos nuestra vida
me encontré en un oscuro bosque
sin un camino claro para atravesarlo”…

Probablemente el poeta florentino se vio simplemente perdido. Y quizás como él también nosotros nos vemos dando palos de ciego en nuestra historia porque no nos encontramos del todo despiertos. Porque hemos hecho de ella una mala noche en duermevela, sin tomarnos en serio el consejo de Jesús: Velad, pues no sabéis cuando vendrá el dueño de la casa.

Pablo Neruda lo cantó también de esta manera:

“Tengo deberes de mañana.
Trabajos de mediodía.
Debo abrir ventanas, echar abajo puertas,
romper muros, iluminar rincones.
Debo repartirme hasta que todo sea día,
hasta que todo sea claridad
y alegría en la tierra”.

Y quizás también porque nos falte la sabia disposición a estar siempre donde realmente estamos y vivir allí con plenitud, en la oscuridad o en la luz, sin que necesitemos ir a ningún otro lugar, como aconsejan los sabios.

El Evangelio propone la vela como una actitud básica del cristiano. Como la herramienta adecuada para encontrar a Jesús “aquí y ahora”, en medio de nuestra vida cotidiana. En medio de ese bosque oscuro del místico, que respira, que escucha. Que nos responde cuando le preguntamos, como sugiere David Wagoner (Ohio 1926) en su poema titulado Perdido, inspirado en la tradición de los indios americanos.

Otro ilustre rastreador de sí mismo, astrofísico de formación, Jeff Foster, aborda en sus conferencias la búsqueda espiritual –que califica de diversión cósmica– y la Claridad presente en el Centro de todo. Su libro Despierta del sueño de la separación: La vida sin centro, señala en el Prólogo que tiene como objetivo desvelar lo que hay de extraordinario en lo ordinario, lo que hay de espiritual en lo material, y apuntar hacia la libertad y la iluminación que nos esperan, permanentemente, en los entresijos de la vida.

“¡Velad!” quiere significar ser yo mismo, ser la expresión del amor que soy y ver la perfección en mí mismo, en los demás y en el mundo que nos rodea.

PERDIDOS

Párate quieto, los árboles hacia delante y los árboles por detrás.
No están perdidos. Cualquier lugar en donde te encuentres se llama Aquí.
Y deberás tratarlo como a un poderoso extraño.
Deberás pedir permiso para conocerlo y para hacerte conocer.

El bosque respira. Escucha. Responde.
He construido este lugar a tu alrededor.
Si lo abandonas, puedes volver de nuevo, diciendo Aquí.
Ni siquiera dos árboles son iguales para Cuervo.
Ni dos ramas son las mismas para Reyezuelo.

Si lo que hace un árbol o un arbusto pasa desapercibido por ti,
estás verdaderamente perdido.
Párate quieto. El bosque sabe
donde estás. Deja que te encuentre.

David Wagoner

Vicente Martínez

Fuente Fe Adulta

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Estad atentos, esperanzados y comprometidos.

Domingo, 29 de noviembre de 2020
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cosmosMc 13, 33-37

29.11.2020 Primer domingo de Adviento

Empezamos Adviento y continuamos en pandemia. Por eso, este Adviento tiene que ser diferente. Las circunstancias lo exigen. Teniendo en cuenta esto, mi reflexión hoy gira alrededor de estas tres preguntas: ¿A qué prestar atención? ¿Qué esperamos? ¿Qué tenemos que hacer?

Empezamos el año litúrgico. Estamos en Adviento y en una pandemia mundial. Estas circunstancias nos dan ocasión de reflexionar sobre lo que nos está pasando, sus causas y consecuencias. También para revisar nuestros estilos de vida, que suponemos que algo tienen que ver con lo que está ocurriendo. Esta pandemia global puede ser una buena oportunidad para analizar y cambiar nuestra visión de la realidad y nuestras relaciones con la naturaleza y entre nosotros. Porque debemos pensar que algo hemos hecho mal para que estemos como estamos. Reflexionar sobre lo que nos está pasando, sus causas y consecuencias nos permitirá atisbar qué tenemos que hacer para superarlas.

