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“Tiempos de gracia”, por Gabriel Mª Otalora

Jueves, 30 de julio de 2020
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Este año se cumplen cuarenta años del asesinato de dos grandes testigos del evangelio en circunstancias trágicas ya que ambos murieron por su fidelidad a Cristo. Me refiero al jesuita Luis Espinal y a Monseñor Óscar Romero, asesinados con una diferencia de tres días; uno en Bolivia y el otro en El Salvador por el único delito de amar a los demás.

Suena extraño explicarlo así, pero una actitud semejante fue la causa del asesinato de Jesús de Nazaret, en este caso por amor extremo, ejemplo al que seguían esos dos seguidores suyos. El amor trinitario del que Bruno Forte afirma que el Padre es el amante, el Hijo el amado y el Espíritu es el encuentro entre ambos en perfecta comunión que la entenderemos cuando veamos a Dios “cara a cara”.

Espinal y Romero murieron por no ser políticamente correctos frente a la injusticia, es decir, por defender al desvalido como a un hermano, por amor. La fiesta del Espíritu Santo y después la Trinidad no se alejan de la Pascua sino que la circunscriben a lo esencial: el amor de Dios al mundo, hoy y aquí, cuando la vida corre peligro por ser fiel al Mensaje frente al ritualismo silente, excluyente, tras un virtuosismo hueco de amor que ignora lo que el Maestro nos enseñó.

Para cambiar las cosas no vale la falsa prudencia, como bien lo saben las personas tocadas por el verdadero amor. La prudencia es virtud mientras que la cobardía es todo lo contrario. Jesús nos habló del reparto de talentos y lo mal que le fue al que recibió uno cuando lo guardó  por su cobardía disfrazada de prudencia y por la falta de confianza. En los poemas del mártir Espinal se recoge bien esta idea: Hemos sido prudentes (en realidad, cobardes) y nos hemos cuidado; pero, ¿para qué? Nuestro único ideal no puede ser llegar a viejos… Y en otro poema refuerza estos pensamientos: Líbranos, Señor, del silencio “prudente” (sic) para no comprometernos. Que nunca tu Iglesia sea Iglesia del silencio que no calla ni ante el guante blanco ni ante las armas.

No queremos una prudencia que nos lleve a la omisión, a ser cristianos mudos, que mientras no les toquen a ellos, se quedan tranquilos aunque se cuartee el mundo. Por reflexiones similares a estas de Luis Espinal llevadas a la práctica, asesinaron a Jesús de Nazaret y a muchos de sus seguidores, Espinal y Romero incluidos. La prudencia es virtud que Jesús supo administrar y de qué manera: habló y calló cuando era necesario, no cuando le vino bien. De hecho, no contemporizó con sus enemigos para mejorar su cada vez más difícil situación personal.

¿Por qué confundimos tantas veces el amor cristiano con una especia de platonismo celestial carente de todo compromiso? ¿O con una actitud comprometida desde una ideología política violenta? Cada vez que actuamos así apelando a Cristo, borramos la esencia de lo que Jesús predicó y de su implicación para salvar especialmente a los más desfavorecidos, precisamente por serlo, implicado como estuvo en que la religión no fuera la excusa perfecta para mantener la injusticia basada en la exclusión, ajena al Dios Amor. No podemos en ensalzar al Dios de Jesús templando gaitas con el poder que utiliza a Dios para perpetuarse, ni ser tampoco los abanderados de medios violentos y cainitas que Jesús rehusó. Por ambas cosas murieron Jesús, Espinal y Romero. No traicionemos el amor cristiano disfrazándolo de luchas de poder o de falta de compromiso, parapetados en ritos que solo se representan a sí mismos.

Tampoco se trata de hacer una Contracruzada, sino de vivir nuestra fe, valientes y firmes, dando testimonio allí donde nos ha tocado; dando ejemplo gracias a la fuerza del Dios Trinidad que insufla sobre lo débil para hacerse fuerte entre nosotros. En medio de este tiempo difícil, Dios empuja fuerte para que descubramos mediante una actitud de escucha humilde una experiencia enteramente nueva en medio del infortunio y las debilidades.

La audacia del amor tiene reglas y sus frutos se recogen tras la puerta estrecha.

Espiritualidad , , , , ,

Un poema: Martirio de San Sebastián

Lunes, 20 de enero de 2020
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pour-un-petitblondinanthonygayton-sebastian-2008
La memoria es confusa.
Imprecisas las crónicas que exaltan
la belleza certera del soldado,
el movimiento lento de su sombra
susurrando silencios a la tierra,
los cabellos oscuros como yeguas
que de noche galopan hacia el frío,
la mirada profunda
como el olvido azul de los océanos,
la boca contenida que se tensa
si la empuja el deseo hacia otra boca,
la ternura severa que los músculos
al amado prometen.
Así lo conocí. Casi desnudo
-la sola salvedad del paño púdico-.
entreabiertos los labios,
abrasados de amor los negros ojos,
las manos sometidas a la soga,
la espalda a la polícroma madera
sobre el diván dorado del retablo.
Tan fácil era entonces
confundir la piedad con la enojosa
certeza del instinto
que bajo el pantalón adolescente
bombeaba la sangre y dilataba
los infantiles límites.
Tan fácil que en el éxtasis devoto
-cansados los sentidos
por el olor a incienso, la luz débil,
el remoto bostezo de las tablas,
el polvo en la saliva, la viscosa
caricia de la cera-
se emboscara
el miedo al repentino amor oscuro
tras el torpe muchacho que yo era.
Violento y encarnado, el dios terreno
reclama el sacrificio cotidiano:
el ósculo sumiso con sabor
a sazón de cerezas, la armadura
desvelando al caer el limpio escudo
del agitado pecho,
las manos consagrando la caricia
sobre el fulgor del sátrapa
-¡qué dulce el Sebastián puesto en escorzo
contra el altar de lino y suaves sedas!-.
Desde su voz de niebla
vaporosa y sutil, el dios de viento
en el alma bizarra del soldado
inscribe la sentencia: el frío eterno,
la muerte en la piel rota, la milicia
celestial de los ángeles sin sexo,
el agua bautismal que lava el cuero
del cordero de dios recién salvado.
Celosas las deidades en combate
preferirán la pérdida
del manjar exquisito del pan tierno
y el vino fementado a la afrentosa
liturgia de la carne y de la sangre
sobre el lecho del otro.
Así lo conocí. Entre los colores
oleosos de las tablas flamencas,
la estofada madera castellana,
los lienzos venecianos
donde la luz endulza el rostro ambiguo
concentrado en el éxtasis
de aplacar el dolor con el deseo.
Sereno el gesto a veces,
dilatada la duda en las pupilas,
violentada la boca hasta el blasfemo
alarido.
O al filo de la ira
cuando la flecha marca el duro torso.
Así lo conocí. Como un espejo
del Callejón del Gato que devuelve
confusas las fronteras y las formas
si sobre el pecho tierno y desbarbado
esos primeros dedos
de aquella noche oscura en aquel coche
como saetas buscan el crujido
de la piel revelándose,
si el temblor en los labios
del aprendiz se frena
cuando un aliento tibio los alumbra,
si el peso de ese cuerpo que se clava
contra el novicio frágil
provoca el llanto al tiempo que lo amansa.
El soldado no duda ni decide;
sólo suave obedece.
Los ángeles entonan
deus tuorum militum, el himno
que ensalza la locura de los mártires;
violentos los arqueros, con canciones
obscenas le recuerdan a la víctima
la sumisión felina a las caricias
del poderoso amante de otro tiempo.
(Sebastián sólo escucha
la voz del propio sueño,
el murmullo del aire
ya extraño a los pulmones,
la vergüenza vencida
bajo la luz del alba de Spalato,
la soledad del hombre
que ansía ya el suplicio,
el líquido dolor que fertiliza
el suelo consagrado
como si en el extremo de los dardos
no habitara la carne,
sino la sangre sola…).
*
***

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Jon Sobrino: “Romero vivió y murió como Jesús de Nazaret”

Jueves, 26 de septiembre de 2019
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MOns. Romero“Proclamó la verdad, fue poseído por ella y la proclamó con pasión”

Lo que sucedió en el Vaticano el 14 de octubre de 2018 – su canonización – fue importante, pero en el lenguaje de los antiguos fue un “accidente”

Termino con las palabras ya citadas por Ignacio Ellacuría: “Con Monseñor Romero Dios ha pasado por El Salvador”. Palabras de mártir a mártir

¿Cuál era entonces el contenido del 14 de octubre? Le preguntaron a un campesino quién era Monseñor Romero, y sin dudarlo respondió: “Monseñor Romero ha dicho la verdad. Nos defendió a los pobres. Y por eso lo mataron”. Es decir, vivió y murió como Jesús de Nazaret

Escribo desde San Salvador, donde ya había vivido durante tres años, desde 1977, cuando Romero fue nombrado arzobispo, hasta su asesinato en 1980. Lo que estoy a punto de decir es algo conocido entre nosotros. En otros lugares, a pesar de aceptar e incluso admirar a Monseñor Romero, el enfoque puede ser diferente, y a menudo lo es.

Creo que personas como Ellacuría -mártir a su vez- o este siervo que soy, pueden añadir algo, a saber, la experiencia personal, directa e inmediata de Monseñor Romero. Durante la misa, Ellacuría dijo: Con Monseñor Romero Dios ha pasado por El Salvador”. No lo dijo por su aguda inteligencia, sino por su contacto real con el arzobispo. Por mi parte, en virtud del contacto personal con él, lo primero que escribí y dije después de su asesinato fue que “Monseñor Romero creía en Dios”.

Lo que sucedió en el Vaticano el 14 de octubre de 2018 – su canonización – fue importante, pero en el lenguaje de los antiguos fue un “accidente”. La “sustancia” era el verdadero Oscar Romero, su acción y su palabra, su total confianza en Dios, su total obediencia a Dios y su total entrega a los pobres y víctimas de este mundo.

No era necesario declararlo santo

En El Salvador, el 24 de marzo de 1980, el día de su asesinato, nadie pensó en términos de canonización, pero mucha gente habló de la excelencia humana, cristiana y arzobispal de Monseñor Romero. Llorando, una campesina dijo: “Mataron al santo”. Pocos días después Don Pedro Casaldáliga escribió: “San Romero de América, nuestro pastor y mártir”. Nadie pensó que sería necesario trabajar en alguna curia para declararlo santo.

No sucedió como en otras ocasiones. Cuando murió José María Escrivá de Balaguer, muchos se apresuraron a obtener su canonización. Cuando murió Madre Teresa de Calcuta, la estima por sus virtudes ya era grande, especialmente por su amorosa parcialidad hacia los que sufren y abandonados, y se esperaba su canonización. Cuando murió el Papa Juan Pablo II, se escuchó el grito “santo de inmediato”.

Nada de esto sucedió después de la muerte de Oscar Romero. Y vale la pena recordar que el mismo día en que fue enterrado el muerto Romero, se vivieron los horrores que había enfrentado el Romero vivo: en la plaza de la catedral llena de personas, estallaron bombas, muchos huyeron en busca de refugio y dejaron allí una montaña formada con cientos de zapatos. El delegado oficial del Papa, Monseñor Corripio, entre otros, pidió que fuera llevado inmediatamente al aeropuerto. Por otro lado, hay una foto en la que se puede ver a seis sacerdotes cargando sobre sus hombros el ataúd de Monseñor Romero, y entre ellos al Padre Ignacio Ellacuría.

el-romero-de-cerezoVayamos a la sustancia. Monseñor Urioste solía repetir que Romero era el salvadoreño más amado por las mayorías oprimidas y el más odiado por las minorías de los opresores.

Proclamó la verdad, fue poseído por ella y la proclamó con pasión

¿Cuál era entonces el contenido del 14 de octubre? Le preguntaron a un campesino quién era Monseñor Romero, y sin dudarlo respondió: “Monseñor Romero ha dicho la verdad. Nos defendió a los pobres. Y por eso lo mataron”. Es decir, vivió y murió como Jesús de Nazaret.

Proclamó la verdad, fue poseído por ella y la proclamó con pasión. Cuando la realidad era positiva para los pobres, Monseñor Romero proclamó la verdad como evangelio -buenas noticias- con alegría y regocijo.

Cuando la realidad era negativa, era miseria, opresión y represión, crueldad, muerte -especialmente para los pobres- Monseñor Romero decía la verdad como una mala noticia, denunciando y desenmascarando, y la decía con dolor. Rico en verdad, Romero fue un evangelizador sincero y un profeta incorruptible.

Como “anunciador de la verdad”, Mons. Romero expresó juicios sobre la realidad, sobre toda la realidad. Dejó que “la realidad tomara la palabra” (Karl Rahner) y tuvo la honestidad de hacer pública la palabra hablada por la realidad misma.

Sobre la base de estos principios Monseñor Romero habló la verdad de una manera sin precedentes en el país, ni antes ni después de él.

romero_01Lo dijo enérgicamente, porque se basaba en el principio esencial y fundamental: “No hay nada tan importante como la vida humana, como la persona humana. Sobre todo, la persona de los pobres y oprimidos” (16 de marzo de 1980). En Puebla le preguntó a Leonardo Boff: “Ustedes los teólogos nos ayudan a defender lo mínimo, que es el don más grande de Dios: la vida”. La proclamó ampliamente, para poder decir “toda” la verdad. Por esta razón su Eucaristía en las misas dominicales en la catedral podía durar una hora y media o más. Lo dijo públicamente, “desde los tejados” como lo pidió Jesús, en la catedral y a través de la estación de radio diocesana YSAX, que fue repetidamente objeto de ataques con bombas y sufrió interferencias. Su última homilía tuvo que ser pronunciada frente a un teléfono conectado a una estación de radio en Costa Rica. La YSAX sigue emitiendo, pero, sin Monseñor Romero, ha perdido el extraordinario valor que tenía. Romero decía la verdad de manera popular, aprendiendo muchas cosas del pueblo, de modo que, sin saberlo, los pobres y los campesinos eran en parte, coautores de sus homilías y de sus cartas pastorales: “Tú y yo escribimos la cuarta carta pastoral” (6 de agosto de 1979); “Tú y yo hacemos esta homilía” (16 de septiembre de 1979). Y formuló frases notables sobre su relación con el pueblo para decir la verdad: “Siento que el pueblo es mi profeta” (8 de julio de 1979); “Hemos hecho una reflexión tan profunda que creo que el obispo siempre tiene mucho que aprender de su pueblo” (9 de septiembre de 1979).

