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Qué significa el fallo de la Corte de El Salvador a favor de reconocer nombre de personas trans

Lunes, 7 de marzo de 2022
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La Corte Constitucional de El Salvador emitió un fallo a favor del reconocimiento del nombre de personas trans. Repercusiones.

La Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia de El Salvador emitió un fallo parcial el martes 22 de febrero donde reconoce que las personas trans pueden cambiar su nombre en los documentos de identidad acorde a su género autopercibido. La Asamblea Legislativa deberá emitir la reforma que sea necesaria para prever las condiciones que debe reunir toda persona que desee cambiar su nombre para que sea compatible con su identidad de género”, dice el texto de la medida.

El fallo del tribunal responde a una demanda de inconstitucionalidad presentada en 2016 por defensoras de derechos humanos. En ella advertían que los artículos 11 y 23 de la Ley del Nombre de la Persona Natural (LNPN) vulneran el derecho de las personas trans a cambiar su nombre.

«El Congreso deberá adecuar la ley»

La demanda señalaba que la ley no reconoce la identidad de las personas trans. “Omite la condición social de algunas personas en cuanto a su disconformidad entre el sexo biológico y la identidad de género”. Y eso vulnera el derecho de tener un nombre que responda a su sexo e identidad autopercibida. En la sentencia la Corte establece que el Congreso deberá adecuar la ley o legislar para cumplir con lo señalado en el documento.

Con este fallo la sala ha reconocido que nuestro nombre es lesivo  para nuestra dignidad humana como personas trans. Porque somos sujetas de violencia y de falta de acceso de derechos fundamentales. Establece que también es algo que debe de normarse: existen formas de discriminación por el no adecuamiento de esta ley porque existe un trato discriminatorio y no justificado”, expresó Bianka Rodríguez, directora de la organización Comunicando y Capacitando a Mujeres Trans – COMCAVIS.

bianka-1200x600Bianka Rodríguez, directora de la organización Comunicando y Capacitando a Mujeres Trans – COMCAVIS.

La resolución no fue expedida exclusivamente para las personas trans. Los magistrados constitucionales incluyeron demandas sobre la supresión del apellido en casos de abandono familiar.

En qué se basó la demanda que impulsó el fallo

La demanda presentada en 2016 tomó de referencia el derecho internacional. Específicamente, la opinión consultiva número 24 de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Allí insta a los Estados a adoptar normativas jurídicas que garanticen la protección y el respeto del derecho a la identidad de las personas trans, sin embargo el fallo no lo tomó en cuenta.

“En este punto es importante, porque la sala no está resolviendo el derecho a la adecuación del género de las personas trans. Está accediendo al cambio del nombre. Por lo tanto es imperante que la Asamblea Legislativa no haga únicamente una reforma a la ley del nombre, sino una ley, una normativa integral. Establece que debe de adecuarse las reformas necesarias. Pero también, que puede adoptarse una normativa específica para que sea compatible con la identidad de género de las personas trans”, señaló Bianka.

Frenos a ley de identidad de género en El Salvador

MarchaTransElSalvador3-1024x683El Salvador no cuenta aún con una ley de identidad de género. En mayo de 2021 legisladoras del partido oficial Nuevas Ideas enviaron al archivo el anteproyecto que se estudiaba en la comisión de la mujer y género del Congreso. Marcela Pineda, diputada oficialista consideró que la ley, junto a otros 30 expedientes que estaban en estudio, eran “obsoletos y no acordes a la realidad”.

“Es como una orden judicial que parte de la Sala de lo Constitucional a que la Asamblea tiene que legislar acerca del reconocimiento acorde a la identidad de género. Habla en un espectro bastante importante porque la ley del nombre únicamente engloba al nombre. Pero cuando habla de este reconocimiento de identidad es donde los diputados deberán de generar esta normativa específica para las personas trans”, acotó Bianka.

El anteproyecto presentado en 2018, fue retomado y presentado nuevamente tres meses después del archivo por la la Mesa Permanente por la Ley de Identidad de Género al Congreso. Hasta el momento no se ha iniciado su estudio en la comisión correspondiente.

La nueva propuesta de ley fue recibida por los partidos Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y Nuestro Tiempo.Juntos apenas alcanzan cinco votos de los 84 en el Congreso.

«Las personas trans necesitamos que se legisle»

“Lastimosamente la comisión no ha tenido a bien darnos respuesta. Pero esperamos que con este fallo de la Sala que reconozcan que existe la necesidad de que las personas trans cuenten con seguridad jurídica. Además es importante tener este mensaje para la Asamblea Legislativa que tiene un lema que están sirviendo al pueblo. El pueblo en su término son todos y somos todas las personas. Por lo tanto las personas trans ahora necesitamos que realmente se legisle sobre esta necesidad”, expresó Bianka.

E865C677-4E91-47F2-9DBC-2F077AD990A2-768x576Foto: Marcha para reclamar Ley de Identidad de Género, mayo 2019. Archivo Presentes/Paula Rosales

El Congreso ha tomado polémicas decisiones desde que asumieron el nuevo periodo legislativo (2021 – 2024). En su primera sesión destituyeron a la Sala Constitucional, al presidente de la Corte Suprema de Justicia y al fiscal general. Lo hicieron bajo el argumento de supuestamente bloquear las medidas del gobierno durante la pandemia de Covid-19.

“Como funcionarios públicos puedan darle cumplimiento a este fallo de la Sala de lo Constitucional. Si no hubiese una recepción proactiva de la Asamblea Legislativa, tendríamos que ir habilitando el espacio internacional por la omisión de legislar sobre esta necesidad porque los derechos no se pueden ir postergando”, agregó Bianka.

Fuente Agencia Presentes

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“Decir nuestro nombre”, por Carlos Osma

Viernes, 27 de agosto de 2021
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179F233A-4C84-455D-9AE7-2B63649EFFC5-768x488Leído en su blog:

«No hay una humanidad que camina. No hay un pensamiento que piensa. No hay un amor que ama. No hay una lengua que habla. Hay Ana y Juan, que caminan, que aman, que piensan, y que hablan» [1]. Es importante recordar esta cita cuando nos bombardean con discursos supuestamente universales, de carácter político o religioso, que lo que pretenden es disolvernos en la masa, para borrarnos y hacernos desaparecer por arte de magia. Lo realmente universal, si existe, si es posible pensarlo, debemos construirlo a partir de los nombres propios de aquellas personas a las que se pretende representar. Si no es así, no lo necesitamos, no lo queremos, porque no nos libera, porque nos hará sufrir.

La mayoría de nosotras tenemos nombres que hemos recibido, nombres con los que nos sentimos definidos, con los que nos identificamos. Sin embargo muchas personas LGTBIQ hemos vivido, o vivimos, la experiencia de recibir nombres que no son los nuestros. Hay muchas Miriams que fueron llamadas José, muchos Davids a los que bautizaron o presentaron como Elisabeth. Estos son los primeros nombres que se borran cuando se habla de  humanidad, de pensamiento, de amor, de lenguaje, de naturaleza, de biología, cuando se pretende construir lo universal desde arriba. Hay que alejarse de los espacios que no son capaces de llamarnos por nuestros nombres. Sara y Abraham recibieron su verdadero nombre como madre y padre de multitud de gentes después de haber dejado la tierra que les vio nacer y donde se les llamaba Sarai y Abram.[2]

Pero hay también muches Anas, Jordis, Marías, y Maneles que escuchan su nombre con claridad cuando son nombradas por otras personas, pero perciben sin duda alguna que ese nombre no es el suyo. Es cierto que vocales y consonantes coinciden a la perfección, pero un nombre es algo más que fonética. Y aunque se construya lo comunitario, por pequeña que sea esa comunidad, incluyendo cada una de las letras de su nombre, sienten que están fuera de ella, porque esos nombres no son los suyos. Porque con ellos se refieren a otras persones que elles no son, porque hay partes de su cuerpo, de su deseo, de su forma de ver el mundo, de lo que quieren ser, que son mutiladas. Y no hay nada más doloroso que escuchar a personas que amas llamándote por un nombre que te parte en dos para desechar una de esas partes. Parece tu nombre, sí, pero no es el tuyo. Pedro llamó a Jesús Mesías, y sí, Jesús era el Mesías, pero otro Mesías diferente al que Pedro quería, por eso Jesús le dijo: «¡Apártate de mí Satanás!» [3]. Y hay muchos Reinos de Dios, muchas sociedades justas y seguras, muchas iglesias llenas de amor, que se construyen como Pedro construyó a su Mesías, guiados por Satanás. Negando nuestros  nombres al mismo tiempo que parecen afirmarlos.

