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Alabado Seas

Miércoles, 10 de mayo de 2023
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Del blog de la Communion Béthanie:

¡Alabado seas!

Dios de la paz, tú buscas depositar en nosotros una alegría del evangelio:
Ella está ahí, muy cerca, reanimada por tu mirada de confianza sobre nuestras vidas.

¡Alabado seas!

Dios de consuelo, por tu Santo Espíritu, vienes a transfigurar nuestro corazón.
En nuestras mismas pruebas, Tú haces crecer la comunión contigo.

¡Alabado seas!

Jesucristo, buscamos tu mirada, ella viene a disipar el dolor de nuestros corazones.
Y Tú nos dices, “No te inquietes; incluso invisible, yo siempre estoy contigo.

¡Alabado seas!

Jesús, alegría de nuestros corazones, a quien vive de tu perdón y tu misericordia,
Le das a presentir ciertas certezas: donde hay misericordia, allí está Dios.

¡Alabado seas!

Jesús, nuestra esperanza, tu Evangelio nos hace percibir que,
Hasta en las horas de oscuridad, Dios nos quiere felices.
Y la paz de nuestro corazón puede hacer bella la vida a los que nos rodean.

¡Alabado seas!

Jesús, nuestra paz, Tú llamas a cada uno a seguirte.
¿A quién iríamos más que a Ti, el Cristo?
Tú tienes las palabras que dan vida a nuestro corazón.

¡Alabado seas!

Espíritu Santo, tú haces crecer en cada uno de nosotros una vida de comunión con Dios.
Y florecen allí la bondad de corazón y el olvido de sí en favor de los demás.

¡Alabado seas!

*
Hermano Roger de Taizé

Br-Roger

***

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“¿Rezar para que llueva?”, por Pau Vidal

Martes, 9 de mayo de 2023
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 “No hace muchos días, relevantes representantes de la Iglesia católica, en vistas a la sequía en Cataluña, conminaban a sus fieles a rezar por la lluvia”

“Sorprende el cómo se nos pide que roguemos por la lluvia sin hacer ninguna referencia a cuáles son las causas de esta pluviometría tan errática que nos atormenta”

“¿Pero no es posible la pregunta de por qué no llueve en nuestras latitudes? ¿Qué hemos hecho como humanidad en los últimos dos siglos para que las precipitaciones sean cada vez más irregulares? Hoy hay sequía en Cataluña, pero simultáneamente hay inundaciones terribles en California”

“Me opongo a una plegaria de petición que nos desresponsabiliza como comunidades cristianas ante los retos contemporáneos”

(Cristianisme i Justícia).- No hace muchos días, relevantes representantes de la Iglesia católica, en vistas a la sequía en Cataluña, conminaban a sus fieles a rezar por la lluvia. Si bien es cierto que la oración de petición forma parte de la tradición cristiana desde antiguo y que en determinadas circunstancias ayuda a reconocer la propia indigencia y necesidad, sorprende el cómo se nos pide que roguemos por la lluvia sin hacer ninguna referencia a cuáles son las causas de esta pluviometría tan errática que nos atormenta. No solo sorprende, sino que llega a desalentar una aproximación infantilizando a la fe, a la oración y al papel que podamos y debemos tener los cristianos en la construcción del bien común.

Hoy, quizás de manera un poco provocativa, sospecho y hasta me opongo a una plegaria de petición que nos desresponsabiliza como comunidades cristianas ante los retos contemporáneos, que parece propugnar una fe irracional, anticientífica y premoderna y que puede proyectar la imagen de un Dios caprichoso (“hoy decido enviar lluvia y mañana quién sabe”, “a ver si los fieles ya han hecho suficientes rogativas para que me digne a hacer caer unas gotas del cielo”). De hecho, la distancia entre un Dios providente todopoderoso y un Dios caprichoso es corta y del capricho al sadismo solo hay un paso.

¿Pero no es posible la pregunta de por qué no llueve en nuestras latitudes? ¿Por qué los ciclos naturales están profundamente alterados? ¿Qué hemos hecho como humanidad en los últimos dos siglos para que las precipitaciones sean cada vez más irregulares? Hoy hay sequía en Cataluña, pero simultáneamente hay inundaciones terribles en California.

La evidencia científica, asumida por el actual pontífice, masivamente confirma que las variaciones pluviométricas en latitudes muy diversas en todo el planeta son resultado del cambio climático producido por la acción humana acumulativa, depredadora e irresponsable. Por eso, pedir oraciones y rogativas para que llueva presentando como inevitables acontecimientos meteorológicos que, según el amplio consenso científico mundial, tienen unas causas humanas muy claras me parece profundamente desafortunado.

Pero, además, animar a rezar por la lluvia sin tampoco preguntarse ni cuestionar como se está gestionando el agua que sí tenemos al alcance es de un reduccionismo que roza el ridículo. Porque nunca lloverá bastante para saciar la codicia humana, ni para satisfacer las absurdas necesidades creadas por el modelo socioeconómico, agrícola, urbanista y turístico imperante.

¿Pedir todavía?

Y a pesar de todo, bien pensado, recordando que el Padre Nuestro está todo el transido de súplicas, quizás sí que todavía haré oración de petición.

Pero rogaré para que los cristianos seamos los primeros comprometidos en denunciar que el modelo socioeconómico actual que se nos vende como único e inevitable es insostenible, mata y además nos ha llevado a una crisis climática sin precedentes.

Oraré para que recuperamos la mirada sacramental a la creación y la respetemos como hermana.

Rogaré por la conversión ecológicade todos los corazones para que abracen un estilo de vida más frugal, más sencillo y más comunitario. Y porque los seguidores de Jesús unamos nuestras manos con todas las personas de buena voluntad para buscar alternativas más humanas y humanizadoras de organizarnos, donde el bien común esté en el centro y nadie quede atrás.

Imploraré a Dios para que todos y todas hagamos un uso responsable de la poca (o mucha) agua que sí que tengamos en los embalses, en los ríos y en los acuíferos. También haré rogativas para que dejemos de una vez de privatizar un bien común como el agua y nos preguntemos si de verdad hacen falta tantos campos de golf, piscinas y cruceros repletos de turistas.

Elevaré mi súplica para que los poderosos paren ya la codicia inacabable de la agroindustria que explota sin vergüenza los recursos hídricos para sacar siempre el máximo beneficio económico. Más concretamente, imploraré para que nos preguntemos si en vez de las fresas o los aguacates que comemos hoy y que hemos pagado a cuatro duros no podría comprar a un precio justo otros productos de proximidad, de agricultura ecológica y socialmente responsable.

También impetraré a Dios, siempre más grande, para que nos libere de la autosuficiencia antropocéntrica de creer que con la técnica lo podemos resolver todo y reencontremos desde la humildad nuestro lugar en la creación.

Pero rezar para que llueva, sin más ni más, hoy no lo haré. No fuera que al final se abrieran los cielos, tuviéramos que lamentar lluvias torrenciales y tormentas devastadoras y entonces se nos pidiera de nuevo acudir a la oración de petición como si fuera magia.

Epílogo

Evidentemente que en el trasfondo de estas reflexiones podríamos citar al papa Francisco y su contribución capital con la encíclica Laudato si’. Pero incluso puede ayudar recordar que ya hace más de tres décadas Juan Pablo II en 1990 decía lo siguiente:

“La disminución gradual de la capa de ozono y el consecuente «efecto invernadero» han alcanzado ya dimensiones críticas debido a la creciente difusión de las industrias, de las grandes concentraciones urbanas y del consumo energético. Los residuos industriales, los gases producidos por la combustión de carburantes fósiles, la deforestación incontrolada, el uso de algunos tipos de herbicidas, de refrigerantes y propulsores; todo esto, como es bien sabido, deteriora la atmósfera y el medio ambiente. De ello se han seguido múltiples cambios metereológicos y atmosféricos cuyos efectos van desde los daños a la salud hasta el posible sumergimiento futuro de las tierras bajas.”

E incluso no se queda aquí la cosa, sino que llega a afirmar que los cristianos, en particular, descubren que su cometido dentro de la creación, así como sus deberes con la naturaleza y el Creador forman parte de su fe” (Cf. “La paz con Dios creador, paz con toda la creación”, Jornada mundial de la paz, 1990).

[Una versión más breve de este escrito apareció en pregaria.cat en catalán/Imagen extraída de freepik]

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A veces, Señor, a veces…

Martes, 2 de mayo de 2023
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A veces, Señor, a veces
la historia es tan opaca,
la vida tan ambigua,
y el horizonte tan monótono y triste,
que de nada sirve tu mensaje
porque tu presencia se nos esconde.

Y entonces, Señor, entonces
el corazón sufre y sangra,
las entrañas, cansadas, se agotan,
el espíritu se desorienta
y los sentidos se rebelan
porque no encuentran brotes de esperanza.

A veces, Señor, a veces
se me rompen los esquemas,
me encuentro perdido noche y día,
camino sin saber dónde te hallas,
y espero contra toda esperanza
anhelando el roce de tu brisa.

Y entonces, Señor, entonces,
si no pasas susurrando y moviendo
los cristales de mis ventanas,
mi anhelo se desata, en pasión o ira,
queriendo que seas huracán, fuego, tormenta
que zarandee mi cuerpo y espíritu.

A veces, Señor, a veces
sólo anhelo que Tú me llames,
pronunciando mi nombre como otras veces,
para despertarme y pacificarme,
y poder compartir heridas, deseos y tareas
a la vera del camino de la vida.

Y entonces, Señor, entonces,
aunque haya bandidos y ladrones,
sé que Tú vas cerca y delante
abriendo caminos y horizontes,
silbando alegres canciones
y dándonos a todos vida abundante.

A veces, Señor, a veces
reconozco tu presencia y voz,
y entonces, Señor, entonces
te sigo y salgo al mundo con ilusión.

*

Florentino Ulibarri

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Ante la Cruz…

Viernes, 7 de abril de 2023
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ANTE LA CRUZ

Ante la cruz me llamas
en tu agonía.
Ante la cruz me llamas.
Y he aquí que tropiezo
con las palabras.

Porque si dices ante
¿no me pides, Señor,
sino que mire
frente a frente la cruz
y que la abrace?

Si te miro, Señor,
y Tú me miras,
es un horno de amor
lo que en ti veo,
y lo que veo en mí,
Señor, no es nada,
nada, nada, Señor,
sino silencio.

Un silencio vacío:
si Tú lo llenas
se habrá hecho la luz
en las tinieblas.

Y si en la cruz te abrazo
y Tú me abrazas,
el silencio, Señor,
es más palabra.

Ante la cruz, Señor,
aquí me tienes,
ante la cruz, Señor,
pues Tú lo quieres.

II

VÍA DOLOROSA

I

PARA DECIR LO QUE PASÓ AQUEL VIERNES…

…a Jesús, en cambio, lo hizo azotar
y lo entregó para que fuese crucificado.
(Mt.27,26)

Para decir lo que pasó aquel viernes
en los palacios de Jerusalén y en sus afueras
no bastan las palabras.
Por eso no hay
en las avenidas del relato
-Mateo, Marcos, Juan- sino una capa
de misericordia, un leve
y condensado recuerdo a los azotes.
Para decir lo que pasó aquel viernes
en los palacios de Jerusalén: la sangre,
los insultos, los golpes, la corona
de espinas,
los gritos, la locura, la ira desatada
contra el más bello y puro de los hombres,
contra el más inocente…
para decir lo que pasó aquel viernes
solo valen las lágrimas.