Respetaba y apreciaba la razón

Y fue popular también porque Monseñor Romero respetaba y apreciaba la “razón”, el pensamiento de la gente, de la gente sencilla. Y evitó con éxito la infantilización religiosa, un riesgo siempre presente en el trabajo pastoral.

En América Latina, y ciertamente en El Salvador, creo que un buen número de personas aceptan la “opción por los pobres”. Podemos decir que ya pertenece a la ortodoxia eclesial, con el riesgo de que toda ortodoxia suavice la aspereza y diluya lo fundamental. Sin subestimar las cosas bien dichas sobre los pobres y la pobreza en Puebla, especialmente la impresionante letanía de los rostros de los pobres (n. 32-39), su multitud (n. 29), las causas estructurales de la pobreza y las necesidades de los pobres (n. 30), insisto en una comprensión más precisa de la opción, que aparece en la formulación teológica de Puebla. Dice en el n. 1142 del documento: “Los pobres merecen una atención preferencial, sea cual sea la situación moral o personal en la que se encuentren. Hecho a imagen y semejanza de Dios para ser sus hijos, esta imagen de ellos es borrosa e incluso indignada. Por eso Dios los defiende y los ama”.

Asesinato-arzobispo-Oscar-Romero-marzo_LNCIMA20130628_0300_27Ese campesino había comprendido bien la opción de Monseñor Romero por los pobres: “Nos defendió a los pobres”. No tengo nada más que añadir a este solemne juicio del campesino. Ni al lenguaje que usaba: defendía “nosotros los pobres”, es decir, nosotros “los que somos pobres”. La conclusión es que Monseñor Romero no sólo amó a los pobres y oprimidos del país, sino que también los defendió. Semana tras semana defendió a los pobres y a las víctimas con la verdad que proclamó públicamente en sus homilías. Estimuló la organización popular y la asistencia jurídica para defender a los campesinos y a las víctimas. Cuando la represión se desató, abrió las puertas del seminario central de San José de la Montaña para recibir a los campesinos que huían de Chalatenango, algo que ciertamente molestaba a varios obispos. Leer más…

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El ejemplo arrastra

Sábado, 24 de agosto de 2019
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2FADE50D-11F7-4E1D-97AC-F19CE2B0E32CDel blog de Gabriel María Otalora Punto de Encuentro:

En esta ocasión, quiero traer a los lectores la actitud de Aita Patxi (Padre Francisco de la Pasión), el religioso pasionista que se desvivió por todos, primero con su gente en medio del avance de las tropas golpistas del general Mola y después en los batallones de castigo donde se jugó la vida ayudando a cuantos tenía a su alrededor, de un bando y otro, muchas veces siendo tratado como un animal por quienes decían pelear desde la “fe verdadera”. Y en medio de semejante zozobra, ocurrió un hecho no muy divulgado, con Aita Patxi como protagonista y que nos debiera centrar nuestra fe en lo esencial.

Ocurrió que un preso asturiano no católico se fugó del campo de trabajos forzosos franquista, pero fue detenido en una localidad vecina. Sin demasiados trámites, fue condenado a muerte. Estaba casado y tenía varios hijos. Enterado Aita Patxi como compañero de cautiverio que era, quiso librarle de la muerte; se dirigió al sargento encargado de su custodia y le pidió ser fusilado en su lugar. El militar acudió confundido a su comandante y se lo contó. Debió también impresionarse el comandante al oír a su sargento, pues, según cuenta el historiador y benedictino, Hilari Rager, el comandante le transmitió lo siguiente: “Por usted le perdonamos la vida al asturiano. No morirá”. 

Fue en el mes de julio de 1937, en San Pedro de Cardeña. Serían las 10 de la noche. Aita Patxi, conducido por cuatro soldados, armados con casco y bayoneta calada, vino a la enfermería a despedirse de sus compañeros de cautiverio: “Zeruarte! (“¡Hasta el cielo”!), les dijo. Y esto es lo que cuenta el propio comandante del centro de castigo burgalés: “cuando se fugó un prisionero, resulta que se me presenta el P. Francisco, también prisionero del mismo campo y, arrodillándose ante mí, me dice: señor comandante, quiero pedirle un favor, quiero que perdonen a Esteban Plágaro y me fusilen a mí. Yo quiero morir en su lugar, porque ese hombre tiene hijos y es pena que esos pobres niños se queden sin padre. No supe qué responder ante aquella petición tan extraña, prosigue el comandante. Después de reflexionar un rato, le dije: ya lo consultaré con la Junta de Guerra de Burgos y, si ellos están conformes, le concederemos la gracia. El religioso me dio las gracias y se alejó sonriente.”

Entonces se le ocurrió al comandante poner a prueba la sinceridad del religioso vasco: le llamó donde se iba a cumplir la sentencia, con el piquete que le iba a ejecutar. Allí se presentó él inmediatamente. “Padre Francisco, le dije, la Junta de Burgos ha aceptado que Vd. muera en lugar de Plágaro. Entonces él me dio las gracias y estuvo un ratito recogido, como en preparación para morir, y me contestó: ¡Ya estoy!”

“Se colocó enfrente del pelotón de soldados, que estaban preparados para cumplir la sentencia. Di al piquete orden de estar listos para disparar. Al P. Francisco se le veía sonriente y feliz para morir en lugar del condenado. Yo no pude contener la emoción y las lágrimas y le dije: Padre, ¡retírese!” Numerosas personas, testigos directos e indirectos del suceso, lo han relatado igual. El suceso impresionó mucho a cuantos lo presenciaron aunque el gesto heroico de Aita Patxi tuvo un triste final, pues el asturiano fue fusilado aquella madrugada…

Ante la orfandad actual de modelos éticos, que parece que no se llevan, la memoria histórica, además de dignificar a las víctimas, debe movernos como cristianos a bucear biografías y personas para quienes la convivencia no era un mero sentimiento, sino una acción. Este religioso pasionista nos demuestra hasta qué punto es importante recuperar ciertos testimonios, valorarlos y hacerlos nuestros con la vista puesta en lo esencial.

Hilari Rager resalta que la máxima muestra de la caridad de Aita Patxi al ser dos las ocasiones que se ofreció para reemplazar a quienes iban a ser fusilados, como hizo San Maximiliano Kolbe en un campo de concentración nazi unos cuantos años antes, siendo mucho más conocido.

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Maximiliano María Kolbe, un corazón donado…

Miércoles, 14 de agosto de 2019
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Hoy recordamos, en su festividad, a este ejemplo de entrega sin límites…

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Nació en Polonia en 1894. A los 13 años entró en los menores conventuales. Una vez terminados sus estudios filosóficos y teológicos en Roma, instituyó en ella la «Milicia de la Inmaculada», en 1917. Tras ser ordenado sacerdote en 1927, fundó en su patria la «Ciudad de la Inmaculada», centro de vida espiritual y de actividad editorial. Ejerció como misionero en Japón y volvió a Polonia en 1936, donde prosiguió su intensa obra de apostolado. Durante la Segunda Guerra Mundial fue deportado al campo de concentración de Auschwitz, donde murió al ofrecer su vida por la de un compañero de prisión, el 14 de agosto de 1941. Fue beatificado por Pablo VI en 1971 y canonizado con el título de mártir por Juan Pablo II en 1 982.

*

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***

En todos los continentes, o casi, es conocida y notoria la figura de san Maximiliano María Kolbe. Y quien ha recibido el don de acercarse a él, queda profundamente conquistado por el santo. Porque se quedará tan presente en su propia vida, que sentirá la necesidad de invocarlo, imitarlo y enamorarse de su poliédrica figura de hombre, sacerdote, religioso, apóstol y mártir.

«Sólo el amor crea», había repetido miles y miles de veces el padre Kolbe durante su vida. «Sólo el amor crea», cantaban las obras que iba ideando y concretando una tras otra, a fin de llevar la vida de la verdad a cada hombre con la imprenta; para llevar las ondas de la vida a cada casa por medio de la radio; para dar un signo de la vida eterna a través de las esculturas y las pinturas de los hermanos. Y en sus largos viajes no perdía la ocasión de acercarse al ateo, al masón, al judío, al incrédulo, al cristiano adormecido en su fe, para que el nuevo destello de la vida iluminara el camino que lleva a la salvación.

«Sólo el amor crea», ha ido repitiendo el papa «venido de lejos », cada vez que se detiene a hablar de este hombre: el hombre de nuestro tiempo, el hombre de la magna y profunda herencia.  La herencia espiritual de san Maximiliano María Kolbe no tiene límites. La consagración total a la Inmaculada con propósitos apostólicos, que él vivía y promovía, es y debe ser una verdadera espiritualidad. Indudablemente, es una herencia muy comprometedora, porque se trata de imitar a aquel que nos la ha dejado. A saber: se trata no de tener «algo» de él (posibles reliquias, algún autógrafo, su biografía, etc.), sino de poseer su espíritu, porque de los santos queda sobre todo lo que han hecho, actuando según la voluntad de Dios. Recoger su herencia significa permitir a Dios que obre en nosotros como obró en ellos. Como obró en san Maximiliano María Kolbe y en muchos de sus seguidores

*

(L. Faccenda [ed.], «Un cuore donato. San Massimiliano María Kolbe», suplemento a Milizia Mariana 4 [1994] 11; 51ss; 75).

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“Inés dejó escrito que si moría en África la enterrasen allí”: La familia de la monja degollada en Centroáfrica relata los últimos momentos de su vida

Viernes, 24 de mayo de 2019
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D7PUT_RXkAAXGLmGana fuerza la tesis del asesinato tras un robo por parte de saqueadores

Arzobispo de Pamplona: “Son nuestros mártires”

“Hasta las diez de la noche no la localizan, lo hacen en la selva, a poca distancia de su casa, escondida entre los matorrales”

Juan José Aguirre: “La violencia no se termina con la muerte de Inés, llevamos dos o tres años perdiendo a demasiada gente”

Una misionera española, decapitada en República Centroafricana

Un crimen ritual o un acto de delincuencia común, posibles causas del asesinato de Inés Nieves Sancho

El Papa reza por la hermana Inés, “educadora de niñas pobres, asesinada en el lugar donde enseñaba a crecer a las chicas”

Jesús Bastante /Ep

Sor Inés (nombre adoptado por Blanca Nieves Sancho al profesar) fue asesinada por un grupo de saqueadores que asaltaron su casa. Al menos, esta es la tesis de su hermano, Juan Antonio Sancho, que defiende que “dejó escrito que si moría en África la enterrasen allí”.

En declaraciones a El Mundo, Sancho rescata algunos de los últimos momentos de la religiosa: “Nieves había ido muy temprano a preparar la eucaristía. Después, como todos los domingos, comen en grupo tras la santa misa; cada uno pone lo que puede llevar o tiene. Por la tarde había quedado en ayudar a una familia a cargar unos enseres en un vehículo. Al finalizar la comida dijo que se retiraba para descansar un rato en su casa, que dista como un kilómetro de allí. A partir de ahí, se desconoce qué pasó”.

Sobre las cinco de la tarde, el hombre que vive al lado de ella encontró el interior de la casa de Nieves totalmente revuelto. “Comenzó a buscarla en los alrededores. En la parte de atrás tenían un huerto y animales, que parece que han desaparecido. Al no encontrarla, fue al centro de la población y vio a la familia con la que Nieves había quedado”, relata su hermano.

“En vista de que no aparecía se organizaron patrullas en el pueblo. Hasta las diez de la noche no la localizan, lo hacen en la selva, a poca distancia de su casa, escondida entre los matorrales”.

“No sabemos si al llegar a su casa se encontró a gente robando y se escondió… Es lo que suelen hacer cuando hay un grupo de saqueadores, algo habitual en la zona, tienen sitios en la selva donde se esconden, dejan pasar el problema y vuelven a su casa. O bien se topó con ellos dentro de su casa”, cuenta Sancho.

Su hermana fue enterrada en Berbérati, a 150 km de Nola, pues su deseo era “morir y enterrarse en África”.. Así lo dejó por escrito, y así lo comentó a la familia: “Cuando estuvimos con ella en julio en Toulouse nos dijo que su vida aquí realmente no tenía sentido”.

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Por su parte, el director de Obras Misionales Pontificias (OMP) en España, José María Calderón, ha expresado se “dolor” y “tristeza” tras la muerte de la misionera española Inés Nives Sancho, de 77 años, quien ha sido decapitada en República Centroafricana, al tiempo que ha destacado “la grandeza de una vida entregada”.

“Hay hombres y mujeres que nadie conoce y están trabajando por hacer el bien, pasan desapercibidos a los ojos de esta sociedad y entregan su vida día a día por un amor que es Cristo, por un amor que es la Iglesia, y el pueblo al que ellos han ido a servir. Y, ahora, con este dolor y sufrimiento se reconoce lo que están haciendo y se descubre la dignidad y la grandeza de una vida entregada”

, ha señalado en declaraciones a Europa Press.