Moisés le preguntó a Dios su nombre para poder decirle al Faraón cuál era el Dios que le enviaba. Y Dios le respondió: «Yo soy el que seré» [4]. Hay muchas teologías que hablan de Dios alejándolo de lo concreto, borrando su nombre, pero el nombre de Dios está directamente relacionado con su forma de actuar, de revelarse. El Dios de Moisés es liberador, no por definición, sino porque liberó. Es el Dios de los últimos, de los excluidos, de los que no ven reconocida su dignidad. Y cuando dejamos de ver a Dios de esta forma, para definirle de otra manera que a nosotras nos parece mejor, ya no es a esa Dios al que nos dirigimos, al que seguimos, sino a otro. Hemos construido una imagen, un ídolo al que llamamos de la misma forma, pero que no es «Yo soy el que seré». Nuestros nombres también pueden ser convertidos en ídolos e imágenes por nosotros mismos o por quienes quieren hacer de nosotras algo distinto a lo que somos. Nuestros nombres también pueden ser tomados en vano. El «Yo soy el que seré», no solo revela el nombre de Dios, también indica que los nombres se construyen en su acción concreta, que nosotras somos siempre en relación con nuestro entorno, que no venimos definides y cerrados desde el principio para ser englobadas en conceptos e ideas preestablecidas. Cualquier política, cualquier institución, ideología o teología, que quiera incluirnos, debe permanecer abierta, para que podamos «ser» en relación con los demás de una forma más libre. Si lo común, si lo supuestamente universal, no puede construirse de esta forma, mejor rechazarlo, para nosotres no es útil.

Jesús reveló a Dios con otro nombre, lo llamo «Padre», después explicó qué significaba para él esta palabra, porque padres hay de muchos tipos, y porque una puede cambiar este nombre por otro si considera que así puede mantener la esencia de dicha identidad. Dios no era para Jesús un concepto teórico, no era una identidad abstracta, no era lo que los demás dijeran sobre Ella. Dios era quien ama incondicionalmente al ser humano, quien espera para abrazarles, curarlas, dignificarlos. Un Dios del amor concreto, real e incondicional. Un Dios que invita a que nuestros nombres no sean borrados y que sean definidos por el amor, que insta a que nuestra identidad no renuncie a aceptar y amar nuestra vulnerabilidad y la de los demás. Quienes pretenden introducirnos a la fuerza en conceptos e ideas, en teologías y filosofías, en ideologías supuestamente universales, que no respetan ese amor concreto, real e incondicional, nos están engañando. Nuestros nombres no sobreviven en espacios cerrados carentes de amor, necesitamos lugares donde poder decir quiénes somos, en los que poder expresarnos tal y como sentimos, donde poder exigir ser tratadas con la dignidad que merecemos. Necesitamos construir casas comunes, pero desde abajo, desde la piel y el nombre de cada una de nosotres, y construirlo para todes nosotras, no para mí, ni para los que son como yo. Construirlo no para llegar a lo universal, sino a lo que es más urgente: lo fraternal, lo humano, el respeto a los demás, la justicia, y sobre todo, al amor al prójimo y a uno mismo.

Carlos Osma

Notas:

[1] Josep Maria Esquirol, Humà, més humà: Una antropologia de la ferida infinita, Barcelona: Quaderns Crema 2021, p.20.

[2] Gn 17.

[3] Mt 16,23.

[4] Ex 3,14.

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El Ministerio de Trabajo de Argentina habilitó la identificación sin distinción binaria de género

Martes, 8 de junio de 2021
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DSC_0161-1000x500Los números de la Clave Única de Identificación Laboral (CUIL) de las personas no se regirán, de ahora en más, por distinción binaria de género.

El Ministerio de Trabajo dispuso que los números de la Clave Única de Identificación Laboral (CUIL) de las personas no se regirán, de ahora en más, por distinción binaria de género. Lo hizo a través de la Resolución 286/2021, firmada por el ministro de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, Claudio Moroni. “Es un cambio paradigmático”, dicen desde el activismo travesti trans.

La nueva norma establece que el prefijo utilizado en la conformación de los nuevos números del CUIL de las personas (20, 23, 24 o 27 o los que surjan en el futuro) se asignarán de manera aleatoria, “siendo de carácter genérico y no binario en términos de sexo/género”.

“Yo lo observo y lo sigo, pero no lo festejo, porque es un paso de lo que debe suceder en el final de este camino de lucha que es el reconocimiento de la multiplicidad identitaria”, dijo a Presentes la teórica y activista travesti Lara María Bertolini, luego de conocer la resolución.

Sin embargo, también afirmó que “este paso viene a poner visible esta problemática y a posicionar a las multiplicidades identitarias en una linea de un mismo horizonte”. “Es importantísimo porque rompe con el sistema binario”, agregó.

A partir de la nueva normativa, las personas que se encuentren amparadas por la Ley de Identidad de Género (N° 26.743), que ya posean un número de CUIL, podrán solicitar un nuevo número por única vez.

La Administración Nacional de Seguridad Social (ANSES) estará a cargo de adecuar el sistema, en coordinación con la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP).

“Creo que el cambio en la AFIP es paradigmático. Sólo queda de parte de Alberto Fernández y de sus ministros ejecutar un cambio político paradigmático latinoamericano: reconocer las identidades de los grupos sociales. Acá estamos luchando nada ni más y nada menos por reconstruir las democracias capitalistas en democracias en donde se incluyan los derechos sociales y universales”, indicó la activista.

Bertolini, estudiante de derecho y trabajadora del Ministerio Público Fiscal, lucha para que el Registro Nacional de las Personas (RENAPER) reconozca su identidad autopercibida de feminidad travesti por no sentirse identificada con la categoría binaria de género “femenina”. En mayo de 2019, un fallo histórico del Juzgado 7 en lo civil de la Ciudad de Buenos Aires hizo lugar a su pedido, pero luego el organismo apeló el fallo y se niega a abrir un campo de género especial porque “sólo hay dos sexos”.

En diciembre de 2019, la Cámara Civil denegó la resolución que le permitiría cambiar su partida de nacimiento y DNI, lo cual fue apelado en la Corte de Justicia, donde reside actualmente.

“La gran problemática es que yo tengo excedida mi vida en 15 años del promedio de vida de las personas trans, o sea que no tienen consideración de que quizás ese tiempo de suerte que yo tengo se me acabe en cualquier momento”, dijo sobre el desempeño de la Corte, Lara Bertolini.

Fuente Agencia Presentes

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Cuando te olvidas de tu identidad

Viernes, 8 de mayo de 2020
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Como hijo de Dios, necesitas ser prudente. No puedes caminar sencillamente por el mundo como si nada ni nadie pudiera hacerte daño. Eres extremadamente vulnerable. Las mismas pasiones que te hacen amar a Dios pueden ser utilizadas por los poderes del mal.

Los hijos de Dios necesitan apoyarse, protegerse y sostenerse, los unos a los otros, cerca del corazón de Dios. Perteneces a una minoría dentro de un mundo grande y hostil. A medida que tomes más conciencia de tu verdadera identidad como hijo de Dios, también verás más claramente muchas fuerzas que tratan de convencerte de que todas las cosas espirituales son falsos sustitutos de las cosas reales de la vida.

Cuando se te arrebata temporalmente tu verdadera identidad, puedes tener la repentina sensación de que Dios no es más que una palabra, la oración una fantasía, la santidad un sueño, y la vida eterna un medio de escape de la verdadera vida. Así fue tentado Jesús, y también nosotros.

No confíes en tus pensamientos y sentimientos cuando se te arrebata de ti mismo. Retorna pronto a tu verdadero lugar y no le prestes atención a aquello que te engañó. En forma gradual, llegaras a estar más preparado para enfrentar estas tentaciones, y cada vez tendrán menos poder sobre ti. Protege tu inocencia aferrandote a la verdad: eres un hijo de Dios y eres profundamente amado.

*
Henri Nouwen
La voz interior del amor

Located in Inventory 5, #21. .

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Una nueva identidad

Martes, 14 de enero de 2020
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Del blog Amigos de Thomas Merton:

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“Descubrir la vida contemplativa es un nuevo descubrimiento de uno mismo. Podríamos decir que es el florecimiento de una identidad más profunda en un plano completamente diferente de un simple descubrimiento psicológico, una nueva identidad paradójica que tan sólo se descubre con la pérdida del ego. Encontrarse perdiéndose: eso es parte de la contemplación”.