Aprovechemos este tiempo de Adviento, tiempo de inicio del nuevo año litúrgico, momento oportuno de programar el futuro inmediato, para elaborar nuestro plan de transformación y cambio de aquellos comportamientos que individual y/o colectivamente hayan causado directa o indirectamente esta emergencia mundial. Como cristianos, seguidores del estilo de vida de Jesús de Nazaret, el Adviento es un tiempo oportuno, un Kairós, para la renovación de nuestros compromisos con el estilo de vida que nos muestra el Evangelio. Acudamos a lo que hoy nos dice el texto de Marcos en busca de respuesta a las tres preguntas que guían nuestra reflexión de hoy.

¿A qué prestar atención? Mc 13: Estad atentos, vigilad como centinelas en la noche

El autor de Marcos 13 contrapone la atención al estar dormidos. Nos pide una atención concentrada, profunda. La atención es una disposición de querer ver con precisión, buscando comprender. Hoy nos concentramos en este “Adviento en pandemia”. Atentos como centinelas en la noche de la pandemia. Esta epidemia nos ha sorprendido. Nos seguimos preguntado cómo es posible que un virus insignificante ponga en emergencia a la humanidad entera. Por qué ha sucedido. Cuándo acabará. Cómo saldremos de ella. Qué habremos aprendido. Qué consecuencias tendrá. Cómo las afrontaremos. Qué adaptaciones nos exigirá. Y así un sinfín de preguntas. Nosotros que creíamos que teníamos control sobre todo, que éramos los señores de la creación, que éramos autosuficientes, etc.. ¡Qué inconsciencia! ¡Además de vulnerables somos impotentes ante este virus minúsculo!

No puede cundir el pesimismo ni el miedo. Para estas sombras los cristianos tenemos que ser luz. Jesús lo fue en sus días y nosotros lo tenemos que ser aquí y ahora. Tenemos todo lo que necesitamos para ello, si utilizamos nuestros recursos materiales y espirituales. Nuestra razón y nuestra fe-confianza. Con la mente bien abierta, atenta, podemos y tenemos que analizar lo que nos está pasando, descubrir y comprender sus causas y comprometernos con los cambios necesarios. Modificadas las causas se modifican los efectos. Nuestra razón fortalecida con la fuerza del Espíritu podrá llevar adelante la transformación necesaria.

Una pandemia de esta magnitud tiene muchas causas y una larga historia. Entre las causas: Ruptura del equilibrio planetario por sobreexplotación de recursos naturales, Globalización parcial y olvido de las desigualdades que el sistema económico está creando, desigualdad e injusticia social cada vez más grande. perdida de referencias éticas universales, inversión de la escala de valores. obsesión por el tener y consumir. Habíamos olvidado que el ídolo tiene los pies de barro (finitud, vulnerabilidad, la interdependencia con todo), la pérdida de los referentes transcendentes y espirituales, materialismo, la ausencia de Dios. También habíamos olvidado la filiación divina y su ley: el amor y fraternidad universal.

A esas causas el papa Francisco (Fratelli Tutii) llama “Sueños rotos” y junto a estas sombras coloca “Las Semillas del Bien” que también la pandemia ha sacado a la luz. Ellas son la razón de la esperanza en que otro mundo mejor es necesario y posible. En este tiempo de pandemia hemos visto florecer espontáneamente la bondad, solidaridad y gratuidad en muchas personas de nuestro entorno. ¡Cuánta gente cuidando a los que lo necesitan! Esto nos da motivos de esperanza: Todavía estamos a tiempo. No todo está perdido.

¿Qué esperamos? ¿Qué hemos aprendido? Esperamos salir de esta situación convencidos de que tenemos que cambiar nuestro estilo de vida. Hemos aprendido que podemos salir mejores personas.

Consideramos el Adviento como tiempo de esperanza: algo bueno puede suceder si nos empeñamos en ello. Los humanos somos capaces de ello. Los creyentes en el Dios de Jesús tenemos motivos para sentirnos sacramento de esperanza. Los cristianos celebramos en Adviento que el Dios en quien creemos se hace carne. Es encarnación en Jesús, en nosotros y en todo. El Dios en el que hoy creemos nos lo ha revelado Jesús de Nazaret. Es un Dios inmanente, no afuera sino dentro, no arriba sino abajo, con nosotros, en nosotros. Un dios que respeta nuestra libertad y autonomía. Que no actúa sino que nos da la responsabilidad de que actuemos nosotros con Él y por Él. Que nos hace cocreadores con Él. Que nos da todo lo que necesitamos para conseguir la realización de su proyecto amoroso sobre toda la creación. Y nos da la fuerza, la posibilidad de transformarnos y transformar la realidad. El humano, como especie y como individuo, va descubriendo poco a poco la presencia de Dios y se le representa en imágenes que evolucionan con su propia evolución como ser vivo y en desarrollo hacia su plenificación biológica y espiritual. Siempre estamos en proceso, en progreso. Somos seres abiertos, inacabados, siempre por completar. En búsqueda de su plenificación. ¿Cómo? La respuesta en la pregunta siguiente.