II

SIMÓN DE CIRENE SE ENCUENTRA CON LA CRUZ

Al salir encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón,
y le obligaron a que cargara con la cruz de Jesús.
(Mt. 27, 32)

Pesan los días y pesan los trabajos
y en las venas el cansancio es veneno
que apresura los pasos hacia el dulce
reposo del hogar;
los pasos hacia el dulce
abrazo del amor y del sueño.
Ni siquiera
hay espacio en el alma para el canto
de un pájaro. Tampoco para el sordo
rumor que empieza a arder
sobre el polvo en la plaza.
Viene Simón el de Cirene convertido
en pura sed, en pura
materia de fatiga.
Esa cruz
le sobreviene como un alud de asombro
y rebeldía.
Pero
entre la náusea de la sangre sabe
que siempre hay un dolor que añadir al dolor.
Entre la náusea de la sangre mira
y encuentra esa mirada como un pozo
encendido,
como un pozo
donde se funde el Galileo
con el dolor del mundo.
Apenas un instante y el abrazo
del corazón y la madera hasta la cima.
Vuelve Simón el de Cirene. Queda
una cruz en su piel.
Y una mirada.

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III

MUJER EN JERUSALÉN

Lo seguía muchísima gente, especialmente
mujeres que se golpeaban el pecho y se lamentaban por él.
(Lc. 23, 27)

Mis ojos suben por las calles de Jerusalén
bajo una lluvia de dolor,
bajo una lluvia
que va a lavar el mundo.
Mis ojos suben arrimados
a la cal de las paredes
mientras todo el fragor del sufrimiento
se hace eco en mis párpados.
Puedo sentir tu sed,
la quemazón de tus rodillas rotas
sobre los filos de la tierra.
Toma mi corazón, toma mis lágrimas,
déjalas que ellas laven tus heridas
ahora que soy
mujer en Jerusalén y que te sigo.
Mis ojos se adelantan
por los empedrados de Jerusalén
para encontrar los tuyos.
Y no hay en ellos
rebeldía.
Bajo la cruz
Tú eras una antorcha
de mansedumbre. Derramabas
una piedad universal con cada aliento.

Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí
(Lc.23,28)

¿Y cómo no llorar, Señor?
Déjame, al menos,
si no llorar por Ti, llorar contigo.

III

GÓLGOTA

I

EL CORAZÓN DE LAS MUJERES

Muchas mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea
para asistirlo, contemplaban la escena desde lejos.
(Mt 27, 55)

Estirándose sobre la distancia,
el corazón de las mujeres
se hizo cruz en el Gólgota.
¡Oh corazón de las mujeres, cruciforme,
arca lúcida,
oscura estancia del amor y permanente
arcaduz del misterio!
¡Oh corazón de las mujeres,
prodigioso arroyo fiel que mana
desde el mar de Galilea hasta el Calvario!
¡Y más allá del Calvario, hasta los límites
verticales y alzados,
hasta la orilla de la fe donde se trueca
el destino del hombre!
Mujeres, con vosotras he visto
la salvación del mundo,
su rostro ensangrentado, la medida
de sus brazos abiertos,
la extensión de su abrazo,
que acerca hasta nosotros
la dádiva incansable de sus manos
abiertas y horadadas para siempre.
Y he visto su corazón de par en par,
su corazón como una cueva dulce,
su corazón, abrigo
para toda intemperie.
He visto con vosotras
los pies del redentor, nunca cansados
de venir hacia mí, también heridos
de mí, por mí, también clavados
para la eternidad.
¡Oh pies de Cristo
impresos
sobre la arena de mi corazón!
¡Oh Cristo que atrajiste
hasta Ti el corazón de estas mujeres,
déjame ahora
latir en su latido:
contemplarte.

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II

STABAT MATER

Estaba la madre al pie
de la cruz. La madre estaba.
Enhiesta y crucificada,
color de nardo la piel.
En el pecho el hueco aquel
que vacío parecía.
No me lo cierres, María
que quiero encerrarme en él,
que quiero encerrarme y ver
todo lo que tú veías.
Sé tú mi madre, María,
como lo quería Él.

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III

CIERRA EL CIELO LOS OJOS …

Desde el mediodía hasta las tres de la tarde
la tierra se cubrió de tinieblas.
(Mt. 27, 45)

Cierra el cielo los ojos:
cae
la noche a plomo sobre el mediodía
de aquel viernes de abril en el Calvario.
No puede el cielo ser tan impasible
cuando en la cruz está muriendo un hombre,
ya solo sufrimiento y sangre,
cuando muere
el amado de Dios.
¿O acaso vuelve el rostro el cielo
también
y es abandono
lo que creían sombra?
Pesa, pesa, pesa…
Pesa esta oscuridad
que hace crujir los hombros
mientras el ser se vence
inexorablemente hacia el abismo.
Esta tiniebla tiene
peso, longitud, altura,
y penetra en el alma
y duele y vela
la mirada de Dios en la distancia.
¿No hay otro modo, Señor, no hay otro modo
de morir, de vivir, que hacer a ciegas
esta larga jornada de camino?
Pues si ha de ser así, Señor, te pido
que al menos en la muerte no me falte
un bordón de plegaria: que no olvide
tu nombre dulce con el que llamarte.

IV

EL GRITO

Y Jesús, dando de nuevo un fuerte grito entregó su espíritu
(Mt.27, 50)

Un grito. Luego el silencio.
Y en silencio estoy aquí
mientras resucitas Tú
y resucitan los muertos.
¡Cristo, ten piedad de mí!

Con Cristo

*

Mercedes Marcos Sánchez,

Poeta ante la Cruz (Meditación en Mateo)

***

Hoy la Iglesia nos invita a un gesto que quizás para los gustos modernos resulte un tanto superado: la adoración y beso de la cruz. Pero se trata de un gesto excepcional. El rito prevé que se vaya desvelando lentamente la cruz, exclamando tres veces: “Mirad el árbol de la cruz, donde estuvo clavada la salvación del mundo”. Y el pueblo responde: “Venid a adorarlo.

El motivo de esta triple aclamación está claro. No se puede descubrir de una vez la escena del Crucificado que la Iglesia proclama como la suprema revelación de Dios. Y cuando lentamente se desvela la cruz, mirando esta escena de sufrimiento y martirio con una actitud de adoración, podemos reconocer al Salvador en ella. Ver al Omnipotente en la escena de la debilidad, de la fragilidad, del desfallecimiento, de la derrota, es el misterio del Viernes Santo al que los fieles nos acercamos por medio de la adoración.

La respuesta “Venid a adorarlo” significa ir hacia él y besar. El beso de un hombre lo entregó a la muerte; cuando fue objeto de nuestra violencia es cuando fue salvada la humanidad, descubriendo el verdadero rostro de Dios, al que nos podemos volver para tener vida, ya que sólo vive quien está con el Señor. Besando a Cristo, se besan todas las heridas del mundo, las heridas de la humanidad, las recibidas y las inferidas, las que los otros nos han infligido y las que hemos hecho nosotros. Aun más: besando a Cristo besamos nuestras heridas, las que tenemos abiertas por no ser amados.

Pero hoy, experimentando que uno se ha puesto en nuestras manos y ha asumido el mal del mundo, nuestras heridas han sido amadas. En él podemos amar nuestras heridas transfiguradas. Este beso que la Iglesia nos invita a dar hoy es el beso del cambio de vida.

Cristo, desde la cruz, ha derramado la vida, y nosotros, besándolo, acogemos su beso, es decir, su expirar amor, que nos hace respirar, revivir. Sólo en el interior del amor de Dios se puede participar en el sufrimiento, en la cruz de Cristo, que, en el Espíritu Santo, nos hace gustar del poder de la resurrección y del sentido salvífico del dolor.

*

M. I. R.
Omelie di pascua. Venerdi santo,
Roma 1998, 47-53

***

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Viernes Santo: 7.3.23. La Pasión según san Mateo: Te ayudaré Dios mío para que no me abandones (E. Hillesum)

Viernes, 7 de abril de 2023
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Chagall(p320)Larger (2).0Del blog de Xabier Pikaza;

Los mejores  intérpretes de la Pasíón de Dios (Cristo) Según Mateo en el siglo XX han sido  dos judíos:

(a) Marc Chagall (1897-1985) ha sido el más hondo pintor de crucificados; algunas de sus imágenes irán acompañando trabajo.  

(b)  Etty Hillesum (1914-1943), escritora y pensadora judía asumió de forma admirable el camino de la pasión de Dios según  Mateo (25,31-46), siendo ajusticiada, como Jesús, acompañando a Dios en su dolor en un campo nazi. 

Etty Hillesum (judía/cristiana) ejemplar ha realizado la más honda tarea de acompañar/consolar a Dios acompañando y consolando a los hombres y mujeres sufrientes, en el holocausto (shoah) de los nazis.

 Así lo indicará esta reflexión que tiene dos partes.  (a) Una visión general sobre  su vida  desde el evangelio de Mateo. (b) Una lectura de la pasión de Dios y el dolor de los hombres, en el evangelio de Mateo.

Las  reflexiones de la primera parte están inspiradas  básicamente en  Leandro Siqueiros: El diario de Etty Hillesum: buscar a Dios en el Holocausto http://wwwespiritualidadprogresista.blogspot.com/2010/10/etty-hillesum-una-de-las-mas.html y en J.I González Faus. “Etty Hillesum. Una vida que interpela”. Ed. Sal Terrae, 2008.

ETTY HILLESUM. VISIÓN GENERAL.

Introducción

Etty_Hillesum_1939E. Hillesum fue judía (aunque no se identifique con ninguna sinagoga particular) y lee el evangelio de Mateo desde su percepción radical judía, sin necesidad de “dejar” su judaísmo (abjurar) para leer el evangelio de Jesús, haciendo de esa forma un intenso camino religioso que es judíos siendo al mismo tiempo cristianos..

E. Hillesum no asume el cristianismo “oficial” (no se bautiza, ni forma parte de ninguna iglesia), porque no tiene “tiempo ni espacio para ello” y, sobre todo, porque está recorriendo un camino previo de “identificación” con el camino de Jesús, a quien ni siquiera nombre, porque quien a ella le importa es Dios.

Y sin embargo E. Hillesum esuna de las mejores intérpretes del evangelio de Mateo y de su experiencia de la pasión de Dios, que se identifica con el dolor de los hombres, conforma a la palabra originaria de Mt 25,31-40:Tuve hambre y me disteis de comer (o no me disteis de comer…).

Hillesum retoma, sin quizá saberlo, una hondísima experiencia rabínica del dolor de Dios que se expresa en el dolor de los hombres… (tema esbozado por el pensador judío A. Heschel, 1907-1972, en numerosas obras, sobre todo en su interpretación de los salmos). En esa línea, ella se siente llamada a “acompañar y consolar” a Dios en su dolor, en un gesto que puede vincularse con el de algunos salmos y, sobre todo, con un tipo de experiencia profética que ha sido tematizada por Ella no nombra a Mateo, ni a Jesús, pero está haciendo el “camino de Reino” (camino de Dios) en la línea de Mateo…

Contexto vital

Su nombre era Esther/Etty Hillesum y había nacido el 15 de enero de 1914 en Middelburg, en Holanda. Su padre, Louis Hillesum, enseñaba lenguas clásicas. Su madre era experta en lenguas modernas y literatura.

