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Un poema: Martirio de San Sebastián.

Sábado, 20 de enero de 2024
Comentarios desactivados en Un poema: Martirio de San Sebastián.

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(John Owe Heribert Zerge, conocido como  Owe Zerge)

La memoria es confusa.
Imprecisas las crónicas que exaltan
la belleza certera del soldado,
el movimiento lento de su sombra
susurrando silencios a la tierra,
los cabellos oscuros como yeguas
que de noche galopan hacia el frío,
la mirada profunda
como el olvido azul de los océanos,
la boca contenida que se tensa
si la empuja el deseo hacia otra boca,
la ternura severa que los músculos
al amado prometen.

Así lo conocí. Casi desnudo
-la sola salvedad del paño púdico-.
entreabiertos los labios,
abrasados de amor los negros ojos,
las manos sometidas a la soga,
la espalda a la polícroma madera
sobre el diván dorado del retablo.
Tan fácil era entonces
confundir la piedad con la enojosa
certeza del instinto
que bajo el pantalón adolescente
bombeaba la sangre y dilataba
los infantiles límites.
Tan fácil que en el éxtasis devoto
-cansados los sentidos
por el olor a incienso, la luz débil,
el remoto bostezo de las tablas,
el polvo en la saliva, la viscosa
caricia de la cera-
se emboscara
el miedo al repentino amor oscuro
tras el torpe muchacho que yo era.

Violento y encarnado, el dios terreno
reclama el sacrificio cotidiano:
el ósculo sumiso con sabor
a sazón de cerezas, la armadura
desvelando al caer el limpio escudo
del agitado pecho,
las manos consagrando la caricia
sobre el fulgor del sátrapa
-¡qué dulce el Sebastián puesto en escorzo
contra el altar de lino y suaves sedas!-.
Desde su voz de niebla
vaporosa y sutil, el dios de viento
en el alma bizarra del soldado
inscribe la sentencia: el frío eterno,
la muerte en la piel rota, la milicia
celestial de los ángeles sin sexo,
el agua bautismal que lava el cuero
del cordero de dios recién salvado.
Celosas las deidades en combate
preferirán la pérdida
del manjar exquisito del pan tierno
y el vino fementado a la afrentosa
liturgia de la carne y de la sangre
sobre el lecho del otro.

Así lo conocí. Entre los colores
oleosos de las tablas flamencas,
la estofada madera castellana,
los lienzos venecianos
donde la luz endulza el rostro ambiguo
concentrado en el éxtasis
de aplacar el dolor con el deseo.
Sereno el gesto a veces,
dilatada la duda en las pupilas,
violentada la boca hasta el blasfemo
alarido.
O al filo de la ira
cuando la flecha marca el duro torso.
Así lo conocí. Como un espejo
del Callejón del Gato que devuelve
confusas las fronteras y las formas
si sobre el pecho tierno y desbarbado
esos primeros dedos
de aquella noche oscura en aquel coche
como saetas buscan el crujido
de la piel revelándose,
si el temblor en los labios
del aprendiz se frena
cuando un aliento tibio los alumbra,
si el peso de ese cuerpo que se clava
contra el novicio frágil
provoca el llanto al tiempo que lo amansa.

El soldado no duda ni decide;
sólo suave obedece.
Los ángeles entonan
deus tuorum militum, el himno
que ensalza la locura de los mártires;
violentos los arqueros, con canciones
obscenas le recuerdan a la víctima
la sumisión felina a las caricias
del poderoso amante de otro tiempo.

(Sebastián sólo escucha
la voz del propio sueño,
el murmullo del aire
ya extraño a los pulmones,
la vergüenza vencida
bajo la luz del alba de Spalato,
la soledad del hombre
que ansía ya el suplicio,
el líquido dolor que fertiliza
el suelo consagrado
como si en el extremo de los dardos
no habitara la carne,
sino la sangre sola…).

*

Rukaegos
Desde una habitación desordenada

***

"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , , ,

Reemplazan en un libro de texto católico la palabra “gay” por “húngaro” en el poema “La palabra” de Ágnes Judit Kiss,

Martes, 19 de septiembre de 2023
Comentarios desactivados en Reemplazan en un libro de texto católico la palabra “gay” por “húngaro” en el poema “La palabra” de Ágnes Judit Kiss,

Sin títuloEl Instituto Pedagógico Católico, una editorial afiliada a la iglesia húngara, reemplazó la palabra “gay” por “húngaro” en un conocido poema sobre la migración y las personas marginadas incluido en un libro de texto de escuela secundaria que imprimió la editorial, informó Daily News Hungría.

La poeta se enteró por el periódico de que su conocido poema sobre los dilemas relacionados con la emigración había sido reescrito. Ágnes Judit Kiss, cuyo cuento de hadas también está incluido en el volumen “Meseorzág sekkyéé“, dijo que no sabía que su poema aparecería en el volumen de los libros de texto de Szent Imre para alumnos de 10º grado, lo que requeriría el consentimiento del autor. Por lo general, los editores se acercan a él y los reformados también pagan regalías. Añadió que no habría permitido que se reescribiera el poema y que se pondría en contacto con el editor para que no distribuyeran un “texto corrompido”.

Sin títuloEl poema, “La Palabra” de Ágnes Kiss Judit, en realidad dice:

Quédate porque debes estar protegido.
¿Quién no tiene adónde ir?
Ser pobre, sin hogar,
Judío, gay, romaní

La poeta dijo que el editor no le informó que el poema se incluiría en el libro de texto y sería editado, y un experto dijo que si la acción del editor no fue un error vergonzoso, podría ser una infracción grave de derechos de autor.

El editor afirma que se encontró en Internet una versión errónea del texto y escribió que su familia de libros de texto todavía se utiliza por segundo año y hasta ahora no han recibido ningún comentario sobre el poema.

Observamos que los poemas contemporáneos se pueden encontrar en Internet en varias versiones textuales anunciaron.

