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La homosexualidad no es una abominación

Jueves, 4 de agosto de 2016
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Del blog Pays de Zabulon:

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ואת-זכר–לא תשכב, משכבי אשה: תועבה, הוא.

“No te acostarás con un hombre como con mujer. Es una abominación.”

Levítico 18:22

——–

Reproduzco aquí el excelente artículo  de Joël Hoffman, lingüista en Nueva York, el artículo al cual, ya me referí aquí. De hecho, es todo el dossier aparecido en el número de la revista Tenoua lo que es de una claridad  extraordinaria sobre este pasaje del Levítico que es tan a menudo invocado para condenar  la homosexualidad y a los homosexuales mientras que un trabajo exegético serio no permite esta conclusión rigorista sino abusiva. Pero veamos primero cuales son las 5 deformaciones que se le atribuyen a este texto cuando no se tiene cuidado.

Z.
——-

Joel Hoffman, lingüista, New York

En lo concerniente al Levítico 18:22, existen  cinco deformaciones importantes entre la lectura moderna y el sentido antiguo del texto.

En el corazón de este versículo, las relaciones sexuales entre hombres son calificadas toeva en hebreo, comúnmente en español: “abominación“. Esta es la primera deformación. El término hebreo toeva significa “tabú” – un acto inapropiado debido a las normas sociales y no un mal absoluto. Aislado, por lo tanto, el  Levítico 18: 22 habla de tabú, no de abominación.

El contexto, sin embargo, nos aleja de estos matices de toeva para acercarnos al modelo general de Levítico 18, capítulo en el que varios sinónimos describen los comportamientos no deseados: toeva aquí zimah ( “crimen“) más alto, Tevel ( “perversión“)más lejos, etc. Por este contexto, Levítico 18 enumera un lista de prácticas indeseables, sean cuales sean las sutilezas del término hebreo toeva .

Pero por muy indeseables que sean, estos actos no son calificados de “pecados”. La segunda deformación, pues, es pretender que Levítico 18:22 hable de pecado.

La tercera deformación consiste en extender el dominio de Levítico 18:22 a la homosexualidad en general.
Se trata aquí sólo de un acto homosexual masculino específico.

La cuarta deformación se hace en sentido opuesto: apoyándose en el lenguaje eufemístico (no acostarse con un hombre “como se acuesta con una mujer”), algunos sugieren que los contactos sexuales entre dos hombres no plantean problema mientras no sean exactamente idénticos a los contactos sexuales entre un hombre y una mujer. Ésos se equivocan en el modo en el que funcionan los eufemismos.

Por último, Levítico 18:22 hace una línea (o dos si añadimos su doble en Levítico 20:13). La quinta deformación es considerar estas dos líneas hostiles a las relaciones sexuales entre hombres como más importantes que, por ejemplo, el verso similar en Levítico 19:19 (que prohíbe el uso de una “prenda tejida de dos tipos de hilo” diferente) .

Deshacerse de estas cinco cepas, Levítico 18:22 reprueba un acto homosexual masculino, entre una larga lista de prohibiciones antiguas,  de las que un gran número son a menudo ignoradas en el mundo moderno, tanto por nuestros contemporáneos religiosos como laicos.

El Dr. Joel M . Hoffman es especialista de la Biblia en Nueva York. Su última obra, The Bible’s Cutting Room Floor: The Holy Scriptures Missing From Your Bible apareció en septiembre de 2014. Más informaciones  www.lashon.net

Fuente : Tenoua – été 2015

Fuente imagen : fotografía procedente de la película Ojos bien abiertos (título original עיניים פקוחות, título inglés Eyes Wide Open), 2009.

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Saber leer la Biblia – Entre otras cosas …

Miércoles, 3 de agosto de 2016
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Del blog Pays de Zabulon:

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Justo una nota para tranquilizar …

El relativo silencio en este blog no es una señal de que no tengo nada que expresar, ¡es más bien lo contrario! Hay tantas cosas y se arremolinan de tal manera en todos los sentidos que no sé con qué hilo atrapar las ideas o sentimientos y compartirlos aquí.

En su lugar, algunas confidencias, diálogos, experiencias de vida … vienen a la vez a turbarme, alimentarme y crecer y no sé lo que debo o no puedo compartir para no entrar en lo demasiado íntimo.

Al mismo tiempo, el sufrimiento que oigo en algunos entre su afiliación religiosa y el reconocimiento de la homosexualidad me toca profundamente. La ignorancia de las Escrituras, la transmisión continua de las interpretaciones más limitadas, mientras que sin embargo todo el material exegético y teológico existe, me dejan pensativo. ¿Acaso tengo que pasar el tiempo sintetizando estos enfoques y hacerme eco aquí para aquellos que los que necesitan de estos fundamentos los encuentren aquí?

Ser cristiano y gay…

Hay una cosa que me gustaría hacer pero no sé si es muy apropiada. Es retorcer el pescuezo a la vieja idea de que ser gay y ser cristiano sería incompatible. E Inmediatamente, la idea de que la homosexualidad sería un pecado y estaría prohibida por la Biblia.

Por otra parte, el argumento de que la Biblia es homofóbico me molesta en sumo grado, especialmente cuando se trata de decir “oye -Verás, esto está prohibido! es pecado! KSSS KSS KSS! Fuera los homosexuales ” que cuando se trata de polemizar de este modo: “oh usted ve que las religiones están en contra los gays y son ellas quienes alimentan el odio y la división entre la gente y entre los pueblos. “

¡Esto me enerva porque es de una estupidez sin nombre! Si se llega con una idea hasta inconsciente de lo que se busca, acabaremos siempre por encontrarlo en la Biblia, esto no es muy complicado. ¡De ahí la estupidez de tomar al pie de la letra un versículo aislado y quererlo aplicar tontamente sin reflexionar!

El  simple hecho de que la mención de la homosexualidad (y por otra parte de toda preocupación sexual), no sea, francamente la payor preocupación de la Biblia es ya un indicio serio del lado obsesivo que despliegan algunos que quieren demostrar esto o aquello.

Saber leer la Biblia

Debemos leer la Biblia, pero no de cualquier modo.  Esto incluye saber cómo distinguir lo esencial de lo accesorio. Debemos leer la Biblia y también debemos meditarla.

Un buen método, me parece, es abordarlo sin tener ninguna intención específica sobre lo que se desea encontrar y encontrar todo siendo capaz de poner un acontecimiento en su contexto, relacionarlo con otros del mismo tipo y para el que el texto aporta otros matices.

Esta neutralidad científica en el primer acercamiento de un texto que será estudiado no es tan fácil como parece. Tenemos todas las esperanzas secretas de ser confirmadas en esto esto o esto. Sería tan terrible si la Biblia, Dios mismo, por lo tanto, viniese a  contradecirnos, ☺.

Tomemos un ejemplo. Me gustaría probar que la Biblia no es homófoba. Puedo encontrar muy rápidamente un cierto número de argumentos en este sentido, pero antes de esto, debo pararme y preguntarme: ¿existe alguna razón para creer que la Biblia sea homofoba? Y tengo que admitir que sí. Ciertamente se habla allí poco de la homosexualidad pero cuando habla de eso, verdaderamente no es para ponerlo en valor ni verla como neutra.

Pero pasemos a la segunda parte del método y miremos los textos concernidos: ¿estoy seguro de comprender bien lo que se dice en los episodios recriminados: ¿Sodoma y Gomorra, la calificación de abominación en Levítico, o la condena por San Pablo?  En todas a lo que parece aludir no es a la orientación homosexual como tal sino sino al hecho de que pueda haber un abuso: la traición a la hospitalidad, la explotación de los débiles por los fuertes, la prostitución sagrada, la prostitución sagrada, la búsqueda idolátrica del placer sin respeto a la persona.

Incluso el término “abominación” plantea preguntas. Esta es una muy mala traducción de la palabra hebrea toeva que significa  “tabú”. En la revista judía  Tenoua, el lingüista Joel Hoffman, señala que esta no es la palabra para designar crimen o perversión, ni incluso el pecado, pero que se utiliza, sino la palabra tabú. Es decir, él dice “un acto inapropiado debido a las normas sociales y no un mal absoluto. En resumen, todo esto es relativo a pesar de todo, especialmente cuando se trata de algo prohibido entre decenas de otras prohibiciones, entre ellos por ejemplo la de no llevar una prenda tejida con dos tipos diferentes de hilo.

Entonces los que quieren ver una prohibición absoluta de la homosexualidad basado en Levítico desvestirse rápidamente, por no hablar de su ropa interior tejida de algodón y poliéster u otros productos mezclados!

¡Entonces, aquellos qué quieren ver una prohibición absoluta de la homosexualidad apoyándose en el Levítico se desvisten muy rápidamente, sin olvidar sus ropas interiores tejidas por algodón y sintéticos u otros productos mixtos!


Nota Bene: ¿Has observado que la palabra hebrea mal traducida al francés (allí al español) por abominación no quiere decir pecado?  Hay una palabra en hebreo para denotar el pecado … (ver aquí) y no se utiliza para la homosexualidad. Disgustará a los que repiten estúpidamente las ideas sin verificacarlas y por lo tanto contribuyen a perturbar o asustar a los jóvenes cristianos que descubren su homosexualidad.