Etty obtuvo su primer diploma en Derecho en la Universidad de Ámsterdam; después se matriculó en la facultad de Letras para el estudio de las lenguas eslavas. Más tarde, cuando comenzó a estudiar la carrera de psicología, estalló la guerra. El día 15 de julio de 1942, en plena guerra, ,

Etty trabajó como mecanógrafa en una de las secciones del Consejo Hebraico holandés. Como en otros territorios ocupados, esta organización había nacido bajo la presión de los alemanes y actuaba de puente entre los nazis y la población judía.

Desde agosto de 1942 hasta el fin de septiembre de 1943, Etty Hillesum se ofreció voluntaria para trabajar como asistenta y enfermera en el campo de concentración de Westerbork, como enviada del Consejo Hebraico.  Actuó como correo de la resistencia y llevaba consigo cartas y mensajes de los prisioneros, además de recoger medicinas para llevar al campo.

Ante la barbarie que percibía a su alrededor en una Europa enloquecida, Etty se refugia en la experiencia religiosa interior y especialmente en la oración íntima e intensa. Escribe: –«(…) Las amenazas y el terror crecen día a día. Me refugio en la oración como un muro oscuro que ofrece seguridad, me refugio en la oración como si fuera la celda de un convento; ni salgo, tan recogida, concentrada y fuerte estoy.

Este retirarme en la celda cerrada de la oración, se vuelve para mí una realidad siempre más grande, y también un hecho siempre más objetivo. La concentración interna construye altos muros entre los cuales me reencuentro yo misma y mi totalidad, lejos de todas las distracciones. Y podré imaginarme un tiempo en el cual estaré arrodillada por días y días, hasta no sentir los muros alrededor, lo que me impedirá destruirme, perderme y arruinarme.» (Diario, 18 de mayo de 1942)

99AAE285-E507-4B1C-B043-47F5D2926DE3Etty Hillesum, en Auschwitz y ejecutada Mientras, seguía aumentando el número de deportaciones de civiles judíos. En el año 1943, Etty llegó a la conclusión de que la prisión era inevitable y se negó a aceptar los escondites que se le ofrecieron para no ser capturada por la Gestapo. Después de meditarlo, Etty se entregó a las SS el día 6 de junio de 1943, junto a sus padres y a sus hermanos. Etty dejó sus diarios a unos amigos, con los que también mantuvo una larga correspondencia durante su encarcelamiento en Westerbork. En una de las cartas afirma:

El paisaje que tenemos alrededor aparece de improviso mutado, el cielo se vuelve bajo y negro, nuestro modo de sentir la vida sufre grandes mutaciones y nuestro corazón se vuelve completamente gris y milenario. Pero no es siempre así. Un ser humano es una cosa bien singular. La miseria que reina aquí es verdaderamente indescriptible. En las grandes barracas se vive como topos en una cloaca.» (Carta de 3 de julio de 1943)

Este intercambio epistolar terminó con una tarjeta postal con fecha 7 de septiembre de 1943, arrojada desde un camión de ganado. Describe la repentina inclusión de ella y su familia en un transporte hacia Auschwitz que salió con 987 reclusos, incluidos 170 niños. La postal se despide con estas palabras: «Me esperaréis, ¿verdad?».

Los diarios . Etty, buscadora de Dios

La evolución espiritual y religiosa del Etty ocupa el primer plano en su diario. Se inicia con una Etty que es una mujer laica y que no practica ninguna religión. En esta etapa de su vida, el nombre de Dios aparece en el diario más como una expresión literaria o como un factor sociológico que con un sentido de fe religiosa, como dice González Faus. Poco a poco la espiritualidad de Etty va presentando una serie de tonalidades, colores y acentos propios. Pero a la vez, están muy cercanos a nuestra realidad actual.

En primer lugar, Etty se mostrará cada vez más sensible a la presencia de Dios, una presencia en todas las cosas y en todos los seres. Una presencia que unifica totalmente su ser. Una presencia que le hace sospechar que Dios tiene que ver con la búsqueda de la liberación interior y con la sensación que tantas veces ha sentido de que la vida merece la pena a pesar de todo.

Tratando de encontrarse a sí misma, se convierte en Buscadora de Dios.Un rasgo que destaca en su camino espiritual es que va descubriendo a Dios en su interior.

SE VA SINTIENDO HABITADA POR DIOS. 

Dentro de mí hay un pozo muy profundo. Y ahí dentro está Dios. A veces me es accesible. Pero a menudo hay piedras y escombros taponando ese pozo y entonces Dios está enterrado. Hay que desenterrarlo de nuevo. Me imagino que hay gente que reza con los ojos dirigidos hacia arriba. Ellos buscan a Dios fuera de sí mismos. También hay otras personas que agachan la cabeza profundamente y que la esconden entre sus manos; creo que esa gente busca a Dios dentro de sí misma” (26 de agosto de 1941)

 “Dios, cógeme de tu mano, te acompaño obedientemente, sin resistirme. No rehuiré nada de lo que me llegue en la vida, lo asimilaré con todas mis fuerzas. Pero dame de vez en cuando un breve instante de tranquilidad. Tampoco pensaré, en toda mi inocencia, que la paz, en caso de que me llegue, vaya a ser eterna. También aceptaré la intranquilidad y la lucha que volverán a continuación. Me gusta estar protegida por el calor y la seguridad, pero tampoco me rebelaré si entro en el frío, siempre y cuando sea de tu mano.

Iré a todas partes de tu mano y quiero procurar no tener miedo. Intentaré irradiar algo del amor, del verdadero amor humano que hay en mí, en cualquier parte que esté”.

Y volverá aún sobre este tema en el último cuaderno de su diario:“Amo tanto al prójimo, porque amo en cada persona un poco de ti, Dios. Te busco por todas partes en los seres humanos, y a menudo encuentro un trozo de ti. Intento desenterrarte de los corazones de los demás”. (15 de septiembre de 1942). Y el mismo día en el que moría J. Spier, es capaz de recordarlo de esta manera:

“…Tú, gran persona comprensiva, buscador de Dios, que encontraste a Dios. Has buscado a Dios por todas partes, en cada corazón que se abría a ti –y cuántos han sido-, y en todas partes encontraste un pequeño fragmento de Dios. Nunca te has rendido” (15 de septiembre de 1942).

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AYUDAR A DIOS

Etty elabora su propio lenguaje simbólico y místico. En esos tiempos de terror, como ella los califica, “ayudar a Dios, para Etty, es encontrarle un resguardo dentro de sí, ofrecerle hospitalidad, buscarle un cobijo en las personas sufrientes que encuentra, salvar un pedacito de Dios en los seres humanos…Salvar la existencia de Dios en la desventura. Ser huésped y amiga” (W. Tommasi); “Ayudar a Dios es ayudar al amor que no tiene más fuerza que su misma oferta” (González Faus).

En este sentido destaca  esta oración:

Corren malos tiempos, Dios mío. Esta noche me ocurrió algo por primera vez: estaba desvelada, con los ojos ardientes en la oscuridad, y veía imágenes del sufrimiento humano. Dios, te prometo una cosa: no haré que mis preocupaciones por el futuro pesen como un lastre en el día de hoy, aunque para eso se necesite cierta práctica…

Te ayudaré, Dios mío, para que no me abandones, pero no puedo asegurarte nada por anticipado. Sólo una cosa es para mí cada vez más evidente: que tú no puedes ayudarnos, que debemos ayudarte a ti, y así nos ayudaremos a nosotros mismos.

Es lo único que tiene importancia en estos tiempos, Dios: salvar un fragmento de ti en nosotros. Tal vez así podamos hacer algo por resucitarte en los corazones desolados de la gente. Sí, mi Señor, parece ser que tú tampoco puedes cambiar mucho las circunstancias; al fin y al cabo, pertenecen a esta vida…

Y con cada latido del corazón tengo más claro que tú no nos puedes ayudar, sino que debemos ayudarte nosotros a ti y que tenemos que defender hasta el final el lugar que ocupas en nuestro interior

Leer más…

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Getsemaní…

Jueves, 6 de abril de 2023
Comentarios desactivados en Getsemaní…

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GETSEMANÍ
I
SOLEDAD EN GETSEMANÍ

Llegó Jesús con ellos a un huerto llamado Getsemaní y dijo a sus discípulos:
“Sentaos aquí, mientras yo voy más allá a orar”. Y llevándose a Pedro
y a los dos hijos del Zebedeo, comenzó a sentir tristeza y angustia.
(Mt. 26, 36-37)

En la piedra del miedo
se habían afilado las traiciones
y la noche de Jerusalén ya no escondía
la densidad del abandono.
El Maestro lo supo,
y no un presentimiento, una certeza
comenzó a golpearle contra la soledad.
Ahora la soledad no era
aquella extensión dulce donde encontrar al Padre,
ni era
el campo de batalla donde el Hijo
de Dios fuera tentado como Hijo
de Dios.
La soledad era una fuerza
incontenible: vaciaba de luz
todas las casas del espíritu, dolía
como el frío
cuando hiela la sangre.
La soledad mordiendo
el corazón del hombre,
la soledad poniendo al descubierto
al hombre, solo al hombre.
(La soledad es una calle larga
que lleva a la tristeza).
Quiso salir de la ciudad. Bajo la luna
la espalda de los que se volvían era un incendio
que le abrasaba la memoria.
Acaso
fueran piadosos los olivos con su óleo
de intimidad donde resuena
la palabra del Padre.
¡Oh paradoja del ascenso
donde los pies se hunden
en el lodo del hombre!
¡Oh paradoja del conocimiento
donde todo es maraña de raíces!
Getsemaní no es una zarza ardiendo,
es la espesura sin piedad
donde el hombre está solo,
desnudamente solo, sin asilo,
despojado del hombre,
despojado de Dios.
Getsemaní no es óleo, es agonía,
es otra vez un campo de batalla donde el Hijo
del Hombre ha de enfrentarse
con todos los demonios del hombre:
el tedio, la amargura, la angustia, los peldaños
que van a dar al morir.
Getsemaní no es óleo. Es agonía:
y en el centro del huerto queda solo
un verdadero hombre verdadero
abrazado al silencio de Dios, pero obediente.
Fiat, Señor, digo hoy contigo,
fiat, Señor, aunque me duela.

II

 NO ERA EL SUEÑO, SEÑOR…

Bajo la luna llena encanecían los olivos.
La quietud era sólida y destilaba
un plomo ardiente que invadía los cuerpos.
El silencio
se había vuelto mineral
y en la sangre aún rompían las palabras
anunciadoras y terribles
que se habían mezclado con el vino.

Regresó y volvió a encontrarlos dormidos,
pues sus ojos estaban cargados
(Mt. 26, 43)

No era el sueño, Señor, era el espanto
lo que subía
río arriba del alma hasta los ojos:
era el espanto
de ver luchar a Dios y no hacer nada.

