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Escocia se disculpa con los hombres gais condenados por las leyes homófobas

Miércoles, 8 de noviembre de 2017
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gay-Scottish-marriageEl gobierno de Escocia aprueba la ley Alan Turing que perdonará a todos los hombres condenados antes de 2001 por leyes y regulaciones homófobas.

La primera ministra, Nicola Sturgeon, pedirá disculpas oficiales en nombre del gobierno en un comunicado.

Activistas por los derechos humanos piden al gobierno que vaya un poco más allá y compense económicamente a los represaliados por esas leyes ya abolidas. 

Ayer, 7 de noviembre, Escocia ha aprobado la ley Alan Turing, una nueva legislación que permitirá a los hombres gais condenados por su orientación sexual en base a leyes homófobas ya derogadas solicitar que se eliminen esos antecedentes de sus antecedentes penales.

La homosexualidad fue ilegal en Escocia hasta 1980 (Inglaterra y Gales la despenalizaron en 1967) y la edad de consentimiento sexual no se igualó a la de las relaciones heterosexuales hasta 2001. Los hombres que hayan sido condenados antes de 2001 por delitos que ya no se consideran tal podrán solicitar al gobierno que se eliminen esos antecedentes.

Además la Primera Ministra, Nicola Sturgeon, emitirá un comunicado en el que pedirá disculpas de forma oficial en nombre del gobierno escocés a todos los hombres que fueron condenados injustamente por esas leyes. “La disculpa se hará en nombre del gobierno escocés por el trato dado a los hombres homosexuales por gobiernos previos y coincidirá con la introducción de la nueva legislación que proveerá a los condenados bajo estas leyes un perdón automático“, ha explicado un portavoz del gobierno, que ha añadido también que la nueva ley corregirá “un error histórico” y llevará justicia a “aquellos que se vieron injustamente criminalizados por el simple hecho de amar a quien amaban.

Peter Tatchell, activista por los derechos humanos, ha celebrado la noticia y ha aplaudido a Sturgeon por pedir una disculpa “sin ambigüedades“. Pero varias ONG han pedido al gobierno que vaya un poco más y siga el modelo alemán para ofrecer a esos hombres una compensación económica simbólica a los hombres cuyas vidas fueron arruinadas por esas condenas: “Muchos hombres fueron encarcelados, multados, perdieron sus trabajos, se les echó de sus casas, fueron víctimas de palizas homófobas y se les condujo a la depresión, el alcoholismo, la enfermedad mental y el intento de suicidio. Merecen una recompensa.

Fuente | Gay Star News, vía estoyBailando

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“Pedimos perdón por las formas en que los cristianos han herido el Cuerpo del Señor”

Jueves, 2 de noviembre de 2017
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encuentro-entre-luteranos-y-catolicos_560x280Luteranos y católicos firman una declaración conjunta a los 500 años de la Reforma

“Estamos muy agradecidos por los dones espirituales y teológicos recibidos a través de la Reforma”

(Jesús Bastante).- Pedimos perdón por nuestros fracasos, las formas en que los cristianos han herido el Cuerpo del Señor y se han ofendido unos a otros durante los 500 años transcurridos desde el inicio de la Reforma hasta hoy“. Así reza la ‘Declaración conjunta’ que la Federación Luterana Mundial y el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos han suscrito hoy “al finalizar el 31 de octubre de 2017, el año de conmemoración común de la Reforma”.

Una conmemoración que, por primera vez, hemos compartido juntos y con nuestros asociados ecuménicos del mundo entero. En el documento, luteranos y católicos se muestran “muy agradecidos por los dones espirituales y teológicos recibidos a través de la Reforma“.

“Nosotros, luteranos y católicos, estamos profundamente agradecidos por el camino ecuménico que hemos recorrido juntos en los últimos 50 años”, prosigue el texto, que reconoce cómo, a lo largo de este tiempo, se ha profundizado en nuestra oración común, el culto y el diálogo ecuménico, que ha supuesto “la eliminación de prejuicios, una mayor comprensión mutua y la identificación de decisivos acuerdos teológicos”.

El documento hace un balance positivo de este año de la reforma, que arrancó con la oración común luterano-católica en Lund, con la presencia del Papa Francisco y la firma de una declaración conjunta “que recoge el compromiso de seguir recorriendo juntos el camino ecuménico hacia la unidad por la que oraba Cristo”.

Muchos miembros de nuestras comunidades anhelan recibir la Eucaristía en una mesa como expresión concreta de la unidad plena. Sentimos el dolor de quienes comparten su vida entera, pero no pueden compartir la presencia redentora de Dios en la mesa de la Eucaristía. Reconocemos nuestra conjunta responsabilidad pastoral para responder al hambre y la sed espirituales de nuestro pueblo de de ser uno en Cristo. Anhelamos que sea sanada esta herida en el Cuerpo de Cristo. Este es el propósito de nuestros esfuerzos ecuménicos, que deseamos que también progresen mediante la renovación de nuestro compromiso con el diálogo teológico”, insiste el documento, con palabras de la citada declaración.

“Por primera vez -resalta la declaración-, luteranos y católicos han considerado la Reforma desde una perspectiva ecuménica, lo que dio lugar a un nuevo enfoque de los acontecimientos del siglo XVI que llevaron a nuestra separación”, lo que puede redundar en “un estímulo al crecimiento de la comunión y un signo de esperanza a fin de que el mundo supere la división y la fragmentación. Una vez más, resultó claro que lo que tenemos en común es mucho más que aquello que nos divide”.

De cara al futuro, concluye el documento, “nos comprometemos a seguir nuestro camino común, guiados por el Espíritu de Dios, hacia la mayor unidad de acuerdo a la voluntad de nuestro Señor Jesucristo” para “superar las restantes diferencias que existen entre nosotros”.

Declaración conjunta de la Federación Luterana Mundial y el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos al finalizar el 31 de octubre de 2017, el año de conmemoración común de la Reforma

El 31 de octubre de 2017, último día del año de conmemoración ecuménica común de la Reforma, estamos muy agradecidos por los dones espirituales y teológicos recibidos a través de la Reforma, conmemoración que compartimos juntos y con nuestros asociados ecuménicos del mundo entero. Asimismo, pedimos perdón por nuestros fracasos, las formas en que los cristianos han herido el Cuerpo del Señor y se han ofendido unos a otros durante los 500 años transcurridos desde el inicio de la Reforma hasta hoy.

Nosotros, luteranos y católicos, estamos profundamente agradecidos por el camino ecuménico que hemos recorrido juntos en los últimos 50 años. Esa peregrinación, sostenida por nuestra oración común, el culto y el diálogo ecuménico, redundó en la eliminación de prejuicios, una mayor comprensión mutua y la identificación de decisivos acuerdos teológicos. Frente a tantas bendiciones a lo largo del camino, elevamos nuestros corazones en alabanza al Dios Trino por la misericordia recibida.

En este día damos una mirada retrospectiva a un año de notables eventos ecuménicos que comenzó el 31 de octubre de 2016 con la oración común luterano-católico romana en Lund, Suecia, en presencia de nuestros asociados ecuménicos. Durante la presidencia de ese servicio, el papa Francisco y el obispo Munib A. Younan, entonces presidente de la Federación Luterana Mundial, firmaron una declaración conjunta que recoge el compromiso de seguir recorriendo juntos el camino ecuménico hacia la unidad por la que oraba Cristo (cf. Juan 17.21). Ese mismo día, nuestro servicio conjunto a quienes necesitan nuestra ayuda y solidaridad también se vio fortalecido por una declaración de intención entre Caritas Internationalis y la Federación Luterana Mundial – Servicio Mundial.

El papa Francisco y el presidente Younan declararon juntos: “Muchos miembros de nuestras comunidades anhelan recibir la Eucaristía en una mesa como expresión concreta de la unidad plena. Sentimos el dolor de quienes comparten su vida entera, pero no pueden compartir la presencia redentora de Dios en la mesa de la Eucaristía. Reconocemos nuestra conjunta responsabilidad pastoral para responder al hambre y la sed espirituales de nuestro pueblo de de ser uno en Cristo. Anhelamos que sea sanada esta herida en el Cuerpo de Cristo. Este es el propósito de nuestros esfuerzos ecuménicos, que deseamos que también progresen mediante la renovación de nuestro compromiso con el diálogo teológico.”

Las bendiciones de este año de conmemoración incluyen el hecho de que por primera vez, luteranos y católicos hayan considerado la Reforma desde una perspectiva ecuménica, lo que dio lugar a un nuevo enfoque de los acontecimientos del siglo XVI que llevaron a nuestra separación. Reconocemos que si bien el pasado no se puede cambiar, su influencia sobre nosotros hoy en día se puede transformar para que sea un estímulo al crecimiento de la comunión y un signo de esperanza a fin de que el mundo supere la división y la fragmentación. Una vez más, resultó claro que lo que tenemos en común es mucho más que aquello que nos divide.

Nos alegra que la Declaración conjunta sobre la doctrina de la justificación, firmada en un acto solemne por la Federación Luterana Mundial y la Iglesia Católica Romana en 1999, también fuera firmada en 2006 por el Consejo Metodista Mundial y por la Comunión Mundial de Iglesias Reformadas en este año de conmemoración. Además, hoy mismo será acogida y recibida por la Comunión Anglicana en una ceremonia solemne en la abadía de Westminster.Sobre esta base nuestras comuniones cristianas pueden construir un vínculo más estrecho de consenso espiritual y testimonio común en el servicio del evangelio.

Reconocemos con gratitud, los numerosos eventos de oración y culto comunes que luteranos y católicos celebraron junto con sus asociados ecuménicos en distintas partes del mundo, los encuentros teológicos y las publicaciones significativas que dieron sustancia a este año de conmemoración.

De cara al futuro, nos comprometemos a seguir nuestro camino común, guiados por el Espíritu de Dios, hacia la mayor unidad de acuerdo a la voluntad de nuestro Señor Jesucristo. Con ayuda de Dios, pretendemos discernir a través de la oración nuestra comprensión de la Iglesia, la Eucaristía y el Ministerio, buscando un consenso sustancial que permita superar las restantes diferencias que existen entre nosotros. Con profunda alegría y gratitud, confiamos en “que el que comenzó en [nosotros] la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Filipenses 1.6).

Fuente Religión Digital

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El perdón siempre espera “… Se abrazaron y se besaron mutuamente”

Domingo, 17 de septiembre de 2017
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Después de haber compuesto el bienaventurado Francisco las predichas alabanzas de los creaturas que llamó Cántico del hermano sol, aconteció que se produjo una grave discordia entre el 0bispo y el podestá de la ciudad de Asís. El obispo excomulgó al podestá, y éste mandó pregonar que ninguno tratara de vender ni de comprar nada al Obispo, ni de celebrar ningún contrato con él.

El bienaventurado Francisco, que oyó esto estando muy enfermo, tuvo gran compasión de ellos, y más todavía porque nadie trataba de restablecer la paz, Y dijo a sus compañeros:  “Es para nosotros, siervos de Dios, profunda vergüenza que el obispo y el podestá se odien mutuamente y que ninguno intente crear la paz entre ellos”. Y al instante, y con esta ocasión, compuso y añadió estos versos a las alabanzas sobredichas:

“Loado seas, mi Señor,

por aquellos que perdonan por tu amor

y soportan enfermedad y tribulación.