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Thomas Merton
Acción y contemplación

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El secreto de mi identidad

Martes, 18 de junio de 2019
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Del blog Amigos de Thomas Merton:
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El secreto de mi identidad está oculto en el amor y misericordia de Dios. Pero todo lo que hay en Dios es realmente idéntico a Él mismo; pues Su infinita simplicidad no admite división ni distinción. No puedo, pues, esperar encontrarme a mí mismo en ningún sitio distinto de Él.
En último término, el único modo como puedo ser yo mismo es identificándome con Aquel en quien está oculta la razón y consumación de mi existencia. Así, pues, sólo hay un problema del que toda mi existencia, paz y felicidad dependen: descubrirme descubriendo a Dios. Si Lo encuentro, me encontraré, y si encuentro mi verdadero yo, Lo encontraré a Él.
Pero, aunque esto parece sencillo, es en realidad inmensamente difícil. De hecho, si estoy abandonado a mí mismo, será absolutamente imposible. Pues, aunque algo puedo conocer de la existencia y naturaleza de Dios por medio de mi razón, no hay modo racional y humano de alcanzar ese contacto, esa posesión de Él que será el descubrimiento de quien es Él realmente y de Aquel en quien yo soy.
Es esto algo que ningún hombre puede lograr solo.
Ni pueden todos los hombres y todas las cosas creadas ayudarlo en esta obra.
El único que puede enseñarme a hallar a Dios es Dios, Él mismo, Él solo.
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Thomas Merton
Semillas de contemplación
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¿Quién soy?

Lunes, 17 de junio de 2019
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La pregunta que orienta, durante nuestra breve existencia, gran parte de nuestro comportamiento es la siguiente: «¿Quién soy?». Es posible que nos planteemos en raras ocasiones esta pregunta de modo formal, pero la vivimos de una manera muy concreta en las decisiones que hemos de tomar todos los días. Las tres respuestas que solemos dar, por lo general, son éstas: «Somos lo que hacemos, somos lo que los otros dicen de nosotros, somos lo que tenemos» o, con otras palabras: «Somos nuestro éxito, nuestra popularidad, nuestro poder».

Es importante que nos demos cuenta de la fragilidad de una vida que dependa del éxito, de la popularidad y del poder. Su fragilidad deriva del hecho de que los tres son factores externos, unos factores que podemos controlar de un modo bastante limitado. Perder el trabajo, la fama o la riqueza depende a menudo de acontecimientos que escapan por completo a nuestro control; ahora bien, cuando dependemos de ellos, nos hemos malvendido al mundo, porque somos lo que el mundo nos da. Y la muerte nos quita todo eso. La afirmación final se convierte en ésta: «Cuando muramos, estaremos muertos», porque cuando muramos no podremos hacer ninguna otra cosa, la gente ya no hablará de nosotros y ya no tendremos nada. Cuando seamos lo que el mundo hace de nosotros, no podremos ser después de haber dejado este mundo.

Jesús vino a anunciarnos que una identidad basada en el éxito, en la popularidad y el poder es una falsa identidad: es una ilusión. Jesús dice alto y fuerte: «No seáis lo que el mundo hace de vosotros, sino hijos de Dios»

*

H. J. M. Nouwen,
Vivir en el Espíritu,
Brescia 19984, pp. 131s

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“¿Verdad o autenticidad? “, por Gonzalo Haya

Jueves, 11 de abril de 2019
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ar_codigo-jesus-s01e02-los-huesos-de-juan-bautista_p_mNo presento una contradicción entre estos dos términos, que son complementarios, sino un matiz en la interpretación de algunos textos de los evangelios, matiz que puede haber facilitado una desviación del mensaje de Jesús, de lo concreto a lo abstracto, de la ortopraxis a la ortodoxia, de una religión profética a una religión sapiencial, del Jesús Mesías a la Palabra encarnada. Y para mí es muy importante conocer lo mejor posible el ejemplo y el mensaje de Jesús, que es el principal referente de mi vida, y el que conecta mejor con los atisbos de mi conciencia.

Me refiero aquí al término griego alêtheia. Se menciona más de cien veces en el Nuevo Testamento (sin contar sus correspondientes adjetivos) y se ha traducido generalmente como “verdad”.

Planteamiento

Vicente Haya ha estudiado detenidamente el texto arameo de la Peshitta, tratando de aproximarse a las “Palabras originales… de Jesús”, porque Jesús hablaba en arameo y, sobre todo, su pensamiento, y su sensibilidad, era oriental. Aunque la Peshitta es una traducción de los originales griegos, sin embargo muestra cómo unos arameoparlantes tuvieron que readaptar algunos conceptos griegos empleados por los evangelistas, porque eran impropios de una mentalidad oriental. Y parece razonable admitir que fueron los redactores griegos los que habían matizado, o desviado, lo que Jesús podría haber dicho; aunque tengamos en cuenta que ni unos ni otros nos han transmitido las palabras auténticas de Jesús.

Evidentemente este tema merecería y desbordaría no una sino varias tesis doctorales pero, una vez planteado, no puedo eludir una primera aproximación como cristiano adulto.

Dicho esto, vamos al término griego alêtheia. De las más de cien menciones de este sustantivo griego en el Nuevo Testamento, 3 corresponden a Marcos, 1 a Mateo, 2 a Lucas, y 22 a Juan. Algo semejante encontramos con el uso de los adjetivos correspondientes: 9 en los sinópticos y 32 en Juan.

De las 6 veces que aparece el sustantivo en los sinópticos, sólo una está puesta en boca de Jesús, y es como una forma de juramento: “en verdad os digo”. De las 22 del evangelio de Juan, 19 son atribuidas a Jesús, 1 a Pilato, y 2 en el Prólogo de Juan.

De ello parece deducirse que el sustantivo “verdad” no era frecuente en Jesús, ni en los sinópticos, aunque sí empleaban algo más los adjetivos correspondientes. Por el contrario, la frecuencia con la que lo encontramos en Juan (mejor dicho, en la Escuela de Juan, que muestra influencias gnósticas) y en Pablo, parece indicar un desplazamiento del pensamiento cristiano hacia la mentalidad griega.

El pensamiento cristiano comienza con unos adjetivos, que expresan su experiencia directa de una persona como auténtica o verdadera (o dan testimonio algo concreto, como la narración de un hecho). Posteriormente pasa a hablar de la verdad proclama por una persona o grupo, y emplea un sustantivo que constituye una categoría conceptual. Igualmente el concepto “fe” (pistis, en griego) pasó de lo concreto a lo abstracto; comenzó designando confianza, continuó como testimonio sobre la muerte y resurrección de Jesús, y ha terminado como un Credo conceptual.

“La verdad bíblica (cristiana) es verdad de testimonio, no de razonamiento, como puede ser la de la filosofía griega” (Xabier Pikaza, “Palabras originarias para entender a Jesús”, en colaboración de Xabier Pikaza y Vicente Haya).

Y considero que este desplazamiento de lo verdadero hacia la verdad -de la experiencia directa hacia el concepto abstracto- es muy importante para aproximarnos a Jesús, porque la Escuela de Juan no lo presenta como interpretación propia sino que lo ha atribuido a Jesús introduciéndolo en sus discursos.

Un preso verdadero

Un preso verdadero” es el título que un amigo puso al poema que narra su prisión y torturas en tiempos de Pinochet. Mi amigo es un hombre sencillo, era estibador del Puerto, representante sindical, y miembro desde sus comienzos de “Cristianos por el socialismo”.

¿Qué significaba para él “un preso verdadero”? Parece que todos los presos son verdaderos presos, a no ser esos policías infiltrados en las cárceles que vemos en las series policíacas.

Creo que mi amigo sentía con orgullo su resistencia política y cristiana, su lealtad a los compañeros del sindicato, sin claudicar en sus ideales, a pesar de las torturas en la cárcel. “Verdadero” no significa aquí “la conformidad de su relato con la realidad “que sufrió; significa “la conformidad de su comportamiento con su conciencia social y cristiana”. Y creo que éste es el sentido más espontáneo y profundo de lo que llamamos “verdadero”.

Conclusión

La consecuencia, a mi parecer, podría ser que, como afirma Vicente Haya, el pensamiento de Jesús se ajustaría más a la “shërârâ” aramea que a la “alêtheia” griega. Y que en los sinópticos el término “alêtheia” y sus afines se refieren a la credibilidad que merece la autenticidad de una persona, o de un testimonio sobre un hecho concreto, aunque en Juan se corresponda más con la idea de “verdad”.

Con nuestra mentalidad occidental podemos extasiarnos al leer estas palabras atribuidas a Jesús en el evangelio de Juan: “Yo soy el camino, la verdad, y la vida”; pero no creo que Jesús pronunciara esas palabras. Tal vez me valdrían, en sentido ponderativo, dichas por alguien sobre Jesús: ¡es tan tan auténtico que es la misma verdad!

Me temo que la sublimación de la verdad abstracta haya desviado nuestra atención y haya marginado al comportamiento verdadero. Obras son amores, que no buenas razones”. Yo conecto mejor con el Jesús de los sinópticos.

