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“¿Qué es una persona?” por Enrique Martínez Lozano

Lunes, 16 de enero de 2017
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quintoInteresante artículo que hemos leído en Fe Adulta

¿Qué es una persona? He aquí la cuestión más fundamental a la que se enfrentan todas las psicologías. Las diferentes psicologías suponen perspectivas diferentes y subrayan diferentes dimensiones. A partir de ellas construyen lo que con frecuencia parecen imágenes radicalmente diferentes de la naturaleza humana. Por lo común se considera que tales puntos de vista son opuestos; pero es más probable que representen partes de una compleja totalidad multidimensional. El modelo transpersonal que aquí presentamos no se propone negar otros modelos, sino más bien enmarcarlos en un contexto más amplio, que incluya estados de consciencia y niveles de bienestar que no tienen cabida en los modelos psicológicos anteriores.

Las dimensiones principales de este modelo son la consciencia, el condicionamiento, la personalidad y la identidad. Bajo estos encabezamientos resumiremos lo que nos parece representativo de los principios básicos de un modelo transpersonal, y compararemos con ellos los supuestos tradicionales de Occidente.

La consciencia

Este modelo transpersonal considera que la consciencia es la dimensión central que sirve de base y de contexto a toda experiencia. Respecto de la consciencia, las psicologías tradicionales de Occidente han mantenido diferentes posiciones, que van desde el conductismo, que prefiere ignorarla, dadas las dificultades que plantea su investigación objetiva, hasta los enfoques psicodinámicos y humanistas, que la reconocen pero que generalmente prestan más atención a los contenidos que a la consciencia per se, como contexto de la experiencia.

Un modelo transpersonal considera nuestra consciencia habitual como un estado restringido por una actitud defensiva ante la vida. Este estado habitual se encuentra inundado, en medida tan notable como poco reconocida, por un flujo continuo de pensamientos y fantasías, en gran parte incontrolables, que responden a nuestras necesidades y defensas. En palabras de Ram Dass: “Todos somos prisioneros de nuestra mente. Darse cuenta de esto es el primer paso en el viaje de la liberación”.

La consciencia óptima se considera como un estado considerablemente más amplio y potencialmente accesible en cualquier momento, a condición de que se pueda relajar la contracción defensiva. Por lo tanto, la perspectiva fundamental en crecimiento señala la necesidad de abandonar esa contracción defensiva y apartar los obstáculos que se oponen al reconocimiento de esa potencialidad de expansión siempre presente, aquietando la mente y reduciendo la deformación perceptiva.

La tarea fundamental que da la clave de muchas realizaciones es el silencio de la mente. En verdad, cuando se detiene el mecanismo mental se hacen toda clase de descubrimientos, y el primero es que si la capacidad de pensar es un don notable, la capacidad de no pensar lo es aún más.

Desde la perspectiva transpersonal se afirma que existe un amplio espectro de estados ampliados de consciencia, que algunos son potencialmente útiles y funcionalmente específicos (es decir, que poseen algunas funciones no accesibles en el estado habitual, pero carecen de otras) y que algunos de ellos son estados verdaderamente superiores. “Superior” se usa aquí en el sentido de que poseen todas las propiedades y potencialidades de los estados inferiores, más algunas adicionales. Además, una vasta bibliografía proveniente de diversas culturas y disciplinas del crecimiento da testimonio de que tales estados superiores son alcanzables. Por contra, el punto de vista tradicional en Occidente sostiene que no existe más que una gama limitada de estados, por ejemplo, la vigilia, el sueño, la embriaguez, el delirio. Aparte de ello, a casi todos los estados alterados se los considera nocivos y se ve en la normalidad la situación óptima.

Si nuestro estado habitual se considera a partir de un contexto expandido, de ello resultan algunas implicaciones inesperadas. El modelo tradicional define la psicosis como una percepción de la realidad que, además de estar deformada, no reconoce la deformación. Visto desde la perspectiva de este modelo, el nuestro habitual satisface esta definición en tanto que es sub-óptimo, ofrece una percepción deformada de la realidad y no alcanza a reconocer esa deformación. De hecho, cualquier estado de consciencia es necesariamente limitado y solo relativamente real. De aquí que, desde esa perspectiva más amplia, se pueda definir la psicosis como un estar apegado a -o encontrarse atrapado en- un solo estado de consciencia, cualquiera que sea.

Como cada estado de consciencia no revela más que su propia imagen de la realidad, de ello se sigue que la realidad tal como la conocemos (y esa es la única forma en que la conocemos) también es solo relativamente real. Dicho de otra manera, la psicosis es el apego a cualquier realidad aislada. En palabras de Ram Dass: “Crecemos con un plano de existencia al cual llamamos real. Nos identificamos totalmente con esa realidad como algo absoluto y desechamos las experiencias que no son congruentes con ella”.