Si así es nuestro Dios y así somos nosotros ¿Qué podemos esperar de Él? Que nos ayude a completar la creación, nuestra creación y la del resto de su obra. Todo está en evolución. Todo está abierto, por plenificar. Todo es posibilidad en espera de realización. Que venga a nosotros su Reinado. Traducido a nuestra lengua: Que construyamos un mundo de justicia, paz y amor. Un mundo más justo y fraternal. Que el Reinado de Dios se realice exige que nos impliquemos y comprometamos en ello. En medio de la pandemia también Dios está con nosotros trabajando en su resolución a través de nuestro empeño y compromiso. El Señor está con nosotros pero le tenemos que descubrir y ayudar a nuestros hermanos a que lo descubran.

Los creyentes, como sacramento de la esperanza, están comprometidos con el Reinado de Dios aquí y ahora. Ante la situación de emergencia en que estamos, la actitud puede ser negativa, desmoralizada o positiva y constructiva. Los cristianos elegimos la actitud positiva y decidimos aprovechar las enseñanzas que nos ofrece el momento presente. Ha despertado los mejores sentimientos de la persona humana. El miedo ha paralizado a muchos, pero a otros los ha puesto en movimiento solidario y gratuito. El virus ha sacado la bondad que también hay en todo ser humano. Humanización e interdependencia dan como resultado una buena persona que sabe que es un ser para los demás y que su felicidad está en el servicio al necesitado.

¿Qué tenemos que hacer? ¿Qué compromisos tenemos que asumir para construir el Reinado de Dios aquí y ahora?

A pesar de las sombras y sufrimiento, la pandemia nos ha reportado el ejemplo de solidaridad y gratuidad de que es capaz la humanidad. La bondad lo mismo que el mal nos constituye. El ser humano está hecho a imagen y semejanza de Dios-Amor, amor incondicional y misericordia sin límites. El bien en nosotros es más fuerte que el mal. Lo que de Dios hay en mi es más grande que mi miseria y límites. Mi verdadero ser es bondadoso. Estamos hechos de amor y para el amor. Si de verdad vivimos esto, podemos, ser sal, luz y fuerza unos para otros como nos manda Jesús.

Nuestro amor tiene que ser activo y comprometido. Obras son amores. No podemos seguir igual después de lo que estamos viviendo. Tenemos que cambiar nuestro estilo de vida. El cambio es necesario y posible. Cambios en el sentido contrario de las causas que nos ha traído a esta situación de emergencia. Seríamos necios si no aprendemos y nos transformamos. Hay que volver a las causas para caminar a la búsqueda de su antídoto: Revisión de nuestros hábitos de consumo, solidaridad frente a individualismo, decrecimiento frente a afán posesivo, austeridad y sobriedad compartida, gratuidad.

Compromiso: Empezar con ilusión el nuevo año litúrgico, sostener la esperanza, hacer presente a Dios con mi vida para que cuando tantos me pregunten ¿dónde está Dios? pueda contestar desde mi vivencia: Dios está en ti y en mí todo haciendo todo nuevo.

África De la Cruz Tomé

Fuente Fe Adulta

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No hay vida sin despertar

Domingo, 29 de noviembre de 2020
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Atardecer-Zizur.1Domingo I de Adviento

29 noviembre 2020

Mc 13, 33-37

Las palabras de Jesús remarcan una actitud básica: la importancia de vivir despiertos y despiertas. Lo cual equivale a ser conscientes de lo que somos y a vivir en coherencia con ello.

 Estamos dormidos mientras permanecemos en la superficie, “lejos” de nosotros mismos, de los demás, de la vida. Nos movemos entonces como personajes de un sueño en busca de sus propios intereses, sin ni siquiera cuestionarnos el porqué y el para qué de la existencia. En consecuencia, nos olvidamos de “ser” y priorizamos el “tener”, el “hacer”, el entretenerse…

 Despertar es ser, de una manera cada vez más constante e ininterrumpida. “Solo ser”, como dijera el poeta Jorge Guillén. Y en la certeza –estas son palabras de Jesús de Nazaret– de que todo lo demás “se nos dará por añadidura”.