Según el escritor, historiador literario y director editorial Krisztián Nyáry, el caso es sorprendente. Como dijo, los derechos de autor protegen la esencia interna de la obra y las obras no pueden copiarse sin el permiso del autor. Según él, lo ocurrido con el poema es lo suficientemente vergonzoso como para ser un descuido editorial, y si fue intencional, es un delito grave.

Anteriormente, Demeter Szilárd disolvió el comité de apoyo a la traducción de la Agencia Cultural Petőfi que él dirigía, porque apoyaban la traducción de El cuento de todos al estonio. Ucrania protestó por el libro de texto de geografía de octavo grado, porque dice que la guerra es el resultado de un conflicto interno, pero el Ministerio del Interior, que también es responsable de la educación, no cambió el contenido objetado a pesar de su promesa.

Los líderes de la iglesia en Hungría son altamente negativos hacia LGBTQ y han apoyado los esfuerzos cada vez más estridentes del gobierno para detener la igualdad LGBTQ+.

Fuente Daily News Hungary.

General, Homofobia/ Transfobia., Iglesia Católica , , , , , , ,

Un poema: Martirio de San Sebastián

Viernes, 20 de enero de 2023
Comentarios desactivados en Un poema: Martirio de San Sebastián
pour-un-petitblondinanthonygayton-sebastian-2008
La memoria es confusa.
Imprecisas las crónicas que exaltan
la belleza certera del soldado,
el movimiento lento de su sombra
susurrando silencios a la tierra,
los cabellos oscuros como yeguas
que de noche galopan hacia el frío,
la mirada profunda
como el olvido azul de los océanos,
la boca contenida que se tensa
si la empuja el deseo hacia otra boca,
la ternura severa que los músculos
al amado prometen.
Así lo conocí. Casi desnudo
-la sola salvedad del paño púdico-.
entreabiertos los labios,
abrasados de amor los negros ojos,
las manos sometidas a la soga,
la espalda a la polícroma madera
sobre el diván dorado del retablo.
Tan fácil era entonces
confundir la piedad con la enojosa
certeza del instinto
que bajo el pantalón adolescente
bombeaba la sangre y dilataba
los infantiles límites.
Tan fácil que en el éxtasis devoto
-cansados los sentidos
por el olor a incienso, la luz débil,
el remoto bostezo de las tablas,
el polvo en la saliva, la viscosa
caricia de la cera-
se emboscara
el miedo al repentino amor oscuro
tras el torpe muchacho que yo era.
Violento y encarnado, el dios terreno
reclama el sacrificio cotidiano:
el ósculo sumiso con sabor
a sazón de cerezas, la armadura
desvelando al caer el limpio escudo
del agitado pecho,
las manos consagrando la caricia
sobre el fulgor del sátrapa
-¡qué dulce el Sebastián puesto en escorzo
contra el altar de lino y suaves sedas!-.
Desde su voz de niebla
vaporosa y sutil, el dios de viento
en el alma bizarra del soldado
inscribe la sentencia: el frío eterno,
la muerte en la piel rota, la milicia
celestial de los ángeles sin sexo,
el agua bautismal que lava el cuero
del cordero de dios recién salvado.
Celosas las deidades en combate
preferirán la pérdida
del manjar exquisito del pan tierno
y el vino fementado a la afrentosa
liturgia de la carne y de la sangre
sobre el lecho del otro.
Así lo conocí. Entre los colores
oleosos de las tablas flamencas,
la estofada madera castellana,
los lienzos venecianos
donde la luz endulza el rostro ambiguo
concentrado en el éxtasis
de aplacar el dolor con el deseo.
Sereno el gesto a veces,
dilatada la duda en las pupilas,
violentada la boca hasta el blasfemo
alarido.
O al filo de la ira
cuando la flecha marca el duro torso.
Así lo conocí. Como un espejo
del Callejón del Gato que devuelve
confusas las fronteras y las formas
si sobre el pecho tierno y desbarbado
esos primeros dedos
de aquella noche oscura en aquel coche
como saetas buscan el crujido
de la piel revelándose,
si el temblor en los labios
del aprendiz se frena
cuando un aliento tibio los alumbra,
si el peso de ese cuerpo que se clava
contra el novicio frágil
provoca el llanto al tiempo que lo amansa.
El soldado no duda ni decide;
sólo suave obedece.
Los ángeles entonan
deus tuorum militum, el himno
que ensalza la locura de los mártires;
violentos los arqueros, con canciones
obscenas le recuerdan a la víctima
la sumisión felina a las caricias
del poderoso amante de otro tiempo.
(Sebastián sólo escucha
la voz del propio sueño,
el murmullo del aire
ya extraño a los pulmones,
la vergüenza vencida
bajo la luz del alba de Spalato,
la soledad del hombre
que ansía ya el suplicio,
el líquido dolor que fertiliza
el suelo consagrado
como si en el extremo de los dardos
no habitara la carne,
sino la sangre sola…).
*
***