Bienaventurados aquellos que las sufren en paz,

pues por ti, Altísimo, coronados serán”.

Llamó luego a uno de sus compañeros y le dijo: “Vete al podestá y dile de mi parte que tenga a bien presentarse en el obispado con los magnates de la ciudad y con cuantos ciudadanos pueda llevar”.

Cuando salio el hermano con el recado, dijo a otros dos compañeros: “Id y cantad ante el obispo, el podestá y cuantos estén con ellos el Cántico del hermano sol. Confío en que el Señor humillará los corazones de los desavenidos, y volverán a amarse y a tener amistad como antes”.

Reunidos todos en la plaza del claustro episcopal, se adelantaron los dos hermanos y uno de ellos dijo: “El bienaventurado Francisco ha compuesto durante su enfermedad unas alabanzas del Señor por sus creaturas en loor del mismo Señor y para edificación del prójimo. Él mismo os pide que os dignéis escucharlas con devoci6n”. Y se pusieron a cantarlas.

Inmediatamente, el podestá se levantó y, con las manos y los brazos cruzados, las escuchó con la mayor devoción, como si fueran palabras del evangelio, y las siguió atentamente, derramando muchas lágrimas. Tenía mucha fe y devoción en el bienaventurado Francisco.

Acabado el cántico de las alabanzas, dijo el podestá en presencia de todos: “Os digo de veras que no solo perdono al obispo, a quien quiero y debo tener como mi Señor, sino que, aunque alguno hubiera matado a un hermano o hijo mío, le perdonaría igualmente”. Y, diciendo esto, se arrojó a los pies del obispo y dijo: “Señor, os digo que estoy dispuesto a daros completa satisfacción, como mejor os agradare, por amor a nuestro Señor Jesucristo y a su siervo el bienaventurado Francisco”.

El obispo, a su vez, levantando con sus manos al podestá, le dijo: “Por mi cargo debo ser humilde, pero mi natural es propenso, pronto a la ira: perdóname”. Y, con sorprendente afabilidad y amor, se abrazaron y se besaron mutuamente”

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Espejo de perfección“, X,101,
en san Francisco de Asís. Escritos. Biografías. Documentos de la época,
Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1978, 773-774.

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***

En aquel tiempo, se adelantó Pedro y preguntó a Jesús:

-“Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?

Jesús le contesta:

-“No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Y a propósito de esto, el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: “Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo.” El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo: “Págame lo que me debes.” El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo: “Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré.” Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: “¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?” Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda.

Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano.”

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Mateo 18, 21-35

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“Vivir perdonando”. 24 Tiempo ordinario – A (Mateo 18,21-35)

Domingo, 17 de septiembre de 2017
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5dc8405b1d7dee2ee6a23ea510845151_images-1156-577-cLos discípulos le han oído a Jesús decir cosas increíbles sobre el amor a los enemigos, la oración al Padre por los que los persiguen, el perdón a quien les hace daño. Seguramente les parece un mensaje extraordinario, pero poco realista y muy problemático.

Pedro se acerca ahora a Jesús con un planteamiento más práctico y concreto que les permita, al menos, resolver los problemas que surgen entre ellos: recelos, envidias, enfrentamientos y conflictos. ¿Cómo tienen que actuar en aquella familia de seguidores que caminan tras sus pasos? En concreto: «¿Cuántas veces he de perdonar a mi hermano cuando me ofenda?».

Antes de que Jesús le responda, el impetuoso Pedro se le adelanta a hacerle su propia sugerencia: «¿Hasta siete veces?». Su propuesta es de una generosidad muy superior al clima justiciero que se respira en la sociedad judía. Va más allá incluso de lo que se practica entre los rabinos y los grupos esenios, que hablan como máximo de perdonar hasta cuatro veces.

Sin embargo, Pedro se sigue moviendo en el plano de la casuística judía, donde se prescribe el perdón como arreglo amistoso y reglamentado para garantizar el funcionamiento ordenado de la convivencia entre quienes pertenecen al mismo grupo.

La respuesta de Jesús exige ponernos en otro registro. En el perdón no hay límites: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete». No tiene sentido llevar cuentas del perdón. El que se pone a contar cuántas veces está perdonando al hermano se adentra por un camino absurdo que arruina el espíritu que ha de reinar entre sus seguidores.

Entre los judíos era conocido el «Canto de venganza» de Lámec, un legendario héroe del desierto, que decía así: «Caín será vengado siete veces, pero Lámec será vengado setenta veces siete». Frente a esta cultura de la venganza sin límites, Jesús propone el perdón sin límites entre sus seguidores.

Las diferentes posiciones ante el Concilio han ido provocando en el interior de la Iglesia conflictos y enfrentamientos a veces muy dolorosos. La falta de respeto mutuo, los insultos y las calumnias son frecuentes. Sin que nadie los desautorice, sectores que se dicen cristianos se sirven de Internet para sembrar agresividad y odio, destruyendo sin piedad el nombre y la trayectoria de otros creyentes.

Necesitamos urgentemente testigos de Jesús que anuncien con palabra firme su Evangelio y que contagien con corazón humilde su paz. Creyentes que vivan perdonando y curando esta obcecación enfermiza que ha penetrado en su Iglesia.

José Antonio Pagola

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“No te digo que le perdones hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete”. Domingo 17 de septiembre de 2017. Domingo 24º Ordinario

Domingo, 17 de septiembre de 2017
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47-ordinarioa24Leído en Koinonia:

Eclesiástico 27,33-28,9: Perdona la ofensa a tu prójimo, y se te perdonarán los pecados cuando lo pidas.
Salmo responsorial: 102: El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia.
Romanos 14,7-9: En la vida y en la muerte somos del Señor.
Mateo 18,21-35: No te digo que le perdones hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete

Tanto en los tiempos de Jesús como en nuestro tiempo el corazón del ser humano está tentado por el odio y la violencia. Cuando hay odio y rencor el sentimiento de venganza hace presa de nuestro corazón. No sólo se hace daño a otros sino que nos hacemos daño a nosotros mismos. Sólo el perdón auténtico, dado y recibido, será la fuerza capaz de transformar el mundo. Y no sólo hablamos de un asunto meramente individual. El odio, la violencia y la venganza como instrumentos para resolver los grandes problemas de la Humanidad está presente también en el corazón del sistema social vigente.

El libro de Ben Sira, compuesto alrededor del siglo segundo antes de la era cristiana, proporciona una serie de orientaciones éticas y morales para garantizar la madurez de la persona y la convivencia social. Estamos ante una obra de profundo contenido teológico. El autor, Ben Sira, señala al pecador como poseedor de la ira y el furor que conduce a la venganza. Y esta venganza se volverá contra el vengativo. Por eso el único camino que queda es el camino del perdón. También aquí aparece la reciprocidad entre perdonar y obtener perdón. No se puede aspirar al perdón por los pecados cometidos si no se está dispuesto a perdonar a los otros. Tener la mirada fija en los mandamientos de la alianza garantiza la comprensión y la tolerancia en la vida comunitaria. Como vemos, ya desde el siglo II A.C. se plantea este tema de profundo sabor evangélico.

El núcleo del pasaje de la carta a los Romanos es proclamar que Jesús es el Señor de vivos y muertos. He aquí una bella síntesis existencial de la vida cristiana. Para el creyente lo fundamental es orientar toda su vida en el horizonte del resucitado. Quien vive en función de Jesús se esforzará por asumir en la vida práctica su mensaje de salvación integral. Amar al prójimo y vivir para el Señor son dos cosas que está íntimamente ligadas. Por lo tanto no se pueden separar. Quién vive para el Señor amará, comprenderá, servirá y perdonará a su prójimo.

En el evangelio, otra vez Pedro salta a la escena para consultar a Jesús sobre temas candentes en el ambiente judío en que crece la comunidad cristiana. Pero la actitud de Pedro es la del discípulo que quiere claridad sobre la propuesta del maestro. No es la actitud arrogante de los Fariseos y Letrados que quieren poner a prueba a Jesús y encontrar un error garrafal que ofenda la ortodoxia judía para tener de qué acusarlo.

Pedro pregunta por el límite del perdón. Pero para Jesús, el perdón no tiene límites, siempre y cuando el arrepentimiento sea sincero y veraz. Para explicar esta realidad, Jesús emplea una parábola. La pregunta del Rey centra el tema de la parábola: ¿no debías haber perdonado como yo te he perdonado?

La comunidad de Mateo debe resolver ese problema porque está afectando su vida. El perdón es un don, una gracia que procede del amor y la misericordia de Dios. Pero exige abrir el corazón a la conversión, es decir, a obrar con los demás según los criterios de Dios y no los del sistema vigente. Como diría el juglar de la fraternidad, Francisco de Asís, “porque es perdonando como soy perdonado”.

En la catequesis tradicional de la Iglesia católica se exigían cinco pasos, quizás demasiado formales, para obtener el perdón de los pecados: «examen de conciencia, dolor de los pecados, propósito de la enmienda, confesarlos todos, y cumplir la penitencia» -así lo expresaba uno de los catecismos clásicos-. De tal manera que el perdón y la reconciliación, si bien son una gracia de Dios, también exigen un camino pedagógico y tangible que ponga de manifiesto el deseo de cambio y un compromiso serio para reparar el mal y evitar el daño.

En muchos países de América Latina, luego de las dictaduras militares de los setenta y ochenta, se dictaron leyes de amnistías, perdón y olvido, «obediencia debida», o «punto final». Los golpistas y sus colaboradores, responsables por decenas de miles de muertos y desaparecidos en cada uno de nuestros países, se autoperdonaron, burlándose de la justicia y de la verdad. Pero sin Verdad y Justicia, las heridas causadas por la represión en muchos hogares y comunidades no han cerrado aún. A pesar de todas las leyes encubridoras, la presión, el silencio, el ocultamiento de pruebas… la Justicia se hace camino. Llega tarde, pero no deja de llegar. El 14 de junio de 2005, en Argentina, el Tribunal Supremo declaró nulas por inconstitucionalidad las leyes de obediencia debida y de punto final. El día siguiente La Corte suprema de México declara «no prescrito» el delito del expresidente Echeverría por genocidio en la matanza de estudiantes de 1971… Pensemos en otros muchos dictadores y golpistas que, a pesar de todo, están ya siendo juzgados dejando que se dé su lugar a la Verdad y a la Justicia. El perdón y la reconciliación es una exigencia inalienable del ser humano, e indetenible. Y es un proceso de reconstrucción, que trata de reconstruir tanto al victimario como a la víctima.

En ese sentido, nuestras comunidades cristianas deben ser espacios propicios y activos a favor de una verdadera reconciliación basada en la Justicia, la Verdad, la misericordia y el perdón. Pero nunca el Evangelio llama a tolerar la impunidad. La Iglesia –o sea, nosotros, los cristianos y cristianas- debemos apoyar los procesos de reconciliación por el camino verdadero: la Verdad y la Justicia, el no a la impunidad, la reconciliación profunda de la sociedad. Así la Iglesia conseguirá el perdón por su silencio cómplice en algunas de sus figuras jerárquicas conniventes. Leer más…

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17.9.17 Setenta veces siempre

Domingo, 17 de septiembre de 2017
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ab5039d556a96634bc5773e07b73bb92-spanish-quotes-googleDel blog de Xabier Pikaza:

Dom 24. Tiempo. Mt 18, 21-35. La sociedad en general no perdona. Queremos que los terroristas paguen lo que han hecho, que los ladrones se pudran en la cárcel… Estamos prontos a la venganza, y le llamamos justicia. Más cárcel queremos, más castigo, en general. Pues bien, en contra de eso, en otro plano, nos sitúa este evangelio que nos pide que perdonemos setenta veces siete, es decir, setenta veces siempre.