A su juicio, este tipo de personas hacen que el resto “descubra” cuáles son “los valores verdaderos de la vida, la razón última para la que el hombre esta aquí en la vida”. Así, aunque la muerte de la misionera es una noticia tristísima”, sostiene que “hace descubrir que la vida tiene sentido, mucho valor y que la entrega va a dar muchos frutos”.

Calderón, que ha recordado que en lo que va de año ya son tres los misioneros españoles asesinado, ha explicado que esta mañana, durante un encuentro organizado por la Comisión Episcopal de Misiones y Cooperación entre las Iglesias y Obras Misionales Pontificias, durante la celebración de la eucaristía han recordado a la misiones. “Es terrible, pero a la vez es la vida que ella eligió para entregarla del todo”, ha recalcado.

Al encuentro ha asistido también el Arzobispo de Pamplona, Obispo de Tudela y presidente de la C. E. de Misiones y Cooperación entre las Iglesias, Francisco Pérez, quien ha destacado que “trabajó dispuesta siempre a dar la vida” ya que esa es “la labor de los misioneros“.

“Están allí por verdadero amor a Jesucristo”, ha dicho. Según ha defendido, la misionera “ha dado su vida, porque estaba allí tratando de ayudar a los mas pobres y desfavorecidos”.

“El odio no entra en la vida del misionero, la respuesta nuestra siempre es de perdón. Por ello estoy seguro de que ella habrá dicho ‘perdónales porque no saben lo que hacen”, ha agregado respecto a su asesinato, recordando que muchos misioneros sufren persecución y maltrato.Son nuestros mártires, y la sangre de mártires es semilla para nuevos cristianos”, ha remarcado.

“Estamos muy dolidos porque se sufre cuando pasa una cosa de estas, pero también orgullosos porque mueren perdonando, y esa es la gran labor de la paz: sin perdón no hay paz”

El Presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez mostró suss condolencias:

Fuente Religión Digital

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Estamos de enhorabuena, Cristianos Gays cumple 10 años

Sábado, 19 de enero de 2019
Comentarios desactivados en Estamos de enhorabuena, Cristianos Gays cumple 10 años

Era un 19 de enero del año 2009 cuando iniciábamos esta aventura… y lo hacíamos explicando el por qué y para qué

En estos diez años, han ocurrido muchas cosas, desde los dos hackeos por los intolerantes con la desaparición de buena parte de los post y archivos, la muerte de quien construyó su formato y seguimiento… pero también el encuentro con tantos y tantos amigos y amigas que han ido construyendo comunidades inclusivas que aspiran a peregrinae en este mundo hacia la consecución del Reino de Dios… Un espacio donde podamos encontrarnos y continuar esta lucha contra la Intolerancia, y la Homofobia y hacer posible que este mundo y las distintas confesiones religiosas en particular, sean espacios abiertos e inclusivos.

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Desde entonces y hasta ayer,  3.155.280 personas han entrado en el blog, en 3.819.422 sesiones y han ojeado 5.682.723 páginas… Toda una alegría que agradecemos… En estos momentos estamos en fase de renovación y a la espera de disponer de nuevo del Foro de encuentro. Os pedimos un poco de paciencia

***

Pero hoy, víspera de San Sebastián, santo al que nos encomendamos desde el principio, traemos su recuerdo y compañía en este camino…

anthonygayton-sebastian.2008

 

La memoria es confusa.
Imprecisas las crónicas que exaltan
la belleza certera del soldado,
el movimiento lento de su sombra
susurrando silencios a la tierra,
los cabellos oscuros como yeguas
que de noche galopan hacia el frío,
la mirada profunda
como el olvido azul de los océanos,
la boca contenida que se tensa
si la empuja el deseo hacia otra boca,
la ternura severa que los músculos
al amado prometen.
Así lo conocí. Casi desnudo
-la sola salvedad del paño púdico-.
entreabiertos los labios,
abrasados de amor los negros ojos,
las manos sometidas a la soga,
la espalda a la polícroma madera
sobre el diván dorado del retablo.
Tan fácil era entonces
confundir la piedad con la enojosa
certeza del instinto
que bajo el pantalón adolescente
bombeaba la sangre y dilataba
los infantiles límites.
Tan fácil que en el éxtasis devoto
-cansados los sentidos
por el olor a incienso, la luz débil,
el remoto bostezo de las tablas,
el polvo en la saliva, la viscosa
caricia de la cera-
se emboscara
el miedo al repentino amor oscuro
tras el torpe muchacho que yo era.
Violento y encarnado, el dios terreno
reclama el sacrificio cotidiano:
el ósculo sumiso con sabor
a sazón de cerezas, la armadura
desvelando al caer el limpio escudo
del agitado pecho,
las manos consagrando la caricia
sobre el fulgor del sátrapa
-¡qué dulce el Sebastián puesto en escorzo
contra el altar de lino y suaves sedas!-.
Desde su voz de niebla
vaporosa y sutil, el dios de viento
en el alma bizarra del soldado
inscribe la sentencia: el frío eterno,
la muerte en la piel rota, la milicia
celestial de los ángeles sin sexo,
el agua bautismal que lava el cuero
del cordero de dios recién salvado.
Celosas las deidades en combate
preferirán la pérdida
del manjar exquisito del pan tierno
y el vino fementado a la afrentosa
liturgia de la carne y de la sangre
sobre el lecho del otro.
Así lo conocí. Entre los colores
oleosos de las tablas flamencas,
la estofada madera castellana,
los lienzos venecianos
donde la luz endulza el rostro ambiguo
concentrado en el éxtasis
de aplacar el dolor con el deseo.
Sereno el gesto a veces,
dilatada la duda en las pupilas,
violentada la boca hasta el blasfemo
alarido.
O al filo de la ira
cuando la flecha marca el duro torso.
Así lo conocí. Como un espejo
del Callejón del Gato que devuelve
confusas las fronteras y las formas
si sobre el pecho tierno y desbarbado
esos primeros dedos
de aquella noche oscura en aquel coche
como saetas buscan el crujido
de la piel revelándose,
si el temblor en los labios
del aprendiz se frena
cuando un aliento tibio los alumbra,
si el peso de ese cuerpo que se clava
contra el novicio frágil
provoca el llanto al tiempo que lo amansa.
El soldado no duda ni decide;
sólo suave obedece.
Los ángeles entonan
deus tuorum militum, el himno
que ensalza la locura de los mártires;
violentos los arqueros, con canciones
obscenas le recuerdan a la víctima
la sumisión felina a las caricias
del poderoso amante de otro tiempo.
(Sebastián sólo escucha
la voz del propio sueño,
el murmullo del aire
ya extraño a los pulmones,
la vergüenza vencida
bajo la luz del alba de Spalato,
la soledad del hombre
que ansía ya el suplicio,
el líquido dolor que fertiliza
el suelo consagrado
como si en el extremo de los dardos
no habitara la carne,
sino la sangre sola…).
*
***
sebastian***

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:

No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No, temed al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo. ¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo; no hay comparación entre vosotros y los gorriones.

Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo

*

Mateo 10, 28-33

*

Oración

Padre todo misericordioso, que concediste al mártir San Sebastián pelear el combate de la fe hasta el derramamiento de su sangre; te rogamos que su intercesión nos ayude a soportar por tu amor la adversidad y a caminar con valentía hacia ti, fuente de toda vida. Por nuestro Señor Jesucristo…

***

Paz y Bien,

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De un “A-DIOS” a un “EN-DIOS”

Martes, 11 de diciembre de 2018
Comentarios desactivados en De un “A-DIOS” a un “EN-DIOS”

tibherine8 de diciembre de 2018, beatificación de los 7 monjes de Tibhirine (Argelia)

Guillermo Oroz Aragón; Mari paz López Santos
Navarra; Madrid

ECLESALIA, 07/12/18.- ¡Ven, asómate, celebra con nosotros! El 8 de diciembre serán beatificados los siete monjes cistercienses de la comunidad de Tibhirine (Argelia, 1996).

Su historia se difundió por los medios a nivel mundial en el 2010 a través de la película “DE DIOSES Y HOMBRES”, y nos acercó a los sucesos que marcaban el día a día en Argelia a mediados de los años 90, y a la vida de aquella comunidad monástica junto a sus vecinos musulmanes en medio de la violencia que se había desatado.

Los monjes contemplativos viven en el silencio y habitualmente sus vidas están muy lejos de quienes vivimos en medio del mundo. ¿Qué nos ha dejado aquella pequeña comunidad de monjes cristianos inmersa en un país musulmán?

Nos han donado un testimonio de Amor que ahora se hace universal. Amor por encima de dificultades, hostilidades, injusticias, despropósitos y violencia. Un Amor que se expande en el Tiempo, con mayúsculas, porque ese Amor ni caduca ni tiene fin.

Nos han entregado el testigo para ser mensajeros de su opción personal y comunitaria, discernida durante tres largos años, hasta llegar a la comprensión común de no abandonar esa tierra y las gentes a las que amaban.

Eligieron permanecer junto a sus vecinos musulmanes compartiendo vida y riesgo. No deseaban la muerte, eso hubiera sido patológico, pero la encontraron junto con otros que también van a ser beatificados, y muchos más (imanes, creyentes musulmanes, trabajadores extranjeros, periodistas, etc.) que nos han dejado sembradas semillas de paz en el complicado mundo en que vivimos.

Ahora nuestra responsabilidad es cuidar, regando y abonando, esas semillas para que crezcan como plantas fuertes que produzcan frutos de amor, paz, solidaridad y alegría en una humanidad sufriente y secuestrada por rivalidades e intereses que causan tanta desolación.

Vivimos en el mundo en que vivimos. Ese es uno de los mensajes más inmediatos que la comunidad de monjes de Tibhirine nos da. No hay escapatoria, no hay huida. Nunca la hubo. Ni entre los muros de un monasterio en el desierto. Porque no debe haberla. Porque Dios no nos quiere huyendo. Porque el amor no huye.

Y el mundo en que vivimos es un mundo en que la Mentira campa a sus anchas, fomentada por poderosísimos intereses y amplificada por cuasi todopoderosos medios de masas. Arrinconada, torturada, asesinada la Verdad. Así en el mismo Cristo; así también en Tibhirine.

Por eso no hemos de permitir -y ése quiere ser nuestro pequeño granito de arena- que la mentira hinque sus fauces en la historia de nuestros hermanos monjes. No hemos de permitir que nadie siembre semillas de destrucción, de confrontación, de división, de odio. Que nadie cuente, desde la sangre de los monjes, otra historia que no sea su verdadera historia de amor, de perdón, de reconciliación, de unidad, más allá de todas las barreras que nos ponemos unos a otros, más allá de todas las fronteras que dibujamos entre nosotros mismos, más allá de toda apariencia y de toda falsedad. Y más allá de todo riesgo, hasta ofrecer la vida por los que amas.

Antes de recurrir al Testamento que nos dejaron, salido del corazón y de la pluma de Christian, prior de la comunidad de Tibhirine, escrito tres años antes de su muerte, creemos imprescindible destacar dos nombres que llevan asociadas dos historias: Mohamed y Ribât- es-Salâm. Historias que ayudarán a comprender más profundamente la vida y mensaje de aquella comunidad: el amor es más fuerte que la muerte, nos gritan a siete voces. Esta es la propuesta que nos hacen para que la hagamos nuestra. ¿Nos atreveremos? Ellos sí se atrevieron. Para el Amor, para Dios, todo es único, irrepetible. El amor sólo conoce nombres propios. “Yo hago nuevas todas las cosas” (Ap 21, 5-6).

Christian, que vivió algunos años en Argelia en su niñez, decía: “Por primera vez, vi hombres rezando de manera diferente a mis padres.(…) Tengo un profundo reconocimiento hacia mi madre que nos enseñó, a mí y a mis hermanos, el respeto a los gestos y a la rectitud de la oración musulmana.(1)

Volvió en su juventud, durante la guerra de Argelia y “creará lazos de amistad con el guardia campestre de la ciudad, Mohamed, ‘un hombre maduro y profundamente religioso (…) Un día mientras los dos amigos paseaban y conversaban acerca de la oración, los nacionalistas argelinos quisieron poner fin a la vida del subteniente francés (Christian). En ese momento el guarda campestre se interpuso y salvo la vida de Christian. Dos o tres día más tarde, el guardia fue encontrado degollado cerca del pozo. Christian quedará marcado para siempre por este episodio que le reveló cómo un musulmán puede vivir el ‘único mandamiento”, dando su vida por amor a otro: ‘En la sangre de este amigo, supe que mi llamada a seguir a Cristo debería vivirla, tarde o temprano, en el país mismo donde me había sido dada la muestra más grande amor’. (2)

La sangre de Mohamed colmó la medida de la sangre de Christian. Las dos fueron vertidas en la misma copa, en el mismo cáliz. La historia de Mohamed completa la historia de Christian. El amor de Mohamed es el mismo amor que el amor de Christian.

La sangre y la vida de Mohamed irán para siempre unida a la sangre y la vida de Christian. Hasta el punto final del martirio.

“Dar la vida por los demás” (Jn 15,13) está escrito, está dicho. Es lo que hizo Mohamed y lo que hicieron los monjes de Tibhirine. Es la cosecha que recogió, en sus manos amorosas, el Padre de todos los hombres.

Por eso, porque es justo, porque es lo que quieren Christian y los demás desde la Luz, recordamos, con el corazón y la fe, a los monjes del Atlas. Junto a ellos, apoyado en el hombro del prior, reconocemos a un anciano musulmán cuyo nombre es Mohamed y cuya sangre fue derramada por su amigo Christian. La prueba más grande de amor. No deberíamos olvidarlo nunca.