III

 EL BESO

Entonces todos los discípulos
lo abandonaron y huyeron.
(Mt. 26, 56)

En la piedra del miedo
se habían afilado las traiciones
y ahora
iban subiendo entre las luces,
ensayando
el más turbio, el más falso
de los besos.
¿Quién dijo que el amor era un abrazo?
Este beso no es beso, es un cuchillo
que asesina de lejos y empozoña
el corazón de muchos y lo cubre
de la callosidad del abandono.
En el puente del beso se ha cumplido
lo que dijeron los profetas, pero
Señor te pido ahora que me quites
esa suerte de puente y que me dejes
del lado del amor, en tus orillas.

IV

ORACIÓN PARA NO DORMIR

 Pedro lo siguió de lejos
(Mt., 26, 58)

Oh, Señor, en esta hora
en que también se confunde
la distancia con el miedo,
si Tú me ves que me aparto
de tu agonía y que duermo
para no ver al que sufre
ni ver mi interior desierto,
mírame, que yo te sigo,
aun como Pedro de lejos.
Mírame y en tu mirada
sostenme para que el fuego
de tanto amor me despierte
siempre que me venza el sueño.

*

Mercedes Marcos Sánchez,

Poeta ante la Cruz (Meditación en Mateo)

***

El día de Jueves Santo se celebra la memoria de la primera vez que Nuestro Señor tomó el pan y lo convirtió en su cuerpo, tomó el vino y lo transformó en su sangre. Esta verdad requiere de nosotros una gran humildad, que sólo puede ser un don suyo. Me refiero a esa humildad de mente por la que conocemos la verdad de que lo que antes era pan ahora es su cuerpo y lo que antes era vino ahora es su sangre. Por eso nos arrodillamos para honrar a Jesús en el Santísimo Sacramento. Sucesivamente, cuando se ora ante el altar de la Reserva, nos damos cuenta de cómo estamos unidos a él en el sufrimiento del huerto de Getsemaní, tan cercanos a él como María Magdalena cuando lo encontró en el huerto el primer domingo de pascua: este hecho es el que nos causa más extrañeza.

El día de Jueves Santo […] evocamos también cómo nuestro Señor, durante la última cena, se levantó y se puso a lavar los pies de sus apóstoles y, con este gesto, nos mostró algo de la divina bondad.

Jesús nos revela en qué consiste lo divino. Jesús lavó los pies de sus discípulos para mostrar las atenciones y la gran bondad que Dios tiene con nosotros. Es un pensamiento maravilloso que podría ocupar nuestra mente y nuestras plegarias.

Si esta bondad divina puede manifestársenos, ¿qué podremos hacer nosotros a cambio? ¿No deberíamos igualar esta dulce bondad suya, que rebosa amor por nosotros, y brindar la misma bondad y el mismo amor? Esto demostraría que el amor, la caridad cristiana, no es sólo una palabra fácil, sino algo que nos lleva a la acción y al servicio, especialmente al de los pobres y al de cuantos pasan necesidad.

*

B. Hume,
Il mistero e l’assurdo,
Cásale Monf. 1999, 107s

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Liturgia y Contemplación.

Jueves, 23 de marzo de 2023
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Del blog Amigos de Thomas Merton:

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“La tradición cristiana primitiva y los escritores espirituales de la Edad Media no conocían ningún conflicto entre la oración «pública» y «privada», o entre la liturgia y la contemplación. Este es un problema moderno. Tal vez sería más preciso decir que es un pseudoproblema. La liturgia, por su propia naturaleza, tiende a prolongarse en la oración contemplativa individual, y la oración mental, a su vez, nos dispone al “culto litúrgico y a buscar la plenitud en él“.

*

Thomas Merton,
El clima de la oración monástica

***

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Si supieras…

Viernes, 17 de marzo de 2023
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Antes de saber cómo hay que orar, importa mucho más saber cómo “no cansarse nunca“, no desanimarse nunca, ni deponer las armas ante el silencio aparente de Dios: “Les decía una parábola para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfallecer” (Lc 18,1).

Que la intrepidez se adueńe de ti como de la viuda ante el juez. Vete a encontrar a Dios en plena noche, llama a la puerta, grita, suplica e intercede. Y si la puerta parece cerrada, vuelve a la cara, pide, pide hasta romperle los oídos. Será sensible a tu llamada desmesurada, pues ésta grita tu confianza total en él.

Déjate llevar por la fuerza de tu angustia y el asalto de tu impetuosidad. En algunos momentos, el Espíritu Santo formulará él mismo las peticiones en lo más íntimo de tu corazón con gemidos inefables. ¿Has oído gemir a un enfermo presa de un intenso sufrimiento? Nadie puede permanecer insensible a esta queja, a menos que tenga un corazón de piedra. En la oración, Dios espera que pongas esta nota de violencia, de vehemencia y de súplica para volcarse sobre ti, y escuchará tu petición. En el fondo, no haces más que dar alcance al amor infinito comprimido en su corazón, que espera tu oración para desencadenarse en respuesta de ternura y misericordia. Si supieses lo atento que está Dios al menor de tus clamores, no dejarías de suplicarle por tus hermanos y por ti. El se levantaría entonces y colmaría tu espera mucho más allá de tu Oración. Se puede esperar todo de una persona que ora sin cansarse y que ama a sus hermanos con la ternura misma de Dios.

*

Jean Lafrance,
Ora a tu Padre, Madrid 1981, 173-174.

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Crecer en la amistad

Miércoles, 22 de febrero de 2023
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Carmen Herrero Martínez,
Fraternidad Monástica de Jerusalén,
Tenerife

ECLESALIA, 27/02/17.- Con la celebración del Miércoles de Ceniza, comenzamos una nueva Cuaresma. Tiempo de gracia, de conversión y de misericordia, por parte del Padre bueno que constantemente invita a sus hijos al banquete de la Pascua. Pues, Cuaresma es un caminar con alegría y jubilo hacia Pascua, la resurrección de Cristo y nuestra propia resurrección.

Pero, ¿cómo conducirse por este camino que durante cuarenta días nos lleva a la Pascua? Y, ¿qué provisiones tomar para llegar a resucitar con Cristo y vivir en plenitud la vivencia pascual?

Debemos conducirnos con dignidad, esa dignidad que nos viene de ser lo que somos: hijos e hijas de Dios, amados del Padre desde toda la eternidad, salvados en su Hijo. Desde esta convicción y certeza caminaremos con gozo y los obstáculos y dificultades del camino podrán ser superados; porque no caminos solos, sino con Aquel que es nuestro Camino: Jesús. En él pongo toda mi esperanza, él es mi fortaleza, mi energía y dinamismo que me lleva a caminar con paso firme y ligero a su lado; siempre mirando hacia adelante, sin volver la vista atrás, apoyando mis pasos sobre sus pasos.

¿Qué provisiones poner en mi mochila para este camino de cuarenta días?

La primera condición es que mi mochila tiene que estar muy ligera de peso para que no sea un obstáculo al caminar. Entonces mi primera disposición es la sobriedad.

De qué sobriedad se trata: sobriedad en tus deseos, pensamientos, sueños y fantasías. La sobriedad te lleva a revenir a tu propia realidad concreta, y esto pasa por la conversión. ¡Déjate convertir! Evangelizar las zonas más profundas de tu corazón; es decir, deja que la gracia de la cuaresma entre en ti y te reconstruya desde el interior. Seguro que, si logras hacer esta experiencia, tu caminar será más ligero y rápido, tu alegría mayor y tu esperanza infinita.

La sobriedad te lleva a la verdad. Vivir en verdad, hacer la verdad en tu vida. “la verdad os harás libres” (Jn 8, 32). Y, ¿qué es la verdad? La verdad es Cristo, conocer a Cristo nos lleva a hacer la verdad en nuestra vida, pues no podemos conocer a Cristo y vivir en la mentira, en el pecado, el desorden, la esclavitud de tantos ídolos como nos acechan. La cuaresma, ante todo, tiene que llevarte a un mayor conocimiento de Jesucristo, a rechazar con energía todo ídolo que se te presente y se anteponga al amor a Jesús y a vivir en verdad y libertad.

El conocimiento de Jesús te lleva al amor y el amor a la identificación. La cuaresma tienen que ayudarnos, a nosotros los cristianos, a identificarnos cada vez más con Cristo, y a partir de esta identificación podremos vivir esta muerte y resurrección que nos conduce a la Pascua.

Desde este conocimiento, amor e identificación con Jesús; las cuatro características propias de cuaresma serán la necesidad del: desierto, la oración, el ayuno y la limosna; en nuestro lenguaje actual, el compartir, el ayudar a nuestros hermanos necesitados, manifestada de mil maneras….

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– Desierto: Vivir el desierto no como una ascesis sin alma, sino como una necesidad para estar asolas con Aquel que se me ama y quiere entablar una relación de amor conmigo: “La llevaré al desierto y le hablaré al corazón” (Oseas 2,4). Retirarse al desierto como necesidad de escucha amorosa y de estar a solas con Dios. Descubrir la mística del desierto, no quedarse solamente en la austeridad que implica el desierto, ésta es real, pero la mística es superior.

– Oración: La oración es el fruto del desierto, “acostumbrarse a soledad es gran cosa para la oración” dirá Teresa de Jesús. El desierto nos conduce a la escucha, la escucha al amor y el fruto del amor es la oración que transforma y une con el ser Amado. La oración que le agrada al Señor, es la oración de un corazón sosegado, acallado, unificado; abierto a acoger su Presencia y a vivir en su intimidad. No todos podemos retirarnos al desierto como lugar geográfico para orar; pero si podemos retirarnos, y debemos retirarnos, al desierto de nuestro propio interior. Pues el desierto no es la ausencia de las personas, sino la presencia de Dios. Y orar es vivir en su presencia.

– Ayuno: El ayuno es esencial en el seguimiento de Jesús, y también para vivir una relación, justa y armoniosa entre mi yo y las cosas. No dejándome poseer por ellas ni tampoco quererlas poseer. La justa relación con las cosas, y los alimentos, consiste en reconocer con gratitud su valor, su necesidad, y como dice san Ignacio de Loyola. “Las cosas se usan tanto en cuanto me ayudan al fin perseguido”. El saber privarse, sentir la necesidad y hasta el hambre material, nos lleva a la libertad y a valorar las cosas que Dios ha creado para nuestra necesidades; y a pensar en tantos hermanos nuestros como carecen de lo más esencial, en parte por el mal uso que hacemos de los recursos de la naturaleza; del acaparamiento y la posesión desmesurada. Ahí tendría que ir orientado nuestro ayuno.

Y siendo muy importante esta orientación del ayuno material, él debe de conducirnos mucho más lejos, a ese otro ayuno del yo que es el que realmente nos quita la libertad, nos esclaviza y nos impide ver al hermano con amor. Como le pasó al rico de la parábola de Lázaro (Lc 16, 19-31). Su pecado no está en que fuese rico, sino en que ignoró a su hermano en necesidad. Vivía al margen de Dios y como consecuencia no reconoció a su hermano. El papa Francisco en su mensaje de Cuaresma dice: “toda persona es un don”. El ayuno de mi yo me lleva a reconocer el de mi hermano, y juntos caminar hacia la Pascua.