No quiero aquí tratar de justicia social según el Código de Turno, ni de política del terror invertido o la venganza, pues lugares han donde se trata de ello, sino del perdón cristiano, según el Evangelio:

a. Éste es un perdón exigente, vinculado a la experiencia de una iglesia que puede y debe decir al «pecador» que no rompa la unidad de los hermanos. Un perdón exigente, pues el que no perdona queda en manos de su propia, se destruye a sí mismo (cf. Mt 18, 15-20 y la parábola que sigue).

b. Es un perdón sin limitaciones de número o de forma, en plano eclesial, tal como lo expresa en la respuesta de Jesús a Pedro que le pregunta cuántas veces debe perdonar: «¡No te digo siete veces, sino setenta veces siete!, es decir, siempre» (Mt 18, 21-22).

hijo-prodigo-iconoEn este contexto ha recogido y citado Mateo la parábola del rey que perdona a su deudor una deuda inmensa, esperando que el deudor perdone también a quien le debe algo (Mt 18, 23-35). Ese perdón gratuito (¡Dios lo ofrece siempre!) se convierte en principio de la exigencia más fuerte, del riesgo más grande: El que no perdona se destruye a sí mismo.

Éste es un perdón gratuito, pero no es barato, sino todo lo contrario: Lo barato es desentenderse o castigar y dejar se pudran los pretendidos delincuentes. Por el contrario, el perdón es lo más caro, pues implica un compromiso radical en aquellos que perdonan, y exige una transformación radical en los perdonados. Buen domingo a todos… y que Dios nos coja perdonados (que eso de confesados sería más fácil y menos exigente).

Mateo 18,21-35. El que no perdona queda en manos de su propia destrucción.

En aquel tiempo, se adelantó Pedro y preguntó a Jesús: “Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?” Jesús le contesta: “No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.

Y a propósito de esto, el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: “Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo.”

El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo: “Págame lo que me debes.” El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo: “Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré.” Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: “¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?”
Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda.

Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano.”

Cuatro principios:

perdonara. El Perdón,mensaje apodíctico de Jesús: No hay límites ni condiciones para el perdón…, sino que, en línea cristiana, hay que perdonar siempre. No se perdona a los buenos, a los que pueden devolver… Hay que perdonar siempre, como dice el Padrenuestro: “Perdona nuestras deudas como perdonamos a nuestros deudores.

b. El que no perdona queda en manos de su propia destrucción… No es que Dios le juzgue y condene, sino que se juzga y condena a sí mismo, como dice Jesús en lenguaje parabólico. Evidentemente, el “Rey” que manda al “infierno” al que no perdona no es Dios verdadero, sino que es el Dios-Ídolo inventado por el que no perdona, que queda así atrapado en su falta de perdón.

c. Traducción social del perdón cristiano. Así lo indica y exige esta parábola cristiana, que tiene sentido en clave de Iglesia… La Iglesia no puede “imponer” ese perdón en línea política y económica, pero debe vivirlo ella con fuerza, dando testimonio del perdón de Dios.

d. La Iglesia no puede imponer “su perdón”, pero puede mostrarlo, abriendo un camino de perdón económico, social y político… Una sociedad como la nuestra (de tipo capitalista) que no sabe perdonar se destruye a sí misma, como sabe esta parábola.

No voy a estudiar aquí as consecuencias sociales del perdón cristiano, sino que me limito a situar el texto dentro de la dinámica del mensaje y movimiento de Jesús.

1. Las políticas del perdón.

Para entender la parábola del perdón, quiero situarlo dentro de la dinámica del movimiento de Jesús, definida por el perdón, que ha de entenderse desde la perspectiva concreta de su mensaje de Reino en Galilea.

Gran parte del judaísmo sacral del tiempo de Jesús, hacia el final del período del Segundo templo (que duró del 515 a. C. al 70 d. C.), funcionaba como una máquina de perdón, centrado en el templo de Jerusalén y controlada por los sacerdotes. Los judíos aparecían así como pecadores que pueden y deben ser perdonados, utilizando para ello el medio (legal/sacral) que Dios les había concedido (los sacrificios del templo), que servían para mantener el orden sacral existente.

Pues bien, Jesús proclama que ese perdón del templo es no sólo insuficiente (como supo Juan Bautista), pues su tiempo ha terminado (ahora que viene el Reino), sino que es también contrario a la verdad de Dios, que es Palabra creadora, que perdona, haciendo que los hombres puedan perdonarse, como afirmaba el Padrenuestro, sin necesidad de instituciones de dominio religioso, propias de sacerdotes aliados con los opresores (Roma, Herodes Antipas). Allí donde los hombres se perdonan es que está llegando el Reino.

Desde ese fondo quiero recordar algunas “políticas de perdón”, que se distinguen del mensaje y praxis de Jesús, pero que pueden ayudarnos a entenderlo dentro de una dinámica histórica.

1. Puede haber un perdón arbitrario y caprichoso,

propio de dictadores o autócratas, que exhiben su magnanimidad indultando a unos, de un modo irracional (sin justificaciones), y castigando a otros (sin dar razones de ello). Así imponen, por un lado, su venganza (para mostrarse soberanos y aterrar a los contrarios) y, por otro, su perdón (apareciendo como benefactores). Pues bien, esa clemencia arbitraria se opone tanto a la justicia racional como al perdón cristiano, del que hablamos. Leer más…

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“Perdonar de corazón”. Domingo 24. Ciclo A

Domingo, 17 de septiembre de 2017
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hijo-prodigoDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

La visita del Papa Francisco a Colombia ha puesto de relieve algo muy sabido: las diferencias ante los acuerdos de paz y lo difícil que es perdonar. Algo parecido ocurrió y sigue ocurriendo en España con ETA, y en otros muchos países. Las lecturas de este domingo hablan del perdón. No a grandes niveles, sino a nivel individual y personal, que es el que afecta a la inmensa mayoría de las personas.

Argumentos para perdonar (1ª lectura)

La primera lectura está tomada del libro del Eclesiástico, que es el único de todo el Antiguo Testamento cuyo autor conocemos: Jesús ben Sira (siglo II a.C.). Un hombre culto y estudioso, que dedicó gran parte de su vida a reflexionar sobre la recta relación con Dios y con el prójimo. En su obra trata infinidad de temas, generalmente de forma concisa y proverbial, que no se presta a una lectura precipitada. Eso ocurre con la de hoy a propósito del rencor y el perdón.

El punto de partida es desconcertante. La persona rencorosa y vengativa está generalmente convencida de llevar razón, de que su rencor y su odio están justificados. Ben Sira le obliga a olvidarse del enemigo y pensar en sí mismo: “Tú también eres pecador, te sientes pecador en muchos casos, y deseas que Dios te perdone”. Pero este perdón será imposible mientras no perdones la ofensa de tu prójimo, le guardes rencor, no tengas compasión de él. Porque «del vengativo se vengará el Señor».

Del vengativo se vengará el Señor y llevará estrecha cuenta de sus culpas. Perdona la ofensa a tu prójimo, y se te perdonarán los pecados cuando lo pidas. ¿Cómo puede un hombre guardar rencor a otro y pedir la salud al Señor? No tiene compasión de su semejante, ¿y pide perdón de sus pecados? Si él, que es carne, conserva la ira, ¿quién expiará por sus pecados? 

Si lo anterior no basta para superar el odio y el deseo de venganza, Ben Sira añade dos sugerencias: 1) piensa en el momento de la muerte; ¿te gustaría llegar a él lleno de rencor o con la alegría de haber perdonado? 2) recuerda los mandamientos y la alianza con el Señor, que animan a no enojarse con el prójimo y a perdonarle. [En lenguaje cristiano: piensa en la enseñanza y el ejemplo de Jesús, que mandó amar a los enemigos y murió perdonando a los que lo mataban.]

Piensa en tu fin, y cesa en tu enojo; en la muerte y corrupción, y guarda los mandamientos.

Recuerda los mandamientos, y no te enojes con tu prójimo; la alianza del Señor, y perdona el error.

Pedro y Lamec

         Lo que dice Ben Sira de forma densa se puede enseñar de forma amena, a través de una historieta. Es lo que hace el evangelio de Mateo en una parábola exclusiva suya (no se encuentra en Marcos ni Lucas).

            El relato empieza con una pregunta de Pedro. Jesús ha dicho a los discípulos lo que deben hacer «cuando un hermano peca» (domingo pasado). Pedro plantea la cuestión de forma más personal: «Si mi hermano peca contra mí», «si mi hermano me ofende». ¿Qué se hace en este caso? Un patriarca anterior al diluvio, Lamec, tenía muy clara la respuesta:

«Por un cardenal mataré a un hombre,

a un joven por una cicatriz.

Si la venganza de Caín valía por siete,

          la de Lamec valdrá por setenta y siete» (Génesis 4,23-24).

Pedro sabe que Jesús no es como Lamec. Pero imagina que el perdón tiene un límite, no se puede exagerar. Por eso, dándoselas de generoso, pregunta: «¿Cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?» Toma como modelo contrario a Caín: si él se vengó siete veces, yo perdono siete veces.

Jesús le indica que debe tomar como modelo contrario a Lamec: si él se vengó setenta y siete veces, perdona tú setenta y siete veces. (La traducción litúrgica, que es la más habitual, dice «setenta veces siete»; pero el texto griego se puede traducir también por setenta y siete, como referencia a Lamec). En cualquier hipótesis, el sentido es claro: no existe límite para el perdón, siempre hay que perdonar.

La parábola

Para justificarlo propone la parábola de los dos deudores. La historia está muy bien construida, con tres escenas: la primera y tercera se desarrollan en la corte, en presencia del rey; la segunda, en la calle.

1ª escena (en la corte): el rey y un deudor..

Y a propósito de esto, el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: “Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo.” El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda.

Se subraya: 1) La enormidad de la deuda; diez mil talentos equivaldrían a 60 millones de denarios, equivalente a 60 millones de jornales. 2) Las duras consecuencias para el deudor, al que venden con toda su familia y posesiones. 3) Su angustia y búsqueda de solución: ten paciencia. 4) La bondad del monarca, que, en vez de esperar con paciencia, le perdona toda la deuda.

2ª escena (en la calle): el deudor perdonado se convierte en acreedor

Pero, al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo: “Págame lo que me debes.” El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo: “Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré.” Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. 

Esta escena está construida en fuerte contraste con la anterior. 1) Los protagonistas son dos iguales, no un monarca y un súbdito. 2) La deuda, cien denarios, es ridícula en comparación con los 60 millones. 3) Mientras el rey se limita a exigir, el acreedor se comporta con extrema dureza: «agarrándolo, lo estrangulaba». 4) Cuando escucha la misma petición de paciencia que él ha hecho al rey, en vez de perdonar a su compañero lo mete en la cárcel.

