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Clamando a Dios

Domingo, 16 de octubre de 2022
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HOMBRE

Luchando, cuerpo a cuerpo, con la muerte,
al borde del abismo, estoy clamando
a Dios. Y su silencio, retumbando,
ahoga mi voz en el vacío inerte.

Oh Dios. Si he de morir, quiero tenerte
despierto. Y, noche a noche, no sé cuándo
oirás mi voz. Oh Dios. Estoy hablando
solo. Arañando sombras para verte.

Alzo la mano, y tú
me la cercenas.
Abro los ojos: me los sajas vivos.
Sed tengo, y sal se vuelven tus arenas.

Esto es ser hombre: horror a manos llenas.
Ser —y no ser— eternos, fugitivos.
¡Ángel con grandes alas de cadenas!

*

Blas de Otero
Ángel fieramente humano (1950)

***

En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola:

“Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres.

En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: “Hazme justicia frente a mi adversario.”

Por algún tiempo se llegó, pero después se dijo:

“Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara.””

Y el Señor añadió:

“Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?

*

Lucas 18, 1-8

***

Toda oración nace de una situación de desconsuelo. Si ruego a alguien es porque tengo necesidad de él. Y si mi oración no es escuchada de inmediato, corre el riesgo de quedar humillada y puede hacer que me encierre en mí mismo, en un abismo aún más negro que aquel del que quisiera sustraerme: la desesperación. Toda oración que sea verdaderamente tal se sostiene, fatigosa y delicadamente, entre la desesperación y la esperanza.

Jesús nos sugiere que, cuando nos dirijamos a Dios, oremos siempre, sin cansarnos nunca. A largo plazo, por ser una oración verdadera, se confundirá con la espera humilde, paciente, vacilante, pero que no disminuye nunca, a no ser que quiera contentarme con una oración mágica, que haga saltar la respuesta de una manera automática, instantánea, barata.

Ahora bien, cuando se trata de oración verdadera, cuando se trata de la gran herida del mundo que se abre a la mirada de Dios, del fundamental desconsuelo del hombre que pide gracia, Dios desea que sea cara. Dios espera que el hombre luche con él, desea la confrontación entre la pobreza y la gracia, porque desea ardientemente dejarse vencer por la oración. Cuando un hombre grita su desconsuelo ante Dios – y no sólo el suyo propio, sino también la inmensa angustia del mundo-, se manifiesta y se realiza un gran misterio de amor. Dios escucha atenta, amorosamente, esta oración, como la respiración del universo.

Cuando la oración brota del corazón del hombre, es el mundo el que empieza a respirar. Dios se inclina y escucha esta oración convertida en el aliento secreto del mundo, que le da vida interior y que debe despertarlo a Dios. El mundo entero se encuentra, en toda oración, como un gran niño adormecido en los brazos de Dios y a punto de despertarse bajo su mirada, al rumor de su propia respiración.

*

A. Louf, Solo el amor será suficiente,
Cásale Monf. 1985, pp. 192-194, passim.

***

***

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“ La Sagrada Escritura como fuente de vida y fecundidad cristiana”, por Consuelo Vélez

Miércoles, 7 de septiembre de 2022
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De su blog Fe y Vida:

Septiembre, mes de la Biblia

“Todavía falta mucho para que la Sagrada Escritura sea un “alimento” central en la vida cristiana”

“Nuestras liturgias siguen manifestando que el clero es el que enseña y el laicado es el que aprende”

“Algunos programas teológicos, tienen más asignaturas sobre dogma y magisterio que sobre Biblia”

Septiembre se conoce como el mes de la Biblia, especialmente porque el día 30 se celebra la fiesta de San Jerónimo, quien fue el que tradujo la Biblia del hebreo, del arameo y del griego al latín, en el siglo IV, -versión que se conoce como la Vulgata (edición para el vulgo, para el pueblo)- posibilitando así que muchas más personas pudieran tener acceso a ella. Al recordar este hecho la pregunta que nos surge es sí, en realidad, la Biblia ha llegado “al pueblo”, si es parte de la espiritualidad cristiana y si constituye la referencia primera y fundamental de nuestra Iglesia.

En una mirada rápida y, tal vez, superficial, se respondería afirmativamente porque en la eucaristía ocupa un lugar central e incluso, en muchas celebraciones, se hace una entronización de este libro sagrado con mucha solemnidad. Además, muchos creyentes la tienen en su casa y muestran un respeto real hacia ella.

Pero si profundizamos un poco más, nos damos cuenta de que todavía falta mucho para que la Sagrada Escritura sea un “alimento” central en la vida cristiana. Todavía no se ha logrado -como tal vez lo han logrado más las iglesias cristianas no católicas- que el creyente lea la biblia, la medite, se deje interpelar por esa palabra, encuentre en ella la fuerza y orientación para su vida.

Hay varias causas que podrían explicar este poco acercamiento de los creyentes a la Biblia. Nombremos algunas a manera de propuesta de reflexión, sin tener la total certeza de que esas sean las razones más claras que lo expliquen.

Comencemos fijándonos en la liturgia. El único que proclama el evangelio y lo explica es el ministro ordenado. El resto del pueblo de Dios escucha -cuando no se distrae lo cual es fácil en situaciones de solo escucha- y no tiene ninguna posibilidad de establecer un diálogo frente a lo que escuchó y mucho menos de compartir lo que ese texto le dice. En otras palabras, nuestras liturgias siguen manifestando que el clero es el que enseña y el laicado es el que aprende. Así lo determina la liturgia actual y no será este comentario el que la cambie. Pero conviene pensarlo para propiciar, algún día, cambios que son necesarios porque en la medida que tomemos conciencia de lo que vivimos, podremos empujar para que las cosas cambien.

Si nos fijamos en las prácticas de oración que la iglesia fomenta mayoritariamente, estas consisten en realizar novenas, rosarios, procesiones, adoraciones al santísimo, etc. Todas estas prácticas son valiosas y ayudan a sostener la fe de las personas. Pero en estas prácticas no está muy incorporada la Sagrada Escritura. Parece que da tranquilidad el saber que se cumplió con los pasos que se proponen para rezar una novena, por ejemplo, y esto es suficiente.

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Una semana para descubrir la “inagotable fuente de sentido” de la Biblia.

Lo anterior no quiere decir que, algunas personas no oren con el texto bíblico, pero no es una oración que se fomente con la intensidad con la que se insiste en las otras prácticas. La meditación de la Sagrada Escritura es más propia de la vida religiosa o de alguna porción del laicado que comparte la espiritualidad de una congregación religiosa, pero no para el conjunto del pueblo de Dios que acude a la parroquia y a las celebraciones litúrgicas.

Otra realidad que también acompaña a la Iglesia católica es que a veces se le ha dado más importancia al magisterio que a la Sagrada Escritura. Muchas veces las predicaciones se centran en la doctrina -reforzándola con lo dicho por el magisterio- más que en el anuncio de la Buena Noticia que trae la Palabra de Dios. De hecho, el papa Francisco insistió en la Exhortación Evangelii Gaudium (2013) que “el texto bíblico debe ser el fundamento de la predicación” (n. 146). Bien sabemos que muchas homilías son más “moralistas y adoctrinadoras” (n. 142), que un diálogo entre Dios y su pueblo. Vaticano II afirmó que la Biblia “es el alma de la teología” (Optatam Totius n. 16) y, sin embargo, algunos programas teológicos, tienen más asignaturas sobre dogma y magisterio que sobre Biblia.

Como podemos ver, es difícil el camino que hemos de recorrer para que la Sagrada Escritura pueda ser esa palabra rica, capaz de alimentar, sostener, animar la vida creyente; pero precisamente esa es la tarea que podemos seguir impulsando al conmemorar el mes de la Biblia. El texto del profeta Isaías (55, 10-11) nos ayuda a pensar en la manera como la palabra de Dios actúa en la vida cristiana: “como desciende la lluvia y la nieve de los cielos y no vuelven allá, sino que empapan la tierra, la fecundan y la hacen germinar para que dé simiente al sembrador y pan para comer, así será mi palabra, la que salga de mi boca, que no tornará a mí de vacío sin que haya realizado lo que me plugo y haya cumplido aquello a que la envié”.

¿Es la Biblia “Palabra de Dios”?

Ahora bien, no olvidemos que la biblia hay que interpretarla adecuadamente para no hacerle decir lo que no dice. En eso tanto católicos como cristianos no católicos tienen mucho que aprender. Abunda el “fundamentalismo” en la lectura bíblica. La Palabra de Dios ha de interpretarse y por eso es necesario hacer mínimo dos preguntas: ¿qué quiso decir el texto bíblico en el contexto en el que se escribió? y ¿qué quiere decirnos hoy para nuestro contexto? No podemos olvidar los géneros literarios en los que fue escrita la biblia, las condiciones socio culturales del tiempo en el que se escribió que no corresponden a las nuestras y, de ahí, la necesidad de una interpretación adecuada.

Busquemos, entonces, fortalecer nuestra vida cristiana con el contacto asiduo, directo, constante con la Palabra de Dios. Deseemos aprender a interpretarla. Pongamos los medios para ello. Esto redundará en frutos de vida y vida en abundancia (Jn 10.10) porque la palabra de Dios interpela, renueva, consuela, anima, desinstala, impulsa, en otras palabras, mantiene la vitalidad de nuestro amor a Dios y al prójimo, razón de ser de nuestra vida cristiana.

Biblia, Cristianismo (Iglesias), Espiritualidad , , ,

Estad como los que aguardan…

Domingo, 7 de agosto de 2022
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Teresa de Jesús, que vivió intensamente la vida, nos invita a nosotros a vivirla con agradecimiento, en atenta espera del Amado, con absoluta confianza porque nos sabemos de su rebaño…

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Teresa de Jesús vivió asombrada. ¿Acaso se puede vivir de otra manera la fe? El don de Dios, en el misterio de su humanidad, la dejó ‘espantada’, como ella decía. La oración interior fue su manera de responder al milagro de la Presencia: “En lo muy muy interior siente en sí esta divina compañía” (7Moradas 1,7). En estos días de agosto, de tiempo ordinario o vacacional, Teresa de Jesús nos invita a mirar asombrados “El amor que nos tiene Jesús porque … De tal manera ha querido juntarse con la criatura, que así como los que ya no se pueden apartar, no se quiere apartar Él de ella” (7M 2,3).

Lo que escuchó María: ‘Para Dios nada es imposible’, fue, para Teresa de Jesús, la fuerza que la empujó a realizar los sueños de Dios, desafiando las dificultades. Le decían que la vida nueva que quería vivir era “un disparate” (V 32,14), que las mujeres “no han menester esas delicadeces” (Camino 21,2), pero Jesús había juntado su debilidad con su poder, había engrandecido su nada. A nosotros, tentados tan a menudo por el desaliento, nos conviene escuchar el coraje de Teresa de Jesús: “Digo que importa mucho, y el todo, una grande y muy determinada determinación de no parar hasta llegar, venga lo que viniere, murmure quien murmurare” (C 21,2).

Lo que le oyó a Jesús Teresa es un excelente programa de vida para nosotros: “Que mirase por sus cosas (las de Jesús), que Él miraría por las suyas” (7M 3,2). “No hagamos torres sin fundamento, que el Señor no mira tanto la grandeza de las obras como el amor con que se hacen” (7M 4,16). Ahí está la belleza del testimonio: “Sea Dios alabado y entendido un poquito más, y gríteme todo el mundo” (7M 1,5).