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El mito bíblico del pecado

Miércoles, 15 de junio de 2016
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damnedEscrito por  Vicente Martínez

Hermanos, no temáis al pecado de los hombres; amad al hombre aún en su pecado, pues un tal amor aseméjase a Dios 
(Dostoievsky)

12 de junio, domingo XI del TO

Lc 7, 36-8, 3

Por eso te digo que sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor

Dieric Bouts, (1415-1475) fue un artista holandés que pintó La Caída de los malditos. Tema religioso muy habitual en la Europa del medievo que la Iglesia acostumbraba utilizar para  atemorizar al pueblo ignorante. Algo similar hizo el Bosco (1450-1516) en su tríptico El Jardín de la Delicias, entre otros. Y el pincel de un Miguel Ángel dejó estampado en un fresco de la bóbeda de la Capilla Sixtina, el mito ancestral del primer pecado.

Este es el tetimonio artístico del arte. Los verbales de las voces de la Iglesia condenando el pecado, han resonado -y siguen resonando todavía- en la conciencia de la Cristiandad entera. Una granizada que, sin piedad alguna, arruina toda esperanza de cosechaY esto, en verdad, es antievangelio. 

Ya en el AT las prostitutas fueron tratadas con particular benevolencia: “Y será la ciudad de Jericó anatema a Jehová, con todas las cosas que están en ella; solamente Rahab la ramera vivirá, con todos los que están con ella” (Jos 6, 17). Jesús, simpre solícito con las ovejas descarriadas, y de quienes dijo que “habrá más fiesta en el cielo por un pecador que se arrepienta que por noventa y nueve justos que no necesiten hacerlo”les mostró siempre particular afecto.

El relato de Lucas nos recrea la escena de la mujer pecadora pública en casa del fariseo Simón el Leproso mientras estaban sentados a la mesa: un frasco de perfume de mirra, baño de pies en lágrimas, cabellos que los secan, y besos. Jesús le dijo: “Tus muchos pecados te son perdonados, porque has amado mucho”. Y el Papa Francisco, intérprete fiel del Evangelio, en una audiencia pública del 14 de abril celebrada en la plaza de San Pedro, saludó y dio un “caluroso abrazo” a un grupo de 50 exprostitutas y transexuales.

El poeta medieval español (1283-1350), Arciptreste de Hita y buen conocedor de amores y evangelio, escribió en su obra El Libro del Buen Amor, esta sugerente frase: “Enpero, poque es umanal cosa el pecar, si algunos, lo que non los consejo, quisieren usar un loco amor, aquí fallarán algunas maneras para ello”. En la novela El ingenioso Don Quijote de la Mancha (II, 27), don Miguel de Cervantes expone los discursos del Caballero de la Triste Figura sobre el perdón. Y el ruso Fiodor Dostoievsky (1821-1881) escribió en una de sus novelas: “Hermanos, no temáis al pecado de los hombres; amad al hombre aún en su pecado, pues un tal amor aseméjase a Dios”.

En la película sueca (2004) del director Kay Pollak, en la que una de las protagonistas también es prostituta. La mujer del pastor protestante, Ingela Olsson, harta ya de sus sermones, y después de un descoquetado baile en la parroquia con las mujeres del coro, le grita a su marido: No hay pecado. Todas estas malditas ideas sólo están en tu cabeza. Claro que no hay pecado. El pecado lo inventó la Iglesia. Con la mano izquierda reparten culpabilidad, y con la derecha ofrecen la salvación. Todo son mentiras y falacias. Nos engañan para mantener el poder. La Iglesia ha hecho de la sexualidad un pecado, pero Dios no. Tienes tus necesidades y no haces con ella daño a nadie”.

GINKGO BILOBA

Último testigo de los tiempos,
de la verde Tierra y de la Vida.
La vida te respeta,
te respeta la muerte.

Fósil viviente que naciste el primero;
que conservas la primogenitura
en el Registro de la Historia.
Representación viva del Cosmos,
en Hiroshima fuiste Primavera,
y hoy eres portador de Esperanza
y embajador de Paz ante los pueblos.

Tú serás quien rece ante mi tumba
el último responso
por el alma de un mundo
que falleció conmigo ignoro cuándo.

Mis conciudadanos y los tuyos
-el mono, el roble, la esmeralda-
nos piden hoy silencio y oraciones.

Y tú también Ginkgo biloba, nos imploras
con tus alegres hojas de abanico
convertidas en manos suplicantes,
que enterremos los odios y las guerras.

(NATURALIA. Los sueños de las criaturas. Ediciones Feadulta)

Vicente Martínez

Fuente Fe Adulta

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“Reconocer el pecado”. 5 Tiempo ordinario – C (Lucas 5,1-11)

Domingo, 7 de febrero de 2016
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5-TO-CEl relato de «la pesca milagrosa» en el lago de Galilea fue muy popular entre los primeros cristianos. Varios evangelistas recogen el episodio, pero solo Lucas culmina la narración con una escena conmovedora que tiene por protagonista a Simón Pedro, discípulo creyente y pecador al mismo tiempo.

Pedro es un hombre de fe, seducido por Jesús. Sus palabras tienen para él más fuerza que su propia experiencia. Pedro sabe que nadie se pone a pescar al mediodía en el lago, sobre todo si no ha capturado nada por la noche. Pero se lo ha dicho Jesús y Pedro confía totalmente en él: «Apoyado en tu palabra, echaré las redes».

Pedro es, al mismo tiempo, un hombre de corazón sincero. Sorprendido por la enorme pesca obtenida, «se arroja a los pies de Jesús» y con una espontaneidad admirable le dice: «Apártate de mí, que soy pecador». Pedro reconoce, ante todos, su pecado y su absoluta indignidad para convivir de cerca con Jesús.

Jesús no se asusta de tener junto a sí a un discípulo pecador. Al contrario, si se siente pecador, Pedro podrá comprender mejor su mensaje de perdón para todos y su acogida a pecadores e indeseables. «No temas. Desde ahora, serás pescador de hombres». Jesús le quita el miedo a ser un discípulo pecador y lo asocia a su misión de reunir y convocar a hombres y mujeres de toda condición a entrar en el proyecto salvador de Dios.

¿Por qué la Iglesia se resiste tanto a reconocer sus pecados y confesar su necesidad de conversión? La Iglesia es de Jesucristo, pero ella no es Jesucristo. A nadie puede extrañar que en ella haya pecado. La Iglesia es «santa» porque vive animada por el Espíritu Santo de Jesús, pero es «pecadora» porque no pocas veces se resiste a ese Espíritu y se aleja del evangelio. El pecado está en los creyentes y en las instituciones; en la jerarquía y en el pueblo de Dios; en los pastores y en las comunidades cristianas. Todos necesitamos conversión.

Es muy grave habituarnos a ocultar la verdad pues nos impide comprometernos en una dinámica de conversión y renovación. Por otra parte, ¿no es más evangélica una Iglesia frágil y vulnerable que tiene el coraje de reconocer su pecado, que una institución empeñada inútilmente en ocultar al mundo sus miserias? ¿No son más creíbles nuestras comunidades cuando colaboran con Cristo en la tarea evangelizadora, reconociendo humildemente sus pecados y comprometiéndose a una vida cada vez más evangélica? ¿No tenemos mucho que aprender también hoy del gran apóstol Pedro reconociendo su pecado a los pies de Jesús?

José Antonio Pagola

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Isaías y Pedro: Dos vocaciones muy distintas. Domingo 5º. Ciclo C.

Domingo, 7 de febrero de 2016
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20131016_1668203955Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Después del fracaso en Nazaret (que leímos el domingo pasado), Lucas presenta a Jesús predicando y haciendo milagros en Cafarnaúm e incluso más al sur, en las sinagogas de Judea. Pero la liturgia dominical no lee nada de esto (Lc 4,34-44), sino que pasa a la vocación de los primeros discípulos. Así titulan este episodio la mayoría de las Biblias, aunque el relato de Lucas podríamos titularlo, con más razón, “La vocación de Pedro”.

                A propósito de la visita de Jesús a Nazaret vimos que Lucas se basa en el evangelio de Marcos, pero lo modifica para enfocar el episodio de forma nueva. Hoy ocurre lo mismo con la vocación de los primeros discípulos. Para comprender el relato de Lucas conviene recordar el de Marcos.

El escueto relato de Marcos sobre la vocación de los primeros discípulos

Caminando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés que echaban las redes al lago, pues eran pescadores. Jesús les dijo: “Veníos conmigo y os haré pescadores de hombres”. Al punto, dejando las redes, le siguieron. Un trecho más adelante vio a Santiago de Zebedeo y a su hermano Juan, que arreglaban las redes en la barca. Inmediatamente los llamó. Y ellos dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron con él.