El otro nombre es Ribât-es-Salam, que significa Vínculo de la Paz, un grupo de cristianos y musulmanes que inició su andadura en marzo de 1979 y que se reunían periódicamente en el monasterio de Tibhirine con el objetivo de orar juntos:

“Nuestros hermanos Alawiyines (…) ya nos habían dicho: ‘No queremos comprometernos con ustedes en una discusión dogmática. En el dogma o la teología, hay muchas barreras que está hechas por el hombre. Nosotros nos sentimos llamados a la unidad. Deseamos dejar que Dios cree cosas nuevas entre nosotros. Esto se puede hacer sólo con la oración. Por eso hemos querido este encuentro de oración con vosotros”.

Descubrir y descifrar “los signos de Dios, en el “horizonte” de los mundos y los corazones, simplemente ubicándonos en la escucha y en la escuela del otro, musulmán en este caso” (3).

Ribât es-Salam fue el ideal de paz y oración, (“somos orantes en medio de un pueblo de orantes” decía Christian) desde el que los monjes quisieron fundar un nuevo modo de convivir y relacionarse unos con otros, musulmanes y cristianos. Christian tenía costumbre de hacer lectio divina también desde el Corán, y dejó consignado que había tenido experiencia de la Palabra de Dios entre las palabras del Corán.

Mientras muchos empuñan las armas, ayer como hoy, e invocan lo que nos divide, aquellos monjes y aquellos creyentes musulmanes apostaron por invocar el amor, la oración y la paz, que nos une a todos. Apuesta firme, apuesta hasta las últimas. Somos soldados derrotados de una Causa invencible.

Cuando nuestro corazón dude, cuando los altavoces de propaganda de la Mentira llenen nuestras mentes de imágenes y gritos inhumanos, recordemos a los hermanos del Atlas. Recordemos Ribât es-Salam, el vínculo de paz. Recordemos que la apuesta de Jesús fue la paz y el amor que nos conducen a Dios. “Mi paz os dejo, mi paz os doy”(Jn 14, 27)

Tres miembros de Ribât también murieron violentamente en aquellos años y serán beatificados el 8 de diciembre: Henri, hermano marista (+8 mayo 1994); Christian, misionero padre blanco (+27 diciembre 1994) y Odette, hermana del Sagrado Corazón (+10 noviembre 1995). (4)

Libros, artículos, poemas, documentales, fotos, pinturas, esculturas, una gran película… nos han permitido adentrarnos en quienes fueron aquellos monjes que, durante casi tres años -desde que el 24 de diciembre de 1993 fueron sobresaltados por un grupo armado que asaltó el monasterio hasta la noche de su secuestro el 28 de marzo de 1996 -discernieron, personal y comunitariamente y eligieron, apoyados unos y otros en la oración y la confianza en Dios, quedarse en Tibhirine junto a sus vecinos musulmanes.

Podríamos seguir escribiendo, dando datos, animando saber, compartiendo lo que para nosotros fue el descubrimiento de nuestros hnos. monjes de Tibhirine… ¡déjalo, no te entretengas más! ¡Id directos a saborear la fruta que ya era antes de que talaran los árboles: el Testamento de Christian de Chergé, prior de la comunidad y regalo para la posteridad de la comunidad de Tibhirine.

“Cuando un A-Dios se vislumbra…” ¡Sigue, adéntrate en clave de silencio y oración, y contempla “el testimonio de entendimiento y entrega, que aúna las muertes no arrebatadas sino donadas; aúna todos los perdones concedidos antes de ser infringido el daño; previene del peligro de culpabilizar –por extensión- a todo un pueblo, a un grupo, a un país; da testimonio de la visión del pecador más allá de su pecado (amigo del último instante”). Sus palabras son el último gemido de tantos mártires anónimos de Argelia, del mundo y de la historia de todas las religiones” (5).

Y cuando digas con ellos al final del Testamento: ¡AMEN! IN SHALLAH!, habrás comprendido como se pasa de un “A-Dios” a un “En-Dios”.

Gracias a Christian, Christophe, Luc, Celestin, Paul, Michel y Bruno, monjes cistercienses de Tibhirine y a todos los que también dieron su vida y juntos son beatificados: Henri (Marista), Hélene (Pequeñas Hermanas de la Asunción), Esther y Caridad (españolas, Agustinas Misioneras); Jean, Alain, Charles y Christian (Misioneros Padres Blancos); Angéle Marie y Bibiane (Hnas. N. S. de los Apóstoles); Odette (Pequeñas Hnas. Sagrado Corazón de Charles de Foucauld); y Mons. Pierre Claverie (Dominico y obispo de Orán)  (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

  1. LA ESPERANZA INVENCIBLE – Escritos esenciales del monje mártir de Argelia, Christian de Chergé (Ed. Lumen, pág. 12)
  2. Íd. (Págs. 12-13)
  3. Íd. (Pág. 120)
  4. Íd. (Pág. 145)
  5. Mari Paz López Santos (web Familia Cisterciense, 2003)

monjes-tibhirine-nombres1

TESTAMENTO de Christian de Chergé
Prior del monasterio de Tibhirine (Argelia)
Abierto el domingo de Pentecostés, 25 de mayo de 1996

Cuando un A-Dios se vislumbra…

Si me sucediera un día –y ese día podría ser hoy–
ser víctima del terrorismo que parece querer abarcar en este momento
a todos los extranjeros que viven en Argelia,
yo quisiera que mi comunidad, mi Iglesia, mi familia,
recuerden que mi vida estaba ENTREGADA a Dios y a este país.
Que ellos acepten que el Único Maestro de toda vida
no podría permanecer ajeno a esta partida brutal.
Que recen por mí.
¿Cómo podría yo ser hallado digno de tal ofrenda?
Que sepan asociar esta muerte a tantas otras tan violentas
y abandonadas en la indiferencia del anonimato.
Mi vida no tiene más valor que otra vida.
Tampoco tiene menos.
En todo caso, no tiene la inocencia de la infancia.
He vivido bastante como para saberme cómplice del mal
que parece, desgraciadamente, prevalecer en el mundo,
inclusive del que podría golpearme ciegamente.
Desearía, llegado el momento, tener ese instante de lucidez
que me permita pedir el perdón de Dios
y el de mis hermanos los hombres,
y perdonar, al mismo tiempo, de todo corazón, a quien me hubiera herido.
Yo no podría desear una muerte semejante.
Me parece importante proclamarlo.
En efecto, no veo cómo podría alegrarme
que este pueblo al que yo amo sea acusado, sin distinción, de mi asesinato.
Sería pagar muy caro lo que se llamará, quizás, la “gracia del martirio”
debérsela a un argelino, quienquiera que sea,
sobre todo si él dice actuar en fidelidad a lo que él cree ser el Islam.
Conozco el desprecio con que se ha podido rodear a los argelinos tomados globalmente.
Conozco también las caricaturas del Islam fomentadas por un cierto islamismo.
Es demasiado fácil creerse con la conciencia tranquila
identificando este camino religioso con los integrismos de sus extremistas.
Argelia y el Islam, para mí son otra cosa, es un cuerpo y un alma.
Lo he proclamado bastante, creo, conociendo bien todo lo que de ellos he recibido,
encontrando muy a menudo en ellos el hilo conductor del Evangelio
que aprendí sobre las rodillas de mi madre, mi primerísima Iglesia,
precisamente en Argelia y, ya desde entonces, en el respeto de los creyentes musulmanes.
Mi muerte, evidentemente, parecerá dar la razón
a los que me han tratado, a la ligera, de ingenuo o de idealista:
“¡qué diga ahora lo que piensa de esto!”
Pero estos tienen que saber que por fin será liberada mi más punzante curiosidad.
Entonces podré, si Dios así lo quiere,
hundir mi mirada en la del Padre
para contemplar con El a Sus hijos del Islam
tal como El los ve, enteramente iluminados por la gloria de Cristo,
frutos de Su Pasión, inundados por el Don del Espíritu,
cuyo gozo secreto será siempre, el de establecer la comunión
y restablecer la semejanza, jugando con las diferencias.
Por esta vida perdida, totalmente mía y totalmente de ellos,
doy gracias a Dios que parece haberla querido enteramente
para este GOZO, contra y a pesar de todo.
En este GRACIAS en el que está todo dicho, de ahora en más, sobre mi vida,
yo os incluyo, por supuesto, amigos de ayer y de hoy,
y a vosotros, amigos de aquí,
junto a mi madre y mi padre, mis hermanas y hermanos y los suyos,
¡el céntuplo concedido, como fue prometido!
Y a ti también, amigo del último instante, que no habrás sabido lo que hacías.
Sí, para ti también quiero este GRACIAS, y este “A-DIOS” en cuyo rostro te contemplo.
Y que nos sea concedido reencontrarnos como ladrones felices
en el paraíso, si así lo quiere Dios, Padre nuestro, tuyo y mío.
¡AMEN! IN SHALLAH!

 Argel, 1 de diciembre de 1993
Tibhirine, 1 de enero de 1994

Christian.+

monjes-tibhirine-amigos-facebook-grupo

En Facebook: AMIGOS DE LOS MONJES DE TIBHIRINE

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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Maximiliano María Kolbe, un corazón donado…

Martes, 14 de agosto de 2018
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Hoy recordamos, en su festividad, a este ejemplo de entrega sin límites…

kolbe

Nació en Polonia en 1894. A los 13 años entró en los menores conventuales. Una vez terminados sus estudios filosóficos y teológicos en Roma, instituyó en ella la «Milicia de la Inmaculada», en 1917. Tras ser ordenado sacerdote en 1927, fundó en su patria la «Ciudad de la Inmaculada», centro de vida espiritual y de actividad editorial. Ejerció como misionero en Japón y volvió a Polonia en 1936, donde prosiguió su intensa obra de apostolado. Durante la Segunda Guerra Mundial fue deportado al campo de concentración de Auschwitz, donde murió al ofrecer su vida por la de un compañero de prisión, el 14 de agosto de 1941. Fue beatificado por Pablo VI en 1971 y canonizado con el título de mártir por Juan Pablo II en 1 982.

*

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***

En todos los continentes, o casi, es conocida y notoria la figura de san Maximiliano María Kolbe. Y quien ha recibido el don de acercarse a él, queda profundamente conquistado por el santo. Porque se quedará tan presente en su propia vida, que sentirá la necesidad de invocarlo, imitarlo y enamorarse de su poliédrica figura de hombre, sacerdote, religioso, apóstol y mártir.

«Sólo el amor crea», había repetido miles y miles de veces el padre Kolbe durante su vida. «Sólo el amor crea», cantaban las obras que iba ideando y concretando una tras otra, a fin de llevar la vida de la verdad a cada hombre con la imprenta; para llevar las ondas de la vida a cada casa por medio de la radio; para dar un signo de la vida eterna a través de las esculturas y las pinturas de los hermanos. Y en sus largos viajes no perdía la ocasión de acercarse al ateo, al masón, al judío, al incrédulo, al cristiano adormecido en su fe, para que el nuevo destello de la vida iluminara el camino que lleva a la salvación.

«Sólo el amor crea», ha ido repitiendo el papa «venido de lejos », cada vez que se detiene a hablar de este hombre: el hombre de nuestro tiempo, el hombre de la magna y profunda herencia.  La herencia espiritual de san Maximiliano María Kolbe no tiene límites. La consagración total a la Inmaculada con propósitos apostólicos, que él vivía y promovía, es y debe ser una verdadera espiritualidad. Indudablemente, es una herencia muy comprometedora, porque se trata de imitar a aquel que nos la ha dejado. A saber: se trata no de tener «algo» de él (posibles reliquias, algún autógrafo, su biografía, etc.), sino de poseer su espíritu, porque de los santos queda sobre todo lo que han hecho, actuando según la voluntad de Dios. Recoger su herencia significa permitir a Dios que obre en nosotros como obró en ellos. Como obró en san Maximiliano María Kolbe y en muchos de sus seguidores

*

(L. Faccenda [ed.], «Un cuore donato. San Massimiliano María Kolbe», suplemento a Milizia Mariana 4 [1994] 11; 51ss; 75).

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Contando las noches y los días

Sábado, 9 de junio de 2018
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tibherine21 de mayo, XXII Aniversario de la muerte de los monjes de Tibhirine

Mari Paz López Santos
Madrid.

ECLESALIA, 21/05/18.- … Marzo 26, 27, 28, 29, 30, treinta y uno, 1, 2, 3, 4, 5, 6, siete, 8, 9, 10, 11, 12, 13,  catorce, 15, 16, 17, 18, 19,20, veintiuno, 22, 23, 24, 25, 25, 27, veintiocho, 29, 30, 1, 2, 3, 4, cinco, 6, 7, 8, 9, 10, 11, doce, 13, 14, 15, 16, 17, 18, diecinueve, 20,  Mayo 21+

… 6ª y 7ª Semana de Cuaresma, Semana Santa, Octava de Pascua, 2ª, 3ª, 4ª, 5ª, 6ª,  martes+ de la 7ª Semana de Pascua.

… 56 días de la primavera de 1996

La noche del 26 al 27 de marzo de 1996 fueron secuestrados siete monjes cistercienses del monasterio de Tibhirine (Argelia). Retenidos cincuenta y seis días y asesinados el 21 de mayo del mismo año.

“La lámpara del Sagrario de nuestra capilla de Tibhirine se apagó en esa triste noche del 26 al 27 de marzo. La capilla habitada por los cantos y las oraciones en las horas del Oficio Divino desde 1937 se quedó de repente silenciosa y vacía: “¿Hasta cuándo, Señor?”. “No es más que un hasta luego”, cantan nuestros corazones”, así cuenta la noche del secuestro el hno. Jean Pierre, uno de los dos monjes supervivientes (1).