 ¿Qué requiere “ser”? Poner consciencia, o mejor aún, vivir con consciencia. Algo que desaparece cuando estamos “dormidos”. Por lo cual, es probable que necesitemos entrenarnos en activarla.

 Poner consciencia implica una especie de viaje de “vuelta a casa”. Y el entrenamiento, en tal caso, pasa por acercarnos a nosotros mismos, desde una actitud inicial de aceptación y unos sentimientos de cercanía y de amor hacia sí.

 A partir de ahí, a través de esa “puerta de entrada”, podemos entrar en contacto con la Vida que somos, más allá de la persona en la que nos estamos experimentando. Hasta experimentar que, en realidad, no vivimos, sino que somos vividos. Y desde esa comprensión nos convertimos, de manera consciente, en cauces por los que la vida se despliega. Hemos despertado.

  Para que el despertar se produzca, necesitamos “velar”, que puede traducirse en un doble cuidado: por un lado, cuidar los tiempos de silencio para alimentar la consciencia de cercanía amorosa a nosotros mismos y saborear la vida que somos; por otro, cuidar la atención consciente a lo largo del día para mantener viva de manera continuada aquella conexión… o volver a ella cada vez que notemos que nos hemos “alejado”.

¿Escucho el anhelo interior que me llama a vivir despierto/a?

Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

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¿Estamos condenados a ser una sinfonía incompleta?

Domingo, 29 de noviembre de 2020
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acb6c736023e921f629777512eba108fDel blog de Tomás Muro, La Verdad es libre:

Primer Domingo de Adviento (ciclo B)
29. Noviembre.2020

  1. Tiempos difíciles de desesperanza.

Vivimos tiempos difíciles, ¿y cuándo no?: Los habituales problemas y crisis de siempre: millones de personas que viven sin nada: el hambre en el mundo, las catástrofes originadas por la naturaleza, el sangrante problema de las pateras, los millones de parados, etc. La situación eclesiástica en la que vivimos muchas diócesis es fuente de una gran desilusión en muchos cristianos, en muchos de nosotros, es causa de una gran decepción y cansera. Quizás algunas decepciones, viejos fracasos y asignaturas pendientes borbotean en nuestra existencia.

A todos esos motivos de desesperanza, cuando no de desesperación, este año el Adviento se nos presenta impregnado por la pandemia que asola la tierra, la humanidad.

Vivimos un “clima” de incertidumbre, de cierto miedo y de una difusa angustia, de alguna soledad profunda que puede dañar nuestra psicología y nuestra vida.

Es un terreno muy abonado para la desesperanza.

  1. Ocultamiento de las grandes cuestiones.

La mayor parte de las conversaciones que tenemos hoy en día giran en torno a la pandemia: discusiones políticas, el lavado de manos, mascarillas, confinamientos, vacunas, etc. Y es natural que sea así. Es natural, pero no es lo definitivo.

Si seguimos el momento cultural científico que nos viene desde la Ilustración del siglo XVIII, lo mejor que podemos hacer es yugular las grandes cuestiones de la vida y, en consecuencia, anular el pensamiento sobre ellas.

Parece como si estuviera prohibido, vetado que afloraran, que brotaran y afloraran las grandes cuestiones de la vida. Sin embargo las cuestiones decisivas escapan al mundo político y al pensamiento científico. La dimensión transcendente del ser humano, llámese espíritu, alma, etc. el sentido de la vida, la muerte, la ética, el futuro absoluto, etc. escapan a la vida política y a la vida científica.

Ante ciertos problemas, ante la vida misma el hombre primitivo está mejor dotado y preparado que el intelectual o científico de bata blanca de los parques tecnológicos y laboratorios médicos. La diferencia entre el hombre primitivo y el hombre científico moderno – postmoderno no radica en que uno tenga más y mejores conocimientos, sino en la actitud ante la vida. El hombre, la sociedad de mentalidad científica piensa que no hay nada que no pueda ser conocido o dominado por la razón, por la ciencia mediante el cálculo. Pero esto no es así. La ciencia no es capaz de resolver la cuestión del sentido de la vida, de la muerte, etc.