"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , , ,

Un poema: Martirio de San Sebastián

Jueves, 20 de enero de 2022
Comentarios desactivados en Un poema: Martirio de San Sebastián
anthonygayton-sebastian.2008
La memoria es confusa.
Imprecisas las crónicas que exaltan
la belleza certera del soldado,
el movimiento lento de su sombra
susurrando silencios a la tierra,
los cabellos oscuros como yeguas
que de noche galopan hacia el frío,
la mirada profunda
como el olvido azul de los océanos,
la boca contenida que se tensa
si la empuja el deseo hacia otra boca,
la ternura severa que los músculos
al amado prometen.
Así lo conocí. Casi desnudo
-la sola salvedad del paño púdico-.
entreabiertos los labios,
abrasados de amor los negros ojos,
las manos sometidas a la soga,
la espalda a la polícroma madera
sobre el diván dorado del retablo.
Tan fácil era entonces
confundir la piedad con la enojosa
certeza del instinto
que bajo el pantalón adolescente
bombeaba la sangre y dilataba
los infantiles límites.
Tan fácil que en el éxtasis devoto
-cansados los sentidos
por el olor a incienso, la luz débil,
el remoto bostezo de las tablas,
el polvo en la saliva, la viscosa
caricia de la cera-
se emboscara
el miedo al repentino amor oscuro
tras el torpe muchacho que yo era.
Violento y encarnado, el dios terreno
reclama el sacrificio cotidiano:
el ósculo sumiso con sabor
a sazón de cerezas, la armadura
desvelando al caer el limpio escudo
del agitado pecho,
las manos consagrando la caricia
sobre el fulgor del sátrapa
-¡qué dulce el Sebastián puesto en escorzo
contra el altar de lino y suaves sedas!-.
Desde su voz de niebla
vaporosa y sutil, el dios de viento
en el alma bizarra del soldado
inscribe la sentencia: el frío eterno,
la muerte en la piel rota, la milicia
celestial de los ángeles sin sexo,
el agua bautismal que lava el cuero
del cordero de dios recién salvado.
Celosas las deidades en combate
preferirán la pérdida
del manjar exquisito del pan tierno
y el vino fementado a la afrentosa
liturgia de la carne y de la sangre
sobre el lecho del otro.
Así lo conocí. Entre los colores
oleosos de las tablas flamencas,
la estofada madera castellana,
los lienzos venecianos
donde la luz endulza el rostro ambiguo
concentrado en el éxtasis
de aplacar el dolor con el deseo.
Sereno el gesto a veces,
dilatada la duda en las pupilas,
violentada la boca hasta el blasfemo
alarido.
O al filo de la ira
cuando la flecha marca el duro torso.
Así lo conocí. Como un espejo
del Callejón del Gato que devuelve
confusas las fronteras y las formas
si sobre el pecho tierno y desbarbado
esos primeros dedos
de aquella noche oscura en aquel coche
como saetas buscan el crujido
de la piel revelándose,
si el temblor en los labios
del aprendiz se frena
cuando un aliento tibio los alumbra,
si el peso de ese cuerpo que se clava
contra el novicio frágil
provoca el llanto al tiempo que lo amansa.
El soldado no duda ni decide;
sólo suave obedece.
Los ángeles entonan
deus tuorum militum, el himno
que ensalza la locura de los mártires;
violentos los arqueros, con canciones
obscenas le recuerdan a la víctima
la sumisión felina a las caricias
del poderoso amante de otro tiempo.
(Sebastián sólo escucha
la voz del propio sueño,
el murmullo del aire
ya extraño a los pulmones,
la vergüenza vencida
bajo la luz del alba de Spalato,
la soledad del hombre
que ansía ya el suplicio,
el líquido dolor que fertiliza
el suelo consagrado
como si en el extremo de los dardos
no habitara la carne,
sino la sangre sola…).
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El Poema

Viernes, 9 de julio de 2021
Comentarios desactivados en El Poema

Del blog Nova bella:

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No importa de donde vengas ni lo que sea por lo que estés pasando cuando escuchas un poema. Está hablando con una parte de ti que es, de alguna forma, idéntica a todos.

*

Kae Tempest

***

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Un poema: Martirio de San Sebastián

Miércoles, 20 de enero de 2021
Comentarios desactivados en Un poema: Martirio de San Sebastián
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La memoria es confusa.
Imprecisas las crónicas que exaltan
la belleza certera del soldado,
el movimiento lento de su sombra
susurrando silencios a la tierra,
los cabellos oscuros como yeguas
que de noche galopan hacia el frío,
la mirada profunda
como el olvido azul de los océanos,
la boca contenida que se tensa
si la empuja el deseo hacia otra boca,
la ternura severa que los músculos
al amado prometen.
Así lo conocí. Casi desnudo
-la sola salvedad del paño púdico-.
entreabiertos los labios,
abrasados de amor los negros ojos,
las manos sometidas a la soga,
la espalda a la polícroma madera
sobre el diván dorado del retablo.
Tan fácil era entonces
confundir la piedad con la enojosa
certeza del instinto
que bajo el pantalón adolescente
bombeaba la sangre y dilataba
los infantiles límites.
Tan fácil que en el éxtasis devoto
-cansados los sentidos
por el olor a incienso, la luz débil,
el remoto bostezo de las tablas,
el polvo en la saliva, la viscosa
caricia de la cera-
se emboscara
el miedo al repentino amor oscuro
tras el torpe muchacho que yo era.
Violento y encarnado, el dios terreno
reclama el sacrificio cotidiano:
el ósculo sumiso con sabor
a sazón de cerezas, la armadura
desvelando al caer el limpio escudo
del agitado pecho,
las manos consagrando la caricia
sobre el fulgor del sátrapa
-¡qué dulce el Sebastián puesto en escorzo
contra el altar de lino y suaves sedas!-.
Desde su voz de niebla
vaporosa y sutil, el dios de viento
en el alma bizarra del soldado
inscribe la sentencia: el frío eterno,
la muerte en la piel rota, la milicia
celestial de los ángeles sin sexo,
el agua bautismal que lava el cuero
del cordero de dios recién salvado.
Celosas las deidades en combate
preferirán la pérdida
del manjar exquisito del pan tierno
y el vino fementado a la afrentosa
liturgia de la carne y de la sangre
sobre el lecho del otro.
Así lo conocí. Entre los colores
oleosos de las tablas flamencas,
la estofada madera castellana,
los lienzos venecianos
donde la luz endulza el rostro ambiguo
concentrado en el éxtasis
de aplacar el dolor con el deseo.
Sereno el gesto a veces,
dilatada la duda en las pupilas,
violentada la boca hasta el blasfemo
alarido.
O al filo de la ira
cuando la flecha marca el duro torso.
Así lo conocí. Como un espejo
del Callejón del Gato que devuelve
confusas las fronteras y las formas
si sobre el pecho tierno y desbarbado
esos primeros dedos
de aquella noche oscura en aquel coche
como saetas buscan el crujido
de la piel revelándose,
si el temblor en los labios
del aprendiz se frena
cuando un aliento tibio los alumbra,
si el peso de ese cuerpo que se clava
contra el novicio frágil
provoca el llanto al tiempo que lo amansa.
El soldado no duda ni decide;
sólo suave obedece.
Los ángeles entonan
deus tuorum militum, el himno
que ensalza la locura de los mártires;
violentos los arqueros, con canciones
obscenas le recuerdan a la víctima
la sumisión felina a las caricias
del poderoso amante de otro tiempo.
(Sebastián sólo escucha
la voz del propio sueño,
el murmullo del aire
ya extraño a los pulmones,
la vergüenza vencida
bajo la luz del alba de Spalato,
la soledad del hombre
que ansía ya el suplicio,
el líquido dolor que fertiliza
el suelo consagrado
como si en el extremo de los dardos
no habitara la carne,
sino la sangre sola…).
*
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Un poema: Martirio de San Sebastián