Cincuenta y seis días en latente espera. ¿Volverán?… y la primavera, estación en que todo nace de nuevo, acogiendo la oscuridad de la violencia, el silencio de la ausencia y la esperanza del retorno de los hermanos, que la muerte transformó en Pascua eterna, Vida para siempre.

Escuchemos en silencio las palabras de los que se llevaron:

“Yo no creo que la violencia pueda extirpar la violencia. No podemos existir como hombre sino aceptando hacernos imagen del Amor, tal y como se ha manifestado en Cristo; quien, siendo justo, quiso sufrir la suerte del injusto”.

Esto dejó escrito el hno. Luc (2). Y también:

“No hay verdadero amor a Dios sin consentir sin reservas la muerte” (3).

El hno. Michel dejó escrito:

“Si nos ocurriera algo –no lo deseo-, queremos vivirlo aquí en solidaridad con todos estos argelinos y argelinas a quienes les ha costado ya la vida, nada más que solidarios con todos estos desconocidos, inocentes… Me parece que Aquel que nos ayuda hoy a resistir es el que nos ha llamado. Esto me deja profundamente maravillado” (4).

Dice el hno. Christophe:

“Ante la muerte dime que mi fe, Amor, permanecerá. A menudo me siento asustado de creer” (5)

El hno. Célestin se expresa en una antífona pascual:

“Oh Jesús, yo acepto con todo mi corazón que tu muerte se renueve, se cumpla en mí; yo sé que contigo se vuelve a subir desde el vertiginoso descenso a los abismos a proclamar al demonio su derrota”. (6)

Del hno. Paul:

“El Espíritu opera, trabaja en profundidad en el corazón de los hombres. Estemos disponibles para que Él pueda actuar en nosotros mediante la oración y la presencia amante a todos nuestros hermanos”. (7)

El hno. Bruno:

“Heme aquí ante ti, Dios mío. Heme aquí, rico en miseria y pobreza, y de una cobardía sin nombre. Heme aquí ante ti que eres Amor y Misericordia. Ante ti, pero sólo por tu gracia, hema aquí todo entero, con todo mi espíritu, todomi corazón, toda mi voluntad”. (8)

Y, el hno. Christian, superior de la comunidad de Tibhirine, en su reflexión cuaresmal, dieciocho días antes del secuestro:

“Tenemos que ser testigos del Emmanuel, es decir, del “Dios-con”. Hay una presencia de “Dios con los hombres” que debemos asumir nosotros. Es desde esta perspectiva como comprendemos nuestra vocación de ser una presencia fraternal de hombres y de mujeres que comparten la vida de musulmanes, de argelinos, en la oración, el silencio y la amistad. Las relaciones Iglesia-Islam son aún balbucientes porque aún no hemos vivido bastante junto a ellos. (9)

Antes de empezar a escribir, me di un tiempo de silencio y quietud, intentado adentrarme -lo poco que puede hacer alguien que nunca ha sido retenida y privada de la libertar de moverse- en lo que debieron ser esos cincuenta y seis días en lo oculto, en lo oscuro, como semilla bajo la tierra.

Digo semilla, en singular, considerando que los  siete monjes secuestrados,  más los dos que no fueron descubiertos (hnos. Amédée y Jean Pierre) son una  sola semilla: la comunidad.

¿Perderían la noción del tiempo? Nunca lo sabremos, pero conociendo la vida monástica, el ritmo, la cadencia, los tiempos y la dinámica de la oración –el Oficio Divino- que estructura como una sólida columna vertebral la vida del monje y de la comunidad, imagino a los hermanos de Tibhirine juntos (si es que les dejaban) contando las noches y los días; cantando o susurrando antífonas y salmos de los tiempos litúrgicos que vivieron encerrados.

Ganaron el tiempo de la eternidad, dejándonos su testimonio y su testamento espiritual. Serán beatificados antes de que acabe el 2018.

Esta es mi comprensión y como tal la recibí a las pocas semanas de su muerte sin conocerles de nada. Lo recibido gratis es para ser compartido (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).


  1. “Martirio y Consagración – Los mártires de Argelia”, Dom Bernardo Olivera, o.c.s.o. Publicaciones Claretianas, 1999 – pág. 84
  2. (ídem) (Luc, Carta 24.3.96) pág. 87
  3. (ídem) (Luc, Carta 19.3.95) pág. 87
  4. (ídem) (Michel, Carta 4.14) pág. 88
  5. (ídem) (Christophe, Diario, 1-12-94) pág. 89
  6. (ídem) (Célestin, Antífona pascual) pág. 92
  7. (ídem) (Paul, Carta del 11.1.95) pág. 89
  8. (ídem) (Bruno, 21.3.90) pág. 89
  9. (ídem) (Christian, Reflexiones para la Cuaresma, 8.3.96) pág. 88

Espiritualidad , , , , , , , , , , , , , , ,

Un poema: Martirio de San Sebastián

Sábado, 20 de enero de 2018
Comentarios desactivados en Un poema: Martirio de San Sebastián
anthonygayton-sebastian.2008
La memoria es confusa.
Imprecisas las crónicas que exaltan
la belleza certera del soldado,
el movimiento lento de su sombra
susurrando silencios a la tierra,
los cabellos oscuros como yeguas
que de noche galopan hacia el frío,
la mirada profunda
como el olvido azul de los océanos,
la boca contenida que se tensa
si la empuja el deseo hacia otra boca,
la ternura severa que los músculos
al amado prometen.
Así lo conocí. Casi desnudo
-la sola salvedad del paño púdico-.
entreabiertos los labios,
abrasados de amor los negros ojos,
las manos sometidas a la soga,
la espalda a la polícroma madera
sobre el diván dorado del retablo.
Tan fácil era entonces
confundir la piedad con la enojosa
certeza del instinto
que bajo el pantalón adolescente
bombeaba la sangre y dilataba
los infantiles límites.
Tan fácil que en el éxtasis devoto
-cansados los sentidos
por el olor a incienso, la luz débil,
el remoto bostezo de las tablas,
el polvo en la saliva, la viscosa
caricia de la cera-
se emboscara
el miedo al repentino amor oscuro
tras el torpe muchacho que yo era.
Violento y encarnado, el dios terreno
reclama el sacrificio cotidiano:
el ósculo sumiso con sabor
a sazón de cerezas, la armadura
desvelando al caer el limpio escudo
del agitado pecho,
las manos consagrando la caricia
sobre el fulgor del sátrapa
-¡qué dulce el Sebastián puesto en escorzo
contra el altar de lino y suaves sedas!-.
Desde su voz de niebla
vaporosa y sutil, el dios de viento
en el alma bizarra del soldado
inscribe la sentencia: el frío eterno,
la muerte en la piel rota, la milicia
celestial de los ángeles sin sexo,
el agua bautismal que lava el cuero
del cordero de dios recién salvado.
Celosas las deidades en combate
preferirán la pérdida
del manjar exquisito del pan tierno
y el vino fementado a la afrentosa
liturgia de la carne y de la sangre
sobre el lecho del otro.
Así lo conocí. Entre los colores
oleosos de las tablas flamencas,
la estofada madera castellana,
los lienzos venecianos
donde la luz endulza el rostro ambiguo
concentrado en el éxtasis
de aplacar el dolor con el deseo.
Sereno el gesto a veces,
dilatada la duda en las pupilas,
violentada la boca hasta el blasfemo
alarido.
O al filo de la ira
cuando la flecha marca el duro torso.
Así lo conocí. Como un espejo
del Callejón del Gato que devuelve
confusas las fronteras y las formas
si sobre el pecho tierno y desbarbado
esos primeros dedos
de aquella noche oscura en aquel coche
como saetas buscan el crujido
de la piel revelándose,
si el temblor en los labios
del aprendiz se frena
cuando un aliento tibio los alumbra,
si el peso de ese cuerpo que se clava
contra el novicio frágil
provoca el llanto al tiempo que lo amansa.
El soldado no duda ni decide;
sólo suave obedece.
Los ángeles entonan
deus tuorum militum, el himno
que ensalza la locura de los mártires;
violentos los arqueros, con canciones
obscenas le recuerdan a la víctima
la sumisión felina a las caricias
del poderoso amante de otro tiempo.
(Sebastián sólo escucha
la voz del propio sueño,
el murmullo del aire
ya extraño a los pulmones,
la vergüenza vencida
bajo la luz del alba de Spalato,
la soledad del hombre
que ansía ya el suplicio,
el líquido dolor que fertiliza
el suelo consagrado
como si en el extremo de los dardos
no habitara la carne,
sino la sangre sola…).
*
***

"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , , ,

Malo Mori

Jueves, 30 de marzo de 2017
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Del blog Nova Bella:

Malo mori quam foedari 

malo-mori

Prefiero morir antes que ser deshonrado

san-sebastian-aramburu

Javier Aramburu, San Sebastián

***

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Je suis le prêtre. Mucho más que el asesinato de un cura

Domingo, 31 de julio de 2016
Comentarios desactivados en Je suis le prêtre. Mucho más que el asesinato de un cura

27966861003-82850c8f13-b_560x280Del blog de Xabier Pikaza:

Judíos, musulmanes y cristianos piden a Hollande que refuerce la vigilancia de los lugares de culto

Francisco se niega a identificar Islam con violencia

Los obispos franceses piden que “nadie se deje llevar por el odio y la violencia”

El asesinato de Jacques Hamel, en una iglesia de Normandía, mientras celebraba la eucaristía, rodeado por un pequeño grupo de cristianos, no ha sido un gesto absurdo, como algunos han podido pensar y decir, sino un acontecimiento de máxima racionalidad social y religiosa.

Yo me atrevería a decir que, mirado desde el occidente, de pasado cristiana, ésta ha sido, hasta el momento, la más significativa y provocadora de todas batallas de Isis. Sólo quedaría por delante el asesinato de un grupo de obispos o del mismo Papa.

Ciertamente, no es el comienzo de una tercera guerra mundial, en el sentido convencional del término (las armas de Isis no son por ahora las de USA, Rusia o China…), pero es el signo de un tercer tipo de guerra, cuyas marcas están apareciendo por doquier, desde USA hasta China, pasando por Oriente Medio, África Central o Europa… No es una guerra de religiones como tales, es la Guerra de la Religión.

Ha sido un salto cualitativo, en la guerra de ISIS contra un tipo de occidente:

— Tras el ataque contra cierta prensa satírica (Ye suis Hebdo…),
— contra una Sala Profana de Fiestas (Paris),
— contra la gente que celebra la fiesta de Francia (Niza)…
— Tras el ataque contra judíos,

ha llegado, al fin, este atentado directo contra un símbolo máximo del cristianismo francés y europeo: El asesinato ritual de un cura celebrando la eucaristía. Por eso debemos responder los que nos sintamos agredidos: Je suis le Prêtre, yo soy aquel presbítero anciano, al que han matado simplemente por serlo.

Todos somos J. Hamel, cura francés, asesinado mientras celebraba a Cristo.

No es un terrorismo en estado vulgar o indiferenciado, matando a cualquiera, en una sala de fiestas o la calle, sino un asesinato cualificado, contra un hombre concreto (un cura), en un momento muy significativo (cuando celebraba), en un lugar de gran importancia (una iglesia de Normandía que Isis quiere convertir pronto en Mezquita…)…

Es un gesto de máxima racionalidad invertida, la durísima claridad del “sacrificio” (del chivo expiatorio, de la muerte del contrario), para suscitar así un mundo invertido, al servicio del Dios tipo Islam-Isis (contra el Dios de Jesús, que habría sido secuestrado y pervertido por los cristianos).

No importa que Jacques Hamel fuera bueno o malo, que hubiera ayudado a los musulmanes o no, que fuera un anciano valiente… Sólo importa que era “cura”, un representante pervertido de un Jesús Nazareno que, según cierta parte del Islam, tiene que ser Musulmán…

Jacques Hamel encarna, ante los ojos de millones de musulmanes, la perversión de un Jesús (de un cristianismo) que se ha hecho francés, occidental, antimusulmán… Matar a este cura mientras celebra es un signo de lo que tendría que ser (y será, según Isis) el triunfo final del Islam, un acto de valentía. Aquí tenemos, frente a frente, dos tipos de martirios.

— El martirio o testimonio de Jacques Hamel, que simplemente se deja matar…, un hombre que en este momento representa a todos los franceses (dice M. Hollande), a todos los cristianos (decimos otros…), a todos los sacrificados de la historia humana, lo mismo que Jesús crucificado. Jacques es el testigo de la no violencia cristiana. Por eso digo. Je suis Jacques Hamel.

— El martirio de los dos militantes de Isis que se inmolan matando, … y que así que aparecen muchos musulmanes como testigos de la violencia necesaria, de la guerra santa del Islam contra todas las falsificaciones cristianas, occidentales…

Ellos han matado y han querido morir como mártires: Han sacrificado sus vidas para gloria y triunfo de cierto Islam. Están siendo celebrados como mártires abatidos a la puerta de una iglesia católica cuando salían de haber cumplido su tarea, de haber realizado su misión para gloria de un Allah Akbar a su medida. Se han creído mártires, no son más que asesinos.

Éste ha sido un martirio que quiere ser grabado y difundido a todos los vientos, por toda la tierra… Que todos lo vean.

(a) Primero la ejecución grabada del cura francés, el símbolo de un cristianismo pervertido que tendría que morir, para que se pueda extender la figura del Jesús musulmán, sometido a Allah.

(b) Después la ejecución y muerte (martirio por Allah) de los dos militantes de Isis, grabado por las cámaras de fuera… Éste quiere ser el martirio de dos portadores de la racionalidad suprema del Dios del sometimiento, al que se han entregado ellos mismos por su muerte, integrándose así en su Allah Akbar, Rey Supremo, Realidad de todas las Realidades.