Gonzalo Haya

Fuente Fe Adulta

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Jueves, 21 de febrero de 2019
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Del blog Nova Bella:

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“Sé implemente lo que eres: un pecador tremendamente necesitado de la misericordia amorosa de Dios. No necesitas nada para ser lo que eres. No necesitas ningún truco ningún artificio, ningún disfraz, solamente tu pobreza espiritual. No necesitas ser perfecto, ni siquiera bueno. Se simplemente el pobre que eres y ven. Déjate ser atraído hacia mi, por “Yo atraeré a todos hacia mi” (jn 12,32)

*

FK Nemeck/MT Coombs

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Impersonalidad y pseudo-identidad.

Lunes, 26 de noviembre de 2018
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la-identidad-del-docentePara nosotros, occidentales, la palabra “impersonalidad” suele tener evocaciones negativas.

Puesto que hemos concedido un valor absoluto a nuestra personalidad, asociamos la palabra “impersonal” a la anulación de lo que más estimamos: nuestra persona, nuestra individualidad.

Efectivamente, la palabra “impersonalidad” tiene una acepción negativa: denominamos así a aquello que diluye la persona, que “despersonaliza”. Pero esta palabra puede tener otra acepción, la que ha tenido para la sabiduría; en este segundo sentido no es sinónimo de “infra-personal” sino todo lo contrario, de “trans-personal”; no alude a aquello que niega o diluye la persona, sino a lo que la supera –sin negarla- porque es más originario que ella.

La sabiduría nos dice que lo impersonal es el sustrato y la realidad íntima de lo personal; que no lo excluye, sino que lo sostiene; que, por eso, para ser plenamente personales tenemos que ser plenamente impersonales.

[…]

Es dejar de otorgar un valor absoluto a lo que llamamos “mi cuerpo, mis pensamientos, mis emociones, mis acciones, mi vida, mi persona…”; comprender lo ridícula y miope que es nuestra tendencia a hacer que el mundo orbite en torno a nuestro limitado argumento vital –el definido por nuestro yo superficial-.

Equivale a cesar de dramatizar nuestras experiencias, de ver el mundo como el mero telón de fondo de dicho drama, y a las demás personas como los actores secundarios del mismo.

Es sentir que las alegrías y los dolores de los demás son tan nuestros como nuestros dolores y alegrías, que el cuerpo cósmico es tan nuestro como nuestro propio cuerpo; desistir de ser los protagonistas de nuestra particular “novela” vital, para convertirnos en los espectadores maravillados, apasionados y desapegados a la vez, del drama de la vida cósmica, del único drama, de la única Vida.

El Testigo nos sitúa directamente en el foco central de nuestra identidad. Ahí somos presencia lúcida, atenta, consciente, que es una con todo lo que es. Esta Presencia lúcida que constituye nuestra Identidad central es la misma en todo ser humano. Es nuestra Identidad real, pues es lo permanente y auto-idéntico, mientras que nuestro cuerpo-mente no hace más que cambiar.

Esa Identidad central nada tiene que ver con la pseudoidentidad que depende de algo tan frágil y fraudulento como la memoria.

Mónica Cavallé

Boletín semanal E. M. Lozano

(Mónica CAVALLÉ, La sabiduría recobrada. Filosofía como terapia, Oberon, Barcelona 2002, pp.213-214; editada posteriormente en Kairós, Barcelona 2011).

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Tu verdadera identidad

Lunes, 22 de octubre de 2018
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Del blog de Henri Nouwen:

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Tu verdadera identidad es la de ser hijo de Dios. Es la que debes aceptar. Una vez que la hayas reivindicado y te hayas afianzado en ella, puedes vivir en un mundo que te regala mucho gozo y mucho dolor a la vez. Puedes asumir con el mismo talante constructivo la alabanza y la crítica, la cual te ofrece la oportunidad de reforzar tu identidad básica, porque la identidad que te hace libre está anclada más allá de toda alabanza humana y de toda crítica. Perteneces a Dios y como hijo de Dios eres enviado al mundo”.

*

Henri Nouwen
“La voz interior del amor”

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“Lo que somos, en una metáfora”, por Enrique Martínez Lozano.

Sábado, 18 de agosto de 2018
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pensamiento-criticoMe parece claro que la única cuestión decisiva, de la que pende todo lo demás, no es otra que comprender la respuesta adecuada a la pregunta “¿quién soy yo?”.

De cara a facilitarla, quiero proponer una metáfora. Cuando vemos una sala, nuestra mente tiende a identificarla por los objetos que percibe en ella: las paredes, el techo, las columnas, las puertas y ventanas…, en definitiva piensa que la sala es un conjunto cerrado y delimitado que contiene determinados objetos.

La realidad, sin embargo, es bien diferente: lo que define a la sala no es nada de aquello, sino sencillamente el espacio, que es lo único que permanecerá cuando todo lo demás se venga abajo. Al aparecer los objetos citados, surge con ellos una forma concreta que el espacio adopta, pero la entidad real que hace posible la sala es justamente ese mismo espacio. Y este no es en absoluto diferente del que se halla “fuera” de la sala: en realidad, se trata siempre del único y mismo espacio, que las paredes levantadas no separan en absoluto, por más que sea esa la impresión que percibe nuestra mente.

Como ocurre con la sala, también a nosotros mismos tendemos a definirnos por los objetos que nuestra mente percibe: el cuerpo, los pensamientos, los sentimientos, las emociones, las reacciones, nuestra biografía… Y sin embargo, todo ello está cambiando constantemente, mientras que hay “algo” en nosotros –aquello que somos– que permanece. Eso que permanece inalterable es justamente el espacio en el que aparece todo lo demás, la espaciosidad consciente que constituye el fondo o realidad última de todo lo que es y de donde brotan, sostenidas por ella, todas las formas.

El hecho, accesible a cualquiera, de poder observar todo aquello que reconocemos en nosotros –cuerpo, mente, psiquismo, historia…– es signo evidente de que no somos nada de ello. Como en el caso de la sala, aquello que no se ve es lo que hace posible que aparezca lo que nos resulta perceptible.

Si en aquel caso nos preguntábamos qué es lo que queda cuando desaparecen todos los objetos (paredes, tejado, columnas, puertas, ventanas…), al referirnos a nosotros mismos, podemos hacernos unas preguntas similares: ¿qué es lo que permanece cuando vemos lo que cambia en nosotros?; ¿qué es eso que observa y no puede ser observado?

La respuesta es evidente: en el caso de la sala, el espacio; en nosotros, la consciencia o presencia consciente.

Una vez comprendida nuestra identidad, cualquier otra cuestión queda automáticamente “recolocada” en el marco adecuado.

La indagación siempre conduce al mismo resultado: la clave radica en comprender lo que somos y vivir en conexión consciente con ello. Todo lo demás –diría Jesús de Nazaret– “se nos dará por añadidura”.

Enrique Martínez Lozano

Boletín Semanal, vía Fe Adulta

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“Relaciones y aprendizaje”, por Enrique Martínez Lozano.

Viernes, 10 de agosto de 2018
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2a730b965606ef441dc0754edc28d85b_xlLas relaciones interpersonales, en todos sus niveles –de vecindad, de parentesco, de amistad, de pareja–, pueden ser fuente de gozo o bien constituir un campo minado de dificultades.

Un elemento fundamental que genera sufrimiento en las relaciones es el “guion” con el que el ego se maneja. Según él, los otros están ahí para complacerme. En consecuencia, resulta inevitable que, cada vez que tal expectativa no se cumple, aparezca la frustración y, con ella, el enfado, la ira o el abatimiento.

Solo podremos salir del sufrimiento abandonando aquella expectativa o creencia errónea, gracias a la comprensión, la cual nos ofrece dos claves decisivas en toda esta cuestión:

Los otros no están para complacerme, sino para ayudarme a aprender.

Los otros –como yo– hacen siempre lo mejor que saben y pueden, por lo que carece de sentido la culpabilización.

¿Qué es lo que necesito aprender a partir de lo vivido en las relaciones?

Tal vez, tres cuestiones básicas:

Conocerme y aceptarme tal como soy, integrando la sombra que había reprimido, ocultado o negado. En las relaciones se me hace patente que todo aquello que me altera de los otros se encuentra en mí sin aceptar y, con frecuencia, sin ni siquiera conocerlo.

Crecer en amor incondicional hacia mí. Todos mis enfados y frustraciones que nacen en el campo relacional son, en realidad, expresión de un grito que pide amor. Sin ser consciente de ello, estoy pidiendo a los otros el amor –aprecio, reconocimiento, comprensión…– que yo mismo soy incapaz de darme. El hecho de no recibir lo que espero puede constituir una oportunidad preciosa para desarrollar en mí aquel amor incondicional que reclamo de los otros y que, aun sin darme cuenta de ello, me hace vivir mendigando afecto.