3ª escena (en la corte): los compañeros, el rey y el primer deudor.

Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: “¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?” Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano.

Dos detalles: 1) La conducta del deudor-acreedor escandaliza e indigna a sus compañeros, que lo denuncian al rey. Este detalle, que puede pasar desapercibido, es muy importante: a veces, cuando una persona se niega a perdonar, intentamos defenderla; sin embargo, sabiendo lo mucho que a esa persona le ha perdonado Dios, no es tan fácil justificar su postura. 2) La frase clave es: «¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?”

Con esto Jesús no sólo ofrece una justificación teológica del perdón, sino también el camino que lo facilita. Si consideramos la ofensa ajena como algo que se produce exclusivamente entre otro y yo, siempre encontraré motivos para no perdonar. Pero si inserto esa ofensa en el contexto más amplio de mis relaciones con Dios, de todo lo que le debemos y Él nos ha perdonado, el perdón del prójimo brota como algo natural y espontáneo. Si ni siquiera así se produce el perdón, habrá que recordar las severas palabras finales de la parábola, muy intere­santes porque indican también en qué consis­te perdonar setenta y siete veces: en perdonar de corazón.

La diferencia entre la 1ª lectura y el evangelio

          Ben Sira enfoca el perdón como un requisito esencial para ser perdonados por Dios. La parábola del evangelio nos recuerda lo mucho que Dios nos ha perdonado, que debe ser el motivo para perdonar a los demás.

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Domingo XXIV del Tiempo Ordinario. 17 Septiembre, 2017

Domingo, 17 de septiembre de 2017
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“El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda.”

(Mt 18, 21-35)

El domingo pasado el evangelio nos invitaba a salir a camino de aquellas personas que se pierden y esa es una manera de reconciliación. Pero hoy el evangelio nos mete el dedo en la llaga. Una cosa es que mi hermano peque, otra muy distinta es que me ofenda a mí, que me dañe de alguna manera.

Todas queremos ser perdonadas, pero ¡cuánto nos cuesta perdonar! Y es que lo de perdonar no es de una vez para siempre, sino un ejercicio continuo. Es un esfuerzo.

El perdón es una escuela de alto rendimiento (¡70 veces 7!). Hay que ejercitarse todos los días y practicarlo de por vida. Realmente nuestras sociedades serían completamente diferentes si se pusiera de moda el arte de perdonar. Y de hecho aquellas personas que ha sabido vivir perdonando son las que han cambiado el rumbo de la historia.

Quien perdona se trasciende porque se va pareciendo cada vez más a Dios, al Dios de Jesús que murió diciendo: “perdónales porque no saben lo que hacen”.

A fin de cuentas el perdón es la antípoda del miedo. Quien perdona se arriesga a que le vuelvan a fallar, a que le vuelvan a herir. Si le cierras la puerta al perdón se la abres al miedo y al rencor. Así las demás personas se convierten en enemigas de las que tenemos que defendernos. Y esto último es rentable. ¡Todo un negocio! El negocio del miedo. Para la economía globalizada nuestro miedo es más que rentable, es la base, el motor.

Si aprendiéramos a dialogar, si llegáramos a perdonarnos, ¿dónde quedaría el negocio de las guerras, de las armas? Si no tuviéramos que defendernos unos países de otros, unos vecinos de otros, ¿qué pasaría con el negocio de las aseguradoras?

El camino del perdón es mucho más subversivo de lo que pensamos. Y el mensaje de Jesús más peligroso de lo que muchos de nuestro intereses pueden soportar.

Perdonar es una de las armas más revolucionarias de la historia. Los poderes de este mundo deberían prohibirlo, pero han hecho algo todavía mejor: ¡desprestigiarlo! Nos han hecho creer que quien perdona pierde. Que quien perdona se dejar pisar. Y nosotros nos lo hemos creído.

Oración

Ilumina, Trinidad Santa, nuestra mente, nuestro corazón y nuestra voluntad para que podamos descubrir la fuerza trasformadora del perdón. ¡Amén!

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Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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¿Cuántas veces tiene que perdonarte a ti?

Domingo, 17 de septiembre de 2017
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HIJO-PRODIGOMt 18, 21-35

El evangelio de hoy es continuación del que leíamos el domingo pasado. Allí se daba por supuesto el perdón. Hoy es el tema principal. Mt sigue con la instrucción sobre como comportarse con los hermanos dentro de la comunidad. Sin perdón mutuo sería imposible cualquier clase de comunidad. El perdón es la más alta manifestación del amor y está en conexión directa con el amor al enemigo. Entre los seres humanos es impensable un verdadero amor que no lleve implícito el perdón. Dejaríamos de ser humanos si pudiéramos eliminar la posibilidad de fallar y el fallo real.

La frase setenta veces siete, no podemos entender­la literalmente; como si dijera que hay que perdonar 490 veces. Quiere decir que hay que perdonar siempre. El perdón tiene que ser, no un acto, sino una actitud que se mantiene durante toda la vida y ante cualquier ofensa. Los rabinos más generosos del tiempo de Jesús hablaban de perdonar las ofensas hasta cuatro veces. Pedro se siente mucho más generoso y añade otras tres. Siete era ya un número que indicaba plenitud, pero Jesús quiere dejar muy claro que no es suficiente, porque todavía supone que se lleva cuenta de las ofensas.

La parábola de los dos deudores no necesita explicación. El punto de inflexión está en la desorbitada diferencia de la deuda de uno y otro. El señor es capaz de perdonar una inmensa deuda (270 t. de plata). El empleado es incapaz de perdonar una minucia (400 grs.). Al final del texto, encontramos un ramalazo de AT: “Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo”. Jesús nunca pudo dar a entender que un Dios vengativo puede castigar de esa manera, o negarse a perdonar hasta que cumplamos unos requisitos.

El perdón sólo puede nacer de un verdadero amor. No es fácil perdonar, como no es fácil amar. Va en contra de todos los instintos. Va en contra de lo razonable. Desde nuestra conciencia de individuos aislados en nuestro ego, es imposible entender el perdón de evangelio. El ego necesita enfrentarse al otro para sobrevivir y potenciarse. Desde esa conciencia, el perdón se convierte en un factor de afianzamiento del ego. Perdono (la vida) al otro porque así dejo clara mi superioridad moral. Expresión de este perdón es la famosa frase: “perdono, pero no olvido” que es la práctica común en nuestra sociedad.

Para entrar en la dinámica del perdón, debemos tomar conciencia de nuestro verdadero ser y de la manera de ser de Dios. Experimentando la ÚNICA REALIDAD, descubriré que no hay nada que perdonar, porque no hay otro. Con un ejemplo podemos aproximarnos a la idea. Si tengo una infección en el dedo meñique del pie y me causa unos dolores inaguantables, ¿puedo echar la culpa al dedo de causarme dolor? El dedo forma parte de mí y no hay manera de considerarlo como un objeto agresor. Hago todo lo posible por curarlo porque es la única manera de ayudarme a mí mismo.

Desde nuestro concepto de pecado como mala voluntad por parte del otro, es imposible que nos sintamos capaces de perdonar. El pecado no es fruto nunca de una mala voluntad, sino de una ignorancia. La voluntad no puede ser mala, porque no es movida por el mal. La voluntad solo puede ser atraída por el bien. La trampa está en que se trata del bien o el mal que le presenta la inteligencia, que con demasiada frecuencia se equivoca y presenta a la voluntad como bueno, lo que en realidad es malo. Sin esta aclaración, es imposible entrar en una auténtica dinámica del perdón.

“Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo”. Dios no tiene acciones, mucho menos puede tener reacciones. Dios es amor y por lo tanto es también perdón. No tiene que hacer ningún acto para perdonar; está siempre perdonando. Su amor es perdón porque llega a nosotros sin merecerlo. Ese perdón de Dios es lo primero. Si lo aceptamos, nos hará capaces de perdonar a los demás. Eso sí, la única manera de estar seguros de que lo hemos descubierto y aceptado, es que perdonamos. Por eso se puede decir, aunque de manera impropia, que Dios nos perdona en la medida en que nosotros perdonamos.

Es muy difícil armonizar el perdón con la justicia. Nuestra cultura cristiana tiene fallos garrafales. Se trata de un cristianismo troquelado por el racionalismo griego y encorsetado hasta la asfixia por el jurisdicismo romano. El cristianismo resultante, que es el nuestro, no se parece en nada a lo que vivió y enseñó Jesús. En nuestra sociedad se está acentuando cada vez más el sentimiento de Justicia, pero se trata de una justicia racional e inmisericorde, que la mayoría de las veces esconde nuestro afán de venganza. El razonamiento de que sin justicia los malos se adueñarían del mundo, no tiene sentido.

Nuestro sentido de la justicia se la hemos aplicado al mismo Dios y lo hemos convertido en un monstruo que tiene que hacer morir a su propio Hijo para “justificar” su perdón. Es completamente descabellado pensar que un verdadero amor está en contra de una verdadera justicia. Luchar por la justicia es conseguir que ningún ser humano haga daño a otro en ninguna circunstancia. La justicia no consiste en que una persona perjudicada, consiga perjudicar al agresor. Seguiremos utilizando la justicia para dañar al otro.

Lo que decimos en el Padrenuestro es un disparate. No es un defecto de traducción. En el AT está muy clara esta idea. En la primera lectura nos decía exactamente: “Del vengativo se vengará el Señor”. “Perdona la ofensa de tu prójimo y se te perdonarán los pecados cuando lo pidas”. Cuando el mismo evangelista Mateo relata el Padrenues­tro, la única petición que merece un comentario es ésta, para decir: “…Porque si perdonáis a vuestros hermanos, también vuestro Padre os perdonará; pero si no perdonáis, tampoco vuestro Padre os perdonará (Mt 6,14). ¿No sería más lógico pedir a Dios que nos perdone como solo Él sabe hacerlo, y aprendamos de Él nosotros a perdonar a los demás?

Para descubrir por qué tenemos que seguir amando al que me ha hecho daño, tenemos que descubrir los motivos del verdadero amor a los demás. Si yo amo solamente a las personas que son amables, no salgo de la dinámica del egoísmo. El amor verdadero tiene su justificación en la persona que ama, no en el objeto del amor y sus cualidades. El amor a los que son amables no es garantía ninguna del amor verdaderamente humano y cristiano. Si no perdonamos a todos y por todo, nuestro amor es cero, porque si perdonamos una ofensa y otra no, las razones de ese perdón no son genuinas.

No solo el ofendido necesita perdonar para ser humano. También el que ofende necesita del perdón para recuperar su humanidad. La dinámica del perdón responde a la necesidad psicológica del ser humano de un marco de aceptación. Cuando el hombre se encuentra con sus fallos, necesita una certeza de que las posibilidades de rectificar siguen abiertas. A esto le llamamos perdón de Dios. Descubrir, después de un fallo grave, que Dios me sigue queriendo, me llevará a la recuperación, a superar la desintegración que lleva consigo un fallo grave. La mejor manera de convencerme de que Dios me ha perdonado es descubrir que aquel a quien ofendí me ha perdonado.