– Compartir: el compartir nos lleva al despojo, a la generosidad, a la pobreza evangélica; y, sobre todo, a tener en cuenta al hermano más necesitado. Quien sabe compartir nunca se empobrece, antes bien, se enriquece con creces. La sagrada Escritura nos lo certifica; pero también la vida misma. “El que siembra escasamente, escasamente cosechará; y el que siembra abundantemente, abundantemente cosechará. Cada uno dé según el dictamen de su corazón, no de mala gana ni forzado, porque Dios ama al  que da con alegría” (2 Cor 9,6-7).

Quiero terminar con las palabras del papa Francisco en su mensaje de Cuaresma: “El cristiano está llamado a volver a Dios «de todo corazón» (Jl 2,12), a no contentarse con una vida mediocre, sino a crecer en la amistad con el Señor”. Y si crezco en la amistad con el Señor, creceré también en el amor ami mi hermano, y unidos celebraremos la Pascua, la plenitud de la vida cristiana-

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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Camino en la esperanza.

Domingo, 12 de febrero de 2023
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Mañana no será como ayer.
Pero contigo Señor,
miro hacia adelante con confianza.
Sé que el mundo que conozco
va a tener que cambiar.
Acabar el despilfarro, la contaminación, la explotación
significa menos opulencia
y menos exotismo.
Sé también que cambiar de vida,
cambiar de corazón,
es ir hacia más felicidad.

Tú me invitas a no ver el cambio
como una renuncia,
sino como una llamada a más vida,
una llamada a inventar un nuevo mundo,
un mundo compartido,
lejos de la esclavitud del haber y del poder.
Vuelto hacia el otro y la belleza del mundo.
Vuelto hacia Ti.
Señor, contigo,
camino en la Esperanza.

*

Élise Bancon
revista Prier 11/2011

***

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En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

– [“No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley. El que se salte uno sólo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos.] Os lo aseguro: Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.

Habéis oído que se dijo a los antiguos: “No matarás”, y el que mate será procesado. Pero yo os digo: Todo el que esté peleado con su hermano será procesado. [Y si uno llama a su hermano “imbécil”, tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama “renegado”, merece la condena del fuego. Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Con el que te pone pleito, procura arreglarte en seguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuarto.]

Habéis oído el mandamiento “no cometerás adulterio”. Pues yo os digo: El que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su interior. [Si tu ojo derecho te hace caer, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en el infierno. Si tu mano derecha te hace caer, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero al infierno. Está mandado: “El que se divorcie de su mujer, que le dé acta de repudio.” Pues yo os digo: El que se divorcie de su mujer, excepto en caso de impureza, la induce al adulterio, y el que se case con la divorciada comete adulterio.]

Habéis oído que se dijo a los antiguos: “No jurarás en falso” y “Cumplirás tus votos al Señor”. Pues yo os digo que no juréis en absoluto: [ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo pelo.] A vosotros os basta decir “si” o “no”. Lo que pasa de ahí viene del Maligno.”

*

Mateo 5,17-37

***

Respecto a la totalidad que nos manifiesta la sabiduría, las formas provisionales necesariamente se encuentran ligadas al principio de la coacción, de la constricción, y la constricción no es la ley del corazón. Esta condición de la existencia es una condición dura y ha que vivirla con la esperanza de que un día pasará este mundo, anclado en el pecado. Tenemos que preparar aquel mundo y, dentro de lo posible, anticiparlo ahora entre nosotras, sabiendo que se trata de una breve lluvia benéfica, de un fugaz rayo solar, ya que la verdadera estación esta por llegar Debemos, de alguna manera insertar la levadura futuro dentro del presente. Esta es nuestra tarea, en lo pequeño y en lo grande. Estas son las nuevas formas propuestas clara y límpidamente, can la maravillosa y misteriosa música de las palabras evangélicas: <<Habéis oído que se dijo, pero yo os digo».

Nos encontramos en esta oscilación y es muy importante vivirla conscientemente, sin bandazos, sin fanatismos místicos que destruyen la antinomia de este mundo provisional, y sin mundanalidad —enorme en numerosos cristianos—, sino integrando las dos dimensiones y convirtiendo las palabras de la sabiduría en principio normativo de la saciedad, en regla de vida social.

Ninguna sociedad responderá jamás, hasta que salgamos de este mundo transitorio, a las esperas y esperanzas que brotan de lo profundo. La respuesta que nos viene del Espíritu es una respuesta que brilla en el futuro, y sólo llega a nuestros días el reflejo de la luz.

*

E. Balducci,
Gli ulfimi Tempi,
Roma 1998, 1 15)

***

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Oración de Ana.

Lunes, 30 de enero de 2023
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Aquí estoy, Señor,
en el umbral de tu tiempo,
estremecida, aturdida, vigilante,
expectante… enamorada,
percibiendo cómo avivas en mi pobre corazón
los rescoldos del deseo de otros tiempos.

Aquí estoy, Señor,
en el umbral de tu tiempo,
sintiendo cómo despiertas, con un toque de nostalgia,
mi esperanza que se despereza y abre los ojos,
entre asustada y confiada,
deslumbrada por el agradecimiento.

Aquí estoy, Señor,
en el umbral de tu casa,
enfrentada a las paradojas de esperar lo inesperable,
de amar lo caduco y débil,
de confiar en quien se hace humilde,
de enriquecerse entregándose.

Aquí estoy, Señor,
en el umbral de tu casa,
con la mirada clavada en tus ojos que me miran
con el anhelo encendido y el deseo en ascuas,
luchando contra mis miedos,
queriendo entrar en tus estancias.

Aquí estoy, Señor,
en el umbral de tu tiempo y casa,
medio cautiva, medio avergonzada,
a veces pienso que enamorada,
queriendo despojarme de tanto peso, inercia y susto…
para entrar descalza en este espacio y tiempo de gracia.

Aquí estoy, Señor,
en el umbral de tu tiempo y casa,
intentando traspasar la niebla que nos separa,
rogándote que enjugues tú mis lágrimas,
queriendo responder a tu llamada con alegría
y salir de mí misma hacia el alba.

Aquí estoy, Señor,
orientando el cuerpo y el espíritu
hacia el lugar de la promesa que no veo,
aguardando lo que no siempre quiero,
lo que desconozco,
lo que, sin embargo, es mi mayor certeza y anhelo.

Aquí estoy, Señor,
¡Tú sabes cómo, mejor que nadie!
¡No te canses de venir!
¡No te canses de llegar!
¡No te canses de entrar
en nuestras vidas y en nuestras historias!

Yo continuaré aquí, confiando en tu promesa
y anunciando tu presencia.

*

Florentino Ulibarri

***

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Oración para ser sorprendido en el nuevo año.

Miércoles, 4 de enero de 2023
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Oremos…

Para sanar…prepáranos para las sorpresas.
Por la Fortaleza… prepáranos para las sorpresas.
Por la visión… prepáranos para las sorpresas.
Por la transformación… prepáranos para las sorpresas.
Por los  mensajeros y mensajes … prepáranos para las sorpresas.
Por la comunidad… prepáranos para las sorpresas.
Por la aceptación, de nosotros mismos y de los demás… prepáranos para las sorpresas.
Por hacer sitio en nuestras mesas…prepararnos para las sorpresas.
Por la búsqueda de la Verdad… prepáranos para las sorpresas.
Por  el apoyo… prepáranos para las sorpresas.
Por el Espacio Común… prepáranos para las sorpresas.

Camina a nuestro lado, oh Santo,
mientras nos interrogamos y damos la bienvenida,
mientras desafiamos e invitamos,
a medida que descubrimos y entendemos,
mientras vemos, tocamos, saboreamos, olemos y escuchamos la Novedad que nos espera en el nuevo año.

Que nosotros, Tu Pueblo Santo, caminemos juntos hacia adelante, uno al lado del otro.

Amén.

*

– Escrito por la Hermana Mary Ann Barret, O.P.

*

Que tengamos un feliz y bendecido año nuevo!

***

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2023, bajo el signo de la confianza

Domingo, 1 de enero de 2023
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Señor, tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.

No ha llegado la palabra a mi lengua,
y ya, Señor, te la sabes toda.
Me estrechas detrás y delante,
me cubres con tu palma.
Tanto saber me sobrepasa,
es sublime, y no lo abarco.

¿Adónde iré lejos de tu aliento,
adónde escaparé de tu mirada?
Si escalo el cielo, allí estás tú;
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro;

si vuelo hasta el margen de la aurora,
si emigro hasta el confín del mar,
allí me alcanzará tu izquierda,
me agarrará tu derecha.

Si digo: «Que al menos la tiniebla me encubra,
que la luz se haga noche en torno a mí»,
ni la tiniebla es oscura para ti,
la noche es clara como el día.

* * *

Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias,
porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras;
conocías hasta el fondo de mi alma,
no desconocías mis huesos.

Cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra,
tus ojos veían mis acciones,
se escribían todas en tu libro;
calculados estaban mis días
antes que llegase el primero.

¡Qué incomparables encuentro tus designios,
Dios mío, qué inmenso es su conjunto!
Si me pongo a contarlos, son más que arena;
si los doy por terminados, aún me quedas tú.

Señor, sondéame y conoce mi corazón,
ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
mira si mi camino se desvía,
y guíame por el camino eterno.

*

Salmo 139 (138)

***

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“Estar bien con Dios”, por Gema Juan OCD

Miércoles, 14 de diciembre de 2022
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st-john-of-the-crossDe su blog Juntos Andemos:

Visitar a Juan de la Cruz es siempre un disfrute. Más allá de lo útil, que nunca falta en la cita, se da la dicha del encuentro con un hombre entero. Si fue recordado por quienes le trataron como alguien sumamente amable y afectuoso, todavía ahora, al escucharle en letra de molde, una impresión muy cálida cobija al que se acerca.

Juan de la Cruz se hace próximo y aproxima a lo profundo del ser y de la vida. A la bondad y a la luz. Acerca a Dios. Y, cerca de él, se aprende libertad.

Palabras graves y pequeños consejos, poemas inmensos junto a dichos y letrillas, densa teología, sabiduría y alguna regañina… En su arquilla, que eso parecen sus obras completas, hay multitud de cosas. No es que tenga de todo, es que con él se vislumbra el Todo.

No deja de ser impresionante que el mismo hombre que habla de la terrible profundidad que puede alcanzar la noche de los humanos y de la maravillosa hondura que tiene Dios en todas las personas, ese mismo hombre es capaz de resumir todo el itinerario de la fe, diciendo que se trata de «estar bien con Dios». Así de sencillo.

Eso escribía Juan, desde Segovia, a una doncella de un pueblecito de Ávila. Y con mucha suavidad, reconducía la conversación que llevaban entre manos, pacificándola e invitándola a ir hacia dentro. A conocerse y reconocerse ante Dios, a no gastarse en lo que no llena y a no vaciarse en lo que consume.

«Procure el rigor de su cuerpo con discreción» –apuntaba– nada de excesos externos, Juan era enemigo de toda exterioridad. En cambio, la animaba a la «mortificación y no querer hacer su voluntad y gusto en nada». Y eso –una vez más hay que recordarlo hablando de este santo– no tiene nada que ver con generarse fastidio a uno mismo sino, como él mismo aclara: todo se refiere a «la pasión del Señor» y eso quiere decir que, al igual que Jesús, cualquier renuncia está dirigida a unir la voluntad al Padre bueno y, por tanto, a cuidar de los demás.