Crecer en comprensión de mi verdadera identidad. De un modo u otro, todo aprendizaje culmina en este, que me permite contestar adecuadamente a la pregunta primera: ¿quién soy yo? Porque no hallaré luz ni paz hasta que no encuentre, por experiencia propia, la respuesta adecuada: soy no-separado de los otros. Más allá de las formas diferentes –o “disfraces” en que se expresa– todos compartimos la misma y única identidad; la nuestra es una identidad compartida, Eso que sostiene todas las formas y que en todas se expresa.

Enrique Martínez Lozano

Fuente Fe Adulta

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Chile: La mayoría de la población trans se infligió algún tipo de daño antes de los 15 años producto de la discriminación

Jueves, 2 de agosto de 2018
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43030245454_fac32f037f_bCortes en zonas de su cuerpo, intento de suicidio y consumo abusivo de drogas son parte del cruel panorama que afecta a la población trans. El sector piensa que mejoraría su vida con leyes y políticas a favor de la identidad de género, arrojó la Encuesta Identidad.

En compañía de la presidenta de Comisión Mixta que analiza la Ley de Identidad de Género, la senadora Adriana Muñoz, el Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh) dio hoy a conocer los resultados de la Encuesta Identidad, el primer sondeo nacional sobre la realidad trans aplicado en forma presencial y electrónica a 326 personas mayores de 14 años.

El sondeo; que aporta los datos más fidedignos conocidos hasta ahora en tanto las personas respondieron aportando su RUT; arrojó que la mayoría de la población trans tiene conciencia sobre su identidad de género antes de los 10 años, sin embargo, durante su infancia mantienen en reserva su realidad producto de una fuerte discriminación social que las lleva a infligirse daño y a evitar ciertos lugares por el temor a insultos y amenazas.

Junto a la discriminación social, afecta la felicidad y la expresión de género de las personas trans la carencia de información, facilidades y recursos económicos para cambiar su nombre y sexo legal y para modificar su cuerpo, por lo que consideran de la máxima relevancia la aprobación de leyes y políticas públicas que resuelvan sus problemas y garanticen la plena igualdad de derechos.

“La situación que vivimos los hombres, mujeres y personas trans no binarias es dramática. Estamos hablando de hechos que ponen a diario en jaque nuestra propia vida. Los resultados de esta encuesta deben invitar a la reflexión social. Las autoridades deben aprobar en breve la Ley de Identidad de Género considerando a la niñez y la infancia trans, en tanto es el momento cuando parten nuestros problemas”, señaló el activista trans del Movilh, Álvaro Troncoso.

En tanto, el dirigente del Movilh, Rolando Jiménez, estimó que “estamos sobrecogidos con estos tristes resultados cuyos responsables son la sociedad como conjunto y el Estado. Quiero agradecer a todas las personas que nos dieron su testimonio y confiaron en nosotros, aportando su RUT para contribuir a hacer un estudios serio que vaya en ayuda de otras y otros”.

Identidad y expresión de género

La Encuesta Identidad arrojó que 59,17% de la población tiene conciencia de su transexualidad antes de los 10 años y el 25,9% entre los 11 y 15 años. Sin embargo, antes de los 10 años solo el 3.7% habló con alguien sobre su identidad de género. La mayor parte (44,2%) lo comenta entre los 16 y 20 años.

El 41% optó por comentar su transexualidad por primera vez a sus amigos (41%), seguido por la pareja (18,4%), la mamá (10.2%), otro familiar (8.7%), un profesional de la salud (7.2%) y el papá (3%), entre otros. El 5.6% señala que “nadie sabe soy trans”.

En relación a la expresión de género en público, el 32,3% lo hizo por primera vez entre los 16 y 20 años; el 26.3% entre los 11 y 15 años y el 20.7% entre los 21 y 30 años. El 16,2% indica que aún no expresa su identidad en público y solo el 23% señala que en la actualidad “todos saben soy trans”.

“Estos datos reflejan que pese a saber quienes somos desde que tenemos uso de razón, debemos reprimir nuestro género, sin siquiera a atrevernos, en muchas ocasiones, a hablarlo, todo es causado por diversas formas de discriminación que tienen un nocivo impacto en nuestra estabilidad física y emocional”, dice Troncoso.

La discriminación a la población trans 

Un alarmante 76,1% de la población trans dice que ha sufrido discriminación en razón de su identidad de género, mientras el 7% señala que en el último año ha vivido exclusiones “diariamente”, el 11% “semanalmente”, el 21.2% mensualmente y el 18.8% un “par de veces o más”.

La discriminación más recurrente es la verbal (63.9%), seguida por la psicológica (47%), la negación de servicios públicos o privados (17,7%), la agresión física, (13.5%) y el abuso sexual (7.9%).

Las personas trans sindican como responsables de los abusos a desconocidos (44.4%), seguidos por familiares (32.7%), los compañeros de estudios (22.2%), un conocido (21,8%), un docente (19.9%), un funcionarios de instituciones públicas o privadas (11,3%), un policía (10.5%), un compañero de trabajo (10.2%), personal médico (9.8%) y un supervisor o superior en el trabajo (7,1%).

El 6% sindica como responsables de la discriminación que ha vivido a grupos; el 37% a una persona y el 33.2% a “grupos y personas”, “lo que viene a reflejar acciones concertadas y cobardes para dañar la dignidad de terceros solo en razón de su identidad de género”, sostuvo el Movilh.

 Por todo lo expuesto, el 31.9% de la población trans evita expresar su género “siempre o a veces” por temor a agresiones, amenazas o acosos, mientras el 31.1% sostiene que antes cohibía su identidad, “pero ya no”.

A la par, un 28,2% señala que está imposibilitado de expresar su identidad “en todos los espacios” porque “mis familiares podrían rechazarme”; un 25.6% porque carece de dinero para el cambio legal o corporal y un 21.8% porque no ha podido acceder a transformaciones físicas o jurídicas. En tanto, el 15,4% no expresa su género por temor a enfrentar malos tratos en su lugar de estudios; el 15% porque “podría ser víctima de violencia”, el 12.8% porque “mis amigos podrían rechazarme”; el 12.8% porque “podría perder mi trabajo y/o no encontrar trabajo” y el 9% porque “no me siento listo/a para la transición”.

En tal sentido, un 56,9% evita “siempre o a veces” algunos lugares por temor a agresiones o insultos. Los espacios donde más se evita comentar la propia identidad de género son los servicios públicos (45.9%), el transporte público (42.1%) y la casa (32.2%), entre otros.

Pese a todo lo expuesto, solo el 7,3% ha denunciado los casos de discriminación que ha sufrido.

Auto-daño producto de la discriminación

Producto de toda la presión social y discriminación expuesta , el 52.1% dice que se ha hecho daño a sí mismo/a, mientras que el 19,6% indica que pensó en auto-agredirse, pero finalmente no lo hizo.

El auto-daño se expresó en “cortes en zonas de mi cuerpo” (45.6%), intento de suicidio (35%), no comer (29.3%), formas inseguras de expresar el género, como vendajes restrictivos (25.9%) y consumo abusivo de drogas (24%)

El 46.7% se infligió por primera vez algún tipo de daño entre los 11 y 15 años, el 7% entre los 5 y 10 años; el 15% entre los 16 y 20 años y el 3% entre los 21 y 30 años

En la ocurrencia de estos incidentes a temprana edad, estaría incidiendo la realidad en los establecimientos educacionales, en tanto el 35.4% está en desacuerdo con que “mi etapa escolar es o fue buena”; así como el entorno social, pues el 37,1% dice que “no puedo hacer amistades con facilidad”, el 53.3% se siente inseguro al momento de buscar pareja y el 25% descarta tener una buena relación con su familia. Como consecuencia, el 38,4% dice que en la actualidad “no se siente bien emocionalmente”, mientras el 32% no se siente “bien, ni mal”.

Para el Movilh es evidente que el principal daño y dolor que sufren las personas trans “ocurre durante la infancia y adolescencia, siendo urgente la implementación de leyes y políticas públicas que efectivamente hagan valer el interés superior del niño y de la niña, sin ningún tipo de discriminación basada en la identidad de género”.

Cambio legal y físico

 La carencia de medios económicos, la falta de información y la ausencia de la ley de identidad de género, son otros de los aspectos que inciden negativamente en al calidad de vida de las personas trans.

 El 23,7% señala que nunca ha recibido algún tipo de orientación sobre su identidad de género, mientras que el 29,7% la obtuvo entre los 16 y 20 años; el 16,2% entre los 21 y 30 años y el 15,18% entre los 11 y 15 años. Solo el 5,6% recibió orientación entre los 5 y 10 años.

En tanto, el 50.8% no ha iniciado ningún tipo de transición física, mientras que el 68% no se ha realizado tratamientos hormonales y el 92.1% no se ha sometido a cirugías de reasignación genital.

 El desconocimiento sobre donde realizarse el tratamiento hormonal es la principal razón que impide dar ese paso (29,7), seguida por la falta de recursos económicos (28,2%) y el miedo a los prejuicios de los profesionales de la salud (14,3%). Sólo el 9% no desea someterse a este tipo de tratamientos.