Lo que Einstein demostró en física es igualmente válido en todos los demás aspectos del cosmos: toda realidad es relativa. Cada realidad es válida solo dentro de determinados límites; no es más que una versión posible de la manera de ser de las cosas. Hay siempre múltiples versiones de la realidad. Despertarse de cualquier realidad aislada es reconocer que su realidad es relativa.

De tal modo, la realidad que percibimos refleja nuestro propio estado de consciencia, y jamás podemos explorar la realidad sin hacer al mismo tiempo una exploración de nosotros mismos, no solo porque somos, sino también porque creamos, la realidad que exploramos.

El condicionamiento

Respecto del condicionamiento, el enfoque transpersonal sostiene que la gente está mucho más encerrada y atrapada en su condicionamiento de lo que se da cuenta, pero que es posible liberarse de él. El objetivo de la psicoterapia transpersonal es esencialmente sacar a la consciencia de esa tiranía condicionada de la mente, una meta que se describe con más detalle en el epígrafe dedicado a la identidad.

Una de las formas de condicionamiento que las disciplinas orientales han estudiado en detalle es el apego. El apego se vincula íntimamente al deseo y significa que el resultado del no cumplimiento del deseo será dolor. Por consiguiente, el apego desempeña un importante papel en la causa del sufrimiento, y para la cesación de este es fundamental la renuncia al apego. La asociación con él trae desdicha interminable. Mientras seguimos apegados, seguimos poseídos; y estar poseído significa la existencia de algo más fuerte que uno mismo.

El apego no se limita a los objetos o personas externos. Además de las formas familiares de apego a las posesiones materiales, a determinadas relaciones y al status quo dominante, puede haber apegos igualmente intensos a una determinada imagen de sí mismo, a un modelo de comportamiento o a un proceso psicológico. Entre los apegos más fuertes que observan las disciplinas de la consciencia están los que nos ligan al sufrimiento y a la sensación de indignidad. En la medida en que creamos que nuestra identidad se deriva de nuestros roles, de nuestros problemas, de nuestras relaciones o del contenido de la consciencia, el apego resultará reforzado por la zozobra de la supervivencia personal. Si renuncio a mis apegos, ¿quién seré y qué seré?

La personalidad

La mayor parte de las psicologías anteriores han concedido un lugar central a la personalidad y, de hecho, muchas teorías psicológicas sostienen que las personas son su personalidad. Es interesante señalar que el título que más comúnmente han recibido libros sobre la salud y el bienestar psicológico ha sido The Healthy Personality (“La personalidad sana”). Por lo común se ha considerado que la salud es algo que implica principalmente una modificación de la personalidad. Sin embargo, desde una perspectiva transpersonal, a la personalidad se le concede relativamente menos importancia. Se la ve más bien como un solo aspecto del ser, con el que el individuo puede identificarse pero sin que sea necesario que lo haga. En cuanto a la salud, se considera que implica principalmente un distanciarse de la identificación exclusiva con la personalidad, más que una modificación de ella.

De manera semejante, el drama o la historia personal que cada uno, hombre o mujer, puede contar de sí mismo se enfoca también desde un ángulo diferente. De acuerdo con Fadiman, los dramas personales son un lujo innecesario que se introduce en un funcionamiento pleno y armónico. Son parte de nuestro bagaje emocional y generalmente para una persona es benéfico alcanzar cierto grado de desapego o desidentificación respecto de sus propios dramas y de los dramas personales ajenos.

La identidad

Es un concepto al que se asigna importancia decisiva y que conceptualmente se extiende más allá de los límites que son tradicionales en Occidente. Las psicologías tradicionales han reconocido la identificación con los objetos externos y la han definido como un proceso inconsciente en el cuál el individuo se asemeja a alguna cosa o siente como alguna otra persona. Las psicologías transpersonales y las orientales también reconocen la identificación externa, pero sostienen que la identificación con procesos y fenómenos internos (intrapsíquicos) es aún más importante. Aquí se define la identificación como el proceso en virtud del cual algo es vivenciado como el sí mismo. Además, este tipo de identificación pasa inadvertido para la mayoría de nosotros, incluyendo psicólogos, terapeutas y estudiosos de la conducta, dada la gran medida en que nos afecta a todos. Es decir que estamos tan identificados que jamás se nos ocurre siquiera cuestionar aquello que con tal claridad nos parece que somos. Las identificaciones consensualmente validadas pasan inadvertidas porque no se ponen en tela de juicio. Es más, cualquier intento de cuestionarlas puede chocar con considerables resistencias. Los intentos de despertarnos antes de tiempo suelen ser castigados, especialmente por quienes más nos aman. Porque ellos, a quienes Dios bendiga, están dormidos. Piensan que cualquiera que se despierte, o que se dé cuenta de que lo que se toma por realidad es un sueño, se está volviendo loco. Leer más…

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