*

Tomado del boletín teresiano del CIPE

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***

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

“No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino.

Vended vuestros bienes y dad limosna; haceos talegas que no se echen a perder, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está vuestro tesoro allí estará también vuestro corazón.

Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame.

Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo.

Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos.

Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete.

Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.”

Pedro le preguntó:

“Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos?”

El Señor le respondió:

“¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas?

Dichoso el criado a quien su amo, al llegar, lo encuentre portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes.

Pero si el empleado piensa: “Mi amo tarda en llegar”, y empieza a pegarles a los mozos y a las muchachas, a comer y beber y emborracharse, llegará el amo de ese criado el día y a la hora que menos lo espera y lo despedirá, condenándolo a la pena de los que no son fieles.

El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto a ponerlo por obra recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos.

Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá.”

*

Lucas 12, 32-48

***

Dichosos los que han optado por vivir con sobriedad para compartir sus bienes con los más pobres. Dichosos los que renuncian a más ofertas de trabajo para resolver los problemas de los parados.

Dichosos los funcionarios que agilizan los trámites burocráticos e intentan resolver los problemas de las personas no informadas.

Dichosos los banqueros, los comerciantes y los agentes de venta que no se aprovechan de las situaciones para aumentar sus beneficios.

Dichosos los políticos y los sindicalistas que se comprometen a encontrar soluciones concretas al paro.

Dichosos nosotros cuando dejemos de pensar: «¿Qué mal hay en defraudar? Lo hacen todos…».

Entonces, la vida social se convertirá en una anticipación del Reino de los Cielos.

*

Paul Abela.

***

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El poder de la oración.

Sábado, 30 de julio de 2022
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¡Cómo quisiera, amigo de Dios, que estuvieras siempre lleno del Espíritu Santo en esta vida! ¡Os juzgaré en aa condición en que os encuentre!, dice el Seńor [cf. Mt 24,42; Me 13,33-37; Lc 19,12ss). ¡Ay de nosotros si nos encuentra cargados de preocupaciones y fatigas terrestres!

Es cierto que toda buena acción hecha en nombre de Cristo confiere la gracia del Espíritu Santo, pero la oración lo hace más que cualquier otra cosa, ya que siempre está a nuestra disposición.

Podrías sentir el deseo, por ejemplo, de ir a la iglesia, pero la iglesia está lejos o bien han acabado los oficios; podrías sentir deseos de hacer limosna, pero no encuentras a ningún pobre o bien no tienes monedas en el bolsillo; es posible que quisieras encontrar alguna otra buena acción para hacerla en nombre de Cristo, pero no tienes fuerza suficiente o bien no se te presenta la ocasión; nada de todo esto, sin embargo, afecta a la oración: todo el mundo tiene siempre la posibilidad de orar.

Es posible valorar la eficacia de la oración, hasta cuando es un pecador el que la hace, si la hace con un corazón sincero, a partir de este ejemplo que nos refiere la santa Tradición: al oír la imploración de una madre desgraciada que acababa de perder a su único hijo, una prostituta, que había encontrado por el camino y se sentía conmovida por la desesperación de aquella madre, se atrevió a gritar al Seńor: ¡No por mí, indigna pecadora, sino a causa de las lágrimas de esta madre que llora a su hijo y sigue creyendo en tu misericordia y en tu omnipotencia, resucítalo, Seńor! Y el Seńor lo resucitó. Amigo de Dios, éste es el poder de la oración

*

I. Garainof, Serafin de Sarov,
Milán 1995, p. 161.

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***

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Padre nuestro…

Domingo, 24 de julio de 2022
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Padre nuestro tu que estás
en los que aman la verdad,
haz que el reino que por Ti se dio
llegue pronto a nuestro corazón,
que el amor, que tu hijo,
nos dejó, ese amor…
habite en nosotros.

*

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

*

Y en el pan de la unidad,
Cristo danos Tú la paz
y olvidate de nuestro mal,
si olvidamos el de los demás,
no permitas, que caigamos
en tentación…
oh señor…
y ten piedad…
del mundo.

*

***

Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo:

– “Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos.”

Él les dijo:

– “Cuando oréis decid: “Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan del mañana, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación.”

Y les dijo:

“Si alguno de vosotros tiene un amigo, y viene durante la medianoche para decirle: “Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle.”

Y, desde dentro, el otro le responde: “No me molestes; la puerta está cerrada; mis niños y yo estamos acostados; no puedo levantarme para dártelos.”

Si el otro insiste llamando, yo os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por la importunidad se levantará y le dará cuanto necesite.

Pues así os digo a vosotros:

Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre.

¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará una piedra?

¿O si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión?

Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?”

*

Lucas 11, 1-13

***

Tú has venido, oh Señor, a revelar a tu Padre como Padre de todos, un Padre que no alberga resentimientos o deseos de venganza, un Padre que se preocupa por cada uno de sus hijos con un amor infinito y que no vacila en invitarlos a su casa. Sin embargo, hoy no da la impresión de que nuestro mundo conozca a tu Padre. Nuestras naciones están laceradas por el caos, por el odio, por la violencia, por la guerra. La muerte domina en muchos lugares.

Oh Señor, no olvides el mundo al que viniste a salvar a tu pueblo; no vuelvas la espalda a tus hijos, que desean vivir en armonía pero se sienten asaltados de continuo por el miedo, la rabia, la codicia, la violencia, la avidez; por la sospecha, por los celos y por la sed de poder. Trae tu paz a este mundo, una paz que no podemos conseguir nosotros solos. Despierta la conciencia de todos los pueblos y de sus jefes; haz surgir hombres y mujeres llenos de amor y generosidad, que puedan hablar y actuar en favor de la paz, y muéstranos nuevos modos para que el odio sea olvidado, para que puedan a volver a sanar las heridas y pueda ser restablecida la humanidad. Dios mío, ven en mi auxilio. Señor, date prisa en socorrerme. Amén

*

H. J. Nouwen,
Preghiere dal silenzio, Brescia 2000, pp. 54ss

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Para las personas LGBTQ, ¿qué significa “orar por las vocaciones” con el Papa Francisco?

Viernes, 13 de mayo de 2022
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2014_11_el-papa-francisco1¿Qué significa “orar por las vocaciones”? Hoy es la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones (día 8), y el Papa Francisco una vez más está reformulando cómo el pueblo de Dios debe pensar sobre un tema. Su mensaje es bastante relevante para las personas LGBTQ.

Durante demasiado tiempo, el enfoque de tales oraciones orientadas a las vocaciones ha sido la esperanza de que más jóvenes católicos ingresen al ministerio con votos, y especialmente que los jóvenes se conviertan en sacerdotes. Esta fijación en los sacerdotes es problemática. En la universidad, el grupo vocacional de hombres fue invitado a la residencia del rector de la universidad para una cena de bistec. Mientras tanto, el grupo vocacional de mujeres recibió pastelitos comprados en la tienda en el salón de un dormitorio. Esta anécdota es solo una de las muchas que pude contar de mis días en los que me cortejaban para ser ordenado. El actual sistema de selección de vocaciones está sumido en el sexismo, la homo/bifobia y el clericalismo.

Pero veo que algo sucede en la iglesia cuando se trata de vocaciones. Nuestra imaginación eclesial se está expandiendo a instancias, incluso por insistencia, del Papa Francisco. Su mensaje para la jornada de oración de hoy rechaza explícitamente un marco demasiado estrecho de lo que significa orar por las vocaciones: “La palabra ‘vocación’ no debe entenderse restrictivamente, refiriéndose simplemente a aquellos que siguen al Señor a través de una vida de especial consagración”. En cambio, ofrece un mensaje sobre el significado más amplio de la vocación en una iglesia sinodal:

“Todos nosotros estamos llamados a compartir la misión de Cristo de reunir a una humanidad fragmentada y reconciliarla con Dios. Cada hombre y cada mujer, incluso antes de encontrarse con Cristo y abrazar la fe cristiana, recibe con el don de la vida una vocación fundamental: cada uno de nosotros es una criatura querida y amada por Dios; cada uno de nosotros tiene un lugar único y especial en la mente de Dios. En cada momento de nuestra vida, estamos llamados a fomentar esta chispa divina, presente en el corazón de cada hombre y mujer, y así contribuir al crecimiento de una humanidad inspirada en el amor y la aceptación mutua. Estamos llamados a ser guardianes unos de otros, a fortalecer los lazos de armonía y compartir, y a sanar las heridas de la creación para que no se destruya su belleza”.

Lamentablemente, la iglesia institucional todavía rechaza en gran medida esta creencia central sobre la que Francisco escribe de manera tan conmovedora.

Más tarde, el Papa también escribe que cada persona tiene un “llamado particular” más allá de nuestro llamado común. Pero aquí, también, muchos de nuestros llamados particulares son rechazados. Muchos líderes de la iglesia expulsan a las personas LGBTQ del ministerio y otros empleos de la iglesia, prohíben la ordenación de mujeres y personas no binarias, toleran la anti-negritud y se niegan a hacer que las iglesias sean accesibles. La iglesia institucional dice recibir a todos y desear los dones de todos, pero la verdad es que solo algunos tienen su vocación honrada. Y por algunos, me refiero en gran medida a sacerdotes varones cisgénero, ostensiblemente heterosexuales.

Esta realidad me plantea interrogantes. ¿Cuándo las personas LGBTQ y nuestros aliados tendremos la dignidad de nuestras vocaciones, tanto la común como la particular, respetada en la iglesia después de tanta denigración? ¿Qué detendrá los despidos del ministerio y los despidos de empleos tan relacionados con las vocaciones? ¿Por qué nos vemos obligados a separar nuestra identidad sexual o de género de nuestra vocación cuando sabemos que están tan íntimamente ligadas? ¿Cómo podemos cambiar esta dinámica?

El mensaje del Papa Francisco de hoy es instructivo sobre esta última cuestión, pero solo si estamos dispuestos a tener el coraje de mirar hacia adentro antes de proclamar hacia afuera. El escribe:

“Según un proverbio del Lejano Oriente, ‘una persona sabia, mirando el huevo puede ver un águila; mirando la semilla vislumbra un gran árbol; mirando al pecador vislumbra un santo”. Así es como Dios nos mira: en cada uno de nosotros, [Dios] ve un cierto potencial, a veces sin saberlo, y a lo largo de nuestra vida [Dios] trabaja incansablemente para que podamos poner este potencial al servicio del bien común. .”

Llegar a conocer las propias vocaciones es llegar a verse con la mirada de Dios y por lo tanto conocer nuestras potencialidades.

Para bien o para mal, las personas LGBTQ, si queremos estar saludables en la sociedad actual, están obligadas por nuestras identidades a hacer este viaje interior. Y aunque puede ser un proceso profundamente doloroso y demasiado largo, salir del armario es de una manera real llegar a conocerse a uno mismo como Dios nos conoce y nos mira amorosamente. Las personas LGBTQ ofrecen un regalo a la iglesia al enseñar este camino de discernimiento y descubrimiento que podría ayudar a cada persona a encontrar las vocaciones a las que Dios las llama.