Meditación

Si vivo en la superficie de mi ser (ego),
el perdón que nos pide Jesús, será imposible.
No hay ofensor, ni ofendido, ni ofensa.
No hay nada que perdonar, ni nadie a quien perdonar.
Cualquier otra solución no pasará de artificial e inútil,
o se convierte en refuerzo de nuestro ego.

Fray Marcos

Fuente Adulta

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Perdón.

Domingo, 17 de septiembre de 2017
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HIJO PRÓDIGO5_thumb[1]Para qué sirve el arrepentimiento si eso no borra nada de lo que ha pasado. El arrepentimiento mejor es sencillamente cambiar (José Saramago)

17 de septiembre. Domingo XXIV del TO

Mt 18, 21-35

No te digo que perdones hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete

El perdón, tema primordial del evangelio de este domingo, es uno de los centros neurálgicos de la Buena Nueva, y el mejor termómetro de la sinceridad y de la madurez de nuestra fe. Y lo es singularmente cuando lo vemos, no sólo como una obligación sino, sobre todo, como una conversión, un cambio de corazón y de mente. En el fondo de todo esto, como afirma el teólogo José Antonio Galarreta “está sin duda en una disposición interior, en un deseo de ser hermano de todos y de portarse como tal”.

Pero lo que habitualmente sucede es, que la gran mayoría de nosotros padecemos lo que los técnicos llaman estrabismo natural de los sentidos. Es decir, una desviación de la línea visual normal de uno de los ojos, o de los dos, de forma que los ejes visuales no tienen la misma dirección. Una desviación que, elevada al plano de las ideas, perturba la visión objetiva, y hace que malinterpretemos el Evangelio, como hizo el criado malo en la parábola sobre el perdón. En estos casos lo mejor es acudir al oculista, y corregir el defecto mediante el uso de unas buenas lentes. Será la única manera de evitar la indignación del rey, y el estricto cumplimiento de sus severas amenazas.

El perdón humaniza al que generosamente perdona, y siempre que los perdones se hagan sin prejuicios, sin acuses de recibo. Cosa no fácil y que no siempre sucede. En la película americana Alta sociedad (1956), dirigida por Charles Walters, Trace le dice a Mike Connor: “Usted ha venido a mi cena con una idea preconcebida. Y es evidente que es un error juzgar a la gente de antemano”. (Trace a Mike Connor)

Cuando alguien escucha las notas del laúd del Evangelio pulsadas por sus dedos, suenan

las notas de las cuerdas, en la orquesta de la vida. Notas de singularidad, acordes unas veces, y a veces en particular desarmonía, que nos hacen tomar conciencia de nuestros particulares defectos.

En su obra Hacia una paz interior, Thich Nhat Hanh escribe que: Nuestros sentidos son ventanas abiertas al mundo, y a veces el viento sopla a través de ellas y trastorna nuestro interior”. Dejémosle que entre y salga como dueño.

Antoine de Saint Exupéry dijo en El pequeño príncipe“Si alguna vez te sientes mal contigo mismo, busca en lo más profundo de tu ser, date cuenta de que nadie es perfecto, tampoco tú, pero aún con todos tus defectos y cualidades, eres una persona única en el universo, por eso eres especial…”

En el Acto I de la ópera de Bizet, Los pescadores de perlas, Nadir dice a Zurga: “Como se consuela mi corazón con el tuyo”. Es decir, que el perdón se torna realmente verdadero cuando se hace de corazón a corazóny desde una perspectiva comunitaria.

En el himno Cerca de Ti, Señor (Nearer my God, to Thee), compuesto por la poetisa inglesa Sarah Flower Adams (1805-1848), basado en el pasaje del Génesis 28, 11-19 (historia de la Escalera de Jacob), se canta esta preciosa estrofa:

“Cerca de Ti, Señor quiero morar
Tu grande, tierno amor, quiero gozar.
Llena mi pobre ser, limpia mi corazón.
Hazme tu rostro ver, en comunión”.

Común-unión, que nos mete de lleno en la idea de Cuerpo Místico, al que San Pablo se refiere en su Carta primera a los Corintios, y Pío XII escribió en 1943 su Encíclica Misticy Corporis Christi. El Papa Francisco ha insistido varias veces en ello.

(NOTA: Extraordinaria la versión musical del citado himno, que los más de quinientos miembros de la orquesta Johann Strauss, de André Rieu, interpretaron en uno de sus conciertos al aire libre en Amsterdam. Puede visionarse en Internet. Lo tocaron los músicos del Titánic mientras se hundía).

Cuatro minutos y medio de auténtica emoción en los que una comunidad se une para cantar y sentir. El perdón no lo otorga Dios ni ninguna autoridad establecida. Lo confiere dicha comunidad. ¿Y esto en virtud de qué? Porque, como dice el evangelio del día: “donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo, en medio de ellos” (Mt 18, 20).

Con las palabras del versículo 22: “No te digo que perdones hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete”, Mateo quiere significar que hay que perdonar siempre. Perdonar, y alegría por ello, como nos dice el Poema: ¡…tú eres la fiesta / que al Gran Compositor tributa honores!  

EL CANGREJO VIOLÍN

¡Cangrejo Violín! sueñas amores
cuando la Orquesta Universal, abierta
a todos los sonidos, te contesta
zurciendo notas altas de tambores.

Sueñan quimeras griegas los tenores
y ataca en allegretto la celesta.
¡Cangrejo Violín! tú eres la fiesta
que al Gran Compositor tributa honores!

Reza con él al dios que te dio vida,
que te espera y te abraza en las alturas…
Que nos despierte el arpa, si dormida. 

La Sinfonía de las Criaturas
-¡Cangrejo Violín!- ya concluida,
¿por qué tu fiesta y mía no clausuras?

(NATURALIA. El sueño de las criaturas. Ediciones Feadulta)

Vicente Martínez

Fuente Fe Adulta

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Perdón y justicia.

Domingo, 17 de septiembre de 2017
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hijo prodigoMt 18, 21-35

Este relato de Jesús nos invita a perdonar. Siempre. Pero no es evidente cómo definiría el texto evangélico el perdón. Si prestamos atención a la narración siguiente, no se refiere a un perdón que olvida o que elimina las acciones pasadas. Todo lo contrario. Es un perdón absoluto, de todo. Pero solo se puede dar en un contexto de justicia. De hecho, el “señor” exigirá con posterioridad aquello que ya había perdonado. Quien perdona no pierde el derecho de reclamar y de recuperar lo que ha perdido.

La falsa idea de que perdonar es olvidar es antievangélica. Las relaciones que propone Jesús son siempre dinámicas, y el perdón no es un punto final. Es una gracia para reestablecer relaciones que nos empoderan mutuamente. Pero es una gracia exigente. Quien recibe el perdón se compromete a entrar en la dinámica del perdón, y perdonar a su vez. No puede seguir viviendo como si debiera todavía, como quien tiene miedo a que se le reclame algo, como quien tiene derecho a exigir. Ha de vivir como quien recibe gratuitamente y por tanto es capaz de dar gratuitamente.

La dignidad de quien perdona queda subrayada en este texto. Las personas podemos perdonamos siempre, absolutamente. Pero manteniendo lo que es nuestro. En este sentido el perdón exige la justicia El perdón exige acciones misericordiosas. Y la justicia es la reacción a la atención. El “señor” del relato conoce las acciones posteriores de su deudor perdonado, le informan sobre él, y, al no seguir este la dinámica del perdón, el señor reacciona exigiendo todo lo adeudado ya perdonado.

A diferencia de los “siervos” que han de perdonar setenta veces siete, este señor perdona una vez y luego exige hasta la última moneda. Se muestra intransigente, exigente, radical y brutal. Hasta que el deudor entienda que debe mucho pero que todo puede perdonarse. Y fundamentalmente hasta que descubra que él también puede entrar en la dinámica de una justicia que nace de la misericordiosa atención a quien está en situación de fragilidad.

El Reino que anuncia Jesús se hace así presente entre quienes perdonan en el marco de una justicia exigente y radical que obliga a la reciprocidad y al cuidado de los demás.

Paula Depalma

Fuente Fe Adulta

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¡Qué fácil es criticar, qué difícil corregir! Domingo 23 Ciclo A.

Domingo, 10 de septiembre de 2017
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med-2Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

La formación de los discípulos

A partir del primer anuncio de la pasión-resurrección y de la confesión de Pedro, Jesús se centra en la formación de sus discípulos. No sólo mediante un discurso, como en el c.18, sino a través de las diversos acontecimientos que se van presentando. Los temas podemos agruparlos en tres apartados:

1. Los peligros del discípulo:

* ambición (18,1-5)
* escándalo (18,6-9)
* despreocupación por los pequeños (18,10-14)

2. Las obligaciones del discípulo:

* corrección fraterna (18,15-20)
* perdón (18,21-35)

3. El desconcierto del discípulo:

* ante el matrimonio (19,3-12)
* ante los niños (19,13-15)
* ante la riqueza (19,16-29)
* ante la recompensa (19,30-20,16)

De estos temas, la liturgia dominical ha seleccionado el 2, corrección fraterna y perdón, que leeremos en los dos próximos domingos (23 y 24 del Tiempo Ordinario) y el último punto del 3, desconcierto ante la recompensa (domingo 25).

La corrección fraterna

Como punto de partida es muy válida la primera lectura, tomada del profeta Ezequiel. Cuando alguien se porta de forma indebida, lo normal es criticarlo, procurando que la persona no se entere de nuestra crítica. Sin embargo, Dios advierte al profeta que no puede cometer ese error. Su misión no es criticar por la espalda, sino dirigirse al malvado y animarlo a cambiar de conducta.

Así dice el Señor: A ti, hijo de Adán, te he puesto de atalaya en la casa de Israel; cuando escuches palabra de mi boca, les darás la alarma de mi parte. Si yo digo al malvado: «¡Malvado, eres reo de muerte!», y tú no hablas, poniendo en guardia al malvado para que cambie de conducta, el malvado morirá por su culpa, pero a ti te pediré cuenta de su sangre; pero si tú pones en guardia al malvado para que cambie de conducta, si no cambia de conducta, él morirá por su culpa, pero tú has salvado la vida.

En la misma línea debemos entender el evangelio de hoy, que se dirige a los apóstoles y a los responsables posteriores de las comunidades. No pueden permanecer indiferentes, deben procurar el cambio de la persona. Pero es posible que ésta se muestre reacia y no acepte la corrección. Por eso se sugieren cuatro pasos: 1) tratar el tema entre los dos; 2) si no se atiene a razones, se llama a otro o a otros testigos; 3) si sigue sin hacer caso, se acude a toda la comunidad; 4) si ni siquie­ra entonces se atiene a razones, hay que considerarlo «como un gentil o un publicano».

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
― Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano.

Esta práctica recuerda en parte la costumbre de la comunidad de Qumrán. La Regla de la Congregación, sin expresarse de forma tan sistemática como Mateo, da por supuestos cuatro pasos: 1) corrección fraterna; 2) invocación de dos testi­gos; 3) recurso a «los grandes», los miembros más antiguos e importantes; 4) finalmente, si la persona no quiere corregirse, se le excluye de la comunidad.

La novedad del evangelio radica en que no se acude en tercera instancia a los «grandes», sino a toda la comunidad, subrayando el carácter democrático de la vivencia cristiana. Hay otra diferencia notable entre Qumrán y Jesús: en Qumrán se estipulan una serie de sanciones cuando se ofende a alguno, cosa que falta en el Nuevo Testamento. Copio algunas de ellas en el Apéndice.