Lunes, 20 de enero de 2020
Comentarios desactivados en Un poema: Martirio de San Sebastián
pour-un-petitblondinanthonygayton-sebastian-2008
La memoria es confusa.
Imprecisas las crónicas que exaltan
la belleza certera del soldado,
el movimiento lento de su sombra
susurrando silencios a la tierra,
los cabellos oscuros como yeguas
que de noche galopan hacia el frío,
la mirada profunda
como el olvido azul de los océanos,
la boca contenida que se tensa
si la empuja el deseo hacia otra boca,
la ternura severa que los músculos
al amado prometen.
Así lo conocí. Casi desnudo
-la sola salvedad del paño púdico-.
entreabiertos los labios,
abrasados de amor los negros ojos,
las manos sometidas a la soga,
la espalda a la polícroma madera
sobre el diván dorado del retablo.
Tan fácil era entonces
confundir la piedad con la enojosa
certeza del instinto
que bajo el pantalón adolescente
bombeaba la sangre y dilataba
los infantiles límites.
Tan fácil que en el éxtasis devoto
-cansados los sentidos
por el olor a incienso, la luz débil,
el remoto bostezo de las tablas,
el polvo en la saliva, la viscosa
caricia de la cera-
se emboscara
el miedo al repentino amor oscuro
tras el torpe muchacho que yo era.
Violento y encarnado, el dios terreno
reclama el sacrificio cotidiano:
el ósculo sumiso con sabor
a sazón de cerezas, la armadura
desvelando al caer el limpio escudo
del agitado pecho,
las manos consagrando la caricia
sobre el fulgor del sátrapa
-¡qué dulce el Sebastián puesto en escorzo
contra el altar de lino y suaves sedas!-.
Desde su voz de niebla
vaporosa y sutil, el dios de viento
en el alma bizarra del soldado
inscribe la sentencia: el frío eterno,
la muerte en la piel rota, la milicia
celestial de los ángeles sin sexo,
el agua bautismal que lava el cuero
del cordero de dios recién salvado.
Celosas las deidades en combate
preferirán la pérdida
del manjar exquisito del pan tierno
y el vino fementado a la afrentosa
liturgia de la carne y de la sangre
sobre el lecho del otro.
Así lo conocí. Entre los colores
oleosos de las tablas flamencas,
la estofada madera castellana,
los lienzos venecianos
donde la luz endulza el rostro ambiguo
concentrado en el éxtasis
de aplacar el dolor con el deseo.
Sereno el gesto a veces,
dilatada la duda en las pupilas,
violentada la boca hasta el blasfemo
alarido.
O al filo de la ira
cuando la flecha marca el duro torso.
Así lo conocí. Como un espejo
del Callejón del Gato que devuelve
confusas las fronteras y las formas
si sobre el pecho tierno y desbarbado
esos primeros dedos
de aquella noche oscura en aquel coche
como saetas buscan el crujido
de la piel revelándose,
si el temblor en los labios
del aprendiz se frena
cuando un aliento tibio los alumbra,
si el peso de ese cuerpo que se clava
contra el novicio frágil
provoca el llanto al tiempo que lo amansa.
El soldado no duda ni decide;
sólo suave obedece.
Los ángeles entonan
deus tuorum militum, el himno
que ensalza la locura de los mártires;
violentos los arqueros, con canciones
obscenas le recuerdan a la víctima
la sumisión felina a las caricias
del poderoso amante de otro tiempo.
(Sebastián sólo escucha
la voz del propio sueño,
el murmullo del aire
ya extraño a los pulmones,
la vergüenza vencida
bajo la luz del alba de Spalato,
la soledad del hombre
que ansía ya el suplicio,
el líquido dolor que fertiliza
el suelo consagrado
como si en el extremo de los dardos
no habitara la carne,
sino la sangre sola…).
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Estamos de enhorabuena, Cristianos Gays cumple 10 años

Sábado, 19 de enero de 2019
Comentarios desactivados en Estamos de enhorabuena, Cristianos Gays cumple 10 años

Era un 19 de enero del año 2009 cuando iniciábamos esta aventura… y lo hacíamos explicando el por qué y para qué

En estos diez años, han ocurrido muchas cosas, desde los dos hackeos por los intolerantes con la desaparición de buena parte de los post y archivos, la muerte de quien construyó su formato y seguimiento… pero también el encuentro con tantos y tantos amigos y amigas que han ido construyendo comunidades inclusivas que aspiran a peregrinae en este mundo hacia la consecución del Reino de Dios… Un espacio donde podamos encontrarnos y continuar esta lucha contra la Intolerancia, y la Homofobia y hacer posible que este mundo y las distintas confesiones religiosas en particular, sean espacios abiertos e inclusivos.