                El relato, que cambiará la vida de los protagonistas, no puede ser más breve. Parecen simples notas para ser desarrolladas por Marcos en su comunidad. Dos parejas de hermanos, un lago, unas redes, una barca, el padre de dos de ellos, unos jornaleros. En este ambiente tan sencillo y cotidiano, Jesús se encuentra por primera vez con estos cuatro muchachos, los llama, y ellos lo siguen dejándolo todo. Una reacción que desconcierta a cualquier lector atento.

La versión de Lucas

En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret. Vio dos barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara, un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:

– «Remad mar adentro, y echada las redes para pescar

Simón contestó:

«Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes

Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red. Hicieron señas a los socios de la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo:

– «Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.»

 Y es que el asombro- se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.

Jesús dijo a Simón:

– «No temas; desde ahora serás pescador de hombres

Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

Los tres cambios que introduce Lucas

  1. El primero pretende hacer más comprensible el seguimiento de los discípulos. No es la primera vez que se encuentran con él. Jesús ya ha estado antes en Cafarnaúm, incluso ha comido en casa de Simón y ha curado a su suegra. Luego ha seguido su vida de predicador itinerante y solitario, pero, cuando vuelve a Cafarnaúm, no es un desconocido. Es un maestro famoso y la gente se agolpa para escucharle. El lector no se extraña de que lo sigan.
  2. Si el primer cambio tiene su lógica, el segundo nos desconcierta: mientras Marcos cuenta la vocación de cuatro discípulos, Lucas centra su atención en Pedro, hasta el punto de que ni siquiera nombra a su hermano Andrés. Jesús sube a la barca de Simón, le pide que se aleje un poco de tierra; con él dialoga después de hablar a la multitud, ordenándole adentrarse en el lago y echar las redes; y Simón Pedro es el único que reacciona arrojándose a los pies de Jesús y reconociéndose pecador. Aunque luego se menciona a Santiago y Juan, que también seguirán a Jesús, las palabras finales y decisivas las dirige Jesús solo a Simón: “No temas; desde ahora serás pescador de hombres”.
  3. El tercero consiste en reforzar la importancia de Jesús. No se limita a pasear por el lago (como cuenta Marcos) sino que está predicando a la gente, que se agolpa a su alrededor hasta el punto de necesitar subirse a una barca. Luego, Simón le da el título de “Maestro” y le obedece, volviendo a pescar, aunque parece absurdo. Finalmente, Simón cae de rodillas y lo reconoce como un personaje santo, no un pobre pecador como él. La vocación de los discípulos supone un mayor conocimiento de Jesús.

               

¿Qué pretende decirnos Lucas con estos cambios?

                La finalidad del primero es clara: hacer más comprensible el seguimiento de los discípulos.

                El segundo pretende poner de relieve la figura de Pedro. Lo mismo hace Lucas al final de su evangelio, cuando pone en boca de los discípulos estas palabras: “Realmente ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón” (Lc 24,34). Simón protagonista al comienzo y al final del evangelio de Lucas. Es posible que algunos cristianos, basándose en el duro ataque de Pablo a Pedro en Antioquía (contado en la carta a los Gálatas), pusiesen en discusión su autoridad, y Lucas quisiera ponerla a salvo.

                El tercer cambio nos recuerda que cualquier vocación sirve para conocer mejor a Jesús. El relato de Marcos dice que Jesús no es un francotirador cuya obra desaparecerá con su muerte; quiere y busca colaboradores que continúen su misión. Lucas añade el aspecto de la enseñanza y la autoridad. Pero sugiere también algo mucho mayor: es un personaje santo, que provoca en Simón un sentimiento de indignidad. Para comprender este aspecto hay que recordar la vocación de Isaías, primera lectura de este domingo.

El relato de la vocación de Isaías (1ª lectura)

El año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor sentado sobre un trono alto y excelso: la orla de su manto llenaba el templo. Y vi serafines en pie junto a él. Y se gritaban uno a otro, diciendo: “¡Santo, santo, santo, el Señor de los ejércitos, la tierra está llena de su gloria!” Y temblaban los umbrales de las puertas al clamor de su voz, y el templo estaba lleno de humo.  

                Yo dije: “¡Ay de mí, estoy perdido! Yo, hombre de labios impuros, que habito en medio de un pueblo de labios impuros, he visto con mis ojos al Rey y Señor de los ejércitos.”

                Y voló hacia mí uno de los serafines, con un ascua en la mano, que había cogido del altar con unas tenazas; la aplicó a mi boca y me dijo: “Mira; esto ha tocado tus labios, ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu pecado.”

                Entonces, escuché la voz del Señor, que decía: “¿A quién mandaré? ¿Quién irá por mí?”

                Contesté: “Aquí estoy, mándame.”

               

                Retrocedamos ocho siglos, al 739 a.C., año de la muerte del rey Ozías. En ese momento sitúa Isaías su vocación. Pero la cuenta de un modo muy distinto. En ese encuentro inicial con Dios lo que más le llama la atención es su majestad y soberanía, que destaca mediante tres contrastes. El primero con Ozías, muerto; del rey mortal se pasa al rey inmortal. El segundo, con los serafines, a los que describe detenidamente, mientras de Dios solo puede decir que “la orla de su manto llenaba el templo”. El tercero, con Isaías, que se siente impuro ante el Señor. Tenemos tres binomios que subrayan la soberanía de Dios (vida-muerte, invisibilidad-visibilidad, santidad-impureza). Todo esto, enmarcado en un terremoto que hace temblar los umbrales y llena de humo el templo.

                Basándose en la queja de Isaías (“soy un hombre de labios impuros”), un serafín purifica sus labios, como símbolo de la purificación de toda la persona. Por eso, la consecuencia final no es que Isaías ya tiene los labios puros, sino que “ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu pecado”. Cuando Dios pregunte “¿A quién mandaré? ¿Quién irá de mi parte?”, Isaías podrá ofrecerse voluntariamente: “Aquí estoy, mándame”.

La vocación de Isaías y la vocación de Simón

                Lucas, gran conocedor del Antiguo Testamento, parece ofrecer en su relato de la vocación de Simón Pedro una relectura de la vocación de Isaías. Al menos es interesante advertir las diferencias.

                El escenario. La vocación de Isaías tiene lugar en el ámbito sagrado del templo, con Dios en un trono alto y excelso, rodeado de serafines. La de Pedro, en una barca dentro del lago, rodeado de los compañeros y jornaleros.

                La persona que llama. En el caso se Isaías se subraya la majestad y santidad de Dios. A Jesús se lo presenta inicialmente de forma muy humana, aunque capaz de congregar a una multitud y de convencer a Pedro para que vuelva a pescar. Solo después de la pesca advertirá Pedro que se encuentra ante un personaje excepcional.

                La reacción inicial del llamado. En ambos casos el protagonista se siente pecador. La reacción de Isaías es más trágica (“estoy perdido”) porque parte de la idea de que nadie puede ver a Dios y seguir con vida. Pedro se reconoce simplemente ante un personaje sagrado junto al cual no puede estar (“apártate de mí”).

                La preparación del enviado. A Isaías, un serafín lo purifica como paso previo para poder realizar su misión. Jesús no realiza nada parecido con Pedro. La forma de prepararse es seguir a Jesús. “Dejándolo todo lo siguieron”.

                La misión. La liturgia ha suprimido la parte final del relato de Isaías, donde recibe la desconcertante misión de endurecer el corazón del pueblo judío y cegar sus ojos; la misión principal de Isaías consistirá en transmitir un mensaje durísimo. En cambio, la de Pedro será positiva, “pescador de hombres”.

                La reacción final del elegido. Aquí no hay diferencia. En ambos casos se advierte la misma disponibilidad, aunque en los discípulos se subraya que lo dejan todo para seguir a Jesús.

Sugerencia final

                Según cuenta el evangelio de Juan, en cierta ocasión comentó Jesús a los discípulos: “La mies es mucha y los obreros pocos. Rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies”. Es de los pocos casos en los que Jesús da una orden. En una época como la nuestra, en la que la crisis de vocaciones es tan fuerte, convendría recordar y poner en práctica este mandato del Señor.

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¿Es pecado lo ilegal?

Viernes, 30 de octubre de 2015
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55f9842581373Yolanda Chávez
Los Ángeles (USA).

ECLESALIA, 21/10/15.- Como latinoamericana viviendo en USA trato de mantener una actitud totalmente pacifica (aun yendo en contra de cada fibra de mí ser), cuando me enfrento a teorías tan ligeras y absurdas acerca de lo que somos, de lo que hacemos y de lo que deberían hacer con nosotros.

Aquí una de estas teorías: ser latino es ser ilegal.

 Ser ilegal es grave, significa algo que es contrario a la ley o alguien que ha roto una ley.Romper la leyes un delito y a los delincuentes hay que castigarles.

Siguiendo esta lógica fue que los hermanos Scott y Steve Leader,de Boston, golpearon y se orinaron encima de un indigente mexicano que dormía cerca de una estación de trenes. Uno de ellos gritaba que habría que deportar “a todos estos ilegales”.