  1. Divertíos (dormid) mientras podáis o, mejor: velad, vivid despiertos.

         Porque la ciencia y el momento cultural actual no pueden resolver estas cosas, es por lo que la solución que se busca a estas grandes cuestiones es la diversión, el adormecer y narcotizar la vida.

         Sin embargo lo propio del ser humano, y del creyente, es vivir despiertos, lúcidos, ¡velad!

Hay quien piensa que esta es una visión demasiado pesimista. Pero la vida no se reduce a pesimismos y optimismos. Es un infantilismo edulcorar la vida de “contentos rápidos” o sedantes. La frustración y la desilusión, la desesperanza no se remedia con el “sueño”, dormidos. Vivir dormidos es vivir sin “tono vital”.

Jesús en el evangelio nos llama a vivir en esperanza: Velad, vigilad. No tengáis miedo, pero vivid lúcida y serenamente.

Hay momentos en los que no hay lugar al más mínimo resquicio para el optimismo, pero ahí precisamente es donde comienza la esperanza. Cuando una persona ha muerto, en un funeral no hay motivo alguno para el optimismo, pero es el momento de la esperanza.

Esperar es una actitud real y radical en la vida.

Por otra parte, sabemos por experiencia que el ser humano no es capaz de hacerse feliz a sí mismo. Por más que lo intentamos, no logramos culminar nuestra existencia. Ahí nace la esperanza en Dios. Dios es nuestra plenitud.

La esperanza futura es la felicidad del presente.

         El ser humano por nacimiento vive esperanzadamente. La esperanza es la relación de confianza que establezco con el futuro. Esperamos un futuro mejor del que actualmente somos y tenemos, sobre todo aguardamos un futuro absoluto y pleno. Cuando no se confía en el futuro comienzan a abrirse brechas a la desesperanza, si no a la desesperación, lo cual comienza a ser más que problemático.

Al comenzar el adviento despertemos y avivemos la esperanza. Miremos hacia el horizonte absoluto.

  1. ¿Estamos condenados a ser una sinfonía incompleta?

         La suma de desilusiones nos puede impregnar el alma de la sensación de que “no tenemos remedio”. “Nuestro fracaso está asegurado”.

El adviento es un humilde recuerdo de que nuestra historia personal y comunitaria no se agota en sí misma, sino que termina en Dios. Nuestra mirada está en Dios.

 nosotros somos la arcilla y tú el alfarero: somos todos obra de tu mano, (Isaías).

De la suma de desesperanzas se puede concluir que hemos de seguir esperando hasta el futuro absoluto

  1. La esperanza es la más frágil de las dimensiones humanas

         La esperanza es débil, la virtud más humilde. La esperanza, como el grano de trigo, son humildes, sencillos, pero llenos de vida.

Porque la esperanza es débil la podemos perder con alguna facilidad. Por ello hemos de cultivar la esperanza con vitalidad. De esto saben mucho los depresivos, los psiquiatras, los maestros de espiritualidad, posiblemente todos nosotros.

Nostalgia viene del griego: nostos: vuelta, regreso y algos – algia: dolor. Es la entraña misma del adviento: un dolor infinito hasta que el Señor vuelva.

Ven pronto, Señor.

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Manos abiertas/Sentirnos aceptados

Sábado, 28 de noviembre de 2020
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Del blog de Henri Nouwen.

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El siguiente texto de Nouwen fue parte de mi meditación esta mañana: “Cada vez que te animas a soltar y entregar uno de tus numerosos temores, tu mano se abre un poco y tus palmas se despliegan en un gesto de recepción. Por supuesto que tienes que ser paciente, hasta que tus manos se abran por completo”.

Varios verbos: soltar, entregar, abrir, desplegar, y al final recibir. Todos ellos me hacen pensar en salir, vaciar, descargar, liberar. Me hablan de un camino de iniciación que supone pasar de unas manos cerradas, como puños o como garras, dispuestas a golpear o a quitar, arrebatar, para pasar a unas manos que se abren, que ofrecen o que piden.

¿Qué necesito? Animarme, poner deseo y voluntad para llegar a esa disposición, pero consciente de que es un camino, un proceso gradual, un crecimiento lento. Paciencia. Combino la imagen de las manos abiertas de Nouwen, con las de las manos vacías de Teresita.

¿Lo anterior es posible?