te5fbendiga5fcopia

Desde entonces y hasta ayer,  3.155.280 personas han entrado en el blog, en 3.819.422 sesiones y han ojeado 5.682.723 páginas… Toda una alegría que agradecemos… En estos momentos estamos en fase de renovación y a la espera de disponer de nuevo del Foro de encuentro. Os pedimos un poco de paciencia

***

Pero hoy, víspera de San Sebastián, santo al que nos encomendamos desde el principio, traemos su recuerdo y compañía en este camino…

anthonygayton-sebastian.2008

 

La memoria es confusa.
Imprecisas las crónicas que exaltan
la belleza certera del soldado,
el movimiento lento de su sombra
susurrando silencios a la tierra,
los cabellos oscuros como yeguas
que de noche galopan hacia el frío,
la mirada profunda
como el olvido azul de los océanos,
la boca contenida que se tensa
si la empuja el deseo hacia otra boca,
la ternura severa que los músculos
al amado prometen.
Así lo conocí. Casi desnudo
-la sola salvedad del paño púdico-.
entreabiertos los labios,
abrasados de amor los negros ojos,
las manos sometidas a la soga,
la espalda a la polícroma madera
sobre el diván dorado del retablo.
Tan fácil era entonces
confundir la piedad con la enojosa
certeza del instinto
que bajo el pantalón adolescente
bombeaba la sangre y dilataba
los infantiles límites.
Tan fácil que en el éxtasis devoto
-cansados los sentidos
por el olor a incienso, la luz débil,
el remoto bostezo de las tablas,
el polvo en la saliva, la viscosa
caricia de la cera-
se emboscara
el miedo al repentino amor oscuro
tras el torpe muchacho que yo era.
Violento y encarnado, el dios terreno
reclama el sacrificio cotidiano:
el ósculo sumiso con sabor
a sazón de cerezas, la armadura
desvelando al caer el limpio escudo
del agitado pecho,
las manos consagrando la caricia
sobre el fulgor del sátrapa
-¡qué dulce el Sebastián puesto en escorzo
contra el altar de lino y suaves sedas!-.
Desde su voz de niebla
vaporosa y sutil, el dios de viento
en el alma bizarra del soldado
inscribe la sentencia: el frío eterno,
la muerte en la piel rota, la milicia
celestial de los ángeles sin sexo,
el agua bautismal que lava el cuero
del cordero de dios recién salvado.
Celosas las deidades en combate
preferirán la pérdida
del manjar exquisito del pan tierno
y el vino fementado a la afrentosa
liturgia de la carne y de la sangre
sobre el lecho del otro.
Así lo conocí. Entre los colores
oleosos de las tablas flamencas,
la estofada madera castellana,
los lienzos venecianos
donde la luz endulza el rostro ambiguo
concentrado en el éxtasis
de aplacar el dolor con el deseo.
Sereno el gesto a veces,
dilatada la duda en las pupilas,
violentada la boca hasta el blasfemo
alarido.
O al filo de la ira
cuando la flecha marca el duro torso.
Así lo conocí. Como un espejo
del Callejón del Gato que devuelve
confusas las fronteras y las formas
si sobre el pecho tierno y desbarbado
esos primeros dedos
de aquella noche oscura en aquel coche
como saetas buscan el crujido
de la piel revelándose,
si el temblor en los labios
del aprendiz se frena
cuando un aliento tibio los alumbra,
si el peso de ese cuerpo que se clava
contra el novicio frágil
provoca el llanto al tiempo que lo amansa.
El soldado no duda ni decide;
sólo suave obedece.
Los ángeles entonan
deus tuorum militum, el himno
que ensalza la locura de los mártires;
violentos los arqueros, con canciones
obscenas le recuerdan a la víctima
la sumisión felina a las caricias
del poderoso amante de otro tiempo.
(Sebastián sólo escucha
la voz del propio sueño,
el murmullo del aire
ya extraño a los pulmones,
la vergüenza vencida
bajo la luz del alba de Spalato,
la soledad del hombre
que ansía ya el suplicio,
el líquido dolor que fertiliza
el suelo consagrado
como si en el extremo de los dardos
no habitara la carne,
sino la sangre sola…).
*
***
sebastian***

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:

No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No, temed al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo. ¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo; no hay comparación entre vosotros y los gorriones.

Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo

*

Mateo 10, 28-33

*

Oración

Padre todo misericordioso, que concediste al mártir San Sebastián pelear el combate de la fe hasta el derramamiento de su sangre; te rogamos que su intercesión nos ayude a soportar por tu amor la adversidad y a caminar con valentía hacia ti, fuente de toda vida. Por nuestro Señor Jesucristo…

***

Paz y Bien,

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Tus brazos

Jueves, 14 de junio de 2018
Comentarios desactivados en Tus brazos

Del blog Pays de Zabulon:

your-arms

Your arms are always open when I need a hug.
Your heart understands when I need a friend.
Your gentle eyes are stern when I need a lesson.
Your strength and love guide me and give me wings…

*

Tus brazos están siempre abiertos cuando necesito un abrazo.
Tu corazón comprende cuando necesito un amigo.
Tus ojos son severos  estrellas cuando necesito una lección.
Tu fuerza y tu amor me guían y me dan alas …

*

(Adaptación de un texto de Sujal Kishor, Krupal’s Friend, Facebook)

***

[Publicado por Loquito el  8 de marzo de 2014 en anotherdaylight.wordpress.com]

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Un poema: Martirio de San Sebastián