En relación a las cirugías de reasignación genital, el 47,7% dice que no puede pagarlo, el 25,6% que no sabe donde conseguirla y el 14,7% que se ve impedido de estos cambios por lo engorroso del sistema. El 14.3% no desea someterse a este tipo de intervenciones

Además, el 76,6% dice que no ha cambiado su nombre y sexo legal pese a querer hacerlo.

En tal sentido, el 80% dice que estaría más cómodo o feliz se hubiera más opciones para la transición corporal y el 90% para el cambio de nombre y sexo legal, mientras que la gran mayoría considera necesario para mejorar su calidad de vida la implementación de políticas públicas contra la discriminación laboral (86%) y contra la exclusión educacional (91%), así como la capacitación a funcionarios públicos sobre la realidad trans (88%).

Encuesta completa aquí

Fuente MOVILH

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“No se nace gay: se llega a serlo”, por Ramón Martínez

Martes, 21 de marzo de 2017
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2042946992_b975560315z-1_20150517074101_000_g2o4grj6r-3-0Leído en Cáscara amarga:

La semana del 8 de marzo debería servirnos a quienes no somos los sujetos fundamentales del Feminismo para intentar averiguar, en tanto que apoyamos la lucha de las mujeres desde una segunda fila, cómo el Feminismo puede cambiarnos la vida también a nosotros.

 Antes de ser gais, o lesbianas, o bisexuales, o transexuales, o lo que queramos afirmar que somos, no éramos nada. Así lo afirma Paco Vidarte en su Ética marica, y tiene toda la razón: antes de que se nos pudieran aplicar las categorías diferenciadoras de la orientación sexual o la identidad de género nadabamos indiferenciados en el vasto océano de la sexualidad libre. Pero entonces, mientras aprendíamos a ejercer el género y el deseo hegemónico, una interpelación con forma de injuria nos marcaba a fuego para siempre. Maricones o marimachos, nunca volveríamos a ser iguales.

Desde entonces aprenderíamos que somos diferentes y cómo debemos ejercer nuestra diferencia, cómo esconderla o visibilizarla, y, en este caso, cuál es la manera adecuada de hacernos visibles. Recientemente ha sido traducido al castellano el Cómo ser gay, de David Halperin: un gran estudio sobre los mecanismos socioculturales a través de los que se manifiesta la identidad gay. Es mediante esa enculturación -o no- en esos códigos supuestamente propios de la Diversidad Sexual y de Género, y desde los aprendizajes del niño marica y la niña marimacho, que iremos levantando una identidad a la que de un modo u otro nos destinaba aquella diferenciación primigenia que sonó como un insulto; una identidad que nos será útil para presentarnos frente al mundo como sujetos sujetados a un discurso que nos diferencia y que, quizá erróneamente, emplearemos también para levantar nuestra voz y reivindicar derechos.

La semana del 8 de marzo debería servirnos a quienes no somos los sujetos fundamentales del Feminismo para intentar averiguar, en tanto que apoyamos la lucha de las mujeres desde una segunda fila, cómo el Feminismo puede cambiarnos la vida también a nosotros.

Así, podemos recordar que hace ya casi setenta años Simone de Beauvoir escribía en El segundo sexo que «no se nace mujer: se llega a serlo». Analizaba la filósofa cómo la niña iba aprendiendo a convertirse en mujer, siendo esta una categoría construida socialmente a partir de lo que se presumen una serie de cuestiones biológicas, psíquicas, económicas, etc. con la suficiente relevancia como para diferenciar el destino de quien las porta. Me interesa, en ese pasaje de su obra, una frase que considero digna de nuestra atención como activistas por los derechos de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales: «solo la mediación ajena puede convertir un individuo en alteridad».

En este momento en que ya no solo reivindicamos derechos para las clásicas identidades LGTB, sino que ahondamos en nuestras diferencias y descubrimos nuevas categorías diferenciadoras, quizá sea necesario, si no urgente, no plantearnos únicamente los muchos y distintos parámetros que nos sirven para diferenciarnos, sino también quién controla esas diferenciaciones y a qué intereses sirven. Porque si bien el activismo identitario puede resultarnos una buena táctica de reivindicación -así nos lo han inculcado, al menos-, quizá falle estrepitosamente como estrategia, a largo plazo, porque no llega a cuestionar de una manera radical el sistema de la orientación sexual y la identidad de género que categoriza como diferentes a personas que, del mismo modo que el varón y la mujer en el pensamiento de Beauvoir, no tendrían por qué serlo.

Sabemos desde Hegel que el sujeto solo es sujeto en tanto que se erige en oposición a otro sujeto y, de este modo, para poder alzar nuestras voces nos ha sido necesario construir nuestra subjetividad oponiéndonos al sujeto heterosexual hegemónico. Pero en el camino quizá hayamos olvidado que el sujeto heterosexual también se ha construido oponiéndose a las categorías que, con un retoque de empoderamiento, ahora reivindicamos; y que, como consecuencia, quizá antes de definirnos como lesbianas, gais, bisexuales y transexuales, o como bolleras, maricones, viciosos y travelos, o como quiera que queramos definirnos, nuestra primerísima identidad era precisamente la no identidad: no ser heterosexuales, ni cualquier otra cosa. Al principio éramos sirenas en el océano, y el poder acudió a ordenar nuestros cantos.

Necesitamos un activismo radical, que en otro tiempo se llamó revolucionario, que supere las categorías de orientación sexual e identidad de género, que cuestione la construcción de la homosexualidad, la bisexualidad, la transexualidad, y de manera fundamental la propia heterosexualidad, para conseguir denunciar que nuestras diferencias no son nuestras, sino que nos han sido impuestas de una u otra manera desde aquellos insultos de la infancia. Que aunque haya quien se empeñe en descubrir los orígenes biológicos, psíquicos, etc. de nuestras diferencias la gran pregunta no es si nacemos así como somos, sino cómo hemos llegado a ser quienes somos, y qué hacer a partir de aquí.

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“¿Qué es una persona?” por Enrique Martínez Lozano

Lunes, 16 de enero de 2017
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quintoInteresante artículo que hemos leído en Fe Adulta

¿Qué es una persona? He aquí la cuestión más fundamental a la que se enfrentan todas las psicologías. Las diferentes psicologías suponen perspectivas diferentes y subrayan diferentes dimensiones. A partir de ellas construyen lo que con frecuencia parecen imágenes radicalmente diferentes de la naturaleza humana. Por lo común se considera que tales puntos de vista son opuestos; pero es más probable que representen partes de una compleja totalidad multidimensional. El modelo transpersonal que aquí presentamos no se propone negar otros modelos, sino más bien enmarcarlos en un contexto más amplio, que incluya estados de consciencia y niveles de bienestar que no tienen cabida en los modelos psicológicos anteriores.

Las dimensiones principales de este modelo son la consciencia, el condicionamiento, la personalidad y la identidad. Bajo estos encabezamientos resumiremos lo que nos parece representativo de los principios básicos de un modelo transpersonal, y compararemos con ellos los supuestos tradicionales de Occidente.

La consciencia

Este modelo transpersonal considera que la consciencia es la dimensión central que sirve de base y de contexto a toda experiencia. Respecto de la consciencia, las psicologías tradicionales de Occidente han mantenido diferentes posiciones, que van desde el conductismo, que prefiere ignorarla, dadas las dificultades que plantea su investigación objetiva, hasta los enfoques psicodinámicos y humanistas, que la reconocen pero que generalmente prestan más atención a los contenidos que a la consciencia per se, como contexto de la experiencia.

Un modelo transpersonal considera nuestra consciencia habitual como un estado restringido por una actitud defensiva ante la vida. Este estado habitual se encuentra inundado, en medida tan notable como poco reconocida, por un flujo continuo de pensamientos y fantasías, en gran parte incontrolables, que responden a nuestras necesidades y defensas. En palabras de Ram Dass: “Todos somos prisioneros de nuestra mente. Darse cuenta de esto es el primer paso en el viaje de la liberación”.

La consciencia óptima se considera como un estado considerablemente más amplio y potencialmente accesible en cualquier momento, a condición de que se pueda relajar la contracción defensiva. Por lo tanto, la perspectiva fundamental en crecimiento señala la necesidad de abandonar esa contracción defensiva y apartar los obstáculos que se oponen al reconocimiento de esa potencialidad de expansión siempre presente, aquietando la mente y reduciendo la deformación perceptiva.

La tarea fundamental que da la clave de muchas realizaciones es el silencio de la mente. En verdad, cuando se detiene el mecanismo mental se hacen toda clase de descubrimientos, y el primero es que si la capacidad de pensar es un don notable, la capacidad de no pensar lo es aún más.