“Cuando nos enteramos de que alguien verdaderamente nos acepta por completo, queremos entregar todo lo que podemos y, a menudo, al entregar descubrimos que tenemos mucho más de lo que creíamos” (Nouwen).

Ahí radica el misterio, en sabernos amados y aceptamos de manera incondicional. Entonces algo pasa en nosotros, algo se rompe (la cárcel, el miedo) y algo se abre (un camino, un hogar). Abrir las manos, abrirse, es confiar, y al hacerlo, en nuestras manos abiertas y vacías, nacen flores, brotan frutos. Nos habían engañado, no sabíamos que eramos tierra buena, que eramos hijos, herederos.

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"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad ,

Ni aceptación ni respeto, sino rechazo total

Sábado, 28 de noviembre de 2020
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a29c02aA propósito de Mt 22,15-21*
JOSÉ RAFAEL RUZ VILLAMIL,
Yucatán (México).

ECLESALIA, 20/11/20.- Judea, como las demás provincias ocupadas por el imperio Romano, esta sometida a impuestos brutales a tal punto que los gravámenes exigidos por el ocupante pueden afectar hasta un 50% del total de los ingresos anuales de una familia. Así, nada de extraño tiene que la revuelta encabezada por Judas el Galileo en el año 6 d.C. —origen del movimiento activista zelota— haya sido provocada por un censo organizado en función de la recaudación hacendaria, o que el levantamiento del año 70 d.C. contra Roma tuviese como causa principal la negativa de los judíos sublevados a pagar tributos. Y como en casi todo el Imperio, el cobro de impuestos está arrendado en una tasa alzada a recaudadores —publicanos— que se encargan de recaudar tanto los gravámenes indirectos a las transacciones comerciales y productos, como de cobrar las tasas directas: el impuesto al patrimoniosegún las propiedades y el impuesto personal, que afecta a cada individuo prescindiendo de la cuantía de sus bienes.

Es, pues, en relación con este último, el impuesto personal —tributum capiti—, que Jesús de Nazaret es desafiado —con lo que Joachim Gnilka (El Evangelio según San Marcos, Salamanca, 1997) considera “una de las preguntas más tensas de todo el evangelio”—. Es harto indicativo que el Galileo pida que la moneda en cuestión le sea mostrada ya que de allí se infiere que no lleva denarios romanos consigo; y es que esta moneda en el anverso lleva la imagen de Tiberio con la inscripción: “César Tiberio Augusto, hijo del divino Augusto”, continuada en el reverso “Pontífice máximo”, junto a la efigie de Livia, la emperatriz madre, sentada en un trono de dioses con una rama de olivo como la caracterización de la paz celestial, cosa que tenía que resultar más que chocante al pensamiento sociorreligioso judío.

De ahí que la respuesta del Maestro en relación con el impuesto romano es de rechazo abierto en cuanto que la presencia del césar de Roma supone una ofensa al Yahvé de Israel, tanto en sí misma pues él es el único soberano y señor, cuanto por venir a ser la causa del expolio y, por consiguiente, de la miseria de tantos de sus compatriotas: así «lo del César devuélvanselo al César, y lo de Dios a Dios» hay que entenderlo, de una parte,como un rechazo a la apropiación del Emperador del fruto del trabajo traducido en el impuesto, y de otra, un rechazo a la pretensión del César de sustituir a Dios por la aceptación de su imagen y de su inscripción en el denario del tributo. Y, aunque este rechazo no supone en modo alguno la vía de la violencia de los zelotas, no deja de haber un punto de coincidencia con aquellos nacionalistas apasionados por la causa de Dios y de Israel.

Y es que Jesús de Nazaret, judío como es, mal podía estar de acuerdo con quienes expolian a sus hermanos, sabiendo además que los impuestos mantienen, a más de la corte y el ejército del césar Tiberio, a los habitantes de Roma —exentos de todo tributo por su calidad de ciudadanos—: militares, burócratas o, de plano, parásitos sociales que disfrutan de un nivel de vida escandaloso por el lujo y la afición al consumo de artículos suntuarios de importación. No de balde, cuando las autoridades religiosas judías entregan a Jesús a Pilato, la causa religiosa manejada en el juicio del Sanedrín venga a ser planteada como un asunto politicoeconómico: «Hemos encontrado a éste alborotando a nuestro pueblo, prohibiendo pagar tributos al César y diciendo que él es Cristo rey», acusación excesiva, sí, pero que no deja de ser un eco de la postura del Maestro en relación con el Imperio romano.