Hay un punto de difícil interpretación: ¿qué signifi­ca la frase final, «considéralo como un gentil o un publicano»? Generalmente la interpretamos como un rechazo total de esa persona. Pero no es tan claro, si tenemos en cuenta que Jesús era el «amigo de publicanos» y que siempre mostró una actitud positiva ante los paganos. Por consiguiente, quizá la última frase debamos entenderla en sentido positivo: incluso cuando parece que esa persona es insalvable, sigue considerándola como alguien que en algún momento puede aceptar a Jesús y volver a él. Esta debe ser la actitud personal («considéralo»), aunque la comunidad haya debido tomar una actitud disciplinaria más dura.

¿Qué valor tiene la decisión tomada en estos casos? Un valor absoluto. Por eso, se añaden unas palabras muy parecidas a las dichas a Pedro poco antes, pero dirigidas ahora a todos los discípulos y a toda la comunidad:

Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo.

Relacionado con este tema están las frases finales.

Os aseguro, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.

Generalmente se los aplica a la oración y a la presencia de Cristo en general. Pero, dado lo anterior y lo que sigue, parece importante relacionar esta oración y esta presencia de Cristo con los temas de la corrección y del perdón.

El conjunto podríamos explicarlo del modo siguiente. La correc­ción fraterna y la decisión comunitaria sobre un individuo son algo muy delicado. Hace falta luz, hallar las palabras adecuadas, el momento justo, paciencia. Todo esto es imposible sin oración. Jesús da por supuesto -quizá supone mucho- que esta oración va a darse. Y anima a los discípulos asegurándoles la ayuda del Padre, ya que El estará presente. Esta interpretación no excluye la otra, más amplia, de la oración y la presencia de Cristo en general. Lo importante es no olvidar la oración y la presencia de Jesús en el difícil momento de la reconciliación.

Apéndice: la práctica de la comunidad de Qumrán

Nota: En el siglo II a.C., un grupo de judíos, descontentos del comportamiento del clero y de las autoridades de Jerusalén, se retiró al desierto de Judá y fundó junto al Mar Muerto una comunidad. Se ha discutido mucho sobre su influjo en Juan Bautista, en Jesús y en los primeros cristianos. El interesado puede leer J. L. Sicre, El cuadrante. Vol. II: La apuesta, cap. 15.

Los cuatro pasos en la Regla de la congregación

1) «Que se corrijan uno a otro con verdad, con tranquilidad y con amor lleno de buena voluntad y benevolencia para cada uno» (V, 23-24).

2 y 3) «Igualmente, que nadie acuse a otro en presencia de los “grandes” sin haberle avisado antes delante de dos testigos» (VI, 1).

4) «El que calumnia a los “grandes”, que sea despedido y no vuelva más. Igualmente, que sea despedido y no vuelva nunca el que murmura contra la autoridad de la asamblea. (…)

Todo el que después de haber permanecido diez años en el consejo de la comunidad se vuelva atrás, traicionando a la comunidad… que no vuelva al consejo de la comunidad. Los miembros de la comunidad que estén en contacto con él en materia de purificación y de bienes sin haber informado de esto a la comunidad serán tratados de igual manera. No se deje de expulsarlos» (VII,16-25).

Algunos castigos en Qumrán

«Si alguien habla a su prójimo con arrogancia o se dirige a él groseramente, hiriendo la dignidad del hermano, o se opone a las órdenes dadas por un colega superior a él, será castigado durante un año…»

«Si alguno habló con cólera a uno de los sacerdotes inscri­tos en el libro, que sea castigado durante un año. Durante ese tiempo no participará del baño de purificación con el resto de los gran­des.»

«El que calumnia injustamente a su prójimo, que sea castiga­do durante un año y apartado de la comunidad.»

«Si únicamente hablo de su prójimo con amargura o lo engañó conscientemente, su castigo durará seis meses.

«El que se despereza, cabecea o duerme en la reunión de los “grandes” será castigado treinta días».

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El Estado australiano de Queensland pide perdón por condenas contra el sexo gay

Sábado, 13 de mayo de 2017
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alan_raabeAlan Raabe ha vivido con una condena penal desde 1988 a causa de la prohibición

La gobernadora del estado de Queensland, Annastacia Palaszczuk expresó el arrepentimiento oficial a aquellos afectados por la prohibición contra el sexo homosexual que fue derogada en 1990.

La legislatura de un estado de Australia pidió el jueves disculpas a cientos de hombres condenados hace décadas por tener relaciones homosexuales, en momentos en que el gobierno presenta una propuesta para borrar sus antecedentes penales.

Una vez que sea aprobada la legislación, Queensland se sumará a otros tres estados y a la capital del país en eliminar el prontuario policial para aquellos condenados por tener ese tipo de relaciones, que ya no son ilegales en ninguna parte de la nación. Dos estados y un territorio aún no lo han hecho.

“Ustedes han sido ofendidos y vilipendiados, y por ello les expreso nuestro profundo arrepentimiento por el dolor que han sufrido”, dijo Palaszczuk ante la Asamblea Legislativa. “Al criminalizar la actividad homosexual entre adultos responsables, la Asamblea Legislativa de este estado deshonró a sus ciudadanos e institucionalizó el prejuicio y la discriminación”, agregó.

Alan Raabe fue sentenciado de agresión sexual en 1988 por lo que él dice fue un acto homosexual entre adultos con consentimiento, y el jueves estuvo en la Legislatura para escuchar la disculpa oficial.

 Raabe, hoy de 63 años, dijo que su anhelo de ser maestro quedó frustrado por ese caso judicial, pero se expresó contento de ver que finalmente su prontuario policial ha sido borrado. “Es como si se disipara una nube que se cernía sobre mí, como que al fin alguien me prestó atención”, expresó Raabe.

Aunque la homosexualidad ya no es un delito, los convictos aún deben revelar el registro penal a cualquier empleador potencial en caso de buscar trabajo en el sector público, en el sector educativo o en el de cuidado infantil.

Bajo los cambios, que con seguridad llegarán a ser ley, un hombre podrá solicitarle al Departamento de Justicia que sea eliminada su condena por “indecencia pública”.

Queensland es ampliamente considerado el estado más conservador de Australia. Allí, los actos homosexuales conllevaban una pena de 14 años de cárcel y la policía del estado era notoria por el ahínco que le daba a arrestar y abusar de la comunidad gay.

A finales de la década de 1980, el gobierno de Australia amenazó con llevar a tribunales a la gobernación de Queensland ante versiones de prensa de que agentes encubiertos estaban entrando a baños públicos y ofreciendo tener relaciones homosexuales con hombres a fin de arrestarlos, y de presentar cargos contra parejas homosexuales por tener relaciones íntimas en su hogar.

Fuente Agencias, vía Cáscara Amarga

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Ética del perdón

Viernes, 25 de noviembre de 2016
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el-abrazo-1976-juan-genoves-custom2No hay perdón sin misericordia, ni misericordia sin perdón y que me perdone Nietzsche, porque para él todo esto de la misericordia y el perdón, léase compasión, le suena a debilidad y a algo enfermizo, hasta el punto de que la muerte de Dios sobrevino por un exceso de compasión, ahogándose en ella. Sin embargo, Jesús de Nazaret hizo de la misericordia y el perdón la coordenada central de su programa ético-religioso. El “ojo por ojo” de la sociedad judía lo cambia radicalmente por la misericordia samaritana y por el que hay que perdonar hasta setenta veces siete (Mt. 18,21). No es el perdón una palabra al uso, escribe el papa Francisco, más bien, es una palabra que “en algunos momentos parece evaporarse… y es triste constatar cómo la experiencia del perdón en nuestra cultura se desvanece cada vez más”.

Ante el inminente final del “Año de la misericordia” propuesto por el papa Francisco me atrevo a una reflexión de un tema un tanto espinoso y desacostumbrado ya sea individual, ya sea colectiva y socialmente. El “ojo por ojo” o el “homo hominis lupus” (el ser humano es un lobo para el ser humano) y la venganza está adherido en el ADN de la persona y desde esta perspectiva podemos decir con JP. Sartre que el “infierno son los otros”. Pero el imperativo ético tanto de la religiosidad como del ser antropológico de Jesús de Nazaret debe ser un factor imprescindible en nuestro día a día, en nuestra contingencia de un ser-ahí y de un ser-con de la ontología heideggeriana. Desde el punto de vista antropológico y personal es imprescindible convivir con la misericordia y el perdón, tanto el demandar perdón como el otorgarlo en situaciones de daños, sufrimientos o perjuicios que hacemos o recibimos. No es fácil esta experiencia, pues, como decía Ortega y Gasset atendiendo a la raíz de esta palabra en alemán, implica pensar con los pies, es decir, estar bien anclado en tierra, pues “el perdón es un acto propio de personas que han llegado a una auténtica madurez, pero… que tiene sus raíces en ciertas experiencias tempranas de la vida”, afirma el psicólogo suizo J. Paige, y además “la experiencia del perdón fortalece la convicción de que no estamos de más, de que podemos ser algo, de que no simplemente somos tolerados”.

Desde esta perspectiva de la madurez humana la capacidad de perdonar y de recibir perdón, ese hacerse cargo de la ofensa o el sufrimiento infligido o recibido, debe ampliarse a nuestro camino existencial, individual y social. Nuestro ámbito social y político está escaso de perdón, y por ende de reconciliación, pues con demasiada frecuencia se actúa desde un querer imponer la propia verdad (habría que recordar el verso machadiano: “¿Tu verdad? No, la verdad y ven conmigo a buscarla”) y hasta la propia justicia, y así del adversario político o grupal se pasa al enemigo en toda regla, al ojo por ojo, y aquí el perdón y la reconciliación se convierten en la enfermiza debilidad nietzscheana. La política española, al menos de ahora, está falta de alguna dosis de perdón y de reconciliación; la convivencia social necesita un buen tratamiento vitamínico a base de perdón. Otro tanto habría que señalar en instituciones eclesiales, donde la ausencia de misericordia y de perdón es manifiestamente llamativa al referirse, sobre todo, a homosexuales, lesbianas o a la ideología de género, que se ha comparado con el nazismo, el marxismo o el ISIS yihadista. En estos días el arzobispo de Oviedo, con motivo de la beatificación de cuatro “mártires asturianos” de la guerra civil, ha arremetido despiadadamente contra la ley de Memoria histórica, un intento legal de perdón y de reconciliación; hubiera sido más acorde con ese acto entonar un mea culpa, entre otras cosas, por las implicaciones de la jerarquía católica en el golpe de Estado del general Franco, que tanto sufrimiento causó a la sociedad española, y en el apoyo incondicional a la posterior dictadura franquista.

Habría que decir que el perdón es un factor muy saludable tanto en el ámbito personal como social. Suma más que resta. El perdón hace que se recomponga el hilo umbilical por cualquier desavenencia con el otro; no hay que olvidar que, conforme a la definición aristotélica, el ser humano es un ser relacional. Y es saludable y positivo por varias razones:

Genera diálogo, es decir, cuando la palabra va fluida del uno al otro y del otro al uno sin recovecos, como una “razón con entrañas” en expresión de María Zambrano, se allana fácilmente el terreno y se facilita el encuentro, la reconciliación. El diálogo potencia la cultura del corazón, que habla desde la igualdad, desde la simetría, y no desde el fanatismo del que está convencido sin fisuras de su verdad y de sus posiciones estancas. El perdón rompe con esa estructura de incomunicación.