Sábado, 20 de enero de 2018
Comentarios desactivados en Un poema: Martirio de San Sebastián
anthonygayton-sebastian.2008
La memoria es confusa.
Imprecisas las crónicas que exaltan
la belleza certera del soldado,
el movimiento lento de su sombra
susurrando silencios a la tierra,
los cabellos oscuros como yeguas
que de noche galopan hacia el frío,
la mirada profunda
como el olvido azul de los océanos,
la boca contenida que se tensa
si la empuja el deseo hacia otra boca,
la ternura severa que los músculos
al amado prometen.
Así lo conocí. Casi desnudo
-la sola salvedad del paño púdico-.
entreabiertos los labios,
abrasados de amor los negros ojos,
las manos sometidas a la soga,
la espalda a la polícroma madera
sobre el diván dorado del retablo.
Tan fácil era entonces
confundir la piedad con la enojosa
certeza del instinto
que bajo el pantalón adolescente
bombeaba la sangre y dilataba
los infantiles límites.
Tan fácil que en el éxtasis devoto
-cansados los sentidos
por el olor a incienso, la luz débil,
el remoto bostezo de las tablas,
el polvo en la saliva, la viscosa
caricia de la cera-
se emboscara
el miedo al repentino amor oscuro
tras el torpe muchacho que yo era.
Violento y encarnado, el dios terreno
reclama el sacrificio cotidiano:
el ósculo sumiso con sabor
a sazón de cerezas, la armadura
desvelando al caer el limpio escudo
del agitado pecho,
las manos consagrando la caricia
sobre el fulgor del sátrapa
-¡qué dulce el Sebastián puesto en escorzo
contra el altar de lino y suaves sedas!-.
Desde su voz de niebla
vaporosa y sutil, el dios de viento
en el alma bizarra del soldado
inscribe la sentencia: el frío eterno,
la muerte en la piel rota, la milicia
celestial de los ángeles sin sexo,
el agua bautismal que lava el cuero
del cordero de dios recién salvado.
Celosas las deidades en combate
preferirán la pérdida
del manjar exquisito del pan tierno
y el vino fementado a la afrentosa
liturgia de la carne y de la sangre
sobre el lecho del otro.
Así lo conocí. Entre los colores
oleosos de las tablas flamencas,
la estofada madera castellana,
los lienzos venecianos
donde la luz endulza el rostro ambiguo
concentrado en el éxtasis
de aplacar el dolor con el deseo.
Sereno el gesto a veces,
dilatada la duda en las pupilas,
violentada la boca hasta el blasfemo
alarido.
O al filo de la ira
cuando la flecha marca el duro torso.
Así lo conocí. Como un espejo
del Callejón del Gato que devuelve
confusas las fronteras y las formas
si sobre el pecho tierno y desbarbado
esos primeros dedos
de aquella noche oscura en aquel coche
como saetas buscan el crujido
de la piel revelándose,
si el temblor en los labios
del aprendiz se frena
cuando un aliento tibio los alumbra,
si el peso de ese cuerpo que se clava
contra el novicio frágil
provoca el llanto al tiempo que lo amansa.
El soldado no duda ni decide;
sólo suave obedece.
Los ángeles entonan
deus tuorum militum, el himno
que ensalza la locura de los mártires;
violentos los arqueros, con canciones
obscenas le recuerdan a la víctima
la sumisión felina a las caricias
del poderoso amante de otro tiempo.
(Sebastián sólo escucha
la voz del propio sueño,
el murmullo del aire
ya extraño a los pulmones,
la vergüenza vencida
bajo la luz del alba de Spalato,
la soledad del hombre
que ansía ya el suplicio,
el líquido dolor que fertiliza
el suelo consagrado
como si en el extremo de los dardos
no habitara la carne,
sino la sangre sola…).
*
***

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Spes

Miércoles, 5 de julio de 2017
Comentarios desactivados en Spes

Del Blog Nova Bella:

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No esperar nada es propio de perezosos, o de suicidas, o de sabios.

Esperar lo inesperado es propio de aventureros, o de insaciables, o de temerarios.

El que es feliz vive, sin embargo, en un reino único:

mientras detesta lo inesperado,

todo lo espera.

*

Rafael Argullol,
Poema

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A veces…

Martes, 5 de julio de 2016
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Del blog de la Communion Béthanie:

Tras las huellas vivas de Etty Hillesum

Mientras que nuestro mundo contemporáneo atraviese una crisis de sentido, una joven mujer judía puede ayudarnos a atravesar la prueba y a guardar la esperanza.

Del 1941 al 1943, en Amsterdam, Etty Hillesum mantiene un diario de una densidad excepcional. Consigna en 11 cuadernos las últimas experiencias de su vida. Este extraordinario documento es un verdadero testamento espiritual. Descubrimos allí su fe inquebrantable en el hombre al mismo tiempo que éste comte sus más negras fechorías durante la segunda guerra mundial. Etty Hillesum murió en Auschwitz el 30 de noviembre de 1943 después de haber pasado los últimos meses de su vida en el campo de tránsito de Westerbork al servicio de sus hermanos judíos.

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“A veces cuando paseo en bicicleta, pedaleando muy despacio, totalmente absorbida, por lo que se desarrolla en mí, me siento en posesión de posibilidades de expresión tan imperiosas, tan seguras, (…) Toda mi ternura, la intensidad de mis emociones, el oleaje de este lago, de este mar, de este océano del alma, querría verterlos en catarata en un único pequeño poema.”