Así pues, la percepción que del Galileo tienen tanto de las autoridades religiosas judías como de las autoridades de ocupación romanas vino a ser, sin duda, magnificada por sus propios miedos y prejuicios pero no incorrecta: el Reino de Dios es radicalmente incompatible con un Estado opresor que se apropia del trabajo del hombre —sagrado en cuanto reflejo del trabajo de Dios— mediante exacciones injustas. Y es que en tiempos de Jesús, como viene sucediendodesde que las sociedades están organizadas como tales, el tributo, al menos en su origen, es una expresión de solidaridad en tanto que es una forma estructurada para compartir los frutos del trabajo en función de una justicia subsidiaria, siempre y cuando el Estado encargado de recaudarlo lo redistribuya de una manera justa: ¡es impensable que, precisamente, Jesús de Nazaret se negara a la solidaridad —económica o de cualquier otra índole— cuando hace de ésta uno de los ejes de su predicación y de su praxis! Correlativamente y en consonancia con el Maestro y dejando la lectura sesgada del texto en cuestión que pretende una división de la esfera publica —particularmente económica— y el ámbito religioso, resulta inherente a la propia praxis de los discípulos el interesarse e intervenir críticamente en la administración política de la economía social como, en su momento, Jesús de Nazaret lo hiciera.

*«Entonces los fariseos se fueron y celebraron consejo sobre la forma de sorprenderle en alguna palabra. Y le envían sus discípulos, junto con los herodianos, a decirle: «Maestro, sabemos que eres veraz y que enseñas el camino de Dios con franqueza y que no te importa por nadie, porque no miras la condición de las personas. Dinos, pues, qué te parece, ¿es lícito pagar tributo al César o no?» Mas Jesús, conociendo su malicia, dijo: «Hipócritas, ¿por qué me tientan? Muéstrenme la moneda del tributo.» Ellos le presentaron un denario. Y les dice: «¿De quién es esta imagen y la inscripción?» Dícenle: «Del César.» Entonces les dice: «Pues lo del César devuélvanselo al César, y lo de Dios a Dios.» Al oír esto, quedaron maravillados, y dejándole, se fueron».

Mt 22,15-21

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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La desgarradora carta de un niño que le pide a Santa Claus que hable con Dios y descubra “si me ama por ser gay”

Sábado, 28 de noviembre de 2020
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Foto: Shutterstock

En Estados Unidos el servicio de correo hace cada fin de año algo que, sin duda, es muy bonito. Los niños envían sus cartas a Papá Noel con destino al Polo Norte y UPSPS intercepta varias de ellas en lo que se conoce como la Operación Santa. La Operación Santa permite que la gente que se quiera involucrar, por ejemplo cumpliendo sueños de niños desfavorecidos, pueda hacerlo.

Una carta desgarradora de un niño que le pregunta a Santa si apoya a la comunidad LGBT + está generando respuestas en línea.

La Operación Santa del Servicio Postal de los Estados Unidos, que coordina las respuestas a las cartas dirigidas a Papá Noel, compartió un desgarrador mensaje de un niño llamado Will.

Su carta dice: “Querido Santa, ¿apoyas a la comunidad LGBTQ y si puedes hablar con Dios, puedes decirle que lo amo y si él me ama por ser gay? Gracias. El amor lo hará.”

Sin duda, conmueve. Y nos hace pensar lo realmente triste que puede ser que un niño tan pequeño sienta que Dios no lo quiere solo por ser homosexual. ¿Qué habrá escuchado en su casa, en el cole, en la televisión para llevarlo a tener ese temor?

En ejemplos como estos entendemos por qué es tan importante la educación sexual y diversa, que los niños no sientan rechazo por ser quienes son, que sepan que su orientación sexual es normal, y si profesan alguna religión, que alguien les cuente que el Papa ha expresado hace poco a padres y madres de jóvenes LGTB: Dios ama a vuestros hijos tal como son.

La carta ha recibido cientos de miles de «me gusta» en twitter. Pero como os podéis imaginar también mucha homofobia. Para muchos usuarios de twitter un niño no puede sentir que es gay. ¿Ah no? Pero sí puede saber que es heterosexual, ¿no? Si puedes preguntar a un niño de cuatro años si tiene muchas novias, pero no puedes entender que un niño de 8 crea que es gay. Mucho sentido… Pero además del odio, afortunadamente tenemos el amor. Y es lo que más ha recibido en las redes sociales la carta del pequeño Will.