Sin embargo, las vocaciones no terminan con el autodescubrimiento. Al encontrar nuestras vocaciones, logramos, en palabras del Papa, “hacer realidad el sueño de Dios”. Debemos mirarnos no solo a nosotros mismos con los ojos de Dios, sino a los demás. Francisco escribe:

“Aprendamos también a mirarnos los unos a los otros de tal manera que todos aquellos con quienes vivimos y nos encontramos, sean quienes sean, se sientan acogidos y descubran que hay Alguien que los mira con amor y los invita a desarrollar su potencial completo. . .

“Como cristianos, no solo recibimos una vocación individualmente; también somos llamados juntos. Somos como las tejas de un mosaico. Cada uno es hermoso en sí mismo, pero solo cuando se juntan forman una imagen”.

Imagine una iglesia que practique genuinamente la forma en que Francisco prevé: una iglesia de verdadera bienvenida porque hay una unidad diversificada y se alienta a cada persona a florecer. Me lo imagino porque lo he visto. Empujados a los márgenes en la iglesia, las personas LGBTQ y nuestros aliados han comenzado a encarnar de manera imperfecta, pero intencional, la iglesia y el mundo que buscamos a través de espacios liminales. Y luego, hacemos avanzar el reino de Dios al obligar a la iglesia institucional a incluir nuestras fichas vocacionales en el mosaico colectivo del pueblo de Dios.

Entonces, ¿qué significa “orar por las vocaciones”? Hoy, me uno al Papa Francisco para rezar simplemente para que todas las personas lleguen a verse a sí mismas con la mirada con la que Dios las ve. Y, al hacerlo, libera su potencial para “hacer realidad el sueño de Dios”. Si la iglesia es sabia, no solo incluirá a las personas LGBTQ en este viaje. Nos permitirá ayudar a guiar el camino.

—Robert Shine (él/él), New Ways Ministry, 8 de mayo de 2022

Fuente New Ways Ministry

General, Homofobia/ Transfobia., Iglesia Católica , , ,

Ante la Cruz…

Viernes, 15 de abril de 2022
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 ANTE LA CRUZ

Ante la cruz me llamas
en tu agonía.
Ante la cruz me llamas.
Y he aquí que tropiezo
con las palabras.

Porque si dices ante
¿no me pides, Señor,
sino que mire
frente a frente la cruz
y que la abrace?

Si te miro, Señor,
y Tú me miras,
es un horno de amor
lo que en ti veo,
y lo que veo en mí,
Señor, no es nada,
nada, nada, Señor,
sino silencio.

Un silencio vacío:
si Tú lo llenas
se habrá hecho la luz
en las tinieblas.

Y si en la cruz te abrazo
y Tú me abrazas,
el silencio, Señor,
es más palabra.

Ante la cruz, Señor,
aquí me tienes,
ante la cruz, Señor,
pues Tú lo quieres.

II

VÍA DOLOROSA

I

PARA DECIR LO QUE PASÓ AQUEL VIERNES…

…a Jesús, en cambio, lo hizo azotar
y lo entregó para que fuese crucificado.
(Mt.27,26)

Para decir lo que pasó aquel viernes
en los palacios de Jerusalén y en sus afueras
no bastan las palabras.
Por eso no hay
en las avenidas del relato
-Mateo, Marcos, Juan- sino una capa
de misericordia, un leve
y condensado recuerdo a los azotes.
Para decir lo que pasó aquel viernes
en los palacios de Jerusalén: la sangre,
los insultos, los golpes, la corona
de espinas,
los gritos, la locura, la ira desatada
contra el más bello y puro de los hombres,
contra el más inocente…
para decir lo que pasó aquel viernes
solo valen las lágrimas.

II

SIMÓN DE CIRENE SE ENCUENTRA CON LA CRUZ

Al salir encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón,
y le obligaron a que cargara con la cruz de Jesús.
(Mt. 27, 32)

Pesan los días y pesan los trabajos
y en las venas el cansancio es veneno
que apresura los pasos hacia el dulce
reposo del hogar;
los pasos hacia el dulce
abrazo del amor y del sueño.
Ni siquiera
hay espacio en el alma para el canto
de un pájaro. Tampoco para el sordo
rumor que empieza a arder
sobre el polvo en la plaza.
Viene Simón el de Cirene convertido
en pura sed, en pura
materia de fatiga.
Esa cruz
le sobreviene como un alud de asombro
y rebeldía.
Pero
entre la náusea de la sangre sabe
que siempre hay un dolor que añadir al dolor.
Entre la náusea de la sangre mira
y encuentra esa mirada como un pozo
encendido,
como un pozo
donde se funde el Galileo
con el dolor del mundo.
Apenas un instante y el abrazo
del corazón y la madera hasta la cima.
Vuelve Simón el de Cirene. Queda
una cruz en su piel.
Y una mirada.

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III

MUJER EN JERUSALÉN

Lo seguía muchísima gente, especialmente
mujeres que se golpeaban el pecho y se lamentaban por él.
(Lc. 23, 27)

Mis ojos suben por las calles de Jerusalén
bajo una lluvia de dolor,
bajo una lluvia
que va a lavar el mundo.
Mis ojos suben arrimados
a la cal de las paredes
mientras todo el fragor del sufrimiento
se hace eco en mis párpados.
Puedo sentir tu sed,
la quemazón de tus rodillas rotas
sobre los filos de la tierra.
Toma mi corazón, toma mis lágrimas,
déjalas que ellas laven tus heridas
ahora que soy
mujer en Jerusalén y que te sigo.
Mis ojos se adelantan
por los empedrados de Jerusalén
para encontrar los tuyos.
Y no hay en ellos
rebeldía.
Bajo la cruz
Tú eras una antorcha
de mansedumbre. Derramabas
una piedad universal con cada aliento.

Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí
(Lc.23,28)

¿Y cómo no llorar, Señor?
Déjame, al menos,
si no llorar por Ti, llorar contigo.

III

GÓLGOTA

I

EL CORAZÓN DE LAS MUJERES

Muchas mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea
para asistirlo, contemplaban la escena desde lejos.
(Mt 27, 55)

Estirándose sobre la distancia,
el corazón de las mujeres
se hizo cruz en el Gólgota.
¡Oh corazón de las mujeres, cruciforme,
arca lúcida,
oscura estancia del amor y permanente
arcaduz del misterio!
¡Oh corazón de las mujeres,
prodigioso arroyo fiel que mana
desde el mar de Galilea hasta el Calvario!
¡Y más allá del Calvario, hasta los límites
verticales y alzados,
hasta la orilla de la fe donde se trueca
el destino del hombre!
Mujeres, con vosotras he visto
la salvación del mundo,
su rostro ensangrentado, la medida
de sus brazos abiertos,
la extensión de su abrazo,
que acerca hasta nosotros
la dádiva incansable de sus manos
abiertas y horadadas para siempre.
Y he visto su corazón de par en par,
su corazón como una cueva dulce,
su corazón, abrigo
para toda intemperie.
He visto con vosotras
los pies del redentor, nunca cansados
de venir hacia mí, también heridos
de mí, por mí, también clavados
para la eternidad.
¡Oh pies de Cristo
impresos
sobre la arena de mi corazón!
¡Oh Cristo que atrajiste
hasta Ti el corazón de estas mujeres,
déjame ahora
latir en su latido:
contemplarte.

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II

STABAT MATER

Estaba la madre al pie
de la cruz. La madre estaba.
Enhiesta y crucificada,
color de nardo la piel.
En el pecho el hueco aquel
que vacío parecía.
No me lo cierres, María
que quiero encerrarme en él,
que quiero encerrarme y ver
todo lo que tú veías.
Sé tú mi madre, María,
como lo quería Él.

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III

CIERRA EL CIELO LOS OJOS …

Desde el mediodía hasta las tres de la tarde
la tierra se cubrió de tinieblas.
(Mt. 27, 45)

Cierra el cielo los ojos:
cae
la noche a plomo sobre el mediodía
de aquel viernes de abril en el Calvario.
No puede el cielo ser tan impasible
cuando en la cruz está muriendo un hombre,
ya solo sufrimiento y sangre,
cuando muere
el amado de Dios.
¿O acaso vuelve el rostro el cielo
también
y es abandono
lo que creían sombra?
Pesa, pesa, pesa…
Pesa esta oscuridad
que hace crujir los hombros
mientras el ser se vence
inexorablemente hacia el abismo.
Esta tiniebla tiene
peso, longitud, altura,
y penetra en el alma
y duele y vela
la mirada de Dios en la distancia.
¿No hay otro modo, Señor, no hay otro modo
de morir, de vivir, que hacer a ciegas
esta larga jornada de camino?
Pues si ha de ser así, Señor, te pido
que al menos en la muerte no me falte
un bordón de plegaria: que no olvide
tu nombre dulce con el que llamarte.

IV

EL GRITO

Y Jesús, dando de nuevo un fuerte grito entregó su espíritu
(Mt.27, 50)

Un grito. Luego el silencio.
Y en silencio estoy aquí
mientras resucitas Tú
y resucitan los muertos.
¡Cristo, ten piedad de mí!

Con Cristo

*

Mercedes Marcos Sánchez,

Poeta ante la Cruz (Meditación en Mateo)

***

Hoy la Iglesia nos invita a un gesto que quizás para los gustos modernos resulte un tanto superado: la adoración y beso de la cruz. Pero se trata de un gesto excepcional. El rito prevé que se vaya desvelando lentamente la cruz, exclamando tres veces: “Mirad el árbol de la cruz, donde estuvo clavada la salvación del mundo”. Y el pueblo responde: “Venid a adorarlo”.

El motivo de esta triple aclamación está claro. No se puede descubrir de una vez la escena del Crucificado que la Iglesia proclama como la suprema revelación de Dios. Y cuando lentamente se desvela la cruz, mirando esta escena de sufrimiento y martirio con una actitud de adoración, podemos reconocer al Salvador en ella. Ver al Omnipotente en la escena de la debilidad, de la fragilidad, del desfallecimiento, de la derrota, es el misterio del Viernes Santo al que los fieles nos acercamos por medio de la adoración.

La respuesta “Venid a adorarlo” significa ir hacia él y besar. El beso de un hombre lo entregó a la muerte; cuando fue objeto de nuestra violencia es cuando fue salvada la humanidad, descubriendo el verdadero rostro de Dios, al que nos podemos volver para tener vida, ya que sólo vive quien está con el Señor. Besando a Cristo, se besan todas las heridas del mundo, las heridas de la humanidad, las recibidas y las inferidas, las que los otros nos han infligido y las que hemos hecho nosotros. Aun más: besando a Cristo besamos nuestras heridas, las que tenemos abiertas por no ser amados.

Pero hoy, experimentando que uno se ha puesto en nuestras manos y ha asumido el mal del mundo, nuestras heridas han sido amadas. En él podemos amar nuestras heridas transfiguradas. Este beso que la Iglesia nos invita a dar hoy es el beso del cambio de vida.

Cristo, desde la cruz, ha derramado la vida, y nosotros, besándolo, acogemos su beso, es decir, su expirar amor, que nos hace respirar, revivir. Sólo en el interior del amor de Dios se puede participar en el sufrimiento, en la cruz de Cristo, que, en el Espíritu Santo, nos hace gustar del poder de la resurrección y del sentido salvífico del dolor.

*
M. I. Rupnik,
di pascua. Venerdi santo,
Roma 1998, 47-53).