Juan creía que los artificios violaban la sinceridad y, en su mayor parte, «el rigor» del tipo que sea, es búsqueda y alarde de sí. Mientras que no buscar la propia voluntad y gusto es, literalmente, preocuparse del bien de los demás, descentrarse del ego y poner delante la alegría y el bien de los otros.

A esta mujer, y en otros lugares de sus escritos, invita Juan a hacer hábito de la presencia de Dios, a acostumbrarse a encontrarle en cualquier circunstancia, para «estar bien con Él». Si a la doncella le recuerda que Dios siempre da gracia, es decir, siempre da su Espíritu para vivir, en otra ocasión dirá que «cuanto más se fuere habituando el alma en dejarse sosegar», en dejarse en las manos de Dios, más crecerá la «amorosa noticia» de Dios.

Y no solo eso. Estar bien con Dios siempre será estar bien con uno mismo: avanzar por el camino de la integración, de la sanación y la liberación. A la doncella le hablará de lograr «toda en todo» vivir en el amor. La unificación profunda. En otro escrito, hablará de «paz interior y quietud y descanso». Y la paz es siempre señal de plenitud.

Después, como si quisiera resumir el evangelio y ponerlo en las manos de todos, desgranando cómo se está bien con Dios, escribió un Dicho que decía:

«Andar a perder y que todos nos ganen es de ánimos valerosos, de pechos generosos; de corazones dadivosos es condición dar antes que recibir, hasta que vienen a darse a sí mismos, porque tienen por gran carga poseerse, que más gustan de ser poseídos y ajenos de sí, pues somos más propios de aquel infinito Bien que nuestros».

Descubrir que «somos más propios de aquel infinito Bien que nuestros» y que la infinita bondad es nuestra, nos hace generosos y nos lleva a sentir con el evangelio. Juan sabía que solo «el hilo del amor» descubre esa pertenencia y une a Dios. Por eso, confiaba a esa experiencia la salud del corazón y la transformación de la vida:

«Hace tal obra el amor
después que le conocí
que si hay bien o mal en mí
todo lo hace de un sabor
y al alma transforma en sí
y así en su llama sabrosa
la cual en mí estoy sintiendo
apriesa sin quedar cosa,
todo me voy consumiendo».

Eso es estar bien, dejarse ganar por el amor. Eso es estar bien con Dios, dejar que su amor consuma todo lo que no es Él.

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“Oración y Adviento”, por Gabriel María Otalora

Miércoles, 7 de diciembre de 2022
Comentarios desactivados en “Oración y Adviento”, por Gabriel María Otalora

5B2003BE-49C4-455B-9105-67BE686B8F60 De su blog Punto de Encuentro:

  | Gabriel Mª Otalora

Estamos en unos tiempos de grandes cambios a todos los niveles. Incluso al nivel de las fiestas tradicionales a las que están afectando los cambios sociológicos de calado. Y la Navidad es una de ellas. La primacía religiosa ha dejado paso a las luces y el consumismo; incluso las luces disminuyen por la crisis quedando el regusto consumista cuyo pistoletazo de salida lo tenemos en el americanísimo Black Friday (Viernes Negro) que ya es algo nuestro, donde nos ofrecen grandes descuentos comerciales para estimular la fiebre de compras que empalma con el periodo navideño desde el Adviento.

Los que todavía queremos mantener el sentido religioso y litúrgico de estas fechas, no lo tenemos fácil. Sin embargo, un ambiente a la contra nos viene bien, en parte, para concienciarnos en ser más auténticos al sentirnos necesitados de vivir la Navidad y el Adviento que comenzamos de otra manera más cristiana.

Hablamos en liturgia de celebraciones, de celebrar esta o aquella fecha. Pero las fiestas importantes se preparan para que salgan bien. De ahí la importancia del Adviento para que la Navidad puede serlo de verdad, en el sentido de crecer nuestro conocimiento de Jesús, nuestro amor a Jesús, nuestro compromiso con Él buscando la conversión hacia una vida nueva. Hemos de prepararla bien y por eso dedicamos cuatro semanas para que esta gran fiesta deje huella en nosotros.

Escucharemos en Adviento un mensaje fundamental: “Estad preparados, el Señor viene, abridle las puertas, preparad el camino”.

La venida histórica de Jesús marcó un hito desde el cual se nos propone fiarnos de la Palabra de Jesús y aspirar a más, a más vida, a otros valores que no sean perecederos. Por tanto, el Adviento es un tiempo profético que reclama un acto de fe y una decisión de caminar con mejor paso aprovechando la dimensión interior donde Dios sale a nuestro encuentro para que nada nos detenga, nos esclavice o nos estanque convirtiéndonos en personas mediocres crónicas.

La espiritualidad del cristiano está marcada por la actitud de “Salir al encuentro del Señor que viene“. Estad en vela, orad…”

Llevo tiempo observando que, lo que es hacer se hace, pero no vemos demasiado fruto: los templos se vacían, las posturas se radicalizan, estamos divididos en modelos de Iglesia cada vez más marcados donde el Papa Francisco tiene menos predicamento dentro que fuera. A veces nuestra casa recuerda la torre de Babel más que una comunidad de hermanos. La realidad global es compleja y cambiante, ciertamente, pero la falta de oración nos debilita en un mundo orientado a la acción, a la novedad y a la superficialidad sin espacio para la contemplación.

Yo añadiría la necesidad de ponernos a la escucha para enmarcar bien el Adviento: “Sin mí no podéis hacer nada”. Orad, porque sin mí no podéis hacer nada.

El salmo 121, por ejemplo, es propicio para el primer domingo de Adviento. Es muy conocido porque lo cantamos en las Eucaristías expresando la alegría del peregrino que sabe que está de camino hacia la Casa del Padre. Los umbrales de Jerusalén son los de la Iglesia comunidad en la fe. La Iglesia pueblo de Dios, nosotros, como las manos de Dios que vivan y acerquen la Buena Noticia. Adviento como tiempo de oración por la Iglesia, para que seamos, como Jesús, fuerza de salvación y tiempo de esperanza.

Es verdad que junto a los buenos deseos, el sufrimiento es difícil de aceptar y de entender. Pero nuestros sufrimientos -escribe la santa Madre Teresa de Calcuta– son como caricias bondadosas de Dios, llamándonos para que nos volvamos a Él, y para hacernos reconocer que no somos nosotros los que controlamos nuestras vidas, sino que es Dios quien tiene el control, y podemos confiar plenamente en Él.

Son muchos los males que afligen al mundo y a nuestra propia vida, pero eso no debe llevarnos al pesimismo, sino al esfuerzo por la victoria del bien en cada momento, con el prójimo como referencia fundamental… puestos los ojos en Jesús (Pagola). Y en esta lucha por el bien, el Adviento nos reclama con fuerza la necesidad de orar.

Señor, Jesús,
al comenzar este tiempo de Adviento,
ponemos en Ti nuestra confianza.

Fortalece nuestra espera para saber descubrirte
ya presente en nosotros.

Descubrirte en la gente buena
que pasa por la vida haciendo el bien.

Despiértanos de nuestros sueños,
levántanos de nuestro egoísmo.

Prepara nuestros corazones
para que se conviertan en la casa amable y humana
en la que Tú puedas nacer.

Te esperamos y salimos a tu encuentro llenos de alegría.
Y te daremos el mejor de nuestro ser.

Señor, que este tiempo de Adviento
nos ayude a vivir centrados en Jesús.

guíainfantil.com

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Jairo del Agua: Si quieres agua y llueve… ¡Pon el balde majadero! La eficacia de la oración y la imaginación piadosa.

Martes, 15 de noviembre de 2022
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Milagros 1Nos ha hecho “creer” que hay que arrancar los milagros a Dios con la azada de la oración y buenas dosis de dolor y sangre.

Y nos han engañado y nos siguen engañando. Mi lema de juventud era “amor y sacrificio”, como el de varios santos. Error gordo, ahora lo veo claro. Con “amor” basta y sobra.

Algunas amistades me dicen que soy muy bruto escribiendo en un román paladino que ofende a los católicos. Sinceramente, a mí lo que me ofende es que me engañen y que mi Iglesia me haya dejado tirado, como a tantísimos jóvenes de este tiempo. Con la gloriosa excepción de curas y teólogos buenos que, como este predicador de papel, están empujando el carro para sacarlo del socavón de la tradición y el inmovilismo.

Suelo responder a esos cariñosos críticos que lean el Evangelio, que comparen lo que digo y cómo lo digo con las palabras de Jesús a los “guías ciegos”, mucho más duras y contundentes.

La eficacia de la oración no está en unos “resultados” que Dios te envía. No esperes un aprobado o una matrícula. No pretendas un premio en respuesta a la “moneda de la oración” que introduces en el “tragaperras divino”.

Él no puede darte nada porque ya te lo ha dado todo y te lo está dando todo. ¿Cuántas veces das cuerda a tu corazón? ¡Anda, pero si marcha solo! ¿Cuántas veces has pedido que salga el sol? ¿O que las semillas sembradas germinen y den su multiplicado fruto? ¿O que tus hijos crezcan en cuerpo y espíritu? Mi lista de preguntas podría ser inacabable.

Igual, exactamente igual, pasa con todo lo demás. Todo, absolutamente todo, está dispuesto para tu bien y tu felicidad. Pero, amigo mío, eres tú el que se lo tiene que currar, el que tiene que buscar, el que tiene que moverse, el que tiene que sembrar. Porque tú eres el administrador de tu vida.

Son inútiles las cadenas de oración, las novenas, los rosarios, las misas, las peregrinaciones… Eso solo son “imaginaciones piadosas” y esfuerzos baldíos. Salvo que te ILUMINEN y FORTALEZCAN, te empujen a actuar y hagas lo que te corresponda. ¡No pidas Paz, sé pacífico! ¡No pidas Luz, utiliza la cabeza! ¡No pidas fraternidad, sé hermano de verdad! ¡No insistas en pedir amor para todos, derrocha tu amor a todos!

Nos han consolado con la “imaginación piadosa” de creer que cada vez que rezas Dios te suelta unas “gotitas de gracia”, por eso hay que insistir tanto. ¡Qué torpes! ¡Dios se está derramando siempre sobre sus criaturas! Pero eres tú el que tiene que poner el balde y recoger su lluvia abundante y permanente. “Estoy a la puerta y llamo” (Ap 3,20). Él está siempre a nuestro favor, aunque no sepas ni rezar.

¿Por qué, entonces, sentimos consuelo con nuestras prácticas piadosas erróneas? (Siempre que sean sinceras e interiorizadas). Muy sencillo, por “el agujero”. Porque todos los seres humanos nacemos con un “enorme agujero dentro”, el ansia de una Madre, el “íntimo intimísimo de ti mismo”, ese “reino de Dios” que predicó el Nazareno, el ombligo por donde te alimenta la Trascendencia a la que sigues unido, quieras o no, lo sepas o no.

Esa emoción al acudir al Creador es consecuencia de tu fragilidad, de tu pequeñez, de tu “agujero”, que necesita ser llenado para sentirse seguro y en paz ante las inclemencias de la vida. “Nos hiciste, Señor, para ser tuyos. Y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti” (San Agustín).

Totem 2Si, en vez de cristiano, fueras miembro de una tribu inculta, sentirías parecido consuelo al rezar al “tótem pájaro” que preside el poblado. Muchos antepasados adoraron al sol y sintieron tu misma emoción.