Hace posible la reconciliación, una vez establecido el diálogo, que no es otra cosa que, según la etimología, volver a la asamblea, a la reunión, al encuentro con el otro. Al aceptar ese encuentro se establece una relación de projimidad, como señala P. Laín Entralgo, de reconocimiento mutuo entre el yo y el otro. El abrazo viene a ser la puesta en escena del perdón. Nelson Mandela se quejaba de que su gente le tachase de cobarde por tender la mano a sus verdugos, y llevó hasta el final su reconciliación sentando a su carcelero blanco en la tribuna de honor en su investidura como presidente de Sudáfrica.

Restablece o inicia la amistad, un valor muy estimable, hasta el punto de que “sin amigos nadie querría vivir, aun cuando tuviera todos los otros bienes”, escribe Aristóteles en Ética a Nicómaco. A partir del perdón se recupera la empatía perdida, si es alguien cercano; y si es lejano, se acortan las distancias, se hace prójimo a nuestra realidad histórica. Se comparte así un nuevo caminar juntos, donde yo me hago responsable del otro y el otro se responsabiliza de mí. La amistad hace posible la solidaridad humana ante el sufrimiento tan variado como injusto.

Refuerza la “Si Dios se detuviera en la justicia, escribe el papa Francisco en la Misericordiae vultus, dejaría de ser Dios, sería como todos los hombres que invocan respeto por la ley. La justicia por sí misma no basta, y la experiencia enseña que apelando solamente a ella se corre el riesgo de destruirla”. No es fácil para las víctimas, directas o indirectas, escoger entre justicia y perdón, o perdonar cuando uno no es la víctima directa. Es lo que plantea Dostoievski en Los hermanos Karamázov en el intenso diálogo entre los hermanos Iván y Aliosha. Iván no puede entender que el “sufrimiento de los niños” sea un factor necesario en la creación divina y que tengan que “contribuir con sus sufrimientos al logro de la armonía”. Por eso Iván remata su densa y larga exposición: “¡No quiero, en fin, que la madre abrace al verdugo que ha hecho despedazar a su hijo por los perros! ¡Que no se atreva a perdonarle! Si quiere, que perdone al torturador su infinito dolor de madre; pero no tiene ningún derecho a perdonar los sufrimientos de su hijo despedazado”. A mi modo de ver el perdón refuerza la justicia, porque el verdugo, aquí en un sentido amplio, al ser perdonado reconoce el sufrimiento causado y acepta plenamente que se haga justicia. A este respecto hay que resaltar el increíble testimonio de algunas víctimas directas o indirectas de ETA y de los GAL que han perdonado a sus verdugos y éstos se hacen cargo del dolor causado. Todo esto sin esperar, como en el diálogo de los hermanos Karamázov, a que “cuando cielo y tierra se unan en un solo grito”, la madre, el niño y el verdugo “que ha hecho despedazar a su hijo por los perros” proclamen los tres con lágrimas en los ojos: “Tienes razón, Señor”. En definitiva, “si Dios se detuviera en la justicia, dejaría de ser Dios”, otro tanto ocurriría en el ser humano, que dejaría de serlo, si no perdona. De nuevo Aristóteles viene en nuestra ayuda: “Cuando los seres humanos son amigos, ninguna necesidad hay de justicia; pero, incluso siendo justos, necesitan de la amistad, y parece que los justos son los más capaces de amistad”; amistad que tiene su manantial en el perdón.

Recompone y afianza la paz. Una paz que se hace trizas por la ofensa dada o recibida. El poeta bíblico nos dice que la “justicia y la paz se besan” (Sam 84,11); si la justicia se refuerza por el perdón, otro tanto ocurre con la paz, esa “brisa malva/de armonía/; un astro luminoso/ para la senda de la esperanza/; un pan compartido/ sin hambre/… una exigencia existencial/ de la finitud y de la contingencia/” (Palabras para este tiempo).Todo ello es posible porque el perdón genera diálogo y amistad y contribuye a que las relaciones humanas sean justas, igualitarias, el verdadero humus de la paz. Aliosha inquiere a su hermano Iván: “Me has preguntado hace un momento: ¿existe en todo el mundo un ser que pueda perdonar y tenga derecho a hacerlo? Pues bien, ese ser existe, y puede perdonarlo todo, puede perdonarlo todo a todos y por todo, porque Él mismo ha dado su sangre inocente por todos y por todo”. Jesús de Nazaret ha señalado el camino y ha dado ejemplo claro y meridiano y, por eso, hizo de la misericordia y el perdón la coordenada central de su programa ético-religioso, donde los que luchan por la paz, han sido misericordioso y han perdonado, son bienaventurados, dichosos, han encontrado la felicidad.

El perdón es, en definitiva, “una fuerza que resucita a una vida nueva e infunde el valor para mirar el futuro con esperanza” (Misericordiae vultus).

Antonio Gil de Zúñiga

Atrio

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En el centro de tu centro

Jueves, 3 de noviembre de 2016
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Del blog de Henri Nouwen:

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“Siempre que alguien nos hiere, ofende, ignora o rechaza, se produce en nosotros una profunda protesta interior. Puede tratarse de furia o depresión, de deseo de venganza o incluso del impulso de causarnos daño nosotros mismos. Podemos sentir una profunda urgencia de vengar nuestra herida, o bien refugiarnos en un sentimiento suicida de autodesprecio.

Aunque estas reacciones extremas puedan parecer excepcionales, nunca son ajenas a nuestros corazones. Durante largas noches le damos vueltas a menudo a las palabras o acciones con que hubiéramos podido responder a lo que nos dijeron o hicieron otros.

Justo en ese momento es cuando hemos de desenterrar nuestros recursos espirituales y encontrar el centro en nuestro interior, ese centro que está mucho más allá de nuestra necesidad de herir a otros o herirnos a nosotros mismos, el centro donde somos libres para perdonar y amar.”

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Henri Nouwen

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El Gobierno británico confirma la Ley Alan Turing, pero el activista George Montague no quiere el perdón

Lunes, 24 de octubre de 2016
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turing“No quiero que me perdonen”: ¿por qué se oponen algunos homosexuales británicos a la ley que los absuelve de haber cometido “delitos sexuales”?

¿Perdón o disculpa? Pese a que ya no son perseguidos legalmente, muchos homosexuales consideran que un perdón oficial aún los estigmatiza.

El Gobierno del Reino Unido anuncia oficialmente su intención de aprobar la Ley Alan Turing con la que concede el perdón a quienes fueron condenados por ser homosexuales. Pero algunos, como el activista George Montague, prefieren disculpas que llegan tarde en lugar de un perdón que se queda corto.

De manera oficial, se anunció esta semana que miles de homosexuales y bisexuales condenados por sodomía serán perdonados. En el caso de los fallecidos, será un perdón póstumo y automático. El mismo documento señala también que aquellos condenados por tener relaciones homosexuales consentidas que aún están vivos podrán ser perdonados luego de evaluar su caso.

El perdón póstumo que emitió en 2013 la reina Isabel II de Inglaterra al genio matemático y héroe de la Segunda Guerra Mundial, Alan Turing, inspiró la reciente ola de reivindicaciones legales con la comunidad gay. Muchos de ellos recibieron castigos que hoy serían impensables en ese país. El mismo Turing fue castrado químicamente en 1952 luego de ser arrestado por tener relaciones con un joven de 19 años. El matemático que había sido fundamental para descifrar los códigos de comunicación de la Alemania Nazi pocos años antes, se suicidó en 1954 con cianuro.

En respuesta a una petición de la familia del matemático Alan Turing, solicitando el perdón de más de 49.000 personas que fueron condenadas por ser homosexuales, Theresa May se había comprometido en septiembre a introducir la Ley Alan Turing. Mes y medio después, el jueves, 20 de octubre, como consecuencia de una proposición parlamentaria del diputado John Sharkey, del Partido Liberal Demócrata, el gobierno del Reino Unido confirma su intención de aprobar la Ley Alan Turing, aboliendo condenas, concediendo «el perdón póstumo» y automático a todos los fallecidos y borrando los registros criminales de quienes hagan la correspondiente petición ante el Ministerio del Interior, con el objetivo de evaluar cada caso puesto que, tal y como advierte Sam Gyimah, secretario de justicia, el perdón se concede sólo a aquellos que fueron condenados por mantener relaciones homosexuales consentidas, quienes «serían inocentes de cualquier crimen hoy en día».

Según la nueva ley, aquellos condenados por haber tenido un comportamiento sexual que ya no es considerado un delito serán perdonados y sus registros criminales borrados si hacen la solicitud ante el ministerio del interior. «Es un día trascendental para miles de familias en todo el Reino Unido que han estado haciendo campaña por este asunto durante décadas», señala Sharkey, aplaudiendo el acuerdo con el que se conseguirá aprobar una ley que para algunos, como el diputado John Nicolson, se queda corta, por lo que ha propuesto que se aplique también automáticamente a los condenados que siguen estando vivos sin la necesidad de solicitarlo expresamente. Su propuesta se debate hoy viernes, 21 de octubre, aunque el gobierno ya ha adelantado que no la apoyará al considerar el peligro de que «personas culpables de infracciones que todavía se consideran delito hoy reclamen ser exoneradas». Al igual que Nicolson, Paul Twocock, de Stonewall, considera que la medida «no llega lo suficientemente lejos», y hasta algunos condenados, como el activista George Montague, de 92 años de edad, no quieren el perdón, exigiendo en su lugar unas disculpas. Esta es la respuesta de una de las voces de la comunidad gay más reconocidas y respetadas de Reino Unido al anuncio del gobierno de que se perdonará a los homosexuales condenados por delitos sexuales ya abolidos.

«Aceptar un perdón significa aceptar que fuiste culpable (…). No soy culpable de haber estado en el momento y el lugar equivocado», señala a la BBC el activista, que fue condenado en 1974 por mantener «actos indecentes con un hombre». Padre y abuelo por imperativo social, sólo al cumplir los 59 años de edad, justo el día después de la muerte de su madre, admite públicamente su homosexualidad, para separarse de su esposa, aunque no se divorcian, y vivir con su nueva pareja, con la que se casa en 2015. Mucho antes había llegado a ser condenado en un juicio que sostiene fue irregular y no se pudo defender después de haber sido arrestado por un efusivo policía homofóbico poco después de que el propio Alan Turing fuera condenado. «No debieron perdonar a Alan Turing. ¿De qué fue culpable? Su delito fue haber nacido con la capacidad de enamorarse de otro hombre», sostiene el que se autodenomina «el gay más viejo del pueblo» quien, en lugar de perdón, pide «disculpas. Y no sólo para mi, sino para miles que ahora ya están viejos como yo».