Muchas asociaciones pro inmigrantes tenían la esperanza de que la visita del Papa Francisco en septiembre pasado a este país, suavizara un poco el ambiente cargado de odio contra la comunidad latinoamericana promovido en las campañasde algunos aspirantes a ocupar la Casa Blanca.

Todos esperábamos un “antes y un después”. Más cuando vimos al congresista católico, John Boehner (conocido por oponerse a reformas de leyes en el sistema migratorio) estremecido hasta las lágrimas con la presentación del Papa “como hijo de inmigrantes” y con el mensaje que Francisco hilaba en el Congreso a partir de figuras estadounidenses reconocidas por luchar a favor de las minorías.

Mirar el rostro lloroso del conmovido congresista tras la blanca figura del pontífice, era como presenciar en vivo y en directo la conversión de Saulo de Tarso que la Biblia nos relata en los Hechos de los Apóstoles: “Lo cegó una luz que lo hizo caer” y escuchó una voz que le decía: “Saulo, Saulo, ¿porque me persigues?”… Pero no, hasta ahora no ha habido tal conversión, falta la parte donde deja de perseguir a la minoría para hacerse uno con ellos.

Aquí el hecho es que no hubo un “antes y un después” y los latinos, por ser latinos, seguimos navegando entre el pecado de la ilegalidad.

Quienes comulgamos con el mensaje de Jesús de Nazaret entendemos que no todo lo ilegal es pecado y no todo lo legal es lícito.

Jesús fue asesinado por haber cometido un delito: declararse “rey” de una provincia romana cuyo gobernante supremo era el emperador romano.

Su acto fue ilegal de acuerdo a la ley romana; su asesinato, legal.

Como Jesús, la comunidad latinoamericana en USA es juzgada por la sociedad, sus gobernantes y sus aspirantes a gobernantes.

Situándola así, entre el pecado y la ilegalidad:

Es ilegal darle empleo a un inmigrante indocumentado.

Es legal repatriar a esa persona, aun cuando su vida corra peligro en el proceso.

Es ilegal suscribir a un seguro médico a un indocumentado.

Es legal que esa persona sea donador de órganos.

Es ilegal otorgar beneficios de retiro a un inmigrante indocumentado que ha trabajado durante 25 años.

Es legal que la policía despoje de su automóvil a esa persona.

¿Cuál de estos actos constituye un pecado?

¿Es pecado lo ilegal?

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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“Nuestro gran pecado”. 17 Tiempo Ordinario – B (Juan 6,1-15)

Domingo, 26 de julio de 2015
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17-852853El episodio de la multiplicación de los panes gozó de gran popularidad entre los seguidores de Jesús. Todos los evangelistas lo recuerdan. Seguramente, les conmovía pensar que aquel hombre de Dios se había preocupado de alimentar a una muchedumbre que se había quedado sin lo necesario para comer.

Según la versión de Juan, el primero que piensa en el hambre de aquel gentío que ha acudido a escucharlo es Jesús. Esta gente necesita comer; hay que hacer algo por ellos. Así era Jesús. Vivía pensando en las necesidades básicas del ser humano.

Felipe le hace ver que no tienen dinero. Entre los discípulos, todos son pobres: no pueden comprar pan para tantos. Jesús lo sabe. Los que tienen dinero no resolverán nunca el problema del hambre en el mundo. Se necesita algo más que dinero.

Jesús les va a ayudar a vislumbrar un camino diferente. Antes que nada, es necesario que nadie acapare lo suyo para sí mismo si hay otros que pasan hambre. Sus discípulos tendrán que aprender a poner a disposición de los hambrientos lo que tengan, aunque solo sea «cinco panes de cebada y un par de peces».

La actitud de Jesús es la más sencilla y humana que podemos imaginar. Pero, ¿quién nos va enseñar a nosotros a compartir, si solo sabemos comprar? ¿Quién nos va a liberar de nuestra indiferencia ante los que mueren de hambre? ¿Hay algo que nos pueda hacer más humanos? ¿Se producirá algún día ese «milagro» de la solidaridad real entre todos?

Jesús piensa en Dios. No es posible creer en él como Padre de todos, y vivir dejando que sus hijos e hijas mueran de hambre. Por eso, toma los alimentos que han recogido en el grupo, «levanta los ojos al cielo y dice la acción de gracias». La Tierra y todo lo que nos alimenta lo hemos recibido de Dios. Es regalo del Padre destinado a todos sus hijos e hijas. Si vivimos privando a otros de lo que necesitan para vivir es que lo hemos olvidado. Es nuestro gran pecado aunque casi nunca lo confesemos.

Al compartir el pan de la eucaristía, los primeros cristianos se sentían alimentados por Cristo resucitado, pero, al mismo tiempo, recordaban el gesto de Jesús y compartían sus bienes con los más necesitados. Se sentían hermanos. No habían olvidado todavía el Espíritu de Jesús.

José Antonio Pagola

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EE.UU.: una mujer demanda ante la justicia a todas las personas homosexuales

Viernes, 8 de mayo de 2015
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demanda_gaysSylvia Ann Driskell, de 66 años, residente en el estado de Nebraska y que dice ser embajadora de Dios y de Jesucristo, ha presentado una demanda federal contra todas las personas homosexuales para que la justicia dictamine que la homosexualidad es pecado.

Driskell ha presentado una demanda de 7 páginas escritas a mano –y llena de errores gramaticales–, afirmando que “la homosexualidad es un pecado, y los homosexuales saben que es un pecado vivir una vida de homosexualidad. ¿Por qué si no  han estado escondidos en un armario?”. Para rematar su sentecia, Sylvia añade una cita del libro bíblico del Levítico: “No yacerás con varón como con mujer. Es abominación“.

No obstante, Sylvia no apoya su alegación con ninguna jurisprudencia en virtud del cual un juez podría declarar como “pecado” la homosexualidad. De hecho, en lugar de aportar casos judiciales únicamente se remite a la Biblia en varios de los puntos que expone y al Diccionario Webster. Así, como presunta prueba de que gays y lesbianas no pueden casarse o ser padres, la mujer cita las definiciones de diccionario Webster para las palabras “casarse” y “padre”:

“Yo, Sylvia Ann Driskell, consulté el Diccionario Webster para la definición de la palabra matrimonio. 1 Unirse como marido y mujer 2 Se dice de esposo o esposa.

[…]

Yo, Sylvia Ann Driskell consulté el diccionario Webster para la definición de padre. 1. Un padre o una madre. 2. Cualquier organismo en relación a su descendencia”.

Sin embargo, omite que el Diccionario Webster dice que respecto a la palabra ‘casarse’ incluye: “para llevar a cabo una ceremonia en la que dos personas se casan“; y que ‘padre’ es “una persona que tiene un niño”.

Tengo sesenta y seis años y nunca pensé que vería el día en que nuestra gran nación o nuestro propio gran estado de Nebraska se volverían tan compatible con la complicidad de algunas personas de comportamiento lascivo,” escribió Driskell . “¿Todos los jueces de esta Nación, juzgarán a Dios como un mentiroso?”, concluye la mujer.

Fuente Cáscara Amarga

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Denuncian homofobia en un examen de un colegio de Chile

Viernes, 21 de noviembre de 2014
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examen_colegio_cumbres¿Desde cuándo una relación “sentimental” es pecado? Esto sí que es perversión y obsesión…

Tiene gracia que sea un colegio ligado a la memoria del repugnante pederasta Marcial Maciel, cuya obra ha sido refundada para apartar su nefasta historia…

La solicitud tuvo lugar después de que un usuario de las redes sociales denunciara discriminación en el Colegio Cumbres, perteneciente a la Red de Colegios de los Legionarios de Cristo y Regnum Christi, aportando como antecedentes un examen que considera correcto calificar a la afirmación “Berta y Paula tienen una relación sentimental” como un “acto impuro que no debe cometerse, según el sexto mandamiento”.

En una carta dirigida a la directora del centro, Beatriz Moreno, el Movilh expresó “su preocupación porque en redes sociales está circulando” dicha prueba de religión que correspondería al Colegio Cumbres Femenino.

“Solicitamos a ustedes aclarar si esta prueba corresponde efectivamente a vuestro establecimiento, lo que de ser efectivo implicaría que se está ofendiendo a las personas en razón de su orientación sexual, igualando arbitraria e infundadamente a las relaciones entre dos mujeres o dos hombres a actos impuros”, dijo el Movilh.

Desde la asociación añadieron que “de corresponder la prueba a su establecimiento, solicitamos desde ya erradicar todo tipo de enseñanza que legitime y promueva la discriminación a las personas, así como adoptar las sanciones correspondientes contra la o el docente responsable de estos hechos”

De no ser esta prueba a autoría del Colegio Cumbres, “solicitamos una aclaración a la brevedad de manera” de evitar malos entendidos, puntualizó el Movilh, junto con enfatizar que “ninguna religión o ideología está, ni puede estar por encima de los derechos humanos”.

Fuente Cáscara Amarga

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La Perfección que es amor.