Lo que no entiendo es que, siendo cristianos, todavía recemos a “pájaros” sin que en nuestra conciencia suene una aguda alarma. Es el entontecimiento de las “rutinas” impuestas por un “ambiente religioso” prepotente, irrebatible y utilitarista.

No importa en QUIÉN se crea. Lo importante son los BENEFICIOS que esperas obtener. Hemos vendido nuestra capacidad de pensar por unas falsas seguridades. Lo mismo que en la tribu primitiva.

Como católico no puedo rendir mi libertad y conciencia al “sometimiento clerical”. No puedo aceptar que no hayamos avanzado casi nada después de siglos de “revelación progresiva” (luces sucesivas de Dios para hacerse entender por el hombre, limitado, frágil, primitivo e incapaz). Y no sepamos distinguir al Abba de una efigie, de un becerro de oro o de un tragaperras. Lo importante -parece- es tener un “agarradero” para sentirnos seguros.

Hemos llegado al monoteísmo judío y poco más. Ni siquiera las revelaciones del Hijo han prosperado. ¿Por qué? Porque miramos ATRÁS, cosificamos la Religión, momificamos el Libro (en vez de mirar sus luces, coleccionamos los troncos quemados), consagramos a los “sirvientes” (que se erigen en guías “poderosos e irrefutables”). Y, sobre todo, no utilizamos la cabeza (nos han enseñado que la “fe” es decir “amén”, aún en contra de la razón).

Nuestra Iglesia católica es, a estas alturas, más judía que cristiana (perdonad si molesto con la evidencia). Está adherida al Dios “intervencionista y mágico” de los judíos, incompatible con el Abba de Jesús. Por eso en vez de sentirnos LIBRES siguiendo a Quien vino a liberarnos, estamos ATADOS a lo ANTIGUO y a las “interpretaciones erróneas” de los primeros judeocristianos.

Y no me duelen prendas en incluir a Pablo, Pedro y demás apóstoles primeros. Ellos no pudieron verlo todo, ni entenderlo todo, imbuidos como estaban en su judaísmo. Se lo advirtió Jesús: “Pero ahora no estáis capacitados para entenderlas…” (Jn 16,12). También ellos tenían derecho a equivocarse, como lo tenían a montar en burra.

Muchos siglos después nosotros tenemos derecho a VER lo que ellos no pudieron ver y a viajar en avión mejor que en pollino. Tenemos derecho y obligación de marginar el judaísmo primero y sus ignorancias para ser “fieles al Hijo” que vino a mostramos cómo era el Padre, nuestro modelo. “Oísteis que fue dicho… pero yo os digo…” (Mt 5,21).

El que crea que exagero o disparato que preste atención a las “oraciones oficiales”. Comprobará que el 75% son “instrucciones a Dios para que cumpla”. Otro 15% son “encomiendas a seres humanos” para que convenzan a Dios de que sea misericordioso y ceda. Solo un porcentaje exiguo son alabanzas, gracias, ofrecimientos, expresiones de confianza (fe) o expresiones de nuestros deseos y determinaciones.

Sin embargo, en la oración, lo único posible es buscar LUZ y ENERGÍA para caminar el Camino de la existencia, buscar la Verdad y motivar la Vida, abriéndonos a la Fuente. Para eso es la Comunidad y las oraciones comunitarias. Para eso es la Iglesia.

El Padre ya lo tiene todo cumplido y realizado, volcado siempre sobre sus criaturas. Somos nosotros los que debemos seguir sus instrucciones, no a la inversa. Y tener la seguridad (fe) de que está ACTUANDO desde dentro y fuera de nosotros, sin pedirlo siquiera.

LluviaAmigo mío, Dios siempre llueve. Eres tú el que tiene que sacar el balde grande y limpio de tu persona para que se llene con su derroche. Dios siempre cumple, porque es fiel. Eres tú el que puede perderse por falta de LUZ y fracasar por falta de ENERGÍA.

Para eso vas a la iglesia. NUNCA para disparatar dándole instrucciones al mismísimo Dios e insultarle llamándole sordo, desmemoriado e inmisericorde.

Yo ya no puedo decir “Señor ten piedad”. Me brota del fondo un rotundo “Señor Tú tienes piedad”, “Señor Tú nos das la Paz”. Y me siento seguro y gozoso. ¿Cómo podemos decir a la Piedad Infinita que tenga piedad?

Te he contado mi experiencia y mis convicciones. Ahora tú haz con tu balde lo que quieras. Mantenlo en el trastero de las rutinas y sigue pidiendo que se llene de agua. Pero no te extrañe si, al cabo de los años, tu balde sigue vacío y seco. Y hasta puede que te atrevas a mencionar el “silencio de Dios”, esa gran blasfemia de los que no aprendieron aquello de “¡El que tenga oídos para oír, que oiga!” (Mt 13,9 y más).

P.D.

“Dios no necesita el olor de los humos de ningún sacrificio ni de ninguna expiación humana”. “Salva el amor de Dios. No salvan las religiones, ni el culto, ni los cumplimientos legalistas”.

“El misterio de Dios desborda todas las religiones, incluido el cristianismo. Nosotros conocemos la manifestación última y más plena de Dios en Jesús, pero la riqueza de su revelación permanece abierta a la acción del Espíritu. Nuestro espíritu debe estar, por tanto, abierto”.

José Mª Mardones en “Matar a nuestros dioses” (Cap. 7- 5).

 

Este es mi nuevo Libro, digital y gratuito. Son 5 fascículos independientes. Puedes pedirlos a jairoagua@gmail.com

Los recibirás en tu correo electrónico gratuitamente.

 

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Oración y Reforma

Lunes, 31 de octubre de 2022
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Hoy se celebra el Día de la Reforma, que supuso para todas las confesiones cristianas, un redescubrimiento de la Palabra. Celebremoslo con nuestros hermanos y hermanas de las iglesias luteranas, reformadas, evangélicas…

“Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”
(Fil. 2: 12-13).

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“Tengo tantas cosas que hacer,

que pasaré las primeras tres horas orando”

(…)

“La oración no es para cambiar los planes de Dios.

Es para confiar,

descansar en Él,

y hallar la paz”

*

Martin Lutero

***

“Omnipotente y eterno Dios, ¡qué terrible es este mundo! ¡Cómo quiere abrir sus quijadas para devorarme! ¡Y qué débil es la confianza que pongo en ti! Dios mío, protégeme en contra de la sabiduría mundanal. Lleva a cabo la obra, puesto que no es mía; sino tuya. No tengo nada que me traiga aquí, ni tengo controversia alguna con estos grandes de la tierra. Desearía pasar los días que me quedan de vida, tranquilo, feliz y lleno de calma. Empero, la causa es tuya; es justa; es eterna. ¡Dios mío, ampárame, tú eres fiel y no cambias nunca¡ No pongo mi confianza en ningún hombre.

¡Dios mío, Dios mío!, ¿No me oyes? ¿Estás muerto? No, no estás muerto, más te escondes. Dios mío, ¿dónde estás? Ven, ven. Yo sé que me has escogido para esta obra. ¡Levántate, pues, y ayúdame! Por amor de tu amado Hijo Jesucristo, que es mi defensor, mi escudo y mi fortaleza, ponte de mi lado. Estoy listo, dispuesto a ofrecer mi vida, tan obediente como un cordero, en testimonio de la verdad. Aun cuando el mundo estuviera lleno de diablos; aunque mi cuerpo fuera descoyuntado en el ‘potro’, despedazado y reducido a cenizas, mi alma es tuya: tu Sagrada Escritura me lo dice. Amén. ¡Dios mío, ampárame! Amén.”

*

Martín Lutero
Oración antes de presentarse ante la dieta de Worms. Salmo 43

***

Lutero, orante de gran fe, visitó a Melanchton en una ocasión en que éste se encontraba en estado agonizante. Su muerte parecía tan próxima como inevitable. Entre sollozos, oró Lutero pidiendo a Dios la recuperación física de su más íntimo colaborador. Una exclamación vehemente al final de la oración hizo salir a Melanchton de su estupor. Sólo pronunció unas palabras: «Martín, ¿por qué no me dejas partir en paz?» «No podemos prescindir de ti, Felipe», fue la respuesta. Lutero, de rodillas junto al lecho del moribundo, continuó orando por espacio de una hora. Después persuadió a su amigo para que comiera una sopa. Melanchton empezó a mejorar y pronto se restableció totalmente. La explicación la daba Lutero con estas palabras: «Dios me ha devuelto a mi hermano Melanchton en respuesta directa a mis oraciones»

*

José M. Martínez
Pensamiento Cristiano, Octubre 2011

***

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“Concede, Dios Todopoderoso, que desde que estamos bajo la dirección de tu Hijo hemos sido unidos al cuerpo de tu Iglesia que, en muchas ocasiones se ha dispersado o desgarrado en pedazos; permite que podamos continuar en la unidad de la fe, y que luchemos con perseverancia en contra de todas las tentaciones de este mundo y que nunca nos desviemos del camino correcto, sin importar los nuevos problemas que se presenten diariamente; y aunque estemos expuestos a muchas muertes, permite que el temor no se apodere de nosotros/as de manera tal que extinga la esperanza de nuestros corazones; sino que, al contrario, levantemos nuestros ojos y nuestras mentes y todos nuestros pensamientos a tu gran poder, por el cual aligeraste la muerte, y levantaste de la nada cosas que no existían, para que así, aunque estamos expuestos a ruina diariamente, nuestras almas puedan aspirar a la salvación eterna hasta que verdaderamente te reveles como la fuente de vida, cuando podamos disfrutar de esa dicha sin fin que ha sido obtenida para nosotros por la sangre de tu único Hijo nuestro Señor. Amén.”

*

Juan Calvino

***

«Acostumbro a definir este libro como una anatomía de todas las partes del alma, porque no hay sentimiento en el ser humano que no esté ahí representado como en un espejo. Diría que el Espíritu Santo colocó allí, a lo vivo, todos los dolores, todas las tristezas, todos los temores, todas las dudas, todas las esperanzas, todas las preocupaciones, todas las perplejidades hasta las emociones más confusas que agitan habitualmente el espíritu humano».

*

Juan Calvino (1509-1564)
prefacio de su comentario a los salmos

***

““El Señor nos mandó a orar. El lo ordenó, no tanto para su propio bien, sino para el nuestro. El actúa –como es correcto– para que la gloria sea para él, el reconocimiento de que todo lo que deseamos y consideramos para nuestro beneficio, viene de él.”

Dispuestos en la mente y el corazón, como corresponde a aquellos que entran en conversación con Dios… desde  el fondo de nuestro corazón… las únicas personas que debida y correctamente se ceñirán para orar son los que están tan conmovidos por la majestad de Dios, que, libre de cuidados y afectos terrenales, llegan a la misma… manteniendo la disposición de un mendigo… con afecto sincero de corazón, y al mismo tiempo el deseo de obtenerlo de él… pedir con fe, no dudando nada…”

“… A menos que nos fijemos ciertas horas en el día para la oración, fácilmente se deslizará de nuestra memoria… A pesar de que nuestras mentes siempre deben estar levantadas a Dios, hay ciertas horas que no debemos dejar pasar sin oración- cuando nos levantamos en la mañana; cuando comenzamos y terminamos los alimentos cuando nos vamos a la cama. Pero también cuando nosotros u otros estamos siendo amenazados de cerca por peligro debemos volvernos a Dios por ayuda; cuando el bien nos llega debemos volvernos a Él en acción de gracias. De nuevo, debemos siempre dejar a Dios Su libertad y no decirle lo que debe hacer. Dejamos nuestra voluntad a Su disposición, y paciencia, no debemos cansarnos de orar.”