No sé si han empezado a difundirse las imágenes de la “ejecución” de Jacques Hamel, no sé si se están difundiendo las imágenes de la muerte de los dos militantes de Isis a manos de la policía francesa. Con esa intención han matado y se han dejado al fin matar. Quizá sería mejor que esas imágenes no se difundieran.

Isis está actuando como un ejército de la mejor (peor) propaganda del mundo, en una guerra hecha a gestos de televisión. Así han de entenderse los videos que ha venido mandando, con destrucción de edificios “paganos”, con asesinato de cristianos, con ejecuciones masivas de oponentes… Pienso que lo mejor que se le puede hacer en este campo es no hacerle caso, no darle importancia…

Isis ha querido ponernos ante la guerra final en estado puro, ante la madre de todas las guerras y martirios: Dos valientes soldados islámicos de la Gran Yihad en contra de un cobarde cura francés, que no sería más que escoria o residuo de un cristianismo anti-musulmán, que morirá muy pronto, para que la Iglesia donde él celebraba misa en Normandía, con cinco o seis pobres fieles… se convierta pronto en Gran Mezquita donde miles de musulmanes se inclinen mañana ante Allah Akbar (tras haber quitado las imágenes cristianas, de fondo pagano y haber colocado cuidadosamente la Mirhab o dirección de la oración: ¡Todos inclinados hacia la Meca, todos sometidos al Dios de la pura sumisión!

Ciertamente, el Islam es más que Isis, es mucho más que martirio matando a los representantes del Jesús Cristiano en Europa… para hacer así que Jesús sea musulmán… El Islam es mucho más, es misterio, mística y misericordia… Pero si el Islam mundial no reacciona inmediatamente, como un solo hombre, contra estos dos Musulmanes de Isis, vamos tener que pensar que está irremisiblemente pervertido y condenado a muerte.

diccionario-de-las-tres-religiones---pdf

Hablaré dentro de dos o tres días del martirio en clave cristiana y musulmana…, de la problemática de fondo del Islam y el cristianismo… Hoy sólo quería decir que este asesinato de Jacques Hamel entra plenamente dentro de la lógica más perversa de cierto Islam pervertido, contra el que deben reaccionar los verdaderos musulmanes. Mientras tanto quiero repetir solamente: Je suis cette prêtre, je suis Jacques Hamel. Yo soy ese presbítero cristiano, yo soy Jacques Hamel.

((El miedo de esta falsa guerra, y el deseo de superarla en lo posible, hizo que Abdelmumin Aya y un servidor escribiéramos hace unos años un Diccionario de las tres religiones, que es en el fondo un Diccionario del Islam y el Cristianismo))

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Carta a los 7 monjes de Tibhirine. Celebración 20º aniversario de su muerte

Sábado, 4 de junio de 2016
Comentarios desactivados en Carta a los 7 monjes de Tibhirine. Celebración 20º aniversario de su muerte

tibherineAunque tarde, publicamos este bello artículo:

Mari paz López Santos
Madrid

ECLESALIA, 23/05/16.- Queridos hnos. monjes de Tibhirine (Christian, Christophe, Luc, Celestin, Paul, Michel y Bruno):

Durante muchos años vuestro testimonio como comunidad de monjes cristianos en un país musulmán fue silencioso: compartir vuestra vida de oración, trabajo y acogida, atentos a vuestros vecinos y a quienes se acercaban a la hospedería del monasterio. Pero también compartíais el sufrimiento y la inquietud que generaba la violencia que azotaba Argelia en aquellos años, junto a la gente sencilla del pueblo. Como otros muchos religiosos y religiosas que optaron por permanecer aún sabiendo que el precio podía ser el que, finalmente, pagasteis.

Tras vuestro secuestro y muerte, en 1996, y en los años siguientes, a muchas personas en el mundo fue llegando, de una forma casi subliminal… (¿será esto el soplo del Espíritu que no hay quien lo pare?) vuestro testimonio. Se ha esparcido silenciosamente a modo de semillas dormidas bajo tierra, que en la explosión de la primavera se convierten en plantas magníficas, con hojas y flores, distribuyendo el polen de vuestra vida vivida con coherencia, discernimiento y opción comunitaria.

En 2011, la película “DE DIOSES Y HOMBRES” recogía con dignidad, dureza y belleza lo que fueron los últimos tres años de vuestras vidas. Y este acontecimiento os puso en medio del mundo para quien quiera recoger el mensaje de no-violencia, cercanía interreligiosa en la vida desde lo sencillo, desde la oración, desde la ayuda al otro, ya sea cristiano, musulmán o quien se acerque necesitado.

En los tiempos que corren se necesita urgentemente “escucharos” de nuevo. Será a través de lo que dejasteis escrito, como el Testamento de Christian, abierto el 25 de mayo de 1996, en la fiesta de Pentecostés; los libros y textos de muchos de vosotros y los testimonios de quienes os conocieron en persona: también vuestros vecinos y amigos musulmanes; las personas con las que compartíais diálogo interreligioso desde el respeto y los sencillos detalles de la vida.

Y también, como le pasó al San Pablo, los que de alguna forma quedamos “tocados” por vuestra vida, aún sin conoceros personalmente, poniéndonos en marcha para ayudar a que la semilla de Tibhirine siga siendo fecunda para la vida de la Iglesia y, muy especialmente, del mundo en este convulso tiempo en donde tenemos que mirarnos en vuestro espejo, para identificar al hermano más allá de la densa bruma de la violencia; con mirada certera, sin caer en el desprecio globalizado. Una filigrana de la que sois maestros y mucho tenemos que aprender.

He escrito en otras ocasiones sobre lo recibido a través de vuestro testimonio y, como siempre, creo que debo callar y nuevamente dar la palabra a Christian que, en su Testamento, dice todo lo que hay que decir y en primera persona (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

Me uno a su despedida: ¡Amén!… ¡In Shallah!

 Mari Paz López Santos

Cuando un A-Dios se vislumbra…

Si me sucediera un día –y ese día podría ser hoy–
ser víctima del terrorismo que parece querer abarcar en este momento
a todos los extranjeros que viven en Argelia,
yo quisiera que mi comunidad, mi Iglesia, mi familia,
recuerden que mi vida estaba ENTREGADA a Dios y a este país.
Que ellos acepten que el Único Maestro de toda vida
no podría permanecer ajeno a esta partida brutal.
Que recen por mí.
¿Cómo podría yo ser hallado digno de tal ofrenda?
Que sepan asociar esta muerte a tantas otras tan violentas
y abandonadas en la indiferencia del anonimato.
Mi vida no tiene más valor que otra vida.
Tampoco tiene menos.
En todo caso, no tiene la inocencia de la infancia.
He vivido bastante como para saberme cómplice del mal
que parece, desgraciadamente, prevalecer en el mundo,
inclusive del que podría golpearme ciegamente.
Desearía, llegado el momento, tener ese instante de lucidez
que me permita pedir el perdón de Dios
y el de mis hermanos los hombres,
y perdonar, al mismo tiempo, de todo corazón, a quien me hubiera herido.
Yo no podría desear una muerte semejante.
Me parece importante proclamarlo.
En efecto, no veo cómo podría alegrarme
que este pueblo al que yo amo sea acusado, sin distinción, de mi asesinato.
Sería pagar muy caro lo que se llamará, quizás, la “gracia del martirio”
debérsela a un argelino, quienquiera que sea,
sobre todo si él dice actuar en fidelidad a lo que él cree ser el Islam.
Conozco el desprecio con que se ha podido rodear a los argelinos tomados globalmente.
Conozco también las caricaturas del Islam fomentadas por un cierto islamismo.
Es demasiado fácil creerse con la conciencia tranquila
identificando este camino religioso con los integrismos de sus extremistas.
Argelia y el Islam, para mí son otra cosa, es un cuerpo y un alma.
Lo he proclamado bastante, creo, conociendo bien todo lo que de ellos he recibido,
encontrando muy a menudo en ellos el hilo conductor del Evangelio
que aprendí sobre las rodillas de mi madre, mi primerísima Iglesia,
precisamente en Argelia y, ya desde entonces, en el respeto de los creyentes musulmanes.
Mi muerte, evidentemente, parecerá dar la razón
a los que me han tratado, a la ligera, de ingenuo o de idealista:
“¡qué diga ahora lo que piensa de esto!”
Pero estos tienen que saber que por fin será liberada mi más punzante curiosidad.
Entonces podré, si Dios así lo quiere,
hundir mi mirada en la del Padre
para contemplar con El a Sus hijos del Islam
tal como El los ve, enteramente iluminados por la gloria de Cristo,
frutos de Su Pasión, inundados por el Don del Espíritu,
cuyo gozo secreto será siempre, el de establecer la comunión
y restablecer la semejanza, jugando con las diferencias.
Por esta vida perdida, totalmente mía y totalmente de ellos,
doy gracias a Dios que parece haberla querido enteramente
para este GOZO, contra y a pesar de todo.
En este GRACIAS en el que está todo dicho, de ahora en más, sobre mi vida,
yo os incluyo, por supuesto, amigos de ayer y de hoy,
y a vosotros, amigos de aquí,
junto a mi madre y mi padre, mis hermanas y hermanos y los suyos,
¡el céntuplo concedido, como fue prometido!
Y a ti también, amigo del último instante, que no habrás sabido lo que hacías.
Sí, para ti también quiero este GRACIAS, y este “A-DIOS” en cuyo rostro te contemplo.
Y que nos sea concedido reencontrarnos como ladrones felices
en el paraíso, si así lo quiere Dios, Padre nuestro, tuyo y mío.
                                                                                                      ¡AMEN! IN SHALLAH!

          Argel, 1 de diciembre de 1993
Tibhirine, 1 de enero de 1994

Christian.+

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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Un poema: Martirio de San Sebastián

Miércoles, 20 de enero de 2016
Comentarios desactivados en Un poema: Martirio de San Sebastián

anthonygayton-sebastian.2008

La memoria es confusa.
Imprecisas las crónicas que exaltan
la belleza certera del soldado,
el movimiento lento de su sombra
susurrando silencios a la tierra,
los cabellos oscuros como yeguas
que de noche galopan hacia el frío,
la mirada profunda
como el olvido azul de los océanos,
la boca contenida que se tensa
si la empuja el deseo hacia otra boca,
la ternura severa que los músculos
al amado prometen.
Así lo conocí. Casi desnudo
-la sola salvedad del paño púdico-.
entreabiertos los labios,
abrasados de amor los negros ojos,
las manos sometidas a la soga,
la espalda a la polícroma madera
sobre el diván dorado del retablo.
Tan fácil era entonces
confundir la piedad con la enojosa
certeza del instinto
que bajo el pantalón adolescente
bombeaba la sangre y dilataba
los infantiles límites.
Tan fácil que en el éxtasis devoto
-cansados los sentidos
por el olor a incienso, la luz débil,
el remoto bostezo de las tablas,
el polvo en la saliva, la viscosa
caricia de la cera-
se emboscara
el miedo al repentino amor oscuro
tras el torpe muchacho que yo era.
Violento y encarnado, el dios terreno
reclama el sacrificio cotidiano:
el ósculo sumiso con sabor
a sazón de cerezas, la armadura
desvelando al caer el limpio escudo
del agitado pecho,
las manos consagrando la caricia
sobre el fulgor del sátrapa
-¡qué dulce el Sebastián puesto en escorzo
contra el altar de lino y suaves sedas!-.
Desde su voz de niebla
vaporosa y sutil, el dios de viento
en el alma bizarra del soldado
inscribe la sentencia: el frío eterno,
la muerte en la piel rota, la milicia
celestial de los ángeles sin sexo,
el agua bautismal que lava el cuero
del cordero de dios recién salvado.
Celosas las deidades en combate
preferirán la pérdida
del manjar exquisito del pan tierno
y el vino fementado a la afrentosa
liturgia de la carne y de la sangre
sobre el lecho del otro.
Así lo conocí. Entre los colores
oleosos de las tablas flamencas,
la estofada madera castellana,
los lienzos venecianos
donde la luz endulza el rostro ambiguo
concentrado en el éxtasis
de aplacar el dolor con el deseo.
Sereno el gesto a veces,
dilatada la duda en las pupilas,
violentada la boca hasta el blasfemo
alarido.
O al filo de la ira
cuando la flecha marca el duro torso.
Así lo conocí. Como un espejo
del Callejón del Gato que devuelve
confusas las fronteras y las formas
si sobre el pecho tierno y desbarbado
esos primeros dedos
de aquella noche oscura en aquel coche
como saetas buscan el crujido
de la piel revelándose,
si el temblor en los labios
del aprendiz se frena
cuando un aliento tibio los alumbra,
si el peso de ese cuerpo que se clava
contra el novicio frágil
provoca el llanto al tiempo que lo amansa.
El soldado no duda ni decide;
sólo suave obedece.
Los ángeles entonan
deus tuorum militum, el himno
que ensalza la locura de los mártires;
violentos los arqueros, con canciones
obscenas le recuerdan a la víctima
la sumisión felina a las caricias
del poderoso amante de otro tiempo.
(Sebastián sólo escucha
la voz del propio sueño,
el murmullo del aire
ya extraño a los pulmones,
la vergüenza vencida
bajo la luz del alba de Spalato,
la soledad del hombre
que ansía ya el suplicio,
el líquido dolor que fertiliza
el suelo consagrado
como si en el extremo de los dardos
no habitara la carne,
sino la sangre sola…).
*
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San Sergio y San Baco

Miércoles, 7 de octubre de 2015
Comentarios desactivados en San Sergio y San Baco

1064Hoy celebramos la festividad de estos dos mártires. Nos encomendamos a ellos y les encomendamos tantos  hermanos y hermanas perseguidos, calumniados, golpeados, asesinados… Y que ayuden a los padres sinodales a volverse al Dios de la Misericordia para así abrir las puertas de la Iglesia de par en par a los excluídos.