***

***

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Getsemaní…

Jueves, 14 de abril de 2022
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I
GETSEMANÍ
I
SOLEDAD EN GETSEMANÍ

Llegó Jesús con ellos a un huerto llamado Getsemaní y dijo a sus discípulos:
“Sentaos aquí, mientras yo voy más allá a orar”. Y llevándose a Pedro
y a los dos hijos del Zebedeo, comenzó a sentir tristeza y angustia.
(Mt. 26, 36-37)

En la piedra del miedo
se habían afilado las traiciones
y la noche de Jerusalén ya no escondía
la densidad del abandono.
El Maestro lo supo,
y no un presentimiento, una certeza
comenzó a golpearle contra la soledad.
Ahora la soledad no era
aquella extensión dulce donde encontrar al Padre,
ni era
el campo de batalla donde el Hijo
de Dios fuera tentado como Hijo
de Dios.
La soledad era una fuerza
incontenible: vaciaba de luz
todas las casas del espíritu, dolía
como el frío
cuando hiela la sangre.
La soledad mordiendo
el corazón del hombre,
la soledad poniendo al descubierto
al hombre, solo al hombre.
(La soledad es una calle larga
que lleva a la tristeza).
Quiso salir de la ciudad. Bajo la luna
la espalda de los que se volvían era un incendio
que le abrasaba la memoria.
Acaso
fueran piadosos los olivos con su óleo
de intimidad donde resuena
la palabra del Padre.
¡Oh paradoja del ascenso
donde los pies se hunden
en el lodo del hombre!
¡Oh paradoja del conocimiento
donde todo es maraña de raíces!
Getsemaní no es una zarza ardiendo,
es la espesura sin piedad
donde el hombre está solo,
desnudamente solo, sin asilo,
despojado del hombre,
despojado de Dios.
Getsemaní no es óleo, es agonía,
es otra vez un campo de batalla donde el Hijo
del Hombre ha de enfrentarse
con todos los demonios del hombre:
el tedio, la amargura, la angustia, los peldaños
que van a dar al morir.
Getsemaní no es óleo. Es agonía:
y en el centro del huerto queda solo
un verdadero hombre verdadero
abrazado al silencio de Dios, pero obediente.
Fiat, Señor, digo hoy contigo,
fiat, Señor, aunque me duela.

II

NO ERA EL SUEÑO, SEÑOR…

Bajo la luna llena encanecían los olivos.
La quietud era sólida y destilaba
un plomo ardiente que invadía los cuerpos.
El silencio
se había vuelto mineral
y en la sangre aún rompían las palabras
anunciadoras y terribles
que se habían mezclado con el vino.

Regresó y volvió a encontrarlos dormidos,
pues sus ojos estaban cargados
(Mt. 26, 43)

No era el sueño, Señor, era el espanto
lo que subía
río arriba del alma hasta los ojos:
era el espanto
de ver luchar a Dios y no hacer nada.

III

 EL BESO

Entonces todos los discípulos
lo abandonaron y huyeron.
(Mt. 26, 56)

En la piedra del miedo
se habían afilado las traiciones
y ahora
iban subiendo entre las luces,
ensayando
el más turbio, el más falso
de los besos.
¿Quién dijo que el amor era un abrazo?
Este beso no es beso, es un cuchillo
que asesina de lejos y empozoña
el corazón de muchos y lo cubre
de la callosidad del abandono.
En el puente del beso se ha cumplido
lo que dijeron los profetas, pero
Señor te pido ahora que me quites
esa suerte de puente y que me dejes
del lado del amor, en tus orillas.

IV

ORACIÓN PARA NO DORMIR

 Pedro lo siguió de lejos
(Mt., 26, 58)

Oh, Señor, en esta hora
en que también se confunde
la distancia con el miedo,
si Tú me ves que me aparto
de tu agonía y que duermo
para no ver al que sufre
ni ver mi interior desierto,
mírame, que yo te sigo,
aun como Pedro de lejos.
Mírame y en tu mirada
sostenme para que el fuego
de tanto amor me despierte
siempre que me venza el sueño.

*

Mercedes Marcos Sánchez,

Poeta ante la Cruz (Meditación en Mateo)

***

El día de Jueves Santo se celebra la memoria de la primera vez que Nuestro Señor tomó el pan y lo convirtió en su cuerpo, tomó el vino y lo transformó en su sangre. Esta verdad requiere de nosotros una gran humildad, que sólo puede ser un don suyo. Me refiero a esa humildad de mente por la que conocemos la verdad de que lo que antes era pan ahora es su cuerpo y lo que antes era vino ahora es su sangre. Por eso nos arrodillamos para honrar a Jesús en el Santísimo Sacramento. Sucesivamente, cuando se ora ante el altar de la Reserva, nos damos cuenta de cómo estamos unidos a él en el sufrimiento del huerto de Getsemaní, tan cercanos a él como María Magdalena cuando lo encontró en el huerto el primer domingo de pascua: este hecho es el que nos causa más extrañeza.

El día de Jueves Santo […] evocamos también cómo nuestro Señor, durante la última cena, se levantó y se puso a lavar los pies de sus apóstoles y, con este gesto, nos mostró algo de la divina bondad.

Jesús nos revela en qué consiste lo divino. Jesús lavó los pies de sus discípulos para mostrar las atenciones y la gran bondad que Dios tiene con nosotros. Es un pensamiento maravilloso que podría ocupar nuestra mente y nuestras plegarias.

Si esta bondad divina puede manifestársenos, ¿qué podremos hacer nosotros a cambio? ¿No deberíamos igualar esta dulce bondad suya, que rebosa amor por nosotros, y brindar la misma bondad y el mismo amor? Esto demostraría que el amor, la caridad cristiana, no es sólo una palabra fácil, sino algo que nos lleva a la acción y al servicio, especialmente al de los pobres y al de cuantos pasan necesidad.

*
B. Hume, mistero e l’assurdo,
Cásale Monf. 1999, 107s

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Ecce Homo: Orar y contemplar la Cuaresma

Miércoles, 30 de marzo de 2022
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25BAF696-BBAA-4E81-9DD0-528F6967F844Os recomiendo este libro, breve pero enjundioso, que me está acompañando en la oración diaria en este período de Cuaresma… Muy recomendable.

Nuevo vademecum contemplativo para orar cada día de Cuaresma y Semana Santa.

Luis Fernando Crespo nos invita a orar y contemplar cada día de la Cuaresma y la Semana Santa. Partiendo de un epígrafe bíblico, despliega sus poéticas oraciones, acompañándolas de sugerentes fotografías para descubrir y encontrarse cada día con el Ecce homo, Cristo, el Dios hermano, el que grita en el pobre, el anciano, el niño vulnerable, el refugiado, el inmigrante, el preso… Todos somos ecce homo.

Luce López-Baralt.- El autor de ‘Orar y contemplar en Cuaresma. Ecce homo nos convoca a una estremecida plegaria colectiva en su nuevo vademécum contemplativo, esta vez para la Cuaresma. Hay mucho de lectio divina en las viñetas en las que, abandonando su torrente de emociones a un libre fluir de conciencia, reflexiona de manera personalísima diversos epígrafes bíblicos. Las palabras giran centelleantes y son de una desnudez tal que casi nos avergüenza irrumpir en ellas con nuestra lectura. El marianista entrevera sus susurros confesionales a Dios de los versos sacros de Lope de Vega y fray Luis, pero, sobre todo, de los deliquios místicos de san Juan de la Cruz. No dudo en afirmar que de allí surge, inesperada, irrestañable, la más auténtica poesía; hay largas tiradas de versos que evocan la afasia verbal de George Herbert:

“Soledad, silencio, renuncia,

austeridad, compañía,

el sonido del universo, plenitud,

tu riqueza incomparable…” (p. 18)

Pero es san Juan quien mejor sustenta la inspiración de Luis Fernando:

“Llama de amor vivo.

Ahora. Consumido.

Estela de tu luz.

De amor herido”. (p. 14)

“…líbrame siempre de mí mismo, Señor,

hazme silencio de flores y esmeraldas”. (p. 28)

“…Señor, a zaga de tu huella,

sedienta de alcanzar la cueva del amado,

en púrpura tendido,

de esmaltes engarzado…”. (p. 52)

Como si no se atreviera a ejercer por sí solo de poeta, se hace acompañar de otras voces autorizadas, pero sospecho que algún día no muy lejano escucharemos los versos desnudos de Luis Fernando Crespo.

He dicho que el marianista no ora solo: su plegaria dinámica es una ciencia muy sabrosa que dialoga, libérrima, con imágenes, poemas y epígrafes cómplices. El conjunto inusitado sacude al lector porque lo persuade de una gran verdad: para un alma transparente, todo ora en el universo. Los poetas convocados a esta intensa plegaria fraterna –Vicente Gallego, Emily Dickinson, Juan Ramón Jiménez, Keats, Ángel Darío Carrero, entre otros– se tornan sagrados cuando nuestro autor, con sabia mano de Midas, los sumerge en su libro de oración.

Otro tanto las imágenes que acompañan su prosa poética: a veces, le completan su plegaria, o bien se la potencian, o bien nos dictan su propia historia. Estamos ante un inesperado koan que obliga al lector a bucear dentro de sí para encontrar su propia luz espiritual en medio del estallido de formas que constituye el libro. Una imagen, ya se sabe, vale más que mil palabras.

Un botón de muestra basta para entender la riqueza del recurso contemplativo: Luis Fernando ora en desnudez espiritual, y las imágenes de desnudos que adjunta afirman lo dicho. A menudo se trata de estatuas antiguas –incluso, orientales– que nos persuaden de que estamos ante una misma plegaria inmemorial. La desnudez deviene sagrada: queda “solo tu Palabra hecha carne”. En otra ocasión, el autor acompaña el epígrafe de Is 1,10; 16-20 (“aunque vuestros pecados sean como púrpura, blanquearán como nieve”), con la gráfica de un personaje cirquense vestido de escarlata; como si nos dijera que su pecado, por estridente que sea, también será sanado. En otro momento el epígrafe Sabiduría 2,12- 22 (“lleva una vida distinta de los demás”) queda ilustrado con un humilde acordeonista, que lleva el inesperado título sanjuanístico: “pájaro solitario”. Hasta los deambulantes son poesía y nos devuelven a Dios. De otra parte, el “tu est Petrus” fundacional se encarna en un humilde artesano –de seguro, de nuestra América amarga– que ofrece la delicada artesanía de una catedral tallada. Luis Fernando nos advierte con su koan que la Iglesia de Cristo es la Iglesia de los pobres. En otro momento, meditando sobre la tentación de Jesús en el desierto (Mc 1,12-15), el autor ofrece otra imagen gráfica desconcertante: un joven cabizbajo parecería mirar un paisaje tropical desde lo alto de una terraza. El título –”En el alero del templo”– nos convoca a otra lección generosa: cualquier lugar se erige en un templo para el alma despojada de todo en el desierto del mundo. Recordé una anécdota en la que preguntan a un contemplativo si no acudía al templo. A lo que terció sabiamente: “Es que siempre estoy en el templo”.

Este curioso libro cuaresmal no se centra en el Cristo sangrante y flagelado, sino en lo que de veras significa el Ecce homo. En la viñeta que lleva dicho título (p. 21), la imagen gráfica “Hijo de Dios” presenta un deambulante en cuclillas. Cristo es el pobre, el anciano, el destituido, el niño vulnerable, la mulata desolada que espera frente a un bar…, todos nuestros hermanos desvalidos que muestran su imagen lacerada como un grito silente frente al olvido. En este devocionario de hondísima cuaresma interior, Cristo es el Dios hermano. Suprema lección la de Luis Fernando: todos somos ecce homo.