*
Etty Hillesum
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***

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Un poema: Martirio de San Sebastián

Miércoles, 20 de enero de 2016
Comentarios desactivados en Un poema: Martirio de San Sebastián

anthonygayton-sebastian.2008

La memoria es confusa.
Imprecisas las crónicas que exaltan
la belleza certera del soldado,
el movimiento lento de su sombra
susurrando silencios a la tierra,
los cabellos oscuros como yeguas
que de noche galopan hacia el frío,
la mirada profunda
como el olvido azul de los océanos,
la boca contenida que se tensa
si la empuja el deseo hacia otra boca,
la ternura severa que los músculos
al amado prometen.
Así lo conocí. Casi desnudo
-la sola salvedad del paño púdico-.
entreabiertos los labios,
abrasados de amor los negros ojos,
las manos sometidas a la soga,
la espalda a la polícroma madera
sobre el diván dorado del retablo.
Tan fácil era entonces
confundir la piedad con la enojosa
certeza del instinto
que bajo el pantalón adolescente
bombeaba la sangre y dilataba
los infantiles límites.
Tan fácil que en el éxtasis devoto
-cansados los sentidos
por el olor a incienso, la luz débil,
el remoto bostezo de las tablas,
el polvo en la saliva, la viscosa
caricia de la cera-
se emboscara
el miedo al repentino amor oscuro
tras el torpe muchacho que yo era.
Violento y encarnado, el dios terreno
reclama el sacrificio cotidiano:
el ósculo sumiso con sabor
a sazón de cerezas, la armadura
desvelando al caer el limpio escudo
del agitado pecho,
las manos consagrando la caricia
sobre el fulgor del sátrapa
-¡qué dulce el Sebastián puesto en escorzo
contra el altar de lino y suaves sedas!-.
Desde su voz de niebla
vaporosa y sutil, el dios de viento
en el alma bizarra del soldado
inscribe la sentencia: el frío eterno,
la muerte en la piel rota, la milicia
celestial de los ángeles sin sexo,
el agua bautismal que lava el cuero
del cordero de dios recién salvado.
Celosas las deidades en combate
preferirán la pérdida
del manjar exquisito del pan tierno
y el vino fementado a la afrentosa
liturgia de la carne y de la sangre
sobre el lecho del otro.
Así lo conocí. Entre los colores
oleosos de las tablas flamencas,
la estofada madera castellana,
los lienzos venecianos
donde la luz endulza el rostro ambiguo
concentrado en el éxtasis
de aplacar el dolor con el deseo.
Sereno el gesto a veces,
dilatada la duda en las pupilas,
violentada la boca hasta el blasfemo
alarido.
O al filo de la ira
cuando la flecha marca el duro torso.
Así lo conocí. Como un espejo
del Callejón del Gato que devuelve
confusas las fronteras y las formas
si sobre el pecho tierno y desbarbado
esos primeros dedos
de aquella noche oscura en aquel coche
como saetas buscan el crujido
de la piel revelándose,
si el temblor en los labios
del aprendiz se frena
cuando un aliento tibio los alumbra,
si el peso de ese cuerpo que se clava
contra el novicio frágil
provoca el llanto al tiempo que lo amansa.
El soldado no duda ni decide;
sólo suave obedece.
Los ángeles entonan
deus tuorum militum, el himno
que ensalza la locura de los mártires;
violentos los arqueros, con canciones
obscenas le recuerdan a la víctima
la sumisión felina a las caricias
del poderoso amante de otro tiempo.
(Sebastián sólo escucha
la voz del propio sueño,
el murmullo del aire
ya extraño a los pulmones,
la vergüenza vencida
bajo la luz del alba de Spalato,
la soledad del hombre
que ansía ya el suplicio,
el líquido dolor que fertiliza
el suelo consagrado
como si en el extremo de los dardos
no habitara la carne,
sino la sangre sola…).
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El más sagrado y sencillo Misterio del Todo

Lunes, 16 de febrero de 2015
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Del blog Pays de Zabulon:
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***

… Mira más allá del conocimiento
para abrazar la unidad.
Apaciguando todo en tí, respira la
palabra viva que restaura la creación.
Comparte el fuego espiritual y deja que la
luz mística de Dios te llene
en abundancia.

En última instancia no hay más que una sola verdad,
una sola realidad, pura y sagrada:
que el poder del amor impregnará
y sobrepasará todas las cosas.
Descansaremos en un cumplimiento perfecto
que será admiración.

No estamos solos, estamos en
el desarrollo mismo de la vida mística.
No podemos ser felices más que
cuando la gentileza y la vida que circulan en el interior,
iluminan el exterior.

Las palabras son sombras; los actos nacen
de la verdadera compasión y del amor.
Una verdad recibida en la calma que compartimos
en los momentos más allá del tiempo,
teclas fugaces de un último
abrazo total.

En el corazón de todo esto, se encuentra lo más
sagrado y lo más simple de todos los misterios:
somos amados, puramente
y simplemente.

*

Fragmento de un poema sánscrito de 5000 años de antigüedad, traducido al Inglés por Michael Meehan, SJ y publicado en Mysticism and the New Age: Christic Consciousness in the New Creation by George A. Maloney, SJ (Alba House, 1991),  y citado por Michael J. Bayly en su blog thewildreed.

Fuente de la foto: peregrinación ritual a la India, via Case des hommes

***

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Ciudad de orgías

Jueves, 3 de julio de 2014
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Del blog  À Corps… À Coeur:

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 Ciudad de orgías, de paseos y alegrías,
Ciudad, algún día ilustre porque yo he vivido y cantado
en tu seno,
No son tus pompas, tus cambiantes cuadros ni tus espectáculos,
los que me recompensarán
Ni las interminables hileras de tus edificios, ni las naves de tus muelles,
Ni los desfiles en tus avenidas, ni los  brillantes escaparates llenos
de mercancías,
Ni el conversar con personas instruídas, ni asistir a veladas
y fiestas.
No. Nada de eso. Sino sólamente cuando paso, ¡oh Manhattan!
el frecuente y rápido destello de tus ojos
que me ofrecen amor,
Que responden a los míos – Eso -me recompensa.
Amigos, un perpetuo cortejo de amigos, basta para que
me sienta retribuido, pagado.

*

Walt Whitman

***

 

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Éxtasis.

Sábado, 28 de junio de 2014
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En la fiesta del Corazón Inmaculado de María. Del blog À Corps… À Coeur:

ravissement

Mi Dama, mi Reina, mi Madre,

  Falena inmaculada

Perdida en el Verbo de fuego que tú llevas:

Escóndeme embargado en la alegría fascinada por tu silencio.

¡Virgen de mirada arrebatada sin retorno,

Atráeme

Hacia el pozo de abisal adoración

¡Donde Dios nace!