Domingo, 3 de agosto de 2014
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Del blog Amigos de Thomas Merton:

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“La perfección no es para quienes se esfuerzan por sentir, parecer y actuar como si fueran perfectos: es únicamente para quienes son plenamente conscientes de que son pecadores, como el resto de los seres humanos, pero pecadores amados, redimidos y cambiados por Dios. La perfección no es para quienes se aíslan en las torres de marfil de una imaginaria impecabilidad, sino únicamente para quienes se arriesgan a empañar su supuesta pureza interior, sumergiéndose plenamente en la vida como hay que vivirla inevitablemente en este imperfecto mundo nuestro: la vida con sus dificultades, sus tentaciones, sus decepciones y sus peligros. La perfección no es tampoco para quienes viven sólo para sí mismos y se ocupan únicamente del embellecimiento de sus almas. La santidad cristiana no es meramente un asunto de recogimiento u oración interior. La santidad es amor: el amor a Dios por encima de todos los demás seres, y el amor a nuestros hermanos en Dios. Tal amor exige, en último término, el completo olvido de nosotros mismos”.

*

Thomas Merton

“La vida silenciosa”

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Los curas de Vitigudino y la “pecadora” del Corpus.

Domingo, 3 de agosto de 2014
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24032011009El obispo de Salamanca avala la expulsión de la mayordoma de Vitigudino que vive “en pecado”

Del blog de Xabier Pikaza:

Todos parece que tienen razón, y ése es el problema… pues el enfrentamiento entre los tres primeros curas de Vitigudino y el cuarto (del que hablará) deja desnudo una situación insostenible de la Iglesia , que prepara un Sínodo Extraordinario sobre la familia (Octubre 2014).

Tienen razón según ley (CIC) los tres curas “nuevos” de Vitigudino (en el Campo Charro, de Salamanca, España), que han impedido que una mujer sea Mayordomo de la Cofradía de las Fiestas del Corpus, por vivir “en situación de pecado” (convive al parecer con un hombre con quien no se ha casado “todavía”). Con el Derecho en la mano y de acuerdo (al parecer) con el obispo D. Carlos tienen razón. La noticia ha saltado a toda la prensa nacional (y sigue apareciendo en RD).

Pero, según el evangelio, hay cosas que no se arreglan con Derecho Canónico, ni con normas semejantes, sino que exigen precisamente humanidad, evangelio y conocimiento de las personas y de las circunstancias. Como sabían ya los romanos (no cristianos) un tipo de Derecho puro es la máxima injusticia; quien sólo sigue derecho, ni sabe humanidad.

Y tiene también razón (y a mi juicio más alta) el “cuarto párroco” de Vitigudino (Ignacio Gómez, Nacho), que lo ha sido hasta el 2008, si no estoy mal enterado. Nacho ha visto las cosas desde otra perspectiva y ha tenido la valentía y honradez de exponerlo publicamente, hoy mismo, en el periódico más leído de Salamanca.

Así se enfrentan curas y curas de una diócesis pequeña, como Salamanca, con “escándalo” para los fieles… Y en medio queda una mujer a la que algunos tildan de “pecadora” en público. En medio queda un pueblo que ha tenido una inmensa fe, pero que puede acabar por perderla.

Una nota de prensa

Ignacio Gómez, el expárroco de Vitigudino que estuvo al frente de la feligresía cerca de una década, manifiesta a LA GACETA REGIONAL su apoyo incondicional a la mayordoma de la cofradía sacramental ‘Villa de Vitigudino’. La mujer, María del Carmen Martín Criado, ha sido rechazada ahora por los tres sacerdotes de la jurisdicción eclesiástica por supuestamente vivir, según ellos, “en pecado” -cuando se vive en pareja sin haber contraído matrimonio.

La controversia surge en la interpretación de estar en “costumbres con la Iglesia Católica”, ya que los tres párrocos actuales consideran que la mayordoma no lo estaría al vivir, al parecer, en pareja sin haber contraído matrimonio eclesiástico. Pero el expárroco piensa que el asunto es “muy debatible”, ya que es, claramente, una “interpretación” que hacen los tres curas porque la supuesta norma infringida no aparece de manera “textual” en los estatutos (La Gaceta “digital”, 30.07.2014).

Una opinión personal

Yo conozco y quiero a todos, y en especial a los creyentes de Vitigudino, a cuyas reuniones pastorales he ido en otro tiempos (en la época de D. Marcelino Legido), pero me inclino por las razones de Ignacio Gómez (Nacho), no sólo porque es amigo, sino porque le conozco bien y he seguido con asiduidad su labor pastoral en la Anunciación de Salamanca (y porque sus argumentos, expuestos más extensamente en la Gaceta de Salamanca me convencen).

‒ Nacho es un hombre prudente, y sabe mucha teología (sigue con su tesis doctoral)… Acepta el Derecho Canónico, pero sabe que antes del Derecho están las personas… y que un tipo de convivencia pre- o extra-matrimonial no se puede tomar hoy (¡siempre!) como pecado, según el evangelio.

— Que yo sepa, Nacho no ha buscado notoriedad ni controversia… pero en esta caso ha decidido “mojarse”, por su pueblo, por su gente (por la gente, por el evangelio). Muchos curas y cristianos de la diócesis se han alegrado por su intervención y me han dicho que su palabra tiene un grandísimo peso en la diócesis,

No se puede llamar pecadora a una mujer porque convive sin más con un hombre sin casarse por la Iglesia.

Yo soy de los antiguos, me gusta que la gente (si es cristiana) se case por la Iglesia, pero con el evangelio en la mano no puedo imponer mi “moralidad” a todos, ni llamar (en cristiano) pecadora a una mujer que convive en amor con un hombre… (en amor, en libertad)… Hay circunstancias muy distintas, hay casos y casos. Generalizar en este campo y llamar pecadores a los no casados que conviven no es sólo una injusticia, sino una falta de tacto, de verdad y de cariño.

‒ Son muchas las personas, sobre todo mujeres, que por diversas circunstancias viven en una situación “irregular” que es paradójica mente es buena, e incluso muy buena. Conozco más de cuatro mujeres que conviven con hombres a quienes podrían expulsar de casa, pero que no lo hacen, por humanidad (¡el pecado sería que les echarán!).

No quiero entrar más en el caso… Es posible que los “nuevos curas” de Vitigudino quieran “purificar” a su modo la parroquia… pero estoy convencido de que ése camino (el poner veto a una mayordoma por estar en “pecado” muy discutible) no es el el mejor para conseguir su intento.

Una anécdota personal

El año 2013 pedí la dispensa del “ministerio” oficial (no del sacerdocio, como bien claro decía en la carta de petición, pues sacerdote soy por el bautismo). La respuesta me llegó casi a vuelta de correo y nos casamos por la Iglesia. Pero mientras tanto nos habíamos casado por lo civil, M. y yo, y así convivíamos.

Vivíamos en un pueblo pequeño de Burgos y fuimos a misa a un convento vecino de monjas del Císter (Villamayor de los Montes), y allí nos acogieron en su coro (a nosotros y a otros fieles del pueblo). Antes de la celebración, le dije al cura (don Al.), un hombre mayor, gran cristiano: Mira, quizá no voy a comulgar, pues saben quién soy, lo que somos, y se pueden escandalizar, monjas y lugareños de la alta meseta. El cura (¡a pesar de que su obispo era del Opus!) me dijo: No te preocupes, si se escandalizan es que no son cristianos, y peor para ellos.

De todas formas, al llegar la comunión no me acerqué, por prudencia… Pero don Al. vino al banco del coro donde estaba y me preguntó: “¿Crees en Dios?”. Le respondí que sí, y él entonces me dijo “pues comulga”, que el Señor Jesús es para todos. Y me dio la comunión. Es evidente que no era de los tres curas nuevos de Vitigudino.

(En la imagen Nacho, ante el icono de la Anunciación de una de sus parroquias en Salamanca… Está contemplando al ángel que anuncia la buena noticia a una mujer llamada María. Pienso que al ver su embarazo antes del matrimonio algunos curas la habrían expulsado de la cofradía Con un abrazo, Nacho, nos vemos).

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Raniero Cantalamessa: “El pecado de Judas no fue haber traicionado a Jesús, sino haber dudado de su misericordia”

Domingo, 20 de abril de 2014
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JONATHAN SCARFE, JOHNATHON SCHAECHLeemos en Religión Digital:

El predicador del Papa traza una vibrante reflexión sobre el pecado y el perdón

“El dinero es el verdadero enemigo, el competidor de Dios en este momento”

(Jesús Bastante).- Viernes Santo. Cristo muere abandonado y traicionado por los suyos. Por Judas, el gran traidor de la Historia. Pero también por Pedro, quien le negó tres veces. Y tantas veces por cada uno de nosotros. “El mayor pecado de Judas no fue haber traicionado a Jesús, sino haber dudado de su misericordia”, indicó esta tarde el predicador de la Casa Pontificia, Raniero Cantalamessa, durante los oficios en la basílica de San Pedro.

Fue una ceremonia sobria, impregnada de la relevancia del momento. El propio Francisco se tumbó en el suelo de la basílica para orar, y durante toda la ceremonia mantuvo un rictus serio, concentrado, casi en trance. No así Cantalamessa, que trazó una vibrante homilía en la que reflexionó sobre la traición de Judas, y la de cada uno de nosotros.