El autor cierra su libro con dos imágenes: la anunciación a María, que nos evoca su aquiescencia total a la voluntad divina –“hágase en mí según tu palabra”–, junto a una antigua tabla de escritura con la pluma de ave y el tintero. Es como si el autor nos confesara calladamente que ha cumplido con la voluntad de Dios al ejercer su alta vocación de escritor.

Saludo la libertad espiritual de esta escritura encendida del poeta gráfico que es Luis Fernando Crespo y quedo a la espera de su próximo devocionario contemplativo.

***

Ir a la ficha del libro (posibilidad de compra)

Ver el prólogo completo y varias páginas en PDF

Ficha técnica:

Autor Luis Fernando Crespo Navarro
Área: Espiritualidad
Especialidad: Oración
Colección: Manuales de Oración
ISBN: 9788428830591
Fecha publicación: 06/02/2017
Encuadernación: Semiflexible
Núm. páginas: 128
Código interno: 176950
Precio: 12€

 

 

 

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El Cristo de Leópolis (Ucrania)

Miércoles, 16 de marzo de 2022
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La imagen de Jesucristo Salvador fue retirada de la Catedral Armenia de la ciudad ucraniana y llevada a un refugio para protegerla de los bombardeos

***

“Mi corazón está sangrando”

“Pedimos perdón por la falta de unidad entre nosotros, la discordia social, la corrupción, la decadencia moral y la injusticia social. Perdona nuestra culpa. Porque desde hoy queremos ser tu pueblo, cumpliendo fielmente tus mandamientos. En tiempos de adversidad y guerra, nos dirigimos a Ti”.

 “Sabemos que nuestro destino está en sus manos. Ante el enemigo, que ha irrumpido a traición en nuestra casa común, ¡te pedimos ayuda y salvación!” “Confiamos en tu amorosa Providencia, que nunca abandona al hombre. Con el corazón abierto te pedimos que nos liberes del mal que golpea cruelmente a nuestro pueblo, y que nos des la victoria que deseamos y el camino hacia un futuro bendito entre los pueblos libres de la tierra.”

*

Oración común del Consejo Ecuménico Panucraniano

***

“Dios de nuestros padres, Dios grande y misericordioso de vida y paz, Padre de todos los pueblos, queremos paz, no guerra, y amor, no odio. Que termine la guerra. Vence la soberbia de los invasores que quieren apoderarse de Ucrania. Tú enviaste a tu Hijo Jesucristo para proclamar la paz y unir a todo el pueblo de Dios. Que termine la guerra. Vuelve el corazón de los responsables del destino de las naciones. Que el Espíritu Santo traiga una nueva inspiración a la paz. Padre, que llegue el tiempo de la paz y la tranquilidad. ¡Que no haya más guerra!”.

*

Cardenal Konrad krajewski
enviado especial del Papa,

***

“Ante tus ojos hoy ponemos el dolor y el sufrimiento de Ucrania, montañas de cadáveres, ríos de sangre y mar de lágrimas. Oramos por todos los que dieron su vida por la patria, por nuestras fuerzas armadas, por los hijos e hijas de Ucrania que con su cuerpo defienden su vida del enemigo. Oramos por todos los civiles inocentes asesinados en Ucrania: mujeres, niños, ancianos. Oramos por las víctimas de Mariupol que son colocadas en grandes fosas comunes  sin que se les dé sepultura y se les rece cristianamente. Acepta nuestra oración por su descanso eterno”.

*

Sviatoslav Shevchuk,
cabeza de la Iglesia greco-católica ucraniana,

***

 

***

El miércoles de la semana pasada, representantes de varias Iglesias cristianas se unieron para invocar el fin del conflicto y el retorno de la paz. La oración fue dirigida por el enviado especial del Papa Francisco, el Card. Konrad Krajewski, y estuvieron presentes miembros de las Iglesias Ortodoxas (incluido el Arzobispo Filaret de Lviv del Patriarcado de Moscú), de las Iglesias Protestantes y representantes de las Comunidades Judías.

“En esta época trágica de guerra y sufrimiento humano, en este momento de desesperación por la pérdida de nuestros seres queridos o el abandono de nuestros hogares, dirigimos una sincera oración común por la paz a nuestro Padre celestial”, dijo el arzobispo católico de Lviv, monseñor Mechyslav Mokshytsky, al dar la bienvenida a la catedral a los fieles y a los representantes de las autoridades locales, regionales y de la ciudad.

Las nueve iglesias cristianas presentes en el Consejo Ecuménico Panucraniano propusieron el texto de una oración común por la paz.

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Ya hay demasiados mártires…

Martes, 15 de marzo de 2022
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Seas bendito, oh eterno Dios. Que cesen toda venganza, la incitación al castigo o a la recompensa. Los delitos han superado toda medida, todo entendimiento. Ya hay demasiados mártires. No peses sus sufrimientos en la balanza de tu justicia, Señor, y no dejes que estos carniceros se ceben con nosotros. Que se venguen de otro modo.

Da a los verdugos, a los delatores, a los traidores y a todos los hombres malvados el valor, la fuerza espiritual de los otros, su humildad, su dignidad, su continua lucha interior y su esperanza invencible, la sonrisa capaz de borrar las lágrimas, su amor, sus corazones destrozados pero firmes y confiados ante la muerte, sí, hasta el momento de la más extrema debilidad […].

Que todo esto se deposite ante ti, Señor, para el perdón de los pecados como rescate para que triunfe la justicia; que se lleve cuenta del bien y no del mal. Que permanezcamos en el recuerdo de nuestros enemigos no como sus víctimas, ni como una pesadilla, ni como espectros que siguen sus pasos, sino como apoyo en su lucha por destruir el furor de sus pasiones criminales. No les pediremos nada más. Y cuando todo esto acabe, concédenos vivir como hombres entre los hombres y que la paz reine sobre nuestra pobre tierra. Paz para los hombres de buena voluntad y para todos los demás.

*

Oración anónima, escrita en yiddish,
Encontrada en Auschwitz-Birkenau,
cit. en B. Ducruet, Con la pace nel cuore, Milán 1998, 42s.

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La soledad es una madre severa

Sábado, 12 de marzo de 2022
Comentarios desactivados en La soledad es una madre severa

Del blog Amigos de Thomas Merton:

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 “Cada vez veo más claramente que con la soledad no se juega: es extremadamente seria. Y pese a lo mucho que la he deseado, no he sido lo bastante serio. No basta con que “guste la soledad“, ni siquiera con amarla. Incluso aunque te “guste“, puede destrozarte, creo yo, si la deseas únicamente por tu propio bien. De manera que sigo adelante… pero con miedo y temblando, y frecuentemente con una sensación de estar perdido, y tratando de tener cuidado con lo que hago, porque estoy empezando a darme cuenta de que cada paso en falso se paga muy caro. Por ello vuelvo a la oración, o intento hacerlo. Sin embargo, no importa, porque hay gran belleza y paz en esta vida de silencio y vacío. Pero perder el tiempo tontamente provoca una terrible desolación. Cuando se pierde el tiempo, incluso la belleza de la vida solitaria se vuelve implacable. La soledad es una madre severa que no tolera tonterías. Surge esta pregunta: ¿estoy tan lleno de tonterías como para que me arroje fuera? Ruego que no, y creo que ello va a necesitar mucha oración”.

*

Thomas Merton,
Diarios

(26 de febrero de 1965)

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Oración

Miércoles, 2 de febrero de 2022
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Del blog de José Arregi umbrales de luz:

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Miren odiaba visceralmente el miedo que su madre llevaba pegado al cuerpo, la tendencia a ver en cada paso huellas del mal y de la muerte, el lenguaje construido a base de cuidados y porsiacasos. Odiaba visceralmente las consecuencias de aquel miedo: el día a día plagado de prohibiciones, normas, oraciones, misas y de demás ritos opresores. Le sacaba de quicio ver a su madre sin voluntad propia ni independencia, siempre sometida a algo más grande e inconcreto.

Para escándalo de su madre, a los 15 años se plantó ante todo eso: mató a Dios, y se designó como guías la valentía, la razón y la voluntad. Desde entonces, a quien quiera escucharle le dice que la vida es única y que hay que estrujarla hasta el fin, que luego no serviremos más que para abono, que no derramen lágrimas en su entierro. Sea como fuere, Miren huye de todo lo que huele a muerte: cementerios, quietud, hospitales, ancianos… sobre todo los ancianos. Asimismo, vive aferrada a la vida: movimiento, acción, deporte, cosmética, juventud… sobre todo la juventud.

Hoy, Miren ha visto en el espejo sus ojeras hinchadas, la comisura del labio arrugada, los pechos caídos, las carnes flojas, el vientre hinchado. “No, por favor, todavía no”, ha dicho suplicante. Como si estuviera rezando.

*
(Idurre Eskisabel,
Diario BERRIA,
15-06-2014)
(Traducido del vasco)

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2022, bajo el signo de la confianza

Sábado, 1 de enero de 2022
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Señor, tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.

No ha llegado la palabra a mi lengua,
y ya, Señor, te la sabes toda.
Me estrechas detrás y delante,
me cubres con tu palma.
Tanto saber me sobrepasa,
es sublime, y no lo abarco.

¿Adónde iré lejos de tu aliento,
adónde escaparé de tu mirada?
Si escalo el cielo, allí estás tú;
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro;

si vuelo hasta el margen de la aurora,
si emigro hasta el confín del mar,
allí me alcanzará tu izquierda,
me agarrará tu derecha.

Si digo: «Que al menos la tiniebla me encubra,
que la luz se haga noche en torno a mí»,
ni la tiniebla es oscura para ti,
la noche es clara como el día.

* * *

Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias,
porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras;
conocías hasta el fondo de mi alma,
no desconocías mis huesos.

Cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra,
tus ojos veían mis acciones,
se escribían todas en tu libro;
calculados estaban mis días
antes que llegase el primero.

¡Qué incomparables encuentro tus designios,
Dios mío, qué inmenso es su conjunto!
Si me pongo a contarlos, son más que arena;
si los doy por terminados, aún me quedas tú.

Señor, sondéame y conoce mi corazón,
ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
mira si mi camino se desvía,
y guíame por el camino eterno.

*

Salmo 139 (138)

***

 

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“Estar bien con Dios”, por Gema Juan OCD

Martes, 14 de diciembre de 2021
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st-john-of-the-crossDe su blog Juntos Andemos:

Visitar a Juan de la Cruz es siempre un disfrute. Más allá de lo útil, que nunca falta en la cita, se da la dicha del encuentro con un hombre entero. Si fue recordado por quienes le trataron como alguien sumamente amable y afectuoso, todavía ahora, al escucharle en letra de molde, una impresión muy cálida cobija al que se acerca.

Juan de la Cruz se hace próximo y aproxima a lo profundo del ser y de la vida. A la bondad y a la luz. Acerca a Dios. Y, cerca de él, se aprende libertad.

Palabras graves y pequeños consejos, poemas inmensos junto a dichos y letrillas, densa teología, sabiduría y alguna regañina… En su arquilla, que eso parecen sus obras completas, hay multitud de cosas. No es que tenga de todo, es que con él se vislumbra el Todo.