SANTOS SERGIO Y BACO

(Festividad: 7 de Octubre)

Todavía en el siglo X, una crónica define a Sergio como “dulce compañero y amante” de Baco. Otra más antigua* (probablemente, del s. V) dice que eran “en su amor a Cristo cual una sola persona”. En el s. VI, el patriarca Severo de Antioquía reprobó citarlos por separado: “No debemos separar en el lenguaje a quienes están unidos en la vida”.

A finales del s. III, Sergio y Baco eran soldados romanos de elevada posición, gozando de la confianza personal del emperador. De ninguno de los dos se dice que tuvieran esposa.

Sabedores sus enemigos envidiosos de que eran cristianos, los denunciaron. Aquello provocó la ira del emperador, quien les ordenó ofrecer sacrificios a los ídolos. Como se negaran, los humilló vistiéndolos como mujeres y haciéndolos desfilar por la ciudad, en una clara burla a la masculinidad de los amantes. Ellos respondieron entonando salmos “con una sola boca” (expresión típica de los relatos de martirio de matrimonios heterosexuales). Fueron entonces entregados a la tortura.

Como perseveraran en su fe, Baco fue flagelado con látigos de cuero sin curtir (en otras crónicas, con nervios de buey) hasta la muerte. Sergio “con el corazón enfermo por la pérdida de Baco, lloraba y gritaba: (…) Te han desunido de mí, has ido al cielo y me has dejado solo en la tierra, sin compañía ni consuelo”. Aquella noche el espíritu de su amado se le apareció y le animó a afrontar el martirio: “Para mí la corona de la justicia es estar contigo”.

Al día siguiente, Sergio fue obligado correr quince kilómetros, calzado con unos zapatos cuyas suelas estaban llenas de clavos que se hundían en la carne. Pero por la noche un ángel le curó los pies, que quedaron como si nada. Contrariado, el verdugo le obligó a recorrer de nuevo la misma distancia con la misma tortura en los pies, y como Sergio permaneciese firme pese a todo, mandó decapitarlo. Sucedió en Siria, el año 303 o 309 (según la versión).

En su iconografía, que se remonta al s. IV, se les representa unas veces cabalgando juntos, otras a la usanza en que representaban a los matrimonios, con la efigie de Jesús entre sus cabezas como símbolo de unión – como en el icono del Monasterio de Santa Catalina del Sinaí, datado en el s. VII -.

La intercesión de los santos Sergio y Baco era invocada en las liturgias de unión homosexual bendecidas por la Iglesia, tanto en Oriente como en Occidente, y de las que el texto más antiguo data del siglo VIII (haciéndose a su vez eco, al parecer, de usos que se remontarían a los ss. II-III).

Pese a que en Occidente, a partir del s. XIV, tales uniones empezaron a ser proscritas – sin que el Papa llegara a pronunciarse explícitamente contra ellas: habría supuesto reconocer su arraigo tradicional, y lo que se quería era borrar su memoria -, su arraigo en los Balcanes siguió siendo tal que en Albania aún sobrevivirían hasta el s. XVIII. (Cf. BOSWELL, John. “Las Bodas de la Semejanza.”)

Sergio y Baco2
…………….

* Los pasajes entrecomillados a continuación son citas de la misma.

Cristianismo (Iglesias), General, Historia LGTBI, Homofobia/ Transfobia. , , , , , ,

Ezequiel Ramin, mártir de la opción por la tierra y por los pobres

Domingo, 26 de julio de 2015
Comentarios desactivados en Ezequiel Ramin, mártir de la opción por la tierra y por los pobres

media-388664-2Del blog de Luis Miguel Modino:

El pasado viernes se cumplieron treinta años del martirio del comboniano

Su memoria continúa presente en las organizaciones populares

Se cumplen, este 24 de julio, treinta años del martirio del comboniano italiano Ezequiel Ramin. Nacido en Padua el 9 de febrero de 1953 y ordenado sacerdote en 1980, siempre tuvo como aspiración dedicar su vida a la misión entre los más pobres y abandonados, por quienes derramo su sangre en Cacoal, estado de Rondonia, amazonia brasileña.

El Padre Ezequiel Ramin llegó a la diócesis de Ji-Paraná cuando ésta estaba comenzando. Monseñor Antonio Possamai, obispo diocesano en aquella época, señala que encontró allí diversas realidades, la primera la multitud de inmigrantes llegados de todo Brasil, incentivados por el gobierno brasileño, que hacía creer que aquella tierra era El Dorado brasileño. Mucha gente vendió todo y fue a comenzar una nueva vida, pensando que en poco tiempo todos iban a ser ricos. Pero llegando a Rondonia, todavía en plena dictadura militar, la realidad era totalmente diferente y el prometido apoyo del gobierno no existía. Cada uno tenía que arreglárselas como podía.

En esta situación las Comunidades Eclesiales de Base se convirtieron en lugar de resistencia. Era, en opinión de Monseñor Possamai, una diócesis pobre en clero, pero muy rica en laicos, muy comprometidos con la Iglesia y en la lucha por la liberación del pueblo. Juntarse para rezar y construir una pequeña capilla era una de las primeras cosas que los recién llegados hacían.

padre-ezequielDentro de este contexto, los combonianos asumen la misión, en la diócesis de Ji-Paraná, para poder hacer realidad una Iglesia diferente, que amase a aquella gente, una Iglesia que caminase con el pueblo, comprometida con los pobres y atenta a las cuestiones sociales, como orientaba el Vaticano II.

En los primeros meses de 1984, el Padre Ezequiel llega a la comunidad de Cacoal. La gente veía en él a alguien joven, lleno de vida y expectativas y con muchas ganas de trabajar. Rápidamente va a descubrir las grandes desigualdades existentes, incrementadas por el abuso y violencia de los poderosos que invadían las tierras de los pequeños agricultores para aumentar sus latifundios.

Eran tiempos en los que la situación era tensa, lo que, unido al espíritu profético de Ezequiel Ramin, provocaba preocupación entre la gente y los miembros de su congregación, que le pedían que tuviese más paciencia. Su valentía, ganas de seguir en frente y hacer realidad la causa del Evangelio, le convirtieron, en poco tiempo, en un personaje muy popular y con gran carisma. Pero al mismo tiempo en alguien a quien los poderosos consideraban peligroso, pues su mayor alegría era ayudar al pobre, por lo que, en una tierra sin ley, la persecución contra él comenzó.

La hacienda Catuva era una propiedad inmensa en la que se habían instalado un grupo de campesinos sin tierra, que fueron amenazados de muerte. Como todavía reconocen los que en aquel momento estaban acampados en la hacienda, el Padre Ezequiel era quien aconsejaba y defendía a los pequeños, agricultores e indígenas, que luchaban por el reconocimiento de sus tierras.

El día 23 de junio de 1985, el padre Ezequiel, junto con Adilio de Souza, presidente del Sindicato de los Trabajadores Rurales de Cacoal en la época, visita la comunidad de Santa Lucia, donde las esposas de los que estaban acampados en la hacienda Catuva le piden que vaya a aconsejar a sus maridos para evitar entrar en conflicto.

Padre_EzequielVarias son las personas que le desaconsejaron emprender ese viaje, pero el amor que él manifestaba por el pueblo habló más alto, convirtiéndose en testigo de ese amor de Dios que da la vida por los otros. Llegado a la hacienda entabla una conversación con los campesinos que allí se encontraban e intenta dialogar con los pistoleros que continuamente vigilaban a los acampados, quienes por sorpresa y a traición acabaron con su vida a tiros.

La lectura de las Bienaventuranzas resonó entre las cuatro paredes de una Iglesia abarrotada, en cuanto una cruz, de la que colgaba la camisa ensangrentada que el Padre Ezequiel vestía en la hora de su martirio, entraba pausadamente en medio de una fuerte tensión popular. Católicos, evangélicos, indígenas, campesinos, los pobres de Yahveh…, clamaban y se rebelaban ante la muerte del profeta de la opción por la tierra y por los pobres. Todavía recuerdo con emoción la entrada de esa misma camisa en el Intereclesial de las Comunidades Eclesiales de Base que tuvo lugar en 2009, en Porto Velho, capital del estado de Rondonia, donde él murió.

Monseñor Antonio Possamai señala que la sangre los mártires es semilla de nuevos cristianos, hubo muchas persecuciones, en muchos lugares, pero también hubo un tiempo de florecimiento en la cantidad, en el compromiso, en el nacimiento de pequeñas comunidades, en centros de formación…”

La memoria del Padre Ezequiel Ramin continúa presente en las organizaciones populares, que sienten su valentía en la lucha por la liberación del pueblo, de alguien que no tuvo reparo en dar la propia vida para defender la causa de los más pobres y oprimidos, siendo llamado a sembrar justicia, esperanza y vida, desde la fidelidad a Dios. Es la vieja lucha por Tierra, Techo y Trabajo, que algunos siempre enfrentaron desde la fe, y que hoy asume, sin reparos, aquel a quien el Señor le confió conducir la Barca de Pedro.

Que la letra del Padre Nuestro de los Mártires, compuesto por Cireneu Kunh, religioso del Verbo Divino, viendo la foto del Padre Ezequiel acribillado a balazos, y que siempre está presente en la vida de la Comunidades Eclesiales de Base, pueda ayudar a seguir descubriendo la presencia de Dios en los que continúan dando la vida por el Reino:

Padre nuestro, del pobre y del marginado,
Padre nuestro, de mártires y torturados.
Tu nombre es santificado en aquel que muere al defender la vida,
Tu nombre es glorificado, cuando la justicia es nuestra medida,
Tu reino es de libertad, de fraternidad, paz y comunión,
Maldita toda violencia que devora al hombre por la represión.

Hágase tu voluntad, en el ser verdadero Dios liberador,
No vamos seguir la doctrina amañada por el poder opresor.
Pedimos el pan de la vida, pan de la esperanza, el pan de los pobres.
El pan que trae humanidad y reconstruye al hombre en vez de cañones.

Perdónanos cuando por miedo quedamos callados delante la muerte,
Perdona y destruye el reino de la corrupción como ley más fuerte.
Protégenos de la maldad, de los prepotentes, de los asesinos
Dios Padre revolucionario, hermano del pobre, Dios del oprimido
.

***

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Espinal, o el riesgo de un mártir descafeinado

Lunes, 13 de julio de 2015
Comentarios desactivados en Espinal, o el riesgo de un mártir descafeinado

559ef1dd8ba0fVoces. Daniel Mercado. [Información de la Comunidad] El crucifijo que regaló Evo Morales al Papa ha desencadenado un aluvión de comentarios. Muchos medios y las redes sociales se han prodigado en críticas, descalificaciones y hasta furibundas reacciones. “Crucifijo comunista”, “oxímoron”, “regalo insultante” han sido algunas de las expresiones más benevolentes.

No acostumbro a sumarme sin más a la corriente imperante y menos en este caso donde detrás de las críticas hay ideología, no precisamente en la mejor de sus acepciones, y falta de conocimiento, por no llamarle ignorancia.

Para entender el gesto de Morales, es importante, saber que el regalo en cuestión es reproducción de un tallado hecho por Luis Espinal, el mismo jesuita homenajeado por el Papa. Él talló esa imagen en madera y decidió colocar allí el Cristo de la cruz que recibió cuando hizo sus votos. Un gesto muy significativo, porque ponía en contacto el centro de su vocación, Cristo, con el emblema de una ideología que era motivo de muchas de sus inquietudes.

Con el crucifijo de marras, se ha puesto de manifiesto que probablemente se conoce poco de Espinal o que se olvida deliberadamente aspectos esenciales de su vida por incómodos. Espinal no murió por casualidad, fue secuestrado, salvajemente torturado en un matadero, asesinado a sangre fría y finalmente su cadáver fue abandonado en un basurero, como desecho de una sociedad que castiga a quien no le sirve.

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Luis Espinal y su cadáver tras ser torturado y asesinado.

Espinal murió a consecuencia de una vida coherente con el Evangelio, denunciando la injusticia, defendiendo los derechos de las personas, violados sistemáticamente por los poderosos. Murió porque peleó contra la injusticia y del lado de las víctimas, murió porque hubo personas dispuestas a crímenes atroces con tal de proteger sus privilegios.

A los personajes proféticos, las sociedades se las arreglan para domesticarlos. De Luis Espinal se preferiría hacer un mártir descafeinado, quitándole todo lo que incomoda para hacerlo inocuo y dejarlo listo para consumo masivo: una estampita de adorno. El incidente del crucifijo ha puesto en evidencia que muchos recuerdan a Lucho, pero no su significado. Un simple símbolo ideológico ha provocado revuelo y la indignación de algunos, esos a los que no les llama la atención, mucho menos les parece incoherente, un Cristo crucificado en una cruz de oro y piedras preciosas.

Si Luis Espinal sobrevive en nuestra memoria no es para tranquilizar conciencias, darnos una palmada en el hombro mientras ante la injusticia preferimos mirar para otro lado. Su vida, escritos y arte, también el controvertido crucifijo, están ahí interpelándonos. Luis nos recordará siempre, una y otra vez, a todos los creyentes que “una religión que no tenga la valentía de hablar a favor del hombre, tampoco tiene derecho de hablar a favor de Dios”.