Desde la perspectiva transpersonal se afirma que existe un amplio espectro de estados ampliados de consciencia, que algunos son potencialmente útiles y funcionalmente específicos (es decir, que poseen algunas funciones no accesibles en el estado habitual, pero carecen de otras) y que algunos de ellos son estados verdaderamente superiores. “Superior” se usa aquí en el sentido de que poseen todas las propiedades y potencialidades de los estados inferiores, más algunas adicionales. Además, una vasta bibliografía proveniente de diversas culturas y disciplinas del crecimiento da testimonio de que tales estados superiores son alcanzables. Por contra, el punto de vista tradicional en Occidente sostiene que no existe más que una gama limitada de estados, por ejemplo, la vigilia, el sueño, la embriaguez, el delirio. Aparte de ello, a casi todos los estados alterados se los considera nocivos y se ve en la normalidad la situación óptima.

Si nuestro estado habitual se considera a partir de un contexto expandido, de ello resultan algunas implicaciones inesperadas. El modelo tradicional define la psicosis como una percepción de la realidad que, además de estar deformada, no reconoce la deformación. Visto desde la perspectiva de este modelo, el nuestro habitual satisface esta definición en tanto que es sub-óptimo, ofrece una percepción deformada de la realidad y no alcanza a reconocer esa deformación. De hecho, cualquier estado de consciencia es necesariamente limitado y solo relativamente real. De aquí que, desde esa perspectiva más amplia, se pueda definir la psicosis como un estar apegado a -o encontrarse atrapado en- un solo estado de consciencia, cualquiera que sea.

Como cada estado de consciencia no revela más que su propia imagen de la realidad, de ello se sigue que la realidad tal como la conocemos (y esa es la única forma en que la conocemos) también es solo relativamente real. Dicho de otra manera, la psicosis es el apego a cualquier realidad aislada. En palabras de Ram Dass: “Crecemos con un plano de existencia al cual llamamos real. Nos identificamos totalmente con esa realidad como algo absoluto y desechamos las experiencias que no son congruentes con ella”.

Lo que Einstein demostró en física es igualmente válido en todos los demás aspectos del cosmos: toda realidad es relativa. Cada realidad es válida solo dentro de determinados límites; no es más que una versión posible de la manera de ser de las cosas. Hay siempre múltiples versiones de la realidad. Despertarse de cualquier realidad aislada es reconocer que su realidad es relativa.

De tal modo, la realidad que percibimos refleja nuestro propio estado de consciencia, y jamás podemos explorar la realidad sin hacer al mismo tiempo una exploración de nosotros mismos, no solo porque somos, sino también porque creamos, la realidad que exploramos.

El condicionamiento

Respecto del condicionamiento, el enfoque transpersonal sostiene que la gente está mucho más encerrada y atrapada en su condicionamiento de lo que se da cuenta, pero que es posible liberarse de él. El objetivo de la psicoterapia transpersonal es esencialmente sacar a la consciencia de esa tiranía condicionada de la mente, una meta que se describe con más detalle en el epígrafe dedicado a la identidad.

Una de las formas de condicionamiento que las disciplinas orientales han estudiado en detalle es el apego. El apego se vincula íntimamente al deseo y significa que el resultado del no cumplimiento del deseo será dolor. Por consiguiente, el apego desempeña un importante papel en la causa del sufrimiento, y para la cesación de este es fundamental la renuncia al apego. La asociación con él trae desdicha interminable. Mientras seguimos apegados, seguimos poseídos; y estar poseído significa la existencia de algo más fuerte que uno mismo.

El apego no se limita a los objetos o personas externos. Además de las formas familiares de apego a las posesiones materiales, a determinadas relaciones y al status quo dominante, puede haber apegos igualmente intensos a una determinada imagen de sí mismo, a un modelo de comportamiento o a un proceso psicológico. Entre los apegos más fuertes que observan las disciplinas de la consciencia están los que nos ligan al sufrimiento y a la sensación de indignidad. En la medida en que creamos que nuestra identidad se deriva de nuestros roles, de nuestros problemas, de nuestras relaciones o del contenido de la consciencia, el apego resultará reforzado por la zozobra de la supervivencia personal. Si renuncio a mis apegos, ¿quién seré y qué seré?

La personalidad

La mayor parte de las psicologías anteriores han concedido un lugar central a la personalidad y, de hecho, muchas teorías psicológicas sostienen que las personas son su personalidad. Es interesante señalar que el título que más comúnmente han recibido libros sobre la salud y el bienestar psicológico ha sido The Healthy Personality (“La personalidad sana”). Por lo común se ha considerado que la salud es algo que implica principalmente una modificación de la personalidad. Sin embargo, desde una perspectiva transpersonal, a la personalidad se le concede relativamente menos importancia. Se la ve más bien como un solo aspecto del ser, con el que el individuo puede identificarse pero sin que sea necesario que lo haga. En cuanto a la salud, se considera que implica principalmente un distanciarse de la identificación exclusiva con la personalidad, más que una modificación de ella.

De manera semejante, el drama o la historia personal que cada uno, hombre o mujer, puede contar de sí mismo se enfoca también desde un ángulo diferente. De acuerdo con Fadiman, los dramas personales son un lujo innecesario que se introduce en un funcionamiento pleno y armónico. Son parte de nuestro bagaje emocional y generalmente para una persona es benéfico alcanzar cierto grado de desapego o desidentificación respecto de sus propios dramas y de los dramas personales ajenos.

La identidad

Es un concepto al que se asigna importancia decisiva y que conceptualmente se extiende más allá de los límites que son tradicionales en Occidente. Las psicologías tradicionales han reconocido la identificación con los objetos externos y la han definido como un proceso inconsciente en el cuál el individuo se asemeja a alguna cosa o siente como alguna otra persona. Las psicologías transpersonales y las orientales también reconocen la identificación externa, pero sostienen que la identificación con procesos y fenómenos internos (intrapsíquicos) es aún más importante. Aquí se define la identificación como el proceso en virtud del cual algo es vivenciado como el sí mismo. Además, este tipo de identificación pasa inadvertido para la mayoría de nosotros, incluyendo psicólogos, terapeutas y estudiosos de la conducta, dada la gran medida en que nos afecta a todos. Es decir que estamos tan identificados que jamás se nos ocurre siquiera cuestionar aquello que con tal claridad nos parece que somos. Las identificaciones consensualmente validadas pasan inadvertidas porque no se ponen en tela de juicio. Es más, cualquier intento de cuestionarlas puede chocar con considerables resistencias. Los intentos de despertarnos antes de tiempo suelen ser castigados, especialmente por quienes más nos aman. Porque ellos, a quienes Dios bendiga, están dormidos. Piensan que cualquiera que se despierte, o que se dé cuenta de que lo que se toma por realidad es un sueño, se está volviendo loco. Leer más…

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¿Bisexuales o pansexuales?

Viernes, 25 de noviembre de 2016
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bisexualidadpansexualidadInteresante artículo que publica en Cáscara Amarga:

Uno de los mejores activistas trans españoles, FTM Lobo, compartía esta semana en su Facebook una imagen que trata de explicar la que se supone es la principal diferencia entre la bisexualidad y la pansexualidad. Según la imagen, la primera supone atracción hacia hombres y mujeres, en tanto que la segunda incluye también la atracción hacia hombres y mujeres intersexuales y transexuales, además de hacia cualquier persona transgénero. Lobo afirmaba, como joven trans, su radical oposición a esta diferenciación y yo, compartiendo su contrariedad, quiero reflexionar sobre la espinosa cuestión de las posibles distinciones entre etiquetas no monosexuales.

Líbrenme los dioses, por supuesto, de tratar de representar con la mía la voz de las personas que pueden identificarse bajo cualquiera de dichas categorías. Pero sucede que una difícil paradoja atenaza la capacidad de producir discurso dentro del movimiento LGTB: no se considera lícito tomar la palabra para reflexionar sobre realidades que no son propias y, al mismo tiempo, se condena la falta de visibilización de esas mismas realidades.

Es decir, un varón categorizable como gay, yo mismo, no debe -y no pretendo hacerlo- hablar en nombre de lesbianas, bisexuales y transexuales, pero es necesario por contra hacer referencia y dar visibilidad en nuestro discurso a esas categorías. Así, en la cuerda floja del discurso, trataré de reflexionar sobre esa diferenciación con la que no estoy de acuerdo.

El debate de las etiquetas, de las abstracciones nominales para representar identidades sexuales y de género, conlleva los problemas y limitaciones de cualquier debate identitario: construimos identidades reivindicativas, como herramientas de lucha, pero que no pueden considerarse de forma esencialista o perderán toda su capacidad de transformación social. Pasarían de ser armas de reivindicación a convertirse en jarrones chinos, piezas delicadísimas que no pueden ser usadas en batalla pues es muy alto el peligro de su rotura.