Protéjeme

En tu alabanza diáfana

Donde irradia la inefable belleza

Del Divino desarmado.

En tí, mi  habitación alta y desnuda,

repaso en secreto lo que nadie puede arrebatarme:

el perfume de la peonía efímera

Y el grito implorante de las gaviotas en vuelo.

En tí, mar y cielo se desposan

En la inmensidad azul –

El horizonte se duerme

En la paz infinita-.

Es así,

En tus brazos,

Como quiero vivir y morir

En presencia del Muy Dulce Amor .

*
© Eric de Rus, El corazón desposado, Ad Solem, 2012

corazonmaria

***

 

 

 

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Yo escribo tu nombre.

Viernes, 30 de mayo de 2014
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Del blog À Corps… À Coeur:

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 LIBERTAD
En mis cuadernos escolares
en mi pupitre y en los árboles
en la arena en la nieve
yo escribo tu nombre.

En todas las páginas leídas,
en todas las páginas blancas
piedra sangre papel o ceniza
Yo escribo tu nombre.

En las estampas doradas
en las armas de los guerreros
en la corona de los reyes
yo escribo tu nombre.

En la jungla y el desierto
en los nidos en la retama
en el eco de mi infancia
yo escribo tu nombre.

En la maravilla de las noches
en el pan blanco de los días
en las estaciones novias
yo escribo tu nombre

En todos mis trapos de azul
en el estanque sol enmohecido
en el lago luna viva
yo escribo tu nombre.

En los campos en el horizonte
en las alas de los pájaros
y en el molino de las sombras;
yo escribo tu nombre.

En cada bocanada de la aurora
en el mar de los barcos
en la loca montaña,
yo escribo tu nombre.

En el musgo de las nubes
en el sudor de la tormenta
en la lluvia densa y desabrida
yo escribo tu nombre.

En las formas centellantes
en las campanas de colores
en la verdad física
yo escribo tu nombre.

En los senderos despiertos
en los caminos desplegados
en las plazas desbordantes
yo escribo tu nombre.

En la lámpara que se enciende
en la lámpara que se apaga
en mis casas reunidas
yo escribo tu nombre.

En el fruto dividido
del espejo y de mi cuarto
en mi lecho, caracol vacío
yo escribo tu nombre.

En mi perro goloso y tierno
en sus orejas enhiestas
en su pata torpe
yo escribo tu nombre.

En el trampolín de mi puerta,
en los objetos familiares
en la oleada del fuego bendito
yo escribo tu nombre.

En toda carne entregada
en la frente de mis amigos
en cada mano que se tiende
yo escribo tu nombre.

En el cristal de las sorpresas
en los labios atentos
por encima del silencio
yo escribo tu nombre.

En mis refugios destruidos
en mis faros derrumbados
en los muros de mi tedio
yo escribo tu nombre.

En la ausencia sin deseos
en la soledad desnuda
en los peldaños de la muerte
yo escribo tu nombre.

En la salud recobrada
en el peligro desaparecido
en la esperanza olvidada
yo escribo tu nombre

Y en el poder de una palabra
empiezo de nuevo mi vida
He nacido para conocerte
Para nombrarte

LIBERTAD

*
En: “Paul Eluard” Poesía Francesa contemporánea. Antología (y traducción) de Manuel Alvarez Ortega.Madrid, Taurus ediciones, 1967, pp. 67-71

***

 

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El bosque amigo.

Viernes, 16 de mayo de 2014
Comentarios desactivados en El bosque amigo.

Del blog À Corps… À Coeur:

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En las sendas pensamos cosas puras,
uno al lado del otro, fugitivos,
cogidos de la mano, y pensativos
en medio de las flores más oscuras.

Íbamos solos, como enamorados,
entre la verde noche del sendero,
compartiendo el fugaz fruto hechicero
del astro que aman los enajenados.

Después, muy lejos, en la sombra densa
de aquel íntimo bosque rumoroso,
morimos -¡solos!- sobre el césped blando.

Y arriba, en medio de la luz inmensa,
¡oh, amigo del silencio más hermoso,
nos encontramos otra vez, llorando!

*

Paul Valéry, Poesías, NRF

(Versión de Andrés Holguín)

***

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El vigilante.

Lunes, 12 de mayo de 2014
Comentarios desactivados en El vigilante.

Del blog À Corps… À Coeur:

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Si te alcanza la tenebrosa nueva

– El mundo ha vendido su alma a la tiranía de lo útil –

Ten compasión de él.

Concéntrate.

Escoge lo esencial

– La Vida –

Cumplir tu destino,

Consiente en dulce silencio

A la necesidad interior.

Sé este corazón que canta

Donde la infancia y las flores encuentren refugio

Y la belleza su tierra del exilio.

No sirve nada más

Que este Rostro Humano

– Intacto –

sepultado.

Bajo la mirada del Rostro eterno

Todo es restaurado

En su rostro de eternidad.

*
Eric de Rus, Vivir en incandescencia, Ad Solem, 2013 (Extracto)

***

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Es la primavera…

Viernes, 2 de mayo de 2014
Comentarios desactivados en Es la primavera…

Del blog À Corps… À Coeur:

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Vigilados por una prímula solitaria
nos encontramos en el borde del mundo.
Los pétalos nos miraban sorprendidos
la tierra todavía blanca de nieve
los rayos nebulosos del sol.
El invierno se ha ido, lo has sentido.
Nos atrevimos al deseo efímero
juntos
nos hemos dejado deslumbrar.
El calor de tus manos me ha acariciado sin tocarme
pétalo primitivo
Tu mirada me ha modelado
nieve de primavera
Tu soplo ha iluminado mi alma
rayo de certezas
Tus palabras han sabido, por un instante, adornar nuestro futuro
Eternamente nebuloso.

*

Sybille Rembard, Belleza Fraccionada, 2002

bucolique

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