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Fuente Blog de Cristianismo y Justicia

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Beato Monseñor Romero: sacerdote, profeta y… mártir

Sábado, 23 de mayo de 2015
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beatificacion-monsenor-romeroComo primicia de un nuevo Pentecostés, nuestro hermano Oscar es beatificado hoy…

Reflexiones con motivo de su próxima beatificación
Pablo Dominguez, Secretariado Diocesano de Migraciones, Alicante

ECLESALIA, 19/05/15.- En estos momentos en el cielo, Mons. Romero se debe sentir como un niño con zapatos nuevos. Romero fue sacerdote, profeta y… mártir; pero desde ahora también oficialmente Beato, en su  recién reconocimiento por la Iglesia Católica. Parece que la talla de sus humildes pies que pisaron nuestro mundo, especialmente el de los más pobres, ha crecido. Ascendiendo así en los altares.

Pero Monseñor Romero ya era santo, desde el día que lo mataron hace 35 años. Así lo siente suyo su pueblo, no solo el salvadoreño, sino todo un continente, especialmente todos los empobrecidos de Latinoamérica y del mundo entero que conocen su testimonio. Llamándolo, recordándolo e invocándolo como San Romero de América, pastor y mártir nuestro. Confirmando sus palabras días antes de su asesinato: “Un obispo morirá, pero la Iglesia de Dios, que es el pueblo, no perecerá jamás… Si me matan resucitaré en el Pueblo”.

Este posiblemente es el reconocimiento más grande que ha recibido hasta ahora Mons. Romero, quizá con aras de hacerle justicia terrenalmente. Con esta proclamación se puede interpretar un paso más del Papa Francisco, en nuestro querer una Iglesia pobre y para los pobres. Como así lo fue la experiencia eclesial de Romero: “Los pobres han marcado el verdadero caminar de la Iglesia”.

Por eso en este acontecer eclesial no solo se reconoce el camino de santidad de Oscar Romero como obispo de los pobres, sino también una vez más la realidad de un pueblo mundial que ha sido y es oprimido por el desigual sistema económico, político y social de nuestro mundo. Al mismo tiempo que a una teología más encarnada en la lucha y liberación de la humanidad, “los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres (y mujeres) de nuestro tiempo… son a la vez… de los discípulos(as) de Cristo”, como dice el Concilio Vaticano II en la constitución pastoral Gaudium et Spes. Recordemos que más del 80% de la humanidad vive en la pobreza, repartida por todos los continentes, también en los barrios de nuestras ciudades.

Entre los nombramientos y títulos, en su currículum terrenal, además de haber llegado a ser Arzobispo de San Salvador, fue galardonado con diferentes reconocimientos civiles antes de su asesinato, por su lucha a favor de los Derechos Humanos, los más distinguidos fueron los Doctor Honoris Causa por la Universidad de Georgetown (EE.UU.) y la Universidad de Lovaina (Bélgica). Y la nominación en 1979 al Premio Nobel de la Paz, quien sería finalmente entregado a Madre Teresa de Calcuta. A quien felicitó por su premio. Pero por encima de todos estos, el más importante, fue recibir la gracia de su conversión, casi a sus 60 años, de ser pastor de su pueblo pobre: “Con este Pueblo no cuesta ser buen pastor”, decía él, llevándole a correr su misma suerte. Su identificación fue tan grande que expresaba: “El Pueblo es mi pastor, mi profeta… Pastores somos todos porque ustedes son quienes me están guiando”. Dejando así a un lado todo tipo de privilegios y comodidades ofrecidas por los poderosos de su tiempo.

Romero como el profeta que fue no se libró de todo tipo de calumnias y acusaciones propias de su contexto, por su denuncia de las injusticias y posición de estar con los más pobres. La Iglesia no puede ser neutral cuando la Creación gime hasta el presente con dolores de parto (Rm 8, 18-23), tiene que estar siempre al lado de quienes más sufren. Seguramente haría suyas las palabras de su homólogo brasileño en el apostolado, Helder Camara: “Cuando alimenté a los pobres me llamaron santo; pero cuando pregunté por qué hay gente pobre me llamaron comunista”.

El reinado de Romero fue como el de Jesús, siguiendo sus pasos lo mataron, porque no era para los grandes poderes de este mundo. Habiendo hecha suya la causa de los pobres entregó su vida, muriendo por los suyos, por su pueblo. La vida de Mons. Romero es evangelio encarnado, hecho vida. Si el grano de trigo no cae a tierra y muere, queda solo; pero si muere da mucho fruto. (Jn 12, 24).

Este reconocimiento oficial de nuestra Iglesia Católica llega hoy para Mons. Romero, mañana será para Mons. Gerardi, Arlen Siu, Felipe y Mary Barreda, Joao Bosco, Ellacuría y compañeros… Como así para miles de peregrinos y peregrinas que entregaron su vida por un mundo más humano, más de Dios, de los empobrecidos y empobrecidas de nuestra historia. Ellacuría, quien también se encarnó en la patria chica de Romero, corriendo su misma suerte, tras su perpetrada muerte, afirmó lapidariamente: “Con Monseñor Romero Dios pasó por la historia”.

Que mi sangre sea semilla de libertad y señal de que la esperanza será pronto una realidad”. Querido Romero, escuchamos tus palabras como un eco en nuestro corazón que nos invita a seguir comprometiéndonos con tu causa, a seguir tus pasos. Desde que acabaron con tu vida el fruto de tu entrega no ha dejado de dar vida, y vida en abundancia (Jn 10, 10). Tus pies que caminaron por los maltrechos caminos de nuestro mundo, siguiendo los de Jesús, marcaron un camino lleno de esperanza y liberación. Hoy tus zapatos se quedan pequeños. Tu pueblo ya te hizo santo. Tu vida, ¿también  hoy no será una de las bellas flores de nuestra nueva primavera eclesial, en el permanente Pentecostés que estamos invitados, invitadas a vivir?

“El Reino está ya misteriosamente presente en nuestra tierra; cuando venga el Señor, se consumará su perfección. Esta es la esperanza que nos alienta a los cristianos. Sabemos que todo esfuerzo por mejorar una sociedad, sobre todo cuando está tan metida esa injusticia y el pecado, es un esfuerzo que Dios bendice, que Dios quiere, que Dios nos exige”.

(Palabras de la última homilía de Mons. Romero, instantes antes que entregara su vida).  (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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23.05.15. Beato Romero

Sábado, 23 de mayo de 2015
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11262993_883173091743476_6507209933649503993_nAsí quiero recordarte, Óscar Romero, treinta y cinco años después de tu muerte, sentado y cercano, con traje negro de cura-obispo. No ibas para Beato, no había hecho carrera para obispo mártir, ni te habías preparado para hablar de la justicia como hablaste… Pero te tocó y lo hiciste.

Las circunstancias te pusieron en la brecha, y fuiste voz de evangelio, día a día, en la vida muerte de tu pueblo, encontrando la palabra y el gesto adecuado en cada circunstancia. Habías nacido para otras respuesta, pero escuchaste las nuevas voces doloridas de tu pueblo y supiste encontrar la voz de la Justicia, la justicia del Dios de Jesús para tu gente.

Eras en el fondo muy tradicional, te gustaban las capillas piadosas, el rezo intenso de la gente, sin mezclarte en cuestiones que parecían simplemente materiales… pero los intereses materiales golpearon y mataron a tu pueblo, y tú supiste llegar al fondo de las almas, hasta la verdad de Jesús, con la voz del evangelio.

Y la inmensa mayoría de tu pueblo te sintió cercano: por tu manera de sentirte y ser iglesia, por tu forma de ser pueblo. Por eso te quisieron los más pobres de los pobres de tu pueblo, sintieron que eras de ellos, que estabas con ellos, siendo de Dios.

No te querían los jerarcas de la buena sociedad organizada, los jefes de las armas, ni los grandes del dinero y del comercio para algunos. Dijeron que eras enemigo del orden, amigo de revoluciones peligrosos… y hasta Roma llegaron las voces y escritos de tus acusadores. Y en la misma Roma te tuvieron miedo y quisieron silenciarte los dueños casi eternos de una Curia llamada Vaticana: Te humillaron cuando fuiste, te quisieron expulsar del obispado, querían que callaras (quizá los mismos que ahora te dicen Beato).

El mismo “Santo Padre” fue duro contigo, como si debiera vigilarte, como si tuviera que ignorarte y después marginarte cuando fuiste a verle (en mayo de 1879, diez meses antes de tu asesinato). Lo recuerdo muy bien, hasta creo que tengo por ahí algún escrito de aquel tiempo. Se decía que Roma quería apartarte, poniendo en tu lugar un “administrador apostólico”, porque no eras un hombre del sistema, una “figura” apropiada para aquel momento (es decir, para los dueños de un poder sangriento).

No voy a remover papeles, pero los que tenemos cierta memoria y un poco de edad sabemos recordar. Sé que volviste muy triste de Roma, y que el Papa (hoy ya santo) no quiso o no pudo entenderte. No te condenó porque era puro evangelio lo que tú decías y hacías, pero no se puso de tu parte.

Y así mataron los “poderes militares” al servicio de un sistema de dominio económico, pero te dejó morir una Iglesia aliada al sistema, una Iglesia que ahora se dice orgullosa de ti, todos buscando un lugar en tu foto de gloria.

11295892_883176528409799_5746432243968923782_nHan pasado los años, y algunos piensan que las cosas ya se han olvidado, pero muchos que éramos entonces ya “mayores” recordamos, y nos alegramos de que te digan Beato (¡no te hacen, ya lo eres, beato y santo). Nos alegramos, pero nos alegraríamos más si se dijeran las cosas en verdad, si cambiara la visión del conjunto de la Iglesia…

Ciertamente, tu Papa Juan Pablo II, viajando por tu tierra tres años más tarde, el 1983, quiso entrar en tu catedral inacabada, para orar ante tu tumba, para decir entonces que habías dado la vida por “amor a Dios y servicio a tus hermanos”. Era quizá tarde, pero fue hermoso que lo hiciera, y es hermoso que la Iglesia Universal, a través del Papa Francisco (a pesar de la oposición de muchos, dentro y fuera de la Iglesia) haya querido nombrarte Beato, no simplemente por tu muerte en defensa de la fe, sino en defensa de la justicia.
Las tres imágenes que comentan esta postal se las debo a Rosa Quinta, que las ha “colgado” amablemente en mi Facebook, donde podrá verlas quien quiera. Gracias Rosa, te debo este gesto, y el cariño que tienes por Romero.
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Tres años de verdad

Le asesinaron hace treinta y cinco años (24. 03. 80), después de tres de pasión con su pueblo y como su pueblo de El Salvador. Su “vida pública”, como arzobispo de la capital (San Salvador) duró tres años, como la de Jesús y no dejó a nadie indiferente.

Unos le consideraban un profeta, un mártir, un luchador por la paz y el diálogo, un hombre de Iglesia.
Otros, en cambio, le vieron como un simple un revolucionario, un agitador de masas, un político frustrado que promovía la crispación, un personaje en busca de notoriedad social.

Y así le mataron los políticos e ideólogos de un orden imperial capitalista. Su rostro amable, esculpido en piedra, entre D. Bonhoeffer y M.Luther King, en la abadía de Westmister, Londres, invita a mantener la esperanza contra toda desesperanza (cf. Imagen).

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El recuerdo de su asesinato, unido nuevamente al de Jesús, proclama la certeza y la fuerza de un amor y una justicia que es el rostro de Dios sobre la tierra.

Experiencia fundante.

Ciertamente, Romero se había preocupado siempre por los pobres, pero de un modo general. Pues bien, unas semanas después de haber sido nombrado arzobispo de San Salvador, el 22 de febrero de 1977, uno de sus buenos amigos, que trabajaba mano a mano con los pobres, Rutilio Grande SJ, fue brutalmente asesinado por los escuadrones de la muerte.

Ese asesinato despertó su conciencia cristiana y marcó desde entonces subida.

En los meses y años que siguieron a la muerte de Grande, fueron asesinados muchos sacerdotes, religiosas y agentes de pastoral. Entre ellos había religiosas como Dorothy Kazel, Ida Ford, Maura Clarke, y trabajadores laicos como Jean Donovan, que fueron asesinados el 2 de diciembre del 1980. Estas muertes tuvieron una gran repercusión pública, pero hubo también muchos catequistas, organizadores de asambleas de trabajo, periodistas, estudiantes, personas vinculadas al servicio médico y más de tres mil campesinos, que eran asesinados cada mes. Ellos deben ser añadidos a la lista de los iconos de justicia, aunque sus muertes hayan sido en gran parte desconocidas, no reconocidas y no publicadas. A través de estos injustamente asesinados, Romero se encontró en el centro de una guerra dirigida en contra de los pobres.

Metáfora central

La metáfora central que configuró la visión espiritual del Beato Romero fue Cristo crucificado y el pueblo crucificado de El Salvador, como él mismo decía:

Cada vez que miramos a los pobres…descubrimos el rostro de Cristo… El rostro de Cristo se encuentra entre los sacos y cestas de los trabajadores del campo; el rostro de Cristo se encuentra en aquellos que son torturados y maltratados en las prisiones; el rostro de Cristo está muriendo de hambre en los niños que no tienen nada que comer; el rostro de Cristo está en los pobres que piden a la Iglesia, con el deseo de que su voz sea escuchada

El Cristo crucificado iluminó su vida, hasta que el 24 de Marzo de 1980, dentro de la iglesia del Hospital de la Divina Providencia, le dispararon y mataron mientras celebraba la misa.

Teología operativa.

El eje principal en torno al cual giró la vida de Romero fue la vida, muerte y resurrección de Jesucristo. En ésa línea, él creyó que había sido llamado a “sentir con la iglesia”, especialmente en la medida en que ella sufre en el mundo.

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