No deja de ser impresionante que el mismo hombre que habla de la terrible profundidad que puede alcanzar la noche de los humanos y de la maravillosa hondura que tiene Dios en todas las personas, ese mismo hombre es capaz de resumir todo el itinerario de la fe, diciendo que se trata de «estar bien con Dios». Así de sencillo.

Eso escribía Juan, desde Segovia, a una doncella de un pueblecito de Ávila. Y con mucha suavidad, reconducía la conversación que llevaban entre manos, pacificándola e invitándola a ir hacia dentro. A conocerse y reconocerse ante Dios, a no gastarse en lo que no llena y a no vaciarse en lo que consume.

«Procure el rigor de su cuerpo con discreción» –apuntaba– nada de excesos externos, Juan era enemigo de toda exterioridad. En cambio, la animaba a la «mortificación y no querer hacer su voluntad y gusto en nada». Y eso –una vez más hay que recordarlo hablando de este santo– no tiene nada que ver con generarse fastidio a uno mismo sino, como él mismo aclara: todo se refiere a «la pasión del Señor» y eso quiere decir que, al igual que Jesús, cualquier renuncia está dirigida a unir la voluntad al Padre bueno y, por tanto, a cuidar de los demás.

Juan creía que los artificios violaban la sinceridad y, en su mayor parte, «el rigor» del tipo que sea, es búsqueda y alarde de sí. Mientras que no buscar la propia voluntad y gusto es, literalmente, preocuparse del bien de los demás, descentrarse del ego y poner delante la alegría y el bien de los otros.

A esta mujer, y en otros lugares de sus escritos, invita Juan a hacer hábito de la presencia de Dios, a acostumbrarse a encontrarle en cualquier circunstancia, para «estar bien con Él». Si a la doncella le recuerda que Dios siempre da gracia, es decir, siempre da su Espíritu para vivir, en otra ocasión dirá que «cuanto más se fuere habituando el alma en dejarse sosegar», en dejarse en las manos de Dios, más crecerá la «amorosa noticia» de Dios.

Y no solo eso. Estar bien con Dios siempre será estar bien con uno mismo: avanzar por el camino de la integración, de la sanación y la liberación. A la doncella le hablará de lograr «toda en todo» vivir en el amor. La unificación profunda. En otro escrito, hablará de «paz interior y quietud y descanso». Y la paz es siempre señal de plenitud.

Después, como si quisiera resumir el evangelio y ponerlo en las manos de todos, desgranando cómo se está bien con Dios, escribió un Dicho que decía:

«Andar a perder y que todos nos ganen es de ánimos valerosos, de pechos generosos; de corazones dadivosos es condición dar antes que recibir, hasta que vienen a darse a sí mismos, porque tienen por gran carga poseerse, que más gustan de ser poseídos y ajenos de sí, pues somos más propios de aquel infinito Bien que nuestros».

Descubrir que «somos más propios de aquel infinito Bien que nuestros» y que la infinita bondad es nuestra, nos hace generosos y nos lleva a sentir con el evangelio. Juan sabía que solo «el hilo del amor» descubre esa pertenencia y une a Dios. Por eso, confiaba a esa experiencia la salud del corazón y la transformación de la vida:

«Hace tal obra el amor
después que le conocí
que si hay bien o mal en mí
todo lo hace de un sabor
y al alma transforma en sí
y así en su llama sabrosa
la cual en mí estoy sintiendo
apriesa sin quedar cosa,
todo me voy consumiendo».

Eso es estar bien, dejarse ganar por el amor. Eso es estar bien con Dios, dejar que su amor consuma todo lo que no es Él.

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Luz

Viernes, 26 de noviembre de 2021
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(Dibujo de John Singer Sargent)

La experiencia de la luz en la luz nos hace intuir una presencia que no vemos con sus contornos, puesto que el Seńor no tiene limitaciones. Sin embargo, ‘gustamosť su presencia. Todas las manifestaciones de Dios en la Biblia van en este sentido. Existe una presencia, Dios habla, pero no le vemos (Ex 3,1-6; 33,18-23). El hombre lo siente, participa de su luz, pero no ve al Seńor (Ex 34,29; 2 Cor 3,7-4,6). La experiencia de una presencia que no se ve es luz porque se ‘siente’ que el Seńor es el Dios “misericordioso y piadoso, lento a la ira y rico en gracia y fidelidad” (Ex 34,6ss). Como a Moisés, esta experiencia nos lleva a invocarle “mientras está cerca” (Is 55,6) con una certeza confiada de que seremos oídos, porque él es “rico en misericordia con los que le invocan” (Sal 85,8; Rom 10,12) y no deja a nadie sin respuesta (Eclo 2,12). De hecho, como su grandeza, así es su misericordia (Ecl 2,18; Sab 7,7).

Es luz porque se percibe la presencia de una Bondad que nos envuelve y que antes no conocíamos. Por consiguiente, es un nuevo modo de ser, puesto que esta ‘presencia’ nos libera de nuestras tinieblas, de nuestra soledad. Instaura una nueva relación con nosotros mismos. Nos damos cuenta de que somos diferentes porque somos amados, algo que antes no era posible.

Estábamos ciegos, había una oscuridad en la que estábamos sumergidos. Ahora existe la luz, la luz del amor. “En un tiempo fuisteis tinieblas, ahora sois luz en el Seńor.” Y la luz, como decíamos, no se puede expresar en cuanto tal; se percibe en la luz, pero su expresión necesita concretarse. Por eso “el fruto de la luz consiste en toda bondad”(Ef 5,8ss). Se trata de la experiencia de la bondad del Seńor, que ilumina el corazón y se difunde en todo nuestro ser.

La experiencia de esta Bondad se convierte, si así podemos llamarla, en oración. Es oración en el sentido de que el amor quiere crecer, la alegría quiere ser completa y la alabanza quiere ser simplemente exultación. Es oración porque la prenda requiere la compleción.

*

B. Boldini,
Desde lo hondo a ti grito,
Ediciones San Pablo, Madrid 1986.

***

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Enséñanos a orar. Origen, formas y meta de la oración (CITES, Ávila:19-21.10.21)

Viernes, 19 de noviembre de 2021
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140b52a229a0199a0b5b0f77e425d131_XLDel blog de Xabier Pikaza:

Un día estaba Jesús orando en cierto lugar y cuando terminó uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos». Él les dijo: “Cuando oréis decir: Padre…” (Lc 11, 1-2).

Jesús respondió como quien era, diciendo simplemente: “Orad así, Padre…”. Yo no me atrevo a responder así, pero, con un poco de experiencia, algo más de letras (he sido profesor de espiritualidad en la Universidad de la CEE en Salamanca) y mucho deseo de seguir aprendiendo, os invito a compartir el pequeño curso on line o presencial que voy a ofrecer los próximos días 19-21 desde el CITES Ávila, una de las “ciudades de oración” más importantes de Castilla e incluso del mundo entero.

El CITES (Centro Internacional teresiano sanjuanistas) es uno de los centros más significativos para el estudio y experiencia de la espiritualidad en general y de la oración en particular.

Conforme al título, mi curso podría estar dedicado a la oración de Jesús (Padre-nuestro), pero he preferido quedarme en el “pórtico”, conforme al título del curso, al que os invito a inscribiros, de forma on line o presencial. Aquí ofrezco el motivo, esquema del curso y los temas que voy a desarrollar. Dios mediante, al fin del curso os ofreceré un material extenso de todo lo desarrollado.

ORIGEN, FORMAS Y META DE LA ORACIÓN

(Oración del cosmos y de la interioridad, oración profética y cristiana)

El curso ofrece “una historia” y sentido de la oración, porque pueden trazarse varias, según la perspectiva en que se sitúe cada orante. La mía es básicamente cristiana, en línea católica, es decir, universal: Quiero ofrecer una visión de conjunto del principio, caminos y meta de la oración, tal como se ha dado y se está dando en la historia de la humanidad, mirada desde un lugar privilegiado, que es Jesús de Nazaret.

            No puedo ofrecer una historia completa, ni explicar todos los caminos, ni trazar de un modo seguro “la” meta, como si hubiera una sola que es clara y segura para todos, sino ofrecer el esquema o esbozo, que vengo desarrollando desde el año 1973-1977, cuando era profesor de la Cátedra de Espiritualidad en la Univ. Pontifica de Salamanca. Éste será el esquema del curso que ofrezco en el CITES

Un principio. Del cosmos sagrado a la oración “ecológica”.

Oración y religión. Tres formas principales. La oración forma un elemento esencial de las religiones, que pueden dividirse en tres grupos: (1) Mundo sagrado, religiones cósmicas. (2) Interioridad habitada por lo divino, religiones “místicas”. (3) Historia de Dios, historia de los hombres, religiones proféticas.

Oración cósmica, mundo sagrado. Del Paganismo a la ecología.(Con Francisco de Asis y Juan de la Cruz),

Cuando se “despierta” a la conciencia de sí mismo, el hombre se descubre en un mundo “habitado” por divinidades o espíritus sagrados, de forma que siente la “necesidad” de invocarles, escucharlos, y dialogar con ellos, como indican los ritos y mitos primigenios. Por eso, la oración primera es “oración de mundo” (un tipo de comunicación cósmica), que no es pura magia, ni hechicería, ni espiritismo, sino un modo de ser, de sentir, de vivir en un mundo sagrado. En esa línea, toda oración tiene un elemento cósmico, vinculado al despliegue de la misma vida, a la identidad de la conciencia humana.

140b52a229a0199a0b5b0f77e425d131_XLDe la “identificación sagrada con el cosmos” hemos pasado a una visión ecológica “sagrada” del mundo, a través de un largo y fascinante proceso, que se entiende en clave de conocimiento y técnica, de trabajo y economía, pero también de oración. Desde ese fondo puede ofrecerse una primera visión de los ritos y mitos, de los sacrificios y los dioses, tal como se han dado y se siguen dando en las culturas primigenias y en la nueva cultura técnico-sagrada de la actualidad. En ese sentido podemos afirmar que formamos parte de una gran oración cósmica (el mundo ora en nosotros, nosotros en el mundo), como han dicho de forma insuperable los más grandes cristianos, como Francisco de Asís y Juan de la Cruz.

Religiones “místicas” o advaitaS (de la interioridad sagrada).

Religión como espiritualidad:

Descubrimiento y cultivo del valor sagrado del “alma” (ser profundo del hombre).

Más que revelación de un Dios personal y trascendente, la religión aparece como revelación y despliegue del carácter trascendente (divino, numinoso) de la vida humana. En esa línea, más que diálogo con Dios, la oración es un proceso de interiorización (esto es, de inmersión) en la hondura divina de la vida humana. Por eso se habla en esta línea de una experiencia de la “no dualidad” (advaita): Lo “divino” (numinoso, sagrado) no es algo ajeno, objetivo, sino la misma realidad de la conciencia (trasconciencia) del hombre.

  1. Caminos fundamentales: hinduismo, budismo, tao. Son muy distintas y, sin embargo, pueden fundirse y completarse, como han hecho y siguen haciendo en un proceso fascinante de descubrimiento y despliegue de la interioridad sagrada. (1). El hinduismo puede entenderse en clave de oración de identificación: “Eso, lo que veo y siendo, eso soy yo”, la realidad es mi interior”. (2) El budismo tiene un elemento fundamental de negación: Cuando no deseas eres; cuando superas tu voluntad te descubres integrado en un “nirvana” superior e iluminado; de esa forma, no siendo tú eres tú mismo. (3). Tao. Oración de integración. Puede vincularse con las dos formas anteriores (hinduismo, budismo), pero mantiene y desarrolla un elemento “cósmico” muy importante de inmersión en la “dualidad” fundante de todo lo que existe: cielo y tierra, individuo y sociedad, mundo y persona.