Y es que, más allá de las posibles razones que muchos han tratado de apuntar, a lo largo de los siglos, para explicar por qué Jesús fue vendido por uno de sus amigos, el capuchino insistió en quehubo un motivo más a ras de la tierra: el dinero.

Judas, responsable de la bolsa de los compañeros de Jesús, “era un ladrón”. Y un entusiasta del dinero. “Su propuesta a los sacerdotes es explícita: ¿cuánto estáis dispuesto a darme si os lo entrego? Y ellos fijaron el precio: 30 monedas”.

“¿Acaso no ha sido casi siempre así en la historia, y no es todavía así? El dinero, ¿no es el ídolo por antonomasia?”, dijo Cantalamessa, quien calificó al dinero de “verdadero enemigo, el competidor de Dios en este momento”. “¿Quién es el otro patrón, el anti dios? Nos lo dice Jesús: nadie puede servir a dos amos: no podéis servir a Dios y al dinero”.

El dinero es el anti dios, cambia la fe, esperanza y caridad… se hace una siniestra inversión de los valores, añadió el capuchino, quien insistió en que “el apego al dinero es la raíz de todos los males“. “¿Qué hay detrás del comercio de la droga, que destruye tantas vidas humanas, detrás de la prostitución, la mafia, la corrupción política, el comercio de armas, o la cosa más terrible, detrás de la venta de órganos humanos arrancados a niños? Y la crisis, ¿no es debida en buena parte a la detestable codicia del dinero?“, recordó Cantalamessa.

¿No os dice algo de algunos administradores del dinero público?”, continuó. “¿No es ya escandaloso que algunos perciban sueldos cien veces superiores a los que trabajan en sus dependencias, y que levanten la voz en cuanto se apunte la posibilidad de tener que renunciar a algo?

El dinero es falso y mentiroso, promete la seguridad pero la quita, promete libertad pero la destruye“, prosiguió el predicador de la Casa Pontificia, quien añadió que “la traición de Judas continúa en la historia. Y el traicionado es siempre Él. Judas vendió al jefe, sus imitadores venden su cuerpo. Porque los pobres son miembros de Cristo. ‘Todo lo que hagáis con cada uno de mis hermanos pequeños, me lo hacéis a mi'”.

Pensad en el Judas que cada uno tenemos dentro de nosotros”, se detuvo Cantalamessa. Y es que “se puede traicionar a Jesús de otra manera: quien traiciona a su esposa o su marido; el ministro de Dios infiel a su estado o quien en lugar de apacentar a su rebaño, se apacienta a sí mismo; traiciona a Jesús quien traiciona su conciencia”.

Judas, el gran culpable, tenía un atenuante que yo no tengo: él no sabía quién era Jesús, no sabía que era el hijo de Dios. Nosotros sí“. Y aún así, “al final, Judas se arrepintió, y devolvió los denarios. Los arrojó en el templo y fue a ahorcarse”.

Y pese a todo, “Jesús nunca abandonó a Judas, y nadie sabe dónde cayó en el momento en que se lanzó desde el árbol con la soga al cuello. Quién puede decir lo que pasó por su mente en los últimos instantes”.

De nadie sabe la Iglesia que esté ciertamente en el Infierno, ni siquiera Judas“, proclamó Cantalamessa, quien sí incidió en que “la historia de nuestro hermano Judas nos tiene que llevar a rendirnos a quien nos pide el perdón, y a ponernos en los brazos abiertos del crucificado. No es la traición, sino la respuesta de Jesús a la traición. Él sabía bien lo que iba a hacer, pero no lo expone: quiere darle la posibilidad hasta el final de dar marcha atrás. Sabe a qué ha venido, pero ni siquiera rechaza su beso”.

Cuando Jesús dice en la cruz, “Jesús perdónales porque no saben lo que hacen”, no excluye a Judas, su traidor. “¿Qué haremos pues nosotros, hermanos y hermanas, en este día? ¿A quién seguiremos? ¿A Judas o a Pedro? Pedro tuvo el remordimiento, pero también Judas lo tuvo. ¿Dónde está la diferencia? En una sola cosa: Pedro tuvo confianza en la misericordia de Cristo, Judas no. El mayor pecado de Judas no fue haber traicionado a Jesús, sino haber dudado de su misericordia. Si lo hemos imitado en la traición, no lo imitemos en la falta de confianza”.

Esta es la predicación íntegra del padre Cantalamessa:

«ESTABA TAMBIÉN CON ELLOS JUDAS, EL TRAIDOR»

Dentro de la historia divino-humana de la pasión de Jesús hay muchas pequeñas historias de hombres y de mujeres que han entrado en el radio de su luz o de su sombra. La más trágica de ellas es la de Judas Iscariote. Es uno de los pocos hechos atestiguados, con igual relieve, por los cuatro evangelios y por el resto del Nuevo Testamento. La primitiva comunidad cristiana reflexionó mucho sobre el asunto y nosotros haríamos mal a no hacer lo mismo. Tiene mucho que decirnos.

Judas fue elegido desde la primera hora para ser uno de los doce. Al insertar su nombre en la lista de los apóstoles, el ‘evangelista Lucas escribe: «Judas Iscariote que se convirtió (egeneto) en el traidor» (Lc 6, 16). Por lo tanto, Judas no había nacido traidor y no lo era en el momento de ser elegido por Jesús; ¡llegó a serlo! Estamos ante uno de los dramas más sombríos de la libertad humana.

¿Por qué llegó a serlo? En años no lejanos, cuando estaba de moda la tesis del Jesús «revolucionario», se trató de dar a su gesto motivaciones ideales. Alguien vio en su sobrenombre de «Iscariote» una deformación de «sicariote», es decir, perteneciente al grupo de los zelotas extremistas que actuaban como «sicarios» contra los romanos; otros pensaron que Judas estaba decepcionado por la manera en que Jesús llevaba adelante su idea de «reino de Dios» y que quería forzarle para que actuara también en el plano político contra los paganos. Es el Judas del célebre musical «Jesucristo Superstar» y de otros espectáculos y novelas recientes. Un Judas que se aproxima a otro célebre traidor del propio bienhechor: ¡Bruto que mató a Julio César para salvar la República!

Son todas construcciones que se deben respetar cuando revisten alguna dignidad literaria o artística, pero no tienen ningún fundamento histórico. Los evangelios -las únicas fuentes fiables que tenemos sobre el personaje- hablan de un motivo mucho más a ras de tierra: el dinero. A Judas se le confió la bolsa común del grupo; con ocasión de la unción de Betania había protestado contra el despilfarro del perfume preciosos derramado por María sobre los pies de Jesús, no porque le importaran de pobres -hace notar Juan-, sino porque “era un ladrón y, puesto que tenía la caja, cogía lo que echaban dentro» (Jn 12,6). Su propuesta a los jefes de los sacerdotes es explícita: «¿Cuanto estáis dispuestos a darme, si os lo entrego? Y ellos fijaron treinta siclos de plata» (Mt 26, 15).

 Pero ¿por qué extrañarse de esta explicación y encontrarla demasiado banal? ¿Acaso no ha sido casi siempre así en la historia y no es todavía hoy así? Mammona, el dinero, no es uno de tantos ídolos; es el ídolo por antonomasia; literalmente, «el ídolo de metal fundido» (cf. Éx 34,17). Y se entiende el porqué. ¿Quién es, objetivamente, si no subjetivamente (es decir en los hechos, no en las intenciones), el verdadero enemigo, el competidor de Dios, en este mundo? ¿Satanás? Pero ningún hombre decide servir, sin motivo, a Satanás. Quién lo hace, lo hace porque cree obtener de él algún poder o algún beneficio temporal. Jesús nos dice claramente quién es, en los hechos, el otro amo, al anti-Dios: «Nadie puede servir a dos amos: no podéis servir a Dios y a Mammona» (Mt 6,24). El dinero es el «Dios visible», a diferencia del Dios verdadero que es invisible.

Mammona es el anti-dios porque crea un universo espiritual alternativo, cambia el objeto a las virtudes teologales. Fe, esperanza y caridad ya no se ponen en Dios, sino en el dinero. Se opera una siniestra inversión de todos los valores. «Todo es posible para el que cree», dice la Escritura (Mc 9,23); pero el mundo dice: «Todo es posible para quien tiene dinero». Y, en un cierto nivel, todos los hechos parecen darle la razón.

«El apego al dinero -dice la Escritura- es la raíz de todos los males» (1 Tm 6,10). Detrás de cada mal de nuestra sociedad está el dinero o, al menos, está también el dinero. Es el Moloch de bíblica memoria, al que se le inmolaban jóvenes y niñas (cf. Jer 32,35), o el dios Azteca, al que había que ofrecer diariamente un cierto número de corazones humanos. ¿Qué hay detrás del comercio de la droga que destruye tantas vidas humanas, detrás del fenómeno de la mafia y de la camorra, la corrupción política, la fabricación y el comercio de armas, e incluso -cosa que resulta horrible decir- a la venta de órganos humanos extirpados a niños? Y la crisis financiera que el mundo ha atravesado y este país aún está atravesando, ¿no es debida en buena parte a la «detestable codicia de dinero», la auri sagrada fames, por parte de algunos pocos? Judas empezó sustrayendo algún dinero de la caja común. ¿No dice esto nada a algunos administradores del dinero público?