Además, la construcción de nuestras identidades, a partir de nuestras respectivas realidades sexuales y de género, siempre acaba conformando una estructura imprecisa y modificable por el tiempo, que solo de manera muy precaria consigue representar con fidelidad la realidad que pretende significar: hablamos de bisexualidad o de pansexualidad, pero es necesario plantearse qué hay bajo esos sustantivos antes de plantear como una distinción radical lo que puede limitarse a una diferencia ciertamente insignificante, una diferencia solo idiomática.

No creo siquiera lícita, desde mi lejanía como persona que no participa de ninguna de ambas etiquetas, esa diferenciación que ofrece la imagen antes mencionada. Considero que la sola distinción entre el concepto “hombre” y la adjetivación “hombre transex” u “hombre intersex” encierra una transfobia abrumadora: ¿es necesario el adjetivo transex/intersex? ¿Por qué el “hombre” a secas no necesita adjetivos?

Para superar este problema, que cada vez resulta más común, pues está difundiéndose esta distinción que parece acusar a las personas bisexuales de tránsfobas mientras realiza una diferenciación realmente tránsfoba entre “hombres” y “mujeres” en puridad y “hombres” y “mujeres” adjetivables, creo necesario recurrir a las mismas definiciones de bisexual y pansexual, tratando de encontrar su verdadera diferencia, si la hubiera.

Hace ya un año la asociación Arcópoli publicó un diccionario activista donde después de mucho trabajo y debate conseguimos ofrecer unas definiciones lo más precisas y respetuosas que nos fue posible. Así dijimos que bisexual era aquella «persona cuya orientación sexual está enfocada hacia otras de sexo o género igual o diferente al propio, no necesariamente al mismo tiempo ni del mismo modo o con la misma intensidad»; en tanto que la orientación sexual de una persona pansexual «está enfocada hacia otras de todos los sexos o géneros».

La diferencia, como es evidente, estriba en esos bi o pan, referidos a dos o todas las construcciones sexo/género que pueden conformar una identidad, a las que es posible sumar poli o pluri, de la polisexualidad/plurisexualidad, que hemos de comprender como “varias”, y siempre más que dos, por diferenciarse en algún punto de la bisexualidad.

La cuestión de fondo, entonces, no está en si a una persona bisexual no le atraen las mujeres trans que a una pansexual sí, según quiere defender la imagen; sino en cuántas construcciones sexo/género considera posibles cada uno de los discursos donde se asientan esos conceptos. A ustedes les parecerá un debate peregrino, pero ha llegado a provocar tales discusiones que algún colectivo se ha tambaleado con ellas, y con no pocos afectados.

El discurso LGTB ha sido habitualmente acusado de mantener una concepción binaria de las también construcciónes sexo y género: solo parecen posibles las que denominamos “hombre” y “mujer”. Para evitar esa concepción binaria la deconstrucción del sexo y género permitió diferenciar otras categorías sexogenéricas más allá de las mencionadas y reconocidas: es el discurso queer. No obstante, en ningún momento lo queer afirma que un hombre trans deje de ser un hombre, y de ahí que la interpretación que ofrece la dichosa imagen me parezca, como a nuestro Lobo, inadecuada.

Para hacerlo más sencillo creo poder ofrecer la siguiente idea: tanto bisexual como pansexual y el susodicho pluri/polisexual se refieren a una misma realidad: la persona cuya orientación sexual se dirige hacia otras cuyas identidades sexogenéricas son más de una; la única diferencia es la lengua, el discurso, que empleemos al hablar de esa realidad.

Un discurso binario, que entienda que existen “hombres” y “mujeres”, al ser dos realidades, hablará de bisexualidad, en tanto que un discurso no binario, considerando posibles más combinaciones, podrá hablar de pluri/polisexualidad, si son más de dos, o pansexualidad, si son todas las posibles.

Un problema último, más allá de si usamos una u otra “lengua” para hablar de esa realidad tan difícilmente resumible en un solo concepto, es que el discurso LGTB sigue actualizándose y empieza a abrirse a posiciones no binarias sobre el sexo y el género, convirtiendo cualquier diferenciación en irrelevante una vez supera su binarismo y acepta dentro de la bisexualidad, pese a su bi, posibilidades superiores a dos.

Ningún sentido tiene, como vemos, la idea de que la bisexualidad censure cualquier deseo por personas trans o inter, del mismo modo que, como posible postulado derivado de ese error, una persona monosexual, hetero u homo, pueda sentir deseo únicamente hacia personas cisexuales, cuando perfectamente puede sentir atracción hacia todo tipo de hombres o mujeres, sin adjetivos diferenciadores.

Como reflexión final, creo muy relevante destacar que he dedicado tres páginas a este tema, toda una de mis columnas semanales, y no sirve absolutamente de nada. Me planteo desde hace tiempo que toda esta hondísima reflexión sobre quiénes somos, si somos bisexuales, pansexuales, gais u homosexuales, transexuales o transgénero, etc., si bien apasionante desde un punto de vista puramente académico, no permite que nuestro discurso evolucione. Al contrario, lo ralentiza. Porque mientras pensamos en quiénes somos dejamos de pensar en cuáles son los principales obstáculos que nos impiden ser.

Nuestras identidades, sean las que fueren, nacieron como recursos para luchar contra la homofobia, la transfobia y la bifobia. Hablemos sobre ellas, pensémoslas una y otra vez: denunciemos su violencia. Necesitamos poder ser para saber mejor quienes somos.

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Género: saber de qué se habla

Miércoles, 16 de noviembre de 2016
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Del blog Pays de zabulon:

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(…) No, la cuestión del género no es una “teoría”, son personas muy reales, personas diferentes en sus géneros, es un hecho y no un antojo.

Cuando se es transidentitario, uno se da cuenta de que es una mujer con un cuerpo de hombre o un hombre con un cuerpo de mujer y simplemente se quiere tener el cuerpo que corresponde a su identidad. Lo mismo, cuando se es intersexual (nacido con una parte a menudo atrofiada de ambos sexos), en la adolescencia se revela que se es hombre o mujer, y uno quiere que su cuerpo corresponda a su identidad, ser lo que uno es.

¿Señores censores, quiénes sois vosotros para saber mejor que estas personas cual es su sexualidad o su identidad? ¿Quiénes sois para rechazar lo que son y sus transformaciones para ser hombres o mujeres como los demás? Es en este combate y su acompañamiento de humanidad en la que está la Buena Noticia.

*

Laurent Schneider,

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Diácono permanente comprometido en la asociación L’Hêtre (Mulhouse, 68), asociación que acoge a jóvenes homosexuales, transidentitarios, rechazados por sus familias y la sociedad por el hecho de ser diferentes.

 

 

Fuente Texto: correo de los lectores en la versión papel de la revista  La Vie   de 20 octobre 2016, (reproducción con autorizacion del autor).

Fuente Foto : James Charles, un joven neoyorkino de 17 años que se dio a conocer escogiendo practicar el maquillaje durante un año/. Hizo de modelo publicitario y publica hoy sus fotos y consejos de maquillaje en instagram instagram.

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La confianza

Miércoles, 19 de octubre de 2016
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Del blog Pays de Zabulon:

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Es necesario decidir en cada momento  confiar en esa voz que te dice: “Te amo. Yo te formé en el vientre de tu madre.

Deja de ir y venir. Vuelve más bien hacia Dios y ten confianza en que Él te dará lo que necesitas.

Tan lejos como puedas recordar, has querido agradar a todo el mundo, contando con los demás para darte una identidad. Debes ahora aceptar no buscar más tus propias soluciones y tener confianza en que Dios te será suficiente en todas las cosas.

Lo esencial es creer con confianza que en toda circunstancia, Dios está contigo y que Él te concederá lo que verdaderamente necesitas.

*

Henri Nouwen,
La Voz interior del Amor.

Fuente imagen : Instagram/Georges Petrequin

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Sé tu mismo

Viernes, 27 de mayo de 2016
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Del blog de Henri Nouwen:

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“A menudo queremos… ser otro distinto del que somos. Tendemos a compararnos permanentemente con los demás y nos preguntamos por qué no somos tan ricos, tan inteligentes, tan sencillos, tan generosos o tan santos como ellos. Estas comparaciones nos hacen sentir culpables, avergonzados o celosos. Resulta sumamente importante darse cuenta de que nuestra vocación está oculta allí donde estamos y en aquello que somos. Somos seres humanos únicos cada uno con un llamamiento en la vida, al que debemos responder. Nadie mas puede llevarlo a cabo. Y hemos de responder a ese llamamiento en el contexto concreto del aquí y ahora.

No encontraremos nunca nuestra vocación tratando de pensar que somos mejores o peores que otros. Somos lo bastante buenos como para hacer lo que estamos llamados a ser. ¡Sé tú mismo! “

*

Henri Nouwen

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