            Estas formas de oración de interioridad pueden expresarse a través de una técnica fundamental de “yoga”, como ejercicio de integración somática (respiración), mental (no pensamiento) y religiosa. Pueden variar los contenidos. Un tipo de “yoga” (equilibrio interior y exterior) es siempre el mismo. Resulta básico el estudio de la diferencia y convergencia entre una oración tipo “yoga” y una oración profética, de diálogo con Dios en la historia.

religiones proféticas. Revelación y comunión con Dios

a. Religión como revelación.

Oración como escucha y diálogo. En esta sección entran las religiones proféticas y (o) históricas, definidas por la manifestación personal de Dios que se revela y dialoga con los hombres. En ellas resulta fundamental la dualidad teológica o, mejor dicho, la relación de conocimiento y amor entre Dios y el hombre. Estas religiones pueden tener y tienen un elemento místico, como el de las religiones de la interioridad, pero se trata de una “mística profética” de fe y de comunión personal, dentro de un mundo creado por Dios.

Caminos fundamentales: judaísmo e islam. El punto de partida y base de este tipo de religión/oración profética es el Antiguo Testamento, es decir, judaísmo, cuyo testimonio fundamental son los Salmos, testimonio clave de espiritualidad de la historia de occidente: Libro de recuerdo, de compromiso personal y de esperanza de salvación. Junto a los salmos, como ejemplo posterior de “contaminación” (complementación) entre judaísmo y helenismo ha de entenderse y estudiarse la oración de la cábala. El islam puede interpretarse como recreación universalista (árabe) del judaísmo, y su oración básica es la sahada (confesión de fe) y las cinco plegarias de sometimiento a Dios (salat), en línea de sumisión y aceptaciónradical de la revelación divina. En esa línea avanza el sufismo, que es una experiencia suprema de inmersión de amor (o realidad) en Dios, que puede culminar en una forma de panenteísmo, esto es, de identificación con Allah que es el “ser” de todo lo que existe.

El futuro de la oración de una parte considerable de la humanidad depende de la actualización de judaísmo e islam. El judaísmo es una religión numéricamente pequeña, pero es la matriz no sólo del cristianismo y el islam, sino de gran parte del mundo moderno. El islam-islam es una religión compacta, que se expresa en forma  de oración de escucha y sometimiento al Dios del Corán. Del sentido  de esa escucha depende parte del futuro de la humanidad.

Religión de encarnación, cristianismo

689El cristianismo empieza siendo una “re-interpretación” o recreación del judaísmo. Por eso, el libro de cabecera de oración de los cristianos sigue siendo el de los Salmos, tanto en un plano litúrgico (Celebración de las horas, Eucaristía) como de oración privada. En el principio y centro de la espiritualidad los cristianos sigue estando “la oración de Jesús hombre” (como la fe de Jesús, carta a los Hebreos), que ha tendido a transformarse después en “oración dirigida a Jesús” (a partir de los concilios de Nices-Calcedonia, que le definen como Dios-hombre verdadero). Desde ese fondo ha de entenderse la oración como encuentro de amor con (en) Jesús, en la línea de la espiritualidad de Teresa de Jesús y Juan de la Cruz.

Oración y Espíritu Santo. Yo y el Padre somos uno. Esa es la experiencia originaria que deriva de la “encarnación” de Dios (Jn 1, 14: La Palabra/Dios se hizo carne), que culmina en la palabra de Jn 10,30-33: “Yo y el Padre somos Uno”. Como sabe toda la tradición cristiana desde Orígenes a Teresa de Lisieux “yo” de Jesús que dice (yo y el Padre somo uno) es el suyo, personal, pero con él (en él) de los cristianos, que pueden decir y dicen “yo y el Padre somos Uno”, recreando así como dualidad de amor el shema judío de Dt 6, 5-7: “Escucha, Israel, Yahvé, nuestro Dios es Uno”. (En esa línea ha de entenderse el “yo” del celebrante de la eucaristía cuando dice “esto es mi cuerpo”, afirmando así que el cuerpo de Jesús es el suyo y el de toda la comunidad).

            La reforma o actualización del cristianismo depende de su manera de actualizar la oración de Jesús (que nunca puede convertirse del todo en oración a Jesús), sino que ha de seguir siendo oración de amor con Jesús, diálogo con él, no para quedarse en el puro diálogo a dos, sino para caminar unidos abriendo (reabriendo) los caminos de Dios en la historia.

Una meta: De la oración de petición a la oración de encarnación

Punto de partida. No quiero abandonar ninguno de los caminos anteriores, de la oración de naturaleza, interioridad e historia. Pero pienso que todos ellos pueden y deben integrarse (sin imposiciones externas, sin sometimientos) en el camino de encarnación que se expresa y realiza en Jesucristo.

Oración y escucha de Dios y de los pobres: Oración comunión (de petición, amor y compromiso) con Jesús, en apertura a todos los hombres. En esa línea, el cristianismo ha de ser ante todo una “escuela compartida” de oración, que se aplica después en forma de amor activo (de comunión y liberación). El cristianismo es (ha de ser) una escuela compartida de “oración de reino”, que no busca y espera simplemente el cumplimiento futuro de la promesa, porque ella es ya en sí misma expresión y presencia resucitada del reino de Dios en los hombres.

Bibliografía orientativa:

                                    Este curso se inspira básicamente en algunos textos propios:  La oración cristiana, Verbo Divino, Estella, 2001; La Mujer en las religiones, Verbo Divino, Estella 1989;  Las Grandes Religiones. Historia y actualidad, Tempora, Madrid  2003; Gran Diccionario de la Biblia,  VD, Estella 2015; Diccionario de las tres religiones. Judaísmo, cristianismo, islam, VD, Estella 20111. Cf. también:

Ancilli, E. (ed.), Alia ricerca di Dio. Le tecniche della Preghiera. Teresianum, Roma 1978.

Bernard, Ch. A., La preghiera cristiana. Ateneo Salesiano, Roma 1967

Boccassino, R., La preghiera, I-III. Ancora, Milano 1967s.

Bouyer, L., (ed.), Histoire de la spiritualité chrétienne, I-III. Aubier, Paris 1967s.

Enomiya-Lasalle, H. M., El Zen, un camino hacia la propia identidad. Mensajero, Bilbao 1975; Vivir en la nueva conciencia. Paulinas, Madrid 1986.

Fabro, C., La preghiera nel pensiero moderno. Storia e Letteratura, Roma 1979

García de la Fuente, O., La búsqueda de Dios en el AT. Guadarrama, Madrid 1971

González, A., La oración en la Biblia. Cristiandad, Madrid 1968; La oración de la Biblia para el hombre de hoy. Marova, Madrid 1977

Guerra, A. (ed.), Oración cristiana para tiempos nuevos. Ed. Espiritualidad, Madrid 1976; Oración cristiana. Ed. Espiritualidad, Madrid 1984.

Gutiérrez, G., Beber en su propio pozo. En el itinerario espiritual de un pueblo. CEP, Lima 1983 (Sigúeme, Salamanca 1985).

Hamman, A., La oración, Herder, Barcelona 1967.

Heiler, F., La priére. Payot, Paris 1931.

Herraiz, M., La oración, pedagogía y proceso. Narcea, Madrid 1985.

Jeremías, J., Abba. El mensaje central del NT. Sigúeme, Salamanca 1981

Lacquet, L., Les Psaumes et le cœur de l’homme, Duculot, Gembloux 1979

Mello, T. de,  Sadhana. Un camino de oración. ST, Santander 1988

Merton, T., Acción y contemplación. Kairós, Barcelona 1982.

Moschner, F. M., La oración cristiana. Rialp, Madrid 1966.

Ruiz Salvador, F., Camino del espíritu. Ed. Espiritualidad, Madrid 1978.

Biblia, Espiritualidad ,

Oración y Reforma

Sábado, 30 de octubre de 2021
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Mañana se celebra el Día de la Reforma, pero siendo domingo, la celebramos hoy…

“Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”
(Fil. 2: 12-13).

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“Tengo tantas cosas que hacer,

que pasaré las primeras tres horas orando”

(…)

“La oración no es para cambiar los planes de Dios.

Es para confiar,

descansar en Él,

y hallar la paz”

*

Martin Lutero

***

“Omnipotente y eterno Dios, ¡qué terrible es este mundo! ¡Cómo quiere abrir sus quijadas para devorarme! ¡Y qué débil es la confianza que pongo en ti! Dios mío, protégeme en contra de la sabiduría mundanal. Lleva a cabo la obra, puesto que no es mía; sino tuya. No tengo nada que me traiga aquí, ni tengo controversia alguna con estos grandes de la tierra. Desearía pasar los días que me quedan de vida, tranquilo, feliz y lleno de calma. Empero, la causa es tuya; es justa; es eterna. ¡Dios mío, ampárame, tú eres fiel y no cambias nunca¡ No pongo mi confianza en ningún hombre.

¡Dios mío, Dios mío!, ¿No me oyes? ¿Estás muerto? No, no estás muerto, más te escondes. Dios mío, ¿dónde estás? Ven, ven. Yo sé que me has escogido para esta obra. ¡Levántate, pues, y ayúdame! Por amor de tu amado Hijo Jesucristo, que es mi defensor, mi escudo y mi fortaleza, ponte de mi lado. Estoy listo, dispuesto a ofrecer mi vida, tan obediente como un cordero, en testimonio de la verdad. Aun cuando el mundo estuviera lleno de diablos; aunque mi cuerpo fuera descoyuntado en el ‘potro’, despedazado y reducido a cenizas, mi alma es tuya: tu Sagrada Escritura me lo dice. Amén. ¡Dios mío, ampárame! Amén.”

*

Martín Lutero
Salmo 43
Oración antes de presentarse ante la dieta de Worms.

***

Lutero, orante de gran fe, visitó a Melanchton en una ocasión en que éste se encontraba en estado agonizante. Su muerte parecía tan próxima como inevitable. Entre sollozos, oró Lutero pidiendo a Dios la recuperación física de su más íntimo colaborador. Una exclamación vehemente al final de la oración hizo salir a Melanchton de su estupor. Sólo pronunció unas palabras: «Martín, ¿por qué no me dejas partir en paz?» «No podemos prescindir de ti, Felipe», fue la respuesta. Lutero, de rodillas junto al lecho del moribundo, continuó orando por espacio de una hora. Después persuadió a su amigo para que comiera una sopa. Melanchton empezó a mejorar y pronto se restableció totalmente. La explicación la daba Lutero con estas palabras: «Dios me ha devuelto a mi hermano Melanchton en respuesta directa a mis oraciones»

*

José M. Martínez
Pensamiento Cristiano, Octubre 2011

***

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“Concede, Dios Todopoderoso, que desde que estamos bajo la dirección de tu Hijo hemos sido unidos al cuerpo de tu Iglesia que, en muchas ocasiones se ha dispersado o desgarrado en pedazos; permite que podamos continuar en la unidad de la fe, y que luchemos con perseverancia en contra de todas las tentaciones de este mundo y que nunca nos desviemos del camino correcto, sin importar los nuevos problemas que se presenten diariamente; y aunque estemos expuestos a muchas muertes, permite que el temor no se apodere de nosotros/as de manera tal que extinga la esperanza de nuestros corazones; sino que, al contrario, levantemos nuestros ojos y nuestras mentes y todos nuestros pensamientos a tu gran poder, por el cual aligeraste la muerte, y levantaste de la nada cosas que no existían, para que así, aunque estamos expuestos a ruina diariamente, nuestras almas puedan aspirar a la salvación eterna hasta que verdaderamente te reveles como la fuente de vida, cuando podamos disfrutar de esa dicha sin fin que ha sido obtenida para nosotros por la sangre de tu único Hijo nuestro Señor. Amén.”