Pero, sin pensar en estos modos criminales de acumular dinero, ¿no es ya escandaloso que algunos perciban sueldos y pensiones cien veces superiores a los de quienes trabajan en sus dependencias y que levanten la voz en cuanto se apunta la posibilidad de tener que renunciar a algo, de cara a una mayor justicia social?

En los años 70 y 80, para explicar, en Italia, los repentinos cambios políticos, los juegos ocultos de poder, el terrorismo y los misterios de todo tipo que afligían a la convivencia civil, se fue afirmando la idea, casi mítica, la existencia de un «gran Anciano»: un personaje espabiladísmo y poderoso, que por detrás de los bastidores habría movido fila los hilos de todo, para fines que sólo él conocía. Este «gran Anciano» existe realmente, no es un mito; ¡se llama Dinero!

Como todos los ídolos, el dinero es «falso y mentiroso»: promete la seguridad y, sin embargo, la quita; promete libertad y, en cambio, la destruye. San Francisco de Asís describe, con una severidad inusual en él, el final de una persona que vivió sólo para aumentar su «capital». Se aproxima la muerte; se hace venir al sacerdote. Éste pide al moribundo: «¿Quieres el perdón de todos tus pecados?» , y él responde que sí. Y el sacerdote: «Estás dispuesto a satisfacer los errores cometidos, devolviendo las cosas que has estafado a otros?» Y él: «No puedo». «¿Por qué no puedes?» «Porque ya he dejado todo en manos de mis parientes y amigos». Y así él muere impenitente y apenas muerto los parientes y amigos dicen entre sí: «¡Maldita alma la suya! Podía ganar más y dejárnoslo, y no lo ha hecho!”

Cuántas veces, en estos tiempos, hemos tenido que repensar ese grito dirigido por Jesús al rico de la parábola que había almacenado bienes sin fin y se sentía al seguro para el resto de la vida: «Insensato, esta misma noche se te pedirá el alma; y lo que has preparado, ¿de quién será?» (Lc 12,20)! Hombres colocados en puestos de responsabilidad que ya no sabían en qué banco o paraíso fiscal almacenar los ingresos de su corrupción se encontraron en el banquillo de los imputados, o en la celda de una prisión, precisamente cuando estaban para decirse a sí mismos: «Ahora gózate, alma mía». ¿Para quién lo han hecho? ¿Valía la pena? ¿Han hecho realmente el bien de los hijos y la familia, o del partido, si es eso lo que buscaban? ¿O más bien se han arruinado a sí mismos y alos demás?

La traición de Judas continua en la historia y el traicionado es siempre él, Jesús. Judas vendió al jefe, sus imitadores venden su cuerpo, porque los pobres son miembros de Cristo, lo sepan o no. «Todo lo que hagáis con uno solo de estos mis hermanos más pequeños, me lo habéis hecho a mí» (Mt 25,40). Pero la traición de Judas no continúa sólo en los casos clamorosos que he mencionado. Pensarlo sería cómodo para nosotros, pero no es así. Ha permanecido famosa la homilía que tuvo en un Jueves Santo don Primo Mazzolari sobre «Nuestro hermano Judas». “Dejad -decía a los pocos feligreses que tenía delante-, que yo piense por un momento al Judas que tengo dentro de mí, al Judas que quizás también vosotros tenéis dentro».

Se puede traicionar a Jesús también por otros géneros de recompensa que no sean los treinta denarios de plata. Traiciona a Cristo quien traiciona a su esposa o a su marido. Traiciona a Jesús el ministro de Dios infiel a su estado, o quien, en lugar de apacentar el rebaño que se la confiado se apacienta a sí mismo. Traiciona a Jesús todo el que traiciona su conciencia. Puedo traicionarlo yo también, en este momento -y la cosa me hace temblar- si mientras predico sobre Judas me preocupo de la aprobación del auditorio más que de participar en la inmensa pena del Salvador. Judas tenía un atenunante que yo no tengo. Él no sabía quién era Jesús, lo consideraba sólo «un hombre justo»; no sabía que era el hijo de Dios, como lo sabemos nosotros.

Como cada año, en la inminencia de la Pascua, he querido escuchar de nuevo la «Pasión según san Mateo», de Bach. Hay un detalle que cada vez me hace estremecerme. En el anuncio de la traición de Judas, allí todos los apóstoles preguntan a Jesús: «¿Acaso soy yo, Señor?» «Herr, bin ich’s?» Sin embargo, antes de escuchar la respuesta de Cristo, anulando toda distancia entre acontecimiento y su conmemoración, el compositor inserta una coral que comienza así: «¡Soy yo, soy yo el traidor! ¡Yo debo hacer penitencia!», «Ich bin’s, ich sollte büßen». Como todas las corales de esa ópera, expresa los sentimientos del pueblo que escucha; es una invitación para que también nosotros hagamos nuestra confesión del pecado.

 El Evangelio describe el fin horrible de Judas: «Judas, que lo había traicionado, viendo que Jesús había sido condenado, se arrepintió, y devolvió los treinta siclos de plata a los jefes de los sacerdotes y a los ancianos, diciendo: He pecado, entregándoos sangre inocente. Pero ellos dijeron: ¿Qué nos importa? Ocúpate tú. Y él, arrojados los siclos en el templo, se alejó y fue a ahocarse» (Mt 27, 3-5). Pero no demos un juicio apresurado. Jesús nunca abandonó a Judas y nadie sabe dónde cayó en el momento en que se lanzó desde el árbol con la soga al cuello: si en las manos de Satanás o en las de Dios. ¿Quién puede decir lo que pasó en su alma en esos últimos instantes? «Amigo», fue la última palabra que le dirigió Jesús y él no podía haberla olvidado, como no podía haber olvidado su mirada.

Es cierto que, hablando de sus discípulos, al Padre Jesús había dicho de Judas: «Ninguno de ellos se ha perdido, excepto el hijo de la perdición» (Jn 17,12), pero aquí, como en tantos otros casos, él habla en la perspectiva del tiempo no de la eternidad; la envergadura del hecho basta por sí sola, sin pensar en un fracaso eterno, para explicar la otra tremenda palabra dicha de Judas: «Mejor hubiera sido para ese hombre no haber nacido» (Mc 14,21). El destino eterno de la criatura es un secreto inviolable de Dios. La Iglesia nos asegura que un hombre o una mujer proclamados santos están en la bienaventuranza eterna; pero de nadie sabe ella misma que esté en el infierno.

Dante Alighieri, que, en la Divina Comedia, sitúa a Judas en lo profundo del infierno, narra la conversión en el último instante de Manfredi, hijo de Federico II y rey de Sicilia, al que todos en su tiempo consideraban condenado porque murió excomulgado Herido de muerte en batalla, él confía al poeta que, en el último instante de vida, se rindió llorando a quien «perdona de buen grado» y desde el Purgatorio envía a la tierra este mensaje que vale también para nosotros:

Abominables mis pecados fueron
mas tan gran brazo tiene la bondad
infinita, que acoge a quien la implora .

He aquí a lo que debe empujarnos la historia de nuestro hermano Judas: a rendirnos a aquel que perdona gustosamente, a arrojarnos también nosotros en los brazos abiertos del crucificado. Lo más grande en el asunto de Judas no es su traición, sino la respuesta que Jesús da. Él sabía bien lo que estaba madurando en el corazón de su discípulo; pero no lo expone, quiere darle la posibilidad hasta el final de dar marcha atrás, casi lo protege. Sabe a lo que ha venido, pero no rechaza, en el huerto de los olivos, su beso helado e incluso lo llama amigo (Mt 26,50). Igual que buscó el rostro de Pedro tras la negación para darle su perdón, ¡quién sabe como habrá buscado también el de Judas en algún momento de su vía crucis! Cuando en la cruz reza: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen» (Lc 23,34), no excluye ciertamente de ellos a Judas.

¿Qué haremos, pues, nosotros? ¿A quién seguiremos, a Judas o a Pedro? Pedro tuvo remordimiento de lo que había hecho, pero también Judas tuvo remordimiento, hasta el punto que gritó: «¡He traicionado sangre inocente!» y restituyó los treinta denarios. ¿Dónde está, entonces, la diferencia? En una sola cosa: Pedro tuvo confianza en la misericordia de Cristo, ¡Judas no! El mayor pecado de Judas no fue haber traicionado a Jesús, sino haber dudado de su misericordia.

Si lo hemos imitado, quien más quien menos, en la traición, no lo imitemos en esta falta de confianza suya en el perdón. Existe un sacramento en el que es posible hacer una experiencia segura de la misericordia de Cristo: el sacramento de la reconciliación. ¡Qué bello es este sacramento! Es dulce experimentar a Jesús como maestro, como Señor, pero aún más dulce experimentarlo como Redentor: como aquel que te saca fuera del abismo, como a Pedro del mar, que te toca, como hizo con el leproso, y te dice: «¡Lo quiero, queda curado!» (Mt 8,3).