La carta tocó la fibra sensible después de ser compartida en Twitter, donde ha atraído miles de respuestas de personas LGBT +.

Una respuesta decía: “Eso es lo más desgarrador. Y la peor parte es que si este niño pregunta esto, existe una gran posibilidad de que no esté recibiendo el amor que necesita “.

Otro usuario de Twitter agregó: “Me mata absolutamente que nuestra sociedad, en cualquier momento y especialmente en la actualidad, pueda grabar este horrible pensamiento en la mente de cualquiera”.

Otros recordaron haber crecido con las mismas preguntas sobre si serían aceptados debido a su sexualidad y luchar contra la homofobia.

Otra respuesta dice: “¿QUIÉN LE ESTÁ DICIENDO A ESTOS NIÑOS QUEER QUE SANTA NO LOS AMA, NECESITO NOMBRES”.

Una madre orgullosa escribió: “Es literalmente una de mis principales prioridades asegurarme de que mis hijos sepan que, sin importar quiénes son o a quién aman, nunca los negaré ni tampoco al Dios en el que creo”.

Lamentablemente, la carta ha provocado varias respuestas homofóbicas. “Según lo escrito, este chico es demasiado joven para saber si es gay o no. Y estoy seguro de que sus padres lo han estado presionando. – PsilosDipous (@PsilosDipous) 23 de noviembre de 2020

Otros fueron más comprensivos. “Para la gente que dice que sus padres le están forzando la idea de ser gay, es tan obvio que vive en un hogar cristiano. Así como es obvio que se piensa que está mal a los ojos de los dioses porque se pregunta si Dios todavía lo ama. Juro que todos ustedes dicen CUALQUIER COSA  Spooky Sunflowers (@ShookSunflowers) 23 de noviembre de 2020

Algunos señalaron que a los niños pequeños se les suele preguntar si están enamorados del sexo opuesto, así que ¿por qué es tan difícil de entender que algunos puedan tener sentimientos del mismo sexo? “El diagrama de Venn de la gente que dice que este chico es demasiado joven para saber si su gay y la gente que pregunta a los niños pequeños si tienen novia todavía es un círculo.” – Dalia (@xodahliagrace) 23 de noviembre de 2020

Algunos trataron de tranquilizar a Will y a otros jóvenes LGBTQ que Dios los ama: “Lo hace. Este mito de que Dios no ama a todo el mundo necesita ser abolido. El catolicismo no habla en nombre de Dios, y la idea de que lo hace ha cegado a millones. Dios nos ama a todos y cada uno de nosotros porque hemos sido creados de Él. Dios es amor y aquellos que viven en el amor viven en Dios.” – payton (@paytonagen) 23 de noviembre de 2020

Otros han expresado su simpatía por muchas de las otras cartas compartidas por los niños. Algunos están lidiando con padres que tienen una enfermedad grave o no tienen dinero para pagar las cuentas, mucho menos para los regalos.

Santa recibe miles de cartas cada año. Santa estaría encantado con esto: sus ayudantes más dedicados son una pareja gay. Por supuesto, no todas las cartas a Santa terminan en USPS, con una pareja gay de Nueva York que es famosa por aceptar la llamada después de recibir una inundación de cartas dirigidas a Santa.

santamen1-1024x538Jim Glaub y Dylan Parker comenzaron a recibir las cartas en 2010 después de mudarse a un apartamento en 22nd Street, Manhattan. Nadie sabe cómo el apartamento de la calle 22 llegó a ser etiquetado como la casa de Santa, pero la pareja ha pasado casi una década coordinando respuestas, uniendo cartas con personas dispuestas a ayudar y escribir respuestas.

2020 marca diez años del proyecto, mientras que un largometraje basado en la pareja que se informó anteriormente está en proceso.

Glaub dijo en una publicación de Facebook: “¡Este año marca DIEZ AÑOS conectando familias necesitadas con elfos de la vida real! Estamos probando incansablemente nuestro taller digital y lanzaremos la semana de Acción de Gracias con un nuevo sistema de emparejamiento. Gracias por su paciencia mientras luchamos contra la voluble bestia invernal de la tecnología “.

Fuente Pink News

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