*

Juan Calvino

***

«Acostumbro a definir este libro como una anatomía de todas las partes del alma, porque no hay sentimiento en el ser humano que no esté ahí representado como en un espejo. Diría que el Espíritu Santo colocó allí, a lo vivo, todos los dolores, todas las tristezas, todos los temores, todas las dudas, todas las esperanzas, todas las preocupaciones, todas las perplejidades hasta las emociones más confusas que agitan habitualmente el espíritu humano».

*

Juan Calvino (1509-1564)
prefacio de su comentario a los salmos

***

““El Señor nos mandó a orar. El lo ordenó, no tanto para su propio bien, sino para el nuestro. El actúa –como es correcto– para que la gloria sea para él, el reconocimiento de que todo lo que deseamos y consideramos para nuestro beneficio, viene de él.”

Dispuestos en la mente y el corazón, como corresponde a aquellos que entran en conversación con Dios… desde  el fondo de nuestro corazón… las únicas personas que debida y correctamente se ceñirán para orar son los que están tan conmovidos por la majestad de Dios, que, libre de cuidados y afectos terrenales, llegan a la misma… manteniendo la disposición de un mendigo… con afecto sincero de corazón, y al mismo tiempo el deseo de obtenerlo de él… pedir con fe, no dudando nada…”

“… A menos que nos fijemos ciertas horas en el día para la oración, fácilmente se deslizará de nuestra memoria… A pesar de que nuestras mentes siempre deben estar levantadas a Dios, hay ciertas horas que no debemos dejar pasar sin oración- cuando nos levantamos en la mañana; cuando comenzamos y terminamos los alimentos cuando nos vamos a la cama. Pero también cuando nosotros u otros estamos siendo amenazados de cerca por peligro debemos volvernos a Dios por ayuda; cuando el bien nos llega debemos volvernos a Él en acción de gracias. De nuevo, debemos siempre dejar a Dios Su libertad y no decirle lo que debe hacer. Dejamos nuestra voluntad a Su disposición, y paciencia, no debemos cansarnos de orar.”

*

Juan Calvino
en T. H. L. Parker. John Calvin. A Biography. Página 62.

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“Oración agradecida “, por Gabriel Mª Otalora

Jueves, 7 de octubre de 2021
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Oracion_2216788316_14447695_667x375Leído en su blog Punto de encuentro:

Gracias por tu pan de hoy, y el de mañana

La principal virtud cristiana es la humildad. Gracias a ella, activamos la capacidad de admiración que es la mejor puerta para la actitud de agradecimiento. Jesús nos pide fijarnos en los niños para comportarnos como seguidores suyos, porque ellos viven en total confianza lo que sus padres les dan. Lo que percibo, sin embargo, es que nosotros, adultos y adultas cristianos, estamos centrados en lo que nos falta más que en todo lo que tenemos por pura gracia, gratis.

Todo es gracia, exclamaba santa Teresita del Niño Jesús. De ahí la importancia de la oración de agradecimiento teniendo presente que la Eucaristía señala, desde el enunciado, su importancia (del griego eucharistía, acción de gracias).

Si nos ponemos a pensar en esto, viene a la cabeza la cantidad de bienes y dones que Dios nos ha dado y que jamás se lo agradeceremos porque ni siquiera somos conscientes de que los tenemos como el fruto de un acto supremo de amor hacia cada persona. Valoramos realmente las utilidades de la mano y del brazo cuando se lastiman. Somos plenamente conscientes de lo que atesora algo tan cotidiano como una conversación familiar cuando sentimos el mordisco de la soledad. Y así seguiríamos hasta descubrir montones de gracias que Dios nos regala, cada día, empezando por la propia vida. Damos por hecho lo que tenemos, incluso la experiencia de la fe y del amor.

Recordemos la “pirámide de Maslow” para visualizar mejor las grandes necesidades humanas que hasta el mundo empresarial está de acuerdo tenerlas en cuenta: Necesidades básicas: salud, comida, bebida, vestido… Necesidades de seguridad y protección: vivienda, trabajo, dinero… Necesidades sociales: amistades, familia, pareja… Necesidades de estima: aceptación, logros, competencias, estatus, la propia autoestima… Necesidad de autorrealización: creatividad, madurez, desarrollo de la inteligencia espiritual…

Por eso llevo unas semanas añadiendo a mi oración de agradecimiento diario a Dios por los dones recibidos, la coletilla “…y gracias también por los dones que me vas a regalar en un futuro”. Dios se nos regala en abundancia cada día, hoy, mañana… Solo el hecho de tener tantas potencialidades ya nos debiera infundir sentimientos de humildad ante lo que somos y aquí y esperamos ser en plenitud y para siempre en esas “estancias” que llamamos “Cielo” que el Padre nos tiene preparadas.

Por tanto, me parece una estupenda oración dirigirnos al Padre agradecidos también por todo lo que nos tiene reservado para mañana y el resto de los días, aunque hoy no lo conozcamos. Es un pasito más en la actitud de agradecimiento lleno de humildad sabiendo que nunca podremos igualar el agradecimiento a la generosidad de Dios con nosotros por nuestra limitación; es que ni siquiera somos capaces, como decía, de recordar ni valorar los millones de dones materiales, emocionales y espirituales, grandes y pequeños, que nos provee cada día para hacer el camino conforme a los talentos recibidos, la realidad vital y la actitud de cada persona.

La importancia del agradecimiento está presente en toda la Biblia hasta el punto de que Jesús lo une indisolublemente con la actitud de la confianza cristiana: resulta paradigmáticos los textos de Mateo, Lucas o el apócrifo de Tomás en los que Jesús nos invita a mirar los lirios del campo, cómo crecen, no se fatigan ni hilan; a mirar los pájaros que ni siembran, ni siegan, ni almacenan y, sin embar­go, nuestro Padre celestial los alimenta. La conclusión es rotunda: “confiad agradecidos, no estéis agobiados por las circunstancias de la vida. ¿No valéis vosotros más que ellos?”.

     Con todo mi corazón te daré gracias;
     por tu misericordia y tu fidelidad.
     En el día que invoqué, me respondiste;
     me hiciste valiente con fortaleza en mi alma.
     Gracias por tu pan de cada día, el de hoy y el de mañana.

                                                                         En torno al Salmo 138

Postdata – Una de las maneras mejores de evangelizar es valorar lo que tenemos viviendo con la alegría de sentirnos agradecidos por el Proyecto de Amor al que hemos sido llamados para ofrecer a los demás con actitud agradecida y alegre. Porque Buena Noticia será dependiendo de la actitud que tengamos sus seguidores.

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Isabel C. Ruiz Fortes: Un libro hondo y sugerente, muy recomendable.

Jueves, 7 de octubre de 2021
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A901A203-0E32-4DDC-87A9-E7143F098748La Editorial Verbo Divino acaba de publicar el libro “Momentos y lugares con duende para orar”. Su autor, Florentino Ulibarri, es colaborador, casi desde los inicios, de Fe Adulta y miembro de las Comunidades Cristianas Fe y Justicia. Ha ejercido de educador, profesor y maestro en centros privados y públicos. Ha escuchado y leído muchos rostros, libros y signos. Ha acompañado a personas y grupos, dialogado con gente muy diversa, animado y dirigido encuentros, convivencias, seminarios, cursillos, oraciones, celebraciones, retiros…, tanto aquí como en Alemania, a agentes de pastoral, formadores y emigrantes, jóvenes y adultos. También ha escrito algunos libros que han sido bien recibidos (Gritos y plegarias, Conocer, gustar y vivir la palabra, Al viento del Espíritu, Al calor del Evangelio, Brisa y rocío, Encrucijadas y encuentros…) y, a lo largo de los años, se le han roto muchos paradigmas y credos. Está casado y tiene dos hijos adoptados venidos de Etiopía.

En su vida ha tenido múltiples experiencias a través de los encuentros y caminos recorridos. Y ha habido cosas que se han grabado de forma indeleble, en lo más íntimo de sus entrañas y espíritu, convirtiéndose en hitos y mojones que le llevan a ser lo que es, creyente cristiano.

“Momentos y lugares con duende para orar” recoge pequeños y no tan pequeños destellos tenidos a lo largo de los años en contacto con la creación, la naturaleza, la historia, la vida, las personas y grupos con los que he caminado y camina, a veces con esperanza y gozo, a veces con dolor y oscuridad. En estas oraciones, plegarias y poemas están presentes el agua, el amanecer, el atardecer, el día, la noche, los almendros, los caminos, las praderas, los acantilados, las montañas, las flores, el andar, la lluvia, el sol, el arcoíris, el otoño, la primavera, las hojas, el viento, las playas, las fuentes, la nieve, el fuego, los viajes, la oscuridad, las tormentas, la luz, las nubes, las tareas, las reuniones, el hogar, la comunidad, la iglesia, los hermanos, las ventanas, las terrazas, los compañeros, los encuentros, la fraternidad, el sufrimiento, los mojones, los mimbres, las mudanzas, las reparaciones, las pérdidas, las ganancias, las seducciones, los yugos y cargas, las cruces, el pueblo, la ciudad, las calles y plazas, los rincones, las huellas, los desengaños, los umbrales, los zaguanes, los gestos humanos, los sentidos, las personas, los desengaños, los deseos, los anhelos, los sueños, las promesas, los descubrimientos, las esperanzas, las siembras, las tormentas, las sequías, los adioses, los ojos, las manos, los pies, el oído, el olfato, el corazón, las entrañas, la piel, los olores, los colores, los sabores, los tránsitos… O sea, muchas piezas, pequeñas pero imprescindibles, que conforman el puzle de nuestra historia y vida.

En el libro se presentan ordenadas alfabéticamente para su mejor búsqueda. Y se han añadido unos índices temáticos que pueden ayudar a la hora de buscarlas y usarlas tanto en oraciones personales y comunitarias como en celebraciones.

Su lenguaje es sencillo, claro, hondo y muy actual. Se ha empezado a usar en muchos grupos de cristianos laicos, comunidades eclesiales y parroquias, también en colegios y encuentros formativos.

La publicación tiene 364 páginas y más de 250 plegarias muy diversas con las que nos podemos sentir identificados en uno u otro momento. El libro puede pedirse y adquirirse en cualquier librería religiosa, y también en la tienda online de Fe Adulta.

Terminamos transcribiendo unas palabras del autor: Hoy más que nunca estoy convencido que vivir y orar aquí y ahora es lo que podemos y necesitamos hacer para ser hijos, hijas, hermanos, hermanas, discípulos, discípulas de Jesús de Nazaret, que nos enseñó e invitó a orar en todo momento y lugar, a tiempo y a destiempo, porque nosotros estábamos tocados y sorprendidos por su forma de hacerlo”.

Isabel C. Ruiz Fortes

Fuente Fe Adulta

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