La confesión nos permite experimentar sobre nosotros lo que la Iglesia canta la noche de Pascua en el Exultet: «Oh, feliz culpa, que mereció tal Redentor!» Jesús sabe hacer, de todas las culpas humanas, una vez que nos hemos arrepentidos, «felices culpas», culpas que ya no se recuerdan si no por haber sido ocasión de experiencia de misericordia y de ternura divinas!

Tengo un deseo que hacerme y haceros a todos, Venerables Padres, hermanos y hermanas: que la mañana de Pascua podamos levantarnos y oír resonar en nuestro corazón las palabras de un gran converso de nuestro tiempo:

«Dios mío, he resucitado y estoy aún contigo!
Dormía y estaba tumbado como un muerto en la noche.
Dijiste: «¡Hágase la luz! ¡Y yo me desperté como se lanza un grito! […]
Padre mío que me has generado antes de la aurora, estoy en tu presencia.
Mi corazón está libre y la boca pelada, cuerpo y espíritu estoy en ayunas.
Estoy absuelto de todos los pecados, que confesé uno a uno.
El anillo nupcial está en mi dedo y mi rostro está limpio.
Soy como un ser inocente en la gracia que me has concedido».

Este puede hacer de nosotros la Pascua de Cristo.

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El matrimonio gay ‘es un pecado, lo mismo que el asesinato’, dice la candidata a gobernadora de Oregón (video)

Lunes, 7 de abril de 2014
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14611777-standard(OREGONLIVE) Lorraine Mae Rafferty, candidata republicana a gobernadora, no se anduvo con rodeos cuando habla de sus credenciales conservadoras.

En esta entrevista de cuatro minutos, Rafferty explica por qué es candidato a gobernador a pesar de nunca haber servido en cargos de elección popular. Ella deja en claro que ella se opone al matrimonio entre personas del mismo sexo, porque es un pecado ‘, lo mismo que el asesinato’ – una etiqueta que se aplica también al aborto.

Rafferty, de Selma, una pequeña ciudad al sur de Grants Pass, dijo que ella no quiere GOP favorito representante Dennis Richardson para ser el candidato debido a su apoyo para el comercio de Oregon con China.

Echa un vistazo al vídeo para un primer vistazo a esta candidata, una de las seis de las primarias republicana. Voy a publicar un largo relato de mis entrevistas con ella en breve.

 Rafferty es el tercer candidato a gobernador del Partido Republicano que hemos ofrecido en video. Los otros son Richardson , de Central Point, y Portland empresarioTim Carr .

Fuente InOutPost

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El amor no es un pecado.

Miércoles, 26 de marzo de 2014
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Del blog À Corps… À Coeur:

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La espiritualidad debe ser sexual

si quiere ser una espiritualidad humana.

  Amamos a Dios como esencias  dotadas de sexualidad y de cuerpo

o no lo amamos.

*

En ” El amor no es un pecado “, Ediciones Bayard, p. 95

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***

 

"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , , , , , , , , , , ,

“La raíz última de la crisis ecológica: la ruptura de la re-ligación universal”, por Leonardo Boff, teólogo

Domingo, 9 de marzo de 2014
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411933_10151063957139414_1996840363_oLeído en Koinonía

Las causas que han llevado a la crisis ecológica son muchas. Pero tenemos que llegar a la última: la ruptura permanente de la re-ligación básica, que el ser humano ha introducido, alimentado y perpetuado con el conjunto del universo y con su Creador.

Tocamos aquí una dimensión profundamente misteriosa y trágica de la historia humana y universal. La tradición judeocristiana llama a esa frustración fundamental pecado del mundo y la teología, siguiendo a san Agustín que inventó esta expresión, pecado original o caída original.

Lo original aquí no tiene nada que ver con los orígenes históricos de este anti-fenómeno, por lo tanto, con el ayer. Sino con lo que es originario en el ser humano, que afecta a su fundamento y sentido radical de ser, por lo tanto, con el ahora de su condición humana.

Este pecado tampoco puede ser reducido a una mera dimensión moral o a un acto fallido del ser humano. Se refiere a una actitud globalizadora, por lo tanto, a una subversión de todas sus relaciones. Se trata de una dimensión ontológica que concierne al ser humano, entendido como un nudo de relaciones. Ese nudo se encuentra distorsionado y viciado, perjudicando todos los tipos de relación.

Es importante enfatizar que el pecado original es una interpretación de una experiencia fundamental, una respuesta a un enigma desafiante. Por ejemplo, existe el esplendor de un cerezo en flor en Japón y simultáneamente un tsunami en Fukushima que arrasa todo. Existe una Madre Teresa de Calcuta que salva moribundos de las calles y un Hitler que envía seis millones de judíos a las cámaras de gas. ¿Por qué esta contradicción? Los filósofos y los teólogos han venido esforzándose para encontrar una respuesta. Y hasta hoy no la han encontrado.

Sin entrar en las muchas interpretaciones posibles, asumimos una que va ganado cada vez más el consenso de los pensadores religiosos: la imperfección como momento del proceso evolutivo. Dios no creó el universo terminado de una vez, un acontecimiento pasado, rotundamente perfecto. Desencadenó un proceso en abierto y perfectible que hará su camino hacia formas cada vez más complejas, sutiles y perfectas. Esperamos que un día llegará a su punto Omega.

La imperfección no es un defecto sino una marca de la evolución. No traduce el designio último de Dios sobre su creación, sino un momento dentro de un inmenso proceso. El paraíso terrestre no significa saudade de una edad de oro perdida, sino la promesa de un futuro que está por venir. La primera página de las Escrituras es, en verdad, la última. Viene al comienzo como una especie de maqueta del futuro, para que los lectores y lectoras se llenen de esperanza acerca del fin bueno de toda la creación.

San Pablo veía la condición decaída de la creación como un sometimiento “a la vanidad” (mataiótes), no por causa del ser humano, sino por causa de Dios mismo. El sentido exegético de “vanidad” apunta al proceso de maduración. La naturaleza aún no ha alcanzado su madurez. Por eso en la fase actual se encuentra lejos todavía de la meta a ser alcanzada. De ahí que “toda la creación hasta el presente gime y sufre dolores de parto” (Rm 8,22). El ser humano participa de este proceso de maduración gimiendo también (Rm 8,23). La creación entera espera ansiosa la plena maduración de los hijos e hijas de Dios. Pues entre ellos y el resto de la creación existe una profunda interdependencia y re-ligación. Cuando eso ocurra, la creación llegará también a su madurez, pues, como dice Pablo, “participará de la gloriosa libertad de los hijos e hijas de Dios” (cf Rm 8,20).

Entonces se realizará el designio terminal de Dios. Solamente entonces Dios podrá proferir la esperada palabra: “y vio que todo era bueno”. Ahora, estas palabras son profecías y promesas para el futuro, porque no todo es bueno. Bien dijo el filósofo Ernst Bloch, el del principio esperanza: «el génesis está al final y no al comienzo». El retraso del ser humano en madurar implica un atraso de la creación. Su avance implica un avance de la totalidad. Él puede ser un instrumento de liberación o una traba del proceso evolutivo.

Y aquí reside el drama: la evolución cuando llega al nivel humano alcanza el estadio de la conciencia y de la libertad. El ser humano fue creado creador. Puede intervenir en la naturaleza para el bien, cuidando de ella, o para el mal, devastándola. Comenzó, quien sabe si desde el surgimiento del homo habilis hace 2,7 millones de años, cuando creó los instrumentos con los cuales intervenía en la naturaleza sin respetar sus ritmos. Al principio podía ser solamente un acto. Pero la repetición creó una actitud de falta de cuidado. En vez de estar junto con las cosas, conviviendo, se puso por encima de ellas, dominando. Y ha ido en crescendo hasta nuestros días.

Con esto rompió con la solidaridad natural entre todos los seres. Contradijo el designio del Creador que quiso al ser humano como con-creador y que mediante su genio completase la creación imperfecta. Pero éste se puso en el lugar de Dios. Por la fuerza de la inteligencia y de la voluntad se sintió un pequeño “dios” y se comportó como si fuera de verdad Dios.

Esta es la gran ruptura con la naturaleza y con el Creador que subyace a la crisis ecológica. El problema está en el tipo de ser humano que se forjó en la historia, más una «fuerza geofísica de destrucción» (E. Wilson) que un factor de cuidado y preservación.

La cura reside en la re-ligación con todas las cosas. No necesariamente ha de ser más religioso, sino más humilde, sintiéndose parte de la naturaleza, más responsable de su sostenibilidad y más cuidadoso con todo lo que hace. Necesita volver a la Tierra de la cual se ha exiliado y sentirse su guardián y cuidador. Entonces el contrato natural será rehecho. Y si además se abre al Creador, saciará su sed infinita y obtendrá como fruto la paz.

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