Desde la abolición hasta el perdón

Las leyes que condenan la homosexualidad son abolidas en Gales e Inglaterra en 1967, para ser abolidas en Escocia en 1980 y en Irlanda del Norte dos años después, aunque sigue habiendo discriminación con respecto a las relaciones heterosexuales al contemplar excepciones, como una edad de consentimiento superior para las relaciones homosexuales, que se irían igualando con el paso de los años. Pero durante décadas, mientras están en vigencia, más de 65.000 homosexuales son condenados, de los que se estima que todavía viven alrededor de 15.000. El 24 de diciembre de 2013, la reina Isabel II promulga un edicto mediante el que concede a Turing el indulto a título póstumo“Un perdón es la mejor manera de reconocer el daño que hemos causado por esas leyes homofóbicas, opina John Sharkey, integrante de la cámara de los Lores británica y autor de la nueva norma.

Considerado como uno de los padres de la informática moderna gracias a la denominada máquina de Turing, Enigma, con la que consigue descifrar los códigos secretos de los mensajes de los nazis, contribuyendo a la precipitación del final de la Segunda Guerra Mundial, Alan Mathison Turing es arrestado y acusado de mantener relaciones sexuales con un joven de 19 años de edad en 1952. Tras declinar defenderse, se somete voluntariamente un proceso de castración química para evitar ir a la cárcel. Sólo dos años después se suicidaba con una manzana impregnada con trazas de cianuro.

El propio David Cameron, primer ministro británico en el momento del indulto, lo celebra con un tuit: «Me alegro de que Alan Turing haya recibido un indulto real. Al descifrar el código Enigma en la Segunda Guerra Mundial jugó un papel fundamental en la salvación de este país». Comienza entonces una campaña, liderada por la familia del matemático, para recoger firmas hasta elevar una petición al gobierno británico para indultar a los demás condenados por «sodomía», contando con el apoyo de figuras públicas como el astrofísico Stephen Hawking, el actor Stephen Fry, el activista Pater Tatchell, Rachel Barnes, el cómico Matthew Todd, el cineasta Morten Tyldum o el actor Benedict Cumberbatch, que interpreta a Turing en un biopic cinematográfico, The imitation game (2014, Marten Tyldum, Reino Unido & EE.UU.).

Fuente BBC/Universogay

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El gobierno de Theresa May se compromete a aprobar la Ley Alan Turing

Sábado, 24 de septiembre de 2016
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turingAlgo más de un año después de que la familia del matemático presentara una petición firmada por casi medio millón de personas, Theresa May se compromete a que su gobierno aprobará la Ley Alan Turing con el objetivo de conceder el perdón a las más de 49.000 personas que fueron condenadas por ser homosexuales.

El gobierno de Theresa May se ha «comprometido» a la introducción de la que ha denominado como la Ley Alan Turing, como respuesta a una petición de la familia del matemático que en febrero de 2015, antes de las elecciones, presentaba algo más de medio millón de firmas a Downing Street, solicitando el perdón de más de 49.000 personas que fueron condenadas en su día por ser homosexuales. «Este gobierno se ha comprometido a introducir perdones póstumos para las personas convictas con cierto historial de ofensas sexuales que serían inocentes de cualquier crimen ahora», confirmaba un portavoz del gobierno británico explicando que buscarán la manera de sacar la ley adelante.

Alan Mathison Turing es considerado uno de los padres de la informática moderna gracias a la denominada máquina de Turing, Enigma, con la que consiguió descifrar los códigos secretos de los mensajes de los nazis. Su invento contribuye a la precipitación del final de la Segunda Guerra Mundial, tal y como el propio Winston Churchill llega a reconocer. Sin embargo, Turing es despedido del servicio secreto británico tras ser condenado por conducta indecente, en 1952, viéndose obligado a someterse a un tratamiento de castración química mediante una serie de inyecciones de hormonas femeninas para evitar ir a la cárcel. Dos años después, se suicida. En 2013, el gobierno británico le concedía el perdón póstumo.

Se estima que alrededor de 49.000 personas fueron condenadas en virtud de las leyes que condenaban la homosexualidad en el Reino Unido, derogada en 1967. Rachel Barnes, sobrina-nieta de Turing ha declarado que está «decepcionada de no haya habido ningún progreso» desde que presentaran las firmas recogidas en esa petición para ampliar el perdón que el gobierno había concedido a su tío a las demás personas condenadas bajo las mismas circunstancias.

La presión pública llevó a los principales partidos políticos a comprometerse para corregir los errores del pasado, introduciendo la que denominaron como Ley de Alan Turing. De hecho, un manifiesto de 2015 de los conservadores británicos declaraba que iban a trabajar «en el perdón póstumo del creador de la máquina para descifrar códigos, Enigma, quien se habría suicidado tras su condena por conducta indecente, con una medida más amplia para derogar las condenas de esta naturaleza. Miles de británicos siguen sufriendo par cargas históricas similares, incluso a pesar de que hoy serían completamente inocentes de cualquier crimen».

Fuente Universogay

 

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Cristo es la Transparencia

Sábado, 6 de agosto de 2016
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Del blog de la Communion Béthanie:

Vivamos el verano con el libro “15 días con el Hermano Roger de Taizé “ escrito por Sofía Laplane en la Editorial Ciudad Nueva: 

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Dios mismo vino sobre la tierra como un pobre,
como un humilde.
Vino a través de Cristo Jesús.
Dios permanecería lejos de nosotros si
Cristo no fuera la transparencia.
Desde el comienzo Cristo estaba en Dios.
Desde el nacimiento de la humanidad,
era palabra viva.
Vino sobre la tierra para hacer accesible
la confianza de la fe.
Resucitado, hace su morada en nosotros,
nos habita por el Espíritu Santo.
Y descubrimos que el amor de Cristo se expresa ante todo
por su perdón y por su presencia continua dentro de nosotros.

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Durante el verano, vuestras hermanas y hermanos de Cristianos Gays rezan contigo y por tí. De hecho, nuestro deseo es vivir nuestra vida cotidiana, iluminados interiomente por medio de Jesucristo. Queremos estar cerca de los que pasan las pruebas.

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Obsesión enfermiza por los gays

Martes, 5 de julio de 2016
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cristianos-gaysOtra vuelta de tuerca

“Supone reducir el hombre a la condición de semental y la mujer a la de hembra reproductora”

(Ramón Baltar).- El papa en la rueda de prensa que dió a los periodistas que cubrieron su visita a Armenia ha reconocido sin ambages que la ICAR tiene que pedir perdir perdón a los homosexuales por el gran daño que les lleva hecho. A ver si se enteran los obispos que emponzoñan el ambiente con sus fétidas soflamas homófobas.

De obsesión enfermiza se puede calificar la atención que cierta iglesia docente presta a los asuntos del interfeminio, profanando la intimidad de las alcobas. Basados en el principio de que el instinto sexual se ordena sólo a la continuidad de la especie, declaran ilícitas todas las modalidades de retracto de colindantes que no apunten a la sala de partos.

Aberración intelectual que adobada con algunos textos bíblicos les sirve para condenar como abominables los machihembrados entre individuos del mismos sexo.

No hace falta disponer de un nutrido arsenal de letras ni divinas ni humanas para desarmar una a una esta sarta de afirmaciones sin fundamento, bastan las meras luces naturales y el hábito de gastarlas para descubrir dónde asoma su gran quiebra: supone reducir el hombre a la condición de semental y la mujer a la de hembra reproductora.

Tiene gracia descalificante que los defensores de la superioridad del espíritu sobre el cuerpo, tengan el cuajo de rebajar a los hijos de Dios al papel de simples soportes de ADN.

El anuncio de petición de perdón a los homosexuales tendría que aparejar una revisión de la enseñanaza católica sobre el particular. Proclamar su dignidad como personas pero imponiéndoles castidad perpetua, suena a cinismo y crueldad: Si sus inclinaciones eróticas no son de suyo condenables, tampoco lo serán sus realizaciones; condenarlas a vivir sin amor carnal equivale a cegar una de las pocas fuentes de la felicidad.

Con más ajuste de acciones a discurso, que ahí está la madre del cordero. La negativa del Vaticano a dar el placet al embajador que proponía Francia, gay publicado, constituye un contramensaje y desautoriza a Francisco.

Fuente Religión Digital

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El papa Francisco: “La Iglesia debe pedir perdón a los homosexuales”

Miércoles, 29 de junio de 2016
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la-iglesia-y-los-gaysLo tiene muy fácil, pida perdón YA… El problema es que, para que sea creíble esa petición de perdón, Francisco debiera eliminar los infames artículos nn 2357-2359 del Catecismo de la Iglesia Católica que rebosan homofobia, nos llaman desordenados y pretenden que Dios nos ha castigadfo a vivir en castidad sin derecho al amor… Mientras eso no ocurra… Parole, parole, parole

El papa afirmó que tanto los homosexuales como otros grupos marginados por la Iglesia merecen una disculpa por parte de la Iglesia.

A bordo del avión rumbo a Roma tras un viaje a Armenia, el pontífice fue preguntado acerca de si estaba de acuerdo con uno de sus principales asesores, el cardenal alemán Reinhard Marx, quien dijo durante una conferencia en Dublín, en los días posteriores al letal ataque en Orlando dentro de un club gay, que la Iglesia les debe una disculpa a los homosexuales por haberlos marginado.

El Papa Francisco ha declarado tras viajar a Armenia que la Iglesia – no como constitución, sino los creyentes integrantes de la comunidad cristiana – debería disculparse con las personas homosexuales, así como con otros colectivo desfavorecidos a lo largo de la historia. A pesar de ser una gran noticia, especialmente para los homosexuales religiosos, las declaraciones hay que cogerlas con pinzas, ya que no es la primera vez que Francisco se pronuncia negando la igualdad de gays y lesbianas.

Durante el vuelo, el pontífice afirmó que la Iglesia no tenía derecho a juzgarlas, sino que debería respetarlas.  Dijo que algunos comportamientos politizados de la comunidad homosexual pueden ser criticados por ser “un poco ofensivos para otros”, y volvió a responder con una variante de su “¿Quién soy yo para juzgarlos?”, que ya pronunció el 2013 y que despertó tantas esperanzas como suspicacias.

Preguntado sobre la homosexualidad, el Papa afirmó que:

Lo que dice el catecismo de la iglesia católica es que la homosexualidad es un desorden, sin embargo que las personas homosexuales no deben ser discriminadas por ello, sino respetadas y asesoradas pastoralmente. Creo que la Iglesia no sólo debe pedir perdón a las personas gais que ha ofendido, sino también a los pobres y a las mujeres que han sido explotadas, a los niños obligados a trabajar, ofrecer disculpas por haber bendecido tantas armas y por no haber acompañado a las familias que enfrentaban divorcios o que experimentaban otras situaciones, porque no se ha comportado como debería en muchas ocasiones, cuando digo la Iglesia me refiero a los cristianos, que somos los pecadores.

Sin embargo, desde la comunidad LGBT estas declaraciones han sido acogidas con bastante escepticismo, ya que los sectores religiosos siguen intentando presionar para limitar los derechos civiles del colectivo gay, discriminando a las personas homosexuales en todos los países en los que está presente.

Además, hace un mes el propio Papa declaró que aunque el matrimonio igualitario se esté aprobando en varios países, la objeción de conciencia debe ser un derecho al que toda persona puede acogerse si así lo estima conveniente.

Fuente Agencias/Religión Digital, AmbienteG/Cáscara Amarga

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Recordatorio

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