*

Juan Calvino
en T. H. L. Parker. John Calvin. A Biography. Página 62.

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“No tenemos ni idea de hacia dónde vamos”

Sábado, 29 de octubre de 2022
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camino

Oración plural, oración en comunidad
Mari Paz López Santos
Madrid

ECLESALIA, 10/10/20.- Hace unos días volví a leer una oración que desde que la conocí hace un montón de años, me afecta, me reta, me adentra en el silencio y me invita a confiar. Me gusta leerla primero en inglés, idioma en el que fue escrita:

My Lord God, I have no idea where I am going. I do not see the road ahead of me. I cannot know for certain where it will end. Nor do I really know myself, and the fact that I think that I am following your will does not mean that I am actually doing so. But I believe that the desire to please you does in fact please you. And I hope I have that desire in all that I am doing. I hope that I will never do anything apart from that desire. And I know that if I do this you will lead me by the right road though I may know nothing about it. Therefore will I trust you always though I may seem to be lost and in the shadow of death. I will not fear, for you are ever with me, and you will never leave me to face my perils alone”.

Y luego en mi propio idioma:

Mi Dios y Señor, no tengo idea de hacia donde voy. No veo el camino delante de mí. No puedo saber con certeza donde finalizará. Tampoco me conozco realmente a mí mismo y el hecho de creer que estoy siguiendo tu voluntad no significa que realmente lo esté haciendo. Pero creo que el deseo de complacerte hace, de hecho, que te complazca. Espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada lejos de este deseo. Sé que si actúo así tú me guiarás por el camino recto, aunque no puedo saber nada sobre ello. Por tanto confiaré siempre aunque pueda parecer que estoy perdido y en sombra de muerte. No temeré, tú estás siempre conmigo y nunca me dejarás solo frente a mis peligros”.

En este tiempo en el que el Sínodo nos ha puesto a revisar lo que significa Caminar Juntos, con “permiso” del autor, Thomas Merton*, me he permitido la licencia de que en esta oración suene a coro de voces o de silencio del corazón de muchos. He querido orar en plural, orar en comunidad:

Nuestro Dios y Señor, no tenemos idea de hacia dónde vamos. No vemos el camino delante de nosotros. No podemos saber con certeza donde finalizará. Tampoco nos conocemos realmente a nosotros mismos y el hecho de creer que estamos siguiendo tu voluntad no significa que realmente lo estemos haciendo. Pero creemos que el deseo de complacerte hace, de hecho, que te complazcamos. Esperamos tener este deseo en todo lo que estamos haciendo. Esperamos no hacer nunca nada lejos de este deseo. Sabemos que si actuamos así tú nos guiarás por el camino recto, aunque no podamos saber nada sobre ello. Por tanto confiaremos siempre aunque pueda parecer que estamos perdidos y en sombra de muerte. No temeremos, tú estás siempre con nosotros y nunca nos dejarás solos frente a nuestros peligros.

Creo que en el camino sinodal hemos de acompañarnos unos a otros y también, cómo no, dejarnos acompañar por los que nos antecedieron, que se nos juntan de esa otra manera a la que todos llegaremos.

Gracias, hno. Thomas Merton por dejarnos escrita esta oración. Sé que te gustará escucharla en plural comunitario

Merton

*Thomas Merton (1915-1968) monje cisterciense del monasterio de Getsemaní (Kentucky, USA); oración en el libro “Pensamientos en la soledad”.

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedenciaPuedes aportar tu escrito enviándolo a eclesalia@gmail.com).

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“Contra el rosario”, por José Ignacio González Faus

Viernes, 28 de octubre de 2022
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El rosario fue un gran invento en una época en que la mayoría de la gente no sabía leer y estaban muy acostumbrados a las repeticiones por la falta de variedad de ofertas en la vida de entonces

En la sociedad actual, además de que casi todo el mundo sabe ya leer, las repeticiones de entrada nos distraen y nos cansan dado que nuestra vida está repleta de mil ofertas diversas (televisión, cine, literatura, espectáculos deportivos…).

Uno de los grandes errores del sector conservador de la Iglesia es convertir en recetas mágicas unas prácticas que solo son medios, no fines

El título es deliberadamente provocativo. Podría haber titulado: contra la absolutización del rezo del rosario hoy. Y eso es más fácil de explicar. El rosario fue un gran invento en una época en que la mayoría de la gente no sabía leer y estaban muy acostumbrados a las repeticiones por la falta de variedad de ofertas en la vida de entonces. En la sociedad actual, además de que casi todo el mundo sabe ya leer, las repeticiones de entrada nos distraen y nos cansan dado que nuestra vida está repleta de mil ofertas diversas (televisión, cine, literatura, espectáculos deportivos…). No se trata de discutir ahora qué mentalidad es mejor: se trata simplemente de que la oferta cristiana (y en concreto, la invitación a la oración) pueda llegar a las gentes de hoy.

 Ya hace años comencé a encontrarme con gentes que me decían que el rosario les resultaba aburrido porque de tanto repetir avemarías, se distraían mucho. Solía dar entonces la siguiente respuesta: el objetivo del rosario es eso que decimos ante cada decena de avemarías: “en contemplación de este misterio”. Lo que importa es contemplar, no repetir. Por tanto: reduce cada misterio a solo un padrenuestro y un avemaría y, en cambio, párate un par de minutos intentando contemplar: a María visitando a Isabel, a Jesús azotado, a los apóstoles transformados por la presencia del Espíritu etc.; mira de empaparte un poco de esa escena y luego basta con un pater y un ave.

Cuento todo esto a propósito de un episodio que acaba de ocurrir, este mismo mes, en un lugar de España de cuyo nombre no quiero acordarme: un colegio católico decide imponer a chavales adolescentes el rezo diario del rosario. Un cura lo dirige; y quizás intuyendo que aquello podía serles un poco aburrido decide que cada muchacho rezará en alta voz la primera parte de las avemarías. La cosa discurre más o menos monótona hasta que a un chaval (quizás ya un poco harto) se le ocurre gritar, cuando le toca a él, la canción de David: “Ave María, mañana serás mía”…

Es fácil imaginar la que se armó: carcajada general, el rosario se interrumpe, escándalo oficial, y el muchacho castigado y seguramente expulsado del colegio. Mi reflexión al conocer la anécdota fue más o menos esta: ese muchacho mañana será ateo. Ya tenemos un ateo más en esta España anticlerical, fruto quizás de aquella advertencia de Isaías, que repiten san Pablo y el Vaticano II: “por culpa vuestra es blasfemado el nombre de Dios entre las gentes”…

Por supuesto, el chaval cometió una tontería (cosa por otra parte muy de esperar a esa edad). Pero hay añadir también que la dirección del colegio fue en parte causa de esa tontería. Sin conocerle, me atrevo a decir desde aquí a ese cantor improvisado: “te has pasado muchacho; pero quiero decirte que, como cristiano, estoy de tu parte”.

Porque de lo que se trataba es de enseñar a la gente a orar. Y hoy, con la cantidad de medios que hay para eso (en lecturas, en las redes…) el camino para enseñar a orar a nuestra gente es otro. Hasta se puede añadir que Jesús ya avisó: “cuando oréis no habléis demasiado”; y 50 avemarías parece que son demasiado. Por supuesto, esos otros caminos exigirán mucho más esfuerzo al acompañante. Pero en ningún lugar está dicho que evangelizar sea algo así como hacer propaganda de la Cocacola. Sí que está visto en cambio que, cuando ya de joven, una persona es bien introducida en el cultivo de su interioridad y del Misterio que la habita, eso puede configurarla para toda su vida futura.

Uno de los grandes errores del sector conservador de la Iglesia es convertir en recetas mágicas unas prácticas que solo son medios, no fines. Olvidando que los medios han de ser aptos para la meta que se pretende; cuando no lo son hay que buscar otros. En vez de eso se convierten en fines lo que solo son medios, se les sacraliza de manera supersticiosa (las tres avemarías, los cinco primeros sábados, los primeros viernes, oraciones a san Antonio para los objetos perdidos…). No tengo nada contra esas prácticas: a quien de veras le ayuden que las siga practicando; pero que no las imponga como medio de evangelización. Porque eso es una forma de crear futuros increyentes.

En esta España, descristianizada reactivamente y anticlerical visceralmente, el anuncio de la fe exige una inculturación muy profunda. Pero vale la pena ese esfuerzo porque llevamos entre manos una buena noticia impresionante. Como suelo decir a veces: yo ya me voy, pero rezo para que los cristianos del futuro sean, a la vez, enormemente fieles y enormemente modernos. No como aquellos judaizantes contra los que gritaba Pablo en su carta a los gálatas, tras anunciar la libertad cristiana, mientras ellos pretendían, por así decir, “comprar a Dios” con una serie de viejas prácticas sacralizadas (como la circuncisión y demás). Permítanme que les repita: “¡oh insensatos gálatas!”

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Subir al templo, bajar al templo.

Lunes, 24 de octubre de 2022
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Al templo se sube – o quizá haya que bajar -;
pero siempre el camino nos pide un poco de ascesis
– vivir conscientemente,
superación de la monotonía,
ir más allá de donde estamos… –
y andar por sendas de justicia e igualdad.

Se sube -o quizá haya que bajar- a orar,
a escuchar atentamente,
a dialogar,
a dejarse interpelar e interpelar
a cobijarse en el amor y a amar,
a gozar en soledad de tu compañía…

A orar estamos invitados todos,
aunque sea a escondidas,
tengamos costumbre o monotonía,
seamos legos en esta materia
o no sea lo que se estila.

Todos, fariseos y publicanos,
ricos y pobres,
sabios y torpes,
agnósticos, ateos y creyentes,
cristianos y no cristianos…
Y oramos al mismo Dios,
aunque no nos pongamos de acuerdo
y parezca mentira…

Al orar, hoy y siempre,
lo importante es lo que sale de dentro,
y el que seamos un poco más conscientes
de quién eres tú
y de quiénes somos nosotros.

Para ello, hay que desnudarse,
estemos en primera o última fila,
y bañarnos en tus fuentes de agua viva
que corre gratis
y ofrece vida, paz y alegría..

Pero no siempre sucede lo que decimos,
porque el quedar bien y la apariencia
nos lleva al autoengaño,
y las justificaciones nos visten,
nos hacen impermeables
y no nos dejan exponernos, como nos creaste,
e introducirnos en tus manantiales…

Y del templo
siempre hay que bajar – o subir –
a los caminos de la vida
donde tú nos pusiste y quieres enseguida.

¡Pero qué distinto es hacerlo
cargados o ligeros de equipaje,
conscientemente o envueltos en redes,
sostenidos u orgullosamente firmes,
humildemente o entronados en pedestales,
seguros de nosotros mismos o asidos a tu Espíritu,
justificados o como hemos ido…
como el publicano o como el fariseo!

*

Florentino Ulibarri
Fe Adulta

***

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